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Dec 13, 2014

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Para El Pais
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La cuestión de los universales en la Edad Media

Selección de textos de porfirio, boecio y pedro abelardo

Estudio preliminar:

Francisco Bertel loni

Introducción, traducción y notas:

María Florencia MarchettoyAntonio Tursi

Ediciones Winograd

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La Isagoge de Porfirio

introducción

Porfirio (c. 233-305), original de Tiro, Fecnicia, fi lósofo neo-platónico y l iterato, estudió con los maestros más renombradosde su época: con Orígenes en Cesárea, en Atenas con Longino-de quien recibió el sobrenombre con el que lo conocemos, yaque su nombre original era Malcos («Rey»)- y con Plotino enRoma, junto a quien permaneció seis años al cabo de loscuales se estableció en Li l ibeo, Sici l ia. Su alejamiento de laescuela romana de Plotino -al parecer por recomendación deeste- posiblemente se debió a una crisis intelectual quedeterminó una afección psíquica por la que estuvo a punto desuicidarse.

Lo cierto es que en su estadía en la Isla redactó suscomentarios a las Categorías de Aristóteles, la Isagoge, y tratóde conci l iar las doctrinas de los dos más grandes maestros dela Antigüedad, Platón y Aristóteles. Tras la muerte de Plotino,hacia el 270, y luego de permanecer un corto tiempo enCartago, Porfirio volvió a Roma, donde pasó sus últimos años.Al l í corrigíó, ordenó y editó la obra de su maestro, las Enéadas,y escribió, a modo de introducción, una biografía de Plotino. Suproducción es numerosa y variada: abarca temas históricos,rel igiosos, mitológicos, retóricos, gramaticales, científicos y, dehecho, fi losóficos. Con todo, de muchas de sus obras sóloquedaron sus títulos y de otras fragmentos.

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La Isagoge tuvo la pecul iar fortuna de ser una de las obras masleídas y comentadas en la historia del pensamiento. Loscomen- tadores de Aristóteles la incorporaron, comointroducción gene- ral, al Organon aristotél ico y de este modoacompañó la edición de las obras del Estagirita hasta lamodernidad. Asimismo pensadores griegos (Amonio, El ias,David), árabes (Ibn al-Tabyyib's, Al-Fârâbî) y latinos (Boecio,Abelardo, Duns Escoto. Gui l lermo de Ockham. Juan Buridán,Tomás de Vío -el cardenal Cayetano-, Domingo de Soto, Juande Santo Tomás, entre otros) la comentaron.De la Isagoge presentamos los seis primeros capítulos, de loscuales el primero es un breve pero significativo proemio y en losrestantes Porfirio trata cada uno de los cinco universales. Entos siguientes veintiún capítulos Porfirio establece lo que tienenen común y en lo que difieren los cinco predicables. Para nues-tra versión hemos seguido el texto fi jado por Busse (cf. Bibl io-grafía) cuyas páginas van entre barras (//)

A continuación puntual izamos el contenido de los capítulos tra-ducidos. Cap. I : dedicatoria, necesidad y uti l idad delconocimiento de los universales, cuestiones ontológicas que nose tratarán, autoridades a seguir y modalidad del tratamiento.Cap. I I : del género, sus tres acepciones, sentido fi losófico,diferencia del género con los demás predicables respecto de lapredicación. Cap. I I I : de la especie, relación con el género, lasdiez categorías aristotél icas como diez géneros generalísimos;ejemplo: del género generalísimo «sustancia» a la especieespecialísima «hombre», el l lamado «árbol de Porfirio» (ArborPorphyriana), la división y la definición,

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considenciones sobre los individuos y su relación con laespecie. Cap. IV: de las tres clases de diferencias, notasesenciales de las diferencias especificas, sus definiciones.Cap. V: de los cuatro sentidos de propio. Cap. VI : de los dossentidos de accidente.

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Isagoge

de Porfirio, el fenicio,discípulo de Plotino de Licópolis

/1 / Siendo necesario. Crisaorio 1 para la doctrina de las catego-rías de Aristóteles, l legar a conocer qué es género; qué, diferen-cia; qué, especie; qué, propio, y qué. Accidente, 2 y siendo úti l laespeculación sobre éstos, tanto para dar las definiciones, como,en general, para lo concerniente a la división y demostración,3

haciéndote una breve transmisión, emprenderé en pocas pala-bras, a modo de introducción,4 lo dicho por los antiguos, abste-niéndome de las investigaciones mas profundas y poniendo lamirada adecuadamente en las mas simples. Al punto, sobre losgéneros y las especies, tanto de si subsisten 5 o residen ensolos y puros pensamientos, como si, subsistiendo, son cuerposo incorpóreos, y si están separados o en las cosas sensibles ysubsistiendo en torno a el las, rehusaré hablar por serprofundísimo un estudio semejante y requerir otro examen másextenso.6Y sobre los mismos y los propuestos, ahora intentarémostrarte cómo los antiguos -y de éstos principalmente los delPerípato- distinguieron de un modo más lógico.7

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Los comentarios de Boecio

a las cuestiones de Porfirio

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Introducción

Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio (476-524), fi lósoforomano, dedicó su vida a tareas políticas, a las que estabadestinado por su origen aristocrático senatorial , e intelectuales,enrolado en el neoplatonismo según la exégesis de la escuelaalejandrina de Ammonio (siglo V). Aún es materia de discusiónel vínculo de Boecio con sus fuentes griegas. A pesar de queambos quehaceres de hecho que+++daron truncos, la tradiciónmedieval lo ha reivindicado. En su carrera política sirvió alrégimen ostrogodo de Teodorico, del que l legó a ser canci l ler,hasta que por defender a un senador romano acusado deenviar cartas al emperador bizantino, fue acusado de traición ala patria, encarcelado, condenado a muerte y ejecutado. Latradición lo ha considerado un mártir de la Iglesia catól ica.Como intelectual, al igual que otros pensadorescontemporáneos suyos, Boecio trabajó para un conato derenacimiento cultural godo-romano. Adaptó obras griegas dematemática, geometría, música, astronomía y mecánica. Sustratados de matemática y música fueron manuales básicos deestudio hasta el Renacimiento del siglo XV. En un párrafo de susegunda versión y comentario al De la interpretación deAristóteles Boecio refiere su plan fi losófico:

«Yo toda la obra de Aristóteles que me viniere a mano,vertiéndola con pluma romana, voy a escribir en discurso latino,a fin de que si algo de la suti leza del arte de la lógica, de lagravedad de la pericia moral y de la agudeza de la verdadnatural ha sido escrito por Aristóteles, todo

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ello, en orden, traduciré e incluso i lustrare con un comentario; ytodos los diálogos de Platón traduciéndolos y a la vezcomentándolos los pasaré a forma latina. Hecho todo el lo, nodesestimaré elevar sus pen-samientos a una ciertaconcordancia y demostraré que el los no disien ten, como losmás creen, en todas las cosas, sino que en l ineas genera, les yen los asuntos máximamente fi losóficos están de acuerdo» 1

De este majestuoso programa sólo l legó a real izar algunasobras del Organon aristotél ico: las traducciones y comentariosal De categorías, al De la interpretación y a la Isagoge dePorfirio, que el neoplatonismo había incorporado a las obraspropedéuticas de Aristóteles. Comentó los Tópicos y redactótratados sobre temas lógicos: si logismos, división, definición.Boecio suscribió, al igual que Porfirio, el proyecto neoplatónicoque trató de conci l iar a los dos más grandes maestros de laAntigüedad. Sus traducciones y comentarios constituyen laLógica vetus (Lógica antigua) que será la fuente principal en laque abrevarán los l lamados dialécticos hasta el siglo XI Iinclusive. A la par, compuso una serie de obras teológicasbreves, conocidas como Opuscula sacra, cuyos análisis, por laaplicación de nociones fi losóficas

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aristotél icas a temas teológicos cristianos, seránparadigmáticos para los escolásticos del siglo XI I I . A la esperade su ejecución escribió, en la cárcel de Pavía, la Philosophiae

Consolatio, consistente en un dialogo entre él mismo y lafi losofía personificada, en el cual ensaya una defensa de suactuación política y sintetiza algunos temas propios de lafi losofía neoplatónica: la fortuna, la fel icidad, el mal, laprovidencia divina y la l ibertad humana. La Consolación de la

filosofia fue uno de los l ibros más leídos y anotados durante laEdad Media y el Renacimiento, traducido a lenguas modernasya en la Baja Edad Media y de notable influencia no sólo enpensadores, sino también en l iteratos y artistas plásticos.

Los dos textos que presentamos corresponden a los sendoscomentarios que hace Boecio del pasaje introductorio de laIsagoge en el que Porfirio se desentiende de tratar sobre elstatus ontológico y gnoseológico de los universales. El textoseguido es el de G. Schepss y S. Brandt (cf Bibl iografía) cuyaspáginas van entre barras (//) . Al igual que con el De La

interpretación aristotél ico, Boecio hizo dos comentarios a laIsagoge de Porfirio. Para el primero, uti l izó, aunque con críticas,la versión que había hecho del texto porfiriano Mario Victorino amediados del siglo IV. La traducción de Mario Victorino nosquedó fragmentada justamente en este comentario de Boecio.Para el segundo hizo su propia traducción mucho mis fiel altexto griego. El primero, redactado hacia los años 504 y 505, enforma de diálogo entre Fabio y Boecio mismo, pasódesapercibido durante la Edad Media. El segundo, de entre 507y 509 y en forma de comentario, fue de capital y significativaimportancia para la

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tradición. Fue el texto básico de la l lamada cuestión de los uni-versales de los siglos XI y XI I , al punto de que se hacaracterizado a esos siglos como de una «Edad boeciana»,preparatoria de la «Edad aristotél ica» del siglo XI I I ; su aspectoformal, especialmente en este pasaje en el que comenta losdi lemas, resultó paradigmático para todos los autores queencararon el insoslayable comentario a la Isagoge, y sussoluciones marcaron, en gran parte, tanto doctrinal comoterminológicamente la metafísica y la gnoseotogía medievales.

En el primer comentario Boecio <1 > transcribe el párrafo de laIsagoge y asume la tarea de aclararlo. Para la primera cuestión<2> resume la manera según la cual el entendimiento -«ánimo»,en sus términos- obtiene ya un conocimiento verdadero ya unofalso, a los cuales ajusta ambos términos de la disyuntiva porfi-riana. Los universales existen porque su conocimiento esverdadero. Respecto de la segunda cuestión <3> tambiénresponde a sus dos términos, los universales serán corpóreos oincorpóreos según sea corpórea o incorpórea la especie bajo lacual sean sub-sumidos. Pero otros sólo los consideranincorpóreos, cosa que coincide con el parecer de Porfirio. Parala tercera cuestión <4> enumera tres tipos de incorpóreos. Losuniversales se equiparan al tercer tipo, los entes matemáticos,por cumplir con el doble requisito de ser corpóreos en loscuerpos e incorpóreos en la mente.

En el segundo comentario Boecio <1 > traduce el pasaje encuestión, toma la tarea de aclararlo y establece dos tipos deconoci-

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miento que se separan por su correspondencia o no con unobjeto, a los cuales ajusta el primer di lema porfiriano. La tercerapregunta es ejemplificada con dos tipos de incorpóreos. Divideel comentario en dos partes, primero plantea una serie de dudasrespecto de los universales y después las soluciona. Las dudas<2> son primero sobre el tipo de existencia de los universales ydespués sobre el tipo de conocimiento que se tiene de el los.Para la resolución de esas dudas <3> recurre a la teoría de laabstracción y al ejemplo de un incorpóreo matemático, la línea,cuya fuente es Alejandro de Afrodisia, para dar cuenta de lanaturaleza anfibia del universal: corpóreo y particular en lascosas e incorpóreo y universal en la mente. Y termina dandouna definición estrictamente gnoseológica de género y especies.Finalmente <4> responde cada término de los tres di lemas eidentifica el último con las posiciones de Platón y Aristóteles.

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Α. Μ. S. BoecioComentario a la Isagoge de Porfirio

Segunda versión

/1 59/ (1 , 1 0) <1 > «Ahora respecto de los géneros y las

especies, si subsisten o si están sólo colocados en meros

conceptos; si, en el caso de que subsistan, son corporales o

incorporales, y si están separados de las cosas sensibles o en

las cosas sensibles y existiendo en torno a ellas rehusaré

hablar, pues una empresa de este tipo es profundísima y

requiere un examen más amplio.» Cuestiones más profundaspasa por alto Porfirio a fin de no perturbar, presentándolasintempestivamente al ánimo del lector, sus comienzos y prime-ros conocimientos. Pero para no obrar de manera negl igente alpunto de que el lector no piense que hay algo más oculto, conexcepción de lo que el propio autor hubo dicho, agregó lascuestiones cuya solución prometió diferir, para que alpresentarlas de manera no oscura y profunda no se vuelque allector algo de oscuridad y, antes bien, robustecido por el saberconozca qué puede ser inquirido con derecho. Hay, pues,cuestiones que /1 60/ Porfirio decide cal lar, cuestiones muyúti les y pecul iares y que tratadas ciertamente por sabiosvarones no han sido resueltas por la mayoría. La primera de lascuales es la siguiente: todo lo que el ánimo entiende o bien locapta con un concepto y se lo describe a sí mismo con unenunciado como algo que está constituido en la naturaleza delas cosas, o bien se figura con la vana representación algo queno existe. Por lo tanto, respecto del concepto de género y delos otros que sean de ese modo se pregunta si entendemos lasespecies y los géneros como aquel las cosas que existen y apartir de las cuales captamos un concepto

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verdadero, o nosotros mismos nos engañamos cuando aquel lascosas que no existen, nos las formamos con un vanopensamiento del ánimo. Porque si constara que ciertamenteexisten y dijéramos que de las cosas que existen es captado elconcepto, entonces surge otra duda mayor y mas difíci l : unasuma dificultad se presenta al discernir y entender la naturalezadel género mismo. Pues como todo lo que existe es necesarioque sea corpóreo o incorpóreo, género y especies serán uno dedos. ¿Como será, pues, aquel lo que se l lama género, corpóreoo incorpóreo? En efecto, no se pretende conocer di l igentementequé es, sino en cuál de ésos deba ponerse. Mas, aunque nofuera solucionada esta cuestión, se podría disipar toda duda. Enefecto, si se di jera que son incorporales, lo que asedia y detienesu conocimiento se resuelve postulando si subsisten en tornode los cuerpos mismos o son subsistencias incorporalestambién más allá de los cuerpos. Ciertamente, hay dos clasesde incorpóreos, a saber, unos que podrían existir /1 61 / más alláde los cuerpos y separados de los cuerpos perdurarían en sunaturaleza incorporal, como dios, la mente, el alma; otros que.aunque sean incorpóreos, sin embargo no podrían existir másallá de los cuerpos, como la línea, la superficie, el número o lascualidades singulares 1 Las cuales aunque enunciamos que sonincorpóreas porque no se extienden en tres dimensiones, contodo a tal punto existen en los cuerpos que no pueden serdesl igadas o separadas de el los, o si fueran separadas de loscuerpos, de ningún modo permanecerían. Aunque estascuestiones sean algo arduo, siendo el propio Porfirio renuente aresolverlas, con todo las asumiré para no dejar ansioso el ánimodel lector y no consumir tiempo y fatiga en cosas que están másallá del trabajo emprendido

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Primero expondré unas pocas cosas bajo la ambigüedad de lacuestión y después el mismo nudo de la duda intentaré desatary desenvolver. <2> Los géneros y las especies son y subsisten,2

o están formados sólo por el entendimiento y el pensamiento,pero los géneros y las especies no pueden existir. Y esto seentiende a partir de lo siguiente. Todo lo que es común a untiempo a muchos, no podrá ser uno; pues, lo que es común espropio de muchos. Sobre todo cuando una y la misma cosa estátoda a un tiempo en muchos. En efecto, cuantas quiera son lasespecies, en todas el género es uno, no porque cada una de lasespecies se separe de él como si fuera una parte suya, sinoporque cada una tiene a un tiempo todo el género. Por lo cualresulta que todo el género, puesto en los muchos singulares aun tiempo, no puede ser uno; ni puede suceder que, como estátodo en muchos a un tiempo, sea en sí mismo uno /1 62/numéricamente. Porque de ser así, no podrá ser un únicogénero, de donde resulta que no sería nada en absoluto. Enefecto, todo lo que es, es, precisamente, porque es uno. Y lomismo conviene decir de las especies. Porque si hay un géneroo una especie, múltiple y no uno numéricamente, no habrá unúltimo género, sino que tendrá por encima otro género queincluya aquel la multipl icidad en el vocablo de su solo nombre.En efecto, como los múltiples animales, aunque tengan algosimilar, sin embargo no son lo mismo, por el lo requieren degéneros propios, del mismo modo, ya que el género que está enmuchos y por el lo es múltiple, guarda una simil i tud respecto deel los, porque es género, no es sin embargo uno, porque está enmuchos. Incluso de ese género debe buscarse otro, y aunquefuera hal lado, por la misma razón que antes se dijo, se buscaráun tercer género.3 Así

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es necesario que la razón proceda al infinito, en tanto noencuentre ningún termino a su tarea. Y si hay un cierto génerouno numéricamente, no podra ser común a muchos. En efecto,una cosa si es común, o bien lo es respecto de sus partes, y yano es toda común, sino que sus partes son propias de cada uno,o bien el que sea común viene dado por el uso de susposeedores a través del tiempo, como es común un esclavo oun caballo, o bien resulta común a todos a un tiempo, mas no demanera que con aquel las cosas a las que es común constituyauna sustancia, como es el teatro o un espectáculo, que escomún a todos los espectadores.4 El género, por cierto, nopuede ser común a las especies según ningún modo de éstos;pues, /1 63/ a tal punto debe ser común que no sólo esté todo encada una y al mismo tiempo, sino también pueda y debaconstituir una sustancia con aquel las cosas respecto de lascuales es común. Por lo tanto, si no es uno, porque es común, nimuchos, porque debe buscarse otro género de esa multitud,parecerá que el género no existe en absoluto, y lo mismo debeentenderse de los demás predicables. Pero si sólo los géneros,las especies y los demás predicables son captados conconceptos, puesto que todo concepto resulta de un objeto, seaque ese objeto exista sea que no -de hecho, no puede resultarun concepto sin objeto-, si el concepto de género, especies y losdemás predicables proviene del objeto, tal como la cosa que esentendida existe, entonces no sólo están colocados en elentendimiento sino también se hal lan en la verdad de las cosas.Y de nuevo debe preguntarse cuál es su naturaleza, cosa que lacuestión anterior investigaba. Y si el concepto de género y delos demás predicables es tomado de la cosa no como estásujeta al entendimiento, es necesario que sea un concepto vacíoel que es

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tomado de la cosa, mas no como ésa es. Pues es falso lo quees entendido de manera diferente de como la cosa es. Asíentonces, va que género y especies no existen, ni cuando sonentendidos, su concepto es verdadero, toda preocupación porla cuestión sobre los predicables debe deponerse porque no seindaga ni sobre la cosa que existe /1 64/ ni sobre la cosa de lacual puede entenderse o proferirse algo verdadero.

(I , I I ) <3> Esta es, hasta ahora, la cuestión sobre lospredicables que nosotros, de acuerdo con Alejandro, 5

resolveremos con el siguiente razonamiento. En efecto,afirmamos que no es necesario que todo concepto que surjaciertamente del objeto, no siendo como el objeto mismo es, sepresente falso y vacío. Pues en ésos sólo hay una falsa opiniónque resulta por composición y no más bien conocimiento. Enefecto, si alguien compusiera y uniera con el entendimientoaquel lo que la naturaleza no tolera que esté unido, nadie ignoraque el lo es falso, como si alguien uniera con la representaciónun caballo y un hombre y se figurase un centauro. Pero si el loresulta por distinción y abstracción, ciertamente la cosa noexiste como es conocida, sin embargo su concepto no es falsoen absoluto. Pues hay muchas cosas que tienen su ser en otrascosas y de el las o bien no pueden ser separadas o bien si lofueran, no podrían existir. Y para que el lo nos sea manifiestovaya un ejemplo recurrente: la línea es ciertamente algo en elcuerpo y eso que es se lo debe al cuerpo, esto es, su ser seconserva por el cuerpo. Esto nos enseña lo siguien-te: si fueraseparada del cuerpo, no existe, pues ¿quién con algún sentidoalguna vez captó una línea separada del cuerpo? El ánimocuando capta en sí a partir de los sentidos esas cosas con-

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fusas y mezcladas en otras, las distingue gracias a su propiacapacidad y /1 65/ pensamiento. En efecto, a todas esas cosasincorpóreas que tienen su ser en los cuerpos el sentido nos lasotorga con los mismos cuerpos, mas el ánimo que tiene elpoder de componer las cosas desunidas y desatar lascompuestas que son otorgadas a los sentidos en forma confusay conjunta con los cuerpos a tal punto las distingue, que puedeespecular y ver su naturaleza incorpórea por sí y sin los cuerposen los que está concreta. De hecho, son diversas laspropiedades de las cosas incorpóreas mezcladas con loscuerpos, aunque se separen del cuerpo. Por lo tanto, losgéneros, las especies y los restantes o bien se encuentran enlas cosas incorpóreas o bien en esas que son corpóreas. Si elánimo los encuentra en las cosas incorpóreas, inmediatamenteobtiene el concepto incorpóreo del género; si , en cambio,observa los géneros y las especies de las cosas corporales,quita, como es su costumbre,6 de tos cuerpos la naturaleza delas cosas incorpóreas y contempla la forma sola y pura, comoes en sí misma. Así cuando el ánimo recibe las cosasincorporales mezcladas en los cuerpos, distinguiéndolas, lascontempla y considera. Nadie, por lo tanto, diga que pensamosfalsamente la línea, ya que de tal manera la captamos con lamente como si existiera más allá de los cuerpos, aunque másallá de los cuerpos no puede existir. En efecto, no todoconcepto que sea de manera diferente de como la cosa es, esfalso; sino -como se dijo antes- /1 66/ sólo el que se obtiene encomposición, como cuando uniendo hombre con caballo secree que el centauro existe. En cambio, el que se obtiene endistinciones, abstraccio-nes y asunciones de esas cosas en lasque existen, no sólo no es falso, antes bien sólo el puedeencontrar aquel lo que es en su

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propiedad verdadero. Existen, entonces, tales cosas en lascorporales y sensibles, mas se entienden mis al lá de lassensibles, al punto de que su naturaleza puede ser observada ysu propiedad comprendida. En efecto, cuando géneros yespecies son pensados, entonces se reúne una simil i tud de losindividuos en los que los universales existen, como por ejemploa partir de los hombres individuales y disímiles entre sí, sereúne una simil i tud de humanidad. Esta simil i tud, pensada en elánimo y observada verazmente, se convierte en especie. Y, asu vez, una simil i tud considerada entre las diversas especies,simi l i tud que no puede existir sino en las mismas especies o ensus individuos, produce el género. Éstos, pues, existen en lossingulares, pero se entienden universales. Y no otra cosa debepensarse que es la especie sino un pensamiento reunido de lasimil i tud sustancial de individuos disímiles en número y la delgenero un pensamiento reunido de la simil i tud de especies.7

Mas esta simil i tud cuando está en los individuos, es sensible;cuando está en los universales, es conceptual. Ε igualmentecuando es sensible, permanece en los individuos; cuando esentendida, es universal. Subsisten, por lo tanto, en torno de lascosas sensibles, mas se entienden más allá de los cuerpos. Yno hay inconveniente en que dos cosas en un mismo objetosean diversas por razón, como la línea cóncava y la convexa,las cuales /1 67/ aunque se determinen con diferen-tesdefiniciones y diverso sea su concepto, con todo, siempre seencuentran en el mismo objeto; 8 pues la misma línea cóncavaes la misma línea convexa. Igualmente respecto de los génerosy las especies, esto es, hay un único objeto para laindividual idad y la universal idad. De un modo es universal,cuando es pensado, y de otro, individual, cuando es percibidoen esas cosas en las que

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tiene su ser. <4> Habiendo determinado esto, según creo, todala cuestión esta resuelta. En efecto, los géneros y las especiessubsisten de un modo y son entendidos de otro: sonincorporales, pero unidos a las cosas sensibles subsisten enel las. Mas son entendidos como subsistiendo por sí mismos yno teniendo su ser en otros. Ahora bien. Platón piensa que losgéneros y especies no sólo se entienden como universales sinotambién que existen y subsisten mas alla de los cuerpos.Aristóteles, por su parte, piensa que se entienden comoincorporales y universales, pero que subsisten en los cuerpossensibles. Dirimir cuál de las dos opiniones es la apropiadahace a una fi losofía más profunda 9 Al respecto hemos seguidocon mas aplicación la doctrina de Aristóteles, no porque laaprobamos maximamente, sino porque este l ibro fue escritopara las Categorías cuyo autor es Aristóteles.

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