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BALBI, BOIVIN, ROSATO - Integración como representación social.pdf

Jul 07, 2018

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    ronista, pero, por el otro, numerosos intendentes y legisladores radicalesdebieron responder a las presiones de empresarios y otros actores locales

    preocupados por no verse excluidos del proceso, situación que derivó en suinvolucramiento directo en el mismo: ya hemos visto, en tal sentido, que losfuncionarios involucrados en la integración destacaban la importancia delos lazos personales entre políticos de diversos partidos para la canalizaciónde la participación de los actores locales en el proceso.

    De hecho, las posiciones de los actores en relación con el proceso varia-ban a tal punto que incluso el sentido mismo de la palabra ‘ integración ’era diverso según quién la empleara. En efecto, los políticos y funcionariosentrerrianos promotores del proceso, por un lado, y numerosos empresarios

    y productores que participaban del mismo, por el otro, no decían exac-tamente lo mismo al hablar de integración . Las diferencias se centrabanen las formas en que ambos conjuntos de actores concebían la relaciónentre la integración y la globalización . Muchos empresarios identicabanla integración como la versión regional de la globalización , entendiéndolafundamentalmente como un aumento de la competencia ínter empresariapor efecto del estrechamiento de los vínculos entre las economías de los dosestados/provincias. Por su parte, los funcionarios entendían la integracióncomo recurso capaz de atenuar los efectos negativos de la globalización ,

    suponiendo que la asociación entre Entre Ríos y Rio Grande do Sul, per-mitiría a los empresarios de la región incrementar su competitividad decara a la economía globalizada. También cabe señalar que —tal como loprueba el rumbo seguido por el proceso de institucionalización ya exami-nado— la concepción que los funcionarios tenían de la integración diferíaconsiderablemente de la de los empresarios, en la medida en que excedía elplano meramente económico para internarse en los planos político, culturaly social.

    Puede decirse, entonces, que existía cierto grado de correspondencia en-tre la multiplicidad de versiones de la integración y las diversas categoríasde actores e instituciones que participaban del proceso que ese términodenotaba. En efecto, al exponer sus concepciones respecto de lo que laintegración era, o debía ser, los actores lo hacían desde puntos de vistainteresados y, al mismo tiempo, tomaban posición respecto de la misma.En este sentido, las diversas concepciones del proceso de integración repre-sentaban, de hecho, una heterogénea serie de tomas de posición de parte decada uno de los actores involucrados. Ahora bien, lo que aquí quisiéramosdestacar es que a pesar de que los actores mantenían posiciones diversasy frecuentemente encontradas, el lenguaje empleado para posicionarse decara al proceso de vinculación entrerriano-riograndense era el mismo paratodos ellos. En efecto, en torno de expresiones tales como ‘ proceso de in-tegración regional ’, ‘ tercer Mercosul ’, ‘ Mercosur de la gente ’, etc., llegó a

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    conformarse una suerte de lenguaje compartido mediante el cual eran con-cebidas y expresadas las muy diversas perspectivas de una amplia variedad

    de actores socialmente situados —esto es, ubicados en posiciones socialesespecícas— que se veían afectados de maneras muy diferentes por el pro-ceso de construcción de lazos entre ambos estados/provincias. i De hecho,fue en el propio curso de los —frecuentemente conictivos— procesos detoma de posición de los diferentes actores donde las representaciones fueronelaboradas y contrastadas, con el resultado de que la noción de ‘ proceso de integración regional ’ llegó a imponerse como núcleo de las mismas. ii

    Este panorama es complejo, pero quisiéramos detenernos sobre un factorclave para la comprensión tanto del curso de las disputas sobre el senti-

    do de la integración como de la imposición de ese vocablo como términode uso común por parte de todos los actores. Nos referimos a los Encuen-tros entrerriano-riograndenses y las Reuniones de Municipios del Mercosur ,eventos masivos organizados anualmente que se tornaron en una instanciafundamental en la cual los múltiples intereses contrapuestos encontrabanuna posibilidad de expresarse. Por un lado, estos eventos congregaban a losdiversos actores (funcionarios, empresarios de la industria y el comercio,productores agropecuarios, profesionales, artistas, docentes, estudiantes,etc.) y les proporcionaban la oportunidad de hacerse oír en un foro público

    e intercambiar ideas —tales fueron, en efecto, los objetivos que presidieronsu organización desde un primer momento—. Por otro lado, los Encuen-tros/Reuniones incluían una serie de instancias altamente formalizadas queexpresaban, objetivándolas, las concepciones de sus organizadores respectode la integración , y que contribuyeron decisivamente, en última instancia,a imponer el lenguaje centrado en esa noción.

    La integración según los organizadores de los Encuentros/Reuniones

    Como ya se ha dicho, el Primer Encuentro Entrerriano-riograndense fue or-ganizado en 1994 a instancias de la Comisión de Mercosur de la legislaturaentrerriana. Se desarrolló en la ciudad de Victoria, donde el presidente deesa comisión tenía su base política, hecho revelador del punto hasta el cualeste hombre fue el verdadero promotor de la idea. En 1995 se desarrollóel Segundo Encuentro en la ciudad de Paraná junto con la Primera Reu-nión de Municipios del Mercosur , agregado que —como ya señalamos—obedeció a la intención de evitar que la integración se restringiera a temaseconómicos. A partir de ese año, ambos eventos continuaron realizándose

    alternadamente en cada uno de los estados/provincias: Encantado (RS) en1996, Colón (ER) en 1997, Santa Cruz do Sul (RS) en 1998 y, por último,Gualeguaychú (ER) en 1999. Los eventos mixtos que se sucedieron a par-

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    tir de 1995 fueron verdaderamente masivos, llegando a reunir alrededor de1500 personas en la edición realizada en Santa Cruz do Sul.

    A partir de 1995, cuando se iniciaron las Reuniones de Municipios , estoseventos se fundieron con los Encuentros al punto de volverse casi indis-tinguibles. En efecto, ambos eventos se desarrollaban simultáneamente yen un mismo espacio, sus actos de apertura y cierre estaban unicados(lo mismo que la organización de la acreditación de los participantes) yla comisión ejecutiva que se encargaba de la organización de ambos era lamisma. Solamente el listado de comisiones en que se dividían los asistentesrevelaba la existencia de dos eventos diferenciados: así, a las dos comisiones dedicadas a temáticas empresariales que habían existido en el Primer En-

    cuentro se sumaron en 1995 otras dos que fueron denominadas Comisión de Municipalismo y Legislación y Comisión de Medio Ambiente , las que iríana constituir, según los organizadores , el corazón de la Primera Reunión de Municipios .

    La organización de estos eventos (que duraban dos días) tuvo desde unprincipio objetivos sumamente pragmáticos, entre los cuales se encontra-ban el de brindar oportunidades para la construcción de contactos entrelos funcionarios, políticos, empresarios, profesionales, etc. de ambos esta-dos/provincias, y el de permitir el intercambio de ideas entre actores de

    diversas esferas de actividad. A través de la promoción del intercambio de ideas y del establecimiento de relaciones concretas, se esperaba que loseventos contribuyeran a producir la integración entrerriano-riograndense .Asimismo, los eventos habían de producir un efecto integrador a travésde la promoción de un conocimiento personal entre los actores de ambosestados/provincias. Intercambio de ideas , establecimiento de contactos , co-nocimiento personal : estos resultados que los organizadores de los eventosapuntaban a producir revelan cierta concepción respecto de la integración ,un diagnóstico respecto de la situación de la vinculación entre ambos esta-dos/provincias y de la forma de modicarla.

    En la organización de los Encuentros/Reuniones participaban nominal-mente varias instituciones de ambos estados/provincias: por el lado de ER,la Dirección de Comercio Exterior, la Comisión de Mercosur de la legisla-tura provincial y la Casa de la provincia en Porto Alegre; por el de RS,la Comisión de Mercosur de la Asamblea Legislativa del estado, la Secre-taría Especial para Asuntos Internacionales de la gobernación estadual yla FAMURS (el organismo que nuclea a la mayoría de los municipios delestado); nalmente, participaban los municipios designados como sede decada evento. El peso efectivo de la organización, sin embargo, descansabasobre los miembros de la comisión legislativa entrerriana y de la Casa de Entre Ríos —principales promotores de los eventos desde el primer momen-to—, a quienes se sumaban, en cada caso, los funcionarios del municipio

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    sede; en cuanto a la parte riograndense, el protagonismo de los funcionariosde diversas instituciones fue variable, registrándose a lo largo del período

    examinado una creciente participación del personal de la FAMURS.A lo largo de todo el período aquí examinado, por lo demás, el presidentede la comisión entrerriana tuvo un rol protagónico y, de hecho, la organiza-ción de cada uno de los eventos tuvo como punto de partida la realizaciónpor su parte de un viaje a RS para mantener contactos y reuniones con losfuncionarios involucrados. También el director de la Casa de Entre Ríos tuvo una participación destacada en la organización de las Reuniones , apartir de 1995, en la medida en que era él quien preparaba la agenda dereuniones seguida por el presidente de la comisión en sus viajes. En el curso

    de estos viajes se iniciaba la difusión del futuro evento mediante su prelan-zamiento a través de los medios de comunicación. La noticia del viaje delpresidente de la comisión legislativa a RS era publicada en diarios localesuna o dos semanas antes de su arribo, y una vez tomadas las primerasdecisiones sobre la organización del evento, se desarrollaba una conferenciade prensa en la cual los funcionarios informaban a los medios cuáles eranlos objetivos de la reunión y exponían sus puntos de vista sobre la integra-ción. Más adelante se desarrollaban nuevas conferencias de prensa con lapresencia de todos los futuros coordinadores de las comisiones de trabajo

    del evento.Puesto que siempre hubo más de una ciudad propuesta para ser sedede los sucesivos Encuentros/Reuniones , algunos miembros de la comisiónlegislativa entrerriana —incluyendo siempre a su presidente— y el directorde la Casa viajaban a cada una de ellas para observar si cumplían con losrequisitos mínimos en cuanto a infraestructura: un espacio adecuado parael trabajo de las comisiones y hoteles que permitieran alojar la cantidad degente que se preveía que asistiera al encuentro. En la práctica, sin embargo,la designación de la sede de cada evento estaba en manos del presidentede la comisión entrerriana, quien actuaba sobre la base de conversacionesprevias con los funcionarios de ambos estados/provincias; lejos de dependercentralmente de la infraestructura disponible en cada localidad, la elecciónde una determinada ciudad como sedes remitía esencialmente a la anidadpartidaria de sus autoridades municipales con aquellos funcionarios políti-cos del correspondiente estado/provincia que se encontraban directamenteinvolucrados en la organización.

    Basándose, una vez más, en consultas previas con los funcionarios de am-bos estados/provincias, el presidente de la comisión entrerriana designaba ala comisión ejecutiva que estaría a cargo de la organización formal de cadaevento. Esta comisión ejecutiva estaba, de hecho, formada por dos cuerposque se manejaban en forma separada. Por un lado, existía una comisiónencargada de los aspectos administrativo-económicos del evento (contratar

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    los micros para el viaje de los asistentes y los hoteles para su hospeda- je, administrar los fondos provenientes de subsidios y de los aranceles que

    pagaban los asistentes, etc.), la cual estaba conformada por personas reclu-tadas entre los asesores de la comisión legislativa entrerriana y el personalde la Casa . Por el otro, se encontraba el grupo de los futuros coordinadores de las comisiones de trabajo en que se dividiría el evento, quienes gene-ralmente eran funcionarios de uno de los dos estados/provincias a quienesel presidente de la comisión entrerriana invitaba personalmente teniendoen cuenta sus especialidades para asignarles temas acordes con ellas. Elnexo entre las dos comisiones era el presidente de la comisión legislativa,secundado por el director de la Casa .

    A lo largo de los años transcurridos desde 1988 se fue desarrollando unaserie de puntos de vista compartidos por los integrantes de este pequeñogrupo de funcionarios involucrados en la integración , desarrollo que fueposibilitado por el hecho de que su composición se mantuvo relativamenteconstante. Los muy numerosos viajes realizados por los funcionarios de cadaestado/provincia hacia el otro (especialmente por los entrerrianos haciaRS) como parte de las tareas de organización de los Encuentros/Reuniones fueron esenciales para el desarrollo de estas representaciones compartidasen la medida en que propiciaron un contacto personal estrecho y prolongado

    entre los actores que, como veremos, tendría un correlato directo en suvisión de la integración . Los elementos comunes en sus representacionesde la integración incluían un diagnóstico respecto de los hechos que lahacían necesaria y una propuesta acerca de los medios más propicios paraproducirla.

    a. El diagnóstico

    Según estos funcionarios, las causas del desencuentro de los dos estados/pro-vincias eran la inexistencia de una frontera común entre ambos, la políticaexterior desarrollada por ambos países en la época de las dictaduras milita-res y, más recientemente, la supuesta competencia económica entre sectoresproductivos que se dedicaban a la misma actividad en ER y RS. La ideaera que la gente de cada estado/provincia desconocía totalmente a la delotro debido a la falta del contacto directo que una frontera común hubierapromovido o bien —lo que sería aún más grave— que tenía un conocimien-to negativo o una imagen distorsionada como producto de las políticasexteriores llevadas a cabo décadas atrás por las dictaduras militares. Losfuncionarios insistían en destacar que durante las décadas de 1960 y 1970ambos Estados habían adoptado “hipótesis de conicto bélico” recíprocas,imponiendo una imagen del otro como un enemigo del cual se temía unataque. Un funcionario riograndense nos decía a este respecto que:

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    . . .nosotros sufrimos a partir ( . . .) del nal de la década del ’60, inicios de la década del ’70 ( . . .) las dictaduras militares ( . . .) que procuran

    de una cierta forma cerrarse. . .cerrarse dentro de su propio territorio,escondido atrás de la “seguridad nacional”, ¿no? ( . . .) [Rio Grande do Sul] fue el estado donde las Fuerzas Armadas colocaron un mayor con-tingente de soldados, parece que alrededor del 40% de la fuerza armada brasileña. Estaba aquí en Rio Grande do Sul, porque existía . . .aquella posibilidad de la guerra entre Brasil y Argentina ( . . .) entonces eso es-taba muy dentro nuestro, embutido en la propia mentalidad de Rio Grande do Sul, esa . . . pelea, esa briga, ese posible conicto armado en-tre la Argentina y el Brasil, y fundamentalmente entre Rio Grande do

    Sul y la Argentina, porque era lo que estaba más próximo, que tenía fronteras. . . tiene 700 kilómetros . . .700 kilómetros de fronteras, ¿no?

    El tercer motivo de desencuentro , la competencia económica, habría sur-gido al entrar en vigencia el tratado de libre comercio del Mercosur: en-tonces, los productores y empresarios de cada estado/provincia habríanpasado a ser competidores potenciales, capaces de inundar el mercado lo-cal del país vecino con productos a bajo precio que hasta ese momento eranprovistos por los productores locales. Para los organizadores de los Encuen-tros Reuniones esta nueva forma de separación había sido impuesta desdelos gobiernos nacionales y había generado inmediatamente una sensaciónde enemistad entre los pueblos .

    b. La propuesta

    De acuerdo con los funcionarios, el desconocimiento y la imagen parciali-zada y distorsionada del otro, sólo podían ser superados a través del cono-cimiento personal del otro. Tal conocimiento personal , además de permitirsuperar la desconanza mutua que resultaba de los factores históricos yamencionados, permitiría a las personas apreciar las anidades culturales de los pueblos , el parecido entre las costumbres gauchas y gaûchas resultantesde los orígenes similares de sus portadores. Esta perspectiva fue sintetizadapor uno de los funcionarios riograndenses al decirnos que “ . . . uno no ama lo que no conoce, uno no participa de lo que no conoce ”. El funcionarioponía su propia experiencia como ejemplo, revelando así hasta que puntoesta idea no se había plasmado de la noche a la mañana sino que se habíaido forjando sobre el molde de las relaciones entabladas por los funciona-rios de ambos estados/provincias a lo largo de su trabajo mancomunado enpro de la integración . En este sentido, el funcionario mencionado nos decíaque: “Yo me enamoré del proyecto cuando lo conocí, porque si no . . .si yo no lo hubiese conocido . . .Y difícilmente quien participa olvida, va solo una

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    vez: él tiende a participar ”. Por su parte, al preguntarle acerca del porquédel notable esfuerzo que le suponían sus viajes a RS, el presidente de la

    comisión legislativa entrerriana nos respondía que:. . .si yo no voy, no pasa nada. La gente quiere verte. A los Encuentros no podés invitarla con una carta por más que vos la rmés. Tenés que ir e invitarla personalmente. Se tienen que sentir que vos los conocés.Ya sé que pueden parecer innecesarios los viajes . . .que si ya fuiste unaño podés evitar ir el otro . . . pero que querés que te diga . . .las cosas sonasí. Si vos no vas la gente no viene . . .

    A través de la promoción del conocimiento personal , entonces, sería po-sible superar tanto los factores históricos y políticos de la separación entrelos dos estados/provincias como los novedosos factores económicos que ten-dían a enfrentar a los sectores productivos y empresariales de ambas partes.Se trataba, entonces, de producir no uno sino dos tipos de integración quepodríamos llamar —a nes de distinguirlas claramente— ‘interestatal’ y‘sectorial’: una integración de los estados/provincias a través de la cons-trucción de relaciones personales entre sus funcionarios y una integraciónde los sectores económicos homólogos de ambas partes a través de la cons-trucción de relaciones entre sus actores.

    Los Encuentros/Reuniones serían, para estos funcionarios, instanciasparticularmente adecuadas para promover esa construcción de relacionesque suponían decisiva a n de lograr ambas formas de integración . Losfuncionarios, empresarios de diversas actividades y otros actores de ambosestados/provincias podrían interactuar tanto con sus pares como con losrepresentantes de otras categorías (empresarios con funcionarios, profesio-nales con empresarios, etc.), ocupándose de asuntos concretos en el cursodel trabajo en comisiones y confraternizando en cenas, shows y estas . Eneste sentido, los eventos eran pensados y organizados como espacios de inte-racción que permitirían el conocimiento mutuo, personal y directo entre losparticipantes, pero también como un espacio de expresión de intereses indi-viduales y sectoriales, un espacio opuesto al del mercado donde las personascon intereses homólogos pero pertenecientes a estados/provincias distintospodrían expresarse, conocerse , cooperar e incluso asociarse. Accesoriamen-te, los Encuentros/Reuniones servirían como medios para la difusión del proceso de integración .

    Los Encuentros/Reuniones y el sentido de la integración

    En la medida en que los Encuentros/Reuniones fueron concebidos, preci-samente, para permitir a los actores de la integración el intercambio de

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    ideas respecto de la misma, esos eventos se tornaron instancias claves deldesarrollo de las disputas en torno del sentido de la integración , momentos

    particularmente propicios para que se expresaran y dirimieran las disputasreferidas al contenido de las representaciones sociales acerca del proceso deconstrucción de lazos entre ER y RS.

    Ahora bien, la capacidad relativa de cada participante para imponer suvisión de la integración en los Encuentros/Reuniones era muy desigual.El eje que da cuenta de tal desigualdad reside en la distinción —existentede hecho y reconocida por los actores— entre los organizadores de loseventos y los participantes . En efecto, por la propia virtud pragmática desu posición, los organizadores jugaban un papel doblemente central en el

    proceso de denición del sentido de la integración que se desarrollaba enlos Encuentros/Reuniones .Por un lado (a) , eran los organizadores quienes, en el curso de las reu-

    niones de preparación de cada evento, denían el número y la temática delas comisiones de trabajo , decisiones que eran tomadas teniendo en cuentalo sugerido en las conclusiones escritas de las comisiones del año anterior.Desde el punto de vista de los organizadores , esto suponía una forma de participación de los asistentes en la organización de los eventos, al tiempoque permitía introducir una cierta continuidad entre ellos. Si bien puede

    decirse que, en efecto, así era, importa apuntar que, en la práctica, eranlos organizadores quienes denían qué aspectos de los puntos de vista ex-presados por los participantes habían de ser efectivamente incorporados ala dinámica de los Encuentros/Reuniones .

    En todos los eventos, la mayoría de las comisiones modicaban sus agen-das de trabajo e incorporaban esas modicaciones a las conclusiones queserían leídas en el acto de cierre , indicando a veces nuevos temas, meto-dologías de trabajo, sugerencias de nombres de disertantes, etc. Estos ma-teriales eran discutidos y utilizados en las reuniones organizativas que serealizaban para los eventos subsiguientes, dando lugar a la introducción decambios en cuanto al número y objeto de las comisiones . Indudablemente,esto constituía una forma de participación de los asistentes en la futura or-ganización, según lo señalaban los organizadores, pero en modo alguno lasmodicaciones introducidas en los eventos sucesivos reejaban la magnitudde las diferencias de opinión y de los conictos producidos al interior delas comisiones . En efecto, los participantes se enfrentaban a veces de modomuy virulento por diversos motivos (porque el tema no se había abordadodesde una cierta perspectiva, porque algunos participantes aprovechaban laoportunidad para presentar reclamos a los funcionarios presentes, porque eltiempo dedicado a un tema no era el mismo que el concedido a otro, etc.).Cabe señalar que la mayoría de las veces los enfrentamientos se registrabanentre actores de un mismo estado/provincia o incluso del mismo municipio,

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    mientras que los actores del otro estado/provincia aparecían como mudosespectadores de las discusiones u, ocasionalmente, intentaban mediar en la

    discusión.Es innegable, sin embargo, que los organizadores tenían en cuenta en unamedida amplia los intereses de los participantes . Comisiones como las dedi-cadas a la cultura , los deportes , el turismo , los medios de comunicación , la juventud y la mujer fueron sumándose en sucesivos eventos con el objetivode responder a las inquietudes expresadas por los asistentes en los anterio-res. A la vez, las comisiones dedicadas a temáticas institucionales fueronmodicadas en respuesta a la experiencia de cada año: por ejemplo, la Co-misión de Municipalismo y Legislación del año 1995 se dividió en las de

    Administración Pública Municipal y de Asuntos Legislativos y Jurídicos enel evento de 1996. En cuanto al número, si en el Encuentro de 1994 hubo doscomisiones , en el Encuentro/Reunión de 1998 funcionaron diez, dividas en18 subcomisiones . Según los organizadores, esta diversicación demostraba“la amplia gama de intereses sectoriales ” que los Encuentros/Reuniones podían expresar permitiendo, a la vez, “ no dejar reducido el proceso de integración regional a un mero acuerdo comercial ”.

    Por otra parte (b) , en tanto eran ellos quienes decidían la forma generalque había de asumir cada Encuentro/Reunión en su totalidad, los organi-

    zadores objetivaban en dicha forma su propia concepción de la integración .Esto es, la forma asumida por los eventos (la sucesión de actividades y lasformalidades que caracterizaban al desarrollo de cada una de ellas) reeja-ba: primero, la visión dual de la integración en cuanto proceso que debíaproducirse entre estados/provincias y entre sectores homólogos de ambaspartes; segundo, la idea de que el conocimiento personal de los actoresinvolucrados era clave para que ambas formas de integración llegaran abuen término; y, nalmente, la forma en que los organizadores concebíanlas relaciones entre ambas formas de integración . Esto ocurría, fundamen-talmente, porque los organizadores diseñaban los eventos en función delobjetivo explícito de contribuir a la integración tal como ellos la conce-bían, con el resultado de que dicha concepción pasaba a estar implícita enel diseño y el desarrollo de cada Encuentro/Reunión . En este sentido, nose trata tanto de que los funcionarios a cargo de los eventos trataran devalerse de ellos para expresar sus representaciones —aunque esto no dejade ser parte del asunto— como de que, al organizarlos pragmáticamenteen función de dichas representaciones, los eventos llegaban a reejarlas entodo lo que ellos tenían de instancias formales atravesadas por compor-tamientos fuertemente estandarizados. En este sentido, podría decirse quelos Encuentros/Reuniones en general y, más particularmente, algunas desus instancias constituían situaciones marcadamente ‘ritualizadas’. Antesde examinar en este aspecto de los Encuentros/Reuniones , será conveniente

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    dedicar un breve pasaje a aclarar a qué nos referimos al hablar de ‘rituali-zación’.

    La vida social se encuentra, en todo tiempo y lugar, atravesada por nu-merosas formas de comportamiento ritualizado, es decir, por formas decomportamiento formalizado y estereotipado (esto es, estandarizado) queson consideradas por los actores como apropiadas, naturales, necesarias yhasta obligatorias para una ocasión determinada. Típicamente, los rasgosformales de esos comportamientos estandarizados son, en sí mismos, ‘ex-presivos’, en el sentido de que son portadores de signicados que, al sertransmitidos a los participantes y espectadores sin ser presentados en laforma de un argumento verbal explícito (esto es: al no ser expresados en

    palabras), no pueden ser abiertamente examinados y cuestionados, lo quelos torna en poderosos medios para condicionar su comportamiento. iii

    Un breve ejemplo habrá de servir para aclarar esta cuestión. La educaciónen las sociedades occidentales modernas se ha fundado durante siglos en laoposición conceptual entre, por un lado, la gura de quien es poseedor deciertos conocimientos y, por ende, detenta cierta autoridad, y por el otro, lade quien carece de dichos conocimientos y, en consecuencia, debe sometersea la autoridad de aquel a efectos de llegar a adquirirlos. Expresada verbal-mente mediante términos tales como ‘maestro’, ‘profesor’ y ‘educador’, por

    un lado, y ‘discípulo’, ‘alumno’ y ‘educando’, por el otro, esta oposiciónconceptual también es expresada de maneras mucho más sutiles que pa-recen pasar desapercibidas pero que, sin embargo, son esenciales en tantomedios a través de los cuales son organizadas las actividades educativas.Así, por ejemplo, tal oposición es expresada por la costumbre de que losalumnos formen las para ingresar al aula bajo la supervisión del maestro oprofesor (o de preceptores que asisten a éste), o por la disposición espacialde las personas en el aula, con los alumnos sentados formando las y miran-do hacia el frente (denido como tal por la presencia del pizarrón), dondeel maestro o profesor se ubica mirando hacia ellos y tornándose idealmenteen el centro de toda la interacción. Incluso el mobiliario del aula expresa la‘superioridad’ de los conocimientos y la ‘autoridad’ del maestro o profesor,quien dispone de un escritorio o una mesa mientras que los alumnos debenconformarse con pupitres. Estos rasgos formales del comportamiento, ladistribución espacial de las personas y la organización material del espa-cio del aula, no son, en sí mismas, ‘técnicamente’ necesarias para que seproduzca el aprendizaje (lo que es particularmente evidente en cuanto almobiliario: ¿acaso, en la mayoría de los casos, el profesor o maestro nece-sita realmente un espacio de trabajo más grande que los alumnos?), sinoque su importancia radica fundamentalmente en expresar y, así, rearmarlas diferencias existentes entre los actores en formas que, por no estar ex-

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    presadas verbalmente, no pueden ser cuestionadas y pasan a condicionarsutilmente las relaciones que se entablan entre ellos.

    Las transformaciones producidas en el sistema educativo a lo largo delas últimas décadas muestran claramente el desarrollo de nuevas formas deritualización del comportamiento que tienden a expresar las nuevas con-cepciones de los especialistas en lo que respecta a la naturaleza del procesode aprendizaje. En efecto, las concepciones más modernas respecto de laenseñanza han tendido a reformular la antigua idea de que un ‘educador’que ‘ya sabe’ ‘transmite’ el ‘conocimiento’ a unos ‘educandos’ que ‘aún nosaben’, planteando más bien que los ‘educandos’ ‘desarrollan’ el ‘conoci-miento’ bajo la orientación y con la asistencia del ‘educador’. Lógicamente,

    quienes ven las cosas de este modo han tendido a introducir numerosasmodicaciones ‘técnicas’ en el sistema educativo (tales como, por ejemplo,la exigencia de que los manuales de estudio no contengan deniciones ex-plícitas de conceptos sino materiales que permitan a los alumnos, asistidospor su profesor, formular las deniciones por sí mismos), las cuales hansido acompañadas por otras modicaciones de escaso o nulo valor ‘técnico’pero que tienden a expresar en formas no verbales las nuevas concepcionesrespecto de los protagonistas de la educación y sus mutuas relaciones. Así,por ejemplo, muchos profesores preeren ahora que los alumnos formen

    un círculo con sus pupitres y, renunciando a su antigua ubicación espacialdiferenciada y al uso de un escritorio o una mesa, toman un pupitre y di-suelven su anterior preeminencia integrándose a la nueva y supuestamenteigualitaria geometría del aula.

    Esta dimensión expresiva del comportamiento humano se encuentra, muyfrecuentemente, más allá del control intencional de los actores. Dicho deotra manera: no es necesario que alguien se proponga ‘ritualizar’ una situa-ción dada para que la misma se cargue de aspectos expresivos. Así, pararetomar el ejemplo anterior, para un profesor o maestro de ideas más bientradicionales, el ocupar su lugar al frente de la clase sentándose frente a unescritorio o una mesa es algo totalmente natural, un comportamiento al queél o ella ni siquiera dedica —por lo general— un momento de reexión yaque, de hecho, lo hace casi mecánicamente siguiendo un procedimiento queha aprendido en la práctica desde su propia infancia, cuando su maestra omaestro se plantaba con la misma naturalidad frente a aquella otra clasede la cual él o ella formaba parte como alumno. Como ya hemos dicho,y según veremos en un momento con más detenimiento, los Encuentros / Reuniones constituían eventos cuya muy considerable ritualización resulta-ba fundamentalmente de la forma en que sus organizadores adoptaban, sinmayor reexión, ciertos procedimientos que les parecían naturalmente ade-cuados —aunque, ciertamente, algunos de los aspectos expresivos de taleseventos eran intencionalmente diseñados por los mismos funcionarios —. iv

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    La ritualización de los Encuentros/Reuniones

    En cierto sentido, puede decirse que cada Encuentro/Reunión comenzabacon el viaje que realizan los participantes del otro estado para llegar alencuentro. En efecto, se trataba de un momento distintivo del evento tantopara los viajeros, quienes lo consideraban como el inicio real del evento porser el momento en que se alejaban temporalmente de su vida cotidiana, co-mo para los organizadores , para quienes la cantidad de micros provenientesdel otro estado/provincia que llegaban a cada Encuentro/Reunión era unindicador decisivo de su éxito o fracaso . Los micros eran contratados porlos organizadores , quienes planeaban sus rutas en función de la información—proporcionada por el organizador local de cada Encuentro/Reunión —respecto de las personas interesadas en asistir. La composición social y lapertenencia local de los pasajeros de cada micro era sumamente variada,encontrándose aquellos que residían en municipios distintos —y hasta en es-tados/provincias— y que se denían de diversas maneras (como producto-res , empresarios , comerciantes , docentes , estudiantes , artistas , periodistas ,funcionarios , etc.): en este sentido, cada micro reunía una heterogeneidadsocial considerable, de modo que los únicos elementos en común que te-nían todos sus pasajeros eran su nacionalidad y el hecho de haber viajado juntos.

    Desde un punto de vista formal, sin embargo, los Encuentros/Reuniones se iniciaban, como es de rigor, en el momento de la acreditación de losasistentes (cuando cada uno de ellos debía elegir la comisión a que asis-tiría y recibía una credencial y una carpeta con el programa del evento,folletería turística y entradas para las actividades recreativas programadas)y tenían, tomando esa instancia como su punto de partida, una duraciónde dos días. Las actividades desarrolladas se dividían claramente en las si-guientes instancias: acreditación , apertura (ambas en la mañana del primerdía), trabajo en comisiones (durante la tarde del primer día y la mañanay parte de la tarde del segundo), cierre (en la tarde del segundo día), y‘ cenas-show ’, ‘ shows ’ o ‘ estas ’ denominados de integración , de confra-ternización o de fraternización (en ambas noches). Si bien la totalidad delos Encuentros/Reuniones se encontraba marcadamente ritualizada —loque resulta inevitable por tratarse de acontecimientos formales que siguenuna organización más o menos estricta y donde, en consecuencia, la mayorparte de las acciones desarrolladas se encuentran fuertemente estandari-zadas—, examinaremos en detalle aquellos aspectos de la ritualización decada una de sus instancias que se vinculaban directamente con la expresiónde la forma en que los organizadores concebían a la integración , para luegoreferirnos a las cualidades expresivas de su estructura general.

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    Los actos de apertura

    El acto de apertura de los Encuentros/Reuniones era la instancia que másse acercaba al tipo de acontecimiento que merece ser calicado como ‘ri-tual’, puesto que carecía de otro objeto que el n, meramente ‘expresivo’,de declarar ocialmente inauguradas las actividades; asimismo, la apertura exhibía la segregación espacial (el salón en que se desarrollaba no volvíaa ser utilizado hasta el cierre ) y temporal (a su término se suspendían lasactividades hasta después de la hora del almuerzo) habitualmente consi-derada como propia de los rituales. Una breve descripción deberá bastarpara que el lector se familiarice con los rasgos más destacados de los actosde apertura .

    Se trataba siempre de un acto solemne que contrastaba abiertamente conla confusión y el nerviosismo que por lo general caracterizaban al momen-to -inmediatamente anterior- de la acreditación . El escenario del recintoera adornado con lo que los organizadores consideraban como uno de lossímbolos de la integración : las banderas de los cuatro países miembros delMercosur . En el escenario se ubicaban las autoridades y los organizado-res que abrirían el evento, mientras que las primeras tres o cuatro lasde la platea eran reservadas para las demás autoridades , organizadores y acompañantes. En cuanto al resto de los participantes , puesto que losprovenientes del exterior tendían naturalmente a agruparse según los mi-cros en que habían viajado, su distribución general reejaba claramente ladistinción entre ambos estados/provincias sin que ello fuera producto deplanicación alguna.

    La apertura daba comienzo con la presentación de las autoridades porparte de un locutor, quien indicaba el cargo que detentaba cada una deellas. Luego de las palabras de presentación y bienvenida al encuentro y dela lectura de los telegramas o cartas de quienes no habían podido asistir, ellocutor anunciaba la entonación de los himnos de cada país. En los primeroseventos sólo se interpretaban los himnos de Argentina y Brasil, mientrasque en el último se interpretaron los cuatro himnos; a despecho de estecambio, siempre se entonaba primero el himno del país antrión.

    Al terminar los himnos, comenzaba una serie de discursos que siempreseguía un mismo orden. En primer lugar, hacía uso de la palabra el inten-dente de la ciudad organizadora, quien daba la bienvenida a las autoridades presentes y a los participantes , y hacía un recuento de la organización pla-nicada, del esfuerzo puesto en ella y de las expectativas acerca del evento.Le seguían el presidente de la comisión legislativa de ER, los representantesde los gobiernos de cada estado/provincia, el representante de la FAMURSy el director de la Casa de Entre Ríos . Al nalizar los discursos, el locutordaba por ocialmente inaugurado al evento. En lo substancial, los temas

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    centrales de los discursos no variaron en las sucesivas ediciones. Reitera-damente, los oradores hacían referencia a que los Encuentros promovían

    una integración este/oeste para romper o quebrar la hegemonía del eje nor-te/sur promovida por el Mercosur. En relación con esto, los discursos solíandelinear la idea de que existía una semejanza entre las posiciones que am-bos estados/provincias ocupaban dentro de sus respectivos países: ambosserían subalternos respecto de los polos de poder del ámbito nacional.

    Las diferencias que aparecían entre uno y otro discurso se vinculabancon la posición ocupada por cada orador en relación con el evento. Si bienes cierto que quienes hablaban en el acto lo hacían, en todos los casos, enrepresentación de los diversos organismos e instituciones que organizaban

    formalmente los Encuentros/Reuniones , no es menos cierto que no todoslos oradores se encontraban igualmente involucrados a nivel personal enel desarrollo efectivo de su organización: en efecto, entre los oradores seencontraban siempre el presidente de la comisión legislativa entrerriana yel director de la Casa de Entre Ríos , quienes de hecho eran los personajescentrales de su organización efectiva. Así, por un lado, los discursos de lasautoridades eran generalizadores, apelando a un pasado común represen-tado por la historia de los libertadores y por la similitud de las costumbres gauchas y gaúchas que serían cultivadas respectivamente por los pueblos

    entrerriano y riograndense. Entre tanto, los discursos del presidente de lacomisión legislativa entrerriana y del director de la Casa de Entre Ríos recuperaban la historia reciente de la integración (los eventos anteriores,la creación de la Casa , las anécdotas de los viajes realizados para asistiral evento, etc.) e incluían, invariablemente, referencias al hecho de que elEncuentro/Reunión que estaba siendo inaugurado suponía para ellos un re-encuentro con amigos , referencia que siempre era acompañada por gestosdestinados a incluir en esa categoría tanto al público como a las autorida-des .

    Todos estos discursos eran bien acogidos por el público, que dedicabaaplausos a cada uno de los oradores. A manera de ejemplo, citamos tansólo algunos párrafos del discurso pronunciado en 1999 por el presidentede la comisión legislativa entrerriana:

    . . .En un día como hoy, en el mes de junio hace seis años, también era undía muy frío y comenzábamos esta tarea de integración, de empezar a escuchar . . .En ese entonces, dos provincias, dos estados, tratan de hacer que el Mercosur no sea solamente una identidad cultural de capitales,

    de las grande empresas, sino que el Mercosur también puede ser un proyecto de nuestros pueblos y de nuestra gente. ( . . .)

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    . . .me acuerdo que en el primer Encuentro todavía no habían aprendi-do el himno de Uruguay, el himno de Brasil, así que únicamente pudimos

    entonar con la banda el himno argentino. Hoy como también (sic) un proceso de integración nuestros jóvenes músicos también han estudiado y aprendido los himnos de estos países que integran el Mercosur. Yo creo que esto también es un signo.

    Porque, casualmente, ¿cuál es el objetivo nal que se persigue contodos estos encuentros de municipios? Es barrer la frontera, es acercar a la gente, es hacer que haya amigos y que se conozcan, es establecer re-laciones, establecer relaciones ahora, pero para poder proyectarlas hacia el futuro. Por eso quise tratar en estas comisiones . . . por eso queremos que estos los (sic) días que vamos a convivir y que vamos a compartir sirvan para el futuro, para nuestro futuro y para el futuro de nuestros pueblos. Vamos a tener que sortear dicultades como las fuimos sor-teando en cada uno de estos encuentros y eso es parte también de este proceso de integración en el cual parece sortear obstáculos (sic).

    Nos encontramos, pues, ante un acto formal dominado por los símbo-los y las instituciones propios del plano de la integración interestatal. Sibien no resulta totalmente claro por qué se empleaban los símbolos nacio-

    nales en lugar de los correspondientes a los estados/provincias o de unacombinación de los emblemas de ambos niveles de organización política, v

    es muy claro, sin embargo, que la presencia de las banderas de los paísesdel Mercosur, la interpretación de sus himnos —que siempre era el mo-mento de mayor solemnidad— y la conformación de la lista de oradoressobre una base institucional/estatal expresaban claramente cuál era la di-ferencia que se quería integrar . Otro tanto sucedía con los discursos de lasautoridades , que colocaban al evento en un plano político al plantear elproblema de los centros de poder del Mercosur, al tiempo que los temasde la competencia económica, la integración entre la gente y las anidades culturales aparecían solamente de manera secundaria en el desarrollo delos actos de apertura . Por otra parte, los discursos de los dos organizado-res —que, de todas formas, hablaban formalmente en tanto representantesde instituciones estatales entrerrianas— realzaban las relaciones persona-les desarrolladas entre los asistentes a los sucesivos eventos y los momentoscompartidos por ellos, poniendo de maniesto el privilegio concedido porlos funcionarios al conocimiento personal en tanto factor de integración .

    El trabajo en comisiones

    Como ya se ha señalado, una vez nalizado el acto de apertura , se producíauna pausa para el almuerzo. Al retomarse las actividades, los participantes

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    se dirigían directamente a las salas donde sesionarían sus respectivas co-misiones , siendo que las correspondientes a los Encuentros Entrerriano-rio-

    grandenses incluían tanto a miembros de la sociedad civil como a funcio-narios (algunos de los cuales cumplían el rol de coordinadores de las se-siones), mientras que las que correspondían a las Reuniones de Municipios del Mercosur estaban reservadas exclusivamente a funcionarios . En teoría,las sesiones desarrolladas durante la tarde del primer día y la mañana delsegundo se dedicaban al trabajo propiamente dicho, mientras que la de latarde del segundo día (que era precedida por una breve pausa durante lacual se servía un refrigerio) era dedicada a la discusión y redacción de lasconclusiones que serán leídas en el cierre. Dentro de este esquema general,

    sin embargo, la dinámica de las comisiones variaba de un evento a otro yde una comisión a otra.Las comisiones que más se apartaban del esquema general eran la de

    Agricultura y Agroindustria y la Empresarial . En estos casos, la tarde delprimer día estaba dedicada a exposiciones sobre problemas o temas consi-derados comunes a los participantes de cada comisión (por ejemplo, legisla-ción sobre comercio exterior, formas de organización de la producción, usode nuevas tecnologías, etc.); estas exposiciones estaban a cargo de expertos convidados especialmente por los organizadores y eran seguidas por ron-

    das de preguntas de los participantes . En cuanto a la mañana —y, a vecestambién la tarde— del segundo día, los participantes de estas comisiones podían optar entre visitar establecimientos agropecuarios, industriales ocomerciales de la zona —los cuales eran seleccionados por los organizado-res atendiendo a los intereses de los participantes — o sumarse a rondas de negocios . Coordinadas por funcionarios de las reparticiones de comercioexterior de ER y RS, tales rondas consistían en reuniones de empresa-rios, productores, y comerciantes de ambos estados/provincias, agrupadospor intereses económicos, productivos y comerciales anes (por ejemplo,productores, representantes de cámaras empresarias, exportadores, impor-tadores e industriales pertenecientes al sector arrocero) para discutir laposibilidad de emprender negocios conjuntos en el futuro. De acuerdo conlos organizadores , el objetivo de estas dos comisiones era el de “ plantar las bases para futuros emprendimientos comerciales ”, y el trabajo desarrolla-do en ellas representaba “ un esfuerzo a favor de los medianos y pequeños empresarios y productores de la región para intercambiar experiencias, a n de crear nuevos espacios para la comercialización de los productos sinbarreras burocráticas ”. En tal sentido, estas comisiones revelaban, segúnlos organizadores , el espíritu de los Encuentros .

    En cuanto a las comisiones introducidas a partir de 1995 bajo el ró-tulo general de ‘ Reunión de Municipios del Mercosur ’ (inicialmente dos,‘ de Medio Ambiente ’ y ‘ de Municipalismo y Legislación ’, posteriormente

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    dividida en ‘ de Administración Pública Municipal ’ y ‘ de Asuntos Legisla-tivos y Jurídicos ’) el trabajo comenzaba con exposiciones de dos expertos

    -uno por cada estado/provincia sobre temas jados por los coordinadores ,y continuaba con un tiempo dedicado a intercambiar experiencias entrelos participantes . El objetivo explícito de estas comisiones era el de tratartemas que podían interesar a los habitantes de los municipios de ER y RSen general y, en especial, a los de aquellos de tamaño medio o pequeño,a n de “desarrollar un trabajo compartido que garantice la posibilidad de participación de funcionarios y habitantes de los pequeños y medianos municipios ”.

    Como es lógico —y tal como sucede en cualquier ‘encuentro’, ‘congreso’,

    ‘convención’ o ‘seminario’—, las sesiones de todas las comisiones se caracte-rizaban por su ritualización, es decir, por la formalización y estandarizaciónde los procedimientos de trabajo. Si bien buena parte de esta formaliza-ción no remite sino a la amplia difusión de procedimientos ya rutinizadospara la organización de debates entre actores heterogéneos, cabe observarque la organización del trabajo en comisiones era también expresiva de laconcepción de la integración sostenida por los organizadores . En efecto,llevados por su propia forma de concebir la integración como dependien-te esencialmente de la producción de relaciones personales y conformada

    por dos niveles diferentes (el interestatal y el sectorial) relacionados en-tre sí de una manera particular (donde las instituciones estatales debíanfacilitar las oportunidades y los medios para la integración sectorial), losorganizadores diseñaron el listado de comisiones y los procedimientos detrabajo de una forma tal que los acontecimientos ofrecían una suerte depuesta en escena o representación de la integración sin que ellos tuvieran,en rigor, otra intención que la de cumplir con el rol pragmático de ‘ orga-nizadores ’ que se atribuían a sí mismos en tanto funcionarios de los dosestados/provincias. Así, por un lado, los funcionarios mantenían entre síreuniones exclusivas —las correspondientes a las comisiones de las Reunio-nes de Municipios — dirigidas a planicar el trabajo que había de permitiren el futuro la participación de los habitantes de los municipios de ambaspartes, lo que tenía, a nivel expresivo, el efecto de representar a las insti-tuciones estatales de ER y RS integrándose a través del establecimiento derelaciones cara a cara entre sus funcionarios a n de permitir posteriormen-te la integración de la gente . Entre tanto, las reuniones de las comisiones correspondientes a los Encuentros donde, bajo la coordinación de los fun-cionarios , los actores de sectores homólogos de ambos estados/provinciasse encontraban personalmente cara a cara para debatir problemas comunes y planear futuros negocios , aparecían como una clara representación de laintegración sectorial producida a través del establecimiento de relacionespersonales entre la gente de ER y RS y facilitada por la integración previa

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    y el accionar conjunto de ambos estados/provincias. De esta suerte, todoel recorrido que, a juicio de los organizadores debía seguir la integración

    entrerriano-riograndense aparecía en acto, de manera simultánea, como re-sultado del propio desarrollo de las actividades de las comisiones durantelos Encuentros/Reuniones .

    Las actividades recreativas: cenas-show , shows y estas

    Cada jornada de trabajo era sucedida por una cena- show o una esta , lasegunda de las cuales representaba, de hecho, el nal del evento. Desde elpunto de vista de los organizadores , estas instancias tenían dos objetivosque iban más allá del obvio intento de proporcionar a los asistentes unmomento recreativo. Por un lado, apuntaban a producir una integracióncultural sobre la base de la exhibición de números artísticos de ambos es-tados/provincias. Por el otro, pretendían que las actividades recreativasdieran continuidad a la agregación sectorial que se producía en el trabajo en comisiones . El grado de cumplimiento de ambos objetivos era suma-mente desigual, como lo revelará una breve descripción de las actividadesrecreativas desarrolladas.

    A lo largo de los años, los organizadores fueron implementando diversas

    variantes de estas actividades ‘recreativas’: cenas acompañadas por espec-táculos folclóricos (o, en un caso, por un desle de modas), bailes precedidospor cenas, y espectáculos de música y danzas de ambos estados/provincias.En el primer Encuentro , realizado en la ciudad de Victoria (ER) en 1994,la cena que tuvo lugar el primer día no recibió denominación especial al-guna, reuniendo a los participantes en el mismo lugar en que se realizó elEncuentro alrededor de lo que los organizadores consideraban como expre-siones culturales tradicionales entrerrianas (el asado con cuero y algunosconjuntos musicales gauchos). Al año siguiente, en el evento desarrollado

    en Paraná, los organizadores previeron una ‘ Cena de Integración ’, que serealizó el último día en el mismo hotel en el cual se realizó el Encuentro y en la que no hubo un espectáculo artístico sino un desle de modas . Esen el tercer evento, llevado a cabo en Encantado (RS) en 1996, cuando serealizan por primera vez dos cenas-show : una llamada ‘Cena de IntegraciónCultural y Artística’ , que incluyó la presentación de conjuntos musicales yde danzas tradicionales; y otra denominada ‘ Cena de Confraternización ’,la cual concluyó con un gran baile que duró hasta el día siguiente. Esto serepitió en el evento de Santa Cruz, en 1998. En el caso de los de Colón y

    Gualeguaychú no se hicieron cenas sino sendos shows de confraternización .En todos los casos fue posible observar que la mayoría de los participan-tes a cada evento asistían a las actividades recreativas. Tanto en las cenas

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    como en los shows las personas tendían a sentarse junto a sus conocidos,tal como sucedía en los actos de apertura (los extranjeros según los micros

    en que habían viajado, los locales de acuerdo a sus localidades de origen);en el caso de los shows , además, las personas que se habían sentado jun-tas durante su transcurso tendían generalmente a retirarse conjuntamentea cenar o a beber algo. Si bien esto no signica que las personas de losdos estados/provincias no interactuaran —lo que era especialmente visi-ble en las estas , donde los movimientos de los asistentes estaban menoslimitados—, lo cierto es que no se producía la esperada continuidad de laagregación sectorial generada por el trabajo en comisiones . Los organiza-dores entrerrianos y riograndenses, en cambio, no solo cenaban o disfrutan

    juntos del espectáculo previsto para cada ocasión sino que también se re-tiraban juntos a tomar algo o cenar según el caso.En cuanto a los números artísticos, en algunas ocasiones fueron dividi-

    dos en dos tandas según su pertenencia estatal/provincial, mientras que enotras se los organizó en forma de una secuencia continua donde los númerosde uno y otro estado / provincia se sucedían en una deliberada alternancia.Los números seleccionados representaban diversas variantes folclóricas, in-cluyendo tanto espectáculos gauchos y gaúchos como otros presuntamenterepresentativos de diversas comunidades de origen inmigratorio existentes

    en ambos estados/provincias. Cada número era presentado y, a juzgar porlos comentarios de los asistentes, considerado como una muestra clara dela anidad cultural de los pueblos .

    Estamos, en este caso, ante actividades dirigidas intencionalmente a fo-mentar la integración tanto en su variante interestatal como en la sectorial.Desde el punto de vista del intento de promover la interacción de los partici- pantes entrerrianos y riograndenses —claramente expresada en los rótulos“de fraternización ” o “de confraternización ” aplicados a estas actividadesen los programas—, puede decirse que estas actividades tendían a fracasar,quizás, precisamente por obra de su propio perl recreativo, que llevabaa los participantes a reunirse con las personas que más conocían y conquienes se sentían más cómodos y libres de la barrera del idioma. Desde elpunto de vista ‘expresivo’, esto tenía como correlato una relativa ausenciadel tema de la integración sectorial. Por el contrario, la integración inter-estatal estaba muy presente, tanto a través de la asistencia conjunta de losorganizadores de ambas partes como mediante la sucesión de números ar-tísticos presentados y generalmente percibidos como similares, los cuales, alexhibir las anidades culturales de los pueblos , sugerían implícitamente laposibilidad de superar los antiguos desencuentros . La sucesión de númerosde similares características (especialmente cuando se los presentaba inter-calando los provenientes de cada uno de los dos estados/provincias) tenía elefecto de mostrar que ER y RS contaban con elementos culturales semejan-

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    tes: así, cada número artístico proveniente de ER era una demostración deque su cultura es gaucha , mezcla de español y criollo , y de que fue receptora

    de inmigrantes de diversos orígenes (españoles, italianos, alemanes, rusos),etc.; paralelamente, por el lado de RS, se exhibía su cultura gaúcha , mezclade portugueses y criollos , y receptora de inuencias inmigratorias de losmismos orígenes. En este sentido, las cenas-show , los shows y las estas tenían el efecto de objetivar el diagnóstico de los organizadores respectode la necesidad de integrar a los estados/provincias y su concepción de lasanidades culturales como factores de integración .

    Los actos de cierre

    A diferencia de la apertura , el cierre de los eventos era protagonizado ex-clusivamente por quienes asistían a los mismos: los participantes y los or-ganizadores . Los acontecimientos se sucedían de la siguiente manera.

    Reunidos los asistentes en un plenario en el mismo salón en que se reali-zara la apertura , el acto de cierre se desplegaba en tres momentos marcadospor actividades distintas. En primer lugar, se daba lectura a las conclusio-nes de cada comisión o subcomisión (práctica que fue iniciada en el eventodesarrollado en 1995 en la ciudad de Paraná). Luego se leía la Carta de

    la Integración Entrerriano-riograndense , redactada por los organizadores sobre la base de las conclusiones de las distintas comisiones de trabajo ,que posteriormente había de ser remitida a las legislaturas de ambos esta-dos/provincias para su raticación ocial (este procedimiento fue adoptadoen el evento desarrollado en 1996 en la ciudad de Encantado, RS). Por úl-timo, se daba por cerrado el evento con un discurso pronunciado por elpresidente de la comisión legislativa entrerriana.

    El acto de cierre era mucho menos solemne que el de apertura : las ban-deras que presidieran el acto inaugural eran retiradas del salón y no se

    encontraban presentes para el momento del cierre ; asimismo, en este ca-so no se cantaban los himnos nacionales, mientras que los organizadores ,en abierto contraste con su formalidad del día anterior, vestían siempre demanera informal. Por su parte, los participantes se agrupaban más o menosde acuerdo con las comisiones de las que formaran parte. Cada evento eraclausurado formalmente (recuérdese que aun restaba una cena u otro even-to recreativo) por un breve pero emotivo discurso del hombre que habíaencabezado su organización efectiva: el presidente de la comisión legislativaentrerriana. El presidente resaltaba el objetivo del encuentro gaúcha dicien-

    do, por ejemplo que “ estos encuentros facilitan la integración y permitenque nuestros pueblos se conozcan. Demuestran que la frontera no es límite para la integración ”– gaúcha y concluía con un simple: “Declaro cerrado

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    el [número] Encuentro Entrerriano-riograndense y la [número] Reunión deMunicipios del Mercosur”.

    En este caso, nos hallamos ante un acto que tendía a coronar el trabajo desarrollado en las comisiones , reuniendo a las personas que los organizado-res separaran anteriormente según sus grupos de interés . Los participantes tenían la palabra de forma directa al comienzo del acto, a través de lalectura de las conclusiones de cada comisión; y, posteriormente, asumíanun renovado protagonismo de manera indirecta a través de la presuntarecensión que los organizadores hacían de sus conclusiones para ser eleva-da a las legislaturas de ambos estados. Finalmente, el evento se daba pornalizado con una mínima formalidad y a través de la persona de su orga-

    nizador principal. Desde el punto de vista que aquí nos interesa, el cierre estaba siempre dominado por las relaciones que se registran en las comisio-nes de trabajo , las cuales agrupaban a las personas según el sector al quepertenecían; esto tenía el efecto de producir una imagen de integración sec-torial, tanto a través de la lectura de sus conclusiones (que aparecían comoproductos colectivos de personas de ambos estados/provincias que teníanintereses homólogos) como de la manera en que se agrupaba el público(que continuaba naturalmente el trabajo inmediatamente anterior) y de lareunión nal en un único texto —la Carta — de las conclusiones parciales

    (que creaba la imagen de un producto o resultado efectivo de los esfuerzossectoriales). Dejados de lado sus símbolos, las instituciones estatales de laprovincia y el estado (y, junto con ellos, las de la Argentina y el Brasil) yla idea misma de integración interestatal estaban prácticamente ausentesdel acto.

    Por último, la informalidad del acto —particularmente la de los organi-zadores , que parecían así dejar de lado sus roles institucionales en tantofuncionarios y presentarse en conjunto como los promotores de la integra-ción— y la participación conjunta de actores de ambos estados/provincias—que se sentaban juntos y expresaban públicamente puntos de vista com-partidos— ponían en el primer plano a las personas y sus relaciones antesque a las instituciones y las nacionalidades, representando así el triunfo delconocimiento personal sobre los factores causantes del desencuentro quehabía separado a los pueblos de ambos estados.

    De la apertura al cierre : integración ‘interestatal’ e integración ‘sectorial’Podemos, en este punto, examinar la estructura total de los Encuen-

    tros/Reuniones desde el punto de vista del potencial expresivo de sus cua-lidades formales. La clave para entender el efecto expresivo de estos eventosradica en la observación del marcado contraste existente entre los actos deapertura y de cierre , el cual guarda una evidente relación con las represen-taciones de los organizadores respecto del proceso de integración . Segúnsurge de la somera descripción ofrecida, la apertura se caracterizaba por

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    ser un acto formal dominado por la presencia de los representantes de lasinstituciones de los estados/provincias y por la simbología de los Estados

    nacionales, que aparecía en ese caso representando también a Entre Ríosy Rio Grande. El acto, en consecuencia, expresaba simbólicamente el pla-no de la integración interestatal. Por otra parte, el cierre aparecía comoun evento más bien informal dominado por el protagonismo excluyente delos protagonistas de los Encuentros/Reuniones y por la exposición públicade los frutos del trabajo de las comisiones . De tal suerte, el acto ofrecíauna imagen de integración sectorial efectiva y, signicativamente, eludíaprácticamente cualquier exposición pública del problema de la integracióninterestatal.

    Así, pues, el plano interestatal dominaba el primer episodio de los En-cuentros/Reuniones y, tras manifestarse también en las diversas actividadesrecreativas —y, claro está, en el trabajo de aquellas comisiones correspon-dientes formalmente a la Reunión de Municipios del Mercosuru —, desapa-recía para ceder el protagonismo del episodio nal al plano sectorial —que,a su vez, se manifestara anteriormente en el trabajo de las comisiones correspondientes formalmente al Encuentro Entrerriano-riograndense —.La forma que asumía el trabajo en comisiones , por lo demás, expresabaclaramente, poniéndolo ostensiblemente en escena, el papel activo que los

    organizadores atribuían a los Estados de Entre Ríos y Rio Grande —y así mismos en tanto sus representantes políticos— en el proceso de integra-ción: en efecto, según ya hemos observado, algunos funcionarios estatalesfacilitaban, en tanto coordinadores , el trabajo de la gente en las comisiones correspondientes a los Encuentros Entrerriano-riograndenses , mientras queotros representantes de los diversos niveles de organización institucional deambos estados/provincias mantenían reuniones de trabajo en el marco delas comisiones correspondientes a las Reuniones de Municipios del Merco-sur con el objeto de planicar acciones destinadas a hacer posible en elfuturo una mayor participación de la gente en el proceso de integración .

    Esta transición desde la exposición simbólica de la integración interesta-tal hacia la de la integración sectorial se corresponde con la concepción quelos organizadores tenían respecto del rol que cabía al Estado en el proceso de integración y de su propio papel en el mismo. En efecto, para estos acto-res, el plano clave de la integración era el del establecimiento de relacionesentre las personas comunes de ambos estados/provincias, plano al que elloshacían referencia mediante la expresión ‘ el Mercosul de la gente ’; y, a su juicio, la tarea de las instituciones estatales —y de sí mismos, en tantorepresentantes de dichas instituciones— era la de generar ese tipo de inte-gración ofreciendo a los actores de ambos estados/provincias —es decir, a la gente — las oportunidades y condiciones necesarias para relacionarse unoscon otros. Correspondientemente, los estados/provincias, encarnados por

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    sus funcionarios y por los símbolos de sus respectivos países, abrían sim-bólicamente los Encuentros/Reuniones para luego ceder progresivamente a

    los participantes , también de manera simbólica, el protagonismo que segúnlos organizadores les correspondía. De esta forma, la secuencia temporalde los acontecimientos que conformaban los Encuentros/Reuniones expo-nía simbólicamente el camino que, a juicio de sus principales promotorespolíticos, debía recorrer la integración entrerriano-riograndense .

    La ritualización de los Encuentros/Reuniones y los sentidos de laintegración

    Decíamos, al comienzo de este texto, que los diversos actores involucradosen o afectados por el proceso de establecimiento de lazos, políticos, eco-nómicos y culturales entre ER y RS sostenían una amplia diversidad depuntos de vista respecto del mismo. En tal sentido, cuando exponían susconcepciones respecto de lo que la integración era o debía ser, los actoreslo hacían desde puntos de vista interesados y, al mismo tiempo, se posi-cionaban de cara a la misma. A pesar de esa heterogeneidad, y del hechode que la misma comprendía posiciones fuertemente contrapuestas, hemosobservado que el lenguaje empleado para posicionarse de cara al procesode vinculación entrerriano-riograndense era el mismo para todos los ac-tores involucrados: un lenguaje conformado en torno de expresiones talescomo ‘ proceso de integración regional ’, ‘ tercer Mercosul ’, ‘ Mercosur de la gente ’, a través del cual tenía lugar un sutil juego de disputas por ladenición de cómo y hasta qué punto debían vincularse ambos estados. Elanálisis de los Encuentros Entrerriano-riograndenses/Reuniones de Munici- pios del Mercosur , en tanto eventos ritualizados, resulta fundamental paradar cuenta de cómo fue que ese lenguaje compartido llegó a conformarsey a tornarse en el vehículo mediante el cual, de alguna manera, los acto-res debían entablar sus disputas respecto del tipo de relación que ambosestados/provincias habían de establecer.

    En efecto, la relevancia de los Encuentros/Reuniones a este respecto nose agota en el hecho —por lo demás, evidente— de que constituían lasocasiones más masivas en que los actores involucrados en el proceso teníanoportunidad de interactuar y, en consecuencia, de intercambiar puntos devista, debatir y establecer algunos consensos, así fuera tan mínimos y táci-tos como los que supone el desarrollo de un vocabulario común. Tampocola relevancia de estos eventos concluye en el hecho, ya apuntado, de que

    sus organizadores estuvieran en condiciones de ltrar los puntos de vistade los restantes actores (los llamados participantes ) produciendo una ver-sión ‘ocial’, legitimada por las instituciones estatales, de sus propuestas,

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    demandas e intereses (la Carta de la Integración Entrerriano-riograndense )y diseñando los sucesivos Encuentros/Reuniones (esto es: el listado de co-

    misiones , que lleva implícito un temario) en función de esa versión ocialde las opiniones de la gente .vi Por el contrario, es necesario sumar a es-tos hechos el de la ecacia propia de los Encuentros/Reuniones en tantoinstancias de interacción fuertemente ritualizadas.

    Tal como hemos mostrado, en su estandarización —esto es, en el carác-ter estereotipado y formal que asumían la secuencia de acontecimientosque los componían y el comportamiento desarrollado por los asistentes encada una de ellas— los Encuentros/Reuniones se tornaban en formas deexpresión de la concepción que sus organizadores sostenían respecto del

    proceso de integración . Inducidos por esta misma concepción compartida,los organizadores intentaban hacer de los Encuentros/Reuniones oportuni-dades que contribuyeran pragmáticamente a producir la integración . A talefecto, movilizaban los recursos de diversas instituciones estatales y el en-tramado de relaciones entre funcionarios que habían construido, valiéndosede todo ello para brindar a los actores de diversos ‘sectores’ tanto de EntreRíos como de Rio Grande la oportunidad de conocerse , intercambiar ideasy, así, desarrollar puntos de vista compartidos y emprender negocios . Elresultado de estos esfuerzos de los organizadores , sin embargo, iba mucho

    más allá de su dimensión pragmática más evidente e inmediata, pues losEncuentros/Reuniones se tornaban en representaciones o puestas en actode la integración , tal como ellos la concebían, donde era posible presenciarla forma en que los Estados se ‘ integraban ’ a través del establecimiento deun conocimiento personal entre sus funcionarios , y cómo procedían a pro-piciar el conocimiento personal entre la gente entrerrianos y riograndenses,con el efecto de producir la integración entre los sectores homólogos de am-bos estados/provincias y, en última instancia, la integración entre ambos pueblos .

    Así objetivada, en forma de una compleja secuencia de acciones quecomprendía tanto comportamiento verbal y no verbal como un profusodespliegue de símbolos (tales como los himnos y las banderas, las vesti-mentas formales e informales, los espectáculos folklóricos, la disposición delas personas en el espacio, etc.), la concepción de la integración compartidapor los organizadores era desplegada de una forma sutil, a la vez oscura—por no ser explícita— y poderosa —precisamente por la misma razón,pues lo que no es verbalizado en forma de un argumento explícito no puedeser abiertamente examinado ni, en consecuencia, cuestionado—. De estaforma, si por un lado en los Encuentros/Reuniones el curso del proceso deconstrucción de lazos entre ER y RS era examinado, ponderado de manerasdispares y aun abiertamente cuestionado, por el otro, y simultáneamente,una de las muchas maneras de concebirlo era ecazmente comunicada a los

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    asistentes de una manera particularmente ecaz en que, por otra parte, lasconcepciones alternativas no podían serlo. La ecacia propia de este tipo de

    comunicación parece ser, en gran medida, responsable de la generalizacióndel uso de cierto repertorio de expresiones interrelacionadas —tales como‘ proceso de integración regional ’, ‘ tercer Mercosul ’, ‘ Mercosur de la gen-te ’, ‘ conocimiento personal ’, etc. — y de su transformación en el lenguajesocialmente adecuado para sentar posición de cara al complejo procesopolítico en que se encontraban embarcados los dos estados/provincias.

    Ese repertorio de expresiones que se sucedían en los encuentros y reu-niones debía ser difundido a través de diferentes medios. Si el contactopersonal, el boca a boca fue un medio privilegiado por los organizadores,

    no lo fue menos el uso de los medios de comunicación.

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    Giddens (1995). Sobre la legitimación de las instituciones, véanse también: Douglas (1986) yBourdieu (1993, 1996). En especial, para la relación entre integración e institucionalización, verAbéles y Jeudy (1997).El reconocimiento está inmediatamente unido a la idea de legitimación como violencia simbólicaiide imposición. Mientras que “desconocimiento” remite a una ignorancia y “no reconocimiento”reere a “un rechazo a admitir o la imposibilidad de distinguir un hecho ya conocido”. Toma-mos aquí en cuenta el triple sentido que Bourdieu (1991) le da al término: “reconocer”: accióncognitiva, acción de admisión de lo ya conocido, acción de valorización o aceptación de estatus,funciones o acciones de individuos o instituciones.La institucionalización estuvo siempre ligada, por lo menos para nosotros, con el Estado, coniiiun estado de derecho, recuperado luego del período de dictadura militar, en el cual se imbricantanto la legalidad —el estado de derecho— como la legitimidad, los que hablan por él tienenautoridad reconocida que les ha sido otorgada a través del voto. Eso no signica que tanto losprotagonistas como nosotros no reconozcamos que el Estado de derecho democrático ejerce “ unaviolencia simbólica porque opera objetivamente bajo la forma de estructuras y mecanismos

    especícos y, subjetivamente, bajo la forma de estructuras mentales, de categorías de percepción yde pensamiento”. Y que al operar de estas dos formas, “la institución instituida hace olvidar que esla resultante de una larga serie de actos de institución y se presenta con todas las apariencias delo natural ”, contribuyendo así a producir y a reproducir los instrumentos de construcciónde la realidad social, y entre ellos las representaciones sociales (Bourdieu, 1996: 7-10).

    Notas del Capítulo 3

    En esta línea, las diversas concepciones respecto del sentido de la integración pueden ser enten-ididas como formas de “exposición simbólica” (Leach, 1976 [1954]: 36) del proceso efectivo deconstrucción de lazos entre ER y RS, en el sentido de representaciones del mismo socialmente si-

    tuadas y, en consecuencia, interesadas. Así, el conjunto de expresiones y frases hechas empleadaspor los actores para hacer referencia al proceso entablado por ambos estados/provincias puedeser considerado como el núcleo de un “lenguaje de signos” ( ibíd. : 299-300) que proporcionabaun medio socialmente adecuado para la exposición de sus respectivos intereses. Respecto de lanoción de “lenguaje de signos”, véase también Balbi (2007: capítulos I y VIII especialmente).Reriéndose a la ‘globalización’, Velho (1997: 149-150) ha sugerido que debería ser consideradaiicomo una forma de representación social análoga a los mitos tradicionalmente estudiados porlos antropólogos, indicando que ello no supone ignorar los conictos que se dan en torno a ellapuesto que son precisamente esos conictos los que tornan al mito pragmáticamente real.Si bien la literatura antropológica sobre el ritual se ha caracterizado históricamente por su sis-iiitemática falta de consensos más o menos estables —al punto que, hacia la década de 1970, unautor tan destacado como Jack Goody (1977) pudo llegar a proponer el liso y llano abandonodel concepto—, parece existir al menos un cierto acuerdo en cuanto a reconocer que dicho tipode comportamiento se caracteriza por tener una ecacia sui generis vinculada con su dimensiónsimbólica o ‘expresiva’. Así, aunque se ha atribuido a los rituales muy diversos tipos de ‘efectos’,‘papeles’ o ‘funciones’ (cf.: Balbi, 2007: cap. VI, nota 9, p. 311), todos estos parecen implicar sucapacidad de producir representaciones sociales, reproducirlas, modicarlas e imponerlas, cuantomenos situacionalmente (cf.: Falk Moore y Myerhoff, 1977; Balbi, 2007: caps. VI y VIII). El hechode que los signicados expresados por el comportamiento en el curso de los rituales tienden a per-manecer incuestionados en dicho contexto —lo que no signica que no lo sean en otros contextosde acción—, ello fue señalado tempranamente desde diversos puntos de vista por antropólogoscomo Edmund Leach (1976 [1954]) y Victor Turner (1980a [1964], 1980b [1967]). Posteriormente,autores como Stanley Tambiah (1985 [1979]) y Sally Falk Moore y Barbara Myerhoff (1977) hanindicado que las propiedades formales del ritual tornan a este en un vehículo ideal para transmitirmensajes autenticados, autorizados. Falk Moore y Myerhoff ( ibíd. : 7-8), por ejemplo, señalan

    que ello se debe a algunas de las propiedades formales del ritual “ mimic its message ”: la repeticiónde ocasiones, contenidos y formas que lo caracterizan; el carácter impostado o actuado, más queespontáneo, de buena parte del comportamiento que se despliega en su transcurso; la estilizaciónde dicho comportamiento, que supone el uso de símbolos extraordinarios o el uso extraordinario

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    de símbolos ordinarios; su carácter de eventos organizados, donde predomina un cierto tipo deorden que lo aparta de las ocasiones cotidianas; su estilo evocativo, que supone la manipulaciónde símbolos y de estímulos sensoriales a n de captar la atención de los asistentes; y su dimensióncolectiva, el hecho de que su mera ocurrencia comporta un mensaje social. Por su parte, MauriceBloch (1997a [1974], 1980) ha vinculado la ecacia del ritual en cuanto a transmitir mensajesincuestionables con en el hecho de que este tipo de comportamiento comporta signicación deuna manera que diere de la habitualmente atribuida al lenguaje ordinario. Según este autor,puesto que el ritual apela a lenguajes —tanto verbales como no verbales— caracterizados porsu formalización y, consecuentemente, por su falta de creatividad, la comunicación se ve empo-brecida, quedando atrapada dentro de límites sumamente estrechos. De esta suerte, según Bloch(1997a [1974]: 41-42), “ ritual is a kind of tunnel into which one plunges, and where, since there is no possibility of turning either to right or left, the only thing to do is to follow . Así, los mensajestransmitidos por el ritual no pueden ser cuestionados: “What is being said is the right thingbecause by the acceptance of the formalization of language it has become the only thing”” (ibíd. : 32).

    Esta dimensión ‘simbólica’ o ‘expresiva’ de los Encuentros/Reuniones invita a tratarlos, másiv llanamente, como ‘rituales’. Tal opción, sin embargo, acarrearía ciertos problemas tanto desde elpunto de vista estrictamente conceptual como en lo que hace a la adecuación del concepto a loshechos.Este hecho parece obedecer a que estos eventos comprendían a las Reuniones de Municipios del vMercosur , que excedían formalmente a ER y RS, aunque ello no debería haber obstado paraque sus símbolos se sumaran a los nacionales. Otro factor a ser considerado es el impedimentoconstitucional vigente en Argentina y Brasil para el desarrollo de relaciones exteriores por partede sus estados/ provincias. Desde un punto de vista teórico general, entre tanto, cabría pensarla posibilidad de que la presencia de los símbolos nacionales en estos eventos organizados porsubdivisiones políticas de los Estados nacionales guardara relación con su condición de ‘símbolosdominantes’, en el sentido que diera a esta expresión Victor Turner (1980a [1964]). En efecto,entre las propiedades que Turner atribuye a los símbolos dominantes se cuentan la de ‘condensar’

    la representación de muchas cosas y acciones diferentes y la de ‘unicar’ signicados dispares,cualidades que conducen al autor a armar que la “misma generalidad” de tales símbolos “lespermite vincular las ideas y los fenómenos más diversos” ( ibíd. : 31): de allí, precisamente, que loscalique como ‘dominantes’, señalando su recurrencia en muchos contextos rituales diferentes.Desde este punto de vista, cabría suponer que los símbolos nacionales de la Argentina y elBrasil también son capaces de representar no solo a las subdivisiones políticas de sus respectivospaíses sino a sus poblaciones y a otros objetos. La cuestión merece, sin embargo, un análisis másprofundo que el que nos es posible ofrecer aquí.De acuerdo con Pierre Bourdieu, el Estado detenta “un capital simbólico objetivado , codicado,videlegado y garantizado . . .burocratizado” (1997 [1991]: 112; el énfasis es del original), que esmovilizado en cada una de las acciones de sus funcionarios. De esta suerte, los representantesautorizados del Estado “tienen la capacidad de crear (o de instituir)” realidades sociales, demanera que puede decirse que “el Estado ejerce un verdadero poder creador , casi divino” ( ibíd. :114; los énfasis son del original). La capacidad de los organizadores de los Encuentros/Reuniones para construir una versión ocial de las opiniones de los participantes y para traducirla en elorganigrama y el temario de los eventos subsiguientes constituye un claro ejemplo del ejerciciode ese ‘poder creador’ propio de los Estados modernos.

    Notas del Capítulo 4

    Beatriz Sarlo (1991) arma que los medios han cumplido un papel determinante en la construc-ición de la actividad política y de los políticos. Hasta la década de 1940 en la prensa y luegofundamentalmente en la televisión y secundariamente en la radio. Martín-Barbero (2002), por su

    parte, y en una línea similar, sostiene que “los medios constituyen hoy espacios claves de conden-sación e intersección de múltiples redes de poder” (2002: 19). Granham (1994) arma tambiénque se ha transformado en un lugar común el aseverar que la comunicación pública reside en el“corazón del proceso democrático”. Sara Dickey (1997) proponía que el análisis de los medios de