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Bae Cula

Mar 01, 2018

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    BAECULA. ARQUEOLOGA DE UNA BATALLA

    Juan Pedro Belln, Francisco Gmez, Luis Gutirrez, Carmen Rueda, Arturo Ruiz, Alberto

    Snchez, Manuel Molinos, Laura Wia, Maria Antonia Garca, Gema Lozano

    INTRODUCCIN

    El proyecto Baecula. Batallas, Acciones y Escenarios. La Segunda Guerra Pnica

    en el Alto Guadalquivir, se inscribe en el marco de los proyectos de investigacin del Plan

    Propio de la Universidad de Jan, desarrollado con fondos de la Caja Rural de Jan. Los

    objetivos propuestos en este proyecto han sido de tres tipos.

    En primer, por la trascendencia que tuvieron en la historia geopoltica del Mediterrneo

    Occidental y particularmente para la Historia de Andaluca en el momento de su sometimiento

    poltico y militar a Roma lugar, se pretende conocer en detalle y asociadas a sus escenarios

    reales las acciones y batallas que se desarrollaron en el curso alto del ro Guadalquivir durante

    la Segunda Pnica. Particularmente el proyecto, tambin en el mbito del conocimiento

    histrico, ha de contribuir a definir la topografa antigua de la actual provincia de Jan.

    En segundo lugar, desarrollar una estrategia metodolgica que articule las fuentes

    escritas y arqueolgicas para localizar los escenarios de la Segunda Guerra Pnica en el AltoGuadalquivir, toda vez que la investigacin arqueolgica de la cultura de los iberos ha adquirido

    un importante fondo de informacin en los ltimos treinta aos. Se ha planteado adems

    ampliar el modelo de anlisis hasta construir una metodologa arqueolgica para la guerra,

    cuestin que en los ltimos aos esta siendo objeto en Espaa de diversos trabajos que

    afrontan distintas pocas, caso de la ibrica (VV. AA., 1991; QUESADA, 2003) o la romana,

    (MORILLO, 2002); materiales como fbulas (SNCHEZ y SALAS, 1983) nforas, (SANMARTI,

    1985), lucernas (ROMERO, 1989), monedas (CHAVES, 1990), armas (QUESADA,1997), o

    cermicas de importacin (SANMARTI y PRINCIPAL 1997); sitios o infraestructuras como

    campamentos y guarniciones (MORILLO, 1991; CADIOU, 2003), vas (SILLIERES, 2003),

    campamentos temporales (MORILLO, 2003)o torres (MORET y CHAPA, 2004), e incluso una

    revista como Gladius, con debates de gran inters como el promovido sobre la funcin

    poliorctica de las fortificaciones ibricas (MORET, 2001; GRACIA, 2000 y 2001) para lo que

    es de inters el empleo de las nuevas propuestas conceptuales y tecnolgicas que en las

    ultimas dcadas ha desarrollado la arqueologa del territorio y del paisaje.

    Por ltimo y en funcin de los resultados proponer formas de transferencia de estos

    para su uso social como valor cultural en materia de identidad y cohesin territorial y como

    recurso econmico de tipo turstico.

    El equipo que ha realizado los trabajos ha sido coordinado por A. Ruiz, investigador

    principal del proyecto. A. Ruiz y M. Molinos configuraron las propuestas de hiptesis queposteriormente fueron discutidas y sancionadas colectivamente, lo que permiti desarrollar al

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    equipo completo las estrategias de investigacin, la distribucin del trabajo y los ajustes de

    temporalizacin del mismo. Un subequipo formado por J. P. Belln, F. Gmez, L. Gutirrez y C.

    Rueda ha realizado los trabajos de prospeccin selectiva en los entornos de los oppida a partir

    de la hiptesis de la batalla de Baecula, en tanto otro subequipo formado por A. Ruiz, A.

    Snchez, J. P. Belln y F. Gmez ha realizado el seguimiento bibliogrfico y la recuperacin de

    las fuentes escritas. Por ltimo, el equipo al completo ha realizado la microprospeccin en cadauno de los escenarios potenciales de la batalla de Baecula.

    PRIMER ESCENARIO, 214. a.C. LOS ASEDIOS

    DE ILITURGI, BIGUERRA, MUNDAYAURINGIS

    Aquel mismo ao el desarrollo de los acontecimientos en Hispania tuvo resultadosdiversos. As, antes de que los romanos cruzasen el ro Ebro, Magn y Asdrbal derrotaron

    tropas muy numerosas de los hispanos, y la Hispania Ulterior habra abandonado a los

    romanos si Publio Cornelio no hubiera cruzado precipitadamente el Ebro con su ejrcito y

    acudido en el momento preciso, cuando sus aliados estaban indecisos. Primeramente los

    romanos acamparon en Castro Albo, lugar famoso por la muerte de Amlcar el Grande. Su

    ciudadela estaba fortificada y en ella haban almacenado trigo anteriormente: no obstante,

    como todos los alrededores estaban ocupados por el enemigo y la columna romana haba sido

    atacada impunemente por la caballera enemiga, siendo muertos cerca de dos mil de los que

    andaban rezagados o dispersos por los campos, los romanos se retiraron de all hacia una

    zona ms tranquila y fortificaron un campamento junto al monte Victoria. All lleg Cneo

    Escipin con todas sus tropas; y tambin Asdrbal hijo de Giscn, tercer general cartagins,con un ejrcito en toda regla, situndose todos al otro lado del ro frente al campamento

    romano. Publio Escipin sali ocultamente a reconocer los alrededores con tropas ligeras, pero

    el enemigo lo descubri, y lo habra aplastado en campo abierto si no hubiera ocupado una

    colina cercana. Rodeado tambin all, lo liber del cerco la llegada de su hermano. Castulo,

    fuerte y clebre ciudad de Hispania, estrechamente unida a los cartagineses hasta el punto de

    que la esposa de Anbal era de all, se pas a los romanos. Los cartagineses iniciaron un

    ataque a Iliturgi porque haba all una guarnicin romana y pareca que sobre todo el hambre la

    iba a poner en sus manos. Sali Cneo Escipin a prestarles ayuda a los aliados y a la

    guarnicin romana con una legin ligera, entr en la ciudad por entre los dos campamentos

    causando muchas bajas al enemigo, y al da siguiente hizo una salida brusca con un resultadoigualmente favorable. Los muertos en los dos combates pasaron de los doce mil, y de mil los

    prisioneros; enseas militares se capturaron treinta y seis. Se produjo as la retirada de Iliturgi.

    A continuacin iniciaron los cartagineses el asedio a la ciudad de Bigerra, aliada de los

    romanos tambin esta. La llegada de Cneo Escipin la liber del asedio sin tener que combatir.

    Desde all se traslad a Munda el campamento cartagins, y all los siguieron los

    romanos a toda prisa. Se libr all una batalla campal de casi cuatro horas en la que iban

    venciendo claramente los romanos cuando se dio la seal de retirada, porque le haba

    atravesado el muslo a Cneo Escipin una jabalina y los soldados que estaban en torno a l

    teman que la herida fuese mortal. Pero no haba duda de que se podan haber tomado aquel

    da el campamento cartagins de no haber sobrevenido aquel contratiempo, pues aparte de los

    soldados tambin los elefantes haban sido rechazados hasta la empalizada y fueron

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    acribillados con jabalinas treinta y nueve de stos encima mismo de las trincheras. Se dice que

    tambin en esta batalla hubo cerca de doce mil muertos y que fueron capturados cerca de tres

    mil hombres y cincuenta y siete enseas militares. De all los cartagineses se retiraron a la

    ciudad de Auringis y los siguieron los romanos para echrseles encima mientras eran presas

    del pnico. De nuevo libr all una batalla Escipin, trasladado en litera al frente de batalla, y su

    victoria fue clara; murieron, sin embargo, menos de la mitad de enemigos que la vez anterior,puesto que eran menos los supervivientes que podan participar en el combate. Pero era una

    raza nacida para hacer la guerra una y otra vez: Magn, enviado por su hermano a reclutar

    tropas, en poco tiempo complet un ejrcito, recobrando nimos para intentar de nuevo el

    combate. Eran soldados galos en su mayora, y lucharon en el bando tantas veces vencido en

    pocos das con la misma moral que los anteriores y con idntico resultado: ms de ocho mil

    muertos, no muy por debajo de los mil prisioneros, y cincuenta y ocho enseas militares

    capturadas[!](Tito Livio XXIV 41 y 42).

    Este escenario es en el que la informacin de las fuentes escritas es menos precisa,

    salvo la referencia a Iliturgi, CastuloyAuringis, cuya localizacin epigrfica y arqueolgica estademostrada en tierras de Jan. Iliturgipunto de partida de las campaa militar yAuringisestn

    localizados en el Cerro de las Torres del Cortijo de Maquiz en Mengbar (BLANCO, 1960) y en

    la ciudad de Jan (GONZLEZ y MANGAS, 1991). Fuera de la actual provincia de Jan se

    localiza Munda, que tradicionalmente se situaba en Montilla. Hoy existen indicios, a partir del

    estudio de la batalla de Mundaentre Csar y los hijos de Pompeyo, de su ubicacin en el Cerro

    de la Camorra, la Lentejuela, provincia de Sevilla (SILLIERES, 1990).

    Entre Iliturgiy Mundadebe estar Biguerra, por el momento de localizacin desconocida. Se ha

    tratado de identificarla con una Bogarra(CORZO, 1975)existente al norte de la provincia de

    Granada, pero se trata de una identificacin toponmica que por el momento no ha podido

    comprobarse. Sera ms lgico buscar este oppidum prorromano en la zona occidental de

    Jan, en el camino entre Iliturgiy Munda, donde hay un gran numero de oppidade nombredesconocido (FORTEA y BERNIER, 1970; RUIZ, 1978;RUIZ y MOLINOS, 1984,MOLINOS et

    al., 1994). De todos modos es una campaa extraa por ese giro desde MundahaciaAuringis,

    un cambio de direccin hacia el este que solamente se puede entender en funcin de la

    ubicacin del resto de los ejrcitos cartagineses, del concepto de las estrategias de guerra que

    tienen los Escipiones y de las buenas posibilidades de defensa que tuviera la ciudad ibrica.

    Distinto es el caso del inicio de las campaas de la guerra, cuyo desarrollo tuvo lugar en

    el entorno de Castro Album, del que se dice expresamente fue el lugar de la muerte de Amlcar,

    y no lejos de all del Monte Victoria. La ubicacin de este oppidum ha resultado siempre muy

    compleja y la referencia inicial sobre que la accin se desarroll tras cruzar Publio Escipin elro Ebro inclina a localizarlo ms al norte de Andaluca. La referencia a la muerte de Amlcar

    an complica mas el caso pues Diodoro sita este lugar cerca de Ilici (F.H.A, III), lo que lo

    llevara a un entorno prximo a la ciudad de Elche, en la actual provincia de Alicante. Sin

    embargo, que fuera Orissn el prncipe ibero que llev a efecto la accin, con un nombre que le

    vincula a los oretanos, como en el caso de Edecn a los edetanos, y el especial tratamiento

    dado por los Barca a Castulo, ha provocado que la investigacin haya mirado hacia el oeste de

    Elche para reconocer el sitio donde se encontrara esteIlici-Castrum Album. Primeramente se

    pens en Elche de la Sierra, siempre sobre base topogrfica, y ms recientemente se ha

    planteado con ms insistencia que sea en un lugar de la Oretania, prximo aCastulodonde

    ocurriera el hecho (BARCEL, 1996). Lo cierto es que la brusca entrada en el texto deCastulo,

    inmediatamente despus de citar las acciones de Castrum lbum y Monte Victoria:Castulo,

    fuerte y clebre ciudad de Hispania, estrechamente unida a los cartagineses hasta el punto de

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    que la esposa de Anbal era de all, se pas a los romanos (Tito Livio XXIV 41, 7), insiste an

    ms en esta direccin. En todo caso con los datos aportados por el texto es difcil por el

    momento llegar a una hiptesis de trabajo.

    SEGUNDO ESCENARIO, 212-211 a.n.e.: LAS BATALLAS DE CASTULOE ILORCI

    Es Plinio quien al hacer la descripcin del transcurso del ro Guadalquivir, tras corregir

    el error sobre su nacimiento que l como gegrafo sita en el Bosque Tugiensis y no en

    el oppidumdeMentesa Oretana (Villanueva de las Fuentes en Ciudad Real), localiza el lugar

    donde muri Cneo Escipin en Ilorci

    [1]

    o Ilurco

    [2]

    . El texto es muy claro: El Betis, que no naceen la poblacin de Mentesa de la provincia Tarraconense, como han dicho algunos, sino en la

    sierra de Tugia (junto a donde el ro Tder riega el territorio cartagins), esquiva luego en Ilurco

    el monumento funerario de Escipin y, volviendo su curso hacia poniente, se dirige al Ocano

    Atlntico, adoptando como hija suya a la provincia, pequeo al principio, pero enriquecido por

    muchos afluentes a los que roba fama y aguas. Penetrando en la Btica por Osigetania, su

    suave y amable cauce est habitado a derecha e izquierda por numerosas poblaciones(Plinio

    III, 9).

    De texto se deduce que Cneo Escipin muri cerca del Guadalquivir y adems que

    muri en un punto en el que el ro cambia su curso hacia el ocaso, hacia occidente. Lo primero

    que debe valorarse respecto al dato de Plinio es que reconoca el autor por el ro Guadalquivirtras la correccin de su nacimiento? Es evidente que si el bosque Tugiensis se lee de forma

    restringida se limita a la masa arbrea que exista en torno al oppidumde Tugia, en Peal de

    Becerro, es decir que sera la Sierra de Cazorla, con lo que coincidira la ubicacin actual de su

    nacimiento con la propuesta por Plinio y en consecuencia el curso actual del ro seria el que

    Plinio defina. Una segunda opcin es que el bosqueTugiensisse leyera en sentido amplio en

    cuyo caso el ro Guadalquivir podra ser para Plinio o bien el actual curso como se ha sealado

    anteriormente, o bien el ro Guadalimar que viene de las sierras de Segura y Alcaraz y

    transcurre al norte de la Loma de beda hasta encontrarse con el Guadalmena, ro que segn

    la tradicin ibera, a decir de Plinio, fue el Tartessoso Betis, es decir el Guadalquivir. Esta doble

    lectura del curso del Guadalquivir tiene una gran importancia, porque de ser la primera el puntodonde el Guadalquivir gira ms claramente al oeste se situara entre el Puente de la Cerrada,

    en el trmino de Peal de Becerro, y beda la Vieja, en tanto si es la segunda hiptesis ese

    punto se trasladara al lugar en que el Guadalimar se encuentra con el Guadalquivir, en este

    caso junto al Cerro Maquiz en el trmino donde se ubica Iliturgi.

    Aunque Plinio no es muy claro en su eleccin, un factor nos inclina a identificarlo con el

    actual curso del Guadalquivir, se trata de la ubicacin de Ossigique el gegrafo localiza as:

    [...]dentro del Convento Cordubensis y cerca del mismo ro alzase Ossigi (Plinio III, 9),

    inmediatamente despus de esta localizacin el gegrafo

    cita Iliturgi, Isturgi, Ucia, Obulco, Eporay Crdoba, es decir una serie de ciudades que siguen

    el curso descendente del ro por la provincia de Jan y Crdoba. Aunque no es clara la

    localizacin de la Ossigitania, pues la traduccin de Garca y Bellido afirma que viniendo el ro

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    Guadalquivir de Ilorci, [...] tras abandonar la Ossigitania entra en la Btica (Plinio III, 9), y

    Fontn en su traduccin de Gredos se inclina por la vinculacin betica de esta, [...] penetrando

    en la Btica por Osigetania(Plinio III, 9), parece poco probable que si Iliturgi, localizado como

    es conocido por epigrafia en Cerro de las Torres del Cortijo de Maquiz en Mengibar,

    fuese Ilorci (segunda lectura posible de Plinio con el Guadalimar como ro Betis), Ossigise

    situara antes de Mengibar, aguas arriba del Guadalimar, pues con ello se rompera ladisposicin ordenada de ciudades que el propio Plinio haba citado siguiendo el Guadalquivir

    de este a oeste. Por otra parte la localizacin de Ossigien el tramo existente

    entre Castuloe Iliturgi, caso de ser el Guadalimar el curso del ro Betis, parece descartada

    pues las prospecciones arqueolgicas no han ofrecido ningn oppidumentre estos dos

    grandes centros. Por otra parte la ubicacin de Ossigi en Cerro Alcal parece confirmada por

    epigrafa (GONZLEZ y MANGAS, 1991), aunque con algunas dudas razonables, por su

    alejamiento del ro Guadalquivir. Por todo lo expuesto ha de concluirse, siempre como

    hiptesis, que la muerte de Escipin y por ende la batalla de Ilorci (que preferimos al nombre

    de Ilurco[3]) se produjo en el tramo del alto del Guadalquivir anterior al ro Torres, donde se

    ubica Cerro Alcal y por ende la Ossigitania.

    Otra cuestin es la compresin que se tuviera del curso del ro Guadalquivir y de sus

    cambios de direccin en la Antigedad. En el mapa del Obispado de Jan de Gregorio Forst,

    realizado en 1653 y editado en la obra del Francisco de Bilches Santos y santuarios del

    obispado de Jan y Baeza, los cambios de direccin al oeste mas significativos se producen

    entre la desembocadura del Guadiana Menor y el Jandulilla. Tambin el mapa geogrfico del

    Reyno de Jan de Tomas Lpez insiste en un punto entre la desembocadura del Guadiana

    Menor y el Jandulilla como el lugar que marca el cambio de rumbo del ro Guadalquivir. Un

    segundo punto que tambin marca un cambio de direccin significativo en el curso del ro

    Guadalquivir es el lugar situado en el Barranco del Acebuchal junto al cerro del Chantre entre

    los trminos de Baeza y beda, un poco antes de la desembocadura en el Guadalquivir del roBedmar. En este punto el curso del ro gira de direccin NE-SO a direccin SE-NO. No

    responde exactamente a la descripcin de Plinio pero no debe ser descartada. En todo caso

    ninguno de los dos mapas histricos reseados recogen este cambio de rumbo (LPEZ y

    CONTRERAS, 2002).

    Por ltimo, conviene recordar que existe un tercer cambio de direccin del ro en la

    Sierra de Segura, donde hoy se ubica la presa del embalse del Tranco lugar que recientemente

    ha sido objeto de un trabajo en esta direccin obra de A. Canto (1999) fundamentado sobre

    base toponmica que desplaza los lugares de la batalla algo mas al norte de Hornos de Segura.

    Sin embargo las prospecciones arqueolgicas no han confirmado por el momento la ocupacinibera de este lugar y por otra parte el giro del ro no se hace hacia occidente sino hacia el sur.

    Otras cuestiones de estrategia territorial que posteriormente veremos desde las propias fuentes

    escritas nos animan a excluir esta posibilidad.

    Volvamos no obstante algo mas atrs en el tiempo para recuperar la lectura de las

    fuentes escritas de la Segunda Guerra Pnica. Los momentos anteriores a la muerte de Cneo

    Escipin y tambin de su hermano Publio han sido recogidos en detalle por Tito Livio (XXV 32-

    36) en la descripcin de los hechos que acaecieron en el 212 a.n.e. Aquel mismo verano, en

    Hispania, donde en casi dos aos no haba tenido lugar ninguna accin especialmente

    destacable y la guerra se desarrollaba ms a base de estrategia que de enfrentamientos

    armados, los generales romanos salieron de los cuarteles de invierno y unieron sus tropas. Se

    reuni entonces el consejo y todas las opciones coincidieron en que, si bien hasta entonces lo

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    nico que se haba hecho era retener a Asdrbal que pretenda pasar a Italia, era ya tiempo de

    dar los pasos para poner fin a la guerra en Hispania; estaban convencidos, adems, de que se

    haban reunido las fuerzas suficientes para ello con la incorporacin a filas de veinte mil

    celtberos efectuada aquel invierno(Tito Livio XXV 32, 1 a 3).A partir de este punto Tito Livio

    detalla la relacin de distancias entre los ejrcitos cartagins y romano, cuestin que es de

    gran inters: Los ejrcitos cartagineses eran tres. Asdrbal, hijo de Gisgn, y Magn, quehaban unido sus tropas, se encontraban a unos cinco das de marcha de distancia de los

    romanos. Ms cerca estaba Asdrbal el hijo de Amlcar, que tena su ejrcito junto a una

    ciudad llamada Amtorgis (Tito Livio XXV 32, 4 a 6).Apiano por su parte ofrece informacin

    sobre la ubicacin de los ejrcitos romanos. [!] los africanos invernaron en Turdetania; Cneo

    Escipin en Orson, Publio en Castulo(Apiano 16). El desarrollo del conflicto blico lo recoge en

    todo su desarrollo Tito Livio: Los generales romanos queran sorprender primero a ste (se

    refiere a Asdrbal Barca), y esperaban que hubiera fuerza ms que suficiente para ello; les

    preocupaba nicamente que el otro Asdrbal y Magn se alarmaran con su derrota, se retiraran

    a los montes y bosques inaccesibles y prolongaran la guerra. Pensaron, pues, que lo mejor era

    dividir las tropas en dos cuerpos para abarcar toda Hispania al mismo tiempo en su campaa yse las repartieron de esta forma: Publio Cornelio mandara dos terceras partes de los efectivos

    romanos y aliados contra Magn y Asdrbal, y Cneo Cornelio, con un tercio del antiguo ejrcito,

    al que se uniran los celtberos, dirigira la campaa contra Asdrbal Barca. Los dos generales

    con los dos ejrcitos emprendieron la marcha al mismo tiempo yendo en cabeza los celtberos,

    y acamparon cerca de la ciudad de Amtorgis a la vista del enemigo, separados de l por un ro.

    Cneo Escipin se qued all con las tropas que antes hemos dicho y Publio Escipin parti

    hacia el objetivo blico que se le haba asignado.

    Asdrbal, cuando se dio cuenta de que en el campamento haba un ejrcito romano

    muy reducido que cifraba todas sus esperanzas en las tropas auxiliares de los celtberos, buen

    conocedor de la absoluta deslealtad de los pueblos brbaros y especialmente de la de todosaquellos entre los que llevaba tantos aos de campaa, lleg a un acuerdo con los jefes

    celtberos a travs de conversaciones secretas la comunicacin era fcil al estar llenos de

    hispanos ambos campamentos- para que a cambio de una fuerte recompensa retiraran de all

    sus tropas. No les pareci, por una parte, una accin monstruosa no se trataba, en efecto, de

    que volviesen sus armas contra los romanos-, y por otra parte se les ofreca, por no hacer la

    guerra, una suma suficiente como para hacerla, y adems resultaban en general agradables

    tanto el propio descanso como la vuelta a casa y el placer de ver a los suyos y sus cosas. De

    modo que no result ms difcil convencer a la tropa que a sus jefes. Aparte de que ni siquiera

    tenan el temor de que los romanos, tan pocos en realidad, los retuvieran por la fuerza. Las

    verdad es que los jefes romanos debern tener siempre cuidado con esto y servirles deadvertencia estos precedentes, de suerte que no confen en las tropas auxiliares extranjeras

    hasta el punto de tener en los campamentos un contingente inferior de fuerzas de su propia

    patria. Los celtberos desclavaron inesperadamente sus enseas y se marcharon, y cuando los

    romanos les preguntaron la razn y les rogaron encarecidamente que se quedasen, su nica

    respuesta fue que los reclamaba una guerra intestina. Escipin, dado que no era posible

    retener a los aliados ni con ruegos ni a la fuerza, en vista de que sin ellos estaba en inferioridad

    con respecto al enemigo y que no poda reunirse de nuevo con su hermano ni tena a su

    alcance ninguna otra va de solucin, decidi retroceder cuanto le fuera posible, poniendo el

    mayor cuidado en no enfrentarse en ningn momento en terreno llano con el enemigo, que

    haba cruzado el ro e iba pisndole los talones en su retirada.

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    Por aquellos mismos das se cerna sobre Publio Escipin un motivo de alarma similar y

    un peligro mayor representado por un enemigo nuevo. Se trataba del joven Masinisa, aliado

    entonces de los cartagineses, al que ms tarde hizo famoso y poderoso la amistad con Roma.

    ste, en esta ocasin, con su caballera de nmidas sali al encuentro de Publio Escipin

    cuando se acercaba y despus de dedic a hostigarlo da y noche sin cesar, a aparte de

    capturar a los que se alejaban del campamento y lanzndose con frecuencia sobre los puestosde guardia creaba una enorme confusin por todas partes. Tambin sembr la alarma por la

    noche en las puertas y en la empalizada con sus incursiones por sorpresa, y los romanos no se

    vean libres de temor o de inquietud en ninguna parte y en ningn momento, obligados a

    permanecer dentro de la empalizada sin posibilidad de aprovisionarse de nada. Era casi un

    asedio en toda regla y estaba claro que se iba a estrechar ms si Indbil, que segn se deca

    estaba al llegar con siete mil quinientos suesetanos, estableca contacto con los cartagineses;

    entonces Escipin, general precavido y previsor, forzado por las circunstancias tom una

    temeraria determinacin: salir al encuentro de Indbil por la noche y entrar en combate donde

    quiera que se topase con l. Dej, pues, una pequea guarnicin en el campamento

    confindole el mando al legado Tiberio Fonteyo, emprendi la marcha a medianoche, y cuandose encontr con el enemigo entabl combate con l. Peleaban en formacin ms de marcha

    que de combate; pero aun teniendo en cuenta lo desorganizado de la batalla, llevaban ventaja

    lo romanos. Pero sbitamente la caballera nmida, que el general crea haber burlado, se

    despleg por los flancos sembrando el pnico, y adems, cuando se haba iniciado el

    enfrentamiento con los nmidas, se present un nuevo enemigo, el tercero: los generales

    cartagineses que les haban dado alcance por retaguardia cuando ya estaban combatiendo. Un

    doble frente envolva a los romanos, que no saban contra qu enemigo lanzarse primero o por

    dnde tratar de romper el cerco todos en bloque. Una lanza atraves el costado derecho del

    general cuando estaba peleando y dando nimos y exponindose donde eran mayores las

    dificultades; cuando la cua de enemigos que cargaron contra los que se apiaban en torno al

    general vio que Escipin caa sin vida del caballo, echaron a correr vibrantes de entusiasmoanunciando entre gritos por todo el frente que haba cado el general romano. Esta noticia,

    difundida por todas partes, convirti a los enemigos en claros vencedores y a los romanos en

    vencidos. Perdido el jefe, stos en seguida comenzaron a huir del campo de batalla; pero

    aunque no resultaba difcil abrirse paso entre los nmidas y las tropas auxiliares de armamento

    ligero, sin embargo apenas s podan escapar de tan gran nmero de jinetes y de tantos

    soldados de a pie, tan veloces como los caballos, y sucumbieron casi ms durante la huida que

    durante la batalla, y no habra sobrevivido ni uno de no ser porque el da corra ya hacia su

    ocaso y lleg en seguida la noche.

    A continuacin los generales cartagineses se dieron prisa en sacar ventaja de su suertey, despus de conceder apenas el respiro imprescindible a sus hombres, forzaron la marcha

    para ir a reunirse con Asdrbal el de Amlcar, firmemente convencidos de que si llegaban a

    establecer contacto con l se podra resolver la guerra. Cuando llegaron a su objetivo hubo

    felicitaciones entusisticas entre los ejrcitos y los generales felices por la reciente victoria,

    pues se haba aniquilado a un ejrcito entero y a un general de tanta talla, y esperaban,

    dndola por hecha, una segunda victoria no menos decisiva. La verdad es que aunque a los

    romanos no les haba llegado la noticia de tamao desastre, sin embargo haba una especie de

    abatimiento silencioso y un callado presentimiento como el que suele darse cuando los nimos

    presagian ya una catstrofe inminente. El propio general, aparte de ser consciente de su

    abandono por parte de los aliados y del enorme incremento de las tropas enemigas, por

    conjeturas y deducciones se mostraba ms inclinado a suponer que se haba sufrido una

    derrota que a esperar algo bueno. En efecto, si Asdrbal y Magn no haban resuelto su propia

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    guerra, cmo haban podido salir con su ejrcito sin encontrar resistencia?, cmo era que su

    hermano no les haba hecho frente ni haba salido tras ellos, al menos para unir las tropas con

    las suyas si no poda impedir que se reunieran los generales y los ejrcitos enemigos?

    Preocupado por estos interrogantes, tena el convencimiento de que el nico camino seguro de

    momento era alejarse de all todo lo que pudiera. En una sola noche recorri un trecho

    considerable sin que el enemigo se percatara ni realizara, por tanto, ningn movimiento.Cuando, al amanecer, los enemigos se dieron cuenta de su partida iniciaron la persecucin

    forzando la marcha cuanto podan, enviando por delante a los nmidas. stos les dieron

    alcance entes de la noche, y hostigndolos unas veces por retaguardia y otras por los flancos,

    los obligaron a detenerse y ponerse a la defensiva. Escipin, sin embargo, los animaba a

    pelear y avanzar al mismo tiempo, en la medida en que pudieran hacerlo sin correr riesgos,

    antes de que les dieran alcance las tropas de a pie.

    Pero durante bastante tiempo no se avanz gran cosa, pues tan pronto tenan que

    adelantar como detener la marcha y ya la noche de echaba encima; entonces Escipin retir a

    sus hombres del combate y una vez reagrupados subi con ellos a una colina no demasiadosegura, la verdad, y menos para una tropa desmoralizada, pero que era la ms elevada del

    contorno. All, con la impedimenta y la caballera colocada en el centro y la infantera formada

    en crculo alrededor, al principio mantenan a raya a los nmidas lanzados a la carga contra

    ellos; pero despus, cuando se presentaron los tres generales con sus tres ejrcitos al

    completo y estaba claro que slo las armas iban a ser insuficientes para defender una posicin

    no fortificada, el general comenz a mirar en torno y a pensar si habra alguna forma de

    rodearse de una empalizada. Pero la colina estaba tan pelada y era tan pedregoso el terreno

    que no era posible madera para cortar estacas ni tierra apropiada para el terrapln, ni para

    excavar el foso o cualquier otro trabajo de fortificacin. Tampoco era el terreno en absoluto lo

    bastante accidentado o abrupto como para dificultarle el enemigo el acceso o el ascenso; todo

    l caa en pendiente suave. Con todo, para levantar la barrera de algo parecido a unaempalizada, amontonaron alrededor las albardas atadas unas a otras, con sus cargas,

    apilndolas hasta alcanzar la altura de una empalizada normal, echando encima toda clase de

    fardos cuando las albardas no alcanzaban.

    Cuando llegaron los ejrcitos cartagineses, las columnas escalaron la colina sin la

    menor dificultad. Al principio los contuvo aquella especie de inusitada fortificacin como algo

    sorprendente, mientras sus jefes les preguntaban gritando por todas partes por qu se

    quedaban parados y no deshacan y destrozaban aquella ridiculez que no serva ni para

    detener a mujeres o nios; el enemigo estaba atrapado sin poder escapar, escondido detrs de

    los petates. As los increpaban despectivamente los jefes, pero no resultaba fcil derribar labarrera de bultos ni saltar por encima de ella, ni cortar las albardas apiladas y cubiertas con los

    propios bagajes personales. Sin embargo, derribaron con estacas la barrera de bultos abriendo

    camino a los soldados, y como se hizo lo mismo en muchos puntos, en seguida estuvo tomada

    por completo la posicin. Los enemigos, muy numerosos y con la victoria a su alcance,

    masacraban a discrecin a los nuestros, que eran pocos y presa del pnico; no obstante, gran

    parte de estos soldados buscaron refugio en los bosques cercanosy llegaron huyendo hasta el

    campamento de Publio Escipin, mandado por el legado Tiberio Pompeyo. En cuanto a Cneo

    Escipin, segn unos relatos fue muerto en la colina durante la primera carga del enemigo, y

    segn otros escap con unos pocos hombres hasta una torre cercana al campamento, sta fue

    rodeada de fuegoy de esta forma, al arder las puertas que no haba habido forma de

    echar abajo, fue tomada y muertos todos los que estaban dentro, incluido el propio

    general. Cneo Escipin fue muerto a los ocho aos de su llegada a Hispania, a los veintinueve

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    das de la muerte de su hermano. El pesar por la muerte de ambos fue tan hondo en toda

    Hispania como en Roma; mejor dicho, entre sus compatriotas el dolor se deba tambin, en

    parte, a la prdida de los ejrcitos, a la prdida de la provincia y al desastre nacional, mientras

    que las Hispanias lloraban y lamentaban la prdida de los propios generales; ms la de Cneo,

    porque haban estado ms tiempo bajo su mando y se haba ganado antes su simpata, y haba

    sido el primero en ofrecer un ejemplo de la justicia y moderacin romana (Tito Livio XXV 32, 6 a36).

    De toda esta informacin puede llegarse a las siguientes hiptesis de trabajo:

    1. Iliturgi fue el lugar de encuentro de los ejrcitos romanos.Antes de las acciones

    que condujeron a la muerte de los Escipiones, ambos reunieron sus ejrcitos. El lugar

    de encuentro que ofreca menores costes al movimiento de los ejrcitos debi

    ser Iliturgi, oppidumque adems era prorromano (Cneo Escipin vena de Orson,

    Osuna, y Publio de Castulo), si se acepta que ambos generales continuaron aguasarriba del Guadalquivir, que es donde Plinio localiza el lugar de la muerte de Cneo

    Escipin.

    2. Los Escipiones se dirigieron al este o al sur. Desde Iliturgi los dos generales

    romanos tuvieron que marchar hacia el este aguas arriba del Guadalquivir o al sur

    aguas arriba del ro Gudalbulln, antes de girar al este y tomar de nuevo el

    Guadalquivir. Porque hacia esta zona se localizaran los dos puntos mas claros de

    referencia que los textos nos ofrecen, de una parteIlorci,el lugar de la muerte

    de Cneo, y de otro el lugar del Camino de Anbal, por donde llegara Indibil y moriraPublio Escipin (Figura 1).

    3. Amtorgis se encuentra entre Iliturgie Ilorci. La localizacin de Iliturgiha de hacerse

    entreIliturgiy la zona donde siguiendo a Plinio debi estar Ilorci.Amtorgistuvo que ser

    un oppidumque no se romaniz o al menos no lleg hasta nosotros su topnimo

    dispuesto junto a un ro. Por el momento esas caractersticas se ajustan, si se parte

    de Iliturgi, al oppidum de Gil de Olid en Baeza hacia el este, junto al Guadalquivir, y

    hacia el sur, al oppidum de Atalayuelas en Fuerte del Rey prximo al Guadalbulln.

    Menos posibilidades tiene beda la Vieja[4]o la Loma del Perro, ambos en el curso del

    ro Jandulilla y demasiado alejados de Iliturgi. Arqueolgicamente debera desarrollarse

    una estrategia de prospeccin que valorara no solamente la existencia de

    un oppidum ibero, sino tambin la localizacin de un campamento cartagins y al otro

    lado del ro de un campamento romano. Las primeras informaciones insisten en

    reconocer entreAuringis (Jan) e Iliturgi, en al Guadalbulln frecuentes hallazgos de

    monedas cartaginesas[5]

    4. El campamento de Magn y Asdrbal Giscn se encontraba cerca de un gran

    bosque, no lejos del Camino de Anbal y a cinco jornadas de camino

    de Castuloo Iliturgi. Si se establece que 20 km es aceptable como una medida de

    movimiento de un ejrcito antiguo durante un da, el campamento cartagins debi

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    situarse entre el oppidumde Los Turruuelos y un punto entorno a Beas de Segura. El

    bosque que tanto preocupaba a Publio Escipin pudo ser la Sierra de la Cuatro Villas

    que hoy forma parte del parque natural de Cazorla-Segura-Las Villas

    5. El lugar de la batalla donde muri Publio Escipin debe localizarse en un punto a

    la entrada del Camino de Anbal en el valle del Guadalimar. Este punto podra estar

    en el triangulo formado por las poblaciones actuales de Castellar, Santisteban y

    Chiclana de Segura donde existen amplios espacios abiertos tras entrar por Sierra

    Morena. Por otra parte la huida de los restos del ejercito vencido, primero

    hacia Castulo y despus hacia Iliturgi, estara perfectamente justificada en trminos

    topogrficos. Se entendera as despus el castigo dado a los dos oppidapor Publio

    Cornelio Escipin el Africano en el 206 a.n.e., sobre todo la destruccin de Iliturgi, por

    haber dado cobijo a los soldados romanos que huan y posteriormente entregarlos a

    los cartagineses (Figura 2).

    6. Ilorciy el lugar de la muerte de Cneo Escipin, donde debi ubicarse un

    monumento funerario, han de situarse en el valle del Guadalquivir entre Iliturgiy

    Los Turruuelos, en este caso en Santo Tom, que es el primer lugar, viniendo del

    este, donde potencialmente se localizara el campamento de Magn y Asdrbal Giscn

    y donde despus los restos del ejercito de Cneo Escipin huyeron para protegerse con

    la guarnicin al mando de Tiberio Fonteyo, que fue dejada por Publio Escipin en el

    campamento romano. Los lugares que potencialmente muestran mayor inters para

    constituirse en escenario de la batalla de Ilorci habida cuenta que muy cerca debi

    existir el oppidumde Ilorci, son todos aquellos de los que no nos llego su topnimo y seencuentran en ese tramo: El oppidum de Gil de Olid, en Puente del Obispo, si se

    descarta su identificacin conAmtorgi, el oppidumde beda la Vieja, cuyo nombre a

    fines del siglo III a. n. e. no conocemos, y el asentamiento tardo del Cerrillo del

    Depsito del Puente de la Cerrada. No habra que descartar la localizacin de un

    asentamiento mas entre Puente del Obispo y Ubeda la Vieja, donde existe una amplia

    distancia entre los dos oppida, que no es frecuente en el Alto Guadalquivir (Figura 3).

    Lugares como el cerro del Sombrerete o el cerro del Chantre, en una nueva lectura por

    microprospeccin debieran confirmarnos la existencia de un cuarto lugar posible para

    la ubicacin de Ilorci.En los cuatro escenarios potenciales ha de valorarse un tema de

    distancia respecto aAmtorgisy la estructura geofsica del lugar que las fuentes

    aportan.

    TERCER ESCENARIO, 208 a.n.e.: LA BATALLA DE BAECULAO BECULA.

    En 1879 Ruiz Gimnez en su obraApuntes para la Historia de la provincia de

    Jan escribe un captulo sobre el origen de la ciudad de Bailen fundamentado en la existencia

    de la ciudad conocida como Becula, Baeculao Btula. Su estudio se basa principalmente en elanlisis de la obra de Tito Livio, y en la confusin ocasionada por diversos errores de

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    traduccin y por aquellos otros generados por los copistas de las obras de los autores clsicos.

    Estos errores habran provocado la aparicin de una gran variedad de nombres que fueron

    identificados con diversas ciudades segn los investigadores que los trataron. La enumeracin

    de los mismos ha permitido conocer las diversas opciones a la ubicacin de la ciudad

    de Baecula que se barajaban en el siglo XIX lo que recoge Ruiz Jimnez en su obra y que

    resumimos aqu en un cuadro (Tabla 1) (RUIZ, 1879):

    Autor Denominacin Identificacin

    Lafuente Alcantara Betula o Bacula beda la ViejaBabyla

    Vilches

    Fernndez Guerra

    Baetulo, Betula, Bcula, Betaria oBeturia

    Vilches

    Cen Bermdez Betula, Betulo, Beturia BailnBaetula, Besula, Baeculay Babyla

    beda la Vieja

    Becila

    Baezuela

    Beatia, Biacia, Becula y Baetica BaezaGimena Xurado Betula beda

    Becila, Betila, Besula y Betula Baezuela y beda la ViejaBaalim Bailn

    Ambrosio de Morales

    Betulo o Betula

    En las comarcas de beda yBaeza

    Padre Ruano Becula, Betula, Beturia BailnGuichot

    Betula

    Castulon

    Chao

    Caecila, Baecila, Bacula Btica

    Bailn

    Mariana Betulon Entre beda y BaezaFerreras Becula Baeza o Beas

    Betulona BaezaMasdeu

    Becula

    Cerca de Castulon en el sitio deBaeza

    Vadillos Betula beda la ViejaBessul Bailn

    Argote de Molina

    Betulo

    Baeza

    Muoz Garnica

    Betulo

    Bailn

    Arc. Juliano y DenMazas

    beda

    Rodrguez Glvez Bailn

    Tabla 1. Identificaciones posibles de Baeculasegn Ruiz Gimnez (1870)

    En opinin de Ruiz Gimnez, a excepcin de Beatiay Biaciaque designaran a Baeza,

    el resto de las denominaciones (beda la Vieja, Bailn, Baeza, Baezuela, Vilches) se

    corresponderan con una sola ciudad. Esta tendra dos variantes, Beculao Betula, citadas

    ambas en dos pasajes de la obra de Livio. El primero narrara los acontecimientos de la batalla

    de Baecula, y el segundo hara referencia al lugar donde Escipin se enfrentara a Asdrbal

    Giscn tras reunirse con Silano y las tropas de Culchas que ste haba reclutado.

    Errneamente Ruiz Gimnez sita en este lugar la batalla de Ilipa. Para el las dos batallas

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    claves de la Segunda Guerra Pnica que llevaron al triunfo de los romanos tuvieron lugar en un

    mismo lugar, que el autor identifica con Bailn.

    Para reforzar su apuesta por Bailen expone en segundo lugar

    que Beculao Betulaestara localizado en la regin de la Btica, con lo cual las posibles otras

    ciudades defendidas por otros autores (beda la Vieja, Baeza, Vilches, Beas) debieran serdescartadas. La situacin de Asdrbal Giscn en la provincia Ulterior antes de la Batalla

    de Ilipay el itinerario seguido por Escipin desde Tarragona para enfrentarse a los

    cartagineses se convierten en los razonamientos principales. En este segundo punto se

    argumenta, siguiendo a Tito Livio, que Escipin tras llegar a Castulo se uni a las tropas de

    Silano (que inclua la aportacin de Culchas) y que continuaron hacia delante ya juntos

    haciaBetulaen la provincia de la Btica, pues no tendra sentido retroceder hacia las

    poblaciones alternativas propuestas por otros autores situadas en la provincia Tarraconense.

    Sin embargo la definicin topogrfica de la batalla de Baeculaen Bailn que desarroll

    Ruiz Jimnez y sancion posteriormente Schulten ha presentado a la investigacin seriasdudas.

    1. La cuestin de la ubicacin del oppidumde Baeculaen Bailen. La primera razn que

    cuestiona el tema se debe a la asuncin por parte de Schulten y Lammerer (citado en Bosch y

    Aguayo, 1955)de las teoras de Brewitz (1914) que identificaban Baeculacon Bailen a partir de

    la semejanza del topnimo con el de esta ltima ciudad. Es verdad que seguramente por el

    peso cientfico del investigador alemn se abri una larga pausa en el debate y en la

    continuidad del proceso de investigacin, Adems el propio Schulten fue refrendado por los

    trabajos de Veith y Scullard, especialistas en poliorctica antigua, que definieron los escenariosexactos de la batalla en el triangulo entre Bailen, Mengbar y Jabalquinto, sin cuestionarse la

    fiabilidad de la localizacin propuesta por el investigador alemn (KROMAYER y VEITH, 1903-

    1931 y 1922; SCULLARD, 1970). Desde entonces hasta hoy tan slo Corzo ha cuestionado la

    veracidad del caso y como alternativa ha ofrecido otra propuesta que vinculan Baeculacon

    algn punto de la campia de Jan, sosteniendo su propuesta en Tito Livio y con ello la

    ubicacin de Beculaen la Btica (CORZO, 1975). Aunque despus se valorara la adscripcin

    btica de Baecula, sentemos aqu que Bailen no tiene sustrato arqueolgico que permita definir

    la ocupacin de su ahora espacio urbano en el siglo III a.n.e., es ms, no muestra estratigrafa

    que corresponda a ninguna de las etapas ibricas, por lo que la aproximacin toponmica de

    que fueraBaeculahay que descartarla. Tampoco es observable en su entorno ningn oppidum,que tuviera esta capacidad. En Espeluy, el Cerro de la Plaza de Armas de Sevilleja, fue

    excavado en los aos ochenta y dio una ocupacin de poca ibero-romana (CONTRERAS et

    al., 1987). Por su parte, el oppidumde la Plaza de Armas del Cerro de las Torres en el Cortijo

    de Maquiz (Mengibar), situado en la misma desembocadura del Guadalbulln en el

    Guadalquivir, despus de los trabajos primero de Blanco (1960) y posteriormente de Arteaga y

    Blech (1988), se identifica con Iliturgi.

    2. La cuestin del escenario de la batalla. La secuencia de la batalla esta bien recogida por

    Polibio (X 38, 7 a 40) cuando seala que El general cartagins recorra entonces los parajes

    de Castulo, alrededor de la ciudad de Becula, no lejos de sus minas de plata. Informado de la

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    proximidad de los romanos, cambi de lugar su campamento [...] (Polibio X 38, 7 y 8). Tito

    Livio confirma esta informacin y aade algn dato ms El ejrcito cartagins ms prximo, el

    de Asdrbal, estaba cerca de la ciudad de Becula. Delante del campamento tenan

    avanzadillas de caballera; los escaramuceadotes, las tropas de vanguardia y las que iban a la

    cabeza de la columna, (Se refiere al ejercito romano)sobre la marcha y antes de buscar

    emplazamiento para el campamento, lanzaron un ataque contra stas tomndolas tan poco enserio que no haba duda sobre cul era la moral de uno y de otro bando, los jinetes fueron

    rechazados en una huida atropellada hasta el campamento, y las enseas romanas llegaron

    casi hasta las mismas puertas. Aquel da, simplemente se aviv el espritu de combate y los

    romanos acamparon(Tito Livio XXVII 18, 1 a 4). Seguramente presionado por estas acciones

    cambio Asdrbal de campamento a un lugar que segn Polibio tena [...]un ro que flua a sus

    espaldasy delante de la empalizada haba un llano defendido por un escollo lo suficientemente

    hondo para ofrecer proteccin; el llano era tan ancho que caba en l el ejrcito cartagins

    formado. Asdrbal permaneci en este sitio; apost da y noche centinelas en el

    escollo(Polibio X 38, 8). Tito Livio lo describe as: Por la noche, Asdrbal repleg sus tropas a

    una altura que tena una explanada en la parte ms alta. Por detrs haba un ro y por delante ypor los lados cea todo su contorno una especie de ribazo abrupto. En la parte baja haba

    tambin otra planicie ligeramente inclinada, rodeada a su vez por un saliente igualmente difcil

    de escalar. Cuando al da siguiente vio Asdrbal que el ejrcito romano estaba

    formado delante del campamento, hizo bajar a esta planicie inferior a estos jinetes nmidas y a

    los baleares y africanos de armamento ligero(Tito Livio XXVII 18, 5 a 7)..

    La escenificacin de la batalla queda perfectamente recogida en los dos autores. Tito

    Livio seala: Escipin recorra sus filas y enseas y les haca ver cmo el enemigo,

    renunciando de antemano a la posibilidad de luchar en campo abierto, buscaba las alturas y

    estaba all a la vista confiado en la posicin y no en el valor y las armas; pero murallas ms

    altas tena Cartagena, y los soldados romanos las haban escalado; ni las alturas, ni laciudadela, ni siquiera el mar haban resistido a sus armas. Las alturas que haban buscado les

    iban a servir al enemigo para escapar saltando por precipicios y despeaderos, y l les iba a

    cortar tambin la huida por all (Tito Livio XXVII 18, 8 y 9).Polibio opina queEscipin estuvo

    indeciso por la posicin estratgica y segura del enemigo. Esper dos das, pero tema la

    llegada de los hombres de Magn y del otro Asdrbal, el hijo de Giscn, con lo que se vera

    rodeado de enemigos. Decidi, pues, probar su suerte y tantear al adversario (Polibio X 38,

    10).

    Los pasos previos a la batalla se dirigieron a cercar al enemigo e impedirles apoyos,

    dice Tito Livio que orden a una cohorte ocupar la entrada del valle por donde descenda elro, y a otra apostarse en el camino que llevaba de la ciudad a los campos serpenteando por la

    colina. l, al frente de las tropas ligeras que el da anterior (segn Tito Livio Escipin no espero

    dos dias) haban rechazado los puestos avanzados del enemigo, march contra los soldados

    de armamento ligero situados en la plataforma de ms abajo (Tito Livio XXVII 18, 10 y

    11). Segn Polibio las tropas de Escipin eranlos vlites y una tropa escogida de infantera; y

    el general romanodispuso tambin el resto de sus fuerzas, pero de momento lo retuvo dentro

    de la acampada (Polibio X 39, 1 y 2). Dice Tito Livio que al principio avanzaron por terreno

    escarpado sin otro impedimento que las dificultades del camino; despus, cuando estuvieron a

    tiro, cay de pronto sobre ellos una enorme cantidad de armas arrojadizas de todas clases;

    ellos por su parte lanzaban piedras que el terreno ofreca por todas partes, casi todas

    manejables, y no slo los soldados sino tambin la masa de siervos mezclados con ellos. Pero

    a pesar de que el ascenso era dificultoso y casi los cubran los dardos y las piedras, gracias a

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    su prctica en escalar muros y a su tenacidad subieron los primeros. En cuanto stos ocuparon

    un poco de espacio donde mantenerse a pie firme, desalojaron de la posicin al enemigo,

    armado a la ligera y habituado a escaramuzas, combatiente seguro a distancia cuando se

    elude la batalla desde lejos a base de proyectiles, pero tambin carente de firmeza en la lucha

    cuerpo a cuerpo; causndole muchas bajas, lo empujaron hasta la formacin que se mantena

    en una parte ms elevada de la colina (Tito Livio XXVII 18, 11 a 14). Polibio detalla que fueentoncescuando [...] Escipin hizo entrar en combate a su infantera ligera, que deba apoyar

    a los que iniciaron la accin. El resto de sus fuerzas, lo tena ya dispuesto, la mitad

    directamente a sus rdenes; con estos hombres dio un rodeo por el escollo y arremeti contra

    los cartagineses. El mando de la segunda mitad, lo confi a Lelio, con la orden de marchar

    contra el flanco derecho del enemigo. Estas operaciones se encontraban ya en pleno

    desarrollo, cuando Asdrbal haca salir todava a sus hombres del campamento. Confiado en

    su posicin, no se haba movido de l, convencido de que el enemigo no se atrevera a atacar.

    Pero ste atac, contra todas las previsiones del cartagins, quien despleg sus fuerzas

    demasiado tarde. Los romanos acometieron por las alas, en lugares donde el enemigo no

    haba establecido posiciones, de modo que no slo treparon sin riesgo por el escollo, sino quese establecieron en formacin, se lanzaron contra los que les agredan sesgadamente y los

    mataron(Polibio X 39, 3 a 6). Tito Livio detalla que las fuerzas que avanzaban por el

    centro[...] nunca lo habran conseguido, dado lo accidentado del terreno, si se hubieran

    mantenido cerradas las filas con los elefantes colocados delante de las enseas (Tito Livio

    XXVII 18, 18 y 19); y termina relatando que ya ni siquiera haba espacio libre para la huida,

    pues las avanzadas romanas haban ocupado las salidas a la derecha e izquierda y, por otra

    parte, la puerta del campamento haba sido cerrada al huir el general y los oficiales,

    sumndose a esto el pnico de los elefantes, tan temidos como el enemigo cuando se

    espantaban. En consecuencia, fueron muertos cerca de ocho mil hombres(Tito Livio XXVII 18,

    20). Polibio por su parte aadesegn sus propsitos iniciales, Asdrbal no luch hasta el final;

    cuando vio a sus fuerzas huir derrotadas tom su dinero y sus fieras, reuni el mximo nmerode fugitivos que le fue posible y se retir siguiendo el ro Tajo aguas arriba, en direccin a los

    puertos pirenaicos y a los galos que viven all. Escipin no crey oportuno acosar de cerca de

    los hombres de Asdrbal, ya que l mismo tema el ataque de los otros dos generales, por lo

    que envi a sus soldados a saquear el campamento enemigo. Al da siguiente reuni a todos

    los prisioneros, unos diez mil soldados de infantera y ms de dos mil jinetes, y dispuso

    personalmente de ellos. Los iberos que, en las regiones citadas, anteriormente haban sido

    aliados de los cartagineses, fueron y se entregaron a la lealtad de los romanos; a medida que

    se iban encontrando con Escipin, lo llamaban rey (Polibio X 39, 7 a 9, 40, 1 y 2) (Figura 4).

    Aunque los especialistas en el tema de la guerra Scullard y Veith hicieron un granesfuerzo por presentar el espacio que hay al sur de Bailen como el escenario de la batalla

    (SCULLARD, 1970; KROMAYER y VEITH, 1903-1931 y 1922), dos cuestiones discuten tal

    conclusin. De una parte que la estructura topogrfica del escenario propuesto no coincide

    exactamente con el espacio que describen tanto Polibio como Tito Livio, pues en el sitio elegido

    por Asdrbal para su segundo campamento el ro Guadiel, que tericamente debera correr a

    la espalda del campamento, transcurre por delante entre el supuesto campamento romano y el

    campamento cartagins. El otro ro importante, el Rumblar, que en cambio s est a la espalda

    est demasiado alejado al este, y el Guadalquivir por ltimo se encuentra demasiado al sur. En

    segundo lugar, aunque el espacio ha podido se transformado por trabajos agrcolas

    posteriores, la zona donde se ubica la batalla no cae de forma abrupta por ninguno de sus

    lados como describan las fuentes histricas. Por otra parte llama la atencin, dada la magnitud

    del espacio, que pasara desapercibido para los historiadores romanos la proximidad de estos

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    lugares aloppidumde Iliturgique prcticamente queda tan cerca o ms que el

    supuesto oppidumde Baeculaen Bailen. En todo caso los resultados habidos en la

    prospeccin superficial tampoco dejan observar restos arqueolgicos de la batalla

    3. La cuestin de la estrategia blica territorial.Tampoco debe olvidarse la dinmica

    generada por la guerra tras el desastre del 211 a.n.e. que supuso la muerte de Publio y Cneo

    Cornelio Escipin y la prdida por parte de Roma de los territorios conquistados en Andaluca

    en torno al valle del ro Guadalimar, entre los que se encontraban

    los oppidade Castuloe Iliturgi. Los textos de Polibio y Tito Livio son en este aspecto

    contradictorios.

    Polibio, recuerda: Escipin mand a Marco Junio a Clicas a recoger las fuerzas que

    haba reclutado para l, tres mil hombres de a pie y quinientos de a caballo. l personalmente

    tom a los aliados restantes e inici la marcha: avanzaba hacia la realizacin de sus planes. Seaproximaba ya a Castulo por los parajes de Becula,donde proyectaba reunirse con las tropas

    de Clicas, al frente de las cuales iba Marco Juno. Pero all las circunstancias le pusieron en

    una situacin difcil [!] (Polibio, XI 20, 3 a 5). Su lectura deja claro que Escipin viniendo

    desde Tarragona antes pas por Baeculaque porCastulo. El texto de Livio seala en cambio

    que l sali de Tarragona, y despus de recoger los pequeos contingentes de tropas

    entregados por los aliados que habitaban cerca de la carretera, sin detenerse, lleg a

    Castulo.Allle llev Silano las tropas auxiliares, tres mil soldados de infantera y quinientos de

    caballera. Desde all avanz hacia la ciudad de Becula con todo su ejrcito, cuarenta y cinco

    mil hombres entre romanos y aliados, infantera y caballera (Tito Livio XXVIII 13, 4 y 5). En

    contra de este ltimo texto hay que recordar que Castulofue pro-cartagins hasta despus de

    la batalla de Ilipa, por lo que es incomprensible que Escipin se detuviera en l. El propio Liviorelata su rendicin (Tito Livio XXVIII, 19 y 20). En nuestra opinin es mas ajustada la propuesta

    de Polibio de que Baeculase encontraba cerca de Castulopero no necesariamente en el

    mismo camino, as lo indica cuando relata los momentos anteriores a la batalla del ao 209 a.

    n. e. El general cartagins recorra entonces los parajes de Castulo, alrededor de la ciudad de

    Becula, no lejos de sus minas de plata(Polibio X 38, 7 y 8).

    De los anteriores datos se deriva como conclusin que el cierre del ro Guadalimar por

    el posicionamiento cartagins de Castuloe Iliturgihaca poco recomendable avanzar por esos

    parajes para llegar a Baeculaen Bailen, propuesta mas prxima a Tito Livio, situada esta ms

    al oeste deCastuloe Iliturgi. Por el contrario la localizacin de Baeculacobrara mascredibilidad si hubiese estado en un punto anterior a Castulo, aunque siempre cerca de

    este oppidumy sus minas de plata, es decir ms al este y aadimos ahora: en un punto que

    fuera va alternativa de avance hacia el Bajo Guadalquivir y que se configurara como punto de

    encuentro de caminos tal y como avala el encuentro en este oppidumcon las tropas de

    Culchas que Marco conduca desde otra zona, posiblemente del Sur de Jan o del norte de

    Granada. Como adems conocemos que Escipin vino desde Tarragona, el general romano

    debi utilizar la va llamada Camino de Anbal que entraba en la actual provincia de Jan

    desde Mentesa Oretana, en Villanueva de la Fuente. Baecula debera localizarse pues en la

    zona que desde esta va abre la ruta marcada por el valle del ri Guadalquivir, mas al sur que

    la definida por el ro Guadalimar que obligaba necesariamente a pasar por Castuloe Iliturgi.

    Por lo tanto, y con el exclusivo lmite de no estar lejos de Castulo y quedar al este de esta

    ciudad ibera Baecula debera localizarse tericamente entre el eje definido por los actuales

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    municipios de Iznatoraf y Sorihuela al norte y el tramo que el ro recorre por los actuales

    municipios de Villacarrillo, Santo Tom, Cazorla, Peal de Becerro, beda y Baeza (No se

    incluira el termino de Mengibar, donde los ros Guadalquivir y Guadalimar se encuentran

    porque es el entorno de Iliturgi, oppidumpro-cartagins en ese momento).Baeculadebera ser

    algunos de los oppidaque en estos trminos municipales bordean el ro Guadalquivir y que han

    sido suficientemente prospectados y estudiados desde el decenio de los aos setenta (RUIZ,1978;RUIZ et al., 2001; LPEZ et al., 1993a y 1993b). A ellos se deberan aadir losoppidade

    los afluentes sur del ro Guadalquivir: ros Guadiana Menor, Jandulilla, Torres y Guadalbulln,

    lugares que sin embargo reducen sus posibilidades por alejarse del entorno inmediato

    de Castulo. De estos oppidadeberan excluirse adems aquellos que su identificacin

    toponmica haya sido confirmada en poca romana por autores como Plinio y por restos

    epigrficos. De este a oeste estos son Tugia, en el trmino de Peal de Becerro, en el valle del

    ro Toya, afluente del ro Guadiana Menor,Auringis, localizado en Jan, Mentesa Bastiaen La

    Guardia, y Ossigi en el trmino de Torres y Jimena. No se excluye sin embargo la Colonia

    Salaria porque pudiera tratarse de un topnimo romano que como en el caso de la Colonia

    Augusta Gemella en Martos cambio el topnimo ibero. Tambin deberan excluirse aquellossitios que no muestran ocupacin clara en el siglo III a.n.e. Ese pudo ser el caso aunque no es

    definitivo del Molar en Cazorla que muestra una ocupacin antigua fechable hacia el siglo VI

    a.n.e.

    Por todo lo anterior la potencial ubicacin de Baeculase cie a los siguientes oppida:

    Castellanes de Mogn en el trmino de Villacarrillo, Los Turruuelos en el trmino de Santo

    Tome, El Molar en Cazorla, beda la Vieja en el trmino de beda, Gil de Olid en Puente del

    Obispo en Baeza, todos ellos en el Guadalquivir. A ellos han de aadirse los oppidalocalizados

    en los afluentes sur: Castellones de Ceal en el trmino de Hinojares, en el valle del Guadiana

    Menor, Loma del Perro, en el trmino de beda, Cerro del Castillejo en el trmino de Jodar,

    ambos en el valle del ro Jandulilla, y Plaza de Armas de Puente Tablas en el Valle delGuadalbulln, en este caso su proximidad aAuringishace difcil su identificacin con Baecula.

    Por ltimo se podra incluir Bujalam en la Puerta de Segura a orillas del ro Guadalimar,

    aunque su ubicacin lo aleja de la va de Anbal.

    CUARTO ESCENARIO, 207 a. n. e.: LA BATALLA DEORONGIS

    Cuando Escipin cay en la cuenta de que la guerra se fragmentaba en diversos

    frentes y que llevar la ofensiva a cada una de las ciudades era una tarea no laboriosa pero s

    larga, emprendi el camino de vuelta. Con todo, para no dejarle aquella zona al enemigo envi

    a su hermano Lucio Escipin con diez mil hombres de infantera y mil de caballera a atacar la

    ciudad ms rica de aquella comarca, Orongisla llamaban los brbaros. Est situada en el

    territorio de los meseses, rama de los bastetanos; su suelo es frtil; sus habitantes, adems,

    tienen minas de plata. Haba sido la fortaleza desde la que Asdrbal haca incursiones a los

    pueblos del interior. Escipin acamp cerca de la ciudad y antes de circunvalarla envi

    hombres a sus puertas para que entraran en conversacin con sus habitantes, sondearan sus

    sentimientos y les aconsejaran que experimentasen la amistad antes que la fuerza de losromanos. Como la respuesta no fue nada amistosa, rode la ciudad de foso y doble

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    empalizada, y dividi el ejrcito en tres cuerpos, a fin de que hubiese siempre uno al ataque

    mientras dos descansaban. Cuando el primer cuerpo inici el ataque hubo una lucha terrible

    pero de resultado incierto: no resultaba fcil acercarse a los muros ni aplicar escalas debido a

    los proyectiles que caan; incluso si alguien conseguan enganchar las escalas al muro era

    derribado con horcas construidas al efecto o, desde arriba, le echaban encima garfios de hierro

    de forma que corran peligro de ser levantados en vilo hasta lo alto del muro. Cuando Escipinse dio cuenta de que la lucha estaba igualada a pesar del reducido nmero de los suyos y que

    la ventaja del enemigo radicaba en estar combatiendo desde lo alto de la muralla, retir la

    primera seccin y atac la ciudad con las otras simultneamente. Esto provoc tal pnico entre

    los sitiados, agotados ya de luchar contra los anteriores, que los habitantes de la plaza huyeron

    de repente abandonando las murallas, y la guarnicin cartaginesa, temiendo que la ciudad

    hubiese sido rendida a traicin, abandon sus puestos y se concentr en un solo punto.

    Despus lo habitantes cogieron miedo a que el enemigo, en caso de penetrar en la

    ciudad, degollase a mansalva a todo el que encontrase, cartagins o hispano

    indiscriminadamente. Abriendo, pues, repentinamente la puerta, se echaron en masa fuera dela ciudad poniendo los escudos por delante por si les disparaban venablos desde lejos y

    mostrando desnudas las diestras para que se viera bien que haban arrojado las espadas. No

    se sabe con certeza si la distancia impidi captar bien esta circunstancia o si se sospech una

    trampa; se carg con saa contra los trnsfugas y fueron destrozados como si fuera una

    formacin que presentaba batalla; y por aquella misma puerta se irrumpi violentamente en la

    ciudad. Mientras tanto, en otros puntos se destrozaban y echaban abajo las puertas con

    hachas y dolabras y, a medida que iban entrando los jinetes, se dirigan a galope a ocupar el

    foro, pues sas eran las rdenes recibidas; a la caballera se haban sumado tambin un

    cuerpo de triarios; los legionarios invadieron los restantes puntos de la ciudad. Se abstuvieron

    de saquear y de matar a los que encontraron, salvo si ofrecan resistencia armada. Fueron

    puestos bajo custodia todos los cartagineses y tambin los cerca de trescientos habitantes dela plaza que haban cerrado las puertas; a los dems les fue entregada la ciudad y devuelto sus

    bienes. En el asalto de aquella ciudad cayeron cerca de dos mil enemigos y no ms de noventa

    romanos.

    La toma de esta plaza por la fuerza alegr tanto a los que participaron en la accin

    como al general y al resto del ejrcito. Fue muy vistosa su llegada llevando ante si una gran

    turba de prisioneros. Escipin felicit a su hermano en los trminos ms elogiosos que le fue

    posible, parangonando la toma de Orongis con la toma de Cartagena que l mismo haba

    llevado a cabo, y como se echaba encima el invierno y no poda atacar Cdiz ni seguirle los

    pasos al ejrcito de Asdrbal, fraccionado aqu y all por la regin, retir todas sus tropas a laHispania citerior (Tito Livio XXVIII 3 y 4)

    Tradicionalmente se ha identificado Orongis con Jan cuyo nombre iberoAuringis, o

    romanoAurgi, esta avalado por fuentes epigrficas (GONZLEZ y MANGAS, 1991). Se aade

    a ello que en las proximidades de Jan existen indicios de la existencia de un campamento

    cartagins. Pudo ser el campamento prximo aAmtorgis, del que se ha hablado en el

    desarrollo del segundo escenario. En realidad ambos oppida,Atalayuelas y Jan, quedaran a

    la misma distancia del campamento de Asdrbal Barca, lo que corroborara la noticia de Tito

    Livio sobre que Orongisera la ciudad que el general cartagins utilizaba para sus incursiones

    al interior del Meseta. Por otra parte, la disposicin del campamento en el eje norte-sur del valle

    del Guadalbulln constituira un punto intermedio entre IliturgiyAuringis, que cerrara el camino

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    al valle medio y bajo del ro Guadalquivir (en direccin sur-norte estara formado porAuringis-

    campamento-Iliturgi-Castulo) como si de un autentico frente de guerra se tratara.

    Otra cuestin es la importancia dada por Escipin al caso pues aparentemente se

    muestra primero en la cita de Tito Livio como una accin secundaria de la guerra que el general

    romano encargo a Lucio Escipin, su hermano. Sin embargo, esta referencia no coincide con laparte final de la cita que destaca que la toma de Orongisfue celebrada tanto como la

    de Cartago Nova, lo que coincidira con la valoracin estratgica que el oppidumdeba tener

    para los cartagineses si en efecto constitua un eje defensivo como anteriormente se ha

    valorado. La referencia a que Orongisse encontraba en el confn de los maeseses o meseses

    es otro factor tambin de inters, puesAuringisse encuentra prximo aMentesa Bastia, lo que

    podra ser referencia de los mentesani de Plinio, que se situaban entre la Bastetania y la

    Oretania (Plinio III, 19),y desde luego el eje Mentesa Bastia-Auringis-UrgaoAlba separaba el

    lmite occidental de la Bastetania de Ptolomeo con los turdulos de Iliberis-Tucci-Obulco. El

    nico elemento discutible es la referencia a que los habitantes de Orongis tenan minas de

    plata ya que el filn minero de plomo argentifero del alto Guadalquivir se localiza al norte deleje Iliturgi-Castulo, es decir entre 30-40 km ms al norte de la ubicacin giennense de la

    ciudad. No es este, sin embargo, un obstculo para ubicar Orongisen Jan, pues tampoco es

    una distancia insalvable para una posesin de este tipo por parte de un oppidum.

    Auringisse localiza como se ha dicho en Jan en la ladera media del Cerro de Santa

    Catalina donde existe un escaln de gran anchura cortado por la fortificacin medieval,

    posiblemente de origen romano (SERRANO, e.p.). Esta zona amesetada podra ser la primera

    terraza de un oppidumcon defensa en gradera que se extendera hacia el actual barrio de la

    Magdalena, y se terminara cerrando al norte de este por una fortificacin en la zona de ms

    dbil defensa y de la que por el momento no se ha conseguido documentacin. Esta estructura

    topogrfica no coincide del todo con la informacin de las fuentes escritas pues en ellas seindica que Lucio Escipin rode la ciudad de foso y doble empalizada, cuestin que sera

    imposible hacerlo de modo completo en este caso dado el carcter aterrazado del oppidum. Es

    verdad, no obstante, que en ningn momento se indica que el trazado de la empalizada

    circunvalara completamente la ciudad ibrica.

    Una segunda opcin podra venir dada por reconocer Orongisen el oppidumde la

    Plaza de Armas de Puente Tablas, cuya secuencia abarca de forma continuada una ocupacin

    entre fines del siglo IX y mediados del siglo IV a.n.e. con una reocupacin posterior de

    mediados del siglo III a.n.e. hasta fines o inicios del II a. n. e. (RUIZ y MOLINOS, 1987a). Al

    contrario que el Cerro de Santa Catalina, el oppidumde Puente Tablas es una meseta, pero sutamao no supera las 6 has, lo que parece un tamao demasiado reducido para la fama de la

    ciudad. Otro dato a aadir en contra de su identificacin con Orongis es la falta de restos

    materiales de batalla en el extramuros despus de haber realizado intervencin arqueolgica

    de excavacin. (RUIZ y MOLINOS, 1987b).

    Una tercera posibilidad sera localizar Orongis algo ms al oeste. Para esta tercera

    lectura el nico oppidum que ofrece gran tamao, 18 has, y una secuencia que se quiebra

    antes de la romanizacin es el Cerro de Villargordo en Torredelcampo que domina el valle del

    arroyo Salado de los Villares (RUIZ y MOLINOS, 1984). Sin embargo, cada vez que se

    desplaza hacia el oeste la localizacin de Orongis, se reducen las posibilidades de coincidir con

    las fuentes escritas ya que nos alejamos de la zona minera y de los pasos de Sierra Morena

    hacia la Meseta.

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    Una alternativa a esta hiptesis, que cabria titular Orongis =Auringis, podra ser la

    localizacin de un oppidum al este de Castulo, en el curso del ro Guadalimar. Un sitio as

    cumplira dos de las cuestiones que las fuentes plantean: proximidad a las minas de plata y a

    Sierra Morena, desde donde se podra acceder con rapidez a la Meseta. Por otra parte esta

    disposicin topogrfica permitira corroborar la lectura secundaria que da a la accin Tito Livio,

    pues se tratara simplemente de reforzar el frente creado tras la toma de Baeculasegn lasegunda hiptesis planteada en el segundo escenario. En este caso habra que valorar

    los oppida del valle medio del Guadalimar, sobre todo Giribaile en Vilches, aunque ste se

    viene identificando con Giri, la ciudad donde Plutarco describe un conflicto con el ejercito

    romano en el siglo I a, n, e, (GUTIRREZ, 2002).Otro caso podra serOlvera en Navas de

    San Juan o ms al este el Castilln del Moro, junto al ro Guadalmena en el trmino de Segura

    de la Sierra. Ms difcil por su alejamiento de la zona minera sera el caso del oppidumde

    Bujalam en la Puerta de Segura. La contrastacin de esta doble hiptesis con datos

    arqueolgicos debera valorar:

    1. La existencia de un campamento cartagins y otro romano prximo al oppidum.

    2. Existencia de foso en las cercanas de la fortificacin del oppidum

    3. Indicadores de una batalla, (glandes, dardos), ante la fortificacin del oppidum.

    4. Continuidad de la secuencia estratigrfica, al menos por un corto periodo de tiempotras la batalla.

    QUINTO ESCENARIO, 206 a.n.e.: LA DESTRUCCIN DE ILITURGIY LA ENTREGA

    DE CASTULO

    No se trata en este caso de una hiptesis de localizacin de escenarios puesto que se

    conoce la ubicacin de los dos oppida.

    Si bien las Hispanias no estaban ya conmocionadas por la Guerra Pnica, tambin

    resultaba evidente que era el miedo, por saberse culpables, ms que la lealtad lo que mantena

    quietas a algunas ciudades; entre stas las ms destacables por su importancia y por su

    responsabilidad eran Iliturgi y Castulo. sta haba sido aliada cuando las cosas marchaban

    bien, y despus del desastre de los Escipiones y sus ejrcitos se haban pasado a los

    cartagineses; los Iliturgitanos haban aadido a la defeccin el delito de entregar o matar a los

    fugitivos de aquel desastre que haban buscado refugio a su lado. Tomar represalias contra

    estas poblaciones inmediatamente despus de llegar, cuando las Hispanias no estaban

    aseguradas, habra sido ms justo que til; como ahora que la situacin estaba tranquila ya

    pareca el momento de aplicar el castigo, hizo venir de Tarragona a Lucio Marco y le envi a

    atacar Castulo con la tercera parte de las tropas, y l, con el resto del ejrcito, lleg a Iliturgi en

    unas cinco jornadas. Estaban cerradas las puertas y todo preparado y a punto para repeler un

    ataque; hasta ese extremo la conciencia de lo que se merecan haba equivalido para ello a

    una declaracin de guerra. En esta circunstancia bas Escipin el arranque de su arenga a las

    tropas; los propios hispanos, al cerrar sus puertas, haban dado a entender lo justificados queestaban sus temores; por tanto, haba que combatir contra ellos con mayor encarnizamiento

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    que contra los cartagineses, pues, en efecto, con stos se luchaba casi sin clera por el

    imperio y la gloria, y a aqullos haba que hacerles pagar su perfidia, su crueldad y su crimen.

    Haba llegado el momento de vengar la infame muerte de sus camaradas y la trampa

    preparada tambin contra ellos mismos en caso de que la huida les hubiera conducido all, y de

    deja sentado para siempre un precedente temible a fin de que nadie en ningn momento, en

    ninguna circunstancia, considerase susceptible de afrenta a un ciudadano o un soldadoromano.

    Acicateados por esta arenga de su general, reparten escalas entre hombres escogidos

    en cada manpulo, dividen el ejrcito en dos cuerpos tomando el mando de uno de ellos el

    legado Lelio, y atacan la ciudad en dos puntos a la vez, duplicando los motivos de pnico. Lo

    que anima a los habitantes de la plaza a defender con denuedo la ciudad no es un jefe militar o

    varios civiles sino el miedo que cada uno siente por la conciencia de su culpabilidad. Tenan

    presente, y se lo recordaban a los dems, que lo que se pretenda con ellos no era vencerles

    sino castigarles; en el momento en que todos se enfrentaban con la muerte, la eleccin estaba

    entre morir en combate en el campo de batalla, donde la suerte comn de la guerra a menudolevanta al vencido y abate al vencedor, o morir ms tarde, una vez incendiada y arrasada la

    ciudad, ante los ojos de sus mujeres y de sus hijos prisioneros, maniatados y azotados, tras

    sufrir toda clase de horrores y vejaciones. Consiguientemente, no intervienen slo los hombres

    en edad militar no slo los varones sino las mujeres y los nios, ms all del lmite de sus

    fuerzas fsicas y morales, les alcanzan las armas a los combatientes, les llevan piedras a los

    que refuerzan los muros. No estaban en juego nicamente la libertad, que slo sirve de acicate

    a los valientes, sino que todos tenan ante los ojos la perspectiva de unos suplicios extremos y

    una muerte infame. Su coraje se inflamaba rivalizando en el esfuerzo y el riesgo y mirndose

    unos a otros. Por eso se inici el combate con tal ardimiento que aquel ejrcito dominador de

    Hispania entera fue rechazado varias veces de las murallas por la juventud de una sola ciudad

    y anduvo amedrentado en una batalla no demasiado gloriosa. Cuando Escipin vio esto,temiendo que con tantos esfuerzos baldos de los suyos se acreciese la moral del enemigo y se

    minase la de sus hombres, pens que deba participar personalmente en el esfuerzo y el

    peligro, e increpando a los soldados por su cobarda mand traer escalas y amenaz con subir

    l mismo si los dems vacilaban. Haban llegado ya, con grave peligro, hasta el, pie de las

    murallas cuando se alzaron por todas partes los gritos de los soldados inquietos por la suerte

    de su general, y en muchos puntos al mismo tiempo comenzaron a alzarse las escalas; por su

    parte, Lelio presion desde el otro lado. Vencida entonces la resistencia de los habitantes de la

    plaza y abatidos los defensores de los muros, son ocupados stos.

    Tambin la ciudadela fue tomada en medio de la confusin por el lado por donde se lasupona inexpugnable. Los desertores africanos que entonces militaban entre las tropas

    auxiliares romanas, mientras militaban entre las tropas auxiliares romanas, mientras los

    habitantes se dedicaban a defender aquellos puntos donde pareca que haba peligro y los

    romanos suban al asalto por donde podan, vieron que la parte ms elevada de la ciudad no

    tenan fortificacin ninguna y estaba desprovista de defensores porque estaba desprotegida por

    una roca muy alta. Hombres ligeros de peso y rpidos debido al mucho ejercicio, provistos de

    clavos de hierro, escalaron la roca por donde lo permitan sus salientes y desigualdades. Si en

    algn punto encontraban demasiado vertical y lisa la roca, hincaban clavos a cortos intervalos

    formando una especie de escalones, y alzando a mano los primeros a los que iban detrs

    aupando los ltimos a los que les precedan llegaron a la cima. Desde all bajaron gritando y

    corriendo hacia la ciudad tomada ya por los romanos. Entonces s que qued patente que el

    ataque a la ciudad era debido a la rabia y el odio. Nadie pens en coger prisioneros, nadie

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    pens en botn a pesar de que todo se ofreca al saqueo; degollaron indiscriminadamente a los

    que tenan armas y a los que estaban desarmados, a las mujeres y a los hombres; en su airada

    crueldad llegaron a dar muerte a los nios de corta edad. Despus prendieron fuego a las

    casas y arrasaron lo que no poda ser consumido por las llamas, tales ansias tenan de borrar

    incluso las huellas de la ciudad y hacer desaparecer el recuerdo del lugar donde residan sus

    enemigos.

    A continuacin Escipin march a Castulo con su ejrcito: defendan esta ciudad tanto

    fugitivos hispanos como supervivientes del ejrcito cartagins reagrupados tras una huida en

    desbandada. Pero la llegada de Escipin vena precedida de la derrota de los Iliturgitanos, a

    raz de la cual haba cundido el pnico y la desesperacin. Como adems los intereses eran

    encontrados y cada uno quera mirar por s y desentenderse del otro, primero una desconfianza

    tctica y despus una discordia manifiesta provoc la escisin entre cartagineses e hispanos.

    En estos mandaba Cerdubelo, decidido partidario de la capitulacin, y en los auxiliares

    cartagineses mandaba Himilcn; Cerdubelo entreg a los romanos a ste y sus tropas junto

    con la ciudad, despus de recibir garanta en secreto. En esta victoria hubo mayor clemencia,pues la falta cometida no era tan grave, y por otra parte la entrega voluntaria haba aplacado un

    tanto las iras(Tito Livio XXVIII 19 y 20).

    Apiano dice que fueron los mismos castulonenses los que mataron a los

    cartaginesesDespus de llegar a Castax (Castulo) Escipin dividi al ejrcito en tres cuerpos y

    mantuvo a la ciudad bajo vigilancia, pero no comenz el combate para dar tiempo a sus

    habitantes a cambiar de actitud, pues haba odo que estaban dispuestos a ello. Y stos, tras

    atacar y dar muerte a aquella parte de la guarnicin que se les opona, entregaron la ciudad a

    Escipin. Este ltimo estableci una nueva guarnicin y coloc la ciudad bajo el mando de uno

    de sus propios ciudadanos que gozaba de alta reputacin. Retorn entonces a Cartago Nova,

    enviando a Silano y a Marcio a la zona del estrecho para que devastaran todo cuantopudiesen (Apiano 32).

    Seria interesante en este caso contrastar el detallado texto con datos arqueolgicos

    fundamentalmente para Iliturgi, aunque tambin para Castulo, a partir de una microprospeccin

    en el entorno de Iliturgi, ya que el barrido urbano al que la ciudad se vio sometida tras la

    refundacin de Sempronio Graco hace imposible documentar la destruccin en el

    interior (ARTEAGA y BLECH, 1988). Asimismo debera desarrollarse una prospeccin

    superficial en los entornos de ambas ciudades para localizar los campamentos romanos.

    ESTRATEGIA METODOLOGICA PARA EL ESTUDIO DE LA BATALLA DE BAECULA:

    CONTRASTACION DEL TERCER ESCENARIO

    Propuesta y desarrollo de la accin

    Antes de acercarnos al territorio era necesario un estudio exhaustivo de las fuentes

    escritas romanas, que fundamentalmente son dos: Polibio y Tito Livio, para, a partir de ellas,

    establecer estrategias adecuadas que nos permitieran seleccionar sitios que cumpliesen lascondiciones estratgicas y topogrficas que dichas fuentes sealan.

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    Una primera condicin a determinar a partir del anlisis de las fuentes consisti en

    establecer la distancia mxima que pudiese existir entre la ciudad de Baeculay el escenario de

    la batalla. Segn las fuentes el ejrcito cartagins se encontrara acampado en las

    proximidades de la ciudad; al llegar el Escipin con sus tropas realiz un primer ataque sobre

    este campamento, ataque con el que lleg a aproximarse a las puertas del mismo. La reaccin

    del general cartagins Asdrbal fue la de desplazar su campamento durante la noche a unaaltura con una explanada en su parte ms alta. Ahora bien,analizando la movilidad de los

    ejrcitos antiguos se lleg a la conclusin de que, en tan slo una noche y aadiendo el

    atenuante de tener que subir a un punto elevado, el ejercito cartagins no podra haberse

    alejado ms de cinco kilmetros de su primera zona de acampada. Este primer dato nos

    permiti delimitar el rea de estudio, en cada uno de los casos, a un crculo con centro en

    el oppidumy un radio de cinco kilmetros.

    Una vez delimitada el rea de estudio comenzaron a realizarse los trabajos de

    aproximacin cartogrfica para determinar sobre la planimetra los casos que podran cumplir

    las condiciones topogrficas. Para determinar cuales eran esas condiciones topogrficas eranecesario recurrir a las fuentes romanas, de las que se puedo extraer que se tratara de un

    cerro que tiene un ro que lo protege por su parte ms abrupta y que tiene su cumbre

    amesetada y protegida por un escollo o ribazo abrupto. Otros elementos que parecen claros

    son una segunda terraza protegida a la vez por un segundo ribazo y un gran llano inclinado

    entre sta y la primera terraza. Por lo tanto en este trabajo de aproximacin cartogrfica habra

    que seleccionar los casos que reuniesen estos requisitos en el rea de cinco kilmetros

    alrededor de cada oppidum elegido para, posteriormente, realizar una prospeccin superficial

    en cada uno de ellos.

    Como ejemplos de esta estrategia metodolgica se recogen aqu tres casos:

    1. beda la Vieja.Al analizar el territorio circundante, llegamos a la conclusin de que

    el cerro con un mayor nmero de condiciones topogrficas para ser el escenario de la batalla

    era el Cerro de Doa Aldonza, situado a un kilmetro y medio de la ciudad ibrica, en el

    trmino municipal de beda. Se realiz una prospeccin superficial de la cima del cerro en la

    que no se constat ningn material que pudiera relacionarse con la presencia de un

    campamento o con el desarrollo de una batalla. As mismo, tras un anlisis topogrfico ms

    riguroso, se observ que las diferentes laderas del cerro no ofrecen terrazas lo suficientemente

    anchas como para desplegar a la caballera nmida y que el ro Guadalquivir quedaba a una

    distancia de casi dos kilmetros, lo que haca difcil que pueda proteger la espalda del

    campamento (Figura 5, Tabla 2).

    2. El Molar.El oppidum est situado en la aldea de El Molar, en la orilla sur del ro

    Guadalquivir, en el trmino municipal de Cazorla. Actualmente se encuentra bajo la citada

    aldea, lo que dificulta las posibilidades de determinar la cronologa del asentamiento, no

    obstante, las pocas evidencias superficiales que se conservan en uno de los extremos del

    ncleo urbano pueden fecharse en el siglo VI a.n.e. Esta cronologa no sera compatible con la

    posibilidad de que sta fuera la ciudad de Baeculapero, ya que no se tena la certeza de que

    el oppidum no estuviese ocupado en el siglo III a.n.e., se opt por incluirlo entre los sitios

    estudiados. El cerro que reuna ms posibilidades en el entorno de cinco kilmetros de

    este oppidum era el Cerro del Gato, situado en el trmino municipal de Peal de Becerro. En

    este cerro se localiza un asentamiento ibrico de ocupacin antigua que en el siglo III a.n.e. no

    estara ocupado. Las condiciones topogrficas coincidan en bastantes puntos con las fuentes,

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    presentando el cerro varias terrazas, un ribazo abrupto y proteccin en su ladera norte por el

    ro Guadalquivir. Se decidi realizar un muestreo superficial de la cima del cerro que no arroj

    resultados positivos que pudieran relacionarse con la existencia de un campamento de la

    Segunda Guerra Pnica. As mismo se realizaron prospecciones selectivas en los Llanos de los

    Fruteros, al sur de El Molar, y en las diferentes cotas que estaban situadas entre el oppidum y

    el Cerro del Gato, en las que tampoco se obtuvieron resultados positivos. Por ltimo,realizamos un muestreo, en forma de transect, con detector de metales en la ladera este del

    Cerro del Gato. Con esta ltima actuacin tampoco se obtuvieron evidencias, lo que nos llev a

    descartar esta localizacin para la batalla (Figura 6, Tabla 3).

    3. Loma del Perro. Se trata de un oppidumsituado en el valle del ro Jandulilla, en el

    trmino municipal de beda. Presenta ocupacin en el siglo IV a.n.e. y su abandono parece

    estar relacionado con la Segunda Guerra Pnica (BELLN et al., 1998). Se realiz una

    prospeccin superficial de varias cotas que verificaban las condiciones topogrficas y

    constatamos que el cerro que ms condiciones cumpla era el Cerro Castillejos, a 2 kms de

    distancia de la Loma del Perro, en la orilla opuesta del ro Jandulilla. El cerro presentabamateriales cuya cronologa podra arrancar desde finales del siglo III a.n.e. Este hecho podra

    relacionarlo con la presencia de un campamento, sin embargo, los resultados del muestreo en

    varias de sus laderas con detector de metales fueron totalmente negativos en este sentido. As

    mismo, un anlisis ms exhaustivo de sus caractersticas fsicas hizo que descartramos la

    posibilidad de que el sitio pudiera ser el campo de batalla, ya que ni la posicin del ro coincide

    con las fuentes ni el cerro presenta el sistema de terrazas que stas describen (Figura 7, Tabla

    4).

    Puesto que la estrategia no haba dado resultado definitivo se plante la posibilidad de

    ampliar la escala en la que se estaba trabajando y pensar ya no en el Guadalquivir como el ro

    al que las fuentes hacen referencia sino en el Guadalimar. Esta reorientacin estratgica seadopt considerando que el contingente de los ejrcitos romano y cartagins exiga unos

    espacios mayores como escenario de batalla. As, con esta ampliacin de escala,

    el oppidum seguira estando en el valle del Guadalquivir y la Loma de beda sera la nica

    formacin de envergadura suficiente como para situar el segundo campamento cartagins en

    altura, pasando a ser el Guadalimar el ro que varios kilmetros ms al norte protegera las

    espaldas de ste. Los dos oppida sobre los que se decidi aplicar esta nueva estrategia fueron

    Gil de Olid, en Puente del Obispo, y Castellones de Mogn, en Mogn. En el caso de Gil de

    Olid el punto en el que podra ajustarse la situacin del campamento es la ciudad de Baeza,

    con lo que el campo de batalla debera de estar en la Cuesta de la Carnicera en la ladera que

    baja de Baeza a Gil de Olid. Fueron realizadas prospecciones superficiales en varios puntos deeste entorno que no arrojaron resultados que puedan asociarse a restos arqueolgicos

    asociados a una batalla. En el caso de Castellones de Mogn, el lugar que con esta escala

    ampliada funcionaba es el cerro en el que hoy est situado Iznatoraf. Cumpla muchas de las

    condiciones topogrficas, como las dos terrazas, la extensin suficiente para un campamento,

    las laderas pronunciadas, el control tanto del Guadalimar como el Guadalquivir..., pero el hecho

    de que en la actualidad sea terreno urbano impidi la prospeccin superficial y una valoracin

    de sus posibilidades.

    Descripcin del Cerro de las Albahacas

    Aceptada la importancia de la escala como elemento a tener en cuenta, se volvieron a

    revisar todos los crculos de 5 kms de cada uno de los oppida que podan tener elementos

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    topogrficos de esta escala superior, ello a la par que se haca otra relectura de la bibliografa

    disponible, particularmente sobre las distribuciones monetales cartaginesas en el Alto

    Guadalquivir. De todo ello se concluy que el sitio que mejor se ajustaba a las condiciones que

    habamos fijado era el Cerro de las Albahacas, en el trmino municipal de Santo Tom, dentro

    del crculo de 5 kms de radio que habamos establec