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Espacio. Tiempo y Forma. S. I. Prehist. y Arqueo!., t. 2, 1989,
pgs. 355-387
Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin funcional de los espacios
CRISTINA GODOY FERNANDEZ '
El inters por la interpretacin de la funcionalidad litrgica de
los distintos mbitos de los prinneros edificios de culto cristiano
nace ya con la misma arqueologa cristiana, cuando, en el siglo
pasado, de la mano de Giuseppe Mardi y Giovanni Battista de Rossi,
empezaron a exhu-marse y a restaurarse los primeros restos de los
antiguos templos cristianos '.
El decurso de esta joven ciencia en decenios posteriores llev a
una proliferacin de los descubrimientos en todas las reas del
antiguo orbe cristiano. Hay que reconocer en este auge la
importancia del papel ju-gado por la Iglesia Romana, tanto en la
realizacin como en el mece-nazgo de numerosas excavaciones
arqueolgicas. Cnit de esta propiciacin eclesistica a la arqueologa
cristiana es la creacin del Isti-tuto Pontificio di Archeologia
Cristiana cuyo magisterio ha irradiado du-rante generaciones en la
formacin de los mejores especialistas.
Esta predisposicin de la iglesia no se cerr nicamente en la
ar-queologa cristiana, sino que se manifest, de forma general, en
el de-
* Universidad de Barcelona. Departannento de Arqueologa
Cristiana. ' Hay que destacar la obra fundamental de G. B. DE
ROSSI, La Roma sotterranea
cristiana. Roma, 1864-1877. que revela el descubrimiento de las
catacumbas y las restau-raciones de los cubicula adecuados para el
culto. Cfr. tambin. P. TESTINI, Le calecombe e gil antichi cimiteri
cnstian in Roma. Bolonia 1966; Id., Archeologia Cristiana. Bari
1980.
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CRISTINA GODOY FERNNDEZ
sarrollo de las ciencias del cristianismo antiguo. Este hecho
hubiera podido propiciar una estrecha colaboracin interdisciplinar,
pero, desgra-ciadamente, el distinto desenvolvimiento de estas
ciencias llevaron por caminos bien diferentes a la arqueologa en su
estudio por los restos materiales de las disciplinas basadas en la
interpretacin de los textos escritos, como la patrstica, la
liturgia y la canonistica, disociacin que, por otra parte, tambin
se ha dejado sentir entre la arqueologa y la historia antigua. Con
el tiempo, la arqueologa cristiana a diferencia del resto de las
ciencias del cristianismo antiguo- fue secularizndose, con lo que
el distanciamiento fue creciendo ms an.
A los ojos de muchos historiadores del cristianismo antiguo, los
tes-timonios arqueolgicos de las primeras comunidades han aparecido
como meros objetos de arte, como consecuencia de esta disociacin.
Su inte-rs puede situarse a medio camino entre una admiracin
reverencial y una posicin de corte un tanto academicista que hacia
de los materiales arqueolgicos a la vez objetos sagrados y piezas
de arte .
Por su parte, los arquelogos han llevado por su cuenta y riesgo
la interpretacin de la funcionalidad litrgica de los monumentos que
iban excavando. Generalmente, y salvo contadas excepciones, la
utilizacin de los textos escritos, sobre todo litrgicos, ha sido en
la mayora de los casos totalmente aleatoria y sin tener en cuenta
la opinin de los espe-cialistas en liturgia, patrstica o legislacin
conciliar .
' No podemos olvidar el peso que tuvo la periodizacin propuesta
por Winckelmann en el transcurso del siglo xviii y el perjuicio
regresivo en el periodo comprendido entre el arte romano y el arte
romnico.
' Entre los estudios de arqueologa cristiana que se han
interesado por la interpretacin de la funcionalidad litrgica de los
espacios tenemos que sealar: J, LASSUS, Sanctuaires Chrliens de
Syrie. Pars 1947; P. LEMERLE, Philippes et la Macdoine Orintale a
lpoque chrtienne el byzanline, Pars 1945, Estudios ms particulares
sobre las pastophoriae como el ya clsico de G. BABIC, Les chapelles
annexes des glises Byzantines. Fonction Iliurgique et programmes
iconographiques, Paris 1969, o el reciente trabajo de G.
DESCOEUDRES, Die Pastophorien im syrobyzantinischen Osten. Eine
Untersuchung zu archilektur und liturgie-geschichtlichen Problemen.
Wiesbaden 1983. Hay que destacar tambin el estudio para Jerusaln de
M. BEN-PECHAT, L'architecture baptismale de la Tee Sainte du IV au
Vil sicle. Etude hislohque, archologique et liturgique. Paris X,
Nanterre 1985. Resulta tambin muy interesante la reciente aportacin
de P. DONCEEL-VOUTE, Les pavements des glises byzantines de la Syne
et du Liban. Dcor. archologie et liturgie, Louvain-la-Neuve, 1988.
El estudio sobre las baslicas dobles de J. P. SODINI - K.
KOLOKOTSAS, Aliki II: La basilique double, Paris 1984. Para
Constantinopla contamos con la obra de T. F. MATHEWS, The Early
churches o Conslantinople: Architecture and Liturgy, Pennsylvania
1980. Para frica con-tamos con los numerosos estudios de N. DUVAL,
del que cabe destacar, Sbeitla et les glises africaines a deux
bsides. Recherches archologiques sur la liturgie chrtienne en
Afrique du Nord, Paris 1971-73; estudio complementado por el de Y.
DUVAL, para el culto de los mrtires, Loca Sanctorum Africae. Le
cuite des martyrs en Afrique du IV au Vil
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin..
Todava tendramos que hacer otras consideraciones sobre la
evolu-cin de la arqueologa cristiana que afectan directamente a la
realizacin de nuestro trabajo. Por diversos motivos, entre los que
cabe contar que surgi al amparo de los crculos eclesisticos, la
arqueologa cristiana empez a disociarse de los progresos
conseguidos por la arqueologa clsica, quedndose considerablemente
rezagada con respecto a sta. El adelanto cientfico que supuso la
aplicacin de los mtodos estratigrficos a la arqueologa clsica y el
estudio de los materiales cermicos no tuvo la misma acogida entre
los arquelogos del primitivo cristianismo". La adopcin de las
nuevas metodologas cientficas por la arqueologa cris-tiana es un
fenmeno muy reciente por no decir contemporneo. Este hecho
determina sobremanera el estudio evolutivo cronolgico de las
ba-slicas cristianas, por cuanto la mayora de ellas han sido
excavadas con una metodologa deficitaria, habindose perdido
definitivamente los argu-mentos que hubieran podido permitir
cualquier apreciacin diacrnica en la evolucin de esos primeros
edificios de culto. Como se suele decir, el excavar es como ir
arrancando las pginas de un libro que slo puede leer el excavador.
A pesar de la irreversibilidad del proceso, cabe reca-pacitar sobre
la posibilidad de la re-excavacin de monumentos exhu-mados de
antiguo para agotar las posibilidades del yacimiento, o, cuando
menos, obtener un buen alzado planimtrico acorde con las nuevas
tec-nologas.
Por muy desoladoras que puedan parecer estas apreciaciones,
cree-mos responde a una valoracin real ante la cual no podemos
mostrarnos negligentes. A menudo una misma baslica presenta unas
remodelacio-nes que parecen obedecer conscientemente a un cambio en
los rituales litrgicos. Si estos cambios y refacciones del espacio
interior de las ba-slicas no han podido ser perfilados
cronolgicamente a travs de la ar-queologa; cmo entonces podremos
aplicarle un texto contemporneo si desconocemos el momento en que
se llevaron a cabo tales remodela-ciones? Son planteamientos
importantes que deben influir en el futuro de las nuevas
generaciones de arquelogos del antiguo cristianismo.
sicle. Roma 1982. Para Hispania tenemos que citar la obra de T.
ULBERT. Frchristliche Basiliken mit Doppelapsiden auf der
Iberischen Halbinsel. Studien zur Archilektur und
Liturgiegeschichte. Berln 1978; o los estudios de L. CABALLERO, de
los que cabe destacar; La iglesia y el monasterio visigodo de Sania
Mara de Melgue (Toledo). Argueologia y Arguitectura. San Pedro de
la Mata y Santa Comba de Bande. Madrid 1980, Y el reciente estudio
de L. OLMO, Arquitectura religiosa y organizacin litrgica en poca
visigoda. La baslica de Recpolis. AEA. 61 (1981), pgs, 157-178,
^ Ctr, P, TESTINI. LArcheologia Cristiana quale disciplina
oggi?, Atli del V Congresso Nazionale di Archeologia Cristiana,
(setiembre 1979). Viella-Roma 1982,
357
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CRISTINA GODOY FERNANDEZ
Por una simple intuicin podemos saber que la funcionalidad de
los espacios sacros responden a necesidades de tipo litrgico. Pero
antes de seguir adelante en esta reflexin sobre arquitectura
cristiana y liturgia querramos establecer unas normas para la
definicin y distincin de los diferentes espacios que constituyen un
complejo eclesistico, por quebra-diza que pueda resultar en
ocasiones la fijacin de cualquier tipo de reglas.
En primer lugar, hay que distinguir entre los espacios fsicos y
las actividades que en ellos se desarrollan, la funcionalidad que
se les atri-buye. Es corriente el confusionismo entre los
arquelogos al designar las diferentes partes de una iglesia
utilizando indiscriminadamente trminos puramente litrgicos de uso
del espacio fsico para indicar ambientes genuinamente
arquitectnicos.
El espacio arquitectnico" es el escenario fsico de la iglesia
con sus distintas partes constitutivas: los prticos, los pies de la
baslica, las naves y el bside. No siempre el emplazamiento del
mobiliario litrgico que indica la utilizacin ritual de los mbitos
es uniforme, sino que vara segn las diferentes reas geogrficas del
orbe cristiano en conso-nancia a unas tradiciones en los usos
litrgicos. As, por ejemplo, no podemos llamar nunca presbytehum al
bside de una baslica por muy corriente que sea la localizacin de
este ambiente litrgico en la cabecera de las iglesias de la regin
donde trabajemos porque estamos desig-nando con un concepto de
funcionalidad litrgica un espacio fsico arqui-tectnico. El trmino
presbyterum constituye un uso litrgico parcial del bside de las
iglesias, ya que, cuando el bside desempea esta funcio-nalidad,
incluye, adems, la cathedra o trono episcopal. Cabe asimismo la
posibilidad de que el altar se situ tambin dentro del bside, con lo
que tendramos la ubicacin de otro espacio litrgico el sanctuarium
dentro del mismo espacio arquitectnico.
De todo esto se desprende ya el concepto del espacio litrgico,
aunque resulta difcil establecer unas normas rgidas definitorias.
En prin-cipio diremos que se considera espacio litrgico al
escenario donde se realizaban las celebraciones relacionadas con
los sacramentos de la re-ligin cristiana. De estos sacramentos, ios
ms importantes que requieren la adecuacin de un espacio ad hoc son
la synaxis eucarstica y el bau-tismo, cosa que afecta directamente
a la arqueologa cristiana, puesto que existe un mobiliario litrgico
caracterstico altares, canceles, pisci-
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin...
as bautismales, etc. que indica la funcionalidad litrgica de
estos am-bientes.
En general, podemos decir que el espacio litrgico lo constituye
la baslica en s con su sanctuarium y quadratum populi como espacio
reservado a la celebracin de los misterios y mbito reservado a los
fieles y el baptisterio, siempre individualizado del espacio
litrgico eu-carstico.
Pero las cosas no resultan tan sencillas. Sabemos tambin de la
utilizacin de estos espacios litrgicos para actividades seculares.
Un ejemplo muy elocuente es la celebracin de concilios eclesisticos
en el interior de las iglesias, una ceremonia secular que, si tena
cabida en un espacio sacro, es porque se consideraba que la
presidencia real de estas asambleas episcopales la ejerca Dios . A
pesar de ello, no podemos considerar la celebracin de los concilios
como una ceremonia litrgica, en todo caso, una actividad
paralitrgica con claras connotaciones religio-sas que se realizaba
aunque no siempre en un espacio litrgico por antonomasia como es la
baslica.
Junto a la secularizacin de estos espacios litrgicos, tenemos
tam-bin el caso contrario, el de la sacralizacin de los espacios
profanos. Existen numerosos ejemplos de este fenmeno, pero slo
citaremos al-gunos de ellos. Uno es el uso de los prticos,
claustros o plazas situadas ante las iglesias en la vigilia pascual
durante la celebracin solemne del lucernario en el que se enciende
el cirio pascual, ritual de una extraordi-naria antigedad acompaado
de un boato litrgico muy solemne . Tam-bin en los prticos de las
iglesias se hacan algunos ceremoniales en relacin con los
competentes o candidatos al bautismo.
Otro ejemplo altamente ilustrativo de la sacralizacin de los
espacios mundanos lo constituyen las procesiones, cuyo carcter
litrgico era aun ms manifiesto en la antigedad que las que
conocemos hoy en da al
'' Cfr. C. GoDOY, El escenario arquitectnico de la celebracin de
los concilios tiispano-visigodos, presentando al Congreso en
conmemoracin del xiv Centenario del III Concilio de Toledo
(589-1989) (en prensa).
^ La ceremonia del lucernario tiene un origen tiierosolimitano.
Cfr. J. R. BERNAL, Lec-turas y oraciones en la Vigilia Pascual
Hispnica, Hspanla Sacra, 17, (1964), pags. 283-347. Tambin J.
FONTAINE, Posie et liturgie. Sur la symbolique criptique des
luminaires, de Prudence Isidore de Seville, Eludes sur la posie
latine tardive d'Ausone Prudence Recuell de Travaux. Paris 1980,
pgs. 184-212.
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CRISTINA GODOY FERNNDEZ
haber arraigado en la idiosincrasia etnolgica de los pueblos. En
efecto, en las procesiones de la antigedad tarda, del periodo
paleobizantino y de poca visigtica el carcter litrgico vena marcado
por la presencia de cruces procesionales, los Evangelios y la
Sagrada Eucarista simboli-zando la presencia real de Cristo, adems
de las reliquias de los mrtires '. Es un concepto
religioso-litrgico de raz oriental conocido con el nombre de
hetoimasia que cuaj rpidamente en el pars occidentis del Imperio.
En Hispania contamos con un texto muy instructivo sobre las
solemnidades procesionales en la ciudad de Mrida, las Vitas
Sanctorum Patrum Emeritensium ''.
Por ltimo tendramos que delimitar la significacin de otro
concepto, el del espacio religioso no litrgico. Se trata de
ambientes situados junto a las baslicas, formando parte del mismo
complejo eclesistico, pero utilizados para fines seculares. El
ejemplo ms clarificador que se nos ocurre es el del palacio
episcopal cuya ubicacin suele ser prxima a la catedral. Debemos
considerar tambin otras dependencias muchas veces yuxtapuestas a la
misma iglesia dedicadas a actividades profa-nas de la propia
parroquia como almacenes, bodegas, etc. Otro ejemplo muy
ilustrativo es la localizacin prxima a la iglesia de salas de
audien-cia o recepcin dedicadas a funciones judiciales como las
desempeadas por el obispo [episcopalis audientia), y que en los
textos como hemos demostrado recientemente se conoce con el nombre
de secretarium .
Todas estas actividades son de carcter religioso, pero no
litrgico, por lo que determinan la funcionalidad de un espacio
claramente diferen-ciado del espacio litrgico y que podemos definir
como espacio reli-gioso.
Sabemos por el canon 5 del III Concilio de Braga del 675 que era
costumbre llevar las reliquias de los mrtires en procesin en un
arca a espaldas de los diconos, repro-bando la presuncin de muchos
obispos que se las colgaban del cuello; De damnata prae-sumplione
quorundam episcoporum qui in festivitatibus martyrum ad ecclesiam
procedentes appensis eolio reliquis ab albatis diaconibus in
sellulis vehuntur, J. VIVES, Concilios visigti-cos e
hispano-romanos. Barcelona-Madrid, 1963, pgs. 377-378.
" Las descripciones de las procesiones en las VSPE nos revelan
la pompa y la mag-nificencia de los obispos, comparndolos al propio
monarca, referindose a Masona dice: Ita nimirum temporibus eius
ditati sunt ut in diem sacratissimum paschae quum ad eccle-siam
procederet, plurimi pueri clmides olosericas induentes coram eo
quasi coram rege incederent et, quod his temporibus nullus poterat
nullus praesumebat, huius indumentis amicti ante eum debito
deferentes obsequium pergerent VSPE, (V. 3, 11-12) ed. J. GARVN.
The Vitas sanctorum Patrum Emeritensium, Washington 1946, pg. 196.
La hetoimasia supone la entronizacin de los Evangelios, bien sea
sobre un trono vaco o sobre el mismo altar; cfr. O. DEMUS,
Byzantine Mosaic decoralion. Aspects of Monumental Art in
Byzantium, New Rochelle-Nueva York 1976.
'' Supra, nota 5.
360
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin...
La construccin de las baslicas cristianas de los primeros siglos
si-gue unas pautas o patrones que responden a unas exigencias del
culto, a unas necesidades litrgicas. Una simple revisin de los
catlogos de las iglesias excavadas muestra, sin embargo, la gran
heterogeneidad existente en la distinta disposicin de los espacios
litrgicos de estos edificios, heterogeneidad manifiesta no slo en
la evolucin diacrnica de estas baslicas sino tambin entre las
distintas reas geogrficas del orbe cristiano. La explicacin a este
fenmeno debe buscarse en las distintas tradiciones seguidas por
cada comunidad.
En efecto, hablar de liturgia en relacin con la arquitectura
cristiana resulta del todo incorrecto. Es ms propio el trmino
tradiciones o usos litrgicos, un plural mucho ms acorde con la
realidad variopinta que presentan los restos de los antiguos
edificios de culto descubiertos hasta nuestros das.
Pero esta heterogeneidad en la disposicin de los espacios
litrgicos de los restos arqueolgicos y de la cual inferimos la
existencia de distin-tas necesidades del culto en la diversas zonas
geogrficas exigencias cambiantes tambin con el paso de los aos se
hace muy difcil de reseguir a travs de los textos escritos. La
utilizacin arqueolgica de los textos litrgicos es una tarea muy
delicada que requiere un conocimiento previo y una metodologa de
trabajo especifica sobre la que vale la pena que nos
detengamos.
La liturgia, en todas sus tradiciones, est constituida por tres
elemen-tos: esquemas de celebracin, textos u oraciones propiamente
dichos y rbricas. Por norma general, diremos que las comunidades de
los pri-meros aos de la era cristiana aun no haban establecido unos
usos u ordines especficos. Las frmulas litrgicas fueron apareciendo
y gestn-dose con la extensin misma del cristianismo, primero con
rituales bas-tante sencillos que fueron enriquecindose con el paso
del tiempo. Grosso modo podemos decir que la organizacin del rito
de la misa que, a grandes rasgos, coincide en todas las tradiciones
litrgicas, es el nico resto fsil de lo que debi ser el primer
intento de sistematizacin litr-gica, como arquetipo o punto de
partida del cual, en su evolucin, fueron diversificndose las
distintas familias litrgicas '.
' L. DucHESNE, Les origines du cuite clirtien. Etude sur la
liturgie latine avant Char-lemagne. Pars 1898. T. KLAUSER. Petite
histonre de la liturgie accidntale, Pars 1956. M, RiGUETTi,
Historia de la Liturgia. Madrid 1955.
361
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CRISTINA GODOY FERNANDEZ
Qu tipo de informacin puede sustraer el arquelogo de los textos
litrgicos? Evidentemente todos aquellos datos que hagan referencia
a las circunstancias de lugar donde se realizaba el culto, bien sea
por alusiones directas a las formas o distribuciones espaciales,
bien sea por referencias indirectas sobre la disposicin de los
celebrantes y de los fieles que nos puedan llevar a inferir la
estructura espacial del escenario donde tenan lugar las
ceremonias.
De los tres elementos constitutivos de la liturgia, el que ms se
ajusta a estas necesidades, a esta perspectiva arqueolgica, es el
cuerpo de las rbricas. Las rbricas concretan el ceremonial externo
que han de seguir los ministros del culto: los gestos, los
desplazamientos y las procesiones, un guin ms o menos completo con
numerosas bases para hacernos una idea del cuadro escnico donde se
desarrollaba el culto " .
Para la utilizacin del cuerpo de las rbricas debemos hacer, sin
embargo, un llamamiento a la prudencia. Este es el elemento de la
litur-gia ms flexible y sujeto a cambios de los tres, por estar ms
a mano del oficiante, al toque personal de cada uno de ellos y a
las modas. Es tambin el cuerpo de las rbricas el ms tardo, siendo
normalmente escrito en el momento en que un rito litrgico,
surgiendo de la iglesia que lo haba creado, se impona en otra
iglesia por razones de orden poltico o eclesistico. Esto quiere
decir que podemos tener un texto de una antigedad extraordinaria
cuyas rbricas lo que realmente nos interesa a la hora de
interpretar la funcionalidad espacial de los monumentos hayan ido
renovndose en una adaptacin a las nuevas costumbres y a los nuevos
espacios dedicados al culto.
Los liturgistas admiten en general que los ordines ms antiguos
de todas las tradiciones litrgicas son los correspondientes a las
grandes solemnidades como Navidad, Epifana, Pascua y Pentecosts, y,
en par-ticular aquellas que contemplan un oficio vespertino y
nocturno, sobre todo, la vigilia pascual ^ Este hecho tiene una
explicacin lgica: son festividades que solamente se celebran una
vez al ao, por lo que, ya desde el momento en que se inici la
sistematizacin de sus ceremonias y formularios, se hizo inminente
la necesidad de ponerlos por escrito en
" M. S. GROS, "Utilitzaci arqueolgica de la liturgia hispana.
Possibilitats i lmits, // Reuni d'Arqueologia Cristiana Hispnica.
(Montserrat, 1978), Barcelona 1982, og. 147-167.
' La vigilia pascual es un oficio nocturno de una gran
antigedad, sus lecturas contie-nen todo el contenido
litrglco-sacramental de la iconografa paleocristiana; cfr. A. G.
MAR TiMORT. "L' iconographiie des catecombes et la catchse antige,
Rivista di Archeologia Cristiana, 25, (1949), pgs. 105-114. Cfr.
tambin J. BERNAL, articulo citado.
362
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin...
libelli que eran entregados a los responsables de las
parroquias. No solo la celebracin anual de estas festividades llev
a la cristalizacin escrita de estos ordines, sino que la
complejidad ritual de estas grandes cere-monias la hacia
imprescindible. Este es el caso, por ejemplo, de la vigilia solemne
de Pascua, en la que, adems de celebrarse la resurreccin de nuestro
Seor Jesucristo, tena lugar la admisin de nuevos miembros en la
comunidad a travs de los sacramentos de la iniciacin cristiana: el
bautismo, la confirmacin y la primera comunin, todo ello acompaado
de una gran solemnidad ritual '*.
La evolucin de los ordines litrgicos es una evolucin orgnica,
crece y se desenvuelve sobre unos modelos preexistentes. Su
elabora-cin se efecta a menudo con centones, pedazos o fragmentos
de un lado y de otro que llevan a nuevas frmulas, aadidos, etc. Su
desarrollo es comparable al del derecrio, donde, a un fondo antiguo
legislativo, se van aadiendo nuevas normativas, adaptndose a las
necesidades de cada poca '^ El resultado final es la suma de
aportaciones diacrnicas que configuran el grueso del cuerpo legal.
Para desgajar y poder datar esas leyes es necesario ser un
especialista en el derecho de las diferen-tes pocas. De igual
manera, para diferenciar la antigedad de los ritua-les litrgicos,
se requiere una preparacin en la materia, propia de los
liturgistas.
Cabe tener en cuenta, adems, que los vehculos de transmisin de
las tradiciones litrgicas antiguas son muy tardos, generalmente
carolin-gios y medievales. Estos corpora como ya hemos sealado no
dife-rencian las partes antiguas de las ms modernas, sino que
constituyen, en la mayora de los casos, una recopilacin de los
libelli de las diferen-tes festividades, suprimiendo aquello que
encontraban obsoleto y aa-diendo lo necesario para obtener un ordo
renovado que garantizara la validez en el momento en que se llevaba
a cabo esta recompilacin.
El lector se preguntar desconcertado; cules son entonces los
cri-terios para dilucidar la antigedad de los ritos en unos textos
litrgicos contenidos en manuscritos medievales?
'-' C. GoDOY, Baptisterios hispnicos: Arqueologa y Liturgia,
Tesis de Licenciatura, Uni-versidad de Barcelona. 1985. A. HAMMAN,
El Bautismo y la Confirmacin, Barcelona 1982.
" Para esta cuestin cfr. la obra indispensable de J. FONTAINE,
Isidore de Sville et la culture classique dans l'Espagne
Wisigothique, Pars 1955; M. C. DAZ Y DAZ, La cultura de la Espaa
Visigtica del siglo Vil, V Sett. Stud. Alt. Medioev., Spoleto 1958,
pg. 813-844.
363
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CRISTINA GODOY FERNNDEZ
Esta tarea permtasenos la comparacin es comparable a la de una
excavacin arqueolgica. Los estratos constituyen las diferentes
aportaciones temporales a la configuracin final casi siempre
medie-val del ordo. Pero, a diferencia de la arqueologa, la
liturgia no cuenta con esos vestigios materiales bien
sistematizados que permiten al buen excavador efectuar un estudio
evolutivo del yacimiento en el que trabaja, sino que todos los
elementos se hallan sobre el mismo plano.
La metodologa de trabajo que proponemos el nico sistema que
creemos sensato para la datacin de esos estratos antiguos de las
tradiciones litrgicas es la comparacin con testimonios escritos
bien fe-chados, bien sean de carcter patristico o de legislacin
conciliar. La nica manera correcta y segura de datar los rituales
contenidos en un manuscrito litrgico es encontrar un texto de algn
Padre de la Iglesia o de algn concilio que nos permita retrollevar
la celebracin de ese ritual en un espacio litrgico concreto a los
primeros siglos del cristia-nismo, contemporizando de esta manera
los monumentos y los textos, la arquitectura y la liturgia ' .
Hasta qu punto resulta vlido este mtodo de datacin? Somos
conscientes de que el sistema presenta sus ventajas y sus
inconvenien-tes. Como ventaja ms destacable cabe resaltar la
absoluta seguridad que ofrece al compararlo con testimonios
escritos bien fechados a la hora de reconstruir los arquetipos de
las antiguas ceremonias litrgicas.
Frente a esto son, sin embargo, muchos los inconvenientes con
ios que nos encontramos. En primer lugar, habremos de tener en
cuenta el factor del azar. Cabe la posibilidad de que un ritual
contenido en un texto litrgico medieval se realizara ya en poca
antigua, pero que, al no haber llamado la atencin de ningn escritor
antiguo ni haber sido causa de litigio en ninguna asamblea
conciliar, sea muy difcil demostrar el ar-casmo de este uso. Poco
puede hacerse a este respecto desde un punto de vista estrictamente
cientfico. Pero aqu puede entrar en juego la intui-cin, cosa que no
tiene por qu ser necesariamente perjudicial. La cons-tatacin
arqueolgica, por ejemplo, de algunas instalaciones de espacios
litrgicos especficos para la realizacin de determinados rituales de
los cuales no tengamos prueba escrita alguna de su antigedad puede
considerarse como argumento suficiente para demostrar la
coetaneidad del rito con los restos monumentales, siempre y cuando
stos estn bien
'' Queremos agradecer desde aqui las enseanzas que M. S. Gros
nos ha ofrecido en la Facultad de Teologa de Barcelona para
elaborar esta metodologa de trabajo con los textos litrgicos y los
monumentos.
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin...
fechados arqueolgicamente. De esta manera la arqueologa puede,
en este aspecto, auxiliar las diferencias de la liturgia,
afianzando la interre-lacin interdisciplinar de dos ciencias que
interrogan un mismo sujeto.
Tampoco puede olvidarse otro inconveniente importante de este
pro-cedimiento que proponemos consecuencia tambin del azar en esta
reflexin sobre arquitectura cristiana y liturgia. Realmente las
tradiciones litrgicas que se han preservado hasta nuestros das
hacen justicia a los particularismos de las distintas comunidades,
de las que se nos han con-servado, por contra, los restos de unas
iglesias con una personalidad propia? Hay que tener en cuenta que,
por motivos de poltica eclesistica y de prestigio, muchos de los
usos particulares de comunidades minori-tarias, que desarrollaron
en su tiempo una edilicia cultural propia, fueron engullidos por
las grandes tradiciones litrgicas. Los dos ejemplos tpicos de
imposicin de usos litrgicos son el de la liturgia bizantina y el de
la liturgia romana * . A estas imposiciones sucede, como es lgico,
la pr-dida de las costumbres litrgicas propias y anteriores, y, en
algunos ca-sos, la desaparicin tambin de los libros que
contemplaban estos ordines, o la mezcla de las dos tradiciones.
Este hecho es de una trascendental importancia para la
arqueologa por cuanto podemos encontrar zonas con iglesias que
presenten unas caractersticas especficas que permitan
individualizarlas por grupos; pero, por el contrario, que no
contemos con ningn testimonio escrito que nos lleve a la
reconstruccin de esas antiguas costumbres rituales para la
interpretacin de esos ambientes litrgicos. En todo caso el
historiador sabr como valorar estos argumentos ex silentio.
Por lo que se refiere a las rbricas, son precisamente stas las
ms susceptibles de contaminarse de estas tradiciones litrgicas y,
como quiera que son los elementos ms tiles para la interpretacin
funcional de los restos arqueolgicos por ser prolijas en alusiones
espaciales, queremos reiterar de nuevo un llamamiento a la
prudencia " .
Todas estas reflexiones y planteamientos no pueden quedarse al
margen de ningn estudio que pretenda cotejar los restos
monumentales de la antigua arquitectura cristiana con los
testimonios escritos de las tradiciones litrgicas.
" Para esta cuestin, cfr. las obras de L. DUCHESNE y T. KLAUSER,
citadas. " Lgicamente las rbricas, al describir el desarrollo fsico
de las ceremonias, se adap-
tan rpidamente a los nuevos escenarios litrgicos y, por lo
tanto, al espacio interno de la baslica.
365
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CRISTINA GODOY FERNANDEZ
Vamos a realizar ahora un periplo por las antiguas tierras del
imperio occidental, detenindonos en los pormenores de la adecuacin
de los diferentes ordines litrgicos con los restos de las baslicas
de cada una de sus provincias.
TRADICIONES OCCIDENTALES
A) frica
El territorio que configuraba las antiguas provincias romanas de
frica del Norte ha obsequiado a la arqueologa con un extenso nmero
de restos monumentales de diversas pocas: fnico-pnica, romana y
tambin cristiana. La cantidad de complejos eclesisticos exhumados
en frica del Norte supera con mucho el resto de las provincias
eclesisticas del occidente mediterrneo (alrededor de 300 baslicas,
segn cmputo reciente de Isabelle Guy '"). Este hecho no debe
interpretarse como sm-bolo de una extraordinaria riqueza de estas
provincias africanas en com-paracin con el resto del territorio de
la pars occidentis del Imperio, sino como fruto del azar que, en
este caso, ha desafiado a los avatares del paso del tiempo.
Tambin existe una explicacin lgica a esta excepcional
preserva-cin de ios restos arquitectnicos romanos y tardorromanos
en frica del Norte. La ocupacin romana de estas provincias cuya
poblacin era en su mayora nmada supuso la creacin y transposicin de
una red urbana, inexistente hasta entonces, creando ciudades de
nueva planta ' . La llegada del Islam a estos territorios tambin
con una civilizacin urbana conserv algunos de estos ncleos urbanos,
pero la mayora fueron abandonados y despoblados hasta nuestros das.
La ausencia de continuidad en la ocupacin de esas ciudades ha
favorecido que se con-servaran casi intactas hasta hoy, sufriendo
nicamente la degradacin
'" En su tesis doctoral defendida en la Sorbonne, (Paris IV),
bajo la direccin de N. Duval, que publicar prximamente.
" P. A. FEVRIER, Notes sur le dveloppement urbain en Afrique du
Nord. Les exem-ples compares de Djemlla et de Stif, Cahiers
Archologiques. (1964), pgs, 1-47. J. LASSUS, Adaptation de
l'Afrlque lurbanlsme romain, VIII Congrs International
d'Archo-logie Classique, Pars 1965, pg. 245-259.
366
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin.
que cualquier monumento en ruinas padece al ser utilizado como
cantera de piedras.
Por desgracia, este ingente nmero de monumentos favorece ms los
intereses de los ministerios de turismo de estos pases que a las
necesidades de la ciencia arqueolgica. En efecto, no podemos decir
que en este caso la calidad del conocimiento arqueolgico pueda
equipararse a la cantidad.
La mayora de las excavaciones de esta zona se efectuaron hace
aos, sin tener en cuenta las ventajas que ofrecen hoy en da las
nuevas tecnologas aplicadas a una buena metodologa arqueolgica.
Cabe des-tacar, sin embargo, la importancia del papel desempeado
por las misio-nes francesas e italianas en estas tierras que
primero fueron colonias y luego protectorados ^. A pesar de todo,
hoy en da, se llevan a cabo buenas excavaciones en algunos
yacimientos, entre los que cabe desta-car por su seriedad la labor
de la Universidad de Michigan en Car-tago, por ejemplo ^'.
Todo esto nos presenta una realidad arqueolgica bastante
desola-dora por lo general y salvo algunas excepciones en lo que
concierne a la datacin de la construccin y evolucin de estas
iglesias africanas. La decepcin es tanto mayor cunto la mayora de
estas baslicas pre-sentan interesantes remodelaciones en sus
espacios litrgicos, cambios que en su mayor parte no han podido ser
fechados cientficamente. Al-gunos autores han puesto en relacin
esas reformas con la imposicin de un nuevo rito litrgico en estas
provincias, imposicin que han identi-ficado con la llegada de los
bizantinos en tiempos de Justiniano ^ . Se ha de ser extremadamente
prudente, sobre todo, cuando no tenemos cer-teza alguna del momento
en que se hicieron tales reformas y ms aun cuando se desconocen las
particularidades del rito bizantino-africano de mediados del siglo
vi y se ignora casi por completo en qu consistan los ordines
africanos anteriores al desembarco justinianeo.
" Cabe destacar las intervenciones francesas en Tnez y Argelia y
las italianas en Libia.
' Los trabajos de excavacin efectuados por la Universidad de
Micfiigan en Cartago se ven complementados por la publicacin de sus
trabajos en una sene de monografas, entre el Institu d'Archologie
et d'Art tunecino, las American schools of Oriental Research y la
propia Universidad de Micfigan.
' N. DuvAL, Sbeitla.., obra citada. La llegada de los bizantinos
al norte de frica fue una ocupacin militar. El ejrcito debia
acompaarse de capellanes castrenses y las basli-cas construidas
para seguir el rito bizantino deban ser contadisimas, como la del
praesi-dium de Timgad.
367
-
CRISTINA GODOY FERNANDEZ
S, este es el drama de las provincias africanas. Todo lo
generoso que ha sido el destino en la conservacin de sus monumentos
ha sido parco en la preservacin de sus tradiciones litrgicas.
Primero la llegada de los vndalos, despus la de los bizantinos y
finalmente la conquista rabe del frica del Norte llev a una extrema
inestabilidad a la iglesia de estas provincias, con numerosas
huidas y exilios, tanto de personajes ilustres, como de comunidades
monsticas enteras. Sea por este motivo o por otros, el caso es que
no se nos han conservado los libros litrgicos de la tradicin
africana, quizs extraviados en tales huidas o finalmente diluidos
entre los ordines de las provincias eclesisticas vecinas *.
Tan solo nos ha llegado los restos muy fragmentarios de un
salterio y fragmentos de un leccionario de la misa y de un
antifonario todos ya del siglo ix que no resultan de gran utilidad
para la interpretacin de la funcionalidad de los espacios litrgicos
de las baslicas africanas ^^ Los nicos textos escritos que pueden
servirnos para este propsito son las obras de los Padres de la
Iglesia afhcana, entre los que cabe destacar a Tertuliano, Cipriano
y San Agustn, teniendo en cuenta la distancia cro-nolgica que
separa sus testimonios para poder efectuar esa sincroniza-cin entre
stos y los monumentos. Contamos tambin con una coleccin importante
de concilios eclesisticos de estas provincias con abundantes
referencias a los usos y espacios litrgicos. Eso es todo.
B) Gallas
La riqueza monumental de las Gallas no puede equipararse ni con
muchos a la de las tierras africanas, pero sin duda debi de ser de
una importancia nada desdeable a juzgar por la situacin de la
prefectura del pretorio en Arles. A pesar de no ser muy numerosos
los yacimientos de poca paleocristiana, merovingia y franca, el
vecino territorio francs cuenta con bastantes excavaciones urbanas
de antiguos edificios de culto, cosa que la distingue de otras
provincias occidentales ^^ Cabe des-
" Leovigildo acogi a clrigos catlicos africanos, como el abad
Nanctus a quien pro-porcion tierras para que instalara su comunidad
(VSPE, III, 2, ed. J. GARVN, obra citada, pg, 156-157), o el abad
Donatus que fund el Monasterium Seruilanum entre el 560 y el 570
(Ildefonso DE TOLEDO, Lber de Vins illustnbus. IV, PL 96, col.
200),
- Para la liturgia africana, cfr. K. GAMBER, Cdices litugici
latini antiquiores. Freiburg, 1968, pgs. 29-55. W. C. BISHOP, Tfie
African Rite, Journal of Theological Studies. 13, (1911-12), pags.
250-277.
^' Destacan las ciudades de Arles, Marsella. Lyon, Grenoble,
Vienne, etc.
368
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin...
tacar, en este sentido, la reciente publicacin de un estudio
realizado por un macroequipo sobre la topografa cristiana de las
Galias en el que se ha realizado un esfuerzo por adecuar y
complementar los restos arqueo-lgicos con las fuentes escritas
^^.
Para lo que aqu nos interesa, de la interpretacin de los
espacios litrgicos de las iglesias de las Galias, disponemos de
documentacin propia sobre el rito galicano, cuya peculiaridad
requiere que nos deten-gamos un momento.
El rito galicano fue adquiriendo una personalidad propia desde
los mismos albores del cristianismo. Sabemos, por Ireneo de Lyon,
de la existencia de comunidades perfectamente organizadas a
mediados del siglo II, en los que se ha podido rastrear una cierta
influencia oriental ^\ Este influjo de las liturgias que se iban
formando en el este del imperio no desapareci con el paso del
tiempo, sino que, ms bien al contrario, este contacto fue
considerable durante finales del siglo iv y la primera mitad del
siglo v. A partir del 450 estas relaciones con el otro extremo del
Mediterrneo, precisamente durante el control vndalo del frica del
Norte contrariamente a como siempre se haba credo, se
incremen-taron notoriamente, empezndose a apagar a partir del
primer decenio del siglo vi para acabar desapareciendo casi por
completo con la ingeren-cia justinianea de la renouatio imperii en
Occidente. A esta conclusin se ha llegado no slo por el estudio de
los contactos eclesisticos, sino tambin por estudios en relacin con
el comercio y la cermica, as como tambin por la investigacin de la
circulacin monetaria ^^
El conocimiento que tenemos de la liturgia galicana es, sin
embargo, muy fragmentario. Su temprana erradicacin como
consecuencia de la poltica eclesistica de Garlomagno y de Alcuino
de York, y la imposicin de la liturgia romana en torno al 800
provoc en unos casos su prdida total y en otros un curioso
sincretismo de usos litrgicos que dio lugar al rito conocido con el
nombre de romano-franco ^ . Este ltimo rito puede
' La Topographie des cils de la Gaule des origines a la fin du
Vil sicle, Centre de Recherche sur l'Antlquit Tardive et le Moyen
Age, Pars 1975-1986.
" Cfr. P. F. BEATRICE, La lavanda del piedi. Contributo alia
storia delle anliche lilurgie cristiane, Roma 1983.
Cfr. las contribuciones de J. M. GURT-T. MAROT, Models de
circulado monetaria a les Balears (Pollentia i Fornells: una qesti
arqueolgica): F. TUSET, Les cermiques fines de Fornells en el
context de la Mediterrnia Occidental: y C. GODOY, El sincretismo
litrgico oriental en la Galla mediterrnea durante los siglos v y
vi, a la 111 Reuni d'Arqueologia Cristiana Hispnica (Mahn,
septiembre de 1988), en prensa.
" L. DuCHESNE, Origines du cuite cfirtien, obra citada, pg. 208
y ss. M. RIGHETTI,
369
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CRISTINA GODOY FERNANDEZ
presentar algunos ceremoniales arcaicos estratificados que, para
poder-los datar con seguridad, no nos queda ms remedio que recurrir
a testi-monios patrsticos o conciliares que permitan retrasar su
datacin, la cual, como hemos sealado, ha de considerarse hacia el
800.
Otro camino para poder individualizar esos usos antiguos que
cons-tituyen el rito galicano puede ser el conocer perfectamente la
tradicin romana cosa que es posible, como veremos en el momento de
su imposicin en las Galias en poca carolingia. De esta manera, por
com-paracin, puede excluirse todo lo romano y delimitar los usos
especial-mente arcaicos. Esta va es, no obstante, un tanto
peligrosa por cuanto pudieron existir rituales anlogos en una y
otra provincia eclesistica, en poca tardorromana o franca, cosa que
slo podremos demostrar a tra-vs de la patrstica y la legislacin
conciliar ^.
En cuanto a los libros litrgicos conservados del rito galicano
conta-mos con los restos muy fragmentarios de un sacramentario, el
conocido como Sacramentario de Munich, fechable, segn los
especialistas ca. el 650. Su parquedad en rbricas hace que este
manuscrito no nos sea de gran utilidad para la interpretacin
arqueolgica de los espacios litrgicos ^'.
Disponemos asimismo de dos misales del rito galicano el Missale
Gallicanum Vetus y el Missale Gothicum y de un leccionario, el
Leccio-nario de Luxeil. El Misal de Bobbio contiene una mezcla del
rito galicano-romano y que puede ponerse en relacin con la llegada
de San Colum-bano y sus monjes al norte de Italia. Las rbricas de
estas fuentes litr-gicas deben fecharse con prudencia por
comparacin con textos bien fechados ^^
i-listona de la Liturgia, vol. I, Madrid 1955, pgs. 137-160, A.
A. KING, Liturgies anciennes. Pars 1961.
* L. DuCHESNE, obra citada, pg. 208 y ss. " A. DOLD-L.
EIZENHOFER, Das Irische Palimsestsakramentar im CLM 14429 der
Slaats-
bibliothek Mnchen. Beuron 1964. Cfr. tambin las interesantes
aportaciones de M. S. GROS, Notes sobre les oracions "Post nomina
recitata" i 'Collectio sequitur' del sacramentari galilea CLM
Mnchen 14429, Revista Catalana de Teologa, 9 (1984), pags. 103-115;
y Notes sobre les dues collectes Post secreta del sacramentari
galilea Mnchen CLM 14429, Revista Catalana de Teologa, 10, (1985),
pgs. 369-376; y El "Qui pridie" del sacramentari gailic Mnchen CLM
14429, Revista Catalana de Teologa, 13 (1988), pgs. 371-385.
^' K. GAMBER, Cdices Liturgia Latini Antiquiores, vol. I,
Freiburg 1968, pgs, 162-163. L, C. MoHLBERG,, Missale Gallicanum
Vetus, Roma, 1958. L. C. MOHLBERG, Missale Gothi-cum, Roma 1961. E.
A. LOWE, The Bobbio Mssal. A Gallican Mass-Book (Ms. Pars, lat.
13246), Londres 1920.
370
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin...
Otra obra que ha desafiado el paso de los siglos y que no
constituye un libro litrgico, sino un tratado sobre liturgia
galicana es la Expositio Breuis Antiquae Liturgicae Gallicanae, la
cual ha suscitado una fuerte pol-mica entre los estudiosos de la
liturgia. Esta obra, atribuida al Pseudo Ger-main de Pars, se habia
considerado siempre del siglo vi. Los estudios de Wilmart
despertaron una controversia no slo en torno a la autora de este
prelado parisino del siglo vi, sino tambin sobre cul fue la regin
galicana y el momento en el que se llev a cabo este compendio.
Quasten, por ejemplo, hace depender esta compilacin de Hispania,
apoyndose en las conclusiones obtenidas por Wilmart de que el autor
de este tratado utiliz el De ecclesiasticis officciis de Isidoro de
Sevilla obra que vio la luz hacia el 620 por lo que habra que
retardar la cronologa de la Expositio a finales del siglo vii o
principios del siglo viii ^l
El carcter descriptivo de la Expositio Breuis aporta una gran
cantidad de detalles sobre los antiguos rituales y la
ceremoniosidad de sus celebra-ciones en las iglesias. A pesar de
esto, aconsejamos una gran prudencia en la utilizacin de este
tratado, tanto ms cuando los especialistas no se ponen de acuerdo
ni en su lugar de origen ni en su datacin.
Afortunadamente en las Gallas se ha preservado una ingente
colec-cin de obras hagiogrficas y patrsticas, produccin literaria
que las hace despuntar por encima de otras provincias eclesisticas
occidentales. Sin nimo de entrar en detalles, mencionaremos la obra
de Cesreo de Arles con una importante coleccin homilitica, entre
otros escritos, que resul-tan altamente ilustrativos, no slo para
la ubicacin topogrfica de las iglesias de Arles, sino tambin para
la interpretacin de los espacios litrgicos ^\ Tampoco resulta
desdeable la obra de Gregorio de Tours, de mediados del siglo vi,
muy rica en la descripcin de los escenarios de
^ Expositio Breuis Antiquae Liturgiae Gallicanae. El primero que
edit este texto fue E. MARTENE, Thesaurus novus anecdotarum. V,
Paris 1717, pgs. 91-100. MIGNE copi esta edicin en el volumen 72,
cois. 83-98 de su Patrologa Latina. Otra edicin critica es la de J.
QUASTEN, Expositio antiquae liturgiae Gallicanae Germano Parisiensi
ascripta, Mnster 1934. A. WILMART, Germain de Paris (letlres
atribues a Saint), DACL. VI 1, col. 1102. J. B. THIBAUT, L'ancienne
liturgie gallicane, son origine et sa formation en Provence, Paris
1929, pgs 23-75. J. QUASTEN, Oriental influence in ttne Gallican
Liturgy. Traditio. 1, (1943), pgs. 55-78.
^ Para Cesreo de Arles, G. MORIN (ed.), Sancti Caesarii
arelatensis opera varia. Epis-tulae, Concilia, Regulae monasticae.
opuscula theologica, testamentum. Vita ab eius familia-ribus
conscripta, Maretioli 1942. G. MORIN (ed.), Sacti Caesari
Arelatensis sermones, Corpus Christianorum, series latina, 103-104,
Turnholt 1953. Cfr. tambin H. G. J. BECK, The Pas-toral care of
Souls in Soutti-East France during the sixth Century, Roma 1950; y
C. F. ARNOLD, Caesarius von Arlate und die gallische Kirche seiner
Zeit, Leipzig 1894.
371
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CRISTINA GODOY FERNANDEZ
las iglesias turonenses ^ . Igualmente tiles resultan los
relatos hagiogr-ficos de poca merovingia y franca .
Las Galias cuentan tambin con una importante legislacin
conciliar, una coleccin conciliar de snodos eclesisticos que se
iniciaron en el 314 y mantienen una continuidad admirable hasta
bien entrado el siglo VIII ^'.
Patrstica y legislacin conciliar nos ofrecen unos datos seguros
para la datacin de algunos usos litrgicos, puntos de referencia
imprescindi-bles para reconstruir los ordines arcaicos de las
antiguas liturgias galica-nas.
C) Miln
Por lo que se refiere el caso milanos, debemos tener en cuenta,
ante todo, la importancia poltica que desempe esta ciudad durante
la se-gunda mitad del siglo iv. Miln fue la capital del Imperio y
un bastin de la fe ortodoxa en Occidente frente a los avatares de
la controversia entre arranos y catlicos que agitaron esta poca
postconstantiniana. Cabe destacar, en este sentido, la labor de San
Ambrosio, prelado de la sede milanesa, quien jug una influencia
decisiva en el edicto que convirti al catolicismo niceno en la
religin oficial del estado romano, promulgado por Teodosio en el
380 ^^
La tradicin atribuye a la brillante figura de San Ambrosio una
gran actividad en la produccin de obras de carcter litrgico. En los
tratados que se nos han conservado de este Padre de la Iglesia
occidental se puede percibir el marcado carcter sacramental, al
igual que la existencia
* Para Gregorio de Tours, cfr. Gregorii Episcopi Turonensis
libri Historiarum X, Ed. B. KRUSCH, W. LEVISON. MGH, Scriptores
rerum Merovingicarum, t. I, pars I, Hannnover 1951. Gregorii
Episcopi Turonensis Miracula et opera minora, ed. B. KRUSCH, MGH.
Scriptores rerum Merovingicarum, t. I, pars II, Hannover 1959. Cfr.
tambin la obra de L. PIETRI, La ville de Tours du IV au VI sicle,
nafissance d'une cit chrtienne, Roma 1983.
^ La vida de los santos cuenta con una buena edicin de B.
KRUSCH, Passiones vitae-que sanctorum aevi Merovingici, MGH,
Scriptores rerum Merovingicarum, Hannover 1902, (reimpr. anst.,
1977). Cfr. Tambin B. BECK, Annotationes ad lextus quosdam
litrgicos et vitis Sanctorum aevi Merovingici Selectos, Roma
1939.
" Concilla Galliae, ed. C. MUNIER, Corpus Christianorum, series
latina, 148 y 148 A, Turntiolt 1963. Cfr. C. DE CLERCQ, La
lgislation religieuse tranque de Clovis a Charlemagne (507-814).
Lovaina-Paris 1936.
^ G. TRAVERSI, Architettura Paleocristiana Milanese, Miln
1964.
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin...
de unos formularios y rituales bastante desarrollados. De hecho,
la poca de San Ambrosio es un perodo crucial en la cristalizacin de
los ordines de la mayora de las tradiciones occidentales, sin
descartar, claro est, un desarrollo y enriquecimiento posteriores ^
.
La liturgia milanesa tuvo al parecer una identidad propia que la
distin-gua del resto de los usos occidentales. En tiempos de
Ambrosio como l mismo nos explica en Miln se realizaban ritos muy
diferentes que los que se practicaban en Roma, conscientemente,
siguiendo su propia tradicin '. Sin embargo, la influencia romana
se dej sentir muy pronto en los usos milaneses que fueron
romanizndose poco a poco '.
Los compiladores medievales de los ordines arcaicos llamaban a
esta tradicin liturgia ambrosiana, atribuyendo su codificacin a San
Ambrosio. Esto no quiere decir que la liturgia milanesa sea
obligatoria-mente obra de este santo, sino que estas atribuciones
quiz se hicieron por motivos de prestigio.
En el siglo x la liturgia romana se impuso en Miln,
principalmente en los esquemas de la celebracin eucarstica ' . De
esta poca datan precisamente las principales recopilaciones, pero
hemos de contar que son versiones muy contaminadas ya por la
tradicin romana. En cualquier caso, la principal prueba del arcasmo
de ciertos usos nos la ha de dar la patrstica principalmente las
obras de San Ambrosio, aunque hay que considerar que seguramente el
destino ha hecho que se perdieran muchas de ellas o de otros
autores contemporneos. Tambin cabe la posibilidad de analizar las
tradiciones antiguas romanas bien dotadas para delimitar las
prcticas arcaicas por comparacin y, si aparecen, lle-gar a la
conclusin de su ambivalencia para el rito milans y el romano.
El libro litrgico principal de la liturgia milanesa es el
Beroldus sive ecclesiae Ambrosianae Mediolanensis Kalendarium et
Ordines, editado
' San Ambrosio cuenta con una ingente obra litrgico-sacramental,
cfr B. BOTTE, Am-broise de Miln: Des Sacraments. Des Mystres, C. 25
bis, Paris 1961.
*- San Ambrosio adviene de la divergencia de costumbres entre
Miln y Roma, refie-rindose al rito del lavatorio de pies despus del
bautismo y reafirmndose tambin: Deseo seguir en todo a la Iglesia
romana dice, pero, con todo, nosotros tambin tenemos capacidad de
discernir, San Ambrosio, La iniciacin cristiana, trad. de C.
BASEVI, Madrid 1977, pgs. 70-71.
'" Hacia el siglo vi, con la reforma del Papa Gelasio, ta de
datarse la primera romani-zacin de la liturgia milanesa. La segunda
romanizacin se fecha en torno al ao 800, con la reforma carolingia,
una influencia de la liturgia de la Santa Sede que se difunde a
travs de la Iglesia carolingia.
" A partir del siglo x, se abandonan los usos propios milaneses
y se impone la liturgia romana por razones de prestigio y poltica
eclesistica.
373
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CRISTINA GODOY FERNANDEZ
por M. Magistretti con manuscritos del siglo xii ^^. Contamos
tambin con una obra narrativo-histrica del siglo xi de Landulfus
Snior (1070-1100) titulada Historia Mediolanensis, con abundantes
referencias a las iglesias y las viejas costumbres litrgicas de
tipo histrico, hemos de pensar que seguramente Landulfus tuvo
acceso a un tipo de documentacin que no ha llegado hasta nuestros
das '"'.
Por lo que se refiere a las excavaciones arqueolgicas en la sede
de Miln y en el territorio de su dicesis, cabe destacar las
realizadas en la catedral y su baptisterio, dirigidas por M.
Mirabella Roberti, aunque el estudio completo del conjunto es aun
fragmentario ''^ No menos meri-torios son los trabajos de P.
Testini cuyas intervenciones no se han limi-tado nicamente al
territorio milanos '" . Sin querer desmerecer el rigor cientfico
con que se llevaron a cabo estas excavaciones, tenemos que decir
que siguiendo la tnica general propia de la arqueologa cristiana a
la que ya hemos aludido ms arriba pocas veces se tuvo en cuenta la
datacin de estos edificios siguiendo la secuencia estratigrfica de
los materiales cermicos.
Unas veces por falta de estos materiales y otras por el
descono-cimiento del rigor metodolgico la mayora de estas
excavaciones se efectuaron recin acabada la Segunda Guerra mundial,
el caso es que desconocemos a menudo la datacin o la evolucin
cronolgica de estas baslicas. Algunas veces incluso se han
utilizado criterios de datacin por paralelismo, es decir,
aplicndole la fecha de otro edificio con es-tructuras anlogas,
fechado con ms o menos precisin cientfica. Este procedimiento de
estudio evolutivo del cual la arqueologa cristiana ha hecho
ciertamente un abuso descuida en muchas ocasiones la proxi-midad o
la lejana geogrfica y mucho menos llega a apreciaciones crti-cas
sobre si un tipo de estructura litrgica pudo o no imponerse
coetneamente en zonas bien distantes del orbe cristiano. De igual
ma-nera, este sistema no contempla, por norma general, las
particularidades
" M. MAGISTRETTI, Beroldus sive ecclesiae Ambrosianae
Mediolanensis Kalendahum el Ordines (saec. XII), Miln 1894 (reimpr.
anst., Westmead 1968).
" LANDULFUS SNIOR, Histona Mediolanensis, PL, 147, cois.
803-954. "' M. MRASELA ROBERTI, La Cattedrale antica di Milano e il
suo Battistero, Arte Lom-
barda, 8, (1965), pgs. 77-98; 11 battistero antico di Milano, VI
CIAC, Roma 1965, pgs. 706-707; Edilizia e architettura ambrosiana a
Milano, XXV Corso di Cultura sull' arte Ravennate e Bizantina,
Ravena 1978, pgs. 191-210.
"" P. TESTINI, Paolino e le construzioni di Cimitile (ola).
Basiliche o lombe privile-gate? L'Inhumation pnvilegie du IV au
VIII sicle en Occident, (Crteil 1984), Pars 1986, pgs. 213-220.
374
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin..
que, tanto en la edilicia como en los rituales litrgicos,
pudieron caracte-rizar a ciertas comunidades.
Por lo tanto, en el momento de cotejar los textos con los
monumen-tos, debern tenerse en cuenta estas apreciaciones crticas
que pueden por lo menos darnos una idea del margen de error en el
que podemos incurrir, al tiempo que nos harn tomar conciencia del
tipo de datos con los que estamos trabajando.
D) Roma
En lo que respecta a la ciudad eterna, fue aqu precisamente
donde la arqueologa cristiana empez a suscitar un cierto inters
entre los cr-culos eclesisticos, primero, y luego entre el resto de
los especialis-tas.
La riqueza monumental de Roma, con sus fastuosos restos
arqueo-lgicos, haba sido desde siempre foco de admiracin por la
antigua ca-pital del Imperio. El descubrimiento de las catacumbas
dio a conocer al mundo, la historia del cristianismo de los
primeros siglos, de la mano de De Rossi, quien cont con el apoyo y
mecenazgo del Vaticano para llevar a cabo sus investigaciones
"^
Pero la riqueza monumental de la Roma paleocristiana no se
limitaba nicamente a sus cementerios subterrneos. Efectivamente, su
capitali-dad propici otrora que fuera objeto de un programa
constructivo impor-tante, favorecido directamente por la familia
imperial de Constantino, programa edilicio que tuvo tambin otros
centros como Constantinopla, la Nova Roma y Tierra Santa "'*.
La ingente cantidad de baslicas construidas, al parecer, bajo
los auspicios de la familia imperial constantiniana suscit el
inters de ar-quelogos e historiadores de la arquitectura como
Bovini y Krautheimer. Este ltimo realiz un corpus de las baslicas
de Roma, la mayora de las cuales fueron objeto de excavaciones
antiguas '' .
"' G. B, DE ROSSI, La Roma sotterranea cristiana, Roma
1864-1877; Inscriptiones chris-tianae urbis Romae sptimo saeculo
antiquiores, Roma 1861-1888; Piante icnografique e prospettiche di
Roma antehon al seclo XVt, Roma 1879.
"" R, KRAUTHEIMER, Arquitectura Paleocristiana y Bizantina,
Madrid 1981. " R. KRAUTHEIMER y otros, Corpus Basilicarum
Christianarum Romae, Ciudad del Vati-
cano 1939 y ss. G. BOVINI, Edifici di culto d'et constantiniana
a Roma, Bologna 1968.
375
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CRISTINA GODOY FERNANDEZ
Otro importante acontecimiento en la vida de la arqueologa
cristiana de Roma fueron los trabajos de excavacin efectuados en
San Pedro del Vaticano. Los trabajos, directamente propiciados y
sufragados por la curia papal durante el pontificado de Pi XII,
fueron dirigidos por Monseor Kirscfi con el propsito de hallar los
restos del martyhum de San Pedro, con una clara intencionalidad de
propaganda poltica para la sede vaticana ^'\
La investigacin arqueolgica tropieza con una gran dificultad en
las iglesias romanas. En primer lugar hemos de tener en cuenta que,
curio-samente, son centros de culto que han gozado de una
continuidad ex-traordinaria hasta nuestros das, realizndose en
ellas las refacciones y remodelaciones pertinentes, claro est. Este
hecho ha limitado muchsimo el estudio en extensin del yacimiento,
paso absolutamente bsico de la ciencia arqueolgica. En segundo
lugar, se trata de excavaciones anti-guas que se efectuaron en un
momento en el que se desconoca el rigor cientfico de la secuencia
estratigrfica y del estudio de los materiales cermicos.
La realidad arqueolgica de la Roma tardorromana y paleochstiana
es bastante desoladora. En lo que nos concierne, diremos que el
estudio de los espacios litrgicos de estas iglesias resulta muy
dificultoso por cuanto no tenemos certeza alguna sobre la vigencia
cronolgica de estos mbitos. A ttulo de ejemplo, diremos que no
existe ninguna evidencia arqueolgica que permita asegurar que el
transepto de la baslica de San Pedro del Vaticano sea contemporneo
a la construccin de su fbrica, con los problemas que conlleva el
estudio sobre la funcionalidad litrgica de este espacio en una poca
tan temprana '''.
Los datos fragmentarios que la arqueologa proporcionaba para el
estudio de las primeras baslicas cristianas de Roma, fueron
complemen-tados por una fuente documental de primer orden: el Lber
Pontificalis. Este texto es una historia de la vida y de la obra de
los distintos papas que ocuparon la cathedra de San Pedro, en el
que se hacen alusiones directas a las diferentes construcciones
eclesisticas, muy prolijas, sobre todo, para la edilicia
constantiniana. Estas noticias del Lber Pontificalis
* J, P. KIRSCH, E. JUNYENT y otros, La tumba de San Pedro y las
catacumbas romanas, Madrid 1954,
' J. P. KIRSCH, I I transetto nella baslica paleocristlana",
Scrtti in onore di Bartolomeo Negara. Ciudad del Vaticano 1937, pg.
205 y ss. R, KRAUTHEih/iER, II transetto nella bas-lica
paleocristriana, V CIAC, Paris 1957, pg. 283-290.
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin...
han sido ampliamente utilizadas por la mayora de los estudiosos
de las iglesias antiguas de Roma "'^
El empleo del Liber Pontificalis requiere, sin embargo algunas
mati-zaciones. En efecto, el texto empez a redactarse hacia el 530
aproxi-madamente, por lo que podemos dividirlo en dos partes; una,
anterior a esta fecha, de carcter histrico; y la otra, posterior a
ella, que constituye una crnica de las actividades papales. Por lo
que se refiere a esta ltima parte no presenta ms problema que una
crnica cualquiera, mien-tras que la parte histrica resulta ya ms
dificultosa, tanto ms cuanto que se aleja en el tiempo al momento
de su composicin. La dificultad se incrementa en las noticias
referentes a poca constantiniana, no slo por ser fruto de una
memoria colectiva histrica que siempre puede estar algo deformada
sino tambin por una tendenciosidad propagan-dstica de la Santa Sede
que haca de Constantino el primer emperador cristiano, benefactor a
un tiempo del imperio cristiano y de Roma. Resulta obvio, por lo
tanto, que los datos referentes a las construcciones de poca de
Constantino, contenidos en el Liber Pontificalis deben tratarse con
mucha prudencia, al poder estar exagerados por la propensin
pol-tica de sus redactores. stas y otras apreciaciones crticas
sobre este texto pueden encontrarse en la edicin que hizo Monseor
Duchesne del Liber Pontificalis.
En cuanto a la liturgia romana, podemos decir que es una de las
tradiciones sobre las que se tiene ms conocimiento de su evolucin
diacrnica. Aparte de una obra que recoge las costumbres litrgicas
de las comunidades cristianas de inicios del siglo ni, titulada La
Tradicin Apostlica de San Hiplito ^ , contamos con el resto de los
ordines ro-manos estudiados, codificados y editados por Andrieu
^^
La edicin crtica de la liturgia romana de Andrieu presenta los
ordi-nes en su evolucin cronolgica, un estudio de una fiabilidad
extraordi-naria, por haber completado estos testimonios litrgicos
con datos bien fechados de carcter patrstico, legislativo conciliar
o de las decretales papales. Entre los ordines romanos cabe
diferenciar entre la liturgia pon-tifical cuyas solemnidades suelen
revestir una gran antigedad, pro-pia de la ciudad de Roma, y los
ordines creados con el fin de exportarlos a otras iglesias e
incluso otras dicesis, en un momento en que la im-portancia poltica
y religiosa de la Santa Sede se iba incrementando. Ya
L. DUCHESNE, Le Liber Pontificalis. Texte. introduction et
commentaire. Pars 1886. B. BoTTE, Hippolyte de Rome: La Tradition
Apostolique. SC. 11 bis, Pars 1968. M. ANDRIEU, Les Ordines Roman
du Haut Moyen Age, Lovaina 1948.
377
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CRISTINA GODOY FERNANDEZ
hemos hecho referencia ms arriba como la liturgia romana se
impuso en poca carolingia en las Gallas o en Miln a mediados del
siglo x.
As es que contamos con una evolucin diacrnica perfectamente
estipulada de los diferentes rituales litrgicos del uso romano que
puede llevarnos a un estudio aproximativo de la funcionalidad de
los espacios internos de las baslicas romanas. Y decimos
aproximativo porque, a pe-sar de que las fuentes escritas nos
pueden ofrecer en este caso una absoluta certeza cronolgica de la
celebracin de un ritual, la arqueologa no permite asegurar una
datacin certera para el escenario donde se celebran estas
solemnidades, de manera que se hagan contemporneos texto y
monumento.
E) Hispania
El panorama arqueolgico de Hispania est bien provisto de
comple-jos eclesisticos de poca paleocristiana y visigoda, aunque
con una dis-tribucin muy desigual en el territorio peninsular e
insular. Por ejemplo, Menorca cuenta con cinco baslicas cristianas
conocidas, mientras, en comparacin, la enorme extensin que supone
Andaluca cuenta apenas con media docena de monumentos. Esto no
puede interpretarse como ndice de la cristianizacin ms o menos
profunda entre unas provincias y otras, sino que ms bien
corresponde a un fenmeno aleatorio propio al mismo tiempo del
destino que ha permitido la conservacin de unos edificios
determinados y de la desigual prospeccin arqueolgica entre las
diferentes regiones de la Pennsula ^^.
Como haba pasado en otros pases europeos, los primeros que se
interesaron por los monumentos cristianos de Espaa fueron
estudiosos vinculados a la Iglesia. Figuras de la talla de Mossn
Camprub para Centcelles ^^ Mossn Aguil para Mallorca ^', Mossn Mart
Camps para
'' P. DE PALOL, Demografa y arqueologa hispnicas (siglos
iv-viii). Ensayo de carto-grafa, BSAA. 34-35, Valladolid
1968-69.
* F. CAMPRUB, I mosaici della cupola di Centcelles, nella
Spagna, RACrist., 19, Roma 1942.
" Mn. J. Aguil dej unos manuscritos con sus anotaciones sobre la
excavacin de la baslica de Son Peret y Sa Carrotxa que orden J.
PuiG i CADAFALCH, Baslica cristiana primitiva en el paratge de Son
Peret a Manacor, Anuari de l'lnstitut d'Estudis Catalana. 6
(1915-1920), Barcelona 1923, pgs. 737-746.
378
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin..
Menorca " i o las obras de sntesis de Iturgiz sobre los
baptisterios de Hspanla '"'^ y la de Iguez con su compendio de
arqueologa cristiana , son las principales aportaciones de la
Iglesia espaola al conocimiento de los antiguos restos arqueolgicos
paleocristianos y visigodos. Algunos de estos investigadores
estuvieron vinculados directamente con los tra-bajos realizados por
el Pontificio Istituto di Archeologia Cristiana de la Citt del
Vaticano, como E. Junyent quien colabor en las excavacio-nes de la
baslica de San Pedro o, ms tarde, M. Sotomayor o A. Recio
Verganzones, ambos profesores de iconografa crist iana' ' \
Otro gran impulso para la arqueologa cristiana hispnica fue el
que inici el Instituto Arqueolgico Alemn y que en la actualidad
sigue desarrollando, despus de la Guerra Civil espaola. El
principal pro-motor fue H. Schiunk cuya obra abarca tantos estudios
de hstoa del arte como de arqueologa a veces con la colaboracin de
T. Haus-child, con trabajos tan importantes como Marialba (Len),
San Gio de Nazar o el mismo monumento de Gentcelles (Tarragona).
Estos dos autores han publicado tambin un catlogo de los monumentos
cristianos hispnicos obra ya postuma para H. Schiunk incluida en la
serie Hspanla Antigua '''''.
Pero la labor del Instituto Arqueolgico Alemn no acaba aqu. Cabe
destacar la obra de otro investigador alemn, T. Ulbert, quien se ha
de-dicado al estudio de las baslicas hispnicas de bsides
contrapuestos ^^, con la revisin y re-excavacin de algunos de estos
yacimientos como Casa Herrera cerca de Mrida, Torre de Palma, etc.,
entre otros monu-mentos de la Lusitania, como la iglesia cruciforme
de Valdecebadar cerca
'"" F. MARTI CAMPS, Estrado de la memoria sobre la baslica de
Son Bou, Alocucin pastoral en ocasin del hallazgo y excavaciones de
los restos de una antigua baslica de Son Bou, Boletn Oficial del
Obispado de Menorca, Ciudadela 1952.
'' D. ITURGIZ, Baptisterios paleocristianos de Hspanla.
Barcelona 1970. "' F, INIGUEZ, Sntesis de Arqueologa Cristiana.
Madrid 1977. Id., Algunos problemas
de las viejas iglesias espariolas. Cuadernos de Trabajo de la
Escuela Espaola de Arte y Arqueologa en Roma, CSIC, Roma 1955.
'' Supra. nota 50. ' ' H. ScHLUNK, Die frhchristlichen Denkmler
aus dem Nord-Westen der Iberischen
Halbinsel, Legio Vil Gemina. Len 1970, pg. 477-509: Id., 'La
Iglesia de San Gio, cerca de Nazar. Contribucin al estudio de las
influencias de la liturgia en la arquitectura de las iglesias
prerromnicas de la Pennsula Ibrica, Actas do II Congresso Nacional
de Arqueo-loga, Coimbra 1971, pgs. 509-528; en colaboracin con T.
HAUSCHILD, Die Denkmler der frhchnstiichen und westgolischen Zeit
Hispania Antigua, Maguncia 1978.
" T. ULBERT, Frtichnstliche Basiliken mit Doppelapsiden auf del
Ibenschen Halbinsel, Berln 1978.
379
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CRISTINA GODOY FERNANDEZ
de Olivenza ^\ Despus de la publicacin de su obra, T. Ulbert ha
diri-gido su atencin hacia Oriente, participando en la nnisin que
el Instituto Arqueolgico Alemn realiza en Sergipolis (Rusafa,
Siria).
En el momento actual, los programas de investigacin dedicados a
poca paleocristiana y visigtica del Instituto Arqueolgico Alemn
estn personificados en A. Arbeiter, quien segn noticias recientes
trabaja sobre las disposiciones litrgicas de las tempranas iglesias
hispnicas, programa paralelo al nuestro, por lo que esperamos
establecer una estre-cha colaboracin con este investigador alemn
^^
Sin embargo, si alguien merece llamarse pionero en la
investigacin de la arqueologa cristiana hispnica, ste es P. de
Palol. Ya desde su ctedra en Valladolid, organiz la T Reunin de
Arqueologa Cristiana Hispnica en Vitoria en 1967'^'', congreso a
nivel nacional previo a la organizacin del VIII Congreso
Internacional de Arqueologa Cristiana que llev a Barcelona en 1969
". Sus mritos le valieron para la creacin de una ctedra de
arqueologa chstiana en 1970 la nica de toda la uni-versidad espaola
que ha ocupado hasta hoy, y a la que sigue vincu-lado en categora
de emrito.
Desde la ctedra de arqueologa cristiana de Barcelona, P. de
Palol ha dirigido numerosos trabajos de excavacin y revisin de los
antiguos monumentos cristianos hispnicos. Cabe destacar el programa
de las Islas Baleares en el que se incluyen las baslicas
mallorqunas de Son Peret y Sa Carrotxa; y las menorquinas de Es Cap
des Port de Fornells, Son Bou, Es Forns de Torell y la llleta del
Re. Por lo que respecta a Catalua, hay que sealar las excavaciones
en la baslica y el poblado de poca visigtica de El Bovalar (Seros,
Lrida), o las llevadas a cabo en el castro visigtico de Puig Rom
(Rosas, Gerona) '^^.
"* L. CABALLERO-T. ULBERT, La baslica paleocristiana de Casa
Herrera en las cercanas de Merida. Madrid 1976. T. ULBERT El
Germo-. Madnder Mitteilungen. 9. (1968), pg, 329-398; Id. Die
westgotenzeitliche Kirche von Valdecebadar bei Olivenza (prov.
Badaioz), Madnder Metteilungen. 11, (1970).
*' A. ARBEITER dict una conferencia en Mnda el da 5 de diciembre
de 1989 con el titulo de Las disposiciones litrgicas de las
iglesias hispnicas paleocristianas y altomedie-vales.
* A* Reunin de Arqueologa Paleocristiana Hispnica Vitoria 1967.
" VIH CIAC, (Barcelona, 1969), Barcelona-Ciudad de! Vaticano 1979.
" P. DE PALOL-G. ROSSELLO BORDOY-A. ALOMAR-J . GA^PS, Notas sobre
las baslicas de
Manacoi. en Mallorca, Valladolid 1967. P. DE PALOL, Catalunya i
Baleara en temps paleo-cnstians I visigtics. Les noves descobertes
arqueologiques i literaries. Memoria de l'lnstitut d'Arqueologia i
Prehistoria, Universidad de Barcelona, 1981, pgs. 37-47; La baslica
des Cap des Port, de Fornells Menorca, tf Reuni d'Arqueologia
Paleocristiana Hispnica, (Montserrat, 1978), Barcelona 1982, pgs.
353-404. R. PITA-P. DE PALOL, La baslica de
380
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin...
Pero una de las aportaciones ms interesantes de P. de Palo! es
su obra de sntesis, Arqueolgica Cristiana de la Espaa Romana, donde
recoge todos los monumentos, a pesar de que muchos de ellos fueron
excavados de antiguo. Su publicacin en 1967 no le exime de seguir
siendo de una validez extraordinaria ^'\
Quiz lo ms meritorio de la ctedra de Barcelona para el
desarrollo de la arqueologa cristiana Inispnica haya sido elevar
esta joven ciencia a las tribunas y reuniones internacionales,
ganndose un puesto entre los ms prestigiosos investigadores de la
materia, con una continua partici-pacin en los congresos
internacionales.
Cabe destacar tambin otra de las propuestas de la ctedra de
Barce-lona, a la cual nos sentimos directamente relacionados,
formulada en la 11" Reunin de Arqueologa Cristiana Hispnica,
celebrada en Montserrat en 1978, consistente en la colaboracin
interdisciplinar de las ciencias que tie-nen por objeto el
cristianismo antiguo. Nuestra lnea de investigacin que coteja
textos y monumentos surge de esta propuesta .
Otro grupo dedicado a la arqueologa de poca visigtica, vinculado
primero al Museo Arqueolgico de Madrid, y ms tarde al Consejo
Su-perior de Investigaciones Cientficas, es el representado por L.
Caballero, quien ha realizado excavaciones en las iglesias de corte
ulico, tradicio-nalmente llamadas visigticas, adems de efectuar
colaboraciones con el Instituto Arqueolgico Alemn, sobre todo, con
T. Ubert en Casa Herrera. Hay que sealar los trabajos efectuados en
Santa Mara de Melque (To-ledo), Santa Luca del Trampal en Alcuscar
(Cceres) o El Gatillo ' \
No podemos olvidar las noticias concretas sobre yacimientos y
los nuevos hallazgos que como corresponde a una investigacin activa
se van produciendo. Hay que destacar el reciente descubrimiento de
la baslica de Ceuta '^ o la de Gerena en Sevilla ". Algunos de
estos yaci-
Bobala y su mobiliario litrgico". VIII CIAC, (Barcelona, 1969),
Barcelona-Ciudad del Vati-cano 1979, pgs. 383-401.
*' P. DE PALOL. Arqueologa Cristiana de la Espaa Romana (siglos
iv al vi), Madrid-Valladolid 1967.
Obra citada, publicada en Barcelona 1982. "' L. CABALLERO-J. I.
LATOBRE, La iglesia y el monasterio de Santa Mara de Melque
(Toledo). Arqueologa y Arquitectura. San Pedro de la Mata
(Toledo) y Santa Comba de Bande (Orense). Madrid 1980. L.
CABALLERO. Hacia una propuesta tipolgica de los ele-mentos de
arquitectura de culto cristiano de poca visigoda. Nuevas iglesias
de El Gatillo y el Trampal. // Congreso de Arqueologa Medieval
Espaola. Madrid 1987
'' D. BERNAL.
-
CRISTINA GODOY FERNANDEZ
mientos han sido objeto de la aplicacin de las nuevas tcnicas
arqueo-lgicas, con lo que contamos con fechas fiables para algunos
ambientes litrgicos; citaremos la baslica del anfiteatro de
Tarragona o la de la Almoina de Valencia '^
Estos restos arqueolgicos, unas veces datados con ms precisin
cientfica, otras con menos, configuran los testimonios de lo que
debieron ser los antiguos escenarios del culto cristiano hispnico.
Estas iglesias surgieron como consecuencia de la cristianizacin de
la Pennsula en poca paleocristiana, pero su perduracin llega a poca
visigtica, hasta la invasin musulmana, es decir, un marco
cronolgico que va desde el siglo IV al VIII, Con estos monumentos
tendremos que cotejar los textos escntos que nos lleven a una
interpretacin de la funcionalidad litrgica de los diferentes
espacios de las iglesias hispnicas.
Por lo que se refiere a la tradicin litrgica de Hispania, su
incorrecta atribucin a la poca mozrabe ha sido como una losa que
durante mu-cho tiempo ha desviado la atencin de los histonadores de
la antigedad. Estudios posteriores han demostrado que gran parte de
este cuerpo litr-gico llamado hasta entonces mozrabe haba sido
recopilado en poca visigtica. Por este motivo se decidi cambiar la
denominacin de liturgia mozrabe por la de liturgia hispnica '^.
Aunque la aportacin de poca visigtica al corpus litrgico es muy
importante, hablar de liturgia visigtica tampoco es del todo
propio. Hay que tener en cuenta, ante todo, que el pueblo godo
profesaba la fe arriana, la cual haban adoptado tiempo atrs en
tierras de la Pannonia y el lllyrcum bajo la instigacin del obispo
Ulfila. Con su llegada a las Galias, creando el reino de Tolosa, y
su postenor asentamiento en la Pennsula, los godos ya llevaban su
bagaje litrgico y confesional que
paleocristlanas de Gerena (Sevilla), Noticiario Arqueolgico
Hispnico, 29, (1987), pgs. 105-199.
'" La baslica del Anfiteatro de Tarragona fue la contribucin del
TED'A a la /// Reuni d'Arqueologia Cristiana Hispnica, (Mahn 1988),
cuyas actas se hallan an en prensa. En cuanto a la Almoina de
Valencia, contamos ya con alguna publicacin: J. BLASCO-V. Es
CHIVA-A. RiBERA-R. SoRiANO, L'Almoina, centro arqueolgico de
Valencia, Revista de Ar-queologa, 99, julio de 1989; Id. Estat
actual de la investigado arqueolgica de Tantigultat tardana a la
ciutat de Valencia, comunicacin presentada al mismo congreso de
Mahn.
' J. PiNELL, "Liturgia. Diccionario de Historia Eclesistica de
Espaa, 2, Madrid 1972, pgs. 1318-1320. J. M. DE MORA, Bibliografa
general, edicin de textos, trabajos y reper-torios. Esludios sobre
la liturgia mozrabe, Toledo 1965, pgs. 165-191. M. S. GROS, "Estado
actual de los estudios sobre la liturgia hispnica, Phase, 16,
(1976), pgs, 227-241.
382
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin.
durante largos aos constituy un rasgo distintivo de la fides
gothica frente a la te romana propia de los ocupados "^.
Desconocemos casi completamente la liturgia gtica arriana,
siendo imposible establecer una comparacin que permita reseguir cul
fue la aportacin visigtica a la liturgia hispnica, si es que sta
lleg alguna vez a producirse '''.
Result, sin embargo, de una capital importancia que el pueblo
godo decidiera abrazar la fe catlica, bajo el reinado de Recaredo
en el 589, porque esto supuso en el plano litrgico el triunfo de la
tradicin hispanorromana. Este vuelco del poder poltico hacia la
romanidad es una de las razones por las que hoy podemos hablar de
la poca visigtica como una prolongacin de la baja romanidad.
Por lo que aqu nos interesa, la conversin de los godos al
catoli-cismo supuso una adopcin oficial en todas las iglesias del
reino de las formas litrgicas hispanorromanas que estaban
impregnadas de frmulas tradicionales, cuyos orgenes se han de
buscar en poca paleocristiana.
Todas las frmulas litrgicas como en general todo el lenguaje
religioso tienen una tenaz perseverancia en s mismas, respetndose
siempre la tradicin. Este espritu se refleja tambin en la forma de
com-poner las oraciones y plegarias litrgicas: raramente se
inventan nuevas expresiones, sino que atenindose a unas normas
rtmicas y unos c-nones prefijados, segn el tipo de oracin deseada
se toman diferentes frmulas tradicionales y se compone una nueva
oracin. Este mtodo que tiene ms de compilativo que de compositivo
no permite la intro-duccin de un lenguaje nuevo. A menudo se
reconocen fragmentos ms o menos extensos de homilas y tratados de
los Santos Padres insertos en la liturgia. Es este espritu de
admiracin hacia la santidad de la tra-dicin, el que llev a muchos
autores a firmar sus tratados con el nombre de algn doctor de la
Iglesia de reconocido prestigio, para que su obra tuviera mejor
acogida '^
As es que no podemos olvidar que la liturgia hispnica contiene
un importante sustrato paleochstiano, aunque su compilacin la
fechemos en
" C, GoDOY-J. ViLELLA, De la fIdes gothica a la ortodoxia
nlcena: Inicio de la teologa poltica visigtica, Los visigodos.
Historia y Civilizacin, Murcia 1986, pgs. 117-144.
" Sobre este tema M. S. GROS prepara una ponencia al Symposium
de la CNRS sobre los Visigodos y Europa que se celebrar en Mayo de
1990, titulada Les Wlsigoths et les liturgies Occidentales.
" C. GoDOY, Notes hlstriques sobre les oraclons "Post Vicesimam"
de l'Oraclonal de Verona", Homenaje a Joan Maluquer de Motes (en
prensa).
383
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CRISTINA GODOY FERNANDEZ
poca visigtica. La individualizacin de estos fondos antiguos
resulta, sin embargo, bastante dificultosa, como veremos ms
adelante.
En lo concerniente al origen y formacin de la tradicin hispnica,
diremos que, dentro del conjunto de las liturgias occidentales, la
liturgia hispnica a pesar de presentar sus puntos caractersticos se
encuen-tra muy cerca de las liturgias galicanas y clticas. Este
parentesco su-pone evidentemente un origen comn que, de acuerdo con
la opinin difundida ya a finales del siglo pasado por Duchesne y
seguida actual-mente por los mejores liturgistas como Gros, Pinell
y Bellavista ^'', no puede ser otro que la sede de Miln. La
semejanza de los esquemas de celebracin, de las horas del oficio y
de la organizacin del rito de Se-mana Santa apuntan hacia un
arquetipo litrgico que debera formarse a mediados del siglo iv. En
esta poca, al adaptarse el catolicismo como religin oficial del
estado romano, surgi la necesidad de precisar las normas de la
disciplina eclesistica y litrgica; y, en Occidente, esta sede
prominente era la ciudad de Miln que era, adems, residencia
imperial ''.
El origen milanos del rito hispnico no excluye otras posibles
influen-cias, no solo del resto de tradiciones occidentales
africana, galicana, romana, sino tambin del resto de tradiciones
orientales"'. La aporta-cin estrictamente hispnica se fecha entre
el siglo vi y el vii, con diver-sos centros de creacin: a finales
del siglo vi, en la Btica y despus, en el siglo vil, en la
Tarraconense y la Cartaginense, con la figura de Julin de Toledo
que marca el lmite de la poca de creacin a la de recopilacin '^^.
Detectar esas lneas de parentesco es precisamente el objetivo de la
investigacin de los liturgistas y que se aparta considera-blemente
de nuestra lectura arqueolgica de los textos litrgicos.
La liturgia hispnica nos ha sido transmitida bajo la forma de
dos tradiciones, la tradicin A y la tradicin B. A pesar de los
cambios profun-
' L. DucHESNL, Origines du cuite chretien. obra citada, pgs.
93-99, J. M. MARTIN PATINO. El antifonario tiispnico de Adviento.
Contribucin al estudio de sus fuentes-, Miscelnea Comillas. 45,
(1966), pgs. 189-243. K, GAMBER, I piu anticfii llbri liturgici
dell-alta Italia", Rivista di Slona della Chiesa in Italia. 15,
(1961), pgs, 71-81,
"' M, S, GROS, Utilitzaci argueologica de la liturgia tiispana,
articulo citado, pgs. 153-155.
" A. BAUMSTARK, Orientaliscries in altspanischer Liturgia,
Oriens Chnstianus. 10, (1935). pg. 3-37.
"' El sucesor de Julin de Toledo, Flix, al inventariar la obra
literaria de Julin, nos dice que fiizo una nueva recensin del
oracional festivo y del Lber Missarum que usaban en Toledo, Por io
que dice, parece claro que Julin no cre nuevos libros, sino que los
corrigi y complet, Cfr, M, C, DAZ Y DAZ. -'La fecha de implantacin
del oracional festivo visigtico. Boletn Arqueolgico de Tarragona.
113-120, (1971-1972), pgs, 215-243.
384
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Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin...
dos que supuso la desaparicin del reino visigtico y la invasin
islmica para el orden poltico peninsular, el proceso de difusin de
los libros litrgicos toledanos debi continuar despus del 711, en la
medida en que los arzobispos toledanos conservaron la jurisdiccin
sobre las igle-sias del antiguo reino.
Por razones de orden prctico se ha convenido en llamar tradicin
A o "de los manuscritos a todos los libros que concuerdan
bsica-mente con los textos del Oracional de Verona; la tradicin B o
de los libros impresos los que siguen otra distribucin . A la
primera tradicin pertenecen todos los manuscritos procedentes de
los centros litrgicos del norte de la Pennsula y de la parroquia
toledana de Santa Eulalia, mientras que los de la segunda tradicin
de la que slo se nos ha conservado dos manuscritos ntegros y dos
fragmentarios proceden de la parroquia de Santa Justa y Rufina de
Toledo, y el misal y el breviario hispnicos codificados y
publicados por orden del cardenal Cisneros, en los aos 1500 y 1502,
respectivamente.
Los estudios comparativos realizados hasta el momento demuestran
que las dos tradiciones tienen leccionarios de la misa y
colecciones de cnticos del oficio diferentes, as como algunas
divergencias en la estruc-tura de las horas del oficio. En cambio
ambas tradiciones siguen un mismo Liber Missarum que necesariamente
ha de depender del ejemplar revisado por Julin de Toledo * .
Posiblemente, en los esquemas de celebracin, la tradicin B
con-serva algunos puntos ms arcaicos que la A, pero se ha de tener
mucha cautela a la hora de valorarlos. Mientras que en la tradicin
A tenemos un texto tan antiguo como el oracional hispnico de Verona
datado hacia el 700 y puede ser reconstruida en el estado en que se
encon-traba a finales del siglo xi, cuando fue suprimida, la
tradicin B persisti ms o menos viva hasta su codificacin en poca de
Cisneros, y segu-ramente se vio sometida a un proceso de fuerte
romanizacin muy in-tenso a lo largo de los siglos xii-xv, cuando
tuvo que coexistir con los ritos romano-francos impuestos por
Bernardo de Sahagn en la mayora de las iglesias toledanas '"'.
" Para la bibliografa concerniente a las dos tradiciones, cfr.
M. S. GROS, Estado actual, citado, pgs. 237-238. Cfr. tambin R.
PASTOR DE TOGNERI, Conflictos sociales y estancamiento econmico en
la Espaa medieval, Barcelona 1973, pgs. 199-269.
" J. F. RIVERA RECIO, La Iglesia de Toledo en el siglo XII
(1086-1208). Roma 1966, pgs. 87-90. La primera noticia que tenemos
sobre la presencia de clrigos mozrabes en las iglesias toledanas,
despus de la ocupacin cristiana de la ciudad, es la carta de
Eugenio III PL 180, col. 1559 que recoge las quejas del arzobispo
Ramn de que los
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CRISTINA GODOY FERNANDEZ
De los libros litrgicos de la tradicin hispnica, los que
resultan ms tiles son aquellos que contienen ms rbricas, con
alusiones directas al espacio y al desarrollo de las ceremonias. En
primer lugar hay que se-alar el antifonario de la Catedral de Len,
que constituye una joya de la liturgia hispnica, puesto que se
conserva prcticamente integro y se fecha en la primera mitad del
siglo x '^^. Contiene algunas rbricas en el rito de consagracin de
las iglesias y de ordenacin de obispos, y los ordines que lleva
insertos en los tiempos de Cuaresma y Semana Santa.
En segundo lugar, hay que contar con el libro que recoge los
ordines de la celebracin de las ceremonias del rito hispnico, el
Lber Ordinum ^^. Sus numerosas rbncas, en algunos casos muy
detalladas, sobre todo en las ceremonias que slo se celebran una
vez al ao como la ordenacin de ministros sagrados o las ceremonias
de Se-mana Santa, son de una importancia extraordinaria para la
interpreta-cin litrgica de los espacios religiosos.
Sin embargo tenemos que ser extremadamente prudentes en la
uti-lizacin de estas rbricas litrgicas. Es muy posible que, tanto
el Antifo-nario de Len como el Lber Ordinum, respondan a una
adaptacin realizada para las iglesias de Oviedo, capital del reino
astr-leons, ms que las toledanas. Segn cuenta la Crnica Albeldense,
Alfonso II el Casto (789-842) instaur el antiguo ceremonial de los
visigodos, tal y como se desarrollaba en Toledo, en la iglesia y el
palacio real de Oviedo"'.
Teniendo en cuenta estas perduraciones de la liturgia hispnica
y, ante la posibilidad de haberse impregnado de un lenguaje
espacial que corresponda ms a un tipo de arquitectura astr-leonesa
que a la arqui-tectura paleocristiana y visigtica, la utilizacin
arqueolgica de estas r-bricas debe extremar aun ms la
prudencia.
Efectivamente slo podremos asegurar la antigedad de este
len-guaje referente al espacio si podemos demostrarla comparndola
con
mozrabes no quieren acogerse a su autoridad. Esto permite
suponer que el rito hispano fue suprimido por Bernardo de Sahagn y
restaurado en las iglesias de Toledo por los mozrabes refugiados en
la ciudad, a mediados del siglo xii.
" L. BROU y J. VIVES. Antifonario visigtico de la catedral de
Len. Texto, notas e ndices. Barcelona-Madrid 1959.
* M. FEROTIN, Le Lber Ordinum en usage dans l'Eglise
Wisigothique el mozrabe d'Espagne du cinquime au onzime sicle.
Paris 1904.
" A. C. FLORIANO, Diplomtica espaola del periodo astur
(718-910). Oviedo 1951. Cfr. tambin M. S. GROS, El Ordo Missae de
la tradicin hispnica A. Liturgia y Msica Mozrabes. Toledo 1978,
pgs. 50-60.
386
-
Arquitectura cristiana y liturgia: reflexiones en torno a la
interpretacin.
testimonios escritos bien fechados como la legislacin conciliar
a los tex-tos literarios de los Padres hispnicos. Una vez seguros
de que los datos para la interpretacin del espacio litrgico pueden
retrotraerse hasta poca paleocristiana y visigtica, podremos
aplicarlos sobre los monu-mentos hispnicos contemporneos, de los
siglos iv al viii"''.
"" La legislacin cannica hispnica est muy bien editada y
traducida por J. VIVES, Concilios visigticos e hispanorromanos.
Barcelona-Madrid 1963. Cfr. tambin la obra de R. PUERTAS TRICAS
quien ha recogido los textos escritos hispnicos referentes a la
arquitectura religiosa: Terminologa arqueolgica en los concilios
hispanorromanos y visigodos, / Reu-nin Nacional de Arqueologa
Paleocristiana. Vitoria 1967, pgs. 185-199; y su tesis docto-ral.
Iglesias hispnicas (siglos IV al VIII). Testimonios Hiranos,
Ivladrid 1975.
387