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ARISTOCRATISMO Y CRTICA CULTURAL EN LAS "SONATAS" DE
VALLE-INCLNAuthor(s): DIEMO LANDGRAFSource: Anales de la literatura
espaola contempornea, Vol. 35, No. 3, ANUARIO VALLE-INCLN X (2010),
pp. 741-764Published by: Society of Spanish & Spanish-American
StudiesStable URL: http://www.jstor.org/stable/41329554 .Accessed:
17/09/2014 19:39
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ARISTOCRATISMO Y CRTICA CULTURAL EN LAS SONATAS DE
VALLE-INLN
DIEMO LANDGRAF Albert-Ludwigs-Universitt Freiburg im Breisgau ,
Alemania
La evolucin de la percepcin de las Sonatas por la crtica
Es bien sabido que la recepcin de una obra literaria siem- pre
depende de la perspectiva sociocultural e histrica del pblico. Sin
embargo, hay pocos casos donde se llegue al ex- tremo de que
aquello que para la mayora de los lectores du- rante un tiempo
constituy el sentido general de la obra, des- pus se niegue
totalmente. Uno de estos raros casos se nos presenta con las
Sonatas de Ramn del Valle-Incln. Aunque desde su aparicin1 se hayan
emitido diversas opiniones acer- ca de su valor artstico y su
relacin con la obra posterior del autor -unos las aprecian como "el
cuerpo ms logrado de la prosa modernista en Espaa" (Zamora Vicente
18), otros las descalifican como "producto de la adolescencia
literaria" del autor (Mainer 291)-, hasta ms all de la mitad del
siglo XX puede constatarse un relativo acuerdo acerca de su posicin
en el campo literario de la Espaa de fin de siglo2. La mayora de
los estudios la define por unos ideales artsticos predomi-
nantemente esteticistas, tpicos de la corriente del Moder- nismo, y
por la afinidad con fenmenos de la poca del fin de siglo como
decadentismo y dandysmo3. Solamente a partir de los aos sesenta
aumenta el nmero de crticos que encuen- tran en las Sonatas
elementos humorsticos e irnicos4. Esta tendencia, encabezada por
Zavala (1990) y Gibbs (1991), cul- mina en dos estudios cuya
interpretacin de las Sonatas se aleja tanto de las posiciones
anteriores, que sus argumentos
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merecen una revision detallada que permitir -y esta es la
ambicin del presente ensayo- esclarecer algunos de los as- pectos
ideolgicos ms citados y debatidos acerca de las Sona- tas
mismas.
Antes de acometer esta propuesta, es oportuno llamar la atencin
sobre un contexto que ayuda a entender, por lo me- nos
parcialmente, la motivacin que est detrs de las "inter- pretaciones
revolucionarias" de las Sonatas. Como seala Jos Carlos Mainer en
1980, la figura y obra de Valle-Incln haban "experimentado en las
dos [dcadas anteriores] una notable mutacin estimativa: de ser el
paradigma espaol del "arte por el arte"... [haban] pasado a
encarnar, en el extremo opuesto, la ms radical versin de una
literatura compro- metida con la realidad de su tiempo". A pesar de
ello, Mainer habla de un "dilema artificiosidad-compromiso" (Mainer
289). De hecho, se puede constatar una escisin en la valora- cin de
la obra de Valle que sobre todo se debe a una recep- cin
contrapuesta de las diferentes fases de su produccin artstica. Hay
un relativo consenso acerca de sus obras madu- ras, "esperpnticas",
que le merecieron el epteto de autor comprometido. Su narrativa
temprana, sin embargo, sigue siendo un tema controvertido para la
crtica. Ya se cit la opi- nin del propio Mainer acerca de las
cuatro Sonatas , que tilda de producto de la "adolescencia
literaria" del autor (quien en- tonces ya se acercaba a los
cuarenta), lo que explica que el crtico se manifieste en contra de
una visin de la obra de Valle como "bloque enterizo" (Mainer 290).
El intento de Za- vala y de Gibbs equivale a una "rehabilitacin" de
la obra temprana de Valle, en el sentido de atribuirle unas
preocupa- ciones ideolgicas que prueban un "compromiso social", que
hasta entonces no se haba percibido.
La carnavalizacin en la literatura y las Sonatas
Zavala (14) reclama la interpretacin de las obras comple- tas de
Valle como "texto nico", cuya coherencia interna se explicara por
el concepto subyacente de la carnavalizacin literaria. El argumento
que esgrime para apoyar esta tesis son las "series rabelesianas",
que en el caso de las " Sonatas se concentran en la sexualidad y la
muerte, aunque no faltan
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otras (la vestimenta, el cuerpo, la comida, la bebida)" (Zavala
59). Toda esta argumentacin tiene por objeto confirmar un supuesto
compromiso social del Valle-Incln de las Sonatas , que Zavala
compaira con el escritor marxista Bertold Brecht:
Las "memorias amables" de Bradomn ... evidencian adems otra
intencin: crear una literatura francamen- te "popular"...; pero
valga distinguir -como Brecht- en- tre lo popular y lo
"popularizado" o "populachero". Recurdese que para el escritor
alemn, popular signi- fica cuanto es comprensible para las masas...
(Zavala 75)
Si las Sonatas formaran parte de la literatura carnava- lesca,
por lo menos algunas caractersticas tpicas de este fe- nmeno
deberan jugar un papel decisivo en ellas. Segn el terico ruso Mija
Bajtn, estas caractersticas son: una comi- cidad grotesca que se
sirve de abundantes referencias al "drama corporal" (comer, beber,
defecar, apareamiento, em- barazo, parto, crecimiento del cuerpo,
envejecimiento, enfer- medad, muerte), la constitucin de un "mundo
trastornado" y de "mesalliances" carnavalescas por la supresin
temporal de las categoras sociales y, finalmente, la profanacin de
los valores sociales mediante la eleccin y el derrocamiento de un
rey carnavalesco5. En muchas de las obras esperpnticas de
Valle-Incln pueden encontrarse estas caractersticas, pero est
justificado equiparar las Memorias amables con ellas? En las
Sonatas , el Marqus de Bradomn pertenece a la cs- pide de la
pirmide social. En el transcurso de las cuatro no- velas aparece:
como miembro de la Guardia Noble del Papa, representante de la
antigua clase terrateniente en Mxico, amante de una seora noble,
hombre de confianza del Pre- tendiente Carlos VII. En ninguna de
las Sonatas sufre un descenso social y en ninguna de ellas se
compromete en una "mesalliance" grotesca.
Como se ve, ni la accin ni el protagonista de las Sonatas se
prestan al desarrollo de una temtica carnavalesca. El ni- co
elemento que puede relacionarse con el fenmeno de la carnavalizacin
es la profanacin continua de la religin cat- lica, que se lleva a
cabo sobre todo por la mencin de los
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deseos erticos del protagonista en el marco de contextos reli-
giosos. No sorprende entonces que se trate del argumento central de
Zavala para apoyar su tesis del "texto nico" en el caso de las
Sonatas. Sin embargo, el lenguaje y la perspectiva de las Sonatas
difcilmente podran conciliarse con lo grotesco que, segn Bajtn, es
una caracterstica bsica de la cosmo- visin carnavalesca. Lo muestra
el ejemplo emblemtico de la Sonata de Otoo donde se llega a un
encuentro sexual frente a la muerte ineludible de Concha (y con
ello a la unin de dos "series rabelesianas"). La enfermedad de ella
se describe desde una perspectiva absolutamente esteticista,
siempre fiel al lenguaje modernista y evitando descripciones
naturalistas: "Era tan plida y tan blanca como esos ramos de
azucenas que embalsaman las capillas con ms delicado perfume al
marchitarse" (Valle-Incln 485). No se trata de un lenguaje
carnavalesco y grotesco en el sentido de Bajtn, sino de una esttica
y de un erotismo decadente que tiene sus antece- dentes en autores
como Baudelaire y Huysmans, autores que afectan un desdn llamativo
del pueblo y que intentan dis- tinguirse mediante lo inslito y lo
exclusivo.
En la revisin de los argumentos de Zavala se impone la conclusin
de que no puede mantenerse su tesis sobre la obra de Valle como
"texto nico". Si bien el fenmeno de la carna- valizacin puede ser,
en efecto, caracterstico de obras pos- teriores del autor, no lo es
en el caso de las Sonatas . El intento de tapar las "roturas" en la
imagen de Valle-Incln a favor de un supuesto compromiso
social(ista) durante toda su carrera literaria no es convincente.
De hecho, sera sor- prendente que un protagonista noble y
distinguido sin sufrir cada alguna pudiera servir como transmisor
de una crtica carnavalesca que expresa la posicin ideolgica del
"pueblo". Al contrario de lo que ocurra en la realidad histrica a
partir del inicio del siglo XIX6, las jerarquas de la anacrnica
sociedad feudal en las Sonatas no se ven alteradas. Jos Antonio
Maravall comenta "la imagen utpica de la sociedad arcaica" en
Valle-Incln de la manera siguiente:
No se diga que esto es una ocurrencia literaria que no guarda
relacin con la ideologa que sustenta la obra va- lleinclanesca. Se
trata de una reviviscencia del pasado,
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de tipo utopico. Con ello se corresponde a la preocupa- cin
erudita -y ms que erudita, biogrfica, personal- sima- de Valle, por
las cuestiones herldicas y geneal- gicas, observada por Alonso
Zamora, que revela la at- vica adhesin del autor a las formas ms
arcaizantes de la aristocracia de linaje, cuyo papel social trata
de de- fender. (Maravall 306)
Hay que concluir, pues, que la figura del Marqus de Bra- domin
no puede servir para una crtica del sistema social y poltico en el
sentido de la carnavalizacin literaria.
La lectura de las Sonatas como textos irnicos o pardicos
Aparte de la tesis de Zavala, hay otra posicin crtica que
pretende haber encontrado un nuevo acceso a las Sonatas , que dara
prueba de un compromiso social y de una posicin poltica
absolutamente opuestos a la imagen tradicional del Valle-Incln de
las Memorias amables. Virginia Gibbs (1991) adopta ante las cuatro
novelas un enfoque que est marcado por los valores ticos e
ideolgicos de la political correctness contempornea, a la cual,
como ella supone, tienen que co- rresponder las verdaderas e ntimas
convicciones de Valle- Incln. Argumenta que el destino de los
cuatro personajes femeninos principales (la locura de Mara Rosario
como con- secuencia de la muerte de Mara Nieves, el pasado
incestuoso de la Nia Chole, la enfermedad de Concha y el suicidio
de Maximina) es demasiado cruel para mantener la tesis de Maravall.
Por consiguiente, habra que interpretar estos acontecimientos
crueles como una seal de que la glorifiacin de ese mundo arcaico y
de la figura del Marqus de Bradomn tiene que entenderse como irona
(cf. Gibbs 17). Empujada por esta conviccin, Gibbs advierte matices
irnicos que antes no se haban percibido en numerosos elementos. De
esta ma- nera, el discurso del linaje, que segn Maravall
corresponde a una "preocupacin biogrfica, personalsima" de
Valle-Incln, para Gibbs "sufre las embestidas de la irona una y
otra vez y de maneras dispares". Menciona como ejemplos, que desde
su perspectiva indican una intencin irnica por parte de Valle-
Incln, al antepasado de Bradomn que muri envenenado
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por una comediante famosa, as como el detalle de que sus
antecesores incluyen a un Gran Inquisidor y al fundador de un reino
no-existente (cf. Gibbs 27 s).
Sin embargo, las consecuencias de su enfoque van ms all, hasta
el punto de considerar el lenguaje como un ele- mento enteramente
pardico: "Para crear este discurso, Don Ramn ech mano de todo lo
siguiente: lugares comunes del romanticismo del siglo diecinueve,
alusiones innumerables a fuentes literarias y artsticas, imgenes
cargadas de un senti- mentalismo barato o un patetismo enfermizo, y
un lenguaje exageradamente precioso" (Gibbs 35)7.
La funcin de este estilo "horrible" que Gibbs identifica como
"kitsch" intencional consistira en advertir al lector de que se
trata de una "mentira artstica" y que, por consi- guiente, nada de
lo que se cuenta debe tomarse en serio. Como la literatura seria, a
juicio de Gibbs, tiene que ser la manifestacin de una preocupacin
tica por asuntos sociales y polticos "y [como] el lenguaje artstico
de las Sonatas, i. e. su lirismo modernista, tiende a alienar al
lector tanto de los problemas como de las alegras de la existencia
humana" (Gibbs 40), el componente "kitsch", que encuentra en las
So- natas , tiene que ser una "mscara" (Gibbs 45) que el lector
consciente, gracias a las seales de falsedad e irona, percibe como
tal. Segn Gibbs, la intertextualidad y las referencias a obras de
arte tendran como funcin justamente advertir al lector de la
falsedad de lo que se cuenta: "Es una verdadera cornucopia de
fuentes o modelos del mundo del arte pictorial [s/c], del teatro,
del folklore y de la iconografa religiosa. La acumulacin y
repeticin de estas fuentes convierte en m- mica lo que es en
principio simple imitacin; el discurso mo- dernista queda
ironizado" (Gibbs 47). Como blanco de esta irona constante, Gibbs
seala la aristocracia, la Iglesia y la jerarqua militar. La posicin
poltica e ideolgica desde la cual Valle-Incln emitira su crtica, se
definira por su su- puesta pertenencia a "los grupos e individuos
de la oposicin" (Gibbs 82).
La imagen revolucionariamente nueva de Valle-Incln que Gibbs
intenta establecer, depende bsicamente de su lectura de las Sonatas
como texto profundamente irnico. Sin em-
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bargo, la irona es un fenmeno lingstico que no tiene valor
absoluto, sino que depende del contexto. Por consiguiente, es muy
posible que un enunciado que en su contexto original se emiti sin
intencin irnica la adquiera para un lector pos- terior que
interpreta el enunciado en base a otro contexto. De tal manera, las
caractersticas estilsticas del modernismo, que en la poca del fin
de siglo se consideraba (por una parte del pblico y de los
artistas) una corriente literaria inno- vadora y esttica, unas
dcadas despus ya haban pasado de moda. Un primer paso para juzgar
si es probable que la iro- na, que Gibbs y otros crticos de hoy en
da ven en las Sona- tas , corresponda a la intencin de su autor y a
la percepcin del pblico de entonces al cual se dirigan, lo
constituye el examen de las reacciones de la crtica en los aos
siguientes a la primera publicacin de las novelis. Juan Bolufer
(2000) en su estudio de La tcnica narrativa en Valle-Incln ofrece
un resumen detallado de la historia de recepcin de las Sonatas , de
la cual aqu solamente se mencionarn algunas opiniones
representativas8. Acerca de la figura de Bradomn, Ciges Apa- ricio
en 1902 habla de este "ms admirable ... excptico [sic] marqus, de
que Valle-Incln ha hecho un tipo original, que inspira envidia".
Muy lejos de juzgar el estilo de las novelas como mentira artstica,
sobrecargada de clichs artsticos, Gonzlez Blanco en 1905, el ao de
la publicacin de la ltima de las Sonatas , las ensalza como
"doctrinario del amor moderno" y le reconoce el mrito a Valle-Incln
de haber "in- troducido en Espaa una prosa nueva" {apud Juan
Bolufer 24). Que los contemporneos de Valle-Incln estaban lejos de
percibir su prosa como "kitsch", resulta obvio al observar que la
influencia del modernismo se poda notar hasta en el estilo de
ciertos artculos de la prensa. Fernando Fortn en 1907 opina acerca
de las Sonatas : "Su engemada prosa, rtmica y acariciante, como el
numerario de unos bermejos labios que junto a nuestro odo cuentan
emociones y dicen promesas, ha alcanzado una belleza que jams tuvo
la lengua castellana" {apud Juan Bolufer 27).
Pero como es posible que los contemporneos de Valle- Incln no se
sintieran perturbados por la "verdadera cornu- copia de fuentes o
modelos del mundo del arte pictorial [sic],
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del teatro, del folklore y de la iconografa religiosa"? Esto se
explica fcilmente por el hecho de que se trata de un procedi-
miento que no era inusitado en la poca y que Valle-Incln adopt
modelos por l admirados. Como demuestra el estudio de Ulrich Schulz
-Buschhaus (1988), la novela II piacere del autor italiano Gabriele
D'Annunzio le sirvi a Valle-Incln como una de las fuentes de
inspiracin principales. El procedimiento estlistico ms importante
que las Sonatas tienen en comn con II piacere es lo que
Schulz-Buschhaus denomina "ikonischer Vergleich" ("comparacin
iconica"), una tcnica que se encuentra en toda la tetraloga y que
abunda en la Sonata de Primavera , donde ayuda a crear la atmosfera
particular del lugar de la accin (la ficticia ciudad italiana de
Ligura) (Schulz-Buschhaus 91). Gibbs en su refe- rencia a la
"cornucopia de fuentes" carece de precisin, ya que facilmente se
puede constatar que las comparaciones ico- nicas casi nicamente se
llevan a cabo en base al arte pict- rico del Renacimiento italiano.
Dentro de este dominio toda- va bastante vasto, los objetos de
comparacin tampoco se eligen sin motivo. Cuando el Marqus se
refiere a "la audacia que se admira en los labios y en los ojos de
aquel retrato que del divino Csar Borgia pint el divino Rafael de
Sanzio" (Valle-Incln 361) para describir su estado de nimo, cita
casi literalmente a D'Annunzio9. La alusin al autor italiano
contemporneo de Valle-Incln y a la vez a un personaje his- trico,
temido en su tiempo por su violencia y carencia de escrpulos, tiene
una funcin especfica a la cual habr que referirse en lo que sigue y
que, sin duda, no se puede conciliar con el compromiso social que
Gibbs quiere ver en la obra de Valle-Incln.
Antes de dedicarse a los conceptos filosficos e histricos que se
esconden detrs de este tipo de comparaciones y que Valle-Incln
comparte con el autor italiano y con el filsofo alemn Friedrich
Nietzsche, conviene recordar la situacin sociopolitica de la poca y
las manifestaciones del propio Valle-Incln acerca de sus posiciones
ideolgicas. Es de alto valor para esta empresa el estudio de Santos
Zas (1993) sobre el Carlismo en la obra de Valle-Incln en los aos
de 1889 a 1910. El primer dato de inters lo proporcionan los
documen-
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tos de familiares, contemporneos y del propio Valle-Incln, que
atestiguan simpatas indudables por el movimiento
legitimista-tradicionalista del Carlismo. Su hijo, Carlos del
Valle-Incln, por ejemplo, afirma que su "su carlismo adquiri un
tono proselitista y all por los aos 1885, en el casino de Santiago,
defiende con ardor al pretendiente" (apud Santos Zas 61). En
diferentes artculos de peridico, el mismo Ramn del Valle-Incln
manifiesta posiciones afines con la ideologa de la Causa. As por
ejemplo, en una recensin de la novela de Po Baroja La casa de
Aizgorri , que narra la deca- dencia de un hidalgo adicto al
alcohol que, guiado por su afn de lucro, permite instalar una
industria que destruye el con- cepto tradicional de la sociedad,
Valle-Incln comenta que el protagonista "olvida... la tradicin
hidalga y campesina de todo su linaje" y lo califica de "traidor al
espritu de su raza" concluyendo que "esto le trajo la desgracia" (
apud Santos Zas 94).
Como simpatizante del Carlismo, Valle-Incln de hecho puede
asociarse a "los grupos e individuos de la oposicin". Sin embargo,
siendo el Carlismo un partido catlico-monr- quico, carece de lgica
atribuirle por esta razn una oposicin ideolgica a la aristocracia
Muy al contrario, la oposicin al sistema poltico y a la sociedad de
su poca no se explica por condenar la actitud de la aristocracia,
que en este tiempo ya haba cedido su poder a la burguesa, sino por
rechazar el liberalismo isabelino que iba de la mano con una
corrupta oligarqua capitalista y una prdida de los valores
tradiciona- les. De acuerdo con sus investigaciones, Santos Zas
comenta:
Respecto al aristocratismo de don Ramn, conviene precisar que
aquel presenta dos faceteis que son comple- mentarias: una,
familiar, de la que el escritor con fre- cuencia se preciaba; la
otra, individual, se manifiesta en su talante seorial, ingrediente
importante en la con- frontacin de una conciencia diferencial ...
que es con- ciencia de superioridad; en el caso de Valle-Incln,
obe- diente a una serie de valores humemos que son los que componen
el esquema histrico moral del hidalgo ..., figura sta no solo ajena
sino hostil a los tipos de
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burgus y proletario hacia los que Valle no pareci pro- fesar
especial simpata (Santos Zas 13)
Hastiado por la vulgaridad de la sociedad burguesa-capi-
talista, la opcin del carlismo como ideologa poltica y tica
responde tanto a una sensibilidad esttica refinada como a la
preocupacin por la evolucin social y poltica del pas. El
esteticismo de la fase modernista de Valle-Incln entonces, menos
que expresin de una actitud ajena al mundo que obe- dece a meras
consideraciones artsticas, se explica por el re- chazo consciente
de una realidad social y poltica decadente y por ello mismo
representa tambin una toma de posicin ideolgica.
Segn las informaciones referidas, es poco probable que en las
Sonatas Valle-Incln haya querido ofrecer una imagen irnica de la
aristocracia espaola. Sin embargo, una obra literaria no se debe
interpretar por la biografa de su autor, lo nico admisible es que
sta sirva de orientacin general. So- bre todo en el caso de la
Sonata de Invierno , el lector que no es experto de la historia
espaola, es confrontado con una serie de enunciados por parte del
protagonista que parecen desmentir la simpata que Valle-Incln
manifest por el Carlismo. Sin embargo, esta duda desaparece, si se
toma en cuenta el complejo contexto histrico del episodio
narrativo. Es de suma importancia el hecho de que el movimiento
car- lista sufri una serie de conflictos internos que contribuyeron
considerablemente a su fracaso final. Uno de los mayores fue el
enfrentamiento entre la fraccin extremista del clero y una fraccin
ms moderada de la cual el propio Pretendiente formaba parte. Un
nmeroso grupo de curas facciosos y de otros seguidores se
comprometi en una lucha guerrillera que no contaba con la aprobacin
de Carlos VII. Las operaciones autnomas de guerrilleros como Manuel
Santa Cruz (1842- 1926), un personaje de integridad moral dudosa,
crearon cada vez ms problemas a los lderes del ejrcito regular
carlista durante el tercer conflicto blico. Sin embargo, el apoyo
de la Iglesia era imprescindible para el movimiento, de manera que
una oposicin abierta de la fraccin moderada a los catlicos
fundamentalistas no era factible. Ante este contexto se escla- rece
la actitud irnica del Marqus de Bradomin frente a los
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miembros del clero. Santos Zas explica las famosas palabras que
Bradomn emite delante de un obispo en la corte de Estella de la
manera siguiente:
Su respuesta es ese "Viva la bagatela!", que tantas ve- ces se
ha interpretado como una actitud general del per- sonaje ante la
vida, cuando en realidad es la frmula para confundir la pacatera
del prelado. Es precisa- mente esa actitud irnica, burlona y un
poco cnica que Bradomn mantiene de forma sistemtica frente al
sector clerical. (Santos Zas 128 ss)
Tambin otro enunciado frecuentemente citado, "Fray Ambrosio,
estoy por decir que me alegro de que no triunfe la Causa"
(Valle-Incln 589), se entiende mejor cuando se tiene en cuenta que
Fray Ambrosio, el monje exclaustrado, es un seguidor del
guerrillero Santa Cruz, un activista que en opi- nin de los
carlistas moderados del entorno del Pretendiente pona en peligro el
xito de la Causa. Por consiguiente, la actitud de Bradomn no se
basa en un cinismo gratuito sino que corresponde a "una inequvoca
toma de posicin ideol- gica dentro de las distintas corrientes
enfrentadas que con- viven en el seno del movimiento carlista"
(Santos Zas 134). No obstante, la posicin ideolgica del Marqus no
significa que la Sonata de Invierno sea un panfleto procarlista. En
suma, se puede constatar que el protagonista, Carlos VII y su
familia salen bien librados en la Sonata , a pesar de que tam- bin
se representan esos conflictos e intrigas que, en efecto, padeca el
movimiento. En este sentido pueden afirmarse las siguientes
palabras de J. Extramiana: "Valle combina lo real y lo verosmil
para componer una imagen relativamente fiel de lo que ocurra en
Navarra al final de la guerra, cuando la inactividad, las intrigas
y las luchas intestinas del campo carlista contribuan, ante la
ofensiva liberal, a poner fin a la insurreccin" (apud Santos Zas
120).
Aristocratismo y crtica cultural : coincidencias con el pensa-
miento de Nietzsche
Ahora bien, est claro que el trasfondo de las cuatro nove- las
no se define solamente por la situacin poltica de Espaa
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y el rol del Carlismo. La representacin del contexto histrico y
poltico solamente es un aspecto de la posicin crtica del autor
gallego frente a la evolucin sociocultural europea y no explica
satisfactoriamente el aristocratismo que segn crti- cos, como
Zamora Vicente, Maravall y Santos Zas, es uno de los aspectos ms
importantes de las Sonatas.
Ya desde la primera publicacin de los textos, se ha des- tacado
repetidamente la afinidad de la posicin ideolgica de Valle-Incln
con el pensamiento del filsofo alemn Friedrich Nietzsche. De tal
manera, A. Gonzlez-Blanco observa en 1909 que "entre las pocas
cosas que en el orden ideolgico pueden apuntarse al examinar las
obras de Valle-Incln, una de ellas es este fiero alarde de
nietzschianismo [sic]" (apud Sobejano 213). En 1943, M. Fernndez
Almagro hace hin- capi en la recepcin de la filosofa de Nietzsche
mediante las obras de D'Annunzio (Sobejano 214). En muchos de los
tra- bajos ms recientes sobre Valle-Incln se encuentran alusio- nes
muy vagas10. Hasta hoy, el estudio ms importante al respecto es el
anlisis de Gonzalo Sobejano sobre Nietzsche en Espaa (1967). A
pesar de que constata que "Valle-Incln no menciona ni alude a
Nietzsche en ninguna ocasin", dedica 14 pginas a "la semejanza de
pensamiento y de expresin" (Sobejano 213 y 218, respectivamente)
entre el filsofo ale- mn y el escritor espaol que, como prueba a
base de citas detalladas, es sorprendente. Vale la pena citar
aquellos ele- mentos que, segn Sobejano, forman el ncleo de las
coin- cidencias respectivas:
ste [Nietzsche] haba hecho ver el significado vital- mente
positivo de lo que desde el punto de vista cris- tiano pasa por
vicio, corrupcin y decadencia. El Renaci- miento se le apareca como
poca crtica en que, desde el mismo centro de la razn socrtica y la
caridad cris- tiana, el hombre logr el mayor despliegue de sus
instintos y su voluntad de dominio .... El prototipo del hombre
sano, instintivo, prensil y "tropical" es, para Nietzsche, Csar
Borgia, cuyo pontificado hubiese su- puesto el triunfo de la vida
en el solio mismo de la cris- tiandad. Por ese triunfo de la vida
se afanan los hroes de D'Annunzio. Ese triunfo es el que ambicionan
algu-
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nos personajes valle-inclanescos: Augusta del Fede y Attilio
Bonaparte, el Marqus de Bradomn, don Juan Manuel Montenegro.
(Sobejano 215)
Aparte de la filosofa vitalista y la imagen histrica que unen a
Nietzsche, a D'Annunzio y a Valle-Incln, Sobejano, que no se limita
a las Sonatas , menciona ms coincidencias entre el autor gallego y
el filosofo alemn. Opina que Valle- Incln es el escritor espaol en
quien "la dualidad 'Apolo- Dionisos' manifiesta una pugnacidad ms
intensa y sos- tenida" (Sobejano 227). Como el citado estudio se
dedica a la recepcin de Nietzsche a nivel nacional, no sorprende
que no pueda ofrecer un anlisis exhaustivo de todos los autores en
particular. De esta manera se explica que en el caso de Valle-
Incln, de cuya fase modernista, como ya se vio, el aristocra- tismo
es uno de los rasgos dominantes, Sobejano omite refe- rirse al
texto de Nietzsche quizs ms pertinente al respecto: la seccin
novena, Was ist vornehm ( Qu es aristocrtico ?), de Jenseits von
gut und bse ( Ms all del bien y del mal) (1886). Este libro de
Nietzsche, junto con Zur Genealogie der Moral (La genealogia de la
moral) (1887), ejerci particular influencia en el pensamiento
filosfico a nivel europeo. Con- densa, concreta y sistematiza ideas
que aisladamente ya se encuentran en las colecciones de aforismos
anteriores. La ambicin de Nietzsche en estos dos estudios es
presentar una teora de la evolucin de la moral europea y de los
factores subyacentes decisivos.
Antes de resumir las ideas ms importantes de la seccin
mencionada en el contexto de las Sonatas de Valle-Incln, es
pertinente la siguiente observacin: Nietzsche se refiere al
aristocratismo como principio espiritual, como actitud ge- neral
frente a la vida y como metfora de un sistema de valo- res que se
opone a la "moral de rebao", que analiza como sntoma de decadencia
vital. En este marco, la situacin so- ciopolitica concreta de la
nobleza de sangre europea no tiene importancia. Adems, hay que
constatar que la actitud aristo- crtica, en el sentido de
Nietzsche, no necesariamente va de la mano con la nobleza de
sangre. Nietzsche es un filsofo apoltico, que parte del anlisis
filolgico y de la observacin psicolgica que le permiten, por un
lado, establecer juicios
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46 / 754 ALEC 35.3 (2010}
agudos sobre procesos y situaciones histricas (incluyendo su
contemporaneidad) y, por otro, las bases antropolgicas del
comportamiento humano. Rechaza las ideas del socialismo y del
cristianismo de su poca al igual que desaprueba la direccin que
haba tomado la evolucin sociocultural de Alemania a partir de la
fundacin del Segundo Imperio en 1871. Por consiguiente, no es lcito
aplicar las nociones pol- ticas de "derecha" e "izquierda" de
nuestros sistemas parla- mentarios modernos al pensamiento de
Nietzsche, ni tam- poco al arte de Valle-Incln en lo que concierne
a aquellos ele- mentos que se le asemejan.
En Qu es aristocrtico ?, Nietzsche diferencia entre "dos tipos
bsicos" de moral: la "moral de seores" y la "moral de esclavos".
Para entender este antagonismo (que no debe con- cebirse como una
oposicin entre blanco y negro, ya que los elementos de ambas
morales se mezclan a nivel social y "has- ta a veces [llegan a] una
ruda yuxtaposicin entre ellas - incluso en el mismo hombre, dentro
de una sola alma", vid. Nietzsche 223), es preciso tener en cuenta
las reflexiones del filsofo sobre la evolucin de la moral desde las
formas ms primarias hasta las ms desarrolladas.
Situado a una cierta distancia del contexto de una socie- dad
ltamente civilizada e internamente pacificada, Nietz- sche hace
hincapi en el hecho de que "la vida misma es esen- cialmente
apropiacin, ofensa, avasallamiento de lo que es extrao y ms dbil,
opresin, dureza, imposicin de formas propias, anexin y al menos, en
el caso ms suave, explota- cin" (Nietzsche 221). La condicin
imprescindible para que la vida se conserve y se propague es que
sea "cabalmente voluntad de poder" (Nietzsche 222). En las largas
pocas de continuo peligro en la historia humana, solamente la
fuerza, el poder y la inteligencia garantizaban la perduracin del
in- dividuo y de su estirpe y comunidad. Los fuertes, aquellos que
saban imponerse sobre los dems y establecerse como seores y
aristcratas, lgicamente estaban en posicin de crear valores e
imponer su moral, una moral que necesaria- mente equipara lo
"bueno" a lo "aristocrtico"; vale decir, el poder, la fuerza, la
plenitud. En este marco, "la anttesis 'bueno' y 'malo' es sinnima
de 'aristocrtico' y 'desprecia-
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ble'... Es despreciado el cobarde, el miedoso, el mezquino, el
que piensa en la estrecha utilidad; tambin el desconfiado de mirada
servil, el que se rebaja a s mismo, la especie canina de hombre que
se deja maltratar, el adulador que pordiosea, sobre todo el
mentiroso" (Nietzsche 223).
El dbil (el esclavo), a su vez, tambin acomoda su moral a las
respectivas circunstancias. Est forzado a mantener una permanente
actidud de escepticismo y desconfianza. A la anttesis "bueno" y
"malo" (en alemn gut und schlecht) de la moral aristocrtica se
opone la anttesis "bueno" y "malvado" ( gut und bse) de la moral de
esclavos, que Nietzsche explica de manera siguiente:
[Desde la perspectiva del esclavo] se considera que del mal
forman parte el poder y la peligrosidad, as como una cierta
terribilidad y una sutilidad y fortaleza que no permiten que
aparezca el desprecio. As, pues, segn la moral de esclavos, el
malvado inspira temor; segn la moral de seores, es cabalmente el
bueno el que inspira y quiere inspirar temor, mientras que el
hombre malo es sentido como despreciable. (Nietzsche 226)
En lo que sigue, el pensador alemn explica cmo casi
inevitablemente el avance de la civilizacin conlleva la desa-
paricin de la moral aristocrtica y conduce a la soberana de la
mediocridad, bajo el pretexto de ideales cristianos, huma- nitarios
y socialistas. A partir del momento en que una socie- dad entra en
una situacin holgada que convierte en prescin- dibles la dureza y
la disciplina, se les da rienda suelta a los impulsos de la
naturaleza humana y empieza un "magnfico, multiforme, selvtico
crecer: ... un inmenso perecer y arrui- narse, merced a los egosmos
que se oponen salvajemente entre s y que, por as decirlo, explotan,
egosmos que luchan unos con otros 'por el sol y la luz' y no saben
ya extraer, de la moral vigente hasta ese momento, ni lmite ni
freno ni consi- deracin alguna" (Nietzsche 229)11. De tal manera,
un nuevo peligro interno, no menos fatal para la persistencia de la
so- ciedad, sigue al peligro hasta entonces externo. Cul ser la
moral adecuada para frenar y combatir este proceso? Segn Nietzsche,
"nada se mantiene en pie... excepto una sola espe-
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48 / 756 ALEC 35.3 (2010}
cie de hombres, los incurablemente mediocres ". El objetivo (del
cual los menos tienen solamente vaga conciencia) es volver al
hombre mediocre, imponerle la moral de esclavos que le convierte en
un animal domesticado, inofensivo y apacible. Sin embargo, "es
difcil de predicar esa moral de la mediocridad! No le es lcito [al
predicador de la mediocridad], en efecto, confesar nunca lo que es
y lo que quiere! Tiene que hablar de moderacin y de dignidad y de
deber y de amor al prjimo" (Nietzsche 231). Siguiendo esta
reflexin, la moral cristiana y el socialismo son pretextos para
imponer esta me- diocridad. En una sociedad de ese tipo, la idea de
que los in- dividuos por naturaleza sean diferentes (en fuerza,
energa, inteligencia y valor) causa disgusto. Humildad y compasin
cristianas, junto con las ideas democrticas y socialistas, con-
tribuyen a la constitucin de una sociedad nivelada e iguali- taria.
Para Nietzsche (219), que opina que "toda elevacin del tipo
'hombre' ha sido hasta ahora obra de una sociedad aris- tocrtica",
esa tendencia corresponde a la "voluntad de nega- cin de la vida,
como principio de disolucin y de decadencia" (Nietzsche 221).
El filsofo alemn no es el nico ni el primero que expresa esta
crtica de la evolucin sociocultural europea, pero es l quien la
formula con mayor radicalidad y agudeza. Como Sobejano constata en
el caso posterior de Valle-Incln, ya otros pensadores y artistas
europeos haban sentido anterior- mente "la nausea del
igualitarismo, que merma la significa- cin de la persona" (Sobejano
222). Puede pensarse por ejemplo en el autor francs Stendhal, que
sufra con la estre- chez burguesa de la poca de la Restauracin y
aoraba el tiempo heroico de Napolen Bonaparte, o bien en el filsofo
dans Sren Kierkegaard que ya antes de Sartre haba pade- cido la
Nusea frente a una sociedad que cercenaba todo lo vital y todo lo
grande. Esto no sorprende, ya que, segn Nietzsche, la decadencia
progresiva en Europa tiene su inicio ya antes de la Revolucin
francesa, hecho que desde esta perspectiva se presenta como la
primera culminacin de un proceso que sigue hasta la poca
contempornea. Por consi- guiente, las coincidencias entre el
pensamiento de Nietzsche y Valle-Incln se explicaran por una
actitud y un senti-
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miento de alienacin semejantes ante la situacin sociocultu- ral
europea de su tiempo.
Ya la dedicatoria de Rubn Daro en forma de soneto, que antecede
a las Sonatas es emblemtica para la crtica cultural de la obra. Los
dos cuartetos definen el punto de vista aristo- crtico, que
comparten el protagonista de las memorias ama- bles y el yo-lrico
del soneto:
Marqus -como el divino lo eres- te saludo! Es el otoo y vengo de
un Versalles doliente, Haca mucho fro y erraba vulgar gente, El
chorro de agua de Verlaine estaba mudo. Me qued pensativo ante un
mrmol desnudo Cuando vi una paloma que cruz de repente, Y por caso
de cerebracin inconsciente Pens en ti. Toda exgesis en este caso
eludo. (Valle-Incln 325)
La indicacin temporal que situa el episodio descrito en otoo
puede interpretarse como metfora, ya que forma parte de una
constelacin simblica que es reflejo de un mundo en decadencia y
merma cultural. Versalles es una metonimia antonomstica tanto del
arte clsico francs (y europeo) como de la monarqua absoluta modelo,
y, por consiguiente, de la sociedad europea tradicional. La segunda
rima del primer cuarteto indica la causa de la desolacin
constatada: "Ver- salles doliente" - "vulgar gente". Es, pues, la
poca de una sociedad plebeya, que tambin Nietzsche deplora en sus
refle- xiones sobre lo aristocrtico12. Las consecuencias para el
arte son fatales: las fuentes de belleza se secan. Verlaine,
artista emblemtico para los modernistas, con su arte refinado y
espiritual est en clara oposicin a la sociedad de "vulgar gente",
y, si se quiere extender el contexto, a la literatura
correspondiente, vale decir al naturalismo de cuyos preceptos
Valle-Incln se distancia marcadamente13. En el segundo cuarteto,
Rubn Daro presenta al Marqus de Bradomn (vale decir, a Valle-Incln)
como una excepcin esperan- zadora ante este trasfondo. La "paloma"
(smbolo de paz y esperanza, mensajero bblico) en la mente del
yo-lrico establece el nexo entre el "mrmol desnudo" (smbolo de
arte
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y belleza clsicos) y el protagonista de las Sonatas (figura re-
dentora).
De tal manera, la dedicatoria ya advierte al lector, que
comparte el contexto intelectual de Valle-Incln y Daro, que la
alegora de las estaciones tiene varios niveles de signifi- cado. Al
primer nivel, el de las memorias amables en la tra- dicin de
Casanova, el ciclo de novelas es una alegora de la vida amorosa del
hombre. La primavera muestra el encen- derse del ardor amoroso y un
intento de conquista con juvenil impulso y torpeza. Sigue un esto
que corresponde a una conquista verdadera en plena conciencia de la
virilidad. El otoo tematiza la frontera entre maduracin y
caducidad. El invierno , finalmente, representa el paulatino
agotamiento de las fuerzas y la melancola y soledad que ello
conlleva. Un segundo nivel, el de la metfora del Versalles otoal,
se puede leer como una alegora de la evolucin sociocultural. No es
accidental que la Sonata de Primavera empiece "en los felices
tiempos del Papa-Rey" (Valle-Incln 328) y que la accin se
desarrolle en una ciudad italiana que se caracteriza por el arte
del Renacimiento. El bro e mpetu juveniles del prota- gonista se
corresponden con una serie de personajes que se caracterizan por
virtudes renacentistas, segn el gusto de Nietzsche y D'Annunzio.
Destaca en este sentido la figura de Monseor Antonelli, del cual
Bradomn, frente a "la leyenda de sus fortunas amorosas", tiene unos
"celos rabiosos" (Valle- Incln 342). La princesa Gaetani, la gran
adversaria del pro- tagonista en el episodio primaveral, no le va a
la zaga en vitalidad y carencia de escrpulos. Corresponde
totalmente a su carcter que no se arredra ante las medidas ms
drsticas para frustrar los intentos de seduccin de su hija (cf. el
episo- dio nocturno del ataque de pual). La creacin de un am-
biente idealizado de vitalidad y cultura refinada renacentista no
se limita a los personajes. Como ya se vio en las observa- ciones
de Schulz-Buschhaus sobre la "comparacin iconica", el arte del
Renacimiento -y con l las referencias a personajes histricos como
Csar Borgia- juegan un rol importante. Adems de este recurso hay
que mencionar las numerosas alegoras que reflejan y anticipan
elementos de la accin y que, sin referirse a obras de arte
concretas, tienen una fun-
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cin semejante a la citada "comparacin iconica". Una de las ms
bellas escenas de este tipo acontece en el jardn del palacio
Gaetani:
Las cinco hermanas haban vuelto a sentarse: Tejan sus ramos en
silencio, y entre la prpura de las roseis re- voloteaban como albas
palomas en sus manos, y los rayos del sol que pasaban a travs del
follaje, temblaban en ellas como msticos haces encendidos. Los
tritones y sirenas de las fuentes borboteaban su risa quimrica, y
las aguas de plata corran con juvenil murmullo por las barbas
limosas de los viejos monstruos marinos que se inclinaban para
besar a las sirenas, presas en sus bra- zos. (Valle-Incln 338)
Es esta una alegora de la inocencia en las garras de la
voluptuosidad, una alusin anticipada al pavor que le causar a la
ingenua y tmida Mara Rosario la persecucin por parte del seductor.
Se dibuja un antagonismo entre depredador y presa que parece estar
dictado por las leyes de la vida misma, e igualmente el
protagonista se siente empujado a sus accio- nes por impulsos
naturales irresistibles.
Las dos novelas siguientes tambin cumplen con el pro- grama
alegrico, tanto a nivel del ciclo vital humano como en sus
alusiones a situaciones socioculturales. La Sonata de Esto
representa la plenitud de las fuerzas vitales en un am- biente
tropical, en una "tierra caliente", donde en el marco del
colonialismo se desarroll con ejemplaridad el drama de la formacin
de una sociedad aristocrtica-explotadora me- diante la subyugacin
del dbil por el ms fuerte. La de Otoo pone en escena una decadencia
ya notable, a cuya repre- sentacin contribuyen el ambiente holgado
y refinado del palacio de Brandeso, donde el protagonista se
entrega a una voluptuosidad que recibe su mximo estmulo de la
enferme- dad letal de su amante.
La Sonata de Invierno merece una atencin particular, ya que su
accin se desarrolla en un pasado relativamente reciente con
respecto al momento de la publicacin del texto. La crtica cultural
que se articula en ella tiene una relacin ms estrecha con la
situacin sociopolitica del escritor, al pre-
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sentarse el episodio de la tercera guerra carlista (1872-1876)
como un dato decisivo para la evolucin posterior de Espaa. Este
acontecimiento histrico condujo a la desaparicin defi- nitiva de la
Espaa tradicional, de sus mayorazgos y fueros, y de su moral
aristocrtica. Coincidiendo con la incipiente vejez del
protagonista, que tiene que aceptar la prdida de su poder de
seduccin y la imposibilidad de seguir viviendo su ideal de
virilidad y vitalidad, la accin le da margen al narrador para que
desarrolle reflexiones sobre la inevitable decadencia de los
organismos biolgicos y sociales. Como en las novelas an- teriores,
Bradomn hace alarde de su actitud aristocrtica y de las
correspondientes virtudes. Su implicacin en el con- flicto blico le
hace sentir esos impulsos agresivos y esa voluntad de poder, que
Nietzsche considera la vida misma: "Yo sent alzarse dentro de m el
nimo guerrero, desptico, feudal, este noble nimo atvico, que
hacindome un hombre de otros tiempos, hizo en esos mi desgracia"
(Valle-Incln, 579). A estas palabras sigue el famoso elogio de la
guerra cuyas atrocidades Bradomn idealiza y estetiza. El hecho de
que los "impulsos atvicos" se idealicen, porque ya no se pue- den
vivir, se debe a una situacin sociocultural que el Mar- qus y otros
personajes de la novela perciben como degrada- cin y decadencia. La
guerra es una farsa y el movimiento carlista se ve condenado de
antemano al fracaso. El narrador es plenamente consciente del
anacronismo de sus ideales aris- tocrticos en la situacin
respectiva, lo que tematiza explci- tamente de esta manera:
Aquel viejo soldado era tambin un hombre de otros tiempos. Yo
confieso que admiro esas almas ingenuas, que an esperan de la
rancias y severas virtudes la ven- tura de los pueblos: Las admiro
y las compadezco, por- que ciegas a toda luz no sabrn nunca que los
pueblos, como los mortales, slo son felices cuando olvidan eso que
llaman conciencia histrica, por el instinto ciego del futuro que
est cimero del bien y del mal, triunfante de la muerte.
(Valle-Incln 557)
Si no se supiera que una recepcin directa es muy impro- bable,
casi no se podra rechazar la sospecha de que Valle-
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DIEMO LANDGRAF 53 / 761
Incln aqu se refiere a los pensamientos de Nietzsche. Lo que se
representa en la Sonata de Invierno es la desaparicin de la moral
aristocrtica en un mundo que obedece a las reglas de una sociedad
moderna, capitalista y burguesa. Son remarcables la agudeza y el
grado de conscincia de este anlisis de la situacin sociocultural
espaola, que anticipa en cierta manera la teora de Oswald Spengler
quien, trece aos ms tarde, en 1918, presentara su Morphologie der
Kulturen en Der Untergang des Abendlandes (La decadencia de
Occidente ), donde desarrolla justamente una teora de las analogas
entre vida/evolucin de "mortales y pueblos". Como Bradomn reconoce
que la desaparicin de la sociedad aristo- crtica es inevitable,
solamente es consecuente que se le caracterice como "defensor de la
tradicin por esttica" (Valle-Incln 589). El hecho de que
efectivamente al carlismo lo considere una causa perdida, no
significa que pueda adhe- rirse a los "ideales modernos" que siguen
siendo irreconci- liables con su sentir aristocrtico.
NOTAS 1. 1902 (Otoo), 1903 (Esto), 1904 ( Primavera ), 1905
(Invierno). 2. Utilizo aqu la terminologa de Pierre Bourdieu
(1992). 3. Un campo de batalla menor lo constituye la discusin
sobre si el
modernismo y la Generacin del 98 son corrientes literarias
opues- tas o, a lo mejor, dos caras de la misma moneda. Cf. los
artculos de Ricardo Gulln y de Pedro Salinas en Mainer (1980).
Acerca de decadentismo y dandysmo cf. Aznar Soler (1997). 4. Cf.
Ruiz de Galarreta (1962), Alberich (1965), Gulstad (1970-71),
Bermejo (1987) y Predmore (1988) por nombrar solamente algunos.
Acerca de la recepcin de las Sonatas cf. Juan Bolufer 17 ss. 5. En
lo que sigue, nos referimos a la edicin alemana Literatur
und Karneval. Zur Romantheorie und Lachkultur (Bajtin 1969), que
rene los trabajos ms importantes del terico ruso sobre Rabelais y
Dostoievski. Como ediciones espaolas se pueden consultar Bajtn
(1974) y (1986). b. Abolicion de los seoros, de aduanas interiores,
de ios gremios y
monopolios a partir de 1811. Para una descripcin detallada del
contexto histrico cf. Santos Zas 25 ss. 7. Este juicio severo hace
suponer que la lectura de las Sonatas es
prcticamente insoportable para un lector con conscincia esttica
y
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estilstica. Sorprende que Gibbs unas pginas despus (47) se des-
diga de la manera siguiente: "Desde una perspectiva lrica, Valle
de- muestra un control total del lenguaje: nos proporciona una
musica- lidad y unas imgenes incomparables que gozamos aun cuando
rechacemos toda afectacin. Es el placer de observar al artista
genial en el acto de dar forma y vida a la materia prima, en este
caso, el lenguaje". 8. El estudio citado igualmente presenta una
actitud escptica
frente a las interpretaciones de las Sonatas como textos irnicos
o pardicos. De tal manera, la autora advierte que "los crticos,
inca- paces de creer que un autor pueda contradecir realmente las
ideas que ellos mismos tienen, concluyen que est expresndose con
iro- na" (Juan Bolufer 21). Cf. al respecto los resultados de su
anlisis narratolgico-estructuralista (38-92), desfavorables a la
perspectiva irnica. 9. hn la novela de D Annunzio reza: ... il
ritratto del gentiluomo
incognito eh ' nella galleria Borghese, la profonda e misteriosa
opera d'arte in cui le immaginazioni affascinate credetter
ravvisare la figura del divino Cesare Borgia dipinta dal divino
Sanzio" (D'Annunzio 49). 10. Asi, por ejemplo, Gibbs (32), sin
esforzarse en precisar el papel de los pensadores respectivos, saca
de la "cornucopia" de las "princi- pales innovaciones de la poca"
los nombres de "Schopenhauer, Hegel, Nietzsche, Marx, Kropotkin,
Sebastin Faur, Rnan y Tolstoi". Juan Bolufer (31 y 33) alude a una
afinidad entre Valle- Incln y Nietzsche que, sin precisarla ms,
justifica remitindose al estudio de Sobejano (1967). 11. En la
historia europea esta fase corresponde al Renacimiento. 12. El
filsofo alemn habla de "este cielo pesado y cubierto del dominio
incipiente de la plebe" (Nietzsche 247). Cf. tambin D'Annunzio
(34): "Sotto il grigio diluvio democratico odierno, che molte belle
cose e rare sommerge miseramente, va anche a poco a poco
scomparendo quella special classe di antica nobilt italica, in cui
era tenuta viva di generazione in generazione una certa tradi- zion
familiare d'eletta cultura, d'eleganza e di arte". 13. Acerca de la
oposicin de Valle-Incln al realismo/naturalismo cf. Zamora Vicente
(17 ss). Nietzsche expresa su rechazo del realismo "comprometido"
con toda claridad. De tal manera, caracteriza a Zola como "die
Freude zu stinken" ("el placer de apestar") (Nietzsche
Gtzendmmerung 130).
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DIEMO LANDGRAF 55 / 763
OBRAS CITADAS
Alberich, Jos. "Ambigedad y humorismo en las Sonatas de Valle
Incln". Hispanic Review 33.4 (1965): 85-106.
Aznar Soler, Manuel. Bohemia, dandysmo y literatura en Valle-
Incln hacia 1900". Congreso internacional de Valle-lncln y el fin
de siglo (1995, Santiago de Compostela), Ed. Luis Iglesias Feijoo.
Santiago de Compostela: Imprenta Universitaria, 1997. 85-104.
Bajtn, Mijil. Literatur und Karneval. Munich: Hanser, 1969.
Bajtn, Mijal. La cultura popular en la Edad Media y el Renaci-
miento. El contexto de Franois Rabelais. Barcelona: Barral Edi-
tores, 1974.
Bajtin, Mijail. Problemas de la poetica de Dostoevski. Mxico
D.F.: Fondo de Cultura Econmica, 1986.
bermejo, Marcos. Lecciones de las bonatas o cuando el esperpento
no tena nombre". A Face not Turned to the Wall. Essays on His -
panistic Themes for Gareth A. Davies. Ed. C. A. Longhurst. Leeds:
University Press, 1987. 193-217.
Bourdieu, Fierre. Les regles de t art. Fans: bd. du beuil, 1992.
D Annunzio, Gabriele. Il piacere. Milano: Mondadori, 1995. uiDDS,
Virginia. Las bonatas ae VaUe-lnclan: kitsch , sexualidad , sa-
tanismo , historia. Madrid: Pliegos, 1991. Gulln, Ricardo. "La
invencin del 98". Modernismo y 98. Tomo V
de la Historia y crtica de la literatura espaola. Ed. Jos Carlos
Mainer. Barcelona: Editorial Crtica, 1980. 41-44.
Gulstad, Daniel E. "Parody in Valle-Incln's Sonata de Otoo ".
Revista Hispnica Moderna 36.1-2 (197071): 21-31.
Juan Bolufer, Amparo de. La tecnica narrativa en Valle-Inclan.
Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compos- tela,
2000.
Mainer, Jos-Carlos. "Ramn del Valle-lncln". Modernismo y 98.
Tomo V de la Historia y critica de la literatura espaola. Ed. Jos
Carlos Mainer. Barcelona: Editorial Crtica, 1980. 289-97.
Maravall, Jos Antonio. "La imagen de la sociedad arcaica en
Valle- lncln". Modernismo y 98. Tomo V de la Historia y crtica de
la literatura espaola. Ed. Jos Carlos Mainer. Barcelona: Editorial
Crtica, 1980. 304-09.
Nietzsche, Friedrich. Ms all del bien y del mal. Trad. Andrs
Snchez Pascual. Madrid: Alianza, 1983.
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Issue Table of ContentsAnales de la literatura espaola
contempornea, Vol. 35, No. 3, ANUARIO VALLE-INCLN X (2010), pp.
713-1074Front MatterSE HACE CAMINO AL ANDAR: "ANUARIO VALLE-INCLN",
10 AOS [pp. 713-718]MADAMA COLLET, COLETTE Y MADAME COLLINE [pp.
719-739]ARISTOCRATISMO Y CRTICA CULTURAL EN LAS "SONATAS" DE
VALLE-INCLN [pp. 741-764]"ROMANCE DE LOBOS", UN PROYECTO
DRAMATRGICO INDITO DE VALLE-INCLN [pp. 765-815]LA MMESIS
DESQUICIADA: ELOGIO DE CERVANTES EN VALLE-INCLN Y PIRANDELLO [pp.
817-837]DOCUMENTACINVALLE-INCLN EN LA TRINCHERA INTELECTUAL CONTRA
LA DICTADURA: UNA ENTREVISTA OLVIDADA DE 1928 [pp. 839-860]UN
VALLE-INCLN EN EL EXILIO: NANCY CUNARD, THE WATERGATE THEATRE Y LA
TRADUCCIN INDITA DE "LIGAZN" (1951-1957) [pp. 861-952]LA RECEPCIN
DE VALLE-INCLN EN BRASIL: UNA HISTORIA QUE EMPIEZA [pp.
953-971]ENTRE LA ESCENA Y EL PBLICO: ALGUNAS IDEAS DE VALLE-INCLN
SOBRE TEATRO. A PROPSITO DE UN ARTCULO OLVIDADO (1903) [pp.
973-998]"MI HERMANA ANTONIA" Y OTROS TEXTOS OLVIDADOS [pp.
999-1012]LA RECEPCIN DE LAS "SONATAS" EN RUMANIA (1923-2009) [pp.
1013-1032]
BIBLIOGRAFA DE RAMN DEL VALLE-INCLN [pp. 1033-1052]BOOK
REVIEWS/RESEASReview: untitled [pp. 1053-1047]Review: untitled [pp.
1047-1060]Review: untitled [pp. 1060-1055]Review: untitled [pp.
1055-1059]Review: untitled [pp. 1059-1074]
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