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¿Tomar las riendas? Empoderamiento: Mauricio García Pablo Iturralde Percy Bobadilla Ana María Larrea Carlos Soria
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Jul 23, 2022

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¿Tomarlas riendas?

Empoderamiento:

Mauricio García Pablo IturraldePercy Bobadilla

Ana María Larrea Carlos Soria

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1Serie DebateEmpoderamiento: Empoderamiento: ¿Tomar las ¿Tomar las riendas?riendas?

©SecreSecretaría taría Técnica ASOCAM Técnica ASOCAM (Intercooperation) (Intercooperation)

Comité editorialPhilippe de Rham Philippe de Rham Lorena ManceroLorena Mancero

AuspiciaCOSUDECOSUDE

Coordinaciónpara estapublicación Patricio CrespoPatricio Crespo

Ponencias de:Mauricio GarcíaMauricio García (Regional(Regional))

Pablo Pablo Iturralde Iturralde (Ecuador)(Ecuador)

Percy BobaPercy Bobadilla dilla (Perú)(Perú)

Ana Ana María LarreaMaría Larrea(Ecuador)(Ecuador)

Carlos Carlos SoriaSoria((BoliBolivvia)ia)

Diseño/fotografía ilustracionesVerónica Ávila Verónica Ávila Activa Activa Diseño EditorialDiseño Editorial

ImpresiónImprimImprimaxax

ASOCAM se complace en presentar una nueva publicación de la Serie Debate. En esta ocasión hemos elegido el tema de empoderamiento y para impulsar este diálogo contamos con la valiosa contribución de cinco expertos: Mauricio García, Percy Bobadilla, Pablo Iturralde, Anamaría Larrea y Carlos Soria, a quienes les presentamos nuestro profundo agrade-cimiento. Adicionalmente, Patricio Crespo Coello, coordinador de esta publicación, coloca en perspectiva las principales tesis defendidas por los ponentes.

La Secretaría Técnica de ASOCAM, por este medio, tiene el propósito de incentivar el debate sobre los diversos enfoques del desarrollo que en ocasiones se aplican sin mayor discusión o reflexión.

Como se verá por las diversas ponencias, son múltiples los sentidos del concepto, tanto como las derivaciones que la aplicación del enfoque puede tener en el desarrollo.

A nuestros apreciados lectores, líderes y profesionales involucrados en proce-sos de desarrollo en algunos países de Latinoamérica, les invitamos a leer el texto y a debatir sobre los diversos puntos de vista planteados. Nunca lograremos un acuerdo total, pero así podremos aprender de quienes no piensan igual que nosotros.

Lorena ManceroSecretaría Técnica de ASOCAM

Una puerta de entrada para el diálogo…

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Índice

Una puerta de entrada para el diálogo

Introducción

Los tres reinos del empoderamiento: ambigüedad, contradicción e ilusiónMauricio García Moreno

Empoderamiento: discurso funcional o cambio en las relaciones de poderPablo Iturralde

Democratización del poder y fortalecimiento de la ciudadaníaPercy Bobadilla Díaz

Empoderamiento: ¿sueño emancipador?Ana María Larrea

Empoderamiento, un medio, no un finCarlos Soria Galvarro

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Son múltiples las interpretaciones acerca del concepto de empoderamiento. Y, en la actualidad, profesionales, instituciones y proyectos de desarrollo insisten en este concepto como un enfoque orientado al fortalecimiento de los actores.

El concepto de empoderamiento surge desde la lucha feminista, como una manera de que las mujeres equili-bren su poder frente a los hombres. “El empoderamiento se trata del cambio en las relaciones de poder a favor de aquellos que con anterioridad tenían escasa autoridad sobre sus propias vidas. Batliwala (1993) lo define como poseedor de dos aspectos centrales: control sobre los recursos físicos, humanos, intelectuales, financieros, y el de su propio ser, y control sobre la ideología (creencias, valores y actitudes). Si el poder significa control, el empo-deramiento, por tanto, es el proceso de ganar control”1. El empoderamiento entonces es un proceso dinámico centrado en la gente.

“Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, empoderar es un vocablo (…) equivalente a apoderar. Este último puede usarse en dos sentidos: como verbo transitivo significa dar poder una persona a otra para que la represente (autorizar, facultar). Como verbo pronominal significa hacerse alguien o algo dueño de alguna cosa, ocuparla, ponerla bajo su poder (apro-piarse) y antiguamente significaba hacerse poderoso o fuerte (fortalecerse)”2.

ASOCAM, con la serie “Debate”, ha querido mostrar, con las ponencias que se presentan a continuación, algunas comprensiones y percepciones que se tienen sobre el enfoque.

IntroducciónPatricio Crespo CoelloPatricio Crespo Coello

Así, Mauricio García, Pablo Iturralde, Percy Bobadilla, Ana María Larrea y Carlos Soria comparten sus puntos de vista sobre el empoderamiento. Contrapuestos o coincidentes, los autores nos invitan a un interesante debate.

En el caso de Mauricio García se analizan dos tipos de empoderamiento. Por un lado, el que proviene de la dele-gación de poder y, por otro lado, el referido a la represen-tación política. En el primer caso tendríamos un empo-deramiento descendente para los pobres que busca una mayor participación y decisión de las personas en tanto usuarias de bienes o servicios. El segundo, un empodera-miento ascendente, en cambio promueve que las personas discutan los asuntos públicos en tanto ciudadanos.

En la ponencia de Pablo Iturralde, su principal tesis es la de enlazar el empoderamiento con el necesario cambio de unas relaciones de poder asimétricas. De ahí que Pablo sostenga que el empoderamiento no es neutral y que, por lo tanto, siempre implica una opción consciente a favor de sectores empobrecidos. Se trataría también de una opción ética y política. También sostiene que el empoderamiento tiene dos dimensiones: una intrínseca más referida a los factores subjetivos de las personas, y otra extrínseca que se refiere al acceso efectivo a los recursos externos de poder.

Con Percy Bobadilla descubrimos que el empoderamiento está centrado en la expansión de la libertad de escoger, para lo cual los cuatro aspectos clave tienen que ver con: acceso a la información, inclusión y participación, respon-sabilidad y rendición de cuentas y fortalecimiento de las capacidades organizativas de los actores. En este sentido, el autor diferencia el empoderamiento del concepto de “lucha por el poder político”.

1 Gita Sen, tomado del Internet.2 Mauricio García Moreno, Los tres reinos del empoderamiento, Serie Debate ASO-

CAM.

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4 Introducción 5

Ana María Larrea en cambio considera que el empode-ramiento puede conducir a planteamientos dicotómicos, pues en muchos casos provoca una separación ficticia entre la esfera económica y las restantes esferas del desarrollo. Con el empoderamiento se da un énfasis en la esfera subjetiva del poder, con lo que se estrangula el sueño emancipador. Pues el empoderamiento no se enfoca en las relaciones de dominación tanto políticas, como económicas, sino solo en una dimensión social y personal, centrada en el cambio posible, y no tanto en el cambio necesario.

Por su parte, Carlos Soria defiende la tesis de que el empoderamiento es un medio, no un fin en sí mismo, y que justamente esto le otorga su peculiar valor. Es pues, una estrategia para contribuir a la democratización, para ejercitar en forma plena la ciudadanía. En estricto sentido el empoderamiento no es dar poder a alguien, como si el poder fuese un bien tangible que se puede transferir. Se trata de que las personas, grupos y organizaciones sociales sean las protagonistas del proceso de empoderamiento. Pero esto no puede restringirse al localismo, pues podría suceder que se descuide la transformación del Estado central, pieza clave para impulsar un desarrollo inclusivo y equitativo.

Así, para unos, el empoderamiento se constriñe al fortale-cimiento de los actores y de ahí su positiva función, para otros es una oportunidad para cambiar unas relaciones asimétricas de poder, en cambio, algunos de los ponen-tes plantean que es un concepto resbaladizo que incluso podría ser funcional para perpetuar relaciones de injusticia y exclusión.

Y es así el debate, de ahí su riqueza, presenta por tanto, más preguntas que respuestas:

• ¿Qué relaciones tiene el concepto con la democracia y la ciudadanía?

• ¿Implica el empoderamiento una lucha por el poder político, o es solo un camino para fortalecer a los acto-res?

• ¿Qué roles tienen los agentes externos de cooperación en un proceso de empoderamiento? ¿Alguien puede empoderar a otro?

• ¿Acaso el empoderamiento es solo una trampa ideoló-gica que termina por frustrar cualquier intento de cam-bio efectivo de unas relaciones de poder excluyentes e inequitativas?

En donde sí parece que existe acuerdo es en que no basta con intervenciones sectoriales y micro-territoriales y que en cualquier caso, son los actores sociales los que deben protagonizar el cambio social anhelado.

✒ Patricio Crespo Coello Coordinador de la Serie Debate ASOCAM en el tema Empoderamiento. Responsable de Gestión del Conocimiento en el Programa de Apoyo a la Descentralización y el Desarrollo Local (PDDL) auspiciado por COSUDE y ejecutado por INTERCOOPERATION. [email protected]@intercooperation.com.ec

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ambambigigüüedadedad,, contradiccicontradiccióónn

Los tres reinos del empoderamiento:

ee ilusiilusióónnLa palabra empoderamiento se ha convertido en un lugar común en las políticas de desarrollo social desde hace algunos años. Actualmente, la mayoría de proyectos contemplan estrategias o componentes de empoderamiento y algunas organizaciones incluso desarrollan proyectos específicamente dedicados a ello. Sin embargo, no existe una sola definición de empoderamiento sino múltiples concepciones que incluso derivan en metodologías específicas. Este artículo propone examinar críticamente la noción de empoderamiento en tres ámbitos: el semántico, el de la acción y el de las políticas. La intención del texto es provocar interrogantes en torno a las políticas públicas que se han inspirado en esta noción.

Mauricio García Moreno ✒

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El término empoderar empezó a usarse en los proyectos de desarrollo como una traducción del verbo inglés empower. El diccionario Merriam-Webster del inglés lo define como dar autoridad o poder y también lo asocia al verbo enable que significa facultar o habilitar.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, empoderar es un vocablo olvidado y en desuso equivalente a apoderar. Este último puede usarse en dos sen-tidos: como verbo transitivo significa dar poder una persona a otra para que la represente (autorizar, facul-tar). Como verbo pronominal significa hacerse alguien o algo dueño de alguna cosa, ocuparla, ponerla bajo su poder (apropiarse) y antiguamente también significaba hacerse pode-roso o fuerte (fortalecerse).

Cabe preguntarse, ¿por qué los pri-meros traductores eligieron empode-ramiento en lugar de apoderamiento que proviene de un verbo vigente y que revela inmediatamente el significado de empowerment? Los diccionarios inglés-español traducen empowerment como fortalecimiento, así que incluso podían haber usado esta palabra.

Mi hipótesis es que el olvidado término empoderamiento, se aco-modaba bien a la ambigüedad del discurso de la cooperación interna-cional. Este discurso está lleno de

clichés y de palabras ambiguas que permiten que instituciones, países y personas de diferentes tenden-cias, ideologías y religiones puedan establecer agendas y planes sin necesariamente acordar y develar el trasfondo de las acciones. La palabra empoderamiento podría conside-rarse un emblema de la ambigüedad discursiva de la cooperación interna-cional; parece inglés pero es español, tiene múltiples significados y sirve con fervor a diversas causas, es un tótem para los iniciados y completa-mente desconocida entre los legos.

Imaginemos la siguiente situación. Los señores Wolfowitz, Morales y Gates participan en una mesa redonda titulada “Empoderamiento: tendencias y perspectivas” organi-zada por la Universidad de Harvard. El Presidente del Banco Mundial afirma que la política del Banco es empoderar a los países a fin de que asuman con responsabilidad el manejo de su economía, estable-ciendo políticas de largo plazo que garanticen el equilibrio macroeconó-mico, generen crecimiento estable y reduzcan la pobreza. El presidente boliviano asegura que durante su mandato empoderará a su pueblo nacionalizando el gas y negociando con las compañías transnacionales reglas de explotación favorables para Bolivia. El dueño de Microsoft señala que el éxito de su empresa se debe a que se guía por el principio de empo-derar a sus empleados delegándoles

El reino de la ambigüedad

Los tres reinos del empoderamiento

EEmpoderarmpoderar es un vocablo es un vocablo olvidado y en desuso olvidado y en desuso equivalente a equivalente a apoderarapoderar. .

Este último puede usarse Este último puede usarse como verbo transitivo: dar como verbo transitivo: dar poder una persona a otra poder una persona a otra para que la represente para que la represente –autorizar–, y como verbo –autorizar–, y como verbo pronominal: hacerse dueño pronominal: hacerse dueño de alguna cosa, ocuparla de alguna cosa, ocuparla

–apropiarse–.–apropiarse–.

facultades que les permiten estable-cer procesos más eficaces de gestión y así responder mejor a la demanda de los clientes. La moderadora de la mesa redonda, que es feminista, recuerda a todos que el empode-ramiento es un proceso de cambio personal al mismo tiempo que una batalla legal. Entre los asistentes hay unos políticos que se preguntan si el empoderamiento no es más bien una tendencia new age promovida por los libros de autoayuda. Finalmente, un radioescucha, que sigue despreocu-padamente los discursos, le pregunta a su esposa ¿dijeron empodera-miento o apoderamiento? ¿Absurdo? Con seguridad. ¿Imposible? No. Todo el que haya estado expuesto durante algún tiempo a la coopera-ción internacional sabe que este tipo de situaciones no solo son posibles sino que ocurren con frecuencia. Es más, un análisis profundo nos revela que la dinámica esencial de la cooperación es generar un discurso ambiguo que pueda usarse en situa-ciones heterogéneas y con enfoques diversos1. Así, la palabra empode-ramiento tiene tantos significados y énfasis como actores las políticas de desarrollo. Esto nos permite entender por qué, estando verbalmente de acuerdo en la necesidad de empo-derar a la población, de contar con su participación en el gobierno y de disminuir la pobreza, el mundo ha avanzado tan poco en estos campos. Estas palabras son comodines cuya función es permitir la asamblea, el

1 Cornwall, Andrea y Karen Brock, 2005, Beyond Buzzwords. “Poverty Reduction”, “Participation” and “Empowerment” in Development Policy, Ove-rarching Concerns Programme Paper Number 10, November 2005, United Nations Research Institute for Social Development.

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encuentro y el acuerdo entre dis-tintos y desiguales, sin obligarlos a dialogar sobre los objetivos implícitos y las concepciones políticas que los animan. Facilitan las negociaciones sin develar los sentidos; los actores usan los comodines para acordar acciones sin tener que entenderse entre sí. La ambigüedad semántica es, pues, pieza clave en la cultura de la cooperación internacional. Su discurso se expande rápidamente gracias al poder y prestigio de las organizaciones involucradas, posee-doras de grandes recursos y de apa-ratos propagandísticos formidables.

El revés de las organizaciones inter-nacionales son las organizaciones nacionales, sean gubernamentales o no gubernamentales. ¿Cómo se comportan frente a la ambigüedad semántica? En la mayoría de casos participan activamente en ella y la alimentan. La versión nacional del dis-curso a menudo es menos académica, pero más lírica, pues integra a lo técnico proclamas ideológicas, cultura-les e incluso religiosas. También los políticos, desde los congresistas hasta los dirigentes barriales, han aprendido que este vocabulario es parte de la etiqueta de los proyectos. Sin preocu-parse mucho por su significado, lo usan en el momento y en el lugar que creen apropiados, lo cual incrementa la ambigüedad. Comportamiento congruente pues, al fin y al cabo, esas palabras nacieron para negociar más que para comunicar.

Nacida, como hemos dicho, en un mundo de ambigüedad semántica, la palabra empoderamiento tiene varios significados que dependen del punto de vista de quien la use. Propongo interpelar esos significados a la luz de la idea de que el poder solo tiene dos flujos posibles: uno descendente (el poder fluye de arriba hacia abajo) y uno ascendente (el poder fluye de abajo hacia arriba)2. Un ejemplo del primero es la delegación (el gerente delega funciones al subgerente) y es característico de la administración pública y de las empresas. La repre-sentación, en cambio, es un ejemplo del segundo y es un flujo típico del sistema democrático, pues los ciuda-danos, por medio del voto, delegan su poder a los representantes que eligen para que tomen decisiones sobre los asuntos públicos.

En términos generales, los proyectos de desarrollo y los servicios públicos se realizan en una estructura de poder descendente: los que controlan el dinero deciden las reglas del juego y los propósitos de la acción, los técnicos y profesionales dan cuerpo a esos lineamientos generales y elaboran programas de trabajo y los destinatarios reciben lo que ha sido previamente concebido. ¿Qué tipo de empoderamiento puede gestarse en una estructura como esta? Solamente aquel que supone delegación de poder de arriba hacia abajo, del que tiene poder al que no lo tiene. Y esta es precisamente la noción de

empoderamiento que ha sido desarrollada para la administración de empresas: los gerentes delegan poder a quienes están cerca de los procesos productivos y de los clientes porque son ellos quienes mejor conocen lo que se debe hacer. Es un empoderamiento que fundamen-talmente busca efectividad. De la misma manera, el aparato buro-crático que opera los proyectos de desarrollo, necesita que los usuarios o beneficiarios participen para que sus objetivos y metas se cumplan. La participación de los beneficiarios en los servicios o proyectos, no tiene por objeto principal profundizar la democracia sino mejorar la efectivi-dad de los procesos. Aún cuando los proyectos se proponen explícitamente fortalecer la capacidad organizativa de la población, este propósito está supeditado a los objetivos del pro-yecto que, generalmente, consisten en brindar algún tipo de servicio a la población.

No obstante, algunos proyectos sí buscan ahondar la democratización de la sociedad y la participación de las personas como ciudadanos y no como usuarios o beneficiarios. Es decir, buscan mejorar el flujo de poder ascendente, mediante el cual las decisiones de orden público se toman consultando a los ciudada-nos. Esto ocurre cuando el objetivo del proyecto es democratizar ámbi-tos específicos de la sociedad (las relaciones entre hombres y mujeres,

El reino de la contradicción

2 Bobbio, Norberto, 1984, El futuro de la democra-cia, FCE: Bogotá.

La participación de los La participación de los beneficiarios en los servicios beneficiarios en los servicios o proyectos, no tiene por o proyectos, no tiene por objeto principal profundizar objeto principal profundizar la democracia sino mejorar la la democracia sino mejorar la efectividad de los procesos.efectividad de los procesos.

Los tres reinos del empoderamiento

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entre adultos y niños, entre los ciu-dadanos y sus representantes, entre los servicios y los usuarios) o cuando buscan establecer instituciones, mecanismos o normas que mejoren la democracia (reformas legales e institucionales, ampliación de la ciu-dadanía, educación ciudadana).

La generación de estos proyectos democratizadores responde a dos factores. Por un lado, ciertas institu-ciones de cooperación internacional perciben que conviene fomentar una mayor gobernabilidad como base para el desarrollo económico, por lo cual impulsan proyectos que mejoren la democracia en nuestros países. Por otro lado, la falta de capacidad e interés de la sociedad política para impulsar procesos democratizadores crea un vacío que es parcialmente cubierto por estas iniciativas. Dicho de otro modo, los proyectos cuajan en un contexto donde las políticas públicas y la sociedad política local actúan débilmente en favor de la democratización, a la vez que la cooperación internacional muestra una mayor preocupación sobre el tema. Así, por ejemplo, las reformas legales para eliminar la discrimi-nación de género no han surgido principalmente del interés de los parlamentos, las cortes de justicia o los partidos políticos, si no, de la presión de grupos organizados de mujeres, apoyados por recursos de organizaciones internacionales en forma de proyectos y amparados

en convenios internacionales que favorecen los derechos humanos. Esto ha llevado a que sean los proyectos, y no las instituciones del estado o los partidos políticos, el ámbito principal de gestación de estas propuestas de profundización de la democracia.

Conviene caer en cuenta que la participación en calidad de usuario o beneficiario, que anima el empode-ramiento descendente, generalmente involucra a la población pobre. Por otro lado, la participación como ciu-dadano (promovida por los proyectos democratizadores) congrega a las capas medias y altas de la sociedad. Esto ocurre porque quienes participan en los proyectos de desarrollo social y en los servicios públicos por lo gene-ral son los pobres, pues la población con más recursos o bien recibe ser-vicios públicos que funcionan mejor (agua potable por ejemplo) o contrata servicios privados (educación). Por el contrario, quienes participan en los proyectos que buscan mejorar la democracia y con ello el flujo de poder ascendente, usualmente pertenecen a sectores de la población con más educación y mayor acceso a las elites. De este modo asistimos a un empoderamiento descendente para los pobres y a un empodera-miento ascendente para los ricos. El primero suscita que la gente opine y participe en su comunidad en calidad de usuario; el segundo promueve que las personas discutan los asuntos públicos en tanto ciudadanos.

El reino de la ilusión

Las políticas públicas de las dos últimas décadas se han caracteri-zado por tres elementos: i) política económica ambivalente hacia el libre mercado y la globalización, y compelida a la apertura por el contexto internacional, ii) reforma del estado al servicio de los objetivos de la política económica y, iii) política social restringida a la disminución de la pobreza y confinamiento de los pobres en la política social. Como consecuencia, la capacidad ordenadora y normativa del Estado ha disminuido en todos los órdenes de la vida pública y la política se ha reducido a la negociación de los recursos del poder. A pesar del debi-litamiento institucional y de la inte-rrupción continua de los mandatos presidenciales, la democratización de la sociedad ha sido un tema margi-nal, cuando no ausente del debate y la acción pública.

A lo anterior se suman otros elemen-tos más estructurales. En nuestra sociedad, la ley tiene escaso valor como reguladora y modeladora de la convivencia social. El comporta-miento individual y colectivo no está encauzado hacia el acatamiento de la ley, sino hacia su manipulación e inobservancia. En cambio, existe una valoración muy alta de las relaciones de parentesco y de los contenidos que estas suponen: interés grupal excluyente, confianza, negociación personalizada, reciprocidad. Por otro lado, en el ámbito de las relaciones

Los tres reinos del empoderamiento

De este modo asistimos a un De este modo asistimos a un empoderamiento descendente empoderamiento descendente para los pobres y a un para los pobres y a un empoderamiento ascendente empoderamiento ascendente para los ricos. El primero para los ricos. El primero suscita que la gente opine y suscita que la gente opine y participe en su comunidad en participe en su comunidad en calidad de usuario; el segundo calidad de usuario; el segundo promueve que las personas promueve que las personas discutan los asuntos públicos discutan los asuntos públicos

en tanto ciudadanos. en tanto ciudadanos.

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políticas tenemos una democracia débil, discontinua y restringida. El poder político está capturado por élites corruptas, corporativas e ineficientes. En el poder judicial se negocian los fallos de los jueces y en el poder legislativo se legisla a favor de intereses particulares. En el campo de las relaciones sociales, la cultura democrática es más una ilusión de líderes ilustrados que un proyecto nacional.

En este escenario cabe preguntarse: ¿nuestra sociedad desea democra-cia? A lo largo de nuestra historia observamos pocos actores y movi-mientos democratizadores. Así, tradicionalmente ni la derecha ni la izquierda han caminado en pos de mejorar la democracia. Ambos lados han apelado al autoritarismo en reiteradas ocasiones y han valorado más la captura del aparato estatal que el respeto a las normas constitu-cionales. Los sindicatos, las orga-nizaciones populares y los gremios la han reclamado solo en períodos dictatoriales, pero han mostrado poco interés en profundizarla durante regímenes de derecho. Por otro lado, nuestra sociedad promueve en todos los ámbitos (escuela, familia, empresa) liderazgos autoritarios y alimenta una cultura centrada en intereses particulares.

¿A qué se debe esa falta de apetito por la democracia? Parece provenir de la repugnancia que sentimos a subordinarnos a la ley indepen-dientemente de nuestra condición económica y social. No concorda-mos plenamente con la idea de ser iguales ante la ley y de someternos a ella si es que no nos beneficia. Ya que no es posible profundizar la democracia sin aceptar la ley como principio ordenador de la vida social, nuestro acercamiento a ella es episódico e indeciso. La rodeamos, pero no entramos plenamente en ella. No obstante, hay que recordar que nuestras repúblicas nacieron iluminadas por los anhelos democrá-ticos y pertenecemos a una tradición cultural y política asentada en esos ideales. Así, nuestra posición frente a la democracia es dubitativa; se nos presenta más como un deber (con nuestra historia y nuestra matriz occi-dental) que como un deseo (nuestra cultura política).

Ahora bien, ¿puede prosperar una filosofía de empoderamiento en un medio reticente a la democratización? Si las características de las políticas públicas y de nuestra cultura política navegan en sentido opuesto a otorgar poder a quienes no lo tienen, cabe preguntarse, ¿la búsqueda de empo-deramiento no es acaso una ilusión, un espejismo que seduce solo a unos pocos?

Ambigüedad, contradicción, ilu-sión: tres palabras que le vienen bien a la idea de empoderamiento. Ambigüedad en su definición, pues es un vocablo que nació para prestarse a diferentes sentidos e interpretaciones en ese mundo lleno de equívocos que es la cooperación internacional.

Contradicción en las acciones que genera, debido a la vaguedad de su definición y a la acción discordante de las políticas públicas, que al mismo tiempo auspician desigual-dad y proclaman la reducción de las diferencias sociales.

Finalmente, ilusión vana que se resiste a comprender la realidad y que impide generar iniciativas apropiadas. Estas palabras no solo caracterizan a la noción de empode-ramiento sino también al conjunto de las políticas públicas que han nacido al amparo de la cooperación internacional y en el desamparo de la política nacional.

Reflexión final

Los tres reinos del empoderamiento

Nuestra posición frente a la Nuestra posición frente a la democracia es dubitativa; se democracia es dubitativa; se nos presenta más como un nos presenta más como un deber (con nuestra historia deber (con nuestra historia y nuestra matriz occidental) y nuestra matriz occidental) que como un deseo (nuestra que como un deseo (nuestra cultura política).cultura política).¿Puede prosperar una ¿Puede prosperar una filosofía de empoderamiento filosofía de empoderamiento en un medio reticente a la en un medio reticente a la

democratización? democratización?

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Pablo F. Iturralde B.

El empoderamiento:

o cambioDesde hace algunos años se habla del empoderamiento de las mujeres para generar una relación de equidad entre los géneros en la toma de decisiones en los ámbitos privados y públicos; o, la presencia de poderosos movimientos sociales en América Latina que están impulsando profundos cambios sociales; hasta los espacios empresariales, cuyos ejecutivos proponen ceder poder o delegar responsabilidades y autoridad a los empleados para obtener los objetivos financieros de las compañías.

Este uso indiscriminado y con diferentes significados por parte de muy diversos actores, termina constituyendo un campo de indeterminaciones e imprecisiones respecto al concepto de empoderamiento. Esto evidencia un contexto de disputa en la construcción del sentido que tiene el concepto, desde disímiles y hasta contradictorios intereses.

en las relaciones de poder

discursdiscursoofuncionalfuncional

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conduce necesariamente a profundas transformaciones humanas, econó-micas, sociales, políticas y culturales de la sociedad. En consecuencia, un trabajo responsable de los agentes externos de desarrollo (ONGs, técni-cos, universidades, cooperación inter-nacional, instituciones públicas, entre otros) que apunte al empoderamiento de las comunidades debería condu-cir imperiosamente a un cambio de las relaciones asimétricas de poder. Esto no puede ser simplemente un impacto no previsto por estos agentes, e incluso para algunos de ellos, un impacto no deseado –aquellos que pretenden justificar el actual (des)orden nacional y mundial–, por-que de manera consciente o incons-ciente intervienen para mantener o modificar las condiciones estructu-rales de la sociedad y las relaciones asimétricas de poder, que favorecen a unos y perjudican a otros.

Una de las características básicas de los seres humanos es que vivimos en sociedad. Es decir coexistimos con múltiples personas que tienen dife-rentes necesidades, deseos e intere-ses concretos, los cuales constituyen uno de los factores -tal vez el princi-pal- determinantes de sus motivacio-nes y comportamientos. Vale también expresar que establecemos relaciones no sólo entre seres humanos, sino que también estamos relacionados con la naturaleza, el cosmos y los cada vez más complejos ‘inventos’ de la misma humanidad (instrumentos, máquinas, conceptos, organización social, etc.). Para viabilizar o facilitar esta convivencia de las personas entre sí y con la naturaleza, se han organizado las sociedades con sus diferentes construcciones económi-cas, sociales y culturales.

Los intereses de las personas surgen de las necesidades y/o aspiraciones individuales o de grupo, entre las que podemos encontrar: las fisiológicas (materiales), de seguridad (certi-dumbre), afectos (emociones), ser respetado (reconocimiento), de auto-realización (felicidad), de influir en los demás (poder), de tener (acumu-lar), de hacer las cosas bien (éxito), etc. Es decir que todas las personas y grupos sociales tienen intereses, lo cual no es malo o ilegítimo en sí mismo, lo perverso surge cuando en función de intereses particulares se busca imponer, explotar, excluir, ordenar, dominar… comprometiendo

El poder no es un objeto sino una relación social

Además esta situación conlleva, por parte de los actores hegemónicos de la sociedad, a que cualquier discurso de crítica que se oriente a un cam-bio en las relaciones de poder, sea abiertamente combatido como una amenaza a la estabilidad política, económica y social, de una sociedad polarizada entre la opulencia y la pobreza. Justo en estas coordenadas se ubica el presente artículo, con el fin de revelar las implicaciones de los procesos de empoderamiento promovidos por ciertos agentes del desarrollo, a ‘favor’ de sectores social-mente excluidos, económicamente explotados, políticamente dominados y/o culturalmente agredidos e invisi-bilizados.

Los magros resultados de las políticas de desarrollo aplicadas en nuestros países, que se pueden comprobar en la evolución de los indicadores de calidad de vida2, así como el esce-nario neoliberal que ha producido una deconstrucción de los derechos humanos “sustituyéndoles” por políticas asistenciales, focalizadas o compensatorias, han conducido a una revisión y replanteo profundo de los conceptos y las estrategias por parte de la cooperación al desarrollo, desplazándose progresivamente hacia variables no estrictamente econó-micas, como el valor de las redes sociales, el fortalecimiento de las organizaciones de sectores vulnera-bles, las alianzas y plataformas de concertación, sinergias entre el estado y la sociedad civil, el desarrollo de capacidades comunitarias e indivi-duales, la importancia de lo local, la incidencia política y naturalmente el empoderamiento.

Sin embargo algunos de estos plan-teamientos, particularmente el de empoderamiento de sectores popu-lares, son conceptos que producen polémica. No es posible impulsar procesos de empoderamiento social para que las personas con las cuales trabajamos se conviertan en pro-tagonistas de su propio desarrollo personal, familiar y comunitario, sin impulsar al mismo tiempo proce-sos de cambio en las relaciones de poder asimétricas que imperan en la sociedad capitalista; y esto a su vez

Discurso funcional o cambioen las relaciones de poder

Empoderar a empobrecidos1 conduce a un cambio en las relaciones de poder

1 El uso del concepto de empobrecido y no meramente pobre, enfatiza que la pobreza no es simplemente un estado o situación, sino que es una producción social generada por la forma como hemos organizado (o hemos dejado organizar) la sociedad los seres humanos.

2 Reflexionemos sobre algunos indicadores: 3.000 millones de personas viven con menos de USD 2,oo diarios, considerado por la ONU como el mínimo para la sobrevivencia. Solamente 1.800 millones de personas están en condiciones de acceder a los bienes y servicios, los restantes 4.000 millones no tienen poder adquisitivo, están fuera del mercado. El 20% de las personas más ricas del planeta consumen el 86% de los bienes producidos por la humanidad, mientras que el 20% más pobre, apenas consumen el 1,3% del total. En 1960 la diferencia de ingresos entre estos dos sectores de la población era de 30 a 1, ya para el año 1995 se había incrementado de 82 a 1. Los bienes de los 300 millonarios más importantes del planeta son iguales a los bienes de 2.700 millones de seres humanos más pobres.

Un trabajo responsableUn trabajo responsable de los agentes externos de los agentes externos de desarrollo que apunte de desarrollo que apunte al empoderamiento de al empoderamiento de las comunidades debería las comunidades debería conducir imperiosamente conducir imperiosamente

a un cambio.a un cambio.

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determinan un acceso o control determinan un acceso o control desigual de los recursos de desigual de los recursos de poder para lograr incidir en las poder para lograr incidir en las relaciones sociales. relaciones sociales.

Entonces la capacidad de Entonces la capacidad de incidencia o fuerza de los incidencia o fuerza de los actores sociales, econactores sociales, econóómicos y/o micos y/o polpolííticos depende de los factores ticos depende de los factores de poder que controlen; pero de poder que controlen; pero tambitambiéén de su capacidad para n de su capacidad para utilizarlos y su solidez interna. utilizarlos y su solidez interna. La capacidad tiene que ver con La capacidad tiene que ver con la experiencia, el conocimiento la experiencia, el conocimiento y la habilidad para el uso y la y la habilidad para el uso y la combinacicombinacióón adecuada de los n adecuada de los recursos de poder, que parten recursos de poder, que parten del conocimiento de la situacidel conocimiento de la situacióón n en que se quiere intervenir; en que se quiere intervenir; mientras que la solidez interna mientras que la solidez interna se expresa en la existencia se expresa en la existencia de una organizacide una organizacióón y un n y un proyecto comproyecto comúún que unifique n que unifique a sus integrantes, asa sus integrantes, así í como en como en el diseel diseñño, implementacio, implementacióón y n y ajuste sobre la marcha, de una ajuste sobre la marcha, de una estrategia que organice y dé estrategia que organice y dé sentido a su prsentido a su prááctica. ctica.

Basándonos en lo dicho, se puede deducir que los vínculos de disenso/conflicto entre las personas o grupos sociales conducen a relaciones asimé-tricas o relaciones de dominación, que ligan de diferente manera a domina-dores y dominados. Los dominadores son los que obtienen beneficios y favorecen sus intereses a costa de los dominados. En cambio, a estos últi-mos se los mantiene postergados en la recepción de ingresos, bienes y ser-vicios, tampoco se les permite acceso a los recursos materiales básicos para la producción y la reproducción social, están relegados de los espacios de decisión sobre las cosas públicas, se les somete a pautas culturales e ideo-lógicas para ‘justificar’ su situación de subordinación, e incluso se les niega la posibilidad de tener o fortalecer su identidad y autoestima individual y/o colectiva. Así la pobreza, la exclusión y la dominación, tienen una historia que conduce a que las mismas no se distribuyan al azar entre la población y en el territorio, sino que responden a causas estructurales y coyunturales, y a que se encarne en múltiples rostros de dolor y sometimiento.

En el capitalismo subordinado de nuestros países, subsisten y resisten amplios sectores que sufren asimetrías estructurales, es decir situaciones de dominación permanente o sistemática, desde las que se gestan escenarios de profundos dolores sociales. Las mujeres, por ejemplo, que soportan la dominación masculina en el hogar y la

La sociedad capitalista genera relaciones asimétricas de poder

los intereses colectivos y/o los derechos de otras personas o grupos sociales subordinados.

Este juego de intereses entre las distintas personas o grupos, que tienen a su vez diferentes capacida-des y recursos para actuar en función de los mismos, provoca dos formas básicas de relación: de acuerdo/coo-peración cuando los intereses son comunes o complementarios, o de disenso/conflicto cuando estos son contradictorios. Esta última forma conduce a una disputa por la imposición de los intereses propios o particulares a las demás personas y a la sociedad. Es decir, las relacio-nes entre seres humanos y la forma como ellas se establecen dependen en buena medida de este ‘juego’ de intereses, el cual se juega con las reglas del poder.

EEl l poder, entendido como poder, entendido como la capacidad para conducir la capacidad para conducir el sistema social –o uno de el sistema social –o uno de sus subsistemas– con el fin sus subsistemas– con el fin de beneficiar a los propios de beneficiar a los propios intereses, se ejerce a travintereses, se ejerce a travéés de s de mecanismos de hegemonmecanismos de hegemoníía o de a o de imposiciimposicióón, y se instrumentaliza n, y se instrumentaliza a trava travéés del control de ciertos s del control de ciertos recursos o factores que le recursos o factores que le son inherentes. Entre estos son inherentes. Entre estos factores de poder se pueden factores de poder se pueden identificar la posesiidentificar la posesióón de n de recursos econrecursos econóómicos, el acceso micos, el acceso a informacia informacióón y conocimiento, n y conocimiento, el control o la incidencia en la el control o la incidencia en la institucionalidad pinstitucionalidad púública, el blica, el uso de la fuerza o la violencia, uso de la fuerza o la violencia, la organizacila organizacióón y movilizacin y movilizacióón n social.social.

Los actores que coexisten e Los actores que coexisten e interactinteractúúan en la realidad an en la realidad social parten de circunstancias social parten de circunstancias y oportunidades diferentes y y oportunidades diferentes y desiguales. Estas desigualdades desiguales. Estas desigualdades provienen de condiciones provienen de condiciones estructurales de la realidad o de estructurales de la realidad o de situaciones coyunturales, que situaciones coyunturales, que

El empoderamiento está íntimamente relacionado con el poder

Discurso funcional o cambioen las relaciones de poder

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La reorganización de las relacio-nes culturales, sobre la base del reconocimiento y respeto del otro, del diferente, y la construcción intercultural de la sociedad, que conlleva transformar la relación entre los seres humanos y de estos con la naturaleza, con base en valores como la simbiosis, la cooperación, el equilibrio y la equi-valencia.

Las relaciones asimétricas y sus consecuencias sobre las personas y los grupos sociales, exigen la promoción del desarrollo desde un sentido crítico, que estimule nuevos valores, paradigmas y estrategias, y el impulso de reales procesos de empoderamiento de los sectores empobrecidos y excluidos, para que se constituyan a sí mismos en sujetos de su propia historia y desa-rrollo. Esto tiene impactos directos en la modificación o alteración de las relaciones de poder entre los grupos dominantes y dominados a favor de los que menos tienen, pudiendo generar significativos disturbios sociales. No hay que tenerle miedo a la presencia de contradicciones y de conflictos, la experiencia histórica enseña que no existe desarrollo y cambios sin conflictos, el “conflicto debe ser visto como una expresión de cambio social, de una sociedad que está viva y de sectores sociales que cumplen su rol de actores sociales que pujan por la satisfacción de sus necesidades”4.

3 Nada tiene que ver con el libreto “oficial” de las reformas del Estado, cuyo propósito es su debilita-miento y privatización para beneficiar a los mismos sectores hegemónicos.

4 Juan Dumas, “Los conflictos ¿expresiones de cambio social?” Boletín temático Alli Kausay Nº 3, COSUDE, febrero 2005, Quito, Ecuador.

patriarcal en la sociedad. Los niños/as y adolescentes, que experimentan la supremacía del mundo adultocéntrico. Los indígenas y negros, discriminados étnica, cultural y políticamente. Los pequeños campesinos, a quienes se niega el acceso a los recursos y las capacidades para su desarrollo. Los trabajadores, que no pueden darle su carácter al proceso productivo ni apro-piarse de la riqueza que producen con su esfuerzo. Cada uno de estos sectores –y otros que no he mencio-nado– generalmente son portadores de diversos tipos de asimetrías, que como se ha expresado no son única-mente socioeconómicas, sino que se manifiestan en diversas dimensiones de la vida de los seres humanos.

Los resultados de estas asimetrías son evidentes, más aún en el actual contexto nacional e internacional marcado por las políticas neoliberales o de ajuste estructural impulsadas por los organismos internacionales, los gobiernos de los países desarrollados y las corporaciones transnacionales, desde mediados de los años 70: el incremento de las desigualdades en el plano mundial y nacional, el deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de las personas, la depredación de la naturaleza desde la lógica instrumental economicista, entre otras realidades sociales. De ahí que los indicadores para medir el cambio o alteración de las relaciones asimétricas de poder, deben conside-rar prioritariamente:

La reorganización de la eco-nomía tendiente a favorecer el acceso y la propiedad de los pobres a los medios de produc-ción, la reducción de las des-igualdades sociales entre pobres y ricos y la disminución de los diferentes índices de la pobreza.

La reorganización del Estado3, que implica la deconstrucción de aquellas instituciones con-cebidas para funcionar a favor de los intereses de los sectores dominantes; y su transformación o desarrollo de una nueva insti-tucionalidad pública al servicio del bien común, particularmente de los intereses económicos, sociales y culturales de los sectores excluidos, mediante procesos de participación en la toma de decisiones, control social y rendición de cuentas de las autoridades.

La reorganización de las rela-ciones sociales, para lo cual se debe romper la vigencia única y excluyente del principio indivi-dualista de la sociedad occiden-tal moderna, y su equilibrio con el principio comunitario de los pueblos amerindios y afroameri-canos, con el fin de reequilibrar a la sociedad y al ser humano, constituidos por una dimensión individual (lo particular y sepa-rado) y comunitaria (lo relacio-nado y recíproco) a la vez.

Discurso funcional o cambioen las relaciones de poder

Cada uno de estos sectores –y Cada uno de estos sectores –y otros que no he mencionado– otros que no he mencionado– generalmente son portadores generalmente son portadores de diversos tipos de de diversos tipos de asimetrías, que como se ha asimetrías, que como se ha expresado no son únicamente expresado no son únicamente socioeconómicas, sino que socioeconómicas, sino que se manifiestan en diversas se manifiestan en diversas dimensiones de la vida de los dimensiones de la vida de los

seres humanos.seres humanos.

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Así como las relaciones y el poder son construcciones sociales, el empoderamiento de los sectores populares también es resultado de la acción consciente y organizada de diversos actores, particularmente del mismo grupo social que se organiza y que trabaja por su propio desarro-llo. La práctica del desarrollo implica un proceso de interacción perma-nente entre los agentes externos y los sujetos del desarrollo, para generar un efecto educativo, participativo y capacitador entre las personas y los grupos comunitarios a los que servimos, para construir estrategias y planes sobre la base de una visión compartida y legitimada, que con-lleve compromisos de las organiza-ciones comunitarias, instituciones de apoyo y personas involucradas.

Los procesos de empoderamiento de los sectores comunitarios, para alterar las relaciones sociales asimétricas, deben considerar la instrumentalización de ciertos crite-rios básicos:

1. La construcción de poder altera-tivo no es mera delegación desde arriba o desde afuera, sino que es el resultado del desarrollo de capacidades y de la acción organizada de sectores sociales que se erigen a sí mismos como actores a través de la intervención e incidencia en los acontecimien-tos o conflictos sociales, desde sus propios intereses, es decir con una dirección determinada. Esto implica orientar esfuerzos y recursos para colaborar en la cons-trucción de estos sectores como sujetos sociales. No hay ningún desarrollo posible sin la previa construcción y actoría de sujetos sociales, desde su propia base y desde su misma experiencia de vida.

2. No existen actores o sujetos sociales sin un proyecto que les guíe en la acción. Un proyecto está conformado por una base social organizada, una concepción de poder y de organización de la sociedad (economía, régimen político, relaciones sociales y cul-turales), un programa de gobierno (objetivos a mediano y largo plazo), una plataforma de acción (objetivos inmediatos o a corto plazo), y alianzas e instrumentos políticos, que les permitan desa-rrollar capacidades a los sujetos sociales para disputar la hege-monía de la sociedad con otros proyectos rivales o antagónicos.

El empoderamiento de los empobrecidos también es una construcción social

Otro aspecto fundamental del empoderamiento para los agentes de cooperación al desarrollo, es que en este tipo de procesos no existe neu-tralidad posible, precisamente porque vivimos en una realidad social marcada por relaciones asimétricas de poder, y son estas realidades el escenario privilegiado de las acciones de promoción al desarrollo. De ahí que el concepto de poder que mane-jan ciertos actores, como delegación, concesión o dádiva, es de por sí un ejercicio de poder de parte de quien domina hacia los que se encuentran en situación de subordinación, y que por ende no contribuye al real empo-deramiento de estos últimos, sino a mantener la exclusión, explotación y dominación.

Las declaraciones o actitudes de neu-tralidad son meramente aparentes, puesto que como actos intencionados o de ingenuidad, son la expresión de una opción implícita por las relacio-nes sociales asimétricas imperantes, y por tanto por aquellos que ejercen y se benefician del poder de orientar la sociedad de acuerdo a sus parti-culares intereses; constituyéndose en cómplices de la perpetuación de la pobreza y riqueza. En definitiva la opción consciente a favor del empoderamiento de sectores empo-brecidos, excluidos y dominados, es la expresión de un compromiso ético por la vida, la equidad, la democra-cia, la justicia y la construcción de una nueva relación y armonía social.

La comprensión de estas impli-caciones es fundamental para la promoción del desarrollo, puesto que la misma orienta la acción, caso contrario muchas contradicciones pueden emerger de la incoherencia entre el discurso y la práctica. Por tanto, en el contexto del mundo del desarrollo y de la lucha contra la pobreza, un proceso de empodera-miento de las personas y comuni-dades, implica una clara opción por los empobrecidos y excluidos, para contribuir a desarrollar sus capacida-des y el control sobre los recursos del poder, con el propósito de construir y ejercer un nuevo tipo de poder o de relaciones sociales. En definitiva, no se puede modificar las situaciones de pobreza sin resolver las causas sociales estructurales y coyunturales que la generan.

Además, el control de los recursos de poder y su ejercicio es un proceso dialéctico, que tiene una naturaleza dinámica, cambiante y contradicto-ria. Los sectores que coexisten en la sociedad y los actores que intervie-nen en ella, pueden construir y desa-rrollar su poder, lo cual se manifiesta como un proceso de fortalecimiento de su incidencia o control en la con-ducción de la sociedad, sin embargo, también pueden debilitarse o perder poder. El empoderamiento o desem-poderamiento es el resultado de los éxitos o fracasos de las acciones o intervenciones en los acontecimien-tos o conflictos sociales.

El empoderamiento no es neutral

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5. Por último, vale recordar que los agentes externos del desarrollo pueden contribuir a los procesos de empoderamiento de los actores sociales, pero también puede suce-der que su práctica desempodere a las personas y las organizaciones comunitarias. Las probabilida-des de lo uno o lo otro, están en relación con la mentalidad, actitud y el rol que asumen los agentes externos, cuya misión como agen-tes facilitadores, acompañantes y/o asesores, debe tener cuidado de no sustituir a los actores comunitarios del desarrollo, puesto que ellos son los sujetos que deben tomar las decisiones y controlar la totalidad del proceso. El rol de facilitación, acompañamiento y asesoría de los agentes externos tendría que:

• Respetar la identidad, la cultura, los procesos organizativos, las dinámicas y los ritmos de los sectores con los cuales traba-jamos, esto desde los primeros contactos.

• Establecer una relación equiva-lente con las personas, lo cual marca la forma de relacionarse con la comunidad y ciertos elementos que son percibidos de manera simbólica por los sectores sociales, como el tipo de bienes materiales (vehículos, equipos, etc.) con los cuales se acercan a las comunidades.

• Propuestas de procedimientos y facilitación de procesos de auto-reconocimiento integral, como los diagnósticos comunitarios.

• Apoyar con métodos de reflexión para la planificación y revisión de sus prácticas.

• Facilitar información para la toma de decisiones por parte de las mismas comunidades.

• Capacitar sobre temas priorita-rios para conseguir sus objeti-vos, especialmente para fortale-cer sus procesos organizativos, económicos, de participación política, etc.

• Acompañar y asesorar de forma decreciente a las comunidades para la conducción de sus pro-puestas y acciones.

• Realizar procesos reales de rendición de cuentas y control comunitario de la práctica de los agentes externos, con el fin de que las mismas comunidades evalúen la calidad de su trabajo y sus resultados.

3. Todo proceso auténtico de empoderamiento de los actores sociales debe considerar que el mismo tiene dos dimensiones básicas: una intrínseca, que se refiere a los factores subjetivos de las personas o grupos, como la conciencia, autoestima, identidad; y otra, extrínseca, que se refiere a los factores o recursos externos del poder. Esto exige trabajar tanto con las comunidades como con los seres humanos indivi-duales para que fortalezcan sus factores subjetivos (conciencia crítica, sentido de pertenencia, autovaloración, etc.) con los que se perciben a sí mismos y a la sociedad, y que les motivan y orientan en su práctica; así como para que se organicen y actúen de manera consciente en el acceso y control de recursos de poder como los bienes para la producción y participación en la economía, el conocimiento, los medios e instrumentos de información y comunicación, la incidencia política y/o el control de la institucionalidad pública, entre otros.

4. Dada la existencia de múltiples asimetrías (de género, étnico-cul-turales, generacionales, regionales, de clase, etc.) es importante traba-jar desde la diversidad de rostros o sectores dominados, conside-rando las formas particulares en que se expresan estas asimetrías; y al mismo tiempo considerar las diversas dimensiones de desigual-dad que soportan cada uno de ellos.

Discurso funcional o cambioen las relaciones de poder

Todo proceso auténtico Todo proceso auténtico de empoderamiento tienede empoderamiento tiene dos dimensiones básicas: dos dimensiones básicas: una una intrintríínsecanseca, que se refiere , que se refiere a los factores subjetivos a los factores subjetivos de las personas o grupos, de las personas o grupos, como la conciencia, como la conciencia, autoestima, identidad; y otra, autoestima, identidad; y otra, extrextríínsecanseca, que se refiere a los , que se refiere a los factores o recursos externos factores o recursos externos

del poder.del poder.

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fortalecimientofortalecimiento de la de la

Democratizacióndel poder y

ciudadaníaciudadaníaA partir de la década del 90 la noción de empode-ramiento (empowerment) ha tenido una gran acogida en el discurso y en las propuestas de diversos actores públicos y privados, vinculados al diseño, gestión y evaluación de políticas y programas sociales tanto en Perú como en América Latina.

Al igual que los conceptos de ‘capital social’, ‘desarrollo humano’, ‘ecología, y ambiente’, ‘género’, ‘interculturalidad’, entre otros, el enfoque de empoderamiento también intenta contribuir a la construcción de nuevos marcos analíticos y de interpretación capaces de explicar con mayor rigor determinadas realidades y buscar alternativas innovadoras a los enfoques de desarrollo tradicionales. Se requieren mayores esfuerzos para intentar comprender y enfrentar los desafíos que plantea el nuevo siglo, en particular para los países en vías de desarrollo.

Percy Alberto Bobadilla Díaz ✒

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El contexto social y político en el cual aparece el enfoque de empode-ramiento como una alternativa para eliminar la pobreza y la exclusión se da en el marco de la reforma del Estado y el nuevo rol que vienen ejer-ciendo diversas organizaciones de la sociedad civil en el diseño y gestión de políticas sociales. En efecto, los distintos gobiernos en América Latina han comenzado a redefinir su rol en el desarrollo socioeconómico de sus países, asumiendo una función promotora y generadora de condicio-nes básicas y de seguridad para que los diversos actores de la sociedad civil comiencen a asumir mayores responsabilidades en el manejo de lo público (vigilando acuerdos, propo-niendo alternativas, co-ejecutando propuestas de desarrollo, etc.).

Lo cierto es que hasta mediados de la década de 1990 el Estado y las ONGs no contaban con estra-tegias rigurosas de transferencia de capacidades y recursos para la gestión de los proyectos por parte de los grupos sociales a los cuales se dirigían (destinatarios de los proyectos). En ese sentido, las pro-puestas impulsadas por el Estado y las ONGs reproducían en mayor o menor medida relaciones de dependencia entre los profesionales del gobierno (los extensionistas) y los profesionales de las ONG (los promotores) con la población obje-tivo de los proyectos (los sectores considerados pobres del país)2.

Esta ausencia de estrategias para el desarrollo de capacidades de gestión y participación activa de la población no permitió crear las condiciones mínimas que favorecieran la transferencia de los proyectos y sus propuestas a estos grupos y, en virtud de ello, hacerlos suyos y continuar ejecutándolos en una perspectiva de autosostenimiento. Es así que los responsables de los proyectos del sector público y de las ONG siempre encontraban una «razón de peso» para justificar la extensión o ampliación de la propuesta bajo su responsabilidad, argumentando que «aún no se podía garantizar el logro de los objetivos e impactos esperados».

Es sólo con la crisis del estado de bienestar y los limitados impactos que produjeron las políticas y proyectos promovidos por el Estado y las ONG en la superación de la pobreza, que se redefinen los papeles que les corres-ponde cumplir a estos organismos, en especial el papel que la sociedad civil debería desempeñar en el marco ins-titucional que promueven las políticas sociales3.

El enfoque de empoderamiento en el marco de la reforma del Estado y el nuevo rol de la sociedad civil

2 Narayan, Deepa. La voz de los pobres ¿hay alguien que nos escuche? Madrid: Banco Mundial, Edicio-nes Mundi-prensa, 2000.

3 También contribuyeron a tal redefinición, por ejemplo: la reducción de los fondos financieros de la cooperación internacional para apoyar nuevas propuestas, además de las mayores exigencias al Estado y las ONG para que manejen en forma más eficiente sus proyectos y estos alcancen resultados tangibles. Otro aspecto importante es la pérdida de centralidad de las ideologías en el análisis sobre el alcance de los proyectos y, con ello, la necesidad de un trabajo de mayor complementariedad entre el Estado y la sociedad civil (incluidas las ONG).

Aun cuando la validez y rigor teórico de muchos de estos nuevos concep-tos son objeto de críticas y cues-tionamientos, como es el caso del concepto de ‘capital social’1, lo cierto es que con «el fin de la guerra fría» se están intentando validar nuevas formas de conocimiento para que los sistemas económicos y políticos en América Latina sean más equitativos e inclusivos, poniendo como centro de atención y fin en sí mismo al ser humano y en especial a los sectores menos favorecidos.

El concepto de ‘empoderamiento’ toma fuerza en la región en el con-texto social y político de la década de los noventa. Una década en la cual el Estado, la Cooperación Internacional y las ONG buscaban poner en práctica enfoques y estrategias más eficaces para que las poblaciones que viven en condiciones de exclusión y pobreza sean más autónomas en sus deci-siones y opciones; y hagan realidad aquel principio que todavía continua orientando los esfuerzos de aquellos que trabajan en programas y proyec-tos: que el pueblo sea el protagonista de su propio desarrollo.

Es así que el enfoque de empodera-miento aspira a convertirse en una propuesta efectiva para la lucha contra la reducción de la pobreza y la exclusión social. En ese sentido, las

propuestas o proyectos con enfoque de empoderamiento buscan promover un nuevo equilibrio en las relaciones de poder y el acceso a recursos mate-riales y no materiales; fomentando un modelo de desarrollo que genere condiciones básicas para que los más pobres desarrollen sus capacidades para ayudarse a sí mismos a salir de dicha condición.

En síntesis, se entiende por empode-ramiento el aumento de la autoridad y del poder de los individuos sobre los recursos y decisiones que afectan su bienestar; la expansión de la libertad de escoger y actuar sobre las circuns-tancias socioeconómicas y políticas en las cuales están involucrados. En la medida que los pobres comienzan real-mente a escoger y decidir la manera de enfrentar y resolver sus problemas, como consecuencia incrementarán el control sobre sus propias vidas.

Democratización del poder

1 Tanaka, Martín. Participación popular en políticas sociales: cuándo puede ser democrático y eficiente y cuándo todo lo contrario. Lima: IEP, 2001, p. 23

Se entiende por Se entiende por empoderamiento el aumento empoderamiento el aumento de la autoridad y del poder de de la autoridad y del poder de los individuos sobre los recursos los individuos sobre los recursos y decisiones que afectan su y decisiones que afectan su bienestar; la expansión de la bienestar; la expansión de la libertad de escoger y actuar libertad de escoger y actuar sobre las circunstancias en las sobre las circunstancias en las cuales están involucrados.cuales están involucrados.

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32 33Introducción

Como bien apunta Jo Rowlands5, la noción de empoderamiento puede llevar a confusiones si no se hace un deslinde frente a su concepto raíz: el poder. Las simi-litudes o diferencias teóricas entre empoderamiento y poder deben ser discutidos antes de proponer una definición final sobre el enfoque de empoderamiento en los proyectos de desarrollo.

Existen tres maneras de definir y entender el poder en la vida social6:

Poder sobre:

Es la capacidad de imponer la voluntad de unos sobre otros sin que estos últimos puedan resistirse, es decir la existencia de personas que mandan eficazmente a otras. Esta capacidad para ejercer poder está relacionada al acceso y control que las personas tengan sobre los recursos tangibles e intangibles que se producen y reproducen en determinados contextos socio-eco-nómicos, culturales y/o políticos.

Poder para:

Es la capacidad que tienen las per-sonas para realizar cosas o poner en marcha ideas o propuestas que de otra manera no se harían si estas personas no toman la decisión de llevar a la práctica sus iniciativas. Alude al desarrollo de conocimientos, habilidades y actitu-des (competencias) para enfrentar o aprovechar las oportunidades y desafíos que se presenten. Se trata de personas que se convierten en protagonistas de su propio desarro-llo (individual y colectivo) a pesar de las resistencias que imponga el orden social existente.

Poder desde

Está relacionado con las dimensio-nes psicosociales de las personas, es decir que estas se sientan con la seguridad de asumir su propio des-tino enfrentando los retos y desafíos que le imponen las circunstancias de diversa índole que les toca vivir. Alude a los sentimientos, al sentido del yo, la capacidad individual y al nivel de autoestima que permite deshacer los efectos de cualquier tipo de dominación interiorizada como modelo mental, el cual limita el desenvolvimiento y el desarrollo de las personas para controlar sus propias vidas.

Los alcances del enfoque de empoderamiento: la noción del poder y el modelo estratégico

5 Rowlands, Jo. «Poder y empoderamiento» (mi-meo).

6 INFORMET – Instituto de Información y Metodolo-gías para el Desarrollo Organizacional. Empodera-miento un camino para luchar contra la pobreza. Cosude, Lima, 2005.

En este contexto se generan las condiciones para plantear nuevas formas de intervención social, en las cuales los sectores destinatarios de los proyectos pueden tener más responsabilidades en la gestión y ejecución de las propuestas. Uno de los mecanismos que alcanzó mayor peso para conseguir que los pobres tengan un grado real de responsabili-dad en la ejecución de proyectos, fue establecer estrategias para modificar las formas tradicionales de participa-ción de la población en los proyectos: de una participación pasiva a una activa. Para tal efecto, los profesio-nales y funcionarios de los proyectos estatales o de las ONG tendrían que asumir los costos del proceso de aprendizaje que implica desarrollar estas capacidades en los pobres.

No puede existir desarrollo sosteni-ble o autosostenido si las personas no se apropian o hacen suyos los planteamientos de los proyectos, pareciera ser la consigna. En ese sentido, un desafío central para lograr la sostenibilidad de estas propuestas y disminuir o mitigar los problemas de dependencia entre agentes externos y población pobre es el desarrollo de capacidades y la mejora de los desempeños de estos últimos. De esa manera, los repre-sentantes o líderes de estos grupos podrán cogestionar con el Estado o las ONG la ejecución de programas y proyectos, definiendo claramente las funciones y las responsabilida-

des que cada actor debe cumplir en la puesta en práctica de dichas propuestas4.

Esto implica dar a los pobres el poder y la autoridad para tomar decisiones responsables y actuar de manera rigurosa y eficiente en el manejo de los recursos públicos o semipúblicos, así como en los efectos o consecuen-cias que sus decisiones produzcan en la realidad.

El empoderamiento entonces se convierte en un medio (estrategia), pero también en un fin (objetivo), para lograr cambios sustanciales en la calidad de vida de las personas más necesitadas y en los enfoques de las políticas sociales del Estado. De esa manera los pobres empode-rados pueden aprovechar y/o generar oportunidades u opciones desde el sector público y desde las organiza-ciones e instituciones de la sociedad civil comprometidas con el desarrollo e interesadas en movilizar recursos para impulsar procesos que ayuden a resolver la pobreza y exclusión que padecen amplios sectores del país.

Democratización del poder

4 Bobadilla Díaz, Percy. La gerencia social en el nuevo siglo: una aproximación teórica. Temas en Gerencia Social. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2005.

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desarrollo de capacidades, el uso de activos y las reglas de juego que orientan la acción de los más pobres (poder desde y poder para) se hace sobre la base de la generación de liderazgos participativos, la distribu-ción justa del poder, el ejercicio de la ciudadanía, que incorpore el respeto a la ecología y ambiente, la equidad de género, la interculturalidad, etc.

Sin los valores y principios que los enfoques mencionados aportan, el empoderamiento carecería de sen-tido; cualquiera podría ser su rumbo, generándose un conjunto de efectos perversos no deseados en la vida colectiva (autoritarismos, caudillis-mos, clientelismos, etc.).

No existe una sola manera para lograr la democratización de las relaciones de poder y por ende profundizar en prácticas democráti-cas. El enfoque de empoderamiento presenta un modelo estratégico que puede ser aplicado para la promoción de procesos de desarrollo equitativos, el mismo que contempla la asunción e implementación de cuatro aspectos claves: i) acceso a información, ii) inclusión y participación, iii) respon-sabilidad y rendición de cuentas y iv) capacidades organizativas locales.

Es preciso poner de relieve además que estos cuatros aspectos pueden funcionar con mayor eficacia si es que los contextos sociopolíticos favo-recen su ejecución. En ese sentido,

el fortalecimiento de la democracia y la institucionalidad, el trabajo basado en sistemas de cooperación y construcción de redes, la promo-ción de la buena gobernabilidad y la gestión adecuada de bienes comunes son algunas de las dimensiones que deben estar presentes para contri-buir a la generación de procesos de empoderamiento viables y sosteni-bles.

El enfoque de empoderamiento abarca las dos últimas maneras de entender el poder: poder para y poder desde.

“El empoderamiento es, por lo tanto, algo más que el simple hecho de abrir el acceso a la toma de decisiones, también debe incluir los procesos que llevan a las personas a percibirse a sí mismas con la capacidad y el derecho de ocupar ese espacio decisorio”.7

Tomando en consideración los tres tipos de poder, lo que se evidencia en las prácticas de los grupos o indi-viduos que interactúan en el marco de los programas de desarrollo es que dichos actores —sean estos del Estado o de la sociedad civil— están en la capacidad de condicionarse mutuamente, dependiendo de los intereses sociales y personales que estén en juego y de los recursos que controlen. De hecho, en los proyectos de desarrollo se promueven esfuer-zos para establecer relaciones de equilibrio entre los que impulsan las propuestas y sus destinatarios, con la finalidad de generar consensos en la forma de gestionar los proyectos y de fortalecer sistemas de cooperación y participación. Para ello es necesario que todos los actores involucrados se reconozcan como interlocuto-res válidos y legítimos, que haya

igualdad de derechos y deberes, y que las relaciones de poder no se manifiesten unilateralmente sino que se expresen a partir de una acción comunicativa entre ciudadanos.

En ese sentido, el ámbito en el cual principalmente se enmarcan las propuestas de empoderamiento es en la eliminación de aquellas barreras institucionales formales (paternalis-mos, asistencialismos, populismos) e informales (relaciones de explotación, corrupción, exclusión social) que impiden a los individuos emprender acciones para aumentar su bienestar y que limitan sus posibilidades de elección.

La distinción entre “poder sobre”, “poder para” y “poder desde” es sólo analítica. En la realidad social, estas tres dimensiones del poder aparecen de manera dinámica e interdependiente en los diversos procesos de desarrollo que impulsan actores sociales públicos y privados. Lo cierto es que las propuestas que incorporan los principios del empo-deramiento buscan democratizar las relaciones de poder, en cualquiera de los diferentes ámbitos en donde se presente: familia, comunidad, trabajo, espacios políticos, etc. La democratización de las relaciones de poder -especialmente en los ámbitos donde este se presente como sistema de dominación legítimo (poder político, socioeconómico y cultural: poder sobre)- sólo es posible si el

Democratización del poder

7 Rowlands, ob. cit.

El enfoque de El enfoque de empoderamiento presenta empoderamiento presenta un modelo estratégico que un modelo estratégico que contempla la asunción e contempla la asunción e implementación de cuatro implementación de cuatro aspectos claves: i) acceso a aspectos claves: i) acceso a información, ii) inclusión información, ii) inclusión y participación, iii) y participación, iii) responsabilidad y rendición responsabilidad y rendición de cuentas y iv) capacidades de cuentas y iv) capacidades organizativas locales. organizativas locales.

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36 37Empoderamiento:

¿sueño

Ana María Larrea ✒

En sociedades marcadas por la desigualdad estruc-tural, como las capitalistas, el sentido que se le atribuye a una palabra como “empoderamiento” adquiere especial relevancia, pues no se trata simplemente de una discusión filosófica, en el plano de la teoría, o de las ciencias políticas, sino que los sentidos tienen unos efectos en la praxis de distin-tas organizaciones e instituciones, ya se trate de la cooperación internacional, de las ONGs, de los propios gobiernos o de los movimientos y organiza-ciones sociales.

emancipadoremancipador?

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agencias de desarrollo que se definen como “apolíticas” y paradójicamente desarrollan importantes programas y proyectos de “empoderamiento”, lo cual no solo es una contradicción, sino que también refleja un vacia-miento del concepto.

En este documento planteo que la transformación en las relaciones de poder supone actuar en distintos niveles, dimensiones y esferas. La segmentación de estas campos lleva a la generación de planteamien-tos esquizofrénicos, en los que se separa la esfera económica, de todas las demás esferas de la vida social (política, social, cultural, etc.). Estos planteamientos, al estar en armo-nía con los discursos hegemónicos, copan la vida social y las agendas de los organismos de cooperación y de desarrollo y vacían de contenidos al término empoderamiento generando procesos de coptación de importantes iniciativas sociales, culturales y políti-cas y contribuyendo a una perpetua-ción de las relaciones de dominación antes que a su transformación.

Hablar del “poder”, de su ejercicio y de una transformación en las relacio-nes de poder es un tema complejo, que supone varias dimensiones y esferas. El poder no es una cosa que está ahí y espera ser “tomada”, “distribuida”, “acumulada”. El poder es una construcción social. De ahí que podemos hablar de la existencia de relaciones de poder práctica-mente en todos los campos de la existencia humana. Por ejemplo, el poder que se ejerce de maestro/a a alumno/a; las relaciones de poder en la pareja; las relaciones de poder entre padres e hijos/as. Es decir, el poder no escapa a la vida cotidiana. Al feminismo le debemos el mérito de haber politizado las dimensiones personales de la vida y permitirnos contar con una concepción más amplia del tema del poder.

Establecer relaciones sociales más horizontales en algunas esferas de la vida, supone un nivel de cambios distinto que en otras esferas de la vida. Es decir, hay algunos cambios que se circunscriben a planos más subjetivos de relacionamiento y que no afectan a las estructuras sociales. Los cambios estructurales implican procesos más profundos.

Es necesario actuar en ambos planos de la existencia. Sin embargo, con el tema del empoderamiento sucede algo muy particular: a nombre de que generar cambios estructurales es un problema muy complejo, centramos

Pero, ¿qué queremos decir cuando hablamos de empoderamiento? Literalmente la palabra significa “dar poder”. Y cuando decimos “dar poder” significamos que hay perso-nas que tienen poder y otras que no lo tienen y que sufren la dominación por parte de aquellos que detentan el poder. ¿A quiénes “empoderar”? Aquellos que detentan el poder no requerirían “empoderarse”, los sujetos de “empoderamiento” serían entonces aquellos que sufren la opresión, dominación o explotación y que requieren de poder para cambiar esta situación.

El significado y las acciones que se desprenden de los sentidos del término “empoderamiento”, en sociedades marcadas por la des-igualdad aluden a la existencia de un proceso de dominación, donde hay ganadores/as y perdedores/as. Estas relaciones desiguales de poder exigen la toma de posiciones frente al orden establecido.Siguiendo con la argu-mentación inicial, si el sentido del empoderamiento es el cambio en las relaciones de desigualdad caracte-rísticas de la sociedad capitalista a través de un cambio en la correla-ción de fuerzas a favor de los/as que históricamente han sido perdedores/as dentro de un proceso de domi-nación en sociedades desiguales, el término “empoderamiento” adquiere características emancipadoras y subversivas, porque intenta subver-tir el orden establecido, generando un nuevo poder entre quienes no lo tienen con el fin de construir una sociedad distinta. Empoderamiento entonces, adquiere la significación de la necesaria transformación de las relaciones de poder en una sociedad determinada.emancipador?

Cuando se plantea llevar la argumen-tación a sus últimas consecuencias y le otorgamos características subver-sivas a la palabra empoderamiento, probablemente veremos cómo gran cantidad de agencias y agentes del desarrollo que la usan a diario no se reconocen en esta argumentación. Es muy común escuchar entre las

Las esferas y dimensiones del poder

Empoderamiento: ¿sueño emancipador?

La transformación en las La transformación en las relaciones de poder supone relaciones de poder supone actuar en distintos niveles, actuar en distintos niveles,

dimensiones y esferas.dimensiones y esferas.

El término El término “empoderamiento” adquiere “empoderamiento” adquiere características emancipadoras características emancipadoras y subversivas, porque intenta y subversivas, porque intenta subvertir el orden establecido, subvertir el orden establecido, generando un nuevo poder generando un nuevo poder entre quienes no lo tienen entre quienes no lo tienen con el fin de construir una con el fin de construir una sociedad distinta.sociedad distinta.

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las acciones en la esfera subjetiva del poder, propiciando que algo cambie para que todo se mantenga igual, o bien, generamos procesos que no solo no generan cambios en las relaciones de poder, sino que por el contrario conducen a perpetuar el orden establecido.

El discurso de “lo posible” se encarga de estrangular cualquier sueño emancipador y de cortar las alas a los ideales. Todo cambio social para producirse tuvo que ser imaginado y soñado en momentos en que lograrlo parecía imposible. Pensemos si no, en la revolución francesa, en la revolución cubana, o en la conquista por el voto femenino, la participación política de las mujeres y tantos otros cambios importantísimos que ha vivido la humanidad.

El discurso de “lo posible” impide la politización de uno de los temas en el que lo político tiene un carácter central: el tema del desarrollo. Cuando hablamos de desarrollo esta-

mos hablando directamente de unas relaciones de poder. Sin embargo, el tema del desarrollo es despolitizado y estrangulado en el discurso de “lo posible”.

Después del estrangulamiento que sufre el tema del desarrollo por el discurso de “lo posible”, el libera-lismo ejecuta una segunda opera-ción de cirugía mayor: la separación entre la esfera económica de todas las otras esferas de la existencia. Lo económico pasa a ser un campo independiente de cualquier otro campo social y que ejerce una tiranía sobre los otros ámbitos de la vida. El tema del “empoderamiento” pasa a ser un tema del campo social y no del campo económico; como si las relaciones de poder, estuviesen separadas de las relaciones econó-micas; como si las políticas econó-micas no fueran también políticas sociales y viceversa; como que el mundo de la cultura no moldearía también las relaciones económicas.

Una vez realizada esta doble opera-ción de cirugía, entran en juego las agencias y los agentes de desarrollo y despliegan todos sus saberes para generar procesos de empodera-miento. Si actúan en el plano econó-mico (siempre separado de los otros aspectos de la vida) es para generar niveles de competitividad, para atraer capitales, para integrar a los pequeños productores a las redes de comercialización globales, para abrir

nuevos mercados, para aprovechar las oportunidades del libre comercio y una larguísima lista de buenos propósitos que se resumen en hacer más capitalistas a los pobres, o en integrarlos efectivamente al capita-lismo, como si esto fuese posible. Estos planteamientos desconocen las características estructurales del propio sistema capitalista.

Rara vez los procesos de empode-ramiento en el plano económico se plantean inventar otra economía ligada a los procesos sociales, como clave para lograr verdaderamente la superación de la pobreza. Una economía plural, en donde las lógicas de acumulación del capital y del poder estén subordinadas a la lógica de la reproducción ampliada de la vida, apoyando iniciativas económicas de la población desde la perspectiva del trabajo y no desde la perspectiva del empleo. Construir una economía que esté al servicio de la vida y no la vida en función de la economía1.

Y cuando los procesos de empode-ramiento se dirigen al plano social y político, también opera la segmenta-ción y nos olvidamos de lo eco-nómico. Impulsamos procesos de democratización de la democracia y olvidamos democratizar la econo-mía. Luchamos por la igualdad política y la participación y nos olvi-

Empoderamiento: ¿sueño emancipador?

El discurso de “lo posible” El discurso de “lo posible” se encarga de estrangular se encarga de estrangular cualquier sueño emancipador cualquier sueño emancipador y de cortar las alas a los y de cortar las alas a los ideales. ideales.

El tema del El tema del “empoderamiento” pasa a ser “empoderamiento” pasa a ser un tema del campo social y no un tema del campo social y no del campo económico; como del campo económico; como si las relaciones de poder, si las relaciones de poder, estuviesen separadas de las estuviesen separadas de las

relaciones económicas.relaciones económicas.

1 Cfr., Coraggio, 2004.

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Otro empoderamiento no solo que es posible, si no también muy necesario en las condiciones actuales que vive la humanidad. Para ello es necesa-rio revalorizar la política como lugar desde donde pensar la emancipa-ción. “... fortalecer el espacio público y la acción política para poder repensar una relación entre econo-mía y política, donde la primera esté subordinada a la segunda, o sea, a las decisiones del sujeto colectivo”3. En esta tarea, el fortalecimiento de los sujetos colectivos se torna vital. Sujetos colectivos “empoderados” y que vayan construyendo desde su cotidianidad y en todos los espacios de la vida nuevas relaciones sociales basadas en la solidaridad y en la primacía de lo colectivo, por sobre la lógica desarticuladora y fragmentaria del capital.

Desde esta perspectiva, el empode-ramiento está íntimamente rela-cionado con la construcción de un contrapoder que alimentado desde las múltiples experiencias de los pueblos y su diversidad cuente con la fuerza suficiente para enfrentar el actual proceso de dominación en sus múltiples dimensiones. Y al hablar de contrapoder ponemos en valor los procesos de resistencia e insurrec-ción de los pueblos, tan dejados de lado por los programas de desarrollo.

¿Otro empoderamiento… es posible?

3 Amadeo y Morresi, 2003: 97.

damos de la igualdad económica y el mejoramiento de las condiciones de vida de las grandes mayorías. ¿Será que es posible reformar el sistema político, afianzar la partici-pación, sin paralelamente generar profundos cambios en el modelo económico? ¿De qué democracia podemos hablar si en nuestros países se condena a la exclusión a los niños y niñas desnutridos desde sus primeros años de vida? ¿De qué democracia podemos hablar en países donde los niños y niñas no pueden entrar a la escuela? ¿Cómo promover el ejercicio de los derechos civiles y políticos, si los derechos económicos y sociales son violados día a día desde las propias políticas públicas gubernamentales?

Y es que como bien lo señala Veca: “A menudo se olvida la diferencia que hay entre el tener derechos, como miembro del club de la ciuda-danía, y el tener riqueza, influencia, poder, como miembro del club del mercado”2.

Al integrar a los pobres al capita-lismo en relaciones de subordina-ción, poco hacemos para cambiar las relaciones de poder. De esta manera los sentidos del empode-ramiento son coptados y tras un discurso aparentemente progresista y que promueve la “equidad” se esconden intereses muy claros de

mantenimiento del propio sistema con sus relaciones de dominación y explotación. Al apoyar proyectos sociales y culturales, despojándolos de su dimensión política y evadiendo enfrentar las relaciones de clase imperantes en nuestras socieda-des, corremos el riesgo de generar pequeños cambios sin afectar ni un milímetro las estructuras de poder. Entonces, ¿de qué empoderamiento estamos hablando? Probablemente del empoderamiento de las propias agencias de desarrollo sobre grandes grupos poblacionales.

Empoderamiento: ¿sueño emancipador?

2 Veca, 1995: 18, citado por Ciriza, 2003: 47.

Luchamos Luchamos por la igualdad política por la igualdad política y la participación y nos y la participación y nos olvidamos de la igualdad olvidamos de la igualdad económica y el mejoramiento económica y el mejoramiento de las condiciones de vida de las condiciones de vida de las grandes mayorías. de las grandes mayorías. ¿Será que es posible ¿Será que es posible reformar el sistema político, reformar el sistema político, afianzar la participación, afianzar la participación, sin paralelamente generar sin paralelamente generar profundos cambios en el profundos cambios en el modelo económico? modelo económico?

Desde esta perspectiva, Desde esta perspectiva, el empoderamiento está el empoderamiento está íntimamente relacionado íntimamente relacionado con la construcción de un con la construcción de un contrapoder que cuente con contrapoder que cuente con la fuerza suficiente para la fuerza suficiente para enfrentar el actual proceso de enfrentar el actual proceso de dominación en sus múltiples dominación en sus múltiples

dimensiones.dimensiones.

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44 45Empoderamiento:

Propuesta cuestionadora, desde sus orígenes hace unos 20 años los movimientos feministas comenzaron a generalizar el uso del vocablo inglés “empowerment”, traducido al castellano como “empoderamiento”. Sólo mujeres “empoderadas” serían capaces de cuestionar y desafiar relaciones que implican discriminación y explotación para el género femenino.

El concepto fue muy pronto recogido y empleado por los organismos multilaterales de cooperación, para significar procesos en los cuales los sujetos sociales excluidos, marginados y discriminados, cobran conciencia de sí mismos y de su entorno adquiriendo las capacidades necesarias para acceder a recursos y participar en las decisiones que les conciernen.

Carlos Soria Galvarro ✒

uun n mediomedio,,no un fin

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Al dialogar sobre los temas del empoderamiento con un núcleo de dirigentes indígenas, en cierta ocasión se les explicó una expe-riencia exitosa y las formulaciones que de ella se derivaban. Para sorpresa general ellos encontraron una enorme coincidencia con sus propias prácticas. Es lo mismo que venimos haciendo nosotros aunque hasta ahora no sabíamos ni nadie nos lo había dicho que eso se llama empoderamiento, fue más o menos lo que dijeron.

Sostener que el empoderamiento no es un fin sino un medio, antes que devaluarlo, supone valorar adecua-damente su utilidad y proyección. No significa en lo más mínimo disminuir su validez e importancia no sólo para las acciones de desarrollo impulsa-das desde las entidades de coope-ración, sino también como base de las propuestas estratégicas de los movimientos sociales tan activos hoy en nuestra América.

Incluso en más de un país latino-americano algunas corrientes con-servadoras, atentas a las novedades políticas y en la urgente búsqueda de nuevos discursos que las hagan creíbles, a título de empoderamiento, lanzan consignas que giran en torno a la idea de “dar poder a la gente”. Caricatura que se descalifica de inicio por sus resabios asistencialistas que suponen que el poder puede “darse” como si fuera un bien tangible.

Corresponde, entonces, una con-tundente aseveración preliminar: los protagonistas del empoderamiento no son las instituciones privadas o públicas, sino las personas, grupos y organizaciones que viven situaciones de exclusión del poder. Aquellas que por cualquier razón derivada de la política, la economía o la historia, no ejercen sus derechos y obligaciones de ciudadanos, ni gozan de la igualdad de condiciones y oportunidades que los sistemas democráticos están ahora en la obligación de brindar, a riesgo de no considerarse como tales. A lo mucho que con modestia y bajo ciertos reparos pueden aspirar las institucio-nes es a facilitar, apoyar o acompañar procesos de empoderamiento.

Y con ello podemos establecer una primera clave del asunto que nos ocupa. Empoderamiento y democra-cia son, o debieran ser, conceptos inseparables. Los excluidos al empo-derarse tienden a construir y sostener condiciones mínimas de equidad, sin las cuales ninguna democra-cia moderna puede funcionar. Pero también, el empoderamiento, entendido de esta manera, aporta a comportamientos y actitudes, desde la Sociedad y desde el Estado, que deben regularse por normas comúnmente aceptadas. Las reglas democráticas de juego, así como los mecanismos institucionales que las rigen, tienen una naturaleza precaria, pues al ser por lo general el resultado de equilibrios o pactos temporales de

¿Quién empodera a quién?

A través de muchos filtros y matices, se ha ido expandiendo el uso de este concepto a casi todos los ámbitos que se ocupan del desarrollo. Ahora se lo encuentra, cada vez con mayor frecuencia, en la fundamentación de diversidad de proyectos y en un sin-número de debates sobre lucha con-tra la pobreza, inclusión, ciudadanía, democratización y temas afines.

De ahí la utilidad de plantearse dos preguntas implícitas en esta reflexión: ¿es el empoderamiento un fin en sí mismo o solamente un medio para alcanzar determinados fines?; ¿tienen límites y riesgos los procesos de empoderamiento?

Situaciones de inequidad son el punto de partida para el empode-ramiento. Es decir cuando ciertos sujetos, hombres y/o mujeres, están excluidos, marginados, discriminados o sobre-explotados.

Entendido como un proceso multidi-mensional que abarca cuando menos lo político, lo económico y lo social, y atañe a personas, grupos, orga-nizaciones y colectivos sociales, el empoderamiento es un instrumento orientado a corregir esas situaciones y alcanzar nuevos equilibrios. Por tanto, tiene de entrada un horizonte temporal limitado: el que sea nece-sario para alcanzar ese objetivo. No puede ser considerado un fin en sí mismo, sino un medio o estrategia que contribuye a la democratización, a conquistar el ejercicio pleno de la ciudadanía y la gobernabilidad democrática, finalidades concre-tas generalmente admitidas como componentes esenciales del progreso social en el mundo actual.

Y tratándose de un elemento some-tido al siempre dinámico, imprede-cible y movedizo transcurrir socio político, es imposible manejar recetas o fórmulas, válidas en todo tiempo y lugar y, por ello mismo, es también inevitable un margen de incertidum-bre y de riesgos sobre los resultados de todo proceso de empoderamiento.

¿Para qué sirve el empoderamiento?

Empoderamiento: un medio, no un fin

Sostener que el Sostener que el empoderamiento no es un empoderamiento no es un fin sino un medio, antes que fin sino un medio, antes que devaluarlo, supone valorar devaluarlo, supone valorar adecuadamente su utilidad y adecuadamente su utilidad y

proyección.proyección.

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democráticos de elección, hacer un manejo transparente de los asuntos y los recursos, rendir cuentas con rigurosa periodicidad, fomentar el diálogo y la tolerancia con quienes no comulgan con sus puntos de vista, ser capaces de hacer propuestas realizables, concertar y forjar alianzas con otros sectores. Podría decirse que estos elementos son una suerte de pre-requisitos para cualquier intento serio de empoderar a la gente y a sus organizaciones1.

No seguir ese camino implica el riesgo de que resulten “empoderados” liderazgos caudillistas no democrá-ticos o intereses corporativos secto-riales que, más temprano que tarde, provocarían nuevas frustraciones.

Otro riesgo, no menos preocupante, es el del localismo y la atomización de esfuerzos que, indirectamente, pueden contribuir a debilitar el régimen democrático y dificultar la aplicación de políticas nacionales que hayan logrado elaborarse con base en difíciles y laboriosos consensos. Sin políticas macro que implican una fuerte articulación entre la iniciativa estatal y la movilización social es imposible encarar a fondo y seria-mente temas como el de la salud, la educación, el manejo sostenible de

Empoderamiento: un medio, no un fin

1 Ver la Pirámide del Empoderamiento en “Empo-deramiento de las comunidades campesinas e indígenas: una propuesta para la democratización de los municipios rurales”. PADEM, La Paz, Bolivia, año 2000 y varias ediciones posteriores.

recursos naturales, el ordenamiento territorial, las finanzas públicas y otros no menos esenciales. Sería otra incongruencia colosal que un “sobre-empoderamiento” a niveles locales disminuya la eficacia de programas en los que el Estado central sea una pieza clave. Sería como hacerle el juego al vaciamiento del que fue objeto el Estado en la era neoliberal y del que dificultosamente se va recuperando.

mediano o largo plazo, según correla-ciones de fuerzas determinadas, son susceptibles de modificarse o reno-varse, ojalá profundizando su conte-nido democratizador. Sin embargo, eso no los hace desechables y cam-biables a capricho, ni exime de su cumplimiento y aceptación a unos y otros. Sin normas expresadas en leyes y sin una mínima institucionalidad, lo que en buen romance significa Estado de Derecho, ninguna democracia podría funcionar y el camino de los pueblos estaría plagado de violencia y desórdenes constantes. Viviríamos en países paralizados por el conflicto y auto-mutilados en su perspectiva de bienestar material y espiritual.

El empoderamiento de los excluidos y marginados, es obvio, cuestiona y rompe esos equilibrios precarios.Pero, ¿solamente para dar vuelta a la tortilla y excluir a los anteriores empoderados y dar lugar a situaciones conflictivas interminables? ¿O para establecer nuevos y mejores equilibrios con mayores grados de equidad y justicia social? Es indudable que en la res-puesta a esta segunda interrogante radica el potencial del empodera-miento como herramienta efectiva, tanto para la democratización (desde los espacios locales hasta los distintos niveles en los que se encuentran e interactúan la Sociedad y el Estado), como para la construcción de valores democráticos compartidos, piedras angulares de una deseable, necesaria y posible cultura democrática.

La esencia democrática del empode-ramiento tendríamos que imaginarla hacia adentro y hacia fuera. Es decir, en las relaciones entre Sociedad y Estado y también al interior de las prácticas de una y otro. Propugnar democracia y no practicarla interna-mente, además de incongruente sería un contrasentido que inviabilizaría cualquier avance.

En el marco de reformas políticas que apuntan a la descentralización, como causa y efecto de la profun-dización de la democracia y debido al profundo desgaste de los partidos políticos tradicionales, en varios paí-ses de América se están produciendo procesos de empoderamiento de sectores populares antes excluidos y marginados, y ya no sólo en el nivel local/municipal, sino también en espacios mayores (el caso reciente de Bolivia merecería un estudio por separado desde esa perspectiva).

No es pues ocioso reiterar la impor-tancia de prácticas democráticas desde todos los niveles de funciona-miento del Estado, con igual o mayor razón cuando son los antes excluidos los que ahora asumen responsabili-dades de poder.

Pero es todavía más indispensable e imperioso que las organizaciones sociales sean genuinamente demo-cráticas y propositivas. No excluir a las mujeres y a los jóvenes, someter a los dirigentes a procedimientos

Riesgos inevitables

EEl empoderamiento como l empoderamiento como herramienta efectiva, tanto herramienta efectiva, tanto para la democratización para la democratización (desde los espacios locales (desde los espacios locales hasta los distintos niveles hasta los distintos niveles en los que se encuentran en los que se encuentran e interactúan la Sociedad e interactúan la Sociedad y el Estado), como para y el Estado), como para la construcción de valores la construcción de valores democráticos compartidos, democráticos compartidos, piedras angulares de una piedras angulares de una deseable, necesaria y posible deseable, necesaria y posible cultura democrática.cultura democrática.

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7. Todo proceso de empoderamiento provoca la desestabilización de un previo equilibrio excluyente y la construcción de uno nuevo en el que las fuerzas sociales miden su capacidad de incidencia. Esto supone tensiones y cierto grado de conflictividad que sólo puede atenuarse mediante las reglas del juego democrático. Acuña propone tres elementos para forjar alianzas capaces de sostener estos procesos en el largo plazo:

a) Un adecuado relacionamiento con las clases medias,

b) La creación de ambientes ideológico/culturales propicios a la integración socio-política por parte de los medios de comuni-cación y

c) Un rol activo de ONGs y agen-cias de cooperación aportando recursos para alivianar el costo de estos procesos y ayudando a legitimarlos como necesarios/inevitables frente a los sectores dominantes.

5. Los empoderados se constituyen en actores, es decir colectivos humanos capaces de actuar con independencia y autonomía. Las elites latinoamericanas, así como los organismos de cooperación, deben asumir de esta manera los procesos de empoderamiento, pues lo contrario sería caer en una especie de clientelismo que apoya a los “buenos” empodera-dos, y rechaza a los “malos”. Los primeros serían los que siguen al pie de la letra las recomen-daciones que los organismos de cooperación les ofrecen y, los segundos, aquellos que, con todo derecho, actúan con cabeza propia, como corresponde a su condición de empoderados y no necesariamente aplican las recomendaciones o sugerencias que les han hecho.

6. El empoderamiento no es una simple suma de poder como el crecimiento que va de lo micro a lo macro. Pueden registrarse vaivenes y altibajos, así como también contraposición de intere-ses. No reconocer esa diversidad y sus manifestaciones específicas corre el riesgo de ayudar a empo-derar en un ámbito o temática, mientras excluye o “desempo-dera” en otros.

Empoderamiento: un medio, no un fin

Siguiendo al politólogo argentino Carlos H. Acuña2 quien hizo una inte-resante sistematización de los proble-mas teórico-prácticos del empodera-miento, quisiéramos compartir con los lectores los siguientes puntos:

1. La necesidad de alejarse de la tentación de formular recetas uni-versales. América Latina presenta situaciones muy diversas. Quienes se propongan estrategias de inclusión basadas en el empodera-miento, no pueden dejar de tomar en cuenta esas distintas caracterís-ticas.

2. No es conducente idealizar a la sociedad civil como la suma de virtudes y menos considerar a ella sólo o principalmente como ONGs. Peor aún satanizar al Estado atribuyéndole todos los defectos imaginables. No existen en la historia experiencias que muestren una sociedad civil fuerte y democrática sin que a la vez esa fortaleza no se articule con un Estado también fuerte. En otras palabras, el debilitamiento del Estado no da como resultado automático un fortalecimiento de la sociedad civil; lo que puede ocurrir más bien, sin la presencia

protagónica del Estado, es que los ya poderosos resulten con más poder del que antes poseían. “La dualidad del poder público (estatal y no estatal) –dice Acuña– muestra un círculo virtuoso dentro del juego democrático y se presenta como precondición de desarrollos inclusi-vos”.

3. Mientras persistan en América Latina los actuales niveles de marginalidad e injusta distribución de la riqueza, existe poco mar-gen para construir instituciones publico-estatales y público-no estatales de alta calidad. No puede haber Estado o instituciones públicas de lujo en países donde reina la pobreza. “....Los procesos de empoderamiento y desarrollo inclusivo deben...alejarse de las tentaciones desarrollistas..., las estrategias de mayor equidad y par-ticipación demandan la simultánea construcción de mejores reglas e instituciones así como la construc-ción de condiciones socio-económi-cas más inclusivas y justas”3.

4. Tampoco es conducente idealizar lo local y los procesos de descen-tralización, pues además algunos de éstos resultaron fallidos. En tal sentido, es conveniente identificar para qué es necesario descentra-lizar y para qué no lo es, y qué se debe mantener centralizado para no desarticular políticas y sistemas de carácter nacional.

2 “Notas sobre los Riesgos Socio-Políticos que en-frentan Procesos de Empoderamiento y Desarrollo Inclusivo”. Ponencia de Carlos H. Acuña en el Ta-ller Internacional organizado por el Banco Mundial y auspiciado por los Gobiernos del Perú, Holanda y DFID-UK. Lima, julio de 2001.

3 Acuña, Idem.

A manera de conclusiones

Los dilemas y desafíos están Los dilemas y desafíos están pues planteados. Como lo pues planteados. Como lo dijo alguien en un debate dijo alguien en un debate radial: nos empoderamos o no radial: nos empoderamos o no nos empoderamos, esa es la nos empoderamos, esa es la cuestión fundamental para la cuestión fundamental para la

democracia.democracia.

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52 Autores

Los tres reinos del empoderamiento: Los tres reinos del empoderamiento: ambigüedad, contradicción e ilusiónambigüedad, contradicción e ilusiónMauricio García Moreno

Antropólogo, con estudios en gerencia del desarrollo. Consultor en Washington de OIT, BID y UNICEF. Autor de publicaciones sobre políti-cas sociales, protección de menores y trabajo infantil. [email protected] [email protected]

Empoderamiento: discurso funcional Empoderamiento: discurso funcional o cambio en las relaciones de podero cambio en las relaciones de poderPablo Iturralde

De profesión sociólogo, experiencia en fortalecimiento de los pueblos indígenas y movimientos sociales en Ecuador, ha trabajado en institu-ciones públicas y en la cooperación al desarrollo, enfocando su accionar en procesos de empoderamiento de los actores sociales y comunitarios mediante el impulso de organizaciones económicas campesinas y el desarrollo de capacidades para la incidencia en políticas pú[email protected]@justice.com

Democratización del poder y fortalecimiento de la ciudadaníaDemocratización del poder y fortalecimiento de la ciudadaníaPercy Bobadilla Díaz

Sociólogo, magister y docente en la Pontificia Universidad Católica del Perú - PUCP, especializado en gestión para el desarrollo. Se desempeña en capacitación y asesoría a ONG, entidades públicas y cooperaciones internacionales en el Perú y en América Latina. Es director ejecutivo del Instituto de Información y Metodologías para el Desarrollo Organizacional - INFORMET. [email protected]@pucp.edu.pe

Empoderamiento: ¿sueño emancipador?Empoderamiento: ¿sueño emancipador?Ana María Larrea

Antropóloga, postgraduada en Estudios Internacionales del Desarrollo y en Desarrollo Local. Entre sus publicaciones figuran textos sobre el movimiento indígena en el Ecuador, procesos de desarrollo local, demo-cratización y cultura popular. Actualmente es Directora del Instituto de Estudios Ecuatorianos (IEE) y miembro del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). [email protected]@iee.org.ec

Empoderamiento, un medio, no un finEmpoderamiento, un medio, no un finCarlos Soria Galvarro

Periodista boliviano. Ha sido director del Programa de Apoyo a la Democracia Municipal (PADEM) financiado por COSUDE y ejecutado por Ayuda Obrera Suiza (AOS), y también coordinador del proyecto Enlared de la Federación de Asociaciones Municipales de Bolivia. Autor de múlti-ples publicaciones en los temas de desarrollo local y gestión pú[email protected] [email protected]

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Aprendizaje ComúnIntercambios para un

La Serie Debate Asocam ofrece un espacio para estimular la reflexión y provocar el debate antes que consensuar acuerdos en temas claves para el desarrollo. En esta ocasión se presentan las visiones sobre empoderamiento de cinco profesionales con trayectoria en Latinoamérica.