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BIBliOTECA SAAYEDRA FAJARDO DE PENSAMIENTO POLTICO
dirigida por Jos Luis Vtllacaas, Antonio Rivera y Jos Javier
Ruiz
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SANDRO CHIGNOlA GIUSEPPE DUSO
HISTORIA DE LOS CONCEPTOS YFILOSOFA POLTICA
Prlogo de Jos Luis Villacaas
Traduccin de Mara Jos Bertomeu
BIBUOTECA NUEVA
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:x. PENSAR lA POTICA MS ALl DE WS CONCEPTOS MODERNOS: HISTORIA
DE WS CONCEPTOS y FILOSOFA POTICA
GruSEPPE Duso 1. LA DIMENSIN FILOSFICA DE lA HISTORIA
CONCEPTUAL:
RESPUESTA A ALGUNAS OBJECIONES
Al final de nuestro recorrido, teniendo presentes por una parte
algunas objeciones dirigidas a la investigacin histrico-conceptual,
que ha sido propuesta aqu, y, por otra, el desarrollo que han
tenido los trabajos que durante veinte aos se han movido dentro de
esta perspectiva, y la propia reflexin terica que los ha acompaado,
ha llegado el momento el de abordar otra etapa del razonamiento que
se valga de los resultados alcanzados y, al mismo tiempo, sepa
comprender los cambios sucedidos en este recorrido y la maduracin
en el modo de entender la historia de los conceptos, su necesidad
y, tambin, su lmite para el pensamiento de la poltica. Se trata
entonces de llevar a cabo un paso ulterior, que confirme la
necesidad de la historia conceptual y el papel que sta tiene hoy
para nuestra filosofa politica, pero que al mismo tiempo indique
cmo esta ltima no se reduce a la historia de los conceptos. En una
primera fase de nuestra prctica de la historia conceptual, la
historia de los conceptos y la filosofa poltica se entrelazaban
estrechamente, hasta identificarse, como evidencia el ttulo del
ensayo incluido tambin en este volumen, Historia conceptual como
filosofia politica. La reflexin de los ltimos tiempos, aprovechando
tambin el estmulo ofrecido por las crticas dirigidas a nuestro
trabajo, no permite ciertamente dar la vuelta a la propuesta
inicial, sino avanzar modificndola en el sentido expresado por el
ttulo de un ensayo, que aqu retomo, por el ttulo emblemtico para el
presente razonamiento: Daifa storia concettuale alfa filosofia
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GruSEPPE Duso"2 ).,,1 [De la historia conceptual a la filosofa
poltica]. E! intento aqu ser, for tanto: en primer lugar, aclarar
el sentido de la propuesta inicial y del tra"'Jo nevado a cabo
estos aos, intentando ahuyentar una serie de malenmd1dos que an
persisten; en segundo lugar, indicar algunas modificaciona de la
perspectiva que quiz pueden hacer entender mejor la relacin entre
el pensamiento, la poltica, el trabajo histrico, la relacin con las
entes y la actualidad de nuestro pensamiento del presente; al
final, indicar -solamente indicar- en qu direccin se podra precisar
el sentido de una filosofa poltica que no se proponga en la
dimensin de la normatividad y del deber ser, ni en la de la
construccin de modelos o de conceptos, sino ms bien en la de la
comprensin de lo real y, al mismo tiempo, en la de la orientacin de
la praxis y de la accin comn de los hombres2
No se puede aqu no dar por descontada la referencia a los
trabajos de investigacin realizados, porque, de otro modo, el
presente razonamiento se reducira al plano de una abstracta
metodologa3. Por lo que respecta al sentido de aquellos trabajos de
historia conceptual y a la propuesta terica referida hace poco, me
veo obligado, para la claridad del debate, a retomar algunos puntos
que ya han sido objeto de tratamiento y argumentaciones.
1 G. Duso, "Dalla storia concerruale alla fllosofia politica.,
Filosofia politica, 1,2007 (nmero dedicado al nexo entre filosofa y
polltica), pgs. 65-82.
2 Para entender el sentido de la presente reflexin es necesario
tener presente mi ensayo "La democrazia e il problema del governo
del nmero 3/2006 de Filosofia politica, no slo por lo que respecta
a la relacin que el intento de determinar qu es filosofa polltica e
historia conceptual tiene con el concreto trabajo de investigacin
desarrollado, sino tambin porque alll hay algunas anticipaciones de
cuanto queremos aqu presentar a dicusin. Teniendo presente el nexo
que una serie de trabajos ha mostrado entre los conceptos que nacen
en torno a la moderna soberana y el modo en el cual se configura la
democracia moderna como forma constitucional, se podra representar
el nexo entre las dos contribuciones pensando este segundo como
tentativa de respuesta a la pregunta sobre qu es en con~to la
filosofta po/ftica en el momento en que e/ trabajo de historia de
los conceptos se manifiesta en la moda/idad de and/isis de /as
aporlas de la democracia. Por lo que respecta a los trabajos sobre
la democracia recurdese, adems del nmero de Filosofia po/itica
dedicado a la democracia que ha sido aqu indicado, tambin G.
Duso,]. F. Kervgan, Croe de la democratie et gouvernemente de la
vie, Monza, Polimetrica, 2007 (www.polimetrica.com). fruto de un
seminario italo-francs (del cual algunos ensayos han sido tambin
traducidos en Filosofia po/itica, 3, 2006), Y G. Duso (ed.), O/m la
democrazia. Un itinerario attraverso i c/assici, Roma, Carocci,
2004.
3 Tambin en este caso no se puede confundir la presente reflexin
como una autnoma y en s suficiente propuesta terica. Se trata ms
bien de una tentativa de expresar el sentido del trabajo de
investigacin -de la cual algunos resultados sern recordados en las
siguientes nocas--, que no es, por tanto, pensable sin ese trabajo
de investigacin, el cual puede, obviamente ser criticado, pero
entrando en el ncleo del anlisis y de la lectura de los textos.
PENSAR lA PoT!CA MAs All DE LOS CONCEPTOS MODERNOS "" 353
IAnte todo me parece necesario repetir una vez ms cmo el modo
comn de entender y practicar la historia de los concepto en Italia,
y no slo, y tambin por pane de aquellos que pretenden explcitamente
referirse a la Begrffichichte alemana de Brunner y Koselleck, es el
que tiende a recorrer las varias declinaciones y transfirmaciones
que un concepto ha tenido en el desarrollo histrico, confundiendo
en muchos casos el concepto con la palabra. He intentado ya
mostraii cmo una postura as no slo es lo ms lejano a nuestra
prctica de la historia conceptual sino que entra en contradiccin
con los propios intentos de Brunner y Koselleck, arriesgndose a
identificarse precisamente con la modalidad de trabajo que ellos
critican y, a veces, denominada historia de las ideas. Si los
crticos de la historia conceptual se refieren a ese modo de hacer
historia de los conceptos que comprende las modificaciones de los
conceptos de lo antiguo a lo moderno, no se llega, de ese modo, a
centrar el objetivo al que mira la Begriffigeschichte alemana y
nuestro trabajo de historia de los conceptos.
E! trabajo histrico-conceptual6 no tiene nada que ver con la
determinacin de un cuadro histrico omni-comprensivo en el cual se
ubican las diversas pocas, ni con una concepcin de filosofa de la
historia, ni con una concepcin de tipo historicista. E! punto focal
es ms bien otro, y ha sido ya indicado por los historiadores
alemanes, por atto Brunner en particular7, e identifica un deber
para el pensamiento que en el mbito de una reflexin filosfica es
difcilmente negable. Se trata de tener conciencia crtica de los
conceptos que habitan las palabras que usamos en nuestro presente.
Son estos conceptos los que, cuanto ms se difunden y comparten,
tanto menos podemos dar por descontados. Los conceptos relativos a
la vida prctica y a
4 A un modo comn de hacer historia de los conceptos como este,
ms que a la historia conceptual de la que se habla, pueden
dirigirse, ms all de las intenciones, las crticas de Roberto
Esposito incluidas en el editorial del nmero sobre la Biopo/itica
de Filosofia politica, 1/2006, con el ttulo, Storia dei concetti e
ontologa de/J'attualitil (pgs. 5-9); pero tngase presentes tambin
las crticas dirigidas a nuestro trabajo por P. P. Portinaro,
Begriffigeschichte e filosofia politica, Filosofia po/itica.
1/2007, pgs. 53-64. A tales crticas en parte nos referimos en las
aclaraciones que siguen: puede ser til al lector intentar comparar
estas crticas con lo que se ha dicho en este volumen y con las
concretas trayectorias de investigacin sobre los conceptos y sobre
los clsicos que han sido constantemente recordadas.
5 Cfr. el cap. V. 6 Con la expresin historia conceptual pretendo
aqu referirme de modo determinado a la
reflexin terica llevada a cabo en este volumen yen las
investigaciones sobre conceptos yautores llevadas a cabo de manera
monogrfica o dentro de empresas colectivas del grupo de
investigacin sobre los conceptos pollticos de Padua en estos ltimos
veinte afias (cfr. las notas 24-34 del caprulo precedente).
7 Sobre la critica de Brunner al concepto moderno de historia y
a la concepcin historicista, cfr. Historia conceptual como
filosofta politica, 5.
-
GIUSEPPE Duso354 ~
la poltica -pensemos por ejemplo en derechos del hombre,
libertad, igualdad, soberana del pueblo, poder, politica,
democracia- son normalmente usados no slo como armas para la lucha
poltica, sino tambin como puntos de referencia a travs de los
cuales nos tranquilizamos sobre nuestra propia identidad. Se
entienden como universales, a veces identificados inmediatamente
con realidades objetivas, a veces indicadores de valores
indiscutibles; difcilmente son interrogados o puestos en cuestin.
La actitud histrico-conceptual consiste en interrogarlos, en
comprender la particularidad, la gnesis determinada, las
consecuencias, las contradicciones que a menudo implican. Tal
interrogacin crtica debe ser contempornea al examen de las fuentes
que se lleva a cabo, de otro modo stas son inevitablemente
malentendidas.
Entonces, hacer historia conceptual significa, en el fondo,
pedir explica,ciones de los significados de nuestras palabras:. no
se trata entonces de un conocimiento histrico objetivo y
descriptivo, sino de aquella prctica del pensamiento filosfico que
ya con Platn se manifestaba bajo la forma de la interrogacin de las
doxai difundidas, de las opiniones que pretenden plantearse como
verdad sin conseguir demostrar su propia verdad. Son los conceptos
modernos los que constituyen las opiniones difundidas de las cuales
es necesario pedir explicaciones. Desde este punto de vista, son
nuestra realidad y" nuestra experiencia las que estn siempre
presentes. Este es un primer sentido de la propuesta de la historia
conceptual como filosofta politica, aunque llegados a este punto no
queda claro an el resultado de esta crtica a la doxa y la cuestin
de si se trata de un trabajo simplemente crtico y deconstructivo.
La referencia a Platn nos hace entender desde ya que no se trata de
esto.
Ciertamente se puede decir que, si esta es el alma terica del
trabajo de investigacin, este ltimo se ha concentrado, sin embargo,
de manera prevalente en el anlisis de autores, de la gnesis y de la
lgica de los conceptos polticos fundamentales, no haciendo de
manera explcita del presente, si no de manera reducida, el propio
objetiv08 Sin embargo, si se tiene presente
8 Esta es tambin la postura presente el trabajo colectivo Oltre
la demoerazia, que de hecho tiene como subttulo Un itinuario
attraverro i classici. El nmero 3/2006 de Fiwsofia politica,
dedicado a la democracia, quiere constituir un paso ulterior,
intentando mostrar las consecuencias que las aporas de los
conceptos tienen en relacin con nuestro presente, empezando a
moverse en la direccin de la comprensin de tal presente y en la
localizacin conjunta de lneas de orientacin. Como se dice en la
Introdw:cin a Olm la demoerazia y, sobre todo, se afirma en La
demoerazia e ilproblema del governo, cit., pg. 382, el ms all al
que se j 1: hace referencia no debe leerse en una clave
historicista y de filosofa de la historia, ni en el de ,~ una poca
post-moderna, sino ms bien en el de una superacin filosfica que
hace un todo con el entendimiento de las aporas que connotan los
conceptos de la democracia. .
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PENSAR lA pOLmCA MS All.A DE LOS CONCEPTOS MODERNOS. ..;(
355
'que se trata de un trabajo que intenta obtener la gnesis y la
lgica de los conceptos con los que hoy se piensa fa politica, se
puede fcilmente entender que es siempre el modo de entender la
poltica que nos es contemporneo el que constituye el punto
focal.
Este trabajo ha conllevado uno de los resultados peculiares en
relacin a los historiadores alemanes, esto es, la comprensin de que
los conceptos que ocupan las palabras en el modo ms difundido en
nuestros das de entender la poltica tiene su raz ltima en la
llamada ciencia ofilosofia politica moderna, la que se presenta en
la forma de la nueva ciencia del derecho natural. .. ~ Este ha sido
un momento relevante para las investigaciones sucesivas, dedicadas
en buena medida a autores y temas que no entran en el cuadro de
esta nueva ciencia. Pero, a propsito de este trabajo, son aqu
necesarias algunas precisiones.
2. HISTORIA DE LOS CONCEPTOS Y ACEPCIN DEL TIRMINO MOD~O
Se puede decir que en el mbito del denominado iusnaturalismo
mo
derno naci un verdadero dispositivo para pensar la poltica, que
se plantea como radical negacin de una larga tradicin de filosofa
poltica, y que condiciona el modo de entender la poltica hoy9. Se
trata de un mecanismo que considera el orden de la sociedad como
producto del sujeto, la poltica como pensable mediante la forma
jurdica, el poder necesario en la sociedad
.'
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como impersonal y fundado sobre la voluntad de los individuos y
sus derechos, igualdad y libertad in primis. En este mecanismo, los
conceptos tienen una funcin lgica propia, tanto ms precisa y frrea
cuanto menos ligada a realidades concretamente determinadas: se
trata de una racionalidad formal, dentro de la cual el poder
poltico es tal, slo en cuanto que est legitimado, y la legitimacin
no tiene nada que ver con eventuales juicios sobre el contenido de
una orden, sino ms bien con el tipo de relacin recproca que asumen
aquellos que dan la orden y aquellos que la obedecen. Es la lgica
moderna de la soberana, o de aquel poder nico y legtimo que se
oculta an en ella, lo que se invoca hoy como legitimacin
democrdtica.
El hecho de que, en las investigaciones desarrolladas, se haya
mostrado un hilo rojo que liga a algunos autores, ms all de la
conciencia que estos tienen de ello, o que se haya conferido a la
propuesta hobbesiana una relevancia para el desarrollo del
pensamiento poltico mucho mayor de lo que
9 Tal apecto es claramente evidenciado por S. Chignola, Aspectos
de la recepcin de la Be
griffigeschichte en Italia, ahora cap. III del presente
volumen.
1
-
5'6 ) GlUSEPPE Duso
la diverlU tradiciones historiogrficas han reconocido
habitualmente, no e1ene como significado el aplastamiento de las
diferencias entre los autorel IO, .ino que tiende, ms bien, a hacer
emerger el problema de fondo de .u pensamiento, remontndose a sus
presupuestos y no permaneciendo condicionados por las intenciones y
por la conciencia explcita que los autores tienen. La lectura en
paralelo, por ejemplo, de Hobbes y de Rous.eau hecha por Alessandro
Biral, es ciertamente consciente de las diferenciul1 El problema es
otro: su investigacin ha mostrado, me parece que con notable fuerza
terica y filolgica, que precisamente la diferencia ms decisiva
entre los dos autores, esto es, la negacin por parte de
Rousseau
, dekJrincipio representativo, que connota la soberana en
Hobbes, muestra no llegar a la solucin de las aporas que se
presentan en la concepcin de la soberana de Hobbes, sino que las
representa de forma distinta. Y esto porque se mueve dentro del
mismo horizonte, el que intenta fundar el orden a travs de la
soberana y que tiene como puntos fundamentales de la construccin a
los individuos y al sujeto colectivo. Pero, entonces, una lectura
como esa muestra no tanto ser incapaz de identificar las
diferencias entre paradigmas, cuanto ms bien tener la fuerza de
captar, precisamente a travs de las diferencias, un problema de
fondo que se nos escapa si nos alineamos con la postura de
contraposicin y de crtica que un autor tiene en relacin al otro. Si
es entonces, en este horironte comn, donde anidan las
contradicciones, es este el punto que el pensamiento debe
afrontar.
Para que nuestro actual debate sea provechoso, con el fin de que
las crticas dirigidas al trabajo histrico conceptual no confundan
este ltimo con otras prcticas de investigacin, me siento obligado a
precisar de nuevo del
10 Como sostiene Esposito, Storia dei concetti e ontologia.
cit., pg. 7. 11 Cfr. los ensayos de Biral sobre Hobbes y Rousseau
incluidos en G. Duso, El contrato
1i4/.... cit., pgs. SI-lOS y 193-240 respectivamente. Sobre la
apora que une a los dos autora en e! tema de la representacin vase
tambin Id., Gnesis y lgica de la representacin poUc:a moderna,
cit., esp. pgs. 77-96. Hay que tener presente en cualquier caso que
una ClQWn sobre esto no se puede hacer confrontando en abstracto
las lneas interpretativas, ClQIIIO.i b. validez de estas ltimas
fuera exclusivamente dependiente de las hiptesis de pani"lino m
bien enfrentndose a los textos, mostrando la capacidad de
atravesarlos y com~. Si bien aqulla atencin se ha dirigido en mayor
medida al aspecto filosfico de! tra a necesario recordar que en las
investigaciones llevadas a cabo es fundamental
~nte atravesar e! texto de los clsicos y la identificacin de los
malentendidos, a los u.w la fAlta de una conciencia
histrico-conceptual de la parcialidad de aquellos conque le \liaD a
menudo como si fueran universales y omnicomprensivos. Una critica
WUda debe entonces mostrar la incorreccin de la lectura de! texto
contra e! que se " 11 mllmo tiempo, la capacidad de dar razn de l
de manera ms convincente.
PENSAR LA POnCA MS ALI DE LOS CONCEPTOS MODERNOS... ""' 357
sentido que atribuyo a la expresin conceptos modernos,,12.
Repito que no quiero indicar con tal expresin algo como el
pensamiento de la poca moderna>,: tiene un significado ms
especfico y limitado. No se trata de hecho de etiquetar un
determinado arco histrico, y, por tanto, de decidir dnde comienza y
dnde eventualmente acaba algo que se llama poca moderna. Se quiere
indicar solamente ese conjunto de conceptos que han determinado el
modo comn, socia/mente difUndido, de entender la po/frica y que han
constituido los pilares de la organizacin de la vida de los Estados
mediante las constituciones. Bien distinto es el panorama de la
fllosofa poltica moderna, o del pensamiento poltico moderno. Antes
bien, se puede decir que toda la gran produccin de la fllosofa
moderna (pinsese, por poner slo algn ejemplo, en Spinoza, Kant,
Hegel) constituye una problernatizacin y una superacin de ese
mecanismo (que, como se ha visto, no es producto de la filosofla,
sino que constituye una pretendida negacin del movimiento de
pensamiento que caracteriza esta ltima). No slo, sino que no es ni
siquiera verdad que los conceptos modernos sean adecuados para una
presunta edtui moderna y permitan comprenderla, si bien es verdad
que actan en ella produciendo consecuencias. Al contrario, la
comprensin de los conceptos y de la realidad para la Icuallos
conceptos parecen adecuados conlleva un movimiento de pensamiento
que los interroga y encuentra en su centro precisamente eso que
ellos intentan eliminar y excluir de la reflexin. Por tanto, la
posibilidad de comprenin no viene de esos conceptos, sino de su
crtica. No obstante todo esto, puede, sin embargo, justificarse el
hecho de usar an el trmino moderno, precisamente porque son stos y
no la reflexin filosfica de Spinoza o de Kant o de Hegel lo que
determina an hoy el modo comn de entender la poltica y lo que est
presente como valores indiscutibles en los textos
constitucionales.
3. CRtnCA DE LOS CONCEPTOS Y FILOSOFfA POLmCA
Se impone ahora la necesidad de profundizar en el raronamiento.
Una vez descartado de hecho un modo histrico-narrativo de entender
la historia de los conceptos y recuperada una valencia crtica y
confutatoria, podra
12 Cfr. por ej., Perch leggere oggi Althusius?' en Illessico
tUlla politica diJohannes Althusius. ed. de E Ingravalle y C.
Malandrina, Leo S., Firenze, Olschki, ed. 2005, esp. pgs. 39-44;
las criticas que se dirigen a este respecto por Malandrina en la
Introduccin del volumen muestran lo dificil que es una comparacin
que comprenda y tenga presente de un modo determinado las
posiciones que se quieren criticar, desde e! momento en que una
acIaracin sobre e! uso de! trmino moderno, que requerira
eventualmente una formulacin muy distinta de la critica, se incluye
precisamente en e! ensayo arriba recordado, que sigue a dicha
Introduccin.
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GIUSEPPE Duso PENSAR IA POLtnCA MAs ALlA DE LOS CONCEPTOS
MODERNOS. ;{ 359358 ~
, parecer que la filosofa se presenta como mera deconstruccin de
los conceptos, como mera critica, como una dimensin del pensamiento
solamente negativa, con mayor razn en cuanto que no parece
caracterizarse por la positividad y por la determinacin que connota
a los conceptos. No me parece que sea as, y esto por lo que
respecta, ya sea al elemento filosfico que sta contiene, ya sea a
la especificidad que determina la filosofa politica. Para el primer
aspecto es necesario precisar que la dimensin filosfica no es
definible, en sentido propio, como critica, si bien este trmino ha
sido a veces usado, en el contexto del presente libro, de modo
genrico. La crtica, de hecho, o corre el riesgo de ser meramente
negativa, tendiendo simplemente a negar aquello sobre lo que se
realiza, o bien, sobre la base de una actitud dicotmica, revelada
por su propio timo, que separa (krinein) verdadero y falso, implica
en la raz de su accin la pretensin de poseer la verdad. De ese
modo, se presentara una doble posibilidad: o permanecer
subordinados a la forma poltica que se critica, o pretender
producir, con un absolutismo que viene a connotar la accin
revolucionaria, una nueva forma, un nuevo paradigma13 Algo
diferente me parece que sucede en una filosfica interrogacin de los
conceptos modernos (que constituyen nuestras doxai difundidas). En
el movimiento concreto de interrogacin emergen no slo las aporas d
los conceptos, sino tambin un problema originario que estos no,
lle;;an a explicar;. Un problema sin el cual stos no pueden ni
siquiera plantearse, y que, sin embargo, tienden a exorcizar. No
hay en esta modalidad crtica una actitud dual, ni una verdad
presupuesta: se nos coloca, al contrario, totalmente dentro de los
conceptos criticados, encontrando en ellos, y ms all de su
inmediatez y de su punto de vista, una cuestin que se impone y que
permite su propia constitucin.
Una situacin terica como sta se aclara si se nombra ese problema
originario que emerge en la interrogacin crtica de los conceptos
como la CJ!:!!; tin de la justicia._ Si se reflexiona sobre el
nacimiento de los conceptos polticos, se puede notar que es el
nuevo concepto de libertad el que sustituye la relevancia que
durante dos mil aos ha tenido para la filosofa poltica la cuestin
de la justicia, y el que se convierte en central para el
significado que adquiere el trmino politica: entonces, libertad en
lugar de justicia.14 Se pue
13 Pinsese en la relacin entre revolucin y poder constituyente
(para una eficaz crtica a la nocin de poder constituyente, cfr. G.
Rametta, Le difficoltll tl potere constituent~ (aunque el ttulo
original contena el trmino aporas), Filosofta politica, 3, 2006,
pgs. 390-402; cfr. tambin G. Duso, La logica tlpot~re, cit., pgs.
2.'3-238.
14 Vase sobre todo el nmero 1/2001 dedicado a Giustizia ~ firma
politica y, por tanto, a la reduccin de la justicia al derecho
entendido en la dimensin formal que ha asumido en la modernidad
(muy distinta es la dimensin del derecho en la Edad Media: cfr. P.
Grossi, Giustizia e diritto tra medioevo ed eta moderna, FilosofUz
politica, 1/2001, pgs. 51-56, que 1
. de observar tambin que el proceso lgico que nace con el
concepto de libertad, y llega hasta el de soberana, intenta
precisamente proporcionar una respuesta a la cuestin de qu es justo
en la sociedad y debe ser vlido yobligatorio para todos ms all de
la diversidad de opiniones. El mecanismo moderno del poder legtimo
nace entonces de la cuestin de la justicia, pero, sin embargo,
tiende a dar a esta una respuesta cierta, basada sobre una
racionalidad que debe ser aceptada por todos ms all de la
diferencia de las opiniones, de modo tal que impida su perturbadora
representa .~cin. Se tiende de este modo a resolver la justicia en
el derecho, en el derecho formal moderno15 Si tiene alguna
justificacin este modo de leer SI .'
.proceso terico constitutivo de la nueva ciencia pollfica, que
se pres~nt~ bajo el ropaje de la ciencia del derecho natural se
puede notar cmo el mismo movimiento de pensamiento (filosfico) que
muestra las aporas de lo~ conceptos modernos, hace emerger dentro
de su concreta constitucin un rroblema que es originario, en cuanto
que es connatural a la relacin entre los hombres y a su praxis en
comn: no depende de nosotros asumirlo o no, plantearlo en nuestras
hiptesis tericas o no, sino que se impone en el razonamiento y se
impone tambin dentro de aquellas posiciones que tienden a
negarlo.
Esta aparicin de un problema originario da una primera respuesta
a la pregunta sobre cmo es posible la relacin con un pasado que es
otro -se configura, esto es, de modo diverso-- para nuestra
conceptualidad, en el momento en el cual se mantiene firme el hecho
de que nosotros no pode-
llama la atencin sobre las contribuciones fundamentales dadas
por el autor sobre el derecho medieval y sobre la formalidad y
abstraccin del derecho moderno; entre estas vase al menos d.,
L'ordin~ giundico m~di~vale, Roma/Bari, Laterza, ahora 2006 [trad.
esp. de Francisco To
ms y Valiente y Clara Nvarez, El ortnamiento jurldico m~dieva/,
Madrid, Marcial Pons, 1996]). De este nmero, sobre la centralidad
que llega a ocupar la libertad para resolver y marginar al mismo
tiempo la cuestin de la justicia, vase en particular la contribucin
de Hasso Hofmann, II dintto ~ il giusJ: la question~ tlla giustizia
(esp. pgs. 62-63: pero vase tambin del mismo EinjUhrung in di~
&chts-und St4atsphilosophi~, Darmstadt, Wissenschaf
t1iche Buchgesellshaft, 2000, trad. it., lntroduziom alla
filosoflll tl dintto ~ tlla politica, Roma/Bari, Laterza, 2003,
esp. pgs. 153-202), que se cruza con los resultados de nuestro tra
.'eAbajo sobre los conceptos polticos modernos (vase en el mismo
nmero G. Duso, La lib~tll
~ l'ita di giustizia, pgs. 5-28). Ya esta novedad constituye una
contribucin relevante, porque no desmiente la centralidad que tiene
el poder para la acepcin moderna de poltica, sino
~
que muestra su secreto. El poder poltico, la soberana es de
hecho, como se ha intentado demostrar muchas veces, el producto
d;e1 concepto de libertad. Si el concepto de soberana parece
aportico y en crisis tambin desde el punto de vista especfico de
nuestra situacin presente, entonces la tarea necesaria para su
superacin est constiruida por la superacin de su fundamento, esto
es, de ~se concepto de libertad.
15 Este es el sentido del nmero antes citado, dedicado
precisamente a Giustizia e forma politica Uustieia y forma poltica]
.
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r: 360 > GruSEPPE Duso PENSAR LA POL[TICA MS ALL DE LOS
CONCEPTOS MODERNOS. ~ 3611 .. 1: mOl hacer otra cosa que estar
arraigados en nuestro presente. Esto tanto ms f .. cuanto mI se
muestra el malentendido de quien pretende crear algn tipo 4. EL
PROBLEMA poLfTICO: GOBIERNO y PLURAliDADde unidad conceptual entre
conceptos modernos y un modo precedente de I
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pensar el hombre y la poltica. Se ha dicho que tambin Koselleck
corre este riesgo, y que parece dbil y contradictoria (en relacin
con el propio rigor de la via por l comenzada) su tentativa de
crear categoras meta-histricas para hacer que los antiguos an nos
hablen!6. Nos hablan de un modo ms fuerte de lo que es posible en
una lectura --en realidad malentendida- mediante los conceptos
modernos, y nos hablan precisamente porque estn implicados en un
problema originario que es tambin nuestro. Pero para obtener su
enseanza debemos superar los lugares comunes con los cuales
pensamos la poltica y la pretendida universalidad de conceptos que
son usados por todos. De este modo se puede encontrar un
planteamiento ms convincente del problema que se presenta al
historiador, y a todo aquel, en cualquier caso, que quiera entender
el pasado, y que el propio Foucault se plantea cuando se pregunta
cmo es posible la comprensin de la realidad que se coloca dentro de
un archivo que no es el nuestro.
Entonces, un trabajo de historia conceptual que nos ubica
siempre en nuestro presente, pero siempre tambin ms all de l, en
cuanto que interroga sus presupuestos, no tiene ciertamente como
tarea la determinacin de pocas: la moderna, la premoderna, e
incluso una post-moderna. Quiz desde nuestra perspectiva se puede
an decir lo que deca Brunner, que poca slo hay una, la de los
conceptos modernos, pero stos, como hemos visto, no son expresin de
una realidad moderna nuestra, sino que ms bien tienden a ocultarla.
la superacin de las pocas y de un modo historicista de pensar, de
la omni-invasin de un concepto de historia que no ha ajustado
cuentas con la hipoteca que lo caracteriza a causa del
condicionamiento que le viene de la ciencia moderna!?, no conlleva,
ciertamente, que se deba pensar la poltica en el mbito de un
abstracto ejercicio del intelecto que construya una teora
normativa. Es ms bien lo contrario: nos obliga continuamente a
ajustar cuentas con el presente y con la realidad determinada, nica
dentro de la cual nos encontramos pensando. Por tanto, es ms all
del condicionamiento provocado por el concepto moderno de historia
y del nexo historia-ciencia moderna, donde es posible asumir hasta
el fondo la actualidad de nuestra experiencia y un sentido concreto
del tiempo. Pensar nuestra realidad es posible slo a condicin Mque
se supere el horizonte constituido por los conceptos modernos.
.6 Cfr. A. Biral, KoselJeck e la conm:ione deUA storia, en d.,
Storia e critica deUA fiJosofia po"d~",DIImut, MiMo. FrancoAngeli,
1999, pgs. 251-258, y los ensayos de S. Chignola sobre Koaellcck y
la historia incluidos en el presente volumen.
17 Cfr. cap. rv, 5.
De lo que se ha dicho se puede comprender que no es ciertamente
atribuible a una prctica como esa de la historia conceptual la
opinin de que los conceptos modernos estn en consonancia con la
realidad moderna mientras a la realidad del pasado le es propio un
modo diferente de pensar la poltica, pues casi se entendera que
realidades diversas requieren conceptos diversos. Un posible
malentendido puede haberse producido por la radicalidad con la cual
se ha planteado la fractura que marca el nacimiento de los
conceptos modernos en relacin con el pasado. Ha parecido til
explicar esta divisin radical mediante la frmula (Fin del gobierno
y nacimiento del poder18. Pienso que sta tiene an su validez, por
el aspecto segn el cual indica que el concepto de poder es moderno
y no slo no puede ser usado para contextos precedentes, sino que
nace precisamente de la pretendida negacin del modo en el cual, en
el largo camino de la filosofa poltica, han sido concebidos el
mando y la obligacin poltica, por tanto, a travs de aquel principio
de gobierno que, aun en el mbito de concepciones diversas y tambin
en contraste entre ellas, haba estado tambin siempre en el centro
del pensamiento polticol9. Sin embargo, esta formulacin se presta a
di
lB Ya en el ensayo con d mismo tirulo, incluido en d nmero
3/1992 de Filosofiapolitieadedicado al concepto de gobierno, pgs.
429-462, ahora en La /ogica delpotere, cit., pgs. 83-122 (en el
mismo nmero es relevante d ensayo de S. Biral, .Plarone: governo e
potere, ahora en d., Storia ecritiea deUAfilosofia politiea
17Wderna, Miln, FrancoAngeli, 1999, pgs. 319-347).
19 Me parece que el uso del trmino de poder para el contexto de
la filosofia griega lleva a malentender las fuentes, no tanto
porque en estas no est el elemento del mando. sino ms bien porque
no nos encontramos en un horizonte en el cual la relacin
mando-obediencia se absolutice, entendido, entonces, en una
dimensin meramente fotmal, con la prdida de las referencias que
parecen en cambio esenciales para conferir a esa relacin su
significado detetminado. Una relacin formal se puede pensar slo
cuando se elimine por una parte la experiencia y la realidad
concreta y, por otra, la cuestin de la justicia, reduciendo el
ptoblema poltico a una relacin formal entre volunrades. Hay que
tener ptesente esta observacin en relacin con la crtica que hace la
distincin entte gobierno y poder, P. P. Porrinaro,
Begriffigeschichte efilosofia poltica, cit., pg. 60, el cual
identifica una sustancial identidad entre la soberana moderna y el
aristotlico kyrion tes politeias (y, pOt tanto, la red indicada pOt
la relacin entre politeuma y arr:h). Tal identidad se basa sobre la
conviccin de que en Aristteles se puede pensar una relacin de
mando-obediencia que tiene carctet fotmal y un papd decisivo y
fundador de la voluntad, como se manifiesta en la soberana moderna.
Sera a este ptopsito interesante ver qu anlisis de los textos puede
soportar una conviccin as. Para un cruce de los textos aristotlicos
que tiene en cambio presente la imposibilidad de aplicar a
Aristteles el concepto de poder y del papel de la voluntad (de la
cual faltara el concepto), vase C. Pacchiani, Democrazia e
costituzione. La kzione di Aristote/e, en G. Duso, D/tre la
democrazia, cit., pgs. 55-76, y ahora D. Ventura, Dikaion ePoliteia
in Aristote/e, de prxima publicacin; adems, brevemente, G. Duso,
Fine delgovemo e naseita delpotert!, cit., pgs. 84-91.
-
PENSAR LA POtiTICA MAs ALl DE LOS CONCEPTOS MODERNOS..
",363GIUSEPPE Duso362 ~
versos equvocos: en primer lugar, puede hacer pensar que la
historia de los conceptos consiste en la distincin y determinacin
de las diversas pocas, con las dificultades antes recordadas.
Adems, la frmula parece poner gobierno y poder en el mismo plano,
casi como si fuera una mera sustitucin de un trmino por el otro, de
un modo de pensar por otro. Se podra entonces considerar que, con
el nacimiento de los conceptos modernos y con la capacidad mostrada
por estos de imponerse, desde un punto de vista normativo, en la
organizacin constitucional de la vida de la sociedad, ha decado
para siempre el horizonte del gobierno propio de una poca ya
premoderna. Quiz puede determinarse algn resbaln en esta direccin
del propio uso de los trminos premoderno y moderno. Como
consecuencia de este planteamiento, puede derivar la impresin de
que, en el momento en que el concepto de poder aparece connotado
por aporas estructurales y se recuerda La utilidad de La nocin de
gobierno, se quiera proponer de nuevo un modelo pre-moderno como
solucin de las aporas modernas: una actitud nostlgica del pasado y
conservadora.
Por esto parece til, sin embargo, una vez verificadas las
ventajas hermenuticas que en tal frmula se encierran, superarla
llevando a cabo un paso ulterior. Se puede entonces intentar
mostrarlo que, si bien es cierto que el mecanismo constituido por
el binomio libertad-poder tiende a negar que entre Los hombres
pueda existir una relacin de gobierno, en realidad tal reLacin se
mantene a pesar de la racionalidad formal que caracteriza al poder.
El mecanismo que legitima el poder poltico, ya sea desde un punto
de vista terico, ya sea a travs de los procedimientos concretos de
las constituciones democrticas por l originadas, tiende a negar que
haya una relacin de sumisin entre quien manda y quien obedece,
hasta el punto de que el elemento decisivo de la legitimacin del
poder consiste en la conviccin de que el verdadero sujeto del mando
no puede ser otro que aquel que obedece; y, esto, a travs de las
diversas, pero luego no sustancialmente opuestas, estrategias de la
democracia dirceta y de la representativa. Sin embargo, esta
operacin no consigue eliminar la heteronoma del mando y la
diferencia personal entre quien manda y quien obedece. La
estrategia legitimadora no niega, sino que simplemente tiende a
ocultar la dimensin poltica plenamente responsable, ya sea de quien
manda o de quien obedece.
Se puede recordar aqu la paradoja constituida por el efecto de
despolitizacin que ha producido precisamente la concepcin de la
democracia que parte de una absolutizacin de los ciudadanos y del
pueblo en cuanto sujeto colectivo. Es por el hecho de que se quiere
negar la heteronoma del man
20 Vase, para entender la argumentacin de cuanto ha sido
recordado aqu, La ckmocrazia e ilproblema del governo, cit., pgs.
376-382.
do, por Lo que La identidad planteada entre los ciudadanos y el
sujeto colectivo conlleva que la orden de este ltimo exprese la
voluntad de aquellos ciudadanos que son obligados a obedecerlo
Pero, entonces, precisamente por este motivo, los ciudadanos no
pueden tener una voLuntad poltica propia distinta de la del sujeto
colectivo. A este propsito hay que tener bien presente que nos
encontrarnos aqu ante una concepcin de la unidad poltica que,
cuanto ms presupone una identidad entre los ciudadanos y el pueblo
en cuanto sujeto colectivo, tanto ms se ve obligada a plantear una
radical alteridad entre el sujeto colectivo y el individual. La
apora de la democracia est ya expresada, desde este punto de vista,
por la figura del frontispicio del Leviatdn: los ciudadanos no son
sujetos polticos frente al mando poltico; estos estn en el cuerpo
del soberano, cuya voluntadpolftica es la unitaria -otray opuesta a
la suya particular- del sujeto colectivo.
Pero, si es necesario ir ms all de esta apora, y si es verdad
que la estrategia que legitima el poder no anula la relacin de
gobierno, entonces mds all de la democracia y tambin dentro de la
democracia hay que pensar lo que se pensaba tambin antes de la
democracia, esto es, el problema del gobierno, con su indispensable
correlato constituido por la pluralidad de la realidad poltica.
Antes dentro mds alld de los conce tos modernos, el roblema es
siempre el del gobierno, que no constituye entonces un pan iWa
'.'.sustituido inexorablemente or el del oder, sino ue viene a
coincidir con e-un momento estructural de la vida en comn de los
hom res , or tanto,
'.'.
ede la poltica~ Pero esto no conlleva ningn modelo, y tal re
acin a si o pensada en los modos ms diversos. Hay clsicos que
pueden ser particularmente tiles para la tarea de pensar esta
relacin. Me refiero en concreto a aquellos filsofos del pasado que
no son comprensibles mediante los conceptos modernos. Su anlisis es
provechoso mucho ms de lo que una equivocada interpretacin de la
fractura constituida por la antes recordada Sattelzeit pueda hacer
creerlo A travs de los filsofos del pasado, Platn,
'.
Aristteles, Marsilio, Althusius, nosotros captamos un movimiento
de pensamiento y un problema que es tambin el nuestro. Pero,
ciertamente, no
2\ Es esta la lgica de la representacin politica, como se ha
recordado en lbS ensayos de ste libro y en G. Duso, La
rappresentanza politica: genesi e crisi del concetto, cit. Pero hay
que recordar sobre todo el trabajo ms importante sobre la historia
del concepto, el de Hasso Hofmann, Repritsentation. Studien zur Wrt
- un Begriffigeschichte von da Antike bis ins 19. ]ahrhundert,
Berln, Duncker & Humblot, 20034 (trad. it.,
Rappresentanza-rappresentazione. Parola e concetto dallantichitli
all'Ottocento, Miln, Giuffre, 2007).
22 El error consiste en considerar que la ruptura operada por
los conceptos modernos constituye una superacin definitiva, que
vale para nosotros y para nuestra pota, del modo precedente de
entender la poltica gracias a una racionalidad que se impondra como
verdadero saber.
-
~) GIUSEPPE Duso
IftClOnEflmOS soluciones o modelos que permitan afrontar nuestro
presente. In Me encuentro con los clsicos no existe la posibilidad
de hacerlos portIdorea de la fatiga de un pensamiento de la que
nosotros solos somos responables. No estarnos aqu frente a un
paradigma, viejo o nuevo. sino a un . ,lema que hay que pensar en
la actualidad del presente. Reflexinese so
,o nuevo o arduo que es entender qu significa gobierno en una
situamarcada por procesos de mundializacin que no permiten
ciertamen
" plantear la hiptesis de una accin autnoma y no condicionada
por 'pure de los sujetos polticos. Reencontrar el problema del
gobierno dentro ele la teorla y los procedimientos de la
democracia, me parece, en todo caso, arribuir una dimensin poltica
a los ciudadanos frente al mando, que no dan ellos, si bien son
precisamente ellos los que instituyen a quien o a quienes
gobiernan. Re-descubrir el problema del gobierno nos pone frente a
arduas tareas, pero quiz nos ofrece vas ms provechosas que las de
la racionalidad formal que caracteriza la legitimacin democrdtica
para pensar problemas a los cuales a menudo se alude con los
trminos de globalizacin y de governance o procesos como aquellos
que constituyeron la Unin Europea23 Pero no es este un tema que
podamos afrontar aqu. Queremos en cambio intentar determinar la
naturaleza compleja de la filosofa poltica y su funcin en relacin a
la realidad presente y, adems de esto, dar esquemticamente algunas
indicaciones sobre cmo es posible pensar esta reali
"dad mds alld de los conceptos politicos modernos; con la
advertencia. sin embargo, de que se trata de indicaciones cuyo
estatuto lgico no es el de la ostentacin de las contradicciones de
los conceptos modernos, sino ms bien aquel arriesgado de una
propuesta.
S. LA NATURALEZA DE LA FILOSOFfA POllCA y LA RElACIN CON EL
PRESENTE
I Antes que nada hay que precisar cmo puede ser entendida la
naturaleza de la filosofa poltica desde la perspectiva en la que
nos movemos. Se ha visto cmo el anlisis de los conceptos no es mera
crtica, sino que, ! t,
U Por lo que respecta a la dificultad del uso de aquellos que
hemos l1amado aqu conCIIftaI modernos pata pensar la realidad
poltica de Europa, y la necesidad, para pensar Eu
E '..como entidad poltica, de pensar la poltica de un modo
distinto del mecanismo de los ~modernos, vase de G. Duso, Qu
conceptos polticos pata Europa, lsegorla, 37,
63-80, que pane de las novedades de dos ensayos precedentes: Tra
Unione euro. l." .,s",,,,: pmsart jifederalismo, en L'Europa e
jifUturo della politica, ed. de A. Canino,
I '1ocIetlIlbera. 2002, pglS. 199-233 Y[Europa e la fine del1a
sovranitll. en Quader.~II"/", lA strJria tIpmsiero giuridico
moderno. 31 (2002), pgs. 109-139.
PENSAR lA POnCA MAs AUA DE LOS CONCEPTOS MODERNOS
-
366 ~ GIUSEPPE Duso
ra24 Este descarte requiere que se piense la praxis de los
hombres y, por tanto, la comunidad pol1tica no hipotasiando el ser
filsofos en los hombres, esto es, su ubicacin dentro del problema
de la verdad y de la idea, sino considerando lo que son, sus
diversidades y las diversas motivaciones e impulsos de su accin.
Esta me parece la leccin de los filsofos. Ciertamente, no es
posible entender su pensamiento poltico si no es teniendo presente
las estructuras especulativas y el movimiento de pensamiento que
las caracteriza; de otro modo, se considera como una narracin
doctrinal, o una propuesta entre otras, perdiendo as la posibilidad
de relacionarse realmente con su filosofa pol1tica25 Pero no hay en
los filsofos mera deduccin de la poltica desde la ontologa: el
tratamiento de la poltica requiere confrontarse con la estructura
contingente de la accin y con la realidad en la que nos
encontramos. Esto puede comprobarse en el intento de Platn26 de
disear la ciudad, en los diversos momentos de su pensamiento
poltico, en el tratamiento de la Polltica de Aristteles, en la
superacin hegeliana de la teorla del Estado para la comprensin de
la naturaleza del Estado real y del problema que plantea. Pero esto
vale tambin para Spinoza que, al pensar la socie
24 Reenvo para esta postura, sobre la que reflexionar saliendo
de la red tejida por la actitud, terica que es a menudo considerada
como propia de la filosofa poltica (de esto la normatividad
atribuida a esta ltima), a una conferencia de Alessandro Biral
sobre la polltica, ahora publicada en A. Biral, Su/la potitica, ed.
de M. Bernardi y L. Mori, Padova, Il prato, 2003, pgs. 67 y sigs.
(cfr. sobre esto mi Fi/osofia y fiwsofia po/itica, en Che cose la
po/itica? Diawghi con A/essandro Bira/, ed. de F. Battistin,
Padova, Il prato. 2007, pgs. 31-40).
25 Esta necesidad de considerar el ncleo especulativo de los
autores se ha intentado tener constantemente presente en los
trabajos llevados a cabo y en el tratamiento de los clsicos; esta
relacin entre estructuras especulativas y pensamiento poltico es lo
que caracteriza aquellas llneas de historia de la fIlosofa polltica
que han sido halladas en un horizonte histricoconceptual (me
refiero en concreto al/potere. Per la stona de/la fiwsofia potitica
moderna [trad. esp., E/ poder: para una historia M la fiwsofia
potitica moderna, cit.] de las otras historias del pensamiento
poltico (vase para esto la Introduccin, pgs. 10-22, y, en este
volumen, La historia M la fiwsofia potitica entre historia
conceptualy fiwsofia).
26 En este Didwgo emergen claramente los dos momentos
constitutivos de la ftlosofa polltica de la que se viene tratando.
Parece en primer lugar necesario un largo trabajo de tefutacin de
las opiniones sobre la justicia, sobre todo la de Trasmaco; en esta
interrogacin de las opiniones emerge no slo la necesidad de la idea
de justicia, sino tambin el intento de definirla de algn modo; slo
despus de un itinerario de este tipo, despus, por tanto, de aquella
forma de purificacin consistente en la refutacin, se encuentta un
discurso positivo (un largo discurso) que intenta trazar un diseo,
una imagen de la ciudad, la cual no se configura al modo de la
ciencia, mediante un proceder deductivo. como sera posible si la
verdad fuera una segura posesin del ftlsofo, sino que, an siendo un
diseo no garantizado, est, sin embargo, orientado por aquella idea
de justicia que haba emergido e intenta interpretarla en la
realidad (cfr. G. Duso, Platone e la fiwsofia po/itica, en G.
Chiodi y R. Gatti (ed.), La fiwsofia potitica di Platone, Miln.
FrancoAngeli, 2008, pgs. 9-23).
PENSAR lA POLtnCA MAs All DE LOS CONCEPTOS MODERNOS
- i 368 ) f'GIUSEPPE Duso PENSAR LA POI1CA MS ALL DE LOS
CONCEPTOS MODERNOS..
-
GIUSEPPE Duso370 ~
. conlleva elementos que pueden ser de conflicto entre las
partes, sino que entre gobierno y gobernados est siempre latente
una tensin y una posibilidad de conflicto.
Sin embargo, si es cierto que la nocin de gobierno permite
entender la productividad del conflicto, es tambin cierto que, al
mismo tiempo, muestra insuficiente y no resolutiva la dimensin del
conflicto. Conflicto y orden son de hecho conceptos autosuficientes
y significativos slo en el plano neutralizado abierto por los
conceptos modernos. Si el problema est constiruido por el binomio
gobierno-pluralidad, el conflicto no es en s resolutivo, as como un
orden que se determine slo como ausencia del conflicto. El horiwnte
del gobierno implica la identificacin de una direccin comn y un
cuadro de referencia en el cual nos podamos orientar, y en el cual
tambin los conflictos tomen un sentido propio y puedan ser
juzgados. Sobre todo hay que recordar que un horiwnte de este tipo
repropone la originaria cuestin de la justicia que no se puede
aplazar ms mediante l1.na solucin formal como la que caracteriza la
firma politica moderna.
Del mismo modo parece tarea ineludible la de pensar, junto con
la relacin de gobierno, tambin la pluralidad de los sujetos
polticos. Si no hacemos esto, y permanecemos dentro de la
dualidad-identidad de sujeto indiv4dual y sujeto colectivo, no se
consiguen superar las contradicciones antes surgidas y no se
consigue pensar de modo efectivo y constitucionaP1la accin poltica
de los ciudadanos. A menudo se entiende la poca moderna como la
poca del pluralismo. Pero es necesario no confundir este
pluralismo, li&ado al relativismo y a la prdida de validez de
un pensamiento Que plantea el problema del bien y de lo justo, con
la pluralidad politica; Este pluralismo de las opiniones, como
antes se ha dicho, es precisamente el motivo que impone la lgica,
polticamente unitaria, de la soberana. Entonces, es este pluralismo
el que produce la ineficacia poltica de la presencia de los
ciudadanos y la manifestacin de un poder a la vez idntico y opuesto
para stos. Pensar la pluralidad de un modo poltico es posible
precisamente superando este pluralismo ideolgico y el carcter
fundador de la opinin de los individuos.
Superar la unidad de la soberana parece posible slo superando el
paIpel fundador que tiene en la construccin terica el concepto de
individuo. 31 Con este trmino, entendido en su etimologa, quiero
referirme a una consideracin
de la relevancia politica de la accin de los ciudadanos que sea
estructural en relacin al modo en el cual se concibe el cuerpo
politico. Esto no sucede en nuestros textos constitucionales, y
quiz no es ni siquiera posible en su contexto, a causa del
imaginario de la distincin de sociedad civil y Estado, y de los
principios antes discutidos, que estn en la base de las
constituciones democrticas.
111
'
1111
PENSAR LA POI1TlCA MS ALI.A DE LOS CONCEPTOS MODERNOS...
~371
Es el dualismo-identidad que se plantea entre el sujeto
individual y el sujeto colectivo lo que parece necesario superar,
esto es, aquella imagen (de imaginacin de hecho se puede hablar a
propsito de estos conceptos, una imaginacin que tiene, sin embargo,
consecuencias en el plano constitucional) del cuerpo poltico que
tiene como polos al individuo por una parte y al poder del Estado
por la otra32 Slo pensando los individuos en las mltiples, variadas
y mviles formas de agregacin y, entonces, su accin poltica como
interna y mediada por la expresin de las diferencias determinadas
,propias de estas ltimas, puede ser posible dar una dimensin
efectiva (si bien necesariamente limitada) en su praxis poltica. Si
permanecemos firmes en un sujeto colectivo indiferenciado y en la
figura abstracta de un individuo que no est ligado a nada ms que a
la expresin del propio albe1 dro y a las convicciones que le
suscitan las imgenes y las retricas que lo rodean, como sucede en
los procedimientos de las elecciones que caracterizan la
representacin moderna, nos quedamos enjaulados en la
des-politizacin a la que conducen los conceptos de los que nos
hemos ocupado.
Pensar el presente es la tarea que tenemos por delante. La
indicada reflexin querra slo abrir el camino a tal tarea. El
trabajo de deconstruccin de los conceptos polticos modernos no
tiene un resultado simplemente negativo. Me parece, por el
contrario, que surgen toda una serie de cuestiones y, tambin, el
sentido fuerte de algunos trminos que han sido despojados de su
significado por el mecanismo conceptual moderno. A este propsito
puede quiz ser de nuevo til la categora de indiVIdualidad, si va en
la direccin de la emergencia de lo concreto del individuo y de ~u
accin, y de la dimensin relacional que lo compromete, a condicin de
que sta no se conjugue inmediatamente con la de multitud y la de
comunidad, sino que precisamente sepa dar razn polticamente de las
diferencias y, por tanto, de las pluralidades.
Si somos conscientes de que la base terica de la soberana est
constituida por los derechos de los individuos33, es entonces este
punto de partida el que debe ser cuestionado, esto es, ese
movimiento de la ciencia poltica moderna que ha pensado la politica
sobre la base de los derechos individuales, creando un
cortocircuito tal que hace que de los derechos de los ciudadanos se
produzca el derecho de coaccin y, por tanto, un concepto de derecho
que
32 De hecho, la comprensin de la realidad en la que estarnos nos
muestra que estos dos polos son de por s abstracciones y que los
procesos en los que se forman las decisiones no se pueden reducir
ni a la voluntad legitimadora de los ciudadanos, ni a la decisin
autnoma del Estado y de los rganos representativos que ejercen su
poder.
33 Este nexo ha sido terna de muchos de nuestros trabajos, a
partir del volumen sobre El contrato social en la fi/mofta po/itica
moderna, Valencia, Res Publica, 2002.
-
rI
GIUSEPPE Duso PENSAR LA PO11CA MS ALl DE LOS CONCEPTOS
MODERNOS...
-
l(. 374 )o> GUSEPPE Duso
mas comunes. Es necesario pasar a travs de los intereses de los
grupos y de las agregaciones, pero, en cuanto que son considerados
sujetos polticos y no simples sujetos sociales, stos deben ser
protagonistas de la vida poltica global y, por tanto, no pueden no
usarse, an marcados por su propia ptica parcial ---es ms,
precisamente atravesando esta ptica-, para la solucin de los
problemas comunes. Una responsabilidad as se extiende a cada nivel
y parece ligada a la propia existencia de las relaciones, del mbito
local al mundial.
Es evidente que esto conlleva volver a pensar la constitucin.
Ante todo en relacin a los principios fundamentales que se expresan
en los dos conceptos de los cuales se ha tratado aqu, soberana del
pueblo y representacin, y, contemporneamente, en relacin a los
procedimientos que son consecuentes con estos dos principios. Pero
es tambin la creatividad que parece connotar el concepto de poder
constituyente la que debe ser repensada, adems de la propia funcin
que ha tenido la constitucin en la poca moderna a partir de las
grandes revoluciones. La constitucin parece tener su propia
historia y vivir su propia crisis, hasta el punto de que son
diversos los constitucionalistas que hablan hoy de procesos de
des-constitucionalizacin, de la prdida de la funcin normativa de la
constitucin y de la inca
p~idad de esta ltima de pensar y organizar una pluralidad de
sujetos polticos3? Se han apuntado ya las dificultades que
encuentra el proceso que lleva a la constitucin de Europa,
dificultades que aparecen ligadas no slo a voluntades polticas,
sino a problemas estructurales, en cuanto que la constitucin ha
sido el instrumento del cual ha nacido en la historia la forma
poltica centrada en la soberana, connotada por la unidad y por la
legitimidad, .mientras los procesos de la unin europea exceden y
ponen en crisis al mismo tiempo el cuadro en el cual soberana y
forma democrtica han tenido su papel central. Entonces, quiz no hay
que ir slo hacia la transformacin de la constitucin presente, sino
que hay que repensar tambin el sentido y la funcin del instrumento
constitucional38
Al volver a pensar en la constitucin, si tienen sentido las
dificultades antes indicadas, el asunto de la r(J!resentacin, no
puede no tener un lugar
37 Cfr., para todos H. Hofmann, Riflessioni sull'origine, lo
sviluppo e la croi del concetto di costituzione, en Chignola-Duso,
Sui concetti giuridici, cit., pgs. 227-237 YVom Wesen der
Verfassunry>, Jahrbuch des Offintlichen Rechts, vol. 51, 2003;
cfr. tambin A. Brandalise, Democrazia e decostituzionalizzazione,
Filosofia politica, 3/2006, pgs. 431-448.
38 Vanse sobre d problema de la transformacin constirucionallos
resulraclos de un seminario internacional relativo al tema de la
constitucin en relacin a la pluralidad poltica incluidos en
Bertolissi, Duso y Scalone (eds.), Ripensare la costituzione. La
questione della pluralidad, cit.
'i PENSAR LA POl1CA MAs ALIA DE LOS CONCEPTOS MODERNOS