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U n i v e r s i d a d d e N a v a r r aC e n t r o d e D o c u m
e n t a c i n d e B i o t i c a
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La Eutanasia100 cuestiones y respuestas sobre la defensade la
vida humana y la actitud de los catlicos
Creacin: Conferencia Episcopal Espaola, Comit para la Defensa de
la VidaFuente: Conferencia Episcopal EspaolaLengua original: Espaol
Publicacin: Febrero de 1993Copyright: No Comprobado el 16 de mayo
de 2002
La Eutanasia. 100 cuestiones y respuestas sobre la defensa de la
vida humana y la actitud de los catlicos
Presentacin
Cuando, hace casi dos aos, el Comit Episcopal para la Defensa de
la Vida, dependiente de la Conferencia EpiscopalEspaola, present a
la opinin pblica el libro EI Aborto: 100 cuestiones y respuestas
sobre la defensa de la vidahumana y la actitud de los catlicos, ya
anunci que aquel era efmero de una serie de publicaciones que veran
la luzen el futuro. Una era la idea comn: estudiar el valor y la
dignidad de la vida humana desde la peculiar ptica queimplica el
tratamiento monogrfico de un problema de actualidad. En aquella
primera ocasin se trat del aborto; hoy,de la eutanasia.
El amplio debate social generado por aquellas caen cuestiones
sobre el aborto, la difusin lograda por el texto enEspaa, en
Hispanoamrica y en toda Europa, especialmente en los pases recin
salidos de la experiencia comunista,no dej de ser un acicate
importante para el Comit a la hora de dar cumplimiento a su
propsito inicial de continuaraquel trabajo sobre el aborto con
otros temas de similar actualidad. El milln de ejemplares vendidos
de las 100cuestiones sobre el aborto y las noticias de su
permanente uso como instrumento de trabajo y estudio en los
msvariados ambientes escolares, acadmicos y religiosos de varios
continentes, han incentivado el esfuerzo intenso delComit Episcopal
para la Defensa de la Vida que ha trabajado durante ms de un ao en
mltiples reuniones plenariasy de ponencia, para perfilar el texto
que ahora se hace pblico.
Mdicos, filsofos, farmacuticos, enfermeras, telogos, juristas,
moralistas, han escrito, reescrito, discutido yredactado finalmente
este texto sobre la eutanasia durante largos meses de trabajo,
pretendiendo lograr un productofinal fiel al doble objetivo de esta
coleccin de trabajos: rigor tcnico y cientfico en el tratamiento y
claridad y sencillezen la exposicin.
Mientras preparbamos este trabajo se han celebrado dos
referendums en los EE.UU., sobre la eutanasia, rechazandoen ambos
la mayora de los ciudadanos su legalizacin; se ha reabierto en
Holanda el debate una vez ms en aquelpas sobre la despenalizacin de
las prcticas eutansicas; en distintos pases han saltado a los
medios decomunicacin social noticias sobre casos, sentencias,
opiniones y propuestas referentes a la eutanasia. Estos hechosno
han alterado el plan de trabajo del Comit, aunque hayan sido
estudiados, valorados y considerados.
Cuando nuestro trabajo estaba casi acabado, el Gobierno Espaol
ha aprobado un Proyecto de Cdigo Penal actualmente en trmite en el
Congreso de los Diputados en el que se regula la eutanasia como un
delito singularacreedor a una pena sensiblemente ms liviana que la
del homicidio. Se Inicia as en nuestro pas la tendencia
decomprensin jurdica hacia las prcticas eutansicas que, nos
tememos, puede acabar a corto plazo con su totalimpunidad como ha
sucedido con el aborto, despenalizado parcialmente para atender a
determinados casos extremosy legalizado en la prctica hasta el
punto de constituir ya un lucrativo negocio amparado incluso por
determinadasinstituciones del Estado.
La iniciativa legislativa del Gobierno hace de total actualidad
el presente trabajo que pretende servir como elemento dereflexin
para todos los ciudadanos tambin para quienes emiten su voto como
Diputados y Senadores y comofactor de formacin para la conciencia
ilustrada de los catlicos.
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Este documento aborda la eutanasia sin rehuir ni ocultar los
argumentos de sus partidarios; sin omitir los puntos devista ms
conflictivos; sin silenciar los temas ms polmicos, pues creemos que
la sociedad los catlicos y quienesno lo son puede y debe dedicar un
tiempo razonable a reflexionar y lo formarse antes de emitir un
juicio sobrecuestin de tal relevancia.
En nuestro tiempo crecen sentimientos de ideas muy acordes con
la idea de hombre, de justicia y de derechoshumanos que subyace en
este trabajo, pero a la vez se imponen en nuestras sociedades
prcticas incompatibles con ladignidad humana. El Comit Episcopal
para la Defensa de la Vida est convencido de que podemos impulsar
losaspectos ms positivos de nuestra cultura si todos hacemos un
esfuerzo para ser coherentes con el humanismo que hainspirado los
aspectos ms positivos de la Modernidad. Por ello, ofrece a la
consideracin responsable de todos losciudadanos tambin de los
polticos, los mdicos, educadores, familias y dems personas que han
de decidir sobrela eutanasia, un trabajo que se inspira en un
profundo respeto por cada hombre, por cada mujer, por cada
serhumano, que para quienes creemos en Dios es objeto de un amor
singular y personal desde antes de la creacin yno acabar jams,
proyectndose tras la muerte por la eternidad.
Cardenal Narciso Jubany ArnauPresidente del Comit Episcopal para
la Defensa de la Vida
I. Terminologa
1. Qu es la eutanasia?
La palabra eutanasia a lo largo de los tiempos ha significado
realidades muy diferentes. Etimolgicamente, eutanasia(del griego
eu, bien, Thnatos, muerte) no significa otra cosa que buena muerte,
bien morir, sin ms.
Sin embargo, esta palabra ha adquirido desde antiguo otro
sentido, algo ms especfico: procurar la muerte sin dolor aquienes
sufren. Pero todava este sentido es muy ambiguo, puesto que la
eutanasia, as entendida, puede significarrealidades no slo
diferentes, sino opuestas profundamente entre s, como el dar muerte
al recin nacido deficiente quese presume que habr de llevar una
vida disminuida, la ayuda al suicida para que consume su propsito,
la eliminacindel anciano que se presupone que no vive ya una vida
digna, la abstencin de persistir en tratamientos dolorosos ointiles
para alargar una agona sin esperanza humana de curacin del
moribundo, etc.
2. Qu se entiende hoy por eutanasia?
Hoy, ms estrictamente, se entiende por eutanasia el llamado
homicidio por compasin, es decir, el causar la muertede otro por
piedad ante su sufrimiento o atendiendo a su deseo de morir por las
razones que fuere.
Sin embargo, en el debate social acerca de la eutanasia, no
siempre se toma esta palabra en el mismo sentido, eincluso a veces
se prefiere, segn el momento, una u otra acepcin para defender tal
o cual posicin dialctica. Estoproduce con frecuencia la esterilidad
del debate y, sobre todo, grave confusin en el comn de las
gentes.
3. Es, pues, especialmente importante el significado de las
palabras en esta materia?
Es de extrema importancia, porque, segn la significacin que se d
al trmino eutanasia, su prctica puede aparecerante las gente como
un crimen inhumano o como un acto de misericordiosa solidaridad.
Estas diferencias tan enormesobedecen con frecuencia a la distinta
manera de entender la significacin de la palabra, es decir, la
realidad que sequiere designar.
No se puede ignorar, sin embargo, que en el debate pblico tambin
se da no pocas veces, por parte de lospatrocinadores de la
eutanasia, una cierta manipulacin querida o no de las palabras,
cuyo resultado es presentarante la opinin pblica la realidad de la
eutanasia como algo ms inocuo de lo que es (se dice muerte dulce,
muertedigna), y propiciar as su aceptacin social; como si no
existiera, o fuera secundario, el hecho central de que en
laeutanasia un ser humano da muerte a otro, consciente y
deliberadamente, por muy presuntamente nobles o altruistasque
aparezcan las motivaciones que lo animen a ejecutar tal accin y por
poco llamativos que sean los medios queutilice para realizarla.
Todo esto no quiere decir que el debate sobre la eutanasia
dejara de existir si todos hablsemos de lo mismo yotorgsemos al
trmino idntico significado. El debate tambin se producira aun
cuando por eutanasia todosentendiesen una sola cosa: el causar la
muerte de otro, con su consentimiento o no, para evitarle dolores
fsicos opadecimientos de otro tipo, considerados insoportables.
Tomada la eutanasia de esta manera, existen algunas personas y
grupos partidarios de legalizarla y de darlerespetabilidad social,
porque interpretan que la vida humana no merece ser vivida ms que
en determinadascondiciones de plenitud, frente a la conviccin
mayoritaria que considera, por el contrario, que la vida humana es
unbien superior y un derecho inalienable e indisponible, es decir,
que no puede estar al albur de la decisin de otros, ni dela de uno
mismo.
4. Qu se va a entender por eutanasia en esta obra?
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Llamaremos eutanasia a la actuacin cuyo objeto es causar muerte
a un ser humano para evitarle sufrimientos, bien apeticin de ste,
bien por considerar que su vida carece de la calidad mnima para que
merezca el calificativo de digna.
As considerada, la eutanasia es siempre una forma de homicidio,
pues implica que un hombre da muerte a otro, yamediante un acto
positivo, ya mediante la omisin de la atencin y cuidado.
5. Por qu se escoge esta definicin?
Porque en ella estn los elementos esenciales que configuran un
fenmeno complejo como es la eutanasia:
- la muerte ha de ser el objetivo buscado, ha de estar en la
intencin de quien practica la eutanasia: no es eutanasia,por tanto,
el aplicar un tratamiento necesario para aliviar el dolor, aunque
acorte la expectativa de vida del pacientecomo efecto secundario no
querido, ni puede llamarse eutanasia al resultado de muerte por
imprudencia o accidente;
- puede producirse por accin (administrar sustancias txicas
mortales) o por omisin (negarle la asistencia mdicadebida); ha de
buscarse la muerte de otro, no la propia. No consideraremos el
suicidio como forma peculiar o autnomade eutanasia,
Los motivos son un elemento sustancial para hablar de eutanasia
con propiedad.
- puede realizarse porque la pide el que quiere morir. La ayuda
o cooperacin al suicidio s la consideramos una formade
eutanasia;
- puede realizarse para evitar sufrimientos, que pueden ser
presentes o futuros, pero previsibles; o bien porque seconsidere
que la calidad de vida de la vctima no alcanzar o no mantendr un
mnimo aceptable (deficienciaspsquicas o fsicas graves, enfermedades
degradantes del organismo, ancianidad avanzada, etc.).
El sentimiento subjetivo de estar eliminando el dolor o las
deficiencias ajenas es elemento necesario de la eutanasia;de lo
contrario estaramos ante otras formas de homicidio.
6. No es muy estricto el significado de la eutanasia
expuesto?
Ms que estricto quiere ser preciso, y eso por dos razones:
primera, porque solo acotando con precisin la realidad quese quiere
designar ser posible saber a qu nos estamos refiriendo; segunda,
porque este significado coincide tambincon lo que los
patrocinadores de la legalizacin de la eutanasia quieren que
prospere: que se legitime el que unhombre d muerte a otro dadas
ciertas circunstancias.
Como ms adelante se ver, por ejemplo, la renuncia a la
obstinacin teraputica sin esperanza que se sueledesignar como
encarnizamiento teraputico merece una consideracin aparte y, en
sentido estricto, no puedeconsiderarse eutanasia, aunque desde el
mero punto de vista etimolgico sea, desde luego, una forma de
favorecer labuena muerte. Este es un ejemplo concreto de lo
fcilmente que se introduce la confusin en esta materia por
losdiversos significados que pueden darse a una misma palabra.
7. Cuntas clases de eutanasia hay?
Segn el criterio que se emplee, hay diversas clasificaciones del
fenmeno de la eutanasia que dependen tambin delsignificado que se d
al trmino.
Desde el punto de vista de la vctima la eutanasia puede ser
voluntaria o involuntaria, segn ser solicitada por quienquiere que
le den muerte o no; perinatal, agnica, psquica o social, segn se
aplique a recin nacidos deformes odeficientes, a enfermos
terminales, a afectados de lesiones cerebrales irreversibles o a
ancianos u otras personastenidas por socialmente improductivas o
gravosas, etc. Algunos hablan de auto eutanasia refirindose al
suicidio, peroeso no es, propiamente, una forma de eutanasia,
aunque muchos de sus patrocinadores defienden tambin, conarreglo a
su propia lgica, el derecho al suicidio.
Desde el punto de vista de quien la practica, se distingue entre
eutanasia activa y pasiva, segn provoque la muerte aotro por accin
o por omisin, o entre eutanasia directa e indirecta: la primera
sera la que busca que sobrevenga lamuerte, y la segunda la que
busca mitigar el dolor fsico, aun a sabiendas de que ese
tratamiento puede acortarefectivamente la vida del paciente; pero
esta ltima no puede tampoco llamarse propiamente eutanasia.
Existen muchas ms clasificaciones posibles y una misma accin
puede, a su vez, incluirse en varias de lasmodalidades referidas
aqu. Pero todo esto es, en el fondo, secundario, y con frecuencia
contribuye a aumentar laconfusin sobre la realidad del problema, en
lugar de ayudar a esclarecer la cuestin. De ah que, para poder
referirnosa un concepto que admitan tanto los partidarios de la
eutanasia como los defensores de la vida, la hayamos definido enlos
trminos expuestos ms arriba, sin detenernos en ulteriores
divisiones o clasificaciones.
8. Qu se entiende por distanasia?
La distanasia (del griego dis, mal, algo mal hecho, y thnatos,
muerte) es etimolgicamente lo contrario de laeutanasia, y consiste
en retrasar el advenimiento de la muerte todo lo posible, por todos
los medios, proporcionados ono, aunque no haya esperanza alguna de
curacin y aunque eso signifique infligir al moribundo unos
sufrimientos
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aadidos a los que ya padece, y que, obviamente, no lograrn
esquivar la muerte inevitable, sino slo aplazarla unashoras o unos
das en unas condiciones lamentables para el enfermo.
La distanasia tambin se llama ensaamiento y, encarnizamiento
teraputico, aunque sera ms precisodenominarla obstinacin
teraputica.
9. Qu es la ortotanasia?
Con esta palabra (del griego orthos, recto, y thnatos, muerte),
se ha querido designar la actuacin correcta ante lamuerte por parte
de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable en fase
terminal. La ortotanasia estaratan lejos de la eutanasia, en el
sentido apuntado aqu, como de la distanasia u obstinacin
teraputica. Este trmino,reciente, no se ha consagrado ms que en
ciertos ambientes acadmicos, sin hacer fortuna en el lxico habitual
de lacalle; pero su sola acuacin revela la necesidad de acudir a
una palabra distinta de eutanasia para designarprecisamente la
buena muerte, que es lo que se supone que tendra que significar la
eutanasia, y que sin embargo yano significa, porque designa la otra
realidad mencionada: una forma de homicidio.
10. Estamos, pues, ante el secuestro de la palabra
eutanasia?
Ms bien habra que hablar de la desvirtuacin de su significado,
que se ha debido tanto al deseo de algunos de hacerms aceptable
socialmente el homicidio por compasin (y desde este punto de vista
puede hablarse de secuestrode esta palabra), como a la inexistencia
de un trmino adecuado para designar esta clase de homicidio. Esta
es una delas razones por las que el aspecto terminolgico es de suma
importancia en toda esta cuestin.
11. Cules son los principales argumentos que se emplean para
promover la legalizacin de la eutanasia?
Se suele promover la legalizacin de la eutanasia y su aceptacin
social con cinco clases de argumentos:
- el derecho a la muerte digna, expresamente querida por quien
padece sufrimientos atroces;
- el derecho de cada cual a disponer de su propia vida, en uso
de su libertad y autonoma individual;
- la necesidad de regular una situacin que existe de hecho. Ante
el escndalo de su persistencia en la clandestinidad;
- el progreso que representa suprimir la vida de los deficientes
psquicos profundos o de los enfermos en fase terminal,ya que se
tratara de vidas que no pueden llamarse propiamente humanas;
- la manifestacin de solidaridad social que significa la
eliminacin de vidas sin sentido, que constituyen una dura cargapara
los familiares y para la propia sociedad.
No todos los partidarios de la eutanasia comparten todos estos
argumentos; pero todos, en cambio, comparten los dosprimeros, y a
menudo el tercero.
A lo largo de este texto iremos refirindonos a cada uno de
dichos argumentos para examinarlos en su propio contexto.
II. El hombre, ante el dolor y la muerte
12. El dolor y la muerte, forman parte de la vida humana o, por
el contrario, son obstculos para ella?
El dolor y la muerte forman parte de la vida humana desde que
nacemos en medio de los dolores de parto de nuestramadre hasta que
morimos causando dolor a los que nos quieren y sufriendo por el
propio proceso que lleva a lamuerte. A lo largo de toda la
existencia, el dolor fsico o moral est presente de forma habitual
en todas lasbiografas humanas: absolutamente nadie es ajeno al
dolor. El producido por accidentes fsicos pequeos ograndes es
compaero del hombre en toda su vida; el dolor moral (producto de la
incomprensin ajena, la frustracinde nuestros deseos, la sensacin de
impotencia, el trato injusto, etc.) nos acompaa desde la ms tierna
infancia hastalos umbrales de la muerte.
El dolor y su aspecto subjetivo, el sufrimiento forma parte de
toda vida humana y de la historia de la humanidad:as lo acreditan
la experiencia personal de cada uno de nosotros y la literatura
universal, en la que la experiencia deldolor es no slo motivo de
inspiracin, sino objeto de reflexin constante.
La muerte es el destino inevitable de todo ser humano, una etapa
en la vida de todos los seres vivos que quirase ono, guste o no
constituye el horizonte natural del proceso vital. La muerte es la
culminacin prevista de la vida,aunque incierta en cuanto a cundo y
cmo ha de producirse; y, por lo tanto, forma parte de nosotros
porque nosafecta la de quienes nos rodean y porque la actitud que
adoptamos ante el hecho de que hemos de morir determina enparte cmo
vivimos.
El dolor y la muerte no son obstculos para la vida, sino
dimensiones o fases de ella. Obstculo para la vida es laactitud de
quien se niega a admitir la naturalidad de estos hechos
constitutivos de toda vida sobre la tierra, intentandohuir de ellos
como si fuesen totalmente evitables, hasta el punto de convertir
tal huida en valor supremo: esta negacinde la propia realidad s que
puede llegar a ser causa de deshumanizacin y de frustracin
vital.
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13. Debera, entonces, todo hombre renunciar a huir del dolor en
general, y del dolor de la agona enparticular?
Todo ser humano huye por instinto del dolor y de cuanto cause
sufrimiento, y esta actitud es adecuada a la constitucinnatural del
hombre, que est creado para ser feliz y, por tanto, reacciona con
aversin ante lo que atente a su felicidad.
El rechazo de lo doloroso, de lo que causa sufrimiento, es, en
consecuencia, natural en el hombre. Y, por ello, esterechazo es
justo y no censurable. Sin embargo, convertir la evitacin de lo
doloroso en el valor supremo que haya deinspirar toda conducta,
tratar de huir del dolor a toda costa y a cualquier precio, es una
actitud que acaba volvindosecontra los que la mantienen, porque
supone negar de raz una parte de la realidad del hombre, y este
error puede llevarfcilmente a cometer injusticias y actos
censurables por antihumanos, aunque pueda parecer superficialmente
otracosa.
Estas ideas son especialmente patentes en el caso de la agona,
de los dolores que, eventualmente, pueden precedera la muerte.
Convertir la ausencia del dolor en el criterio preferente y aun
exclusivo para reconocer un pretendidocarcter digno de la muerte
puede llevar a legitimar homicidios bajo el nombre de eutanasia y a
privar a la personamoribunda del efecto humanizador que el mismo
dolor puede tener.
14. Significa eso que el dolor tiene algn valor positivo para
una vida humana?
El dolor y el sufrimiento, como cualquier otra dimensin natural
de toda vida humana tienen tambin un valor positivo sinos ayudan a
comprender mejor nuestra naturaleza y sus limitaciones, si sabemos
integrarlos en nuestro proceso decrecimiento y maduracin. Todo
hombre se hace a s mismo durante su vida realizando las
posibilidades de plenitudque estn en su constitucin natural, o
rechazando tales posibilidades.
Es experiencia universal que el dolor no puede evitarse
totalmente y que puede ser fuente de humanizacin personal yde
solidaridad social. La persona que sufre y acepta su sufrimiento
llega a ser ms humana, pues comprende y hacesuya una dimensin bsica
de la vida que ayuda a hacer ms rica la personalidad. Quien a toda
costa pretende huir deldolor, probablemente destruya sus
posibilidades de ser feliz, pues es imposible tal fin.
La experiencia de la humanidad es que el dolor, si se admite
como una dimensin de la vida contra la que se debeluchar, pero que
es inevitable, es escuela que puede ayudar a que existan vidas
humanas ms plenas.
15. Si la muerte es inevitable, y el dolor es una escuela de
vida, qu sentido tienen los esfuerzos de lainvestigacin cientfica
para mitigar el dolor y para alejar lo ms posible el momento de la
muerte?
El dolor es inevitable en toda vida humana, pero todos tenemos
la clara idea de que el hombre aspira a la felicidad. Porello,
esforzarse en mitigar el dolor es positivo, pero esta finalidad es
absurda, por imposible, si erradicar el dolor seconvierte en bien
absoluto ante el cual deben subordinarse el resto de los fines
nobles del actuar humano. En toda vidahumana se dan dimensiones o
facetas que no siempre resultan congruentes entre s en caso de
pretender darles valorabsoluto a cada una de ellas; todo ser humano
tiene derecho a defender sus opiniones, pero si convierte este
derechoen valor absoluto, probablemente acabar siendo un dictador
para los dems; todo hombre ansa su bienestar, pero sipone esta
dimensin de su naturaleza por encima de cualquier otra
consideracin, ser incapaz de cualquiermanifestacin de generosidad,
etc.
Con el dolor pasa lo mismo: luchar por mitigarlo es positivo, y
el esfuerzo de la ciencia moderna en tal sentido esencomiable, pero
convertir esta lucha y este esfuerzo en valor absoluto es, adems de
quimrico, injusto, puesobligaba a renunciar a otras dimensiones
valiosas de la vida humana.
Algunas ideologas en el ltimo siglo han considerado determinadas
dimensiones parciales o relativas del ser humanocomo valores
absolutos y, al hacerlo, han generado clamorosas injusticias: as ha
sucedido con quienes han construidosu visin del mundo
exclusivamente sobre la raza, el color, la clase social, la nacin o
la ideologa. Cualquier filosofa oactitud vital que convierta en
absoluta una de las dimensiones o facetas de la pluriforme realidad
humana, conduce aplanteamientos injustos y antihumanistas, pues el
humanismo exige equilibrio y una visin global, integral, del
serhumano sobre la tierra.
Esto, que es evidente en las ideologas totalitarias, no aparece
con tanta claridad en las actitudes actualmente proclivesa ver la
salud como bien absoluto y la ausencia de dolor como valor supremo
del hombre, pero el fenmeno es elmismo: de estas actitudes dimana
la legitimacin de acciones contra quienes no responden a ese ideal
absoluto decalidad de vida: los deficientes, los enfermos, los
moribundos, los ancianos, etc.
16. Es natural el miedo a morir?
Es natural tener miedo a morir, pues el hombre en la felicidad,
y la muerte se presenta como una ruptura traumtica dedestino
incierto. La explicacin bblica de la muerte como consecuencia del
pecado y, por tanto, como elemento ajeno ala naturaleza primigenia
del hombre, encaja perfectamente con la psicologa personal y
colectiva que acredita unaresistencia instintiva ante la
muerte.
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Sin embargo, puede llevar a resultados inhumanos convertir en
absoluto este rechazo a la muerte, innato en el hombre:la muerte es
un hecho, y un ser humano adulto ha de aceptarla como tal, pues de
lo contrario se situara contra supropia realidad.
17. Es natural el miedo al modo de morir?
Desde luego, es natural sentir miedo a una muerte dolorosa, como
es natural tener miedo a una vida sumida en eldolor. Si esta
aversin se lleva al extremo, se convierte la huida del dolor en un
valor absoluto, ante el cual todos losdems han de ceder. El miedo a
un modo de morir doloroso y dramtico puede llegar a ser tan intenso
que, al anulartodos los dems valores, puede conducir a desear la
muerte misma como medio de evitar tan penosa situacin. Estees, de
hecho, el principal estmulo para quienes preconizan la aceptacin
legal y social de la eutanasia. Pero laexperiencia demuestra que
cuando un enfermo que sufre pide que lo maten, en realidad est
pidiendo casi siempreque le alivien los padecimientos, tanto los
fsicos como los morales, que a veces superan a aquellos: la
soledad, laincomprensin, la falta de afecto y consuelo en el trance
supremo. Cuando el enfermo recibe alivio fsico y consuelopsicolgico
y moral, deja de solicitar que acaben con su vida, segn la
experiencia comn.
18. No hay, pues, fronteras definidas que delimiten cundo es
bueno aceptar el dolor y la muerte, y cundo esbueno tratar de
evitarlos?
Es bueno aceptar el hecho cierto e inevitable del dolor, y
tambin es bueno luchar por mitigarlo. Es bueno luchar porvencer a
la enfermedad, y no es bueno eliminar seres humanos enfermos para
que no sufran. Es bueno luchar en favorde la vida contra la muerte,
y no es bueno, porque no es realista, rechazar la muerte como si se
pudiera evitar. Pero noexiste un catlogo de soluciones que pueda
resolver todas las dudas y las perplejidades con que nos
enfrentamos antela realidad del dolor y de la muerte. Lo mismo
ocurre con muchas otras situaciones de la vida, en las que no es
posibleestablecer normas rgidas, sino que hemos de actuar, basados
en el conocimiento de los principios generales, con uncriterio
recto y prudente.
19. Y no podan ser los motivos de nuestra actuacin un criterio
adecuado?
Es necesario saber que los motivos por los que actuamos
(compasin, deseo de que seres queridos no sufran...) nopueden
cambiar el fin intrnseco de nuestro actuar, que en la eutanasia es
privar de la vida a otro o cooperar a que sesuicide. Si los motivos
prevalecieran sobre la naturaleza de los actos hasta el punto de
hacer a stos social yjurdicamente justificables, no sera posible la
convivencia, pues cualquier acto, fuera el que fuese, podra
quedarlegitimado en virtud de los motivos ntimos de su autor. Se
puede y se debe comprender y ayudar a quien obratorcidamente;
tambin se pueden y se deben valorar las circunstancias que influyen
en los actos humanos, y modificanla responsabilidad. Pero la norma
general no puede decir nunca que est bien lo que est mal, por mucho
que el autorde la accin crea hacer algo bueno. El fin el motivo
subjetivo no justifica los medios en este caso, matar.
Quienes proponen la admisibilidad tica y jurdica de la eutanasia
confunden a menudo la disposicin moral ntima delas personas con lo
que las leyes o la sociedad deben tener como aceptable; y confunden
tambin las circunstanciasque pueden atenuar la responsabilidad, e
incluso anularla, con lo que la norma general debe disponer.
20. A pesar de todo, hay quienes creen que una muerte dolorosa o
un cuerpo muy degradado seran msindignos que una muerte rpida y
dulce, producida cuando cada uno dispusiera.
En su naturaleza ltima, el dolor y la muerte humanos encierran
un misterio, que no es otro que el misterio del mismoser humano
puesto en esta tierra; es tambin el misterio de la libertad y del
amor, que son realidades vivas e ntimas,aunque intangibles, y que
no encuentran explicacin suficiente en la fsica o la qumica.
El dolor y la muerte no son criterios aptos para medir la
dignidad humana, pues sta conviene a todos los sereshumanos por el
hecho de serlo; el dolor y la muerte sern dignos si son aceptados y
vividos por la persona; pero no losern si alguien los
instrumentaliza para atentar contra esa persona.
Una muerte digna no consiste slo en la ausencia de tribulaciones
externas, sino que nace de la grandeza de nimo dequien se enfrenta
a ella. Es claro que, llegado el momento supremo de la muerte, el
protagonista de este trance ha deafrontarlo en las condiciones ms
llevaderas posibles, tanto desde el punto de vista del dolor fsico
como tambin delsufrimiento moral. Los analgsicos y la medicina
paliativa (de la que se hablar en otro lugar) por un lado, y el
consuelomoral, la compaa, el calor humano y el auxilio espiritual,
por otro, son los medios que enaltecen la dignidad de lamuerte de
un ser humano que siempre, aun en el umbral de la muerte, conserva
la misma dignidad.
III. La medicina ante la eutanasia
21. La cuestin de la eutanasia, Es un problema mdico?
La eutanasia, tal y como la plantean los defensores de su
legalizacin, afecta de lleno al mundo de la Medicina, puestoque las
propuestas de sus patrocinadores siempre hacen intervenir al mdico
o al personal sanitario. Pero la cuestinde la eutanasia no es,
propiamente hablando, un problema mdico, o no tendra que serlo.
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La eutanasia merece la misma calificacin tica si la practica un
mdico o una enfermera en el tcnico ambiente de unhospital que si la
practica, por otro medio cualquiera, un familiar o un amigo de la
vctima. En ambos casos se trata deun hombre que da muerte a
otro.
La eutanasia no es una forma de Medicina, sino una forma de
homicidio; y si la practica un mdico, ste estarnegando la
Medicina.
22. Por qu la eutanasia es la negacin de la Medicina?
Porque la razn de ser de la Medicina es la curacin del enfermo
en cualquier fase de su dolencia, la mitigacin de susdolores, y la
ayuda a sobrellevar el trance supremo de la muerte cuando la
curacin no es posible. La eutanasia, por elcontrario, no slo es la
renuncia a esa razn de ser, sino que consiste en la deliberada
decisin de practicar justamentelo opuesto a la Medicina, ya que es
dar muerte a otro, aunque sea en virtud de una presunta compasin.
Cualquiera esperfectamente capaz de advertir la diferencia
sustancial que existe entre ayudar a un enfermo a morir dignamente
yprovocarle la muerte.
La eutanasia no es una tcnica, un recurso de la Medicina: la
eutanasia expulsa a la Medicina, la sustituye. Laeutanasia, adems,
precisamente por ser la negacin de la Medicina, se vuelve contra el
mdico que la practique.
23. Por qu la eutanasia se vuelve contra el mdico que la
practique?
Por dos razones: por un lado es fcil que el mdico se deslice
hacia una habitualidad en la prctica de la eutanasia unavez
admitido el primer caso; y, por otro lado, la eutanasia acaba con
la base del acto mdico: la confianza del pacienteen el mdico.
Cuando un mdico ha dado muerte a un paciente por piedad hacia l,
ha dado ya un paso que tiene muy difcil retorno.Los que padecen una
misma enfermedad se parecen mucho entre s en los sntomas, las
reacciones, los sufrimientos.Cuando un mdico se ha sentido apiadado
de un enfermo hasta el punto de decidir quitarle la vida para
ahorrarlepadecimientos, ser ya relativamente fcil que experimente
idntico estado de nimo ante otro que padezca el mismomal; y esta
circunstancia puede sobrevenir con relativa frecuencia, porque la
especializacin profesional impone a laprctica totalidad de los
mdicos la necesidad de tratar a enfermos muy semejantes unos de
otros. En tal situacin, lasvirtudes propias del mdico (la no
discriminacin en el tratamiento a unos u otros enfermos, la
previsin de dolencias ocomplicaciones futuras) se convierten en
factores potencialmente multiplicadores de la actividad eutansica,
porque esmuy difcil determinar la frontera que separa la gravedad
extrema de la situacin crtica, o los padecimientos enormesde los
padecimientos insoportables, sean fsicos o anmicos.
Por otro lado, no es posible que exista la Medicina si el
paciente en vez de tener confianza en su mdico hasta ponersu vida,
salud e integridad fsica en sus manos, llega a tenerle miedo porque
no sabe si el profesional de la Medicina ola enfermera que se
ocupan de su salud van a decidir que su caso es digno de curacin o
susceptible de eutanasia.
Si se atribuyese a los mdicos el poder de practicar la
eutanasia, stos no seran ya una referencia amiga y benficasino, por
el contrario, temida y amenazadora, como sucede ya en algunos
hospitales holandeses.
La humanidad ha progresado en humanitarismo retirando a los
gobernantes y los jueces el poder de decretar la muerte(abolicin de
la pena de muerte). Los partidarios de la eutanasia pretenden dar
un paso atrs, otorgando tal poder a losmdicos. De conseguir tal
propsito lograran dos retrocesos por el precio de uno: recrearan
una variedad de muertelegal y degradaran, tal vez
irreversiblemente, el ejercicio de la Medicina.
24. No es muy sutil la lnea divisoria entre la eutanasia y la
cesacin de unos cuidados ya intiles?
Slo en contadas situaciones terminales sin esperanza humana, la
apariencia de los gestos del mdico puede guardarsemejanza en ambos
casos; pero el mdico sabe, sin gnero de dudas, lo que hay en su
intencin: sabe si lo querealiza tiene por objeto causar la muerte
del enfermo o si, por el contrario, est renunciando al
encarnizamientoteraputico. Lo primero nunca ser admisible; lo
segundo lo es.
25. Qu es el encarnizamiento teraputico?
Con esta denominacin, o la de ensaamiento teraputico que acaso
sean menos acertadas que la de obstinacinteraputica, que refleja
mejor la intencin con que se practica, se quiere designar la
actitud del mdico que, ante lacerteza moral que le dan sus
conocimientos de que las curas o los remedios de cualquier
naturaleza ya noproporcionan beneficio al enfermo y slo sirven para
prolongar su agona intilmente, se obstina en continuar
eltratamiento y no deja que la naturaleza siga su curso.
Esta actitud es consecuencia de un exceso de celo mal
fundamentado, derivado del deseo de los mdicos y losprofesionales
de la salud en general de tratar de evitar la muerte a toda costa,
sin renunciar a ningn medio, ordinario oextraordinario,
proporcionado o no aunque eso haga ms penosa la situacin del
moribundo.
En otras ocasiones cabe hablar ms propiamente de ensaamiento
teraputico, cuando se utiliza a los enfermosterminales para la
experimentacin de tratamientos o instrumentos nuevos. Aunque esto
no sea normal en nuestrosdas, la historia, por desgracia, nos
aporta algunos ejemplos.
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vida humana y la actitud de los catlicos Pgina 8 de 28
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En cualquier caso, la obstinacin teraputica es gravemente
inmoral, pues instrumentaliza a la persona subordinandosu dignidad
a otros fines.
26. No se plantea aqu otra frontera imprecisa para distinguir la
obstinacin teraputica de unos cuidadossolcitos y constantes?
Ciertamente, as es. No hay una regla matemtica para calibrar si
existen o no esperanzas fundadas de curacin. Laprctica mdica cuenta
con abundantes experiencias de enfermos que parecan irrecuperables
y que, sin embargo,salieron adelante de trances muy comprometidos.
La solucin de esos conflictos slo puede venir del criterio
clarosegn el cual hay que hacer un uso proporcionado de los medios
teraputicos. El mdico ha de respetar la dignidad dela persona
humana y no dejarse vencer por un tecnicismo mdico abusivo.
27. Y no es sta una forma de eutanasia?
No. Refirindonos siempre al enfermo terminal y ante la
inminencia de una muerte inevitable, mdicos y enfermosdeben saber
que es lcito conformarse con los medios normales que la Medicina
puede ofrecer, y que el rechazo de losmedios excepcionales o
desproporcionados no equivale al suicidio o a la omisin
irresponsable de la ayuda debida aotro, sino que significa
sencillamente la aceptacin de la condicin humana, una de cuyas
caractersticas es la muerteinevitable.
Pueden darse casos concretos en que sea difcil adoptar una
decisin tica y profesionalmente correcta, como sucedeen otros
muchos aspectos de la vida: el juez que debe decidir si alguien es
culpable o inocente cuando las pruebas noson claramente taxativas;
el profesor que debe optar entre aprobar o suspender a un alumno y
tiene dudas razonablesdel acierto o desacierto de cualquiera de las
opciones; el padre de familia que duda entre la severidad o la
indulgenciaante un hijo con problemas, etc. En estos casos, una
norma moral adecuada es prescindir de los posibles motivosegostas
de la propia decisin y aconsejarse de otros expertos para decidir
prudentemente. Con estos requisitos, unmdico como un juez, un
profesor o un padre puede equivocarse, pero no cometer un
crimen.
28. Pero, cmo distinguir los medios teraputicos ordinarios de
los extraordinarios?
Evidentemente, es intil establecer una casustica objetiva de los
medios ordinarios y extraordinarios, porque esodepende de factores
tan cambiantes como la situacin del paciente, el estado de la
investigacin en un momento dado,las condiciones tcnicas de un
determinado hospital, el nivel medio de la asistencia sanitaria de
uno u otro pas, etc. Loque respecto a un paciente en unas
circunstancias concretas se estima como medio ordinario, puede
tener queconsiderarse como extraordinario respecto a otra persona,
o pasado un tiempo, o en otro lugar. De hecho, as
ocurreconstantemente en la realidad cotidiana.
Ante estos problemas ciertos de interpretacin, algunos prefieren
no hablar de medios ordinarios y extraordinarios, sinoms bien de
medios proporcionados y desproporcionados a la situacin de cada
enfermo, pues de este modo se puedeaquilatar mejor la decisin en
cada caso.
De acuerdo con esto, cuando existe en un enfermo en peligro
prximo de muerte la posibilidad cierta de recuperacin(por ejemplo,
un paciente joven en coma por un traumatismo producido en un
accidente), la Medicina considera queson proporcionados todos los
medios tcnicos posibles, porque existe una esperanza fundada de
salvarle la vida. Elproblema se manifiesta cuando no se confa ya en
la recuperacin sino slo en un alargamiento de la vida o,
msexactamente, de la agona. Entonces es cuando la prudencia del
mdico debe aconsejarle rechazar la actitud deobstinarse en prodigar
unos medios que ya son intiles y, en todo caso, respetando la
voluntad del propio enfermomoribundo, si est en condiciones de
manifestarla.
Por otra parte es legtimo que un enfermo moribundo prefiera
esperar la muerte sin poner en marcha un dispositivomdico
desproporcionado a los insignificantes resultados que de l se
puedan seguir; como es legtimo tambin quetome esta decisin pensando
en no imponer a su familia o a la colectividad unos gastos
desmesurados oexcesivamente gravosos. Esta actitud, por la
ambigedad del lenguaje, podra confundirse, para los no avisados,
con laactitud eutansica por razones socioeconmicas, pero existe una
diferencia absolutamente esencial: la que va de laaceptacin de la
muerte inevitable a su provocacin intencionada.
29. Existen, pues, unos derechos del enfermo moribundo?
Ciertamente. El derecho a una autntica muerte digna incluye:
- el derecho a no sufrir intilmente;
- el derecho a que se respete la Libertad de su conciencia;
- el derecho a conocer la verdad de su situacin;
- el derecho a decidir sobre s mismo y sobre las intervenciones
a que se le haya de someter;
- el derecho a mantener un dilogo confiado con los mdicos,
familiares, amigos y sucesores en el trabajo;
- el derecho a recibir asistencia espiritual.
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El derecho a no sufrir intilmente y el derecho a decidir sobre s
mismo amparan y legitiman la decisin de renunciar alos remedios
excepcionales en la fase terminal, siempre que tras ellos no se
oculte una voluntad suicida.
30. Y estos derechos no pueden legitimar alguna forma de
eutanasia pasiva (por omisin)?
No. Cuando la muerte aparece como inevitable porque ya no hay
remedios eficaces, el enfermo puede determinar, siest en
condiciones de hacerlo, el curso de sus ltimos das u horas mediante
alguna de estas decisiones:
- aceptar que se ensayen en l medicaciones y tcnicas en fase
experimental, que no estn libres de todo riesgo.Aceptndolas, el
enfermo podr dar ejemplo de generosidad para el bien de la
Humanidad;
- rechazar o interrumpir la aplicacin de esos remedios;
- contentarse con los medios paliativos que la Medicina le pueda
ofrecer para mitigar el dolor, aunque no tenganninguna virtud
curativa; y rechazar medicaciones u operaciones en fase
experimental, porque sean peligrosas oresulten excesivamente caras.
Este rechazo no equivale al suicidio, sino que es expresin de una
ponderadaaceptacin de la inevitabilidad de la muerte;
- en la inminencia de la muerte, rechazar el tratamiento
obstinado que nicamente vaya a producir una prolongacinprecaria y
penosa de su existencia, aunque sin rehusar los medios normales o
comunes que le permiten sobrevivir.
En estas situaciones est ausente la eutanasia, que implica
repitmoslo una deliberada voluntad de acabar con lavida del
enfermo. Es un atentado contra la dignidad de la persona la bsqueda
deliberada de su muerte, pero es propiode esa dignidad el aceptar
su llegada en las condiciones menos penosas posibles. Y es en el
fondo del corazn delmdico y del paciente donde se establece esta
diferencia entre provocar la muerte o esperarla en paz y del
modomenos penoso posible, mediante unos cuidados que se limiten a
mitigar los sufrimientos finales.
31. Cmo se puede paliar el dolor del enfermo terminal?
Uno de los derechos del enfermo es el de no sufrir un dolor
fsico innecesario durante el proceso de su enfermedad.Pero la
experiencia nos muestra que el enfermo, especialmente el enfermo en
fase terminal, experimenta, adems deldolor fsico, un sufrimiento
psquico o moral intenso, provocado por la colisin entre la
proximidad de la muerte y laesperanza de seguir viviendo que an
alienta en su interior. La obligacin del mdico es suprimir la causa
del dolorfsico o, al menos, aliviar sus efectos; pero el ser humano
es una unidad, y al mdico y dems personal de enfermeracompete,
junto a los familiares, tambin la responsabilidad de dar consuelo
moral y psicolgico al enfermo que sufre.
Frente al dolor fsico, el profesional de la sanidad ofrece la
analgesia; frente a la angustia moral, ha de ofrecer consueloy
esperanza. La deontologa mdica impone, pues, los deberes positivos
de aliviar el sufrimiento fsico y moral delmoribundo, de mantener
en lo posible la calidad de la vida que declina, de ser guardin del
respeto a la dignidad detodo ser humano.
32. Qu significa Medicina paliativa ?
La Medicina paliativa es una forma civilizada de entender y
atender a los pacientes terminales, opuesta principalmentea los dos
conceptos extremos ya aludidos: obstinacin teraputica y
eutanasia.
Esta es una nueva especialidad de la atencin mdica al enfermo
terminal y a su entorno, que contempla el problemade la muerte del
hombre desde una perspectiva profundamente humana, reconociendo su
dignidad como persona en elmarco del grave sufrimiento fsico y
psquico que el fin de la existencia humana lleva generalmente
consigo.
En definitiva, la Medicina paliativa es, ni ms ni menos, un
cambio de mentalidad ante el paciente terminal. Es saberque, cuando
ya no se puede curar, an podemos cuidar; es la consciencia de cundo
se debe iniciar ese cambio: si nopuedes curar, alivia; y si no
puedes aliviar; por lo menos consuela. En ese viejo aforismo se
condensa toda la filosofade los cuidados paliativos.
33. Cmo est organizada la Medicina paliativa?
La Medicina paliativa, que parece tener sus antecedentes en la
Gran Bretaa, est an escasamente contemplada enla organizacin
sanitaria espaola, y sera deseable que los poderes pblicos
reconocieran con mayor sensibilidad suexistencia. Se asienta
bsicamente en el reconocimiento de la triple realidad que configura
el proceso de la muerteinminente en la sociedad actual: un paciente
terminal con dolor fsico y sufrimiento psquico, una familia
angustiada queno acaba de aceptar la situacin y sufre por el ser
querido, y un mdico educado para luchar contra la muerte.
Todosellos estn inmersos en una sociedad que parece no querer
admitir el fracaso cuando la muerte se considera unfracaso.
En las Unidades de Cuidados Paliativos, que son reas
asistenciales incluidas fsica y funcionalmente en loshospitales, se
proporciona una atencin integral al paciente terminal. Un equipo de
profesionales asiste a estosenfermos en la fase final de su
enfermedad, con el nico objetivo de mejorar la calidad de su vida
en este trance ltimo,atendiendo todas las necesidades fsicas,
psquicas, sociales y espirituales del paciente y de su familia.
Todas lasacciones de la Medicina paliativa van encaminadas a
mantener y, en lo posible, aumentar, el sosiego del paciente y desu
familia.
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34. Y cules son las necesidades que estos pacientes terminales
presentan?
Son necesidades fsicas, psquicas, espirituales o religiosas, y
sociales.
Las necesidades Fsicas derivan de las graves limitaciones
corporales y, sobre todo, del dolor, especialmente en lasmuertes
por cncer, donde ste est presente en el 80 por ciento de los
enfermos terminales. Con tratamientosadecuados se pueden llegar a
controlar un 95 por ciento de los dolores.
Las necesidades psquicas son evidentes. El paciente necesita
sentirse seguro, necesita confiar en el equipo deprofesionales que
le trata, tener la seguridad de una compaa que lo apoye y no lo
abandone. Necesita amar y seramado, y tiene necesidad de ser
considerado, lo que afianza su autoestima.
Las necesidades espirituales son indudables. El creyente
necesita a Dios. Es una grave irresponsabilidad civil y polticaque
la atencin religiosa de los pacientes no est claramente presente en
todas las clnicas e institucioneshospitalarias.
Las necesidades sociales del paciente terminal no son menos
importantes para dar sosiego al penoso trance. Laenfermedad
terminal produce a quien la padece y a su familia unos gastos y no
pocos desajustes familiares. Toda laatencin de los componentes de
la unidad familiar se concentra generalmente en el miembro enfermo
y, si lasupervivencia se alarga, el desajuste puede ser duradero.
El paciente lo ve y tambin lo sufre.
35. La Medicina paliativa es la alternativa a la eutanasia?
En realidad, no. La Medicina paliativa es ms propiamente
alternativa al llamado encarnizamiento teraputico uobstinacin
teraputica. No es alternativa a la eutanasia, porque la eutanasia
no es sino un grave atentado a la vidahumana y a su dignidad.
Se puede decir que la Medicina paliativa ha existido siempre y
ha sido ejercida tradicionalmente por los mdicos,aunque no se haya
considerado tcnicamente como una especialidad. Sus principios estn
impresos en el juramentohipocrtico y en la concepcin histrica del
ejercicio mdico. Pero, ciertamente, como especializacin dentro de
laorganizacin sanitaria representa una novedad, que es hacer frente
a las peculiaridades del proceso de la muerte en elcampo sanitario.
Este proceso se ha complicado de forma extraordinaria, y exige la
aparicin de un nuevo mdico,atento al mximo a los adelantos
cientficos y conocedor profundo de las necesidades del paciente
terminal.
36. No puede considerarse, entonces, una forma de eutanasia el
aplicar sustancias analgsicas, a sabiendasde que eso puede acortar
la vida del paciente?
No. Cuando el tratamiento del dolor es ya prcticamente lo nico
que se puede hacer por el enfermo terminal, el efectosecundario que
ciertos analgsicos tengan respecto del acortamiento de la vida no
puede considerarse como unaforma de eutanasia, porque no se
persigue el destruir esa vida, sino aliviar el dolor; y este
propsito paliativo puede,ante la inminencia de la muerte, ser
preferente para esperar la llegada de la muerte en las condiciones
menosangustiosas.
Es lo mismo que sucede con quien alpinistas, bombero... asume un
riesgo cierto, pero pretende una cosa buenasin nimo suicida alguno.
Esto es legitimo aunque eventualmente pueda ser causa de
muerte.
Por otra parte, se puede en muy buena medida dar por superada la
vieja pugna entre tratar el dolor y acortar la vida: losrecientes
avances en el tratamiento eficaz del dolor y de la enfermedad
terminal han reducido casi por completo elriesgo de anticipar
indebidamente la muerte de ciertos pacientes.
37. En qu consiste el argumento de la muerte digna a que se
refieren los partidarios de la eutanasia paraintentar
justificarla?
Este argumento es uno de los principales que se utilizan hoy
para promover la legalizacin de la eutanasia. En sntesispuede
formularse de esta manera: La tcnica mdica moderna dispone de
medios para prolongar la vida de laspersonas, incluso en situacin
de grave deterioro fsico. Gracias a ella es posible salvar muchas
vidas que hace unosaos estaban irremisiblemente perdidas; pero
tambin se dan casos en los que se producen agonas interminables
ydramticas, que nicamente prolongan y aumentan la degradacin del
moribundo. Para estos casos, la legislacindebera permitir que una
persona decidiera, voluntaria y libremente, ser ayudada a morir.
Esta sera una muerte digna,porque sera la expresin final de una
vida digna.
38. Es aceptable este argumento?
No lo es, porque en l, junto a consideraciones razonables acerca
de la crueldad de la obstinacin teraputica, secontiene una honda
manipulacin de la nocin de dignidad. En este argumento subyace la
grave confusin entre ladignidad de la vida y la dignidad de la
persona. En efecto, hay vidas dignas y vidas indignas, como puede
habermuertes dignas y muertes indignas. Pero por indigna que sea la
vida o la muerte de una persona, en cuanto tal personatiene siempre
la misma dignidad, desde la concepcin hasta la muerte, porque su
dignidad no se fundamenta enninguna circunstancia, sino en el hecho
esencial de pertenecer a la especie humana. Por eso los derechos
humanos, elprimero de los cuales es el derecho a la vida, no hacen
acepcin de personas, sino que, muy al contrario, estn
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establecidos para todos, con independencia de su condicin, su
estado de salud, su raza o cualquier otra circunstancia.
Es digno, ciertamente, renunciar a la obstinacin teraputica sin
esperanza alguna de curacin o mejora y esperar lallegada de la
muerte con los menores dolores fsicos posibles; como es digno
tambin el preferir esperar la muerte conplena consciencia y
experiencia del sufrimiento final. Nada de eso tiene que ver con la
eutanasia; la provocacin de lamuerte de un semejante, por muy
compasivas que sean las motivaciones, es siempre ajena a la nocin
de dignidad dela persona humana.
39. Estamos, pues, ante un ejemplo concreto de manipulacin del
lenguaje?
Consciente o inconscientemente, s. So capaz de rechazar el
empecinamiento teraputico sin expectativa ninguna demejora, lo que
se patrocina en realidad es el acto positivo (por accin u omisin,
tanto da) de dar muerte a otro, comosi eso mereciese la misma
consideracin que la de abstenerse de emplear medios irrazonables de
prolongar unaexistencia precaria y dejar que el moribundo pueda
vivir lo ms dignamente posible su propia muerte cuando
stallegue.
Por otra parte, la expresin ayudar a morir es otro ejemplo
concreto de tergiversacin del sentido de las palabras,pues no es lo
mismo ayudar a morir a alguien que matarlo, aunque se le d muerte
por aparente compasin y apeticin suya. La expresin ayudar a morir
evoca una actitud filantrpico y desinteresada, generosa y
compasiva, quese desvanecera inmediatamente si lo que se lleva a
cabo mediante la eutanasia se expresara con la palabra dura,desde
luego, pero precisa, que es matar.
IV. La sociedad ante la eutanasia
40. La cuestin de la eutanasia es un problema social?
La eutanasia fue un problema social en aquellas sociedades
primitivas en que se practicaba la eliminacin de vidasconsideradas
intiles, costumbre que estuvo admitida respecto a los recin nacidos
con malformaciones o los ancianosen distintos pueblos de la
antigedad, hasta que la influencia del cristianismo acab con tales
prcticas inhumanas.Desde la llegada del cristianismo, la eutanasia
dej de ser un problema social hasta el siglo XX, en que
algunosvuelven a convertirla en problema al pretender su
legalizacin.
Desde los aos 30 de este siglo se vienen constituyendo
asociaciones en defensa de la eutanasia y se han propuestoleyes
permisivas, que habitualmente han sido rechazadas, en distintos
pases. Sin embargo, la actitud a favor de laeutanasia de estos
pequeos grupos, y cierta mentalidad de relativizacin del respeto
debido al ser humano (que seexpresa, por ejemplo, en el aborto),
van calando en la sociedad, convirtiendo de nuevo a la eutanasia en
un problemasocial que vuelve a aparecer despus de haber sido
superado durante siglos.
41. La aceptacin de la eutanasia, no es, pues, un signo de
civilizacin?
No. Lo que es un signo de civilizacin es justamente lo
contrario, es decir, la fundamentacin de la dignidad de lapersona
humana en el hecho radical de ser humana, con independencia de
cualquier otra circunstancia como raza,sexo, religin, salud, edad,
habilidad manual, o capacidad mental o econmica. Esta visin
esencial del hombresignifica un progreso cualitativo importantsimo,
que distingue justamente a las sociedades civilizadas de las
primitivas,en las que la vida del prisionero, el esclavo, el
deficiente o el anciano, segn pocas y lugares, era despreciada.
Los progresos cientficos y tcnicos en la lucha contra el dolor,
tan propios de la era moderna, pueden dar esta falsaapariencia de
civilizacin a la eutanasia, en la medida en que se la presenta como
una forma ms de luchar contra eldolor y el sufrimiento. Pero ya
sabemos que eutanasia no es eso, sino eliminar al que sufre para
que deje de sufrir. Yeso es incompatible con la civilizacin, pues
revela un desprecio profundo hacia la dignidad radical del ser
humano. Unser humano no pierde la dignidad por sufrir; lo indigno
es basar su dignidad en el hecho de que no sufra.
Es ms, resulta especialmente contradictorio defender la
eutanasia precisamente en una poca como la actual, en laque la
Medicina ofrece alternativas, como nunca hasta ahora, para tratar a
los enfermos terminales y aliviar el dolor. Esprobable que este
resurgimiento de las actitudes eutansicas sea una consecuencia de
la conjuncin de dos factores:por un lado, los avances de la ciencia
en retrasar el momento de la muerte; por otro, la mentalidad
contempornea descapar, de huir del dolor a todo trance y de
considerar el sufrimiento como un fracaso. De esta negacin de la
realidadsurge la contradiccin.
42. Se pueden prever los efectos sociales de aceptar la
eutanasia?
En pocas recientes la eutanasia no ha sido legal en ningn pas
salvo la experiencia nazi, pero podemosfcilmente prever lo que
pasara si contrastamos los datos que nos aporta la legalizacin del
aborto en este siglo y elconocido como caso holands, experiencia
social de admisin prctica de la eutanasia que recientemente ha
recibidouna cierta cobertura legal.
La experiencia del aborto acredita que las leyes permisivas se
aprueban presuntamente para dar solucin adeterminados casos
extremos especialmente dramticos para la sensibilidad comn, pero
acaban creando unamentalidad que trivializa el aborto provocado
hasta convertirlo en un hecho socialmente admisible que se realiza
por
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motivos cada vez ms nimios. Con la eutanasia no tiene por qu
ocurrir algo distinto: la legislacin permisivo se nospresentara
como una solucin para casos lmite de vida vegetativa,
encarnizamiento teraputico, etc. y acabarasiendo una opcin normal
ante casos de enfermedad o declive biolgico ms o menos
irreversible.
El proceso descrito responde a la ms elemental psicologa humana:
cuando algo prohibido se permite y empieza apracticarse, se va
considerando cada vez ms como normal, mxime si resulta un buen
negocio para algunos, ayuda aeliminar situaciones engorrosas para
otros y adems es defendido por algunas corrientes ideolgicas.
En Holanda se est viviendo desde hace aos una triste experiencia
de admisibilidad prctica de la eutanasia casonico en el mundo. Un
testigo de esta realidad, Richard Fenigsen, cardilogo holands, la
describe: Los mdicos decabecera holandeses practican la eutanasia
activa voluntaria en unos 5.000 pacientes al ao. La cifra ms
elevada de10.000 probablemente tambin incluya a los pacientes de
hospitales. Sin embargo, se han llegado a mencionar cifrasdel orden
de los 18.000 a 20.000 casos al ao. (...) El 81% de los mdicos de
cabecera holandeses ha realizado laeutanasia en algn momento de su
carrera profesional; un 28% realiza la eutanasia a dos pacientes al
ao y un 14%de tres a cinco pacientes al ao. (...)
Un gran nmero de personas en Holanda lleva consigo un testamento
en el que pide que se le realice la eutanasia encaso de lesiones
corporales o perturbaciones mentales de las que no se pueda esperar
una recuperacin suficientepara llevar una existencia digna y
razonable. Recientemente estos testamentos escritos han sido
reemplazados porpequeas tarjetas de crdito para una muerte fcil. En
1981 el nmero de personas portadoras de estas tarjetas erade
30.000, pero se calcula que este nmero es mucho ms alto ahora.
(...)
La aceptacin de la eutanasia activa voluntaria crece entre los
holandeses. Segn dos encuestas realizadas en aosconsecutivos, en
1985 un 70% de los holandeses aceptaba la eutanasia activa,
mientras que en 1986 lo haca un 76%(...) Mucha gente acepta que se
deba negar el tratamiento a personas con minusvalas serias, a
personas mayores eincluso a individuos sin familia. Es ms, las
encuestas demuestran que la mayora de las personas que defienden
laeutanasia voluntaria, la libertad de eleccin y el derecho a
morir, tambin aceptan la eutanasia activa involuntario, esdecir, la
negacin de la libertad de eleccin y del derecho a la vida (...)
Los mdicos holandeses dejan morir al menos a 300 bebs
minusvlidos recin nacidos; deniegan operaciones deenfermedades
congnitas de corazn a nios con sndrome de Down, negndose a
anestesiarlos; y se niegan aImplantar marcapasos a pacientes
mayores de 75 aos o a tratar de edema pulmonar a pacientes ancianos
quecarezcan de familiares cercanos. Algunos mdicos justifican estas
acciones diciendo que es inters de los pacientes elmorir cuanto
antes, pero frecuentemente la explicacin es que no se debe imponer
a la sociedad la carga de mantenervivos a estos pacientes. Estas
decisiones se toman sin el conocimiento de los pacientes y en
contra de su voluntad.
Legalizada la eutanasia, se abriran las puertas a prcticas
siniestras, pues la compasin podra ser utilizada comodisculpa para
justificar la eliminacin de los dbiles, los deficientes, los
terminales. Se hablan comprensiblespresuntos intereses pblicos en
la eliminacin de los que representan una carga para la sociedad sin
aportar utilidadmaterial alguna; hasta llegar a crear la presin
psicolgica suficiente para que se sientan casi obligados a pedir
sueliminacin quienes, por su edad o estado, se sientan carga
insoportable para los dems. No se trata de un puroejercicio de
imaginacin, y el testimonio citado as lo indica.
43. Cules son, desde la ptica del paciente terminal, los
principales efectos de la aceptacin de la eutanasia?
El principal efecto es el miedo. Miedo a que los que le rodean
puedan diagnosticar que es acreedor a la eutanasia;miedo a los
profesionales de la sanidad; miedo a los familiares; miedo a las
instituciones asistenciales.
En efecto, una sociedad en la que la eutanasia es delito
transmite el mensaje de que toda vida tiene valor, que elenfermo
terminal puede tener la tranquilidad de que los mdicos y sus
familiares se empearn en apoyar su vida y sumuerte dignas y en las
mejores condiciones. Por el contrario, una sociedad en que la
eutanasia no se persigue ni secastiga por los poderes pblicos, est
diciendo a sus miembros que no importa gran cosa que sean
eliminados si ya nose les ve futuro o utilidad. En una sociedad con
la eutanasia legalizada, el anciano o el enfermo grave tendan un
muyjustificado miedo a que el profesional de la sanidad o cualquier
persona de la que dependieran por una u otra razn, nofueran una
ayuda para su vida, sino unos ejecutores de su muerte.
44. Pero todo eso afecta a la eutanasia no deseada
voluntariamente. Si lo que se admitiera fuera slo laeutanasia
voluntaria, no se produciran efectos sociales positivos?
Este es un error bastante extendido, que la experiencia misma se
ha encargado de desmentir una y otra vez. En efecto:
a) La experiencia de los casos de eutanasia que se han visto
ante los Tribunales de los pases de nuestro entorno enlas ltimas
dcadas acredita que los partidarios de la eutanasia dan con suma
facilidad el paso que va de aceptar lapeticin voluntaria de un
paciente para ser ayudado a morir, ayudar a morir quien, a su
juicio, debera hacer talpeticin dado su estado, aunque de hecho no
lo solicite. As ha sucedido en los conocidos casos de eutanasia
deenfermos de SIDA en Holanda, del Doctor Hackethal y la enfermera
M. Roeder en Alemania o de las enfermeras delHospital austraco de
Lainz, entre otros. Si a una persona en una situacin dada es
legtimo matarla a su peticin, nada
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tiene de extrao que a quien est en la misma situacin pero sin
posibilidad de pedir la muerte se le presupongaigualmente un deseo
de morir.
b) La experiencia de la Alemania de los aos 30 y 40 de este
siglo demuestra cmo se puede pasar, fcil yrpidamente, de las teoras
cientficas pro eutanasia a la prctica de una eutanasia realizada
por motivos cada vez mssubjetivos, relativos y balades. Ciertamente
eso se vio favorecido por un entorno dictatorial, pero un entorno
distinto noasegura que el fenmeno no pueda repetirse.
c) La experiencia de Holanda, donde est ya creada una mentalidad
permisivo de la eutanasia, es que se creaparalelamente una lo
coaccin moral que lleva a los terminales o intiles a sentirse
obligados a solicitar la eutanasia.Un grupo de adultos con
minusvalas importantes manifestaba recientemente ante el Parlamento
holands: Sentimosque nuestras vidas estn amenazadas... Nos damos
cuenta de que suponemos un gasto muy grande para lacomunidad...
Mucha gente piensa que somos intiles... Nos damos cuenta a menudo
de que se nos intenta convencerpara que deseemos la muerte... Nos
resulta peligroso y aterrador pensar que la nueva legislacin mdica
pueda incluirla eutanasia.
La experiencia muestra que las campaas a favor de la eutanasia
siempre se han iniciado asegurando sus promotoresque, en todos los
casos, debe ser voluntaria, es decir, querida y solicitada
expresamente por quien va a recibir lamuerte por este
procedimiento. Pero tambin la experiencia acredita que el paso
siguiente pedir la eutanasia paraquien no est en condiciones de
expresar su voluntad: el deficiente, el recin nacido, el agnico
inconsciente es slocuestin de tiempo, porque ya ha quebrado el
principio del respeto al derecho fundamental a la vida. Es ms:
cuandose inician los debates acerca de la legalizacin de la
eutanasia siempre se produce la misma contradiccin: se insisteen
legalizar slo la eutanasia voluntaria, pero para ilustrar los casos
lmite se ponen, en cambio, ejemplos deenfermos terminales
inconscientes y, por lo tanto, incapaces de manifestar su
voluntad.
La diferencia entre eutanasia voluntaria e involuntario no
existe en la prctica: una vez legalizada la primera, fcilmentese
cae en la segunda, puesto que los casos prcticos surgen
inmediatamente, y ya est relajada la capacidad social dedefender la
vida de los inocentes.
45. Cmo afecta la eutanasia a la institucin familiar?
Dado que todos los ordenamientos jurdicos reconocen en una u
otra medida el derecho de los familiares mscercanos a decidir por
el enfermo o incapaz no posibilitado de expresar por s mismo su
voluntad, la posibilidad tericade que los familiares decidan que
procede la eutanasia introduce en las relaciones familiares un
sentimiento deinseguridad, confrontacin y miedo, totalmente ajeno a
lo que la idea de familia sugiere: solidaridad, amor,
generosidad.Esto es as sobre todo si se tiene en cuenta la
facilidad con que se pueden introducir motivos egostas al decidir
unospor otros en materia de eutanasia: herencias, supresin de
cargas e incomodidades, ahorro de gastos...
Desde otra perspectiva, en una familia donde se decide aplicar
la eutanasia a uno de sus miembros, la tensinpsicolgica y afectiva
que se genera al haber propiciado un homicidio puede ser, y es de
hecho, fuente de problemas einestabilidades emocionales, dadas las
inevitables connotaciones ticas de tal conducta.
46. Pero no puede responder cierta aceptacin social de la
eutanasia a un verdadero sentimiento decompasin hacia el que sufre
y no tiene remedio?
Desde el punto de vista puramente subjetivo, puede ser: alguien
mdico, familiar puede estar convencido de quehace un bien a otro
procurando su muerte. Pero si convirtisemos la sensibilidad
personal, los sentimientos subjetivos,en fuente de la moralidad de
los propios actos, se podra llegar a conclusiones objetivamente
inhumanas: un prncipeeuropeo medieval poda creer sinceramente que
aplicando tormento al reo le hacia un bien, puesto que de esta
maneradira la verdad y salvara su alma en el patbulo; un
estadounidense del siglo XVIII poda pensar que tener esclavos
erauna forma de ayudarlos a sobrevivir; y un padre de familia de
finales de este siglo puede pensar que matar a un hijorecin nacido
subnormal es ayudarle a evitar sufrimientos futuros.
Los sentimientos del prncipe medieval, del americano del siglo
XVIII y del padre infanticida contemporneo aludidospueden ser
subjetivamente bondadosos, pero son objetivamente inhumanos. Lo
mismo sucede respecto a la eutanasia:quien decide practicarla o
ayuda a que se practique puede actuar creyendo que beneficia a
quien da muerte, peroobjetivamente su accin es repudiable, pues est
arrogndose el derecho de decidir qu es bueno o malo para el otro.Si
la convivencia social hubiera de fundamentarse sobre los
sentimientos subjetivos, con olvido de las realidadesmorales
objetivas, no habra posibilidad de establecer normas generales de
comportamiento y estaramos en la selva,donde imperara la ley del ms
fuerte, ya que por definicin toda accin voluntaria es vista por su
autor como un bien.
47. Es, pues, posible la instauracin del egosmo bajo apariencia
de piedad?
S, es perfectamente posible, porque los hombres tendemos con
mucha facilidad a justificar cualquier medio cuando elfin nos
parece bueno. En este siglo hemos visto a relevantes intelectuales
cerrando los ojos ante los crmenesestalinistas, o incluso
justificndolos, por compartir el fin progresista que ellos suponan
en la poltica de Stalin; o aquienes han justificado atentados a los
derechos humanos perpetrados por ciertos regmenes de Sudamrica,
porcompartir el proclamado fin anticomunista de esas
dictaduras.
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En el terreno del derecho a la vida y a la integridad fsica este
fenmeno ya se est produciendo: como es bueno tenerhijos y el deseo
de ellos es natural, hay matrimonios que creen positivo tener hijos
por medio de las tcnicas dereproduccin asistida, aunque stas lleven
consigo inevitablemente la destruccin de embriones; padres buenos
ypiadosos solicitan para sus hijos subnormales la esterilizacin,
porque tratan con ello de evitar el embarazo de laincapaz; madres a
quienes se diagnostica la grave deficiencia del nio que crece en su
seno abortan para evitarle unavida desgraciada. En todos estos
casos el fin visto como bueno subjetivamente lleva a cometer
gravsimos malesobjetivos.
En principio, todos afirman que el fin no justifica los medios,
pero en la vida prctica y concreta en el caso particularque a cada
uno preocupa por desgracia no se guarda coherencia entre el eso
muchas personas buenas defiendenque, si no les afectasen
personalmente, les pareceran inadmisibles.
Con la eutanasia se est produciendo un fenmeno como el descrito:
algunas personas que se horrorizaran slo depensar que alguien pueda
matar a su padre, su esposa o su hijo, comprenden la eutanasia bajo
la presin de la imagendel dolor, la enfermedad o la degradacin:
fsica, sin ser consecuentes con la realidad de que la eutanasia
implicamatar, por muchos eufemismos con que se disfrace esta
accin.
48. Pero hay ocasiones en que la vida de algunos enfermos o
discapacitados es casi slo vegetativa. Nodeberan considerarse estas
situaciones con otro criterio?
En efecto, hay personas que piensan, incluso de buena fe, que
hay situaciones en las cuales la vida humana est tandeteriorada,
que no puede decirse que sea propiamente humana, es decir, propia
de seres racionales y libres: unenfermo con una lesin cerebral
irreversible, en estado de inconsciencia, conectado a un
respirador, puede mantenerseas mucho tiempo, pero vive una vida
puramente vegetativa, es como un vegetal; su vida no puede decirse
que seapropiamente humana; un deficiente profundo, incapaz de
expresarse y aun de conocer, inmerso irreversiblemente enlas
tinieblas de su mente daada, slo con sarcasmo puede decirse que
lleve una vida humana. Para quienes asrazonan, el mantener a estas
personas con vida es, ms que un acto de proteccin y respeto, una
forma de torturadisfrazada de humanitarismo. Es necesario, pues
concluyen, plantearse seriamente la legalizacin de la eutanasiapara
estos casos extremos y definitivos, por doloroso que sea, porque
una vida as no merece ser vivida.
49. Y no es aceptable este argumento?
No lo es, porque el derecho a la vida deriva directamente de la
dignidad de la persona, y todos los seres humanos, porenfermos que
estn, ni dejan de ser humanos ni su vida deja de merecer el mximo
respeto. Olvidar este principio porla visin dramtica de minusvalas
profundas conduce inexorablemente a hacer depender el derecho a la
vida de lacalidad de sta, lo que abre la posibilidad de colocar la
frontera del derecho a la vida con arreglo a controles decalidad
cada vez ms exigentes, segn el grado de egosmo o de comodidad que
impere en la sociedad.
Este proceso se llev al extremo con los programas eutansicos a
gran escala de la poca nazi, que se iniciarontambin con un caso
lmite de muerte por compasin, el de un nio ciego y subnormal con
slo dos extremidades,internado a finales de 1938 en la crnica
peditrica de la Universidad de Leipzig; la abuela de ese nio
solicit a Hitlerque le garantizase la muerte por compasin, cosa que
ocurri seguidamente. A partir de entonces, Hitler ordenponer en
marcha un programa que aplicase los mismos criterios de
misericordia a casos similares. El 18 de agosto de1939 se dispuso
la obligacin de declarar a todos los recin nacidos con defectos
fsicos.
La experiencia del nazismo no es de la remota antigedad o de un
pueblo salvaje y primitivo, sino de mediados delsiglo XX y de uno
de los pueblos ms tecnificados y cultos de su poca. Tampoco se
refiere a un pueblosealadamente sanguinario e inhumano, sino a un
pueblo normal, en el que slo unos 350 de los 90.000 mdicosalemanes
aceptaron la realizacin de estos crmenes, con los resultados
escalofriantes que despus se han conocido.Y todo esto fue posible
porque se acept la teora de las vidas humanas sin valor vital, es
decir, las vidas que, por suprecariedad, no merecen ser
vividas.
Este argumento en favor de la eutanasia se sustenta tambin en
otro error grave, que es el de concebir al cuerpohumano como un
objeto, contrapuesto al propio hombre como sujeto; segn eso, el
hombre seria el sujeto, que tieneun cuerpo al que puede utilizar,
manipular, incluso suprimir, en aras de la dignidad de ese sujeto
personal. Este errorprofundo niega la realidad humana, al negar que
el ser humano es cuerpo y espritu, cuerpo y mente, y que
amboselementos constituyen al ser humano de manera
indisociable.
La persona humana no es el mero espritu, al que convendran las
cualidades de la persona como sujeto: libertad,responsabilidad,
valor moral, etc., mientras que el cuerpo sera un mero objeto,
perteneciente al orden de las cosas, ypor lo tanto carente de valor
moral y de dignidad merecedora de respeto. Si se incurre en este
error antropolgico, esinevitable acabar defendiendo la eliminacin
de aquellos seres humanos a quienes la crcel de sus
cuerposdefectuosos impide el desarrollo pleno de su humanidad. Pero
la persona humana no es un sujeto pensante y libre quese haya
instalado en un cuerpo; la persona humana es (tambin) cuerpo, y por
eso el respeto a la dignidad de lapersona es absolutamente
incompatible con la falta de respeto radical al cuerpo, hasta el
punto de suprimirlo por sergravemente deficiente.
50. Si son as las cosas, no se manipula tambin el significado de
las palabras al hablar de vidasverdaderamente humanas?
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Sin duda alguna. La expresin vida vegetativa, que es un
tecnicismo que expresa la realizacin de determinadasfunciones
vitales, evoca la nocin de vegetal, con lo que se trivializa la
muerte de un ser humano deficiente, alasimilarlo vagamente a una
especie de planta. Por otra parte, la expresin vida verdaderamente
humana, aplicada aestos casos, se emplea metafricamente, en el
sentido de que es una vida humana plenamente lograda, en posesinde
todas sus posibilidades, en contraste con una vida disminuida de
hecho. Pero es evidente que la vida de un serhumano, por
deteriorada que est, no puede dejar de ser una vida humana. Y
mediante esta metfora se pretendejustificar una consecuencia la
muerte fsica que nada tiene de metafrico.
51. No puede ser la eutanasia una manifestacin de solidaridad
social?
Los defensores de la eutanasia as lo exponen conforme a la
siguiente argumentacin: la enfermedad, invalidez o vejezde algunas
personas ha llegado a extremos que convierten esas vidas en vidas
sin sentido, intiles y aun seriamentegravosas, no slo para los
familiares y allegados, sino tambin para las arcas pblicas, que
tienen que soportarcuantiossimos dispendios en prestaciones
sanitarias de la Seguridad Social y subsidios de diversa ndole, con
la cargaque eso supone para los contribuyentes. Estas situaciones
se prolongan, adems, gracias a los avances de lainvestigacin
cientfica que han logrado alargar considerablemente las
expectativas de vida de la poblacin. Porconsiguiente, el Estado
tiene el derecho, y aun el deber, de no hacer que pese sobre la
colectividad la carga delsostenimiento de estas vidas sin sentido.
El efecto de esta accin redundar en beneficio del conjunto de
lacolectividad, lo que no deja de ser una manifestacin de
solidaridad social.
El argumento de las vidas improductivas, por razones fciles de
comprender, nunca se plantea en los inicios deldebate social sobre
la eutanasia, pero tampoco faltan quienes, en foros restringidos o
en ambientes acadmicos,mencionan las vidas sin sentido como
candidatas a la eutanasia por razones socioeconmicas.
52. Es aceptable esta argumentacin?
No lo es en manera alguna. El sacrificio de seres humanos
enfermos, ancianos o impedidos para que no resultengravosos a los
familiares, o para mejorar las condiciones econmicas de la
colectividad es una manifestacin detotalitarismo, es decir, de
prevalencia de la colectividad sobre los individuos hasta el
extremo de despreciar el derechode stos incluso a vivir si son un
estorbo para aquella. Por duro que resulte, se hace preciso
recordar lo que ocurri enel rgimen hitleriano, donde bajo el nombre
de eutanasia lo que se acab realizando fue el genocidio de
osconsiderados parsitos intiles, esto es, vidas sin sentido, segn
el eufemismo de quienes propugnan la eutanasiapor razones
socioeconmicas.
De nuevo aparece aqu la perversin profunda de los valores
humanos y sociales, y queda enmascarada bajo unapresunta
solidaridad social la manifestacin ms atroz de insolidaridad, que
consiste en la eliminacin fsica de losconciudadanos gravosos,
molestos o Intiles. No estamos, pues, aqu, slo ante una
tergiversacin del sentido de laspalabras, sino ante su completa
vuelta del revs.
53. Si tan rechazable es la eutanasia, cmo es que hay personas y
grupos que promueven socialmente suaceptacin?
El hecho de que ciertas legislaciones, o determinados
comportamientos sociales, sean rechazables y aun monstruosos,no
significa que sean vistos siempre as por todos en todas las pocas.
La historia est plagada de ejemplos a esterespecto. En el caso de
la eutanasia en este tiempo presente, lo primero que hay que decir
es que las personas y losgrupos que apoyan una legislacin eutansica
constituyen una minora exigua en relacin con el conjunto de
lasociedad. Pero esto no quiere decir que en un futuro no pueda
aumentar esta proporcin, porque es perceptible queestn en marcha
campaas de influencia sobre la opinin pblica en este sentido.
54. Existen estas campaas? En qu consisten?
Por desgracia, existen, del mismo modo que existen en relacin
con el aborto, segn se ha podido saber cuandoalgunos de
suspromotores comprendieron el alcance terrible de su trabajo, se
arrepintieron pblicamente y dieron aconocer las tcnicas de que se
hablan servido para intoxicar a la opinin pblica.
Las campaas tendentes a promover opiniones favorables a la
eutanasia suelen desarrollarse de esta manera:
- lo primero que se presenta es un caso lmite: se busca un
ejemplo de situacin terminal especialmente llamativa queexcite la
sensibilidad colectiva para justificar la eutanasia en ese caso tan
dramtico y singular. Admitido un caso,desaparecen las razones
serias para no admitir otros parecidos, y otros ms, en una
pendiente cada vez mspermisiva. Es el mismo proceso que hemos visto
ya respecto al aborto: aqu la nia oligofrnica violada por su padre
essustituida por el enfermo intubado con funciones slo vegetativas,
para generar un sentimiento de compasin en laopinin pblica que la
conduzca a estar a favor de que se arregle ese problema. A la vez
se silencia que arreglar eseproblema supone matar, como en las
campaas pro aborto se oculta que arreglar el problema de la nia
violada es,en la propuesta abortiva, matar a un ser humano.
- esto se complementa con eufemismos ideolgicos y semnticos,
aprovechando la complejidad conceptual yterminolgica que reviste el
fenmeno de la eutanasia segn se ha explicado en el captulo I. As,
no se hablar nuncade matar al enfermo o, ms suavemente, de quitarle
la vida siquiera, sino de ayudarle a morir, facilitarle la
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culminacin de la vida, lograr su auto liberacin, etc.,
eufemismos que intentan apartar la atencin de la realidadmaterial
de lo que se preconiza: que un hombre pueda impunemente matar a
otro.
- paralelamente, a los defensores de la vida frente a la
eutanasia la se les procura presentar como
retrgrados,intransigentes, contrarios a la libertad individual y al
progreso, etc.; de este modo el debate se distrae y no se
escuchancon serenidad y ecuanimidad las opiniones a favor de la
dignidad humana, sino a travs de los prejuicios creados sobresus
defensores.
- como quiera que muchas confesiones religiosas, especialmente
las de raz cristiana no slo la Iglesia Catlica,desde luego,
reaccionan vivamente contra los intentos de legalizar la eutanasia
dada su gravedad moral, se pretendetransmitir la falsa idea de que
la eutanasia es una pura cuestin religiosa, ntima, de mera
conciencia individual, y que,por lo tanto, mientras la eutanasia no
sea obligatoria debe aceptarse en una sociedad pluralista.
Como complemento de estas estrategias se promueven encuestas
para afirmar a continuacin que la mayora de losciudadanos, de los
mdicos o de los enfermos de cncer estn a favor de la eutanasia. La
experiencia universal enmateria de eutanasia es que esas encuestas
no son fiables, dada la confusa terminologa al respecto y
loscomponentes emocionales del tema: segn cmo se planteen las
preguntas y se interpreten las respuestas se puedenconseguir
resultados interpretables de cualquier manera. Recientemente en
Espaa hemos visto un caso modlico alrespecto: los titulares de
prensa anunciaban que, segn una encuesta, la mayora de los mdicos
de Barcelonaestaban a favor de la eutanasia. Analizado el contenido
real de tal encuesta, resulta que los tales mdicos estn encontra de
la obstinacin teraputica y en contra de la eutanasia, es decir,
opinan lo mismo que lo que expresa estedocumento, pero su opinin ha
sido manipulada en servicio de una idea que no comparten.
55. Sin embargo, no es verdad que pretender que la eutanasia sea
perseguida como delito supone que unaparte de la soledad pretende
imponer a otra parte su propia moral o religin?
No, en modo alguno. La defensa de la dignidad de la persona y de
sus derechos, incluido el primero de ellos, que es elderecho a la
vida, ha de ser fin primigenio de la sociedad y del Estado, pues de
lo contrario la institucionalizacin por lasociedad del poder pblico
y los instrumentos de ste, como el Derecho, no seran ms que
expresin de violencia alservicio de la pura fuerza.
Defender la vida frente a la eutanasia (como frente al aborto
provocado) no es una postura religiosa, sino humanista,aunque a
ella puedan coadyuvar motivos religiosos en el caso de los
creyentes.
Las sociedades y los Estados tienen obligacin de poner los
medios, tambin los jurdicos, para que no se mate aseres humanos, y
por tanto, tambin para que no se practique la eutanasia, que es una
forma de matar; del mismomodo que tienen obligacin de poner los
medios para que no se asesine, se viole o se robe. Cuando el Estado
prohibey sanciona la violacin no est defendiendo la moral catlica
de forma intransigente frente a otras opiniones, aunquecoincida con
la moral catlica en que la violacin debe ser rechazada. Lo mismo
sucede respecto a la eutanasia.
56. Si, a pesar de todo, en una nadan concreta se diese un
consenso mayoritariamente favorable a la eutanasiaen determinados
casos especialmente graves no sera admisible tal prctica en esos
casos?
No. Lo nico que pasara es que los poderes pblicos no perseguiran
ni castigaran a quienes mataren a otros en lossupuestos eutansicos,
porque habran admitido la legitimidad de la violencia y la pura
fuerza como criterio reguladorde la relacin entre los
particulares.
En tal caso la eutanasia regula siendo lo que realmente es: el
acto por el que un ser humano da muerte a otro. Y esteacto aunque
se haga con el beneplcito de las leyes es intrnseca y esencialmente
reprobable, como lo esdiscriminar a la mujer respecto al hombre en
Irak, o torturar y matar judos, o anticomunistas, o comunistas en
laAlemania nazi, la Camboya Jmer o ciertas dictaduras
hispanoamericanas recientes, respectivamente. El que las leyes ylos
poderes pblicos amparen conductas contrarias a la dignidad humana
no hace a tales conductas lcitas, sino a talesleyes rechazables e
ilegtimas por inhumanas.
57. Respecto a la eutanasia se limitan las obligaciones de la
sociedad a su persecucin como delito?
Evidentemente, no. La sancin penal es una ltima garanta frente a
las actitudes homicidas, pero no es sta la nicamedida operativo en
el terreno real en que se evita la eutanasia: Tan importante, o
acaso ms, y desde luego previa ala norma penal, es la actitud de
las personas y los grupos sociales frente al enfermo, al anciano,
al minusvlido.
La mentalidad eutansica prospera mejor en un clima social de
rechazo a todo lo que suponga sacrificio, esfuerzo porel otro,
preeminencia de lo inmaterial sobre lo material. Si los valores
predominantes son el culto al cuerpo, el bienestarmaterial, el
egosmo ajeno a la solidaridad humana, el desprecio a la familia y
el economicismo materialista y sta esuna realidad en auge en
nuestra sociedad, nada de extrao tiene que una concepcin de la vida
basada en el puropragmatismo utilitarista caracterice la actitud de
algunos frente a quienes son vistos no como seres humanos, sinocomo
fuentes de gastos que no aportan ingresos; no como miembros
queridos de la familia, sino como obstculosinadmisibles para el
desarrollo personal; no como pacientes, sino como sobrecarga
absurda de trabajo sin sentido.
Si queremos que en nuestra sociedad los hbitos de conducta y los
valores respetados sean coherentes con undeseable humanismo y, por
tanto, reacios a prcticas como la eutanasia, ser preciso que en tal
sociedad:
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vida humana y la actitud de los catlicos Pgina 17 de 28
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Biomdicas. Universidad de Navarra. http://www.unav.es/cdb/
- la muerte no sea un tema tab, sino un hecho natural que forma
parte de la vida humana como el nacer, el crecer, lacondicin
sexuada o la inteligencia; nadie ni jueces, ni legisladores, ni
mdicos se pueda atribuir el derecho adecidir que algunos seres
humanos no tienen derechos o los tienen en menor grado que los dems
por susdeficiencias, color, sexo, edad o estado de salud;