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R Sauvagna~ R. Sauvagnat
Fenmenos elementales y estabilizaciones en las psicosis
manaco-depresivas
Mis padres, abuelos, bisabuelos, mis hermanos y hermanas y toda
mi familia, as como los parientes prximos, los familiares, yen
particular todos mis amigos y amigas, mis conocidos, tanto hombres
como mujeres, as como las personas menos allegadas que en el curso
de estos ltimos aos se han relacionado conmigo, tanto los militares
como los empleados, mis relaciones mundanas y financieras, muy a
menudo me han mentido, engaado, insultado, despreciado,
ridiculizado, burlado, escarnecido, deshonrado, maltratado,
golpeado, apaleado.
Autobiografa de un paciente manaco comunicada por Aschaffenburg,
Die Ideenflucht, p. 326, citado por H. Liepmann.
Existen fenmenos elementales caractersticos de la psicosis
manaco-depresiva7 Sabemos que, estrictamente hablando, J. Lacan
reelabor esa expresin a principios de los aos treinta para hablar
de la paranoia; tal reelaboracin corresponda, como hemos sealado en
otro lugar l , a tres temas de inters: l.-La posibilidad de aislar
sntomas (incluso uno solo) patognomnicos de la psicosis, aunque
posiblemente fuesen bastante discretos. Es sabido que aparecen en
el momento del desencadenamiento, pero tambin antes o despus.
2.-Estos sntomas mnimos resumen el conjunto de la problemtica
delirante ulterior. 3.-Estos sntomas mnimos tambin seran capaces de
proporcionar datos relevantes respecto a los modos de estabilizacin
que pueden ser tenidos en cuenta para un paciente determinado. No
insistiremos sobre la importancia de esta problemtica en nuestro
campo, ya que es fundadora de la concepcin lacaniana del
tratamiento de las psicosis.
Por lo tanto, planteamos acerca de la
Ver nuestra revisin sobre este tema: De quoi les phnomenes
lementaires sont-ils 1'indice, en Psychose unique, obra colectiva,
Masson, 1991.
PMD la misma pregunta que plante Neisser en 1892 a propsito de
la paranoia: Existe un sntoma que permanezca siempre igual a lo
largo de la enfermedad7. Creemos que se puede responder: es la
forma en que la instancia de lo real se muestra insuficiente para
detener la cadena significante. Un ejemplo citado por Lacan en una
de sus interviews, la realizada en Lovaina, ser probablemente lo
bastante locuaz: se trata de una paciente que suea que la muerte ya
no existe. Parece evidente que la inquietud experimentada por Lacan
respecto a ella tiene que ver con la amenaza de un acceso manaco o
melanclico.
Desde esta perspectiva, el afecto de tristeza o de elacin no es
algo esencial en s mismo; si hay alguna razn para pensar en el
afecto es como aviso de lo real, sensacin de que algo no va bien en
lo real, de que ya nada puede dominar la cadena significante.
Recordaramos adems que la capacidad de detener la cadena
significante, de extraerse a s mismo de ella, de bajarse de ella en
marcha, etc., debe ser referida a la funcin paterna, como bien lo
muestra el pequeo Hans cuando deseando escapar del pequeo circuito
materno evoca el gran
Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 1998, vol. XVIII, n.o 67, pp.
459-470.
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(42) 460 F. Y R. Sauvagnat
circuito en el que convoca a su padre, en tanto que padre real,
precisamente para que le ayude a bajarse del tren y a llegar a algn
destino, incluso aunque se trate de una estacin equivocada. Esta
desaparicin de una suplencia capaz de limitar eficazmente la cadena
significante podra quiz escucharse tras los ejemplos de recadas
manacas que da Henri Ey en sus Estudios2
Creemos que la literatura acerca de estos trastornos de la
temporalidad puede releerse a partir de esa imposibilidad de
interrupcin, de articulacin de lo simblico por lo real, lo cual ha
sido en general entendido como trastorno de la temporalidad.
Los trastornos afectivos: un malentendido duradero
En la actualidad, la presencia de fenmenos elementales en la PMD
apenas se considera evidente. Varias razones pueden explicar esta
situacin de hecho: la insistencia casi exclusiva sobre el carcter
afectivo de la PMD, as como ciertas caractersticas subjetivas de
los pacientes afectados3
Centrmonos de momento sobre el primer aspecto. El carcter
afectivo de estos trastornos, engaosamente evidente, destacado ya
desde los trabajos ms antiguos, tuvo la desventaja de evocar a su
respecto una misteriosa organicidad, hasta hoy no elucidada4, a
partir de lo cual era difcil delimitar un fenmeno elemental
enten
2 Ey, H. (1954), tudes psychiatriques, vol. 111, p. 52.
3 Sobre este ltimo aspecto, ver nuestro C. F. Meyer ou le
dvoilement mlancolique, postfacio a Les souffrances d'un enfant, de
C. F. Meyer, Anthropos, 1996.
4 Ver al respecto nuestro informe para la Directiva de la ECF:
Impact actuel des neurosciences sur la psychanalyse, septiembre,
1996.
COLABORACIONES
dido en el sentido que sealbamos ms arriba. Los pacientes, segn
esa perspectiva, slo podan dar testimonio de su fondo mental, como
ya deca J. P. Falret. Desde ese punto de vista, el melanclico no
hara otra cosa que manifestar su afliccin, el manaco exhibira su
agitacin o su jovialidad pcnica, y, por el contrario, los sujetos
que se encontrasen en intervalos libres slo mostraran la normalidad
de su humor; resumiendo, lo afectivo gobernara las manifestaciones
delirantes, y como dicen los reduccionistas con su duro lenguaje,
todos ellos cimentaran la hiptesis biolgica, gentica, etc., de una
organicidad sin fisuras de la PMD, a despecho de los resultados un
tanto aleatorios de los tratamientos derivados de esa
conclusin.
Ya Emminghaus, a finales del siglo XIX, en el ambiente cientfico
de la mitologa cerebral, haba intentado separar bajo el trmino de
hiperalgesia (en unin, en cuanto a esto, de Krafft-Ebing, quien sin
embargo prefera el vocablo hiperestesia recordando modestamente que
su concepto era ms que nada descriptivo) un sntoma afectivo
fundamental de la melancola: como resultado de una lesin del
sistema nervioso central, el paciente se vera ms fcilmente
afligido, esa afliccin sera dolorosa, y los concomitantes
trastornos de las representaciones slo seran la consecuencia de
todo lo anterior. Varios autores intentaron as apoyarse sobre la
idea de que una cierta continuidad de esos sntomas afectivos sera
una caracterstica de la entrada en la mana o en la melancola, lo
que bastara para distinguirla, ya desde ese estado, de la entrada
en la paranoia, en la cual la falta de continuidad, el carcter
ondulante (das Undulieren, segn el trmino de Berze) de los sntomas
afectivos, la perplejidad, etc., seran la regla, segn los mis
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Sobre las psicosis manaco-depresivas 461 (43) COLABORACIONES
mos autores que, como Specht o como Margulis, insistan en la
presencia de este componente afectivo en todos los trastornos
psicticos. Sin embargo, resulta de inters tomar nota de que el
carcter afectivo de los trastornos del humor era puesto en duda por
autores como el wundtiano Berze, quien, en su obra sobre el sntoma
primario de la paranoias, subrayaba que uno se podra incluso
preguntar si el sntoma humor jovial (heiter) o su contrario, humor
triste, deban realmente ser considerados sntomas primarios, o si
por el contrario no estaran ms bien detenninados por modificaciones
de las asociaciones de ideas en el caso de la mana, y por su
inhibicin en el de la depresin.
En esta lnea, toda una serie de trabajos discurri en tomo a la
cuestin del sntoma llamado fuga de ideas, entendido como un
trastorno del curso de las representaciones mentales; dicho de otro
modo, de las relaciones entre el sujeto y el significante. Resulta
bastante cmodo agrupar estos trabajos mediante la nocin de
trastornos de la temporalidad, y pasando revista rpidamente a los
ms interesantes trataremos de mostrar qu partido podemos
sacarles.
Fuga de ideas y ausencia de un significante ordenador
(Obervorstellung)
Nuestro rpido recorrido nos llevar primero a fijamos en cierto
nmero de aspectos sobresalientes del debate instaurado a partir de
finales del siglo XIX, mayoritariamente en el mbito germanfono,
acerca de la cuestin de la fuga de ideas.
El inters por la fuga de ideas parece ha-
Berze, Joseph (1903), ber das Primiirsymptom der Paranoia,
Halle, Carl Marhold.
ber sido correlativo a la aparicin de un procedimiento que
pennita al clnico estudiar framente el fenmeno sin dejarse aturdir
por l. Uno se poda entonces preguntar qu mecanismos se ponan en
juego: aceleracin, falta de control, y en este ltimo caso, cul es
la funcin que normalmente controla el flujo de nuestro pensamiento.
Sealaremos simplemente que, desde Aschaffenburg6, introductor del
test de asociaciones de ideas en psiquiatra (siguiendo los consejos
de un paciente manaco), el estudio emprico muestra con frecuencia
una rapidez del habla relativamente normal a pesar de las
apariencias7 Por el contrario, la invasiva prevalencia de
asociaciones de ideas externas parsitas puede llegar hasta el 80%8.
Por lo tanto, y sobre todo entre los autores de sensibilidad
fenomenologista, tiende a imponerse la idea de que la mana se
tratara ante todo de un trastorno de la organizacin de las
asociaciones que provocara una curiosa nivelacin no jerarquizada de
las asociaciones posibles, antes que de impulsiones verbales
(Rededrang de Aschaffenburg), de un trastorno psicomotor o de una
degeneracin del carcter (Wernicke).
A partir de 1903 los debates se van a centrar en el papel de
ciertas representaciones que tendran un valor organizador del
discurso normal, pennitiendo al sujeto no descarrilar (entgleisen),
como dicen los autores alemanes, hacia asociaciones de
6 Aschaffenburg, Die Ideenflutch, Psychologische Arbeiten, 1902,
IV, 2.
7 Este dato ha sido constantemente confirmado desde entonces, lo
que no impide a ciertos autores recientes hablar an, un poco
mecnicamente, de aceleracin manaca.
8 Segn Isserlin (en Psychologische Unersuchungen ber
Manisch-depressive Psychosen, Monatschrift jr Psychiatrie und
Neurologie, 1907, XXII), quien registra una proporcin inversa de
asociaciones externas e internas entre mana y melancola.
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(44) 462 F. Y R. Sauvagnat COLABORACIONES
ideas sin relacin con la finalidad principal del discurso. Al
parecer es Heilbronner9 quien introducir esta cuestin en el debate.
l pensaba que era necesario transportar la teora del nivelamiento
propuesta por Wemicke, desde el terreno del carcter al de la
inteligencia. Lo que falta en el manaco, estimaba Heilbronner, es
un cierto tipo de representacin que regule el curso del
pensamiento10.
El mdico y filsofo berlins Hugo Liepmann, en su obra clsica ber
Ideenflutch Il , de 1904, cree que no se trata simplemente de un
problema de asociacin de las ideas entre s; lo que se presupone en
el pensamiento ordenado es la unin de las uniones, es decir, una
representacin ordenatriz, una Obervorstellung12. Esta unin de
uniones, segn l, est apoyada normalmente sobre la atencin, la
preferencia ejercida por la atencin sobre ciertos contenidos del
pensamiento con respecto a otros13.
Estima que lo que prevalece en la fuga de ideas es una unin en
funcin de la contigidad o de la similitud, en funcin de las
mecnicas reglas de lo ms corriente. Si se llega a fijar la atencin
de un manaco,
9 Heilbronner, ber epileptische Manie nebst Bemerkungen zur
Ideenflustch, Monatschrift fr Psychiatrie und Neurologie,
1903,4.
10 Heilbronner defini la fuga de ideas de la manera siguiente:
una serie de representaciones en la cual los elementos correlativos
estn ligados mediante afinidades internas, mientras que desaparece
la posibilidad de evocar una afinidad asociativa directa entre
elementos alejados en la cadena asociativa.
11 Liepmann, H. (1904), ber Ideenflutch. BegrifJbestimmung und
psychologische Analyse, Halle, Carl Marhold. Segn Mauz (en K.
Kolle, Grosse Nerveniirtze, vol. 11, Thieme, 1959), Liepmann fue
discpulo de Wernicke; puede ser adscrito a la Escuela de Breslau,
cuya caracterstica, como hemos recordado en varias ocasiones, era
la minuciosidad de sus descripciones clnicas.
12 Liepmann, op. cit., p. 81. 13 Liepmann, ibidem.
explicaba Liepmann, su fuga de ideas debe poder detenerse14 Es,
sin embargo, reacio a admitir que no puede subordinar totalmente la
presencia de una Obervorstellung a un mecanismo atencional.
Esta Obervorstellung ser entendida de modo diferente por el
filsofo y mdico R. Honigswald (de Breslau), ligado a la tradicin
neokantiana y en particular a Natorp, en su clebre obra sobre la
psicologa del pensamiento15 Para l, el nivel psicolgico debe ser
comprendido como intencionalidad, como sentido inalienable, y no
puede ser reducido a un simple mecanismo: incluso en el no-querer,
o hasta en el no ser querido, hay Meinen (un querer-decir); incluso
si esto no es querido, es mo (mein) y tiene un sentido (Meinung). Y
segn Honigswald, de algn modo se es siempre el caso en la fuga de
ideas.
En su obra titulada La psicologa del pensamiento, Honigswald
afronta el fenmeno de la prdida del hilo separando el punto de
vista psicolgico del punto de vista diagnstico. Distingue entre el
perder el hilo y el arrancamiento del hilo; este ltimo fenmeno
supone una prdida de la conciencia, mientras que el primero an
permitira a la conciencia paliar la prdida y, a veces, reencontrar
lo perdido. Incluso aunque perder el hilo no sea exactamente lo
mismo que la fuga de ideas, ambos tienen en comn la prdida de un
principio organizador. De la misma forma --escribe Honigswald- que
en la prdida del
14 Asimismo, Minkowski refera que uno de sus colegas le haba
manifestado que si se llegaba a fijar la atencin de un paciente
sobre un acontecimiento pasado, sera posible detener la deriva
manaca (Minkowski, Le temps vcu, Pars, L'volution Psychiatrique,
1933, p. 277.
15 R. Honigswald, Denkpsychologie, 1.8 ed., Leipzig, Teubner,
1920.
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Sobre las psicosis manaco-depresivas COLABORACIONES
hilo (con su conciencia de haber perdido el camino, del mal
camino emprendido y de la posibilidad de encontrar el bueno), en
los sntomas de quien sufre fuga de ideas lo que domina asimismo
-como igualmente vemos en la fuga ordenada de ideas descrita por
Wernicke- es un orden sui generis, pero que no podemos ignorar;
tambin all hay, como se ve en el discurso de los pacientes, una
forma de organizacin16 particular. El intencionalismo de Honigswald
tendr una influencia decisiva sobre trabajos ulteriores,
notablemente sobre los de Bingswanger (en uno de sus muy poticos
artculos de 1931 en el que describe el estar-all festivo del
manaco), los de Minkowski o tambin los de I. Hermann.
Cuando J. Lacan retoma esta cuestin en 1963, insiste sobre el
hecho de que el objeto del deseo, como limitacin de la cadena
significante, no parece ya desempear su papel. El objeto a es
definido entonces como un ms-ac de la intencionalidad, de una forma
que nos parece intentar a su manera responder a la pregunta
planteada por Liepmann sobre la detencin de la fuga de ideas. En el
estado manaco, subraya Lacan, el sujeto no est entonces lastrado
por ningn a, lo que le entrega a veces sin ninguna posibilidad de
libertad a la metonimia infinita y ldica pura de la cadena
significante17. En verdad, la solucin indicada por J. Lacan, en la
cual la constitucin del objeto a ser condicin previa a todo lo que
la corriente husserliana designaba como flujo originario previo a
toda intencionalidad, era en cierto modo lo opuesto a la que dise
la corriente fenomenolgica. Pero sin embargo, ya que se sita
den
16 Op. cit., p. 67. 17 Lacan, J.: L'angoisse. seminario 1963-64,
no
publicado.
463 (45)
tro de esa tradicin, nos invita a estudiar, caso por caso, de qu
manera pudo ser afianzada con anterioridad una cua en la cadena
significante, aunque fuese por medios que slo analgicamente se
parecen a una respuesta a la falta del Otro mediante la falta del
sujeto (solucin neurtica), ejemplo de obliteracin de un Otro
absoluto del que el sujeto se hace garante sin falla.
Pero precisamente existan en la clnica casos en los que el
sujeto, incontestablemente manaco, llegaba no obstante a limitar su
fuga de ideas reducindola a cierta temtica. Esta sintomatologa,
prcticamente ignorada por los autores franceses, fue objeto de un
debate interesantsimo, en la medida en que permita plantear la
cuestin de qu diferenciaba con exactitud la fuga de ideas ordenada
de la que no lo era, pero tambin permita concebir aquello que en
sujetos que no presentaban esos sntomas aseguraba una limitacin de
la alienacin a la cadena significante.
La cuestin de la fuga ordenada de ideas
Wernicke parece haber sido uno de los primeros en describir
casos de fuga de ideas en los que la nivelacin de las
representaciones no es completal8, llegando el sujeto a mantener su
fuga de ideas en el
18 Wemicke, Grundriss der Psychiatrie. p. 347. Segn l, lo que
diferencia el primer estado morboso de la facilitacin de la
actividad asociativa es el hecho de que el sujeto no se contenta
con ir de A a Z por el camino ms corto, sino que cada elemento de
la cadena asociativa entre A y Z ser a su vez punto de partida de
excursos asociativos que en estado normal corresponden a
asociaciones subsidiarias reprimidas. Sin embargo, existen casos en
que un cierto dominio de s mismo o un cierto toque de asamblea
siguen vigentes; en estos casos est asimismo conservado un lazo con
la asociacin principal (Hauptassoziation), y
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(46) 464 F. Y R. Sauvagnat
interior de un cierto horizonte semntico, constituyendo de hecho
un cierto modo de estabilizacin. Este fenmeno clnico,
lastimosamente ignorado por los especialistas franceses, fue
llamado despus fuga ordenada de ideas, pennitiendo a Heilbronner
criticar el carcter de todo o nada (o bien hay representaciones de
la meta o bien no las hay) de las concepciones al uso.
Liepmann permaneci firme en sus posiciones respecto a la
presencia de fuga ordenada de ideas en algunos manacos: el
verdadero criterio de la representacin jerrquicamente superior
normal no puede ser otro que la atencin; en los dems casos, la fuga
manaca de ideas slo est camuflada; segn l, la cultura adquirida
previamente no es uil factor que facilite este equilibrio
inestable; si algunos manacos producen series asociativas
ordenadas, o bien se trata de series que fueron memorizadas con
anterioridad, o bien de asociaciones habituales que crecen a
semejanza de las pseudomorfosis cristalogrficas minerales; o tambin
puede ocurrir que el paciente produzca series19. En efecto, en esta
clase de casos, cuyo prototipo lo constituyen los ejemplos
proporcionados por Aschaffenburg, uno de los cuales pusimos como
exordio de nuestro trabajo, slo hay una ligera fuga de ideas, el
paciente retoma el hilo; de forma casi milagrosa, se mantiene una
cierta Obervorstellung en cuanto al gnero de las especies
descritas. Pero mientras que el sujeto normal integra sus
representaciones bajo el dominio de una representacin ordenatriz
sometida a su vez a otras sobrerrepresentaciones en funcin de una
tarea determinada por los
este es, seala Wemicke, el caso particular de las mentes que han
recibido una slida educacin (streng geschulten).
19 Liepmann, op. cit., p. 74.
COLABORACIONES
mecanismos de la atencin, en el sujeto que presenta fuga de
ideas, por el contrario, la representacin ordenatriz no surge de
ningn lugar detenninado, ni est sometida a otra representacin
ordenatriz, ni tiene ninguna relacin con la situacin. Aunque
Liepmann admite que puede haber grados entre la fuga de ideas pura
y el estado normal, la liberacin de las sujeciones de la atencin es
la diferencia detenninante para l. En los hipomanacos que han
mantenido en un cierto grado el dominio de las representaciones
ordenatrices, se ve surgir, como entre parntesis, un conjunto de
asociaciones liberadas de ese control; la atencin se libera
entonces del objeto principal, pero llega a retomar a l.
La posicin de Honigswald es diametralmente opuesta. Resumiendo,
para l la fuga ordenada de ideas no sera excepcional en la mana,
sino que ese sera ms bien el caso general. Lo que le falta al
paciente que tiene fuga de ideas -estima Honigswald- no es la
conciencia del orden en tanto que tal, sino la articulacin de la
conciencia de organizacin correspondiente a la relacin entre las
tareas principales y las subsidiarias, el lazo entre las ideas y el
distinguir entre las ideas. La atencin no es simplemente el haz de
luz de un proyector, como quera Liepmann, sino una conciencia de
relacin, la de un orden de rango y una articulacin (Gliederung) de
tareas. En la fuga de ideas, segn Honigswald, no falta la
organizacin, simplemente se nivela por igual, se hace uniforme, lo
que equivale a decir que su articulacin desaparece. Concepcin que
parece autorizar a poner de nuevo en primer plano la cuestin de las
suplencias en la psicosis manaco-depresiva, aunque Honigswald
personalmente no ir en ese sentido.
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Sobre las psicosis manaco-depresivas COLABORACIONES
Hermann y su utilizacin de la lectura honigswaldiana de lafuga
ordenada de ideas en el caso Cantor
Cuando el psicoanalista hngaro lIme Hennann20, a finales de los
aos cuarenta, se interesa por el matemtico psictico Georg Cantor,
intenta comprender su pensamiento a partir de los principios de la
psicologa del pensamiento definida por Honigswald, que sobre todo
consiste, como hemos visto, en percibir un principio de ordenacin
latente all donde la clnica organicista no quiere ver ms que
dficit.
As defini Hennann su propia utilizacin del pensamiento de
Honigswald21
Nuestro trabajo psicopatolgico -explica- tiene el objetivo de
encontrar modelos, psquicos y comprensibles, de las fonnas
originarias que se pueda encontrar en otras configuraciones, que
sean apropiados para las estructuras del pensamiento
(Gedenkbilden), y que permitan interpretarlas; a partir de ah, los
propios modelos llegan a ser susceptibles de una interpretacin
psicolgica ms elaborada. Los modelos no abarcan la totalidad de las
estructuras de pensamiento sino solamente uno de sus contenidos
parciales.
A partir del propio pensamiento de Cantor, creemos poder llevar
a cabo una investigacin sobre los modelos inconscientes, no
derivables de modo lgico, enraizados en el mundo afectivo y que
tienen su base en el terreno psicolgico. En efecto, en una carta
escribe Cantor que el estilo y la economa de sus estudios son algo
suyo, pero que el contenido no debera
20 Hermann, 1. (1948): Denkpsychologische Betrachtungen im
Gebiete der mathematischen Mengenlehre, Schweizerische Zeitschrift
fr Psychologie, 7-8, 1948-1949.
21 Op. cit., p. 190.
465 (47)
ser atribuido a sus mritos, pues no era ms que su escribano y
reportero (Schonfliess, 'La crise de la cration mathmatique
cantorienne', Acta Mathematica, 50, 1928, carta del 31-1-84).
Adems, es preciso indicar tambin que Cantor encuentra los primeros
peldaos para la elaboracin de cualquier clase de concepto en la
determinacin de un nombre o de un signo, al cual se asocian
diversos predicados, a veces en nmero infinito, con la condicin de
que no sean contradictorios entre s (Cantor, Grundlagen der
Mengentheorie, p. 15): en ese sentido, la creacin de conceptos es
una autntica creacin de conjuntos. Cantor menciona tambin el hecho
de que a causa del esfuerzo necesario para la elaboracin de esas
nociones, puestas en peligro por la ambicin y la atraccin de lo sin
lmite, necesitaba criterios inhibidores para elaborar conceptos
nuevos.
La fuga ordenada de ideas, explica Hermann, proporciona un
modelo incontestable del concepto cantoriano de conjunto: la unin
de elementos en un tod022 El paciente que tiene una fuga ordenada
de ideas -siempre bajo la presin de la amenazante descoordinacin de
su pensamiento, y con miedo a perder el hilo (cfr. Honigswald!),
como ocurre en la fuga desordenada de ideas- pone en marcha todo lo
que puede para mantener unidos los elementos de su
22 Segn Hermann, no es slo que Cantor fuese especialmente
entusiasta, sino que adems los diagnsticos emitidos en la clnica de
Halle en 1904, 19078, 1911-12 Y 1917-18, ratifican los de psicosis
manaco-depresiva y fases agudas de mana, que l propone. Hermann
considera que los conceptos cantorianos de continuo, orden y tipo
de orden son similares a la problemtica tpica de la fuga ordenada
de ideas (nivelamiento uniforme de las ordenaciones, aparicin de
nuevos criterios de orden, prdida del hilo, es decir, de la
continuidad del pensamiento). No evocaremos aqu las facetas
paranoicas de Cantor, en absoluto incompatibles con la construccin
de la teora de conjuntos.)
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(48) 466 F. Y R. Sauvagnat
pensamiento con la ayuda de representaciones de orden superior,
o, como tambin podra decirse, con la ayuda de leyes de parentesco.
De hecho, Hermann desborda el molde conceptual proporcionado por
Honigswald; ste no haba dicho, como antes vimos, que en el caso de
la fuga ordenada de ideas los pacientes tengan conciencia de lo que
es una organizacin de orden superior, pudiendo llevar a cabo una
aplicacin inmediata de la misma; ni que tengan la sensacin de
perder el hilo y que, a falta de controlar cada una de sus
proliferaciones, hagan esfuerzos desesperados por mantener sus
asociaciones en el interior de un cierto mbito.
El caso es que a Hermann la creacin cantoriana le parece con
claridad el resultado de ese esfuerzo: proponer varios tipos de
infinitos de modo que se llegue a crear una realidad de orden
superior capaz de controlar la fuga de ideas.
Encontraremos ecos de tal lectura de Cantor en la propuesta de
J. Lacan de 196723 , cuando evoca lo que el deseo del analista debe
recuperar de la epopeya cantoriana: saber hacer de su no-saber un
marco comparable a lo que fueron los transfinitos para Cantor. Lo
cual, ciertamente, da un especial colorido a lo que Lacan, en
diversas ocasiones posteriores, dir acerca del carcter
manaco-depresivo del final de la cura: la semejanza reside
visiblemente en el establecimiento de un lmite de la cadena
significante, incluso aunque la construccin de lo que permite la
travesa del fantasma del neurtico no pueda uniformemente ser
identificada con las caractersticas de la forclusin manaca.
23 Lacan, J. (1967): Proposition sur le psychana1yste de l'cole,
Scilicet, n.O 1, 1968.
COLABORACIONES
Los dos tipos de temporalidad segn Honigswald
Otro aspecto de las ideas de Honigswald tenido muy en cuenta por
sus contemporneos fue su distincin entre dos tipos de temporalidad:
lo vivido inmanente y lo vivido transitivo (erlebnissimmanente und
erlebnistranseunte)24. Segn explica el autor, la vivencia
transitiva del tiempo designa la localizacin de lo vivido y de sus
signos en extensin, aquello que es mensurable en el tiempo.
Determina el lugar de lo vivido como un acontecimiento entre otros;
es lo temporal en tanto que viene a determinar la localizacin
temporal de lo vivido, es lo objetivo-mensurable. Por el contrario,
lo vivido inmanente designa una relacin con el tiempo distinta, lo
temporal en lo vivido (nocin muy prxima a lo que describir
Minkowski en trminos bergsonianos); es, en resumen, la sensacin
subjetiva, inmanente, de la duracin. Pues, subraya Honigswald, la
psicologa del pensamiento consiste precisamente en reflexionar
acerca del tiempo psicolgico, a travs del tiempo de presencia, con
todas sus metamorfosis; hay entonces que poner en relacin tiempo
inmanente y tiempo transitivo en una unidad vivencia!. Esto se
realiza paradjicamente en la atemporalidad del acto intencional
dirigido sobre un objeto. En tanto que todo querer decir (Meinen)
es un querer decir algo, la relacin con un objeto siempre se da en
el acto del querer decir. Pero esta relacin es
24 Hnigswald, op. cit., p. 84 Y ss. Este autor no cita casi a E.
Husserl, cuyo Curso de 1904-1905 se refera en particular a esta
distincin, fundadora en muchos aspectos de la nocin de
intencionalidad que estaba a punto de formular refutando a
Brentano. El curso no fue publicado, en edicin de Heidegger, hasta
1928, pero ya antes haba tenido una gran difusin.
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Sobre las psicosis manaco-depresivas 467 (49) COLABORACIONES
necesariamente intemporal: es un haberquerido-decir. Sin
embargo, esta unidad de la vivencia del querer-decir no puede
eludir desarrollarse y recibir un lugar caracterizable de forma
temporal en el tiempo transitivo, incluso aunque el tiempo
inmanente tenga sus propias fluctuaciones. Una dialctica entre
estos tres datos es por lo tanto inevitable si queremos dar cuenta
de la experiencia de lo vivido, lo cual viene a complicar
singularmente, por ejemplo, los trabajos experimentales. El aspecto
ms destacado, precisa Honigswald, es la proyeccin del tiempo de la
presencia, la continuidad del yo, esa unidad que todo sujeto exige
a sus vivencias psquicas, incluidas las del pasado y el futuro.
As pues, estas distinciones fueron luego radicalizadas por
autores como E. Straus o Gebsattel, para describir la vivencia del
tiempo en las psicosis manaco-depresivas, en particular durante los
accesos melanclicos.
La distincin muerte inmanente a la vida versus muerte
trascendente a la vida en ~ E. von Gebsattel
Erwin Straus, en su clebre artculo sobre la vivencia del tiempo
en las depresiones endgenas25 , insiste en la idea de que en ellas
el desacuerdo entre esos dos tipos de temporalidad est
especialmente acentuado. El tiempo enlentece su marcha, incluso se
detiene (segn l, la sensacin del melanclico de castigo sin fin, de
condenacin eterna, llega a ser una determi
25 E. Straus: Das Zeiterleibnis in der endogen Depression und in
der psychopatischer Vertstimmung, Monatschrift fr Psychiatrie und
Neurologie, 1928, vol. LXVIII.
nacin ineluctable de los actos del pasado). Considera que se
sera un resultado directo del trastorno biolgico, consistente en
una inhibicin, y propone reunir bajo la consiguiente -y confusa-
nocin de enlentecimiento los sntomas de la melancola, destacando
que en ciertos sujetos algunos sntomas obsesivos pueden ser una
manera de forzar el que transcurra el tiempo.
De esta ltima observacin es desde donde parte Gebsattel,
recordando adems que numerosos autores (Bonhoffer, Heilbronner,
Kraepelin, Reiss, Freud, etc.) ya haban mencionado ese aspecto.
Introduce su propia aportacin mediante el comentario del caso de
una joven que sufri una melancola endgena, la cual evolucion a
continuacin a un status mixto y cur tras catorce meses de
hospitalizacin. Presentaba una sensacin de angustia referida al
tiempo, se senta obligada a decirse sin cesar que el tiempo pasaba
o a tener presente in mente la palabra pasado. Cada uno de sus
actos tena que recibir una connotacin de duracin, y tena la
sensacin de verse siempre apremiada a ello. Cualquier nocin de
proyecto no determinada en el tiempo deba inmediatamente seguirse
de una indicacin de duracin. Cuando hablan los dems no puedo
comprenderles, o, mejor dicho, les comprendo con la razn, pero, a
decir verdad, no llego a comprender cmo pueden hablar con tanta
tranquilidad, sin decirse continuamente a s mismos: ahora estoy
hablando, esto va a durar tanto o cuanto tiempo, despus har talo
cual cosa, yeso durar sesenta aos, a continuacin morir y otros
vendrn despus, ms tarde otros ms an, y vivirn tanto tiempo como yo,
ms o menos, comern y dormirn como yo haca, y as continuar todo eso,
sin ningn sentido, durante miles y miles de
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(50) 468 F. Y R. Sauvagnat
aoS26. Se quejaba de que esta compulsin a pensar en el tiempo se
extenda a intervalos temporales cada vez ms sutiles. El conjunto
sintomtico originaba ideas de suicidio.
Por otra parte, esta paciente senta una especial aprensin ante
el morir, dicindose a s misma, aterrorizada, que cada movimiento
que haca disminua la distancia entre ella y la muerte.
Dice Gebsattel que para comprender ste y otros casos parecidos
segn el mtodo constructivo-gentico que recomienda, hay que entender
por qu para esta paciente la muerte se convierte en el concepto
mismo del transcurrir del tiempo. Para eso, hay que distinguir dos
tipos de muerte: una muerte inmanente a la vida y una muerte
trascendente a la vida.
Segn explica Gebsattel, hay una relacin constante con la muerte
incluso en las personas que gozan de buena salud, de la misma
manera que tenemos una relacin constante con el tiempo27. Pero tal
relacin no es una relacin consciente. En tanto que vivimos una vida
activa y productiva no pensamos especialmente en la muerte. Pero
aun as la vivimos. La muerte es inmanente a toda nuestra vida.
Nuestra vida entera obedece al lema muere y deviene. Devenir,
evolucionar, tambin es siempre
26 Von Gebsattel: Zeitbezogenes Zwangsdenken in der Melancholie.
Versuch einer konstruktiven genetischen Betrachtung der
Melancholiesymptome, Der Nervenartz, 1928, vol. 1, pp. 275-287.
Citamos aqu segn la traduccin propuesta por E. Minkowski en Le
temps vcu, op. cit., p. 281.
27 Von Gebsattel, op. cit., p. 284. La traduccin es nuestra.
Desde luego, se podra ver aqu una cierta analoga con el modo cmo E.
Husserl, en su curso de 1904-1905, describa la retencin del
recuerdo primario como la cola de un cometa. Husserl, E., Lec;ons
pour une phnomenologie de la conscience intime du temps, Pars, P.
U. F., 1983, p. 51.
COLABORACIONES
en esencia una muerte parcial. Siempre renunciamos a un
lugar-de-vida (Lebenstelle) para progresar. Terminar algo, acabar
una obra, es siempre tambin una parte de la vida que llega a su
conclusin. En un amor realizado enterramos siempre un trozo de vida
que no vuelve jams, escribe Gebsattel citando la obra de Feuerbach
Muerte e inmortalidad.
Sin embargo, la particularidad de esta muerte inmanente es que
no sale nunca al encuentro de la vida sino que la substiende. La
vida se teje sobre un armazn que es la muerte, una muerte que es
inmanente a tal envoltura; cuando la primera llega a su trmino, la
muerte, a su vez, la absorbe. Por el contrario, la muerte
trascendente sale al encuentro de la vida como una fuerza exterior,
viene del exterior para destruirla. Es una muerte consciente,
caricatura de la muerte inmanente, es un producto artificial, igual
que lo es el tiempo objetivo pensado. La cuestin de la
representacin de esta muerte es un problema en s, apunta Gebsattel;
antiguamente representada como resultado del Pecado Original, ha
hecho salir a la muerte de su inmanencia, es de hecho una fuerza
objetiva que destruye la vida, de la cual ya no es garanta de
realizacin sino negacin, destruccin y aniquilamiento. Supone
Gebsattel probable que, originalmente, esta figura de la muerte
haya surgido como una inhibicin de la esfera vital; sea lo que sea,
ningn ser humano se libra de ella.
En la melancola endgena, Gebsattel opina que una inhibicin de
naturaleza biolgica es lo que viene a provocar esa angustia ante la
muerte. En el caso de su paciente, estima, el carcter fluyente del
tiempo y su transcurrir incontrolable est relacionado con la
interiorizacin constante de esa muerte exgena a la vida28. La
insoporta
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Sobre las psicosis manaco-depresivas 469 (5]) COLABORACIONES
ble fuga del tiempo est implcitamente en relacin con la
reaparicin incontrolable de la muerte. Todo suceso exterior
adquiere para la enferma ese sentido temporal de reaparicin de la
muerte. Es, en definitiva, la impotencia -experimentada como
inhibicin vital- para realizar la muerte inmanente lo que explica
la omnipotencia y la ubicuidad de la muerte exterior en su
percepcin de la vida29, lo cual podra calificarse como un autntico
retomo en lo real, como dir Lacan ms tarde. Los impulsos suicidas
son tentativas de poner fin a lo que es insoportable en su
situacin, son tentativas de apaciguarla. La paciente se imagina que
no estar verdaderamente muerta hasta que muera, pero que eso podra
curarla.
Cmo comprender esta afirmacin?, pregunta Gebsattel. En tanto que
melanclica, la paciente est acabada (schon am Ende). Aunque
fisiolgicamente viva, est muerta en el sentido de su tendencia al
futuro (Werdedrang) y de la realizacin de s misma. El sentido del
deseo suicida, estima Gebsattel, es el de la restitucin de la
muerte inmanente de la que ha sido desposeda; es pues, de hecho, un
deseo de vivir. Dicho mediante una frmula: Es una tendencia a la
realizacin exgena de la muerte inmanente a la vida30. As que hay
una contradiccin entre esos objetivos, ya que la muerte inmanente
slo puede ser vivida y no realizada, pues no hace otra cosa sino
sostener la vida. Por esta razn la paciente se inhibe de cometer
tal acto, movimiento psquico que se repite sin cesar en las
compulsiones que constituyen su status.
28 Ibid., p. 285. 29 Ibid. 30 Ibid.
Primera y segunda muerte (y vuelta a la cuestin de la
separacin)
Si en cierta forma parece que Lacan, en diversas acotaciones,
desecha la cuestin de la subduccin del tiempo (Minkowski) iniciada
en el cambio de siglo con la controversia que opuso de un lado a
Wemicke y del otro a Aschaffenburg y Liepmann, puede pensarse que
no fue insensible a la dicotoma honigswaldiana de los dos modos de
temporalidad, inmanente y transitiva, y a sus desarrollos por
Straus y Gebsattel.
En efecto, los trabajos que Lacan dedic a la primera y segunda
muerte pueden evidentemente ser enfocados como tentativas de
elaboracin de tal distincin fenomenolgica. Pero son mucho ms
radicales y encuentran una aplicacin ms general, y no slo a la
problemtica melanclica.
As como Antgona, tras la decisin de Creonte, queda
encamizadamente ligada al cadver sin sepultura de su hermano (de un
modo que Lacan, en el seminario sobre la tica, une a la preposicin
griega meta, utilizada repetitivamente por Antgona para resaltar
que jams podr separarse del cadver de su hermano), o igual que
Hamlet tras el suicidio de Ofelia perseguir encamizadamente su
destino detenido durante un tiempo, as el Marqus de Sade se lanza
encamizadamente a representar a sus hroes como meros objetos,
agentes de un ser supremo en malignidad, y ordena que a su muerte
su tumba reste annima e incluso inhallable, preparndose una segunda
muerte ms all de la muerte prescrita por el significante. Como
Antgona, que se sita ektos atas, condenada de antemano a la
catstrofe desde el principio de la obra, el hroe sadiano trata de
inflingir una segunda muerte a la naturaleza,
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(52) 470 F. Y R. Sauvagnat
rasgo en el que coincide con el delirio melanclico, en el que un
sujeto que dice estar muerto -y por lo tanto ya en el infierno-
tienda a suicidarse en la esperanza de encontrar una segunda muerte
definitiva.
En cierto modo, el efecto del significante sobre el ser viviente
se corresponde bastante bien con la muerte inmanente de Gebsattel,
sobre todo si se aade (estara Gebsattel de acuerdo?) que esta
incidencia del significante no ocurre sin una renuncia al goce.
Pero la segunda muerte toma un aspecto ms dramatizado en tanto
que conlleva una destruccin total de la vida, lo que la muerte
trascendente de Gebsattel no implica necesariamente. Dicho esto,
para nosotros el aspecto trgico, en verdad, no debe ser lo esencial
del asunto, en la medida en que, en suma, Antgona indica bien la
naturaleza
COLABORACIONES
del desafo3l de la estabilizacin en la psicosis
manaco-depresiva: las modalidades posibles de la separacin respecto
del significante (y estamos obligados a enlazar aqu con la famosa
cuestin de la fuga ordenada de ideas de Wemicke). Una reinscripcin
paradjica en un significante ideal en el caso de los
manaco-depresivos -estamos pensando en las diferentes formas de
infinito de Cantor- no es una de sus representaciones menos
sorprendentes.
(Traduccin de Ramn Esteban Arniz)
31 [N. del T.: challenge, en cursivas en el original, anglicismo
que tambin en francs significa literalmente desafo, trofeo, pero es
adems usado en este idioma, en sentido figurado, como sinnimo de
marca, huella, smbolo, cicatriz y herida, entre otros. Los autores
sacan partido a las resonancias lacanianas de esta gama de
significados.]
* Franc;(ois Sauvagnat, Professeur de Psychopathologie,
Directeur de Recherche, Universit de Rennes-II. Rokaya Sauvagnat,
psiquiatra, Centre Hospitalier Specialis Ville-Evrad,
Neuillysur-Mame. Correspondencia: F. Sauvagnat, 8 Rue Victorien
Sardou, 75016 Pars.
** Fecha de recepcin: 1O-X-1997.