James Dashner Virus Letal 1
Nov 25, 2015
James Dashner Virus Letal
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James Dashner Virus Letal
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MAZE RUNNER
VIRUS LETAL
James Dashner Virus Letal
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Ttulo original: The Kill Order
Traduccin: Silvina Poch
Direccin de proyecto editorial: Cristina Alemany
Edicin: Roxanna Erdman Mara Ins Linares
Direccin de proyecto grfico: Trini Vergara
Direccin de arte: Paula Fernndez
Diseo: Cristina Carmona
Ilustracin de cubierta: Marcelo Orsi Blanco (Depeap Contenidos)
2012 James Dashner
2013V&R Editoras
www.vreditoras.com
Todos los derechos reservados. Prohibidos, dentro de los lmites establecidos por la ley, la reproduccin total o parcial de esta obra, el
almacenamiento o transmisin por medios electrnicos o mecnicos, las fotocopias o cualquier otra forma de cesin de la misma, sin
previa autorizacin escrita de las editoras.
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Tel./Fax: (5255) 52206620/6621 Tel.: (5255) 52115415/5714 018005434995 email:
ISBN: 9789876125659
Impreso en Mxico, Marzo de 2013
Litogrfica Ingramex, S.A. de C.V.
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MAZE RUNNER VIRUS LETAL
J A M E S D A S H N E R
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PRLOGO
Teresa observ a su mejor amigo y se pregunt cmo sera olvidarse de l.
Pareca imposible, aunque ella ya haba visto cmo implantaban el Neutralizador en
decenas de chicos antes que Thomas. Pelo castao claro, ojos penetrantes y una mirada que
pareca ser siempre contemplativa; cmo podra ese chico ser alguna vez un desconocido para
ella? Cmo podran estar en la misma habitacin sin bromear sobre un olor o acerca de algn
tonto despistado que anduviera por ah? Cmo podra estar frente a l y no aprovechar la
oportunidad de comunicarse telepticamente? Imposible.
Sin embargo, faltaba apenas un da para que eso ocurriera.
Para ella. En cuanto a Thomas, era solo cuestin de minutos. Yaca sobre la mesa
quirrgica con los ojos cerrados mientras su pecho suba y bajaba al comps de una respiracin
suave y constante. Con el uniforme obligatorio del rea pantalones cortos y camiseta, pareca
una fotografa del pasado: un chico comn durmiendo la siesta despus de un largo da de escuela,
antes de que las llamaradas solares y la enfermedad transformaran al mundo en algo totalmente
fuera de lo habitual. Antes de que la muerte y la destruccin obligaran a secuestrar chicos, junto
con sus recuerdos, y enviarlos a un lugar tan aterrador como el Laberinto. Antes de que los
cerebros humanos se transformaran en zonas letales y fuera necesario observarlos y estudiarlos.
Todo en nombre de la ciencia y la medicina.
El mdico y la enfermera que haban preparado a Thomas le colocaron la mscara sobre el
rostro. Entre pitidos y silbidos, deslizaron cables, elementos metlicos y tubos de plstico a travs
de su piel y por los canales auditivos, mientras las manos del chico se retorcan instintivamente a
los costados de su cuerpo. A pesar de las drogas, era probable que sintiera algn tipo de dolor,
pero nunca lo recordara. La mquina comenz la tarea de extraer imgenes de su memoria y as
borrar su vida, eliminando los recuerdos de su madre, de su padre y de ella.
Una pequea parte de s misma saba que eso debera hacerla enojar, gritar y negarse a
colaborar un minuto ms. Pero el resto era tan slido como las rocas de las colinas que los
rodeaban. S, ella tena arraigada casi toda la certeza, de manera tan profunda, que saba que
seguira pensando igual al da siguiente, cuando tuviera que pasar por lo mismo. Thomas y ella
estaban poniendo a prueba su conviccin al someterse a lo que se les haba exigido a los dems. Y
si tenan que morir, as sera. CRUEL encontrara la cura, se salvaran millones de personas y la
vida en la Tierra volvera a la normalidad. Estaba tan segura de eso como de que los seres
humanos envejecan y que, en otoo, los rboles se quedaban sin hojas.
Thomas respir con dificultad, luego emiti un gemido leve y se movi. Por un segundo
aterrador, Teresa pens que podra despertarse en medio de una terrible agona: estaban
maniobrando dentro de su cerebro. Sin embargo, se apacigu y volvi a respirar suave y
tranquilamente. Los ruiditos metlicos y los pitidos continuaron mientras los recuerdos de su mejor
amigo se desvanecan como las repeticiones de un eco.
Todava resonaba en su cabeza la frase Nos vemos maana que haban pronunciado al
despedirse. Por alguna misteriosa razn, esas palabras le haban causado un fuerte impacto y, en
ese instante, hacan que todo fuera an ms triste y extrao. Era cierto que se veran al da
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siguiente, pero Teresa se encontrara en estado de coma y l no tendra la menor idea de quin era
ella, excepto, quiz, por un cosquilleo en su mente que le dira que le resultaba vagamente familiar.
Maana. Despus de todo lo que haban vivido (el miedo, el entrenamiento, los planes), el
momento crtico haba llegado. Les haran a ellos lo mismo que a Alby, a Newt, a Minho y a todos
los dems. Ya no haba vuelta atrs.
Pero la calma era como una droga en su interior. Se senta en paz y esa sensacin
tranquilizadora mantena bajo control el terror que le provocaban los Penitentes o los Cranks.
CRUEL no haba tenido alternativa. Thomas y ella tampoco. Cmo poda acobardarse ante la idea
de sacrificar a unos pocos para salvar a muchos? Acaso alguien podra? No haba tiempo para
sentir lstima o tristeza o para desear que las cosas fueran de otra manera. La realidad era as, lo
hecho hecho estaba, y sucedera... lo que tuviera que suceder.
Ya no haba vuelta atrs. Thomas y Teresa haban ayudado a construir el Laberinto y, al
mismo tiempo y con gran esfuerzo, ella haba edificado una pared para contener sus emociones.
Sus pensamientos se evaporaron y quedaron suspendidos en el aire mientras esperaba a
que concluyera el procedimiento. Cuando eso finalmente ocurri, el mdico oprimi varios botones
en su pantalla y el concierto de sonidos se aceler. Una vez que los tubos y cables se alejaron
serpenteando de sus posiciones invasoras y retornaron a la mscara, el cuerpo de Thomas se
retorci levemente. Luego se calm otra vez, la mscara se apag y cesaron todos los sonidos y
movimientos. La enfermera se adelant y retir la mscara de su rostro: la piel haba quedado roja
y llena de lneas; los ojos continuaban cerrados.
Por un segundo, la pared que contena su tristeza comenz a resquebrajarse: si Thomas
despertaba en ese momento, no la recordara. Experiment el terror, casi pnico, de saber que
pronto se encontraran en el rea y seran dos desconocidos. Era un pensamiento demoledor que
le record vvidamente la razn por la cual haba construido esa pared. Como un albail golpeando
el ladrillo en la argamasa endurecida, Teresa sell la grieta con fuerza y solidez.
No haba vuelta atrs.
Dos hombres del equipo de seguridad se acercaron para trasladar a Thomas. Lo alzaron
como si estuviera relleno de paja. Uno lo tom de los brazos, el otro de los pies y lo colocaron en
una camilla. Sin siquiera echar una mirada hacia Teresa, se dirigieron a la puerta del quirfano.
Todos saban adonde lo llevaban. El mdico y la enfermera comenzaron a ordenar el lugar: su
trabajo estaba hecho. Aunque no la estaban mirando, les hizo un gesto con la cabeza y despus
sali al corredor detrs de los dos hombres.
Mientras realizaban el largo trayecto por los elevadores y pasillos del cuartel general de
CRUEL, a Teresa le resultaba difcil mirar a su amigo. La pared se haba debilitado otra vez.
Thomas estaba muy plido y su rostro estaba cubierto de gotas de sudor, como si tuviera algn
nivel de conciencia y luchara contra las drogas sabiendo que le esperaban cosas terribles . Verlo
as le rompi el corazn y sinti miedo al recordar que ella era la siguiente. Esa estpida pared.
Adems, qu importancia tena? De todos modos, desaparecera junto con todos sus recuerdos.
Llegaron al nivel del stano, que se encontraba debajo de la estructura del Laberinto, y
recorrieron el depsito con sus filas de estantes llenos de suministros para los Habitantes del rea.
Ante el fro y la oscuridad reinantes, not que se le erizaba la piel de los brazos. Se estremeci y se
los frot con fuerza.
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Cuando la camilla chocaba contra las grietas del suelo de concreto, el cuerpo de Thomas
saltaba y se zarandeaba. La expresin de terror permaneca all, intentando atravesar la calma
exterior de su rostro dormido.
Arribaron al hueco del elevador, donde descansaba el gran cubculo de metal: la Caja.
A pesar de que se hallaba apenas un par de pisos debajo del rea propiamente dicha,
haban manipulado las mentes de los Habitantes para que creyeran que el viaje hacia arriba era
increblemente largo y tortuoso. Todo estaba planeado para provocar una variada gama de
emociones y patrones cerebrales que iban desde la confusin y la desorientacin hasta el terror
ms visceral. Era un comienzo perfecto para quienes iban a analizar la zona letal de Thomas.
Saba que ella hara el mismo viaje al da siguiente, aferrando una nota entre las manos. Pero al
menos Teresa estara en estado de coma y se ahorrara esos treinta minutos en medio de la
movediza oscuridad. Thomas se despertara dentro del montacargas en la ms completa soledad.
Los dos hombres lo empujaron hasta la Caja. Uno de ellos arrastr una enorme escalera
plegable hasta el costado del cubculo y, al hacerlo, produjo un horrendo chirrido metlico contra el
cemento. Siguieron unos segundos de torpeza mientras trepaban juntos aquellos escalones
intentando sostener nuevamente a Thomas. Teresa podra haber ayudado, pero se neg; era lo
suficientemente testaruda como para quedarse de pie observando, al tiempo que apuntalaba a
duras penas las grietas de su pared interior.
Con algunos resoplidos y unas pocas maldiciones, los empleados lo transportaron hasta el
borde superior. El cuerpo estaba emplazado de tal manera que sus ojos cerrados enfrentaron a
Teresa por ltima vez. Aunque saba que no poda escucharla, le habl dentro de su mente.
Thomas, estamos haciendo lo correcto. Nos vemos del otro lado.
Los hombres se inclinaron hacia adelante, bajaron a Thomas por los brazos hasta donde
alcanzaron y luego lo soltaron. Teresa alcanz a or el ruido seco de su cuerpo al golpear contra el
piso de metal fro. Su mejor amigo.
Dio media vuelta y se alej. Desde atrs le lleg el sonido inconfundible del metal
deslizndose contra el metal. A continuacin, las puertas de la Caja se cerraron con gran
estruendo, sellando el destino incierto de Thomas.
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TRECE AOS ANTES
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Mark tembl de fro, algo que no le suceda desde haca mucho tiempo.
Acababa de despertarse; los primeros indicios del amanecer se filtraban por las grietas de
los troncos apilados que formaban las paredes de su pequea cabaa. Casi nunca se cubra con la
manta, aunque estaba orgulloso de ella, ya que la haba hecho con la piel de un alce gigantesco
que haba matado dos meses antes. Pero cuando la usaba, no lo haca para calentarse, sino ms
bien porque era confortable. Al fin y al cabo, vivan en un mundo devastado por el fuego. Quizs
esa fuera una seal de cambio: realmente senta algo de fresco en el aire matutino que se colaba a
travs de las mismas grietas que la luz. Estir la manta peluda hasta la barbilla y, con un ruidoso
bostezo, se volte para quedar de espaldas.
Al otro lado de la cabaa, a poco ms de un metro de distancia, Alec segua durmiendo en
su catre en medio de fuertes ronquidos. Era un hombre hosco y mayor, un ex soldado endurecido
por la vida, que rara vez sonrea. Y cuando lo haca, el hecho sola estar relacionado con dolores
de estmago producidos por gases estridentes. Pero Alec tena un corazn de oro. Despus de
pasarse ms de un ao luchando para sobrevivir junto con Lana, Trina y el resto del grupo, Mark ya
no se senta intimidado por el viejo oso. Para probarlo, se inclin, tom un zapato del suelo y se lo
arroj. Le dio en el hombro. Alec emiti un rugido y se incorpor: los aos de entrenamiento militar
conseguan despertarlo en un instante.
Qu rayos...! grit y la maldicin fue interrumpida por el otro zapato de Mark, que esta
vez se estrell contra su pecho. Maldita rata inmunda
exclam impasible. Despus del segundo ataque, se haba quedado quieto mirando a
Mark con los ojos entrecerrados. Pero se perciba una chispa de humor detrs de ellos. Ms vale
que tengas una buena razn para poner en riesgo tu vida despertndome de esta manera.
Hummm respondi Mark frotndose la barbilla como si estuviera pensando
intensamente hasta que chasque los dedos. Ah, ya lo tengo. Bsicamente era para interrumpir
los horrendos sonidos que brotaban de ti. En serio, viejo, tienes que dormir de costado o algo por el
estilo. Roncar de esa forma no puede ser saludable: uno de estos das te vas a ahogar.
Alec gru y resopl varias veces mientras se deslizaba fuera del catre y se vesta
mascullando palabras indescifrables; algo as como ojal nunca... estara mejor y un ao
infernal. Aunque eso fue lo nico que Mark logr entender, el mensaje haba quedado claro.
Vamos, sargento brome el muchacho sabiendo que estaba a tres segundos de
pasarse de la raya. Haca mucho tiempo que Alec se haba retirado del ejrcito y realmente
detestaba que Mark lo llamara as. Cuando se produjeron las llamaradas solares, era un trabajador
contratado por el Ministerio de Defensa. Nunca habras llegado a esta hermosa morada si
nosotros no te hubiramos mantenido todos los das alejado del peligro. Qu tal si nos damos un
abrazo y volvemos a ser amigos?
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Alec se meti la camisa por la cabeza y luego baj la vista hacia Mark. Sus cejas grises y
tupidas se juntaron en el centro como insectos peludos tratando de aparearse.
Me caes bien, hijo. Sera una lstima tener que guardarte dos metros bajo tierra
coment, y despus aporre a Mark en el costado de la cabeza; era lo ms cercano a un gesto de
cario que el soldado llegaba a mostrar.
Un soldado. Aunque hubiera pasado mucho tiempo, a Mark le gustaba pensar en l como
tal: lo haca sentir mejor, ms seguro. Mientras Alec abandonaba la cabaa a grandes zancadas
para enfrentar el nuevo da, Mark esboz una sonrisa. Era una verdadera sonrisa: algo que,
finalmente, se iba volviendo ms comn despus del ao de terror y muerte que los haba
conducido hasta ah arriba, a los montes Apalaches, al oeste de Virginia del Norte. Decidi que, sin
importar lo que sucediera, dejara a un lado todo lo malo del pasado y disfrutara de ese da. Sin
excusas.
Eso significaba que tendra que encontrar a Trina en los prximos diez minutos. Se visti
deprisa y sali a buscarla.
La divis arriba, junto al arroyo: uno de los lugares tranquilos adonde iba a leer los libros
que haban logrado rescatar de una vieja biblioteca con la cual se haban topado en alguno de los
viajes. A esa chica le gustaba leer ms que a nadie y estaba recuperando los meses perdidos,
cuando literalmente debieron correr para salvar sus vidas y los libros eran escasos. Por lo que Mark
poda suponer, los digitales haban desaparecido mucho tiempo atrs, cuando las computadoras y
los servidores se chamuscaron. Trina lea los antiguos libros de papel.
Como era usual, la caminata hasta el arroyo lo haba devuelto a la realidad y cada paso
haba debilitado su resolucin de pasar un buen da. Bastaba con observar la lastimosa red de
cabaas, madrigueras subterrneas y casas en los rboles que conformaban la prspera metrpoli
en que vivan: nada ms que troncos y cuerdas y barro seco, todo inclinado hacia la derecha o
hacia la izquierda. No poda deambular por los callejones y pasos atestados del asentamiento sin
que le vinieran a la mente aquellos das maravillosos en la gran ciudad, cuando la vida era rica,
prometedora y tena todo al alcance de la mano. Y ni siquiera se haba dado cuenta.
Pas delante de cientos de personas esculidas y sucias que parecan estar al borde de la
muerte. No sinti compasin por ellas ya que, aunque detestara la idea, saba que l luca
exactamente igual. Tenan comida suficiente, robada de las ruinas, cazada en los bosques o trada
desde Asheville, pero el problema era el racionamiento: pareca que a todos les faltara una comida
diaria. Y era imposible vivir en el bosque sin ensuciarse de vez en cuando, por ms frecuentes que
fueran los baos en el arroyo.
El cielo estaba azul con una pizca de naranja oscuro que acechaba la atmsfera desde que
las llamaradas solares azotaron la Tierra sin previo aviso. Ya haba pasado ms de un ao y
todava segua ah arriba, como una cortina de bruma que no les permita olvidar lo ocurrido.
Quin poda saber si alguna vez las cosas volveran a la normalidad? La frescura que Mark haba
sentido al despertarse pareca ahora un mal chiste. A medida que el sol brutal bordeaba la escasa
lnea de rboles de las montaas, la temperatura en ascenso ya haba baado de sudor su cuerpo.
Pero no todo era negativo. Al dejar atrs las madrigueras de los campamentos y adentrarse
en el bosque, percibi muchas seales auspiciosas: rboles nuevos, otros viejos que se estaban
recobrando, ardillas correteando entre las agujas ennegrecidas de los pinos, brotes verdes y
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capullos alrededor. Hasta divis en la distancia algo que pareca ser una flor anaranjada. Estaba
tentado de cortarla y llevrsela a Trina, pero saba que ella lo reprendera con mucha severidad si
se atreva a impedir el progreso de la naturaleza. Tal vez sera un buen da despus de todo.
Haban sobrevivido a la peor catstrofe natural de la historia de la humanidad: quiz todo haba
quedado atrs.
Cuando alcanz el sitio preferido de Trina, respiraba agitadamente por el esfuerzo de trepar
la pared de la montaa. Durante la maana, las posibilidades de encontrarse con alguien ah eran
muy remotas. Se detuvo y la observ desde atrs de un rbol, sabiendo que ella lo haba odo
llegar, pero contento de que no lo demostrara.
Qu hermosa era! Apoyada contra una enorme roca de granito, que pareca haber sido
colocada ah por un gigante decorador, sostena en su falda un libro grueso. Dio vuelta una hoja sin
despegar sus ojos verdes de las palabras. Llevaba una camiseta negra, jeans gastados y calzado
deportivo que pareca tener cien aos. Con el pelo corto y rubio ondeando en el viento, era la mejor
definicin de paz y comodidad. Como si perteneciera al mundo que haba existido antes de que el
fuego arrasara con todo.
Debido a la situacin en que se encontraban, Mark siempre haba pensado que ella era
suya. Casi toda la gente que Trina haba conocido estaba muerta y l formaba parte de los restos
de la catstrofe de los que ella poda aduearse: era eso o estar sola para siempre. Pero Mark
desempeaba su papel con gran alegra; hasta se consideraba afortunado. No poda imaginar
cmo sera su vida sin ella.
Este libro estara mucho mejor si no hubiera un tipo raro acechndome mientras trato de
leerlo exclam Trina sin la ms leve sonrisa. Luego dio vuelta otra hoja y continu la lectura.
Soy yo repuso l. Casi todo lo que deca cuando estaba cerca de ella sonaba tonto.
Sali de atrs del rbol.
Trina se ech a rer y finalmente levant la vista hacia l.
Ya era hora de que vinieras! Estaba por ponerme a hablar sola. Estoy ac leyendo desde
antes del amanecer.
Camin hacia ella y se tumb en el suelo a su lado. Se dieron un abrazo fuerte y clido, tan
prometedor como lo que haba sentido desde que se despert.
Se apart y la mir, sin preocuparse por la sonrisa tonta que seguramente tena dibujada en
el rostro.
Sabes algo?
Qu?
Hoy ser un da perfecto.
Trina sonri y el agua del arroyo continu fluyendo deprisa, como si sus palabras no
significaran nada.
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2 No he tenido un da perfecto desde que cumpl diecisis aos coment Trina
mientras doblaba el borde de la hoja y cerraba el libro. Tres das despus, t y yo huamos por
un tnel ms calcinante que el sol.
Qu buenos momentos reflexion Mark ponindose ms cmodo. Se reclin contra la
misma roca y cruz las piernas. Qu buenos momentos.
Trina le ech una mirada de reojo.
Mi cumpleaos o las llamaradas solares?
Ninguno. En tu fiesta, te gustaba ese idiota de John Stidham, te acuerdas?
Humm, s respondi ella con expresin culpable. Siento como si hubieran pasado tres
mil aos.
Tuvo que desaparecer la mitad del planeta para que finalmente repararas en m
coment Mark con una sonrisa ausente. La verdad era bastante deprimente, incluso bromear
acerca de ella, y adems se estaba formando una nube negra arriba de su cabeza. Cambiemos
de tema.
Estoy de acuerdo repuso. Cerr los ojos y apoy la nuca en la piedra. No quiero
pensar en eso ni un segundo ms.
A pesar de que ella no poda verlo, Mark asinti. De pronto haba perdido las ganas de
hablar y su plan de pasar un da perfecto se alej flotando en el agua del arroyo. Los recuerdos no
lo dejaban en paz ni siquiera durante media hora. Siempre tenan que volver a invadirlo trayendo
todo el terror a cuestas.
Ests bien? pregunt Trina. Extendi su mano y tom la de Mark, pero l se
desprendi porque saba que estaba sudada.
S, estoy bien. Solo deseara que pudiramos pasar un da sin que algo nos llevara al
pasado. Si logrramos olvidar, yo podra vivir felizmente en este lugar. Las cosas estn mejorando.
Solo tenemos que... olvidar el pasado! pronunci la ltima parte casi gritando, pero no tena idea
hacia dnde iba dirigida su ira. Simplemente odiaba lo que tena en su cabeza: las imgenes, los
sonidos, los olores.
Lo haremos, Mark! Ya vers! replic ella. Estir la mano y, esta vez, l la tom.
Es mejor que regresemos agreg. Siempre haca eso: cada vez que lo atacaban los
recuerdos, buscaba cosas que hacer. Ocuparse de tareas, trabajar y no usar la mente. Era lo nico
que lo ayudaba. Estoy seguro de que Alec y Lana tienen al menos cuarenta trabajos para
nosotros.
Que tienen que hacerse hoy mismo sentenci Trina. Hoy, o ser el fin del mundo!
Ella sonri y los problemas parecieron un poquito menos terribles.
Puedes seguir leyendo tu libro aburrido ms tarde acot Mark ponindose de pie y
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ayudndola a levantarse. Tomaron el sendero de la montaa en direccin al pueblo improvisado al
que llamaban hogar.
Lo primero que percibi Mark fue el olor. Cuando se diriga a la Cabaa Central, siempre le
pasaba lo mismo: maleza podrida, carne asndose y savia de pino. Todo mezclado con ese tufillo a
quemado tan caracterstico despus de que las llamaradas solares barrieran el planeta. No era
desagradable, en realidad; solo inquietante.
Se abrieron camino a travs de las construcciones del asentamiento: edificios torcidos y
aparentemente levantados con rapidez. La mayora de los que se encontraban de ese lado del
campamento se haba edificado en los primeros meses, antes de que encontraran arquitectos y
constructores que se encargaran de la tarea: cabaas hechas con troncos de rboles, lodo y agujas
de pino; orificios a modo de ventanas y entradas con formas extraas. En algunos lugares no haba
ms que agujeros en la tierra tapizados con lminas de plstico y cubiertos por unos pocos troncos
atados entre s para resguardarse de la lluvia. Nada que ver con los gigantescos rascacielos y el
paisaje de hormign donde Mark haba crecido.
Alec los salud con un gruido al verlos cruzar la puerta inclinada de la estructura de
troncos de la Cabaa Central. Antes de que pudieran responder, Lana se acerc a ellos con paso
decidido. Era una mujer corpulenta de cabello negro siempre recogido, que haba sido enfermera
del ejrcito, y su edad estaba entre la de Alec y la de Mark. Cuando el muchacho los conoci en los
tneles de la ciudad de Nueva York, ella se encontraba con Alec. En ese entonces, ambos
trabajaban para el Ministerio de Defensa y el soldado era su jefe. Aquel da, antes de que todo
cambiara, iban juntos a una reunin.
Y dnde se haban metido ustedes dos? pregunt Lana, detenindose a pocos
centmetros de Mark. Se supona que hoy bamos a partir al amanecer hacia el valle del sur y
explorar la zona en busca de otro sitio para establecer una sucursal. Unas semanas ms con esta
sobrepoblacin y me voy a poner muy antiptica.
Buen da exclam Mark a modo de respuesta. Hoy se te ve muy animada.
Lana sonri ante el comentario: Mark saba que lo hara.
A veces tiendo a ir directo al grano, no es cierto? Pero todava me falta bastante para
ponerme tan gruona como Alec.
El sargento? S, tienes razn.
En ese preciso instante el viejo oso emiti un resoplido.
Lamento llegar tarde dijo Trina. Inventara una buena excusa, pero no hay mejor
poltica que la sinceridad. Mark me oblig a subir hasta el arroyo y luego nosotros... ya se imaginan.
ltimamente no era fcil sorprender a Mark y menos an hacerlo enrojecer, pero Trina tena
la habilidad de lograr ambas cosas. El chico mascull algo por lo bajo y Lana puso los ojos en
blanco.
Ahrrame los detalles, por favor. Vayan a desayunar si todava no lo han hecho y luego
preparen todo para partir. Quiero estar de regreso en una semana.
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Una semana por tierras inexploradas, viendo cosas nuevas, cambiando de aire... esa
perspectiva son genial y levant el nimo de Mark de esa zona oscura donde haba cado un rato
antes. Jur mantener sus pensamientos en el presente y tratar de disfrutar el viaje.
Han visto a Darnell y al Sapo? pregunt Trina. Y dnde est Misty?
Los Tres Chiflados? agreg Alec con una carcajada. El hombre tena un extrasimo
sentido del humor, Al menos ellos no olvidaron el plan. Ya comieron y fueron a preparar las
mochilas. Deberan estar aqu en un santiamn.
Mark y Trina ya iban a la mitad de los panes y de la salchicha de ciervo, cuando escucharon
las voces familiares de los otros tres amigos que haban encontrado en los tneles de Nueva York.
Qutate eso de la cabeza! exclam una voz quejosa justo antes de que apareciera en
la puerta un adolescente con un calzn a modo de sombrero sobre el pelo castao: Darnell. Mark
estaba convencido de que ese chico nunca se haba tomado nada en serio en toda su vida. A pesar
de que solo un ao atrs el sol haba intentado quemarlo vivo, siempre estaba dispuesto a hacer
alguna broma.
Pero es que me gusta! estaba diciendo al entrar en la Cabaa. Me mantiene el pelo
en su lugar y me protege de las inclemencias del tiempo. Dos por el precio de uno!
Detrs de l entr una chica alta y delgada de larga cabellera roja, apenas ms joven que
Mark, que observaba a Darnell con una expresin entre disgustada y divertida. Aunque la llamaban
Misty, ella nunca les haba dicho si ese era su verdadero nombre. El Sapo, bajo y rechoncho como
sugera su apodo, entr saltando; pas delante de ella e intent arrancar los calzoncillos de la
cabeza de Darnell.
Dmelos! grit, al tiempo que brincaba a su alrededor tratando de manotearlos. Era el
muchacho de diecinueve aos ms bajito que Mark haba visto en su vida, pero fuerte como un
roble y puro msculo. Por alguna razn, su baja estatura haca que los otros lo molestaran cons-
tantemente, pese a que todos saban bien que, si realmente quera, poda darles una buena paliza.
Pero al Sapo le gustaba ser el centro de atencin, y a Darnell ser tonto y fastidioso.
Por qu quieres llevar algo tan desagradable en la cabeza? pregunt Misty.
Pensaste dnde estuvieron, no? Cubriendo las partes ntimas del Sapo!
Excelente comentario respondi Darnell con una fingida expresin de desagrado, justo
cuando el Sapo lograba arrebatarle la ropa interior de la cabeza. Muy mala eleccin la ma
aadi encogindose de hombros. En ese momento me pareci gracioso.
Parece que yo soy el ltimo en rer coment su amigo mientras meta la prenda
recuperada en la mochila. Hace por lo menos dos semanas que no lo lavo.
Se ech a rer con ese ruido que a Mark le haca pensar en un perro luchando por un
pedazo de carne. Cuando el Sapo soltaba esa risa, los que estaban en la habitacin no podan
evitar unirse a l y el hielo se rompa. No poda distinguir qu era lo que le causaba tanta gracia: el
episodio del calzoncillo o los ruidos que brotaban del Sapo. De cualquier manera, esos momentos
eran cada vez ms escasos y era agradable rerse y ver cmo se iluminaba el rostro de Trina.
Al notar que Alec y Lana tambin rean entre dientes, pens que, despus de todo, ese
podra ser un da perfecto.
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Pero de pronto sus risas se vieron interrumpidas por un ruido extrao, algo que Mark no
haba escuchado desde haca al menos un ao y no esperaba volver a escuchar nunca ms: el
sonido de motores en el cielo.
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3 Un rugido atronador sacudi la Cabaa de arriba abajo. Las rfagas de polvo se filtraron
entre los troncos apilados al descuido. Un bramido insoportable barri el aire por encima de sus cabezas. Mark se tap los odos hasta que el ruido se apag lo suficiente como para que la Cabaa dejara de temblar. Antes de que nadie lograra siquiera procesar el giro de los acontecimientos, Alec ya se encontraba de pie en direccin a la puerta. Al instante, Lana y los dems se hallaban detrs de l.
Nadie habl hasta que estuvieron todos afuera, bajo el aplastante resplandor del sol
matutino.
Mark entorn los ojos y levant la mano para cubrirse del fulgor mientras buscaba el origen
de los ruidos.
Es un Berg anunci el Sapo innecesariamente, Qu diablos...?!
Era la primera vez que Mark vea una de esas gigantescas naves desde las llamaradas
solares, y la visin era sorprendente. No se le ocurri ningn motivo por el cual un Berg (que
hubiera sobrevivido al desastre) tuviera que acercarse volando por las montaas. Pero ah estaba:
enorme, brillante y redondo; los estridentes propulsores arrojaban vivas llamas azules mientras
descenda en el centro del asentamiento.
Qu est haciendo ac? pregunt Trina al tiempo que el pequeo grupo corra a
travs de los callejones abarrotados del pueblo en pos del Berg. Ellos siempre dejan las
provisiones en los asentamientos mayores, como Asheville.
Quiz empez Misty... quiz vienen a rescatarnos o nos van a trasladar.
Imposible se burl Darnell, Lo hubieran hecho hace mucho tiempo.
Mientras corra detrs del grupo, Mark no dijo nada pues segua impresionado ante la sbita
aparicin del enorme Berg. Los dems comenzaron a hablar de ellos, aunque nadie saba quines
eran esas personas misteriosas. Haban llegado rumores y seales de que se estaba organizando
una especie de gobierno central, pero no eran ms que noticias poco confiables. Y obviamente, no
haba existido an ningn tipo de contacto oficial. Era cierto que los suministros y provisiones se
enviaban a los campamentos de los alrededores de Asheville y ellos los compartan con los ms
alejados.
El Berg se detuvo encima de ellos y los propulsores azules apuntaron hacia abajo mientras
quedaba suspendido a unos quince metros de la Plaza Mayor: un rea de forma ms o menos
cuadrada, que haban dejado libre al construir el asentamiento. El grupo apur el paso y, al llegar a
la Plaza, ya haba una multitud congregada observando con estupor la mquina voladora como si
se tratara de una bestia mitolgica. El rugido y el despliegue deslumbrante de luz azulada
contribuan a darle esa apariencia. Adems, era la primera muestra de tecnologa de avanzada que
contemplaban en mucho tiempo.
La mayor parte de la muchedumbre estaba reunida en el centro de la Plaza, con la
expectativa y el entusiasmo pintados en sus rostros. Pareca que todos haban llegado a la misma
conclusin que Misty: que el Berg estaba en una misin de rescate o que los trasladaran a un lugar
mejor. Sin embargo, Mark estaba preocupado. Despus de lo que haban sufrido durante ese ao,
ya haba aprendido a no alentar esperanzas.
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Trina lo sujet de la manga y se inclin para hablarle al odo.
Qu est haciendo? No hay espacio suficiente para que aterrice.
No s. No tiene ningn distintivo ni nada que diga a quin pertenece o de dnde viene.
Alec se encontraba cerca y escuch la conversacin por encima del zumbido atronador de
los propulsores. Probablemente, con su sper odo de soldado.
Dicen que los que llevan los suministros a Asheville tienen las siglas CPC pintadas en
grandes letras en el costado: Coalicin Post Catstrofe explic casi gritando. Es raro que este
no tenga nada escrito.
Mark le ech una mirada de extraeza; no saba qu poda significar la informacin de Alec.
Se dio cuenta de que estaba aturdido. Volvi a levantar la vista y se pregunt quines estaran
dentro de la nave y qu intencin tendran. Trina le apret la mano y l le devolvi el gesto. Los dos
transpiraban.
Tal vez Dios est ah adentro arriesg el Sapo con voz aguda. Siempre le ocurra eso
cuando gritaba.Viene a pedirnos perdn por el asunto de las llamaradas solares.
Por el rabillo del ojo, Mark vio que Darnell tomaba aire y abra la boca, probablemente para
contestarle algo cmico e ingenioso al Sapo. Pero la accin fue interrumpida por un violento
estrpito que vino desde arriba, seguido de crujidos y chirridos del sistema hidrulico. Fascinado,
observ la panza de la nave, donde comenzaba a abrirse una escotilla grande y alargada, que
luego gir sobre las bisagras y descendi como una rampa. El interior estaba oscuro y, al
ensancharse la abertura, salieron bailando pequeas nubes de bruma. Las exclamaciones y los
gritos ahogados recorrieron la multitud, que levantaba las manos y apuntaba hacia arriba.
Impresionado por la sensacin de asombro que lo rodeaba, Mark arranc los ojos del Berg para
examinar la situacin. Se haban convertido en personas realmente desesperadas, que vivan
atormentndose con la idea de que cada da podra ser el ltimo. Y ah estaban todos, mirando al
cielo como si la broma del Sapo hubiera sido algo ms que eso. En muchos ojos distingui un
anhelo; pareca que realmente pensaban que un poder divino vena a salvarlos, y se sinti un poco
perturbado.
Una nueva oleada de gritos se desparram por la Plaza y Mark volvi a levantar la cabeza.
De la oscuridad del Berg haban surgido cinco personas con una vestimenta que le hizo correr un
escalofro por la espalda. Verdes, gomosos y voluminosos, los trajes cubran a los desconocidos de
la cabeza a los pies. En sus caras tenan visores transparentes, pero el brillo y la distancia
impedan distinguir los rostros. Caminaron cuidadosamente con sus enormes botas negras hasta
que quedaron alineados en el borde exterior de la escotilla; el tenso lenguaje corporal mostraba el
esfuerzo que realizaban para mantener el equilibrio.
Cada uno de ellos sostena en las manos un tubo negro a manera de pistola, que no se
pareca a ninguna de las armas que Mark conoca. Eran finos y largos y tenan un accesorio en el
extremo que les daba la apariencia de piezas de plomera que alguien hubiera arrancado de una
bomba industrial. Una vez que los extraos estuvieron ubicados en sus posiciones, levantaron los
tubos y los apuntaron directamente hacia quienes se encontraban abajo.
Mark se dio cuenta de que Alec estaba gritando con todas sus fuerzas mientras empujaba a
todos para que se alejaran. A su alrededor se haba desatado el caos. Sin embargo, ante los gritos
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y el pnico, se qued paralizado y solo atin a observar a los visitantes que emergan del Berg con
sus extraos equipos y sus armas amenazadoras al tiempo que el resto de la muchedumbre
finalmente comprenda que esa gente no estaba ah para salvar a nadie. Qu le haba sucedido al
Mark que actuaba con rapidez? El, que haba sobrevivido a un ao infernal despus de que las
llamaradas solares arrasaran la Tierra?
Cuando lleg desde arriba el primer disparo, continuaba en estado de trance. Percibi un
movimiento borroso y de uno de los tubos brot un destello oscuro y fugaz. Sus ojos siguieron la
trayectoria. Al notar un sonido nauseabundo, volvi la cabeza justo cuando un dardo de doce
centmetros se clavaba en el hombro de Darnell. La delgada varilla de metal se haba enterrado en
el msculo y de la herida goteaba sangre. El chico emiti un extrao resoplido y se desplom.
En ese mismo instante, Mark sali de su aturdimiento.
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4 Los aullidos rasgaron el aire mientras la multitud hua en medio del caos. Mark se arrodill y
enganch los brazos de Darnell en sus codos. El sonido de los dardos volando a diestra y siniestra
lo impuls a darse prisa y borrar cualquier otro pensamiento de su cabeza.
Arrastr a su amigo por el piso. Trina haba cado, pero Lana ya estaba ah, ayudndola a
levantarse. Ambas corrieron hacia l y cada una sujet uno de los pies. Con resoplidos
sincronizados, levantaron a Darnell y lo alejaron de la Plaza y del espacio abierto. Era un milagro
que ninguno de ellos hubiera sido alcanzado por un dardo. Los proyectiles surcaban el aire y se
escuchaban los gritos y el ruido de los cuerpos al chocar contra el suelo. En medio de la lluvia de
dardos, Mark, Trina y Lana se deslizaron lo ms rpido que pudieron transportando a Darnell con
dificultad. Al pasar detrs de un conjunto de rboles, Mark escuch los golpes de los dardos que se
hundan en las ramas y en las cortezas. Volvieron a salir al espacio abierto y atravesaron
velozmente un pequeo claro hasta enfilar por un sendero de cabaas de troncos construidas al
azar. Haba gente por todas partes: algunos golpeaban frenticamente las puertas, otros se
arrojaban por las ventanas.
A continuacin Mark oy el rugido de los propulsores y un aire clido le azot la cara. El
ruido fue aumentando y el viento sopl con ms intensidad. Alz los ojos y comprob que el Berg
haba cambiado de posicin y persegua a la multitud que hua. Vio al Sapo y a Misty exhortando a
todos a darse prisa. Sus gritos se perdan bajo el estruendo del Berg.
No saba qu hacer. Buscar refugio era lo ms apropiado, pero haba demasiada gente
intentando hacer lo mismo, y si se unan al caos con
Darnell a rastras, terminaran aplastados. El Berg se detuvo una vez ms y los
desconocidos, con sus extraos atuendos, alzaron nuevamente las armas y abrieron fuego.
Un dardo roz la camisa de Mark y se clav en el suelo. Alguien lo pis y lo enterr ms
profundamente. Otro peg en el cuello de un hombre que pasaba a toda velocidad. Con un grito, se
dobl hacia adelante mientras la sangre manaba de la herida. Cuando se desplom, se qued
quieto y tres personas tropezaron con l. Apabullado por lo que ocurra a su alrededor, Mark se
detuvo y no reaccion hasta que Lana le grit que se moviera. Obviamente, los agresores haban
mejorado la puntera. Los dardos volaban, clavndose en la gente, y el aire se impregn de gritos
de dolor y de espanto. Se sinti completamente indefenso: no haba forma de protegerse del
aluvin de artillera. Lo nico que poda hacer era intentar superar a duras penas a una mquina
voladora: una tarea imposible.
Dnde estaba Alec, el hombre duro de instintos guerreros? Hacia dnde haba huido?
Mark segua movindose, empujando el cuerpo de Darnell y forzando a Lana y a Trina a
mantener su ritmo. El Sapo y Misty corran junto a ellos mientras trataban de ayudar sin entorpecer
la carrera. Los proyectiles continuaban cayendo desde arriba. Ms alaridos, ms cuerpos que se
desplomaban. Dobl en un recodo, se agazap en el callejn que conduca a la Cabaa y se peg
al edificio que tena a su derecha, usndolo de escudo. Poca gente tomaba esa direccin y haba
menos dardos que esquivar.
El pequeo grupo remolc con torpeza el cuerpo inconsciente de su amigo. En esa seccin
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del poblado, las casas estaban construidas prcticamente unas sobre otras y no quedaba espacio
para sortearlas y escapar hacia los bosques de las montaas circundantes.
Ya casi llegamos a la Cabaa! anunci Trina. Aprense antes de que el Berg vuelva
a colocarse encima de nosotros!
Mark gir para quedar de frente mientras mantena a Darnell agarrado de la camisa a sus
espaldas. Al andar hacia atrs, haba forzado al mximo los msculos de las piernas, que
comenzaban a acalambrase. No haba nada en el camino que los frenara, de modo que aceler el
paso. Trina y Lana se mantenan detrs de l, sosteniendo las piernas de Darnell. Misty y el Sapo
sujetaban cada uno un brazo para compartir el peso de la carga. Se deslizaron a derecha e
izquierda entre angostos senderos y pasadizos, races prominentes y tierra compacta. El zumbido
del Berg sonaba a la derecha del grupo, silenciado por los edificios y las hileras de rboles que se
erguan en medio.
Por fin, Mark dobl una esquina y divis la Cabaa al otro lado de un pequeo claro. Se
prepar para comenzar a correr cuando una horda de vecinos en fuga frentica y violenta emergi
como un remolino desde el lado opuesto y se desparram hacia las puertas. Se qued congelado
en el lugar justo en el momento en que el Berg se acercaba a toda velocidad, ms cerca del suelo
que nunca. Ahora haba solo tres personas sobre la escotilla, que comenzaron a disparar tan
pronto como la nave qued suspendida en el aire. Finos rayos de plata cayeron sobre la gente que
se adentraba en el claro. Todos los proyectiles parecan encontrar su blanco en brazos y cuellos de
hombres, mujeres y nios, que se desplomaban en el suelo casi instantneamente mientras otros
tropezaban con ellos en su precipitada huida en busca de refugio.
Rodearon el costado del edificio ms prximo y depositaron a Darnell en el suelo. El dolor y
el cansancio se extendan por los brazos y las piernas de Mark, que anhelaba derrumbarse junto a
su amigo inmvil.
Deberamos haberlo dejado all atrs dijo Trina con las manos en las rodillas mientras
trataba de recuperar el aliento. Nos retrasa mucho y de todas maneras sigue estando en medio
de los disparos.
Y posiblemente muerto agreg el Sapo con voz ronca.
Mark lo mir con severidad, pero tena que admitir que el chico poda tener razn. Quiz
haban arriesgado la vida para salvar a alguien que ya no tena posibilidad de sobrevivir.
Qu est sucediendo ahora? pregunt Lana acercndose a la esquina de la
construccin para espiar. Les ech una mirada por encima del hombro. Estn liquidando gente
en forma indiscriminada. Por qu usarn dardos en vez de balas?
Es inexplicable respondi Mark.
No podemos hacer algo? inquiri Trina mientras su cuerpo temblaba, ms por la
frustracin que por el miedo. Por qu permitimos que esto ocurra?
Mark se acerc a Lana y se puso a espiar con ella. Los cuerpos estaban diseminados por el
suelo, atravesados por dardos que apuntaban hacia el cielo como un bosque en miniatura. El Berg
permaneca sobrevolando la plaza en medio del fuego azulado de los propulsores.
Dnde estn los tipos de seguridad? murmur Mark sin dirigirse a nadie en
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particular, Se tomaron el da libre?
Nadie respondi, pero un movimiento inusual en la puerta de la Cabaa llam su atencin, y
respir aliviado. Agitando las manos frenticamente, Alec los alentaba a unirse a l. Sostena lo
que parecan ser dos enormes rifles con ganchos en los extremos, unidos a largos rollos de cuerda.
Como buen soldado, aun despus de tanto tiempo el hombre tena un plan y necesitaba
ayuda. Iba a enfrentar a esos monstruos, y Mark tambin lo hara. Se apart del muro y, al echar
una mirada a su alrededor, divis un trozo de madera al otro lado del callejn. Sin advertir a los
dems sobre lo que pensaba hacer, cruz corriendo, lo tom y, usando la madera a modo de
escudo, sali a la plaza abierta para llegar a la Cabaa, donde se encontraba Alec. No necesitaba
mirar hacia arriba: poda or los silbidos inconfundibles de los dardos que se acercaban en su
direccin. Escuch el golpe ntido de uno de ellos al incrustarse en la tabla y continu la carrera.
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5 En su camino hacia Alec fue variando el ritmo de sus pasos, a veces ms lento, otras ms
rpido, esquivando los dardos que llovan alrededor de sus pies. Un segundo proyectil se enterr
en su escudo improvisado. Mientras l corra a cielo abierto, Alec se dirigi directamente hacia el
centro de la Plaza sin soltar los rifles. Los dos amigos casi chocaron uno contra el otro justo debajo
del Berg y, de inmediato, Mark se agach y levant el escudo. Los ojos del viejo oso brillaban con
intensidad y determinacin. A pesar de las canas, pareca veinte aos ms joven.
Tenemos que darnos prisa! grit, Antes de que ese aparato decida largarse de aqu!
Los propulsores ardan sobre sus cabezas y los dardos seguan clavndose en las personas
que los rodeaban. Los alaridos eran horrendos.
Qu hago? exclam Mark. Una mezcla de adrenalina y terror que ahora le resultaba
tan familiar recorri su cuerpo mientras esperaba las instrucciones de su amigo.
Cbreme con esto indic Alec, al tiempo que sujetaba los rifles debajo de un brazo y
sacaba de atrs de los pantalones una pistola negra que Mark no conoca. No haba tiempo para
vacilar: tom el arma con la mano libre y, por el peso, supo que estaba cargada. Al amartillar la
pistola, un dardo se incrust en la madera. Luego otro ms. La gente del Berg haba divisado a las
dos personas que se hallaban tramando algo en el medio del claro. Ms proyectiles aterrizaron en
el suelo como una repentina tormenta de granizo.
Dispara, hijo! rugi Alec.Y apunta bien, porque solo tienes doce balas. No falles.
Ahora!
Con esas palabras, se dio vuelta y sali corriendo hacia un sitio que se hallaba a unos
metros. Mark apunt la pistola a los hombres de la escotilla e hizo dos rpidos disparos sabiendo
que deba distraer su atencin para que no notaran los movimientos de Alec. Los tres trajes verdes
retrocedieron y se pusieron de rodillas para que la rampa de metal los protegiera del agresor. Uno
de ellos gir y comenz a trepar para ingresar en la nave.
Mark arroj a un lado el escudo, sujet el arma con ambas manos y se concentr. Cuando
una cabeza se asom por el borde de la escotilla, la coloc rpidamente en la mira y dispar. Sus
manos saltaron con el culatazo, pero alcanz a ver en el aire la bruma roja del chorro de sangre.
Un cuerpo se tambale por la rampa y, al caer, choc contra tres personas que se hallaban abajo.
Cuando la gente not lo que estaba sucediendo, nuevos coros de gritos brotaron de todos lados.
Un brazo emergi de la puerta blandiendo uno de los tubos y comenz a lanzar tiros al azar.
Mark dispar y enseguida oy el sonido agudo de la bala que pegaba contra el artefacto de metal y
vio caer el arma hacia el suelo. Al instante, una mujer la recogi y comenz a examinarla para
descubrir cmo funcionaba. Podra ser de gran ayuda.
Mark se arriesg a echar un rpido vistazo a Alec: sostena el arma con los anzuelos como
si fuera un hombre de mar a punto de lanzar un arpn a una ballena. Un ligero estallido y
repentinamente el gancho sali volando hacia el Berg mientras la soga giraba detrs como una
nube de humo. El garfio choc contra uno de los brazos hidrulicos que mantenan abierta la
escotilla y se retorci con fuerza a su alrededor. Alec tens la cuerda.
Arrjame la pistola! le grit.
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Mark mir hacia arriba para asegurarse de que nadie hubiera reaparecido para lanzar otro
aluvin de dardos, y luego sali corriendo hacia Alec con la pistola. Apenas se la haba entregado
cuando escuch un clic y vio a Alec volando por el aire mientras el dispositivo lo elevaba con la
cuerda hacia el Berg. Con una mano sujetaba firmemente el rifle con los ganchos y, con la otra,
apuntaba el arma hacia arriba. Tan pronto lleg al borde de la escotilla, sonaron tres disparos
sucesivos y fulminantes. El hombre subi la rampa y sus pies se perdieron en el interior. Unos
segundos despus, otro cuerpo con traje verde atravesaba volando el borde y se precipitaba a
tierra.
El otro gancho! le grit Alec desde arriba. Aprate, antes de que aparezcan ms o
se vayan! advirti y se dio vuelta hacia el Berg sin esperar respuesta.
El corazn de Mark lata a toda prisa y casi le produca dolor al golpear con fuerza contra las
costillas. Mir a su alrededor y distingui el pesado dispositivo en el piso, donde Alec lo haba
dejado. Lo levant y, tras estudiarlo, lo invadi el pnico al pensar que no sabra cmo usar esa
estpida arma.
Solo tienes que apuntar hacia ac arriba! le explic con un bramido. Si no se
engancha, lo amarro yo mismo. Vamos!
Mark lo empu, apunt hacia el centro de la escotilla y apret el gatillo. La sacudida fue
intensa, pero esta vez se inclin hacia el arma y solo sinti una rfaga de dolor en el hombro. El
gancho y la cuerda trepadora se elevaron raudamente hacia el Berg y pasaron por encima de la
escotilla abierta. El gancho golpe contra el metal y se desliz hacia abajo, pero Alec lo agarr
justo a tiempo. Corri hasta uno de los brazos hidrulicos y lo at con fuerza.
Muy bien! grit, Ahora oprime el retractor verde de la culata...!
Sus palabras se interrumpieron cuando los motores del Berg rugieron con ms intensidad y
la nave se sacudi en el aire.
Sujet el extremo del dispositivo justo en el momento en que este lo levantaba del suelo y lo
izaba hacia arriba. Escuch la voz de Trina que le gritaba desde abajo, pero el piso se fue alejando
y las personas se empequeecieron con el paso de los segundos. El miedo lo envolvi mientras se
aferraba con tanta fuerza que los dedos se le pusieron blancos. Al mirar hacia abajo le dola la
cabeza y se le revolva el estmago, as que decidi fijar la vista en la escotilla.
Despus de haber estado casi al borde de la muerte, Alec intentaba nuevamente
encaramarse sobre el borde de la rampa. Forceje y patale hasta volver a estar en una posicin
segura, usando la misma cuerda a la que Mark se aferraba con toda su vida. Luego se dej caer
sobre el vientre y observ a su joven amigo con ojos desorbitados.
Mark, busca el botn verde! rugi. Oprmelo!
El viento azotaba el cuerpo de Mark junto con el aire de los propulsores. El Berg estaba
ascendiendo y ya se encontraba por lo menos a sesenta metros del suelo. Se mova hacia
adelante, en direccin a la arboleda. Si no haca algo, en breves segundos los rboles lo haran
pedazos o lo arrancaran de la cuerda. Se mantuvo bien aferrado mientras buscaba
desesperadamente el botn verde.
Por fin lo encontr, a unos pocos centmetros del gatillo que haba disparado el gancho y la
soga. Odiaba tener que soltarse aunque fuera por un segundo, pero concentr toda su fuerza en la
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mano derecha, apret los dedos y luego lo busc con la izquierda. Todo su cuerpo se meca en el
aire de un lado a otro, bambolendose contra el viento y saltando con cada sacudida del aparato.
Las puntas de los pinos y de los robles se acercaban peligrosamente, y no consegua la firmeza
necesaria para pulsar el botn.
De pronto, escuch un chirrido metlico sobre su cabeza y levant la vista: la escotilla se
estaba cerrando.
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6 Date prisa! le grit Alec desde arriba.
Mark estaba buscando nuevamente el botn cuando vio que los rboles se acercaban a
toda velocidad. Volvi a apoyar la mano izquierda sobre el arma y la sujet con todas sus fuerzas;
luego se hizo un ovillo y apret los ojos. El Berg se movi bruscamente y lo lanz hacia los rboles:
las ramas superiores del pino ms alto azotaron su cuerpo, las pas le pincharon la piel y las ramas
puntiagudas le rasgaron la ropa y el rostro. Parecan manos de esqueletos tratando de enviarlo a la
muerte. Tena toda la piel cubierta de araazos.
Pero logr sobrevivir gracias al impulso del Berg y a la cuerda, que lo alejaron
repentinamente de las garras de los rboles. Relaj las piernas y despus dio una patada muy
potente hacia afuera mientras la nave daba una vuelta y lo enviaba volando en un amplio arco. La
escotilla se hallaba a medio cerrar y Alec estaba inclinado sobre ella intentando izar la soga, con el
rostro morado de tanto gritar. Sus palabras se perdan en el ruido circundante.
Mark tena el estmago revuelto pero saba que le quedaba una sola oportunidad. Solt el
dispositivo con la mano izquierda, tante el costado hasta que encontr el gatillo y luego recorri
con los dedos la distancia hasta el botn verde. Su visin perifrica le avis que se estaban
aproximando a ms rboles. La nave descendi un poco, como para asegurarse de que l no
saliera con vida.
Encontr el botn y lo presion, pero sus dedos resbalaron. A pesar de que las ramas ya se
extendan hacia l, prob otra vez mientras apretaba el dispositivo contra su cuerpo para lograr
afirmarse. Sali disparado hacia arriba justo cuando, de un balanceo, se intern en el espeso
follaje. Pas velozmente a travs de los rboles, saltando hacia la escotilla al tiempo que las ramas
le apaleaban el rostro. Se oy un ronroneo cuando la cuerda se retrajo dentro del dispositivo y lo
impuls hacia Alec, que lo esperaba con la mano extendida. Faltaba solo un metro para que la
placa de metal se cerrara por completo.
Solt el dispositivo justo antes de chocar contra el borde filoso de la escotilla en lento
ascenso. Dio un salto para atrapar la mano de Alec y sujetar el metal con la otra. El soldado lo
aferr fuertemente y comenz a jalar de l para hacerlo pasar a travs de la estrecha abertura.
Como el espacio era muy angosto, se retorci y patale, pero consigui escurrirse a tiempo. Tuvo
que arrancarse la suela del zapato para que no lo aplastaran las garras de la escotilla, que se cerr
con un ruido atronador cuyo eco reson por las oscuras paredes del interior del Berg.
Adentro estaba fresco y, una vez que el sonido se extingui, lo nico que logr escuchar fue
su agitada respiracin. La oscuridad era completa; al menos eso fue lo que percibieron sus ojos,
que todava no haban logrado adaptarse despus de haber estado expuestos a la luz cegadora del
sol. Sinti cerca de l la presencia de Alec, que tambin trataba de recuperar el aliento.
Le dola hasta el ltimo centmetro del cuerpo y poda afirmar que tena varias heridas
sangrantes. El Berg se haba detenido y se mantena flotando en el lugar, emitiendo un zumbido.
No puedo creer lo que acabamos de hacer exclam y su voz retumb como un eco.
Por qu no hay ac un ejrcito de personas listas para arrojarnos por la borda? O dispararnos
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esos dardos?
Alec suspir con pesadez.
No lo s. Es probable que tengan una tripulacin reducida, pero creo que hay al menos un
tipo ah adentro esperndonos.
Podra estar apuntndome una de esas pistolas de dardos a la cabeza en este mismo
momento.
Bah! solt Alec, Creo que esos tipos no eran nadie. Seguramente los contrataron
para hacer el trabajo que deberan haber hecho profesionales. Quiz limpiamos a toda la
tripulacin. Al menos, todos menos el piloto.
O tal vez hay diez tipos armados al otro lado de este recinto mascull Mark.
Bueno, de todos modos, solo puede ser una de esas dos opciones repuso Alec.
Salgamos de aqu.
El soldado arrastr los pies hacia adelante y Mark solo pudo rastrear sus movimientos por el
ruido que produca. Pareca que estaba gateando.
Pero... comenz Mark; luego se dio cuenta de que no tena nada que decir. Qu otra
cosa podan hacer: sentarse ah a jugar a las escondidas hasta que alguien saliera a saludarlos con
leche y galletas? Con una mueca de dolor por los golpes recibidos, se puso en cuatro patas y
sigui a su amigo. Un poco ms adelante surgi una luz dbil y, a medida que se acercaban, todo
lo que los rodeaba fue cobrando nitidez. El mbito pareca ser algn tipo de depsito, con estantes
en las paredes y correas o puertas de malla metlica para mantener todo en su lugar. Al menos la
mitad de los estantes se encontraban vacos.
La luz era un panel brillante colocado encima de una puerta baja de metal con tornillos
alineados en los bordes.
Me pregunto si estamos encerrados coment Alec mientras se enderezaba. Camin
hasta la puerta y movi la manija, que obviamente no se abri.
Mark estaba contento de poder levantarse, porque el suelo era muy duro, pero sus
msculos se quejaron cuando se estir para ponerse de pie. Haca bastante tiempo que no gastaba
tanta energa y era la primera vez que reciba semejante paliza de un grupo de rboles.
Qu est sucediendo? pregunt, Por qu alguien querra meterse con nuestro
miserable pueblito? Y lanzarnos dardos? Qu rayos pas?
Ojal lo supiera coment Alec mientras segua forcejeando con la manija con ms
fuerza, sin resultado alguno. Lo que s es seguro es que esas personas cayeron como moscas
cuando les dispararon con esos malditos dardos se alej de la puerta con una mirada de
frustracin y luego apoy las manos en las caderas, como si fuera una anciana.
Cayeron como moscas repiti Mark por lo bajo.Y una de ellas fue Darnell. Crees
que estar bien?
Alec le ech una mirada que deca que era demasiado inteligente para creer eso. Y Mark
saba que estaba en lo cierto. Sinti pesar en el corazn. Desde la llegada del Berg, todo haba
sido nada ms que una huida loca y frentica, y solo ahora caa en la cuenta: Darnell deba estar
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muerto.
Qu hacemos ac arriba? inquiri.
Alec le apunt con el dedo.
Lo que haces cuando alguien irrumpe en tu casa y ataca a tu gente: te defiendes. No voy
a dejar que estos miserables se salgan con la suya.
Pens en Darnell y en todas esas personas heridas y conmocionadas, y comprendi que
Alec tena razn.
De acuerdo. Puedes contar conmigo. Qu hacemos?
Primero, tengo que abrir esta maldita puerta. Aydame a buscar algo para poder hacerlo.
Bajo la luz mortecina, recorri con la vista toda la habitacin.
Y ahora por qu seguimos suspendidos en el aire?
Veo que te encanta hacerme preguntas que no tengo manera de responder. Mantn los
ojos bien abiertos y ponte a investigar.
Est bien.
Al principio no vio ms que trastos viejos o intiles: piezas sueltas, herramientas, cajas
llenas de suministros, desde jabn hasta papel higinico. Luego divis algo amarrado a la pared,
algo que supo que le agradara a Alec: una maza.
Ey! Por aqu! grit mientras desataba la herramienta y la sopesaba. Es bien pesada:
ideal para que derribes la puerta con tus descomunales brazos de soldado.
No son tan fuertes como solan serlo.
Cuando el viejo oso sujet el mango de madera, esboz una sonrisa y sus ojos brillaron. Se
dirigi hacia la puerta y comenz a aporrearla. No pareca que fuera a durar mucho, pero Mark
pens que le llevara unos
buenos minutos derribarla. Solo esperaba que cuando eso sucediera, no hubiera un ejrcito
de matones vestidos de verde del otro lado.
Clan, clan, clan. Alec no cesaba de pegarle y las abolladuras eran cada vez mayores.
Continu examinando el lugar en busca de otra herramienta que pudiera usar cuando la
puerta finalmente cediera. Al menos Alec tena esa enorme maza que revolear. En el rincn ms
oscuro del recinto, algo le llam la atencin: un sector lleno de cajas duras de unos sesenta
centmetros de largo por treinta de altura y profundidad, que parecan proteger algo importante.
Algunas estaban abiertas y vacas; otras, selladas.
Se acerc rpidamente y entorn los ojos para ver mejor, pero estaba demasiado oscuro.
Levant una de las cajas cerradas, que result ms liviana de lo que haba imaginado, y se movi
hacia la luz. La apoy sobre la rejilla de metal del piso y se inclin para ver de qu se trataba.
Tena un smbolo de advertencia pegado arriba, de esos que indican que el contenido
implica un riesgo biolgico. Debajo del smbolo haba una etiqueta que deca:
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Virus VC321xb47
Altamente contagioso
24 dardos, mxima precaucin
De repente, Mark dese no haber tocado la caja.
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7 Se incorpor y se alej unos pasos. No poda creer que hubiera movido esa caja. Y de no
haberla colocado antes bajo la luz, quiz la habra abierto. Esos dardos deban haberse roto
durante el vuelo del Berg y tal vez el virus se haba filtrado por las pequeas grietas del contenedor.
Adems, en los estantes haba cajas abiertas, aunque esas parecan estar vacas.
Retrocedi un poco ms mientras se limpiaba las manos en los pantalones.
Clan, dan, clan. Alec se detuvo y respir agitado.
Uno o dos golpes ms y esta maldita puerta se abrir. Tenemos que estar preparados.
Encontraste algn arma?
Mark se sinti enfermo, como si, en ese mismo instante, unos insectos microscpicos
hubieran saltado desde las cajas a su piel y se deslizaran por su sangre.
No, solo una caja llena de dardos con un virus letal. Quiz podramos arrojarles algunos,
no crees? quera hacer una broma, pero despus de pronunciar aquellas palabras, se sinti
peor.
Qu? Un virus? repiti Alec en tono de duda. Camin hasta la caja y la observ
detenidamente. Demonios... de modo que eso era lo que nos estaban disparando? Quin es
esta gente?
Mark entr en pnico.
Y qu hacemos si nos estn esperando al otro lado de la puerta? pregunt.Tal vez
nos claven esos dardos en el cuello. Qu diablos estamos haciendo ac arriba? concluy.
Percibi la alarma creciente que haba en su propia voz y se sinti avergonzado.
Clmate, muchacho! Hemos estado en situaciones mucho peores que esta respondi
Alec. Solo trata de encontrar algo, cualquier cosa, que puedas sostener y arrojarles a quienes
aparezcan. Acaso vas a permitir que huyan sin un merecido castigo despus de haberles lanzado
esos dardos a nuestros amigos? Ya estamos aqu arriba: no hay vuelta atrs.
La fiereza que haba en la voz de Alec lo hizo sentirse mejor, ms seguro de s mismo.
Est bien. Voy a buscar algo.
Date prisa!
Recordaba haber visto una llave inglesa junto a la maza y fue a buscarla. Haba esperado
que apareciera un arma de verdad, pero iba a tener que contentarse con un pedazo de metal de
treinta centmetros de largo.
Alec sostena la maza, listo para descargarla sobre la manija destrozada de la puerta.
Tienes razn en que es probable que nos disparen apenas esto ceda. Pero no ataquemos
como si furamos dos gorilas tontos. Vete hacia atrs y espera a que d la orden.
Mark hizo lo que se le dijo: apoy la espalda contra la pared al otro lado de la puerta y
sujet la llave con fuerza.
Estoy listo exclam; el miedo lata en su interior.
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Entonces lleg el momento.
Alec levant la maza y luego la dej caer con estrpito sobre el picaporte. Dos golpes ms y
la cerradura se quebr con un crujido. Otro mazazo ms y la puerta se abri y rebot contra la
pared de afuera. Casi de inmediato, tres dardos rasgaron el aire y se clavaron en la pared del
fondo. Luego se escuch un repiqueteo contra el suelo, seguido de pisadas que se alejaban. Era
una sola persona.
Creyendo que Mark saldra detrs del agresor, Alec alz la mano. Despus se asom por el
marco de la puerta.
Despejado. Y el tipo debe haberse quedado sin dardos, porque arroj el arma al suelo.
Estoy empezando a creer que hay pocas personas en este Berg. Vamos, tenemos que atrapar a
esa rata.
Se asom un poco ms y ech una ltima mirada de inspeccin. A continuacin sali al
pasillo alumbrado por una luz tenue. Mark respir hondo y lo sigui despus de patear la pistola
con desagrado. El arma repiquete por el recinto y choc contra la pared mientras en la mente de
Mark brotaba la imagen de Darnell con el dardo en el hombro. Dese tener en sus manos algo ms
que una llave de metal.
Empuando la maza con ambas manos, Alec se desliz por el estrecho corredor. Era
ligeramente curvo, como si siguiera el borde circular del exterior de la nave. Las nicas fuentes de
luz eran unos paneles luminosos como el que haban visto en el depsito, colocados cada tres
metros. Pasaron delante de varias puertas; Alec intent abrirlas, pero todas estaban cerradas.
Durante la marcha, Mark mantuvo sus nervios bajo control, pues quera estar preparado por
si algo saltaba sobre l. Estaba a punto de preguntarle a Alec sobre el diseo del Berg (record que
el soldado alguna vez haba sido piloto), cuando escuch un portazo y luego ms pisadas.
Vamos! rugi Alec.
Con el corazn desbocado, Mark emprendi una veloz carrera detrs de su amigo por el
pasillo circular. Alcanz a vislumbrar una sombra rauda delante de ellos, que pareca llevar el traje
verde que haban visto antes y la cabeza descubierta. El extrao grit algo, pero sus palabras
indescifrables retumbaron como un eco en las paredes del pasadizo. No quedaban dudas de que
era un hombre, posiblemente el que les haba disparado.
Los motores aceleraron y, con una sacudida, el Berg se puso en movimiento y se lanz
hacia adelante con furia. Mark perdi el equilibrio, choc contra una pared, rebot y despus
tropez con Alec, que estaba tendido en el piso. Ambos se pusieron de pie con dificultad y
sujetaron las armas.
Ah est la cabina indic Alec. Aprate!
Sin esperar respuesta, el soldado avanz por el pasillo, con Mark pegado a sus talones.
Llegaron a una zona abierta con sillas y una mesa en el momento en que la figura desapareca
detrs de una escotilla curva, en lo que deba ser la cabina. El hombre comenz a empujar la
puerta para cerrarla, pero Alec le lanz la maza justo a tiempo. La herramienta golpe la pared
cercana a la escotilla y cay al suelo, bloqueando la puerta.
Mark no se haba detenido: sin pensarlo dos veces, pas frente a Alec e ingres en la
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cabina.
Distingui fugazmente los dos asientos de los pilotos y ventanillas sobre grandes paneles
repletos de instrumentos, agujas y pantallas, que emitan destellos de informacin. Uno de los
asientos estaba ocupado por una mujer que oprima botones frenticamente al tiempo que el Berg
sala disparado hacia adelante y los rboles se esfumaban debajo de l a gran velocidad.
No haba terminado de examinar el lugar cuando alguien lo tacle desde la derecha y los
dos cuerpos se desplomaron en el piso de la cabina.
Se le cort la respiracin cuando el atacante intent inmovilizarlo, pero Alec descarg la
maza en su hombro. El hombre sali despedido hacia el costado y aterriz lanzando un gemido de
dolor. Mark aprovech para ponerse de pie y llenar de aire los pulmones. Alec tom al agresor del
uniforme verde y lo alz hasta que sus rostros quedaron frente a frente.
Qu est pasando aqu? le escupi.
Ignorando la catica escena que se desarrollaba a sus espaldas, la mujer continuaba
operando los controles. Mark se acerc a ella sin saber qu deba hacer. Se plant y habl con la
voz ms autoritaria que pudo:
Deten esto ya mismo! Da la vuelta y llvanos a casa!
La piloto actu como si no lo hubiera escuchado.
Habla! le gritaba Alec al desconocido.
No somos importantes! repuso con un quejido lastimero. Nos enviaron a hacer el
trabajo sucio.
Los enviaron? repiti, Quines?
No puedo decirlo.
Mark escuchaba lo que estaba ocurriendo del otro lado de la cabina, enojado ante la mujer
que no acataba sus rdenes.
Dije que detuvieras esta cosa! Ahora! exclam mientras levantaba la llave, sintindose
completamente ridculo.
Solo cumplo rdenes, hijo respondi ella sin emocin en la voz.
Estaba pensando qu responder, cuando el sonido de Alec golpeando al prisionero desvi
su atencin.
Quin los envi? repeta. Qu haba en esos dardos que nos dispararon? Un
virus?
No lo s dijo el hombre con un sollozo. Por favor, no me lastimes suplic. Mark
estaba totalmente concentrado en el desconocido de traje verde, cuyo rostro se vio de pronto
cubierto por un tono grisceo, como si hubiera sido posedo por un fantasma. Hazlo orden
casi mecnicamente. Aterriza la nave.
Qu? dijo Alec Qu es esto?
La piloto gir la cabeza y enfrent a Mark, que la observaba perplejo. Tena en los ojos la
misma expresin sin vida que el hombre del traje verde.
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Solo cumplo rdenes.
Extendi la mano y empuj con fuerza una palanca hasta el fondo. El Berg se sacudi hacia
adelante y luego se precipit hacia la tierra; las ventanillas de la cabina se vieron repentinamente
invadidas por el verde de la vegetacin.
Mark sali despedido por el aire y se estrell contra los tableros de control. Se produjo un
gran destrozo y el rugido de los motores llen sus odos; se escuch un estrpito seguido de una
explosin. El Berg fren de golpe y un objeto duro vol por la cabina y golpe su cabeza.
Sinti el dolor y cerr los ojos antes de que la sangre empezara a escurrir sobre ellos.
Luego, lentamente, fue perdiendo la conciencia mientras escuchaba la voz de Alec que lo llamaba
a travs de un tnel oscuro e interminable.
Un tnel, pens antes de desmayarse por completo, qu apropiado. Al fin y al cabo, ah
haba comenzado todo...
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8 Mientras el tren subterrneo circulaba a toda velocidad, Mark se reclin en el asiento, cerr
los ojos y sonri. Haba sido un da de estudio agobiante, pero ya haba terminado. Tena dos semanas de vacaciones por delante. Ahora podra relajarse y descansar, no hacer nada salvo jugar con la caja virtual y devorar cantidades alucinantes de comida. Salir con Trina, hablar con Trina, molestar a Trina. Quiz debera despedirse de sus padres, secuestrarla y huir. Eso sera perfecto.
Abri los ojos.
Ella estaba sentada enfrente, concentrada en sus propios pensamientos, y no tena la ms
mnima idea de que l estuviera loco por ella. Haca tiempo que eran amigos, ms que nada por las
circunstancias. Segn las leyes del universo, si en la casa de al lado vive alguien de tu edad, tiene
que ser tu amigo. Hombre, mujer, extraterrestre... no importa. Pero cmo poda haber adivinado
que ella se iba a transformar en esa preciosidad, con un cuerpo increble y unos ojos
deslumbrantes? Claro que el nico problema era que tambin le gustaba al resto de los chicos de
la escuela. Y eso a Trina le encantaba: era obvio.
Ey exclam. El tren atravesaba como una bala los tneles de la ciudad de Nueva York.
A causa del movimiento suave y adormecedor, le entraron ganas de volver a cerrar los ojos. En
qu ests pensando? le pregunt.
Cuando los ojos de Trina se encontraron con los suyos, una sonrisa ilumin su hermoso
rostro.
En absolutamente nada. Eso es lo que voy a hacer durante dos semanas: no pensar. Si
empiezo a pensar, voy a pensar intensamente en no pensar hasta que deje de hacerlo.
Guau. Eso parece difcil coment Mark, queriendo sonar gracioso.
No. Es divertido. Pero es solo para mentes brillantes.
En momentos como ese, a Mark le sobrevena el ridculo impulso de decirle que le gustaba,
invitarla a salir, estirarse y tomarle la mano. En cambio, de su boca brotaron atropelladamente las
palabras tontas de siempre.
Oh, sabia entre las sabias: tal vez podras ensearme ese mtodo de pensar para no
pensar.
Trina torci levemente el gesto.
Eres un idiota.
Confirmado: la tena en la palma de la mano. Sinti ganas de gruir o de pegarse un golpe
en la cara.
Pero a m me gustan los idiotas agreg para suavizar el golpe, y l volvi a sentirse
bien.
Y... qu planes tienes? Piensas irte de viaje con tu familia o te quedars ac?
Es probable que vayamos a visitar a mi abuela unos das, pero estar ac la mayor parte
de las vacaciones. Se supone que saldr con Danny alguna vez, pero nada formal. Y t?
Otro pequeo golpe. Con esa chica nunca poda estar tranquilo.
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Humm, s. Digo, no. Nada. Pienso quedarme en casa todo el da comiendo papas fritas y
eructando.Y voy a pasar mucho tiempo observando cmo malcran a mi hermanita llenndola de
regalos coment. Madison. S, realmente era malcriada, pero buena parte de la culpa era de
Mark.
Entonces podramos salir.
Y otra vez sinti que tocaba el cielo con las manos.
Eso sera genial. Qu tal todos los das? pregunt. Era lo ms arriesgado que le haba
dicho en mucho tiempo.
Bueno.Y quiz hasta podramos... comenz a decir y, luego de echar un vistazo a su
alrededor con exagerada precaucin, volvi a clavar los ojos en l besarnos a escondidas en el
stano de tu casa.
Durante un segundo prolongado, crey que ella hablaba en serio. Se le detuvo el corazn y
se le eriz la piel. El pecho le arda de emocin.
Pero a continuacin ella se ech a rer como si estuviera loca. En realidad, no lo haca con
maldad y Mark alcanz a notar un dejo de coqueteo en su actitud. Sin embargo, normalmente
senta que ella lo consideraba solo un viejo amigo y nada ms. Y la idea de besarse en el stano
no era ms que una tontera. Decidi dejar sus sentimientos de lado por un rato.
Eres tan graciosa dijo. No puedo parar de rerme.
Ella interrumpi la risa de inmediato y se pas la mano por el rostro.
T sabes que lo hara.
Apenas pronunci la ltima palabra, las luces se apagaron. El tren perdi la energa y
comenz a disminuir la velocidad; Mark se cay del asiento y casi aterriza sobre la falda de Trina.
En otra ocasin eso hubiera sido algo bueno, pero en aquel instante se asust. Haba odo historias
sobre hechos como ese, que haban sucedido en el pasado, pero en toda su vida nunca haba
ocurrido que fallara la electricidad subterrnea. Quedaron en la ms absoluta oscuridad y la gente
empez a gritar. La mente humana no estaba preparada para quedar sumida en una noche negra
sin aviso previo. Daba miedo. Finalmente, el resplandor de algunos telfonos de pulsera rompi la
negrura.
Trina le apret la mano.
Qu diablos pasa? pregunt.
Al ver que ella no pareca muy asustada, se sinti ms seguro y recuper la calma. Aunque
nunca hubiera ocurrido, no era raro que alguna vez se cortara la electricidad del tren subterrneo.
Supongo que habr habido alguna falla aventur sacando su telfono celular tipo palm
(no era suficientemente rico como para tener uno de esos lujosos de pulsera), pero descubri con
asombro que estaba fuera de servicio y volvi a guardarlo en el bolsillo.
Se encendieron unas luces amarillas de emergencia en el techo del vagn. Aunque dbiles,
eran un bienvenido alivio frente a la oscuridad total. A su alrededor, las personas se haban puesto
de pie y miraban alternadamente hacia ambos extremos del tren mientras susurraban entre ellas.
Cuchichear pareca ser lo apropiado en una situacin semejante.
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Por lo menos no tenemos prisa dijo Trina. En un susurro, por supuesto. Mark ya haba
perdido el pnico inicial y ahora lo nico que deseaba era preguntarle qu haba querido decir con
eso de T sabes que lo hara. Pero esa posibilidad haba quedado sepultada para siempre. Qu
accidente ms inoportuno.
El tren se sacudi levemente. Ms que nada fue como un temblor o una fuerte vibracin,
pero result inquietante y la gente volvi a gritar y a moverse. Mark y Trina intercambiaron una
mirada llena de curiosidad y una pizca de miedo.
A grandes zancadas, dos hombres se dirigieron a las puertas de emergencia e intentaron
abrirlas. Cuando por fin lo lograron, saltaron hacia la pasarela que corra a lo largo del tnel. Como
un ejrcito de ratas huyendo del fuego, el resto de los pasajeros se lanz detrs de ellos en medio
de empujones, codazos y maldiciones. En dos o tres minutos, Mark y Trina se quedaron solos en el
vagn bajo el plido centelleo de las luces de emergencia.
No creo que eso sea lo que deberamos hacer dijo Trina sin dejar de susurrar. Estoy
segura de que la luz volver en cualquier momento.
S coment Mark. Pero el ligero temblor del tren no cedi y eso comenz a preocuparlo
ms. No s. Algo parece estar realmente mal.
Crees que deberamos ir tras ellos?
Lo pens unos segundos.
S. Me voy a volver loco si nos quedamos sentados aqu.
Est bien. Tal vez tengas razn.
Se pusieron de pie, caminaron hasta las puertas abiertas y saltaron a la pasarela. Como era
angosta y no tena baranda, pareca ser muy peligrosa en caso de que el tren arrancara de
improviso. En el tnel tambin se haban encendido las luces de emergencia, pero apenas lograban
quebrar la oscuridad casi tangible de ese sitio tan profundo bajo la tierra.
Fueron en esa direccin indic Trina sealando hacia la izquierda. Algo en su tono de
voz le hizo pensar que crea que deberan ir en direccin contraria, y Mark estuvo de acuerdo.
Entonces... hacia la derecha anunci con un ademn.
S. No quiero estar cerca de esa gente, aunque no sabra decir por qu. Parece una
multitud descontrolada.
Vmonos.
Lo tom del brazo y comenz a caminar por la estrecha cornisa. Ambos deslizaban la mano
por la pared, casi apoyndose en ella, para estar seguros de no caer a las vas. El muro vibraba,
aunque no con tanta fuerza como el tren. Quiz lo que haba provocado el corte de electricidad ya
se haba calmado. Tal vez no era ms que un simple terremoto y todo volvera a estar bien.
Haban caminado diez minutos sin decir una palabra, cuando escucharon gritos ms
adelante. No, no solo gritos, algo peor: terror en estado puro, como si fuera una carnicera humana.
Trina se detuvo y volte para mirarlo. Cualquier duda que les hubiera quedado o ms bien
cualquier esperanza desapareci al instante: algo horrendo haba sucedido.
El instinto de Mark fue dar media vuelta y correr en la otra direccin, pero cuando Trina
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abri la boca y mostr lo valiente que era, se sinti avergonzado.
Tenemos que llegar a la superficie, averiguar qu est pasando y ver si podemos ayudar.
Cmo poda decirle que no? Corrieron con tanta rapidez y cuidado como pudieron hasta
que llegaron a la plataforma de una estacin y se detuvieron. La escena que surgi delante de sus
ojos era demasiado espeluznante para que la mente de Mark lograra procesarla. Supo que su vida
haba cambiado para siempre. Haba cuerpos desparramados por el piso, desnudos y calcinados.
Gritos y aullidos de dolor taladraban sus tmpanos y resonaban por las paredes. Con la ropa en
llamas, la gente se mova con dificultad, con los brazos hacia adelante y los rostros derretidos,
como si fueran de cera. Haba sangre por todas partes y una rfaga de calor insoportable envolva
el aire; sinti que estaban en el interior de un horno.
Trina lo tom de la mano; la expresin de terror en su rostro quedara fijada en su mente
para siempre. Luego lo empuj otra vez hacia el lugar de donde haban venido.
Mark pens en sus padres y en su hermanita. Los imaginaba calcinados por el fuego y
escuchaba los aullidos de Madison.
Y se le rompi el corazn.
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9 Mark!
La visin se esfum, pero el recuerdo del tnel todava nublaba su mente como si fuera lodo
filtrndose en su cerebro.
Mark! Despierta!
Era la voz de Alec. Sin duda alguna. Y le gritaba. Por qu? Qu haba ocurrido?
Despierta de una maldita vez!
Abri los ojos y luego parpade frente a los brillantes rayos de sol que se colaban a travs
de las ramas. Despus la cara de Alec tap la luz y pudo ver con ms claridad.
Ya era hora exclam el viejo oso con un suspiro exagerado. Haba comenzado a
asustarme, muchacho.
En ese mismo instante recibi una pualada de dolor en la cabeza, que simplemente haba
tardado ms que l en despertar. El dolor irrumpi con furia y le pareci que era ms grande que su
cerebro. Lanz un gemido, se llev las manos a la frente y palp la sangre resbaladiza.
Ay fue todo lo que logr proferir antes de gemir otra vez.
S, te diste un buen golpe cuando chocamos. Tienes suerte de estar con vida y de tener
un ngel de la guarda como yo, que te salv el pellejo.
Aunque pens que morira en el intento, tena que hacerlo. Preparado para la agona, se
incorpor. Parpade ante las manchas que obstaculizaban su visin y esper a que el dolor de su
cabeza y de su cuerpo cediera. Luego ech una mirada a su alrededor. Estaban sentados en el
claro de un bosque. Las races retorcidas se entrelazaban con las agujas de los pinos y las hojas
cadas de los rboles. A unos treinta metros de distancia, los restos del Berg descansaban entre
dos robles gigantescos, casi como si se tratara de una enorme flor de metal. Retorcida e inclinada,
la nave humeaba y arda, aunque no haba rastros de fuego.
Qu pas? pregunt, an presa de la desorientacin.
No recuerdas nada?
Bueno, no despus de que algo me golpe en la cabeza.
Alec alz las manos al cielo.
No hay mucho que contar. Nos estrellamos y te arrastr hasta aqu. Despus me qued
sentado mirndote mientras te movas de un lado a otro como si estuvieras en medio de una
pesadilla. Otra vez los recuerdos?
No quera pensar en eso, as que asinti fugazmente.
Hurgu dentro del Berg todo lo que pude continu Alec cambiando de tema, y Mark le
agradeci que no insistiera, pero el humo de los motores fue excesivo. Cuando se pueda andar
por ah sin quedarse ciego, quiero explorar un poco ms. Voy a averiguar quines son esas
personas y por qu hicieron lo que hicieron, aunque sea lo ltimo que haga en mi vida.
Muy bien repuso Mark. Despus, u