Versos Antarticos de Delia Musso
Post on 24-Jun-2015
1587 Views
Preview:
DESCRIPTION
Transcript
Delia María. Musso
Versos Antárticos
Poemas de Delia María Musso
2
Versos Antárticos
Departamento de Relaciones Públicas del IAU
Diagramación W. Fontes
Instituto Antártico Uruguayo
Web: www.iau.gub.uy
mail: rrpp@iau.gub.uy
Octubre 2010
Delia María Musso, recitando su
poema “Antártida”, durante el evento
de presentación de su libro Versos
Antárticos, en la Sede del Instituto
Antártico Uruguayo, el Día de la
Antártida 2010, celebrado el 8 de
octubre de 2010.
3
Delia María. Musso
Reseña:
Delia María Musso Rinaldi, es la hija mayor del profesor Julio César
Musso, fundador del Instituto Antártico Uruguayo (IAU).
La autora de este poemario, realizó una importante investigación
histórica en la década de 1990, entrevistando a las personas que fueron
protagonistas de los hechos que llevaron a concretar la entrada de
Uruguay al Tratado Antártico y que permitieron la fundación de la
Base Artigas, anhelo perseguido por su padre desde 1962.
El 7 de octubre de 1994, recibió de manos del entonces Presidente de
la República, Dr. Luis Alberto Lacalle, un diploma y distintivo
antártico, como homenaje a la labor pionera de su padre y en
reconocimiento a su interés personal en el tema.
En abril de 1995, fue invitada por el IAU a visitar la Base Científica
Antártica Artigas, a la que concurrió participando de las actividades de
la misma por varios días.
A fines de 1994, planeaba publicar un libro titulado “Nuestros
hombres en la Antártida”, una crónica-ensayo que relataba aspectos de
la vida diaria de las dotaciones que participaban cada año en la Base
Artigas.
Por razones económicas este libro permanece inédito, aunque su
manuscrito ha servido como fuente de consulta para varios trabajos
históricos que se encararon después.
Actualmente sigue vinculada al quehacer antártico. Es integrante de la
Asociación Civil Antarkos y en 2009 fue la madrina de la Dotación
Antarkos 25, a cargo de la Base Artigas.
Con la publicación de este poemario, el Instituto Antártico Uruguayo,
quiere homenajear, a través de la poesía, a los visionarios que hicieron
posible el ingreso de nuestro país al Tratado Antártico.
Cnel. Waldemar Fontes
Consejero del Instituto Antártico Uruguayo
7 Octubre de 2010
4
Versos Antárticos
La Autora
1969-1971: Curso de dibujo y pintura en el Taller de la Prof. Blanca
Durant.
1982 : Mención en el Concurso de Poesía “12 de Octubre”,
organizado por la Embajada del Reino de España. Se publica en el
ejemplar.
1983: Crítica de Artes Plásticas, egresada del Curso que dictara el
Prof. y Crítico Roberto de Espada.
1984: Publica el poemario “Las Otras Aves”, en Ediciones del
Mirador a/c - Prof. y escritor Álvaro Miranda.
1985: Publica el poemario “Fata Morgana”, En Ediciones del
Mirador, idem anterior.
1986: Publica “Cantata Negra”, poemario en la “Serie Gris” de
Ediciones del Mirador.
1993: Recibe el Primer Premio en el Concurso de cuento Breve por
“De Amaores”, del Taller de Creatividad Literaria de la Prof. Judith
Baco.
1995: La Sociedad Uruguaya de Egiptología, presidida por el Prof.
Juan J. Castillos publica en su Revista mensual, su cuento: “El dios
Thot con cabeza de ibis”.
Delia María Musso Rinaldi
5
Delia María. Musso
Delia Musso en la Base Científica Antártica Artigas Abril de 1995
1995: Comienza a escribir el poemario “Versos Antárticos”.
1996: Cursa el primer año en el Instituto Escuela Nacional de
Bellas Artes – asimilado a Facultad, el primer año dedicado a:
Técnicas de la Percepción Visual”.
1999: La Revue “Voies du Sud” (de los Profesores de la Alliance
Française del Uruguay”, publica dos poemas suyos en esa lengua.
Ese mismo año obtiene el “D.H.E.F” ( Diploma del Altos
Estudios en Francés).
2000: Ingresa a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación, para cursar la Licenciatura en Ciencias Históricas.
2007: Recibe Diploma de Mérito del “Círculo de Castilla y León”
en Barcelona, por su participación en su Concurso Anual
“Amanecer Literario”.
2008: Recibe de las Escuelas LINCOLN-MARTI y el Seminario
LIBRE, Miami, Florida, “Diploma de Mérito” por su
participación en su “VI Concurso de Poesía Internacional”.
6
Versos Antárticos
Tiene nuestro idioma, al igual que tantos otros, una urdimbre diáfana de voces venidas desde miríadas de senderos. Las palabras que gotearon sobre el latín venían algunas acarreadas desde los bosques, entrelazadas con el follaje y la bruma del norte. Otras vinieron por caminos polvorientos desde los valles y yermos, y eran de salitre sureño.
Éstas eran pura oliva helénica, aquellas, oro celta.
La palabra utilizada corrientemente en español para emitir la primera imagen mental sobre la Antártida es indudablemente “blanco”, nombre del color que a ella se asocia. Pues bien, esta palabra, extensa fuente de adjetivaciones, no proviene del latín, nuestro idioma matriz, sino que proviene de la vasta familia de idiomas germánicos vecinos y parientes cercanos. El anglosajón, “blank” tuvo en sus orígenes, y hasta entrado el siglo XV, el significado de “blanco”, tanto en la denominación del color como en el sentido habitual castellano de “en blanco” es decir vacío o libre de marcas. Interesante connotación de “pureza” unida a un
color.
En el pasado, el desierto había sido el lugar íntimo a donde Dios condujo a los hombres. Allí les habló y entró en sus corazones. Dios llevó a los hombres al desierto e hizo brotar en sus corazones una
llama de amor nuevo.
Y el vacío se llenó de voces nuevas de alabanza, cantos nunca antes oídos y una plenitud desconocida elevó los espíritus hacia el éxtasis
místico.
En el vacío el alma fue expandida y abrazó tierra y atmósfera. Se hermanó con vientos, piedras, colores inasibles, cosas conocidas y cosas ocultas,
lejanas a todo entendimiento.
En el silencio del desierto Dios habló a la humanidad, y el silencio y el alma se hicieron uno, y tomaron uno el lugar del otro. Fue un nuevo comienzo, una religión en su sentido etimológico. Esto lo han sabido místicos y poetas, uno de ellos
García Lorca: Oye, hijo mío, el silencio. Es un silencio ondulado, un silencio, donde resbalan valles y ecos y que inclina las frentes hacia el suelo.
Sobre el Poemario Versos Antárticos Escribe la Licenciada en Letras Marilde Goliardi
Hablando con quienes han viajado a la Antártida, todos me han referido lo sublime del silencio. Un silencio absoluto. En sus miradas se percibe, al verter en palabras ese pensamiento, un instante de introspección completa, una solemnidad
recobrada.
Es un momento hierático, intenso pero fugacísimo. Los ojos quedan inmovilizados como ante una Revelación. Esto ocurre incluso en personas que usualmente no son propensas a manifestar interés en lo sagrado o a abandonarse en una simple
meditación poética.
La poetisa habla del Absoluto, del Todo en una reverencia panteísta en la que lo interior, ese “nosotros mismos”, se vuelca hacia lo exterior, “el lugar del más allá” que también conforma nuestro
propio ser.
Ayer, el sitio de encuentro fue el desierto de arena, hoy lo es el de hielo. La sola visión de este mundo de hielo fue un relámpago blanco que hizo brotar cánticos desde el fondo aletargado. Y el tiempo se hizo eternidad y terminó huyendo,
borrando sus huellas.
En el vacío el espíritu se expande y, al hacerlo, busca para todo las respuestas. Y las encuentra en la vivificante plenitud de saberse uno con el
Todo que todo lo ha creado.
El blanco es el color en el cual los humanos han querido ver reflejada su pureza paradisíaca perdida, la pureza, bandera de la inocencia de la niñez, “blank”, tabula rasa libre de todos los errores de este mundo. Del “blank” fuimos creados, dicen los Libros y a él ansiamos retornar.
Porque él es la eternidad y la completud.
El nombre Adán es “Tierra Roja”, así fue su hechura tras la caída desde el Paraíso. De barro vibrante de soplo divino. Triste, sin embargo, de haber perdido el cuerpo etéreo, vacío de marcas, libre de ataduras y penas. Blanco y azulado. Nube sobre el reino Celeste. “Tierra Roja” fue carne de añoranza y se soñó nuevamente puro como el color de la vida. Azul es el manto Paterno y blanca,
la luz de la Creación.
Poesía, del griego “hacer” o “crear” y, proveniente a su vez, de las vías del sánscrito, “ensamblar”, “arreglar” es una participación de la gran obra del
7
Delia María. Musso
Demiurgo, del griego “Artesano”.
Sí, el sudario de la Antártida es “aparente”. No es
una tierra muerta. No.
El blanco es un altar donde suplicar el abrazo
paternal de la Providencia.
Se han encontrado huellas de ríos que laten bajo las sienes blancas. En la Antártida la vida no es sólo presencias semovientes, la vida está en el mismo suelo. Es un continente vivo que ofrenda su propia vitalidad a todas las criaturas. Escenario
para un nuevo Cantar de los Cantares.
La Eternidad y el silencio del vacío son el lugar de encuentro de un Adán y una Eva atemporales. Porque el tiempo es un intruso, un convidado de piedra. La soledad, entonces, invita al diálogo profundo. Un diálogo ausente de estridencias. Sólo
el blanco, el azul y el oro.
Los ojos de los amantes hablarán con los sonidos, susurros y estruendos del paisaje interior que cae como torrente que calca las formas del mundo visible. Aceros agudos, montaña ríspida. Espejos en todas sus variantes: gigantes y pequeños; algunos quebrados como una frase cortante. Y siluetas suaves, formas de redondeada ternura. La
Majestad no conoce de formas
Ambos paisajes, interior y exterior se reflejan en un
diálogo de incesantes metáforas.
El océano, la vastedad azul, cielo sobre la tierra, parece a la poetisa una pradera, todo maternal, imperturbable, con la calma de lo inmutable. Un espectáculo sin cambios desde que fuera ideado. Su inmensidad da amparo y resalta lo pequeño y lo deja manifestarse el reino vegetal con su toque
pintoresco.
Todo está en movimiento. Y, entre todas las cosas, vivientes a simple vista o enigmáticas como las montañas de hielo, son éstas últimas las
verdaderas entidades de presencia soberana.
Todo guarda el sello de la Creación, la Poiesis que
habla al Hombre.
La imagen de las nubes en el cielo remite a una suerte de despliegue de una realidad inalcanzable, un alfabeto ya incomprensible para los humanos,
que se sintieron impotentes y agitados.
Las nubes, ese discurso blanco etéreo, esa proclama lejana inconmensurable, al acercarse y hacerse inteligibles y habitar entre nosotros,
trajeron alivio al Valle de Lágrimas y entonces se elevó emocionada una Oración a la Majestad de la
Reina de los Cielos.
Pero la lluvia enfermó por causa de los hombres desalmados, y les trajo una advertencia: la casa pura no está siendo cuidada. La están manchando. Son manchados los caminos del agua. Se destruye el puente hacia la eternidad. Existen hombres, millares, que, alejados de su impulso primordial, son indiferentes a la suerte de la Tierra del Hielo, no guardan reverencia por ella (ni por nada), desconocen ese sentimiento. Hay de entre los hombres expulsados del Paraíso quienes se mantienen arrogantes y altivos y no se arrepienten
de su actitud blasfema.
El Creador, en su infinita misericordia, nos ofreció un oscuro remedo de la Tierra Prístina. Aquí todo es turbio, los colores no resplandecen como en su origen. Pero la Antártida brilla y es una luz de la memoria, y enceguece llenando de serena alegría a quienes la descubren en su corazón. Los hombres desalmados en realidad temen, dice la
poetisa, al temible veredicto de Dios, a Su ira.
El blanco les recuerda la luz, la que se vislumbraba por la puerta del Paraíso. Las colinas son como pórticos. Este lugar guarda el recuerdo de nuestra patria celestial. Este lugar es sagrado. ¡Ay! del que
lo mancille.
El común de los hombres, lejano a esta realidad, pareciera no estar preparado para el lenguaje pleno de la Antártida. Porque sus imágenes son la poesía y la misma vida. “Asombra y asusta” este
despliegue que es recuerdo de la Inmensidad.
Pero cual gesto de piedad hacia nosotros, pequeños seres infantiles, el Creador desliza partículas de música disfrazadas en mil sutilezas que, en este reino de hielo, habrán de ser captadas sólo con los ojos incorpóreos. Lo diminuto casi invisible, genera armonías visibles que, entrelazadas, van desgranando música y colores. Todo es serenidad y luz. La nieve siempre purifica. Cualquier paisaje se torna dulcemente piadoso y se
viste de esperanza con el manto de la nieve.
Es evocativo y es maravilla. Porque las cosas
toman aquí su inocencia primera.
El glaciar es testigo, centinela y pórtico. Aquí está el alba y el recuerdo del mundo original, el jardín
depositario de la llama de la Creación.
8
Versos Antárticos
Aquí, en el lugar
del más allá
de nosotros mismos,
no puedo escribirte
más que a Ti.
Por Ti,
regresada del desierto,
en donde mi pluma
yacía sin modo ni imagen,
abandono
sus asoladas y yermas arenas
para fundirme
en la grácil blancura
veteada de azul transparente
que extiende Tu mano.
I
9
Delia María. Musso
Por Ti,
reemprendiendo su vuelo místico,
retornan
desde un sosegado silencio
aquellos ecos de poesía,
aquellos primeros,
que de joven sentía,
atisbos de eternidad
“cristalinos mensajes
de un tiempo leído
con sensitiva mirada.”
10
Versos Antárticos
De blanco,
dije algún día,
nos habrán de haber pintado
largos los brazos, pálido el rostro
y sugerido de azul la mirada
en la que cielos reflejados
en la serena superficie de las aguas
se complacieran en apacentar
el rebaño blanco de sus nubes.
Y en un pequeño archipiélago
de efigie blanca
el bramido del viento
sugirió a la sangre
encerrada en mi piel
II
11
Delia María. Musso
que vertiera del cálamo
la gota primera
grácil y móvil
que agitara de sus profundidades
los secretos de vida
que el Divino velara
bajo el aparente sudario
de la Tierra Incógnita.
Y prosternándome
en la nívea urdimbre
supliqué Su Guía y Misericordia.
12
Versos Antárticos
Cuantas vidas
lleva mi vida
que se asemeja
a este lugar
blanco
“blanco color de vida”
como diría Antoni. (*)
Cuantas voces
dice mi voz
que escogió
el sonido
de la tuya
y el de tus alas al volar
para enraizarte en mis brazos
y hacerme feliz.
III
(*)Antoni Tàpies i Puig, artista catalán (1923)
13
Delia María. Musso
En la aparente calma
de los hielos
que evocan el azul
se ofrendan arterias blancas
para que yo pueda vivir.
Fríos de hielo y acero
que entre estruendos y silencios
de tus ojos a los míos
en mi sangre concibieron
una luz puntual.
Y para que ninguna voz
mancille
este instante en la eternidad
vierto en mi caligrafía
apenas un Nocturno
buscando de la llama
el corazón azul.
14
Versos Antárticos
Cuando interrumpiéndote
me señalaste
el arco iris evanescente
coloreado arco carpanel
que al cielo sostenía
mi rostro en mi mano reposaba
y estaba tan sólo ocupada
en el modulado vaivén
que a tu relato imponías.
Cobijada por la suave marea
de tus pensamientos alados
una sensación de tibio anhelo
comenzó de mi tristeza
a envolver el recuerdo
así “como la niebla
hace de la lluvia, mera palabra.”
IV
15
Delia María. Musso
Permití entonces
que en mágico timón convirtieras
aquel arco coloreado
que de pronto te distrajo.
Una luz espiralada
fue de tus manos a las mías
y logré fondear
mi hechizada logopeda
ante las desafiantes costas
de un brumoso y gélido Continente.
Antártida...
y el sonido subyacente
de los ríos congelados.
16
Versos Antárticos
El lánguido abandono
del sol yacente
sobre las formaciones de hielo sembradas
sobre el índigo mar,
te recordaron un sedoso tapiz.
Una cuidada y escondida
sensibilidad artística
comenzó a liberarse como burlón duende
de tus ojos oscuros
ahora calderos mágicos
en los que tus pestañas
se agitaron como ondulantes látigos,
desplegándose
sobre aquel campo de oro y lapislázuli.
V
17
Delia María. Musso
Cautivó el momento
la profunda cámara de tu memoria
sin saber que al hacerlo
alados genios de alabastro
emergerían en tus noches de insomnio
y que, tal vez coléricos,
forjarían cascadas de campanillas de oro puro
cuyo sonido
te desvelaría para siempre,
cada vez que a solas contigo
recordaras
aquellos días en el hierático Sur.
18
Versos Antárticos
Me aproximé
a la cuenca bahía
azul receptáculo
irisado de latencias.
En su orilla reposaban
y sin perturbarse transcurrían,
trozos de hielo
como gajos albos
de incipientes capullos.
Huertos de algas brunas
entretejían arabescos
sobre sus traslúcidos bordes
a veces imitando
estilizados zarcillos.
Invisibles remeros
al son de sus remos
golpeaban las aguas
VI
19
Delia María. Musso
emitiendo latidos
de gigantesco tambor.
A lo lejos,
bajo la celeste cúpula
soberbias y armónicas
esculturas blancas
finalizando el durmiente verano
iniciaban su finita peregrinación.
El sonido
de un recitado desconocido
se fue irguiendo
desde aquella bahía
en forma de árabe Nun
tintero sagrado
escondido poeta
que cantó para mí.
20
Versos Antárticos
Alcé mis ojos
confundiéndolos
con el azul profundo
de la temprana noche.
Las gotas de agua nieve
decoradas de estrellas
diseminaron
arpegios de luz
embellecidas lámparas
que fueron encendiendo
sus pabilos en mis pupilas
VII
21
Delia María. Musso
ellas, dentro de su líquido cristal
yo, dentro del árbol
olivo de mi cuerpo
que vivificaron
en el patio seco de mi memoria
el recuerdo
“de cuando Adán
estaba
entre la arcilla y el agua.”
22
Versos Antárticos
Cuando las nubes se desplegaron
como alas tumultuosas
diseñando en los cielos
un fondo surrealista y enigmático
aquí en la tierra
los hombres plantados
sobre esta alfombra blanca
respiraron “como niños enfermos en sus cunas
como fantasmas en sus tumbas”
porque torturados y enloquecidos
vieron plasmada su situación compleja
en un ámbito de teatralidad
que los remitía
a su natural impaciencia.
VIII
23
Delia María. Musso
Pero cuando las nubes
se desmaterializaron
en cien mil millones de cristalinas gotas
y atravesaron los nacarados poros del congelado
océano
un suspiro tibio
emergió de sus pechos
y de sus temblorosos labios
se escucharon piadosos:
-“Yo te saludo, María!”.
24
Versos Antárticos
Hoy el agua de la lluvia
dibujó un finísimo encaje negro
esmaltado de azul
para aquellos ciegos de los ojos
que tienen muda el alma.
Para aquellos
encerrados en si mismos
como caracolas muertas
que no saben de la armonía
que emerge de las notas
con las que aquellos hombres de blanco jade
embriagan los pasos del agua
hacia el infinito.
IX
25
Delia María. Musso
Sordos son de los oídos
los que sobre la falda del río helado
no perciben como sus aguas quietas
van vaciando su argénteo rocío
cubriendo sus cabellos de hebras platas.
Miedo tienen de las colinas
que se alzan como pórticos
más aún de sus azuladas esculturas
que como bíblicos profetas
adosados a los muros
de esas catedrales de hielo
les advierten con inmutable gesto
sobre el fuego airado
que se vertirá en sus entrañas
de barro vil y sangre.
26
Versos Antárticos
Los rostros que aquí observo
se tiñen de un mimético blancor
y en las miradas descubro
demudada tristeza o temor.
Uno a uno abandonan
el anónimo recinto
y cada uno
retando al helado zumo
va en busca
de un cobijado y hermético rincón.
El viento en lo alto
cobra vida, tiene prisa,
levanta tras de sí,
un nebuloso polvo glauco,
X
27
Delia María. Musso
al trote sobre los hielos,
al galope sobre las irreales dunas.
Con un resollar de fantasma herido
a su paso parece abandonar
las lágrimas de un ángel triste
aljófares nevados
que sobre las aguas del cercano lago
guardan silencio de plomo.
28
Versos Antárticos
Fuera el frío
habla palabras que no entiendo
una noche blanca y oro se levanta
vistiendo estos muros de espanto.
Cien mil gritos imperceptibles
confunden y desafían al silencio,
tallando en los hielos
horrendas figuras blancas.
Una extraña obsesión
de arraigo ancestral
se apodera de mi imaginación:
en la mutabilidad de las formas,
¿cómo reconocer al maléfico hechicero
que cautivando el porte de un perro-lobo
con la cabeza baja y extendida
aspirando el vacío
desde sus cuencas ambarinas y colmillos
marfileños
no se lleve
mi segunda alma, dormida?.
XI
29
Delia María. Musso
Pero si en su aullido
persiste,
un gesto de mi mano
oficia a la luz de la luna.
Y en la vaporosa humedad de mi ventana
traza el diseño
de mi segundo rostro espejo,
exorcizando el miedo
de tatuadas memorias ocres
con un sol en “o” coronado por dos cuernos
riente metáfora
de una benéfica máscara baoulé.
Y recordando de los poetas
sus cultos perdidos
mis tibios dedos
detienen el clamor desgarrado del viento
abandonando sus gélidos harapos
en las manos aún más frías
de la queda luna.
30
Versos Antárticos
Cuando el pesado manto
de la oscura atmósfera
desvela sus labios de jacinto
eyectando sobre su pliego
manojos dorados
de estrellas circumpolares,
cuando el vasto claro de luna
como inadvertido cáliz
esparce con tersura
una fragancia helada
sobre la nieve dormida
asombra y asusta.
XII
31
Delia María. Musso
Pero como una señal
como un fuerte golpe de pluma
el viento susurra
al perplejo intelecto
al encogido corazón
- ¿No sabes acaso,
que aquí, la soberbia luna
descendiendo desde su trono
despliega su blanca cabellera
y danza sucesión de noches
sensual cúmulo
de acabados días?.
32
Versos Antárticos
Cae la nieve
y poco a poco se escucha
una niviforme pavana
cuyo número armónico
se pinta de blanco jade.
Pequeños copos
de ligereza y ductilidad
casi incorpórea
indican los primeros acordes
de sutil filigrana.
XIII
33
Delia María. Musso
Notas blancas
luminosas y frágiles
emanan
desde las espumosas nubes
y dispersan sobre un furtivo pentagrama
mitopoéticos aires
ritmando la vastedad
del laberinto del mar.
34
Versos Antárticos
Y ya el color me atrae
cuando la noche
apenas modulando un cobalto trazo
con discreta elocuencia
nos va diciendo su adiós.
Una mera urdimbre de tonos
con virtud iniciática
emerge sobre el adormecido glaciar
centinela de arcanos
abarcando el alba.
Floralia solar
halo de oro y plata
acaricia al neonato viento
y sonroja estólidos farallones.
XIV
35
Delia María. Musso
Y no encontrando
imperfección alguna
en el paisaje que fluye
mis ojos
se vuelven a mis ojos
cansados
tras haber percibido
del inicio, la llama.
Y a través de mis labios
cálido contraste
se plasman plegarias
con frescor de jazmines
invocando Su Nombre.
36
Versos Antárticos
Se diría que las rosas
al rozar tu rostro virgen
enmudecieron pálidas
y de traslúcida porcelana
vistieron los pétalos
que en tu regazo abandonaron.
Se turba el aire al amanecer
cuando en murmuria brisa
acaricia tus áureos cabellos
litúrgico concertino.
En la tarde vacila,
en contrapunto el viento,
cuando de tus arracimados rizos
comienzan a evadirse
rojizas hebras
XV
ANTARTIDA
Si tú quisieras, Granada,
contigo me casaría...”
Romance fronterizo. Anónimo S. XV.
37
Delia María. Musso
preludio
que en su ansiedad
desteje airado
la malla de estrellas
que en vano pretende eclipsar
tu sensualidad distraída.
Y si se miran tus ojos,
protegidos por la gracia irreal
de los arcos de tus cinceladas cejas,
se alcanza la ensoñación
exquisitamente caligrafiada
de tus alicatados iris
de colores inéditos
ornados de muqarnas
y polígonos estrellados
que para ser comprendidos exigen
la paciente lectura
del difícil equilibrio
que conjugan
tu amor a la vida
y abstracción meditada.
38
Versos Antárticos
Gentilmente atemperas
nuestra impulsiva admiración
entornando tus ajimeces párpados
y permites que en el silencio
escuchemos de tu corazón
la voz del agua, el canto,
que pulsa acompasadamente
el arabesco sonoro
de acequias vivas y vivificantes
como arterias de transparente blancor.
Del cielo el agua desciende
y fluye por tus valles glaciares
cuyo efecto acústico
resuena en nuestro espíritu
claro
y sin ningún velo.
39
Delia María. Musso
El diseño del senmurv
deja de fluctuar erráticamente
y se despliega con elegancia
vistiendo de sedas y brocados
la noche abovedada
como cúpulas de Samarcanda
que sobre ti se extiende
y se vuelve hacia su Creador
desde este confín del mundo
para alabar de Sus Atributos
aquel otro rostro
que también llamado Belleza
de ti nos enamorara.
40
Versos Antárticos
XVI
Aquí también ha llegado
aquella de la que tememos
pronunciar el nombre.
La luna de abril
desbrozando su piel
en jirones blancos
hace de las ventiscas
metáfora de cruel sudario.
Cuando envueltos
en el silencio
que aquí nos sugiere
visos de lo eterno
y ya no es confusión
la certeza
prestos acudimos al viento
para que en su clamor
41
Delia María. Musso
oculte nuestro agudo grito
cuando sujetamos nuestro cuello roto
herido de angustioso llanto.
Y ya no nos vemos tan erguidos.
Debimos sospechar
que no eran estas tierras albas
sino nosotros mismos, su forma.
Cántaros llenos de gracia
en los que el verbo vibrante
se mezclaba como el agua al vino
y sazonado
iba vertiendo sonrisas
en despreocupados veranos.
Y así, distraídos
y poco a poco,
bebimos de nuestras vidas
42
Versos Antárticos
y nos estamos transformando
en serie multiplicada de lekythos
consternados y estilizados vasos
cuyo engobe blanco
fuimos trenzando
con aquellos de nuestros cabellos
que a la luna
fuimos abandonando.
43
Delia María. Musso
1985 - 7 de octubre - 2010 25 años del ingreso de Uruguay como
Miembro Consultivo del Tratado Antártico
Día de la Antártida
7 de octubre de 2010
Musso, el fundador del IAU, afirmaba que el avance hacia la
Antártida implicaba una conmoción cultural, “fuere en sus
auténticas formulaciones jurídicas, artísticas, folklóricas, incluso
idiomáticas”.
Decía el Profesor Musso:
“En Antártida todo hay que hacerlo, como otrora en los orígenes
mismos del país, cuando los españoles encontraron un buen
territorio, pero poblado de muy fieros y dignos aborígenes.
Poblar y edificar el país, si bien es resultancia que se ve muy bien
a lo largo de los años, ello fue producido punto por punto y
hombre por hombre.
La Antártida es una promesa de fiero trabajo para los nacionales,
los cuales estarán siempre alentados por la consigna artiguista de
ilustración y valor. Ese valor, originariamente militar se
transformará en valor científico, técnico y artístico.
Esta es una adecuada respuesta y no cabe otra”.
Extractados de la ponencia “El Prof. Musso y los Espacios de Naturaleza” presentada por el Cnel. W. Fontes en 2008, basándose en el libro Antártida Uruguaya (Ediciones El País,
1970) escrito por el Profesor Julio C. Musso, fundador del Instituto Antártico Uruguayo,
44
Versos Antárticos
“La Antártida aparece aquí como un territorio que el lenguaje poético
debe conquistar: las imágenes de blancura, la extensión, la belleza, la naturaleza
extraña y en constante transformación, son un paisaje que Delia Musso quiere
“leer” tal como se presenta a su vista.
Es claro que esa lectura no es únicamente descriptiva; a partir del Paisaje-
objeto, de la fascinación que produce, la poesía se lanza a la búsqueda de pareci-
dos, de sugerencias plásticas y culturales que lo hacen ver como un artificio, un
decorado, pero también como el transporte de los sentidos hacia otros espacios
(mentales, religiosos, míticos).
Otros libros de Delia Musso permiten entender el privilegio que tiene aquí
el uso de las palabras con función mágica, como parte de un encanto que quiere
contagiarse al lector y que parece natural, consustancial a la Antártida.
De ahí la oscuridad sensual en que se desarrolla esa lectura de imágenes.
Si la función mágica de la poesía supone alejarse de su poder comunicati-
vo, también puede establecer un diálogo por medio del impacto que produce esa
ensoñación, ese carácter leve de las descripciones, los relatos, los poemas en sen-
tido lato.
Se entiende cómo los poemas traducen, aún hablando aparentemente de
otra cosa, todo aquello que la Antártida ofrece al desborde.
En este caso, y también en otros títulos de su producción, Musso muestra
que su clave expresiva, lo mejor de su poesía, está en la levedad oblicua, como
de desciframiento, de esa traducción; en la capacidad de ir más allá de la confe-
sión para plantear ese espacio propio de su escritura, sin otra pretensión que pro-
bar la relación entre experiencia y lenguaje.”
ROBERTO APPRATTO
Instituto Antártico Uruguayo Departamento de Relaciones Públicas
www.iau.gub.uy
Octubre 2010
top related