Las cosas que no deberían suceder
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Las cosas que no deberían suceder obtuvo el 2º Premio en el XVI Certamen Literario “Mujer y Literatura
2013”, organizado por el Ayuntamiento de Vicar y el Instituto Andaluz de la Mujer.
Las cosas que no deberían suceder – José Luis Martínez Clares (2013).
Fotografía de portada: Atlas del errabundo. Martínez Clares, 2009.
Esta obra está baja una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 España.
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Índice
El Sur …………………………………………………… 4
Madre …………………………………………………… 5
Mónsul ………………………………………………….. 6
Atisbo ecológico ………………………………………… 7
La sed …………………………………………………… 8
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EL SUR
Y ya la luz es menos luz si no proviene de tu lado oscuro.
José Manuel Caballero Bonald
Mafalda se pregunta
qué habrán hecho algunos pobres sures
para merecer ciertos nortes.
¿Alguien sabe si los nortes están al sur
de alguna parte?
Convengamos que el Sur no es
ese punto cardinal
donde unas mujeres enlutadas
blanquean la luz primigenia,
ni tampoco es el territorio estéril
donde antaño componían música las aguas.
El Sur -si me permites- se parece
más bien a un poema agazapado
en busca de poeta,
a ese atajo tan remoto
que aún anhela ser andado,
a la casa silenciosa
que nunca cerró sus puertas al fervor.
Debe ser por ello que aquí,
en el Sur,
donde la noche todavía encubre
a los forajidos,
el estío
se nos quedó prendido a las miradas.
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MADRE
Insinúa que
si nos callásemos
sería capaz de distinguir
los distintos matices del silencio,
o los sonidos
que preceden a las cosas
que nunca deberían suceder.
Y yo la creo,
porque lo que ella no pueda escuchar
sencillamente
no existe.
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MÓNSUL
Ya no queda rastro de los piratas berberiscos,
de los músicos errantes,
de aquellas mujeres
siempre dispuestas a desobedecer.
No queda rastro
porque la colonizó el silencio
y el Mediterráneo dispuso
de tiempo suficiente
para borrar su legado,
para jugar con la roca y modelarla,
igual que el viento juega con la quebradiza rectitud
de las pitas.
Aquí, el tiempo está detenido porque la naturaleza
sigue trabajando
y la tragedia
el verso, la presencia insolente del Hombre
sólo han trazado una imprecisa frontera
entre dos mundos muy diferentes.
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ATISBO ECOLÓGICO
Si todo mi mundo se evapora,
¿no seré yo en realidad el que me estoy evaporando?
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LA SED
Gor, 16 de agosto de 1999
Sus ojos padecían la sed
de quienes sólo han visto el desierto.
Había abierto el grifo y tiraba de él
con esa energía
desvergonzada
que siempre reservamos
para la última oportunidad.
Hayat me aclaró que no regresaría
sin él: ella les llevaría al fin
el agua.
Nos miramos un instante
y el silencio fue un reloj de arena.
Traté de mostrarle su error
y, como hicieron otros antes que yo,
le cerré el grifo.
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