Cuando Suenan Las Alarmas - Sanador Herido - Pastoral 2015
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Cuando suenan las alarmas
Molestias tiles
Cundo deben sonar las alarmas? Cuando se acab
el tiempo, o cuando sucede algo fuera de control, o
cuando el peligro es real. Si suenan todo el tiempo,
nos cansamos de avisos que solo molestan y
dejamos de prestarle atencin, o las eliminamos.
Una excelente ilustracin de ello es nuestro cuerpo.
Dios lo dot de alarmas salvadoras. Los sntomas
como la fiebre, el dolor, los granos, los estornudos
hasta las diarreas y los vmitos son alarmas salvadoras. Claro que a nadie le interesa pasarse la
vida padeciendo todos esos malestares; no obstante,
si el cuerpo no nos avisa, estamos perdidos pues no
podemos hacer nada al respecto. Bueno dir alguno no es necesario soportar los malestares, para qu sufrir tanto? Ahora sabemos cmo
desconectar las alarmas; tenemos antigripales,
antihistamnicos, antifebriles, analgsicos,
antidisppsicos, antidepresivos, anti....
Quisiera sugerirle una propuesta no analgsica: si
est mal, que se note; si no se nota y logra tapar
bien su malestar, el peligro aumenta. Si las
molestias no estn presentes pero contina la
enfermedad, empieza a correr riesgo su vida. Se
apag la alarma pero no el incendio.
En este breve artculo se tratarn ciertos peligros en
el ministerio, con el fin de que juntos escuchemos
algunas alarmas que deben tenerse en cuenta y
malestares que anuncian nuestra enfermedad.
Quisiera que revisemos, utilizando todos nuestros
niveles de percepcin, algunos modos de
vincularnos para intentar descubrir la aparicin de
construcciones extraas en nuestras relaciones, que
de permanecer, tienden a asegurar el progreso de
cualquier enfermedad ministerial. Mencionaremos
adems solo algunos sntomas de enfermedades que
amenazan la sana relacin entre la persona y su
papel ministerial, entre quienes ejercen el ministerio
y la gente. Si hallamos que estas construcciones son
parte de nuestro paisaje, deben sonar nuestras
alarmas. Intentemos entonces escuchar algunas
seales que deben ser atendidas.
1. La imposibilidad de huir
Cuando dejar lo que estamos haciendo resulta
imposible, estamos en graves problemas. El
pastorado, la campaa que viene, el seminario, se
pueden dejar. Uno puede dejar de ser pastor de esa
congregacin. Puede dejar esa denominacin, o el
seminario o rechazar la invitacin a predicar en
aquella conferencia. Dejar el ministerio no es
abandonar la fe ni dejar el llamado.
Alguno me dir Ay de m si no predico el
evangelio! S, estas son decisiones que duelen.
Pero es ms doloroso cargar con un ministerio
desfigurado que acaba daando a mucha gente. Es
ms cruel prolongar una decadencia interminable o
sentenciar un rebao al hambre perpetuo porque ya
no tenemos nada para ellos. Dichosos los que saben
retirarse a tiempo!
Huir tiene sus connotaciones positivas. El Salmo
124.7 nos dice: Como las aves hemos escapado de
la trampa del cazador: La trampa se rompi y
nosotros escapamos!. Quien logre decir esto puede
sentirse feliz. Haba cado en la trampa, pero pudo
escapar! Huir, en este caso, es una bendicin y una
seguridad de que Dios lo ayud a escapar. Se
puede huir de una situacin ministerial? S. Se
puede abandonar un determinado ministerio? o, para
expresarlo en otros trminos, puede ser que un
ministerio, o un estilo ministerial se haya vuelto una
trampa? Claro que s.
Esto ocurre mayormente en ese tipo de ministerio
muy personal, en el que todo, desde la visin inicial
hasta la instrumentacin de las etapas, nacen de una
persona. Se torna, entonces, muy difcil de
diferenciar lo ministerial de lo institucional.
Empero, por nuestra salud, la de la gente, y la gloria
del nombre de Dios, debe diferenciarse entre un
ministerio y el Reino de Dios, entre una institucin
y el Reino de Dios, entre un pas y el Reino de Dios.
Cuando la pastoral, las cuentas, los empleados, los
planes, las glorias y las pruebas, los vnculos y las
posturas asumidas tienen el sello de una persona, y
de un estilo personal qu peligro!
Claro est que es fcil sucumbir bajo semejante
peso. La imagen que se desarrolla a partir de tal
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cmulo de responsabilidades y poder, es la de
alguien que no puede aflojar. No puede retirarse de
la escena; se ha vuelto personaje y escenario,
escritor y autor de sus textos. Sin embargo, est
enfermo y en peligro y debe ser atendido.
2. La distancia.
Cuando un pastor o cualquier otro lder logra generar tal distancia con su gente de modo que
nadie se atreve a formularle preguntas personales,
estamos en peligro. El pastor, ministro o lder que
inventa esas posturas tan santas, tan serias o
msticas que sirven como distanciamiento entre l
o ella y los dems, hay peligro (tanto para el lder como para la comunidad que lo tiene por
servidor).
En mi familia hay algunos muchachos que juegan al
rugby. Este es un juego duro, estrictamente de
equipo y con reglas bastante particulares. Existe una
maniobra llamada el hand off en la cual el
jugador viene a la carrera, decidido como una
locomotora, con la pelota abrazada con la izquierda
y buscando la lnea final como el destino de su vida.
Uno con idntica determinacin le sale al cruce,
buscndolo a la altura de la cintura. Llega justo para
abrazarlo y detenerlo, pero no; el que lleva la pelota
le mezquina el cuerpo, a la vez que extiende con
destreza una mano poderosa que cae como un
mazazo en la cabeza del defensor y lo derriba.
Logra imponer distancia. Sigue su carrera.
Esta jugada ilustra muy bien la actitud evasiva de
muchos lderes, la cual ha adquirido, en ciertos
crculos eclesisticos, un nivel y una destreza que
no se llega a ver ni siquiera en las canchas de
rugby.
La distancia de la palabra
Hay una manera espiritual de hablar que resulta
muy til cuando se desea que nada se entienda. Lo
esencial de este estilo es que a nada se le llame por
su nombre. Sin embargo, este es un lenguaje y un
modo que genera distancia. Nadie est preocupado,
sino turbado. No hay broncas, sino decaimiento
espiritual. No existen las opiniones, los que no estn
de acuerdo con el pastor estn bajo opresin
espiritual o algo peor.
Cada uno conoce los vocablos y las frases propias
de su mbito que, a modo de jerga para iniciados,
oscurecen el lenguaje y enturbian el vnculo.
Cuando estamos envueltos en esa atmsfera, no es
nada sencillo decirle algo al pastor. Quin
encuentra las palabras adecuadas? El pastor est
lejos. Pobre pastor, est en peligro y ninguno de los
suyos puede ayudarlo.
La distancia de la agenda
Hay tantas cosas que hacer, que uno no se anima a
perder el tiempo en tonteras. El pastor tiene una
agenda tan llena que no puede detenerse a hablar
con nadie o es tan urgente el llamado telefnico que
los presentes no cuentan para nada. Resulta tan
importante aquella conferencia y son tan
encumbrados esos visitantes que no hablan
castellano... Se crea as una atmsfera de vrtigo en
la que no es nada fcil detener al pastor o al lder
para que d alguna explicacin. Aun cuando uno
logra acercarse, lo nico que logra es que lo
incluyan en otra actividad!
As, escondido detrs de una agenda imposible de
detallar, el pastor se confunde con aquellos
inaccesibles personajes de la ficcin, que desde un
papel alejado de la realidad de la gente son
influencias poderosas sobre sus seguidores.
Pobrecito el pastor, necesita un tiempo.
Quiero tiempo, pero tiempo no apurado tiempo de jugar, que es el mejor.
Por favor, me lo da suelto,
no envasado adentro de un despertador M.E.Walsh
La distancia de la estructura
administrativa
Ustedes conocen esta escena: Para qu necesitas
ver al pastor?, no sabes que est muy ocupado? El
no puede recibirte. Mira, mejor llama a este telfono
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y te van a dar una entrevista con un coordinador de
grupos.
Toda iglesia tiene algn tipo de estructura
administrativa, pero el modo de construirla y el uso
que hacemos de ella puede lograr que sea til para
el servicio o para escondernos detrs de ella. La
distancia generada por la estructura es una distancia
pensada, no improvisada. Es una distancia que
busca marcar la diferencia de los espacios, los
privilegios, las dignidades; en fin, el poder de cada
uno.
Las estructuras administrativas, cristalizan del modo
ms spero lo que sentimos acerca de nuestras
funciones dentro de la iglesia o de los mbitos de
ministerio, y demuestran quines merecen confianza
en la toma de decisiones. Empero, las estructuras
que aseguran una distancia con el pueblo de Dios
son perversas, empujan a la ruina a los dirigentes y
generan estupidez o sarcasmo entre la gente. Por
tanto, generar o permitir esas distancias resulta fatal,
pues e trata de la construccin de una soledad que
lleva a la locura, de un aislamiento que nos roba la
posibilidad de ser ayudados a tiempo.
3. La autoridad como variable nica
de fidelidad
Existen muchos hilos finos que nos unen unos a
otros y una relacin de iguales abarca el mayor
nmero de estos hilos vinculares. Iguales por
creacin, por nuestra condicin de pecadores, por
haber sido adoptados como hijos. Iguales en la
esperanza que nos sostiene, en la debilidad que nos
rodea y en la misin de la iglesia. Solo nos distingue
algn don o alguna funcin especfica que
cumplimos en el servicio general. Los vnculos que
unen al pueblo de Dios tienen una naturaleza
espiritual y eterna: son relaciones de orden fraternal
y funcional que reflejan el reino de Dios solo
cuando se viven en la atmsfera de la gracia de
Dios.
Sin embargo, cuando de todas esas relaciones se van
perdiendo las de igualdad y solo quedan las de
distincin resulta una gran prdida, pues una iglesia
donde el vnculo que mide todas las cosas es el lazo
de autoridad al final de cuentas, empobrece hasta la
muerte. Cuando trminos como sumisin y
sujecin se apoderan del lenguaje, se produce
gran riesgo para la vida. Cuando es necesario
reafirmar la autoridad propia aunque los dems la
sientan como esclavitud humana, atadura o
aferramiento, estamos en grave peligro.
En realidad, cuando la iglesia no tiene dudas de la
legtima autoridad de quienes la sirven, es cuando
esa autoridad funciona ms plcidamente para bien
de todos. Qu ajena al espritu del evangelio es esa
relacin entre hermanos, en la que solo se puede
obedecer o desobedecer! En qu estado de debilidad
quedan las relaciones entre los pastores y las
congregaciones cuando solo se les obedece porque
s, porque son los pastores y basta. En cunta
soledad pasan sus pruebas esos pastores que no
pueden confesarse porque temen perder autoridad,
Y qu cerca de la idolatra circulan quienes creen
que el nico modo de mostrar su fidelidad a Dios, es
sostener la autoridad de sus pastores a cualquier
costo. Qu cerca de la hereja nos movemos cuando
sumisin y sujecin a un individuo aparecen como
condiciones para la gracia.
Cunto malestar y cunto peligro!
En el Antiguo Testamento nos encontramos con un
personaje que llega a los gritos, encendiendo todas
las alarmas que puede. Se llama Joel. No es un
alarmista, es un profeta de Dios, y dice cosas como
estas:
Toquen la trompeta en el monte Sion; den el toque
de alarma en el santo monte del Seor. Tiemblen
todos. Ayunen, griten y lloren! Convoquen al
pueblo y proclamen ayuno; renan al pueblo de
Dios, y purifquenlo; renan a los ancianos, a los
nios y aun a los nios de pecho. Que hasta los
recin casados salgan de la habitacin nupcial!
Lloren los sacerdotes, los ministros del Seor... Joel
2.1516
Los profetas no son anunciadores de desastres.
Hablan de das diferentes y son los mejores para
describir bellezas y compartir consuelos. Les gusta
decirnos, de parte de Dios: Voy a hacer grandes
cosas! Algrate mucho tierra, y no tengas miedo,
porque el Seor va a hacer grandes cosas (2.21) y,
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en aquel da, el vino y la leche corrern como agua
por montes y colinas, y los arroyos de Jud llevarn
agua en abundancia (3.18).
No obstante, cuando es necesario alarmar, saben
hacerlo como nadie. Nosotros los creyentes,
vivimos de las promesas que Dios nos ha dado, y
nos sostenemos en el camino gracias a las
correcciones de rumbo que tambin Dios nos da. El
Dios de la vida nos ofrece percepciones para
ayudarnos a sostener la vida. Esos malestares que
comentamos al principio, son recursos para la vida,
para que vivamos y no muramos.
Aun este pequeo texto puede dejarse de lado
fcilmente (otra alarma para apagar) o puede ser
una invitacin a creer que podemos huir de nuestras
prisiones o desandar los caminos que han creado
distancias que nos perjudican enormemente; puede
estimularnos tambin a reenfocar el lugar que la
autoridad debe tener entre los seguidores de Jess.
Pero si nos hallamos entre tales soledades como las
mencionadas, y estamos acostumbrados a llevar
semejante peso, estamos sin dudas muy lejos de ser
bienaventurados. Necesitamos una liberacin, un
abrazo y un despojamiento de autoridad que nos
volver humanos otra vez.
Me escapo soledad, jams me hiciste bien. Aunque
s que mis hermanos son como yo, tan humanos,
que miden mis pasos y encuentran problemas en
cosas que a m me parecen pequeas. No me
esperes otra vez soledad independiente. Tus
promesas de ser libre, amontonaron en m las cargas
de mi propia suerte. Y le robaron destino a mi
historia entre la gente.
Julio C. Lpez
El pastor: de sanador a sanador herido (de eso no se habla)
El estar yo misma sumergida en una crisis
ministerial me obliga a replantearme, desde una
nueva luz, desde una nueva ptica, desde una
revolucin epistemolgica que la misma crisis me
aporta, todos los conceptos aprendidos e
internalizados a lo largo de largos aos de
ministerio. Algunos pasarn el cedazo otros no resistirn y caern depender de mi dejar obrar al Seor en la reestructuracin de mi vida y
ministerio el xito con que atraviese el valle de sombra.
Este ensayo no da muchas respuestas. Pero
plantea algunas preguntas, y quizs despierte alguna reflexin en aquellos que lo lean.
La escritura es siempre para m un camino hacia
adentro, y tal vez, mi periplo interior acompae a alguno en el suyo.
En este viaje estoy en estos tiempos Y de eso se tratan las palabras que siguen
Asociada a los conceptos de Iglesia como
comunidad teraputica o Iglesia como comunidad
sanadora, se ha investigado profundamente la
problemtica de las enfermedades propias y a
veces endmicas de las iglesias, as como
tambin los rasgos psicopatolgicos de algunas comunidades.
En esta lnea de pensamiento, no son pocos los
trabajos que apuntan a las responsabilidades o
co-responsabilidades de los ministerios en
algunas (o todas) esas patologas. Inversamente,
tambin se han estudiado, y detallado, las
conductas a seguir, desde la pastoral, para
favorecer un ambiente que tienda a la salud
integral de todos los miembros del cuerpo, y que,
por otro lado, coadyuve a la sanacin de las
almas heridas o directamente enfermas.
Hablemos claramente: la Iglesia del Seor es la
comunidad de todos los redimidos, y los
redimidos son, sin rodeos, lo ms vil, lo que no
es, lo despreciado, cuyas obras no son ms que
hinchazn y podrida llaga Es de esperar que, al
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llegar a la Iglesia, su encuentro con la gracia
favorezca la resolucin de las crisis ms
profundas y no que las mismas sean perpetuadas, y mucho menos, agudizadas.
Ahora bien, el propsito de este trabajo es dar un
giro a estas cuestiones profusamente debatidas,
para centrarnos en la figura del pastor: no ya
como el que sana o como el que (tristemente)
enferma a otros Sino como el que se-enferma y debe ser sanado.
Y cuando digo se-enferma estoy diciendo que el
dao recae sobre s mismo, en las siguientes tres
opciones:
(Muy rara, pero podra existir) La Iglesia
acta, deliberada o inconscientemente, y
desarrolla conductas que agreden o enferman a los ministerios.
(A mi juicio, la ms frecuente) No es la
Iglesia el problema, sino la/las conductas
con las que el pastor desarrolla su
ministerio las que provocan, lenta o
sbitamente, el deterioro de su salud
integral. (En este punto debe tenerse en
cuenta que la postura errnea frente al
ministerio pastoral de este pastor-que-se-
enferma se adopta, precisamente, porque
el pastor-hombre, el ser humano, ya trae
una especial configuracin de su persona,
que hace que desarrolle su ministerio con
conductas perniciosas para su propia salud
). (* Gracias al Lic. Jorge Len Toledo por
su comentario aclaratorio sobre este
punto).
El pastor puede enfermarse por asuntos
ajenos completamente a su actividad, y
esta ausencia de salud repercutir de una
o varias formas en la comunidad en la que
el mismo sirve.
A los efectos del presente trabajo nos
remitiremos a la segunda opcin, es decir, a la
ausencia de salud en el pastor como
consecuencia de las actitudes erradas adoptadas
en el desarrollo de su tarea pastoral. Y esa es la razn del subttulo: de eso no se habla
Porque mucho no se ha hablado, y creo que se
seguir hablando muy poco al respecto Porque el pastor no puede enfermarse Puede tener hepatitis, cncer o gripe pero no puede ser
dbil No puede tener depresin No puede estar en crisis Y si lo est de eso no se habla: Gloria a Dios Y el espectculo debe continuar!
De eso no se habla
No est en los manuales, no se ensea en los
seminarios, nadie nos aconseja y menos nos
obliga a que deba ser as Pero as es: hay varios mandatos tcitos que no acierto a descubrir de
dnde vienen, pero tienen que ver con que el
pastor no debe mostrarse en sus debilidades, so pena de parecer carente de fe
El pastor debe siempre ser fuerte, estar dispuesto
y disponible, ser aconsejador, no aconsejado, ser sanador, no necesitante de sanidad Y si la necesita, an debe ser fuerte. Nadie debe
notarlo.
Acaso tenga que ver con la omnipotencia que nos
habita y gobierna nuestros actos, y con la cual
construimos una imagen de nosotros: de
nosotros hacia nosotros mismos, y de nosotros
hacia los dems.
Esta imagen construida nos otorga seguridad,
seguridad que muchas veces necesitamos para
funcionar en la vida, preservados de nuestras
emociones, las cuales no siempre se adaptan
totalmente a lo que se espera de nosotros, o a lo
que nosotros mismos esperamos de nosotros, de
acuerdo con esa imagen que a lo largo de la vida
y no sin dificultad nos hemos labrado
Esa imagen construida nos aporta tambin
estabilidad, y la estabilidad nos preserva de
temor, nos mantiene en la ilusin de estar en
control: de la situacin, del da a da, de mi vida,
de mi trabajo, o de mis pequeas derrotas cotidianas
Y por eso, de eso no se habla: no admitir la
propia vulnerabilidad es como barrer debajo de la
alfombra. Contribuye a la imagen de nuestra
omnipotencia, pero como veremos ms adelante,
no siempre da los resultados esperados, y,
adems, nos priva de acceder a una dimensin
espiritual de relacin con Dios ms plena, ms saludable y ms profunda.
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Salud y enfermedad
Segn la Organizacin Mundial de la Salud, salud
es El estado de completo bienestar fsico, mental y social, y no slo la ausencia de enfermedades.
Con esta definicin se da un paso ms all en la
concepcin tradicional que defina a la salud por
contraste con la enfermedad, convirtindose en
una definicin de tipo circular (Modificado el
concepto de enfermedad, se modifica el de salud, y as interminablemente). Sin embargo, en esta nueva definicin, debemos apuntar
algunas deficiencias: si decimos estado, como la palabra lo indica, nos estamos refiriendo a algo dado, esttico, acabado, fijo.
Si entendemos a la salud en estos trminos,
perdemos de vista el hecho del dinamismo que se
requiere en la salud: la posibilidad de cambio, de
adaptacin en la que el ser humano, visto como
un sistema complejo, siempre est en
movimiento y transformacin, como lo atestiguan
los diferentes procesos biolgicos que tienen lugar en el cuerpo a nivel celular, molecular, etc.
La salud, desde este enfoque, es un hecho
dialctico, un proceso continuo, del que tambin es parte integrante la enfermedad.
Si consideramos al ser humano, junto al enfoque
sistmico *, como l mismo un sistema, y parte,
tambin, de un sistema (familiar, social, etc.), o
de varios, este proceso dinmico es dado en las
relaciones vitales de la persona: consigo misma,
con otros, y con Dios, y desde este punto de
vista, la enfermedad es una disarmona, un
colapso en las relaciones, una dificultad en la relacionalidad.
En este amplio contexto, la salud puede
entenderse como la capacidad adaptativa**, de
un ser humano a diferentes situaciones, o
situaciones nuevas, acontecimientos, y su
capacidad concomitante a ejercer diferentes roles.
* El pensamiento sistmico (TGS) fue formulado
hace ms de cuarenta aos por Ludwing Von
Bertalanffy, quien cuestion la aplicacin del
mtodo cientfico tradicional en biologa, por
considerar los enfoques analtico-reduccionistas y
sus principios mecnico-causales, ya agotados e
inaplicables para explicar los grandes problemas
que se dan en los sistemas vivos.
El principio clave en que se basa la TGS es la
nocin de totalidad orgnica (Gestalt, visin
holstica) mientras que el paradigma anterior
estaba fundado en una imagen inorgnica del
mundo (mecanicismo). (Enciclopedia Libre Universal en Espaol)
**
http://escuela.med.puc.cl/publ/boletin/Psiquiatria/ModeloBiopsicosocial.html
Ms peligroso que Juegos de rol
Descripto de manera breve, los juegos de rol son la versin adulta de los juegos de
imaginacin que juegan los nios, como "Policas
y Ladrones", "Mam y Pap" e "Indios y
Vaqueros" () Por lo tanto, en los juegos de rol cada jugador interpreta un personaje ficticio, con
una serie de caractersticas propias que lo
definen. (Tomado de:
http://es.wikipedia.org/wiki/Juego_de_rol)
Hace unos aos atrs, las noticias del mundo nos
sorprendan con una macabra historia: unos
jvenes espaoles haban asesinado brutalmente
a una indigente que pernoctaba en un cajero
automtico Rpidamente, se relacion a esos tres jvenes con actividades de Juegos de rol.
Supuestamente, de ser cierta la conexin que ni
podemos ni queremos probar en este trabajo,
esos jvenes actuaron fuera del juego mismo,
como si aun estuvieran jugando en l. Es decir,
no pudieron desprenderse del rol que adoptaron
para jugar. No pudieron discriminar entre el
juego y la realidad. En pocas palabras: quedaron atrapados en el rol como en su propio laberinto
Sin ninguna pretensin de entrar en un terreno
para el que no estoy preparada, el anterior es
nada ms que un ejemplo, ad absurdum, para
introducirnos en el tema del rol.
Dice la Real Academia Espaola: Rol: (Del ingl. role, papel de un actor, y este del fr. rle). m.
papel ( funcin que alguien o algo cumple). Y Papel: Cargo o funcin que alguien o algo cumple en alguna situacin o en la vida.
Dijimos ms arriba que una de las caractersticas
de la salud, y esta entendida desde un enfoque
holstico, es la capacidad de adaptacin, o
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capacidad adaptativa, es decir, la posibilidad de
cambiar, de ejercer y distinguir diferentes roles, y
la posibilidad de adaptarse a nuevas relaciones vitales. A esto llamaremos discontinuidad.
En el juego de rol, las personas interpretan
personajes ficticios, uno o muchos, pero es
simplemente un juego que no compromete a la
persona. Aun as, ha habido casos como el
descripto en que la persona se ve comprometida
Pero la vida no es un juego de rol
Es mi impresin que muchas de las causas de la
falta de salud en el ejercicio del ministerio
pastoral, habr que buscarlas en la incapacidad
(o la capacidad deficiente, al menos), de la
discontinuidad, es decir, de poder entrar y salir
con soltura del rol de pastor, sin que esto
entrae, por supuesto, pecados, fallas en el
desempeo, irresponsabilidades, y sin que esto
suponga, para perjuicio de la salud, un
sentimiento de culpa que no se condice con la
que creo es la mirada piadosa y amorosa del Seor para las vidas.
Pastor a tiempo completo
Hace un tiempo me sorprend a mi misma
definiendo mi actividad ante una terapeuta:
Pastor/a a tiempo completo. En rigor de verdad, me sorprendi su rostro y su re-
pregunta Qu es ser pastor a tiempo completo?
Por cierto, ser pastor no es como ser abogado u
oficinista o vendedor Ser pastor no es simplemente un oficio o una profesin Pareciera que es un modo de ser, apuntara ms bien a una cuestin ontolgica que pragmtica
Uno no es Abogado o Licenciado en Letras por
sobre cualquier otra cosa: tambin se es padre,
madre, hermano, ser humano Pero pareciera que, en la praxis, uno es pastor por sobre toda
otra cosa. No deja de serlo ni por un momento,
de manera que el ser-pastor permea todos los
dems roles: es el pastor/a el que es padre o
madre, es el pastor/a el que es amigo/a; es el
pastor/a el marido o esposa
Esta rigidez en el desempeo proviene de un
afuera y de un adentro, de manera recproca,
dinmica y proteica: Qu es primero? El afuera
condiciona el adentro, o viceversa? Todava no lo
s, y acaso no haya un primero y un despus,
pero lo cierto es que la Iglesia en la que uno se
desempea si no exige, por lo menos espera un
pastor de tiempo completo, y uno mismo, aunque no lo haya ledo en ningn manual del
buen pastor, sufre esta carga como un mandato, so pena de sentirse irresponsable si as no fuera
Esta deficiente discontinuidad hace la labor pastoral por dems agobiante, toda vez que no
est permitido (en este esquema disfuncional) ni
un solo momento de verdadero cambio: porque aun en los momentos de placer o esparcimiento,
sigue siendo el pastor/a el que se esparce o
disfruta No el hombre o la mujer
Qu decir de las relaciones familiares? Hasta
qu punto los hijos de pastor pueden ver en sus
padres esa discontinuidad tan necesaria y
saludable? La problemtica de los hijos de
pastores, aunque bastante ms compleja y
multicausal, podra ser abordada tambin desde
esta perspectiva. Cuntas veces disciplinamos a
nuestros hijos como pastores, y no como padres?
Ser as como deba ser? Cuntas veces
miramos la conducta de nuestros hijos a travs
de los ojos del pastor que somos, y a travs de lo
que suponemos que se espera de nosotros y de nuestra familia?
Llegados a este punto, sera interesante poder
definir cules son, estrictamente, las
incumbencias de un pastor en cuanto al ejercicio
de su ministerio, cules son sus
responsabilidades reales, por las cuales habr de
dar cuenta ante el Seor, hasta qu punto es sano bblicamente lo que puede llegar a no ser
sano mdicamente para un siervo del Seor que quiere servir a Dios con honestidad
Nuestra concepcin acerca del ministerio pastoral
navega entre dos polos diametralmente
opuestos: o pensamos en el pastor distante, poco
comprometido, que toma su trabajo exactamente
como eso: un trabajo, que no se involucra
emocionalmente con las personas a su cargo,
generalmente no se lo puede contar ms all de
un horario expreso y acotado. A este pastor lo
vemos como algo semejante a un gerenciador de la Iglesia
En el otro extremo est la otra opcin: el
pastor/padre, que como el Seor su vida da por las ovejas, siempre dispuesto, siempre
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disponible, cuya casa y telfono funcionan las 24
horas, emptico, comprometido, sufriente con los
que sufren, estimando al otro como superior a s mismo, cargando la segunda milla, etc.
Es obvio escoger esta opcin: nuestro modelo
fue, es y ser el Seor Jesucristo, y la Iglesia es nuestra vida, y no slo una parte de ella
No obstante, me pregunto: No hay matices
entre estos dos polos? No hay zonas grises
entre el negro y el blanco? Por qu, quienes
elegimos esta segunda opcin, algunas veces sentimos que la misma opcin nos entrampa?
Gran parte de las razones no tienen que ver con
el perfil de pastores que elegimos ser, sino con la
incapacidad de discontinuar nuestra tarea, por un
lado, y como veremos ms adelante, con
nuestra, por lo menos, deficiente vivencia de la
gracia.
Burn out en el ministerio?
Se llama Sndrome de Burn out a un tipo especfico de estrs laboral, producido por la
voluntad excesiva de adaptarse y responder
eficazmente a la sobrecarga en las demandas y
presiones laborales, lo que lleva a un esfuerzo
intenso y sostenido en el tiempo, con una
sobeexigencia y tensin. Se manifiesta en
cansancio y desgaste emocional, tensin,
depresin, agresividad, intolerancia,
desmotivacin, etc., adems de otros sntomas
de ndole psicosomtica, como jaquecas, lceras,
dolores musculares, etc.
No es mi intencin entrar en un tema
estrictamente mdico, pero me pareci oportuno
llamar la atencin hacia esta nueva enfermedad
de los tiempos posmodernos: si bien fue
descripta hace no mucho tiempo especialmente
entre profesionales de la salud demasiado
expuestos al dolor ajeno, los cuales por el estrs
y la demanda propia de su trabajo y de su
manera de pararse frente a l, literalmente se queman en la tarea, nos parece que tal vez el ministerio pastoral comparte con los
profesionales de la salud el ranking de
trabajadores que ms se enferman con esta dolencia
Y si de quemarse se trata Cuntas veces hemos puesto como requerimiento sine qua non
del ministerio: quemar la vida para el Seor?
No ser que l slo nos demanda vivir para l,
sin objetivos demasiado amplios que tal vez
estemos incapacitados de cumplir? No sern
demandas de nuestro orgullo, de nuestra
omnipotencia, de nuestro yo autosuficiente? Y si
slo se tratara de vivir? Vivir para el Seor! En s
mismo ya es un objetivo bien alto
El pastor la vida da por las ovejas Sigue resonando en mi interior Dar la vida es igual a matarse lentamente?
Cuando la crisis toca a nuestra puerta
Puede ocurrirnos, y tal vez gracias a Dios as
ocurre, que nosotros, las mujeres y los hombres
involucrados en el ministerio pastoral, lleguemos
a un punto de crisis*. Generalmente hay un
proceso previo, largo y penoso, y un desarrollo
posterior, con muchas posibilidades de
esperanza. Pero la crisis suele ser puntual,
aunque tome un tiempo largo. Dentro de ella,
siempre habr un quiebre, un punto de inflexin,
un final y un comienzo, un antes y un despus.
*(Del lat. crisis, y este del gr. ). 1. f. Cambio brusco en el curso de una enfermedad,
ya sea para mejorarse, ya para agravarse el
paciente. 2. f. Mutacin importante en el
desarrollo de otros procesos, ya de orden fsico,
ya histricos o espirituales. 3. f. Situacin de un
asunto o proceso cuando est en duda la continuacin, modificacin o cese.
De esto no se habla, es verdad, pero los pastores
tambin podemos estar en crisis
Hay muchas razones por las cuales un pastor/a
puede experimentar una crisis, y hay crisis de
diversas clases: crisis de fe, crisis vocacional,
crisis existencial, crisis de la edad, crisis familiar,
crisis de la salud, etc. La vida se desarrolla
siempre entre pequeas crisis cotidianas, cada
vez que uno debe decidir sobre cualquier tema.
Sin embargo, nos interesan aqu las crisis de
magnitud existencial, aquellas que comprometen la vida misma.
En el anlisis que estamos desarrollando, la crisis
se debe (como anunciamos desde el principio), a
una excesiva tensin en el desarrollo del
ministerio, a un quemarse en la tarea, a una falta de versatilidad para entrar y salir de los
roles, para discontinuar, es decir, a una rigidez
9
en las estructuras que dificultan que uno se doble, llevando a que uno se quiebre.
La crisis a la que el pastor/a llega por este
camino puede llegar a ser una crisis vocacional y
aun existencial, y de su resolucin depende
(como en cualquier crisis) el futuro personal y ministerial de la persona en cuestin.
Una crisis, en el sentido ms estricto del trmino,
es un perodo entre dos estados.
En general, una crisis es una situacin en la cual
no se puede enfrentar un nuevo acontecimiento
con los recursos antiguos y conocidos. Pero es
justamente en los perodos de crisis cuando la
persona est ms abierta a la innovacin, y ms
permeable a relacionar las cosas de un modo diferente.
Los sentimientos de la crisis
El dolor: La vivencia del dolor es el sufrimiento. En el dolor sufrimos siempre como individuos
y es, precisamente, una de las vivencias en
las que experimentamos el aislamiento de
nuestra existencia. () La esencia del dolor reside en que desorganiza la intimidad del
hombre en toda su estructura vital y psquica.
(.. .) As, en el dolor se vivencia algo de lo
que se querra escapar, pero para lo cual no
se encuentra una salida. Y precisamente en
esto, en esta impotencia y perplejidad, se
muestra que el dolor es un ataque al hombre en la temtica de su existencia vital(1)
La afliccin: As como en la alegra aparece un contenido de nuestro horizonte
objetivo axiolgico iluminado desde un
presente que irradia plenitud al conjunto
de nuestra vida, as en el horizonte objeto
de la afliccin aparece la ausencia de algo
como equivalente a la prdida de plenitud y sentido de la vida. (2)
El temor y la angustia: En el temor surge algo externo que parece poner en peligro
la conservacin del individuo, pero
siempre de modo () que la amenaza no es percibida como directamente actual y
palpable, sino como posible segn nos
dicta la experiencia. (La angustia) es un estado de nimo persistente y, como
tal, sin objeto. La angustia no sabe lo que
teme. (3)
El descontento: En el estar-contento desaparecen la inquietud y la tensin con
las que esperamos la satisfaccin de una
exigencia.; en el descontento, esta
intranquilidad y tensin se mezclan con el
fastidio y la amargura por la insatisfaccin
de un deseo. (4)
La desesperacin: En sta se muestra el futuro como absolutamente cerrado (). El horizonte del futuro aparece como un
muro tras el cual queda el hombre
aprisionado, sin esperanza. () En esta imagen de la imposibilidad de huida se
pone de relieve la especial situacin de
desesperado. () La desesperacin es una conmocin radical, es decir, llega hasta las
races del fondo vital y constituye una crisis de la existencia misma (5)
En la Biblia tambin
Elas
1Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que
Elas haba hecho, y de cmo haba matado a
espada a todos los profetas. 2Entonces envi
Jezabel a Elas un mensajero, diciendo: As
me hagan los dioses, y aun me aadan, si
maana a estas horas yo no he puesto tu
persona como la de uno de ellos. 3Viendo,
pues, el peligro, se levant y se fue para
salvar su vida, y vino a Beerseba, que est en
Jud, y dej all a su criado.
4Y l se fue por el desierto un da de camino,
y vino y se sent debajo de un enebro; y
deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehov,
qutame la vida, pues no soy yo mejor que
mis padres. 1 Reyes 19: 1-4
Job
Est mi alma hastiada de mi vida;
Dar libre curso a mi queja,
Hablar con amargura de mi alma.
10: 1 y 2
Si hablo, mi dolor no cesa;
Y si dejo de hablar, no se aparta de m.
10
Pero ahora t me has fatigado;
Has asolado toda mi compaa.
T me has llenado de arrugas; testigo es mi flacura,
Que se levanta contra m para testificar en mi rostro.
Job 16: 6 y 7
David
Slvame, oh Dios,
Porque las aguas han entrado hasta el alma.
Estoy hundido en cieno profundo, donde no
puedo hacer pie;
He venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado.
Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido;
Han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios.
Salmos 69: 1-3
Todos estos fueron grandes hombres de Dios
que, por una causa u otra, atravesaron
momentos de angustia extrema, de crisis profunda y de desesperacin.
Aunque no slo ellos, aquel que ha prometido
estar con nosotros todos los das, incluso los
malos o los peores, tambin:
36Entonces lleg Jess con ellos a un
lugar que se llama Getseman, y dijo a sus
discpulos: Sentaos aqu, entre tanto que voy
all y oro. 37Y tomando a Pedro, y a los dos
hijos de Zebedeo, comenz a entristecerse y
a angustiarse en gran manera. 38Entonces
Jess les dijo: Mi alma est muy triste, hasta
la muerte; quedaos aqu, y velad conmigo.
39Yendo un poco adelante, se postr sobre su
rostro, orando y diciendo: Padre mo, si es
posible, pase de m esta copa; pero no sea
como yo quiero, sino como t. 40Vino luego a
sus discpulos, y los hall durmiendo, y dijo a
Pedro: As que no habis podido velar
conmigo una hora? 41Velad y orad, para que
no entris en tentacin; el espritu a la verdad
est dispuesto, pero la carne es dbil. 42Otra
vez fue, y or por segunda vez, diciendo:
Padre mo, si no puede pasar de m esta copa
sin que yo la beba, hgase tu voluntad. 43Vino
otra vez y los hall durmiendo, porque los
ojos de ellos estaban cargados de sueo. 44Y
dejndolos, se fue de nuevo, y or por tercera
vez, diciendo las mismas palabras. 45Entonces
vino a sus discpulos y les dijo: Dormid ya, y
descansad. He aqu ha llegado la hora, y el
Hijo del Hombre es entregado en manos de
pecadores. 46Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega. Mateo 26: 36-46
Y luego
Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46Cerca de
la hora novena, Jess clam a gran voz,
diciendo: El, El, lama sabactani? Esto es:
Dios mo, Dios mo, por qu me has
desamparado? Mateo 27: 45-46
Este momento de desamparo total, de
absoluta orfandad, de soledad extrema frente
a la vida, las decisiones, el futuro, los
conflictos, las viejas estructuras que se
derrumban, las certezas pasadas que se
hacen aicos en busca de nuevas Eso es la crisis
En ella, uno puede preguntarse por el futuro
de su ministerio, pero tambin por el futuro
de la propia vida. Se llega a un punto cero,
muerto: imposible seguir, imposible volver
atrs Vale la pena seguir? Para qu continuar? De qu sirve mi trabajo? Qu es
mi trabajo? Pueden ser las preguntas
movilizadoras. O pueden ser an peor: Vale
la pena vivir? Qu es la vida? Cul es mi
lugar en ella?
Pero
No raramente el hombre debe atravesar el punto cero crtico de la existencia que
constituye la desesperacin para encontrar su
ncleo metafsico, para conocerse en su
peculiaridad y para percibir a qu contenidos
de sentido tiende su ser con irrevocable necesidad (6)
11
Por eso decamos que la crisis es un
comienzo, ms que un fin, porque la crisis
puede ser el cambio de una visin
epistemolgica de mi propia vida: en ese
momento, nico, irrepetible, en la sima ms
profunda del propio abismo existencial
podemos acceder a
una nueva visin de las cosas, una revelacin,
una aparicin que puede cambiar el rumbo de nuestra vida
El profeta Elas vena de hacer una tremenda
hazaa de fe: derrotar a los profetas de Baal
en una accin osada, que involucraba la
adoracin al verdadero Dios, y la restauracin
del altar que estaba en ruinas. Ahora, slo
porque una mujer lo buscaba para matarlo,
hua desesperado, hacia un pozo profundo de
depresin, deseando morirse. Con bellas
metforas de movimiento, indicando un
trnsito, un camino, un cambio, un replegarse
hacia la interioridad, Elas huye hacia el
desierto: solo. Slo l y Dios. Ms an: no
creo que Elas pensara huir con Dios, sino
ms bien de Dios, como tambin lo hiciera
Jons, o nosotros Pero Dios iba con l en su huda, y lo sustentaba
El versculo 8 dice que comi y bebi y fue
fortalecido con esa comida que vena del cielo Y quisiera que retuviramos en nuestra mente esta imagen
Su viaje hacia adentro, hacia la ms absoluta
intimidad de l frente a l mismo, y con el
Seor dur la simblica cifra de cuarenta das,
al cabo de los cuales lleg al Monte Horeb, el
monte de Dios, y all tuvo una visitacin que
no slo resolvi su crisis, sino que cambi
radicalmente su cosmovisin.
Job, por su parte, lleg al pozo ms profundo
de desesperacin, pero en l tambin tuvo
una iluminacin: lo que antes saba de odas, ahora sus ojos lo vean
No ya yoms Cristo en m O el fracaso de la propia omnipotencia
Haba un hombre que crea ser capaz de todo
por el Seor. Capaz de vivir, capaz de morir.
El hombre estaba absolutamente seguro de s
mismo. En nombre de Dios, poda lanzarse al
agua, responder con soltura acerca de quin
era Cristo, y hasta animarse a darle un
consejo inteligente sobre su futura muerte en
la cruz Era Pedro, Simn Pedro, el hijo de Jons Uno como todos, nico e irrepetible...
Cuando el Seor les habl acerca de que
todos le fallaran, Pedro se apresur a decirle
que aunque todos se escandalizan de Jess,
l nunca lo hara Confiaba plenamente en sus fuerzas
Pero el gallo cant tres veces y la historia es conocida: Pedro ingresaba con cada canto a
un nivel de crisis cada vez ms profundo. Sus
esquemas estaban siendo conmocionados
severamente. Las estructuras y
comportamientos que le eran funcionales
hasta ese momento comenzaban a
derrumbarse. La desesperacin lo inundaba Y llor amargamente.
Pasaron los das y los discpulos, acaso
descorazonados y tristes, estaban pescando
sin xito en el Mar de Tiberias, cuando un
desconocido los aconsej acerca de cmo
pescar mejor A ellos, pescadores de oficio! Juan lo reconoci inmediatamente, y Pedro no
dud en arrojarse al mar Tanto lo necesitaba! En la orilla estaba el Seor
preparndoles de comer en un improvisado
fogn Tal vez Pedro record aquel fuego junto al cual estaba mientras negaba a su
maestro Tal vez Jess lo estaba yendo a buscar exactamente donde lo haba dejado
cuando comenz su crisis
Tres veces le pregunt si lo amaba: una por
cada vez que lo haba negado Las dos primeras, contest Pedro con soltura La ltima vez slo atin a decir: Ya no s nada, Seor, eres t el que sabe todo Ya no era el miso Pedro: mirar la vida desde su crisis
ms profunda lo haba hecho un hombre diferente.
Las crisis nos ponen ante la realidad de
nuestro propio fracaso, del fracaso de
nuestros mecanismos de defensa, aquellos
con los que funcionamos hasta ese momento,
y nos abren, por tanto, a la posibilidad de
cambio: ese abrir-se, ese abrir-nos, es como
bajar la guardia, entregarnos, admitir la
propia impotencia, reconocer la debilidad Y cuando se pierde la fuerza en que uno se ha
confiado, cuando se desmoronan las
12
estructuras que uno ha construido, entonces
aparece Cristo, caminando con nosotros
camino de Emas.
Fue precisamente en Emas cuando los
discpulos mostraron su crisis ms
descarnada: Nosotros abrigbamos la esperanza de que l nos salvara, comentaban Pero esa esperanza en la que se haban confiado ahora haba muerto Para colmo de males, hay otros que dicen que la
esperanza es posible, pero ellos no podan
verla. Estaban descorazonados Y se aparece un caminante compartiendo con ellos el
camino y hablndoles de las Escrituras Y luego los alimenta, y con ese man que viene
del cielo, ese que ellos mismos por su cuenta
no podan procurarse, sus ojos fueron
abiertos: en ese instante de aparicin, de
revelacin y de cambio producido por la
misma presencia de Cristo entre ellos, su crisis fue resuelta y su esperanza devuelta.
Inmediatamente, desandaron el camino que
haban hecho, volviendo a Jerusaln para ser
testigos a los dems de la esperanza que
tenan (Lo que era desde el principio, lo que hemos odo, lo que hemos visto con nuestros
ojos, lo que hemos contemplado, y palparon
nuestras manos tocante al Verbo de vida
2(porque la vida fue manifestada, y la hemos
visto, y testificamos, y os anunciamos la vida
eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos
manifest); 3lo que hemos visto y odo, eso os
anunciamos, para que tambin vosotros
tengis comunin con nosotros; y nuestra
comunin verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. 1 Juan 1:1-3)
La crisis es la hendidura de la pea por donde
puede pasar el Seor. Es la brecha en el
camino, el valle, el lugar donde nos
entregamos, donde dejamos de confiar en
nosotros, donde admitimos nuestra debilidad y nos abrimos al misterio.
Y cuando soy debil
Ciertamente no me conviene gloriarme; pero
vendr a las visiones y a las revelaciones del
Seor. 2Conozco a un hombre en Cristo, que
hace catorce aos (si en el cuerpo, no lo s;
si fuera del cuerpo, no lo s; Dios lo sabe) fue
arrebatado hasta el tercer cielo. 3Y conozco al
tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del
cuerpo, no lo s; Dios lo sabe), 4que fue
arrebatado al paraso, donde oy palabras
inefables que no le es dado al hombre
expresar. 5De tal hombre me gloriar; pero de
m mismo en nada me gloriar, sino en mis
debilidades. 6Sin embargo, si quisiera
gloriarme, no sera insensato, porque dira la
verdad; pero lo dejo, para que nadie piense
de m ms de lo que en m ve, u oye de m. 7Y
para que la grandeza de las revelaciones no
me exaltase desmedidamente, me fue dado
un aguijn en mi carne, un mensajero de
Satans que me abofetee, para que no me
enaltezca sobremanera; 8respecto a lo cual
tres veces he rogado al Seor, que lo quite de
m. 9Y me ha dicho: Bstate mi gracia; porque
mi poder se perfecciona en la debilidad. Por
tanto, de buena gana me gloriar ms bien en
mis debilidades, para que repose sobre m el
poder de Cristo. 10Por lo cual, por amor a
Cristo me gozo en las debilidades, en
afrentas, en necesidades, en persecuciones,
en angustias; porque cuando soy dbil, entonces soy fuerte. 1 Corintios 12: 1-10
El tiempo de crisis, cualquiera que esta sea,
es un tiempo de desnudez extrema, de
despojo, de desarme. Uno se halla
desprovisto de sus defensas, de sus
estructuras mentales y emocionales con las
que habitualmente se defenda, expuesto en
carne viva a lo imprevisto, a la novedad, a lo no sabido.
Nos sentimos dbiles e indefensos.
No sabemos cul ser el prximo paso, ni tan
slo si habr un prximo paso. Cada minuto
parece ser definitivo. Se vive con la dificultad del ltimo.
Pero justamente all, cuando creemos que todo acaba, todo puede comenzar
Abandonarnos en un no-hacer hacia aquel
que s (y slo l) puede hacer: la pieza
defectuosa de barro es tirada en la rueda y
deshecha Pero el gran alfarero recoge los despojos y los moldea nuevamente: ms
bellos, ms sanos, sin grumos ni burbujas de aire que luego resquebrajaran la pieza
Dios es nuestro amparo y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
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Estad quietos, y conoced que yo soy Dios.
Salmos 46: 1 y 10
Estar quietos en una pasividad-fluyente, no
en la pasividad del indolente sino en la que no
hacemos nada ms que estar abiertos a que
la presencia de Dios nos invada y nos
traspase, nos habite y haga morada sanadora en nuestro interior
Entrar en un silencio-rumoroso, preado de
sonidos que vienen del cielo, cuando ya no
tengo ms palabras ni explicaciones ni argumentos
Hay un camino esperanzador para la
resolucin de las crisis. Un hacer que es no-
hacer. Un no-hacer que es hacer el camino mstico de reencuentro con el Absoluto.
Un dejarse alimentar por la gracia
Un aprender, un poco ms, a vivir en y por la
gracia, que no es ganarla, sino recibirla gratuitamente
Derribadospero no destruidos
que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no
desesperados; 9perseguidos, mas no
desamparados; derribados, pero no
destruidos; 10llevando en el cuerpo siempre
por todas partes la muerte de Jess, para que
tambin la vida de Jess se manifieste en
nuestros cuerpos. 11Porque nosotros que
vivimos, siempre estamos entregados a
muerte por causa de Jess, para que tambin
la vida de Jess se manifieste en nuestra carne mortal. 2 Corintios 4: 8-11
Se llama resilencia a la capacidad o competencia que los seres humanos tenemos
para afrontar la adversidad y sobreponernos.
Originalmente, resilencia es un trmino
tomado de la ingeniera que describe la
capacidad de los materiales a resistir los
choques, o a recuperar su forma original
despus de haber sido sometidos a presin o, incluso, a deformacin.
Etimolgicamente proviene del latn resilio, que significa: saltar hacia atrs, volver a saltos, rebotar, ser rechazado (Diccionario Spes Latn-Espaol, Ed. Bibliograph, 1964).
Desde hace un tiempo, el trmino es utilizado
por las ciencias humanas para describir la
adaptacin, la recuperacin y hasta la
superacin que los individuos pueden
experimentar aun en contextos
absolutamente adversos, capitalizando
positivamente los eventos negativos. Es, en
sntesis, la resistencia a la destruccin, y la capacidad de proteger la propia integridad.
Frente a la crisis, el hombre o la mujer
desprovistos de todo, aun tienen activa su
capacidad de sobreponerse, la cual ha sido
diseada por nuestro buen Dios en nosotros.
De esto mismo hablaba el apstol Pablo:
llevamos en nosotros la muerte de Jess, nos
abandonamos en sus brazos de amor,
conscientes de nuestra incapacidad, pero
aprendemos, mientras tanto, a vivir la vida de resurreccin.
Unas ltimas palabras
Las crisis en el ministerio no son un hecho aislado
o una especie rara, difcil de observar. Sucede,
como dijimos, que de esto nadie quiere hablar,
porque el Reino de los cielos es de los valientes Los dbiles no entramos en los cuadros de honor de esta cultura evanglica posmoderna
No tener fe encabeza el ranking de pecados
ms terribles, pareciera, aunque todos
hayamos sentido alguna vez a lo largo de
nuestro ministerio un episodio de este tipo Hasta Elas, o el propio Jesucristo-hombre
sintindose abandonado
Una de las razones que he tratado de explicar
en estas lneas hay que buscarla en la actitud
de quemarse en el ministerio, actitud que puede tener cierta reputacin de piedad, de
arrojo, o de entrega, pero tal vez oculte cierto
orgullo personal o ministerial, cierta pretensin de omnipotencia
Es ms sano y ms bblico vivir para el
ministerio que morir por l a diario o dejar
que l nos mate: al fin de cuentas, si vivimos
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para Cristo, siempre estaremos dispuestos a morir por l. Pero esto es otra historia
No pocas veces, mientras atravesamos la
crisis, todava luchamos con el Seor para
demostrarle, demostrarnos, y mostrar a los
que nos observan como en una vidriera, que
podemos mantenernos a flote: y la verdad es
que no. No podemos. Slo el Seor puede
hacerlo por nosotros, caminar a nuestro lado
y alimentarnos con cuervos si fuera necesario
Reconocer esto ante nosotros, ante Dios, y
ante los que nos observan, mostrndonos tan
humanos como Cristo supo ser, sea tal vez el
primer paso para resolver los tiempos difciles.
Slo as podremos vivir vidas ms sanas
integralmente, y slo desde la sanidad
integral podremos cumplir con nuestra tarea y con nuestro ministerio.
No somos adalides de la fe: somos seres
humanos de carne y hueso, el mismo material
con que Cristo se abaj a s mismo para venir a habitar entre nosotros.
Slo si tenemos este tesoro en vasos de barro la excelencia del poder ser del Seor.
Quizs la crisis pueda ensearnos al menos
esta verdad primordial, sin la cual ningn
servicio o ministerio cristiano tendr ninguna razn de ser.
NOTAS:
(1) Lersch, Philipp, La estructura de la
personalidad. Barcelona, Ed. Scientia, 1966. II Las vivencias emocionales pp 197-198
(2) Op. Cit. Pp 203-204
(3) Op. Cit. pp 211-212
(4) Op. Cit. pp 213
(5) Op. Cit. pp 254-255
(6) Op. Cit. pp 255
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