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Las relaciones entre periodistas e investigadores científicos tienen una larga historia de conflictos y desavenencias, bien documentada para los países desarrollados (Dunwoody, 1986; Friedman, 1986). No es el caso en el Tercer Mundo, donde estos conflictos adquieren rasgos propios, fruto de las condiciones de desarrollo cultural y político imperantes (Calvo Hernando, 1996; Cornell, 1987; Spurgeon, 1986; Yriart, 1996a, 1996b). Los estudios sobre medios de comunicación no se han ocupado todavía de este problema en la medida en que lo merece. 1 La nota más saliente de la relación entre investigadores y periodistas científicos en los países desarrollados es que la barrera que los separaba comenzó a ceder tras las crisis económico-financieras mundiales del período 1974-1989. REDES 113 * Este artículo es parte de una investigación más amplia sobre el Caso Crotoxina, actualmente en curso, del Centro de Divulgación Científica, Tecnológica y Ambiental. Los autores agradecen el es- tímulo y apoyo de Ricardo Ferraro, Bruce V. Lewenstein (Cornell University) y Manuel Calvo Her- nando (Asociación Íbero-Americana de Periodismo Científico-AIAPC). ** Centro de Divulgación Científica, Tecnológica y Ambiental, Buenos Aires. 1 Bruce Lewenstein, editor de “Public Understanding of Science”, en un reportaje de Pablo J. Bocz- kowski para REDES. Revista de estudios sociales de la ciencia, que aparece en este número. La resurrección del Caso Crotoxina (1989-1996): ciencia, política y medios de comunicación* Martín F. Yriart** y Ricardo Braginski** La crotoxina, una “bala mágica” contra el cáncer, apareció en la Argentina en 1986, planteó un conflicto entre la lógica de la investigación científica y la del poder político, y recibió una cobertura especular en los medios, coloreada por el drama de los pacien- tes. La representación social de la ciencia que generó careció de realismo, y dejó una imagen distorsionada. Su amplio impacto plantea interrogantes acerca de las catego- rías reconocidas de prensa de calidad, popular y de élites. Abre también preguntas acerca de las relaciones futuras entre ciencia, medios y poder en la Argentina y –por ex- tensión– en el Tercer Mundo. 1. Introducción
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Yrirart y Braginsky

Feb 05, 2016

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Caso Crotoxina
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Las relaciones entreperiodistas e investigadorescientíficos tienen una larga historiade conflictos y desavenencias, biendocumentada para los paísesdesarrollados (Dunwoody, 1986;Friedman, 1986).

No es el caso en el TercerMundo, donde estos conflictosadquieren rasgos propios, fruto delas condiciones de desarrollocultural y político imperantes (CalvoHernando, 1996; Cornell, 1987;

Spurgeon, 1986; Yriart, 1996a,1996b).

Los estudios sobre medios decomunicación no se han ocupadotodavía de este problema en lamedida en que lo merece.1 La notamás saliente de la relación entreinvestigadores y periodistascientíficos en los paísesdesarrollados es que la barrera quelos separaba comenzó a ceder traslas crisis económico-financierasmundiales del período 1974-1989.

�REDES 113

* Este artículo es parte de una investigación más amplia sobre el Caso Crotoxina, actualmente encurso, del Centro de Divulgación Científica, Tecnológica y Ambiental. Los autores agradecen el es-tímulo y apoyo de Ricardo Ferraro, Bruce V. Lewenstein (Cornell University) y Manuel Calvo Her-nando (Asociación Íbero-Americana de Periodismo Científico-AIAPC).

** Centro de Divulgación Científica, Tecnológica y Ambiental, Buenos Aires.

1 Bruce Lewenstein, editor de “Public Understanding of Science”, en un reportaje de Pablo J. Bocz-kowski para REDES. Revista de estudios sociales de la ciencia, que aparece en este número.

La resurrección del Caso Crotoxina (1989-1996): ciencia, política ymedios de comunicación* Martín F. Yriart** y Ricardo Braginski**

La crotoxina, una “bala mágica” contra el cáncer, apareció en la Argentina en 1986,planteó un conflicto entre la lógica de la investigación científica y la del poder político, yrecibió una cobertura especular en los medios, coloreada por el drama de los pacien-tes. La representación social de la ciencia que generó careció de realismo, y dejó unaimagen distorsionada. Su amplio impacto plantea interrogantes acerca de las catego-rías reconocidas de prensa de calidad, popular y de élites. Abre también preguntasacerca de las relaciones futuras entre ciencia, medios y poder en la Argentina y –por ex-tensión– en el Tercer Mundo.

1. Introducción

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Los científicos se percataron deque, con recursos presupuestariosdecrecientes, era cada vez másnecesario contar con la buenavoluntad de la opinión pública parasostener la investigación, por lo quenecesitaban obtener la colaboraciónde los medios (Miller, 1986; Nelkin,1995).

Los periodistas científicos, a suvez, motivados por el crecienteimpacto de la ciencia y la tecnologíasobre la sociedad de consumo y sunueva influencia en el sistemacientífico, comenzaron a afirmarcada vez más su independencia ycapacidad crítica frente a losinvestigadores, y a priorizar losintereses de sus públicos (LaFollette, 1991). Un hecho distintivoes el auge de las páginas ysuplementos de ciencia en laprensa de los países desarrollados(Bader, 1990; Fayard, 1993), encontraste con los del Tercer Mundo.

Nuestro estudio de caso, por elcontrario, registra como un dato queen el Tercer Mundo: lasinstituciones científicas y losinvestigadores se inclinan todavía acomportarse como comunidadescerradas, renuentes a comunicarsecon el resto de la sociedad (Orione,1980; Barrios Medina, 1996); y quelos medios periodísticos –aunqueno siempre los periodistas mismos–tienden a adoptar una actitud

reverencial frente a la ciencia –lallamada teoría del Gee–whiz!(Spurgeon, 1986)2 y a asumir unaposición acrítica haciainvestigadores e institucionescientíficas.

En las conclusiones de estetrabajo intentaremos formularalgunas conjeturas acerca delporqué de estas actitudes.Esperamos que el Caso Crotoxinanos sirva de laboratorio de ideaspara experimentar algunosconceptos e hipótesis, actualmenteen elaboración, acerca de lasrelaciones entre investigadores,políticos, funcionarios, periodistas yciudadanos, entre institucionescientíficas, medios de comunicacióny órganos de gobierno.

2. La “bala mágica” contra elcáncer

Aunque el SIDA goza hoy demás prensa, y las enfermedadescardiovasculares son la principalcausa de mortalidad y morbilidad enel mundo, el cáncer sigue siendo laenfermedad más temida, con suaterradora imagen de fatalidad ypadecimiento.

El miedo al cáncer impulsa amillones de mujeres en todo elmundo a sometersedisciplinadamente a análisis

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2 El periodismo de la escuela “Gee-whiz!” floreció en los Estados Unidos en la década del cincuen-ta, en que los avances científicos y tecnológicos gestados a la sombra de la Segunda Guerra Mun-dial –desde la televisión hasta la energía nuclear, pasando por las drogas milagrosas (wonderdrugs)– deslumbraron a los medios y a la opinión pública.

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periódicos que son uno de losmayores ejercicios de medicinapreventiva de hoy. El miedo alcáncer ha logrado sobreponerse ala otrora omnipotente industria deltabaco, proscribiendo al cigarrillo delos espacios públicos, al menos enlos países desarrollados, yprohibiendo su propaganda enmedios de comunicación masiva oespacios abiertos, como ha hechoen Gran Bretaña el flamantegobierno del primer ministrolaborista Tony Blair.

Quien descubra la “balamágica” que destruya los tumorescancerosos, sin afectar al resto delorganismo, alcanzará la gloriacientífica y el Premio Nobel, y sehará millonario, como saben desdeel primer año de su carrera todoslos estudiantes de biología,bioquímica o medicina que piensandedicarse algún día a lainvestigación.

El hallazgo del efecto de lasradiaciones ionizantes y de ciertasdrogas de alto poder tóxico sobrelas células cancerosas ha reforzadoesta idea, aunque unas y otrasposeen efectos secundarios tanseveros que limitan su efectividad.

Por eso mismo cada vez quese descubre una presunta droga quepromete lograr lo que no han podidola radioterapia, la quimioterapia y lacirugía, como el Laterile, proscriptoen los Estados Unidos y explotadodel otro lado de la frontera enMéxico, se generan oleadas masivasde expectativa social.

En la década del ochenta, unade estas balas mágicas hizo suaparición en la Argentina,

conmocionando a la opiniónpública, provocando una enconadapolémica científica, y captando laatención de los mediosperiodísticos: una atenciónespasmódica, marcada pormomentos de erupción casivolcánica, separados por largosintervalos de letargo, y que por símisma ha sido motivo de polémicay críticas (Braun, 1989; Yriart et al.,1989).

La crotoxina sigue dando quehablar hoy en la Argentina, y sucaso plantea múltiples preguntasacerca del papel de los periodistasy los medios de comunicación en laconstrucción de una representaciónsocial de la ciencia, y de losprocesos de toma de decisión, tantoen el nivel de las autoridadespolíticas como de los propiosciudadanos (Masotta, 1989).

3. El veneno de la polémica

La crotoxina es un extracto delveneno del crótalo o víbora decascabel (Crotalus durissusterrificus). Este compuesto incluyela enzima fosfolipasa Az, principioactivo en su alegada acciónantitumoral.

Conocido y estudiado por lomenos desde la década del treinta(Canziani, 1984), se ensayó suutilización como analgésico y en eltratamiento de la hipertensión,porque posee actividad sobre lascélulas del tejido nervioso. Tambiénse intentó por entonces emplearloen el tratamiento del cáncer, porquees un citolítico: es decir, tiene la

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propiedad de disolver lasmembranas celulares.

En la Argentina misma, eloncólogo Raúl Nicolini despertó en1934 grandes expectativas alpresentar un trabajo sobre eltratamiento del cáncer con venenode serpientes, utilizando extractospreparados por el bioquímicoErnesto Sordelli. Pero pronto quedóen evidencia que las esperanzashabían sido vanas, debido a sutoxicidad y a la aparición detratamientos más eficaces(Brailovsky, 1986).

En julio de 1986, la opiniónpública y las autoridades científicasy sanitarias argentinas conocieronsorpresivamente que desde hacíapor lo menos tres años elbioquímico Juan Carlos Vidal,investigador del Consejo Nacionalde Investigaciones Científicas(CONICET)3 producía crotoxina en sulaboratorio, y la entregaba a, por lomenos, tres médicos –Carlos “Coni”Molina, Luis Costa y GuillermoHernández Plata– quienes, en unconsultorio privado –al margen detoda supervisión científica o médica,y lejos de la luz pública– laadministraban a pacientes concáncer. Los pacientes estaban

persuadidos de que eran tratadoscon una droga que curaba elcáncer, aunque más tarde losmédicos adujeron que era unexperimento.

La Argentina tenía ya entoncesun avanzado régimen legal para larealización de ensayos clínicos condrogas experimentales en sereshumanos y la autorización demedicamentos, aplicado por elMinisterio de Salud y Acción Social(MSyAS).4

La Secretaría de Ciencia yTécnica, encabezada por elmatemático Manuel Sadosky, habíainiciado, a partir de 1984, unaextensa reactivación y revalorizaciónde la ciencia en el país, conespecial énfasis en el CONICET.

El Caso Crotoxina adquirióestado público cuando Vidal tomólicencia en su laboratorio pararealizar investigaciones en losEstados Unidos. Según la versiónde los medios periodísticos de laépoca, la crotoxina atrajo entoncesla atención de las autoridades delInstituto de Neurobiología, sede dellaboratorio donde se producía ladroga.

Otras versiones indican que yaantes se había planteado un

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3 La intención de los autores no es erigirse en jueces de un caso particular, sino intentar compren-der procesos generales de la comunicación científica pública. Los hechos referidos en este artículoson de dominio público y están ampliamente registrados en los archivos oficiales.

4 Este régimen (Ley Nacional de Medicamentos Nº 16.463, de 1964) fue modificado varias veces alo largo de la prolongada historia del caso, pero sus pautas técnicas se han mantenido sustancial-mente sin cambios, salvo para fortalecerla. En 1986 regía la Disposición Nº 3916/85 SRYC, que re-guló los ensayos clínicos de nuevas drogas hasta 1996, cuando fue reemplazada por la DisposiciónNº 4854/96 ANMAT, que reforzó los requisitos éticos con relación a los sujetos de los experimentos.

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conflicto entre las autoridades delIDNEU, los protagonistas del caso yel Consejo Nacional deInvestigaciones Científicas(CONICET), por los derechos depropiedad industrial de la crotoxinacomo droga antitumoral. El CONICET

y sus institutos están dedicadosexclusivamente a la investigación–con fuerte énfasis en cienciasbásicas– y no producen nicomercializan drogas nimedicamentos.

Al considerar que se estabanviolando tanto la Ley deMedicamentos como las normas delCONICET –aunque no todos lostestimonios coinciden con estamotivación– el director del IDNEU,Juan H. Tramezzani, ordenó cesarla producción y suministro de ladroga. Los médicos se vieronobligados a interrumpir lostratamientos. La reacción de losenfermos y sus familiares fue laesperable. “Coni” Molina, Costa yHernández Plata se constituyeronen representantes oficiosos de suspacientes y, tras presentarse en unprograma de humor periodísticotelevisivo, solicitaron a lasautoridades del MSyAS queordenaran la reanudación delsuministro de crotoxina (unainiciativa insólita, considerando queel MSyAS no tenía ninguna autoridadsobre el IDNEU o el CONICET).

4. Bajo el microscopio

Los cuatro protagonistasprimarios del Caso Crotoxina–Vidal, “Coni” Molina, Costa yHernández Plata– fueron citadosoficialmente a dar explicaciones,para lo que presentaron unamonografía que pretendíaresponder a los requisitos deinformación que exige el trámitelegal de autorización de ensayos enhumanos con drogasexperimentales (Vidal et al., 1986).

El MSyAS ordenó unaevaluación clínica del caso, para loque designó una comisión integradapor once oncólogos,5

representantes de los principalescentros de atención médica einvestigación del cáncer en el país.

El CONICET, por su parte,dispuso un examen de losantecedentes científicos por unacomisión ad hoc6 sobre la base dela monografía citada y entrevistas asus autores. Vidal regresó de losEstados Unidos para responder alas autoridades. La comisión hallóque la monografía no permitíaevaluar las alegadas propiedadesantitumorales de la crotoxina, yademás contenía afirmacionesinfundadas y datos fraguados, loque fue difundido mediante unasolicitada del CONICET, bajo laresponsabilidad de su presidente,Carlos Abeledo.

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5 Esta comisión estuvo integrada por A. O. Masotta, J. Mordoh, S. Finkielman, D. L. Perazzo, F. Rao,A. L. Canónico, A. Luchina, R. A. Estévez, A. Carugatti, J. Loureiro, J. C. Tagle y R. Chacón.

6 Esta comisión estuvo integrada por A. Baldi, S. Finkielman, J. Mordoh y J. A. Santomé.

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Éste, entonces, encomendó atres centros de investigación deciencias biomédicas la realizaciónde una serie de ensayos concultivos celulares y animales delaboratorio, para verificar lapresunta acción antitumoral y latoxicidad de la fracción de venenode víbora que los médicospostulaban como “bala mágica”contra el cáncer.

Entretanto, la evaluación delas historias clínicas de lospacientes tratados con crotoxinapor Coni Molina, Costa yHernández Plata, realizada por lacomisión de oncólogos del MSyAS,reveló que la droga no sólo nodetenía el avance del cáncer, sinoque indirectamente aceleraba lamuerte de los pacientes, al serprivados de los tratamientosordinarios, una conclusión a la cuallos expertos llegaron después deun mes de intenso y agitadotrabajo. Sus resultados fuerondifundidos a través de unasolicitada publicada por el MSyAS

en los principales periódicosargentinos.

La investigación encarada porel CONICET insumió más tiempo–casi dos años– pero llegó aconclusiones coincidentes con lasde la comisión de oncólogos. Encondiciones de laboratorio, lacrotoxina no sólo no reveló poseerpropiedades antitumoralessignificativas, sino que confirmó suya conocida toxicidad. Losresultados de esta investigación(Baldi et al., 1988) fueronpublicados en Medicina, un journalcientífico argentino reconocido

internacionalmente y uno de lospocos del Tercer Mundo incluidosen los índices del Institute forScientific Information (ISI).

A mediados de agosto de1986, sobre la base de lasdisposiciones legales vigentes y delos resultados de la revisión delcaso por la comisión de oncólogos,el Ministerio de Salud y AcciónSocial prohibió la utilización de lacrotoxina como medicamento; peroluego, alegando “razoneshumanitarias, no científicas”, sutitular, el médico Conrado Storani,autorizó que siguiera siendoadministrada a los pacientes que yala recibían, quienes habían sidoevaluados por la comisión deoncólogos.

Vidal renunció a sus cargos enel CONICET y la Universidad deBuenos Aires, antes de que estasinstituciones pudieran expedirsesobre su situación, y volvió alextranjero. El director del IDNEU fuesancionado. Y todos ellos, incluidoslos tres médicos y loscolaboradores de Vidal, fueronsometidos a un proceso judicial,naturalmente lento y opaco, dadoque siguiendo la tradición españolavigente en la Argentina hasta ladécada del ochenta –y como encasi toda América Latina desde lashistóricas ordenanzas de Carlos III–las acciones judiciales se tramitaronexclusivamente sobre papel y apuertas cerradas.

En este punto, a comienzosde 1989, puede decirse queconcluye la primera parte del CasoCrotoxina.

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5. Los muertos que vos matáis

Los informes del MSyAS y delCONICET hicieron pensar entoncesque la crotoxina estaba muerta yenterrada definitivamente. El casohubiera entrado rápidamente en uneclipse total, poco más de un añodespués de su eclosión pública, sino hubiera sido por los pacientes decáncer y sus familiares, que seorganizaron para reclamar elsuministro de la alegada “balamágica”. Pero sus reclamos sefueron debilitando con el paso deltiempo y los sucesivos dictámenesmédicos, científicos y judicialesadversos (de Ipola, 1997).

Tres actores sociales, sinembargo, lo mantuvieron vivo,aunque alejado de la luz pública:Vidal, “Coni” Molina, Costa yHernández Plata emprendieron ellaborioso proceso de legalizar suspretensiones sobre la crotoxina porvía de su patentamiento yautorización como medicamentocontra el cáncer, en los EstadosUnidos y Europa. Iniciaron en losEstados Unidos los trámites pararealizar ensayos en humanosnecesarios para su autorizacióncomo medicamento, pero lasolicitud les fue denegada por laFood and Drug Administration (FDA).

La prohibición de la crotoxina yel fracaso en los intentos de lograruna resolución judicial favorable o

una ley que la autorizara indujerona los pacientes de cáncer y a susorganizaciones a encontrar soluciónfuera del circuito oficial de la salud:en el mercado negro –o gris– demedicamentos. La crotoxina (quepuede adquirirse en drogueríascomo insumo para laboratorios deinvestigación), o algunos análogosde ella, comenzó a importarse deAlemania (donde está autorizadacomo medicamento homeopático) y–posiblemente– Brasil. También hayindicios de que comenzó afabricarse en laboratoriosclandestinos en la misma Argentina:la existencia de crotoxinaadulterada, o su lisa y llanasustitución por agua destilada, en elmercado negro, ha sido confirmadaindependientemente por fuentesmédicas, oficiales y privadas,directamente vinculadas al caso.7

Los investigadores y funcionariosdel CONICET que habían sidosancionados con la separación desus cargos por causa de supresunta responsabilidad en elCaso Crotoxina defendieron susposiciones ante la justicia yapelaron por vía administrativa.

6. Un vuelco inesperado

Menos de un año después deque el Caso Crotoxina hubieraquedado aparentemente cerrado,

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7 Juan José Juliáa, médico: comunicación personal, recogida por R. Braginski (mayo de 1997). Pa-tricia Saidón, médica; Departamento de Evaluación de Medicamentos-ANMAT: comunicación perso-nal, recogida por M. F. Yriart (mayo de 1997).

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en agosto de 1989, un nuevogobierno argentino, surgido deelecciones democráticas, anunciabaque, por una decisión personal delahora presidente Carlos SaúlMenem, su situación volvería afojas cero. El nuevo gobierno adujoque las acciones del anterior nohabían estado fundadas en razonescientíficas valederas. Por elcontrario, habían sido influidas porintereses políticos y –tal vez–económicos.

La decisión presidencial tomópor sorpresa no sólo a lacomunidad científica, quedesconocía la intención del nuevogobierno de reabrir el caso,ignorado totalmente durante lacampaña electoral. Tomó tambiénpor sorpresa a las nuevasautoridades del MSyAS y delCONICET. Y por cierto a la prensa.Un grupo de partidarios de lalegalización de la crotoxina seatribuyó el mérito de haberpersuadido al flamante presidentede tomar la decisión,8 que suscolaboradores del área científicacalificaron de política.9 El informede la comisión de oncólogos creadaen 1986 por el MSyAS fuedesechado por los funcionarios, sinque mediara –al menos en ladimensión pública– una crítica

sustantiva y explícita del sectorcientífico. La investigación realizadapor el CONICET fue simplementedesconocida. El gobierno anunció,por boca del secretario de Ciencia yTecnología10 Raúl Matera, que“bajaba la cortina sobre el pasado”,dejando a salvo el méritoprofesional de quienes habíanintervenido en la evaluación delcaso.

Las nuevas autoridades delCONICET encomendaron a tresgrupos de investigación otro estudiode laboratorio sobre la droga, perodecidieron mantener en reserva losnombres de los científicos y lasinstituciones a las que pertenecían.

Justificaron el secreto en lanecesidad de “garantizar un climade tranquilidad” para que losinvestigadores pudieran trabajar sinser perturbados.

7. Senderos en el bosque

¿Por qué secretos senderos sellegó a la decisión de resucitar lacrotoxina, en el oscuro bosque delpoder político, en 1989? Este tramode la historia seguirá en gran partecubierto por un velo de misterio,mientras permanezcan en suscargos quienes intervinieron en el

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8 Juan José Juliáa, médico: comunicación personal, citada. Oscar Garzón Funes, entonces juez delFuero Contencioso-Administrativo: comunicación personal, recogida por R. Braginski (mayo de1997).

9 Declaraciones periodísticas del secretario de Ciencia y Tecnología Raúl Matera (agosto de 1989).

10 En el nuevo gobierno la Secretaría de Ciencia y Técnica pasó a llamarse de Ciencia y Tecnología.

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proceso. Parte, también, nuncapodrá ser revelada, simplementeporque muchos de sus másimportantes protagonistas, en elmomento de esta investigación, yano viven, y no han dejadotestimonios conocidos. Peroalgunos segmentos han salido a laluz en nuestro trabajo.

A pesar de la aparenteausencia de hechos para la opiniónpública, entre la prohibición de lacrotoxina en agosto de 1986 y laorden presidencial de reanudar lasinvestigaciones, en el mismo mesde 1989, un grupo de partidarios dela droga, integrado por pacientes ysus familiares, pero también pormédicos y abogados interesadospor distintos motivos en ella,continuó haciendo gestionesextraoficiales.

Este grupo fue conocido en1986 bajo el nombre de ComisiónCrotoxina Esperanza de Vida, yhabía organizado actos públicos ymanifestaciones, ante la sede delMSyAS y en la Plaza de Mayo, parareclamar por la droga.

Tras la prohibición y elaparente fracaso de esos reclamos,se reorganizó como Fundación parael Estudio de Venenos y Derivados(FUNDEVID), presidida por el médicoJuan José Juliáa. De acuerdo consu propio testimonio,11 su objetivoinicial fue obtener fondos pararepatriar a Vidal y organizar unlaboratorio privado donde éste

pudiera continuar con susinvestigaciones, pero no lograronreunir recursos suficientes para ello.

Ante este resultado, decidieronbuscar una “salida política”. Juliáase entrevistó por lo menos tresveces con el entonces gobernador yaspirante a la presidencia CarlosMenem –en ese mismo período,Menem ofreció su apoyo a loscuatro protagonistas del caso yCosta mantuvo varios encuentroscon el entonces gobernador, sinresultados concretos–. Juliáatambién recurrió a legisladores, y suconsultorio fue visitado por políticosy familiares de éstos afectados decáncer, que buscaban su curaciónen la crotoxina.

El triunfo electoral de Menem ysu asunción de la presidencia enjulio de 1989 reactivó estasgestiones. A través de unintermediario no identificado de suentorno próximo, el flamantepresidente recibió, a principios dejulio, una carta de FUNDEVID en laque Juliáa reiteraba sus anteriorespedidos de apoyo.

La respuesta llegó en cuarentay ocho horas, con unacomunicación telefónica delsecretario Matera a Juliáa. Menosde dos meses después, el 31 deagosto de 1989, la decisión estabatomada y era dada a publicidad.

De acuerdo con otra fuente,vinculada con la Secretaría de Cienciay Tecnología en ese momento,12

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11 Comunicación personal, recogida por R. Braginski (junio de 1997).

12 Luis A. Cersósimo: comunicación personal, recogida por R. Braginski (junio de 1997).

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Menem fue asesorado por unexperto de su confianza, que no hapodido ser identificado en nuestrotrabajo, pero no fue aparentementeninguno de los investigadoresvinculados directa o indirectamentehasta entonces con el caso.

8. Retorne al casillero número uno

La decisión presidencial fueacatada sin discusión por Matera,aunque sus colaboradoresinmediatos la considerarondesacertada y procuraron atenuarsus posibles consecuenciasadversas para el flamante gobierno.

El resultado de esto fue unapuja pública entre Matera y laentonces secretaria de Salud,Matilde Menéndez, para endilgarsemutuamente la responsabilidad delcaso, puja de la que Menéndezsalió victoriosa.

El 5 de septiembre de 1989,Matera anunció la creación de laComisión Oficial para el Estudio dela Crotoxina, presidida por el mismosecretario de Ciencia y Tecnología eintegrada además por José Burucúa(Comisión Asesora de CienciasMédicas del CONICET), AntonioVilches (Instituto Nacional deMicrobiología Dr. Carlos Malbrán) yTomás de Paoli (Instituto Nacionalde Bromatología y Farmacología).

Tres grupos fueron encargadosde la nueva investigación sobre losefectos antitumorales de lacrotoxina, y su toxicidad: el GrupoBuenos Aires, dirigido por AlbertoBaldi (IBIME); el Grupo La Plata, por

Fermín Iturriza (UniversidadNacional de La Plata); y el GrupoRosario, por Osvaldo Garrocq(Universidad Nacional de Rosario).

El 25 de marzo de 1991, laComisión Oficial dio a conocer losresultados de sus investigaciones:el Grupo Buenos Aires, que estudiósiete tipos de tumores humanos encultivos celulares, concluyó que lacrotoxina no era efectiva paraimpedir su crecimiento.

El Grupo La Plata estudió eltumor de Huggins (un tipo decáncer de mama) en ratas; trasinyectarlas con dosis equivalentes alas sugeridas para humanostampoco hallaron efectos positivos.

El Grupo Rosario fue el únicoque obtuvo resultados optimistas,luego de experimentar con ratasportadoras de un tumor desarrolladoen el propio laboratorio.

La Comisión Oficial evaluó losresultados en un comunicadopúblico, único documento oficial queexiste acerca de la investigación.En este comunicado afirma que notodos los tumores estudiadosmuestran la misma respuesta a lacrotoxina y el resultado beneficiosoobtenido por el Grupo Rosario nopuede ser aplicado directamente atumores que tengan lugar enhumanos. Previo a la utilización dela crotoxina como medicamento esnecesario realizar estudios acercade su toxicidad en humanos, dentrode las normas éticas y devoluntariedad vigentes. No obstantesu limitado éxito, los resultadosjustifican futuros estudios.

De acuerdo con uninvestigador y actual funcionario de

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la SECyT que conoce el caso enprofundidad, sin embargo, elporcentaje de mejorías o remisionesregistrado en los animales delaboratorio de este experimento nose diferenciaría del que se produceespontáneamente, sin ningúntratamiento.13 El mismo CONICET

pretendió que el ensayo del GrupoRosario fuera repetido paracorroborarlo, pero la repetición nose realizó.

El caso volvió a entrar en uncono de sombra. Aunque no poreso cayó en la inactividad. Bajo elnuevo gobierno, los investigadoresy funcionarios que antes habíansido sancionados y separados desus cargos por su participación enel Caso Crotoxina fueronrehabilitados y reintegrados a susantiguos puestos. El mercado negrocontinuó abasteciendo la demandade los pacientes de cáncer.

El 17 de noviembre de 1992, elgrupo integrado por Vidal, “Coni”Molina, Costa y Hernández Plataobtiene la patente de invención dela crotoxina como medicamentoantitumoral en los Estados Unidosy, cuatro meses después, en laUnión Europea.

El 21 de diciembre de 1992, elgrupo, integrado ahora con otrossocios que forman VentechResearch Inc., con domicilio enCambridge, Massachusetts,Estados Unidos, presenta en elMSyAS un pedido de autorizaciónpara realizar ensayos con crotoxina

en humanos. Esta solicitud tendráun trámite largo y complejo, perotras sufrir varias observaciones seráfinalmente aprobada.

El 17 de febrero de 1993 eljuez federal Néstor Blondisobreseyó definitivamente a Vidalen la causa que se le seguía poradministración de un medicamentono autorizado y aconseja “continuarcon las investigaciones científicasrelacionadas con la crotoxina”.

9. El cascabel tintinea otra vez

Debieron pasar sin embargomás de cuatro años antes de que,el 7 de septiembre de 1995, el casose reactivara públicamente. Unavez más una decisión políticasorprendió a la comunidad científicay a la opinión pública, aunque estavez no a los funcionarios de lasáreas de ciencia y salud. Ahora ladecisión no fue adoptada en lasoledad del despacho presidencial,sino en reunión de gabinete con laparticipación de una veintena deministros y secretarios de estado.

En vista –o a pesar– de losresultados de la etapa delaboratorio, el gobierno decidióautorizar ensayos en humanos, adesarrollarse, de acuerdo connormas internacionales, en tresfases: la primera, para determinarlas dosis tolerables delmedicamento, su asimilación yeliminación por el organismo

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13 Juan M. Dellacha: comunicación personal, recogida por M. F. Yriart (mayo de 1997).

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humano, y sus efectos colaterales;la segunda para evaluar suefectividad en una amplia variedadde formas de cáncer, a diferentesdosis; la tercera para estudiar suacción en el tipo de cáncer másfavorable observado en la faseanterior.

Previamente, el 3 de junio de1995, el secretario de Ciencia yTecnología Domingo Liotta (Materahabía fallecido el 21 de marzo delaño anterior) informaba que Vidalregresaría al país y tendría supropio laboratorio en el CONICET,para continuar sus investigaciones.El anuncio provocó la renuncia dela Comisión Asesora de CienciasMédicas por el procedimientoirregular de la reincorporación deVidal a la carrera de investigador yla creación de un nuevo laboratoriopara él, sin haber pasado por lasinstancias regulares de evaluación.

De acuerdo con su propiotestimonio, Liotta14 había sometidolos trabajos realizados y publicadospor Vidal y colaboradores en losEstados Unidos a una comisiónpresidida por Héctor Torres (INGEBI),de la que era parte Rubén Laguens(Universidad de La Plata), su“hombre de confianza” en el caso.Según el propio Liotta, la comisiónevaluó los trabajos de Vidal yconcluyó que eran sólidos y “no sele podía agregar una sola letra”.Otros miembros prefirieron

excusarse y con distintos motivosrenunciaron.15 La Secretaria deCiencia y Tecnología remitióentonces una solicitud deautorización para laexperimentación de los efectosantitumorales en humanos a laAdministración Nacional deAlimentos, Medicamentos yTecnología Médica (ANMAT),dependiente del MSyAS.

La ANMAT es un organismo decreación relativamente reciente y lacrotoxina es la primera drogaoriginal argentina sometida a suaprobación. La ANMAT fue creada el23 de febrero de 1993, parareemplazar al Instituto Nacional deBromatología y Farmacología yremozar los procedimientos deevaluación y autorización deproductos farmacéuticos, tras lacrisis del sistema provocada poruna intoxicación masiva condietileneglicol, el Caso Propóleosque dejó innumerables víctimas yagitó a la opinión pública en 1992.

Pero la autorización no recayósobre el grupo que habíapresentado la primera solicitud,ahora transformado en VentechResearch Inc., una empresaconstituida en los Estados Unidospor los actores iniciales del caso,junto con nuevos socios, sino sobreJorge Cura, investigador de laUniversidad Nacional de Rosario,propuesto por la SECyT, con la

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14 Comunicación personal, recogida por Ricardo Braginski (junio de 1997).

15 Alberto Baldi: comunicación personal, recogida por M. F. Yriart (junio de 1997).

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participación del propio Vidal, y selimitó a la Fase 1.16 Esta decisiónprovocó una breve conmociónpública, debido a las protestas de“Coni” Molina y Costa –HernándezPlata se había separado del grupo–,quienes alegaron que el gobiernoviolaba sus patentes industriales yse apropiaba de las investigacionesque Ventech había realizado en losEstados Unidos, publicadas enjournals científicos. Las autoridadesdel MSyAS dieron por cumplida aVentech la etapa de laboratorio y,evitando toda publicidad, laautorizaron también a llevar a cabolos ensayos de la Fase 1.17

Los ensayos de la crotoxinaen humanos por cuenta delCONICET comenzaron a mediadosde 1995, ahora con la participaciónde Vidal, enfrentado con susantiguos socios. Otra vez sedesarrollaron detrás de una cortinade reserva sólo ocasionalmentelevantada por alguna indiscreción odescuido de funcionarios oinvestigadores, y el informe finalfue presentado ante la ANMAT, amediados de mayo de 1997.

A principios de junio de 1997,funcionarios del gobierno, sin contartodavía con la evaluación de losresultados de la Fase 1 por lasautoridades sanitarias, daban porhecho que la Fase 2 sería también

autorizada.18 El argumentosubyacente ahora se apoya en dospilares: uno, los estudios encaradospor el MSyAS y la SECYT/CONICET en1986 fueron profesional ycientíficamente correctos. Pero sólo demostraron que lo que habíasido hecho previamente por loscuatro actores del caso erainsuficiente para probar la viabilidado no de la crotoxina en eltratamiento del cáncer.

Dos, para poner fin a unapolémica basada en argumentos deinsuficiente entidad científica (de lospacientes, médicos, ex funcionariospolíticos, etc.), la única salida escumplir con el ritual de los estudiosclínicos hasta sus últimasconsecuencias, aun cuando losindicios iniciales seandesalentadores.

Una vez mas, ninguno deestos argumentos ha sido reflejadoen los medios de comunicaciónmasiva, aunque esta vez estánimplicados en una publicaciónoficial (Bazerque, 1996).

10. Sed quis custodiet ipsoscustodes? 19

El precedente resumen haomitido hasta ahora en formadeliberada casi toda referencia al

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16 Disposición No. 4548/95, ANMAT, 7 de noviembre de 1995.

17 Disposición No. 351/96, ANMAT, 19 de enero de 1996.

18 Juan M. Dellacha: comunicación personal, recogida por M.F. Yriart (mayo de 1997); Patricia Sai-dón: comunicación personal, recogida por M. F. Yriart (mayo de 1997).

19 “¿Pero quién guardará a los propios guardianes?”, Juvenal, Saturae VI, 347.

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papel cumplido por los mediosperiodísticos en el Caso Crotoxina.Un análisis de ese papel puedearrojar luz sobre las condicionesimperantes para el periodismocientífico en muchos países delTercer Mundo.

¿Qué hizo la prensa argentina,en su función de guardián de losintereses públicos (McQuail, 1993),durante el tiempo en que sedesarrolló el Caso Crotoxina?20

Parafraseando a Churchill21 podríadecirse –aunque no sea totalmentejusto– que la verdad es la primeravíctima de las polémicas científicasventiladas en la prensa. En 1986diez periódicos de circulaciónnacional se editaban diariamente enBuenos Aires, con una tiradaagregada de 1,9 millones deejemplares, en un país de 30,6millones de habitantes.

Todos reaccionaron de manerasimilar ante la revelación de lacrotoxina. La prensa de calidad(quality press), al igual que laprensa popular (pulp journalism), lebrindó sus primeras planas yambas llenaron decenas depáginas con ella.

Nuestro estudio se basa en elanálisis de un corpus provenientede seis medios: Clarín, Crónica,Diario Popular, La Nación y LaPrensa en la década del ochenta

representaban el 82% de lacirculación agregada de los diariosargentinos.

Clarín y La Naciónrepresentaban (en el momento delos hechos) el segmento de prensade calidad de más amplia lectura,mayor en su conjunto (51%) que laprensa popular, encarnada porCrónica y Diario Popular (39%). LaPrensa y Página/12 constituyen laprensa de élite, en la derecha eizquierda del espectro (menos del2%) (Ulanovsky, 1997).

Dentro de las hipótesis denuestro estudio, Clarín y La Naciónsuministrarían la información mejordocumentada del caso; Crónica yDiario Popular explotarían losángulos más sensacionalistas; y LaPrensa y Página/12 seríanideológicamente indiferentes otendenciosos.

Aunque sea adelantarnos alresultado final de nuestro estudio,tenemos motivos para pensar queestas hipótesis no se cumplen yque la llamada prensa “amarilla” opopular desempeñó un destacablepapel como periodismo informativo,y si cayó en alguna celada de laspartes interesadas, lo fue junto consus colegas de la prensa decalidad, que demostró no poseermejores recursos para prevenirsecontra ellas.

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20 La presente investigación se limita a la cobertura realizada por los diarios de circulación nacionaleditados en Buenos Aires. Las emisoras de radio y televisión argentinas no conservan grabacionesde sus programas periodísticos, lo que hace imposible su estudio, mas de diez años después de co-menzados los hechos.

21 “When guns begin to roar, truth is the first casualty of war”, Sir Wingston Spencer Churchill (1898),The Malakand Field Force.

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11. De tal palo tal astilla

Un análisis de la coberturaperiodística del Caso Crotoxina enel período 1986-1989 (Yriart et al.,1989) reveló que, contra loesperable, la prensa de calidad y laprensa popular no se diferenciaronmucho entre sí en lo que a lacalidad de la información se refiere.La prensa popular ofreció, enrealidad, más información “dura”–en la jerga periodística– sobre loshechos, mientras que la prensa decalidad cedió a la tentación delexitismo, y sus titulares se tiñeronvisiblemente de amarillo.

Unos pocos ejemplos bastanpara mostrar el tipo de erroresfácticos en que incurrió la prensaargentina –incluida la prensa decalidad– en la cobertura del caso.

Los cuatro protagonistas–Vidal, “Coni” Molina, Costa yHernández Plata– fueron descriptosdesde el comienzo como“investigadores”, cuando en realidaduno solo de ellos –Vidal–desempeñaba esa profesión. Lostres médicos fueron caracterizadoscomo “oncólogos”, cuando uno solode ellos –Costa– poseía esaespecialidad.

La prensa presentóreiteradamente a los cuatro comomiembros del Consejo Nacional deInvestigaciones Científicas yTécnicas, cuando sólo Vidal lo era.El CONICET rectificó públicamente

estos errores mediante comunicadosque fueron obedientementeregistrados por la prensa de calidady olvidados al día siguiente.

Vidal fue presentado como unespecialista en cáncer, cuando enrealidad no había publicado ningúntrabajo científico sobre el tema, nitenía experiencia alguna eninvestigación clínica.

La prensa lo bautizó, además,como “descubridor” o “padre” de lacrotoxina, cuando como ya se havisto, hacía más de medio siglo quelos venenos de víbora habían sidoensayados en el tratamiento detumores. Pocas expresiones sontan peligrosas para un periodistacomo “el primero”, “el último”, “elúnico”, “el mayor”. O. G. S.Crawford advirtió alguna vez que“nadie ha sido jamás el primero endecir nada”.22

12. Protagonistas y sospechas

Desde el comienzo del casolas contradicciones de susprotagonistas fueron evidentes yquedaron registradas en losmedios, especialmente con relaciónal número de pacientes tratadoscon la droga, el porcentaje desupuestas remisiones parciales ototales y el número desobrevivientes.

También desde el comienzosurgieron sospechas acerca de las

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22 “No one was ever the first to say anything”, citado por W. F. Jackson Knight (1966), Roman Ver-gil, Londres, Penguin Books, p. 17.

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investigaciones preclínicas aducidaspor los protagonistas (Vidal et al.,1986), para justificar lainvestigación en humanos. Estedato fue incluido en uno de losinformes oficiales entregados a losmedios periodísticos, pero noparece haber influido sobre laimagen de los presuntosinvestigadores en la prensa.

Muchos de los pacientessupuestamente curados por ladroga revelaban ser inhallables,tanto para los oncólogos yfuncionarios de salud que debieronrevisar y evaluar el caso, como paralos mismos medios. El 78,3% de lospacientes tratados con la droga,incluidos en la evaluación,empeoraron o murieron dentro delos 60 días de iniciada ésta. Pero laprensa siguió describiendo a lacrotoxina como una novedosadroga antitumoral.

La realización de ensayos enhumanos con una drogaexperimental fuera del sistemacientífico oficial fue justificada porlos protagonistas con el argumentode que si se hacía pública lainvestigación, las multinacionalesfarmacéuticas se apoderarían deldescubrimiento, afectando el interésnacional de la Argentina.23 Ningunamultinacional farmacéutica ha

intentado hasta ahora patentar lacrotoxina como medicamentoantitumoral, ni mucho menosproducirla industrialmente ocomercializarla para ese fin. Sinembargo, esto no despertó lacuriosidad de la prensa argentina.

Cualquiera de estos hechosera motivo suficiente para que losmedios pusieran en práctica lasestrategias del periodismoinvestigativo. Sin embargo, ello noocurrió. El secretario general deredacción de uno de los diariosque integran el segmento de laprensa de calidad argentina explicóesa actitud aduciendo la teoría del“periodismo espejo”.24 Es decir,que los medios son un receptorpasivo de los hechos, quedevuelven a la sociedad bajo laforma de noticias, de la mismamanera en que un espejo retornacomo imagen el objeto que seproyecta sobre él.

Esta teoría operativa ha sidoseveramente criticada desde laperspectiva científico-social de losmedios de comunicación (McQuail,1993) y estudios hoy clásicos(Tuchman, 1978) revelan su faltade realismo. “No soy un espejoplano”, protestaba ya EduardoWilde, uno de los periodistas máscríticos que tuvo la Argentina

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23 Curiosamente, quien enunciaba este argumento como portavoz del grupo en ese momento eraG. Hernández Plata, un venezolano. Tras el fracaso de 1986, el grupo intentó reorganizarse sin éxi-to en Venezuela, antes de establecer Ventech Research Inc. en los Estados Unidos.

24 José Claudio Escribano: comunicación personal recogida por M. S. Marro (julio de 1989). VéaseYriart et al., 1989.

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(Wilde, 1931) en una página deantológica ironía, en 1878.25

13. Las decisiones políticas

Las fallas puntualesobservables en la coberturaperiodística del Caso Crotoxina,junto con la pasividad de los mediosfrente a los indicios de que debajode las apariencias se ocultaba otrarealidad, se tornan más alarmantesaún si se las mira desde unaperspectiva más abarcadora.

Es el caso de la ya referidainjerencia de las decisiones políticasen el proceso de la investigacióncientífica. Estas injerencias seprodujeron durante todo el desarrollodel Caso Crotoxina. La primera deellas ocurrió en 1986 cuando elentonces ministro Storani, de Saludy Acción Social, decidió prohibir lacrotoxina y a la vez autorizar susuministro a los pacientes que ya laestaban recibiendo, con elargumento de “razoneshumanitarias, no científicas”.

La prohibición de la crotoxinaprovocó el surgimiento del mercadonegro, que subsiste hasta hoy contodas sus trágicas secuelas: laexplotación del sufrimiento depacientes y familiares, el tráficoilegal de medicamentos adulteradoso simplemente falsos.26

Una segunda decisión políticafue la adoptada por el presidenteMenem, quien decidió reabrir elCaso Crotoxina, a pesar de que losinformes de investigación coincidíanen su ineficacia como drogaantitumoral, y ninguna vozautorizada se había hecho escuchardentro de la comunidad científica afavor de la medida.

Una tercera decisión política seprodujo en 1995, cuando luego denuevos ensayos de laboratorio quearrojaron resultados negativos o porlo menos desalentadores, elgobierno argentino decidió autorizarla Fase 1 de experimentación enhumanos, y dispuso una vez más elsuministro de la droga a pacientesde cáncer “por razoneshumanitarias”. Pocas veces en la

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25 “¿Se ha mirado usted alguna vez en un espejo, ese terrible censor de todas las mujeres feas dela tierra? ¿Piensa usted que haya una opinión más imparcial y justa sobre la belleza, que la opi-nión de los espejos planos? Y sin embargo, ni los mares, ni las rocas, ni los espejos tienen instin-to ni sistema nervioso. Pero tienen más que eso; tienen siempre razón. El más hábil casuista noconvencerá jamás a un espejo plano de haber dicho mentira sobre la belleza de una cara discuti-ble; él, con la imparcialidad de su capa de azogue, proclamará la verdad ante cuantos lo miren.Pero yo, señor Andrade, que no soy un espejo plano, me vería en el trance más apurado si quisie-ra juzgar su Prometeo.” E. Wilde, “Carta al señor Andrade sobre su canto titulado Prometeo”, enTiempo perdido, 1878.

26 Cabe recordar la imagen sobrecogedora de la sala de cuidados intensivos del hospital de niñosdonde están internadas las víctimas de la penicilina adulterada, en El tercer hombre, el clásico fil-me dirigido por Orson Welles, cuya acción transcurre en Viena, durante la ocupación aliada, luegode la Segunda Guerra Mundial.

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historia de la ciencia moderna unjefe de estado o de gobierno haintervenido personalmente paradeterminar el curso de unainvestigación científica. Salvandolas distancias, cabe recordar ladecisión del presidenteestadounidense Franklin D.Roosevelt de ordenar el desarrollode la primera bomba atómica, en1942, o la del líder soviético JosifStalin, de oficializar las teoríasgenéticas de Trofim Lysenko, en1950 (Asimov, 1971).

En la Argentina una decisiónde gobierno es calificada de“política” cuando no existe ningúnfundamento racional que lajustifique, salvo el ejercicio delpoder.27 Éste es otro legado delperíodo colonial (Parry, 1973).

Cabe preguntarse qué hubierandecidido investigadores científicosindependientes en los diferentesmomentos del Caso Crotoxina si nohubiera existido la injerencia delpoder político. Los mediosperiodísticos estudiados por

nosotros no parecieron considerarque esta situación mereciera unainvestigación en profundidad. Y paraello contaron con el consentimientotácito de la comunidad científica,que tampoco manifestó objecionesinstitucionalmente, al menos por elcanal de los medios decomunicación social.28

En doce años es insignificanteel número de editoriales publicadospor los dos diarios del segmento dela prensa de calidad registrados ennuestro estudio: dos en un caso ycuatro en otro.

En el mismo período estambién insignificante el número deartículos firmados por investigadorescientíficos en la prensa diariareferidos al Caso Crotoxina quepudimos detectar: ocho en total,todos en Clarín y La Nación.29

14. El cascabel del gato

¿Cómo se explica la pasividadde la prensa argentina ante un

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27 [VIS] VLTIMA RATIO REGVM ([La fuerza es] la razón última de los monarcas) se lee en los cañonesespañoles capturados por los ejércitos patriotas del Río de la Plata en la guerra de la independen-cia, que se pueden ver hoy en los jardines del Museo Histórico Nacional de Buenos Aires.

28 Publicaciones sectoriales de mínima circulación como Ciencia Hoy, editada por una asociaciónde investigadores, o ExactaMente, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universi-dad de Buenos Aires, registraron un ocasional interés en el caso. Pero es interesante que en nin-guna oportunidad fueron citadas por la prensa de interés general objeto de nuestro estudio.

29 Un capítulo aparte merecerían las cartas de lectores, aun cuando no agregan nada a este aspec-to de los hechos. En La Nación, de acuerdo con una antigua tradición de este periódico, este espa-cio fue en particular escenario de un debate que puede tomarse como sub-diálogo ideológico de losprotagonistas del poder, enunciado públicamente en un código privado, el del neoliberalismo con-servador argentino (véanse en especial las cartas de los lectores A. D. de Viola, J. Cornejo Saravia,F. Pinedo y M. Mora y Araujo, agosto-septiembre de 1986).

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acontecimiento que conmovió atoda la opinión pública y que sólose compara en la historia de laciencia en el país, en este siglo, conel sonado caso Richter?30

(Mariscotti, 1985). ¿Cómo seexplica el relativo silencio de lacomunidad científica ante eldespliegue, a plena luz del día, deun caso que violaba todas lasnormas de la investigación, ademásde infringir aparentemente la ley?¿Qué consecuencias tendrá esteproceso para la construcción de unarepresentación social de la cienciaen la Argentina? La reacción pasiva,especular, de la prensa argentinaante el caso crotoxina no es unhecho aislado. Por el contrario, setrata de una actitud más biengeneral.31

Una explicación podría tal vezencontrarse examinando la historiade la industria periodística argentinaentre las décadas del treinta y delochenta. Durante ese período de 50años y salvo brevísimos intervalos,el país estuvo sometido aregímenes militares, abiertos oapenas disimulados. Al mismotiempo, y tras la crisis financiera de1929, la Argentina adoptó unmodelo de economía cerrada, en el

que el estado asumió un papelproteccionista hacia distintossectores, incluido el periodístico, alque subsidió con tasas cambiariasespeciales para la importación depapel y la generosa adquisición deespacios de publicidad.

Esta combinación deautoritarismo y paternalismo estatalhabría sido un fuerte factor dedesaliento hacia la independenciade la prensa, y representó el fin deuna era de periodismo polémico,incisivo y escrutador en laArgentina, ejemplificada por el –ensu época– famoso diario Crítica,silenciado por presiones oficiales.La cultura del periodismoinvestigativo desapareció junto conla libertad de debate político y laadopción por el estado del papel demonitor de los medios decomunicación (Sidicaro, 1997).

Sólo a partir de 1983comenzaron a restablecerse en laArgentina las condiciones de libertadque hacen posible y necesaria unaprensa independiente, capaz deinvestigar por debajo de la superficiede las noticias, en busca de larealidad “dura” de la sociedad, laeconomía, la cultura y la política.Pero el restablecimiento pleno de

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30 Ronald Richter fue un físico austríaco que en la década del cincuenta convenció al presidente ar-gentino Juan Domingo Perón de que podría lograr la fusión de átomos de hidrógeno a temperaturaambiente. Luego de dilapidar ingentes sumas de dinero en laboratorios y equipos, quedó demostra-do que era un fabulador.

31 Tanto La Nación como Clarín poseían en la década del ochenta sendos manuales de estilo, quecirculaban como publicaciones internas. Actualmente han editado nuevos manuales, de circulaciónpública, que incluyen enunciados de tipo normativo sobre el reportaje y la edición de noticias (Cla-rín, 1997; La Nación, 1997), cuyas prescripciones entrarían en colisión con las prácticas informati-vas observadas aquí por los autores. Pero su análisis excede los alcances del presente estudio.

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una cultura del periodismoindependiente e investigativoinsumirá por lo menos unageneración.

En el periodismo, como en laciencia, los viejos paradigmas noson rebatidos: se extinguen cuandomuere el último que los sostiene(Kuhn, 1970). Sólo cuando madureny lleguen a ocupar puestos dedecisión, las generaciones que seforman en las escuelas deperiodismo y ciencias de lacomunicación creadas o revividasdesde del retorno de la democraciaa la Argentina, podrá verse unresurgimiento del periodismorealmente independiente y convocación y capacidad investigativa.

15. Una comunidad reclusa

En cuanto a la propiapasividad de los investigadores,también está relacionada con elpapel del estado en esos mismos50 años. Como en la mayoría de lospaíses del llamado Tercer Mundo, laciencia argentina se ha desarrolladohasta el presente bajo la égida delestado. Los investigadores sonfuncionarios públicos, sometidos aun sistema jerárquico y verticalista,donde no necesariamente el méritocientífico ha sido siempre el factordecisivo en el ascenso dentro de la

estructura institucional (CONICET,universidades, etcétera).

Durante gran parte de eseperíodo las principales institucionescientíficas argentinas fueronfundadas y dirigidas porpersonalidades de indiscutidomérito académico (BernardoHoussay, Premio Nobel deFisiología de 1947, en el ConsejoNacional de InvestigacionesCientíficas y Técnicas, CONICET;Salvador María del Carril, en elInstituto Nacional de TecnologíaIndustrial, INTI; y Oscar Quihillalt, enla Comisión Nacional de EnergíaAtómica, CNEA).

Estos fundadores del sistemacientífico y tecnológico argentinosostenían que los investigadoresdebían recluirse en sus laboratorios,lejos de perturbaciones y presionesmundanas, y dejar en manos de lasautoridades los problemas políticosde la ciencia.32

Esta particular culturainstitucional se observa todavía hoy,cuando los últimos discípulos de losfundadores están cediendo susposiciones a una nueva generaciónde científicos que –en parte debidoa la persecución política y el exilioforzoso– han conocido otros estilosde relación entre los investigadores,y entre ellos y la sociedad, en losque predomina el debate y lacomunicación.

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32 Esta actitud, sin embargo, no fue aparentemente compartida por el cuarto integrante de esa ge-neración fundacional, Gastón Bordelois, quien imprimió al Instituto Nacional de Tecnología Agrope-cuaria (INTA) una decidida vocación de comunicación con la sociedad y, especialmente, con losproductores agrícolas.

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Se cuentan con los dedos deuna mano, en el Caso Crotoxina,los científicos argentinos queadvirtieron públicamente sobre elpeligro de conducir la gestión de laciencia como un secreto de estado,como por ejemplo Patricio Garrahan(La Nación, 1989) o Angel O.Masotta (Clarín, 1989).

16. La imagen en el espejo

La imagen de la ciencia que laprensa argentina ha proyectado apartir de su cobertura del CasoCrotoxina, podemos suponer, es unemergente de estas tendenciasculturales, que se comporta comoun espejo deformante.

Una primera consecuencia esque los investigadores han sidodesplazados del centro de laescena por políticos, funcionarios ypersonajes de dudosa identidadcientífica, cuando no –como almenos en una etapa del CasoCrotoxina– por los propios sujetosde la investigación: los pacientes decáncer.

Otro efecto de esta coberturaes que la ciencia aparece frente a lasociedad como un quehacermisterioso, rodeado de secreto y enel que los descubrimientoscientíficos son fruto del azar o lainspiración mágica, y su valoraciónse determina por pujas de poder opor el voto de los legos.

Finalmente, parece quedarinstalada en la sociedad la idea deque el poder político tieneatribuciones para intervenir en losprocesos de generación del

conocimiento y decidir por decretoqué es ciencia y qué no lo es. Laciencia como conocimiento público,la evaluación de la labor delcientífico por sus pares y sulegitimación por el empleo demétodos explícitos y resultadosreproducibles, considerados clavepara la investigación científicamoderna (Ziman, 1968), quedanfuera del cuadro.

Como rédito de un proceso deaprendizaje social mediado por laprensa, es bastante insatisfactorio.En una era en que la ciencia y latecnología transformancontinuamente las condiciones devida del hombre, comprender quées realmente la ciencia y cómoevaluarla es una necesidad crucialpara los ciudadanos (Ziman, 1992),pero esa necesidad no ha sidoatendida, en nuestra opinión, por lacobertura del Caso Crotoxina en laprensa argentina.

Retornando a nuestro paraleloinicial de la relación entre científicosy periodistas en paísesdesarrollados y en vías dedesarrollo, los contrastes son biennítidos.

En el primer mundo, losconflictos entre unos y otros surgende la presión económica sobre losinvestigadores para utilizar a laprensa como instrumento de lobbyfrente a la opinión pública, y a losformadores y tomadores dedecisiones. Y, simétricamente,brotan también de la misiónasumida por los periodistas dedesempeñar el papel de “críticos”de la ciencia, los investigadores ysus instituciones.

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En los países del TercerMundo, los problemas surgen de lainsuficiente comunicación entrecientíficos y periodistas, fruto de susrespectivas culturas profesionalesque favorecen el desencuentro: losinvestigadores, con su tendencia aconstituir comunidades cerradas,justificadas por la necesidad de unclima de serenidad para hacerciencia; los periodistas, con suinclinación a adoptar una actitudidealizadora, reverencial yadmirativa hacia la investigacióncientífica.

La representación social de laciencia que emerge así esirreconocible para los propioscientíficos y contraproducente paralos fines de la sociedad misma.

17. Una precaria prospectiva

Parte de los objetivos de estainvestigación es estimular conelementos concretos el debateacerca de la cultura científica en laArgentina y el Tercer Mundo engeneral, su representación en losmedios de comunicación y suestudio por las ciencias sociales.

En el momento de escribir esteartículo, un signo de interrogaciónpendía sobre la evolución del caso.Con el avance de losacontecimientos y de nuestra propiainvestigación, la representación delos hechos que hemos ofrecidohasta aquí seguramente cambiará,sobre todo en sus fases másrecientes. Pero esta posibilidad nopuede ser obstáculo para quecomuniquemos los resultados que

hemos alcanzado hasta ahora.Tampoco lo es para que

enunciemos algunas hipótesisacerca del comportamientoesperado de los medios y de losactores sociales involucrados,suponiendo que su capacidadpredictiva sea el mayor valor de lasteorías científicas.

Es posible postular hoy que lamayoría de los actores involucradosen el caso vio satisfechos susobjetivos o los ha modificado a losefectos de optimizar sus esfuerzos.A saber:

• El partido político que accedióal poder en 1989 se propusoconsumar la derrota de supredecesor de todas las manerasposibles, incluyendo la demostraciónde la incompetencia de éste en elámbito científico, y a su juicio lologró. También procuraba un éxitofácil e inmediato con una panaceacontra el cáncer, y en esto fracasó;por el contrario, se encontró en unincómodo entredicho, del que noquiere saber nada más. No tieneinterés en provocar su resurrecciónen los medios.

• Los actores iniciales del caso–Vidal, “Coni” Molina, Costa,Hernández Plata– han logrado (conel patentamiento internacional de ladroga) o están en camino dealcanzar (con su esperadaautorización como medicamento)sus objetivos: la legitimación de susderechos sobre la alegada droga.Mientras tanto, cuanto menospublicidad reciba, mejor será paraellos. Por lo que tampocoestimularán la atención de losmedios.

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• Los antiguos funcionarios einvestigadores desplazados osancionados en la primera etapa delcaso han sido restituidos en suscargos, con procedimientos yargumentos legales no del todoclaros. Tampoco desean que sehable de ellos en los medios.

• Los científicos queintervinieron en la evaluación delcaso, bajo los dos gobiernos en quese desarrolló, no consideran quemerezca arriesgar su carrera dentrodel sistema. Tampoco buscarán unescenario en la prensa paradeslindar sus responsabilidadespasadas o presentes.

• Los pacientes de cáncer ysus familiares ya han encontrado enel mercado negro –o gris– unasolución a las demandas que en sumomento, por motivos yaexplicados, el sistema científicooficial no les podía suministrar.Tampoco les interesa que estasituación sea ventiladapúblicamente; y, por fin,

• Dentro de la teoría operativaaparentemente vigente en losmedios argentinos del periodismoespejo, si ninguno de estos actoressociales se moviliza para generaruna noticia, ni surge un actornuevo con objetivos insatisfechos,es improbable que una nuevadecisión oficial desencadene unainiciativa de investigación ycobertura periodística queconduzca a un estadiocualitativamente nuevo del CasoCrotoxina en el imaginario socialde la ciencia en la Argentina.

18. Asignaturas pendientes

Nuestro estudio del CasoCrotoxina, sin embargo, no se agotaaquí. El alcance de lasobservaciones recogidas en esteartículo está necesariamenteacotado tanto por el tiempo y losrecursos disponibles, como por laaccesibilidad de las fuentes.

La historia visible del caso llevamás de una década; su incubación,probablemente otra más.

Buena parte de ladocumentación relativa a susegunda etapa –especialmente enla SECyT– ha desaparecido,presumiblemente entre los papelespersonales de los funcionarios quepasaron por los cargos clave, o estáguardada en un laberinto que ni suspropios custodios se animan atransitar.

Ninguna de estas dificultadesrepresenta un obstáculo absoluto ypor el contrario hacen abrigar laesperanza de que en el futuropodamos hallar nuevos elementospara enriquecer esta historiaejemplar de la ciencia argentina,para nuestro “laboratorio de ideas”.

En este artículo se ha hechomención apenas tangencial dealgunos aspectos del caso que, conla información disponible, sinembargo, esperamos abordar en elfuturo: uno de ellos es el proceso porel cual las decisiones acerca de laresponsabilidad de los actores, queinicialmente se encuadraron en lasinstituciones del sistema científico,se deslizaron al campo judicial.Fueron magistrados judicialesquienes finalmente decidieron acerca

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de las acciones de los protagonistas,especialmente en la etapa deincubación del caso, antes de 1986,y luego acerca de las medidascorrectivas adoptadas por lasautoridades de SECyT/CONICET y elMSyAS, entre 1986 y 1988. Al igualque el poder político, el judicial seconsideró también facultado paraseñalar el rumbo a la ciencia y susinstituciones. Esta actitud fueregistrada sin comentario nicuestionamiento por los medios decomunicación.

Otro aspecto que merece seranalizado en profundidad es laestrategia de secreto adoptadaprimero por los protagonistas delcaso y, más tarde, en diferentesetapas, por las autoridades. Estaestrategia se ha visto reforzada apartir del momento en que el casoentró de pleno al ámbito de laANMAT, luego de la que SECyT

decidió desentendersedefinitivamente de la crotoxina. Conel argumento del secreto industrial,la ANMAT ha bajado la cortina de lainformación sobre el caso,“privatizando” un acontecimientocuya dimensión pública quedatrunca. Aquí también la pasividad delos medios de comunicación revelalos límites del proceso dedemocratización de la cienciainiciado en la década pasada.

También sería interesanteprofundizar la respuesta de lacomunidad científica, susintegrantes individuales y susinstituciones ante el CasoCrotoxina. Esta respuesta quedóclaramente escindida en dosámbitos.

En el interno, el caso gravitóhacia el polo político de lacomunidad; fueron las autoridadesde la SECyT y el CONICET, y no losinvestigadores o las sociedadescientíficas, quienes se hicieroncargo. Las investigacionesrealizadas a partir de 1986 paraverificar la alegada efectividad de lacrotoxina como droga antitumoralfueron realizadas a requerimientode las autoridades políticas, y nopor iniciativa de los investigadores.

En el ámbito externo, lacomunidad científica parecióreplegarse sobre sí misma paraevitar un debate público percibidocomo perjudicial para la imagen dela ciencia, lo que explicaría elescaso protagonismo de losinvestigadores y las institucionescientíficas en los medios decomunicación. Este fenómenocontrasta con la práctica de lospaíses desarrollados, donde laspolémicas científicas –y sobre todolos casos en que se sospecha laexistencia de fraude o prácticasirregulares– son expuestasampliamente a la opinión pública.

Finalmente, en uno de loscampos menos explorados delproceso de la comunicación social,el de la recepción de los mensajes,queda por estudiar larepresentación de la cienciaefectivamente construida por losdistintos segmentos de la sociedada partir de la historia vivida ymediada del Caso Crotoxina, quelos estudios realizados hasta ahorase centraron en la representaciónofrecida por los protagonistas yprocesada por los medios.

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La concepción del CasoCrotoxina como un “laboratorio deideas”33 –es decir un segmentocomplejo pero acotado de larealidad, rigurosamentedocumentado, que puede servir debanco de pruebas para hipótesis yteorías científicas– implica unavirtualmente ilimitada posibilidad denuevos abordajes, para explorar lasrelaciones entre ciencia, sociedad ymedios de comunicación. ❏

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