El modelo de bienestar nórdico (2/2) 23 Mayo, 2014 Fernando Arancón Europa , Regiones 3 Anteriormente ya vimos a qué nos referimos cuando hablamos o se habla del modelo nórdico de bienestar , así como sus puntos más característicos. En esta segunda parte abordaremos los retos que tiene por delante dicho modelo, sus resultados y el futuro que tendrían estos cuatro países en base a la escena internacional que se augura para los próximos años. Las dificultades en el modelo nórdico de bienestar Hablar de un sistema, ya sea político, económico o social sin comentar sus carencias o puntos débiles es omitir una parte de la realidad. La perfección no existe, y aunque muchos consideren al modelo nórdico de bienestar como la panacea, el gobierno utópico y el bienestar absoluto, ni mucho menos es un sistema que no tiene desafíos presentes y futuros. Como visión general, la viabilidad a largo plazo del modelo actual la comentaremos más adelante, por lo que aquí veremos simplemente las distorsiones más importantes que afligen a las sociedades nórdicas. Un peligroso envejecimiento Ni la inmortalidad ni impedir el deterioro que la biología provoca en el ser humano es posible actualmente, por lo que hay que lidiar con ello. Gran parte de la estabilidad de los países desarrollados, especialmente la de las arcas públicas, viene en función de que no haya grandes sectores de la población que sean exclusivamente receptores de ayudas. Si pocos aportan y muchos reciben, el sistema al final es insostenible. Es por esto que el envejecimiento que está padeciendo nuestro planeta empieza a poner en dificultades los planeamientos fiscales y sociales de algunos estados. En Europa, el ratio de hijos por mujer está hundido, muy lejos de esos 2,1 hijos por mujer que simplemente servirían para mantener la pirámide de población estable, mientras la generación del baby boom de la posguerra, artífice sin dudas de la recuperación económica del continente, empieza a desactivarse laboralmente y comienza a precisar de mayores cuidados médicos y sociales. 1
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WordPress.com€¦ · Web viewComo sabemos, el calentamiento global es una realidad de la que se habla largo y tendido pero casi nadie hace nada, y quien hace es de manera insuficiente.
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El modelo de bienestar nórdico (2/2)
23 Mayo, 2014 Fernando Arancón Europa, Regiones 3
Anteriormente ya vimos a qué nos referimos cuando hablamos o se habla del modelo nórdico de bienestar, así como sus puntos más característicos. En esta segunda parte abordaremos los retos que
tiene por delante dicho modelo, sus resultados y el futuro que tendrían estos cuatro países en base a la
escena internacional que se augura para los próximos años.
Las dificultades en el modelo nórdico de bienestar
Hablar de un sistema, ya sea político, económico o social sin comentar sus carencias o puntos débiles es
omitir una parte de la realidad. La perfección no existe, y aunque muchos consideren al modelo nórdico
de bienestar como la panacea, el gobierno utópico y el bienestar absoluto, ni mucho menos es un sistema
que no tiene desafíos presentes y futuros. Como visión general, la viabilidad a largo plazo del modelo
actual la comentaremos más adelante, por lo que aquí veremos simplemente las distorsiones más
importantes que afligen a las sociedades nórdicas.
Un peligroso envejecimiento
Ni la inmortalidad ni impedir el deterioro que la biología provoca en el ser humano es posible actualmente,
por lo que hay que lidiar con ello. Gran parte de la estabilidad de los países desarrollados, especialmente
la de las arcas públicas, viene en función de que no haya grandes sectores de la población que sean
exclusivamente receptores de ayudas. Si pocos aportan y muchos reciben, el sistema al final es
insostenible. Es por esto que el envejecimiento que está padeciendo nuestro planeta empieza a poner en
dificultades los planeamientos fiscales y sociales de algunos estados. En Europa, el ratio de hijos por
mujer está hundido, muy lejos de esos 2,1 hijos por mujer que simplemente servirían para mantener la
pirámide de población estable, mientras la generación del baby boom de la posguerra, artífice sin dudas
de la recuperación económica del continente, empieza a desactivarse laboralmente y comienza a precisar
últimas elecciones en 2011, el empoderamiento de estos partidos y la difusión de sus tesis en las
sociedades nórdicas son un preocupante fenómeno que hay que seguir de cerca.
El talón de Aquiles de la igualdad nórdica
Ya vimos anteriormente cómo la igualdad política y económica entre sexos está en un punto que aunque
mejorable, se acerca a lo óptimo. En las relaciones personales entre hombres y mujeres en los países
nórdicos esto no parece ser así. La siguiente cuestión tiene muchos matices y aclaraciones que
intentaremos resolver con precisión y claridad, pero que una gran mayoría de las mujeres de los países
nórdicos considere, y así lo afirme, que alguna vez ha sufrido violencia – física, psicológica o sexual – por
parte de un hombre, demuestra que hay un serio problema en dichas sociedades.
En marzo de 2014, la Agencia Europea para los Derechos Fundamentales (AEDF), dio a conocer un
informe sobre la situación de la violencia machista en la Unión Europea. Era la primera encuesta con un
posterior estudio que se hacía a nivel comunitario, y los resultados tuvieron rápidamente una enorme
difusión. No era para menos; había algunas cifras demoledoras, como por ejemplo el hecho de que casi
un 10% de las mujeres en la UE había sido víctima de violencia física o sexual en los doce meses
anteriores a la realización de la encuesta o que el 11% de las mujeres de la UE había sido alguna vez
acosada –físicamente o vía cibernética –. Del mismo modo, más de la mitad de las mujeres europeas –
un 53% – afirmaron que “procuran evitar ciertos lugares o situaciones, al menos en ocasiones, por temor
a ser víctimas de agresiones físicas o sexuales”. Y por si esto fuera poco, hay cifras todavía más terribles:
un tercio de las mujeres adultas europeas reconoce haber experimentado violencia física o sexual alguna
vez en su vida, que nada más y nada menos son 186 millones de mujeres. Además, unos 10 millones de
europeas, que son cerca de un 5% de la población femenina, asegura haber sido violada y un 12% haber
sido agredida sexualmente en la infancia.
Por países, también hay diferencias considerables y que sobre todo conviene explicar, ya que en este
caso, los números por sí solos no dan la visión completa. Antes de entrar a observar el mapa sobre la
violencia machista en la Unión, cabe destacar que este estudio parte de una encuesta en la que la noción
de violencia es subjetiva. Esto quiere decir que una mujer portuguesa probablemente no considera
violencia algo que sí considera una sueca, como las percepciones de lo que es acoso no son las mismas
en Austria que en Dinamarca, percepciones que lógicamente “alteran” los resultados. A pesar de este
hecho, es igualmente interesante ver, partiendo de la comentada subjetividad, cómo distintas sociedades
reaccionan y se expresan frente al fenómeno de la violencia contra las mujeres.
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Como podemos observar, los países nórdicos son los que tienen mayores porcentajes de mujeres que
afirman haber sido objeto de este tipo de violencia, mientras que la cifra va decreciendo a medida que
nos acercamos a la periferia europea – Mediterráneo y este de Europa –. En el artículo que contiene la anterior infografía se da una explicación a la disparidad de estas cifras: “En países como Finlandia,
Dinamarca, Suecia o Francia es más aceptable culturalmente hablar de violencia de género y, por lo
tanto, las mujeres la declaran más. Las mujeres de los países nórdicos tienen mucha conciencia de
género, saben que son iguales en derechos a los hombres y tienen claro que no tienen que aguantar
ciertas cosas. No pasan ni una. También en esos países hay más mujeres en el mercado laboral y por su
estilo de vida están más expuestas.
También influye el alcoholismo y la relación de los hombres con la bebida según las diferentes culturas
(…) en España se cuenta con una tipificación concreta y se realiza un recuento de los asesinatos de
mujeres, en Austria se sigue hablando de “traumas familiares” y no de violencia machista, o de
“asesinatos de honor” cuando la víctima es una mujer musulmana.” La desventaja de este estudio es que
no impone unos parámetros concretos y universales para medir la violencia, por lo que las cifras
comparadas entre países llevan a engaño. Que el porcentaje de mujeres que han sufrido sea más alto
que en otro lugar no quiere decir que intrínsecamente haya más violencia machista en dicho país, sino
que como la anterior cita bien dice, las mujeres tienen mayor concienciación y son más sensibles a
situaciones de violencia, así como a identificarlas como tal.