VLADIMIR NABOKOV LA LITERATURA y EL SENTIDO COMÚN Vladimir Nabokou, desapareci do hace tres a ño s.fue uno de lo s grandes narradores del siglo X,, \:'. Ruso de o rigen, norteamericano de na cio nalidad, resid ente en Suiza, e scritor en ruso, al emán .francis e inglls, traductory pro fesor.fue una de las personalidades más brillantes J' prooocadora s de la cultura universal de nuestro tiempo . Pero el autor de Lolit a, Pálid o fueuo y Ad a o el ardo r, in cansablej ugador de ajedrez y cazador de mari/ JO Ja J, jtu también un original prof esor de literatu ra durant e más de 20 años. Editorial Bruguera, en su co leccién tt 'a r rado res de hoy " publica los apuntes de un ur so de liter atu ra .urop a que 'abo kou impartió en las univ ersidades norteamericanas de H elles ley y Co mell, ce nt rado en el examen de siete obras - Mansfi'Id Park, de J ane Austen; Casa desolada, de Charles Dickens; M ad arn e Bovary, de Flaubert; 1 xtr a ño caso del do ctor Jekill y Mister Hyde, de Roba / Louis Steu enson ; La m t amo rfos is, de Fran; Kafka; Un amor , de wann, dr M arcrl Prou st, y li es, deJ amesJ oyce- y que t ermina en un texto sobre el arte litera rio J' ,.¡ s en tido co,mín, del que ofrece mos un largofragmento. A veces, en el curso de los acontecimientos, cuando l' flu- jo del tiempo se convierte en un torrente fangoso y la histo- ria inunda nuestros sótanos, las p .rsonas serias ti rnd na reconocer una correlación entre el escri tor y la comunidad nacional o universal y los mismos escritores empi ezan a preocuparse por sus obligaciones. Me refiero al escritor en abstracto. Aquellos que podemos imagin ar concretament , sobre todo los de cierta edad, están demasiado pagados de su talento o demasiado resignados a la medi ocrid ad para in- teresarse por las ob ligaciones. Ven muy cla ramente, a me- dia distancia, lo que el destino les promete: la hornacina de mármol o el nicho de yeso. Pero tomemos a un escritor que sí se asombra y se preocupa. ¿Saldrá de su concha para ins- peccionar el cielo? ¿Y sus dotes de mando ? ¿Tendrá -debe- ría ten er- don de gentes? Es conveniente, por numerosos motivos, mezclarse de cuando en cuando con la multitud, y debe de ser bast ant e tonto o miop e el autor qu e renuncia a los tesoros de la obser- vación , el humor y la compasión, cualidades que el autor puede adquirir profesionalmente mant eni end o un estrecho contacto con sus semejantes. Además, para esos autores de- sorientados que and an buscando a tientas temas morbosos puede ser una buena cura dejarse seducir por la apacible normalidad de sus pueblecitos natales o conversar en apos- trófico dialecto con los recios hombres del terruño, supo- niendo que existen. Pero, en general, yo recomendaría la muy denigrada torre de marfil, no como pri sión del escritor, sino sólo como dirección estable, provista naturalmente de teléfono y ascensor por si a uno le apetece baj ar un momento a comprar el periódico de la tarde o pedirle a un amigo que suba a jugar una partida de ajedrez, cosa ésta sugerida en 2 ierto modo por la forma y la textura de la morada. Es un lu- gar fresco y agradab le, con un inmenso panorama circular y cantidades de libros y de aparatos prácticos.'Pero antes de construirse uno su torre de marfil debe tomarse la inevitable molestia de matar algunos elefantes. El precioso ejemplar qu . pretendo capturar para beneficio de aquellos que pueden estar interesados en ver cómo se hace es, casualmente, una increíble mezcla de elefante y de caballo. Se llama sentido común. En el otoño de 1811, N oah Webster, abriéndose paso deci- didamente entre los de grado e, definió el sentido común como " un sentido corriente, bueno y saludable ... , exento de pre jui cios emocionales o de sutilezas intelectuales.. ., el sen- tido de los caball os" . Es una opinión bastante halagadora par a el anima l, ya que la biografía del sentido común consti- tuye una lec tura antipática. El sentido común ha pisoteado a varios genios bondadosos cuyos ojos se habían deleitado en el temprano rayo de una luna demasiado prematura pert e- neciente a una verdad demasiado prematura; el sentido co- mún ha coceado los cuadros más encantadores porque su bienintencionada pezuña consideraba un árbol azul como un a locura ; el sentido común ha impulsado a feas pero pode- rosas naciones a aplastar a sus hermosas pero frágiles veci- nas cuando éstas se aprestaban a aprovechar una ocasión, brind ada por un resquicio de la historia, que habría sido ri- dículo no apr ovechar. El sentido común es fundamental- mente inmoral, porque la moral natural de la humanidad es tan irracional como los ritos mágicos que se han ido desarro- llando desde las oscuridades inmemoriales del tiempo. El sent ido común, en el peor de los casos, es sentido hecho co- mún ; por tanto, todo cuanto entra en contacto con él queda