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[11] I. Violencia de género y mujeres indígenas en el estado de Michoacán Huacuz Elías, Guadalupe 1 y Rosas Vargas Rocío 2 1.1 Introducción La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia señala: La presente ley tiene por objeto establecer la coordinación entre la Federación, las entidades federativas y los municipios para prevenir, sancionar y erradicar la violen- cia contra las mujeres, así como los principios y modalidades para garantizar su acce- so a una vida libre de violencia que favorezca su desarrollo y bienestar conforme a los principios de igualdad y no discriminación, así como para garantizar la democracia, el desarrollo integral y sustentable que favorezca la soberanía y el régimen democrático establecidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (Art 1). En concordancia con este precepto nacional, la Ley de Acceso de las mujeres a una vida libre de violencia del Estado de Michoacán de Ocampo: señala en su primer artículo: La presente ley es de orden público, interés social y de observancia general y obliga- toria en todo el Estado de Michoacán de Ocampo y los gobiernos municipales, para pre- venir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres de cualquier edad, así como establecer las políticas y acciones gubernamentales para garantizar el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia que favorezca su desarrollo y bienestar. La Secretaría de la Mujer en el estado, preocupada por el bienestar de las ciuda- danas, pero principalmente de los grupos más vulnerables de la sociedad como son ORV SXHEORV \ FRPXQLGDGHV LQGtJHQDV ¿QDQFLy HVWH WUDEDMR TXH GD FXHQWD GH OD VLWXD- ción de violencia de género en la que viven las mujeres pertenecientes a las etnias: p’urhépecha, mazahua-otomí y nahua de la costa. 1 Profesora Investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, «[email protected]». 2 Profesora Investigadora de la Universidad de Guanajuato, Campus Celaya-Salvatierra, «[email protected]».
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Violencia hacia las mujeres indígenas de Michoacán

Apr 07, 2023

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[11]

I. Violencia de género y mujeresindígenas en el estado de Michoacán

Huacuz Elías, Guadalupe1 y Rosas Vargas Rocío2

1.1 Introducción

La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia señala:

La presente ley tiene por objeto establecer la coordinación entre la Federación, las entidades federativas y los municipios para prevenir, sancionar y erradicar la violen-cia contra las mujeres, así como los principios y modalidades para garantizar su acce-so a una vida libre de violencia que favorezca su desarrollo y bienestar conforme a los principios de igualdad y no discriminación, así como para garantizar la democracia, el desarrollo integral y sustentable que favorezca la soberanía y el régimen democrático establecidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (Art 1).

En concordancia con este precepto nacional, la Ley de Acceso de las mujeres a una vida libre de violencia del Estado de Michoacán de Ocampo: señala en su primer artículo:

La presente ley es de orden público, interés social y de observancia general y obliga-toria en todo el Estado de Michoacán de Ocampo y los gobiernos municipales, para pre-venir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres de cualquier edad, así como establecer las políticas y acciones gubernamentales para garantizar el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia que favorezca su desarrollo y bienestar.

La Secretaría de la Mujer en el estado, preocupada por el bienestar de las ciuda-danas, pero principalmente de los grupos más vulnerables de la sociedad como son ORV�SXHEORV�\�FRPXQLGDGHV�LQGtJHQDV��¿QDQFLy�HVWH�WUDEDMR�TXH�GD�FXHQWD�GH�OD�VLWXD-ción de violencia de género en la que viven las mujeres pertenecientes a las etnias: p’urhépecha, mazahua-otomí y nahua de la costa.

1 Profesora Investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, «[email protected]».2 Profesora Investigadora de la Universidad de Guanajuato, Campus Celaya-Salvatierra, «[email protected]».

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12 I . V I O L E n C I A d E G é n E r O y M U j E r E S I n d í G E n A S E n E L E S tA d O d E M I C h O A C á n

Es importante destacar que este documento constituye una de las primeras acciones derivadas de la citada Ley de Acceso de las mujeres a una vida libre de violencia del Estado de Michoacán de Ocampo, y tiene como objetivos:

1) Analizar la problemática socioeconómica, de violencia de género y familiar que viven las mujeres indígenas del estado de Michoacán.

2) Conocer las dinámicas de violencia en los hogares, las representaciones y vivencias de la violencia de género que experimentan cotidianamente las mujeres en sus comunidades de origen.

3) recopilar información que incluya propuestas para la atención a la violencia de género en el estado a partir de un diagnóstico participativo que integre las voces de las y los actores involucrados en la problemática.

4) determinar los mecanismos institucionales para la atención integral, profe-sional y ética de la violencia de género y doméstica en las zonas indígenas del estado.

Para lograr los objetivos, se realizaron una serie de actividades que permitieron recopi-ODU�OD�PD\RU�LQIRUPDFLyQ�¿DEOH�\�GLUHFWDPHQWH�H[SUHVDGD�SRU�ODV�DIHFWDGDV�SRU�HO�SUR-blema. El estudio se realizó en dos etapas con diferentes técnicas metodológicas cada una:

1) Análisis cuantitativo sobre la situación de las mujeres indígenas de las cuatro regiones del estado. Se analizaron bases de datos que proporcionaron informa-ción sobre indicadores:a) 6RFLRGHPRJUi¿FRV�GH�ODV�PXMHUHV�\�KRPEUHV�KDEODQWHV�GH�OHQJXD�LQGtJHQD��

con base en el Censo de Población y vivienda 2005.b) Análisis cuantitativo de la violencia familiar y de género en dos encuestas

de hogar representativas para el estado de Michoacán, Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, 2003 y 2006.

2) Análisis cualitativo de las prácticas y representaciones de la violencia de género y familiar de las mujeres de pueblos originarios en el estado de Mi-choacán que determine aspectos como:a) Conocer los procesos de autogestión de los grupos y reconocer la perspec-

tiva de las organizaciones involucradas en el tema, se realizaron visitas a distintas comunidades de las cuatro regiones del estado.

b) Entrevistas en grupo focal a mujeres de las cuatro regiones.c) Entrevistas individuales a mujeres indígenas.d) Entrevistas individuales a servidoras públicas para conocer su percepción

y propuestas de relaciones interinstitucionales.

Como preámbulo del trabajo se realizó la búsqueda de la escasa bibliografía que existe sobre la violencia de género en los pueblos originarios del estado de Michoacán de Ocampo; esta información permitió elaborar el marco teórico y determinar las líneas de estudio a seguir.

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de igual manera, se efectuó la sistematización de los indicadores para medir la violencia contra las mujeres en las zonas indígenas del estado, de acuerdo con lo plan-teado por la Organización de las naciones Unidas (onu, 2007), y, con base en éstos, se elaboraron las guías para las entrevistas individuales, en grupo focal y para las prestadoras y prestadores de servicios (véase anexo 4.1).

El documento está dividido en cinco apartados principales. En el primero se establece el marco teórico y normativo en el que se basa el análisis empírico, las GH¿QLFLRQHV�RSHUDFLRQDOHV�TXH�HQPDUFDQ�ODV�LQWHUSUHWDFLRQHV�GH�ORV�WHVWLPRQLRV�GH�las entrevistadas en grupos focales. En el segundo se realizó el análisis sociodemo-JUi¿FR�GH�ODV�PXMHUHV�LQGtJHQDV�GHO�HVWDGR�GH�0LFKRDFiQ��GHVWDFDQGR�ORV�LQGLFDGRUHV�más representativos de la desigualdad de género derivados del conteo 2005. En el tercer apartado se muestra en cifras y porcentajes los datos institucionales que existen para el estado acerca de la violencia de género (fundamentalmente la familiar), para ello se trabajó sobre las bases de datos arrojadas por dos encuestas de hogar aplicadas a mu-jeres mayores de quince años, denominadas Encuesta nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, 2003 y 2006, diseñadas y elaboradas por el Insti-tuto nacional de Geografía e historia. En el cuarto apartado del texto se analiza las prácticas y representaciones que sobre el problema tienen las mujeres indígenas de los pueblos originarios del estado de Michoacán: la riqueza de este apartado radica en que es un prisma de vivencias, sentimientos y propuestas que, recopiladas en testimonios, nos dejan escuchar las voces de las personas que por ser mujeres y ade-más indígenas han quedado rezagadas en sus derechos fundamentales. Se concluye el documento destacando lo más relevante del estudio, enfatizando sobre las propuestas y sugerencias a las instituciones, a las comunidades y a las familias que viven o han vivido situaciones de violencia de género, realizadas por las mismas mujeres. tam-bién se propone, con base en la recientemente publicada Ley de Acceso de las mujeres a una vida libre de violencia del Estado de Michoacán de Ocampo, algunos puntos para la planeación de un “Modelo intercultural de atención a la violencia de género en el Estado de Michoacán”, se destaca que dicho modelo tendría que ser interinsti-tucional y basado en las tradiciones y costumbres de los pueblos originarios, siempre y cuando favorezcan la integridad y los derechos de las mujeres.

derivado de la metodología que se utilizó para organizar este documento, se reconstruyó la percepción de las mujeres como sujetos singulares, situadas en relacio-QHV�VRFLDOHV�HVSHFt¿FDV��HQ�XQ�PRPHQWR�KLVWyULFR�FRQFUHWR��\�VH�LQFRUSRUDURQ��D�SDUWLU�de su vivencia, las prácticas y representaciones que tienen las p’urhépecha, mazahua, otomí y nahua de su identidad de género, así como las modalidades de la violencia de género que padecen derivadas de su origen étnico.

Para ello, se retomó la propuesta de riquer (1992: 51-54), en cuanto a que cual-TXLHU�VXMHWR�HVWi�HQ�SRVLELOLGDG�GH�OOHYDU�D�FDER�XQD�UHÀH[LyQ�VREUH�VX�H[SHULHQFLD�\�verbalizarla, de manera que cada mujer tiene conocimiento de sí, de los otros sujetos y del mundo social que la rodea, esto la hace poseedora y portadora de un saber

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sobre su propia identidad de género y de sus poderes por pequeños que éstos sean, rela-cionados con tal saber. Por lo anterior, se organizaron los datos según los contextos, ORV�DFWRUHV��OD�QRUPDWLYLGDG�\�OD�UHVLJQL¿FDFLyQ�GH�HOHPHQWRV�FODYH�GH�OD�LGHQWLGDG�GH�género como un complejo en que intervienen las y los actores, las instituciones, las ideologías y los elementos del sistema patriarcal.

����'H¿QLFLRQHV�RSHUDFLRQDOHV

La ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (lgamvlv); GH¿QH�OD�YLROHQFLD�FRQWUD�ODV�PXMHUHV�FRPR��³&XDOTXLHU�DFFLyQ�X�RPLVLyQ��EDVDGD�HQ�su género, que les cause daño o sufrimiento psicológico, físico, patrimonial, econó-mico, sexual o la muerte, tanto en el ámbito privado como en el público” (lgamvlv, �����������(VWD�GH¿QLFLyQ�VH�HVWDEOHFH�HQ�FRLQFLGHQFLD�FRQ�DOJXQDV�&RQIHUHQFLDV�\�7UDWDGRV� ,QWHUQDFLRQDOHV� VLJQDGRV�\� UDWL¿FDGRV�SRU�0p[LFR�HQ�GLYHUVRV�PRPHQWRV�del desarrollo de la historia por la igualdad de las mujeres: La «Convención para la Eliminación de todas las Formas de discriminación hacia la Mujer» (cedaw, por sus siglas en inglés, 1979) o la «Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer, Belem do Pará» (1994).

En Michoacán, el 18 de diciembre de 2008, la lxxi Legislatura del Congreso del Estado aprobó por unanimidad la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado de Michoacán de Ocampo, la Ley para la Igualdad entre Mu-jeres y hombres y la Ley para Prevenir y Eliminar la discriminación y la Violencia en el Estado de Michoacán de Ocampo. Como se señala en las consideraciones de la primera ley mencionada, estos ordenamientos jurídicos pretenden ser:

un cimiento jurídico a los derechos humanos permanentemente violentados de las mujeres, los pueblos, las mujeres y los hombres indígenas, las personas con capacidades diferentes, las mujeres y los hombres que optan vivir su sexualidad en el sentido de la diversidad sexual, todos aquellos grupos o categorías sociales que son disminuidos y discriminados.

Los documentos mencionados aportan las bases normativas para circunscribir ODV�GLPHQVLRQHV�GHO�IHQyPHQR�\�GH¿QHQ�ODV�PRGDOLGDGHV�R�WLSRV�GH�YLROHQFLD�FRQ-tra las mujeres:

I) Violencia psicológica. Cualquier acto u omisión que puede consistir en: QHJOLJHQFLD�� DEDQGRQR�� LQWLPLGDFLyQ�� FRDFFLyQ�� LQ¿GHOLGDG�� PDUJLQDFLyQ��anulación, celotipia, prohibición, rechazo, comparación destructiva, condi-cionamiento, restricción a la autodeterminación y amenazas, que provocan el deterioro, disminución o afectación en las diferentes áreas de la persona-lidad de quien las recibe;

II) Violencia física. cualquier acto u omisión, en que se utiliza parte del cuerpo, al-gún objeto, arma o sustancia para sujetar, inmovilizar o causar daño a la inte-

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gridad física de las mujeres independientemente de que produzca o no lesiones físicas visibles y que va encaminada a obtener sometimiento, control o miedo;

III) Violencia sexual. Cualquier acción, mediante la violencia física o psicoló-gica que genere daño y limite o condicione el ejercicio de la sexualidad. El acoso sexual es parte de la violencia sexual, independientemente de la mo-GDOLGDG�HQ�OD�TXH�VH�PDQL¿HVWH�

IV) Violencia patrimonial. Cualquier acción u omisión encaminada a la sustrac-ción, destrucción, retención de objetos, alteración de valores, documentos personales o bienes de las mujeres o de su entorno familiar, que limitan o dañan la supervivencia económica, independientemente del valor material o emocional, asociado a éstos;

V) Violencia económica. Cualquier acción limitativa y de control de los ingre-sos propios, adquiridos o asignados a las mujeres, para lesionar su indepen-dencia y supervivencia económica; y

VI) Cualquiera otras formas análogas que lesionen o sean susceptibles de dañar la dignidad, integridad o libertad de las mujeres.

(V� LPSRUWDQWH� UHFRQRFHU�TXH� ODV�GH¿QLFLRQHV�DQWHULRUHV�FRQVWLWX\HURQ�HO�PDUFR�de referencia para determinar la magnitud de los eventos de violencia experimen-tados por las mujeres. En términos de las historias de vida de las mazahua, otomí, p’urhépecha y nahua es común que en ciertos momentos de su historia personal experi-menten más de un tipo de violencia; por ejemplo, los maridos las golpean y también las insultan o les quitan su dinero (violencia física, psicológica y económica).

Existen varias modalidades de violencia de género reconocidas en la bibliografía, FRQIHUHQFLDV�\� WUDWDGRV� LQWHUQDFLRQDOHV��TXH� OD�PHQFLRQDGD� OH\�GH¿QH� WDPELpQ��lga-mvlv, 2007: 43); sin embargo, en este documento se enunciarán sólo aquellas modalida-des que se describieron como habituales en las mujeres entrevistadas para este estudio.

La violencia familiar es quizá la modalidad de violencia denunciada con mayor IUHFXHQFLD�SRU�ODV�PXMHUHV�GH�OD�PXHVWUD��OD�©YLROHQFLD�IDPLOLDUª�HV�GH¿QLGD�FRPR��

El acto abusivo de poder u omisión intencional, dirigido a dominar, someter, contro-lar o agredir de manera física, verbal, psicológica, patrimonial, económica y sexual a las mujeres, dentro o fuera del domicilio familiar, cuyo Agresor tenga o haya tenido relación GH�SDUHQWHVFR�SRU�FRQVDJXLQLGDG�R�D¿QLGDG��GH�PDWULPRQLR��FRQFXELQDWR�R�PDQWHQJDQ�R�hayan mantenido una relación de hecho (lgamvlv, 2007: 43).

Al respecto, la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado de Michoacán de Ocampo en su artículo 9 incluye algunos elementos que in-tegran esta modalidad de violencia:

I) La selección nutricional en contra de las mujeres;II) La asignación exclusiva, motivada por discriminación, de actividades

domésticas a las mujeres del núcleo familiar;

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III) La prohibición para iniciar o continuar con actividades escolares, laborales o sociales;

IV) La imposición vocacional;V) El favorecimiento de un estado de riesgo para las mujeres; y,

VI) Las conductas que señala el Código Familiar para el Estado de Michoacán.

Por su trascendencia al analizar el tema de estudio, se incluye la violencia en la comunidad como un elemento nodal para comprender las situaciones de violencia de género denunciadas por las mujeres de la muestra es:

toda acción u omisión que se realiza de manera colectiva o individual por actores sociales o comunitarios, directa o indirectamente, que generan degradación, dis-criminación, marginación, exclusión en la esfera pública o privada, limitando, consecuen-temente, la autonomía física, sexual o psicoemocional y su defensa, favoreciendo un estado de riesgo.

desde esta perspectiva, es interés de este trabajo señalar las condiciones estructu-rales que mantienen y refuerzan las situaciones de violencia contra las mujeres en dos formas primordiales de organización social: la familia y la comunidad, como espa-FLRV�FRQVWUXLGRV�FRPR�UHÀHMRV�VLPEyOLFRV�GH�OD�FRQGLFLyQ�GH�ODV�PXMHUHV�HQ�OD�HWQLD�

1.3 Análisis socioeconómico de las mujeresindígenas en Michoacán (conteo 2005)3

En el estado de Michoacán se encuentran cuatro pueblos originarios: el p’urhépecha, HO�PD]DKXD��HO�RWRPt�\�HO�QiKXDWO��VLQ�HPEDUJR��GHELGR�D�ORV�ÀXMRV�PLJUDWRULRV�VH�HQ-cuentra una población representativa de mixtecos, provenientes de otros estados de la república. El pueblo p’urhépecha es el más numeroso.

'H�DFXHUGR�FRQ�OD�JUi¿FD������HO�S¶XUKpSHFKD�HV�OD�OHQJXD�RULJLQDULD�TXH�PiV�VH�habla en el estado, con 51 303 mujeres y 45 663 hombres purhéhablantes. La siguien-te lengua en importancia en el estado es el náhuatl, hablado por 2145 mujeres y 1864 hombres.

En tanto que la lengua mazahua cuenta con 1620 mujeres y 1852 hombres que la hablan. A pesar de que el mixteco no es una lengua originaria del estado, sí lo es del país, ha alcanzado el cuarto sitio en Michoacán, superando a la lengua otomí que hablan 248 mujeres y 232 hombres.

&RPR�VH�REVHUYD�HQ�OD�JUi¿FD������HO�Q~PHUR�GH�KDEODQWHV�GH�XQD�OHQJXD�RULJLQD-ria aumentó, principalmente en el rango de 30 a 65 años y más; pero ha disminuido el porcentaje de niños y adolescentes que la hablan en un 4%, ya que en el año 2000, hablaba una lengua originaria el 25.7% de las personas entre 5 y 14 años, mientras que en 2005 ya sólo lo hacía el 21.8%.

3 Para la realización de este apartado se contó con la participación de la Maestra en Ciencias hermelinda Servín Campusano, quien elaboró los indicadores con base en los resultados censales.

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*Ui¿FD����Población hablante de lengua indígena en el estado de Michoacán

*Ui¿FD����Población de 5 años y más hablante de una lengua indígena en Michoacán (%)

Fuente: Elaboración propia con base en conteo 2005, inegi.

Fuente: Elaboración propia con base en conteo 2005, inegi.

Los pueblos originarios, entre muchas otras carencias, no han tenido las mis-mas oportunidades de educación que los grupos mestizos, pero son las mujeres las que tienen una mayor vulnerabilidad en muchos aspectos, entre ellos el educativo.

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&RPR�VH�REVHUYD�HQ�OD�JUi¿FD������VRQ�HOODV�TXLHQHV�DVLVWHQ�PHQRV�D�OD�HVFXHOD��D�diferencia de los hombres del mismo rango de edad. En el año 2000, 82.2% de las mujeres entre 6 y 14 años asistían a la escuela, mientras que 84% de los hombres lo hacía. Estos porcentajes aumentaron en 2005, pero a pesar del aumento, las mu-jeres siguen asistiendo menos a la escuela que los hombres, lo que las sitúa en mayor desventaja que a ellos.

*Ui¿FD����$VLVWHQFLD�HVFRODU�GH�OD�SREODFLyQ

indígena de 6 a 14 años (Michoacán)

Fuente: Elaboración propia con base en conteo 2005, inegi.

Pese a lo anterior, sí existe un avance en el número de mujeres que saben leer y escribir, ya que en el año 2000 el porcentaje de mujeres indígenas que sabían leer y es-cribir era de 85% (cifra inferior a los hombres) mientras que en 2005 subió a 92.9%, porcentaje ligeramente superior al de los hombres que fue de 92.7%. Es decir, las desigualdades entre los sexos en la población indígena van disminuyendo poco a poco, al menos en este caso (véase�JUi¿FD������

/DV�JUi¿FDV�����\�����FRLQFLGHQ�HQ�TXH�KD\�XQ�OLJHUR�DYDQFH�HQ�HO�DFFHVR�D�OD�HGX-cación, tanto de hombres como de mujeres, ya que el porcentaje de alfabetismo de las mujeres pasó del 57.2% (2000) al 61.9% (2005) y en los hombres del 77.8% (2000) al 79.3% (2005).

El porcentaje de monolingüismo en el estado ha bajado considerablemente, pero son aún las mujeres quienes tienen la mayoría en este aspecto (véase JUi¿FD������

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*Ui¿FD����Población hablante de lengua indígena,

entre 8 y 14 años, que sabe leer y escribiren Michoacán (Porcentajes)

*Ui¿FD����7DVD�GH�DOIDEHWLVPR�GH�OD�SREODFLyQ�KDEODQWH

de lengua indígena de 15 años y más (Michoacán)

Fuente: Elaboración propia con base en conteo 2005, inegi.

Fuente: Elaboración propia con base en conteo 2005, inegi.

1.3.1 Hogares

Los hogares no indígenas con jefatura femenina en Michoacán alcanzan el 20.36%, mientras que los hogares indígenas con jefatura femenina representan 15.9%. Lo im-

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*Ui¿FD����Porcentaje de hogares

de Michoacán,VHJ~Q�WLSR�GH�MHIDWXUD

Fuente: Elaboración propia con base en conteo 2005, inegi.

Fuente: Elaboración propia con base en conteo 2005, inegi.

*Ui¿FD����Porcentaje de hogares indígenas

GH�0LFKRDFiQ��VHJ~Q�WLSR�GH�MHIDWXUD

*Ui¿FD����7DVD�GH�PRQROLQJ�LVPR�GH�OD�SREODFLyQ�KDEODQWHde lengua indígena de 5 años y más (Michoacán)

Fuente: Elaboración propia con base en conteo 2005, inegi.

portante en este caso es indagar la relación entre hogares con jefatura femenina y po-breza, ya que en muchos de los casos este tipo de hogares son más pobres que los que tienen jefatura masculina, debido a las desventajas que tienen las mujeres, sobre todo las indígenas (véase�JUi¿FDV�����\������

Los datos estadísticos arrojados por el conteo, alertan sobre algunos aspectos que se quisieran destacar: el alto número de hablantes de mixteco, población indígena

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poco atendida en el estado; las desigualdades que todavía persisten entre los sexos (posibilidades de inserción escolar) y el alto porcentaje de hogares indígenas con jefatura femenina, respecto de la población total del estado, son otra veta que queda pendiente de subsanar.

1.3.2 Encuestas Nacionales sobre la Dinámicade las Relaciones en los Hogares (endireh, 2003 y 2006)

1.3.2.1 Encuesta Nacional Sobre la Dinámicade las Relaciones en los Hogares (endireh, 2003)

Uno de los documentos más importantes acerca de la violencia de género y do-méstica en Michoacán es el Análisis de los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (endireh, 2003). Esta encuesta fue realizada durante los meses de octubre a noviembre de 2003 y la exploración de los datos fue efectuada dos años después. En el presente apartado se hace una síntesis de los datos más sobresalientes derivados del documento (huacuz y Saucedo, 2005).

El carácter de la encuesta de hogares fue nacional, con representatividad rural/urbana para once estados de la república: Baja California, Coahuila, Chiapas, Chi-huahua, hidalgo, Michoacán, nuevo León, Quintana roo, Sonora, yucatán y Zacate-cas. El tamaño de la muestra fue de 57 230 viviendas, en las cuales se entrevistó a 34 184 mujeres (dato expandido).

La muestra presenta una prevalencia nacional de 44% . de las once entidades incluidas, Michoacán ocupa el quinto lugar, con 46% de mujeres que declararon haber experimentado al menos un incidente de violencia en los doce meses previos a la rea-OL]DFLyQ�GH�OD�HQFXHVWD�FyPR�PXHVWUD�OD�JUi¿FD�����

La encuesta constituyó un esfuerzo importante para generar información represen-tativa sobre el porcentaje de mujeres que experimentaran algún tipo de violencia por parte de sus parejas, a nivel nacional y en el estado.

de acuerdo con el documento nacional (endireh, 2003) los objetivos de la encues-ta fueron:

�Generar información sobre la incidencia de comportamientos violentos entre las parejas al interior del hogar.�Obtener información con representatividad en los ámbitos nacional y estatal,

diferenciándola por zonas urbanas y rurales.�Proporcionar información sobre las características de las viviendas, los hogares

y las personas que viven actos violentos.�determinar el número de hogares en el país con alguna manifestación de vio-

lencia entre la pareja.�*HQHUDU�LQIRUPDFLyQ�VREUH�HO�SHU¿O�VRFLRGHPRJUi¿FR�GH�DJUHVRUHV�\�YtFWLPDV�

de algún hecho de violencia de pareja al interior del hogar.

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�Generar información de los antecedentes familiares de las víctimas y de los agresores.�determinar el tipo y las características principales de la violencia, así como

su frecuencia.

Las mujeres entrevistadas de 15 años o más que reportaron estar unidas y con cónyuge o concubino residente en la vivienda. Fueron excluidas de la muestra las mujeres que declararon no tener pareja por divorcio, separación, migración o viudez (Luna, 2004).

de acuerdo con algunos autores (Castro et ál, 2004), si bien es cierto que la mayoría de las mujeres entrevistadas en la endireh denunciaron haber experimen-tado violencia, principalmente emocional, en casi la mitad de los casos, ésta se pre-VHQWD�DVRFLDGD�D�RWURV�WLSRV�GH�YLROHQFLD��HQ�OD�PXHVWUD�QDFLRQDO�VH�LGHQWL¿Fy�TXH�del 44% de las mujeres declaró una o varias de las formas de violencia, más de la mitad experimentó al menos dos tipos de violencia distintos, uno de los cuales es la violencia psicológica.

Un dato relevante que expuso la endireh 2003 sobre la prevalencia de algún tipo de violencia en los once estados es que las violencias emocional y económica son predominantes, mientras que las violencias física y sexual son menos declaradas DXQTXH�SXGLHUDQ�HVWDU�FODUDPHQWH�DVRFLDGDV��(Q�HO�GRFXPHQWR�GH�DQiOLVLV�VH�PDQL¿HVWD�que es factible tomar la violencia física como un indicador de indicios de violen-cia sexual, así como de la gravedad o intensidad de la violencia experimentada por las mujeres y sus hijos e hijas (huacuz y Saucedo, 2005).

*Ui¿FD����Porcentaje de mujeres con al menos un incidenteGH�YLROHQFLD�HQ�ORV�~OWLPRV�GRFH�PHVHV�SRU�HVWDGR

Fuente: endireh, Michoacán (2003), huacuz ( 2008).

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La presentación del análisis de los resultados para Michoacán se dividió en seis apartados (huacuz y Saucedo, 2005)4:

a) Prevalencia de violencia contra las mujeres y tipo de violencia por tipo de localidad urbana/rural.

b) Características de las mujeres que declararon algún incidente de violencia y tipo de violencia que han experimentado.

c) Percepciones de las mujeres sobre los diferentes tipos de violencia que han experimentado.

d) Antecedentes de violencia en las familias de origen de las mujeres y sus parejas.

e) Percepciones de las mujeres que declararon haber experimentado algún tipo de violencia, sobre aspectos relacionados con la autoridad y la toma de decisiones.

(Q�0LFKRDFiQ�OD�PXHVWUD�IXH�GH������PXMHUHV�TXH�D¿UPDURQ�FRQYLYLU�FRQ�XQD�SDUHMD�DO�PRPHQWR�GH�OD�HQWUHYLVWD��8QD�GH¿FLHQFLD�IXH��TXH�VLHQGR�XQ�HVWDGR�HPLQHQ-temente migrante, sólo se incluyó a mujeres que reportaron convivencia y se excluyó a aquellas que se han separado por causas violentas.

En los estados donde la migración es un fenómeno trascendental, como Michoacán y Zacatecas, esta exclusión indica un problema de selectividad importante. Como docu-mentan las investigaciones cualitativas (huacuz y Barragán, 2003; Marroni, 2004), las parejas de migrantes no necesariamente están protegidas de la violencia doméstica sino que permanecen bajo la custodia de familiares, amigos y amigas de la pareja quienes HQ�RFDVLRQHV��WDPELpQ�UHFXUUHQ�D�OD�YLROHQFLD�SDUD�UHVROYHU�ORV�FRQÀLFWRV�5

Con respecto a la violencia de género y doméstica de las mujeres indígenas, encontramos que 4% del total de mujeres encuestadas en el estado de Michoacán son consideradas pertenecientes a alguno de los grupos originarios del estado (véase JUi¿FD��������(VWH�SRUFHQWDMH�FDSWD�OD�UHDOLGDG�TXH�YLYHQ�ODV�PXMHUHV�LQGtJHQDV��si consideramos que 3.3% de las mujeres mayores de 12 años en el estado habla una lengua indígena (inegi, conteo, 2005).

����������7HQVLRQHV�\�FRQÀLFWRV

6L�FRPR�VH�GLFH�FRP~QPHQWH�WRGD�UHODFLyQ�KXPDQD�LPSOLFD�XQ�FRQÀLFWR�SRU�HO�SR-der, las relaciones conyugales son una muestra de ello. Mujeres y hombres se enfrentan

4 Los resultados fueron calculados sobre la base de datos proporcionada por el Instituto nacional de las Mujeres.5 Nota metodológica: Los datos que se presentan en este caso, han sido actualizados de acuerdo con el ii Conteo

de Población y Vivienda 2005, al proporcionar información sobre la magnitud y la distribución de la población en el SDtV��REOLJD�D�XQD�FRQFLOLDFLyQ�GHPRJUi¿FD�TXH�VHD�OD�EDVH�GH�ODV�QXHYDV�SUR\HFFLRQHV�GHPRJUi¿FDV�GH�SREODFLyQ�que se utilizarán para la expansión de los datos provenientes de las encuestas. Por lo anterior, los datos de la endireh 2003 que se presentan, corresponden a una estimación de población actualizada acorde con los resultados del con-teo 2005. Las mujeres que representan los porcentajes son ochenta y cinco, el 3.3% del total estatal de la muestra.

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DO�PRGHOR�WUDGLFLRQDO�GH�ODV�LGHQWLGDGHV�GH�JpQHUR�\�HVWDEOHFHQ�FRQÀLFWRV�HQ�ORV�QLYHOHV�HFRQyPLFRV��ODERUDOHV��UHSURGXFWLYRV�\�FXOWXUDOHV�FRPR�HMHPSOL¿FDFLyQ�GHO�GHVHQFXHQ-tro entre los ideales de pareja y familia que cada sexo sustenta.

(Q�HO�FDStWXOR�TXH�VH�UH¿HUH�D�GH¿QLFLRQHV�RSHUDFLRQDOHV�GH�OD�YLROHQFLD��VH�VHxDOy�TXH�los diferentes tipos de violencia tienen múltiples matices de intensidad y que la violen-cia de género abarca diversas formas de maltrato que van de lo simbólico y lo sutil a la depredación y muerte. Es desde esa perspectiva que en este punto del estudio se des-WDFDQ�DVSHFWRV�SRFR�YLVLEOHV�GH�OD�YLROHQFLD�\�TXH�GDQ�FXHQWD�GH�ODV�GL¿FXOWDGHV�SDUD�PDQ-tener en orden la identidad de las mujeres con respecto a los ejes dominantes de la cultura.

Un punto importante de la identidad masculina está relacionado con la tarea de la provisión y la protección de la familia o unidad doméstica. Según los relatos de las mu-jeres entrevistadas en los grupos focales, los hombres asumen esta tarea en su mayoría, de ahí que este tema se constituya en un espacio para la disputa por el poder y para el fortalecimiento de las diferencias de género.

En las páginas siguientes se hace una revisión de los datos cuantitativos que esta encuesta arroja sobre las formas en los tipos de violencia tienen vigencia en estas comunidades. Se hace referencia a las respuestas que las mujeres dieron a las pregun-tas que directamente se les hizo acerca de las formas cotidianas en que la violencia se PDQL¿HVWD�HQ�VXV�KRJDUHV�

En la endireh ������VH�OHV�SUHJXQWy�D�ODV�PXMHUHV�VREUH�ODV�WHQVLRQHV�\�FRQÀLFWRV�con sus respectivas parejas: 2% de las mujeres indígenas dijo que sus esposos o

*Ui¿FD�����Porcentajes de mujeres indígenas en la endireh 2003

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

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parejas se molestan con ellas si trabajan fuera de su casa, pues en las representaciones sociales puede ser indicativo de pobreza y bajo índice de masculinidad (véase grá-¿FD��������(VWH�GDWR�FRQWUDVWD�FRQ�HO����GH�ODV�PXMHUHV�TXH�D¿UPDQ�TXH�VXV�SDUHMDV�se molestan con ellas si no trabajan fuera del hogar, lo que pudiera señalar que para un número pequeño de hombres las responsabilidades económicas del hogar también deben ser compartidas por las mujeres.

8Q�SRUFHQWDMH�PX\�UHGXFLGR������GH�ODV�PXMHUHV�LQGtJHQDV�D¿UPDURQ�TXH�VXV�parejas se molestan si ellas ganan más dinero que ellos, lo que indica que existen po-cas posibilidades de que las mujeres ganen más dinero que los hombres y pervive la creencia de que el hombre es responsable de la economìa del hogar y esta diferencia a favor de la mujer le representa una identidad en falta (véase JUi¿FD�������

*Ui¿FD�����Porcentaje de mujeres

TXH�GLMHURQ�TXH�VX�SDUHMD�VH�PROHVWDsi trabajan fuera del hogar

Fuente: Elaboración propia, con datos de la en-direh 2003.

*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�VH�PROHVWD�FRQ�HOODVsi ganan más dinero que ellos

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endi-reh 2003.

(Q�OR�TXH�VH�UH¿HUH�D�ODV�DFWLYLGDGHV�YLQFXODGDV�FRQ�OD�UHSURGXFFLyQ��HV�LQWHUHVDQWH�revisar a la luz de los datos de esta encuesta, cómo perciben las mujeres las miradas de los hombres respecto a su responsabilidad en relación con el maternaje (véase JUi¿FD�������

En este sentido, la educación de las y los hijos se concibe como una de las tareas SULQFLSDOHV�GH�ODV�PXMHUHV��SRU�OR�TXH�UHVXOWD�VLJQL¿FDWLYR�TXH�XQ�����GH�HOODV�VHDQ�FDOL¿FDGDV�QHJDWLYDPHQWH�HQ�HVWH�SXQWR��OR�TXH�LPSOLFD�TXH�HVWDV�PXMHUHV�LQGtJHQDV�WHQJDQ�FRQÀLFWRV�FRQ�VX�SDUHMD�SRU�OD�IRUPD�HQ�TXH�HOODV�HGXFDQ�D�ODV�\�ORV�KLMRV�

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*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�VH�PROHVWD�SRU�OD�IRUPD�FRPR�HGXFD�D�ORV�KLMRV�H�KLMDV

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�VH�PROHVWD�VL�VH�HPEDUD]D

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

La maternidad sigue siendo un destino en la vida de las mujeres indígenas y en este sentido, resulta interesante revisar los datos que sobre el asunto nos arroja la encuesta.

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*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�VH�PROHVWD�VL�QR�FXPSOH�FRPR�PDGUH

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

6HJ~Q�ORV�GDWRV�GH�OD�JUi¿FD�������ORV�LGHDOHV�GH�PDWHUQLGDG�\�SDWHUQLGDG�VRQ�FRP-partidos en la mayoría de los casos por las parejas y casi nunca existe un desacuerdo respecto del embarazo, lo que implica una tendencia comunitaria a no planear el nú-mero ni el espaciamiento de los hijos.

Sin embargo, es importante el número de mujeres que son valoradas negativamente en relación con este aspecto de la identidad. Las y los hijos son un punto de medición que favorece la armonía de la pareja.

Un porcentaje que consideramos alto señaló que sus parejas están molestas con ellas porque consideran que no cumplen como madres, es decir, con las tareas que su-SXHVWDPHQWH�ODV�FDOL¿FDUtDQ�FRPR�EXHQDV�PDGUHV��véase JUi¿FD�������

Otro aspecto que vale la pena destacar es el hecho de que las mujeres invierten en OD�UHODFLyQ�FRQ\XJDO�VXV�GHVHRV�\�VXV�DPLVWDGHV��<�DXQTXH�HO�SRUFHQWDMH�TXH�UH¿HUH�FRQÀLFWR�HQ�HVWD�iUHD�GH�VX�YLGD�HV�EDMR��HV�LPSRUWDQWH�VHxDODU�TXH�VXEVLVWH�OD�LGHD�de exclusividad en el contrato matrimonial y la preeminencia de la autoridad mascu-lina sobre las formas de vestir.

Es un hecho que la mujer pasa de la propiedad familiar a la conyugal, por lo que al integrarse al territorio masculino pocas veces conserva la posibilidad de mantener VXV�UHODFLRQHV�SUHYLDV�DO�PDWULPRQLR�R�D�OD�XQLyQ��GH�HVWD�PDQHUD��XQ����D¿UPy�TXH�

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sus parejas se molestan con ellas si visitan amistades, lo que nos indica que persisten las parejas que tratan de impedir la movilidad y la formación de redes de apoyo de las mujeres indígenas. redes que facilitan que ellas salgan de una relación que podría ser violenta (véase JUi¿FD�������

*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�VH�PROHVWD�SRU�OD�PDQHUD�HQ�TXH�VH�YLVWH

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�VH�PROHVWD�VL�YLVLWD�DPLVWDGHV

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003

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29I . V I O L E n C I A d E G é n E r O y M U j E r E S I n d í G E n A S E n E L E S tA d O d E M I C h O A C á n

/DV�PXMHUHV�TXH�D¿UPDURQ�TXH�VXV�SDUHMDV�VH�PROHVWDQ�SRU�OD�IRUPD�HQ�TXH�HOODV�VH�visten representan apenas el 6% del total de mujeres indígenas entrevistadas en la endireh 2003, este dato nos dice que para algunas mujeres todavía sus parejas o esposos tratan de ejercer el control sobre ellas, que puede extenderse no sólo a su forma de vestir, sino a controlar otras áreas de su vida como la sexual y productiva, como hemos visto arriba con los datos presentados (véase JUi¿FD�������

desde el punto de vista de las mujeres, un número importante de ellas tienen au-WRQRPtD�HQ�FLHUWDV�GHFLVLRQHV�\�HOOR�OHV�JHQHUD�GL¿FXOWDGHV�HQ�OD�UHODFLyQ��<�DXQTXH�la obediencia es un signo de la identidad de las mujeres, el 31% de ellas señala no cumplir con esta expectativa (véase JUi¿FD�������

*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�VH�PROHVWD�VL�QR�OR�REHGHFH

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

(Q�OR�TXH�VH�UH¿HUH�DO�YtQFXOR�HUyWLFR�DIHFWLYR��H[LVWH�PROHVWLD�GH�SDUWH�GHO�����de los hombres porque la mujer es celosa (véase JUi¿FD��������6H�HVSHUDUtD��HQWRQFHV��TXH�ODV�PXMHUHV�QR�PDQLIHVWDUDQ�UHFKD]R�DQWH�OD�GLYHUVL¿FDFLyQ�DIHFWLYD�GH�VXV�SDUH-MDV�R�TXH�WXYLHUDQ�SOHQD�FRQ¿DQ]D�HQ�HOORV�

En las relaciones de pareja donde se presenta la desigualdad que los datos mues-WUDQ��SXHGH�VHU�PiV�FRP~Q�HO�FRQÀLFWR��H�LQFOXVR�OOHYDUVH�D�HVIHUDV�GH�OD�VH[XDOLGDG��En este sentido un 12% de las mujeres indígenas señaló que su esposo se molesta con ella si no desea tener relaciones sexuales, lo que pudiera ser condición previa para re-laciones sexuales forzadas (véase JUi¿FD�������

(O�PDOHVWDU�GH�OD�FXOWXUD�VH�PDQL¿HVWD�HQWUH�FLHUWRV�KRPEUHV�TXH�VH�PROHVWDQ�SRU�todo (18% de las mujeres entrevistadas señalaron este hecho) y sin razón, es una

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30 I . V I O L E n C I A d E G é n E r O y M U j E r E S I n d í G E n A S E n E L E S tA d O d E M I C h O A C á n

muestra de que las identidades de género expresadas en esta tensión mantienen VLHPSUH�HQ�DOHUWD�D�ODV�PXMHUHV�SRUTXH�HQ�FXDOTXLHU�PRPHQWR�SXHGH�VXUJLU�HO�FRQÀLFWR�(véase�JUi¿FD�������

Las respuestas emocionales producidas por este estado permamente de molestia abarcan formas de maltrato psicológico y físico.

En un primer momento, destacan aquellas respuestas que sólo hacen referencia al estado de enojo, pero que no implican ninguna actitud de maltrato extra. Un 15.3% de

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�VH�PROHVWD�VL�HV�FHORVD

*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�VH�PROHVWD�VL�HOOD�QR�GHVHD�WHQHU�UHODFLRQHV�VH[XDOHV

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

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ORV�KRPEUHV�TXH�VH�PROHVWDQ�SRU�DOJXQD�UD]yQ�FRQ�ODV�PXMHUHV�QR�PDQL¿HVWDQ�QLQJXQD�reacción colateral (véase JUi¿FD��������VHJ~Q�ODV�LQIRUPDQWHV�GH�OD�endireh 2003.

$XQTXH�HV�PD\RU�OD�WHQGHQFLD�D�DUUHJODU�ORV�FRQÀLFWRV�GH�PDQHUD�H[SORVLYD��HO�����de las mujeres entrevistadas señaló que ellas y sus esposos conversan sobre el asunto buscando la manera de resolverlo (véase JUi¿FD�������

*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�VH�PROHVWD�SRU�WRGR�VLQ�UD]yQ

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

*Ui¿FD�����Cuando se enoja

con ella no dice ni hace nada

*Ui¿FD�����Cuando se enoja

FRQ�HOOD�KDEODQ�R�SODWLFDQ

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

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Una de las formas elegidas con mayor frecuencia por los hombres para mostrar su molestia es el silencio (véase JUi¿FD��������������GH�ODV�PXMHUHV�TXH�FRQWHVWDURQ�OD�encuesta señalaron este mecanismo de acción entre sus parejas, actitud que está tipi-¿FDGD�FRPR�XQD�IRUPD�GH�PDOWUDWR�HPRFLRQDO�R�SVLFROyJLFR�

*Ui¿FD�����Cuando se enoja con ella le deja de hablar

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

2WUD�DFWLWXG�� WDPELpQ�IUHFXHQWH��HV�UHVROYHU�HO�FRQÀLFWR�R�HO�HQRMR�PHGLDQWH�ODV�discusiones, así un 23.5% de las mujeres señaló ésta como la segunda conducta en frecuencia (véase JUi¿FD�������

*Ui¿FD�����Cuando se enoja con ella discuten

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

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(O�����GH�PXMHUHV�UH¿HUH�TXH��DGHPiV�GHO�PDOWUDWR�SVLFROyJLFR�VHxDODGR�HQ�ODV�GRV�JUi¿FDV�SUHFHGHQWHV��VXV�SDUHMDV�DJUHJDQ�IRUPDV�GH�PDOWUDWR�PiV�LQWHQVR�FRPR�ORV�JUL-tos y los insultos (véase�JUi¿FD�������

Como se describió en la introducción del análisis cuantitativo de los datos arroja-dos por la endireh, la violencia física y la violencia sexual son poco expresadas por las mujeres que respondieron la encuesta, por ello sorprende que casi el 6% de los hom-bres responda con golpes y destrucción de objetos (véase JUi¿FD��������KHFKR�HQ�HO�que se encubre el deseo de maltrato directo, descrito como parte de los signos de alarma del ciclo de violencia conyugal.

*Ui¿FD�����Cuando se enoja con ella le grita y la insulta

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

*Ui¿FD�����&XDQGR�VH�HQRMD�FRQ�HOOD�JROSHD�R�DYLHQWD�FRVDV

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

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*Ui¿FD�����&XDQGR�VH�HQRMD�FRQ�HOOD�OD�JROSHD

*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�OD�KD�DPHQD]DGR�FRQ�KDFHUOH�GDxR

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

En un porcentaje similar al anterior, hay un 5% de hombres que se enoja y golpea a la mujer (véase JUi¿FD�������

En este sentido, la amenaza de golpear o hacer daño es también una forma psicoló-gica que precede a la violencia física en la mayoría de los casos, pero se ha demostrado que también puede ser un mecanismo de control posterior a un episodio de golpes. (O�����GH�ODV�PXMHUHV�UH¿HUH�KDEHU�VXIULGR�HVWD�IRUPD�GH�YLROHQFLD��véase JUi¿FD�������

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Observamos que, como parte de la violencia psicológica, el 8% de las mujeres VHxDOy�WHQHU�FRQÀLFWR�SRU�YLVLWDU�DPLVWDGHV��PLHQWUDV�TXH��FRPR�SDUWH�GH�OD�YLROHQFLD�física, el 5% señala haber sido encerrada por su pareja o haber sido impedida de salir (véase JUi¿FD�������

El 16% de las mujeres señaló haber sentido miedo respecto de su pareja, aunque no H[LVWH�H[SOLFDFLyQ�VREUH�OD�UD]yQ�HVSHFt¿FD��véase JUi¿FD�������

*Ui¿FD�����/D�KD�HQFHUUDGR�\�SURKLELGR�VDOLU

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

*Ui¿FD�����Le ha hecho sentir miedo

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

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36 I . V I O L E n C I A d E G é n E r O y M U j E r E S I n d í G E n A S E n E L E S tA d O d E M I C h O A C á n

(Q�OR�TXH�VH�UH¿HUH�D�OD�LPSRUWDQFLD�TXH�OD�PXMHU�SXHGH�WHQHU�HQ�OD�UHVROXFLyQ�GH�FRQÀLFWRV�R�OD�FRODERUDFLyQ�HQ�ODV�DFWLYLGDGHV�UHODFLRQDGDV�\�WRPD�GH�GHFLVLRQHV��HO�17% señala no ser tomada en cuenta o ser ignorada la mayoría de las veces, mientras que el 1% señala recibir este trato esporádicamente (véase JUi¿FD�������

*Ui¿FD�����La ignora o no la toma en cuenta en la toma de decisiones

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

Una de las formas importantes de lograr sumisión a través de la violencia física se muestra en el porcentaje (7%) de mujeres indígenas que señalan haber sido pateadas por su esposo (véase�JUi¿FD�������

*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�OD�KD�SDWHDGR

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

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*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�OD�KD�JROSHDGR�FRQ�ODV�PDQRV�R�FRQ�XQ�REMHWR

*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�OD�KD�DPHQD]DGR�FRQ�XQ�DUPD

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

8Q�SRUFHQWDMH�VLJQL¿FDWLYR�GH�ODV�PXMHUHV�HQWUHYLVWDGDV�KD�VLGR�PDOWUDWDGR�ItVLFD-mente por medio de las manos o un objeto (13%), lo que multiplica el número de mu-jeres que son golpeadas en situaciones de enojo (véase JUi¿FD�������

Un elemento que se considera de riesgo para la vida de las mujeres se presenta cuando se involucran armas en los procesos de violencia física e intimidación (véase JUi¿FD��������(V�FRP~Q�TXH�ORV�KRPEUHV�DVHVLQHQ�D�ODV�PXMHUHV�FRQ�DUPDV�GH�IXHJR��por ello puede señalarse que entre las mujeres indígenas hay un 1% de ellas que están en riesgo máximo.

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respecto a la violencia económica (véase JUi¿FD��������HO�����GH�ODV�PXMHUHV�GHFODUD�haber recibido reclamos por parte de sus parejas por sus gastos en un modo más o menos frecuente, mientras que el 1% expresa que sólo le reclama a veces.

*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�OH�KD�UHFODPDGR�SRU�OD�IRUPD�FRPR�JDVWD

*Ui¿FD�����$XQTXH�OD�SDUHMD�WHQJD�GLQHUR�KD�VLGR�FRGR

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

Además del reclamo por el uso inadecuado de los recursos, el 15% de los hombres limita sistemáticamente los gastos de las familias a pesar de contar con recursos para vivir mejor, mientras que el 1% no lo hace regularmente (véase�JUi¿FD�������

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

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39I . V I O L E n C I A d E G é n E r O y M U j E r E S I n d í G E n A S E n E L E S tA d O d E M I C h O A C á n

*Ui¿FD�����/D�SDUHMD�OH�KD�DPHQ]DGR�FRQ�QR�GDUOH�HO�JDVWR

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

En este contexto, la violencia económica también tiene un componente psicológico y recurre a la estrategia de la amenaza como forma de limitar el acceso de las mujeres a las condiciones mínimas de supervivencia y que hacen referencia a la desigualdad eco-nómica que en las comunidades indígenas es estructural (véase JUi¿FD�������

*Ui¿FD�����/D�REOLJy�D�WHQHU�UHODFLRQHV�VH[XDOHV�DXQTXH�HOOD�QR�TXLVLHUD

respecto a la violencia sexual, la endireh 2003 revela que existe un importante porcentaje de mujeres que cumplen con el débito conyugal, aunque no esté en el hori-zonte de su deseo, así un 14% de las encuestadas señaló tener relaciones sexuales sin libre consentimiento de manera frecuente, mientras que un 1% señala que eso ocurre sólo en algunas ocasiones (véase�JUi¿FD�������

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

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Por otro lado, hay un 7% de mujeres que se-ñalan tener relaciones sexuales a la fuerza con sus esposos de manera común, mientras que un 1% sólo a veces (véase JUi¿FD��������(VWD�IRUPD�GH�YLROHQFLD�VH�WLSL¿FD�FRPR�YLRODFLyQ�FRQ\XJDO�

Se puede concluir señalando que la endi-reh� ����� HMHPSOL¿FD� GH�PDQHUD� FODUD�� FyPR�las violencias psicológica y económica se ma-QL¿HVWDQ�HQ�PD\RU�JUDGR�HQWUH�HVWD�SREODFLyQ��de la misma manera que lo hace en las pobla-FLRQHV�QR�LQGtJHQDV��SRU�OR�TXH�SRGUtD�D¿UPDU-se que la violencia es patriarcal y aunque tiene componentes diferenciados entre las poblaciones LQGtJHQDV��HVSHFLDOPHQWH�HQ�OR�TXH�VH�UH¿HUH�D�la violencia sexual) requiere una intervención compleja que comprenda una visión desde la interculturalidad.

1.3.2.2 Encuesta Nacional Sobre la Dinámicade las Relaciones en los Hogares (endireh, 2006)

Para conocer la situación de las mujeres indígenas, tomamos la base de datos de la endireh 2006, con los siguientes resultados:

*Ui¿FD�����6X�HVSRVR�XVy�OD�IXHU]D�SDUD

WHQHU�UHODFLRQHV�VH[XDOHV�FRQ�HOOD

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2003.

Cuadro 1.1Mujeres indígenas encuestadas en la endireh 2006

Hablante de lengua indígena Número PorcentajeSí 26 2.2no 1180 97.6

1R�HVSHFL¿FDGR 3 0.2Total ���� 100.0

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2006.

A pesar del número tan escaso de indígenas encuestadas, la endireh 2006 nos permite conocer algunas de las respuestas de ellas acerca de situaciones de violencia que sufrieron. Estos son algunos de los resultados.

1.3.2.2.1 Identidad de Género

A la pregunta sobre si una buena esposa debe obedecer a su esposo en todo lo que le ordene, once dijeron que sí y quince que no. En cuanto a la selección de amistades,

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veintitrés de las veintiséis mujeres dijeron que una mujer tiene el derecho de escoger a sus amistades aunque a su esposo no le gusten.

En la sociedad patriarcal cada uno de los sexos tiene sus propias características, opuestas a las del otro. Los hombres son considerados los encargados de proveer el sustento de las familias, mientras que las mujeres tienen a su cargo las labores repro-ductivas. Esto cobra sentido cuando observamos las respuestas de las mujeres indí-genas al preguntarles si el hombre debe responsabilizarse de todos los gastos de la familia, a esta pregunta diecisiete de las veintiséis contestaron que sí. Sin embargo, hay ciertos avances entre la población femenina indígena pues solamente dos dijeron que era obligación de ellas tener relaciones sexuales cuando sus esposos quisieran. Una de las veintiséis dijo que el esposo tiene derecho a pegarle si ella no cumple con sus obligaciones, el resto consideró que los esposos no tienen derecho de golpearlas.

1.3.2.2.2 Derechos de las mujeres

de las veintiséis mujeres encuestadas, dieciocho han escuchado hablar de la igualdad HQWUH�KRPEUHV�\�PXMHUHV��3HUR�XQD�GH�ODV�YHLQWLVpLV�D¿UPD�TXH�HOOD�QR�WLHQH�GHUHFKRV�y otra más que no puede expresar libremente sus opiniones. En una muestra mayor de mujeres indígenas consideramos que este número aumentará considerablemente, incluso sería necesario ampliar las preguntas sobre sus derechos y cómo ellas los ejercen. Sólo una de las mujeres indígenas encuestadas en la endireh������D¿UPy�que las mujeres no tienen el derecho de tomar sus propias decisiones, a diferencia de los hombres quienes sí lo tienen.

hombres y mujeres tienen la misma libertad, al menos legalmente, pero tres de las PXMHUHV�LQGtJHQDV�D¿UPDURQ�TXH�HOODV�QR�WLHQHQ�OD�PLVPD�OLEHUWDG�TXH�ORV�KRPEUHV�

1.3.2.2.3 Violencia sexual

dos de las veintiséis mujeres indígenas dijeron que habían sido acariciadas o manoseadas sin su consentimiento. ninguna de ellas reportó haber sido forzada a tener relaciones sexuales, ni tampoco obligada a tener relaciones sexuales por dinero. Pero tres de ellas vivieron situaciones que las hicieron sentir miedo de sufrir un ataque o abuso sexual. Ocho de las veintiséis dijeron que han recibido piropos groseros o de carácter sexual que las han hecho sentirse incómodas.

de las mujeres que sufrieron algún tipo de agresión sexual, sólo tres denunciaron el hecho, pero solamente una a la policía y las otras dos a familiares o amigos.

A continuación se presenta un análisis de las percepciones que estas mujeres tie-nen en relación con los derechos humanos y su grado de avance en las comunidades.

/D�JUi¿FD������PXHVWUD� FyPR� VLJXH� VLHQGR� LPSRUWDQWH� HO� SDSHO�GHO�KRPEUH� FRPR�«proveedor», pues la mayoría de las mujeres lo señalan como único responsable del sostén de familia, contra el 35% que consideran debe ser una responsabilidad compartida.

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/D�OHFWXUD�TXH�SXHGH�KDFHUVH�GH�ORV�GDWRV�H[SUHVDGRV�SRU�ODV�JUi¿FDV������\������GH-pende del modo en que la encuestada se haya situado. desde un punto de vista ideal, la mayoría podria responder el sí, mientras que desde el punto de vista fáctico es más pro-EDEOH�HO�QR��(Q�ORV�FRQWH[WRV�ODERUDOHV��ODV�PXMHUHV�LQGtJHQDV�QR�HVWiQ�FDOL¿FDGDV�SDUD�actividades valoradas por su importancia económica. En este sentido, el 77% de mujeres que señala la misma capacidad para ganar dinero a las mujeres y los hombres desconoce la evidencia que señala salarios menores para el mismo trabajo y discrimina-ción para el desarrollo de actividades productivas que implique fuerza y capacitación.

*Ui¿FD�����¢(O�KRPEUH�GHEH�UHVSRQVDELOL]DUVH�GH�WRGRV�ORV�JDVWRV�GH�OD�IDPLOLD"

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2006.

*Ui¿FD�����¢8QD�PXMHU�WLHQH�OD�PLVPD�FDSDFLGDG�TXH�XQ�KRPEUH�SDUD�JDQDU�GLQHUR"

Fuente: elaboración propia, con datos de la endireh, 2006.

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*Ui¿FD�����¿Es obligación de la mujer tener relaciones

VH[XDOHV�FRQ�VX�HVSRVR�DXQTXH�HOOD�QR�TXLHUD"

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh, 2006.

Es interesante observar la diferencia entre lo que se supone que ocurre y lo que debería ocurrir. El 7.7% de las mujeres entrevistadas continúa percibiendo la violen-cia sexual como parte natural de la relación de pareja, pues consideran que las mujeres deben cumplir con la exigencia sexual del marido o la pareja independientemente si ellas están dispuestas o no (véase JUi¿FD��������'H�HVWD�PDQHUD�HV�VLJQL¿FDWLYR�el porcentaje de mujeres que considera que la mujer no tiene la libertad de decidir cuándo tener y cuándo no tener relaciones sexuales con sus parejas.

*Ui¿FD�����&XDQGR�OD�PXMHU�QR�FXPSOH�FRQ�VXV�REOLJDFLRQHV�

¢HO�PDULGR�WLHQH�GHUHFKR�D�SHJDUOH"

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh, 2006.

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Es interesante observar cómo la violencia física está menos naturalizada que la violencia sexual, ya que sobre este asunto sólo el 4% de las mujeres señala el sí (véase JUi¿FD��������(Q�HVWH�VHQWLGR�SXHGH�D¿UPDUVH�TXH�HQWUH�ODV�PXMHUHV�LQGtJHQDV�H[LVWH�mayor precariedad sexual y mayor conciencia de la propiedad sobre sus cuerpos y no sobre su deseo.

1.3.2.2.4 Derechos de las mujeres

A partir de la Conferencia Internacional de las Mujeres realizada en Beijing (1995) ha habido una importante difusión de los derechos de las mujeres y el discurso en torno a ellos ha logrado permear la sociedad y las comunidades indígenas, como puede verse por las repuestas dadas a preguntas relacionadas con ellos.

*Ui¿FD�����¿Las mujeres y los hombres tienen

ORV�PLVPRV�GHUHFKRV�SDUD�WRPDU�VXV�GHFLVLRQHV"

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2006.

Existe una fuerte impresión de que las mujeres y los hombres tienen acceso a la igualdad de derechos y por ello, sólo un número escaso de mujeres considera que eso todavía no es posible (véase JUi¿FD�������

no sucede de la misma manera que las mujeres se perciban con la misma igualdad que los hombres, aunque sí es una mayoría, por lo menos son menos que las mujeres que con-sideran que la libertad existe de manera equitativa para ambos (véase JUi¿FD�������

1.3.2.2.5 Cómo se consideran las mujeres indígenas

Las mujeres perciben su valía a través de la importancia del papel que desempeñan como integrantes de una familia y una comunidad, sólo una de ellas se observa sin valía (véase JUi¿FD�������

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Las mujeres perciben un sistema de derechos que también les pertenece, aunque no todas ellas se consideran en goce de los mismos (véase JUi¿FD�������

*Ui¿FD�����¢6H�FRQVLGHUD�YDOLRVD"

Fuente: Elaboración propia, con datos de la en-direh 2006.

*Ui¿FD�����¢7LHQH�GHUHFKRV"

Fuente: Elaboración propia, con datos de la en-direh 2006.

*Ui¿FD�����¢/DV�PXMHUHV�\�ORV�KRPEUHV�WLHQHQ�OD�PLVPD�OLEHUWDG"

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2006.

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Si se piensa que la violencia sexual es la vulneración máxima que puede sufrir un VHU�KXPDQR�HQ�VX�LQWHJULGDG�PiV�tQWLPD��HO�SRUFHQWDMH�TXH�PXHVWUDQ�ODV�JUi¿FDV������y 1.50, está última es un indicador de que, en las comunidades indígenas, las mujeres son un grupo comprendido de alto riesgo.

*UD¿FD�����¢/H�KLFLHURQ�VHQWLU�PLHGR�GH�VXIULU�XQ�DWDTXH�R�DEXVR�VH[XDO"

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2006.

*Ui¿FD�����¢/D�DFDULFLDURQ�R�PDQRVHDURQ�VLQ�VX�FRQVHQWLPLHQWR"

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2006.

1.3.2.2.6 Violencia Sexual

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*Ui¿FD�����&XiQGR�HVWR�RFXUULy��¢GLR�DYLVR�R�GHQXQFLy�HVWH�KHFKR"

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2006.

*Ui¿FD�����¢/H�KDQ�GLFKR�SLURSRV�JURVHURV�X�RIHQVLYRV

VREUH�VX�FXHUSR�R�GH�FDUiFWHU�VH[XDO"

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh 2006.

/D�FRVL¿FDFLyQ�GH�ODV�PXMHUHV�HQ�HO�iPELWR�S~EOLFR��HV�PRVWUDGR�HQ�OD�JUi¿FD�������tres de cada diez han tenido que aguantar este tipo de violencia sexual.

/D�JUi¿FD������UHVXOWD�WDPELpQ�LQWHUHVDQWH�SRUTXH��HQ�OD�PD\RUtD�GH�ODV�FRPXQLGD-des, las mujeres pocas veces hablan de presentar una denuncia o de acudir a instancias en busca de apoyo médico, legal o emocional para atender las dinámicas de violencia que viven. Como puede observarse en ella, el porcentaje más importante está entre las mujeres que no dan aviso (23%), seguido por el porcentaje de mujeres que acuden a VXV�IDPLOLDUHV��������\�¿QDOPHQWH�ODV�PXMHUHV�TXH�DFXGHQ�FRQ�OD�SROLFtD���������/DV�instituciones en este sentido están muy lejos de garantizar el acceso a una vida libre de

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violencia mientras no se busquen soluciones complejas al problema y deje de enten-derse el mismo como un asunto que atañe sólo a las partes involucradas en lo inmedia-to o como que en buena parte es causado por la víctima.

La violencia contra las mujeres es un problema estructural que involucra a las instituciones.

*Ui¿FD�����¢6H�FRQVLGHUD�DWUDFWLYD"

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh, 2006.

/D�JUi¿FD������FRPSUXHED�ODV�LGHQWLGDGHV�WUDGLFLRQDOPHQWH�IHPHQLQDV��\D�TXH�HO�43.3% de las entrevistadas está de acuerdo con este mandato.

3DUD�FRQFOXLU��OD�JUi¿FD������PXHVWUD�TXH�VyOR�HO�������GH�ODV�HQFXHVWDGDV�SLHQVDQ�que un atributo propio de la feminidad —ser atractivas— no les pertenece, se puede pensar en autoestima baja.

*Ui¿FD�����¢8QD�EXHQD�HVSRVD�GHEH�REHGHFHU�D�VX�HVSRVR�HQ�WRGR�OR�TXH�pO�RUGHQH"

Fuente: Elaboración propia, con datos de la endireh, 2006.

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1.4 Las mujeres indígenas y la violencia de géneroHQ�0LFKRDFiQ��SUiFWLFDV�\�UHSUHVHQWDFLRQHV�GHO�SUREOHPD

1.4.1 Caracterización de las mujeres entrevistadas

Como parte de la metodología cualitativa se realizaron ciento cincuenta y cinco entrevistas en grupo focal a mujeres indígenas de las cuatro etnias originarias del esta-do, cinco entrevistas a mujeres que han estado inmersas en dinámicas de violencia de género, tres entrevistas a funcionaras públicas y un taller de planeación estratégica en la región p’urhépecha al que asistieron diecisiete líderes de organizaciones no gubernamentales que dan intervención en salud a las mujeres de la región.

La estrategia metodológica utilizada para este apartado del estudio fue la metodo-logía cualitativa, seleccionada como idónea bajo la perspectiva del tema central de esta investigación: las experiencias de las mujeres afectadas y sus recursos de ayuda, el SURFHVR�VHJXLGR��ODV�UHSUHVHQWDFLRQHV��SUiFWLFDV�VRFLDOHV�\�ORV�VLJQL¿FDGRV�VREUH�OD�YLR-lencia que afecta tanto prestadores de servicio como las mismas mujeres.

En el presente caso, la metodología cualitativa es la estrategia de investigación apropiada debido a que una de sus fortalezas es permitir una mejor comprensión de las dimensiones subjetivas y simbólicas del comportamiento humano, así como de los procesos vividos por las y los actores sociales. La investigación cualitativa es una fuente para obtener descripciones y explicaciones sobre los procesos en contextos lo-cales, narrados por las propias participantes; para comprenderlos dentro del contexto donde acontecen y derivar explicaciones de la realidad sociocultural que se estudia. La investigación cualitativa plantea la necesidad de prestar atención a «la voz», es decir a quién habla, para quién y con qué propósito.

En este sentido, las técnicas de recolección de datos permitieron acumular las ex-periencias de los actores con sus propias palabras: se realizaron entrevistas a pro-fundidad semiestructuradas, se practicó la observación participante y se aplicaron entrevistas grupales. La técnica de muestreo fue la de «bola de nieve». Con este tipo GH�PXHVWUHR��HO�Q~PHUR�GH�SHUVRQDV�QR�VH�GH¿QH�GH�DQWHPDQR��VLQR�TXH�VH�DSOLFD�HO�criterio de «saturación», es decir se deja de entrevistar cuando ya nadie hace referencia a nuevas personas, o cuando después de cierto número de entrevistas, quien inves-tiga concluye que ya no está aprehendiendo nada nuevo en relación con el problema de investigación. El diseño incluye varias fuentes y técnicas complementarias: entre-vistas semiestructuradas a prestadoras y prestadores de servicio, análisis de fuentes documentales, entrevistas a profundidad con las mujeres afectadas y grupos focales con personas de la comunidad.

/RV�FULWHULRV�GH�VHOHFFLyQ�IXHURQ��WDPDxR�GHPRJUi¿FR�DSURSLDGR�SDUD�HO�XVR�GH�WpFQLFDV�HWQRJUi¿FDV�\�FRQ�SRVLELOLGDG�GH�GHWHFWDU� LQIRUPDQWHV�FODYH��VREUH� WRGR�PXMHUHV�DIHFWDGDV��$FFHVR�D�GDWRV�VREUH�ORV�SHU¿OHV�VRFLRGHPRJUi¿FRV��GH�GHVDUUROOR�VRFLRHFRQyPLFR��SDUD�HODERUDU�XQ�SHU¿O�GH�FRQWH[WR��'LVSRQLELOLGDG�GH�VHUYLFLRV�LQVWL-tucionales de salud (Secretaría de la Mujer de Michoacán o Institutos Municipales de

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las Mujeres) como punto de entrada y contacto con la población. Existencia de orga-nizaciones que tengan trato directo con las mujeres.

Una vez que se seleccionó la población, se recopiló la información por medio de: entrevistas a profundidad, hechas a mujeres afectadas y no afectadas por la violencia intrafamiliar bajo los siguientes criterios:

a) mujeres de pueblos originarios, hablantes o no de la lengua indígena; b) mayores de 15 años; preferentemente afectadas por cualquier forma de vio-

lencia de género y que residieran en las zonas indígenas del estado de Michoacán (región p’urhépecha, región mazahua-otomí y nahua de la costa;

c) la informante debería estar dispuesta a narrar sus experiencias libre y volun-tariamente y a permitir que se grabara la entrevista.

Los objetivos de las entrevistas fueron: conocer los factores impulsores e inhibi-dores de la ruta que siguen las mujeres en dinámica de violencia (ruta crítica), reca-bar información sobre las acciones emprendidas y los tipos de respuesta que reciben.

Para las entrevistas semiestructuradas con prestadores se servicio, se consideraron los servicios del sector público: salud, legal, policial, educativo y los de las ong. Los grupos focales con miembros de la población incluyeron mujeres y hombres jóvenes y adultos, bajo los siguientes criterios: mujeres y hombres mayores de 15 años con voluntad de participar en la entrevista.

Como parte del trabajo de campo, se visitaron las zonas donde se localiza la población de las cuatro etnias originarias del estado de Michoacán. En total se entre-vistó a ciento cincuenta y cinco mujeres, de las que 42.6% son p’urhépecha, 33.5% de la zona mazahua-otomí y el resto son en su mayoría hablantes de náhuatl. Como se verá más adelante, algunas de ellas a pesar de considerarse de alguno de estos grupos originarios, no hablan la lengua.

Zona NúmeroP’urhépecha 66Mazahua-otomí 54nahua 35Total 155

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

Cuadro 1.2Número de mujeres encuestadas

En el cuadro 1.3 se presenta el número de mujeres visitadas por comunidad, en cada zona de estudio. Las comunidades donde se tuvo una mayor participación fue-ron Crescencio Morales, jarácuaro y Pómaro.

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*Ui¿FD�����3RUFHQWDMH�GH�PXMHUHV�HQFXHVWDGDV��VHJ~Q�]RQD

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

Cuadro 1.31~PHUR�GH�PXMHUHV�HQFXHVWDGDV�SRU�FRPXQLGDG

Comunidad Número PorcentajeColonia revolución/Puácuaro 7 4.5Puácuaro 5 3.2jarácuaro 21 13.5San Francisco Uricho 1 0.6Ihuatzio 11 7.1Cuanajo 5 3.2Santa Fe de la Laguna 11 7.1Curungueo 2 1.3Zitácuaro, cabecera municipal 6 3.9Francisco Cerrato 17 11.0Crescencio Morales 23 14.8Macho de Agua 1 0.6San juan 1 0.6Boca de la Cañada 1 0.6tuxpan 1 0.6donaciano Ojeda 1 0.6San Cristobal 1 0.6Carapan 2 1.3Pichátaro 3 1.9Pómaro 21 13.5tizupa 10 6.5Maruata 4 2.6Total 155 100.0Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

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1.4.2 Lengua indígena

Como mencionamos, aún cuando las mujeres visitadas para este estudio se con-sideran pertenecientes a alguna de las cuatro culturas originarias, no todas hablan la lengua (2% no la habla) y el resto sí habla alguna de las lenguas originarias del esta-do (véase�JUi¿FD�������

*Ui¿FD�����Porcentaje de mujeres que hablan o no una lengua originaria

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

*Ui¿FD�����Porcentaje de mujeres según lengua originaria

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

La lengua otomí es la menos hablada entre las mujeres que entrevistamos, mientras que la más hablada fue la p’urhépecha (véase�JUi¿FD�������

A nivel localidad se observa que en todas las regiones hay mujeres indígenas que no hablan su lengua originaria (véase cuadro 1.4).

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El número de mujeres que hablan o no una lengua originaria, según zona de estu-dio se presenta en el cuadro 1.5.

Cuadro 1.4¢'H�GyQGH�VRQ�ODV�PXMHUHV�TXH�KDEODQ�XQD�OHQJXD�RULJLQDULD"

Comunidad Lengua indígena TotalSí NoColonia revolución/Puácuaro 7 0 7Puácuaro 4 1 5jarácuaro 15 6 21San Francisco Uricho 1 0 1Ihuatzio 9 2 11Cuanajo 3 2 5Santa Fe de la Laguna 11 0 11Curungueo 1 1 2Zitácuaro, cabecera municipal. 0 6 6Francisco Cerrato 15 2 17Crescencio Morales 16 7 23Macho de Agua 0 1 1San juan 1 0 1Boca de la Cañada 1 0 1tuxpan 0 1 1donaciano Ojeda 0 1 1San Cristóbal 0 1 1Carapan 2 0 2Pichátaro 1 2 3Pómaro 20 1 21tizupa 10 0 10Maruata 4 0 4Total 121 34 155Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

Cuadro 1.51~PHUR�GH�PXMHUHV�TXH�KDEODQ�XQD�OHQJXD�RULJLQDULD��VHJ~Q�]RQD�GH�HVWXGLR

Zona Lengua originaria TotalSí NoP’urhépecha 53 13 66nahua 34 18 52Mazahua/otomí 34 3 37Total 121 34 155Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

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Observamos que las mujeres que hablan más la lengua originaria cuentan con me-nor escolaridad, mientras que a mayor escolaridad se pierde la capacidad de comuni-carse en su lengua materna (véase cuadro 1.6).

Cuadro 1.6Lengua indígena según nivel de escolaridad

Nivel de escolaridad Lengua indígena TotalSí NoPrimaria 34 12 46Primaria incompleta 26 3 29Secundaria 19 9 28Preparatoria 8 7 15no estudio 31 1 32Estudiante de licenciatura 3 2 5Total 121 34 155

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

1.4.3 Estado civil

La mayor parte de las mujeres que se entrevistaron (71.6%) están viviendo en pa-reja (casadas o en unión libre), lo que indica que ellas —y así lo hicieron saber du-rante los grupos focales— tienen una fuerte necesidad de tener trabajos remunerados que les proporcionen los recursos necesarios para su manutención y la de los miem-bros de su familia (véase JUi¿FD�������

*Ui¿FD�����Porcentaje de mujeres según estado civil

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

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En su mayoría, las mujeres que participaron en este estudio están en una edad en la que pueden ser muy productivas, por lo que es urgente una mayor inversión en actividades que generen empleos para las mujeres de las zonas de estudio (véase cuadro 1.7).

&XDGUR����(VWDGR�FLYLO��VHJ~Q�UDQJR�GH�HGDG�GH�ODV�SDUWLFLSDQWHV

Rangode edad

Estado CivilTotal

Casada Viuda Divorciada Separada Soltera Unión Libre

Madresoltera No dijo

Menoresde 18 años 1 0 0 0 1 0 0 0 2

19 a 23 2 0 0 0 9 3 0 0 1424 a 28 11 0 0 0 6 7 1 1 2629 a 33 15 0 0 0 4 2 0 0 2134 a 38 20 0 0 2 4 5 0 0 3139 a 43 10 1 0 0 0 2 1 0 1444 a 48 9 0 1 1 1 3 0 0 1549 a 53 10 2 0 0 0 0 0 0 1254 a 58 2 0 1 0 1 1 0 0 559 a 63 3 2 0 0 0 0 0 0 5

Másde 64 años 5 4 0 0 0 0 1 0 10

Total 88 � 2 3 26 23 3 1 155Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

1.4.4 Escolaridad

Un alto porcentaje de las mujeres participantes en este estudio no sabe leer ni es-cribir (20.6%) y el 18.7% solamente cursó alguno de los grados del nivel primaria (véase cuadro 1.8). Las mujeres indígenas tienen pocas oportunidades de acceder a niveles de educación superiores, y los usos y costumbres son uno de los factores que imposibilitan el acceso. durante los grupos focales las mujeres comentaron que aun cuando ellas puedan estudiar, ser maestras por ejemplo, una vez que se casan los es-SRVRV�OHV�LPSLGHQ�TXH�HOODV�WUDEDMHQ�\�H[SUHVDURQ��³WDQWR�HVIXHU]R�SDUD�HVWXGLDU�\�OXH-go no nos dejen trabajar”.

Si cruzamos el rango de edad y el nivel de estudios de las participantes, tenemos que son las mujeres de mayor edad quienes tuvieron menos oportunidades de estudio, mientras que las mujeres más jóvenes en este estudio han tenido mayor acceso a estu-dios de secundaria, preparatoria y nivel superior (véase cuadro 1.9).

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Aunque se encontró que entre las asistentes a los grupos focales hay mujeres que tuvieron más de cinco hijos, la mayoría de ellas ya tiene menos hijos y 31% sólo tiene de dos a tres hijos (véase cuadro 1.10). hay ocho mujeres que tuvieron más de diez hijos. Esto indica que las mujeres indígenas están accediendo cada vez más a los mé-todos anticonceptivos.

1.4.5 Trabajo remunerado

Las mujeres indígenas participantes en este estudio se encuentran en edades muy productivas, pero la mitad de ellas no cuenta con un empleo remunerado (50.3%), es decir uno por el que reciban un salario, pues todas ellas tienen mucho trabajo diario sin que perciban pago alguno (véase JUi¿FD�������

Cuadro 1.81LYHO�HGXFDWLYR�GH�ODV�SDUWLFLSDQWHV

Nivel educativo Número PorcentajePrimaria 46 29.7Primaria incompleta 29 18.7Secundaria 28 18.1Preparatoria 15 9.7no estudió 32 20.6Estudiante de licenciatura 5 3.2Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

&XDGUR����Número de mujeres según nivel educativo y rango de edad

Rango de edad/Nivel educativo Primaria Primaria

incompleta Secundaria Preparatoria No estudió Estudiante de licenciatura

Menores de 18 años 0 0 1 1 0 019 a 23 2 0 5 4 0 324 a 28 11 4 4 4 1 229 a 33 6 5 6 2 2 034 a 38 13 7 8 2 1 039 a 43 6 4 2 1 1 044 a 48 4 4 0 1 6 049 a 53 2 3 1 0 6 054 a 58 1 0 1 0 3 059 a 63 1 1 0 0 3 0

Más de 64 años 0 1 0 0 9 0Total 46 �� 28 15 32 5

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

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Cuadro 1.10Número de hijos

Número de hijos/hijas Número Porcentaje1 16 10.32 22 14.23 26 16.84 18 11.65 13 8.46 9 5.87 8 5.28 3 1.99 4 2.610 2 1.311 1 0.612 2 1.313 1 0.614 2 1.3

Subtotal 136 87.7No tienen hijos o hijas 28 18.1

Total 155 100.0Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

*Ui¿FD�����3RUFHQWDMH�GH�PXMHUHV�LQGtJHQDV�TXH�WLHQHQ�XQ�HPSOHR�UHPXQHUDGR

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

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Las mujeres casadas son quienes tienen menos acceso a un trabajo remunerado, lo TXH�UHIXHU]D�OR�GLFKR�SRU�PXMHUHV�LQGtJHQDV�GXUDQWH�ORV�JUXSRV�IRFDOHV�FXDQGR�D¿U-maron que los esposos no las dejan trabajar y que ellas deben cumplir con los roles tradicionales que la sociedad les impone (véase cuadro 1.11).

Cuadro 1.11Trabajo remunerado según estado civil

Estado civilTrabajo remunerado

TotalSí NoNúmero Porcentaje Número Porcentaje

Casada 42 47.7 46 52.3 88Viuda 8 88.9 1 11.1 9divorciada 2 100.0 2Separada 2 66.7 1 33.3 3Soltera 12 46.2 14 53.8 26Unión Libre 10 43.5 13 56.5 23Madre soltera 1 33.3 2 66.7 3no dijo 1 100.0 1Total �� ���� �� 50.3 155

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

Las mujeres que reciben un salario por su trabajo ganan poco dinero, 14.8% de ellas tiene ingresos de dos a cuatro salarios mínimos semanales y muy pocas son quie-nes ganan más de diez salarios mínimos a la semana (véase�FXDGUR������\�JUi¿FD��������Lo que se relaciona con el tipo de trabajo que ellas desempeñan.

Cuadro 1.12Número de salarios mínimos semanales que reciben las mujeres indígenas

Número de salarios mínimos semanales Número de mujeres Porcentaje

Un salario mínimo 1 0.6de dos a cuatro 23 14.8de cinco a siete 19 12.3de ocho a diez 17 11.0Más de diez salarios mínimos 5 3.2no dijo 7 4.5Variable 1 0.6no perciben una remuneración 82 52.9Total 155 100.0Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

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*Ui¿FD�����1~PHUR�GH�VDODULRV�PtQLPRV�SRU�VHPDQD�TXH�JDQDQ

ODV�PXMHUHV�TXH�WLHQHQ�XQ�WUDEDMR�UHPXQHUDGR��SRUFHQWDMHV

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

El salario mínimo diario vigente en Michoacán a partir del primero de enero de 2009 es de $ 51.90 pesos. hay mujeres que ganan $ 100.00 pesos a la semana y solamente una dijo ganar $ 900.00 pesos a la semana (véase cuadro 1.13). Esto indica que ellas tienen graves problemas por los bajos salarios que perciben, al-gunas reciben el apoyo del Programa Oportunidades para subsanar sus necesida-des más apremiantes.

Los bajos salarios de las mujeres indígenas tienen que ver con el tipo de empleo con que cuentan y con los niveles de educación a los que acceden. El 4.4% se dedica a la preparación y venta de alimentos; las artesanas representan 25.2% del total de mujeres participantes; hay trabajadoras domésticas, quienes lavan ajeno, jornaleras y VyOR�XQD�PHQFLRQy�TXH�WUDEDMD�HQ�HO�SUR\HFWR�TXH�WLHQHQ�ODV�PXMHUHV�¿QDQFLDGR�SRU�cdi y la Secretaría de las Mujeres (véase cuadro 1.14). Cabe aclarar que algunas de las mujeres entrevistadas se encuentran trabajando en algun proyecto productivo, pero la mayoría de éstos aún no han sido puestos en marcha.

1.4.6 Ocupación del esposo o compañero

Los esposos de las mujeres casadas o unidas se dedican a trabajar el campo (30.3%), a la elaboración de artesanías (10.3%), a la albañilería (9%) y como jorna-leros (9.7%), principalmente (véase cuadro 1.15).

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Al igual que las mujeres, los esposos tienen bajos niveles de salario, pero ma-yores que ellas, tienen salarios que van de los ciento veinte a los mil ochocientos pesos semanales; sin embargo, la mayoría de ellos (26.5%) tienen salarios de ciento veinte a quinientos pesos a la semana y quienes ganan más de novecientos pesos semanales representan 9% de los esposos (véase cuadro 1.16). Los esposos que son campesinos obtienen además productos agrícolas para el autoconsumo, que pueden ser maíz, fri-jol, chayotes, además de forraje para sus animales.

El sueldo, tanto de los esposos como de las mujeres —incluyendo las que no tie-nen esposo— se usa en la manutención de la familia, es decir en la compra de comida,

Cuadro 1.13Salario semanal que reciben

ODV�PXMHUHV�LQGtJHQDV�SDUWLFLSDQWHV

Remuneración semanal (pesos) Número Porcentaje

Sin un trabajo remunerado 82 52.9100 5 3.2110 1 0.6120 1 0.6150 6 3.9175 1 0.6180 1 0.6190 1 0.6200 7 4.5280 1 0.6300 9 5.8350 9 5.8400 7 4.5420 1 0.6450 2 1.3500 6 3.9525 1 0.660 1 0.6

600 2 1.3700 1 0.6750 1 0.6900 1 0.6

no dijo 7 4.5Variable 1 0.6

Total 155 100.0Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

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Cuadro 1.147LSR�GH�WUDEDMR�GH�ODV�PXMHUHV�LQGtJHQDV�SDUWLFLSDQWHV

Tipo de trabajo Número PorcentajeVenta de comida 5 3.2Vendedora ambulante 1 0.6Cocinera 1 0.6Empleada 6 3.9no dijo 5 3.2jornalera 9 5.8Comerciante 3 1.9Artesana 39 25.2Lava ajeno 2 1.3Costura 2 1.3Medica tradicional 1 0.6trabajadora doméstica 2 1.3Proyecto de mujeres 1 0.6total mujeres con trabajo remunerado 77 49.7Mujeres sin trabajo remunerado 78 50.3Total 155 100.0Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

Cuadro 1.152FXSDFLyQ�GH�ORV�HVSRVRV�R�SDUHMDV

Ocupación del esposo Número PorcentajePescador 3 1.9Artesano 16 10.3Carpintero 4 2.6desempleado 2 1.3Chofer 2 1.3Campesino 47 30.3Albañil 14 9.0Empleado 3 1.9Obrero 1 0.6jornalero 15 9.7Comerciante 3 1.9no sabe 1 0.6no tiene esposo 44 28.4Total 155 100.0Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

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pago de servicios de la casa, ropa y medicinas, principalmente. Pero algunas de las encuestadas dijeron que además tienen gastos relacionados con la educación de sus hi-jos e hijas. Otras más compran materiales para las artesanías que elaboran. Una men-cionó que también se cubren los gastos de la siembra y la crianza de sus animales.

/RV�VDODULRV�GH�ODV�PXMHUHV�\�GH�ORV�KRPEUHV�GH�OD�IDPLOLD�VRQ�LQVX¿FLHQWHV�SDUD�cubrir las necesidades de subsistencia de los miembros, sobre todo cuando vemos que las familias compuestas de cinco a nueve personas representan 51% de las entrevis-tadas y 12% son familias compuestas por 10 a 13 personas (véase�JUi¿FD��������OR�

Cuadro 1.166DODULR�VHPDQDO�GH�ORV�HVSRVRV

Salario semanal (pesos) Número Porcentaje120 a 200 8 5.2250 a 350 15 9.7400 a 500 18 11.6525 a 650 10 6.5700 a 840 12 7.7900 a 1000 6 3.91100 a 1250 5 3.21500 a 1800 3 1.9no tiene esposo 44 28.4Autoconsumo 21 13.5no sabe 9 5.8Variable 4 2.6Total 155 100.0Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

*Ui¿FD�����1~PHUR�GH�PLHPEURV�TXH�FRPSRQHQ�ORV�KRJDUHV���SRUFHQWDMHV�

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

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&XDGUR�����0XMHUHV�FRQ�FDVD�SURSLD

¿Tiene casa propia? Número PorcentajeSí 83 53.5no 72 46.5

Total 155 100.0Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

que nos dice que las mujeres entrevistadas pertenecen a familias extensas y por tan-to con mayores necesidades, lo que se agrava por los bajos salarios de los hombres y las mujeres.

Para conocer de mejor forma la situación de las mujeres entrevistadas se les pre-JXQWy�VL�WHQtDQ�FDVD�SURSLD�R�QR������GH�HOODV�D¿UPDURQ�TXH�Vt�OD�WLHQH�\�HO�UHVWR�QR�(véase cuadro 1.17) y que viven en casa de sus padres, de sus suegros, de otros fa-miliares (véase cuadro 1.18). nos llama la atención que 9.7% de las mujeres dijeron que ellas viven en casa de su esposo, casa que no consideran suya a pesar de ser las esposas.

Cuadro 1.18¢'H�TXLpQ�HV�OD�FDVD"

Persona de quien es la casa Número PorcentajePadres 22 14.2Suegros 19 12.3tíos 1 .6hermanos 4 2.6rentada 4 2.6Esposo 15 9.7Abuelos 5 3.2hijos 2 1.3total no tienen casa 72 46.5tienen casa propia 83 53.5Total 155 100.0Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

1.4.7 Migración

(O�����GH�ODV�PXMHUHV�D¿UPy�WHQHU�SDULHQWHV��LQFOX\HQGR�DO�HVSRVR��TXH�KDQ�PLJUD-do, mientras que el resto no tiene ningún familiar migrante. Esta situación indica la fal-ta de empleos en las zonas, por lo que las personas tienen que migrar hacia otras zonas del país o los Estados Unidos para obtener mayores ingresos y mejores oportunidades.

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*Ui¿FD�����¢7LHQH�DOJ~Q�SDULHQWH�PLJUDQWH"

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

1.4.8 Reciben remesas

Aunque el porcentaje de mujeres entrevistadas que recibe remesas de sus parien-tes migrantes, nacionales o internacionales, es de 33%, sabemos que el estado de Mi-choacán es uno de los principales expulsores de mano de obra hacia el extranjero (véase�JUi¿FD��������/DV�UHPHVDV�TXH�HOODV�UHFLEHQ�FRPSOHPHQWDQ�ORV�LQJUHVRV�IDPL-liares, y en ocasiones son la principal fuente de ingresos de las familias.

*Ui¿FD�����Porcentaje de mujeres que reciben remesas de familiares

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

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*Ui¿FD�����3RUFHQWDMH�GH�PXMHUHV�TXH�WLHQHQ�XQ�SDULHQWH�PLJUDQWH

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

&XDGUR�����Lugar de residencia del y la migrante

Lugar de migración Número Porcentajetexas 2 1.3Utah 1 0.6EEUU 31 20.0Oregon 4 2.6Indianápolis 1 0.6norte Carolina 7 4.5no Sabe 4 2.6San diego Ca 9 5.8Iowa 2 1.3Guanajuato 1 0.6México, dF 6 3.9nueva york 1 0.6Subtotal 69 44.5no tiene migra 86 55.5Total 155 100.0

Fuente: Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2008.

Los parientes migrantes son hermanos o hermanas (14.2%), tíos, sobrinos, entre otros, y el esposo (5.2%) (véase�JUi¿FD�������

La mayor parte de los parientes que migran se van a algún estado de los Estados Unidos, pero encontramos casos de migración interestatal, un caso a Guanajuato y seis casos en la zona mazahua-otomí con migración ya tradicional hacia la Ciudad de México (véase cuadro 1.19).

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����3UiFWLFDV�\�UHSUHVHQWDFLRQHV�GH�OD�YLROHQFLD�GH�JpQHUR�TXH�YLYHQODV�PXMHUHV�PD]DKXD�\�RWRPt�GHO�PXQLFLSLR�GH�=LWiFXDUR��0LFKRDFiQ

Las mujeres somos de pocas fuerzas, pero superamos todo lo que nos proponemos y que ni le hagan al cuento porque ellos [los hombres] bien que se dan cuenta, y cuando ya no pueden allí están con uno ¡que vente! porque saben que no pueden, así de fácil… (mujer mazahua).

Para el análisis de la situación de género y violencia que viven las mujeres mazahua y otomí se realizaron tres entrevistas en grupo focal, una con mujeres hablantes de la lengua y dos con mujeres no hablantes, estas últimas señalaron que a pesar de no hablar la lengua ellas tienen una pertenencia al grupo indígena pues algunas vivieron o viven en la zona indígena o sus abuelos y abuelas pertenecieron a estas localidades, la mayoría de las entrevistadas expresaron su tristeza por no haber crecido en las comu-nidades mazahua, además, tienen un sentimiento de pérdida por los usos y costum-bres, lamentaron no hablar la lengua.

Otra de las participantes señaló que a pesar de no haber nacido en una comunidad indígena ella ha vivido y trabajado por más de diecisiete años con mujeres indígenas y por tanto «se siente indígena», porque sabe y conoce las tradiciones y costumbres. Lo ante-rior nos advierte la reconsideración de la identidad étnica a partir de elementos objetivos y subjetivos más amplios además de la lengua, el vestido y las costumbres, para abrir las posibilidades de impacto en esta zona. A diferencia de otras regiones del país y del estado, las mujeres mazahua en Michoacán no usan de manera cotidiana el vestido, un número considerable ha perdido la lengua y la identidad en olvido se ha convertido en locali-dades con pobreza extrema, marginación y desintegración comunitaria.

Aclararon que muchas mujeres reniegan de su ascendencia indígena pues la socie-dad mestiza frecuentemente las humilla diciendo: «mira allí va esa india» o con frases similares, los jóvenes son quienes menos quieren tener vínculos con su identidad pWQLFD��\�FRPHQWDQ�GH�ODV�PXMHUHV�TXH�KDEODQ�R�XVDQ�HO�YHVWLGR��³KD\�PLUD�HVD�QR�SXHGH�dejar de ser paisa [mazahua] todavía”.

1.5.1 Representaciones en torno a la identidad de género

En las comunidades mazahua, ser hombre y ser mujer implica diferencias impor-WDQWHV�HQ�HO�DFFHVR�D�ORV�GHUHFKRV��VLWXDFLyQ�TXH�VH�UHÀHMD�GHVGH�OD�SULPHUD�LQIDQFLD��A las mujeres se les educa para ser obedientes, desde niñas se les responsabiliza del cuidado de sus hermanos más pequeños, lavan la ropa, cuidan los animales, dan de comer al padre o a los abuelos, llevan el agua a la casa, ponen el nixtamal y hacen tor-WLOODV��HQWUH�RWUDV�ODERUHV�GRPpVWLFDV��(Q�YR]�GH�ODV�HQWUHYLVWDGDV�³ODV�QLxDV�WLHQHQ�PXFKDV�RFXSDFLRQHV��FDVL�DO�SDUHMR�GH�ODV�PXMHUHV´�R�³OD�KHUPDQD�PD\RU�HV�D�YHFHV�PiV�PDGUH�que la misma madre”, con lo que señalan que en la cultura existe un sistema de cui-dado y maltrato que reproduce la desigualdad que las mujeres habrán de asumir en la

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edad adulta. Esta situación es de alto riesgo para las jóvenes, pues las condiciones de abu-so en el hogar pueden determinar su pronta salida del mismo y en ocasiones las obliga D�WHQHU�SDUHMDV�VH[XDOHV�D�WHPSUDQD�HGDG��GHVGH�ORV����DxRV���³D�FDVDUVH�MyYHQHV�pensando que ésta es una salida, pero en la realidad puede volver a la misma vida que la mamá o hasta peor porque a veces está jovencita y se va a llenar de hijos”; las promotoras entrevistadas piensan que eso es una realidad para las mujeres en la zona maza-hua y otomí. Las condiciones están dadas para que las mujeres carezcan de condiciones mínimas para la toma de decisiones que salvaguarden su integridad emocional y física.

Las informantes aclararon que las costumbres descritas aún perduran, y que, además, todavía ahora las mujeres tienen la obligación de atender la casa y además ayudarle al KRPEUH�HQ�HO�FDPSR��HQ�SDODEUDV�GH�XQD�GH�HOODV��³ODV�PXMHUHV�WHQHPRV�OD�REOLJDFLyQ�de ser sumisas y no tenemos derecho de opinar”. Las entrevistadas lamentaron que las mujeres en las comunidades no tengan derecho a la propiedad y que sean constan-temente humilladas. En este sentido, la reglamentación cultural enfatiza las desigual-dades incluso en el terreno de lo económico, facilitando las condiciones de opresión que mantienen los privilegios masculinos.

respecto a la educación de género, en las comunidades se sigue pensando que no es importante que las niñas asistan a la escuela, en el entendido de: «¿para qué? si se van a casar», una de las promotoras comentó sobre el asunto y expresó cómo a ella se le GL¿FXOWy�HVWXGLDU�SRUTXH�VX�SDGUH�GHFtD�TXH�QR�WHQtD�FDVR�TXH�HVWXGLDUD��$GHPiV�de ello, existen algunos deportes —como el fútbol— que les prohíben a las mujeres SRUTXH�GLFHQ��³FyPR�YDV�D�DQGDU�FRUULHQGR�SDUD�DOOi��VL�HVR�HV�SDUD�KRPEUHV´��7DP-ELpQ�VHxDODURQ�TXH�DFWXDOPHQWH�ODV�PXMHUHV�HQ�ODV�FRPXQLGDGHV�UHTXLHUHQ�MXVWL¿FDU�todas sus acciones, decir a dónde van y con quién, a diferencia de los hombres que gozan de la libertad de hacer lo que quieran. de esta manera, el círculo parece cerrarse: dedicadas a ser para los otros en el cuidado cotidiano, sin acceso a bienes y con una educación restringida y sin posibilidad de decidir sobre sus saberes y quehaceres, las mujeres encarnan los costos del patriarcado comunitario que quiere mantener bajo vigilancia sus cuerpos y posibilidades.

Las entrevistadas señalaron que a pesar de que algunas mujeres contribuyen al gasto del hogar trabajando remuneradamente, eso no la exime de la doble o triple MRUQDGD��³(Q�ODV�FRPXQLGDGHV�UXUDOHV�ORV�KRPEUHV�VRQ�PX\�PDFKLVWDV´�SRU�HMHPSOR��³HO�KRPEUH�HV�HO�TXH�PDQGD��HO�TXH�GHFLGH�\�HO�TXH�RUGHQD�HQ�OD�FDVD�\�OD�PXMHU�aunque trabaje no tiene derecho a muchas cosas”.

Los hombres y las mujeres tienen también diferentes libertades, en las comuni-dades a los hombres se les educa para mandar y tener el poder, y aunque las mujeres quieran cambiar los roles de género, para ellas es sumamente complicado puesto que sus maridos se molestan, por ejemplo cuando buscan la equidad en la familia; sin em-EDUJR��HVWiQ�FRQVFLHQWHV�GH�TXH��³DTXt�WRGRV�WHQHPRV�ORV�PLVPRV�GHUHFKRV��QR�SRU�ser hombre y por ser mujer o porque tengamos sexos diferentes vamos a hacer más o menos, aquí todos tenemos que ser parejos”. desde esta perspectiva, aunque las

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mujeres conocen que en la cotidianidad hay un discurso que las hace vivir el sitio de la víctima, hay un discurso de igualdad que ha permeado sus concepciones de mundo y que implica nuevas posibilidades para ellas, aunque hasta el momento es más un deseo que una realidad.

Por otra parte, el alcoholismo es un problema frecuente en las comunidades maza-hua, situación que a decir de las entrevistadas hace que los hombres «no sean res-ponsables» y las mujeres tengan que hacer cosas para «sacar adelante a sus hijos». Esta situación revela una ruptura, todavía no muy clara, de las responsabilidades mas-culinas como parte del surgimiento de nuevas identidades que favorecen el desarrollo de las mujeres, aunque todavía se interpreta como una violencia que se hace a la promesa de la familia patriarcal. Al mismo tiempo de señalar las debilidades del modelo de masculinidad, las mujeres hablaron de la doble jornada de trabajo del maternaje, OOHYDQGR�FRQ�HOOR�XQ�QXHYR�VLJQL¿FDGR�D�OD�UHVSRQVDELOLGDG�GHO�FXLGDGR�GH�ODV�\�ORV�KLMRV�\�XQ�Q~FOHR�GH�FRQÀLFWR�HQ�ODV�VRFLHGDGHV�FDSLWDOLVWDV�TXH�UHTXLHUHQ�YLVLELOL]DU�OD�participación de las mujeres en la economía familiar y comunitaria.

Es importante aclarar que, en este proceso de transformación social, son las jóve-nes quienes poseen mayor capacidad de cuestionar las estructuras patriarcales de sus FRPXQLGDGHV��PLHQWUDV�TXH�ODV�PXMHUHV�DGXOWDV�DFDWDQ�GLFKDV�HVWUXFWXUDV�H�LQFOXVR�MXVWL¿-can los roles de género diferenciados argumentando que los hombres tienen más fuerza que las mujeres. Al respecto una de las entrevistadas de mayor edad señaló:

Ser mujer es estar en el hogar y preparar la comida al marido cuando llegue de tra-bajar y darle agua a los animales y darle agua a las borregas y darle la pastura y atender mis niños, los hombres se van a trabajar y traen el sueldo que ganan para la alimentación de los hijos, para mí y para mis hijos, para el abono, para cultivar y todo eso, lo que ellos hacen nosotros no lo podemos hacer, porque es más difícil lo que ellos hacen, ir a trabajar y levantar cosas pesadas, construir casas… (mujer mazahua).

2WUD�GLIHUHQFLD�GH�JpQHUR�HV�HMHPSOL¿FDGD�D�WUDYpV�GH�ORV�FDVRV�GH�LQ¿GHOLGDG�GH�ORV�hombres, las entrevistadas señalaron cómo en las comunidades mazahua y otomí ORV�KRPEUHV�LQ¿HOHV�QR�VRQ�PDO�YLVWRV��SRU�HO�FRQWUDULR��FXDQGR�ODV�PXMHUHV�©FRPHQ-ten un error» sí son marcadas socialmente, al respecto, comentaron que en una de las FRPXQLGDGHV� D� ODV� LQ¿HOHV� ODV� SRQHQ� D� KDFHU� WUDEDMRV� SHVDGRV� FRPR�� ³DFDUUHDU�arena, tierra o cemento […] para que toda la comunidad se entere del error de andar con RWUR�KRPEUH´��ODV�HQWUHYLVWDGDV�PHQFLRQDURQ�TXH�ORV�KRPEUHV�³KDVWD�SXHGHQ�YLVLWDU�las casas de sus amantes”. Los ejemplos anteriores muestran cómo las mujeres que se DWUHYHQ�D�GHVD¿DU�HO�HVTXHPD�SDWULDUFDO�FRPXQLWDULR�VRQ�H[KLELGDV�S~EOLFDPHQWH��DO�mismo tiempo que reciben como castigo físico actividades que regularmente son rea-lizadas por los hombres en un esquema simbólico de igualdad que evidencia la desigual-dad vivida en los discursos de la sexualidad.

Las entrevistadas lamentaron que en las localidades a veces son las mismas mu-jeres las que cuestionan a moralidad de las otras, aquellas que rompen el esquema

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de feminidad (que no se casan o tienen más de una pareja sexual), son acusadas de «machorras», «putas» o «marimachas», «las mujeres etiquetamos a otras mujeres». Frente a esta diferencia de lecturas de lo femenino y lo masculino, durante la entre-vista también se preguntaron «¿cómo hacer para que las mujeres no nos destruyamos?, ¿cómo hacer para que las mujeres podamos apoyarnos en las comunidades?» Esta UHÀH[LyQ�SRQH�XQ�QXHYR�GLOHPD�DO�SDUDGLJPD�GH�OD�LGHQWLGDG�GH�JpQHUR�IHPHQLQD�de mujeres mazahua: por un lado, es evidente la rivalidad entre mujeres (patriarcal) que ve en la vigilancia sexual de las mujeres la garantía de la ley masculina y, por el otro, la búsqueda de la sororidad entre mujeres propuesta por el feminismo como estra-tegia para deconstruir el corazón del patriarcado. A mayor resistencia de las iden-tidades tradicionales de las mujeres ante las disrupciones en el modelo patriarcal PD\RU�VXPLVLyQ��GH�DKt�OD�LPSRUWDQFLD�GH�TXH�ODV�PXMHUHV�VH�SODQWHHQ�UHÀH[LRQDU�VREUH�las condiciones de subordinación sexual que las distancian de las otras.

respecto a la salud reproductiva, existe poco conocimiento y uso de los métodos DQWLFRQFHSWLYRV�HQWUH�ODV�PXMHUHV�PD]DKXD�\�RWRPt�TXLHQHV�UHFRQRFLHURQ�TXH�³VL�IXHUD�por los hombres tendríamos muchos hijos”. Socialmente en las comunidades es mal visto que las mujeres no se embaracen «le echan a una habladas», debido a que la maternidad es la experiencia más obligatoria de sus vidas. Una de las mujeres comentó su historia: a pesar de que los doctores le habían diagnosticado que no podía tener muchos hijos por razones de salud, cuando le comentó al esposo su deseo de querer XVDU�XQ�PpWRGR�DQWLFRQFHSWLYR��pVWH�OH�UHVSRQGLy��³TXH�pO�QR�HVWDED�GH�DFXHUGR�TXH�fuera a la clínica y yo le dije: ¿por qué? y me contestó: para eso nos casamos, para tener KLMRV«´��/DV�PXMHUHV�D¿UPDURQ�TXH�HQ�ODV�FRPXQLGDGHV�PD]DKXD�\�RWRPt�OD�PDWHUQL-dad es muy difícil de sobrellevar porque si los niños se les enferman necesitan ir hasta Zitácuaro para curarlos y los recursos económicos son escasos.

desde que nacen, las mujeres son discriminadas, una partera otomí señaló que en VX�FRPXQLGDG��FXDQGR�QDFH�XQD�QLxD��OH�GLFHQ�D�ODV�SDUWXULHQWDV��³VDEHV�TXH�W~�QR�VLUYHV�ni para criar, porque puras viejas estás pariendo”, por ello, es común que los espo-VRV�SUH¿HUDQ�WHQHU�KLMRV�TXH�KLMDV��SXHV�ORV�SULPHURV�FRQVWLWX\HQ�OD�IXHU]D�GH�WUDEDMR�futura que les ayudarán en las labores del campo o a mantener a la familia. Una de ODV�HQWUHYLVWDGDV�SODWLFy��³FXDQGR�\R�LED�D�WHQHU�PL�SULPHU�KLMR��PL�HVSRVR�PH�GLMR��³VL�YDV�D�WHQHU�XQD�QLxD��SXHV�OR�VLHQWR�PXFKR��WH�YDV�D�WHQHU�TXH�LU�GH�OD�FDVD´�\�SDUD�mí fue muy desagradable, humillante, hay muchas mujeres que están amenazadas por esas cosas y no se atreven a comentarlo, no lo dicen”. Sin embargo, esta situación se vive emocionalmente como parte de las formas de maltrato sutiles que constituyen, a través del silencio, las fortalezas de la violencia de género.

Como es de esperarse, en un sistema basado en el poder del padre, la paternidad es fundamental para los hombres y la familia de éstos, sobre todo para las suegras. A pesar de los problemas de salud y pobreza, en las comunidades se cree que las mu-jeres son sólo «para tener hijos, para el hogar», la frase siguiente, común en la zona, muestra claramente lo anterior: «las mujeres son como la retrocarga, siempre en el

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rincón y bien cargada». En estas comunidades es común que las mujeres se embara-cen para retener al marido.

$OJXQDV�PXMHUHV�DUJXPHQWDURQ�WDPELpQ�TXH�OD�LQ¿GHOLGDG�\�OD�YLROHQFLD�FRQ\X-gal pueden ser causadas porque las mujeres deciden usar algún método anticoncep-WLYR��³HOORV�HPSLH]DQ�D�DQGDU�FRQ�RWUDV�PXMHUHV��TXH�SRUTXH�XQD�\D�QR�TXLHUH�WHQHU�KLMRV´��GH�WDO�PDQHUD�TXH�OD�PDWHUQLGDG�VH�FRQYLHUWH�HQ�OD�MXVWL¿FDFLyQ�GHO�GHWHULRUR�de los pactos sociales. Este tema que ha sido estudiado como violación a los derechos de las mujeres, se enfatiza pues incluso está permitido que algunos maridos repudien a sus esposas cuando son infértiles; al respecto, una de las promotoras señaló que una mujer de su comunidad (con más de diez años de casada y sin hijos), le comentó que VX�HVSRVR�OH�GHFtD��³HV�TXH�W~�SDUHFHV�PXOD�¢TXp�QR�SLHQVDV�WHQHU�KLMRV"�SRUTXH�VL�no tienes ¡te vas de mi casa!”. Una cultura que ha hecho de la maternidad el destino GHO�SDFWR�VRFLDO�\�GHO�YtQFXOR�FRQ\XJDO�GL¿FXOWD�ODV�SRVLELOLGDGHV�GH�WUDQVIRUPDU�el papel histórico de las mujeres a favor de su desarrollo personal y deja huellas profundas que integrarán más tarde «el síndrome de la indefensión aprendida», que se caracteriza por reproducir, en la propia identidad y en la manera de resolver los con-ÀLFWRV��OD�GHVHVSHUDQ]D�

de manera especial, la mayoría de entrevistadas reconoció que un problema de gé-nero en las comunidades mazahua y otomí es la falta de reconocimiento del trabajo de las mujeres (algunas salen a trabajar en lugares cercanos a cortar chíncharos o a vender sus artesanías), además, son pocas las mujeres que tienen cargos o puestos públicos. Una entrevistada que fungió como «Encargada del Orden» cuestionó los mitos acerca GH�ORV�UROHV�GH�JpQHUR��³TXH�ODV�PXMHUHV�QR�SXHGHQ�KDFHU�FLHUWDV�ODERUHV�S~EOLFDV´�\�argumentó que ella pudo hacer todo lo que hacían sus compañeros representantes SRSXODUHV�³LQFOXVR�PHMRU��SRUTXH�HOORV�IDOWDEDQ�PXFKR´�

Como algunas de las mujeres entrevistadas eran líderes en sus localidades, relataron TXH�WXYLHURQ�TXH�SDVDU�PDORV�PRPHQWRV�FRQ�VXV�HVSRVRV�FXDQGR�FRPHQ]DURQ�D�³VDOLU�fuera de sus comunidades”, las vigilaban y otras mujeres de sus ranchos las «critica-EDQª�\�GHFtDQ�D�VXV�HVSRVRV��³FRPR�OD�GHMDV�VDOLU�VL�QR�VDEHV�OR�TXH�DQGDUi�KDFLHQGR´��$�SHVDU�GH�OR�DQWHULRU��HOODV�QR�VH�DUUHSLHQWHQ�GH�KDEHU�PRGL¿FDGR�ODV�HVWUXFWXUDV�FR-munitarias respecto de las identidades de género, incluso están convencidas de la impor-tancia de llevar estos temas a las mujeres de sus comunidades.

Con respecto a las transformaciones de los roles de género, reconocieron que poco D�SRFR�VH�HVWiQ�PRGL¿FDQGR�ODV�HVWUXFWXUDV�SDWULDUFDOHV��VREUH�WRGR�ODV�PXMHUHV�jóvenes cada vez están menos dispuestas a padecer los pesares de la madre, como señaló una de ellas:

<R�WHQJR�PL�KLMD�TXH�\D�WLHQH����DxRV�\�QR�TXLHUH�FDVDUVH��GLFH��³QR�\R�SD�TXp�PH�caso dice, estoy viendo como mi papá no quiere trabajar, a veces se dedica más a tomar que a trabajar y tú te estás chingando trabajando y para esa vida que tienes, yo SUH¿HUR�HVWDU�VROD��WUDEDMR�\�PH�YLVWR��QR�QHFHVLWR�XQ�KRPEUH�SD�VHU�IHOL]«´��PXMHU��mazahua).

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Sin embrago, hay que decir que las mujeres que perciben estos cambios entre las MyYHQHV��WDPELpQ�KDQ�LQLFLDGR�XQ�SURFHVR�GH�UHÀH[LyQ�TXH�OHV�OOHYD��D�WUDYpV�GH�VX�H[SH-riencia y la de sus hijas, a reconciliar su presente con la idea de un futuro de igualdad para las mujeres.

1.5.2 Violencia de género

/D�YLROHQFLD�FRQWUD�ODV�PXMHUHV�HQ�OD�]RQD�HV�IUHFXHQWH��VREUH�WRGR�GXUDQWH�ODV�¿HV-tas, en esos días los hombres abusan del alcohol y se detona la violencia de género. Al principio de la entrevista, las asistentes al grupo focal negaron que exista la violencia contra las mujeres en sus comunidades; sin embargo, una de las promotoras informó que sus compañeras no hablan porque tienen miedo o porque algunas lo viven como algo QDWXUDO��³QRVRWUDV�SUHIHULPRV�OOHYiUQRVOR�D�OD�WXPED�TXH�KDEODUOR´��OR�TXH�VHxDOD�OD�GL-¿FXOWDG�GH�FRQWDU�FRQ�XQ�GLDJQyVWLFR�TXH�GHYHOH�ORV�tQGLFHV�GH�YLROHQFLD�UHDOHV�TXH�viven estas mujeres, así como también expresa el costo que están dispuestas a pagar para mantener las estructuras comunitarias.

Las modalidades de violencia de género expresadas por las informantes fueron: vio-lencia contra las y los niños, violencia durante el noviazgo, violencia conyugal y violencia familiar.

A las entrevistadas les preocupa de manera especial la violencia sexual hacia las niñas, jóvenes y mujeres ancianas, sobre estas últimas, las informantes relataron que hace poco más de tres meses una anciana fue repetidamente golpeada y violada en el monte cuando llevó a comer a su borreguito, los dos sujetos que cometieron el delito continúan amedrentándola. también algunas servidoras públicas nos infor-maron que en la zona la agrupación delictiva conocida como: «los zetas», violaron a una mujer mazahua, en estos casos aunque las personas de la región tienen cono-cimiento de los hechos, no han podido hacer justicia a las víctimas.

1.5.3 Violencia contra niñas, niños y adolescentes

En el año 2003, se realizó un estudio sobre violencia de género en la secundaria de la comunidad mazahua Francisco Serrato (para el análisis se realizaron ciento die-cinueve cuestionarios sobre maltrato-cuidado diseñados por el departamento de 6RFLRORJtD�GH�OD�8QLYHUVLGDG�$XWyQRPD�GH�%DUFHORQD�\�PRGL¿FDGRV�SDUD�VX�DSOLFD-ción en la localidad. Las edades de las y los estudiantes a quienes se aplicó el cuestio-nario fueron de 13 a 17 años; en esta investigación se analizó la información recabada durante el trabajo de campo en la escuela telesecundaria. El análisis mostró las situa-ciones de cuidado y maltrato que reconocen o viven en su entorno de manera cotidiana las y los estudiantes. La investigación priorizó el trabajo con adolescentes porque se consideró que es uno de los grupos más vulnerables y menos atendidos cuando se habla de violencia de género.

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Como resultados se obtuvo que: en los relatos de las y los adolescentes se visuali-zan las construcciones socioculturales sobre los comportamientos, actitudes y creen-cias estereotipadas de lo femenino/mujer y masculino/hombre. El estudio mostró que la mayoría de las relaciones entre las mujeres y los hombres posee una carga social FRQVLGHUDEOH�GH�DJUHVLYLGDG��OD�FXDO�VH�PDQL¿HVWD�GH�IRUPD�GLVWLQWD��OD�YLROHQFLD�FRQWUD�las mujeres es una constante en muchos de los relatos recopilados en los cuestio-narios, aunque no todas las formas de maltrato son percibidas por las y los estu-diantes como violencia; por ejemplo, el regaño es vivido por las y los estudiantes de secundaria como una situación de cuidado de las y los profesores, también como un hecho que se espera y se merecen por ser el resultado de la realización de ciertas conduc-tas poco deseables al interior de su cultura. Las formas de maltrato físico y psicológico SUHVHQWDQ�XQD�IXHUWH�WHQGHQFLD�D�VHU�MXVWL¿FDGRV�

Otros hallazgos de dicha investigación fueron: a los hombres les resulta más difícil que a las mujeres expresar sus sentimientos, esto se relaciona con la forma en que los hombres construyen su masculinidad en la represión de sus sentimientos y para el ejer-cicio del poder y la violencia. El maltrato está relacionado con la violencia física sola-mente y las mujeres padecen mayor control por las normas comunitarias, por ejemplo, los hombres pueden salir de sus casas sin necesidad de ir acompañados, mientras que las mujeres forzosamente tienen que salir acompañadas de amigas o familiares.

En esta comunidad, a los hombres los forman social y culturalmente como los que pueden ejercer el poder hacia los demás, de manera especial en la familia en la que existen jerarquías de poder, el padre es el que ejerce este poder —de manera vio-lenta o no—, como lo relatan algunas adolescentes quienes narraron historias en las cuales el padre golpea a su madre o a ellas cuando no quieren cumplir sus mandatos, de la misma manera hablan de la problemática del consumo de alcohol como un detonador para la violencia dentro de la familia (Barragán y Mejía, 2004: 103-114).

Actualmente, en las escuelas de la región la violencia entre los estudiantes es fre-cuente: a decir de las entrevistadas, en algunas primarias los niños les roban a otros su GLQHUR�R�VXV�SHUWHQHQFLDV��³OHV�HVFXOFDQ�ODV�PRFKLODV��OHV�TXLWDQ�ORV�OiSLFHV�R�OHV�SLGHQ�TXH�al día siguiente les traigan dinero amenazándolos con golpearlos o con que si los acu-san con sus papás, les va a ir peor”, agregan que actualmente se está dando esa moda-lidad de violencia y que esto no es exclusivo de las niñas o de los niños, ambos lo hacen. también denunciaron un caso de exhibicionismo de un niño hacia sus compañeras en una escuela secundaria.

El maltrato hacia los niños y niñas es frecuente, la violencia física se ejerce sobre WRGR�SRU�SDUWH�GH�ODV�PDGUHV��HVWDV�PXMHUHV�MXVWL¿FDQ�OD�YLROHQFLD�KDFLD�VXV�KLMDV�H�hijos con la situación de violencia conyugal que viven o vivieron, por eso, es común TXH�HOODV�VH�GHVTXLWHQ�FRQ�VXV�KLMRV�H�KLMDV��³TXH�\D�OHV�GD�HO�MDOyQ�GH�RtGRV��HO�MDOyQ�GH�greñas o el golpe.”

En las familias los y las niñas no tienen derechos; para las entrevistadas, el hogar es el lugar privilegiado para generar y educar en la violencia, la frase: «cállate escuin-

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FOH�YHWH�SDUD�DOOi�D�MXJDU��¢TXH�QR�YHV�TXH�HVWR\�RFXSDGD"ª��UHÀHMD�OD�PLQXVYDOtD�HQ�OD�que se tiene a las y los niños en estas comunidades. también es frecuente encontrarse con niños que no asisten a la escuela porque trabajan:

Una vez se me hizo fácil preguntarle a una señora ¿por qué no los manda a la escue-la [a sus hijos]? ahorita los apoyan mucho, les dan «Misión Mundial» o «Oportuni-dades» y ella me contestó:

—¿Para qué?, a mí me ayudan más así […] Porque ellas los mandan pedir limosna en las casas o en los comercios y los explo-

tan de esa manera, a veces ya nomás esperan que caminen para mandarlos y ya regresan cargando cajas; una vez les pregunté a unos niños que si les gustaría ir a la escuela y me dijeron:

no, para qué, yo acá me gano un peso. Los niños se acostumbran a la vida fácil... (mujer, mazahua).

Los niños que trabajan en las comunidades lo hacen para ayudar a sostener el hogar, «por comodidad de los padres», a veces para a sostener el alcoholismo de los padres (aunque el alcoholismo es frecuente tanto en los hombres como en las mujeres).

Una problemática urgente de atender son las violaciones sexuales y los incestos que en la zona se cometen contra los niños y las niñas, sobre todo contra éstas; du-rante las entrevistas, se relató el caso de un padre que vendió a su hija, durante una ¿HVWD��SRU�GRVFLHQWRV�SHVRV�D�XQ�KRPEUH�SDUD�FRPSUDU�DOFRKRO�\�VHJXLU�EHELHQGR��también se contaron eventos de abuso sexual a niñas, generalmente este tipo de ca-sos son encubiertos: «por el miedo al qué dirán» o «por el miedo a que sea señala-da la personita [la niña]», también es frecuente que la familia no denuncie debido a la impunidad: «los culpables salen y andan como si nada», en otras ocasiones cuando violan a las niñas, la familia no les cree. Al respecto, una de las entrevistadas dio su testimonio:

yo supe de una violación, cuando la violó, la niña le dijo a su mamá y sin embargo, VX�PDPi�QR�OH�FUH\y��pO�HUD�VX�SDGUDVWUR�\�DO�¿QDO�GH�FXHQWDV�VLJXLy�OD�YLRODFLyQ��DKR-rita ya está grande la muchachita y creo que tiene dos o tres hijos del señor y viven allí como si no pasara nada (mujer otomí).

Algunas veces las mismas mujeres encubren la violación sexual con tal de no SHUGHU�ORV�EHQH¿FLRV�GH�WHQHU�XQ�KRPEUH�TXH�FRPSOHPHQWH�VX�LGHQWLGDG�IHPHQLQD��también es común que cuando abusan sexualmente de un niño, lo priven de su libertad (lo esconden), antes que atenderlo psicológicamente. Para los parientes del ofendido es «una mancha para la familia», posiblemente por la vinculación que la comunidad hace entre la homosexualidad y la violación. Las familias tienden a culpar a las y los niños de la violación. Una de las promotoras relató que hacía pocos días en su comuni-dad se supo del caso de una jovencita (de 12 años) que fue violada por su hermano y resultó embarazada de esa violación y no se le proporcionó atención especializada ni se le ofrecieron las opciones legales.

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respecto de la participación de las parteras en la detección de la violencia de JpQHUR��GHVGH�KDFH�\D�YDULRV�DxRV�XQ�Q~PHUR�VLJQL¿FDWLYR�GH�DXWRUDV�KDQ�GHPRVWUDGR�que el Sector Salud es fundamental para la detección y primera intervención en los casos de violencia sexual y doméstica contra las mujeres (heise, 1994; Saucedo, 1996 y 2004; González Montes, 1998; Venguer, 1998; Sagot, 2000; Guerrero, 2002; riquer, 2002; Olaiz, 2003). Las dos últimas décadas han sido decisivas para que esta modalidad de la violencia se reconozca como un problema de salud pública que afec-ta a todos los sectores de la población. Los estudios demuestran también que las personas principalmente agredidas son las mujeres, niñas y niños, que el problema es multicausal, multidimensional y un fenómeno de variables complejas.

En el ámbito internacional, la Organización Mundial de la Salud y la Organiza-ción Panamericana de la Salud reconocen la violencia de género como problema de salud pública, centran sus estudios en enfoques epidemiológicos que pretenden tanto HVWDEOHFHU�ODV�FDXVDV�GH�OD�YLROHQFLD�KDFLD�ODV�PXMHUHV�FRPR�LGHQWL¿FDU�ORV�IDFWRUHV�que la propician o se asocian a ella con mayor frecuencia (Arraigada y Godoy: 1999; nájera, 2003). En México, desde el espacio de la salud se han desarrollado diversos trabajos de investigación y análisis de la problemática o tendientes a operativizar políticas públicas encaminadas a la intervención de la problemática (Sobrón, 2002; Saucedo, 2002 b; Uribe y Billings: 2003; Castro: 2004).

Estas investigaciones describen que en el ámbito rural e indígena, el trabajo con parteras empíricas, promotoras y asistentes rurales, así como enfermeras comuni-tarias es fundamental. Una partera de la zona otomí describió una vivencia sobre un caso de abuso sexual incestuoso:

yo vi un caso muy triste de una niña como de trece o catorce años, que la mamá estaba enterada de que su marido violaba a la niña y por no perder la señora al marido, aceptaba todo eso, cuando la muchachita queda embarazada, el señor va y me dice a mí:

—Señora quiero que vaya a aplicarle una inyección a mi hija que tiene mucha gripa.—Orita voy o tráigala, que venga —le dije. —no, quiero que vaya [a su casa] por favor —él me dijo. yo fui y no era ninguna inyección de penicilina, le habían raspado bien el nombre a

la ampolleta y uno como partera sabe que es eso y le dije yo a la señora: —Esta inyección no es para gripa, es para una señora así como usted que no puede

bajarle la menstruación o para algún retraso —y le dije— la niña no se la puede poner.La niña no quería ponérsela, estaba llorando […] él no estaba allí y la mamá le dijo: —¡ándale voltéate! y yo le dije: —yo no se la voy a aplicar.y me dijo: —¡Usted aplíquesela por favor, ella sabe porque se va aplicar esto —y la mamá la

agarró de las dos piernas y le dijo [a la niña]: —¡Voltéate perra!, por eso hubieras pensado lo que hiciste.

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[Ahora] la muchachita tiene una niña de siete años, la mamá y la hija duermen en la cama con el señor… (partera otomí).

La entrevistada que relató el caso, indicó su asombro ante situaciones que como ésta marcaron su vida, entre las asistentes a uno de los grupos focales trataron de ex-plicar por qué pasan casos similares en las comunidades rurales e indígenas y como, WRGDV�VDEtDQ�GH�FDVRV�FRPR�pVWRV��UHODWDQ�TXH�SUH¿ULHURQ�©FXLGDUª�D�VXV�KLMDV�©KDVWD�del padre», expresaron que ellas «siempre tuvieron mucho cuidado con la familia». Los testimonios sugieren la presunción de que en la zona pueden ser frecuentes los casos de abuso sexual contra las niñas y niños en el seno de las familias.

Sobre este tema, un porcentaje importante de las mujeres entrevistadas contaron su propia historia de violencia laboral y docente, una de ellas relató el acoso sexual que sufrió por parte de uno de sus maestros en la escuela secundaria en la que estudiaba y relató que el profesor pedía a las jovencitas favores sexuales a cambio de obtener EXHQDV�FDOL¿FDFLRQHV�HQ�VX�PDWHULD��pO�GHFtD��³\D�YDQ�D�WHUPLQDU�HO�WHUFHUR�GH�VHFXQ-daria y para pasar tienen que pasar por mis armas”, es decir, tener relaciones sexua-les con él. Las entrevistadas comentaron que a veces el miedo detiene a las mujeres D�OD�GHQXQFLD�\�UHÀH[LRQDURQ�VREUH�OD�LPSRUWDQFLD�TXH�WLHQHQ�DOJXQDV�PDHVWUDV�FRQV-cientes para detener este tipo de vivencias de las jovencitas. también lamentaron que en otros casos los profesores agresores sexuales son protegidos por el sindicato: ³VyOR�ORV�WUDVODGDQ�GH�HVFXHOD��SDUD�TXH�DOOi�VLJDQ�YLRODQGR�D�RWUDV�QLxDV�´

Como la mayoría de las entrevistadas ha tenido cursos sobre equidad de género, reconocieron la importancia de que en las escuelas de sus comunidades las y los niños también reciban este tipo de educación, que se fomente este tipo de valores des-de temprana edad. Para ellas, también sería fundamental propiciar la equidad entre hombres y mujeres desde la educación familiar.

1.5.4 Violencia en el noviazgo

Un elemento importante a considerar en el análisis de la problemática es que al-JXQDV�IDPLOLDV�PD]DKXD�PLJUDQ�WHPSRUDO�R�GH¿QLWLYDPHQWH�DO�'LVWULWR�)HGHUDO��$�SHVDU�GH�HOOR��ORV�UROHV�GH�JpQHUR�VH�PRGL¿FDQ�SRFR��HQ�OD�FLXGDG��D�ODV�PXMHUHV�ODV�siguen controlando y limitando en sus acciones, en este aspecto, las abuelas mater-nas juegan un papel importante en el control de la sexualidad de las nietas. Si las mujeres tienen un novio, las abuelas consideran que se tienen que casar con él, los noviazgos son cortos y en más de una ocasión las mujeres jóvenes se van con hom-bres más grandes que ellas. Es común que las familias —sobre todo el padre— no permitan que las mujeres tengan novio e incluso pueden ejercer violencia para limitarlas de tener una relación erótico-afectiva.

durante el noviazgo, los jóvenes prohíben a las mujeres que hablen con otros hombres o salgan a pasear con sus amigas; las entrevistadas recordaron cuando eran

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MyYHQHV��³OR�DGPLWtDPRV�SDUD�TXHGDU�ELHQ�FRQ�pO�>QRYLR@��SRUTXH�GHFtDQ��©SODWLFDVWH�con fulanito, es que andas de puta», tienes que estar sujeta a lo que el hombre diga”.

La violencia en el noviazgo es el preámbulo para la relación que se instituye des-pués del matrimonio o unión, algunas de las jóvenes lo saben, pese a ello, el mandato sociocultural relacionado con los usos y costumbres las obliga a continuar con la ló-gica comunitaria y las instituciones de género.

1.5.5 Violencia conyugal y familiar

La mayoría de las mujeres que participaron en los grupos focales pudieron iden-WL¿FDU�TXH�KDQ�YLYLGR�YLROHQFLD�IDPLOLDU�\�FRQ\XJDO�SRU�SDUWH�GH�VXV�HVSRVRV�R�FRP-pañeros sexuales, esto nos tendría que dejar de asombrar pues en estas comunidades los hombres tienen, casi de manera absoluta, el poder y cuando las mujeres se niegan a realizar lo que ellos quieren, comienzan los problemas de violencia conyugal. Al respecto una de las promotoras señaló:

dicen que ha aumentado el conocimiento, que los estudios, pero no han podido ayudar [a las mujeres] porque todavía el hombre aun teniendo esos conocimientos, no lo quieren UHFRQRFHU��SRUTXH�WRGDYtD�HOORV�VRQ�ORV�TXH�PDQGDQ��HOORV�VRQ�ORV�TXH�GLFHQ��³WUiHPH�XQ�YDVR�GH�DJXD´�DXQ�HVWDQGR�HO�DJXD�FHUFD��OOHJDQ�GHO�WUDEDMR�FDVL�WURQDQGR�GHGRV�³VtUYHPH�de comer”; a ellos no les importa si la mujer estuvo lavando, si estuvo en la faena de la es-cuela, si se fue a hacer trabajos al campo, si sacó a los animales [al campo], si hizo todo HO�TXHKDFHU��HOORV�QR�VH�¿MDQ�HQ�HVR��HOORV�OOHJDQGR�TXLHUHQ�TXH�HVWp�\D�OLVWD�OD�FRPLGD��VH�sientan a esperar y casi a tronar dedos y allí es donde empieza el maltrato físico o psico-OyJLFR�SRUTXH�HPSLH]DQ��³HV�TXH�QR�VLUYHV�SDUD�QDGD��HV�TXH�HUHV�XQD�LQ~WLO��TXp�HVWXYLVWH�haciendo, a dónde fuiste, con quién te fuiste (mujer otomí).

Al preguntarles sobre los episodios de violencia por parte de sus esposos, las mu-jeres nos relataron su impotencia ante esas costumbres tan difundidas y permitidas en OD�]RQD��³PH�KH�HVWDGR�DFRUGDQGR�FRQ�WULVWH]D�GH�HVDV�FRVDV�TXH�PH�SDVDURQ��SHUR�ya pasó…”. Muchas de las entrevistadas sufrieron violencia por más de diez años ya que «antes no se hablaba sobre el tema».

Los principales motivos de la violencia expresados por las mujeres fueron: el al-coholismo, la celotipia, que las mujeres trabajen, que usen métodos anticonceptivos, que salgan de sus casas, que no cumplan con las labores del hogar, o que salgan sin permiso del esposo o padre de la familia. A las entrevistadas las han insultado, golpeado, pateado, amenazado con quemarles o derribar sus casas, amenazado con cuchillos o machetes, y abusado sexualmente (aunque esta situación fue negada por la mayoría de las asistentes); también reconocen que la violencia ha disminuido, según un relato, hace tiempo:

Mi suegro tomaba mucho y era muy celoso, no quería que saliéramos afuera y cuando VDOtDPRV��SXHV�QRV�WUDWDED�TXH�pUDPRV�PDURWDV��QRV�GHFtD��³TXH�YDQ�D�KDFHU�DIXHUD��

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ustedes deben de estar en su cocina para que hagan tortillas, moler y hagan su comida”, era muy celoso mi suegro, llegando le daba su cachetada a mi suegra, la jalaba de los cabellos y hasta le quebró la nariz y el pecho […] no la llevaron al médico, fue con una yerbera y le dio una planta que se llama «sirial», le echó medio litro de alcohol y se lo tomó y con eso se compuso, también a nosotros nos daba patadas, pero mi esposo no nos golpeó (mujer mazahua).

Casi todas las entrevistadas relataron eventos de violencia doméstica en la familia de origen, como muestra el siguiente testimonio:

yo me acordaba cuando estaba yo chiquita, llegaba mi papá y levantaba de la cama a mi mamá y la agarraba y le pegaba y a nosotros nos levantaba y nos sacaba [de la casa] como media hora y llorábamos, era oscuro y no había luz y no había quién iba a defender y levantaba a mi abuelita y también le daba [le pagaba], no la respetaba, le pegaba mucho […] se fue como dos meses a México y cuando regresó, lo recibió otra vez mi mamá y yo tenía mucho miedo cada que se emborrachaba… (mujer mazahua).

La violencia conyugal o de pareja en la zona ha llegado a extremos, como lo des-cribe una de las entrevistadas en su testimonio, ella recordó que frente a su casa había una familia que tenía serios problemas de violencia por parte del hombre:

yo vi cuando era niña [hace ocho o diez años] que a una vecina que vivía enfrente, su esposo le pegaba a la señora y a los niños y al último la señora se murió de tantos golpes y ahorita tiene otra [mujer] y también [le pega]. Esa vez, como siempre le pegó y le pegó, la señora se fue y después vino [regresó a la comunidad] y él volvió a pegar, aun-que ya se sentía mal la señora por los dolores de los golpes que tenía en el cuerpo, se fue a morir con su hija a México […] y así lo dejaron porque la señora no fue al hospital, na-die ni los doctores, ni la ley hizo algo (mujer mazahua).

Las entrevistadas relataron su propia historia de violencia conyugal o de pareja y los recursos que tienen para defenderse cuando han vivido esas situaciones. En la zona, las alternativas que tienen las mujeres son prácticamente nulas, pocas son las mujeres que se han atrevido a poner una denuncia ante las autoridades municipales, algunas otras han recurrido a las autoridades tradicionales y éstas han tratado de atender los casos mediante el derecho de los usos y costumbres, a pesar de la buena fe de estos servidores públicos, la violencia contra las mujeres y los infantes en las comunida-des mazahua y otomí continua siendo una problemática constante que tiene conse-cuencias severas, como lo muestra el siguiente testimonio:

Una vecina una vez me fue a defender, la vecina vio que estaba encima de mí golpeándome, yo estaba embarazada de una niña, él quería que yo abortara, me de-cía que a lo mejor la niña salía mal [por un eclipse que pasó] o que yo me iba a mo-rir en el parto y me golpeó y brincó encima de mí y cuando se fue, fui y compre una veladora y le pedí a dios que no se cayera mi bebé y que no le pasara nada y yo pensé que iba a salir perjudicada mi bebé porque hasta se me peló todo esto [el es-tómago] (mujer mazahua).

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Para concluir este apartado, es importante señalar que aunque las mujeres habla-URQ��SUH¿ULHURQ�QR�WRFDU�HO�WHPD��VH�SUHVXPH�TXH�H[LVWH�OD�YLROHQFLD�VH[XDO�GHQWUR�GHO�matrimonio, sin embargo, como señalaron algunas de las promotoras y la partera otomí, para la mayoría de las mujeres de estos pueblos originarios la violencia sexual dentro del matrimonio es parte del «débito conyugal», un mandato que las mujeres casadas tienen que cubrir a pesar de sus propios deseos.

1.5.6 Recursos de las mazahua y otomí para enfrentar la violencia de género

/DV�PXMHUHV�TXH�VXIUHQ�YLROHQFLD�VH�GH¿HQGHQ�FRPR�SXHGHQ��ODV�HQWUHYLVWDGDV�UHFRQRFHQ�TXH�DKRUD�ODV�PXMHUHV�PDOWUDWDGDV�WDPELpQ�VH�GH¿HQGHQ�\�DOJXQDV�UHVSRQGHQ�con agresiones a sus esposos, algunas señalaron al respecto:

yo le decía a mis hijos que no se metieran, yo lo empujaba y no me dejaba, aun-que mi mamá me decía que nunca es bueno pegar al marido, pero de una manera se tiene que defender uno, aunque uno no lo golpee pero sí se tiene que defender […] \�GHVSXpV�FXDQGR�pO�\D�HVWDED�MXLFLR�>VLQ�WRPDU@�\R�OH�GLMH��³PLUD�W~�QR�PH�WUDHV�JDVWR��tomas mucho y golpeas, ahorita vamos a hacer una cosa, no te voy a dejar, pero tam-poco quiero que me sigas golpeando, no me busques problemas”; no quiere dejar el YLFLR�SHUR�DKRUD�\D�QR�PH�JROSHD�>«@�PLV�KLMRV�\D�OH�GLFHQ�³QR�TXHUHPRV�TXH�JROSHHV�D�mi mamá” (mujer mazahua).

$�PL�XQD�YH]�TXH�IXLPRV�D�XQD�¿HVWD��PL�PDULGR�WRPy�\�OR�TXH�KL]R�>«@�\R�QR�PH�di cuenta yo estaba bailando, cuando siento que me ponen un trancazo en la cara, vol-WHR�\�YHR�TXLpQ�HUD�\�PH�SRQH�OD�RWUD�\�RWUR�GtD�HQ�MXLFLR�OH�GLMH��³QR�PH�YXHOYDV�D�SHJDU�y trancazo que yo reciba, tú también lo vas a recibir de mí, porque yo no tengo familia, SHUR�\R�PH�YR\�D�GHIHQGHU�VROD´�\�PH�GHIHQGt�VROD�\�HQ�RWUD�¿HVWD�PH�TXLVR�SHJDU�\�\R�lo recibí con trancazos y nunca me volvió a golpear… (mujer mazahua).

En la mayoría de los casos, son los hijos los que detuvieron la violencia conyugal de sus padres hacia sus progenitoras, todas las mujeres coincidieron en que sus hi-jos están agradecidos porque «ellas los defendían de los golpes de su padre», por eso cuando migran a la ciudad de México, les envían o proveen de recursos económicos a sus madres que permanecen en su comunidad.

Con respecto a la impartición de justicia, en estas comunidades la denuncia es prácticamente nula, las víctimas no denuncian por miedo al agresor, falta de apoyo familiar, recursos económicos o por falta de credibilidad en la justicia; a pesar de lo anterior, en casos extremos las mujeres demandan y los agresores se van al distrito Federal por un tiempo y después de algunos meses regresan, todos los casos relatados quedaron impunes, no hubo sanción legal para los agresores.

Otra alternativa expresada por las mujeres para salir de la violencia conyugal en casos extremos fue cambiar de residencia hacia el distrito Federal [allá se desempe-ñan como trabajadoras domésticas o venden artículos en las calles de la ciudad]; sin

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embargo, la pobreza y la falta de empleo provoca que las mujeres regresen a sus comunidades, situación que puede generar aún más violencia y maltrato para ellas y sus hijas e hijos.

Las mujeres mazahua y otomí que sufren violencia tampoco tienen por costumbre acudir a los sistemas de salud a solicitar ayuda, algunas recurren a la medicina tradi-cional, a la herbolaria y en primera instancia «rezan a dios» para que se curen pronto o no tengan alguna consecuencia en su salud.

����3UiFWLFDV�\�UHSUHVHQWDFLRQHV�GH�OD�YLROHQFLDde género que viven las nahua de la costa

El siguiente acápite muestra la situación de violencia de género y doméstica que viven en su cotidianidad las mujeres nahua de la costa del estado, sin duda, el grupo más olvidado en las acciones gubernamentales y los trabajos académicos sobre género, tal vez por la lejanía respecto de la capital michoacana. A diferencia de los pueblos p’urhépecha, la literatura que muestre la situación en la que viven las mujeres nahua es prácticamente inexistente.

durante el recorrido realizado en la zona para la elaboración de este documento, se visitaron seis grupos de mujeres, todas ellas hablantes de náhuatl y español, vinculadas mediante proyectos productivos con la Secretaría de la Mujer. Con ellas se realizaron tres grupos focales en las comunidades de Maruata, tizupa y Pómaro. A continuación se presentan los resultados del trabajo de campo.

1.6.1 Representaciones en torno a la identidad de género

Sobre la construcción de las identidades de género y el trabajo doméstico, las en-trevistadas señalaron que en las comunidades nahua la mayoría de las mujeres se dedican al hogar: «todas somos amas de casa», es rara la mujer que trabaja en acti-vidades remuneradas fuera de la casa y si lo hace, será en trabajos adscritos al sector informal en la misma comunidad o localidades cercanas.

En las comunidades nahua, los roles de género están determinados socialmente, ³ODV�PXMHUHV�QRV�TXHGDPRV�HQ�OD�FDVD�\�pO�>PDULGR�R�FRPSDxHUR@�VH�YD�D�WUDEDMDU´��(O�modelo de familia de hombre «proveedor» y mujer «ama de casa» es el que prevalece en los hogares.

Acerca de la vida cotidiana de las nahua, las entrevistadas relataron que inician su jornada diaria a las cinco o seis de la mañana: preparan el desayuno para sus hijos e hijas, los visten y arreglan para que se vayan a la escuela; barren y trapean la casa, lavan la ropa y ponen el nixtamal para hacer las tortillas —ninguna compra las tortillas porque les gustan más las tortillas «hechas a mano»—, algunas mujeres hacen tortillas dos o tres veces en un mismo día, el tiempo que tardan en esta actividad es de más de GRV�KRUDV��HVWR�VLJQL¿FD�TXH�HVWDUiQ�DOUHGHGRU�GH�FXDWUR�D�VHLV�KRUDV�DO�GtD�HQ�HVWD�

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labor. Por la tarde, las amas de casa salen al campo a recoger o a cortar leña, algunas comentaron que tienen que trasladarse desde muy lejos para buscar la leña, y que se regresan «como burros», es decir con cargas muy pesadas.

La actividad de recolectar la leña es fundamental para las familias porque existen comunidades en las que sólo se cocina con este tipo de combustible, en otras, a pesar de WHQHU�JDV��ODV�DPDV�GH�FDVD�SUH¿HUHQ�XVDU�OD�OHxD�SRUTXH�©DVt�QR�VH�OHV�JDVWD�HO�JDVª��D�¿QDO�GH�OD�WDUGH��ODV�PXMHUHV�ERUGDQ�VHUYLOOHWDV��IXQGDV�SDUD�DOPRKDGDV��PDQWHOHV��carpetas y otros artículos para el hogar —las prendas se comercializan poco—, esta es una de sus actividades preferidas.

Cuando a las entrevistadas se les preguntó si los hombres de la comunidad colabo-ran en las actividades del trabajo doméstico, ellas respondieron sarcásticamente que no.

Sobre aspectos relacionados con la formación de las nuevas parejas, indicaron que, las jóvenes inician sus relaciones de noviazgo a temprana edad, de los trece a los dieci-séis años, también señalaron los mecanismos de inicio de la relación. A las jóvenes «se las roban a la buena», esto es, se van con el novio porque así lo desean: «se las llevan SRU�VX�JXVWRª��³D�OD�PD\RUtD�GH�ODV�PXMHUHV�\D�QR�ODV�SLGHQ��VyOR�VH�YDQ�FRQ�HO�QRYLR´��A diferencia de las mujeres de otros pueblos originarios, las nahua tienen más permisi-vidad para ocupar solas los espacios públicos comunitarios, incluso en la noche.

Algunas de las mujeres adultas relataron que —sobre todo en años anteriores— había más mujeres a las que «piden», lo anterior consistía en que el muchacho hablaba con los papás de la novia y les «pedía» a su hija en matrimonio; al respecto, una anciana H[SUHVy�DOJXQRV�FDPELRV�HQ�ODV�UHODFLRQHV�GH�QRYLD]JR��³DQWHV�ODV�PXFKDFKDV�WHQtDQ�que platicar enfrente de los papás y ahora ya no, ahora ya nomás se salen…”. Cuando a las jóvenes «las piden», la costumbre dicta que el novio asista a la casa de la novia a «pedirla», cuando el joven visita la casa de la novia, le lleva al suegro una botella de vino y cigarros, y si éste acepta el compromiso, el joven bebe el alcohol con el padre de su futura esposa, después de algunos días, los familiares del novio «pasan a recoger a la muchacha», una de las entrevistadas comentó:

Antes cuando iban a «recogerla» [a la muchacha] los papás del muchacho, mataban gallinas y hacían tamales, el papá se quedaba comiendo y la muchacha se iba, cambia-ban a la muchacha por los tamales [se ríe] […] ahora se acostumbra que se «entregue» a la mujer casadera en la iglesia (mujer nahua).

durante la boda, los familiares del novio les proporcionaban comida a todos los invitados. Como las costumbres han cambiado, ahora la mayoría de las muchachas se van a vivir a la casa del novio, sin ceremonia alguna. Los noviazgos son cortos (duran un mes, dos o tres, pocos más de un año).

3DUD�ODV�HQWUHYLVWDGDV��HO�PDWULPRQLR�VLJQL¿FD�XQ�RUJXOOR��XQD�IRUPD�GH�©WURIHR�social», cuando en las entrevistas se les preguntó a las mujeres si ellas se fueron con HO�QRYLR�R�ODV�SLGLHURQ��WRGDV�GLMHURQ��³\R�PH�PDQGp�SHGLU´��FRPR�VL�©LUVH�FRQ�HO�QRYLRª�fuera un agravio. Incluso algunas relataron cómo, cuando abandonaron el hogar pater-

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QR��VXV�IDPLOLDUHV�OHV�KLFLHURQ�XQD�¿HVWD�\�ODV�HQWUHJDURQ��©D�OD�SXHUWD�GH�OD�LJOHVLDª��«me entregaron, me pidieron», en una posición hasta cierto punto objetual de la cultura. A pesar de lo anterior, en la zona se reconocen también a mujeres «en unión libre».

Sobre el tema del inicio marital, las entrevistadas relataron que ahora no se «roba-ban a la fuerza» a las mujeres, que esa costumbre ya se erradicó:

yo me acuerdo que a una [joven] fueron por ella a la fuerza, porque ya le había dicho al novio que sí, pero después ya no quería y él fue por ella a su casa y se la llevó cargada [en hombros] […] y como ella ya se vio en el camino, ya no le quedó de otra [se fue con él]... (mujer nahua).

En los grupos focales también se habló del embarazo de jóvenes antes del matri-PRQLR��³$OJXQDV�PXFKDFKDV�OHV�WRFD�OD�PDOD�VXHUWH��VDOHQ�FRQ�VX�SDQFLWD´��ODV�UD]RQHV�expresadas fueron que las muchachas salen de sus casas con los novios solas por la noche, lo interesante es que las expresiones de las entrevistadas ante tales hechos, más que de recriminación [como pasaría en otras culturas] son de «burla» y entre risas, las HQWUHYLVWDGDV�DVHJXUDQ��³ODV�PXMHUHV�VH�GHEHQ�GH�GDU�D�UHVSHWDU�FRQ�ORV�KRPEUHV�\�QR�andar de «cachondas» porque no se dan a respetar y las cambian por otras”.

En algunas relaciones de pareja, las entrevistadas reconocen que hay maridos que ³VRQ�PX\�GHMDGRV��WROHUDQ�TXH�OD�PXMHU�KDJD�OR�TXH�TXLHUH´��HQ�HO�HVWXGLR�VREUHVDOH�esta expresión, pues las mujeres que participaron en los grupos focales de las otras tres culturas de pueblos originarios, no se escuchó una frase parecida a esta.

Otro aspecto de la salud reproductiva de las jóvenes es que comienzan los embara-]RV�D�WHPSUDQD�HGDG��³XQD�YH]�TXH�VH�YDQ��WRGDV�HPSLH]DQ�D�WHQHU�KLMRV��OD�FRVWXPEUH�aquí es tener los que se tengan, los que vengan”, el uso de métodos anticonceptivos en la zona es poco frecuente. Entre los comentarios que surgieron en los grupos foca-les está el de que hay mujeres que tienen hasta dieciocho hijos; y a pesar de que las mujeres reconocieron que en las clínicas de salud les proporcionan información sobre HO�XVR�GH�PpWRGRV�DQWLFRQFHSWLYRV��SRFDV�ORV�XVDQ�UHJXODUPHQWH��³DKRUD�KD\�FRQVHMRV�para cuidarnos y algunas los toman y otras no”. Un elemento importante para que estas mujeres usen métodos anticonceptivos es que el marido o pareja esté de acuerdo: ³SRUTXH�WDPELpQ�OH�D\XGD�D�OD�PXMHU´�

tres problemas que enfrentan las comunidades fueron mencionados como indis-pensables de resolver para su bienestar: la adicción a las drogas y el alcoholismo, sobre todo en los jóvenes, las enfermedades de las mujeres como el cáncer cervicou-terino y de mama y los altos índices de migración que ponen en mayor vulnerabilidad la estabilidad económica y psicológica de las mujeres.

1.6.2 Violencia contra niñas, niños y adolescentes

Como en la mayoría de los hogares mexicanos, la violencia contra las y los niños en la zona es alta, las entrevistadas relataron historias relacionadas con infantes que

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no asisten a la escuela, «porque se van al desmonte a trabajar» o adolescentes que por falta de recursos económicos, después de terminar la secundaria abandonan la escuela. A la pregunta: ¿quién consideran que sea más conveniente que ingrese a la escuela, las mujeres o los hombres?, las entrevistadas respondieron que la educación debería ser «parejo» y lamentan que antiguamente las mujeres de sus comunidades tenían acceso limitado a los sistemas educativos:

Mi mamá me platica que cuando ella estaba jovencita ya no quiso su papá que fuera a la escuela, que porque ya estaba muy grande, y que porque era mujer y que solamente [las mujeres] en el quehacer de la casa, por eso mi mamá no sabe leer (mujer nahua).

En la actualidad, el mandato de género es más fuerte que los designios paternos, las mujeres no siguen estudiando porque no quieren y cuando se les preguntó a las HQWUHYLVWDGDV�¢SRUTXp�QR�TXLHUHQ�VHJXLU�HVWXGLDQGR�ODV�MyYHQHV"�&RQWHVWDURQ��³HV�TXH�preferimos los esposos, nunca piensa uno en el futuro...”.

En los grupos focales se discutió el papel de la madre como reproductora de la vio-lencia contra las y los hijos en la familia, después de algunos minutos de silencio, las entrevistadas reconocieron que los regañan y les pegan «pa’que entiendan», otra dice TXH�FXDQGR�QR�OH�HQWLHQGHQ�VXV�QLxRV�³Vt��DJDUUR�OD�YDULWD�\�OHV�SHJR���´��SHVH�D�OR�anterior, algunas cuestionan que haya mujeres que golpeen a sus hijas e hijos:

yo me acuerdo que a veces mi mamá después de la escuela me preguntaba qué letra es esta, yo no sabía y me pegaba, y así yo oigo que algunas les pegan, los andan corre-tiando como un perro [...] ¡qué va a aprender el niño! no entiende nada así [...] mi mamá cuando no aprendía a coser me daba de chingadazos, como iba a aprender... (mujer nahua).

Como parte de este proceso de investigación, también se detectó la violencia que algunos maestros y maestras de las escuelas (principalmente primarias) ejercen en contra de sus alumnos y alumnas; las madres de familia denunciaron que antes los PDHVWURV�DFRVWXPEUDEDQ�D�JROSHDU�D�VXV�KLMRV��³OHV�SHJDEDQ�XQRV�SXWD]RV�FRQ�XQD�vara o los ponían en el sol con una piedra en cada mano”. tristemente recordaron que ellas habían vivido en más de una ocasión incidentes como los mencionados y, aunque la violencia contra las niñas y niños en las escuelas tiende a disminuir, se siguen SUHVHQWDQGR�LQFLGHQWHV�GH�PDOWUDWR��FRPR�OR�UHODWy�XQD�HQWUHYLVWDGD��³$KRUD�\D�VyOR�les pegan con una vara o les jalan las orejas o los cabellos.”

Ante estos actos, las mujeres señalaron que sienten disgusto con los profesores que les pegan a sus niños y cuando surgen incidentes como los anteriores, les dicen a los SURIHVRUHV��³VL�QR�DJXDQWDV�DO�QLxR�SXHV�PH�OR�OOHYR��SUH¿HUR�SHJDUOH�\R��D�TXH�PH�le anden pegando otros” Las mujeres consideran que es «un derecho» pegarles a sus KLMRV�H�KLMDV��©FRPR�PDPiª��SDUD�TXH�©VH�HGXTXHQª��2WUDV�OH�FRQ¿HUHQ�HO�SHUPL-VR�D�ORV�PDHVWURV�SDUD�TXH�OHV�SHJXHQ�D�VXV�KLMRV��³VL�QR�WH�HQWLHQGH��SpJDOH��\R�QR�me voy a enojar porque tú les pegues”. El recurso de los niños en los casos de vio-lencia es correr y escaparse del hogar aunque sea por unas horas.

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Entre las entrevistadas, hubo quienes recordaron su propia historia de violencia por parte de la madre y aseguraron que por esa razón evitan los golpes hacia sus hijas e hijos:

yo no les pego a mis hijos porque mi mamá nos pegaba y yo le agarraba mucho coraje, me pegaba con tal rencor que me daba mucho coraje por eso yo no les pego, por-TXH�GLJR��³PH�YDQ�D�DJDUUDU�RGLR´��PXMHU�QDKXD��

1.6.3 Violencia de género y familiar

A diferencia de las mujeres de los otros pueblos indígenas que participaron en el estu-dio, cuando a las entrevistadas se les preguntó sobre la violencia contra las mujeres, las nahua fueron muy cautelosas en expresar las vivencias en sus comunidades y sus propias historias de maltrato; para ellas, la violencia en el noviazgo es inexistente, las violaciones sexuales hacia las mujeres y en contra de las niñas y niños, no son un asun-WR�TXH�SUHRFXSH�D�ODV�IDPLOLDV�R�D�OD�ORFDOLGDG��(Q�HVWH�HVWXGLR��D¿UPDPRV�TXH�KDEODU�GH�ciertos temas en comunidades nahua requiere de un trabajo más profundo y sistemático en la zona. Es posible que los medios de comunicación e información estén impactan-do más en las zonas mazahua, otomí y p’urhépecha y esto les provea de más elementos para cuestionar la violencia en contra de las mujeres. Otro supuesto es que verdadera-mente la violencia contra las mujeres sea de menor intensidad en esta región del estado.

La violencia de género que es más reconocida por las entrevistadas es la familiar, en ocasiones, cuando relataron eventos relacionados con esta conducta lo hicieron en SDVDGR��³HVR�HUD�DQWHV��DKRUD�\D�QR´�R�MXVWL¿FDURQ�TXH�HQ�WRGRV�ORV�PDWULPRQLRV�KD\�YLROHQFLD��³VLHPSUH�HQ�ORV�PDWULPRQLRV�KD\�GLVFXVLRQHV��SHUR�DTXt�QR��QRV�GHMDPRV´��WDPELpQ�D¿UPDURQ�TXH�FXDQGR�KD\�XQD�GLIHUHQFLD�GH�RSLQLRQHV�HQWUH�DPERV�LQWHJUDQWHV�GH�OD�SDUHMD��HOODV�³WUDWDQ�GH�FRQYHQFHUORV´��(Q�ORV�FDVRV�GH�YLROHQFLD�UHJLVWUDGRV��ORV�que maltratan más en la familia son los hombres.

Antes había algunos hombres que sí les pegan a las mujeres, sobre todo cuando es-taban borrachos, les pegan para llamar la atención […] antes los maridos llegaban borrachos, como a las 2 o 3 de la mañana y querían comer y nos teníamos que levantar a hacer la lumbre para calentar los alimentos (mujer nahua).

después de mucho insistir acerca de la violencia en las familias de sus localida-des o comunidades cercanas, algunas reconocieron que los tipos de violencia más frecuentes son la psicológica y la verbal, con frases como: «no sirves para nada», tam-ELpQ�HV�FRP~Q�OD�LQ¿GHOLGDG��TXH�ORV�HVSRVRV�R�FRPSDxHURV�QR�SURYHDQ�GH�ORV�UHFXUVRV�HFRQyPLFRV�VX¿FLHQWHV�D�OD�IDPLOLD�\�TXH�QR�GHMHQ�WUDEDMDU�D�VXV�HVSRVDV��³GLFHQ�TXH�XQD�va a andar de loca y no queremos trabajar porque si trabajamos ellos no trabajan”.

)LQDOPHQWH�DOJXQDV�GH�ODV�HQWUHYLVWDGDV�D¿UPDURQ�TXH�VXV�PDULGRV�ODV�KDQ�OOHJDGR�D�«maltratar»,6�D�JROSHDU�D�HOODV�\�D�VXV�KLMDV�H�KLMRV��DXQTXH�QR�IDOWy�OD�TXH�MXVWL¿Fy�ORV�

6�/DV�QDKXD�GHQRPLQDQ�D�OD�YLROHQFLD�IDPLOLDU�FRPR�³OODPDU�OD�DWHQFLyQ�D�OD�HVSRVD´�R�³UHJDxDU´�D�ODV�PXMHUHV�SRU�SDUWH�GH�ORV�KRPEUHV�\�FRQVLVWH�HQ��MDORQHV�GH�JUHxDV�R�UHJDxRV��DFODUDURQ�TXH�³HVR�HUD�PiV�DQWHV´�

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actos en virtud de que las esposas no cumplen el rol femenino asignado a través de la identidad de género:

Con mi marido no pudimos vivir [...] él tenía otra mujer y nomás venía y estaba bien enojado conmigo, llegaba a la casa y nomás andaba regañándome, él se fue con la otra PXMHU�\�PH�GHFtDQ��³\D�OR�FRUULVWH�FDEURQD´��\�\R�OHV�GHFtD��³\R�SRU�TXp��VL�pO�DQGDED�DVt�y así” […] yo vi que no estaba bien que anduviera regañándome delante de mis hi-jos y se fue [...] viví un tiempo sola y después me volví a juntar con otro señor, gracias a dios... (mujer nahua).

/DV�YtFWLPDV� GH� YLROHQFLD� GRPpVWLFD� SUH¿HUHQ�� SRU� YHUJ�HQ]D�� JXDUGDU� VLOHQFLR�ante los hechos o recurren a las suegras, como personaje de valía social y familiar, SDUD�PLWLJDU�OD�YLROHQFLD��³ODV�VXHJUDV�UHVSRQGHQ�SRU�XQR��QRV�FDVDPRV�\�VL�QRV�HVWiQ�diciendo algo, pues ya las suegras responden por uno”.

1.6.4 Recursos de las nahua para enfrentar la violencia de género

Las mujeres maltratadas en esta región del estado tienen escasas posibilidades de acceder a recursos que propicien los factores impulsores para mejorar su situación y la de sus hijas e hijos, por ello, son pocas las mujeres que acceden a los sistemas de justicia a través de la demanda penal, ya sea por miedo a la represalia del agresor o porque los juzgados están muy retirados de sus comunidades (a dos o dos horas y media, en Aquila, la cabecera municipal). tampoco recurren a los sistemas de salud por las FRQVHFXHQFLDV�TXH�HVWRV�KHFKRV�SXHGDQ�JHQHUDU�HQ�VX�VDOXG�ItVLFD�\�PHQWDO��³1R�YDQ�al médico por los golpes que le da, se cura sola”. Incluso en algunas localidades de la región las casas quedan tan retiradas la una de la otra que difícilmente se cuenta con la ayuda de un vecino o familiar, tampoco existe la cultura de los grupos de mujeres en donde podrían tener interacción social entre ellas.

Por todo lo anterior, las entrevistadas de las comunidades nahua de Aquila propu-sieron algunas recomendaciones para mejorar su situación:

�Que a las mujeres las dejan trabajar porque luego los hombres dicen que queremos andar así, de locas.�Proyectos para las mujeres, porque somos las mujeres las que más nos preocu-

pamos por nuestros hijos.�Empleos para mujeres en la región.�Las mujeres no tenemos opciones de trabajo y nos gustaría un proyecto sobre

bordado.�nos gustaría un proyecto sobre deshilado.�Sugieren que la Secretaría promueva para ellas talleres en donde pudieran SODWLFDU��³SDUD�GHVDKRJDUQRV�HQWUH�WRGDV�ODV�FRPSDxHUDV�\�SDUD�VDEHU�FRVDV�TXH�nos sabemos”.�talleres para que las mujeres tengamos el valor de hablar, para defendernos.

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�Proponen que los talleres se dieran por las tardes, de las cuatro en adelante, que los talleres tengan juegos.�Lugares para que platiquemos las mujeres, que alguien nos diera orientación,

para platicar.�Platicas para las jóvenes, para que no se embaracen tan chicas.

Para terminar, es pertinente señalar que la riqueza de los grupos focales radicó en que las mujeres pudieron expresar sus sentimientos, percepciones y deseos sobre su realidad y la de aquellas compañeras que no estuvieron presentes en las entrevistas y HQ�YR]�DOWD�VHxDODURQ��³DQWHV�XQD�PXMHU�QR�WHQtD�OLEHUWDG�FRPR�DKRUD��DQWHV�ORV�KRP-bres eran machos, pero ahora ya no nos dejamos… aquí todas somos iguales y si nos gritan, pues les gritamos más”.

����3UiFWLFDV�\�UHSUHVHQWDFLRQHV�GH�OD�YLROHQFLDGH�JpQHUR�TXH�YLYHQ�ODV�PXMHUHV�S¶XUKpSHFKD

$KRUD�LQYLWR�D�WRGRV�ORV�KRPEUHV�TXH�UHÀH[LRQHQ�\�SLHQVHQ�TXH�ODV�PXMHUHV�LQGtJH-nas no sólo deben estar entre humaderón, estar nada más entre el humo de la cocina, el cuerpo tiznado, entre los fogones; no señores, esos tiempos ya pasaron, y no es porque les queremos arrebatar el poder, no porque queremos ser protagonistas; si juntamos, si aso-ciamos, si mancomunamos nuestras ideas, de las mujeres y los hombres, todas las cosas, los proyectos, saldrían mejor ¿no es cierto lo que aquí estoy diciendo? (Vitalina Gallar-do, 1er Congreso nacional de Políticas Públicas y diversidad Cultural: Etnia y Género).

Sobre la situación de las mujeres y las desigualdades de género, sin duda el grupo indígena que más se ha investigado en Michoacán es el p’urhépecha, los estudios mues-tran que las principales problemáticas de las mujeres en esta región son: pobreza, mar-ginación, doble o triple jornada de trabajo, escaso reconocimiento del trabajo doméstico y extradoméstico, violencia de género y doméstica, problemas en su salud en general y particularmente en su salud sexual y reproductiva, entre otras; los trabajos también dan cuenta de la importancia que tienen las p’urhépecha en la preservación de sus tradiciones y costumbres, en los rituales, e insisten en reconocer la fortaleza de su espíritu y de las lu-chas a las que se enfrentan cotidianamente para seguir adelante.

En el ámbito académico, se puede reconocer que estos estudios tienen al menos dos líneas de análisis: aquellos con perspectiva de género y los de carácter descriptivo de la situación de las p’urhépecha y que abordan sólo tangencialmente los orígenes de la desigualdad entre mujeres y hombres, ambos tipos de estudio han contribuido para el diseño y elaboración del presente documento (rodríguez, 1975; dinerman, 1988; huacuz, 1992 y 1996; hernández, et ál, 2005; Guardián, 2008).

Estos trabajos han privilegiado las técnicas cualitativas en la metodología, son es-WXGLRV�GH�FRUWH�DQWURSROyJLFR��HQ�FRPXQLGDGHV�HVSHFt¿FDV���KLVWRULDV�GH�YLGD��WHVWLPRQLRV�de denuncia, investigaciones académicas (escasas), memorias de reseñas y encuentros.

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Con base en la lectura de estos documentos ya existentes sobre la problemá-tica, para el análisis de las prácticas y representaciones de las p’urhépecha se analizaron los discursos de mujeres que participaron en cinco grupos focales y entrevistas individuales en profundidad. Cabe mencionar que en uno de los grupos focales participaron también hombres, esposos de un grupo de mujeres que se reúnen en la iglesia a dialogar sobre problemas relacionados con el matrimonio, este grupo focal fue interesante porque se plantearon también las percepciones de los hombres sobre la problemática.

Como parte del trabajo de campo, se realizaron entrevistas con mujeres estudian-tes universitarias, amas de casa, comerciantes y artesanas, tomando en consideración estas diferencias de género y generacionales en la región p’urhépecha, en el estudio se ha tratado de complejizar la problemática haciendo énfasis en las diferencias de discurso sobre las prácticas y representaciones del problema de la violencia de género y familiar.

1.7.1 Representaciones en torno a la identidad de género

Esta es la expresión natural de nuestro vivir diario en nuestra comunidad de Urapi-cho. Son muchos los problemas que tenemos, sobre todo las mujeres. Entre los proble-mas más fuertes que sufrimos es el «machismo» y estar sometidas al quehacer del hogar, cuidar a los niños, sin tener respiro y sin conocer los derechos que tenemos las mujeres (Gloria, Uárih, citado por hernández, 2005: 35).

En este apartado se sintetizan algunas inquietudes sobre la violencia de género ex-presadas por las p’urhépecha entrevistadas en los cuatro grupos focales y las entre-vistas individuales. Para comenzar se describió lo que sucede en un día en la vida de las mujeres, pues a través de sus testimonios se puede explicar la construcción de las identidades de género diferenciadas de los hombres.

La mayoría de las entrevistadas casadas, con pareja, hijos e hijas dijeron que co-mienzan el día temprano, un poco antes que los demás integrantes de la familia7; en algunas comunidades lo primero que hacen las mujeres —por la escasez de agua en la zona— es ir al «ojo de agua» más cercano para trasladar agua a su casa. Más tarde realizan las labores domésticas (barrer, trapear, fregar los trastes o regar las plantas del interior de su hogar). Ir al molino constituye para las entrevistadas otra de sus tareas diarias, en algunas comunidades, como en Santa Fe, las p’urhépecha se resisten a comprar las tortillas en la tortillería, argumentan que las tortillas de la «máquina» son duras y feas, algunas incluso elaboran las tortillas dos veces al día, dependiendo del número de personas que constituyen la familia-unidad doméstica. Las mujeres que

7�(Q�VX�HVWXGLR��*XDUGtDQ�VXJLHUH�TXH�HQ�OD�]RQD�ODV�IDPLOLDV��³VH�FDUDFWHUL]DQ�SRU�FRPSDUWLU�HO�PLVPR�WHFKR�HQWUH�padres, hermanos, abuelos, tíos, tías, cuñados y primos, por lo tanto puede decirse que en Cherán un porcentaje alto FRUUHVSRQGH�OD�IDPLOLD�H[WHQVD´��HQ�HVWH�GRFXPHQWR�VH�UHWRPDUi�OD�GH¿QLFLyQ�RSHUDWLYD�GH�IDPLOLD�S¶XUKpSHFKD�DSXQ-tada por la autora (Guardián, 2008: 53).

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salen a vender sus artesanías relataron que, antes de partir, tienen que dejarle las tor-tillas y la comida hecha a su familia, en estas circunstancias las hijas de mayor edad juegan un papel importante pues son ellas las que se encargan del cuidado y servicio de la familia cuando no está la madre.

tortear es para las p’urhépecha un rasgo de identidad de género que tiene relación GLUHFWD�FRQ�HO�©VHU�PXMHUª��SXHV�FRPR�HOODV�PLVPDV�VHxDODQ��³FXDQGR�ODV�PXMHUHV�FR-menzamos a comprar las tortillas comienzan las críticas del esposo, suegra, cuñadas, hijos e hijas o las vecinas”. Algunas entrevistadas también reconocieron que el hecho de hacer tortillas diariamente les «quita un poco de tiempo» que podrían utilizar en otras actividades que fortalecerían la economía familiar, por ejemplo, elaborar arte-sanías (bordados, ollas de barro o tejer la «chuspata»).

El molino es para las p’urhépecha un lugar donde pueden socializar con las otras mujeres del pueblo, allí platican, cuentan sus historias y experiencias personales, re-latan los vínculos y problemas con las otras mujeres del hogar (la suegra o las cuñadas), cuentan las desventuras con el marido o pareja erótico afectiva, incluso llegan a platicar sobre situaciones de violencia vividas por las otras mujeres del pueblo.

En este relato de lo cotidiano, las mujeres artesanas señalaron que gran parte del día lo dedican a elaborar sus artesanías y lamentaron las pocas oportunidades que tienen de comercializar sus productos. Algunas mujeres percibieron la elaboración de sus ar-tesanías como parte del trabajo doméstico, otras como una «ayuda al sustento fami-liar» o los hacen para «distraerse», sin embargo, todas denunciaron que su trabajo es escasamente reconocido y valorado socialmente.

Los ingresos que las mujeres obtienen son utilizados como complemento del in-greso familiar y aunque su aportación sea igual o superior a la del compañero o esposo, QR�SRU�HOOR�VH�PRGL¿FDUiQ�GHO�WRGR�ODV�UHODFLRQHV�GH�JpQHUR�DO�LQWHULRU�GH�OD�IDPLOLD��incluso, en ocasiones aumentan los problemas familiares si las mujeres obtienen más dinero que sus parejas o esposos.

Es importante resaltar, que las mujeres de la región p’urhépecha ocupan un lugar VLJQL¿FDWLYR�HQ�OD�YLGD�HFRQyPLFD�GH�VXV�FRPXQLGDGHV��FRPSDUWHQ�FRQ�VXV�SDUHMDV�R�esposos el trabajo que es parte del quehacer cotidiano, cuando los maridos son arte-sanos la cooperación es más alta, además de realizar actividades artesanales, limpian el taller, dan de comer a los ayudantes del marido o acomodan la herramienta después de la jornada de trabajo, entre otras cosas.

... le ayudo a empacar cuando sale a vender. Le ayudo a ponerle el pabilo, a amarrarlo, a pintarlo [...] a veces ya no le ayudo porque hay que estar en el banco y en el aparato que da vuelta... (mujer p’urhépecha).

Las p’urhépecha comerciantes que venden sus productos en las localidades de la región: corundas, pozole, atole de grano, tortillas o artesanías, bordados y piezas de barro, entre otras cosas, denunciaron el hostigamiento y racismo que experimentan de SDUWH�GH�ODV�SHUVRQDV�QR�LQGtJHQDV��³HQ�ORV�FDPLRQHV�QRV�GLFHQ�VXFLDV´�

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Sin embargo, a pesar de la contribución de algunas mujeres al ingreso familiar, su posición social se encuentra todavía en desventaja frente a la de los hombres, las en-trevistadas se preguntan ¿por qué es así?

Cuando el marido o pareja es campesino, la «ayuda» de las mujeres no será conti-QXD��/DV�PXMHUHV�WUDEDMDQ�HQ�OD�pSRFD�GH�VLHPEUD�R�FRVHFKD��FXDQGR�QR�HV�VX¿FLHQWH�el dinero para pagar a los peones y las hijas e hijos son pequeños para trabajar en el campo o cuando tienen que desgranar el maíz. Es decir, la participación de las mujeres en el trabajo de los hombres dependerá del ciclo de la familia, no así la participación de los hombres en el trabajo de las mujeres, ésta es mínima.

&XDQGR�pO�\D�QR�DOFDQ]D�PH�GLFH�³KD]OH�DTXt�R�D\~GDPH�D�OHYDQWDU�HVRV�SDORV´��DQWHV�sí le ayudaba más cuando ya no está alcanzando él, cuando estaban los niños más chi-quitos, y ahora que ya están más grandecitos ellos le ayudan [...] Antes, me iba con él a la siembra, me iba con él a recoger la leña, me iba con él cuando tenía mucho zacate la milpa, me iba con él y le ayudaba que a quitar el zacate, a levantar las matas; ahora que el ni-ñito creció, yo ya me quedo aquí en la cocina, antes mi muchacha grande pues es la que hacía, se quedaba a hacer el quehacer, y yo la comida y las tortillas (mujer p’urhépecha).

desde pequeñas, las niñas aprenden sus roles de género, los cuales están bien determinados en la familia y la comunidad, para los niños el trabajo doméstico está prácticamente prohibido, al respecto, una de las entrevistadas indicó:

A las niñas les digo: ve allá, ve acá, vamos a hacer de comer, echa las tortillas, levanta los platos y lo hacen, ellos [los hijos] no, ellos nada más vienen y comen y se salen luego, luego y dejan allí todo, y las niñas no, la niñita es siempre la que recoge todo, es la que entra a los cuartos a hacer todo y los niños no, los niños conforme se paran de la mesa, se salen y no regresan nada, yo en veces les digo pero no me hacen caso, luego no digo nada porque mi esposo dice que ese es trabajo de viejas (mujer p’urhépecha).

En el análisis de la vida cotidiana de las p’urhépecha se puede constatar que son las primeras en levantarse de la cama y las últimas en irse a acostar; la jornada de tra-EDMR�HV�DUGXD��ÀXFW~D�HQWUH�GLH]�\�WUHFH�KRUDV�GLDULDV��WUHV�KRUDV�PiV�GH�OR�TXH�WUDEDMDQ�los hombres, lo anterior coincide con lo planteado en trabajos académicos:

En la vida cotidiana, las mujeres son las que llevan la carga más pesada en las tareas de cada día, son las primeras en levantarse y las últimas en irse a acostar, mientras tengan salud serán encargadas de velar el sueño cotidiano, de las y los integrantes de la familia en la comunidad de Cherán (Guardián, 2008: 62).

$OJXQRV�GH�ORV�HOHPHQWRV�LPSRUWDQWHV�HQ�OD�GH¿QLFLyQ�GHO�WUDEDMR�GRPpVWLFR�\�H[-tradoméstico serán: el ciclo de vida de la unidad doméstica, el número y el sexo de los miembros que la integren, la edad de las mujeres y de los miembros de la unidad doméstica, tipo de participación de las mujeres en el proceso productivo, participa-ción económica del marido o pareja en la familia, migración masculina y estado civil de los hijos e hijas que habitan la unidad. Para las mujeres que participan en grupos o

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TXH�VRQ�EHQH¿FLDULDV�GH�SURJUDPDV�FRPR�2SRUWXQLGDGHV��OD�MRUQDGD�GH�WUDEDMR�VH�incrementará por las reuniones, salidas fuera de la comunidad, participación en pro-yectos, capacitaciones y labores comunales del grupo.

/D�PLJUDFLyQ�HV�XQD�VLWXDFLyQ�TXH�HQ�OD�]RQD�WLHQGH�D�PRGL¿FDU�FDGD�YH]�PiV�ORV�roles de género. de acuerdo con las entrevistadas, la migración ha cambiado las cos-tumbres. Sobre todo en la región de la meseta, los hombres migran a ciudades como Morelia, Guadalajara o hacia los eeuu��DOJXQRV�UHWRUQDQ�SRFR�R�GH¿QLWLYDPHQWH�DEDQGR-nan a la familia, una de las mujeres entrevistadas comentó al respecto:

él [esposo] está en los Estados Unidos, yo supe que él se iba allá porque me lo había dicho, es que yo estaba esperando la última niña que traigo aquí de cuatro años, me dijo que se iba a trabajar porque yo me iba a aliviar y que después de dónde iba a agarrar el GLQHUR�SDUD�FXUDUPH�\�TXH�FRQ�TXp�PH�LED�D�OOHYDU�DO�GRFWRU�\�\R�OH�GLMH��³EXHQR´��<�VH�fue y hasta la fecha no ha venido [ríe], y mi suegra entonces dijo que yo había corrido a mi esposo para que yo hiciera lo que yo quisiera aquí, que por eso lo había corrido [...] no ha venido, ni sabe si me alivié o me morí o que (mujer p’urhépecha).

El problema del abandono a la familia es frecuente en estas comunidades, por eso las entrevistadas insisten en que carecen de recursos para sostener a la familia y sobre la importancia de que las instituciones promuevan trabajo para que las mujeres aporten más a la economía familiar. La migración como problema expresado por las mujeres —sobre todo de las comunidades como Cherán o nahuatzen—, está propiciando la drogadicción entre los jóvenes que se van hacia los eeuu.

Otro aspecto destacado por las entrevistadas acerca de la desigualdad de género en estas comunidades es la costumbre vigente en las familias de privilegiar la educación de los hijos varones frente a las posibilidades que tienen las jóvenes y niñas; reconocen que estas costumbres son cada vez menos frecuentes y que programas como Oportu-QLGDGHV�KDQ�LQÀXLGR�HQ�OD�SRVLELOLGDG�TXH�WLHQHQ�ODV�QLxDV�GH�DFFHGHU�D�ORV�HVSDFLRV�educativos. Al respecto una de las entrevistadas declaró:

yo vengo de una familia de diez personas y yo me acuerdo que yo tenía ganas de ir a la secundaria y mis padres no me dejaron [¿por qué?], pues porque era mujer y porque me iba a casar, para qué vas a la escuela si a los 15 o a los 17 te vas a casar, entonces así se queda uno con lo poquito que aprendió en su casa (mujer p’urhépecha).

durante las entrevistas, también se relataron casos de niños que por falta recursos económicos de los padres no asisten a la escuela, en el caso de las niñas —sobre todo ODV�DGROHVFHQWHV�GH�VHFXQGDULD²�HV�FRP~Q�TXH�ORV�SDGUHV�GLJDQ��³SDUD�TXp�OD�PDQGR�D�OD�escuela si al rato se va con el novio”.

Este breve recuento de la vida cotidiana de las p’urhépecha permite mostrar que en OD�UHJLyQ�SHUVLVWH�OD�FRQVWUXFFLyQ�GH�ODV�LGHQWLGDGHV�GH�JpQHUR�D�SDUWLU�GH�UROHV�¿MRV��VL-tuación estrechamente relacionada con el ejercicio de violencia de género y familiar.

reportan abusos sexuales a los niños por parte de los familiares, un primo violó a su prima, él se casó y ya tiene sus hijos, y ella nunca se casó.

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1.7.2 Violencia de género

Una de las entrevistadas que tiene un proyecto productivo con la Secretaría de la Mujer comentó durante la entrevista que cuando asistió a los talleres de capacitación le asombró que al momento de analizar el tema de violencia de género la mayoría de las mujeres que asistieron al taller lloraron, «muchas, muchas lloraban». Cuando se le preguntó por qué lloraban las mujeres La entrevistada comentó que porque recorda-ban la violencia que habían sufrido.

La violencia contra las mujeres en la zona es común, en las discusiones de los gru-pos focales se relataron historias varias; desde aquellas en las que a las mujeres se les restringe la posibilidad de acceder a estudios superiores, a pesar de que las jóvenes FRQVLGHUDQ�TXH��³QR�HV�MXVWR�TXH�QR�WUDEDMHPRV��WDQWR�HVIXHU]R�SDUD�QDGD´��VH�OHV�OLPLWD�OD�SRVLELOLGDG�GH�LQJUHVDU�DO�PHUFDGR�ODERUDO��³$�ODV�PXMHUHV�QR�ODV�GHMDQ�WUDEDMDU�SRU-TXH�GLFHQ�TXH�YDQ�D�DQGDU�GH�ORFDV´��VH�OHV�FRDUWD�OD�OLEHUWDG�GH�WUiQVLWR��³8QD�PX-jer después de las diez de la noche no puede salir porque la critican” o se les obliga a UHDOL]DU�ODUJDV�MRUQDGDV�GH�WUDEDMR��³$�ODV�PXMHUHV�ODV�WUDHQ�FRPR�VLUYLHQWDV´�

también se denunciaron casos extremos de violencia de género como violaciones por extraños, por parte del grupo de delincuencia organizada de los zetas o por cono-FLGRV��GXUDQWH�ODV�¿HVWDV�FXDQGR�ODV�MyYHQHV�KDQ�LQJHULGR�EHELGDV�HPEULDJDQWHV��³DO-gunas jovencitas toman tanto que «se pierden» y las violan”. también se denunció el caso de un matrimonio en donde el esposo de una mujer de 20 años la está prostitu-yendo con un hombre de 40 años, los dos se ponen de acuerdo para que la viole por ODV�QRFKHV��DQWH�WDO�VLWXDFLyQ�ODV�HQWUHYLVWDGDV�FRPHQWDURQ��³FyPR�HV�SRVLEOH��QR�TXH�ya estamos muy civilizados”, se relató que en la situación anterior, los integrantes de la SDUHMD�³VH�SHOHDQ�\�VH�JULWDQ��HOOD�VH�IXH��SHUR�VX�SDSi�OD�UHJUHVy��OH�GLMR�TXH�WHQtD�TXH�aguantar la vida que llevaba”. A pesar de lo anterior, las entrevistas se centraron sobre la discusión de la violencia doméstica.

1.7.3 Violencia contra niñas, niños y adolescentes

En un documento reciente realizado en Cherán con estudiantes de una escuela se-cundaria (Guardían, 2008), la autora indagó sobre la violencia familiar en los hogares de las y los estudiantes y los mecanismos de intervención del personal que labora en la institución; algunos de los resultados que sobresalen de ésta investigación fueron: el 40% de los estudiantes consideraba que vivía en un hogar violentado, 40% de ellos negaron vivir en tal situación y 20% no contestó a la pregunta. Los datos anteriores UHÀHMDQ�TXH��FXDWUR�GH�FDGD�GLH]�DGROHVFHQWHV�VH�HVWiQ�IRUPDQGR�FRPR�DGXOWRV�HQ�ID-milias violentas. Las alumnas entrevistadas en el estudio reconocieron que en su casa «se pelean sus papás», 45% de los muchachos piensan que la causa de la violencia en la familia se debe, primero a la «falta de comunicación», seguida del uso de alcohol y GURJDV��OH�VLJXH�©HO�PDFKLVPRª��OD�GHVFRQ¿DQ]D��IDOWD�GH�UHVSRQVDELOLGDG��IDOWD�GH�GLQH-

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ro, entre otros. Es de destacar que esta encuesta coincide con los resultados obtenidos HQ�ODV�HQWUHYLVWDV�HQ�JUXSR�IRFDO�HQ�ORV�FXDOHV�ODV�\�ORV�HQWUHYLVWDGRV�D¿UPDURQ�TXH�HO�uso de alcohol y drogas en la región es un detonante de la violencia en las familias.

En relación con lo anterior, señaló la autora que: los usos y las costumbres son un factor que afecta a los alumnos, por el alcohol exage-UDGR�HQ�ODV�¿HVWDV�GHO�SXHEOR��ODV�ERGDV�R�FXDOTXLHU�DFRQWHFLPLHQWR�VRFLDO��HO�JDVWR�HFR-nómico es demasiado, esto hace que el estudiante falte o no cuente con los materiales en clase. Afecta porque los padres son un ejemplo de los hijos (Guardían, 2008: 166).

Es de destacar que el 44% de las y los alumnos entrevistados considera que los maestros no muestran interés en apoyar este tipo de casos, el 29% se siente apoyado por los mismos y 27% dice que sólo en ocasiones.

Por su parte, todos los maestros consideran que la violencia familiar provoca baja la autoestima en las y los alumnos, también reportan que la violencia en la familia se PDQL¿HVWD�HQ�YLROHQFLD�GHQWUR�GHO�DXOD�GH�FODVHV��/RV�GDWRV�DQWHULRUHV�FRLQFLGHQ�FRQ�lo señalado por las y los participantes en los grupos focales ya que señalaron como consecuencias de la violencia hacia las y los niños, el bajo rendimiento escolar, la inse-guridad para convivir en sociedad, «les da temor hablar» y la violencia de los alumnos UHVSHFWR�GH�VX�JUXSR�GH�SDUHV�\�PDHVWURV��³ORV�QLxRV�VRQ�PX\�JURVHURV��SRUTXH�OHV�SHJDQ�y ellos hacen lo mismo en la escuela”.

Los resultados del mencionado estudio son variados; sin embargo, se destacan algunas alternativas mencionadas por los estudiantes para disminuir la violencia en la familia, en orden de importancia: «que la familia platique más», «que ya no se peleen los papás», «que no hubiera drogas y vino (en la comunidad)», «prohibir el alco-hol y los cigarros y que los jóvenes no se casen tan chicos» (Guardían, 2008: 97). La atención por parte de la institución académica para estos casos es limitada, los casos detectados se canalizan a la dirección sin reportar soluciones (Guardían, 2008: 106).

La autora —originaria de la región— concluye enfatizando la importancia de preservar la identidad en la región; sin embargo, cuestiona que en las comunidades p’urhépecha, la violencia familiar se torna parte de la cultura:

La cultura ha hecho ver que los acontecimientos dentro de la familia se vean de ma-nera natural y se consideran que son parte de la familia que vive en situaciones de violencia, no es que sea mala la costumbre, sino la manera como se ve y se realiza la convivencia de las personas. Los usos y costumbres de la comunidad p’urhépecha están arraigados y no es negativo, lo que hace daño a la familia es la forma de cómo se mani-SXODQ�SDUD�¿QHV�SROtWLFRV��VRFLDOHV�\�HFRQyPLFRV´��*XDUGtDQ�������������

El estudio anterior proporcionó la pauta para indagar algunos elementos de la vio-lencia contra de los infantes, las personas entrevistadas indicaron que son frecuentes: «los malos tratos», regaños y golpes, situaciones que todos vivieron alguna vez. tam-bién expresaron las consecuencias de la violencia hacia las y los hijos cuando son observadores y observadoras de la violencia conyugal.

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Un vecino le pega mucho a su señora y a sus hijos, por eso su hija no se desarrolló, ya tiene quince años y no puede menstruar y el pelo ya se les está cayendo y nosotros creemos que es porque les pega… (mujer p’urhépecha).

Las mujeres tienen más responsabilidades que los niños, a mí me enseñaron desde chiquita a hacer tortillas. A mí no me dejaban jugar, tenía que lavar los trastes, barrer, trapear, mi mamá nos ponía a trapear hincados, mi hermano se salía a jugar y yo quería salir a jugar con él (mujer p’urhépecha).

La violencia de las madres a sus hijas e hijos se relató como una conducta frecuente, como en las comunidades mazahua y otomí, las niñas, desde pequeñas ejercen el maternaje, lo que demerita su rendimiento escolar y propicia los matrimonios a tem-prana edad; entre otras cosas, al respecto una joven entrevistada relató:

En la comunidad hay mujeres que les pegan a sus hijos, cuando tienen muchos ni-ños los traen trabajando y los más grandes cuidan a los más chiquitos, cuando las niñas tienen seis o siete años ya cargan a los más chiquitos [sus hermanos] y los regaña y nos los cambia (mujer p’urhépecha).

Un tema del que se habló poco, pero que tangencialmente se develó durante las conversaciones fue el abuso sexual a las niñas y niños.

Para concluir es importante resaltar que las y los entrevistados advirtieron que XQR�GH�ORV�EHQH¿FLRV�GH�ORV�SURJUDPDV�JXEHUQDPHQWDOHV��FRPR�ODV�%HFDV�(VFR-lares de Oportunidades, es que los padres promueven la asistencia a la escuela de sus hijas e hijos.

Cuando los papás están separados las suegras no quieren a las mujeres porque dicen que va a pasarles lo mismo.

1.7.4 Violencia en el noviazgo

Es frecuente que las mujeres de la zona p’urhépecha se casen a temprana edad (de los doce años en adelante). Al igual que las mujeres mazahua y otomí, las jóvenes buscan en el matrimonio una puerta de salida a los problemas familiares, en muchas ocasiones sin los resultados esperados.

de facto, la relación del noviazgo no es formal, tanto hombres como mujeres pue-den tener uno o varios novios e iniciar y terminar la relación cuando lo deseen; sin embargo, la moralidad de las mujeres que han tenido varios novios es severamente cuestionada por la familia y comunidad, no así la de los hombres que pueden inclu-sive embarazar a una mujer y casarse con otra. Algunas jóvenes desde el noviazgo comienzan a «obedecer» al novio, incluso más que a los papás.

Las mujeres sujetos de «engaño» o que se «van con el novio y las regresan» son severamente castigadas en la familia (mediante actos de violencia) y en el pueblo, la señalarán como una mujer «ligera», «alegre», «rogona» o «puta», entre otros FDOL¿FDWLYRV��LQFOXVR�KD\�TXLHQHV�DSHODQ�D�ODV�KLVWRULDV�GH�ELRJUDItD�IDPLOLDU�HQ-

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contrando siempre antecedentes: «es como era su abuela» o una tía, la hermana, entre otras.

Como en otros grupos sociales, las mujeres son las depositarias de la «honra» de la familia y si alguna llega a perder la virginidad, no sólo se deshonra a sí misma sino a toda su parentela y principalmente a los hombres, quienes por mandato de género son considerados veladores de la «pureza» de las mujeres y de honor de la familia. Las entrevistadas consideran que por eso es importante que las jovencitas «se den a respetar» y «que no anden por allí solas».

En la actualidad, las mujeres casaderas, aun teniendo la posibilidad de ser «pedi-das», aceptan ser «raptadas» por sus novios, algunas de las entrevistadas señalan su preocupación pues hay jóvenes que se ponen de acuerdo para irse con hombres que recién conocen. En la mayoría de las comunidades el «robo de la novia» registrado en algunos estudios anteriores ya es poco común, en estas fechas la pareja de jóve-QHV�VH�SRQHQ�GH�DFXHUGR�SDUD�©LUVHª��JHQHUDOPHQWH�HQ�ORV�GtDV�GH�¿HVWD�\�VHJ~Q�DOJXQDV�de las entrevistadas, se ponen de acuerdo a través de mensajes en el celular. relatan las y ORV�HQWUHYLVWDGRV�TXH�HQ�1DKXDW]HQ��³KXER�XQ�DxR�HQ�TXH�VH�IXHURQ�WUHLQWD�R�FXDUHQWD�PXFKDFKDV�HO�GtD�GH�OD�¿HVWD´��~OWLPDPHQWH�HVWH�UHJLVWUR�HV�PHQRU��(V�IUHFXHQWH�TXH�ODV�SDUHMDV�HOLMDQ�ORV�GtDV�GH�¿HVWD�SDUD�©IRUPDOL]DUª�VX�QRYLD]JR��HO�FXDO�FRQVLVWH�HQ�que los hombres «se lleven» a vivir a casa de sus padres a la novia.

Una vez que la pareja se une vivirá en la casa de los padres del novio (residencia patrilocal) hasta que «aprendan a vivir» como nueva familia. Actualmente la costum-bre se transforma en necesidad, pues está relacionada con las pocas posibilidades que posee la joven pareja de tener una casa propia debido a la precariedad económica en la región. Para compensar la economía familiar se puede establecer que el recién ca-sado trabaje todos los días con su padre, mientras la muchacha ayudará a su suegra en las labores del hogar y adoptará así las costumbres de la nueva familia.

1.7.5 Violencia conyugal y familiar yo he oído que algunos maridos les pegan a sus esposas, simplemente uno aquí se da

cuenta por lo que no es muy grande el pueblo, en el mandado, o en el molino, se entera de que la golpearon, o que la corrió [de la casa] o la regañó, pues siempre se entera una de cosas que pasan (mujer p’urhépecha).

durante los primeros años de vida conyugal las mujeres tienen más posibilidad de padecer cualquier tipo de violencia doméstica, las mujeres son constantemente agre-didas por las otras nueras, la suegra, las cuñadas, el marido o pareja erótico-afectiva, una entrevistada comentó al respecto:

Mi suegra y mis cuñadas me robaban todo, el maíz, la comida o el recaudo, porque yo estaba acostumbrada a tenerlo todo, me lo robaban, luego llegaba él [su esposo] y me preguntaba por qué estaba enojada y su mamá le decía que yo le decía cosas a ellas y que no quería comer y él me pegaba porque llegaba borracho (mujer p’urhépecha).

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después de casada, cuando la mujer ingresa a la nueva familia, ésta tendrá que obedecer las órdenes del suegro y de la suegra —principalmente esta última—, ya TXH�HO�PDULGR�WUDV¿HUH�D�OD�PDGUH�HO�SRGHU�VLPEyOLFR�VREUH�VX�HVSRVD��/D�LPDJHQ�GH�OD�VXHJUD�VH�UHÀHMD�HQ�HO�VLJXLHQWH�WHVWLPRQLR�

Antes las suegras eran bien malas, no así nomás, yo fui huérfana, y por eso creía que me trataban mal, porque que no tenía a nadie, y mis cuñadas alegonas; mi suegra me regañaba porque me levantaba tarde o porque me tardaba en los mandados, era bien FRUDMXGD��PH�GHFtD��³J�HYRQD�QR�KDFHV�QDGD��SXUR�HQ�OD�FDOOH´��<R�VXIUt�FRQ�PL�VXHJUD��ella no me golpeaba, pero sí le decía a mi esposo muchas cosas para que me golpeara (mujer p’urhépecha).

Esta forma de delegar el poder a las mujeres de mayor edad en los asuntos domés-ticos es característico de los hombres y constituye la base de lo que se ha denominado en la región como «matriarcado»; cuando se indagó sobre la relación de la suegra-nuera, la mayoría de las entrevistadas destacaron que es una relación difícil, marcada por la subordinación y la violencia.

En un documento anterior (huacuz, 1996) se analizó cómo la imagen de la suegra es el resultado de supuestos como:

La nuera es una intrusa que si bien, va a cooperar con las labores de la casa (produc-ción, reproducción y distribución) como mano de obra no remunerada en la unidad doméstica, además, viene a romper los lazos afectivos y la complicidad que existe entre la madre y su hijo, es probable que en su subjetividad, la madre considere que es injusto que después de haber cuidado y protegido tanto tiempo al hijo, éste la desplace a un segundo plano, que la cambie por otra mujer (p 117).

La violencia entre mujeres es común en este tipo de relación de parentesco, las involucradas luchan por los «pequeños poderes» que les son conferidos simbóli-camente por los hombres de la familia. Por supuesto que no todas las nueras tie-nen el mismo tipo de relación con su suegra, «hay de todo», como hay suegras que «maltratan»8 a las nueras, también las hay quienes las adoptan como una hija más. Lo cierto es que las entrevistadas expresaron que para ellas lo más conveniente se-ría que, una vez unidos en pareja, la nueva familia viviera fuera de la casa paterna, así se evitarían problemas.

Antes yo me levantaba temprano, cuando tenía suegra, ahora ya no, ahorita yo me mando como quiero; las suegras de antes eran bien habladoras, se levantaban a moler y hacer atole y levantaban a uno; ahora ya no, ahorita ya me levanto cuando quiero. Cuando estabas recién casada las suegras eran canijas, ahora ya no tanto (mujer p’urhépecha).

8�'H�DFXHUGR�FRQ�OR�VHxDODGR�SRU�*XDUGLiQ�������������HQ�ODV�FRPXQLGDGHV�S¶XUKpSHFKD�VH�UH¿HUHQ�D�OD�YLR-OHQFLD�IDPLOLDU�\�FRQ\XJDO�FRQ�IUDVHV�FRPR��³HO�PDO�WUDWR´��³PDOD�YLGD´��³UHJDxRV´�R�³GHVREOLJDFLyQ´��GXUDQWH�HO�WUDEDMR�GH�FDPSR�VH�FRUURERUy�WDO�D¿UPDFLyQ��RWUD�IRUPD�GH�GHQRPLQDU�OD�YLROHQFLD�FRQ\XJDO�HV��³WUDHU�PDO�a la esposa”.

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La relación de las nueras con la suegra dentro de la familia mejora cuando ingresa otra nuera a la unidad doméstica; por lo general la nueva integrante será, desde ese momento, la encargada de dirigir las principales labores de producción-reproducción de la unidad doméstica, después de varios años de la relación, se le imprime un carácter «maternal» y de reciprocidad.

El trato que las mujeres tendrán con otros hombres de la familia dependerá en gran medida de las relaciones de poder y la posición que ocupen éstas en la estructura familiar, lo cual dependerá a su vez de factores como la edad, tiempo de vivir en la familia, número de mujeres integrantes de la misma, edad de las y los suegros, migración masculina, número y edades de las y los hijos e hijas, ocupación y aporta-ción económica de las mujeres al grupo familiar, entre otros.

Sin embargo, un dato casi general entre las mujeres entrevistadas es que una vez TXH�OOHJDQ�D�IRUPDU�SDUWH�GH�OD�IDPLOLD�GHO�PDULGR��H[LVWH�XQD�UHODFLyQ�PHQRV�FRQÀLF-tiva con los parientes políticos hombres que con las mujeres. Los hombres de mayor edad sólo intervendrán en la vida de la nueva pareja cuando se presente un proble-ma que altere seriamente el funcionamiento de la familia (cuando los problemas con la suegra, nuera o el esposo traen como consecuencia actos de violencia física o cuando el comportamiento de la nuera perturbe el honor de la familia o de alguno de sus integrantes).

La mayoría de las entrevistadas reconocieron que sus suegros o cuñados las KDEtDQ�D\XGDGR�D�PHMRUDU�HO�WUDWR�FRQ�ODV�RWUDV�PXMHUHV�\�FRQ�VXV�HVSRVRV��³4XLHQ�me defendía era mi suegro, él regañaba a su hijo y le decía: ¿porqué le pegas si HOOD�QR�KDFH�QDGD"´��6L� OD�UHODFLyQ�GH�FRQÀLFWR�SHUVLVWH��HO�KRPEUH�GH�PD\RU�HGDG�de la casa determinará si es conveniente que la nueva familia cambie de territorio o hábitat. Incluso para algunas mujeres que participan en organizaciones de proyectos productivos, el suegro ha sido un aliado para ingresar y mantenerse en el grupo, cons-cientes que este tipo de proyectos ayudan a mejorar la economía familiar.

A la pregunta de por qué consideraban que algunas veces la relación con la suegra no era buena, las entrevistadas contestaron: que no sabían, o que si las suegras eran malas, ellas respondían violentamente. Una entrevistada trató de explicar el tipo de relación que las p’urhépecha establecen con sus suegras:

A veces los hijos también traen bien a las mujeres y las mamás no quieren que las traigan así y allí empiezan los chismes, nada más para estar allí haciendo pleitos, yo creo que las mamás se ponen celosas de que así traiga a la esposa (mujer p’urhépecha).

Las mujeres que tenían nueras viviendo con ellas señalaron que es su responsa-bilidad «educar» a las esposas de sus hijos y negaron el maltrato, indicaron que si en algunas ocasiones les «dicen algo» es porque sus nueras no quieren realizar las labores que les corresponden o «molestan» a sus hijos cuando están borrachos, HVWD�~OWLPD�HV�HO�GHWRQDQWH�PiV�VLJQL¿FDWLYR�GH�OD�YLROHQFLD�IDPLOLDU�\�HQ�ODV�UH-laciones de pareja.

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$�UHVHUYD�GH�QR�KDFHU�XQD�VLPSOL¿FDFLyQ�GH�ORV�KHFKRV��HV�FRQYHQLHQWH�DFODUDU�TXH�la mayoría de los actos de violencia que viven las mujeres en la unidad doméstica tie-ne relación con los aspectos que se ponen en juego en las relaciones establecidas (si viven en casa de los suegros, del marido o compañero; si hay más nueras viviendo con ellos, si el marido es migrante o si tienen hijas e hijos jóvenes o adultos). En general, la cotidianidad de las mujeres está permeada por una serie de actos que incluyen violencia verbal, psicológica, económica, física y en ocasiones hasta sexual, aunque este último tipo de violencia es poco mencionada durante las entrevistas.

Las mujeres señalaron que en más de una ocasión habían vivido actos de violencia verbal por parte de sus esposos, un poco más de la mitad reconocieron que fueron agre-didas con violencia física, los golpes fue la modalidad de violencia física de la que PiV�VH�KDEOy��XQD�GH�HOODV�LQFOXVR�UHFRQRFLy��³EXHQR��SRV�D�Pt�QR�PH�KDQ�JROSHDGR�WRGDYtD´��SUHYLHQGR�OD�SRVLELOLGDG�GH�OD�YLROHQFLD��'XUDQWH�ODV�¿HVWDV��HQ�HO�PROLQR�R�HQ�la carnicería, la violencia conyugal es un tema frecuente de conversación —en voz baja— entre las mujeres.

Es un dato ampliamente discutido en las ciencias sociales, que las experiencias de vida de las mujeres pueden propiciar la reproducción de patrones externos de su-bordinaron de las mujeres y aceptación de la autoridad masculina y paterna, con independencia de la falta de responsabilidad y el carácter violento de sus compañeros. Oliveira y García señalan que en diversos estudios se indica que la socialización a temprana edad en un ambiente violento contribuye a desarrollar en las mujeres una mayor tolerancia ante los actos agresivos, aunque éste no es un factor determinante para que exista violencia conyugal (1989: 164).

Uno de los detonantes más comunes de la violencia familiar es el alto grado de al-coholismo, todas las mujeres que manifestaron en las entrevistas haber sido golpeadas por sus parejas o esposos señalaron que éstos estaban ebrios cuando las golpearon, de alguna forma, éste es un motivo discursivo de disculpa para ellos. Algunas incluso se culparon de haber provocado el incidente, como lo muestra el testimonio siguiente:

Fue un disgusto porque a mi no me gusta que tome y yo le reclamé y allí nos eno-jamos [...] regularmente aquí existe mucho el vicio del vino y hay veces que el marido por tomar no atiende las obligaciones de la casa y la mujer se cansa de mantener a la fa-milia (mujer p’urhépecha).

(V�FRP~Q�HQ�ORV�GtDV�GH�¿HVWD�YHU�D�KRPEUHV�\�D�DOJXQDV�PXMHUHV�DOFRKROL]DGRV�por las calles, los hombres que participaron en el grupo focal trataron de explicar tales comportamientos, pues a pesar de que existen varios grupos de Alcohólicos Anóni-mos o que el sacerdote de la comunidad insiste en que se mantengan sobrios durante ORV�GtDV�GH�¿HVWD��HO�FRQVXPR�FRQWLQ~D�VLHQGR�DOWR�

…los padres de familia muchas veces por tratar de evadir una responsabilidad o de en-frentar problemas familiares nos refugiamos mucho en el alcohol y desafortunadamente es algo que nuestros hijos van viendo (hombre p’urhépecha).

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Los hombres por sentirnos machos no decimos que no, y vemos a un amigo que QR�TXLHUH�WRPDU�\�OH�GHFLPRV��³YHQ�DFi��WRPDWH�XQD��QDGD�PiV�XQD´�\�OH�VHUYLPRV�R�VL�QR�TXLHUH�OR�UHJDxDPRV�R�OH�GHFLPRV��³VL�QR�WUDHV��YHQ�\R�WH�SUHVWR´�\�D�YHFHV�QR�WHQHPRV�HO�YDORU�VX¿FLHQWH�GH�GHFLU�TXH�QR�\�OXHJR�\D�QR�HV�XQD�>FHUYH]D@��VRQ�GRV��WUHV��FXDWUR�hasta que el cuerpo aguante (hombre p’urhépecha).

Asimismo, aunque la mayoría de las mujeres reconoció que ha sido golpeada, VHxDODURQ�TXH�QR�IXHURQ�©WDQ�DJUHGLGDVª�FRPR�RWUDV�PXMHUHV�GHO�SXHEOR��³D�Pt�VyOR�PH�JULWD�D�YHFHV´��³\R�WDPELpQ�WHQJR�OD�FXOSD�SRUTXH�OH�DOHJR´�R�³D�Pt�QR�PH�KD�golpeado tanto ¡bendito dios!”, son frases que las mujeres respondieron cuando se preguntó si el esposo las había golpeado alguna vez. Casi todas las entrevistadas mostraron su indignación y su tristeza porque el marido o compañero las había golpeado, las más jóvenes habían escuchado en la radio o la televisión sobre los GHUHFKRV�GH�ODV�PXMHUHV�\�DOJXQDV�PXMHUHV�DGXOWDV�MXVWL¿FDURQ�OD�YLROHQFLD�PDVFXOL-na en la pareja:

[Las golpean] porque no entienden, o no le obedecen lo que ellos dicen, o lo que quie-ren que le haga uno y por eso las golpean, a mí no, porque yo hago todo lo que él quiere y le hago las cosas que más necesita, porque si no lo hiciera, yo creo que sí me golpearía (mujer p’urhépecha).

A mí no me maltrata porque yo no salgo, estoy en la casa y le aviso cuando voy a un mandado (mujer p’urhépecha).

La violencia familiar y conyugal son las más comunes en la zona, la violencia, verbal, física y económica son ejercidas mayoritariamente por los hombres, comenta uno de los asistentes al grupo:

…por el machismo de los hombres, porque estamos equivocados de lo que es ser hombre, creemos que ser hombre es ser fuerte, el que lleva los pantalones en la casa, todavía no se ha erradicado eso del «machismo» y cada vez se está adquiriendo más conciencia de que las relaciones de maltrato y violencia entre mujeres son producto de las estructuras de género (hombre p’urhépecha).

Como una modalidad de la violencia familiar, se reconocieron los «malos tratos» que viven algunos ancianos en las comunidades —sobre todo aquellas localidades en donde se han perdido los usos y costumbres—, al respecto se mencionó que antes a los ancianos se les daba una importancia relevante en la comunidad, se les escuchaba y se respetaban sus saberes.

Finalmente, es importante mencionar que la opción de la separación de los cónyu-ges por cualquiera de las modalidades de la violencia está determinada también por supuestos derivados de los usos y costumbres, como mencionó una de las entrevista-GDV�³&XDQGR�ORV�SDSiV�>GH�ODV�QXHUDV@�HVWiQ�VHSDUDGRV��ODV�VXHJUDV�QR�ODV�TXLHUHQ�SRU-que dicen que va a pasarles lo mismo”. En estos casos, la situación de la familia de RULJHQ�HV�XQ�©GHVWLQR�PDQL¿HVWRª�SDUD�ODV�PXMHUHV�

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1.7.6 Recursos propuestos por las y los p’urhépecha enfrentar la violencia de género

diversos estudios han enfatizado que la violencia contra las mujeres puede dis-minuir sus años de vida saludables, además de mermar la economía familiar pues las víctimas dejan de aportar para los gastos del hogar. Las entrevistadas discutieron que también repercute en la situación en que viven los hombres:

[Cuando los hombres golpean] él también se perjudica, porque qué tal que si lo gol-pean a uno, y como los hombres son más fuertes, en veces les quiebran los pies, en ve-ces les quiebran las manos o qué sé yo, por eso yo digo que si le da un mal golpe el jodido es él, porque tendrá que hacer el trabajo que hace la mujer y aparte mandarla a curar, si le da un mal golpe pierde más hasta que no sane la mujer como estaba para hacer de vuelta las cosas (mujer p’urhépecha).

Finalmente, la violencia conyugal disminuye con los años, ya que las esposas o compañeras adquieran un mayor estatus y prestigio en la comunidad y en la fami-lia, o cuando el esposo, ya viejo y enfermo deja de alcoholizarse. Las mujeres los perdonan y les agradecen a los santos el «milagro». Una de las entrevistadas de mayor edad, continúa recordando:

Ahorita ya no me dice nada, ya estamos viviendo bien, pero ya de viejita y él de viejo, \D�SD�TXp��HVR�HV�OR�TXH�OH�GLJR��DKRULWD�SD�TXp��\�GLFH�PL�HVSRVR��³W~�DVt�GLFHV��SHUR�StGH-OH�D�'LRV�SRU�ORV�GtDV�TXH�YDPRV�D�YLYLU��\D�OR�TXH�SDVy��SDVy´�\�OH�UHVSRQGR��³SHUR�SRU�Pt�QR�VH�PH�YD�D�ROYLGDU�OR�TXH�W~�PH�KLFLVWH´�\�pO�PH�GLFH��³QL�PRGR��SRV�QL�WH�PRULVWH�cuando yo te pegaba o te regañaba y ni modo que ahorita sí” (mujer p’urhépecha).

/DV�RSFLRQHV�LGHQWL¿FDGDV�SDUD�DSOLFDUODV�HQ�VXV�FRPXQLGDGHV�VRQ�

�Crecer a los hijos con amor, demostrarles el respeto.�tratar de hacer grupos de mujeres y hombres para analizar las problemáticas

de la familia.�Educar a los hijos para que no haya violencia en la familia.�Pláticas sobre violencia para las personas que pertenecemos a los grupos de las

parroquias.�Asistir a las pláticas que sobre el tema proporcionan instituciones como el dif.�Que en las comunidades se den capacitaciones amplias sobre el tema a mujeres o

parejas para orientar a las personas que viven situaciones de violencia familiar.�Impartir pláticas de preparación práctica. Cursos sobre violencia doméstica y

conyugal tanto para hombres como para mujeres, promoviendo la ayuda mutua entre parejas, pues para las y los entrevistados de esa forma tendría más impacto en el bienestar de las parejas.�/DV�SOiWLFDV�SDUD�ORV�KRPEUHV�WHQGUtDQ�TXH�VHU�ORV�¿QHV�GH�VHPDQD�\�VH�VXJLHUH�

que no sean de muchas horas.�dar a conocer los derechos de las mujeres y exigir que los derechos se cumplan.�dar pláticas sobre género para toda la familia.

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también señalaron que lo que necesitan algunos pueblos es rescatar su cultura, saber de dónde viene y hacia dónde va, porque existen comunidades que no tienen ni consejo de ancianos y les hace falta una cultura propia.

2WUDV�VLWXDFLRQHV�TXH�HQ�OD�UHJLyQ�HVWiQ�PRGL¿FDQGR�ORV�XVRV�\�FRVWXPEUHV�HQ�EHQH¿FLR�GH�ODV�PXMHUHV�H[SUHVDGDV�HQ�ODV�HQWUHYLVWDV�VRQ�

�En algunos pueblos «recogen» a las mujeres que les pegan, las mujeres a veces se regresan porque dicen: cómo me voy a estar aquí, creen que son una carga para la familia.�En algunas comunidades ya las mujeres se llevan a los hombres, se van a vivir a

la casa de ella.�/D�PLJUDFLyQ�PDVFXOLQD��³8QD�PXMHU�HVWXYR�HQ�FRPD�SRU�OD�JROSL]D�TXH�OH�PHWLH-

ron [su esposo], [los familiares] pusieron una demanda en el dif, lo metieron a la FiUFHO��VH�SDJy�OD�¿DQ]D�\�VDOLy��D�OD�VHxRUD�>YtFWLPD@�OH�WRFy�SDJDU�WRGR��(OOD�VH�regresó con su esposo y siguió la golpiza hasta que él se fue a Estados Unidos.”�La promoción en los medios de comunicación de los derechos de las mujeres.

����&RQFOXVLRQHV�\�UHFRPHQGDFLRQHV��GLVHxR�\�HODERUDFLyQ�GH�SROtWLFDVS~EOLFDV�SDUD�PXMHUHV�LQGtJHQDV�HQ�VLWXDFLyQ�GH�YLROHQFLD�GH�JpQHUR

1.8.1 Conclusiones generales

3DUD�¿QDOL]DU�HO�HVWXGLR��VH�UHVDOWDQ�DOJXQDV�FRQFOXVLRQHV�\��FRQ�EDVH�HQ�HOODV��VH�proporcionan recomendaciones, desde las mujeres que participaron como la «voz» GH�HVWH�GRFXPHQWR�\�GHVGH�OD�UHÀH[LyQ�TXH�OD�PHWRGRORJtD�XWLOL]DGD�SURSRUFLRQD�D�OD�investigación operativa.

�La información estadística sobre las mujeres indígenas de Michoacán con la que actualmente se cuenta nos permite tener una visión general acerca de la violencia de género y familiar que viven las mujeres, sin embargo, es escasa y poco representativa.�Como parte del diagnóstico, se detectó un alto índice de violencia en contra de

las y los niños, los adultos.�La mayoría de las mujeres del grupo mazahua que no habla la lengua indígena

lamenta su pérdida y considera que las instituciones de gobierno deberían de promover más los cursos sobre el mazahua.�todas las mujeres entrevistadas reconocieron que una de las problemáticas más

fuertes en la zona es el alcoholismo de los hombres e incluso de algunas mujeres, pues reconocen que éste es un factor importante para que se dé la vio-lencia contra las mujeres.�todas las mujeres entrevistadas en los grupos focales señalaron haber vivido epi-

sodios de violencia entre sus padres durante su niñez y algunas de ellas han pa-decido o viven situaciones de violencia conyugal con sus parejas o compañeros.

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�Sobre la salud reproductiva, las mujeres están convencidas de que ahora es mejor cuidarse para no tener muchos hijos; sin embargo, también señalaron OD�GL¿FXOWDG�TXH�WLHQHQ�SDUD�QHJRFLDU�FRQ�VXV�SDUHMDV�HO�XVR�GH�PpWRGRV�DQ-ticonceptivos.�Aunque para las instituciones las mujeres tengan los mismos derechos, en la

práctica no es así porque los que gobiernan son los hombres. también se de-nunciaron actos de corrupción de algunos funcionarios municipales que están insertos en las instancias de procuración de justicia.�A pesar de que la mayoría de las instancias municipales que comprenden las

regiones indígenas del estado son de reciente creación, durante el diagnóstico se detectó que éstas comienzan a tener impacto en la población, por ejemplo: las mujeres mazahua reconocen que las actividades del Instituto de la Mujer Zitacuarense, como los carteles en contra de la violencia hacia las mujeres o OR�FXUVRV�GH�VHQVLELOL]DFLyQ��KDQ�KHFKR�UHÀH[LRQDU�D�ODV�PXMHUHV�VREUH�OD�LP-portancia del ejercicio de sus derechos. Esto sugiere la necesidad de continuar apoyando con recursos y formación continua en género a este tipo de institu-ciones municipales.�Las mujeres de la región nahua, son las olvidadas de los proyectos guberna-

mentales y las investigaciones académicas, no se encontraron textos que do-cumenten ampliamente su situación de género.

1.8.2 Recomendaciones

1.8.2.1 De las mujeres para las institucionesencargadas de atender la violencia de género

En el siguiente acápite, se presentan algunas de las recomendaciones que las per-sonas que colaboraron en el estudio hicieron para mejorar la situación de violencia de género en sus comunidades, enseguida se presentan de la manera como fueron mencionadas:

�Las mujeres mazahua lamentamos la pérdida de nuestra lengua y costumbres, por lo que proponemos que por parte de la Secretaría de la Mujer pudiera abrirse un programa de recuperación de la lengua mazahua.�0RGL¿FDU�ODV�SUiFWLFDV�GH�FULDQ]D�GLIHUHQFLDGD�GH�ORV�KRPEUHV�\�ODV�PXMHUHV��Mayor seguridad en las comunidades, sobre todo en las tardes y en las noches SRUTXH�HV�FXDQGR�³VDOHQ�ODV�EDQGDV�GH�ODGURQHV�\�YLRODGRUHV´��Que el Presidente Municipal y las autoridades apoyen a las mujeres mazahua

y otomí para se haga justicia en los casos de violencia familiar o violaciones sexuales.�Que las autoridades verdaderamente apoyen para que se resuelvan los proble-

mas de las mujeres indígenas y que no quede todo en el discurso.

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�Que se apoye a las mujeres de la tercera edad para que tengan más seguridad en las comunidades.�Que en los casos de violencia contra las mujeres, cuando desde las comunida-

des llamen a las autoridades, tomen en cuenta las llamadas porque no acuden cuando se les necesita.�Que se capacite a las autoridades para que atiendan a las mujeres en los ca-

sos de violencia familiar porque a veces no las atienden a pesar de los golpes.�Que la atención en violencia contra las mujeres indígenas se dé en su lengua,

ya que muchas veces, las autoridades no comprenden los requerimientos de las mujeres.�Programas de atención a la violencia sexual en las escuelas primarias y se-

cundarias.�hablar con las hijas sobre sexualidad para que no haya violencia sexual en con-

tra de ellas.�trabajar con las parteras rurales del sector salud para que atiendan casos de

violencia contra las mujeres y los niños.�Que las esposas jóvenes les recomiendan a otras que no se casen y les advier-

tan que ya casadas no tienen la libertad que ellas.�Que a las mujeres las dejan trabajar porque luego los hombres dicen que quere-

mos andar así, de locas.�Proyectos para las mujeres, porque somos las mujeres las que más nos preocu-

pamos por nuestros hijos.�Empleos para mujeres en la región.�Las mujeres no tenemos opciones de trabajo y nos gustaría un proyecto sobre

bordado.�nos gustaría un proyecto sobre deshilado.�Sugieren que la Secretaría promueva para ellas talleres en donde pudieran pla-WLFDU��³SDUD�GHVDKRJDUQRV�HQWUH�WRGDV�ODV�FRPSDxHUDV�\�SDUD�VDEHU�FRVDV�TXH�nos sabemos”.�talleres para que las mujeres tengamos el valor de hablar, para defendernos.�Proponen que los talleres se dieran por las tardes, de las cuatro en adelante, que

los talleres tengan juegos.�Lugares para que platiquemos las mujeres, que alguien nos diera orientación,

para platicar.�Pláticas para las jóvenes, para que no se embaracen tan chicas.

1.8.3 Recomendaciones generales del estudio

1.8.3.1 Recomendaciones para la implementación de políticas públicas

El estudio permitió reconocer a través de los testimonios de las y los afectados y las prestadoras de servicios de atención a la violencia de género en las zonas indíge-

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nas del estado, que, a pesar de que existen varias instituciones que atienden la pro-blemática, los esfuerzos no han podido tener el impacto necesario para erradicar en lo posible este mal social.

Por tal motivo, urge que tanto las instituciones estatales, los institutos municipa-les de las mujeres, los gobiernos locales y comunitarios, el sistema de procuración de justicia, las organizaciones no gubernamentales, el sector educativo y que presta servi-cios de salud en las regiones, p’urhépecha, mazahua-otomí y nahua de la costa, unan sus esfuerzos para que, de manera integral y basándose en el profesionalismo ético, se diseñe un modelo que integre la capacitación, atención, sensibilización e interven-ción en violencia de género y doméstica en todas sus modalidades. Para solventar lo anterior, se sugiere:

Con base en las legislaciones estatales de atención a la violencia de género se pro-pone el diseño de un “Modelo intercultural de atención ética a la violencia de género en el Estado de Michoacán”, el modelo sería dirigido por la Secretaría de la Mujer en colaboración con la Secretaría de Pueblos Indígenas del Estado y la cdi, además de los Institutos Municipales de las Mujeres, asimismo, el modelo tendría que contar, al menos, con las siguientes características:

�Estar basado en la interculturalidad;�Ser interinstitucional e interdisciplinario;�Integrar a líderes de organizaciones indígenas de mujeres;�Integrar a la mayoría de los sectores sociales que estén vinculados con el tema,

en los niveles: local, regional y nacional;�(VWDU�EDVDGR�HQ�ORV�XVRV�\�FRVWXPEUHV�TXH�EHQH¿FLHQ�D�ODV�PXMHUHV�

Para proyectar el modelo se sugieren las siguientes actividades:

�Un seminario permanente de discusión conceptual y metodológica que derive en la propuesta del modelo ético de atención a las comunidades indígenas en el estado. El seminario tendría que ser interinstitucional, e integrar a organizacio-nes civiles que presten atención a la problemática y líderes de organizaciones indígenas —principalmente de mujeres—, así como académicas con experien-cia en la investigación participativa;�Creación de instancias en las comunidades para impartición de justicia con

rutas de acceso claro a servicios y atención;�Que se promuevan en el sistema de justicia, al menos en las zonas indígenas

del estado, los juzgados bilingües con personal capacitado en perspectiva de género y violencia;�Creación de una red de referencia y contrarreferencia de casos de violencia de

género y familiar;�Participación de psicólogas y psicólogos con experticia para la atención de casos

en las comunidades;

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�Integrar médicos tradicionales, parteras, curanderas, hueseros y de otras espe-cialidades tradicionales, reconocidos por las comunidades;�Proponer un modelo de atención a las víctimas de violencia intrafamiliar en

refugios diseñados expresamente para ello.

1.8.4 Propuestas para investigaciones futuras

Como resultado del trabajo, se descubrieron algunas vetas para trabajos futuros que quedan pendientes de desarrollarse, ya sea como trabajos académicos, de inves-tigación operativa o aplicada en las zonas de estudio. Se enlistan algunos de ellos:

�Un trabajo posterior sería el análisis de la problemática en la prensa;�'RFXPHQWRV�HVSHFt¿FRV�TXH�DQDOLFHQ�ODV�SUREOHPiWLFD�GH�YLROHQFLD�GH�JpQHUR�

y doméstica de los grupos vulnerables en las comunidades indígenas (niños y niñas, jóvenes, ancianos y discapacitados);�Investigación con jóvenes indígenas, sobre la situación de violencia de género

y abuso que enfrentan por ser jóvenes e indígenas;�Investigación sobre violencia de género hacia mujeres estudiantes en los dis-

tintos niveles educativos.

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$QH[RVGuías de entrevistas

Guía de entrevista sobre violencia de Género para Mujeres indíGenas

Fecha de la entrevista ____________________________Lugar __________________________________

I. Datos de los (las) informantes

1) nombre;2) Edad;3) Sexo;4) Localidad;5) Escolaridad;6) Estado civil;7) Ocupación;8) habla alguna lengua indígena ¿Cuál? 9) ¿Siente que pertenece a un pueblo indígena? ¿Por qué?

,,��&RPSRVLFLyQ�GH�ORV�KRJDUHV

1) número de miembros;2) Parentesco;3) Ocupación de cada miembro;4) Escolaridad de cada miembro;5) Lugares de permanencia;6) tenencia de la vivienda y de la tierra;7) distribución y administración de los ingresos familiares;8) representación de las actividades (ideales) de los hombres y las mujeres.

Ideas sobre masculinidad y feminidad ¿Cuáles serían los rezagos que distin-guen a las mujeres (p’urhépecha, mazahua, otomí, nahua)?

9) redes de apoyo;10) Migración

,,,��+LVWRULD�GH�OD�SDUHMD

1) noviazgo;2) Etapa del noviazgo en el que aparecen los primeros episodios de violencia;3) Características contextuales de la decisión de matrimonio-unión;4) Planeación o no de las y los hijos.

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IV. Las hijas e hijos

1) Maltrato infantil;2) ¿Cómo se da la violencia contra las y los niños en la comunidad, la familia,

la escuela?

V. Diagnóstico

1) Violencia en general en sus comunidades2) ¿Consideran ustedes que la violencia contra las mujeres en su comunidad es

un problema?¿Por qué? ¿Qué tipo de violencia contra las mujeres es más fre-cuente en sus comunidades?

3) ¿Consideran que en su comunidad la violencia en la familia es un problema frecuente?

4) ¿Cuáles son las formas en que se da este tipo de violencia en los hogares de sus comunidades?

5) ¿A quiénes afecta más este tipo de violencia?6) ¿Por qué se da este tipo de violencia en sus comunidades?

VI. El agresor(a)

1) ¿Quiénes maltratan?2) ¿Por qué maltratan?3) ¿Cuándo maltratan?4) ¿Qué tan frecuente es el maltrato?

VII. Violencia conyugal

1) tipos de violencia (amenazas, verbal, psicológica, física, sexual, económica)2) 7LSL¿FDFLyQ�GH�ORV�FRQÀLFWRV�TXH�GHVHQFDGHQDQ�ORV�HSLVRGLRV�GH�YLROHQFLD�\�

sitios donde ocurre3) Ruta Crítica¿Cuáles son las opciones que en sus comunidades tiene una per-

sona agredida en su hogar o en su comunidad (con autoridades comunales, promotoras de salud, denuncia legal)? ¿Qué hacen las mujeres cuando las maltratan? ¿A dónde acuden?

9,,,��&RQVHFXHQFLDV�GH�OD�YLROHQFLD��HQ�DPERV�LQWHJUDQWHV�GH�OD�SDUHMD�

1) Salud (estrés, celos, depresión, sida, maltrato, violación, etcétera.)2) Educación (seguimiento escolar)3) trabajo4) Explotación laboral5)�'HVLQWHJUDFLyQ�IDPLOLDU��ELJDPLD��LQ¿GHOLGDG�

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6) relación de pareja7) Extorsión (chantaje)

,;��&RPHQWDULRV�¿QDOHV

1) Propuestas de atención a la violencia contra las mujeres y las y los niños en sus localidades

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107I . V I O L E n C I A d E G é n E r O y M U j E r E S I n d í G E n A S E n E L E S tA d O d E M I C h O A C á n

Guía de entrevista con prestadores de servicios (2008)

Presentación de la entrevistadora, objetivos del estudio y solicitud de participación. ,QGLFDU�TXH� OD�HQWUHYLVWD�HV�FRPSOHWDPHQWH�FRQ¿GHQFLDO�\� OD�SRVLELOLGDG�GH�XVDU�grabadora.

I. Datos generales del (la) informante

1) Fecha y lugar de la entrevista2) Organización a la que pertenece3) nombre asignado del (la) informante4) Edad5) Profesión (indague sobre el currículum del informante)6) Estado civil y número de hijos (as)7) Puesto y cargo que desempeña en la organización8) ¿Cuántas personas trabajan en su área?9) Antigüedad en el cargo y horario de trabajo

10) descripción de las responsabilidades en el cargo11) trabajos fuera de la organización

,,��7UDEDMR�TXH�GHVHPSHxD

1) ¿Me podría describir su trabajo como _____________________? (puesto)2) Indagar sobre las características socioeconómicas de la población que acu-

de la institución.�Situación laboral y pobreza�Ingresos�niveles de escolaridad�Indígena, rural o urbano (localidades)�Migración

3) ¿Aproximadamente cuántas personas acuden a la institución por día?4) ¿Qué porcentaje de los casos que usted atiende son mujeres? ¿de qué edades?5) ¿Cuáles son los problemas más comunes por los que acuden las mujeres?6) ¿Qué tipo de servicios ofrece usted y su institución para las mujeres?7)�¢(Q�VX�LQVWLWXFLyQ�WLHQHQ�SURJUDPDV�HVSHFt¿FRV�GH�DWHQFLyQ�D�ODV�PXMHUHV"8) ¿Usted conoce a otras personas, instituciones u organizaciones que están

trabajando en el municipio por la equidad entre hombres y mujeres?9). ¿Quiénes son?

10) ¿Cuál es su relación con ellas o ellos?11) ¿Existe coordinación intersectorial e interinstitucional para atender el pro-

blema de la discriminación contra las mujeres?

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12)�¢4Xp�PRGL¿FDFLRQHV�HQ�OD�OHJLVODFLyQ��OD�SROtWLFD�R�OD�GRWDFLyQ�GH�SHU-sonal en su institución ayudaría a mejorar la situación de las mujeres en el municipio?

13) ¿Conoce algunas leyes que protejan a las mujeres de la discriminación en el Estado? ¿En el municipio?

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109I . V I O L E n C I A d E G é n E r O y M U j E r E S I n d í G E n A S E n E L E S tA d O d E M I C h O A C á n

encuesta para Mujeres que asistieron los Grupos Focales

1) nombre: ______________________________________________________

2) Edad: _________

3) Lugar de nacimiento: ____________________________________________

4) ¿habla usted alguna lengua indígena? Sí_____ Cuál______________ nO __

5) Estado Civil: ___________________________________________________

6) ¿Cuál es tu Escolaridad?

a) _____Primaria; b) ___ Primaria incompleta, número de años cursados____c) ____ Secundaria; d) ____ Preparatoria e) ____ Otro ____________________________

7) número de hijos ____ hijas _______8) ¿tiene un trabajo remunerado? Sí ___ Anote el tipo de trabajo

________________________ nO___9) ¿Cuánto gana?________________

10) Ocupación de esposo _________________

11) ¿Cuánto gana? ______________________

12) ¿Su esposo tiene tierras de cultivo? Sí ___ nO ____ Si tiene ¿Cuántas hectáreas posee? _________ ¿Es ejidatario? Sí ___ nO___

composición de los hogares

13) ¿Cuántas personas habitan actualmente en su casa?______________________14) Parentesco de las personas que viven con usted (hijos, hijas, esposo, abuelitos, tía,

tío, primo entre otros).

Parentesco Escolaridad

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15) ¿tiene parientes que migran o han migrado? Sí ___ nO ___ Si tiene us-ted parientes que han migrado ¿Quién? (anotar si es el hijo, hija, esposo, etc.) _______________ ¿A qué lugar? _________ ¿Le envía dinero? Sí ___ nO ____

16) tiene usted tierras de cultivo propias? nO ____ Sí ____ Cuántas hectáreas _____ tipo de tenencia de la tierra: Ejidal ____ Comunal _____ Privada _____ Otra __________________________________________

17) Algún otro miembro de su familia tiene tierras de cultivo? nO ____ Sí _____ ¿Quién? ____________ Cuántas hectáreas _____ ¿Es ejido, propiedad comunal o propiedad privada? ______________________________________

18) La casa donde vive es suya? Sí ____ nO____ ¿de quién? ____________________________________________________________

19) los ingresos que se perciben en su casa ¿Cómo son distribuidos? ____________________________________________________________

____________________________________________________________

20) Por favor anote las actividades que usted realiza, desde que se levanta hasta que se duerme (en un día normal).

____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

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