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VIOLENCIA, BANDIDISMO y VIDA CAMPESINA EN EL ARZOBISPADO DE TOLEDO: UCEDA y SU COMARCA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIV Óscar López Gómez Universidad de Casilla-La Mancha La violencia y el bandidi smo acaecid os durante la Edad Media en Cas till a se en marcan dentro de un ámbito de esnldio al que los medi eva,Üstas, hasta no ha ce mu chos años , no habían presta do de masiada importancia, ya sea pOI'.la ausencia , a veces de ses perante' , de document ación válida para su estudio , o por considerar a ambas problemáticas, y tal vez este argumento tenga más fuerza que el anterior, co mo un efecto colateral de la acti vidad político-militar despl ega da por los principal es poderes estruc nlrales del reino, tanto la mo- narquía co mo la nobleza'. o obstante, en la E dad Medi a hispánica estos temas juegan un papel destacado . Siglos de guerra entre cr ist ian os y mu sulmanes, o el propio enf re ntam iento entre los monarca s y los nobles, espec ia lmente crudo a partir del rein ado de Alfonso X, así lo testifican, pero las victo ri as militares, las luchas estratégicas de dominación territorial y, en definitiva, el seguimiento historiográfico del avance cristiano frente al Islam hacia el sur , han solapado el aná li sis de las repe rcusiones que desde un punto de vista so cial tuvieron acontecimi entos co n una relevancia política se ñalada. Por otra parte, el miedo a la " dark figure"3, al número , a la imposibilidad de ll eva r a cabo una cuantificación más o menos rea li sta de los datos so bre la qu e a poy ar las hipótes is planteadas, y las dificultades pa ra inf erir la realidad de l hec ho a través de los principios legales de ca rácter represivo in stituidos en los fueros, las ordenanzas y en ge neral en todo tipo de n0n11 aS, también han contribuido a la escasa proliferación de los estudios centrados en el aná lisis de la viol encia medie va l 4 Estos dos aspectos habría que ponerlos en conexión , además , con el predominio de un os plantea mien tos metodológicos propio s de la historia política tradicional en España durante buena pa l ie del siglo XX, y/o, visto desde otro á ngu lo, con el reduc ido d esarro ll o que durante ese siglo, hasta la transición I Así es como ca lifi ca la de fuenles Juan Miguel MENDOZA GARRIDO en la introducción a su libro Delincuencia y represión en la Casti ll a bajomedieval (los territorios caste ll ano manchegos), Granada, 1999. 2 Sobre el sentido general que la violencia tenía para la nobleza en Cast ill a véase; A DREW VILLALON, LJ ., Deudo a nd th e roots of feudal vio lence in late medieval Castile, en KAGAY, DJ. , Y A DREW VILLALON, L.J. (Edits.), The final argument. The imprint of violence on society in medieval and ea rl y modem Europe, Woodbridge, 1998, pp. 55 -72. 3 ALMAZÁN, 1. , El recurso a la fuerza. Formas de vi olencia en el Vallés occidental durante el siglo XVI, Social", 6 (inviemo-1 990), pp. 89- 103, en concreto p. 90. Aunque no han faltado intentos meritorios de superar estos pl a nt ea mi entos. Así por ejemplo, José Maria LACARRA ha ll evado a cabo algunos análi sis sobre estos temas a partir del estudio del fuero de Sepúlveda. Algunas de sus conclusiones son recogidas por Theresa M. VANN en su trabajo Criminal settlement in medi eval Casti lian towns, publicado en KAGAY, DJ ., Y ANDREW VILLALON, LJ . (Edits), The final argument..., pp. 83-94, donde las compara con las obtenidas por Frederick JACKSO TURNER en sus aná li sis a partir de un concepto de frontera que enti ende a és ta como un mecani smo pa ra alcanzar la pacificación inte ri or en detemllnados territorios. " 5 Digitalizacion Centro de Estudios de Castilla-La Mancha (UCLM)
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Mar 23, 2023

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VIOLENCIA, BANDIDISMO y VIDA CAMPESINA EN EL ARZOBISPADO DE TOLEDO: UCEDA y SU COMARCA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIV

Óscar López Gómez Universidad de Casilla-La Mancha

La violencia y el bandidismo acaec idos durante la Edad Media en Castilla se enmarcan dentro de un ámbito de esnldio al que los medieva,Üstas, hasta no hace muchos años, no habían prestado demasiada importancia, ya sea pOI'.la ausencia , a veces desesperante' , de documentac ión vá lida para su estudio, o por considerar a ambas problemáticas, y tal vez este argumento tenga más fuerza que el anterior, como un efecto colateral de la acti vidad político-militar desplegada por los principa les poderes estrucnlra les de l reino, tanto la mo­narquía como la nobleza'. o obstante, en la Edad Media hispánica estos temas juegan un papel destacado. Siglos de guerra entre crist ianos y musulmanes, o el propio enfrentam iento entre los monarcas y los nobles, especia lmente c rudo a partir del reinado de Alfonso X, así lo testifican, pero las victorias mi litares, las luchas estratégicas de dominación territoria l y, en definitiva, el seguimiento historiográfico del avance cristiano frente al Islam hacia e l sur, han solapado el aná lisis de las repercus iones que desde un punto de vista social tuvieron acontecimientos con una relevancia política señalada.

Por otra parte, e l miedo a la "dark figure"3, al número, a la imposibilidad de llevar a cabo una cuantificación más o menos rea lista de los datos sobre la que apoyar las hipótes is planteadas, y las dificultades para inferir la rea lidad de l hecho a través de los princ ipios lega les de carácter repres ivo institu idos en los fueros , las ordenanzas y en genera l en todo tipo de n0n11aS, también han contribuido a la escasa proliferac ión de los estudios centrados en e l aná lisis de la vio lencia medieval4 Estos dos aspectos habría que ponerlos en conexión, además, con e l predominio de unos planteamientos metodológicos propios de la h istoria política trad icional en España durante buena palie del s iglo XX, y/o, visto desde otro ángulo, con e l reduc ido desarro llo que durante ese sig lo, hasta la transición

I Así es como califica la ausenci~ de fuenles Juan Miguel MENDOZA GARRIDO en la introducción a su libro Delincuencia y represión en la Casti lla bajomedieval (los territorios caste llano manchegos), Granada, 1999. 2 Sobre el sentido general que la violencia tenía para la nobleza en Castilla véase; A DREW VILLALON, LJ ., Deudo and the roots of feudal vio lence in late medieva l Castile, en KAGAY, DJ., Y A DREW VILLALON, L.J. (Edits.), The final argument. The imprint of violence on society in medieval and early modem Europe, Woodbridge, 1998, pp. 55-72. 3 ALMAZÁN, 1., El recurso a la fuerza. Formas de violencia en el Vallés occidenta l durante el siglo XVI, ~Historia Social", 6 (inviemo-1 990), pp. 89- 103, en concreto p. 90.

Aunque no han faltado intentos meritorios de superar estos planteamientos. Así por ejemplo, José Maria LACARRA ha llevado a cabo algunos análisis sobre estos temas a partir del estudio del fuero de Sepúlveda. Algunas de sus conclusiones son recogidas por Theresa M. VANN en su trabajo Criminal settlement in medieval Casti lian towns, publicado en KAGAY, DJ., Y ANDREW VILLALON, LJ . (Edits), The final argument... , pp. 83-94, donde las compara con las obtenidas por Frederick JACKSO TURNER en sus análisis a partir de un concepto de frontera que entiende a ésta como un mecani smo para alcanzar la pacificación interior en detemllnados territorios. "

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democrática, tuvo el materialismo histórico, línea historiográfica que desde sus orígenes siempre ha considerado el estudio de la violencia, sobre todo de la de carácter colectivo, como uno de sus temas capitales' .

1. ¿Bandidismo político y bandidismo económico? Los problemas de un modelo

El estudio del bandidismo (concepto que consideraremos como sinónimo de bandole­rismo sin entrar en cuestiones terminológicas que no podemos desarrollar aquí) en Casti lla durante la Edad Media, sa lvo excepciones·, se ha producido de manera subsidiaria , no ana lizándolo como tal , sino centrándose en la comprensión de lo que supuso e l ejercicio de la actividad bandidista para los nobles, que la consideraban como una forma radical de ejercicio de su poder mediante la violencia'. Lejos de analizar el bandidaje que podría entenderse "ordinario", cometido por individuos en buena medida marginados, se centran en la comprensión del uso que de é l hic ieron los " poderosos", tanto a la hora de enfren­tarse entre sí como de someter a los grupos humanos situados por debajo de ellos en e l escalafón social' .

No obstante, en los últimos años la historiografia medieval castellana ha visto surgir dos obras de gran importancia a la hora de comprender e l fenómeno del crimen en e l pasado; Delincuencia y criminalidad en el País Vasco en la transic ión de la Edad Media a la Edad Moderna, de lñaki BAZÁN DíAZ9, y Delincuencia y represión en la Castilla bajomedieval (los territorios castellano manchegos) , de Juan Miguel MENDOZA GARRIDO. Ambas deben mucho en sus planteamientos, en especial la primera, a las investigaciones de Rafael NARBONA VIZCAÍNO en tomo al caso de la ciudad de Valencia '0, sobre la que se con­serva una documentación privilegiada si la comparamos con la que nos ha llegado relativa

5 ata Importante. Sobre algunas de estas ideas llama la atención Josep María SALRACH en Violencia y justicia. El porqué de una problemática, "Historiar", 4 (2000), pp. 99-11 3. • No son muchos los estudios sobre el bandidismo en la Castilla Medieval. Quitando la aportación de MORETA VELAYOS (Malhechores feuda les, violencia, antagonismo y alianza de clase en Casti ll a. Siglos XIII-XV, Madrid, 1978) en la que estudia un tipo de bandidismo que aquí califica mos como político, y los estudios de Carlos BARROS (Mentalidad justiciera de los irmandiños. Siglo XV, Madrid, 1990) y Jase María SÁNCHEZ BENITO CM". , Santa HernJandad Vieja de Toledo, Talavera y Ciudad Real (siglos XII al XV), Toledo, 1987), que de alguna fonna se refieren al tema, resulta interesante: NELA MARTÍN, c., Los golfines de Cáceres y la {¡cupación del castillo de la Jara, "Castillos de España", 24 (1986), pp. 29-34. 7 PASTOR DE TOGNERI, R., Conflictos sociales y estancamiento económico en la España medíeval, Barcelona~ 1973; vALDEÓN BARUQUE, J., Los confl ictos sociales en el reino de Castilla en los siglos XIV Y XV, Madrid, 1975; MORETA vELAYOS, S. , Malhechores feudales, violencia, antagonismo ... En Aragón destaca la obra de SARASA SÁNCHEZ, E. , Sociedad y conflictos sociales e Aragón. Siglos XIII al XV (estructuras de poder ~ confl ictos de clase), Madrid, 1981.

Incluso MENDOZA GARRIDO en su obra sobre la delincuencia en Castilla considera como bandidos a aquellos señores que uti lizan la actividad bandolera de una fonna más o menos continuada persiguiendo detenn inados intereses. En concreto, él sella la que por bandido considerará, por ejemplo, a "Gonzalo Mejia, señor de Santa Eufemia, cuando con sus hombres asaltaba a los mercaderes y viajantes que transitaban por su señorío": Delincuencia y represión .. . , p. 342. 9 La metodología que utiliza ya la había puesto en práct ica en una obra anterior; BAZÁN DÍAZ, l. , La cárcel de vitoría en la baja Edad media ( 1428- 1530). Estudio etnográfico, Álava, 1992; Delincuencia y crim inalidad en el País Vasco en la transición de la Edad Media a la Edad Moderna, vitoria, 1995. 10 ARBONA VIZCAÍNO, R., Malhechores, violencia y j ust icia ciudadana en la Valencia bajomedi eval C 1360- 1399), Valencia, 1990; Pueblo, poder y sexo. Va lencia medieval (1306- 1420), Valencia, 1992; Valencia, municipio medieval. Poder político y luchas ci udadanas, 1239- 141 9, Valencia, 1995.

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a estos temas para Castilla. En e llas, sin negarse el papel bás ico que la vio lencia tenía para la nobleza o las oligarquías urbanas , que la consideraban como un mecanismo de defensa de su honra y de ejercicio del poder, se estudia de igual modo la v iolencia horizontal de­sarrollada entre la poblac ión común, ya sea de forma cotidiana o con un carácter un tanto extraordinario debido a las luchas políticas.

MENDOZA GARRJDO efectúa un estudio ponnenorizado de l bandidismo en la Castilla de final es del siglo XV y princ ipios del XVJII. A la ho ra de referirse a la bibliografía que ha estudiado e l problema de los bandoleros en la Edad Media, afirma que en no pocas ocasiones se mezclan " las acti vidades de los nobles feudales, bandas de soldados mercenarios, grupos de sa lteadores o ladrones solitarios, actividades que, ni en sus causas ni en sus formas, son plenamente coincidentes"". Sin embargo, la definición de "bandidismo" con la que opera es la s iguiente: " toda actividad sa!teador~.p¡:ipetrada en grupo, en caminos, montes y campo abierto, por indiv iduos am1ado~ .que se · ~nfrentan cara a cara con sus víctimas y se puede presumir que sean delincuentes habituales"13 En ese sentido, y aunque desde nuestro punto de vista lo que verdaderamente diferencie a las actividades rea li zadas por los nobles, los ladrones solitarios, etc., además de sus causas o sus medios sea su fina lidad, lo cielto es que M EN DOZA GARRIDO en su definición no hace referencia a sus raíces y objetivos, y se centra tan sólo en la forma" .

En efecto, según la exégesis c lás ica, la diferencia entre el band ido y e l ladrón común que actúa en los campos viene detell11 inada sobre todo por e l vínculo de l malhechor a un grupo de delincuentes o no. Aunque el sign ificado de la palabra bandido en castellano, como veremos, nada tiene que ver con tal definjción, lo más frecuente era que los malhechores se uniesen en grupos para así poder ganar en seguridad a la hora de cometer sus de litos (las palabras bandolero y, sobre todo, bandido hacen referencia a l término "bando", a l grupo, a la asociac ión de malhechores). C uando operaban de forma solitari a era por culpa de sus propias c ircunstancias: porque por a lguna causa no deseaban vi ncularse a otros individuos; porque a l no ll evar ej erc iendo la de li ncuencia mucho tiempo no habían podido unirse a otros en Su misma s ituación; o porque no eran delincuentes habitua les, sino que util izaban

II MENDOZA GARRIDO, 1.M., Deli ncuencia y represión ... , pp. 340-352. Su obra está muy influ enciada por las ideas expuestas por Michael R. WEISSER en Crime and punishment in Early Modern Europe, Brighton, 1982, o losé María SANCHEZ BENITO en su trabajo Criminalidad en época de los Reyes Católicos. Delincuentes perseguidos por la Hennandad, " Estudios de historia medieval en homenajea Luis Suárez Fernández", Valladolid, 1991 , pp. 411-424. 12 MEN DOZA GARRIDO, 1.M. , Delincuencia y represión ... , p. 340. 13 Idem, p. 342. Es la misma definición que da en otros de sus trabajos. Violencia, de li ncuencia y persecución en el Campo de Calatrava a fin es de la Edad Media, Ciudad Rea l, 1995, p. 165. 14 Lo que de alguna manera invalida su propia defi nición. La ac ti vidad band id;sta se realizaba de la fo rma que él sdiala, pero eso no quiere decir que, por una lado, la forma pueda variar (sobre todo en fu nción de los medios empleados), y que por otro, mediante esa delenninada form a se puedan perseguir di stintas fina li dades según que casos. Lo correcto sería, desde nuestro punto de vista, adj eti var al bandidi smo para hablar de él, ya que en función de su finalidad y en menor medida de sus causas las formas que va a emplear van a ser distintas, tal y Como señalara MORETA VELAYOS. La definición de MENDOZA GARRIDO es correcta a la hora de hablar del bandidismo cotidiano, cometido por personas que lo real izan con el objetivo de sobrevivir, y de hecho esta es la imagen que el autor tiene en mente cuando define al bandidismo de esta manera. Sin embargo, no hay razón par~ pensar que los propios nob les no utilizaran el mismo sistema que él define a la hora de cometer detemlinados delilos que servían a sus intereses. Tal vez hubiera sido más correcto, siguiendo los propios planteamientos que el ul1 liza, lI1troducir en su definición alguna referencia a que aquellos que los cometían eran ind ividuos hu idos de la JustiCia y al margen de la ley que actuaban, sin ser amparados por algún personaje importante y sin perseguir unos obJetiVOs políticos directos, por propios intereses lucrativos. ._.

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el delito como un medio de supervivencia en tiempos de crisis. Y es que la " habitualidad" de la delincuencia cometida por hombres y mujeres con nombres y apellidos en la Edad Media es muy dificil de detectar en los documentos. Además, aún está por definirse qué es lo que se entiende por "delincuente habitual" en este período histórico.

El problema es que no existe una definición objetiva del bandidismo (ni de la v iolencia), y que, por lo tanto, la considerac ión de detenninados delitos como propios de la acción bandolera depende del criterio adoptado por e l historiador. La imagen tópica que se tiene de los bandoleros es la de aquellos encuadrables dentro de l "bandidismo económico": hombres que asa ltaban en grupo a sus víctimas en el bosque y en general en las zonas deshabitadas para robarles todo lo que llevaban. E l objetivo político del delito no se tiene en cuenta porque aparece oculto tras una forma de actuación que persigue una serie de intereses económicos directos , porque en el análisis del caso particular es dificil identificarlo, o porque, simple­mente, en las fuentes analizadas no se hace ninglma referencia a él , aunque sin embargo, de' una fonna más o menos directa, exista. Cuando éste prima sobre la fina lidad económica e l uso de la expresión "bandidi smo político", ya empleada por MORETA VELAYOS, parece más correcto, y nos permite diferenciar, en función de su finalidad última, los dos modelos de bandidaje más importantes", tal y como hic iera Fernand BRAUDEL cuando di stingu ía entre un bandidismo de corte ari stocrático, " a l margen de las motivaciones económicas", y otro con un carácter más "popu lar", " hij o de la miseria"'"

En realidad, la separación entre "bandidismo político" y " bandidismo económico", se­ñalada en su día por Giovanni CHERUBINT I7 no siempre es posible; en no pocas ocasiones se oculta el sentido último del acto de lictivo. La violencia estudiada en este trabajo da buena cuenta de ello. Además, todo bandolerismo tiene una serie de repercusiones políticas y eco­nómicas indudables; lo importante es valorar si éstas respondían a sus verdaderos objetivos. Muchas veces los que llevan a cabo los delitos en ninguna manera piensan en a lcanzar un fin político, y de hecho, vistos sus actos de forma particular, no aparecen indicios de que a través de ellos se esté provocando. Pero si llevamos a cabo un análisis global , teniendo en cuenta todo un conjunto de delitos desarrollados en un momento y en un lugar concretos, y siendo siempre conscientes de que las cifras manejadas se refieren a cuantificaciones mínimas distantes de la realidad, se pueden observar efectos que aparecerían invisibles si los estudiáramos a través de análisis particulares de los casos.

Según esto, el bandidismo que analizaremos a continuación es de corte político. Se enmarca dentro de una serie de acciones violentas acaecidas en todo e l reino castellano '

15 ME DOZA GARR IDO llama la atención sobre este asunto. Según él, la indefinición del bandidismo ha provocado que en muchos análi sis no se interprete con claridad la función que la delincuencia de los bandidos tenía en cada uno de los contextos en los que se desarrollaba: Delincuencia y represión ... , p. 340. 16 Sobre esta diferencia llamaba la atención Xavier TORRES SANS en "Faida y bandidi smo en la Cataluña de los siglos XVI y XVlI", comunicación presentada en el Convengo Internazionale di studi storici: "Banditismi mediterranei. Secoli XVI-XV]]". 17 MENDOZA GARRJDO trae a colación en su estudio la propuesta realizada por Giovanni CHERUBINI (Appunti sul brigantaggio en Italia alla fin del Medioevo, en "Studi di Storia Medievale e Moderna per Ernesto Sestán. Vol. 1. Medioevo", Florencia, 1980, pp. 103- I 33) cuando distingue entre los términos italianos "brigantaggio" y "banditismo", dando al segundo un cariz político del que el primero carecía, para luego criticar su falta de rigor en el uso de tal diferencia, pero él no propone un modelo alternativo. La similinld entre los conceptos "banditismo" y "bandidismo" no manifiesta un seguimiento de esta propuesta: el hi storiador español estudia los delitos encuadrados dentro del brigantaggio.

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que obligaron a poner en marcha un buen número de hennandades, instituciones dispuestas para enfrentarse a ellas, haciendo del reinado de Femando IV una etapa que es considerada como un " momento clásico" del " movimiento hennandino"18 Independientemente de que las hennandades que aparecieron durante este período lo hicieran como resnltado de la debilidad de la monarquía, tal y como se ha venido aceptando, o como efecto contrario a las nuevas tendencias de unificación legislativa y de centralización política puestas en marcha por Alfonso X , como defiende María ASENJO GONZÁLEZI9, lo c ie rto es que la causa inmediata que causó su aparición fue el establec imiento de una violencia incontro lable para las fuerzas del orden existentes, sobre todo en dete rminados ámbitos geográfi cos.

2. La guerra en el tránsito del siglo XIII al XIV y los bandidos de "Gutier Roys de Vera"

, Para nuestro estudio de l bandidismo en Castd la' contamos con una fuente excepciona l,

una investigación que llevaron a cabo tres pesquisidores en 1304'° con e l fin de recabar datos para resolver los problemas que se habían producido en una zona de l arzobi spado de Toledo, la comarca de U ceda, a ca usa de " las muertes e de los robos e de las otras cossas desaguisadas que Gulier Roys de Vera e su gente" habían hecho'l . Los pesquis idores eran Alvar Rodríguez, alcalde de Uceda, y Xi meno Pérez, un a lguac il de ese lugar, diputados por el arzobispo, junto a los cuales participó Nuño García, clérigo de la Santa Trinidad de Atienza, El escribano ante el que e l caso se vio fue Berengel22

Conviene esclarecer no obstante, en primer lugar, el sentido que tenía la existencia de bandidos en la Castilla de finales del s iglo XIlr y de principios del XlV. Si buscamos en el Diccionario de la Real Academia Española la palabra bandido se define por ta l a aquella persona que huye al ser llamado ante los jueces para responder frente a una determinada denuncia , en definiti va, al fug iti vo de la justici a. o tenemos constancia de que Gutierre Ruiz y sus secuaces hubiesen sido ante riormente llamados por ningún juez. La pesquisa que aquí ana lizaremos fue encargada con e l fin de recoger pruebas para inculparlos y que pagaran los daños que habían provocado con su actividad de lictiva. Por esta causa, y por las características de los hechos que llevaron a cabo, la segunda acepción del término parece

18 GUTIÉRREZ NI ETO, J. L. , Semántica del térmico "comunidad" antes de 1520: las asoc iaciones j uramentadas de defensa, en " Hi spania", 137 ( 1977), pp. 3 19-367, en concreto p. 337. 19 ASENJO GO ZÁL EZ, M., Ciudades y hermandadcs en la Corona de Castilla. Aprox imación sociopoliti ca , ~'A nuario de Estudi os Medievales", 27 (1997), pp. 103- 145. -o Parece ser que en origen este documento se encontraba en la sacristia de la ig lesia de Sama Maria de la Varga, en Uceda . La noche del 18 de febrero de 1778 hubo un robo en la igles ia. Todos los documentos que en ella se guardaban aparec ieron esparcidos por el suelo. Por diversas c ircunstancias más tarde llegó hasta la catedral de Tt0ledo:SA NZ BUENO, L., Uceda. Notas sobre su historia, an e y cosl1unbres, Guadalaj ara, 1990, p. 109. - ArchIVO de la Catedral de Toledo [en adelante ACT], Archivo capi tu lar [en adelante AC], O.12.A.I.3 . La pesquisa está fechada el lunes II de abril de la era de 1342. En adelante nos referiremos a este documento con 1~ palabra Pesquisa.

El documento no está muy bien conservado. Para estudiarlo se han utilizado algunos programas informáti cos de tratamiento de textos. En el folio I r de la pesquisa aparecen los nombres de los pesqui sidores y del escribano pero algunos rotos impiden leerlos con claridad. En el fo lio 16 r, sin embargo, son perfectamente legibles; "Nos, Alvar Rodrígues, a!calle, e Ximeno Péres, a lguasil en Useda, por el muy noble ssennor don Gon9a lo, ar90bispo de Toledo, et yo, unno Gar9ía, clérigo de Santa Trinidad de Ati en9a, por Guti er Rroys de Vera, otorgamos que ffi slemos esta pesquisa con Bercnguel, escri vano público de Useda" . '0, .

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más apropiada para definir a l tipo de malhechor con el que aquí vamos a tratar: " persona que roba en los despoblados, sa lteador de caminos"23

Sin embargo, la pesquisa nos puede confundir. A lo largo de toda e lla en ningún momento aparece el concepto malhechor ni se habla de bandidos, de ladrones o de asesinos; no aparecen detalles, tan sólo los nombres de las víctimas que una a una van exponiendo los daños que GutielTe Ruiz y su gente habían realizado. Es más, ni siquiera sabríamos la finalidad última que esta banda de delincuentes perseguía con sus acciones si no fuera por una única frase, ya que durante todo el documento se guarda un mutismo total. No deja de resultar interesante que precisamente ésta aparezca en labios de la primera víctima que se nombra en la pesquisa, Alvar Rodríguez, un vecino de Uceda que califica a Gutien·e Ruiz y a los suyos como "enemigos del

Rey"24 Aunque en su testimonio no se señale, es segw-o que esta víctima era el propio alcalde de ese lugar que actuaba como pesquisidor y que, por lo tanto, conocía mejor la finalidad de las acciones de los bandidos que el resto de las personas que aparecen en el documento.

La explicación del si lencio sobre los fin es perseguidos con las acciones delicti vas desa­rro lladas por los bandidos viene dada por la natura leza de la pesquisa; es una recopilación de datos di spuesta para conocer los daños producidos por una banda de salteadores en una región concreta de l arzobispado de Toledo, Uceda y su término (en la actual provincia de Guada laj ara). No interesan ni los detalles de cómo sucedieron los acontecimientos ni la finalidad última de los individuos que los llevaron a cabo, tan sólo del perjuicio económico producido en sus víctimas.

Pero ¿quiénes eran los enemigos del rey? Si tomamos de forma litera l la afinnac ión de Alvar Rodríguez, podríamos pensar que con sus acciones lo que pretendían Gutierre Ruiz y los suyos era favorecer a la parcialidad po lítica opuesta a Femando IV, integrada por los grandes nobles que apoyaban a don Alfonso de la Cerda : e l infante don Enrique, don Diego López de Haro, don Juan Alfonso de Haro, don Fem án Rodríguez de Castro, don Pedro Ponce, don Diego Ramírez, don Juan Femández, don Diego Gómez, don Alonso García de Castañeda, etc" . No obstan te, a lo largo de la investigación desarro llada por los pesquisidores nada se dice sobre est026 Si, como parece, los bandoleros de Gutierre Ruiz estaban sirviendo en última instancia a determinados objetivos políticos de linos nobles, lo cierto es que sus acciones aparecen a los ojos de la población común como fechorías cometidas por unos hombres que actúan siempre a l margen de la ley.

En cualquier caso, un hecho parece evidente; las acciones de los bandidos estaban c'onsiguiendo desestabilizar una región de l amplio arzobi spado de Toledo. De ser este su , objetivo estaríamos tratando con un grupo de bandidos políticos parecido a los que por las mismas fechas actuaban en otras regiones de Castilla", como consecuenc ia del enfrenta-

23 La tercera acepción dice; "persona perversa, engañadora y estafadora". 24 Pesqu isa, fo l. I r. 25 GO ZÁLEZ MÍNGUEZ, c., Fernando IV, 1295- 13 12. Corona de Espa;;a, IV, volumen mayor, Reyes de Castilla y León, Palencia, 1995. 26 Sin embargo, las lierras de Uceda vo lverán a sufrir la delincuencia de los poderosos años más tarde. En 1311 el infante don Juan Manuel arrasó las lierras de Hita y de Uceda. SANZ BUENO, L., Uceda. Notas sobre su historia, arte y costumbre ... , p. 105. 27 Don Juan Núñez, uno de los enemigos de Fernando IV, " tomo cuama gente pudo aver de navarros e de aragoneses, e con muy pocos castellanos emró a correr a Castilla, quemando, astragando e robando todo cuanto fall aba", Crónica del Rey don Fernando IV. en "Crónicas de los Reyes de Castilla. Biblioteca de Autores Españoles", tomo l. , Madrid, 1953, cap. V, p. 11 5 b.

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miento entre los nobles y la monarquía que enmarca buena parte de l re inado de Fem ando IV ( 1295-131 2)" . En las reuniones de Cot1es se seña la de fOlma expresa esta s ituac ión. En Valladolid, en 1298, tras hacer referencia a la denuncia presentada a l monarca "delas jilerzas e delos robos e delas muertes e de las p risiones e delos otros males que habían recibido los delas tierras"29, se o rdenó lo siguiente : "mientras esta g uerra durare, que ladas aquellas cosas que ji/eren robadas que a todos a quien ji/ere fa llado sean p uestas en recabdo, en guisa que aquel quejilere robado que lo cobre conjilero e con derecho"30 Poco después, en las Cot1es de Zamora de 130 1, se so lic itaba a l rey que las villas y lugares "que derribaron e quemaron los l17aljfechores que l17andasse que sseffiziessen luego e se poblasen"3I , y "que todos aquellos cOI7I;:eios queji/eron n --abados e quemados, el los rrobaron e los quemaron e los prisieron aquellos que eran a mio deservicio [del rey], que mandasse

quelesji/ese entregado todo aquello qur:;les tOlnf1rp"i7 e lesffort;:aron e les quemaron, et las prisiones queles ffez ieron que oviessen é)1de enn¡ie.nda"" .

La pesqui sa que estamos estudiando se desarro lla en el mes de abril de 1304. Por aque lla fecha la guerra que había enfrentado a amplios secto res de la nobleza que apoyaban como monarca de Castilla y León a don A lfonso de la Cerda en contra de Fernando IV está lle­gando a su fin . A principios de este año se desarrollan las negociac iones que culmina rán en la sentencia arbi tra l de Ton'ellas y en e l tratado de Elche, acuerdos que pusieron fin a la contienda a costa de rea lizar unas concesiones, consideradas por muchos nobles favora­bles a Fem ando IV excesivas, tanto al de la Cerda como a Jaime 11 , e l monarca aragonés. La investigación llevada a cabo por la justic ia de Uceda y el c lérigo de la Santa Trinidad habría que interpretarla , por lo tanto, como un tipo de convenio para le lo y de a lguna fonna vinculado a los esfuerzos po líticos por a lcanzar la paz en Casti lla. Con e lla querían conocer los destrozos rea lizados du rante la guerra c iv il y los daf\os que había sufrido la población campesina en la comarca ucedana con e l obje ti vo de pa liarlos.

El ampli o arzobispado de To ledo se vio sacud ido en diversas zonas y du rante dist intos momentos po r la acción de los bandoleros que actuaban a l servic io de los nobles y en contra de los reyes. En la comarca de su propia capita l los princi pa les lugares en donde se iban a asentar los ma lhechores, ya en ti empos de A lfonso Xl , se rían Escalona y Villamie l. Desde aquí actuó la banda de Egas Paes, un vec ino de Talavera que junto a sus hombres llegó a tener aterrados a los campesinos de la zona; "salian a los caminos, el robaban el tomaban lodo lo que podían aver, et mataban los ames por los caminos, el forzaban las mujeres el facían olros muchos males" En e l caso de este delincuente y su grupo podemos hablar sin

2S BE AV ID ES, A. , Memorias de don Fernando IV de Castilla, 2 vo ls, Madrid, 1860; GO ZÁLEZ M í GUEZ, c., Fernando IV de Castilla (1295-1312). La guerra civil y el predom inio de la nobleza, Vitoria, 1976. Este autor ha completado esta obra con otra; Fernando IV, 1295-13 12 ... Desde el esmdio de Benavides hasta la tesis dOctora l de G?nzález Mínguez, leída en 1974, apenas había levantado interés este monarca al considerar su ~90 blerno, segun apuntaba Luis SUAREZ FE RNAN DEZ, como un " re inado puente".

Cortes de los AntI guos Reinos de Casti lla y León. Madrid, 1861- 1882, tomo l, Cortes dc Valladolid de 1298, PolsPosición 12, p_ 139_

C ortes de los AntIguos Reinos de Casti lla y León. Madrid, 1861 -1 882, tomo 1, Cortes de Va ll adolid de 1298, Rlsposición 2, pp. 137-1 38.

Cortes de los Antiguos Reinos de Castilla y León , Madrid, 1861- 1882, tomo 1. COl1es de Zamora de 1301 , R lsposición 2, p. 152.

-Cortesd e los Anti guos Reinos de Castilla y León, Madrid. 186 1- 1882, tomo 1, Cortes de Zamora de 1301 , DIspOSIcIón 7, p. 153. _.,

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temor a equivocamos de bandidos políticos. En su actividad delictiva, además de buscar un ben,eficio económico inmediato, actuaban como servidores de l hijo del infante don Juan Manuel , enemigo de Alfonso XI. Este monarca tuvo que emplearse a fondo para acabar con la banda hasta que en 1332 consiguió tomar a todos por sorpresa en el lugar de Santa Olalla, donde los delincuentes murieron degollados por orden suyaJ3

Aunque e l responsable último de las acc iones de lictivas sea un personaje de la nobleza opuesto a l rey, los que aparecen como verdaderos malhechores son unos hombres, en no pocas ocasiones sumidos en la pobreza, que a cambio de la posibilidad de conseguir bienes de fonTIa fácil no dudaban en vincularse a una banda de delincuentes cuya finalidad última era la de actuar como instrumento de desestabilización territorial en servicio de su "señor" . En este punto nos estamos moviendo en un campo de análisi s poco desarrollado, sin em­bargo, es factible que estas bandas de bandidos políticos, como organizaciones delictivas temporales que eran, estuviesen integradas al menos en parte por bandidos económicos, es decir, por individuos que rea lizaban actividades delicti vas destinadas a garantizar su propia supervivencia, en la mayoría de los casos, y que tenían su campo de acción redu­cido a zonas específicas a las que la justicia ordinaria de las ciudades y las villas no solía llegar. Posiblemente los bandoleros que operaban en los montes, los golfines", integraran, no sabemos en qué proporción, las bandas de los malhechores políticos que servían a de­terminados nobles. Los beneficios que con esto podían conseguir no eran despreciables; se les prometía la posibilidad de adquirir mayores riquezas, el apoyo de otros individuos en sus mi smas c ircunstancias a la hora de desarrollar sus delitos, y e l amparo de su grupo y en última instancia del personaje para el que trabajaran" . Fracasados sus intentos de mejorar sus condiciones de vida mediante este mecanismo, siempre quedaría e l refugio del monte y de las tierras de las que habían salido.

Pero volviendo al caso de la banda de Gutien'e Ruiz, de forma independiente a l fin político que pers iguiera, lo cielto es que su actividad nos aparece como propia de unos bandidos con un enomle potencia l operativo. Uceda, cabeza del territorio donde actúa3. , era un lugar con no más de quinientos habitantes, y las a ldeas organizadas a su alrededor en

33 Crón ica del muy alto el catol ico rey don Alfonso el onceno deste nombre, que vencio la batalla del rio Salado, \ et gano a las Algeciras. "Crónicas de los Reyes de Castilla. Biblioteca de Autores Españoles", Tomo 1, Madrid, 1953, cap. XC IV, pp. 229 a-b y 230 a .

• 34 Véase sobre esle tema el trabajo ya citado de José Maria SÁ CHEZ BENITO, Sanla Hermandad de Toledo, Talavera ... De igual forma, aunq ue para una época posterior, también es interesante el trabajo de M.R. WEISSER sobre los campesinos de los montes de Toledo, titulado The peasant of the Montes. The roots of rura l rebelli on in Spain, en donde utiliza la doc umentac ión conservada sobre los causas criminales que se vieron ante el fiel del juzgado de Toledo. 35 Esta forma de asociacionismo de malhechores es la que se daba en las ciudades. Según los dirigentes de éstas, la estancia de vagabundos, rufianes y en general de personas sin una identidad conocida, sin un oficio y sin un amo, dentro de los muros de la ciudad, era peligrosa. Se convertían en potenciales activistas de movimientos sociales, de agresiones o de cualquier otro tipo de delito. En este sentido véase, por ejemplo; COLLANTES DE TERÁN SÁNCHEZ, A., Actitudes ante la marginación social: malhechores y rufianes en Sevilla, "Actas del !TI Coloquio de historia medieval andaluza. La sociedad andaluza: grupos no pri vilegiados", Jaén, 1984, pp. 293-302 , Y DI G ES, M. , El uso de la jusücia como forma de control soc ial en la Edad Moderna, en FORTEA PÉREZ, J.L. y otros (Edits.), " Furor et rabies. Violencia, conflicto y marginación en la Edad Moderna", Santander, 2002, pp. 47-68 36 De Uceda dependían al menos diecinueve aldeas; El Cubillo, La Casa, Fuente el Fresno, Mesones, Va ldenulio Femández, Fuente la Higuera, Vi"ue las, Villaseca, Matarrubia, La Puebla de Vallés, Valdesotos, Tortuero, Valdepe"as, Alpedrete, El Berrueco, Caban illas de la Sierra, Venturada, Reduelias y Torrelaguna.

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un radio de unos treinta ki lómetros contaban con una población inferior. No obstante, las c ifras de los daños rea lizados por estos delincuentes hablan por sí solasJ7 ; en abril de 1304 ya habían cometido una cantidad de delitos que en· ténninos económicos ascendían a más de 53 .200 maravedíes. De las siete a ldeas que fueron víctimas de su actividad de li cti va, Uceda, Viñue las, "Ssocuernos" (Socuernos" ), "Arbalaxar" (Arbatajar), "Galapaguie/los" (Galapag ui llos), " Fuente el Frexno" (Fuente e l Fresno) y Vi llaseca, la tercera de e llas, Socuernos, fue la que padeció con mayor intensidad los daños. Las pé rdidas económi cas sufridas por los vecinos de ésta sumaron más de la mitad de todas las de la comarca, 30.522,5 maraved íesJ9. Aquí nos aparece un dato c lave. Todos los lugares afectados quedan en la zona orienta l de l telTitorio, a l este de Uceda, en el límite con la Corona de Aragón, desde donde, seguramente, se lanzarían los ataques. Con ellos se estaban sirviendo los intereses de Jaime ll , de ahí el desarrollo de la pes,quisa en 1.304, en el momento en e l que Fernando IV a lcanza la paz con éste.

Tras Socuemos la aldea que con mayor intensidad sufrió los delitos de los bandoleros fue Viñuelas, en donde el monto del daño económ ico ascendió hasta los 14 .053,3 maravedíes·o. Los vec inos de la capital de la región, los ucedanos, sufrieron menos que los de las otras a ldeas la de lincuencia. Fue en las loca lidades más pobladas de los a lrededores en donde los bandidos desarro llaron de fo rma más cruenta su actividad. No obstante, la poblac ión de Arbatajar y Galapaguillos era muy reducida y bastante pobre. D e hecho, los 343 maravedíes en que se estimó el daño producido por los secuaces de Gutierre Ruiz en Arbatajar", y los 200 a que ascendieron los destrozos llevados a cabo en Galapaguillos·', apenas superan ambos el 1% del monto económico total de las pérdidas causadas en la comarca.

En cuanto a l número de delitos realizados, en la pesquisa se sel'ialan un tota l de c ien­to treinta y cuatro. Excepto dos de e llos, el ases inato de un hombre de Arbatajar'J y una agres ión a un vecino de Socuernos", todos los demás son· robos en los que se empl ea la vio lencia fí sica siempre que es necesario· '. Buena parte de los ataq ues y de las muel1es fueron e l resultado de la res istenc ia plan teada por las personas que se opusieron a ser ro­badas, y si no hubo más muertos fue por la fortun a que tuvieron a lgunas de las víctimas. A un hombre de Vifíue las apodado "el rubio", por ejemplo, le dieron tres lanzadas··, una más que a un vec ino suyo, Domingo Pérez·' , aunque nada comparable con las "onse lanr;adas"

que recib ió otro de los habitantes de esa a ldea·8. A un hennano del sacri stán de Socuemos le asestaron cuatro lanzadas'" Domingo Sánchez, de Fuente e l Fresno, señala de fonna

37 Véase el cuadro 5.1 del Apéndice. 38 No siempre es fáci l ubicar algunos de los lugarcs dc Uccda que aparecen en los documenlOs. De muchos de ellos apenas se ha conservado rastro. Esto es lo que sucede con ·'Ssocuemos", pero también con "Tamaión" (Tamajón), "Riotiendas" (Retiendas) y "Castel vaneh·'; SA Z BUENO, L., Uceda. otas sobre su hi storia, arte } costumbres ... , p. 87. 4~ Pesqui sa, fol. J3 v. 41 Pesqtllsa, fol. 5 v. 4' Pesquisa, fol. 14 r. 4; Pesquisa, fol. 14 r. 44 Pesqtll sa, fol. 14 r. 45 Pe.sqtll sa, fol. 16 r. 46 Veased cuadro número 5.2 del Apéndice. 47 Pesqui sa, fol. 4 r. 48 Pesqtll sa, fol. 4 v. 49 Pesqui sa, fol. 4 v.

PesqUisa, fol. 9 v. El sacristán de Socuemos se llamaba Pero Pérez. El de Viñuelas Gutierre Pérez. Pesquisa; fo l. 5 r.

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muy expresiva que "firiéronle con una 10111;:0 muy mar" o. Otro vecino de Fuente el Fresno afirma igualmente "que '1 firieran de dos /anr;:adas muy mal, en g uisa que 'l dexaron por muerto", algo que también sucedió en el caso de un aldeano de Villaseca51

En los detalles de los actos delictivos cometidos por los bandidos queda reflejada la violencia que empleaban . En una ocasión la víctima era un vecino de Socuernos. Le robaron once ovejas, dos carneros, una cabra, una cinta, un cuchillo, una bolsa, cinco maravedíes en dinero, unos zapatos, una saya ... Durante el saqueo surgió un problema. Los ladrones no podían sacar una sortija de plata que su presa llevaba en un dedo, no sabemos si porque estaba atascada o porque su duel'io se oponía. Los de GutieITe Ruiz decidieron so lucionar e l problema rápidamente; había que cortar el dedo. AJ1te tal amenaza la víctima decidió quitarse la sortija por su cuenta y entregarla" . Otro vecino del lugar, Vicente Pérez, llegó a decir que GutieITe Ruiz le había tenido preso, e incluso le había mandado "aIro dio en­forcar", aunque consiguió huir de la prisión. Sin embargo, los testigos que presentó para demostrar lo que decía señalaron que no eran conocedores de tal acontecim iento" .

Existían dos maneras de actuar, más o menos establecidas, que se señalan de fonna clara tras un análisis ponnenorizado de los robos que la banda cometió. Por una parte, estaban aquellos delitos que se rea li zaban en campo abiel10, normalmente por el día. Para llevar a cabo acciones de este tipo no era necesario un número de hombres excesivo. Normalmente se intentaba sorprender a la víctima. Se la rodeaba y era obligada a que entregase todo lo que llevara encima, dejándola semidesnuda". Durante la investigación que realizaron los pesquisidores algunas personas presentaron como plUeba de los daños que habían sufrido el testimonio de aquellos que habían visto como llegaban a sus a ldeas "despoiados" de todo lo que poseían" . El caso de un veci no de Viñuelas, Pero Mínguez, puede servir como ejemplo paradigmático de esta fOlma de actuar. En su testimonio afirmó lo siguiente;

"que'l levaron una lanr;:a e un dardo que valíen ocho mrs, e un pellole que va/íe quinse mrs, e una r;:inta e un cuchiel/o que valíen seys mrs, e unas ca lr;:as e unos r;:apatos que valíen seys mrs. E para esto provar aduxo los sobre dichos [unos testigos nombrados arriba], los qua/es dixieron sobre jura que '1 vieran venir despoiado, e mal andalia, e crajan que era así como havía dicho Pero Míng ues"'6

De igual modo, los testigos que presentó don Andrés afirnlaron: "quelo vieran andar • desca/!;:o e despoiado, e que craj an que gelo levaran"". Las ganancias obtenidas median­

te este tipo de acciones no solían superar los 100 maravedíes, a no ser que la víctima en , cuestión llevase un caballo u otro animal , algún objeto valioso o mucho dinero. Por e llo,

50 Pesqui sa, fol. 14 v. 51 Pesquisa, fol. 15 r. 52 "porque gela non podian sacar con apriessa querien le ta iar e l dedo. E al amenaya saeola e diógela". Pesquisa, fol. 13 r. 53 "que se non ayertaran en esto", Pesquisa, fol. 12 V.

54 Domingo Pérez, vecino de Villaseea, alinnó: "que' l lirieran muy mal e que ' l dexaron por muerto. E que ' l despoiaron fata (s ic) en los pannos menores, e levaron le sulanya e su dardo e la yinta e el euehiell o e las avareas e las ealyas". Pesquisa, fol. 15 r. 55 Pesquisa, rol. 2 v. :6 Pesquisa, fol. 3 V. ,7 Pesquisa, fol. 4 r.

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el robo que sufrió Ferrando Domínguez, un escribano de Uceda, podría considerarse como excepcional. Tras ser sorprendido por los ladrones vio como le sustraían todo lo que llevaba, tanto sus ricos ropajes como su caballo y los 12 maravedíes que pOJ1aba en una bo lsa; e l daño económico que le produjeron fue de 985,5 maravedíes58

E l otro modo de actuar de estos bandidos era mucho más estudiado. Frente a l escaso botín que mediante el sistema anterior se solía conseguir y el carácter esporádico de l mismo, éste era más complejo y tenía una finalidad clara, rea lizar un robo de gran impol1ancia. Aunque también se ejecutaba por e l día, la noche podía servir mejor a los objetivos de esta manera de delinquir. Consistía en poner en marcha una operación rápida destinada a hacerse con un botín sustanc ioso, en general cabezas de ganado, movilizando a una gran cantidad de hombres. Todos los pal1icipantes debían cumplir su papel. Mientras que algu­nos llevaban a cabo e l delito propiamente dichO, ·~Úos vigilaban para que éstos pudieran actuar sin problemas. A través de este me~anismo se llevaron a cabo los cuatro robos más importan tes que se cometieron en la comarca. Las víctimas fueron:

- Juan Rodríguez, vec ino de Uceda, a l que entre otras cosas robaron noventa y siete ovejas" . En 2.494 maravedíes se valoró lo que le quitaron.

- Gil Robledo, de Viñue las, que perdió doscientas diecinueve cabezas de ganado ovino y buena parte de su hacienda60 Recibió un menoscabo va lorado en 2.850 maravedíes.

- Pero Mal1ín, de Socuernos, que a pesar de haber perdido menos ovejas que el an­terior, ciento sesenta y nueve, sufrió unos desperfectos mayores" , estimados en 3.063 maravedíes.

- y Cebrián, el jurado de Viñuelas , víctima del mayor saqueo de todos los acaec idos en la comarca. Aparte de perder doscientas cuarenta ovejas vio como el monto global de delito que hab ía sufrido ascendía hasta los 4.090 maravedíes61 .

No obstante, la división entre estas dos formas de actua·r en ninguna manera es rígida. El botín persegu ido detenninaba el modo de delinquir, pero en caso de que la posibilidad de obtenerlo se presentara de forma inesperada lo importante era hacerse con é l, indepen­dientemente de los medios empleados. El delito se preparaba con mayor minuciosidad si se perseguía un objetivo concreto, sobre todo si el acto se ejecutaba por la noche, ya que la oscuridad podía vo lverse en contra de los delincuentes, pero a la hora de asaltar a una persona en un camino el atraco era reali zado mediante la fuerza , aprovechando la superio­ridad numérica y las annas de los asa ltantes frente a la debilidad de la víctima.

Pondremos por ejemplo un caso concreto para que lo anteri or se entienda. A l parecer el concejo de Uceda llegó a considerar e l contexto que se viv ía en su término como insos­tenible. Ante la situac ión a larmante creada por culpa de las acciones de Gutierre Ruiz y su banda entre los campesinos, decidió pedir ayuda al arzobispo de Toledo, y de forma paralela diputó a una serie de a ldeanos de l lugar para que junto al comendador de Moherrando, servidor del rey, se enfrentaran con los bandidos. Un día, yendo Alvar Rodríguez por orden del concejo con otros hombres a reunirse con el comendador muy temprano, al alba señala

58 E 1 caballo 800 maravedíes. Un tabardo 60. n pellote cárdeno 70. Una cinta y un cuchillo 20 maravedíes.

~na bolsa 12 ... Pesquisa, rol. 1 v. 60 Pesqlllsa, rol. 1 v. 61 Pesquisa, fol. 4 v. 6' PcSqlllsa. ro l. 12 r. - Pesquisa, rol. 3 r.

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el documento, pasando por Fuente el Fresno, "ovo a ojo a dos ames a ca vallo que levavan una ma[naJda de ovejas" . Cuando vio que eran los de Gutierre Ruiz, midiendo mal sus fuerzas, se lanzó al galope hacia e llos. Seguramente habían cometido un robo y volvían con su botin. Cuando se acercó "salieron los otros todos, que y asíen en qelada, e cortaron lo e posieron lo desonrrada mente e tomaron le un caval/o en que yva"63.

Estas dos maneras de proceder distintas, cada una de ellas con sus características propias, son las que explican las grandes dife rencias que podemos encontrar en la importancia de los saqueos cometidos por la banda. Éstos oscilaron, por ejemplo, desde los 6 maravedíes en que se valoró la lanza robada al hemlano de l sacristán de Viñuelas", hasta los 4.090 maravedíes en pérdidas que sufrió Cebrián, el ya referido jurado de esa aldea. Frente a las cuatro víct imas de Uceda, las trece de Fuente e l Fresno, las siete de Villaseca, las cuatro de Arbatajar y las dos de Galapaguillos, los treinta y dos afectados por la actividad de estos delincuentes en Viñuelas y los setenta y dos en Socuemos muestran bien a las claras cuales fueron los campesinos que peor parados sa lieron.

Tal vez la significación de estos delitos cobre más calibre si la situamos en e l marco de cris is generalizada que la hi storiografía actua l seña la como característico del último tercio del siglo XIII y principios del XlV. La crón ica de Femando IV dice a l referirse a l afio 130 1; " E este aílofúe en toda la tierra muy g rand jambre: e los ames morianse por las plazas e por las calles de jambre, e fúe tan grande la mortandad en la gente que bien cuidaran que muriera el cuarto de toda la gente de la tierra; e tan g rande era la jambre que comían los ames pan de g rama, e nunca en tiempo del mundo vio ombre tan gran fambre ni tan gran mor/andad'6'. Una s ituación de hambruna generalizada como ésta apenas se refleja en los test imonios de las víctimas que hablan a lo largo de la pesquisa, a

. no ser que tomemos como una evidencia de ella los robos de determinado tipo de bienes alimenticios como longanizas", tocinos67 y pan68, o incluso la enorme cantidad de ganado de la que se apropian los bandidos.

No obstante, los alegatos de los testigos que las víctimas presentan a los pesquisidores para refrendar sus demandas dan buena cuenta de las repercusiones que los robos podían llegar a tener. Uno de los ejemplos más clarificadores se nos presenta en e l caso de Sancho Pérez, al que saquearon su vivienda. Los testigos que presentó para demostrar que lo qu decía era cierto afinnaron "que vieran su casa conpuesta e rica, e este día que la vieran robada, e que crayen quelo levaran gente de Gutier Rroys"69. La crudeza del testimonio de otros testigos, los de Suáñez Martín, es aún más clarificadora: "dix ieron quelos bueyes'e

63 Pesquisa, fol. I r-v. A dOlla María. vecina de Socuemos, también le quitaron una toca va lorada en 6 maravedíes (Pesquisa, fol. 13 v.), el mismo va lor en que fue estimado el cuchi llo y el dardo que robaron a Manín, el hijo de Diego Sáncltez, vecino de Fuente el Fresno (Pesquisa, fol. 15 r.) 64 Pesquisa, fol. 5 r. 65 Crón ica del Rey don Femando IV ... , cap. VIII , p. 11 9. 66 A Sancho Pérez, vecino de Socuemos le robaron 8 longanizas (Pesquisa, fol. 6 v). Un robo parecido sufri ó Juan Pérez, tamb ién vecino de esa aldea (Pesqui sa, fol. I I r). 67 A don Benito, vecino de Socuemos, le robaron medio tocino (Pesquisa, fols. 6 v-7r). Dom ingo Lázaro, Domingo Verón, don Simón, Vicente Pérez y doña Leocadia, todos vecinos de esa aldea, sufrieron un robo parecido. 68 A Domingo Pérez, vecino de Socuemos, le robaron seis medidas de "pan cocho" (Pesq uisa, fol. 6 v). A Domingo Martín, también vecino de Socuemos, una medida, de igual fonn a, de pan cocido (Pesquisa. foI.l O vJ' En el caso de dojia Leocadia no se especifica si el pan era coc ido o no. 6 Pesqui sa, fol. 6 r.

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las ovejas que ssobien (s ic) que los avía, e que valíen más de quamo las él ponía, e quelo vieran todo levQl~ E que sabíen que esta va rico e bien anda va, e quelo veyen derraygado e mal andava"70 El robo que sufrió esta v íctima fue estimado por los pesquisidores en 1.949 maravedíes. Al parecer el delito no sólo había acabado con su posic ión económica estable, por su culpa estaba sumido en la pobreza.

Si tenemos en cuenta que los de litos que es tamos anal izando se desarro llan en un ámbito espacial bastante reducido y con una población escasa, parece lógico que grupos familiares en su conjunto sufrieran los embates de la acti vidad de lictiva de los bandidos, que podía llegar a ser desastrosa cuando gol peaba a personas sin demasiados recursos económicos. En Viñue las fueron los hijos de don Bal10lomé los que más delitos sufrieron. A uno de ellos le quitaron el pe llote, una lanza y un dardo , todo e llo por va lor de 23 maravedíes. A otro, don García, un asno va lorado en SO, pet~o fue DQnil,ingo Martín el que sufrió e l peor robo. No sólo le robaron un pellote de gran calidad, sino además cuatro bue~es . Los pesqui sido­res apreciaron de forma genérica e l va lor de este tipo de animal en unos 200 maravedíes, estimando, no obstante, que e l daño provocado a Domingo Mal1ín por la sustracc ión de los suyos era de 650, pero no aceptó tal apreciación. Dij o que si é l aún tuviese sus bueyes "los non daríe por ochenta e ocho cabras adose maravedís cada una" ( 1.056 maravedíes). La quej a hizo efecto; a l fi na l los pesquisidores va loraron en 876 maravedíes unos bienes robados que a l menos en teoría valían 680.

En Socuernos la fami lia de don Miguel fue una de las que más padeció la actividad delictiva de los secuaces de GutielTe Ruiz. A éste le robaron un asno y nueve cabras" . A cada uno de sus dos hijos dieciséis ovejas, además de cinco bOlTegos y otros bienes, as­cendiendo el monto total del saqueo hasta los 680 maravedíes72 Tanto en su a ldea, como en la anterior de Viliue las y en las otras, segllll los testimonios que tenemos, las familias que con más frecuenc ia son peljudicadas por los actos de Gutierre Rui z y sus esbirros son aquellas a cuyo frente hay un hombre destacado poseedor de títulos como e l de "don" o e l de "señor" 73 . No obstante, la posibilidad de ser víctimas de los bandidos no dependía de la pel1enenci a a una u otra familia. Desde luego la persona que estuviese en una posición económica acomodada pasaba a convel1irse irunediatamente en objetivo prioritario de un saqueo estudiado dispuesto para incautarse un gran botín. Pero este tipo de robos, aunque con diferencia aportaron los mayores benefic ios a los bandol eros, fueron muy reduc idos en comparación con aquellos que se realizaban de forma espontánea aprovechando las circunstancias. Las víctimas so lían ser personas asa ltadas por sorpresa en e l campo a las que se tomaba todo lo que tenían enc ima. Como, excepto los individuos más importantes de la comarca, nadie llevaba ri cos ropajes ni dine ro en tal cantidad como para suponer un gran botín para unos salteadores potenciales, e inc luso la amenaza de la presencia de éstos hizo que aque llas personas que tenían posibilidad de ostentar su poder económ ico prefirieran no hacerlo y pasa r desapercibidas, los benefic ios obtenidos en estos robos eran muy reducidos.

70 P . 71 esqUisa, fol. 3 v. 7' Pesquisa, fol. 7 r. 7; Pesquisa, fol. 7 r. d Las de don Manín Díez, don Bartolomé, don Simón y el sel10r de Marqllina en Viñllclas. Las de don Miguel, ~n Garcia, don Manín y don Vicente en SoclIernos. La de don Gil en Arbatajar. La de doi, Cristóbal en Fuente

e Fresno. La de don Sancho y la de don Domingo en Vi llaseca. ·· f:

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Esto es lo que explica la cuantificación de los delitos que esta banda llevó a cabo. De los ciento treinta y dos robos cometidos, en sesenta y dos de e llos, e l 46,96 % (estimados en 2.610,8 maravedjes), no pudieron incautarse un botín valorado en más de 100 maravedíes. En e l monto total de la tasación rea lizada por los pesquisidores, estos delitos supusieron tan sólo e l 4,9 % del beneficio económico obtenido por los bandidos. En otros veinte sa­queos los bienes conseguidos se apreciaron entre los 101 Y los 200 maravedíes (va lorados en 3.424 maravedíes). Incluyendo éstos, en cien robos no se consiguió un botín superior a los 400, e l 75,75 % de la totalidad, los cua les fueron valorados en 11.427 maravedíes, tan sólo e l 21 ,45 % del monto total. Si tenemos en cuenta que los cuatro saqueos más importantes aportaron a los bandoleros unos beneficios peritados en 12.497 maravedíes, podemos hacemos una idea bastante aprox imada del tipo de delincuencia de esta banda. Los robos que superaron los 1.000 maravedíes, incluidos estos cuatro, fueron veintiuno. Este reducido número de delitos fue el más importante, pero la activ idad de los delincuentes file indiscriminada74 •

¿Qué qu ieren decir estas cifras? Ciñéndonos a su literalidad, que en su mayoría los robos reali zados por la banda de Gutierre Ruiz tuvieron como víctimas a personas sorpren­didas en el campo y que portaban bienes de escaso va lor. El botín incautado mediante este sistema fue bastante reducido en comparación con los delitos, mucho menos numerosos, que aportaron unos benefic ios más importantes. Todos los campesinos fueron víctimas de los bandidos, especialmente aque llos que fonnaban la mayoría de la sociedad" , los que poseían una baja condición económica, pero también los campesinos acomodados, menos numerosos que los anteriores. Éstos pasaron a ser las víctimas predilectas, ya que, si bien en e l monto global de delitos la delincuencia lanzada en su contra file menor, a l formar un grupo social muy reducido, por la riqueza del botín que se les incautó contribuyeron en mayor medida al enriquecimiento de los bandoleros. Y así, por ejemplo, e l saqueo que sufrió Pero Martín, vecino de Socuemos, permitió a la banda obtener una cantidad de bie­nes va lorados en más de 3.000 maravedíes76, generando un beneficio económico superior al que habían aportado los sesenta y dos robos por debajo de 100.

3. La cotidianidad alterada, según las fuentes del delito

¿Cómo alteró la actividad delictiva de Gutierre Ruiz y su gente las condiciones de vida de los campesinos de la comarca de Uceda? E l mutismo que guarda la pesquisa sobre este aspecto nos impide conocer e l día a día de los hombres de la zona y va lorar hasta qué punto. la existencia de unos bandidos en ella contribuyó a conmoverlo. No obstante, de haberse' producido un cambio en las condiciones de vida de los aldeanos, sin duda, debería relacio-

74 Véase cI cuadro 5.2 del Apéndice. 75 Las cifras señalan con toda claridad las deficiencias que se presentan a la hora de aplicar a la Edad Media el concepto de bandido social propuesto por Erick J. HONSBAWN. La imagen que éste 1I0S da, romántica, definiendo al bandido como un "héroe" de la li bertad que rechaza el sistema y actúa al margen de éste para transfonnarlo, no sólo no aparece sino que se niega. Esta es la imagen tradicional del bandido que 1I0S ha dado la literatura. Robi n Hood, el bandido med ieva l más famoso, recreación literaria de una face ta histórica de la delincuencia, era un "bandido politico". La finalidad económi ca de sus actos es determinante, reparte lo que roba entre los más necesi tados, pero su objeti vo político, la liberación de los campesinos oprimidos por su sei\or, es su meta última. La finalidad económica es el medio para a lcanzar la meta politica. 76 Pesqui sa, fol. 12 r.

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narse fundamentalmente con dos aspectos; el carácter de los bienes que la banda pretendía incautarse, y las medidas inmediatas que los campesinos tomaron frente a los bandoleros.

E l objeti vo inmediato más importante que Gutierre Ruiz perseguía era e l robo de ca­bezas de ganado. Las consecuencias de esta actividad, en una situac ión crítica en lo que a producc ión de a limentos se refiere, podían llegar a ser catastróficas. Dos eran los mayores peligros; e l derrumbe de l sistema productivo y, como consecuencia de éste, la aparición de problemas de abasteci miento. Desde luego, s i los bandidos pretendían llevar a cabo una desestabili zac ión te rritor ia l de la zona este del arzob ispado de Toledo, a través de ese mecanismo podían conseguirlo. Además, e l robo de ganado se explica por dos razones. En primer lugar, porque era la mayor fuente de riqueza de carácter mueble con la que contaban los campesinos de la región, en especia l a lgunos de ellos, aunque es c ierto que no sólo se roban animales, cuando una víctima _cae en las manos de los bandoleros se la despoja de todo lo que tiene.

La otra explicación vendría dada por la naturaleza de las acc iones cometidas por los bandoleros En este sentido hemos de confesar nuestras dudas. La fuente que estamos utili­zando parece indicar que los de litos rea lizados por los de Gutierre Ruiz se desarrollaron en un período de tiempo muy breve, ta l vez d ías. Es como s i, durante unas cuantas jornadas, él y su banda hub iesen recon·ido la comarca de Uceda saqueando a todos sus habitantes en una acción de guerra abiel1a. Sin embargo, la estimac ión de los robos cometidos, de responder a la rea lidad (no podemos o lvidar que estamos tratando con va loraciones rea li­zadas por las víctimas de los de litos, y es posible que éstas por intereses propios intentaran benefic iarse de la situación alegando daños que en rea lidad no habían sufrido) es enorme. En la medida en que concentremos en e l ti empo el desarrollo de estas acciones deli cti vas, aumenta la intens idad de la violenc ia sufrida por culpa de los actos perpetrados por los bandidos de Gutierre Ruiz, a l igua l que la valorac ión de la eficacia de éstos. Si en tan corto período pudieron hacerse con un botín va lorado en más de 50.000 maravedíes, desde luego su capacidad para operar queda más que demostrada.

En es te sentido, la intens idad en su fOnTI a de actuar y e l breve período de ti empo en e l que se actúa explicarían un hecho que llama la atención en la pesquisa, la fa lta de denuncias sobre los destrozos producidos en los bienes inmuebles. AlTiba v imos como en las Cortes de Zamora de 130 I se denunciaba que los malhechores habían saqueado aldeas, quemado los campos, destruido edific ios, s in embargo nada se dice de esto . Las acciones de la ban­da responden a una fonTIa de actuac ión que será cri ti cada en a lgunas reuniones de COl1es posteriores. En Medina del Campo, en 1305, se seña la como a lgunos malhechores andaban "por la tierra matando el robando etfaciendo m1lchos males asi en las viffas como defuera deffas, e/ se acogen a infantes el a ricos omes el a olros omes poderosos""- Inc luso se hace una mención expresa de quiénes e ran los individuos que cometían ta les actos: "alg unos omnes de alg unos de sus logares que se yvan ende e se a ffegavan a inffan/es e a n -icos omnes e a otros omnes poderosos, e que con poder de aqueffos a quien se aflegavan, que los corríen e lesfazíen muchos dannos en sus lierras e en o/ros lugares"78 .

77 Cortes de los Antiguos Reinos de Casli lla y León, Madrid, 1861 -1 882, lOmo 1, Corles de Medina del Campo

~i 1305, Disposición 17, p. 177. Cortes de los Antiguos Reinos de Castil la y León, Madrid. 186 1 -1 882, lOmo 1, Cortes de Medina del Campo

de 1305, Disposición 4, p. 18 1.. ¡,.

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En la investigación estudiada no aparece ningún dato referente a los dafios producidos en las ti erras de labor". Los bandoleros no pretenden presionar a los campesinos destru­yendo sus bienes, tan sólo robárselos para enriquecerse. Una única demanda aparece en la pesquisa referida a la destrucción de bienes inmuebles, puesta por un vecino de Vifiuelas. Dos eran sus peticiones; que se le pagaran los daños realizados por los bandidos en su casa (valorados por él en 200 maravedíes), y, de igual modo, los 100 maravedíes que había tenido que gastar para sanarse de las heridas que había sufrido. Pero los pesquisidores no evaluaron como él las pérdidas: se hizo caso omiso a las quejas sobre los destrozos de la casa y ordenaron que tan sólo se pagaran a la víctima los 100 maravedíes que solicitaba por lo de sus heridas'o.

De hecho, los pesquisidores se centraron principalmente en va lorar los daños producidos por culpa de los robos de animales. Hasta el momento en el que se realiza la investigación los bandidos habían Ll egado a incautarse dos mil trescientas cincuenta y nueve cabezas: mil setecientas c inco ovejas, trescientas treinta y tres cabras, setenta y seis puercos, cuarenta y tres bueyes, más de cuarenta carneros, dos caballosSl

, etc. El daño económico en dinero provocado por culpa de estos robos ascendió a más de 44.000 maravedíes. De e llos, el valor de las ovejas era de 22. 158, en torno al 50 %. Según los saqueos, el ganado ovino era e l más abundante en la comarca. Los principales robos fueron e l resultado de la apropiación de grandes rebaños pel1enecientes a algunos de los personajes destacados de las aldeas. La persona que peor parada sa lió de las sustracciones de cabezas de ganado lanar fue Cebrián, el ya referido jurado de Viñuelas. Por la importancia del robo de este tipo de an imales, le siguieron de cerca Gil Robledo, un vecino de Viñuelas que perdió la vida defendiendo su ganado, y Pero Martín, a l que robaron ciento setenta ovejas" .

Los reba iios de cabras e ran bastante más reducidos. Pero Martínez8l y Domingo", vecinos de Socuemos, fueron las víct imas a las que se les saqueó un número mayor de cabezas, veinte ejemplares a cada uno. Sin embargo, e l robo de ganado cabruno es bastante más frecuente que el de ovejas" . Había más propietarios de cabras, aunque la cantidad de cabezas incautadas sea menor, como menor era e l precio estimado del animal. Los pesqui sidores establecieron una tasa fija para valorar los daños provocados por los robos de este ganado; se va loró en 13 maravedíes a la oveja y en 12 a la cabra. Para el resto de los animales no se actúa as í, no existe una tasa de valoración fija establecida, sino que I¿s pesquisidores se basan en una apreciación pal1icular del animal concreto. Tan sólo en un · caso la apreciación del va lor de las ovejas varió a la baja, al parecer por circunstancias

79 Posterionnentc, en el siglo XV, los secuaces de algunos nobles enfrentados entre sí, con sei\oríos en la zona dtll arzobispado de Toledo, utilizarán la quema de los campos y la des,rucción de cuili vos como medios de presión . Por ejemplo, durante el enfrentamiento de bandos que se vivió en To ledo a finales del reinado de Enriq ue IV. A princi pio de la década de 1470 son habituales los destrozos provocados por grupos polít icos enfrentados en los territo ri os de sellaría de sus enemigos. Fuensalida, lugar de Pero López de Ayala, será víc tima de algunas de estas accíones. En este sentido véase BENITO RUA O, E., Toledo en el siglo xv. Una hi storia política, Madrid, 1961. 80 "que ·1 dieran onse lan~adas [ ... ] costara el sanar ~ ient mrs. E el danno de su casa mas de dosientos mrs, e ~uien esto no'( quisiesse creyer que tal viesse en su casa". Pesqui sa, fo l. 4 v.

I Véase el cuadro 5.4 del Apéndice. 82 Pesqui sa. fol. 12 r. 83 Pesqui sa: fo l. 12 r. &4 Pesquisa, fol. 12 r-v. 85 Véase el cuadro 5.4 del Apéndice.

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especia les. Los tres an imales de doña Gila, vecina de Socuemos, fueron valorados en 32 maravedíes'6 No sabemos la causa, aunque tal vez fuera por las malas condiciones en las que se encontraban.

Los campesinos de la comarca no eran grandes propietarios de ganado. Si atendemos a los robos de ovejas, en veintici nco de ellos el número de animales incautado no supera las c incuenta cabezas. Es más, de éstos tan sólo en tres se supera la c ifra de treinta anima les confiscados. De igual modo, fueron tres los propietarios a los que se les saqueó una canti­dad superior a las cincuenta cabezas e inferior a cien, y tres los indi viduos a los que se les robó una cantidad de cabezas mayor. En cuanto a las cabras, como seña lamos an'iba, los rebaños eran mucho más reducidos. Es ciel10 que estas cifi'as no son fiables , que siempre se podría a legar que tal vez en los robos no se incautara el número tota l de cabezas de ganado que tenía un propietario, y que, de. hacerlu, tla,n sólo se confiscarían aquellas que un dueño concreto poseyera en un determinado lugar,. pud iendo tener más en otras zonas. La pesquisa, como en otros aspectos , guarda silencio, aunq ue no hay razón para pensar que los robos fuesen parciales. De ser considerados así habría que exp licar el porqué, y una de las expl icaciones más lógicas, la resistencia al del ito, no sólo no aparece en la pesquisa si no que en no pocas ocasiones se niega.

Los campesinos también solían tener uno o dos cerdos en casa, a veces una pareja, macho y hembra. El robo más imp0l1ante de este tipo de anima les fue el sufrido por Juan Rodríguez, vecino de Uceda. Se estimó que los cuarenta y cinco puercos que le habían quitado valían 675 maravedí es", 15 por cabeza. Sin duda, poseer de una piara de más de cuarenta cerdos es algo extraordinario, una muestra de la situación económica boyante de este sujeto. En cualqu ier caso, e l valor de este animal varió mucho; por ejemplo, a Vicente Pérez le llegaron a tasar un puerco en 100 maravedíes88. Esta estimación variab le es lógi­ca; al contrario que en el caso de las cabras o las ovejas, los cerdos no son productivos, su productividad empieza con su muerte, mientras viven son generadores de gasto. Los pesquisidores estimaron el va lor de estos anima les en func ión del tamaño y de su edad; de ahí las enonnes diferencias que podemos encontramos en su precio. Lo mismo sucede en el caso de las puercas. Mientras que una marrana preñada podía valorarse en 40 mara­vedíes'·, en otros casos no se estima en más de 1590, aunque lo nonnal era que su precio oscilara entre los 30 y los 35 maravedíes.

Otros individuos también eran poseedores de "asnos", "asnas" o " bestias asnares". NOImalmente poseían un ejemplar, sin embargo, a lgunos de los más destacados personajes de las aldeas poseían dos -dofia María de Martín Gordo· ' y don Andrés·' en Viñuelas; don Simón9

] y don Gutierre94 en Socuernos-. A l contrario de lo que sucedía con este tipo de animal, en el caso de los bueyes no e ra infrecuente que un individuo poseyera una yunta,

86 Pesqui sa, fol. 10 r. 87 P . e 1 88 esqulsa, lO . 1 f-V

89 Pesquisa, fol. 12 v. 90 Pesqui sa, fo ls. 6 v y ¡ 2 f .

• 1 Pesquisa, fo l. ¡ 2 v. 9' Pesquisa, fo l. 2 r. 9; Pesquisa, fol. 4 f .

94 Pesqu isa, fo l. 12 f.

Pesquisa, fo l. ¡ 2 v.

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es decir, dos ejemplares, pero, como en el caso anterior, son los principales hombres de las local idades los que poseen dos yuntas o incluso tres" . La apreciación del valor tanto de bueyes como de los asnos tampoco es fija. Aunque en el caso de los bueyes el precio estipulado nonnalmente fuera de 200 maravedíes , algunos ejemplares tan sólo se valoran en 90'" De igual modo, mientras que un asno se podía tasar en 50 maravedí es", una "bestia asnar" podía llegar a valer 180" en función de las características físicas del animal.

Pero la banda de GutielTe Ruiz llevó a cabo otras acciones más cruentas que el simple robo. Los bandidos no respetaron ni siquiera los bienes más sagrados de las aldeas , según el concejo de Socuemos. Al parecer llevaron a cabo una acción delictiva de gran enver­gadura en este lugar. Sus dirigentes hablaban de esa jomada como "e/ dia que /es fiso el robo Gufier Rroys". Un acontecimiento sucedido entonces se recordaba con especial dra­matismo: "él e la gente que traya f. . .] ovieron en el r;imenterio dela eglesia cantara/es99

,

e mal trayéndolos asi, quefirieron a la puerta de la eglesia un ome de una /anr;ada" loo . Además quisieron entrar en el templo, y como estaba cerrado quebrantaron el quicio de la puerta. Acciones violentas como éstas contribuyeron a aumentar el miedo de los vecinos: los bandoleros parecían no respetar nada.

Sin embargo, un análisis detenido de las agresiones y de los asesinatos de la banda nos puede ap0l1ar mucha luz sobre el significado que la violencia tenía para los bandidos. Ésta no solía ser indiscriminada, buscaba unos objetivos concretos. Se pretendía imponer un miedo que favoreciera sus delitos, impidiendo las acciones de resistencia en su contra. Por ello, en las siete aldeas a las que la pesquisa se refiere los bandoleros cometieron asesinatos y agresiones , en ningún caso masivos, pero sí con un objetivo claro, demostrar el poder que tenían. En Viñuelas mataron a dos hombres e hirieron a cuatro. En Socuemos hubo un muerto y tres heridos. En Arbatajar mataron a dos personas. En Fuente el Fresno también a dos; tres fueron heridos. En sus manos perdió la vida un vecino de Villaseca, mientras que otros dos fueron agredidos, uno de ellos con cierta crueldad. Parece claro que todas las agresiones y las muertes, excepto la de Gonzalo Martín, vecino de Villaseca lol , tuvieron un móvil económico, aunque cuando se producen los agresores se ensañan con las víctimas. Nadie debía oponerse a ellos. Esta oposición le costó la vida, por ejemplo, a Gil Robledo cuando se atrevió a enfrentarse a los bandidos defendiendo su rebaño de ovejas lo

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¿Pero cuáles eran los mecanismos de defensa de la propiedad que tenían los campesi­nos? ¿Cómo defenderse de los bandidos? Especialmente interesante resulta la información recogida por los pesquisidores en lo que se refiere al enonne número de annas que se señalan interviniendo de alguna fomla en los delitos. No simplemente todas las personas nombrada¡; en el documento las portan, sino que en la mayoría de los casos llevan varias. Con ellas pretendían conseguir cierto amparo ante la acción de los bandoleros, sin embargo su uso cuando la víctima estaba en inferioridad numérica no sólo podía ser inútil sino, incluso,

95 Las poseía Domingo Suáñez Blanco, vecino de Socuemos, Pesquisa, fol. 13 v. 96 En este precio se valoró el buey de Domingo García, vecino de Socuemos. Pesquisa, fol. 10 r. 97 Así se tasó un asno de don García, hijo de don Bartolomé, vecino de Viñuelas, Pesqui sa, fol. 5 r. 98 Como se valoró el animal de Domingo Verón, vecino de Socuemos, Pesquisa, fol. 11 V.

99 Armazón de madera que sirve para poner los cántaros. 100 Pesquisa, fol. 16 r. 101 Pesqui sa, fol. 15 V.

102 Pesquisa, fol. 4 v.

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contraproducente. En cualquier caso, en todas las casas había distinto tipo de armamento, especialmente cuchillos, dardos,03 y lanzas, los instrumentos de defensa y de ataque más habituales entre los campesinos de la región. En mucha menor cantidad aparece otro tipo de armas como azagayas'04, espadas o ballestas.

La legislac ión medieval diferenciaba entre dos tipos de armamento de acuerdo a la finalidad última que persiguiese, la agresión o el amparo: las annas ofensivas y las armas defensivas 'O'. Las primeras eran aquéllas con las que se podía dal'iar a l contrincante sin que éste tuviera la pos ibilidad de defenderse. Corno ta les podríamos calificar a los dardos, las azagayas, las lanzas , las ballestas e incluso, pasado e l tiempo, las espingardas. Las armas defensivas, por el contrario, pemlitían a l que las poseía defender su cuerpo en caso de ser atacado o atacar en distancias cOltas sin perder nunca las posibilidades de defensa (cuchillos, espadas, escudos, corazas, etc.). U na característical<!efine a éstas frente a las anteriores: el cuerpo permanece siempre en contacto con' ellas al' no tratarse de almas arrojadizas '06.

Según la pesqui sa, entre los vec inos de Uceda y su ténnino que n.leron víctimas de los bandidos abunda sobre todo e l amlamento ofensivo (dardos y lanzas) y los puña les. Nor­malmente todas las personas contaban con un "juego de annas" que solía cons isti r en "una lam;a e un dardo f. . .} e una "in/a e un cuchiello"'O'. Este armamento se mostró a todas luces insuficiente para enfrentarse a la banda de Gutierre Ruiz por dos razones, la superioridad numérica de los agresores y el carácter ofensivo de sus annas frente a la ausenc ia de ar­mamento de defensa en sus víctimas. Las armas ofensivas presentan bastantes limitaciones a la hora de defenderse; al ser artefactos arrojadizos una vez lanzadas dejan el cuerpo del que las utiliza desannado ante sus enemigos. La capacidad de amparo frente a éstos con un cuchillo, el instrumento defens ivo más numeroso entre los a ldeanos de Uceda, era reducida. En otras palabras, e l escaso número de espadas que tenían los campesinos era un problema . "Éstas eran las armas defensivas más eficaces y el mejor coniplemento a las ofensivas, pero en su testimonio ninguna víctima dice tener tal tipo de anna. Los únicos que las poseen son el alcalde de Uceda, Alvar Rodríguez 'O', y su compañero Lorenzo Pérez'09.

Además los bandidos procuraron desarmar a los campesinos. Cuando roban en una casa o a un individuo en el campo la confiscación del annamento se da siempre. Mediante los ciento treinta y cuatro delitos analizados los bandidos se hicieron con un arsenal de ciento cincuenta y cinco annas; cuarenta y siete cuchillos, cincuenta lanzas, cincuenta y un dardos, dos espadas, tres ballestas y dos azagayas"O El robo del annamento al sujeto desamparado

10l A . d' . 104 nlla arrOja Iza, semejante a una lanza pequeña y delgada, que se ti ra con la mano. 10; Lanza o dardo pequello arrojadizo.

Sobre las annas véase GAIER, c., Les armes, Brepol s, 1979. Resulta lambién interesante a la hora de anahzar la función de las amlas en la sociedad medieval: FATELA, J. , O sangue e a rua. Elementos para una antropologia da violencia em Pom'gal, "Prelo. Revista da Imprenta Nacional-Casa da Moneda", 7 (abril-junio 10':,85), pp. 67-98.

Cuando se empiece a utilizar de forma masiva la espingarda surgirá un problema; como arma ofensiva su poderío era inigualable pero no permitía la autodefensa. Esta carencia será suplida por dos vías. Por un lado, IncOrporando una bayoneta a su cañón para poder ampararse con ella como si de una espada se tratara. Y por otro, medIante una mejora técnica destinada, por una parte, a reducir el tiempo necesario para cargar el anna, ro for otr~, a aumentar la frecuencia de tiro tras cada carga. 108 Pesquisa, fol. 5 r. 109 PesqUisa, fo l. Ir-v. 110 Pe.squlsa, fol. I v-2 r.

Vease el cuadro 5.5 del Apéndice.

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en el campo era e l comienzo de su humillación . Sin las armas y sin la posibilidad de de­fensa, impotente frente a sus enemigos, llegaba el momento de desvalijarle. Traeremos a colación los testimonios de algunas víctimas para reflejar esto. Fernando Pérez, vecino de Viñuelas, afirmó en su testimonio : "que "1 lomaran una lanr;a que valie dies mrs e una r;inta

e un cuchiello que va/íen r;inco I11rs, e en dinero quatro mrs, e unas calr;as e unos r;apalos que valien r;inco mrs""'. Miguel , el yerno de don Miguel , dijo "que'l le varon una capa

que vaiien quinse mrs. Dos sávanas dose mrs. Un dardo e una lanr;a que valien seys I11rs. Un par de r;apatos que va/íen seys mrs. Unos pal7l10S menores que valien un mrs"' 12.

¿Por qué actuaban así los bandidos? ¿Acaso no era suficiente quitarles su ganado y las annas que tenían? ¿Era necesario apoderarse de su ropa, dejarlos descalzos y robarles hasta los paños menores? La explicación al porqué de estos actos estaría relacionada con el tipo de hombres que integraban la banda de Gutierre Ruiz. Muchos de e llos mediante el delito perseguían un enriquecimiento personal, y su jefe les dio penniso para hacerse con todo el botín que pudieran. La cantidad de dinero líquido incautado en los robos que llevaban a cabo solía ser muy reducida. Tan sólo en veinticuatro ocasiones las personas robadas portaban dinero encima, de tal forma que solamente pudieron confiscar 1.480 maravedíes en monedas. Los campesinos procuraban no llevar dinero, y de llevarlo nLlIl­

ca más de veinte maravedíes. Hubo, sin embargo, algunos saqueos en los que la víctima sufrió las consecuencias de no hacer caso a esta precaución. Suáñez Martín, uno de los individuos más acaudalados de Viñuelas, fue e l que sufrió e l robo de dinero más impor­tante, 550 maravedíes 'l3

Esta imposibilidad de hacerse con dinero fue suplida por los bandidos mediante la apro­piación de los bienes que los individuos llevaban encima. Durante sus asaltos se incautaron ve inticinco pellotes"4

, quince tocas, siete pares de calzas, dieciséis pares de zapatos, c inco pares de a lbarcas, ci nco capirotes, cam isas, manteles, sábanas, paños menores ... , los ban­doleros no despreciaban nada que de a lguna forma pudiese generarles beneficios '''. Todos estos objetos suponían el botín inmediato obtenido por los hombres que cometían e l delito, pero la repercusión mayor, negativa, la sufría la víctima. ¿Qué pensarían los campesinos cuando vieran llegar a su a ldea a un hombre descalzo y semi desnudo, y en más ocasiones de las que se reflejan en la pesquisa con a lgún rasguño o marca' '', signos del robo y de la humillación que había sufrido?

Si tenemos en cuenta e l escaso número de pobladores de las aldeas, y que todos eran víctimas potenciales de los delincuentes, parece que e l sentimiento de solidaridad prirtJó por encima de la burla, e l menosprecio o la indiferencia. Las víct imas fueron apoyadas:

11 1 Pesquisa, fol. 5 r-v. 112 Pesquisa, fol. 8 v. 11 3 Pesquisa, fol. 3 v. Le siguen muy de lejos los robos sufridos por Domingo Yuanes, de Socuemos, 257 mrs (Pesquisa, fol. 12 r-v), y Oomingo Miguel , también vecino de este lugar, 100 mrs (pesquisa, fol. 8 r) 114 Los campesinos de la comarca solían ir vestidos con este tipo de vestimenta, normalmente con un "pellote

rrJeoto".. P ' " h I b b . "b' . olTImgo erez VIO como, Junto con otras mue as cosas, e ro a an cmco S3 anas, CinCO tocas, CinCO pares de manteles, dos capas, un pellote negro, dos camisas de mujer, siete pares de paños menores, un zurrón con tres navajas, etc (Pesquisa, fo l. 6 v). 11 6 En la pesquisa tan sólo se refieren las heridas que se prestan a algún tipo de compensación económica. No aparecen los golpes o los rasguños que por lógica se producirían . Además, tampoco se dan compensaciones por las muenes realizadas a las vi udas, a los huérfanos o a otros fam il iares.

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por buena parte de sus vecinos a la hora de preservar la veracidad de sus alegatos ante los pesquisidores, e incluso era común que algunos hombres que habían sufrido los del itos de los bandidos actuaran como testigos a la hora de defender los testimonios presentados por otras personas en su misma situación. Así por ejemplo, Domingo Román, cuando justificó el robo que había sufrido, puso por testigos del mismo a Pero Martín y a Domingo Yuanes, víctimas de igual modo"'.

Por otra parte, aunque todos estos delitos supusieran perdidas económicas para los cam­pesinos de la comarca de Uceda, en última instancia el que salía perjudicado con ellos era e l arzobispo de Toledo, don Gonzalo Díaz Palomeque, del cual eran vasa llos los indi viduos que estaban siendo vapuleados por Gutien'e Ruiz"8. Pero ¿quién era este individuo que se atrevía a actuar así? No son muchos los datos que tenemos de su biografia l19 Parece claro que por su condición social no le podemos adscribir a la nobleza, al menos a la alta nobleza. No conocemos que fuera poseedor de algún señorío; y la ausencia en su nombre del título de "don" contrasta con el estatus social de algunas de sus víctimas, que sí que lo tenían. A pesar de todo, parece que su situación económica personal , al menos hasta la época en la que cometió estos delitos , era bastante acomodada. Poseía bienes en Bujalfaro, una aldea de Atienza, yen otros dos lugares de Medinaceli; Barbatona y Huerta de Amaldo l20 En la primera de las tres era donde contaba con unas propiedades más importantes, va loradas en 20.000 maravedíes. En Barbatona la estimación de los bienes que poseía era menor. Al parecer, los pastos y los cultivos de cereal que aquí tenía, tan grandes como para dar trabajo a cinco yuntas de bueyes, junto con alguna otra posesión, no valían más de 5.000 maravedíes. En Huerta de Amaldo, sin embargo, contaba con cuarenta y seis aranzada s de viñedo y tierras de pan además de unas casas y una torre, todo esto valorado en 15.000 maravedíes.

Por lo tanto, contaba con una fortuna estimada, como mínimo, en unos 40.000 ma­ravedíes, pero, sin embargo, no tenía ningún título. Cuando lanzó con su gente el ataque sobre Uceda conocía e l terreno que estaba pisando. En la zona nordeste de esta comarca quedaban las posesiones que poseía en la zona de Medinaceli , y en la zona sudoeste las de Atienza. Además, por testimonios posteriores sabemos que, aunque la comarca ucedana fue la que sufrió con mayor intensidad sus actos, no sólo actuó aquí. Otra pequeña a ldea de Bri.huega situada a sesenta kilómetros de Uceda, "Gaianeios" (Gajanejos), también fue saqueada por sus esbirrosl 21 .

11) Pesquisa, fol. 7 v. 11 8 Uceda era cabeza de arciprestazgo. De ella dependían ; Santa María de la Varga, Santiago, San Juan, Torremocha, Torrelaguna, Redueñas, Venturada, Cabani llas, El Berrueco, Alpedrete y Navazuela, Valdepeñas, Tortuero, La Poblachuela y El Escañal , Valdesotos, Tamajón y Sierra de Ranas, Almiruete, El Vado, El Colmenar del Cardoso, El Cardoso, Vallunquera de Arriba y Mesones, Valdemuño Femández, Arbatajar, Fuentelahiguera y Galapaguillos, Fuentelfresno y Viñuelas, Villaseca, El Cubillo, Lacasa, Matarrubia y Camayado, Inestrosa, ~~rrenteras , Pero Crespo y Val de Haz.

Conocemos dos documentos en el que se habla de un tal Gutier Roys pero no tenemos constancia de que sea el personaje que estamos estudiando. Uno de ellos se refiere al compromiso adoptado por su mujer, doiia Mayor, para cumplir el testamento de su suegra a la hora de mantener un monasterio que ella había fundado (Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, M-92, fol. 284 r-v) . El otro se refi ere a una herencia \~ea l Academia de la Hi storia, Colección Salazar y Castro, 0-6, fol. 85). 121 ACT,AC, Z.6.G.I.IO.

ACT, AC, Z.6.G.I .II. );-

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Si tenemos en cuenta que el contexto en e l que se producen estos acontecimientos es de guerra abierta entre los partidarios del rey Fernando IV, entre los que se encontraba el arzobispo toledano, y aquellos que apoyan a don Alfonso de la Cerda, podría pensarse que con su acción Gutierre estaba sirviendo al bando de los opuestos al monarca, según lo que dijimos arriba, y que con e llo buscaba una recompensa que se viera reflejada de algún modo en un ascenso socia l. Su objetivo no era acumular e l botín robado por intereses personales, sino desestabilizar el territorio del arzobispado de Toledo para favorecer a una detellninada facc ión política, y as í conseguir mediante e l favor de ésta un mayor reconoc imiento. Por eso dejó hacer a sus hombres, pellnitiéndoles que se hic ieran con todo e l botín posible.

Esta caracterización de Gutierre Ruiz, a partir de los escasos datos que tenemos de é l, coincidiría en términos generales con la explicación del período que ha venido dando la historiografia medieval hasta el momento. Según ésta, e l final del siglo XIll y el principio del siglo XIV en Castilla están sumergidos en una atmósfera de crisis que, no obstante, a pesar de la enonne bibliografia que la ha estudiado, todavía sigue presentando bastantes problemas de interpretación en todo aquello que hace referencia a sus causas verdaderas , a su profundidad o a su distinta fonna de man ifesta rse en cada uno de los territorios que la sufrieron t22 • Si a lgo parece c laro es que la sociedad feudal , según se hab ía entendido hasta entonces, está en crisis. ¿Podemos considerar la manera de comportarse de Gutierre Ruiz de Vera como lm reflejo de lo que supuso la cris is del sistema feudal , o acaso como una causa de esta crisis? No podemos contesta r de forma categórica. La infol111ación que hemos encontrado sobre este personaje es reducida y fragmentada, y en ningún caso pel111ite llegar a conclusiones sólidas a la hora de entender la crisi s de toda una sociedad "desde abajo", desde la mentalidad de uno de esos personajes que, sin pretenderlo, estaban mermando sus bases.

En cualquier caso, Gutierre Ruiz tuvo que pagar por los desperfectos que había realizado a los vasa llos del arzobispo de Toledo en las comarcas de Uceda y de Brihuega. La pesquisa a la cual hemos venido refiriéndonos a lo largo de todo este trabajo sirvió como estimación de los daños producidos: 53.291 maravedíes. Sin embargo, en las negociaciones con e l arzobispo de Toledo Gutierre consiguió reducir esa cifra hasta los 40.000 maravedíes, a los que se añadieron otros 5.000 por los destrozos realizados en Gajanejos. En total éste se comprometió a l pagar a l prelado 45 .000 maravedíes en un pacto que se alcanz ó el 14. de mayo de 1305. La cantidad se iría entregando a lo largo de los tres años que correrían desde la fecha del acuerdo adoptado hasta el 14 de mayo de 1308. Antes de este düi de cada uno de e llos, Gutierre debería pagar a l arzobispo 15.000 maravedíes' 21 .

Mediante este acuerdo Gutierre Ruiz compró su perdón '2'. El concejo de Uceda, tras hacer referencia a la quere lla que había tenido con éste ("en razón de bestias e de bueyes e de ganados e de ropa e de dineros e de otras cosas que nos levó, tan bien de ames de la villa como delas aldeas, e por ames nuestros que mató e firió"), se contentó di ciendo: "que el d icho Gutier Rroys [ .. .} nos pagó todo quanto nos levó, e que nosfiso emienda a nuestra voluntad de todos los tuertos que rer;ibiemos d 'él e de todos los que con él vinieran, tan bien

122 Sobre este aspecto aún hoy sigue siendo vá lido el articulo de Julio VALDEÓ BARUQUE Las crisis del siglo XIV en la Corona de Castilla, "Homenaje a Marcelo Vigil Pascual", Salamanca, 1989, pp. 2 17-235. 12J ACT, AC, Z.6.G.1.11. y ACT, AC, A.7.H.2 .16. 12' ACT, AC, Z.6.G. I.9.

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delas muertes delos omes e delas feridas como de todas las otras cosas por que nos oviemos querella d'ér'. Así se concluía e l caso, perdonando a Gutier Roys "de/as muertes e delas fer idas" y de todos los del itos que había reali zado, "e a todos lo que con él se a¡;:ercaron en este fecho". En el documento que señalaba e l perdón no se deja lugar a la duda:

"E perdonamos la querella d 'él e de todos quantos con él se a¡;:ercaron o ovieron

culpa en ello, tan bien delas muertes como de todas las otras cosas que acaesr,:ieron fa /a el día de oy [que] es ta carla esfecha, en qual quier manera que acaer,:ió, assí que nos non finca demanda nin querella ninguna contra é/nin contra ninguna desus cosas nin de/os

o/ros sobredichos ... ""'.

4. CONCLUSIÓN

"Líbranos, SenO/'; del hambre, de la pes/e, y de la guerra", ésta era una de las peticiones que los hombres de la Edad Media realizaban con más frecuencia 126 A finales del siglo X II!

y principios de l XIV, aunque la peste aún no hab ía hecho estragos en Casti ll a, los otros dos males preparaban e l terreno. La hi storiografia actual es unánime a la hora de admitir la existencia de una cri sis genera lizada que se extiende desde finales del re inado de A lfonso X hasta, como mínimo, mediados del siglo XIV. El inicio de la cri sis se dajusto en e l momento en e l que el proceso de conquista de ten'i torios al Islam por parte de los poderes cristianos toca a su fin , y aunque no está clara la re lación causa-efecto entre ambos fenómenos , lo cierto es que el final de la lucha contra los musulmanes, lejos de traer estabilidad al reino caste llano- leonés, produjo un mayor desequilibrio interno. Las personas que recibieron unas mayores pérdidas durante esta crisis fueron aque llas que no la provocaron, las que, a l margen de los intereses po líticos que se ocultaban tras e lla: sufri eron los abusos comet idos por los indiv iduos que pretendían beneficiarse de la s ituación.

Las relac iones de poder se habían rad icalizado y se manifestaban a través de pautas de comportamiento extremas, describiendo una forma de actuar que autores como José SÁNCHEZ-ARCILLA no dudan en calificar de "bandidismo nobiliario genera li zado"'''. La tensión en las re lac iones de poder se muestra en los medios a través de los cuales éstas se desarrollan, en la vio lencia empleada por los que quieren reafi rmar la autoridad de los indiv iduos para los que actúan. Por esta causa los delitos rea lizados por los " bandidos políticos" no guardan un patrón fijo . Unos se realizaban por la noche y otros en pleno día , en yennos, en poblados, inc luso dentro de las casas. Esta forma de de linquir es descrita con sutileza por las Partidas de A lfonso X cuando se refieren a las acc iones rea lizadas mediante la " fue rza""8, a través de la superioridad incontestable de l agresor frente a la víctima en e l momento del delito ''',

' 25 ACT AC '26 ' , Z.6.0.1.9. 127 ~CHUMBLED, R., Popular culture and elite culture in France, 1400- 1750, Lusiana, 1965, p. 14.

SANCHEZ-ARCILLA BERNAL, José, Alfonso XI ( 13 12-1 350), Reyes de Cast illa y León, Vol. Mayor, ~,/ale.n cl a , 1995, p. 12.

Que,cosa,es la fuer,a, e quantas maneras son dellas, Partida 7", Título X, Ley 1. " Las Síete Partidas, glosadas r2~r el Itcenclado Oregorio López", Sa lamanca, 1555, Edición facsími l, Madrid, 1974.

VILLAPA LOS, O., )..os recursos contra los actos de gobiemo en la Baja Edad Media, Madrid, 1976, Il' 98.

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El desanoll o de actos de éste tipo en la región estudiada del arzobispado de Toledo es y coyuntural ; se producen en un momento de guelTa abierta entre dos bandos mbargo, en la pesquisa no aparecen dos frentes opuestos ni soldados en una enos equi librada, sino unas víctimas que no pueden hacer nada frente a sus apariencia tan sólo uno de los grupos que aparecen en el documento, el de está en guerra, mientras que el otro, los agred idos, se limita a aguantar con s actos . Nos aparece así una realidad extraordinaria, una situación crítica ezclan la violencia, los i.ntereses de ascenso personal, e l ansia de pillaje de ocos recursos económicos, la impotencia de las víctimas y, sobre todo, unos cos ocultos, en definitiva, un entramado de relaciones de poder complejo

extraordinario políticos . Sin e lucha más o m asaltantes. En los agresores, resignación su en la que se m personas con p objetivos políti y multiforme "o

5. Apéndice. Datos sobre los delitos cometidos por la banda de G utierre Ruiz de Vera

5.1. ESTIMA ClÓN EN MARAVEDÍES DE LOS DAÑOS GENERADOS POR LA BANDAENT SEGÚN LOS

RE LOS VECINOS DE LAS ALDEAS DE LA COMARCA DE UCEDA, PESQUlSIDORES

AL DEA

Uc eda Viñ

Socu Arb

Galap¡ Fuente

Viii aseca Cantidad s finalizar cu vecino de

umada tras enta por un Socuernos

TO TAL

DAÑOS PRODUCIDOS POR GUTIERRE RUIZ EN MARAVEDí ES.

SUMA DE PESQUISIDORES 6.510 5 14.053, 3 30.522, 5

343 200

806, 5 773, 5

82

53.291 3

%

12,21 26,38 57,26 0,64 0,37 1.51 1,45

0,15

99.97

1 JO En este sentid o compartimos la visión de las relaciones de poder que se defiende en; SABATÉ, F., Orden lencia en la cotidianidad bajomedieval catalana, "Aragón en la edad Media: siglos XIV y profesora Carmen Orcástegui Gros", Tomo 1, Zaragoza, 1999, pp. 1389·1407, en concreto

y desorden. La vio Xv. Homenaje a la p. 1391.

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5.2. DELITOS COMETIDOS POR LA BANDA D E GUTIERRE RUiZ EN LA COMARCA DE UCEDA

ALDEA VíCTIM. ROBOS HERIDASI3I ASESIN. % VíCT.

Uceda 4 4 - - 2,98 Viñuelas 32 32 4 2 23,88

Socuernos 70 70 2 1 52,23 Arbataiar 4 3 - 2 2,98

Galaoaauillos 2 2 - - 1,49 Fuente el Fresno 13 13 3 2 9,7

Villaseca 7 7 2 1 5,22 Unos vecinos de

. 0. I ~ .. Socuernos que apare- 2 1 1 - 1,49 cen fuera de la cuenta

TOTAL 134 132 12 8 9997

5.3. ESTIMACIÓN GLOBAL DE LOS BIENES ROBADOS ATENDIENDO A LA RIQUEZA DEL BOTÍN INCAUTADO EN CADA ACCiÓN DELICTIVA

VALOR DEL ROBO NÚMERO % BOTÍN QUE SE %

EN MARAVEDÍES DE ROBOS ROBOS ROBAENMARAV. MARAV. 0-100 62 46,96 2.610,8 4,89

101-200 20 15,15 3.445 6,46 201-300 8 6,06 1.94 1 3,64 301-400 10 7,57 3.45 1,5 6,47 401-600 5 3,78 2.491 4,67 601-800 6 4,54 4.179 7,84

801-1.000 4 3,03 3.675,5 6,89 1.001-1.200 3 2,27 3.272 6,13 1.201-1.400 2 1,51 2.609 . 4,89 1.401-1.600 4 3,03 5.779,5 10 84 1.601-1.800 2 1,5 1 3.424 6,42 1.801-2.000 1 0,75 1.901 356 2.001-2.200 1 0,75 2.015 3,78 2.201-2.400 - ° - -2.401-más 4 3,03 12.497 23,44 TOTAL 132 99,94 53.291,3 99,92

IJI Tanto las heridas como los asesinatos se producen en el desarrollo del robo excepto en dos casos; una muerte

y una agresión.

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1 .

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5.4. CUANTIFICACIÓN MÍNIMA DEL NÚMERO DE CABEZAS DE GANADO ROBADAS POR GUTlERRE RUIZ y SU GENTE. ESTIMACIÓN DE LOS PESQUISIDORES

GANADO N° DE CABE- NÚMERO VALORACiÓN EN % MAR-

ZAS ROBADAS DE ROBOS MARAVEDíES AVEDíES Ovejas 1.705 36 22.158 50,28

Corderas 17 1 119 0,27 Borregos 28 6 346 0,78 Borregas 15 1 15 0,03 Cabras 333 48 3.996 9,06

Cabrinas 13 1 234 0,53 Moruecos 13 6 225 0,51 Carneros 45 4 675 1,53

Chivas 1 1 7 0,01 Puercos 76 19 1.540 3,49 Puercas 20 18 548 1,24

Marranas 1 1 20 0,04 Caballos 2 2 1.200 2,72 Yeguas 5 3 1.600 3,63 "Bestias

18 13 1.840 4,17 asnares" Asnos 10 10 880 1,99 Asnas 7 7 655 1,48

Pollinos 1 1 60 013 Añojos 2 2 200 0,45 Vacas 3 3 300 0,68

Bueyes 43 21 7.440 16,88 Chotos 1 1 8 0,01 TOTAL 2.359 205 44.066 9991

5.5. Annas incautadas de fonna más habitual por los bandidos de Gutierre Ruiz

ARMAS NUMERO DE % ARMAS

NUMERO DE % ROBOS ARMAS ROBOS

Cuchillos 47 3032 44 30,34 Lanzas 50 32,25 46 31 ,72 Dardos 51 32,90 48 33,1

Espadas 2 1,29 2 1,37 Ballestas 3 1,93 3 2,06 Azagayas 2 1,29 2 1,37

TOTAL 155 9998 145 9996

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