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Vidas griegas de Plutarco:
La inclusin de versiones como tcnica narrativa y descriptiva
Sapere, Anala
Cavallero, Pablo
2015
Tesis presentada con el fin de cumplimentar con los requisitos
finales para la obtencin del ttulo Doctor de la Universidad de
Buenos Aires en Letras.
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Universidad de Buenos Aires
Facultad de Filosofa y Letras
Tesis Doctoral
Ttulo de la tesis
Vidas griegas de Plutarco: la inclusin de versiones como tcnica
narrativa y
descriptiva.
Doctorando
Anala Vernica Sapere
DNI: 28.382.015
Correo electrnico: [email protected]
Telfonos: 4381-2646 / 15-5060-5384
Director del trabajo de Investigacin y Plan de Tesis
Dr. Pablo Adrin Cavallero
DNI: 12.713.541
Correo electrnico: [email protected]
Telfono: 4571-6395
-
2
A Juan
-
3
ndice
Introduccin general
................................................................................................
........................ 5
Agradecimientos
.............................................................................................
................................... 5
Presentacin del tema
........................................................................................................................
6
Plutarco y las Vidas
Paralelas............................................................................................................
6
Objetivos de la presente investigacin
......................................................................................
........ 10
El gnero biogrfico
..........................................................................................................................
12
Plutarco y su contexto
......................................................................................................
................. 19
Estado de la cuestin
...............................................................................................................
.......... 23
Nuestra propuesta
..................................................................................................
............................ 29
Marco terico
...............................................................................................................
...................... 29
Hiptesis
............................................................................................................................................
47
Sobre el texto utilizado
....................................................................................................
.................. 48
Listado de la obra completa de Plutarco
............................................................................................
48
I. Estudio del lxico y de las expresiones utilizadas
......................................................................
53
I. 1. Aspectos lingsticos formales de la inclusin de versiones
en las Vidas ................................. 53
I. 1.1. Discurso atribuido a enunciadores indefinidos
.......................................................................
54
I. 1.2. Discurso referido de enunciadores definidos
.........................................................................
68
I. 1.3. Conclusiones
...........................................................................................................................
76
I. 2. Aspectos lingsticos formales de las expresiones subjetivas
respecto de lo narrado ............... 79
I. 2.1. Frases que expresan duda respecto de las versiones
presentadas .......................................... 80
I. 2.2. Expresiones que afirman certeza sobre la versin dada
......................................................... 83
I. 2.3. Conclusiones
...........................................................................................................................
84
II. Estudio integral de la inclusin de versiones
..........................................................................
86
II. 1. Anlisis del procedimiento de insercin de versiones
..............................................................
88
II. 1.1 Versiones contrapuestas de datos concretos
.........................................................................
88
II. 1.2. Versiones contrapuestas de los hechos narrados
...................................................................
92
II. 1.2.1. Versiones contrapuestas que exhiben la indeterminacin
del bigrafo....................... 93
II. 1.2.2. Versiones contrapuestas acompaadas del comentario del
bigrafo............................... 115
II. 1.3. Versiones dudosas
..................................................................................................................
132
II. 1.4. Conclusiones
.......................................................................................................
................... 145
II. 2. Funcionalidad de las versiones en la caracterizacin de
los personajes................................... 146
II. 2.1. Anlisis del corpus 147
Vida de Teseo 147
Vida de Soln 159
Vida de Nicias 170
Vida de Temstocles 185
-
4
Vida de Arstides 197
Vida de Licurgo 204
Vida de Pericles 218
Vida de Cimn 229
Vida de Alcibades 234
Vida de Lisandro 246
Vida de Timolen 254
Vida de Pelpidas 260
Vida de Dion 262
Vida de Alejandro 272
Vida de Agesilao 284
II. 2.2. Conclusiones 288
III El thos del bigrafo
..................................................................................................................
291
III. 1. Precisiones sobre el concepto de thos
....................................................................................
291
III. 2. El thos de Plutarco
.................................................................................................................
299
III. 3. Conclusiones
......................................................................
...................................................... 338
IV. Conclusiones finales
........................................................................................................
........ 340
V. Bibliografa
..................................................................................................................................
344
-
5
Introduccin general
Agradecimientos
En primer lugar, agradezco a la Facultad de Filosofa y Letras de
la Universidad de
Buenos Aires, institucin donde llev a cabo el doctorado y los
estudios de grado.
Particularmente agradezco al Instituto de Filologa Clsica, lugar
en el que desarroll la
presente investigacin, y al CONICET, que me otorg dos becas
gracias a las cuales pude
cumplir de manera ptima con las tareas requeridas para el
doctorado.
Debo agradecer de manera especial y sincera al Dr. Pablo
Cavallero, quien primero
como profesor y luego como director de tesis me ha guiado a lo
largo de todos estos aos.
Su apoyo y confianza han sido un aporte invaluable en esta
investigacin.
Deseo extender mi agradecimiento a los docentes e investigadores
con lo que me he
formado en la disciplina, por el tiempo, la paciencia y el
compromiso que tuvieron al en-
searme: a Mariana Ventura, Mara Eugenia Crogliano, Mara Eugenia
Steinberg, Diana
Frenkel y muy especialmente a la queridsima Josefina Nagore.
Tanto ellas como Pablo
Cavallero me introdujeron en el conocimiento de la lengua y la
literatura clsicas, trans-
mitindome que la nica forma de estudiar los textos es con
dedicacin, esfuerzo y
responsabilidad.
No menos importante fue la ayuda de los amigos, colegas y
familiares que estuvieron
conmigo en el transcurso de este proceso. Entre ellos quiero
destacar el apoyo y el estmulo
que he recibido de Rodrigo Laham Cohen, Soledad Bohdziewicz,
Alberto Capboscq, Diego
Schwalb, Natalia Ruiz y Cecilia Lastra. Cada uno a su modo me ha
acompaado en este
camino con afecto y comprensin. Tambin agradezco muy
especialmente a Susana
Landeira.
Un profundo agradecimiento a mis padres, Nstor Virgilio Sapere y
Adriana Barbitta,
por su ejemplo, por su gua y por su inigualable ayuda, y a mi
hermano, Claudio Nicols
Sapere, porque s que cuento siempre con l. Todo mi cario y
respeto para ellos.
Reserv para el final la mencin de la persona ms importante, Juan
M. Melone, com-
paero inseparable, fuente de consejos, sabidura y fortaleza en
todo momento. Dado que
sera una injusticia tratar de resumir en unas pocas lneas lo que
signific su incondicional
ayuda, condenso en un inmenso Gracias todo el amor y la
admiracin que siento por l.
Anala V. Sapere Buenos Aires, diciembre de 2014
-
6
Presentacin del tema
Nanos gigantium humeris insidentes... (Bernard de Chartres)
La lecture des bons livres est comme une conversation
avec les plus honntes gens des sicles passs
qui en ont t les auteurs.
(R. Descartes)
The truth is rarely pure and never simple.
(O. Wilde)
Literature is a luxury; fiction is a necessity.
(G. K. Chesterton)
Plutarco y las Vidas paralelas
Las Vidas paralelas ( ) de Plutarco son uno de los ejemplos
ms
importantes conservados del gnero biogrfico en la Antigedad.
Compuesta alrededor
del siglo II d. C. (probablemente entre el 96 d. C. y el 120 d.
C.), la obra presenta las
biografas de cincuenta personalidades destacadas del mundo
grecolatino: Teseo,
Rmulo, Licurgo, Numa, Soln, Publcola, Temstocles, Camilo,
Pericles, Fabio
Mximo, Alcibades, Coriolano, Timolen, Paulo Emilio, Pelpidas,
Marcelo, Arstides,
Catn, Filopemen, Flaminino, Pirro, Cayo Mario, Lisandro, Sila,
Cimn, Luculo,
Nicias, Craso, Alejandro, Julio Csar, Agesilao, Pompeyo,
Eumenes, Sertorio, Focin,
Catn (el Joven), Agis y Clemenes, Tiberio y Cayo Graco,
Demstenes, Cicern,
Demetrio, Antonio, Dion, Bruto, Artajerjes y Arato, Galba y
Otn1. Se sabe que
Plutarco tambin es autor de una biografa de Hrcules, Deifanto,
Aristmenes,
Hesodo, Pndaro, Arato, Crates, Escipin el Africano, de los
emperadores romanos (de
1
En rigor, estas dos no forman parte de las Vidas paralelas, sino
de otra obra, hoy perdida, sobre los emperadores romanos. Por
motivos prcticos, se las suele estudiar junto con las Vidas
paralelas (incluso se editan junto con ellas) y por eso las
incluimos en el listado. Acerca de la organizacin de las
biografas
como coleccin integral, cf. Stolz (1929), Brozek (1963), Van der
Valk (1982), Frazier (1987), Delvaux
(1995) y Duff (2011b y 2013).
-
7
Augusto a Vitelio), de Epaminondas y de Escipin, pero
lamentablemente no se han
conservado2.
La obra se organiza mayormente en un esquema de tres partes:
primero se narra
la vida de un personaje griego; luego, la de uno romano3 y, al
finalizar cada par, encon-
tramos la snkrisis o comparacin de ambas4. Esta estructura
tripartita le permite a Plu-
tarco poner en correlacin las virtudes y defectos de los dos
personajes presentados y
luego, en la snkrisis, terminar de delinearlas (Erbse, 1956;
Larmour, 1992; Swain,
1992b; Harrison, 1995; Pelling, 1986 y 2000a: 45; Duff, 2000;
Beck, 2002b), con el fin
de extraer conclusiones acerca de los valores morales
subyacentes, preocupacin central
de nuestro autor (Grard, 1866; Larmour, 2005a: 287-90; Preston,
2001, 92-93, Duff,
1997, 2001, et al.). En efecto, las Vidas no tienen una
intencionalidad estrictamente
histrica, como podramos esperar a partir de su temtica, sino ms
bien didctica, ya
que en ellas se sacrifica muchas veces la exactitud de los
hechos histricos en pos de
lograr un producto literario con un marcado tono moral. El
propio Plutarco manifiesta
su propsito, cuando afirma No escribo historias, sino vidas
(Alejandro 1) y cuando
destaca abiertamente la utilidad de su trabajo: Qu cosa [...] ms
productiva que esto
[sc. las Vidas] podras tomar para la correccin de las
costumbres? (Timolen 1)5. De
esta manera, Plutarco articula la informacin que le proveen sus
fuentes, con el fin de
plasmar el retrato de hombres ilustres que sirvan de modelo de
conducta para su propia
poca (Russell, 1966: 141; Bosworth, 1992: 65; Cook, 2001: 342).
A tal fin,
2 El ttulo parece ser acuado por el propio autor, como se
desprende de sus menciones
en el texto: cf. Teseo 1.2.1-1.2.3 ( : en la composicin de las
Vidas Paralelas llegu a un tiempo accesible a un relato verosmil y
comprobable para la historia que se atiene a hechos),
Cimn 2.2.1-2.2.3 ( : Emprenderemos con la escritura de las Vidas
paralelas las acciones de este hombre) y Dion 2.7.1-2.7.2 ( , ...:
en este, que es el duodcimo [libro] de las Vidas paralelas). 3
Todos los personajes son griegos y romanos, excepto Artajerjes, que
es persa. Siempre se comparan dos
biografas, excepto en el caso de Agis y Cleomenes y Tiberio y
Cayo Graco, donde se comparan cuatro. 4 Hay algunos pares que no
tienen snkrisis (ver ms adelante el listado completo de las Vidas).
No
poseemos ninguna noticia acerca de las partes que faltan; tal
vez se han perdido o, sencillamente, nunca
existieron. 5 Lleva mucho ms lejos estas afirmaciones, ponindose
l mismo como ejemplo: A pesar de que al prin-
cipio emprend la escritura de las Vidas por los otros, la tarea
ahora contina por m y me resulta agrada-ble, porque pongo a prueba
la historia en una especie de espejo e intento, de alguna manera,
arreglar mi
vida y asimilarla a las virtudes de mis temas (Paulo Emilio 1).
Larmour (2005b: 44) relaciona esta propuesta con el cultivo de s
(le souci de soi), objeto de las indagaciones de los ltimos
trabajos de Foucault, centrados en la subjetividad: The Lives
exhibit a similar provenance and should be seen as part of the same
project of self-cultivation 'through reading, through the precepts
and examples that will
provide inspiration' and 'by contemplating a life reduced to its
essentials' [...] Yet, it is important to
remember that this technology of the self was far from a retreat
into the self or isolation: it constituted a
broader social practice, and actually involved, as Foucault puts
it, an intensification of social relations.
-
8
privilegiar, primero, dar cuenta del carcter de los personajes
que se refleja en sus
acciones, sean estas grandes gestas o pequeas actitudes
cotidianas6, lo que luego
permitir la identificacin de los lectores7. Respecto de esto,
Barrow (1967: 78) nos
habla del rol de Plutarco como maestro: As a teacher Plutarch
believed that example
and practical application were of more value than precept.
Las estrategias de las que se vale para cumplir con su objetivo
son diversas: em-
plea descripciones minuciosas8, ancdotas de considerable
extensin (imbricadas a
veces en tramas legendarias y fantasiosas9) o ancdotas breves no
estrictamente
relacionadas con la trama principal de la biografa, pero que le
sirven para describir el
carcter de las personalidades retratadas (Pelling, 2000a:
46)10
. Recurre a dilogos o
palabras de los personajes en discurso directo sin aparente
relevancia histrica
(Wardman, 1971) y, en muchos casos, completamente
ficcionales11
(o al menos
6 Leo (1901: 301) reconoce que las biografas sirven, sea cual
fuera la figura retratada, para dar cuenta de
una forma de ser: Die Handlungen des Dichters und Philosophen
erscheinen in seinem , durch dessen Darstellung ist auch das thos
gegeben. Dasselbe Princip der Darstellung aber ist auch auf dem
Feldherrn und Staatsmann anwendbar, in dessen prxeis aud dieselbe
Weise das thos erscheint. 7 Prez Jimnez (2002: 106) dice al
respecto: The formative intensity that emerges from this
knowledge
of virtue [...] lies in the imitative feelings that it raises in
the spectator's soul. Marn Valds sigue esta
idea y concluye que La contemplacin debe inducir a la imitacin,
debe crear inquietud hacia la
emulacin () de las acciones acertadas y provechosas del
comportamiento expuesto en las
biografas (2008: 107). 8 Grethlein (2013: 117) opina sobre la
tcnica descriptiva: This is not a failure in the part of Plutarch,
but
reflects his focus on character and morals. Instead of trying to
evoke the temporal horizon of the past,
Plutarch aspires to the level of moral values that in his eyes
is timeless. For him, detailed description is
not a means of restoring presentness to the past, but to make
anecdotes memorable and thereby drive
moral points. 9 Cf. por ejemplo la famosa entrevista de Creso y
Soln (Soln 27.1), en donde el propio Plutarco
reconoce las dudas sobre la veracidad de lo dicho, pero decide
incluir el episodio de todas formas, dada su
riqueza literaria para la descripcin del personaje ( . ( )
,
, ,
). 10
En palabras de Marn Valds (2008: 93): El queronense reivindicaba
el derecho del bigrafo a otorgar
un espacio desacostumbrado a las acciones privadas y
aparentemente menores, no por ello menos
reveladoras con relacin al perfil moral de sus protagonistas.
11
Plutarco suele ficcionalizar varios pasajes de su obra. Respecto
del procedimiento de ficcionalizacin
dentro del gnero biogrfico, Hodkinson (2010: 11) afirma: Even
among modern works, there is a
greater potential overlap between fiction and biography than
between fiction and other historiographical
forms. This is because to tell a life (if it is attempted as
fully as possible) is to tell of and speculate on
private moments and inner thoughts, in a manner and to an extent
which is less important and not
essential to many other kinds of historical narrative. These
private events are far less accessible to the
historian, and more leeway for speculation is accorded to even
the most serious modern biography than to
the history book. It is for this reason that the fictionality of
biographical texts is not simply of interest to
scholars interested in biography ancient or modern, but is in
fact of crucial importance to those interested
in definitions and defining features of fiction itself, since it
is on the borderline between different kinds of
narrative. Cf. tambin Momigliano (1971: 56) y Cohn (1999: 18
ss., 79 ss.).
-
9
inverosmiles y no ratificados por otras fuentes)12
, que dan dinamismo y dramatismo a
la narracin, a la vez que colaboran con la caracterizacin.
Despliega observaciones de
corte cientfico, filosfico, moral13
y hasta psicolgico, segn algunos (Flacelire, 1979:
265; Gill, 2006; Cerezo Magn, 1992; Pelling, 2000b), en la forma
de excursos, porque,
desde luego, no son el objetivo central de la obra, pero sirven,
sin embargo, para variar
la monotona de la narracin14
. Desde el punto de vista narrativo, observamos que no
siempre respeta la sucesin cronolgica (Theander, 1958; Russell,
1966b: 42-43 y 1973:
102-103; Frazier, 1996: 76-8; Duff, 1999: 312-313; 2003, 2008a:
196, 2010a, y 2011b;
Larmour, 2005b: 48) y hace un uso arbitrario de su material, al
comprimir en pocas
palabras hechos histricos fundamentales y desarrollar
ampliamente algunos que no lo
son tanto (Pelling, 1980: 127-131). Por otra parte, despliega
tcnicas literarias que
demuestran la predominante influencia de los gneros trgico y
pico (Lacy, 1952; Di
Gregorio, 1976; Mossman, 1988; Wardman, 1974: 168 ss.; Braund,
1993; Guilln Selfa,
1997; Duff, 2004; Harrison, 2005: 53-59; Marincola, 2007: 513;
Chialva, 2010;
Candau, 2011; Marasco, 2011), una estrecha filiacin con la
ficcin novelesca (Soares
et al., 2008: 13) y un conocimiento cabal de la retrica
(Wardman, 1974: 221;
Flacelire, 1979: 266)15
. A partir de los procedimientos expuestos, pues, queda
confirmada la intencionalidad esttica del autor, siempre
entrelazada con el objetivo
moral-didctico.
Durante mucho tiempo, las tcnicas literarias previamente
mencionadas eran en-
tendidas como un defecto, porque atentaban contra un anhelado
estilo objetivo del texto
12
Los largos discursos y declamaciones, sin embargo, no son
frecuentes (cf. Grethlein, 2013: 114). Los
pocos que aparecen son significativos y de carcter hondamente
dramtico, como el monlogo de
Cleopatra ante la tumba de Antonio (Antonio 84) o las palabras
ficcionalizadas de la presentacin de Temstocles en la corte del rey
persa (Temstocles 27-28). 13
Aqu sigue, fundamentalmente, los lineamientos de las escuelas
platnica y aristotlica. Cf. Wardman
(1974: 222), Duff (1999: 31-45) y Russell (1966a: 144 ss.).
Larmour (2005b: 44), de hecho, ve la
preeminencia del propsito tico de la obra sobre el narrativo:
Although frequently mined for historical
and biographical material, it is important to recognize that
these bioi are primarily 'books of life' and may be regarded as
much as a collection of hypomnmata for moral edification as history
or biography in anything like the modern sense. [...] The Lives can
be viewed as a series of fragments which can only be
experienced as a narrative by labour primarily philosophical and
ethical on the part of the reader. 14
En Timolen 15.11, por ejemplo, Plutarco se disculpa por el
excurso, pero destaca su utilidad para los lectores ( ' '
). En Alejandro 35.16 tambin ofrece sus disculpas ( , , ).
15
Recordemos, junto con Pelling, que rhetoric is not limited to
oratory, the literary genre of speech-
making. Rhetoric is the craft of persuasion. Often an author
tries to persuade the audience of a fact or
factspersuasion that something is or was the case. One instance
is narrative, where an author selects
and presents material in such a way as to persuade the audience
that these were the facts, that they
happened like this and in this sequence, and that this is the
right way of looking at them [...] So rhetoric
spans the genres; speeches, histories, tragedies, comediesall
seek to affect their audience in particular
ways, and to affect them through performance: these texts are
scripts (2000a: 1-2).
-
10
biogrfico; no obstante, la crtica ms reciente los valora como un
rasgo positivo de la
composicin de las Vidas, en la medida en que se pueden
aprovechar dichos elementos
como variable de anlisis (ver infra el apartado Estado de la
cuestin). Ya no se preten-
de leer la obra de Plutarco solamente como una fuente histrica,
sino desde una perspec-
tiva ms amplia, atendiendo a estas particularidades que hacen a
su estilo literario.
Objetivos de la presente investigacin
Continuando con la lnea previamente mencionada, proponemos
enriquecer la
lectura de las Vidas mediante un abordaje desde el punto de
vista literario, lingstico y
retrico-estilstico. Investigaremos, pues, un aspecto particular
de la tcnica narrativa de
las Vidas paralelas: la insercin de versiones y opiniones
diferentes a las del narrador
acerca de un hecho o personaje en las Vidas griegas (cf. Wakker,
1997: 217-218). El
anlisis de estas versiones de los hechos es fundamental a la
hora de comprender ca-
balmente la descripcin de un personaje, pues, para Plutarco,
como para los antiguos, el
carcter se revela especialmente a travs de las acciones de un
hombre (Marincola,
2007; 111; Duff, 199916
), de modo que una variante respecto de un hecho puntual
puede
ser determinante en la imagen que los lectores se forjen de
l.
Hemos circunscripto el corpus a las Vidas de personajes griegos
hasta el fin del
Perodo Clsico (Teseo, Licurgo, Soln, Temstocles, Aristides,
Cimn, Pericles, Ni-
cias, Alcibades, Lisandro, Agesilao, Pelpidas, Dion, Timolen,
Alejandro17
), porque
nos proponemos delinear no slo la caracterizacin individual de
cada personaje, sino
adems una caracterizacin general, para acceder a la visin de
Plutarco acerca del
mundo griego clsico que, lejano ya en el siglo II d. C., le
sirve de modelo de imitacin,
dentro de su planteo eminentemente didctico.
El mencionado objetivo slo podr ser alcanzado a travs del
cumplimiento de
los siguientes objetivos especficos:
Registrar y analizar las expresiones y trminos con los que se
introducen en el
relato diferentes versiones de un hecho o diferentes opiniones
acerca de un per-
16
Cf. Marn Valds (2008: 106): Engarzada al hilo de los
acontecimientos, de la , la
obra de arte contribuye junto con otros muchos recursos a
pergear la caracterizacin tica, el thos del
protagonista que, conforme a un principio de la biografa
peripattica, uno de los fundamentos del mtodo
plutarqueo, se manifiesta a travs de sus decisiones y sus obras,
a travs de la . A propsito de la
tragedia, ya Aristteles en el captulo 15 de la Potica haba
puesto en estrecha relacin y , el carcter y la resolucin: el thos
representara una 'funcin de la accin' y slo dentro de la accin se
haran reconocibles las disposiciones de los caracteres. En el
discurso biogrfico accin y
carcter aparecen estrechamente enlazados. 17
Excluimos a aquellos personajes cuyas fechas de muerte son
posteriores a la de Alejandro.
-
11
sonaje, en el corpus seleccionado.
Relevar las expresiones mediante las cuales Plutarco sugiere la
veracidad o
incertidumbre respecto de esos enunciados ajenos. Ambos
registros son
fundamentales, pues nos permitirn dar cuenta del empeo retrico y
estilstico
que subyace al procedimiento de la insercin de versiones y
opiniones.
Determinar la funcionalidad de la insercin de dichas versiones
en la narracin y
en la descripcin de los personajes y su relacin con la voz
autoral.
Definir el thos del narrador en tanto figura autoral mostrada en
el texto.
Establecer las particularidades de esta tcnica narrativa dentro
del gnero biogr-
fico y en vinculacin con el propsito moralizante de la obra.
Todo ello contribuir a crear un marco para la realizacin de un
futuro objetivo general,
que podra lograrse mediante trabajos ulteriores y que consiste
en ampliar el anlisis y
verificar la pertinencia de las conclusiones en el resto de la
obra y en otras pertenecien-
tes al gnero.
Con el fin de analizar exhaustivamente la seleccin de pasajes
mencionados, em-
plearemos los instrumentos que aportan las nuevas corrientes de
la lingstica (el anli-
sis del discurso, las teoras de la enunciacin y la argumentacin)
y la teora literaria
(fundamentalmente, la narratologa) aunadas a las corrientes
tradicionales de la retrica
clsica y la lexicologa (ver abajo Marco terico). Consideramos
que este abordaje lite-
rario y lingstico representar un gran aporte para el
conocimiento del texto de Plutar-
co, porque contribuir, en primer lugar, a definir su estilo
narrativo y descriptivo, lo que
luego redundar en un mayor conocimiento del mundo griego desde
la peculiar mirada
de nuestro autor. Como explica Pelling (2000, II): Las fuentes
para el estudio del mun-
do griego y romano son difusas, diversas y complejas y es
necesario un entrenamiento
especial para usarlas de la manera ms ventajosa al construir una
visin histrica.
-
12
El gnero biogrfico18
Leo (1901) es uno de los primeros en ofrecer un anlisis
particular del gnero
biogrfico y sus reflexiones han sido base de anlisis
posteriores. En efecto, todo autor
que emprende la tarea de investigar acerca del gnero biogrfico
en la antigedad
retoma sus ideas, para distanciarse o para complementarlas. Leo
(1901: 316-318)
propona una distincin entre dos tipos de biografas: por un lado,
un tipo de biografa
de corte peripattico y, por otro, un tipo alejandrino. La
biografa alejandrina se
caracteriza por el relato de los hechos de la vida de un
individuo organizados no
necesariamente en orden cronolgico, sino ms bien temtico y no
tiene grandes
pretensiones desde el punto de vista literario, sobre todo
porque est concebida como
objeto de estudio privado (Liddel & Low, 2013: 84). Como su
nombre lo indica, este
tipo de biografa est asociado con la que practicaban los
gramticos del Museo de
Alejandra y era muy apropiada para las vidas de poetas y
artistas. Su ejemplo ms
destacado es el de la Vida de Eurpides (en forma de dilogo)
escrita por Stiro, del s.
III19
. Suetonio sera, segn Leo, continuador de esta lnea20
. Por otra parte, la biografa
peripattica, cuyo origen se remonta a Aristteles, narra
cronolgicamente los hechos de
la vida de generales y polticos. Se observa en ella un mayor
cuidado literario, pensando
fundamentalmente en su exhibicin pblica. Leo menciona a
Aristoxeno de Tarento (s.
IV) como el iniciador de esta corriente, de quien se sabe que
escribi, entre otras obras,
(fr. 11 Wehrli), (fr. 47-50 Wehrli), (fr. 54
Wehrli), (fr. 64 Wehrli), (fr. 117 Wehrli), y a Plutarco
como otro de sus representantes21
(Adams, 2013: 76-77; Marn Valds, 2008: 106). Con
el paso del tiempo, la clasificacin de Leo ha sido desestimada,
en la medida en que su
taxonoma no da cuenta de manera correcta de todas las obras
biogrficas conservadas,
18
La bibliografa sobre el tema es abundante. Destacamos los
siguientes trabajos: Leo (1901), Graf
Uxkull-Gyllenband (1927), Stuart (1928 y 1931), Weizsacker
(1931), Osley (1926), Dihle (1956), Dring
(1957), Fairweather (1974), Lefkowitz (1975, 1976, 1978, 1979 y
1981), Lasserre (1976), Honan (1979),
Krischer (1982), Kronick (1984), Berger (1984), Geiger (1985 y
1988), Giner Soria (1985), Gentili y
Cerri (1988), Trd-Boulmer (1993), Momigliano (1993), Gallo
(1995), Edwards y Swain (eds.) (1997),
Ehlers (1998), Desclos (2000), Chitwood (2004), Burridge (2004),
McGing y Mossman (2006), Ratti
(2006), Smith (2007), Erler & Schorn (2007), Hamilton
(2007), Lefkowitz (2009), Pontier (2010),
Marasco (2011), Hgg (2012) y Adams (2013). 19
Leo no contaba con los fragmentos de la obra de Stiro, que
fueron hallados aos despus a la
formulacin de su hiptesis, lo que lo conduce a cometer errores.
Cf. Arrighetti (1964 y 1987). 20
De hecho, la bibliografa posterior se va a referir a este tipo
de biografas como Suetonian type. 21
De ah que esta clase de biografas es tambin denominada como
Plutarchean type. Plutarco utiliza en sus biografas informacin
extrada de la obra de Aristoxeno. Cf. por ejemplo Arstides 27.3.5 y
Alejandro 4.4.3.
-
13
pues algunas de ellas cumplen caractersticas de uno y otro
modelo por igual22
. As, por
ejemplo, en el tipo de bibliografa que desarrolla Plutarco
encontramos elementos
peripatticos, pero no de manera exclusiva. Asimismo, la biografa
de Plutarco no es
estrictamente cronolgica, sino que advertimos ciertas
discontinuidades temporales,
digresiones, etc. Por ltimo, tambin comprobamos en la obra de
Plutarco la inclusin
de personajes del medio literario, como Cicern o Demstenes, lo
que, segn Leo,
estaba reservado a la biografa alejandrina. Pero ms all de las
crticas expuestas,
debemos a Leo uno de los primeros intentos por indagar en los
orgenes de la biografa,
tal como se lo reconoce Momigliano (1993), uno de los crticos ms
importantes acerca
de este tema. En efecto, el historiador italiano nos ofrece uno
de los anlisis ms
completos respecto de los orgenes del gnero, de modo que lo
seguiremos de cerca a la
hora de hacer un esbozo de los antecedentes de Plutarco.
A diferencia de Leo, que, como dijimos, vea los orgenes del
gnero apenas en
poca aristotlica o alejandrina (1901: 316-317), los autores
posteriores sitan los
inicios mucho ms all. En los siglos VI y V a. C. encontramos los
primeros rastros del
inters que demostraban los griegos por las vidas de sus hroes
del pasado, fenmeno
que Stuart (1928: 1-29) llama commemorative spirit (Momigliano,
1993: 24 ss.;
Burridge, 2004: 67), que comprendera, por ejemplo, las
ceremonias para honrar a los
muertos (cf. Il. 24.720 y A. A. 1548) o el inters de los
aristcratas por la confeccin de
genealogas que se remontan hasta el siglo VIII, atestiguadas en
inscripciones arcaicas
(Jeffery, 1963, passim). Sin embargo, no es posible deducir
directamente que dichas
honras fnebres incluyeran algn tipo de mencin biogrfica, as como
tampoco se
sigue que la prctica de inscribir genealogas tuviera una relacin
con algo similar al
gnero biogrfico. Pero Momigliano seala para esta poca algunas
tentativas
contribuciones a la biografa que pueden ser consideradas de
manera ms seria, como
los pasajes literarios (poticos primero y luego en prosa) del
relato de la vida de hroes
22
Entre los autores que criticaron especialmente la teora de Leo
se encuentran Graf Uxkull-Gyllenband
(1927), Weizsacker (1931), Steidle (1951). Adams (2013: 77-79)
sintetiza muy claramente las objeciones
posteriores a la clasificacin y las nuevas propuestas. As,
Wehrli (1973) establece una divisin entre
vidas de filsofos y poetas, encomios a generales y polticos, y
vidas de personajes literarios. Osley
(1946) establece una divisin en cinco, de acuerdo con el
elemento predominante en la biografa:
encomistico, poltico, militar, acadmico y filosfico. Geiger
(1985) sugiere para la biografa helenstica
una distincin entre las que se dedican a figuras polticas y las
que se dedican a intelectuales. Talbert
(1986) identifica cuatro tipos de biografas: a las categoras
creadas por Leo agrega el encomio y el tipo
de biografa popular. Smith (2007) distingue, por su parte, las
biografas que se dedican a personajes
contemporneos y aquellas que se dedican a personalidades del
pasado y, a su vez, entre aquellas
biografas con una audiencia distinguible y una audiencia
indeterminada (es decir, de circulacin oral o
escrita).
-
14
mticos y de personajes ilustres; se conoce, a este respecto, la
referencia del poeta pico
Pisandro de Rodas (s. VII-VI)23
como autor de una especie de narracin biogrfica de
Heracles (). Hesodo, por su parte, nos aporta en su obra
detalles
autobiogrficos. Herclito, en uno de sus fragmentos (10-56 D-K),
hace alusin a un
hecho particular de la vida de Homero, lo que sugiere que para
la poca haba inters en
la biografa del autor y que tal vez circulaban versiones sobre
ello. De hecho, se cita a
Tegenes de Regio (a quien se ubica alrededor del 500) como
investigador de la vida de
Homero y escritor de una biografa. El inters por la vida de los
autores de literatura
serva para explicar la obra, a la vez que la obra aportaba datos
de la vida de los autores,
por muy escasos que estos fueran (Trd-Boulmer, 1993; Hernndez de
la Fuente, 2012:
557)24
. Otro de los tpicos de inters de la poca era la historia de los
Siete sabios,
segn ratifica la evidencia papirolgica (Pap. Soc. It. IX 1093).
Tambin se habla de la
circulacin de las leyendas de Arquloco, Safo y Alceo. Se sabe
que Damastes escribi
sobre poetas y sofistas y que Glauco de Regio escribi sobre
poetas y msicos. Dado
que no hay seguridades al respecto, porque ninguno de estos
textos se ha conservado,
slo podemos movernos en el terreno de la conjetura. A su vez,
escribir sobre no quiere
decir necesariamente hacer una obra biogrfica, aunque tambin
debemos tener
presente, como bien apunta Schepens (1998: xvi), que the
distinction between
'biographical' and 'non-biographical' works may be clear to
modern theory. Its practical
application to the ancient evidence, however, proved to be
delicate, especially in the
initial stages of the development of the genre. Por tal motivo,
es difcil hacer
aseveraciones muy radicales.
Saliendo del mbito de los personajes literarios, se sabe que
Esclax de Carianda
(s. VI), autor de un trabajo sobre viajes, escribi tambin una
vida de Heraclides. Ion de
Quos (s. V) escribi sobre viajes propios y de otros, por lo que
se supone que su obra
tena un propsito autobiogrfico (Hgg, 2012: 11)25
. De Estesmbroto (s. V.) se sabe
que escribi una especie de panfleto acerca de Temstocles,
Tucdides y Pericles26
. Janto
de Lidia (VI-V) es considerado autor de una biografa de
Empdocles, y se sabe que
23
Para no saturar al lector con referencias bibliogrficas,
remitimos, para cada uno de los nombres
propios mencionados, a su correspondiente entrada en RE, OCD y
la obra de Pfeiffer (1970). 24
Nagy (1990: 80) seala, por ejemplo, de qu modo las vidas de los
poetas pasaban a formar parte de la
tradicin de sus obras. 25
Plutarco menciona a Ion (al que suele llamar ) en Teseo
(20.2.7), Pericles (5.3.1, 28.7.6), Cimn (5.3.5, 9.1.1, 16.10.1) y
Demstenes 3.2.2. 26
Es citado como fuente de las biografas de Temstocles (2.5.1,
4.5.3, 24.7.1), Pericles (8.9.1, 13.16.5,
26.1.9, 36.6.2) y Cimn (4.5.1, 14.5.2, 16.1.4, 16.3.9). Cf. FGrH
107 1-11. Cf. Meister (1978) y
Tsakmakis (1995).
-
15
Teopompo de Quos (s. IV) se dedic a escribir sobre Filipo II de
Macedonia27
. Con toda
esta informacin, Momigliano (1993: 33-35) concluye que al menos
hacia el siglo V
existe una suerte de creacin literaria de tipo biogrfico, aunque
no tiene presencia en
Grecia continental, sino en Asia Menor (Esclax, Janto) y las
islas (Estesmbroto, Ion).
Para el siglo IV encontramos ya formas ms cercanas a lo que
podramos
considerar como gnero biogrfico (Momigliano, 1993: 43 ss.), a la
vez que contamos
con testimonios conservados y no ya con meras referencias o
fragmentos. Como seala
Hgg (2012: 10), la figura de Scrates representa un gran impacto
en la emergencia de
la biografa griega de esta poca, como lo prueba la variedad de
obras que se le dedican,
ya sean imaginarias o con intentos de reproduccin histrica.
Jenofonte es uno de los
autores ms sobresalientes al respecto, quien no slo ha escrito
su Memorabilia sobre
Scrates, sino una obra dedicada a Agesilao28
y a Ciro, donde ya va tomando cuerpo un
estilo biogrfico. Tambin nos encontramos con Antstenes (que
escribe sobre Ciro y
Alcibades29
), Iscrates (con su encomio Evgoras30), y pueden ser
considerados
experimentos biogrficos los discursos apologticos de Antifonte,
Demstenes y Platn
(Momigliano 1993: 58-64)31
.
A partir de Aristteles se produce un quiebre en la lnea de
pensamiento griego
y, desde luego, en la forma de entender la literatura, lo que
repercute, sin dudas, en el
desarrollo de la biografa. Destaca Momigliano (1993: 69) que los
discpulos de
Aristteles llevaban a cabo estudios y escritos sobre historia y
literatura, que, aunque no
pueden ser considerados como biografa per se, pueden verse, en
todo caso, como un
aporte a elementos que luego pueden ser usados por la biografa
como gnero. As, por
ejemplo, estudian pasajes literarios, coleccionan datos
histricos y ancdotas de todo
tipo para ilustrar virtudes y defectos de personajes, y
reflexionan sobre elementos
personales de poetas y escritores, en una prctica que implica un
gran despliegue de
erudicin. Entre los nombres importantes de esta escuela se
destacan Teofrasto32
,
27
Adems de las Filpicas () es autor de las Helnicas ( ). Cf. FGrH
115. Es usado como fuente en las biografas de Agesilao, Alcibades,
Demstenes, Epaminondas, Lisandro y
Temstocles. Cf. Roberts (1908), Lana (1951), Murray (1964),
Connor (1969), Bruce (1970), Lens (1987),
Reed (1979), Shrimpton (1991), Flower (1994), Ottone (2004) y
Gauger (2010). 28
Acerca de las relaciones con Plutarco, cf. Shipley (1997) y Ros
Fernndez (1984). 29
Plutarco lo toma como referencia en su propia biografa (cf.
1.3.8). 30
No es propiamente biografa, pero s hay datos de la vida del
personaje. 31
Momigliano explica el origen de estos textos pseudo-biogrficos
del siglo IV como un fenmeno de
poca: Fourth century is a time of strong, self-willed
personalities [...] but also a time of divergent and
conflicting explorations of the limits of human life, in terms
of philosophy or in terms of rhetoric (1993:
47). 32
Teofrasto es mencionado por Plutarco como fuente en las
biografas de Licurgo (10.2.7), Soln (4.7.1;
-
16
Heraclides Pntico33
, Dicearco34
y Camalen (este ltimo parece haberse dedicado a
algo parecido a textos biogrficos, como se desprende de los
ttulos conservados de sus
obras: , , , ,
, )35. Cabe mencionar, asimismo, que los peripatticos
influyen
en la conformacin de la biografa helenstica, como lo prueban las
figuras de
Aristxeno de Tarento (a quien ya mencionamos como uno de los
primeros escritores de
biografa), Clearco (autor de un y de una coleccin de ),
Demetrio de Falero (escribi sobre Demstenes y Scrates), Fanias
de reso (redact,
segn Ateneo 1. 6, sobre los tiranos de Sicilia); Hermipo de
Esmirna36
(a quien se le
adjudica una obra bajo el ttulo ), Stiro (ya mencionado), y
Aristn de Ceos37, que
escribi sobre Herclito, Scrates y Epicuro38
. Sin embargo, debemos decir que hay
otros autores que no pertenecen a la escuela peripattica y que
se dedican a la biografa
en poca helenstica, de modo que dicha prctica no es exclusiva de
los aristotlicos (cf.
por ejemplo, a Antgono de Caristo, a quien se le atribuye una
obra biogrfica de ttulo
y a Socin, tambin escritor de unas ). Asimismo, no
debemos olvidar los encomios biogrficos de tipo ms popular, como
el de Teopompo
sobre Filipo, el de Calstenes39
sobre Hermias y el de Clearco sobre Platn. Con esto
queremos decir, siguiendo a Momigliano (1993), que la tradicin
biogrfica de la que
Plutarco es deudor es mucho ms amplia y compleja de lo que Leo
planteaba, es decir,
31.5.2), Temstocles (25.1.2; 25.3.5), Pericles (23.2.2; 35.5.3;
38.2.1); Alcibiades (10.4.5), Arstides
(25.2.2), Lisandro (13.2.6; 19.4.1), Sila (26.1.5; 26.2.4),
Nicias (10.2.1; 11.10.1), Sertorio (13.6.1),
Agesilao (2.3.5: 36.6.8), Alejandro (4.5.3), Catn (37.3.3), Agis
y Cleomenes (2.2.3) y Demstenes
(10.2.2; 14.4.2; 17.4.1; 25.8.3). 33
Se dedic a la filosofa, la astronoma, la gramtica y la historia.
Fue discpulo de Platn y Aristteles.
Cf. Wehrli (1967/69: t. VIII). Es citado en las biografas de
Soln (1.3.2; 22.4.3; 31.4.1; 32.3.2), Camilo
(22.3.1), Pericles (27.4.1; 35.5.3). 34
Dicearco de Mesina (c. 350-285), gegrafo, historiador, filsofo,
matemtico y politico. Su obra ms
importante es una Vida de Grecia ( ). Escribi tambin , , , , ,
entre otras obras. Aparece explcitamente como fuente en Teseo
(21.2.3; 32.5.1) y Agesilao (19.6.3). 35
Cf. Pfeiffer (1970: 92 ss.). 36
Demetrio de Falero es citado como fuente de las biografas de
Licurgo (23.1.8; 23.3.5), Arstides (1.2.2;
5.9.2; 27.3.4; 27.4.3) y Demstenes (9.4.3; 11.1.2; 11.4.1);
Fanias en las de Soln (14.2.1; 32.3.3; 32.3.6),
Temstocles (1.2.1, 7.7.7, 13.5.2) y Temstocles (27.8.3,
29.11.5); Hermipo en las biografas de Licurgo
(5.4.9; 23.2.3), Soln (2.1.2; 6.7.2; 11.2.3), Alejandro (54.1.1)
y Demstenes (5.7.1; 11.4.1; 28.3.6;
30.1.3). 37
Existe cierta controversia alrededor de este personaje, dado que
ya en la antigedad sus obras se
confunden con las del filsofo estoico Aristn de Quos, segn
sabemos a partir del testimonio de
Digenes Laercio (7.163). Cf. Simon (1983: 40). Plutarco cita a
Aristn el peripattico en Arstides 2.3.1 y Temstocles 3.2.3. 38
Jernimo, en el prefacio de De viris illustribus, nos aporta
informacin en conjunto de los autores mencionados. 39
Plutarco lo cita en varias oportunidades como fuente. Cf. Camilo
19.7.7, Pelpidas 17.4.3, Arstides 27.3.2, Cimn 12.5.3 y 13.4.5,
Agesilao 34.4.2 y Alejandro 27.4.2, 33.1.5 y 33.10.4.
-
17
no se restringe slo a influencias peripatticas, pues, como
vimos, los intentos de
biografa existen ya antes de Aristteles. Podemos concluir, pues,
sealando las lneas
que recoge la obra de Plutarco de sus antecesores segn el
resumen de Osley (1946: 20):
en primer lugar, el elemento encomistico, en la medida en que
Plutarco tiende a incluir
elementos elogiosos de los personajes retratados; en segundo
lugar, el elemento poltico,
que destaca las rivalidades de una coyuntura histrica dada;
luego, el elemento militar,
del que Plutarco, a pesar de su enfoque personal, no prescinde;
en cuarto lugar, el
elemento acadmico, vinculado con la actividad intelectual de
recoger informacin del
pasado (como los eruditos de Alejandra o los peripatticos), y,
por ltimo, el elemento
filosfico, destacando, sobre todo, los rasgos ticos y morales,
asociado, desde luego
con la escuela peripattica.
No es fcil encontrar una definicin de biografa que rena la
multiplicidad de
caractersticas de los ejemplos particulares40
. Stuart (1928) la ha definido como una
historia en prosa, independiente, de toda la vida de un hombre;
Dihle (1956), como la
descripcin de la vida de una persona; Momigliano (1993), por su
parte, entiende la
biografa como el relato completo o parcial de la vida de un
hombre desde su
nacimiento a su muerte, dirigido por lo general a un
destinatario educado (Zadorojnyi,
2005: 118) y en prosa. La biografa es, en efecto, un gnero muy
prximo a la historia,
en la medida en que ambas trabajan con hechos del pasado remoto
o cercano. La
diferencia fundamental entre ambas es la estructura narrativa de
cada una: mientras que
la historia implica una narracin de tipo general, la biografa se
centra en la vida de un
individuo y recurrir, en todo caso, a los hechos histricos, para
completar el relato
(Feldherr & Hardy, 2011: 309; Gill, 1983: 472). Esto resulta
un elemento interesante
para nuestro estudio, porque la narracin biogrfica nos facilita
llevar a cabo un anlisis
mucho ms preciso que el que se podra hacer en un relato de corte
histrico. En el caso
particular de la obra de Plutarco, la estructura de su coleccin
biogrfica nos permite
articular el estudio de cada Vida de manera independiente o con
su par; puede
segmentarse el estudio a un perodo histrico que rena un grupo de
biografas (el
perodo clsico, por ejemplo), o un hecho histrico relatado de
manera complementaria
en dos o tres biografas (cf. por ejemplo la biografa de
Temstocles y de Lisandro) o un
conjunto de personajes del mismo origen pero de diferentes pocas
(Licurgo y Agesilao
40
La definicin del gnero biogrfico antiguo debe ser por fuerza muy
general si no se quiere topar con
la dificultad inicial de escoger una de sus variedades como
modelo cannico. Tiene tambin el riesgo de
que se examine con criterios actuales, escollo difcil de evitar.
Cf. Giner Soria (1985: 142). Cf. tambin
Burridge (2004: 62 ss.).
-
18
de Esparta, por ejemplo). Desde luego que dicho recorte puede
hacerse en una obra
histrica ms general, pero sera ms complejo. La biografa ya ha
hecho una seleccin,
un recorte a la historia; el narrador ya ha puesto lmites a su
objeto de estudio41
, que
concierne a un individuo particular. Asimismo, como ya se ha
mencionado, la biografa
da lugar a otro tipo de reflexiones, ms personales y subjetivas,
por el mismo carcter
subjetivo de su temtica. Por otra parte, la narracin biogrfica
se acerca a las
caractersticas de otro tipo de narracin ficcional, como puede
ser la novela42
(para
utilizar como ejemplo un gnero en prosa) o la tragedia misma, en
la medida en que nos
encontramos con una trama centrada en un protagonista/hroe
(Larmour 2005b: 48), que
desarrollar una serie de y que tendr, adems, un escenario,
tramas
subsidiarias, personajes secundarios, etc., elementos que
servirn para desprender
atributos personales43
. Todas estas caractersticas intrnsecas al gnero sern de
provecho, pues, para nuestro estudio.
Con respecto a la tcnica particular de Plutarco de establecer
una comparacin
entre dos personajes, debemos decir que no es original, sino que
forma parte de una
tradicin originada en ejercicios escolares y ya Iscrates,
Polibio, Varrn y Nepote
haban establecido en sus textos comparaciones; lo que s parece
original en Plutarco es
la idea de compilarlo en una obra (Barrow, 1967: 52) y que dicha
comparacin sea el
eje central del planteo.
41
Die Differenz der Geschichtsschreibung im Vergleich zur
Biographie besteht nicht darin, dass die
Historiographie sich nicht fr den Charakter der Akteure
interessiert, der in der Biographie im Zentrum
der Darstellung steht. Die historiographischen Texte der
Kaiserzeit erklren Ereignisse nicht mit einer
Analyse der politisch-gesellschaftlichen und militrischen
Strukturen, sie suchen die Begrndung des
Handelns in den persnlichen Motiven der Akteure. Unterschiede
zwischen Biographie und
Historiographie sind deshalb in der Zentrierung der Erzhlung auf
eine Einzelperson (oder eine
Einzelperson und ihren Gegenspieler) einerseits, auf das Handeln
in einem Figurengeflecht andererseits
zu untersuchen (Spth, 2005: 29). Es interesante la diferencia
que establece Spth respecto de la
individualidad de los personajes en la biografa y en la
historia: Die entscheidende Differenz scheint mir
vielmehr in der Erzhlfunktion der Einzelfiguren zu liegen: Die
Geschichtserzhlung behandelt die
Figurenmetonymisch, indem sie sehr wohl deren Charakter narrativ
ausgestaltet, aber damit eine
Situierung der Figuren im Figurengeflecht der Akteure und in
deren Handlungszusammenhang anstrebt,
das ihr eigentliches Erzhlthema ist. Die Biographie abstrahiert
keineswegs von diesem Figuren- und
Handlungsgeflecht, aber sie fokalisiert die Einzelfigur
innerhalb des Geflechts und macht deren Charakter
zu ihrem Thema und schreibt damit den Figuren der biographischen
Erzhlung eine metaphorische
Bedeutung zu (Spth, 2005: 41). 42
Cf. Hunter (1979). 43
En efecto, como ya hemos sealado, de esas se desprende el : Die
Charakterbeschreibung
stellt die plutarchsche Biographie als ihre entscheidende
Differenz zur Historiographie heraus das
des Helden und dessen Wertung als gut oder schlecht sowie die
exemplarische Funktion der Bioi fr das Publikum zeichnen die
Parallelbiographien aus (Spth, 2005: 28).
-
19
Plutarco y su contexto
Plutarco naci en Queronea (Beocia) en poca de Claudio (ca. 46 d.
C.). La
posicin acomodada de su familia le permiti realizar estudios en
matemtica, filosofa,
retrica y ciencias naturales en la Academia de Atenas. Tambin
realiz viajes a Egipto,
Asia e Italia, en los que trab amistad con personajes
influyentes de la poltica romana;
entre los ms importantes se encuentran L. Mestrio Floro y Q.
Socio Senecio, que
llegaron a transformarse en verdaderos amigos, segn nos
enteramos en los propios
escritos de Plutarco44
. Probablemente a instancias de ellos consigue la ciudadana
de
Roma45
. Hacia el ao 90 se estableci en Queronea, donde fue magistrado
y sacerdote
de Apolo en el Templo de Delfos. Represent a su pueblo natal en
varias misiones al
extranjero. Segn Suda, Trajano lo nombr procurador de Iliria. Se
cree tambin que
hacia el final de su vida fue nombrado procurador de Acaya por
Adriano46
. Muri entre
los aos 120 y 127 d. C.
No sabemos a ciencia cierta qu tipo de vnculo una a Plutarco con
el poder
central de Roma, aunque podemos conjeturar que ste no tena una
buena opinin de
muchos de los emperadores47
, sobre todo por las acciones concretas del Imperio contra
los filsofos (Domiciano) y sus polticas en contra de Grecia
(Vespasiano). En tales cir-
cunstancias, ante la posibilidad de recibir honores o castigos
imperiales, la prudencia
dictaba no rivalizar abiertamente (Silva, 2006: 259; Desideri:
2012: 12 ss.), sino ms
bien conservar las buenas relaciones, en una compleja dinmica de
poder, similar a la
que se observa en otros autores del perodo y posteriores; es
importante, en efecto,
guardar un equilibrio entre los requerimientos imperiales y las
propias ideas del autor
(Flinterman, 2004: 361)48
.
44
A Sosio estn dedicados algunos prlogos de las Vidas. Cf. Teseo
1.1, Demstenes 1.1 (tambin es mencionado en 31.7) y Dion 1.1.
45
Barrow (1967: 12) reflexiona sobre estas relaciones de amistad y
poder en el imperio: The friendship
of a leading and influential Greek with a Roman who combined
official position with an interest in
learning and philosophy, a friendship which induced one of the
proudest Greeks of his time to accept
Roman citizenship and his Roman friends gentile name, is slight
but significant evidence of the ties
which united distant parts of the Empire and drew together
traditions of widely different character. 46
Acerca del filohelenismo de Adriano, cf., por ejemplo, Bejarano
(1975), Boatwright (2003: 204-210),
Opper (2008), Birley (2000: 175-188) y Longfellow (2011:
107-139). 47
Algo puede desprenderse de sus escritos, en donde se alza con
timidez una voz de resistencia
(Flacelire, 1963 y Ash, 2008). Cf. su Regum et imperatorem
apophthegmata, por ejemplo, y el anlisis de Silva (2006) y Beck
(2002a). Las vidas perdidas de los emperadores romanos tal vez nos
hubieran
iluminado al respecto. Cf. especialmente Ash (2008), que analiza
las apariciones de los emperadores en la
obra de Plutarco. 48
El propio Plutarco ha escrito sobre eso en su Quomodo adulator
ab amico internoscatur y en Praecepta gerendae reipublicae. Cf.,
por ejemplo, la siguiente afirmacin respecto de la necesidad de
tener buenas relaciones con el poder: ,
-
20
La vida de Plutarco est signada, por un lado, por el hecho de
ser griego bajo el
imperio romano (cf. Goldhill, 2001), lo que implica una posicin
compleja tanto poltica
como culturalmente49
. Afirma Preston al respecto (2001: 91): As a pepaideumenos,
Plutarch was the heir and guardian of the classical Heritage and
of the complicated facts
of Greek history. As a local office holder and a Roman citizen,
his political authority
was upheld by and implicated in the authority of Rome, and yet
it was also undermined
by and in conflict with Roman power. Se halla, pues, en una
posicin social contradic-
toria, de modo que es esperable que esto se vea plasmado en sus
reflexiones sobre la
propia identidad grecorromana (Hidalgo de la Vega, 1995: 136;
Swain, 1990 y 1996:
137-186).
Por otro, la vida del queronense est signada por la
efervescencia cultural de su
tiempo, que suele recibir el nombre de Segunda sofstica
(Whitmarsh, 2005; Bower-
sock, 1969: 110 ss.). Es difcil englobar en una definicin el
concepto de Segunda So-
fstica, pues no existe una opinin unvoca sobre l. Fue Filstrato
quien us la expre-
sin por primera vez (VS 481), para hacer referencia a un grupo
de oradores (Esquines
sera el primero) continuadores de aquellos antiguos sofistas,
como Gorgias, Protgo-
ras, Prdico, Antifonte, Critias, Iscrates, etc. (Kennedy, 1994:
230-256; Jones, 2008);
la crtica moderna tom dicha propuesta, ampliando su alcance, no
sin controversia50
.
Dado que se trata de una categora ya instalada en la historia de
la literatura (Goldhill,
2001: 14), nos resultar til tomarla como punto de anlisis, pero
sin querer introducir-
nos en la polmica, sino con la simple intencin de exponer una
breve semblanza de
poca, para contribuir al estudio de Plutarco y de su obra (cf.
Silva, 2005: 97; Jones,
1971: 13).
Grecia ya haba sufrido la derrota a manos de Filipo II en la
batalla de Queronea
del 338, cambiando para siempre su fisonoma poltica y social,
atenindose de all en
,
,
, (Moralia 814c6-d3). A continuacin manifiesta la importancia de
que el dominado mantenga su dignidad:
,
, ,
, ' ,
(Moralia 814e7-f6). 49
Remitimos al libro de Stadter y Van der Stockt (2002), donde se
compilan una serie de artculos sobre
Plutarco y su poca. Cf. tambin Silva (2005, 2007 y 2008). 50
Para ello, remitimos a los estudios clsicos de Bowie (1970),
Reardon (1971 y 1984), Alcock (1993),
Anderson (1993), y Swain (1996) y a los ms recientes de Goldhill
(2001), Puech (2002), Borg (2004),
Whitmarsh (2005), Troiani & Zecchini (2005), Schmidt &
Fleury (2011), Schmitz (2011), Robert (2011),
y Van Hoof (2011), entre otros.
-
21
ms a un tipo de gobierno unipersonal y autocrtico en manos de
Macedonia. Luego se
vera subyugada por Roma (recordemos la derrota de Corinto en
146), situacin que lle-
ga a su punto determinante en el 31, con la Batalla de Accio,
cuando pasa a formar parte
definitiva del Imperio. Esta anexin, sin embargo, no modific
sustancialmente la vida
de las ciudades griegas (Anderson, 1993: 2; Schmitz, 2011: 306),
que pese al control de
los oficiales romanos (Preston, 2001: 91) mantenan su identidad
cultural y cierta auto-
noma poltica, pues Roma permita conservar los gobiernos locales
en manos griegas,
mientras se atuvieran a las directrices imperiales. Desde el
punto de vista cultural, de-
camos, ocurre algo similar, en el marco de lo que ha sido
llamado filohelenismo de los
emperadores romanos51
; como seala Anderson (1993: 2-3), Greek speaking intellec-
tuals were able to continue what they had long been able to do:
to travel abroad, to talk,
to educate, and to receive acclaim. And as the Mediterranean
world recovered from the
disruptions of Roman expansionism and civil war, we find an
awareness of Hellenism
flourishing unhindered in a more favourable climate. La
estabilidad del imperio conso-
lidado fomentaba, pues, el desarrollo de la
intelectualidad52
y es en ese contexto en el
que se da el Renaissance del que habla Anderson (1993),
caracterizado por el floreci-
miento de la retrica y la oratoria, de la mano, por cierto, del
estudio de la filosofa y
otras artes: las aristocracias locales, a fin de impulsar sus
carreras polticas y ascenso
social y fortalecer sus relaciones con otros miembros de la
elite (y tambin de Roma),
necesitaban de un buen manejo de la retrica y de la oratoria
(Bowersock, 1969). As se
explica el nombre de Segunda sofstica, como una recreacin de
aquella de la Atenas
Clsica, tambin caracterizada por el objetivo de preparar al
ciudadano para la vida p-
blica (Anderson, 1993: 233)53
. El fenmeno excede, desde luego, estos intereses parti-
culares: la retrica gana un protagonismo crucial en las prcticas
discursivas en general
51
Se observa, en efecto, un fuerte respeto de los romanos hacia el
mundo griego (Mellor, 2008: 79-80),
en esa interesante relacin intercultural que ya Horacio haba
advertido en aquellos famosos versos
Graecia capta ferum uictorem cepit et artis intulit agresti
Latio... (Ep. 2.1.156); Roma conquist militarmente a Grecia, pero
Grecia conquista a Roma desde la cultura. Cf. adems Bowersock
(1965),
Isaac (2006: especialmente la nota 1 de la pgina 381, donde
realiza un sucinto estado de la cuestin),
Adams (2007: 35 ss.), Spawforth (2011), He, Agazzi y Dcultot
(2009), Ferrary (1988), Mratschek
(2013). No obstante, el tan mentado filohelenismo de los
emperadores romanos implica no slo el
impulso de las artes griegas y la proteccin de su cultura, sino
una poderosa arma poltica de control por
parte del poder central de Roma, al apropiarse de la produccin
simblica de la Graecia capta (Preston, 2007: 86-87). 52
Las guerras civiles de Roma haban generado gran convulsin en
Grecia, donde se haban librado, por
cierto, muchas de sus batallas (cf. Schmitz, 2011: 306). Este
nuevo perodo de paz abre a su vez una
nueva etapa en la vida de las ciudades griegas. 53
Desde luego que la sofstica clsica fue un movimiento lo
suficientemente heterogneo (filsofos,
oradores y loggrafos son llamados sofistas sin que quede del
todo claro en qu consiste su actividad)
como para que esta Segunda Sofstica no se viera envuelta en los
mismos problemas de clasificacin. Cf.
Kerferd (1954) y Silva (2007: 39-54).
-
22
y especialmente para nuestro enfoque en la prctica literaria,
que cobra de este
modo una nueva impronta. Es as que en los autores identificados
como exponentes de
la Segunda sofstica (Dion Crisstomo, Filstrato, Luciano de
Samsata, Galeno, He-
rodes tico, Polemn y el mismo Plutarco, entre otros) reconocemos
un trabajo cuidado
con el lenguaje y un absoluto manejo de la prctica
oratoria54
.
En esa efervescencia de la prctica oratoria y de la literatura
se gesta tambin un
espacio para explorar la propia identidad griega en un contexto
de podero romano
(Whitmarsh, 2005: 11; Jones, 2004; Silva, 2008; Desideri, 2002:
222), por lo que la
evocacin de los modelos del pasado ser clave como elemento de
identificacin y de
afirmacin de lo griego55
. Las Vidas paralelas de Plutarco, de ms est decirlo, son un
ejemplo de este espritu de poca (Preston, 2001). La contrastacin
que se establece en
dicha obra entre los hroes griegos y romanos es elocuente
respecto de la oscilacin cul-
tural que significaba valorar el pasado griego para afirmar la
propia identidad pero a la
vez no poder desligarlo del mundo romano, pues ambas culturas
eran para entonces
inescindibles (Swain, 1996: 137).
Pero tambin hay un elemento importante a tener en cuenta para el
tema central
de nuestra investigacin: el dilogo con la tradicin literaria.
Plutarco, como los autores
de la poca, dialoga con la tradicin a travs de la evocacin de
las palabras e ideas de
los autores del pasado en los propios textos. Estos sirven como
fuente de
argumentacin, como una forma de ornato (sobre todo, cuando se
citan textualmente las
palabras de poetas) y como muestra de erudicin, en tanto que
exhiben el volumen de
lecturas hechas (Daz Lavado, 2001: 50 ss.)56
. Esta prctica no puede ser disociada de la
educacin de la poca, que consista fundamentalmente en la lectura
y comentario de los
autores literarios (poetas, sobre todo)57
. Como decamos, pues, el uso que hace Plutarco
de las versiones provenientes de autores de la tradicin se
enmarca en el inters de la
54
Quizs sea en Moralia en donde mejor veamos desplegada la
reflexin filosfica y literaria del queronense, acorde con esta
efervescencia de erudicin de la que hablamos, mientras que las
Vidas pueden ser consideradas, en todo caso, la puesta en prctica
de dichas reflexiones. 55
La reflexin por la identidad no slo se plasma en la literatura,
sino tambin en la filosofa, la msica,
las celebraciones populares (a travs de encomios y discursos),
las festividades, las competencias de
atletismo (Van Nijf, 2007), las obras de arte en general y la
arquitectura (Anderson, 1993: 8),
manifestaciones que nos hablan de una preocupacin generalizada
en la poca. Acerca del
aprovechamiento poltico del fenmeno cf. Schmitz (1997). 56
Filstrato, Luciano, Din de Prusa, Plutarco, Elio Aristides o con
posterioridad Libanio, entre otros,
esparcen entre sus pginas estas citas eruditas, unas citas que
no son seal de pobreza de espritu o de
falta de ingenio propio, sino que se nos muestran como un
autntico requisito esttico, como el reflejo de
una tradicin escolar y literaria (Daz Lavado, 2001: 52). 57
Cf. Legras (2002), Marrou (1965), Schmitz (1997), Ziebarth
(1914), Cribiore (2005) y Nicolai (2007:
19-23).
-
23
poca imperial por hacer presentes en sus textos aquellas voces
que forman parte de su
propia formacin como intelectuales: Plutarco no slo se dedica a
escribir sobre
personalidades destacadas del pasado griego o romano, sino que
incluye en su
entramado textual a aquellos otros poetas o escritores en cuyas
ideas se ha basado para
complementar su semblanza.
Desde el punto de vista lingstico y estilstico, observamos
tambin en los auto-
res de la poca la tendencia a imitar poetas y prosistas de la
Atenas de los siglos v y IV,
estilo que recibe el nombre de aticismo (Horrocks, 1997: 133
ss.; Anderson, 1993: 87
ss.)58
. Emular la lengua de los clsicos frente a la koin era, a su
vez, un smbolo de ele-
vacin cultural (la muestra de una Kunstsprache, en palabras de
Whitmarsh, 2005: 4259)
y de legitimacin de una posicin social. Entre los exponentes de
esta tendencia se
hallan Elio Aristides, Herodes tico, Claudio Eliano, Flavio
Arriano, Apiano, Filstra-
to, Pausanias, Aquiles Tacio y Longo. Otros autores, sin
embargo, entre los que se en-
cuentran Plutarco, Polibio y Estrabn, no se atienen a esa
esttica; evitan, desde luego,
expresarse en un habla cotidiana o demasiado simple, pero no se
rigen por la copia es-
tricta de los clsicos. Plutarco, de hecho, si bien se cie a
grandes rasgos al modelo tico
(Fernndez Delgado, 1992) criticar la afectacin lingstica y el
excesivo uso de la re-
trica (De recta ratione audiendi 42d, De gloria Atheniensium 8),
distinguindose as
del grupo mayoritario (Anderson, 1993: 9)60
.
En la figura de Plutarco confluyen, pues, elementos del mundo
social, cultural y
poltico entrelazados con su carrera literaria y su produccin,
que nos permiten ilustrar
una imagen de poca. No pretendemos ser concluyentes, pero s
atentos observadores:
no podemos indagar en una obra de Plutarco que tiene por objeto
caracterizar
personalidades destacadas del mundo griego y romano sin tener
presente que l mismo
debi lidiar con personalidades destacadas del mundo griego y
romano de su propio
tiempo (Desideri, 2012: 73 ss.).
Estado de la cuestin
Las Vidas paralelas son una obra clsica, objeto de estudio y
admiracin desde
58
The precious link with the classical past could, it seemed, best
be secured by addressing the ancient
masters in their own Attic dialect, thereby obtaining their
tacit endorsement for the products of the
present. Cf. Horrocks (1997: 135). 59
Siguiendo a Tonnet (1988: 1, 313-51), Swain (1996: 43-64) y
Schmitz (1997: 67-96). 60
Cf. adems Weissenberger (1896), Krauss (1912), Jeuckens (1908),
Clark (1957), Goldi (1922),
Fernndez Delgado (2008), quienes analizan aspectos estilsticos
de la obra de Plutarco, enmarcndolo en
la Segunda sofstica.
-
24
su aparicin entre fines del siglo I y las primeras dcadas del
siglo II d. C. (Jones, 1966).
A partir de la editio princeps (Firenze, 1517), el texto cobr
mayor relevancia y fue ins-
piracin de grandes personalidades del medio intelectual, como
Leonardo Bruni, Ma-
quiavelo, Rabelais, Montesquieu, Montaigne, Shakespeare y Samuel
Johnson;
asimismo, salen a la luz las primeras traducciones a las lenguas
modernas (la de Jacques
Amyot, en 1559; la de Thomas North, en 1579, y la de Dryden,
entre 1684 y 1688). El
principal motivo de atraccin surga de la fascinacin por el mundo
clsico, el
tratamiento humano de personajes histricos y las enseanzas
morales que se
desprenden de las vidas61
.
Hacia fines del siglo XIX y principios del XX, la obra se
convirti en principal ob-
jeto de estudio de los historiadores, quienes, vidos de datos
que contribuyeran a sus in-
vestigaciones, pretendan ver en ella una fuente inapelable de
informacin acerca de la
Antigedad clsica. Ese afn positivista62
determin que Plutarco se convirtiera tambin
en objeto de duros cuestionamientos, dado que su enfoque
subjetivo era considerado in-
ferior frente a las pretensiones cientificistas de los eruditos
de la poca63
. Puesto que las
Vidas servan solamente como medio de acceso al mundo clsico,
deban ser tratadas
con desconfianza y puestas a prueba, motivo por el cual prolifer
el estudio de las fuen-
tes en las que se basa (Quellenforschung)64, con el intento de
corroborar su veracidad.
Autores como Sauppe (1867), Rhle (1868), Soltau (1870), Smith
(1881), Krber
(1885), Heeren (1820), Klotz (1934, 1935 a y b, 1941), Haug
(1854), Peter (1865),
Hobohm (1885), Gudeman (1889), Ferguson (1904), Adcock (1914),
Favaloro (1921),
Westlake (1938, 1939), Godolphin (1935), Powell (1939), Smith
(1940, 1944), Delvaux
(1946), se dedican de lleno a este tipo de anlisis65
. Se lleg a pensar que Plutarco parta
de materiales de segunda mano, que copiaba el trabajo de otros
bigrafos y que, por tal
61
Cf. Shackford (1929), Walling Howard (1970), Green (1979), Gallo
(1998), Aulotte (1965), Bergua
Cavero (1995), Morales Ortiz (2000: 75 ss.) y Pade (2007).
62
Carr (1961: 12) lo denomina culto por los hechos. 63
Rorty (1979) explica muy bien la oposicin entre subjetividad y
objetividad en la mirada de la ciencia
positivista, que piensa que el estilo objetivo representa
cabalmente lo que sucede en la realidad:
'subjetivo' contrasta con 'que corresponde a lo que est ah
fuera', y, por tanto, significa algo parecido a
'producto nicamente de lo que hay aqu dentro' (en el corazn, o
en la 'confusa' porcin de la mente que
no contiene representaciones privilegiadas y, por tanto, no
refleja exactamente lo que hay ah fuera). En
este sentido, 'subjetivo' va asociado a 'emocional' o
'fantstico', pues nuestros corazones y nuestras
imaginaciones son idiosincrsicos, mientras que nuestros
entendimientos son, en sus mejores momentos,
espejo idntico de los objetos externos mismos (Rorty, 1979:
307). 64
Para una descripcin ms profunda de este mtodo, cf. Collingwood
(1946: 154), quien cita adems un
ejemplo del trabajo con textos de la Antigedad clsica. 65
Comparar con un estudio ms actual acerca de las fuentes, como el
de Pelling (1980), Sweet (1981) o
Binder (2008), que tienen una mirada ms amplia.
-
25
motivo, su obra careca de originalidad66
. A este respecto, es interesante tener presente,
como seala Gudeman (1889: 139), la fuerza que haban cobrado para
esta poca los
estudios filolgicos de los textos clsicos, basados en
estadsticas y cmputos (tambin
inmerso en un ideal positivista), enfoque que resultaba muy
fructfero a la hora de hacer
un estudio comparado de fuentes y elementos de estilo que
garantizaran datos
objetivos (Weissenberger, 1896).
Fuera de la mirada historiogrfica, la obra de Plutarco era
reconocida por los cr-
culos intelectuales como un ejemplo inigualable de erudicin y
estilo literario aplicado a
la transmisin de valores. En palabras del famoso poeta R. W.
Emerson (1874: xi):
Plutarch occupies a unique place in literature as an
encyclopaedia of Greek and Roman
antiquity. [...] He is, among prose-writers, what Chaucer is
among English poets, a re-
pertory for those who want the story without searching for it at
first hand,a compend
of all accepted traditions. Y aade: But what specially marks
him, he is a chief
example of the illumination of the intellect by the force of
morals.67
En consonancia
con esto, floreci el inters por los aspectos filosficos,
religiosos, morales y tericos
(que haban sido dejados de lado por los historiadores, en la
desesperada bsqueda del
dato concreto) no solo de las Vidas sino tambin (y sobre todo)
de la otra gran obra de
Plutarco, Moralia (Paley, 1911)68. Los prestigiosos trabajos de
Volkmann (1869),
Grard (1866), Hadzsits (1906, reeditado en 2010) y Oakesmith
(1902) fueron referentes
de este tipo de estudios durante las dcadas subsiguientes. De
hecho, muchos de estos
autores (cf. por ejemplo Volkmann, 1869) consideran que las
Vidas paralelas deben ser
entendidas como la puesta en prctica de las ideas tericas
(filosficas, morales)
esbozadas en Moralia (cf. Grard, 1866: ii; Crespo, 2003: 37).
Tal vez resulta sta una
opinin demasiado arriesgada, pero debemos reconocer que fue el
inicio para apreciar la
coherencia de las ideas de Plutarco (Barigazzi, 1977;
Nikolaidis, 2008), aporte que
resulta de gran utilidad todava hoy para el abordaje de las
obras, en tanto que aquellos
pasajes de oscura comprensin, que se conservan fragmentariamente
o que dudosa-
66
Recordemos que el trabajo con fuentes primarias es uno de los
pilares del mtodo de los historiadores
de la poca, como Edward Augustus Freeman o Leopold von Ranke.
67
Cf. Grindlay Berry (1961). 68
Con este enfoque que se interesa por las ideas tericas de
Plutarco tambin surge la controversia
respecto de si estamos ante un autor poco original, una especie
de compilador sin impronta propia
(Seibert, 1854; Volkmann, 1899) o de si es posible encontrar en
sus obras aportes personales novedosos
(Oakesmith, 1902: 211 ss.). La discusin se mantiene por la
dificultad de rastrear las fuentes supuestas de
las que se ha valido (porque no todas se conservan), as como los
datos perdidos de la propia biografa de
Plutarco, que nos hubieran permitido confeccionar un panorama de
sus maestros e influencias y contrastar
as las de aquellos con las contribuciones del Queronense
(Dillon, 1996: 230 y 2003; Roig Lanzillotta:
2012, 1-2).
-
26
mente se atribuyen a Plutarco, pueden ser analizados e
interpretados a la luz de otras
obras del autor, en caso de que traten temas afines, sin
importar que se trate de Moralia
o de las Vidas.
Desde mediados del siglo XX se abre una nueva reflexin respecto
del discurso
historiogrfico en general y con ella se ampla la mirada sobre la
obra de los historiado-
res griegos y latinos en particular. Dicha reflexin encuentra su
fundamentacin en un
vasto marco terico proporcionado por los innovadores trabajos de
importantes filso-
fos de la historia, como Collingwood (1946), Carr (1961) y White
(1973, 1978), quienes
contribuyen a despojar al discurso historiogrfico de su
incuestionable condicin de ob-
jetividad e independencia (ver abajo Marco terico). Es as que
las Vidas paralelas co-
mienzan a ser revalorizadas por su alcance histrico pero, a la
vez (y especialmente, se-
gn nuestra propuesta), por su cuidado literario. La nueva
generacin de crticos com-
prende, pues, que los escritores de la Antigedad no establecan
una divisin estricta en-
tre historia como disciplina cientfica y como gnero literario,
sino que los elementos de
la retrica y la oratoria estn al servicio de la causa scribendi,
sin que por ello disminu-
ya el valor de la obra (Marn Valds, 2008: 83-4); acaso sea
Tucdides el mejor ejemplo
de este planteo (Rengakos, 2011) pues en nuestros das nadie
pondra en duda que, en
l, la creatividad literaria no hace mella a la codiciosa empresa
de investigacin his-
trica formal.
A partir de esta nueva tendencia, se requera, sin lugar a dudas,
poner en prctica
un nuevo tipo de anlisis, as como abandonar las anacrnicas
crticas a Plutarco (y a los
historiadores de la Antigedad)69
. Ziegler (1951) fue uno de los primeros en reivindicar
la creatividad literaria de Plutarco y as se pudo demostrar que
no slo utiliz como
fuente de sus escritos compendios y resmenes, sino que, en
muchos casos, tuvo acceso
de primera mano a sus fuentes, a las que despus dio forma para
adaptarlas a sus propias
intenciones literarias. La importancia de este aporte radica,
precisamente, en posicionar
a Plutarco como un autor interesado en la investigacin histrica
y en considerar que, en
todo caso, los artilugios literarios estn en funcin de crear una
obra informada con
procedimientos mucho ms complejos que la mera compilacin de
datos (Marn Valds,
2008: 90).
Se abri de esta manera un camino que fue continuado por Theander
(1951) y
enriquecido con los trabajos de Erbse (1956), Stadter (1965),
Flacelire (1968), Jones
69
Anacrnicas en el sentido de que la obra del queronense era
estudiada entonces a partir de los
parmetros positivistas del siglo XIX.
-
27
(1971) y Palerm (1991) (por citar solamente a los ms
destacados), transformndose en
la perspectiva ms reconocida, con vigencia en la actualidad
(Duff, 1999: 8). Al dejar de
lado, entonces, los prejuicios cientificistas, se ha abierto un
nuevo criterio de anlisis,
que considera que las Vidas paralelas son una obra original
compuesta por un maestro
del estilo, de la retrica y de la tcnica biogrfica (Stadter,
1992: 2). Ya no se ve como
un aspecto negativo el uso de ancdotas y la inclusin de
elementos filosficos y mora-
les, sino que estos se transforman en objeto de estudio para
enriquecer la lectura. Pelling
(2000a: 59-60) define con claridad este planteo: Ni bien lo
tratamos no como mera
fuente sino tambin como un lector informado de eventos y textos,
nos puede acercar
a nuevas estrategias de lectura.
En consecuencia, muchos se han dedicado a estudiar los aspectos
literarios de las
Vidas combinados con los aspectos histricos e ideolgicos.
Mencionaremos a conti-
nuacin una seleccin de los ms relevantes para nuestra
investigacin. La coleccin de
ANRW (Aufstieg und Niedergang der rmischen Welt) dedicada al
Principado (1987-
1996) contiene un buen nmero de artculos sobre Plutarco y su
contexto; el tomo II 136
(1992) ofrece importantes contribuciones acerca de la
construccin de los personajes en
las vidas (los artculos de Georgiadou, Larmour, Brenk) y de la
tcnica de composicin
(Desideri, Frazier, Yaginuma). En lengua castellana, nos
encontramos con el IV Sim-
posio espaol sobre Plutarco (1994), cuyas actas han sido
editadas por Fernndez Del-
gado y Pordomingo Pardo (1996) con el ttulo Estudios sobre
Plutarco: Aspectos For-
males; han resultado de vital utilidad para nuestra investigacin
los artculos englobados
en el apartado Composicin, tema y estructura en las Vidas
paralelas. Aspectos
historiogrficos (sobre todo, los de Prez Jimnez, Cerezo Magn,
Stadter, Candau,
Pelling, Duff y Titchener). Mayoritariamente en lengua inglesa,
Van der Stockt (2000)
edita las actas del IVth International Congress of the
International Plutarch Society
(Leuven, July 3-6, 1996), una de las reuniones cientficas ms
importantes en torno a la
figura del queronense70
. El congreso se dedica plenamente a discutir acerca de los
aspectos retricos de sus obras, entre los que nos han interesado
sobre todo los referidos
a la compleja estructura discursiva (DIppolito, Beck, Boulogne,
Duff, Meriani), a las
estrategias desplegadas en la caracterizacin de los personajes
(de Blois, Pelling, Prandi,
Schettino) y en la construccin del thos autoral (Beck, Durn
Lpez).
70
Dada la magnitud del autor, resultara tedioso exponer aqu todos
los congresos y reuniones acadmicas
que versan sobre su figura. Con la intencin de ser sintticos,
slo mencionaremos oportunamente los
trabajos enmarcados en ellas.
-
28
El protagonismo que se les otorga a los aspectos formales y
retricos de la obra
de Plutarco desde fines de la dcada del 80 no ha cesado, como lo
prueban las sucesivas
publicaciones dedicadas al tema; en el plano del anlisis
discursivo de la caracterizacin
de los personajes, nos encontramos con las tesis doctorales de
Lpez Gmiz (1995) y
Alcalde (1994), los libros de Shipley (1997) y Gill (2006), y
los artculos de Gill (1983),
Stadter (1988), Candau (2000), Spth (2005), Prez Jimnez (1985),
Pelling (1989),
Swain (1989 y 1992a), Titchener (1999), Alcalde (1997), Durn
(1997), Iriarte (1990),
Garca (1985), Ballesteros Pastor (1999) y Duff (2008c, 2009 a y
b, 2010b y otros). El
valor que tienen para nosotros todos estos trabajos reside en el
tratamiento discursivo de
la caracterizacin, pues otorgan a Plutarco un lugar en la
literatura, no exclusivamente
en la historia. Como complemento fundamental para esta
perspectiva, se encuentra la
que sopesa, adems, los valores ticos que subyacen a la
caracterizacin de los
personajes; y aqu es sin dudas el libro de Duff el ms influyente
(1999). El autor
prueba, ayudado por un estudio de casos, la relevancia de los
elementos ticos y morales
presentes en las Vidas paralelas, a la hora de comprender las
relaciones entre los hechos
relatados y el contexto de produccin de la obra71
: los valores que expone Plutarco en
primer plano no son solamente los de los personajes retratados,
sino sus propios valores,
dentro del planteo didctico de la obra. Entre los autores que se
dedican a indagar los
elementos morales, destacamos tambin a Candau (1991), Valgiglio
(1992), Cerezo
Magn (1992), Bannon (1993), Pelling (1995), Frazier (1996),
Teodorsson (1997),
Guilln (1997), Longo (2000) y Kaesser (2004).
Respecto del estudio en particular de la insercin de las
diferentes versiones y
opiniones en las Vidas, es destacable el tratamiento del tema en
los trabajos de Russell
(1973), Wardman (1974), Saller (1980), Ros Fernndez (1984),
Larmour (1988), Dover
(1988), Beck (1998, 1999 y 2000), Pelling (1992, 2002) y Duff
(2005). Muchos han
examinado el procedimiento desde un inters ms bien histrico,
atendiendo sobre todo
a la plausibilidad de dichas versiones; otros, en cambio, han
considerado las consecuen-
cias desde el punto de vista literario-estilstico, que, segn
proponemos aqu, puede
optimizar nuestra lectura. Tal es el caso del artculo de Duff
(2005), que aporta
elementos para la comprensin de los lugares comunes de las
ancdotas insertas,
comprobando as el anclaje literario del planteo de Plutarco.
Beck (2000), Stadter
(1996) y Harrison (2005: 56) observaron el poder expresivo de la
inclusin de ancdotas
71
Asimismo, su anlisis de los elementos programticos de las Vidas
paralelas (13-51) resulta insoslayable para cualquier tipo de
abordaje de la obra.
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29
y analizaron el procedimiento como una forma de enfatizar lo
narrado en las lneas
principales de las biografas. Beneker (2005) ofrece una mirada
intertextual, para suge-
rir la lectura integrada de ancdotas que se complementan en
diferentes obras del cor-
pus. Por su parte, Nikolaidis (1994) y Duff (2008, 2000) dan
cuenta del procedimiento
de contradiccin entre diferentes versiones, pero su tratamiento
es parcial, pues slo es
aplicado a la narracin dentro de una sola biografa.
Debido a su enfoque intertextual, son tambin de valor para
nuestra investiga-
cin los estudios acerca de la insercin de citas en la obra de
Plutarco, en general de
corte estructuralista. Los primeros trabajos (Fairbanks, 1897;
Helmbold-ONeil, 1959;
Schlpfer, 1950), de hecho, consisten en complejas tablas de
frecuencias y muy pocas
reflexiones contextuales, para nada desdeables, de todas formas,
dado que son el pri-
mer paso para un abordaje serio acerca del tema. A partir de
finales de la dcada del 70
van apareciendo trabajos que tienden a poner el estudio de las
citas en la obra de Plutar-
co en un marco ms amplio, ya sea ideolgico o literario. Entre
ellos cabe destacar a Di
Gregorio (1976, 1979 y 1980), De Romilly (1988), Bona (1989),
Aguilar (1991 y 1994),
Caldern (1994), Durn Lpez (1996), Daz Lavado (2001), Cook
(2001), Bowie
(2008), Caldern (2011) y Ferreira (2011). Gracias a estos
minuciosos estudios se
comprueba, primero, el complejo entramado narrativo de la obra
(De Blois et al., 2005:
1; Larmour, 2005b: 44), que es uno de los ejes de nuestra
investigacin; luego, que
Plutarco no est preocupado particularmente en constatar la
veracidad del origen de sus
fuentes, sino en dotar a su obra de erudicin (Aguilar, 1994), en
tanto que los autores ci-
tados sirven de inspiracin para sus lectores (Larmour, 2005b:
44), en una prctica casi
pedaggica en consonancia con el espritu general de la obra; a su
vez, como
seala Daz Lavado (2001: 668), Plutarco muestra su celo por dotar
a la exposicin de
una variedad de medios que alivien su prosa de los peligros de
un estilo ,
o .
Nuestra propuesta
Marco terico
Como ha quedado en evidencia a lo largo de lo previamente dicho,
nuestra
investigacin se basa en el supuesto de que el discurso histrico
no puede despojarse de
su condicin de produccin verbal y que, por ende, es objeto de
las mismas estrategias
retricas y estilsticas de cualquier texto literario. Ya nos
hemos referido a la forma en
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la que los investigadores decimonnicos renegaban del carcter
literario de las Vidas
paralelas y cmo este prejuicio fue ampliamente superado,
fundamentalmente gracias a
la corriente de pensamiento iniciada por el britnico Robin
George Coll