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Imaginando la violencia Aproximación a los imaginarios sociales de violencia en Guatemala Investigadores principales Edith Ríos de Maldonado Marcelo Colussi Patricia González (primera fase) Investigadores auxiliares Herbert Bolaños María del Pilar Maldonado Mayra Méndez Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial -ECAP- Maestría en Psicología Social y Violencia Política / USAC Con el apoyo de Fundación Soros de Guatemala
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Versión final - Imaginando la violencia · 2.4 Subjetividad e imaginarios 2.5 Imaginarios sociales 2.6 Imaginarios sociales de violencia 2.7 Autoritarismo 2.8 Estado de derecho y

Aug 13, 2020

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Imaginando la violencia

Aproximación a los imaginarios sociales de violencia en Guatemala

Investigadores principales Edith Ríos de Maldonado Marcelo Colussi Patricia González (primera fase) Investigadores auxiliares Herbert Bolaños María del Pilar Maldonado Mayra Méndez Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial -ECAP- Maestría en Psicología Social y Violencia Política / USAC Con el apoyo de Fundación Soros de Guatemala

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Una publicación del Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial -ECAP- y la Maestría en Psicología Social y Violencia Política de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala Realizada con el apoyo de Fundación Soros de Guatemala Comunicaciones, observaciones y sugerencias: [email protected], [email protected] Edición a cargo de: Marcelo Colussi Diseño de portada: Evelin López / Cindy López Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial -ECAP- Tel. 22321430-22536071 Maestría en Psicología Social y Violencia Política / USAC Tel. 52195174-22798757 Guatemala, octubre de 2009 Impreso en Servitextos FL [email protected] Tel. 22536179-22329685 El contenido de este texto puede ser utilizado libremente citándose la fuente

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«Nos hemos acostumbrado a la violencia. Vivimos resignadamente en un entorno que refleja -caleidoscópicamente- un complejo mundo de violencias. De tal modo que ya nos atrevemos a hablar de una ‘Cultura de la violencia’».

J. L. Pintos

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ÍNDICE

Presentación Introducción Capítulo 1 Antecedentes y marco teórico

1. Antecedentes 2. Marco teórico

2.1 Conflicto 2.2 Violencia 2.3 Poder 2.4 Subjetividad e imaginarios 2.5 Imaginarios sociales 2.6 Imaginarios sociales de violencia 2.7 Autoritarismo 2.8 Estado de derecho y democracia 2.9 Memoria histórica Capítulo 2 Marco metodológico Capítulo 3 Época del proyecto revolucionario: 1944-1954 1. Introducción 2. Análisis de entrevistas 2.1 Sistematización 2.2 Elementos de los imaginarios 3. Análisis hemerográfico 3.1 Lectura crítica del material 3.2 Análisis estadístico 3.3 Elementos de los imaginarios 4. Análisis del período

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Capítulo 4 Época de la militarización y del conflicto armado: 1954-1996 1. Introducción 2. Análisis de entrevistas 2.1 Sistematización 2.2 Elementos de los imaginarios 3. Análisis hemerográfico 3.1 Lectura crítica del material 3.2 Análisis estadístico 3.3 Elementos de los imaginarios 4. Análisis del período Capítulo 5 Época del post-conflicto y de nuevas formas de violencia: 1996-2008 1. Introducción 2. Análisis de entrevistas 2.1 Sistematización 2.2 Elementos de los imaginarios 3. Análisis hemerográfico 3.1 Lectura crítica del material 3.2 Análisis estadístico 3.3 Elementos de los imaginarios 4. Análisis del período Apéndice Monumentos de violencia y espacios urbanos Consideraciones finales Bibliografía

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PRESENTACIÓN El estudio que aquí presentamos: “Imaginando la violencia. Aproximación a los imaginarios sociales de violencia en Guatemala”, constituye un esfuerzo de discusión en torno al tema desde diferentes vías: profesionales formados en diversas disciplinas del conocimiento, ciudadanos que han vivido y/o hecho la historia de este país, periodistas que a través del diario escrito han expresado la noticia, en especial la noticia de las violencias de la vida cotidiana, e imágenes que cooptan nuestros espacios urbanos convirtiéndolos en representaciones, monumentos y referentes del diario vivir de la población guatemalteca. Para entender la violencia debe aceptarse que ésta existe en la cultura y que hay una cultura de violencia, siendo sus raíces elementos coyunturales que se sustentan en factores históricos, económicos y sociales que han atravesado toda la sociedad guatemalteca. No podemos negar que a ello se suman los medios de comunicación como una red en donde circulan los bienes culturales para la construcción de subjetividades, dando como resultado todo un sistema de representaciones e imaginarios sociales que, frecuentemente, sobresaturan, insensibilizan y naturalizan la violencia para el ejercicio de la misma y la edificación de los imaginarios sociales de ésta. Los efectos psicosociales que la violencia ha tenido en Guatemala como país y, sustancialmente en la sociedad, han sido altamente significativos, negativos en todos los casos, y a todas luces deplorables. No podemos seguir viendo las violencias como un fenómeno que se da en ciertos sectores, pues éstas han alcanzado a toda la población sin distingo de etnia, de clase socio-económica y de género, afectando grandemente la subjetividad y comportamiento personal, social e institucional de toda la sociedad. No podemos decir que las violencias generen un trastorno emocional específico, pero sí afectan la vida social y relacional de cada uno de los pobladores, provocando ideas, subjetividades e imaginarios que influyen en la conducta social y cultural del país. Es imposible referirnos únicamente a las violencias desde el sector público como las que genera la corrupción, la impunidad, el autoritarismo de Estado, la incapacidad de combatir fenómenos como el narcotráfico, el crimen organizado, las maras, la migración, entre otros. Tenemos que referirnos también a las violencias que surgen desde lo privado, como la discriminación y el racismo, la evasión tributaria, la corrupción y el clientelismo. También hay violencias en la casa, entre padres e hijos, en la pareja y sus rupturas, en los modos de relacionarnos, entre jefe y subordinado, entre docente y alumno. La violencia no terminó con el fin del conflicto armado en diciembre de 1996, ni remotamente. Y como telón de fondo continúa siempre la explotación económica, que por supuesto no se arregló con una firma. Ahí sigue estando la violencia estructural que juega como marco general, como matriz de toda nuestra historia.

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En ese sentido, los esfuerzos que se puedan hacer a partir de procesos integrales en donde la ética, la responsabilidad y la justicia social prevalezcan, serán algunas vías de deconstrucción de estas violencias. ¿Por qué las reflexiones anteriores? Quizás en la medida que podamos visualizar, discutir y comprender que vivimos en una cultura de violencia y que la historia de Guatemala la ha marcado toda esa serie de conflictos vividos, seamos capaces de ir construyendo una cultura diferente, una cultura de no-violencia a partir de revertir todos esos componentes negativos que han determinado nuestra historia violenta como son la discriminación, la desigualdad, la desconfianza hacia el otro y la desorganización social. Al finalizar y poner en sus manos este estudio, queremos dejar constancia de nuestro agradecimiento a todas aquellas personas que nos permitieron discutir con ellas estos temas desde diferentes miradas, especialmente a Raúl Zepeda, Malco Arana, Javier Monterroso, Vitalino Similox, Guadalupe Chutá, Margarita Castillo, Rodolfo Kepfer, Manuel González, Benneditta Conthanede, Brenda Bocaletti, Fernando Moscoso, Emma Estrada, Martha Juana López, Estela Zamora, Iván Monzón. También va nuestro reconocimiento a Patricia González, artífice del proyecto junto a Rodolfo Kepfer, y quien hiciera parte del equipo de trabajo en una primera fase. Llamamos a la voluntad política de autoridades gubernamentales y a grupos privados para promover el cambio social de este país. Queremos con este estudio motivar a una amplia discusión desde las instituciones y las organizaciones públicas y privadas a que, con responsabilidad, atendamos el compromiso de apostar por una mejor sociedad, y por ende, por una Guatemala diferente. Modestamente, esperamos contribuir con estas páginas.

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INTRODUCCIÓN ¿Qué nos imaginamos de la violencia? ¿Por qué pensamos lo que pensamos de ella? ¿Cuándo comenzamos a considerar que algo es violento? ¿Dónde está el límite entre lo que es violento y lo que no lo es? Estas preguntas admiten diversas lecturas. Desde distintos campos teóricos –incluyendo el sentido común, el saber popular, que también es una teoría desde donde se nos descubre el mundo– se puede abordar la violencia, pudiéndose tener así como resultado visiones dispares, a veces antitéticas. La violencia es una experiencia siempre presente en las relaciones humanas. Dependerá de cómo la procesemos para darle un lugar determinado en nuestra cultura, lo cual quiere decir que no hay una visión única de la misma: la violencia siempre es relativa al aquí y ahora. Distintas sociedades, en diferentes momentos históricos, tienen una percepción particular de ella. Lo que queremos investigar ahora es cómo se viene desarrollando esa idea de violencia en Guatemala a través del tiempo, si ha cambiado, cómo la procesamos, ¿pasó a formar parte de nuestra cotidianeidad como algo común?, ¿qué hacer entonces al respecto? Para decirlo con otros términos: ¿qué imaginarios colectivos de violencia tenemos? ¿Todos compartimos similares imaginarios? ¿A qué nos referimos cuando hablamos de ella? En la historia de Guatemala vemos que la violencia es una constante marcada a sangre y fuego. El autoritarismo y el abuso del poder son características que han prevalecido en la sociedad a través de los siglos. Lo que hoy día, entrado ya el siglo XXI, concebimos como violencia tiene tras de sí una pesada historia que la determina. ¿Por qué decimos “¿qué manda?” como respuesta inmediata cuando alguien nos interpela? ¿Qué está demostrando eso: una cultura de generalizado sometimiento? ¿Amo y esclavo como polos determinantes de las relaciones? ¿Por qué el ejercicio de los poderes (todos los poderes: el económico, el político, el de género, el de etnia, el de los adultos, el de cualquiera que ejerce una determinada cuota de poder: el del profesor ante la clase o el del chofer del bus con los pasajeros, etc.) se escribe en blanco y negro, sin mayores mediaciones, siempre vertical? “El que manda, manda… y si se equivoca vuelve a mandar”, reza el refrán. Una idea bastante generalizada en nuestro medio de lo que significa “un buen colegio” es aquel en el que la disciplina es especialmente estricta. Y las bandas de guerra que desfilan altivas cada 15 de septiembre no se cuestionan sino que, por el contrario, se admiran. ¿Qué significa eso? ¿Podemos hablar de una genuina “cultura de violencia” entonces? ¿Qué nos autoriza a ello? En esa línea de investigación intenta inscribirse la pregunta que abrimos sobre los imaginarios. Esa constante de violencia que ha vivido la sociedad guatemalteca desde el inicio de su historia, comenzando con la invasión y dominación española, se perpetúa hoy en conductas de

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dominación que inundan la vida cotidiana y que figuran la violencia como algo bastante natural. El “¿qué manda?” es el núcleo de las relaciones sociales, de donde se siguen sin solución de continuidad las distintas formas de discriminación, exclusión, explotación, desprecio por el otro y cuanta expresión violenta se nos ocurra. Entran allí, por tanto, el racismo, el machismo, el verticalismo como modo de relacionamiento entre los desiguales, el desprecio por la vida. ¿Cómo, si no fuera por esta violencia intrínseca, se podría hacer viajar colgado en un camión a alguien para ir a trabajar? ¿Cómo, si no, un varón puede devolver una mujer después de la noche de bodas por constatar que no es virgen? ¿Qué matriz de violencia hecha carne permite, por ejemplo, que la población viaje apiñada en el techo de un transporte público y no proteste, o que nos hayamos acostumbrado a las armas de fuego por todos lados, en una tienda, en una farmacia, en una iglesia, y lo tomemos como natural? ¿Cómo es posible que terminemos riéndonos socarronamente ante el hecho que la institución policial haga parte, en muchos casos, del crimen organizado? ¿Cómo entender esa frase de “seré pobre pero no indio” que debería hacernos morir de vergüenza pero que, por el contrario, marca en muy buena medida nuestro modo de relacionamiento cotidiano? ¿Cómo es posible convivir con la muerte día a día sin consecuencias? O habrá que pensar que, por el contrario, las consecuencias están presentes, aunque en principio no queramos/podamos verlas. La muerte ronda siempre. La pregunta que nos alienta, entonces, es: ¿por qué? ¿Qué hizo posible construir esa imagen de la violencia, esa cercanía natural con el otro como no-importante, como excluible, como tan fácilmente eliminable? (hay sicarios que matan por… ¡300 quetzales!) Alguna construcción socio-histórica debe estar a la base para que ello sea posible. De lo que se trata, entonces, es de descubrir esos mecanismos, identificarlos y hacerlos visibles. Dicho de otro modo: queremos investigar cómo en la historia se fue entretejiendo esta particular cultura. En toda Latinoamérica, alrededor de la década del 70 del pasado siglo, se vivieron guerras internas articuladas en torno a las estrategias de Doctrina de Seguridad Nacional, de “enemigo interno” y de combate contra el comunismo internacional. ¿Qué posibilitó que esos conflictos contrainsurgentes en Guatemala dieran lugar a una de las peores masacres modernas, un verdadero holocausto? (aunque la historia oficial no lo registre así). ¿Qué matriz histórica de violencia, es decir: qué imaginario social de violencia, posibilitó que en nuestro país la represión anticomunista dejara un saldo tan monumentalmente superior a otros países de la misma región, con tanta saña e impiedad que transformara esa lucha política en un verdadero genocidio? ¿Y qué permite, por otro lado, que todo eso tienda a quedar en la impunidad, que no haya un solo responsable de tan enormes violaciones de los derechos más elementales? ¿Dónde están los mecanismos de justicia? ¿Por qué matar a alguien es algo tan “sencillo”? ¿Cómo puede llegar a instalarse esa construcción político-social por la que, según incluso declaraciones oficiales, un asesinato tiene un 98% de probabilidades de quedar impune? ¿Qué relación tenemos con la violencia que hace que todo esto se nos haya hecho ya “normal”, cotidiano, común?

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Nuestra idea de violencia como colectivo con rasgos bastante propios para todo el continente latinoamericano –por lo pronto, el país con mayor presencia indígena– necesita ser estudiada en profundidad para poder entender por qué estamos como estamos, y en consecuencia, tener claro hacia dónde podemos ir, y la manera de hacerlo. La investigación que aquí presentamos se plantea, por tanto, como una arqueología de la cultura, como un recorrido histórico desde distintos referentes teóricos para intentar ver de qué se trata esa matriz: ¿cuándo empezamos a ser una “sociedad violenta”? ¿Somos violentos porque constituimos una sociedad eternamente violentada? ¿Por qué es posible un “qué manda” como hecho normal? ¿Qué posibilita que la sociedad se divida en términos tan tajantes: ladinos e “indiada”? Lo que nos figuramos de la violencia desde esa historia que nos constituye ¿nos determina para que nuestra cotidianeidad post guerra (si es realmente post guerra, porque quizá la guerra continúa con otras modalidades) siga siendo tan terriblemente violenta? ¿Qué entrecruzamiento político y cultural posibilita que pandillas juveniles violentas, las “maras”, se instalen como uno de los principales problemas nacionales? Ante todo esto, entonces: ¿qué podemos hacer? O más aún: ¿qué debemos hacer? En el contexto del mundo en general, en Centroamérica, y por qué no decirlo: mayormente en Guatemala, los dramas de violencia política y violencia delincuencial en la actualidad son preocupantes; se estima que 20 personas mueren diariamente en el momento de publicarse el presente estudio, y 6,338 personas murieron en el pasado año 2008 víctimas de algún hecho violento. Pero ese drama cotidiano, exagerado hasta la saciedad por los medios de comunicación que hacen un festín de sangre con tanto cadáver diario, apoya en una historia y una cultura que lo posibilitan. Una vez más, entonces: ¿cómo es esto posible? ¿De dónde viene tanta violencia? ¿Por qué el diario más vendido es el que más muertos recuenta día a día? Preocupados por todo esto es que desde el Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial –ECAP– y el Programa de Investigación de la Maestría en Psicología Social y Violencia Política de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala nos interesamos en indagar sobre el tema, desde un abordaje pluridisciplinario, para identificar la violencia como hecho cultural (por tanto político-ideológico), desde la memoria histórica y los imaginarios sociales, buscando así poder explicar e interpretar la misma, y dar líneas de acción concreta. Para este abordaje hemos comprendido los imaginarios sociales de violencia como aquel conjunto de significaciones de la realidad tendientes a destruir, hacer daño, golpear, herir. Los marcos interpretativos de estos imaginarios son construidos por las creencias y significados que orientan las acciones, las inspiran y las legitiman desde los diversos grupos sociales violentos. A su vez le dan sentido a los sujetos participantes para conformar identidades personales y colectivas desde lo ideológico y lo cultural, que se unen para alcanzar fines e intereses.

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La memoria histórica, para fines de este estudio, se ha entendido como el pasado de una colectividad, de una sociedad o de un pueblo que se circunscribe a una cultura dominante compartida, sostenida e interiorizada por la mayoría de sus componentes. Esta memoria histórica es vista como el recuerdo selectivo de los hechos acontecidos en la historia que necesitan ser recuperados, develados y “contados”, porque han sido ocultados intencionalmente. “La historia la escriben los que ganan”, por lo que, al lado de la historia oficial, corre otra historia: la no contada, la verdadera, la de quienes no triunfaron. La presente investigación se fundamenta en categorías teóricas que explican la comprensión del por qué de la violencia, siendo ellas el conflicto, el autoritarismo, el poder, los imaginarios sociales, los imaginarios sociales de violencia, el estado de derecho, la democracia y la subjetividad, todas presentes en los hechos violentos que se vinculan y entrelazan de manera singular y específica en cada caso. La violencia que se ha manifestado por un poder desigual y con oportunidades en desventaja y distintas tiene un carácter histórico, y de allí la necesidad de estudiarla y comprenderla desde un contexto histórico-social que obliga a verla dentro del marco de intereses y valores culturales del curso de la sociedad, existiendo también la violencia estructural e institucionalizada que ejerce el Estado en contra de la población mayoritaria al no cumplir con sus obligaciones y deberes de atención para con ella. El estudio estuvo diseñado para realizarse desde una perspectiva cualitativa, obteniéndose información hemerográfica de los principales diarios escritos del país como una fuente serial que proporcionó información para los diferentes períodos abordados, y por medio de entrevistas a personas clave, escogidas. Asimismo, se desarrollaron encuentros con expertos en temas histórico-sociales y culturales que permitieron la discusión del material teórico y antecedentes del problema, desde una perspectiva pluridisciplinaria. Finalmente decidimos ponerle como título “Imaginando la violencia. Aproximación a los imaginarios sociales de violencia en Guatemala”, con lo que, esperamos, se haga honor a lo que entregamos como producto final. El estudio abarca tres períodos importantes de la historia del país: Período Democrático y de la experiencia revolucionaria de 1944 a 1954, Período Militar y del Conflicto Armado de 1954 a 1996 y el Período Actual, post conflicto, desde la Firma de la Paz Firme y Duradera hasta el presente, de 1996 al 2008. Este esfuerzo puede tomarse como primer un estudio, como semilla de una investigación más amplia que, esperamos, pueda acometerse en una segunda instancia. A lo que se apunta es a desarrollar una historia de la cultura, una arqueología de la violencia como constante político-cultura que marca la historicidad de la sociedad guatemalteca.

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Finalmente queda la pregunta de fondo: ¿para qué estudiar la historia de la violencia, la forma en que se la ha considerado, se la ha vivido, se la ha ido imaginando a través del tiempo? Muy sencillo (con toda la complejidad que ello implique): sólo sabiendo cómo somos, de dónde venimos, de qué forma estamos hechos, podemos mirar hacia el futuro. Conociendo nuestras raíces, los mecanismos íntimos por lo que llegamos a generar nuestra actual modalidad cultura, podremos estar mejor preparados para afrontar los retos actuales y los del mañana. Si bien el conflicto es el motor del hecho humano, convivir con la violencia como algo “normal” puede ser dañino. Es por eso que aquí va nuestro aporte para contribuir a entender de qué modo llegamos a la situación actual, y por otro lado proponer líneas alternativas a esto que pareciera haberse instalado como la única opción de la sociedad guatemalteca: la muerte, la impunidad, el terror. Creemos que hay alternativas, que no estamos condenados a la violencia como nuestro destino final. Estamos convencidos que esta investigación servirá en esta ardua pero imprescindible tarea de generar nuevas formas de relacionarnos.

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Capítulo 1

ANTECEDENTES Y MARCO TEÓRICO 1. ANTECEDENTES El estudio sobre imaginarios sociales de violencia en Guatemala conlleva no sólo el conocer los hechos que parecen haberse convertido en parte de una cultura de violencia en el país, sino que intenta remontarnos hacia nuestra historia, plagada de injusticias, horrores y terrores que ya terminamos por tomar como algo normal. Nos ha interesado sobremanera conocer cómo se ha visto y qué tratamiento se le ha dado al tema de la violencia en Guatemala y, en ese sentido, nos hemos dado a la tarea de indagar acerca de trabajos ya realizados al respecto, a fin de identificar posibles causas, tipos y formas de abordaje para intervenir en su deconstrucción. Asimismo, hemos considerado importante el análisis de la misma desde su significado y comprensión, a partir de diferentes momentos de la historia guatemalteca. De acuerdo con un estudio realizado por el Instituto Centroamericano de Estudios Políticos –INCEP– (1999), en el fenómeno de la violencia social en Guatemala están involucrados tres elementos: � las características de lo histórico en Guatemala, � la coyuntura del conflicto armado y la etapa de post guerra, y � las circunstancias derivadas de un momento electoral. El estudio en mención indica que, desde lo histórico, la violencia ha sido un elemento que ha acompañado a la sociedad guatemalteca, afirmando que no puede idealizarse el período prehispánico. Indagando, al respecto, con otros autores, se han podido identificar trabajos que describen lo que numerosos restos arqueológicos indican respecto al estado floreciente en que se encontraban los pueblos indígenas a la llegada de los españoles. Sin embargo, existen datos “...las ciudades-fortaleza mantenían en un estado de zozobra a los pobladores”...” en donde el poderío bélico era manifiesto...” (Chinchilla Aguilar, E., 1974: 185). El estudio de INCEP relata que a partir de la conquista, en 1524, se dio el sometimiento del señorío Kiché, pasando 297 años de régimen colonial. Por otra parte, Juan Ginés de Sepúlveda, sostenía que “...los indígenas eran seres completamente inferiores a los españoles. Se basó en Aristóteles para afirmar que existen hombres que son esclavos por naturaleza, y que, por lo tanto, fueron hechos para servir a los demás. Así trataba de justificar que los indios debían de servir a los españoles: tanto por su propio bien como por el de sus amos. Además, pensaba que la predicación de la fe se beneficiaría con esa servidumbre” (Luján, 1979:193).

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El sometimiento del indígena durante la colonia se manifestó a través de la conversión forzosa al cristianismo, el aprendizaje de oficios (labradores, herreros, tejedores, canteros, carpinteros, entalladores, sastres) hasta la trata de personas y repartimiento con el derivado de explotación laboral (Chinchilla Aguilar, E., 1975). Eran tales las vejaciones hacia los indígenas, que los mismos españoles formaron ordenanzas (31 de marzo de 1680) para normar los repartimientos, pero esto en nada cambió los malos tratos, el trabajo forzado y la explotación. La propiedad de la tierra, también se fue modificando “tierra reservada en manos de los indios, tierra concedida a los españoles por merced real, a través de los memoriales de tierras que constituían la adjudicación” (Chinchilla Aguilar, E., 1975: 303). La ganadería era una actividad exclusiva de los españoles, ya que estaba vedado el uso de caballos a indígenas. La explotación económica de los recursos naturales, tales como el oro, metales preciosos y piezas de adorno indígenas, fueron empresas lucrativas propias de los españoles. Una vez agotadas estas riquezas, se procedió a la explotación laboral de los indios, especialmente en trabajos agrícolas y la construcción diversa (Chinchilla A., 1975). Retomando el estudio de INCEP, éste señala que la “violencia colonial estableció las bases, los años posteriores a la independencia de España consolidaron una sociedad donde las relaciones sociales de quienes ejercen el control político y económico estuvieron basadas en el ejercicio de la violencia como método principal de reproducción” (INCEP, 1999:14). “Después de l524, sólo existían dos grandes grupos diferenciados en Guatemala: los españoles y los indígenas o naturales...” “...de las relaciones sexuales, forzadas o voluntarias, entre personas de aquellos dos grupos primarios, surgió una población mixta.” “...se originó una población mestiza que, sobre todo, ocupó un espacio social particular” (Historia Sinóptica de Guatemala, 1999:200). En la primera mitad del siglo XVI los españoles introdujeron a los africanos negros como esclavos, situación que no resultó fácil, puesto que se dieron los prejuicios raciales, e incluso los negros que llegaron como capataces trataron a los indígenas de manera cruel y abusiva a través de un poder ilegítimo. Fue después de 1542, con las Leyes Nuevas (también conocidas como Ordenanzas de Barcelona) en que se ordenó la liberación de los esclavos indígenas, quienes ocuparon los barrios alrededor de la capital. “La sociedad colonial, sin embargo, permaneció como una unidad política a lo largo de tres siglos, aún cuando aquellos divisionismos reflejaban problemas objetivos, como el poder político local o regional, la discriminación sociocultural, la explotación económica, la represión abierta o esbozada, y también por otro lado, la resistencia pacífica, violenta o disimulada, de los indios” (Historia Sinóptica de Guatemala, 1999:206).

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En el siglo XVIII el mestizaje se había dado, pero el poder seguía en manos de los europeos y el indígena mantenía un carácter marginal. Los peninsulares recién llegados a Guatemala y los criollos (hijos de españoles nacidos en Guatemala) formaban el grupo oligárquico y las posiciones de poder en el gobierno municipal central, cargos administrativos, Real Consulado de Comercio, Universidad, Iglesia, conventos, incluso en el ejército. Luego de los terremotos de 1773 y el traslado de la capital al Valle de la Ermita, surgió una nueva élite y, tal como lo explica Severo Martínez, se da la estratificación social de la Colonia en función de los medios de producción, originándose la explotación de una clase sobre otra, siendo los indios los siervos coloniales y la clase social explotada. Paralelamente al poder político colonial, se originó el poder de la Iglesia, comprobándose que muchos curas trataban de manera cruel y abusiva al indígena, azotándoles. Posteriormente se prohibieron estos tratos conjuntamente con el cobro del “sínodo real”, que consistía en una donación o ayuda que recibían los curas doctrineros, además de su salario asignado. No obstante existían ciertas leyes en protección del indígena, algunos párrocos desmedidamente cometían acciones ilegítimas, como vender mercaderías a elevados precios al indígena, obligarlos a cuidar ganado o prestar otros servicios sin ninguna remuneración (Historia Sinóptica de Guatemala, 1999). En la Época Republicana nada cambió la situación del indígena. La élite educada e inconforme deseaba un gobierno más representativo, con mayor participación de los gobiernos regionales y locales, la modernización y reforma del sistema legal; mejora del sistema impositivo, mayor libertad de comercio y modernización de la política económica, así como una nueva Constitución. Es así que en 1821 se produce la Independencia en la cual no hubo un plan sistemático, preconcebido o bien delineado para conseguir el rompimiento político con España. La independencia fue un movimiento dirigido y controlado por los criollos en contra de España y los peninsulares, a través de una conciencia decidida las oligarquías provincianas perseguían, como la de la capital, consolidar su posición económica y alcanzar el mayor poder político posible, pero con el propósito de liberarse, no sólo del dominio español, sino también de la “explotación” a que las tenía sometidas la oligarquía capitalina, así como también de un sistema impositivo que les era perjudicial (Historia Sinóptica de Guatemala, 1999). En los análisis existentes en torno a la independencia es evidente que “casi no se menciona a los indios; se les ignora, como si no hubieran estado presentes nunca; como si no hubieran formado parte fundamental de la sociedad de la Colonia...” (Historia Sinóptica de Guatemala, 1999:257), a pesar que eran los indígenas quienes con su trabajo y subordinación sostenían el régimen Colonial. Los movimientos, las rebeliones, los alzamientos o motines de indios no se han sopesado en la historia de Guatemala, inclusive la Rebelión de los Zendales en 1712. “Durante 123 años, desde 1821 hasta el año de 1944, la instauración de regímenes conservadores y, sobre todo, liberales permitió consolidar una estructura social injusta y

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autoritaria. El despojo de las tierras comunales por medio de la fuerza, y el establecimiento de leyes y normativas que favorecieron la acción de violencia económica, el uso de la represión y asesinato como forma de control social fueron estableciéndose como medidas normales...” (INCEP, 1999: 14). Muchas fueron las revueltas y batallas que se dieron en Guatemala, durante este período, es cuando llega Carrera al poder por medio de batallas entre liberales y conservadores. A Carrera en el poder le acompañaron también, rebeliones y batallas. La Rebelión de los Lucíos, quienes otrora habían sido sus seguidores y amigos. La batalla de La Arada, considerada como un gran triunfo de Carrera. Ésta estuvo comandada por un Cónsul británico, F. Chatfield, respondiendo a intereses imperialistas y comerciales de Gran Bretaña, misma que le dio a Carrera mayor poder y le abrió el retorno para presidir de nuevo al país. Su Gobierno fue conservador y autoritario, no obstante contribuyó para el respeto a la identidad étnica de las mayorías indígenas y al resguardo del patrimonio de masas campesinas (Historia Sinóptica de Guatemala, 1999). “Rafael Carrera sería excepcional pues su revolución rural la hizo con el apoyo del campo “bárbaro” contra los intolerantes “civilizados” a los que expulsó del poder. A ellos los sorprendió su alianza con las comunidades indígenas y los curas párrocos...” “Carrera no estuvo exento de la brutalidad, asesinatos, traiciones, perfidias, intrigas de su tiempo, una realidad a lo largo de la región, pero sentó el precedente de un régimen intercultural, novedoso en razón del respeto dado a los grupos mayenses...” (González Davison, F. 2008:423). Luego de la muerte de Carrera en 1865, le sucedió en el poder el también conservador Vicente Cerna, quien enfrentó una serie de rebeliones, entre ellas las de Justo Rufino Barrios y Serapio Cruz. Tras un enfrentamiento y derrota, Cruz fue apresado y fusilado, y en un acto cruel ordenó le cercenaran la cabeza, misma que fue enviada como trofeo a la ciudad capital, en donde fue exhibida públicamente. Por su parte, Justo Rufino Barrios continuaba una batalla insurgente que terminó con el triunfo en junio de 1871 -la denominada Revolución Liberal- con la invasión del territorio guatemalteco, desconociendo al gobierno de Cerna y nombrándose a Miguel García Granados como Presidente Provisorio, continuándose cruentos combates, hasta que Cerna fue derrocado. Tres años después entrega el mando García Granados al General Barrios, quien tomó el poder tratando de impulsar reformas que, si bien llevó a cabo, no cambiaron en nada la situación precaria de la población indígena, forzando a ésta a arrendar sus tierras a foráneos alemanes, quienes disponían de fuerza laboral barata. Barrios recurrió a la expropiación de tierras y a la destrucción del régimen comunal de la propiedad agraria, restableció el trabajo forzoso, mismo que en la Colonia fue el repartimiento de indios. Emitió leyes arbitrarias, discriminatorias y sometió a los indígenas a los minifundios, siendo éstos despojados de sus tierras, haciéndolos más pobres. Los denominó como “problema” a quienes debía “civilizar” o “ilustrar” lo que significaba la eliminación de su identidad cultural. Estas prácticas tuvieron efectos de una

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segunda conquista; fue un período dictatorial y tirano, traspasado por la violencia de diferentes tipos. Este período se distingue por haber reorganizado y profesionalizado las fuerzas militares. Se emitió el Código Militar y se creó el Estado Mayor del Ejército, aún vigentes. Fue durante esa época que se inició la inmigración extranjera (alemanes) con concesiones y beneficios innumerables. Este período también marca la renuncia limítrofe de Chiapas y Soconusco. Si se revisa la historia, veremos que es durante los años de las dictaduras militares liberales posteriores cuando mayormente se establece la violencia y la explotación económica en el área rural a través del boleto de viabilidad, el reglamento de jornaleros, la ley de vagancia y el servicio militar obligatorio (herencias de la dictadura ubiquista (1931-1944). Es así, como se fueron creando las condiciones para el establecimiento de una estructura social generadora de violencia, esa violencia estructural, que se constituye en determinante prioritario para la violencia en todos los planos sociales (Historia Sinóptica de Guatemala, 1999). La larga lista de gobiernos militares seguramente marcó y modeló patrones y formas de ser de la sociedad guatemalteca. Con la Revolución del 20 de octubre de 1944 se reestructuró el sistema político, económico y social en la República de Guatemala. Se derogaron las leyes ubiquistas de explotación laboral del indígena y se establecieron las bases para permitir su incorporación a la vida política nacional. Con el Gobierno civilmente electo del Presidente Juan José Arévalo (1945-1951) se emitió el Código de Trabajo –aún vigente-, por medio del cual se garantizó la seguridad y libertad laborales, tanto en actividades campesinas, como obreras y de otra índole. Con el Gobierno democrático del Presidente Jacobo Arbenz se buscó dar a la población rural marginada acceso a la tierra y los medios para trabajarla, mediante la transformación agrícola contenida en la Ley de Reforma Agraria (Decreto 900), a través de la cual se les daba en usufructo vitalicio a los campesinos, las tierras ociosas expropiadas a los grandes terratenientes. Con el derrocamiento del Presidente Arbenz desapareció toda oportunidad de cambio y desarrollo para la población guatemalteca, mismos que habían sido promovidos a través de nuevos modelos de educación, salud pública, seguridad social, fomento a la producción y trabajo y cultura. Al hacer una revisión de la historia de Guatemala se puede ver que, desde el momento de la conquista hasta inicios del conflicto armado, han pasado aproximadamente 430 años en los cuales las conductas, la cultura, los valores, los intereses, han estado atrapados por manifestaciones violentas de sometimiento, exclusión y discriminación de aquellos que tienen el poder político y económico.

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Es a partir de 1954 que el Ejército controla de nuevo los destinos de Guatemala, con gobiernos “títeres” movidos por intereses foráneos de la guerra fría, corruptos e intolerantes, situaciones que aunadas a las condiciones de pobreza y explotación propiciaron en los años 60, el proceso insurgente y conflicto armado que duró 36 años. El costo de la violencia, durante el conflicto armado, no tiene precedentes en la historia de Guatemala. Sobrepasó los límites de credibilidad 42,275 víctimas entre hombres, mujeres y niños: 23,671 víctimas de ejecuciones arbitrarias y 6,159 por desaparición forzada. El análisis de diferentes estudios sostiene que la violencia política alcanzó cifras de más de 200,000 personas víctimas de éste (CEH, 1999). De la firma de la paz en 1996 a la fecha 2008, han pasado 12 años y el recrudecimiento de la violencia a nivel general se da como una espiral imparable, sobre la cual los enfoques de los teóricos sobre violencia se refuerzan en el sentido de que ésta se ha convertido en un “aprendizaje social”. Martín-Baró (1977), parafraseando a Bandura indica: el aprendizaje y la práctica de violencia con resultados de éxito fortalecen y aumentan su uso. Si nos atenemos al enfoque de frustración-agresión, el cual se sustenta desde la perspectiva sociológica y psicológica, diremos que es ante la insatisfacción de necesidades económicas, afectivas, recreativas, culturales y sociales, que el sujeto reacciona violentamente al no poder satisfacer sus expectativas, ya que sus modelos de valores se han configurado para obtener de manera violenta lo que requiere. La violencia no es un fenómeno meramente individual, aunque el individuo sea quien se muestre agresivo, sino un fenómeno de ambientes, un fenómeno eminentemente social y propio del sistema. Este estudio estuvo impulsado desde un inicio por preguntas como: ¿existe una cultura de violencia en Guatemala? ¿Se ha naturalizado la violencia? ¿Existe insensibilización y sobresaturación respecto de la violencia? A lo largo de nuestra búsqueda se han ido encontrando las primeras respuestas, “...en el país prevalece una cultura de violencia y la vinculan con una diversidad de categorías que van relacionadas con tres actitudes sociales violentas: la dominación, la exclusión y la incomunicación. Así mismo, se destacan características atribuidas a la cultura violenta, tales como: al autoritarismo, el sectarismo, la explotación económica, la persecución política, el racismo, el machismo, la carencia de valores democráticos, la actitud revolucionaria, el individualismo y la indiferencia” (INCEP 1999). A las características anteriores, podríamos agregar las siguientes que han transformado la violencia en fenómenos aún más terribles socialmente que refuerzan y contribuyen más, a que esa espiral de violencia crezca, siendo estos: el irrespeto a la vida, la impunidad, la corrupción, la transformación de valores, el enriquecimiento ilícito, el autoritarismo y manejo del poder, la

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justicia por propia mano, la exclusión social, la inequidad social, el crimen organizado, entre otros. Para ahondar en antecedentes, existe mucho material de estudios realizados y noticias que día a día se escuchan y leen en los medios de comunicación, pero como también es nuestro propósito explicar teóricamente cómo estas conductas violentas se van configurando en el pensar, sentir y actuar de una sociedad, pasamos al estudio de esas categorías que explican y nos llevan a la comprensión de la violencia con toda su complejidad.

2. MARCO TEÓRICO Introducción El tema de la violencia y los imaginarios sociales de violencia que plantea este estudio responden a la necesidad de conocer sus raíces en Guatemala y qué es lo que nos ha llevado a la crisis que hoy en día se vive. Para ello, se hará un recorrido teórico, mismo que inicia con el concepto de conflicto explicándose éste como un sentimiento contradictorio de todo ser humano, el cual puede o no culminar en una acción violenta. Se trata de comprender y explicar la violencia desde sus categorías fundamentales: el autoritarismo y el poder, el primero comúnmente manejado en los sistemas políticos en función de su propia ideología, y en las relaciones cotidianas de sumisión; y el segundo, manejado más hacia la estrategia de fuerza ejercida para el cumplimiento de intereses de quien por mayoría de recursos (económicos, de clase o conocimiento) lo ejerce. Para la comprensión del manejo y difusión del poder, abordaremos la subjetividad e imaginarios sociales que, a partir de lo individual se transfieren a lo colectivo y construyen formas de sentir, pensar y actuar que se introyectan en la memoria histórica y la cultura de los pueblos, como entes que explican la realidad y la reproducen. Será sobre la base de esa cultura que crea y recrea valores y comportamientos, que surgirá la institucionalización jurídico-política de la sociedad para legalizar y legitimar un sistema de normas que darán coherencia a sus valores culturales y toda su organización social. De allí la necesidad de abordar las categorías antes mencionadas para poder comprender, explicar y analizar los procesos sociales que a través de la historia se han vivido en Guatemala y su entorno violento. Sobre la base de estas consideraciones se desarrolla el Marco Teórico y Conceptual del estudio que nos ocupa, mismo que dará sustentación a los hallazgos que en el curso del mismo surjan.

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En el ordenamiento teórico de esta investigación nos hemos enfrentado con la dificultad de exposición de los conceptos y categorías, por cuanto que todas se interrelacionan y tienen una participación e importancia sustancial en el tema de violencia. No podemos hablar de violencia sin hacer alusión al autoritarismo, al poder, a imaginarios sociales de violencia, a subjetividad y, por supuesto, a la memoria histórica, en donde se conjugan y registran estos hechos. Queremos dejar claro que no por su secuencia expositiva una u otra categoría, es menos importante que la otra para entender su complejidad en la sociedad guatemalteca.

2.1 CONFLICTO De acuerdo a como lo plantea Martín-Baró (1990) “La realidad social es una y múltiple, y existen contradicciones y diferencias que no pueden asimilarse sin más...” “La sociedad no alberga una población simplemente distribuida a lo largo de un continuo de características, sino que la sociedad se compone de grupos enfrentados entre sí a partir de intereses contrapuestos” (Martín-Baró. 1990:43). A esto se le llama conflicto o conflictividad. El conflicto, entonces es un proceso interactivo que se da en contextos determinados, podría decirse que es una construcción social, una creación del ser humano, diferenciado de la violencia, toda vez que puede haber conflicto sin existir violencia, pero no así violencia sin conflicto. Las relaciones humanas conllevan una disparidad de origen entre padres e hijos, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, dirigentes y dirigidos, etc. y esta estructura de relaciones disímiles implican diferencias o conflictos, especialmente en aquéllas de jerarquía entre unos y otros sujetos. Recordando a Marx podría decirse que, si el conflicto es la razón de ser del humano, es difícil eliminarlo y, en ese sentido, abogando por una cultura de no violencia, se deben construir espacios sociales y legales para que los conflictos puedan manifestarse y desarrollarse, sin que haya supresión del otro. Un mundo sin conflictos no sería de humanos. La reconfiguración de la historia ha sido en momentos coyunturales atravesados por un conflicto. Tomando como válida la argumentación que, no puede haber violencia sin conflicto, es que se ha abordado la categoría de conflicto como introductoria al tema que al momento nos ocupa.

2.2 VIOLENCIA Causas y naturaleza de la violencia El aumento de la violencia a nivel mundial y específicamente en la sociedad guatemalteca es algo que preocupa a quienes trabajan temas relacionados con la conducta humana, con la paz,

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con Derechos Humanos, con seguridad, con justicia, con desarrollo, con género, con niñez, con juventud, con interculturalidad. Particularmente es importante, entonces, conocer sus causas y naturaleza, así como todos aquellos elementos objetivos y subjetivos que tienen relación con ésta y que se entretejen en los imaginarios sociales colectivos de los pueblos y, específicamente, con Guatemala. Erick Fromm (1975) en su obra “Anatomía de la Destructividad” Humana cita a Konrad Lorenz, estudioso de la conducta animal (etología) quien plantea que la violencia arranca de nuestra índole animal, de un impulso ingobernable hacia la agresión. En el curso del conocimiento, el instintivismo y el conductismo han abordado el comportamiento humano enfocado a dos tipos de agresión: 1. El impulso filogenéticamente programado para atacar o huir cuando hay una amenaza

vital. Esta agresión es considerada benigna y como parte de la sobrevivencia y adaptación biológica.

2. La otra considerada “agresión maligna” consistente en la crueldad y la destructividad, específica de la especie humana.

Freud al abordar incipientemente este tema presenta su teoría, para la comprensión de la destructividad, reconociendo que la vida está regida por dos posiciones: amor y destrucción, “pulsión de vida” y “pulsión de muerte” pasiones que hacen que la vida del ser humano tenga significado, relacionándola con su teoría sexual y de la libido. Según Fromm “la agresividad defensiva está integrada en el cerebro animal y en el humano... si la agresión humana estuviera más o menos en el mismo nivel que la de otros mamíferos la sociedad humana sería más bien pacífica y no violenta... los animales se tornan violentos cuando se trastoca su equilibrio ambiental y social. De ahí que la hiperagresión del hombre no se deba a un potencial agresivo sino al hecho de que las condiciones creadoras de agresión sean mucho más frecuentes para los humanos...” (Fromm, 1975: 191). Otro concepto que soporta esta idea es la desarrollada por Corsi y Peyrú “La agresividad es una potencialidad de todos los seres vivos, mientras la violencia es un producto esencialmente humano... los componentes genéticos dotan al ser humano de un potencial de agresividad, lo cual no tiene porqué considerarse negativo, ya que la agresividad permite a las personas vencer dificultades, abrirse camino en la vida y reproducirse sobre la tierra. Es más, la agresividad de autodefensa o subsistencia ha jugado y juega un rol esencial en la evolución humana” (Corsi y Peyrú: 2003).

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De lo anteriormente expuesto, podría deducirse que el ser humano es tanto más agresivo por cuanto ha creado condiciones engendradoras de agresión que, en su historia, han conducido a ser un fenómeno naturalizado y no excepcional. Fromm afirma que los animales no infligen dolor y sufrimiento a otros animales por placer, su agresión responde al carácter defensivo de sobrevivencia. Según él, la agresión “son todos aquellos actos que causan y tienen la intención de causar daño a otra persona, otro animal y objeto inanimado” (Fromm, 1975: 193). Sin embargo, es importante distinguir la diferencia entre agresión benigna y violencia. El ser humano es agresivo por naturaleza, pero es pacífico o violento según su historia individual, contexto y cultura a la que pertenece. En ese sentido diremos que la agresividad es un potencial de los seres vivos y la violencia es producto esencialmente del ser humano. Continúa diciendo Fromm que, la agresión biológicamente adaptativa, es una respuesta ante alguna amenaza a intereses vitales (agresión defensiva), ha sido programada filogenéticamente, pero el dar muerte con crueldad no es un instinto, sino una condición de la existencia humana (agresión maligna). “La agresión humana no es innata y por lo tanto no indesarraigable, pero reconoce que la agresión maligna es un potencial humano y algo más que una pauta de comportamiento aprendido que fácilmente desaparecería al introducirse nuevas pautas” (Fromm, 1975: 193). La agresividad defensiva del ser humano va a estar siempre por encima de la agresividad defensiva animal, por cuanto que el ser humano posee muchos más intereses vitales, pues éste tiene que sobrevivir física y psíquicamente y si no existe ese equilibrio no funciona. Por ejemplo, son objetos vitales para el equilibrio del ser humano los valores, los ideales, la patria, los ancestros, las costumbres, la cultura, las condiciones socio-económicas, el poder mismo. Si pretendemos analizar la conducta humana desde los postulados anteriores, nos estaríamos quedando en un reduccionismo, ya que la conducta humana es compleja, “...la índole del hombre no puede definirse en función de una cualidad específica, como el amor, el odio, la razón, el bien o el mal, sino sólo en función de las contradicciones fundamentales que caracterizan la existencia humana y radican en la dicotomía biológica entre instintos faltantes y la conciencia de sí mismo. El conflicto existencial del hombre produce ciertas necesidades psíquicas comunes a todos los hombres” (Fromm, 1975: .231). El ser humano, “utiliza la destructividad como una acción recíproca de diversas condiciones sociales y necesidades existenciales” (Fromm, 1975:.223). La diferencia de carácter se debe en gran parte a la diferencia de condiciones sociales, por esa razón se pueden denominar las pasiones radicadas en el carácter de categoría histórica y, los instintos de categoría natural. Sin embargo, las primeras tampoco son una categoría puramente histórica desde el momento

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que la influencia social sólo puede actuar a través de las condiciones biológicamente dadas de la existencia humana, indica Marx, citado por Fromm. Para Fromm, al animal sus instintos le proporcionan diferentes planos como metas, sin embargo, el ser humano quien posee un cerebro que le permite pensar en muchas direcciones, necesita de un “objeto de devoción” como punto focal de sus afanes, no obstante, esos “objetos de devoción” varían y son buscados frecuentemente a través de la violencia. Continuando con Fromm, la violencia y la destructividad se relacionan con tres estados emocionales del ser humano en la vida actual: la excitación, la depresión y el aburrimiento, entendiéndose este último como una condición existencial de ausencia de una perspectiva de vida. “Con suma frecuencia toma la forma pasiva de atracción por los relatos de crímenes, accidentes fatales y otras escenas de sangre y crueldad que son el pan diario de cada día suministrado al público por la prensa, la radio y la televisión. La gente reacciona ansiosamente a esos relatos porque son el medio más rápido de producir excitación y aliviar así el aburrimiento sin actividad interna. Cuando se trata del efecto que produce la descripción de la violencia, suele pasarse por alto que siempre que esa descripción tenga un efecto, la condición necesaria es el aburrimiento... La persona aburrida suele ser el organizador de un “coliseo en pequeño”...” (Fromm, 1975: 252). La agresividad innata, según Fromm, Corsi y Peyrú, se va modelando mediante el proceso de socialización de cada cultura. En ese sentido, definen esa transformación de los potenciales agresivos en ese producto final llamado violencia, como una modalidad cultural, conformada por conductas destinadas a obtener el control y la dominación sobre otras personas. La violencia opera mediante el uso de operaciones que ocasionan daño o perjuicio físico, psicológico y de cualquier otra índole. José Santamaría, citado por Corsi y Payrú (2003) afirma: “inevitable es la agresividad, pero perfectamente evitable es la violencia”. Existe diferencia entre personas con conducta violenta y personas con conducta agresiva. Según estos autores, los violentos no registran tal comportamiento ni el daño que causan, ni la responsabilidad de sus actos porque están incorporados sus patrones de violencia como algo natural y normal. Tal como ha sido expuesto, la cultura juega un papel importante en la generación del potencial agresivo, generándose la violencia como una modalidad cultural, integrada por conductas para el control y la dominación. Para finalizar retomamos la reflexión de Fromm respecto al análisis del momento actual de la modernidad: “sólo al aumentar la productividad y la división del trabajo, formarse un gran excedente y grandes estados con jerarquías y élites, aparece la destructividad y crueldad en

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gran escala y crece en la medida en que crecen la civilización y el papel del poder”. (Fromm, 1975: 428). El análisis de los párrafos anteriores, nos llevan a afirmar que, para que haya violencia debe haber intencionalidad. La violencia tiene como meta herir, dañar, destruir, coartar. Crea violencia quien golpea, hiere o mata. Todo acto violento tiene un exceso de fuerza sobre unas personas o un grupo. Se ejerce en contra de la voluntad del otro. Es la alteración perjudicial del estado físico, psicológico y emocional de los individuos. Según Baró “la violencia tiene carácter histórico, ejemplo, es imposible entenderla fuera del contexto social y obliga a examinar el acto de violencia en el marco de intereses y valores concretos de esa sociedad” (Baró, 1990:371). Frecuentemente la violencia se da en espiral, misma que tiene un peso autónomo que la dinamiza y la multiplica. Por otra parte, para una mejor comprensión del fenómeno de la violencia debe explicarse desde su diversidad de modelos teóricos, Martín-Baró (1990) afirma que una de las teorías más aceptadas en las últimas dos décadas, ha sido la del aprendizaje social, frente a una visión instintivista que se tenía y que era de corte biologista. Se afirma con este enfoque que la agresión es una forma del organismo de restablecer el equilibrio, este enfoque es considerado ahistórico. Quienes siguen este enfoque afirman que la violencia es la agresividad en su dimensión negativa. Hoy en día, el modelo más aceptado por su sustento teórico y lógico, es el de aprendizaje social, según Baró y retomando el pensamiento de Bandura (1977) el mismo señala tres puntos: ¿cómo se adquieren los comportamientos agresivos? ¿Cómo se desencadenan? ¿Qué factores determinan su persistencia? El autor afirma que es a través del aprendizaje y la práctica de la violencia, con resultados positivos o de éxito, lo que puede fortalecer y aumentar la probabilidad de utilizarla. Así mismo, afirma que puede darse a través del aprendizaje indirecto y también a través del aprendizaje vicario que es el que se da sin ninguna experiencia directa: es simbólico mediante la contemplación de modelos. Aplicado a la violencia y agresión, no hace falta que se realicen conductas agresivas, basta con observar el espectáculo de la violencia (Martín-Baró, 1990). Otro enfoque es el ambientalista de agresión-frustración. Este señala que la agresión supone una frustración previa. Esta forma se entiende más desde una perspectiva sociológica que psicológica puesto que el sujeto puede buscar otras alternativas. Desde lo freudiano la agresión es una consecuencia irracional ante el bloqueo de los deseos. Sin embargo, frecuentemente, quien produce frustración es quien tiene autoridad. Esa idea es más difícil de comprender cuando se desea pasar de lo individual a lo colectivo (Martín-Baró, 1990).

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Así mismo, para una mejor comprensión de la violencia debe verse ésta desde otro ángulo: el político. Se entenderá la violencia institucionalizada o violencia estructural a aquélla que se ejerce contra la población mayoritaria; es mantenida por las instituciones sociales e incorporada al ordenamiento social: explotación laboral (sobre todo a campesinos), represión en esfuerzos organizativos, bloqueo en satisfacción de necesidades básicas, falta de políticas públicas, entre otros. La violencia estructural es aquella que se manifiesta por un poder desigual y con oportunidades en desventaja y distintas. La violencia estructural conlleva un ordenamiento de la desigualdad opresiva, respaldada por una legislación que ampara esos mecanismos de distribución social de la riqueza en forma inequitativa, pero que a través de una fuerza coercitiva obliga su cumplimiento. Es así que la violencia está presente en el mismo ordenamiento social y por lo tanto en sus estructuras. Esta violencia no está presente en los sujetos, y muchas veces no se percibe o es opacada. Violencia y Modernidad Retomando las ideas de Fromm acerca de la productividad, la división del trabajo, las jerarquías y élites y cómo estos elementos hacen que aparezca la destructividad y crueldad con el crecimiento de la civilización y su relación con el poder, podemos afirmar que, la modernidad como un fenómeno histórico-estructural ha sido capaz de desarrollar su propio discurso ideológico hegemónico subvalorando el trabajo y por ende al trabajador. Las sociedades modernas son aquellas post-industriales y sociedades de conocimiento basadas en la información y el mismo conocimiento que restan importancia a las formas tradicionales de producción con el uso de la tecnología avanzada que, no ha extinguido al trabajador, pero sí lo ha subvalorado, siendo una forma de violencia social que afecta en la actualidad al ser humano. La subvaloración del trabajo/trabajador ha sido influida por aspectos como: 1. Sobredimensión dada al consumo/consumidor, negándole valor a la actividad laboral en su

prestigio y autoestima 2. A la masa trabajadora se le niega la compensación espiritual y dignificante, así como

interrelacional. Para algunos autores como Castro-Gómez (2007) la modernidad ha llegado a su fin, pero esto no es más que una crisis de configuración histórica del poder en el marco del mundo capitalista en tiempo de globalización. La modernidad ha implicado una instancia central con sus respectivos mecanismos de control sobre el mundo natural y social en donde el Estado es entendido como la “síntesis” de intereses, incapaz de formular metas colectivas, con monopolio de la violencia para dirigir al ciudadano.

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Un aspecto importante de la modernidad con respecto al sujeto en el trabajo, es el sometimiento de su tiempo y de su cuerpo. En América Latina para ser ciudadano, el ser humano se ha tenido que someter a una serie de normas construidas en el “imaginario de la civilización” que han sido impuestas por el Estado, léase: la escuela, la ley, las cárceles, los hospitales, las ciencias sociales. Fue a partir del colonialismo que se instauró el poder disciplinario, ese sistema moderno/colonial, al que Quijano le llamó “colonialismo del poder” (Castro-Gómez: 153), que viene a ser una corrección a lo que Foucault le llamó “el poder disciplinario”. Esos regímenes de poder autoritario impuestos y la carencia de satisfactores para las sociedades, así como la poca inversión en desarrollo humano en América Latina, es lo que ha generado el crecimiento de la criminalidad y la violencia. Según estudios efectuados, los índices de criminalidad han aumentado en la región. Estudios desarrollados por la Revista Economist, “... todas las ciudades de la región son hoy más inseguras que hace 10 años. La ciudadanía en América Latina tiene una sensación de inseguridad en la mayoría de los centros urbanos”. (B. Kliksberg, 2002:75). De acuerdo con los datos disponibles, se estima que en América Latina, ocurren 30 homicidios por cada 100,000 habitantes por año, lo que ha dado lugar a una criminalidad “epidémica” en la región, ascendiendo estas cifras en los últimos años. Según estudios del BID, Latinoamérica es la segunda zona con mayor criminalidad, después del Sahara africano. La OPS considera la criminalidad de la región como un problema central de salud pública, siendo una de las causas principales de muerte de población joven, de allí la necesidad de que Brasil, Chile y Colombia utilicen e inviertan altos porcentajes de su PIB para seguridad. Indagando sobre las posibles causas de tal violencia, según la CEPAL, la pobreza ha aumentado en un 50% desde 1980. Así mismo, el desempleo ha aumentado, alcanzando un 11% y la degradación laboral ha subido. Se estima que un 60% de mano laboral lo hace el sector informal, como economía de sobrevivencia y con pocas posibilidades de desarrollo futuro. El acceso de las poblaciones a los servicios de salud, educación y vivienda, aunado a lo anterior hace que, “...la tercera parte de los niños en América Latina de menos de dos años, está hoy en situación de alto riesgo alimentario...” (Kliksberg, citando a CEPAL, 2000: 78). Para Kliksberg ese deterioro social se liga a diversos factores, pero el más influyente es la polarización social. “El 10% más rico de la población tiene 84 veces el ingreso del 10% más pobre, y la región presenta el coeficiente de desigualdad en la distribución de sus ingresos” (Kliksberg, 2000: 78). Este autor indica que amplios sectores han pasado a ser excluidos, de allí que existan tres posibles causas de la criminalidad y la violencia:

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1. El ascenso a la delincuencia por desocupación juvenil durante períodos prolongados, quienes abandonan del todo la búsqueda laboral, tal como lo declarara el Premio Novel Solow (1985), esto provoca que la personalidad del sujeto se recienta y su autoestima se dañe.

2. La desintegración familiar y la violencia doméstica, así como el deterioro familiar, también, se vincula con la violencia, toda vez que se da la insensibilización ante el ejercicio de esta violencia.

3. Los bajos niveles de educación, también son causa de conductas violentas por frustración, al no tener visualizadas metas y expectativas, así como no tenerse posibilidades de crear valores positivos a través de una educación sistemática y continúa (Kliksberg, 2000).

Hablar de violencia y no relacionar ésta con otras categorías que son las que conforman y construyen la historia y la memoria de cada contexto social no tiene sentido, es por ello que en este estudio se tiene como propósito el vincular ésta con el poder, los imaginarios sociales, imaginarios sociales de violencia y la subjetividad con la que se conforman esos grupos sociales que permiten construir la cultura e identidad de los pueblos, y así mismo, su relación con el conjunto de valores que regulan y determinan procedimientos y prácticas de la conducta humana que son aceptados en la sociedad y que corresponden a una serie de valores que la cultura establece.

2.3 PODER Concepciones generales El poder se da en todos los ámbitos de la vida del ser humano y en su cotidianidad. Bobbio afirma que el poder como fenómeno social, es una relación entre seres humanos, y se debe inmediatamente añadir que se trata de una triada. No basta definir a quién lo ejerce o a quién se le somete, se debe, también, determinar la esfera de actividades dentro de la cual se ejerce, o sea a la esfera del poder. La misma persona o el mismo grupo pueden estar sometidos a diversos poderes de diversos campos. En su visión más general “el poder social es la capacidad de determinación intencional o interesada de comportamientos” (Bobbio, 1989). En ese sentido, para que ese poder social se pueda ejercer, un sujeto deberá tener los recursos como riqueza, fuerza, información, conocimiento, prestigio, legitimidad, popularidad, amistad y otras relaciones cercanas con personas que, también, tienen poder. Bobbio, menciona a Parsons quien define el poder político como “la capacidad generalizada de asegurar el cumplimiento de las obligaciones vinculadoras de un sistema de organización colectiva, en el que las obligaciones están legitimadas por su co-esencialidad con los fines colectivos, y por lo tanto pueden ser impuestas con sanciones negativas, sea cual fuere el agente social que las aplica” (Bobbio, 1989: 1199). En ese sentido el poder se convertiría en una propiedad del sistema que podría llevar al uso de la violencia.

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Para una mejor comprensión del poder y para fines de este estudio, adoptaremos tres elementos básicos del poder que Martín-Baró (1989) menciona: su carácter relacional, su fundamento real y su efecto histórico, aspectos sobre los que vale la pena reflexionar. Para él, el poder tiene tres características esenciales: 1. Se da en las relaciones sociales (no es una cosa u objeto sino una cualidad que define las

relaciones entre individuos o grupos humanos), 2. Se basa en la posesión de recursos (uno de los sujetos de la relación posee algo que el

otro no posee o posee en grado menor, por lo que se establece una situación de asimetría, de desequilibrio: una de las partes es superior en algo a la otra) y,

3. Produce un efecto en la relación social (el comportamiento de las partes está determinado por ese tipo de relación: uno de los sujetos obedece mientras que el otro ejerce una autoridad).

Tomando como referencia las características anteriores, podemos decir que el poder es un acto relacional que traspasa asimétricamente capacidades y objetos. Tiene un carácter cuantitativo y cualitativo por esa asimetría y relación de desequilibrio. Siguiendo a Martín-Baró, el poder permite a quien lo posee, imponer su voluntad a los otros pasando por encima de motivaciones personales y razones sociales, a las que incluso llega a moldear. No todo poder es necesariamente violento. Puede serlo, y esa es una de sus características, pero no siempre lo es. El poder influye en el comportamiento de las personas de dos maneras: 1. Inmediata, imponiendo una acción concreta a la acción, y 2. Mediata, configurando el mundo de las personas y determinando los elementos constitutivos de esa misma acción. Las distintas instituciones sociales, apunta este autor, formalizan las rutinas entre los actores sociales, institucionalizando así el ejercicio del poder. El poder define de antemano los comportamientos requeridos de cada sujeto por la sociedad. El que no se tenga que estar recurriendo cada vez a nuevos mecanismos ni a la violencia física para que alguien obedezca, no significa que el poder no esté presente. El poder siempre está presente, aunque se oculte. En general no se visualiza como imposición sino que se presenta como exigencia natural o razón social normal. En su significado más general, diremos que poder “designa la capacidad o posibilidad de obrar, de producir efectos, y puede ser referida tanto a individuos o grupos humanos como a objetos o fenómenos de la naturaleza” (Bobbio, 1983: 1190). Quien ejerce el poder lo que pretende es imponer su voluntad sobre otros, moldeando esta voluntad o anulándola. En última instancia, lo que se pretende a través del poder es mantener un orden social que se inicia con los procesos de socialización primarios y a través de la institucionalización: familia, escuela, trabajo, medios en los cuales comienza a restringirse el ejercicio de libertad.

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Para el estudio del poder, existen métodos de investigación, de allí la necesidad de estudiar e identificar a las personas más importantes en las jerarquías públicas o privadas de la comunidad, aunque a veces no es nada seguro que el poder lo ejerza quien formalmente ocupa una posición, deben verse superposiciones. Otro método estudiado por los sociólogos es el “estimativo”, se refiere a los juicios de algunos miembros de la comunidad conocedores de la vida política. Estas estimaciones son las percepciones de quienes tienen alguna participación social. Existe otro método utilizado por los politólogos, “el decisional”, se basa en observaciones y reconstrucción de los comportamientos efectivos en el proceso de toma de decisiones a nivel público. Un solo método no se recomienda, deben integrarse varios que lleven al conocimiento profundo de los poderes estructurales. Una concepción ya clásica de poder es la de Max Weber citada por Bravo: "La probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa posibilidad" (Bravo, 2004: 30). Michael Foucault dirá al respecto: "No es una estructura ni una fuerza de la que dispondrían algunos: es el nombre que se le da a una situación estratégica compleja en una sociedad dada. Es decir: conducir conductas, posibilidad de ampliar o restringir el campo de acción de los otros". (Bravo, 2004:33). Una reflexión más en torno al tema nos la presenta Bravo (2004) quien propone las siguientes definiciones: 1. Capacidad de la que se dispone o de la que se carece. 2. Institución que para ser legítima supone el consentimiento de aquéllos sobre los cuales se

ejerce. 3. Característica asociada a las relaciones sociales diversas que tienen lugar en la sociedad. Ideología y Violencia La complejidad de acercarse al tema de la violencia es el carácter multireferencial que se utiliza para denominar hechos, procesos, acciones, situaciones que se describen con dicha palabra, así tenemos un primer nivel de acercamiento desde la perspectiva de Baró (2003) quien desarrolla importantes reflexiones al respecto, pues advierte que de no precisar su contenido estaremos trabajando en abstracciones que pueden alejarnos de la realidad: “El primer problema que nos plantea el análisis de la violencia es de orden semántico: el término violencia es demasiado genérico y constituye un paraguas bajo el cual se cubren procesos y comportamientos muy diferentes. Violencia es ciertamente el bombardeo sobre un cantón donde se sospecha que hay guerrilleros, pero lo es también la ‘cinchaceada’ que el papá da al hijo como castigo; violencia es el asesinato del líder sindical, pero no menos violencia es el enfrentamiento pasional entre dos pretendientes celosos; violencia es la tortura

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infligida al opositor político en una cárcel clandestina, pero también lo es el asalto en el que se despoja de sus pertenencias al ciudadano que espera un bus en el centro de la capital. Ahora bien, si el término violencia conviene por igual a la agresión física que al ataque moral, a la represión política que a la coerción educativa, a la destrucción militar en gran escala que al enfrentamiento pasional entre amantes, su significado se vuelve muy abstracto y vago. Y las abstracciones –que no es lo mismo que las teorizaciones- con frecuencia más que develar tienden a ocultar la realidad.” (Baró, 2003: 161) Como propuesta para salvar la indefinición señalada arriba, propone “sustantivar” la violencia. Ejemplifica que el diccionario utiliza el mismo término para su definición (violencia=calidad de violento) y su argumentación parte de que la violencia nunca se da en abstracto sino “lo que existen son actos violentos, formas concretas de actuar violentamente” (Baró, 2003: 162), de ahí propone entonces que el carácter de la violencia debe ser juzgado en cada caso, examinando los actos que califica. De esta manera el acercamiento va hacia el discernir su naturaleza, su alcance y sus raíces, captándola en su concreción histórica. Por lo anterior, su sugerencia es trabajar sobre las formas de violencia concreta que se viven en nuestros países en los momentos actuales, más que “arrancar” de definiciones genéricas, teorizaciones abstractas o presupuestos de sentido común. En coherencia con este enfoque él trabajará sobre tres modalidades de acciones violentas predominantes: comportamientos delictivos, represión sociopolítica y confrontación bélica. Siguiendo con el análisis de la violencia y trayendo a la reflexión a Martín-Baró, podemos decir que éste introduce un elemento fundamental al tema afirmando que todo acto de violencia va “indefectiblemente” acompañado por su justificación, indicando que, por lo general, la justificación precede y desencadena el comportamiento violento. Pero esto no es un proceso mecánico, pues es una consecuencia de la naturaleza calificativa de la violencia. Y, si toda forma de violencia reclama justificación es porque no la tiene en sí misma. Así, la violencia considerada en abstracto no es buena o mala, lo que contradice muchos presupuestos de la mayoría de enfoques psicológicos: “… la bondad o la maldad de la formalidad violenta proviene del acto que la sustantiva, es decir, de lo que un acto en cuanto violento socialmente significa e históricamente produce. Y ahí es donde aparece con toda claridad el carácter ideológico de la violencia.” (Baró, 2003:164). Seguidamente presentamos las categorías de subjetividad e imaginarios, ambas estrechamente vinculadas por cuanto que una determina a la otra. El término subjetividad tiene una implicación sociopsicológica, lo cual implica que está constituida por la psiquis y por lo social, misma que está presente en cada uno de los momentos de acción individual y social del ser humano, de acuerdo a su realidad.

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2.4 SUBJETIVIDAD E IMAGINARIOS Como fue expuesto con anterioridad, los imaginarios sociales son construcciones sociales constantes e indeterminadas que dan sentido al mundo del ser social, como soporte de la realidad, ésta nos permite percibir como real lo que en cada sistema se considera realidad con sus propias identidades, alteridades, ideologías, utopías, valores, creencias y hegemonías, haciendo visible la invisibilidad social (Pintos, 2000). “La subjetividad se desarrolla en su historia, dentro de la cual desarrolla sus propias necesidades” (González Rey, 1997: 84), las que pasarán a ser parte de su devenir. Se indica que la subjetividad objetiva lo subjetivo, es decir, que se construye a partir de la realidad. “La subjetividad sólo se puede legitimar como constitutiva de lo real…a partir de una acción histórico-social, de su determinación. Sólo desde un marco histórico que permanentemente se reorganiza en el tiempo social…” (González Rey, 1997:88-89). “La historia del sujeto psicológico es la historia de su constitución subjetiva…” (González Rey, 1997: 89). “La historia humana no tiene una significación subjetiva por los hechos de que da cuenta, sino por las configuraciones subjetivas en que los hechos definen su sentido” (González Rey, 1997: 89). “El sentido subjetivo de un motivo, o una configuración de la personalidad se definirá por el tipo de emoción o emociones que caracterizan su expresión en diferentes actividades del sujeto…” (González Rey, 1997: 95). En ese sentido, podemos afirmar que las emociones son las respuestas más dinámicas del ser humano manifestándose en las acciones de éste de acuerdo a sus necesidades y a su momento histórico-social psíquico. Lo actual siempre corresponderá a un momento históricamente constituido y al significado social de su integración subjetiva. El espacio que el sujeto construye en su mente por su pensamiento se concretiza a través del lenguaje que se compromete, en cada momento comunicativo, con sus acciones (Interacción intrapsíquica e interactiva). En su abordaje a la psicología política, Martín Baró (1991) hace referencia a la realidad subjetiva del ser humano e indica que ésta genera una actividad y produce una historia personal y social. González Rey se refiere a la subjetividad social como un sistema integral de configuraciones subjetivas, grupales e individuales, que se articulan en la vida social, diferenciadas entre grupos e instituciones, que se explican a través de la Psicología social, y de allí deviene el carácter heterogéneo de la subjetividad social. “Lo social a nivel macro está definido por fenómenos que ocurren en dimensiones diferentes de la sociedad, como son la construcción de las representaciones dominantes en los medios de comunicación, las formas de organización, las formas de organización cotidiana del transporte y los servicios, las formas

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constituidas de vínculo entre los diferentes sectores sociales, fenómenos todos establecidos en el nivel social general” (González Rey, 1997: 133) Cuando un sujeto, dentro de su espacio social, pierde el sentido subjetivo o cuando este sentido subjetivo es negativo se produce una configuración de la personalidad individual, entrando en contradicción y desarmonía consigo mismo y con su entorno social. “La vida cotidiana es fuente para el conocimiento de fenómenos de la subjetividad social que permanecen ocultos en sus diferentes formas institucionalizadas” (González Rey. 1997: 136). Retomando las ideas antes expuestas y reflexionando en torno a ellas, podemos afirmar que la subjetividad es la que construye y determina a los imaginarios sociales en tanto que objetiva la realidad social, desde lo histórico. Por otra parte, la realidad colectiva se orienta a los procesos de creación colectiva de sentidos instituidos y sostenidos. La subjetividad colectiva se vincula con la cultura o cosmovisión de un pueblo dándole sentido y significado a ésta. La subjetividad es un proceso dinámico que expresa el deseo y la historia del yo con respecto al otro. La subjetividad colectiva se refiere al reflejo de las estructuras sociales y la subjetividad individual refleja las estructuras psíquicas, aunque ambas no se pueden desligar, la subjetivad se refiere a “lo que está por dentro”, son esas representaciones de las experiencias con todas sus emociones y efectos. González Rey (1997) hace referencia a Foucault quien explica la subjetividad como “pliegues” que van de adentro hacia afuera, refiriéndose a las formas y modalidades de relación consigo mismo, constituyéndose y reconociéndose como sujeto. González Rey (1997) igualmente cita a Castoriadis quien afirma que la subjetividad es la génesis del sentido, así como la construcción y transformación de la sociedad desde los imaginarios, de allí la relación intrínseca entre subjetividad e imaginarios sociales. Son ámbitos de creación y expresión de subjetividad: la familia, el grupo social, la comunidad, las instituciones. Las subjetividad otorga sentido e identidad a los sujetos, pero cuando existe una escasa adscripción a los valores de su grupo, surgen dificultades en los lazos afectivos, generando poca adhesión a los procesos culturales, falta de identidad y sentido de pertenencia hacia su cultura y realidad, lo que lo lleva al no reconocimiento de los valores operativos para el colectivo, ello puede generar conflictos intersubjetivos en donde puede estar presente la violencia social. A manera de síntesis podemos afirmar que la subjetividad es un proceso de producción y acumulación de significados de la psiquis, el pensamiento y el razonamiento que han sido socialmente aceptados en una cultura determinada y que dan sentido e identidad a los sujetos

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dentro de la misma. También diremos que la subjetividad es la que construye los imaginarios individuales y colectivos y por ende las representaciones, sean éstas positivas o negativas. 2.5 IMAGINARIOS SOCIALES El imaginario social es el conjunto de significaciones sociales que permite y hace presente algo que no es, pero que en tanto futuro deseable, es, y da sentido al discurso, a la acción y a las prácticas sociales, a la vez que permite definir estrategias y priorizar relaciones (Robles Gil, 2006). Castoriadis, citado por Almeras, define la psique y la sociedad como polos irreductibles y demuestra que la mónada psicológica original no puede por sí sola producir significación social. Explica que la sociedad se instituye a sí misma por la creación de significados sociales: los imaginarios. El imaginario social tal como es concebido por Castoriadis no es la representación de ningún objeto o sujeto. Es la incesante y esencialmente indeterminada creación socio-histórica y psíquica de figuras, formas e imágenes que proveen contenidos significativos y los entretejen en las estructuras simbólicas de la sociedad. No se trata de contenidos reales (materiales) o racionales que adquieren una vida autónoma sino más bien de contenidos (Abstractos). De acuerdo al planteamiento que se realiza desde FLACSO-Guatemala sobre imaginarios sociales, éstos son construcciones sociales incesantes e indeterminadas de formas, figuras e imágenes que le dan sentido y significado al mundo de los sujetos sociales. Al ser construcciones sociales en ellas convergen hegemonías, contrahegemonías, ideologías, utopías, identidades y alteridades. El imaginario se expresa a través de una serie de imágenes que responden, principalmente, a referentes que tienen el propósito de promover adhesión, aceptación y credibilidad. Los imaginarios son significaciones sociales que funcionan como soporte de la sociedad, de nuestra realidad, de las representaciones del mundo, en las cuales se sientan los contenidos de la normatividad institucional. Pintos (2000) nos refiere los imaginarios como aquellos esquemas construidos socialmente que nos permiten percibir como real lo que en cada sistema se considera realidad, que rigen los sistemas de identificación e integración social y, sobretodo, que hacen visible la invisibilidad social. Según Almeras (2000) el imaginario es, sin duda, parte del papel fundante de la sociología moderna jugado por Emile Durkheim, al haber integrado en el concepto de conciencia colectiva la explicación de los fenómenos sociales de más alto nivel de abstracción, estableciendo la

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existencia de la sociedad en la medida en que está representada en la mente de los individuos. El esfuerzo de elaboración técnica de este fenómeno por Durkheim, dio el impulso al desarrollo de la idea de imaginario social en las ciencias sociales y a la construcción de un cierto acervo de saber consolidado, en las dos últimas décadas, por la conceptualización de la institución imaginaria de la sociedad elaborada por Castoriadis. Almeras cita a Durkheim, quien indica que las representaciones colectivas suponen la presencia de conciencias individuales que actúan y reaccionan las unas sobre las otras, pero estas mismas acciones y reacciones no serían posibles sin intermediarios materiales que simbolizan los movimientos que representan. Por lo que las represtaciones colectivas impregnan la conciencia individual y añaden contenidos a sus representaciones. Asimismo, los imaginarios sociales son ejes de articulación del pensamiento y de la acción social frente a la opacidad de la realidad social, lo que Baeza (2000) llama matrices de sentido y que, desde un punto de vista histórico, no se remiten exclusivamente a universos fantásticos que han sido construidos desde la religión, ya que cada época histórica propone sus propios “paradigmas imaginarios”. Estos momentos históricos van configurando formas de imaginar individual y colectivamente, y desde un sentido dialéctico caracterizan esos mismos momentos. “Los imaginarios son entonces construcciones fundacionales, ingenierías elementales con miras a contribuir a la inteligibilidad de lo constantemente experienciado, diversas composiciones que incorporan elementos heterogéneos que la actividad mental puede ser capaz de producir: creencias (categoría de verdades propias e indesmentibles), juicios, etc.” (Baeza, 2000: 21). Lo imaginario según Castoriadis, citado por Baeza, no es imagen de, sino una creación constante e indeterminada social-histórica y psíquica de figuras, formas, imágenes donde incluso la realidad y la racionalidad son obra de ello. Según este autor el imaginario antes de ser social es un fenómeno individual, sin embargo esta capacidad imaginativa del individuo no se queda ahí, sino se reproduce en una socialización de imaginarios y es sobre esa socialización sobre la que hay que hacer énfasis, es decir, cómo y cuándo se socializan los imaginarios y cuáles son aquellos que llegan a formar parte del colectivo. Es importante tomar en cuenta que los imaginarios se sirven de un universo simbólico y se expresan en forma simbólica, lo cual implica una “visualización de lo invisible” (Baeza, 2000). Cuando se produce una socialización de imaginarios, indiscutiblemente la dominación juega un papel central, pues las apropiaciones de los universos simbólicos y de los imaginarios sociales, por parte de quienes requieren reproducirlos legitiman y naturalizan de forma parcial los imaginarios sociales. Es así como se consagra la hegemonía, el poder acatado por el conjunto. Por lo que la explotación, afirma Baeza, no se explica únicamente a través de exámenes cuidadosos de las correlaciones de fuerzas históricas, también es obra de diversas

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aceptaciones sociales, y estas mismas aceptaciones se juegan en el terreno de los imaginarios sociales, en donde la dominación no se restringe solamente a la utilización de medios violentos de los sectores sociales dominantes, sino también a una situación socialmente aceptada por los dominados. Para Baeza los imaginarios sociales son “composiciones ya socializadas en el tramado mismo de las relaciones sociales, con el propósito de dar intelegilibilidad al cosmos, al mundo y a la sociedad, al mundo y a la naturaleza, a la vida desde sus orígenes y a la muerte… y que construyen míticamente sus fundamentos más nobles” (Baeza, 2000: 33). Así mismo, los imaginarios se matizan, se crean y se recrean según las experiencias individuales y colectivas de los conglomerados y grupos sociales y, de acuerdo a como sean sus experiencias, prácticas e interacciones, así serán sus construcciones. En ese sentido, si las prácticas sociales son violentas en donde el poder coercitivo privilegia en lo privado o en lo público, se estarán percibiendo a través de la subjetividad individual y colectiva todos aquellos elementos que fomentan la construcción de imaginarios sociales de violencia en un espacio y momento dado.

2.6 IMAGINARIOS SOCIALES DE VIOLENCIA Para fines de este estudio, entenderemos como imaginarios sociales a aquel conjunto de significaciones sociales que permiten y hacen presente algo de la realidad social que se encuentra invisibilizado u opacado. También podemos afirmar que los imaginarios sociales son los ejes de articulación del pensamiento y la realidad social, es una forma creativa que permite vivenciar lo desconocido. Coincidimos con Pintos (2000) en cuanto que los imaginarios son esquemas construidos socialmente que permiten percibir como real lo que en cada sistema se considere realidad. Los imaginarios sociales influyen en el pensar, actuar y enfrentar la vida de los sujetos dentro de la sociedad en un momento histórico determinado. Tal como lo afirma Baeza (2000), para cada momento histórico existen sus propios “paradigmas imaginarios”. Los imaginarios sociales son esquemas construidos socialmente que permiten percibir, explicar e intervenir en un sistema social y, por tanto, en su realidad. Partiendo del entendimiento de imaginarios sociales, podríamos decir que son “imaginarios de violencia” el conjunto de significaciones de la realidad tendientes a destruir, hacer daño, golpear, herir. La violencia como proceso colectivo conforma “identidades colectivas violentas”, y es a partir de la construcción y negociación de estas identidades colectivas, que surgen los “imaginarios sociales de violencia”. Los marcos interpretativos que se construyen por las creencias y significados orientados a la acción, inspiran y legitiman las actividades de los diversos grupos sociales y, en este caso, de los grupos violentos, por medio de los “imaginarios sociales de violencia” dándoles sentido a

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los participantes para conformar identidades personales y colectivas que se unen para el cumplimiento de sus propósitos e intereses. Podemos decir que, estos marcos interpretativos de los imaginarios sociales, se mueven entre lo ideológico y lo cultural a través de ideas, tradiciones, discursos, lenguajes, actitudes, símbolos, mitos, ritos y valores. Los imaginarios sociales de violencia son las formas que permiten elaborar discursos e interpretar circunstancias que legitiman la autodefinición de los grupos como tales con su propio sistema de valores para su movilización social. Alrededor de la violencia y sus propios imaginarios aparecen intereses, pasiones, frustraciones, presiones sociales, identidades colectivas, sistemas de creencias y formas de ver el mundo. Para poder entender la violencia y los imaginarios sociales que ésta genera, se parte del concepto formulado por J. L. Pintos (1994), quien considera que “los imaginarios sociales no se identifican con las ideologías, pues la ideología juega su papel en el campo de las legitimaciones (monopólicas o plurales) de los valores aceptados por una sociedad, mientras que los imaginarios actúan más bien en el campo de la plausibilidad o comprensión generalizada de la fuerza de esas legitimaciones. Sin determinados imaginarios que hagan creíbles los sistemas de racionalización legitimadora, las ideologías o bien son simplemente rechazadas por las mayorías (y se convierten en sociolectos residuales), o bien se mantienen en el puro campo de las ideas reconocidas como valiosas pero que no generan ningún tipo de práctica social o de movimiento susceptible de transformación de los órdenes existentes”. Sobre la base de este concepto, Pintos (1994) establece cuatro campos diferenciados de construcción de los imaginarios sociales que configuran la violencia: Operaciones, Ámbitos, Símbolos y Víctimas y Verdugos. Operaciones En el campo de las Operaciones, según Pintos (1994), la violencia no es percibida como un fenómeno mental sino más bien como hecho físico. El cual es siempre producto de una operación básicamente intelectual que se traduce en actitudes y en conductas empíricas. Identifica cuatro operaciones mentales principales: excluir, discriminar, dominar y agredir; es a partir de estas, que se producen los hechos violentos. La exclusión distingue siempre un "dentro" y un "fuera": Es el establecimiento del límite, de la frontera, del territorio. La operación de “discriminar”, consiste en el establecimiento de una diferenciación guiada por un criterio (cualidad, valor, etc.). Esta operación de diferenciar no conduce necesariamente a la violencia, sin embargo, según sea el criterio sobre el que se funde la diferencia (por ejemplo, "raza", "género", "ideas", creencias, etc.) puede originar actitudes y conductas violentas. Sobre la operación de excluir Pintos (1994), recalca que “sí se

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puede afirmar que todo hecho violento tiene en sus raíces un principio de discriminación no justificada”. La tercera acción “dominar”, deviene de un modelo de las relaciones asimétricas que se establecen entre las personas o de las personas con las cosas. La dominación distingue siempre entre dominantes y dominados. Hecho que lleva consigo necesariamente las operaciones anteriores de exclusión y de discriminación, pero todavía se puede entender en términos no violentos si las formas de la dominación son asimiladas por ambas partes como un "hecho natural". Pero cuando se "pierde" (punto de vista de los dominantes) o "niega" (punto de vista de los dominados) esa naturalidad producida de la asimetría de las relaciones surge la cuarta operación. La acción de “agredir”, esta es el resultado de las operaciones anteriores en un momento concreto de la situación histórica del sistema y los individuos. Si ya no es posible mantener la creencia en que la situación de dominación es "algo natural", si se descubre que tal situación está históricamente producida bajo diversas formas y por diversos sistemas, entonces surgirá inevitablemente la agresión de los privilegiados por mantener inalterable la situación de dominación y la respuesta de los "menos favorecidos" que tratarán de acabar con esa forma histórica de dominación (J. L. Pintos, 1994) Ámbitos El segundo campo que configura la violencia es el de los Ámbitos, los escenarios. Para Pintos (1994), los ámbitos son como escenarios múltiples en los que se viene representado con tanto éxito esa pieza teatral milenaria de la violencia. Sin embargo, los imaginarios vigentes indican algunos más importantes o “privilegiados”. Que van desde los más generales (denominados por él como "Mundo"), a los que suelen acudir los poderes públicos para provocar "efectos demostración", hasta las más particulares y escondidos del ámbito "Familiar". Entre estos dos escenarios aparecen, el Estado y la Calle, que se ofrecen alternativamente como justificación y legitimación de las formas concretas de dominación existentes en cada país concreto (J. L. Pintos, 1994). Ahora bien, los dos campos anteriores corresponden a referencias intelectuales y espaciales, que como bien explica Pintos, son los de la experiencia, los que inmediatamente se presentan como objetos del análisis sociológico. Pero que no tocan otras raíces más profundas de los fenómenos históricos de la violencia (J. L. Pintos, 1994). Por lo que él propone tomar el referente del campo de lo simbólico en la experiencia humana, que dentro del análisis de la violencia se centra en los símbolos que enriquecen sus imaginarios sociales1.

1 J. L. pintos aclara que los símbolos de la violencia que él analiza se relacionan de forma directa con la cultura “occidental” y que probablemente en otras culturas se deberían utilizar otros.

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Símbolos Sobre los signos, el autor cree que los signos materiales se convierten en símbolos cuando se les asocia un significado que hace referencia a experiencias históricas de los grupos sociales que tienen su "propia historia" en el espacio cultural. Todos ellos han establecido, en momentos y situaciones determinadas, una distinción a partir de la cual un grupo de personas estaba legitimado para ejercer la violencia sobre otro grupo. Así en el plano del individuo el símbolo del falo simboliza la violencia que ejercen el grupo de los hombres sobre el grupo de las mujeres2. Mientras que la espada representa una fuente permanente de violencia que supone el ejercicio del poder militar. La simple coacción física, la brutalidad directa e inmediata ha sido siempre una base firme del ejercicio del poder. Sin dejar de lado que los procesos “civilizatorios”, colonizadores han ido instrumentalizando el uso de ese poder por otros grupos diferentes de los profesionales de la guerra. Esa instrumentación dice Pintos (1994), por parte de otros grupos de dominadores ha hecho posible el olvido (o enmascaramiento) de la forma más directa de violencia; sin embargo, la política internacional de este último decenio del siglo XX nos está proporcionando excelentes ejemplos de la forma más "primitiva" de legitimación de la dominación. El tercer símbolo que analiza Pintos es la cruz, instrumento que se convirtió en los primeros tiempos en signo de provocación y de esperanza de liberación, hasta que fue asumido por el poder cívico-militar en la primera "síntesis" constantiniana de 313 (J. L. Pintos, 1994). A partir de ahí la alternancia de la espada y la cruz, como poder y como instrumento de poder, fue una constante alternancia a lo largo de la historia de Occidente. El último signo que presenta Pintos es el gesto simbólico de levantar el brazo con el puño cerrado. En ese puño se significa un nuevo tipo de poder, el del proletariado3. Víctimas y Verdugos Finalmente, el último campo de configuración que J. L. Pintos presenta en su análisis es el de Víctimas y Verdugos. Pues en los imaginarios sociales de la violencia aparece una metáfora binaria: ¿quiénes son las víctimas?, ¿quiénes son los verdugos? Sin verdugos las víctimas no llegarían a ser tales. La violencia ejercida por unos hombres contra otros sólo es totalizable a través de las diferentes figuras que han ido definiendo a unos y a otros a lo largo de la historia4.

2 Esta violencia se reviste de diferentes enmascaramientos que llegan a su expresión más estilizada cuando convierten a la mujer en "reina del hogar" (J. L. Pintos, 1994) 3 Estas sienten ese puño como una agresión a su posición de privilegio y, como respuesta, generan el imaginario del revolucionario vociferante, encaramado a la barricada con el puño levantado como signo de destrucción del orden, la propiedad (J. L. Pintos, 1994) 4 Se ha hablado de la narración histórica como "la historia de los vencedores"; ya se está empezando a escribir "la historia de los vencidos" (J. L. Pintos, 1994)

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El problema consiste en identificar empíricamente en cada momento histórico a ambos grupos y poder justificar tal inclusión. Aquí hay que observar lo evidente, dice Pintos: el fuerte se impone al débil; el débil tiene que hacerse fuerte para salir de su posición de debilidad; las debilidades del fuerte tienen que estar ocultas para el débil porque si no se aprovecharía de ellas; la fortaleza de los débiles tiene que mantenerse escondida hasta que pueda usarse eficazmente con los fuertes. En cada momento y ubicación histórica es posible delimitar analíticamente qué grupos son los fuertes y por tanto ejercitan el poder, y qué grupos son los débiles y cómo pueden ir fortaleciéndose. En relación al sistema económico, J. L. Pintos (1994) hace la distinción entre "ricos/pobres", pues la persistencia de esta distinción a través de períodos históricos y diferencias culturales y geográficas hace pensar que los hechos violentos están estrechamente vinculados con la posesión o la carencia de objetos o mejor aún de recursos para poder sobrevivir5.

2.7 AUTORITARISMO Consideraciones generales El término “autoritarismo” se define como una modalidad del ejercicio de la autoridad en las relaciones sociales, por parte de un individuo o de un grupo respecto a los demás, en el cual se extreman la ausencia de consenso, la irracionalidad y la falta de fundamentos en las decisiones, originando un orden social opresivo y carente de libertad. Es decir, una relación entre desiguales, cuando el sujeto pasivo adopta como criterio de su propio comportamiento el mandato o la orientación del sujeto activo. El término proviene de la palabra autoridad, la cual deviene de “auctoritas”, acuñado por los romanos; que en la cultura occidental constituye uno de los términos más importantes de la teoría política, relacionándolo con “poder”. El sustantivo de autoritarismo, se emplea básicamente en tres contextos: la estructura de los sistemas políticos, las disposiciones psicológicas relacionadas con el poder y las ideologías políticas. “En la tipología de los sistemas políticos se suele llamar autoritarios a los regímenes que privilegian el aspecto del mando y menosprecian de un modo más o menos radical el del consenso, concentrando el poder político en un hombre o en un sólo órgano y restando valor a las instituciones representativas” (Bobbio et al, 1994: 125).

5 Al respecto J. L. Pintos (1994), dice “Quizás esto nos llevaría a pensar algo que la gran tradición clásica del pensamiento occidental ya había formulado hace siglos: que la violencia de los poseedores nunca puede justificarse, mientras que la violencia de los pobres puede ser una expresión de la ira de la divinidad, o expresado en otros términos la recuperación colectiva de una memoria de opresión que opera como un elemento de permanente subversión”.

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Para Linz (citado por Collier, 1979) el autoritarismo es un tipo de régimen político que se diferencia de la democracia y el totalitarismo en ciertos aspectos, particularmente en lo que concierne al grado o forma en que se restringe el pluralismo político. Siendo éste un tipo intermedio. Linz, define que los regímenes autoritarios son sistemas políticos donde los pluralismos políticos son limitados; sin una ideología elaborada que los guíe (pero con una o unas mentalidades bien definidas). De esta forma, las ideologías autoritarias niegan de forma más o menos decidida la igualdad del ser humano, enfatizando el principio jerárquico. Apuntes sobre regímenes autoritarios En este apartado se abordarán tres tipologías en relación al tratamiento que se le ha dado a las manifestaciones o formas de ejercer este tipo de régimen político y que en alguna medida pueden resultar útiles para comprender el caso de Guatemala, que no corresponden de forma exacta a las condiciones específicas del país, sin embargo aportan un marco general de análisis político sobre el tema, ya que se considera que el autoritarismo ha sido una práctica política en Guatemala. La tipología elaborada por Powell, distingue tres regímenes autoritarios: de tipo conservador, en vías de modernización y premovilizados. En el primer tipo, pueden mencionarse el ejercido por Franco (para el caso español) y Salazar (para el caso de Portugal), los cuales surgen a partir de sistemas tradicionales sacudidos por una parcial modernización económica, social y política, que tienden a limitar la destrucción del orden tradicional usando algunas técnicas de organización, propaganda y poder. Los regímenes autoritarios en vías de modernización, pueden encontrarse en países llamados del tercer mundo o en vías de desarrollo o emergentes. Surgen en sociedades que se caracterizan por una modernización todavía muy débil y obstaculizada por estrangulamientos sociales, tienden a reforzar y hacer incisivo el poder político para superar los cuellos de botella hacia la senda del desarrollo. El tercer tipo, se encuentra en sociedades casi enteramente tradicionales tanto en su estructura social como en su estructura política. Desde otra perspectiva Linz presenta una tipología de los regímenes autoritarios contemporáneos, la cual es considerada una de las más minuciosas y articuladas, plantea cinco formas principales y dos secundarias: 1. Regímenes burocrático-militares 2. Regímenes autoritarios de estalinismo orgánico 3. Regímenes de movilización en países post-democráticos 4. Regímenes de movilización post-independencia 5. Regímenes post-totalitarios 6. Regímenes de post-totalitarismo imperfecto 7. Regímenes de democracia racial

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De las siete categorías que propone Linz, la primera y la última categoría son aplicables o al menos explicativas del contexto nacional. Los regímenes burocrático-militares se caracterizan por una coalición guiada por oficiales y burócratas y por un bajo grado de participación política. Se trata del tipo de régimen más difundido en el siglo XX. En el caso de la democracia racial, la describe como el dominio autoritario de un grupo racial hacia otro, que representa la mayoría de la población, pero en su seno se gobierna como un sistema democrático. A partir del concepto elaborado por Linz sobre regímenes burocrático-autoritarios, Guillermo O’Donell (citado por Collier, 1985), incluye en su análisis un abordaje socio-económico de este tipo de sistemas. Para él, el sistema burocrático autoritario es de carácter “excluyente” y con un marcado énfasis no democrático. Los actores principales de la coalición dominante son los tecnócratas de alto nivel –militares y civiles, dentro y fuera del Estado- que colaboran en estrecha asociación con el capital extranjero. Esta nueva élite elimina la competencia electoral y controla severamente la participación política del sector popular. El Autoritarismo Burocrático (AB), continúa O’Donell (citado por Collier, 1985), deriva de una compleja serie de reacciones a los problemas que surgen cuando se ha completado ya la fase de sustitución de importaciones de bienes de consumo. Esto ocurre cuando el mercado nacional de productos manufacturados simples está satisfecho y las oportunidades para la expansión industrial se limitan considerablemente. El AB varía con el tiempo y los países; sus principales características son: 1. La base social del estado AB es la alta burguesía. 2. En términos institucionales, se compone de organizaciones en las que tienen un peso

decisivo los especialistas en la coerción, así como aquellos cuyo objetivo es lograr la “normalización” de la economía. A las dos grandes tareas a las que se comprometen estos dos actores son a la restauración del “orden” en la sociedad por medio de la desactivación política del sector popular y la normalización de la economía por la otra.

3. Es un sistema de exclusión política de un sector popular previamente activo, que es sometido a controles estrictos con la finalidad de eliminar su función activa en la arena política nacional. Lo cual, se logra destruyendo o captando los recursos que apoyaban esta actividad. Exclusión que viene guiada por la determinación de imponer un tipo particular de “orden”, el cual se ve como condición necesaria para la consolidación de la dominación social que garantiza el AB. Este sistema pretende reiniciar un modelo transnacionalizado de crecimiento económico caracterizado por una distribución desviada de los recursos.

4. Exclusión que implica la supresión de la ciudadanía en el doble sentido antes definido. Y en particular la liquidación de las instituciones de democracia política y una negación de lo popular, prohíbe cualquier apelación a la población como pueblo y como clase. El AB se basa en la supresión de las dos mediaciones fundamentales: la ciudadanía y lo popular.

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5. El AB es también un sistema de exclusión económica del sector popular, en tanto que promueve un modelo de acumulación de capital muy desviado hacia el beneficio de las grandes unidades oligopólicas del capital privado y algunas instituciones estatales. Por lo que se incrementan las desigualdades preexistentes en la distribución de los recursos sociales.

6. Promueve la transnacionalización de la estructura productiva, de la que resulta una nueva desnacionalización de la sociedad, en que está de hecho contenida dentro del alcance de la autoridad territorial que el Estado afirma ejercer.

7. Por medio de sus instituciones se esfuerza por “despolitizar” las cuestiones sociales enfrentándose a ellas en los términos de criterios de racionalidad técnica supuestamente neutrales y objetivos; y que a su vez complementa la prohibición de invocar cuestiones de justicia sustantiva en cuanto se relacione con lo popular, pues se supone que ello introduce “irracionalidades” y demandas “prematuras” que interfieren en la restauración del orden y la normalización de la economía.

8. De forma general, el AB significa el cierre de los canales de acceso de la representación popular y los intereses de clase. Acceso que queda limitado a los que se encuentran en el ápice de las grandes organizaciones (tanto públicas como privadas), especialmente las fuerzas armadas y las grandes empresas oligopólicas. (O’Donell, 1985).

Autoritarismo visto desde la personalidad Dentro del concepto elaborado por Adorno (1969), la sumisión y la agresión resultan cruciales: por un lado la creencia ciega de la autoridad y la obediencia celosa a los superiores y por otro el desprecio a los inferiores y la disposición a atacar a las personas que se consideran débiles y que se pueden aceptar socialmente como víctimas. La sumisión autoritaria por sí misma contribuye grandemente al potencial antidemocrático, pues el individuo es particularmente receptivo a la manipulación de poderes externos a él. El autoritarismo se refiere a aquellas figuras de régimen que privilegian el mando radical, en menosprecio del consenso, negándole igualdad al ser humano y priorizando lo jerárquico. La ideología autoritaria se caracteriza por su concepción de desigualdad y de atribución antidemocrática. El autoritarismo está relacionado con dos dinámicas: el ejercicio del poder y la subjetividad de quienes son sometidos a ese poder y que se adhieren irracionalmente a esa autoridad. Según Erazo (2007) ese ejercicio de poder autoritario y antidemocrático se ha visto expresado de tres maneras: 1. A través de dictaduras unipersonales como la de Ubico y Estrada Cabrera. 2. Institucionales, a través de regímenes militares, y

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3. Regímenes antidemocráticos que responden a intereses y están al servicio de una clase social (oligarquía)

El autoritarismo se da a través de relaciones impositivas en diferentes espacios e instituciones como la familia, la escuela, la empresa, partidos políticos, etc. En donde entran en juego los procesos de socialización y las mediaciones culturales. Cuando se habla de una cultura autoritaria se está refiriendo a los valores, normas, sistemas de pensamiento, costumbres, creencias, mitos y ritos que rigen las acciones de los sujetos que son parte de esa cultura (Erazo.2007). El autoritarismo es el ejercicio extremo de las relaciones de poder que se dan a todo nivel. Como ejemplo paradigmático, Morales (2005), en su texto Autoritarismo e Interculturalidad, desarrolla una perspectiva analítica para explicar que, cuando los analistas internacionales se sorprenden de que el militar genocida Ríos Montt encuentre su mayor apoyo político en las masas indígenas de ex-patrulleros civiles que fueron forzados a matar a su propia gente durante el conflicto armado, como parte de una estrategia contrainsurgente, se debe a que no comprenden la dimensión de la cultura autoritaria. Cultura que valora al padre castigador y premiador que exige lealtades incondicionales, que tiene sus antecedentes conformadores en las distintas modalidades de dominación políticas, económicas y religiosas que adoptó la dominación española y criolla desde el siglo XVI, y que se vio rubricada durante el conflicto. “La sociedad es el producto de la interrelación de grupos sociales que coexisten en una dinámica de convivencia y conflicto dentro de un territorio determinado” (Zepeda, et.al. 2001: 28). Creemos que de acuerdo a esas relaciones sociales, sus leyes, normas y estatutos serán creados para dar cumplimiento a sus necesidades sociopolíticas para la regulación de sus actividades tanto individuales como colectivas, aceptando algunas y prohibiendo otras. Es por ello que las instituciones del estado, los grupos sociales y la comunidad han establecido los mecanismos de actuación para mantener un estado de convivencia a través de la legitimación de sus leyes que le apoyen al mantenimiento de la democracia que está en constante vinculación con las conductas, costumbres y valores de los ciudadanos que contribuyen a mantener el orden social o bien a actuar fuera de la ley.

2.8 ESTADO DE DERECHO Y DEMOCRACIA Siguiendo a Elías Díaz (1998) en su libro "Estado de derecho y legitimidad democrática" podemos decir que el Estado de Derecho (EDD) es la institucionalización jurídico-política de la democracia. El EDD por lo tanto, busca la legalidad y la legitimidad a través de un sistema de normas establecidas en coherencia con los valores de ese tipo de régimen político. De acuerdo con lo anterior, la razón de ser del EDD es la protección y la efectiva realización de los derechos fundamentales.

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Todo Estado al existir crea un derecho, produce normas jurídicas y las hace cumplir, con lo que organiza el todo social, define políticas y ayuda a resolver los conflictos surgidos en su seno. No puede haber Estado sin leyes. Pero no todo Estado es un Estado de Derecho; según el mismo autor, para que esto suceda tiene que haber un autosometimiento a su propio derecho, debe haber una regulación y un control equilibrados de sus poderes y de sus gobernantes a leyes creadas por amplio consenso popular. Según Díaz, el EDD, tiene determinadas características: 1. La ley, que impera sobre gobernantes y gobernados, habiendo sido creada por voluntad

popular de la mayoría. 2. División de poderes entre ejecutivo, legislativo y judicial. 3. Fiscalización de la administración pública, según lo dicten las leyes, en todos los órdenes y

niveles. 4. Protección de derechos y libertades fundamentales. Hay que precisar que el Estado no es un elemento de carácter natural, algo que surge espontáneamente y mucho menos, algo que sirve por igual a todos sus habitantes. Lo anterior nos lleva a reflexionar acerca de las leyes. La ley no es, lo mismo que el Estado, producto natural, sino convenciones y ordenamientos decididos por los grupos humanos. Pero siempre, en ese ordenamiento, hay un grupo que hegemoniza de acuerdo a sus propios intereses, haciendo que las leyes tengan el valor de universales imponiendo de esta manera, los propios intereses de dicho grupo. El equilibrio balanceado de los distintos poderes de una sociedad es la democracia. Según el análisis que nos propone Norberto Bobbio (2001) en su libro "Estado, Gobierno y Sociedad", democracia es la forma de gobierno en la que el poder es ejercido por el pueblo. Con ellos se diferencia de otras formas en las que el poder lo ejercen uno solo (monarquía) o unos pocos (aristocracia). La historia del pensamiento político, según nos dice este autor, está recorrida por la disputa en torno a la mejor forma de gobierno, en ese sentido hay argumentos en pro y en contra de la democracia. Aparece la idea de que la democracia es buena y deseable porque no es un gobierno de "hombres" sino de "leyes". El pensamiento político de toda la historia es una larga e ininterrumpida búsqueda de cómo limitar el poder; en ese sentido, la democracia, según plantea Bobbio en su recorrido histórico, es el mejor sistema político, porque el pueblo no puede abusar del poder contra sí mismo. Tal como se comprende la democracia formal, su principal expresión radica en la elección de gobernantes por medio del voto. Sin embargo, esta perspectiva es cuestionada desde la visión

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de la democracia social, cuyos elementos sustanciales son la igualdad en derechos y acceso a los beneficios del desarrollo. Desde otra perspectiva, Katz (2006) propone en su libro "El porvenir del socialismo", que la democracia es: a) un conjunto de mecanismos destinados a facilitar las decisiones políticas (incluye el voto ciudadano, la preponderancia de las mayorías y la vigencia de las libertades públicas), que permiten el funcionamiento de un gobierno representativo; y b) que lo anterior es sólo el componente operativo de un régimen caracterizado por la creciente ampliación de los derechos ejercidos por toda la ciudadanía, donde cuentan tanto los derechos civiles como los económicos y sociales. En ese sentido "democracia" es una ampliación de la ciudadanía. Ya sea como procedimiento o como forma de organización, continúa diciendo Katz, la democracia funciona siempre al servicio de los grupos de poder. Sus reglas no pueden cuestionar la estructura económica, que implica la propiedad privada de los medios de producción. Un sistema de filtros institucionales asegura la reproducción sin cuestionamientos de estas estructuras. Las reglas de juego de la democracia no son principios adoptados para asegurar el bien común sino normas tendientes a adecuar la estructura política a las exigencias de los poderes económicos. Por tanto, la democracia política que hoy conocemos como gobierno de las mayorías es más una actividad formal que real. El voto popular no asegura la verdadera toma de decisiones por parte de la mayoría, y sin embargo ha sido un privilegio para ser ejercido por todos los sectores sociales. Las mujeres y las minorías étnicas en muchos países acceden al voto después de la Segunda Guerra Mundial y luego de grandes controversias al respecto. Más allá de lo declamado por los poderes mundiales y su ideología que identifica democracia con progreso, en verdad la democracia representativa no ha sido algo tan habitual en los países desarrollados. No es cierto que la economía de mercado por fuerza conduzca a las democracias políticas, si no, no hubiera demorado tanto tiempo en "popularizarse" ese sistema. Además, el voto popular no significa poder de decisión real de las mayorías, pasa a ser un mero ritual y todo se resume en espectaculares campañas mediáticas cada cierto tiempo. Si hay diferencia en el acceso a la riqueza, continúa con su análisis Claudio Katz, más allá de la declaración formal de igualdad democrática y el derecho al voto cada cierto tiempo, no hay democracia real y termina por convertirse en un sistema donde reina la apatía de la ciudadanía con un irreconciliable divorcio entre gobernantes y gobernados. La democracia formal que levanta hoy el capitalismo ha funcionado sólo en los países dominantes, que como grandes potencias someten económica y políticamente a los países con

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economías emergentes, generándose lo que Katz denomina “democracias de baja intensidad”. En las actuales sociedades el funcionamiento de la democracia en gran escala implica un alto nivel de profesionalización que, en sí mismo, debe estar sujeto la vigilancia de la mayoría, o sea de los llamados controles democráticos. La representación puramente delegativa, si no hay contralor por parte de la mayoría, puede dar lugar a la burocratización, corrupción, impunidad y a comprometer finalmente, la gobernabilidad democrática. La importancia de este tema de los controles es fundamental para evitar los abusos de parte del Estado, pues como indica Díaz, el EDD en cuanto sistema jurídico organizado, lleva consigo la posibilidad de coacción/sanción institucionalizada para hacer cumplir su normativa. Dicho ejercicio está regulado por el marco legal general y en ese sentido, el Estado tiene el monopolio del uso legítimo de la fuerza. ¿Por qué traer al análisis y discusión el Estado de Derecho y la Democracia en un estudio sobre Imaginarios de Violencia y Memoria Histórica? Creemos importante hacer estas relaciones toda vez que si vamos a realizar un análisis de la violencia vista desde la memoria histórica y los imaginarios sociales, debemos elaborar un recorrido sociopolítico, cultural e histórico de la vida de los guatemaltecos a partir del año 1944 al momento actual. Ello implica develar pensamientos, sentimientos y acciones de la población, y que son manifestados a través de diferentes medios, sean éstos de comunicación social e históricos, y que ponen en evidencia lo que se sucedía en lo político, lo cultural y lo social.

2.9 MEMORIA HISTORICA Las relaciones sociales, con sus normas de funcionamiento, sus estructuras de poder y todas sus posibles desviaciones y exageraciones, se dan siempre en un marco histórico. La historia es la matriz donde se despliega todo lo humano. No hay ser humano sin contexto, sin un aquí y ahora, sin ubicación en lo concreto. La idea del ser humano en abstracto, fuera de la historia, no existe. Eso, definitivamente, es la historia: el universo de sentido, la configuración simbólica que nos condiciona-determina, lo que nos da identidad. La historia se vive, se hace, se sufre, y luego se cuenta. Pero es importante no olvidar que siempre la historia la escriben los que ganan. Por eso hay una historia oficial y una no contada, reprimida, paralela. La representación de ese pasado, de esa carga cultural que todos tenemos individualmente o como grupos sociales, es la historia. Pero como no se cuenta toda la historia en su versión ganadora, como no entran en el relato oficial los grupos sociales afectados por los procesos de invisibilización que se ejercen desde un determinado poder (las culturas colonizadas, las mujeres, diversas etnias, sectores pobres, entre otros), se hace necesario, entonces, recuperar esa historia eludida. A eso se le llama reconstrucción de la memoria histórica. Eso no constituye un mero esfuerzo de investigación sino que también y,

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fundamentalmente, requiere una toma de posición y una acción social orientadas a desmitificar estereotipos y verdades dadas, profundamente arraigadas en la cultura dominante. “La memoria es la facultad excepcional que poseemos los seres humanos de almacenar creencias, valores, doctrinas y acontecimientos que se han ido realizando en el transcurso de los siglos, y sin la cual no existirían las civilizaciones, pues gracias a ellas existe la historia” (Burgos, 2001: 27). Para Ricoeur (citado por Burgos, 2001), el problema de la representación del pasado no comienza con la historia sino con la memoria, ya que no radica en el registro que hace la historia sobre el pasado, sino en la memoria, como órgano de la representación del pasado. Es la memoria la que gobierna las representaciones de la historia pues goza del privilegio del reconocimiento. Y es sobre este privilegio que se hace necesario poseer una postura crítica, ya que debe preguntarse acerca de quién o quiénes ejercen la memoria y se atribuyen la tarea de construir una versión de los hechos pasados. Pero qué es la memoria, la memoria se adquiere y se trabaja, se forma a través de un proceso de aprendizaje que permiten realizar la rememoración (Cahiers, citado por Burgos 2001: 36). Memorizar es reconstruir, es un proceso individual y colectivo que omite y exalta ciertos pasajes de lo pasado. La memoria para materializarse y proyectarse en el tiempo y el espacio recurre a la transmisión, elemento que le otorga un carácter diacrónico, “es una trama más un drama, y establece lazos entre los muertos y los vivos… la transmisión desactiva lo efímero: es una empresa de construcción de la duración” (Debray, citado por Burgos, 2001: 28). Aunado a lo anterior, para Girón (2005), cualquier proceso de memoria se construye por medio de dos componentes básicos el recuerdo y el olvido. Dicotomía, que no hace referencia a una relación antónima, pues como explica este autor, un hecho olvidado, en un momento dado puede que se recuerde mediante imágenes, sentimientos, olores y otras sensaciones. Recordar y olvidar, configura prácticas, identidades, naciones… acto que, no necesariamente posee un carácter de veracidad. Alrededor del recuerdo y el olvido, para el caso de Guatemala, Girón (2005) considera que pareciera que se entretejieran dos proyectos distintos sobre cómo escribir la historiografía del pasado reciente de Guatemala y que han resultado en una trama de narrativas que circulan por distintos medios entre la sociedad, principalmente a través de los medios de comunicación, en especial las noticias. “Una primera propuesta de interpretación historiográfica es la que quiere recordar y saber qué pasó en el pasado para poder plantear alguna forma de construcción del futuro a partir del presente” (Giron. 2005: 3). A esta perspectiva él la denomina como presentista, en donde el presente se entiende a partir del pasado, ello requiere hacer historia del pasado. Dicho de otra

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forma esto promueve el desarrollo de la historicidad6, que prepara a los sujetos para entender el presente en clave del pasado (Carretero, 2007). La segunda propuesta, “quiere olvidar y no recordar aquellos hechos de violencia sucedidos durante el conflicto, o peor aún niega la atrocidad o la justifica como necesaria”, perspectiva que Arturo Taracena (2006) citado por Girón (2005: 3), denomina como negacionista, puesto que pone en duda o niega las razones y características del pasado reciente del país. Al respecto, Carretero (2007) considera que la historia se ha evaluado a través de distintos sistemas de valores y creencias. Por lo que para ciertos sectores sociales la comprensión del pasado se considera estratégica, mientras que para otros toda mirada hacia la historia supone la amenaza de quedar paralizado, lo cual se vincula con los “usos” que cada sociedad le dé a la historia en los que poder y saber se relacionan, de modo que la política es una dimensión constitutiva de la historia. Puede decirse entonces, que la memoria se construye a través de procesos de olvido y recuerdo que se transmiten a través del tiempo por medio de la tradición oral, del relato, y que configuran afectos, identidades individuales y colectivas del pasado, que intervienen en la edificación de la historia la cual, está ligada a la construcción de un relato que se despliega en el tiempo mientras va enhebrando hechos e identidades y que se escribe desde el último punto de llegada: el presente (Carretero, 2007). No debe olvidarse que la historia que se asume como el pasado de una colectividad, de una sociedad o de una nación, se circunscribe a una cultura dominante que es compartida, sostenida e interiorizada por la mayoría de sus componentes (Carretero, 2007: 21). La creación de los mismos Estado-Nación, han requerido escribir su historia oficial7 por medio de prácticas de negación, persecución, destrucción de pruebas físicas y simbólicas que pretenden desintegrar y olvidar relatos alternativos o paralelos del pasado. Un ejemplo paradigmático de lo anterior lo constituyen las versiones de las historias escolares de las naciones, donde la violencia se amortigua “bajo las suaves, plastificadas y alegremente ilustradas portadas de los libros escolares… las historias escolares encuentran significativas dificultades para superar la etapa narcisista del relato y acoger la llegada de otras voces; en particular, si emergen desde su propio interior. Esto implicaría reconocer esos rostros y

6 Al respecto de la historicidad, Carretero (2007:57) expone que es una capacidad que posee tanto una dimensión cognitiva como otra cultural, ya que supone un desarrollo intelectivo individual en el interior de un sistema complejo de construcción social del sentido. 7 Es necesario hacer una diferenciación entre historia y la historia oficial, que para Wertsch (1998) citado por Carretero (2007: 171), esta última debe considerarse como herramienta cultural, como un instrumento dispuesto para mediar, pero también para producir ciertos significados al servicio de un propósito determinado.

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competencias diversas (culturales, lingüísticas, educativas, comunicativas, y, al fin, humanas) en una clave distinta de la que asume la voraz apetencia de la asimilación cultural, bajo la forma de variadas traducciones y transposiciones, incluida –por su puesto- la didáctica” (Carretero, 2007: 22-23). Como se ha dicho, la memoria juega un papel fundante en la construcción de la historia, sin embargo, existen algunas diferencias importantes, pues son dos herramientas culturales diferentes que, no obstante, se vinculan a la misma necesidad: “contarse” (Carretero, 2007). Esta diferencia radica principalmente en que la historia se auto-constituye como una herramienta dentro del pensamiento científico social8, casi en contra de la memoria oral y la transmisión tradicional de narraciones comunes, distanciándose con pretensiones explícitas de objetividad y verdad, de ofrecer el registro de una historia objetiva y necesariamente única, consigna que fundamenta su carácter moral y su poder de legitimación. Mientras que la memoria colectiva, reclama a los grupos como identidades protagónicas de la historia, es decir los auténticos sujetos (ya sea pueblo, nación, ciudadanía, etc.) y asume su voz como parte de una misión. Estas dos formas de contarse/hacerse, se han acercado de un modo particular en los debates de las últimas décadas9, dando lugar a un desplazamiento de la historia a los terrenos de la cotidianidad y el acercamiento a identidades transversales, grupos minoritarios y subculturas. Así, historia y memoria se sitúan en relación con el pasado del cual las personas del presente son deudoras, uno que puede dejar de estar clausurado para volverse indeterminado y abierto (Carretero, 2007). La memoria histórica es el recuerdo selectivo de los hechos acontecidos en la historia, que necesitan ser recuperados, porque han sido ocultados intencionalmente y se espera ser develados. En la memoria histórica están presentes los actos conmemorativos, las fechas simbólicas cuyos aniversarios se celebran. Unidos a la memoria histórica pueden estar los monumentos (elementos del paisaje urbano) como calles, plazas, parques, cementerios, etc. Los usos públicos de la historia, parecen atraer un amplio número de grandes temas que desbordan a la historiografía y encienden las controversias públicas. Sin embargo, remarca Carretero “no se trata de todo ni de cualquier pasado, sino fundamentalmente, de una de sus categorías: la del pasado reciente… Este pasado que reflota, que revuelve, que no se resuelve es el que intentan asimilar las controvertidas discusiones en torno a los usos de la historia… al punto que su existencia parece atascar el fluir de los destinos históricos y nacionales” (2007:177). Cuestión que se debe según este autor, porque se trata de hechos que rompen los

8 Concepción que según Carretero (2007: 172) nace con la historiografía misma que data del clasicismo tardío y se refiere a un modo particular de organizar narrativamente el pasado. 9 Las razones que remarca Carretero (2007:173) para este acercamiento son: la crisis disciplinar ligada al concepto de objetividad, , el fin de la Guerra Fría determinó una reconfiguración de los paradigmas de la corriente marxista y ortodoxa así como la creciente pérdida de centralidad del Estado nación en tanto instancia de conformación del sentido social.

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marcos del proyecto imaginado de las sociedades estatales y contradicen los valores de los ciudadanos del presente. La construcción de imágenes del pasado resulta crucial en la formación de los imaginarios imperantes en una sociedad, donde la historia está presente, ya sea de forma explícita o brillando por su ausencia (Carretero, 2007). Este pasado reciente que marca, que nos marca requiere que los testimonios de personas, de sujetos subalternos, también tengan el poder de cuestionar el orden establecido. “Son este poder y esta capacidad los que precisamente enervan a quienes quieren mantener la historia tradicional de manera intacta, porque por muchos años ha sido “la historia”, la única historia” (Girón, 2008:4). Los "ganadores" en los conflictos sociales tienden siempre a invisibilizar, ocultar, deformar la historia, la verdad de los hechos, el discurso de los derrotados. La reconstrucción de la verdad histórica, sin mitos, sin fabulaciones, simplemente como relato objetivo de los hechos, es el proceso de recuperación de la memoria histórica. Es decir: no se trata de una toma de revancha por parte de los "perdedores" sino de la construcción de otra verdad, de una nueva verdad, la verdad de lo que por un tiempo quedó elidido, ocultado, escondido. Con independencia de la coincidencia exacta entre los hechos de la realidad y lo relatado sobre la realidad, lo importante a destacar es que la historia siempre es un relato, el cual se hace desde alguna posición. Como son los ganadores de una determinada contienda sociopolítica los que lo cuentan, la historia siempre tiene una versión oficial, y la otra, la no contada, la de los derrotados. No hay objetividad absoluta, eso no existe; pero al querer hacer un abordaje serio de los hechos históricos, hay que conocer las dos versiones: el relato de quienes ganaron, y la memoria que quedó entre los derrotados. Los "ganadores" tratan sistemáticamente de destruir la memoria de las actividades y la identidad misma de los opositores, el proceso de recuperación de la memoria histórica intenta ser una reapropiación de esa parte de la historia faltante. El concepto de memoria histórica pretende remitirnos, por tanto, a un sujeto abstracto (la sociedad, la humanidad) capaz de conservar en su seno la totalidad del pretérito que los seres humanos o científicos del presente deben descubrir. La historia no es memoria, por ser una Ciencia, interpreta y reconstruye. Es obra del entendimiento y del conocimiento, no se reduce a la memoria que puede ser parcial.

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Capítulo 2

MARCO METODOLÓGICO Para adentrarnos en el estudio sobre imaginarios sociales de violencia en Guatemala, y poder llegar a comprender y explicar esos ejes de articulación entre el pensamiento y la realidad social que permiten en cada momento histórico construir paradigmas propios, fue preciso utilizar recursos hemerográficos que, de una manera u otra, representan realidades sociales que permiten percibir y explicar los hechos en su conjunto de significaciones. En esa lógica, tomamos en cuenta, también, que los medios de comunicación construyen imaginarios sociales y, en este caso, imaginarios sociales de violencia. Asimismo se trabajó con la subjetividad de personas escogidas, a través de entrevistas y la observación de monumentos, entendiendo estos como plazas, parques, estatuas, grafitis, placas conmemorativas, viviendas, espacios urbanos, todos localizados en la ciudad capital. Consideramos oportuno revisar los principales diarios del país que, durante los períodos estudiados, representaban los hechos y voces de lo acontecido en los diversos grupos sociales, y especialmente, los grupos violentos, en el entendido que estos discursos periodísticos nos autorizan elaborar esos imaginarios sociales de violencia a partir de sus dimensiones ideológicas y culturales, fundamentadas en el pensar, sentir y actuar de nuestra sociedad. La periodización de los estudios históricos es una tarea minuciosa que debe responder a las necesidades concretas del objeto de investigación. En el caso de este estudio, se han hecho cortes cronológicos atendiendo a las lógicas políticas y culturales que corresponden a la percepción de rupturas y continuidades en la historia de Guatemala. Se ha considerado que los imaginarios sociales de violencia, tienen específica relación con eventos de manejo político del poder y el control social a través de sistemas de violencia que cambian la lógica en los distintos períodos, y en ese sentido, se ha priorizado la lógica de la violencia socio-política. Para llegar a lo anteriormente explicado, se identificaron tres períodos y tres cortes cronológicos: 1. Apertura Democrática: de 1944 a 1954. Este momento es marcado por el arribo a la presidencia del Doctor Juan José Arévalo luego de un largo período de dictadura, y la abrupta caída del gobierno del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán. Estos hechos tienen toda una lógica en lo político y lo social. A partir de los hechos violentos identificados es que hemos podido conocer, comprender y construir esos imaginarios sociales de violencia que a través del

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proceso histórico identifican y marcan el rumbo de la sociedad guatemalteca, desde esa y otras épocas remotas. 2. Conflicto Armado Interno y Militarización de la Sociedad: de 1954 a 1996. Con la caída del Gobierno del Presidente Arbenz y la ruptura de un período de 10 años de vida democrática en Guatemala, aparecen tanto la militarización del Estado, por un lado, como el movimiento armado, por otro. El conflicto armado sucede en un período en el que hubo elementos excepcionales de violencia, terror y muertes, mismo que tiene un significado especial para el estudio de los imaginarios sociales de violencia. Si bien el conflicto armado se demarca desde mediados de los 60, se incluye el sub-período de 1954-1960 en tanto es el antecedente inmediato y generador de la posterior época de guerra. 3. Post Conflicto: de 1996 a 2008. Este período comprende desde la Firma de los Acuerdos de Paz a la fecha. El principal evento que marca este corte es el fin del conflicto armado interno y los referentes políticos, sociales y culturales que dinamizaron el antes y después del mismo, así como la escalada de violencia que llega al momento actual. Este es un período que ha dado lugar a la producción de vasta literatura y, especialmente digno de mencionarse, porque en el mismo cobró cuerpo la Comisión de la Verdad y la Memoria Histórica –cuya creación había sido acordada años atrás en las negociaciones de paz– que relata una de las épocas más violentas de la vida de Guatemala. No está de más indicar que el estudio priorizó la noticia urbana, tomando en cuenta que lo rural, frecuentemente, se invisibiliza y que los medios de comunicación utilizados tienen una tendencia a lo urbano. Para este fin los recursos de búsqueda fueron: a. Hemeroteca: esta fuente fue base para el estudio. Se constituyó en una fuente serial, con el mismo formato, que ofreció información para cada uno de los períodos señalados. Esta búsqueda primaria de los hechos a través de su discurso y relación del hecho violento, permitió ir nutriendo los fundamentos para la formación de esos imaginarios violentos. Periódicos utilizados: Nuestro Diario, Prensa Libre y El Imparcial. Secciones: noticias de Portada y Editorial. De las noticias de portada y los editoriales, recogidos un lunes del mes, se construyeron las fichas de información hemerográfica. Se escogió el día lunes para la búsqueda y estudio de las noticias debido a que en años anteriores no había prensa dominical, y la del día lunes recogía los acontecimientos sucedidos durante el fin de semana. Asimismo, en la actualidad, el día lunes es cuando más se vende la prensa y por consiguiente, la noticia fluye más. De esta revisión y estudio de los periódicos se desprendieron, aproximadamente, 2,500 fichas.

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b. Entrevistas como fuentes orales: se identificó a diferentes personas para entrevistar. Algunas de estas personas representaron el pensar y sentir de sujetos de la vida política del país, personas con diversos pensamientos, tanto de izquierda como de derecha de la sociedad guatemalteca, profesionales algunos, estudiantes otros en el momento que se estaba investigando, personas de la sociedad guatemalteca, trabajadores que vivieron diferentes momentos de nuestra historia reciente. Asimismo, también se tomaron en cuenta personas que no tienen ni tuvieron ninguna participación política. La mayoría de personas fueron escogidas por su perfil de vida, y además, porque estuvieron dispuestos a brindarnos su percepción acerca de la violencia en Guatemala, desde diferentes perspectivas de nuestra sociedad. La muestra de entrevistas para el período democrático fue de 10; el período de post conflicto estuvo constituida por 10 personas, con las siguientes características: que hubiesen vivido durante ese período, que tuviesen alguna información al respecto, que hubiesen sido presenciadores y/o participantes del suceso. Asimismo, se escogió a personas de diferentes estratos socio-económicos, etnias, sexos, edades y escolaridad. La muestra para el período actual estuvo constituida por 13 entrevistados, con las características antes mencionadas. Técnica utilizada para la entrevista: se elaboró un cuestionario guía, con preguntas abiertas, para cada uno de los períodos. La entrevista fue directa y dirigida en la mayoría de casos. Por las características de las personas, unas entrevistas resultaron ser muy amplias y otras fueron consistentes, pero breves. Algunas alcanzaron más de hora y media y otras fueron de cincuenta minutos, aproximadamente. c. Fuentes Físicas: estuvieron constituidas por la observación de monumentos, edificios y plazas de la ciudad capital, así como pintas u otros gráficos públicos que hablan acerca de lo que vive, piensa y siente la sociedad guatemalteca, desde diferentes estratos y posiciones. d. Paneles de Expertos: sirvieron para poner en discusión los elementos del marco teórico y metodológico. Tuvieron un carácter pluridisciplinario, en el que participaron profesionales de diferentes disciplinas a quienes les ha interesado y han trabajado en la discusión del tema de violencia. Hubo un psiquiatra, un odontólogo, un historiador, varios sociólogos y psicólogos, una arquitecta, un pastor evangélico, entre otros. Procedimiento de análisis Para el análisis hemerográfico y de las entrevistas se tomaron como principios fundamentales los cuatro campos diferenciados de construcción de los imaginarios sociales que configuran la violencia y que Pintos (1994) establece: Operaciones, Ámbitos, Símbolos y Víctimas-Verdugos.

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El equipo investigador aumentó un quinto campo, el cual se orienta a la temporalidad, por considerar importante analizar el hecho noticioso desde esta perspectiva. En el campo de las Operaciones se tomaron como elementos del pensamiento a identificar en la nota de información de la noticia: el excluir, el discriminar, el dominar y el agredir, todos los anteriores, como aspectos que producen hechos violentos. El excluir implica “un dentro y fuera”; el discriminar conlleva “una diferenciación” de raza, género, ideas, creencias, etc. El “dominar” conlleva una relación “asimétrica” entre personas. Y por último el agredir, es el resultado de las operaciones anteriores. Los indicadores en mención se han entendido como la forma en que se ejecuta la violencia, internalizada y/o comprendida a través de operaciones intelectuales. Las operaciones fueron clasificadas como acciones o inhibiciones. Las acciones son conductas activadas y las inhibiciones se convierten en operaciones que limitan y privan la acción con la no denuncia, el encierro, el silencio, la no participación, entre otros. El campo de los Ámbitos está relacionado con los múltiples escenarios en que se desarrolla el suceso o hecho, desde el público hasta el privado, apareciendo acá el Estado y la calle. El ámbito privado se sostiene sobre la sociedad y es aquél en el cual tienen predominio los intereses privados. Cuándo éste es violentado requiere ser expuesto en el ámbito público. El campo de los Símbolos está vinculado con la “propia historia” y la cultura que ha establecido en momentos y situaciones determinadas esos “símbolos” para cada grupo de personas, legitimando así su actuación, representando, la mayoría de veces, el ejercicio del poder. Los símbolos pueden darse de manera verbal y no verbal. El campo de las Víctimas y Victimarios (verdugos) que propone Pintos está integrado por aquellos sujetos que aparecen en la noticia y que son actores de la misma. Para identificar víctimas y victimarios antes deben de ser identificados los actores y luego tipificarlos. Pintos (1994) indica que cada momento histórico presenta quiénes son los fuertes y ejercen el poder y quiénes son los débiles, en ese sentido se irán configurando los imaginarios sociales de violencia. El campo de la temporalidad: este campo fue propuesto por los investigadores, toda vez que se considera que los imaginarios de violencia se configuran y ocurren en un tiempo y espacio determinado: segundos, minutos, horas, días, meses, años, décadas, siglos y eras, mismos que reproducen la vida social, configurando así el pasado, presente y futuro y por ello, el por qué de las relaciones socio-históricas. Una muestra de las fichas hemerográficas fue transferida sintéticamente a una tabla; posteriormente fueron estudiadas y analizadas para la construcción y formulación de los imaginarios sociales de violencia. Asimismo se trabajó esta información a nivel cuantitativo (análisis porcentual), base para formular una explicación cualitativa de los hechos de noticias.

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La presentación de esta información se hace a través de Diagramas de sectores y Tabla de barras. Se realizó un análisis psicosocial crítico de la noticia de prensa, confrontando los hechos históricos que se presentan en los antecedentes de cada uno de los períodos estudiados, con la noticia recogida en los diarios. Las entrevistas, también, tuvieron un análisis psicosocial crítico a la luz de tendencias, incidencias, coincidencias y diferencias de las respuestas, tomando como base la procedencia y actuación del sujeto entrevistado. El análisis de las entrevistas se enmarca y relaciona con los fundamentos teóricos que sustentan este estudio. Se realizó, también, un análisis integrado y vinculado de los hallazgos y subjetividades de las noticias de prensa con las percepciones y subjetividades de los entrevistados. Ello nos permitió ir comparando y construyendo los imaginarios sociales de violencia. Para el análisis de monumentos se tomó en consideración un análisis psicosocial crítico y algunos referentes teóricos del estudio.

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Capítulo 3

ÉPOCA DEL PROYECTO REVOLUCIONARIO: 1944-1954 1. INTRODUCCIÓN El investigador Piero Gleijesses, como profesor estudioso de política exterior, refiere la caída del Segundo Gobierno de la Revolución en Guatemala como “la esperanza destrozada”, o como dijera Cardoza y Aragón en su obra “La Revolución guatemalteca” (Cardoza. 1955:22): “diez años de primavera en la tierra de la eterna tiranía”. Previo al período democrático estuvo en el poder en Guatemala el General Jorge Ubico Castañeda, quien contaba con el apoyo estadounidense y era percibido como el caudillo que podía mantener el control del país en una época de recesión mundial. Esta recesión había provocado igualmente la instauración de regímenes análogos en Centroamérica y el Caribe. Con ocasión de las elecciones de 1944 Ubico pensaba reelegirse por tercera ocasión, situación que generó una oposición latente de parte de la ciudadanía. Asimismo, la Embajada estadounidense instó al dictador a dejar el poder. En junio de 1944 eminentes personajes de la vida nacional enviaron al dictador una nota, con 311 firmas, en la que se exigía el restablecimiento de las garantías que habían sido suspendidas. Ello conllevó una serie de manifestaciones en protesta contra Ubico pidiéndosele su renuncia. El Gobierno reprimió con violencia las actividades y el 25 de junio de 1944, con ocasión del desfile magisterial, se provocaron graves incidentes, muriendo varias personas, entre ellas la maestra María Chinchilla, hecho que fue la gota de agua que rebalsó el vaso de la paciencia popular. El clima de violencia y tensión continuó, aunque era difícil creer que 14 años de dictadura dieran lugar al desafío de la ciudadanía, procediendo a cerrar negocios, oficinas, tiendas, oficinas de prensa y gasolineras. Llegó a tal grado la presión que el 1º de julio de 1944 se produjo la renuncia del General Ubico, sin haber recibido éste el apoyo de la Embajada estadounidense en nuestro país, hecho que el dictador vio como un desaire. Aún así, nombró a tres generales para que integraran la junta militar que asumiría atribuciones absolutas, misma que fue integrada por los generales Federico Ponce Vaides, Eduardo Villagrán Ariza y Buenaventura Pineda. Ponce Vaides, presidiendo la junta militar, prometió elecciones libres y permitió la formación de partidos políticos y sindicatos, siendo así que el Doctor Juan José Arévalo se presentaba como

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el principal contendiente, contando con el apoyo para la presidencia de los sectores de maestros y estudiantes universitarios. Por otra parte, Ponce Vides, quien también aspiraba a la presidencia, “explotó el miedo de los ladinos a una rebelión india” (Gleijeses, 2004. p.21). Había trasladado a la capital, camiones repletos de indígenas para desfilar en su apoyo. Las tensiones aumentaban, dándose diversos actos violentos, tanto así que el 1º de octubre fue muerto el Director del Diario El Imparcial. Por otro lado, una conspiración de oficiales jóvenes, encabezada por Jacobo Arbenz Guzmán y a la que en su última etapa se unió el mayor Francisco Javier Arana encabezando la sublevación de la Guardia de Honor, concluyó con la deposición del régimen de Ponce -quien para entonces ya había disuelto la junta militar-. Así, el 20 de octubre de 1944 se estableció la Junta Revolucionaria de Gobierno, triunvirato cívico-militar integrado por Jacobo Arbenz, Francisco Javier Arana y Jorge Toriello Garrido. No obstante habían cambiado algunas condiciones políticas, el 22 de octubre de 1944, dos días después de la revolución, un grupo de indígenas kaqchiqueles pretendió sublevarse contra la Junta Revolucionaria en el municipio de Patzicía, aclamando al depuesto General Ponce Vaides. Según estimaciones, 900 indígenas fueron muertos, sin que algún sector de la sociedad guatemalteca, en medio de la inestabilidad que atravesaba el país, cuestionara lo sucedido (Gleijeses. 2004). El 15 de marzo de 1945, el Doctor Juan José Arévalo, triunfador de las elecciones de diciembre de 1944, asume la Presidencia tras derrotar al candidato del antiguo régimen, Adrián Recinos, habiendo obtenido el primer lugar con el 85% de los votos de entre los hombres que sabían leer y escribir, quienes eran los únicos facultados para votar, en una época en que “...el 2% de los terratenientes eran dueños del 72% de la tierra cultivable; menos del 1% de la tierra estaba cultivada...” (Gleijeses, 2004:30). El mandato democrático de seis años de Juan José Arévalo se vio marcado por un sistema multipartidista, desarrollo de sindicatos, el derecho al voto, las autonomías universitaria y municipal y la apertura de espacios a la mujer para su participación política y cívica. Sin embargo el sindicalismo del área rural fue restringido. Arévalo simpatizaba con las aspiraciones de la población rural, no obstante que la población indígena del campo era ajena al centralizado sistema político y a la nueva élite gobernante. Por otra parte, la clase alta del campo se oponía a los cambios propuestos por el nuevo régimen. Dos fuerzas empujaron a Arévalo a promover reformas sociales en el país: la Federación Sindical de Guatemala (FSG) y la Confederación de Trabajadores de Guatemala (CTG), y aunque no dejó de existir cierta reticencia gubernamental, se lograron victorias importantes: el

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Código de Trabajo, sancionado el 1º de mayo de 1947, y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), constituido en enero de 1948 como un ente autónomo y competente. En general, los años de gobierno arevalista reconocieron a la población guatemalteca libertades civiles y políticas nunca antes experimentadas en Guatemala, mismas que incluían la libertad en el ejercicio del voto y de expresión. Durante este período no se aplicó más el trabajo forzado ni la ley contra la vagancia, rigiéndose así la sociedad por la nueva Constitución, vigente desde el mismo día que Arévalo tomó posesión. De esa forma, la nueva administración hizo esfuerzos por llevar la educación al campo, afirmándose que la población indígena era guatemalteca, y todos los indígenas eran ciudadanos, cuestiones vedadas para los pueblos mayas en regímenes anteriores. Durante este período presidencial hubo significativos aportes a la educación, a la cultura, a la salud y a las artes. Fueron creadas la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala, la Dirección General de Cultura y Bellas Artes, el Instituto de Antropología e Historia; tuvieron lugar la construcción de la Biblioteca Nacional y del Archivo General de Gobierno, de la Ciudad Olímpica, el Edificio del Conservatorio Nacional de Música. Igualmente se da la reorganización del Ballet Guatemala, del Coro Nacional y de la Orquesta Sinfónica. En esta época se desarrolló la organización sindical: en 1951 había aproximadamente 400 sindicatos y 100,000 trabajadores afiliados a las confederaciones laborales (Historia Sinóptica de Guatemala, 1999). Hubo también polarizaciones y una gama de posiciones políticas que identificaban a la oligarquía tradicional, así como los baluartes conservadores de la Iglesia católica y el ejército, habiéndose superado, al menos, 28 intentos de Golpe de Estado. No obstante ser un gobierno democrático, el del Doctor Arévalo, fue criticado por su intolerancia hacia la prensa y por el intento de promulgar la “Ley Mordaza” en contra de la emisión del pensamiento, asimismo por la muerte del mayor Francisco J. Arana, la cual fue producto de la permanente actividad conspiradora de éste, en contra del régimen democrático. El primer gobierno de la Revolución se caracterizó por ser democrático y con visión de futuro social para la niñez y la juventud. No hubo préstamos del extranjero y el país salía progresivamente de la miseria aldeana en que estuvo durante la dictadura (Despacho Presidencial, 1998). El Presidente Arévalo entregó al Coronel Arbenz un gobierno sólido, con bases populares que se habían fortalecido frente al acecho de los sectores reaccionarios de poder, liderados por la

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Iglesia católica, la oligarquía tradicional y con el apoyo de la Embajada de los Estados Unidos en Guatemala. Así, el legado que recibió Arbenz era de un país “...con finanzas equilibradas y un gran programa de obras públicas en marcha” “Fuimos un gobierno democrático socialmente y culturalista” (Despacho Presidencial, 1998:527). Tras el proceso electoral de diciembre de 1950, en que resultó electo con el favor de más del 70% de la población apta para votar, el segundo gobierno revolucionario, el del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, tomó posesión el 15 de marzo de 1951, representando una nueva etapa de cambio; fue una administración más pragmática y más radical que la de su antecesor, ya que era primordial apresurar la satisfacción de necesidades en el sistema socioeconómico del país. Durante su propio discurso de toma de posesión, decía: “Nuestro gobierno se propone iniciar el camino del desarrollo económico de Guatemala, tendiendo hacia los tres objetivos fundamentales siguientes: Convertir nuestro país de una nación dependiente y de economía semicolonial, en un país económicamente independiente; convertir a Guatemala de país atrasado y de economía predominantemente semifeudal en un país moderno y capitalista, y hacer que esta transformación se lleve a cabo en forma que traiga consigo la mayor elevación posible del nivel de vida de las grandes masas del pueblo” (Discurso Presidencial, 1951). María Vilanova de Arbenz, esposa del Presidente Jacobo Arbenz, resume los objetivos del gobierno de su esposo así: “A. Liberar al país económicamente. B. Transformar la economía nacional hacia un capitalismo moderno. C. Terminar con las relaciones semifeudales de producción en el campo. D. Distribuir la riqueza nacional en forma más equitativa”. “...Salta a la vista que sus objetivos no eran contrarios a las aspiraciones de todos los pueblos del mundo” (Vilanova de Arbenz, 2000:59). Uno de los más importantes y álgidos puntos que el Presidente Arbenz presentó al Congreso Nacional, en marzo de 1952, fue el primer proyecto de ley de la Reforma Agraria, el cual tuvo poca acogida, excepto entre los trabajadores. Este documento fue encendedor de pasiones, miedos y esperanzas. La élite terrateniente representada por la Asociación General de Agricultores (AGA) respondió con “dolor e ira” presionando a Arbenz el retiro del mismo, aduciendo que “era una ley totalitaria” que era “el robo más monstruoso jamás perpetrado por gobernante alguno en nuestra historia” afirmando que “la inmensa mayoría del pueblo guatemalteco, rechazaba categóricamente los orígenes comunistas de esa ley. La iglesia y la prensa apoyaron a la AGA, pero Arbenz no cedió (Gleijeses, 2004). Bajo el Decreto 900, dicha ley fue aprobada por el Congreso de la República el 17 de junio de 1952, con el apoyo de confederaciones obreras.

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“El objetivo del decreto 900 era cumplir los preceptos constitucionales que protegían la propiedad privada, pero que al mismo tiempo le daba a ésta un carácter social. “Bajo este principio hago la salvedad de que todas las expropiaciones que hizo el Estado fueron sujetas a pago en efectivo y de acuerdo con el precio que sus propietarios tenían declarado. Sin embargo, habiendo indemnizado a cada uno de los propietarios se acusó reiteradamente que el decreto 900 era de tendencia comunista...” (Vilanova de Arbenz, 2000:62). En esa época no se pretendía un estado comunista, Guatemala debía pasar por el capitalismo, según afirma Guerra Borges en una entrevista, y éste debía ser planificado. Arbenz estaba a punto de emprender el primer plan de desarrollo global en Guatemala, Sus argumentos plasmados en un pronunciamiento en abril de 1951, iban orientados hacia que “toda la riqueza de Guatemala no vale lo que valen la vida, la libertad, la dignidad, la salud y la felicidad del más humilde de sus ciudadanos”. “Debemos distribuir esas riquezas para que quienes tienen menos, y que son la inmensa mayoría, se beneficien más, mientras que quienes tienen más, y que son tan pocos, también se beneficien, pero en menor medida” (Gleijeses, 2004:156). Una vez aprobado el Decreto 900, se dio la operacionalización muy bien planificada, pero no fue fácil para los campesinos resistir las maniobras y la propaganda de los terratenientes. La distribución de las fincas nacionales inició en agosto de 1952 y en enero de 1953 Arbenz firmó los primeros cuatro decretos de expropiación de fincas particulares. Hubo errores y excesos de los Comités Agrarios Locales, a veces perpetraron actos violentos en contra de los dueños de fincas y en otras ocasiones algunos campesinos se apropiaron de los terrenos de sus vecinos con mejores condiciones y salieron a relucir viejas tensiones entre comunidades. Hubo enfrentamientos entre grupos campesinos de San Pedro Ayampuc, San Vicente Pacaya, San Pedro Yepocapa y San Juan La Ermita, en donde se dieron varias muertes (Gleijeses, 2004). La prensa de oposición señaló, aunque exagerando, las olas de violencia que azolaban en las zonas rurales. En junio de 1954 más de 560,000 hectáreas habían sido expropiadas, una cuarta parte de toda la tierra cultivable en Guatemala. Se estima que unas 100,000 cabezas de familia recibieron tierras; con ellas también iban los créditos agrícolas con bajas tasas de interés del 4% anual, en préstamos de un año y los mayores con un interés del 6% anual, préstamos que, con anterioridad, habían sido inexistentes para el sector indígena, y así mismo, la capacitación en el trabajo. Un informe de la Organización de Estados Americanos señala: “El éxito de la política de créditos agrícolas no fue menos impresionante que el de la política de redistribución de la tierra” (Gleijesses, 2004:164). Este informe daba a conocer que la experiencia en Guatemala

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no tenía precedentes en América Latina, incluso, la Embajada de Estados Unidos informó, en agosto de 1953, que la producción de maíz había aumentado en un 15%, igualmente la producción de otro tipo de alimentos: el arroz había aumentado un 74% y el trigo un 21%. Así mismo, en este mismo marco de desarrollo, se dio inicio a una campaña de alfabetización y la asistencia técnica a través de la Oficina de Programas de Protección Agrícola y de publicaciones como “El Campesino”, haciendo esfuerzos educativos por medio de la red de los Comités Agrarios Locales. A través de la dinámica del decreto 900, tanto trabajadores rurales como pequeños agricultores participaron en actividades sindicales; hubo disminución en la reserva de mano de obra y subieron los salarios del sector agrícola. Si hubo injusticias en algunas expropiaciones no representaron nada en comparación con las injusticias masivas corregidas. En algunas oportunidades hubo quejas de campesinos hacia la policía nacional y, en esos casos, se amonestó a los jefes de policía y se redujeron los abusos debido a la presión y a la destitución de policías de parte del gobierno. Solamente en las últimas semanas del régimen de Arbenz, aumentó la violencia en zonas rurales, incitada por la radio clandestina y sujetos que seguían órdenes de la CIA y el gobierno norteamericano. El programa de obras públicas de Arbenz fue otro componente que molestó a Estados Unidos, éste estaba orientado hacia los siguientes aspectos: a) la construcción de una red de carreteras, capital con costa sur y la línea férrea hasta Puerto Barrios; b) la construcción de un puerto en la Bahía de Santo Tomás en la costa del Mar Caribe; y c) la construcción de una hidroeléctrica; eran proyectos en los que no se consideraba la contratación de compañías estadounidenses. Dicha molestia devenía, sin lugar a dudas, de los intereses empresariales de la potencia del Norte. Durante el gobierno arbenzistas el PGT permaneció aislado en América Latina y todos los partidos comunistas habían sido debilitados por la guerra fría y la respectiva represión. No había contacto con partidos comunistas europeos, y no obstante, había invitaciones para asistir a reuniones, no existían fondos para sufragar gastos, los comunistas cubanos fueron quienes durante esos años sirvieron alguna ayuda, pero al final de cuentas la comunicación con otras organizaciones similares era casi nula. Se ha sabido que Arbenz mantuvo muy bien al ejército durante su período y, aún más, que Arévalo también lo hizo, a través de buenos salarios, cooperativas militares y con puestos de gobernadores departamentales, “...Arbenz mal crió al ejército para conservar su lealtad” (Gleijeses, 2004:209). La aceptación del decreto 900 por parte del sector militar, podría explicarse en función que, ésta no afectaba a este sector porque no eran grandes terratenientes, pero sí benefició a algunos con “parcelas en usufructo vitalicio” (Gleijeses, 2004:210).

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Los partidos de oposición a Arbenz y la prensa jugaron un papel agresivo, fueron inmoderados y abogaban por el derrocamiento del gobierno arbenzista existiendo poca intervención de éste y mucha libertad de prensa. Por parte de la clase alta y terrateniente no hubo lucha frontal y carecían de apoyo popular, es así que buscaron apoyo extranjero a través de las embajadas norteamericanas, pero en verano de 1953 aún los estadounidenses “no estaban preparados para apoyar un golpe” (Gleijeses, 2004:227) al gobierno guatemalteco. Por otra parte, Castillo Armas e Ydígoras Fuentes visitaban a Somoza, a Rossell Arellano y a Trujillo para obtener sus favores y ser “salvadores de Guatemala”. Desde Nicaragua en 1952, Somoza al regreso de un viaje a Estados Unidos decía: “Denme las armas y les limpio a Guatemala en un abrir y cerrar de ojos” (Gleijeses, 2004:237), más tarde Mara, Asistente Militar adjunto de Truman fue convencido por Somoza de que si recibía las armas “...él podría organizar el derrocamiento de Arbenz; juntos habían decidido qué armas se necesitarían” (Gleijeses, 2004:238). Mara presentó un informe a Truman y éste dio instrucciones a la CIA (Walter Bedell Smith) para su ejecución. La amenaza externa para Guatemala era constante y no se sabía de dónde vendría. Por otro lado, Cabot, un alto funcionario de la CIA para América Latina, estaba enterado de la conspiración contra Arbenz desde septiembre de 1953, sin embargo, en marzo de 1954 Cabot fue sustituido por Holland, pero éste no le dijo nada al respecto a su sucesor. En un momento dado, Holland, habiéndose enterado del plan, quiso renunciar pues dudada que se pudiera ocultar el papel de los Estados Unidos en esta invasión, pero luego pensó en la amenaza comunista en Guatemala, justificando con ello la intervención estadounidense. La oposición inicial de Holland hizo que se le excluyera del grupo cerrado que supervisó la intervención. La desestabilización previa a la invasión fue de todo tipo, pero más de tipo psicológica a través de la prensa y campañas desestabilizadoras. El presidente de Estados Unidos, Eisenhower, recordó a la gente de la CIA que no se debía de dar la impresión de estar haciendo un llamado abierto para la intervención. Pero igual que el gobierno estadounidense, aliados como la United Fruit Co, Trujillo y Somoza estaban deseosos por una intervención. A Trujillo le hicieron de lado porque no tenía fronteras y su ayuda no tenía mayor importancia. Una serie de intereses se manejaban alrededor de la intervención, Castillo Armas e Ydígoras Furentes deseaban encabezar el movimiento, habiéndose escogido a Castillo Armas por ser el “más complaciente”, según palabras de Ydígoras Fuentes. En octubre de 1953 llegó a Guatemala un nuevo Embajador estadounidense, Peurifoy, quien manejó una política descarada en contra del gobierno guatemalteco, en apoyo al complot que se preparaba desde afuera. Por otra parte, miembros del senado norteamericano abogaban

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por sanciones económicas en contra de Guatemala, especialmente lo referido al precio del café. En marzo de 1954 se celebró la X Conferencia Interamericana de Caracas, en la cual se expresó la preocupación de Eisenhower por el bienestar de Latino América y atacó el comunismo que amenazaba el hemisferio. Este discurso iba dirigido para Guatemala y en ese sentido, Guillermo Toriello, Ministro de Relaciones Exteriores que representaba al Gobierno de Guatemala, respondió subrayando la amenaza de Estados Unidos en la soberanía de los países, era la primera vez que una república bananera se atrevía a “desafiar a los Estados Unidos” (Gleijeses, 2004:282). A partir del 9 de abril de 1954, la relación entre Iglesia y Gobierno dejó de existir, Monseñor Rossel y Arellano decía que el pueblo debía levantarse contra del enemigo de Dios y de la Patria; al mismo tiempo otros guatemaltecos se entrenaban en campamentos militares de la CIA en Honduras y Nicaragua y preparaban la invasión. Por esas fechas, Al Hjaney fue traído por Estados Unidos de Seúl para que fuera el conductor de la acción en contra del gobierno de Arbenz, habiendo servido, desde Honduras, de plataforma para la invasión a Guatemala. La desestabilización del gobierno arbenzista fue constante previa la invasión. Montaron una radio clandestina desde donde lanzaban mensajes antigubernamentales, llamando al levantamiento. La presión psicológica a través de campañas en contra del gobierno hacía insostenible la situación. La intolerancia norteamericana fue cada vez mayor en contra del Presidente Arbenz. Todavía el 1º de junio de 1954, Arbenz convocó a una reunión de oficiales con el fin de fortalecer la moral de éstos, sin embargo, les vio inquietos y escépticos, les invitó a que le presentaran por escrito sus preguntas; éstas estaban orientadas hacia el comunismo, tema candente y que les inquietaba, no obstante, tanto Arbenz como el Secretario del PGT no comprendieron la insatisfacción de los oficiales. La invasión y el ataque armado era inminente contra Guatemala, el Embajador hondureño en Guatemala salió para Honduras con todas sus pertenencias y los rumores eran de todo tipo. El 26 de mayo, un avión C-47 sobrevoló el territorio guatemalteco distribuyendo volantes los cuales indicaban que la liberación de los guatemaltecos estaba próxima. Otros aviones también volaron sobre la capital lo cual indicaba que estaban midiendo el terreno. Previendo el Presidente Arbenz lo que pasaba, realizó una compra de armas a Checoslovaquia, lo cual fue todo un periplo el recibo de las mismas. El tren que llevaba a la

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capital las armas checas, desde Puerto Barrios, fue atacado el 20 de mayo y como éste hubo otros intentos de sabotaje de trenes los días 21 y 22 de mayo. Otra forma violenta de guerra psicológica y agresión contra el gobierno de Arbenz fue la distribución de volantes por las noches indicando a la población que preparara sus listas de comunistas. Por parte del Ministro de Relaciones Exteriores, Guillermo Toriello, hubo intentos de realizar un pacto de amistad y no agresión con Honduras, sin embargo, la propuesta fue rechazada; igualmente, pidió conversar con Estados Unidos pero éstos lo que deseaban era la salida de Arbenz. Hubo traiciones y deserciones. El piloto más experimentado de Guatemala, Coronel Mendoza, se unió el 5 de junio de 1954 a las fuerzas de Castillo Armas y piloteó uno de los aviones que atacaron el territorio guatemalteco en el momento de la invasión. El 8 de junio de 1954 fueron suspendidas las garantías constitucionales. La situación era insostenible, los medios de comunicación internos de oposición debieron cesar sus ataques y se dio una serie de arrestos de conspiradores en contra del gobierno. En Estados Unidos esto provocó alboroto y aprovecharon, para de manera abierta, señalar que el gobierno de Arbenz, infiltrado por comunistas, era una amenaza para las Américas. La guerra de noticias fue constante y la prensa daba información contradictoria. El Presidente Arbenz renunció el 27 de junio de 1954. Las tropas invasoras fueron constituidas por 250 mercenarios guatemaltecos que contaron con el apoyo de la CIA y el gobierno estadounidense de Eisenhower; el Presidente Arbenz decidió no armar a los civiles, no obstante que tenía las armas no quiso atacar, para no derramar sangre, aunque algunos grupos le reprochaban no haber defendido la revolución. A la caída del régimen del Coronel Arbenz, siguió una serie de Juntas Militares de Gobierno integradas por miembros del ejército y del grupo liberacionista, opuestos a Arbenz. Fue el 3 de julio de 1954 que el Coronel Castillo Armas ingresó a territorio guatemalteco, iniciándose un régimen de persecución y violencia que establecería las condiciones futuras de intolerancia que darían lugar, seis años más tarde, a los primeros grupos insurgentes dentro de la institución castrense y con ello se frustró la vida democrática en Guatemala que duró únicamente 10 años.

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2. ANÁLISIS DE LAS ENTREVISTAS

2.1 Sistematización El período democrático de 1944 a 1954 constituye uno de los más importantes de la historia de Guatemala, al dejar atrás años de dictaduras militares que mantuvieron a la sociedad en un estado de tiranía y represión, lleno de violencias, desigualdades, discriminación y control social. No quiere decirse con ello que en estos diez años de vida democrática las cosas cambiaron radicalmente, pero sí hubo esfuerzos importantes porque así fuera. Sin embargo, el constante acoso hacia el Presidente Arévalo y la caída del Presidente Arbenz e intervención estadounidense, en julio de 1954, terminaron con los logros alcanzados y los cambios que se empezaban a ver. Para referirse a este período y entender cómo se expresaba ahí la violencia hemos entrevistado a 10 personas, cuya edad oscila entre 65 y 95 años, quienes fueron seleccionados de una manera intencional por haber vivido esa época y tener diferentes puntos de vista y pensamiento sobre la misma. Eran, en ese entonces, estudiantes, maestros, profesionales, participantes de la política, funcionarios públicos y/o ciudadanos. No ponemos sus nombres sino sólo el número que los identifica. Para fines de la entrevista se preparó un cuestionario con preguntas generadoras, que son las que se formularon a los entrevistados. Algunas preguntas fueron respondidas de manera sintética y otras de manera amplia. Sin embargo, se trató de extraer en profundidad cada una de las respuestas. El siguiente apartado nos permite sintetizar, ordenar y sistematizar la información obtenida de cada entrevistado. Al lado de cada respuesta se consigna el número de entrevistado. 1. ¿Qué entender por violencia? “Hoy, con los tratados de libre comercio en boga, los terratenientes sólo piensan en el mercado externo condenando a la hambruna a los campesinos” (1). Los grandes terratenientes continúan destruyendo la selva para buscar tierras que les favorezcan sus cultivos de exportación sin pensar en los pobladores. Bueno, todas esas también son formas de violencia” (1). “Para principiar yo diría que en las distintas relaciones humanas siempre hay violencia. En cualquier grupo social, siempre a través de la historia existen distintas manifestaciones de la violencia. Pero hablando específicamente de la historia de Guatemala” (2). En el período de Ubico, “esa supuesta paz no era sino el resultado del silencio que imponía una tiranía” (2).

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“Siempre, en todo período de la historia, los seres humanos han usado y usan la violencia. En el caso de Guatemala eso es groseramente evidente. En nuestro país la violencia define toda su historia. Siempre las clases gobernantes han hecho un uso extremo de la violencia para mantener amedrentadas a las clases subsumidas. Hay momentos de esa historia donde la violencia crece, se magnifica...las clases dirigentes ejercen una violencia suprema contra los desposeídos para seguir manteniendo sus privilegios” (3). “Todo lo que viene de otro y hace daño” (5). Aproximadamente, en el año de 1925, recuerdo yo, habían familias que se mataban entre sí...se mataron por herencia” (5). Violencia, “Es toda acción y omisión que afecta a las personas y/o a sus bienes. Durante el desarrollo de las culturas se ha utilizado la violencia en diferentes formas, con efectos de dominación y explotación...” (7). “En Guatemala durante la época prehispánica, de la dominación española y contemporánea, se ha utilizado la violencia institucionalizada a través de la religión, la fuerza de las armas y el control económico”. “Las grandes culturas prehispánicas lucharon entre sí para mantener la economía y sus dominios” (7). “...para mí la violencia es atacar a otra persona sin que haya una razón, una razón justa para ese ataque...” (8). 2. ¿Qué entendía por violencia en este período? “...se puede hablar de violencia cuando ésta es sistemática...” (1) “...hay un terrorismo de Estado desde 1954...” Este tipo de violencia, por así llamarlo, de anormalidad, de inhumanidad, no ocurrió en la década de 1944-1954, y si ocurrió fueron casos aislados, pero no era sistemático” (1). “Tal vez para aquel período no podía hablarse de violencia en el sentido que hoy lo hacemos, con la aparición de la delincuencia y la inseguridad ciudadana que vivimos hoy día” (3). Los contrarios al régimen revolucionario se expresan de la violencia así: “...en la finca Germania se vivía una vida tirante, porque los inditos mandaban. En nuestra finca los inditos hasta mojonearon y se repartían las parcelas. Todo eso hicieron. Y dijeron que nos iban a ir a matar, pero nosotros nunca nos fuimos” (4). “Muchos vecinos se fueron y cuando regresaron estaba eso que daba miedo: todo robado, todo destruido...así eran los tiempos de Arbenz” (4). “Pero cuando entró Castillo Armas, las mismas cosas que los de Arbenz hacían, se las hicieron a ellos. Los que eran líderes, los mataron a todos. No se andaban con averiguaciones: los mataban de una vez” (4). “En esa época había muy poca violencia, pero no se decía violencia, sino que habían habido muertos” (5). “Todo el tiempo ha habido, en ese tiempo se macheteaban, ahora son balas. La

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violencia era en el hogar. Recuerdo cuando ayudé a una vecina a irse de su casa y la subí al tren con cinco hijos, porque su marido le pegaba” (5). “Pues en aquel tiempo no se mencionaba mayor cosa la violencia” (6). “Mire: violencia, sí recuerdo yo, por ejemplo, precisamente, cuando iba a caer Arbenz, no cuando subió Arbenz. Hubo varias situaciones incluso con los sindicalistas, hubo varias veces apagones...para que los aviones no vieran la ciudad, o no, no distinguieran realmente a dónde era que querían dirigir su ataque...Y entonces salían los mismos dirigentes sindicales a gritar que no encendieran cigarros, que no encendieran, o sea a favor del régimen de Arbenz, entonces toda Guatemala tenía el temor de que aquí no sólo Arbenz, tal vez más que él la esposa María Vilanova de Arbenz quería introducir el comunismo a Guatemala...” (6). “...incluso hubo un montón de dirigentes sindicales que los echaron de los trabajos, en cuenta mi hermano que trabajaba en Pan American y mi papá también, mi papá trabajaba en el aeropuerto...pero con esa situación resultaron quitándoles el empleo, a mi hermano como dirigente y como cola se llevaron a mi papá también...o sea violencia siempre ha habido en menor grado y tal vez por parte de grupos más pequeños, no digamos con la expresión que hay en la actualidad” (6). “Durante los períodos revolucionarios del Dr. Juan José Arévalo y del Coronel Jacobo Arbenz, hubo muy poca violencia”. “...los derechos de los campesinos y trabajadores fueron respetados y más aún, acrecentados y respaldados por un código de trabajo y prestaciones sociales...” (7). Estaba en Zacapa y se presentaron dos militares de parte del Coronel Castillo Armas, “...ya se sabía que quería invadir...” (8) “Y fue el primer intento de Castillo Armas de darle golpe al Gobierno de Arévalo, cuando atacaron el cuartel...” (8). “...cuando estaba en Zacapa y llegaron estos dos señores, me dijeron que la CIA estaba con Castillo Armas para sacar al gobierno de la revolución, porque no querían que fuera una invasión...sino un levantamiento del destacamento de Zacapa contra el comunismo de Arbenz y Arbenz no era comunista. Y estos me ofrecieron US$50,000.00 y tenía que agarrar a los dos jefes de la zona y matarlos y de ahí iban a venir dos aviones a la zona y decir que había habido un levantamiento en contra del gobierno comunista de Arbenz” (8). “...tuvimos ataques de gente que no estaba de acuerdo con el gobierno y bueno había que contraatacar...” “...me pidió que fuera a traerlos...estaban detenidos en la policía...los sacaron esposados, esos querían volarse unos tanques de gasolina con dinamita, para causar daños al gobierno de Arbenz, eran los que estaban con Castillo Armas. Los trajimos a la policía en Guatemala, había un montón de periodistas y luego que los entrevistaron se los entregamos a la judicial, después que los entregamos aparecieron muertos por Milpas Altas, los mataron, eran enemigos del gobierno... (8).

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“La muerte del coronel Arana, esa fue una muerte eminentemente de carácter político... Hubo 32 o 33 intentos de derrocamiento...nunca hubo matanza por eso...no hubo asesinatos, no hubo fusilamientos, no hubo masacres, no hubo nada de eso...” (9). “Era violencia entre militares a favor de Arbenz y militares a favor de Castillo Armas...” (9). La violencia era de carácter político puramente...una lucha ideológica entre comunismo y capitalismo...” (10). 3. ¿La violencia de ese período tenía relación con épocas anteriores? “Durante las dictaduras uno puede ver lo sanguinario que puede llegar a ser el ser humano...la de Ubico sí la viví, la conocí en carne propia, y le aseguro que fue realmente sanguinaria. Ubico no sólo mataba a los disidentes sino que llegó al punto de eliminar a la gente que estaba con él y que se le ponía delante haciéndole alguna sombra”. “...era terrible la represión que había contra los indígenas”. Siempre hubo trabajos forzosos para los indígenas, pero durante la dictadura de Ubico se reforzaron las leyes contra la vagancia que los forzaban a trabajar...y el gobierno podía disponer de él” (1). Sí, siempre hay continuidad. Un período histórico se explica por el anterior...” (2). “...lo que precipitó finalmente la revolución del 44, esa era una escuela de violencia que hizo que el país reaccionara en un momento determinado. Con una represión brutal de toda protesta popular se mantenía una aparente tranquilidad, al menos en la superficie. Porque por debajo había una violencia enorme: existía la ley-fuga, existía la violencia sistemática de las fuerzas de seguridad contra las protestas del pueblo, incluso, en esa época se autorizó legalmente a los finqueros a matar a quienes protestaran. Todo eso eran notorias manifestaciones de una violencia que estaba en el día a día de la sociedad...” (2). “...la violencia de clase, esa violencia que decíamos está en toda nuestra historia nacional, no desapareció”. “Pero en realidad la historia de Guatemala, la historia profunda de explotación, de represión, de diferencias insalvables entre minorías beneficiadas y grandes mayorías excluidas, eso no cambió. La violencia de la dictadura de Ubico siguió presente en el espíritu de la clase dominante entre el 44 y el 54...”(3). Siempre la violencia ha estado presente en nuestra historia, con distintas características, pero nunca desapareció del mapa” (3). “Lamentablemente la violencia es nuestro hilo conductor” (3). “Y luego de la caída de Arbenz, del 54 para acá, esa violencia siguió. Tuvo momentos de mayor expresión, como lo que sucedió décadas después cuando se llegó a las masacres de tierra arrasada, pero en realidad hay una continuidad a lo largo de toda la historia nacional”(3). “...Ubico tenía controlados a todos con aquello de la Libreta de Vialidad. Había que hacer 150 jornales al año para la Vialidad” (4). “Eso estaba bien, era algo bonito: el que no los quería hacer iba castigado con 8 días sin comer y se tenía que llevar su propio bastimento o buscar cómo hacer para comer. Y a pura riata tenía que trabajar. Eso estaba bien para el país, y lo mismo fue con Castillo Armas. Ahí se buscaba a los que habían sido líderes comunistas con

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Arbenz, y se le caía. Y nadie iba a caer preso por eso. Se los mataba porque estaba comprobado que eran azuzadores y asesinos, puros comunistas.”(4). “Jorge Ubico mataba a quien quería. En una oportunidad mi papá que era militar (asimilado) coronel...dijo frente a unas personas que si él fuera Presidente haría tal cosa. Eso llegó a oídos de Ubico y éste lo mando a llamar. El mismo Ubico le pegó con un fuste en la cara y en la espalda y le abrió la piel...fue tal la paliza que lo mandó al médico...” (5). “Antes de esta época no había horario para el trabajo, ni para el almuerzo. “...antes de esto se trabajaba hasta terminar el trabajo” (5). “...Ubico era una dictadura, porque también no dejaba que el campesinado, la gente trabajadora prosperara, pero había eso sí, seguridad...” (6). “También en el tiempo de Ubico lo que hacían era que los metían desnudos a una pila de madrugada” “...los metían en una bartolina, en esa bartolina caía una gotita de agua, pin, pin, pin a saber qué tiempo los tenían ahí que muchas veces hasta agujeros les habrían” (6). Era una cuestión de que usted iba en la calle y usted no podía mencionar Ubico...habían gentes que eran policías...nosotros les decíamos orejas...a mi papá le gustaba tomarse sus tragos, entonces una vez le llegan a decir a mi mamá...que se habían llevado a mi papá a la cárcel...él andaba diciendo que él se cantaba en el gobierno...si era cierto, si no era cierto, así que también siempre ha habido gente mala, siempre” (6). “La triste historia política y social del país “de la eterna violencia”, llamado también el país de la “eterna dictadura” crea un sistema de violencia que se manifiesta desde antes de la conquista, se acrecienta durante la época de la colonia y vida independiente y se extrema en los gobiernos de Estrada Cabrera y Ubico, fundamentalmente” (7). “Durante la época prehispánica los pueblos indígenas luchaban entre sí para mantener su hegemonía política, social, económica y territorial y la lucha fue constante. Durante la conquista española se desarrolla una violencia militar, religiosa y discriminativa, favoreciendo intereses de la oligarquía española y, en poco, de criollos y mestizos” (7). “Los gobiernos de Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico, quizá los más violentos, crearon todo un sistema de dominación y control social que llegan al extremo de hacer juicios sumarios...” (7). Sí se relacionan porque los bajos índices de desarrollo en el país serían diferentes si se hubieran conservado algunos de los cambios propuestos...” (10). 4. ¿Cómo fue esa época del 44 al 54? “Podría decir que ese fue el período menos violento de toda nuestra historia como país, desde la llegada de los españoles hasta la fecha” (1).

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“Fue con la Revolución de 1944 que se adelantó algo al respecto, porque se prohibió el trabajo forzoso que venía dándose desde el siglo XVI” (1). “En ese período se dieron pasos importantes contra esa mentalidad colonialista...” (1). “El 20 de octubre de 1944 se inicia un nuevo período de la historia del país, quizá el único momento democrático en toda la historia. En este período 1944-1954 va a haber mucha violencia también, como efecto de la oposición política a los cambios que se empezaban a vivir en la sociedad guatemalteca. Era un país conservador, acostumbrado desde siempre a que las familias de sangre azul que quedaron como herencia de la colonial siguieran manteniendo el control económico total” (2). “La violencia de ese entonces, de lo que llamamos la primavera democrática, se expresaba en la reacción contra el gobierno del doctor Arévalo. Sufrió 32 intentos de golpe de Estado, en algunos casos con levantamiento violento de cuarteles. Junto a esa violencia política de la reacción, que sentía que perdía sus privilegios, había una violencia delictiva, normal podríamos decir...nunca comparable a la que vivimos hoy día” (2). “...no puede decirse que la violencia fuera el tema preocupante del país; para los sectores que se sentían desplazados, por supuesto ese ascenso de las clases populares era visto como violento, por lo que andaban alarmados diciendo que los comunistas estaban expropiándolos. Pero eso no era violencia sino una expresión política de justicia. “Violencia era lo que esos mismos sectores estaban preparando para llegar a un golpe de Estado...” (2). “El gobierno comenzó a dar una serie de pasos francamente revolucionarios para su momento, lo que trajo la alarma de las clases históricamente favorecidas; y fueron esas mismas clases las que estuvieron complotando todo el tiempo durante los años que duró la llamada primavera democrática...” (3). Desde los opositores del régimen revolucionario se obtuvo la siguiente información: “Algo que se pudiera reconocer como bueno, allá para los que vivíamos en el monte: No. Había siempre una persecución para el que tenía. Era horrible eso”(4). Nosotros fuimos antiarbencistas, “...así que cuando triunfó la Liberación, nosotros también empezamos a hacernos valer” (4). “Fue novedosa. Juan José Arévalo revolucionó todo. Para el estudio hubo oportunidades. La gente ya tuvo vacaciones. Hubo oportunidad de médico, se creó el IGSS” (5). “Lo que se ganó en tiempo de la Revolución cambió la vida, hubo mayor producción agrícola, habían posibilidades de negocios y trabajo. Había recreación cultural. Los indígenas estaban contentos porque ya podían descansar, hubo conquistas laborales” (5). “Arévalo hizo muchas cosas buenas, hasta la fecha, usted conoce muchas de las obras que hizo él, creó el IGSS, él hizo la ciudad olímpica...para mí fue un buen presidente porque él era un tipo pensante...” (6). Después de haber estado nosotros bajo la bota de Ubico, Arbenz debió

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dar libertad por cápsulas...la gente se desbocó, porque en vez de apreciar lo que era la libertad que nunca habíamos gozado, mucha gente lo tomó como libertinaje (6). “Como le decía, durante el período del Dr. Arévalo y el Coronel Arbenz, hubo muy poca violencia. Eran casos esporádicos” (7) “...alguna violencia civil quizá, pero no institucionalizada”(7). “Cuando el gobierno de Arbenz, nosotros llevábamos un registro y hubo como 16 muertos, de gente que murió en ataques contra la policía o la judicial, era la gente que ya estaba armando lo de la Liberación...” (8). “ya nunca supe cuando estuve en la policía que mandaran a matar o a torturar a nadie, se cumplía la ley. Eso de que la gente había sido torturada y no sé qué más, salió cuando estaba la Liberación...pero eso no era cierto. Yo lo hubiera sabido, la Judicial, recibía órdenes del Ministro de Gobernación, tal vez ahí se dieron algunos casos de esos, pero tampoco lo creo así” (8). “..Estaba mejor, a los campesinos, la tierra se les empezó a repartir, era una finca de Arbenz que él había comprado...” (8). “...Arbenz entra con mucho apoyo popular, pero con muchos enemigos políticos, porque a la gente que estaba en la derecha no le simpatiza Arbenz...tenía programas que eran eminentemente nacionalistas: la carretera al Atlántico...el Puerto Santo Tomás de Castilla...la nacionalización de la luz eléctrica...” (9). “Tenía que ver con los privilegios que se daban a ciertos grupos de la sociedad y que no estaban de acuerdo con las medidas que tomaron estos dos gobiernos...” (10). 5. ¿Cómo se expresaba esa violencia en Guatemala en aquella época? “...no era como se da hoy día, con estos niveles de criminalidad y de corrupción tan grandes, tan generalizados, sino que se veía fundamentalmente con la explotación terrible de que eran víctimas las grandes mayorías indígenas por los demás” (1). “...lo que más se podría ver como violencia para aquella época, y más aún para el período 1944-1954 de la Revolución de Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz, era la explotación económica, la indefensión con que se encontraban las grandes mayorías populares, el racismo galopante que ayudaba a esa explotación”(1). “...familias adineradas y convencidas de ser las dueñas naturales del país desde la época de la colonia, son las verdaderamente violentas, pues al ver perder su situación de privilegio reaccionan de una manera casi asesina, no deteniéndose ante nada, complotando, buscando alianza con gobiernos externos, matando cuando era necesario...” (2). “La explotación de clase, nuestra situación de país dependiente, la presencia de la United Fruit como dueña de buena parte de la economía nacional, todo eso era una expresión de profunda

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violencia” (3). “...había una violencia cotidiana en la situación de super explotación de la gran mayoría de la población, una violencia de clase increíble, con la más absoluta impunidad” (3). “No se expresaba. Había noticias de todo, pero predominaba la literatura. En esa época todo evolucionó y también los medios de comunicación (periódicos). Estaban El Imparcial y Nuestro Diario” (5). “...la violencia no era tan presente como hoy... se hablaba menos de cosas violentas, se reconocía menos actores violentos o personas violentas, se hablaba menos de regiones, que la violencia era una cuestión menos presente en la vida social no, alguna presencia sí en la casa o en el ámbito escolar, pero más bien dirigida, en lo que usted decía: a formar a disciplinar, no agredir, no a destruir...” (6). “No era como es ahora, la gente caminaba en la calle tranquila, no como ahora, se respetaba a las señores, a las señoritas. Siempre habían vándalos eso sí, delincuentes siempre ha habido, también tuvimos ataques de gente que no estaba de acuerdo con el gobierno...” (8). “...la frutera, la IRCA, Puerto Barrios, la Empresa Eléctrica, Champerico, todo eso era de los gringos, en Barrios no podía atracar otro barco que no fuera de la flota gringa y otro barco que llegaba lo dejaban en bahía hasta cuatro días y pagaba impuestos por eso, pero el gobierno no recibía un centavo de nada, todo era cobrado por ellos...” (8). “La frutera tenía más tierra que lo es la República de El Salvador... Se las dio el gobierno a cambio que hicieran ciertas cosas, pero no las hicieron y a los campesinos que tenían su tierrita se las compró al precio que quisieron y los sacó”. “A ningún terrateniente guatemalteco le quitaron tierras, pero fueron los primeros que protestaron y los campesinos que lograron tener su pedazo de tierra con la Reforma, se las quitaron y los metieron a la cárcel, esos pobres dormían parados, no cabían en el pedazo de penitenciaría...”(8). “Violencia política pero por ambas partes. El gobierno apresaba...dicen que mató, de lo cual no hay pruebas...” (9). “Se daba sólo a nivel político o militar, había violencia pues, pero no era la regla” (10). 6. ¿Qué se podía hacer respecto a esa violencia? 7. ¿Cómo se denunciaba? Según respuestas de los entrevistados “Las masas estaban muy desprotegidas y desorganizadas. El grado de explotación era muy grande y los finqueros, así como la United Fruit, se sentían dueños y señores absolutos. La población vivía atemorizada y sin mucha capacidad de reacción, aunque existían intentos de organización, siempre reprimidos por parte de la derecha” (1). “El gobierno que se inició con la revolución del 20 de octubre de 1944 vino a cambiar un poco esa situación” “...las grandes masas dejaron de vivir en la represión y feroz explotación histórica y comenzaron a abrir los ojos” (1).

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“Después, cuando se produce la Liberación con el abierto apoyo del gobierno estadounidense, la gente no estaba organizada como para ofrecer una resistencia, por lo que hubo cantidad de muertes...” (2). “Durante el período revolucionario era la derecha más radical y conservadora la que se encargaba de denunciar los supuestos atropellos de las clase populares. Pero, más allá de todo el montaje que hacía, eso no constituía realmente un hecho de violencia” (2). “Es que durante la época del gobierno revolucionario no pensábamos en que la violencia se desataría luego. Contra la violencia social se puede hacer poco, o nada a nivel individual” (3). “Bueno, no se miraba la violencia porque muchas veces era marital” (5). “Había policía y Ejército que eran diferentes, éramos pocos y tenían que cuidar” (5), de esa manera se podía denunciar cualquier tipo de violencia pública (5). Se le pregunta al entrevistado respecto a la violencia en la casa y responde: “Sí, si ha habido siempre, porque hay gente que no se sabe controlar, sobre todo los tipos que toman mucho o que son muy celosos, sí siempre ha habido” (6). Se podía denunciar. “Había libertad de palabra, libertad de prensa, de acción o sea que cualquiera podía denunciar...” (9). “...una democracia que permitía que se hiciera todo eso.”(9). “Lo que se podía hacer era protestar, salir a las manifestaciones...” (10). “Los estudiantes se pronunciaban, manifestaban y eran protestas pacíficas sin destruir las cosas” (10). 8. ¿Considera que fue afectado por algún tipo de violencia? “En aquella época, por supuesto que no. Lo fui cuando comenzó la contrarrevolución, es decir, con la abierta intervención norteamericana de 1954...”(1). “Luego, a lo largo de los años, muchas veces fui víctima de la represión política...” (1) “Además, tuve la dicha de no pertenecer a los sectores más oprimidos de la sociedad...” (1). “Si bien yo no sufrí la represión directamente en mi persona, por supuesto fui víctima del clima de represión y violencia general que se vivía en el país” (2) “Durante todos los períodos: con Ubico, con la contrarrevolución durante los años del período democrático entre el 44 y el golpe de Castillo Armas en el 54, con la Liberación. Siempre fui víctima política del clima contrarrevolucionario que había...” (2). “Luego del movimiento del 2 de agosto cerraron la escuela militar y nos expulsaron a todos los cadetes; algunos fueron a la cárcel, y otros, como mi caso, pudimos escapar. En ese sentido sí puedo decir que fui víctima directa de la violencia política en el país” (2).

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“En el período de la llamada Primavera Democrática, no. Pero sí lo fui otras veces, y mucho” (3). “Cuando fui Decano de la Facultad llegaban panfletos intimidatorios. Tuve que esconderme en varias oportunidades. Intentaron secuestrarme y finalmente salí al exilio” (3). “Por eso muchos buenos vecinos, cuando vino todo esto, tuvieron que salir corriendo de sus casas abandonando todo, sus terrenos, sus fincas. Nosotros también recibimos amenazas, pero preferimos no irnos y resistimos en la finca. Y cuando cayó Arbenz, poco a poco fuimos sacando a todos esos indios que estaban metidos con los comunistas y nos querían quitar la finca.” (4). “Con el derrocamiento del Presidente Arbenz, sí. Particularmente mi padre fue cesado de las funciones administrativas que desempeñaba en el Crédito Hipotecario Nacional...” (7) “Mi madre, tiempo después, también fue destituida como Maestra de Educación Primaria... (7). De seis hermanos, cuatro estudiábamos en el Colegio Experimental Liceo Hispano Guatemalteco, dirigido por la doctora María Solá de Sallarés...” “Con el derrocamiento de Arbenz, fue expulsada del territorio nacional y el colegio fue intervenido y posteriormente clausurado. Como estudiantes nos vimos todos afectados. En lo personal, sentí tristeza haberme tenido que retirar del colegio. (7). “Era un colegio experimental, con una gran biblioteca, excelentes profesores. Quizá el motivo más fuerte para clausurar el colegio fue que allí estudiaban los hijos del Coronel Arbenz.” (7). “...perdí el año, y los certificados de años anteriores cursados no fueron entregados...” (7). A la caída de Arbenz “...nos acusaron de torturadores y asesinos...Estuve preso tres años” (8). Estuve 17 años en el exilio...” (8) “...yo fui diputado y nunca tuvimos ningún problema, nosotros salíamos del Congreso a media noche, íbamos tranquilamente, salíamos a los departamentos en función política tranquilamente...” (9). “...las cosas serían bastante diferentes si los cambios que instituyeron en ese período hubieran seguido...” (10). 9. ¿Utilizaba la violencia o se podría haber considerado violento? No, no. Para nada. Yo nunca fui una persona violenta. Al contrario” (3). Al entrevistado No.4, no se le formuló la pregunta anterior, sin embargo, en el curso de su entrevista se evidencian acciones de racismo, clasismo, discriminación y un desprecio hacia quienes no pensaban como él y especialmente hacia el indígena a quienes considera inferiores, al punto de considerarlos “eran muy salvajes...eran muy violentos...indio

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haragán...los inditos mandaban...” (4). Manifestó un pensamiento ultra conservador que raya en lo violento. “No. Yo viví bien y mis hijos no peleaban” (5). “...llegaron a respetarme y apreciarme cuando se me sale lo chafa, se me sale” (8). 10. ¿Qué efectos produjo la violencia a nivel social? “La violencia política en el país siempre ha servido a los intereses de clase de los sectores dominantes para tener sojuzgada a la mayoría del pueblo” (2). “La idea ha sido siempre aplicar castigos ejemplares, sin piedad, para que cualquier intento de subvertir el estado de cosas se aterrorizara ante las respuestas violentas con que podía encontrarse” (2). “Esa ha sido hasta ahora nuestra historia de violencia en el país, y la violencia actual, más ligada a la delincuencia, también sirve a intereses de grupos hegemónicos, dado que se mantiene en estado de zozobra a toda la población, sabiéndose que un grupo atemorizado es mucho más fácilmente manejable” (2). “Nuestra violencia actual es manipulada, es inducida. Todo el actual fenómeno de las maras tiene una lógica política que la alienta, y que le conviene a sectores de poder. En eso se liga también el poder del narcotráfico, que fomenta y aprovecha el clima de violencia generalizado. La violencia como vemos ahora, con fines políticos encubiertos, nunca es gratuita” (2). Por otra parte, otro entrevistado responde que la violencia a nivel social ha generado: “Miedo, paralización, desunión. Eso es lo que busca la violencia y lo que siempre han buscado los grupos poderosos por medio de sus estrategias de dominación política violenta: tener aterrorizada a las poblaciones. A la gente se le asusta, se la intimida, y así se evita que reaccione” (2). “...también se mantiene dominada a la población. (2)” “Hoy día la violencia está tomada como natural, y por supuesto que la corrupción es parte de esa violencia. La impunidad, lamentablemente, sigue siendo el telón de fondo de todos los sectores poderosos que hacen lo que quieren, que siempre lo han hecho...” (2).

2.2 Elementos de los imaginarios Para centrarnos específicamente en la construcción de los imaginarios y su análisis a partir de cómo los entrevistados percibían y vivían la violencia durante el período de la Revolución (1944-1954) y poco antes de ella, tomaremos como indicadores los cuatro campos para la construcción de imaginarios sociales que propone Pintos (1994), siendo estos: Operaciones, Ámbitos, Símbolos, Víctimas–Verdugos, agregando nosotros, como investigadores, el indicador de Temporalidad, por haberse creído necesario para situar de una manera más adecuada el momento en que se dieron los hechos.

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En ese sentido, pasamos a identificar en los cinco campos de construcción de imaginarios sociales las respuestas obtenidas de los entrevistados: 1. Operaciones: este campo involucra las acciones individuales o colectivas que legitiman la violencia a partir de la discriminación, la dominación, la exclusión, la agresión, o bien la inhibición, que no permite a los sujetos accionar a través de la limitación, la privación, el silencio, el encierro, entre otros. En ese sentido las acciones de violencia identificadas en las entrevistas efectuadas fueron: La supuesta paz durante el período de Ubico, “no era sino el resultado del silencio que imponía una tiranía”. “Durante las dictaduras uno puede ver lo sanguinario que puede llegar a ser el ser humano”. “Ubico no sólo mataba a los disidentes, sino que llegó al punto de eliminar a la gente que estaba con él y que se le ponía delante, haciéndole alguna sombra” “Era terrible la represión”. “Siempre hubo trabajo forzoso para los indígenas”. “Se reforzaron las leyes contra la vagancia que forzaban a trabajar”. “Y a pura riata tenía que trabajar”. “Ubico tenía controlados a todos...” “El gobierno podía disponer de él”. “Con una represión brutal de toda protesta popular se mantenía una aparente tranquilidad”. ”Existía ley fuga, existía violencia sistemática...” “Se autorizó legalmente a los finqueros a matar a quienes protestaran”. “Siempre las clases gobernantes han hecho un uso extremo de la violencia para mantener amedrentadas a las clases subsumidas”. “...las clases dirigentes ejercen una violencia suprema en contra de los desposeídos para seguir manteniendo privilegios”. “Ubico mataba a quien quería y luego de la caída de Arbenz, del 54 para acá, esa violencia siguió”. “Ubico, al que lo quería derrocar, lo mandaba a matar...” Como podemos observar, en las anteriores acciones descritas hubo manifestaciones de racismo, clasismo, discriminación, desprecio hacia quienes no pensaban igual, desprecio hacia el indígena a quien consideraban inferior. Asimismo, hubo represión, control social, explotación laboral, entre otros. Todos los entrevistados reconocieron que, durante el período previo a la Revolución, existía una violencia exacerbada, sin embargo, había seguridad. Debe entenderse que esa seguridad era para quienes no dijeran nada en contra del régimen gubernamental. Para el período 1944-1954 se matizaron las respuestas hacia: “El período del 44 fue el menos violento de toda nuestra historia”. “En esa época había muy poca violencia”. “La violencia era en el hogar”. “...habían familias que se mataban entre sí...se mataban por herencia”. “...la violencia era muy poca, alguna violencia civil quizá, pero no institucionalizada”. “Pues en aquel tiempo no se mencionaba mayor cosa la violencia”. “Durante esta época hubo: cambio de vida, mayor producción agrícola, posibilidades de negocios, trabajo, recreación cultural, descanso y conquistas laborales”. “Asimismo, se creó el IGSS y la ciudad olímpica, todo evolucionó, había literatura, medios de comunicación, la violencia no era tan presente como hoy”. “Se dieron pasos importantes contra esa mentalidad colonialista”. “El gobierno comenzó a dar una serie de pasos francamente revolucionarios”. “Durante este período los derechos de los campesinos

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y trabajadores fueron respetados y más aún acrecentados y respaldados por un código de trabajo...” “Los inditos mandaban; mojonearon y se repartían las parcelas”. “María Vilanova de Arbenz, quería introducir el comunismo a Guatemala”. “Siempre la violencia ha estado presente en nuestra historia”. “La violencia de clase...”. “La violencia política sirve a los intereses de clase y hegemónicos”. Un entrevistado se refirió a los indígenas como: “son salvajes, violentos, haraganes”. “Hubo complots en contra”. “Cuando estuve en la policía, yo nunca supe que mandaran a matar o a torturar a nadie...” “Había libertad”. “Se podía protestar”. “Cuando la Revolución cayó, las masas estaban desprotegidas y desorganizadas, la población estaba atemorizada, sin capacidad de reacción”. “Fuimos antiarbencistas, cuando triunfó la Liberación, empezamos a hacernos valer”. “Se buscaba a quienes habían sido líderes comunistas y se les caía”. “Se los mataba porque estaba comprobado que eran azuzadores y asesinos, puros comunistas”. “Los que eran líderes, los mataron a todos. No andaban con averiguaciones: los mataban de una vez”. “Fui víctima de represión y violencia general, intimidaciones”. “Arbenz no era comunista” 2. Ámbitos: este campo se refiere a los espacios o escenarios en donde ocurren los hechos o acciones; pueden ser públicos o privados; Estado-calle o lo urbano y lo rural. “En la calle no se podía mencionar el nombre de Ubico...” “Hubo familias que se mataron entre sí...por herencia”. “La violencia era en el hogar”. “No se miraba la violencia porque muchas veces era marital. “Sí, siempre ha habido violencia” en la casa. “Se autorizó legalmente a los finqueros a matar a quienes protestaran”. “Las familias de sangre azul que quedaron como herencia de la colonia”. Arévalo sufrió 32 intentos de golpes de estado con levantamiento violento de cuarteles”. “Algo que se pudiera reconocer como bueno, allá para los que vivíamos en el monte: No”. Con la caída del Presidente Arbenz, en el colegio donde estudiaba se dio la violencia, “Quizá el motivo más fuerte para clausurar el colegio fue que allí estudiaban los hijos del Coronel Arbenz...” “...la gente caminaba en la calle tranquila...” “Si no se levanta la Guardia de Honor, no hay Revolución...” 3. Símbolos: como representaciones culturales fueron poco identificados por el grupo de entrevistados. Podría decirse que, durante este período, en la subjetividad de la población estuvieron presentes los siguientes símbolos: “comunismo”, como algo que podía darse por el Gobierno de Arbenz, según el manejo político que hacían las clases dominantes. Los símbolos de “sindicalismo” y “Revolución”, tendían a interpretarse como “libertad”, “los gringos”, como generadores de violencia.

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4. Actores: pueden ser víctimas o victimarios, también llamados víctimas y verdugos. Cada momento histórico presenta quiénes son los fuertes y ejercen poder y quiénes son los débiles, sometidos a ese poder. El fuerte se impone al débil, aquí entran en juego aquellos atributos del que hace gala el fuerte (posición socio-económica, estatus social, un puesto de poder, entre otros). “La violencia de Ubico siguió presente en el espíritu de la clase dominante entre el 44 y el 54. Como víctimas “se consideraban” los finqueros quienes iban a ser afectados por las reformas laborales y de protección social, así como por la reforma agraria, por un lado, pero, fundamentalmente, la población rural e indígenas explotados y desposeídos, ya que los finqueros querían mantener sus privilegios y, por sobre todo, seguir con la explotación. “Familias adineradas y convencidas de ser las dueñas naturales del país desde la colonia”. El gobierno como actor de “una serie de pasos revolucionarios”. “Juan José Arévalo revolucionó todo”. “...grandes masas dejaron de vivir en la represión y feroz explotación histórica...” “Había policía y Ejército que eran diferentes...” “Arbenz debió de dar libertad por cápsulas”. Como político, un entrevistado indica: “Siempre fui víctima del clima contrarrevolucionario que había...” ”Cadetes expulsados, luego del movimiento del 2 de agosto...” Fueron actores de violencia los norteamericanos quienes participaron en el derrocamiento de Arbenz. “La United Fruit se sentían dueños y señores absolutos”. “...los monopolios de United Fruit Co., la Empresa Eléctrica y la IRCA, se sintieron amenazados”. “...a los campesinos, la tierra que se les empezó a repartir...” “...nosotros cuando estábamos en la zona de Zacapa, paramos el primer intento de Castillo Armas...” “...la intervención de EEUU por los aspectos de la frutera...” “...el Ejército traicionó a Arbenz...” 5. Temporalidad: los actores accionan en un tiempo y espacio, marcando el pasado, el presente y el futuro. El tiempo transcurre desde un segundo hasta un siglo o más, siendo la historia la encargada de reproducir la vida y las relaciones sociales en lo individual y lo colectivo. “En nuestro país la violencia define toda su historia”. “En Guatemala, durante la época prehispánica, de la dominación española y contemporánea, se ha utilizado la violencia...” “...en el año 1925... recuerdo que las familias se mataban...” “En el tiempo de Ubico, “esa supuesta paz...” “Durante las dictaduras uno puede ver lo sanguinario...” “...la Revolución del 20 de octubre de 1944 vino a cambiar un poco esa situación...” “Podría decir que fue el período menos violento de nuestra historia como país, desde la llegada de los españoles hasta la fecha”. “En esta época había muy poca violencia”. “No era como se da hoy

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día...”. “Antes de esta época no había horario para el trabajo ni para el almuerzo”. “Se trabajaba hasta terminar el trabajo”. “Lo que se ganó en tiempo de la Revolución cambió la vida...” “Arévalo hizo muchas cosas buenas, hasta la fecha, usted conoce muchas de las obras...” “..Con la abierta intervención norteamericana de 1954...” “...hay un terrorismo de Estado desde 1954”. “Luego a lo largo de los años, muchas veces fui víctima política...” “Hoy día la violencia es tomada como natural...” “La doctora de Sallarés fue apresada durante varios meses...” “...estuve tres años preso y diecisiete de exilio...” Los anteriores comentarios de los entrevistados, en los cinco campos presentados, constituyen algunos ejemplos de indicadores de violencia y no violencia, que han sido clasificados y que, a partir de ellos se fueron identificando los imaginarios de la época que nos ocupa. Existe coincidencia en la mayoría de entrevistados que, en la época de Ubico, existía violencia política, étnica y de clase, no así violencia delincuencial. Esta percepción prevalece a la fecha, lo cual puede entenderse como un imaginario-imaginado, no real, ya que era una supuesta paz, porque prevaleció la violencia, tal como lo describe la historia y lo confirman los entrevistados. La violencia ejercida, en ese período previo a la Revolución, iba fundamentalmente dirigida hacia los indígenas, dándose la discriminación, el racismo y la explotación. Un imaginario que prevalece a nivel individual y colectivo en los entrevistados es que en el curso de la historia del país siempre ha existido violencia. Sin embargo, hay coincidencia en varios de los entrevistados que, durante el período de 1944 a 1954, los casos de violencia fueron aislados, no sistemáticos, ni institucionalizados. La violencia fue de parte de los grupos de oposición a los gobiernos revolucionarios, puesto que hubo intentos de derrocamiento para con Arévalo y un constante complot y desestabilización para con Arbenz. Existe una construcción de imaginario hacia el período de la Revolución, llamada “Primavera Democrática”; este imaginario se fundamenta en los cambios radicales a favor de las clases desposeídas, subsumidas y discriminadas hasta entonces y especialmente iba el cambio hacia la población indígena y los campesinos quienes fueron amparados por un Código de Trabajo y la seguridad social. Además existe el imaginario de un período nacionalista y sensibilidad social. Se ha construido el imaginario de “comunismo” respecto al repartimiento de tierras a través del Decreto 900; éste persiste en la clase social acomodada que no quiere ceder espacios, no así en grupos progresistas y democráticos.

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Asimismo, existe el imaginario social de violencia, que el gobierno norteamericano participó y apoyó la caída del Presidente Arbenz, creando violencia previa. Este imaginario ha sido coincidente en nueve de los diez entrevistados. Un hecho importante que apareció en varias respuestas de los entrevistados es que la violencia intrafamiliar y marital se daba frecuentemente en el plano privado, situación que se invisibiliza la mayoría de veces. Las personas entrevistadas, adultos mayores, respondieron en su mayoría con un criterio experiencial y sólido. Persiste en ocho de ellos el imaginario que, la época de 1944 al 1954, fue el de la primavera democrática, único período en que la sociedad guatemalteca ha vivido algo diferente y que tuvo la oportunidad de soñar con un futuro mejor que recién iniciaba y que se vio truncado por la intervención estadounidense y los grupos de poder económico y clasista, hegemónicos del país.

3. ANÁLISIS HEMEROGRÁFICO 3.1 Lectura crítica del material La lectura del hoy desaparecido diario “El Imparcial” correspondiente el período 1944-1954 permite apreciar un cambio significativo en los imaginarios colectivos de violencia entre aquel entonces y lo que iría sucediendo décadas después. La noción de “violencia” durante los años de la llamada “primavera democrática” tiene un marcado contenido político. No es igual a lo que va a suceder luego, durante los sangrientos años del conflicto armado interno, donde era evidente la politización de toda la vida nacional en sus más diversos aspectos. En todo caso, el imaginario de violencia que se construye desde un medio de comunicación como El Imparcial –noción que se reafirma con lo investigado por otras fuentes directas tales como las entrevistas con personas que vivieron el período y que brindan sus testimonios, muy vivenciales en muchos casos– tiene que ver con los acontecimientos político-sociales que vivía el país en ese momento, invisibilizándose otros aspectos, igualmente violentos pero no explicitados como tales. Cuando se hablaba de la violencia no se tenía en cuenta como principal dinámica la represión política que se sufrió durante la época de militarización y del conflicto armado interno vivido años más tarde, entre 1954 y 1996 (con muertos y desaparecidos, con un marcado fondo ideológico en todos los casos), ni la inseguridad ciudadana y la delincuencia, como ocurriría décadas después, ya firmada la paz, desde 1996 a la fecha (también con muchos muertos, pero de un modo distinto al registrado durante la guerra interna).

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Aspectos culturales que hoy se podrían ver como ligados a una violencia digna de destacarse como tal, violencia en la cultura, violencia ligada a un modo de vida violento, no se consideraban violentos en sentido estricto en el período 44-54. Por ejemplo: “Multa de Q250.00 se impuso a los toreros” (03/09/45), noticia donde se regaña a torero y su cuadrilla por falta de valor e indisciplina en una faena en la plaza de Guatemala. O: “Harán recogida de ‘bolitos’” (17/06/49), donde se anuncian redadas para detener “vagos y ebrios consuetudinarios”. O noticias que evidencian la crónica precariedad de los sectores pobres, como por ejemplo: “Derrumbe de varias casas; inundaciones. Cauda del temporal: recuento de daños por duros aguaceros en capital y provincia”, aparecida en primera plana del 03/10/49, lo cual no era denunciado como hecho violento sino que expresaba un elemento de la cotidianeidad, violenta por sí misma desde el punto de vista económico-social, naturalizada por lo demás. En otros términos: la década revolucionaria que vivió el país entre los años 1944 y 1954 dio como resultado una idea de violencia que tenía que ver fundamentalmente con las luchas políticas establecidas. Por un lado, con lo que las clases dominantes que veían perder sus privilegios podían externar: “Frente de agricultores de Escuintla busca manera de contrarrestar la propaganda roja” (18/06/45), donde finqueros de la Costa Sur elevan una airada protesta por lo que consideran un “avance del comunismo”. O, por ejemplo, el editorial del 10/01/48: “Falsos conceptos sobre Guatemala que dañan la afluencia turística”, donde se destaca la propaganda desplegada en Estados Unidos según la cual Guatemala está bajo dominio del comunismo, con lo que consiguió la disminución de afluencia de turistas durante 1948. Igualmente, la noticia de primera plana del 03/03/52: “Disuelto el consorcio azucarero”, donde se informa que el consorcio azucarero nacional ha quedado cerrado el último día de febrero por acuerdo unánime de sus componentes, los productores particulares de azúcar en el país, disolución debida a la intervención azucarera del gobierno. Todo lo cual repercutía directamente en la potencia dominante del hemisferio, Estados Unidos, lo que se puede apreciar en el titular de primera plana del 07/09/53: “Memorándum de Washington ante el congreso”, donde se hace referencia al conflicto diplomático entre Estados Unidos y Guatemala en cuanto a la expropiación de tierras de la United Fruit Company. La violencia de la que se hablaba en un medio de comunicación como “El Imparcial” hacía referencia, básicamente, a la lucha política que expresaba las contradicciones históricas de una sociedad altamente polarizada y excluyente, y que en esta década permitía expresar las violencias estructurales silenciadas hasta entonces. Lucha político-social que se expresaba, por otro lado, con la actitud del gobierno revolucionario en su enfrentamiento con los poderes tradicionales, la oligarquía terrateniente y la cultura política de la corrupción: “Comerciantes inescrupulosos explotan a los agricultores en provincias encareciendo aperos de labranza”, primera plana del 08/11/44, o lo que se informaba el 09/04/45: “No sólo encarecen más el azúcar sino que la venden adulterada”, maniobras especulativas de los comerciantes con el

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azúcar para encarecerla y hacerla faltar. O el titular del 01/08/45: “Tabacaleras prefieren ir a provincias y no aumentar, o la defensa del nuevo gobierno revolucionario que rechazaba los ataques de la derecha política con noticias como la del 16/07/45: “En la dictadura ocultábase la criminalidad”, en donde se informa que abren archivos policiales para demostrar que no es cierto que la criminalidad haya subido con la revolución en relación al gobierno de Ubico. O la información sobre injustos despidos sin previo aviso en fábrica de la capital que aparece en primera plana del 20/08/45: “15 obreros cesados de los talleres de la Ruta Interamericana”. O el titular del 05/11/45: “Tiendas hacen su agosto vendiendo azúcar a 8 centavos la libra”, todo lo cual demostraba que algo importante estaba pasando en los cimientos de la sociedad guatemalteca. Se trataba, nada más ni nada menos, que de un proceso de transformación revolucionaria. En este período estaba sucediendo un cambio en las estructuras político-sociales del país; de eso no cabían dudas. Por ejemplo, el 20/05/46 se informaba que: “Querellas de los campesinos se escuchan”, con lo que se evidenciaba una nueva actitud política por parte de la administración en el poder en contraposición con lo que, hasta ese entonces, habían sido los gobiernos, dictatoriales en muchos casos, siempre de espaldas a las mayorías. Esos cambios, ese cimbronazo a que se veían confrontadas las estructuras históricas del país, era lo que dejaba entrever una violencia política muy grande, ocultada en general hasta ese momento, o silenciada –en muchos casos en forma brutal vía la violencia represiva por parte del Estado–. La vida de las grandes mayorías era violenta en términos económicos, dado los grandes niveles de exclusión, de marginación, de explotación; pero todo ello no se consideraban hechos violentos. Otros tipos de violencia como las consideraciones sobre discriminaciones étnicas, o de género, el machismo o la cultura de verticalidad no eran tomadas como expresiones de violencia en sí mismas. Eran, en todo caso, parte del paisaje social natural. El imaginario de violencia de la época, al menos eso indicaría la lectura de este periódico, en apariencia no evidenciaba una sociedad violenta en el día a día; es decir: la explotación económica y la exclusión eran parte de la normalidad cotidiana, así como el desprecio por el otro. El racismo –absolutamente presente en todas las relaciones–, al menos desde el discurso dominante no era puesto en tela de juicio, así como tampoco la cultura vertical, jerárquica. Hoy día, visto a distancia, incluso hay quien puede considerar el período ubiquista como no violento; pero la revolución del 44, por el sólo hecho de haberse producido, viene a demostrar que la sociedad tremendamente injusta que existía en aquel entonces era violenta, más aún porque el imaginario colectivo no permitía expresar esa violencia como hecho violatorio de los derechos fundamentales de la población sino, por el contrario, como “normalidad”, fatalismo de por medio. Si las distintas expresiones de violencia no son tomadas como violencia, eso, ya por sí mismo, está expresando que hay aquí un clima violento que no permite poder ver la inequidad en

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juego. Y eso es lo que podría extraerse como conclusión del imaginario de violencia para el período en cuestión.

3.2 Análisis estadístico Tal como se explica en el capítulo sobre la metodología, para cada época se recogió en la hemeroteca nacional las noticias de la portada y el editorial, de un día por mes, generalmente lunes. De esa muestra se tomó, para este análisis cuantitativo, una noticia de cada mes (sin tomar en cuenta los editoriales). Lo cual redujo bastante la cantidad de noticias, pero sigue siendo una muestra que permite identificar las tendencias generales de cada época, en lo relativo a los imaginarios sociales de la violencia que se transmiten por medios impresos. Para la Época Democrática se tomaron en cuenta 76 noticias10, todas del diario El Imparcial. El análisis cuantitativo se hizo considerando los elementos de los imaginarios sociales de la violencia ya descritos, y se muestra por medio de gráficas y comentarios sobre las tendencias generales que se observan: Ámbitos en que ocurren los hechos violentos: Gráfica 1 Gráfica 2 Ámbito Geográfico Ámbito Social

La gráfica 1 permite comparar los ámbitos geográficos, ocupando un lugar muy importante las noticias referidas al ámbito urbano-nacional, es decir, hechos que ocurren en la ciudad (prácticamente todos en la capital), y el segundo ámbito más referido es el exclusivamente urbano. Como se verá más adelante, poco a poco la noticia exclusivamente urbana irá siendo más frecuente, y la noticia nacional bajará en frecuencia, sin embargo, la tercera la ocupa desde esta época la noticia que refiere hechos violentos en el área Rural. Sobre el ámbito internacional, debe decirse que no se tomaron en cuenta (durante la recopilación de

10 Varios de los periódicos de esa época se encontraban en restauración durante la realización de la investigación. Los años que no fueron tomados en cuenta para este análisis son 1947 y 1948, de los años 1946 y 1950, se tomó en cuenta un semestre.

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información) noticias que hablaran sobre hechos exclusivamente internacionales, sino, sólo aquellos que atañen a Guatemala. Sobre los ámbitos sociales, en esta época el ámbito privado es muy pocas veces referido (1%), mientras el público es tantas veces referido, que se pudo elaborar esta gráfica que ilustra la alta frecuencia del ámbito político y de los hechos que ocurren en la calle (por ejemplo, robos y asesinatos, pero también manifestaciones y protestas); las cuestiones laborales tienen el tercer lugar y la violencia que se manifiesta en alzas o bajas en los precios (mercado) la cuarta. La gestión del gobierno y las medidas macroeconómicas (violentas o contra la violencia) ocupan la quinta posición, cada una con 5% de las noticias. Esto quiere decir que las noticias que, con mayor frecuencia se encontraron, tienen que ver con cuestiones estatales (política, gestión gubernamental, medidas macroeconómicas) y con algunos efectos de estas en la cotidianidad (más particular) calle, mercado, servicio de agua11. Gráfica 3: Relación con la Temporalidad

La relación con la temporalidad, en las noticias de esta época, tiene muy poca variedad. El 92% de las noticias hablan sobre el presente y sólo el 8% hace referencia al presente y el futuro. Lo que implica que quedaron fuera las noticias que relacionan pasado y presente, como las que refieren sólo hechos pasados o sólo futuros. Eso, al menos, para las noticias que

aparecen en la portada; a veces el editorial sí establece estas relaciones. Gráfica 4: Acciones Violentas Descritas en noticias

11 Debe señalarse que las noticias sobre el servicio de agua (de la capital sobre todo) no están tan estrechamente vinculadas con la cuestión ambiental, como con la gestión administrativa municipal.

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Las acciones que se refieren como violentas durante la época democrática están relacionadas, con mayor frecuencia, con condiciones laborales (en lo privado y en lo público) y con la pobreza; seguidas por las que se refieren a la legislación (emisión de leyes violentas, o conflictos entre legisladores o partidos políticos en el Congreso de la República); los dos temas que tienen la misma frecuencia (5.8%) que se ubica como la cuarta más alta son el comunismo y los aumentos en los precios de diversidad de productos. Como puede verse, un bloque de cuatro categorías ocupa la quinta posición. Cada una llama la atención por diferente razón, la corrupción porque en otras épocas tendrá mayor frecuencia, la escasez de agua (o su contaminación) porque en siguientes épocas continuaron siendo problemáticas, pero dejaron de aparecer en titulares; el divisionismo en los partidos políticos porque es uno de los problemas del sistema de elecciones por partidos políticos que más adelante dejó de ser visto como un problema y se considera lo común, es decir, dejó de ser noticia. Y los robos, porque son una constante en las noticias de las tres épocas analizadas, pero tomando en cuenta la crueldad con que éste se ha ido dando en los últimos años. En la gráfica 5, debe tomarse en cuenta el alto nivel alcanzado por las huelgas, manifestaciones, protestas y paros, signos de una sociedad en la que se pueden manifestar las opiniones y divergencias, es decir, que contrasta con la época del conflicto armado, en que éstas medidas fueron menos frecuentes, y por supuesto, con el período ubiquista anterior. El uso de los medios de comunicación para emitir aclaraciones y comunicados, tanto por parte de entidades privadas como públicas deja ver esta apertura. Gráfica 5: Acciones Contra la Violencia

Las denuncias, que son una constante en las tres épocas analizadas, ocupan aquí la segunda posición y ocuparán durante la época del conflicto armado la primera. La tercera posición la ocupa un bloque de tres categorías: Legislación, medidas macroeconómicas y las

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organizaciones a nivel internacional (debe recordarse el auge que tuvieron en esa época los organismos como la ONU, la OEA y otros similares). En general se trata de acciones contra la violencia a nivel general, más que particular, lo que coincide con la descripción de más actos violentos en lo público que en lo privado. En la gráfica 6 se muestran las víctimas identificadas por El Imparcial, sobresale el “Buen Ciudadano”, expresión con la que se nombra a la ciudadanía en general, pero acentuado que hay entre los y las ciudadanas “buenas personas” y “malas personas”, es decir, que hay quienes merecen un trato distinto, e incluso, que hay quienes merecen la ciudadanía (los buenos) y quienes no (lo malos). Puede señalarse que esta expresión siembra la dicotomía entre “nosotros” (los buenos ciudadanos) y “los otros” (los malos ciudadanos). La segunda posición la ocupan las noticias que no señalan ninguna víctima, mientras la tercera posición la ocupan los trabajadores, quienes alcanzan el 13.16% de las noticias, lo que tiene cierta concordancia con el 8.7% que alcanzaron las noticias que describen como acciones violentas las condiciones laborales, sobre todo si se toma en cuenta que la diversidad de acciones violentas es mayor que la de víctimas referidas. El siguiente bloque podría incluir a pobres y campesinos, que en muchas noticias parecen identificarse como un mismo grupo, alcanzaría así el 9.21%, mientras los empresarios ocupan un 3.95%, lo que se puede considerar poco, comparándolo con los porcentajes (y posiciones) que alcanzará en las siguientes épocas. Antes se mencionó que el divisionismo en los partidos políticos se identificó durante esta época como una acción violenta, de allí que aparezcan como víctimas en un 3.95% de los casos cuantificados. Gráfica 6: Víctimas Identificadas

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La gráfica 7 muestra un dato muy importante, que también se mantendrá en las siguientes épocas, y es la cantidad de noticias que no refieren victimario, o que lo refieren como desconocido, por ejemplo, cuando se habla de “la pobreza” como un problema nacional, pero no se identifican victimarios, es decir, responsables o causantes de la misma. Esta categoría aparece en dos columnas distintas: blanco cuando no se refiere ninguno, desconocido o no especifico, cuando no hay posibilidad de identificarles y suma en total 34.21%, más de la tercera parte de los casos. Gráfica 7: Victimarios Identificados

Luego de esta categoría aparecen los empresarios y finqueros, en un contraste fuerte con lo que ocurrirá en la siguiente época, donde aparecen en novena posición (aún entre las diez categorías más frecuentes) y en la época actual en que aparecen en el 1.21% de los casos. Le siguen los funcionarios o ex funcionarios públicos, y el gobierno (aparece en sexto lugar porque las categorías con el mismo valor se muestran en orden alfabético), es decir, las personas que trabajan en la institución estatal y la institución como tal, están en la tercera posición de victimarios identificados (si se sumaran los porcentajes de ambas categorías estarían en la primera). Con el mismo valor que el gobierno aparecen los “comunistas”, en esta época vinculados al gobierno y a los puestos de poder; pero relacionados también con los movimientos internacionales de izquierda, de acuerdo como lo especifica la prensa escrita. Las últimas dos posiciones las ocupan la policía (tanto la nacional como la guardia civil se incluyen en esta categoría) y los políticos. A los últimos se les vincula poco con las acciones

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violentas, a menos que se trate de corrupción (poco frecuente –como noticia- en esta época, comparada con las siguientes) o de políticos-comunistas (que están en otra categoría). En términos generales, se puede concluir que, las noticias están más vinculadas con los acontecimientos a nivel público, nacional, político. Los actores están polarizados, por un lado las víctimas son “buenas personas” que trabajan, que viven en pobreza, etc. mientras los victimarios son empresarios, el gobierno y los comunistas. Hay acciones que se reconocieron durante la época como violentas, que luego dejaron de aparecer en las noticias, o que cambiaron el matiz con que se presentan, tal es el caso de la cuestión del agua, o el sectarismo-divisionismo en los partidos políticos.

3.3 Elementos de los imaginarios Temporalidad Sin duda uno de los imaginarios sociales de la violencia en aquel tiempo lo constituyó la relación con un pasado “más tranquilo”, y en ese sentido: mejor. Imaginario que ha llegado a nuestros días a través de las expresiones de los abuelos y las abuelas sobre la figura de Jorge Ubico como un dictador que logró para los “buenos ciudadanos” un nivel de seguridad que luego extrañarían. Sin embargo, en los periódicos consultados estas referencias al pasado no aparecen; de hecho se encontró una que parece decir lo contrario: “En la dictadura ocultábase la criminalidad.” Abren archivos policiales para demostrar que no es cierto que la criminalidad haya subido con la revolución en relación al gobierno de Ubico (Portada, 16-07-45). Por otro lado la mayoría de noticias tratan hechos de violencia del presente, unas pocas se refieren al futuro y son excepciones las notas como la siguiente, que articulan el pasado, con el presente y el futuro: “Los Departamentos: Quetzaltenango debe resolver sus problemas vitales” (…) Las obras que se deben hacer hoy, si se hubiesen hecho antes, habrían costado menos de la mitad de lo que costarán hoy. Las soluciones sólo vendrán al dejar el partidismo y el localismo.” (Editorial EI, 4-04-49) En esta otra, excepción también, se hace alusión al pasado, aunque el punto central es el aniversario, ubicado en el hoy. Se hace una relación de un pasado que no era mejor que el presente, sino que expresa la relación con el pasado en la línea de “las cosas no han cambiado” y se insinúa que en el futuro tampoco cambiarán (en la misma línea que la nota anterior).

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“Páginas de la juventud médica” Al celebrar 50 años de revista con ese nombre, se evidencia el tratamiento de los mismos problemas actuales, incluso con las mismas palabras. (Editorial EI, 30-05-49). Otra nota sobre el pasado, aunque en la línea de un “pasado mejor” pero no en el tema de la seguridad provista por el régimen ubiquista, sino en referencia a las buenas costumbres que se han perdido, es la siguiente: “Limpieza de barrios suburbanos”. Hace referencia a la costumbre anterior de que los vecinos colaboraban para mantener la limpieza en sus casas y la fachada de las mismas. Plantea lo negativo de que la costumbre se haya perdido en cuanto al aspecto de la ciudad en la actualidad. (Editorial EI, 02/11/1953) Nótese que las tres notas referidas son de editoriales y no de noticias de portada. Lo que refleja que la relación del pasado con el presente se evidencia sobre todo en las opiniones y no tanto en las noticias. Como se dijo, aunque son pocas, algunas notas hacen referencia al futuro. Como se verá en las que se citan más abajo, la mayoría se refieren a acciones preventivas y al futuro próximo. Vale la pena subrayar que el futuro se plantea como esperanzador, en la medida que las acciones preventivas se describen como posibles y “a tiempo”. “Prevenir la violencia es un deber” Los partidos políticos y el gobierno deberán prevenir las acciones violentas en la contienda electoral ya iniciada, aunque no se ha convocado a elecciones. (Opinión EI, 3-07-50) “Urgencia de más agua en la ciudad. Problema vital que el alcalde urge afrontar”. Sobre proyecto municipal para abastecer de agua a la ciudad con el caudal de tres ríos más; el proyecto está parado en el congreso (Primera Plana EI 4-12-50) Las citas que se utilizan luego para describir los demás elementos de los imaginarios sociales de la violencia, mostrarán que la mayoría de noticias y editoriales se refieren al presente y harán evidente también los matices que este tuvo durante la época democrática. Ámbitos Cada noticia de las recopiladas se refiere a un hecho violento o a una acción en contra de la violencia, y por tanto, refiere un ámbito donde ocurre la violencia, o mejor dicho, dos. Uno se refiere a un lugar geográfico, que está cargado de connotaciones, por ejemplo, la ciudad desarrollada o el campo donde habitan campesinos. Las referencias van cargadas por tanto con otros elementos atribuidos a esos lugares. El otro es el que se refiere a los campos

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sociales de interacción, es decir, los espacios de relación en los cuales ocurren esos mismos hechos violentos. Geográficos Aunque los periódicos de la época hacen bastantes referencias a eventos internacionales, las noticias que los describen no fueron recopiladas pues la investigación se concentró en los hechos vinculados directamente con la realidad nacional. Principalmente se trata de noticias sobre hechos que ocurren en la ciudad de Guatemala, aunque su impacto sea nacional. Las ocasionales referencias a la vida en los departamentos mencionan a Quetzaltenango, Puerto Barrios y la Costa Sur con mayor frecuencia que a otros lugares. Como se verá, estas noticias tienden a ser sobre hechos trágicos o a hacer referencia a la agricultura o la vida de campesinos, vinculando el imaginario de la vida fuera la ciudad con la agricultura y con la población campesina12. “Comerciantes inescrupulosos explotan a los agricultores en provincias encareciendo aperos de labranza” Manipulación de los precios de enseres del campo para desestabilizar políticamente. (Primera Plana EI, 08-11-44) “Frente de agricultores de Escuintla busca manera de contrarrestar la propaganda roja”. Finqueros de la Costa Sur en airada protesta por lo que consideran un “avance del comunismo”. (Primera Plana EI, 18-06-45) “Querellas de los campesinos se escuchan”. Proceso de negociación entre trabajadores rurales que piden aumento de sueldo, factores de fincas y el gobierno departamental de Guatemala (Primera Plana EI, 20-05-46) “La ciudad de los trabajadores en opinión de gremios obreros.” Sobre inconvenientes que tendría la construcción de la “Ciudad Obrera” en Santo Tomás, pues los supuestos futuros ocupantes trabajan (y seguirían haciéndolo) en Puerto Barrios. Comunicado de los trabajadores a la CTG y de esta al Presidente, para evitar el gasto y proponen aprovecharlo para mejorar condiciones de Puerto Barrios. (Primera Plana EI, 5-09-49). “Revelaciones sobre la forma en que se sabotea la conciliación en Tiquisate”. Miembros del comité mediador en dicho problema que han sido desaparecidos. Menciona además que otros miembros del mismo se encuentran escondidos para evitar ser capturados, los miembros que fueron secuestrados fueron detenidos por la guardia civil sin motivo aparente y continúan sin aparecer (Primera Plana EI, 10/12/1951).

12 Adviértase que se habla de “campesinos”, no de “indígenas”.

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Sociales Aunque inicialmente se clasificó los ámbitos sociales en “privado” y “público”, para esta época el ámbito privado es muy pocas veces mencionado; como se vio en el análisis cuantitativo, casi la totalidad de notas son sobre hechos que ocurren en el ámbito público. Para la época de estudio, los espacios sociales más referidos son el gubernamental (en el que puede incluirse lo relacionado a las acciones gubernamentales, las elecciones y la legislación), el laboral (haciendo referencias a condiciones laborales y a medidas para exigir su transformación) y el económico (el aumento en los precios y las medidas para intervenir o prevenir). Otro ámbito público que aparece bastante es la calle, bien como lugar de manifestaciones y otras acciones contra la violencia, o bien como lugar en que ocurren accidentes, robos y asesinatos. Político “¿Intransigentes, regañones, unilaterales?”. Una advertencia sobre la posibilidad de caer en dogmatismo cerrado a toda la gente que acompaña la Revolución. (Editorial EI, 06-11-44) “Encrespadas discusiones en el seno de la Asamblea” Discusiones acaloradas en torno a cuestiones religiosas divide a los diputados. (Primera Plana EI, 09-02-45) “AEU por la Revisión del 666” Se refiere al decreto que modifica el código penal. Principalmente se oponen a la modificación del artículo 126, que castigaría a quienes emitan opiniones que promuevan “la inobservancia de la ley” e incluso en el artículo 4 del decreto se prohíbe la “apología” de personas acusadas de crímenes graves, exceptuando a su legítimo defensor y a la persona sindicada. (Primera Plana EI, 3-10-49) Laboral “Ni un minuto después de la hora esperarán los ferrocarrileros” Amenaza del paro de labores por parte de los trabajadores de ferrocarriles si no consiguen mejoras salariales de forma inmediata (Primera Plana EI, 04-09-44) “Pueden verse envueltos en la huelga si no hay arreglo.” Severa protesta del gremio ferroviario contra la IRCA. (Primera Plana EI, 15-01-45) “15 obreros cesados de los talleres de la Ruta Interamericana” Injustos despidos sin previo aviso en fábrica de la capital. (Primera Plana EI, 20-08-45) “Salarios se les retrasan a laborantes, escuela federal de Huehuetenango” Trabajadores que construyen la escuela tipo federación de ese lugar no reciben salarios desde el 12 de junio. Han tenido que vender sus cartillas de cobro incluso por la mitad del valor para mantener a sus familias. El problema se ha repetido desde hace casi un año. (Primera Plana EI, 3-07-50)

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“Manifestaciones de protesta de cuatro mil maestros” El día de mañana cuatro mil maestros realizaran protestas en relación al pago de salarios del periodo de vacaciones. (EI, 05/01/1953) Económico “Comerciantes inescrupulosos explotan a los agricultores en provincias encareciendo aperos de labranza.” (Primera Plana EI, 08-11-44) “No sólo encarecen más el azúcar sino que la venden adulterada” Maniobras especulativas de los comerciantes con el azúcar: la encarecen y la hacen faltar. (Primera Plana EI, 09-04-45) “Crédito industrial” Llamado a la banca a abrir líneas de crédito para el desarrollo de la economía. (Editorial EI, 04-03-46) Calle “Piloto golpeado de gravedad al encunetarse camión”. Accidente automovilístico en Pamplona (Primera Plana EI, 17-04-44) “Dos robos y riña se registran” Hechos policiales en distintas puntos de la capital (Primera Plana EI, 21-01-46) “Esos pobres perros” Hace referencia a los problemas que traen los perros de la calle en cuanto a ruido, suciedad, etc. Se plantea la necesidad de reducir la cantidad de perros de la calle para evitar estos problemas sin acudir a una matanza masiva de los mismos (Editorial EI, 22/09/1952) Operaciones Violentas Tal como se explicaba antes, este elemento de los imaginarios considera qué se describe como acciones violentas de parte de personas o grupos. En el periódico “El Imparcial”, durante los años 1944-1953, como se ha visto ya, las notas hacen referencia a las condiciones laborales injustas, a los aumentos de precio y a las especulaciones, así como a los asuntos del congreso y los partidos políticos. Relativas a las Condiciones Laborales “Despido en los talleres El Retiro por gestiones de aumento” Protesta pública de un trabajador pro haber sido despedido injustamente. (Primera Plana EI, 07-08-44)

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“Alianza laboral en Tiquisate para la discusión de los pactos colectivos” Tres sindicatos de trabajadores de Tiquisate bajo la asesoría de CTG y de elementos del partido comunista deciden aliarse para discutir con la UFCO sus pactos colectivos. Uno de los acuerdos es el aumento del salario mínimo. Las discusiones de pactos colectivos se han atrasado en algunos casos por errores cometidos por los sindicatos. (Primera Plana EI, 02/07/1951) Alza de precios y Especulación “Comerciantes inescrupulosos explotan a los agricultores en provincias encareciendo aperos de labranza.” (Primera Plana EI, 08-11-44) “No sólo encarecen más el azúcar sino que la venden adulterada” Maniobras especulativas de los comerciantes con el azúcar: la encarecen y la hacen faltar. (Primera Plana EI, 09-04-45) “Protección para el trigo nacional” En una carta que no fue enviada a los ministros se plantea: “nosotros hemos recibido denuncias de que en algunos molinos que pagan a siete quetzales la fanega de trigo, cuando debería de pagarse a nueve y a ocho sesenta en Totonicapán y Quetzaltenango” (Primera Plana EI, 03/11/1952) Administración Gubernamental Las acciones violentas en esta categoría pueden agruparse en: los decretos y demás medidas gubernativas en general (acciones legales como la misma emisión de decretos, y acciones ilegales como detenciones y secuestros), y las acciones de “tendencia comunista” entre las que sobresale la reforma agraria13. Otra categoría, con muy pocos casos incluidos, podría ser la corrupción, sobre todo percibida como posible, aunque en algún caso se insinúa realizada. “Detenidos y exhibiciones personales” Detención de funcionarios y simpatizantes del régimen ubiquista. (Portada EI, 21-08-44) “Medidas que limitan el expendio de cerveza”. Consideraciones en torno a nuevos impuestos aplicados al consumo de cerveza sin tomar partido ni por el gobierno ni por la Cervecería Centroamericana. (Portada EI, 05-12-44) “Desarrollo capitalista pide el CNUS, agrarismo socialista inadecuado” Sobre las discusiones por la reforma agraria surgidas en el congreso. Comité Nacional de Unidad Sindical, en declaraciones oficiales entregadas a la prensa, expresa que trabajadores no piden reforma

13 Aunque esta sea percibida como acción contra la violencia por algunas personas, otras la identifican como acción violenta.

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agraria socialista, sino una que impulse el desarrollo capitalista y el florecimiento de la industria. (Portada EI, 30-05-49) “Redadas, requisas y detenciones irregulares” Denuncia puesta por periodista sobre delitos cometidos en club de la ciudad da pie a una serie de detenciones de empleadas y usuarios de clubes, siendo que ellas son trabajadoras y no prostitutas su detención es injusta (Portada EI, 5-02-51) Partidos Políticos El sectarismo en los partidos políticos (a lo interno de los partidos políticos y entre unos y otros) es una de las constantes en lo referente a la vida política de la época (y de las siguientes también). “MMM y compañeros expulsados del FPL Seguirá sin candidato el partido” Mario Méndez Montenegro, y otros fueron expulsados ayer durante convención celebrada del Frente Popular Libertador, por unanimidad a solicitud de la comisión política que los acusó de divisionistas. Se acordó en convención, además, no nombrar candidato presidencial sin asamblea nacional, condenando el caudillismo a favor de Arana, pues esta actitud va contra la democracia y sobre los principios de un partido (Portada EI, 4-04-49) “Lucha depurativa en el PAR, FFFF es purgado” Deponen a Francisco Fernando Fernández Foncea de su puesto como secretario general del partido. Se refiere además a cambios de funcionarios en el partido. (Primera Plana EI, 12/10/1953) Ser comunista Algunas de las noticias encontradas en los diarios de la época, dejan ver que el comunismo era considerado un peligro, por lo que “ser comunista” o “aceptar el comunismo” eran acciones que atentaban contra el bienestar de la nación, es decir, se percibía como violencia. Algunos ejemplos son: “Frente de agricultores de Escuintla busca manera de contrarrestar la propaganda roja.” Finqueros de la Costa Sur en airada protesta por lo que consideran un “avance del comunismo”. (Primera Plana EI, 18-06-45) “Falsos conceptos sobre Guatemala que dañan la afluencia turística” Propaganda en EEUU según la cual Guatemala está bajo dominio del comunismo consigue disminución de afluencia a Guatemala de turistas de ese país en 1948. Aunque esto se denunció y autoridades estadounidenses lo desmintieron parece que continuaran pues se han dado cancelaciones de reservas para turistas de este año.” (Editorial EI, 10-01-49)

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“Cinco causas de la crisis turística” Entre ellas: “mal ambiente por comunismo” (Primera Plana EI, 4-06-51) Intentos de Golpe de Estado Aunque puede parecer que se registran pocos, al tomar en cuenta que se trata de diez años, se hace evidente que no lo son. Indican además, tensiones y conflictos que se resuelven por medio violentos, no por negociaciones o por medios legales. “Cómo fue tomado el Fuerte de Matamoros” Versión de la manera en que se efectuó la toma revolucionaria del fuete de Matamoros. (Primera Plana EI, 06-11-44) “Todos los radioperiódicos y periódicos fueron suspendidos por el gobierno debido a los sucesos del 18 y 19 de julio” La nota argumenta que no entienden los motivos de la medida gubernamental. (“Sucesos del 18 y 19 de julio” Se refiere a golpe contra Arbenz). (Primera Plana EI, 1-08-49). “Intentona subversiva dominada rápidamente por el Gobierno” Unas 120 personas llegaron en buses y un carro Buick a la base de La Aurora pretendiendo tomarla, pero fueron confrontados y vencidos por las fuerzas militares del gobierno. Entre subversivos Carlos Castillo Armas, (en el titular lo anuncian muerto, en la nota herido). (Primera Plana EI, 6-11-50) Robos, Asaltos y Asesinatos Estos hechos que se han considerado “comunes” para cualquier época (no sólo para las tres diferenciadas en este trabajo) ciertamente quedaron consignados en los periódicos de la época. Sin embargo, en el imaginario social del período no tienen la misma fuerza que en otras. Además de muy pocos accidentes de tránsito, hay robos y asaltos (aunque pocas veces son titular en la portada), así como también lo son a veces asesinatos particularmente impactantes. Puede verse, por ejemplo: “Estafó un anillo con brillantes”. Detienen a estafador. (Portada EI, 24-01-44) “Desentrañando el espeluznante crimen de la mujer decapitada”. Crimen pasional: mata a una mujer (Portada EI, 23-04-45) “Maestra octogenaria, con 61 años de servicio, vilmente asesinada”. Hecho de sangre por motivo de robo en la ciudad capital (Portada EI, 03-06-46)

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Contra la Violencia Las notas con que se ilustra este apartado están relacionadas con acciones que pretenden prevenir o detener la violencia que antes se describió. Como bien se sabe, algunas veces, estas acciones son a su vez violentas, pero en el imaginario social son legítimas, en la medida en que fueron provocadas, o bien pretenden la realización de un valor. Huelgas y Protestas “Despido en los talleres El Retiro por gestiones de aumento” Protesta pública de un trabajador por haber sido despedido injustamente. (Primera Plana EI, 07-08-44) “Paro de hambre de los zapateros, Manifestación contra Incatecu” Manifestación desde la plaza barrios hasta el palacio, pasando por corte suprema de justicia. La protesta es para exigir que no se le dé a Incatecu licencia para fabricar calzado de cuero. Otra nota agrega: “También en Antigua a lo Gandhi; solidaridad con zapateros de la capital”. Los manifestantes expusieron que cuentan con el apoyo de los departamentos, expresado por telegramas y visitas de obreros. (Primera Plana EI, 4-07-49) “Paro nacionalista en la IRCA comienza con carácter permanente el Miércoles.” Emplace a la empresa de forma terminante. Ferrocarrileros piden destitución de “elementos comunistas”. Escriben al presidente preguntando si “apoya a trabajadores honrados y patriotas o a los agentes del comunismo internacional”. (Primera Plana EI, 8-10-50) Comunicados “No se elegirá a magistrados” Comunicado del Frente Popular Libertador (FPL) anuncia que… (Portada EI, 10-01-49) “La ciudad de los trabajadores en opinión de gremios obreros”. Comunicado de los trabajadores a la CTG y de esta al Presidente, para evitar el gasto y proponen… (Editorial EI, 5-09-49) “Ley agraria se aplicará sin sectarismo.” Comunicación aclaratoria en cuanto al delicado problema de la ejecución de la ley agraria… (Portada EI, 04/08/1952) Investigaciones, Detenciones y Sanciones Judiciales “Detenidos y exhibiciones personales” Detención de funcionarios y simpatizantes del régimen ubiquista (Portada EI, 21-08-44)

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“En vigor la pena de muerte con ciertas restricciones” Es aprobada la ley que sanciona la pena de muerte (Portada EI, 20-02-45) “Comisión Investigativa del congreso en Salamá” Se investiga captura de los captura de los candidatos electos por Alta Verapaz, a quienes la policía acusa de estar envueltos en el movimiento que fracasó el 29 de marzo. (Portada EI, 03/08/1953) Prevenir La prevención es una de las medidas que se anuncia y recomienda constantemente en las notas consultadas. Se incluye en esta categoría los estados de sitio y demás medidas del gobierno que se presentan o perciben como preventivas ante posibles hechos violentos. “Toman medidas de previsión en el hospital” Cierra acceso al público en el hospital general por temor a una epidemia de tifus (Portada EI, 10-04-44) “Barberos fijos y ambulantes” Encendido llamado a desarrollar campañas de prevención sanitaria poniendo énfasis en la higiene (Editorial EI, 10-04-44) “Prevenir la violencia es un deber” Los partidos y el gobierno deberá prevenir las acciones violentas en la contienda electoral ya iniciada, aunque no se ha convocado a elecciones (Opinión EI, 3-07-50) “Creación de Policía de Sanidad surge de la reunión de Zacapa. Vigilancia de trabajos de saneamiento en barrios” Para lograr la disminución del vicio” se aumentará el impuesto de sanidad a cantinas, prostíbulos etc. de Puerto Barrios. Además se gestionará la creación de la policía de sanidad y sus leyes y reglamentos para atender la situación de cada región de modo particular (Portada EI, 5-02-51) Organización A nivel nacional se habla continuamente de sindicatos y gremios, los que son descritos como organizaciones sociales que trabajan por mejorar las condiciones de vida, enfrentando la violencia laboral, política, etc. A nivel internacional se habla de organizaciones a nivel continental, así como del apoyo y trabajo colectivo de la región centroamericana. “Guatemala reafirmó su justicia en Belice” Sobre resolución que se consiguió de la Comisión Interamericana de territorios dependientes y que “consigna la solución pacífica de todas las controversias” en los casos de reclamación legítima de territorios ocupados por naciones americanas o europeas. (Portada EI, 1-08-49)

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“La ciudad de los trabajadores en opinión de gremios obreros”. Comunicado de los trabajadores a la CTG al Presidente… (Portada EI, 5-09-49) “Servicios que no deben quedar sin energía” Debido a conflicto entre sindicato y empresa eléctrica se dará huelga de energía. Autoridades respectivas brindan lista de los servicios que no deberán quedar sin energía (Portada EI, 06/07/1953) Actores Víctimas Las víctimas que “El Imparcial” identifica en los diarios consultados pueden agruparse con facilidad en pocos grupos. Por un lado abundan las referencias a los trabajadores (y las trabajadoras, debe entenderse, aunque no sean referidas explícitamente), las personas pobres y los empresarios. Estos tres grupos corresponden a la noción de “buen ciudadano”, es decir, personas que han asumido los valores y los roles propuestos por la sociedad, y sus acciones se mantienen dentro de la ley. Por otro lado, aunque con menos referencias, aparecen también algunos políticos y el Estado. Legítimas Las víctimas que se pueden identificar como “buen ciudadano” son consideradas legítimas, en la medida que no tienen ninguna responsabilidad en los hechos que les vulneran; también el Estado y el gobierno popularmente electo son considerados víctimas legítimas. En cambio, las notas a las que se tuvo acceso para el estudio no permiten precisar la legitimidad atribuida a otros grupos, por ejemplo, quienes apoyaban el régimen de Ubico, o los terratenientes que fueron afectados por la reforma agraria. Lo que se está indicando es notable en las citas anteriores, por lo que no se abundará en ejemplos, valgan estos pocos como refuerzo de lo señalado: Ciudadanía en General “Urgencia de más agua en la ciudad”. Problema vital que el alcalde urge afrontar”. Sobre proyecto municipal para abastecer de agua a la ciudad con el caudal de tres ríos más; el proyecto está parado en el congreso (Primera Plana EI 4-12-50) Pobres “Nuestra población calzada”. Artículo que hace referencia a la inclusión de preguntas en cuanto a calzado en el último censo. El 24.2% de la población está calzado en Guatemala, mientras

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que el 75.8% no lo está. Los departamentos menos poblados son los más calzados. Plantea esta desproporción como indicador del desarrollo en Guatemala. (Portada EI, 06/04/1953) Campesinos “Querellas de los campesinos se escuchan”. Proceso de negociación entre trabajadores rurales que piden aumento de sueldo, factores de fincas y el gobierno departamental de Guatemala. (Primera Plana EI, 20-05-46) Empresarios “Revisión de utilidades de empresas”. Sobre el caso que conocerá corte suprema de justicia. La empresa Castillo Hermanos cuya declaración de impuestos fue revisada más de mil días después de entregada, cuando la empresa ya había cambiado su estructura y propietarios; pero sobre todo fuera del plazo fijado por la ley para esta revisión (80 días). El editorial señala que el caso es importante porque sentará precedentes en la materia. (Editorial EI, 4-12-50) Condenados

“Hoy es la vista de apelación”. Se presenta apelación contra la sentencia de pena capital contra asesino de Alejandro Córdova, el fundador de El Imparcial (Portada EI, 30-11-45) Empresarios “Culpa la Irca [International Railways of Centro América] en la escasez notoria de leña y carbón.” Empresa ferroviaria causante de desabastecimiento por acaparamiento de estos productos. (Portada EI, 18-03-46) Políticos

“Lucha depurativa en el PAR, FFFF es purgado” Deponen a Francisco Fernando Fernández Foncea de su puesto como secretario general del partido. Se refiere además a cambios de funcionarios en el partido. (Primera Plana EI, 12/10/1953) Victimarios

Los comunistas son victimarios, según un enfoque repetido con cierta constancia en los diarios que se usaron como referencia, y se asocia con ellos a varios partidos políticos y a sus líderes. También se considera victimarios a los “patronos” o empresarios, quienes son responsables de las condiciones laborales injustas. Además, a los subversivos y a los funcionarios públicos. Algunas veces también las instituciones de gobierno (congreso y municipalidades principalmente).

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Comunistas

“Paro nacionalista en la IRCA comienza con carácter permanente el Miércoles. Emplace a la empresa de forma terminante” Ferrocarrileros piden destitución de “elementos comunistas”. Escriben al presidente preguntando si “apoya a trabajadores honrados y patriotas o a los agentes del comunismo internacional. ((Primera Plana EI, 8-10-50)

Patronos o Empresarios

“Pueden verse envueltos en la huelga si no hay arreglo.” Severa protesta del gremio ferroviario contra la IRCA. (Primera Plana EI, 15-01-45) Subversivos “Intentona subversiva dominada rápidamente por el Gobierno” Unas 120 personas llegaron en buses y un carro Buick a la base de La Aurora pretendiendo tomarla, pero fueron confrontados y vencidos por las fuerzas militares del gobierno. Entre subversivos Carlos Castillo Armas, (en el titular lo anuncian muerto, en la nota herido). (Primera Plana EI, 6-11-50) Funcionarios Públicos “Danza olímpica de los millones que se tornó despilfarro”. Sobre los gastos del comité olímpico nacional en los VI juegos panamericanos. (Portada EI, 2-04-51) Instituciones de Gobierno “Urgencia de más agua en la ciudad”. Problema vital que el alcalde urge afrontar”. Sobre proyecto municipal para abastecer de agua a la ciudad con el caudal de tres ríos más; el proyecto está parado en el congreso (Primera Plana EI 4-12-50) Símbolos Las categorías en que se dividen los símbolos son: de la violencia y de la no violencia. Entre los primeros están: el color rojo como signo del comunismo, los golpes de estado (exitosos o no) como formas violentas de tomar el poder. Entre los segundos: las manifestaciones y huelgas como símbolos de la lucha contra las injusticias y las elecciones como medio legítimo de delegar el poder.

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Síntesis En la dictadura se ocultaba la criminalidad, siendo el imaginario que prevaleció respecto al período de Ubico. Efectivamente, no había delincuencia y se vivía un clima de tranquilidad, pero sí había una criminalidad gubernamental hacia aquellos que no pensaban como él. Esto ha sido confirmado y es coincidente con lo expresado por varios entrevistados para esta época, quienes afirman: “La supuesta paz durante el período de Ubico no era sino el resultado del silencio que imponía una tiranía”. “Era terrible la represión”. En la noticia de prensa, el ámbito de lo privado es poco referido, sin embargo, a nivel de entrevistados sí fue abordado como aquel espacio en que la violencia se daba, pero también se trataba de mantener oculta e invisibilizada. El imaginario de movilización laboral estuvo presente en esta época respondiendo, un poco, a la apertura de espacios para la demanda, las manifestaciones y las huelgas de trabajadores, situación que no se había dado antes. Hubo movilización del sector ferrocarrilero, los finqueros de la costa sur “en contra del comunismo” y de gremios obreros. Tal como lo hemos descrito en los antecedentes de este estudio, “la prensa de oposición señaló, aunque exagerando, las olas de violencia que azolaban en las zonas rurales”. Si analizamos, la prensa siempre ha jugado el papel de constructora de imaginarios de acuerdo con los intereses que juegue en ese momento. En el clima económico, durante la administración de Juan José Arévalo se manejó a nivel de prensa la inseguridad “por el comunismo”, imaginario que empezaba a rondar en el ámbito guatemalteco. La prensa escrita como constructora de imaginarios o invisibilizadora de la realidad, por supuesto que restó relevancia a las conquistas laborales, de seguridad social, al desarrollo educativo y cultural y a la organización sindical entre otras, que durante los diez años de primavera democrática se dieron. Ya durante el mandato del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, la prensa opositora se encargó de fortalecer el imaginario de “comunismo” “expropiación” y crear un clima adverso en contra del Decreto 900, Ley de la Reforma Agraria, argumentando la indefensión de la propiedad privada. 4. ANÁLISIS DEL PERÍODO El cruce de la información obtenida en las entrevistas con la lectura de los periódicos de la época permite establecer características distintivas para los imaginarios sociales de violencia de este período, diferentes de los que podrán encontrarse más tarde.

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La violencia no tenía el valor de “hecho catastrófico” que irá asumiendo años después, en el calor del conflicto armado, y más aún –curiosamente– luego de la firma de la paz, cuando se supone que “termina” la violencia. En la década de la llamada “primavera democrática” la violencia era un elemento más de la vida cotidiana, no explicitado como verdadero problema, ni en lo individual ni en lo colectivo. Era un dato, una arista de la realidad. La noción que se liga siempre a la violencia tiene que ver, básicamente, con la puja política. El fantasma del “comunismo internacional”, en el marco de una exacerbada puja ideológica y la Guerra Fría que actuaba como telón de fondo, es la línea que atraviesa las formaciones culturales del momento. La idea de violencia en relación a la delincuencia sin dudas está, pero no es vivida desde los imaginarios sociales como un problema de seguridad, un problema que atenta contra la vida cotidiana o la gobernabilidad. Según la ubicación político-social de quien lo diga, lo que sí está siempre presente como una tensión de fondo, dominante de la vida en general, de todas las relaciones, son las cuestiones interétnicas. Diciéndolo explícitamente o no, la explotación inmisericorde de los pueblos mayas es un elemento que recorre el período; en otros términos: el racismo más radical atraviesa todas las relaciones sociales. Aunque eso no se formula como problema explícito, marca la historia, tanto de lo subjetivo como de lo comunitario. Las relaciones de clase, es decir: la explotación económica en concreto, se verán como problema o como parte del paisaje social “naturalizado”, dependiendo quién y desde dónde lo vea. Por eso, hablar de un imaginario único que dé cuenta de la realidad social, no es posible. Pero lo que sí aparece siempre recurrentemente como algo ligado a la violencia, aunque no se la ponga en la misma categoría que un asesinato o una golpiza del marido a la esposa en el seno de la vida familiar, es el racismo como molde dominante. Algo que define la sociedad guatemalteca funcionando como un imaginario que recorre todas las expresiones estudiadas es, justamente, ese racismo. Esta es una de las formas más palpables de la violencia que puede indicarse para el período; aunque, por toda una carga histórica, en el discurso dominante (de las clases dominantes, que termina siendo “el” discurso de la sociedad) ese racismo no aparece como un problema, mucho menos, como un hecho violento. La violencia se ligaba al plano político. Las preocupaciones dominantes de la población guatemalteca de este momento, según lo que puede reconstruirse hoy día en forma retrospectiva, además de la sobrevivencia (siempre sumamente difícil, en situaciones de grandes privaciones), era el fenomenal movimiento político que se estaba viviendo durante esa década. Para los eternamente explotados, esa era la ocasión de poder dejar de sufrir tantas

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humillaciones, exclusiones, vejaciones. Es decir: defenderse de la violencia histórica de la que eran víctimas. Y para los históricamente explotadores (la tradicional clase terrateniente y todos los sectores conexos) el imaginario de violencia que los atravesaba era el fantasma de expropiación que se avecinaba, de pérdida de privilegios. La perspectiva en juego era que ese pobrerío (indígena en su gran mayoría) violentamente cobraría venganza de su tradicional situación de marginado. Dado que los acontecimientos político-sociales de esa década fueron especialmente fuertes –al grado que marcaron la historia nacional para el resto del siglo XX– los imaginarios dominantes tenían que ver con esas luchas, con esa dinámica. Eso es lo que define el período 44-54 y la forma como se vivenciaba la violencia. Uno de los imaginarios que perdura en los sectores democráticos de la sociedad es que los gobiernos de la revolución fueron de “Primavera Democrática”, habiéndose perdido luego, con la contrarrevolución, la oportunidad para Guatemala de ser un país diferente. Igualmente, otro imaginario presente en los entrevistados es que durante este período no hubo violencia y que si la hubo, fue aislada y no sistemática, distinto a como sucedía anteriormente durante la dictadura ubiquista o como sucedería luego de 1954, cuando toda la realidad nacional se militariza, continuándose eso luego de la firma de la paz con una violencia no-militar pero igualmente instalada por todos lados. En la subjetividad de los guatemaltecos existe el imaginario acerca de que la violencia ha definido la historia de la sociedad guatemalteca y que sólo durante el período revolucionario hubo esfuerzos por erradicarla, toda vez que eran consideradas formas de violencia la discriminación, la carencia de educación, la exclusión social, la pobreza, el trabajo forzado, la falta de oportunidades laborales, la explotación, entre otras. Pero también, en amplios sectores, existe la percepción que ausencia de violencia hubo sólo durante la presidencia de Ubico, quien con mano dura impedía actos delincuenciales. Como podemos ver, los imaginarios son diversos, y en muchos casos, antitéticos.

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CAPITULO 4

ÉPOCA DE LA MILITARIZACIÓN Y DEL CONFLICTO ARMADO: 1954-1996 1. INTRODUCCIÓN A partir de julio de 1954, con el derrocamiento del gobierno democrático del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, el Estado de Guatemala institucionalizó una marcada ideología anticomunista, con el apoyo interno de grupos con alto poder político y económico, la Iglesia Católica, el Ejército, y por supuesto, con el aval internacional del Gobierno de los Estados Unidos de América. Tras la sucesión de 5 juntas militares de gobierno, a partir del 1 de septiembre de 1954 se instauró el gobierno del Coronel Carlos Castillo Armas (1954-1957), cuya usurpación del poder pretendió ser legitimada mediante un fraudulento plebiscito, celebrado el 4 de noviembre de 1954, a la vez que fue derogada la Constitución de la República de 1945 y emitido, en agosto del mismo año, el Estatuto Político de la República de Guatemala, de marcada tendencia anticomunista. El régimen liberacionista estableció una intolerante política de persecución y represión hacia los miembros de los dos gobiernos revolucionarios y ante cualquier intento de asociación disidente. Para el efecto fue creado el Comité Nacional de Defensa contra el Comunismo, prohibiéndose asimismo toda actividad sindical, disolviéndose para el efecto la Confederación Central de Trabajadores de Guatemala, declarándose ilegal el partido comunista –Partido Guatemalteco del Trabajo, fundado en 1949, pero ya existente en sus raíces desde la época de Ubico–. Así, tras el derrocamiento del Presidente Arbenz y durante los meses sucesivos, los dirigentes e integrantes de los dos gobiernos revolucionarios fueron obligados al exilio y aquellos que decidieron quedarse en Guatemala debieron optar por la clandestinidad, debido al asedio militar. Como dijera Guillermo Toriello, Canciller durante el período del Presidente Arbenz “la traición interna no ha tenido reposo” (Toriello Garrido, Guillermo. 1979). El clima de zozobra y permanente persecución provocó que obreros, campesinos, profesionales y estudiantes comenzaran a organizarse en resistencia, mientras entre algunos miembros del Ejército guatemalteco comenzaba a evidenciarse oposición con el régimen, situación que años más tarde desembocaría en un alzamiento armado de izquierda, reivindicando problemas sociales de exclusión, marginación y falta de espacios democráticos.

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Asimismo, la institucionalización del régimen anticomunista instaurado en 1954, atravesó por un período de gran inestabilidad provocada por pugnas desde su interior (CEH, 1999). De 1954 a 1963 evolucionó el proyecto militar fuera de una concepción democrática, pero sí fundamentado en una política anticomunista. Al interior del Ejército también se dieron descontentos, siendo asesinados varios militares, alcanzando en 1957 al Coronel Carlos Castillo Armas, Presidente de Guatemala. En 1958 fue electo Presidente Miguel Ydígoras Fuentes (1958-1963), cuyo Gobierno se caracterizó por su corrupción, ineficiencia administrativa y represión, misma que se acentuó con la emisión del Decreto 1224, del 21 de febrero de 1961 (Ley de Defensa de las Instituciones Democráticas) que penaba con cárcel el comunismo. El 13 de noviembre de 1960 un grupo de oficiales del ejército, aún sin una clara concepción revolucionaria, se alzó contra el Gobierno, tomando la Base Militar de Zacapa, acción a la que se unió la Base Militar de Izabal, situación ante la cual el Presidente Ydígoras reaccionó enviando columnas a la región, autorizando a la vez el bombardeo aéreo, protagonizado por aviones y pilotos cubanos y estadounidenses que se encontraban en territorio nacional entrenándose en la Finca Helvetia, Departamento de Retalhuleu, sitio donde estaba el campo de entrenamiento de los cubanos anticomunistas que en abril de 1961 fracasaron en la invasión en Playa Girón, Cuba. A pesar que a los alzados guatemaltecos no les quedó más opción que replegarse y refugiarse en Honduras y El Salvador, el germen revolucionario había sido sembrado, ya que para entender “la aparición de la guerrilla guatemalteca es necesario hacer referencia al levantamiento militar de13 de noviembre de 1960” (CEH, 1999:122). La influencia que durante ese período tuvieron las administraciones de turno de los Estados Unidos en los países centroamericanos fue estratégica para introducir la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), en el marco de la Guerra Fría, definiendo los perfiles ideológicos de los ejércitos latinoamericanos, a la vez que se desarrollaron iniciativas como la Alianza para el Progreso impulsada por la administración de John F. Kennedy en 1961, la que bajo el manto de ser un programa de desarrollo contra la pobreza en la región, constituía un medio de control político a raíz del éxito de la Revolución Cubana en 1959. Dicha Alianza fue rechazada por los movimientos de izquierda en Guatemala y al visualizarse como imposible la alternativa de introducir cambios estructurales por la vía democrática, se consideró la lucha armada como única salida. Tras una amnistía a los alzados de 1960, concedida por el Gobierno de Ydígoras, la mayoría de éstos retornaron a territorio nacional. Sin embargo, un grupo la rechazó y se internó en la Sierra de las Minas, denominándose Movimiento Revolucionario M-13. “Allí se hicieron fuertes, al principio, bajo el mando del teniente Marco Antonio Yon Sosa, quien al igual que... (Luis) Turcios, (Luis) Trejo, (Alejandro) de León, (Rodolfo) Chacón y otros, paradójicamente habían sido entrenados en las escuelas de contrainsurgencia que los Estados Unidos tienen en su

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propio territorio (Fort Gulick y Fort Bragg), y en la zona del Canal (Escuela de las Américas)... (Guillermo Toriello Garrido. 1979: 45)”. Asimismo se dieron las denominadas jornadas de marzo y abril de 1962, en las que se produjeron grandes concentraciones de protesta contra la ineficacia y corrupción del régimen y en las que el sector estudiantil de nivel medio jugó un papel fundamental, siendo víctima de las fuerzas represivas del Gobierno. A finales de ese mismo año surge como movimiento insurgente las Fuerzas Armadas Rebeldes, producto de la fusión entre el M-13 y el PGT. Fue precisamente el resurgimiento y fortalecimiento de los grupos rebeldes en 1963, aunado a los altos índices de corrupción gubernamental y la candidatura del ex Presidente Juan José Arévalo para las elecciones presidenciales que debían celebrarse a inicios de 1964, lo que generó que el Ejército decidiera romper nuevamente el orden institucional, resolviendo que el hasta entonces Ministro de la Defensa, Coronel Enrique Peralta Azurdia (1963-1966) asumiera como Jefe de Estado. Su período, de manifiesto corte anticomunista, se caracterizó por un marcado aumento en la violencia política, con altos índices de detenciones, tortura y desaparición de los opositores al régimen. El nuevo régimen gobernó con base en una Carta Fundamental de Gobierno, que legitimaba acciones militares, rigiendo en todo el territorio nacional el Estado de Sitio durante la mayor parte de los años 1963 y 1966, período durante el cual los pocos derechos que reconocía la Carta Fundamental estaban restringidos. Asimismo se emitió toda una serie de disposiciones gubernativas que legitimaban expresamente la línea militarista y anticomunista del régimen, tal es el caso del Decreto 11, Ley de Protección de las Instituciones Democráticas. Igualmente, a fin de responder a las acciones subversivas “se crearon comisionados militares en todos aquellos lugares del país donde no existían desde la época del General Ubico, y de este modo se emprendió una nueva etapa de militarización de la sociedad”. En marzo de 1966, previo a elecciones generales convocadas a causa de la presión ejercida por el Gobierno estadounidense de Lyndon B. Johnson, fueron desaparecidos 28 dirigentes del Partido Guatemalteco del Trabajo y de las Fuerzas Armadas Rebeldes, constituyéndose en el primer caso de desapariciones forzadas en la historia de Guatemala y de Latinoamérica (CEH, 1999). Dicha desaparición “prefiguró los mecanismos de cierre de espacios políticos que se volverían comunes en años posteriores” (CEH, 1999:135). A partir del 1 de julio de 1966 entró en vigor una nueva Constitución y se instaló el Gobierno del Licenciado Julio César Méndez Montenegro, durante su mandato se consolidó el modelo contrainsurgente, período en que los militares practicaron e instituyeron el terror. A pesar de ser un gobierno civil y presentarse como heredero de los postulados revolucionarios, el nuevo régimen a fin de lograr mantenerse en el poder, estableció una sólida

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relación con la élite económica y el Ejército y fue cómplice de las acciones violentas ejercidas por los grupos paramilitares, con franca anuencia de la oligarquía doméstica. Durante este período el clima de violencia se agudizó. En 1966 inician sus acciones los primeros grupos clandestinos paramilitares, denominados escuadrones de la muerte, los que, contando con la anuencia del Gobierno, actuaban impunemente contra la población. Así, se crean el Movimiento Nacional Anticomunista -MANO, aparecido en junio de 1966- y la Nueva Organización Anticomunista -NOA, en febrero de 1967-. En total, un número aproximado de 25 organizaciones, bajo el control de los comisionados militares, iniciaron una época de terror, mediante actividades altamente represivas, constituyéndose en un sistema punitivo paralelo y oculto (CEH, 1999). “Los métodos de la MANO para sembrar el terror eran... amenazas, pintura de una cruz negra en la casa de las personas sospechosas de ser de izquierda, secuestros y asesinatos, previas torturas: castrar, arrancar la lengua y cortar la mano de sus víctimas antes de ultimarlas”. (Toriello Garrido. 1979: 73). Los integrantes de la MANO eran militares vestidos de civil, mientras que los miembros de la NOA y del Consejo Anticomunista de Guatemala -CADEG- eran elementos de la Policía Nacional, también vestidos de civil. Aunado a las acciones paramilitares, el Ejército mantenía un permanente acoso contra la insurgencia y contra la población civil en el oriente de la República, desencadenando una ofensiva en octubre de 1966 en la Sierra de las Minas, contando con el apoyo efectivo de miembros de la Policía Nacional y de los escuadrones clandestinos de extrema derecha. A los ataques aéreos se sumaban detenciones, torturas y asesinatos de campesinos en la zona, a fin que les ayudaran a localizar los focos insurgentes. Dicha ofensiva fue liderada despiadadamente por el Comisionado Militar en Zacapa, Coronel Manuel Arana Osorio. Se estima que la ofensiva militar y las acciones paramilitares cobraron, entre 1966 y 1968, más de 8 mil muertos, entre la población civil en el oriente de la República y los cuadros urbanos insurgentes. “Estas cifras no incluían a los cientos de desaparecidos, quienes habían sido secuestrados por las organizaciones paramilitares, la policía y la oligarquía...”. (Toriello Garrido.1979: 75). Al finalizar el período presidencial de Méndez Montenegro la resistencia popular había sido prácticamente desarticulada y los grupos guerrilleros que actuaban en el oriente del país habían sido militarmente derrotados, iniciándose un período de repliegue de los grupos insurgentes, previo a su reaparición en el occidente de Guatemala. Con la elección del entonces Coronel Carlos Manuel Arana Osorio para el período 1970-1974 se dio continuidad a la política de represión que el ahora Presidente había encabezado en el oriente del País. La represión selectiva en la Ciudad de Guatemala cobró muchas vidas, entre

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ellas las de los reconocidos dirigentes Adolfo Mijangos López y Julio Camey Herrera, perpetrados en enero de 1971, así como de otros líderes obreros y campesinos, quienes fueron ejecutados o desaparecidos. “El sistema de justicia se vio imposibilitado de proteger a la ciudadanía de las ilegalidades en que incurrían las fuerzas de seguridad. Las exhibiciones personales funcionaron sólo cuando había una decisión del ejército de entregar a los secuestrados o reconocerlos como prisioneros” (Arzobispado de Guatemala, Oficina de los Derechos Humanos del Arzobispado. 1988: 77). Igualmente, según el New York Times Magazine, del 13 de junio de 1971, citado por Toriello Garrido, durante el estado de sitio implantado mediante el Decreto 3-70, la política de represión del Gobierno aranista costó más de 2 mil muertes en todo el territorio nacional. Con un país sumido entre las acciones insurgentes, la consiguiente represión gubernamental y la delincuencia común, y ante un manifiesto descrédito de las instituciones gubernamentales a causa de la corrupción del Gobierno aranista, se produjo el ascenso al poder del General Kjell Eugenio Laugerud García, hasta entonces Ministro de la Defensa, para el período 1974-1978, tras un proceso electoral fraudulento organizado desde el propio Gobierno. La administración de Laugerud pretendió impulsar un segundo plan de desarrollo, a través de medidas proteccionistas de subsidios agrícolas, no exportación de productos de primera necesidad, precios topes, aumentos salariales y llamado al sector privado para contribuir al plan antiinflacionario, elevando salarios, a lo cual se opusieron los empresarios. El terremoto de 1976 echó a la borda los planes de Gobierno y se dio un aumento inflacionario del 50% respecto a 1972. No obstante se elevó la economía en un 7%, ello fue sólo para el sector privado (CEH, 1999). En 1976 “Guatemala vive una situación de violencia institucionalizada, es decir, se dan estructuras sociales injustas, la opresión se hace patente, existe marginación de grandes mayorías, lo cual hace que se viva en tensión insoportable...” (Carta Pastoral de la CEG Unidos en la Esperanza, 25 de julio de 1976, del Tomo I, CEH, 1999:162) y fue a partir de esta Carta que se dio la persecución pastoral. Según estadísticas de Diario El Gráfico, en 1976 se dieron 826 asesinatos en Guatemala, de los cuales el 72% fueron de campesinos (Toriello, 1979). Durante este período la insurgencia había trasladado sus operaciones hacia las áreas rurales del noroccidente del país, iniciándose actos indiscriminados de represión, produciéndose la primera masacre registrada en Guatemala, acontecida el 29 de mayo de 1978 en el municipio de Panzós, Alta Verapaz, en la que murieron 53 campesinos y 47 resultaron heridos (CEH, 1999).

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En los años siguientes al terremoto se produjo un cese temporal de toda actividad insurgente, a lo que siguió, a partir de 1977, una serie de protestas y reivindicaciones campesinas mayas, surgiendo tema de identidad en la participación revolucionaria, como nuevo actor social, siendo el CUC la primera organización social. Sin embargo, esa participación política generó una dura represión, siendo asesinados varios alcaldes indígenas y cerrados los espacios políticos. Poco a poco el movimiento insurgente fue vinculándose estrechamente con la población maya del noroccidente del País. Es de tomar en cuenta que para entonces la fuerza de trabajo agrícola provenía de indígenas del altiplano que se desplazaban a la costa sur, incluyendo hombres, mujeres y niños quienes trabajaban en condiciones infrahumanas, hacinados en galeras abiertas, sin suficiente comida y padeciendo enfermedades gastrointestinales, respiratorias y tropicales; con largas jornadas laborales lo que dio lugar a la organización campesina. Asimismo, la actividad sindical crecía, y consecuentemente la represión gubernamental. Al mismo tiempo, el gobierno de turno continuó la política de represión selectiva en las áreas urbanas, que alcanzó al Licenciado Mario López Larrave, importante abogado laboralista y sindical. También fueron muertos los líderes estudiantiles Robin García y Leonel Caballeros y el sacerdote Hermógenes López. Para 1978 el número de víctimas de la represión institucional desde el Estado de Guatemala iniciada en 1954 ascendía a más de 60 mil, entre encarcelados, perseguidos, cesados en sus labores, torturados, muertos y desaparecidos (Toriello, 1979), siguiendo la consigna de Estados Unidos y de la Doctrina de Seguridad Nacional. A través de un nuevo fraude electoral dirigido desde las esferas del Gobierno de turno, fue electo Presiente de la República para el período 1978-1982, el hasta entonces Ministro de la Defensa, General Fernando Romeo Lucas García, cuyo régimen se caracterizó por corrupto y represivo. Para entonces el grueso de las actividades insurgentes se desarrollaba en las áreas rurales del noroccidente y occidente de la República, situación ante la cual el nuevo régimen instauró una política indiscriminada de persecución. Así, “La ola de terror (que se inició en 1978) tiene dos momentos. El primero que duró aproximadamente hasta 1980, estuvo enfilado hacia la destrucción del movimiento popular, y por lo tanto se dirigió a la aniquilación de sindicatos, movimiento de pobladores, estudiantes” (Oficina del Arzobispado Oficina de los Derechos Humanos del Arzobispado. Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica. Guatemala Nunca Más). Durante la segunda época de represión del Gobierno luquista (1980-1982) las acciones contrainsurgente se centraron en el noroccidente de la República, donde comunidades enteras

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fueron desaparecidas. Solamente en estos dos años se sucedieron 127 masacres en el Departamento de Quiché, 27 en Huehuetenango y 22 en Chimaltenango. Así, este régimen orientó sus esfuerzos no sólo para destruir a la guerrilla, sino también al movimiento social rural y urbano y especialmente al indígena. Se instauraron las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC), grupos paramilitares integrados por miembros de las propias comunidades controlados directamente por el Ejército y responsables de un sinnúmero de ejecuciones, torturas y desapariciones forzadas contra miembros de las propias comunidades. Fue durante este período en que las organizaciones indígenas alcanzaron su máxima capacidad (CEH, 1999). En 1980 el CNUS, el CUC y la CNT fueron las organizaciones campesinas y de trabajadores que aglutinaron el movimiento popular y contra quienes se ensañó el gobierno luquista. 32 miembros del movimiento popular fueron secuestrados y encontrados torturados y muertos. Además 27 miembros de la CNT fueron desaparecidos. Para entonces la insurrección que llegó a organizar a 270 000 habitantes. También se realizaron ejecuciones extrajudiciales en el área urbana, siendo los casos más representativos los del dirigente estudiantil Oliverio Castañeda de León (1978) –directivo de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), de la Universidad de San Carlos de Guatemala– y los líderes políticos Alberto Fuentes Mohr y Manuel Colom Argueta (enero y marzo de 1979, respectivamente). Fue dentro este clima de represión que se produjo la quema de la Embajada de España, acto terrorista dirigido desde la Presidencia de la República y ejecutado por la Policía Nacional el 31 de enero de 1980, tras la toma pacífica que de la sede de dicha Misión Diplomática había hecho un grupo de campesinos procedentes de Quiché, con el objetivo de visualizar ante la comunidad internacional la situación intolerable de violación a los derechos humanos por parte del Gobierno luquista. A pesar de la brutal represión y la política institucional de exterminio, los grupos subversivos adquirieron mayor beligerancia, situación que provocó consenso entre los grupos oligárquicos de poder y el Ejército para derrocar el régimen “La incapacidad de contener los embates de la guerrilla, que entonces ya amenazaba con hacerse del poder, como había sucedido en Nicaragua en 1979, la corrupción y los malos manejos del erario público, así como los constantes señalamientos de violación a los derechos humanos y principalmente las fraudulentas elecciones del 7 de marzo de 1982, ganadas por el oficialista Ángel Aníbal Guevara, entonces Ministro de la Defensa provocaron el nuevo rompimiento institucional” (Maldonado Ríos, Erick Mauricio. 2003). Así, con la venia de los sectores y del Gobierno estadounidense de Ronald Reagan, en el mes de marzo de 1982, tres meses antes de la sucesión presidencial, se instaura, mediante un nuevo golpe de Estado, una nueva Junta Militar que, tras su disolución, daría lugar al gobierno

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del General José Efraín Ríos Montt (1982-1983), cuya línea estuvo destinada fundamentalmente a radicalizar la lucha contrainsurgente. Después de disolver el Congreso y la Corte Suprema de Justicia, el nuevo régimen suspendió la Constitución, entonces vigente, de 1965, emitiéndose el Estatuto Fundamental de Gobierno, contenido en el Decreto-Ley 24-82. Los 17 meses que duró este Gobierno militar pueden considerarse como los más violentos que atravesó el país durante el conflicto armado, aumentándose la política represiva indiscriminada dirigida contra comunidades completas ubicadas en la zona de acción de los grupos insurgentes. Asimismo, fueron creados, mediante el Decreto-Ley 46-82, los Tribunales de Fuero Especial para juzgar y castigar a supuestos subversivos interviniendo el poder militar en el sistema de justicia. Igualmente las Patrullas de Autodefensa Civil continuaron su actividad paramilitar para la vigilancia externa e interna de las poblaciones, constituyéndose en una estructura de poder local que rompió el tejido social y las relaciones tradicionales de las comunidades. Fue objetivo de este gobierno aniquilar las organizaciones sociales a través de masacres y tierra arrasada a lo largo y ancho del país. “Las principales técnicas incluían despoblar el área mediante el método de tierra arrasada, masacres de toda la población (abrumadoramente indígenas) para la vigilancia externa e interna de las poblaciones, constituyéndose en una estructura de poder local que rompió el tejido social y las relaciones tradicionales de las comunidades. Se convirtieron en blancos militares... 440 pueblos destruidos totalmente; más de 100 000 civiles asesinados o desaparecidos, más de un millón de personas desplazadas”. A su vez, se estima que hacia 1984 habían 900 mil campesinos organizados (CEH, 1999). A pesar de la eficacia de la política contrainsurgente, el Gobierno riosmontista fue derrocado mediante un nuevo golpe militar, que respondió a las intenciones del General Ríos Montt de perpetuarse en el poder, evidenciando al mismo tiempo el aislamiento internacional del que Guatemala era objeto por la sistemática violación de los derechos humanos y ciertas políticas económicas que afectaban los intereses de la oligarquía nacional. Así, el 8 de agosto de 1983 se instauró un nuevo régimen de facto, por el cual asumió como Jefe de Estado el General Óscar Humberto Mejía Vítores (1983-1986), período durante el cual se vieron fortalecidas la militarización y las PAC. Las causas de justificación del nuevo rompimiento institucional iban enfocadas a los excesos cometidos por el régimen anterior: “hemos comprobado que un grupo religioso, fanático y agresivo, aprovechando las posiciones de poder de sus más altos miembros, han hecho uso y abuso de los medios de gobierno para su propio beneficio, ignorando el principio fundamental

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de la separación de la Iglesia y el Estado” (Proclama del Alto Mando y el Consejo de Comandantes Militares del 8 de agosto de 1983). El nuevo régimen de facto se caracterizó por ser una especie de gobierno de transición, que promovería el retorno a la institucionalidad en Guatemala, sin abandonar las violentas prácticas contrainsurgentes de sus antecesores. De esa forma, la nueva administración recuperó el principio de jerarquía militar, fortaleció el Consejo de Comandantes y centralizó el mando en el Estado Mayor de la Defensa Nacional. Entre sus políticas estuvo la eliminación de los Tribunales de Fuero Especial y la ampliación del control sobre la población desplazada y reubicada, promoviendo los denominados “polos de desarrollo” implementados durante el régimen anterior. Asimismo, convocó a elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente que emitiría la vigente Constitución Política de la República, las que se llevaron a cabo en junio de 1984. Aún cuando el movimiento social estaba debilitado al producirse el nuevo golpe, durante este período se produjeron movilizaciones, y en ese contexto surgió el grupo de Apoyo Mutuo (GAM) para demandar el aparecimiento de familiares de víctimas del conflicto. El año de 1985 fue de muchos problemas de índole económico, hubo paros laborales y crisis de combustible. El gobierno convocó a un Diálogo Nacional siendo un primer intento de búsqueda de soluciones ante coyunturas difíciles. Los hechos violentos siguieron sucediéndose: las instalaciones de la Universidad de San Carlos de Guatemala fueron tomadas por el Ejército y, tras fuertes protestas por el alza del valor del pasaje del transporte urbano, hubo ofensivas militares que debilitaron, aún más, la reducida base social. El 14 de enero de 1986 inició sus funciones un nuevo Congreso, mismo que dio posesión al primer Presidente civil desde 1966, Marco Vinicio Cerezo Arévalo (1986-1991), quien había sido electo, tras el proceso electoral llevado a cabo en los meses de noviembre y diciembre de 1985. El mismo día había entrado en vigor la actual Constitución Política de la República. La nueva administración civil, electa mayoritariamente, trajo altas expectativas para el movimiento social, provocando la rearticulación del sindicalismo, produciéndose un sinnúmero de protestas, manifestaciones y huelgas de todo tipo, a lo que se unió un considerable aumento de la violencia común. Una de las mayores participaciones sociales durante este período fue la que conllevó las 13 semanas de huelga magisterial (de mayo a agosto de 1989), dándose la represión en contra de los huelguistas a través de amenazas y la disolución de manifestaciones por parte de las fuerzas de seguridad.

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En mayo de 1986 y agosto de 1987 se dieron las reuniones de Esquipulas I y II para la búsqueda de la Paz Firme y Duradera en Centroamérica, a través de la negociación, democratización y búsqueda de salidas políticas a los conflictos internos en Centroamérica. En 1987 a finales, se trató de aniquilar la tropa guerrillera y tomar bajo control a las Comunidades de Población en Resistencia (CPR) para disminuir el apoyo a la guerrilla. Además de las intimidaciones que no cesaron durante este período se dio el cierre de noticieros, apareciendo de nuevo los escuadrones de la muerte. En agosto de 1988 se convocó al Gran Diálogo Nacional para allanar el camino de la paz, involucrando a diferentes sectores de la sociedad guatemalteca, este fue retrasado para febrero de 1989 porque se decreta la participación del movimiento guerrillero, integrado en URNG. También participarían otras organizaciones como ROUG, CUC y GAM; el sector empresarial no participó. Si bien el Gobierno de Cerezo Arévalo no siguió la política de represión y violencia estatal de sus antecesores, sectores inconformes del Ejército realizaron acciones. Dos muertes impactaron, la del estadounidense Michael Devine y la de Mirna Mack, antropóloga que investigaba sobre la población desplazada. Así mismo, en diciembre de 1990 se dio la masacre de Santiago Atitlán en la que murieron 14 pobladores (CEH, 1999) situación que ameritó el retiro del destacamento militar y la intervención de la Procuraduría de los Derechos Humanos. En enero de 1991 recibe el mando presidencial Serrano Elías, quien en abril de ese mismo año presentó iniciativas para la paz total de la nación, pero a la par en 1992 el Ejército lanzaba operaciones militares a los frentes guerrilleros, en el marco del “Plan de Consolidación de la Paz 1992” (CEH, 1999: 222), produciéndose bombardeos en contra de la sociedad civil por su posible vínculo contra la guerrilla. El estilo autoritario y la corrupción fueron características de este gobierno. Serrano optó por romper la institucionalidad mediante la emisión del Decreto Gubernativo 1-93 del 25 de mayo de 1993, que contenía las denominadas “Normas Temporales de Gobierno”, instrumento a través del cual se disolvía el Congreso y se desintegraban la Corte Suprema de Justicia y la Corte de Constitucionalidad, así como se removían a los Procuradores General de la Nación y de Derechos Humanos. Las causas de tal decisión fueron el aislamiento del Gobierno, siendo que el partido oficial carecía de mayoría en el Congreso, a lo que se unió una serie de manifestaciones estudiantiles contra el Gobierno que sin una base el autogolpe y un gran descrédito del mismo ante los señalamientos de corrupción y autoritarismo.

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Varios sectores de empresarios, profesionales, políticos y de sindicatos se opusieron a esta medida de Serrano, dando lugar a la Instancia Nacional de Consenso (INC), unido el Foro Multisectorial Social, integrado por organizaciones sociales y grupos de derechos humanos. La Corte de Constitucionalidad desconoció las facultades de Serrano y el Congreso de la República eligió en sesión del 6 de junio de 1993 como Presidente al, hasta entonces Procurador de los Derechos Humanos, Ramiro de León Carpio, manteniéndose el marco constitucional y legal del País. El gobierno de Ramiro de León (1993-1996) se caracterizó por la depuración del Congreso de la República, a través de una reforma constitucional ratificada mediante consulta popular en enero de 1994 para la elección de un Congreso de Transición. Durante el mandato de Ramiro de León, en marzo de 1994, se firmó el Acuerdo Global sobre Derechos Humanos para la construcción de la Paz. Asimismo, fue suscrito el Acuerdo de Calendario de las Negociaciones para una Paz Firme y Duradera en Guatemala. A finales de junio del mismo año, se firmó en Oslo, Noruega, el Acuerdo sobre Reasentamiento de las Poblaciones Desarraigadas por el enfrentamiento armado y el Acuerdo para el establecimiento de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico y se produjeron avances sustanciales para la firma de la paz. Sin embargo, hubo hechos puntuales de violencia, como el suscitado en Xamán (comunidad de retornados), en el municipio de Chisec, Alta Verapaz, donde una patrulla militar incursionó y masacró a 11 campesinos en la población Aurora 8 de octubre violando lo previamente acordado por el ejército en su compromiso de no tocar a poblaciones retornadas. Otro hecho que ensombreció el mandato de Ramiro de León, fue la muerte de Jorge Carpio, ex candidato presidencial y primo del Presidente. En enero de 1996 las nuevas elecciones llevaron al poder a Álvaro Arzú Irigoyen, quien aceleró el proceso de paz, aunque en el curso de las negociaciones, de 1987 a 1996, prevaleció la violencia, la impunidad y la militarización en Guatemala. Durante este período presidencial se trató de minimizar la crisis internacional del petróleo iniciada en 1972 y el fuerte movimiento inflacionario del l5.9% en 1974. En el transcurso de ese período hubo un Plan Nacional de Desarrollo de la Administración Pública. Se construyeron hidroeléctricas, se explotó petróleo (3,000 barriles diarios) y níquel. Al mismo tiempo que la clase militar se involucraba en proyectos desarrollistas de grandes beneficios económicos. En el curso de este gobierno se mantuvo la fuerza del sector económico al punto de reducir impuestos al sector cafetalero.

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2. ANÁLISIS DE ENTREVISTAS

2.1 Sistematización Para conocer un poco más acerca del pensar y sentir de las personas durante esta época, se entrevistó a 10 personas, que viven el día a día en su actividad laboral y algunos de ellos lideres y personas de diferentes sectores sociales como: estudiantes de aquella época, profesionales actuales; maestros de educación primaria y secundaria del interior del país, un médico de una de las áreas más violentas durante el conflicto armado, un ex sacerdote también residente en una de las áreas del país más conflictivas, una persona exiliada, un ex combatiente de la guerrilla, un militar perteneciente a la Asociación de veteranos militares de Guatemala, un ex sindicalista, un miembro del CUC. Esa percepción que ofrece en su entrevista cada sujeto, producto de su propia subjetividad, nos permitió con otros elementos teóricos y empíricos-hemerográficos, ir construyendo los imaginarios sociales de violencia, que pudieron haber surgido durante dicha época. A los entrevistados se les formularon 15 preguntas para tal fin, sin embargo, la dinámica de cada una de las entrevistas fue diferente, ya que hubo personas que profundizaron más en una u otra pregunta u obviaron alguna de ellas. El siguiente apartado sirve para sintetizar, ordenar y sistematizar la información recogida de cada respondente. 1. ¿Qué entiende por violencia? Con esta pregunta y a través de sus respuestas, hemos querido ir construyendo un cuerpo teórico acerca de lo que las personas piensan y sienten respecto a lo que es violencia. El concepto construido al respecto, es el siguiente: “Violencia es la acción u omisión de realizar actos en contra de otros, a su vida y a su dignidad. La violencia puede ser física, verbal y psicológica, que atenta en contra del humano y la naturaleza. Es el abuso de la fuerza para someter física o psicológicamente a un individuo o a una comunidad. Es toda aquella acción que se realiza con el propósito de destruir. La violencia puede ser directa o estructural o sea que viene desde el estado y afecta a nivel colectivo”. 2. ¿Qué entendía por violencia durante el período 1954-1996? Actos en contra de las personas con enfoque político (1). “Al inicio era un patojo que escuchaba, observaba fotografías y publicaciones que circulaban. Luego los aviones, disparos,

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bombardeos en ciertos puntos de la ciudad: Guardia de Honor, Campo Marte, etc...”...uno no tenía el concepto de violencia, pero se vivía, se sentía y producía mucho miedo” (2). Durante el conflicto armado hubo violencia entre bandos ideológicos distintos, ello produjo violencia selectiva. Para la Firma de la Paz, hubo un pequeño respiro a ese tipo de violencia (2). “...luego se desató ya no la violencia selectiva e ideológica, sino la violencia delincuencial de todo tipo”(2). “Represión centrada en contra de los opositores de los diferentes gobiernos durante ese período (1954-1996), y a raíz del conflicto armado interno, comunidades enteras fueron violentamente desalojadas y arrasadas generando masiva migración tanto interna como externamente...”(3). “...desde el 54 hasta la firma de la paz, a diferencia de lo que sucede en la actualidad, la violencia estaba ligada al conflicto en torno al poder político” (4). “Hoy día hablamos de distintos tipos de violencia, pero en aquel momento la violencia se ligaba a la violencia revolucionaria o a la contrarrevolucionaria de clase” (4). “La gente de a pie no hablaba de otros tipos de violencia, como sucede hoy día, de la violencia contra la mujer del racismo como una forma de violencia” (4). “En términos generales, no había una visualización hacia la historia” (4)”...esta relación con la historia no era algo que estuviera en el imaginario de la gente” (4). “El asunto de la violencia y su aumento desmedido viene después de la Firma de los Acuerdo de Paz” (5). En el imaginario de las personas está presente el antes y después del conflicto, “...durante la época de violencia” o “yo quedé así por culpa de la violencia...”(5), “se refieren a un clima y no tanto a una acción concreta con ese sentido ético...” “...para la gente no existía otra violencia”(6). “Toda la violencia se agotaba en este sentido político-militar que tenía que ver con el conflicto armado que se vivía...” (6). “...más que todo era un asunto político...” (7). “...en esa época hubo masacres terribles de parte de esos dos bandos... (7). “...pues uno se tenía que cuidar bastante porque fácil, fácilmente, lo podrían involucrar cualquiera de los dos...” Como llegaban soldados al hospital, había que atenderlos y si llegaba la guerrilla había que atenderla, “todo eso creaba un conflicto” (7). “...nos habituamos a la violencia, era una convivencia cotidiana a lo largo de los años en donde el cadáver o los cadáveres que aparecían en condiciones, incluso, más allá de lo imaginable...era una cosa común” (8). “Esta es una situación que, en gran medida lo que genera es la pérdida de sensibilidad de la sociedad frente a eso y, eventualmente, puede inducir a conductas violentas, porque hay valores que se trastocan, en este caso el valor de la vida...” (8). “Antes una riña era con los puños, hoy en día eso es inimaginable sin una herramienta que genere más daño y muerte más rápida, fundamentalmente el arma de fuego...” (8).

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“La violencia en ese tiempo se caracteriza por una persecución directa hacia los líderes y lideresas...” “...la violencia política en contra del movimiento indígena campesino, sindical y popular” (9). “...eso a veces alcanzaba, a personas que tal vez por enemistades que se tenían entonces la gente aprovechaba las circunstancias para poder también aplicar, que se yo la violencia en contra de familias, en contra de personas, porque yo conocí a personas que no tenían nada que ver con la organización, pero que fueron asesinados, secuestrados y desaparecidos, entonces quiere decir que hubo gente que también se aprovechó de esas circunstancias, qué se yo, por problemas personales, familiares, de terreno y todo eso, aprovecharon esa circunstancia para ejecutar esa represión”(9).”...en el caso de la costa sur, donde yo viví y he vivido siempre, este la violencia ahí era selectiva, porque casi no se ejecutaron masacres como se ejecutaron en otras partes del país, sino que ahí la persecución selectiva en contra de líderes y lideresas este, y tenía tres formas: una era el secuestro y desaparición, la tortura, hasta llegar al asesinato...” “...llegaban a eliminarlo verdad en la casa, en la calle, en donde lo fueran a encontrar, pero el método de tortura era utilizado para poder sacar información...” (9). “A los comisionados o G2 los mataban de una vez”. “A partir del 54...aparte de la violencia doméstica que siempre ha existido, a veces muy ignorada, pero que ha existido, porque era muy común oír: es que a la pobre le pega el marido...” “...yo tuve la experiencia con un niño que me lustraba los zapatos que había una violencia física tremenda, esa violencia no era abordada así como hoy; otra era la violencia que se decía era de grupo o regiones violentas, allí tienes oriente que se decía que eran agresivos, peleoneros, macheteros, etc. Pero era una forma de referirse a la violencia que existía en una región del país...” “...había violencia, no vamos a decir que era un tiempo modelo, había violencia. Tal vez mucho más solapada, o menos reconocida, pero había violencia” (10). “Ahora si yo te hablo del 54 ahí sí había un tipo de violencia muy marcada y de terror, producto de un gobierno –estoy hablando del gobierno de Arbenz- que indiscutiblemente tenía un sesgue hacia se decía comunismo, yo sí creo que llegó a tener sesgue de comunismo. Un gobierno que tuvo enormes crueldades y violencia...” “...pero era insoportable la persecución que empezó a haber, desgraciadamente, también consecuencia de la resistencia que se hacía a los planes de gobierno...eso hizo que se desatara la violencia, la no apertura a la oposición el resultado violencia, la violencia, la persecución en ese tiempo” (10). “yo te voy a hablar de mi experiencia, yo sí deseaba un cambio. Sin percibir todavía a fondo todo lo que había detrás de la liberación, yo sí vi con bueno ojos la liberación, como lo vio el sector de población del nivel en que yo estaba...” (10). “Para mí la esperanza que proponía un cambio, que creí que era el fin de la violencia, se volvió lo mismo, la misma violencia pero con otro matiz. Y cuando vino el gobierno de la liberación e instituyó el no sé qué...el comité de defensa contra el comunismo y cosas por el estilo, pues cometieron las mismas inequidades, pues todo el movimiento de la revolución, desde el 44 se había perdido. Comenzó otro tipo de persecución. La fuga de talentos que hubo a partir de esa fecha. Todos los intelectuales, la fuga de artistas...digo fuga porque emigraron por persecución

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o por inseguridad, pero Guatemala perdió intelectualmente, artísticamente en valores, cultura...increíble, increíble lo que Guatemala perdió” (10). “...de la élite que se opuso a Arbenz y apoyó a la liberación. Liberación que seis años después en el 60, tendría que enfrentar un movimiento de guerrilla” (10). “...se autodestruyó la liberación, al extremo que la liberación se terminó con la muerte de su caudillo...Lo mataron, muerto, asesinado en su propia casa, en la casa presidencial...un misterio más, pero evidentemente con buena participación de personas de la propia liberación, es decir, a ese extremo llegó la violencia” (10). “Ya con el gobierno electo, el de Idígoras, que no fue lo se pensaba, un gobierno muy discutible...no voy a decir que con Idígoras empezó la corrupción, pero sí en buena parte...en el período de Idígoras que empezó el movimiento, llamémosle armado...” (10). Yo creo que fue también un poco el desbordar de la impaciencia, y de la situación, insostenible, que no lograba darle ni estabilidad a la clase pudiente, ni el más mínimo bienestar a la gente que...entonces empieza este tipo de violencia”(10). “...para mí en ese momento empezó lo que se llama la guerra, la guerra sucia” (10). “...en la capital mucha presencia de secuestros, bombas. Después se extiende lo de las bombas y atentados ya más al interior de la República, torres eléctricas, puentes y por el estilo, puntos estratégicos” (10). 3. ¿Esta violencia tenía relación con épocas anteriores? “Si, porque afectaba el ámbito social” (1). “Si, por la problemática social, económica y política, sin resolver” (2). Sí, porque la Revolución de 1944 hizo reformas sociales y políticas que afectaban a las clases hasta entonces dominantes” (3). “...vemos que esto es histórico. Desde el descubrimiento de América, cuando se rompió con todo un sistema de vida por medio de una agresión externa, eso ya fue un generador de violencia. Hay que ver bien las diferentes etapas que ha vivido nuestro país, pues en esa historia hay generadores de violencia” (5). Sí, los testimonios, fundamentalmente de la gente mayor, vinculaban sin mayor solución de continuidad la época de Ubico con la violencia de las décadas pasadas” (6). Los mayas adultos relacionan la violencia con que siempre los quisieron exterminar como pueblo y hacen conexión con el conflicto y la conquista (6). “Sí tiene relación porque de cuando se da el golpe de estado o la invasión gringa, en el 54, todo el método que utilizó la contrarrevolución de perseguir, de encarcelar, bueno en ese tiempo todavía encarcelaron muchos líderes agrarios...pero todos esos métodos de

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persecución hacia los líderes eso no termina, se incrementa, aún más cuando surge la guerrilla en el 72...”(9). “Lo que estamos viviendo no es causa de que estemos mal, sino consecuencia, la violencia y todo lo que estamos viviendo es consecuencia de esas cosas que no han sido abordadas en su momento...” (10). 4. ¿Esa violencia, tiene relación con la violencia actual? “Si” (1). “...el fenómeno sigue y perdura en un camino que pareciera no tener fin” (2). “...el fenómeno de la violencia siempre está presente de una u otra manera en la diversidad de obras y géneros literarios” (2). “Sí, por la creación de escuadrones de muerte y aparatos clandestinos que no fueron desarticulados...” (3). “Por supuesto, hay una lógica de continuidad entre las violencia históricas” (4). “...pero no debemos quedarnos con la idea que toda lo actual es un producto mecánico de la guerra...” (4). “Estos acuerdos fueron utilizados, prácticamente, para desproteger al Estado” (5). Estas posiciones últimas son antagónicas, por cuanto que la primera proviene del sector guerrilla y la otra del sector Ejército. “Si, por supuesto” (6). “Toda la gente tiende a vincular la violencia actual con la de las últimas décadas” (6). “Pero la gente que ha sido adoctrinada por FRG o PP tratan de desconectar estas dos violencias” (6). Tratan de desconectar lo de antes con lo actual, indicando que debe olvidarse el pasado, hay ahí un mecanismo irracional, emocional y manejado políticamente (6). El sector castrense dice al respecto “si no llegamos a un auténtico perdón entre los guatemaltecos, no vamos a poder alcanzar nunca la reconciliación” (5). “La violencia vivida durante el conflicto armado va desde el asesinato de niños, mujeres y hombres por considerárseles relacionados con la guerrilla, hasta la atención y tipo de medicinas que se dan en el hospital; el negocio que se hace a través de la compra de medicamentos que frecuentemente no son de la mejor calidad. Quien lo padece es el paciente. Actualmente sigue siendo igual, se compran medicamentos de tercera calidad, compran medicina que está por vencer”. El entrevistado también abordó la problemática educativa indicando: “no hay maestros, existe sobresaturación en las aulas (hasta 50 niños), con una infraestructura anacrónica” (7). “La violencia anterior ha producido miseria, ignorancia y más violencia” (7). “...bueno hoy hay más violencia generalizada, y dentro de ella está, también, los asesinatos y persecución de líderes, el problema horita, es que se nos complica a nosotros porque no sabemos, a veces, ni de dónde viene...” (9). Relata el entrevistado que, en ese tiempo conocían en la aldea quién era el comisionado, quién pasaba toda la información entonces,

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pero hoy no (9). “...se nos complica, aparte de esa violencia generalizada, hay una represión en contra del movimiento y eso lo decimos la criminalización de la lucha por la tierra, por el desarrollo rural integral” (9). 5. ¿Cómo se expresaba la violencia durante ese período? “Con la muerte a quien se consideraba guerrillero” (1). Hubo diferentes facetas en ese período (2). “Como lo he dicho, con represión de todo tipo” (3). “Socialmente la violencia tenía una cara que eran las fuerzas de seguridad del Estado: la policía, la PMA, la Guardia de Hacienda...” (4) “En ese tiempo la violencia delincuencial no había alcanzado los niveles que tiene ahora. Era distinta la situación” (5). “Fundamentalmente, creo que a través de la prepotencia militar...desde el comisionado, el helicóptero sobrevolando, las patrullas, los jueves cívicos (que eran alarde de presencia de control militar). Se puede comparar esto con el fascismo de la época de Franco. Todo era violencia. Existían las Coordinadoras Interinstitucionales. Se anidaban en torno al ejército y había demostraciones para que nadie olvidara quién tenía el poder (6). La violencia anterior tiene relación con la actual con la muerte de mujeres, niños y hombres, con la miseria y la ignorancia (7). “A mí me correspondió asumir un papel bastante público en representación de organizaciones sindicales y más tarde de un conjunto de organizaciones populares, más o menos a lo largo de l0 ó 12 años”. “...era factible constituirse en un blanco fácil...” “...yo recibí muchas amenazas, en algunos casos persecución...” “...hubo un caso donde una compañera de una organización campesina la golpearon tres sujetos en una camioneta hasta herirla, luego la bajaron violentamente y todo era para mandarme un mensaje” (8). “Pero este período ya paso”. “...esto obedece a un momento histórico que nos tocó vivir en Guatemala...estamos viviendo en un momento distinto que no cabe duda hay vínculos con aquellos años...”(8). “...en aquellos años yo creo que las cosas eran más fáciles...uno sabía de dónde podía venir la agresión...sabía cómo se operaba, entonces uno sabía cómo resguardarse, hoy es distinto, hoy uno no sabe de dónde viene, no sabe cómo opera, cómo funciona...puede ser golpeado por alguien o una entidad X...”...uno de los aportes más importantes que los movimientos sociales brindaron en aquellos años es el que se haya eliminado la política institucional del Estado de represión, esa persecución en contra de la oposición social y política”. “El hecho de que eso haya desaparecido es uno de los logros más importantes” (8) “...lo que pasa es que ahora ya no se es tan burdo como antes, antes era la amenaza, era el atentado, era la desaparición forzada. Ahora no, ahora es vía el descrédito...” (8). Para los líderes campesinos del CUC de la costa sur, esta violencia se expresaba de una manera selectiva a través del secuestro, la desaparición, la tortura y el asesinato (9). “...también hubieron grupos armados verdad, que reivindicaban, por decir así, cuando

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asesinaban a un líder o desaparecían un líder, entonces también lo que se hacía era reivindicar esa desaparición o ese asesinato, entonces, según se decía, se investigaba quiénes eran los responsables y también se iba en contra de ellos”(9). En los setentas “...se recrudecen las situaciones, porque todo el desequilibrio continúa” (10). El entrevistado argumenta respecto al terremoto de 1976 “...el terremoto, es el terremoto de los pobres, porque los pobres como costumbre fueron los más afectados...” (10). “...me llamaron para que me hiciera cargo de la Caritas Nacional...desde nuestro puesto no teníamos idea de la realidad, ni de las necesidades verdaderas de la gente...” “...Unidos en la Esperanza fue la carta pastoral que sacaron por motivo del terremoto los obispos, peo desde luego una carta pastoral con un análisis bien crudo de la realidad y un llamamiento a tantas cosas que había que cambiar simultáneamente a la reconstrucción. Y lo malo es que ya la guerrilla había comenzado desde los sesenta, y post terremoto eso ya recrudece...” (10). “...Guatemala no bajó su ritmo de vida...hablo de Guatemala Capital...si hubo limitaciones para movilizarse a ciertos lugares, sobre todo, en el interior...aquí no nos dimos cuenta, no quisimos darnos cuenta, de lo que pasaba”(10). “...nunca se quiso medir el daño, la crueldad, la muerte, y el crimen que hubo por la opresión, en contra de la guerrilla, yo creo que crueldad hubo de los dos lados, el precio que se pagó porque la guerrilla dejara de existir fue tremendamente caro y lo pagó la población rural” (10). 6. ¿Por qué cree que se dio la violencia, cuál cree que fue la causa principal? “La búsqueda de poder político” (1). “La insatisfacción social que ha estado y está presente sin resolver” (2). “La violencia no es una causa, es un efect0o de algo más complejo e histórico” (2). “Estado fallido, injusticia social, impunidad, inoperancia del sistema de justicia y del sistema penitenciario y los medios de comunicación que también contribuyen” (3). Múltiples razones, el modelo económico/social que se agota. “...y la violencia surge como una alternativa para construir un modelo nuevo o mantener el vigente” (4). “El Estado represor y una sociedad dominante, basados en una violencia histórica...” (4). Desde la izquierda se manejaba que “...la violencia era la única alternativa que quedaba para intentar cambiar el modelo en juego” (4). “...en aquel momento era el único camino que quedaba” (4). Relata el miembro del CUC que todo el trabajo que se hizo durante el período de diez años de la Revolución, fue desarticulado, señala que hubo persecución y desarticulación de quienes lucharon en el 44 (9).

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7. ¿Qué se podía hacer a nivel individual? “proteger a familiares mediante el resguardo en sus casas (1). “Era responsabilidad del Estado” (3). “Hacerse el loco, no se podía hacer mucho” (4). “...empezarla a asumir como práctica de la vida cotidiana, tal como sucede hoy día” (4). “...la violencia obligó a la participación política de mucha gente, como mecanismo de sobrevivencia más que como conciencia” (4). Los campesinos decían en esa época que habían llegado al movimiento armado porque no había otra alternativa: los atacaron, les quemaron sus casas (4). “Pues lo que han hecho los guatemaltecos, y fundamentalmente los pueblos mayas, desde siempre: callar e identificarse con el mandamás, el patrón en su momento o el militar en este período de guerra” (6). “No confrontar, obedecer y callar” (6). “Eso dio lugar a actuaciones espantosas de los civiles en las patrullas: obedecer, callar y ejecutar las órdenes recibidas” (6). En muchos casos con profundo dolor, con repugnancia, con llanto, digo esto por los testimonios recibidos por mi persona (6). Habían algunas personas que denunciaban “...al día siguiente, dos días, los mandaban a matar (7). Hubo enfermeras, médicos que hablaron por radio o prensa, “...pero esas enfermeras las mataron...” “...no había nada qué hacer” (7). Mire, uno quería protestar y todo, pero al pensar en la familia... “...tenía que sobrevivir...” (7). “Me correspondió el honor de representar a estas organizaciones (sindicatos) y hacer lo que oportunamente se determinaba que había que hacer” (8). 8. ¿Qué se podía hacer a nivel colectivo? “Agruparse en asociaciones pro Derechos Humanos” (1). “La organización, la protesta, manifestaciones, luchas sindicales....” (2). “La insurgencia” (2). “Era responsabilidad del Estado (3). De los años 70 al 79 se denunciaba (4). “Pero cuando comenzó la época más dura del conflicto armado, con tanta represión, esa posibilidad de denuncia, prácticamente desapareció. Y desapareció casi en su totalidad cuando las estructuras políticas del movimiento armado fueron destruidas” (4). “En ese momento lo único que quedaba era denunciar desde la montaña, pero ahí no nos oía nadie” (4). “...las reivindicaciones y el aporte de la movilización y la politización de la sociedad y en el surgimiento de nuevas formas asociativas en aquellos años, fue uno de los aportes que el sindicalismo brindó...se pusieron al frente de ese proceso, dando la cara, asumiendo un papel...” (8).

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“...El CUC, formaba parte del CIEMS que eran del Comité Nacional de Unidad Sindical CIEMS, cuando se recrudece la violencia en el 80-81, se formó el frente nacional contra la represión, donde se hicieron campañas de denuncia de la violencia, de la represión que se estaba viviendo...”(9). Relata el entrevistado que en ese tiempo no era como ahora, “...si se quería poner alguna denuncia se debía hacer ante el Comisionado militar o tenía que ir con el comandante de la zona militar, porque no habían instituciones que tuvieran ese trabajo de ver por la represión, y si uno quería hacer una denuncia pública lo que utilizaba era hacer un volante, hacer una pinta en las paredes, o habían radios que se prestaban todavía en ese tiempo, para hacer una denuncia pública...” “Yo me acuerdo que en el 80 nosotros hicimos una campaña de ocupación de radios en la costa sur, y ocupamos las radios poniendo cassettes con mensajes verdad, de todo lo que estaba ocurriendo, haciendo un llamado a la población para que denunciara o que buscara la forma de defenderse, porque no había otro mecanismo, como decía, no había instituciones...” (9). 9. ¿Cómo se podía denunciar la violencia en esa época? “No se podía” “...podía ser perseguido” (1). “Se podía denunciar de muchas maneras, en los medios, a través de volantes, manifestaciones, etc., pero era muy peligroso. Había mucha represión. Sólo con ser estudiante ya se era sospechoso. Fueron tiempos muy difíciles para toda la sociedad, y sobre todo a nivel de las comunidades, de los pueblos indígenas que sufrieron lo indecible” (2). Para la denuncia “No había forma era mejor callarse o irse” (3). La iglesia católica jugó un papel importante y el Movimiento Social fue cuestionador de lo que se vivía en ese momento, pero “a partir de la Masacre de Panzós las posibilidades de denuncia se fueron reduciendo o casi extinguiendo (4). “La última manifestación fuerte fue para el 80.el 1º de mayo, dejando casi 100 muertos. O sea que los espacios de protesta pública fueron cerrados...hasta después surge el GAM” (4). “Ah, eso no se denunciaba” (7). Según nuestro entrevistado, Médico del Hospital de Quiché, si se denunciaba ya no vivía. Nos sigue diciendo: A un principio se llevaba un libro de control con apuntes de pacientes, allí se consignaban los datos del suceso. En una oportunidad llegó un comandante y rompió los libros y ya nunca más llegaron cadáveres para realizar autopsias. “La cantidad que llegó en un principio eran como de veinte diarios” (7). “El GAM, digamos, fue una de las organizaciones que nace a raíz de esa situación que se estaba dando; muy importante para denunciar” (9). “El CUC hizo campañas, el GAM también, y después nace también el SEP es una que nace en el Quiché, era algo así como JEL JUNAM...”

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10. ¿Recuerda a alguien que hiciera algo en contra de la violencia durante esa época? Álvaro Arzú, con la firma de la Paz (1). Muchas personas: estudiantes, religiosos, medios de comunicación, empresarios, pero muchos murieron por ello (2). “El GAM tuvo el coraje de denunciar” (3). “...más que todo entre los intelectuales que, por supuesto eran catalogados de izquierda, creo que esas eran las voces que se alzaban, pero al final de cuentas, todos fueron saliendo...otra vez, otro sangrado que tuvo Guatemala de valores intelectuales y artísticos que, curiosamente, la gente pensante que se va de Guatemala...” “...yo diría que el liderazgo, en gran parte, lo tuvo la iglesia, guardando ese equilibrio entre anuncio y denuncia...la iglesia quiso anunciar, pero anunciar sobre realidades, porque no se puede estar anunciando el mensaje de Jesucristo en el vacío...” (10) “...otro gobierno que fue un desperdicio, el de Cerezo fue un desperdicio. Fue una oportunidad para que Guatemala realmente renaciera, desgraciadamente también creo que se prostituye y había líderes y había muchos valores que tuvo cerca, el poner a la mujer como un elemento valioso en la sociedad y en puestos determinantes, fue una esperanza, pero se corrompió, y de allí en adelante, no veo que haya habido algo...”(10). 11. ¿Usted considera haber utilizado violencia en esa época? No (1). No (2). No (3). La mayoría de entrevistados respondieron no a esta pregunta. Sin embargo, una persona participante en el movimiento armado respondió: “No me podría considerar una persona violenta sino alguien que había entendido la violencia como un recurso necesario” (4). “...en esa coyuntura el uso de la violencia era una necesidad” (4). “...era una estrategia para tomar el poder...pero también una estrategia para sobrevivir...” (4). “...para los revolucionarios era una necesidad histórica para tomar el poder” (4). “La violencia ya considerada desde el punto de vista académico, puede tener una justificación” (4). “...la violencia que nosotros ejercíamos era una violencia sistémica, es decir: una violencia que funcionaba como instrumento para construir una nueva sociedad. Hoy la violencia no es sistémica, es normativa. Es un elemento más en el conjunto de las normas sociales...” “...hay distintos imaginarios respecto a la violencia” (4). “La violencia servía para construir” (4). No necesariamente, creo que eso depende de uno. Yo en lo personal, una de las recomendaciones más importantes en aquellos tiempos, era que anduviera armado y yo siempre he estado en contra de las armas”. (8) “Bueno, tenía que defenderse también, porque cuando lo buscaban a uno tenía que ver cómo se defendía, porque ya en ese tiempo ya uno ya no podía dormir en su casa, dormía entre el monte...”(9).

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12. ¿Usted considera que fue afectado por esa violencia? Sí. Tuve que emigrar internamente (1). Sí. También me he acostumbrado a vivir con ella y como la mayoría de guatemaltecos (2). “Sí y mucho” (3). “Sí, por supuesto. Tomar las decisiones que tomé fue consecuencia de la violencia que se vivía” (4). “...me hizo tomar la decisión de incorporarme al movimiento armado” (4). “La misma decisión de la violencia política afecta toda mi vida familiar” (4). “Todo eso sin dudas impacta” (4). Un médico de Quiché narra que tenía pesadillas, soñaba que de un rato a otro llegarían a tocar a su casa y que lo matarían, como lo hicieron con otras personas muy pobres; cuando violaban a las patojas y mataban a los niños para que cuando crecieran no fueran guerrilleros (7). “Una de las cosas importantes es que nos ha hecho menos sociales, nos ha segmentado más, nos ha brindado elementos nuevos para estratificarnos...” “Incluso cuando uno va en la calle, he sido testigo de eso varias veces, alguien está siendo objeto de una agresión y la gente lo que hace es que se cambia de acera, -para que no me pase a mí también” “Fundamentalmente a nivel de valores, ha habido efectos fuertes” (8). 13. ¿Qué le hizo sentir la violencia? “Ansiedad, desprotección, tendencia a huida e impotencia” (1). “Miedo, temor” (2). “Temor por mi vida y la de los míos” (3). Uno quería protestar, pero pensaba en su familia (7). “Yo creo que al igual que mi generación nos habituamos a la violencia, era una convivencia cotidiana...” (8). “...en la década de los 70 eso fue terrible, las carreteras, las cunetas, los ríos en cualquier parte aparecían cadáveres mutilados, con señales de tortura espantosa. Esta es una situación que en gran medida lo que genera es la pérdida de sensibilidad de la sociedad...” (8). 14. ¿Qué hizo ante esa violencia? “Emigrar. Buscar lugares más seguros...” (1). “Luchar siempre por la paz desde las aulas, mis mensajes siempre han sido acerca de la construcción de una nueva cultura de paz” (2). “Opté por el exilio” (3). “...me hizo tomar la decisión de incorporarme al movimiento armado” (4). “Y pobre uno, no estoy en ningún bando pues...eso nos afectó a todos nosotros pues y ahí sí que estamos pagando esa factura...” (7). “...en ese momento uno sólo está enfrente del problema y busca las formas para resguardarse y evitar ser víctima” (8). “...como decía existían esos grupos armados, en la cual uno también podía dar la información, que es quiénes son y todo eso, pues ya eran ellos los que actuaban, uno nada más decía bueno aquí en esta aldea son estas las personas que están asesinado, que están secuestrando, que están sacando la información ya ellos eran los que ejecutaban” (9).

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15. ¿Qué efectos produjo la violencia a nivel social? “Incremento de la población en áreas urbanas, viudas, huérfanos, desaparecidos, desplazados e inmigración al norte, exiliados, desempleo, alteraciones psicológicas, desadaptación” (1). “Efectos desastrosos...” (2). “Terror” (3). “Comunidades arrasadas, 250,000 muertos, desaparecidos. Masiva migración interna y externa, familias desarticuladas, desconfianza, miedo a expresarse y a organizarse, naturalización de la violencia para resolver conflictos (véanse los linchamientos). Proliferación de armas, aislamiento y vivir prisionero del miedo” (3). “En muchos lugares tener hoy un camino, por ejemplo, es el resultado de la guerra” (4). “O que exista hoy día la preocupación porque la educación llegue a todas las aldeas a nivel nacional” (4). “El asunto de la violencia y de su aumento desmedido viene después de la Firma de los Acuerdos de Paz, en otros países que tenían conflicto armado y se llegó a la firma de la paz sucedió lo mismo que en Guatemala: hubo un posterior aumento de la violencia delincuencial.”(5). “...los distintos gobiernos que se sucedieron luego de la Firma de la Paz, fueron muy complacientes con todo el mundo, tergiversaron el sentido de los Acuerdos de Paz” (5). “...esta gente fue presionando para quitar al Ejército de los lugares que ellos querían que se quitara” (5). “Fueron desprestigiando al Ejército buscando, incluso, hacerlo desaparecer...” (5). “...logrando así dejar descubierta toda el área noroccidental del país” (5). “...toda el área noroccidental, durante el conflicto armado fue la región más conflictiva, toda la frontera con México” (5). “Todos los destacamentos que se tenían en esa zona fueron retirados durante la época de Oscar Berger” (5). “Es decir, tenemos una gran parte del país, prácticamente sin presencia del Estado. Y el crimen organizado se metió allí, y tomó toda esa zona” (5). Para otros, el conflicto armado dejó “Miseria, ignorancia....creó más violencia, y eso es lo que estamos padeciendo ahorita...” (7). “Creo que hay implicaciones muy serias en la fraternidad, la solidaridad, en esto han tenido un impacto muy fuerte. La gente se retrae, se enconcha” (8). “Bueno, nosotros siempre decimos que a mayor represión mayor organización, porque en las comunidades donde sí hay organización no por gusto se han organizado porque hay que sé yo, defensa de su tierra, de territorio, en contra de minerías, en contra de la cementera o en contra de empresas que quieran penetrar en sus tierras...”(9).

2.2 Elementos de los imaginarios Al igual que el análisis del período anterior, tomamos como base los parámetros de los cuatro campos diferenciados de construcción de imaginarios de violencia que Pintos (1994) propone, más temporalidad, agregado por el grupo de investigadores. Se identificó en la subjetividad de los entrevistados lo siguiente:

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En el campo de las operaciones, como lo hemos venido indicando, están las acciones físicas e intelectuales que excluyen, discriminan, inhiben y agreden. Este campo ubica respuestas como: Precisamente con la caída del Coronel Arbenz (1954) se creó el Comité de Defensa contra el Comunismo. En esta época hubo bombardeos, disparos, aviones volando. Hubo fuga de intelectuales y artistas que salieron del país para proteger sus vidas. El móvil que perseguía la violencia era la muerte. Búsqueda del poder político. Ya durante el conflicto armado, en algunos casos no había forma de denunciar la violencia. Para evitar la violencia se protegía a familiares mediante el resguardo en sus casas. Se agrupaba la gente en asociaciones pro Derechos Humanos. Estaba la organización, la protesta, las manifestaciones, las luchas sindicales, las pintas en paredes, el tiraje de volantes y la insurgencia. No se confrontaba, se obedecía y se callaba. Era mejor “hacerse el loco”. En esta época la violencia fue selectiva e ideológica en el área urbana, mientras que en el campo fue generalizada. Hubo destrucción del tejido social. Desarticuló familias. Hubo prepotencia militar y represión como política de Estado. Hubo creación de escuadrones de la muerte y aparatos clandestinos. La violencia generó acciones de injusticia social, impunidad del sistema judicial y sistema penitenciario. Existió impunidad y corrupción. Existía inhibición para hablar en torno al tema de racismo y había violencia doméstica en contra de la mujer. A partir de la masacre de Panzós las posibilidades de denuncia se fueron reduciendo. El sector castrense se refiere a esta época como que “hay un interés de estar viviendo el pasado, de andar escarbado cosas del pasado”. Frecuentemente, la violencia hizo emigrar a las personas, así mismo hubo tortura, persecución, capturas, amenazas, masacres, clandestinidad, desalojos, destrucción y comunidades arrasadas. Debido a esta violencia, la sociedad se fragmentó. La carta pastoral post terremoto (1976) fue una bomba, pone al desnudo la realidad en Guatemala. Luego durante la guerra, la capital no bajó su ritmo de vida, siguió igual. Para un entrevistado, el Gobierno del Presidente Cerezo, dejó pasar una oportunidad, hubo valores, hubo líderes; la mujer fue elemento valioso de la sociedad, pero este gobierno se corrompió. El campo de ámbitos o escenarios en que se realiza la acción (privado-público. Estado-calle), se matiza de la manera que sigue:

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Según las respuestas de entrevistados, la violencia generó incremento de población en las áreas urbanas y migración, tanto interna como externa. “La violencia está en todos lados con distintas caras”. Tomando las palabras de miembros del Ejército, “el área noroccidental quedó descubierta, sin Ejército y sin presencia del Estado, siendo hoy en día puente para la droga y el crimen organizado”. “En la década de los 70, eso fue terrible, en las cunetas, en las carreteras, los ríos, en cualquier parte aparecían cadáveres mutilados”. “...en aldeas donde había forzosamente la patrulla civil, la gente no quería patrullar y al resistirse...ponían como pretexto el tenerse que ir al corte de caña o café. “En Guatemala capital, no nos dimos cuenta de lo que pasaba, no quisimos darnos cuenta...” La violencia en la capital fue selectiva, en el campo fue generalizada”. Los símbolos como representaciones culturales, fueron poco identificados por los entrevistados. La violencia se identificaba con aviones sobrevolando (1954), bombas, armas; desaparecidos, secuestros y torturas. Comunismo-Anticomunismo. Otro símbolo era el guerrillero por una parte y el militar uniformado por otra (prepotencia y fuera). Ya a finales de esta época, fueron los Acuerdos de Paz Firme y Duradera. Los actores, ya fueran víctimas o victimarios, que accionaron durante este período, según los entrevistados, fueron: “víctimas indígenas del interior de la República, profesionales y estudiantes universitarios, intelectuales, líderes comunitarios, sacerdotes católicos, líderes sindicales, miembros de organizaciones (CUC, UASP). Como victimarios, los entrevistados definen al Ejército, a la policía, a Comisionados Militares, a Policía Militar Ambulante, Guardia de Hacienda, Guerrilla, G-2 y a orejas. El accionar del ser humano se define en tiempo y espacio, dándose el primero en segundos o siglos. Los entrevistados al respecto indicaron: Que la violencia siempre ha existido y en la historia ha sido una constante. “Cuando se da la invasión gringa en el 54...la contrarrevolución persiguió y encarceló a líderes agrarios y se incrementa aún más en el 72 cuando surge la guerrilla”. Se refirieron a esta época como un período de 36 años de mayor violencia política. Un médico refiere: “Hubo períodos, al principio del conflicto armado, que se hacían de 15 a 20 autopsias diarias”. Varios entrevistados indicaron “Si alguien denunciaba la violencia, al día siguiente, dos días después los mandaban a matar. Por otra parte afirmaron: “nos habituamos a la violencia, era una convivencia cotidiana a lo largo de los años...” “En la década de los 70 era terrible...” “La violencia hoy es más generalizada” (ya refiriéndose al período actual).

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Al analizar la información, se puede afirmar que la mayoría de personas entrevistadas tienen un criterio claro de lo que significa la violencia, sus respuestas han servido para construir un concepto teórico respecto a ella. La mayor parte de personas entrevistadas, no obstante, vivieron la época de la Revolución de 1944, orientaron la mayoría de sus respuestas a la violencia del conflicto armado. El imaginario social de violencia se centra en los años 70 y 80s. cuando la violencia fue, fundamentalmente, en el interior de la República en contra de los grupos indígenas quienes sufrieron ataques de tierra arrasada, desplazamientos externos e internos en búsqueda de salvaguardar sus vidas y las de su familia. De los diez entrevistados, tres personas hablaron acerca de la caída de la Revolución. Uno menciona que siendo joven recuerda aviones, disparos, bombardeos que se dieron en la Guardia de Honor y el Campo Marte; otro entrevistado menciona esta época como la de la “invasión gringa”, cuando hubo persecución, y un tercero se refiere al período de Arbenz como un período comunista en el que hubo terror, crueldades y violencia, vio la Liberación con buenos ojos, porque era el fin de la violencia, pero se volvió lo mismo, “la misma violencia, pero con otro matiz”. En el imaginario de las personas prevalece menos la violencia dada durante esta época y se magnifica la violencia del conflicto armado. La época reciente del conflicto armado sí marco en la subjetividad de las personas un clima de miedo y terror; sin embargo, la mayoría reconoce que esta violencia fue selectiva en la capital. Se vivía con miedo de hablar, de relacionarse con otros y, especialmente, esto se profundizaba en el interior de la República. El imaginario social que prevaleció durante esta época fue el de “violencia política” en donde dos bandos se disputaban el poder político. Para los pobladores no existía otro tipo de violencia, tal como se da en la actualidad, sino la relacionada con guerrilla y ejército. No obstante, la violencia durante el conflicto armado en la capital fue selectiva, en el campo el Ejército se ensañó en contra de niños, jóvenes, mujeres y hombres indígenas. Las fuerzas castrenses en esta época respondían a la doctrina de seguridad nacional y al anticomunismo que se manejaba a nivel nacional e internacional. La mayoría de entrevistados tiene un imaginario social de que existe una lógica histórica de continuidad de la violencia y, que en esa historia, han habido generadores de violencia. En ese sentido existe una clara diferenciación de que la violencia de los años del conflicto armado era política insurgente y contrainsurgente. En esa época no se hablaba de violencia étnica ni de género, mucho menos de violencia estructural o institucionalizada, misma que aún aparece invisibilizada. La mayor parte de respondentes afirman que la violencia delincuencial no había alcanzado los niveles de hoy en día. Existe coincidencia en algunos de los entrevistados en el sentido de que

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la violencia de esos años era por el poder político y por las condiciones de insatisfacción social e impunidad, siendo ésta un efecto y no una causa. En la mayoría de entrevistados prevalece el imaginario de que no existían mecanismos para denunciar la violencia durante esa época. Sin embargo, para quienes estaban organizados, la denuncia se hacía más fácil. En ese sentido, muchos se vieron obligados a participar en la guerra como mecanismo de sobrevivencia y, años más tarde, obligó a la gente a enrolarse en las Patrullas de Autodefensa Civil. Así mismo, el imaginario social que aún se maneja es que prevaleció en esta época el silencio y el alejamiento como un mecanismo del miedo y terror. Así mismo, manifiestan los entrevistados que no hubo muchos espacios de denuncia individual ni colectivamente. Varios entrevistados recuerdan el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), los grupos de Sindicatos (UASP y CIEMS) y el CUC. La mayoría de personas entrevistadas afirman no haber utilizado la violencia en esa época, sin embargo, un participante del movimiento armado reconoce haber utilizado violencia como un “recurso necesario”, como “una necesidad histórica” para tomar el poder, justificando así la violencia, otro entrevistado manifiesta que tenía que defenderse. Igualmente, un líder de tierras, aunque no indica que utilizó violencia, dice que tenía que defenderse de alguna manera. En todos los entrevistados prevalece el imaginario de haber sido afectados por la violencia de ese entonces a través del miedo, habiendo tomado medidas de protección diferentes que iban desde resguardarse hasta la migración y búsqueda del exilio. Así mismo, aseguran que los efectos producidos por la violencia fueron: incremento poblacional en las áreas urbanas, emigración, desplazamiento interno, desempleo, alteraciones psicológicas, doscientos cincuenta mil muertos, desconfianza, miedo a expresarse y organizarse, naturalización de la violencia para resolver conflictos, ignorancia, miseria, proliferación de armas y más violencia. También fuga de intelectuales y artistas valiosos. Las respuestas dadas por los entrevistados, producto de ese imaginario, coinciden con datos ofrecidos por la Comisión de Esclarecimiento Histórico (1999) de que en esa época se vivió una situación de violencia extrema con estructuras sociales injustas, opresión, terror y persecución a personas e instituciones. En el grupo de entrevistados aparece el imaginario de que la violencia es histórica, que siempre han existido generadores de violencia, por lo cual es imposible entenderla fuera del contexto social tal como lo afirma Martín-Baró (1990). Tal como fue manifestado por diferentes personas entrevistadas que estuvieron en filas de la guerrilla y/o del Ejército, para los primeros la violencia era una “necesidad que la justificaba” y para los segundos una “acción que se administra”.

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Por lo anterior, podemos decir que la sociedad en general tuvo algún efecto psicosocial de la violencia y que aún existe una internalización de la guerra o conflicto armado. Que al momento, prevalecen experiencias y comportamientos sociales de miedo, de no participación, de desconfianza y de falta de solidaridad, así como también prácticas de poder de parte del Estado encaminadas a mantener el control social para favorecer a ciertos grupos de la sociedad, anulando al sujeto social para el ejercicio de su ciudadanía y de sus derechos de movilización y expresión.

3. ANALISIS HEMEROGRÁFICO 3.1 Lectura crítica del material La lectura del periódico entre los años que van de la caída del gobierno de Jacobo Arbenz, en 1954, al final del conflicto armado interno, en 1996, nos presenta noticias y editoriales marcados de una manera casi absoluta por la violencia política. Hay distintos momentos, cada uno de ellos con matices diferentes, pero la insistencia informativa está volcada enteramente hacia la violencia en el ámbito de lo político. La percepción de la violencia ligada al crimen organizado o a la delincuencia común como será luego de la firma de la paz, no existe (si bien en la última fase del período, pasado el momento más álgido de la estrategia contrainsurgente y entrados ya los años 90, esa tendencia comienza a insinuarse con fuerza). Violencia, según lo transmitido por el periódico, es casi sinónimo de la violencia política, de la guerra que se vivía, del enfrentamiento entre quienes, según la lógica presentada, “atacaban a la patria” y quienes “la defendían”. Ello enmarcado en la perspectiva general de la Guerra Fría, que dominaba ideológicamente todo lo que sucedía en el mundo, y por tanto también en el país. La percepción que se obtiene de la violencia haciendo un lectura de Prensa Libre puede llevar entonces a concluir, aunado ello a las entrevistas correspondientes a la misma época que nos refuerzan las conclusiones en este ejercicio de análisis, que el imaginario que se fue construyendo durante estos años en tanto idea dominante en toda la dinámica nacional se correspondía con una visión ideológico-política muy puntual, centrada en el conflicto armado interno que se vivía. Otras formas de violencia, como por ejemplo la intrafamiliar, o la delincuencia cotidiana, la violencia de género, el racismo, y mucho menos la violencia estructural, es decir: las diferencias de clases y la injusticia en el acceso a bienes y servicios, la exclusión histórica de grandes masas de población, el desprecio por la vida y la impunidad reinante, prácticamente no aparecen nunca, ni como hecho noticioso en las primeras planas ni en los editoriales.

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Un recorrido exhaustivo del periódico puede dar tres momentos distintos para todo este largo período 1954-1996, con tres distintos imaginarios sobre la violencia consecuentemente: 1) Un primer período más marcado por la confrontación ideológica pura, por la Guerra Fría que dominaba el panorama mundial y que se expresaba en Guatemala, o al menos en lo que podemos leer en Prensa Libre (fuente de creación de imaginarios de buena parte de la población) a través de la presentación maniquea de buenos y malos, de demócratas defensores de la libertad (los buenos), por un lado, y de “rojos” comunistas (los malos, poseedores de las peores condiciones de perfidia y potenciales criminales, enemigos de la sociedad constituida, de las buenas costumbres… y de la propiedad privada), por otro. Este período se corresponde con el inicio de la llamada Revolución Libertadora, momento de furioso anticomunismo y crítica casi visceral contra el recién derrocado gobierno con características populares de Jacobo Arbenz. Leyendo noticias y editoriales de este momento –segunda mitad de los años 50 hasta inicios de los 60– pareciera que lo básico era, al menos para la línea del periódico investigado, transmitir la idea del comunismo, y todo lo que se ligara con esa ideología, como un “cáncer” social, peligroso, dañino, contraproducente. El ataque contra la obra del anterior gobierno revolucionario de Arbenz, en cualquiera de sus formas (confiscación de bienes de sus actores, fusilamientos o condenas a prisión, exilios forzados) no es presentado como hechos de violencia: “Bienes de Arbenz, Martínez y otros confiscados, rematarán”, puede leerse, por ejemplo, en la primera plana del 07/03/55, con un editorial que saluda la medida: “Congelados el caso de los bienes”. O “Ex Director de la Guardia preso al regresar de México”, según portada del 08/11/54, todo lo cual es parte de una “guerra necesaria” que debe llevar la nueva administración. En esa lógica: “Edelberto Torres expulsado a México, por tren salió el sábado a la mañana”, presenta la primera plana del 06/12/54, lo que se complementa, por ejemplo, con noticias como “Toque de queda a las 24:00 horas”, publicado en la portada del 24/01/55. Si se trataba de pelear contra el comunismo internacional, todo se valía; de algún modo hay una lógica militar en el discurso dominante, sin que haya acciones bélicas concretas (aunque sí se registraran acciones de represión, si bien sin el horizonte de una guerra frontal como sería unos años más tarde). De todos modos, el “terrorismo” que comienza a hacer su aparición para ese entonces es la justificación de cualquier intervención policíaco-militar que se pudiera tomar: “Otro terrorista capturó la Judicial”, informaba la portada del 09/07/56, en tanto que unos días después (24/07/56) se anunciaba “Prórroga del estado de sitio se ratificó”. En esa perspectiva, en todo caso la violencia es presentada como proviniendo del ataque comunista, como ataque de los “rojos” a los valores nacionales, como rompimiento de la tranquilidad natural de la sociedad a manos de esta ideología desestabilizadora, por cierto foránea y contraria a las tradiciones del país, y que debía ser enfrentada con valentía. La

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Revolución Libertadora nunca es presentada como hecho violento sino como necesidad histórica para volver a poner “la casa en orden”. En esa línea vale como ejemplo demostrativo de posiciones conservadoras que van ganando terreno en la ideología dominante la alineación del gobierno nacional con el anticomunismo de la época a escala internacional, promovido desde la estrategia hegemónica de Washington. En ese sentido puede leerse la portada del 26/09/55 “Guatemala reconoce gobierno de Leonardi”, así como el editorial de esa misma fecha “Renace la libertad en Argentina”, donde se saluda fervorosamente el cruento golpe de Estado en ese país latinoamericano en que se derroca a un gobierno de contenido popular como el de Juan Domingo Perón, no muy distinto del de Jacobo Arbenz en Guatemala, con el mismo talante antiimperialista, acción golpista que, sin dudarlo, es defendida por la prensa. Sería quizá osado decir que “el imaginario”, sin más, de la población guatemalteca (de toda la población, urbana y rural, ladina e indígena) se construyó sobre este paradigma de la Guerra Fría y de la alineación incondicional con el macarthismo dominante. Pero considerando que los medios de difusión son, quiérase que no, constructores de moldes culturales –aún para quienes no los consumen directamente, para, por ejemplo en este caso, toda la población rural analfabeta que nunca leía Prensa Libre– todo indica (confirmado también por las entrevistas del período en cuestión) que una idea dominante fuerte, un imaginario que recorría la sociedad de aquellas décadas, se ligaba a la violencia en torno a esta guerra anticomunista. Es sabido que las ideas dominantes son las ideas de las clases dominantes, por lo que ese imaginario de combate ideológico, con mucho de visceral, impuesta desde los sectores de poder, y que perfectamente podemos encontrar en las páginas de Prensa Libre, era el molde con que se encontraba la población. Los violentos eran los comunistas: los bolcheviques rusos, los chinos, el gobierno de Jacobo Arbenz, cualquiera de sus seguidores, todo aquel que levantara voces de protesta social (más tarde lo serán la revolución cubana, o los sandinistas en Nicaragua). La violencia que reaccionaba contra ese presunto “ataque” nunca era presentada como violencia. Esa es la idea que recorre el período 1954 en adelante, durante los años de la década del 60 hasta el 70, cuando el movimiento armado se va consolidando. Por ese entonces podían leerse portadas como la del 30/01/61: “Quemaron bandera de los EEUU y huyeron”, o la del 01/05/61: “Balacera produce muerte de judicial”, o del 18/07/61: “Tiroteo en zona 11; persiguen a rebeldes”, o la del 08/01/62: “Bomba lanzaron hoy al Palacio Nacional”, o “Asaltan micrófonos en el Estadio, ayer”, del 02/04/62, o “Atentado terrorista”, del 18/03/63, o la del 16/10/63: “Estallan dos bombas: daños en restaurant”, o el del 02/11/64: “Volantes subversivos”, que presentaban el crecimiento del incipiente movimiento revolucionario como un problema serio.

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En consonancia con ello, prendiéndose las alarmas para la élite dominante, el clima anticomunista seguía exacerbándose, lo cual puede verse, por ejemplo, en editoriales específicos: “El creciente imperio del comunismo”, del 14/08/61, o “A propósito de manifestaciones callejeras”, del 12/03/63 –donde se presentan acres críticas a las marchas populares como desbordes inconducentes–, o “La docencia al servicio de los agitadores”, del 10/05/63, o el del 10/05/64: “¿La democracia en la encrucijada?”; en alusión despectiva a que lo revolucionario es contradictorio con lo democrático, o la furibunda crítica al experimento socialdemócrata de Chile con fecha 08/03/65: “Democracia y revolución”, o en la descalificación de Cuba como peligro socialista, según puede leerse el 12/10/70: “Fidel Castro frente al continente” o el del 03/12/71: “Campos de muerte en Cuba” así como el del 17/04/72: “Recrudecimiento del terror en Sur América [por influencia soviética]”, o el del 16/10/72: “El que por su gusto muere…”, en alusión al triunfo de Salvador Allende como producto del continuo “lavado de cerebro de la izquierda mundial”. O en noticias como la del 17/08/62: “Reviven ley contra actividad comunista”, o la primera plana del 14/02/66: “Razones de la presencia de EEUU en Vietnam” –donde se justifica la invasión del país del Norte luchando contra el comunismo internacional–, o la primera plana del 14/03/66: “Radiodifusora fue asaltada el sábado [por delincuentes subversivos]”, o la del 07/11/66, donde ya comienza a mostrar la movilización del ejército: “Ejército desbarató campamento faccioso”, o estas primera planas del 03/11/67: “Gobernador de Zacapa, víctima de atentado” o del 10/06/68: “Jefe de la Policía muere en emboscada”, en que se comienza a presentar el peligro que crece con el movimiento insurgente en ascenso, aunada a esta otra del 12/05/69: “Zafarrancho en una finca, seis heridos”, o esta otra del 06/04/70: “Encuentran asesinado al embajador Alemán”, todo lo cual va tensando cada vez más la situación política nacional, sentando las bases de lo que posteriormente sería un conflicto armado interno de proporciones mayúsculas. 2) A partir del hecho político de la consolidación de un movimiento político-militar que comienza a hacer ruido (“Pichones de dictadores…”, editorial del 09/12/74 donde se tacha de “izquierdista y lava cerebros” la formación académica de Ciencias Políticas de la USAC y URL o, por ejemplo, la primera plana del 07/07/75: “Grupo de guerrilleros atacó campo petrolífero de Rubel Santo”, o del 19/04/76: “Señora Ma. Olga Novella sigue en poder de sus plagiarios”), puede considerarse un nuevo momento y, por tanto, un nuevo imaginario de la violencia: el que se corresponde con el recrudecimiento del enfrentamiento armado entre guerrilla y respuesta del Estado a través de la estrategia contrainsurgente. Para este largo período –que podríamos situar entre ya entrada la década del 70 hasta varios años después de las estrategias de tierra arrasada de los 80, aproximadamente para los 90– el imaginario dominante en torno a la violencia se ligaba exclusivamente con el conflicto armado. Violencia era sinónimo de guerra antisubversiva (“Campamento faccioso descubren en San Marcos”, primera plana del 12/07/76). En cada periódico consultado para estos años, en las noticias así como en más de algún editorial, se torna habitual la expresión “delincuente subversivo”, lo que va moldeando el imaginario de violencia de la época: según lo presentado

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por la prensa, la violencia venía del ataque de estas fuerzas antinacionales, de este enemigo interno que atacaba –“arteramente”, según lo que se repetía con insistencia– los valores constituidos. Así puede leerse que “Guerrilleros queman fincas de La Gomera; daño por Q3 millones” (portada del 20/11/76), “Bomba terrorista en el Conquistador–Sheraton” (portada del 06/11/76), “Bombas abandonadas por facciosos causan 2 muertos y 10 heridos en frontera Guatemala–El Salvador” (portada del 03/10/77), “Gerente de la Phillips continúa secuestrado no obstante se cumplieron las exigencias de los facciosos” (portada del 04/12/78), “Herido de bala el comandante de la Guardia de Honor” y “Soldados perecen al estallar una bomba Claymore” (portada del 01/06/81), “Grupo armado asalta finca” (06/07/81), “Guerrilleros incendian campamento de Caminos” (07/11/81), “Habitantes de Quiché huyen de la subversión” (07/12/81), “Ataque a destacamento militar” (04/01/82), “Supermercado Gala fue incendiado por el EGP” (01/02/82), “Actividades subversivas impiden labores educativas en occidente” (01/03/82), “Guerrilleros destruyen una aldea en Baja Verapaz” (05/04/82). Eso se prolonga, incluso, en la década de los 90, aún cuando se comenzaba a negociar el cese de los enfrentamientos: “Dinamitan puente San Juan en carretera al Atlántico” (07/03/94), “Guerrilla ocupa Sumpango y se enfrenta al Ejército” (03/07/95). Si uno lee la prensa de los años 80, por ejemplo, se entera que el país vive una guerra interna, pero hay una deformación notoria en la presentación de la crónica de la misma: hay una fuerza combativa “buena” y una “mala”. La fuerza “buena” (el ejército nacional) responde a un ataque subversivo maligno (“Desórdenes subversivos programados para julio, “revela” Ríos Montt”, portada del 07/07/82). El imaginario que se va construyendo es de “salvadores de la patria” (“80,000 personas asistieron a mitin en apoyo al ejército” en Chimaltenango”, primera plana del 01/02/82) contra “oscuras fuerzas que nos atacan”. Los hechos bélicos son informados en forma bastante parcial, siempre de manera favorable al Ejército regular. No hay una sola noticia, editorial ni nota de opinión sobre los pormenores de la guerra sucia, sobre las masacres que ocurrían en zona rural. Hay, en pocos casos, informaciones sobre un clima de represión contra delincuentes subversivos que hace peligrosa la vida cotidiana (“a cualquiera le puede tocar”), pero represión necesaria, en definitiva (“Doctor, secretario de la Facultad de Medicina de la Universidad Francisco Marroquín “preso” por comunista”, informa la primera plana del 05/07/82). La idea que se transmite es que los reprimidos (muertos en combate, detenidos, perseguidos, nunca se informa de las detenciones ilegales ni de las torturas) se merecían esa respuesta. Y junto a ello, una idea básica que atraviesa todo el período es que la violencia siempre, sistemáticamente, proviene del campo subversivo. La respuesta del Estado nunca es llamada violencia. Además, si hay enfrentamientos armados, siempre aparece un talante triunfalista a favor de las fuerzas regulares: “Siete guerrilleros y dos patrulleros perecen en combates” (07/08/82), “Quince guerrilleros perecen” (01/11/82), “Patrullas militares y civiles rescatan a personas de un campamento” (04/07/83), “Mueren “delincuentes subversivos”” (01/08/83), “Se entregaron cinco facciosos en Santa Rosa”

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(03/10/83) “Perecen doce subversivos y un soldado” (05/12/83). Esas nociones (necesidad de la respuesta dura y el triunfalismo del ejército) atraviesan todo el período llegando casi hasta la firma de la paz, en 1996. De todos modos, ya para inicios de los años 90 se había dado un corrimiento en la forma que se presenta la violencia, por lo que podría decirse que hay a partir de allí un nuevo período en la forma en que se aprehende su imaginario, que va de la mano del retorno de la democracia formal: violencia como expresión delincuencial. 3) Sin abandonar la idea que presenta a la delincuencia subversiva como el factor de violencia del país, luego de pasado el momento más trágico de la estrategia contrainsurgente de los 80 –hechos de los cuales se informa siempre muy poco, fragmentariamente, repitiendo la visión maniquea de buenos y malos y población civil en el medio, víctima de la amenaza antipatria del comunismo internacional– cuando pasa esa marea represiva por parte del Estado, comienza a conformarse una nueva noción de violencia: lentamente, para unos años antes de los 90, va haciendo su aparición, y de ahí en más siempre en forma creciente, el horizonte de la violencia delincuencial: “Crece ola de crímenes comunes en la capital” (05/03/84), “En sólo dos días, quince personas víctimas de asaltantes” (07/10/85), “Delincuencia se recrudece en la ciudad” (02/12/85). A partir de ahí, y sin solución de continuidad, llegamos al imaginario de violencia que construyen los medios masivos de comunicación que podremos apreciar en toda su expresión ya para antes del momento de la firma de la paz, en 1996, y de ahí en más, alcanzando la sensación de nueva guerra con la que se sigue sometiendo al país, para todo el período post bélico: la delincuencia común y el crimen organizado como sinónimos, por antonomasia, de la violencia en Guatemala, teniendo de rodillas a toda la población. Así, por ejemplo, antes de la firma de 1996, puede leerse: “Gobierno elabora plan para evitar robo en iglesias” (portada del 04/05/92), “Tropas del Hunapú capturaron a tres asaltantes de microbús” (01/06/92), “Asaltantes se llevan Q.45,000” (03/08/92), “Totonicapán. Siete autobuses asaltados ayer” (07/09/92), “Once muertos a balazos en San Pedro Jocopilas. Grupo delincuente mantenía en zozobra o vecinos, dice Policía de Quiché” (03/05/93), “Hombres armados allanan iglesia para robar imagen” (02/08/93), “Incautan millonario cargamento de cocaína en finca de costa sur” (06/11/93), “Combate al narcotráfico” (06/02/95), “Guardianes del Vecindario desafía a la delincuencia” (03/04/95), “Gobierno pondrá en marcha plan para combatir ola de secuestros” (02/10/95). Ya en ese entonces está instalado el nuevo imaginario que hace coincidir violencia con inseguridad ciudadana, comenzándose a borrar lo relacionado con la guerra. Al respecto el editorial del 04/12/95 (“Es tiempo de enfrentar la violencia en lugar de justificarla”), comienza a insistir sobre la falta de seguridad y la incapacidad de las autoridades para combatirla. En cierta forma la violencia va quedando asociada a la supuesta ineficiencia estatal en su combate.

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Es de destacar que en todo el largo período del conflicto armado interno no hay nunca una visión crítica de la violencia, y en general tampoco se encuentran mayores invocaciones a la paz, a la concordia, a la tolerancia, salvo los aspectos más políticamente adecuados y correctos del momento previo a la firma y el cese definitivo del fuego en diciembre de 1996. La violencia es siempre vista como un hecho naturalizado, no cuestionable. La violencia del Estado es respuesta a una provocación de un pérfido enemigo que no dejaba más espacio que responder de esa manera. Y esa violencia, como apuntábamos más arriba, se subsume enteramente en la esfera político-ideológica no dejando el más mínimo espacio a la crítica, a la reflexión o, siquiera, a la presentación informativa de otras violencias que hacen parte de la dinámica social, invisibilizadas por la fuerza de esta única expresión que monopolizaba todo.

3.2 Análisis estadístico Siguiendo la misma metodología se tomó como muestra una noticia de cada mes, (desde octubre de 1954 hasta diciembre de 1985) recogiendo en total 349 noticias14. De ellas se identificaron los mismos indicadores que se describen en el capítulo dos (metodología). Una vez ordenados se obtuvieron los datos con que se elaboraron las siguientes gráficas:

Esta gráfica muestra que la mayoría de noticias refieren acontecimientos que ocurren en lo urbano. Además del 61% que se refiere exclusivamente a lo urbano, debe sumarse el 5% que se refiere también a lo rural y el 7% que trata sobre acontecimientos nacionales, para un total de 73% de noticias que se refieren, de algún modo, a lo urbano. Mientras el 27% se refiere a lo rural, y aún sumando el 12% antes descrito, alcanza apenas poco más que la mitad en relación a lo urbano (39%). Más adelante se verá que en la época actual, lo nacional tiene mayor frecuencia que lo urbano o lo rural. Gráfica 1: Ámbitos Geográficos donde ocurren los hechos de violencia, según Prensa Libre

14 26 meses quedaron fuera debido a diferentes circunstancias, por ejemplo, que para este análisis cualitativo sólo se tomaron en cuenta noticias de portada y en algunos meses sólo se tienen datos de editoriales y no de noticias de portada (pues éstas no se referían a la violencia). O bien, meses que no pudieron consultarse en la hemeroteca porque estaban en restauración.

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Gráfica 2: Relación de Temporalidad en las noticias de Prensa Libre En la gráfica 2 se muestran las referencias de temporalidad. La abrumadora mayoría (83.67%) hacen referencia exclusiva al presente, lo que puede esperarse de un periódico de circulación diaria. Sin embargo la frecuencia de su publicación no justifica que se halle tan poco presente el futuro (0.29% sólo futuro y 3.15% futuro y presente a la vez) y mucho menos, que las cifras sobre el pasado también sean tan bajas (9.7% pasado y presente a la vez, 1.15% sólo el pasado). Esta reflexión es fundamental para la comprensión de la historia de cualquier comunidad o sociedad, pues ningún “presente” puede explicarse o justificarse en el vacío temporal, es decir, se hace necesario comprender el pasado como causa del presente y a la vez el futuro como esperanza, como meta de las acciones presentes. Las gráficas 3 y 4 nos muestran las diez acciones violentas y las diez acciones contra la violencia, que aparecen con mayor frecuencia en Prensa Libre, durante los años en cuestión. Debe tenerse en cuenta que las acciones violentas que se representan en la gráfica 3 equivalen al 59.71% de las acciones violentas registradas, hay más de 30 categorías con frecuencia mayor de 1, que no se muestran en la gráfica. Por tanto, aunque el

16.29 % no parece ser una cifra elevada, en realidad lo es; son 57 noticias que hacen referencias a asesinatos, le siguen 33 noticas sobre robos y asaltos. Eso quiere decir que la categoría “Asesinatos” es casi el doble de los “Asaltos y robos”. En las siguientes ocho categorías la diferencia entre una y otra no es tan significativa (2.28 es la mayor), y en las categorías que no aparecen es aún menor. La relación del contexto histórico que se hizo antes, permite inferir que los asesinatos, los secuestros así como las amenazas e intimidaciones son formas de la violencia política que se practicó durante la época, lo mismo que las acciones de guerrilla, la subversión y los atentados. En otros casos queda la interrogante, por ejemplo algunas veces aparecían noticas sobre “accidentes”, que en realidad eran atentados; además tómese en cuenta que el alza de precios, la especulación, la evasión y corrupción, así como el uso de armas, son actividades violentas que definitivamente tienen relación (de causa o efecto) con las formas de violencia antes descritas.

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Gráfica 3: Diez Acciones Violentas que aparecen con mayor frecuencia en Prensa Libre

Gráfica 4: Acciones Contra la Violencia descritas por Prensa Libre (las diez con mayor frecuencia)

En la gráfica 4 se puede observar un fenómeno similar. La columna con mayor frecuencia (denuncias) es cerca del doble de la segunda columna (huelgas y manifestaciones), mientras en las siguientes la diferencia es cada vez menor. Como se ha dicho anteriormente, algunas de estas acciones contra la violencia son a su vez acciones violentas, tal es el caso de la pena de muerte o la intervención del ejército. Por otro lado, según la información obtenida en las entrevistas, se indicaba que mucha de la violencia no se denunciaba. El análisis cualitativo (aunque bastante general) muestra una frecuencia significativa de denuncias, asimismo se muestran frecuentes las manifestaciones y huelgas. Las detenciones, encarcelamiento y las condenas, se interpretan como medidas violentas, toda vez que se trata de medidas represivas, mientras, la investigación y la educación parecen menos violentas y más dirigidas en la línea de la justicia y la prevención. Es importante hacer ver que el único mecanismo de prevención –entre las acciones contra violencia más frecuentes

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de esta época– es la educación, que aparece en el séptimo puesto. Por otra parte, el refugio, el exilio y el asilo son acciones de protección que corresponden a la “huída”, como mecanismo de sobrevivencia y aparecen con la misma frecuencia que la defensa o “enfrentamiento”, que es otro mecanismo natural de sobrevivencia ante la violencia. El otro elemento del imaginario social de la violencia que se puede analizar a partir de la cuantificación es el “Actores”, específicamente a partir de Víctimas y Victimarios. La gráfica 5 ilustra los resultados obtenidos al respecto: Gráfica 5: Actores de la Violencia (víctimas) según Prensa Libre

Entre las diez víctimas que aparecen en los diarios con mayor frecuencia, ocupa el primer lugar el “Estado”, categoría que guarda una relación muy estrecha con la de “buen ciudadano”, pues a quienes se refiere como afectados en ambos casos es a las personas que viven en Guatemala, pero con dos matices particulares: el primero hace referencia a qué tanto las personas como las instituciones se ven afectadas, mientras la segunda pone el énfasis en el daño a las persona y, particularmente, a las “buenas personas”, insinuando que hay personas que no son afectadas por los actos de violencia y que son precisamente los “malos ciudadanos”. El segundo grupo que aparece con mayor frecuencia, que en términos generales también es considerado por el diario como parte de los buenos ciudadanos, son los empresarios y finqueros. La diferencia entre uno y otro, es que se habla de empresarios cuando los negocios son urbanos, mientras los finqueros son asociados con la vida en el campo y las áreas rurales. Vinculados a los “buenos ciudadanos” están los “trabajadores”, quienes aparecen en sexta posición.

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En cambio, el tercer grupo, que se refiere como Población Civil, hace referencia no al colectivo de ciudadanos, ni a los “buenos ciudadanos”, sino a las personas “comunes”, a “cualquier persona”, diferenciándola de los otros grupos identificados. Entre esos otros grupos están por ejemplo, los funcionarios públicos (que trabajan en el Estado sin ser nombrados popularmente) y los políticos (que atienden cargos de elección popular) que aparecen en quinto y séptimo lugar. La octava posición la ocupan los estudiantes, quienes –como se sabe– muchas veces participaron en acciones insurgentes, de donde podrían resultar víctimas estigmatizadas, pues también es cierto que no todos los y las estudiantes se vincularon con la izquierda. Finalmente los últimos dos grupos que aparecen en la gráfica son grupos que hoy se consideran históricamente marginados: mujeres y niñez. Por otro lado, no cabe duda que entre los grupos antes referidos, especialmente en “población civil” y “trabajadores” se deben contar mujeres. En cuanto a los victimarios identificados por Prensa Libre para la época del conflicto armado (ver gráfica 6) se contabilizaron 68 noticias en que los victimarios se señalan como “desconocidos” (personas o grupos no identificados), lo que corresponde al 22.44% (de un total de 303 noticas que identifican a victimarios). Apenas arriba de la mitad de esta frecuencia (en 38 noticias, 12.54%) aparecen comunistas, guerrilleros, subversivos, la izquierda y demás nombres que se usan para este sector. Considerando que la primera categoría no señala a nadie específicamente, la revisión general apunta a la izquierda como victimario más frecuente en la época del conflicto. La tercera columna de la gráfica representa las noticas donde se implica un victimario, pero no se especifica; el hecho que ocupe la tercera columna llama la atención, sobre todo luego de que en la primera posición aparezcan los “desconocidos”. En otras palabras, en el 30.98% de los casos, no se sabe quién es (o no se señala) al responsable de las acciones violentas. Otra columna que llama la atención es la que representa a los militares y el ejército, que aparecen en octava posición, es decir, en muy pocos casos son señalados como victimarios, con relación a lo que hoy se sabe que hacían. El gobierno (como institución) y los funcionarios públicos ocupan los puestos cuatro y seis; nótese que la posición 5 y 6 tienen el mismo porcentaje, por tanto, también se puede decir que gobierno y funcionarios públicos ocupan las posiciones 4 y 5, mientras la 6 y 7 quedan ocupadas por asaltantes, ladrones y pilotos. Sobre estos últimos, recuérdese que el 7.71% de acciones violentas son accidentes de tránsito, lo que en buena medida corresponde con el 4.62% de actos que se atribuyen a pilotos.

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Gráfica 6: Victimarios, según Prensa Libre

Finalmente, nótese que quienes aparecían con mayor frecuencia como víctimas en la gráfica anterior, aquí aparecen con poca frecuencia como victimarios. Se trata de Empresarios y Finqueros, así como de Políticos. Como siempre, si se tomara una muestra más amplia para hacer el estudio, los porcentajes podrían variar, sin embargo, por no tratarse de una investigación cuantitativa, sino cualitativa, el análisis cuantitativo se ha hecho como una aproximación que permite un análisis general, que ilustra al respecto de lo que se tomó como muestra más amplia para el análisis cualitativo.

3.3 Elementos de los imaginarios Temporalidad La temporalidad permite comprender las relaciones de tiempo que se establezcan entre los hechos noticiosos y el significado que se le otorga al pasado en relación del presente y el futuro. Es decir, ver si la violencia presente se exhibe como consecuencia o vinculada a acciones pasadas de manera causal, con repercusiones futuras, o bien como hechos aislados y descontextualizados del pasado, o vinculados únicamente con el futuro a manera de “borrón y cuenta nueva”. Alrededor de estas relaciones de tiempo se permite o se pretende entender la violencia desde el medio de comunicación, para este caso la prensa escrita, específicamente Prensa Libre. Sobre este punto es necesario aclarar que el tratamiento histórico que del tiempo se tiene no

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se vincula con lo que en la academia se entiende formalmente como Conflicto Armado Interno guatemalteco que tuvo una duración de más de 36 años a partir de los primeros movimientos revolucionario guerrilleros en el país, a principios de los años 60, si no con el fin de la década de los gobiernos de la revolución y la lucha anticomunista que marcaron el final y el inicio de nuevas formas de entender y vivir la violencia. Para este período, las relaciones de tiempo se presentan en Prensa Libre así: “Pasado siniestro”: las noticias vinculadas a hechos pasados se refieren a hechos ocurridos durante los gobiernos de la Revolución, siendo el referente de la lucha anticomunista (principalmente el gobierno de Arbenz categorizado como comunista) que comienza con el Movimiento de Liberación. Luego de este período, el pasado retoma cierta importancia a finales de los 80 y principios de los 90, relacionado a las negociaciones de paz entre gobierno y guerrilla, la democracia y movimientos sociales que reivindican y/o denuncian acciones violentas ligadas a la represión política. En relación al movimiento de Liberación “Ex-confinados del Petén, herméticos”. Relato de la situación de presos políticos, ex funcionarios del gobierno de Arbenz, trasladados de Petén a la capital”. (Portada PL, 25/10/1954) “Bienes de Arbenz, Martínez y otros confiscados, rematarán”. El estado de la ‘Revolución Libertadora’; subasta bienes que pertenecieron a funcionarios del gobierno revolucionario anterior” (Portada PL, 7/mar/1955) “Limpia de empleados en gobernaciones”. Sigue la cacería de brujas por el gobierno de los considerados ‘filocomunistas’” (Portada PL, 27/09/1956) En relación al conflicto armado guatemalteco y la represión política: “Gobierno y guerrilla reanudan diálogo en México, para buscar la paz”. (…), único en donde aún persiste un conflicto armado, que en más de 30 años ha dejado 150,000 muertos, según organismos internacionales” (Portada PL, ‘3/08/1992). “Reprimen a dirigentes de grupos populares: Tuyuc”. La dirigente de CONAVIGUA Rosalina Tuyuc expresó que las organizaciones mayas se han estado reuniendo para analizar la situación de violencia que hay en el país, la que es comparable con la época de los años 80” (Portada PL, 05/04/1993)

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“URNG propone al Gobierno negociar paz en Guatemala”. La comandancia de la URNG, propone al Gobierno que las negociaciones de paz que llevan a cabo se realicen en Guatemala” (Portada PL, 03/10/1994) Presente ¡terrible! Debe cambiar. La mayoría de hechos de violencia reportados en este diario representan hechos actuales que evocan un tiempo presente que precisa soluciones inmediatas o que no vislumbra posibilidades de cambio. Es importante mencionar que la mayoría se relaciona con hechos violentos políticos, mientras que la violencia relacionada a la delincuencia común y a otros hechos domésticos se presentan como hechos descontextualizados de la línea del tiempo. “Violencia en aumento. La delincuencia ha cobrado nuevo ímpetu’ (…) ‘campea en todo el país’: en 5 días se registraron: robos, asesinatos, balaceras (…)” (Portada PL 26/01/1976) “Severa Imprecación del Director de la Policía. Sobre comunicado del tal en que critica a jueces penales por no considerar suficiente las pruebas y demás, dejando libres a los delincuentes” (Editorial PL, 03/04/1978) “Sobre la corrupción. En relación a la corrupción de funcionarios y la mala administración pública. Sobre la entrega de un cheque por mil quetzales a los diputados como ‘aguinaldo de Pascuas’, por parte del presidente” (Editorial PL 05/ene/1981) “Encuentran cadáveres. Cadáveres no identificados encontrados con heridas de bala en la capital” (Portada PL, 04/05/1981) “Encuentro armado. Familia quedó entre dos fuegos; heridos” (Portada PL, 05/ene/1986) “Presidentes adoptarán medidas para frenar ola de criminalidad” En un intento para reducir los secuestros de personas, los robos de automóviles y los asaltos, se reunirán los presidentes de Centro América para poner en vigencia estrategias comunes que impidan que sigan creciendo los índices de violencia. (Portada, PL, 04/12/1995) “Futuro, terrible con la izquierda, difícil con la derecha”. Los acontecimientos sociopolíticos mundiales en los que se enmarca este corte histórico definieron las acciones posibles registradas en el diario: la lucha anticomunista, la Guerra Fría y los movimientos insurgentes marcaron el paso de las acciones que se consideraron imperantes para contrarrestar la violencia en general, el comunismo y la guerrilla con especial atención a costa de lo que fuere. Así, las acciones futuras vinculadas al presente demuestran las preocupaciones del momento, que evocan los temores de la época. Sin embargo las relaciones al pasado y futuro se presentan poco. Ya que lo que impera es un presente que requiere acciones prontas y

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contundentes que impidan acciones comunistas o una izquierda reinante que va del brazo de la insurgencia. “El creciente imperio del comunismo. Llamado anticomunista para detener el avance ruso y chino” (Editorial PL, 14/08/1961) “Ejército desbarató campamento de facciosos”. Campamento de facciosos destruido por ejército, tres bajas para el ejército, bajas de facciosos no determinadas, porque los sobrevivientes se llevaron los cuerpos de sus compañeros. (Portada, PL, 07/11/1966) “80,000 personas asistieron a mitin en apoyo al ejército. En Chimaltenango” ‘Concentración en respaldo al ejército de Guatemala y repudio al comunismo en la plaza central de la cabecera municipal’. Manifestaron públicamente su clamor por la paz, su pleno respaldo al ejército y su apoyo al Gobierno, en su lucha contra la subversión, el terrorismo y la criminalidad” (Portada PL, 01/02/1982) “Trece soldados perecen en emboscada”. Trece soldados murieron y nueve resultaron heridos en una emboscada tendida por guerrilleros en San Marcos” (Portada PL, 03/06/1985) “2 terroristas y 9 indígenas se entregaron” En Cotzal, Nebaj, dos elementos terroristas y nueve campesinos se presentaron el sábado a las 15 horas, a la base de Patrullaje para acogerse a la protección del Ejército. Los dos terroristas indicaron que estaban decididos a abandonar su lucha clandestina, entregaron un fusil M-16 y una subametralladora marca UZI. Ambos dieron valiosa información sobre los grupos terroristas. (Portada PL, 06/06/1988) “Guerrilla ocupa Sumpango y se enfrenta al Ejército”. (…) Los subversivos están practicando nuevamente tácticas inhumanas, como las que efectuaron en los años 80” (Portada PL, 03/07/1995) Ámbito Los escenarios donde se perpetran los hechos de violencia consignados en Prensa Libre permiten visualizar los espacios donde la violencia discurre durante el período del Conflicto Armado. Una primera división prioriza el ámbito público sobre el privado; para la segunda demarcación, el espacio urbano constituye el escenario que más aparece sobre el rural. Lo cual podría interpretarse como: el ámbito público-urbano en tanto juego de espacios donde con más frecuencia ocurre la violencia. Sin embargo debe tomarse en cuenta que la preponderancia de este juego de escenarios solamente implica que este matutino priorizó ambos escenarios sobre los demás, y que también puede entenderse como la invisibilización de los espacios privados y rurales.

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En determinado momento, más específicamente durante la década de los 80, se da un incremento de noticias relacionadas con violencia en el espacio público-rural, cuestión que podría tener correspondencia con el punto cumbre de represión y violencia utilizadas en cuanto al movimiento contrainsurgente que se concentró en poblaciones del interior del país. Sin embargo, la invisibilización de actos violentos en el ámbito privado-rural se mantiene como una constante. En cuanto a las noticias que se refieren al interior, la mayoría de noticias tienen relación directa con el ejercicio de la violencia política y la pugna permanente entre ejército y guerrilla. Privado: las noticias relacionadas al ámbito privado, presentan principalmente incidentes delincuenciales como robos y/o asaltos donde la propiedad privada resulta ser la afectada. Además de la propiedad privada, la familia resulta ser el otro espacio donde se manifiesta la violencia. Para los años 70 y 80 los hechos violentos registrados en el ámbito público exhiben un nuevo contexto, ataques que se adjudican a grupos guerrilleros, facciosos o “desconocidos” que atentan contra el bien privado, principalmente fincas, escenario que también se relaciona con lo rural. En cuanto al interior se refiere, la mayoría de noticias tienen relación directa con el ejercicio de la violencia política y la pugna permanente entre ejército y guerrilla. Esta nueva dimensión expone cómo los conflictos políticos de la guerra contra el comunismo y la insurgencia fueron también combatidos desde lo privado. “Roban armas de fuego en céntrico almacén. Robo que no se da por primera vez. No se sospechan ribetes políticos” (Portada PL, 19/11/1956) “Ex gerente de Anacafé asesinado a balazos” (Portada PL, 21/07/1975) “Guerrilleros queman fincas de La Gomera; daño por Q.3 millones. Entraron en dos fincas, robaron Camión y Jeep, amarraron a encargados de cada finca. Por modo de operar se considera que fueron ‘guerrilleros’” (Portada PL, 20/09/1976) “Incendian finca; dos asesinados. Administrador y vaquero perecieron ametrallados en Tiquisate, Escuintla. Varios Hombres armados asaltaron la finca Buenos Aires, también incendiaron” (Portada PL, 07/07/1986) Público: El ámbito público es ocupado principalmente por acontecimientos políticos relacionados al avance del comunismo y movimientos insurgentes, en donde el Estado es el escenario donde ocurren los hechos de violencia reportados en Prensa Libre. Alrededor de esta misma temática las problemáticas económicas muestran también cierta importancia, principalmente relacionadas con el desarrollo y modernización del país. En relación a lo urbano y rural, el espacio urbano muestra mayor recurrencia, mientras que el espacio rural se hace visible por problemáticas campesinas y ataques guerrilleros.

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“Estudiantes de Humanidades protestan enérgicamente por la ley ‘mordaza’. Movilización política contra falta de libertad de expresión” (Portada PL, 27/02/1956) “Prórroga del estado de sitio se ratificó. Continúa el clima de represión política en el país” (Portada PL, 24/07/1956) “Garantías en pleno vigor desde anoche. Finaliza la suspensión de garantías constitucionales a partir de que el ministro de gobernación confirma disminución de violencia” (Portada PL 01/05/1967) “Un discurso pacificador, pero categórico para los eternos disociadores. (…) discurso del nuevo Ministro de la Defensa en referencia a la necesidad de mantener la soberanía y la paz de la nación, de otra manera el ejercito se vería obligado a echar mano de todos sus recursos para someter a todos aquellos que estén obrando al margen de las leyes vigentes” (Portada PL, 01/04/1968) “Habitantes de Quiché huyen de la subversión. Pobladores de distintos municipios de Quiché huyen hacia la ciudad capital y lugares vecinos, por la violencia imperante donde grupos de organizaciones clandestinas han sembrado el terror y la muerte, asesinado a ancianos, mujeres y niños, quemado propiedades, destruyendo carreteras, etc. ‘A pesar de que le ejército nacional les ha ofrecido protección’” (Portada PL, 07/12/1981) “Maras se enfrentan en batalla campal” Pandilleros lucharon por sus territorios. Cien pandilleros pertenecientes a maras se enfrentaron a media noche en la zona 19, colonia La Florida, con resultado de una treintena de heridos y golpeados. (Portada, PL, 09/01/1989) Operaciones Acción: como se dijo antes, para los fines de este estudio se han diferenciado dos clases de operaciones. Acciones de Violencia: entre las mismas se mencionan las siguientes: masacres, secuestros, desaparición, desplazamiento forzado, intimidación, tortura, persecución, “limpieza social”, ataques contra defensoras y defensores de Derechos Humanos, corrupción, incapacidad del Estado para ejecutar y verificar el cumplimiento de sentencias. En cuanto al desarrollo de la guerra, se pueden mencionar entre las acciones violentas la detonación de bombas, los atentados, la toma de instalaciones de organizaciones y servicios, la destrucción de infraestructura pública y privada y los asesinatos políticos. A continuación se presentan algunas noticias que hacen referencia a las acciones de violencia que aparecen durante el período del conflicto:

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“Méndez Montenegro muere trágicamente” Mario Méndez Montenegro, candidato a la presidencia por el Partido Revolucionario fue asesinado de un tiro mientras dormía en su residencia- (Portada, PL, 01/11/1965) “Ametrallan patrullas, dos policías muertos” Un nuevo acto terrorista provoca la muerte de dos elementos de la PN, luego de haber sido impactados al lanzárseles una granada, los mismos fueron ametrallados por desconocidos. Cuatro elementos de la PN se viajaban en el vehículo hasta el momento, dos de los elementos se encuentran desaparecidos. Acto anterior obliga a doblar la vigilancia en todos los sectores. (Portada, PL, 14/02/1966) “Jefe de la policía muere en emboscada” Llamada anónima al jefe de la policía y su chofer provoca que mueran ayer en una emboscada que les fue tendida por elementos subversivos que les arrojaron dos granadas de fragmentación desde el techo de la Biblioteca Nacional. Resultaron heridos otros dos policías que iban en el vehículo y dos policías militares que prestaban servicio a inmediaciones del lugar. (Portada, 10/06/1968) “Conflicto de tierras en Sebol se torna explosivo” Negativa de campesinos abandonar tierras que están ocupando. Temor por posible enfrentamiento violento entre campesinos y propietarios. (Portada, PL, 05/05/1975) “Ataque a destacamento militar” “Ataque armado a destacamento militar de Cunén, Quiché; por un grupo de civiles. Mataron a un soldado, resultaron varios militares heridos y también miembros de los atacantes”. (Portada, PL, 04/01/1982) Acciones contra la Violencia: en esta clase se incluyen las que aparecen como acciones contra la violencia, aunque algunas de estas pueden considerarse a su vez violentas. En todo caso lo importante es que son interpretadas como acciones “contra la violencia”, es decir, de defensa o prevención ante el fenómeno, tales como: investigaciones y juicios, acuerdos de paz, conmemoración de aniversarios, manifestaciones (algunas violentas, otras no violentas), diálogo, legislación, activismo político, fortalecimiento y reducción15 del ejército, actuación de instituciones de derechos humanos, la defensa con un arma y la denuncia. Las siguientes citas muestran acciones que están consideradas por el medio escrito como en contra de la violencia: “Los primeros aportes para ‘no más ángeles con hambre’” Enumera los aportes realizadas a la campaña No más ángeles con hambre que pretende la reducción y erradicación de la

15 Fortalecimiento en cuanto a una acción que contrarresta y defiende al país del enemigo interno. En lo que se refiere a la reducción en cuanto a las negociaciones para la firma de los Acuerdos de Paz.

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desnutrición en Guatemala, listado de donantes, refiere el funcionamiento de la campaña a grandes rasgos y hace un llamamiento para instar a la población en general a dar sus aportes a esta causa. (Portada, PL, 01/04/1968) “Un código de tránsito” Refiere la necesidad de basarse en códigos de países que ya tienen la experiencia, y aplicar las variantes necesarias. (Portada, PL, 19/04/1971) “Necesidad de participar” Señala el desinterés y desinformación que repercuten en la ineficiencia del Estado. En cuanto a la información, la poca que hay es usada en contra del sistema. (Editorial, PL, 27/03/1972) “Jefe de la policía destituido y condenado por anomalías” Jefe la PN de San Juan Sacatepéquez fue destituido y consignado a los tribunales por habérsele descubierto una serie de anomalías en su jefatura. (Portada, PL, 06/08/1984) “Llaman a sonar bocinas y las cacerolas, hoy” El Movimiento Cívico Democrático, hace un llamado a la ciudadanía en general para que a partir de hoy a las 12 horas se comience la manifestación por reforma tributaria. Consistente en sonar las bocinas de los carros y las amas de casa a sonar sus cacerolas. Mañana frente al Congreso el MCD informa que habrá una concentración para expresar el rechazo al paquete de reforma tributaria (Portada, PL, 07/09/1987) “Es necesario reordenar el proceso de negociaciones” Transcurridos 25 días del lanzamiento público de la propuesta del Gobierno para reanudar las pláticas de paz con la URNG que representa nacional e internacionalmente a los guerrilleros guatemaltecos, parece como si el estacionamiento continuase, porque nadie se acerca a la mesa de negociaciones. (Editorial, PL, 01/02/1993) Actores Durante este corte histórico, las relaciones sociales expuestas en el diario Prensa Libre presentan una clara separación entre quiénes son las víctimas y quiénes los victimarios. El contexto sociopolítico dentro del que se enmarcan estas relaciones sociales identifican a los enemigos de la patria, la soberanía y el desarrollo del país, por un lado y los defensores de los ideales de progreso y orden público por el otro. Las políticas anticomunistas y contrainsurgentes encaminadas a la defensa del Estado permiten como punto de partida comprender las relaciones sociales “hechas noticia”. Víctimas: sobre la construcción mediática que de las víctimas se presenta en Prensa Libre, encontramos que el buen ciudadano es el principal blanco de la violencia, en especial de la delincuencia común. Sin embargo, debido a la guerra contra el comunismo, contra los

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movimientos revolucionarios-guerrilleros y sociales, el ciudadano puede ser también “sospechoso” y/o culpable de alterar el orden público y la soberanía del Estado. Por ello, la represión vivida durante este período vislumbra actores sociales que pueden ser presentados como víctimas al ser violentados por el mismo Estado ante la defensa de la libertad y la garantía de sus derechos ciudadanos. Sin embargo debe aclararse que la tónica donde el Estado y el gobierno aparecen como victimarios se presenta poco; es solamente hasta la última década de este período estudiado donde las reivindicaciones sociales y políticas se hacen mucho más visibles. Los sujetos sociales que son representados como víctimas son: Jóvenes: la juventud se encuentra principalmente representada por movimientos estudiantiles y/o como estudiantes; aparece como víctima de la represión política en general o en movimientos de huelga o protesta, aunque víctimas de la violencia política. La tónica en la que algunas noticias presentan a la juventud puede entenderse también como incitadoras del desorden público, siendo víctimas de represalias gubernamentales provocadas por sus conductas que promueven desestabilización social. Es hasta mediados de los años 80 y 90 que la juventud es claramente considerada un victimario, en especial como pandillero o marero, hechor de actos delincuenciales, imaginario que pervive hasta ahora y que será tratado más adelante. “Estudiantes protestan por medidas policíacas. Protestas ante presencia policial en Agronomía ante visita de funcionario de Estados Unidos” (Portada PL, 04/08/1958) “Plazo a estudiantes para volver al orden. El Ministro de Educación comunica a estudiantes de la Escuela de Comercio a no desarrollar acciones políticas, so pena de cerrar la institución. Furiosa crítica a los docentes ‘comunistas’ que exacerban a sus alumnos para convertirlos en agentes políticos” (Portada PL, 10/05/1963) “El estudiantado y la política. La creación del FUEP Frente Universitario Estudiantil Progresista es un indicio de que la política nuevamente ocupa las filas de instituciones estudiantiles. Declara como anómalo el hecho de ligarse a entidades políticas y plantea que el mismo debiera dedicarse a discutir cuestiones que ayuden a elevar su nivel académico estudiantil”. (Portada PL, 06/06/1966) “Dos estudiantes universitarios aparecieron muertos. Según fuentes policiales el sábado apareció uno el otro el domingo. Uno parece haber sido lanzado desde vehículo en movimiento o atropellado. El otro con 6 perforaciones de bala” (Portada PL, 03/03/1980) “Estudiante de medicina secuestrado. Hombres desconocidos armados, secuestraron a joven estudiante de medicina de la USAC, de la casa en donde se hospedaba. Fue engrilletado e introducido a un auto” (Portada PL, 07/05/1984)

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“Movimiento estudiantil de la USAC repudia la violencia. Movimiento estudiantil de la USAC integrado por trece asociaciones de unidades universitarias, en boletín de prensa, condena y repudia la escalada de violencia que vive Guatemala y la comunidad universitaria. Piden a las autoridades el cese de la represión y el esclarecimiento de las desapariciones, secuestros y asesinatos” (Portada PL, 03/12/1984) Movimientos Sociales: en el panorama nacional, los movimientos sociales (sindicales, estudiantiles, campesinos e indígenas) jugaron un papel determinante como protagonistas de las reivindicaciones ciudadanas. Las manifestaciones encabezadas por estas organizaciones en contra de las políticas represivas e injusticias sociales hicieron noticia. Aún así, las acciones de huelga realizadas por trabajadores del sector público y privado no necesariamente se presentan en este matutino como parte de una protesta legítima. “Con policías sacarán a huelguistas del I.G.S.S. Se prolonga huelga de trabajadores del Seguro Social” (Portada PL, 18/06/1961) “Corte actuará contra empleados en huelga. CSJ actuará en contra de empleados de OJ en huelga en el interior de la república por ser anticonstitucional. La protesta se debe a una solicitud de los trabajadores de nivelar los salarios” (Portada PL, 03/11/1973) “Campesinos suspenden huelgas, a la espera de una solución gubernativa. Trabajadores de fincas cañeras de la costa sur tuvo receso el fin de semana ‘a la espera de una solución definitiva que podría producirse hoy, ante la intervención directa del gobierno’. El principal tema de la huelga son los salarios” (Portada PL, 03/03/1980) “Siguen protestas en varios departamentos. Las manifestaciones de protesta por el alto coste de la vida, se dieron el fin de semana en Zacapa y Chiquimula, lugares donde hubo conatos de violencia, pero la presencia de la policía los evitó” (Portada 07/04/1986) “Quemaron bandera de EEUU”. El desfile conmemorativo del Día del Trabajo fue integrado ayer por unos 35mil sindicalistas que lanzaron consignas alusivas y portando mantas y pancartas, donde realizaron un mitin y quemaron una bandera de EEUU y una efigie del ‘Tío Sam’. La marcha fue encabezada por la UASP, además participaron el CUC, Asociación de Estudiantes Universitarios, AEU; sindicatos de la Coca Cola, Universidad Landívar y San Carlos, Tacasa, UNSITRAGUA, CGTG, GAM, IGSS” (Portada PL 02/03/1988) “Generalizada condena por asesinato de Carpio”. Diferentes organizaciones políticas, sindicales y asociaciones expresaron ayer su más enérgico rechazo, por el asesinato del Director del Diario El Gráfico y político Jorge Carpio Nicolle. El Magistrado de conciencia, (…) expresó que las versiones preliminares indican que los autores del deplorable suceso fueron

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numerosos hombres enmascarados que atacaron a tiros al licenciado Carpio y a sus acompañantes” (Portada PL, 05/07/1993) Líderes (sindicales, religiosos, etc.): dentro de las víctimas vinculadas a los movimientos sociales, encontramos a líderes sindicales, religiosos, estudiantiles entre otros, que son reportados como noticia debido a que representan figuras públicas. En la mayoría de los casos resultan víctimas de represalias, amenazas, asesinatos, torturas y desapariciones. Aunque el tono utilizado por el diario es de denuncia, no se presenta una clara acusación a los gobiernos represivos de la época, debido, claro está, a la misma represión que repercutía en el ejercicio periodístico. “Matan a hijo de ex dirigente sindical. Hijo de ex lideresa sindical, que se encuentra fuera del país, fue encontrado muerto con veintisiete heridas de arma blanca. Varias personas presumen que el crimen se produjo por represalias hacia la madre” (Portada PL, 03/08/1981). “Líder de Apoyo Mutuo fue asesinado con saña. Con la lengua cortada y otras señales de tortura apareció tirado en una cuneta, cerca de Amatitlán, el cadáver de Orlando Gómez, uno de los más activos dirigentes del GAM” (Portada PL, 01/04/1985). Campesinos: Los campesinos e indígenas que aparecen en el diario suelen ser representados debido a revueltas, manifestaciones o protestas donde la principal problemática es el acceso a la tierra, o como poblaciones en desventaja donde se ancla el subdesarrollo y la pobreza del país. Es decir que el campesino aparece victimizado por su condición de pobreza y “atraso”. También la figura del campesino aparece como víctima del conflicto armado, donde el principal victimario resulta ser la guerrilla. Sin embargo su protagonismo es limitado; en 41 años (lo que abarca este corte histórico), las noticias relacionadas con las problemáticas campesinas e indígenas no aparecen como temas de interés nacional. “Hay que hablar en español. Refiere la falta de interés del indígena por superarse y cómo los patrones sufren por sus generosos esfuerzos por contribuir a dicha superación. Narra que la pérdida de valores e instrucción moral nos han llevado a un proceso de convertirnos en salvajes” (Editorial PL, 20/11/1972) “Reforma Agraria fracasa totalmente. El supuesto impulso de la ayuda a campesinos planteado como la liberación de fuerzas revolucionarias” (Portada PL, 01/02/1974) “En relación a las exigencias de los indígenas y las respuestas que el Estado les dan o debe dar. (…) contacto que los indígenas tienen con comunistas, con la exigencia de sus derechos: “Desde que los comunistas los catequizaron con la ayuda de varios sacerdotes católicos que les dieron armas, han tenido un medio más efectivo para exigir los derechos que les corresponden” (Editorial PL, 01/11/1982)

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“44 campesinos buscaron refugio en el destacamento militar de Nebaj, Quiché. ‘13 hombres, 13 esposas y 18 niños” “buscaron refugio tras haber logrado escapar del cautiverio en que los tenían delincuentes subversivos, informó relaciones públicas del ejército’”. (Portada PL, 05/09/1983) “Sobre los refugiados y su retorno. Continúa el retorno de diferentes grupos de campesinos guatemaltecos refugiados en México, ‘Son atendidos por el ejército nacional’” (Portada PL, 03/12/1984) “Fricciones sociales que es necesario prevenir. (…) las denuncias tienen su explicación en los sucesos que se registraron días atrás en Escuintla cuando unos cinco mil campesinos, al terminar una concentración, se dirigieron, en actitud amenazante a la escuela de la localidad (…) manipulados por el alcalde de ese municipio” (Editorial PL, 04/05/1987) Fuerzas de seguridad: Aunque el rol de la policía y el ejército es la de salvaguarda de la soberanía del Estado, el orden público y la seguridad, en el diario estos actores pueden aparecer también como víctimas de la violencia que combaten en defensa de “todos”. Es por esa tónica utilizada algunas veces que quienes se encuentran en el ejercicio de sus obligaciones se les puede considerar también víctimas de los conflictos que batallan. Debe aclararse que en el papel de víctima la ocurrencia es mayor para el ejército, mientras que la policía puede presentarse como victimario o agente represivo, cuestión que será tratada más adelante. “Jeep de la policía es atacado: dos heridos. Ataque contra vehículo policial sin que se conozcan mayores detalles. Podría haber móviles políticos” (Portada PL, 01/12/1964) “Soldados perecen al estallar una bomba Claymore. Tres soldados murieron y cinco resultaron heridos cuando desconocidos hicieron estallar una bomba Claymore al paso de un vehículo del ejército en Zunil, Quetzaltenango” (Portada PL, 01/06/1981) “Actos conmemorativos en la Guardia de Honor. Durante la conmemoración se rindió homenaje a los miembros del ejército “caídos en combate” en su lucha contra la subversión y el terrorismo” (Portada PL; 01/02/1982) “Disparan contra aeronave del ejército. Un helicóptero de la Fuerza Aérea fue atacado por los subversivos en la aldea Cangüinic, Chisec, Alta Verapaz. Dos soldados muertos” (Portada PL 02/08/1982) “Ejército pierde 2 soldados. 4 insurgentes perecieron en Playa Grande” (Portada PL, 06/04/1987)

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“Sigue grave un policía tiroteado. El agente que recibió heridas de bala antenoche, “en un tiroteo que se produjo cuando un grupo de ‘maras’ al que perseguían disparó contra los agentes de la autoridad (…) ocurrido a cuatro cuadras del Palacio de la Policía” (Portada PL, 03/08/1987) “Asesinan a balazos a un subteniente del Ejército en la zona 3. Oficial del Ejército fue asesinado a balazos por ocupantes de un auto” (Portada PL, 06/07/1995) Niñez y familia: dentro de la concepción del buen ciudadano, la familia y en especial la niñez se presentan como los actores más vulnerables a la violencia. Las noticias relacionadas a la niñez la presentan en situaciones de violencia intrafamiliar, agresiones tales como secuestros o consecuencia de la violencia en general. Aunque la familia también es entendida aquí como un ámbito donde la violencia se perpetra, los niños son de igual forma unos sujetos sociales, por lo que puede tratárseles como víctimas. “Menor víctima de maltrato y vejámenes recogió la Judicial. Menor abandonada y recogida por una familia que la castigaba” (Portada PL, 07/11/1955) “Niño de 15 días rescatan en un desagüe. El niño fue llevado al hospital Roosevelt en estado de salud delicado debido a las condiciones de su abandono” (Portada PL, 03/mar/1969) “En relación al robo de niños. (…) quienes se han convertido en materia de transacciones comerciales con los países de Europa” (Portada PL 01/08/1983) “Violación de una niña de 12 años. Madre e hija esperaban camioneta cuando un piloto se ofreció a llevarlas, en el camino el piloto bajó a la madre y raptó a la hija a quien violó” (Portada PL, 05/09/1983) “Violación de una niña de trece años. La niña fue violada en la finca San Nicolás, Mixto; por un motociclista que con engaños se la llevó. (Portada PL, 06/02/1984) Finqueros y empresarios: estos actores son entendidos desde el matutino como víctimas de la violencia en general, y de la política en particular a manos de la guerrilla o grupos facciosos. Son vistos como ciudadanos probos que generan empleo y riqueza, mismas razones que los hacen vulnerables del ataque de grupos “antisociales” o simples delincuentes. Empresarios y/o comerciantes: “En asalto gangsteril roba más de Q. 3,000.00. Hecho policial en zona 7 de la capital: roban fuerte suma a empresario” (Portada PL, 24/07/1962)

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“Pepín Villaverde fue asesinado a Mansalva. Empresario es asesinado frente a varias personas al resistirse a seguir las instrucciones de criminales que perpetraban un asalto en el momento ‘él jamás había sido político y que no merecía tan cruenta muerte’” (Portada PL, 08/06/1970) “Desaparece directivo de la CAMTUR. Empresario turístico guatemalteco y vocal de la junta directiva de la Cámara de Turismo se encuentra desaparecido desde el primero de octubre” (Portada PL, 04/10/1982) “Delincuencia juvenil domina en el mercado de la Terminal. Delincuentes de 12 a 18 años, dirigidos por “personas mayores, vagos y borrachos; ha obligado a ausentarse a las amas de casa del mercado (…) temerosas de ser asaltadas”. Mientras los comerciantes están desesperados porque no venden sus productos” (Portada PL, 02/05/1983) “CACIF indignado. Repudia expropiación sandinista. Régimen sandinista viola los derechos humanos al haber vuelto la política de expropiación de bienes particulares y de en especial de empresarios honestos. CACIF también señala el fracaso del sistema económico de Nicaragua” (Portada PL, 03/07/1989) Finqueros: “Finquero herido en emboscada logra huir” Narra la historia de un finquero en Chiquimulilla escapa de asaltantes que lo atacan. Llevaba el dinero de la planilla de la finca, se salva gracias a su “sangre fría” ya que él mismo respondió al ataque de los asaltantes abriendo fuego” (Portada, PL, 05/07/1971) Medios de comunicación: finalmente, los medios de comunicación aparecen dentro de los actores catalogados como víctimas, en especial debido a la coacción desde las instancias gubernamentales que impedían la libertad de prensa y el ejercicio periodístico. Aunque las noticias relacionadas a esta temática no son constantes, la denuncia realizada desde el matutino estudiado parecen más válvulas de escape que una medida sistemática de denuncia. Cuando los medios de comunicación, en especial la prensa escrita, son víctimas de violencia, aparece principalmente en editoriales del matutino. “APG condena artículo 15 de Ley de Orden Público. Reclamo de la gremial periodística por falta de libertad de expresión” (Portada PL, 14/02/1956) “La salvaguarda de la libertad de emisión del pensamiento. Airada protesta contra el gobierno por ley que calla a periodistas” (Editorial PL 14/02/1956) “La salvaguarda de la libertad de emisión del pensamiento. Airada protesta contra el gobierno por ley que calla a periodistas” (Editorial PL 14/02/1956

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“Sobre la campaña de desprestigio a la prensa”. En Guatemala se arremete contra la prensa” (Editorial PL, 05/07/1982) “Allanan oficina de la agencia internacional de noticias CERIGUA. ‘En opinión de CERIGUA, este acto significa un intimidación a la libre emisión del pensamiento, porque a pesar de que en las instalaciones había más equipo… sólo se llevaron la base principal de datos’” (Portada PL, 04/09/1995) Victimarios: la defensa de la soberanía del Estado, el orden público y la seguridad representaron los ideales en donde se anclaron las batallas libradas durante este período. La guerra anticomunista y la contrainsurgencia requirieron de la identificación de los enemigos de la patria, los victimarios que perpetraron todo aquello que era imperante combatir. La construcción del victimario en este matutino se centra en las problemáticas políticas que se vivían; aunado a esto aparecen en el escenario la delincuencia común y acciones negligentes encarnadas por “individuos irresponsables” y/o “deshonestos”. Comunistas: a partir de la caída del gobierno de Arbenz la principal batalla librada por el Movimiento de Liberación fue la lucha contra el comunismo. El comunista es representado en el diario como enemigo de las libertades ciudadanas y/o agente de desestabilización social. Este victimario posee un mayor protagonismo a inicios de este período y desaparece de los hechos de violencia en los años 80. “Ex Director de la Guardia preso al regresar de México. Por orden del “Comité Nacional de Defensa contra el comunismo” fue apresado un militar por conducta ‘sospechosa’” (Portada PL, 08/11/1954) “Limpia de empleados en gobernaciones. Sigue la cacería de brujas por el gobierno de los considerados ‘filocomunista’” (Portada PL, 27/09/1956) “Reviven ley contra actividad comunista. El congreso trata ley anticomunista que contemple pena de muerte para quienes se presenten con tendencias políticas comunistas” (Portada PL, 17/08/62) “La docencia al servicio de los agitadores. Crítica a los docentes “comunistas” que exacerban a sus alumnos para convertirlos en agentes políticos. (Editorial PL 10/05/1963) “Campaña contra el comunismo, publicado por Agrupación Alerta. (…) Disfrute de paseos controlados y con escolta. Deléitese con el mismo mensaje de Estado en todas las radios. Experimente vivir con tres clases: los rusos, los gobernantes y el pueblo oprimido. Y cuando regrese seguramente pensará que hay un solo sistema que le permite la libertad absoluta EL CAPITALISMO” (PL, 06/04/1981)

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Guerrilleros: al igual que el comunista, el guerrillero (también llamado en el diario faccioso, insurgente, subversivo e incluso terrorista), es presentando como enemigo de la patria, quien atenta contra la paz, la seguridad y la libertad. Constituye uno de los principales enemigos y victimarios de la ciudadanía, por lo que el combate por todos los medios se justifica. “Radio asaltada para pasar una grabación. Operativo guerrillero: toman radio y pasan proclama de AEU llamando a profundizar la huelga en curso” (Portada PL 19/mar/1962) “Grupo de guerrilleros atacó campo petrolífero de Rubel Santo. Grupo guerrillero toma instalaciones de compañía petrolífera” (Portada PL, 07/07/1975) “Guerrilleros queman fincas de La Gomera; daño por Q3 millones. Entraron en dos fincas, robaron Camión y Jeep, amarraron a encargados de cada finca. Por modo de operar se considera que fueron ‘guerrilleros’” (Portada PL, 20/09/1976) “Célula terrorista ocupó la embajada, dice el gobierno. 27 ‘supuestos campesinos’ murieron ‘horriblemente carbonizados ayer’ en la embajada de España” (Portada PL 01/02/1980) “Presuntos guerrilleros tomaron dos fincas en San Marcos. 60 presuntos facciosos, entre ellos hombres, mujeres y un adolescente” rodearon la finca y durante una hora dispararon sus armas, los empleados y dos policías militares resultaron heridos con se enfrentaron a la guerrilla. Atacaron también la casa de un policía militar cuya esposa fue alcanzada por un disparo” (Portada PL, 12/05/1980) “La gente se siente temerosa de la subversión. En las festividades de la feria de Retalhuleu, pobladores expresan tristeza por no poder disfrutar de estas festividades como en anteriores oportunidades, por temor, ya que circulan rumores de que el campo de la feria sería bombardeado por “facciosos anticristianos” (Portada PL, 07/12/1981) “Numerosos insurgentes perecieron. Extraoficialmente el número de guerrilleros muertos es de catorce y entre ellos podrían estar algunos comandantes. El enfrentamiento con el ejército se produjo en Nebaj, Quiché. ‘El contingente militar causó numerosas bajas al enemigo’ dice el comunicado oficial del Ministerio de Defensa” (Portada PL, 05/11/1984) “Derramaron 30,000 galones de petróleo. Sabotaje atribuido a la guerrilla: DIDE” (Portada PL 03/08/1992) Conductores irresponsables: para este período otros de los victimarios frecuentes son conductores irresponsables causantes de accidentes de tránsito con víctimas fatales. En muchos de los casos los conductores desaparecen de la escena del crimen o se encontraban en estado de ebriedad. Dentro de esta categoría también se incluyen a los autobuseros, que al

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igual que los conductores particulares, se presentan como victimarios. Debido a los abundantes hechos de violencia reportados en el diario, se consideró importante incluirlos dentro del apartado sobre victimarios. “Regulaciones de tránsito en calles y carreteras. Se refiere a la carta enviada por un lector que manifiesta la necesidad de hacer reformas a la ley de transito en cuanto a las distinciones entre conductores profesionales y conductores de automóviles particulares en cuanto a responsabilidad y conocimiento del artefacto”. (Editorial, PL, 09/08/1965) “La muni y las pésimas maneras de los choferes de buses. Refiere la falta de educación vial de los conductores del transporte público, plantea el daño económico que a la nación le producen los vehículos que circulan a partir de la mala organización del tránsito vehicular en materia de combustible y tiempo” (Editorial, PL, 08/09/1969) “Imprudencia y accidentes. Atribuye la gran cantidad de accidentes de tránsito a la falta de educación vial y la inexistencia de leyes y de mecanismos que regulen la aplicación correcta del reglamento de tránsito, plantea la inexistencia del respeto hacía dicho reglamente como norma general para conductores y peatones” (Editorial, PL, 04/01/1971) “Accidentes de tránsito causan cuatro muertos. Señala que hubieron 4 muertos y 25 heridos por accidentes de tránsito se refiere a la posibilidad de que esto se deba a negligencia tanto de peatones como de conductores” (Portada, PL, 01/03/1971) “Prevención de accidentes. Recomendaciones a peatones y conductores para prevenir y reducir el número de accidentes en vías de tránsito” (Editorial, PL, 01/10/1973) “9 jóvenes mueren en uno de los numerosos accidentes de tránsito” Accidente provocado por accidente de velocidad. Los “numerosos accidentes” ocurrieron durante semana santa. (Portada, PL, 19/04/1976) “Inadecuado transporte urbano de microbuses. Necesidad de regular “micros ruleteros”, por caos vial que provocan peligros y por sobrecarga de pasajeros y exceso de velocidad. También porque es negocio que no paga arbitrio y que se propuso como medida alternativa en la “emergencia” de la huelga” (Editorial, PL, 23/07/1977) “Opinión Cacto: Violencia motorizada: 471 muertos y 2,560 heridos en seis meses del año 77. Cifras por mes y demás, 2.6 muertes diarias en promedio y más de 200,000 vehículos registrados incluyendo “mortíferas motocicletas”. No se trata sólo de más habitantes y más vehículos, sino de irresponsabilidad y mala preparación” (Editorial, PL, 12/09/1977)

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“Accidente automovilístico. Un autobús de servicio extraurbano embistió un automóvil, lanzándolo al arriate principal de la Calzada. Murió la señora que lo conducía, acompañantes resultaron heridos” (Portada, PL, 04/04/1983) “Hombre atropellado. Joven de 23 años yace en la calle tras haber sido atropellado por un automóvil, el conductor se dio a la fuga” (Portada, PL, 05/09/1983) Delincuente común (ladrones, asaltantes): aunque las relaciones entre víctimas y victimarios muestran una marcada preponderancia de los acontecimientos políticos, la violencia perpetrada por el delincuente común se mantiene dentro de los victimarios a lo largo de todo el período estudiado. “Ola de robos de autos azota, banda opera. 20 carros robados en una semana. (Portada PL, 27/08/1956) “Rateros activos, 10 robos en 24 horas. Señala los robos perpetrados durante el fin de semana alcanzan Q2225” (Portada PL, 01/11/1971) “Jóvenes armados roban Q 15,000 en Tipic, S. A. Asalto por cuatro jóvenes armados a empresa privada, uno de estos jóvenes portaba uniforme de PMT y el resto de policías de seguridad privada” (Portada PL, 01/02/1974) “Violencia en aumento. La delincuencia ha cobrado nuevo ímpetu (…) campea en todo el país: en 5 días se registraron: robos, asesinatos, balaceras” (PL 26/01/1976) “Robo de vehículos. Diez vehículos robados durante el fin de semana en la capital y Mixco” (Portada PL, 07/09/1981) “Crece ola de crímenes comunes en la capital. Durante dos meses se vienen cometiendo robos, asaltos y crímenes, en el sector de la zona dos. Robos de autos, una violación y el asesinato a cuchilladas y balazos de una pareja, son algunos de los crímenes cometidos” (Portada PL, 05/mar/1984) “Robo de camión y producto. Tres hombres robaron de una bodega un camión cargado con cien quintales de cardamomo, luego de encerrar en el baño a tres trabajadores de la bodega” (Portada PL, 07/ene/1985) “Durante marzo. Q1 millón el monto de robos en comercios, fincas y residencias” (Portada PL, 04/04/1988)

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“Presidentes adoptarán medidas para frenar ola de criminalidad. En un intento para reducir los secuestros de personas, robo de automóviles y asaltos en carreteras, los presidentes de los países de Centroamérica se reunirán del 13 al 15 de este mes en San Pedro Sula, para poner en vigencia estrategias comunes que impidan el crecimiento de la violencia común” (Portada PL, 04/12/1995) Fuerzas de seguridad: Como se había mencionado anteriormente, las fuerzas de seguridad pueden ser también presentadas como victimarios. Las relaciones que se entablan alrededor de esta construcción social se vinculan usualmente con abuso de poder y corrupción. “Vapuleado por la policía, se querella. Abuso de poder por parte de la policía” (Portada PL, 26/02/1958) “Estudiantes protesta por medidas policíacas. Protestas ante presencia policial en Agronomía ante visita de funcionario de Estados Unidos” (Portada PL, 04/08/1958) “Fanáticos objeto de violenta represión. Policía reprime al público exaltado en estadio Mateo Flores” (Portada PL, 14/08/1961) “Exhumarán cadáveres: sospechase crimen. Presunta muerte de un ciudadano de El Quiché por vapuleada de la policía, disfrazada como muerte natural” (Portada PL, 05/06/1964) “Bomberos y grados militares. Se señala prohibición de utilizar el uniforme y los rangos jerárquicos en instituciones ajenas al ejército. Se solicita que se permita nuevamente la utilización de uniforme y los rangos en los Bomberos de Guatemala” (Editorial, PL, 20/11/1972) “Temas de civismo y militarismo. Sobre información se supo: el PID (Partido Institucional Democrático) discute si para 1982 debería proponerse un candidato civil o militar para la presidencia. “Consideramos que es políticamente preferible mantener la institucionalidad del país con un presidente militar y un gobierno civil, a que se tenga la alternativa de un candidato civil que no llegue a tomar posesión y se instituya un gobierno militar” (Editorial, PL, 04/09/1978) “Señora pide se investigue el caso de su esposo plagiado. Declara que tiene la plena seguridad que los que se llevaron a sus esposo fueron hombres de la fuerza de seguridad del Gobierno. Aclara que su esposo no ha militado en agrupaciones políticas. Indicó que le presidente en sus mensajes por cadena nacional ha dicho que ‘ya no habrán más cadáveres en las carreteras, tampoco secuestrados’ porque respetarían la integridad humana. Confía que respetará su palabra” (Portada, PL, 04/10/1982)

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“FUN dispuesto a enjuiciar militares. El Frente de Unidad Nacional entregará al Tribunal Supremo Electoral los documentos necesarios para que esa entidad entable juicio contra la Guardia de Hacienda y miembros de la zona militar de Cuilapa, por atropellos contra una candidata de esa organización política” (Portada, PL, 04/06/1984) “Sobre quienes ejercen el poder de decisión política en Guatemala. ‘La cúpula’, como se le llama, está formada por el Consejo de Comandantes, integrado por todos los comandantes de las bases militares existentes. Son ellos quienes ejercen el poder de decisión política en el país. Lo que sí es seguro es que los ministros de gabinetes no constituyen ‘cúpula’” (Editorial, PL, 09/09/1985) “Ejército adversa reformas a la Constitución Política Ministro de la Defensa dice que no estará bajo tutela del Congreso” “El Ejército adversa las reformas a la Constitución Política de la República que impulsan los diputados, porque no estaría dispuesto a estar bajo la tutela de un organismo pluripartidista, expresó ayer el ministro de la Defensa, Mario Enríquez Morales”. (Portada, PL, 01/11/1993) “Suspenden a dos comisionados por amenazar de muerte a 13 vecinos de San Marcos. Las denuncias fueron formuladas en una asamblea con la presencia de 300 vecinos, en la que los 13 afectados hablaron acerca del acoso y de las amenazas de muerte de que son objeto por parte de los dos comisionados. MINUGUA, el GAM y la Diócesis de San Marcos, demandaron al Ejército que se destituya y procese a los dos sindicados. Las 13 personas afectadas fueron acusadas por los comisionados de militar en la URNG, con el objetivo de justificar eventuales represalias contra ellos” (Portada, PL, 01/05/1995) Pandillero o marero: Como ya se había mencionado, la juventud es también presentada en la prensa como victimaria. Durante casi todo este período los jóvenes aparecen como victimarios debido a “actos rebeldes” o delincuenciales. Sin embargo, es a partir de los 80 que estos hechos de violencia se vinculan con un nuevo nombre: pandilleros o mareros. Los pasados hechos de violencia entendidos simplemente como delincuencia juvenil toman ahora una nueva dimensión: la violencia en manos de pandilleros y mareros, que al igual que los guerrilleros se muestran como grupos o individuos antisociales que deben combatirse. “Identificarán estudiantes para evitar detenciones” El grupo social Acción Conjunta iniciará en breve la identificación de los estudiantes que sean detenidos por la PN, esto debido a que diferentes zonas de la ciudad se organizan los grupos juveniles a los que se les denomina “maras”, que se dedican a causar problemas al vecindario. Este problema según el licenciado Canale de la falta de atención de parte del ministerio de Cultura y Deporte para dar una orientación positiva a esa juventud” (Portada PL, 06/04/1987)

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“Sigue grave un policía tiroteado. El agente que recibió heridas de bala antenoche, en un tiroteo que se produjo cuando un grupo de ‘maras’ al que perseguían disparó contra los agentes de la autoridad (…) ocurrido a cuatro cuadras del Palacio de la Policía” (Portada PL, 03/08/1987) “Mara ataca microbús en Villa Nueva” Una mara compuesta por unos 40 delincuentes apedreó un microbús cuando el vehículo se dirigía a la colonia El Mezquital. Los integrantes de la mara robaron Q90 al ayudante y luego se dieron a la fuga” (Portada PL, 02/11/1987) “Maras se enfrentan en una batalla campal. Pandilleros lucharon por sus territorios. Cien pandilleros pertenecientes a ‘maras’, se enfrentaron a media noche en la zona 19, colonia La Florida, con resultado de una treintena de heridos y golpeados” (Portada PL, 09/01/1989) “‘Mara’ ataca bus en la Carolingia. Los maleantes también amenazaron a bomberos. Más de 50 jovenzuelos integrantes de una mara golpearon a los pasajeros de un autobús urbano anoche a las 19 horas en la entrada a la colonia Carolingia zona 19” (Portada PL, 06/03/1989) Símbolos Los imaginarios de la violencia logran anclarse en la mentalidad a través de los símbolos que la representan. Para este período la violencia es expresada en la prensa por medio de ideas que pueden ser imágenes o palabras vinculadas con ciertos tipos de violencia, de los “buenos” y los “malos”, de lo permitido, lo peligroso o amenazante. Una sola palabra, una imagen logra evocar uno o unos imaginarios que encarnan todo aquello que debe combatirse o abrazarse. De la violencia: para este período los símbolos que representan la violencia pueden entenderse de dos formas: por un lado, aquellos vinculados a la lucha anticomunista y la contrainsurgencia que son combatidos desde el Estado y el buen ciudadano, tales como el color rojo (emblemático del comunismo), y por otro, la imagen del subversivo con pasamontañas así como los panfletos subversivos. Sin embargo, como la violencia debe comprenderse desde la lógica de las víctimas y sus victimarios, el abuso de poder por parte de las fuerzas de seguridad exhibe también sus propias representaciones, por ejemplo: la bota, las armas de fuego y la macana policial. Aunque pareciera que la violencia se presenta de manera dividida entre “enemigos” y “aliados”, desde una lógica claramente bélica, persisten en el imaginario símbolos que sin importar el contexto se vinculan con la violencia en términos generales. Estos son las armas de fuego y blancas, la guerra, el puño cerrado y el fuego. Contra la violencia: debido al contexto y el combate a toda costa de los “enemigos” de la patria, los mismos símbolos que evocan represión y abuso de poder son presentados en el

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diario como los protectores de la paz, el desarrollo y la democracia: el soldado, por ejemplo representa el individuo dispuesto a dar su vida por la soberanía de la patria, al igual que el ejército, evocado a través del uniforme militar. De la no violencia: finalmente encontramos que también se presentan símbolos que representan la no violencia, la paz, la democracia y la esperanza de un futuro mejor, aunque con una ocurrencia menor en el diario. Así el pañuelo o bandera blanca como símbolo de “venir en paz”, la niñez y la juventud como promesa de un futuro mejor y el bombero, como agente de rescate que trabaja por todos, “amigos” o “enemigos”. Síntesis Para este período se creó el imaginario social de violencia acerca de que la represión en la capital era selectiva y en el interior del país era generalizada y hacia el indígena, a través de la ofensiva de tierra arrasada. Este imaginario se creó en la subjetividad de los entrevistados y lo confirman algunas noticias de prensa escrita. Asimismo, prevaleció el imaginario de violencia política, también confirmado por ambos. Se construyó el imaginario social de violencia en torno al grupo guerrillero de izquierda como “el malo” (y por extensión, todo lo que significara izquierda, movimiento popular, protesta) y el grupo combativo del ejército como “el bueno”. Esta construcción parte de la forma en que la noticia ha sido expuesta y que presenta muy poco de masacres, de secuestros, de torturas, de desapariciones forzadas a líderes sindicales, estudiantes, profesionales, indígenas (hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños) perpetradas por el ejército o bien por grupos contrainsurgentes y escuadrones de la muerte que surgieron en esa época y que por años accionaron en contra de la sociedad civil. Existe coincidencia en la noticia de prensa y las respuestas de los entrevistados en cuanto a que esta época fue de miedo, terror, muerte y destrucción para la sociedad guatemalteca. A criterio de los entrevistados y tomando como referencia dicha noticia de prensa, su puede concluir que las redes sociales fueron fragmentadas por la desconfianza y el temor. Las noticias relacionadas con temporalidad y refiriéndose hacia una paz futura, son escasas, por lo que podemos deducir que no se crearon imaginarios sociales al respecto, por lo menos antes de la firma de la paz. Después de la violencia política extrema existente durante esta época, se han construido otros imaginarios a partir de la firma de los Acuerdos de Paz; éstos están orientados hacia el esclarecimiento histórico, perdón con justicia, justicia, pero no olvido.

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4. ANÁLISIS DEL PERÍODO El período que va de la caída del presidente Jacobo Arbenz y el proceso de transformación social que se vivía en ese entonces, en 1954, a la firma de la paz firme y duradera el domingo 29 de diciembre de 1996, estuvo marcado básicamente por la guerra interna. Esa es una matriz que dejó una impronta imposible de desconocer, que forjó los imaginarios sociales sobre la violencia y sobre las relaciones sociales en general, y que al día de hoy aún persiste en buena parte de la población. Para este período lo que fundamentalmente estaba en juego era, como en toda guerra, la posibilidad de sobrevivir. Lo dominante, no importa en qué lugar social se estaba, era que lo militar se imponía en la escena, independientemente que se le aprobara o se le adversara. Cualquier otro tipo de imaginario de violencia empalidece ante lo que se deriva de lo que significó el enfrentamiento militar. Es importante destacar que la guerra interna no en todos los niveles sociales fue igualmente vivenciada, apreciada ni sopesada; pero sí, en todos lados, algo significó. Es decir: nadie quedó al margen de ella. En las áreas rurales, que fue donde básicamente se desarrollaron las acciones bélicas propiamente dichas a partir de un movimiento armado activo y de las estrategias contrainsurgentes que se le opusieron, la población campesina fue produciendo un determinado imaginario, al margen de las versiones oficiales de la situación y de la fragmentaria información de los medios de comunicación: el que la violencia inundaba todo y que había que defenderse como se pudiera de ese ataque, porque en ello iba la vida. Tan fuertemente se vivió ese ataque que en las diferentes lenguas mayas de las poblaciones que lo sufrieron quedó incorporado el término “violencia” para referirse a lo dominante de esta época. Pero no “violencia” en el sentido de pelea, de lucha de igual a igual, sino de ataque, de invasión, de catástrofe contra la que hay que buscar alternativas de huída, pues enfrentarse no era posible. La “época de la violencia”, así, define lo medular de estos años para la población rural donde sucedieron los principales hechos de la guerra; es decir: los pueblos mayas del altiplano occidental. “La época del ataque masivo”, podría decirse. En áreas urbanas la violencia militar también afectó, pero con características distintas a las zonas rurales, fundamentalmente las de Occidente, escenario de los peores combates. En las ciudades, básicamente en la capital, el imaginario construido durante estos años de militarización se liga a la peligrosidad del momento, a la idea de guerra que acompañaba cada espacio de la vida y, por tanto, a la necesidad de “andarse con cuidado” en todo. De ahí que surgen ideas diversas ante ese proceso bélico que toca a todas y todos: el de que “no metiéndose en nada” uno puede sobrevivir (lo cual conlleva a la despolitización, al desinterés por los aspectos de la realidad social que se vivía), o el de la necesidad de cuidarse, esconderse, buscar refugio para todo aquel que tenía puesto su corazón en algún proceso de cambio, para aquel que compartía el ideario de una de las dos partes que marcaban el

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momento de la Guerra Fría y del avance de las luchas populares y un talante general de izquierda que venía creciendo desde la década de los 60, tanto en Guatemala como a nivel mundial. Pero definitivamente para todas y todos, sin excepción, los imaginarios sociales en relación a la violencia para este momento se ligan a la militarización y a la guerra interna que se vivía. Nadie podía escapar a eso; de eso era lo que se hablaba, eso era lo que se sufría. En las áreas urbanas, aunque no se conocieran con precisión, o incluso aunque se desconociera absolutamente lo que ocurría en términos militares en las montañas del altiplano –las campañas de “tierra arrasada” más exactamente, el genocidio en marcha–, existía la percepción que se vivía una guerra interna, que el ejército y fuerzas de seguridad en general (policía, paramilitares) estaban en guerra contra “la guerrilla”. La sensación era de miedo, de que algo podía pasarle a cualquiera, por lo que era mejor “estarse tranquilo y no meterse en babosadas”. En lo que sí hay coincidencia es en que este período marcó la mayor cuota de violencia de la historia reciente del país. En la memoria colectiva, en los imaginarios de la población guatemalteca que directa o indirectamente lo vivieron (también muchos hijos de gente que vivió ese momento y que repite esos imaginarios), el período de 1954 a 1996 fue uno de los de mayor violencia política en la historia nacional. Para este período no contaban otras formas de violencia: la dinámica estaba dada por el enfrentamiento entre un bando y otro, y en cómo sobrevivir a eso. Para los pueblos mayas, el imaginario se emparenta con la violencia atroz que implicaba su posible desaparición; los mayas adultos, incluso, hacen una conexión entre la conquista española y el conflicto armado, encontrando continuidad entre ambos momentos y de lógica similar en los dos procesos. Lo que estaría en juego es la aniquilación de su pueblo como grupo autónomo. Es decir: genocidio. Para el imaginario colectivo urbano se percibe que la violencia militar obligó a las comunidades indígenas a migrar hacia México, la capital, o integrarse a la guerrilla o a formar parte de las PAC para salvaguardar su vida porque no había otras alternativas. También existía la idea, en alguna proporción de la población urbana de origen ladino, que “indio es igual a guerrillero”. Esta cauda casi infinita de violencia que ilustra el imaginario social de la época tendría su punto de partida, según esa construcción colectiva, para muchos: en la caída del gobierno democrático del coronel Arbenz. O, para una visión más conservadora de las cosas, en la aparición del movimiento insurgente, en la década de los 60, ante lo que vino la respuesta del Estado. Como sea, existe una extendida percepción que establece que el conflicto armado fue violencia entre dos bandos: derecha (ejército y/o gobierno-oligarquía), e izquierda, (movimiento guerrillero), amparada y estimulada por la doctrina de Seguridad Nacional y la Guerra Fría, en boga durante largas décadas.

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De esa suerte, en el imaginario colectivo prevalece el antes y el después del conflicto. La prensa escrita construyó el imaginario social de violencia como gloria hacia el soldado caído y muerto por los guerrilleros. En general hay una imagen triunfalista de las fuerzas de seguridad, y de demonización del “delincuente subversivo” que era el guerrillero, destructor del Estado, veneno que venía a sembrar valores antinacionalistas y ateos. Del mismo modo es una imagen ampliamente difundida que durante el período del conflicto armado hubo prepotencia militar y excesos de violencia (desapariciones, torturas, violaciones, etc.) hacia la población civil, la que alcanzó a ancianos, hombres, mujeres, jóvenes y niños. Pese a que pueda haber quien la justifique, en general se reconoce que para la época hubo terrorismo de Estado. Es decir: no se podía denunciar ningún exceso por parte de las fuerzas de seguridad. La desaparición y la tortura fueron prácticas comunes que podían tocar a cualquiera y la violencia de signo político definía todo lo que sucedía, invadiendo incluso los espacios de privacidad. Cuando se refiere a la violencia, la población veía como problema la militarización en curso, en tanto que la violencia delincuencial no alcanzaba los niveles de hoy día. Durante los años más terribles de las estrategias contrainsurgentes, la delincuencia era algo marginal. Pero años antes de la firma de la paz ya comienza a prefigurarse un nuevo imaginario: aquel que torna como difícil, cada vez más difícil y más dura la vida cotidiana, y ello más aún en áreas urbanas, debido a la explosión de delincuencia común. La violencia deja de ser la de la guerra para pasar a ser la de la delincuencia.

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Capítulo 5

ÉPOCA DEL POST-CONFLICTO Y DE NUEVAS FORMAS DE VIOLENCIA: 1996-2008 1. INTRODUCCIÓN Después de más de cuatro décadas de permanente violencia política en Guatemala, las expectativas de la paz futura, tras la suscripción del Acuerdo de Paz Firme y Duradera en diciembre de 1996, era el sueño anhelado de todos los guatemaltecos y guatemaltecas. Sin embargo, esa tan deseada paz no tiene visos de llegar a nuestro país. Actualmente, a doce años del fin del conflicto armado interno, la paz no ha logrado consolidarse. Hubo, en un primer momento, durante el período comprendido entre 1997 y 1998, una aparente tranquilad para la ciudadanía y sociedad en general, no obstante que a la firma de los Acuerdos de Paz no siguió una política de Estado tendiente a solucionar de fondo los problemas estructurales que dieron origen al conflicto armado: pobreza, inequidad, discriminación, corrupción, ineficiencia en prestación de los servicios básicos de salud, vivienda y educación; irrespeto del estado de derecho e impunidad, entre otros. A causa de esa carencia de programas dirigidos a modificar las causas que dieron lugar al conflicto y a la falta de voluntad política, tanto del gobierno de turno al momento del fin del conflicto, como de sus sucesores, se produjo una agudización de la problemática, que condujo a una paulatina degradación social. De tal forma, actualmente Guatemala atraviesa uno de los períodos más violentos de su historia. Esta violencia ha sido reconfigurada, es más compleja y no se circunscribe a la violencia estructural y política de hace algunos años, aunque indudablemente sus orígenes se encuentran en ella. La violencia actual, para quien trabaja en el ámbito social está relacionada con la inequidad, la exclusión social y la falta de aplicación de la justicia. Se asegura que ha habido una reconfiguración de la violencia por cuanto ha surgido con desmedida fuerza el crimen organizado, el narcotráfico, las extorsiones, los secuestros de todo tipo y en todas sus modalidades, las violaciones, el tráfico de personas, armas y homicidios, entre otras. Dichas acciones delictivas aún presentan rasgos propios de la violencia política surgida desde el Estado durante el conflicto, e indudablemente muchos de sus actores aún son aquellos que la ejercieron anteriormente.

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Otro aspecto que aflige a la población guatemalteca es la falta de confianza en sus autoridades de seguridad y de justicia. El ciudadano se siente indefenso y no hay credibilidad en las instituciones para acudir en caso de necesidad. Se ha llegado a tal deterioro la institucionalidad del Estado guatemalteco que se escucha frecuentemente: “vivimos en un Estado fallido”, en donde la credibilidad, confianza, seguridad, cumplimiento de la ley y todas las funciones propias de un Estado son ejercidas débilmente, prevaleciendo la influencia o los intereses de grupos o sectores de poder paralelo, que impiden al Estado cumplir sus atribuciones propias que le corresponden por mandato constitucional y legal. En el estudio que nos ocupa, hemos descrito y analizado el término de Imaginarios de Violencia y, es en ese sentido, que retomamos estas categorías para explicar la situación psicosocial actual del guatemalteco, a quien se le satura, por todos los medios de comunicación, acerca de la inseguridad en que vive, sin que exista una propuesta de cómo afrontarla. Las categorías de violencia e inseguridad han superado las capacidades del Estado de establecer mecanismos para afrontarlas con eficacia, partiendo de allí la necesidad de la población de contratar servicios de seguridad privada. De tal forma, según estudios realizados al respecto, las cifras de guatemaltecos que prefieren pagar por seguridad ante la desconfianza en el sistema público de seguridad han aumentado. En el año 2007, las cifras de los hogares con este tipo de seguridad estaban en el l2.3% y los casos de organización de vecinos en las colonias han venido en aumento (PNUD, 2007). Los espacios urbanos del guatemalteco se han visto sustancialmente restringidos: hay rejas en las tiendas, existen garitas de seguridad en los vecindarios, la utilización de servicios de policía privada es una alternativa hoy en día. La calle ya no es el espacio de diálogo y distracción, como hasta hace algunos años. No obstante que desde julio del año 2004 se instaló el Frente contra la Violencia, con la participación de 400 organizaciones de la sociedad civil, tales como Iglesia católica, Iglesias Evangélicas, Comité de Unidad Campesina (CUC), Secretaría de la Mujer, Asociación de Abogados Mayas, CACIF, entre muchas otras, este frente no ha mostrado ningún fruto que alimente la paz (Prensa Libre, 15-7-2004). Esa inseguridad y falta de credibilidad de la ciudadanía hacia sus instituciones ha dado lugar, desafortunadamente, a que se vaya conformando una cultura de hacer justicia por mano propia. Según cifras del Programa de Prevención de Linchamientos, en el año 2004 hubo 78 casos: 127 víctimas, 114 lesionados y 13 muertos (hombres todos). En el año 2005 hubo 61 casos: 126 víctimas, 105 lesionados y 21 muertos (1 mujer y 20 hombres). En el año 2006 hubo 33 casos: 67 víctimas, 54 lesionados y 13 muertos (l mujer y 12 hombres). En el año 2007 hubo 43 casos: 89 víctimas, 66 lesionados y 14 muertos (l mujer y l3 hombres). Hasta

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mayo del año 2008 se habían contabilizado, por parte del Organismo Judicial, 20 linchamientos con 43 víctimas y 5 muertos (Prensa Libre, 25-5-2008:10). Lo más preocupante de esta práctica radica en la costumbre que de estos actos de crueldad tiene la población, que participa en ellos y los ve de una forma natural y los acepta como un mecanismo de defensa. Actualmente Guatemala es el tercer país más violento de América. Según el Informe Estadístico de la Violencia en Guatemala, en los últimos siete años, la violencia homicida ha aumentado más del 120%. De 2,655 homicidios en 1999 se pasó a 5,885 en el año de 2006 (PNUD. 2008) y por cada 100,000 habitantes la tasa de homicidios fue de 47 en el 2008. En este último año, solamente en la Ciudad de Guatemala la tasa de homicidios por cada 100,000 habitantes fue de 108. Según este informe, a Guatemala sólo le superan El Salvador y Honduras, en donde la tasa de homicidios en 2008 fue de 60. De acuerdo con las estadísticas del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF), sólo en enero del 2009, la violencia alcanzó 433 vidas, lo cual implica un incremento del 25% respecto al año 2008 durante el mismo período. El 85% de estas muertes fueron con arma de fuego: 44 mujeres, 12 menores de edad y el resto hombres. Se estima que el promedio de muertes violentas por día es de l7. El estudio sobre violencia presentado por el PNUD (2007) refiere las cifras de homicidios en Guatemala del año de 1995 al año 2006, siendo las siguientes: 1995 - 3,260 2002 - 3,631 1996 - 3,619 2003 - 4,237 1997 - 3,998 2004 - 4,507 1998 - 3,310 2005 - 5,338 1999 - 2,655 2006 - 5,885 2000 - 2,904 2007 - 5,781 (P.L. 8-1-2009: 3) 2001 - 3,230 2008 - 6,012 (Ibídem) Tomando como base el informe del PNUD (2007), la Ciudad de Guatemala es la ciudad de América que se encuentra en el primer lugar de tasa de homicidios. Como se indicó, por cada 100,000 habitantes mueren 108, siguiéndole Detroit, Estados Unidos –por cada 100,000 habitantes mueren 47– y Río de Janeiro, en Brasil: –40.2 por 100,000 habitantes–, por factores diversos de violencia. Sobre la base de este mismo estudio, la población autodefinida como indígena tiene niveles más bajos de violencia homicida. En algunas regiones del altiplano, por ejemplo, hay índices de criminalidad similares a los países nórdicos de Europa. Igualmente, en el mapa de violencia

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y pobreza se puede establecer que los municipios más pobres no son los sitios en donde se produce mayor número de hechos delictivos. Asimismo, se ve con preocupación cómo la violencia homicida ha aumentado en un 60% contra la mujer en los últimos ocho años. En el año 2004 aumentó un 12.4% y el promedio de asesinatos a mujeres estuvo entre los años 2001 y 2006 en 9.9% del total de homicidios reportados (PNUD. 2007). El mismo estudio nos señala que el mayor número de ilícitos violentos son los asaltos (81.1%) y robos de vehículos y partes de estos (4.1%). Se estima que la cifra oculta en Guatemala, por no hacerse la denuncia de hechos violentos, está en torno al 75%, según datos evidenciados en encuestas realizadas para este estudio. Entre las causas que existen para que no se dé la denuncia están: la falta de credibilidad del sistema de justicia y el permanente temor a represalias por parte de los delincuentes. La violencia, según encuestas realizadas por este mismo estudio, involucra a personas jóvenes, comprendidas entre los 18 y 26 años de edad (22%), esto puede responder a que la mayor parte de la población guatemalteca se ubica en este rango. Asimismo, en lo que respecta a victimarios, la encuesta arrojó que la mayor parte de ilícitos están siendo perpetrados por jóvenes comprendidos entre los 18 y 26 años. Las violencias que, hoy por hoy, se viven en Guatemala, tienen sustento estructural por cuanto que el Estado no cumple con sus funciones en todos los ámbitos que le corresponden, de allí que sea una violencia sistémica en donde el Estado no asume a plenitud su función. Es impactante darse cuenta cómo la violencia post-conflicto ha ido reconfigurándose degenerativamente hasta convertirse en una horrenda deshumanización con la muerte de mujeres de manera salvaje. Igualmente la tortura ha acompañado a una alta cifra de homicidios, en los que han participado sicarios, narcotraficantes y sujetos relacionados con el crimen organizado y las maras. El año 2008 fue altamente violento. No obstante que la población tiene miedo de denunciar hechos ilícitos, se tuvo acceso a los siguientes datos de denuncias: 415 por secuestro 300 por extorsión 600 por amenaza 165 por muerte de pilotos de buses del servicio público 8 por muerte de ayudantes de pilotos 350 por violación.

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Según informe del Presidente de la República Álvaro Colom, en el año 2008 se capturaron 38,878 personas, 1,730 más que en el año 2007; se incautaron 4,588 armas, 837 más que en el año anterior y se recuperaron 1,803 automóviles, 382 más que en el 2007. Asimismo, se liberaron 173 secuestrados y se capturó a 50 secuestradores, desarticulando 4 bandas (Prensa Libre. Enero 8, 2009: 3). Quizá se están haciendo esfuerzos aislados para detener la violencia, pero éstos no son suficientes. Deberá ser el Estado, a través de todas sus instituciones de seguridad y de justicia las que deben trabajar orgánicamente para enfrentar esta crisis que ha tocado fondo, en donde el deterioro constante del derecho a la vida, a la seguridad y a la inclusión ha prevalecido. Ninguna sociedad en el mundo puede alcanzar niveles de desarrollo económico, político, social y cultural cuando la violencia traspasa sus estructuras en forma constante y sistemática, como se está dando en Guatemala. A esa violencia criminal deben sumarse las condiciones estructurales históricas de pobreza y exclusión que se dan en el campo, mismas que no permiten el desarrollo rural. Asimismo, violenta la condición humana de los guatemaltecos, hombres, mujeres, niños, niñas, adultos mayores: el hostigamiento, las amenazas el irrespeto de los derechos fundamentales que todo individuo debe poseer como operador de justicia, desarraigado, población vulnerable, ambientalista, migrante, sindicalista, periodista, trabajador de maquila, piloto, grupos minoritarios, entre otros. En países como Guatemala, la violencia ha estado presente desde siempre, pero ésta ha sido invisibilizada, naturalizada, insensibilizada y encubierta. Reconociendo la violencia desde estas cuatro categorías, puede hacérsele frente. Se ha creído que la violencia existe y es considerada como tal, cuando produce daños materiales; es así que una serie de conductas culturales han pasado desapercibidas, quedando invisibilizadas. Asimismo, existen sectores interesados en invisibilizar la violencia a favor de intereses ocultos. Por otra parte, la naturalización de la violencia a través de procesos sociales u operaciones permisivas ha llevado a nuestra sociedad a aceptar ésta como algo natural en la vida cotidiana, a través del uso de la lógica de poder por la condición de jerarquía, género, edad, condición socio-económica y etnia. La insensibilidad frente al dolor o sufrimiento es un sentimiento de indiferencia que se va formando con la continuidad y repetición de vivir y observar hechos violentos. La infinidad de imágenes violentas a que los sujetos están expuestos produce acostumbramiento y por lo tanto insensibiliza y se convierte en tolerancia hacia la violencia. Por otra parte, el encubrimiento de la violencia puede darse por complacencia, complicidad o para mantener un estatus de prestigio.

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2. ANÁLISIS DE ENTREVISTAS

2.1 Sistematización La sistematización y el análisis siguiente corresponden a las entrevistas realizadas en torno a la violencia que se da en el período de post-guerra, de 1996-2008. Las trece personas entrevistadas tienen más o menos el mismo imaginario respecto a la violencia que en el momento actual azota a la sociedad guatemalteca; no obstante corresponden a diferente etnia, edad, condición cultural y educativa, todos la perciben de encontrándose matices comunes. A partir de las entrevistas realizadas con respecto al período actual de post guerra (1996-2008) se puede construir el siguiente concepto de violencia: Con relación a la primera pregunta: ¿qué entender por violencia?, la ven como una acción que lleva la intención de destruir y lastimar, que somete al otro, utilizando el poder y la fuerza, siempre desde el esquema de un dominado y un dominador. Afecta física y psicológicamente a otro sujeto. Es una acción que restringe y vulnera los derechos individuales y colectivos. Es una amenaza al bienestar. 2. ¿Cómo se vive la violencia? La violencia en Guatemala se vive a diario, según percepción de los entrevistados, se vive de muchas maneras, desde que la registra la historia es ejercida. Para los militares ésta es administrada (4). Otros sectores civiles la viven con temor/psicosis, la sobreviven a diario en su trabajo. El imaginario del indígena de cómo vive la violencia va orientado a que la vive en la calle, en los centros comerciales, en los buses, en la misma universidad, no así en el mercado del pueblo (8). Se vive a través de clicas desarticuladas que se convirtieron en ejércitos instrumentalizados por el narcotráfico y el crimen organizado...” (11) “Guatemala es el paraíso de la impunidad, el paraíso de la desregulación, creo que esto es la cartografía de la fertilidad para la violencia...” (11). “...la vivo de manera inevitable” (12). “...es la que se ejerce en el poder, desde el Estado, siendo éste un Estado de raíz colonial, hay una profunda raíz histórica implícita de violencia que se expresa en la discriminación del indígena, en el desprecio al pobre, en actos de racismo...también hay violencia criminal de distinto tipo...” (13). 3. En las diferentes épocas de Guatemala, ¿ha habido violencia? Existe coincidencia en las respuestas de los entrevistados en el sentido en que en Guatemala siempre ha existido violencia “la violencia es parte de nuestra existencia” (10). Se argumenta, en algunos casos, que aún antes de la venida de los españoles, sin embargo, existe mayor coincidencia que fue a partir de la invasión española.

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Se habla de las diferencias étnicas que provocan la exclusión y discriminación en este país, así mismo se ha violentado a los menos favorecidos política-económica y culturalmente. Esta violencia viene desde los grupos de poder, grupos delincuenciales y desde el Estado. Se indica cómo la violencia se ha ido reconfigurando desde la venida de los españoles cuando hubo despojo y sometimiento, luego durante los diferentes períodos de la historia, recientemente, el conflicto armado y actualmente la violencia por maras, narcotráfico, asesinatos, crimen organizado entre otros, la historia de Guatemala ha estado acompañada por violencia. La historia de Guatemala ha sido un choque de voluntades (4). Se habla de la violencia estructural histórica (5). La historia guatemalteca está ligada a acontecimientos violentos que producen (9). Cambios sociales, económicos y políticos. “...hay una correlación directa entre nuestra historia como país y nuestro presente” (11). “...la violencia es una parte esencial, la columna vertebral de la historia e este país” (12). “Cualquier sociedad tiene una historia de violencia” (13) “...cuatro décadas de violencia que hubo por parte del Estado hasta constituir un casi Estado terrorista...” (13). 4. Esa violencia, ¿tiene relación con el momento presente? ¿De qué manera? Si tiene relación la violencia pasada con la actual. La violencia ha surgido como sustitución de la justicia y resolución de conflictos. Existe debilitamiento institucional e incapacidad por parte del Estado para el cumplimiento de los DDHH. La impunidad alimenta y promueve la violencia en este país. (2) “Hay una historia de violencia que nos determina la violencia actual” (6) “Esa es nuestra historia: hay en abismo entre una cultura y otra, aquí en Guatemala. Hay dos logros de pensamiento, hay dos formas de vida (7) “Lo que sucede hoy no está desligado de lo que vino sucediendo en la historia. Los mismos grupos de poder no han cambiado, eso sigue siendo un foco de violencia, tanto en el pasado como en el presente”. (8) “...las figuras de la encomienda en Guatemala marcaron un tránsito muy fuerte en un imaginario hegemónico...” (11). “...es el resultado del proceso histórico...” (12). Desde el pensamiento castrense se considera que al darse la paz e imponerse la reducción del ejército no hubo una planeación estratégica, dejando vacíos de poder en territorios de la República, tomando el poder el crimen organizado, el narcotráfico y las maras (9). La violencia se ha reconfigurado y se ha multiplicado, “haciéndonos más violentos” (10). Los medios de comunicación han contribuido a ello y los jóvenes están expuestos a imitar (10). “...es fácil deducir que como hubo violencia hace cuarenta años, ahora sigue habiendo violencia, pero el tipo de violencia que hubo fue violencia practicada por el Estado, fue violencia política...en esta época la violencia es apolítica...” (13).

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5. ¿Cómo se expresa la violencia en Guatemala? En distintos ámbitos (6). La violencia se expresa en lo individual y en lo colectivo, en la discriminación, en la vida cotidiana (1). Existe una “generalización de la violencia, se expresa en su naturalización, en la extrema pobreza, en la participación de la sociedad como espectadora de la violencia, en los índices de criminalidad en aumento”. “También en la reducción de la vida social, horarios restringidos para movilizarse; en el individualismo para preservar la seguridad y en el miedo (2). En “la desigualdad en la distribución de la riqueza….” (3) La violencia en Guatemala se expresa “desde una amenaza, contra un derecho laboral, hasta la pérdida de la vida” (5) “La delincuencia es una buena vía para enmascarar la violencia estructural….” “…esa explosión de delincuencia que nos muestran los medios de comunicación hay una intención de crear simpatía en la población hacia la limpieza social y todo eso prepara las condiciones para formas de gobierno autoritarias” (5). La violencia está en todas partes….” “…recorre toda la sociedad” “… en los legisladores que legislan a favor de la oligarquía…” “Cuando esos sectores se les quiere hacer pagar impuesto reaccionan” (6) “. Uno va a un hospital, por ejemplo, y ahí también se ve la violencia, porque no existen los medios para que la gente esté bien atendida…:” “…no hay políticas de prevención….” “Si hablamos de desnutrición, no necesitamos irnos a África...:” “…el crimen organizado utiliza grupos juveniles, muchos sectores de poder están directamente vinculados al crimen organizado…” “…Que una madre no pueda asentar en la municipalidad (RENAP) a su hijo, porque ella tampoco nunca fue asentada ¿No es eso violencia? “En Guatemala la violencia está en todos lados en lo político, en lo social, en la forma en que el Estado presta los servicios en salud, educación y vivienda” (6) “Después de la guerra quedó más marcado, todavía, la diferencia entre ricos y la extrema pobreza” (7) En las respuestas de la mayoría de entrevistados existe la tendencia en afirmar que la pobreza es una forma de manifestarse la violencia. Al sector pobre “…se les debe el derecho a la educación y a la salud” (8). “...La violencia es una enseñanza” (12). “...nuestros papás nos enseñaron bajo el marco de la violencia, la sociedad nos ha enseñado en el marco de la violencia...” (12). “...en cualquier relación de poder siempre hay una dimensión de violencia...” (13). 6. ¿Cómo surge la violencia? La violencia surge “… al sentirse alguien lastimado o amenazado….” “Surge de un conflicto” “… Se quiere destruir aquello que constituye una amenaza”. “…es un instinto primitivo de

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sobrevivencia.” (1) “A partir de la dominación”. “…surge desde la misma conquista por parte de los españoles”. (6) Surge desde la discriminación. “Hay diferentes causas: la falta de educación, la desarmonía, los hijos no deseados, el sistema capitalista donde cada quien sólo ve la punta de su nariz..:” “…la violencia surge por la soledad, por el abandono, y en muy buena medida por el hambre” (7) “…porque no se dan espacios de reflexión …” “… debemos decidir si vamos a seguir reproduciendo esos patrones de violencia…” (8) “No cabe duda que la violencia de la familia es el origen de tanta violencia” (9). “la falta de oportunidades de progreso en nuestro país es una forma de violencia, la intolerancia….” (9). “tienen que ver con la falta de educación que hay en el país…” “…la misma descomposición social…” “…caemos nuevamente en la pobreza, las mismas condiciones en que vive la gente…” (10). “La violencia la detenta, quien detenta el poder” (12). 7. ¿Por qué se da la violencia? “no se sabe manejar los sentimientos, que la produce…” “…la frustración, la ira, la insatisfacción….” “querer imponer algo..:” “no sé qué respondería Caín….” “… la situación de inseguridad en el país...:”(3). Cuando no se logran acuerdos de las partes (4). “existen varios factores… el alcoholismo, falta de conciencia: huelgas, tiroteos, golpes, etc. Por no conocer otra vía para resolver las cosas…” al violencia intrafamiliar es la causa mayor; falta de comprensión, la drogadicción” (9). El ambiente familiar inapropiado puede ser una causa de la violencia, misma que se naturaliza y se reproduce a través de los patrones de crianza (10). 8. ¿Qué se puede hacer en lo individual? Aprender a manejar sentimientos de ira, frustración o enojo; resolver los conflictos utilizando el diálogo, utilizar la vía de la reconciliación y el manejo de emociones (1). Otra respuesta hacia esta pregunta fea “Protegernos como podamos..:” “… a partir de un esfuerzo social y político organizado”. (3) Se debe “… evitar la violencia...:” “…se tiene que motivar, que formar a la gente” “…en las escuelas tener una cultura de no violencia…” (4) “Los derechos están establecidos, reclamados…” “…pocos reconocemos de verdad nuestra leyes…” “…terminar con la violencia: por la educación…” “… haber comido antes porque con hambre no se aprende” (6) La familia debe jugar un papel fundamental. (7, 10) “…promover la educación colectiva, la educación comunitaria”. (7) “la educación de parte de los padres, de la escuela, de las autoridades tradicionales, de las iglesias, es un elemento básico para la prevención de la violencia (7). “...primero lograr una plataforma social con educación, con salud, con acceso a oportunidades de desarrollo...” “...tiene que haber un Estado regulador...” “...las instituciones del Estado tienen que ser fuertes, voy por la transparencia” (11). “...tiene que haber una refundación del Estado,

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porque este es un Estado fallido...” “proveer de información es vital y que la gente forme su opinión a través de una oferta mucho más amplia de lo que diga el Estado o lo que diga la iglesia o el cuaderno...” (11.) No practicar o bien denunciar para combatir la violencia familiar e intrafamiliar. Individualmente muy poco (13). 9. ¿Qué podemos hacer en lo colectivo? Se debe velar por el cumplimiento de los derechos humanos (1). La organización por medio de grupos ya existentes (3). Entender lo que en verdad son los DDHH, “… el país no es pobre, lo que sucede es que la riqueza está mal repartida… entonces, podemos exigir que esa riqueza se reparta de una manera más justa” (6). “…es necesario que cada uno diga no a la violencia, lo cual va a generar un efecto multiplicador en la sociedad.” (9) “Los actos de violencia deben ser sancionados de conformidad con la ley” (9) Los medios de comunicación no cumplen la función de educadores, se deben tener programas de información a la gente. “la gente de dinero debe invertir en programa contra la violencia” (10) y “… es importante generar más empleo, porque la gente desocupada es vulnerable a involucrarse en grupos que sólo piensan en hacer daño al prójimo (10). Existe en la sociedad una respuesta muy desigual: grupos que se organizan, en los barrios ha habido manifestaciones de resistencia, en los pueblos se han formado comités de seguridad, crear equipos de guardaespaldas, de guardias privadas, los pobres son quienes más sufren violencia y esos no están organizados (13). 10. ¿Encuentra que alguien está haciendo algo contra la violencia? 8 de los 13 entrevistados indican que sí se está haciendo algo para combatir la violencia, ya sea desde el gobierno o desde grupos de DDHH, así mismo, desde grupos de jóvenes. Se piensa que a nivel educativo han cambiado las formas de corrección y se les indica a los alumnos qué es la violencia. “La limpieza social no es contribuir a terminar con la violencia” (6) “Hay intentos limitados en el trabajo con la violencia” (6). “Los que trabajan con los indígenas en las calles o en el basureros, contribuyen con sus cuotas a incidir en algo contra la violencia”(6) “…Los medios de comunicación hacen más énfasis con las personas que tienen acciones violentas que aquellas otras que desarrollan acciones pacíficas”. (8) “Si se le diera más promoción a todos los actos

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pacíficos que hay a diario – porque no sólo violencia hay – por supuesto, se podría ir legitimando una cultura de paz” (8). “Varias dependencias del Estado, trabajan en contra de la violencia, tales como el Ministerio de Gobernación, la Policía Nacional Civil, la Procuraduría de Derechos Humanos, haciendo su mejor esfuerzo..:”(9) “… pero la delincuencia y el crimen organizado han sobrepasado la capacidad de acción de las fuerzas de seguridad civil, por lo el Ministerio de la Defensa nacional, mediante el decreto 90-200 del Congreso de la República, actúa en apoyo a las fuerzas de seguridad civil del Estado…” (9), “….logrando contrarrestar, en gran medida, la violencia imperante” (9). El Ministerio de Gobernación y la misma policía han intentado, pero no lo logran, “porque no tienen la capacidad de reacción y tampoco hay un interés” 11. ¿Quién debería hacer algo contra la violencia? “Todos”, este es un sentimiento generalizado de los respondentes. “El Estado a quien le corresponde” (2) “El Estado y la sociedad organizada” (3) Existe, entre los respondentes, la idea generalizada que todos debemos hacer algo en contra de la violencia. “…es la familia quien debe encargarse del asunto. “También hay que utilizar los medios de comunicación” (7) “tenemos que promover la igualdad, la equidad..:” (8) “Es un problema social en el que todos deberíamos participar (10). 12. ¿Usted considera que utiliza violencia? “no me considero una persona violenta, sin embargo, en ocasiones la he utilizado” (1) “A pesar de estar en contra de todo tipo de violencia, siendo víctima de ella personal y colectivamente, la ejerzo involuntariamente.:” (2) “Francamente no, aunque es posible que en una discusión haya una “violenta” subida de tono. “… nosotros como Ejército aplicaríamos la violencia en contra de delincuentes, de personas que quieran entrar en nuestro territorio, como el narcotráfico, administrándola adecuadamente” (4) “Por supuesto nosotros aplicamos violencia” (4) “Si vivo en una sociedad que está inmersa en la violencia, no puede sustraerme de ella…” “… por supuesto que utilizo violencia.” (6) “Tal vez inconscientemente sí…” (7) “… es difícil no usar violencia..:” “… es muy difícil vivir en una sociedad que considera que la violencia es legítima. “No., entendiéndola tal y como se definió (administrar violencia) (9). “Está uno tan contaminado….” “.. Uno está a la defensiva todo el tiempo… uno se da cuenta del error” (10). “¡No, y menos preguntada tan genéricamente! (13).

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13. ¿Usted considera que es afectado por algún tipo de violencia? Todos los participantes de la entrevista respondieron que son afectados por algún tipo de violencia. “… soy víctima de la violencia generalizada (2). “Todos los días, a toda hora y en todo lugar” (3) “… todos los miembros de esta institución (Ejército), estamos sujetos a esa violencia de parte de la gente que no está haciendo bien las cosas…” (4) “todos estamos inmersos en un clima de violencia” (6). “Permanentemente estoy afectada por algún tipo de violencia. Los abusos, los maltratos, las humillaciones, la discriminación, el racismo…” (/) “Nadie se escapa de eso” (8) “absolutamente todos, somos víctima de la violencia..:” (9) “ En un país como el nuestro todos somos víctimas de la violencia de una u otra forma ..:” (10). “...estuve amenazada de muerte, la violencia tocó a mis hijos también porque tuvimos que cambiarnos de casa...tuvimos que tener otras rutas cotidianas, otra forma de relacionarnos....” 14. ¿Qué le hace sentir la violencia? Los imaginarios que prevalecen en los entrevistados en torno a la emoción que experimentan respecto a la violencia va desde el miedo (1,8), temor, inseguridad (2,9), cólera, frustración (2,6), desesperanza (2), miedo que inmoviliza (3), indignación (4), confusión (7), intranquilidad y falta de paz (10), hasta impotencia y represión (8). Miedo, terror (12). Una persona entrevistada manifiesta quela violencia le ha hecho que necesita realizar acciones para superarla (8). Las violencias dan rabia, producen enojo, psicosomatizan, producen estrés (13). 15. ¿Qué efectos produce la violencia a nivel social? Se considera que el miedo está presente a nivel colectivo, pero también la violencia produce más violencia a este nivel (1). “Se ha dado la naturalización de la violencia”. “Se vive la vida con temor, miedo, ansiedad, en riesgo permanente que erosiona la integridad de la gente y promueve el individualismo, el egoísmo, la indiferencia” (2). Inmovilización y supervisión (3). “La violencia trae más violencia, la persona que ha sido víctima de violencia, normalmente quiere cobrársela...” (4). La violencia genera “...mucho dolor a la gente que la sufre” (7). La falta de inversión internacional, desempleo, pobreza, miedo...” (9). Así mismo, produce “Intranquilidad, traumas severos”. “Miedo, miedo a organizarnos (8). “...la poca paz que pueda uno tener se nos dispersa, hasta la forma de dar amor, hasta se nos olvida querer a nuestros semejantes, a nuestra familia, a nuestra pareja” (10). “Produce una sociedad reprimida, represiva, una sociedad que no se expresa...” (12). “Producen estados de desorganización social y patologías sociales, vuelven al ciudadano más miedoso, más cuidadoso o probablemente más retraído, autoniega su condición (13).

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16. ¿Qué hace usted ante la violencia? Como educadora y madre, trato de enseñar a mis hijos y alumnos a resolver sus Conflictos con el diálogo” (1). “Si la violencia va dirigida a mí, trato de no responder con violencia” (1) “Trato de transmitir y apoyar esfuerzos por construir una cultura de no violencia en el entorno más cercano familiar (2). “...estar alera para no ser víctima de ella” (3). “...el arma que uso contra la violencia, contra los abusos...es la mediación...uso la energía para calmar a alguien (7). “Tratar de prepararse más todos los días para no sentirme más frustrado, anta la situación” (6). “No llevo violencia a mi hogar...” (9). “...denunciarla cada vez que puedo, cuando escribo, cuando hablo, cuando voy a dar una plática...no basta la denuncia sino señalar al responsable” (13). Tomando como elementos significativos las respuestas de los entrevistados, no existe un imaginario respecto a lo que se está haciendo ante la violencia actual, no hay organización, así que los sujetos hacen algún esfuerzo, pero aislado.

2.2 Elementos de los imaginarios Tomando como base los parámetros de los cuatro campos diferenciados de construcción de imaginarios que Pintos (1994) propone, y el campo de temporalidad, propuesto por los investigadores, podemos identificar en la subjetividad de los sujetos lo siguiente: 1. En el campo de las operaciones, entendiendo éste como el elemento del pensamiento y de las acciones, se resume así: Para el sector castrense la violencia es cuestión de administración de la misma; desde el sector indígena la violencia se vive en todo aquel ámbito que no es el propio, existiendo una raíz histórica que se expresa en la discriminación hacia los pueblos indígenas y en actos de racismo y exclusión. Desde el campo de las operaciones, son acciones que fomentan la violencia y que los entrevistados ven como amenaza: la impunidad, la incapacidad del Estado y el debilitamiento institucional, la naturalización de la violencia, la limpieza social, la participación de la sociedad como espectadora, la desigualdad en la distribución de la riqueza, el individualismo para preservar la seguridad. A nivel personal se siente el miedo, la amenaza, la restricción de la vida social y horarios para la movilización, la desarmonía. Asimismo existen sentimientos de impotencia, desesperanza, confusión, intranquilidad, frustración, ira, insatisfacción que pueden generar más violencia. Otro aspecto a considerar son los patrones de crianza inadecuados que moldean a los sujetos provenientes de un ambiente familiar inapropiado. Se tiene la percepción de que todos vivimos en un clima de violencia y que somos víctimas de la misma.

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2. En el campo de los ámbitos, entendido éste como los escenarios múltiples en donde se representa la violencia desde lo privado y lo público; el Estado y la calle, los entrevistados manifestaron que se da en la familia, el trabajo, en la calle, en los buses, en centros comerciales y en la misma universidad; en la atención en salud (hospitales) y en las mismas instituciones del Estado hasta denominarlo como un “Estado Terrorista”. 3. El campo de los símbolos, corresponde a espacios culturales que, la misma historia, se ha encargado de cederlos. En el curso de las entrevistas efectuadas, este campo diferenciado fue poco identificado, únicamente en el sentido de que fue “a partir de la venida de los españoles y la dominación, que se dio la violencia”. Asimismo, el sector del Ejército identifica la violencia con la Firma de los Acuerdos de Paz y la reducción del Ejército, dejando vacíos en la seguridad nacional. Por otra parte, el repunte de la violencia actual se vincula con las maras, el narcotráfico y el crimen organizado. Aunque no fue mencionado, simbólicamente, en el momento actual la violencia puede ser identificada con las armas, la sangre, los cadáveres y los tatuajes. 4. Otro de los campos de configuración de imaginarios que Pintos establece es el de víctimas y verdugos (actores), al que en este estudio se ha denominado “víctimas y victimarios”. En éste, los entrevistados orientaron sus respuestas hacia que “es la familia el origen de tanta violencia, que es la pobreza, y que la misma es producto de quienes detentan el poder”. 5. El siguiente campo, de temporalidad, no es considerado como tal por Pintos, sin embargo, se consideró importante, para identificar las relaciones en el tiempo y espacio (presente, pasado, futuro). Al respecto los entrevistados manifestaron: “La violencia en Guatemala se vive a diario...y desde que la registra la historia es ejercida”; en ese sentido la violencia ha estado presente en el pasado y en el momento actual. Otra forma de manifestar la temporalidad de la violencia es que “en Guatemala siempre ha existido violencia,...es parte de nuestra existencia”. Algunos entrevistados relacionan la violencia con “la venida de los españoles”, o sea, con un pasado mediato. También hacen mención de la violencia “durante los diferentes períodos de la historia”, recientemente con el conflicto armado y en la actualidad la relacionan con las maras, narcotráfico, crimen organizado, asesinatos. En este grupo existe el imaginario que “Guatemala ha estado acompañado por violencia y que su historia ha sido un choque de voluntades”. Otro elemento de temporalidad manejado por el grupo de investigadores es que la violencia se vive a diario. En ese sentido, la violencia de hoy en día es producto de un proceso histórico-social que se ha visto matizado por diversas formas de violencia. Algunos de los respondentes argumentan: “Esa es nuestra historia...los mismos grupos de poder no han cambiado... la historia de violencia nos determina la violencia actual”, no obstante que hacen diferenciación del tipo de violencia de hace cuarenta años y la actual.

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En síntesis, podemos decir que estos cinco campos de configuración de los imaginarios de violencia, han sido analizados por separado, sin embargo, se articulan y se corresponden uno y otro, mismos que nos servirán más adelante, para comparar y analizar a la luz de la búsqueda hemerográfica y los antecedentes del período. Los entrevistados tienen criterios claros acerca de lo que significa violencia, que pueden integrarse así de manera conceptual: “Es la utilización de la fuerza para obstaculizar la voluntad de la víctima con el fin de someterle, destruirle o dominarle”. Las respuestas de los entrevistados han sido analizadas desde una perspectiva psicosocial crítica, en tanto que ellos ven que la violencia se construye en las relaciones sociales, se aprende como una forma de expresar emociones o bien de resolver los conflictos que se presentan ante la persona. La violencia puede ser consciente o inconsciente y algunas veces se da por “un desequilibrio en las energías o bien por la posesión de bienes materiales”. La víctima de la violencia se siente amenazada en cuanto a sus derechos, siente que los mismos le son arrebatados y es maltratada de manera intencional. De acuerdo con las respuestas de los entrevistados, la violencia es vivida por todos los y las guatemaltecas, como víctimas potenciales de un ataque de la misma. Se vive por secuestros, chantajes, robos; por instituciones internacionales que imponen sus visiones ajenas a intereses propios; hay incumplimiento por parte de las instituciones del Estado en cuanto a la ejecución y el papel del mismo como ente fiscalizador de las políticas que implementa para con la población. Los derechos de los y las guatemaltecas son violados constantemente y de manera sistemática en el ámbito público y privado. Además, la violencia está en el entorno de manera permanente, ya sea en formas reales o virtuales y en la expresión del temor de todos los sujetos. Existe una sensación generalizada que se constituye en un imaginario: la falta de respeto por la vida. Históricamente la violencia se ha hecho presente en Guatemala; la misma ha sido parte del devenir de nuestra historia y de los grandes cambios sociales que han estructurado al país. Se refleja en el quehacer político actual del mismo, lo cual podría constituir un imaginario social. La conquista como forma de imposición de una cultura sobre la otra aparece como un condicionante de la proliferación de la violencia en la actualidad. Esta imposición, en algunos casos, se atribuye a la mala distribución de recursos ya que dentro del ejercicio de la violencia, por lo general, se encuentra el deseo de apropiarse, o bien de retener bienes materiales. Algunos entrevistados plantean que la violencia es una condición intrínseca del ser humano desde el momento de instituir la propiedad privada y de que una persona o grupo de personas quieren imponer su voluntad sobre la de otros. La manifestación de violencia varía en el tiempo, pero la misma sigue estando presente como condición específica de la humanidad.

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En cuanto a su relación con el presente, la violencia se percibe como un ente constitutivo de los cambios sociales. A nivel histórico los grupos de poder prevalecen y los intereses de los mismos, en muchos casos, corresponden a dos sistemas de vida diferentes que no pueden coincidir. El uso de la violencia con resultados exitosos, ha contribuido a reafirmar prácticas violentas a nivel social e individual en Guatemala. La justificación creada en torno a su utilización se ha inculcado de generación en generación porque las situaciones de violencia e impunidad se repiten históricamente. El debilitamiento institucional y la incapacidad de respuestas efectivas por parte del Estado valida, una vez más, la violencia como una manera legítima de hacer “justicia” ante la imposibilidad de recibir una respuesta efectiva. El imaginario de la institución castrense se orienta a que, la reducción del Ejército sin un plan estratégico que sustentase dicho proceso, dejó vacíos de poder que dieron paso libre a la delincuencia que acecha el país hoy en día. La mayoría de entrevistados afirman que la pobreza y la falta de oportunidades crónicas, aunadas al racismo y la discriminación que se derivan de sistemas de vida que son diferentes, hacen difícil la convivencia de los guatemaltecos. Asimismo, contribuye a ello la inexistencia de medidas que coadyuven al proceso de reconciliación en lo que al conflicto armado se refiere, para poder integrar a ciertos sectores de la sociedad. Son favorecedores del fenómeno de la violencia, el desempleo y las condiciones de desigualdad que sustentan y justifican la existencia de la misma como un medio efectivo para agenciarse de los recursos que son necesarios para la subsistencia humana. Existe el riesgo permanente de ser víctima de la violencia y esto se refleja en la forma de actuar de los guatemaltecos, se incrementan los índices de personas que portan armas, jóvenes que se unen a las maras, negación y restricción de un sinnúmero de derechos de manera cotidiana. La reproducción del silencio en cuanto a denunciar hechos violentos está relacionada a la falta de respuestas efectivas por parte de los aparatos que imparten justicia en el país, y la misma resulta en la reducción de espacios sociales seguros, la indiferencia al sufrimiento humano y la naturalización de la violencia. Los entrevistados también plantean como orígenes de la violencia la desintegración familiar, la falta de oportunidades y la intolerancia. La falta de una conciencia social e inexistencia de espacios de reflexión para tomar responsabilidad en las decisiones. Consideran que la reproducción de los patrones de violencia son elementos a tomar en serio dentro de la familia y en el contexto social en general. La violencia deviene, además, de un acto de dominación que obedece a ciertos intereses que buscan perpetuar el dominio. Está relacionada con la falta de educación y la pérdida de valores. Hay muchos factores que influyen en la existencia de la violencia, entre ellos se encuentran: la impunidad y el hecho de que el Estado no “castigue” los actos de violencia. El no conocer, por parte de la sociedad, otra forma de manejar las emociones y el querer imponer la voluntad propia sobre la de otros. La agresión constante en la formación de los jóvenes guatemaltecos

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resulta un factor facilitador para la reproducción de la violencia, naturalizando así el destruir y matar como formas válidas y legítimas para obtener un objetivo. La violencia, frecuentemente, es ejercida por la persona a nivel inconsciente, o bien de manera sutil al imponer formas de pensamiento para con personas que pudieran percibirse como una autoridad. En el grupo de entrevistados hubo varias “negativas rotundas” en cuanto a la utilización de la misma. Algunos otros entrevistados del sector castrense la justifican para preservar la soberanía y combatir la delincuencia y el narcotráfico “administrándola adecuadamente”. Por otra parte algún entrevistado manifestó que es difícil sustraerse de la violencia en una sociedad que está inmersa en ella: que se está contaminado, a la defensiva. Así también, hay quienes indican que la violencia se practica de manera inconsciente. La existencia de violencia en Guatemala es de carácter omnipresente, nadie se escapa de la misma, estamos sujetos a ser posibles víctimas de su ataque (para recibirla o para ejercerla) todo el tiempo. Esto puede darse a nivel real o bien por la sola existencia de percibir dicha amenaza como presente en todo momento de la cotidianeidad de la persona. Un clima de intranquilidad e inseguridad impera en la mente de los y las guatemaltecas, lo cual puede constituir un imaginario social construido a partir de las prácticas y experiencias constantes. Este pensamiento de autopercibirse como una potencial víctima de la violencia provoca sentimientos negativos a nivel individual y colectivo entre los que pueden mencionarse: inseguridad generalizada, miedo, represión, frustración, inhibición, desesperanza. Todo lo anterior, en algunos casos se manifiesta a partir de una psicosis constante y una postura de defensa ante lo que pudiera ser, independientemente de que la amenaza llegue o no a concretarse. La constante existencia de una amenaza no puede ser sobrellevada por la persona si no es por medio de la naturalización de la violencia que se manifiesta de maneras concretas en la sociedad y en la vida de los individuos que la componen, llevándoles a actuar de formas que perpetúan y validan el ejercicio de la violencia como un medio legítimo para alcanzar propósitos. Como cierre a este apartado, diremos entonces que existe coincidencia en las respuestas de los entrevistados en cuanto que se vive un clima de violencia en Guatemala, mencionando como principales causas: la pobreza, la falta de educación, la falta de respuestas del Estado, la falta de recursos y como una acción innata que está presente en el ser humano. Retomando aspectos del párrafo anterior, existe un imaginario social que criminaliza la pobreza, en el sentido que, debido a ésta, la violencia aparece. Los imaginarios como ejes de articulación del pensamiento con la realidad social tratan de darle sentido a esta forma de

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imaginar sustentada en las condiciones socio-históricas de la sociedad guatemalteca, legitimando y naturalizando esta violencia. Teóricos como Erick Fromm (1975) explican la agresividad en el sentido de que existe un impulso agresivo en el ser humano como potencial de sobrevivencia, lo cual no es negativo; existe una agresión benigna y una maligna o violencia. Es así que designa la agresividad para otros seres vivos y la violencia al ser humano. La agresión humana o violencia es aprendida, por lo tanto, al introducir nuevas pautas de comportamiento puede desaparecer. Para Martín-Baró la violencia tiene un carácter histórico en el que el aprendizaje social tiene un fuerte componente. Por otra parte, frecuentemente, la violencia está sustentada por el poder como una acción de dominación, sometimiento y control. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que puede haber poder sin violencia, pero no violencia sin poder. En esta teoría diríamos que se enmarcan la mayoría de entrevistados, por el enfoque psicosocial de pensar y sentir la violencia. La violencia en Guatemala se expresa desde una amenaza hasta la pérdida de la vida y, en buena medida, su asiento es estructural, al no cumplir el Estado con las funciones que le corresponden en la satisfacción de necesidades de la población y, en especial, en el cumplimiento de la ley y de la justicia. Para finalizar este inciso, terminaremos diciendo que la violencia, tal como se evidencia y apuntan los entrevistados, se da en escenarios públicos y privados, en el Estado y en la vida cotidiana. Sin distinción de género, edad o grupo étnico; excluye, discrimina, inhibe y agrede, traspasando nuestra historia hasta el momento actual.

3. ANÁLISIS HEMEROGRÁFICO 3.1 Lectura crítica del material En el período 1996-2008 el papel jugado por los periódicos en la conformación de los imaginarios sociales de violencia tiene una importancia vital. Es sabido que cada vez más, en nuestra modernidad hiper tecnológica, las percepciones del mundo y nuestra interacción con él están determinadas en forma creciente por los medios masivos de comunicación. "Quien maneje los medios de comunicación tendrá el poder" alertaba ya en los años 60 del pasado siglo el padre de la semiótica, el italiano Umberto Eco. Irrefutable verdad. Las investigaciones actuales ponen en evidencia esta tendencia de un modo inobjetable. La encuestadora estadounidense Gallup (famosa por la confiabilidad de sus mediciones y nada sospechosa de posiciones de izquierda precisamente) estableció hace ya unos años que el 85% de lo que un adulto término medio “sabe” acerca del mundo en términos sociopolíticos proviene de los

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medios masivos de comunicación. Estos medios van siendo cada vez más los hacedores de cultura, empalideciendo el papel de la educación formal y llamados a competir en esta tarea, en un futuro no muy lejano incluso, con el núcleo familiar. En Guatemala esa tendencia no escapa a las generalidades de un proyecto global de sociedad. Aquí también mucho de lo que “sabemos” (percibimos, sentimos, valoramos) de la realidad lo determinan lo que nos transmiten esos medios, con poder creciente. Para nuestro caso, interactúan la televisión, la radio (el medio más utilizado a nivel nacional) y la prensa escrita. Está claro que las ideas dominantes de una época son las ideas de la clase dominante. En Guatemala se dio un fenómeno interesante, que ha sido objeto de estudio por académicos de otras latitudes. Por razones históricas (léase: exclusión crónica de las grandes mayorías) la sociedad guatemalteca mantiene altas cuotas de analfabetismo. Entre analfabetismo duro y analfabetismo funcional, más allá del maquillaje con que puedan presentarse los datos, la tasa real ronda el 25% de la población. Es decir: una buena parte de esa población no lee, y por tanto, en ese medio de lejanía con la lectura, el leer no es una práctica cultural de las más desarrolladas aún entre los alfabetizados, como sí lo es la oralidad. El promedio por persona de libros leídos anualmente es muy bajo comparado con otros países. En ese contexto resulta altamente significativo (de ahí el interés que apuntábamos de centros de investigación extranjeros que repararon en el fenómeno) el crecimiento exponencial que ha venido teniendo en unos pocos años el medio gráfico “Nuestro Diario”. “10 años de estar en el mercado han convertido a Nuestro Diario en el reflejo de nuestra Guatemala”, reza su lema comercial con motivo de cumplir una década de actividad. ¿Constituye realmente un “reflejo de Guatemala”? ¿Guatemala es esa lista interminable de violencia que se lee a diario en sus páginas?: (“Imparable violencia”, titular de Nuestro Diario del 12/08/08 o, a la inversa, ¿la sociedad guatemalteca es en buena medida (85% de lo que se “sabe”, decía la Gallup, viene de los medios) reflejo de lo que nos dice Nuestro Diario –el más leído–, y los demás medios de comunicación? ¿Quién alimenta a quién? En una sociedad sin tradición de lectura, en un período muy corto de tiempo, Nuestro Diario apareció, se posicionó, desplazó a su competencia inmediata (diario “Al Día”, con similar perfil periodístico y destinado al mismo segmento de población) y superó ampliamente a los diarios tradicionales de estos últimos años (“Prensa Libre” y “Siglo XXI”). Hoy día, con un tiraje diario promedio de 230.000 ejemplares, ocupa el 75% del mercado de lectores de periódicos a nivel nacional (2 millones de guatemaltecos lo leen diariamente sobre un universo de 2,680,000 lectores de periódicos). En la ciudad capital esa participación en el total de población lectora de diarios es del 55% (410,000 lectores), mientras que en el interior del país lo lee el 82% de personas que ven un diario cada mañana (1,590,000 lectores).

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Definitivamente hay ahí un fenómeno cultural interesante: aún en situación de precariedad económica como la que vive Guatemala crónicamente, agravada ahora por la actual crisis global, aún con una población sin mayor cultura de lectura, el periódico se mantiene con una cantidad increíble de tiraje (desde hace años ronda el cuarto de millón de ejemplares), siendo el diario más grande de Centroamérica y uno de los cuatro más grandes de toda Latinoamérica. ¿Por qué la gente lo busca? ¿Qué reflejan sus páginas? El recorrido que hicimos para la investigación con nuestra búsqueda hemerográfica durante estos diez años de vida del diario –apareció en enero del 1998, un año después de firmada la paz en diciembre de 1996– nos muestra una constante regularidad en su perfil. Desde el inicio estuvo dirigido a una población popular, y eso no ha variado. Su estilo siempre fue popular, de fácil lectura, con mucha imagen, con un formato más marcado por lo visual que por el tradicional estilo de la prensa escrita: mucho color, pocos textos y muchas fotos, letras grandes, títulos impactantes, mucho deporte, sección familiar, escasa información política. Todo eso nunca cambió. Y la selección y tratamiento de las noticias, quizá la clave de su éxito como medio de tan alto impacto, nunca ha cambiado desde los inicios, habiendo logrado ya un estilo propio, inconfundible, que es lo que busca un segmento tan amplio de población. El periódico transmite violencia por donde se le mire, en términos generales asociando violencia con criminalidad. No hay análisis crítico de los hechos delincuenciales presentados a diario; sólo el relato y la imagen macabra en todos los casos, de las situaciones puntuales, sin contextualizarlas. Sus primeras planas son impactantes: un asesinado víctima de asaltantes (“Atacado en su vehículo. Dueño de bus fue asesinado por sicario” –12/08/08–, “Un muerto y un herido en intento de asalto a bus” –17/10/05–, “Mara mata a golpes a un hombre en Villa Nueva” –20/08/07–), un pandillero muerto con tiro de gracia (“Matan a ex marero y otro queda herido de bala” –12/09/05–), una mujer violada y descuartizada (“¿Qué pasó? Joven mujer aparece decapitada” –14/05/01–, “En una sábana. Hallan cuerpo de mujer” –09/05/05–, “378 asesinadas. Mujer apareció en barranco del Hipódromo del Norte” –18/10/04–), un delincuente linchado (“Querían robar. Linchan a asaltante y vapulean a otro” –14/03/05–), todo lo cual no es sino el resaltamiento de hechos –reales sin dudas, porque hay un trabajo periodístico eficiente en ello– pero que, repetidos día a día, contribuyen a alimentar un imaginario colectivo donde la violencia identificada con delincuencia campea dueña y señora de estas tierras, sin presentar causas de esos procesos, y mucho menos, alternativas. Las notas editoriales refuerzan esa noción, combinando siempre dos ideas fuertes: a) la criminalidad está desbocada y mantienen sojuzgada a toda la población (“Cultura de violencia” –12/02/08–, “Repunta la violencia” –19/08/07–, “Ciudadanos indefensos” –08/05/06–), y b) la corrupción generalizada impide que el Estado esté a la altura de las circunstancias, viéndose así siempre desbordado (“La corrupción” –10/06/02–, “Autoridades corruptas” –08/05/06–). Es decir: estamos atados de pie y manos ante la ola de violencia criminal y quien debiera defendernos no lo hace adecuadamente.

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En algún sentido puede decirse que sí, efectivamente, Nuestro Diario es reflejo de la sociedad guatemalteca, en tanto la cultura de violencia es una nota distintiva que atraviesa nuestra sociedad, producto de la herencia legada por las largas décadas del conflicto armado interno más una larga historia de exclusiones que tiene ya cinco siglos. Este periódico no hace sino presentar de modo evidente una violencia presente en todo el tejido social, reforzando un imaginario que recorre toda la historia: la violencia como algo cotidiano. Si bien con sus editoriales hay a veces un llamado a terminar con esta ola de crimen generalizado, la propuesta fundamental (la gráfica, la que más impacta, la que más vende –hay un 5% de lectores analfabetas que solo miran las imágenes–) escamotea las causas y las respuestas ante la violencia. No hay un tenor racista en el periódico (buena parte de sus lectores son indígenas, valga aclarar), pero sí sexista y machista (en casi todos los números aparece en portada una muchacha en ropa de baño en el ángulo superior derecho, y una vez por semana en página central a todo color). Nuestro Diario es un claro ejemplo de lo que la semiótica y la sociología de la comunicación –recordemos la frase de Eco citada más arriba– nos enseñan: las poblaciones están cada vez más moldeados por los medios masivos de comunicación. Si la violencia –identificada con delincuencia– aparece en el imaginario de la población guatemalteca como una de las principales problemáticas del día a día en este período de la post guerra, del 96 hacia el presente, ello en buena medida se debe a lo que a diario puede captarse en un periódico de tan amplia penetración como éste. Es digno de mencionarse que este medio comunicacional es el más vendido y leído en las áreas donde más impactó la violencia contrainsurgente en los pasados años del conflicto armado interno. Dicho de otro modo: la población más violentada de estas últimas décadas sigue recibiendo enormes cuotas de cultura de violencia. El papel del periódico matutino “Prensa Libre” –segundo en circulación en el ámbito nacional–, complementario de algún modo de “Nuestro Diario”, juega un papel definitorio en la conformación de los imaginarios sociales en lo que respecta al tema de “corrupción”. Distintamente a Nuestro Diario –periódico editado por la misma empresa, pero destinado a otro segmento poblacional– la violencia no es encarada de un modo sensacionalista, amarillista. Aparece continuamente, aunque no del modo explosivo que sí presenta Nuestro Diario. Hay un tratamiento no truculento del tema, sin apelar insistentemente a la nota roja. Pero en esencia no deja de ser lo mismo: se presentan sólo efectos sin tocar las causas y sin trabajo crítico. Tampoco hay vías de alternativa, más que la salida individual de cuidarse cada vez más (más policía privada, más colonias cerradas, más medidas precautorias y desconfianza respecto a los “indeseables”). Puede observarse esa tendencia, por ejemplo, en el editorial de Nuestro Diario “Policías privadas”, del 18/06/01. El tema de la violencia delincuencial también en Prensa Libre recorre todo el período, sin decaer en ningún momento de los 12 años del post conflicto investigados, desde 1996 al 2008.

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Así, por ejemplo, pude leerse en sus primeras planas: “La ola de violencia crece incontenible en Guatemala” –06/05/96–, “Guatemala figura entre naciones más violentas” –03/12/01–, “Repunte de secuestros en occidente” –03/12/07–. La violencia, por lejos, es la temática noticiosa más tratada. En general siempre va asociada a crimen: delincuencia común, secuestro, extorsión, bandas de crimen organizado, asesinatos. Otras formas de violencia, como por ejemplo la intrafamiliar, la de género, el racismo, son tratadas por el medio, pero no tanto como hecho noticioso sino en los editoriales. El tema de la exclusión crónica de vastos sectores de la población (otra modalidad de la violencia por cierto) se toca a veces, pero nunca profundizando causas estructurales, y no es precisamente noticia sino marco de referencia de la sociedad, más que nada en las notas de fondo. De algún modo, se transmite la idea de una naturalización de ese estado de cosas. Quien haya leído Prensa Libre durante todo este período post firma de la paz, tendrá una imagen general de la violencia no muy distinta a la del lector promedio de Nuestro Diario, quizá con algunos matices diferentes (falta el sensacionalismo espectacular y la apelación a lo morboso), pero similar en esencia: violencia es equiparada con delincuencia. E igual que este otro matutino, aparece repetidamente, con insistencia ininterrumpida, la idea que presenta esa violencia como uno de los temas principales de la dinámica cotidiana de la sociedad guatemalteca, si no el principal. Estamos “de rodillas” ante este aluvión de violencia criminal que lo inunda todo. Como regla general la violencia aparece bastante descontextualizada, siempre como cuerpo extraño que toca al todo social. Hay una visión maniquea del asunto: buenos y malos. Al lector del periódico se lo supone en el campo de los “buenos”, por supuesto, mientras que los “malos” son los delincuentes. Nunca se la liga a la violencia del recién pasado conflicto armado interno ni hay tampoco ningún intento de buscar causas históricas. Tal vez eso no puede ser lo fundamental en el ejercicio periodístico del día a día, y sí lo sería en todo caso en un planteamiento de periodismo investigativo. Pero Prensa Libre –en ese sentido de un modo nada distinto a Nuestro Diario– contribuye a la creación de un imaginario social donde la violencia es presentada sólo desde el punto de vista escandaloso de los homicidios y la violación de la propiedad privada, no pasando nunca de eso. La sola forma de encarar y seleccionar las noticias, sin necesidad de apelar al sensacionalismo (como sí hace Nuestro Diario) sirve para alimentar un imaginario: el de la violencia desatada que azota todo el país, puesta siempre en la figura de los indeseables (los ladrones, las maras, el crimen organizado), y siempre con un factor fundamental de fondo: la fragilidad del Estado. Este último es un elemento fundamental que define en buena medida el perfil de este periódico y su metamensaje continuo: fragilidad en tanto sinónimo de inoperancia, entendida desde una posición liberal privatista. Jamás se considera al Estado como débil por razones históricas, ante lo que corresponde su urgente fortalecimiento. La propuesta en juego es: el Estado es débil, frágil, no sirve, por tanto: no lo tengamos en cuenta, no lo consideremos como viable.

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Mientras no deja un solo día de mostrarse la “catástrofe” en que vive el país a consecuencia de una criminalidad que está fuera de control (tal como se presenta la realidad sin otro tipo de matices), la insistencia permanente por medio de noticias, editoriales y artículos de opinión apunta a la ingobernabilidad vigente, que se da, presuntamente, por un Estado corrupto. De alguna manera el mensaje no dicho es que la causa de los problemas sociales deriva, en definitiva, de la mala administración de turno. No se presenta al Estado como una cuestión a abordar, a pensar, a debatir en la agenda nacional (¿qué Estado queremos?, ¿a quién conviene este modelo frágil de Estado?, ¿cómo plantearle alternativas?, etc.); lo único que está presente machaconamente es que “los políticos son unos corruptos, y por culpa de todo lo que se roban estamos mal”. En esa lógica, la violencia actual –la delincuencial, claro está– es una consecuencia del mal gobierno (no se toca la violencia estructural, y aquellas cuyo abordaje es “políticamente correcto” como la de género o la étnica se presentan sin visión histórica y nunca ligada a articuladores sociales de fondo). El mal gobierno, esa mala práctica que, lamentablemente, padece la sociedad guatemalteca (al menos según la visión editorial de ambos diarios) es producto de una cultura corrupta. Si los políticos son corruptos el Estado también lo es. Y respecto a la corrupción estatal pruebas no faltan, pues continuamente aparecen cantidades industriales de noticias que lo atestiguan. Por ejemplo, puede leerse que “Q243 millones cuesta el manejo de fideicomisos” en la portada de Prensa Libre del 04/08/08, o su editorial “Fideicomisos Inconstitucionales”, del 07/07/08, donde se tacha al gobierno de corrupto, sólo por presentar alguna muestra, o la catarata de denuncias aparecidas durante la administración del FRG: “Corrupción preocupa a Senadores [de Estados Unidos]” (portada de Prensa Libre del 06/08/01), “Sindicatos confirman corrupción. Preocupa decisión de CACIF de retirarse de junta directiva”, (portada de Prensa Libre del 04/02/02), o el editorial de Prensa Libre con fecha 02/02/02, donde se lee “Otra inversión injustificable”, denunciándose negociados en el Seguro Social. Tras ello –aunque no está en las noticias investigadas propiamente dichas sino que esto nace de una interpretación del papel jugado por un medio como Prensa Libre, y en menor medida Nuestro Diario, en la dinámica social, pero no podemos dejar de considerarlo en el análisis– hay una agenda oculta: la desacreditación continua del Estado vía la corrupción que se muestra en el día a día es una manera de preparar condiciones para restarle respeto. A un Estado que no vale, frágil, mentiroso, corrupto, que no está a la altura de lo que de él se espera, no se le debe nada. Por tanto, ello habilita para seguir manteniéndolo pobre y no pagar impuestos. ¿Cómo respetar un Estado que no se hace respetar, que permite esta debacle que es la delincuencia desatada? Es interesante observar –si bien no está en las columnas mismas de Prensa Libre, pero sabiendo que el periódico ha fomentado su creación– el imaginario que se impulsó (de gran arraigo en los sectores medios) respecto a la necesidad de no pagar impuestos, puesto que ello sólo alimenta la voracidad de los burócratas de turno, por lo que surge la campaña: “no más corrupción, no más impuestos”. ¿Por qué pagar, si se lo roban todo?

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Las agendas que ponen los medios de comunicación terminan siendo, sin más, las agendas nacionales. Ese es un fenómeno ya instalado desde largas décadas; de hecho, la prensa ya no es el cuarto poder sino que subió de categoría. En realidad, es una de las expresiones del poder mismo. De ahí que, en este caso, apelando a los elementos más individualistas de sus lectores, no fomentando redes sociales solidarias sino más bien un salvaje “sálvese quien pueda”, el imaginario sobre el que se insiste hasta el cansancio es que el Estado no sirve y la violencia debe afrontarse con respuestas individuales. Si algo hay que cuidar es la propiedad privada. El imaginario en juego no hace sino sacralizar esa perspectiva. Prensa Libre, si bien no es el diario más vendido del país, es uno de los principales referentes ideológicos. Por ello su prédica continua sobre la ingobernabilidad derivada de un Estado ineficiente y corrupto, más que servir a cambiar la situación o a dar propuestas alternativas, contribuye a reforzar estereotipos y a dejar todo como está. Existe una correspondencia bastante limitada (20 a 30%) entre las portadas y los editoriales. Es decir: lo que se transmite como primera plana con titulares e imágenes (“violencia desbocada” en Nuestro Diario y “corrupción” en Prensa Libre) se corresponde muy poco con lo que abordan los editoriales. Sólo como para ejemplificarlo: “Ladrones incendiarios. Roban y queman puestos en La Terminal; Q 325 mil las pérdidas” (portada de Nuestro Diario, 08/02/99), mientras que su editorial dice: “Un sueño que se hace realidad” –felicitaciones por el plan de integración energética en Centroamérica–. O también: “Cada hora se roban un vehículo en el país. Automotores japoneses los más asediados por la delincuencia” (portada de Prensa Libre del 01/09/03), en tanto el editorial dice: “La atención vuelve a centrarse en la CC –aplausos a la acción de los juristas contra la Corte de Constitucionalidad sobre la inscripción ilegal del candidato a la presidencia Ríos Montt–. Lo podemos ver también aquí: “"¡Es mi hijo!". Salvatruchas matan a dos rivales” (portada de Nuestro Diario del 30/07/07), mientras que el editorial del mismo día presentaba “Satisfacciones chapinas” –Felicitaciones a los deportistas guatemaltecos por su participación en los Panamericanos de Río de Janeiro, Brasil– o aquí: “Resolución de CC decidirá depuración en Migración” (portada de Prensa Libre del 07/05/07, en tanto el editorial comentaba “Urge revisar los requisitos” –requisitos para optar a la presidencia y otros puestos públicos en el país resultan peligrosos pues muchas veces la gente no tiene la preparación suficiente–. Esto significa que la línea editorial del medio, lo que es su ideología dura, lo que quiere transmitir, lo que lo define en cuanto a la creación de imaginarios sociales en la dinámica social, no es tanto lo que dice “intelectualmente” en el editorial sino lo que día a día transmite con sus portadas, mucho más “viscerales”, más emotivas. Eso es lo que queda. Por ejemplo, noticias aparecidas en portada como: “¡Ay, Juanito! Pandilleros matan a otro piloto” (Nuestro Diario, 17/07//06), con una foto sensacionalista bien lograda, o “En tierra de nadie crímenes, extorsiones y asaltos ocurren a diario en Ciudad Quetzal” (portada de Prensa Libre del

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07/05/07), preparan un clima en el que la población se nutre, se va moviendo y naturalizando su realidad cotidiana. Otro tanto puede decirse del mensaje en torno al mundo político, por ejemplo: “Políticos califican de mentiroso a Portillo. Mandatario se defiende y reta en público a presidenciables; analistas y sociedad civil lo tildan de irresponsable” (portada de Prensa Libre del 06/05/02) o “Descubren derroche en gastos de gobierno. Falta de austeridad comenta diputada Montenegro” (portada de Prensa Libre del 17/12/01), todo lo cual predispone para crear y hacer creer en un imaginario para nada favorable a los mandatarios de turno. En ambos periódicos los hechos de violencia, cualesquiera que sean, aparecen siempre descontextualizados de la historia, nunca ligados al conflicto armado recién pasado o a procesos complejos que involucran determinaciones sociales, políticas, culturales. Tanto la violencia delincuencial (en todos sus aspectos) como la corrupción, parecieran venir de condiciones malévolas de quienes las ejercen, pero no hay nunca el más mínimo intento de ahondar en las causas ni en sus dinámicas históricas. Con un aire sensiblero puede leerse, por ejemplo: “Clamor de una madre. María de Marroquín pide a plagiarios de su hijo que lo liberen” (portada de Nuestro Diario del 10/05/99) o “Albañil es ultimado a media cuadra de su vivienda” (portada de Nuestro Diario del 21/04/08), o “Era panadero. Mareros lo matan a balazos” (portada de Nuestro Diario, 19/11/07), donde siempre la violencia tiene un toque de fenómeno singular, explicable por sí mismo, y los hechos de violencia son simples acontecimientos presentados como partes policiales con algún ingrediente melodramático. Prima el alarmismo en vez del análisis: “La ola de violencia crece incontenible en Guatemala” (Prensa Libre, portada del 06/05/96). Cuando la violencia es abordada en los editoriales como objeto de reflexión: “Sigue la violencia” (Nuestro Diario, 17/05/04), “Violencia imparable” (Nuestro Diario, 28/11/05), “Maras y violencia” (Nuestro Diario, 14/02/05), hay implícitamente una criminalización de la juventud, de los sectores marginales –las llamadas “zonas rojas”– y una tácita referencia a que la violencia es un cuerpo extraño que se diseminó por toda la sociedad, pero nunca haciendo alguna consideración crítica. Desde la firma de la paz hasta el presente la forma en que es tratado el tema de la violencia marca una tendencia siempre creciente (“Muertes por violencia aumentan en un 10% en comparación con 1996”, portada de Prensa Libre del 07/04/97, “Política de seguridad preocupación común. Gobierno y organizaciones debaten sobre combate del delito” portada de Prensa Libre del 01/03/04, “La seguridad ciudadana”, editorial de Nuestro Diario del 11/02/08, “No basta con paciencia. Por la época de mayor riesgo, el cardenal Quezada Toruño pide al Gobierno ‘ponerse las pilas’ contra la delincuencia”, portada de Prensa Libre del 01/12/08). El único período donde hay no una invisibilización, pero sí una presentación más “benigna” del asunto, relativamente más suave, es durante la administración de Oscar Berger. O, en todo caso, no hay un ataque frontal a la administración como responsable directa del estado de cosas: “Difícil combatir corrupción. Comisión promueve incluir nuevos tipo de delito”, portada

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de Prensa Libre del 07/07/05. Durante la presidencia de Alfonso Portillo y la actual de Álvaro Colom, la violencia aparece como imparable, así como la corrupción: “Corrupción el peor mal del FRG” (editorial de Prensa Libre del 03/11/01), o “Derroche lleva a crisis financiera al Congreso. Se agotan fondos por exceso de plazas, debido a clientelismo” (portada de Prensa Libre del 01/11/08). Los guatemaltecos, sin que se sepa bien por qué, según las matrices marcadas por ambos periódicos están condenados a sufrir estas nuevas “plagas bíblicas”. Ninguno de los medios en cuestión ofrece nunca alternativas reales, más que un llamado a renegar de las administraciones inoperantes. En ambos medios se repite insistentemente la idea que la situación de “catástrofe” que vive el país se debe, exclusivamente, a la mala administración de políticos corruptos e ineficientes. Aparecen totalmente invisibilizadas las raíces sociopolíticas de la situación imperante. La violencia es siempre un cuerpo extraño, ahistórica, y es la corrupción de la casta política la que arruina el panorama nacional. Nunca aparecen referencias a la dinámica de luchas sociales, de poderes enfrentados. Las invasiones de tierra por parte de campesinos, por ejemplo, son siempre hechos criminalizados: “Toma de Fincas crea clima confrontativo” (portada de Prensa Libre del 04/03/02), o su editorial “Oportunismo y resabios violentos”, del 07/06/04, donde la protesta es considerada un hecho de violencia y jamás una reivindicación. El malestar que atraviesa toda la sociedad es la violencia desbocada (según Nuestro Diario), o la corrupción (ambos medios, pero preferentemente Prensa Libre). De todos modos nunca aparecen como expresión de violencia las condiciones reales de explotación, la pésima calidad de vida en que se ve sumida buena parte de la población, el machismo ni mucho menos la discriminación étnica. La violencia tiende a reducirse a hechos delictivos. Nunca el autoritarismo ni el patriarcado, en ninguno de los matutinos, son considerados como problemas. La violencia termina siendo una “patología” puntual, y los violentos tienen algo de “patológico”. Como muestra de esta naturalización de patrones patriarcales y machistas, valga repetir lo de la muchacha en traje de baño en portada de Nuestro Diario (mensaje hondamente sexista, machista, pero que pasa tranquilamente como hecho normal). Tanto en Prensa Libre como en Nuestro Diario, a través de los años, se van construyendo imaginarios específicos, donde ciertos elementos aparecen estigmatizados, condenados. Por ejemplo: los jóvenes pobres, las barriadas populares convertidas en “zonas rojas”, la pobreza en sentido amplio, siempre presentada como caldo de cultivo de posibles acciones violentas, cualquier tipo de protesta (las manifestaciones son siempre violentas e inconducentes, creadoras de más problemas). En los dos medios, si bien nunca está dicho, la prédica continua sobre la violencia habla indirectamente de la violencia delincuencial en tanto molestia para el ejercicio pleno y libre de la propiedad privada, de la cual se parte como supuesto elemental, pero nunca cuestionado.

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3.2 Análisis estadístico No se pretende hacer un análisis profundo sino más bien un abordaje ilustrativo; de allí que se considerara suficiente consignar una noticia por mes, de cada periódico, es decir, una muestra muy pequeña (en total 283 noticias), pero que permitiera mostrar datos o tendencias generales. Al revisar, por ejemplo, lo que se describe como un hecho violento en ambos periódicos durante la época actual es evidente que Nuestro Diario muestra principalmente asesinatos (64 noticias al respecto) y accidentes de tránsito (25), mientras Prensa Libre lo que más muestra son noticias sobre corrupción (28) y luego asesinatos (21). Como se ha dicho antes, la violencia a la que se refieren ambos es distinta, ahora sólo se muestra una evidencia más. Llama la atención, por ejemplo, que en la muestra no se recogiera ninguna noticia sobre corrupción en Nuestro Diario, como tampoco se recogió ningún accidente de tránsito en Prensa Libre, siendo éstos el segundo y el tercero de los hechos violentos que más se describen, según la pequeña muestra usada para la gráfica. Gráfica 1 Operaciones violentas, en los dos periódicos

Según la gráfica 1, la cuarta posición de frecuencia la ocupan las acciones “contra la violencia”, entre las que hay conmemoraciones, marchas, celebraciones como la del día del migrante, observaciones durante las elecciones presidenciales y también aparece como acción en contra de la violencia, la pena de muerte. Otras notas, como las referidas a linchamientos, aunque aparecen poco tienen alto impacto en la población que la conoce; por el contrario, las notas sobre la cuestión ambiental tienen poco

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impacto. Nótese que Prensa Libre muestra la misma cantidad de cada tema (3), mientras de Nuestro Diario se registraron cuatro sobre linchamientos y ninguna sobre ambiente. Otro aspecto que debe notarse es que al revisar la frecuencia relativa de cada categoría, la única con alto índice son los asesinatos, llegando al 30% de la muestra, mientras las demás acciones violentas se ubican por debajo del 10%. Ello no quiere decir que tengan menos impacto en la percepción y en el imaginario social de la violencia, sino que muestran que no se trata sólo de percibir frecuentemente la violencia o cierto tipo de ella, sino que hay otros elementos que contribuyen a la construcción del imaginario, pues la corrupción y la impunidad están tan estrechamente unidas a la idea de violencia en esta época como los asesinatos y los linchamientos (ver Tabla 1) Tabla 1 Acciones violentas en los diarios durante la época del post conflicto (Porcentaje)

Asesinato 30.04%

Corrupción 9.89%

Accidente tránsito 8.83%

Impunidad 5.65%

Contra la violencia 5.65%

Robos 4.24%

Narcotráfico 4.24%

Secuestro 3.89%

Linchamiento 2.47%

Ambiente 0.35% Gráfica 2: Ámbitos Impactados por la Violencia (víctimas y los victimarios.

B L A NC O

6%

S ÓL O UR B A NO

29%

UR B A NO Y

R UR A L

7%S ÓL O R UR A L

23%

NA C IONA L

35%

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En la gráfica 2 podemos ver los ámbitos donde ocurre la violencia; según esta muestra, se puede decir que el porcentaje más alto (35%) se refiere a lo nacional, que muchas veces ocurre en la metrópoli pero que tiene impacto nacional, por ejemplo lo que ocurre en el Congreso, o en la Catedral Metropolitana, manifestaciones frente al Palacio Nacional, etc. Luego el 29% se refiere a lo que ocurre exclusivamente en la región metropolitana (urbano) y el 23% se refiere exclusivamente al interior del país (rural). Finalmente el 7% se refiere a situaciones que ocurren en ambos ámbitos, pero cuyo impacto es evidente solamente en el mismo ámbito en que ocurre, por ejemplo, se habla de violencia intrafamiliar, que ocurre en ambos sectores pero no afecta (en la concepción general) sino a la familia en que ocurre. Gráfica 3 16: Víctimas referidas por los periódicos en la época del post conflicto

16 La gráfica deja fuera el 40% de los casos que están agrupados en la categoría “otros” que tienen una frecuencia igual o menor de 3.

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En la gráfica 3 se pueden apreciar las calidades de las víctimas de la violencia. La categoría de mayor frecuencia es “buen ciudadano” en la que se refiere como víctima al colectivo de la ciudadanía, por ejemplo en los casos de corrupción, en los cuales no se identifica al Estado ni al gobierno como víctimas sino a las personas que pagan sus impuestos; o en los casos de impunidad, que como se vio antes, también son muy frecuentes. Las columnas de hombres y mujeres tienen la misma frecuencia (18) y podrían unirse a la categoría familia (que tiene frecuencia 13), pues en general refieren a “ciudadano común” y representarían así el 17.31%. Con la salvedad de que en el último año los homicidios de mujeres se hicieron tantos y tan visibles que se aprobó la ley del feminicidio y que en ese sentido parecen tener más impacto o mayor importancia. Los empresarios aparecen 17 veces, algunas como finqueros o ganaderos, otras como comerciantes. Aunque los diarios los mencionan bastante como víctimas, parece que más bien se les relaciona o percibe en la categoría de “buen ciudadano” cuando se trata de identificar los elementos del imaginario, pues en la medida en que la idea de empresario se asocia a trabajador, generador de empleo, etc. no se trata tanto de quien posee y administra el capital, sino de quien lo comparte o lo arriesga. Al parecer, aunque los casos en que la niñez aparece como víctima no son tan abundantes, son suficientemente impactantes, tal vez por la vulnerabilidad que se les reconoce a niños y niñas, para que formen parte importante del imaginario social de la violencia. Ello demuestra de nuevo que no es sólo la frecuencia de los casos lo importante, sino el impacto que tenga en la sociedad un hecho de violencia. Aun considerando que la muestra de noticias es pequeña, llama la atención que la policía (como institución o como agentes policíacos) aparezca más veces como víctima que las pandillas o maras (o sus integrantes). En la gráfica 4 llama la atención el número alto de casos en que la víctima es “un desconocido” (cerca del 12%) que se muestra junto con el 5.3% en que no se especifica quién es la persona victimaria. Seguramente tiene que ver con el imaginario según el cual “cualquiera” puede atacar(nos), que genera tanta desconfianza entre las personas de una misma sociedad, e incluso, de la misma comunidad, colonia, calle. Debe notarse que hay una relación importante entre “victimarios desconocidos” y asesinatos presentados por los periódicos.

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Gráfica 4 17: Victimarios para la época actual

También es significativa la cifra de 12.37% (35 casos) en que los victimarios referidos son funcionarios públicos (diputados, alcaldes y otros). Estos casos están –seguramente– relacionados con la corrupción e impunidad. Le siguen en frecuencia los actos violentos cometidos por el crimen organizado y el narcotráfico que se identifican en 27 de las 283 noticias utilizadas como muestra para elaborar las gráficas. El porcentaje obtenido en esta categoría (9.54%) parece relativamente poco considerando que en el imaginario social de la violencia en esta época, son victimarios frecuentemente señalados, sin embargo, deberá recordarse que es la segunda categoría que señala a algún victimario específico, es decir, según la identificación que hacen los diarios, luego de los funcionarios públicos (asociados a corrupción e impunidad) el crimen organizado y el narcotráfico son los victimarios más frecuentes. Muy cerca está la categoría “Pandillas o Maras” que se ubica en el tercer lugar de frecuencia, entre los victimarios sí identificados, con 7.77% de las notas revisadas. En un segundo bloque, de más o menos el mismo nivel de frecuencia lo comprenden las categorías “Estado” y “Policía” (3.89% y 3.18% respectivamente), los cuales se podrían unir a la categoría funcionarios públicos, pero que se ha separado, pues parece haber diferencia entre las personas que optaron a cargos públicos de elección popular (o que ocupan puestos de “alto nivel”) y quienes laboran en el sector gubernamental, particularmente en el tema de seguridad. Además el Estado, como tal, se reconoce poco y se señala pocas veces como

17 La gráfica deja fuera el 30% de las notas que no se agrupan en categorías que tienen frecuencia igual o menor de 3

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responsable (o autor) de la violencia, aunque los diarios parecen señalarlo más que a las fuerzas policiales. Finalmente, se muestra la categoría “Buen Ciudadano”, que aparece como victimario de los linchamientos o como autor “desesperado” de la violencia, que la utiliza para defenderse. Es significativo por ello, y no sorprendente, que quien usa la violencia “como defensa” aparezca entre los seis victimarios identificados con mayor frecuencia. Seguramente una revisión que incluyera más noticias permitiría matizar mejor lo que aquí se muestra; sin embargo, parece ser suficiente para demostrar algunas de las tendencias que se comentaron antes y que se evidenciarán más adelante por medio no de las frecuencias, sino de las citas textuales, es decir, no por el cuánto, sino por el cómo se refieren los hechos de violencia. 3.3 Elementos de los imaginarios Temporalidad Para el período de post conflicto, las relaciones de tiempo que se presentan en los diarios se aparecen bajo los siguientes enunciados: “Siempre ha habido y siempre habrá”: aparece principalmente en Prensa Libre, se presenta la violencia como siempre presente, por lo general se culpa de ello al Estado, su ineficiencia, corrupción e impunidad, que se describen como “siempre presentes”. “Macabro recuento”. Consideraciones sobre la violencia que no cesa en el país: delincuencia, accidentes de tránsito y vulnerabilidad ante catástrofes naturales (Editorial Nuestro Diario, 12/10/98) “Corrupción un tema de siempre” (Editorial Prensa Libre, 07/06/99) “El país sigue siendo puente del narcotráfico” Crítica a la política antidrogas del actual gobierno (Editorial Nuestro Diario, 11/12/00) “Imparable violencia. La criminalidad tiene a la sociedad de rodillas” (Editorial Nuestro Diario. 12/08/08). “Hoy es peor que nunca”: ambos matutinos resaltan el incremento de la violencia, aunque dan explicaciones distintas: para Nuestro Diario el aumento se debe al crecimiento de las clicas de mareros o pandillas y delincuencia en general (común y organizada) y pérdida de valores. Mientras que Prensa Libre hace la vinculación de este incremento con la ineficiencia del Estado

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y la poca o nula respuesta del gobierno. Cabe señalar que existen algunas diferencias sobre la denuncia que se expone dependiendo el gobierno en turno18. “Corrupción el peor mal del FRG” El Editorial denuncia la corrupción en la administración pública de la que el partido oficial FRG es el principal responsable. Considera que las destituciones realizadas por el propio Presidente no son prueba suficiente de querer erradicarla, pues no se han abierto investigaciones profundas para abrir procesos penales. (Editorial PL, 3/09/01) “Guatemala figura entre naciones más violentas Tiene, también, la mayor tasa de homicidios en el Istmo” Los dos millones de armas que circulan en Centroamérica y la facilidad con que ingresan en Guatemala, convierten al país en el más violento del Istmo y en uno de los más azotados por la delincuencia en el mundo”. “Guatemala, junto a El Salvador, tiene una de las tasas de homicidios más altas del mundo”. “Uno de los departamentos más violentos del país es Escuintla, donde se producen 165 homicidios por cada 100 mil habitantes. Le siguen Izabal, Jutiapa y Santa Rosa”. (Portada PL, 3/12/01) “El futuro será terrible”: es bastante común la idea de que “La violencia parece no poder superarse”; en ambos matutinos se presenta como una problemática indiscutible que parece no tener solución, en ambos la falta de voluntad política, la ineficiencia y desatención del Estado resultan las principales causas. Lo que suele manifestarse también en acciones “desesperadas” de la ciudadanía, tales como limpieza social o linchamientos. “La otra guerra: hambre y dolor Críticas a la debilidad del actual sistema democrático” (10/05/99) “Con futuro incierto más de dos mil connacionales expulsados vía aérea de EE. UU este año” “Cada semana, Estados Unidos deporta a decenas de connacionales, quienes no lograron realizar el sueño americano y afrontan la pesadilla de volver a un país donde no hay empleo, y tampoco saben cómo van mantener a su familia” (Portada PL, 05/08/02) “Violencia callejera La delincuencia campea por todo el país, y eso hace que la población también se arme. El estado se ve impotente ante esta ola criminal” (Editorial ND, 20/10/03)

18 Durante la presidencia de Arzú varias noticias y editoriales se relacionaban con hechos de violencia ocurridos durante el conflicto armado; para el período de Portillo hay una marcado descenso de este tipo de noticias y resaltan aquellas relacionadas con nepotismo, abuso de poder y corrupción por parte de funcionarios públicos. Durante el gobierno de Berger, aunque se continúan señalando hechos de corrupción gubernamental y crimen organizado, la responsabilidad del Estado se suaviza. Para el gobierno actual de los dos años fichados, la tónica resulta similar a la empleada durante el gobierno de Portillo.

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El pasado: hay pocas referencias al pasado. Las que aparecen son casi todas en Prensa Libre y por lo general tienen alguno de estos sentidos: “antes era mejor”, lo que se mostró arriba como “hoy es peor que nunca”, o bien, son referencias al conflicto armado interno (las que además son cada vez menos luego del año 2000); sin embargo hay también otras referencias, por ejemplo a hechos del pasado que se conmemoran (hechos de violencia como el asesinato de Myrna Mack o Monseñor Gerardi, o en contra de la violencia como los acuerdos de paz) o se juzgan -o no- (muchos relacionados al conflicto armado, otros a la violencia de la actualidad). “Las sombras del pasado no mueren” Se relaciona con el conflicto armado y las pocas acciones de clarificación, búsqueda de justicia, castigo y perdón de los hechos de violación a los DD HH cometidos durante esta época. (Editorial PL, 9/08/99) “Diez años de justicia con el Código Procesal En el décimo aniversario, aún hay quejas de una tardada aplicación de la ley” El primer juicio oral se efectuó en 1994. Enumera casos que sentaron precedente, tales como el secuestro y asesinato de Beverly Sandoval, el asesinato de Gerardi, el caso de contrabando de Alfredo Moreno, el juicio contra un grupo de militares por la masacre ocurrida en 1982, la muerte de la Myrna Mack, etc. (Portada PL 5/01/04) “El año de la paz Consideraciones críticas sobre los Acuerdos de Paz que van a entrar en su décimo año de haber sido firmados” (Editorial ND, 26/12/05) “Realidad Actual e Historia Reciente” Trata sobre el olvido y la poca relevancia que la historia nacional ha dado a la Revolución del 20 de octubre de 1944 (20/10/08) Actores Víctimas: dentro de esta clasificación encontramos que aquellos sujetos víctimas de violencia no necesariamente se les considera personas indefensas o faltas de responsabilidad del hecho violento del que fueron víctimas. Por lo que las víctimas pueden presentarse así: No cuestionadas: los sujetos sociales que por su condición de género, etaria o socioeconómica se presentan como víctimas legítimas del hecho de violencia. Los “pobres”, mujeres, niñez y adolescencia, adultos mayores y la sociedad en general. Sin embargo este tratamiento de víctima legítima o no cuestionada varía para los “pobres”, las mujeres y la juventud; dependiendo del contexto del hecho de violencia, en ocasiones la misma condición que los presenta como víctimas no cuestionadas puede presentarlos en otros hechos violentos como víctimas estigmatizadas. Una forma de describir las personas que se incluyen aquí, y que utilizan algunas veces los mismos periódicos, es “el buen ciudadano” víctima de la violencia.

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Jóvenes, niñas y niños “Dejan en cañaveral a niño secuestrado. Paul Detlefsen Dubón hallado ileso, tras captura de 3 hechores” (Portada PL, 05/10/98) “2,600 niños adoptan extranjeros en el año. Diputada Montenegro califica de espantoso el ‘tráfico de menores’” (Portada PL, 07/12/98) “Trabajo infantil”. Crítica a la situación que fuerza a trabajar a infinidad de niños y niñas en Guatemala. (Editorial ND, 23/04/01) “Discriminados jóvenes de sectores populares Adolescentes quieren mayores oportunidades de empleo y desarrollo” Discriminación y criminalización de jóvenes por vivir en áreas rojas o su apariencia. “Me dijeron que no podían contratarme por vivir bajo el puente Belice, que allí había muchos delincuentes y pandillas”, recuerda Melisa Polanco que le respondieron cuando fue a pedir trabajo de secretaria. Fotografía de miembros de la asociación formada por jóvenes de áreas rojas y/o marginales (Portada PL, 6/12/04) “Niñez en abandono”. Reflexiones críticas sobre la situación de indefensión de la niñez en Guatemala (Editorial ND, 30/05/05) Mujeres: que aparecen en diferentes roles, como madre, esposa, trabajadora, etc. “Clamor de una madre”. María de Marroquín pide a plagiarios de su hijo que lo liberen. Angustioso pedido de madre por la vida de su hijo secuestrado. Fotografía de la madre junto a otros familiares. (Portada ND, 10/05/99) “¿Qué pasó? Joven mujer aparece decapitada” (portada ND, 14/05/01) “Escasos recursos para desarrollo de la mujer Informe de PNUD y diversos sectores recomiendan incrementar el gasto”. “El gasto para los programas destinados a la niña y la mujer en los presupuestos del Estado es insuficiente, revela el informe ‘Guatemala: El financiamiento del desarrollo humano 2001´” “El documento de PNUD indica… que después de analizar los presupuestos generales del Estado 1998 a 2000, son pocos los rubros que hacen referencia explícita a las mujeres”. (Portada PL, 05/08/02) “Según datos oficiales 234 mujeres fueron asesinadas por diversas causas, principalmente venganzas personales, según las autoridades” (portada PL, 6/02/03) “Atemorizadas por violencia Encuesta revela estado de indefensión”. Mujeres atemorizadas de salir a la calle por ola de violencia “El asesinato de 336 mujeres en lo que va del año ha creado

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una sensación de inseguridad entre el sexo femenino, lo cual se evidencia en una encuesta” (Portada PL, 06/09/04) “Leyes contrarias al sexo femenino. Piden modificar normas que afectan a mujeres” Discriminación de género en la legislación en delitos como el estupro, e infanticidio que estipula que solo la madre comete este tipo de crímenes, la violencia sexual no se encuentra tipificada, etc.” (Portada PL, 03/07/06) Pobres: de diferentes formas se hace referencia a las personas pobres. A veces se habla de “la pobreza” y no de las personas pobres, o bien de las “condiciones de precariedad” (o de pobreza, marginación, etc.) en que viven las personas. Lo que se implica con cualquiera de esas formas es que hay personas pobres que viven en condición de mayor vulnerabilidad, es decir, son víctimas más frecuentemente. “Demandan a partidos actuar contra pobreza. Expertos recomiendan a políticos dar máxima prioridad al empleo; deben enfocar programas para combatir la miseria” (Portada PL, 7/04/03) “Víctimas de enfermedades” La pobreza ayuda a perpetuar enfermedades (como diarreas y respiratorias) por falta de conocimiento de la población (Editorial ND, 23/01/06) “Lluvias y catástrofes” Consecuencias de las catástrofes naturales como resultado de la pobreza en los sectores más postergados, responsabilizando al gobierno de esa situación (Editorial ND, 24/07/06) “Buen ciudadano”: a veces presentado como una persona trabajadora, estudiante, empresario, comerciante, finquero, etc. “Liberan a finquero y capturan a tres plagiarios en Escuintla” Agentes de la PNC, liberaron al finquero Oscar Ávila de 23 años, durante un allanamiento en la aldea El Flor, Nueva Concepción Escuintla y capturaron a tres de sus plagiarios. (Portada PL, 01/09/97) “Toma de Fincas crea clima confrontativo Campesinos y finqueros exigen intervención gubernamental. Las invasiones de fincas han creado un ambiente de confrontación entre campesinos y finqueros. Los primeros afirman que ocupan los terrenos por hambre; los segundos señalan que es ilegal y demandan acciones de las autoridades para respetar la propiedad privada…ambos coinciden en que el Gobierno debe intervenir” (Portada PL, 04/03/02) “Matan a médico. Era candidato a diputado por la URNG. Asesinan a candidato político a sangre fría. No están claros los móviles, pero se deduce que es un crimen político” (Portada ND, 17/11/03)

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“Ataque a balazos. Mareros asesinan a piloto de bus y a su ayudante” (Portada ND 12/01/04) “…desde hace mucho tiempo sobrepasó la simple rebeldía juvenil para convertirse en una acción de criminalidad impune, (…) contra los ciudadanos de toda clase social, hombres y mujeres, que viven en un estado de riesgo muy real cuando van o regresan a su trabajo en los autobuses.” (Editorial PL, 07/02/05) “Mareros extorsionan a sacerdote católico. Párroco de El Milagro recibe amenazas de muerte”. “No hay un solo día en el que en la colonia El Milagro no sea asesinado alguien. Ni hay día en que los pandilleros no cobren el impuesto a los comerciantes y pilotos de buses.” (Portada PL, 05/12/05) “En el mercado. Sicario asesina a vendedor. En el mercado de Mixco un matón a sueldo ultima a un comerciante” (Portada ND, 20/08/07) “Extorsiones, sin castigo. Tribunales han conocido mil 400 denuncias y emitido tres condenas, con penas mínimas” Extorsión a pilotos de transporte urbano y extraurbano. Se han puesto más de 1400 denuncias por extorsión sin resultados condenatorios. (Portada PL, 01/12/08) Las siguientes noticias muestran situaciones en las que una persona o un grupo se identifica en varias de las categorías usadas, por ejemplo: las mujeres indígenas pobres; la niñez indígena pobre; trabajadores pobres; niñez indígena trabajadora pobre; etc. “Préstamos para empobrecerse. Más de 300 mujeres indígenas se han endeudado como consecuencias de engaño” la nota se ilustra con una fotografía de mujer indígena atiende a infante sobre el regazo de otra mujer, mientras carga a otro en su espalda; a sus pies otro niño duerme sobre el suelo en San Juan Sacatepéquez (Portada PL, 5/07/04) “Abandonados en fincas. Hambre, desnutrición y enfermedades afectan a los ex trabajadores del sector cafetalero” En fincas de El Tumbador y Nuevo Progreso, San Marcos, centenares de personas, sufren de hambre, desnutrición, enfermedades y desempleo, debido a la crisis del grano. La nota se ilustra con una fotografía de un niño con síntomas visibles de desnutrición carga en su espalda a otro pequeño a horcajadas, atrás de ellos se ve el torso de un hombre y al fondo una niña y un niño sonríen; en un sendero de una finca. El texto de la imagen explica: La desnutrición afecta a los niños de las fincas. Julio García, de 12 años, parece de seis, y su hermano, Eliseo, de dos, no camina”. (Portada PL, 05/05/03) Sociedad en general “Mitch deja la región”. Más de mil muertos En Guatemala, arduo trabajo para ayudar a damnificados (Portada PL, 2/11/98)

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¿Quién nos defiende de impuestos más altos? Crítica al gobierno por la sanción de más impuestos. (Editorial ND, 19/06/00) “Criminalidad” La delincuencia tiene de rodillas a la sociedad (Editorial ND, 10/09/01) “Retraso de ley contra crimen impide uso de pruebas. Varada en Congreso norma necesaria para enfrentar impunidad e inseguridad” (Portada PL, 6/03/06) “Red Carretera está destruida”. La nota se relaciona con la corrupción en la construcción de carreteras y sus consecuencias en el bienestar de la ciudadanía. (Editorial PL, 13/10/08) Prensa: vale la pena mencionar que en ocasiones, sobre todo en los editoriales de Prensa Libre, se presenta a la prensa escrita como víctima de violencia. “Censura y Autocensura”. El artículo hace referencia al clima de inseguridad y vulnerabilidad de la mayoría de la población principalmente sobre el ataque a la prensa escrita desde el Gobierno de Álvaro Colom, lo cual contraviene según la columnista la definición ideológica de su gobierno. (Opinión, 20/10/08) “Día para honrar a la prensa digna”. “Hay infinidad de pruebas de sus victorias. Tal vez la más contundente sea su vigencia junto a la democracia, en tanto los intolerantes de épocas pasadas y presentes ya no están en escena, porque fueron sepultados junto a sus rabietas y su mal recuerdo” “Por eso, en medio del simbolismo de esta fecha, la Prensa reitera su irreductible decisión de seguir expectante en defensa del interés social, para denunciar las injusticias, desnudar a los corruptos y romper lanzas por los débiles y la plena vigencia del estado de Derecho, porque su mirada está puesta en los más caros intereses de la Patria, más allá de las patrañas de los pícaros de toda índole, que la ven como un escollo formidable ante sus intereses personales, sucios y espurios” (Editorial PL, 3/05/04) Víctimas Estigmatizadas: aquellas personas sobre quienes se ejecutó la violencia reportada, pero que no necesariamente se encuentran absueltos por tener una posible responsabilidad o culpabilidad de la misma. Por ejemplo el asesinato de un marero o una mujer que por presentar ciertas características (vestimenta, tatuaje, etc.) se les presenta como víctimas del hecho pero no absueltas de responsabilidad del hecho violento del que fueron víctimas. La idea popularmente se expresa como “algo hizo”, “en algo andaba…” Pandilleros, Mareros y Jóvenes (hombres y mujeres): “En bolsas. Encuentras cadáver de presunto marero. Por presunta venganza entre maras matan a un joven, cuyos restos aparecen descuartizados en zona 6 de la ciudad de Guatemala”. (Portada ND, 13/12/04)

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“Matan a ex marero y otro queda herido de bala. Atacan a jóvenes que se habían salido de una mara; uno muere. Es presunta venganza” (Portada ND, 12/09/05) “Otro pandillero. Un muerto y un herido a balazos” (Noticia de portada ND, 10/12/07) Delincuentes: ladrones, narcotraficantes, personas privadas de libertad “Reo amanece ahorcado. Acusado de asesinato hallado muerto en el penal de Escuintla. En situación confusa (¿suicidio o asesinato?) muere un reo en granja penal Canadá” (Portada ND, 13/12/99) “Múltiples crímenes sin resolver”. Según datos oficiales 234 mujeres fueron asesinadas por diversas causas, principalmente venganzas personales, según las autoridades. (Portada PL, 06/02/03) “Pánico en la ruta 96. Matan a asaltante de varios disparos” (Portada ND 15/10/03) “Atados. Hallan muertos a dos hombres en El Gallito. Peleas entre bandas de narcotraficantes deja dos muertos en zona 3 capitalina” (Portada ND, 17/05/04) “Balacera entre narcos. Enfrentamiento entre supuestos narcotraficantes en Santa Ana Huista, Huehuetenango, deja cinco muertos; dato no oficial reporta otros 15. El Ejército envió cien soldados al lugar” (Portada PL, 1/12/08) Funcionarios públicos, personajes políticos “SIC crea unidad especial para agilizar captura de incitadores de linchamientos, esta unidad también tendrá a su cargo la investigación de casos especiales, como asesinatos de políticos, agresiones contra alcaldes y funcionarios y otros que por su trascendencia requieran mayor averiguación. (Portada PL, 03/11/97) Atentado a balazos. Atacan a la familia del general Otto Pérez Molina. Ataque con presuntos móviles políticos (Portada ND, 13/11/00) “Linchan a un juez. Turba enfurecida apedrea a funcionario” (Portada ND, 14/03/01) “Matan a líder de la UNE y su esposa en finca de Masagua. Una pareja de activistas políticos fue muerta a balazos. No se conocen los motivos de la agresión” (Portada ND, 16/04/07) Victimarios: estos sujetos sociales, a diferencia de las víctimas, se encuentran claramente identificados en la noticia como los ejecutores del hecho. No obstante, dentro de esta categoría se presentan ciertos sujetos como potenciales victimarios o desestabilizadores del orden

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público quienes –al igual que las víctimas estigmatizadas– se presentan muchas veces con ambigüedad. Claramente identificados En general se trata de pandillas-maras, narcotraficantes (y en general el crimen organizado) y funcionarios públicos (diputados, policías, miembros del ejecutivo); con menor frecuencia aparecen “delincuentes comunes”, sicarios o el Estado. En la siguiente cita, por ejemplo se señala abiertamente a los primeros: “Departamentos más violentos. Informe de la ONU muestra siete áreas con alto riesgo de hechos delictivos en el país” El narcotráfico, las pandillas juveniles y el crimen organizado han provocado que siete de los 22 departamentos de Guatemala estén en la lista de los más violentos, según un informe de la oficina de las Naciones Unidas en el país. Dentro de la noticia se cataloga como los principales enemigos del país a: sicarios, narcos y pandillas (Portada PL, 5/6/06) Delincuentes Comunes “Dos mujeres y un hombre mueren linchados en Santa Lucía Utatlán, Sololá” Dos mujeres y un hombre acusados de haber intentado robar en una vivienda, murieron linchados anoche a manos de unas 500 personas, en Santa Lucía Utatlán, Sololá. (Portada PL, 07/9/98) “Salió vivo. Ladrón se lanzó a barranco para escapar”. Persecución policial y detención de un ladrón. (PL, 11/02/02 Pandilleros o mareros “Saqueaban una casa. Amarraron y golpearon a familia coreana. Policía detiene flagrantes a cuatro ladrones que estaban saqueando una vivienda en Mixco”. (Portada ND, 14/07/03) “De un disparo. Joven atacado por marero. Mareros matan a balazos a una persona en zona 12 capitalina” (Portada ND, 14/08/06) “Mara mata a golpes a un hombre en Villa Nueva” (Portada ND, 20/08/07) Sicarios (asesinos a sueldo) son presentados sobre todo en Nuestro Diario. Prensa Libre no los refiere tan frecuentemente, sino cuando aparecen como hechores en casos “de alto impacto”.

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“¡Emboscado! Guardaespaldas de diputado del FRG fue ametrallado en San Cristóbal En confuso episodio, supuestos sicarios matan a una persona en San Cristóbal” (Portada ND, 15/11/99) “Atacado en su vehículo. Dueño de bus fue asesinado por sicario” (Portada ND, 12/08/08). “Fue un sicario. Asesinan a empresario de buses. Por presunta venganza, asesino a sueldo mata a empresario en zona 13 capitalina” (Portada ND, 11/04/05) Crimen Organizado (roba carros, secuestradores, etc.) “Mafias despojan de bienes a migrantes. Guatemaltecos residentes en EE. UU. han denunciado el robo de inmuebles en el país, por medio de documentos falsificados” (Noticia de portada PL, 07/07/08) “Poder de Mafiosos resurge en Pavón. Reos Daniel Oswaldo Fuentes Celada y Jorge Mario Moreira, el Marino, se disputan control de cárcel; Existe libertad para extorsiones y venta de drogas; reclusos temen enfrentamiento entre bandos” (Noticia de portada PL, 06/08/07) Funcionarios y Políticos corruptos “Corrupción en alcaldías. Jefes ediles y ex alcaldes están acusados de malversación y lavado de dinero” (Noticia de portada PL, 02/06/08) “Los diputados se hunden más”. Denuncia la iniciativa de los diputados que esperaban aprobar indemnización, aguinaldo y canasta básica para el congreso, cuestión a la que un amplio sector de la población se opuso. (Editorial PL 03/12/07) “Capturan a cuatro hombres acusados de matar a herrero. Por riña, un grupo mata a golpes a otra persona en Mixco” (Noticia de portada ND, 26/11/07) Potenciales victimarios: Jóvenes y movimientos sociales. Ambos sujetos sociales aparecen como posibles o viables victimarios, los primeros por poder caer en redes del crimen organizado o maras; los otros por ocasionar disturbios públicos por ejemplo. Debe anotarse que en ocasiones las operaciones que realizan son una reacción a operaciones o situaciones violentas, como la impunidad, la pobreza o la exclusión. Jóvenes “Escapan de correccional 24 adolescentes transgresores. Centro de corrección ha sido escenario de varios hechos violentos y fugas debido a la falta de presupuesto y seguridad en el centro.” (Noticia de portada PL, 02/02/98)

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Movimientos sociales “Turba incendia edificio de tribunales en Salamá”. “Diez agentes de la Policía Nacional, lesionados: cinco particulares heridos de bala y el edificio del Organismo Judicial, OJ, incendiado, es el saldo del enfrentamiento registrado ayer por la madrugada entre las fuerzas de seguridad y pobladores de la aldea San Miguel Chicaj, quienes intentaron linchar a un presunto ladrón, identificado como Mario Chen Tun” (Portada PL, 7/07/97) “Toma de Fincas crea clima confrontativo Campesinos y finqueros exigen intervención gubernamental (…) Las invasiones de fincas han creado un ambiente de confrontación entre campesinos y finqueros. Los primeros afirman que ocupan los terrenos por hambre; los segundos señalan que es ilegal y demandan acciones de las autoridades para respetar la propiedad privada…ambos coinciden en que el Gobierno debe intervenir” (Portada PL, 4/03/02) “Marcha de reclamos. La CONIC manifestó su solidaridad con los vecinos de San Juan Sacatepéquez que se encuentran en desacuerdo con el incremento del Ejército y agentes de la PNC por la instalación de una empresa cementara.” (Portada PL, 13/10/08) Ámbito Se refiere al espacio donde se perpetra el hecho de violencia. Privado: los espacios que corresponden al ámbito privado se relacionan principalmente con la propiedad privada como la casa, aunque en los periódicos se trata de objetos (casa, vehículos, finca, dinero, empresas…) También se debe reconocer que el cuerpo corresponde al ámbito privado y constantemente es violentado. “Atacado en su vehículo. Dueño de bus fue asesinado por sicario” (Noticia de portada ND, 12/08/08) “Ladrones suben de categoría. La Policía tiene catalogados a los delincuentes por su actividad” “El año pasado fueron denunciados 830 robos a casas, mil 98 a comercios y 226 a buses urbanos y extraurbanos. La cantidad de robos de carros y motos fue de ocho mil 478, aunque las fuerzas de seguridad recuperaron mil 197 autos. Las estadísticas registran 19 asaltos a bancos y 32 secuestros atribuidos a delincuentes, principalmente pandilleros y del crimen organizado. Los crímenes contra mujeres sumaron 523 en todo el país.” (Portada PL, 06/03/06) Público: Los espacios que corresponden al ámbito público los periódicos los dividen en dos el “capitalino” y el “interior del país”. El primero se describe como “peligroso”, zona roja, mientras que el segundo es descrito como “salvaje”. Debe mencionarse que la mayoría de hechos violentos que reportan ambos matutinos es aquella producida en la capital, mientras que las noticias departamentales o del área rural de relevancia (es decir aquellas que aparecieron en

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portada) se relacionan por lo general con linchamientos o disturbios comunitarios, no así con la violencia común. Hay una marcada invisibilización de este segundo espacio. Sin embargo, para este período se muestra un desplazamiento de la violencia que anteriormente era exclusiva del espacio “capitalino” hacia los departamentos o el “interior”. “Violentos disturbios en Coatepeque… Un muerto, varios heridos de bala y numerosos intoxicados por gases lacrimógenos es el resultado de una violenta protesta que comerciantes de Coatepeque, Quetzaltenango, protagonizaron ayer… en rechazo al traslado a nuevas instalaciones” (portada PL, 06/10/08) “Debido a linchamientos, órdenes de captura y desalojos jueces piden apoyo en seguridad a la PNC en departamentos tales como Chiquimula, San Marcos y Quiché. Se denuncia que los vecinos toman la justicia en mano propia por la poca presencia policial” (portada PL, 02/07/07) “Departamentos más violentos. Informe de la ONU muestra siete áreas con alto riesgo de hechos delictivos en el país Los departamentos con más hechos de violencia son Guatemala, Escuintla, Petén, Quetzaltenango, Jutiapa, Izabal y Chiquimula. El narcotráfico, las pandillas juveniles y el crimen organizado han provocado que siete de los 22 departamentos de Guatemala estén en la lista de los más violentos, según un informe de la oficina de las Naciones Unidas en el país.” (Portada PL, 05/06/06) “Hubo disturbios. Decenas van a prisión por dañar subestación. En Tactic, Alta Verapaz, una fiesta patronal degenera en enfrentamiento en comunidad y policía. Hay detenidos” (Portada ND, 10/12/01) Operaciones Acción: como se dijo antes, para los fines de este estudio se han diferenciado dos clases. Acciones de Violencia: que se pueden agrupar en la violencia ejercida por o vinculada a grupos organizados: robos, extorsión, secuestros, asesinatos, narcotráfico, enfrentamientos entre pandillas, violaciones. Hay acciones violentas contra actores violentos: limpieza social y linchamientos. Hay inoperancia del sistema: entre lo que caben corrupción e impunidad (inoperancia del sistema de justicia, desde no denunciar hasta incumplimiento de sentencias) y que son dos de las acciones más frecuentemente presentes. Acciones violentas contra actores no violentos: defensores de derechos humanos o inocentes (aquí se han incluido los accidentes de tránsito que aparecen frecuentemente en los diarios). Vinculada a Grupos Organizados “Denuncian existencia de banda robaniños” (Portada PL, 4/08/97)

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“Policía muerto. Fue abatido ayer por delincuentes en la zona 11 de Mixco” (Portada ND, 08/06/98) “Asesinado por narcos. Comerciante fue lanzado a un desagüe de aguas negras en la zona 5” (Portada ND, 18/07/98) “¡Apaleado! Hombre de 44 años fue vapuleado por pandilleros. Ataque de mareros a persona en San Juan Sacatepéquez da como resultado su hospitalización” (Portada ND, 14/02/00) “Poder del narcotráfico atemoriza a Zacapa. Traficantes tienen ejércitos privados que causan terror en poblaciones del oriente del país” (Portada PL, 4/11/02) “Ataque a balazos. Mareros asesinan a piloto de bus y a su ayudante. Por presunta venganza, mareros asesinan a dos personas en bus en zona 12 de la capital” (Portada ND, 12/01/04) “Van, al menos, 46 secuestros. Policía detecta existencia de unas 12 bandas de plagiarios, algunas de las cuales son tan sanguinarias que mutilan a sus víctimas para obtener rescate. Tres regiones son las más afectadas por delito” (Portada PL, 1/09/08) Contra actores violentos “¡Los apalearon! Atrapan a dos supuestos ladrones. Población vapulea a dos ladrones en zona 12 de la ciudad de Guatemala al encontrarlos robando” (Portada ND, 14/09/98) “Clamor por justicia para no linchar más. Pobladores de Zacualpa, Quiché exponen problema. Banda de ex soldados y ex URNG los agobia” El pueblo encabezado por el presidente de la junta de seguridad acusa a las autoridades y PNC de los linchamientos debido a su ineficiencia. Por lo que el presidente de la junta de seguridad propone “Juntas de seguridad armadas” (Portada PL, 6/09/99) “Casi los linchan. Capturados cuando ponían puesto de asalto”. Población vapulea a tres delincuentes en Patzún, y policía impide que los quemen vivos. (Portada ND, 24/07/00) “Hombre asesinado en Santa Catarina Pinula. Con un mensaje aparece cadáver con muestras de tortura y una leyenda; caso de limpieza social (portada ND, 23/01/06) Contra actores no violentos “Patojo mata a 8. Atropella a una familia completa en Jutiapa y huye. Accidente automovilístico en Jutiapa con ocho personas muertas como consecuencia” (Portada ND, 14/12/98)

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“Linchan a un juez. Turba enfurecida apedrea a funcionario. Caso de linchamiento de un funcionario público en Senahú, Alta Verapaz. No quedan claros los motivos del hecho. (Portada ND, 14/03/01) “Seis auxiliares de la PDH son intimidados los amenazan por investigar crímenes de alto impacto social. De acuerdo con los denunciantes, las amenazas son constantes. Van desde llamadas telefónicas hasta pintas en puertas y paredes de sus viviendas, así como daños a sus automóviles”. (Portada PL, 22/10/01) “Desprestigio para la USAC. Críticas a los estudiantes en sus preparativos para la Huelga de Dolores por actitudes violentas.” (Editorial ND, 27/03/06) “Suben casos de violencia contra jueces. En lo que va del año han muerto dos, y 67 han sido intimidados; principales víctimas analizan expedientes de alto impacto” (Portada PL, 3/11/08) Inoperancia del Sistema “La corrupción es el sida social”. El editorial reitera el papel de la prensa de denuncia sobre los actos de corrupción llevados a cabo por el gobierno, “el tráfico de influencias, la concesión de favores y el intercambio de recompensas debajo de la mesa” (Editorial PL, 1/03/99) “¡Fuga masiva! Después de amotinarse 32 jóvenes escapan de la correccional de la zona 1” (Portada ND, 14/06/99) “Impunidad” Reflexiones a partir de las declaraciones del relator para la justicia de la ONU, evidenciando la impunidad reinante. (Portada ND, 14/05/01) “Lenta acción del MP. Fiscalías sin actuar en casos de banqueros del presidente Portillo” (portada PL, 7/05/01) “Defiéndase de la policía. Denuncias de corrupción en el seno de la policía” (Editorial ND, 14/06/04) “Podredumbre en Tránsito. Crítica a la situación de corrupción en el Departamento de Tránsito.” (Portada ND, 28/02/05) “Los costos de la violencia. PNC no logra combatir la delincuencia. Sólo de enero a la fecha han sido asesinadas en diversas circunstancias dos mil 782 personas. La delincuencia campea por doquier”. (Portada PL, 3/10/05) “Autoridades corruptas. Continúa la corrupción en la policía” (Editorial ND, 08/05/06)

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Acciones Contra la Violencia: en esta clase se incluyen las que aparecen en los diarios como acciones contra la violencia, aunque algunas de estas pueden considerarse a su vez acciones violentas, y otras en cambio “acciones no violentas”. En todo caso lo que importa es que se les interpreta como acciones “contra la violencia”, es decir, de defensa o prevención ante el fenómeno, tales como: redadas, investigaciones y juicios, acuerdos de paz, conmemoración de aniversarios, manifestaciones (algunas violentas, otras no violentas), diálogo, cuidado del ambiente; patrullaje de fuerzas combinadas, endurecer las condenas penales. Endurecimiento de Penas a los Delitos “Mañana lo ejecutan. Reo Martínez C. fue trasladado ayer al módulo de la muerte”. Preparativos de su ejecución con inyección letal al día siguiente (Portada ND, 09/02/98) “Pena de muerte otra vez al debate”. Reflexiones en torno a la pena de muerte (Editorial ND, 09/02/98) “Según encuesta telefónica el 74% de los guatemaltecos están a favor de la pena de muerte” (Portada PL, 5/08/02) Acciones no violentas contra la violencia Prevención “Urge campaña para prevenir accidentes. Llamado a las autoridades para que ejerzan un control más estricto y evitar accidentes de tránsito (Editorial ND, 14/09/98) “Tradición Dañina al Ambiente y la Salud. Ineficiencia estatal y municipal para contrarrestar o frenar la contaminación ocasionada por la tradicional “Quema del Diablo.” (Editorial PL, 06/12/99) “Un plan contra desastres. Saludo a planes integrales para la prevención de desastres en Centroamérica” (Editorial ND, 18/10/99) Manifestaciones y conmemoraciones “Cientos de católicos de la comunidad parroquial del municipio de San José Pinula se reunieron ayer para conmemorar el XVIII aniversario del asesinato del sacerdote Hermógenes López. El crimen fue cometido el 30 de junio de 1978, cuando el párroco regresaba de realizar obras a favor de las personas de escasos recursos”. (Portada PL, 1/07/96)

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“Claman por justicia. "Madres Angustiadas" exige cese de la violencia en el país con marcha contra la violencia. (Portada ND, 11/05/98) “Marcha de reclamos. Conmemoran Día de resistencia indígena” También hace mención que la CONIC manifestó su solidaridad con los vecinos de San Juan Sacatepéquez que se encuentran en desacuerdo con el incremento del Ejército y agentes de la PNC por la instalación de una empresa cementara. (Portada PL, 13/10/08) Diálogo y Negociaciones “La palabra es liberada de los siglos de silencio que la secuestraron; se está recuperando para propiciar el intercambio, para integrarla a los procesos de diálogo, para conocernos, para construir imaginarios que no reproduzcan los esquemas y el estatus, para romper con la criminalización de los movimientos populares”. (Opinión PL, 13/10/08) “Siguen cerrados al diálogo. Responsabilizan a las autoridades de paro y protestas. Dos semanas de paro de labores y una protesta masiva que reunió a unos 40 mil maestros no fueron suficientes para que el Gobierno reiniciara el diálogo…” (Portada PL, 03/02/03) “El conflicto en Educación. Llamado al diálogo en el conflicto que mantienen maestros y el Ministerio de Educación.” (Portada ND, 13/02/06) Procedimientos legales (detenciones, investigaciones…) “Liberan a finquero y capturan a tres plagiarios en Escuintla” Agentes de la PNC, liberaron al finquero Oscar Ávila de 23 años, durante un allanamiento en la aldea El Flor, Nueva Concepción Escuintla y capturaron a tres de sus plagiarios (portada PL, 1/09/97) “Cayó "Chile Willy". Peligroso delincuente estaba hospitalizado con nombre falso” La policía detiene a peligroso delincuente (Portada ND, 19/07/99) “Otra vez El Gallito. Policías antinarcóticos buscan drogas. Operativo policial en el barrio El Gallito, de la ciudad de Guatemala, da como resultado personas detenidas y decomiso de droga y armas” (Portada ND, 23/04/01) “Defiéndase de la policía. Denuncias de corrupción en el seno de la policía” (Editorial ND, 14/06/04) “Redada en La Ladrillera. Capturan a jefe de mara "Salvatrucha" (Portada ND, 17/05/04)

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Inhibición Parte de las operaciones que se vinculan con la violencia son aquellas que, por protección (de la vida, la propiedad privada o incluso el ambiente), porque no se cree que el sistema de justicia funcione o por cualquier otro motivo, implican la “no-acción” ante un hecho violento. Las inhibiciones más comunes en los periódicos se refieren como “no denuncia”, o bien como “silencio”, describiendo como común la actitud de “no me meto”. Estos son algunos ejemplos: “Bajo control de Mareros. De esos crímenes, nadie da cuenta. Es mejor ‘ver, oír y callar’, porque si no, los delincuentes se desquitan en cuanto pueden.”(Portada PL, 2/08/04). “Atemorizadas por violencia. Encuesta revela estado de indefensión”. Mujeres atemorizadas de salir a la calle por ola de violencia “El asesinato de 336 mujeres en lo que va del año ha creado una sensación de inseguridad entre el sexo femenino, lo cual se evidencia en una encuesta de la empresa de Investigación de Mercados Consumer”. (Portada PL, 6/09/04) Símbolos Esta es una de las categorías más importantes para comprender los imaginarios. En los símbolos de la violencia y de la no violencia se sintetizan muchas veces aspectos que con las palabras no quedan tan bien descritos. A continuación algunos de los símbolos que representan tanto la violencia como la no violencia en esta época. Si bien no todos son identificados por las fichas hemerográficas, es cierto que aparecen en distintos medios de comunicación social. Violencia: color rojo (vinculado generalmente a la sangre y a la agresividad), la sangre como tal que aparece en muchas de las portadas de Nuestro Diario, las armas, los tatuajes, especialmente evidentes cuando se “informa” la captura de algún pandillero y se le muestra sin camisa para que sus tatuajes sean vistos; uniformes, tratándose sobre todo de los uniformes militares y de policías; la garita y otras formas de “protección” en casas y edificios, que si bien pueden representar “seguridad” son indicadores de la sensación de peligro que se tiene, es decir, del temor de la violencia; pasamontañas, en esta época ligado tanto a secuestradores y otras grupos del crimen organizado; el puño, signo de la fuerza, también de la “mano dura” y de en general de los golpes físicos, al igual que la mano amenazante. No violencia: el color blanco, asociado casi siempre a la paz; la bandera, sobre todo la bandera ondeante, ya sea una bandera blanca o nacional; velas encendidas se usan mucho para ilustrar vigilias y aniversarios; la mano abierta, ya sea ante las armas o los puños (como en defensa) o bien, para compartir, dar; la mujer (en el campo o embarazada) igual que la

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niñez jugando, son símbolos del anhelo de vivir una situación distinta a la real. La cinta del MP para delimitar zona que se está investigando. Síntesis El imaginario colectivo de la violencia actual responde, en buena medida, a una realidad que, si bien ha sido difícil de modificar por las precarias condiciones de nuestro sistema de justicia, también muestra que no se cuenta con políticas públicas que promuevan eficientemente el desarrollo de la educación, de la salud, de la familia, aunando a ello las carencias de todo tipo que vive la mayoría de la población. A lo anterior se le suma ese refuerzo violento que, a través de la noticia, día a día proporcionan la prensa y los medios de comunicación, lo cual afirma y confirma que vivimos una cultura de violencia. A partir de la firma de la paz, la violencia común ha ido en escalada. La saña con que se realizan es algo nuevo en la historia del país: para robar un teléfono celular, por ejemplo, o porque el botín era muy pequeño a criterio del ladrón, se mata a la persona robada. Y ello con la más completa impunidad. Igualmente el feminicidio en curso nos habla de esta escalada sin límites de los patrones de violencia. Claro que todo ello no apareció mágicamente de un día para otro: hay historia. Siglos de explotación inmisericorde están a la base de eso, a lo que se suma la sangrienta escuela que significó el Conflicto Armado Interno. Después de toda esa violencia fabulosa: ¿cómo no iba a haber una cultura de violencia que permeara todas las relaciones humanas? Se estima, en el momento de finalizar este estudio, que las muertes por hechos violentos alcanzan a 20 sujetos diarios; a ello se suma el crimen organizado, el narcotráfico, la corrupción, la explotación, entre otros. Y la pobreza siempre, como horizonte general para la mayoría de la población. La violencia ha empujado a la ciudadanía a resguardarse, tanto en su persona como en sus bienes. Si analizamos la violencia desde lo psicosocial, veremos que ésta se ha ido reproduciendo en la medida que la población y los grupos comunitarios han buscado nuevas formas para preservar su seguridad, situación que ha llevado a la adquisición de nuevos valores y conductas de defensa personal y social. Frecuentemente, y cada vez más, esa violencia se reproduce y se fortalece por el aprendizaje de nuevas formas para enfrentarla, formas que resultan ser más violentas o facilitan ésta.

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Se vive el imaginario colectivo que hace ver que la violencia delincuencial ha estado presente desde siempre en la historia de Guatemala; sin embargo, la criminalidad generalizada que se vive hoy día no tiene comparación. Varios son los imaginarios que se construyen alrededor de las noticias de prensa y las respuestas de los entrevistados con respecto al período actual. Estos imaginarios van desde que “la delincuencia tiene de rodillas a la población”, las extorsiones a tenderos y pilotos, la corrupción política, la corrupción de las fuerzas de seguridad, el feminicidio, la impunidad, la inseguridad, un Estado impotente. Este período incluye procesos eleccionarios, mismos que han generado imaginarios de falta de credibilidad y ética en el manejo de las campañas políticas. También, en el momento actual, se maneja el imaginario de ajuste de cuentas, mismo que justifica la limpieza social. Tomando como base las noticias de prensa y lo expresado por los entrevistados, existe coincidencia en cuanto a que “se da un debilitamiento institucional e incapacidad del Estado para el cumplimiento de los Derechos Humanos”. Asimismo se vive el imaginario de que “la impunidad es la que alimenta y promueve la violencia de este país”. Si vemos la noticia de prensa a lo largo de los tres períodos estudiados, nos daremos cuenta que violencia siempre ha existido en Guatemala, pero en el momento actual ésta ha sido imparable y como una espiral que cada vez más se alimenta de nuevos hechos reconfigurados con diferentes formas y matices. El constante enunciado de prensa “la sociedad está de rodillas”, tiene estrecha relación con los sentimientos expresados por los entrevistados que van desde la impotencia, la desesperanza, la confusión, la intranquilidad, la frustración, hasta la insatisfacción e ira. 4. ANÁLISIS DEL PERÍODO Los imaginarios sociales se van construyendo con la sumatoria de diversos elementos. Uno de ellos es todo aquello que los medios masivos de comunicación aportan. Pero es sabido que desde hace ya algunas décadas ese “aporte” se viene incrementando en forma exponencial. Hoy día podríamos llegar a decir que lo que la gente piensa y cree en muchos campos, es lo que recibe de esos medios. Con la violencia es evidente. Luego que finalizara el conflicto armado interno y el clima de militarización que marcaron décadas de la historia nacional, cuando todo podía hacer pensar que la violencia dejaría de ser el principal tema de preocupación de guatemaltecas y guatemaltecos, la realidad nos muestra que, por el contrario, no sólo es el tema principal sino que los imaginarios que la acompañan se han tornado mucho más “amenazantes”.

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Los medios masivos de comunicación juegan el importante papel de establecer en muy buena medida las agendas del país, el orden de prioridad de los temas. De esa cuenta, la violencia delincuencial pasó a ser el plato fuerte de cada día. Se habla poco de otras cosas, o no se habla, y la violencia cotidiana derivada de la delincuencia común o del crimen organizado se lleva buena parte de las energías del todo social. Si bien puede haber islas de pensamiento más crítico que descubren en esa “explosión” de violencia alguna posible agenda oculta, alguna intencionalidad de grupos de poder, en el imaginario más extendido la violencia –siempre identificada con lo delincuencial– aparece como un hecho un tanto inexplicable. Horroriza, asusta, paraliza, pero no se le encuentran nexos con otras realidades, con la historia, con el recién pasado conflicto armado interno. Para algún sector más crítico –los menos numerosos, por cierto– la violencia se liga directamente una ancestral historia de impunidad, reforzada por los años de guerra interna donde se vivió un clima de terrorismo de Estado. Para la mayoría de la población, aquella que repite sin mayor distancia crítica lo que le llega desde los medios de comunicación, hay una visión maniquea de la realidad dividida entre “buenos” y “malos”: ciudadanía buena y honorable, por un lado, y delincuencia violenta por otro. En el imaginario colectivo esta nueva forma de violencia masiva es más dañina aún que la existente en el país durante los años de la lucha armada. En el imaginario de violencia que se fue construyendo luego de la firma de la paz (y al que contribuyeron mucho los medios de comunicación) resalta que hoy estamos peor que antes en este tema, dado que ahora ese ataque es masivo, cualquiera puede ser víctima de ella y todos los espacios de la vida están en potencial peligro. La delincuencia –al menos así funciona a nivel de imaginario– se mete por todos lados, está siempre al acecho, torna peligroso cada acto de la vida. En función de ese imaginario de potencial peligro siempre latente, se va construyendo toda una cultura: no se vive en guerra, pero la sociedad se militariza de todos modos. Hay una forzada aceptación de ello, y los imaginarios se amoldan a esos nuevos tiempos: es común la presencia de armas de fuego por todos lados, de policías privados, de medidas de seguridad extremas. El imaginario corresponde a un virtual período de guerra: todos pueden ser potenciales enemigos, hoy es peor que nunca, hay que cuidarse cada día más. Esto atraviesa toda la sociedad sin distinción de clases sociales. Buena parte de la sociedad considera que este estado calamitoso de la seguridad se debe a la reducción del ejército después de los Acuerdos de Paz y a la poca presencia del Estado en general. A partir de ese imaginario, la única solución que se vislumbra para la situación imperante es mayor presencia de fuerzas de seguridad: más policías, más soldados, medidas más fuertes. En definitiva: más punición. La pena de muerte siempre sale a relucir como posible disuasorio, y los linchamientos no son vistos como acto de violencia sino como respuesta natural, quizá desmedida, pero justificable al fin.

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Hay una criminalización de la pobreza, y en alguna medida, de la juventud. La idea de “zonas rojas” (puntos de extrema violencia en la ciudad capital) se ha extendido y diversos sectores sociales (incluyéndose también los más humildes) exteriorizan ese prejuicio que ve una relación mecánica entre barrios pobres y potenciales delincuentes. Si se trata de jóvenes, el prejuicio aumenta. En esa lógica se potenció la idea, ya existente desde los últimos años del conflicto armado, de las maras. Son ellas un nuevo demonio que ha venido a romper el equilibrio social. En el imaginario urbano ampliamente extendido, la mara se constituyó en el nuevo “subversivo” que destruye la convivencia pacífica y normal. Para mucha población, incluso, la “solución” al problema de la violencia pasa por eliminar mareros. De esta cuenta, asimilando violencia con delincuencia (común o crimen organizado, entre los que están los “narcos”, el nuevo actor social emergente que viene creciendo a pasos agigantados), quedan invisibilizados otros elementos que hacen a la violencia en un sentido más amplio. El problema, desde esta cosmovisión, no tiene que ver con motivos estructurales ni históricos, y otras formas de violencia como el machismo y el racismo desaparecen de escena. Los delincuentes, según parecieran informar los medios, son intrínsecamente malos, y las maras son una especie de cuerpo extraño que constituyen un mal en sí mismo, aunque no se sepa (no se informe, no se investigue) por qué son así, qué las determina, cuál es su historia. Acompañando este imaginario que hace de la violencia el principal problema de la época actual, los medios han instalado igualmente la idea de la corrupción. Los medios de comunicación no juegan, precisamente, un papel de contralor social denunciando ilícitos contra el erario público. Hacen, en todo caso, una puesta en escena de denuncias con fines políticos particulares, sectoriales. E incluso comerciales, dado que buenas y escandalosas denuncias venden mucho. De algún modo han venido construyendo la idea, instalada en el imaginario colectivo, que la culpa de los males de la sociedad guatemalteca son los políticos corruptos y una administración mafiosa del Estado lo cual, si bien es cierto en parte, invisibiliza razones estructurales, luchas de poder y conflictos sociales, que son la verdadera causa profunda. La población, en muy buena medida, repite acríticamente esto, y el imaginario liga pobreza y violencia a corrupción, a malversación de recursos públicos (“estaríamos mucho mejor si los políticos no se robaran todo”). En el imaginario colectivo ya está instalada la idea que ve como consecuencias del clima de violencia generalizada: el miedo, la desesperanza, el aislamiento, la insensibilidad, la frustración, la indignación y la confusión, entre otras cosas. Como un imaginario que se alimenta y crece día a día en la población guatemalteca, alimentado también –a sabiendas o no– por las informaciones sensacionalistas de los medios,

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es aquel que afirma que “no hay esperanza de un mejor futuro”, pues si persiste la inseguridad y la falta de justicia, la corrupción y el mal manejo de las administraciones del Estado, el país “no tiene salida”. Existe un sentir generalizado de que erradicar la violencia es una tarea en la que toda la población debe participar. Pero al mismo tiempo, el miedo imperante impide la participación social.

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Apéndice

MONUMENTOS DE VIOLENCIA Y ESPACIOS URBANOS Tal como lo hemos dejado plasmado en los antecedentes de este estudio, la violencia ha sido un acto connatural a la historia misma de Guatemala. La violencia ha estado, y sigue estando, asumida como normal tanto en la esfera privada como la pública. Desde sus orígenes coloniales hasta los tiempos actuales, se han asumido por el Estado y la sociedad las formas más diversas y sutiles de violencia en los campos cultural, social, político y económico. Guatemala, en su historia, ha estado atravesada por acciones de exclusión, autoritarismo, pobreza, intervenciones políticas, entre otras, apoyadas por los grupos dominantes y hegemónicos, que siempre han buscado perpetuarse en las líneas de poder. La historia violenta de este país, real o representada por los imaginarios ciudadanos, puede estar presente en sus monumentos, plazas, vallas publicitarias, espacios urbanos individuales y colectivos, pinturas, entre otros. En este apartado nos interesa mostrar cómo esas representaciones de violencia se matizan de manera variable y constituyen formas de comunicación de una sociedad de fantasmas y desarraigo cultural, donde las imágenes de consumo también forman parte de esas acciones violentas en el espacio urbano. En ese sentido, en Guatemala la imagen es el testimonio de una violencia de la publicidad que incentiva, provoca y obliga al consumo una población que vive entre la pobreza y la miseria.

Ciudad capital, zona 12

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Como lo describe la fotografía, el espacio urbano se encuentra invadido de publicidad generando, además de lo anteriormente descrito, violencia ambiental y violencia visual. Por otra parte la inseguridad que vive la ciudadanía guatemalteca día a día le ha obligado a modificar su espacio privado, a fin de resguardar sus bienes, su vida y su tranquilidad, no importando el estatus socio-económico en que se encuentre, ya que en cualquier ámbito y lugar la violencia está presente. Es así que en residencias, sean de lujo o no, se han visto en la necesidad de utilizar medidas de protección.

Casa en zona 5 de la ciudad capital, resguardada con las máximas medidas de seguridad.

La pinta es una expresión o un grito de “estoy presente”, es una reivindicación a la exclusión. Por otra parte, existe miedo en los pobladores que habitan zonas en que aparecen pintas y mensajes de maras o pandillas en las paredes. Estos grupos, en tanto representativos de una ruptura del orden social y una perpetuación de la violencia indiscriminada, hacen alarde de un poder que, quiérase o no, se ejerce en determinados lugares y sectores de Guatemala. El

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imaginario social de violencia al respecto vincula que donde hay pintas existen maras, ahí o a sus alrededores. Por tanto, es “zona roja”, peligrosa. También como un elemento de la violencia política o estructural, aparece en el mismo espacio social del país, sean paredes públicas o privadas, el discurso de sectores organizados, de grupos indígenas y campesinos, como subversión al discurso oficial, demandando respeto y cumplimiento de la ley, para aquellos seres humanos marginados y olvidados que, a través de intereses de los diversos grupos de poder (político, económico, cultural) son afectados por las condiciones de pobreza y limitaciones en que se mantienen, minando su condición de vida. En nuestra sociedad existen sectores en quienes no han terminado de cicatrizar sus heridas por el conflicto armado interno; en ese sentido su lucha continúa y persiste porque se haga justicia y no haya más impunidad.

Más elocuente no puede ser esta pinta: ciudad capital 6ª avenida, zona 1 Llámase también monumento a aquellas placas conmemorativas de hechos nacionales o de personajes que por su trayectoria política, laboral o social, han pasado a tener un lugar en la memoria histórica del país y que se han constituido en símbolos de una causa determinada. Guatemala es rica en esta expresión. Lamentablemente, buena parte de las placas recordatorias tienen que ver con la violencia que sacudió al país años atrás, y que no ha

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desparecido. Esas placas, así como monumentos varios que recuerdan los hechos vividos, son una forma de mantener presente la memoria.

Monumento de Placa Conmemorativa al asesinato del líder laboralista Dr. Adolfo Mijangos, ubicada en 4ª Av. y 9ª calle, zona 1 de la ciudad de Guatemala En el país existen también monumentos con representación de una política hegemónica que pretenden hacer permanente en la memoria histórica de los ciudadanos una acción, un momento, en un espacio. En el año 1954 fue el derrocamiento del Presidente Arbenz Guzmán, quien representaba y representa aún, un imaginario diferente al de años anteriores de dictadura militar, en donde había prevalecido la tiranía y las mayores injusticias sociales, étnicas y discriminatorias. Se habían empezado a realizar cambios estructurales de fondo y fundamentales para el desarrollo de la población guatemalteca. Ello molestaba e inquietaba a las élites que, por tantos años, habían mantenido el poder. Además se estaban viviendo momentos cruciales de la Guerra Fría y en contra del comunismo. El gobierno de Estados Unidos, preocupado por estos cambios, a través de la CIA colaboró con grupos de la sociedad civil y militares de Guatemala para el derrocamiento del Coronel Arbenz. El avión F51 Mustang, estadounidense, tomó parte de los combates durante la segunda guerra mundial. Un aparato fue donado por el presidente Eisenhower para la invasión a Guatemala, el que sirvió para el ataque de los cuarteles. Este que vemos en la foto permanece aún en un espacio urbano de la capital guatemalteca, como un monumento de supuesta liberación; sin embargo este monumento debe verse como un símbolo de violencia, de una violencia que, a

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partir de ese momento, en forma de espiral se ha ido reconfigurando y magnificando hasta nuestros días.

Avión F-51, Mustang, utilizado para la invasión que acabaría con el derrocamiento del Presidente Arbenz El imaginario de violencia no es sólo un imaginario-imaginado; es una realidad palpable de la sociedad guatemalteca. De hecho lo podemos comprobar en la misma publicidad que invade nuestros espacios. Creemos que no hay mucho que decir al respecto de esta foto, pues por sí sola se explica.

Valla publicitaria situada en una carretera muy transitada de la Ciudad de Guatemala

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Una parte de la población se encuentra presa en sus propias residencias. Las medidas de seguridad se dan en todas sus modalidades y formas, de acuerdo a los recursos económicos de los pobladores. Esta garita de seguridad corresponde a un sector residencial de clase media de Guatemala. La anterior muestra de monumentos, aunque reducida, puede ayudar a la reflexión de la problemática de la violencia. Creemos que un estudio específico al respecto es necesario y conveniente para comprender todo lo que de monumentos y espacios se desprende. Consideramos que la fuerza de expresión geográfica de los espacios tiene diversas explicaciones, yendo desde los intereses mercantiles-capitalistas y publicitarios hasta el resguardo de la vida y la seguridad. Algunas apropiaciones de espacios estarán dadas a nivel individual y otras pueden ser en función de la organización colectiva. Ambas apropiaciones pretenden la inclusión o integración en el ámbito nacional de personas y grupos así como de bienes materiales, para que sean constituidos en imaginarios que interpreten y den sentido a las acciones sociales, en un tiempo y espacio determinado. La violencia en Guatemala ha cooptado espacios urbanos marginales y no marginales, en los cuales lo que pretenden esos grupos (en muchos casos históricamente excluidos, y por tanto invisibilizados) es no pasar desapercibidos.

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Sin embargo, existe la apropiación de espacios urbanos, léase publicitarios, en donde la identidad nacional se ve afectada por las empresas transnacionales, frecuentemente provocando necesidades que se van legitimando en los diversos grupos sociales. También existen los espacios o monumentos regidos por el “control social”, es decir, cuando un sujeto como ciudadano se ve afectado en su libre locomoción y debe pasar garitas, controles y toda una serie de chequeos para acceder a un lugar, materializándose el poder en quien “controla”. Lo mismo existen espacios cercados por las pandillas o maras, espectáculos, centros comerciales y recreativos, entre otros. La violencia ha tomado espacios urbanos y ha hecho de ellos un monumento de inaccesibilidad para otros sujetos que están fuera de los grupos que ahí habitan. Como ejemplo, tratemos de analizar el imaginario que tiene la población guatemalteca respecto al Barrio El Gallito, zona 3; algunos asentamientos urbanos, mercados, zonas de la ciudad capital, barrios entre otros. Otro elemento que podemos incluir en monumentos de violencia o en contra de ella, es el relacionado con el arte: pinturas, esculturas y mosaicos. El artista, en su reflexión, es capaz de realizar a través de su obra un espacio político de denuncia, de demanda, y por qué no decirlo de ESPERANZA que perdurará en la memoria histórica.

“La seguridad social”, de Carlos Mérida (1964) Mosaico del IGSS situado en el Centro Cívico, zona 1, ciudad de Guatemala

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CONSIDERACIONES FINALES

• La historia de Guatemala como Estado-nación moderno, desde la llegada de los

conquistadores españoles a la fecha, está marcada brutalmente por distintas formas de violencia. Los casi cinco siglos transcurridos desde el contacto de los pueblos mayas con los invasores españoles terminaron generando una sociedad absolutamente asimétrica. En la misma, los descendientes de los conquistadores y las clases dominantes vernáculas que fueron desarrollándose, mantuvieron hasta la fecha enormes y desiguales beneficios sobre los pueblos originarios. Con el tiempo, esas irritantes diferencias no sólo no se achicaron sino que se mantuvieron e incluso se agrandaron, haciendo del país uno de los más desiguales en el mundo, donde la renta nacional está más inequitativamente repartida. Esas enormes asimetrías estructurales se ampararon en un despiadado racismo.

• La matriz de relación político-cultural que se fue imponiendo para todas las vinculaciones

humanas –no sólo las económicas– estuvo dada por el autoritarismo (una de las tantas formas de la violencia). Así, las relaciones étnicas, las de género, las generacionales y, en general, las distintas modalidades de tratamiento entre grupos y/o individuos, están atravesadas por patrones verticalistas, autoritarios. Violentos, en definitiva. Quien manda, según esta ya asimilada cultura, tiene derecho de mandar sin atenuantes; y quien obedece, obedece sin mayores cuestionamientos.

• Esa cultura autoritaria fue dando como resultado una particular forma de apreciar la vida

del otro subestimado. De esa forma, desde el ejercicio de poderes siempre marcadamente asimétricos, la integridad física y psicológica del otro subestimado, el otro “inferior”, quedó a merced del superior, lo cual estableció una matriz de impunidad generalizada: el dominador puede hacer casi lo que desea con el dominado o, al menos, puede imponerle sus criterios con total naturalidad, porque la normalidad aceptada es obedecer sin protestar.

• Estas matrices autoritarias y violentas marcaron también los rasgos distintivos con que se

organizó y se desenvolvió el Estado durante varios siglos. El Estado, lejos de ser una instancia destinada a armonizar las relaciones entre los distintos grupos sociales, fue una prolongación del dominio de las clases dominantes. Durante siglos funcionó con patrones racistas, excluyentes de las grandes mayorías, capitalino y desinteresado del interior del país, y sumamente deficiente en su función de llevar servicios y satisfactores que

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aseguraran el bien común para la totalidad de la población. En general el Estado estuvo puesto al servicio y beneficio sólo de un determinado grupo de poder.

• La falta de canales de expresión democrática para las grandes mayorías, su exclusión

histórica y la insatisfacción dominante en las mismas, pasada la corta experiencia en que se intentó un nuevo modelo de sociedad entre 1944 y 1954, sumado a la represión violenta de que fue objeto desde siempre, pero más aún luego de ese período específico de mediados del siglo pasado, desató reacciones de violencia armada desde grupos populares como modos de respuesta a una situación que no encontraba espacios políticos. Terminada oficialmente la guerra interna, salvo algunos cambios puntuales bien acotados (por ejemplo: una mayor presencia maya en la agenda nacional, muy pequeña aún, pero mayor que en años atrás, o una discusión abierta sobre la crónica violencia de género, igualmente muy pequeña aún, pero mayor que en años atrás también), las causas estructurales de violencia y exclusión político-económica persisten.

• Las poblaciones perciben, imaginan y procesan las violencias según circunstancias

históricas concretas. Los imaginarios colectivos de violencia, por tanto, cambian en el tiempo, se reconfiguran. En la sociedad guatemalteca ha sido una constante el autoritarismo, el verticalismo patriarcal y el desprecio del otro diferente (siempre en la óptica de que quien desprecia es el que detenta una mayor cuota de poder). A través de los años investigados en el presente estudio, ese cambio fue grande, rápido, pero no dejó de presentar matrices comunes: la violencia no asusta, no conmueve, sino que está enraizada como hecho cultural. El conflicto armado y la militarización que se vivieron por casi cuatro décadas potenciaron la violencia a niveles y alarmantes en prácticamente todos los espacios de la vida nacional.

• La segunda mitad del siglo XX estuvo marcada en muy buena medida por acontecimientos

político-ideológicos que reproducían las matrices globales con que se movía la sociedad. Durante años Guatemala vivió y sufrió la Guerra Fría. La confrontación entre dos modos de vida (capitalismo y socialismo) se tradujo internamente en una lucha que no fue sólo ideológica sino que tuvo consecuencias materiales espantosas.

• El “combate al comunismo” de la Guerra Fría viene marcando los diversos espacios

públicos de la sociedad desde mediados del siglo pasado. Así, en los primeros dos períodos investigados, el imaginario social de la violencia se liga, ante todo, con las vicisitudes que esa lucha produjo.

• Durante la época del gobierno revolucionario de Juan José Arévalo-Jacobo Arbenz, el imaginario de violencia dominante estuvo dado por esa pugna ideológica: comunismo-anticomunismo, articulada con la Guerra Fría que dominaba el panorama internacional. De todos modos, según lo investigado, la violencia no era la preocupación dominante en el

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colectivo, en ninguna de sus expresiones. La lucha ideológica, que se transformó rápidamente en enfrentamiento político, derivando luego en acción militar abierta (obviamente, violenta por definición) fue una constante animada desde los sectores de poder que veían perder sus privilegios.

• Caído el gobierno de Jacobo Arbenz, el imaginario de violencia que prevaleció estuvo

ligado directamente a la militarización de la sociedad: con acciones militares concretas en la zona rural (el altiplano de presencia maya), con guerra sucia en la capital y las principales ciudades, con desaparición forzada de personas y hechos de tortura selectiva. La violencia, para estas cuatro décadas, estuvo ligada directamente al campo político, y por extensión: militar. Otras formas de violencia no dejaron marcas significativas en los imaginarios. La violencia delincuencial no contaba como problema. La cuestión que marcó el período era cómo sobrevivir en ese mar de tanta violencia: o evitarla no “metiéndose en nada” o, para quienes tenían algún nivel de compromiso político, cómo sortear la masividad de esa violencia que no dejaba alternativas.

• Desde firmada la paz, y de allí en forma creciente hasta nuestros días, el imaginario social

de la violencia liga ésta en forma casi exclusiva con la delincuencia. Producto de acciones mediáticas que, deliberadamente o no, ponen la violencia delincuencial como el principal problema de la sociedad, la población, en su amplia mayoría, identifica violencia con esta nueva “plaga” que pareciera atacar todo, sin distinciones de clase, de etnias, de género, etáreas. No es exagerado decir, a modo de síntesis de este nuevo imaginario, que la percepción generalizada afirma resueltamente que “la delincuencia nos tiene de rodillas”. Esa violencia vivida como algo sin límites, omnipresente, mucho más dañina aún que la experimentada en los años de militarización y conflicto armado abierto, tiene como actores a nuevos personajes sociales: el crimen organizado, el narcotráfico, las pandillas juveniles (maras). En alguna medida, la delincuencia se une a pobreza, con lo que ésta es fácilmente criminalizable.

• En todos los casos, el imaginario de violencia apunta a que “yo nunca soy el violento” (la

violencia nunca se reconoce en primera persona), pero sí lo son otros grupos: durante la revolución del 44, según el punto de vista elegido, los violentos son o los “inditos que querían mandar y los comunistas de Arbenz que los agitaban”, o los sectores conservadores que finalmente desataron la contrarrevolución con apoyo estadounidense. Durante los años de militarización, el imaginario dominante de violencia ligaba la misma a la figura del “delincuente subversivo que quería trastocar los valores de patria, familia, dios y propiedad privada” o, por otro lado, al Estado contrainsurgente, capaz de cometer cualquier acto, por más ilegal que fuera. Finalmente, en los años del post-conflicto, años que se van construyendo para el imaginario social como más violentos aún que los de la guerra interna, la violencia queda ligada a la delincuencia, y en buena medida a jóvenes pobres, provenientes de los sectores urbanos más excluidos: las maras. La violencia

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delincuencial es masiva, está en todas partes y a cualquiera le puede tocar. En ese sentido, puede tornar la vida cotidiana una verdadera pesadilla. En general, como imaginario muy desarrollado, una forma de afrontar todo esto es la salida punitiva: más armas, más seguridad, más alambradas, más casas amuralladas, desconfianza, no participación en nada más allá de lo estrictamente necesario, aprobación de la pena de muerte, asentimiento de los linchamientos. La sensación dominante es de miedo y parálisis ante la situación, y ninguna de estas conductas violentas contra el “otro indeseable” se reconoce como violenta.

Recomendaciones y propuestas para enfrentar la violencia Uno de los objetivos del estudio fue el presentar propuestas de deconstrucción de la violencia en Guatemala, proponiendo alternativas viables. Para ello se tomaron algunas propuestas presentadas por los entrevistados y otras que hacemos como equipo. Fue opinión de los entrevistados: • Reforzar la educación en valores, tanto en el hogar como en la escuela. En ese sentido los

esfuerzos y compromisos deben enmarcarse desde lo social y lo gubernamental. Guatemala es un país con un recorrido histórico violento en donde “la violencia es parte de nuestra existencia” y en el que existe “una correlación directa entre nuestra historia como país y nuestro presente” porque los grupos de poder siguen siendo de la misma línea y no han cambiado, y es la violencia únicamente la que se ha refuncionalizado.

• No obstante que debe velarse por el cumplimiento de los derechos humanos a nivel del

Estado y de las instituciones instaladas para esto, también se deben hacer esfuerzos gubernamentales para mejorar las condiciones de vida de toda la sociedad guatemalteca, promover y generar fuentes de empleo dignas y satisfactorias (importante lucha de reducción de la pobreza); combatir la corrupción y fortalecer el sistema de justicia para erradicar la impunidad, así como fortalecer e impulsar un clima de igualdad de derechos sin discriminación ni exclusión social.

• Partiendo de hechos concretos y proponiendo caminos de lo que podemos hacer para la

deconstrucción de la violencia, debemos reflexionar en torno a lo que nos dice Ignacio Martín-Baró respecto a que la violencia es un aprendizaje social; en ese sentido, éste puede revertirse y posicionar nuevos aprendizajes a fin de encontrar formas más acertadas de convivencia para vivir dentro de una “cultura de no-violencia”.

• No podemos dejar de lado que vivimos en “una cultura de violencia”; el recorrido de

nuestra historia nos lo evidencia y lo confirma. En ese sentido el des-aprendizaje social

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fundamentado a través del diálogo y de los consensos puede arribar a ello, a un proyecto de no-violencia a realizar a corto, mediano y largo plazo.

Además de lo dicho por los entrevistados, podemos agregar también: • Retomar, en primera instancia, los Acuerdos de Paz Firme y Duradera para que se cumpla

a cabalidad lo pertinente a la educación y lo que, al respecto, impulsa la reforma educativa.

• Educar no tanto para la paz (formulación amplia, quizá un tanto vaga y difusa) sino para la

vida. Apoyar un diseño curricular que oriente, forme y ponga en práctica una educación diferente, en donde lo formativo prevalezca por encima del conocimiento; que esta formación contemple la no-agresión, no-discriminación, no-exclusión y fomente los principios de solidaridad, cooperación y convivencia sana.

• Promover una ley o acuerdo gubernativo que contemple que todos los medios de

comunicación (radio, prensa, televisión fundamentalmente) deberán tener franjas diarias, sistemáticas y continuas, de formación para la construcción de una cultura de no-violencia. Los medios deben jugar un papel fundamental en la construcción de una nueva cultura, en coordinación con otras instancias.

• Revisar y censurar todos aquellos programas, películas, canciones y presentaciones que

inciten a la violencia. • Hacer que se cumplan los fines de la Educación que contempla la Ley de Educación

Nacional, según Decreto Legislativo N° 12-91, Artículo 2°. • Integrar esfuerzos de instituciones que están trabajando en la actualidad programas

orientados a una cultura de no-violencia, fomentando el respeto de los Derechos Humanos, en contra de la impunidad, apoyando el desarrollo integral comunitario, el trabajo con niños, jóvenes y mujeres, con grupos étnicos, la formación de líderes y la reparación psicosocial, entre otros.

• Promover el fortalecimiento del Estado como garante de las políticas que deben regir el

funcionamiento armónico del todo social. Un Estado debilitado, con una raquítica recaudación fiscal y auxiliado en su trabajo por organizaciones descentralizadas dependiendo de recursos externos (como es el caso de buena parte de lo que tiene que ver con la institucionalidad de la paz), no puede ser garantía de una genuina política de búsqueda del bien común.

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