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“Tengo el honor de ser ciudadano de ese noble país y ser General del Ejército más glorioso de todo el continente.” J.D.Perón 1 Módulo Paraguay Paraguay 1811-1870: La revolución popular del siglo XIX en América* Yo antes quiero morir que volver a ver a mi patria oprimida y en la esclavitud, tengo la satisfacción de creer que lo general de toda la república está en lo mismo y así anime v.md. a nuestros compatriotas de ese territorio exhortándoles incesantemente a sostener la causa patria… Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia La ciencia histórica y el Paraguay independiente del siglo XIX Paraguay y su proceso de lucha por la Independencia en el Siglo XIX es un tema que ha concitado la atención preferente de los historiadores paraguayos y ha sido y es tema obligado de la intelectualidad que pretenda abordar nuestra historia en forma seria. Es a la vez un aspecto de la realidad americana que ha merecido estudios científicos y el apasionamiento de círculos intelectuales europeos, soviéticos, norteamericanos, cubanos y muchos otros. Por décadas, y hasta hoy día, es centro de ácidas disputas en el ámbito político paraguayo, y de posiciones diametralmente contrapuestas a la vez entre historiadores, intelectuales y cientistas de Paraguay. El eje de este intenso estudio de la realidad paraguaya del Siglo XIX se centra en particular en la obra política y revolucionaria del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia. Y no es para menos, pues en todo el Siglo XIX, en el Paraguay Independiente, el campesinado paraguayo y las clases populares urbanas en su mayoría artesanos y los peones agrícolas, bajo el liderazgo del "Jacobino de América", acometieron una obra única : la constitución de una República Independiente con Soberanía Popular confrontada al colonialismo europeo y las oligarquías sudamericanas. Sin embargo, la obra del Dr. Francia expresa hasta nuestros días un eje fundamental que parte aguas en el terreno de las ideas y la política : la necesidad de forjar no solamente un Estado Soberano, ajeno a las presiones coloniales e imperiales, un Estado que se sustente en la democracia directa de las mayorías, sino que a la vez esté orientado por una política que responda a las mayorías populares; o, como pretendían los oligarcas del siglo pasado, confundidos también el movimiento por la Independencia de Paraguay, forjar una República a imagen y semejanza de los centros de poder económicos mundiales, donde la Independencia sea nada más y nada menos que un formalismo jurídico, para imponer el más brutal de los sistemas de explotación de las clases trabajadoras y de extracción y expoliación de riquezas de las naciones dependientes hacia las metrópolis mundiales más desarrolladas. Es esta la razón histórica de fondo que hoy sigue estando presente en la política paraguaya la que divide posiciones en torno a Paraguay Independiente y la obra política e intelectual del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia. Una razón que va más allá de la figura descollante del Dr. Francia y más allá del Paraguay Independiente: se proyecta a los objetivos que tenían las dos vertientes principales del movimiento independentista en América: aquel que representaba a las clases ricas, comerciantes, latifundistas y ganaderos, que pretendían alcanzar la independencia de los centros coloniales para instaurar su poder político como clases dominantes y explotadoras de los campesinos, artesanos y peones; y la otra vertiente, que llevando a su expresión más radical las ideas de la ilustración, de Juan Jacobo Rousseau, de los revolucionarios jacobinos y la Revolución Francesa, de las ideas de libertad y justicia social, de los conceptos de democracia sustentados en la Soberanía del Pueblo, pretendían forjar la Independencia de los Pueblos de América para construir un modelo distinto de las sociedades explotadoras conocidas hasta entonces por la humanidad, las sociedades esclavistas y la sociedad feudal. En la primera vertiente, la de las clases ricas y explotadoras, están quienes han escrito la historia oficial de la inmensa mayoría de los países latinoamericanos. En la segunda vertiente, en particular en el Río de la Plata, se encuentra José Gervasio Artigas en Uruguay; Mariano Moreno en Argentina; y el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia en Paraguay. Este último, llevaría a término su misión, con el respaldo popular a la que se constituyó en la única Revolución Nacional de contenido popular en toda América en el siglo XIX. La historia de la provincia de Paraguay Las comunidades nativas de mayor desarrollo del "Nuevo Mundo" al inicio de la conquista europea de lo que luego se denominó continente americano, la constituían los incas, los aztecas y los mayas. Los incas ubicados geográficamente en lo que actualmente son Perú, Ecuador y Bolivia. Los aztecas en el territorio central y meridional del actual México. En lo que hoy conforman en México los Estados de Yucatán, Tabasco y Chiapas, Campeche, y en Guatemala, Honduras y El Salvador, se situaba la comunidad maya, aunque esta última estaba en pleno proceso de decadencia, conservando tan sólo sus espléndidos monumentos y rica literatura. Los aztecas y los incas se organizaron políticamente en Imperios, con poderosos ejércitos, edificios monumentales, agricultura, industria y comercio,
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Jan 02, 2017

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“Tengo el honor de ser ciudadano de ese noble país y ser General del Ejército más glorioso de todo el continente.” J.D.Perón

1

Módulo Paraguay Paraguay 1811-1870: La revolución popular del siglo XIX en América*

Yo antes quiero morir

que volver a ver a mi patria oprimida

y en la esclavitud, tengo la satisfacción de creer

que lo general de toda la república está en lo mismo

y así anime v.md. a nuestros compatriotas

de ese territorio exhortándoles incesantemente

a sostener la causa patria…

Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia

La ciencia histórica y el Paraguay independiente del siglo XIX

Paraguay y su proceso de lucha por la Independencia en el Siglo XIX es un tema que ha concitado la atención preferente de los historiadores paraguayos y ha sido y es tema obligado de la intelectualidad que pretenda abordar nuestra historia en forma seria. Es a la vez un aspecto de la realidad americana que ha merecido estudios científicos y el apasionamiento de círculos intelectuales europeos, soviéticos, norteamericanos, cubanos y muchos otros. Por décadas, y hasta hoy día, es centro de ácidas disputas en el ámbito político paraguayo, y de posiciones diametralmente contrapuestas a la vez entre historiadores, intelectuales y cientistas de Paraguay.

El eje de este intenso estudio de la realidad paraguaya del Siglo XIX se centra en particular en la obra política y revolucionaria del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia. Y no es para menos, pues en todo el Siglo XIX, en el Paraguay Independiente, el campesinado paraguayo y las clases populares urbanas en su mayoría artesanos y los peones agrícolas, bajo el liderazgo del "Jacobino de América", acometieron una obra única : la constitución de una República Independiente con Soberanía Popular confrontada al colonialismo europeo y las oligarquías sudamericanas.

Sin embargo, la obra del Dr. Francia expresa hasta nuestros días un eje fundamental que parte aguas en el terreno de las ideas y la política : la necesidad de forjar no solamente un Estado Soberano, ajeno a las presiones coloniales e imperiales, un Estado que se sustente en la democracia directa de las mayorías, sino que a la vez esté orientado por una política que responda a las mayorías populares; o, como pretendían los oligarcas del siglo pasado, confundidos también el movimiento por la Independencia de Paraguay, forjar una República a imagen y semejanza de los centros de poder económicos mundiales, donde la Independencia sea nada más y nada menos que un formalismo jurídico, para imponer el más brutal de los sistemas de

explotación de las clases trabajadoras y de extracción y expoliación de riquezas de las naciones dependientes hacia las metrópolis mundiales más desarrolladas.

Es esta la razón histórica de fondo que hoy sigue estando presente en la política paraguaya la que divide posiciones en torno a Paraguay Independiente y la obra política e intelectual del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia. Una razón que va más allá de la figura descollante del Dr. Francia y más allá del Paraguay Independiente: se proyecta a los objetivos que tenían las dos vertientes principales del movimiento independentista en América: aquel que representaba a las clases ricas, comerciantes, latifundistas y ganaderos, que pretendían alcanzar la independencia de los centros coloniales para instaurar su poder político como clases dominantes y explotadoras de los campesinos, artesanos y peones; y la otra vertiente, que llevando a su expresión más radical las ideas de la ilustración, de Juan Jacobo Rousseau, de los revolucionarios jacobinos y la Revolución Francesa, de las ideas de libertad y justicia social, de los conceptos de democracia sustentados en la Soberanía del Pueblo, pretendían forjar la Independencia de los Pueblos de América para construir un modelo distinto de las sociedades explotadoras conocidas hasta entonces por la humanidad, las sociedades esclavistas y la sociedad feudal. En la primera vertiente, la de las clases ricas y explotadoras, están quienes han escrito la historia oficial de la inmensa mayoría de los países latinoamericanos. En la segunda vertiente, en particular en el Río de la Plata, se encuentra José Gervasio Artigas en Uruguay; Mariano Moreno en Argentina; y el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia en Paraguay. Este último, llevaría a término su misión, con el respaldo popular a la que se constituyó en la única Revolución Nacional de contenido popular en toda América en el siglo XIX.

La historia de la provincia de Paraguay

Las comunidades nativas de mayor desarrollo del "Nuevo Mundo" al inicio de la conquista europea de lo que luego se denominó continente americano, la constituían los incas, los aztecas y los mayas. Los incas ubicados geográficamente en lo que actualmente son Perú, Ecuador y Bolivia. Los aztecas en el territorio central y meridional del actual México. En lo que hoy conforman en México los Estados de Yucatán, Tabasco y Chiapas, Campeche, y en Guatemala, Honduras y El Salvador, se situaba la comunidad maya, aunque esta última estaba en pleno proceso de decadencia, conservando tan sólo sus espléndidos monumentos y rica literatura.

Los aztecas y los incas se organizaron políticamente en Imperios, con poderosos ejércitos, edificios monumentales, agricultura, industria y comercio,

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desarrollo del arte, ciencia, escritura, técnica y dominio de los metales, obras infraestructurales como carreteras y acueductos y otros.

Hacia el Sur del continente, en las zonas marítimas del actual Brasil, y de los grandes ríos, actual Río Paraguay, zona del Matto Grosso y en casi toda la actual América del Sur, numerosas parcialidades constituían las comunidades llamados Guaraníes y los Tupíes, aunque con grandes similitudes culturales y en particular una misma lengua. Estas comunidades eran fundamentalmente de cazadores, recolectores, pescadores y, en menor medida, agricultores. Los Tupí-Guaraní constituyen las principales nacionalidades que luego de la conquista española y la instauración de la Provincia de Paraguay, darían sustento a la unidad político-cultural de la República Independiente de Paraguay.

Características de la formación social Tupí-Guarani

Los Tupí-Guaraní no tenían aún dominio de los metales para construir sus instrumentos de trabajo. Eran comunidades primitivas donde, al igual que en todas las demás comunidades primitivas del continente, seguía primando la propiedad colectiva de los medios de producción, la tierra y los instrumentos de trabajo. No conocían por tanto la propiedad privada de los medios de producción, la división de la sociedad en clases sociales con arreglo a la propiedad sobre los medios de producción y el Estado, como organización política clasista de la sociedad. Las luchas intestinas de las diferentes parcialidades se enmarcaron dentro de las disputas tribales por zonas de influencia en torno a garantizar el alimento y subsistencia, más aún teniendo en cuenta la característica particularmente nómada de las comunidades Tupí-Guaraníes cuya agricultura se encontraba en la etapa del "rozado".

Los Tupí-Guaraníes como agricultores "tenían 24 variedades diferentes de mandioca y cinco de maíz, que juntamente con el maní, los porotos y los zapallos en diversas variedades, constituían la base de su alimentación. Aprovechaban muchas frutas silvestres y también cultivaban bananas y ananaes, algodón para el tejido y el tabaco para fines rituales. El fruto del pindó (palmera) y del mbocayá (coco), aunque no cultivados, servían también para preparar alimentos. Por todo instrumento agrícola, utilizaban estacas puntiagudas endurecidas a fuego (…) Los animales de la fauna tropical eran cazados por medio de arcos y flechas, cerbatanas, hondas, trampas y otros recursos. Utilizaban en gran escala la miel y llegaron a domesticar a las abejas. Hacían vino fermentando la mandioca, el maíz, el algarrobo, la piña, la miel, pero no eran aficionados a la bebida"1.

Los Tupí-Guaraníes practicaban la división del trabajo de acuerdo al sexo. Los varones eran guerreros, cazadores, pescadores y recolectores. Las mujeres se especializaron en la agricultura. La alfarería era un arte

1 Efraím Cardozo. "Apuntes de Historia Cultural del Paraguay"· 4ta. Edición.1995.

femenino "fabricaban vasijas para las bebidas fermentadas y como urnas funerarias", en cuanto a la cerámica estaba "a) pulida, desprovista de ornamentos; b) con decoración unguicular; c) pintada (…) el hilado era incumbencia femenina (…) La cestería era más importante, pues casi todas las vasijas para la conservación de alimentos y utensilios, se hacían con lianas ysypó hojas de caranday trenzadas"2.

En cuanto a las ciencias, los Tupí-Guaraníes desarrollaron bastante la botánica y la zoología, fueron grandes clasificadores, daban nombres y distinguían las diferentes especies de animales y plantas. Fueron grandes observadores y obtuvieron provecho de las plantas vegetales para uso medicinal, llegando a utilizar el moho de las rocas de los arroyos para la cura de infecciones, un anticipo del penicilium.

Como guerreros los Tupí-Guaraní tenían un avanzado desarrollo, aun y cuando no llegaron a tener armamento con componente metálico. A los metales llegaron a dar diversos nombres, pero no los sabían trabajar. Se estima que las planchas de cobre que utilizaban los guerreros Tupí-Guaraníes para cubrirse el pecho eran de origen andino. La destreza guerrera de estas comunidades llegó a amenazar al imperio incaico que reforzó sus fronteras para impedir las invasiones guaraníes. Las últimas invasiones guaraníes hacia territorio incaico se instalaron en los contrafuertes andinos durante toda la época colonial.

Los Tupí-Guaraníes no constituyeron una organización política en un sólo cuerpo, pese a las grandes afinidades de esta comunidad, como tampoco dentro de las mismas parcialidades que lo componían. La unidad básica de las comunidades era la Tava, compuesta por 50 a 100 familias, con economía y gobierno propio, conformado por un Consejo de Ancianos que elegía un Cacique.

De las comunidades primitivas al régimen esclavista y feudal en las en la provincia de Paraguay

El análisis de la historia desde el materialismo dialéctico ha arrojado más luces sobre nuestra historia que las diversas teorías de la historia burguesa sobre la integración pacífica de las comunidades tupí-guaraníes a la "civilización occidental" y a la "religión católica".

Para la historia liberal burguesa, el objetivo de la conquista del continente americano tenía "una finalidad ético-religiosa : la salvación de las almas mediante la conversión de los indígenas a la religión católica, la implantación de la moral cristiana, la conservación o elevación del nivel espiritual y material de los pueblos, y en análisis, final, la incorporación del Nuevo Mundo a la cultura occidental, como un acto de servicio a Dios, no como una mera empresa de explotación económica o de expansión geográfica". Agrega que "no siempre tan elevados objetivos fueron acatados por los briosos conquistadores, ni recordados por la Corona, y aunque muchos fueron los crímenes y errores

2 Ibidem.

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cometidos bajo el acicate de las ambiciones de riqueza y poder, al cabo de tres siglos de dominación España dejó cumplida su misión"3.

Para los marxistas "los Guaraníes constituían una de las principales comunidades de América Latina, extendidas en la actual región Oriental y Chaco del Paraguay, en el Brasil, zona de Misiones y Chaco Argentinos y parte de Bolivia. Los Guaraníes eran un pueblo fundamentalmente guerrero, lo que se relaciona con sus tipos de cultivo que los obligaba a trasladarse constantemente. La propiedad de la tierra era comunal, se desconocía la propiedad privada. La economía se basaba en el cultivo de la mandioca y del maíz, como bases principales, además del poroto, batata, maní, algodón, tabaco y otras plantas. El cultivo se hallaba aún en la etapa de ‘rozado’. Las mujeres desempeñaban el papel fundamental en la agricultura y por tanto en la economía. La organización política de los Guaraníes se basaba en las Aldeas, encabezadas por un Jefe. Los Guaraníes habían conseguido un importante nivel de rendimiento en la producción agrícola, la técnica de conservación de alimentos y el trabajo colectivo. Sin embargo, la organización política y la economía estaban atrasadas en relación a otras importantes comunidades nativas del continente, los Incas, Aztecas y Mayas.

“Los conquistadores españoles llegaron a nuestras tierras buscando una vía para llegar al Alto Perú (Bolivia) lo que facilitaría la exportación de metales preciosos a España. Tras los primeros fracasos en los intentos de conquista de la parte Oriental del Perú, los conquistadores españoles se vieron en la necesidad de establecer una base de producción para continuar los operativos de conquista militar hacia el norte; asimismo, el dominio sobre los Guaraníes, poderosa tribu con importantes ramificaciones, era fundamental para consolidar la conquista y el dominio español…"4.

El dirigente del Partido Comunista Paraguayo (PCP) Oscar Creydt, a quién se debe la primera interpretación marxista de la historia paraguaya, en su conocida obra "Formación Histórica de la Nación Paraguaya", señala que "desde la fundación del fortín de Asunción en 1537 y particularmente desde la fundación de la ciudad por Irala, el problema básico que se le planteó a los invasores era el problema de cómo incorporar a los guaraníes a un sistema estable de producción. En las condiciones específicas de Paraguay, era económicamente imposible organizar un sistema de grandes plantaciones para la exportación, como el de las Antillas y Brasil. Tampoco era posible aplicar las ‘Nuevas Leyes’ que obligaban a los indios a pagar a los encomenderos por un Tributo en productos agrícolas. En efecto, a diferencia de los pueblos altamente organizados del Perú y de México, los Guaraníes no habían alcanzado un nivel de productividad ni de disciplina política que los capacitara para producir en

3 Ibidem. 4 Francisco López. "Reconstruyendo Nuestra Historia", publicado en la revista Liberación Nacional, órgano teórico del Movimiento Patria Libre (MPL) de Paraguay, Nº 2, enero de 1990.

sus propias chacras un sobreproducto suficiente para sustentar a la casta militar extranjera. En estas condiciones específicas, no existía otra posibilidad de explotar a los guaraníes que la de obligarlos a trabajar en pequeñas explotaciones agrícolas bajo el mando personal de los conquistadores. Durante el período inicial de la colonización, la correlación de fuerzas entre la minoría militar conquistadora y la tribu guaraní era tal que la primera no tenía un dominio y control completos sobre la segunda. Los guaraníes conservaban su organización tribal y guerrera. Sólo eran vasallos de los conquistadores. Por esta razón, no existía en la práctica la posibilidad de forzar a los guerreros Guaraníes al trabajo agrícola para los señores europeos. Los pueblos Guaraníes se hallaban todavía en la etapa del cultivo de ‘rozado’. Los varones seguían siendo cazadores y pescadores canoeros. Su participación en el trabajo agrícola se limitaba a la tarea más pesada, el desmonte con hacha de piedra pulida y fuego. Despreciaban el trabajo de la chacra como tarea femenina, por debajo de su dignidad de guerreros (…) Esta situación obligaba a los españoles a adueñarse de la fuerza de trabajo de la mujer guaraní, la especialista del cultivo"5.

"Así vemos que, lo que normalmente se nos presenta como una ‘cruzada civilizadora’ de los nativos (indígenas) no fue otra cosa que la imposición violenta del dominio de una casta militar representante del poder colonial español. Los guaraníes, que vivían hasta entonces en un régimen de comunismo primitivo, son violentamente sometidos, en forma paulatina a un régimen semi-esclavista y feudal, son separados progresivamente de sus medios de producción (la tierra de propiedad comunal especialmente)"6.

"Todos recogen esta teoría7 sin someterla a ningún tipo de crítica histórica, especialmente referente a las ‘relaciones’ de los conquistadores con el pueblo avasallado y a la apropiación violenta de las mujeres indígenas para aprovechar su mano de obra en las labores agrícolas. Estas ‘razzias’ provocaron decenas de grandes levantamientos y rebeliones de los guaraníes, los que fueron sofocados a sangre y fuego por los ‘brutales capitanes de la conquista’. El antropólogo Bartolomeu Meliá hizo mención de ellos"8.

"Poco tiempo después de la sangrienta represión de la primera gran conspiración de 1539, durante la Semana Santa y la toma de las hijas de los principales caciques

5 Oscar Creydt. "Formación Histórica de la Nación Paraguaya" Ex Secretario General del Partido Comunista Paraguayo (PCP). 6 Francisco López. "Reconstruyendo Nuestra Historia", publicado en la revista Liberación Nacional, Nº 2, Enero de 1990. 7 Se refiere a la teoría liberal burguesa de la "Amalgama Hispano-Guaraní" que concibe la conquista española como una "soñada e idílica alianza" el "pacto" entre los guaraníes y los invasores europeos. 8 César Colmán Villamayor, historiador paraguayo en "La amalgama Hispano-Guaraní" publicado en la revista Liberación Nacional, Nº 4, agosto de 1990.

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por parte de los conquistadores, se produce otro de los más importantes alzamientos contra el poder colonialista. Los conquistadores sometieron al grueso de las mujeres indígenas a una brutal explotación servil. Ello motivó el sublevamiento bajo el liderazgo de la India Juliana. La heroína de la rebelión, una vez capturada, fue sometida a todo tipo de vejámenes y torturas y por último asesinada…

“En el año 1543 estalló el tercer gran levantamiento liderado por los caciques guarambarenses: Tabaré y Guarambaré…

“A raíz de las graves divergencias entre Irala, Salazar y A. Núñez Cabeza de Vaca, y la intensificación de la aprehensión de mujeres y la presión tendiente a someter también a los varones al trabajo servil en las chacras, estalló el levantamiento general del año 1545…

“El desenlace de la derrota de los nativos fue la sustitución de la organización tribal autónoma de los ‘pueblos indios’ y la implantación de la típica institución feudal de la Encomienda, que desarrolló como base económica la chacra paraguaya, de carácter agropecuaria"9.

La lucha de clases se instala en los albores del desarrollo de las comunidades nativas en todo el continente americano a partir de la apropiación violenta de los medios de producción por las castas militares representantes del poder feudal europeo. Se divide históricamente la sociedad americana en clases sociales, surge la explotación del hombre por el hombre bajo la forma de trabajo esclavo y feudal. Se constituye un poder político clasista en sustitución de la antigua forma de organización política tribal comunitaria.

El tránsito del comunismo primitivo al esclavismo (que en Europa y otras regiones del mundo se operaron por la pujanza de las fuerzas productivas que rompieron con el modo de producción) se operó en el nuevo continente descubierto por los europeos y, en el caso específico de las comunidades Tupí-Guaraníes, por medio de la lucha de clases en la cuál una sociedad más avanzada, la feudal europea, impone su poder político.

La resistencia nativa se extiende en la Provincia de Paraguay hasta los inicios de los movimientos por la Independencia y se fusiona e integra al moderno movimiento de lucha por la emancipación nacional.

Antecedentes de la independencia de Paraguay

El Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, líder político e intelectual de la revolución independiente y popular del Paraguay, y de la proyección del modelo sui generis de Estado Popular Independiente, nació en Asunción el 6 de enero de 1766. Proveniente de una acomodada familia asunceña, realizó sus estudios superiores en la Universidad de Córdoba del Tucumán,

9 Ibidem.

obteniendo el grado de maestro de Filosofía y Doctor en Sagrada Teología, además tuvo gran aplicación en el estudio del Derecho. De gran reputación por su sobriedad, honradez y conducta, fue electo en el año 1808 Alcalde Ordinario de primer voto en la ciudad de Asunción10.

El Dr. Francia y la intelectualidad liberal progresista del Río de la Plata, se hallaban influenciados por las ideas políticas de la Ilustración, como las de Rousseau, Voltaire, Montesquieu. La Revolución Francesa y Americana ejercían también su gran influencia en la época, caracterizada por el debilitamiento y derrumbe de los regímenes políticos monárquicos absolutos y el hundimiento de las sociedades feudales.

A principios del siglo pasado, y en el marco de un notable debilitamiento de la Corona Española y del contexto internacional de avance de las ideas liberales, en el Río de la Plata toman cuerpo diversas tendencias de lucha por la Independencia.

En Paraguay, con motivo de la Revolución de Mayo de 1810, se convocó un Congreso de Notables, para tomar una actitud ante la Independencia de la Junta de Buenos Aires respecto de España. La Junta de Buenos Aires trató de persuadir a los paraguayos que aceptaran su jurisdicción.

El 24 de julio de 1810, diferentes sectores sociales con sus representantes estuvieron en el Congreso de Notables convocado por el gobernador Velazco en Paraguay, destacándose los planteamientos radicales del Dr. Francia quién, en medio de una serie de confusiones de representantes de la oligarquía asunceña si tenía que jurarse lealtad a Carlos IV o Fernando VII, el Dr. Francia hizo su alegato: "Esta Asamblea no perderá su tiempo debatiendo si el cobarde padre o el apocado hijo es rey de España. Los dos han demostrado su débil espíritu y su desleal corazón. Ni el uno ni el otro puede ser ya rey en ninguna parte. Más sea o no rey de España el uno o el otro, ¿qué nos importa a nosotros? Ninguno de ellos es ya rey del Paraguay. El Paraguay no es el patrimonio de España, ni provincia de Buenos Aires. El Paraguay es Independiente y es República", y siguió diciendo "…la única cuestión que debe discutirse en esta asamblea y decidirse por mayoría de votos es: cómo debemos defender y mantener nuestra independencia contra España, contra Lima, contra Buenos Aires y contra Brasil; cómo debemos fomentar la pública prosperidad y el bienestar de todos los habitantes del Paraguay; en suma, qué forma de gobierno debemos adoptar para el Paraguay. Mis argumentos en favor de mis ideas son éstos (y de las faltriqueras interiores de su casaca sacó dos pistolas pequeñas), diciendo: la una está destinada contra Fernando VII, y la otra contra Buenos Aires"11.

10 Antecedentes que constan en el informe del Cabildo de Asunción al Virrey, del 18 de agosto de 1809, ver "La Vida Solitaria del Dr. José Gaspar de Francia" del Dr. Justo Pastor Benítez. 11 Testimonio de Fray Francisco Javier de Bogarín, ver "Historia Colonial del Paraguay y Rio de la Plata", Cecilio Baez.

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El Congreso policlasista con fuerte peso de hacendados y comerciantes terminó por reconocer a Fernando VII y mantener la defensa militar contra las pretensiones de Buenos Aires. Las ideas del Dr. Francia tuvieron sin embargo un fuerte eco en los sectores populares, en particular los campesinos, los peones, chacareros y oficiales militares. La Junta de Buenos Aires envió una expedición militar contra el Paraguay, bajo la Jefatura de Manuel Belgrano. Esta situación causó gran indignación popular en Paraguay, se organizó la defensa y Belgrano fue derrotado en Paraguarí y Tacuarí en enero y marzo de 1811. Sin embargo, Belgrano convenció a los jefes militares paraguayos que lo habían derrotado, Cabañas y Yegros, de la conveniencia de una alianza contra España.

El 14 y 15 de mayo de 1811 se producen los alzamientos militares en la Provincia del Paraguay, en Corrientes, Misiones, Itapúa, Asunción. El 16 de mayo se formó un triunvirato encabezado por el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, el ex gobernador Velazco y el capitán de milicias Juan Valeriano Zevallos. El 17 de junio de 1811 se realizó el Congreso General de la Provincia, con la presencia de unos 300 delegados. Se reconoció aún la soberanía de Fernando VIIº y otras medidas de libertad de comercio. En La Junta Gubernativa quedaron representantes de diferentes sectores sociales, entre ellos el Dr. Francia, en contraposición abierta a los intereses de hacendados y comerciantes. El Dr. Francia en minoría en la Junta, la abandonó meses después. Hasta el año 1813 se mantuvo alejado del gobierno, con ciertas excepciones por haber sido requerido para negociaciones con la Junta de Buenos Aires. El desconcierto de la oligarquía paraguaya en sus tirantes relaciones con Buenos Aires, desequilibrios en la Administración Pública, y el gran apoyo popular que siguió ganando el Dr. Francia tras su alejamiento, forzaron su reingreso al Gobierno pero con severas condiciones impuestas por él mismo: separó al asesor de gobierno Gregorio de la Cerda; un batallón de soldados fue entregado al mando del Dr. Francia, así como la mitad de los armamentos y municiones de la provincia; y se convocó a un nuevo Congreso General con el fin de declarar la Independencia Absoluta de Paraguay.

El primer consulado: el Dr. Francia y Fulgencio Yegros

Tras una elección por sufragio universal y una representación proporcional, fueron electos unos mil Diputados del Congreso, en su mayoría de

las clases populares: chacareros, peones,

funcionarios, artesanos. En setiembre y octubre de 1813 se estableció el Congreso, sancionó oficialmente la Independencia del Paraguay al adoptar una Carta Magna (La Banda del 21 de octubre) y se aprobaron la bandera e insignias. Fueron electos el terrateniente Fulgencio Yegros y el Dr. Francia en el Consulado,

quienes por períodos de un año rotarían en el Ejecutivo. El Dr. Francia inició el ejercicio del primer año en el Ejecutivo.

Rápidamente el Dr. Francia empezó a tomar medidas radicales. Ratificó la decisión de la Junta de Gobierno del Paraguay de no enviar diputados a la Asamblea de 1813 convocada por la Junta de Buenos Aires. Reforzó militarmente toda la frontera paraguaya: surgen los fuertes de Pilar, Curupayty, Atajo, Itapúa, Misiones, Olimpo, San Carlos, Antequera, Formosa. Se ejerció un fuerte control del movimiento fronterizo y se establecieron tres puertos para el Comercio Exterior: Concepción, Pilar e Itapúa. Todas estas medidas para asegurar la Independencia tuvieron como respuesta inmediata el bloqueo de Buenos Aires.

A nivel interno, el Dr. Francia inició una profunda reforma política y social: por Ley, el 1 de marzo de 1814 prohibió el casamiento de españoles con mujeres criollas blancas y se les gravó a estos exponentes de la oligarquía comercial con elevados impuestos. Se decretó asimismo que todos los bienes de españoles o extranjeros que fallecieran en el país, aun y cuando los mismos tuvieran herederos, quedarían directamente en propiedad al Estado Paraguayo.

La paralización del comercio exterior, por el fuerte bloqueo porteño en el Río de La Plata, fue arruinando a los hacendados y comerciantes en Paraguay. La oligarquía paraguaya, para defender sus intereses, intentó aliarse a sectores federalistas grandes propietarios y hacendados del Río de la Plata. La situación se volvió insostenible y el Dr. Francia, decidido a reafirmar el poder revolucionario, convocó a un nuevo Congreso en Asunción.

Obra de Estado y consolidación del poder revolucionario

El 7 de setiembre de 1814 el Dr. Francia da a conocer la convocatoria a un nuevo Congreso General. Como el anterior Congreso, la mayoría de los delegados provenía de las clases trabajadoras. El 3 de octubre de ese año, en el Templo de la Merced, se inaugura la Asamblea Nacional.

Bajo la presidencia del Dr. Francia, la Asamblea fortaleció al Poder Ejecutivo, el cual se volvió unipersonal y se extendió a un período de cuatro años. Fue nombrado el Dr. Francia como Dictador, con poderes temporales.

En este período, el Dr. Francia, no sólo reforzó la defensa ante la agresión externa, sino que también reforzó hábilmente la defensa militar interna contra los intentos anexionistas de la oligarquía, sean pro-federalistas o porteñistas. Se constituyó un cuerpo especial militar, los Granaderos, integrados por hombres escogidos de las clases populares.

Dr. Francia

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Por Decreto del 13 de noviembre de 181412, renueva la prohibición del año 1812 de extracción de metales preciosos del país. Impulsa además el Dr. Francia medidas arancelarias que protegen la producción nacional. Se monopoliza el comercio exterior.

La iglesia, gran propietaria de tierras y señora feudal, es totalmente expropiada por el gobierno revolucionario del Dr. Francia en 1824. Desde 1815, el Estado paraguayo fue disminuyendo los conventos y los frailes fueron dispersados por toda la República. Los campesinos arrendatarios de la iglesia fueron convertidos en propietarios libres. La jerarquía eclesiástica paraguaya fue subordinada directamente al gobierno revolucionario y se desconoció la autoridad vaticana.

En 1816 fue convocado otro Congreso Nacional, esta vez con la asistencia de doscientos cincuenta delegados nombrándose al Dr. Francia Dictador Perpetuo de la República del Paraguay. En estos tiempos la creciente hostilidad extranjera contra Paraguay provocó el cierre paulatino de los puertos de comercio del país con el exterior, en Pilar en el año 1816 e Itapúa en 1818. En 1823, las gestiones del Dr. Francia culminaron con la reapertura del comercio en Itapúa, dando un mentís a muchos historiadores burgueses que pretenden sentenciar la política de cierre hermético de Paraguay bajo el gobierno del Supremo. Si bien el comercio quedó resentido, debido principalmente a las hostilidades que encontró la independencia paraguaya en el Río de la Plata, a los elevados impuestos, al bloqueo y otros, el comercio exterior de Paraguay se desarrolló en toda la época francista, como demuestran las estadísticas de la época disponibles del año 1816 al año 183813. Paraguay importaba mercancías diversas, productos metalúrgicos, metales en general, pólvora, armas, municiones, artículos de loza y vidrio, instrumentos agrícolas y otros. Sus exportaciones estaban representadas por yerba mate, maderas, tabaco, cigarros, cueros, almidón, ganado vacuno, mandioca, caña y otros.

En cuanto a la propiedad de la tierra, el Dr. Francia consolidó el sistema de producción colectivo de los indígenas, en contraposición a los criterios liberales, lo que condujo a una distribución equitativa de los productos. También fomentó las cooperativas agro-ganaderas del Estado denominadas "Estancias de la Patria", donde los campesinos e indígenas producían en forma colectiva dirigidos por un administrador nombrado por el Estado. Así, bajo el gobierno del Dr. Francia se desarrolla un modo de producción colectivo sui generis, bajo formas de propiedad Estatal de la tierra y con un marcado dirigismo Estatal pues el mismo establecía para las distintas comunidades y Estancias de la Patria los objetivos de la producción, las áreas a producir y los tipos de productos a cultivar. El 3 de setiembre de 1830, el Dr. Francia, en una

12 Cartas y Decretos del Dictador Francia, Tomo 1, compilados por el Dr. Alfredo Viola. 13 Richard Alan White, en "La Primera Revolución Radical de América".

comunicación al delegado de Itapúa, ordena el sacrificio de toda vaca sin procreo, porque "las varias estancias de la patria están rebozando y no hay necesidad de multiplicar más y más, antes perjudica". Las Estancias de la Patria además constituyeron bases firmes de defensa de la soberanía del país, al recaer también sobre los mismos la obligación de la movilización militar ante cualquier amenaza externa a la soberanía patria. La propiedad de la tierra pasó progresivamente a manos del Estado, principal propietario de medios de producción, proceso ininterrumpido hasta los gobiernos de don Carlos y el Mariscal Francisco Solano López. Según un inventario general de bienes públicos realizado por el Ing. F. W. Morgenstern en 1856, de las 16.590 leguas cuadradas que poseía el país, 16.329 eran propiedad fiscal, 261 propiedad privada y 840 leguas constituían reservas de yerbatales de propiedad del Estado. A fines de 1870, se estima que todas las tierras eran fiscales.

La diversificación de los cultivos decretada por el Dr. Francia permitió rápidamente al país, en el medio del bloqueo, la autosuficiencia alimentaria. Además, el bloqueo externo permitió un gran desarrollo de la pequeña manufactura nacional y el desarrollo de una amplia gama de artesanos. Los comerciantes que estaban agonizando por la paralización del comercio externo, fueron obligados a trabajar como simples campesinos. La oligarquía comercial de esta forma quedó virtualmente liquidada bajo el gobierno del Dr. Francia.

El Estado cobro una fuerza extraordinaria. La utilización plena de la fuerza de trabajo también generó importantes excedentes en la producción. Los ingresos del gobierno por tributos, impuestos varios, las confiscaciones realizadas y otras le permitieron implementar con holgura políticas sociales, como la discutida política educativa del Dr. Francia al cual los liberales pretenden acusar de perseguir a los intelectuales. Es cierto que intelectuales, quienes se hallaban al frente de conspiraciones militares como las últimas de envergadura en los años 1820 y 1821 fueron perseguidos, encarcelados y unos pocos fusilados.

Al gobierno revolucionario del Dr. Francia se debe el impulso nunca antes conocido en toda América en la educación primaria básica, la cual fue obligatoria y gratuita. "A cada maestro se le daba una res y seis pesos fuertes mensualmente. Se repartían ropas entre ellos, beneficio que alcanzaba a los niños a quienes también se obsequiaba cartillas. De este modo, el Paraguay fue el primer país del Río de la Plata que estableció la enseñanza gratuita. Era también obligatoria y sometida al régimen militar. Los niños eran llamados a las aulas al son del tambor. Se les enseñaba un catecismo (…) sobre el sistema de gobierno ‘patrio reformado’ (…) También se preocupó el Dictador de proveer locales propios a las escuelas. Los comisionados de campaña tenían la obligación de establecer las escuelas que fueran necesarias. El Paraguay seguía gozando en América de la fama de ser

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el único país donde todos sus habitantes sabían leer, escribir y contar"14.

El conocido Catecismo político del Dr. Francia difundido en todas las escuelas, entre otros puntos, preguntaba y respondía: "¿Cuál es el gobierno de tu país? El patrio reformado. ¿Qué se entiende por patrio reformado? El regulado por principios sabios y justos, fundados en la naturaleza y necesidades de los hombres y en las condiciones de la sociedad. ¿Quienes son los que declaman contra su sistema? Los antiguos mandatarios, que propendían a entregarnos a Bonaparte, y los ambiciosos de mando. ¿Cómo se prueba que es bueno nuestro sistema? Con hechos positivos. ¿Cuales son esos hechos positivos? El haber abolido la esclavitud, sin perjuicio de los propietarios, y reputar como carga común los empleos públicos, con la total supresión de los tributos"15.

Las fantasías liberales respecto al encerramiento del Paraguay corresponden con la deformación de la historia por la historiografía burguesa. Es conocido el documento del Primer Triunvirato, del 17 de mayo de 1811, de la cual formaba parte el Dr. Francia, y los españoles Velazco y de Zevallos. Todo indica que el propio Dr. Francia elaboró este documento que emitió el triunvirato, y donde se proponía una Confederación de las Provincias del Río de la Plata y de toda hispanoamérica, pero sin que por encima de ella esté ningún poder colonial y las confederadas tengan igualdad de condiciones y autonomía. Esta idea se ratifica en el Primer Congreso General del 17 de junio de 1811; y en la carta a la Junta de Buenos Aires del 20 de julio de 1811 donde se ratifican las ideas centrales del Dr. Francia en el sentido de que Paraguay no cambiará unas cadenas por otras ni un amo por otro. Así, la idea de la latinoamericanidad, de la Patria Grande, vemos también que ya están firmemente presentes en el pensamiento revolucionario del Dr. Francia anticipándose a Bolívar y Artigas, y que las mismas no se proyectaron al no encontrar la adecuada situación internacional. Son conocidos varios episodios de encarcelamiento de extranjeros en el Paraguay en época del Dr. Francia, que se dieron por violación de las leyes paraguayas y entradas ilegales al país, como el caso del francés Bonpland, amigo personal de Bolívar, lo que motivó justamente la incomprensión de éste último hacia el Dr. Francia.

En distintos ámbitos se crearon verdaderas leyendas sobre el régimen revolucionario francista en particular. El intelectual cubano Carlos Rafael Rodríguez sentenciaba en 1972 que "Ni Bolívar, ni San Martín, ni Sucre, ni Artigas, ni ninguna otra de las grandes figuras latinoamericanas de comienzos del pasado siglo, ninguno de los que adelantaron la Revolución, pudieron darnos con su actitud política una guía para nuestro presente. Tal vez encontraríamos algunas similitudes en el grupo de hombres que, con Mariano

14 Efraím Cardozo. "Apuntes de Historia Cultural del Paraguay"· 4ta. Edición.1995 15 Catecismo Político del Dr. Francia. Documento Histórico. Archivo Nacional.

Moreno, participó en mayo de 1810 en el proceso revolucionario de Buenos Aires; o en figuras calumniadas por la mala Historia como José Gaspar Rodríguez de Francia, a quien el mismo José Martí (llevado erróneamente por los juicios ya hechos sobre su figura) no supo ver en realidad como lo que era, como una representación jacobina, revolucionaria, en el sur americano. Por ello nos habló erróneamente (también los grandes tienen sus errores de apreciación inevitables) de ‘el Paraguay lúgubre de Francia’, sin darse cuenta de que quienes habían creado la leyenda del Paraguay ‘lúgubre’ de Francia eran los mismos que hablaban de la Francia lúgubre de Robespierre y de los jacobinos"16.

A su muerte, quién había sido nombrado con amplio respaldo popular y democrático Dictador Supremo y Perpetuo de la República del Paraguay, el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, dejó un último testimonio nunca visto en gobernante latinoamericano: en la Tesorería Estatal dejó 36.564 pesos de sus sueldos sin cobrar. Consta además que el Dr. Francia, de su propio sueldo, en varias ocasiones, ordenó comprar armamento y uniformes para los soldados del ejército. Sus únicos objetos personales de valor consistían en libros y armas personales.

Caracterización política del régimen de Francia

Para el historiador cubano Sergio Guerra Vilaboy, el régimen del Dr. Francia fue "un régimen radical, calificado por algunos de ‘jacobino’, que expulsó del poder a la oligarquía exportadora criolla y a la burocracia peninsular, y que estableció un férreo control estatal sobre el comercio y la economía, impidiendo la libre penetración del capital y las manufacturas extranjeras y garantizó, por encima de todo, la soberanía nacional (…) En pocas palabras, puede definirse al gobierno del doctor Francia como una dictadura nacional revolucionaria, que contaba con el apoyo del pueblo y que estaba destinada a consolidar la independencia, al realizar profundas transformaciones económicas y sociales"17.

Señala asimismo Guerra Vilaboy que la historiografía marxista no se ha puesto completamente de acuerdo en cuanto a la definición del régimen de Francia. Así, el historiador alemán Manfred Kossok lo define de "jacobinismo para el pueblo". El soviético V. Miroshevski lo califica de "régimen democrático revolucionario". Para otros autores expresa que se trata de una "dictadura nacional revolucionaria", concepto en el que concuerdan el ruso E.L. Nitoburg y el cubano Omar Díaz de Arce. Una interpretación opuesta la hace Agustín Cueva, que lo define como "atenuado régimen feudal-patriarcal"18.

16 Carlos Rafael Rodríguez, en "José Martí, contemporáneo y compañero". La Habana. 1972. 17 Sergio Guerra Vilaboy: Paraguay, de la Independencia a la Dominación Imperialista, 1811-1870. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984. 18 Ibidem.

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Algunos autores paraguayos como Anselmo Jover Peralta han llegado a calificar al régimen popular independiente del Paraguay como un régimen socialista. Sin embargo, coincidiendo con Vivian Trías19 podemos afirmar que ello sería un exceso teórico, aunque Trías se refiere más específicamente a la experiencia lopizta. En la misma obra, Trías habla de que Francia y los López llevaron más lejos el proyecto de emprender el desarrollo en una época de ascenso de la revolución burguesa sin burguesía industrial y nacional, constituyendo "Un Estado Popular, apoyado en masas inmaduras y paupérrimas y encarnado en el caudillo, toma a su cargo la tarea de la liberación y del desarrollo".

Lo cierto es que en el Paraguay del Siglo XIX, bajo el gobierno del Dr. Francia, que más bien se podría calificar de dictadura democrático-revolucionaria, se consolidó un Estado Nacional Independiente cuyo sujeto social estratégico fueron las masas campesinas, lo que le da al Estado además su carácter popular. Las tareas transformadoras que realiza este proceso revolucionario son en parte las típicamente propias de una revolución democrático burguesa: se liquida el sistema de la propiedad y modo de producción feudal, se liquida a la clase feudal y el poder eclesial incluidas sus propiedades, se avanza hacia formas de participación política democráticas de las masas, como la elección por sufragio universal de los Diputados al Congreso General de la República, se unifica el Estado Nacional, se elimina la esclavitud, se orientan políticas sociales y se establecen ciertas bases para una acumulación de carácter industrial que en parte se concretan en el período lopizta. Pero no es la burguesía nacional, inexistente, la que impulsa este proceso, sino las masas populares campesinas. No se desarrolla tampoco un salto inmediato en la producción industrial e incluso, en la etapa más avanzada de la época lopizta, no se da un proceso típico de acumulación capitalista y desarrollo manufacturero. Pero asimismo en el período francista no hay indicios ni elementos que aproximen el modelo al capitalismo o a un "atenuado sistema feudal". El principal propietario, en forma abrumadora, de los principales medios de producción lo constituye el pueblo soberano por medio del Estado, y los beneficios del salto de las fuerzas productivas recae en la mayoría de la población, proceso ajeno a toda conclusión de una política democrático burguesa o régimen feudal-patriarcal. Todos los elementos que se conjugan en el período francista resumen más bien un cuadro de ruptura (en condiciones sui generis de atraso y subdesarrollo) de una colonia que rompe la cadena de la dependencia y constituye una República Independiente de carácter popular con un régimen político de dictadura popular-revolucionaria que realiza en partes un programa democrático burgués y, por el marcado contenido de políticas sociales y la propiedad colectiva de los medios de producción (a través del Estado) partes de un programa pre-socialista.

19 Vivian Trías: El Paraguay de Francia el Supremo a la Triple Alianza. 1975, Bs. As., Cuadernos de Crísis.

El proceso independiente bajo el gobierno de los López (1840-1870)

Bajo el gobierno de Don Carlos Antonio López y el Mcal. Francisco Solano López se mantuvieron las matrices fundamentales del gobierno del Dr. Francia. Se sostuvo y afirmó la Independencia Nacional. Se fortaleció notablemente el desarrollo económico-social. La oligarquía

latifundista nunca se recuperó, como asimismo la oligarquía comercial importadora. El Estado mantuvo su peso casi absoluto en la economía del país.

Pero se dio un proceso paulatino de diferenciación social en particular en los círculos allegados al Poder Ejecutivo y la familia presidencial. El igualitarismo social, uno de los ejes de la política del desarrollo francista, fue abriendo paso a políticas que favorecieron a campesinos acomodados, estancieros y comerciantes. Se sentaron las bases así para el desarrollo de una oligarquía y una burguesía nacional vinculada al aparato estatal.

El Consulado que sucede al Dr. Francia a su muerte, luego de un breve período de inestabilidad política, lo componen Mariano Roque Alonso y Don Carlos Antonio López. El Consulado desde un principio apuntó a facilitar las exportaciones, inició cierto proceso de liberalización de la economía en dirección hacia fase inicial típica de acumulación privada, de maduración de una burguesía nacional.

Políticamente el régimen post Francista encuentra sustento en la "Ley que establece la Administración Política de la República" carta Constitucional que fue aprobada en la Convención del año 1844. Don Carlos A. López es nombrado por la Asamblea de 1844 en el Poder Ejecutivo, que se decide será unipersonal. López redacta un documento llamado "Tratado de los Derechos y los Deberes del Hombre Social", concedió libertad formal a todos los esclavos del Estado, y a los que se encontraban en el entorno doméstico familiar, estos últimos ya en esa época sin significación económica.

El Paraguay bajo el gobierno de los López y sobre la base del extraordinario fortalecimiento de su economía bajo el gobierno del Dr. Francia, emprendió un proceso que llevó a constituir el país más avanzado económica, política y militarmente de Sudamérica. Se impulsó un proceso de industrialización autónoma. En 1850, el Alto Horno de Ybycuí impulsó la siderurgia nacional con apoyo técnico de extranjeros, asimismo para la explotación de las minas de hierro.

Se llegó a fabricar papel con fibras de plantas (caraguatá), se realizaron tejidos con fibras de Coco y se desarrollaron las manufacturas y tejidos de diverso

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tipo. Se construyeron los primeros astilleros y se desarrollo una flota fluvial propia.

En 1861 el país inauguró el primer ferrocarril de toda América del Sur. También el primer telégrafo latinoamericano que ligó Asunción-Humaitá-Paso de Patria se construyó bajo el gobierno de los López.

La Triple Alianza contra Paraguay (1865-1870)

Es un hecho comprobado con numerosos documentos históricos que la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay la financió el emergente imperialismo Inglés. La Banca Rotschild, la Casa Baring y el Banco de Londres constituyen los principales financistas de esta guerra de aniquilamiento del emergente y sui generis Estado Popular de la época de los López. En vísperas de la guerra contra Paraguay, la banca inglesa cursa a Brasil prácticamente el 65 % de los empréstitos totales desembolsados desde el año 1825. El ministro de Hacienda argentino, Lucas González, explicaba que la guerra se ha hecho no sólo para vindicar el "honor" ultrajado, sino también para "obtener beneficios muy grandes para el comercio del mundo, muy especialmente del comercio inglés que encontrará en el Paraguay libre y civilizado un gran mercado que explotar"20.

El 1 de mayo de 1865 se celebra el acuerdo de los tres países, Argentina, Brasil y Uruguay, para llevar a cabo la empresa de liquidar el proceso político y económico-social más progresista de América en todo el Siglo XIX. Rufino de Elizalde, por Argentina; Francisco Otaviano de Almeida Rosa, por Brasil; y Carlos de Castro, por Uruguay, signaron en representación de sus respectivos gobiernos aquel acuerdo21.

Las fuerzas aliadas pretendían llegar a la capital del Paraguay en pocos meses. Costó cinco años de guerra aniquilar la Revolución Popular y la Independencia Paraguaya, con el concurso de tres países (aunque el Uruguay participó tan sólo formalmente) y con el colosal apoyo financiero de los centros de poder capitalistas de Inglaterra y las oligarquías porteña y brasileña. La guerra proclamada contra el “tirano” Mcal. Francisco Solano López concluyó con el 75% de la población paraguaya muerta en combate. Hasta las mujeres, ancianos y niños entraron al frente de guerra, para defender algo que desde principios de siglo se vino construyendo: una auténtica revolución popular, un régimen político independiente de los centros de poder de las oligarquías regionales y de los emergentes capitalismos mundiales.

El Paraguay, cuyo Estado apoyado por las grandes masas populares campesinas, de peones, artesanos e intelectuales y militares patriotas había conseguido lo que ningún país consiguió en toda América en el siglo XIX: establecer una República Independiente, Soberana, y haber impulsado un proceso de transformaciones económico sociales que estableció un

20 Ibidem. 21 Ibidem.

avanzado régimen de justicia social; sucumbía con la Triple Alianza a las reglas de la acumulación capitalista mundial que no toleraba socios competidores. Menos aún, se pretendía tolerar socios competidores que operaban un extraño y poco confiable (para los capitalistas y las oligarquías) proceso político para la época: desarrollo avanzado bajo la dirección de un Estado en manos de las masas populares que, a pesar de la cierta diferenciación política establecida entre período francista y lopizta, estaba consciente de las conquistas y logros de la profunda revolución política y social impulsada por el Dr. Francia. No para menos en el año 1842, cuando un connotado intelectual liberal Juan B. Rivarola proponía liquidar el poderío estatal, lo que motivó gran indignación popular, el ejército paraguayo manifestó claramente su desacuerdo y jefes militares pro-francistas amenazaron con matar al citado delegado del Congreso.

El propio Marques de Caxias, mariscal del ejército en la guerra contra el Paraguay, en un reporte al emperador de Brasil Pedro II, de fecha 18 de noviembre de 1867, pide la paz con López. Señala en su parte final que "López es invencible, López puede todo (…) todos los encuentros, todos los asaltos, todos los combates habidos desde Coimbra y Tuiuti muestran y sustentan, de una manera incontestable, que los soldados paraguayos son caracterizados por una bravura, por un arrojo, por una intrepidez y por una valentía que raya la ferocidad sin ejemplo en la historia del mundo (…) Cuando esos soldados eran reclutas, esas cualidades ya tenían y habían ejercitado de una manera sorprendente. Hoy esos soldados reúnen esas cualidades y pericia militar adquirida en los combates; su disciplina proverbial de morir antes que rendirse, y de morir antes de caer prisioneros, porque tienen esa orden de su jefe, ha aumentado por la moral adquirida, es necesario decirlo, porque es la verdad, en las victorias, lo que viene a formar un conjunto que constituye esos soldados en un soldado extraordinario, invencible, sobre humano. López tiene también un don sobrenatural de magnetizar a los soldados, infundiéndoles un espíritu que no se puede explicar suficientemente con palabras: el caso es que se tornan extraordinarios, lejos de temer el peligro, se enfrentan con un arrojo sorprendente; lejos de economizar su vida, parece que buscan con frenético interés la ocasión de sacrificarla heroicamente, y de venderla por otra vida o por muchas vidas de sus enemigos. Todo eso hace que, ante los soldados paraguayos, no sean garantías las ventajas numéricas, las ventajas de elementos y las ventajas de posición: todo es fácil y accesible para ellos (…) esas fuerzas tampoco son de hombres enanos y flacos, sino de hombres, aun mal vestidos, robustos (…) soldados, simples ciudadanos, mujeres y niños, el Paraguay y todo cuanto él es y López son una misma cosa, un sólo ser moral e indisoluble; lo que viene a dar como resultado que la idea proclamada de que la guerra es contra López, y no contra el pueblo paraguayo, no sólo es quimérica (…) se hace insustentable que sea (la guerra) contra López y que, en vez de ser una guerra que ampare fines de lícita

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satisfacción, sea una guerra determinada y terminante de destrucción, de aniquilamiento"22.

La base materialista más firme de la actitud del pueblo paraguayo ante la Triple Alianza se encuentra en la defensa de las conquistas materiales concretas del proceso revolucionario Independiente y del Estado Popular forjado en el período francista y que tuvo continuidad, con sus matices propios, en el período de los López.

* Juan Franciso Arrom

Los personajes y sus dichos

- Mitre : Hay que derrocar a esa abominable dictadura de López y abrir al comercio esa espléndida y rica región […] ¿Peligra la actualidad de la república triunfando Brasil? ¿Peligra su libertad? ¿Peligran sus intereses? ¿Peligran sus instituciones? ¿Peligra su civilización? No, mil veces no. El gobierno brasileño es un gobierno civilizador, regular y amigo de la Argentina… Su alianza moral con ésta está en el interés de muchos países y representa el triunfo de la civilización en el Río de la Plata. [… ] En cambio […] al triunfo de Paraguay, seguiría, para nosotros, el reinado de la barbarie. Todos los intereses del Río de la Plata y del comercio extranjero están en contra del dictador […] el comercio no verá abierto el importante mercado del Paraguay sino cuando López deje de ser el dictador de aquel desgraciado país.

- Alberdi : Si es verdad que la civilización de este siglo tiene por emblemas las líneas de navegación por vapor, los telégrafos eléctricos, las fundiciones de metales, los astilleros y arsenales, los ferrocarriles , etc., los nuevos misioneros de civilización salidos de Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, San Juan, etc. no sólo no tienen en su hogar esas piezas de civilización para llevar al Paraguay, sino que irían a conocerlas de vista por la primera vez en su vida en el “país salvaje” de su cruzada civilizadora.

- Mitre : Esta guerra que nosotros no hemos buscado, no hemos deseado (...) era fatalmente inevitable por la naturaleza del poder despótico e irresponsable del gobierno de Paraguay, que constituía una amenaza perpetua de sus vecinos por la aglomeración de elementos militares que concentraba en su territorio, militarizando su población en masa para perturbar nuestra paz, fomentando nuestras divisiones; por las cuestiones económicas sobre la libertad de la navegación de los ríos y del comercio a que había dado origen su política restrictiva y exclusivista; y finalmente, por la reivindicación de nuestros límites legítimos y naturales.

22 Despacho Privado del Marques de Caxias al Emperador Pedro II del Brasil, publicado en "Genocidio Americano: La guerra del Paraguay" por Julio José Chiavenatto.

- Felipe Varela: Este paso del Presidente López, era una gota de rocío derramada sobre el corazón ambicioso de Mitre, […] máscara de legalidad con qué disfrazarse, y poder llevar pomposamente una guerra Nacional al Paraguay: guerra premeditada, estudiada, ambiciosa de dominio, contraria a los santos principios de la Unión Americana, cuya base fundamental es la conservación incólume de la soberanía de cada República. […] El General Mitre, invocando los principios de la más estricta neutralidad, negaba de todo punto al Presidente del Paraguay su solicitud, mientras con la otra mano firmaba el permiso para que el Brasil hiciera su cuartel general en Corrientes, para llevar el ataque desde allí a las huestes paraguayas.

- Sarmiento: Várela, Saa, Solano López… Son las fuerzas íntimas del alma vieja de la América […] El partido bárbaro que hemos combatido tantos años, aprovechando la guerra del Paraguay y la debilidad del gobierno, empieza a sublevarse en las provincias del interior. […] Si este movimiento continúa, sería imposible la elección de un Presidente y volveríamos a la guerra civil, puede imaginarse que a mi edad ya me faltan las fuerzas para emprender de nuevo la lucha contra la barbarie de nuestras ignorantes masas populares […] ese partido de descendientes de indios que combatí toda mi vida. […] La barbarie de nuestros campos es el escollo en que hemos fracasado desde Artigas hasta Felipe Varela. Esa misma barbarie existe en toda América, desde Méjico hasta Chile, en las masas populares.

- Felipe Varela: Ser porteño, es ser ciudadano exclusivista; y ser provinciano, es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Esta es la política del Gobierno Mitre. Tal es el odio que aquellos fratricidas tienen a los provincianos, que muchos de nuestros pueblos han sido desolados, saqueados y guillotinados. […] ¡VALIENTES ENTRERRIANOS! Vuestros hermanos de causa en las demás provincias, os saludan en marcha al campo de la gloria, donde os esperan. Vuestro ilustre jefe y compañero de armas el magnánimo Capitán General Urquiza, os acompañará y bajo sus órdenes venceremos todos una vez más a los enemigos de la causa nacional.

- Urquiza: Varela y su montonera, producto legítimo de los excesos de poder y de una política bastarda, jamás pudo ser para nadie la expresión o el agente de mis ideas. La mejor prueba era que él abusaba de mi nombre sin que ningún hecho mío lo autorizase… Soy hombre de principios y no de partido y menos de montonera. Jamás la he tolerado siquiera. Reprobé a todas las que se lanzaron en Buenos Aires en tiempo de su rebelión contra la República. La guerra del Paraguay está allí, el presidente solicitó mi concurso y se lo presté arrastrando a un pueblo a quien esa lucha

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era terriblemente antipática... No, yo no he alentado esa lucha desordenada.

- Felipe Varela: Nadie quería ir a pelear contra el Paraguay. Para los hombres del interior estaba claro que se trataba de una guerra fraticida […] ante la oposición generalizada, Mitre decidió lanzar una violenta represión y obligar a los díscolos a incorporarse al ejército como sea… (Los soldados argentinos al frente marchaban esposados, encadenados, contra su voluntad.)

- Mitre : Cuando nuestros guerreros vuelvan de su larga y victoriosa campaña […] podrá el comercio ver inscriptos en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del librecambio han proclamado para mayor gloria y mayor felicidad de los hombres, porque también esos principios han triunfado.

- Alberdi : Las guerras exteriores de la Argentina […] Son guerras civiles en el fondo, bajo la forma de guerras internacionales, como la presente […] Si Buenos Aires busca la alianza del Brasil, ¿qué cosa más natural que las Provincias busquen, por su parte, la alianza del Paraguay? […] para Buenos Aires el verdadero enemigo no es el Brasil sino los países interiores a quienes les tiene arrebatados el tesoro, su tráfico y todo su ser. […] mantenerlos en su condición colonial es más vital […] que el alejar al Brasil de la costa oriental [...] En esta República Argentina no sólo hay dos partidos sino más bien dos países, dos causas públicas, dos patrias y dos patriotismos. Un interés profundo los divide y hace antagonistas y ese mismo interés, es el que hace aliado nato del Paraguay a todo el país argentino situado al norte de Martín García y aliado natural del Brasil a la otra porción del país que, como el Brasil, está situada a las puertas del Plata y en las costas del mar. Aquel interés es el tráfico directo con el mundo exterior, la renta pública procedente del tráfico y el poder y el influjo derivados de la renta, es decir, del tesoro y del crédito público basado en él, Río de Janeiro y Buenos Aires aspiran a dividírselo entre los dos a expensas de todos los países interiores, de que quieren hacer verdaderas colonias tributarias más o menos disimuladamente.

- Mitre: ¿Quién no sabe que los traidores alentaron al Paraguay a declararnos la guerra? Si la mitad de Corrientes no hubiese traicionado la causa nacional armándose a favor del enemigo, si el Entre Ríos no se hubiese sublevado dos veces, si casi todos los contingentes incompletos de las provincias no se hubiesen sublevado al venir a cumplir con su deber, si una opinión simpática al enemigo extraño no hubiese alentado la traición, ¿quién duda que la guerra estaría terminada ya?

-Alberdi: Las ideas que su gobierno actual llama “traidoras” han sido calificadas de “patrióticas” por todas las provincias cuando no estaban gobernadas por Buenos Aires. ¿Qué quiere decir esto? Qué hay dos puntos de vista para definir lo que es patriotismo y lo que es traición en la Argentina […] Dos grandes intereses combatieron, uno contra otro, en Caseros, Cepeda y Pavón y en esta división la patria de la que peleó por Buenos Aires no es la misma patria de los que defendieron las provincias […] también hay dos modos de apreciar la libertad: los liberales pueden soportar y lo soportan todo, lo que no pueden soportar es la contradicción, la oposición, es decir, la libertad […] Sabido es que ningún tirano quiere ser esclavo. Si hay en el mundo quien ame de veras su libertad, es el tirano, pero tanto como ama la suya detesta la del otro […] La tiranía es, entonces, la libertad monopolizada en provecho de uno solo […] Así, hay gobiernos libres de naciones sin libertad […] Los liberales que gobiernan hoy en Buenos Aires son un dechado perfecto de ese liberalismo sin libertad. Por eso, para discutir con ellos, para combatir a sus gobiernos, es preciso poner por medio el océano Atlántico. Al menos se asegura de ese modo la cabeza […] Nadie está contra la libertad, a lo sumo, está contra la libertad del otro.

- En una carta del Duque de Caxias, comandante brasileño en el escenario de la guerra, al emperador Pedro II cuenta: […] en cuanto al general Mitre, después de su obstinado empeño en hacer prevalecer su personalidad, acordada por el tratado […], se ha convencido de que sin pueblo y sin soldados debe no solamente someterse a cuanto vuestra majestad halle por bien disponer, sino más aún, de ser las armas imperiales a las que debe acogerse buscando el único amparo que debe buscar. El general Mitre está resignado de lleno y sin reserva a mis órdenes; él hace cuanto yo le indico, como ha estado muy de acuerdo conmigo en todo, aún en cuanto a que los cadáveres coléricos se arrojen a las aguas del Paraná, […] para llevar el contagio a las poblaciones ribereñas, principalmente a las de Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe, que le son opuestas […] El general Mitre está también convencido que deben exterminarse los restos de fuerzas argentinas que aún le quedan, pues de ellas no divisa sino peligros para su persona.

- Extracto de Una Biografía escolar de Mitre: Como Presidente restableció y estructuró el orden interno perturbado constantemente por los caudillos locales y provinciales. […] En abril de 1865, el país se hallaba en plena recuperación, se produce entonces la guerra con el Paraguay que desvía la acción constructiva del gobierno. Mitre quiso mantenerse neutral y Paraguay para obligarlo a romper esa neutralidad invadió la provincia de Corrientes y se apoderaron de dos buques argentinos. La Argentina ante esa situación, le declaró la guerra al Paraguay y formó la alianza entre Argentina, Brasil y Uruguay y se confió el mando de todas las fuerzas al Presidente Mitre. Las luchas se

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mantuvieron encarnizadas hasta que en Curupaytí y Humaitá liquidaron completamente a los ejércitos del dictador paraguayo que murió entre los últimos combatientes. […] Durante su presidencia, Mitre tuvo que afrontar una violenta epidemia de cólera que causó estragos en las provincias del litoral.

- José Hernández: […] en nombre de la democracia, habéis atentado contra ella pretendiendo imponer a otros pueblos nuestros principios, aunque ellos hablasen en nombre de los beneficios de una civilización que se anuncia con la muerte y la destrucción. En nombre de la independencia habéis conspirado contra la independencia de un pueblo […] ¿Cómo puede llamarse guerra de regeneración para el Paraguay la que estamos sustentando, arrebatando palmo a palmo el territorio y pasando adelante solo sobre los cadáveres de sus defensores?

- Diario Le Courrier del Plata (1869): La táctica empleada contra López no es nueva, ha sido renovada en la guerra de la India, de África, en todas las guerras de invasión. Se hace del dictador un monstruo, un caníbal […] y a favor de esta indignación prefabricada, se viola tranquilamente un territorio, se confisca a un pueblo. Nosotros no discutimos los hechos que se le imputan a López, pero las fuentes donde obtuvieron sus crónicas nos resultan sospechosas. Pero cuando aún López hubiera hecho sacrificar las 400.000 almas de que habla la nación Argentina en un acceso de lirismo ¿sería esto una razón para reducir a la servidumbre al resto del pueblo? […] Los que nos acusan de simpatizar con la tiranía sepan que esa simpatía es para la causa del pueblo, de la autonomía de la nación más vivaz, más militante, más interesante de América del Sur. […] Nosotros no podemos dejar de reconocer al mas débil el derecho de romper los límites de la legalidad y de los sentimientos humanos, nosotros no anatemizamos a los patriotas que en 1808 cortejaron con los conquistadores ingleses para suprimirlos mas fácilmente, ni a todos aquellos que defendiendo a su país y su independencia, han debido recurrir a medidas que la moral y la humanidad desaprueban.

- Francisco Solano López: ¡Muero por mi patria!

La Guerra de la Triple Infamia*

La Historia Oficial ofreció, durante muchos años, una versión puramente militar de la guerra, calificando al Paraguay como una expresión de barbarie y a su presidente como déspota, lo cual justifica la campaña “civilizadora y democrática” llevada a cabo por la Triple Alianza. Luego, cuando esta versión resultó ya demasiado tonta, se prefirió relatar fechas y nombres de batallas, sin explicar las razones de un conflicto que duró varios años, aunque sosteniendo que Solano López tenía ambiciones expansivas. Sin embargo, en

1970, todavía sostenía León Rebollo Paz: “La guerra del Paraguay es un timbre de honor para la República Argentina” (1).

El revisionismo rosista tradicional se encontró con la dificultad de que desde una perspectiva nacionalista debería concluir defendiendo la política del presidente Mitre, aunque fuera liberal. En general, prefirieron entonces no acometer el análisis de dicho proceso esquivando una definición, en táctica idéntica a la que operaban cuando se trataba de opinar sobre Mitre.

Desde un revisionismo más popular, Raúl Scalabrini Ortiz fue uno de los primeros en fustigar la guerra. Desde el nacionalismo, en cambio, Juan Pablo Oliver sostuvo que encontrándose la patria en guerra, no cabía duda acerca de su defensa, fuese quien fuese el gobernante.

La Historia Social no va mucho más allá de la historia mitrista. En Historia contemporánea de América Latina, Halperín Donghi cita los hechos evitando una interpretación, de manera tal que no aparecen claras las razones de un lustro de luchas violentas. Sostiene, al pasar, que Solano López tenía “ambiciones más vastas que el presidente anterior”, aunque reconoce que “el tratado de la Triple Alianza establecía el reparto de las regiones paraguayas entre los aliados” (2). José Luis Romero, en Ideas Políticas en la Argentina coincide con la óptica mitrista y llega a decir que dicha guerra “contribuyó a sentar el principio de la unidad nacional” y que “al cabo de cinco años de guerra, sobre las cenizas del sacrificio común, había surgido una idea más viva de la comunidad argentina” (3). Luis A. Romero, en su Historia Argentina para niños, tampoco explica las razones profundas del conflicto. Juzga que Paraguay había logrado hacia 1840 “una modernización superficial pero eficaz”, que Solano López “había reunido un ejército poderoso y que para los años en que se inició el conflicto, estaba buscando expandir sus fronteras” (4). Luego de reconocer que la guerra no fue popular en el Interior, avanza hasta sostener que “la guerra internacional y la guerra civil terminaron mezcladas” (5). Omite, sin embargo, la definición de Alberdi y Felipe Varela a favor del Paraguay, como así los festejos de los triunfos paraguayos en el Interior. Y también omite los planteos críticos de Guido Spano, José Mármol, Olegario Andrade, Navarro Viola y tantos otros.

La interpretación de Alberdi no aparece siquiera como tesis a considerar en estos trabajos. Tampoco recibe atención, normalmente, por parte de las cátedras universitarias controladas por profesores de la Historia Social como Hilda Sábato, por ejemplo.

En cambio, Fermín Chávez (Vida y muerte de López Jordán) y José María Rosa (Las montoneras y la guerra del Paraguay) desde el rosismo peronista, así como nacionalistas como Giménez Vega (Testigos y actores de la Triple Alianza) y Luis Alberto Murray (Pro y contra de Alberdi) abordan la cuestión profundamente, poniendo de relieve el carácter reaccionario de la política de la oligarquía porteña y la

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destrucción de un modelo de desarrollo autónomo como era el paraguayo.

El revisionismo federal provinciano, como corriente historiográfica, se inicia, puede decirse, con un trabajo sobre este tema: José Hernández y la guerra del Paraguay, de Enrique Rivera. Allí Rivera hace referencia a la polémica entre Juan Carlos Gómez, oriental, para quien la guerra iba dirigida a deponer a un “tirano bárbaro” y Bartolomé Mitre para quien perseguía “vengar una ofensa gratuita, asegurar la paz interna y externa, reivindicar la libre navegación de los ríos y conquistar fronteras de hecho y de derecho” (6), como asimismo a la posición de Hernández quien descalifica ambas teorías. Rivera pone de relieve que el modelo paraguayo constituía el primer gran intento por alcanzar un desarrollo capitalista autónomo, supliendo la inexistencia de una clase burguesa con la intervención estatal.

El Modelo Paraguayo

Los intereses económicos del Paraguay coincidían con los de nuestras provincias interiores. Cuando la política librecambista de la burguesía comercial porteña quebró a las economías provinciales. Paraguay se aisló, e intentó un desarrollo autocentrado.

“¿Qué era Paraguay en 1860? Era el país más desarrollado de América del Sur. Era la realización práctica del programa morenista. La explotación de la yerba mate era monopolio gubernamental. Igual cosa ocurría con las maderas de construcción. También existía el monopolio gubernamental del tabaco. Tales productos estaban, pues, excluidos del laissez faire. Estos estancos subvenían a las necesidades de la administración pública y el pueblo casi desconocía los impuestos.

Existía también en Paraguay, gran cantidad de lo que se dio en llamar ‘Campo de la patria’ y ‘Monte de la patria’, de uso común para el vecindario. El gobierno hizo acordar repartos de tierras, haciendas y herramientas a los indios capaces. Prestó ayuda a los labradores pobres, distribuyendo entre ellos útiles de labranza […] Para fomentar la ganadería, Carlos A. López distribuyó 2300 cabezas de ganado entre gente pobre de la campaña […] A causa de una fuerte sequía, el gobierno repartió ganado y efectos útiles al comercio. Existía de hecho un seguro agropecuario […] El Estado no concebía la existencia de un solo paraguayo sin hogar y sin tierra, y para evitar semejante monstruosidad repetía regularmente actos que llegaron a tener el carácter de instituciones en potencia, con acentuado sabor nativista.

En la zona del Chaco se fundaron numerosas colonias agrícolas y establecimientos ganaderiles, además de obrajes de madera, fábricas de papel y artículos de loza, salitreras y caleras. La industria metalúrgica comenzó a prosperar con el establecimiento de la explotación y fundición de hierro de Ibycuí, de donde salían implementos agrícolas y armas para la defensa. En 1861 se construyó el primer ferrocarril. Al poco

tiempo, la primera línea telegráfica. La marina mercante paraguaya ya estaba compuesta de 11 barcos.

La enseñanza era obligatoria en una época en que todavía no lo era en la mayoría de los pueblos de Europa. Es más: el Estado daba alojamiento, ropas, libros, útiles y merienda escolar a los niños de padres insolventes. López contrató en Europa a ingenieros, mecánicos, escritores, arquitectos, matemáticos, geógrafos, etc. La formación técnica de los paraguayos para habilitarlos a participar activamente en la creación de las industrias modernas fue una preocupación constante del Estado Paraguayo. Francisco Solano López, a su vuelta de Europa, trajo también ideas nuevas y junto con ellas centenares de técnicos industriales. Pensó antes que nadie en vías férreas, en arsenales, en escuelas de artes y oficios, en astilleros, en fundiciones metalúrgicas.

Así se hizo ese Paraguay de maravillas, que hubiera sido bien pronto, a no sobrevenir la catástrofe, el más brillante centro de civilización en el nuevo mundo” (7).

“El Paraguay (dice el febrerista Anselmo Jover Peralta) fue el primer país que tuvo explotaciones de minas de hierro, industrias de fundición que producían machetes, arados, palas, picos, cañones, cerrajería […] que tuvo astilleros, fábricas de jabón, de azufre, de aceite, de papel, ferrocarril, telégrafos, imprenta” (8). Agrega Rivera: “El Estado tenía toda la gerencia de la vida económica nacional […] No existía la propiedad agraria, sino que eran meras tenencias de terreno” (9).

Conflicto en la Banda Oriental

La guerra de la Triple Alianza obedece al interés de la oligarquía porteña, de la oligarquía montevideana, del Imperio del Brasil, y de Gran Bretaña, dirigido a liquidar los focos populares de posición nacional en Sudamérica (federales en el noroeste argentino, blancos de la campaña oriental) y muy especialmente destruir el modelo paraguayo de crecimiento autónomos Es la misma orientación que, después de la batalla de Pavón, reprime en el Interior argentino e impone el modelo semicolonial.

No se trata, pues, sino de sectores sociales de distintos países que confluyen en una alianza (colorados orientales, liberales mitristas, clase dominante del Brasil, y la burguesía británica) en perjuicio de los sectores sociales expresados por los blancos orientales, los federales argentinos, y el frente social paraguayo que lideran los López.

A medida que relatemos los acontecimientos se observará como hombres de uno y otro país cruzan por encima de las fronteras para alinearse, unos en el bando liberal proeuropeo, y otros en el bando nacional americano. Ya hemos analizado de que modo, después de Pavón, el mitrismo en el poder inicia la represión sangrienta en el Interior: centro, Cuyo, y noroeste, para someterlo e imponer su modelo exportador y de apertura a la penetración comercial y manufacturera británica. En esa lucha participan varios generales orientales, entre ellos Venancio Flores (responsable de

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los degüellos de Cañada de Gómez). Flores, que había colaborado para eliminar a los gauchos federales del Interior, le pasa luego “la factura” a Mitre para que los liberales porteños lo ayuden a aniquilar a los gauchos blancos de la campaña oriental: “No olvide a los orientales proscriptos de su patria” (10), le escribe Flores a Mitre, pidiéndole apoyo para invadir la Banda Oriental.

Así, durante el año 1862, Flores prepara su expedición militar en Buenos Aires, con apoyo del gobierno mitrista. La llama: “Cruzada Libertadora”. El presidente blanco Bernardo Berro, por sugerencia del presidente paraguayo López, protesta ante Mitre, pero este último aduce que es neutral.

El 19 de abril de 1863, Flores desembarca en la Banda Oriental. Dos meses después, un barco argentino que le llevaba armas, es apresado por fuerzas orientales, a lo cual Mitre responde apresando a un barco uruguayo y bloqueando el río Uruguay, con lo que facilita la acción de Flores quien triunfa en Las Cañas (15/7/1863). El partido blanco, en el gobierno del Uruguay, solicita el apoyo del Paraguay. López, prefiere no actuar militarmente por ahora, pero reclama diplomáticamente ante Mitre, sin resultado alguno.

La invasión de Flores provoca gran efervescencia en Entre Ríos, cuyo partido federal se identifica con los blancos. En septiembre de 1863, Telmo López, Waldino Urquiza y otros jefes federales cruzan el Uruguay para combatir del lado de los blancos. Poco tiempo después, el general Juan Saa se agrega a los blancos.

¿Se trata de una doble infiltración extranjera? ¿Mitre, porteño, cómplice del oriental Flores? ¿A su vez, los federales entrerrianos, aliados a los blancos? ¿Nación argentina? ¿Nación uruguaya? ¿O una sola Patria Grande, donde las oligarquías pretenden sojuzgar a los pueblos?

Evaristo Carriego, el padre del poeta, escribe: “Un triunfo blanco se recibe en Entre Ríos con serenatas […] Los ‘mueras’ contra Mitre y ‘contra los salvajes unitarios’ no cesan un momento en Entre Ríos. Esto se desborda. En vano trata el General Urquiza de comprimir el espíritu público. Entre Ríos es un torrente que dentro de poco no habrá fuerza que lo contenga” (11).

Corren versiones muy serias en Entre Ríos acerca de que Urquiza se levantará para reconstruir la Confederación y aliarse con Paraguay y los blancos orientales (algo así como la República del Río de la Plata de Mitre, pero al revés). Por entonces, Urquiza envía un emisario a López dirigido a lograr un acuerdo. López desconfía, después de lo ocurrido en Pavón, y da su conformidad pero reclamando que Urquiza realice “actos que dejen en claro sus relaciones con Mitre” (12).

Durante el año 1864 persiste el conflicto en la Banda Oriental. Brasil busca una excusa para intervenir pero el presidente blanco, ahora Cruz Aguirre, se allana aciertas exigencias y evita la provocación. Sin

embargo, a mediados de año, el inglés Thornton, representante de Inglaterra en Buenos Aires, reúne a Elizalde y al comisionado brasileño en Montevideo con gente del coloradismo, y allí nace la propuesta de “mediación” en el conflicto oriental. La propuesta lleva tantas exigencias que el gobierno blanco la rechaza, lo que da a los aliados el argumento para apoyar a Flores. Puede decirse que aquí, el 18 de junio de 1864, se gesta la Triple Alianza.

Ante esta situación el gobierno blanco intensifica su relación con el Paraguay al tiempo que diplomáticos brasileños viajan a Buenos Aires para entrevistarse con Mitre, y asegurar su no intervención si Brasil entra en guerra con la Banda Oriental.

En agosto de 1864, mientras el general Juan Saa se traslada a la Banda Oriental para unirse a los blancos, la escuadra imperial de Brasil (comandada por Tamandaré) apresa a un buque oriental. Inmediatamente el ejército brasileño ocupa los departamentos del norte de la Banda Oriental. En octubre la guerra de Brasil contra el gobierno blanco de Uruguay es un hecho. La opinión pública condena la agresión en varios países. El diplomático del gobierno blanco en Asunción, por indicación de López, se entrevista con Urquiza. Este afirma que se convertirá en la vanguardia del ejército de López y que si Mitre no permite el paso de los paraguayos por territorio argentino, esa será la excusa para su rompimiento con Mitre, promesa que nunca cumplirá.

El presidente paraguayo ha comprendido que si Brasil vence a la Banda Oriental quedará encerrado por fuerzas hostiles (Mitre en Argentina, Emperador en Brasil), y de ahí su urgencia por lograr la definición de Urquiza.

Por encima de las fronteras las fuerzas sociales se van alineando. De un lado las oligarquías de ambos puertos (Buenos Aires y Montevideo) y el Imperio de Brasil; coincidentes en la política librecambista, antilatinoamericana, y antipopular, con el apoyo de Gran Bretaña. Del otro, el gauchaje argentino y oriental junto al Paraguay nacionalista, unidos en una política nacional, de crecimiento hacia adentro, latinoamericana y antioligárquica. En gran medida el capital inglés financió la guerra: préstamo del Banco de Londres, empréstito en Londres, préstamos a particulares (13).

Prolegómenos de la Guerra

A fines de 1864 Brasil inicia el sitio de Paysandú para abrirse camino hacia Montevideo. La escuadra brasileña bombardea la ciudad masacrando a la población civil. El bombardeo cesa cuando Tamandaré se queda sin proyectiles, pero el mitrismo lo aprovisiona. Los blancos resisten al mando de Leandro Gómez. Son 10000 los hombres que sitian la ciudad, con el apoyo de la escuadra, contra 800 blancos. Julio Victorica señala: “La contemplación de semejante cuadro era insoportable. Entre Ríos ardía indignado ante el sacrificio de un pueblo hermano, consumado por nación extraña. Urquiza no sabía ya como contener

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a los que no esperaban sino una señal para ir en auxilio de tanto infortunio” (14).

El 2 de enero de 1865 cae Paysandú. Los vencedores ultiman y mutilan a jefes y oficiales blancos, entre ellos a Leandro Gómez. De esta masacre atroz quedan escasos o ningún vestigio en los textos escolares. En cambio, son recuperados para la historia por el canto popular: “Heroica Paysandú, yo te saludo /hermana de la patria en que nací” (Gabino Ezeiza, negro, yrigoyenista y payador).

La caída de Paysandú obliga a Solano López a tomar una decisión. El mitrismo y el Imperio lo están encerrando y pronto se volverán contra él. Ante el avance del Imperio, López ha tomado un barco brasileño en noviembre de 1864 y ha avanzado luego sobre Matto Grosso, abriendo otro frente, dada la inconveniencia de marchar hacia Paysandú pues debería cruzar territorio argentino. Pero ahora, ante la caída de Paysandú y la vacilación de Urquiza, solicita permiso al gobierno de Mitre para cruzar Corrientes. El 9 de febrero de 1865, el canciller Elizalde contesta negando el paso al ejército paraguayo, mientras el ejército brasileño avanza hacia el sur y se acerca a Montevideo.

Ante esta situación, Urquiza envía un emisario a tratar con López pero descartando la posibilidad de una alianza, según lo había prometido. Urquiza, en esos días, les ha vendido a los brasileños 30000 caballos, iniciándose como proveedor del ejército imperial. Ahora intercambia cartas con Mitre, y finalmente acepta la alianza con el Brasil.

El coronel Navarro le ha escrito poco antes a Urquiza: “Acabamos de saber con profundo sentimiento la toma de Paysandú y la muerte de sus principales jefes. Los atentados y crímenes que cada día cometen los infames brasileños nos llenan de coraje y sólo ansiamos el momento de vengar la sangre de los mártires de Paysandú. Los amigos creemos y esperamos que V. E. no podrá mirar con calma los bárbaros crímenes de los brasileños”. (15). Evaristo Carriego (p) escribe ahora en El Paraná: “¿Por ventura el Gral. Urquiza tiene enferma el alma de hastío y de desaliento? ¿Acaso ya no es aquel hombre para quien no había nada poderoso que le estorbase el paso? Entre Ríos en masa lo sostendrá. Entre Ríos en masa se pondrá de pie para sostenerlo y hacer triunfar este pensamiento” (16).

Solano López le escribe a uno de sus hombres de confianza: “Lamento informarle que el pensamiento de la segregación de Buenos Aires para la formación de una Confederación Argentina no merece la aprobación del General” (17). Y después de recibir al emisario de Urquiza; le escribe: “Su actitud me ha causado una penosa impresión en cuanto importa una contradicción de las seguridades que espontáneamente V. E. quiso ofrecerme sobre la neutralidad del gobierno argentino en la lucha entre Paraguay y Brasil y de que el tránsito de fuerzas paraguayas por alguna parte del territorio argentino no importaría un ‘casus belli’, no teniendo el gobierno argentino pretexto alguno para negar ese tránsito y que, si llegara a suceder, V. E. se pondría de

parte del Paraguay combatiendo la política del Gral. Mitre” (18).

“El General Mitre (escribirá luego Felipe Várela) invocando los principios de la más estricta neutralidad, negaba de todo punto al presidente del Paraguay su solicitud, mientras que con la otra mano firmaba el permiso para que el Brasil hiciese su cuartel general en la provincia argentina de Corrientes para llevar el ataque desde allí a las huestes paraguayas. Esa política injustificable fue conocida ante el parlamento de Londres por una correspondencia, leída en él, del Ministro inglés en Buenos Aires a quien Mitre había confiado los secretos de sus grandes crímenes políticos” (19). Por eso, insiste Varela, encontraban así el “camino más corto para hallar una máscara de legalidad con qué disfrazarse y poder llevar pomposamente una guerra ‘nacional’ al Paraguay, guerra premeditada, guerra estudiada, guerra ambiciosa de dominio contraria a los santos principios de la Unión Americana” (20).

La guerra

El 20 de febrero de 1865 capitula Montevideo; Venancio Flores toma el poder. Inmediatamente declara la guerra al Paraguay. El 23 de marzo Solano López declara la guerra a la Argentina. Esta declaración fue ocultada por el mitrismo. El 8 de abril es conocida en la Argentina, pero se la mantiene en reserva.

El 13 de abril fuerzas paraguayas toman dos buquecitos argentinos en Corrientes. Se producen manifestaciones estruendosas en Buenos Aires. Urquiza apoya “la defensa del pabellón nacional”. Los paraguayos ocupan Corrientes; reciben apoyo general y entregan el poder a un triunvirato constituido por correntinos. Ya es la guerra.

El 1ro. de mayo de 1865 se firma el Tratado de la Triple Alianza (el tratado es secreto por ahora) y comienza el reclutamiento de contingentes. El 14 de mayo, Urquiza, designado por Mitre jefe del ejército de vanguardia, reúne 800 hombres y marcha hacia el norte, acampando en Basualdo. El coronel Telmo López, se pasa con un grupo de gauchos a las filas paraguayas.

López Jordán, uno de los principales jefes entrerrianos, contesta la convocatoria de Urquiza de este modo: “usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca, general, ese pueblo es nuestro amigo. Llámenos para combatir a porteños y brasileños. Estamos prontos. Esos son nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero sentimiento del pueblo entrerriano” (21).

Mitre, por su parte, confiesa los móviles de la guerra: “Hay que derrocar a esa abominable dictadura de López y abrir al comercio esa espléndida y rica región”

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(22). También sostiene: “¿Peligra la actualidad de la república triunfando Brasil? ¿Peligra su libertad? ¿Peligran sus intereses? ¿Peligran sus instituciones? ¿Peligra su civilización? No, mil veces no. El gobierno brasileño es un gobierno civilizador, regular y amigo de la Argentina […] Su alianza moral con ésta está en el interés de muchos países y representa el triunfo de la civilización en el Río de la Plata. ¿Nos sucedería lo mismo con el triunfo del Paraguay? No, por cierto […] El gran peligro para la República Argentina está en la preponderancia militar del dictador paraguayo que aspira a ser el Atila de Sudamérica […]Al triunfo de Paraguay, seguiría, para nosotros, el reinado de la barbarie” (23).

Paunero reconquista Corrientes para el mitrismo el 25 de mayo de 1865, pero no puede mantenerse. En junio se produce la derrota paraguaya en la batalla naval del Riachuelo, frente a Corrientes. Al perder el control de los ríos se complica el avance del ejército paraguayo, al mando de Robles, pero se aleja de sus fuentes de aprovisionamiento.

Urquiza ha organizado sus fuerzas en Basualdo, pero cuando se dirige a Concordia para encontrarse con Mitre, el gauchaje se desbanda. Tres mil hombres desertan a los gritos de “Viva Urquiza y muera Mitre”, negándose a combatir contra el Paraguay. Es el “Desbande de Basualdo”, producido el 23 de julio de 1865. López Jordán le escribe a Urquiza una semana más tarde: “Esa voz general entre la gente que se reunirán donde V. E. ordene, pero no van para arriba” (24). Francisco Fernández le informa: “En Paraná, Nogoyá y Victoria, de jefes abajo, todos están contra V. E. y que sí esta marcha no es contra Mitre, que ellos no salen de sus departamentos” (25).

El 12 de agosto, Venancio Flores derrota a las fuerzas paraguayas dirigidas por Duarte en Yatay. Asimismo, los aliados cercan a las tropas de Estigarribia en Uruguayana y éste se rinde para evitar otra Paysandú. Esta derrota significa el fin de la ofensiva paraguaya.

En noviembre se produce una nueva sublevación de las fuerzas entrerrianas, ahora en Toledo. Urquiza ve desbandarse su ejército nuevamente. Entonces, abandona la lucha y se retira a su palacio de San José, desde donde seguirá actuando como proveedor de los aliados.

En todo el interior se levantan protestas contra la guerra y se acentúan las deserciones. Aurelio Zalazar insurrecciona a los contingentes de Catuna y Posta de Herrera, en La Rioja. De Córdoba comunican que “el batallón de voluntarios ha de ser como el de aquellos famosos patriotas del tiempo de la independencia que iban al ejército atados codo con codo” (26). Poco después se rebelan otros contingentes en San Luis. En Catamarca informan que “el gobierno ha mandado construir 200 grillos para los voluntarios catamarqueños que marchan a la guerra contra el Paraguay” (27). “Taboada gobernador/escribiendo cabecea/le mando los voluntarios/devuélvame las maneas” (28).

“En las provincias la guerra es impopular y odiosa (sostiene Ramón Cárcano). Cuando en la plaza pública leen los bandos de los gobernantes y los tambores recorren la ciudad convocando a la guardia nacional, los hombres huyen a la selva próxima. No los empuja el terror. Han nacido y vivido en batallas. Resisten a Buenos Aires y al Imperio. El Paraguay es el amigo y el vecino histórico” (29).

Mitre le dirá luego a Marcos Paz: “¿Quién no sabe que los traidores alentaron al Paraguay a declararnos la guerra? Si la mitad de Corrientes no hubiese traicionado la causa nacional armándose a favor del enemigo, si el Entre Ríos no se hubiese sublevado dos veces, si casi todos los contingentes incompletos de las provincias no se hubiesen sublevado al venir a cumplir con su deber, si una opinión simpática al enemigo extraño no hubiese alentado la traición, ¿quién duda que la guerra estaría terminada ya?”(30).

La guerra se convierte desde ahora en ofensiva de los aliados. En mayo de 1866 las fuerzas paraguayas son derrotadas en Tuyutí. Algunos autores dan la cifra de 15000 muertos. Gran Bretaña hace público el tratado secreto de la Triple Alianza para forzar una paz que le dé entrada a sus intereses en el Paraguay. La guerra está volcada a favor de los aliados. Pero sin embargo, en julio de 1866 los ejércitos aliados fracasan en los esteros de Boquerón, debiendo retroceder ante la resistencia de las trincheras paraguayas.

El 12 de septiembre de 1866, dada la presión británica, Mitre y López se entrevistan en Yutaití Corá. López propone condiciones dignas para un arreglo. Mitre sostiene que debe consultar a sus aliados. Pero a pesar del acuerdo de “congelar la situación hasta tanto los aliados decidan”, los ejércitos aliados dirigidos por Mitre se lanzan sobre las fuerzas paraguayas en Curupaití. El general Díaz repele el ataque, provocando fuertes bajas al ejército aliado.

La Revolución Montonera

El triunfo paraguayo en Curupaití es saludado con festejos en el noroeste argentino, así también como en el Litoral. Incluso Urquiza ofrece una gran fiesta en su palacio y coloca en el salón la bandera de Entre Ríos junto a la paraguaya, la oriental, y la argentina. Su secretario Victorica le pregunta: “¿Es tiempo, señor?”, y Urquiza le contesta en voz alta: “Lo digo fuerte, me gusta ese acomodo” (31).

La publicación del Tratado en Europa (reproducido en Buenos Aires por el diario La América, dirigido por Navarro Viola y Guido Spano), así como la derrota de Curupaití, exaltan las pasiones contra Mitre. Guido Spano publica El imperio y la alianza. Navarro Viola escribe Atrás el imperio. Olegario Andrade lanza Las dos políticas. El Eco de Corrientes, donde escriben José Hernández y Evaristo Carriego, exalta a Telmo López, pasado a las filas paraguayas: “Adelante, joven guerrero, que el día del triunfo del Paraguay no está lejano y labora de la redención se acerca ya” (32).

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El cura Emilio Castro Boedo, asesor de Felipe Varela le escribe a Urquiza: “Convencido de que V. E. es el alma de cuantos sacrificios y esfuerzos de patriotismo podemos hacer a favor de la reacción del partido Federal, me dirijo a V. E. con toda la libertad de un incontestable nacionalista, con toda la franqueza de un espontáneo y leal partidario del gran Caudillo Americano y con toda la sinceridad de un federal puro […] No he trabajado poco para apagar en muchos federales de importancia, la desconfianza de que V. E. no protegía nuestros beneficios […] No terminaré ésta sin afirmar a V. E. que me causa agitación verlo tan confiado de esos malvados y pérfidos círculos porteñistas, tan confiado en las mentidas promesas de esos falsos convertidos, que siendo salvajes hasta la médula de los huesos, se quieren hacer federales. Siento ver a V. E. rodeado de traidores embusteros, que sólo tratan de sacarle ventajas hasta que algún unitario les ofrece una nueva pichincha […] La Patria sucumbe si V. E. no se levanta decididamente a llenar con energía la voz de la República y en esto va la vida de libertad del continente sudamericano […] Respeto con fanatismo la política de V. E. y lo he defendido ante ataques formidables por causa de Pavón, pero estoy convencido de que los más grandes hombres traen muchas veces envueltos grandes errores contra la Patria, es decir, contra ellos mismos, las grandes bondades que usan con quienes debieran usar rigores […] La unión del ‘51 trajo el afianzamiento de los unitarios y el receso de los federales. Pavón trajo el triunfo que hasta hoy ostentan contra los nacionalistas y la tolerancia del ‘66 traerá la muerte de la Patria, de sus glorias de su pasado y de sus hijos” (33).

El triunfo paraguayo en Curupaití estimula la acción de los federales en el Interior. El ejército aliado se encuentra sumamente deteriorado; su jefe. Mitre, deja el mando en febrero de 1867 durante varios meses. La acción aliada se paraliza manteniéndose una inactividad de 14 meses en el frente bélico. En estas circunstancias, se produce la “Revolución de los Colorados” el 9 de noviembre de 1866 en Mendoza, liderada por el Dr. Carlos Juan Rodríguez, amigo de Várela, y bajo la jefatura militar de Juan de Dios Videla.

El contingente que debía marchar al Paraguay se subleva uniéndose a los revolucionarios. Toman Mendoza, y amplían su acción a San Juan, donde asume el gobierno Juan Saa. Francisco Álvarez derrota a Arredondo en San Luis; la revolución se extiende. Felipe Várela recordará después: “Todo estimuló el patriotismo argentino que ya estallaba estrepitosamente en Mendoza […] Los pueblos se conmovían, se agitaban tumultuosa pero sordamente, llorando su libertad perdida y dispuestos a hacer un esfuerzo por reconquistarla. El Gral. Mitre, entre tanto, redoblaba su presión y energía infundiendo el terror y el pánico dondequiera, lanceando por centenares a ciudadanos pacíficos y cometiendo toda clase de excesos en las personas de aquellos que creía no partidarios de su política. Entonces, llevado del amor a mi patria y los grandes intereses de la América amenazada por la

corona de España, creí como un deber mío, como soldado de la libertad, unir mis esfuerzos a los de mis compatriotas, invitándolos a empuñar la espada para combatir al tirano que así jugaba con nuestros derechos y nuestras instituciones” (34).

Así, el 6 de diciembre de 1866 lanza la proclama revolucionaria dirigida a deponer al mitrismo. Allí convoca a los entrerrianos, después de exaltar a Caseros, para que se sumen a la revolución: “Basta de víctimas inmoladas al capricho de mandones sin ley, sin corazón y sin conciencia. Cincuenta mil víctimas hermanas, sacrificadas sin causa justificable, dan testimonio flagrante de la triste e insoportable situación que atravesamos y que es tiempo ya de contener. Valientes entrerrianos: Vuestros hermanos de causa en las demás provincias os esperan […] Nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución jurada, el orden común, la paz y la amistad con el Paraguay y la unión con las demás repúblicas americanas. ¡Compatriotas nacionalistas! El campo de la lid nos mostrará al enemigo” (35).

En una proclama dada por los revolucionarios de San Luis, se resume la situación que vive el Interior del país: “El triunfo es nuestro […] En Mendoza la reacción poderosa y triunfante. En San Juan, el triunfo completo y humanitario. En San Luis la presencia de nuestros bravos. En La Rioja, los invencibles llanistas sublevados a la voz del distinguido Várela. En Catamarca, la agitación como consecuencia precisa del movimiento de sus vecinos. En Río IV, las huestes desmoralizadas de Paunero, amenazadas por los invencibles soldados del coronel Felipe Saa. En Córdoba el descontento más profundo y pronunciado y la bien probada decisión de apoyar el movimiento revolucionario. En Santa Fe, la actitud bélica que siempre ha asumido esa provincia […]

“En Entre Ríos, la voz de siempre que nació en Caseros y que no sucumbió en Cepeda ni en Pavón […] Finalmente, en la campaña de Buenos Aires la voluntad indomable dé los gauchos porteños que siempre han sido dignos del gran partido cuyo jefe fue Manuel Dorrego, el mártir de la República” (36).

Sarmiento escribe con rabia: “Várela, Saa, Solano López […] Son las fuerzas íntimas del alma vieja de la América” (37). Luego agrega: “El partido bárbaro que hemos combatido tantos años, aprovechando la guerra del Paraguay y la debilidad del gobierno, empieza a sublevarse en las provincias del interior. Mendoza ha sido víctima de un motín de soldadesca. San Juan estaba amenazada. Si este movimiento continúa, sería imposible la elección de un Presidente y volveríamos a la guerra civil, puede imaginarse que a mi edad ya me faltan las fuerzas para emprender de nuevo la lucha contra la barbarie de nuestras ignorantes masas populares” (38). Días después insiste: “San Juan ha caído en poder de los revolucionarios, de ese partido de descendientes de indios que combatí toda mi vida” (39).

Rawson, por su parte, escribirá luego: “El gobierno estuvo a punto de caer y con él las instituciones y

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quizás la unión nacional, no por la acción de los paraguayos, sino por la traición de los mismos argentinos” (40). Sarratea le escribe a Marcos Paz: “La prensa chilena y peruana se ha hecho eco de la revolución, cuyo objetivo es derrocar al gobierno nacional, romper la alianza con el Brasil y proclamar con las repúblicas del Pacífico contra España” (41). Esta última es una referencia al movimiento de la Unión Americana, desplegado en América Latina, contra España, con motivo de la invasión a las islas Chinchas llevada a cabo por España, movimiento en el cual, en Chile, participó Felipe Várela y donde tomó el lema de “Unión Americana”.

El movimiento antimitrista alcanza tanta influencia en el Interior que el vicepresidente Marcos Paz le escribe a Mitre: “Desde Mendoza hasta Tucumán no hay quien retenga el poder que se han tomado los revolucionarios […] Ha llegado el momento de desbordarse la anarquía y abarcar todo el país, si no viene usted a tomar la dirección de la cosa perdida” (42).

Hasta los amigos del presidente se preocupan ahora: “En la frontera de la provincia de La Rioja (le escribe G. B. Mathew a Lord Stanley), el 27 de enero de 1867 un refugiado político del partido federal, el coronel Felipe Várela ha cruzado la montaña desde Chile con 200 o 300 hombres y dice que ha recibido armas allá y aunque ha sido momentáneamente rechazado, amenaza con dominar todo el país” (43). A su vez, Mathew le ofrece el apoyo del Imperio Británico al canciller Rufino de Elizalde; y este último le escribe a Mitre: “El ministro inglés me ha hecho los mayores ofrecimientos, en una carta diciéndome que lo avise a usted” (44). Desde Tuyutí, Mitre contesta: “En una de sus últimas recibidas por el anterior vapor me instruía usted de los obligantes ofrecimientos que había hecho al gobierno S. E. el ministro británico caballero Mathew, con motivo de la rebelión ocurrida en la provincia de Cuyo. Me ha impresionado agradablemente tan noble proceder que a la vez que testifica la cordialidad de nuestras relaciones con la Gran Bretaña revela. Elocuentemente la amistad y simpatía que profesa a la administración argentina, el ilustrado caballero Mathew” (45). ”La montonera y la sedición brotan por todas partes con una espontaneidad que asombra”, le insiste desesperado Marcos Paz a Mitre en otra carta (28 de enero de 1867).

Como puede apreciarse, el alineamiento de fuerzas resulta muy claro: por un lado la oligarquía mitrista, la oligarquía montevideana (con V. Flores a la cabeza), la clase dominante del Brasil, y el Imperio británico. Por otro lado el pueblo paraguayo, los blancos orientales, los caudillos federales y los pueblos del interior argentino, con su esperanza puesta en los federales del Litoral y la buena voluntad de Chile, Bolivia, y Perú (nótese que F. Várela invade cruzando los Andes, con soldados chilenos y aprovisionamiento de armas logrado en Bolivia).

La revolución montonera se ha extendido en todo el Interior. El mitrismo sólo cuenta con los Taboada en Santiago del Estero, Navarro en Catamarca, y Oroño en Santa Fe. En Córdoba gobierna Luque, federal, quien

espera el pronunciamiento de Urquiza para plegarse a los montoneros. Lo mismo ocurre con Corrientes. Urquiza se cartea con los federales e incluso a veces realiza gestos y señales que indican su próxima definición; pero permanece inactivo. A su vez. Mitre se vuelve del Paraguay, con sus mejores tropas.

Pero la revolución provinciana carece de respaldo económico y especialmente de aprovisionamiento bélico como para derrotar al mitrismo por sí sola. De ahí su tozuda esperanza en Urquiza. Felipe Saa y Carlos Juan Rodríguez, el 5 de febrero de 1867, presionan al caudillo entrerriano, en reclamo urgente y desesperado: “Usted comprenderá que ha llegado el momento de levantar los principios que tuvieron por órgano al cañón de Caseros y que hallaron en V. E. ese noble y fiel sostenedor. Los que firman se dirigen a V. E. en nombre de esos mismos principios que V. E. defendió y de que se declaran sostenedores, poniendo a su disposición todos los elementos hasta hoy reunidos y suplicando a V. E. se digne trazarnos la regla de conducta que debemos observar en adelante […] Vemos en V. E., así como en su nombre esclarecido, los únicos agentes capaces de levantar en alto las holladas instituciones de la República Argentina... Estos desgraciados pueblos invocan el nombre de V. E; como el de su salvador, que en V. E. miran el redentor de sus libertades y al nuevo futuro presidente de la Nación. Con la fe en el corazón y con el convencimiento profundo de que V. E. no desmentirá sus antecedentes y será una vez más el Libertador de los Pueblos” (46).

Pero la defección de Urquiza frustra el intento federal del Interior. El 1ro. de abril de 1867, Arredondo, con fuerzas superiores y mejor equipadas, derrota en Paso de San Ignacio a las fuerzas de Juan Saa y Juan de Dios Videla. Asimismo, Felipe Varela (mal informado por un coronel traidor que le asegura la provisión de agua en Las Mesillas) la batalla en Pozo de Vargas (o Bargas) el 10 de abril de 1867: “Vidita de mi vida/pozo de Vargas/La guerra se ha perdido/por falta de agua... Los nacionales vienen/pozo de Vargas/ tiene fusil y tiene/las uñas largas/lanzas contra fusiles/pobre Varela/ qué bien pelean sus tropas/en la humareda (cancionero popular).

La infantería federal, sedienta e insolada, con armamento desparejo, es derrotada por las fuerzas mitristas comandadas por Taboada. En Pozo de San Ignacio se había perdido Cuyo, en Pozo de Vargas se perdió La Rioja. La heroicidad de Varela y sus compañeros no ha podido sobreponerse al poderío de la oligarquía porteña. Una bandera roja a y blanca, rasgada y manchada de sangre, queda sobre el terreno testimoniando una causa: “Federación o Muerte. ¡Viva el General Urquiza! ¡Mueran los negreros que lo combaten! ¡Viva la Unión Americana!” (47).

Quebrada la rebelión montonera, los aliados reinician la guerra contra el Paraguay. El 17 de agosto la escuadra aliada fuerza el paso de Curupaití, aunque no se atreven a atacar la fortaleza de Humaitá. La guerra resulta mucho más larga de lo supuesto inicialmente. Y ahora, además, le llegan noticias a Mitre de que Varela

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ha logrado reorganizar sus fuerzas y ha pasado a Bolivia pare reaprovisionarse y seguramente volver a la lucha. El presidente protesta: “No me explico como es que todos han derrotado a Varela, nadie lo ha visto de cerca y a última hora se retiraba a Bolivia con 800 hombres, es decir, con todo el ejército que siempre tuvo” (48). Marcos Paz le contesta: “Parece fuera de duda que Melgarejo, el presidente de Bolivia, protege a nuestros enemigos y los auxilia” (49).

El gobierno argentino reclama ante Chile y Bolivia por el apoyo a los montoneros. Sarratea le escribe a Marcos Paz que la expedición preparada y armada por Varela en Huaque: “[…] fue un escándalo, llevado a cabo a la luz del día, a vista y paciencia del vecindario y las autoridades locales” (50). Asimismo, Tomás Alvarado le informa a Taboada que el cónsul de Bolivia, Eugenio Caballero, sirve de enlace a los insurrectos (los llama significativamente “los aparaguayados”) para su contacto con el gobierno boliviano (51).

El 10 de octubre de 1867, Varela toma Salta, con la consternación del mitrismo: “Era una guerra interminable a la que no se le veía fin y los mejores generales fracasaban ante la prodigiosa movilidad del imbatible montonero que se escapaba del medio de los ejércitos como una sombra impalpable” (52). Pero Urquiza continua inamovible. En carta a Benjamin Victorica, del 22 de agosto de 1867 demuestra conocer la situación, pero también su conciliacionismo con la oligarquía porteña: “[…] esa fiebre incesante de revoluciones […] emana de la política poco cuerda y asaz tirante desplegada por el gobierno nacional […] Se quiere tratar a las provincias como miserables villorrios. Se aja su dignidad, se quiere custodiar con bayonetas su soberanía independiente y de aquí naturalmente, los levantamientos […] Hasta cierto punto pues, esas revoluciones, tienen un viso de disculpa, si bien deben ser, en el fondo, enérgicamente condenadas” (53).

Por ese entonces, Carlos Tejedor denuncia en la cámara de diputados que el urquicismo mantiene tratos con los insurrectos. No obstante ser ya una sombra, el caudillo entrerriano preocupa aún a los hombres del mitrismo. En cambio, sus más lúcidos lugartenientes, como López Jordán, lo juzgan como un traidor: “Me ilusioné con que el Gral. Urquiza retrocediera de su culpable política tan poderosa en la balanza de los destinos públicos, tan decisiva que no le exigíamos sino su prescindencia para nosotros y para el país. Me ilusioné, en efecto: desde Pavón no hizo otra cosa que fraternizar con los enemigos de la Patria, venderle su porvenir, engañar como a niños las esperanzas de los pueblos, de sus amigos, de sus viejos veteranos, a quienes les debía cuanto era. Se burlaba hasta de las lágrimas de las víctimas que entregaba al puñal del unitarismo” (54).

La Guerra Continúa…

Mientras tanto, la guerra sigue su Curso. El 3 de noviembre de 1867, 50000 hombres del ejército aliado

enfrentan a 8000 paraguayos en Tuyú Cué. Se llama también la segunda Tuyutí, y ambos bandos dan por logrados sus objetivos. Poco después, Mitre queda retenido en Buenos Aires por la muerte de su vicepresidente Marcos Paz.

El año 1868 se inicia con el Manifiesto a los Pueblos Americanos lanzado por Felipe Varela, quien una y otra vez resurge de las cenizas. Poco antes ha escrito: “Defiendo los derechos de Sud América […] enfrento a los malditos godos y mucho más a los salvajes unitarios de Buenos Aires que quieren ponerse a la par de dichos godos para hundir todo el continente americano […] Si hay una columna que trabaja por el bien de nuestros países es la que manda el que suscribe”(55). Ahora desde Potosí, convoca a la Unión Americana y sostiene: “Los argentinos de corazón y sobre todo los que no somos hijos de la capital, hemos estado siempre del lado del Paraguay en la guerra que, por debilitarnos, por desarmarnos, por arruinarnos, le ha llevado Mitre a fuerza de intrigas y de infamias contra la voluntad de toda la nación entera, a excepción de la egoísta Buenos Aires” (56).

Los diarios de Chile apoyan a Varela: “Profunda repugnancia nos inspiran los maricones de La Nación a quienes la proclama del coronel Varela les arranca gritos de impotente desprecio” (57). Desde el otro lado Nicolás Villanueva le escribe a Paunero: “Las provincias están amenazadas de serios peligros por la triple alianza de traidores, indios y rotos, alianza de bárbaros y ladrones que, a no dudarlo, encuentran ardientes simpatías y protección material del pueblo chileno y de gran número de sus autoridades” (58). Y una vez más Sarmiento ratifica esa óptica: “La barbarie de nuestros campos es el escollo en que hemos fracasado desde Artigas hasta Felipe Varela. Esa misma barbarie existe en toda América, desde Méjico hasta Chile, en las masas populares” (59).

En medio de las fuerzas en pugna, Urquiza se inclina ya, cada vez más, a favor del mitrismo: “Varela y su montonera, producto legítimo de los excesos de poder y de una política bastarda, jamás pudo ser para nadie la expresión o el agente de mis ideas. La mejor prueba era que él abusaba de mi nombre sin que ningún hecho mío lo autorizase […] Soy hombre de principios y no de partido y menos de montonera. Jamás la he tolerado siquiera. Reprobé a todas las que se lanzaron en Buenos Aires en tiempo de su rebelión contra la República. La guerra del Paraguay está allí, el presidente solicitó mi concurso y se lo presté arrastrando a un pueblo a quien esa lucha era terriblemente antipática […] No, yo no he alentado esa lucha desordenada” (60). De esa forma responde Urquiza a las presiones mitristas, desentendiéndose de la causa de los pueblos interiores.

La Ofensiva Aliada

A mediados de febrero de 1868 los aliados se lanzan sobre Humaitá, la gran fortaleza paraguaya. Los paraguayos rechazan el intento por tierra, pero ante el

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triunfo de la escuadra brasileña evacuan la fortaleza y se repliegan. En los meses siguientes, las fuerzas aliadas continúan su avance lentamente ganando nuevas posiciones. Sobre fines de 1868 se produce una batalla muy importante en el camino hacia Asunción: Lomas Valentinas. También llamada la batalla De Los Siete Alias, se inicia el 21 de diciembre y culmina el día 28. En su Enciclopedia, Santillán sostiene que los paraguayos se batieron heroicamente ante fuerzas que los triplicaban en número, y que la batalla sólo cesó cuando casi todos los defensores de la posición estaban muertos o heridos (61).

La defensa paraguaya fue desesperada, pues Lomas Valentinas era el camino hacia la capital, y muchos niños y viejos empuñaron las armas. Sarmiento dirá después: “Ni a compasión mueve aquel pueblo, rebaño de lobos. Sólo que la mayor parte son niños de 10 a 12 años, armados de lanza a su talla, para formar línea. Se imagina los horrores de estos combates, en que soldados argentinos y brasileños en el calor de la refriega, caen sobre esta fila de chicuelos” (62). “Los brasileños sacrificaron sin piedad a los que estaban al alcance de sus armas […] provocando una matanza aún mayor” sostiene Teodoro Fix (63).

Después de esta derrota, Solano López se repliega rumbo al Cerro Corá con los pocos hombres que le quedan. El 5 de enero de 1869 los aliados entran en Asunción, y las fuerzas brasileñas saquean la ciudad. Se constituye un gobierno títere.

El Fin

Solano López y sus hombres están dispuestos a luchar hasta el final Los pocos que proclaman la necesidad de la rendición son acallados, y más aún, reprimidos. López fusila a altos jefes, incluso a su hermano. Según algunos historiadores, fusila también a Telmo López, federal entrerriano, y a Antonio de las Carreras, blanco oriental, por sostener la necesidad de la rendición.

Lo que resta del ejército paraguayo, con su jefe a la cabeza, marcha hacia el norte y sorprendentemente se reorganiza, llegando a ofrecer nuevamente combate. Son las batallas desesperadas y dantescas del invierno de 1869: Peribebuy, Acostañu. López es la patria (sostiene Rosa) y el pueblo lo sigue hasta el final. Es una retirada heroica, trágica, que dura siete meses.

Recién el 1ro. de marzo de 1870 Solano López y sus últimos hombres son muertos en Cerro Corá. Poco después, el 11 de abril de 1870, Urquiza es ultimado en el Palacio San José por una partida jordanista al mando de Simón Luengo, lugarteniente del Chacho. El 4 de junio de 1870 muere tuberculoso en Chile Felipe Varela. Los principales protagonistas han muerto. Sólo Mitre los sobrevivirá largos años.

El Paraguay ha quedado destruido. “Llora, llora urutaú/en las ramas del yatay. Ya no existe el Paraguay/donde nací como tú...” escribe Guido Spano (64). “Nada puede dar una idea de esta guerra como las cifras. Al iniciarse la lucha, Paraguay tenia 1300000 habitantes. Cinco años después, la población quedaba

reducida a 350000, la mayor parte mujeres. Ni en los tiempos antiguos, ni en los tiempos modernos, la historia registra nada semejante”, señala Rufino Blanco Fombona (65). “El Paraguay ya no existe (dice a su vez Lucio Mansilla, desde la óptica liberal). Esta obra grande la realizamos nosotros, junto al Brasil. Entre los dos mandamos a López a la difuntería” (66). El mejicano Carlos Pereyra apunta: “Habían ido a llevar la civilización a Paraguay. Esa civilización del cuchillo y del puñal, introducida por Mitre y por Sarmiento para terminar con la barbarie de los ferrocarriles, de los telégrafos, de la superación espiritual, moral e intelectual del pueblo paraguayo” (67).

Por su parte, José Hernández se define de este modo: “En nombre de la democracia, habéis atentado contra ella, pretendiendo imponer a otro pueblo nuestros principios, aunque ellos hablasen en nombre de los beneficios de una civilización que se anuncia con la muerte y la destrucción; en nombre de la independencia habéis conspirado contra la independencia de un pueblo […] Decir que hemos ido a regenerar al Paraguay es decir que nos hemos despojado de la justicia y del derecho para cometer un atentado sin nombre […] En presencia de los hechos que se han ido produciendo desde hace cuatro años, ¿cómo se atreven todavía a sostener que el pueblo paraguayo es susceptible de ser regenerado si por regeneración se entiende aceptar dócilmente la dominación extranjera? ¿Cómo puede llamarse guerra de regeneración para el Paraguay la que estamos sustentando arrebatando palmo a palmo el territorio y pasando adelante sólo sobre los cadáveres de sus defensores?” (68)

Mitre afirma en cambio: “Cuando nuestros guerreros vuelvan de su larga y victoriosa campaña […] podrá el comercio ver inscriptos en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del librecambio han proclamado para mayor gloria y mayor felicidad de los hombres, porque también esos principios han triunfado”‘(69).

La Guerra del Paraguay como guerra civil

J. B. Alberdi, desde Europa, analiza el conflicto como una guerra civil, por encima de las fronteras de las patrias chicas: “Las guerras exteriores de la Argentina no son más que expedientes suscitados a propósito, ya por la una, ya por la otra de sus dos fracciones, para encontrar la solución interior que cada una (de las

partes del país) desea. Son guerras civiles en el fondo, bajo la forma de guerras internacionales, como la presente (contra el Paraguay)” (70).

No es extraño que la guerra encierre tres políticas, siendo cada política doméstica, en sus miras, para cada aliado: “Flores no tiene otro enemigo que los blancos (orientales),

Mitre no tiene más adversario en vista que las

J.B. Alberdi

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provincias (del interior), Don Pedro II no tiene más enemigos que la ex república de Río Grande” (71).

En otra parte agrega: “Si Buenos Aires busca la alianza del Brasil, ¿qué cosa más natural que las Provincias busquen, por su parte, la alianza del Paraguay?” (72). Alberdi desarrolla su tesis explicando que para Buenos Aires “el verdadero enemigo no es el Brasil” sino “los países interiores a quienes Buenos Aires les tiene arrebatados el tesoro, su tráfico y todo su ser. Asegurarse contra ellos, mantenerlos en su condición colonial es más vital para el egoísmo antinacional de Buenos Aires que el alejar al Brasil de la costa oriental […] Las provincias se volverían para Buenos Aires un enemigo formidable desde que tuvieran el apoyo del Paraguay. Es lo que Mitre trataría de evitar a todo trance halagando y atrayendo a Urquiza, enviando agentes y palabras de amistad al Paraguay para calmarlo y evitar toda coalición o alianza, en tanto Flores, ayudado por Brasil y Buenos Aires, lleva adelante los cambios en la Banda Oriental”. Porque señala Alberdi: “en esta república Argentina no sólo hay dos partidos sino más bien dos países, dos causas públicas, dos patrias y dos patriotismos, por decirlo así. Un interés profundo los divide y hace antagonistas y ese mismo interés, sin cambiarlo, es el que hace aliado nato del Paraguay a todo el país argentino situado al norte de Martín García y aliado natural del Brasil a la otra porción del país que, como el Brasil, está situada a las puertas del Plata y en las costas del mar. Aquel interés es el tráfico directo con el mundo exterior, la renta pública procedente del tráfico y el poder y el influjo derivados de la renta, es decir, del tesoro y del crédito público basado en él. Río de Janeiro y Buenos Aires aspiran a dividírselo entre los dos a expensas de todos los países interiores, de que quieren hacer verdaderas colonias tributarias más o menos disimuladamente” (73).

Desde esta perspectiva, Alberdi establece relaciones con el gobierno de Solano López, a través de Gregorio Benites. Así, le envía la siguiente carta:

“Me interesa que el señor mariscal López conozca todo esto por intermedio de usted, que es testigo inmediato de todo ello. El interés en esto, como en mis escritos, no es personal ni privado. Se refiere del todo a la política venidera de nuestros dos países y a sus conveniencias mutuas y solidarias. Tenga usted la bondad de repetirle lo que tantas veces le he dicho a usted y al señor Barreyro. Yo no quiero ni espero del señor mariscal López empleos públicos, ni dinero, ni condecoraciones, ni suscripciones de libros. Todo lo que quiero me lo ha dado ya en parte: es hacer pedazos, con su grande y heroica resistencia, el orden de cosas que formaba la ruina de mi propio país, y para lo venidero, todo lo que quiero es que él abrace una política tendiente a buscar una liga estrecha con el nuevo orden de cosas que represente los verdaderos intereses argentinos, la seguridad y garantía respectivas de los dos países contra las ambiciones tradicionales del Brasil y Buenos Aires, respecto de los países interiores en que hemos nacido él y yo” (74).

Alberdi le envía también sus folletos acerca de la guerra: Las disensiones de las repúblicas del Plata y las maquinaciones del Brasil (mayo de 1865), Los intereses argentinos y la guerra (junio de 1865), y Crisis permanente en las repúblicas del Plata (febrero de 1866) (75).

Todo esto le valdrá el título de “traidor a la patria” que le lanzará el mitrismo. Pero Alberdi refuta contundentemente esta acusación: “Definir la traición y el patriotismo en la República Argentina es dar la llave de todo el estado político de este país. Las ideas que su gobierno actual llama ‘traidoras’ han sido calificadas de ‘patrióticas’ por todas las provincias cuando no estaban gobernadas por Buenos Aires. ¿Qué quiere decir esto? Qué hay dos puntos de vista para definir lo que es patriotismo y lo que es traición en la Argentina […] Dos grandes intereses combatieron, uno contra otro, en Caseros, Cepeda y Pavón y en esta división la patria de la que peleó por Buenos Aires no es la misma patria de los que defendieron las provincias” (76).

Pocas páginas después, Alberdi explica para completar esta reflexión sobre los dos patriotismos, que también hay dos modos de apreciar la libertad: “los liberales pueden soportar y lo soportan todo, lo que no pueden soportar es la contradicción, la oposición, es decir, la libertad […] Esos liberales quieren en cierto modo de buena fe la libertad, pero la quieren siempre para sí, jamás para sus opositores. Aceptan toda la libertad, a condición de que no se ejerza en su contra […] Son liberales al estilo de los tiranos. Sabido es que ningún tirano quiere ser esclavo. Si hay en el mundo quien ame de veras su libertad, es el tirano, pero tanto como ama la suya detesta la del otro […] La tiranía es, entonces, la libertad monopolizada en provecho de uno solo […] Así, hay gobiernos libres de naciones sin libertad […] Los liberales que gobiernan hoy en Buenos Aires son un dechado perfecto de ese liberalismo sin libertad. Por eso, para discutir con ellos, para combatir a sus gobiernos, es preciso poner por medio el océano Atlántico. Al menos se asegura de ese modo la cabeza” (77).

Este liberal consecuente que es Alberdi formula así una verdad fundamental, coincidiendo con aquella apreciación de Marx: “Nadie está contra la libertad, a lo sumo, está contra la libertad del otro”. Es decir, la libertad y también el patriotismo, cuando el país está escindido en bloques sociales antagónicos, adquiere un contenido de clase. Lo que para unos es patriotismo, para otros es traición a la patria.

Hasta el diario La Nación concluye confesando el carácter de guerra civil que ha formulado Alberdi: “Las alianzas del Río de la Plata quedan así definidas: alianza de la civilización y las formas regulares de gobierno, la república Argentina, el Brasil, la banda Oriental, representadas por el partido liberal. Alianza de la barbarie: el gobierno paraguayo, los restos del caudillaje argentino, los restos del caudillaje oriental” (78).

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Conclusiones

La Guerra de la Triple Alianza sólo resulta comprensible desde una óptica latinoamericana. Las historias de las “patrias chicas” no ofrecen respuestas. En ellas, Alberdi y Varela serían traidores, Solano López, el imperio brasileño, y el mitrismo serían intrusos en el conflicto de la Banda Oriental. Venancio Flores un oriental que se entromete en las provincias argentinas del noroeste y luego ingresa a su país con apoyo bélico argentino y brasileño. Como sostiene Alberdi, no es una guerra internacional, sino guerra civil, en definitiva porque América Latina es una Nación.

La destrucción del Paraguay, tanto de la mayor parte de su población como de su modelo de crecimiento autónomo, constituye el punto de partida de la política oligárquica porteña dirigida a convertir el Río de la Plata en semicolonia británica. Así como, a partir de 1976, el genocidio constituyó el paso previo a la reconversión de la economía argentina en subordinación a EE.UU., del mismo modo, en aquella época, aquel genocidio fue un antecedente de la sumisión al Imperio Británico.

Finalmente, cabe destacar que la experiencia paraguaya (que en términos actuales podría calificarse como “desconexión”, desde el punto de vista de Samir Amín) probó la posibilidad de aplicar un plan económico de crecimiento hacia adentro, de acumulación de capital autónomo, con decisiva presencia estatal y política social altamente beneficiosa para el pueblo. Era el Plan de Operaciones de Moreno, y había tenido su primer antecedente en la política económica de San Martín, en Cuyo, de la cual surgiría el ejército de los Andes.

*Norberto Galasso / German Ibañez

Notas

1. POMER, León: Guerra con el Paraguay; Buenos Aims, CEAL nº 26.

2. HALPERÍN DONGHI, Tulio: Historia contemporánea de América Latina, Editorial Alianza, Bs.As., 1994.

3. ROMERO, José Luis: Las ideas políticas en la Argentina, Bs.As., 1956.

4. ROMERO, Luis Alberto: Una historia Argentina, Cuadernillo Nº 8, Editorial El Quirquincho.

5. Ibídem

6. RIVERA, Enrique: José Hernández y la guerra del Paraguay; Bs.As., Editorial lndoamérica, 1954.

7. SÁNCHEZ QUELL, H.: La diplomacia paraguaya de Mayo a Cerro Corá, Editorial Kraft, Bs.As, 1957.

8. RIVERA, Enrique: obra citada.

9. Ibídem

10. Carta de Venancio Flores a Bartolomé Mitre, 1862.

11. Evaristo Carriego (p) al coronel Navarro, 27 de septiembre de 1863; Legajo Urquiza.

12. Julio Victorica, citado por Fermín CHÁVEZ en Vida y muerte de López Jordán.

13. POMER, León: Obra citada.

14. Julio Victorica en Fermïn CHÁVEZ: Obra citada.

15. Coronel Navarro al General Urquiza; 5 de enero de 1865.

16. Evaristo Carriego (p) en El Paraná, 11 de marzo de 1865.

17. Solano López a Cándido Barreiro, 1º de febrero de 1865.

18. Solano López al General Urquiza, 26 de febrero de 1865.

19. VARELA, Felipe: Manifiesto a los Pueblos de América, 1868.

20. Ibídem.

21. CHÁVEZ, Fermín: Obra citada.

22. Bartolomé Mitre en La Nación, 24 de marzo de 1865.

23. Bartolomé Mitre en La Nación, 10 de marzo de 1865.

24. López Jordán a Urquiza, 31 de julio de 1865.

25. Francisco Fernández, en carta de Juan González al General Urquiza, 19 de setiembre de 1865.

26. CHÁVEZ, Fermín: Obra citada.

27. Ibídem.

28. CHÁVEZ, Fermín: Zamba de los voluntarios.

29. CÁRCANO, Ramón: Urquiza y Alberdi, Editorial La Facultad, Bs.As., 1938.

30. Carta de Bartolomé Mitre a Marcos Paz, citada por ROSA, J.M.: La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas, Editorial Peña Lillo, Bs.As., 1964.

31. ROSA, J.M.: Obra citada

32. El Eco, enero de 1866, en CHÁVEZ, Fermín: Obra citada.

33. Castro Boedo, Emilio al General Urquiza, 15 de noviembre de 1866.

34. VARELA, Felipe: Manifiesto citado.

35. Proclama de Varela, en Francisco Centeno: Virutas Históricas Editorial Menéndez, Bs.As, 1929.

36. Proclama en ORTEGA PEÑA y DUHALDE: Felipe Varela contra el imperio Británico, Editorial Sudestada, Bs.As., 1965.

37. SARMIENTO, D.F., citado por ORTEGA PEÑA y DUHALDE: Obra citada..

38. SARMIENTO, D.F., 15 de enero de 1867, citado por ELÍAS JIMÉNEZ VEGA: Testigos y actores de la Triple Alianza, Editorial Peña Lillo, Bs.As., 1961.

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39. SARMIENTO, D.F., 2/2/67, citado por ELÍAS JIMÉNEZ VEGA: Obra citada.

40. RAWSON, G., citado por ORTEGA PEÑA y DUHALDE: Obra citada.

41. Sarratea, Mariano a Marcos Paz, 23 de diciembre de 1866.

42. Marcos Paz a Bartolomé Mitre, 16 de enero de 1867.

43. G. B. Mathew a Lord Stanley, 27 de enero de 1867 en ORTEGA PEÑA y DUHALDE: Obra citada.

44. Elizalde, Rufino a Bartolomé Mitre, 1867, en ORTEGA PEÑA y DUHALDE: Obra citada.

45. Bartolomé Mitre a Rufino de Elizalde, en ORTEGA PEÑA y DUHALDE: Obra citada.

46. Carta de Felipe Saa y Carlos J. Rodríguez a General Urquiza, 5/2/67.

47. BAZÁN, Raúl y otros: Felipe Varela, su historia, Editorial Plus Ultra, Bs.As., 1975.

48. Bartolomé Mitre a Marcos Paz, 12 de septiembre de 1867.

49. Virutas históricas, Obra citada.

50. Sarratea, Mariano a Marcos Paz, 22 de junio de 1867.

51. BAZÁN, Raúl y otros: Obra citada.

52. Juan Posse a Marcos Paz, 10 de septiembre de 1867.

53. General Urquiza a Benjamín Victorica, en Presencia de Urquiza, de Beatriz BOSCH, Editorial Raigal, Bs.As., 1953.

54. Manifiesto de LÓPEZ JÓRDAN, en El revisionismo y las montoneras, Fermín CHÁVEZ, Ediciones Theoría, Bs.As. 1966.

55. VARELA, Felipe, el 17 de octubre de 1867, en Los caudillos, de LUNA, Félix..

56. VARELA, Felipe: Manifiesta citado

57. La Unión Americana de Chile, 1868.

58. ORTEGA PEÑA y DUHALDE: Obra citada.

59. SARMIENTO, D.F. en La Tribuna, 6 de febrero de 1868.

60. General Urquiza a Salustiano Zavalía, 11 de. febrero de 1868.

61. SANTILLÁN, Diego Abad: Gran Enciclopedia Argentina, Editorial EDIAR, Bs.As., 1965.

62. Sarmiento, Domingo Faustino a R. García, 12 de octubre de 1869

63. Teodoro Fix, en SANTILLÁN: Obra citada.

64. GUIDO Y SPANO, Carlos: Poema.

65. Rufino BLANCO FOMBONA, citado en PEREYRA, Carlos: Francisco Solano López y su drama, Editorial Patria Grande, Bs.As..

66. MANSILLA, Lucio V., citado por JIMÉNEZ VEGA: Obra citada.

67. PEREYRA, Carlos: Obra citada.

68. HERNÁNDEZ, José en El Río de la Plata, agosto de 1869

69. Bartolomé Mitre, 21 de febrero de 1869.

70. ALBERDI, J.B.: Historia de la guerra del Paraguay, Editorial Patria Grande, Bs.As., 1962.

71. Ibídem.

72. Ibídem.

73. ALBERDI, J.B.: El Brasil ante la democracia en América, Ediciones Ele, Bs.As., 1946.

74. ALBERDI, J.B. a Gregorio Benites; 23 de junio de 1868, en Escritos Póstumos; Tomo X.

75 POMER, León: Obra citada.

76 ALBERDI, J.B.: Historia de la guerra del Paraguay; Ediciones Patria Grande, Bs.As., 1962.

77. Ibídem.

78. La Nación, 28 de octubre de 1864.

“Reconstrucción” paraguaya luego de la Guerra de la Triple Infamia

En 1876, las tropas brasileñas de ocupación abandonaron el país. Paraguay inicia su reconstrucción, al tiempo que se forman los dos grandes partidos políticos: El Colorado y el Liberal.

Hasta finalizar el siglo, se sucedieron en el gobierno: Cirilo Antonio Rivarola, Salvador Jovellanos (1871), Juan Bautista Gill (1874), Higinio Uriarte (1877), Cándido Bareiro (1878), Bernardino Caballero (1880), Patricio Escobar (1886), Juan G. González (1890), Marcos Morinigo (1883), Juan B. Equsquiza (1894), y Emilio Aceval (1898). Entre los hombres que sobresalen de este período se encuentra Bernardino Caballero (1880). Creó el Registro del Estado Civil de las personas, fundó el banco Nacional y la Escuela de Derecho, reorganizó las Juntas Municipales de la capital y otras ciudades. Bernardino puede ser considerado como el fundador de la Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado). Los Colorados que se consideraban herederos del patriotismo de Francisco Solano López, gobernaron desde 1887 hasta 1904.

En el 1902, Emilio Aceval fue depuesto. Le sucedió Héctor Carvallo, que entregó el mando a Juan Antonio Ezcurra (1903), último presidente colorado de este período. El gobierno de Ezcurra abordó la solución de algunos problemas. Fueron adquiridas barcas para la marina mercante nacional y en 1903 se dictó la Ley de

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Colonización y Hogar, con la que se buscaba corregir los desastrosos efectos de la venta de tierras públicas.

Una revolución depuso, en 1904, a Escurra. Las dos fracciones del partido liberal se reunieron bajo la dirección del general Benigno Ferreira e iniciaron una revolución campal para apoderarse del poder. El movimiento revolucionario se extendió por todo el país. El 12 de diciembre de 1904, con la mediación de los representantes de Argentina y Brasil, se ajustó el Pacto Pilcomayo, en virtud del cual Juan Bautista Gaona asumió la Presidencia de la República y el Partido Liberal se hizo cargo de la dirección política del país.

Muy pronto aparecieron las divergencias dentro del liberalismo. El 9 de diciembre de 1905 los Cívicos depusieron a Gaona y exaltaron a la presidencia a Cecilio Báez. El 25 de noviembre de 1906 asumió el poder, con el voto de las dos fracciones, el general Benigno Ferreira.

Se suceden en el gobierno Emiliano González Navero (1908), Manuel Gondra (1910), Albino Jara (1911), Liberato Rojas y Pedro Peña, que significaron un corto retorno del partido colorado. Eduardo Schaerer (1912) supuso una vuelta al partido liberal, le suceden Manuel Franco (1916), José P. Montero (1918), Manuel Gondra (1920), Eusebio Ayala (1921), Eligio Ayala (1922), Luis A. Riart (1923), Eligio Ayala nuevamente (1924), José P. Guggiari (1928), Eusebio Ayala (1932).

De 1932 a 1935, Paraguay sostiene otra guerra larga y costosa en hombres y dineros, contra Bolivia, motivada por la disputa territorial en el Chaco. El conflicto se produce como consecuencia de la no perfecta delimitación de las fronteras entre Bolivia y Paraguay en la gran región del Chaco. Bolivia, privada de salida al mar tras la guerra con Chile, presionó para que sus fronteras tuvieran una salida indirecta al Atlántico. En la disputa también están los intereses de los grandes grupos petroleros, al hallarse indicios de la existencia de petróleo en el subsuelo de la región: la Standard Oil, de New Jersey, llevaba años en Bolivia, y la Royal Dutch Shell, en Paraguay, por medio de compañías subsidiarias argentinas.

Las fuerzas paraguayas fueron agrupadas bajo el mando del teniente coronel José Félix Estigaribia. Las fuerzas bolivianas estuvieron al frente del general alemán Hans Kundt.

En Campo Vía (11 de diciembre de 1934) las tropas bolivianas, cansadas y desmoralizadas se rindieron incondicionalmente. Estigarribia fue ascendido a general de División, mientras que en el campo boliviano, Kunt, era destituido del mando siendo reemplazado por el coronel Enrique Peñaranda, ascendido a General de Brigada.

Tras el corto armisticio que concedió Paraguay a Bolivia ésta reorganizó su ejército. La última batalla se libró en Yngavi el 7 de junio de 1935. Las naciones americanas pusieron cese a las hostilidades el 12 de junio de 1935. Tres años más tarde se firmó el tratado

de paz entre Paraguay y Bolivia por el que el primero conserva tres cuartas partes del territorio disputado.

El 17 de febrero de 1936 se produce la llamada Revolución febrerista que lleva al poder a un grupo de oficiales liderados por el coronel Rafael Franco. El presidente Dr. Eusebio Ayala, y el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, general Estigarribia, fueron deportados. Un nuevo pronunciamiento armado realizado por Felix Paiva en 1937 llevará al fin el gobierno revolucionario de Franco.

En 1939 gana las elecciones presidenciales Estigarribia, que no estaba afiliado a ninguno de los partidos tradicionales. Sancionó una Constitución (1940) que establece un gobierno centralista. Falleció en un accidente de aviación y fue sustituido por el general colorado Higinio Morínigo, cuyo régimen conservador motivó una revuelta de los liberales en 1947. De 1947 a 1954, se suceden Juan Manuel Frutos, Natalicio González, Felipe Molas López, Federico Chaves y Tomás Romero Pereira.

10 de mayo de 1933: Paraguay le declara la guerra a Bolivia*

1933 Campos Jordán La Guerra del Chaco

Están en guerra Bolivia y el Paraguay. Los dos pueblos más pobres de América del Sur, lo que no tienen mar, los más vencidos y despojados, se aniquilan mutuamente por un pedazo de mapa. Escondidas entre los pliegues de ambas banderas, la Standard Oil Company y la Royal Dutch Shell disputan el posible petróleo del Chaco. Metidos en la guerra, paraguayos y bolivianos están obligados a odiarse en nombre de una tierra que no aman, que nadie ama: el Chaco es un desierto gris, habitado por espinas y serpientes, sin un pájaro cantor ni una huella de gente. Todo tiene sed en este mundo de espanto. Las mariposas se apiñan, desesperadas, sobre las pocas gotas de agua. Los bolivianos vienen de la heladera al horno: han sido arrancados de las cumbres de los Andes y arrojados a estos calcinados matorrales. Aquí mueren de bala, pero más mueren de sed. Nubes de moscas y mosquitos persiguen a los soldados, que agachan la cabeza y trotando embisten a través de la maraña, a marchas forzadas, contra las líneas enemigas. De un lado y del otro, el pueblo descalzo es la carne de cañón que paga los errores de los oficiales. Los esclavos del patrón feudal y del cura rural mueren de uniforme, al servicio de la imperial angurria. Habla uno de los soldados bolivianos que marcha hacia la muerte. No dice nada sobre la gloria, nada sobre la patria. Dice, resollando: Maldita sea la hora en que nací hombre.

Céspedes Contará Augusto Céspedes, del lado boliviano, la patética epopeya. Un pelotón de soldados empieza a excavar un pozo, a pico y pala en busca de agua. Ya se ha evaporado lo poco que llovió y no hay nada de agua

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por donde se mire o se ande. A los doce metros, los perseguidores del agua encuentran barro líquido. Pero después, a los trinta metros, a los cuarenta y cinco, la polea sube baldes de arena cada vez más seca. Los soldados continúan excavando, día tras día, atados al pozo, pozo adentro, boca de arena cada vez más honda, cada vez más muda; y cuando los paraguayos, también acosados por la sed, se lanzan al asalto, los bolivianos mueren defendiendo el pozo, como si tuviera agua.

Roa Bastos

Contará Augusto Roa Vastos, del lado paraguayo, la patética epopeya. También él hablará de los pozos convertidos en fosas, y del gentío de muertos, y de los vivos que sólo se distinguen de los muertos porque se mueven, pero se mueven como borrachos que han olvidado el camino de su casa. Él acompañara a los soldados perdidos, que no tienen ni una gota de agua para perder en lágrimas.

1935 Camino de Villamontes a Boyuibe Después de noventa mil muertos

Después de noventa mil muertos, acaba la guerra del Chaco. Tres años ha durado la guerra, desde que paraguayos y bolivianos cruzaron las primeras balas en un caserío llamado Masamaclay -que en lengua de indios significa lugar donde pelearon dos hermanos. Al mediodía llega al frente la noticia. Callan los cañones. Se incorporan los soldados, muy de a poco, y van emergiendo de las trincheras. Los haraposos fantasmas, ciegos de sol, caminan a los tumbos por campos de nadie hasta que quedan frente a frente el regimiento Santa Cruz, de Bolivia, y el regimiento Toledo, del Paraguay: los restos, los jirones. Las órdenes recién recibidas prohiben hablar con quien era enemigo hasta hace un rato. Solo está permitida la venia militar; y así se saludan. Pero alguien lanza el primer alarido y ya no hay quien pare la algarabía. Los soldados rompen la formación, arrojan las gorras y las armas al aire y corren en tropel, los paraguayos hacia los bolivianos, los bolivianos hacia los paraguayos, bien abiertos los brazos, gritando, cantando, llorando, y abrazándose ruedan por la arena caliente.

*Eduardo Galeano - Memoria del Fuego 3 (1986)

La Guerra del Chaco*

A mediados de 1932, comenzaba uno de los mayores conflictos de nuestro continente, protagonizado por sus dos países más pobres, por supuestas riquezas petroleras. Durante tres años, bolivianos y paraguayos mezclaron valor y ferocidad en una lucha que tenía mucho de arcaico y otro tanto de tecnología bélica del siglo XX, para lograr sólo estériles resultados.

Uno de los más famosos cuentos bolivianos inspirados en esta guerra es “El Pozo”, de Augusto Céspedes, que relata la obsesiva excavación de un grupo de soldados

sedientos en busca de agua. Como para corroborarlo, un veterano de esa nacionalidad recordaba un episodio parecido, donde sus compañeros esperaban el anuncio de “¡agua!”, quizá “con mayor intensidad con la que resonara después la palabra ¡paz!”. El líquido elemento es un factor que por sí solo resume el carácter de esta contienda, librada hace siete décadas en el corazón de América.

Paradoja típica de nuestro continente, esta sangrienta conflagración, que enfrentó y desangró durante tres años a Bolivia y el Paraguay, es una de las más grandes guerras que se haya librado en este suelo, aunque muy pocos que no pertenezcan a las naciones involucradas sepan algo de ella. Acaso porque muchos quisieran olvidar la feroz disputa por una tierra inhóspita y hostil, que tenía, supuestamente, un codiciado tesoro: el petróleo.

Con este interés en juego, el conflicto del Chaco adquiere una connotación aún más detestable, ya que grandes interesados eran dos poderosas compañías petroleras, ansiosas por explotar los yacimientos que allí existirían, y apoyaron cada una a uno de los dos países que iban a la batalla, países que, por añadidura, eran los más pobres de Sudamérica. En cierto sentido al menos, bolivianos y paraguayos libraron una lucha que no era la suya, se mataron sin el odio de las auténticas rivalidades nacionales, lo que no quita que hayan derrochado enormes dosis de heroísmo y sacrificio.

El origen remoto del problema estaba en la muy imprecisa delimitación de las fronteras entre ambos países, lo que se remontaba a la época en que éstos nacieron a la vida independiente. Para distinguirlo del Chaco Austral, territorio argentino, el Chaco Boreal está situado al norte del río Pilcomayo, poblado por unos pocos aborígenes hostiles a las escasas expediciones que se aventuraron por él durante el siglo XIX.

En lo diplomático, sucesivos intentos de arreglo habían fracasado, y en los hechos, pequeños destacamentos de ambos países habían ocupado el territorio por partes aproximadamente iguales, y habían levantado fortines; esto último es más bien un decir, ya que se trataba de poco más que toscas chozas (“pahuichis”) rodeadas de atrincheramientos. En 1928 se produjo un incidente que hizo temer una guerra que no se evitó, sólo se postergó. En 1931 asumía en Bolivia el presidente Daniel Salamanca, con la política de “pisar fuerte en el Chaco”, traducida en el aumento de guarniciones en la zona.

Boquerón, preludio heroico y terrible

Al Chaco se le llamó el Infierno Verde porque, pese a que su terreno era salpicado de pantanos y de espesa vegetación de matorrales y árboles como espinos, lo más difícil de obtener era el agua, ya que no lo cruzaban ríos, y había que cavar pozos para encontrar fuentes subterráneas. Un calor insoportable y un ambiente malsano, caldo de cultivo de enfermedades,

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ayuda a entender las atroces condiciones en que se debió pelear, en especial los bolivianos que, sacados de sus ciudades y pueblos andinos, debían desenvolverse en un medio totalmente extraño.

Esto explica también que la chispa que encendió la hoguera no fue el petróleo, sino el agua. En 1931 se descubrió una laguna en medio del territorio chaqueño, bautizada Pitiantuta o Chuquisaca, y ocupada sin mucho esfuerzo por un destacamento boliviano. Sin embargo, los paraguayos contraatacaron el 16 de julio de 1932, batiendo a su vez en retirada a los bolivianos. A esas alturas, diversos países neutrales intentaron preservar la paz, pero los enemigos ya se aprestaban para la primera gran batalla: Boquerón.

Allí, un destacamento mixto boliviano de poco más de 600 hombres, al mando del comandante Manuel Marzana, se había hecho fuerte para resistir el ataque de los 5.000 hombres del I Cuerpo de Ejército paraguayo. En la madrugada del 9 de septiembre comenzó el primero de una larga seguidilla de asaltos infructuosos, tras lo cual siguió un sitio, subrayado por el bombardeo de la artillería guaraní, muy superior.

Pese a los ataques de la aviación y los nuevos refuerzos terrestres que recibían los paraguayos, la porfiada resistencia boliviana se prolongó durante casi todo septiembre. Pero el alto mando de La Paz no podía enviar más refuerzos, y los víveres y el agua se agotaban. Por fin, agotados y abrumados por la superioridad numérica, los bolivianos negociaron una rendición que en ningún caso fue deshonrosa. Los esqueléticos prisioneros fueron aclamados a su paso por las calles de Asunción, y el comandante Marzana pasó a ser uno de los grandes héroes de Bolivia.

Pero éste no era sino el comienzo. Los paraguayos seguían disfrutando de superioridad numérica, y obligaron a sus enemigos a seguirse replegando, aunque la situación se estabilizó. Ahora Bolivia había movilizado más tropas hacia el Chaco y se lanzó a la ofensiva, alentada por la presencia del general alemán, Hans Kundt, veterano de la I Guerra Mundial y de vinculación ya larga con La Paz, nombrado comandante en jefe del ejército.

Ofensivas bolivianas

Siguiendo el ejemplo chileno, en aquel entonces los militares bolivianos llevaban algún tiempo bajo la influencia germana, pero ésta y la presencia de Kundt, tenía su contrapartida en que este jefe no era precisamente un genio militar, con una imaginación estratégica bastante limitada. Por su parte, los paraguayos habían tenido instructores franceses y argentinos y, sobre todo, contaban con la capacidad del coronel (más tarde mariscal) José Félix Estigarribia. Estos mandos regirían los destinos de miles de hombres sepultados en cenagosas trincheras, que hicieron que este conflicto fuese visto como una suerte de versión americana de la Guerra del '14.

Tras un repliegue para recuperar fuerzas, los bolivianos intentaron un gran ataque al campo fortificado de

Nanawa, el 20 de enero de 1933 que, tras un aparente éxito, fue rechazado por los paraguayos, a punta de bayoneta y machete. Pese al fracaso, las tropas de Kundt no perdieron la iniciativa, y en los meses siguientes emprendieron otros ataques contra fortines paraguayos, que arrojaron algunos magros éxitos.

Extraña, como suelen ser las guerras americanas, la del Chaco mezclaba a soldados precariamente vestidos y alimentados, valerosos aunque de escasa instrucción, con un amplio despliegue de armamento moderno como ametralladoras, morteros, lanzallamas, carros blindados, artillería y aviación. Como ocurrió en un segundo ataque boliviano a Nanawa (4-8 de julio de 1933), rechazado con más energía aún por las tropas guaraníes; mientras Hans Kundt era cada vez más cuestionado, el coronel Estigarribia se ganaba su ascenso a general. Ahora le tocaba a éste tomar la iniciativa ofensiva.

Contraofensiva guaraní

El Paraguay contaba entonces con 27000 hombres, que empleó en su casi totalidad para una gran maniobra envolvente, cuyos puntos culminantes fueron las batallas de Alihuatá y Campo Vía, en diciembre de 1933, que resultaron en la rendición de dos divisiones bolivianas: 7500 prisioneros y un abundante botín de armamentos. Ahora sí, el general Kundt fue destituido, y el mando supremo boliviano recayó en el coronel Enrique Peñaranda.

Un breve armisticio de fin de año sirvió para que los bolivianos se salvasen del desastre total y pudieran reorganizase, cediendo terreno; de los 77000 hombres movilizados sólo les quedaban 7000 en el frente. La mayoría de sus bajas era por enfermedades; ahora los paraguayos tenían superioridad numérica.

La guerra de movimientos se combinaba con la monotonía de la guerra de posiciones estáticas, donde las escaramuzas muchas veces se reducían a insultos entre “bolís” (bolivianos) y “pilas” (paraguayos); la lucha era más bien contra la sed y la enfermedad. En esta etapa de la guerra apareció un novedoso elemento: la participación de 53 oficiales chilenos, emigrados del país por la inestabilidad política de comienzos de los años '30, quienes se pusieron al servicio de Bolivia, destacando el coronel Aquiles Vergara Vicuña, autor de varios libros sobre el conflicto.

En los primeros meses de 1934 los paraguayos pensaban que podían terminar la guerra, pero tenían que arrastrar su eterno problema, la falta de movilidad, causada por la carencia de camiones y otros medios de transporte. El desenlace se demoró por una victoria boliviana en Cañada Strongest, a fines de mayo; pero por otro lado, el avance guaraní hacia la zona petrolera boliviana, en el norte chaqueño, y una nueva gran derrota de éstos más al sur, en Ballivián (2000 muertos, 4000 prisioneros), colmó la paciencia del presidente Salamanca. El Paraguay había ocupado el grueso de las tierras bajas, arrinconando a su enemigo contra los faldeos de la cordillera andina.

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“Corralito” boliviano

El mandatario boliviano decidió hacerse presente en la gran base de retaguardia de Villamontes donde, el 27 de noviembre de 1934 donde, en un episodio vergonzoso, los jefes militares lo derrocaron y arrestaron, dejando al país acéfalo mientras el enemigo se aproximaba. Fue el llamado “cerco” o “corralito”, de connotación muy distinta a la que tiene en la Argentina actual.

En La Paz asumió un gobierno provisorio, pero entretanto, los paraguayos siguieron avanzando hasta la propia base de Villamontes, y le pusieron sitio. Corría mediados de 1935 y se iba a librar la mayor batalla de la guerra cuando por fin, el 14 de junio, se logró el cese del fuego. En una espontánea reacción, las tropas de ambos bandos corrieron a abrazarse.

A los tres años de guerra siguieron otros tres interminables años de negociaciones diplomáticos, y el tratado de paz se firmó en Buenos Aires el 21 de julio de 1938. En virtud de éste, el Paraguay obtuvo la mayoría del Chaco Boreal, aunque Bolivia retuvo los campos petrolíferos ya en explotación; la existencia de petróleo en otros sectores de esa zona probó ser mera especulación. Así, quedaba de manifiesto la dudosa utilidad de esta matanza.

Al inicio de la contienda el ejército boliviano contaba con 5500 efectivos, y el paraguayo sólo con 4200; durante la misma, el primero movilizó 200000 hombres y el segundo 150000. Bolivia tuvo 50000 muertos y 25000 prisioneros, pero los 40000 muertos y 2500 prisioneros guaraníes prueban que la victoria de éstos fue pírrica.

*Piero Castagneto

A 73 años de la histórica Revolución de Febrero

Febrero recuerda para el Paraguay una de las páginas más gloriosas, quizá la mayor, del movimiento popular revolucionario, luego de la Guerra Grande.

Desde el 17 de febrero de 1936 hasta el 13 de agosto de 1937, las masas trabajadoras fueron beneficiarias de medidas

gubernamentales sin parangón en la historia

paraguaya.

Entre los logros más notables del gobierno que presidió Rafael Franco se encuentran: la fijación de la jornada laboral de ocho horas diarias, el establecimiento del aguinaldo y de derechos hasta entonces no reconocidos para los obreros: la obligatoriedad de los pagos en

efectivo, ya no en vales, y que el salario laboral incluya vacaciones; promulgó derechos laborales especiales para las mujeres en cinta y estableció el derecho a la libre sindicalización.

Además fueron reivindicadas: la Revolución Comunera y la Revolución Independentista, fue proclamado como héroe nacional sin ejemplar al Mariscal Francisco Solano López, se desarrolló la primera reforma agraria y se repartieron tierras a los campesinos, fue derogada la Constitución liberal de 1870 y se llamó a una Asamblea Nacional Constituyente.

En ese tiempo fueron abolidos los derechos que gravaban los estudios secundarios y primarios. Se terminó de construir el Oratorio de la Virgen de Asunción y fue convertido en Panteón Nacional de los Héroes, hasta donde fueron trasladados los restos del Mariscal López, del Teniente Rojas Silva y de un Soldado Desconocido. Fue instituido como feriado nacional el 1 de marzo.

El gobierno brindó pensión a los lisiados y ex combatientes de la guerra, hasta entonces sumidos en la miseria, reorganizó la Flota Mercante del Estado, estipuló un precio base para la producción de algodón, abolió los exámenes de ingreso para los Colegios Nacionales y se mantuvo en su férrea postura de no ceder ningún territorio conquistado por el ejército paraguayo en la Guerra del Chaco.

Antecedentes y desarrollo de la revolución de febrero

La Revolución de Febrero fue un hecho que se dio luego de la Guerra del Chaco. Al término de la contienda, el gobierno paraguayo estaba constituido por el llamado “Gabinete de la Victoria”. Los problemas sociales del país fueron metidos bajo la alfombra en tiempos de guerra. Con su final reflotaban todos los reclamos.

La situación económica del país, ya muy deteriorada antes de la contienda, empeoró. Los contingentes militares que fueron desmovilizados. Los efectivos llegaron a sus hogares más pobres que antes, sin siquiera una pensión provisoria que les permitiera sobrevivir.

La miseria en que se encontraba el país se agravó con el alza inmoderada del precio de los artículos de primera necesidad. Toda la realidad que golpeaba con fuerza a las clases trabajadoras las movió a reorganizarse en sindicatos para alzar su voz de protesta.

El caso de los militares también era lamentable. Estaban en permanente zozobra debido a la falta de víveres y a la injusticia para el otorgamiento de ascensos y condecoraciones. El sueldo era muy bajo y la amenaza de recibir el “sobre azul” (pase a retiro sin consideración por los tres años de servicio) se cernía todo el tiempo sobre ellos.

Lo que hizo que estallara todo fue el hecho de que el General Estigarribia haya aceptado una pensión

Rafael Franco

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vitalicia de 1500 pesos oro. Luego de esto, el levantamiento armado llegaría en pocos días.

Según el historiador paraguayo, Efraín Cardozo, el lunes 17 de febrero de 1936 estalló un movimiento revolucionario contra el Gobierno presidido por el Dr. Eusebio Ayala. Los Tenientes Coroneles Federico Wenman Smith y Camilo Recalde fueron llamados para dirigir la acción revolucionaria.

El tiroteo se inició a las ocho de la mañana. El Departamento de la Policía fue atacado con bombas de mortero. Las fuerzas gubernistas abandonaron el edificio y se replegaron primero sobre el local del Correo y luego sobre el Departamento de Marina.

“Mientras tanto una por una las Comisarías caían en poder de los revolucionarios. Se luchó durante todo el día. El Presidente Ayala se trasladó al anochecer al ‘Paraguay’, buque cañonero estacionado en la Bahía. El jefe del mismo, capitán de Fragata Báez Pin, pidió autorización para levar anclas y marchar al norte, a fin de buscar contacto con las tropas de Concepción y las del Chaco, que no se habían pronunciado y donde se encontraba, desde el día anterior, el General Estigarribia. Ayala se negó a dar la orden. ‘Estoy dispuesto a renunciar para evitar mayor efusión de sangre’ dijo al capitán Báez Pin. Momentos después subía a bordo el Tte. Coronel Recalde, quien recibió del Dr. Ayala su renuncia a la Presidencia de la República. Eran las nueve de la noche…”, detalla Cardozo.

Dos días después, Rafael Franco, quien había sido deportado a Buenos Aires a raíz de sus intervenciones políticas, volvió al país en una avioneta del diario Crítica. El movimiento popular que derrocó al Ayala solicitó que sea él quien dirija el gobierno revolucionario. Este estaba integrado por colorados, socialistas, militares, anarquistas, además de la Liga Nacional Independiente. Franco juró el 20 de febrero de 1936, como Presidente Provisional del Paraguay.

El supuesto gran héroe del Chaco, General y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas José Félix Estigarribia se encontraba en Capirendá, Chaco paraguayo. Volvió a Asunción por vía aérea el miércoles 19 para guardar reclusión en la Departamento de la Policía de la Capital, con el ex presidente Ayala.

Estigarribia recibió entonces la visita del Ministro del Interior Gómez Freire, quien le indicó que sería fusilado a causa del armisticio que el Paraguay propuso durante la guerra del Chaco después de la batalla de Campo Vía. Esto, sin embargo, no se concretó. Ayala y Estigarribia fueron deportados al exterior seis meses después.

Franco, luego de llegar al gobierno, estaba obligado a dar respuestas al movimiento popular que llevó al poder. Así lo hizo.

La importancia de la revolución

La revolución de febrero es comparable a los más grandes alzamientos populares de la historia del Paraguay. Las masas oprimidas manifestaron su voluntad de comenzar una etapa nueva, revolucionaria.

Trasciende la actitud que asumen los paraguayos luego de la guerra, lejos de quedar obnubilados con una victoria militar, y presionados por una acuciante realidad social, levantan su voz contra el mal gobierno.

La postguerra ofreció a la ciudadanía toda, un escenario macabro. El atropello del que fueron víctimas, luego de la guerra, era intolerable. Juan Pueblo regresaba de los campos de batalla tras haber detenido y repelido a un enemigo superior en armamento, sin tener qué comer.

La revolución de febrero no fue simplemente un alzamiento donde, una cúpula buscaba empotrarse en el poder, como se dio en un sinnúmero de veces en la historia paraguaya, fue un levantamiento estructurado y apoyado por las masas trabajadoras.

Gobierno socialista derrocado por un golpe liberal

La revolución de febrero representó para el Paraguay, la experiencia del primer gobierno socialista de su historia. Tuvo como gran referente, en el gabinete presidencial a Anselmo Jover Peralta, quien, se sabe, tuvo la intención de crear, el año de la revolución, un Partido Socialista, de la fusión de la Unión Nacional Revolucionaria y el Partido Comunista Paraguayo. Sin embargo, Oscar Creydt, referente comunista, se negó y la fusión de los dos partidos de izquierda no se dio.

El 10 de marzo el gobierno promulgó un decreto declarando al Estado y a la Revolución Liberadora del 17 de febrero de 1936 un todo indivisible. El coronel Franco creó de inmediato un Ministerio de Agricultura y el 5 de mayo puso en marcha el decreto-ley de la reforma agraria. También por decreto presidencial se creó, el 16 de junio, el Ministerio de Sanidad Pública y el 24 del mismo mes apareció la Oficina Nacional del Trabajo, dependiente del Ministerio del Interior. La creación de esta oficina contribuyó al establecimiento de jornadas de trabajo de 48 horas semanales y 35 en casos de trabajos en lugares insalubres.

Algunas de las creaciones del gobierno socialista fueron: el Departamento Nacional del Trabajo, la Central Nacional de Trabajadores (CNT), la Unión Nacional Feminista, las Universidades Populares, las Granjas-escuela Rurales, el primer Aeropuerto Civil, la Asociación Nacional de Ex combatientes, el Ministerio de Salud Publica, el Ministerio de Agricultura, la Comisión de Fomento y Trabajo, el Comité de Movilización Civil, el Banco de la República del Paraguay, la Facultad de Odontología, la Facultad de Ciencias Económicas, la Facultad de Ciencias Agrarias, la Escuela de Arte y Oficios, entre otras.

El gabinete de la revolución estuvo integrado por, Juan Stefanich (canciller), Gómez Freire Esteves, Germán Soler, Arístides Rivas Ortellado, Luis Freire Esteves, Alfredo J. Jacquet, Emilio Gardel, Anselmo Jover

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Peralta, Bernardino Caballero (nieto del General), Guillermo Tell Bertoni, Pedro Duarte Ortellado, Felipe Molas López y Damián Bruyn.

El 13 de febrero de 1937, la primera experiencia socialista del Paraguay, fue derrocada por un golpe de estado planeado por los liberales.

Después del golpe del 37, y la vuelta del Partido Liberal al poder, algunos febreristas fueron al exilio. Otros se quedaron en Paraguay para rearticular el movimiento revolucionario. En 1938, el grupo liderado por Jover Peralta, fundó en el exilio, en Buenos Aires, el Partido Revolucionario Paraguayo. Fue estructurado en un Comité Nacional Provisional.

El movimiento de Peralta representaba al socialismo y al obrerismo durante la Revolución del 36. El citado partido publicó en el 1938 dos libros: Declaración de principios y programa de reconstrucción nacional y Manifiesto a la nación» del que se extrae el histórico lema febrerista: “Por la liberación integral del Paraguay”.

En 1951 sería fundado, en el exilio, el Partido Revolucionario Febrerista, inspirado en aquella histórica revolución. Con unos años de fundado, el PRF debe soportar el terrible ascenso al poder del dictador Alfredo Stroessner en 1954. Desde ese entonces, empezó una persecución hacia todo febrerista, y hacia todo demócrata en general. El Febrerismo luchó en todo momento por la democracia. En 1978, junto al Partido Liberal Radical Auténtico, el Partido Demócrata Cristiano, el Movimiento Popular Colorado (Colorados disidentes), y el Partido Comunista Paraguayo, se funda en la Casa del Pueblo, el Acuerdo Nacional, el encuentro de los partidos democráticos.

Con la caída de la dictadura de Stroessner, el 2 y 3 de febrero de 1989, empezó lo que conocemos como transición a la democracia. En todo momento, el PRF, el partido del pueblo paraguayo, acompaño este proceso, ya sea participando del Encuentro Nacional, o en solitario, siempre buscando el bienestar de la ciudadanía.

En el año 2008, el Partido Revolucionario Febrerista participó de la Alianza Patriótica para el Cambio, nucleación que llevó a la presidencia de la República al compañero Fernando Lugo, que después de 61 años de gobierno del conservador Partido Colorado, asumió el poder. Como representante del socialismo democrático en nuestro país, el PRF velará en esta nueva etapa para que los principios progresistas sean aplicados en nuestra sufrida nación.

Dictadura del General Stroessner

En 1947, el Partido Colorado, aprovechando las grandes diferencias sociales existentes, promovió la revolución de los pynandí (“pies descalzos” o “pobres”) o guerra civil de 1947. A partir de entonces se consolidó la hegemonía plena del Partido Colorado, que finalmente llevaría al poder al entonces coronel

Alfredo Stroessner. El sistema imperante durante el periodo 1947-1962 fue de partido único, siendo el Partido Colorado el único legal.

El 4 de mayo de 1954, ya nombrado general, Stroessner dio un golpe de estado con la finalidad de “mantener el orden”. Dado el interés en revestir legalmente dicho acto, la Junta de Gobierno del Partido Colorado, en su sesión del 5 al 8 de mayo, resolvió la necesidad de informar al entonces Presidente de la República, Federico Chaves, de la necesidad y conveniencia de presentar su renuncia (lo cual efectuó), designar al General Stroessner como candidato del partido para el periodo constitucional restante (1953-1958), y establecer el 15 de agosto como fecha de asunción del cargo por parte del nuevo Presidente. En esta fecha, la Asamblea Nacional, compuesta sólo por colorados, aceptó por unanimidad el nombramiento, y Stroessner asumió formalmente la Presidencia. El 9 de febrero de 1958, respaldado por el Partido Colorado y como candidato único, volvió a ser elegido presidente constitucional.

En 1959, Stroessner disolvió la Cámara de Representantes, compuesta solamente por colorados, y convocó elecciones generales. A partir de 1962 y hasta 1989 el sistema pasó a ser de pluralismo restringido. En 1967, el General-Presidente convocó una Convención Nacional para crear una nueva Constitución, permitiendo a los partidos febrerista y liberal formar parte de dicha convención. En 1963, Stroessner juró su tercer mandato. En 1968 se produjo la reelección de Stroessner, que juró su cuarto mandato el 16 de agosto. El sistema electoral vigente en las elecciones del ‘63 era el de mayoría con prima, consistente en la adjudicación de 2/3 de los escaños al partido que hubiese ganado la mayoría simple de votos. En 1977 fue necesario hacer una enmienda a la Constitución para poder reelegir al presidente sucesivamente y de forma vitalicia. En 1983 se celebraron elecciones generales, saldadas con un nuevo triunfo de Stroessner, que fue reelegido con el 90% de los votos.

A lo largo de 1986, y en los primeros meses de 1987, los componentes del ala radical del Partido Colorado se manifestaron varias veces como partidarios de que el general Stroessner, con sus setenta y tres años, se presentara otra vez para un nuevo mandato presidencial, que se iniciaría en 1988. Otra rama del partido propuso la candidatura de su hijo Gustavo, de cuarenta y dos años, teniente coronel del Ejército del Aire. El 14 de febrero de 1988, el general Stroessner fue nuevamente reelegido, por séptima vez.

La clave del éxito del General Presidente fue la conformación, ya intentada por sus antecesores militares (Franco, Estigarribia, Morínigo), de crear un estrecho vínculo de poder entre la Asociación Nacional Republicana, las Fuerzas Armadas y el Gobierno, quedando el general como eje de ese triángulo: Jefe del

Stroessner

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Ejecutivo, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y Presidente Honorario del Partido Colorado. Durante todo su mandato, Stroessner fue eliminando, tanto en las Fuerzas Armadas como en el Partido Colorado, toda posible oposición a su persona. El país entró en un periodo en el que la prebenda y el clientelismo eran cotidianos.

El desarrollo económico se centró principalmente en la modernización de las infraestructuras, para lo cual se pusieron en marcha obras colosales e innecesarias, que dejaban un margen de ganancia personal muy elevado (la presa de Itaipú); en la venta de tierras a extranjeros para mantener el modelo agro-exportador, y en la ampliación del sector financiero en detrimento del industrial. En el orden social, las consecuencias de la dictadura fueron especialmente graves: el empobrecimiento campesino, la progresiva creación de focos marginales en centros urbanos, la alarmante destrucción del medio ambiente y una fuerte represión social y política.

Retorno a la Democracias

El 3 de febrero de 1989 se produjo el golpe de Estado protagonizado por el general Andrés Rodríguez contra el dictador Alfredo Stroessner. Con él terminaba la más larga dictadura paraguaya y de toda América Latina. Tras disolver el Parlamento, el general Rodríguez convocó a elecciones para el 1 de mayo y anunció la legalización de todos los partidos, exceptuando el comunista.

El 1 de mayo de 1989, el candidato del Partido Colorado, el presidente Andrés Rodríguez, consiguió el 74,1% de los votos en la elección presidencial. En cuanto a la elección para diputados y senadores, el Partido Colorado alcanzó el 66,4% (mayoría de 2/3). En 1992 vieron la luz los trabajos de la Convención de Diputados Constituyentes, surgida de las elecciones celebradas un año antes. Ello permitió la sanción y entrada en vigor de la nueva Constitución. En 1993 se celebraron nuevos comicios presidenciales, en los que también triunfó el candidato del Partido Colorado, Juan Carlos Wasmosy, que se convirtió en el primer civil en llegar a la jefatura del Estado tras cuarenta años de gobiernos militares.

Este hecho no resultó particularmente favorable a los destinos de la República, el gobierno Wasmosy se reveló uno de los peores de la historia paraguaya. Durante su mandato hubo dos graves crisis financieras, en 1995 y 1997 que eliminaron del mercado casi la totalidad de las empresas financieras locales, sobreviviendo solo las entidades financieras de origen extranjero. La crisis también afectó duramente a la clase media paraguaya y activó una crisis económica de la cual el país todavía no ha salido.

Conjuntamente a los malos resultados en campo económico también se vieron afectados los alcances obtenidos después el golpe del 1989 en campo político. El enfrentamiento de Wasmpsy con su principal promotor político, el general Lino Oviedo, jefe de las

Fuerzas Armadas, que acusó de querer encabezar un golpe en contra de él, le quebró aún más el apoyo del Partido Colorado y desató una crisis político-judicial de la cual el país salió solamente en 1999 con la renuncia del presidente Cubas.

En 1996 Wasmosy alejó del ejército al Gral. Oviedo bajo la acusación de querer encabezar un golpe en su contra, y en 1997, después de que Oviedo ganara la interna para presidenciales del Partido Colorado lo hizo encarcelar y enjuiciar por un tribunal Militar por el mismo crimen.

La Condena de Oviedo lo inhabilitó para las elecciones presidenciales del 1998 y en su lugar se candidateó Raúl Cubas, su delfín político. Vicepresidente fue designado el Dr. Argaña, rival político de Oviedo y en aquel entonces aliado de Wasmosy.

Cubas gracias al apoyo de Oviedo, en aquel entonces muy popular, le ganó a la oposición liberal-encuentrista con el 56% de los votos y tres días después de haber asumido el cargo presidencial indultó Oviedo librándolo de la cárcel.

Los colorados argañistas y wasmosistas y los partidos de oposición contestaron fuertemente el hecho y obtuvieron a través de la Corte Suprema una anulación del indulto que Cubas no atacó.

Este hecho provocó un pedido de enjuiciamiento político del mismo delante del Congreso que por muchos meses, por falta de quórum no prosperó.

En el marzo de 1999 la tensa situación política se complicó aún más, el vicepresidente Argaña fue asesinado y la oposición inculpó del hecho al Gral. Oviedo. La plaza del Congreso se llenó de manifestantes en contra del gobierno mientras el Juicio político en contra de Cubas retomaba vigor.

El 26 de marzo de 1999 la protesta degeneró en violencia y siete manifestantes fueron acabados a tiros por desconocidos (supuestamente francotiradores oviedistas o más bien policías), la protesta se volvió más candente y dos días después Cubas renunció a la presidencia y se fue en exilio a Brasil. El mismo día Oviedo escapó en Argentina donde obtuvo asilo político.

Luis González Macchi, presidente del Congreso, la misma noche juró como nuevo Presidente de la República del Paraguay.

El Gobierno Lugo, el Parlamento y los Movimientos Sociales*

De San Solano al Palacio de López

El 20 de abril del 2008, Fernando Lugo Méndez triunfó cómodamente en las elecciones presidenciales, derrotó al Partido Colorado que perdió el control del Gobierno luego de 61 años. Pero sobre todo ganó en una guerra sucia derrotando a poderosas mafias, a propuestas neofascistas y a la misma iglesia que desaconsejaba su

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candidatura. Se trataba de un outsider, completamente ajeno a los partidos políticos, obispo de la diócesis con mayor densidad organizativa de los campesinos.

Lugo había nacido en San Solano, San Pedro del Paraná, uno de los distritos más pobres del departamento de Itapúa, la misma localidad de la que fueron oriundos Regino Vigo y Epifanio Méndez Fleitas. El primero, precursor de los movimientos sociales pre políticos fue el más célebre bandolero social de las décadas del 40 y 50 del siglo pasado, hombre de pelo en pecho que con sus poderes extra cotidianos enfrentó a los poderosos con la alianza de los campesinos pobres que lo apoyaban como vengador de agrarios colectivos; en una estructura social muy polarizada donde los partidos de clientela que operaban para proteger los intereses de los ricos no ofrecían canales de participación para los campesinos. Ellos podían vivir en un mundo marcado por injusticias pero no podían vivir en un mundo sin esperanzas, y Regino más poderoso que los poderosos podía poner las cosas en su lugar.

Epifanio Méndez a su vez fue el adversario más tenaz que tuvo el dictador Stroessner, y que fue exiliado luego de su “discurso de hierro” que pronunciara hacia 1953 como presidente del Banco Central en el propio local de la Asociación Rural del Paraguay, denunciando las injustas asimetrías sociales y anunciando medidas para controlar el precio de la carne. Fueron momentos de tensión del Partido Colorado ya identificado con el Estado en una formación social prebendaria. Los esfuerzos de Méndez Fleitas por hacer del partido colorado un espacio de representación de intereses populares había fracasado.

La decisión de Fernando Lugo Méndez de dejar el obispado enfrentando incertidumbres para liderar una alianza opositora fue una opción de fe, una fe encarnada en un pueblo, y sobre todo en el pueblo pobre (Selecciones, 2008). El obispo de los pobres que había acompañado las primeras marchas campesinas a la capital, sensible al dolor de los campesinos, renunció a su condición de obispo para liderar una propuesta emancipadora, a sabiendas que sería básicamente el sembrador en un proceso que revirtiera injusticias seculares y que daría parte de sus frutos más allá del período presidencial. Sin embargo en plena campaña electoral la Alianza propuso revertir la situación de una sociedad castigada por injusticias sociales y por la colonización de su Estado que había entregado sus recursos básicos; la propuesta electoral incluía recuperar la soberanía energética, realizar una reforma agraria, y combatir frontalmente la corrupción.

Triunfo presidencial sin base parlamentaria propia

La propuesta de la Alianza ganó con una participación del 65,5% pero en la composición del poder Legislativo solo entraron cinco parlamentarios de agrupaciones de izquierda. Los mismos que han marcado la propuesta electoral y han establecido la dinámica de la campaña presidencial, debido a su

fragmentación y a pesar de haber logrado el 11% de los votos obtuvieron una representación ínfima23. Las agrupaciones de izquierda lograron el 20 de abril del 2008, 208.631 votos, que representan el 11% del total, la misma proporción que a comienzos de la década pasada del noventa había obtenido la izquierda.

Los votos obtenidos por las agrupaciones de izquierda que representaban el 27% de los votos obtenidos por Lugo solo lograron cinco parlamentarios, la misma cantidad que habían conquistado en el 2003 sin candidato presidencial. En esas condiciones Lugo insistió en su posición de centro -poncho juru- apelando a la metáfora del cuello del poncho, lo que no implica negar las diferencias de clase, ni conciliar intereses que no siempre son conciliables.

La fragmentación de la izquierda que se presentó a través de diez listas y otras tantas propuestas electorales impidió que con una propuesta unitaria, con la misma cantidad de votos duplicara su representación parlamentaria, lo cual tampoco hubiera alterado sustancialmente la correlación de fuerzas con los sectores conservadores y ultra conservadores24. En la debilidad de la presencia de la izquierda pesaron las condiciones socio históricas adversas; a la ausencia de la clase obrera y de partidos enraizados en el sistema tampoco se contó con experiencia en coaliciones políticas.

De hecho la contribución más importante de los movimientos campesinos organizados no fue cuantitativa, pero si fue importante el hecho que alterara el cuasi monopolio de los partidos tradicionales (Morínigo, 2008). Con los resultados obtenidos, el 60% del electorado continúa siendo de los partidos tradicionales de tendencias conservadoras, y cerca de la quinta parte de los votos, con importante contribución de sectores populares correspondió a una propuesta ultra conservadora, liderada por el General Oviedo que prometía mano dura ante el crecimiento de la violencia.

Los liberales con el 27% de los votos obtuvieron una holgada mayoría de parlamentarios dentro de la Alianza, y dada la orientación conservadora de los liberales se plantea la paradoja de una Alianza

23 Téngase en cuenta que ya en 1991, con motivo de la Asamblea Nacional Constituyente el movimiento “Constitución para todos” de sectores progresistas había obtenido el 11% de los votos, pero perdió luego presencia en el escenario político nacional al incorporarse al partido Encuentro Nacional que para ganar adherentes independientes eliminó toda discusión ideológica (Lachi, 2008). En el 2003 fragmentados en siete partidos de sectores progresistas habían obtenido cinco parlamentarios. 24 En esa fragmentación pesó el personalismo articulado en líderes más interesados en su elección que en la construcción de un proyecto común. La concertación estuvo integrada por cuatro partidos (Demócrata Cristiano, Febrerista, País Solidario, y Encuentro Nacional) mientras el bloque social estuvo integrado inicialmente por el P-MAS, Partido del Movimiento al Socialismo, Movimiento Tekojoja, Partido Democrático Progresista, Partido Humanista, Partido de los Trabajadores, Partido Frente Amplio, y el Movimiento Demócrata Progresista.

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triunfante con una mayoría refractaria a puntos centrales de la propuesta electoral triunfante (Cuadro Nº 1) y muy pronto antepusieron la defensa del derecho a la propiedad privada a la defensa del derecho al acceso a la tierra que había propuesto la Alianza. El Vicepresidente electo, de esa extracción política muy pronto declaró que su principal función era pedir cargos públicos al Presidente.

Los movimientos y organizaciones de sectores populares se caracterizan por la diversidad de su composición (campesinos sin tierra, sin techos urbanos, trabajadores informales sindicalizados, campesinos, etc.) y de sus intereses materiales inmediatos. Una coincidencia en sus objetivos llevó a estas organizaciones y movimientos al apoyo de la candidatura de Lugo, pero diferencias que los separan impidieron que votaran por un solo partido que los representara en el parlamento. Entre los partidos de izquierda y los socialdemócratas que participaron en las elecciones no hallaron un partido que se identificara con sus intereses (Rivarola, 2008) en contraste con los agroexportadores y ganaderos que tenían para elegir potenciales aliados a liberales, oviedistas y patriaqueridistas.

Cuadro Nº 1

Resultados de las elecciones del 2008

Partidos y

Movimient

os

Políticos25

President

e

y Vice

% Senado

% Diputado

s

% Parlasur

%

APC 766.502

40,90%

PLRA 507.413

27%

500.040

27%

498.529

27%

PPS 60.947

3%

9.500

0,51

%

Tekojoja

52.247

3%

64.566

3%

111.250

6%

PDP 38.402

2%

29.980

2%

19.850

1%

PEN 20.843

1%

14.227

0,76

%

17.331

0,93

%

PMAS 10.564

0,50

%

29.223

2%

10.361

0,55

%

25 APC: Alianza Patriótica para el Cambio. PLRA: Partido Liberal Radical Auténtico. PPS: Partido País Solidario. PDP: Partido Democrático Progresista. PEN: Partido Encuentro Nacional. PMAS: Partido del Movimiento al Socialismo. ANR, Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado). UNACE: Unión Nacional de Ciudadanos Éticos. PPQ: Partido Patria Querida.

ANR 573.995

30,63%

509.907

27%

582.932

31%

564,458

30%

UNACE

411.034

21,93%

336.763

18%

330.754

18%

332.880

18%

PPQ 44.060

2,35%

151.991

8%

102.139

5%

102.055

5%

Otros 12.233

0,76%

17.894

1,00

%

44.076

2%

BLANCOS

38.485

2,05%

73.135

4%

62.070

3%

89.779

5%

NULOS

27.818

1,48%

45.122

2%

41.871

2%

43.589

2%

TOTAL

1.874.127

1.872.56

0

1.872.663

1.872.21

2

Fuente: Tribunal Superior de Justicia Electoral TSJE

La representación de intereses sociales en el parlamento ofrece así exceso de espacio para sojeros y ganaderos en contraste con los sectores populares que quedan sin representación significativa.

Estructura socio económica, partidos de clientela y Estado

¿Como explicar el triunfo de una propuesta electoral sin el apoyo de una mayoría parlamentaria que sigue, como antes, funcionando para pocos? ¿Y qué escenarios pueden proyectarse sobre las relaciones entre estructura socio económica y Estado? En las respuestas a estos interrogantes resulta pertinente analizar los factores que explican el triunfo de la Alianza, que al mismo tiempo limitan las posibilidades del gobierno de cara al cumplimiento de la propuesta electoral. Los factores en cuestión tienen que ver con la estructura socioeconómica, con aspectos institucionales y socioculturales (Abente, 2007).

En el Cuadro Nº 2 se observan indicadores de desarrollo socioeconómico que muestran contrastes entre el Paraguay y los otros países sudamericanos, esos indicadores muestran una matriz socio económica paraguaya con debilidades estructurales que condicionan negativamente su sistema político.

De lejos Paraguay es el país con mayor contribución de la agricultura al PIB, lo cual resulta consistente con la baja contribución de la producción manufacturada en el total de exportaciones; mientras en Argentina y Brasil esa proporción es del 32 y 54 %, Paraguay apenas llega al 16%. Si bien es cierto que en los últimos años se ha intensificado el proceso de migración urbano-rural, el porcentaje de la población urbana del Paraguay sigue siendo el más bajo entre los países sudamericanos. La población ocupada en agricultura es alta en contraste con la ocupada en la industria que solo llega al 16%.

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Los cuenta propistas representan el 37% del total de la población económicamente activa, y la gran mayoría de ellos no tienen inserción en el mercado capitalista de trabajo, y como excluidos por el sistema socioeconómico tienen débil inserción en la economía; la quinta parte de la población asalariada se ocupa en establecimiento con más de veinte personas ocupadas. Sin industrias el país carece de una burguesía emprendedora y de un sector obrero fabril, quedándose la estructura social paraguaya sin actores colectivos fuertes, asociada a partidos de clientela, particularmente los hegemónicos, que son los dos partidos tradicionales; en esas condiciones se cuenta, con escasa capacidad para formular e implementar desde el Estado políticas públicas orientadas al desarrollo nacional.

En la curiosa estructura social paraguaya los campesinos se han convertido en el actor social progresista, y entre las clases subalternas solo ellos constituyen una clase para sí, que se moviliza tanto contra el Estado como contra sojeros y ganaderos.

El nivel de desarrollo socioeconómico de una sociedad que no tuvo un proceso de sustitución de importaciones y tiene una muy débil industrialización determina un tipo de relaciones entre clases sociales, partidos políticos y Estado (Abente, 2007).

La ausencia de una burguesía ilustrada con ambiciones y capacidad de proponer un proyecto de desarrollo nacional se corresponde con la debilidad de la clase obrera, que se hubiera constituido en un actor fundamental; los trabajadores cuenta propistas con mayor importancia relativa luego de Venezuela y Bolivia, se ocupan en actividades que no generan interdependencia entre sus miembros, y que no comparten iguales condiciones materiales de existencia en el sector fabril, sino más bien desarrollan estrategias individuales, día a día para sobrevivir.

En las últimas décadas sí se dieron cambios, como los referidos a la urbanización, la mayor inserción femenina en los mercados de trabajo y la caída de los índices de natalidad, pero los mismos no revirtieron las tendencias estructurales marcadas por el modelo agroexportador. En realidad la economía basada en agro exportación cambió dramáticamente en sus características en los últimos diez años con la expansión del enclave sojero ligado al Brasil, que acelera la expulsión campesina.

En cuanto a las relaciones Estado-Sociedad, en el Paraguay se ha dado lo que Max Weber (1969) llama Estado patrimonialista, en el cual el soberano organiza de forma análoga a su poder doméstico su poder político, sin prestar atención a la distinción entre la esfera privada y la oficial, en la medida que la administración pública es considerada como una cuestión personal del soberano. En los sucesivos gobiernos colorados, los altos funcionarios y en general los grupos dominantes buscaron maximizar sus beneficios a costa de los bienes públicos, y de hecho las características socioeconómicas del país determinaron el hecho que la constitución y la

reproducción de las clases dominantes, y su acumulación de capital, se dieran a partir de su relación con favores del Estado, respondiendo a las características de una formación social prebendaria. El desenlace paradójico de la revolución de 1947 es la constitución de esta formación social (Fogel, 2005).

Los rasgos de esta formación social prebendaria determinan las características de los partidos de clientela, con hegemonía de los dos partidos tradicionales, interesados en que el sistema político funcione para muy pocos y en esa medida sin capacidad de formular e implementar políticas públicas orientadas al desarrollo nacional. En esa lógica patrón-cliente el Estado prebendario es el que asigna contratos a las empresas con la mediación de los partidos y las demandas distributivas se resuelven a costa del Estado depredador y depredado (Abente, 2007) y de la ciudadanía.

Partidos que funcionaron siempre para muy pocos y demandas sociales que crecen

Hasta acá tenemos un sistema de partidos políticos basados en clientelas a las que se gratifica individualmente más que en términos colectivos, con un fuerte predominio conservador, en una sociedad marcada por una estructura socioeconómica polarizada con alta concentración de ingresos y de tierra. Uno de estos partidos, el liberal, tiene representación parlamentaria mayoritaria dentro del oficialismo, y es refractario al cumplimiento de la propuesta electoral, particularmente en lo referido a reforma agraria y al cobro de impuestos y más bien reclaman represión a los ocupantes.

En realidad todo el sistema electoral (elección de candidatos “con listas sábanas” con el sistema proporcional en internas de los partidos) facilita la compra de votos para proteger privilegios, lo que deja en desventaja a quienes no tienen cómo comprar candidatos; en ese contexto resulta difícil el establecimiento de impuestos y la implementación de la reforma agraria. Lo que si puede esperarse es que crezca la desconfianza hacia los políticos respondiendo a una de las características, la del capital social, y más específicamente de los aspectos culturales de ese capital. En efecto en caso paraguayo no se trata de ausencia de orientación asociativa y desconfianza entre pares, sino más bien desconfianza hacia actores externos, y hacia los líderes políticos. Ya antes de las elecciones Fernando Lugo, aglutinó a diversos sectores en una gran marcha reclamando la renovación de la Corte Suprema. En ese caso su credibilidad contrastó con la desconfianza de la gente hacia los líderes políticos.

Esta dimensión cultural de los procesos socio políticos condicionan negativamente la gestión del nuevo gobierno pero también ofrece posibilidades. Así, como en toda cultura con herencia histórica colonial y neo colonial, coexisten orientaciones, normas y valores contradictorios, y con el clientelismo y las relaciones verticales del caudillismo coexiste el apego al

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igualitarismo o tekojoja; precisamente en los ñemongetá guazú. Lugo no dio los discursos sino escuchó a la gente y construyó relaciones horizontales en sus diálogos con la gente. Así mismo la propuesta de recuperar la soberanía energética

en relación al Brasil caló hondo ya que aludía a agravios históricos compartidos.

Por el otro lado las demandas sociales y de justicia social inherentes a la ciudadanía crecen con el triunfo de la propuesta electoral que apoyaron y plantearon esas reivindicaciones, tanto como las expectativas que las mismas serán atendidas. Los

conflictos están instalados entre privilegiados que monopolizan recursos e ingresos y luchan por conservar sus privilegios y sectores que ya no se resignan a su suerte y demandan reforma agraria y condiciones de vida dignas.

En el análisis de las demandas sociales debe diferenciarse las planteadas en centenares de reuniones públicas o ñemonguetá guasú, y las reivindicadas por organizaciones y movimientos sociales. Entre ellos los nucleados en el Frente Social y Popular que apoyan la propuesta electoral de Lugo. Este frente reúne un centenar de organizaciones rurales y urbanas, éstas últimas más emergentes que representan la tercera parte del total, que contrastan con las organizaciones rurales adheridas que se encuentran en crecimiento. Se trata del proyecto social campo-ciudad más pretencioso; aunque se atribuyen una capacidad de movilizar a 40.000 adherentes debe apuntarse que la pobreza severa que afecta a los incorporados al Frente limita el alcance de sus movilizaciones.

Parte de las demandas del Frente Social fueron planteadas en su plenaria nacional, que se llevó a cabo el 15 de octubre; en la misma se resolvió convocar a una movilización nacional en todos los departamentos los días 4,5 y 6 de noviembre del corriente. El encuentro se pronunció a favor de la urgencia de impulsar desde el Estado un Plan de Contingencia Social que de soluciones inmediatas a la crisis del campo y más específicamente sirva para salvar y reactivar la agricultura familiar campesina, afectada por la situación marcada por la pobreza y el hambre que agobia al sector rural.

El Plan de Emergencia Social planteado se propone una política social integral, que comprenda: 1) distribución de semillas para autoconsumo y recuperación del suelo, 2) entrega de implementos y herramientas agrícolas, 3) atención a la problemática de la tierra por la vía del diálogo y no a la represión ni al desalojo evitando la criminalización de las luchas sociales, 4) asistencia crediticia, 5) recuperación de las tierras mal habidas para destinarlas a la reforma agraria, 5) hacer respetar las leyes ambientales ante el avance agresivo de la agricultura mecanizada transgénica que causa muerte y malformaciones en niños, así como graves daños a la salud de la población rural y el medioambiente por el uso abusivo de los agro tóxicos, 6) implementación del impuesto a la soja y al

latifundio, 7) proyectos productivos para combatir la pobreza y el hambre, 8) cambios en el Poder Judicial.

Las manifestaciones realizadas por el Frente Social y Popular en Asunción tuvieron una consecuencia directa: el Gobierno anunció la creación del Consejo Nacional de Reforma Agraria y se comprometió a iniciar un plan de contingencia y emergencia para el sector campesino. De este modo, el Estado se comprometía a invertir en alimentación, agua potable y luz.

En otra movilización el Frente exigió la renovación del Poder Judicial y del Ministerio Público con miles de manifestantes en todo el país. Pidieron la renuncia o destitución de los nueve ministros de la Corte y del fiscal general del Estado, ya que, según los propios dirigentes, la justicia no se democratizó aún.

“Todo está trabado a causa de la justicia, que no permite el avance del cambio, que se inició el pasado 20 de abril. Por eso pedimos la reestructuración de la Corte y del Ministerio Público, para dar el paso que necesita nuestro país”, sostuvo Luis Aguayo, líder de la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas, uno de los coordinadores de la agrupación. El mismo comentó que los cortes de ruta y los piquetes, que comenzaron, serán intermitentes. La manifestación del Frente, que se realizó en ocho departamentos del país y la capital, también demandó un plan de emergencia social, que pueda paliar la crisis en el campo, con el comienzo de una verdadera reforma agraria que piden los campesinos. Otros puntos en el reclamo incluyeron la concreción de los proyectos firmados con Venezuela, mayor presupuesto social y la creación del impuesto a la soja. Reivindican también la soberanía en las hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá.

En respuesta a estas demandas y a las movilizaciones de las organizaciones y movimientos sociales, y en ese contexto, los sectores dominantes se movilizan con el tractorazo para demandar a su vez seguridad, añorando la doctrina de seguridad nacional que tanta represión generara durante la dictadura a sectores populares, y que se penalice las manifestaciones de lucha de clases y a favor de ellas, y que no suba la presión tributaria, ya la mas más baja de América Latina. En esta posición no se plantea, desde los grupos dominantes ni desde el parlamento, atacar las causas estructurales de los conflictos y la confrontación entre clases en la sociedad más desigual de la región, sino más bien estos grupos movilizan sus recursos para mantener sus privilegios, pedir represión y aniquilar a los que luchan por sus derechos inherentes a la ciudadanía.

¿Cuál es el posicionamiento del parlamento ante las demandas contradictorias de los sectores populares que piden el cumplimiento de la propuesta electoral de Lugo, y las planteadas por los sectores conservadores que defienden sus privilegios? En el contexto referido el parlamento, con el acuerdo de los liberales incorporados en la Alianza Patriótica para el Cambio, acaba de archivar el estudio del proyecto de Ley que grava la exportación de la soja y posterga una vez más

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la vigencia de la ley de impuesto a la renta personal. Las injusticias crecen, se renuncia al cobro de impuesto, mecanismo básico de redistribución y los conflictos entre quienes tienen todo y quienes no tienen nada deben ser evitados según los reclamos de sojeros y ganaderos. Las vías disponibles desde este parlamento son los discursos y la represión que son inconducentes e inaceptables para el Presidente Lugo

Entre las demandas de los sectores populares y las reacciones de los grupos dominantes el presidente Lugo a su vez trató de responder a unos y otros. Con motivo de los 100 días de Gobierno los actores que lo apoyan, que incluyen a un sector del Partido Liberal, y sus detractores que comprenden a los empresarios agrícolas y ganaderos y a un sector de la prensa; destacan tanto logros y demandas como supuestos fracasos. La crítica más importante apunta a la inseguridad, que da fuerza a posturas neofascistas. Con el tractorazo los empresarios del campo plantean seguridad para sus latifundios sin discutir las causas de la inseguridad. En realidad es la reacción ante la posibilidad de la reforma agraria de los que defienden el orden establecido. Otra demanda planteada a Lugo por la oposición es la privatización de bienes públicos incluyendo el espacio electromagnético.

En la primera parte de su gestión Lugo cuestionó la deuda ilegitima de Itaipú que considera debe ser rigurosamente auditada -así como otras deudas- y reclamó la revisión del Tratado mismo. Itamarati ha aceptado ya discutir los dos primeros puntos y Lugo reafirma que solo se pagará lo que se adeuda legítimamente; con esta posición Paraguay deja de apoyar ciegamente al Brasil que asume la postura de sub imperio, y comienza a recuperar para la Nación sus recursos naturales.

Además, en su lucha contra la corrupción Lugo destituyó a más de un centenar de oficiales de policía y subalternos, pasó a retiro a más de 28 generales de ejército, y removió a funcionarios que no asistían a sus puestos de trabajo. Por otra parte Lugo apela a un nuevo estilo de vida, a una mayor solidaridad social y mayor compromiso con la calidad de vida para la mayoría.

Estos logros son destacados por el Frente Social y Popular que apoya a Lugo, y que insiste en la necesidad de cambios en el Poder Judicial que sigue dando impunidad a los delincuentes, así como también plantea la seguridad alimentaria y la seguridad en materia ambiental. El punto central de las demandas del Frente es la reforma agraria.

Desde el mismo Frente Social se insiste en el hecho de que el Paraguay siga siendo un paraíso fiscal y que desde el Gobierno no se contrarresta la prediga de los sojeros y ganaderos que insisten en el libre mercado como dogma de fe y en su capacidad de autorregulación. Se insiste en la implementación e innovación de los programas de lucha contra la pobreza que siguen siendo los mismos del Gobierno anterior con la diferencia que ahora son manejados con honestidad.

Escenarios posibles

Dada la matriz socioeconómica referida y las reglas del juego político vigentes que en cierta medida se corresponde con aquella, ¿Bajo qué condiciones pueden darse las transformaciones que supone el cumplimiento de la propuesta electoral de la Alianza Patriótica? Sin el apoyo parlamentario le queda al Gobierno de Lugo el apoyo de las organizaciones y movimientos sociales. En el Cuadro Nº 3 se presenta la percepción de sus roles por parte de las organizaciones, así como de sus intereses, tal como resulta de un estudio reciente (Palau y Ortega, 2008).

Los escenarios posibles están condicionados por la estructura socio económica, los rasgos institucionales y socioculturales de la sociedad paraguaya, pero también dependen de las acciones de los actores aprovechando las opciones abiertas en las coyunturas. En un escenario optimista y posible Lugo sigue avanzando en los cambios ya iniciados (alternancia, lucha contra la corrupción, renegociación con el Brasil por el precio de la energía y de la deuda, etc.), aunque los mismos inevitablemente son lentos y no tienen la profundidad que querían sus aliados más progresistas.

Cuadro Nº 2

Roles de las organizaciones y sus posiciones

Organización26 Rol de la Organización

Intereses

FNC

ONAC

Apoyar al gobierno si cumple

compromisos y demandas

Reivindicar demandas históricas

en escenario de conflictos con el

Estado y terratenientes en

caso de

rechazo de aquellas

CONAMURI

CNOCIP

Apoyar al gobierno,

controlarlo y

plantear demandas

Promover demandas

fortaleciendo

movilizaciones sociales

MCNOC

CPA-SPN

Fortalecer el campo popular

Búsqueda activa del cambio

Fuente: En base a Palau, 2008 y FNC 2008.

26 FNC: Federación Nacional Campesina. ONAC: Organización Nacional Campesina. CONAMURI: Coordinadora de Organizaciones de Mujeres Rurales e Indígenas. CNOCIP: Central Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y populares. MCNOC: Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas. CPA-SPN: Coordinadora de Productores Agrícolas San Pedro Norte.

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El cumplimiento de la propuesta electoral de Fernando Lugo que incluye la reforma agraria que se ha convertido en el principal cuello de botella, por la oposición que genera entre sus propios aliados, supone que el presidente utilice las ventajas de un régimen presidencialista, teniendo en cuenta que la gobernabilidad en cuanto capacidad de satisfacer demandas sociales solo será lograda con avances en esa propuesta; lo ideal es lograr una propuesta consensuada que incluya el propio desarrollo nacional con todos los actores lo que hasta ahora parece bastante difícil.

En este escenario el presidente Lugo tendrá que mantener una comunicación más fluida con la ciudadanía, a través de los medios de comunicación, clarificando tan detalladamente como sea posible los cuellos de botella para la ejecución del programa. En esa comunicación el presidente debe explotar sus logros y su prestigio en el plano internacional, tomando conciencia de que la oposición, y parte de sus propios aliados, en el Parlamento se caracterizan por su fragilidad, ya que carecen de un proyecto común, carecen de liderazgo y tienen una legitimidad bastante limitada. En ese proceso estos sectores reacios al apoyo al programa del presidente, para no perder aun más legitimidad posiblemente pasarán a apoyar con más frecuencia el programa propuesto en las elecciones.

Mientras tanto en este escenario el estado debe cumplir su rol de garantizar un ordenamiento legal que también incluye el acceso a la tierra. Este escenario supone el fortalecimiento del campo popular, teniendo en cuenta sus fortalezas y debilidades. En este sentido el rol de la organización tal como es definido por sus adherentes, en el caso de la Federación Nacional Campesina y de la Organización Nacional Campesina implica un apoyo al Gobierno condicionado al cumplimiento de los compromisos contraídos con el sector así como de las demandas que se vayan planteando, mientras la CONAMURI y la CNOCIP plantean un apoyo al Gobierno ejerciendo el control de sus acciones y planteando demandas, mientras la Coordinadora de Productores Agrícolas de San Pedro Norte plantea como rol básico el fortalecimiento del campo popular, para el logro las demandas del sector.

En cuanto a la percepción de sus intereses y las formas de su prosecución la Federación Nacional Campesina plantea la reforma agraria, el desarrollo agroindustrial y la movilización contra terratenientes y el propio Estado, en escenario de conflicto, en el caso que las demandas no sean satisfechas. Los reclamos de todas las organizaciones, referidas a la necesidad de aplicar sanciones severas a los sojeros que causan daños ambientales y a la salud humana, en realidad se ajustan a las normas vigentes que ahora no son cumplidas por las instituciones de fiscalización y control.

Este fortalecimiento de los sectores populares supone por una parte que cada una de las organizaciones sociales incorporadas hoy al Frente Social y Popular, y las otras no incorporadas, ganen fuerza, y por otra unifiquen sus acciones, tal como piensan concretarlo en

movilizaciones programadas para el mes de marzo próximo.

La negociación con los sojeros y ganaderos supone, en un proceso insólito primero un acuerdo sobre el alcance de los términos técnicos que se utilizarán, para viabilizar la discusión, teniendo en cuenta la perversión semántica operada, a tal punto que por ejemplo:

- Subvención es lo que reciben los campesinos mientras los aportes del Estado a través de los créditos oficiales y el gasoil, por debajo de los costos que representa para el Estado no lo son.

- Impuesto a la exportación.

- Impuesto a la renta personal.

- Deforestación, teniendo en cuenta que millones de hectáreas deforestadas en contra de la ley se le atribuye solo a campesinos, que en realidad controlan menos del 6% de la superficie cultivable.

- Toxicidad y sus efectos ya que se supone que los agrotóxicos no tienen toxicidad que dañe a la salud humana y al medio ambiente y que los desecantes no desecan los cultivos campesinos.

En la discusión de un proyecto país, orientado al desarrollo interno, debe tenerse en cuenta que sin justicia social no podrá plantearse el desarrollo en cuestión. El ñemonguetá guasú, que supone consultas aisladas debería ser complementado con consultas e intercambios con organizaciones sociales nacionales, como las representadas en el Frente Social y Popular, que como ya se dijo deben ser fortalecidas sustancialmente además de unificar luchas.

En un escenario pesimista, de no avanzarse en el otro escenario, la desesperanza podría regresar y el proceso de cambios puede sufrir un retroceso alentado por los proyectos neofascistas ¿Cuál de los dos escenarios, u otros posibles, tienen mayores posibilidades de concreción? No puede anticiparse a partir de la teoría, ya que dependen enteramente de la acción de los actores y de los movimientos sociales, en un contexto de crisis histórica que no puede ser superada con las ideas que la generaron, y que esta marcada por la construcción de alternativas a un orden social que ya no puede reproducirse.

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*Ramón Fogell