FCE Óscar Andrés Espinosa Acuña y Paola Andrea Vaca González La educación como motor de desarrollo integral: la importancia del capital humano en el crecimiento económico y social de largo plazo The Education as a Comprehenssive Development Motor: The Importance of Human Capital for Economic and Social Growth in the Long Run. ¡Escribe y publica la FCE te apoya! Nº 18 Marzo 2012 Econografos
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FCE · Urrutia, Jorge Iván Bula, Jorge Iván González, Fernando Gamboa y Darwin Cortés, por sus valiosos comentarios. Trabajo aceptado para ser presentado en las XII Jornadas Latinoamericanas
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FCE
Óscar Andrés Espinosa Acuña y Paola Andrea Vaca González
La educación como motor de desarrollo integral: la
importancia del capital humano en el crecimiento económico y social
de largo plazo
The Education as a Comprehenssive Development Motor: The Importance of Human Capital for Economic and Social
Growth in the Long Run.
¡Escribe y publica la FCE te apoya!
Nº 18Marzo 2012
Econografos
Econografos Escuela de Economía N° 18 Marzo 2012
Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá - Facultad de Ciencias Económicas
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LA EDUCACIÓN COMO MOTOR DE DESARROLLO INTEGRAL: LA IMPORTANCIA DEL CAPITAL HUMANO EN EL CRECIMIENTO
ECONÓMICO Y SOCIAL DE LARGO PLAZO 1
Por: Oscar Andrés Espinosa Acuña - Paola Andrea Vaca González2.
Resumen
La presente investigación tiene por finalidad demostrar que las inversiones en
educación primaria, secundaria y universitaria son vitales para el crecimiento, la
equidad y el progreso económico del país, siendo variables primordiales que
explican el desarrollo sostenible y eficiente de una nación. Para demostrar esto, se
estudia desde un punto de vista teórico la importancia de la educación en la
economía, se realiza un breve repaso de la historia del sistema educativo
colombiano desde 1950 hasta 1998, y se efectúa la aplicación del modelo de capital
humano de R. Lucas (1988) para la segunda mitad del siglo XX, demostrando que
con el aumento de la eficiencia del sistema educativo, y por ende de la formación
productiva en los individuos, se puede mejorar el crecimiento económico de largo
plazo, y en esta medida la reducción de la pobreza, promoviendo así un desarrollo
equitativo e inclusivo a través del crecimiento del PIB per-cápita y la generación de
nuevas oportunidades. Finalmente, se proponen algunas recomendaciones de
política pública para incentivar la inversión en la formación de capital humano.
Palabras Clave: Sistema Educativo, Capital Humano, Crecimiento Económico,
Inclusión, Eficiencia, Equidad.
Clasificación JEL: H52, I24, I25, N36.
1 Agradecemos especialmente al profesor Carlos Esteban Posada Posada Ph.D. (c), por todos sus consejos y
sugerencias como tutor encargado de la presente investigación. También agradecemos a los profesores Miguel
Urrutia, Jorge Iván Bula, Jorge Iván González, Fernando Gamboa y Darwin Cortés, por sus valiosos
comentarios.
Trabajo aceptado para ser presentado en las XII Jornadas Latinoamericanas de Teoría Económica – JOLATE,
avaladas por “Latin American Econometric Society” (Punta del Este, Uruguay). 2 Estudiantes de Economía. Facultad de Ciencias Económicas. Universidad Nacional de Colombia. Director y
Co-directora, respectivamente, del Grupo de Investigación en Modelos Económicos y Métodos Cuantitativos
Este documento puede ser reproducido citando la fuente. El contenido y la forma del presente
material es responsabilidad exclusiva de sus autores y no compromete de ninguna manera a la
Escuela de Economía, ni a la Facultad de Ciencias Económicas, ni a la
Universidad Nacional de Colombia.
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LA EDUCACIÓN COMO MOTOR DE DESARROLLO INTEGRAL: LA IMPORTANCIA DEL CAPITAL HUMANO EN EL CRECIMIENTO
ECONÓMICO Y SOCIAL DE LARGO PLAZO 3
Por: Oscar Andrés Espinosa Acuña - Paola Andrea Vaca González
“El hombre que la educación debe realizar en nosotros no es un hombre abstracto, ideal, una
perfección humana vista a través de una filosofía eterna, sino un hombre tal como la sociedad
quiere que sea y lo desea según su economía interna”.(Durkheim, 1990, p 140)
1. Introducción
Esta investigación tiene por finalidad mostrar que la educación es un factor de vital
importancia para el crecimiento económico y el desarrollo integral de una nación,
en especial Colombia; un país donde la mayoría de ciudadanos esperan algún día
tener una sociedad más equitativa, justa, no exclusiva, progresista y eficiente, que
genere oportunidades sociales igualitarias y respete los derechos consagrados en la
Carta Política de 1991.
Por tanto, desde la educación y por consiguiente desde el sistema de aprendizaje
plasmado en la sociedad, en su sentido dinámico y transformador, se observa una
variable importante para el proceso de desarrollo socio-económico, siendo así algo
compleja la transformación de la propia estructura (cultura, sentimientos, deseos,
ideologías, aspiraciones, etc.) en que se basa la organización social que da pie al
sistema educativo (Torres & Murillo, 1998). Sin embargo, si la educación es
equitativa e inclusiva respecto a los menos favorecidos, la posibilidad de que un
país genere a largo plazo el desarrollo de ciertas facultades y capacidades puede ser
factible y viable, hasta el punto de observar una tasa de crecimiento sostenible y
positiva de la productividad laboral y con ello la tasa de acumulación del capital,
generando así una distribución del ingreso menos concentrada que permita el
mejoramiento en las condiciones de vida de los ciudadanos, el cual se verá
sustentado en el progresivo aumento del PIB per-cápita.
La formación de la persona, el descubrimiento de nuevos inventos, la mejora de los
bienes y servicios ya existentes, las innovaciones en los procesos de producción y la
3 Agradecemos especialmente al profesor Carlos Esteban Posada Posada Ph.D. (c), por todos sus consejos y
sugerencias como tutor encargado de la presente investigación. También agradecemos a los profesores Miguel
Urrutia, Jorge Iván Bula, Jorge Iván González, Fernando Gamboa y Darwin Cortés, por sus valiosos
comentarios.
Trabajo aceptado para ser presentado en las XII Jornadas Latinoamericanas de Teoría Económica – JOLATE,
avaladas por “Latin American Econometric Society” (Punta del Este, Uruguay).
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creación de nuevas tecnologías que permiten aumentar la productividad laboral de
los trabajadores, es consecuencia de la formación educativa que recibe el ser
humano. Es por eso que en este documento se toma la educación como variable
fundamental del progreso para obtener un crecimiento económico sostenible,
convirtiéndose en una constante generadora de oportunidades para los habitantes
de la nación.
En este sentido, la estructura del sistema educativo se considera de vital
importancia para cualquier sociedad, ya que da bases de orientación, formación,
instrucción y conocimiento a los integrantes de la colectividad, fortaleciendo su
formación personal y a la vez su desarrollo humano (CEPAL, 2002). De manera que
el ejercicio de la educación entendido como un programa que encierra ideas,
principios, requisitos, reglamentos, leyes, códigos, normas, costumbres, etc., tiene
por finalidad orientar y señalar (dentro de un pensamiento estructurado) un
esquema de comportamiento teórico práctico en el que las actividades de
generación de valor agregado aumentan debido al esfuerzo técnico aplicativo y a la
mejora productiva de las tareas a ejercer. De igual forma, la educación busca llegar
a un modelo de óptimo bienestar social, por medio del conocimiento específico de
los requisitos necesarios para que los habitantes puedan tener los macro-entornos
más favorables que puedan mantenerse, prolongarse y reproducirse en las mejores
condiciones tanto materiales como intelectuales (Torres & Murillo, 1998).
Por tanto, se puede considerar que el descuido de esta variable, la educación, es una
de las causas de continuar en la pobreza; una persona poco educada tiene menos
posibilidades de acceso a los diferentes circuitos de distribución existentes en la
sociedad, que una bien capacitada. Por consiguiente, se establece una relación entre
la educación y la pobreza donde, como afirma Aguerrondo (1993, p 8): “se
constituye un círculo vicioso entre estos dos fenómenos, ya que por un lado la
pobreza genera menos educación, y por el otro, tener menos educación impide salir
de la pobreza”. Es por ello que la función social de cualquier sistema de enseñanza
está fundamentada en las raíces mismas del sistema cultural y el sistema de valores
representativos arraigados en la sociedad; los colegios, escuelas, universidades, y en
general todo centro educativo, no son un mundo aparte de la comunidad sino un
reflejo fiel de ella misma. Por lo que mejorar su cobertura y calidad, mediante la
ejecución de políticas tanto estatales como privadas que analicen desde una actitud
constructiva y reflexiva el alcance significativo de un mejor sistema educacional,
beneficiará potencialmente a todo el agregado de individuos e influirá en gran
medida en la disminución la pobreza existente (Gómez et al, 1995).
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La relevancia de la educación en el progreso económico y social también se resalta
en la historia del pensamiento económico, en la cual diversos autores como Adam
Smith, David Ricardo, John Stuart Mill, Alfred Marshall, Karl Marx, entre otros,
evidencian un vínculo entre la economía y la educación, que si se sabe aprovechar,
generaría cada vez mejores condiciones de vida para la población.
De acuerdo con Muñoz (1967), para Adam Smith la educación debe ser resaltada
como herramienta para desarrollar la inteligencia superior y el estilo de vida de una
sociedad, además de convertirse en un motor del crecimiento económico. David
Ricardo al igual que Malthus, se apoyaba en el nivel educativo como medio para
controlar la demografía y así, el bienestar del pueblo. John Stuart Mill decía que
ésta permitía mejorar los hábitos de la población (Muñoz, 1967). Por su parte,
Alfred Marshall hace alusión a la relación entre la educación y la fuerza de trabajo
en el desarrollo de la industria, afirmando de esta manera que “el capital más
valioso es el que se invierte en los seres humanos” (Marshall, 1910, p. 564). De
igual forma, Marx reconoce que la educación permite crear riqueza y suscitar la
concordia en la sociedad, además de desarrollar las capacidades y habilidades
necesarias en el hombre trabajador para afrontar los diferentes cambios en el
sistema productivo al tener la facultad de desempeñarse en distintas labores
(Muñoz, 1967).
Desde la segunda mitad del siglo XX, los economistas consideraron la educación en
términos de capital humano. Este concepto creado por los Nobel Theodore Schultz
(1961) y Gary Becker (1964), fue defendido por ellos mismos como una
característica fundamental para el desarrollo relacionando el término al nivel de
formación especializada que tenían los agentes económicos o individuos de una
sociedad. De allí en adelante se le ha dado gran relevancia al capital humano en los
modelos macroeconómicos y en las teorías del desarrollo (Jones, 1988). Uno de los
personajes más influyentes en el mundo académico actual sobre desarrollo
económico, Debraj Ray, también le da una importancia especial al capital humano,
apoyando la idea de que cualquier país debe invertir dinero y tiempo en la
educación de manera que “puede producir un stock de capital humano entendido
como capital cualificado para producir, capaz de manejar maquinaria compleja,
trabajo que puede generar nuevas ideas y nuevos métodos en la actividad
económica” (Ray, 1998, p 46), ejerciendo así un efecto positivo en la tasa de
acumulación del PIB per-cápita.
En las últimas décadas del siglo XX, se reconoció el papel de la educación como
impulsadora del crecimiento económico, por lo que tomó más relevancia en las
organizaciones multilaterales. Es así que organismos como las Naciones Unidas, el
Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico,
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han reconocido en sus investigaciones que la inversión en la acumulación de
capital humano, investigación científica e innovación tecnológica es tan productiva
como la inversión en capital físico promulgado en los modelos de crecimiento
clásico. En esta medida, el capital humano se convierte en un tercer factor de
producción dentro de la teoría macroeconómica (adicional al capital físico y la
fuerza de trabajo), el cual también se ha llamado cambio tecnológico en el sentido
que incorpora el crecimiento del conocimiento a través de la ciencia y la
innovación en el sistema de producción económico (Jones, 1988).
2. Marco teórico
2.1 Recuento histórico de la educación colombiana en la segunda mitad del
siglo XX.
A finales de la década de 1950, se creó la Oficina de Planeación del Ministerio de
Educación, la cual tenía carácter técnico y como función primordial gestionar el
desarrollo del sistema educativo nacional. En el año 1957 se fijó el presupuesto
para educación en 10% del total, teniendo por objetivo la construcción de centros
educativos y mayor contratación docente principalmente para primaria, dejando
secundaria a los entes privados y las universidades a las personas de familias
adineradas que pudieran darse la oportunidad de estudiar (Barrera & Domínguez,
2006). Después de 1962 se siguió dando continuidad a la expansión de la educación
primaria, unificando la obligatoriedad a 5 años de estudio en la zona rural y
urbana; por otra parte se prestó más atención en la regulación de los precios de
matrícula impuestos por los entes privados para el nivel de estudios de secundaria.
Respecto a la educación universitaria, ésta perdió apoyo económico y cuidado por
parte del Gobierno, el cual puso más interés en la educación primaria y secundaria
(Ramírez & Téllez, 2006).
Desde mediados de la década de 1960 se propuso descentralizar la educación a
partir de los llamados Distritos Oficiales, los cuales eran según Barrera &
Domínguez (2006, p15) “unidades administrativas de educación en el nivel local”.
También se generaron leyes y decretos que tenían como finalidad permitir una
mayor cobertura y mejor administración organizacional tanto a nivel de secundaria
como a nivel universitario.
Más adelante, entre 1974 y 1978 se decretó la nacionalización del bachillerato y de
la universidad, que conllevaba a la centralización de salarios de los maestros, y que
ocasionó una mayor presión sobre el gasto fiscal del Gobierno a nivel central. A
comienzos de la década de los 80, el Gobierno comenzó un programa masivo de
alfabetización y de mayor inversión en las escuelas rurales en donde se observaba
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baja cobertura estudiantil (principalmente en secundaria) (Ramírez & Téllez, 2006).
Igualmente el Ministerio de Educación Nacional lanzó campañas para apoyar
mediante créditos a los estudiantes que no tuvieran los recursos suficientes para
entrar a la Universidad, y por otro lado se incentivó el apoyo a la capacitación de
los docentes (en los diferentes niveles de educación) para abordar el problema de
calidad que afectaba en el largo plazo el rendimiento de los estudiantes. El ICETEX
(Instituto Colombiano de Crédito y Estudios Técnicos en el Exterior) recibió apoyo
estatal a través de mayores recursos con el objetivo de generar un crédito más
barato para el ingreso a la educación superior y generar mayor cobertura en este
nivel educativo4, caracterizado por ser uno de los más bajos de América Latina.
A mediados de la década de los 80, el Estado colombiano acarreaba con problemas
de gasto fiscal y déficit en presupuesto para la educación que había estado
financiando durante los últimos años, en palabras de Barrera & Domínguez (2006):
Entre 1986 y 1987, la financiación de la educación, fue una vez más
centro de política, debido al problema derivado de la nacionalización de
la educación. Por lo tanto se empezó a desarrollar con fuerza la
descentralización educativa, donde el Ministerio era rector de la política,
cuya implementación corría a cargo de los municipios (Barrera &
Domínguez, 2006, p 16).
Acontecido esto, en la década de 1990 se institucionalizó el programa de
“Universalización de Educación Primaria” que tuvo como objetivo primordial
solucionar el problema de cobertura a nivel rural que no se había logrado de
manera total con los anteriores programas de promoción; se aumentaron las
bibliotecas, los textos, y se capacitaron a algunos docentes. Por los mismos tiempos
de esta iniciativa, se lanzó el programa para el “Mejoramiento de la Cobertura y la
Calidad de la Educación Secundaria y Media”, con el fin de aumentar la cobertura e
inclusión de los jóvenes a la educación secundaria mediante un método de becas
dirigido a individuos de escasos recursos, otorgando a éstos subsidios en el colegio
que desearan estudiar (Ramírez & Téllez, 2006).
En 1991 con la nueva Carta de Política, se definió que 9 años de educación eran los
de obligatorio cumplimiento para cualquier ciudadano colombiano (convirtiéndose
en un derecho fundamental). La descentralización reordenó las funciones
administrativas correspondientes a la nación, los departamentos y los municipios;
las leyes que rigieron la nueva estructura de gastos, transferencias y redistribución
del ingreso fueron la Ley 60 de 1993 y la Ley 115 de 1994. Al final de la década de
los 90, las políticas educativas por parte del Ministerio de Educación Nacional
4 Estas políticas no sirvieron de mucho, pues la tasa de cobertura universitaria no aumentó
significativamente como se esperaba.
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fueron primordialmente aumentar la cobertura en educación secundaria y
universitaria mediante subsidios a la demanda, a la vez que solventar los problemas
de financiamiento por parte de los diferentes entes territoriales, tratando de colocar
de una manera ordenada y eficiente, las finanzas del sector educativo (Lerma,
2007).
Esta obligatoriedad de la educación en la Carta Magna fue muy pertinente, ya que
al fortalecer la calidad y cobertura de la educación primaria y media, se sientan las
bases para la construcción de una sociedad que promueve un más alto estándar de
bienestar en las diferentes etapas de la vida. De esta manera se hace oportuno el
compromiso social para hacer partícipes del sistema educativo a todas las personas
de la sociedad, asegurando en esa medida la máxima cobertura posible de la
población en cada posible fase de estudio (Smith, 1998). La anterior visión del
proceso histórico de la educación colombiana debe servir para formular ideas
básicas acerca de algunos fundamentos necesarios para reformar el sistema
educativo actual en busca de una mayor calidad, inclusión y equidad en Colombia.
2.2 ¿Qué se ha aprendido de la historia?
Como bien se sabe, la educación es una fuente de conocimiento que fomenta el
capital humano, las habilidades, las cualidades y las capacidades de la población
(Facundo, 1982), así como la cultura, la ciencia y la tecnología que transforman al
país. Es por ello que el Estado colombiano desde principios de 1950 consideró
relevante generar un sistema educativo universal y completo, comenzando por
alcanzar la cobertura total en primaria tanto a nivel rural como urbano (sin llegar a
lograr este objetivo satisfactoriamente).
Aunque se presentaron diversos problemas de financiamiento, el Gobierno siempre
tuvo la intención de generar mayor inclusión de los individuos al sistema
educativo. Sin embargo, la falta de planeación y coordinación estratégica entre las
diferentes instituciones locales, municipales, departamentales, regionales y
nacionales, no permitieron una buena distribución de los gastos que admitiera una
inversión sostenible en el sistema escolar de todas las zonas del país.
Adicionalmente, en Colombia se ha presentado (y se sigue presentando) un desfase
en la educación causada por la entrada tardía al sistema educativo y por la
repetición de cursos, por lo que se hace necesario que en el país no se busque
solamente ampliar la educación básica y media, sino que de igual manera se
propenda la eficiencia de la misma, a través de un apoyo pedagógico (con docentes
capacitados) para evitar altas tasas de repeticiones y en esa medida diferencias entre
la edad y el nivel escolar.
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De igual forma, se debe atacar la alta tasa de deserción tanto en la educación básica
como en la media, que para el caso específico del país, obedece generalmente al
momento económico familiar, ocasionando que los estudiantes no vuelvan a
estudiar para comenzar a trabajar. Esta situación se evidenció fuertemente en la
recesión de finales de la década de los 90, donde el porcentaje de jóvenes que
remplazaron la educación por el trabajo se elevó de 5% y 7% en 1997 a 7% y 11%
en 2000 para jóvenes entre 12 a 17 años y entre 18 a 25 años respectivamente
(Sarmiento et al, 2001).
Por lo tanto, enfrentando los problemas de desfase y deserción en el conjunto de la
población mediante una mejora en la cobertura y la calidad tanto en las zonas
urbanas como rurales, se puede comenzar a fortalecer desde las primeras etapas de
formación el capital humano que propende un mayor crecimiento económico
inclusivo. Para ello, es necesario educar a los colombianos de manera tal que se
logren como mínimo los once grados de escolaridad en toda la población, lo que
según Sarmiento et al (2001) demoraría 36 años. No obstante, es importante
reconocer que si bien este es un proceso de compromiso y dedicación para el país
en el largo plazo, los resultados que se obtendrían perdurarían por mucho más
tiempo, ya que permitirían un desarrollo económico y social sostenible, con la
capacidad de afrontar, controlar y contrarrestar las grandes dificultades que afectan
considerablemente le senda de crecimiento.
Mediante la aplicación de políticas sobre educación, el Estado debe tener presente
que se deben fomentar la calidad y la cobertura del sistema educativo como un
pilar básico del desarrollo humano. El aparato educativo actúa como transmisor de
conocimiento, impulsor de creatividad e innovación, generador de productividad y
constructor de una sociedad en pro de la igualdad y el desarrollo potencial de la
ciencia y la tecnología, razón por la cual ha adquirido un papel estratégico y
prioritario en las políticas de los países desarrollados.
La importancia de la educación en el accionar político, económico y social en las
últimas décadas del siglo XX, permiten inferir que la innovación se ha convertido
en el elemento crítico faltante de la competitividad y que la búsqueda consciente
del impacto económico de la educación es una condición necesaria para el éxito en
el siglo XXI (Sarmiento et al, 2001). Mediante un sistema educativo de excelencia,
eficiente, con cobertura y de calidad, se puede lograr mejorar las cualidades del
recurso humano del país que permitan un mejor uso de los recursos, de la ciencia y
de la creatividad para desarrollar nuevas tecnologías, y así fortalecer el aparato
productivo del país, disminuir la pobreza y aumentar los niveles de calidad de vida.
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En este sentido, la promoción del conocimiento y el compromiso de los actores de
la sociedad, deben ser las bases para cimentar el desarrollo político, económico, y
social del país. El fomento de la investigación y la tecnología serán un trabajo de la
capacidad y riqueza humana, que junto con la participación activa de la sociedad y
de sus líderes propenderá el fortalecimiento de un sistema educativo que acoja a
toda la comunidad y brinde oportunidades para culminar sus estudios y desarrollar
sus capacidades. De esta manera se busca fomentar la productividad industrial y en
esa medida, la competitividad de la industria nacional y la producción en los
diferentes sectores de la economía, lo que a su vez generará más oportunidades de
empleo y una mejor calidad de vida.
Se debe pensar entonces en un planteamiento coherente y acorde con los
condicionamientos estructurales del país que permita superar los problemas de
calidad pedagógica, los conflictos políticos, las cuestiones financieras y mejorar los
lineamientos jurídicos de las instituciones de enseñanza en los diferentes niveles
(primaria, secundaria y universidad). De esta manera se busca convertir la
educación en una ventaja potencial que impulse un crecimiento económico
sostenible e inclusivo, donde se pretenda cerrar cada vez más la brecha entre los
ricos y los pobres, además de tener un progreso rural y urbano constante.
3. Diagnóstico
En la literatura colombiana varios investigadores se han preocupado por el tema de
la economía de la educación en el país. Su investigación y estudio han permitido
identificar: el desarrollo histórico del sistema educativo colombiano (Sarmiento et
al, 2001), los determinantes de su calidad educativa (Gaviria & Barrientos, 2001),
la evolución histórica de los sistemas educativos y la aplicación de políticas
públicas (Iregui et al, 2006; Uribe et al, 2006; Barrera & Domínguez, 2006, Ramírez
& Téllez, 2006; Sarmiento et al, 2001), la estimación de las tasas de retorno de la
inversión en educación (Casas et al, 2002), y la construcción de indicadores de
capital humano colombiano (Vargas, 2002), entre otros.
En todos los artículos mencionados, a la vez que en las diferentes teorías del
desarrollo y crecimiento, se muestra que la inequidad tiene una tendencia intrínseca
a producir ineficiencia, debido a que dificulta que personas de estratos
socioeconómicos bajos o que pertenecen al extremo inferior de la distribución de la
riqueza o renta nacional, puedan aprovechar plenamente sus capacidades y
fortalezas. Esto repercute en diferentes problemas generados desde la desigualdad,
como el impedimento de alcanzar un nivel de nutrición adecuado, que incide en
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una pérdida en la calidad de vida de las personas y en una menor productividad
laboral que trastorna el crecimiento del PIB per-cápita (Ray, 1998).
Este bajo nivel de riqueza dificulta por completo tomar buenas decisiones
educativas, además de que está condicionado por las fallas estructurales presentes
en todo sistema crediticio. Esto obedece a que no existen garantías suficientes por
parte de las entidades financieras de que el prestatario que invirtió el dinero en
educarse pueda responder adecuadamente con sus deudas5, de manera que los más
pobres deben financiar sus decisiones educativas, de formación y de capacitación,
con sus ahorros o con la poca riqueza que poseen, frenando así, las posibilidades de
un posterior desarrollo íntegro para ellos y sus familias (Fuente & Rocha, 1996).
Una de las tantas razones por las que se apoya a la educación como motor de
crecimiento y desarrollo integral, es que el sistema educativo provee la
capacitación, formación y calificación de la mano de obra futura que requerirá el
sistema económico (Posada & Tamayo, 2008). A la vez, constituye un foco
importante en la elaboración e institucionalización de un sistema de valores y
actitudes favorables al desenvolvimiento del desarrollo y de las transformaciones
que lo acompañan (Posada, 1995).
La formación académica y de recursos humanos, condiciona en parte el acceso al
empleo, a las posibilidades de retenerlo, y determina en parte, el ingreso laboral con
que se pueda contar, las expectativas de empleo y otro conjunto de factores
complejos que afectan la distribución salarial de la población en general (Bula,
2009). Por otro lado, el sistema educativo también tiene influencias indirectas vistas
en la reducción de fertilidad y consiguiente reducción del crecimiento poblacional,
como también en las migraciones masivas de las zonas rurales de la población
joven hacia las ciudades donde se encuentran las instituciones universitarias que
permiten formar profesionales capacitados para el mercado laboral actual (Parra,
1973).
En América Latina y otros países de bajos ingresos se hace común la pequeña
participación del PIB en la educación, con alrededor de un 3% (Neira, 2000). Si se
analiza conjuntamente el nivel de educación y la tasa de pobreza, se puede
considerar que la manera de reducir esta tasa para lograr un mejor desarrollo social
es i) impulsar una mayor participación del gasto en la educación, ii) fomentar
políticas de inclusión que permitan obtener una mayor cobertura y calidad de la
educación en los diferentes niveles (Rivero, 1999), y iii) apoyarse en una buena
5 A menos que se presten ayudas por parte del Gobierno mediante políticas públicas que estén
focalizadas a dar educación gratuita o a financiar por medio de tasas de interés relativamente bajas
a personas de escasos recursos.
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planificación y redistribución de los recursos tanto estatales como privados, con el
fin de fomentar el capital humano idóneo para incrementar la eficiencia laboral
junto con la investigación y el desarrollo del país (Gómez, 1995).
Por lo tanto, se debe aumentar la participación de las personas menos favorecidas
de la sociedad en el sistema educativo. De esta forma se puede lograr la
alfabetización total, y así disminuir las tasas de pobreza, las tasas de fecundidad en
zonas económicamente inestables y la economía del empleo informal (la cual
seguirá aumentado de manera exponencial si no se toman medidas de ajuste lo más
pronto posible).
4. Desarrollo
4.1 Modelo de Crecimiento Endógeno de Lucas.
A mediados de los años 80, economistas como Romer, Barro, Rebelo, Lucas, entre
otros, llamaron la atención por la falta de modelos macroeconómicos que
explicaran el crecimiento de largo plazo sin depender de variables exógenas como
el progreso técnico y la tecnología. En este trabajo se hará especial referencia al
modelo de Robert Lucas (1989), ya que se modelará la eficiencia del sistema
educativo para determinar si el capital humano verdaderamente aporta al
crecimiento económico y por ende al aumento del PIB per-cápita, observando su
efecto indirecto sobre la calidad y cobertura en el sistema de educación colombiano.
Lucas propone en la teoría macroeconómica un modelo perteneciente a la teoría del
crecimiento endógeno, en la que una variable endógena, “capital humano”, se
acumula deliberadamente por parte de los agentes que así lo consideran necesario,
infiriendo así, que no depende del aumento poblacional o del progreso técnico para
que la sociedad pueda crecer (Aghion et al, 1999). Es decir, tanto la tasa de ahorro
como la de inversión en capital humano producen efectos en la tasa de crecimiento
del PIB per-cápita (a diferencia del modelo de crecimiento clásico de Solow que solo
tenía en cuenta el nivel de renta), ocasionando así que el ritmo de acumulación sea
determinado dentro del modelo y no se atribuya a variables exógenas (Jones, 1988).
En este modelo, la idea primordial es sencilla, se permite que los individuos ahorren
de dos formas distintas: i) Ahorro en tenencias de capital físico (o rentabilidad que
éste genera) y ii) Ahorro (“inversión”) en educación, que aumenta el valor del
trabajo (su salario) que se puede ofrecer en un futuro. Por tanto se amplía la
perspectiva del modelo de Solow en el que el crecimiento se obtiene solamente a
partir del stock de capital físico como variable endógena y donde se llega a un
punto de convergencia en el que sólo se puede aumentar la tasa de acumulación a
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partir de variables exógenas como la productividad tecnológica o la innovación
científica.
De acuerdo con Lucas (1988), se tiene que la incorporación del capital humano en
un modelo de crecimiento económico ayuda a explicar por qué las tasas de
rendimiento del capital físico pueden no ser tan altas en los países con bajo PIB
per-cápita como predice la teoría clásica del crecimiento. Esto se debe al hecho de
que al existir poco trabajo calificado en los países pobres, se reduce la tasa de
rendimiento de su capital físico; mientras que si se tienen agentes con gran capital
humano y capacitación intelectual, el PIB per–cápita puede tener rendimientos
marginales positivos en aumento. A diferencia del modelo de Solow, y desde la
perspectiva del crecimiento endógeno, el creciente stock de capital humano aminora
la caída de la tasa de rendimiento del capital físico, y puede hacer posible en el
largo plazo un crecimiento perpetuo. Otra virtud del aumento del stock de capital
humano, es su repercusión en el incremento del progreso técnico, es decir, la tasa a
la que aumenta la productividad de los factores de producción en una economía, ya
que permite aumentar la tasa de crecimiento del PIB per-cápita de manera
sostenible.
Desde un punto de vista microeconómico, la inversión en educación, ciencia y
tecnología por parte de un empleador, para sus trabajadores y equipos de
investigación, genera nuevos conocimientos al dirigir recursos económicos a la
formación de capital humano, que puede dar como resultado la creación de nuevos
productos destinados a aumentar las ganancias de la empresa, o en la incorporación
de nuevos métodos de producción o fabricación que permiten aumentar la
productividad y con ella la rentabilidad del negocio. Esta inversión en el stock de
capital humano también puede generar procesos de difusión de tecnologías a partir
de ideas innovadoras ya materializadas, de manera que esta nueva tecnología
podría beneficiar a terceros, o preparar el campo para posteriores actividades
productivas, entendiendo la innovación como la aplicación del saber científico e
investigativo en la creación de nuevas tecnologías6 con el fin de obtener un
beneficio económico (Ray, 1998).
4.2 Aplicación del Modelo de Lucas al Caso Colombiano (1950 – 1998)
Para efectos de analizar la importancia del capital humano en el crecimiento
económico, se aplica el modelo de Lucas7. Para estimar la eficiencia del sistema
6 Según Rocha (2002, p 160): “La inversión y desarrollo en tecnología es un asunto que condiciona
toda la dimensión económica en tanto que el conocimiento es ahora la principal fuerza productiva”. 7 Ver en el Anexo C, la formalización del modelo de Lucas para una explicación de los parámetros.
El programa utilizado para la aplicación numérica fue MATLAB R2007a. Se utilizaron los datos de
Vargas (2002) y GRECO (2002).
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educativo, se emplean los datos de Vargas (2002) quien estimó indicadores de
capital humano en términos monetarios. Para ajustar estos datos al modelo, se tomó
como proxy de la jornada social total8, el capital total , que corresponde a la
suma entre el capital físico y el capital humano total 9. Hecho esto, se
dividió el valor del capital humano total sobre el capital total, y se tomó este valor
como proxy de la fracción de la jornada social dedicada a acumular capital humano
. El término , entendido como la fracción de la jornada social dedicada a
producir, se obtuvo como resultado de dividir el capital físico por el capital total.
Hallados estos valores, se calibró el parámetro " ", definido como el indicador de
eficiencia del sistema educativo de la sociedad colombiana. En resumen:
1) ; 2) ; y 3) .
El modelo se calibró bajo el supuesto de estado estable, ya que así se puede analizar
y cuantificar el efecto de cambios transitorios o permanentes en cualquier variable
exógena o en un parámetro sobre el conjunto de las variables endógenas del
modelo. Una vez corrido el modelo se observó el comportamiento de las diferentes
variables, capturado en las diferentes gráficas (ver Anexo A), donde se percibe un
comportamiento validado consistentemente por la historia colombiana.
En los resultados de la aplicación del modelo se analiza que el parámetro de
eficiencia del sistema educativo colombiano - - (Gráficas 1 y 4), tiene un
comportamiento no armonioso en el periodo de estudio, con la característica de que
mantiene siempre un valor no máximo a 0.15, lo que refleja una participación no
sostenible e inconstante del capital humano en la producción. Esto permite inferir
de acuerdo con la teoría del modelo, que dado un valor de equilibrio , una menor
tasa de implica una menor tasa de crecimiento en la economía nacional. En los
periodos históricos en los que se vivieron bajas tasas de acumulación
macroeconómica, la eficiencia del sistema educativo disminuyó significativamente,
pero después, con los posteriores auges, el parámetro - - se comportó de manera
ascendente (años 1954, 1959, 1972, 1978, cuando la tasa de crecimiento del PIB se
situó por encima del 7%)10
. Por otra parte se puede observar que la fracción de la
jornada social dedicada a acumular capital humano (Gráficas 3 y 4) aumenta de
manera lenta pero sostenible a través de tiempo, estabilizándose desde la segunda
mitad de la década de 1990; y la fracción de la jornada social dedicada a producir
8 Entendida como el tiempo anual que dedica la sociedad a trabajar (producir) o estudiar y
capacitarse (acumular capital humano) (Lucas, 1988). 9 Entendido como la suma del capital humano en primaria , capital humano en secundaria
y capital humano en universidad 10 Esto obedece a que en periodos de crisis económica, las personas destinan más de su jornada social total a trabajar y no a la acumulación de conocimiento. Caso contrario ocurre en los momentos de auge, donde más personas, en especial los niños y jóvenes, pueden ingresar al sistema educativo para desarrollar su recurso intelectual.
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(Gráficas 2 y 4) desciende desde 1950 de manera tenue, pero también se estabiliza
cerca del año 1995.
También se puede observar que aunque la educación primaria es la que más aporta
a la formación del capital humano en Colombia (Gráfica 5), en las últimas décadas
ha venido perdiendo terreno frente al nivel de secundaria y universidad debido a
que a mediados de la década de 1960 (como se comentó en la parte de la historia de
la educación colombiana), se generaron normas legales que permitieron una mayor
cobertura y mejor administración organizacional en estos dos niveles educativos.
Éste comportamiento se ve claramente reflejado en la gráfica 5, donde desde 1965
empieza a crecer el aporte del nivel de secundaria y universidad en el capital
humano de Colombia, manteniendo su trayectoria gracias a que en la década de
1970 se hizo un esfuerzo presupuestal enorme al decretar la nacionalización del
bachillerato y de la universidad, que conllevaba a la centralización de salarios de
los educadores, generando así, una mayor cobertura estudiantil.
Al realizar un análisis de sensibilidad (ver Anexo B) generando diversos valores
exógenos en la tasa de crecimiento económica (nombrada en el modelo), se
encuentra que la tasa de crecimiento del parámetro de eficiencia del sistema
educativo colombiano toma valores positivos y marginalmente decrecientes a
partir de aumentos de , pudiéndose afirmar que a tasas de crecimiento de
más del 7%, la respuesta del parámetro estaría en ordenes mayores al 0.1,
demostrando así que, un excelente bienestar macroeconómico impacta de manera
muy positiva la eficiencia del aparato educativo, que se ve reflejado en un
funcionamiento más efectivo de las organizaciones e instituciones del país, las
cuales incorporan en sus diferentes procesos productivos el conocimiento que ha
sido adquirido por sus trabajadores en el sistema de educación nacional.
Por último, el modelo de Lucas demuestra y afirma que la eficiencia del sistema
educativo es un elemento importante y determinante para el desarrollo
económico del país por lo que todos los esfuerzos de política dedicados a mejorar la
calidad, eficacia y cobertura de la educación en Colombia generarán con seguridad
efectos provechosos futuros para toda la comunidad.
5. Conclusiones
Una de las bases primordiales para una sociedad próspera, igualitaria e inclusiva, es
un sólido y eficiente sistema educativo, que junto con el compromiso de la sociedad
y sus líderes, propende la construcción de una mejor calidad de vida que permite el
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desarrollo de las fuerzas productivas y el mejor uso de los recursos financieros y
físicos existentes de la manera más óptima posible.
Tomando a la educación como una ventaja competitiva, no sólo se pueden mejorar
las condiciones económicas, sino también las condiciones sociales. Una educación
de calidad brinda a los diferentes actores las herramientas para fortalecer sus
habilidades y así, con su riqueza humana aportar a la investigación y la tecnología
del país, a la productividad de cada sector de la economía y en esa medida, al
bienestar general, ya que con una economía más dinámica y próspera, se
incrementarán los ingresos de la sociedad y se podrá combatir el problema de la
pobreza que impide el desarrollo potencial de los individuos.
En este sentido, es relevante fortalecer la educación en la infancia, ya que en los
primeros años de edad se observa un mayor crecimiento mental que permite el
desarrollo de las capacidades físicas y psicológicas, que aportarán a un mayor
desempeño intelectual en los siguientes años de escolarización. Así, se podrá
fomentar la academia y la importancia de ésta en el progreso humano,
fortaleciendo una cultura comprometida con la educación, la ciencia y la tecnología
eficiente en la producción económica.
Aunque Colombia ha mejorado la cobertura en la educación secundaria y
universitaria, siguen persistiendo muros importantes para el acceso al sistema
educativo, siendo un factor principal el nivel de ingreso económico. De manera que
se debe convertir en un objetivo de política educativa de corto y mediano plazo
conseguir que la formación media y universitaria sirva para el fomento de una
democracia participativa, la construcción de una sociedad civil con mejores
condiciones de bienestar, y la formación de ciudadanos que utilicen el
conocimiento técnico y científico para contribuir desde su campo de acción, al
crecimiento sostenible del PIB y a una mejor distribución del ingreso.
Un buen plan de desarrollo que incentive la educación (ambicioso de por sí) tendría
que tener objetivos colosales que serían alcanzados solo si se plantean y se realizan
con estricto cumplimiento a lo programado, unido al buen manejo de las
ejecuciones de los instrumentos de política económica que permitan la acción de
programas educativos con eficiencia, eficacia y transparencia en los recursos tanto
públicos como privados. Respecto a este tratamiento, hay que tener en cuenta el
problema histórico que ha tenido el país, al no haber resuelto satisfactoriamente su
problema de acumulación de capital (insuficiente y poco creciente). Por tanto, se
deben hacer inversiones rentables con recursos propios (ahorro nacional), tratando
de no ser financiados cada vez más por medio de deuda externa por parte de
organismos multilaterales o con emisión de bonos del Estado, sino por medio de
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una sólida restructuración del sistema impositivo (difícil pero no imposible), que
cuente con un sistema de recaudo óptimo, vigilancia exhaustiva a la evasión y tasas
más equitativas respecto al nivel del ingreso por ciudadano.
De no cumplirse esto, será muy complicado corregir la insuficiencia dinámica de la
economía colombiana y los males de carácter social que la acompañan. No se trata
simplemente de aumentar el ritmo de crecimiento macroeconómico, sino de
aminorar y diagnosticar los elementos de inestabilidad del sistema económico
mediante un aumento en el stock de capital humano como variable primordial para
el desarrollo del país.
6. Referencias
[1] Aghion, P.; Caroli, E. & García-Peñalosa, C. (1999). “Inequality and
Economic Growth: The Perspective of the New Growth Theories”. Journal of
Economic Literature. Vol. XXXVII. P. 1615-1660.
[2] Aguerrondo, I. (1993). Escuela, Fracaso y Pobreza: Como salir del círculo