-
INSTITUTO SARA CH. DE ECCLESTON
Gua N 2b Don Quijote de La Mancha
Materia: LiteraturaProfesor: Mariano Duna
Alumno/a:
4 AO 2014
ndice
Sir Thomas Malory, La muerte de Arturo...................1
La parodia del hroe: el
Quijote..................................6
Grabado de Gustave
Dor.............................................20
J. L. Borges, Pierre Menard, autor del Quijote.........21
Daniel Giribaldi, Milonga de Don Quijote...............26
Juan Sasturain, Lionel Messi, autor del Quijote.........27
Gua de
lectura..............................................................29
Lectura obligatoria: Don Quijote de La Mancha (captulos
1,2,3,4,5,7,8,9,22,52 Primera Parte- y
1,3,10,41,64,73 y 74 Segunda Parte-)
-
Grabado de Gustave Dor, artista francs (1832- 1883), para una
edicin de Don Quijote de 1863.
-
Pierre Menard, autor del Quijote 1 Jorge Luis Borges2
A Silvina Ocampo
La obra visible que ha dejado este novelista es de fcil y breve
enumeracin. Son, por lo tanto, imperdonables las omisiones y
adiciones perpetradas por madame Henri Bachelier en un catlogo
falaz que cierto diario cuya tendencia protestante no es un secreto
ha tenido la desconsideracin de inferir a sus deplorables lectores
si bien estos son pocos y calvinistas, cuando no masones y
circuncisos. Los amigos autnticos de Menard han visto con alarma
ese catlogo y aun con cierta tristeza. Dirase que ayer nos reunimos
ante el mrmol final y entre los cipreses infaustos y ya el Error
trata de empaar su Memoria... Decididamente, una breve rectificacin
es inevitable.
Me consta que es muy fcil recusar mi pobre autoridad. Espero,
sin embargo, que no me prohibirn mencionar dos altos testimonios.
La baronesa de Bacourt (en cuyos vendredis inolvidables tuve el
honor de conocer al llorado poeta) ha tenido a bien aprobar las
lneas que siguen. La condesa de Bagnoregio, uno de los espritus ms
finos del principado de Mnaco (y ahora de Pittsburgh, Pennsylvania,
despus de su reciente boda con el filntropo internacional Simn
Kautzsch, tan calumniado, ay!, por las vctimas de sus
desinteresadas maniobras) ha sacrificado a la veracidad y a la
muerte (tales son sus palabras) la seoril reserva que la distingue
y en una carta abierta publicada en la revista Luxe me concede
asimismo su beneplcito. Esas ejecutorias, creo, no son
insuficientes.
He dicho que la obra visible de Menard es fcilmente enumerable.
Examinado con esmero su archivo particular, he verificado que
consta de las piezas que siguen:
a) Un soneto simbolista que apareci dos veces (con variaciones)
en la revista LaConque (nmeros de marzo y octubre de 1899).
b) Una monografa sobre la posibilidad de construir un
vocabulario potico deconceptos que no fueran sinnimos o perfrasis
de los que informan el lenguaje comn, sino objetos ideales creados
por una convencin y esencialmente destinados a las necesidades
poticas (Nmes, 1901).
c) Una monografa sobre ciertas conexiones o afinidades del
pensamiento deDescartes, de Leibniz y de John Wilkins (Nmes,
1903).
d) Una monografa sobre la Characteristica Universalis de Leibniz
(Nmes, 1904).e) Un artculo tcnico sobre la posibilidad de
enriquecer el ajedrez eliminando uno de
los peones de torre. Menard propone, recomienda, discute y acaba
por rechazar esa innovacin.
f) Una monografa sobre el Ars Magna Generalis de Ramn Llull
(Nmes, 1906).g) Una traduccin con prlogo y notas del Libro de la
invencin liberal y arte del juego
del axedrez de Ruy Lpez de Segura (Pars, 1907).h) Los borradores
de una monografa sobre la lgica simblica de George Boole.i) Un
examen de las leyes mtricas esenciales de la prosa francesa,
ilustrado con
ejemplos de SaintSimon (Revue des Langues Romanes, Montpellier,
octubre de 1909).j) Una rplica a Luc Durtain (que haba negado la
existencia de tales leyes) ilustrada
con ejemplos de Luc Durtain (Revue des Langues Romanes,
Montpellier, diciembre de 1909).
1 Extrado de Ficciones, Buenos Aires, Debolsillo, 2011.2
Escritor argentino (1899- 1986).
-
k) Una traduccin manuscrita de la Aguja de navegar cultos de
Quevedo, intitulada LaBoussole des prcieux.
l) Un prefacio al catlogo de la exposicin de litografas de
Carolus Hourcade (Nmes,1914).
m) La obra Les Problmes d'un problme (Pars, 1917) que discute en
ordencronolgico las soluciones del ilustre problema de Aquiles y la
tortuga. Dos ediciones de este libro han aparecido hasta ahora; la
segunda trae como epgrafe el consejo de Leibniz Ne craignez point,
monsieur, la tortue, y renueva los captulos dedicados a Russell y a
Descartes.
n) Un obstinado anlisis de las costumbres sintcticas de Toulet
(N.R.F., marzo de1921). Menard recuerdo declaraba que censurar y
alabar son operaciones sentimentales que nada tienen que ver con la
crtica.
o) Una transposicin en alejandrinos del Cimetire marin, de Paul
Valry (N.R.F.,enero de 1928).
p) Una invectiva contra Paul Valry, en las Hojas para la
supresin de la realidad deJacques Reboul. (Esa invectiva, dicho sea
entre parntesis, es el reverso exacto de su verdadera opinin sobre
Valry. ste as lo entendi y la amistad antigua de los dos no corri
peligro.)
q) Una definicin de la condesa de Bagnoregio, en el victorioso
volumen lalocucin es de otro colaborador, Gabriele d'Annunzio que
anualmente publica esta dama para rectificar los inevitables
falseos del periodismo y presentar al mundo y a Italia una autntica
efigie de su persona, tan expuesta (en razn misma de su belleza y
de su actuacin) a interpretaciones errneas o apresuradas.
r) Un ciclo de admirables sonetos para la baronesa de Bacourt
(1934).s) Una lista manuscrita de versos que deben su eficacia a la
puntuacin3.
Hasta aqu (sin otra omisin que unos vagos sonetos
circunstanciales para el hospitalario, o vido, lbum de madame Henri
Bachelier) la obra visible de Menard, en su orden cronolgico. Paso
ahora a la otra: la subterrnea, la interminablemente heroica, la
impar. Tambin, ay de las posibilidades del hombre!, la inconclusa.
Esa obra, tal vez la ms significativa de nuestro tiempo, consta de
los captulos noveno y trigsimo octavo de la primera parte del Don
Quijote y de un fragmento del captulo veintids. Yo s que tal
afirmacin parece un dislate; justificar ese dislate es el objeto
primordial de esta nota4.
Dos textos de valor desigual inspiraron la empresa. Uno es aquel
fragmento filolgico de Novalis el que lleva el nmero 2005 en la
edicin de Dresden que esboza el tema de la total identificacin con
un autor determinado. Otro es uno de esos libros parasitarios que
sitan a Cristo en un bulevar, a Hamlet en la Cannebire o a don
Quijote en Wall Street. Como todo hombre de buen gusto, Menard
abominaba de esos carnavales intiles, slo aptos -deca para
ocasionar el plebeyo placer del anacronismo o (lo que es peor) para
embelesarnos con la idea primaria de que todas las pocas son
iguales o de que son distintas. Ms interesante, aunque de ejecucin
contradictoria y superficial, le pareca el famoso propsito de
Daudet: conjugar en una figura, que es Tartarn, al Ingenioso
Hidalgo y a su escudero... Quienes han insinuado que Menard dedic
su vida a escribir un Quijote contemporneo, calumnian su clara
memoria.
3 Madame Henri Bachelier enumera asimismo una versin literal de
la versin literal que hizo Quevedo de la Introduction la vie dvote
de san Francisco de Sales. En la biblioteca de Pierre Menard no hay
rastros de tal obra. Debe tratarse de una broma de nuestro amigo,
mal escuchada.4 Tuve tambin el propsito secundario de bosquejar la
imagen de Pierre Menard. Pero cmo atreverme a competir con las
pginas ureas que me dicen prepara la baronesa de Bacourt o con el
lpiz delicado y puntual de Carolus Hourcade?
-
No quera componer otro Quijote lo cual es fcil sino el Quijote.
Intil agregar que no encar nunca una transcripcin mecnica del
original; no se propona copiarlo. Su admirable ambicin era producir
unas pginas que coincidieran palabra por palabra y lnea por lnea
con las de Miguel de Cervantes.
Mi propsito es meramente asombroso, me escribi el 30 de
septiembre de 1934 desde Bayonne. El trmino final de una
demostracin teolgica o metafsica el mundo externo, Dios, la
causalidad, las formas universales no es menos anterior y comn que
mi divulgada novela. La sola diferencia es que los filsofos
publican en agradables volmenes las etapas intermediarias de su
labor y que yo he resuelto perderlas. En efecto, no queda un solo
borrador que atestige ese trabajo de aos.
El mtodo inicial que imagin era relativamente sencillo. Conocer
bien el espaol, recuperar la fe catlica, guerrear contra los moros
o contra el turco, olvidar la historia de Europa entre los aos de
1602 y de 1918, ser Miguel de Cervantes. Pierre Menard estudi ese
procedimiento (s que logr un manejo bastante fiel del espaol del
siglo diecisiete) pero lo descart por fcil. Ms bien por imposible!
dir el lector. De acuerdo, pero la empresa era de antemano
imposible y de todos los medios imposibles para llevarla a trmino,
ste era el menos interesante. Ser en el siglo veinte un novelista
popular del siglo diecisiete le pareci una disminucin. Ser, de
alguna manera, Cervantes y llegar al Quijote le pareci menos arduo
por consiguiente, menos interesante que seguir siendo Pierre Menard
y llegar al Quijote, a travs de las experiencias de Pierre Menard.
(Esa conviccin, dicho sea de paso, le hizo excluir el prlogo
autobiogrfico de la segunda parte del Don Quijote. Incluir ese
prlogo hubiera sido crear otro personaje Cervantes pero tambin
hubiera significado presentar el Quijote en funcin de ese personaje
y no de Menard. ste, naturalmente, se neg a esa facilidad.) Mi
empresa no es difcil, esencialmente leo en otro lugar de la carta.
Me bastara ser inmortal para llevarla a cabo. Confesar que suelo
imaginar que la termin y que leo el Quijote todo el Quijote como si
lo hubiera pensado Menard? Noches pasadas, al hojear el captulo
XXVI no ensayado nunca por l reconoc el estilo de nuestro amigo y
como su voz en esta frase excepcional: las ninfas de los ros, la
dolorosa y hmida Eco. Esa conjuncin eficaz de un adjetivo moral y
otro fsico me trajo a la memoria un verso de Shakespeare, que
discutimos una tarde:
Where a malignant and a turbaned Turk...
Por qu precisamente el Quijote? dir nuestro lector. Esa
preferencia, en un espaol, no hubiera sido inexplicable; pero sin
duda lo es en un simbolista de Nmes, devoto esencialmente de Poe,
que engendr a Baudelaire, que engendr a Mallarm, que engendr a
Valry, que engendr a Edmond Teste. La carta precitada ilumina el
punto. El Quijote, aclara Menard, me interesa profundamente, pero
no me parece cmo lo dir? inevitable. No puedo imaginar el universo
sin la interjeccin de Edgar Allan Poe:
Ah, bear in mind this garden was enchanted!
o sin el Bateau ivre o el Ancient Mariner, pero me s capaz de
imaginarlo sin el Quijote.(Hablo, naturalmente, de mi capacidad
personal, no de la resonancia histrica de las obras.) El Quijote es
un libro contingente, el Quijote es innecesario. Puedo premeditar
su escritura, puedo escribirlo, sin incurrir en una tautologa. A
los doce o trece aos lo le, tal vez ntegramente. Despus, he reledo
con atencin algunos captulos, aquellos que no intentar por ahora.
He cursado asimismo los entremeses, las comedias, la Galatea, las
Novelas
-
ejemplares, los trabajos sin duda laboriosos de Persiles y
Segismunda y elViaje del Parnaso... Mi recuerdo general del
Quijote, simplificado por el olvido y la indiferencia, puede muy
bien equivaler a la imprecisa imagen anterior de un libro no
escrito. Postulada esa imagen (que nadie en buena ley me puede
negar) es indiscutible que mi problema es harto ms difcil que el de
Cervantes. Mi complaciente precursor no rehus la colaboracin del
azar: iba componiendo la obra inmortal un poco la diable, llevado
por inercias del lenguaje y de la invencin. Yo he contrado el
misterioso deber de reconstruir literalmente su obra espontnea. Mi
solitario juego est gobernado por dos leyes polares. La primera me
permite ensayar variantes de tipo formal o psicolgico; la segunda
me obliga a sacrificarlas al texto original y a razonar de un modo
irrefutable esa aniquilacin... A esas trabas artificiales hay que
sumar otra, congnita. Componer el Quijote a principios del siglo
diecisiete era una empresa razonable, necesaria, acaso fatal; a
principios del veinte, es casi imposible. No en vano han
transcurrido trescientos aos, cargados de complejsimos hechos.
Entre ellos, para mencionar uno solo: el mismo Quijote.
A pesar de esos tres obstculos, el fragmentario Quijote de
Menard es ms sutil que el de Cervantes. ste, de un modo burdo,
opone a las ficciones caballerescas la pobre realidad provinciana
de su pas; Menard elige como realidad la tierra de Carmen durante
el siglo de Lepanto y de Lope. Qu espaoladas no habra aconsejado
esa eleccin a Maurice Barrs o al doctor Rodrguez Larreta! Menard,
con toda naturalidad, las elude. En su obra no hay gitaneras ni
conquistadores ni msticos ni Felipe II ni autos de fe. Desatiende o
proscribe el color local. Ese desdn indica un sentido nuevo de la
novela histrica. Ese desdn condena a Salammb, inapelablemente.
No menos asombroso es considerar captulos aislados. Por ejemplo,
examinemos el XXXVIII de la primera parte, que trata del curioso
discurso que hizo don Quixote de las armas y las letras. Es sabido
que don Quijote (como Quevedo en el pasaje anlogo, y posterior, de
La hora de todos) falla el pleito contra las letras y en favor de
las armas. Cervantes era un viejo militar: su fallo se explica.
Pero que el don Quijote de Pierre Menard hombre contemporneo de La
trahison des clercs y de Bertrand Russell reincida en esas
nebulosas sofisteras! Madame Bachelier ha visto en ellas una
admirable y tpica subordinacin del autor a la psicologa del hroe;
otros (nada perspicazmente) una transcripcin del Quijote; la
baronesa de Bacourt, la influencia de Nietzsche. A esa tercera
interpretacin (que juzgo irrefutable) no s si me atrever a aadir
una cuarta, que condice muy bien con la casi divina modestia de
Pierre Menard: su hbito resignado o irnico de propagar ideas que
eran el estricto reverso de las preferidas por l. (Rememoremos otra
vez su diatriba contra Paul Valry en la efmera hoja superrealista
de Jacques Reboul.) El texto de Cervantes y el de Menard son
verbalmente idnticos, pero el segundo es casi infinitamente ms
rico. (Ms ambiguo, dirn sus detractores; pero la ambigedad es una
riqueza.)
Es una revelacin cotejar el Don Quijote de Menard con el de
Cervantes. ste, por ejemplo, escribi (Don Quijote, primera parte,
captulo IX):
...la verdad, cuya madre es la historia, mula del tiempo,
depsito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de
lo presente, advertencia de lo por venir.
Redactada en el siglo diecisiete, redactada por el ingenio lego
Cervantes, esa enumeracin es un mero elogio retrico de la historia.
Menard, en cambio, escribe:
...la verdad, cuya madre es la historia, mula del tiempo,
depsito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de
lo presente, advertencia de lo por venir.
-
La historia, madre de la verdad; la idea es asombrosa. Menard,
contemporneo de William James, no define la historia como una
indagacin de la realidad sino como su origen. La verdad histrica,
para l, no es lo que sucedi; es lo que juzgamos que sucedi. Las
clusulas finales ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo
por venir son descaradamente pragmticas. Tambin es vvido el
contraste de los estilos. El estilo arcaizante de Menard extranjero
al fin adolece de alguna afectacin. No as el del precursor, que
maneja con desenfado el espaol corriente de su poca.
No hay ejercicio intelectual que no sea finalmente intil. Una
doctrina es al principio una descripcin verosmil del universo;
giran los aos y es un mero captulo cuando no un prrafo o un nombre
de la historia de la filosofa. En la literatura, esa caducidad es
an ms notoria. El Quijote me dijo Menard fue ante todo un libro
agradable; ahora es una ocasin de brindis patritico, de soberbia
gramatical, de obscenas ediciones de lujo. La gloria es una
incomprensin y quiz la peor.
Nada tienen de nuevo esas comprobaciones nihilistas; lo singular
es la decisin que de ellas deriv Pierre Menard. Resolvi adelantarse
a la vanidad que aguarda todas las fatigas del hombre; acometi una
empresa complejsima y de antemano ftil. Dedic sus escrpulos y
vigilias a repetir en un idioma ajeno un libro preexistente.
Multiplic los borradores; corrigi tenazmente y desgarr miles de
pginas manuscritas5. No permiti que fueran examinadas por nadie y
cuid que no le sobrevivieran. En vano he procurado
reconstruirlas.
He reflexionado que es lcito ver en el Quijote final una especie
de palimpsesto, en el que deben traslucirse los rastros Tenues pero
no indescifrables de la previa escritura de nuestro amigo.
Desgraciadamente, slo un segundo Pierre Menard, invirtiendo el
trabajo del anterior, podra exhumar y resucitar esas Troyas...
Pensar, analizar, inventar (me escribi tambin) no son actos
anmalos, son la normal respiracin de la inteligencia. Glorificar el
ocasional cumplimiento de esa funcin, atesorar antiguos y ajenos
pensamientos, recordar con incrdulo estupor que el doctor
universalis pens, es confesar nuestra languidez o nuestra barbarie.
Todo hombre debe ser capaz de todas las ideas y entiendo que en el
porvenir lo ser.
Menard (acaso sin quererlo) ha enriquecido mediante una tcnica
nueva el arte detenido y rudimentario de la lectura: la tcnica del
anacronismo deliberado y de las atribuciones errneas. Esa tcnica de
aplicacin infinita nos insta a recorrer la Odisea como si fuera
posterior a la Eneida y el libro Le jardin du Centaure de madame
Henri Bachelier como si fuera de madame Henri Bachelier. Esa tcnica
puebla de aventura los libros ms calmosos. Atribuir a Louis
Ferdinand Cline o a James Joyce la Imitacin de Cristo no es una
suficiente renovacin de esos tenues avisos espirituales?
Nmes, 1939
5 Recuerdo sus cuadernos cuadriculados, sus negras tachaduras,
sus peculiares smbolos tipogrficos y su letra de insecto. En los
atardeceres le gustaba salir a caminar por los arrabales de Nmes;
sola llevar consigo un cuaderno y hacer una alegre fogata.
-
Milonga de Don Quijote 1 Daniel Giribaldi2
En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, un
caballero, flaco, lungo y singular, a fuerza de morfetear libros de
caballera, lleg a revirarse un da y ya colifa, el cafaa, sali a
imitar las hazaas de los broli que lea.
Y puesto pal entrevero cargaba facn y lanza; un gordinfln Sancho
Panza le serva de escudero. Tena por parejero un tungo bichoco y
rante;sentido, pero de aguante, puro huesos y montura: el de la
triste figura lo bautiz Rocinante.
Muy pachorriento el baturro Sancho Panza la viva. Para l, que
andaba en la va, el Quijote era un buen curro. Al tranquito de su
burro, sigui devoto el destino aconsejando con tino al jockey de
Rocinante cuando en lugar de un gigante el otro chuce un
molino.
El cofra sali mormoso del lance con el molino, pero firme en su
destino lleg con Sancho al Toboso. Tras morfar se le hizo el oso a
la mina con la idea de que esa cantina rea era un castillo, y la
ataera ms que una azafata:la bacana Dulcinea.
As fue ese vagabundo, rayao pero sin malicia; la cinch por ver
justicia y amor de nuevo en el mundo. Quiso la paz, fue profundo el
fruto de su sesera; con su verdad que a cualquiera le da de prepo
la salsa cuando deschava qu falsa, la realidad, si es fulera!.
Cansao de tanta aventura-jinete del desengao- lleg el Quijote a
su cao y se muri de amargura. De su lanza y su armadura, de su
flete y de su espada, hoy por hoy no queda nada, como no sea este
poco:la cordura de aquel loco nos alivi la cinchada.
Msica: Marcos ManfreInterpretacin: Edmundo Rivero3
1 Extrado de Bien debute y a la gurda, Buenos Aires, Torres
Agero Editor, 1985.2 Periodista y poeta argentino (1930- 1984).3
Extrado de Viejo baldo, Buenos Aires, Polygram, 1994.
-
Lionel Messi, autor del Quijote 1 Juan Sasturain2
Cuando Jorge Luis Borges en 1944 public Ficciones, acaso el
mejor libro de cuentos
de la lengua castellana, incluy un texto barroco, irnico y sin
duda extraordinario que le
haba dedicado a Silvina Ocampo cinco aos antes: Pierre Menard,
autor del Quijote. Pocos
relatos borgeanos han sido objeto de exgesis ms finas y ninguno
plantea con mayor sutileza
una cuestin tan inslita como deslumbrante. El narrador, que es
un pedantsimo confidente
epistolar del desaparecido Menard simbolista tardo, amigo de
Valry, autor de una obra
breve y fragmentaria y de un intento desmesurado, hace el relato
y la detallada descripcin
de la inconcebible empresa que se llev los mximos esfuerzos y
los parciales logros del
malogrado poeta de Nimes: escribir El Quijote.
Porque el propsito del oscuro francs Pierre Menard no era
traducir ni copiar ni
transcribir ni memorizar la obra clsica espaola; es decir, no
quera escribir otro Quijote lo
que sera fcil, dice Borges por boca del narrador, sino escribir
el Quijote, el mismo texto:
Producir unas pginas que coincidieran palabra por palabra y lnea
por lnea con las de
Miguel de Cervantes. Un propsito meramente asombroso en sus
propias palabras, para
cuyo cumplimiento se impuso en principio un mtodo que, dentro de
lo imposible, era
relativamente sencillo: ser Cervantes.
Para eso y ah deslumbra Borges en la enumeracin, Menard lleg a
conocer
relativamente bien el espaol del siglo XVII, recuper la fe
catlica, guerre de memoria
contra turcos y moros y consigui olvidar la historia europea
entre 1602 y 1912, entre otras
hazaas. Sin embargo, ese camino le pareci excesivamente fcil y
lo desech. As eligi
finalmente la tarea ms ardua y la nica verdadera: llegar a
escribir El Quijote sin tratar de ser
en el siglo XX un novelista del XVII, siendo apenas lo y el que
era, el oscuro Pierre
Menard. Mi empresa no es difcil esencialmente le confiesa al
narrador en una de sus cartas
con lgica perturbadora, me bastara ser inmortal para llevarla a
cabo.
De toda esa prodigiosa tarea slo quedan testimonios parciales,
ejemplos de lo que
pudo haber sido: los captulos noveno y trigsimo octavo de la
primera parte y un fragmento
del veintids. Y eso es todo.
Hasta ah, Menard. Hasta o desde ah, la soberbia especulacin
borgeana sobre la
propiedad de las ideas y los relatos, la temporalidad
reversible, el equvoco sentido que se
ilumina hacia atrs y hacia adelante. Menard (acaso sin quererlo)
ha enriquecido mediante
1 Publicado en Pgina /12 el 24 de abril de 2007.2 Periodista y
escritor argentino (1945- ).
-
una tcnica nueva el arte detenido y rudimentario de la lectura:
la tcnica del anacronismo
deliberado y de las atribuciones errneas, concluye la indudable
voz de Borges con pavorosa
irona.
Recurrir a estos esplendores de la ficcin y la inteligencia para
referirse a un avatar
futbolero puede parecer excesivo o al menos descaminado. Creo
poder demostrar que no lo
es.
Cuando ya famosamente el joven Lionel Messi realiz en el Camp
Nou del
Barcelona FC, durante el crepsculo boreal del mircoles 18 de
abril, para disfrute y consumo
urbi et orbe, la maniobra prolongada en tiempo y espacio que
culmin en el segundo gol de su
equipo contra el Getafe, hubo consenso unnime e inmediato de que
se trataba de un hecho
prodigioso y, paradjicamente, comparable: el pibe haba hecho un
gol igual al de Maradona
contra los ingleses en el Mundial 86.
En estos tiempos de ftbol mecanizado y jugadas preconcebidas con
ejecutores
obedientes, no es demasiado raro que se vean goles iguales a
otros hay infinidad de casos en
que se repiten calcados circunstancias y desempeos; lo
extraordinario del caso es que,
precisamente, lo que se vea mgicamente repetido era lo por
definicin irrepetible, lo
excepcional: el mejor gol de la historia. El de Messi no era ni
mejor ni peor: era, de un modo
inquietante, igual. No hizo otro gol parecido ni lo copi ni lo
imit ni lo tradujo: simple,
increblemente, lo hizo otra vez.
Digo que, como Pierre Menard quiso y pudo parcialmente escribir
El Quijote, Messi
intent y pudo hacer el gol de Diego. Incluso se puede llegar a
suponer o me atrevo a
decirlo a reconstruir un propsito similar en el precoz, homlogo
petiso. Es innegable que,
como Pierre Menard, Messi o el espritu consciente o no que a
travs de l se manifiesta
alguna vez concibi la idea de hacer el mismo gol del Diego. Y es
evidente que eligi como
primera opcin, al igual que Pierre Menard, el camino de en la
medida de lo posible ser
Maradona para despus hacerlo desde el Diego. Por eso es (se
hizo) argentino, por eso se
mueve all donde se mueve, por eso ha ido a jugar a Europa en el
Barcelona, por eso ha sido
campen mundial juvenil, por eso ha tenido un primer Mundial
frustrante.
Lo extraordinario es que en algn momento, y tambin como Pierre
Menard, Messi
decidi el camino ms difcil, y decidi hacer el gol del Diego sin
(esperar) ser Diego: aceler
(literalmente) el trmite, se apur, no lleg ni a cumplir los aos
ni a jugar el segundo
Mundial ni a enfrentar a Inglaterra y, en una noche cualquiera,
hizo el gol del Diego con la
certeza y sabidura desinteresada con que da en el blanco un
arquero zen.
-
Gua de lectura de Don Quijote de La Mancha
Primera Parte
- Quin es el autor de la historia de Don Quijote? Y el
narrador?
P: Cul es el tema del prlogo?
I: Por qu Don Quijote se vuelve caballero? Cmo hace esa
transformacin?
II: En qu consiste la locura de Don Quijote?
III: Cmo reacciona el ventero ante la locura de Don Quijote?
VIII: Qu diferentes caractersticas presentan -y representan- Don
Quijote y Sancho?
IX: Por qu se interrumpe el relato del enfrentamiento con el
vizcano? Cmo se retoma?
XVI: Qu malentendido se produce en la venta de Maritornes?
XVII: Qu explicaciones se dan Don Quijote y Sancho sobre lo
ocurrido en la venta?
XXI: Cmo obtiene Don Quijote el famoso yelmo de Mambrino?
XXII: Quin es Gins de Pasamonte?
XLIV: Cmo llama Sancho al supuesto yelmo de Mambrino?
XLV: Qu nuevo enfrentamiento se produce en la venta de
Maritornes? Cmo se resuelve?
XLVI: Qu idea lleva a cabo el cura para tratar la locura de Don
Quijote?
LII: Cmo llega Don Quijote a su aldea?
- Qu pedido hace el narrador al final de la primera parte?
-
Segunda Parte
P: Cules son las principales motivaciones del autor para
escribir la segunda parte del
Quijote?
III: Quin es Sansn Carrasco? Con qu novedad llega a Don
Quijote?
Sobre qu tema debaten? Cules son las diferencias entre la poesa
y la historia?
IV: Qu actitud tiene Sancho ante la posibilidad de un nueva
salida de Don Quijote?
X: Compar el episodio de los molinos de viento de la Primera
Parte con la visita de Don
Quijote y Sancho Panza a Dulcinea. Qu diferencia fundamental
pods encontrar?
XXII: Qu piensa Don Quijote sobre el engao de Basilio para
casarse con Quiteria?
XXVI: Cmo reacciona Don Quijote ante la representacin de Maese
Pedro?
XXXV: De qu forma descubre Don Quijote la manera de desencantar
a Dulcinea?
XXXVIII: De qu forma utiliza el lenguaje Sancho Panza en este
captulo?
XLII: Seleccion algunos de los consejos que Don Quijote le
realiza a Sancho y formul con
tus palabras un Declogo del buen gobernante.
LIII: Explic con tus palabras la reflexin que Cide Hamete
Benengeli realiza a partir del
gobierno de Sancho Panza en la nsula de Barataria.
LVIII: Cul es la opinin de Don Quijote sobre los pastores que
fingen vivir en Arcadia?
LIX: Por qu Don Quijote suspende su viaje a Zaragoza?
LXIV: Por qu motivo el Caballero de la Blanca Luna reta a duelo
a Don Quijote?
LXXII: Quin es lvaro Tarfe? Qu le pide Don Quijote que haga?
LXXIV: De qu forma reaccionan los diferentes personajes ante la
cordura de Don Quijote?