Facultad de Periodismo y Comunicación Social Universidad Nacional de La Plata Asignatura: Comunicación, Cultura y Poder Docentes: Federico Rodrigo, Guillermo Romero y Sol Logroño Año: 2021 UNIDAD 2: La dimensión cultural de los fenómenos sociales: emoción, rituales y dinero. SEMANA 5. Las emociones Con esta clase, dejamos atrás la unidad en la que nos acercamos a una serie de definiciones sobre el concepto de cultura y elaboramos, a partir de los autores y diversas tradiciones disciplinares, una concepción que nos permite analizar la cultura en su relación con el poder. Con Clifford Geertz definimos cultura como un marco de significaciones compartidas que regulan la conducta humana. La cultura es constitutiva, de manera que, no hay biología humana sin cultura El de las emociones y el cuerpo, es un terreno asociado históricamente a la biología. Se suele decir que la violencia, el amor, la tristeza, el odio, son parte de la naturaleza humana, que incluso se atribuyen a cierta irracionalidad que la cultura cubre con un manto para su control. Esta explicación biológica la encontramos en muchos discursos. Cuando decimos que en los momentos extremos se evidencia la “verdadera naturaleza humana” (ya sea el egoísmo o la solidaridad), cuando las neurociencias explican las diferencias en el comportamiento de varones y mujeres por sus características cerebrales, cuando decimos que las emociones son universales, cuando proyectamos sentimientos propiamente occidentales al resto de la humanidad (como el deseo de autonomía e individualidad). Pero en la clase de hoy queremos trabajar con la idea de que las emociones, las maneras en las que sentimos, gozamos, nos
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UNIDAD 2: Doc e nt e s: Fe de ri c o R odri go, Gui l l e ...
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Facultad de Periodismo y Comunicación Social
Universidad Nacional de La Plata
Asignatura: Comunicación, Cultura y Poder
Docentes: Federico Rodrigo, Guillermo Romero y Sol Logroño
Año: 2021
UNIDAD 2: La dimensión cultural de los fenómenos sociales: emoción,
rituales y dinero.
SEMANA 5. Las emociones
Con esta clase, dejamos atrás la unidad en la que nos acercamos a una serie de definiciones
sobre el concepto de cultura y elaboramos, a partir de los autores y diversas tradiciones
disciplinares, una concepción que nos permite analizar la cultura en su relación con el poder.
Con Clifford Geertz definimos cultura como un marco de significaciones compartidas que
regulan la conducta humana. La cultura es constitutiva, de manera que, no hay biología
humana sin cultura
El de las emociones y el cuerpo, es un terreno asociado históricamente a la biología. Se suele
decir que la violencia, el amor, la tristeza, el odio, son parte de la naturaleza humana, que
incluso se atribuyen a cierta irracionalidad que la cultura cubre con un manto para su control.
Esta explicación biológica la encontramos en muchos discursos. Cuando decimos que en los
momentos extremos se evidencia la “verdadera naturaleza humana” (ya sea el egoísmo o la
solidaridad), cuando las neurociencias explican las diferencias en el comportamiento de
varones y mujeres por sus características cerebrales, cuando decimos que las emociones son
universales, cuando proyectamos sentimientos propiamente occidentales al resto de la
humanidad (como el deseo de autonomía e individualidad). Pero en la clase de hoy queremos
trabajar con la idea de que las emociones, las maneras en las que sentimos, gozamos, nos
enojamos o nos angustiamos, están modeladas por la configuración cultural en la que estamos
insertxs. No se trata de una capacidad universal que las diferentes personas y grupos humanos
maquillan con cultura.
Pensemos juntxs: ¿a qué le tenemos miedo? ¿qué hacemos cuando tenemos miedo? ¿Siempre
le tuvimos “miedo a un enemigo invisible que se mete en nuestras casas”? En La Plata,
¿teníamos miedo a la lluvia antes de la inundación del 2013? ¿Qué hay sobre el amor?
¿Amamos de la misma manera que nuestros abuelos y abuelas? ¿Cómo vivimos el dolor?
¿Son los mismos los umbrales del dolor de todos los grupos humanos? En los siguientes
apartados, vamos a desarrollar esta idea a partir del texto del antropólogo y sociólogo francés
David Le Bretón y su propuesta de “Una antropología de las emociones”.
El enfoque naturalista de las emociones
Algunxs de ustedes quizás vieron la película de Disney “Intensa-mente”. A través de un viaje
por el mundo interior de Riley, una niña de 11 años, la película muestra el universo de las
emociones humanas a través de otros cinco personajes: Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y
Desagrado. Con estas cinco emociones, la película recorre un punto de inflexión en la vida de
la protagonista: una mudanza que la obliga a dejar su infancia atrás. La trama se valió de
estudios psicológicos y neurocientíficos sobre el funcionamiento de las pasiones humanas.
Esta película estuvo inspirada en, y asesorada por, Paul Ekman, un científico estadounidense
que sostiene la teoría de que las expresiones faciales de las emociones no están determinadas
por la cultura, sino que tienen un origen biológico universal: la serie policial “Lie to me”, de
la cadena Fox, está basada en este mismo supuesto.
Luego de la película de Pixar, investigadorxs de distintas disciplinas aportaron algunas
observaciones sobre la cuestión. Algunxs hablaron sobre la necesidad de no localizar las
emociones en una única parte del cerebro, otrxs cuestionaron que el film redujera las
emociones a apenas 5 y determinaron que las personas somos capaces de sentir al menos 27.
Le Bretón nombra a este tipo de aproximaciones a la emotividad humana como
“naturalistas”. El enfoque naturalista se caracteriza por pensar a las emociones como: a)
sustancias orgánicas de origen biológico; b) universales; c) reducidas a movimientos
musculares de la cara; d) posibles de ser traducidas de un grupo humano a otra; e) invariables
en el tiempo y en el espacio.
¿Cuál es el problema de este tipo de enfoques? ¿Qué aspectos dejan de lado? Según el autor,
este enfoque naturaliza las emociones con un vocabulario que diluye las diferencias y no
permite conocer el “mosaico afectivo” de las sociedades humanas en el tiempo y en el
espacio. Le Bretón asegura que la emoción no es una sustancia, un estado fijo e inmutable
que se encuentra de la misma manera y bajo las mismas circunstancias a través de la historia
de la especie humana, sino “un matiz afectivo” que es dinámico, que es situacional y
relacional, que se elabora y recrea en las interacciones humanas.
Las emociones como relación
Entonces, las emociones no son estallidos irracionales, sino que siguen criterios culturales y
subjetivos, están insertas en tramas de significación que las hacen posibles y comprensibles
por los demás. Tampoco son universales, sino que se elaboran y viven según los sistemas de
significados que organizan nuestra vida, que no son los mismos siempre ni en todos lados.
Las emociones se aprenden en el proceso de socialización e inscripción en una cultura. Son
modos de afiliación a una comunidad social, una forma de reconocerse y estar juntxs, “bajo
un fondo emocional próximo”:
La emoción es a la vez interpretación, expresión, significación, relación,
regulación de un intercambio; se modifica de acuerdo con el público, el
contexto, se diferencia en su intensidad, e incluso en sus manifestaciones, de
acuerdo a la singularidad de cada persona. Se cuela en el simbolismo social y
los rituales vigentes. No es una naturaleza descriptible sin contexto ni
independiente del actor (Le Bretón, p. 9)
Esta definición se hace más clara cuando observamos que no es posible traducir una emoción
de un idioma o trama cultural a otra sin pérdidas, porque hay algo que Le Bretón llama
“culturas afectivas”, un “tejido apretado en el que cada emoción está colocada en perspectiva
dentro de un conjunto”, un “conjunto de significados y de valores de los que depende y de los
que no puede desprenderse sin perder su sentido”. Esto se vincula directamente con el
concepto semiótico de cultura de Geertz: las emociones tienen sentido en una trama de
relaciones significativas. Al mismo tiempo, Le Bretón nos permite pensar la agencia, la
diferencia y la desigualdad en la manera de vivir las emociones en una misma “cultura
afectiva” o “configuración cultural” (como proponía Grimson) según cuál sea nuestro género,
nuestra edad, nuestra clase social.
Para desarrollar esta idea, utiliza una metáfora teatral para pensar las interacciones cotidianas.
Las personas somos actores o actrices que podemos jugar con la expresión de nuestros
estados emocionales en función de la audiencia y de la situación de interacción. Dentro de esa
cultura afectiva podemos movernos más o menos libremente e inventar emociones que no
existen en estado bruto, pero acudimos a repertorios culturales aprendidos que hacen que
nuestras expresiones sean signos socialmente reconocibles. Para que una emoción sea
sentida, percibida y expresada por el individuo, debe pertenecer de una u otra forma al
repertorio cultural del grupo al que pertenece. A partir del análisis del modo en el que las
personas incorporan su nota al matiz afectivo de su cultura, el autor se aproxima a la cuestión
de la heterogeneidad y la desigualdad que sugiere Grimson. Dentro de una cultura afectiva
existen diferencias y desigualdades en las posibilidades de vivir y expresarse afectivamente.
The power of women’s angry - Charla TEDx
“El enojo está generizado”. En este video, Soraya Chemarly habla sobre el enojo como unaemoción reservada para lo masculino y blanco. ¿Qué posibilidades tienen las mujeres deenojarse? ¿Qué desigualdades están en la base de la organización emocional de losgéneros, razas y clases? ¿Esas desigualdades son naturales?
Para resumir, el siguiente cuadro opone el enfoque naturalista con la propuesta del autor de