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D o m i n go 26 de julio de 2009 / LA ESTRELLA UNA GUERRERA ARMADA DE PINCELES Desde muy joven, Olga Sinclair decidió ignorar a quienes le decían que siempre iba a estar a la sombra de su padre, el maestro Alfredo Sinclair. Sólo así pudo forjarse un estilo propio afianzado a lo largo de 38 años de carrera. +4B y 5B Foto: Bienvenido Velasco
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UNA GUERRERA A R M A DA DE PINCELES · 25/07/2009 · das reproducciones de cuadros famosos, como por ejemplo “La joven de la perla”, del holandés ... solía pintar en la sala

Sep 22, 2018

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D o m i n g o 2 6 d e j u l i o d e 2 0 0 9 / L A E S T R E L L A

UNA GUERRERAA R M A DA DE

PINCELESDesde muy joven, Olga Sinclair decidió ignorar a quienes le decían

que siempre iba a estar a la sombra de su padre, el maestro

Alfredo Sinclair. Sólo así pudo forjarse un estilo propio afianzado a

lo largo de 38 años de carrera. +4B y 5B

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LA ESTRELLA /D o m i n go 26 de ju l io de 2009

En foco

Errol E. [email protected]

Verificamos por últimavez la dirección antesde detenernos frentea una residencia ubi-cada en una de las

lomas que atraviesan la urba-nización Dos Mares. Una vo-luminosa escultura en forma depera, de color cobrizo, situadafrente la entrada principal nosconfirma que hemos llegado altaller de Olga Sinclair.

Una joven de ojos luminososy cabello ensortijado sale anuestro encuentro y nos guíapor un corto pasillo en cuyasparedes se encuentran colga-das reproducciones de cuadrosfamosos, como por ejemplo “Lajoven de la perla”, del holandésJohannes Vermeer, y fotografíasen las que la pintora aparecejunto a personalidades de ca-rácter internacional, como Hi-llary Clinton o el príncipe Felipede España.

La asistente de la artista nosconduce hasta la sala-estudio,donde encontramos varios lien-zos a medio terminar que re-posan sobre un piso cubiertopor manchones de diversos co-lores. El sofocante calor de latarde, el olor a pintura y a di-solventes que se desprende delos envases de plásticos de to-dos los tamaños y formas ima-ginables, la melodía “étnica” c u-ya percusión africana invita al

baile, el espíritu vivaz de laartífice: todo contribuye a crearuna atmósfera ‘intoxicante’, unespacio donde los pinceles y lasbrochas se mueven al ritmo dela música.

Acordes y pinceladasLa estrecha relación exis-

tente entre la pintura de Olga yla música fue forjada durantesu infancia, en el seno familiar.Su padre, Alfredo Sinclair, esconsiderado el introductor delas tendencias abstraccionis-tas en Panamá. Sin embargo,cuando Olga era un niña de seisaños que bailaba junto a suhermano Jorge en los barcos ycruceros que atravesaban elCanal, la obra del pintor no eratan conocida como lo es hoy endía, por lo que el presupuestohogareño era limitado.

El creador, que hoy en díacuenta con 95 años de edad,solía pintar en la sala o en elbalcón donde colgaban los pa-ñales de sus tres hijos. Olgarecuerda que cuando lograbavender una de sus obras (aveces hasta por cien dólares)la celebración familiar podíaextenderse una semana. “Losvecinos nos tocaban la puertay nos decían: ‘Venimos a fe-licitar al maestro Sinclair porla venta de un cuadro. Nosenteramos porque los escu-chamos bailar todos los días”,rememora la artista, quien tu-

Emulando el estilo del pintor norteamericano Jackson Pollock, la artista acuesta sus lienzos sobre el piso de su casa-taller para después trabajarlos empleando espátulas o brochas. Puede pintar hasta cinco cuadro

De niña, Olga solía bailar en algunos de los barcos que cruzaban por el Canal de Panamá. Hoy en día todavía danza en su estudio.

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LA ESTRELLA /D o m i n go 26 de ju l io de 2009

vo su primera exposición in-dividual a los 14 años, en unconcurso pictórico organizadopor la empresa Xerox.

En su mente todavía está gra-bada la imagen de sus proge-nitores danzando al ritmo delos boleros de Benny Moré y delas rancheras de Javier Solís. Elrepertorio musical que se es-cuchaba en su casa, en la Ave-nida Nacional, incluía ademásóperas cantadas por María Ca-llas. “La influencia de la músicaen mi pintura es visceral. Nopuedo pintar sin ella”, asegurala espigada artista mientras sal-ta de un lienzo al otro (a vecestrabaja hasta cinco al mismotiempo) armada con una espá-tula. “Si no hubiera sido pintoralo más seguro es que estaríabailando en Broadway o conMadonna”, apunta con la jo-cosidad que la caracteriza.

Encuentro con la propia vozSi de su madre heredó la

cadencia en la danza y aprendiócómo llevar las riendas de unhogar, su padre le enseñó aconvertir un lienzo en blanco enuna obra con la capacidad deconmover a otro ser humano.Firmemente convencido de quea los niños no se les debía darclases de pintura, ya que lateoría podía “cortarles las alascomo artistas”, el maestro es-peró hasta que Olga entrara enla adolescencia para entonces

dar comienzo a su instruccióncon los pinceles.

Si bien su padre la alentaba,a pesar de que siempre obteníamalas calificaciones en la clasede educación artística, pues adiferencia de sus compañerosde clase, ella “era la única queno calcaba”, a su madre le preo-cupaba el hecho de tener otroartista en la familia. Fue por elloque Olga tuvo que seguir lospasos de sus primas y tías ymatricularse en el InstitutoNormal Rubiano, donde apren-dería la metodología de la en-señanza. “Mi madre pensabaque si no tenía éxito como pin-tora al menos podría conseguirtrabajo como profesora de ar-te”, explica.

Para cuando finalizó el sextoaño, su padre era ya un pintorreconocido, no sólo a nivel na-cional sino también en el ex-terior. La economía familiar me-joró significativamente, lo quele permitió al matrimonio Sin-clair enviar a la risueña y ta-lentosa adolescente a España.En el Museo del Prado, en Ma-drid, la artista se maravillaríaante las pinturas de Goya yVe l á s q u e z .

Luego de una estadía de tresaños en Europa, Olga retornó aPanamá para cursar la carrerade Diseño de Interiores, lo quele sirvió para aprender a ma-nejar los volúmenes y los es-

pacios. Poco a poco se fue dan-do cuenta de que el hecho deser la hija de un pintor con-sumado podía ser, más que unabendición, un obstáculo en sucarrera. “Al principio todo elmundo decíaque mi padreme pintaba loscuadros. O sea,que tenía tiem-po para pintarlos de él y losmíos”, dicemientras ríecon ironía.

Confiesaque sus prime-ras obras esta-ban muy in-fluenciadas porel trabajo de él,hasta el puntode que hubopersonas queafirmaron quese trataba de“fotocopias”.No obstante,con el paso deltiempo fue de-sarrollando su propia voz, lo-grando escapar de la órbita ar-tística de su progenitor. Unevento que contribuyó a su in-dependencia pictórica fue el na-cimiento de sus dos hijas (Na-tasha y Susana), que vinieron almundo durante una prolongadaestancia en Indonesia. “R e c u e r-do que durante el primer año de

vida de mi hija Natasha pinté untotal de 38 obras, que fueronexhibidas en el Museo de ArteContemporáneo. Fue en ese mo-mento en el que mi pintura em-pezó a tener más autonomía.

Entonces me dicuenta de quelas mujeres con-tamos con unpotencial creati-vo importantísi-mo”, asevera.

Apuesta por símisma

A sus 95 añosde edad, pare-ciera como siAlfredo Sinclairhubiera cedidoel protagonis-mo a su hija Ol-ga, quien se hahecho un nom-bre propio en elmundo del arte,no solamente anivel local, sinotambién en Co-lombia y Méxi-

co, país que visita alrededor deseis veces al año y donde pró-ximamente expondrá algunasde sus obras en el Palacio deMinerías de la capital. En el2004, año en que el ConvenioAndrés Bello le concedió unpremio a su padre en recono-cimiento de su extenso reco-rrido artístico, Olga fue invitada

a Colombia para exhibir suscuadros en una muestra itine-rante que recorrió las ciudadesde Bogotá, Cartagena y SantaMarta, y que fue visitada porcientos de personas.

Como toda historia de éxito,la suya no ha estado exenta desacrificios. El hecho de ser unamujer que goza de un alto perfiltanto artístico como social pro-vocó ciertas fricciones en sumatrimonio, poniendo fin a unaunión que se prolongó durante21 años. “Todavía existe la men-talidad de que el hombre debeser el que triunfe y que la es-posa debe seguir sus pasos. Yotuve que pagar el precio de miéxito”, asegura.

A sus 52 años de edad (38consagrados a la pintura), afir-ma no arrepentirse de las de-cisiones tomadas en el pasado,ya que las mismas le han per-mitido convertirse en una “m u-jer con autonomía, rica en vir-tudes” al contrario de una “m u-jer sumisa, que solamente estádedicada su hogar”.

Y es que, a pesar de definirsecomo una persona espiritual, sucarácter apasionado le impo-sibilita cualquier acto de ver-dadera abnegación, más con eltalante férreo que heredó de sumadre. “Ella era hija de un indiode la sierra, que se llamabaSerafín Ávila. Por otro lado, miabuelo paterno era escocés.Llegó a Panamá durante la cons-

trucción del Canal. Por mis ve-nas corre sangre británica, gue-rrera, templaria”, manifiesta.

Como una persona que siem-pre procura extraer algo po-sitivo de la adversidad, comen-ta que la soledad le ha per-mitido abrir puertas en su in-terior, logrando así un mejorconocimiento de sí misma. A lolargo de este proceso intros-pectivo una revelación llegó aella, asomándose como las mis-teriosas lunas que últimamenteaparecen en sus lienzos: la pin-tura no es su verdadero lla-mado en la vida, sino tan sólouna herramienta, una platafor-ma desde la que es posibletocar otras almas. Y tal vezconmoverlas, con la facilidadcon la que se conmueve ellacuando observa las manos deun bebé, cuando escucha unaópera que toca la más profun-das fibras de su ser, cuandocontempla un cuadro de Ver-meer o relee “Memorias de unaGeisha”, de Arthur Golden,cuando durante una tarde so-litaria recibe la visita de unamigo que llega con flores o unabotella de vino, cuando, al caerel sol, múltiples colores se fu-sionan sobre la bóveda celes-te... Es en estos momentoscuando la sonrisa que casisiempre exhibe en su rostro sedesdibuja, y aflora el lado másvulnerable de esta artista convoluntad de acero.

os a la vez, en sesiones diarias de aproximadamente tres horas. Cada brochazo lo da al ritmo de la música.

La artista contempla la obra ‘Olguita con peces y redes’, un retrato que su padre le hizo tiempo atrás.

Padre e hija expusieron sus obras juntos en una muestra organizada por la Caja de Ahorros, en 1996.

“Mi abuela era hija de unindio de la sierra que sellamaba Serafín Ávila;mientras que mi abuelopaterno era escocés yllegó a Panamá durantela construcción delCanal. Por mis venascorre sangre británica,guerrera, templaria

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