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ULTRAJES BARROCOS A TRAVS DE LAPRCTICA ARTSTICA DE
JESSICAHARRISON Y SHARY BOYLE, PORLORENA AMORS BLASCO
HTTP://REVISTAFAKTA.WORDPRESS.COM/2013/10/12/ULTRAJES-BARROCOS-A-TRAVES-DE-
LA-PRACTICA-ARTISTICA-DE-JESSICA-HARRISON-Y-SHARY-BOYLE-POR-LORENA-AMOROS-
BLASCO/
Son mltiples los estudios ensaysticos encaminados a pensar
nuestra contemporaneidad entrminos barrocos. La relacin de
investigaciones especficas en torno a esta vuelta o, msbien
persistencia, ha sido extendida por autores como Walter Benjamin
(El origen del dramabarroco alemn, 1925), Peter Brger (Teora de la
vanguardia, 1987), Craig Owens (Elimpulso alegrico. Contribuciones
a una teora de la posmodernidad, 1984) y BenjaminBuchloh
(Procedimientos alegricos: apropiacin y montaje en el arte
contemporneo,1982). A travs de ellos se trasluce la perseverancia
del concepto de alegora como emblemade la posmodernidad o, lo que
es lo mismo, la posmodernidad como imperio de la alegora.
Alrespecto, Jos Luis Brea, en su libro Nuevas estrategias alegricas
(1991), propone reconoceren los lenguajes contemporneos de las
artes plsticas una tendencia a desarrollar estrategiasenunciativas
de carcter alegrico resultantes de las economas barrocas de la
representacin.Con posterioridad, en Noli me legere. El enfoque
retrico y el primado de la alegora en elarte contemporneo (1999),
el mismo autor revisa el concepto alegrico partiendo tanto
depanegiristas como de detractores contemporneos. En el primer
caso, como seguidores delproceso de rehabilitacin de la alegora
iniciado por Benjamin, adems de Brger, Owens yBuchloh, encontramos
autores tan diversos como Gianni Vattimo, Massimo Cacciari,
GillesDeleuze o Hans-Georg Gadamer, que desde distintos puntos de
vista coinciden en detectar yanalizar el carcter necesariamente
alegrico del pensamiento contemporneo. De otra parte,significativa
resulta la detraccin explcita de Jorge Luis Borges cuando,
precisamente l,autor alegrico por excelencia, despliega contra el
arte alegrico un bombardeoinmisericorde de ataques in crescendo,
tachndolo de intolerable, estpido y frvolo (Brea,1999, p. 56). Como
seala Brea, esta crtica de la alegora es por Borges soportada en
lacrtica de Benedetto Croce,para quien la alegora es monstruosa
porque aspira a cifrar en unaforma dos contenidos: el inmediato o
literal y el figurado. Juzga que esa manera de escribircomporta
laboriosos enigmas (Brea, 1999, p. 60) y postula la necesidad de
resolucin dedicho dualismo alegrico (Croce).En este texto se dar
cabida a la rehabilitacin de la alegora iniciada por Walter
Benjamin ycontinuada por sus seguidores. Aquella que tiene la
capacidad de transgresin de lmites(Brea, 1999, p. 49), que aniquila
la realidad inmediata, la realidad sensible. Por ello,
convienesealar en primera instancia que se aludir al trmino alegora
para designar no tanto eldiscurso que expresa una verdad conceptual
a travs de un sistema de smbolos dotados de
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retornos codificados y tendencialmente unvocos, sino, sobre
todo, a aquel discurso que es deverdad conscientemente excntrico
con respecto a lo que quiere decir, en cuanto no logradecirlo
completamente o directamente (Vattimo, 1979, p. 162). De modo que
cuando nosrefiramos al concepto de barroco, lo haremos desde una
perspectiva donde lo alegricofunciona en sentido global porque
extirpa algn componente a la totalidad de la obra,sustrayndola de
su funcin, de manera que la significacin integral slo se adquiere
en otradimensin de la realidad, cuando dichos fragmentos que son
como ruinas y que entraan unacierta expresin de lo melanclico, se
vinculan de forma insospechada. Hablamos entonces deultrajes
barrocos en la obra de Jessica Harrison y Shary Boyle, en tanto que
ambas artistassometen sus respectivas obras a una infinidad de
mutaciones en el cdigo gentico de lasmismas hasta suplantar un
universo concreto de significantes estticos relacionados
conaspectos del kitsch. A partir de este concepto esttico y
cultural, que designa la inadecuacinesttica en general y permite
comprender en gran medida las formas de la cultura y el
artecontemporneo, estas artistas crean nuevas frmulas discursivas e
ironizan sobre la historiadel concepto de belleza en sus formas
artsticas, sociales y mercaconsumistas. Cada pieza desus
respectivos proyectos, transgrede con violencia el discurso
tradicional relegado a lahistoria del material porcelnico,
habitualmente, de consumo femenino e interiorizado por laspropias
mujeres como parte de la escenografa domstica, del hogar. De este
modo, sus obrasse desligan de la apariencia inocente que se asocia
a las figurillas de dicho componente y,arrastradas fuera de sus
mundos ideales, ambos trabajos afrontan una serie de
catstrofessurrealistas que se resuelven en mutilaciones y
deformaciones con el fin de desafiar elcarcter pasivo y delicado de
la porcelana. El estado de estos objetos se transmuta enexpresiones
de sentimientos encriptados que oscilan entre el deseo y el sadismo
ms profano,donde lo violento se pierde en la representacin tal y
como en el trauerspiel barroco deWalter Benjamin.1. Deconstruyendo
a PigmalinDecan los clsicos que los dioses habitan y visten las
formas que la imaginacin del hombreles atribuye. Este es uno de los
significados del mito de Pigmalin. Como cuenta Ovidio en
suMetamorfosis, Pigmalin tall una estatua de marfil de la que se
enamor y suplic a Venusque le otorgara vida. La diosa, atenta al
amor sincero de ste, convirti en realidad su deseo,y Pigmalin por
fin bes una boca verdadera. En otras versiones, Pigmalin se enamora
dela misma Afrodita, pero ante la negativa de la diosa de yacer con
l, crea una estatua a la quevenera, habla, besa y acuesta en su
lecho, por lo que ella, contenta por estas muestras de amor,da alma
y vida a la estatua como Galatea. Esta fantasa de que el hombre cre
a la mujer, yotra ms osada, como comenta Pilar Pedraza (1998, p.
19), que procede de ella: la de que elhombre produce criaturas
femeninas ms hermosas y mejores que las mujeres, con las quepuede
sustituir a stas con ventaja para lo bueno y para lo malo, para el
amor sublime y parala paliza mortal, tiene todava hoy lamentables
incursiones tanto en la ficcin artstica comoen la sociedad actual.
De ah que manifestaciones artsticas contemporneas se revelen
contradicha falacia y reivindiquen, desde distintas perspectivas,
la reconquista de una nueva miradafemenina que tire por tierra esa
obstinacin masculina, centrada en el deseo de crear ydifundir
soadas Galateas. Si bien las formas de enfrentarse a estos
supuestos generalmente sehan realizado desde el activismo ms
radical, feminista, gay y lesbiano, otras formas ligadas ala
representacin apuntan igualmente en este sentido.
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Jessica Harrison, Myjane, porcelana,
2010.http://www.jessicaharrison.co.ukLa obra de Jessica Harrison y
Shary Boyle puede interpretarse como un ejercicio deresistencia y
denuncia contra los regmenes totalitarios y/o la violencia de gnero
que parte dela contra/representacin femenina. Ambas artistas, a
travs de las figurillas que fabrican,tratan de deconstruir las
connotaciones derivadas del material porcelnico, tratando
dedesmantelar la extendida y machista creencia segn la cual el
cuerpo de la mujer connota ser-objeto-de-contemplacin, as como
alertarnos de los peligros que entraa esta perspectivafalocntrica.
La mutilacin y la representacin del cuerpo abierto y desmembrado de
estasmujeres minerales con vestimenta victoriana, adems de entraar
un carcter siniestro ymelanclico, de ruina, tambin conduce a
cuestionar la idiosincrasia de las autoras de susheridas, y
denunciar con maysculas el deseo masculino de fantasear sobre la
posesin dedichas representaciones/mujeres. Al respecto, el hecho de
que las creadoras de estas figuraslaceradas y descoyuntadas sean
mujeres, nos ayuda a remarcar que lo simblico femenino noest
cerrado y por consiguiente, su imaginario abre un espacio distinto
para representar a lamujer o hablar de ella desde una posicin
agresiva. Esta forma de rechazar la posicin deotredad que se le
asigna en relacin con el orden simblico del lenguaje, es
sumamente
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relevante y da cuenta del aspecto crtico de las representaciones
que nos conciernen, las cualescritican la base patriarcal y se
reafirman en nuestro contexto contemporneo desde un puntode vista
activo. De manera que el propsito de descolonizar el cuerpo
femenino y explorar laimagen de la mujer a travs de estrategias
alegricas, nos lleva a encontrar puntos deconexin entre lo delicado
y lo monstruoso, entre lo frgil y lo crtico, entre lo bello y
elcadver, entre la vida y la muerte. El excntrico entrelazamiento
de estas significacionessobrecarga de sentido el espacio de la
representacin al que se remiten y su puesta en escenatransgrede los
valores culturales heredados, al tiempo que proporciona una visin
alternativa eirnica contra la estatuilla de ideologa burguesa,
manifestando la tensin existente einquietante entre los estadios
psicolgicos y sociolgicos. En este contexto, Pigmalin pareceno ser
un buen hacedor, pues la belleza de sus posibles figuras se
reafirma en el detalle de lomaltrecho, de la herida, de lo
vejatorio. No obstante, como subraya Pilar Pedraza (1998, p.127)
esta fantasa de la estatua que cobra vida gracias al amor de un
hombre tiene sucontrapartida en la mujer que se petrifica como
castigo por algn pecado femenino. Al parecerno hay manera de estar
a salvo.
2. El fetiche violentado
Las figurillas de porcelana de Jessica Harrison y Shary Boyle,
podran considerarse comofetiches violentados, como una forma de
conceptualizar la muerte y, por tanto, en su acepcinde amuleto, de
neutralizar la autoridad de la misma. Este efecto apotropaico
vinculado alobjeto que asegura la proteccin de su dueo, dota
entonces al discurso global de una manerade significacin integral
desde la dimensin mgica de otra realidad sobrenatural, que
puedellevarnos a modificar los hechos futuros. La violencia que
representan estas figurillas, se dapor tanto en el relato de cada
una de ellas e implica una identificacin de reciprocidad
entreobjeto y sujeto. La representacin del cuerpo violentado de la
mujer puede asimismo evocaralegricamente hechos circunstanciales,
sociales y polticos que tienen que ver con laviolencia de gnero en
la actualidad, por lo que los ultrajes que representan
podranconcebirse como una forma de sortilegio de dicha violencia.
La idea de concebir estasfigurillas como amuletos, potencia su lado
misterioso de deseo y fantasa, el cual entronca conel carcter de
objeto irracional de corte surrealista. Tal evocacin, decididamente
siniestra, fueprecisamente motivo de fascinacin entre los
surrealistas, obsesionados con el carcterextraamente (in)humano del
maniqu, del autmata, de la figura de cera, de la mueca,
todosavatares de lo siniestro y todos ejecutantes del imaginario
surrealista (Foster, 2008, p. 213).No obstante, el poder de estas
figurillas de convertirse en talismanes, si bien de una
naturalezaalgo demoniaca por su poder de confusin entre la vida y
la muerte, se pone del lado derituales feministas, justo en la
medida que pueden salvarnos metafricamente de laviolencia masculina
y atentar contra el concepto estereotipado de belleza. Un concepto
quetodava hoy sigue doliendo tanto a las mujeres sanas convertidas
en enfermas y pasivas por laciruga esttica, como a las mujeres que
son agredidas por sus parejas y posteriormentevctimas de crmenes de
gnero. No es por tanto casualidad, que las figurillas de porcelana
deestas dos artistas nos remitan a la poca victoriana. Un periodo
basado en la represin sexual(sexualidad del tobillo: mostrar un
tobillo era considerado algo escandaloso) y en lainfravaloracin de
la mujer, transformada en responsable de todos los males
sociales.En alusin a las normas de la moral victoriana, podemos
observar cmo Jessica Harrison envarias de sus obras de 2010, como
Ruby y Georgina, cita con sarcasmo y humor negro losrituales de
cortejo y el contrato matrimonial de esta poca profundamente
patriarcal. Ambasobras, vestidas con traje de novia, dan cuenta del
desenlace fatal del relato que probablementenarran: El pretendiente
no poda iniciar una relacin sin negociar antes con los padres de
lanovia. De modo que si estos aceptaban la peticin, el joven poda
comenzar a cortejarla,
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inicialmente siempre en la casa de ella y en presencia de algn
familiar que ejerciera comocarabina hasta la fecha estipulada para
el matrimonio. Durante el noviazgo, ambas familias seponan de
acuerdo sobre la tasa de las dotes y luego, ante un notario,
realizaban la firma delcontrato matrimonial. En este mbito, el
matrimonio, en esencia, era una forma de estableceracuerdos
econmicos, por lo que en la mayora de las ocasiones, y sobre todo
entre las clasesaltas, el matrimonio tena una mera funcin prctica y
estaba desprovisto de amor. De maneraque la castidad deba presidir
las relaciones de la pareja dentro del matrimonio, ya que fuerade l
slo podan encontrarse bajas pasiones. No es de extraar que la
muerte, y en este casola decapitacin o la degollacin, fuera la
forma de acabar con la vida de muchas mujeres,esposas o
prostitutas, subordinadas por completo al hombre en todos los
aspectos.
Jessica Harrison, Ruby,
2010.http://www.jessicaharrison.co.ukParadjicamente, que los
objetos de porcelana contribuyeran al placer, a las fiestas de
galadonde se coma, se rea y se amaba alegremente con la ingenua
conviccin de que el estado detodas las cosas no sera nunca
alterado, es significativo cuando nos centramos en estas
obras.Ellas desestructuran alegricamente la construccin masculina
en torno a la imagen de la
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mujer, tanto en pocas pasadas como en la contemporaneidad,
abofeteando a travs de suimagen lacerada los posibles deseos de sus
amantes. La fetichizacin del crimen, colabora portanto a desactivar
la representacin resultante de la misma, y convertir a estas
estatuillasminerales, en vctimas de un espectculo tolerable, donde
la violencia es fcil de metabolizarpor el carcter presente y
supuestamente eficaz de amuleto.
3. La decapitacin y el canibalismo como estrategia
reinvindicativa de lo femenino
Unidad plural, unidad ensimismada. Otramente: mismamente. Yo y
los otros, mis otros; yoen m mismo. Reconciliacin pasa por
disensin, desmembracin, ruptura y liberacin. Pasa yRegresa. Es la
forma original de la revolucin, la forma en que la sociedad se
perpeta a smisma y se reengendra: regeneracin del pacto social,
regreso a la pluralidad original. Alcomienzo no haba Uno: jefe,
dios, yo; por eso la revolucin es el fin del Uno y de la
unidadindistinta, el comienzo (recomienzo) de la variedad y sus
rimas, sus alteraciones ycomposiciones (Paz, 1996, p. 80) .
Shary Boyle, Figures, 2005. http://www.sharyboyle.com. Jessica
Harrison, BroquenSeries, 2005. http://www.jessicaharrison.co.uk
En la obra de Jessica Harrison y Shary Boyle, la representacin
del rostro de sus respectivasfiguras de porcelana se realiza, en
repetidos casos, a travs de su decapitacin. Estedescabezamiento
ficticio involucra una voluntad de autodestruccin, si concebimos
que todaobra creativa supone en su lmite un esfuerzo de
introversin, es decir: de autorretrato.Apuntando a este vnculo,
afirmando que el artista es una parte no desdeable de su propiaobra
y a la inversa, podemos insistir en la idea de una voluntad de
afirmacin a travs de laautodestruccin (Amors, 2005, p. 369), que
nos remite directamente al narcisismo
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destructivo, para algunos, particularmente femenino. Como seala
Estrella de Diego (2005,p. 62), el sndrome Ofelia prolifera desde
la segunda mitad del siglo XIX travestido yreinterpretado por
versiones divergentes, que se traducen en una nica idea:
laautoaniquilacin. Desde esta posicin, ambas artistas asumen al
unsono el papel de vctimasy verdugos en la creacin de su respectivo
trabajo. Esta estrategia de carcter reflexivodevuelve con respecto
a las caractersticas tradicionales del gnero, si las ideamos
comoautorrepresentaciones, la transgresin principal, el cambio
subversivo por el que ambascreadoras reivindican la feminidad a
travs de la autoagresin. Un reclamo efectivo quedesestabiliza y
remueve las convenciones relativas a la construccin de la identidad
sexual.Como seala Melanie Klein la existencia de sujetos femeninos
agresivos trastoca lashabituales oposiciones binarias y por tanto,
la agresin deja de ser un elemento de ladiferencia sexual para
transformarse en opcin de reivindicacin feminista (Cunillera,
2005,p. 222). Por consiguiente, las obras mencionadas pueden
desentenderse de ser pensadas comoeptome de los miedos masculinos o
yoes heridos hasta la anulacin. Estos objetos/figura allmite, son
producidos por sus creadoras como una especie de amuletos, idea a
la que nosreferamos en el punto anterior, en los que proyectan su
identidad, siempre en torno a laagresin y a los esfuerzos por
limitarla. De ah que las lesiones manifiestas, la visibilidad delas
entraas, la humillacin y la muerte patentes, den forma al aspecto
general de la obra deHarrison y Boyle. Tanto en Broken Series como
en Flesh and Blood, respectivamente, laherida, constituye una va
simblica de reafirmacin femenina.
Las obras se autoexcluyen de la esfera patriarcal y sus
mutilaciones, decapitaciones,desmembramientos, magulladuras,
degollaciones, les permiten liberarse de la miradamasculina y por
tanto, de la castracin. El desafo que supone reivindicar la
feminidad atravs de la autoagresin, contribuye a la reformulacin
ilimitada de las pasiones de Galatea.Por lo que esta cuestin
resulta operativa en la medida que contradice y escapa a los deseos
decualquier Pigmalin. Las representaciones de la violencia desde la
subjetividad femenina seasocian entonces a la autorrepresentacin
como un giro en torno al gnero.
Shary Boyle, To Rejection Of Pluto, To ColonizeThe Moon
,2008.http://www.sharyboyle.com
En el caso de Shary Boyle, como podemos observar en sus piezas,
To Colonize The Moon(2008) y To Rejection Of Pluto (2008), existe
adems un empeo por ubicar a sus figurillasen una escenografa rapaz,
idnea para engullirlas y que a la vez, en una suerte de
ouroboros,estas representaciones ingieran al espectador convertido
igualmente en imagen por el deseo deidentificarse con ellas. Esta
metfora del canibalismo, puede entenderse desde supuestos
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alegricos si concebimos que la obra es producida sobre
fragmentos y no como un todoorgnico, ya que el carcter de montaje
establecido a travs de una previa fragmentacin serevela () como el
rasgo y el carcter fundamental del procedimiento alegrico (Brea,
1999,p. 75). La base de esta especie de collage se sustenta en la
reinterpretacin de temasmitolgicos. A travs de los cuales, Boyle
propone una mirada subversiva con el fin decriticar el vnculo
tradicional por el que se asocia a la mujer con la naturaleza. Las
formasonricas, extraas y fantsticas, las transformaciones y
mutaciones que muestran sus figurasfemeninas, aluden a la supremaca
de las heronas mitolgicas, evidenciando una imaginerafantasmagrica,
donde el papel activo de la mujer se subraya. En To Colonize The
Moon,Boyle parece aludir al momento previo de la muerte de Cetus a
manos de Perseo, quien utilizpara este fin la cabeza de Medusa, una
de las gorgonas que segn la mitologa griega tena elpoder de
convertir en piedra a cualquiera que se cruzara en su camino y cuya
sangre, adems,poda reanimar a los muertos. Este mito en el que se
alude a la decapitacin de una mujer porsu poder sobrenatural nos
remite de nuevo a las figurillas descabezadas de ambas
artistas,donde se subraya precisamente la importancia del rostro
como objeto privilegiado ydepositario de la identidad tradicional,
a travs de su dislocacin. Tal forma de romper con launicidad
imperante de la identidad, conforma una perspectiva radical que
puede aportar algonuevo a dicho concepto si interpretamos esta
ruptura morfolgica como un ataque a lasomnolienta homogenizacin del
mismo. El concepto de identidad necesita entonces serdestruido para
reconstruirse, y mostrar claramente la crueldad de vivir una
existencia que sesustenta en la tensin de morir (Amors, 2005, p.
345). No deja de ser curioso que la mantisreligiosa comience su
ingesta por la cabeza, desposeyendo rpidamente al macho de
laidentidad que la propia hembra pierde al devorarlo. Como dira
Mara Cunillera (2005, p.221), se trata de adoptar una etiqueta
impuesta para manejarla en provecho propio, de maneraque la Medusa
pueda exhibir su sonrisa triunfante. As, la mujer agresiva deja de
ser elcompendio de los temores masculinos, la coartada para su
represin y el anverso de la vctimadel castigo, pues ahora es ella
quien produce sus propias imgenes. Ahora, la framineralidad es
soada por Galatea y Pigmalin slo puede mantenerse al margen.
4. Nocin de vctima y cadver en la obra de Jessica Harrison y
Shary Boyle
En El arte y su sombra, Mario Perniola advierte dos tendencias
opuestas que se hanenfrentado y han combatido a lo largo de la vida
cultural de Occidente sin que jams ningunade ellas llegara a
obtener una victoria definitiva sobre la otra (2002, p. 17). La
primeratendencia centra su atencin en las nociones de separacin,
alejamiento y suspensin, yconsidera la actitud esttica como un
proceso de catarsis y de des-realizacin. La segundatendencia, por
el contrario, confiere un nfasis especial a la idea de
participacin, deimplicacin, de compromiso, y piensa el arte como
una perturbacin, una fulguracin, unshock. Sin embargo, las obras de
Jessica Harrison y Shary Boyle, participan de ambas, por loque
podran situarse a medio camino entre una y otra, ya que si bien
ambas artistas parten dela representacin esttica, el discurso de
denuncia contra los regmenes totalitarios y/o laviolencia de gnero
que integran sus figuras de porcelana, est en sintona con la idea
decompromiso que propugna la segunda tendencia citada. La
escenificacin de la potica de laruina barroca se lleva a cabo, en
ambos casos, a travs de la representacin de la mujerviolentada y/o
de su cadver. Esta exhibicin que alude a una experiencia lmite, nos
lleva asubrayar que la subjetividad femenina que se traduce, se
forma en torno a la agresin y losesfuerzos por limitarla. El cadver
que vemos representado, se reafirma en este concepto deruina y
suprime, de forma fragmentaria, la funcin sexual para las pulsiones
de vida o deEros. El reducto melanclico presente, dialoga entonces
de manera alegrica en el sentidoirnico de la forma, y su poder
alucingeno puede ser capaz de prometernos una fcil catarsis,ms all
los lmites tradicionales. Como seala Mara Cunillera (2005, p. 222),
a diferencia
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de Freud, la insistencia de Klein en la agresin y la pulsin de
muerte desestabiliza lasconvenciones relativas a la construccin de
la identidad sexual, pues la existencia de sujetosfemeninos
agresivos trastoca las habituales oposiciones binarias. En este
sentido, comosealbamos anteriormente, puesto que la representacin
de la mujer violentada o de sucadver no resulta deseable, o si lo
parece es nicamente para un grupo masculino mucho msreducido, aquel
de los psicpatas necrfilos, sta puede escapar libremente de
talesapetencias. El recurso de lo siniestro, ayuda as a salvar a
estas figurillas de las perversionesfalocntricas; y puesto que la
fantasa de la seduccin despierta una sexualidad contra la cualel
sujeto se defiende (Foster, p. 131), lo siniestro se distingue en
estas obras por elsentimiento de extraeza que despiertan a travs de
su representacin histrica. No obstante,estas figuras
heimlich(familiares) que nos remiten al siglo XIX, sevuelven
unheimlich (siniestras) en nuestros das, no slo por el salto
temporal, sino por lodesconcertante de sus agresiones, de su
percepcin cadavrica. Una imagen con la que nosidentificamos, pues
como afirma Clment Rosset, la efigie que nos devuelve el cadver
comoespejo de la muerte, es un doble de m mismo absoluto, perfecto,
irrecusable, la ms fielimagen que pueda yo tener de m (Rosset,
1995, p. 129).
En este sentido, si el smbolo se da pues de una vez, integro y
conciso, concreto y compacto,inmediato, igual a s mismo, esttico,
eterno y definitivo, la alegora (presente en estas obrascon
descortesa), se abisma en la duracin, se despliega y ensancha y
extiende flotando en elcurso del acontecer, abierto, difiriendo de
s (Brea, 1999, p. 35). Por lo que los ultrajesbarrocos propuestos
en cada figurilla de porcelana de Jessica Harrison o Shary
Boyle,rompen y van ms all del significado nico de su apariencia.
Nada en sus respectivas obrases limitado, todo apasiona, al igual
que la mayor parte se rompe, por lo que su misterioabruma y hierve
en las entraas del concepto alegrico, del barroco, pues slo a travs
delcadver puede imponerse la alegorizacin de la physis.
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Jessica Harrison, Emily, (detalle de Broquen
Series),2010.http://www.jessicaharrison.co.uk
Llegados a este punto, conviene subrayar cmo las imgenes que nos
lanzan a bocajarro, tantoJessica Harrison como Shary Boyle, aluden
a la representacin del cuerpo femeninoviolentado o a la muerte del
mismo, exhibiendo a travs de malabarismos alegricos unapercepcin
dislocada del yo que puede traducirse como rechazo a la violencia.
Partiendo deeste supuesto, observamos que:
1. La fetichizacin de esta imagen de muerte ayuda a desactivar
la misma, y convertirla en unespectculo aceptable en el sentido de
amuleto.
2. Siguiendo el pensamiento de Melanie Klein, la violencia se
transforma en opcin dereivindicacin feminista y en este sentido
adquiere formas de canibalismo.
3. Las figurillas transgreden el discurso tradicional relegado a
la historia de la porcelana comomaterial de consumo femenino y, al
respecto, pueden interpretarse como un atentado a canonde belleza
instaurado en el imaginario masculino, lo cual tiene consecuencias
en el discursofeminista porque atacan alegricamente el concepto de
belleza como expectativa masculina.
L.A.B.[Texto revisado del ensayo publicado en la revista Arte y
Polticas de Identidad, n 6,Universidad de Murcia, junio, 2012, pp.
99-111. Descargar PDF Lorena Amors,FAKTA, octubre
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