TREN ANÓNIMO Fue a finales de 1913 cuando por primera vez el silbato del tren con su soplo de humo, rompió la rutina tricentenaria, de las casi cinco mil personas que en este tiempo ocupaban aquel pueblecillo llamado BELLO Desde entonces se volvió cotidiana la entrada y salida ruidosa de los trenes con sus vagones multiformes, cargados unas veces de algodón, otras con petróleo o carbón, a veces con ganado, o con productos brutos o procesados. Vagones cargados casi siempre con cientos de viajeros con rostros de todos los colores, llegando de todos los lugares, entrando y saliendo rápidamente de la ciudad. En Antioquia se intensificaron los negocios y día a día se hacía inevitable movilizar mayores flujos de carga, por lo que se hicieron necesarios más trenes, expandiéndose rápidamente la empresa del ferrocarril, se hizo entonces urgente la construcción de bodegas y talleres, razón por la cual en 1921 comenzaron la construcción, bajo diseños del ingeniero Neftalí Sierra, escogiendo para esto predios ubicados en el municipio de Bello. Su inauguración seria en 1925. Fueron muchos los trenes que pasaron por bello antes de que los camines y las tracto mulas suplantaran al ferrocarril. Y fue así como una tarde en que paso el último tren los talleres cerraron sus puertas, las maquinas detuvieron su paso, se oxidaron lentamente sus millones, la maleza fue invadiendo los rieles y la nostalgia del tren se convirtió en chatarra. Desde entonces y durante todo este tiempo estos talleres han pasado a un grande abandono, con sus antiguas edificaciones ferroviarias, sus grandes grúas, con sus miles de maquinas excluidas, galpones y patios, y obviamente el anonimato de sus operarios y sus mecánicos.