Jaime Fernández – Blanco “Tras las huellas de Nin” 1 TRAS LAS HUELLAS DE NIN El 16 de Junio de 1937 era detenido en Barcelona Andreu Nin, líder del Partido Obrero de Unificación Marxista, POUM. Seis días después, desaparecía sin dejar rastro de su celda en la prisión de Alcalá de Henares, en Madrid, donde había sido recluido. Más de setenta años después la gran pregunta sigue en el aire: ¿Dónde está Andreu Nin? “El mismo día que se aprobó el nombre de Nin hubo jaleo (…) El concejal del PP decía que era un defensor de la dictadura soviética que no había nacido ni muerto en Barcelona. Los del PSOE decían que era simplemnte un defensor de la revolución…un lío, pero al final se aprobó y aquí estamos”. La que habla es Mercè Pérez, directora de la nueva biblioteca Gòtic-Andreu Nin, inaugurada el pasado 2 de Mayo y situada en el mismo edificio que un día albergó la sede del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) en la Plaça del Teatre. “Yo creo que el nombre le va bien a la biblioteca. No sólo por el edificio, sino por lo que él aportó a la literatura española y catalana”.
¿Dónde está Andreu Nin? ¿Qué ha sucedido con el cuerpo del líder del Partido Obrero de Unificación Marxista, POUM? Trabajo final de Jaime Fernández-Blanco, realizado para el Master en Periodismo BCNY, Mayo de 2010
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Jaime Fernández – Blanco “Tras las huellas de Nin”
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TRAS LAS HUELLAS DE NIN
El 16 de Junio de 1937 era detenido en Barcelona Andreu Nin, líder del
Partido Obrero de Unificación Marxista, POUM. Seis días después,
desaparecía sin dejar rastro de su celda en la prisión de Alcalá de
Henares, en Madrid, donde había sido recluido.
Más de setenta años después la gran pregunta sigue en el aire:
¿Dónde está Andreu Nin?
“El mismo día que se aprobó el nombre de Nin hubo jaleo (…) El concejal
del PP decía que era un defensor de la dictadura soviética que no había
nacido ni muerto en Barcelona. Los del PSOE decían que era simplemnte
un defensor de la revolución…un lío, pero al final se aprobó y aquí
estamos”.
La que habla es Mercè Pérez, directora de la nueva biblioteca Gòtic-Andreu
Nin, inaugurada el pasado 2 de Mayo y situada en el mismo edificio que un día
albergó la sede del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) en la Plaça
del Teatre.
“Yo creo que el nombre le va bien a la biblioteca. No sólo por el edificio,
sino por lo que él aportó a la literatura española y catalana”.
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La historia es una simple anécdota, pero refleja perfectamente el clima de
tensión y debate que suele ir asociado al nombre de Andreu Nin, líder del
POUM y protagonista de uno de los capítulos más oscuros del bando
republicano en la Guerra Civil española.
Nin, fue uno de los líderes revolucionarios más importantes de la España del
siglo XX y su historia es probablemente uno de los más desgarradores
ejemplos de la crudeza de la guerra y la brutalidad del totalitarismo.
A lo largo de los años se ha sacado a la luz buena parte del misterio que ha ido
aparejado a su muerte. El tiempo transcurrido ha permitido recabar una enorme
cantidad de información que, poco a poco, ha aportado algo de claridad a los
sucesos ocurridos en aquel lejano mes de junio de 1937.
Sin embargo aún quedan preguntas por responder:
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¿Qué ocurrió exactamente? ¿Cómo se llevo a cabo la operación? ¿Dónde
murió Andreu Nin?
La forja.
El Vendrell es un municipio de Tarragona, situado aproximadamente a
cuarenta kilómetros de la capital de la provincia. La localidad, con una
población cercana a los 36 mil habitantes, es bastante conocida. La primera
razón es que ostenta el rango de capital de la comarca del Baix Penedés; la
segunda, su gran tradición castellera a través de la colla Nens del Vendrell; y
finalmente, por ser el lugar de nacimiento del famoso compositor catalán y
violoncelista Pau Casals.
Sin embargo este último no es el único vecino ilustre del municipio. El 4 de
Febrero de 1892 nacía el primogénito de Manuel Nin, un zapatero remendón de
la localidad, y su esposa Antonìa Pérez. El humilde matrimonio le puso al chico
el nombre de Andreu.
17 años más tarde, Andreu Nin i Pérez llegaba a la gran ciudad de Barcelona,
donde esperaba completar sus estudios de magisterio. Sin embargo, el azar
terminaría encaminando sus pasos por otros derroteros, hasta convertirle, años
después, en una de las figuras más importantes del movimiento obrero catalán.
Quizá por su origen humilde o por su propio carácter idealista, la convulsa
actividad de la ciudad ejerció un atractivo inmediato en el joven Nin, que no
tardó en dirigir sus pasos hacia la política. Al principio, desde una posición más
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moderada, como miembro de la Unión Federal Nacionalista Republicana
(UFNR) y su diario, Poble Catala, donde ya dejaría muestras de su postura,
cercana a la izquierda nacionalista:
“Nosotros somos nacionalistas porque la ‘nación’ es para nosotros la
unidad orgánica ‘autonomista’ de la federación. Una nación no está
determinada por los caracteres etnográficos, por la situación geográfica o
por los antecedentes históricos, sino que está determinada por la voluntad
de quienes la componen, el sentimiento de la propia personalidad, tan
arraigado, como decimos, al alma de Cataluña.”
Precisamente en la prensa política encontró Nin su sitio, colaborando en los
años sucesivos con diferentes medios relacionados, a su vez, con los
diferentes grupos políticos a los que se acercó: Poble catalá, la Barricada,
Justicia Social, etc.
El pensamiento de Nin poco a poco giró hacia posiciones más radicales. Pasó
por la Agrupación Socialista de Barcelona, hasta hacerse miembro en 1918 del
sindicato de profesiones liberales, estaba adherido a la CNT, y del que terminó
siendo secretario del comité nacional. Fue este un momento importante en la
vida de Nin, ya que en aquellos días el anarcosindicalismo era el movimiento
obrero más potente y él pudo tomar contacto con dirigentes de la talla de
Salvador Seguí, Ángel Pestaña o su futuro colega en el POUM, Joaquín
Maurín.
Las actividades revolucionarias de Nin acabaron pasándole factura, siendo
arrestado en varias ocasiones e incluso llegando a conocer la cárcel durante
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breves períodos de tiempo a lo largo de su vida. En 1921 su situación se
amenazada, ya que el 8 de Marzo de ese año era asesinado el político liberal–
conservador Eduardo Dato y Nin fue relacionado con el magnicidio por las
autoridades españolas.
Aunque no estaba relacionado con el caso, decidió aprovechar la invitación de
la CNT para asistir al I Congreso de la Internacional Sindical Roja y viajó a
Moscú, donde conocería de primera mano el proceso revolucionario soviético,
por el que manifestaba cierta simpatía.
El paraíso del proletariado.
Con el triunfo de la revolución rusa, la CNT y la UGT se adhirieron a la III
Internacional que dicha revolución propugnaba. Nin tuvo un papel destacado en
la defensa de dicha decisión:
“Yo soy un fanático de la acción, de la revolución; creo en los actos más
que en las ideologías lejanas y en las cuestiones abstractas. (...) Soy un
admirador de la revolución rusa porque ella es una realidad. (...) Soy
partidario de la Tercera Internacional porque ella es una realidad, porque
por encima de las ideologías representa un principio de acción, un
principio de coexistencia de todas las fuerzas netamente revolucionarias
que aspiran a implantar el comunismo de una manera inmediata”
En el año 1921 llegó a Moscú como agregado en la delegación de la CNT y no
tardó en abrazar los principios del marxismo, al constatar la necesidad de un
partido político que pusiera en marcha y dirigiera la revolución. Su contagio fue
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casi lógico en aquellos días, en que la ciudad bullía de ardor revolucionario tras
la victoria en la guerra civil. Andreu observó las nuevas medidas sociales y
laborales, conversó con algunos de los líderes más destacados del Partido
Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y se empapó de los cambios
culturales que la revolución había traído al pueblo ruso. La URSS, acabaría por
marcar finalmente su futuro.
Cuando la CNT rompió con la III Internacional en 1922, él fijó su residencia en
Moscú y en pocos años se hizo un nombre allí. Era miembro del Partido
Comunista, delegado del soviet de Moscú y secretario general adjunto de la de
la Internacional Sindical Roja (Profintern),la federación sindical internacional
cuyos propósito era coordinar y organizar la labor sindical del movimiento
comunista. En palabras de su amigo y compañero en el POUM, Wilebaldo
Solano:
“Todos los que le conocieron en aquellos tiempos comprobaron que Nin
se había adaptado perfectamente a la vida de Rusia. Casado con una
joven militante rusa, Olga Tareeva, Nin había tenido dos hijas, Ira y Nora,
hablaba y escribía la lengua del país, admiraba los grandes clásicos y los
estudiaba a fondo, en sus períodos de descanso, con la intención de
traducirlos al catalán y al castellano. Pero por encima de todo, estaba
literalmente enamorado del pueblo ruso, y elogiaba sin cesar su
espontaneidad, su humanidad, su sencillez y su entusiasmo
revolucionario.”
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Andreu Nin y Wilebaldo Solano.
Sin embargo las cosas no tardarían en cambiar.
En 1924 moría Lenin, dejando un inmenso hueco en la jefatura del estado
soviético. Poco después comenzaron las luchas entre las dos alas mayoritarias
del PCUS. Por un lado la vertiente más izquierdista, encabezada por Trotski,
cuyos seguidores –entre los que se encontraba Nin- eran partidarios de
continuar la revolución a nivel internacional. Por el otro, el ala más
conservadora, que formaban Stalin, Kamenev y Zinoviev, partidaria de asentar
la dictadura del proletariado en su país antes de exportarla a nivel
internacional. La victoria quedo finalmente del lado de Stalin.
Nadie podía presagiar la era de terror que se avecinaba.
Las tesis de la democracia obrera de Lenin dieron paso a una auténtica
dictadura en manos de Stalin que se hizo con el control absoluto del país,
acabando con todos aquellos que mantuvieron una postura contraria. Trotski
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fue expulsado del partido por contrarrevolucionario, exiliado en Kazajstán y
finalmente expulsado de la URSS. No fue suficiente. Murió asesinado en
México en 1940 por orden de su antiguo camarada. Similar o peor suerte
sufrieron millones de personas hasta la muerte de Stalin en 1953.
León Trotski.
Nin comprendió rápidamente la situación que se estaba gestando en la Unión
Soviética y decidió salir del país antes de que fuera demasiado tarde. Tuvo
más libertad que otras figuras políticas, quizá por el hecho de ser extranjero.
Sin embargo fue apartado de las actividades oficiales, por lo que se dedicó en
sus últimos años a poner en marcha las traducciones de las ediciones literarias
del Komintern. Tarea a la que se dedicaría con verdadero ahínco, tal y como él
mismo explicó a su amigo Joaquín Maurín, en 1928:
“Trabajo como un condenado. Además del trabajo para vosotros, estoy
traduciendo al catalán obras literarias. Dentro de unas semanas tendré
terminada mi traducción de ‘Crimen y Castigo’ de Dostoievski. Puig i
Ferreter, que ha recibido ya la mayor parte de la traducción, está
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entusiasmado con ella. Estoy además escribiendo para la editorial de
Andrade, Vayo y Ariquistain, etc., sin contar con que leo y estudio mucho.
Nada, no menos de 12 horas diarias de trabajo.”
Tras nueve años en la URSS, Nin consiguió salir del país en 1930. Poco
después su familia le siguió los pasos. Andreu Nin regresaba a España con el
objetivo de liderar la revolución obrera en su propio país.
El POUM.
Tras su regreso, Nin tardó poco tiempo en volver a entrar en política. El
clima de tensión del gobierno de Alfonso XIII aumentó su fe en el movimiento
obrero y poco después, en 1935, su grupo, Alianza Obrera, y el Bloque Obrero
Campesino (BOC) de Joaquín Maurín se unieron con la intención de formar un
partido fundamentalmente revolucionario: El partido Obrero de Unificación
Marxista.
Con el estallido de la Guerra Civil el 18 de Julio de 1936, Nin tomó el relevo de
Maurín al frente del partido, asumiendo el cargo de secretario ejecutivo, ya que
éste cayó preso del bando nacional en Zaragoza.
Desde las elecciones generales de Febrero de 1936 el POUM estaba presente
en el gobierno de la Generalitat como adscrito al Frente Popular, que agrupaba
a la mayoría de partidos de izquierda y a buena parte de los nacionalistas. Si
bien el POUM dejó bien claro que su apoyo era transitorio y que ellos
apostaban por continuar la revolución. El 6 de Septiembre, con motivo de la
llegada al gobierno del socialista Largo Caballero, el “Lenin español”, Nin dijo:
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“El gobierno actual representa, indudablemente, un paso adelante
respecto al anterior; pero es un gobierno del Frente Popular, es un
gobierno que responde a la situación anterior al 19 de Julio, es decir,
cuando no se había producido la insurrección obrera y, en este sentido , si
bien con relación al gobierno anterior significa un paso adelante, en
relación a la situación presente representa un paso atrás. La consigna de
la clase trabajadora en los días que vienen es: ¡Fuera del gobierno
ministros burgueses y viva el gobierno de la clase trabajadora!”
Nin desempeñó durante ese periodo el cargo de consejero de justicia, en el que
realizó una importante gestión. Puso frenó a todos las ejecuciones para
proceder a su revisión y creó mediante decreto los tribunales populares para
reprimir el fascismo.
Nin, como consejero de justicia de la Generalitat
Mientras tanto, las noticias de las purgas iban llegando desde la URSS. El
POUM, con Nin a la cabeza, no dejó de criticar las monstruosas tácticas
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represivas de Stalin, quien había acabado con buena parte de la élite del PCUS
-incluyendo a todos aquellos que le ayudaron a auparse al poder-, así como
con la vida de miles de ciudadanos. Ante la embestida estalinista, Nin pidió en
Diciembre al gobierno de la Generalitat que se concediera asilo político a
Trotski, lo que fue visto como una provocación por los comunistas del Partido
Socialista Unificado de Cataluña (PSUC).
Gracias al apoyo que la URSS había dado a la república, los comunistas en
España habían experimentado un avance considerable. Esto no gustó al resto
de formaciones revolucionarias, que veían como los comunistas, de la mano de
Stalin, se posicionaban para convertirse en el único referente del movimiento
obrero del país. Uno de los primeros afectados por esta situación fue el POUM,
cuando las continuas presiones del PSUC precipitaron la salida del gobierno de
la Genealitat de Andreu Nin.
Día tras día las tensiones entre las diferentes fuerzas políticas –CNT, FAI,
UGT, POUM, PSUC, ERC, etc.- no dejaban de aumentar. Los movimientos
como el POUM o los anarquistas creían que con la guerra había llegado
también el momento de implantar la revolución obrera, tomando el poder de las
instituciones y posicionándose para que la dictadura del proletariado fuera un
hecho. Por su, parte los partidos menos radicales y los comunistas preferían
limitar las acciones a ganar la guerra, frenando el ímpetu de los
revolucionarios. Aun así, pocos imaginaban el caos que se avecinaba.
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Los hechos de Mayo.
A las 15:45 del 3 de Mayo de 1937 un grupo de camiones de la guardia de
asalto recorrió a toda velocidad el Passeig de Gràcia de Barcelona, en
dirección a la Plaza Catalunya. Los 200 efectivos del convoy, a las órdenes del
comunista Eusebio Rodríguez Salas, se dirigieron a la entrada principal del
edificio de la Telefónica, al otro lado de la plaza, en poder de los anarquistas
de la CNT-FAI desde el comienzo de la guerra en Julio de 1936.
La fuerza pública irrumpió en el edificio empuñando sus armas y al grito de
“¡Arriba las manos!”, consiguiendo reducir a los pocos cenetistas que estaban
en la entreplanta, la mayoría de ellos, almorzando.
La suerte fue distinta en los pisos superiores. Los anarquistas tomaron
rápidamente posiciones y consiguieron repeler el asalto, obligando a los
guardias a replegarse.
Las noticias del ataque corrieron como la pólvora entre las diferentes
organizaciones y partidos políticos, y el POUM, no tardó en posicionarse a
favor de la CNT-FAI. Del otro lado quedaron las fuerzas de la Generalitat, el
PSUC y Esquerra Republicana. El golpe había fallado estrepitosamente y las
consecuencias fueron bien visibles de la noche a la mañana.
A las pocas horas las barricadas empezaron a levantarse por el centro de la
ciudad. Los grupos de milicianos solicitaban documentación a los transeúntes,
los intercambios de disparos eran más que frecuentes y los muertos se
contaban por decenas en cada bando. Grupos de anarquistas trataron de tomar
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el control de la Generalitat, donde ante la difícil situación se creó un nuevo
gobierno provisional. Mientras, el gobierno central clamaba por controlar las
calles y los líderes de las diferentes facciones intentaban que se volviera a la
normalidad.
Barricadas en las calles de Barcelona. Mayo del 37. A la izquierda, el Paral-lel. A la derecha, la Plaça del Teatre, en las
Ramblas.
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Los días 4 y 5 fueron los más duros, con enfrentamientos a lo largo de Ciutat
Vella y en el Eixample, especialmente en las cercanías del Passeig de Gràcia.
El alto el fuego no llegó hasta el día 7, cuando tropas enviadas por el gobierno
central cercaron los puntos clave de la ciudad y obligaron a las diferentes
partes a alcanzar un acuerdo.
El famoso escritor George Orwell había llegado a España en Diciembre de
1936, como muchos otros, con la idea de combatir el fascismo. A su llegada, el
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clima revolucionario que se respiraba en Barcelona hizo que terminara
afiliándose en las milicias del POUM y con ellos luchó en el frente de Aragón,
hasta que fue herido y enviado a retaguardia. Sin embargo, a su vuelta a la
ciudad, pocos días antes de los enfrentamientos de Mayo, el ambiente había
cambiado radicalmente. Tal y como explicaba en su novela, Homenaje a
Cataluña:
“La atmósfera revolucionaria había desaparecido (…) El cambio en el
aspecto de las gentes era increíble. El uniforme de la milicia y los monos
azules habían desaparecido casi por completo; la mayoría parecía usar
esos elegantes trajes veraniegos en los que se especializan los sastres
españoles. En todas partes se veían hombres prósperos y obesos,
mujeres bien ataviadas y coches de lujo (…) Los oficiales del nuevo
Ejército Popular, un tipo que casi no existía cuando dejé Barcelona, ahora
abundaban en cantidades sorprendentes.”
La ciudad de Barcelona se convirtió en esos días en una zona de guerra dentro
de la propia Guerra Civil, con escenas más propias del frente que de la
retaguardia, tal y como explica en otro pasaje de su obra, el escritor inglés:
“Recuerdo a un hombre, que agitando un pañuelo blanco en cada mano,
atravesó corriendo la Plaza de Cataluña, totalmente vacía. Y también el
grupo de personas, todas vestidas de negro, que durante una hora
trataron una y otra vez de cruzar la misma plaza, sin poder lograrlo.
Cada vez que emergían de la calle central, las ametralladoras del PSUC
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apostadas en el hotel Colón abrían fuego y las obligaban a retroceder,
aunque era evidente que iban desarmadas.”
Los hechos precipitaron la pérdida por parte de la Generalitat, de las
competencias de Defensa y Seguridad Interior y acabaron con la presidencia
de Largo Caballero al frente del gobierno de la república. Éste, representante
del ala más radical del PSOE, había actuado hasta entonces como garante de
las organizaciones obreras, pero tras su caída en desgracia la CNT-FAI perdió
a su principal valedor. Días después tomaba la presidencia el también
socialista Juan Negrín, pero ya sería tarde para los anarquistas, que
desaparecerían del gobierno.
Sin embargo el golpe más duro sería para el POUM, que no contaba con el
apoyo masivo que sí tenían la CNT y la FAI. Los Fets de Maig de 1937 fueron
la gota que colmó el vaso de la paciencia comunista. El PSUC, el PCE y los
soviéticos, culparon al POUM de ser el partido instigador de lo ocurrido y se
puso en marcha una campaña de desprestigio en los medios comunistas
(Ahora, Treball, Mundo Obrero, etc.) en los que se acusaba al partido de Nin de
contrarrevolucionario y agente encubierto del fascismo. Con ello, los
comunistas realizaron una inmejorable jugada, consiguiendo quitar de en
medio a sus enemigos políticos y reforzar su posición, aún en minoría, en el
gobierno de España.
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Cartel comunista de la época.
Sin embargo, los dirigentes del POUM negaban aquellas acusaciones alegando
que el levantamiento había sido llevado a cabo por los trabajadores de manera
independiente. Ahora bien, aunque el POUM no había puesto en marcha los
sucesos ni los deseaba, no iba a desentenderse de ellos. El día 7 La Batalla,
órgano de expresión del POUM, publicaba una nota en la que demandaba a los
obreros el cese de las hostilidades, si bien advertía que había que mantenerse
vigilantes:
“¡Camaradas!
Con la lucha de estos días, el proletariado de Barcelona ha evidenciado
su voluntad inquebrantable de no tolerar la menor provocación
contrarrevolucionaria. Desbaratado el intento por la magnífica reacción de
la clase obrera, se impone la retirada. Pero ésta sólo puede efectuarse
mediante las siguientes condiciones:
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RETIRADA DE LA FUERZA PÚBLICA DE LA CALLE.
LA CLASE TRABAJADORA DEBE CONSERVAR LAS ARMAS.
El cumplimiento de estas condiciones, perfectamente aceptables, puede
poner término a la lucha, evitar un derramamiento de sangre y dar a los
camarada que combaten en el frente la confianza y la moral que tan
necesarias les son en la lucha contra nuestro mortal enemigo: el fascismo
EL COMITÉ EJECUTIVO.”
La disolución del POUM.
A partir de entonces los acontecimientos se precipitaron sin freno. El
dirigente de la CNT, Ramón Liarte, recordaba:
“Le dijimos [A Nin]: Estás jugando con fuego. Estamos en condiciones de
demostrarte, por informes que tenemos, que van por ti ¡Y no haces caso!
Un día de estos te van a detener y te van a destruir para siempre.
Consideramos que debes protegerte.”
Nin, que tenía gran confianza en sí mismo, le replicó, riendo:
“Ya veremos, ya veremos…”.
Sin embargo todo lo que avisaba Liarte era verdad. El 15 de Junio de 1937 el
gobierno de la Generalitat decretaba la disolución del POUM y de sus órganos
de expresión. Al día siguiente, 16 de junio, era arrestado Andreu Nin así como
otros dirigentes del partido: Julián Gorkin, Manuel Maurín, etc. Todos ellos
fueron llevados a la jefatura de policía de Barcelona en la Vía Layetana, desde
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donde se les trasladó a Madrid vía Valencia. A Nin se le mantuvo aislado en
todo momento..
Nin (2º por la izquierda), Solano (3º, detrás) y Julián Gorkín (6º) junto a otros miembros del POUM en 1936
Tanto Nin como sus compañeros fueron recluidos, por separado, en la checa
de la Ronda de Atocha, en Madrid. Pero a él, se le dio un tratamiento especial.
Fue enviado a una prisión en Alcalá de Henares, con el fin de “velar” por su
seguridad. En el transcurso de ese viaje no se le fichó en ninguna de las
distintas paradas, lo que dificultó más tarde localizar su paradero. No iba hacer
falta. Nunca más volverían a tenerse noticias de Andreu Nin.
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Edificio de la jefatura de policía de Barcelona (a la izquierda, con bandera), en la Vía Layetana. A la derecha, la checa
del a Ronda de Atocha, en Madrid.
La disolución del POUM y el arresto de sus dirigentes cayeron como una
bomba en la política española e internacional. Desde la conspiración al arresto
todo había sido gestionado a través de hombres de Stalin en el país, con la
participación y colaboración de los dirigentes de los partidos comunistas de
España y altos cargos de la seguridad afines a éstos. Cuanto más tarde
supiera el gobierno lo que estaba ocurriendo, mejor.
La conspiración y la reacción del gobierno.
Los artífices de la operación contra el POUM tienen a día de hoy nombres
y apellidos:
A la cabeza estaban el general Alexander Orlov –alias schwed-, responsable
de la policía secreta soviética (NKVD) en España, y su subordinado Ernö Gerö
–alias Pedro o Pierre-, responsable del mismo en Catalunya. Tras ellos un
largo etcétera de ministros comunistas (José Hernández, Vicente Uribe),