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CULTO Y JUSTICIA EN EL TERCER ISAAS
Y SU REPERCUSIN EN EL NUEVO TESTAMENTO
ALBERTO GUERRERO PREZ
Monografa para optar por el ttulo
de Magster en Teologa, en la Facultad
de Teologa de la Pontificia Universidad Javeriana.
DIRECTOR
P. PEDRO ORTIZ VALDIVIESO, S.J.
DOCTOR EN CIENCIAS BBLICAS
Bogot, D.C.
2011
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1
CULTO Y JUSTICIA EN EL TERCER ISAAS
Y SU REPERCUSIN EN EL NUEVO TESTAMENTO
Tesis sometida el 09 de marzo 2011 al cuerpo docente de la
Pontificia Universidad
Javeriana en cumplimiento parcial de los requisitos para optar
por el grado de Maestra en
Teologa por C. Alberto Guerrero Prez.
Jurado integrado por:
________________________
P. Pedro Ortiz Valdivieso, SJ
________________________
P. Ignacio Madera. SDS
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2
Dios es soberano sobre toda la
creacin. No honramos a Dios al
despreciar la creacin, porque la
creacin es el producto de la voluntad
de Dios. Esto implica que ya no se
puede hablar de distinciones entre el
campo de lo humano y el campo de lo
divino, sino que la nica pregunta que
queda por hacer es si la esfera de la
actividad humana se conforma a la
voluntad de Dios, tal como ha sido
revelada. La pregunta es si concuerda
con lo que Dios ha querido desde un
principio.
(Theo Donner. Seminario Bblico de Colombia,
Medelln. Tomado de: Soli Deo Gloria:
Una teologa revolucionaria)
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3
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIN. .......8
CAPITULO I
MARCO HISTRICO DEL TERCER ISAAS...11
1.1 Algunos aspectos literarios. .... .11
1.1.1 Pecados del pueblo e indiferencia del Seor ... 12
1.1.2 Examen de conciencia de los pecados del pueblo y sus
dirigentes...12
1.1.3 Confesin comunitaria del pecado....13
1.1.4 Las misericordias de Yahveh .......14
1.2 El autor..... 16
1.3 Tiempo y situacin histrica... .16
CAPITULO II
HORIZONTES DEL TERCER ISAAS...20
2.1 Una estructura. .20
2.2 Sntesis de contenido. ...21
2.2.1 El templo casa para los pueblos. Reunin de las naciones.
(56:1-8; 66: 18 -24). 21
2.2.2 El justo en paz; idlatras juzgados. Sin: Nacin entera.
(56: 9 57: 13) ...............23
2.2.3 El cielo Trono de Yahveh; l asume la defensa del Pobre.
(57: 14-21; 66: 1- 6).....24
2.2.4 Yahveh no responde la oracin de su Pueblo; castiga a los
impos (58: 13; 65: 8 -
16)..24
2.2.5 Castigo del pueblo rebelde que ofrece culto desviado. (58:
4-12,14. 65: 1-7)......25
2.2.6 Liturgia penitencial: Acusacin y confesin de pecado
(59: 1-15; 63: 7 64: 17). ...25
2.2.7 El brazo de Yahveh contra los enemigos. (59: 15b-20; 63:
1-6). ....26
2.2.8 Afluencia de los pueblos a Sin. (60 y 62)...26
2.2.9 Reconstruccin de Sin en medio de los pueblos. (61)27
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4
CAPITULO III
CULTO Y JUSTICIA EN EL TERCER ISAAS 29
3.1 Algunas relaciones del Tritoisaas con el resto del antiguo
testamento....29
3.1.1 Extranjero, forastero .29
3.1.2 Eunucos ....30
3.1.3 Profanacin del sbado. 32
3.1.4 Idolatra y cultos de pecado...36
3.1.5 Abusar en las prcticas del ayuno.42
3.1.6 La transformacin de
Sin........................................................................................44
3.1.7 Esperanza...46
3.2 Culto y justicia: una introduccin.49
3.2.1 Liturgia y culto en el A.T..49
3.2.2 Lo sagrado y lo profano.49
3.2.1.1 El espacio sagrado: EL TEMPLO. ...52
3.2.1.2 El tiempo sagrado: EL SBADO.56
3.2.1.3 Las fiestas. ....58
3.2.1.4 Sacrificios y ritualidad.61
3.2.1.5 La crtica de los profetas..62
3.2.1.6 Memoria, actualizacin y profeca..64
3.2.1.7 Los sacrificios, deformacin de la imagen de Dios.65
3.2.1.8 La prctica del ayuno y el mal trato del prjimo 66
3.2.1.9 Sacerdotes y profetas.. 67
3.3 El Pensamiento del Tercer Isaas....67
3.4. Culto, justicia y existencia humana...68
3.4.1 Liturgia y culto en el N.T. 69
3.4.2 Jess y el culto. ... .70
3.4.3 Del templo de Jerusaln al cuerpo del Seor. .71
3.4.4 Del sbado al domingo..73
3.4.5 La Cena del Seor.... .75
3.4.6 La tica y el culto: factores de integracin comunitaria.
.77
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5
3.4.7 Los nfasis tico-profticos. ... 78
3.4.8 El culto como memoria histrico-proftica. .. 79
3.4.9 El recuerdo subversivo. .. 79
3.4.10 Memoria histrica, tica y culto. 82
3.4.11 Vamos a destacar algunos aspectos del texto. 82
CAPITULO IV
EL TERCER ISAAS Y SUS REPERCUSIONES EN EL NUEVO TESTAMENTO
84
4.1 Algunos textos indirectos / alusiones. .. 85
4.2 El centro del Tritoisaas y su relacin con la obra Lucana.
...93
4.2.1 Los diversos
contextos..........................................................................................94
4.2.1.1 Contexto de Lucas: situacin poltica...........96
4.2.1.2 Los pobres en la comunidad lucana..97
4.2.1.3 Edicin lucana de los textos sobre pobreza.99
4.2.1.3.1 Lucas y Marcos.99
4.2.1.3.2 Lucas y Q. . 100
4.2.1.3.3 El material propio de Lucas 101
4.2.1.3.4 Ay de vosotros ricos!..104
4.2.1.3.5 Sitz im Leben de la comunidad lucana....106
4.2.3 Llegada de Jess a Nazaret..108
4.2.4 Jess se marcha de Nazaret.....109
4.2.5 Paralelo entre Isaas 61 y Lucas 4. .110
4.3 Repercusiones y reflejos del Tritoisaas en el nuevo
testamento. 123
4.3.1 Bienaventuranzas de Lucas 6, reflejo del Tritoisaas.
123
4.3.2 El texto de Tritoisaas 65:11-16. ....125
4.3.3 Las cuatro bienaventuranzas del Tercer Isaas. .....131
4.3.4 Lectura lucana de las bienaventuranzas del tritoisaas
65:13-14..136
CONCLUSIONES..............................................................................................................139
BIBLIOGRAFA GENERAL....142
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6
BIBLIOGRAFA CAPITULO I......144
BIBLIOGRAFA CAPITULO II........146
BIBLIOGRAFA CAPITULO III.......147
BIBLIOGRAFA CAPITULO IV.......151
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7
AGRADECIMIENTOS
En primer lugar, quiero agradecer al Dios de la vida, porque
durante mi existencia no ha
dejado de revelarse como Seor de la historia y de mi vida, amigo
y compaero, cuidando
mi camino, e iluminando mis pensamientos, sueos, ilusiones y
esperanzas de ver una
sociedad ms justa que siga los valores de Su Reino.
Tambin a mi familia, a mis hijas Diana y Patricia; a mi hijo
Rafael y a mi esposa Luz,
quienes con su apoyo, estima, cario y afecto me estimulan en mi
proyecto de vida.
A m querida comunidad Iglesia Menonita de Ciudad Berna, Bogot,
que ha permitido
responder a la vocacin divina, y profesar la identidad de ser
hijo del que Todo lo puede, a
fin de desarrollar los dones que al Seor le ha placido
otorgarme, para bendicin del
Cuerpo Maravilloso de Jess aqu en la Tierra.
A la Facultad de Teologa de la Pontificia Universidad Javeriana,
a todos los profesores y
compaeros de la maestra, quienes gracias a su familiaridad,
gentileza y al abordaje de la
enseanza teolgica, han facilitado un mayor grado de amor y pasin
por la reflexin
bblica, sistemtica y teolgica del proyecto salvfico de Dios, en
medio de una lectura
articulada con la realidad y por la construccin de una sociedad
comprometida con el pacto
del reino de Dios.
Al grupo SOTER, que con cario amor y humildad me ha recibido
como parte de sus
investigadores; en especial al Padre Pedro Ortiz, a la doctora
Mara Luca de Zitzman, a los
compaeros Jos de Jess Prada, Valerio Meja, Astrid Oviedo y
William Rodrguez,
quienes con sus reflexiones han impulsado mi vida hacia el
cumplimiento de la misin:
extender el Reino de Dios en Colombia.
Expreso de manera particular, mi gratitud, al P. Alberto Parra,
director de posgrados por su
disponibilidad para acompaar de manera pertinente m proceso de
formacin acadmico-
bblico-teolgico.
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8
INTRODUCCIN
Hacer un estudio del Tercer Isaas podra considerarse como una
tarea fcil, sin embargo,
resulta que no es as, en cuanto que, el Tritoisaas est inmerso
en el amplio escenario tanto
del Antiguo, como del Nuevo Testamento, como se ver en el
presente escrito. Lo que se
busca aqu consiste en generar algn tipo de reflexin en el seno
de las comunidades
cristianas, sobre todo menonita, en torno a la parte final de la
Gran Obra Isaana, esto es, en
cuanto a los captulos 56 al 66. Serian varias las referencias
que podran citarse en torno al
tratamiento, el abordaje y las reflexiones referentes al Tercer
Isaas, sin embargo, para
ampliar el debate, se puede consultar el trabajo de Otto
Eissfeldt1 en su Introduccin al
Antiguo Testamento.
Desde la historiografa, la crtica textual y exegesis en el
Antiguo Testamento, se busca
descubrir el mensaje que el Tercer Isaas planteaba a sus
contemporneos, a partir de la
cultualidad y la Justicia de Dios, en una contexto en el que las
tradiciones judaizantes se
enfrentan a fin de conformar una hegemona de dominacin sobre los
sectores de mayor
vulnerabilidad, y cmo, la alternativa del Tritoisaas se
convierte en una opcin que integra
los grupos sociales en una comunidad de fieles a Yahv, con base
en la articulacin de
aquellas tradiciones de bendicin comunitaria, con una nueva
visin de la cultualidad
religiosa, en la que el centro sea la comunidad en la relacin
Dios Hombre Dios.
Lo semntico teolgico alrededor de las temticas centrales; lo
histrico crtico, y
lingstico sern los principales mtodos con los cuales ser
abordado el presente trabajo
investigativo. El camino fijado para este trabajo se enmarca en
lo siguiente:
1 Eissfeldt, Otto. Introduccin al Antiguo Testamento.
Cristiandad, Madrid 2000. 562-570. G.K. Beale y
otros. Comentary on the New Testament Use of the Old
Testament.Grand Rapids, Michigan 2009. pp. 283-
292, 295-299.
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9
1. Marco histrico del Tercer Isaas2, en el que se recogen
algunas seales con respecto a
lo redaccional, como a las relacionadas con la situacin social,
poltica y, es especial,
religiosa del entorno comunitario del mismo, teniendo como
referencia la oficialidad
religiosa de Israel.
2. En la segunda parte se afirmar un poco el asunto de los
Horizontes del Tercer Isaas3,
en relacin con su estructura que sirve de base para proponer una
sntesis de contenido.
3. En tercer lugar, se enfatiza lo relacionado con el Culto y la
Justicia en el Tritoisaas4,
en particular con las referencias al extranjero, el eunuco, la
esperanza, la profanacin del
sbado y los cultos de pecados, el abuso en el ayuno del Seor y
diversos escenarios
sagrados.
4. En cuarto lugar, se enfatiza lo relacionado con el Tercer
Isaas y sus Repercusiones en
el Nuevo Testamento5, en el que se habla de las alusiones, por
ejemplo, la relacin entre el
Is 61: 1- 3 y Lucas 4: 18, 19 y las bienaventuranzas de Is 65
con Lucas 6, para destacar al
final de este apartado, cmo la comunidad lucana reinterpreta sus
prcticas de fe desde el
Tercer Isaas.
2 Los siguientes autores aportan sus reflexiones y conclusiones
sobre este aspecto. Dominique, Janthial. El
libro de Isaas. Verbo Divino 142, Navarra 2008. pp. 46-50.
Estudios profundos sobre las 4 tradiciones del
Pentatuco; Schreiner, J. (ed.) Palabra y Mensaje del Antiguo
Testamento. Biblioteca Herder #128.
Barcelona, Herder, 1972. pp. 203 225. 3 Son varios los exegetas
que han investigado sobre este aspecto: Bonora, A. Espiritualidad
del Antiguo
Testamento. Sgueme, Salamanca 1994. pp. 270 280; Brueggemann, W.
La imaginacin proftica Presencia Teolgica. Sal Terrae, Santander,
1986. pp. 190 200; Cavedo, R. Profetas. Historia y teologa del
profetismo en el Antiguo Testamento. San Pablo, Madrid 1996. pp.
312 318. 4 A quien le dediqu ms tiempo investigando sobre este tema
fue a los aportes de Rainer, Albertz. Historia
de la religin de Israel en tiempos del Antiguo Testamento;
Trotta, Madrid; 1999. pp. 477- 481. Los Profetas
de Israel y su mensaje: antologa de textos Academia Christiana
Cristiandad, Madrid, 1986. Pp. 280 290; Profetismo en Israel. El
profeta. Los profetas. El mensaje. Verbo Divino, Estella (Navarra),
1992. pp. 400-
420. 5 En relacin con este tpico, considero que son
significativas las reflexiones de Von Rad, G. Estudios sobre
el Antiguo Testamento. Sgueme, Salamanca 1976. pp. 445-471;
Teologa del Antiguo Testamento. Teologa
de las tradiciones profticas de Israel. Sgueme, Salamanca 1984.
pp.480-495.
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10
5. Por ltimo, se espera arribar a algunas conclusiones que
animen, motiven, incentiven a
las comunidades cristianas en general, y en particular, a las
comunidades menonita de
Colombia, en la bsqueda de reflexiones, anlisis y prcticas de
justicia en sus dinmicas
de relaciones sociales, en los contextos de la familia, la
comunidad de fe y la sociedad local
en que se desarrollen sus interacciones.
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11
CAPITULO I
MARCO HISTRICO DEL TERCER ISAAS.
1.1. Algunos aspectos literarios6.
De acuerdo con el pensamiento de diferentes autores7, entre los
que se pueden mencionar a
P. Volz, C. Westermann, P. D. Hanson, y E. J. Young, se debe
reconocer que el folleto ms
breve del rollo de Isaas, lo constituyen los captulos 56-66,
considerado como la obra de
uno o de varios discpulos de la escuela de Isaas. Su fondo es el
del post exilio; lo ms
probable el primero del periodo, durante la reconstruccin de
Jerusaln, como se verifica
en: 60:10-13; su estilo es modesto, repetitivo; bastara
confrontar el cntico a Sin de Is
2:1-5 con el poema tritoisaiano del captulo 60, un himno
dilatado, lleno de detalles, de
grandilocuencia, de repeticiones.
De vez en cuando aparece algn destello de originalidad; por
ejemplo, 58:10, en donde se
afirma: brillar en las tinieblas tu luz, y tus sombras se harn
un medioda, como en la
descripcin de los impos de 57: 20 los malhechores son como el
mar agitado, que no
puede apaciguarse, cuyas aguas remueven fango y cieno, como en
el retrato del Seor de
58: 11 el Seor ser tu gua siempre, en los desiertos saciar tu
hambre, a tus huesos
infundir vigor, y t sers como un huerto regado, cual manantial
de agua, de caudal
inagotable; la repeticin potica del simbolismo nupcial de 62:
1-5:
6 La lista siguiente hace importantes aportes para este
apartado. Pixley, J. La Historia de Israel vista desde los
pobres. Quito, Verbo Divino, 1990. 69-75; Alt, Noth y Rendtorff,
R. El Antiguo Testamento: Una
introduccin. Lima, Facultad de Teologa Pont. y Civil, 1994. Pp.
167 - 200; Salas, A. Un pueblo en marcha:
Pentateuco y Libros Histricos. Madrid, Paulinas, 1993.pp. 324 -
340; Snchez Caro, J.M. (ed.), La Biblia en
su entorno Biblia, #1. Verbo Divino, 1990. 7 Monloubuo, L.
Profetismo y profetas. Fax, Madrid 1971. pp. 225 242; J. Gonzlez y
otros. La Biblia en su
entorno. Verbo Divino, Navarra 1992. pp. 235 240.
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12
Por amor de Sin no he de callar, por amor de Jerusaln no he de
estar quedo, hasta que salga como resplandor su justicia, y su
salvacin brille como antorcha. Vern las naciones tu justicia, todos
los reyes tu gloria, y te llamarn con un nombre nuevo que la boca
de Yahveh declarar. Sers corona de adorno en la mano de Yahveh, y
tiara real en la palma de tu Dios. sino que a ti se te llamar Mi
Complacencia, Porque Yahveh se complacer en ti,.8
Esta obra contiene en s pginas diversas por su gnero literario,
sobre todo de modelos
conocidos en la literatura posterior al destierro. Tienen un
relieve especial las liturgias y las
splicas penitenciales. El captulo 59, por ejemplo, presenta un
salmo penitencial, que,
despus de una declaracin introductoria sobre los pecados de la
comunidad, causa de la
indiferencia del Seor (vs. 1-2), hace un examen de conciencia de
los pecados del pueblo y
de sus dirigentes (vs. 3-8), para llegar a la confesin
comunitaria del pecado (vs. 9 -15).
Vemoslo a manera de esquema:
1.1.1 Pecados del pueblo e indiferencia del Seor (ves. 1,2)
Mirad, no es demasiado corta la mano de Yahveh para salvar, ni
es duro su odo para or, sino que vuestras faltas os separaron a
vosotros de vuestro Dios, y vuestros pecados le hicieron esconder
su rostro de vosotros para no or.
1.1.2 Examen de conciencia de los pecados del pueblo y sus
dirigentes (vs. 3-8).
Porque vuestras manos estn manchadas de sangre y vuestros dedos
de culpa, vuestros labios hablan falsedad y vuestra lengua habla
perfidia. No hay quien clame con justicia ni quien juzgue con
lealtad. Se confan en la nada y hablan falsedad, conciben malicia y
dan a luz iniquidad. Hacen que rompan su cascarn las vboras y tejen
telas de araa; el que come de sus huevos muere, y si son aplastados
sale una vbora.
8 Las referencia Bblicas que sern citadas aqu, vienen de La
Biblia de Jerusaln, 1985.
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13
Sus hilos no sirven para vestido ni con sus tejidos se pueden
cubrir. Sus obras son obras inicuas y acciones violentas hay en sus
manos. Sus pies corren al mal y se apresuran a verter sangre
inocente. Sus proyectos son proyectos inicuos, destruccin y
quebranto en sus caminos. Camino de paz no conocen, y derecho no
hay en sus pasos. Tuercen sus caminos para provecho propio, ninguno
de los que por ellos pasan conoce la paz. 1.1.3 Confesin
comunitaria del pecado9 (vs. 9 -15).
Por eso se alej de nosotros el derecho y no nos alcanz la
justicia. Esperbamos la luz, y hubo tinieblas, la claridad, y
anduvimos en oscuridad. Palpamos la pared como los ciegos y como
los que no tienen ojos vacilamos. Tropezamos al medioda como si
fuera al anochecer, y habitamos entre los sanos como los muertos.
Todos nosotros gruimos como osos y zureamos sin cesar como palomas.
Esperamos el derecho y no hubo, la salvacin, y se alej de nosotros.
Porque fueron muchas nuestras rebeldas delante de ti, y nuestros
pecados testifican contra nosotros, pues nuestras rebeldas nos
acompaan y conocemos nuestras culpas:
rebelarse y renegar de Yahveh, apartarse de seguir a nuestro
Dios, hablar de opresin y revueltas, concebir y musitar en el
corazn palabras engaosas.
Porque ha sido rechazado el juicio y la justicia queda lejos.
Porque la verdad en la plaza ha tropezado y la rectitud no puede
entrar. La verdad se echa en falta y el que se aparta del mal es
despojado. Lo vio Yahveh y pareci mal a sus ojos que no hubiera
derecho.
Otro ejemplo es el salmo en 63: 7 - 64: 11, cuyo punto de
partida son Las misericordias de
Yahveh quiero recordar, las alabanzas de Yahveh, por todo lo que
nos ha premiado
Yahveh, derramados en la historia de la salvacin. Pero la
respuesta del pueblo fue una
trgica secuencia de rebeliones. Dios, entonces, se transform en
enemigo de su pueblo;
con su silencio a manera de tctica para conducir de nuevo a
Israel a la conversin y hacer
reaparecer as la esperanza y la salvacin. El texto, que sigue
manteniendo vivo todava el
recuerdo de la destruccin de Jerusaln (64: 9-10), es un
testimonio de la oracin de los
primeros hebreos que volvieron a Palestina y que intentaban la
reconstruccin del templo y
de la ciudad santa. La estructura sera:
9 Gonzlez, A. Lohfink, N., von Rad, G. Profetas Verdaderos,
Profetas Falsos. Sgueme, Salamanca, 1976.
pp. 97-108. Heschel, A. Los Profetas. 3 vols. Paidos, Buenos
Aires, 1973. pp. 80 - 98.
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14
1.1.4 Las misericordias de Yahveh10 (63: 7 9).
Las misericordias de Yahveh quiero recordar, las alabanzas de
Yahveh, por todo lo que nos ha premiado Yahveh, por la gran bondad
para la casa de Israel, que tuvo con nosotros en su misericordia, y
por la abundancia de sus bondades. Dijo l: De cierto que ellos son
mi pueblo, hijos que no engaarn. Y fue l su Salvador en todas sus
angustias. No fue un mensajero ni un ngel: l mismo en persona los
liber. Por su amor y su compasin l los rescat: los levant y los
llev todos los das desde siempre. Rebelda del pueblo contra Yahveh
(63: 10 ss). Mas ellos se rebelaron y
contristaron a su Espritu santo
La enemistad de Yahveh con su pueblo (63: 10b ). y l se convirti
en su
enemigo, guerre contra ellos.
Las misericordias de Yahveh son ratificadas por la historia (63:
11ss).
Entonces se acord de los das antiguos, de Moiss su siervo. Dnde
est el que los sac de la mar, el pastor de su rebao? Dnde el que
puso en l su Espritu santo, el que hizo que su brazo fuerte
marchase al lado de Moiss, el que hendi las aguas ante ellos para
hacerse un nombre eterno, el que les hizo andar por los abismos
como un caballo por el desierto, sin que tropezaran, cual ganado
que desciende al valle? El Espritu de Yahveh los llev a descansar.
As guiaste a tu pueblo, para hacerte un nombre glorioso. Observa
desde los cielos y ve desde tu aposento santo y glorioso. Dnde est
tu celo y t fuerza, la conmocin de tus entraas? Es que tus entraas
se han cerrado para m? Porque t eres nuestro Padre, que Abraham no
nos conoce, ni Israel nos recuerda. T, Yahveh, eres nuestro Padre,
tu nombre es El que nos rescata desde siempre
Se debe observar que, a pesar del clima ms bien integrista,
exclusivista y cerrado que muy
pronto se establecer en Jerusaln, el Tritoisaas se manifiesta
particularmente abierto,
incluyente y amistoso.
10
Alonso Schkel, L. Antologa de Poesa Bblica Hebrea. Deleg.
Catequesis de Zaragoza, Zaragoza, 1992.
pp. 430; Beauchamp, P. Ley, Profetas, Sabios Madrid,
Cristiandad, 1977. pp. 123 -130; Bonora, A.
Espiritualidad del Antiguo Testamento. Salamanca, Sgueme 1994.
pp. 200 230; contiene dos secciones por Festorazzi sobre la
espiritualidad sapiencial (pp. 217-242).
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15
En 56: 1 - 8 abre el acceso del templo incluso a dos categoras
de personas que estaban
rigurosamente excluidas de l: el extranjero y el eunuco; con tal
de amar el nombre de
Yahveh, y para ser sus siervos, son bienvenidos al templo, a la
celebracin, al culto, al
compaerismo con Dios y con la comunidad (6). Entonces Caminarn
las naciones a tu
luz, y los reyes al resplandor de tu alborada. (60: 3), mientras
que con una declaracin que
todava hoy deja perplejos a muchos, sobre su verdadero
significado, en 66: 21 se afirma
que tambin entre las naciones el Seor Y tambin de entre ellos
tomar para sacerdotes y
levitas dice Yahveh. Lo cierto es que el espritu del Tercer
Isaas es muy sensible a los
grandes horizontes de fe, de luz y de esperanza, como lo
atestigua la proclamacin del
captulo 61:1-3.
El espritu del Seor Yahveh est sobre m, por cuanto que me ha
ungido Yahveh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha
enviado,
a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la
liberacin, y a los reclusos la libertad; a pregonar ao de gracia de
Yahveh, da de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los
que lloran, para darles diadema en vez de ceniza, aceite de gozo en
vez de vestido de luto, alabanza en vez de espritu abatido.
Se les llamar robles de justicia, plantacin de Yahveh para
manifestar su gloria.
De manera que, se puede aseverar que la presencia de literatura
sapiencial11
, es la
predominante en el Tercer Isaas, en tanto que salmos,
confesiones, penitencias y otras son
evidentes en el texto. Tambin se perciben algunos rasgos de
concentricidad literaria y de
estructuras quismica en el escrito.
11 Bonora, A. (ed.) Espiritualidad del Antiguo Testamento.
Salamanca, Sgueme, 1994. pp. 302 - 315; Schkel A, L y Artola, A.M.
(eds.) La Palabra de Dios en la Historia de los Hombres.
Comentario
Temtico a la Constitucin Dei Verbum. Univ. Deusto / Mensajero,
Bilbao, 1991. pp. 165-170.
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16
1.2 El autor12
.
La mayor parte de los exgetas considera que el libro se debe a
un grupo de discpulos de
los das postexlicos. Se percibe en los poemas la impronta que
refleja la fidelidad y lealtad
al estilo y a la escuela del Deutero-Isaas, trasvasada y
aplicada al contexto histrico de
desesperanza que vive el pueblo judo tras el destierro. El
Tercer Isaas (56-66) se debe
considerar, como una unidad redaccional, independiente, en su
origen, de Is II (40-55) y
tambin de Is I (1-39), aunque las lneas literarias y teolgicas
de coincidencia con uno y
otro hacen pensar que, al menos algunos textos del Tercer Isaas,
pudieron ser redactados
bajo el prisma de los contenidos de las dos primeras partes del
libro de Isaas.
De cualquier modo, se puede concluir que, para comprender el
texto, tiene mayor
importancia la descripcin de la comunidad en la que se origina,
en medio de conflictos,
necesidades, amores y desamores, ilusiones y esperanzas, que la
determinacin del autor.
1. 3 Tiempo y situacin histrica. Problemtica social.13
En pleno siglo V, por all cerca de los 500 aos a. C., en la poca
de los persas, el contexto
de los repatriados, en el momento de reconstruir su vida en
Palestina, entre los pueblos
vecinos hostiles, surge el Tercer Isaas. Parece que hay un altar
pero an no est reedificado
el Templo, ni los muros de la ciudad. En el texto, se dirigen
las amonestaciones y consuelos
a los que trabajan y lloran en Sin.
12
Ver a: Asurmendi, J.M. Isaas. Cuadernos Bblicos # 23. Verbo
Divino 1978. pp. 145 - 150; Croatto, J.S.
Isaas (Comentario Bblico Ecumnico). 3 vols. La Aurora, B.A.,/
Vozes, Pretrpolis / Metodista, Sao
Bernardo do Campo. 2002. pp. 328 345. Marconcini, B. El libro de
Isaas. Gua Espiritual del Antiguo Testamento. Herder, Barcelona /
Ciudad Nueva, Madrid 1995. pp. 150 - 160. 13
Ver investigaciones de Schreiner, Josef. Palabra y Mensaje del
Antiguo Testamento; Herder, Barcelona,
1972. pp. 224 227; Schkel, Alonso. L. y Sicre, Jos Lus.
Profetas. Vol. I: Cristiandad, Madrid; 1979. pp. 541-542.
Jaramillo, Rivas Pedro; La injusticia y la opresin en el lenguaje
figurado de los profetas; Verbo
Divino, Pamplona Espaa, 1992. pp. 320- 340. Abrego, Jos Manuel.
Los libros profticos; Verbo Divino,
Pamplona Espaa, 2003. pp. 216-220. Rainer, Albertz. Historia de
la religin de Israel en tiempos del
Antiguo Testamento; Trotta, Madrid; 1999. pp. 661-683.
-
17
Muchos exgetas14
admiten que Is. III (56-66) pertenece exclusivamente al perodo
del 539
al 460 a. C. Babilonia ha desaparecido, el imperio persa es an
potente y los pueblos
deportados por los babilonios pueden tornar a sus lugares de
origen. Pero, en este marco de
acontecimientos internacionales, se ha dado una situacin
diferente en la historia domstica
de Jerusaln. El texto va a reflejar el conflicto que surgi a la
vuelta del exilio entre el
partido hierocrtico monrquico (sadoquita) y el partido levtico,
teocrtico proftico, por el
control del poder en Jerusaln.
Aqu es importante recordar que cuando David traslada el arca
desde Silo a Jerusaln e
inaugura as el culto del Seor Yahveh, en la ciudad santa,
establece el culto bajo la
direccin de los sacerdotes Sadoc y Abiatar. Este ltimo, de
origen levita, era miembro de
una familia sacerdotal que haba protegido a David cuando era
perseguido por Sal de
acuerdo con 1 Sm 22: 22-23. Despus, Sadoc, que ya haba ungido
rey a Salomn, es
confirmado como sacerdote del templo que a partir de ese momento
queda bajo el control
del grupo sadoquita. Tambin la constitucin civil y eclesistica
propiciada por Ez 40 48,
vinculada al ambiente sacerdotal, declara que solamente
sacerdotes sadoquitas pueden
acercarse al altar (Ez 40: 46), mientras los levitas quedan
excluidos por haber adorado a los
dolos (Ez 44: l0-14). El predominio de los sadoquitas se
consolida definitivamente con la
consagracin del templo en el ao 515 a. C. y la instalacin de
Zorobabel como gobernador
y de Josu como sumo sacerdote.
Hacia l ao 400 a.C., Crnicas (1 Cr 24) testimonia an el malestar
de los levitas ante esta
situacin. Detrs del conflicto poltico y sacerdotal, hay un
conflicto humano y religioso
que es el enfrentamiento de dos mentalidades: una
ideolgica-conservadora y otra utpica-
apocalptica.
14
Schkel Alonso, L y Artola, A.M. (eds.) La Palabra de Dios en la
Historia de los Hombres. Comentario
Temtico a la Constitucin Dei Verbum. Univ. Deusto / Mensajero,
Bilbao, 1991. pp. 458 465. Cazelles H. Introduccin a la crtica del
Antiguo Testamento. Herder, Barcelona 1981. pp. 492 496;
Antoniazzi, A., Broshius, I. y Pulga, R. El ABC de la Biblia La
Paz, Paulinas/Sec.Nac. de Catequesis, 1982; Caracas, Paulinas,
1987. pp. 348 360; Arenhoevel, D. As naci la Biblia. Paulinas,
Madrid, 1980. pp. 212 230; Arens, E. La Biblia leda en Iglesia:
reflexiones. Lima, CEP, 2003. pp. 98 121.
-
18
La mentalidad ideolgica es la de los grupos que estn en el
poder, que defienden el
mantenimiento de la situacin y evitan cualquier reforma. La
mentalidad utpica rechaza
radicalmente el orden establecido. No queda satisfecha con una
reforma, ni siquiera
profunda, sino que busca la destruccin del orden presente para
reiniciar un orden nuevo.
El Tercer Isaas refleja este conflicto entre las dos
mentalidades: la ideolgica conservadora
del grupo vinculado al partido sacerdotal sadoquita y la idea
del grupo visionario, vinculado
tal vez a la comunidad del Segundo Isaas y al grupo sacerdotal
levtico.
Tensiones grupales15
. El primer grupo regresa del exilio con la fuerza poltica que
le
concede la autoridad persa, tambin con bienes obtenidos durante
los aos del destierro y
con el sentimiento de haberse purificado a travs de esa
experiencia y ser, por tanto, la
autntica comunidad del Seor. Desprecian a los residentes porque
se han contaminado
con los extranjeros ocupantes de Jerusaln y por el
enriquecimiento ilegtimo con los bienes
de los deportados.
Por su parte, el grupo residente considera al primero
contaminado en el destierro por el
contacto con una cultura y religin extranjeras. De otro lado,
los que regresan del destierro
estn nicamente preocupados por restablecer el templo como su
lugar de culto y fuente de
su poder, en lugar de atender a las exigencias ticas de la ley y
las antiguas tradiciones.
Estos dos grupos, sus dificultades y sus tensiones caracterizan
la situacin de Jerusaln en
el tiempo del Tercer Isaas.
En medio de ese contexto, de esas tensiones y conflictos, estn
presentes los extranjeros,
los eunucos, (56: 3) las mujeres, nios y nias (56: 5), ancianos
y ancianas, campesinos y
trabajadores (58: 3) que sufren las consecuencias ocasionadas
por la lucha por el poder
cultual entre los dos grupos poderosos. Los ms empobrecidos
tambin son vctimas del
conflicto (58: 7); de la misma manera los y las ms necesitadas
(58:6); los desposedos de
vivienda (56: 5); todos y todas carecan de esperanza (58:
8).
15
Rainer, Albertz. Historia de la religin de Israel en tiempos del
Antiguo Testamento; Trotta, Madrid; 1999.
pp. 684-701. Fabris, R. (ed.) Problemas y Perspectivas de las
Ciencias Bblicas Bibl. Est. Bibl. Salamanca,
Sgueme 1983. pp. 502- 515.
-
19
Ante todo ese aterrador contexto de marginalidad, conflicto,
violencia, violacin de las
tradiciones, abandono de Yahveh, olvido de la Torah, conformacin
de grupos partidistas y
mucho ms, surge, emerge, brilla la luz de esperanza del Tercer
Isaas con nuevas fuerzas,
ilusiones, esperanzas, sueos y utopas, desafa, reta, anima al
pueblo a buscar la
solidaridad, el compromiso con otros y otras, con Yahveh, desde
una justicia en la
cotidianidad; en 56:1 se asegura: As dice Yahveh: Velad por la
equidad y practicad la
justicia, que mi salvacin est para llegar y mi justicia para
manifestarse.
La presencia de los justos que perecen, los hombres buenos que
son arrebatados, y no hay
quien lo considere (57:1), las vctimas que no tienen futuro, no
es ajena en el Tritoisaas;
por el contrario, sus mensajes de volver a Yahveh quien puede
ofrecer verdadera esperanza
(57: 15); los desafos al restablecimiento de un culto integrador
e incluyente (56:3 7), en
el que sea prioridad la relacin Dios Hombre Dios, no constituan
meras palabras, era el
reto, la prctica de la comunidad tritoisaana, eso se afirma en
59: 2 sino que vuestras faltas
os separaron a vosotros de vuestro Dios, y vuestros pecados le
hicieron esconder su rostro
de vosotros para no or.
-
20
CAPITULO II
HORIZONTES DEL TERCER ISAAS
2.1 Una estructura16
Son diversos los autores17
que han dedicado tiempo y esfuerzo al anlisis del Tercer
Isaas,
a partir de la estructura que descubren en el texto. Para el
presente trabajo se ha
considerado como fundamento el planteamiento sugerido por Tabet,
Miguel ngel y otros,
en su Introduccin al Antiguo Testamento, por cuanto enfoca
algunos de los aspectos que
son esenciales para esta monografa. Por ello, se adopta referida
estructura, en tanto se
considera pertinente para este trabajo, en cuanto a su contenido
temtico y configuracin.
A. 56:1 8. El templo: casa para los pueblos B. 56: 9 57: 13. El
justo en paz; idlatras juzgados. C. 57: 14 21: Morada de Yahveh en
lo alto; Yahveh con los seres humanos D. 58: 13. Yahveh no responde
la oracin de su Pueblo E. 58: 4 12,14. Culto sin hermandad. F. 59:
1 15. Liturgia penitencial Acusacin y confesin de pecado G. 59: 15b
20. El brazo de Yahveh contra los enemigos. H. 60. Afluencia de los
pueblos a Sin. X. 61. Reconstruccin de Sin en medio de los pueblos.
H. 62. Afluencia de los pueblos a Sin. G. 63: 1 6. El brazo de
Yahveh contra los enemigos. F. 63: 7 64: 17. Liturgia penitencial:
confesin de pecado. E. 65: 1 7. Castigo del pueblo rebelde que
ofrece culto desviado. D. 65: 8 16 Yahveh responder la oracin del
pueblo; castiga a los impos. C. 66: 1 6 El cielo Trono de Yahveh;
Yahveh asume la defensa del Pobre. B. Sin: Nacin entera; idlatras
juzgados. A. 66: 18 24 Reunin de las naciones.
16
Tabet, Miguel ngel y otros. Introduccin al Antiguo Testamento.
Pelcano, Madrid 2008. pp. 165-180. 17
Schkel, L. Alonso; J.L. Sicre, Profetas, 2 vol., Cristiandad,
Madrid 1980. pp. 345 346. S. Ausn, Los profetas y la Revelacin, en
Dios en la Palabra y en la historia. XIII Simposio Internacional de
Teologa,
Eunsa, Pamplona 1993, pp. 503-518; Los profetas y la historia,
en Resea Bblica 1994. pp. 31-41; E.
Beauchamp, Los Profetas de Israel, Verbo Divino 1988. pp. 212 -
220; J. Blenkinsopp, Profetismo y profetas,
en "Comentario Bblico Internacional", Verbo Divino, Estella
1999. pp. 867-871; S. Ausn, La tradicin de la
Alianza en Oseas, en "Biblia, exgesis y cultura. J.M. Casciaro
Estudios en honor del Profofeta. Pamplona
1994. pp. 127-146; La tradicin del xodo en los profetas, en
"Biblia y Hermenutica. VII Simposio
Internacional de Teologa", Eunsa, Pamplona 1986. pp.
423-438.
-
21
2.2 Sntesis de contenido18
.
En este apartado, siguiendo dicha estructura, se proyecta una
sntesis desde una perspectiva
ms evanglica, en tanto que, se hacen aseveraciones de manera
generales, sin entrar en
detalles relacionados con la lingstica de los pasajes comentados
ni con otros aspectos
relacionados, como la crtica histrica, lo cual s ser realizado
en otras secciones.
La panormica ha cambiado, se respiran otros aires. Ha
desaparecido el peso de la opresin
babilnica. El profeta se dirige a su pueblo ya instalado en
suelo de Israel, cuya teocracia
emergente siente que debe purificar la infidelidad a Yahveh y
los desajustes sociales. Se
hizo muy difcil el conservar la pureza de pensamiento,
imaginarios, conductas,
costumbres, relaciones entre los repatriados, por las
condiciones precarias del retorno. Alza
su voz, con un tono de preocupacin, dolor, casi prosaico, contra
la sombra incredulidad
que parece extenderse. Afloraron los antiguos extravos y el
oprobio de los dbiles por los
dirigentes. A la vez, renacieron las prcticas idlatras con toda
su vileza; siguen sometidos
a cierta opresin de poderes extranjeros; y Jerusaln es una
ciudad de abandono y ruina,
vive bajo las incursiones enemigas y el despojo de cosechas y
del trabajo. El Orculo de
Yahveh: Vendr a Sin para rescatar, a aquellos de Jacob que se
conviertan de su
rebelda (59: 20), puede sintetizar el tratado. Slo una conversin
sincera a Dios har
resolver el panorama de castigo que planea sobre Israel.
2.2. 1 El templo casa para los pueblos. Reunin de las naciones.
(56:1-8; 66: 18 - 24).
El Tercer Isaas comienza la seccin con una frase de exhortacin a
practicar el bien y
observar el derecho, las directrices jurdicas dictadas por la
ley mosaica deben marcar la
conducta cuyo fin es la justicia, emanada de las promesas hechas
por Yahveh19
:
18
Son varios los investigadores del presente apartado, entre
quienes se pueden destacar a: De Tuya, M y
Salguero, J. Introduccin a la Biblia 2 vols. BAC, Madrid, 1967.
pp. 186 185; Croatto, S. Hermenutica Bblica. Lumen, Buenos Aires /
Mxico, 2000. pp. 125 133; Culdaut, F., En el Origen de la Palabra
Cristiana: Tradicin y Escrituras en el siglo II. Documentos en
Torno a la Biblia, 22. Verbo Divino,
Barcelona 1993. pp. 241 260.
-
22
Dichoso el mortal que tal haga, el hombre que persevere en ello
(56: 2). La justicia exige
acoger a los excluidos. A los eunucos y extranjeros proslitos,
que, guardando el sbado y
eligiendo lo que agrada a Yahveh, lo sirven y aman su nombre,
les dar un nombre eterno
mejor que a muchos hijos e hijas; sus actos de culto con espritu
de fe y oracin en el
templo sern gratos: Porque mi Casa ser llamada Casa de oracin
para todos los
pueblos. (56: 7).
Adhirindose al pacto de Yahveh mediante la oracin y el
arrepentimiento, se les redimir
de su condicin social: Pues as dice Yahveh: Respecto a los
eunucos que guardan mis
sbados y eligen aquello que me agrada y se mantienen firmes en
mi alianza, yo he de
darles en mi Casa y en mis muros monumento y nombre mejor que
hijos e hijas; nombre
eterno les dar que no ser borrado. (56: 4-5), por la fuerza de
la fe y por la renuncia a
hacer el mal, tendrn la salvacin. El culto es universal para
todos los pueblos20
.
As mismo, la redencin es universal, para todos: yo les traer a
mi monte santo y les
alegrar en mi Casa de oracin. Sus holocaustos y sacrificios sern
gratos sobre mi altar
(56: 7). El Tritoisaas abre su mente en amplitud universal.
Todos los pueblos sern testigos
de la gran manifestacin de Yahveh que dar una seal para que se
renan los pueblos de
todas las lenguas e islas lejanas (66:19). Este pasaje tiene
acento escatolgico. La
proclamacin es de claro sentido universalista, vendr todo el
mundo a prosternarse ante
m - dice Yahveh. (66: 23), toda la humanidad estar presente. El
orculo y el libro
terminan en tono lgubre, con la imagen de los cadveres de los
rebeldes rodos por
gusanos y quemados por un fuego sin fin, en el Seol. Los impos,
que se rebelaron contra
m (66: 24), son castigados por el pecado siempre horrendo: smil
del juicio final. El Tercer
Isaas afianzado en sus grandes predecesores intenta ofrecer a su
pueblo su consolacin y la
vuelta a Dios por la va de la conversin.
19
Gargamo, G. I. La Lectio Divina Escuela de la Palabra. Bogot,
San Pablo, 1995. pp. 53 62; J. M. Abrego, Los libros profticos,
Verbo Divino, Navarra 1993. pp. 124 128. 20
J. M. Abrego, Los libros profticos, Verbo Divino, Navarra 1993.
pp. 233 - 237.
-
23
2.2.2 El justo en paz; idlatras juzgados. Sin: Nacin entera.
21
(56: 9 57: 13).
Israel, rebao repatriado del exilio, anda en situacin catica por
la insolencia y el
abandono de sus pastores, los dirigentes son perros mudos
indolentes, ambiciosos e
interesados en su voracidad insaciable. El justo perece tragado
por el mal. La idolatra no
ha desaparecido. Siguen los cultos supersticiosos, hijos de la
bruja, y los actos idoltricos,
generacin de la adltera y de la prostituta (57: 3), que se
conoce generalmente como
adulterio, por ser obra de malvados que desprecian al justo, y
producto de conductas
pecaminosas de farsantes e infieles ante Yahveh, esposo de
Israel, entre las que se incluye
la prostitucin sagrada y hasta sacrificios humanos. Se trata de
nios sacrificados al dios
amonita, Moloc; era una divinidad subterrnea cuyas vctimas deban
entrar en el interior
de la tierra.
Grita, dice con irona, que los salven los dolos; pero la ira
divina se los llevar como el
viento. La avaricia desmesurada y generalizada haca que Yahveh
ocultara el rostro a su
pueblo. Yahveh, en su bondad, quiere pensar que ms que malicia,
es enfermedad y malos
hbitos. Como a un enfermo lo sanar: pero yo voy a curarlo, a
darle alivio (57:17-18). La
restauracin es el efecto de la fidelidad del Seor, ha tenido que
aplicar el castigo a su
pueblo en su clera, pero ahora se apiada de l.
Dios llama a Israel a juicio para obtener su vuelta al nico
refugio seguro, le pide su
conversin: a los dolos se los llevar el viento, mas quien confa
en Yahveh heredar la
tierra y poseer su santo monte (57: 13). Dios, ante el cado, se
mueve a misericordia,
quiere perdonar al contrito y humillado; no quiere estar siempre
enojado (57: 16), el perdn
est listo para el arrepentido. Dios salva al pobre, al
necesitado, al humilde y al obediente,
fiel y sincero. El que se convierte por la gracia busca la paz
que viene nicamente de Dios.
El malvado no halla nunca la paz, porque la busca en s mismo, en
el poder y en el
bienestar.
21
Schrmid, J. (ed.) El evangelio de Lucas. Biblioteca Herder #128.
Barcelona, Herder 1972. pp. 153 177
-
24
2.2.3 El cielo Trono de Yahveh; l asume la defensa del
Pobre22
. (57: 14-21; 66: 1- 6.)
El Tercer Isaas denuncia las iniquidades y los pecados de la
casa de Jacob; un pueblo que,
instalado en el formalismo externo, se cree justo y religioso
por cumplir los ritos, como si
con actos humanos pudiera comprar los dones divinos. El Seor
indica las disposiciones
ticas internas del autntico ayuno, la justicia y el amor al
desvalido y al oprimido: el 57:
21 sirve para mostrar que aun en Israel no habr bendicin para el
que no se arrepienta; las
promesas son nicamente para los verdaderos creyentes y no para
los de la nacin que no se
hayan arrepentido.
Hay una constante en la tradicin juda desde los profetas que
compara el amanecer de la
era mesinica con el repentino nacimiento de un nio: antes de
sentir los dolores ha dado a
luz un varn. Cuando veis esto, vuestro corazn se alegrar; la
mano de Yahveh se dar a
conocer a sus siervos (66: 7-14). Tras el castigo unos cuantos
perdurarn: No he de callar
hasta haber trado a cuentas sus iniquidades y las de sus padres.
Despus del castigo y
destruccin de un pueblo corrompido por la iniquidad y el pecado,
queda un resto, vstago
de salud, que se mantiene fiel y firme en la fe y da origen a un
nio, Redentor y Salvador
que inaugura e implanta el Reino de Dios. (65: 6-7).
2.2. 4 Yahveh no responde la oracin de su Pueblo; castiga a los
impos23
(58: 13; 65: 8-
16).
En estos captulos, el Tritoisaas se halla desconsolado y
desatendido. Predice una colosal
batalla entre el bien y el mal. Se expresa en tono apocalptico.
El pueblo, en su obstinacin,
no me pregunta, no me busca; desdea los favores de Yahveh, una
nacin que iba por
caminos malos tras sus propios caprichos.
22
Jaramillo Rivas, P. y otros. La justicia y la opresin en el
lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino,
Navarra 1997. pp. 88 91. 23
Ver a Garca Cordero, M. Teologa de la Biblia, I B.A.C. Madrid,
Catlica, 1970. pp. 272 - 281 y a Gnuse,
R. Comunidad y propiedad en la tradicin bblica Buena Noticia,
16. Verbo Divino, 2003.pp. 12 -19.
-
25
Es la historia del Israel, siempre infiel, en pos de sus
pensamientos, de sus inclinaciones
materialistas. Ante la provocacin, ha de venir el castigo para
los pecadores y los apstatas.
Por las iniquidades actuales y las de las generaciones pasadas,
la justicia divina se abre a la
conversin. Dios quiere sincero arrepentimiento, sin forzarlo, en
amor, pero libre para pedir
perdn.
2.2.5 Castigo del pueblo rebelde que ofrece culto desviado24
. (58: 4-12,14. 65: 1-7).
Es otro el ayuno que yo quiero. Desatar las cadenas de
iniquidad, deshacer las coyundas del
yugo, dejar libres a los oprimidos y quebrantar todos los yugos;
repartir tu pan con el
hambriento, albergar al pobre sin techo, vestir al que veas
desnudo y no volver tu rostro
ante tu hermano. Las prcticas piadosas del ayuno, la observancia
del sbado y las ofrendas
cultuales, impulsadas por los defensores del culto, estn
impregnadas de injusticia y
opresin, por disputas y crmenes y hasta por el incumplimiento de
las leyes rituales.
La justicia del pueblo en sus relaciones mutuas con humildad y
amor al prjimo es
imprescindible para alcanzar la esperanza y la salvacin:
entonces surgir tu luz como la
aurora y tu justicia marchar ante ti; la nacin de este modo,
brillar en las tinieblas tu luz,
y tus sombras se harn un medioda. La benignidad de Yahveh la
pastorear, la levantar y
la engrandecer. En el da mesinico, el Seor transformar el mundo
con su santa
presencia. Dios quiere justificar su conducta, no se haba
ocultado, estaba a disposicin: He
tendido sin cesar mis manos hacia un pueblo rebelde.
2.2. 6 Liturgia penitencial: Acusacin y confesin de
pecado.25
(59: 1-15; 63: 7 64:
17).
Para el Tercer Isaas los pecados de Israel impiden la salvacin,
se ha abierto un abismo
casi insalvable entre Dios y su pueblo, vuestras manos estn
manchadas de sangre.
24 Ver los aportes de: Jaramillo Rivas, P. y otros. La justicia
y la opresin en el lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino,
Navarra 1997. pp. 95 98. 25
Jaramillo Rivas, P. y otros. La justicia y la opresin en el
lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino,
Navarra 1997. pp. 99 102.
-
26
La reiteracin del vocabulario: pecados, sangre, crmenes,
mentira, perfidia, falsedad,
perversidad, maldad, insiste en la culpabilidad. El alma de
Israel est cubierta de crmenes.
Los males sociales corrompen la sociedad: No conocen la senda de
la paz, no hay justicia
en su camino (59: 8).
El profeta, con el pueblo, confiesa los pecados contra Dios:
rebelarnos y ser infieles a
Yahveh. Hablar perfidia y rebelin (59: 13) y contra el prjimo:
se ha quebrantado el
derecho y la justicia sigue al margen (59: 14). Pero la mano del
Seor est tendida para la
salvacin y su odo atento para escuchar las splicas. La
intervencin divina es doble:
liberacin y salvacin para quienes se convierten de su
rebelda.
2.2.7 El brazo de Yahveh contra los enemigos.26
(59: 15b - 20; 63: 1 - 6).
En la expresin, los convertidos de su pecado en Jacob (59: 20)
late el smbolo del resto fiel
de Israel que ser el germen sano que reiniciar el Nuevo Israel.
Es un orculo
independiente sobre la victoria de Yahveh. Quizs sea la pgina ms
propia y
teolgicamente elaborada del Tercer Isaas. En 63: 1-6 se habla
del Conquistador que
triunfa. Los enemigos son aplastados por el hroe, teido de su
sangre; presenta una imagen
dramtica del furor y la ira divina contra el pecado. Dios lucha
solo contra el poder de las
tinieblas y slo l lo doblega, mir en torno y no haba ayuda, me
asombr de no encontrar
apoyo; me salv mi brazo y mi furor me sostuvo.
2.2.8 Afluencia de los pueblos a Sin. (60 y 62).
Estos captulos presentan un himno27
de gloria en honor de la nueva Jerusaln centro de
todas las gentes.
26
Jaramillo Rivas, P. y otros. La justicia y la opresin en el
lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino, Navarra 1997. 103
105.
-
27
Sobre la Ciudad Santa profanada, como noble mujer sentada en
tierra en medio de tinieblas
va a caer una luz nueva, las naciones caminarn a tu luz y los
reyes al resplandor de tu
aurora (60: 3); es la iluminacin que ser aureola de gloria de
Yahveh y admiracin de los
pueblos; entre ellos retornarn los hijos dispersos para
engrandecerla y reedificar su muros.
Israel reconocer a Yahveh su Salvador y Redentor.
La idealizacin de la ciudad transformada es de felicidad total.
Desaparecen la violencia, el
saqueo y la ruina; se impone la soberana de la paz y la
justicia. La gloria de Dios ser el
resplandor de luz eterna sin das de luto; la era mesinica trae
la bondad y la satisfaccin
por medio de la salvacin, sin lugar al llanto.
Tu pueblo ser un pueblo de justos, para siempre poseers la
tierra, renuevo de la
plantacin de Yahveh, obra de mis manos, hecha para resplandecer
(60: 21). La promesa
mesinica est avalada por Dios: Yo, Yahveh, he hablado, a su
tiempo lo cumplir de prisa
(60: 22).
2.2.9 Reconstruccin de Sin en medio de los pueblos28
. (61).
El Tercer Isaas vislumbra la luz mesinica (61: 1-11). Siente,
percibe, entiende, desea el
fin del pecado, la enfermedad y la muerte. El Heraldo de Dios
implantar su justicia. Dirige
su mensaje a los pobres, condicin que implica la pobreza fsica,
opresin, humillacin,
explotacin, victimizacin de hombres y mujeres por parte de los
poderosos. Llega la
liberacin de la injusticia, por las tensiones entre los
retornados y los residentes en
Jerusaln. El amor infinito va a habitar en la sociedad en su
santidad inaccesible y estar
junto a todos los necesitados y necesitadas. Nacer el reino
eterno de paz. El amor instala la
justicia en cumplimiento de la promesa divina.
27
Pixley, J. La Historia de Israel vista desde los pobres. Quito,
Verbo Divino, 1990. pp. 69-75; Jaramillo
Rivas, P. y otros. La justicia y la opresin en el lenguaje
figurado de los profetas. Verbo Divino, Navarra
1997. pp. 106. 28
Jaramillo Rivas, P. y otros. La justicia y la opresin en el
lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino, Navarra 1997. pp.
107.
-
28
Este texto apunta abundantes analogas con los cnticos del Siervo
de Yahveh, aunque, al
contraponer el ao de gracia con el da de la venganza divina (61:
2), queda desprovisto del
carcter sumiso y humilde del Siervo que se sacrifica, redime y
trae la salvacin.
El Tritoisaas se siente ungido por Dios: El espritu del Seor
Yahveh est en m, porque
me ha ungido (61: 1-3), para realizar una misin especial que le
encomienda: predicar la
buena nueva a los pobres, a curar a los corazones oprimidos, a
anunciar la libertad de los
cautivos, la liberacin a los presos (vs. 1), los oprimidos por
la injusticia y las desgracias
sociales; y a consolar a todos los tristes (vs.2). Se acerca una
nueva era para los afligidos de
Sin (vs.3) que recibirn la diadema de la alegra y sern ungidos
con el leo del gozo;
tendrn profundas races de justicia y rectitud, pues, son la
plantacin de Yahveh para su
gloria (vs.3). Esta figura que compara a los justos con rboles
tiene larga tradicin en la
literatura proftica y sapiencial.
-
29
CAPITULO III
CULTO Y JUSTICIA EN EL TERCER ISAAS.
3.1 Algunas relaciones del Tritoisaas con el resto del Antiguo
Testamento29
.
Para este apartado, slo se tomarn aquellos temas focales que
podran contribuir al
ejercicio acadmico - pastoral que se busca realizar en el
presente trabajo; esto es, los
factores que favorezcan ms el tema central: el culto y la
justicia. Para ello, se acude a los
factores histricos, lingsticos y a los nfasis profticos sobre lo
mismo, sin dejar de lado
las diferentes significaciones contextuales.
3.1.1 Extranjero, forastero30
. (Heb. Nekar: necesitado, marginado, empobrecido)
Se podra aseverar que la fuente principal del Tercer Isaas es la
tradicin sacerdotal, en
tanto que asume la importancia del extranjero en su medio, como
aparece en Lv. 19: 10,
donde se registra la siguiente ordenanza: Tampoco hars rebusco
de tu via, ni recogers
de tu huerto los frutos cados; los dejars para el pobre y el
forastero. Yo, Yahveh, vuestro
Dios; eso mismo, pero con mayor intensidad se afirma en los
versos 33 y 34, donde se
registra:
Cuando un forastero resida junto a ti, en vuestra tierra, no le
molestis Al forastero que
reside junto a vosotros, le miraris como a uno de vuestro pueblo
y lo amars como a ti
mismo; pues forasteros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.
Yo, Yahveh, vuestro Dios.
29
Son varios los exgetas que han investigado este tpico, entre
ellos los siguientes: J.L. Sicre. Profetismo en Israel. Verbo
Divino. Navarra 1992. pp. 414- 423. Jaramillo Rivas, P. y otros. La
justicia y la opresin en el
lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino, Navarra 1997.
pp 285 299. Carol A. Newsom y Sharon H. Ringe, ed. Louisville.
Westminster John Knox; Blenkinsopp, Joseph (2003). Isaiah; Anchor
Bible 19, 19A,
19B. New York: Doubleday. Childs, Brevard S. (2001). Isaiah.
OTL. Louisville: Westminster John Knox. En:
http://www.fundotrasovejas.org.ar/Libros/La%20Biblia%20Hebrea%20Subversiva%20Isaias%203.pdf
30
Quien ms dedic tiempo para investigar este tema fue el
desaparecido Croatto, J.S. en sus libros: Isaas
(Comentario Bblico Ecumnico). 3 vols. La Aurora, B.A.,/ VOZES, y
Alianza y Experiencia Salvfica en la
Biblia. Buenos Aires, Paulinas, l964.
-
30
De manera que el Tritoisaas se alimenta y nutre a su comunidad
con una relectura del
Levtico y avanza unas cuantas millas ms al desafiarla al amor
pleno por los y las
extranjeras con quienes convive y entre los cuales crece y se
desarrollan en lo fsico,
emocional, afectivo y espiritual, como seres creados por Elohm.
Para la nueva comunidad
del Tercer Isaas, el forastero, extranjero es parte integral de
sus propias vidas, no es el
nekar, el marginado, el desposedo, el empobrecido; es el hermano
y la hermana que
Yahveh coloc en su camino para crecer y desarrollarse como
creacin perfecta de Dios en
aquellos aspectos trascendentales de la vida: el amor, la
tolerancia, la reconciliacin, el
perdn. Las connotaciones polticas31
de la presencia del extranjero, forastero, forastera en
su medio, no es otra cosa que el reconocimiento de la misma
presencia de Elohm en la
comunidad; es el ao del jubileo, es el tiempo del perdn, es una
nueva era, es una nueva
realidad, en un nuevo despertar del amor a todos y todas; es el
tiempo de la inclusin, de la
integracin, de la hermandad sincera y sin reservas.
A eso le apunta el Tercer Isaas, a ser una verdadera comunidad
de Yahveh, del Dios que
ama por encima de razas, naciones, lenguas y pecados. Desde el
Tercer Isaas, el temor que
en muchas ocasiones tuvieron los israelitas frente a los
extranjeros debe ser vencido.
Ahora extranjeros, forasteros, forasteras ya no son los que han
venido a hurtar en el templo,
no se van a llevar los utensilios de la casa de Dios, del
templo; en este momento ellos y
ellas son parte esencial del pueblo: son los sacerdotes, los
servidores del pueblo desde el
templo; no debe haber temor, sino amor, confianza, respeto y
convivencia en paz, ese es
parte de los retos que el Tritoisaas propone dentro de su
comunidad.
3.1.2 Eunucos32
.
De las tres veces que Isaas habla sobre los eunucos, dos son del
Tritoisaas y ambas estn
en el captulo 56.
31
Rainer, Albertz. Historia de la religin de Israel en tiempos del
Antiguo Testamento; Trotta, Madrid; 1999.
pp. 576 - 588. 32
Ver en: Rainer, Albertz. Historia de la religin de Israel en
tiempos del Antiguo Testamento; Trotta,
Madrid 1999. pp. 588 599.
-
31
Estos personajes se han caracterizado por su servicio, sobre
todo en servicios domsticos,
ya sea de una casa o de un palacio. Son importantes las
alusiones que se hace de ellos en el
caso de Jos vendido a Potifar que era eunuco del Faran (39:
1ss).
En Israel, segn datos histricos, la eunucidad era una prctica
extraa, fornea, extica;
ellos no la practicaban. Esto resulta significativo en tanto el
Tercer Isaas integra a los
eunucos al seno de la comunidad y sobre todo como servidores del
templo, como
sacerdotes, lo cual vena a ser revolucionario. De ello se
desprenden varias conclusiones.
Una que se considerara al templo como una gran casa en la cual
hay eunucos que sirven;
eso traera algunas contradicciones en tanto algunos y algunas
solo esperaran ser servidos
y servidas.
Otra opcin sera pensar que los eunucos estaran al frente del
sacerdocio, al estilo sumos
sacerdotes, lo cual el texto no refleja. Lo ms probable es que
el Tritoisaas est sugiriendo
a la comunidad, que al interior del sacerdocio, los eunucos y
los extranjeros tendran la
misma importancia que la tribu de Lev, ello significara una
profunda transformacin del
culto en el Israel postexlico.
Este texto se estara anticipando al pensamiento paulino que
afirma la inexistencia de
lmites para quienes estn en Cristo, pues en l ya no hay ni
siervo ni libre, ni hombre ni
mujer, ni blancos ni negros, ni griegos ni judos, ni sino que
todos y todas son uno por la
fe de Jesucristo.
Lo trascendente del Tercer Isaas33
en este aspecto es la integracin, la inclusin, la
universalidad que hace de la comunidad de fe, en la cual no debe
haber diferencias de
ninguna clase, sino que todos y todas se aman y crecen como
seres integrales plenos.
33
G.K. Beale y otros. Comentary on the New Testament Use of the
Old Testament.Grand Rapids, Michigan
2009. pp. 295-299.
-
32
Se asegurara entonces que en la comunidad tritoisaiana no era
extrao ver a hermanos y
hermanas egipcias, libaneses, romanas, griegas, babilnicas,
persas, etopes, negros,
blancos, indios y ms, mucho ms compartiendo la fe y el amor, el
afecto y el cario, el
dolor y las alegras, los encuentros y desencuentros, todos
aquellos aspectos de la
cotidianidad que hacen de los seres humanos nicos, irrepetibles
en la creacin: su
psiquicidad, su corporalidad, su emocionalidad, su
intelectualidad y espiritualidad34
.
3.1.3 Profanacin del sbado35
.
El primero de los profetas en disentir, denunciar y confrontar
la temtica del sbado es
Oseas; en 2: 13 el autor afirma: Har cesar todo su regocijo, sus
fiestas, sus novilunios,
sus sbados, y todas sus solemnidades. Parece que eliminar las
actividades sabatinas se
haba convertido en uno de los peores castigos que Yahveh
infligira a su pueblo; dejar al
pueblo sin la celebracin sabatina era un instrumento de juicio y
condenacin. Como en los
sbados se revelaban algunos orculos de Yahveh (2 Ry. 4: 23ss),
la restriccin para asistir
a su celebracin se consideraba castigo, juicio.
Tambin seran eliminadas las actividades holocusticas
relacionadas con el perdn de los
pecados. As las cosas, el postexlico Tritoiasas, busca un
verdadero restablecimiento,
restitucin, reforma de las actividades clticas, rituales,
religiosas que haban desaparecido,
en parte, durante los aos de cautividad. Para el profeta
Jeremas, la profanacin de las
festividades sabatinas constitua un problema de supervivencia.
En 17: 21 afirma: As dice
Yahveh: Guardaos, por vida vuestra, de llevar carga en da de
sbado y meterla por las
puertas de Jerusaln. El sbado eran ms costosos los impuestos por
ingreso de alimentos,
animales, lea, carbn, pieles, piedras preciosas, al interior de
la ciudad.
34
Sshkel, Alonso. L. y Sicre Jos Lus. Profetas; Vol. I:
Cristiandad, Madrid; 1980. pp. 356. Priitchard, J.B.
La Sabidura del Antiguo Testamento (traduccin de textos selectos
del Anet), Barcelona 1966. pp. 297. 35
Ver los aportes de: Leclerc, Thomas L. Yahweh is Exalted in
Justice: Solidarity and Conflict in Isaiah.
Minneapolis: Augsburg Fortress; Marconcini, B. (1995). pp. 221.
El Libro de Isaas. Barcelona: Herder;
Motyer, J. A. (1993). pp. 309 y The Prophecy of Isaiah. Grand
Rapids: Eerdmans, 1999. pp. 88.
-
33
De modo que venir el sbado a negociar en la ciudad de Jerusaln,
se haba convertido en
un profundo problema social; entonces, desde el pensamiento
proftico se recuerda el
inicio, origen del sbado y se motiva al pueblo para que ese da
sea ms de conmemoracin,
alabanza, alegra y solidaridad, que de trabajo fsico, con lo
cual quienes se beneficiaban
ms eran los ricos y poderosos.
De esa forma Jeremas, asegura algo extrao: quien no trabaje en
el da sbado tendr
mejores recursos econmicos sobre quienes s laboren ese da. De
manera que trabajar los
sbados era el problema de supervivencia inmediata, mientras que
dejar de trabajar los
sbados sera una solucin a largo plazo; el argumento parece ser:
si un pueblo no cuadra,
ni ajusta sus asuntos econmicos en seis das de trabajo, ser
imposible salir de cualquier
crisis financiera con slo un da de labores, sobre todo en un da
en el cual la competicin
es mayor.
Para Ezequiel36
la situacin relacionada con el sbado era mltiple, en cuanto que
celebrar
el da sbado constitua ms que una celebracin ritual. Ezequiel en
20: 12, asevera que: Y
les di adems mis sbados como seal entre ellos y yo, para que
supieran que yo soy
Yahveh, que los santifico. El sbado era como seal de recuerdo
por todo lo que Yahveh
haba hecho a su favor: liberacin de Egipto, alimentacin en el
desierto, luz en la
oscuridad, sombra en las resolanas, paz en momentos de guerra.
El profeta est inconforme
porque el pueblo ha profanado el sbado, y de esa manera se ha
olvidado de Yahveh.
Por eso su denuncia no es suave, sino con tonalidad fuerte y
recriminante: Pero la casa de
Israel se rebel contra m en el desierto; no se condujeron segn
mis preceptos,
rechazaron mis normas por las que vive el hombre, si las pone en
prctica, y no hicieron
ms que profanar mis sbados. Entonces pens en derramar mi furor
sobre ellos en el
desierto, para exterminarlos. (Ez. 20:13).
36
Noth Martin. Estudias sobre el Antiguo Testamento. Sigueme,
Salamanca 1985. pp. 293 308.
-
34
Sin embargo, el mismo Ezequiel acepta que Yahveh no es slo
juicio, sino que en su
infinita misericordia recuerda su alianza, su pacto y por cuanto
tuve consideracin a mi
nombre, y proced de modo que no fuese profanado a los ojos de
las naciones, a la vista de
las cuales los haba sacado. (Ez. 20: 14). Aqu el profeta sugiere
que profanar el sbado va
ms all de fronteras clticas y trasciende las fronteras
territoriales. Como el sbado era
tambin una parte de solucin al problema social del trabajador
maltratado, de los animales
vctimas del trabajo excesivo (Ex. 23: 12), las naciones vecinas
que se haban fijado la meta
de acoger la propuesta de dar un descanso semanal a sus
trabajadores, ahora lo estaban
considerando como peligroso: esa era la peor de las
profanaciones37
.
En esta direccin estaba tambin el pensamiento de la comunidad
tritoisaana. El Tercer
Isaas propone una dimensin amplia de la profanacin de las
actividades sabatinas que van
ms all de los pensamientos que se haban sugerido desde Ams. Para
el Tritoisaas dicha
profanacin tiene una connotacin interna, del corazn, del alma,
de lo ms profundo de la
vida del ser humano (56:2 - 7; 58:13; 66:23).
De manera que cualquier profanacin del sbado es una profanacin
que ya est en el
corazn y la mente del blasfemo, del sacrlego, el Tercer Isaas
busca que dentro de su
comunidad haya corazones y vidas diferentes, santas, rectas para
consigo mismas, como
para con Yahveh y con sus prjimos. En 56: 2 se afirma: Dichoso
el mortal que tal haga, el
hombre (y la mujer) que persevere en ello, guardndose de
profanar el sbado, guardando
su mano de hacer nada malo.
La frase que llama la atencin: guardando su mano de hacer nada
malo, esto significa que
hay una intencionalidad mental, interna, del corazn; es que la
mano no se mueve por s
misma, sino que es movilizada por la fuerza de la mente y el
corazn; esa fue la
preocupacin del Gnesis, cuando despus que el hombre pec, el ngel
de Yahveh, separ
el rbol para que no tomara de su fruto y viviera eternamente en
pecado (Gn 3: 22).
37
L. Alonso Schokel - J L. Sicre, Los profetas. 1, Cristiandad.
Madrid 1980, pp. 341 345.
-
35
La mano, (yad), es utilizada por el Tritoisaas en catorce
oportunidades; en unas ocho veces
se refieren a la mano de Dios (59:1; 60:21; 62: 3, 8; 64: 8; 65:
2; 66: 2, 14) en las que se
destaca la dependencia del pueblo ante la mano de Yahveh;
dependencia porque los verbos
empleados estn en la forma activa, es Dios el que hace las
cosas, por ejemplo, en 60: 21 se
enuncia: retoo de mis plantaciones, obra de mis manos; el pueblo
del Seor es el
resultado de las acciones del propio Yahveh38
.
En 62:3 la afirmacin es evidente, el pueblo est en manos del
Seor y depende de l:
Sers corona de adorno en la mano de Yahveh, y tiara real en la
palma de tu Dios. En 64:
7 el pueblo lo reconoce: Pues bien, Yahveh, t eres nuestro
Padre. Nosotros la arcilla, y t
nuestro alfarero, la hechura de tus manos todos nosotros.
Incluso, Yahveh alza sus manos sobre el pueblo rebelde para
perdonarlo, reconciliarlo,
atraerlo hacia S; Dios lo asegura en 65:2: Alargu mis manos todo
el da hacia un pueblo
rebelde que sigue un camino equivocado en pos de sus
pensamientos; de manera que no es
extrao que el Tercer Isaas casi al final del texto declare: la
mano de Yahveh se dar a
conocer a sus siervos; en este sentido se plantea desde la
comunidad tritoisaina, el
ejemplo del propio Dios, que utiliza sus manos, para proteger,
bendecir, cuidar, servir,
defender a sus hijos e hijas; de esa manera debera actuar su
pueblo.
Los textos restantes en que aparece el trmino mano, aluden al
empleo que de ella hacen los
seres humanos; en unos se derrama sangre (59:3); otros muestran
diversas acciones de
iniquidad (59:6); tambin se presenta el que edifica, planta y
hace muchas obras de
solidaridad en beneficio de su comunidad (65:22) mis escogidos
disfrutarn la obra de
sus Manos.
38
L. Alonso Schokel - J L. Sicre, Los profetas. 1, Cristiandad.
Madrid 1980, pp. 346 350.
-
36
Es inferible, entonces, que en esta comunidad todava se
presentaban comportamientos que
eran dignos de restructuracin, arrepentimiento, confesin y
abandono, en cuanto pecados
contra Dios y los hermanos y hermanas, por ellos la sugerencia
del Tritoisaas a la
necesidad de guardar las manos de hacer lo malo, el reto de
mirar hacia las obras de
Yahveh y verlas como alternativa de ejemplo comunitario de
perdn, solidaridad y
reconciliacin que sirvieran de gua a los diferentes grupos que
haba en la Palestina del
momento.
As que la frase: guardando su mano de hacer nada malo, que
incorpora el Tritoisaas en
relacin con la observancia del Sbado, no es una simple afirmacin
coloquial, de moda, de
sustento al resto de afirmaciones; es una declaracin bien
pensada y seleccionada para el
momento, esa afirmacin, guardando su mano de hacer nada malo,
est llena de profundas
connotaciones, significados, reflexiones.
Guardar la mano de hacer el mal es guardar el corazn, la mente,
las emociones, el espritu;
es decidir servir al prjimo como Yahveh mismo lo hace. Guardar
su mano de hacer el
mal consiste en utilizar todas las capacidades squicas,
emotivas, cognitivas, lingsticas,
comunicativas, espirituales para que el mal est lejos, para
alejarlo de los pensamientos y
del corazn, sin importar lo que suceda; no puede haber cansancio
para realizar las obras de
amor y tolerancia (57:10), ello podra indicar que para realizar
el bien siempre se deben
tener la manos listas, dispuestas, preparadas, limpias.
3.1.4 Idolatra y cultos de pecado39
. (57: 5ss)
Uno de los ms fuertes llamamientos al arrepentimiento, la
confesin, el abandono del
pecado por parte del profetismo en Israel es, indudablemente, la
idolatra y los cultos de
pecado.
39
Ver por ejemplo a: J. M. Abrego, Los libros profticos, Verbo
Divino, Navarra 1993. pp. 47 50; A. Gelin, A. Monloubou, L, Chary,
H. Cazelles (Ed.), Introduccin crtica al Antiguo Testamento, Los
libros profticos
posteriores, Herder, Barcelona 1983. pp. 431 450.
-
37
El Tercer Isaas, as como Isaas I y II tienen un profundo
compromiso en esta direccin: el
pueblo de Dios no debe ni puede adorar otro dios diferente a
Yahveh, ni practicar otro tipo
de culto que el establecido por el mismo Elohm, lo opuesto a
esto constituye pecado del
cual se merece arrepentimiento sincero y de verdad.
La idolatra40
, ms que un asunto de trminos, conceptos, palabras
constituye
comportamientos decisivos en la vida, la cultura y tradicin de
los pueblos. En la religin
israel esto no es extrao ni cosa de otros mundos. La historia de
la religin del pueblo de
Israel puede narrarse, en su mayor parte, en funcin de la tensin
provocada por el conflicto
entre un concepto espiritual de Dios y el culto, la marca
distintiva de la fe genuina de Israel,
y diversas presiones, tales como la idolatra, que trataban de
rebajar y materializar la
conciencia y las prcticas religiosas tribales primero y
nacionales despus.
En el AT falta un ascenso desde la idolatra a la adoracin pura
de Dios, sino ms bien un
pueblo con un culto puro y una teologa espiritual, luchando
continuamente, por medio de
lderes espirituales levantados por Dios, contra las seducciones
religiosas que, a pesar de
todo, a menudo atraan a la masa del pueblo. La idolatra es una
degradacin de la norma, y
no una etapa primitiva superada gradualmente y con dificultad.
Si se considera la totalidad
de los elementos probatorios que ofrece la religin de los
patriarcas, se encuentra con una
religin de altar y de oracin, no de dolos.
Ciertos acontecimientos, podran aparecer como idolatra
patriarcal. Por ejemplo, Raquel
rob los dolos familiares de su padre (Gn. 31:19); lo que podra
probar es que la esposa de
Jacob junto con su familia no haba podido liberarse
completamente de su ambiente
religioso mesopotmico (Jos. 24:15). Si estos objetos, estos
terafines tenan significacin
legal adems de religiosa, el que los posea tena el derecho de
sucesin sobre la propiedad
familiar, lo que explica la ansiedad de Labn por recuperarlos, a
pesar de no destacarse
como hombre religioso y el cuidado con que excluye a Jacob de la
Mesopotamia por medio
de un tratado en trminos muy bien pensados, cuando no puede
encontrarlos (Gn. 31: 45ss).
40
L. Alonso Schokel - J L. Sicre, Los profetas. 1, Cristiandad.
Madrid 1980, pp. 451 360.
-
38
Se sostiene que las piedras de Jacob (Gn. 28:18; 31:13, 45; 35:
14, 20) son las mismas
piedras idoltricas con las que estaba familiarizado Canan. Para
algunos exgetas41
, la
piedra de Bet-el est relacionada con procesos idoltricos de
Jacob (Gn. 31:13), sin
embargo, es ms fcil interpretar que pertenece a la categora de
los monumentos
conmemorativos (Gn. 35: 20; 24:27; 1 Sm. 7:12; 2 Sm. 18:18).
Adems, la cita de Gn. 35: 4, a menudo empleada como indicacin de
la idolatra patriarcal,
en realidad se refiere a la reconocida incompatibilidad entre
los dolos y el Dios de Bet-el,
en tanto que Jacob debe desprenderse de los objetos
inaceptables, antes de presentarse
delante de Yahveh. El hecho de que Jacob los haya escondido no
debe entenderse como
que tuvo miedo de destruirlos debido a razones de reverencia
supersticiosa42
.
El relato del becerro de oro en Ex. 32, revela hasta dnde
llegaba el contraste entre la
religin emanada del monte Sina y la forma de religin aceptable
para el corazn de los
infieles. Se puede observar que estas religiones son
incompatibles. La religin del Sina es
decididamente enemiga de los dolos.
Moiss advirti al pueblo (Dt. 4:12) que la revelacin de Dios que
se les otorg all no tena
figuras, a fin de que no se corrompiera con ninguna clase de
representaciones. Esta es la
posicin mosaica esencial, como se puede ver en el Declogo (Ex.
20:4; Ex. 34:17). Se
debe notar que la prohibicin hecha por Dt. 4:12 pertenece a la
esfera de la religin, y no a
la de la teologa.
Es correcto hablar de una figura del Seor, y Dt. 4: 12 y Nm.
12:8 tienen el trmino figura
en comn. Pero haberla llevado a la prctica religiosa habra
significado para Israel
corromper la verdad y la vida. Este es un notable testimonio del
carcter no icnico del
culto de Israel.
41
L. Alonso Schokel - J L. Sicre, Los profetas. 1, Cristiandad.
Madrid 1980, pp. 361 365. 42
L. Alonso Schokel - J L. Sicre, Los profetas. 1, Cristiandad,
Madrid 1980. pp. 390 395.
-
39
El segundo mandamiento era nico en el mundo en aquellos das, y
el hecho de que la
arqueologa no haya podido encontrar una representacin de Yahveh,
en pocas en las que
los dolos abundaban en todas las dems religiones, indica el
lugar fundamental que dicho
mandamiento ocup en la religin de Israel desde los das de
Moiss.
El registro histrico de Jueces, Samuel, y Reyes narra la misma
historia del abandono por la
nacin de las formas espirituales propias de su religin. El libro
de los Jueces, por lo menos
a partir del cap. 17, se propone deliberadamente poner de
manifiesto una poca de rebelda
y desorden generales (17:6; 18:1; 19:1; 21:25). No se debera
pretender ver en los
acontecimientos del cap. 19 la norma de la moralidad israelita.
Se trata, sencillamente, de la
historia de una sociedad degradada; del mismo modo no nos
asisten razones para ver en la
historia de Micaa (Jue. 1718) una etapa fiel pero primitiva de
la religin de Israel.
El mismo comentario por parte del autor de Jueces hace ver, a su
vez, la corrupcin
religiosa (17:113), la inquietud social y el desorden (18:131),
como tambin la
declinacin moral (19:1ss) de la poca. Las principales formas de
idolatra en las que cay
Israel fueron el uso de imgenes grabadas y fundidas, las
columnas, el culto a Asera, y los
Terafines. La imagen de fundicin, se haca colando metal en un
molde y dndole la
forma con una herramienta (Ex. 32:4, 24).
Hay alguna duda sobre si esta figura y los becerros que
posteriormente fabric Jeroboam
estaban destinados a representar a Yahveh, o si estaban
concebidos como pedestales sobre
los cuales se lo entronizaba. La analoga de los querubines (2
Sm. 6:2) podra sugerir esto
ltimo, opinin que tambin recibe el apoyo de la arqueologa43
.
Sin embargo, los querubines no eran visibles y decididamente
eran de otro mundo en lo
que se refiere a su aspecto. No podan indicar ninguna asociacin
inaceptable entre el Dios
soberano y paralelos terrenales.
43
L. Alonso Schokel - J L. Sicre, Los profetas. 1, Cristiandad.
Madrid 1980, pp. 370 375; Mc Intosh J., The Archeologist Handbook,
London, 1986. pp. 290 310.
-
40
Los toros, por el contrario, no estaban ocultos, por lo menos en
cuanto a lo que sugiere la
narracin, y no podan dejar de relacionar a Yahveh con la religin
y la teologa de la
fertilidad. Tanto los pilares como las imgenes de Asera estaban
prohibidos en Israel (Dt.
12:3; 16:2122). En los santuarios de Baal las imgenes de este
dios (2 R. 10.27) y el poste
de Asera estaban al lado del altar.
Se consideraba al pilar como una representacin estilizada de la
presencia del dios en el
santuario. Era objeto de gran veneracin; a veces tena partes
ahuecadas para recibir la
sangre de los sacrificios, y a veces, como puede verse por su
superficie pulida, sus devotos
lo besaban. La imagen de Asera44
era de madera, segn se demuestra por su forma usual de
destruccin, que era por fuego (Dt. 12:3; 2 Ry. 23:6), y
probablemente su origen fue una
planta perenne sagrada, smbolo de la vida. Su relacin con los
ritos cananeos de la
fertilidad bastaban para hacerlos abominables ante Yahveh.
Todo esto no era desconocido por el Tercer Isaas, por el
contrario; parece que en su
contexto postexlico el asunto idoltrico se increment por la
influencia del mundo
babilnico y prehelnico (60: 6). La prctica de sacrificios fuera
de los lineamientos
establecidos por la comunidad era uno de los retos ms
importantes par el Tritoisaas; ello
indica participacin en cultos de pecado, en tanto que, como
pueblo se haban olvidado del
verdadero liberador, lo que los condujo como comunidad, a unas
expresiones idoltricas
raras, que ameritaban profundas crticas por parte del Tercer
Isaas (57: 4ss). La irona con
que se exponen los pensamientos de este pasaje indica el arraigo
del problema que
enfrentaba el pueblo y el desafo para abandonar de una vez por
todas las prcticas
idoltricas y los cultos de pecado.
44
Blzquez, J.M.y otros, Historia de las religiones antiguas,
Ctedra, Madrid 1993. pp.11-24. Briend, J.,
Israel y Jud en los textos del Prximo Oriente Antiguo, Estella
1982. pp. 6 16; Albertz, R., Historia de la religin de Israel en
tiempos del Antiguo Testamento, 2 vols., Trotta, Madrid 1999. pp.
661 667; Asurmendi, J. y F. Garca Martnez, Historia e instituciones
del pueblo bblico, La Biblia en su entorno,
Estella 1992. pp. 325 330; Baron, S.W., Historia social y
religiosa del pueblo judo, 8 vols., Paidn 1968. pp. 250 255.
-
41
Las humillaciones, las ofrendas, los sacrificios45
y otras expresiones rituales con las que se
presentaban en los cultos de pecado, eran de mayor calidad que
cuando lo hacan delante de
Yahveh, Elohm; eso es recriminado, reprendido y censurado por
Tritoisaas de forma tal
que la comunidad se siente comprometida al abandono de tales
prcticas y el regreso, la
confesin y la expresin de la fe verdadera (57: 1-14);
precisamente en 57: 14 se argumenta
la importancia de reparar los caminos; esa simbologa, la del
camino, es desarrollada en el
Tercer Isaas en diversos momentos.
En 56: 11, se ve la individualidad que cada persona asume frente
a su camino, sin importar
hacia dnde va ni el camino de otros y otras; en 59: 7 y 8 se
verifica cmo han olvidado el
camino de Yahveh, por el propio46
. En 62: 10 el reto es profundamente comunitario. Todos
y todas requieren una apertura de caminos, caminos por los
cuales puedan andar sin
ninguna clase de tropiezo.
Es que se deben abrir caminos de santidad para todo y por todo
el pueblo; debe haber
iniciativas de nuevos caminos, nuevos horizontes, nuevas
esperanzas; por ello el texto
asegura: Pasad, pasad por las puertas! Abrid camino al pueblo!
Reparad, reparad el
camino, y limpiadlo de piedras! Izad pendn hacia los
pueblos!
La frase final resulta importante: Izad pendn hacia los
pueblos!, esto es, expandir las
posibilidades del Shalom a las naciones, no se trata de
abandonar la idolatra a nivel
interno, sino que se requiere de una apertura muy amplia, ms all
de las fronteras, donde
los cultos de pecado tambin sean cuestionados y abandonados de
forma definitiva.
En 63: 8 y 9 se exponen razones fundamentales para eliminar todo
tipo de culto de pecado,
en cuanto que es el propio Yahveh, Elohm quien est a favor del
pueblo; el texto afirma:
45
Albertz, R., Historia de la religin de Israel en tiempos del
Antiguo Testamento, 2 vols., Trotta, Madrid
1999. pp. 668 672; Brown-Fitzmyer. Nuevo Comentario Bblico San
Jernimo. Verbo Divino, 2004. pp. 431- 440. 46
Albertz, R., Historia de la religin de Israel en tiempos del
Antiguo Testamento, 2 vols., Trotta, Madrid
1999. pp. 672 675.
-
42
Dijo l: De cierto que ellos son mi pueblo, hijos que no engaarn.
Y fue l su Salvador en
todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ngel: l mismo en
persona los liber. Por
su amor y su compasin l los rescat: los levant y los llev todos
los das desde siempre.
El Seor es el mismo liberador, por ello es imprescindible
abandonar los cultos de pecado y
toda idolatra, para as entrar en el Shalom del Elohim amoroso y
perdonador. La figura del
rescate es significativa en este texto, en la medida en que
cuando el pueblo ya era un
esclavo irredimible, Yahveh mismo acta a su favor y lo compra al
dueo por el precio que
le pida, sin ninguna clase de reservas ni de regateo por la
compra: Elohm entreg todo lo
exigido por el anterior dueo de su pueblo y lo compr, lo liber
para s.
3.1.5 Abusar en las prcticas del ayuno47
.
ste constituye otro de los temas relacionados y comparativos
entre el Tercer Isaas y el
resto del Primer Testamento. Este ha sido un asunto que en la
vida espiritual de Israel se
haba tornado en prctica casi permanente por cuanto la
consideraban esencial como seal
de arrepentimiento, humillacin, dolor y confesin de pecado
delante de Elohm.
Sin embargo, era evidente que en muchas ocasiones el ayuno se
utilizaba como medio que
justificaba acciones de perversin, prevaricato, hurto y toda
suerte de pecado. Parece que el
Tercer Isaas ha sido testigo de los hechos actuales y conocedor
de la historia del pueblo en
relacin con este tema, y fija su atencin en la crisis que el
ayuno tiene en su
internalizacin por parte de la comunidad y sus repercusiones
sociopolticas y econmicas,
que, de paso, afectan todas las relaciones sociales y
comunitarias.
En este sentido, Tritoisaas se plantea el problema del ayuno
como una de las ms
profundas necesidades para resolver, en tanto que esta constitua
una de las prcticas que
requera ser transformada desde los mismos fundamentos.
47
Alonso Schkel, L., Los profeta, Cristiandad 1980. 355. Artola,
A.M., De la revelacin a la inspiracin,
Bilbao 1983.
-
43
La frase de 58: 3, Por qu ayunamos, si t no lo ves? Para qu nos
humillamos, si t no
lo sabes? - Es que el da en que ayunabais, buscabais vuestro
negocio y explotabais a
todos vuestros trabajadores, estara sugiriendo un conocimiento
de dos experiencias
vividas en tiempos de jueces y reyes, en la medida en que se
estaran recordando esos
eventos a manera de ejemplo, reflexin y redefinicin del ayuno en
su ms importante
esencia.
El primero, es el caso de 1 de Ry 21, en el cual se narra la
historia de Nabot, que es
despojado de su via por parte del rey Ajab y su esposa Jezabel;
ante el deseo, derecho y
respeto familiar de Nabot para negarse a vender su via, su
propiedad al rey Ajab, la
esposa de ste se inventa un ayuno con el cual manipula a los
lderes, elabora una trama
completa y con ella despoja de su via, de su propiedad a Nabot y
se la entrega al rey Ajab.
El segundo, tiene que ver con lo citado en Jeremas 36, que narra
la forma como otro rey,
Yoyaquim, rompe el rollo que contiene un mensaje de
arrepentimiento, confesin de
pecados y correccin del comportamiento, el cual haba sido ledo
por Baruc el da de
ayuno, pero que fue rechazado por el propio rey48
. El paralelo podra ser considerado aqu,
en cuanto que los personajes tienen elementos comunes: ambos
reyes; en los dos se
presente la muerte; juntos tienen como escenario el ayuno.
En esta direccin, Tritoisaas desafa a la comunidad en la toma de
acciones que tiendan a
la transformacin y perfeccin de las prcticas del ayuno, ms all
del rito, de la
ceremonialidad, de la legalidad, del cumplimiento por el
cumplimiento; de modo que el
ayuno que incl