EL PELICANO AUGUST STRINDBERG PERSONAJES La Madre El Hijo La
Hija El Yerno Margret ACTO PRIMERO Un saln. En el fondo una puerta
que da al comedor. Formando ochava, a la derecha, una
puerta-ventana que da a un balcn, Un secreter, un escritorio
pequeo, una chaise longue tapizada en pana roja, una mecedora.
Entra la madre, vestida de luto. Se deja caer en el silln y, de
cuando en cuando, escucha con inquietud. Se oye tocar en el piano
la Fantasa Impromptu, Opus 66, de Chopin. Margret, la cocinera,
entre por la puerta del fondo. LA MADRE: Cierra la puerta, por
favor. MARGRET: Est sola? LA MADRE: Cierra la puerta, por favor.
(Con un ademn.) Quin toca el piano? MARGRET: Qu noche horrible!
Viento, lluvia LA MADRE: Cierra la puerta, te lo ruego... No puedo
aguantar ms ese olor a fenol y abeto. MARGRET: Estaba segura. Por
eso le dije que deberan haber sacado, de aqu al seor
inmediatamente. LA MADRE.- Mis hijos queran que la ceremonia fnebre
se hiciera en casa. MARGRET: Por qu no se marchan de aqu? LA MADRE:
El propietario se opone. No podemos movernos... Estoy prisionera
entre estas cuatro paredes... En las otras piezas me ahogo.
MARGRET: Por qu? LA MADRE: Tantos recuerdos terribles! Y ese
olor...! Quin toca? Es mi hijo? MARGRET: S, s... su hijo. No se
halla a gusto en esta casa, est nervioso. Y tiene hambre, siempre
tiene hambre... Dice que nunca pudo comer hasta saciarse. LA
MADRE:' Toda su vida fue dbil, enfermizo; desde que naci. MARGRET:
Cuando se ha criado a un beb con mamadera, hay que darle despus una
alimentacin nutritiva. LA MADRE: Y qu? Le falt algo, acaso?
MARGRET: Faltarle precisamente, no. Pero usted se ingeniaba para
comprarle precisamente lo ms barato que poda encontrar, y lo peor.
. . (Pausa.) No se enva a un nio a la escuela con una taza de
achicoria y una rebanada de pan en el estmago. LA MADRE: Mis hijos
nunca se quejaron de la comida... MARGRET: Delante de usted, por
supuesto que no... No se atrevan... Pero cuando fueron ms grandes,
venan a la cocina y hablaban... LA MADRE: Nuestra situacin no era
brillante. MARGRET: Perdn, pero me consta, porque sali en el
diario, que el seor tena ingresos anuales de veinte mil coronas. LA
MADRE: Hace falta mucho dinero para vivir. MARGRET: Sin duda...
pero lo cierto es que los nios no son sanos. La seorita Gerda,
quiero decir, la seora Gerda no est completamente desarrollada... y
tiene veinte aos! LA MADRE: T siempre diciendo desatinos! MARGRET:
Claro, claro... (Pausa.) No quiere que encienda un poco la estufa?
Hace fro... LA MADRE: No, gracias. No somos tan ricos como para
quemar el dinero. MARGRET: Nuestro estudiante se pasa el da
tiritando. Para calentarse no le queda otro remedio que salir o
tocar el piano. LA MADRE: Siempre fue friolento. MARGRET: Me
gustara saber por qu... LA MADRE: Ten cuidado con lo que dices,
Margret! (Pausa.) Anda alguien al lado? MARGRET: Qudese tranquila,
nadie anda al lado... LA MADRE: Qu te imaginas? Que tengo miedo a
los fantasmas? MARGRET: No me imagino nada... Lo que s es que no me
quedar mucho tiempo en esta casa. Vine porque me cre llamada a
velar por los nios. Cuando vi cmo trataba a las criadas, quise
marcharme en seguida, pero no pude, o mejor dicho no me atrev...
Ahora que la seorita Gerda se ha casado, considero qu mi tarea est
cumplida. Se acerca la hora de mi liberacin, pero no ha sonado
todava. LA MADRE: De qu me ests hablando? El mundo entero sabe cmo
me sacrifiqu por mis hijos, cmo me consagr a mi hogar, cmo cumpl
con mis obligaciones... T eres la nica que se atreve a hacerme
reproches, pero no creas que vas a asustarme. Puedes irte si
quieres. Adems, no pienso tener criada si la joven pareja viene a
instalarse en el departamento... MARGRET: Le deseo que no le pese
algn da... Los hijos son ingratos por naturaleza, y a las suegras,
cuando no aportan dinero, nadie las soporta... LA MADRE: No te
preocupes... Pagar mi pensin y adems prestar algunos servicios. Por
otra parte, mi yerno no es un yerno como los otros... MARGRET.- De
veras? LA MADRE: De veras... No me trata como a una suegra, sino
como a una hermana, por no decir como a una amiga... (Margret hace
una mueca). LA MADRE: Me imagino lo que piensas. Es cierto, mi
yerno me gusta, as como no le gustaba a mi marido. Mi marido le
tena envidia; me aventurara a decir que estaba celoso de l... S, me
honraba con sus celos... y sin embargo no soy tan joven... Decas?
MARGRET: No deca nada. Me parece que viene alguien. Es su hijo,
tose... (Pausa.) No enciendo el fuego? LA MADRE: No vale la pena.
MARGRET: Esccheme! He pasado hambre, he pasado fro en esta casa,
todo logr soportarlo. Pero dme una cama, una verdadera cama. Estoy
vieja, cansada... LA MADRE: Elegiste bien el momento...
precisamente cuando piensas marcharte! MARGRET: SI, ya me olvidaba.
(Pausa.) Pero aunque sea por el honor de la casa, queme mi
camastro, queme esos trapos que cubrieron a un muerto... As, por lo
menos, pasar menos vergenza ante la que me reemplace, si viene
alguna. LA MADRE: No vendr ninguna. MARGRET: Y aunque viniera, no
se quedara... Vi desfilar cincuenta criadas por esta casa y ninguna
poda resistir. LA MADRE: Claro, eran mujerzuelas, como todas
ustedes. MARGRET: Muy amable... Pero ya le llegar su hora, a todos
les llega su hora... Nadie se salva! LA MADRE: Cundo vendr el da en
que me vea libre de ti? MARGRET: Pronto, muy pronto... Antes de lo
que se imagina. (Sale. Entra el hijo con un libro en la mano. Tose
y tartamudea ligeramente). LA MADRE: Cierra la puerta, por favor.
EL HIJO: Por qu? LA MADRE: Qu manera de contestar es sa! (Pausa.)
Qu quieres? EL HIJO: Puedo trabajar aqu? Hace tanto fro en mi
cuarto... LA MADRE: T ests siempre tiritando! EL HIJO: Cuando uno
est sentado, sin moverse, se siente ms el fro. (Finge leer, luego
bruscamente.) No terminaron el inventario todava? LA MADRE: A qu
viene esa pregunta? Hay que dejar pasar el perodo de duelo. No
sientes la muerte de tu padre? EL HIJO: S, pero... pero l est bien,
ahora. . . Y la paz de que goza despus de tantos sufrimientos no la
rob. Eso no impide que quiera conocer mi situacin, saber ' si podr
rendir mis exmenes sin tener que pedir dinero prestado. LA MADRE:
Tu padre no dej nada... nada, salvo deudas, tal vez EL HIJO: Pero
su comercio vala algo, no? LA MADRE: No hay comercio que valga
cuando no se tiene un negocio instalado ni mercadera... Comprendes?
EL HIJO (tras un instante de reflexin): Y la firma, el nombre, los
clientes? LA MADRE: Los clientes no se venden... (Pausa.) EL HIJO:
Sin embargo, es lo que o decir. LA MADRE: No habrs ido a consultar
a un abogado, eh? (Pausa.) Es as como guardas duelo por tu padre?
EL HIJO: No, as no. Pero cada cosa tiene su importancia, (Pausa.)
Dnde estn mi hermana y mi cuado? LA MADRE: Esta maana regresaron de
su viaje de bodas; se alojaron en una pensin. EL HIJO: All al menos
podrn comer. LA MADRE: No sabes hablar de otra cosa que de comer...
Alguna vez has tenido quejas de la comida que te he dado? EL HIJO:
No, no... LA MADRE: Dime una cosa: en los ltimos tiempos, cuando
tuve que separarme de tu padre y viviste slo con l, nunca te habl
de sus negocios? EL HIJO (Finge estar absorto en la lectura): Que
yo recuerde, no, nada especial... LA MADRE: Entonces, cmo te
explicas que no haya dejado absolutamente nada? Estos ltimos aos
ganaba veinte mil coronas anuales. EL HIJO: No estoy enterado de
los negocios de mi padre. Pero deca que le costaba mucho mantener
la casa; adems, haca poco que se haban cambiado todos los muebles.
LA MADRE: As que deca eso? No tendra deudas? EL HIJO: No s...
(Pausa.) Tena deudas, pero las pag. LA MADRE: A dnde fue a parar
entonces el dinero? Dej testamento? A m me odiaba; en varias
ocasiones lleg a amenazarme con echarme a la calle... (Pausa.) Ser
posible que haya depositado sus ahorros en otra parte? EL HIJO
(cortante): No s. (Pausa.) No, es imposible! LA MADRE (prestando
atencin): Me parece que caminan al lado. EL HIJO (fro): No oigo
nada. LA MADRE: Estoy agotada... Tantos disgustos, el entierro,
todas esas historias... A propsito, sabrs sin duda que tu hermana y
tu cuado van a ocupar el departamento; tendrs que buscarte una
habitacin en el centro. EL HIJO: S, ya lo s. LA MADRE: No te gusta
tu cuado? EL HIJO: No me resulta simptico. LA MADRE: Sin embargo es
un buen muchacho y, adems, muy capaz. Deberas quererlo, se lo
merece. EL HIJO: Yo tampoco le soy simptico. Adems, se port mal con
pap. LA MADRE: Quin tuvo la culpa EL HIJO: Pap no era malo. LA
MADRE: No era malo? EL HIJO (bruscamente): Ahora s, creo que
caminan al lado. LA MADRE: Enciende las luces, dos, nada ms que
dos. (El hijo enciende las luces. Larga pausa.) No quieres colgar
en tu cuarto ese retrato de tu padre? (Le muestra un retrato
colgado en la pared.) S, se. EL HIJO: Por qu? LA MADRE: Porque a m
no me gusta. (Pausa.) Tiene una expresin tan hostil en la mirada!
EL Hijo: No me parece. LA MADRE: Llvatelo, entonces. Si te gusta,
es tuyo. Te corresponde a ti. EL HIJO (descuelga el cuadro): Muy
bien. Pausa. LA MADRE: Espero a Axe1 y Gerda. Deseas verlos? EL
Hijo: No tengo ganas... Prefiero volver a mi cuarto. Podra encender
la estufa? LA MADRE: No somos tan ricos como para quemar el dinero.
EL HIJO (violentamente): Hace diez aos que vengo oyendo ese
estribillo! Sin embargo ramos ricos para hacer ridculos viajes al
extranjero y darnos tono comiendo en restaurantes de lujo donde una
cena costaba cien coronas. Cien coronas! Por ese precio se pueden
comprar cuatro canastos de lea Cuatro canastos por una sola cena!
LA MADRE: Tonteras! EL HHIJO: Haba algo en casa que no andaba bien.
Pero ahora todo va a cambiar. Arreglaremos las cuentas. LA MADRE:
Qu quieres decir? EL HIJO: Quiero decir que el inventario y lo
dems. . . LA MADRE Lo dems? EL HIJO: Las deudas, los negocios en
suspenso... LA MADRE: Ah, s? EL HIJO (tras una pausa): Puedo
comprarme un poco de ropa? LA MADRE: Cmo puedes tener la audacia de
plantear semejantes cuestiones en un momento como ste? Sera mejor
que fueras a ganarte algunas coronas... EL HIJO: Ya ganar todas las
coronas que necesite cuando haya rendido mis exmenes. LA MADRE: En
ese caso pide prestado, como hace todo el mundo. EL HIJO: Quin
querr prestarme? LA MADRE (agria): Los amigos de tu padre. EL HIJO:
No tena amigos. Un hombre excepcional no puede tener amigos, pues
no hay amistad sin admiracin recproca. LA MADRE: Qu sabio ests!
Quin te ense tan hermosos pensamientos? Tu padre? EL HIJO: S, era
un hombre inteligente, pese a las locuras que cometa a veces. LA
MADRE: Escuchen eso! (Pausa.) En vez de hablar tanto podras ir
pensando en casarte. EL HIJO: Casarme yo? Muchas gracias! Mantener
a una mujer para diversin de los solteros? Convertirme en el sostn
legal de alguna mujerzuela, darle armas, voluntariamente, a la que
dice ser la amiga del alma y que es, en realidad, la peor enemiga?
No, me guardar muy bien de hacerlo. LA MADRE: Las cosas que tengo
que or! Vuelve a tu cuarto. Ya te he visto bastante. (Pausa.) Podra
apostar que bebiste. EL HIJO: Claro que beb. Me veo obligado a
beber para calmar mi tos y, sobre todo, para no sentir el hambre
que me aguijonea. LA MADRE: Otra vez la comida, eh? Tan mala es? EL
HIJO: No dira que es precisamente mala, sino liviana, liviana como
el aire. LA MADRE: Puedes irte de una vez. EL HIJO: O bien sazonada
con tanta pimienta que en lugar de aplacar el hambre lo excita. Es
muy sencillo: se tiene la sensacin de absorber aire condimentado.
LA MADRE: Palabra, de honor, ests borracho! Borracho perdido! Vete
ya! EL HIJO: Est bien, me voy. Tena que decirte unas cuantas cosas
ms, pero por hoy basta. Est bien. (Sale. La madre, -muy agitada, se
pasea de un lado a otro de la habitacin y abre y cierra los
cajones. Entra bruscamente el Yerno.) LA MADRE (a afectuosamente):
Axel, al fin! Te esperaba con tanta impaciencia! Pero, dnde est
Gerda? EL YERNO: Vendr ms tarde. Y t, cmo ests? Alguna novedad? LA
MADRE: Sintate. Tengo que hacerte varias preguntas. No nos vernos
desde la noche del casamiento... Por qu volvieron tan pronto?
Pensaban permanecer afuera una semana y hace apenas tres das que se
marcharon. EL YERNO: S, el tiempo nos pareca muy largo. Cuando dos
personas se han dicho todo lo que tenan que decirse, la soledad se
hace pesada. Adems, estbamos tan acostumbrados a tu presencia que
realmente nos faltabas. LA MADRE: De veras? (Pausa.) S, s, nosotros
tres siempre nos entendimos muy bien, siempre, a travs de todas las
tormentas. Y me atrevera a afirmar que he sido til. EL YERNO: Gerda
es una nia, no comprende nada de la vida: est llena de prejuicios;
adems, es obstinada, se encarniza con todo. . LA MADRE: Y qu te
pareci la boda? EL YERNO: Un xito, todo un xito. Y a ti, qu te
pareci el poema?LA MADRE: Te refieres al poema que me dedicaste?-
Qu puede parecerme? Creo que jams suegra alguna recibi semejante
homenaje para la boda de su hija. Ese pelcano que da su sangre para
alimentar a sus hijos... Sabes que llor? EL YERNO: S, primero
lloraste, pero despus no te perdiste una sola pieza; Gerda estaba
casi celosa de ti... LA MADRE: Bah! Estoy acostumbrada. (Pausa.)
Quera que me vistiera de negro, por el duelo, pero no le hice caso:
Bueno sera que tuviera que someterme a los caprichos de mis hijos!
EL YERNO: Tienes razn (Pausa.) Figrate que Gerda pierde
completamente la cabeza a la menor mirada que le dirijo a otra
mujer. LA MADRE: De veras? Pero no son felices ahora que estn
juntos? EL YERNO: Qu quiere decir, felices? LA MADRE: Ah,
comprendo! Ya se pelearon! EL YERNO: Ya? No hacamos otra, cosa
cuando estbamos de novios. Y ahora que me vi obligado a -presentar
mi renuncia, que no soy ms que un oficialito de reserva, las cosas
se han puesto peor todava. S, por raro que parezca desde que me
reintegr a la vida civil parece que me tuviera menos apego. LA
MADRE: Por qu no usas el uniforme? Quieres que te diga la verdad?
As, vestido de civil, me cuesta reconocerte. Eres realmente otro
hombre. EL YERNO: Slo me est permitido usar el uniforme cuando
estoy de servicio y para los desfiles. LA MADRE: Permitido? EL
YERNO: S, es el reglamento. LA MADRE: Pobre Gerda! Estaba de novia
con un teniente y de pronto se encuentra casada con un oficinista.
EL YERNO: Qu quieres que haga? Hay que vivir. (Cambia de tono.) A
propsito, cmo va el asunto del dinero? LA MADRE: Francamente, no s
nada. Pero empiezo a desconfiar de Fredrik. EL YERNO: Qu quieres
decir? LA MADRE: Esta tarde me habl otra vez en trminos muy
extraos. EL YERNO: Es un imbcil. LA MADRE: Los imbciles de esa
ndole suelen ser muy ladinos. No me sorprendera que hubiera un
testamento oculto o dinero escondido en alguna parte. EL YERNO:
Hiciste tus pesquisas? LA MADRE: Registr todos los cajones. EL
YERNO: Los del muchacho tambin? LA MADRE: Naturalmente. Y todos los
das reviso su papelera; lo sorprend escribiendo cartas que luego
rompe y arroja al canasto. EL YERNO: Eso no interesa. (Pausa.)
Examinaste bien el secreter del viejo? LA MADRE: Por supuesto. EL
YERNO: A fondo? Con mtodo? Todos los cajones? LA MADRE: Todos los
cajones. EL YERNO: Los secreters tienen cajones secretos. LA MADRE
(turbada): No se me ocurri EL YERNO: Entonces habr que empezar de
nuevo. Vamos a inspeccionarlo juntos. LA MADRE: Imposible, estn los
sellos, los sellos del inventario. EL YERNO: Bah! Ya nos
arreglaremos. LA MADRE: No, no podernos hacerlo. EL YERNO: Te digo
que s. Con desmontar la tabla del fondo... El secreto siempre lo
colocan all. LA MADRE: Harn falta herramientas... EL YERNO: No,
djalo por mi cuenta. LA MADRE: Est bien, pero que Gerda no se
entere. EL YERNO: Por supuesto, si no ira a contrselo en seguida al
hermanito. LA MADRE (cierra la puerta con llave): Cierro, es ms
seguro. EL YERNO (examina el fondo del secreter): Vaya! Ya pas
alguien por aqu. Desprendieron el fondo. Mira, puedo introducir la
mano. LA MADRE (perdiendo la cabeza): Es ese muchacho, estoy
segura, segura de que es l... Te das cuenta que mis sospechas...?
Date prisa, oigo pasos. EL YERNO: Aqu hay papeles. LA MADRE: Date
prisa, que viene alguien! EL YERNO: Un sobre! LA MADRE: Es Gerda...
Dame los papeles, rpido! EL YERNO (le entrega a la madre un sobre
grande): Toma,' escndelo! (Se oyen forcejeos en la puerta, luego
golpes suaves.) Por qu se te ocurri cerrar con llave? Estamos
perdidos. LA MADRE: Cllate! EL YERNO: Eres una estpida! Abre,
abre... no, deja, abrir yo. Aprtate de ah. (Empuja a la madre y
abre la puerta. Entra Gerda. ) GERDA (confusa): Por qu se
encerraron? LA MADRE: Querida! No me saludas? No nos vemos desde la
noche de la boda. Tuvieron un viaje agradable? Vamos, cuntame, y no
me mires con ese azoramiento. GERDA (se sienta, deprimida): Por qu
se encerraron? LA MADRE: Porque la puerta se abre sola y estoy
cansada de pedirle cada uno que entra que la cierre... (Pausa.) Qu
les parece si hablamos un poco de su instalacin? Porque vivirn aqu,
verdad? GERDA: Qu otra cosa podemos hacer? Adems, me da lo mismo.
Qu opinas, Axel? EL YERNO: Podemos vivir aqu perfectamente... nos
llevamos muy bien. GERDA: Pero, dnde se instalar mam? LA MADRE: En
esta pieza, hijita. Har colocar una cama y... EL YERNO: No pensars
poner una cama en medio del saln, querida... GERDA (se sobresalta
al or la ltima palabra): Hablas conmigo? EL YERNO (turbado, muy
rpido): Quise decir... mam... En fin, de una manera u otra ya nos
arreglaremos. Cada uno pondr el hombro, y con lo que pagar tu mam
podremos vivir muy bien. GERDA (con el rostro tranquilizado): Y as
me ayudar un poco en las tareas de la casa... LA MADRE: Encantada,
querida, pero que no tenga que lavar los platos... GERDA: Los
platos? Qu ocurrencia...! Por otra parte, lo nico que pido es tener
a mi marido para m sola. No quiero que lo miren las dems... como
hacan todas en el hotel, todas; por eso tuvimos que acortar el
viaje... Pobre de aquella que intente robrmelo! LA MADRE: Ahora
podramos ir ordenando los otros cuartos. EL YERNO (clava la mirada
en la madre): Gerda puede comenzar por ste. GERDA: No quiero
quedarme sola. Hasta que no estemos completamente instalados no me
sentir tranquila. EL YERNO: Parece que las seoras tienen miedo de
la oscuridad! Est bien! Iremos los tres juntos. (Salen. La escena
queda sola, Afuera sopla el viento. La puerta del fondo empieza a
golpear. Los papeles del secreter revolotean por la pieza. El
viento sacude violentamente la planta que est sobre la repisa. Se
desprende la fotografa de la pared y cae al piso. Se oye al hijo
que grita- "Mam!" y luego: "Cierra la ventana! La mecedora se
balancea. Entra la madre como loca. Viene leyendo un papel.) LA
MADRE: Qu ocurre? El silln se mueve! EL YERNO (Entra tras ella): Qu
tienes? Qu papel es se? Djame que lo lea. Es el testamento? LA
MADRE: Cierra la puerta. Este viento nos va a llevar... Pero tuve
que abrir una ventana, por el olor... (Pausa.) No, no es el
testamento, es una carta que dej para el muchacho, en la que nos
calumnia a ti y m. EL YERNO: Dmela, quiero - leerla. LA MADRE: No,
te hara dao... La romper. Tuvimos suerte de que no cayera en sus
manos! (Arruga la carta y la arroja en la estufa.) Sale de su tumba
y habla. No ha muerto. Cmo podr vivir aqu...? Escribe que yo lo
asesin. No es cierto! Muri de congestin, el mdico lo certific... Y
dice otras cosas, pero son mentiras, puras mentiras! Me acusa de
haber causado su ruina...! Escucha. Axel, haz algo, lo que quieras,
para que podamos dejar este departamento cuanto antes. No puedo
quedarme aqu, no puedo ms! Promteme que... Mira el silln! EL YERNO:
Es la corriente de aire. LA MADRE: Llvanos de esta casa! Promteme.
EL YERNO: Imposible... Ustedes me deslumbraron con esa herencia que
no existe y ca en la trampa... De no haber contado con ella no me
habra casado., Ahora, habr que tomar las cosas como son y t tendrs
que considerarme como un yerno decepcionado y arruinado. Si
queremos vivir debemos entendernos, hacer economas, y t nos
ayudars. LA MADRE: Con otras -palabras, quieres que sea sirvienta
en mi propia casa. No te creas que podrs obligarme. EL YERNO: La
necesidad dicta la ley. LA MADRE: Crpula! EL YERNO: Basta,
vejestorio! LA MADRE: Yo, sirvienta tuya? EL YERNO: As aprenders,
en carne propia, cmo vivieron tus sirvientas. Pasaron hambre,
pasaron fro. Pero no te quejes, t te salvars de eso. LA MADRE: S,
tengo mi renta vitalicia... EL YERNO: Que no servira para vivir en
una bohardilla, pero que puede servir, aqu, para pagar el alquiler,
si obramos con cordura. Y si ustedes dos no quieren entrar en razn
me marcho. LA MADRE: Seras capaz de abandonar a Gerda...! Entonces,
nunca la amaste! EL YERNO: Nadie puede saberlo mejor que t... t que
la desalojaste de mi corazn, que la excluiste de todas partes,
salvo del dormitorio... Y si llegara a tener un hijo, tambin se lo
arrebataras... No sabe nada todava, no comprende nada; pero est
empezando a despertar de su sueo de sonmbula. Ten cuidado, porque
el da que abra los ojos... LA MADRE: Axel, tenemos que
entendernos... No debemos separarnos. Ya no puedo vivir sola...
Acepto todo, todo, pero la chaise-longue, eso no! EL YERNO: Tendrs
que aceptarla. No pienso arruinar este departamento instalando aqu
un dormitorio. Ests advertida. LA MADRE: Entonces, dame otra pieza.
EL YERNO: No hay ninguna disponible. Adems, sta es muy bonita. LA
MADRE: Bonita! Un verdadero mostrador de carnicera, chorreando
sangre! EL YERNO: Basta de tonteras! Si no te gusta, puedes elegir
la bohardilla, la soledad y, cuando llegue el momento, el asilo de
ancianas. LA MADRE: Me rindo. EL YERNO: Haces bien. LA MADRE (Tras
una pausa): Te das cuenta! Escribirle a su hijo que yo lo asesin!
EL YERNO: Hay muchas maneras de asesinar a la gente y la tuya
ofrece al menos la ventaja de no caer en el mbito de la justicia.
LA MADRE: La ma? Por qu no dices la nuestra? Tambin t contribuiste
a enfurecerlo, a empujarlo a la desesperacin. EL YERNO: Se cruz en
mi camino y no quiso apartarse. Tuve, que empujarlo. LA MADRE: Lo
nico que te reprocho es que me hayas alejado de mi hogar... Nunca
olvidar aquella noche, la primera que pasamos en tu casa; estbamos
sentados a la mesa, dispuesta como para una fiesta, y omos, a lo
lejos, del lado de los terrenos pantanosos, gritos horribles que
parecan venir de una crcel o de un manicomio... Recuerdas? Era l:
vagaba por el tabacal, en plena noche, bajo la lluvia, aullando su
dolor, clamando por su mujer y su hijo. EL YERNO: A qu viene hablar
de eso ahora? Adems, cmo sabes que era l? LA MADRE: Lo dice en la
carta. EL YERNO: Qu puede importarnos? El tampoco era un ngel. LA
MADRE: No, por supuesto. Pero tena sentimientos humanos; s, ms que
t. EL YERNO: Parecera que tus simpatas cambiaron de destinatario.
LA MADRE: No te enojes! Tenemos que mantener la paz entre nosotros.
EL YERNO: Tenemos que mantenerla, s. Estamos condenados a eso...
(Se oyen gritos roncos que vienen de afuera.) LA MADRE: Oyes? Quin
es? El? EL YERNO: Quin, l? (La madre presta atencin.) Quin est ah?
Ah! Es el muchacho! Seguro que bebi otra vez. LA MADRE: Es Fredrik?
Eran sonidos tan... como si... Me parece. .. No puedo soportar
ms... Qu le ocurre? EL YERNO: Ve a ver. (Pausa.) Est completamente
borracho, ese animal! LA MADRE: Cmo puedes hablar as? No olvides
que es mi hijo. EL YERNO: Si, tu hijo. (Saca su reloj de bolsillo.)
LA MADRE: Por qu miras la hora? No te quedas a cenar? EL YERNO: No,
gracias. No estoy acostumbrado a beber t aguado y a comer anchoas
rancias... y papillas. Adems, tengo una reunin. LA MADRE: Qu
reunin? EL YERNO: Son asuntos que no te conciernen... Supongo que
no tendrs la intencin de hacerte la suegra. LA MADRE: Pero vas a
abandonar a tu mujer la primera noche que pasan en casa? EL YERNO:
Tampoco se es asunto de tu incumbencia. LA MADRE: Ahora veo qu me
espera y qu les espera a mis hijos! Parece que lleg el momento de
quitarse las mscaras. EL YERNO: S, lleg el momento. FIN DEL PRIMER
ACTO ACTO SEGUNDO (Se oye "La Berceuse de Jocelyn de Godard, Gerda
est sentada frente al escritorio. Largo silencio. Entra el hijo.)
EL HIJO. Ests sola? GERDA: S, mam est en la cocina. EL HIJO: Y
Axel, dnde est? GERDA: En una reunin... Sintate, Fredrik,
conversemos un rato. Quieres hacerme compaa? EL Hijo (se sienta):
Tengo la impresin de que nunca con versamos mucho juntos. Nos hemos
evitado constantemente, como si no tuviramos nada en comn. GERDA:
Siempre tomabas partido por pap, y yo por mam. EL HIJO: Quiz
cambien las cosas ahora... Conocas bien a pap? GERDA: Qu
pregunta...! (Pausa.) A decir verdad, lo vea con los ojos de mam.
EL HIJO: Pero pudiste ver que te quera? GERDA: Por qu quiso
entonces impedir mi noviazgo y luego romperlo? EL HIJO: Porque le
pareca que ese hombre no era el apoyo que necesitabas. GERDA: De
cualquier modo fue bien castigado cuando mam lo dej. EL HIJO: Quin
la instig a hacerlo, tu marido? GERDA: Mi marido y yo. Era
necesario que pap experimentara en carne propia qu significa una
separacin, ya que tanto insista en separarme de mi novio. EL HIJO:
Eso acort su vida... Sin embargo, slo quera tu bien, puedes
creerme. GERDA: T que permaneciste a su lado, cuntame, qu deca? Cmo
tom las cosas? EL HIJO: No sera capaz de describir sus
sufrimientos. GERDA: Y qu deca de mam? EL HIJO: Nada. Pero puedo
asegurarte que despus de todo lo que vi, jams me casar. (Pausa.)
Eres feliz, Gerda? GERDA: -Naturalmente. Cuando una mujer tiene el
marido que deseaba, es feliz. EL HIJO: Por qu te ha dejado sola la
primera noche que pasan en casa? GERDA: Negocios... tiene una
reunin. EL HIJO: En el restaurante? GERDA: Qu quieres decir...? EL
HIJO: Cre que lo sabas. GERDA (llora, con la cabeza entre las
manos) Dios mo! Dios mo! EL HIJO: Perdname, te he hecho dao. GERDA:
Oh, s! Tanto dao! Quisiera morir! EL HIJO: Por qu acortaron el
viaje de bodas? GERDA: Mi marido estaba inquieto... por sus
negocios. Adems, extraaba a mam. S, no pudo pasarse sin ella. Gerda
y el hijo se miran fijamente. EL HIJO: De veras? (Pausa.) Fue
agradable el viaje? GERDA: Por supuesto. EL HIJO: Sabes muy bien qu
curiosa es mam; nadie utiliza el telfono mejor que ella. GERDA:
Cmo? Nos espi? EL HIJO: Es su costumbre... En este momento ha de
estar detrs de alguna puerta escuchando nuestra conversacin. GERDA:
Siempre piensas mal de mam! EL HIJO: Y t siempre piensas bien! Cmo
es posible? Sin embargo sabes perfectamente quin es. GERDA: No, no
quiero saberlo. EL HIJO: No quieres saberlo? Eso es otra cosa...
Tendrs algn inters en... GERDA: Calla! Ya s que vivo como una
sonmbula, pero no quiero despertar. No podra seguir viviendo. EL
HIJO: Te figuras que no vivimos todos como sonmbulos...? T sabes
que estudio derecho. Leyendo las actas de los procesos comprob que
hay muchos criminales que no pueden explicar cmo ocurrieron las
cosas... Crean hallarse en el buen camino hasta el momento en que,
sorprendidos, despertaron. Es indudable que no obraban en sueos,
pero estaban dormidos. GERDA: Djame dormir. S que me despertar,
pero que sea lo ms tarde posible. Oh, todas esas cosas que no
conozco, que slo presiento! Recuerdas, cuando ramos nios...? La
gente afirma que somos malos cuando lo que decimos es verdad. ..
"Qu mala eres", me decan cada vez que yo sostena que algo malo era
malo. Entonces aprend a callar... y me elogiaron por mis buenos
modales. Despus aprend a decir lo que no pensaba. En ese momento ya
estaba preparada para hacer mi entrada en el mundo! EL Hijo: Es
cierto que debe correrse un velo sobre las flaquezas y los defectos
del prjimo, pero de ah a la hipocresa y la adulacin hay un solo
paso. Es difcil saber cmo comportarse. . . Sin embargo, hay- veces
en que tenemos la obligacin de decir lo que pensamos. GERDA: Basta!
EL HIJO: Est bien, me callo. Pausa. GERDA: No, es mejor que hables,
pero de esas cosas no! Tus pensamientos atraviesan el silencio y
llegan a mis odos... Cuando las personas se encuentran reunidas,
hablan indefinidamente para disimular sus pensamientos, y tambin
para olvidar, para aturdirse. Quieren saber todo, todo lo que
concierne a los otros, pero tienen buen cuidado de ocultar sus
propios -asuntos. EL HIJO: Mi pobre Gerda! GERDA: Sabes qu es lo
que duele ms? (Pausa.) Comprender el vaco de la mayor felicidad. EL
HIJO: Esta vez s que has hablado! GERDA: Tengo mucho fro. Enciende
un poco la estufa. EL HIJO: Tambin t eres friolenta? GERDA: Siempre
tuve hambre y fro. EL HIJO: De veras? Es muy curioso lo que ocurre
en esta casa... Si traigo lea tendremos escenas durante una semana.
GERDA: Tal vez queden algunos leos en la estufa... Mam siempre pona
algunos para hacernos creer... EL HIJO (abre la estufa): Tienes
razn, hay trozos de lea (Pausa.) Pero qu es esto? Una carta... toda
arrugada. Puede servir para encender el fuego. GERDA: Deja,
Fredrik, no enciendas. No me siento con fuerzas para tener
historias... Ven, sintate conmigo, sigamos conversando. (El hijo se
sienta y pone la carta sobre la mesita. Pausa.) GERDA: Sabes por qu
pap odiaba tanto a mam? EL HIJO: S! Tu Axel vino a quitarle su
esposa y su hija y l se qued completamente solo. Adems, pap advirti
que el' yerno era mejor atendido que l en la mesa, y ustedes tres
se encerraban en el saln para hacer msica, para leer... No pudo
soportar esas cosas... Se senta relegado, un extrao en su propio
hogar. Desde entonces, tom la costumbre de ir al caf. GERDA: No
sabamos lo que hacamos... Pobre pap! Es una dicha tener padres cuyo
nombre y reputacin son invulnerables; podemos estarles
agradecidos... Recuerdas sus bodas de plata? Los discursos que
pronunciaron en su honor! Los poemas que les dedicaron! EL HIJO:
Recuerdo... pero me parecieron grotescos tantos festejos, como si
hubieran sido un matrimonio feliz, despus de la vida de perros
que... GERDA: Fredrik! EL HIJO: Qu quieres? Es ms fuerte que yo.
Sabes perfectamente qu vida llevaron. No te acuerdas... cuando mam
intent arrojarse por la ventana y hubo que sujetarla? GERDA: Calla!
EL HIJO: Algn motivo habr existido, pero no lo sabemos.... Despus
de la separacin, cuando sacaba a pasear a pap, muchas veces tuve la
impresin de que quera hablar, pero las palabras moran en sus
labios... Algunas noches sueo con l. GERDA: Yo tambin... Pero
cuando se me aparece en sueos, es un hombre de treinta aos... Me
mira afectuosamente, su mirada encierra algn significado, pero no
logro comprenderlo... Algunas veces, tambin est mam. Y l no se
enoja con ella porque la quiere, pese a todo. S, la quiso hasta el
final. Recuerdas la noche de las bodas de plata. . .? Cmo le habl,
cmo le agradeci, pese a todo... EL HIJO: Pese a todo... Es mucho
decir, y poco a la vez. GERDA: S, pero todo era tan hermoso! Y
adems, no se puede negar que llevaba muy bien la casa. EL HIJO: Ese
es precisamente el quid de la cuestin. GERDA: No entiendo. EL HIJO:
Ah, cmo se apoyan, ustedes las mujeres! Basta que se mencione el
manejo de la casa, para que todas, todas estrechen filas. Una
verdadera masonera! Interrogu incluso a la vieja Margret, con quien
me entiendo muy bien, acerca de la situacin de la casa. Le pregunt
por qu jams se come a satisfaccin aqu; pero inmediatamente esa
vieja charlatana enmudeci. Enmudeci y se enfad... Puedes explicarme
su actitud? GERDA: No. EL HIJO: Veo que t tambin formas parte de
esa masonera. GERDA: No comprendo qu quieres decir. EL HIJO: A
veces me pregunto si pap no fue vctima de esa sociedad que sin duda
lleg a descubrir. GERDA: Hay ocasiones en que hablas como un loco.
EL HIJO: Recuerdo que pap sola emplear, bromeando, estas palabras:
"sociedad secreta". . . Pero en los ltimos tiempos ya no las
empleaba. GERDA: Qu fro hace aqu! Un fro sepulcral... EL HIJO: Voy
a encender el fuego, y que pase lo que pase. (Toma la carta
distrado, pero poco a poco su mirada se fija en ella y comienza a
leer.) Qu es esto? (Pausa.) "A mi hijo. . . La letra de pap!
(Pausa.) As que era para m? Sigue leyendo, despus se deja caer
sobre una silla, Pero sin abandonar la lectura. GERDA: Qu ests
leyendo? Qu es? EL HIJO: Es horrible! (Pausa.) Es horrible,
espantoso. GERDA: Qu ocurre? Dime, habla! EL HIJO (Tras una Pausa):
No puedo ms! (Dirigindose a Gerda.) Es una carta que me escribi
pap. (Pausa.) Ahora soy yo quien despierta! (Se echa sobre la
chaise-longue aullando de dolor y guarda la carta en su bolsillo.)
GERDA (se arrodilla junto a l): Qu tienes, Fredrik? Dime qu tienes!
Hermanito, ests enfermo? D algo! EL HIJO: Cmo podr vivir en
adelante? GERDA: Pero cuntame... EL HIJO: Es increble! (Se
levanta.) No, no puede mentir. No se puede mentir cuando se habla
del fondo de la tumba. GERDA: Quiz lo haya engaado su imaginacin
enferma. EL HIJO: La sociedad secreta! ... Aqu est otra vez!
Siempre ella! (Pausa.) Est bien, voy a hablar. Escucha! GERDA: Creo
que lo s todo por anticipado y, al mismo tiempo, me resisto a
creerlo. EL HIJO: Es porque no quieres creer; y sin embargo, es la
verdad. La que nos dio a luz era una vulgar ladrona. GERDA: No! EL
HIJO: Robaba el dinero de las compras; falsificaba las cuentas.
Compraba a bajo precio y se quedaba con el excedente. Por la maana,
coma en la cocina y, para nosotros, haca recalentar las sobras.
Descremaba la leche. Por eso estamos mal desarrollados, por eso
siempre estuvimos enfermos y hambrientos. Tambin robaba el dinero
de la lea; por eso nos hemos pasado la vida tiritando. Pap descubri
sus ardides; le hizo una advertencia; ella prometi enmendarse, pero
continu e incluso se perfeccion. Sus ltimos hallazgos: la soya y la
pimienta de Cayena. GERDA: No creo una palabra! EL HIJO: Ahora, te
dir lo peor! Tu marido, Gerda, es un canalla; nunca te am, porque
amaba a tu madre. GERDA: Oh! EL HIJO: Pap se dio cuenta. Entonces,
como tu novio le sacaba dinero a nuestra madre, el miserable, para
ocultar su juego, pidi tu mano. Eso, a grandes lneas; completa t el
cuadro. GERDA (llorando): Ya lo saba, pero inconscientemente lo
rechazaba; no habra podido soportarlo. EL HIJO: Qu hacer para
salvarte del envilecimiento? GERDA: Partir, partir muy lejos. EL
HIJO: Adnde? GERDA: No s EL HIJO: Entonces debemos esperar y ver el
giro que toman los acontecimientos. GERDA: Una hija siempre est
desarmada frente a su madre, porque es sagrada.EL HIJO: Cuntaselo a
otros! GERDA: No hables as! EL Hijo: Es astuta como un animal, pero
su egosmo suele cegarla. GERDA: Entonces huyamos. EL HIJO: Es fcil
decirlo! No, nos quedaremos hasta que ese canalla la eche a la
calle... Shhht... Creo que viene... Sht! Y ahora, Gerda, somos
nosotros quienes formaremos nuestra masonera. Te dar el santo y
sea: l te peg la noche de bodas! GERDA: Recurdamelo a menudo,
porque sera capaz de olvidarlo. Y quisiera tanto olvidar! EL HIJO:
Nuestra vida est destrozada. No tenernos a nadie a quien respetar,
nada hacia lo cual levantar los ojos. Si debemos obstinarnos en
vivir, es slo para rehabilitar a nuestro padre. GERDA: Y para que
se haga justicia. EL HIJO: No digas justicia, d ms bien venganza!
(Entra el yerno.) GERDA (representando una comedia): Hola! Cmo te
fue en la reunin? Todo bien? EL YERNO: Se posterg. (Pausa.) GERDA:
T vas a hacerte cargo de la casa ahora? EL YERNO: Ests muy alegre
esta noche! Es verdad que Fredrik es un compaero muy agradable.
GERDA: Estuvimos jugando a los masones. EL YERNO: Es un juego muy
peligroso! EL HIJO: En ese caso, jugaremos a la vendetta. EL YERNO
(desagradablemente impresionado): Los noto muy raros. Se puede
saber qu les pasa? Acaso tienen algn secreto? GERDA: Por qu no? T
tambin tienes secretos y te los guardas. (Burlona.) O no tienes
secretos? EL YERNO: Qu ha ocurrido? Vino alguien? EL HIJO: Gerda y
yo nos volvimos espiritistas. Recibimos la visita de un fantasma.
EL YERNO: Basta de bromas, o voy a perder la paciencia... Aunque,
en honor a la verdad, Gerda, no te sienta mal un poco de alegra.
Ests tan tristona de costumbre! (Quiere palmearle la mejilla, pero
ella se esquiva.) Tienes miedo de m? GERDA: En absoluto. Hay
sentimientos que se parecen al miedo y que, sin embargo, son el
polo opuesto. Hay gestos que expresan mucho ms que las muecas; y
hay palabras qu pueden disfrazar lo que ningn gesto y ninguna mueca
son capaces de revelar... (El yerno, estupefacto, tamborilea con
los dedos sobre un estante. El hijo se levanta de la mecedora, que
sigue mecindose hasta la entrada de la madre.) EL HIJO: Paso a
nuestra madre que llega con la papilla! EL YERNO: Pero qu? (Entra
la madre. Al ver que el silln se balancea se sobresalta.) LA MADRE:
Vienen a comer la papilla? EL YERNO: No, gracias. Si es de avena,
dsela a tus perros. Si es de centeno, puedes hacer una cataplasma y
aplicarla sobre tu fornculo. LA MADRE: Somos pobres. Debemos hacer
economas... EL YERNO: Nadie es pobre con veinte mil coronas de
renta anual. EL HIJO: S, cuando se presta dinero a los malos
pagadores. EL YERNO: Qu significa esto? Est loco este muchacho? EL
HIJO: Tal vez lo estuve. LA MADRE: Vienen de una vez? GERDA: Vamos,
vamos. nimo, seores, voy a ofrecerles un bistec! LA MADRE: T?
GERDA: S, yo. En mi casa! LA MADRE: Con que sas tenemos! GERDA (con
un ademn hacia la puerta): Seores, srvanse pasar... EL YERNO (a la
madre): No entiendo nada. LA MADRE: Aqu hay gato encerrado. EL
YERNO: As, parece. GERDA: Srvanse pasar, seores! Se dirigen hacia
la puerta. LA MADRE (al yerno): Notaste que la mecedora se
balanceaba? Su mecedora... EL YERNO: Eso no lo not; pero not otra
cosa... FIN DEL SEGUNDO ACTO ACTO TERCERO (Se oye el vals "Al me
deca", de Wolf Ferrari Gerda, sentada, lee un libro.) LA MADRE
(entrando): Lo reconoces? GERDA: El vals? S. LA MADRE: El vals de
tu boda. Lo bail hasta la madrugada. GERDA: T? ... Dnde est Axel?
LA MADRE: Cmo quieres que lo sepa? GERDA: Ah! Ya se pelearon?
(Pausa.) LA MADRE: Qu lees, hija? GERDA: El libro de Cocina. Por qu
no indicarn jams el tiempo de coccin de los platos? LA MADRE (un
poco molesta): Sabes, es tan variable... Depende de los gustos.
Unos los prefieren de un modo, otros de otro... GERDA: No
comprendo. Un plato debe servirse cuando est en su punto; s no se
pasa, y no vale nada. El otro da, por ejemplo, empleaste tres horas
para preparar una perdiz. En la primera hora, un olor delicioso
inund el departamento. Despus rein silencio en la cocina y
finalmente, cuando serviste la perdiz, el perfume y el gusto se
haban evaporado. Me lo puedes explicar? LA MADRE (molesta): Te
aseguro que no comprendo. GERDA: Explcame por qu no haba salsa.
Adnde fue a parar? Quin se la tom? LA MADRE: No comprendo. GERDA:
Es posible, pero yo hice indagaciones por mi cuenta y me enter de
muchas cosas. LA MADRE (interrumpiendo): Esas cosas tambin las s yo
y no sers t quien me las ensee; en cambio, yo te ensear a llevar
una casa. GERDA: Es decir, a utilizar la soya y la pimienta de
Cayena, sin duda. Ya s, ya s... y a elegir, cuando das una cena,
platos que nadie toca para que queden restos por varios das. . . Y
a recibir invitados cuando no tienes otra cosa para ofrecerles que
un poco de caldo aguado... S, ya s... por eso, a partir de hoy,
tomo las riendas de la casa. LA MADRE (furiosa): Quieres que sea tu
criada, verdad? Entra el yerno con un rebenque en la mano. GERDA:
S, y yo ser la tuya. De ese modo, nos ayudaremos mutuamente.
(Pausa.) Aqu est AxeI. EL YERNO: Y? Cmo va esa chaise-longue? Se
puede dormir en ella? LA MADRE: A decir verdad... EL YERNO: Qu? No
ests conforme? Te falta algo? LA MADRE: Empiezo a comprender. EL
YERNO: De veras? ... Vamos al grano: ya que no es posible comer
como es debido en esta casa, Gerda y yo hemos decidido tomar
nuestras comidas aparte. LA MADRE: Y yo? EL YERNO: T? Ests gorda
como una marrana, no te hace falta gran cosa. Al contrario, te
sentiras mucho mejor si adelgazaras un poco... como adelgazamos
todos nosotros. Y ahora... Quieres salir un momento, Gerda? (Gerda
sale.) Y ahora, vas a encender el fuego. LA MADRE (temblando de
ira): Hay lea en la estufa. EL YERNO: No, slo hay unos cuantos
trozos. (Pausa.) Vas a ir a buscar lea para llenar la estufa. LA
MADRE (vacilando): Es imprescindible que quememos nuestro dinero?
EL YERNO: No, pero es imprescindible que quememos lea para que la
casa est caliente. Vamos, rpido! (La madre se demora.) Vamos! A la
una, a las dos y a las tres... (Alza el rebenque y lo hace
restallar sobre la mesa.) LA MADRE: Me parece que no queda lea. EL
YERNO: Una de dos: o mientes o robaste el dinero... Hace pocos das
que se ha comprado lea. LA MADRE: Ah, ahora me doy cuenta quin
eres! EL YERNO: (se sienta en la mecedora) Hace mucho tiempo que
habras tenido oportunidad de darte cuenta, si tu edad y tu
experiencia no se hubieran impuesto a mi juventud. Vamos, ve a
buscar la lea o. . . (Alza el rebenque. La madre sale y vuelve en
seguida trayendo lea.) EL YERNO: Ahora, vas a encender; pero quiero
un buen fuego, no un simulacro de fuego. Me oyes? Uno... dos...
tres. . . LA MADRE: Cmo te pareces al viejo, as, sentado en su
silln! EL YERNO: Enciende! LA MADRE (obedece, pero furiosa): Est
bien, est bien. EL YERNO: Y ahora, mientras nosotros cenamos, t vas
a vigilar el fuego. LA MADRE: Y yo, qu voy a comer? EL YERNO: la
papilla que te prepar Gerda, en la cocina. LA MADRE: Papilla con
leche descremada! EL YERNO: Es justo, puesto que ya te tomaste la
crema. LA MADRE: En ese caso, prefiero irme. EL YERNO: Imposible,
te encerrar. LA MADRE (a media voz): Me arrojar por la ventana. EL
YERNO: Hace mucho tiempo que debiste hacerlo. Habras salvado cuatro
vidas humanas. Vamos, enciende! ... Sopla! ... Eso es... Ahora te
quedas aqu hasta que regresemos. (Sale. La madre inmoviliza la
mecedora. Ya a escuchar por la puerta. Retira algunos leos de la
estufa y los oculta bajo la chaise-longue. Entra el hijo,
ligeramente ebrio,) LA MADRE (sobresaltndose): Eres t? EL HIJO (se
sienta en la mecedora): S, soy yo. LA MADRE: Cmo te sientes? EL
HIJO: Mal, creo que estoy perdido. LA MADRE: Tienes cada
ocurrencia! ... No te hamaques as... Mrame: soy casi una anciana y
cumpl siempre con mis obligaciones de esposa y de madre. S! Me he
matado trabajando... No es verdad? EL HIJO: Claro! El pelcano....
Que, por otra parte, nunca dio sangre a sus hijos; los sabios saben
perfectamente que todo eso es una leyenda. LA MADRE: Si tienes
alguna queja de m, habla. EL Hijo: Escucha, madre, si no estuviera
ebrio no te respondera francamente, porque no tendra la fuerza
necesaria para hacerlo. Pero en el estado en que me encuentro,
puedo decirte que le la carta de mi padre, s, la que robaste y
echaste en la estufa. LA MADRE: Qu carta? De qu me ests hablando?
EL HIJO: Siempre mintiendo! ... Recuerdo la primera vez que me
enseaste a mentir. Apenas saba hablar... Recuerdas? LA MADRE: No,
no recuerdo... (Pausa.) No te hamaques as! EL HIJO: Y la primera
vez que, para disculparte, me acusaste falsamente! Tambin recuerdo
un da de mi infancia... Me haba escondido bajo el piano, vino a
visitarte una parienta. Durante tres horas no cesaste de contarle
mentiras. Y yo me vea obligado, obligado a escucharlas! LA MADRE:
Mientes! EL HIJO: Sabes por qu soy tan enfermizo? Porque no recib
el pecho materno, sino una mamadera que me meta en la boca una
niera. . . Cuando fui un poco ms grande, la niera tom la costumbre
de llevarme a casa de su hermana, una prostituta, y all me haca
asistir a espectculos como sos que los propietarios de perros
brindan, en plena calle, en la primavera y el otoo... Yo tena
cuatro aos... Y cuando te contaba lo que vea en aquella casa me
tratabas de mentiroso y me pegabas para castigarme por mis
mentiras. Sin embargo, deca la verdad... Esa muchacha, alentada por
tu aprobacin, me inici, a la edad de cinco aos, en todos los
secretos del vicio. Cinco aos! (Contiene un sollozo.) Despus, sufr
hambre y fro, como pap, como Gerda... Entonces no saba, como lo s
hoy, que robabas el dinero para la comida y el dinero para la lea.
Mrame pelcano! Mira a Gerda, mira su pecho exiguo! Sabes demasiado
bien cmo asesinaste a mi padre; lo llevaste a la desesperacin.
Claro, eso no est penado por la ley... Sabes mejor an cmo
asesinaste a mi hermana; pero ahora, tambin ella lo sabe. LA MADRE:
No te hamaques as todo el tiempo! ... Qu sabe? EL HIJO: Lo que t
sabes y no tengo el valor de decir... (Sollozo contenido.) Ah, es
terrible haber confesado todo esto, pero era necesario... Oh!
Cuando hayan desaparecido los efectos del alcohol, me saltar la
tapa de los sesos. Por eso contino bebiendo. Tengo miedo de volver
a mi estado normal. LA MADRE: Sigue! Sigue mintiendo! EL HIJO: Una
vez que pap estaba irritado dijo que no habas aprendido, como todos
los nios, primero a hablar, sino a mentir... Que siempre habas
descuidado tus obligaciones para entregarte a tus diversiones. Y
recuerdo que un da que Gerda estaba gravemente enferma, te fuiste a
ver una opereta; todava suenan en mis odos tus palabras: "La vida
es bastante dura; para qu hacerla ms dura todava?" Recuerdo tambin
los tres meses de verano que pasaste en Pars, con pap; tres meses
de diversiones y locuras que nos costaron tan caro que quedamos
cubiertos de deudas... Y mientras Gerda y yo permanecamos
encerrados en este departamento con las dos criadas, un bombero se
acostaba con la cocinera en tu propio cuarto; el lecho conyugal a
disposicin de esa pareja encantadora. LA MADRE: Por qu no me lo
dijiste antes? EL HIJO: Te lo dije! Pero lo olvidaste, sin duda;
como habrs olvidado que recib una paliza por haber mentido o
soplado empleabas una u otra palabra, a eleccin. Porque en cuanto
oas la verdad, afirmabas que era una mentira. LA MADRE (da vueltas
como un animal enjaulado): jams o a un hijo hablarle as a su madre.
EL HIJO: Tienes razn; es poco comn y absolutamente contrario a las
leyes de la naturaleza, no lo niego... Pero esas cosas haba que
decirlas. . . Estabas como una sonmbula, era imposible despertarte;
no podas, pues, cambiar. Pap deca que aun aplicndote el tormento no
se lograra jams que confesaras una falta o una mentira. LA MADRE:
Tu padre! Siempre tu padre! Crees acaso que tu padre no tena
defectos? EL HIJO: Tena grandes defectos, pero se comportaba
correctamente con su mujer y sus hijos... Oh! T tienes an muchos
secretos, secretos que he presentido, adivinado, pero que no quise
ahondar... Pap se llev a la tumba esos secretos... LA MADRE: Vas a
terminar de una vez? EL HIJO: Voy a terminar pronto y, entretanto,
seguir bebiendo... jams podr rendir mis exmenes, porque no creo en
la justicia. Las leyes fueron hechas por ladrones, por asesinos,
para beneficio de los malhechores. Un testimonio sincero no es
vlido, dos falsos testimonios bastan para establecer una prueba. A
las once y media mi causa es justa; a las doce pierdo todos mis
derechos. Un error de copia, un margen que falte bastan para
enviarme a la crcel, a m, que soy inocente. Y si me apiado de un
estafador, me entabla juicio por difamacin! Siento un desprecio tan
profundo por la vida, la humanidad, la sociedad, y por m mismo, que
no quiero seguir haciendo el esfuerzo de vivir... Se dirige a la
puerta. LA MADRE: No te vayas! EL HIJO: Te da miedo quedarte sola?
LA MADRE: Tengo los nervios destrozados. EL HIJO: Una cosa equivale
a la otra. LA MADRE: Esa mecedora me volver loca! Cuando se sentaba
en ella siempre me pareca ver dos hachas, y con esas hachas me
cortaba el corazn. EL HIJO: Como si tuvieras corazn! LA MADRE: No
te vayas! No quiero quedarme aqu. Axel es un crpula. EL HIJO:
Tambin yo lo cre hasta hoy. Pero ahora estara ms dispuesto a creer
que fue vctima de tus inclinaciones criminales... S, era un pobre
muchacho, que cay en tus redes... LA MADRE: Qu modo de hablar! Has
de andar en muy malas compaas! EL HIJO: Las tuve buenas alguna vez?
LA MADRE (suplicante): No te vayas. EL HIJO: Ests despertando, por
ventura? LA MADRE: S, ahora me parece que despierto de un sueo, de
un largusimo sueo. Es terrible! Por qu no me despertaron antes? EL
HIJO: Si nadie pudo hacerlo, es porque era imposible... y como era
imposible quizs tampoco t podas hacer nada. LA MADRE: Repite eso
que acabas de decir. EL HIJO: Sin duda no podas ser otra que la que
eres. LA MADRE (le besa servilmente la mano): Habla, sigue
hablando! EL HIJO: No puedo ms... S! Quiero pedirte una cosa: no te
quedes aqu; tu presencia slo agrava el mal. LA MADRE: Tienes razn.
Partir. EL HIJO: Pobre mam. LA MADRE: Tienes lstima de m? EL HIJO
(sollozando): Claro que s! Cuntas veces he pensado: es tan mala que
da lstima! LA MADRE: Gracias por esas palabras. Ahora vete,
Fredrik. EL HIJO: No hay remedio? LA MADRE: No, es irremediable. EL
HIJO: S, es irremediable. (Sale. Pausa. La madre, sola, permanece
un largo momento con los brazos cruzados sobre el pecho, luego se
dirige a la ventana, la abre y mira al vaco. Retrocedo hasta el
centro de la habitacin, toma impulso para saltar, pero se domina.
En ese instante, se oyen tres golpes en la puerta del fondo.) LA
MADRE: Quin es? (Pausa.) Quin llama? (Cierra la ventana.) Adelante!
(La puerta del fondo se abre.) Hay alguien? (Se oye gritar al hijo
en la habitacin contigua.) Es l, otra vez l, en el tabacal! No ha
muerto entonces? Qu hacer? Adnde ir? (Se oculta detrs del
escritorio. Vuelve a soplar el viento, los papeles revolotean por
la habitacin.) Cierra la ventana, Fredrik! (El viento derriba un
florero.) Cierra la ventana, me muero de fro. (Pausa.) No ves que
se apag la estufa? (Prende todas las luces, cierra la puerta que
vuelve a abrirse. La mecedora empieza a balancearse. La madre da
-vueltas por la habitacin y, finalmente, se arroja boca abajo sobre
la chaise-longue, Se oye, viniendo de bastidores, el vals l Me
Deca". Entra Gerda, trae la papilla en una bandeja y la pone sobre
la mesita. Luego apaga todas las luces, menos una.) LA MADRE
(incorporndose): No apagues! GERDA: Tenemos que hacer economas. LA
MADRE: Ya volviste del viaje... GERDA: S, l no se diverta; le
faltabas t. LA MADRE: Gracias! GERDA: Te traje tu cena. LA MADRE:
No tengo hambre. GERDA: S, tienes hambre. Pero nunca comes la
papilla. LA MADRE: A veces. GERDA: No, jams. Pero hoy la comers.
Porque sonreas con demasiada crueldad cuando nos servas tu inmunda
papilla de avena, la misma que le dabas al perro. LA MADRE: No
puedo soportar la leche descremada! GERDA: T misma la descremaste
esta maana Bien puedes conformarte con la crema que le agregaste al
caf, no? (Le sirve la papilla.) Come! Ahora, delante de m! LA
MADRE: No puedo! (Gerda se agacha y recoge los leos ocultos bajo la
chaiselongue.) GERDA: Si no comes, le dir a Axel que robaste lea.
LA MADRE: Axel? Axel, que no poda estar sin m! Axel no me har dao.
Recuerdas, el da de tu boda, cuando bailaba conmigo aquel vals: "l
me deca"? Cmo era? S... Tararea el segundo estribillo, que es
ejecutado tambin entre bastidores. GERDA: Sera preferible que no
evoques ese recuerdo. LA MADRE: Para m fueron los versos, para m
las flores ms hermosas! GERDA: Calla! LA MADRE: Quieres que te
recite aquellos versos? "En el Ginnistan... El Ginnistan es la
palabra persa que designa el jardn del Paraso, donde las graciosas
Peris viven de perfumes... Las Pers son genios o hadas... Poseen
esta particularidad: que cuantos ms aos tienen, ms jvenes son.
GERDA.- Santo cielo! No creers que eres una Peri? LA MADRE: Claro,
lo dice el poema. Y el to Vctor pidi mi mano. (Pausa.) Qu diran
ustedes dos si volviera a casarme? GERDA: Pobre mam! No te das
cuenta que todos se burlan de ti? No comprendes, cuando Axel te
insulta? LA MADRE: Axel me insulta? Sin embargo, me parece que es
ms corts conmigo que contigo. GERDA: Aun cuando te amenaza con el
rebenque? LA MADRE: A m me amenaza? No, querida, cuando alza su
rebenque es contra ti. GERDA: Mam! Has perdido la razn? LA MADRE:
Esta noche no poda estar sin m. Siempre tenemos tantas cosas que
decirnos! Es el nico que me comprende, t no eres ms que una
criatura. GERDA (toma a su madre por los hombros y la sacude):
Despierta, por Dios! LA MADRE: No has madurado todava y yo soy tu
madre; te he alimentado con mi sangre. GERDA: No, me diste una
botella de vidrio y me pusiste en la boca un trozo de goma. Ms
tarde, no me quedaba otro recurso que ir a robar al aparador; pero
all slo haba pan de centeno, muy duro, que untaba con mostaza para
poderlo tragar; y cuando me arda la garganta, me refrescaba tomando
vinagre. La vinagrera y la cesta de pan fueron mi despensa! LA
MADRE: De modo que ya robabas de nia! Qu escndalo! Y no te da
vergenza confesarlo? Pensar que me sacrifiqu por hijos semejantes!
GERDA (llorando): Todo te lo habra perdonado, pero me arrebataste
mi vida, y eso no te lo perdono; porque l era mi vida; con l comenc
a vivir. LA MADRE: No es culpa ma -si me prefiri a ti. Sin duda me
encontraba ms... cmo decirlo? ... ms atractiva. S, tena mejor gusto
que tu padre, que slo supo apreciarme el da que tuvo rivales.
(Llaman tres veces a la puerta.) Quin llam? GERDA: No hables mal de
mi padre. No me alcanzar toda mi vida para lamentar el dao que le
hice. Pero tendrs que pagarlo, t que me azuzaste en contra de l.
Recuerdas? Cuando era muy pequea an, me enseabas a decirle palabras
hirientes que yo ni siquiera comprenda. Pap tena bastante
discernimiento como para no castigarme. Saba quin haba tendido el
arco para arrojarle aquellas flechas envenenadas. Recuerdas cuando
me obligabas a decirle que necesitaba nuevos libros de clase, y una
vez que le arrancbamos el dinero, nos lo repartamos...? Cmo podr
olvidar todo ese pasado? No hay algn brebaje que pueda anular la
memoria sin quitar la vida? Si al menos tuviera la fuerza de
abandonarla! Pero soy corno Fredrik: impotente, sin voluntad; somos
vctimas... tus vctimas... Y t te has endurecido, no sufres ni por
tus propios crmenes! LA MADRE: Sabes qu infancia tuve?, Puedes
imaginar el horror de ese hogar donde me cri, y todo el mal que en
l aprend? Es algo as como una herencia... Pero, a quin se la
debemos? A nuestros primeros padres, contestan los libros, y todo
hace pensar que sea verdad. No me acuses, pues, y no acusar a mis
padres, quienes podran, a su vez, acusar a los suyos, y as
indefinidamente. Por otra parte, es lo que ocurre en todas las
familias, aunque los extraos no lo adviertan. GERDA: En ese caso,
sera mejor morir. Pero si estoy obligada a vivir, entonces prefiero
pasar, sorda y ciega, a travs de esta miseria con la esperanza de
que a esta vida suceder una vida mejor. LA MADRE: Qu exagerada
eres, Gerda! Con tu primer hijo tendrs otras ideas y otras
preocupaciones. GERDA: No tendr hijos. LA MADRE: Cmo lo sabes?
GERDA: Me lo dijo el mdico. LA MADRE: Est equivocado. GERDA:
Mientes una vez ms! Soy estril, incompletamente desarrollada, como
lo es Fredrik tambin, y por eso me niego a vivir. LA MADRE: Qu
tonteras! GERDA: Si tuviera el poder de hacer el mal como quisiera,
ya no existiras. Por qu ser tan difcil hacer mal?... Cuando alzo la
mano sobre ti me parece que la alzo sobre m misma. (La msica cesa
bruscamente, se oye gritar al hijo.) LA MADRE (exasperada): Otra
vez bebido! GERDA: Pobre Fredrik! (Entra el hijo, medio borracho.)
EL HIJO: Creo que... que hay humo en la cocina. LA MADRE: Qu dices?
EL HIJO: S, s, creo... que hay fuego en la cocina. (La madre corre
al fondo, abre la puerta, pero la detiene el humo; se ve un
resplandor rojo.) LA MADRE: Socorro, fuego! Dios mo, cmo salir? ...
No quiero quemarme viva, no quiero! (Da vueltas por la habitacin,
enloquecida.) GERDA (abrazando a su hermano): Fredrik, tenemos que
huir! Nos alcanzar el fuego! EL HIJO. (En voz baja): No puedo!
GERDA: Huyamos! No podemos quedarnos aqu! EL HIJO- Adnde iramos?
No, no puedo. LA MADRE: Prefiero tirarme _por la ventana! (Abre la
puerta y se precipita al vaco.) GERDA: Seor, socrrenos! EL HIJO: No
poda hacer otra cosa! GERDA: El fuego... fuiste t? EL HIJO: S, era
el nico recurso, la nica solucin. Se te ocurre otra? GERDA: No,
todo debe quemarse, para que podamos liberarnos. Tmame en tus
brazos, Fredrik, apritame muy fuerte, hermano querido. Soy feliz,
feliz como nunca lo fui. Todo se ilumina. Pobre mam, que era tan
mala, tan mala... EL HIJO: Hermanita! Pobre mam! Sientes qu calor
agradable? Ya no tengo fro... Oyes ese chisporroteo? Es todo el
pasado que se quema, todo el pasado, tan malo, tan feo, tan odioso.
GERDA: Apritame fuerte, hermano querido! No nos quemaremos nos
ahogar el humo. No sientes qu bien huele? Son las palmeras que se
queman. Y la corona de laureles de pap! Ahora es el armario de la
ropa blanca... Huele a lavanda... Y ahora son las rosas.... Hermano
querido, no temas, pronto todo habr pasado. Hermano, mi hermanito,
no te caigas. Pobre mam, que era tan mala! Apritame, apritame ms
fuerte, estrjame, como deca pap. . . Siento como si fuera
Nochebuena, cuando nos daban permiso para comer en la cocina y
mojar el pan en la olla. El nico da en que podamos comer hasta
saciarnos, como deca pap... Sientes qu bien huele? Es el aparador
que se quema con el t, el caf, las especias, la canela, los clavos
de olor... EL HIJO (como en xtasis): Lleg el verano, el trbol est
en flor, van a empezar las vacaciones. Recuerdas cuando bamos a
acariciar el flanco de aquellos hermosos barcos blancos recin
pintados que se demoraban para esperarnos? Pap era feliz entonces.
Se senta lleno de vida, como deca. Adis a los libros de clase! La
vida debera ser siempre as, como l deca... Sabes, Gerda? El pelcano
era l. S, era l, que se despojaba por nosotros. Usaba pantalones
arrugados, su cuello de terciopelo estaba rado, mientras que
nosotros bamos vestidos como hijos de prncipes... Date prisa,
Gerda, est sonando la sirena del barco. Mam est sentada en la
cabina... no, no est con nosotros, pobre mam! No est aqu. Se qued
en tierra? No la veo... Sin ella no tiene gracia... All viene!...
Van a empezar las vacaciones... (Pausa. La puerta del fondo se
abre, se ven resplandores rojos. El hijo y Gerda se desploman sobre
el piso.) TELN