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Sonidos en causa Un proyecto de la Orquesta del Caos con el soporte de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo
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Sonidos en Causa : Brasil - Cerrado

Feb 01, 2023

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Sonidos en causa

Un proyecto de la Orquesta del Caos con el soporte de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo

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Campaña de recogida de datos en Cerrado . Goiás . Brasil

Memoria

Región metropolitana de GoiâniaCreada en diciembre de 1999, la Región Metropolitana de Goiânia engloba trece municipios. Ocupa un área de 5788 kilómetros cuadrados donde viven más de dos millones de personas, el 35% de la población del estado de Goiás. Alberga además cerca del 80% de sus estudiantes universitarios y produce aproximadamente el 37% de su producto interno bruto.

La propia ciudad de Goiânia nació oficialmente en 1942, pero ya en 1937, un decreto le transfería la capitalidad del estado de Goiás. El crecimiento espectacular de la ciudad, que, en principio estaba planeada para cincuenta mil habitantes y ahora supera largamente el millón, justifica el interés de la región para nuestro proyecto.

Sonidos en Causa realizó tomas de sonido en una serie de puntos de esa región. Se trata del Bosque de la Universidad de Goiânia, el Bosque dos Buritis, el Morro do Mendanha, el Morro da Serrinha y finalmente, la Serra da Areia que alberga una reserva natural y a cuyo pie se halla la ciudad de Aparecida.

Goiás . Serra Dourada

El municipio de Goiás Velho fue capital del estado de Goiás. Si bien en el pasado su economía florecía gracias a las minas de oro, al escasear éste, la población disminuyó y, a pesar de la reorientación hacia el sector agropecuario, la ciudad perdió paulatinamente importancia. La ciudad de Goiás se encuentra al pie de la legendaria Serra Dourada y muy cerca de los Morros de São Francisco, de Canta Galo y de Lajes. Conserva más del 90% de su arquitectura barroco-colonial original. Por todo ello tiene en la actualidad un gran atractivo turístico.

La Serra Dourada alberga un área de protección ambiental de 22.388 hectáreas. Creada por el Gobierno del Estado de Goiás, fue transformada en parque estatal, con la intención de proteger ese entorno de tan alto interés ecológico. La Universidad Federal de Goiás posee una estación de estudios ambientales en esa zona.

Sonidos en Causa tomó muestras de sonidos en el interior de la ciudad de Goiás y en el camino de acceso a la estación de estudios ambientales desde la carretera general.

Pirenopolis. Parque Estadual dos Pirineus

Tradicionalmente, por al atractivo natural de su entorno, Pirenópolis es un conocido polo turístico regional. A 20 kilómetros de la ciudad se encuentra el Parque Estadual de la Serra dos Pireneus, que fue creado para asegurar la protección de uno de los puntos más altos del Estado de Goiás.

Las principales características del parque son las formaciones rocosas precámbricas que albergan diversas especies endémicas de plantas. Casi toda su superficie se halla por encima de los 1200 metros de altitud. A pesar de pequeño, en este parque se puede encontrar casi toda la vegetación característica del Cerrado. Como lugar de crecimiento económico relativamente reciente con reservas medioambientales próximas, Pirenópolis alberga un gran interés para nosotros. También cabe destacar el hecho de que en los alrededores de la ciudad existen canteras en las que se emplean explosivos para la extracción de minerales.

Sonidos en Causa tomó muestras sonoras de la ciudad de Pirenópolis y su entorno de acuerdo a dos estrategias. Una es la documentación de una trayectoria que parte de la zona urbana y sigue

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la Serra dos Pireneus. Otra es la grabación de muestras de sonido en el entorno de explotación de las canteras cercanas a la ciudad.

Brasilia . Parque Nacional de Brasilia

Esta ciudad es la capital de la República Federal de Brasil. En ella viven más de dos millones de personas. Su renta per cápita, la segunda del país, es perfectamente acorde con el hecho de que se trata de la región mas desarrollada del centro oeste del país.

El Parque Nacional de Brasilia tiene un área de 30.000 hectáreas. Se trata de la mayor superficie vegetal del mundo en territorio urbano. Alberga las sabanas más extensas del bioma del Cerrado.

Es bien conocida la fecha de inauguración de Brasilia. Como en la actualidad tiene cincuenta años y en sus inmediaciones hay lugares de gran interés medioambiental, es un lugar idóneo para las actividades de registro de Sonidos en Causa, que realizó tomas de paisajes sonoros en la ciudad y en interior del Parque Nacional cercano a ella.

Alto paraíso de Goiás . Chapada dos Veadeiros . Cachoeiras dos Couros

Alto Paraíso de Goiás es una pequeña localidad que se ha dado a conocer recientemente por su especial orientación al turismo ecológico New Age. En 1990 tuvo lugar una extraña migración de grupos místicos y esotéricos, así como de ecologistas dedicados al cuidado de una región que atesora una inmensa reserva de cristales de cuarzo. Por la riqueza en ese mineral, que está casi en la superficie de la tierra, la cercana Chapada dos Veadeiros es uno de los puntos del planeta que más brilla desde el espacio. En el interior del municipio se ha llegado a construir un campo de aterrizaje para naves extraterrestres.

El Parque Nacional Chapada dos Veadeiros, con un área de 23.6570 hectáreas, fue creado en 1961. Alberga flora, fauna y hábitats clave que caracterizan el Cerrado. Durante milenios, este lugar ha servido de refugio a muchísimas especies durante los períodos de cambio climático y continuará siendo vital para mantener la biodiversidad de la región del Cerrado durante futuros períodos de fluctuación climática.

El fuego está considerado el mayor peligro para la Chapada dos Veadeiros, que, en 2001 fue incluido entre los patrimonios de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Esa reserva posee el 60% de las especies vegetales y el 80% de la fauna del centro-oeste de Brasil. En una visita reciente, los expertos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) consideraron que la gran sequía que sufre esa región en la actualidad, normal entre los meses de abril y octubre, ha empezado a causar importantes deterioros. En las épocas de sequía, la humedad del aire puede llegar al 8%, lo que facilita la dispersión de los fuegos que muchas veces provocan campesinos al limpiar los terrenos para la siembra, cazadores, turistas descuidados o pirómanos. São Jorge y Alto Paraíso de Goiás son los puntos de ecoturismo más vivos con sus hostales, campismo, restaurantes y casas "ecológicamente correctas", con calentadores solares de agua en los techos. La mayor atracción turística son las cascadas en entornos donde predomina la vegetación de verde intenso, con aguas cristalinas y frías. La Chapada dos Veadeiros, que se encuentra en el paralelo 14, como la ciudad de Machu Pichu, está repleta de historias de misterio. Algunos consideran este lugar como especialmente adecuado para la meditación.

Las Cachoeiras del Rio dos Couros, muy cerca del Parque Nacional Chapada dos Veadeiros y de Alto Paraíso de Goiás, se encuentran en un paraje muy salvaje que podría cambiar dramáticamente en el futuro próximo, ya que existen rumores de la construcción de una presa en el lugar.

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Dadas estas características tan apropiadas a nuestro estudio, Sonidos en Causa realizó un nutrido muestreo de los paisajes sonoros correspondientes a esos tres puntos.

Personas que con quienes hemos colaborado en la campaña de Sonidos en Causa en Brasil

Profesora Dra. Maria Geralda Gomez de Almeida, Geógrafa. Coordenadora do Laboratorio de Estudos e Pesquisas em Dinamicas Territoriais do Instituto de Estudos Socio-Ambientais .Universidade Federal de Goias-Goiania.Carla Beatris Ferreira, Geógrafa. Universidad Federal de Goiás. Asesora de ProducciónVerônica Alde, Geógrafa, Professora do Instituto do Trópico Subúmido da PUC de Goiás.Anselmo Guerra, Músico. Director del Laboratorio de Música Electroacústica de Escola de Música e Artes Cênicas de Goiás de la Univerdidad Federal de Goiás Goiania.Ana Tomé, Directora del Centro de Cultura de España en BrasilAlessandra Vidotti, Consultora de comunicación del Centro de Cultura de España en BrasilMartin Grossmann, Curador. Coordinador de Forum PermanenteWilson Lopes Mendonça Neto, Graduando do curso de Geografia na Universidade Federal de Goiás. Elaboração de mapas.Coordenadoria de Assuntos Internacionais - CAIUniversidade Federal de Goiás.Carolina Felice Bonfim, Actriz.Edson Alves Secco Junior, Artista SonoroPhilippe Bertrand, PublicistaJoão Marcelo Lima Simões, Locutor y DiseñadorLetícia Baldan, Colectivo Beco da ArteRosamiro Almeida, Motorista da Universidade Federal de GoiásActividades llevadas a cabo durante la estancia en Brasil

El día 30 de Junio realizamos una presentación de Sonidos en Causa en La Escuela de Música de la Universidad de Federal de Goiás y el 3 de Julio, un seminario de más larga duración en el Centro de Cultura Española en São Paulo, donde pormenorizamos los detalles metodológicos y formales del proyecto ante un grupo de artistas sonoros de esa ciudad.

El día anterior, 2 de Julio, tuvimos una reunión informativa muy estimulante en el Centro de Cultura de España en Brasil con el equipo de Ana Tomé, a quienes explicamos la filosofía del proyecto, así como los detalles de organización y de gestión.Desarrollos ulteriores relacionados con esta campaña

Acordamos con María Geralda Almeida que, una vez catalogados los archivos tomados en Brasil, el Departamento de Geografía de la Universidad Federal de Goiás los acogería en depósito, de manera que pudieran ser empleados por sus investigadores y alumnos.

Tanto Martin Grossmann como Alessandra Vidotti mostraron sus opiniones favorables acerca de la idoneidad de Sonidos en Causa para el contexto de la Anilla Cultural, proyecto basado en la tecnología de Internet de banda ancha en el que participa el CCCB con la Red de Centros Culturales de AECID.

Campañas previstas para el año 2011

México . ChimalapasChile. Rio BakerCuba . La Habana . Sierra Maestra

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Diario de actividades y tomas de sonido

21 de junio de 2.010

N40.35.240-O004.08.56 . 00.11 . 21.06.10No se tomó sonidoAeropuerto de Barajas . Madrid

Al entrar en el avión, bandas sonoras de grandes películas con orquestaciones infectas. No se entiende cómo alguien con estudios musicales puede hacer algo tan vil. Todo el despegue ha sido acompañado por eso. Luego, al terminar la fase, alguien ha apretado el botón y la música se ha cortado sin un mal fundido. A pesar de todo, lo he agradecido.

Nada que resaltar, aparte de que se oye hablar portugués con acento brasilero. Normal : volamos a São Paulo. Lo bueno es que parece que no hay niños en esta zona del avión, la parte de atrás. La gente se ve respetuosa. No se oyen ni respirar. Si puedo, repetiré plaza a la vuelta.

S23.25.557-O046.28.748. 08.59 . 21.06.10 . 709 metros de altitudMicrófono orientado al surAeropuerto de Guarulhos . São Paulo

Como hay tiempo, porque nuestro avión a Goiás sale a las 10.15, hacemos una toma en un coffe shop Brazil.

El paisaje es el típico de un sitio como éste. La particularidad está, sobretodo en el predominio del idioma. No oigo o no tengo recuerdo de megafonía. La iluminación es bastante menos intensa que la de cualquier aeropuerto europeo. Eso es bueno, desde mi punto de vista, porque tanto derroche de energía no tiene ningún sentido.

A la derecha, una voz destaca sobre las otras : es una dependienta del establecimiento. Pero calla; imagino que porque no tiene nada que defender. Lo dominante son las voces. Otra vez se eleva el tono de voz de la mujer, pero es por una frase o dos.

El espacio es bastante amortiguado porque las paredes están muy lejos y el techo es bajo.

La goma de una suela hace un ñic muy intenso. Ha sido de uno de un grupo grande que se instala en una mesa doble. Curioso : el mismo ñic a mi derecha y más intenso, si cabe. Quizá no sea una suela y provenga del movimiento de alguna mesa. Algo como una megafonía ininteligible. Sí hay megafonía, pues. Parece como cuando alguien prueba un micrófono, más que cuando da algún mensaje concreto o de interés para alguien.

Vasos de plástico que caen al suelo y dos individuos de aspecto asiático que, dirigiéndose a la papelera para tirar algo, se comunican en portugués. El grupo de mi izquierda no para de reír en un buen rato. De repente, como si me hubieran leído el pensamiento, callan. Aquéllo no era la papelera. Se trata del receptáculo de los desechos del bar. La gente echa ahí sus desperdicios de las consumiciones.

Nos vamos a la puerta 15, que el vuelo sale dentro de una hora escasa.

22 de junio de 2.010

S16.39.403-O049.15.553 . 08.10 . 22.06.2010 . 743 metros de altitudNo se tomó sonido

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Hotel Mangabeiras . Goiânia Metropolitana

Carla ha aparecido con Emiro pasadas las ocho de la mañana. Hubo un problema en la Universidad, pero no he entendido bien. Ayer estuvimos decidiendo el viaje con ella y Maria Geralda. La reunión fue muy agradable. Lo cierto es que estuvieron exquisitas. Decidimos que hoy tomaríamos muestras de la Goiânia metropolitana y que al día siguiente partiríamos para Serra Dourada, donde la Universidad de Goiânia dispone de una estación de estudios. El 25 empezaríamos a grabar en la Serra dos Pirineus y dedicaríamos el 27 a Brasilia, donde hay una Reserva Nacional. La última parte de la campaña tendría lugar a partir del 29 en Alto Paraíso de Goiás.

De Maria Geralda aprendimos ayer mucho sobre el estado de Goiás. Goiânia es una ciudad importante. Y bastante grande. Se fundó como nueva capital de Goiás. No sabíamos que su economía fuera tan dependiente del sector agropecuario. Antes de llegar aquí, creíamos que su crecimiento se debía al desarrollo del sector servicios.

Para ir a la Serra da Areia, lo más alejado de Goiânia que hoy visitaremos, atravesamos barrios y tomamos una vía que parece una autopista. Vamos hacia el suroeste de la Serra, una reserva protegida por un área de amortiguación que la rodea. En el camino encontramos la ciudad de Aparecida de Goiânia. Es una ciudad de fundación reciente, donde nos cuenta Carla que la vivienda es mucho más barata que en Goiânia. Eso es un atractivo para gente joven que quiere vivir cerca de Goiânia, donde una casa sencilla vale ochentamil reales. En nuestro paso por la ciudad nos cruzamos con una PA andante, como la ha bautizado Carlos. Es un camión de tamaño medio en cuya parte trasera lleva instalado un nutrido conjunto de altavoces. Debe ser útil para hacer publicidad.

Se sale fácilmente de Aparecida. Es mucho más rural que Goiânia. Hay niños bien pequeños por la calle. Emiro ha tenido que dar un golpe de volante cuando uno ha querido cruzar la carretera. La entrada en el parque es por un camino de baches. De nuevo me siento perdido entre plantas. No reconozco ninguna y es lo que más se ve por aquí. Son matas, arbustos y árboles. Todos, muy secos. Nos dirigimos a una torre de comunicaciones que se encuentra en el centro del parque. La Serra da Areia está en el Cerrado, nos cuenta Carla. De hecho, todo el estado de Goiás es Cerrado, donde la presencia humana data de 12000 años, al menos. Los primeros pobladores eran grupos de cazadores recolectores de frutos y otros alimentos naturales. Sólo recientemente, hace unos 40 años, el Cerrado empezó a ser más densamente poblado. En la actualidad viven allí cerca de 20 millones de personas. Se trata del sistema ambiental brasileño que más alteraciones ha sufrido debido a la ocupación humana. El Cerrado es una de las mayores formaciones vegetales brasileñas. Originalmente se extendía por un área de 2 millones de kilómetros cuadrados. En la actualidad, apenas queda un 20 % de esa vegetación. El suelo es característico de la sabana tropical : deficiente en nutrientes y rico en metales, como hierro y aluminio. En particular, el de la Serra da Areia contiene mucho cuarzo. Es un entorno muy seco, lleno de plantas gramíneas, arbustos y algunos árboles desperdigados. El que llaman barbatimão se emplea para ayudar a las contracciones del parto. Tendrá ergotamina, pienso. Todos los brasileños lo conocen. Es de ramas cortas y pocas hojas. El tronco es blanco, brillante y rugoso. Otro muy extendido en el Cerrado, más bajo, de tronco retorcido y hojas elípticas, es la mangabeira. Cuentan Carla y Emiro que contiene principios activos contra el cáncer de próstata. El fruto se llama mangaba y se emplea en la preparación de sorbetes. Hay peligro de fuego, sigue explicando Carla, pero precisa que ello aquí forma parte del sistema : sin fuego, las semillas no explotan, así que es necesario para que las plantas.

S16.50.541-O049.18.956 . 09.58 . 22.06.2010 . 996 metros de altitudMicrófono orientado al surSerra da Areia . Junto a los repetidores de comunicaciones

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Al principio se escuchó una especie de alondra. Luego, nada, aparte del grave intenso de la ciudad de Aparecida, que se halla a nuestros pies. De vez en cuando, movimientos en el bosque. Quizá el viento, quizá un pájaro. Los únicos insectos, moscas. Ocasionalmente un piar lejano. Más lejos, como tablas o golpes en madera y más aún, gente y sonidos de la rutina diaria. Hay un ave en el interior del bosque.

La aparición de una moto obliga a Carlos a bajar el micrófono para que no sature el registro. Se va pronto, pero toca el claxon, que ni suena agresivo ni demasiado próximo. Saluda al guarda de los repetidores, uno que antes nos ha estado dando más conversación de la que hubiéramos deseado. Como si tuviéramos toda la vida para grabar. Los pájaros cantan muy flojito. Hay movimiento en el bosque y golpes del lado contrario al de las maderas.

Las moscas no paran. Por suerte, nunca hay más de una. Es como si se relevasen. El sol va poniéndose fuerte pero es muy agradable.

Un ave nos ha brindado un canto cercano y energético. Como si hubiera venido a darnos unas instrucciones. Pero se cansa pronto y nos deja con un avión que sobrevuela la zona. Como no. Siempre los hay. Y se acerca, pero no llegará a pasar por encima de nosotros. Se aleja por el este. Sin dejarnos demasiado tiempo a darnos cuenta de que la actividad humana de más abajo no cede, la moto vuelve. El perro blanco le ladra y por un momento he pensado que el conductor también nos iba a dar conversación en plena grabación, porque se ha parado para pasar casi a pie al lado del coche. Podía perfectamente haber pasado por el otro margen del camino. Pero venía a fisgar. Llamamos la atención con el micrófono protegido por su cabellera peluda y el trípode. Pero ¡qué menos!

S16.50.011-O049.18.703 . 10.44 . 22.06.2010 . 906 metros de altitudMicrófono orientado al noresteSobre Aparecida

Desde aquí se divisan al menos cinco torres de comunicaciones. Tres, en dirección noreste y dos al norte. Más lejos hacia el noreste, los edificios altos de Goiânia, que debe estar a 6 kilómetros de aquí. Entre las torres de comunicaciones y la ciudad, humaredas. Carla se encarga de las fotos. Decididamente, está en su papel. Nos está ayudando mucho.

En este punto se oye aún más la vida cotidiana de los barrios cercanos de Aparecida. Las voces y las músicas están patentemente más próximas que antes. No tanto como unas aves que escapan de nosotros en cuanto acusan nuestra presencia. De las casas más cercanas viene el canto de un gallo y una radio. Es el mundial de fútbol. Era de esperar.

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Se acerca una moto. No. Sólo pasa algo más cerca. Aves domésticas al fondo. La moto se acerca y la radio continúa. Los gritos agudos de los niños se mezclan con golpes sobre tablas. Son los mismos golpes de la toma anterior. Es curioso que la radio se haya movido; debe ser alguien que la lleva de paseo.

Aves discretas cantan detrás de mí cuando el locutor aumenta el énfasis. Debe haber pasado algo importante para muchos. A mi me da igual; como al que escucha otro programa justo en la dirección de unos cilindros planos. Deben ser contenedores. ¿De agua? Como una leve explosión y el locutor se enardece. Enseguida suena como un pito en la dirección de la radio y luego unos perros. Alguien que sierra.

Los pájaros que antes escaparon de nosotros vuelven con sus gorjeos. Ya no nos tienen miedo. Mi teoría de la periodicidad se refuerza al escuchar su canto. Dentro de unos limites, sabes lo que harán, pero no sabes cuándo. Piares lejanos y una alarma, casi en el mismo registro. La alarma, que está más lejos, se oye más fuerte. Anda : ¡un violín!

Hace sol y calor. Necesitaremos protector solar y sombrero. A ver si encuentro un buen sombrero aquí, porque en Costa Rica sólo pude ver gorras.

S16.49.358-O049.14.708 . 11.31 . 22.06.2010 . 836 metros de altitudMicrófono orientado al nortePlaza principal de Aparecida

Hay de todo en la plaza de Aparecida. Lo que más, gente. La iglesia de paredes blancas y ventanas azules se ve particularmente simétrica desde donde estoy. Mirándola, dos esculturas de bronce. Representan una pareja de edad. Son José Cándido de Queiròs y María Elías de Deus, que en 1922 fundaron y cedieron las tierras que darían lugar a la ciudad de Aparecida. Entre la gente, destaca gran cantidad de niños uniformados que deben estar en su horario de recreo. Otros bastante peculiares son los empleados municipales de la limpieza de jardines. Están junto a las cabinas telefónicas y el quiosco de bebidas. La vegetación predominante son palmeras y unos árboles espléndidos con flores de color violeta. Deben dar buena sombra. Carla hace fotos de todo. Se lo ha tomado a pecho. Como hace mucho sol, Carlos ha puesto muy sabiamente el micrófono a la sombra.

Una señora de piel oscura y rasgos caribeños habla por los codos con los empleados de la limpieza de jardines. Se ve que son viejos conocidos. Aparcado junto al Banco do Brasil, el conductor del coche blindado de Prosegur no para el motor. De vez en cuando acelera, pero no sé si tiene intención de moverse. Creo que sólo maniobra. No, ¡al fin se va! En su lugar pasa como una discoteca ambulante. Al bajar discretamente la presión acústica, me doy cuenta de que hay una alarma disparada desde hace rato. Alguien la para, pero el nivel general no baja, porque llega

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una moto con los altavoces en plena actividad. La alarma vuelve a sonar. Se me antoja demasiado débil para una alarma. Igual es un motor.

La señora amiga de los de jardines continúa en amena conversación. Se ha sumado al grupo uno que va cargado con una rana de peluche más grande que él. Llamativo, el hombre. Debe tener más de sesenta años. Los deja y se mete en lo que parece un jardín de infancia. Así, se entiende. Por un momento, he pensado que estaba trastocado; tan poco relacionado con la infancia se me antojaba el hombre.

La maestra riega las plantas con los niños. De paso, les lava las manos. No es la maestra; es la madre de cinco niñas de estaturas escalonadas. Y está embarazada. Tendrá poco más de cuarenta años.

Emiro echa una lata a la papelera y nos vamos.

S16.43.402-O049.15.846 . 12.30 . 22.06.2010 . 896 metros de altitudMicrófono orientado al noresteMorro da Serrinha

Junto a las instalaciones de antenas de una empresa de telecomunicaciones, ante nosotros, edificios altos. Unos, recién construidos y por habitar, otros, en construcción. En un edificio cercano, una antena. Más a la derecha, una especie de centro comercial. Y a la izquierda, aún más cerca, otra antena de telefonía, mayor que la otra, sobre una garita de vigilancia.

Sonido de tráfico y muy ocasionalmente, de hojas y ramas que caen al suelo. Ningún insecto. Sólo unos gorriones pían en la lejanía. Por un rato, nada. Ni tráfico en la ciudad. Un insecto, ahora sí. Es del tipo cigarra, pero muy débil. Aguanta un rato y calla. El color amarillo predomina. A mi derecha, un devoto de no sé qué rito, canta letanías. Está en el recinto vallado de la empresa de telecomunicaciones, detrás de la reja. Antes hemos visto cómo un hombre administraba letanías parecidas a otro a quien parecía infundirle ánimos. El oficiante le ponía la mano en el hombro. El de ahora está solo, junto a su bicicleta y uno que lee sentado con la espalda apoyada en la pared del edificio, ni se inmuta. De las palmeras lejanas llega un débil piar. De los árboles de atrás, a mi izquierda, un gorjeo. Tranquilidad. El tránsito ciudano pasa también indiferente a la letanía del hombre, que continúa. No se oye siempre igual, porque a veces se da la vuelta. Calla. Antes, un coche lanza un bocinazo. Uno, nada más. Luego, un silbido de pájaro. Apenas hay viento, de manera que el cuadro es estático. ¿Lo será también para el avión de línea que nos sobrevuela? Vuela muy alto. El letanista continúa ahora de espaldas, junto a su bicicleta, como si hablara a la ciudad, que queda a sus pies. Una leve brisa me despierta del ensimismamiento sonoro. También puedo sentir el aire rozándome la piel. El hombre toma la bicicleta y se va. Se lo tomaba muy en serio. ¿Qué diría?

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Cae algo como una caja de herramientas y luego, como unas tablas. Le sigue una especie de señal sonora repetitiva de ésas de la maquinaria de las obras grandes. El micrófono no registrará el vuelo de la mariposa. La brisa se transforma en viento sin avisar, pero enseguida vuelve a ser brisa. Otra vez, la señal de advertencia y una moto con el carburador por ajustar suelta un pedo. Han pasado treinta minutos.

S16.39.813-O049.20.617 . 14.43 . 22.06.2010 . 902 metros de altitudMicrófono orientado al noresteMorro do Mendanha

Los morros son montes. Hoy visitamos los que ofrecen vistas panorámicas de la ciudad. Una moto desciende por el camino de tierra lleno de baches, por delante de la Tenda dos Milagros. Su conductor lanza un bocinazo agudo que no obtiene respuesta. Sólo queda el continuo que proviene de la ventilación de las instalaciones adyacentes a una antena de comunicaciones. En este morro, el mayor accidente geográfico de Goiânia, hay varias antenas y son muy altas. Pertenecen a las emisoras de televisión. Hay barbatimãos y muchos otros árboles. El terreno parece seco, pero no debe serlo tanto, si hay tanta vegetación.

El micrófono está orientado en la dirección de donde provienen los sonidos de tráfico. Los hay que destacan. Por ejemplo, los que proceden de vehículos con tubos de escape desajustados o rotos. Los que no, pasan con el sonido grave característico equilibrado, sin soltar pedos. Acaban de sonar unas tablas o algo así. ¡Hoy no hago más que escuchar tablas! Y el avión de la toma acaba de aparecer. Las tablas son verdaderas, esta vez, porque se oye cómo la sierra hiere la madera.

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El sol me da en la espalda. Alguien merodea cerca. Será el de la moto que se ha detenido junto al coche. Los perros del lugar dan un concierto esta tarde. Pelean. De donde se adivina la pelea, sale un hombre de camiseta amarilla subiendo la pendiente hacia nuestra ranchera Mitsubishi. La sierra carpintera reanuda su mordedura rítmica. Está lejos, pero suena más clara que el ave que pía en el interior de la maleza. Parece exhausta. Tan poca fuerza tiene, que calla al levantarse la brisa. Mueve suavemente las ramas de los árboles. Al parar, me llegan voces humanas y el piar tímido arranca otra vez.

Hace sol y, aparte de alguna mosca que pasa zumbando, no oigo insectos.

Las antenas y lo divino se juntan en los morros, aquí. Hay iglesias de campaña, con sus bancos cubiertos por una carpa de lona, y otras edificaciones seguramente relacionadas con el negocio religioso. ¿Hubo algún milagro por aquí? ¿Cuál? ¿Hay algo que no sea un milagro? El suelo seco que da lugar a tanta vida vegetal es milagroso, sin duda. Lo divino y las comunicaciones : un tema de gran interés, no sólo para la esquizofrenia o la paranoia.

Este lugar, que como el otro morro, también debe ser santo. Está lleno de rótulos píos. “Senhor Jesus, a vossa presença nos alegra”, dice uno tendido sobre la entrada de una carpa. Pero no todos hablan de lo mismo. “L-i-x-o”, reza un cartel en un árbol al que se amarra una hamaca. Lixo significa basura en Portugués. Dios y la basura también son tema preferido de algunos.

¡Anda! El tipo de amarillo está leyendo tumbado en la hamaca ¿Qué leerá?

S16.40.976-O049.15.684 . 15.51 . 22.06.2010 . 768 metros de altitudMicrófono orientado al surBosque dos Buritis

Situado en el centro de la ciudad de Goiânia, en la Alameda dos Buritis, el Bosque dos Buritis es quizá el más antiguo patrimonio paisajístico de Goiânia. Aloja un gimnasio, un circuito atlético y tres lagos artificiales abastecidos por el Córrego Buriti. En algún momento de su historia, la vegetación nativa fue substituida por plantas exóticas, de manera que sólo queda el diez por ciento de la original. En el interior del parque se encuentra el Museu de Arte de Goiânia y el Centro Livre de Artes. En los quioscos de periódicos y revistas también se sirve agua de coco y caldo de caña.

“As lâmpadas são muitas, mas a luz é a mesma” leo en la inscripción del Monumento à Paz de Airón Franco. Se encuentra junto a una plazoleta que la municipalidad destina a las disciplinas alternativas. "Taichi Chuan, Yoga y otros", puedo leer en un rótulo verde. Desde este lugar se ve muy bien una fuente, muy probablemente de los años sesenta, con un chorro que alcanza los cincuenta metros de altura.

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Carla se ha preocupado de explicarnos que el buriti, es una planta siempre próxima al agua. Son palmeras. Nos cuenta también que el árbol que se vé al otro lado del estanque donde está la fuente es un flamboyant. No debe confundirse con la paineira, una bombacácea, la chorisia speciosa, que también es muy florida y da una sombra muy agradable. Hay una muy cerca del Monumento à Paz y también, una jaca, morácea autóctona de Brasil.

Suena algo parecido a unas loras sobre la paineira y, cerca de ella, una niña salta a la cuerda. Unos adolescentes juegan con una mujer más adulta. Es una estampa rara para mí. Por mi tierra, los adolescentes tratan de alejarse de sus madres; al menos, en público. De fondo, siempre la radio con los comentarios acerca del mundial. Suena como un disparo : será un petardo. Hay expectación por el partido entre Grecia y Argentina. Aquí nos miran casi perdonándonos la vida, porque la selección española, la Roja (qué divertido), lo tiene muy mal; en cambio, ellos están convencidos de que van a ganar su sexto título. Se sienten potencia mundial. Este año, el mundial es latinoamericano, dicen.

El tráfico no deja de sonar, tampoco. Trae a veces sonidos de carburación desajustada. Son más interesantes que el ruido rojo habitual de las ciudades europeas. La niña ya no salta a la cuerda ni los adolescentes juegan con su madre. Pasa gente. Policías. Y más gente. No son muy ruidosos. En los bancos, más gente. Unos leen, otros conversan. Y otro cañonazo sordo. ¿Será para espantar pájaros? Hace un momento cantaban por aquí, pero se han ido lejos.

Se levanta viento y viene otra lora. Las palomas, se apostan en la arista del monumento a la paz. Parecen esculpidas, porque no se mueven apenas. ¿Sabrán que es su monumento? “A terra é un só Pais e os seres humanos seus ciudadãnos” es otra de las frases lapidarias que se ofrecen a mi vista. Terrible. La impresión por la lectura del tópico desvía mi vista a un bello ipé amarelo. Guayacán y araguaney son dos de los nombres hispanos de esta bignoniácea, árbol emblemático de Venezuela. El rótulo al pie especifica que es una tabebuia serratifolia. A su lado un nombre bien exótico para mí : guapuruvú. O schizolobium parahyba, igualmente exótico, la verdad. Es un árbol bien curioso. Recuerda uno de los helechos arborescentes que vi en Manizales en octubre pasado.

Me ha sonado el codo.

S16.36.267-O049.15.708 . 18.22 . 22.06.2010 . 788 metros de altitudMicrófono orientado al norteBosque de la Universidad de Goiânia

Hay monos en este bosque, pero apenas producen sonidos ahora. Lo que más se oye es notable. Debe ser un pájaro. El rango melódico de su canto es muy extenso. Ha estado un rato bastante cerca, haciendo escalas ascendentes y descendentes. Acaba de irse un poco más allá, hacia la avenida que bordea el bosque. Se aprecian movimientos en la espesura, producidos tal vez por los monos que hemos visto antes, al entrar, y que se elevan sobre la base constante del canto de los grillos, integrada claramente por dos componentes de frecuencia : uno es agudo, el otro, medio grave.

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De vez en cuando se manifiesta algún ave del tipo de la pía chillona, pero sólo inicia el canto que escuchábamos en Amazonas. No lo continúa. La ciudad se oye a lo lejos. También, un coche discoteca que va desparramando agudos por el campus.

Siento una presencia que no identifico en esta selva seca. La tengo cerca. Muy cerca. Seguro que lo que sea me vigila. Inesperadamente, una refriega de monos da paso a una escala del pájaro cantor de antes y el silencio, otra vez, pone a prueba el oído. La presencia se esfuma en la espesura. En este entorno hay que cantan de forma muy discreta, comparable al grillo que respira en ciclos lentos y se suma a los que oigo desde el principio. Está entrando una cierta calma : el ladrido de un perro despierta al cantor de escalas, pero no es como antes. Los aviones pasan sobre nuestras cabezas y, como en el Bosque dos Buritis, de vez en cuando, el mismo disparo de antes. ¿Qué será? No parece hacer ninguna mella en los animales del bosque. Todos van a la suya. Deben estar acostumbrados.

Un piar en rallentando y la selva respira gracias a sus grillos, porque si por los mosquitos fuera, no lo haría. Son bien contenidos y silenciosos : se notan cuando pican. Pero no son extremadamente voraces ni su picadura despierta grandes reacciones, creo. Ya se verá más tarde.

Vuelve la refriega de monos tras de mí. Los insectos de canto medio grave podrían ser batracios pero los percibo demasiado constantes y previsibles. Nada previsibles son los piares sutiles y debilísimos de unas aves que no tengo nada lejos. Un grillo agudo respira con una periodicidad de un segundo y medio. Nada que ver con la avioneta que pasa. Ni caso, le hace. Lo enmascara, pero él continua con su táctica reproductiva; a ver si alguna hembra lo detecta y se dirige hacia él corrigiendo alternativamente la trayectoria por movimientos contralaterales al oído sometido a mayor señal acústica. Entre toda la naturaleza macroscópica, los insectos son lo más parecido a nuestras máquinas; por eso son más previsibles que otros animales. Al contrario de los monos, que no dejan de moverse : sus ires y venires son lo más imprevisible del entorno. Sus crujidos y gestos ahogados pueden manifestarse en cualquier momento de la noche, mantenerse durante un tiempo indefinido y volver o no volver a sonar. Si analizáramos los sonidos de sus gestos como lenguaje, ¿en qué escalón de la jerarquía de Chomsky cabría colocarlos?

S16.36.304-O049.15.807 . 18.11 . 22.06.2010 . 778 metros de altitudBosque de la Universidad de Goiânia . Grabación en ausencia

Ayer instalamos la Wild Life a oscuras. Apenas pudimos ver nada. Hoy, sí. El bosque de la Universidad es muy seco y cerrado. Para entrar hay que apartar las lianas. Me pregunto si el nombre de Cerrado, el bioma donde se inscribe todo Goiás y alcanza a muchos otros estados del Brasil, tiene que ver con el hecho de que es casi imposible entrar sin machete.

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23 de junio de 2.010

S16 04.460-O050 . 11.235 . 12.36 . 23.06.2010 . 1026 metros de altitudNo se tomó sonidoSerra Dourada . Estación de Estudios de la Universidad Federal de Goiás

El camino desde la carretera asfaltada a la reserva biológica Serra Dourada es bastante duro. Se pasa por lugares muy bellos. Como todo el Cerrado, es territorio seco con mucha vegetación. Durante un rato hemos pasado por una selva bastante cerrada donde había un río de aguas cristalinas. La casa de los investigadores tiene solo dos habitaciones. A ver cómo nos organizamos esta noche. Hay de todo : mantas, sábanas, cocina... ¡Hasta microscopio! Además de las habitaciones y los baños, tenemos un laboratorio y una sala de estar. El entorno vegetal está dominado por esos arbustos retorcidos de hoja leñosa que vimos ayer en el morro de la Serra da Areia. En esas plantas debe instalarse un insecto que canta muy distinto de todos los demás. Su sonido básico es como un graznido leve y tranquilo. Lo genera alrededor de una vez cada segundo y medio. Como debe haber varios distribuidos por ahí, se genera una especie de campo acústico interesante que no llega a establecer diferencias de fase, porque la separación temporal entre los cantos de cada individuo es demasiado grande. Es una rara especie de eco natural únicamente temporal, sin grandes variaciones de color espectral.

S15.56.035-O050.08.406 . 15.19 . 23.06.2010 . 505 metros de altitudMicrófono orientado al norteGlorieta de la plaza principal de Goiás

Carla se ha empeñado en que teníamos que grabar desde esta glorieta decó, de barandas y techo de madera. Está en la plaza principal de Goiás, la antigua capital del estado de Goiás, de pasado minero aurífero y ahora dedicada al turismo. Las casas de esta ciudad son bajas. A lo sumo son de dos pisos, pero la mayoría tienen una única planta. Nosotros estamos en el piso superior de la glorieta, que aloja una heladería. Para subir hemos tenido que pedir permiso porque el acceso estaba cerrado. En otras épocas del año deben servir aquí, porque hay mesas y sillas apiladas.

Nada más empezar la grabación, una camioneta granjera último modelo, negra, con los altavoces lanzando graves en todas direcciones, ha dado la vuelta a la plaza. Se ha ido pronto y nos ha dejado algo mucho menos agresivo : la gente que toma helados y conversa a nuestros pies, los otros coches y los aromas musicales que discretamente adornan el ambiente. Tengo la impresión de que la música procede de una tienda de souvenirs. Las banderas de Brasil ondean en los balcones. Cuenta Carla que sólo pasa cuando hay partidos de fútbol de la selección nacional; que los brasileños no tienen un sentimiento nacional demasiado arraigado. Todo es relativo. A mí me parece que todo el mundo habla de Brasil aquí. Como no estoy en España, no sé si ahora mismo, con todo el ardor guerrero indudablemente desatado por el mundial de fútbol, allí se escucha tanto el nombre del país.

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La iglesia se halla al oeste, pero no tiene ningún protagonismo a esta hora. No entra nadie. Podría no estar ahí. Es de lo más discreto.

Algunos vehículos dan la vuelta a la plaza con lentitud y eso hace que su sonido gire a nuestro alrededor. Cuando terminan de pasar, el protagonismo sonoro se lo lleva la gente, algún niño, puertas de coche que se abren o cierran, carritos de helados... Las motocicletas son caso aparte. Diversidad, pero poca densidad, es la característica general de este paisaje. Lo más denso, la conversación de la heladería, que acaba de terminar ahora justo antes de que se oyeran tres bocinazos discretos. Dos jóvenes se sientan en un banco y entre ellos interponen el teléfono, que hace las veces de equipo de sonido. Es una costumbre que no trago en ningún lugar del mundo. Si quieren escuchar su música, deberían hacerlo en la intimidad. No puedo evitar considerarlo como una especie de pornografía. La tecnología de las comunicaciones nos lleva sin que nos demos cuenta a una suerte de exhibicionismo que hace natural la aceptación silenciosa del control social. Al final del proceso podría hallarse la desaparición del ámbito privado y con él, todos los derechos asociados. Hasta podría llegar a pasar que la preservación de la intimidad fuera considerada inmoral.

S15.55.771-O050.08.349 . 16.01 . 23.06.2010 . 491 metros de altitudMicrófono orientado al norteJunto al Rio VermelhoLa toma es de lo más rural, en las fueras de la ciudad, junto al río, entre la parte trasera del restaurante Flor do Ipê y el muro de una casa buena. Los coches se oyen pasar rápido por la carretera. También un avión que sobrevuela la pequeña ciudad. Es un ruido rojo muy continuo, en contraste con los cantos articulados de los pájaros pequeños y las voces de la gente en la terraza de sus casas, en tiempo y actitud de siesta. Hay ipês amarelos en la otra orilla del río. Bajo uno de ellos, unas gallinas que antes se han oído por ahí. Ese avión debe ser otra cosa, porque no varía nada su régimen ni su posición. Es constante. Por eso lo escuchaba como en contraposición de otros sonidos.

Hay por esta zona un insecto que produce un canto corto y agudo que repite muchas veces. El sonido es parecido al resbalar de un palo por una persiana veneciana de plástico. Otras veces, produce un único evento, pero las ocurrencias de los grupos atenúan cualquier sonido aislado que se produzca entre el medio segundo y dos segundos después. De cerca, da la impresión de un filtro realimentado, con envolvente cortísima. Es un canto muy cercano al de algunas aves. Me resisto a pensar que se trata de un ave, por lo de siempre : la alta periodicidad y previsibilidad.

A fin de cuentas, el motor de lo que al principio parecía un avión resulta ser una bomba de extracción de agua. Lo sé porque al cabo de un rato ha descendido paulatinamente el régimen hasta pararse. Era una camioneta que se había aparcado junto a uno de los ipês de la orilla del

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río. Después montarse en ella, ahora que esta cargada de agua, el conductor acelera e inicia su vuelta a la ciudad. Pasa por delante del micrófono y nos deja con el Río Vermelho, que fluye alegre y tranquilo. Ahora casi estoy seguro que lo que yo suponía un insecto era ciertamente un insecto, porque ha cambiado de posición precisamente delante de mí y no he podido verlo. Se ha ido. Demasiado pequeño para ser un pájaro. Lo habría visto, de ser así. Lo que sí es un pájaro es lo que raudo acaba de pasar sonando en dirección norte. El sonido del río se queda solo por un instante, pero enseguida, las voces de los que toman la fresca y los coches se superponen a él. Por un momento, otra vez, ni lo uno ni lo otro. ¿El avión? No, el camión que pasa rompe el silencio y las risas que empezaron a sonar a su paso, terminan por extinguirse.

El paso del coche por la carretera tiene lugar a los veinte minutos justos del principio de la grabación.

S16.06.940-O050.10.378 . 18.01 . 23.06.2010 . 709 metros de altitudMicrófono orientado al noroesteDe vuelta a la Serra Dourada. Sabana

En un ambiente de muy poca presión acústica, creo haber oído algo que se arrastra no lejos. Graznidos suaves, el canto de un gallo de una granja cercana y coches es lo primero que identifico con claridad. Después, un grillo. Breve. No es que nada se arrastre por ahí. Son los cebúes que trotan y pastan. Hace un momento, uno perseguía a algo que, del tamaño de un zorro, ha conseguido eludirlo pasando por debajo de la valla. El cebú jovencito ha tenido que pararse. Resopla. Debe haberse dado una larga carrera. ¿Por qué le seguía? Que yo sepa, los cebúes no cazan zorros.

Los coches continúan pasando por la carretera principal. Los perros ladran a lo lejos. Deben ser, como el gallo, moradores de esa granja o tal vez de otra a la que mi vista no alcanza. Un nuevo grillo se arranca hacia el oeste. Está lejos. Su periodicidad : entre dos y tres segundos. Pero eso no le importa un pito al cebú cazador de zorros. Pese a que el episodio terminó hace ya un rato, continúa muy excitado por la persecución. No creo que pueda darse cuenta de nada. Mucho menos, de un graznido relativamente rítmico, emergente de la brisa y muy lejano. Lo más fuerte, sin duda, es la carretera.

Pasa una silenciosa bandada de pájaros. Apenas quedará registro acústico. Las nubes se tiñen de rojo y el graznido de hace unos instantes se oye ahora más cercano; atrás, a mi izquierda. Es claramente de un ave y se mezcla con el de otra algo más definido en altura. Con la suma de ambos, mi percepción, siempre interpretadora, establece un corto contrapunto. Al callar, un cebú se une a otro y se van; como cuando termina un concierto.

El camino discurre entre dos haciendas delimitadas por vallas. Pasa un ave con intenso batir de

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alas que nos deja en medio de un silencio sólo puntuado por grillos. Se mantiene durante un rato sin mácula, hasta que se produce un piado dialogante de árbol a árbol. Son dos ejemplares de la misma especie piando a dos frecuencias distintas. Atrás y a mi derecha, al sureste, pues, un graznido suena como una carraca de feria. Los grillos entran y salen. La sabana respira lenta y pausada con ellos. La carraca continúa a pesar de que una moto pasa lentamente. Nuevo batir de alas. Es corto : apenas un gesto. El pájaro está en el árbol de mi izquierda. Al moverse el pájaro, aumenta el vaivén demasiado libre de una hoja que está a punto de caer. A pesar de que hay poca luz, puedo apreciar la frágil unión de su pedúnculo con la rama. Me encantaría que sonara, pero, si lo hace, desde aquí no lo oigo. ¿Fuegos artificiales a lo lejos? Una ametralladora no puede ser. Los grillos están bien tímidos. A punto de terminar la grabación, el que se encuentra próximo a mi izquierda lanza cuatro ciclos de su canto. Pero concluye. Pasa una mosca. A saber a dónde va a estas horas. El grillo que más suena está ahora enfrente.

S16.05.948-O050.11.174 . 18.38 . 23.06.2010 . 675 metros de altitudMicrófono orientado al nortePor encima de la quebrada . Entrando en el bosque

Los integrantes fundamentales de este paisaje sonoro son el río, un ruido rojo constante algo agudo y los grillos, que cantan con comedimiento, pero en continuidad, sin permitirse descanso. Muy lejos debe estar eso que parece tres ladridos entre medio segundo y segundo y medio de silencio para volver a empezar. Repite la fórmula hasta la saciedad. A veces los perros parecen tontos.

Otro tipo de grillo emite a cada segundo. El color es más denso que los predominantes y una tercera menor mas grave. El grillo grave se aleja, pero no cesa su canto. Tampoco el perro o lo que sea que le haya dado por ladrar. Es un paisaje especial para esta hora. Cambia poco. Los insectos, ocasionales : unos son de emisión muy corta; otros, de emisión larga y arrastrada del grave al agudo. Las estrellas salen y me siento totalmente perdido. No reconozco ninguna, salvo la Luna. Según mi planetario de cabecera, delante tengo a Saturno, Marte y Venus. La constelación más clara: Cráter. ¡Ni idea!

La presión es más fuerte que en la toma anterior, pero ni de lejos se acerca a la de la selva amazónica ni a la de la nubosa de Costa Rica. El perro ladrador se va a desgañitar. ¿Cuál es la incidencia de la faringitis en los perros? Ocasionalmente, un grillo canta casi una sexta por encima de los dominantes. Calla. Sólo ha emitido una vez. Seguramente, aún no es su hora. Los grillos dominantes van bajando de nivel. ¿Llegarán a desaparecer? Muy tímidos, de los otros casi podría pensarse que no osan robarles espacio acústico.

S16.04.502-O050 . 11.207 . 19.30 . 23.06.2010 . 1003 metros de altitudEstación de estudios de la Universidad de Goiânia . Grabación en ausencia

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24 de junio de 2.010

S16.05.717-O050.11.113 . 08.37 . 24.06.2010 . 762 metros de altitudMicrófono orientado al nordesteBosque de la Estación de la Universidad de Goiânia

Arriba, en el refugio, ha estado soplando el viento toda la noche. Ahora ha amainado, pero apenas se oye otra cosa que el batir de las hojas de los árboles. ¡Anda! No he podido reprimir un estornudo. Algún graznido leve. Algún piar leve. Y algún traqueteo, también levísimo. Hay saltamontes. Ayer los vimos en el refugio, pero no quieren cantar. Es claro que hay biodiversidad en esta zona, pero es silenciosa en esta época en que el viento es la única respiración del bosque.

Al amainar, nuevamente se escucha un piar leve. Cuatro silbidos largos y dos últimos cortos son contestados por otro, situado en otro lugar. Por eso, el primero insiste. Pero ya no obtiene respuesta y vuelve el viento otra vez. Da la impresión de que eso afecta algo al emisor del silbido. Quebraduras de hojas y ramas secas en el interior del bosque, inaccesible si no se va con machete.

Un piar de frecuencia doble se acerca y pasa de largo. Sólo suenan las hojas al este de nuestro campo de escucha. Y hacia el suroeste, un piar complejo pero repetitivo, en grupetos. Calla. Piar simple al norte y piar complejo que se mueve desde el suroeste hasta el norte. Insiste. Y como por arte de magia, da comienzo una especie de sección rítmica que al cabo de 15 segundos para. El piar complejo continúa. Se le opone un piar simple en contrapunto. Pero sólo un par de veces. ¿Busca alguien? Pareja. El primero no para. Como una doble caña al norte que se contrapone a otra, al menos una sexta más aguda. Diríase que el traqueteo aprovechara el momento de viento para manifestarse. ¿Animal o vegetal? El viento y la respiración, otra vez. El piar complejo en grupeto se aleja, pero el simple se queda en el mismo sitio. Sólo se produce de vez en cuando. Los hay más parcos aún. Es el caso de un único gorjeo, hacia mi derecha, que coincide con una tracción leñosa, a mi izquierda. Crujido y piar simple lejano. El piar complejo que no para está ya muy lejos. En este paisaje hay muchos planos. Cuando el tiempo de toma casi se nos acaba, un avión pasa de noreste a suroeste. Carlos se ha visto obligado a ajustar el volumen para no evitar la saturación. ¿Tarda más en alejarse que en acercarse? ¿Es una sensación mía? Cuando apenas se oye, un nuevo piar. Y muy lejano, un ulular, apenas timbrado, mate, cada 6 o 7 segundos. Da tiempo a que las hojas batan. Otro avión se acerca, esta vez desde el norte. No. Va exactamente de norte a sur, así que no pasa por encima de nuestras cabezas. Se aleja más lentamente que como apareció. Este sí. Estoy casi seguro. Crujir de ramas mientras apenas se distingue, piar y ulular. Ya lleva un ratito desapareciendo. ¿He alucinado un ulular mucho más agudo? Un semigraznido-pito se acerca y se aleja mucho más silencioso que el avión.

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Pirenópolis

S15.51.293-O048.57.486 . 15.41 . 24.06.2010 . 790 metros de altitudMicrófono orientado al estePiscina de la Posada imperial

Lo predominante es el tráfico ocasional. Hay un pájaro por ahí que pía y gente que habla y tose. Como el tráfico no es intenso, casi puede identificarse el tipo de vehículo por el sonido del motor. Hace un momento era un velomotor. Ahora, un coche grande con aire acondicionado.

Viene Carlos y no sabe que estoy grabando. Aborto la grabación.

S15.50.271-O048.55.591 . 16.14 . 24.06.2010 . 838 metros de altitudMicrófono mirando al noroesteCerca de la cantera

La cantera es un sitio curioso. Ahora estamos unos doscientos metros más allá, según el curso de la carretera. El lugar está bastante transitado por motos y coches. No es muy bonito y hay mucho polvo. Hace un momento se escuchaba un piar de frecuencia descendente. Después le tocó el turno a algún piar aislado de frecuencia ligeramente creciente dentro del intervalo de un cuarto de tono. Como de costumbre, los vehículos son lo más ruidoso. El volquete vacío ruge a su paso frente a nosotros. Cuando está lejos, lo que más se escucha es el traqueteo de los baches que va encajando. El grave desaparece más rápidamente. Al pasar un camión, las aves se animan. Sueltan graznidos, pero también silbidos y gorjeos cortos. A lo lejos, una explosión pequeña. ¿Será un barreno? Los graves de los camiones es lo primero que se oye cuando se acercan. Luego, se van distinguiendo los colores y otros detalles tímbricos. Éste baja cargado de piedras sobre las que viajan unos operarios estirados, como si tomaran el sol en la piscina.

No se oyen pájaros de cantos persistentes. Ni insectos. Este lugar parece poco saludable para ellos. Un piar ascendente de vez en cuando, pero nada del otro mundo. Todo ha sido substituido por motores de motos y camiones. ¡Un camión que lleva un compresor a cuestas! Eso es para agujerear la roca y poner barrenos. Las verdaderas canteras están más arriba, me da la impresión. Y deben estar terminando de trabajar, porque todo el mundo baja a Pirenópolis. Muy pocos vehículos suben.

Casi nada de bichos ahora. Sólo un moscardón merodea cerca del micrófono. Es el primer insecto de la tarde, creo.

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Como preparación para el fin de la toma, un barrenazo. Éste, seguro que es de verdad. Después, un camión y, unos segundos más tarde, la voz de dos motoristas que hablan a gritos.

S15.50.284-O048.55.814 . 16.47 . 24.06.2010 . 861 metros de altitudMicrófono orientado al norteCantera

Sonaban algunas aves y un moscardón por aquí cerca, hace un momento. El curso de agua podría también ser la brisa agitando los árboles. Sí. Será eso. Las voces de los trabajadores de la cantera se oyen, pero a cierta distancia. Estamos a cien metros del acceso. Carla ha pactado con el personal de la cantera que grabaremos las explosiones desde aquí. No nos dejan acceder al recinto porque temen que vengamos de parte de los ambientalistas. Aducen que es peligroso. Sin embargo, Carla, con la excusa de que ella nos avisará del momento de la explosión, se ha quedado con los trabajadores. Los animales, se oyen muy lejos. Si hay pocos insectos, debe haber pocas aves. Motores, igualmente a lo lejos, y brisa. Sí. Era la brisa. En el mapa no figura ningún arroyo cerca. Ahora ha llegado aquí, como la moto, que se pone en marcha, y el camión. Vienen hacia nosotros dos motos y un camión. Nos van a dejar perdidos de polvo. Nueve minutos aquí y nada. Ninguna explosión. Mucho polvo, eso sí, como en la extracción de áridos de Artíes en el Valle de Arán. Como estábamos demasiado silenciosos, un helicóptero pasa de norte a sur y luego parece volver, pero no se le ve. No era un helicóptero. Era un avión que pasó por encima de oeste a este. Voces humanas. Poca vida social animal, por aquí. En cambio, se habla mucho. Una especie de pato, por el volar, va graznando mientras surca el aire a diez metros de altura. Luego, una tórtola que emite su arrullo rítmico característico. El guarda de la cantera no para de cascar. Pero la tórtola tampoco. Muy poca presión hay aquí. La vegetación es similar a la de Serra Dourada, pero yo aseguraría que hay menos actividad sonora.

¿Explota algo aquí o que?

S15.50.284-O048.55.814 . 15.10 . 24.06.2010 . 861 metros de altitudMicrófono orientado al norteCantera

El hombre no para de hablar. Se oye un grito a lo lejos, Carla hace un signo, y, efectivamente, unos segundos después, una explosión lejana. Otro grito y ... Nada, de momento. Únicamente, una moto del otro lado. Otro grito y... Otro grito y ... Por ahora, sólo la tórtola y el iPhone que se me cae. A decir verdad, sólo unos graznidos y … una explosión verdadera, por fin. ¡Las piedras han llegado a cincuenta metros de aquí! Tal vez sí era cierto que era peligroso. Al relajarse el ambiente de la explosión, el guarda y la tórtola vuelven a la carga. Les sorprende una nueva explosión; pero es como si se desplomara algo. No ha sido tan fuerte como la anterior. La tarde cae y la tórtola insiste. Una lejana le contesta. Toyaquii toyaquii toyaquii... Curiosamente, el grito del encargado de la cantera es de frecuencia próxima al canto de las tórtolas.

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Del fondo del valle, tráfico y viento. De la cantera, un grito muy lejano y mucho más cerca, la moto que arranca y se para. Una explosión nuevamente tiene lugar. Un operario se para delante de Carla y le da una conferencia. A saber qué le ha dicho. La voz era fuerte y clara. Con un cierto color marcado en el grave.

Moto, moscas, tórtola, graznido, lo que sea, pero la rapaz vuela silenciosa. Gorjeo-graznido gira a nuestro alrededor. Aleteo detrás del micrófono y una ave alza el vuelo. Parecía que la cosa se animaba. Pero era la tórtola que se ha ido lejos. La que ahora canta en un plano más lejano que antes es la misma. Más moscas. Explosión bastante potente. Es una buena coda. ¿Terminamos ya? ¿No? No va a haber más en un buen rato. Vámonos ya, hombre. Aleteo sobre la loma. La rapaz traza círculos en el aire. Vigila. Me equivocaba. La explosión final tiene lugar. ¡Ahora sí!

S15.50.402-O048.54.959 . 17.56 . 24.06.2010 . 914 metros de altitudMicrófono orientado al suroeste Serra dos Pirineus

La Luna, alta y casi llena. El sol, poniéndose. Viento. La cantera, al otro lado del valle. Frente a nosotros. Sonido de follaje y ningún canto. Muy poca presión. Moscas. Del fondo del valle, tráfico. Por aquí pasan coches y motos, también. Camiones, de momento, no. Crujidos entre la maleza. Son lugares ventosos, éstos. Un grillo bien lejano. Es de esos ocasionales que no se instalan en el canto. Baja una bicicleta. Más moscas.

Ante mi, Venus. Brillante. Las nubes, rojas, sugieren que las puestas de sol acostumbran a ser bonitas, por aquí. Demasiada moto. ¡Anda! El de la bicicleta sube como si nada. Todoterrenos. De momento, ni un solo bicho. Alguno tiene que haber. Si había más en la cantera que aquí. Parece mentira. Se habrán acostumbrado a los petardos. Un piar y un graznido aislados, por fin. Algo mas vivos que antes, pero no están para tirar cohetes. Y el viento. Siempre viento. El graznido se acerca. Su productor se ha quedado en un árbol próximo al otro lado del camino. Pero se mueve. Calla. No. Dos o tres graznidos por grupo. Y un leve piar corto. ¿Lo captará el micro? Y si lo capta, ¿habrá suficiente señal para que quede bien separado del ruido de fondo? El pájaro en cuestión produce un trino ascendente que termina descendiendo. Un disparo. Está lleno de disparos este lugar. Accelerando aumentando la frecuencia audible y decelerando disminuyéndola. Respira el bosque a pesar de las motos. Esto es zona protegida de petardos, pero no de motos. ¡Bicicleta va!

S15.50.596-O048.55.598 . 18.36 . 24.06.2010 . 800 metros de altitudMicrófono orientado al esteCamino de entrada a la cantera

Emiro se queda en el coche parado frente a una verja. Nosotros accedemos al otro lado por el paso para peatones, que es más estrecho que en otros sitios.

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A esta hora los grillos están por todas partes. Venus, delante. Agua al fondo. Es el Río das Almas. Un río pequeño para ser América. ¿Y si fuera éste el curso de agua que antes creía escuchar? Una especie de moto o Quad y un piar. El primero, por detrás; el segundo, por delante. Los grillos dominantes cantan rítmicamente. Tres producciones por segundo sin parar y, literalmente, por todas partes. Una segunda menor por debajo, una periodicidad mucho más lenta : una producción a cada tres segundos. Agua, siempre. Tráfico, a veces. Pero no se oyen los motores. Sólo la fricción de las ruedas con el asfalto. Por detrás, música. Todo el rato la ha habido y sólo ahora me hago consciente de que lo fui al comenzar. Pero por alguna razón, había dejado de oírla.

De hecho, no me gusta toda la música. A menudo, prefiero las motos. Pero en ese caso, han de estar bien administradas. Detrás, un grillo mucho menos entonado que los anteriores. Por cierto que Carla ha venido a escuchar con nosotros. Detrás, también, piar y gorjeo móvil. La música continúa. Piar a mi derecha y gorjeo móvil otra vez. Delante. Hojas levemente batidas por la brisa. Alguna cae al suelo. Estamos en época seca. Gorjeo otra vez, con crujido de alguna rama a punto de caer. Presión baja, también aquí.

¡Cómo luce Venus hoy! Casi tanto como la Luna. Por encima de Venus, Marte, creo. Otro gorjeo. Lo que en Inglés llamarían tweack. Sí; es Marte. Saturno no se ve. Quizá lo tape el árbol a cuya vera estamos sentados. ¿Qué árbol es? Ni idea. Si fuera de día tendríamos buena sombra. Por debajo de Venus, el destello de un avión. Todo eso no se oye, claro. Suenan de nuevo las hojas batidas por la brisa. No tan fuerte como para impedir la escucha de un golpe sordo cuya causa nunca sabremos. Gorjeo leve y quién sea que se encarga de los niveles de audio los sube de repente y los vuelve a bajar. A saber, por qué hace esas cosas la gente. Gorjeo ascendente. Cambia de lugar y deja de oírse. No. Ahí está. Muy débil, eso sí, como ya es costumbre.

25 de junio de 2.010Serra dos Pirineus

S15.50.142-O048.54.584 . 09.05 . 25.06.2010 . 1000 metros de altitudMicrófono orientado al oesteAscensión a la Serra dos Pirineus

Hace viento por ahí. Es lógico : estamos en la ladera de una montaña. No muy alta. En la dirección del micrófono pía un pájaro. Otro grazna casi en el mismo sitio. Son tres eventos, a veces, cuatro, que se juntan en un lapso de dos segundos. Ese grupo de sonidos se separa del siguiente en cuatro segundos. Pero deja de ser exactamente así. El patrón varía. La brisa ha dejado de ser brisa. Poco oímos, pues. No sé si hay un foco general de viento que se escucha hacia el noroeste o si es un salto de agua lo que oigo. Un silbido corto suena en grupos de a dos que se separan unos segundos del anterior. Pasa un coche. La carretera es muy polvorienta. Lo que más suena, a parte de los coches es el viento, que mueve las plantas. Entonces se producen crujidos y chasquidos. Suerte de que el micrófono está algo protegido. Los pájaros cercanos han callado. Ningún insecto suena. Ahora, viento y pájaros muy lejanos.

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Motores, también lejanos. Las ráfagas de viento afectan a plantas distintas. Son locales. Los pájaros cantan muy suave. Un perro ladra en alguna granja y la ráfaga local nos afecta ahora a nosotros. Hasta veo ramas secas desplazándose solas por la carretera a causa del viento. De repente, al menguar, emergen motores del valle. A veces casi se apagan. Quién sabe si giran en una curva. Los perros arrancan con sus ladridos. Algo más cercano pero muy delicado, algún piar simple. Los paisajes sonoros flojitos dan mucha sensación de espacio, pero para apreciarlos, uno tiene que estar muy entrenado. Este es un concierto para ruido rojo y senoides cortas, bastante puras, de frecuencia cambiante y a veces modulada con poca profundidad.

¿Será el viento ese ruido rojo de fondo o será un salto de agua? Ahora me inclino por el viento.

S15.48.187-O048.50.994 . 09.52 . 25.06.2010 . 1257 metros de altitudMicrófono orientado al noresteCollado . Frente al Pico dos Pirineus

Emiro se ha quedado en la carretera con la ranchera. Carla, Carlos y yo nos hemos aventurado en terreno virgen para dirigirnos a una roca de color oscuro con cristalitos brillantes. ¿Biotita? Ante nosotros, el cerro más alto de la Serra dos Pirineus.

El puerto es llano, sin árboles. Sólo hay matas y arbustos. La mayoría, de hojas parecidas a un helecho y con unas flores rosadas. Los capullos viran progresivamente del verde al rosa, según su estado de desarrollo. El tallo y las ramas son de madera muy blanda y blanquecina. Desde luego que hay otros arbustos. Son ésos de hoja leñosa y robusta. Cualquiera diría que es la oreja de un animal grande. El suelo, lleno de hierbas y matas de todos tipos, está muy seco. Cuanto más seco es un paraje, menos presión aprecio en el paisaje sonoro. El viento suena al rebasar la roca, que algo nos protege. A su lado, el sol pica suavemente. Es agradable. Además, el viento enfría la piel cuando se calienta. No parece que vayamos a quemarnos. De vez en cuando, un piar.

El motorista pasa justo a treinta metros por la carretera y, al cambiar el enfoque, reparo en árbol que no había visto antes. No tiene hojas. Sólo ramas secas muy torturadas por el viento. Me pregunto si estará vivo. ¿Y ese arbusto seco? ¿Vivo o muerto? Creo que es uno de esos de hoja leñosa y rígida, verde oscuro y robusta. Aquí no hay más que viento. Gran parte de Brasil es una inmensa meseta. El viento parece querer arrebatarme el sombrero.

S15.47.833-O048.49.571 . 10.27 . 25.06.2010 . 1298 metros de altitudMicrófono orientado al noresteDescenso de la Serra dos Pirineus

Hace menos viento en este lugar. Pasado el puente, parece que se acumula más agua y la vegetación es más espesa, algo menos seca.

Precisamente en el momento en que daba las coordenadas, se ha puesto a cantar un pájaro. Una

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vez dadas las coordenadas, como ya nos ha ocurrido más de una vez, se ha largado, de manera que ahora sólo queda un gorjeo descendente ocasional. Otro emite dos o tres piares cortos y uno largo. El de gorjeo descendente se aleja, pero no nos abandona totalmente. Mientras lo hace, un piar algo más grave y timbrado que el anterior se va haciendo insistente. La periodicidad es irregular. Gorjeo a mis espaldas y hacia mi izquierda. Ambos, descendentes. Resulta notable que se hayan producido encadenados dos cantos de individuos de la misma especie.

Por cierto, que se oye la cantera desde aquí. Este es el segundo barreno que llega. ¿O serán cazadores? No puedo saberlo. Ahora han sonado como disparos. ¡Y un graznido! Otro. Viento local y viento de fondo. Ruido blanco y ruido rojo. Un gorjeo algo más agudo a mi derecha y motores que de nuevo emergen del valle al amainar el viento. En la ascensión y ahora en el descenso. Se produce un no sé qué en el cuerpo al percibir simetrías en el tiempo. Nuevamente un disparo o lo que sea y enseguida un canto aflautado de dos notas separadas de una segunda menor grande. Un disparo más activa un gorjeo tan insistente que se convierte en graznido. Sincrónicamente, hojas batidas por el viento, alguna de las cuales termina por caer al suelo.

Las moscas nos revolotean. Pocas, por suerte. A ver si se las come el pájaro del gorjeo-graznido, que insiste. O el del silbido agudo timbrado. Vaya, el que produce el graznido gorjeo ha salido del bosque y está ahora en una rama de un árbol a mi derecha, en la carretera, pero se esconde de nuevo en el bosque.

Un silbido menos timbrado y descendente da cuenta de una nueva especie. El canto se produce a saltos de frecuencia doble. Está lejos, a mi izquierda, hacia el este. Filtros resonadores de envolvente corta y poco energética a mi izquierda, con un piar simple en contrapunto con el graznido-gorjeo. Crujido en la maleza, al este, en el interior del bosque. Trino agudo ocasional al oeste que no compite con el piar insistente que casi no ha dejado de sonar desde el principio de la grabación. Nuevos crujidos en la maleza, en la carretera y en el bosque. Silbidos y gorjeo-graznidos muy suaves y delicados.

Con un poquito más de humedad, la actividad sonora se multiplica. Carlos dixit.

Brasilia

S15.47.622-O047.53.101 . 12.49 . 25.06.2010 . 1092 metros de altitudMicrófono orientado al oesteRodoviaria durante un partido del Mundial

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Necesitamos un mapa de carreteras. Mientras Carla y yo nos vamos a comprar uno en el momento álgido de no sé qué partido del Mundial de Fútbol, Carlos se queda grabando. Todo está cerrado, pero al cabo de media hora, al terminar el partido, los quioscos van abriendo sus puertas. En el tercer piso, por fin, encontramos unos cuantos mapas. Cuando hay partido, Brasil para. Todos lo dicen como si la cosa no fuera con ellos, pero si no pararan, Brasil no pararía.

S15.38.255-O047.50.942 . 15.28 . 25.06.2010 . 1077 metros de altitudMicrófono orientado al norteHotel Contagem . Sobradinho

Entrando en Brasilia desde Goiânia y Anápolis se pasa por una central de corriente inmensa. Queda a la izquierda. “Brasilia é un pouco de todos nos”, dice un anuncio estatal que muestra la imagen de una jovencita negra. ¿Y por qué no completamente "de todos nos” y no sólo “un pouco”? ¿Tanta es la distancia entre los poderes y la gente? Ha costado pasar el cinturón de Brasilia. La velocidad máxima permitida es sesenta kilómetros por hora. En esta zona hay muchos más árboles extranjeros que en otras, pero también se considera Cerrado. Los alrededores de Brasilia son bastante desconchados, debido quizá a las ciudades satélite, similares a Sobradinho, que suministran mano de obra para los trabajos duros de la capital. Al pasar el cinturón, se va recuperando el paisaje.

Volviendo a la vegetación : he visto coníferas. Contrastan con los altos árboles amarillos de unos kilómetros más atrás. Son viveros de coníferas. Por cierto, que a esta velocidad, no las identifico. En general, los árboles se acumulan en agrupaciones que parecen como islas en la estepa, donde sólo hay arbustos o árboles pequeños y aislados. En el espacio entre vías, buritis.

Carlos y Carla han ido a cargar el teléfono de Carla para llamar. Me he quedado con Emiro en el parking del hotel. Sobradinho es un lugar poco cómodo. Es una de las ciudades satélite de Brasilia. El entorno es claramente pobre y desestructurado. Se trata de una de las ciudades donde se alojaron los obreros que construyeron Brasilia. Ante mi, un grupo de hombres trata de subir un bidón muy pesado a una ranchera destartalada. Al final, cuando lo han conseguido, dos han permanecido en la escena asegurando el bidón. Hablaban.

No paran de pasar coches. No nos queremos quedar aquí, porque tememos que haya problemas de seguridad con el equipo. Carla, que acaba de llegar con Carlos, habla con los dependientes del hotel. Les pregunta acerca del acceso al Parque Nacional de Brasilia, que se ve desde aquí al otro lado de la carretera. Los bajos del equipo de audio de un coche marcan el latido constante del lugar. Nada de bichos. Sólo coches y gente. Buena gente, seguro. Pobres. Parece que cuentan cosas a Carla y Carlos acerca del parque. Buena perspectiva. Hasta ahora, nadie parecía saber nada.

“Conserve sua cidade limpia” reza un cartel que tengo enfrente. Es un panel verde sobre un muro blanco. Por encima y por debajo, graffitis.

El joven de rojo oscuro parece saber del asunto. Carlos pone cara de "no hay nada a hacer" y escribe en su iPhone: "éste no es el parque" . Claro. ¡Ya lo decía yo! Nos vamos.

S15.47.941-O047.52.003 . 17.58 . 25.06.2010 . 1067 metros de altitudMicrófono orientado al este. Entre el Congreso Nacional y los Indios Evangélicos

Hace algo de fresco en la explanada frente al Congreso Nacional. Un coche de policía está apostado a la entrada de la pequeña avenida transversal sin tráfico. Tenemos suerte: una procesión de motos

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y vehículos oficiales pasan por delante. De este a oeste, como si hubieran salido del Congreso. No meten mucho ruido. Antes era una ambulancia lo que me atraía. Los espacios son tan grandes, que la presión es baja a pesar del intenso tráfico. Por supuesto que, aparte del tráfico y de los viandantes, no hay nada más. Quizá el viento, pero tampoco lo oigo. Tal vez sí se oiga en la grabación. ¡Esto es monumental! Me recuerda la Catedral de Bourges, enorme, subida en una colina, con las casas pequeñísimas a su alrededor. En la Edad Media, esa diferencia de tamaño era claro signo del poder divino. Brasilia es el símbolo del poder del estado. El poder cambia de manos, pero continúa necesitando de símbolos para manifestarse. Quizá el empleo de símbolos sea la única manera de hacerlo si no se desea ejercerlo directamente. Además, si se ejerce, puede que se revele ineficaz, según la finalidad a la que su ejercicio se pretenda destinada. El nivel de ruido puede ser, también, signo de poder. Pero seguro que también lo es la magnificencia del espacio. Eso se transmite por la vista y, por supuesto, aunque no sea consciente para todo el mundo, por el oído.

En este espacio hay una alta densidad de tráfico, pero es tan grande, que los rebotes en los muros son casi inexistentes. El sonido se amortigua mucho antes de llegar al otro lado, de manera que se oye densidad de sonido pero no intensidad. Eso da una sensación de magnificencia que estimula los centros del placer. Se cree uno el rey del mundo al sentirse partícipe de una cosa así. Sólo se escuchan los límites del espacio cuando los sonidos son mucho más fuertes que la media; es el caso, por ejemplo, del frenazo de hace un minuto. Era agudo, esencialmente. Se reflejaba mucho más que el grave dominante del tráfico.

Los ministerios, en formación a cada lado de la explanada contrastan con las tiendas plantadas en el césped en señal de protesta. Negras, oscuras, sin luz, pertenecen a una comunidad de indios de confesión evangélica. Luchan porque les están robando su tierra. Desgraciadamente, un clásico siempre al día. Desde hace milenios.

S15.47.622-O047.54.435 . 18.56 . 25.06.2010 . 1129 metros de altitudMicrófono orientado al noresteParque de la ciudad de Brasilia

En la valla de las dependencias militares, vemos la Luna llena al este y Venus, al oeste, ya. Marte y Saturno, ascendiendo hacia el zenit por la eclíptica. Los coches pasan a sesenta metros de la zona ajardinada donde estamos. ¿Pasean? ¿Buscan plan? ¿Sitio donde procrear?

Escuchamos unos grillos y, también, aves. De estas últimas, pocas. Hay dos tipos de grillos. Unos son de ritmo muy rápido y de frecuencia predominante aguda. Los otros, de ritmo más lento y frecuencia predominante más baja. Los primeros, al otro lado de la verja. Los segundos, hacia el sureste, donde los coches no paran de dar vueltas.

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En el ala sur de Brasilia hay fiesta. Una voz amplificada arenga en la lejanía. Músicas y gritos, masculinos y femeninos. Los grillos, como nosotros, ajenos a todo ello. Igual que las explosiones de fuegos de artificio, que se producen pese al pésimo resultado del partido con Portugal : 0 - 0. De la misma forma que en la explanada del Congreso, el sonido del paso de los vehículos no tiene donde rebotar. La sensación de espacio acústico es muy grande. Más cohetes. Ahora, hacia el ala sur. Un coche se pone en marcha. No lo veo. En cambio, la moto que se acerca, sí. Arranca otro coche. Carla, en cuclillas sobre el pavimento y bajo un farol, hace fotos con mi cámara. Acaba de descubrir el temporizador como dispositivo para evitar el movimiento de la máquina al disparar cuando el tiempo de exposición es largo.

El paisaje sonoro es bastante estático. Muy de fondo, el grave del tráfico. Es un clásico. Los espacios urbanos grandes son agradables, porque la presión acústica es baja. El grave del tráfico actúa como masaje. Por poco tiempo, ahora, porque el subgrave incisivo de un bombo de batería se empieza a escuchar. Viene del ala sur, como la voz amplificada. Debe estar a un nivel bien fuerte para que se escuche así a esa distancia. Golpes metálicos a lo lejos y el bombo que continúa. Grillos y voz amplificada. Marte y Saturno. Coches que dan vueltas a la búsqueda de amor de compra; ahora ya lo tengo claro. No me gusta la expresión de alquiler, porque dejaría entender que existe uno de compra; y el único otro tipo de amor que se me ocurre no lo es o no debería serlo. El matrimonio es un velo para la prostitución, escribía Engels en La Sagrada Familia, pero eso debería estar totalmente superado. Más gritos hacia el sur. Debe ser una fiesta importante.

S15.47.646-O047.53.338 . 17.42 . 25.06.2010 . 1113 metros de altitudSt Peters Hotel de Brasilia . Grabación en ausencia

26 de junio de 2.010

S15.43.59-O047.56.671 . 08.04 . 26.06.2010 . 1100 metros de altitudNo se tomó sonidoEntrada del Parque Nacional de Brasilia

Llevamos ya 976 km recorridos desde que salimos. Ayer sólo, hicimos 270. El taxi nos va a salir caro. Si no fuera porque perdí la documentación pocos días antes de venir, no hubiera claudicado ante la insistencia de Carla en solicitar un vehículo con motorista. Pero Carlos solo no podía hacernos de chófer. Hubiera sido un exceso.

Alas 08.04 estamos a la entrada del parque ¡Hay cola de coches! No entiendo por qué lo cierran tan pronto y lo abren tan tarde. A las 8, todas las aves llevan al menos tres horas trajinando. Y a las 4 de la tarde aún hace demasiado calor como para que canten. Tampoco se entiende que cualquier coche pueda entrar. A la entrada, un marcador indica que el riesgo de incendio es nulo. No me lo creo, con lo seco que esta todo.

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S15.43.554-O047.56.703 . 09.07 . 26.06.2010 . 1060 metros de altitud.Micrófono orientado al noroesteTrilha prohibida . Parque Nacional de Brasilia

Apenas doscientos metros más allá del límite permitido a los mortales, nos ponemos a grabar. Trémolos de frecuencia descendente y algún piar. Tráfico al fondo. Aviones. Gorjeo y lluvia de hojas batidas por el viento. Voces lejanas. Insectos diurnos todo el rato. Como en todos los lugares que hemos grabado hasta ahora, la presión es baja. Es normal, porque la estación seca hace ya unos meses que empezó.

Un piar mántrico se mantiene durante casi un minuto. Luego desaparece y nos deja con uno mucho más delicado, pero igualmente perseverante. Silbido ascendente y descendente con abertura de espectro al final : uiiiaaa. Graznido delicado simple, casi un piar. Las copas de los árboles, más altas en este lugar que en el camino principal, se agitan al viento y suenan. Muy levemente. No enmascaran al avión que sobrevuela Brasilia. Al terminar la ligera ráfaga de brisa, alguna hoja seca se deja caer. Piar insistente hacia el noreste y trino de banda estrecha, muy cerca, al sureste. Es móvil. No tanto como un pájaro que se va hacia el noroeste, porque ése va de rama en rama. Nuevo batir del viento en las copas de los árboles con silbido ascendente y descendente de un ave. El piar corto mántrico se detiene de vez en cuando, pero continúa. Los grillos sí han parado. Cae algo como un fruto en el interior del bosque y los grillos retoman el canto, pero muy lejos. Piar repetido al oeste. Se detiene y repite algunos ciclos más. El mántrico continúa en rallentando y calla cuando las hojas caen de nuevo al batir del viento sobre las copas de los árboles. Nuevo rallentando del piar mántrico. Se le superpone un piar repetido que se detiene con un gorjeo. Más brisa. Caerán las hojas hasta octubre, cuando empiece a llover otra vez. Un avión de línea se acerca a nuestra posición. Pasa bastante próximo a la normal. Los sonidos humanos son desproporcionadamente más fuertes que los del resto. Eso da qué pensar. ¡Cuánta energía desperdiciamos en la generación de sonido! ¡Qué poco hemos evolucionado!

S15.43.532-O047.56.408 . 09.49 . 26.06.2010 . 1041 metros de altitudMicrófono orientado al suroesteParada do cristal . Parque Nacional de Brasilia

Una quebrada pequeñita discurre de oeste a este. Su sonido constante enmascara parcialmente los sonidos de los pájaros, que parecen emerger del continuo. Hacia el este, entrando en el bosque, acaba de romperse una rama.Aunque el efecto de la brisa se aprecia visualmente en el movimiento de las copas de los árboles, no se oye. El avión apenas queda enmascarado por el sonido del agua, tan próximo. Nuevas ramas van cayendo a este y a oeste.

Piar ascendente y simple. Cuatro ocurrencias y luego para. Silbido hacia el oeste y piar muy agudo también. Al este, piar agudo y uno repetitivo en rallentando. El grave constante procede ahora del agua. El tráfico aún está presente, pero el agua lo enmascara. Nuevo episodio de piar repetitivo.

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De hecho, es lo que más se escucha, después del agua, los aviones y el tráfico. Muchísimo más débil, sin embargo. Justo a un metro de mi, cae una hoja y se produce un piar simple entre las ramas. Otro. Uno agudo hacia el este, mientras ramas y hojas continúan cayendo. El tráfico emerge del agua. Depende de los vehículos que pasen. Esa emergencia dependiente del enmascaramiento es lo que tantas veces aprovecho para mezclar sonidos en mis piezas. Están ahí, pero no se oyen, hasta que subo el nivel imperceptiblemente, de manera que sólo se manifiestan al que está muy atento. Luego, subo un poco más y la mayoría de oyentes tiene la impresión de que es la masa de sonido lo que cambia.

S15.44.269-O047.55.783 . 11.04 . 26.06.2010 . 1051 metros de altitudMicrófono orientado al esteTrilha capibara . Parque Nacional de Brasilia

Para empezar, dos tracas. Luego, un curioso piar ascendente y descendente con cerradura y apertura de banda acorde a la frecuencia. Dos eventos seguidos y el ave detiene su canto. Se acercan pasos de turistas autóctonos. Bom día. Devuelvo el saludo. Vaya. Trino lento ascendente estabilizado y casi mántrico y en simetría con otro trino invertido pero igualmente repetitivo. El tráfico de fondo es más ruidoso aquí que en otras tomas, porque nos encontramos más cerca de la entrada del parque. Un silbido descendente y luego ascendente da paso al canto de un único grillo. Continúan juntos brevemente y callan apenas al mismo tiempo por el efecto intimidante de la brisa generadora de humus. Por ahí detrás, hacia el noreste, un piar corto de banda estrecha y resonante.El trafico suena como una carrera de coches cuando pasa alguna moto. La que pasaba hace medio minuto por la autopista aún se oye; y mucho más fuerte que un delicado piar simple ascendente y descendente de banda cerrada al subir la frecuencia y ancha al descender. Emite dos sonidos a cada vez, separados de un tiempo indefinido. Si hay periodicidad, no es posible establecerlo

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desde mi pobre y limitada experiencia humana. Al escuchar un gorjeo, Carla me señala un pájaro negro de pico rojo que se va asustado por los pasos de un paseante. Piar agudo y ocasional de complejidad mediana. Cambia de sitio. Mucho silencio, aparte del tráfico y las hojas que van cayendo. Dos gorjeos. Piar agudo y de banda estrechísima tras de mí. Tres gorjeos a mi izquierda, al sur, pues. Y más brisa regeneradora con lluvia de hojas y frutos secos. Uno cae un mi mano izquierda mientras escribo.

Trino agudo de banda estrecha y piar simple ascendente al sur. Al este, la carretera que no para y ahora, un avión. Gorjeo mientras pasa interminablemente. Dos piares ascendentes y llega el momento de terminar la toma cuando la brisa ataca las hojas nuevamente. Esta vez ha sido algo más fuerte.

El parque tiene muchos senderos prohibidos. Tendríamos que venir a explorar. Quizá pedir permiso otra vez.

Alto Paraíso de Goiás

S14.08.082-O047.31.187 . 17.55 . 26.06.2010 . 1230 metros de altitudMicrófono orientado al esteEstación de autobuses de Alto Paraíso de Goiás

Alto Paraíso de Goiás es un pueblo tranquilo orientado al turismo. Por las calles se ve una considerable cantidad de establecimientos de tendencia alternativa, si eso tiene algún significado. Asociable a una población neo-rural, el discurso apoyado en las energías vitales, la armonía con la naturaleza y la práctica de disciplinas orientales, se contrapone al de la gente de aquí de toda la vida, que a la entrada de su ciudad dispone un letrero de contenido contundente : “Esta ciudad es de Jesús”.

La estación de autobuses está muy tranquila. En el bar, musiquita floja de ésa de la que sólo se escuchan los agudos y suena, más que como música, como si fuera un cacharro de calentar agua. Tiene muy poco cuerpo. A lo lejos, por las calles un anuncio sonoro. Se acerca. Para mi sorpresa,

al pasar frente a nosotros, vemos que se trata de una moto que remolca un paquete completo de amplificación. Es compacto. De plástico blanco o de fibra, lleva los altavoces empotrados en la estructura. Las ruedas también. Desaparece hacia el noreste y nos deja con un sonido de fondo muy electrónico y un gorjeo. La música sin graves continúa escuchándose. De súbito, el perro que vive en la casa de enfrente de la estación, se pone a ladrar. También el del vecino; algo más allá, pero la atención se me va a una moto que pasa por una de las calles vecinas. Su conductor acelera y cambia a una marcha más larga. Se va yendo, pero mi atención ya no le pertenece : un coche en punto muerto entra en la estación. El conductor baja y abre la puerta del acompañante, para que un hombre mayor salga trabajosamente del vehículo. Lleva bastón.

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Lleva un rato sonando una especie de cigarra en el árbol de delante. Calla y enseguida pasa un coche con la musiquita puesta. Otro anuncio sonoro se escucha por las inmediaciones. Se acerca. ¿Qué será esta vez? Yo apuesto por un coche con altavoces en el techo, como el que hemos visto esta tarde. Pero no parece que vaya a pasar. Al alejarse, reparo en la televisión de la casa del perro que antes ladraba. Una bocina y algo se para. Es una furgoneta diésel. Voces de niño en el interior y se va. Los niños han bajado del coche y se oyen por ahí. La pretendida chicharra debe ser un electrodoméstico del chiringuito de la estación que se refleja en el árbol. Pero ¿qué será? Unos niños y su mamá bromean en un banco. Mientras, entra otro automóvil. Su ocupante baja. La estación de autobuses es un claro centro neurálgico de la ciudad. Hasta cuando no hay autobús, porque la hora de llegada es entre las 19.30 y las 20.00. ¡Falta un buen rato!

S14.08.492-O047.31.224 . 18.55 . 26.06.2010 . 1233 metros de altitudMicrófono orientado al esteIglesia de los testigos de Jehová

La he visto esta tarde, al entrar en el pueblo, unos metros antes del cartelito : “esta cidade es de Jesus”. Hay muchas iglesias de confesiones distintas en esta comunidad. Por lo menos, además de ésta, una católica y otra presbiteriana.

Unos feligreses hablan a la puerta de la iglesia. Hace un rato parecía que iba a haber más movimiento, pero los coches no se quedan. Pasan. Los perros ladran desde todas direcciones y los grillos pausadamente emiten su cri-crí. La Luna, al sureste, se enfrenta a Venus. Tenemos un grillo tremendo cerquísima del micrófono. De hecho, debe hallarse a medio camino de la puerta de la iglesia. El oficio ha empezado y, de pie, los feligreses cantan tímidamente una música que no llego a identificar, porque sólo escucho el acompañamiento, que es de corte barroco. Al terminar de cantar, permanecen de pie mientras el oficiante se dirige a ellos. Como ayer, hay dos tipos de grillos. Los agudos, de ritmo rápido y los más graves, de ritmo discretamente más lento. También hay por ahí una chicharra de ésas de banda estrecha y muy aguda, con una modulación de amplitud muy rápida y discretamente profunda. Suena como una cremallera. Tres detonaciones de artificio y luego, calma. ¿Que pasará? El oficiante continúa y los feligreses están ahora sentados. Dos detonaciones más.

A fin de cuentas, no era tan mal sitio, éste. Lejos, hacia el sureste, se oye como una locución. ¿Será otro oficio religioso o un anuncio sonoro de esos tan prodigados por aquí? Aún no hemos podido grabar de cerca ninguno de los grandes vehículos anunciadores. Esta tarde, fortuitamente, sólo la moto con el carrito. Pasa algún coche de vez en cuando. El de ahora es uno de ésos que van con el chimbachimba todo el rato. Debe haber coches que no se ponen en marchar si no suena el chimbachimba ése. Da la vuelta para pasar al otro lado de la calzada y así fisgar, a ver de qué vamos. Justo antes, una bicicleta ha dado la vuelta.

Está nublado pero la luz de la Luna ilumina las nubes. Brilla por encima de ellas. Una bicicleta se acerca, pero no llega. Los feligreses oran juntos en respuesta al discurso de oficiante. Se acerca gente. Con niños. Van a pasar por delante de nosotros. Son una señora con su niña a pie y su niñito en el cochecito. Un coche con muchiquita gira, se mete por la calle de enfrente y para. Deja la música puesta, como no, y se mezcla con la letanía del sureste, que continúa. Una nueva traca enmascara momentáneamente a ambos. Ahora cantan. Sí : lo que nos trae el viento debe también ser un oficio religioso.

S14.08.011-O047.31.11 . 19.26 . 26.06.2010 . 1231 metros de altitudMicrófono orientado al nortePunto de información turística

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Esta tarde hemos estado aquí. El punto de información turística está en la calle principal. Sentados en las gradas superiores de un anfiteatro pequeñito, muy bonito, desde aquí dominamos bastante perspectiva. Al otro lado de la calle principal, dos restaurantes y, enfrente, otro en la esquina. Una Pizzería. De bajada, los coches se ven obligados a reducir la marcha, casi a parar, porque hay un guardia acostado justo delante de uno de los restaurantes. Por el contrario, los que suben no tienen ese instrumento de destrucción de su lado. Todo un detalle, ya que suben. Brasil esta lleno de cosas de ésas. Si no estás atento, corres peligro de volver a casa con chichones y con el coche destrozado. Esta tarde hemos visto uno cuya señal de alerta estaba borrada expresamente.

Cuando me concentro en el paisaje sonoro y reparo en que hay cerca un grillo de los de canto grave, se producen dos detonaciones separadas de un segundo y luego dos, en menos de cien milisegundos. ¿Qué será? Nadie se inmuta. La musiquita baja de nivel continúa sonando ajena. La nueva situación acústica es de agradecer. Ayer estábamos en Brasilia, que, a pesar de las bonanzas de sus espacios abiertos, con todo el movimiento de la metrópoli, no deja de ser enervante. Ahora, aquí, a más de doscientos kilómetros, la escucha de grillos e insectos varios, un perro que seguramente es pequeño y gente que pasa despreocupada, nos transportan a una experiencia rural de mejor calidad que la de Pirenópolis, pero seriamente amenazada por los empleos injustificados de las nuevas tecnologías. Verbigracia : no lejos de aquí, suena una orquesta amplificada. Maldita la necesidad que nadie tiene de amplificar un conjunto de música en vivo en un restaurante. Su encargado debe desear atraer clientela. No entiendo cómo la gente quiere comer en sitios con música. Menos aún, cuando está mal tocada. ¿De verdad es un valor añadido que le machaquen a uno los oídos, no ya con música de la peor especie, sino con interpretaciones aún más nocivas? Hay tantas músicas que se pueden tocar que es imposible acertar a complacer a todo el mundo. Si ofreces música, puede que complazcas a unos. Lo seguro es que dejas indiferente a la mayoría y molestas a unos cuantos. Desde luego que yo, si veo signos de que en un restaurante se toca música en vivo, antes de entrar, me lo pienso muy mucho.Una alarma de coche me arranca de esas cavilaciones. Bueno, son dos. Una cercana y otra algo más alejada, pero no demasiado. La primera sonaba como una bocina repetida, la segunda era una especie de glissando. Al parar, liberan espacio acústico a los pobres grillos. Hay uno de frecuencia más grave y ritmo algo alegre y otro de frecuencia más aguda y ritmo más perezoso.

La periodicidad de ambos es de alrededor de un segundo; algo menos.

Alguien manipula un objeto pesado en el restaurante de enfrente. El niño que pasa por delante del anfiteatro, habla con su madre. No les había visto bajar, pero ya quedan lejos. Lo relevante ahora son unos acordes arpegiados con nota blue elíptica que me ponen en guardia. Es un piano y, más que acordes, un amago de fraseo.

La Luna está frente a mí cuando vuelven a sonar los fuegos de artificio. Antes, las nubes la tapaban. Las voces amplificadas se oyen de repente más fuertes. Luego quedan a un nivel más discreto. Alguien se pasó momentáneamente con el potenciómetro del nivel. Pobres grillos. La de sobresaltos que deben afrontar. Durante todo el rato, de fondo, como insecto mecánico, un refrigerador o vete a saber qué, en el interior del edificio de atención turística.

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S14.07.825-O047.30.360 . 17.26 . 26.06.2010 . 1159 metros de altitudAlto Paraíso de Goiás . Jardín del hotel . Grabación en ausencia

27 de junio de 2.010

S14.10.658-O047.48.801 . 09.10 . 27.06.2010 . 1025 metros de altitudNo se realizó registroSão Jorge

A ambos lados de la calle principal de São Jorge menudean los chiringuitos de toda índole. Además de la venta de víveres para las marchas, anuncian terapias alternativas, ecoturismo, misticismo, extraterrestres y religiones de todo tipo. Hasta un chiringuito del Santinho Daime, hay. Esa presencia no evita a las plantas el estar cubiertas de polvo como consecuencia del paso de demasiados vehículos. Nos hemos parado aquí para comprar agua, porque no la hay en el Parque Nacional Chapada dos Veadeiros, nuestro objetivo de hoy.

S14.09.924-O047.49.572 . 10.05 . 27.06.201 . 959 metros de altitud Micrófono orientado al estePozos de extracción de cuarzo . Chapada dos Veadeiros

El acceso al monte está muy celosamente guardado aquí. No hay mapas o son insuficientes, de manera que siempre tienes que ir a parar a alguien que conozca el terreno. En el caso de este parque nacional de la Chapada dos Veadeiros, si vas sin guía, te asignan uno al que obviamente hay que pagar. Si llegas con guía, pagas una cantidad de entrada por persona.

El suelo está lleno de polvo de cuarzo, por lo que, si ya de entrada el lugar es sequísimo, el calor se hace mayor a causa a la reflexión de los rayos solares. Hay cactus corona de fraile y muchas

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otras plantas adaptadas al calor, entre las que no deja de haber muchos ejemplares de esa especie de ficus que hemos visto por todo Goiás. Rivelino, el guía que el hotel nos ha proporcionado esta mañana, nos comenta las plantas. El árbol más alto del Cerrado es el carboeiro. ¿Y ése de ahí, visiblemente más alto? Ése es Mata Atlántica. Vaya. Otra planta muy característica de aquí es la que llaman canna luya, un arbusto carnoso. La candonba, de la misma familia, también es carnoso y produce resina muy inflamable. Culmina la planta una especie de cabellera que durante siglos se ha empleado como antorcha natural. De hecho, se enciende espontáneamente por la acción de los rayos solares, nos cuenta, y se apresura a aclarar que los incendios son necesarios para este bioma, ya que las semillas de muchas plantas no podrían diseminarse sin el fuego. Nos ha ido conduciendo hasta una zona que no visita nadie. Se trata de los pozos de donde, antes de la creación del parque nacional, se extraía cuarzo. Están protegidos por barandillas metálicas. Debe ser porque este lugar no es tan poco visitado como pretende. Tengo la sensación de que los turistas no somos para él otra cosa que gente de la que extraer buenos beneficios. Está claro que no entiende muy bien lo que queremos. Por eso nos lleva a lugares que él cree interesantes para nosotros sin tener en consideración nuestras inidicaciones. No nos pregunta si nos conviene hacer esto o aquello. Ésa es la razón por la que hemos perdido un montón de tiempo en São Jorge. Si hubiera avisado de que hacía falta agua al salir del hotel, no hubiéramos tenido que parar en São Jorge y hubiéramos llegado aquí a tiempo de grabar. Eso sí. El hombre, al llegar al hotel, en lugar de dar instrucciones, se ha sentado tranquilamente a desayunar. Siento en su actitud un cierto desapego y falta de interés por el trabajo bien hecho. Cuenta que en los años 60, la ley prohibió la explotación de minerales en este lugar, pero que las últimas extracciones tuvieron lugar en el 69. Según él, éste es el punto de mayor concentración de cuarzo del planeta. Los pozos abandonados están siendo ocupados por vegetación pero aún quedan los restos.

En cuanto al sonido, poco hay que decir. Esto es muy seco, por la estación, pero también por la sequía excesiva, de manera que a las diez de la mañana, sólo hay unos pocos piares simples ascendentes y otros estables en frecuencia. Algo más lejos, podemos escuchar un piar de dos frecuencias dominantes, así como un gorjeo constante. Se produce de vez en cuando, pero lo que hay es viento, sobretodo. De fondo y a ráfagas locales, como ayer por la mañana. También, gente. No paran de hablar, pero están muy lejos, así que se les oye poco.

¿Qué ocurre cuando llegan las ráfagas de viento, se callan los pájaros o es que no los oigo?

Algún crujido de ramas y por ahí suena el primer graznido de esta mañana. ¿Era un avión ese viento más grave? No. Era el viento cuando sopla más fuerte, que entonces tiene algo de soplete de lampista. Otro gorjeo agudo. Que sea único es típico de las estaciones secas. Un gorjeo una tercera más grave, al sur. El anterior era el norte. La voz de alguien que llama a alguien los separa de un nuevo piar, al norte y de un graznido más grave que el anterior, al noroeste.

Nos sobresalta un grupo de gente gritando. Es lo usual en el monte : gritar. Como cuando se va a las atracciones o a la discoteca. Ecoturismo es eso, en parte. Siento con fuerza la convicción de que debemos educarnos hacia una actitud reflexiva ante las cosas. La idea de ludismo, en el fondo, no ayuda demasiado a que se entienda el mundo. Más bien es algo que prepara el camino a la justificación moral del uso del mundo para los propios intereses. Un signo más de la infantilización de la sociedad global.

S14.10.647-O047.47.368 . 11.38 . 27.06.201 . 1004 metros de altura Micrófono orientado al oesteValle da Lua . En el corazón del bosque seco

Hemos salido de la carretera a pie, para entrar en el bosque unos cien metros hacia el oeste. Hay bastantes árboles atlánticos. Más que en la Chapada dos Veadeiros. Son los más altos. De todas maneras, lo característico de aquí es la mata baja. En el interior del bosque seco hay unas moscas

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pequeñas que se nos quieren comer. De momento, sólo escucho esas mosquitas. Apenas me dejan escribir. El viento es el sonido dominante. De fondo y a ráfagas locales que no nos afectan aquí dentro. Así es como el canto de un pájaro que trina y pía no parece nada afectado. Insiste una vez más y aún otra separadas de bastantes segundos. Caramba : también hay hormigas en mi dedo. El piar es irregular. Calla. Pero lo que ocurre es que el piar vuelve con una separación temporal muy holgada. Calla nuevamente. A saber cuándo volverá a cantar.

Entretanto, el piar de otra especie aprovecha el hueco temporal y suena algo más allá. Con un fondo de insectos muy discretos que se confunden con el crujir de las ramas al viento, más piares de esta nueva especie, algo más cerca. Todas las especies parecen muy reservadas por estos pagos. Deben estar hartas de turistas y faltas de agua. Dos gorjeos al norte. Es una tercera especie. Produce gorjeos y silbidos. Los gorjeo continúa un rato, pero el silbido se sustituye por un chasquido. Al micrófono no le van las moscas. No debe oler.

Brasil pide más de una campaña. Está claro.

S14.12.455-O047.51.017 . 13.01 . 27.06.201 . 739 metros de altitudMicrófono orientado al oesteMorada do sol . Entre las matas bajas

Otra vez nos hemos internado en el bosque de mata baja, dejando atrás el camino, que queda a unos cincuenta metros. Hay moscas y, tal vez, mosquitos, pero menos que antes. Al principio había dos perdices contestándose. Luego, un pájaro que pía muy levemente se ha quedado solo. En este preciso instante escucho una rara especie de sonido, como cuando se deposita un vaso en la mesa y rebota un poco cada vez más rápido. Han sido dos veces. Luego, durante unos minutos, nada, aparte del viento, hasta que se producen tres ocurrencias de un piar rallentando al sur. Le contestan un gorjeo levísimo al norte y la caída de una hoja al este. Más viento. El olor a madera seca me produce una sensación agradable. Nuevo piar rallentando : otras tres ocurrencias antes de que el viento in crescendo enmascare cualquier sonido que pueda venir después. Pero no : puedo escuchar claramente la caída de algo al suelo y un otro grupo de piares en rallentando. Son

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agudos, éstos. La brisa aumenta y escucho dos episodios más de ese mismo piar.Además, gente que se acerca por el camino. Vienen del sur y van hacia el norte. Pasan justo a tiempo de que se produzcan dos piares agudos y otro más repetido en rallentando. Es distinto del anterior. Nuevamente la brisa nos obsequia con una textura sonora esponjosa y seca. Son las ramas y las hojas, las que la generan. Un silbido al norte repetido cada dos segundos. Es insistente. Cada tanto, calla. Otro silbido de los insistentes sube la frecuencia súbitamente y, luego, durante un segundo y medio, continúa subiendo pero a una tasa de crecimiento distinta. Para que quede claro : en forma logarítmica. Pero calla. Píar insistente al suroeste. Va subiendo y luego baja ligeramente antes de callar para dar paso a un silbido largo, de los logarítmicos. El viento, señor de este sitio, más que el sol, nos hace creer que algo se arrastra al norte. Pero no. Aparece de nuevo la perdiz que se contesta con otra más lejana al oeste y con otra, al suroeste. Como conclusión, silbido único y recortado que pone de relieve el sonido de los crujidos. Nuestra insistencia ha sido premiada. Ha costado pillar algo hoy, a pesar de tener guía.

Los guías son una especie rara. Algunos piensan que están ahí para desasnarte. Desde luego que uno tiene muchas lagunas, las que conoce y las que desconoce; pero para desasnar al mundo, primero hay que desterrar la arrogancia.

S14.12.503-O047.51.006 . 13.28 . 27.06.201 . 742 metros de altitud Micrófono orientado al sudoesteMorada del sol . Diversidad

Resulta divertido el canto de esos pájaros que suena a pito de muñeco hinchable. Se trata de un glissando descendente de una tercera menor corta que se frena en seco con un chasquido. Dura unos tres segundos. Son dos y se contestan a diferentes frecuencias. Más o menos, hay una tercera de diferencia entre ambos. De nuevo oigo el extraño ronroneo del vaso y por supuesto que las dos perdices continúan flirtreando por ahí. Aumenta la brisa y dos personas se acercan casi sin hacer ruido. Se han dado cuenta de que grabábamos y con toda la delicadeza del mundo han pasado casi de puntillas. Si se oye algo en la grabación, será bien poco. Muchas gracias a los paseantes. La gente de este país es respetuosa. Ello infunde respeto. Los pájaros continúan cantando, así que un piar parlante me devuelve a mi realidad. ¿Es el mismo bicho del glissando de tercera menor corta? No lo sé : es bien distinto de los demás. Mucho más complejo. Las moscas continúan dando vueltas. Nuevamente, piar descendente, justo antes de ese sonido frotado de madera con madera en rallentando. No me imagino lo que es. Me inclino por un ave. La brisa hace un movimiento crescendo-diminuendo y uno de esos frotadores de madera da paso al piar en glissado descendente, de color similar al de los instrumentos de doble caña. Por fin, un premio : por ahí, piar dialogante, piar ondulante. La distancia entre frecuencia superior e inferior es de una segunda menor grande. La brisa sopla como a oleadas y las hojas caen de los árboles por su acción, como ayer. Piar en tres notas descendentes : dos segundas menores de distancia total. Dos ocurrencias. Por ahí lejos, otro piar ondulante. Pasa un mosca y se adivinan gorjeos en el interior del bosque. El retorcedor de madera en rallentando suelta de vez en cuando trazas de su presencia. Pero no se prodiga mucho. Al menos es algo más fuerte que los graznidos agudos que se producen a media distancia. O los gorjeos más cercanos. Todos, sutilísimos. Nadie levanta la voz aquí, excepto algunos visitantes.

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Si ya caen las hojas, ¿que pasará dentro de tres meses? Un avión se insinúa lejano. Dos paseantes se acercan. Mujer y hombre. Hablan fuerte entre ellos. El sudor empapa sus ropas de deporte. A su paso arrastran las hojas por el suelo. Se alejan. Van a buen paso. No atienden más que a su cuerpo. Nos dejan con los piares y gorjeos. ¿A cuál de las parejas te gustaría tener de vecinos? pregunta Carlos al terminar.

S14.12.723-O047.50.926 . 14.06 . 27.06.201 . 694 metros de altitudMicrófono orientado al suresteMorada del sol . Cascada y cañón

Al llegar, Carla ya se bañaba al otro lado del río. Se ha ido con Rivelino y Emiro cuando Carlos y yo nos hemos quedado grabando. En cierta forma, es mejor que nos hayan dejado solos para hablar de su mundial, porque así grabamos con mucha más tranquilidad. ¡Se pasan la vida hablando! La verdad es que para venir aquí no hacía ninguna falta contratar a Rivelino.

Ruido blanco constante. Es un decir, porque es ruido rojo, más bien. Se distingue un gran grave aislado y luego, separadas, las frecuencias medias y agudas. Enmascara las voces de los bañistas que sólo atinan a comunicarse cuando gritan. El nadador levanta agua, pero la onda de presión que eso genera apenas destaca de la gran fuente de ruido. Bueno, a Carla sí se le ha oído pedir el bronceador a Rivelino. No puedo dejar de recordar el bolero de Willy Colon que magistralmente cantaba Héctor Lavoe. ¡Qué lástima que casi toda esa gente fuera de derechas!

"La María tiene un sueño de mujerDonde hay mucho que perderPor un beso que ella dé.

A María, no le importa padecerLlegar a palidecerEn su loca fantasía.

Lo que no sabe la María todavíaEs lo engañoso que resulta el oropel.Y aunque la niña dejará de serlo un día,Nadie sabe cuando será.Lo seguro es queDe mis brazos partirá."

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Roca negra en el lecho del río São Miguel. Recortada por la erosión. Facetada. Esto es un cañón. El río va encajonado. El agua, aparte de alguna hoja seca y la espuma en algunos sitios, es cristalina. Alguien hay por ahí que hace el oso y grita. Creo que está encima de nosotros, que nos encontramos en una especie de palco de esa roca negra seca, tapizada con algo de hojarasca y alguna rama. El que hace el oso se me antoja que es como si estuviera haciendo gárgaras. Quizá no está encima, sino que es ése que se ducha en el salto de agua. Se acerca nadando y se pone a hablar con un colega que lleva una cámara de retratar.

S14.09.947-O047.35.995 . 16.30 . 27.06.201 . 1136 metros de altitudMicrófono orientado al sudoesteParque portal da Chapada de São Bento . Molino de agua

Para entrar, nuevamente, pagar. Hoy han sido ya 35 reales de entradas en parques. Más lo que toque de guía.

Como aún no es hora de bichos, al escuchar el choque del agua con la pala del generador hidráulico, he pensado que valía la pena tomar este paisaje. Ahí está el sonido. De hecho hay dos dominantes. Uno es la caída del agua desde un caño. Es el de frecuencias más graves y de chapoteo más aleatorio. Imposible describirlo mejor. Crea una trama de sonido densa y muy viva. El otro es el generador hidráulico, una rueda metálica con palas metálicas. Cuando el agua choca con ellas, produce un sonido metálico bien caótico. Nada previsible, pero no aleatorio. Es un buen ejemplo de comparación entre lo caótico y lo aleatorio. La distribución aleatoria es plana, mientras que la distribución de eventos caóticos es mucho mas sesgada y puntiaguda.

¡Hombre, viene gente! No sé para qué llevan botas tan pesadas en un camino tan elemental como éste, todo el tiempo elevado del suelo por un entramado de tablas. ¡Lo que debe costar acondicionar esto así!

Los sonidos del molino están comprendidos en una sexta. Pero, dado uno de ellos, la probabilidad de que tras él se produzca otro no es igual. Es distinta para cada uno de los posibles sonidos. Parecido a lo que ocurre con una cadena de Markof. En la distribución aleatoria plana, dado un sonido, la probabilidad de que se produzca cualquier otro es igual para todas las continuaciones posibles. ¡Aquí las tenemos juntas!

Han venido los de mantenimiento del parque. Se han paseado un rato haciendo ruido por aquí sin ninguna necesidad aparente y luego se han largado. Ahí quedan fijados para la posteridad. Lástima no saber quienes son. Los pondríamos en los créditos

La noria suena a alguien lavando cazos.

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S14.10.057-O047.35.945 . 17.01 . 27.06.201 . 1140 metros de altitudMicrófono orientado al surParque portal da Chapada de São Bento . Hacia la hora del cambio

Sentado junto a un ficus recién nacido y a los pies de una azucena, durante cuatro minutos me concentro en un sonido aflautado grave de un segundo y medio de duración y repetido cada diez. Hasta que ha callado. Luego ha vuelto a empezar. El sonido en sí es previsible, pero no el momento en que se producirá.

Los grillos cantan todo el rato. Precisamente ahora han variado algo. El más cercano ha dejado de cantar por unos instantes. Luego ha vuelto a la carga. Los coches se oyen al pasar por la carretera. Por ahí al fondo, un graznido ronco y un piar bastante agudo.

Pasa una mujer grande vestida de amarillo y con chanclas. Se le ha caído el encendedor.

Piar contrapuesto a los grillos y a los coches de la carretera, que pasan a toda velocidad. Piar rallentando, luego, y parece que se va a instalar en un ritmo de un evento a cada segundo, pero no. Calla. Un piar corto agudo va volando. El graznido ronco se manifiesta ahora más que antes. Hay por ahí algo que resuena en una banda grave y estrecha como quien da golpes en la madera. Hojas que se arrastran y otras que caen. Sin brisa, el canto denso y agudo lejano se percibe con toda claridad. Muy lejos, también, como una ocarina tocada con poco convencimiento. De nuevo el tamborileo se mide con un piado-gorjeo bastante repetitivo para cambiar de sitio. Un canto aflautado grave se oye lejísimos. No tanto como dos piares seguidos que al acercarse se transforman en gorjeo. Como una flauta de pico por ahí y un pájaro muy agudo la mar de animado. Cuando suena un aleteo, el canto que recuerda una flauta de pico alcanza el registro medio grave. Esos movimientos dan paso a un canto rítmico, que termina cortándose.

Alguien se acerca. No. No se acerca nadie. El pájaro agudo sigue siendo agudo pero ahora pía claramente. ¡Anda! Un nuevo grillo y parece que oigo un gallo. ¿Lo será?

S14.09.839-O047.35.606 . 17.44 . 27.6.201 . 1146 metros de altitud Micrófono orientado al suresteParque portal da Chapada de Sao Bento . Cambios

¿Será de verdad un gallo? ¡Hombre! Se nos acercan los elefantes. Quiero decir, unos cuyos pasos suenan a legión romana. Han asustado a todos los bichos. Pero no demasiado. A esta hora hay mucha variedad. Al cabo de un ratito, el bosque retoma su aliento. Tenemos bastante cerca un canto bien especial. Dos producciones seguidas separadas de trescientos milisegundos y de una segunda mayor. No lejos, un grito repetitivo que se mueve. Y muy cerca, un piar agudo. Lo que

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me resisto a suponer un gallo no para. Y de fondo, claro, la cascada, que muy probablemente era lo que creíamos tráfico. Pero no sé; parece que los coches suenan también aquí, a pesar de todo. El de canto raro se ha acercado al micrófono. Esta ahí delante. Detrás mío suena como si alguien estuviera besando una mejilla. Desde el punto de vista de la síntesis es un filtro resonante de unas cuantas bandas muy estrechas y envolvente corta de ataque exponencial y caída en acantilado.

Los grillos ya llevan rato cantando. Horas, de hecho. El ave de piar extraño se ha alejado. Buscando a los suyos. De pronto, un piar ascendente y de repetición emite cada vez más rápido. Esto está lleno de aves. Otra vez, el canto en accelerando. Cuando no puede ir más rápido, se detiene abruptamente. Da paso a un graznido repetido y ronco, como el de antes, pero más cercano. El animal de canto raro está delante. Dialoga con otro de su especie, que se encuentra algo más lejos. Se acelera discretamente. Da más de dos golpes. Esto debe estar lleno de esos bichos, sean lo que sean. La señal es bien fuerte. Serán ranas. El intervalo entre los sonidos de cada individuo es de una segunda menor cuando son dos. Cuando son más, el intervalo entre ellos es menor. Cada vez cantan más animales. Claro : oscurece. Suena de nuevo hasta el sonido aflautado ése, el grave de antes, que había desaparecido. Definitivamente, se oyen coches cerca. Sus graves, especialmente desde bien lejos, pero también, el sonido más agudo del pisar la grava cuando están cerca. Esto es cada vez mejor. Los piares repetitivos en el interior del bosque son cada vez más numerosos y las ranas, que suenan como las púas de un peine, se preparan para un largo concierto.

S14.09.899-O047.35.983 . 18.35 . 27.06.201 . 1154 metros de altitudParque portal da Chapada de São Bento . Grabación en ausencia

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28 de junio de 2.010

S14.16.650-O047.44.970 . 09.32 . 28.06.201 . 978 metros de altitudMicrófono orientado al surMuy cerca del Rio dos Couros

Para llegar aquí es necesario conducir más de una hora por caminos de polvo. Hemos pasado sin pagar porque hoy juega Brasil. Cuando juega Brasil, no se trabaja. Panem et circenses, dije en la conversación del coche. Feijoa e futebol, dijo Carlos. Se pasan el día hablando estos chicos. El camino continúa a pie. No es un trecho muy largo. Este punto tiene interés para nosotros, porque se dice que existe un proyecto de construcción de una explotación hidroeléctrica para este lugar. Una presa. Por supuesto que recoger el paisaje sonoro de parajes que pueden desaparecer es uno de nuestros objetivos. Es difícil escuchar con tanta gente. Mientras andan, Emiro, Rivelino y Carla van hablando todo el rato. El tema es el mundial. ¿Podía ser de otra manera? De vez en cuando les pido que callen, que no dejan escuchar el ambiente. Me parece que no lo entienden demasiado ¿Qué puede haber ahora más importante que el mundial? Nos detenemos en nuestro camino hacia las cascadas, porque hacia el oeste se oían pájaros.

Estamos a cien metros del Rio dos Couros. Tras montar el dispositivo, sólo queda viento y el paso lejano del agua. Tal vez sea éste el lugar más indemne que hayamos visitado en toda nuestra gira brasileña. A pesar de la pureza del lugar, sólo escucho débilmente algún pajarillo. Es a causa del viento, porque la vegetación es bastante despejada. Llegar desde la senda hasta un grupo de arbustos, nos ha costado unos trabajosos cincuenta metros de casi arrastrarnos por un suelo abrupto cubierto de pasto. Nuestro escondrijo está rodeado de muy diversas especies vegetales, entre las que se encuentran los ficus de hoja dura, las canna luya y también sus primas, las candonbas, que se encienden solas y se emplean como tea natural. Hay un par de pequeños carboeiros delante de mi y a mi izquierda, al menos diez matas distintas que no reconozco. Un poco más a mi izquierda, un arbusto que me recuerda a un olivo. Es pequeño y tiene hojas similares, pero mucho más grandes. El tronco no está tan torturado como el de los olivos. Quizá sea de crecimiento mucho más rápido.

Durante mucho rato, sólo viento. Es lo predominante. Cambia repente. Una ráfaga me trae la voz de Rivelino. ¿No se podrá callar? Deben creer que el viento se lleva sus voces en dirección opuesta a nosotros. Al final de la grabación, unos piares algo más fuertes que los que antes hemos escuchado y silencio; bueno, quiero decir viento, que es el substrato sonoro de la zona. El silencio no existe. ¿Ha sido dicho suficientemente? Quizá todo ese sonido de fondo que parece agua no sea otra cosa que viento.

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S14.16.613-O047.44.974 . 10.07 . 28.06.201 . 969 metros de altitudMicrófono orientado al surBalsas del Rio dos Couros

Cerca de las balsas de agua previas al salto de las primeras Cachoeiras dos Couros, hay más animales que en nuestro escondrijo anterior. No es la otra orilla del río lo que vemos enfrente. Es una isla. Su densa vegetación está compuesta de matas, como pirequis y planta moeda, y árboles grandes y frondosos, entre los que hay bassorinhos y buritis.

Por supuesto que el viento y el ruido rojo de la caída del agua son eternos y nunca dejan este lugar. Pero escucho saltamontes de dos clases, al menos. Unos cantan a oleadas periódicas. Otros, agudos, cantan constantemente. Flojito, eso sí. Se escuchan graznidos ocasionales. Pero esta hora no da para más. Si cambio de posición, escucho otro grillo. Es parecido a lo que me ocurre en los conciertos. Si muevo la cabeza, escucho de manera distinta. Se me manifiestan aspectos del sonido que, de no haberme movido conscientemente, nunca hubiera podido apreciar.

El sol empieza a picar, pero es relativamente suave. Además, las ráfagas de viento refrescan la piel. Desde que bajé del avión en Goiás, el sol me pareció una delicia. Cosa rara en mi, que ando siempre protegiéndome de sus rayos.

¡Hombre! Un gorjeo-graznido. Y un piar. Son caros de escuchar. Otros, la mayoría, lo son de ver. Los silbidos son delicadísimos. Como todos los otros sonidos de este lugar. A lo lejos se oye el grave del salto de agua más importante. Al este, el grave de otro. Pero se diferencian en frecuencia y son distintamente enmascarados por las ráfagas de viento. Cuando cambia un poco, trae otras partes del espectro del ruido de la cascada. Por eso, lo más común es escuchar casi siempre el grave, que es omnidireccional y, sólo a veces, distintas zonas del registro agudo, que es más direccional. Ésa es también la razón por la que los dos graves se perciban distintos. Estamos entre las dos caídas de agua y por tanto, el viento de dirección incierta, que nos trae los elementos sonoros de allí de donde a cada momento venga, es el portador del espectro de una o de otra.

Un piar me despierta de la concentración en el ruido y sus elementos de filtrado. Ahora el grillo grave canta más rítmicamente, pero no a oleadas.

S14.16.696-O047.45.482 . 11.19 . 28.06.201 . 903 metros de altitudMicrófono orientado al esteJusto bajo la Cachoeira dos Couros

Es una bellísima cascada. ¿Por qué pienso en la Cola de Caballo de Ordesa si no tiene nada que

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ver? El pensamiento necesita siempre operar con modelos conocidos. El micro está en el límite de la roca seca. ¿Seca? ¿Es ruido rosa? Desde luego tiene mucho componente grave. Si haces como un amigo mío cuando se aburre en los conciertos de música electrónica, es decir, cambias el filtrado moviendo la cabeza hacia adelante y hacia atrás, obtienes sensaciones bien distintas. Las orejas condicionan el acceso del sonido al oído.

Me voy a someter a una ducha de ruido, así que dejo de tomar notas.

S14.16.701-O04745.243 . 12.10 . 28.06.201 . 955 metros de altitudMicrófono orientado al surEntre las dos cascadas

Paramos en el lugar más recogido del viento y del sonido del agua que encontramos entre las dos cascadas. Al cabo de muy poco de empezar, un pájaro nos obsequia con un chasquido repetido pero no totalmente uniforme. Lleva ya un buen rato así, acelerando y frenando la tasa de repetición en el tiempo. Uno ha piado una única vez. Parece que es el pajarillo que veo metido en un arbusto. Sí es él, porque al irse, deja de sonar el chasquido. Nos deja con unos cuantos piares simples lejanos y repetidos.

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Los dos saltos de agua se diferencian sonoramente. El fenómeno es parecido al de antes, pero con dos saltos de agua mucho más alejados. El viento ha parado por un rato. Por eso se escuchan mas pájaros que antes, enmascarados, empero, por el constante caer y, también, pasar del agua. Y como no hay viento que las arrastre, unas mosquitas tan pequeñas como las melanogaster se empeñan en no dejarme escribir. No paro de machacarlas contra los pantalones, pero no dejan de venir a buscar el sudor de mis manos. En el campo me gusta sudar un poco, porque, si es moderado, ello es síntoma de aprovechamiento. No demasiado, sin embargo, porque entonces, se trata de desgaste. Estamos a la sombra. Carlos trata siempre de poner el micrófono en el lugar desde el que podamos controlarlo más confortablemente. Menos mal, porque ahora el sol pega bastante más fuerte que antes en las balsas. Lo raro es que haya pájaros por ahí. Yo, de ellos, me pondría a hacer la siesta.

Delante de mi, ramas. Yo, en una roca. Tras de mí, el camino. Y más atrás aún, el micrófono orientado a la ladera del valle. Dentro de mi, hambre. Más dentro, ganas de volver, porque hoy termina la recogida de datos que nos habíamos propuesto. Creo que nos toca reflexionar acerca de la forma en que transmitimos nuestras intenciones, porque comprobamos que cada cual lo entiende a su manera y eso hace que las orientaciones que nos dan no siempre sean del todo precisas. ¿Pero cómo le explicamos a Rivelino lo que queremos? En nuestra visita de ayer a los pozos de cuarzo hablaba como los antiguos guías españoles que te encontrabas en un monasterio perdido, ésos que te explicaban el edifico en cuestión con un montón de apostillas y frases aprendidas de memoria. Nosotros éramos un grupo extraño para él. Cada vez que se ponía a dar su discurso, le pedíamos por favor que parara, que necesitábamos escuchar el paisaje. Hoy, al empezar el recorrido a la Cochueira dos Couros, después de haberlo explicado varias veces, me pregunta : y entonces, ¿cuál es la idea de estas grabaciones que hacéis? Se lo he vuelto a explicar. No creo que haya entendido nada. De hecho, le importamos un pepino. Y las grabaciones, aún menos. Lo cierto es que hoy algunos se han pasado un poco con tanta cháchara. La primera grabación debe contener los graves de sus voces, porque creían que no se les oía. Con ese episodio me he dado cuenta de que tenemos un problema de comunicación y de complejidades. No sabemos en realidad qué vamos a buscar ni qué encontraremos allí donde vamos. Lo que a nosotros nos importa es el sonido en sí. Su significación, también, pero en segundo plano. Eso es difícil de comprender, porque faltan los elementos básicos a partir de los que construir canales de comunicación.

S14.16.665-O047.45.108 . 12.39 . 28.06.201 . 959 metros de altitudMicrófono orientado al surEntre dos aguas

Nos detenemos porque escuchamos un insecto nuevo. Pero se ha callado nada más parar. Y estamos a pleno sol. Menos mal que llevamos sombrero. Chapeu, como dicen por aquí. Como para compensarnos de la desaparición de nuestro objetivo, un pajarillo se ha puesto a cantar en una rama. Pía muy insistentemente en grupos de eventos que separa de 3 a 5 segundos.

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Bueno. Por fin canta el insecto de marras. Pero una única vez. ¿Le falta calor? ¿Agua? ¿Qué es lo que quiere? Se lo suministro. Nada. Se ha callado otra vez. Cómo es que un animal decide en un determinado momento hacer una u otra cosa, por ejemplo, ponerse a cantar? Es algo que me pregunto a menudo. Existen condiciones ambientales evidentes que estadísticamente funcionan. Pero y en los casos particulares, ¿cómo se da la cosa?. ¿Por qué ese pájaro acaba de lanzar un piar al viento? P¿or qué el insecto se calló y por qué se puso luego a cantar? ¿Y ése al que le ha dado por gorjear rítmicamente hacia el oeste? Lo hace a un pulso parsimonioso de unas cien veces por minuto. Mientras, a otro le ha dado por piar con dos frecuencias simultáneas. En general, los pájaros que emiten dos frecuencias separables me suenan como un instrumento arcaico de doble caña. Silencio. Bueno, no. Cascada. Como estamos un poco alejados del paso del río sólo se aprecia el grave de la cascada. El gorgoteo del paso del agua en las rocas no se oye. Comienza de nuevo el del gorjeo parsimonioso a cien pulsaciones por minuto. A ver cuánto dura así. Cada tanto, se da un respiro de un pulso y vuelve a empezar. No para, el hombre. Lleva más de tres minutos así. Casi cuatro. ¿Por qué ése, sí y el insecto, no? Se levanta viento cuando otro pájaro pía a la misma frecuencia que el insistente. También se da respiros. ¡Ya lleva casi cinco minutos! Y el del piar tampoco para. ¿Ese insecto que merodea cerca del micrófono sonará en algún momento? No lo oigo desde aquí. El del gorjeo parsimonioso lleva ya 6 minutos seguidos cantando y ha podido con nosotros. Nos vamos.

S14.08.678-O047.29.273 . 16.47 . 28.06.201 . 1186 metros de altitudMicrófono orientado al surTrilha Curicaca

Pocos sitios en Goiás hay tan al amparo del viento como la Trilha Curicaca de la Reserva Loquinhas. Es uno de esos caminos para visitantes. Mientras nos instalábamos para grabar, ha sonado el tercer grupo de tracas de la tarde: Brasil 3 - Chile 0. Nuestros amigos estaban pletóricos. Se han adelantado hasta la cascada y les he pedido que no hablen, porque se oye todo, aunque ellos no lo crean. Me miran como si estuviera loco. Puede que lo esté, pero ellos están cansados de tanta toma de sonido.

Por ejemplo, vuela por ahí un moscardón de difícil identificación. Hay muchas cosas que no se oyen porque no se conocen. Simplemente. Para reconocer es necesario hacer emerger la información del continuo aparentemente ruidoso. La mayor parte de señales no emerge a la consciencia porque nunca se les ha encontrado significación. Sin embargo, el magma de señales no es necesariamente ruidoso : es distintamente incomprensible para cada uno.

Dos cantos de gallo y entre uno y otro, dos cantos de tórtola. Luego, tres cantos de tórtola y una lejana que la contesta. Nueva traca en Alto Paraíso do Goiás: Brasil 4 - chile 0. Me lo imagino, ya se verá luego el resultado real.

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Las tórtolas nos llaman la atención entre todas las otras señales animales porque están muy claras, pero hay por ahí aleteos que se confunden con los graves del agua. Y alguna voz, también, emergiendo del agua. Desde luego que los piares y los graznidos son perfectamente identificables. Otra vez el gallo. Y los grillos, que ya están en marcha desde hace un buen rato. ¡Vaya silbido complejo! ¿Qué será? ¿Y ese sonido aflautado grave y tímido, como el de ayer? ¿Algo parecido a un búho? A mí, lo que más me impresiona de todo, como siempre, es la sensación de espacialidad que experimento con las diferencias de fase de los sonidos de los insectos, en principio, si no todos iguales, muy parecidos. Es el caso de estos grillos tan simples si se toman individualmente y tan complejos e interesantes cuando se les tiene en cuenta como conjunto. Es el principio de la síntesis granular.

Un avión surca el aire. La tórtola se ha callado, pero no por él. En su lugar, algo escucho moviéndose entre las matas, cerca del micrófono. Esta tarde hay muchos animales por aquí. Carlos propone grabar diez minutos más. Sí. Vale la pena. Es un paisaje sonoro interesante.

Aun no he dicho nada del agua. Esta ahí, pero no demasiado cerca. No se escucha aún el grave potente. Sólo las componentes agudas de la caída del agua. ¿Qué será lo que las filtra, con lo difícil que es separar los graves de forma natural?

Hoy no hago más que preguntarme cosas. Una más : ¿por qué serán tan sutiles los sonidos de algunos cantos? Todas las formas en la naturaleza aparecen vinculadas a algún desarrollo evolutivo. Si son como son, es porque esa característica es coherente con la perpetuación de los individuos que la presentan. ¿Cómo es que es tan sutil ese rugido tan sutil? Tres ocurrencias. No. Ahora otra. Aumenta la frecuencia y el filtrado. Luego libera el gesto para no filtrar más. ¿Será un mamífero? Si fuera demasiado fuerte ¿atraería demasiados depredadores?

Mi visión de paisaje sonoro HiFi de Shaffer tiene que ver con la adaptación al medio. En su evolución, cada especie va ocupando franjas de espectro o de tiempo vacías. Pero ¿qué determina la intensidad de los cantos?

Otra vez el rugido.

Parece natural que, si para la reproducción el canto es importante, su recepción también lo sea. Y que por eso (¿Brasil – Chile 5 a 0 o es que les gusta tirar cohetes?), sea determinante que el canto de cada especie ocupe franjas de espectro y de tiempo distintas. Así no hay enmascaramiento entre ellas y tampoco, pues, tendencia al aumento de niveles. El nivel se mantiene bajo y estable mientras no sea preciso subirlo por alguna razón.

S14.08.664-O047.28.998 . 17.37 . 28.06.2010 . 1235 metros de altitudMicrófono orientado al surMirador de la Trilha Curicaca

Sentados en el banco del mirador, Carla, Emiro y yo, escuchamos el gorgoteo del agua cercana y, por ahí, el canto de esas aves que emiten silbidos muy agudos ligeramente ascendentes. A veces se encadenan dos. De hecho es lo que más atrae mi atención ahora, aparte del agua, la trama básica sobre la que nuestra percepción articula todos los demás sonidos. Detrás nuestro, unos pitidos. Y lejos, al norte, abruptamente, un canto complejo de ave.

Si el canto de un animal es identificable por los otros de su especie, es evidente que con ello aumenta la probabilidad de que se perpetúen sus genes. Si la ocupación de una franja de frecuencia o de tiempo contribuye en la claridad de la identificación, esa probabilidad aumenta también. Así es como unas y otras especies deben haber ido acomodando sus emisiones en el espacio de frecuencias y en el de tiempos y duraciones. Los cantos de defensa también entran en esta

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argumentación. Un depredador que identifique un sonido del que desconfiar, desconfiará tanto más cuanto más claro escuche y pueda identificar el sonido en cuestión. Las formas de la naturaleza son como son por el proceso que han seguido hasta llegar a su estado actual. Cada estado evolutivo es imposible a menos que provenga de un estado que de alguna forma lo anticipe. Sin previsión de futuro, sin embargo, porque la evolución no va a ningún sitio. Nadie hay ahí para conducirla. Así, esa anticipación a la que aludo no debe verse más que como una disposición o configuración desde la que un conjunto de transiciones a otros estados es coherente. La elección de sucesor entre unos y otros es resultado de un azar filtrado por la intensidad con que, dado un contexto, cada uno tienda a mejorar la aptitud reproductiva del individuo que lo experimenta.

Un moscardón me devuelve a la realidad. Debe ser bien gordo, a juzgar por el nivel sonoro que su rápido y potente batir de alas produce. Los piares son mínimos. Pero ahí están. A esta hora es cuando mejor se está y cuando mejor se graba. No creo que ande lejos ese pájaro. Sin embargo, su emisión es bien débil.

Sin lugar a dudas, elevados aquí, cercanos a la cresta de la montaña, lo que mejor se escucha es el canto de ese ave lejana, bastante más potente. Debe estar muy solitaria, porque no se oye ninguna respuesta. Una razón, pues, para el nivel de los cantos : la distancia media entre los individuos de una especie.

S14.08.679-O047.29.275 . 18.16 . 28.06.2010 . 1202 metros de altitudReserva de Loquinhas . Grabación en ausencia

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S14.08.669-O047.29.335 . 18.23 . 28.06.2010 . 1206 metros de altitudMicrófono orientado al norteÚltima toma en Curicaca

Volvemos a un punto muy cercano al primer emplazamiento de la tarde y aún más de la entrada del parque de Loquinhas. Se oye perfectamente hablar al guarda y ladrar a los perros. Espero que no se estén toda la noche dándole, porque hemos dejado la Wilf Life bastante cerca.

A esta hora los grillos ya llevan entreno. Se escuchan de muchos tipos. Parece que las aves ya duermen. Antes hemos escuchado loras. Ya veremos si la Wilf Life las pilla de madrugada. Este parque es de lo mas tranquilo. Lo único preocupante es el perro, que está entrenado a meter bulla.

Si uno se concentra en un grillo, escucha un tempo claro. Igual que si se centra en dos o tres. Cuantos más insectos entran en la consideración de uno, más polirrítmico tiende a manifestarse el paisaje. A lo lejos un ave de esas de canto potente. Imagino que debe ser así, porque de lo contrario, no lo escucharían los de su especie. Ésa debe estar a más de un kilómetro.

Un grillo tras de mí suena una segunda menor por debajo del más grave de una pareja separada otra tercera menor. Por un instante se ha escuchado una célula melódica repetitiva. Después, se han desacompasado, de manera que cada uno ha quedado aislado en el dominio que mi percepción le tiene reservada. Uno de canto más brillante entra en escena. Casi parece el piar de un pájaro. Pero no. Es un insecto nocturno. El acompasarse y desacompasarse me recuerda siempre a las campanas. Uno por ahí lleva un ritmo bien curioso. Mucho más rápido que los otros, produce un sonido corto cada cuarto de segundo. De vez en cuando deja espacios vacíos. Hay otro que ha doblado el ritmo por un instante, para volver a su ritmo anterior. Pero no siempre está así. Ahora, por ejemplo, su tasa de repetición es la mitad de la inicial. Él va oscilando y, como para establecer nuevos contrapuntos, se manifiestan fuentes nuevas. La noche es el lugar del espacio. Dadas las frecuencias dominantes de cada individuo, se crean melodías de tres o cuatro notas que en algún momento se desencajan. Pero no hay que engañarse. Es la consciencia quien las encaja. Por eso, lo que uno oye no necesariamente debe coincidir con lo que oye el otro. Todo es cuestión de perspectiva. De las polifonías fractales de Luis Callejo, Luigi Nono decía que su percepción le llevaba de una a otra, saltando al azar. También, que escuchaba siempre melodías distintas; las que su voluntad construía dado el estímulo complejo inicial. El proceso de articulación y desarticulación en la nada de una melodía cuando las notas varían su proximidad en el tiempo es un fenómeno parecido. ¿Que ocurre con el espacio?

Creo que Venus esta al oeste. Debe ser ese lucero tan luminoso de mi izquierda. ¿Es Marte ese rojo casi en el zenit? No. Es ése otro. El que está en el zenit es Saturno, que sí está en el verdadero zenit, no donde yo creía que estaba. Desde la espesura del bosque, no es fácil orientarse en el cielo. ¿No ha salido aún la Luna?

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29 de junio de 2.010

S14.13.111-O047.29.102 . 09.12 . 29.06.2010No se tomó sonidoDe vuelta

Esta mañana se me ha complicado un poco. En realidad la complicación sobrevino ayer por la noche. Al llegar a la habitación comprobé con desagrado que se me había atascado el inodoro. Traté de desatascarlo con una especie de manguera que acostumbra a haber en los hoteles brasileños, especialmente preparada para esas tareas. Pero sólo conseguí inundar la habitación y mojar una manta. También la estera de la cama. No me dí cuenta enseguida, porque el escape se produjo cuando ya estaba metido en la cama. La manguera en cuestión no aguantó la presión y así fue como al cabo de un rato empecé a ser consciente de un chorro de agua que imaginaba deberse a que alguien se duchaba en la habitación contigua. Pero al levantarme de la cama para desenchufar las baterías ya cargadas, el suelo estaba perdido de agua. La manta y la estera, chorreando. Así que a medianoche salí desnudo al jardín a tenderlo todo. La noche era clarísima y tranquila. La Luna estaba ya en el zenit. A saber qué hora era. ¿Las 4? No lo miré. Sólo se oían los grillos. Ningún ave ni gato ni perro ni música reggae ni nada. Bellísima experiencia, pero al intentar colgar la manta, me pinché el pie con algo que había en el suelo, así que me metí otra vez en la casa. Me costo dormir, pero no despertarme antes de las 6. Tenía los ojos como platos. No podía dejar de pensar en cómo le iba a explicar la aventura a los propietarios del hotel, una pareja de japoneses ya entrados en edad, muy amables y atentos. El señor anda siempre cuidando los árboles del jardín donde tienen desperdigadas las casitas con las habitaciones. También se encarga del mantenimiento. Ella asume la dirección. No es un sitio caro. Apenas 90 reales la noche, algo así como 40 euros. Es un lugar cuidado con amor y por eso me sabía fatal dejar la habitación en esas condiciones. Al hacer la maleta, me he dado cuenta de que también mis calcetines estaban chorreando. No tenía ninguna bolsa donde meterlos. En fin, ¡vaya desastre! Al terminar el desayuno, le he pedido a Carla que le explicara en Portugués lo que había pasado. Sí, es muy común, pasa mucho. Todos los extranjeros echan papel y eso termina por atascarlo. Hasta los japoneses lo hacen, ha dicho como para que no me preocupara, que le parecía de lo más normal. Pero el caso es que yo había empleado la papelera y así se lo he hecho ver. La señora ha concluido que debería haber sido el anterior usuario. Quizá. Le he pedido disculpas. Con tanta explicación, no he podido administrar el correo de hoy, que venia especialmente cargado y necesitaba respuesta antes de las ocho horas que vamos a tardar en llegar a Goiânia. Por eso, he tardado en terminar de recoger y he llegado el último, cosa inhabitual en mí, que siempre ando recordando los horarios. Es cierto que no había que grabar esta mañana. Sólo recoger la Wild Life en Loquinhas antes de marcharnos.

Mientras escribo en el coche, el paisaje del Cerrado desfila ante mis ojos. Predomina la sabana. Hay dos tipos de bosque. El de árbol bajo con mucho matojo y el de árbol alto también con matojo. Los arboles más altos no son autóctonos del Cerrado, que sólo en un veinte por ciento del terreno conserva su vegetación propia. La carretera discurre paralela a las líneas de comunicaciones y de tensión eléctrica, que en su mayoría son de cemento. Las metálicas, muchas menos, son más grandes y deben llevar más carga. Como en muchos lugares en Latinoamérica, el acceso a los terrenos salvajes es difícil porque todo está vallado. En los lugares donde hay agua, abundan los buritis, que como he dicho es una palmera muy esbelta y elegante. De vez en cuando se ve una hacienda rodeada de campos inmensos. Todo es inmenso aquí. Las haciendas sólo muestran el límite con la carretera. No se ve donde terminan. De vez en cuando, también, algún embalse. Parece que no falta el agua, porque vegetación hay bastante. Lo que tampoco falta son los carteles que recuerdan al viajero que Jesús está en todas partes y cosas así. Debe haber mucho fervor religioso, por aquí. En Alto Paraíso de Goiás vimos tres iglesias. Una de testigos de Jehová, otra presbiteriana y otra católica. Rivelino, sin ir más lejos, el guía que nos llevó al parque nacional y ayer, a las cascadas del Rio dos Couros, es católico, aunque de vez en cuando, según contaba, hace visitas a los presbiterianos. ¿Tú crees que a Jesús le gusta el fútbol? preguntaba Carlos. No

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respondía. ¿Y de qué equipo es? Del Flamengo, decía Carla. Y yo, que paso de fútbol, del Barça, decía. A Rivelino todo eso debía sonarle a blasfemia, porque no dijo nada. Sí se pronunció con sorna acerca de los místicos venidos de todas partes a dar la bienvenida a los extraterrestres. Contó que había habido suicidios relacionados con ese fervor alienígena, tan cercano del New Age.Volvemos a la realidad : se terminó la autopista. Ahora toca la carretera. Carla, nuestra entusiasta amiga, parece cansada de tanto viaje y tanta parada a escuchar. En el viaje de vuelta no habla. Emiro, tampoco. Salimos el martes pasado, justo hace una semana. Hemos hecho juntos casi dos mil kilómetros. Carla se ha portado muy bien. Ha preparado las rutas fantásticamente. Y nos ha ayudado a relacionarnos con la gente de aquí. Es hábil regateando. Eso nos ha ahorrado algún dinerillo. Por su parte, Emiro ha estado también fenomenal. Buen conductor, siempre atento a nuestras necesidades, no se altera nunca. Es un profesional en el mejor sentido de la palabra.

Otra vez en la autopista, atravesamos ríos y embalses. El paisaje se me antoja más árido que a la ida. Los vehículos tienden a ser anticuados, con respecto de Europa o Estados Unidos. Como en Costa Rica o Colombia, los camiones pueden llegar a ser enormes. Muchos llevan tacómetros adaptados a cada rueda. Los vehículos de desguace se amontonan en unos lugares cercanos a la calzada y en ocasiones, la invaden.

2 de julio de 2.010

S23.32.605-O046.39.119 . 21.00 . 02.07.2010Hotel LEV . São Paulo . Grabación en ausencia

3 de julio de 2.010

S23.33.313-O046.39.889 . 03.07.2010Grabaciones de paseos en la ciudad de São Paulo durante los Mundiales de Fútbol.

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Orquesta del Caos 2.010

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