ES SOLUCIÓN DE CONFLICTOS: EN CASA Ref. 20830 Ref. 20830 Ref. 20830 Ref. 20830
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Ref. 20830 SOLUCIÓN DE CONFLICTOS: EN CASA CONTENIDO - 30 FICHAS (ilustraciones) de 13,5 x 16,5 cm. con el desarrollo de 7 historias + 2 fichas interrogantes (4 viñetas
por historia, las 2 últimas viñetas de cada historia son reversibles).
- 1 CD AUDIO MP3 con la narración de 7 sencillas historias con 2 posibles finales (en total 14 historias). El CD
también contiene los textos de las historias, y las ilustraciones en blanco y negro para colorear.
- 1 Guía para el uso de CD
- 4 bases de madera
SISTEMA DE JUEGO Y RECOMENDACIONES DE USO Consta de 7 sencillas historias que narran dos formas de resolver diferentes conflictos y muestran las
consecuencias de tomar una buena o una mala decisión. Cada historia se desarrolla con 4 fichas y las 2 últimas fichas
son reversibles para mostrar dos posibles finales.
1º Familiarización con el material: Se recomienda al educador leer o escuchar las historias y familiarizarse con las ilustraciones antes de trabajar con
los niños.
2º Agrupar las fichas/ilustraciones por el color del marco.
3º Seleccionar del CD una pista/historia y coger las fichas con el marco de color correspondiente (según se
indica en la guía para el uso del CD que se adjunta).
4º Escuchar la historia y ordenar las fichas. Observar que las 2 últimas fichas ofrecen dos alternativas.
5º Comprobar que el orden es correcto mirando la numeración de las fichas, y que en las 2 últimas fichas se ha
escogido la alternativa correcta, correspondiente a la pista/historia según se indica en la guía para el uso del CD que
se adjunta.
Para trabajar con un grupo de niños y que todos puedan ver correctamente las ilustraciones, se recomienda apoyar
las fichas sobre las bases de madera que se adjuntan.
EDAD RECOMENDADA A partir de 3 años.
OBJETIVOS PSICOPEDAGÓGICOS - Aprender que las decisiones que se toman tienen consecuencias (buenas o malas), y que por lo tanto nuestras
decisiones implican una responsabilidad.
- Desarrollo de actitudes de escucha.
- Aprendizaje de nociones temporales (antes, luego, después,…).
- Desarrollo de la secuenciación temporal al ordenar las escenas correctamente.
- Estimulación y enriquecimiento del lenguaje: estimula a hablar al niño y le permite comenzar a estructurar el
lenguaje.
- Posibilita el enriquecimiento de vocabulario básico.
- Facilita el aprendizaje de otros idiomas.
DESARROLLO DE ACTIVIDADES - Preparar sobre las bases de madera las viñetas de una historia en orden, con el símbolo “descontento” en las 2
últimas viñetas y tapar estas dos últimas viñetas con las “fichas interrogante”. Escuchar atentamente el cuento y
preguntar a los niños: “¿qué es lo que el protagonista del cuento ha decidido hacer o decir?”. Entonces levantar
la ficha interrogante de la tercera viñeta y preguntarles: “¿qué creéis que pasa a continuación como
consecuencia?”, y levantar la ficha interrogante de la última viñeta. Dar la vuelta a las dos últimas viñetas, tapar
con la “ficha interrogante” la tercera viñeta, y observando la última viñeta preguntarles a los niños: “¿qué creéis
que ha pasado para que acabe así la historia?”. Finalmente, escuchar la historia correspondiente al símbolo
“contento” y levantar la “ficha interrogante” de la tercera viñeta.
- Con las viñetas de un cuento sobre la mesa y una vez el niño o niña conoce el cuento, realizará la ordenación de las
viñetas sin necesidad de escucharlo.
- Con las viñetas del cuento ordenadas sobre la mesa el niño o niña narrará y razonará lo ocurrido en el cuento.
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1. David y los deberes
Como cada tarde, el timbre del colegio anunciaba que las clases del día habían terminado. David y
sus compañeros de clase salieron de las aulas muy contentos y satisfechos después de un largo día
en el que habían aprendido muchísimo.
En la entrada del colegio un montón de padres, madres, abuelitos, tíos y demás familiares
esperaban impacientes a los niños. David se alegró mucho de ver a sus padres porque quería
contarles tantas cosas de camino a casa que no sabía por dónde empezar.
Al llegar a casa, David esperó en el salón mientras sus padres le preparaban la merienda. David se
zampó un delicioso bocadillo y se bebió un buen vaso de leche para merendar ¡Qué bueno! Mientras
merendaba, su madre le recordó que una vez hubiera terminado, tenía que hacer los deberes del día.
David respondió tragando el último bocado: “¡De acuerdo!”
���� Pero luego pensó que como no le habían mandado muchos deberes, podía dejarlos para más
tarde. Así que encendió el televisor y comenzó a ver una serie de dibujos animados divertidísima.
Cuando acabó la serie, empezó un concurso de preguntas. Era un programa que muchos amigos
suyos veían y comentaban en el patio. Como él nunca lo había visto, continuó frente al televisor. Así,
programa tras programa, David permaneció toda la tarde tumbado en el sofá.
A la mañana siguiente, ya en clase, David estaba muy nervioso porque no había hecho los deberes y
sabía que su profesor se los iba a pedir. El profesor iba sitio por sitio preguntando por los trabajos.
Cada vez estaba más cerca y a David no se le ocurría nada que le sirviera de excusa. David tuvo que
reconocer tímidamente y en voz baja que no los había hecho. El profesor se mostró muy disgustado
con él y le recordó que no hacer los deberes no era propio de un buen alumno. David se sintió triste
y avergonzado por no haber organizado mejor la tarde del día anterior.
☺☺☺☺ Esa tarde tenía que escribir una redacción sobre su cuento favorito y hacer unas operaciones de
matemáticas un poco complicadas. David estuvo trabajando sentado en una mesa un buen rato. Sus
papás se acercaban de vez en cuando para echarle una mano con las sumas. Cuando por fin terminó,
David pudo ver un poco la tele antes de la hora del baño.
A la mañana siguiente, el profesor de David examinó sus deberes concienzudamente y observó con
satisfacción que estaban todos hechos y con apenas errores. Así que el profesor no dudó en
felicitarlo por el buen trabajo y añadió que era un alumno muy responsable y trabajador. A David le
dio un poco de vergüenza que le alabaran de esa forma delante de todos sus compañeros, pero se
sintió muy orgulloso y feliz cuando el profesor le puso buena nota por su trabajo.
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2. ¡Cuidado con las golosinas!
¡Qué olor más bueno salía de la cocina! Las dos hermanas, Laura y Natalia, después de poner la
mesa, esperaban impacientes sentadas mientras sus padres terminaban de preparar la cena. Cuando
todo estuvo listo, la familia entera disfrutó de la cena, aunque Natalia, la más pequeña, no estaba
muy convencida con la cantidad de verduras que había en su plato y tardó más que el resto en
terminar. Durante la cena, las dos hermanas contaron a sus padres lo bien que se lo habían pasado
en el cumpleaños de su amiga. Además, su amiga les había obsequiado con una bolsa de golosinas a
cada una. Por fin, Natalia dio su último bocado y todos juntos recogieron los platos, vasos y
cubiertos.
Las dos niñas se fueron a su habitación y se pusieron el pijama para ir a dormir. Después,
prepararon sus mochilas de clase para el día siguiente. De repente, la voz de papá se oyó desde el
salón: -¡Hijas! ¿Os habéis acordado de lavaros los dientes?
���� Laura y Natalia, aunque habían oído a su padre, decidieron sacar una de las bolsas de golosinas
que su amiga les había dado en la fiesta de cumpleaños. Abrieron la mochila del colegio y cogieron
una bolsa con apetitosos y dulces caramelos. Las dos hermanas acordaron compartirlas y una a una
se comieron todas las golosinas. Un poco después, cansadas de comer tantos dulces, las dos niñas
se acostaron, olvidando lavarse los dientes.
Días más tarde, Laura y Natalia acudieron a la consulta del dentista con su padre. Las dos hermanas
tenían caries en las muelas y les molestaba mucho la boca, tanto era así, que llevaban varias noches
durmiendo fatal. El dentista les aconsejó que tenían que lavarse los dientes con más frecuencia y
sobretodo que no tenían que abusar de las golosinas. Las dos hermanas aprendieron la lección y
prometieron cuidar más su higiene dental. En recompensa a su buena actitud, el dentista les
obsequió con una cepillo de dientes chulísimo a cada una.
☺☺☺☺ b) “¡Vaya olvido!” pensaron Laura y Natalia. Las dos hermanas sabían que era muy importante
lavarse los dientes tres veces para evitar tener caries.
Laura tenía un cepillo rojo y grande. Natalia, que era más pequeña, un cepillo verde de menor
tamaño. Pusieron un poco de pasta de dientes en cada uno y empezaron a frotar de arriba abajo
como bien les había enseñado su dentista. Un minuto después, las dos hermanas tenían los dientes
limpios, frescos y relucientes. ¡Ahora sí que podían irse a la cama a dormir tranquilas! Laura y Natalia
dieron un beso de buenas noches a sus padres y se metieron en la cama rápidamente. Las dos niñas
estaban muy cansadas y durmieron plácidamente durante toda la noche. Laura soñó que estaba en el
circo y que se reía mucho viendo a los payasos. En cambio, Natalia soñó que estaba en el zoo y que
le daba de comer a los chimpancés.
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3. ¡A comer!
Era la mañana de un día festivo y Marcos y Silvia, dos amiguitos, estaban haciendo un enorme
puzzle en el salón de la casa de Silvia. Solamente les quedaban unas pocas piezas para completarlo
cuando, de pronto, un extraño ruido salió de la barriga de Marcos: “¡GRRRRR!”
Silvia se echó a reír y le dijo: -Me parece que ese ruido quiere decir que ya tienes hambre.
-¡Claro! -replicó Marcos- es que ya debe ser la hora de comer.
Marcos no había terminado de hablar cuando se oyó la voz del padre de Silvia desde la cocina:
-Niños, ayudad a poner la mesa que la comida está lista.
Marcos y Silvia se apresuraron a recoger el juego y fueron a coger todo lo necesario para poner la
mesa. El padre de Silvia les echó una mano y puso una gran jarra de agua fresca. En un momento,
los tres estaban sentados alrededor de la mesa dispuestos a comer. Primero tomaron una sopa
riquísima, aunque estaba un poco caliente para Marcos. Seguidamente, se comieron unos buenos
filetes con patatas fritas, la comida favorita de los dos amigos.
���� Una vez tomaron la fruta, el papá de Silvia pidió a los niños que recogieran la mesa mientras él
limpiaba la cocina. Además añadió que si acababan pronto, les daría tiempo a bajar a jugar al
parque. A los niños les pareció buena idea, pero en vez de recoger la mesa, se entretuvieron
lanzándose migas de pan que había por el mantel. Mientras peleaban y discutían sentados, los
vasos, cubiertos y platos sucios seguían sobre el mantel sin que nadie los recogiera.
Cuando el papá de Silvia salió de la cocina, observó que los niños no habían ayudado a recoger la
mesa. Así que fue el papá de Silvia quien tuvo que recogerlo todo. Mientras, los niños ya se habían
aburrido de pelearse y esperaban impacientes y un poco avergonzados por no haber obedecido, a
que el padre de Silvia terminara para ir a jugar al parque. Pero cuando por fin el padre de Silvia
terminó, ya era tarde y no pudieron ir a jugar al parque. En ese momento los dos niños se quedaron
de brazos cruzados y lamentaron no haber ayudado a recoger la mesa.
☺☺☺☺ Una vez tomaron la fruta, llegó el momento de recoger la mesa. Los niños llevaron los platos,
cubiertos y vasos a la cocina. Después ayudaron a fregar los platos. En un minuto todo estaba bien
recogido y parecía como si nadie hubiera comido en esa mesa. El papá de Silvia estaba muy contento
por lo mucho que le habían ayudado.
Como se habían portado muy bien, decidió premiar a los niños con una salida al parque. Marcos y
Silvia saltaron de alegría, les encantaba ir al parque. Los niños pasaron una tarde estupenda en los
columpios jugando con los demás amigos del parque. Después de tanto jugar, Marcos y Silvia
estaban cansadísimos y sus padres les llevaron a merendar una taza de chocolate caliente para
reponer fuerzas.
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4. Aprendiendo a jugar
Félix y Martín volvieron del colegio tras un duro día de lecturas, cálculos y redacciones. Mientras
merendaban, contaron a sus padres cómo habían pasado el día en el colegio. Hoy tenían más ganas
que nunca de volver a casa porque su tío Alfredo volvía de viaje y siempre les traía un regalo. Ese día
les trajo un tren eléctrico chulísimo y tenían muchas ganas de estrenarlo. Pero antes de jugar, Félix y
Martín debían hacer sus deberes ¡Qué rollo! Aunque bueno, la verdad es que hoy no tenían muchas
tareas, así que fueron corriendo a su habitación para acabarlas cuanto antes.
¡Por fin habían terminado todas las actividades! Era el esperado momento de jugar con su flamante
tren eléctrico. Los dos niños entusiasmados se pusieron a montar las vías del tren pero tenían un
pequeño problema, sólo había un tren y a los dos hermanos les apetecía muchísimo ponerlo en
marcha ¿Qué podían hacer?
���� Tanto Martín como Félix querían ser los primeros en jugar con el tren. Martín dijo que él sería el
primero porque era el hermano mayor. Félix pensó que su hermano era un abusón y que esa idea no
era justa, así que cogió el tren y lo rodeó con sus brazos. Martín se lanzó a por él y los dos
hermanos se enzarzaron en una pelea. Al oír los gritos de los niños, los padres acudieron a la
habitación y se encontraron con un lamentable espectáculo: Martín estaba intentando arrebatarle el
tren a su hermano pequeño con todas sus fuerzas y éste se defendía enfurecido.
Mamá tuvo que levantar la voz y pedirles por favor que le entregaran el tren. Los papás decidieron
guardarlo en un altillo hasta que aprendieran a jugar y compartir las cosas como buenos hermanos.
Los dos se quedaron muy tristes porque ya no podían jugar con el tren… ¡y todo por una tontería!
Aprendieron que era mejor compartir los juguetes y así disfrutar juntos, en lugar de pelearse.
☺☺☺☺ Martín le propuso a su hermano que jugara primero uno de los dos con el tren y después de un
ratito que lo utilizara el otro. A Félix le pareció una idea estupenda, así que se echaron a suertes
quién empezaba primero. Martín fue el afortunado en jugar primero con el tren. Lo puso en marcha
y éste empezó a correr y correr por las vías. Además, el tren tenía luces de verdad y Martín disfrutó
muchísimo del juguete nuevo. Mientras, Félix esperó su turno jugando con las construcciones,
aunque por el rabillo del ojo miraba con entusiasmo e impaciencia el fantástico tren. Por fin llegó su
turno y Félix pudo disfrutar del esperado tren.
Una hora más tarde, los dos hermanos habían disfrutado del tren por igual. La idea de Martín había
sido muy buena, y habían pasado una tarde estupenda.
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5. ¡A ponerse el cinturón!
Dani se despertó un sábado por la mañana con una fantástica sorpresa. Su madre había tenido una
gran idea: ¡pasar la mañana en la piscina! Dani estaba entusiasmado con la idea, así que después de
desayunar cogió todo lo necesario para pasar un estupendo día en la piscina: el bañador, la toalla,
las gafas de agua, la colchoneta, la pelota…¡Cuántas cosas!
Dani miró por la ventana para asegurarse de que hacía un día radiante y soleado y que nada le iba a
estropear la mañana. Afortunadamente el cielo estaba azul y no había ni rastro de nubarrones. Era el
momento de subirse al coche. Su madre cargaba el maletero con todo lo que Dani necesitaba para ir
a la piscina y se preguntaba si era necesario llevar tantos trastos, porque el maletero del coche no se
podía cerrar y estaba a punto de reventar. Mientras tanto, Dani esperaba ansioso dentro del coche.
Una vez estaban listos, mamá le recordó a Dani que se pusiera el cinturón de seguridad.
���� Dani estaba distraído mirando por la ventanilla del coche a una ardilla que trepaba por un árbol y
olvidó ponerse el cinturón. El coche, por fin, inició su camino a la piscina. Durante el trayecto, un
perro cruzó repentinamente la carretera, y su madre tuvo que dar un fuerte frenazo para no
atropellar al perrito. Como Dani no llevaba el cinturón se dio un fuerte coscorrón con el respaldo del
asiento delantero ¡Qué daño!
En vez de ir a la piscina, acudieron al hospital más cercano. Dani tenía una herida muy fea en la
frente y el médico tuvo que curársela con cuidado. Ahora Dani estaba en casa con la cabeza vendada
guardando reposo en vez de estar chapoteando en la piscina.
Nunca más olvidaría ponerse el cinturón de seguridad.
☺☺☺☺ Dani obedeció y se puso el cinturón. El coche se puso en marcha. De camino a la piscina, un
perro cruzó la carretera de repente. Su madre tuvo que dar un frenazo para no atropellar al perrito
¡Menudo susto! La mamá preguntó a Dani si se encontraba bien, ¡menos mal que llevaba el cinturón
puesto! El perro, que también se había llevado un buen susto, consiguió llegar al otro lado de la
carretera sano y salvo.
En unos minutos, Dani y su madre llegaron a la piscina, se pusieron el bañador y disfrutaron del
agua. Dani pasó una mañana divertidísima buceando, nadando y jugando con todo lo que había
llevado. Lo pasó tan bien, que prácticamente se olvidó del susto que había pasado en el coche.
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6. Una tarta peligrosa
Hoy era el día del año más especial para Nuria, ¡era el día de su cumpleaños! Sus amigos le habían
preparado una gran fiesta en su casa. Todos habían acudido puntuales a la celebración y llevaban un
obsequio para la cumpleañera. Nuria estaba contentísima y no paraba de abrir regalos, lanzando los
envoltorios por el aire:
-¡Muchísimas gracias! ¡Muchísimas gracias! -repetía una y otra vez Nuria.
Llegó el momento más importante de la fiesta: Nuria tenía que soplar las diez velas de la tarta de
cumpleaños, ¡a ver si esta vez no se olvidaba de pedir un deseo como le pasó el año anterior!
Todos se sentaron alrededor de la mesa. Entonces, su abuelita, que había estado toda la mañana
preparando la tarta, apareció con un enorme pastel de chocolate con almendras. Al ver el pastel,
Nuria se quedó boquiabierta, ¡no recordaba haber visto una tarta tan apetitosa en su vida! Nuria
sopló con fuerza y apagó las diez velas a la primera. Esta vez no se olvidó de pedir el deseo, pero no
os lo podemos contar porque es secreto y si se desvela nunca se cumplirá.
���� Nuria tenía tantísimas ganas de comer la tarta que al partirla se quedó con el trozo más grande,
tanto que se salía del plato. Su abuela le advirtió que tal cantidad de pastel podía sentarle mal pero
Nuria dijo que tenía mucha hambre. Tras el primer bocado, Nuria no podía creer que existiera algo
tan delicioso y casi sin respirar comió y comió toda su tarta hasta dejar el plato limpio y reluciente.
Después de tan suculenta merienda, Nuria y sus amigos se pusieron a jugar. Pero Nuria empezó a
encontrarse mal, la barriga le daba unos pinchazos terribles y lo único que le apetecía era estar
tumbada en el sofá. De modo que la fiesta de cumpleaños no tuvo el final que todos esperaban.
Nuria se puso muy malita y no pudo disfrutar del resto de la tarde con sus amigos, que tuvieron que
marcharse antes de lo previsto. Nuria nunca imaginó que una tarta tan deliciosa le pudiera sentar tan
mal.
☺☺☺☺ Nuria pensó que todos sus amigos tendrían las mismas ganas que ella de probar esa deliciosa
tarta, sólo había que ver las caras de asombro que tenían sus amiguitos. Así que decidió partir la
tarta en porciones iguales para que todos sus amigos disfrutaran del maravilloso pastel.
“¡Mmmmm! ¡Qué tarta tan rica!” dijeron todos los invitados. La abuela de Nuria se sintió muy feliz al
ver que su tarta era todo un éxito. Después de tan magnífica merienda, Nuria y sus amigos pasaron
el resto de la tarde jugando y divirtiéndose. Había sido un cumpleaños inolvidable. Todo había sido
perfecto, ¡especialmente la tarta!
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7. Un resfriado inoportuno
Una fría mañana de domingo, el despertador sonó con fuerza en la habitación de María más pronto
de lo habitual. Y es que ese domingo no era un domingo cualquiera, era la final del torneo infantil de
tenis. El primo de María era uno de los finalistas y toda la familia acudía al partido para animarlo con
entusiasmo. Así pues, María se levantó de un salto y se fue corriendo al cuarto de baño para
prepararse.
Pero su hermano se había adelantado y el cuarto de baño estaba ocupado. María tuvo que esperar
un rato, aprovechó y mientras, preparó la ropa que iba a ponerse esa mañana. Cuando por fin el
tardón de su hermano salió del baño, María entró rápidamente para darse una ducha. María se aseó
lo más rápido que pudo y comenzó a vestirse. Mientras se vestía, su madre entró en el baño para
recordarle que tenía que secarse bien el pelo.
-Pero mamá -respondió María- ¡si me seco el pelo llegaremos tarde!
-No te preocupes hija, que vamos bien de tiempo- contestó su madre.
���� María no hizo caso a su madre y pensó que el pelo se le secaría por el camino, así que se hizo
una coleta con el pelo empapado de agua. De camino al club de tenis, María notó que su camiseta se
estaba mojando porque el pelo aún goteaba. Empezó a notar frío y estornudó: ¡Achísss!
Su madre la miró con esa cara que ponía siempre que quería decir “Ya te lo advertí “. Cuando
llegaron al club, María estaba tiritando de frío y empezó a encontrarse mal. Finalmente, su padre la
tuvo que acompañar a casa para secarse el pelo y cambiarse de ropa antes de que el resfriado fuera
más grave. Así que por desobediente e imprudente, María se quedó sin ver el partido de su primo.
María tuvo que conformarse con lo que le contó su hermano. Mientras María se tomaba la
temperatura con el termómetro, su hermano imitaba con entusiasmo los raquetazos de su primo y le
describía lo divertido y emocionante que había sido el partido.
☺☺☺☺ Así pues, María hizo caso y se secó cuidadosamente su larga melena mientras imaginaba lo bien
que se lo iba a pasar en el partido. En un par de minutos, María estaba peinada y poco después ya
estaba lista para desayunar e ir al partido.
Finalmente, llegaron al club de tenis donde se celebraba la final. María estuvo aplaudiendo a su
primo todo el rato, tanto, que le dolían las manos. Su primo jugó de maravilla y consiguió quedar
segundo. María daba saltos de alegría y corrió a felicitar a su primo por haber llegado a la final,
quien, por cierto, lucía una brillante medalla. ¡Había sido un domingo perfecto!