25 SOCIALIZACIÓN, PUESTA EN VALOR E INTERPRETACIÓN PARA LA GESTIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL Y NATURAL A ESCALA LOCAL. PROGRAMACIÓN, EJECUCIÓN Y REFLEXIONES EN COGECES DEL MONTE, VALLADOLID Consuelo Escribano Velasco RESUMEN: Las siguientes líneas vienen a presentar el trabajo de gestión del patrimonio cultural y natural en el ámbito de un pequeño territorio correspondiente al término municipal de Cogeces del Monte, en Valladolid. Esta ha sido planteada con actuaciones sucesivas y complementarias que parten de la necesidad de llevar a cabo una investigación de los bienes y su puesta en valor desde la perspectiva de la sostenibilidad y el desarrollo territorial y bajo el enfoque de la Interpretación del Patrimonio, de modo que todo ello llegue a revertir en una valoración completa de los aspectos materiales e inmateriales de dichos bienes, a favorecer un reencuentro del hombre con su medio ambiente y sus bienes culturales para su protección y puesta en valor, y a tener en cuenta que hemos de legarlo a las generaciones venideras. PALABRAS CLAVE: Gestión, Patrimonio Cultural y Natural, sostenibilidad, desarrollo territorial, Interpretación, protección y puesta en valor.
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SOCIALIZACIÓN, PUESTA EN VALOR E … · habiendo conservado en manos de particulares, la huerta y la traza completa y la estructura casi ... Pastorela de Nochebuena o Misa de Gallo.
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SOCIALIZACIÓN, PUESTA EN VALOR E INTERPRETACIÓN PARA LA GESTIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL Y NATURAL A ESCALA LOCAL.PROGRAMACIÓN, EJECUCIÓN Y REFLEXIONES EN COGECES DEL MONTE, VALLADOLID Consuelo Escribano Velasco
RESUMEN:
Las siguientes líneas vienen a presentar el trabajo de gestión del patrimonio cultural y
natural en el ámbito de un pequeño territorio correspondiente al término municipal de
Cogeces del Monte, en Valladolid. Esta ha sido planteada con actuaciones sucesivas y
complementarias que parten de la necesidad de llevar a cabo una investigación de los
bienes y su puesta en valor desde la perspectiva de la sostenibilidad y el desarrollo
territorial y bajo el enfoque de la Interpretación del Patrimonio, de modo que todo ello
llegue a revertir en una valoración completa de los aspectos materiales e inmateriales de
dichos bienes, a favorecer un reencuentro del hombre con su medio ambiente y sus
bienes culturales para su protección y puesta en valor, y a tener en cuenta que hemos
de legarlo a las generaciones venideras.
PALABRAS CLAVE:
Gestión, Patrimonio Cultural y Natural, sostenibilidad, desarrollo territorial,
Interpretación, protección y puesta en valor.
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asta hace unas décadas las cuestiones patrimoniales se hallaban exclusivamente en
manos de las administraciones, poderes públicos e instituciones con competencias
legales en la materia o en aquellas otras que tenían una vinculación académica con
materias relacionadas con los estudios medioambientales y culturales. Dependiendo de cuáles
fueran las características de esos órganos o de algunos de los individuos que las integraban se
llevaba a cabo una valoración de los bienes integrantes del Patrimonio Natural (entendida de
forma exclusiva como la fauna y la flora) y del Cultural (arte, arquitectura, arqueología,
etnografía, documentos, etc.) parcial o profesional. De esa primera forma de acercarse a la
realidad patrimonial, del análisis de las prácticas históricas y legislativas y de la introducción de
nuevos conceptos en la comprensión y gestión de los bienes culturales y naturales han ido
derivando fórmulas más complejas, conceptos más globales y acercamientos más
sociabilizadores.
Sin embargo, estas nuevas líneas puestas en práctica en nuestra Comunidad desde hace
apenas dos décadas desde las instituciones administrativas regionales, no han tenido un reflejo
directo mas que parcial en el conjunto del territorio, no habiendo trascendido conceptos como
Patrimonio Cultural y Natural, Sostenibilidad, Socialización, Puesta en valor, Desarrollo
Territorial e Interpretación, salvo en unos lugares muy concretos asociados a bienes muy
singulares en el contexto general.
Por ello la mayor parte de los pobladores del medio rural, precisamente muchos de los
que aún tienen un conocimiento tradicional de los territorios y son depositarios de un bagaje
cultural imprescindible para su estudio y comprensión, han permanecido ajenos a estas nuevas
propuestas y lo más importante, al valor de los bienes con los que se relacionan.
Además, en la última mitad del siglo XX los intensos cambios producidos en las formas
y modos de vida en el medio rural, entre los que cabría mencionar una intensa pérdida de la
identidad de los pobladores y de su vinculación al territorio, ha llegando a provocar,
fundamentalmente aquellas personas de las generaciones mas recientes, un desconocimiento
total o casi total de los elementos naturales y culturales que son parte consustancial de aquel.
Este olvido o ignorancia, provocada por la valoración de nuevas fórmulas de desarrollo
socioeconómico y la infravaloración de lo propio, introduce al habitante del medio rural, en un
círculo continuo en el que al fin y al cabo existe un desprecio por lo propio y consustancial, de
modo que buena parte de los pobladores han acabado viviendo de espaldas a una realidad que
aún permanece en un estado de conservación razonable e incluso excepcionalmente bueno.
El imparable proceso de transformación de los núcleos rurales que viene determinado
por condicionantes como el envejecimiento poblacional, la emigración a las ciudades, las
transformaciones del sector primario, etc. está ocasionando una irreparable desaparición de
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conocimientos tradicionales interesantísimos desde el punto de vista económico, social y
territorial, entre los que cabe lamentar, entre otros muchos, el desuso reiterado de las
referencias toponímicas, conservadas prácticamente en exclusiva por los escasos pastores que se
mantienen en los pueblos o por los agricultores de cierta edad.
Sin embargo y a pesar de ello, aún son muchos los hitos y realidades conservados en
estos ámbitos rurales, eso sí de modo parcial, tanto de carácter tangible como intangible, por lo
que todavía es posible, con una cierta premura, realizar un buen estudio, catalogación,
protección efectiva y programación para la puesta en valor de algunos de estos elementos
culturales y naturales.
Con el convencimiento de que todos los bienes son importantes y partiendo de la base
de que sólo puede valorarse aquello que se conoce, en la segunda mitad de los años 80 del siglo
XX me propuse trabajar para la consecución de estos objetivos en el ámbito local; un trabajo
que prosigue a día de hoy y que se ha ido trasformando y consolidando con el tiempo.
Para poder llevar a cabo un trabajo ordenado de gestión sobre el Patrimonio Cultural
(el natural entró enseguida pero lo hizo en el segundo lugar de nuestras prioridades de
entonces) era consciente de que se hacía preciso valorar la accesibilidad de los bienes existentes
al intelecto y las emociones, una cuestión que exigía una específica formación que iba más allá
de mi preparación académica como arqueóloga e historiadora.
Así las cosas lo sensato era hacer una serie de reflexiones que debían partir
necesariamente de un conocimiento exhaustivo de la legislación vigente en materia de
Patrimonio Cultural y Natural, de la recopilación bibliográfica específica y de las experiencias
realizadas en otros lugares, de modo que con todo ello se pudiera poner en marcha una serie de
actividades en las que la pretensión era acertar lo mas posible en lo que se refiere a una buena
gestión: máximo estudio, divulgación y disfrute público se nos antojaron esenciales para ello.
Con este punto de partida y aplicando todos los principios básicos de lo que se había
dado en llamar Interpretación del Patrimonio, se fueron dando unos primeros pasos que poco a
poco se han llegado a consolidar sin que por ello nos resistamos a hacer una mejora y una
evaluación continua.
En aquellos primeros momentos contábamos con un buen punto de apoyo, un
patrimonio bien conservado y una población que podía involucrarse en un proyecto propio, al
que se unían unos objetivos claros: el conocimiento y salvaguarda de los bienes patrimoniales,
que a través de unas estrategias de sostenibilidad, socialización, puesta en valor y utilizando
unos recursos interpretativos pudieran ser una alternativa y complemento para el desarrollo del
territorio.
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Ámbito de trabajo
Cogeces del Monte se halla al sureste de la provincia de Valladolid, a medio camino
entre las villas de Peñafiel y Cuellar. Es una población bien comunicada por carretera con una
distancia de 40 km. de la capital provincial.
Iglesia Parroquial de Nuestra Sra. de la Asunción. Cogeces del Monte (Valladolid)
Valle de Vadillana o Valdecas Casa de labranza abandonada
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Se trata de un espacio social y territorial de carácter rural, dedicado a la agricultura y la
ganadería, en el que se han producido cambios muy paulatinos, con una población en constante
reducción y un número de personas mayores de 70 años muy elevado, depositarios todos ellos
de un conocimiento excepcional de su medio en el sentido más amplio.
A ello se unen unas características naturales igualmente sobresalientes. Su paisaje es
considerado como uno de los mejor conservados de la provincia con un soporte geomorfológico
conformado por los cuatro valles de los arroyos Valcorba, Cogeces, Valdecas o Vadillana y
Valimón, y, entre ellos, elevadas amplias parameras.
En territorio cogezano se ubica la única cueva con desarrollo horizontal de la provincia
de Valladolid, en Valdelaperra, donde se conserva una interesantísima y excepcional colonia de
murciélagos, amén de otros abrigos rupestres como el que originó la instalación del monasterio
de la Armedilla.
Singular es aún la arquitectura pastoril de esta zona en la que abundan chozos y
corralizas que retrotraen sus orígenes documentales a la Edad Media y que en 1904 eran más de
un centenar. Fruto de una intensa preocupación por la conservación de algunos de estos
conjuntos, que se iban a ver afectados por el proyecto de concentración parcelaria llevado a
cabo a mediados de los años 80, el entonces alcalde del Ayuntamiento de Cogeces del Monte,
D. Julio Andrés Arranz, consiguió que algunas de las construcciones pastoriles más significativas
del término municipal fueran conservadas tanto en parcelas de titularidad pública como
privada, una gestión cultural espontánea y ejemplar.
A esta cuestión hay que añadir un elemento de enorme interés para la comprensión del
dominio territorial sobre las cañadas ganaderas de las trasterminancia hacia el abrevadero
natural del Duero, que unido a los valores simbólicos y monumentales, hacen de las ruinas del
Convento Jerónimo de la Armedilla, uno de los bienes culturales más singulares del territorio.
Este establecimiento es, en su parte construida, mayoritariamente de propiedad municipal,
habiendo conservado en manos de particulares, la huerta y la traza completa y la estructura casi
intacta de la cerca monacal. La imponente ruina no es sino el resultado y amalgama de los
efectos de los procesos desamortizadores, la explotación como cantera de piedra y la incuria del
tiempo.
Desde un punto de vista histórico, el panorama se completa con mas de 16 enclaves
arqueológicos conocidos, entre los que cabe destacar, por su notoriedad, el Castro de la Plaza,
un excepcional lugar ocupado durante la Edad del Bronce, hacia la mitad del II Milenio a C., un
momento de explotación intensiva de los valles y laderas del territorio, sin parangón hasta la
ruralización hispanovisigoda.
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Para ir encuadrando mejor la situación patrimonial cogezana, es necesario apuntar la
situación de la localidad sobre la una lengua de páramo colgada del valle del arroyo Cogeces,
caracterizado por abundantes surgencias de fuentes y que era atravesado, precisamente en esta
zona, por una de las principales cañadas de comunicación con el río Duero.
La población conserva retazos de un urbanismo antiguo en el que se advierten
modificaciones a lo largo del tiempo tanto en la parcelación, como en los espacios públicos y
estructuras singulares, como las casonas y el templo parroquial, el trazado de los viarios y la
inserción de construcciones secundarias. Igualmente, se conservan manifestaciones inmateriales
de hondo calado, permaneciendo vigentes algunas de sus costumbres ancestrales como la Misa
Pastorela de Nochebuena o Misa de Gallo.
El templo parroquial, reedificado en el siglo XVI y bajo la advocación de la Virgen de la
Asunción, es otro de los bienes culturales, en este caso sí, siempre estimado, importantes para la
población. Conserva un magnífico retablo en el altar mayor, así como otros dos retablos de
buena calidad en las naves laterales y alberga la imagen románica de la Virgen de la Armedilla.
Además de un edificio relevante por sus características constructivas, ha sido el centro de la
cotidianeidad y sociabilidad de los habitantes del pueblo; en ella se han llevado a cabo las
ceremonias más importantes en la vida de sus pobladores y desde ella se ha arbitrado el tiempo
diario, se ha convocado a la oración y se han dado los avisos a la comunidad.
Debilidades y fortalezas del patrimonio cultural y natural en su contexto.
Queda demostrado, con todo lo anterior, que el medio cogezano se enmarca en una
situación natural y cultural ciertamente privilegiada. Este es un dato nada baladí, por el
atractivo que supone en un contexto de aprecio de la naturaleza en su estado mas esencial que
sirve para potenciar el turismo de interior y dentro de aquel, la demanda turística de naturaleza
y patrimonio cultural.
En el caso concreto que nos ocupa, hay que unir a ello un buen estado de conservación
que permite garantizar la investigación a corto, medio y largo plazo y la documentación para su
conocimiento y puesta en valor.
Frente a ello, hemos de insistir igualmente, en que esas mismas características
locacionales suponen en cierto sentido un handicap para el desarrollo de estos territorios. El
hecho de que se encuentre apartado de las redes de comunicación principales, o que sea uno de
los mas de 2000 municipios con menos de 1000 habitantes de Castilla y León, imbuido en un
proceso constante y paulatino de despoblación, con un porcentaje elevado de personas mayores,
no hace precisamente fáciles las cosas.
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En este marco, la pérdida de servicios es importante y la intervención institucional no
es posible a la escala deseable, necesaria y precisa.
Reseñable es también el hecho de que la cultura y la gestión de la naturaleza suelen ir a
la cola de las inversiones públicas, un hecho que no es precisamente diferente en el ámbito
local, en el que generalizando las cuestiones culturales van muchas veces vinculadas en exclusiva
con el turismo o las fiestas patronales o con unas actividades ceñidas a un ciclo semanal
especial.
Programación. Características generales.
Las premisas no ponen nada fácil, en principio, la cuestión de proponer ideas de
desarrollo sostenible para la valoración del territorio. Hacen falta enormes dosis de imaginación
y pragmatismo que permitan llevar a cabo con éxito los programas de trabajo, unos proyectos
originales, bien reflexionados, poco costosos en inversiones y mantenimiento, eficaces y
efectivos a corto, medio y largo plazo.
Para impulsar este concepto de tratamiento de los bienes del territorio han debido darse
además otras condiciones, como la existencia del apoyo de los representantes municipales y de
la administración local, del movimiento asociativo local, el acceso a los recursos institucionales
comarcales, provinciales y regionales y la constante comunicación con la población local,
responsable en primera y última instancia de la existencia y conservación de todo este sistema
humano, a la que se ha intentado implicar en el programa paulatinamente.
La preparación del trabajo es en cierto modo paralela y subsidiaria, a la vez, de lo que
se está ejecutando en el ámbito castellano y leonés, una cuestión fundamental si hemos de
valorar los aciertos y originalidad de la programación que hemos de promover.
En este planteamiento subyace una base fundamental en la que confluyen varias
cuestiones relacionadas con la socialización de los bienes patrimoniales, la sostenibilidad de las
propuestas de desarrollo, la puesta en valor de los bienes culturales y naturales y la
interpretación como disciplina de comunicación esencial de todas y cada una de las actuaciones.
Desde mi punto de vista la socialización es absolutamente necesaria como premisa de
actuación consistiendo esta básicamente en que la población (habitantes, veraneantes y
visitantes) recupere y valore positivamente sus bienes culturales y naturales. Estos bienes deben
revertir, para su apreciación y disfrute, en los ciudadanos que, a su vez, han de involucrarse
necesariamente en la gestión de los mismos. Se intenta romper así una dinámica tradicional que
entendía que el aprecio y la comprensión de estos bienes sólo se hallaba en manos de unos
pocos científicos e investigadores, o aquel otro por el que la población se dedicada a contemplar
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sus bienes como algo hermoso e interesante pero sin descender a protagonizar un papel en la
gestión de aquellos.
Además, el ciudadano, con sus impuestos, garantiza que los procesos de estudio y
recuperación de algunos bienes así como la consecución de una protección efectiva de los
bienes objeto de socialización cuenten con fuentes de financiación pública, entre otras
cuestiones, por lo que parece lógico y necesario que desde los círculos académicos y de la
Administración se haga un esfuerzo para acercar los valores del patrimonio a la población local
y a los posibles futuros visitantes de estos lugares.
Así pues, la socialización tiene dos vertientes. Una, la divulgación del contenido y el
significado de los bienes es importante, pero lo es tanto o mas, la responsabilidad en la
protección y conservación de los mismos. En conclusión, que la sociedad sea responsable de sus
bienes y tenga derecho a su disfrute, pasando por una implicación como grupo humano en la
propia gestión de los bienes y recursos.
La puesta en valor de los bienes patrimoniales tiene por objeto favorecer precisamente
la comprensión de su significado a través de la ejecución de trabajos específicos y actuaciones
que permitan decodificar los valores que le son propios y que en no pocas ocasiones, como
ocurre con los yacimientos arqueológicos, son aparentemente invisibles.
Para llevar a cabo una buena propuesta de valoración de los bienes patrimoniales existe
una estrategia de comunicación específica, la interpretación del patrimonio, definida como “el
arte de revelar in situ los bienes al público en su tiempo libre” (Freeman Tilden) y que debe
poner en contacto el bien con el intelecto, las emociones y sensaciones del visitante haciendo
que este piense, provocándole, para que lo conozca, aprecie y disfrute.
Esta estrategia interpretativa como elemento gestor del Patrimonio Cultural ha sido
recientemente objeto de tratamiento específico por parte de la Asamblea General de Icomos
Internacional (Québec 2008). Fruto de la reunión, en la que se han valorado todas las
experiencias interpretativas en su globalidad, ha sido la elaboración de un documento en el que
se detallan los objetivos y principios de la Interpretación.
Resulta curioso observar como a una escala local, con el sentido común y la preparación
suficiente, pueden llegarse a las mismas conclusiones y proponerse en el marco de proyectos que
comenzaron a gestarse a inicios de 2000. Para ello es importante tener en cuenta el papel
fundamental que en el inicio de nuestros trabajos tuvieron la influencia de Jorge Morales,
introductor de la disciplina en España, la divulgación de la misma por la Asociación de
Interpretación del Patrimonio, mi formación académica y postuniversitaria en Arqueología, así
como mi profesionalización personal en operaciones de gestión para la puesta en valor de los
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yacimientos arqueológicos en la Comunidad de Castilla y León y mi interés por la antropología
social, la etnografía y el arte de contar historias.
Programación. Criterios de selección y bienes.
Es obvio que para programar unas actuaciones de este calado hemos de ser conscientes
de que no todos los bienes son susceptibles de ser tratados, para su gestión, de la misma forma.
Unos serán susceptibles de investigación, otros además de ser estudiados podrán ser divulgados
y más allá, habrá un número de estos últimos, que puedan ser objeto de puesta en valor e
interpretación.
Llevar a cabo el procedimiento completo supone tener que realizar una selección en la
que han de valorarse aspectos y cuestiones muy diferentes entre los que cabe incluir la
necesidad de protección integral del bien, la constitución de reservas de estudio futuro, el
conocimiento de los diferentes ecosistemas y etapas de ocupación y uso del territorio, etc. De
modo que la representación en esta selección de bienes de diferente naturaleza, cronología y
características ha de estar garantizada.
Una vez determinado qué bien o bienes representativos de tal o cual ecosistema, de tal
o cual etapa, de tales o cuales características, hemos valorado como prioritaria la intervención en
aquellos lugares que gozan de una situación jurídica de protección máxima o de aquellos que
sin tenerla aún deberían contar con ella y son susceptibles de, tras un trabajo previo de
propuesta, conseguirla en un tiempo breve. La monumentalidad y excepcionalidad de los bienes
es un atractivo añadido que favorece sin duda su comprensión visual y por lo tanto hace más
fácil la abstracción de su significado y el aprecio inmediato del conciudadano o del visitante.
Pero es que fundamentalmente ha de garantizarse la accesibilidad analizando las posibilidades
reales de acceso físico al lugar para poder garantizar la seguridad de los futuros visitantes. Se
desechan, por lo tanto, de esta programación aquellos bienes que pueden suponer un problema
para la integridad física de las personas o cuyo acceso tenga un grado de dificultad añadido o
simplemente sea de muy difícil acceso a una buena parte del público, entendiendo dentro del
concepto general del visitante no sólo la posibilidad de llegada de personas discapacitadas que
necesitan medios específicos como sillas de ruedas, sino también aquellas con movilidad
reducida en razón de su edad (ya sea un bebé o un anciano), o por su condición circunstancial
(una mujer en avanzado estado de gestación), una persona con minusvalía (visión reducida,
etc.)
Se ha tenido en cuenta igualmente el carácter público de los bienes, considerando estos
como prioritarios a la hora de intervenir precisamente por tener que acudir, en los casos de
recuperación y puesta en valor, a fuentes de financiación casi exclusivamente públicas.
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Finalmente y no por ello menos importante, en la relación de bienes susceptibles de
intervención no se incluyan aquellos que, por sus especiales características, deben ser
preservados de la visita pública porque esta afluencia no permita garantizar su conservación, ya
sea por el tipo de soporte en el que se hallan, por sus características físicas, por su contenido o
por cualquier otra circunstancia sobrevenida.
De la combinación de todas estas premisas ha resultado finalmente la relación de los
lugares seleccionados para llevar a cabo actuaciones de puesta en valor, que en este caso vienen
a ser los siguientes:
Monasterio de la Virgen de la Armedilla. Situado sobre la ladera norte que cae hacia el
Valdecas, se halla un conjunto de ruinas de la que fuera una de las primeras fundaciones
jerónimas de esta zona del centro de la Cuenca del Duero. A comienzos del siglo XV D.
Fernando de Antequera formaliza documento de cesión a los monjes de La Mejorada, en
Olmedo, que ya se habían aposentado allí años antes.
El origen de la devoción mariana se retrotrae a la leyenda del hallazgo de una imagen
de la virgen por unos pastores en una cueva que había sido escondida de los moros. Desde
entonces fue conocida como Ermitiella y se gestionó por el Consejo de Cuellar. Existe un
documento de donación al Abad de Sacramenia, lo que le ha valido la etiqueta de monasterio
del cister en la historiografía tradicional.
Refectorio de monjes jerónimos situado sobre la antigua cueva convertida en
iglesia semirupestre
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Conserva en la actualidad las trazas del conjunto monacal, la iglesia, la huerta, la cueva
y la cerca que las engloba, así como otras evidencias estructurales situadas al exterior en
diferentes momentos de su devenir histórico.
Su importancia y la singularidad de su estado avalaron una propuesta para su
declaración como Bien de Interés Cultural que se produjo en el año 2007.
Vista de la iglesia del siglo XVI del Monasterio de la Armedilla
Chozo y Corrales de los Hilos. De los ejemplos conservados en el término municipal sobre
estructuras pastoriles, este conjunto de los Hilos, es uno de los que se hallaban más reconocibles
manteniéndose el chozo levantado y dos corrales en una finca de titularidad municipal. Su
conservación pone de manifiesto las técnicas constructivas, los emplazamientos originales, su
vinculación a los caminos ganaderos y la trasterminancia de pastores y ganados desde, al menos,
la Edad Media.
Chozo y corrales de Los Hilos. Estado de conservación en 2005
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Choza de los Pelechines. Con una planta ovalada y en el pago conocido como El Monte, se
hallaban los restos de una construcción pastoril muy singular, de tipología diferente a la de los
chozos troncocónicos de los páramos calizos, ya que a un alzado mucho menos esbelto, se
añadía una cubierta plana de madera sobre la que se asentaban pequeñas lajas de piedra
cubiertas de tierra y césped natural que impermeabilizaban la techumbre. Este choza se halla
situado junto a los restos de al menos otras cuatro construcciones aparentemente similares pero
prácticamente desaparecidas, en un sector agrícola y de pinar degradado por la colocación en
las inmediaciones del vertedero municipal.
Castro de la Plaza (desde la Pared del Castro al Pico de la Frente). Este lugar arqueológico
es, sin duda, excepcional en el contexto de las ocupaciones de la Edad del Bronce en el
territorio, hasta el punto de constituir un referente en la bibliografía arqueológica por varias
razones entre las que es necesario mencionar la existencia de una gran muralla que colocada en
la zona en la que el páramo se estrecha, cierra un espacio de 17 ha. que fue ocupado hace
aproximadamente 3.500 años por pueblos portadores de una cultura conocida como
Protocogotas.
Este espigón fluvial, situado en la confluencia de los arroyos Valcorba y Cogeces, es un
hito territorial, un mirador excepcional sobre el paisaje próximo y sobre el propio valle del
Duero. El abandono de unas tierras pedregosas por la agricultura extensiva ha ocasionado la
recuperación de sistemas forestales del pasado y de especies vegetales y animales variadas que
le otorgan una especial consideración.
Iglesia Parroquial de Nuestra Sra. de la Asunción. Es el
único templo parroquial conocido en esta localidad. A
día de hoy suponemos que retrotrayendo sus orígenes la
aldea de Cogeces a la instalación de la Comunidad de
Villa y Tierra de Cuellar, a comienzos del siglo XII,
debió erigirse una iglesia más antigua que la que hoy se
conserva.
El templo fue levantado a expensas de los
señores de Cuellar, de la casa de Alburquerque, en el
siglo XVI, aunque sufrió reformas constantes a lo largo
de los siglos XVII y XVIII.
Retablo renacentista de la iglesiaparroquial
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Urbanismo tradicional. Tal vez sea esta una de las pocas localidades en las que no sólo es
posible reconocer un parcelario y una tipología de construcciones tradicionales, sino también de
espacios públicos, privados y subsidiarios que se mantienen sin modificaciones sustanciales.
Contamos, además, con trabajos de documentación que permiten valorar las modificaciones
urbanísticas acaecidas a lo largo de 8 siglos sobre una aldea castellana. Todo ello hizo posible el
planteamiento de trabajos para su puesta en valor.
Pico de la Mesilla. Se halla configurado como una plataforma elevada sobre los valles de los
arroyos Cogeces y Valimón que lo han convertido en un mirador natural desde el que es posible
admirar los fondos de los valles y las masas arbóreas de los montes. Igualmente constituye un
soporte para observar el paisaje agrícola que se extiende hasta el curso del Duero.
Fuentecita. Con este nombre es conocida la zona en la que se ubicaba la fuente que
proporcionaba agua al lavadero que se encuentra en el fondo del valle Cogeces, al lado de las
laderas del cerral que limita por el norte la localidad. Formaba parte, junto con un buen número
de surgencias, ya muy modificadas, de un sistema hídrico que seguramente propició la
instalación y supervivencia de la población humana en este lugar.
Programación y ejecución. Fases de trabajo o trabajos por fases.
Desde un principio, he de decir, en honor a la verdad, que no ha existido una
programación única ejecutada en fases, sino muchas actividades incardinadas en una
planificación amplia que perseguía unos fines concretos. Tampoco el trabajo se ha desarrollado
en un protocolo fijo en el que tales o cuales fases anteceden a la vez a todas las demás; más bien
se ha tratado de que cada una de las actividades fuera lo más rigurosa, seria y completa posible
y que a la vez pudiera formar parte de un programa conjunto.
No obstante lo anterior y en la medida que las posibilidades financieras y de los apoyos
institucionales lo han permitido, se ha intentado y, a veces, conseguido, que existiera un orden
lógico en los trabajos previstos para la puesta en valor siguiendo las premisas mas actuales:
máximo conocimiento e intervención ajustada a las necesidades de dichos bienes.
1.- Conocimiento a través de la recopilación de los datos existentes de carácter bibliográfico y