1 T’HARANTELONTE SOBRE LA DIFERENCIA TOPOTÉTICA ENTRE INTERIORIDAD E INTRARIORIDAD PRÓLOGO LOGOTÓPICO A H1ÉSME Javier Anta u Otro Resumen Abstract Palabras clave Key Words TODAS ALL WORDS 1. SOBRE LA DIFERENCIA TOPOTÉTICA 1.1.-Podemos suponer que la cuestión de la diferencialidad se presente, incluso de antemano o aún más tras haber ojeado a sus acompañantes en el título, como una estación a cuya problemática se le tenga que rendir un tributo literario como introducción al resto de asuntos que aquí nos conciernen. Sin embargo tal asunto no desaparecerá con el apartado, sino que se mantendrá hasta el mismo final. Dicho tributo se realizará dentro de la jurisdicción discursiva de la toponéutica, como proceso de acceso teorético al medio onticológico 1 por medio de la espacialidad que inunda las cosas, o de la topontología, como correlato ontológico. Indiscriminemos ambos, puesto que en nuestro futuro proceder se hará explicito lo ridículo de su confrontación prológica. Tomamos el espacio como lo siempre dado, pero no siempre del mismo modo –multitopofanía-; es por ello que la espacialidad será el tensor teorético que otorga unificación a nuestro proceder. Siempre estaremos en el espacio. También animo al lector que 1 Discursividad acerca de lo cósico, de lo óntico. Tengamos además en cuenta a lo óntico como clausura del espacio ontológico. NINGUNO NONE
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Sobre la Diferencia Topotética entre Interioridad e Intrarioridad
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T’HARANTELONTE
SOBRE LA DIFERENCIA TOPOTÉTICA ENTRE
INTERIORIDAD E INTRARIORIDAD
PRÓLOGO LOGOTÓPICO A H1ÉSME
Javier Anta u Otro
Resumen Abstract
Palabras clave Key Words
TODAS ALL WORDS
1. SOBRE LA DIFERENCIA TOPOTÉTICA
1.1.-Podemos suponer que la cuestión de la diferencialidad se presente, incluso
de antemano o aún más tras haber ojeado a sus acompañantes en el título, como
una estación a cuya problemática se le tenga que rendir un tributo literario como
introducción al resto de asuntos que aquí nos conciernen. Sin embargo tal asunto
no desaparecerá con el apartado, sino que se mantendrá hasta el mismo final.
Dicho tributo se realizará dentro de la jurisdicción discursiva de la toponéutica,
como proceso de acceso teorético al medio onticológico1 por medio de la
espacialidad que inunda las cosas, o de la topontología, como correlato
ontológico. Indiscriminemos ambos, puesto que en nuestro futuro proceder se
hará explicito lo ridículo de su confrontación prológica. Tomamos el espacio
como lo siempre dado, pero no siempre del mismo modo –multitopofanía-; es
por ello que la espacialidad será el tensor teorético que otorga unificación a
nuestro proceder. Siempre estaremos en el espacio. También animo al lector que
1 Discursividad acerca de lo cósico, de lo óntico. Tengamos además en cuenta a lo óntico como clausura del espacio ontológico.
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no se ofenda ante la continua agresividad e ingratitud léxica, no lo considere
como una falta de respeto, al contrario. Todo ello supera las motivaciones
estilísticas en busca de aumentar el índice de utilidad-efectividad lingüística; el
límite de claridad del texto está establecido para un acceso toponéutico lo más
respetuoso para evitar desnaturalizar la oscura complejidad de ciertos espacios,
lo cuales son al mismo tiempo los que contienen un mayor interés. Es aquí donde
nuestro proceder teorético –o teúrgico, para los menos modestos- se aúna con el
de la disciplina matemática de la topología: el límite manipulativo está
únicamente en conservar las cualidades y propiedades de las cosas, todo lo
demás, en cierto sentido, está permitido. Tendremos también que advertir que el
continuo proceso definitorio –inclusivo- por el que pasaremos, hará que
paulatinamente la complejidad vaya aumentando.
1.2.-Empleamos el término topótesis, en primer lugar, para insistir una vez más en
que nuestro proceder se basa en la manipulabilidad de un espacio
onticoabarcante, sin añadir más que la espacialidad misma de la cosa en
cuestión. Es una puesta-en-espacio, de ahí su simple carácter topotético. Al tener
la tentación –o sin tenerla- de utilizar en su lugar el término hipótesis, ya
habremos desarrolla toda una compleja escenografía topotética aún sin quererlo:
habremos colocado algo “de-bajo” que sirve como “base” para todo lo que se
coloque discursivamente “sobre” ello, y además habremos de preguntar una
serie enorme de cuestiones supletorias para justificar topológicamente este
simple gesto argumental, como por ejemplo cuestionarnos sobre la gravedad que
afecta a dicho entorno onticológico, y ello hace que justo a una “base” sea también
un “fundamento” para la hiperbasis hipertética que viene después. Ahorrarnos
todo ello en pos de un gesto de simplicidad será de agradecer, pero no por ello
descartaremos la complejidad cuando sea necesario. Por tanto, hemos de
comenzar asumiendo que la diferencia que vamos a tratar, no tengo ningún
problema de declarar que dicha diferencia sea una ex-cusa para determinar –no
importa si antes, tratando entonces topónticamente el espacio diferencial2, o
después, tratando meónticamente el mismo3- el contorno de los dos conceptos
diferenciados, pero si el ánimo lo permite, también se puede contemplar dicha
diferenciación como un in-curso hacia la zona de diferencia entre ambos, un
espacio “previo” o “anterior” común y que en el cuál que encuentran los motivos
2 Esto es, tratándolo afirmativamente, en el sentido de cosificarlo para tener acceso a sus espacio onticológico. Esta es –sin ninguna intención de simplificar, sino de otorgar visualidad a la cuestión- la vía de poniente, de occidente a oriente. 3 Esto es, tratándolo desde su nada primaria, no simplemente la negación del espacio topóntico, como el propio Hegel declara en su Fenomenología del espíritu que “toda nada es siempre nada de algo”–ello sería caer en un etnocentrismo teorético innecesario-. Esta es la vía de levante, de oriente a occidente.
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de diferencialidad. Tomemos esto último como el lugar de conclusión de todo
nuestro camino.
1.3.-Hemos restado importancia al acceso del espacio4 de diferencia como un
“algo”-alguna cosa- onticológico o un “nada” –que no ninguna cosa-, puesto que
buscaremos una posición intermedia, que nos resultará útil en más de una
ocasión5. La topología/néutica –en el sentido amplísimo del término- otorga un
enorme beneficio logístico: no solo nos habla de la espacialidad de las cosas y los
entes, sino que también nos habla de la espacialidad de la espacialidad sin
necesidad de encontrarnos en un metalenguaje, en tal que asimilarnos en una
“posición” superior al plano de acceso. Este carácter hiperreflexivo de la
toponéutica es muy útil, pero cae lógicamente en singularidades tautológicas, es
decir, en vacuidades. Dicha propiedad viene a colación en tanto que sirve,
realizando los movimientos adecuados, para ir a la posición intermedia que
necesitamos: hablamos de la espacialidad de los espacios diferenciales, sin que
ello nos comprometa a estar hablando de un “algo” o un “nada”6 óntico u
ontológico, sino de las dos cosas a la vez y de ninguna al mismo tiempo. Cuidado,
aquí no hacemos teotopología apofántica ni mística sufí. Lo que se quiere decir
es que aquí contamos integral y tautocontradictoriamente tanto con las hipótesis
topológicas plenistas –vía de poniente- en la que el espacio está lleno –de alguna
cosa-, como con las hipótesis vacuistas del espacio vacío –vía de levante-; siendo
ambas constantes en la historia de las ideas. Nos acercamos de este modo, no al
momentum diferencial estático que se podría esperar en un principio; por el
contrario nos acercamos al momento toponéutico diferenciatorio, en el que las
condiciones internas que configuran el espacio de lo diferente quedan diferidas
tras la expresión de estas mismas por lo diferenciante. Es simple, la arquitectura
de diferencia tópica queda plasmada simplemente en procesos ramificatorios de
pro-ferencia a la vez que de di-ferencia, de sentido lineal fuerte,
dendríticamente7.
1.4.- ¿Cómo puede ser posible que un espacio pueda ser diferido desde otro? ¿Es
la diferencia un modo de proferencia exclusivamente onticológico? La teoría de
4 Tanto el sistema de escritura dextro-dirigido como la lengua castellana, con la cosificación que produce el artículo determinado “el” ya se han posicionado por sí mismas en la vía de poniente. Intentemos forzar este condicionamiento semiolingúistico a través de la intencionalidad discursiva. 5 Llamemos a esta solución inter-media, y en un sentido muy limitado también integradora, la vía del Ángel de alas púrpuras, en honor al poema del persa Sohravardî. Limitado en tanto que compone un movimiento circular entre la vía de poniente y la de levante, o quizás de una mayor complejidad topológica que dicha circularidad. 6 Al decir “una” nada estamos señalando el teorofema de poniente de considerar la nada como una matriz de génesis. El uso de “un” nada es simplemente para oponer una fuerza a este fenómeno. 7 En el sentido deleuziano de configuraciones arboríferas –o dendríticas- de sentido.
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la potencialidad topológica no es compleja: todo aquello –toda cosa- que cabe en
un espacio, es posible gracias a estar en ese espacio y aceptar sus condiciones
topológicas. Si algo es posible, es porque cabe en el ámbito de estar óntica y
ontológicamente en ese espacio. La potencia en sentido topológico, nos muestra
la espacialidad, pero no se está señalando alguna cosa más que esa apertura; la
potencia onticológica es su espacio, el poder de algo es su espacio. Dicho esto, no
nos queda más remedio que tomar la vía de poniente para topotetizar –poner en
espacio- el mismo espacio en ejercicio de diferenciación. Esto nos muestra, a su
vez, como el espacio onticologizado presenta una sintopía con las cosas que
espacia, es decir, el espacio como cosa es esa misma cosa que está en él. De ahí
que más adelante veamos cómo tanto la interioridad como la intrarioridad son
tanto espacialidades como cosas –aunque tal y como se ha sugerido
anteriormente, la espacialidad ya cuenta con ser alguna cosa por sí, así como con
no serlo-.
1.5.-Una vez aquí, se diría que la diferencia8 entre dos cosas, nos sugiere –y más
adelante veremos por qué- su momento tautopotético, es decir, de plena
identidad espacial, estaban en el mismo lugar antes de no estarlo. Asumamos la
complejidad de un antes topológico. La diferencia como ergética o trabajo
onticológico9, nos da a entender un proceso de onticogénesis, y por tanto, un
complejo semántico o de significación. Tal diferencia otorga sentido puesto que
otorga un arquetopo –espacio primario, inicial- tautético10 y un momento de
haíresis en el que se difiere un esqueje, un hereje, una rama. El sema otorgado por
el proceso de diferencia –no solo como el resultado de lo diferente- no es más que
la otra cara del soma también dado, es decir –y aquí la clave-, el sentido da
cuerpo, y viceversa. De aquí en adelante la alianza sema-soma, ya expuesta por
Platón en el Crátilo11. Es entonces cuando la diferencia retrotrae lo diferente a una
corporeidad –y su correlativa espacialidad- y a un sentido que lo precede, y no
solo lo precede topológicamente, sino que lo constituye y está inmerso en él. Todo
8 Nótese con todo lo dicho que, los adjetivo “topológico/tópico/espacialógico/espacial” –o derivados- por la propiedad anteriormente de la hiperreflexividad, que conecta con otras propiedades mucho más complejas, hacen que se tienda a una vacuidad a si mismo semántica, es decir, que no se añada algo más, como es aquí es el caso con “diferencia topológica”. Este es el reflejo logo-lingüístico del carácter meontológico del espacio. Sin embargo no por ello se ha de obviar siempre: el espacio no es –o es no- solo meonticológico. Ello nos lo sugiere el término matriz de toponéutica, como un ir-en-el-espacio, un gesto de solidaridad del toponéuta para-con su medio. 9 Posteriormente lo especificaremos como “fericidad” (nota 12/pág.12) 10 Idéntico a sí mismo. 11 “SÓC: ¿Te refieres al cuerpo (sôma)?; HERM: Sí; SÓC: En efecto, hay quienes dicen que la es tumba (sêma) del alma, como si estaq estuviera enterrada en la actualidad. Y, dado que, a su vez, el alma manifiesta lo que manifiesta a través de este, también se llama justamente signo (sêma)” (Castañares, W.; Historia del pensamiento semiótico. Madrid, Trotta, 2014. Pág 38.)
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cuerpo es un cuerpo en el espacio, pero más radicalmente, el cuerpo es el que da
sentido óntico al espacio ya que, el cuerpo es el sentido mismo.
1.6.-Tanto la interioridad como la intrarioridad son espacialidades diferidas y
diferentes, esto quiere decir que el espacio basal de con-sistencia en el que se
encuentran onticotopológicamente se presenta discrecionalmente entre ambas;
sin embargo, en el espacio “cósico” tautópico entre ambas se presenta, como es
de esperar, no indiscretamente, sino radicalmente en el mismo ámbito espacial.
Esta co-topia o sin-topia no es básica, sino que es anterior al momento tópico
presente: tenemos que retrotraernos –o intertraernos toponéuticamente-
activamente. La cuestión aquí es que la érgesis diferenciadora hace que el
tautopos entre ambas no sea el basal, sino el originario, en el sentido genético. Su
tautopos no se encuentra en el mismo nivel superficial, faénico o fenoménico –
horizontalidad- sino en su profundidad, internalidad o latencia tópica. En este
mismo presente topotético, la interioridad es espacialmente diferente a la
intrarioridad. No hemos de considerar, como puede ser el caso, a la
diferenciación como un sistema maco-orgánico de evolutividad onticológica,
pues es, de hecho, al contrario. Todo proceso sema-somático dendromorfo, entre
otros, puede verse dentro de un proceso o trabajo de diferenciación; ya veremos
sus límites más adelante.
1.7.-Y como no solo de logos vive el hombre, las incursiones toponéuticas tendrán
la oportunidad ir acompañadas de recursos onticográficos. ¿Re-presentaciones?
No, no serán representaciones, ya que estas cuentan con una duplicidad
presencial de la cosa a través de un eje de similaridad –aquí nos encontraríamos
con la terna símil-soma-sema, la cual será solo mencionada - que guía la re-posición
presumiblemente semiológica de la cosa representada. Esta conducción es la que
perderemos nosotros, la veritatividad. Por lo tanto, buscaremos en su lugar la
tras-presentacionalidad de las cosas en nuestra onticografía en lugar de la
tradicional re-presentacionalidad. Las consecuencias de esta opción son las
siguientes: exceso semántico de lo traspresentado, lo que deriva en una carencia
de verificabilidad –al eliminar el “re” eliminamos también las guías o ejes que
hacen posible hablar de verdad- y una total movilidad topológica de lo
traspresentado. Traspresentación significa aleteidad, un encuentro posibilistico,
no conducido, con la verdad. Otorgará tanto sentido la traspresentabilidad que
no se podrá hablar de veracidad, lo cual es algo que a muchos les resulte ya un
fracaso desde el mismo momento de escoger esta opción, pero créanme, aquí no
necesitamos la verdad. Pero atención, la desaxiologización del proceder
onticográfico no es excusa para desmontar toda la escenografía: los ejes de
sentido serán sustituidos por líneas semánticas adireccionales, que crecerán aquí
como no se ha podido ver en ámbitos representativos –miméticos o para-
miméticos-. Cuerpo y sentido a cambio de entregar la verdad.
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2. ENTRE INTERIORIDAD
2.1.-Para introducirnos de lleno en la cuestión de la interioridad deberíamos
preguntarnos preliminarmente ¿A que nos re-ferimos con interioridad? O para
los menos temerosos ¿A que nos tras-ferimos12 con interioridad? Accederíamos
desde dos flancos, el primero asume etimoúrgicamente el sentido latino de
“dentro de”, en el segundo nos haríamos cargo del inter en tal que “entre”. No es
muy complicado de observar cómo –al reiterar la toponéutica de la diferencia
llevada a cabo en el anterior apartado- ambos conviven en el mismo espacio
basal, es decir, no son diferentes superficial, presencial, fenoménicamente. Al
estar dentro de alguna cosa, estamos al mismo tiempo entre esa misma cosa, entre
sus vísceras onticológicas. El entre del inter no te dispone entre dos lugares-cosas
discrecionalmente polares a tu situación –es el among anglosajón y no el between,
ya que este último te sitúa “be”en medio de la duplicidad discreta “tween”-; en el
entre-inter-among te encuentras sumergido onticológicamente y no fragmentado
situacionalmente como en el caso del entre-dis-between.
2.2.-Para seguir perfilando nuestro proceder, detengámonos en lo que supone la
toposcopia como instrumento tanto para la onticografía traspresentacional como
para la toponéutica literaria. La toposcopia proporciono un medio –muy
limitado- de establecer ejes o valores al espacio basal en función de la visibilidad:
verticalidad, horizontalidad o profundidad. Todos estos ejes van perdiendo
funcionalidad a medida que el espacio básico va adquiriendo mayor carga
energética, y por tanto se vuelve más y más complejo, contradictorio y
tautológico a la vez. Es aquí donde la verticalidad-horizontalidad-profundidad –
entendidos al modo cotidiano- dotan de menos sentido, es decir, sirven menos
para configurar cuerpos en el espacio. Es la esferalidad como valor –y cuerpo- la
única que es capaz de resistir desde las instancias más básicas hasta los límites
energéticos sin perder eficacia.
2.2.1.-Planteemonos por un momento la relación topológica entre la interioridad
y el eje toposcopico de la profundidad. ¿En que difieren la interioridad y la
profundidad? Podemos decir que la interioridad, en cuanto a su simplicidad –y
esta propiedad es decisiva en la comprensión de lo interior-, sigue de cerca el eje
de la profundidad en su estado de low energy. Sin embargo, lo interno se vincula
genéticamente con lo óntico, en su esteroidad13 y solidez: un fluido cualquiera,
como puede ser un riachuelo, o un gas no tienen interior –aunque sería justo
matizarlo-. Sin embargo, sí que se puede hablar de la profundidad de ese
12 Seguimos manteniendo hasta más adelante lo que supone el “feros” o la fericidad (pág 12) 13 Del griego “stereôs” (sólido), utilizado para señalar su despliegue completo en el espacio como movimiento de apertura-clausura.
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riachuelo. Es por ello que junto con el proceder toponéutico será interesante
contar con una teoría de los estados o estatología que nos muestra la interacción
material de la energía en el espacio. Y ya que en la espacialidad se encuentra
espacializado todo lo dado, en la materia –como con-densación14 o com-plicación
energética- también se encuentra materializado lo dado de este modo, por ello no
cabe cerrarse exclusivamente en una espacialidad o materialidad fisicista como
la del riachuelo.
2.3.-Como anteriormente se ha mencionado, la interioridad es una espacialidad
y, debido a la hiperreflexibidad conferida por su condición, también es un
modelo de espacialidad15 y con ello puede albergar otras espacialidades. La
interioridad como modelo topológico o, más primordialmente, como experiencia
espacial, ha gozado de un enorme éxito cultural desde los primeros momentos
antropogénicos, pasando por la interioridad moderna y llegando hasta nuestros
días –si es que es posible trazar una continuidad genética justa a lo largo de este
macroespacio-.
2.4.-Lo primero que se ha de tener en cuenta para rastrear algunas de las
variaciones más características en la experiencia cultural de la interioridad es que,
plantea –por las características ya mencionadas- un modo espacial de
pensamiento específico así como diversas diferencias en los diferentes modos de
expresión de los pueblos. La interioridad plantea fundamentalmente, una forma
de pensamiento esteroideo o solidista. ¿Qué quiere decir esto? Toda interioridad
es interioridad de alguna cosa, y por lo tanto, se desarrolla en una dinámica de
estabilidad esteroide o en estado sólido. Para hacer unos breves esbozos –lo
mínimo necesario, a pesar de que merece muchísimo más- de la relacionabilidad
entre la onticogenética y la estatología o “teoría sobre los estados”.
2.4.1.-Lo interesante de dicha estatología es que su campo de acción es materista
y no simplemente materialista, por lo que no discrimina fenómenos por su
condición, es por ello que es interesante para acercarse a las diversas ecologías
onticológicas que se han sido desprovistas de su condición física, de su dinámica
energética y de su auto-organización en pos de una injusta clausura semiótica
tras el largo peri-odo neolítico hasta el presente traslítico. No se tome esto como
un prejuicio kairoréxico tan rápidamente. Solo en el neolítico es posible el peri-
odo, solo en el asentamiento agrocultural es posible elevar los muros “peri “en
derredor del camino “odós”, precisamente para dar con-sistencia esteroidea –en
14 Veremos posteriormente que el CON manifiesta la esferificación, y por tanto la solidificación –en el sentido ya mencionado-, en este caso, de la energía. 15 La tendencia a la vacuidad propia de la hiperreflexividad tiene un efecto colateral –o directo, según nuestra dedicación actual- que es el de la morfodireccionalidad. A más espacio, más capacidad, pero menos densidad material y más formalidad. La forma tiende a la nada en la vía de poniente.
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tanto que espacialmente- y sólida –en tanto que estatológicamente- a la
antropotésis o puesta de lo humano. Así mismo solo donde acontece el periodo
es posible generar complejamente lo que se ha denominado como método o meta-
odós. No hay método tampoco fuera del neolítico.
2.5.-No sería una insensatez decir que la cosa puede considerarse como el mayor
logro logantrópico16 de toda la historia neolítica –de toda la Historia-, así como
la clave misma de la interioridad y lo que esta supone. En una síntesis topológica
podríamos dar cuenta de sus caracteres básicos, pero quizás no de los
fundamentales. En primer lugar se nos plantea la alianza etiosémica cosa-coso.
Esta se nos señala como el carácter fundamental de la cosa es su clausura del y,
por tanto, en el espacio proteico. En la cosa, como el coso, se diferencia de lo
externo y una vez ha sido diferida, se distingue tauténticamente. En ella17 o desde
ella aparece la contra-posición, la contra-riedad y la contra-dicción entre
internalidad/interioridad y externalidad/exterioridad: ella misma es la
diferencia y la identidad. Estaríamos en el lugar idóneo para decir que el espacio
interno de la cosa es el ser y el externo es el no ser18; la consistencia onticológica
–y de este modo hiperreflexivo, también ontológica- limita diferencialmente el
límite espacial de la internalidad viviente y la externalidad no viviente: una vez
se acaba la solidez, la esteroidad de la con-sistencia, se acaba también la in-
sistencia y la ex-sistencia en pos de un estado no estable. Se podría decir que la
muerte es un proceso de sublimación Existe una hermandad tópica entre la
redondez de la cosa y la redondez del CON, del que hablaremos posteriormente.
2.5.1.-Es por ello que Parménides y los eléatas –o Confucio y los legalistas por la
via de levante- están trasmitiendo un pensamiento idiosincráticamente
fundamentado en la solidez como principio estático –también en el sentido
estatológico- en contraposición con Heráclito o Lao Tse cuyo logantropismo es
marcadamente fluídico. El ser parmenídeo es cerrado en la interioridad de la cosa
con-sistente, su manipulabilidad –aunque este ser eleático es más bien rígido,
16 O sobre el pensar propiamente humano, para diferenciarlo claramente de lo antropo-lógico. Una vez más dejamos la cuestión del pensamiento externo a lo humano. Quizás muchísimo más interesante que el más que recurrente discurso especista. 17 Nótese el artículo femenino. En un semioanálisis simplista de la cosa desde planteamientos neolíticos reflejaría como la cosa se presenta como matriz genética –es decir, como madre fértil-. La interioridad, lo privado y lo doméstico ha venido a representar la femineidad semiótica de las tradiciones agrícolas. Esto es lo que flota como un tronco muerto en nuestra corriente lingüística, obviamente “la cosa” va mucho más allá. 18 “Le philosophe, avec le dedans et le dehors pense l'être et le non-être.[…] L'en-deçà et l'au-delà répètent sourdement la dialectique du dedans et du dehors : tout se dessine, même l'infini.” (Bachelard: 1953)
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cristalítico y eminentemente egipciaco- se hace patente en su solidez19, en contra
de del agua del rio o el flujo del Tao que se desliza entre los dedos.
2.5.2.-En la plenitud espacial completa y esférica cósica damos cuenta de que
dicha configuración es sumamente generosa. La cosa es espacio para el pensar,
para manipular, para desplegar toda la compleja realidad práctica del ser
humano neolítico. Es por ello, saltando a conclusiones externas al ámbito
logantrópico, que la cosa misma vibra internamente hacia la onticosfera al
completo.
2.6.-Mucho cabe decir acerca de la re-presentación de la cosa. Lo único que aquí
se dirá es que la cosa no es representable20 -completamente- en el espacio, pero si
debemos acércanos a ella desde una figura o un cuerpo sólido que nos sea
familiar, lo más justo sería decir que la cosa tiende a la circularidad y a la
esfericidad21 a mayor energía traspresentacional, lo que se observa precisamente
en los casos de abstracción. La consistencia onticológica ha sido utilizada a lo
largo de diferentes tradiciones como unidad estructural para las grandes arqui-
tectónicas en el peri-odo histórico. Pondremos varios casos traspresentaciones de
la cosa en situación de producción cultural altamente energética: esto no puede
ser en otro lugar histórico en a partir de la revolución energética de lo que ha sido
la propuesta moderna y su consecución en la modernización industrial: el átomo,
la célula, el individuo, el planeta, etc. Pensar en la cosa es pensar dentro de ella
misma. Esto es lo que señalaría con el IN-óntico del estar en la cosa, inmerso en
sus entrañas. Pensar en el átomo de carbón es pensar desde dentro de él, aquí
resuena su plenitud esférica, totalmente indiferente a la irregularidad
electrotopológica que lo constituye. Este es el valor logantrópico de la cosa. Uno
se sitúa sobre la cosa: “hablar sobre lo que pasó ayer”, o la coloca bajo otras cosas
en tal que sub-stantia o hypokeimenón. Esto muestra los mecanismos
onticoeconómicos de cada modo agricultural. En definitiva, la cosa reclama para
sí una clausura de espacio –una clausura onticológica de la apertura ontológica-
que le dota de una envoltura y protección diferencial frente a lo externo, pero a
su vez configura una internalidad que da cabida a su momentum onticológico de
19 To pragma () es el modo griego de llamar a la cosa. La cosa es manipulable, gracias a las manos, pero no solo con ellas. 20 Se dirá sobre todo a lo largo de la tradición de pensamiento trascendentalista kantiana que tiene uno de sus últimos esbozos en Wittgenstein (Wittgenstein: 1922), los cuales van más allá –o mejor dicho más acá- de la cosa pero no van más allá de la re-presentación, cosa que si logramos traspresentacionalmente. 21 Es por ello interesante acercarse al barroco análisis esferológico que Sloterdijk realiza en su trilogía de Esferas, que a su vez se retrotrae al análisis de Bachelard en La fenomenología de la redondez (Bachelard: 1953) y a la sentencia de Karl Jaspers enunciada por este: “Jedes Dasein scheint in sich rund”(“Todo ser parece en sí mismo redondo”)
10
la solidez con-sistente. Genera la lógica bivalente solidista que tanta prevalencia
ha tenido en todas las culturas metafísicas.
2.7.-Se ha intentado plasmar rizomáticamente la enorme riqueza que el modelo
estereológico de la cosa es capaz de desplegar culturalmente, todo ello para
apuntar a lo siguiente: siempre que haya algo, ese algo poseerá una interioridad
por el mero hecho de ser algo –alguna cosa-, sin cuestionar de lo que se trate. La
interioridad de algo es más que el espacio negativo en su interior, pues ese
espacio no está vacío, sino que está repleto de fuerzas internas, así como de
materialidad comprendida en la manera ya expuesta, y viscerales a la cosa. Con
la onticocenestésia22 damos un paso más: que la interioridad tenga fuerzas
internas quiere decir que su espacialidad requiere de un centro –piénsese
sencillamente en un punto o en un sistema céntrico que actúe como tal- que
genere su circularidad-esfericidad-consistencia. El centro hace posible el
momento óntico. La cosa es, por tener centro, com-pleja, puesto que se encuentra
replegada en tensión hacia un centro. Es a su vez orgánica debido a la
topodinámica –compleja- de su energía interna: todo organismo –es decir, un
sistema orgánico- tiene un centro que hace posible su consistencia, mientras que
las configuraciones inorgánicas o anorgánicas no lo poseen, como es el caso de
las cristalógicas. La energética de la mano y del pensamiento cósico –Noóntica-
pro-porciona el centro a la piedra, y con ello un momento de consistencia. Todo
interior es un interior consistente que cuando pierde tal consistencia –su solidez-
deja de tener interior.
2.8.-Un vez aquí afirmaremos de manera superficial que el CON es la cobertura
posibilitante –en el sentido topológico de posibilidad (potere), que ofrece
capacidad- de la cosa: su con-stitución, su con-sistencia, su con-formación, su
con-plejidad, y en definitiva, su ser redondo como manifestación
onticotopológica. El CON de la cosa, es decir, la onticobrana, es el momento
espacial que antes se ha descrito como tensión diferencial entre el interior y lo
espacial exterior o xenótopo, sin embargo no se puede caer en el fallo de
considerar la CON-onticobrana como otra cosa, ni siquiera como algo que
constituye a la cosa: es una fuerza generada en-con-desde-para el centro óntico. La
exosfera, las branas multiversales, la citomembrana o el último orbital electrónico
son re-presentaciones epistémicas –es decir, soluciones culturales altamente
energéticas o con un alto índice de abstracción- del CON-onticobrana; como
también lo son la piel, el muro o el conteiner, desde una óptica cotidiana o de low-
energy. Probablemente la cosa no sería nada –meontológicamente hablando- sin
la densidad ontológica que le aporta la CON-onticobrana; la cual además regula
22 Aparato sensor de la interioridad por medio de la dinámica visceral del organismo.
11
las condiciones del espacio interior que permiten la duración espacial de la cosa,
su con-sistencia, valga la redundancia cuasitautológica. (Ver fig.1)
2.9.-Como antropotécnica espacial, la cosa atraviesa –en el sentido energético y
no material- todo discurso humano, incluido por supuesto el discurso no-verbal,
desde los complejos mecanismos tras-eco-nómicos hasta el juego de dados
callejero más simple. Sin embargo la cosa no es evidente e incluso no es
discrecional de por sí, por lo que no es enumerable tampoco –una cosa es ya una
re-presentación- o separable de otras cosas; son las antropotécnicas de los
pueblos las que las que unen, separan, cortan e integran, las escinden en
multiplicidades rítmicas, las super-ponen maquinalmente y armonizan sus con-
ponentes. Pero más allá de una topotética de la re-lacionabilidad óntica, lo
interesante es ver en relación con esto como el interior de la cosa esta desligado
a nuestra comprensión usual low-energetic onticológica.
2.9.1.-Demos un ejemplo de la di-ferencia entre la espacialidad de la cosa y su
espacialización antropotécnica que nos llevará a través de delimitaciones
prejuiciales a una de las últimas y decisivas características de las cosas: el espacio
interno de la cosa cuenta –y necesita de su clausura- pero ello no quiere decir la
topología interna de las cosas sea un ámbito de privación, sino todo lo contrario,
la interioridad de una cosa es capaz de estar en la interioridad de otra. Anotemos
antes de justificar este carácter onticotopológico que el CON-onticobrana le
proporciona además con-municación onticológica. Esto es importante ya que
además es una puerta de embarque a la TRO23, pero ¿Por dónde se realiza esta
comunicación topológica? (Ver fig.2)
2.10.-Si el CON-onticobrana lo estamos re-presentando –en un optimun
energético- por medio de la esfera, debemos ahora añadir la problemática de la
doble cara esférica in-terna/ex-terna siendo cada una de ellas una opuesta
tendencia desde el CON-onticobrana hasta la interioridad de la cosa o hasta el
xenótopo. Una vez más reluce la topodinámica IN-EX pero, ¿Se puede hablar
justamente de una cara ex-terna y una cara in-terna de la cosa? La respuesta no
es sencilla: si, pero recalcando que ambas con táuticas y opuestas, son lo mismo
de diferente modo, es decir, la capa interna de la cosa es equivalente a su capa
externa, salvo que diferente. El CON-onticobrana es la frontera de fuerzas –con-
tradictorias, valga la redundancia- que dispone el IN-EX tautocontradictorio de
la cosa. En la más reciente actualidad la topología matemática nos ofrece la
demostración de cómo la cara interna de una esfera puede ser intercambiada por
su cara externa, sin que dicha esfera pierda ninguna de sus cualidades
espaciales24 -eversión esférica-. Pero esto ya ha sido mostrado largo tiempo atrás.
23 Topotética de la Relacionabilidad Onticológica. 24 http://torus.math.uiuc.edu/jms/Papers/isama/color/opt2.htm
El caso más decisivo de la declaración de este fenómeno lo encontramos en la
figura de Cusano cuya formulación de la llamada “coincidentia oppositorum”-lo
que hemos denominado anteriormente como tautocontradictorio- entre la
máxima apertura y la mínima clausura25, o lo que es topológicamente
equivalente, el exterior y el interior de todo, es decir, de toda cosa –o de cosa toda-
(Ver fig.3). Se podría ver también planteado ya en Heráclito en términos
verticalistas en lugar de estereoscópicos: “Η ίδια οδός που οδηγεί προς τα πάνω, οδηγεί
και προς τα κάτω26”. Encontramos en el de Éfeso una sensibilidad especial por lo
estatológicamente fluídico, tal y como ya se ha sugerido, tal vez por este motivo
su formulación topológica adquiera una intensidad –inestable- de la que los
eleatas estereocéntricos se encuentran muy distantes27. La óntico-con-municación
parte tanto del in-terior mismo de la cosa como de su ex-terioridad; ante esta total
torsión cosíca se nos muesta la situación de omnicomunicabilidad onto-topológica.
Es decir, tanto el ser como el espacio son completamente comunicable.
2.11.-Concluyamos este apartado con una topótesis que culmina de un modo
notablemente complejo la toponéutica de la interioridad aquí realizada. El CON
sin-tetiza espacialmente –o sintopotiza, que abarca una sin-topo-tesis o puesta en
común de espacialidades- la topodinámica tautocontradictoria del IN-EX.
Además y por si fuera poco, dicho CON es a su vez el opositor o diferenciante
del IN-EX. O digámoslo de otro modo: el CON es el SIN y el DIS entre IN-EX.
3. E INTRARIORIDAD
3.1.-Tras haber ex-puesto el modelo topológico de lo interior, también hay que
reconocer que, como ex-cusa para acercarnos a sus más que importantes
implicaciones, expondremos ahora lo que supone espacialmente –y ello quiere
decir ontológicamente como ya largamente hemos visto- el modelo de la
intrarioridad, para trazar desde él el andamiaje traspresentacional que nos
indicará el índice diferencial entre ambos.
3.2.- ¿Qué nos señala ahora el término intrarioridad? Lo primero seguramente
será su artificialidad, en fuerte contraste con el enorme uso que ha tenido la
noción de interioridad en diversas culturas. Sin embargo dicha lexiconstrucción
25 Como un fenómeno toposcopico interesante veríamos la co-incidencia de la verticalidad y la profundidad en un cierto momento energético. Lo que en el pensamiento extramoderno puede expresarse tópicamente por medio de la verticalidad, a partir de las revoluciones energéticas de la modernidad –urbanismo e industrialismos- esto es deformado hacia un profundismo. De ahí quizás también el énfasis moderno hacia las topologías interioristas. 26 “Camino hacia arriba, camino hacia abajo; uno y el mismo” (Heráclito; fragmento 33) 27 Reconociendo también que sus intenciones eran muy distintas.
13
se ve justificada no por finalidades estilístico-lingüísticas, sino más
específicamente para concretar una idea que si está presente de un modo muy
importante en la más vasta extensión de la superficie terrestre e histórica. Sin
embargo, no solo el castellano, sino la mayoría de lenguas modernas –salvo
excepciones- han optado por la composicionalidad léxica para acercarse a la
profunda sutileza que muestra este fenómeno. Por supuesto, en nuestra
toponéutica nos intentaremos hacer cargo del sentido básico low energy para ir
adquiriendo con-plejidad a través del juego de óntico-topo-pliegues.
3.3.-La intrarioridad posee una complejidad espacial mayor que la interioridad,
esto es decir además, que la primera cuenta con la segunda pero: ni se re-duce a
ella, ni de-duce de ella, ni tampoco de in-duce a ella o se ab-duce de ella. En
definitiva, su di-ferencia es an-in-ferencial. Se trata de una espacialidad
maquinal, por tanto circular-horizontal, cerrada y energética, y de régimen de
ritmos intradirigidos hacia multiplicidades. Expliquemos con detenimiento todo
ello desde una presentación básica. Pensemos en el bosque. ¿Dónde está el
bosque? ¿Cuál es su situación, su localización –si es que tiene- con respecto a las
cosas del bosque, a lo óntico del bosque, lo onticosílvico? El bosque no es la
totalidad de cosas que hay en el bosque: los árboles, los arroyuelos, los insectos,
el suelo, etc. Ni siquiera es la suma de relaciones que se establecen entre sus
elementos. El bosque es un espacio que se abre entre los troncos, dentro del suelo
y bajo la densa capa de hojas: nos encontramos ante una topología diferente. No
estamos hablando específicamente de una emergencia -aunque puede guiarnos-
sino de un salto energético que aparece entre las multiplicidades, di-ferente y dis-
creto con respecto a estas: eso es el bosque. La dinámica energética de dichos
elementos sílvicos responde a la presión espacial –al estrés ontológico- que
genera la com-presión y con-tracción a través de la descarga de fuerzas en un
nuevo nivel, que es el de la intrarioridad propiamente.
3.4.-Existe una dis-continuidad y una dis-crecionalidad estromatopológica –de
capas ontoespaciales- entre lo extra-rior y lo intra-rior. Podríamos señalar en este
punto una línea diferencial entre la interioridad y la intrarioridad a partir de un
momento tautópico de diferenciación: a pesar del genotopo común entre INter-
EXter e INtra-EXtra –precisamente la topodinámica IN-EX- es la condición
maquínica del segundo. Esto es: lo INtra-EXtra es propiamente un proceso entre
discontinuidades, partes, discrecionalidades, a diferencia de lo que ocurre en la
con-tinuidad energética interior-exteriorista. Sin embargo, a pesar de funcionar a
través de saltos e interrupciones espaciales, estas no son rígidas o estáticas –y por
tanto, ni sólidas ni esteróideas en el sentido tradicional- así que no se conservan.
El CON-estromatológico es una con-tinuidad de dis-con-tinuidades –esto es
interesante recalcarlo ya que toda dis-con-tinuidad es con anterioridad espacial,
tiene tras ella o por debajo, una con-tinuidad-. Es importante subrayar que la
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circularidad o redondez del CON-estromatológico, ya declarada como
horizontal, no es tan simple como el optimum esférico del CON-ónticológico; la
intensa torrencialidad energética impide el sistema céntrico-circular básico por lo
que este se ve aquí complejizado hacia lo que podríamos denominar como
procesos estromato-circulatorios o simplemente circulatorios. Es la circulación
interna a la multiplicidad óntica del bosque la que provoca una violenta
consistencia, convivencia, confrontación entre estas singularidades separadas que
precisamente, por esa separación se pone en juego la pérdida del CON; la
solución a ello es el salto al espacio intrarior del bosque –el bosque- que genera
la dis-tensión que posibilita el CON-estromatológico. Un CON conformado –
valga la necesaria redundancia- mediante DIS. Se asume que el eje horizontal –
intraestromático- juega con rupturas internas, mientras que el eje vertical o
interno28 -interestromático- se asume a su mismo como una ruptura (Ver fig.4).
3.5.-Cabría abrir aquí un paréntesis –curiosamente abrir significa entrar en el
dentro del espacio del paréntesis, así como cerrar significa salir- no de manera
baladí, para mostrar la ontolingüística tensión entra el Inter y el Intra. Ambos con
términos con-fundibles, es decir, se pueden con-prehender con-juntamente, en
un mismo espacio –ya lo dijimos anteriormente afirmando su genotopo táutico
diferencial-. Tanto Inter como Intra –y de ahí su confundibilidad- tienen la
capacidad de reflejar la toposemántica de “dentro”, pero a la vez también la de
“entre”. Difieren de por sí, así como son usados de manera diferente a la vez que
difiere su constitución semántica –no solo etimoúrgicamente29 hablando-, en
tanto que Inter se encuentra en el “entre” y se dirige hacia el “dentro”, así como el
Intra se encuentra en el “dentro” y se dirige hacia el “entre”. La diferencia
topotética aquí expuesta entre la posicionalidad conceptual –o extencionalidad
semántica- y la intencionalidad conceptual no ha sido con motivo de eliminar la
confundibilidad existente, todo lo contrario. Ya dijimos al principio del trabajo
que asumíamos la analetia o carencia de verdad a favor del exceso semántico.
3.6.-El más que protagonismo del DIS en la topodinámica de la intrarioridad
ahora vista nos lleva a profundizar –y pro-fundizar significaría la toponéutica
del descender en la centralidad, in-tensificando las fuerzas onticocentrípetas y
por lo tanto, incrementando la complejidad de dicha cosa- en la dinámica
topológica de la diferencialidad enunciada en el primer apartado. Fero en di-fero,
in-fero, re-fero, con-fero y demás, nos muestra etimoúrgicamente la tensión que
algo ha de soportar o cargar en un movimiento. El CON es el fero de algo.
Específicamente en di-ferencia, que es lo que aquí nos interesa, nos abrimos a la
re-solución de dicha tensión en una du-plicación –o doble pliegue de la cosa- de
28 Es el mismo, tal y como se explicará a continuación. 29 Convocando el sentido interno, la corporalidad interior de dicho fragmento semiótico.
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sí; lo que queda traspresentado de un modo increíblemente satisfactoria en la
logotopía del DIS. La diferencia es el DIS de algo. Por otro lado y para asimilar
una complejidad mayor, parémonos en la oposición topológica del DIS, es decir,
el SIN, el cual consiste en una con-fluencia de –fundamentalmente- dos pliegues
y su in-tegración. DIS y SIN comportan un mismo movimiento dual pero opuesto
entre ambos: mientras el DIS trata de dis-persar, dis-torsionar, dis-parar, dis-
cernir, dis-aparecer; el SIN busca la sin-cronía, sin-patía, sin-tonía, en definitiva,
la in-tegración. La diferenciación y la integración se nos muestran como los
núcleos procesuales entre la dinámica DIS-SIN: la integración onticotópica es una
diferenciación cósica a la in-versa y vice-versa.
3.7.-Esta topodinámica está unida en su interioridad o en su profundidad –
recordemos lo que ello quiere decir- con la esbozada entre EX-IN: el DIS tiende a
la apertura –en su caso, di-ferencial- del EX y el SIN tiende a la clausura –en su
caso, in-tegral- del IN. “Lo dos” –de DIS- aparece aritmotópicamente como un
proceso de apertura –de EX-, del mismo modo que lo otro, es decir, lo di-ferente.
Como puede ser de esperar, la tautocontradicción –coincidentia oppositorum o
mejor dicho, diferencia integradora- DIS-SIN se encuentran con el EX-IN en el
espacio del CON.
3.9.-Mientras que la interioridad va buscando estados ontológicos estables –
CON- básicamente a través de la dinámica clausoaperturista EX-IN, la
intrarioridad funciona abandonando esa basicidad en los estados ónto-
estromatológicos estables –CON- hacia feros interenergéticos diferointegradores
DIS-SIN.. La simplicidad del primero, expresada en la sencilla continuidad férica
de su CON, y la complejidad del segundo, cuya continuidad requiere de
discontinuidad en su fero, se encuentran en el CON. Tras diferentes modos de
carga de energía o feros, ambos logran la estabilidad energética en el CON. El
CON es el punto de estabilidad energética o de fericidad30, es por este motivo
que podemos decir una vez más, que todo momento de es-tabilidad es un
momento es-férico. El SIN y el DIS del SIN y del DIS –recordemos una vez más
el carácter hiperreflexivo de la topología- es el CON. CON es la espacialidad más
simple y más compleja, no necesariamente al mismo tiempo, pero si en el mismo
espacio de su estabilidad y esfericidad.
30 Es decir, de carga.
16
HACIAEL PENSAR H1ÉSME31
A pesar de que se ha intentado dar una justificación al inicio, podemos aún seguir
cuestionándonos acerca del porqué del espacio. Cada cosa se presenta, junto a
todos los caracteres anunciados anteriormente, como un absoluto, es decir, como
algo que todo lo disuelve en su completa redondez. La espacialidad, el espacio y
lo espaciado, por sus más que fantásticas características teoréticas de una infinita
utilidad –tal y como se ha intentado mostrar a lo largo de todo este trabajo-, nos
ofrecen únicamente un medio: el espacio siempre ha de ser un medio, como lo ha
de ser el viaje toponéutico. Como ex-tensión, la espacialidad recorre desde los
trasfinitos más “pequeños” hasta los más “grandes”, cubre la carne del todo con
un aroma a nada y aguarda, el espacio siempre aguarda inquieto. Busca algo
fuera de sí, más allá de su profundidad más densa hasta las gélidas exterioridades
del siempre afuera. Pero no encuentra, y continúa fluyendo, y disipándose,
amainando, endureciéndose, coagulándose; gotas y motas que salen, se dividen
y entran en otras islas acuosas. Lo meramente espacial, lo simple y estúpidamente
extenso ya no lo es tanto. Más que inconcebible para el alma humana es el paso
incierto del EX al IN, de la extención silenciosa de los espacios sombríos a la
intención, a la dirección, a la línea y al tiempo recto. Más que fascinante lo es para
nosotros.
En el espacio se abren sinuosamente y sensualmente los cuerpos, no siempre bajo
el escaparate epifanico de la verdad, también los amamos bajo la oscuridad del
lethes. Que los en el tuétano espacial de los signos se nos muestre su sentido más
viviente, oculto por las celdas semióticas de la ciudad. Que hasta el último grafo
y la última voz emane sin cesar el maná incandescente del último espacio.
Bañémonos en ese maná. En esa trasergía que se profesa desde los geiseres
ontológicos de la diferencia.
De los vapores enérgicos expulsados por las grietas de la identidad.
De las nubes de polvo cósmico que se quedan debajo del sofá.
H1esmé es adentrar o salirse a la fisis de lo símbolo, es teúrgia en la guerra de
nuestros dioses hermanos y es la complaciente calma posterior en aión: Al sentir
el espacio extendiéndose entendemos que la melodía lineal del logos avanza en
círculos junto a nosotros. Desde el topos aiónico el pensar H1esmé busca quemar
los valles de la Ἕλαδε para por el sendero nómada sin dirección pero con sentido,
puesto que se necesita del aire y del agua para continuar. Nuestra misión
mientras que estamos en el seno aionitópico de Urano, habiendo ya destripado
31 Del protoindoeuropeo *h1és-mi, raíz somosemántica del pensamiento poniéntico.
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desde la garganta hasta la entrepierna a Krónos, es destruir lo que la koiné Ática
ha construido en el tiempo aún sin estar presente. Volvamos pues a montar los
caballos sin bridas, a la lucha desde cerca y a las chozas de mástiles celestes.
Dejemos el pensar postálico32 y apostólico del teoreta sacerdótico, sin más motivo
que el buscar no mejores ríos sino distintos, pues siempre se podrá volver pero
para volver antes hay que irse.
H1esmé no es desprecio, ni hay reproche ya que no hay tampoco equivocación.
H1esmé ha matado, sin ninguna intención sino por extención, al Bien, a la Verdad
y a la Belleza, incluso antes o desde más lejos de lo que estos se encontraban
presentes, y después con su sangre se ha limpiado el sudor del esfuerzo
cometido. Que no se engañen lo que escuchan los rumores, también todo su
séquito ha sido brutalmente mutilado: lo múltiple, lo particular, lo individual, lo
informe, lo diferente, lo integrado y demás se encuentran ardiendo en una pila
en el centro de la aldea.
Que nos siga quien en su corazón busque lo mismo que nosotros. Somos
toponeutas, no solo caminamos y cabalgamos por las costas del Caspio, sino entre
las titánicas fábricas ya abandonadas en escombros y cableado, entre las grandes
ciudades levantadas en las cloacas de las urbes en la superficie y en las grandes
naves bioconservadoras que rondan la exosfera de Titán.
Que nos siga quien nos busque. Somos adoradores de la muerte, del dolor y del
sufrimiento. Pero no nos encontramos tan lejos, ni mucho menos. Estamos aquí
mismo.
H1ésme
32 Después de Tales.
18
ONTICOGRAFÍA
.
(Fig. 1. Onticografía básica de CON-Onticobrana)
(Fig. 2. Onticografía toposcopica completa)
CON
EX
IN
Energética
centrista
CON
Cosa-Coso
INterioridad
EXterioridad
Esteroidad
Solidez
19
(Fig. 3. Cusanoideo)
(Fig. 4. Intrarioridad por DIS-tensión del CON)
EX-Máximo
IN-Mínimo
CON-Estable CON-sistencia
IN-sistencia
EX-sistencia
CO-Incidencia
Estrato
Intrarior
Estrato
Extrarior
DIS
DIS
EX-pansión Intrarior
In-CON-sistencia energética
20
MÍNIMA BIBLIOGRAFÍA SELECTA
-BACHELARD, G; La poétique de l’espace. ,1957.
-BOTT, R and TU, L, W. Differential Forms in Algebraic Topology. Springer GTM 82, 1982.
-Fragmentos presocráticos: de Tales a Demócrito. Madrid, Alianza, 2008.
-SLOTERDIJK, P.; Bubbles. Cambridge, MIT University Press Semiot(e)xt, 2011.