Anuario de Estudios Americanos, 62, 2,julio-diciembre, 219-249,
Sevilla (Espaa), 2005ISSN: 0210-5810La lucha por el poder en una
agrupacinindgena: el efmero apogeo de los boroganosen las pampas
(primera mitad del siglo XIX)Silvia RattoUniversidad Nacional de
Buenos Airesy Universidad Nacional de
QuilmesAmediadosdeladcadade1830,laagrupacinboroganaasentadaenSalinasGrandes
transitaba por un doble proceso de divisin interna y de unin con
grupos llama-dos ranqueles que no llegaron a producir la aparicin
de un nuevo grupo identitario. Laimposibilidad por cristalizar
estas nuevas relaciones en la formacin de una nueva agru-pacin se
debieron, por un lado, ala constante presin del entonces comandante
generalde campaa Juan Manuel de Rosas para evitarlo y, por otro
lado, debido a los conflictosen torno al poder que surgieron dentro
de la dirigencia borogana. Dotada inicialmente deuna jefatura
plural se producira una puja por el mando donde uno de los
principales caci-ques, aprovechndose de un contacto ms directo con
el poder estatal, busc encaramarseen el poder, estrategia que no
fue aceptada por el resto de la agrupacin provocando unacrisis
profunda en el interior de la misma.PALABRAS CLAVES: frontera,
relaciones intertnicas, zona tribal.In the middle 1830s, the
boroganos seated in Salinas Grandes suffered a double pro-cess. On
one hand, an internal division and, on the other hand, a fusion
with the so
calledranquelesthatdidntproducetheariseofanewidentitygroup.Theimpossibilitytocrystallize
these new relations in the creation of a new group had two
diferents causes: theconstant pressure of the comandante general de
campaa Juan Manuel de Rosas to avoidit and the conflicts around the
power that arose within the plural borogano leadership.
Thisstruggle started when one of the main caciques tried to raise
in the power taking advanta-ge of a more direct contact with the
state power. This strategy was not accepted by the restof the group
and caused a deep crisis inside it.KEYWORDS: frontier, interethnic
relations, tribal zone.IntroduccinDesde hace algunas dcadas se han
comenzado a producir trabajos deinvestigacin cuyo centro de atencin
est situado en el interior mismo
delospueblosnativosamericanos.AdiferenciadelasinterpretacionesmsAEA,
62, 2, julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN:
0210-5810219tradicionales, en ellos se parte de la idea bsica de
que las sociedades ind-genas no constituyen un bloque monoltico que
se opone a la sociedad his-pano-criolla. Por el contrario,
comprenden una diversidad de agrupacionescon relaciones complejas
tanto entre ellas como con los diferentes agentesestatales y
particulares con quienes interactan. Estos avances
historiogr-ficossondeudoresdenuevosplanteosmetodolgicosquehanpermitidoavanzar
en el conocimiento de los pueblos
indgenas.1Entrelasrevisionesmsprofundasqueserealizaronvalelapenasealarlafuertecriticaaquehansidoexpuestosciertosconceptoscan-nicoscomolosdeculturaeidentidad.Enamboscasossesuperlaten-dencia
a considerarlos como conjuntos cerrados de elementos que
podanseraisladosyestudiados.Estasreformulacionesllevaronadescartarlaidea
de culturas puras y/o contaminadas y a nociones como la prdida
delaidentidadparaaquellospueblosqueincorporaronrasgosprocedentesde
otros grupos. En su lugar prima la idea de que tanto la cultura
como laidentidad deben ser estudiadas en relacin con los otros.2Al
dotar a estosconceptos de dinamismo e historicidad se pudieron
detectar cambios en
lasestrategiasdealgunascomunidades;as,porejemplo,seplanteaqueunmismogrupopudohaberpasadodepocasdegraninnovacinycambioa
otras, de aparente apata y de rechazo a la adaptacin o a
situaciones endonde, en el interior del grupo coexistan al mismo
tiempo estas dos lgi-cas, creando tensiones polticas entre los
diferentes sectores.Una lnea de anlisis desarrollada a partir de
estas premisas est
cen-tradaenlosprocesosdeetnognesis.Elconcepto,utilizadoporprimeravez
por William Sturtevant en un trabajo aparecido en 1971, haca
referen-ciaalaemergenciafsicadenuevosgrupospolticosacausadelalle-1
Por razones de espacio remitimos a la excelente puesta al da sobre
estas renovaciones his-toriogrficas de Boccara, Guillaume, Mundos
nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo en E-review(CNRS-CERMA),
2001.2 As, por ejemplo, Denys Cuche plantea que Toda cultura est en
un permanente procesode construccin, desconstruccin y reconstruccin
Quizs habra que reemplazar la palabra
cul-turaporladeculturacinparasubrayarestadimensindinmicadelaculturaCuche,D.:La
nocin de cultura en las ciencias sociales. Buenos Aires, ediciones
Nueva Vision, 1999. pg. 82.En relacin a los estudios de identidad,
el pionero en avanzar en el sentido sealado fue Fredrik
BarthParaelautor,ladefinicindelaidentidaddeungruposeencuentraenaquellosrasgosutilizadospor
el grupo como marcas para diferenciarse de los otros. Esto lleva a
que la identidad sea algo
queseconstruyeyreconstruyepermanentementeenfuncindelasrelacionesconotrosgrupos.Estasmarcasnonecesariamentesonsiemprelasmismas,puedenvariar.Todocambioenlasituacinsocial,
econmicaopolticapuedeproducirdesplazamientosdelasfronterasculturalesimpuestaspor
un grupo en su relacin con otros. Barth, F (comp), Los grupos
tnicos y sus fronteras. Mexico,FCE, 1976.SILVIA RATTOAEA, 62, 2,
julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN: 0210-5810220gada de los
europeos.3Sin embargo, el trmino etnognesis fue retomadoms tarde
por otros estudiosos norteamericanos, experimentando un nota-ble
cambio semntico. En la actualidad se lo utiliza para caracterizar
pro-cesos muy diversos de transformaciones no solamente polticas
sino
tam-binenlasformasdedefinicinidentitariasdeunmismogrupoatravsdeltiempoponindoseelnfasisenlascapacidadesdeadaptacinydecreacin
de las sociedades indgenas donde las nuevas agrupaciones
socia-lesnoderivabansolamentedeprocesosdefisinyfusininternosalassociedades
nativas sino tambin a travs de la incorporacin de
elementosexteriores.Unodelosimpactosmsdisruptoresapartirdeloscualessehanestudiadoenprofundidadlosprocesosdeetnognesishasidolaexpan-sin
histrica de los estados coloniales y nacionales en el continente
ame-ricano.4Vinculadoaesteproceso,FergusonyWhiteheadelaboraronelconcepto
de zona tribal para caracterizar un rea geogrfica continuamen-te
afectada por la proximidad de un estado pero que no se encuentra
bajosuadministracindirecta.Elimpactoqueproducedichoestadosobrelaspoblacionesnativaspuedeverificarseatravsdeunadobledinmicadecoercinyseduccin.Enelprimercasomedianteelusodelaamenazamilitaryenelsegundoatravsdedistintasvascomolosobsequiosajerarquas
indgenas, condiciones favorables para el intercambio comercialy/o
ayuda
militar.5Elavanceestatalimpactasobrelospueblosnativosdedosmanerasdiferentes.Porunlado,mediantelatransformacindesusformacionessocio-polticas.Segnlosautores,lospueblosindgenaspuedenreaccio-nar
de tres maneras diferentes: resistiendo la expansin del estado,
coope-randoconlohuyendootrosespacios.Ladefinicindeltipodeestrate-giaaestablecerpuedeproducirelefectocolateraldeunadivisinalinteriordelosgruposendondealgunoslideresapoyenunavaderesis-tencia
en tanto otros sostengan la conciliacin. El resultado de estas
estra-tegias dara origen a diversos tipo de estructura polticas
dentro de la zona3 Sturtevant, William: Creek into Seminole: North
American Indians, en Leacoch y Lurie,Historical Perspective. New
ork, Randon House, 1971.4
Hill,Johnatan(comp)History,Power,&Identity.EthnogenesisintheAmericas,1492-1992.
University of Iowa Press, 1996. 5
Ferguson,B.:BloodoftheLeviathan:westerncontactandwarfareinamazonia,enAmericanEthnologyNo.17(2),1990;Ferguson&Whitehead,TheviolentedgeofempireenFerguson,
B y N. Whitehead (eds) War in the Tribal Zone. Santa Fe. New
Mexico. School of AmericanResearch Papers, 1992EL EFMERO APOGEO DE
LOS BOROGANOS EN LAS PAMPAS (SIGLO XIX)AEA, 62, 2, julio-diciembre,
2005, 219-249. ISSN:
0210-5810221tribal:6cacicazgos,redesdealianzas,villasautnomas,clanessegmenta-les,
familias extendidas, bandas especializadas y tribus.El otro impacto
al que se refieren Ferguson y Whithead tiene que vercon la
generalizacin de la guerra dentro de la zona tribal. En efecto,
paralosautores,estazonaimpactadaporlapresinestatalmodificasensible-mente
los patrones guerreros experimentndose una alteracin en la
formaenqueselibrabanlashostilidades,conduciendoaunaintensificacindelos
conflictos, o llegando inclusive a provocarlos en reas donde no
habanexistido previamente.A partir de estos conceptos, el objetivo
del presente trabajo es anali-zar el devenir de la agrupacin
indgena borogana en el espacio pampeano.El relato abarca desde el
momento de su instalacin en una zona de indu-dable valor estratgico
como eran las Salinas Grandes, regin de abasteci-miento de sal y
centro de confluencia de rutas de comercio indgena,
ubi-cadaenlaactualprovinciadeLaPampa(vermapa),hastasudesintegracincomogrupodeimportancia,procesoquetuvolugarenelcorto
lapso de menos de 10
aos.Eltrabajo,enelsentidoqueleestamosdando,seinscribeenunalneadeanlisisdesarrolladaporDanielVillaryJuanFranciscoJimenezquienes
definieron al espacio indgena ubicado a ambos lados de la
cordi-llera andina, desde fines del siglo XVIII, como una zona
tribal expuesta
alavanceestataltantobonaerensecomochileno.Bajoestesupuesto,losautores
realizaron una exhaustiva periodizacin de los conflictos
inter-tri-bales originados en la Araucana que, con el tiempo, se
extendieron hacialas pampas.7En el caso que nos interesa, a los
enfrentamientos entre distintas
agru-pacionesseagregunafuertepresinestatalejercidadesdeelgobiernobonaerense
que conspir contra la conformacin de un nuevo grupo tnico.En
efecto, sostenemos que los boroganos transitaban, a inicios de la
dca-6 Un plateo similar acerca de la influencia de un poder estatal
sobre las conformaciones
pol-ticasnativashabiasidoplanteadoporMortonFriedenloquedenominelsesganteefectodelassituaciones
secundarias, es decir un cambio en complejidad de las instituciones
polticas en
presen-ciadesociedadesmsdesarrolladaspolticamente.CitadoenBechis,Martha:Loslideratospolti-cosenelreaarauco-pampeanaenelsigloXIX:autoridadopoder?enLaetnohistoriaenCDNmero
especial de la revista Naya, Facultad de Filosofa y Letras, 1999.7
Villar,DanielyJuanFranciscoJimenez:Latempestaddelaguerra:Conflictosin-dgenasycircuitosdeintercambio.Elementosparaunaperiodizacin(AraucanaylasPampas,1780-1840),enMandrini,RyC.Paz:
Lasfronterashispanocriollasdelmundoindigenalatino-americanoenlossiglosXVIIIyXIX.Unestudiocomparativo.IEHS,UNS,CEHIR,edicindigi-tal,
2002.SILVIA RATTOAEA, 62, 2, julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN:
0210-5810222da de 1830, por un doble proceso de fisin interno y de
fusin con gruposllamados ranqueles8que no llegaron a producir la
aparicin de un nuevogrupo identitario debido a las imposiciones del
gobierno.Estas se expresaron en una constante presin del entonces
comandan-te general de campaa Juan Manuel de Rosas9por separar a
los dos
gruposdebidoalenfrentamientoquesiemprehabaexistidoentrelaagrupacinranquel
y el gobierno bonaerense. Pero, adems, esa misma presin gene-r
conflictos en torno al poder dentro de la dirigencia borogana.
Dotada ini-cialmente de una jefatura plural se producira una puja
por el mando
don-deunodelosprincipalescaciques,aprovechndosedeuncontactomsdirecto
con el gobierno bonaerense, busc encumbrarse en el poder,
estra-tegia que no fue aceptada por el resto de la agrupacin
provocando una cri-sis profunda en su
interior.Antesdeiniciarelanlisisdeestecaso,valelapenadetenernosuninstanteenlacuestindelasfuentesutilizadas.Alintentaracercarnosalconocimientodelavidainternadelospueblosindgenasexisteeltemorinevitable
de las dificultades que conlleva estudiar a grupos que carecen
deescritura y, por ello, no han dejado fuentes de primera mano. Sin
embargo,en el caso de los grupos que habitaban la zona de pampa, la
adopcin de laescritura fue un proceso que, lentamente, fue asumido
por los caciques
msimportantes.Lanecesidadderelacionarsediplomticamenteconlosgobiernoscriollosllevaqueenlastolderassurgieranescribientesqueasuman
la funcin epistolar de los
caciques.Enesesentido,ladocumentacinquehemospodidolocalizarparaestudiar
la trayectoria de este grupo indgena es de una riqueza
excepcio-nal.Setratadelafluidayvoluminosacorrespondenciaqueprovenadel8
Las categorizaciones tnicas que surgen en la documentacin de la
poca deben ser toma-das con mucha precaucin debido a que, en
general, los grupos indgenas estaban involucrados en pro-cesos
etnogenticos desde la segunda mitad del siglo XVIII y principios
del XIX que incluan rasgostehuelches, mapuches y/o pehuenches de
ambos lados de la cordillera. Los ranqueles haban surgido deun
primer mestizaje entre indios andinos de los alrededores de Neuqun
y autctonos de mamil mapu,(o pas de los montes, era un espacio que
se extenda al este del complejo Atuel-Salado-Chadileuvu)en el ltimo
cuarto del siglo XVIII. Las fuentes frecuentemente extenderan la
designacin de ranquela todo indio que viviera en dicho paraje. De
igual manera, las fuentes mencionan de manera generica alos indios
del otro lado de cordillera como chilenos- Por tal motivo,
transcribiremos entre comillaslas denominaciones tnicas que figuran
en la documentacin.9 Juan Manuel de Rosas fue gobernador de la
provincia de Buenos Aires entre 1829 y 1831.Hasta su reeleccin en
1835 se mantuvo como comandante general de campaa. De todos modos,
enambos cargos supo centralizar en su persona el manejo de la
poltica indgena por lo cual toda la corres-pondencia proveniente de
las tolderas boroganas ira siempre dirigida a l.EL EFMERO APOGEO DE
LOS BOROGANOS EN LAS PAMPAS (SIGLO XIX)AEA, 62, 2, julio-diciembre,
2005, 219-249. ISSN: 0210-5810223centro mismo del grupo borogano y
era dirigida a distintas autoridades pro-vinciales, incluido el
gobernador. Estas misivas que partan de las tolderasy arrojaban por
lo tanto una informacin directa sobre los acontecimientosque se
viva en ellas, provenan de diversas fuentes: el mismo escribientede
los caciques, los lenguaraces que se hallaban cumpliendo algn tipo
demisin y los oficiales criollos asimismo afectados a algn servicio
de
vigi-lanciaoespionaje.Lafrecuenciaconqueseescribanestascartasyladiversidadderemitentesnospermitiseguir,pormomentos,daadalavida
en los campamentos indgenas y, en ocasiones, contar con ms de
unaversin sobre el mismo hecho.10El espacio pampeano al arribo de
los boroganosDesde fines del siglo XVIII el espacio indgena a ambos
lados de lacordillera se hallaba poblado por una cantidad de grupos
nativos que
com-partanciertascaractersticassocioeconmicasproductodeprofundoscambios
que se remontaban al siglo anterior. Uno de ellos fue la
llamadaaraucanizacin de las pampas que consisti, en una primera
etapa que pue-de ubicarse en el siglo XVII, en la difusin de
elementos culturales tpicosde los grupos indgenas ubicados al otro
lado de la cordillera (tejido, meta-lurgia y cultivo unidos a
ciertos rituales y creencias) que impactaron prime-ro en la zona
cordillerana para bajar lentamente hacia las pampas.11Con la
multiplicacin del ganado europeo, el comercio de este bien
seconstituy rpidamente en un importante vnculo entre esas
agrupaciones.La disminucin del cimarrn en el siglo XVIII coincidi
con un incremen-to de la demanda de ganado por parte de mercado
colonial chileno y deri-v en una modificacin en las formas de
apropiacin del mismo. Las
pri-merasexpedicionesdecazapasaronaconvertirseenmalonesquetenancomoobjetivolasestanciasganaderasdelasfronterasdelVirreinatodelRodelaPlata.Elmalntomelcarcterdeunaempresaeconmicacolectiva
que llevaba a la concertacin de alianzas entre distintas
parciali-dades. Generalmente estas uniones eran fugaces y
convocadas con el ni-10 La documentacin se encuentra en varios
legajos de la Secretara de Rosas, localizados enel Archivo General
de la Nacin (en adelante AGN).11
Palermo,M.A.:LacomplejaintegracinHispano-Indgenadelsurargentinoychilenodurante
el perodo colonial, Amrica Indgena, 1, 1991; Ral Mandrini, Las
transformaciones de laeconoma indgena bonaerense (1600-1820), en
Madrini y Reguera (eds), Huellas en la tierra. Indios,agricultores
y hacendados en la pampa bonaerense. Tandil, IEHS/UNCPBA,
1993.SILVIA RATTOAEA, 62, 2, julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN:
0210-5810224co objetivo de obtener ganado de los establecimientos
fronterizos de mane-ra que, producido el maln, los grupos se
separaban.El constante intercambio y circulacin de bienes y
personas
implic,asimismo,lanecesidaddeconcertaracuerdosconlasparcialidadesquehabitaban
o controlaban los territorios de paso. Estas negociaciones
pod-anderivarenmatrimoniosintertnicos,enalianzascoyunturalesdetipopoltico
y, en casos extremos, en la formacin de grupos tnicamente mix-tos.
Esta ultima estrategia, iniciada como una alianza para un fin
especfi-co (guerra, arreo de ganado), poda dar origen a
confederaciones de relati-va estabilidad. Pero no todos los
contactos eran pacficos sino que tambindieron lugar a fuertes
conflictos intertnicos.Los movimientos revolucionarios que a
inicios del siglo XIX comno-cionaron la vida a ambos lados de la
cordillera agregaran nuevos elemen-tos a este contexto
profundizando los enfrentamientos intertribales e inte-rtnicos. Por
un lado, el accionar de realistas e independentistas en Chile,que
perseguan la incorporacin de indgenas a sus respectivas fuerzas
deri-v en una extensin de la guerra a muerte en las pampas. La
presin ejer-cida por las tropas revolucionarias lograron concentrar
la resistencia
realis-taalsurdelterritorioyestapresindecidiaalgunosgruposacruzarlacordillerabuscandorefugioenlaspampas.12Estaetapa,queseconsiderahistoriogrficamente
como la segunda etapa de la araucanizacin, se carac-teriz por el
hecho de que estos movimientos de poblacin derivaron en
elasentamiento de grupos indgenas extracordilleranos en la regin
pampea-na. Por otro lado, el fracaso en establecer un poder
nacional en el territoriodel ex virreinato del Ro de la Plata,
deriv en el surgimiento de las admi-nistraciones autnomas
provinciales de Buenos Aires, Santa Fe, Crdoba,San Luis y Mendoza
quienes con frecuencia se enfrentaron
polticamenteentresyofrecieronalosgruposindgenasunabanicodeposibilidadespara
negociar y construir diferentes redes de relaciones.En ese perodo,
la presin estatal proveniente de los gobiernos bonae-renses produjo
asimismo una importante modificacin en el espacio indge-na. Desde
inicios de la dcada de 1820 el gobierno de Buenos Aires
habacomenzadoaplanear,incentivadoporlademandadeproductospecuariosporpartedelmercadoultramarino,laexpansindelterritorioprovincialhacia
el sur lo que derivaba inevitablemente en la apropiacin de tierras
ind-12 Jorge Pinto Rodriguez seala que, de 26 caciques que existan
en la Araucana, 17 se ple-garon al movimiento realista, 5 a los
patriotas y 4 se mantuvieron neutrales. (De la inclusin a la
exclu-sin. La formacin del estado, la nacin y el pueblo mapuche.
Universidad de Santiago, 2000, pg. 50).EL EFMERO APOGEO DE LOS
BOROGANOS EN LAS PAMPAS (SIGLO XIX)AEA, 62, 2, julio-diciembre,
2005, 219-249. ISSN: 0210-5810225genas. Luego de varias marchas y
retrocesos, en 1823 se fund el fuerte deIndependencia en las
sierras de Tandilia, un rico campo de pastoreo indgenay, cinco aos
ms tarde, el avance se complet con el asentamiento de
cuatrofuertesms:25deMayo,Federacin,LagunaBlancaylaFortalezaProtectora
Argentina en Baha Blanca (ver mapa). Esta expansin haba pro-ducido
el quiebre de un importante ncleo indgena especializado en el
pas-toreo de ganado entre las sierras de Ventana y Tandil13y un
desplazamientode los pueblos nativos hacia el interior del
territorio indgena. Paralelamente,el asentamiento de grupos
indgenas que haban cruzado la cordillera en bus-ca del control de
pasos estratgicos situara en la zona de Salinas Grandes Guamin
Carhue el centro de poder dentro del territorio indgena.14Esta
presin estatal no se tradujo solamente en la expansin
territorialsinotambin,entrminosdeFergusonyWhitehead,enmecanismosdeseduccin.
En efecto, a fines de la dcada de 1820 el gobernador de BuenosAires
implement una poltica indgena que tena una fuerte apoyatura en
laentrega de raciones y obsequios a las principales jerarquas
indgenas
quepactaranlaspacesconly,almenosenteora,elofrecimientodeayudamilitarcontralosenemigos.EstapolticallamadanegociopacficodeIndiosrepresentaba,entrminosmuyamplios,unarelacindeamistadexpresadafundamentalmenteenlaentregadeauxilioseconmicosadoscategoras
de grupos indgenas: los amigos y los aliados. Los primeros
erangrupos reducidos en el espacio fronterizo sometidos a ciertas
prestacionescuya composicin fue cambiando en el tiempo y que,
bsicamente, tenanun vnculo de dependencia personal con el
gobernador. Los segundos erangrupos indgenas con autonoma poltica,
asentados en territorio no contro-lado por el gobierno provincial
pero que haban acordado una relacin pac-fica con ste.15Sin embargo,
ms all del acuerdo de no agredirse militar-mente, no resultaba muy
claro si exista otro tipo de compromisos mutuosen esta relacin:
para los propios actores no se hallaba claramente estableci-do qu
esperaba uno del otro. Uno de los grupos que se incorporaron
comoaliados al Negocio Pacfico fueron precisamente el de los
protagonistasde esta historia: los boroganos.13
SobreestetemaverMandrini,Ral:Desarrollodeunasociedadindgenapastorilenelrea
interserrana bonaerense, en Anuario IEHS, Nro 2. Tandil, UNCPBA,
1987.14 Ratto, Silvia: La frontera bonaerense (1810-1828): espacio
de conflicto, negociacin y con-vivencia. La Plata Archivo Histrico
de la Provincia de Buenos Aires, 2003, pgs. 25-50.15 Para una
descripcin de la poltica del negocio pacfico ver Ratto, Silvia: Una
experien-ciafronterizaexitosa:elNegocioPacficodeIndiosenlaprovinciadeBuenosAires(1829-1852).Revista
de Indias vol LXIII, No. 227, 2003.SILVIA RATTOAEA, 62, 2,
julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN: 0210-5810226Un acuerdo
inicial sobre bases muy
dbilesLosboroganoseranunaagrupacinllanistadelazonadeBoroaenChile,
que haba arribado a las pampas en la dcada de 1820 acompaando
alosrealistaschilenosPincheira16ysehabainstaladoenlazonadelasSalinasGrandesenlapampa,regindegranvalorestratgicodentrodelterritorio
indgena al ser el paso obligado para acercarse a la frontera
bonae-rense. La jefatura de la agrupacin era ejercida de manera
plural por
seiscaciquesdeloscualestresdeellosconstituanlacspidedelaautoridad(Cauiquir,RondeauyCanuillan).17Dentrodeesatriloga,elprimerodeelloscomenzasernombradoyaautoreferenciarsecomoelcaciquemayor.Estesurgimientodeunprimusinterpares
pudohabertenidomucho que ver con la necesidad de centralizar en un
solo cacique el curso delas negociaciones; en efecto, el cacique
Cauiquir fue nombrado en la docu-mentacin como el representante de
la parcialidad para ajustar las
paces.Luegodeintensasnegociaciones,elgobernadordeBuenosAires,Juan
Manuel de Rosas, consigui romper la alianza
borogana-pincheirinaylograrunacercamientoaloscaciquesboroganos.18Estaspacestenan,16
Los hermanos realistas Pincheira representaron la resistencia ms
prolongada al movimien-to de independencia chilena contando con el
apoyo de diversos grupos indgenas, entre ellos los
boro-ganos.Juntoconestegrupo,JosAntonioPincheiracruzlacordilleraamediadosdeladcadade1820
y emprendi diversas acciones sobre las fronteras de Mendoza y
Crdoba.17 Martha Bechis ha estudiado son detalle la estructura de
poder de los boroganos a traves delanlisis de la correspondencia
emitida desde sus tolderas (Bechis, M.: Estructuras y procesos
polti-cosdelaagrupacinboroganapampeanaenundocumentode1830,enCuadernosdeHistoriaRegionalNo.19,UNLujn,Lujn,1996yCuandolosregalosnollegan,losjefesseponenverdes:politica
y regalo entre caciques de las pampas en una Junta General de 1830
descrita por participantes,en Cuadernos del Sur No. 29, UNSur, Baha
Blanca, 2000. Segn la autora, desde diciembre de 1830los boroganos
se estaban organizando con prescindencia de los pincheirinos
(Bechis, Estructuras,pg. 165-174).18 La captacin de los boroganos
por Rosas es un hecho extensamente tratado en la bibliogra-fa en la
que se repiten ciertas ideas fundamentales. Eugenio del Busto,
cautivo de los indios desde niohaba sido rescatado a la edad de 25
por Rauch en una de sus expediciones militares. Conocedor de
lalengua indgena, fue destinado por Rosas a las tolderas boroganas
con un presente sumamente apre-ciado para el cacique Cauiquir: su
esposa Luisa. La mujer del cacique haba sido tomada prisioneraen
una incursin militar y se haba alojado durante su cautiverio en la
estancia Los Cerrillos donde fuetratada con el ceremonial y el
cuidado acorde a su categora. Combinando, entonces, la accin de
Luisacon los oficios de Bustos, Rosas logr obtener la atencin de
los boroganos que comenzaron a nego-ciar una alianza con el
gobierno. Sin embargo, dos obstculos se presentaran a tal empresa:
Rosas
exi-gaalosboroganosquesesepararandelosPincheiraystos,alegandoenfrentamientosancestrales,pedanlascabezasdeloscaciquesVenancioCouepan,CatrielyCachul.Estaultimaexigenciaeraimpensable
para el gobernador ya que dichos jefes eran sus principales
interlocutores y logr ser des-articulada al punto que los cuatro
caciques fueron reunidos en Chacarita de los Colegiales a inicios
delao 1830 en donde se logr negociar un acuerdo de paces.EL EFMERO
APOGEO DE LOS BOROGANOS EN LAS PAMPAS (SIGLO XIX)AEA, 62, 2,
julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN: 0210-5810227para el gobierno,
el objetivo de contar con un aliado en la zona de Salinasdesde
donde se poda controlar, e impedir, la llegada de malones a los
esta-blecimientosfronterizos.DuranteestaetapadenegociacioneselcaciqueCauiquir
fue el representante del grupo y permaneci largas temporadasen
distintos puntos de Buenos Aires en los que fue atendido con toda
cere-monia.AlregresaralcampamentoboroganoenGuaminafinesdelao1832loacompaabaunpiquetede46carabinerosalmandodelcoronelManuelDelgado,loscapitanesPabloMillalicn(escribientedeloscaci-ques
boroganos), Pablo Castro19y el lenguaraz Juan Verdugo quienes
per-manecieron all por un tiempo.Inmediatamente despus de acordadas
las paces, el gobierno
comen-zaejercerpresinsobrelosnuevosaliadosparalograrsucolaboracinmilitarencampaaspunitivascontragruposhostiles.Larespuestadelosboroganos
vari en funcin de la agrupacin definida como enemigo por elgobierno
bonaerense. En el ao 1832, se concret la participacin
boroga-naenlascampaasquesellevaronacabocontraelcaciquechilenoToriano,20jefeconquienlosprimerostenanunlargoenfrentamiento.Lasituacin
fue diferente cuando los enemigos fueron los ranqueles, agrupa-cin
que siempre se haba negado a firmar paces con el gobierno de
BuenosAires.21En este caso, la reaccin de los caciques boroganos
fue muy diferen-te ya que exista una fuerte relacin entre los
grupos al punto que era
muydifcildistinguiraunosdeotrosparalosmismosobservadoresblancos.Estapresinestatalsobreungrupoque,asuvez,estabapasandoporun19
Los dos ultimos se contaban entre los oficiales que acompaaron a
Pincheira cuando
migra-ronhacialaspampas.EnlasnegociacionesconlosboroganosfueronasimismocaptadosporRosasquien
les adjudico cargos del ejrcito provincial con el sueldo
correspondiente y fueron destinados pre-cisamente al campamento
borogano para cumplir funciones de control y espionaje20 Toriano y
otros jefes indgenas formaron parte de un contingente de cerca de
2000 indiosque procedentes del otro lado de la cordillera provoc en
1831 una situacin de extrema inseguridad
enlafronteraquehizoevidentelanecesidaddeproduciralgunoscambiosenlaestructuradelnegociopacifico
exigiendo de manera directa, la participacin de los indios amigos
como milicias auxiliares delgobierno.21 En la repercusin de esta
exigencia se pondra en evidencia el aspecto ms frgil del nego-cio
pacfico: no se poda obtener de los indios aliados el mismo tipo de
compromiso y fidelidad que setena de los indios amigos. Estos
ltimos, al haber abandonado el territorio indgena haban realizadoun
corte bastante abrupto con los otros grupos que habitaban las
pampas. De hecho, como consecuen-cia de los conflictos dentro de
ese espacio, haban decidido su asentamiento dentro del espacio
provin-cial. A diferencia de este esquema los indios aliados, al
vivir en territorio indgena, participaban de unared de alianzas y
vnculos con otros grupos vecinos, no todos los cuales tenan una
relacin cordial conel gobierno bonaerense.SILVIA RATTOAEA, 62, 2,
julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN: 0210-5810228proceso de unin
con otro sobre el que se esperaba que actuara, produjo enel
interior de la agrupacin borogana una crisis de
poder.Larelacinentreboroganosyranquelespuededatarsefehaciente-menteen1830cuandolosprimerostomaronelpapeldeintermediariospara
la realizacin de negociaciones de paz entre los ranqueles y el
gober-nador de Buenos Aires. Esta reunin, en la que tambin particip
el caci-que chileno Pablo que haba arribado a las pampas en la
dcada de
1820,fueanalizadacongrandetalleporMarthaBechisenunpardetrabajosalos
que remitimos para conocer los pormenores de esta alianza que no
logroconcretarse.22En uno de ellos se transcribe una carta firmada
por los caci-ques boroganos Cauiquir y Rondeau en la que se adjunta
una nmina
deloscaciquesqueintervinieronenelencuentroadjudicandoacadaunolapertenencia
a una agrupacin determinada: la propia, la de los ranqueles olos
del Sor Llanquitur (Llanquetruz)23y los del Sor Pablo.24Para
poderseguir de cerca la conformacin de un grupo mixto de boroganos,
ranque-les y chilenos partiremos de la mencionada nmina de caciques
realiza-da a fines del ao 1830 y veremos cmo la diferenciacin entre
los grupos,fue cada vez ms difcil de sostener. Para ello, cada vez
que aparezcan men-cionados algunos de los caciques que participaron
de dicho encuentro agre-garemos entre parntesis su pertenencia
original en dicho momento, refi-riendo (B) por borogano, (LL) por
pertenecientes a Llanquetruz y (P) porpertenecientes a Pablo.La
alianza borogana-ranquel, inversamente a lo buscado por
Rosas,comenz a cobrar mayor solidez luego de la campaa
expedicionaria al
surrealizadaenlosaos1833y1834.25ElrevsquesufrilaagrupacindeLlanquetruz
en los encuentros con las fuerzas provinciales provoc la dis-persin
de la misma y la bsqueda de amparo y proteccin de varias fami-lias
en las tolderas boroganas. A partir de entonces fue constante la
men-cindeparientesyrelacionadosentrelosdosgrupos.Lacampaapunitiva
llevada a cabo en esos aos haba contado con la ayuda
boroganayhabalogradovenceralcaciqueLlanquetruzenelencuentrodelasAcollaradas
el 16 de marzo de 1833; la derrota lo haba llevado a buscar22 Ver
nota 16.23 Llanquetruz fue un importante lder de la agrupacin
ranquel que mantuvo una constan-te posicin de hostilidad con
respecto a las autoridades bonaerenses. 24 M. Bechis, Estructuras ,
pgs. 187-188.25
Enesosaossellevacabounacampaaconjuntaconfuerzasdevariasprovincias(Buenos
Aires, Santa Fe, Crdoba y Mendoza) con el objetivo de perseguir a
grupos indgenas que ata-caban constantemente los establecimientos
fronterizos para procurarse de ganado.EL EFMERO APOGEO DE LOS
BOROGANOS EN LAS PAMPAS (SIGLO XIX)AEA, 62, 2, julio-diciembre,
2005, 219-249. ISSN: 0210-5810229refugio en la cordillera junto a
Pichun y otros jefes indgenas26en tanto loscaciques Marileo (B),
Mariqueo (B), Antibil (B) atacados tambin por lasfuerzas
provinciales, comenzaron a presentarse al ejrcito pidiendo perdny
autorizacin para ir a vivir con sus hermanos los boroganos.27Luego
de la accin de las Acollaradas, Rosas envi a la divisin delcoronel
Manuel Delgado para localizar y terminar con Llanquetruz. El 6
dejunio reunidos en una Junta, los caciques boroganos acordaron
incorporar-se a las fuerzas de Delgado. La campaa logr la rendicin
de gran canti-dad de indios de pelea; slo Llanquetruz haba huido
con unos 100 indiosy se haba refugiado en los montes.28El estado de
precariedad en que hab-an quedado algunos jefes ranqueles llev a
que Payne (LL) y Carriagu(LL) iniciaran negociaciones con el
objetivo de unirse a los boroganos.De manera que, en los encuentros
de 1833, encontramos por un
ladoacaciquesboroganosque,unidosaLlanquetruz,fueronatacadosporlastropas
militares y debieron pedir la proteccin de sus hermanos29y, porotro
lado, jefes ranqueles que, con sus familias, se incorporaron
asimismoa las tolderas boroganas.La situacin no fue del mayor
agrado para Rosas quien en varias
car-tas(dirigidasaDelgado,RondeauyCauiquir)expressuoposicinalamparo
que se estaba ofreciendo a jefes ranqueles exponiendo puntualmen-te
que no estaba dispuesto a sostenerlos econmicamente y que haca a
losboroganos responsables absolutos de la conducta de sus
huspedes.30Enprincipioloscaciquesboroganos,entrelosquecomienzaasobresalirRondeau
como principal interlocutor a pesar de que Cauiquir haba lleva-do
adelante las primeras negociaciones de paz, expresaron un total
acuer-do en atacar a los ranqueles que permanecieran hostiles y en
tener bajo sumando y control a aquellos que se acercaran a pedir
proteccin.3126 Manuel Baigorria: Memorias. Buenos Aires, Hachette,
1975, pgs. 78 y 80.27 Ibidem.28 AGN,X, 27.5.729 En las Memorias de
Baigorria, el refugiado unitario que vivi varios aos en las
tolderasranqueles, se puede ver con mucha claridad la dificultad de
categorizar etnicamente a los caciques.En su relato, el oficial
diferencia claramente a Llanquetruz de los ranqueles y comenta que,
atacado
elprimeroporladivisinexpedicionaria,juntoconsusindiossalieronalescapeparalosranqueles.Manuel
Baigorria, Memorias Ibidem , pg. 80. Negrita nuestra.30
AGN,X,27.5.7. Rosas a los caciques boroganos, 3 de julio de 1833.31
La misma imagen es presentada por Pablo Millalicn quien se
convertira en el escribientede los boroganos en esta etapa.
Millilicn informaba que los yndios [ranqueles] estan llegando con
susfamilias a esta yndiada cada dia mas y mas estos son unos
vasallos como a esclavos y lo mismo han deser los demas dentro
poco. Estos caciques estan muy firmes de tenerlos sujetos bajo sus
ordenes y quie-ren hacerlos sembrar este ao paque tengan que comer
y toda esta indiada van a sembrar y estam muySILVIA RATTOAEA, 62,
2, julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN: 0210-5810230Pero la presin
de Rosas sobre la agrupacin se increment agregan-do una nueva
exigencia: la devolucin total de los cautivos existentes en
lastolderas ranqueles y boroganas. En septiembre de 1833, en un
parlamentoque haba sostenido con el cacique Guichan (B) enviado de
Cauiquir, y ellenguaraz Baldevenito, exigi la entrega de 150
cautivos.32Alregresodelosenviadosserealizunajuntaentreloscaciquesboroganosparadeterminarelcursodeaccinaseguir.Enlamisma,comenzareflejarsemsntidamenteunadiferenciacinenelcuerpodecaciques
cobrando un protagonismo creciente Rondeau en la direccin delos
asuntos diplomticos. En la junta mencionada, Cauiquir plante que
laentrega de cautivos deba conseguirse de sus poseedores mediante
la per-suasin. Rondeau, por el contrario, apoyara el uso de la
fuerza de ser
nece-sarioparacompletarconelcontingenteexigidoporRosas.33Laultimaposicin
fue la que prim y se decidi realizar una expedicin a los
toldosranqueles,aprovechandolaausenciadeunapartidaquesehabaidoamalonear,
para quitar los cautivos por la fuerza. Al regreso de la misma,
enuna nueva junta a la que asistieron Millalicn, Castro y
Baldevenito se rela-taron los pormenores de ella.estuvieron los
casiques Canuiquir y Melin y otros capitanes dando cuenta al
casiqueRondeao como les havia ido y como se haban portado ellos en
su comisin diciendolos que no queran entregar a la fuerza; Melin
(B), Ynaypil (B) y Bena (B) se porta-ron con mas energa que
Canuiquir al cabo es suplicador con sus yndios ynferiores , dicen
que anduvo siempre rogando y suplicando como acostumbra; solamente
Melindicen que por un tris se serro a lansas con el casique
Carriane (Ll) que era el sober-vio que no queria oyr decir pas y
dicen que Melin le hiso humillarse a la paz
....34Laimagendelajuntarealizadaluegodeestaincursinalostoldosranquelesesmuyelocuente:CauiquiryMelinsepresentaban,segnelrelato
de Millalicn, como jefes menores que informaron a Rondeau
sobreelresultadodeesasincursiones.Siparaelescribiente,Cauiquirnofueempeosos
yo lo deceo con ansias (Millalicn a Rosas, 30 de julio
AGN,X,27.5.7). Mientras esto
suce-daenelcampamentoborogano,otrosgruposintentaranimitarlaestrategiadelosranquelesdedeponer
la hostilidad pero mantener cierta independencia mediante la
intermediacion de los boroganos.En efecto, en esos das haba llegado
a las tolderas un chasque dirigido a Cauiquir por parte de
loscaciquesChocoryMauli,quienesestabansufriendolosembatesdeladivisiondelcoronelAngelPacheco,
pidiendo que intercediera por ellos para terminar con las
hostilidades. 32
SegnsesealaenunacartaposteriordeMillalicnaDelgadodel26denoviembrede1833.
AGN,X,27.6.133 Ibidem34 Millalicn a Delgado, 3 de diciembre de
1833. AGN,X,27.6.1EL EFMERO APOGEO DE LOS BOROGANOS EN LAS PAMPAS
(SIGLO XIX)AEA, 62, 2, julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN:
0210-5810231suficientementeenrgicoparaconseguirloscautivos,Melinyotrosmsusaronlafuerzaparaapoderarsedestos.Alregresoalcampamento,losindios
que participaron en la expedicin intentaron ocultar algunas
cautivasen sus toldos. Nuevamente en esta oportunidad Rondeau y
Melin no duda-ron en quitarlas por la fuerza.35Como resultado de
estas operaciones
logra-ronjuntarse150cautivosqueenelmesdediciembreseentregaronenBaha
Blanca.36Este gesto de los boroganos no conform a Rosas que sigui
forzan-do la entrega de ms cautivos y el sometimiento definitivo de
los ranque-les. La presin in crescendo de Rosas exacerb los
conflictos que comen-zaban a gestarse en el interior de la
agrupacin.El principio del fin: el fallido intentode Rondeau por
monopolizar el poderA inicios del ao 1834, las cartas enviadas a
las autoridades provin-ciales por Pablo Millalicn reflejaban que en
las tolderas se viva un climade gran incertidumbre acerca del
futuro de la relacin con el gobierno y setema que el ejrcito
provincial atacara el campamento. Para
resguardarsedeesteposibleataque,loscaciquesboroganoshabanconvocadocontin-gentes
del otro lado de la cordillera con el fin de incrementar sus
fuerzasprometiendo, como seuelo para captar esa ayuda, la
realizacin de malo-nes sobre las estancias bonaerenses. Pero
paralelamente a esta estrategia, seintent recomponer la relacin con
el gobierno a travs de contactos
msfluidosconelcaciqueVenancioCouepan,muycercanoaRosas,queseencontraba
asentado en las cercanas del fuerte de Baha Blanca. Es decir,ante
un debilitamiento de la relacin con el gobierno, los boroganos
juga-ronunadoblediplomacia:intentaronreanudarelcontactopacficoconRosas
y, para el caso de que esta estrategia no diera resultados,
buscaron laayuda de aliados indgenas para contrarrestar un posible
ataque.35 Mientras Rondeau comens a quitar [las cautivas] aunque no
a todo rigor ... con un pocomas ymperio que antes, Melin anda con
una partida de yndios recogiendo para completar los nume-ros
(AGN,X,27.5.7. Millalicn a Rosas, 3 de diciembre de 1833).36 La
comitiva fue atacada durante su viaje por indios de los caciques
que haban sido despo-jados de sus cautivas. Los boroganos volvieron
a atacar esas tolderas pero cuando los primeros se pre-sentaron
pidiendo paces, fueron perdonados de inmediato. Asi se incorporaron
92 entre chinas, chicosy grandes y 23 lanzas que se repartieron
entre los caciques como prisioneros.SILVIA RATTOAEA, 62, 2,
julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN: 0210-5810232El mes de febrero
sera clave en la reformulacin de los acuerdos
conelgobierno.EnunacartaconjuntafirmadaporloscaciquesCauiquir,Rondeau,
Canuillan y Melin el 21 de febrero, se informaba el envo de
trescapitanes para entrevistarse con Rosas en un intento por
restablecer la con-fianza. El comandante de frontera conocedor de
lo que estaba sucediendoentre los caciques boroganos, sugera que
fuera Rondeau quien se acercaraa Baha Blanca.37A pesar de este
mutuo intento por normalizar la relacin, el doble jue-go de los
caciques boroganos de amparar a ranqueles y mantener la alianzacon
el gobierno mostraba constantemente su inconsistencia. La
persistenteincorporacindefamiliasranquelesderivenunaescasezderecursospara
sostener una poblacin tan crecida. Los envos del gobierno no slo
nohaban reflejado un aumento sino que, en estos momentos de tensin,
pare-can disminuir. La salida ms rpida y directa para obtener
recursos era elataque a establecimientos fronterizos. En febrero de
1834, Millalicn infor-maba que ante la noticia de partidas
maloneras sobre la frontera el casiqueRondeao hizo una Junta de sus
yndios y los amenaso muy agriamente
.38Mientrastanto,losenviadosdeloscaciqueshabanregresadodelaentrevista
con Rosas llevando una invitacin a parlamentar. La designacinde
Rondeau como representante provoc algunas resistencias en la
agrupa-cin. El mismo cacique reconoca la dificultad que haba
encontrado paraque los otros caciques y capitanes aceptaran
realizar esta entrevista
margi-nandoaCauiquirquehastaelmomentosehabadesempeadocomoelinterlocutor
del grupo.Yo vengo Seor y hermano no a quitarle el derecho y la
facultad que le tenemos dadoa nuestro antiguo mayor, a Canuiquir,
que el est lleno de facultades para trabajar laspaces hasta
concluirla; perdone VE nuestras torpesas. En nuestras leyes no se
puedeprivar a un hombre superior en las facultades que se le han
conferido ayudarle si
sepuede:entodoloposibleperonoquitarleelempleo.EstassonleyesdenuestrosAntiguos
y estamos muy firmes de concervarlas y no abolirlas esto lo hago
saber aSE con todo respeto.3937 AGN,X,24.9.1. Rosas a Millalicn, 27
febrero 1833.38 Segn su relato, el mismo Millalicn amenaz a los
indios con convocar 10.000 hombrespara castigarlos y acabarlos. La
pretensin del escribiente de arrogarse un poder que no tena en el
gru-po se hizo evidente ya que, segn l mismo relataba estas voces
que di entre los yndios sin duda lefueron a darle cuentos a los
casiques y hoy en la junta me ynsulto mucho Melin sobre esto. 39
Rondeau a Rosas, 29 de febrero de 1833 AGN,X,24.9.1 Una version
similar sobre la difi-cultad en conseguir la aceptacin para esta
entrevista fue la presentada por Millalicn en la carta envia-da a
Venancio el 27 de febrero de 1834. en ella planteaba que ha costado
tanto conseguirlo que fueun triunfo sacarle el si a los caciques y
los demas cabezas Cauiquir el que resista ms Ibidem.EL EFMERO
APOGEO DE LOS BOROGANOS EN LAS PAMPAS (SIGLO XIX)AEA, 62, 2,
julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN: 0210-5810233Lo evidente es
que era el mismo Rondeau quien no estaba muy firme enconservar las
leyes de los antepasados intentando efectivamente privar a unhombre
superior en las facultades que se le han conferido. En esta
expresindel cacique se revela de manera transparente su intencin
por romper preci-samente las reglas del admapu, de las tradiciones
ancestrales, que guiaban lavida de estas comunidades. Las leyes de
los antiguos establecan las for-mas de hacer poltica mediante el
consenso de toda la agrupacin. Y era atravs de este consenso que la
persona seleccionada deba llevar adelante lasnegociaciones con
otros grupos. Si bien Rondeau reconoca que esa era latradicin y que
segn ella Cauiquir deba ocupar su lugar en el
parlamento,lodesplazenestaocasinenloqueconstituiraelprimerpasohaciaunquiebre
ms profundo de las prcticas polticas de la agrupacin.En el
parlamento realizado entre Rondeau y Rosas en marzo de 1833,el
ltimo le hizo varios cargos al cacique entre los que se encontraba
el lla-mado hecho a los indios transcordilleranos y el ocultamiento
de una
grancantidaddecautivosqueanpermanecanenlastolderas.Luegodelacharla
en la que el jefe borogano se comprometi a insistir en la entrega
decautivos, se acord que el cacique amigo Cachul40acompaara a
Rondeaupara ayudarlo a cumplir con esa tarea. Sin embargo, la misin
de ese
caci-que,queseextendideabrilamayode1834,tenaunpropsitooculto:obtenerinformacinacercadelaconvocatoriaquesehabahechoaloscaciquestranscordilleranos.MientrasCachulmarchabadesdeBahaBlanca
con Rondeau hacia el campamento borogano, Manuel Delgado
par-tadesdeelfuerteMayoconunconvoydecarretasrepletodeobsequiosdestinados
a recompensar la entrega de los cautivos.Luego de unos das de
festejo por el reparto de los presentes, se
acor-dqueel28demayoDelgadoabandonaraelcampamentojuntoconlacomitiva
que entregara los cautivos en el fuerte Mayo. Pero, como
habasucedido en la entrega de diciembre del ao anterior, los
principales caci-ques boroganos realizaron una cuidadosa seleccin
de los cautivos a
entre-garparanoperderlospropios.Delgado,quepresenciloshechos,losnarrara
con sumo detalle. Segn el oficial entre las cautivas que se
entre-garon se contaban29 que entreg Rondeao de los indios pobres
que les quito y eso eran basuras unasbiejas y muchachitos dies
entreg Cauquil entre unos muchachos con Barba que fue40 Este
cacique, junto con Catriel, fue uno de los primeros jefes indgenas
que estableci unaalianza de amistad con el gobierno de Buenos
Aires.SILVIA RATTOAEA, 62, 2, julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN:
0210-5810234menestersacarlosapalosytraerlosbajodeguardia,ochoentregMelinyunoCanullan
y an quedado en todas las tolderas sobre 120 solo en el toldo de
Rondeao aydies y seis y el no a entregado ninguna de su toldera lo
mismo Cauquil lo mesmomelin y lo mesmo Canellan lo mesmo los
capitanejos todo sea buelto
embrolla.41Mientrassedesarrollabanestascacerasdecautivoslosinformesreservados
de Cachul comenzaron a proveer informacin acerca de la lle-gada de
los indios
transcordilleranos.hacesieteoseisdasquehesabidoporuncaciquequeestadeamigoconCauiquir
que havian llegado los chilenos a las Manzanas y que alli estaban
esperan-doordenesdeloscaciquesboroganosestafuerzaesfueradelaqueyaestaenChadileu
tambin s que luego nos vamos marcha el cacique Melin con 50 indios
paraChadileu a llamar la fuerza que se haya ayi a los lados de
Mendoza o el Rio Cuarto es preciso que estn con cuatro ojos los de
Bahia Blanca los de Patagones y en finlos de todos puntos porque
estas indiadas no han de volverse de valde asi es que espreciso
tener mucho cuidado.42El 20 de mayo Delgado ya se encontraba en el
fuerte Mayo esperan-do que en pocos das regresara Cachul de su
comisin junto con Cauiquiry un mundo de indios que esperaban
entrevistarse con el gobernador
enBuenosAires.LlamativamentevuelveacambiarelrepresentantedelaagrupacinretornandoCauiquiracumpliresepapel.Paralelamenteelcampamento
iba incrementando cada vez ms su poblacin con la incorpo-racin de
nuevos grupos. El 10 de julio Millalicn informaba la llegada de500
lanzas chilenas que haban llegado con el fin de pedir las paces con
losboroganosycristianos.SegnMillalicn,elcaciqueRondeaunohabanotificado
al gobierno sobre estos grupos por estar averiguando las
verda-deras intenciones de los mismos.43De manera que, a mediados
del ao 1834, varias cosas haban sucedi-do en la relacin con el
gobierno y en la estructura misma del grupo boro-gano. En primer
lugar, la constitucin de un grupo tnicamente mixto
que-dabaevidenciadoporlasincorporacionesquesehabanproducidodesdemediados
del ao 1833. Estas anexiones se haban justificado en la
preca-riasituacineconmicadelosgruposquehabanbuscadoelamparode41
Ibidem.42 Cachul a Rosas, 7 de mayo de 1834. AGN,X,24.9.143
MillalicnaManuelMartinez,comandantedelfuerteMayo,2y10dejuliode1834.(AGN,X,24.9.1).Una
informacin similar sobre el agregado de una importante fuerza de
indios de lan-za fue elevada por Delgado desde el fuerte Mayo.
Delgado a Rosas, fuerte Mayo 8 de septiembre de1834. AGN,X,24.8.6EL
EFMERO APOGEO DE LOS BOROGANOS EN LAS PAMPAS (SIGLO XIX)AEA, 62, 2,
julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN: 0210-5810235estos caciques y
en ciertas ocasiones, precisamente el auxilio del
caciqueRondeau.PeromuchosdeestosnuevoshabitantesdeSalinassevieronfuertementepresionadosparaentregarsuscautivascomounaformadecumplirconlaexigenciadeRosas,altiempoqueveanquesusprotec-toresnorealizabanlamismaoperacin.Otrasincorporaciones,comolas
mencionados en ultimo lugar, parecan ser, a simple vista, bastante
con-flictivas.En el caso de la anexin de grupos ranqueles se creara
en los jefesboroganos una contradiccin fundamental en el doble
juego que llevaban acabo. La posicin de Rosas con respecto a ellos
era muy clara: deban serdesarmados y estar bajo la vigilancia de
los boroganos. Pero la necesidadde obtener recursos va malones se
impona como fundamental alternativapara abastecer a un grupo cada
vez ms numeroso. Estas incursiones que
sedirigansobrelasprovinciasdelInteriorintentabancontarconauxiliosboroganos.
Accedieran o no a estos convites, los jefes boroganos se halla-ran
en falta con respecto a la condicin impuesta por Rosas de
garantizarque los ranqueles no actuaran sobre las estancias
ganaderas. Ante esta con-tradictoria actitud no haba demasiadas
opciones. Una de ellas era el
quie-bredelaalianzaconelgobiernoreafirmandolaexistenciadeestegrupomixto
y la otra, mucho ms riesgosa para la agrupacin, implicaba un
acer-camientomayoralgobiernoutilizandounpoderpococomnenestassociedades,quemantuvierafirmementesujetoalossectoresminoritariosincorporados.EstaultimafuelaopcinescogidaporelcaciqueRondeausecundado
por su par Melin.Llamativamente, cuando la situacin parece alcanzar
un punto mxi-mo de tensin producto de la llegada de los indgenas
chilenos, los
caci-quesCauiquiryAlnsehallabanenelinteriordelterritorioprovincialcon
el objetivo de entrevistarse con Rosas. Este hecho no debe pasarse
poralto rpidamente sino que podra interpretarse como una maniobra
planifi-cada por estos caciques para encontrarse fuera de las
tolderas en
momen-tosdeinciertodesenlace.Enefecto,mientrasellosseencontrabanenlaguardiadelMonte,enelcampamentoborogano,loscaciquesRondeauyMelin
se enfrentaban a la llegada del contingente que haba sido
convoca-do por ellos mismos. Si queran mantener la alianza con el
gobierno era cla-ro que deban disuadirlos del proyectado ataque a
la frontera. En este
sen-tidolaconjeturadeCachulprobarasermuyacertada.Siloscaciquesboroganos
retrocedan en su invitacin para atacar las fronteras estas
india-das no han de volverse de valde.SILVIA RATTOAEA, 62, 2,
julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN: 0210-5810236El ataque de
Masall y la dispersin de la
agrupacin.El8deseptiembre,losindioschilenosquesehabanincorporadoalos
boroganos, vieron frustrados sus objetivos de malonear sobre la
fronte-ra.Enrespuesta,acometieronlastolderasenMasallasesinandoaloscaciquesRondeauyMelin.44Enesteataquetambinparticiparonindiosranqueles
y boroganos descontentos con los intentos de los jefes mencio-nados
por arrogarse un poder mayor al que tenan. Las expresiones de
fuer-za que ambos mostraron para cumplir con las exigencias de
Rosas en
tor-noaladevolucindeloscautivos,elcastigodeaquellosindiosqueparticiparonenmalonessobreotrasprovinciasy,finalmente,lamarchaatrsenlaconvocatoriaamalonearhechaaloschilenosprovocaronunaoposicin
creciente en el campamento borogano que culmin con el asesi-nato de
los caciques.La noticia del ataque fue recibida por los comandantes
de los fuertesMayo y Baha Blanca por indios que, escapando al
enfrentamiento, se diri-gieron a buscar proteccin en dichas
fortalezas. Otros, temerosos de nue-vos enfrentamientos y
suponiendo la participacin de Rosas en el ataque,haban tomado
direcciones diversas: algunos se haban unido a los enemi-gos y
otros haban huido hacia Mamil Mapu.45Recin a partir de
octubre,lacorrespondenciadesdelastolderasboroganas,quesehabasilenciadototalmente,
volvi a mostrar la continuidad y frecuencia de
antes.PasadoelmomentodeaturdimientoiniciallascomunicacionesdeMillalicn,
quien haba sido apresado en el ataque de Masall pero
poste-riormente pudo escapar, eran muy elocuentes en cuanto a la
situacin
queestabanviviendolossobrevivientesysobreloscambiosquehabatenidosu
misma posicin en la agrupacin. Si hasta entonces las autoridades
deBaha Blanca se dirigan a Millalicn como el principal nexo para
comuni-carse con los caciques, la desaparicin de unos y la ausencia
de otros46deja-ba al escribiente sin los interlocutores habituales.
Este informaba que en latribu los nicos caciques que eran
obedecidos en todo lo que decan eran44
Segnunaversinmuyarraigadaenlahistoriografa,elataquehabrasidoplaneadoporRosas
quien capt a Calfucur para que asesinara a los caciques boroganos.
En un trabajo previo dis-cutimos en profundidad esta interpretacin.
Ratto, Silvia Conflictos y armonas en la frontera bonae-rense
(1832-1840). En: Entrepasados. Revista de Historia Nm. 11. Buenos
Aires. 199645 AGN,X,24.8.6. Rodriguez a Rosas, 10 octubre de
1834.46 Por muerte de Rondeau y Melin, por ausencia de Cauiquir y
Alon que se hallaban en laprovincia intentando parlamentar con
Rosas y por el desplazamiento de Caneullan hacia el fuerte Mayo.EL
EFMERO APOGEO DE LOS BOROGANOS EN LAS PAMPAS (SIGLO XIX)AEA, 62, 2,
julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN: 0210-5810237los difuntos
Rondeau y Melin y que l, por el contrario, no tena el menormandoel
uno es porque no soy casique, ni deceo serlo, yo estoy acostumbrado
mandar enlas tropas de linea; soldados veteranos y diciplinados y
no entre estos ynfelises queme manejan con torpesas, y se obedecen
a rruegos y no con ymperios.47Estas expresiones confirman la
estructura de poder de estos grupos endonde los caciques deban
ratificar su autoridad mediante la aprobacin
desusindiosporlocual,lapretensindeRondeauyenmenormedidadeMelin, de
modificar este estado de cosas haba provocado un fuerte recha-zo.
Con la muerte de los caciques y ante la ausencia de Cauiquir, se
deci-di que Meligur, hijo de Rondeau, se hara cargo de la
tribu.48Pocos das despus se produjo un nuevo ataque sobre las
tolderas deMeligur de donde los incursores tomaron una importante
cantidad de
pri-sioneros.Luegodelataque,elcaciqueseencontrrodeadoporlosqueMillalicn
denomina, dejando en claro la participacin activa de jefes
boro-ganos en el ataque de Masall, como los traidores Antibil (B),
Cheuquepill(B)conlosdemasyndiosdeGulumapus.49EinsistaenotracartaqueLosentregantessegndicenqueansidoAntibil(B),Llanquitur(R),Mariqueu
(B), Cheuquepil (B), solo Marileu (B) dicen que lloro las muer-tes
de los dos caciques.50Luego del ataque que haba sufrido, Meligur se
dirigi al campo
ene-migoparaintentarrecuperarsusfamilias.51Estandoendichamisin,las47
AGN,X,24.8.6. Millalicn a Rodriguez, 16 de octubre de 1834.48
AGN,X,24.8.6. Millalicn a Rodriguez, 17 de octubre de 1834.49 Los
butalmapus eran jurisdicciones territoriales que, aunque reconocen
una existencia precolonial momento en que designaban reuniones
espordicas y coyunturales para resolver temas concre-tos, adquieren
en el perodo colonial carcter de jurisdicciones territoriales
permanentes (Boccara, G.Etnognesis mapuche: resistencia y
restructuracin entre los indgenas del centro-sur de Chile
(siglosXVI-XVIII)enTheHispanicAmericanHistoricalReview,DukeUniversityPress,Vol.79,Nro.3,1999).50
Millalicn a Martiniano Rodriguez, 3 de octubre de 1834.
AGN,X,24.8.651 Esta mecnica de guerra y diplomacia formaba parte de
las tradiciones guerreras de los ind-genas. Enb su anlisis sobre la
guerra huiliche-pehuenche, Len Sols sealaba que los ciclos de
vio-lencia no llevaban necesariamente a la destruccin total en la
medida que las batallas ms brutales eranseguidas por una activa
diplomacia que de acuerdo al admapu, pretenda resarcir los daos a
travs delintercambio mutuo de cautivos, la devolucin de propiedades
o el pago en especies para compensar lasperdidas ocasionadas a sus
contrarios. Los rivales en momentos de paz recorrian los toldos de
sus even-tuales enemigos rescatando a los cautivos habidos en
momentos de guerra . Esta estrecha relacin
deri-vabafrecuententeenlarealizacindealianzasmatrimonialesporloquepodadarseelcasodeunjefe
pehuencherebeladocontrasuetnaycasadocondosmujereshuilliches.Anteesto,dnderecaan
la lealtad del guerrero pehuenche que despues de haber sido
capturado durante un malon pasoSILVIA RATTOAEA, 62, 2,
julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN: 0210-5810238fuerzas de Baha
Blanca cayeron sobre el mismo campamento provocandola huida de
Calfucur, Cheuqueta y Cumio.52Este ataque provincial devol-vi
cierta calma a las tolderas boroganas por lo que algunas familias
quese haban refugiado en Mamil Mapu, comenzaran a reunirse
nuevamente enel campamento. El cacique Cauiquir, desde San Miguel
del Monte, pidia Meligur que le informara sobre la situacin que se
estaba viviendo en
lastolderas.Enunaextensarelacin,Millalicnnotificaralaposicindevarios
caciques especificndose cules se presentaban como aliados y cu-les
eran abiertamente
hostiles.ElinformedeMillalicntambinpermitaconstatarque
dentrodelgrupo chileno haba sectores diferentes. Por un lado,
boroganos que
hab-ancruzadolacordillera,comounhermanodeMelin,elcaciqueNahuelquen,queevidentementenohabraparticipadoenelataquedeMasall,
y por otro lado, un grupo de la regin de Llaima de donde se
dis-tinguanloshermanosCalfucuryNamuncurdequienesnoquedabalugar a
dudas sobre su protagonismo en dicho acontecimiento.53Pasado el
momento de mayor tensin, se decidi trasladar el campa-mento a Carhu
para alejarlo de otro posible ataque54y enviar a Meligur aBaha
Blanca para informar personalmente lo sucedido y coordinar
accio-nesconjuntasconlasfuerzasdelfuerte.55Enrespuestaaellomarcharondos
expediciones combinadas de efectivos provinciales e indgenas
coman-dadas por Meligur, Guayquil y Venancio. Los ataques no
lograron alcanzara las fuerzas de Calfucur que ya se haban retirado
cruzando el
ColoradoperocayeronsobrelastolderasquetenanenelChadileuloscaciquessu
infancia en un rehue huilliche? Podian los capitanejos atacar a
mansalva un asentamiento opositorcuando alli vivan algunos de sus
parientes maternos? .Len Sols, Leonardo, Los seores de las
cor-dillerasylaspampas.LospehuenchesdeMalalhue,1770-1800.
Mendoza,UniversidaddeCongreso/Municipalidad de Malargue, 2001. En
el caso que estamos analizando la rivalidad entre boro-ganos y
ranqueles no formaba parte de su propia relacin sino que intentara
ser creada e impuesta porel gobierno y se asienta precisamente
sobre una red de relaciones de parentesco y consanguineidad
exis-tentes.Teniendoencuentaeltipoderelacionesexistentesentreestosgrupos,elresultadodebasernecesariamente
opuesto al planeado.52 AGN,X,24.8.6. Millalicn a Martiniano
Rodriguez, 3 de octubre de 1834.53 El cacique Nahuelquen uno de los
que ha venido de Gulumapus hermano del finado Melinha mandado decir
que esta muy pronto ayudar en los asuntos de la guerra contra los
asesinos de su her-mano y que le mande chasque Meligur
comunicandole varias cosas para resolverse y estar firme paraayudar
Ibidem. Millalicn agregaba que en ese momento, la fuerza con que
contaran los boroga-nos para defenderse en caso de un nuevo ataque
era de doscientos sesenta y siete hombres con lanzasy ms de
doscientos sin lanzas.54 AGN,X,24.8.6. Millalicn a Rodriguez, 17 de
octubre de 1834.55 AGN,X,24.8.6. Millalicn a Rodriguez, 16 de
octubre de 1834.EL EFMERO APOGEO DE LOS BOROGANOS EN LAS PAMPAS
(SIGLO XIX)AEA, 62, 2, julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN:
0210-5810239Ancapi, Marileu (B), Antepil ( Antibil? B), Choquepil
(B) y Mariqueo (B)obtenindose en las campaas ms de 190 prisioneros
de ambos sexos.56Paralelamente a estas acciones, el cacique
Cauiquir regres al cam-pamento junto con un destacamento a las
rdenes del mayor Ramn Mazaque tena el objetivo de servir de
proteccin y disuadir a los enemigos deun nuevo ataque. Con la
desaparicin de Millalicn quien abandon las
tol-derasparaasentarseenBuenosAires,57Maza,juntoallenguarazBustosquien
tambin fue destinado a Guamin, se convertiran en los
principalesinformantes de los hechos en el campamento
borogano.LaunindelasfuerzasmilitaresenpersecucindelosatacantesdeMasall
no deriv en una recomposicin total de la, hasta entonces,
tensarelacin entre los boroganos y el gobierno. La piedra del
conflicto seguirasiendo el indisoluble vnculo de los primeros con
los ranqueles. Esta segun-da etapa, en la que volvieron a
producirse conflictos en el interior del
gru-poboroganoentornoaesetema,estaramarcadaporlaresistenciadelcaciqueCauiquiracumplirconlapermanenteexigenciadeRosasdeacabarconlosranqueles,posicintotalmentediferentealaquehabatenido
Rondeau. Nada ms elocuente que las mismas palabras que
pronun-cielcaciquealserinterpeladoporellenguarazBustosconmotivodehaber
cobijado a grupos ranqueles que haban atacado los
establecimientosrurales de la frontera cordobesa. Ante la
reconvencin del lenguaraz, el jefeborogano respondi que:como va de
desamparar a puros amigos hermanos parientes y lo que es mas a su
ller-noqueessuficientecastigoelaberlosabansado[elejrcitoprovincial]enlosMontes
y que por eso los perdona
.58Afinesdelao1834losboroganoshabanexperimentadounfuertedesgranamiento
de su ncleo original y, lo que es ms importante, algunosgrupos
haban pasado a la categora de amigos abandonando la indepen-56
AGN,X,24.8.6. Sosa a Rosas, 11 noviembre de 1834. En una nota
enviada por el lenguarazBustos a Rosas desde Guamin comentando esta
expedicin se nombraban a dichos caciques como ran-queles. 14 de
noviembre 1834. AGN,X,24.9.157 Los motivos de la desvinculacin de
Millalicn del campamento borogano no son claras. Enfebrero de 1835
se hallaba en Buenos Aires. Uno de los indios sirvientes que haba
traido del cam-pamento le haba solicitado pase para volver a su
tierra pero l se haba limitado a autorizar su viajehasta el fuerte
Mayo precabiendo que no vaya hablar cosas impropias de mi al resto
y cause tristezasy desconsuelos en los voroganos. Y peda ser
avalado en esa decisin Hasta que mis gefes y
supe-rioresdispongandemiquedestinodevoseguirdespuesdeloscastigosconrazonyjusticia.AGN,X,43.1.3.
Millalicn al edecan Corvalan, 9 de febrero de 1835.58
AGN,X,24.8.6SILVIA RATTOAEA, 62, 2, julio-diciembre, 2005, 219-249.
ISSN: 0210-5810240dencia territorial para pasar a habitar en el
interior de la provincia. La sepa-racin de Caneullan y Guayquil
(hermano de Rondeau) quienes haban sidoacogidos bajo la proteccin
del fuerte Mayo no hizo sino preanunciar futu-ros desmembramientos.
En Salinas Grandes permaneca el cacique mayorCauiquir y otros jefes
boroganos, entre ellos Aln y Meligur quien habaestado a cargo de la
agrupacin en ausencia del primero.Para complejizar este escenario,
se agreg en el juego diplomtico
unnuevoagenteestatalquetuvounaaccinbastanteautnoma:elcoronelFranciscoSosa,comandantedeblandenguesdelfuertedeBahaBlanca.Sosa
habra convenido directa y personalmente con el cacique Meligur
eltraslado de su gente al fuerte de Baha Blanca para integrarse a
las
tolder-asdeVenancio.59Dichodesplazamientoprovoclafrreaoposicindelgobernador
Rosas que alerto a Sosa sobre el peligro de llevar a las cercan-as
del fuerte un poblacin de cerca de 300 indios de pelea.60La
estrategia y el objetivo de Sosa en esta negociacin son difciles
dedilucidar. Sin embargo, algunas comunicaciones del lenguaraz
Bustos,
des-delastolderasboroganasdeSalinasGrandes,arrojanalgunosdatos.61Segnsuinterpretacin,SosanobuscabamsqueaislaraCauiquiraquienhacaresponsabledelavisoquetuvieronlosranquelessobreunaexpedicinqueseproyectabadesdeBahaBlanca,advertenciaquehabafrustrado
la incursin.62Lo cierto es que, desde inicios del ao 1835, la
incorporacin de fami-lias boroganas y ranqueles al campamento de
Salinas Grandes fue una cons-tante. As, se incorporon a Cauiquir el
cacique Marileo (B) que haba esta-59 AGN,X,24.8.6. Segn carta de
Sosa a Rosas de fecha 8 de diciembre de 1834.60 AGN,X,24.8.6. Rosas
a Sosa, 31 diciembre de 1834.61 AGN,X,24.9.1. Bustos a Rosas, 22
noviembre de 1834.62 El encono del coronel de blandengues hacia el
cacique borogano haba llegado al extremode haberle dicho en Salinas
[que] lo iba a matar y no lo hizo por estar la tropa cristiana pero
que noperda las esperanzas de hacerlo . La denuncia de Bustos sobre
las actitudes de Sosa involucraba tam-bin la toma de bienes que
haba realizado en encuentros anteriores con los ranqueles,
apoderndose detodas las vacas, caballos, yeguas, cabras, ovejas y
su tropa con todo el botin que habia en las tolderiasy a mas de
esto con 16 caballos pertenecientes a los borogas. Finalmente, para
Bustos, la separacinde Meligur haba sido obra exclusiva del coronel
ya que el cacique dice ser mandado por el coman-dante Sosa y que l
no obecede a otro y que este le a ordenado que se separe de
Cauiquir. La
capta-cindelcaciquehabasidorealizadaporSosamediantelapromesaderetribucionesmayoresdelashabituales
por la entrega de sus cautivos. Esta promesa, hecha en Baha Blanca
a Meligur y Guayquil,fue conocida al regreso de los indios al
campamento con lo cual todos se negaron a entregar sus cau-tivos y
pretendan moverse hacia el fuerte en busca de los obsequios
prometidos. Esta situacin habaproducido un conflicto tan grande en
las tolderas que segn Bustos es tan grande las desavenenciasque hay
entre los indios que en un mismo toldos se han querido agarrar a
lanzasos. Todo el relato sobrela conducta de Sosa en AGN,X,24.9.1.
Bustos a Rosas, 9 de diciembre de 1834.EL EFMERO APOGEO DE LOS
BOROGANOS EN LAS PAMPAS (SIGLO XIX)AEA, 62, 2, julio-diciembre,
2005, 219-249. ISSN:
0210-5810241doinvolucradoenelasesinatodeRondeauyMelin,con50toldosy150indios
de pelea.63Poco despus arribaron el cacique Guircan (B) con 12
tol-dos, 26 indios de pelea y las familias de estos, el cacique
Llan Manque
con8toldos,18indiosdepeleayfamilias,elcaciquilloFernando,yernodeCauiquir,
con 26 toldos, 60 indios de pelea y sus familias, estos
ltimos,segnladocumentacin,pertenecientesalosranqueles.64Paralelamente,Cauiquir
recibira chasques de Paine (Ll) notificando que el cacique vieneen
marcha con ciento y mas indios de pelea y doscientas y tantas de
familiapara presentarse a Cauiquir quien dijo que no hay
problemas.65Las relaciones entre estos grupos no eran coyunturales
ni respondansolamente a una alianza derivada de la precariedad de
recursos sino que sefundaban en relaciones de parentesco. Ante la
exigencia de que los
gruposqueseincorporaranalcampamentoboroganoentregaransuscautivos,Marileoysusindiossenegaronacumplirla.Maza,BustosyCauiquirconvinieron
en hacer una entrada a las tolderas para obtenerlas aunque fue-ra a
la fuerza. Pero, llegado el da, Cauiquir retir su apoyo diciendo
quel no se meta en esos asuntos. La explicacin de Maza sobre la
conductadel cacique se vinculaba a la presuncin de lazos parentales
entre las dostolderas y, de hecho, se inform queCauiquir no quiere
atacar a Marileo porque tiene casada la hija que estubo aqu
laCarmela con un sobrino de Marileo y esto mismo sucede con los
demas indios en vir-tu de esas mismas relaciones de
parentesco.66SegnMaza,enelcampamentoexistanenesosmomentosmasindios
ranqueles que boroganos y que sus propias fuerzas, por lo que
supo-na que Cauiquir no podra ni intentara dominarlos. Pero,
reproduciendolo sucedido antes de Masall, no todos los caciques
boroganos tendran
lamismaactitudentornoaladisyuntivaentreaceptarlascondicionesdelgobiernoomantenerlaalianzaconlosranqueles.AntenoticiasdeunmalnranquelsobrelafronteradeCrdoba,sepidicolaboracinalosboroganos
y slo el cacique Aln se uni a las fuerzas comandadas por el63
AGN,X, 24.9.1. Vicente Gonzalez sin fecha ni destinatario.64
AGN,X,24.9.1. Bustos a Rosas, 24 enero 1835.65 Ibidem66
VicenteGonzalezsinfechanidestinatario.AGN,X,24.9.1.Conelmismoargumento,elcacique
Guele (P), recientemente incorporado, se neg a participar de la
expedicin que se dipona aincursionar sobre los ranqueles alegando
que no atacara a Llanquetruz porque era su suegro al haber-se
casado con una de sus hijas y que los unicos enemigos sobre los que
haba que incursionar eran loschilenos. SILVIA RATTOAEA, 62, 2,
julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN: 0210-5810242oficial Carbajal.
En la incursin se logr apresar a los caciques Guete (Ll), Guele (P)
y Piena que fueron llevados al campamento junto con el gana-do que
haban robado. A pesar de la exigencia de Bustos y Maza para
queCauiquir obligara a los vencidos a entregarlo, el cacique se neg
a recla-marlo alegando que como va a reclamar hacienda a unos
indios que no tie-nen que comer y que, adems, es de otra
provincia.67Esta respuesta, que es brillante para comprender la
lectura que hacanlos indios acerca de las empresas de captura de
ganado, estaba encubrien-do otra estrategia puesta en juego por el
cacique. En efecto, segn un infor-me de Bustos, estos caciques
haban pagado una buena cantidad en
ganadoaCauiquirsegncostumbredeellosparaquenoselestoqueniselessiga
mal ninguno. Esta percepcin de bienes parece haber sido una
prc-tica del cacique en estos momentos de tensin ya que segn Bustos
era muyllamativo que, si a su partida a Buenos Aires no tena
prendas, ahora tan-to l como su hijo y los dems indios que estos
tienen en sus toldos estnllenos de prendas de lo que deduca que
Cauiquir haba sido compradopara que no atacara a los ranqueles.Como
si este tema no bastara para tensar al mximo las relaciones
conlosboroganos,Rosasvolviainsistirenlanecesidaddequelosindiosentregaran
las cautivas existentes en las tolderas. La tensin lleg al extre-mo
de volver a producir un quiebre en el interior del campamento. En
unajunta general a la que concurrieron todos los caciques boroganos
se
eviden-ciaronlasdiferentesposicionesentornoalarelacinconelgobierno.Cauiquir
mostr una actitud de enfrentamiento con el gobierno a lo
quereaccion el cacique Aln
quienledijoacanuiquirquebashablardeloscristianoscuandotuhijoytumujerytodos
tus Indios los han yenado de todas cosas y bos sos un picaro que
estas engaan-do a los cristianos todos los dias y yo soi el que te
ha de dar la muerte por esta manoporque mi mayor desgracia ser el
morir entre los indios y no ir a morir entre los cris-tianos que es
a quienes he entregado mi corazn y es por quienes he de pelear
mien-tras sea Alon. Esto yego al estremo de andar con sable en mano
... de suerte que laJunta se bolvio un remolino ...68Las palabras
de Aln representaban un quiebre total en el interior dela agrupacin
y una opcin por el acuerdo con el gobierno. Luego de
estesucesolosacontecimientosseprecipitaron.Alndecidisepararsede67
AGN,X,24.9.1. Bustos a Rosas, 30 agosto 1835.68 AGN,X, 24.9.1.
Bustos a Rosas.EL EFMERO APOGEO DE LOS BOROGANOS EN LAS PAMPAS
(SIGLO XIX)AEA, 62, 2, julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN:
0210-5810243Cauiquir y situarse junto a Caneullan en el Fuerte
Mayo. Pocos das des-pus de la junta, Cauiquir envi chasques a
Llanquetruz que se hallaba
enlosmontes.Lasituacinentrelosdosgruposeradegrandesconfianzaytemor.
Aln vigilaba a su par y comunicaba a los comisionados de Rosasde
todos sus pasos. En estos momentos de tensin informaba que los
quer-quenes69de Cauiquir haban avisado que Llanquetruz realizara un
ataquecon una partida de cerca de 300 indios sobre la frontera
cordobesa.EstasnoticiasllevaronaRosasareconsiderarsualianzaconCauiquir
tomando como medida concreta el retiro del contingente militara
cargo de Maza y Bustos.70Tal vez por temor a que el retiro de este
pique-te fuera seguido por un ataque directo a las tolderas, en
noviembre de 1835Cauiquir realiz una campaa contra las tolderas
boroganas de los
caci-quesMarileu,Mariqueo,Antufil,CheuquepilyAncapiubicadasenLeu-vuc.71Los
intentos de acercamiento por parte de Cauiquir llegaron hastael
punto de apresar a una partida de caciques ranqueles que, mediante
enga-os, haba conseguido que se le presentaran.Si esta accin del
cacique pudo hacer reconsiderar a Rosas su
opininsobrelarelacinconlosboroganos,nosucedilomismoconelcoronelSosaquemantenaunantagonismoextremohaciaCauiquir.SosanoseconvencidelasbuenasrazonasqueesgrimaRosasparatolerarloquepara
l eran hechos censurables del cacique y atac en dos oportunidadessu
asentamiento (22 de marzo y 26 de abril de 1836). El primer
encuentrocay sobre las tolderas de Cauiquir en el arroyo del
Pescado producin-dose una cruel matanza pero el cacique borogano
pudo huir con algunos
desushombres.ElultimoencuentroseprodujoenlazonadeLanquillLongague(prximaalaactualciudadde9dejulio).Lafuerzaatacanteconstaba
de 200 indios de Venancio, 270 de los caciques Meligur y
otrosboroganos y el regimiento de blandengues de Baha Blanca. En el
encuen-tro se obtuvo un botn de 600 personas de sus familias
salvages, majadasde ganado lanar en numero de mas de ocho mil, como
quinientas cabezasvacuno, algunos caballos y el todo de su menage y
servicio de sus hogaresque como legitimo botin obra en manos de
nuestros soldados agregandoel parte enviado a Rosas que la cabeza
de Cauiquir fue colocada sobre unpalo en la cima de una pequea
colina del paraje Lanquiyu.69 Eran mensajeros indgenas que, desde
edad temprana eran enseados para la adquisicin ytransmisin de
informacin.70 AGN,X,24.9.1. Rosas a Maza, 23 de octubre de 1835.71
AGN,X,25.1.4. Informe de Maza, noviembre de 1835.SILVIA RATTOAEA,
62, 2, julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN: 0210-5810244Si ste fue
el fin de la agrupacin borogana como el grupo de mayorpeso en las
pampas, la muerte de Cauiquir signific el inicio de una
esca-ladadeviolenciatantointertnicacomoentredistintosgruposindgenasque
involucr a las tropas de los fuertes, los vecinos de los partidos
fronte-rizos, indios amigos asentados en la frontera, indios
aliados e indios proce-dentes del otro lado de cordillera y recin
pudo apaciguarse a inicios de ladcada de 1840.72ConclusionesA poco
de instalarse en las pampas, la agrupacin borogana se convir-ti en
la principal fuerza indgena independiente en el lado este de la
cor-dillera de los Andes. Fueron varios los factores que
coadyuvaron a ello:
suubicacinenSalinasGrandes(regindeindudablevalorestratgico),elacuerdo
de paces con el gobierno que le permita percibir un flujo nada
des-preciable de bienes y el indudable declive de los ranqueles
luego de lasacometidas de los ejrcitos provinciales.Sin embargo,
uno de esos factores contena en s mismo un
elementodepresinqueseradifcildemanejar:elacuerdoconelgobierno.Retomando
la nocin de zona tribal, la presencia estatal se hara evidente
atravs de dos mecanismos: desde la seduccin, jugando con el
incrementoo con la eliminacin de las raciones enviadas a las
tolderas y, desde lapresin ms directa, con la amenaza de una accin
militar. Esta situacinderiv en la toma de decisiones dismiles por
parte de los lderes indgenasque oscilaron entre la resistencia de
unos y la cooperacin de otros.El declive de los boroganos puede ser
dividido en dos momentos mar-cados por la actitud diferente que
asumiran los jefes indgenas en su
rela-cinconelgobiernobonaerense.Enelprimermomentoidentificamoslaclara
intencin de Rondeau por erigirse como el principal jefe de la
agru-pacin arrogndose un poder mayor del que tenan sus pares, poder
que uti-lizaba sin vacilar para imponer su decisin poltica de
acentuar el acerca-miento con el gobierno. Como hemos visto, esta
operacin no fue exitosa.No es difcil imaginar la reaccin que
produjo esta estrategia en una agru-pacin bsicamente igualitaria
donde la jerarqua poltica, militar y social72 Para un desarrollo de
esta etapa de extrema conflictividad ver Ratto, Silvia, Soldados,
mili-cianoseindiosdelanzaybola.Ladefensadelafronterabonaerenseamediadosdeladcadade1830,
en Anuario IEHS. No.18,2003EL EFMERO APOGEO DE LOS BOROGANOS EN LAS
PAMPAS (SIGLO XIX)AEA, 62, 2, julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN:
0210-5810245era entregaba voluntariamente por el resto de la
sociedad a los hombres quela merecan por razones de sabidura,
ecuanimidad, prestigio,
inteligencia,generosidadohabilidadmilitar....Laapropiacinpersonaldelpodereneste
tipo de sociedades encerraba el peligro del quiebre de la
legitimidadpolticatradicional[y]separabaasusjefesdelrestodelasociedad.73Este
distanciamiento entre el lder y el resto de la agrupacin llev al
pun-to extremo de formarse una coalicin que puso fin a la vida del
cacique.La segunda y ultima etapa de los boroganos como grupo
poderoso seinici, precisamente, con la muerte de Rondeau. La
desaparicin del caci-que, haba producido un efmero intento por
instituir un cargo hereditarioque rpidamente fue descartado. El
nombramiento de un hijo del caciqueasesinado para hacerse cargo de
la agrupacin, podra entenderse como unelemento ms en la tendencia a
la concentracin del poder que haba
ini-ciadoRondeau,intentndosemantenerlaautoridadenelmismolinaje.Esta
tentativa parece haber sido realizado por los pocos jefes que
permane-cieronenelcampamentopero,unavezqueCauiquirseasegurqueelpeligro
haba pasado, recuper el mando de la
agrupacin.Laposicindeestecaciqueseraclaramentediferentealadeljefeasesinado.
No slo no dejara de amparar a grupos y familias ranqueles sinoque
de manera muy explcita mostrara su desacuerdo en tomar medidas
defuerza hacia esos enemigos del gobierno. De manera que nos
encontramosclaramente ante dos estrategias diferentes. Por un lado,
la de Rondeau quebusc un mayor acercamiento con el gobierno
avasallando las tradicionespolticas indgenas y por otro lado, la de
Cauiquir que mostrara una acti-tud mucho ms distante con respecto a
las exigencias de aqul. Sin
embar-go,pesealasconductasopuestasdeamboscaciquesenrelacinconelavance
del poder estatal, los dos fueron asesinados en sendos ataques
quecayeron sobre sus tolderas. Cmo interpretar este desenlace
idntico
paradosestrategiascontrapuestas?Unaposibleexplicacinpodraserqueelavance
del estado era inexorable lo que pona a los lderes indgenas en
unasituacin de difcil resolucin: si se decidan por la alianza con
el
gobiernopodansufrirladisidenciainternaysioptabanporlaoposicinpodanexperimentar
el ataque de
aqul.Sinembargo,estainterpretacinpresentauninconveniente.CincoaosdespusdelamuertedeCauiquir,otraagrupacinindgenaproce-dente
de la regin de Llaima y dirigida por el cacique Calfucur, se
insta-73 Len Sols, Guerra y lucha faccional en Araucana
(1764-1777), en Proposiciones No. 24.Santiago de Chile, 1994.SILVIA
RATTOAEA, 62, 2, julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN:
0210-5810246lenSalinasGrandesycreunaconfederacinquepudosostener,porvarios
aos, una posicin de relativo equilibrio con el gobierno
bonaeren-se. Esta constatacin nos lleva a matizar en cierto modo la
idea de un avan-ce estatal inexorable, al menos, hacia mediados del
siglo XIX.74Y, por otrolado, retomando el planteo de Ferguson y
Whitehead, debemos considerarla accin estatal como la actuacin de
una diversidad de actores: autorida-des gubernamentales,
misioneros, comerciantes, etc.En el caso que analizamos, la accin
autnoma e inconsulta que lleva cabo el coronel de blandengues
Francisco Sosa al atacar el campamentode Cauiquir, no formaba parte
de la estrategia global del gobierno bonae-rense. En efecto, este
ataque no solo no cont con la aprobacin de Rosassino que fue
fuertemente reprendida con estos trminos:Lo que has hecho en ese
delicado asunto resolvindolo vos mismo del modo que
lohasdispuestoesmalo,muymalo,malsimoydeunatrasendenciaquepuedetraerconsecuenciasmuydesagradablesyefectostanperjudicialescomodedifcilrepa-racin
.75Esto nos lleva a plantear que la accin estatal no debe ser
considera-da de manera monoltica sino que, por el contrario, es
posible detectar posi-ciones que, como este caso, representen una
desviacin del curso generaldel
gobierno.Siconsideramoslaaccinestataldemanerageneral,nopodemosdejar
de reconocer los cambios producidos en la poltica interna de la
pro-vincia bonaerense durante este perodo, lo que impact
directamente en surelacin con los pueblos indgenas. Si durante el
breve apogeo borogano
lasituacindentrodelaprovinciaeraderelativatranquilidadyelgobiernodedicaba
un tiempo y un esfuerzo significativos al curso de su poltica
ind-gena,entiemposdeCalfucurelcontextoprovincialeinterprovincialhaba
cambiado profundamente. Desde fines de la dcada de 1830 se hab-an
producido diversos actos de oposicin al rgimen dentro en la
provinciay en la dcada siguiente, la oposicin tambin se extendera
por las
provin-ciasdelInterior.Comoresultadodeestosacontecimientoselgobiernohabaconcentradosusesfuerzosenunapolticademayorcontroldela74
Sera muy diferente la situacin a fines de la dcada de 1870 cuando,
organizado
definiti-vamenteelestadoargentino,seencardemaneradecididalaexpansinterritorialsobreelespacioindgena.75
AGN,X,24.8.6.Laoladeviolenciadesatadaenlafronterasurenlosaossiguientesalamuerte
de Cauiquir le daran la razn a Rosas.EL EFMERO APOGEO DE LOS
BOROGANOS EN LAS PAMPAS (SIGLO XIX)AEA, 62, 2, julio-diciembre,
2005, 219-249. ISSN: 0210-5810247poblacin provincial y en el envo
de recursos militares para sofocar la disi-dencia externa. En este
nuevo esquema, la poltica indgena dej de tenerla centralidad del
perodo anterior y, de hecho, el negocio pacfico no fuellevado de
manera tan personal por Rosas sino que se mediatiz y delegen
personajes claves de la frontera que gozaban de la absoluta
confianza delgobernador: Pedro Rosas y Belgrano como juez de paz de
Azul y el caci-que Catriel como el principal cacique del negocio
pacfico. Este cambio deescenario deriv, en ltima instancia, en una
distensin de la presin esta-tal sobre la zona tribal.De manera que
creemos que no se puede explicar el ocaso
boroganoentrminosdeunclaroydecididoprocesodeavanceprovincial.Porelcontrario,
cada uno de los momentos descriptos debe comprenderse a tra-vs del
anlisis de los distintos actores que intervienen, en un contexto
enqueannoseencontrabaclaramentedefinidoencursodelasrelacionesintertnicas.Finalmente,
no podemos dejar de echar una mirada al interior
mismodelazonatribaldondelosconflictosintertribaleshabanalcanzadounaferocidad
tal que, hacia fines de la dcada de 1830, se haba producido
elapaciguamientodelosotroraprincipalespoderesindgenasdelapampa.Enefecto,losranquelesacarrearandurantemuchosaosmsunafuerteinestabilidad
econmica y demogrfica y los boroganos fueron
consumidosporelconflictointerno.SobreestasnuevasbaseselcaciqueCalfucurpudo
constituir su liderazgo.Recibido el 7 de octubre de 2004Aceptado el
10 de febrero de 2005SILVIA RATTOAEA, 62, 2, julio-diciembre, 2005,
219-249. ISSN: 0210-5810248EL EFMERO APOGEO DE LOS BOROGANOS EN LAS
PAMPAS (SIGLO XIX)AEA, 62, 2, julio-diciembre, 2005, 219-249. ISSN:
0210-5810249LA FRONTERA BONAERENSE EN EL PERODO ROSISTA