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Historia y GrafaISSN:
[email protected] de
HistoriaMxico
Pappe, SilviaPerspectivas multidisciplinarias de la narrativa.
Una hiptesis
Historia y Grafa, nm. 24, 2005, pp. 53-92Departamento de
HistoriaDistrito Federal, Mxico
Disponible en:
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=58922830003
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Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
53 Historia y Grafa, UIA, nm. 25, 2005
Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una
hiptesisSilvia PaPPeuam-Azcapotzalco
ResumenEn este ensayo se problematizan tres aspectos
relacionados con obser-vaciones y experiencias narrativas que
rebasan las lneas disciplinarias: las posibilidades y los alcances
de la teora narratolgica para el anlisis, el papel del realismo en
la escritura de la historia y las funciones de la recepcin y sus
vnculos con la reflexin sobre la narrativa comprendida de manera
multidisciplinaria. Para ello se aprovecha un horizonte de
modernidad mltiple, considerando ante todo su carcter
autorreflexivo en momentos de ruptura. Aqu se sealan los problemas
que surgen al examinar, desde un enfo-que terico, los relatos
histricos y literarios en funcin de sus tradiciones disciplinarias,
y se resaltan ciertas similitudes estructurales de unos y otros en
el siglo xix, que se extrapolan de pronto hasta el ltimo tercio del
xx. Una opcin distinta consiste en conceptualizar las
transformaciones y rupturas dismiles de las dos disciplinas, y sus
respectivas relaciones con ideas y manifestaciones de la modernidad
y modernizacin claramente diferenciadas. Ello implica tener
presentes las discrepancias entre dos niveles de conocimiento: el
que se estructura mediante el estudio de las relaciones
disciplinarias directas y el que se centra en la reflexin terica
sobre esas relaciones.
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54 / Silvia Pappe
A HypotHesis on tHe MultidiciplinAry perspetives on
nArrAtive.Three aspects related to narrative observations and
experiences wich go beyond disciplinary lines are problematized:
the possibilities and scope of narrato-logical theory for analysis,
the role of realism in writing history, as well as the functions of
reception and its link to the multidisciplinary contemplation on
narrative. A horizon of multiple modernity is taken advantage of
for this purpose, namely considering its self-reflective nature at
times of rupture. The problems resulting from the analysis of
historical and literary ac-counts within traditional disciplinary
boundaries are examined. Emphasis is made on some of their
structural similarities during the 19th Century and extrapolated
suddenly to the last third of the 20th. Another option is to
conceptualize dissimilar transformations and ruptures of the two
disciplines, clearly differentiating their respective relationships
with ideas and manifes-tations of modernity and modernization. This
involves and awareness of the discrepancies between two levels of
knowledge: one is structured by means of study of direct
disciplinary relationship and the second is centered on the
theorical contemplation of these relationships.
Introduccin
Difcilmente se puede ubicar un punto de partida especfico, nico
para las siguientes reflexiones. Se trata, en esencia, de la
conjuncin de observaciones en torno a distintas prcticas en
disciplinas como la historia y la literatura, entre otras. Esas
prcticas incluyen estudios interpretativos y tericos
disciplinarios, realizados en diferentes momentos y circunstancias;
se remiten, implcita o explcitamente, a tradiciones discursivas
nacionales y regionales diferenciadas (Mxico, Europa, Estados
Unidos), caracterizados mediante periodizaciones que se deben ante
todo a diversos hori-zontes cognitivos de modernidad. Mis
reflexiones respecto a esos mbitos se centran en un elemento que
resulta significativo en cada caso: la narrativa. Sin tradicin
disciplinaria o interdiscipli-naria unvoca, la narrativa se observa
y estudia como relato sobre el mundo, como gnero discursivo
estructura temporal, como
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Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
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organizacin del conocimiento, representacin de determinados
acontecimientos o de su memoria, como producto esttico, como
posibilidad de comunicar y explicar el conocimiento, as como tambin
de cuestionarlo y deconstruirlo. En tanto discurso y metadiscurso,
la narrativa se enfoca hist-ricamente; se estudia en funcin de sus
estructuras y contenidos, as como de las transformaciones de stos,
y, adems, se examina tambin desde el punto de vista de las
intenciones de los narradores y las condiciones de su recepcin:
...las narraciones deben enten-derse como estructuras estructuradas
a la vez que estructurantes que en el marco de los discursos pueden
ser tanto momento de reproduccin (integracin, distincin,
movilizacin) como de transformacin y crtica.
En distintos momentos y a partir de tradiciones y ante
ho-rizontes disciplinarios diversos, la narrativa cumple funciones
desiguales. Las formas narrativas y sus usos son variados y las
es-trategias correspondientes marcan determinados tipos discursivos
en cada texto concreto. Asimismo, caracterizan parcialmente las
tradiciones disciplinarias, de modo que, desde el punto de vista de
los lectores, a veces se presentan ms, a veces menos puntos de
contacto entre las disciplinas y las amplias variaciones de marcas,
prcticas y usos, segn las expectativas que se tengan durante los
procesos de recepcin ya sea de los textos, ya sea de tradiciones
que les son ajenas y que entran en contacto con las propias. Como
forma preponderante para representar, comunicar y explicar(se)
experiencias humanas, la narrativa se vuelve proble-mtica a la luz
de algunos de los principios dominantes del pen-
Vase Willy Viehver, Diskurse als Narrationen, en Reiner Keller
et al. (eds.), Handbuch sozialwissenschaftlicher Diskursanalysen
(vol. : Theorien und Methoden), Opladen, Lseke/Budrich, 200, p. 79
(La traduccin es ma.).2 Para examinar mayores detalles sobre los
principios dominantes, vase Silvia Pappe, El concepto de principios
dominantes en la historiografa crtica, en Gustavo Leyva (coord.),
Poltica, identidad y narracin, Mxico, uam-Iztapalapa/ Miguel ngel
Porra, 2003 (pp. 503-56).
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samiento moderno. Se puede observar que algunos fundamentos
constitutivos de la narrativa, y por ende de sus funciones, se
deben a mbitos y estructuras que rebasan las disciplinas
respectivas; el impacto de lo que se entiende por modernidad, por
ejemplo, tiene efectos diferentes en la narrativa literaria,
histrica, antropolgica o psicolgica. Distintas tradiciones
literarias e historiogrficas nacionales recogen y transforman esa
influencia, y se modifican con resultados variados. Lo poco que se
puede generalizar acerca de esos procesos es que las relaciones no
obedecen a un principio de causa-efecto ni de influencias o
traslados directos, ni tampoco de posiciones distintas en un
proceso ms o menos evolutivo y similar para cada cultura. De la
misma manera, las ya mencionadas expectativas del lector frente a
los paradigmas de las tradiciones histricas o literarias influyen
determinantemente en su reaccin. Muestra de ello es el carcter
constitutivo de conceptos como imaginario, ficcin, objetividad,
verdad, veracidad, verosimilitud, por mencionar slo algunos. A
partir de distintas observaciones no slo de todo tipo de
na-rraciones, sino tambin de los problemas que la narrativa plantea
para la reflexin terica, la investigacin, los anlisis y las
inter-pretaciones, surge una pregunta un tanto simple: hasta dnde
es vlido o siquiera viable poner en distintas relaciones textos
narra-tivos diversos para estudiarlos? El hecho de que los
clasifiquemos vagamente como narrativa considerando factores bsicos
que los estructuran o caracterizan es suficiente para la enorme
cantidad de deducciones y conclusiones que suelen formularse un
plano comparativo? El concepto de narrativa se ha convertido, de
modo semejante al de discurso, en una de esas nociones que parecen
adecuadas para una gran cantidad y diversidad de textos con
determinadas caractersticas formales, pero a la vez demasiado
inexactas, dema-siado ambiguas para sostenerse como conceptos
unvocos (en caso de que tal cosa existiera). Si bien las prcticas
narrativas tienen una presencia continua, no se puede dejar de
notar que el uso
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creciente del concepto en la reflexin terica y analtica coincidi
con un momento en que ya no se puede aspirar a una condicin de
universalidad o generalidad. Ante la falta de un uso que no se
puede sujetar a una definicin fija de la narrativa proveniente de
alguna de las tradiciones discipli-narias, y en el horizonte de un
uso menos arbitrario, resulta que los estudios de la narrativa que
consideran en menor o mayor grado estas tradiciones y usos se ven
obligados a pensar ms en trminos tericos. Autores con intereses muy
diversos manejan la idea (no siempre explcita) de lo que se ha
establecido recientemente como teora narratolgica, en un afn
multidisciplinario de buscar acer-camientos a las formas y
funciones de un tipo discursivo especfico que influye decisivamente
en la comprensin del mundo social y cultural. No slo parten de
diversos esfuerzos de tipologizar, estructurar y constituir modelos
narrativos basados precisamente en los usos disciplinarios, sino
que aportan propuestas de modelos o tipologas renovadas en funcin
de los estudios comparados. El carcter de muchos de esos modelos
remite al papel que tambin desempean los usos de la retrica y la
potica, y resalta ante todo su condicin estructurada y
estructurante, sus particularidades formales. Si bien eso es lo que
parece permitir diversos tipos de comparaciones, hay pocas
reflexiones tericas respecto a lo que sucede con los elementos de
la estructura narrativa que se trans-forman a lo largo del tiempo
en una y otra disciplinas, mas no en forma paralela.
Indirectamente, la teora narratolgica se basa en dos pre-supuestos
que resultan problemticos cuando aparecen juntos:
3 El concepto de teora narratolgica parte de dos necesidades: en
la teora li-teraria, es resultado de un proceso de desestabilizacin
de los gneros (Jonathan Culler habla de non-genre literature),
mientras que, en las ciencias sociales, la narrativizacin de
fenmenos sociales y culturales entre otros, forma parte del inters
centrado en la teora discursiva. Cf. Karl Wagner (ed.), Moderne
Erzhl-theorie, Stuttgart, utb, 2002, y Keller et al. (edits.),
Handbuch sozialwissenschaf-tlicher Diskursanalysen, op. cit.
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por una parte tenemos la estructura narrativa que, en distintas
disciplinas, es suficientemente similar como para que se puedan
realizar estudios comparativos: elementos formales abstractos,
estructurales, es decir, no historizados; por otro lado, se
observan bastantes diferencias (no todas ellas correspondientes a
la estruc-tura) que permiten al lector (y obviamente al autor)
reconocer y distinguir entre la narrativa histrica, la literaria y
otras ms. Lo que posiblemente (y muchas veces de manera indirecta)
logren explicar varios estudios en cuanto a la narrativa es cmo y
en qu circunstancias las disciplinas recurren a las prcticas y los
usos narrativos de otras disciplinas. Quiero hacer nfasis en que no
pretendo descartar las posibilidades que ofrecen los enfoques
te-rico-narratolgicos, pues me parece que, si bien en muchos casos
se notan los distintos orgenes disciplinarios de las reflexiones,
se trata de una de las propuestas ms fructferas para construir una
visin multidisciplinaria; en el apartado II de este ensayo, ahondar
un poco ms al respecto. En el nimo de plantear por lo menos
parcialmente la amplia resonancia de la narrativa y los problemas
que sus distintas ma-nifestaciones presentan como objeto de
estudio, ante todo quiero sealar diversas yuxtaposiciones y marcar
algunas posibilidades acerca de cmo analizar las maneras en que se
resignifican o no las diversas funciones narrativas. En este ensayo
me interesa destacar los momentos de contacto en que, desde el
terreno de los estudios histricos, se observan choques con los
mbitos de la literatura y sus distintos debates tericos, crticos,
histrico-literarios y de la propia narrativa li-teraria.
Evidentemente no voy a presentar historias disciplinarias que
describan en forma sistemtica las funciones de la narrativa; opto
ms bien por referencias de una y otra tradiciones, y ante todo de
los problemas que se manifiestan en torno a sus relaciones mutuas.
En otras palabras, para problematizar la narrativa parto
En estricto sentido, no se puede hablar de una narrativa
histrica en general,
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de la reflexin en torno a las relaciones entre historia y
literatura, no de las supuestas relaciones entre ellas. En este
sentido, me mover ms bien en un mbito terico que se desprende lo
suficiente de la tradicin disciplinaria concreta como para dejar de
entenderse como instrumento, mtodo o apoyo filosfico de la propia
historia. Esta perspectiva implica, a la vez, distintos niveles de
reflexiones tericas que es necesario realizar ante un horizonte de
continua historizacin no slo de las dos disciplinas a que me
refiero (historia y literatura), sino tambin de los momentos de
recepcin, los de apoyo mutuo, de los estudios inter y
transdisciplinarios que las relacionan, as como de los problemas
que se plantean particular-mente en distintos momentos de esos
estudios. Si pensamos en una serie de publicaciones y debates,
pareciera que los problemas relacionados con la historia y la
narrativa ya se han discutido en el actual horizonte, incluso
considerando las rela-ciones entre la narrativa y otras
disciplinas, tanto desde un enfoque discursivo como desde los
estudios comparados, o transdiscipli-narios. Se han visto
fortalezas y debilidades. Un excelente balance lo ofrecen
Hans-Jrgen Goertz en su libro Unsichere Geschichte (Historia
incierta) y el amplio debate en History and Theory, donde
participan autores como Frank R. Ankersmit, Hayden White y Jrn
Rsen, entre otros. Se han analizado tradiciones (retrica, mimesis)
y aspectos tericos; a partir de distintos estudios realiza-dos, se
han creado modelos, y se han desechado. Una ampliacin significativa
de las discusiones se debe a los horizontes surgidas a
ni se le puede estudiar, as en general, en contraste o comparada
con otros tipos de narrativa, como por ejemplo la literaria. Jrn
Rsen, en su ensayo La escritura de la historia como problema terico
de las ciencias histricas, separa esas dos narrativas con el fin de
marcar justamente sus usos, mas no con el fin de generalizar o
tipificar. Cf. Silvia Pappe (coord.), Debates recientes en la teora
historiogrfica alemana, Mxico, uam-Azcapotzalco / uia, 2000, pp.
235-63.5 Cf. Goertz, Unsichere Geschichte, Leipzig, Reclam, 200;
asimismo, se puede ver un amplio inters a lo largo de varios nmeros
de History and Theory, que rebasa los debates nacionales y
disciplinarios.
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partir de las controversias sobre la posmodernidad, as como los
giros lingstico y cultural. No quiero dedicarme a esos debates,
aunque posiblemente haga referencia a ellos (ello resulta, por lo
dems, inevitable). A partir de puntos de quiebre significativos en
varios niveles, pretendo observar ms detenidamente algunos efectos
sobre las formas y funciones narrativas de determinados discursos,
con el fin de salir, hasta donde sea posible, del impasse de los
estudios comparados.
Si bien el eje principal de este ensayo parte de la experiencia
mexicana en cuanto a la relacin entre literatura e historia, su
discu-sin no se puede limitar a las posibilidades de estudios
comparados (estructuras formales e intenciones autorales, entre
otras), ni a las similitudes entre las lneas disciplinarias
(historia de la narrativa en la literatura, historia de la
narrativa histrica, adems de una serie de anlisis paralelos y
comparados de los aspectos formales, estructurales, o bien de los
contenidos o de los orgenes comunes, como por ejemplo los aspectos
relacionados con la retrica). Tam-poco se puede circunscribir a la
observacin de influencias directas del exterior, llmense prcticas,
teoras o mtodos, que influyan de modo unvoco en la narrativa
mexicana (como, por ejemplo, la novela histrica del siglo xix y las
caractersticas del romanticismo; o estudios especficos que otros
autores continan y convierten en mtodos aplicados en circunstancias
distintas). La complejidad de la problemtica de la narrativa me
impone el siguiente orden: en una primera seccin esbozo brevemente
el conjunto de problemas y en los siguientes apartados
profundizo
6 stos parten tradicionalmente de planteamientos que consideran
oposiciones: realidad-ficcin, por ejemplo. Una propuesta poco
discutida es la de Wolfgang Iser, quien introduce lo imaginario
para rebasar la dicotoma entre lo real y lo ficticio. Vase su libro
Das Fiktive und das Imaginarre. Perspektiven literarischer
Anthropologie, Frankfurt del Main, Suhrkamp, 993. Otras propuestas
implican determinadas relaciones, como la establecida entre la
estructura narrativa y el tiempo; este ejemplo es y ha sido muy
discutido en la teora literaria, y en la filo-sofa ha sido adoptado
por Paul Ricur, quien a su vez remite en sus reflexiones a la
historia y la literatura.
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en algunos de ellos. El carcter fragmentario del ensayo se debe
a un doble propsito: elaborar una hiptesis a lo largo del texto y
replantear en el mbito de la teora algunos de los problemas,
dejando para posibles trabajos futuros una reflexin mayor.
Carac-terizar, en estas circunstancias, de manera unvoca el
concepto de narrativa me parece inadecuado; por las mismas razones,
tampoco ahondar ms en los ejemplos citados.
Consideraciones iniciales
La larga tradicin de los trabajos especializados en la teora, la
crtica y la historia literarias vinculados con la narrativa y la
enorme di-versidad de formas narrativas en las propias obras
literarias parecen hacer atractiva la idea de basarse en este
material para obtener ya sea elementos sueltos, ya sea una especie
de modelo crtico que permita analizar las formas narrativas de
otras disciplinas, como es el caso de obras de historia. Sin
embargo, la experiencia muestra que aqu intervienen una serie de
factores que deben reconsiderarse. Quiero referirme en primer lugar
a la teora narratolgica: los distintos tipos de narrativa se pueden
problematizar a partir de enfoques que se refieren a la estructura
narrativa narrador, espacios y temporalidad, personajes, trama,
elementos retricos, etc. como a una especie de abstraccin. En esta
abstraccin tipolgica los estudios comparativos que se centran en el
anlisis de la historia no se caracterizan por un esmero especial
respecto a los factores estilsticos relacionados ms bien con una
poca determinada de la historia literaria, como por ejemplo el
realismo, el costumbrismo o el naturalismo. Me parece que eso no se
ha atendido lo suficiente: en la tradicin de la historia, por
mencionar slo un ejemplo, estos factores (estilsticos, repito)
terminan por responder a exigencias aparentemente disciplinarias de
una representacin verosmil de acontecimientos o procesos, como
veremos ms adelante. De una manera similar, la teora literaria
pocas veces toma en cuenta la narrativa histrica, a no ser para
referirse a ella como una narrativa
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cuya intencin es distinta a la literaria, no obstante la
importancia que parece tener la mimesis en ambas tradiciones
narrativas.
Los enfoques narratolgicos requieren una reflexin ms pro-funda
en funcin no slo de las caractersticas estructurales, sino tambin y
ante todo de sus usos en el tiempo y los efectos de esos usos en
los procesos de significacin tanto disciplinarios como
in-terdisciplinarios. Empecemos con los aspectos
interdisciplinarios: la interrogante acerca del sentido que
adquieren los efectos de unas disciplinas en otras se
problematizara en un primer momento a partir de conceptos como los
siguientes, los cuales muestran, sin necesidad de una mayor
explicacin, cmo la estructura se funde continuamente con los usos
histricos: a) la posicin del narrador en relacin con el texto, y
del narrador en relacin con el autor; b) puntos de vista o
perspectivas, subjetividad, partidismo, comentarios y explicaciones
del autor; c) los tiempos narrados y otros tiempos, las relaciones
temporales entre el texto y referencias externas, la fusin de
horizontes temporales, aunque tambin la aparicin de anacronismos
(lo cual resulta importante en varios niveles, tanto semnticos como
formales, como el uso de una de-terminada terminologa); d)
referencialidad, autorreferencialidad e intertextualidad (la
inclusin, el uso y la interpretacin de do-cumentos, contextos,
otros textos, etc.), jerarquizacin interna, relevancia entre
distintas partes del relato, citas intercaladas de otros textos,
aparato crtico, tradicin narrativa y horizontes culturales (en
relacin con otros relatos de la propia disciplina); e) la
perti-nencia y la necesidad de interpretar que estructura
parcialmente el orden narrativo, y el carcter hermenutico que
interviene en los procesos de comprensin, dirigido desde la
investigacin y la escritura del texto narrativo; f ) las formas de
argumentacin; y g) las funciones narrativas.
7 Cf. Paul Ricoeur, Tiempo y narracin, Mxico, Siglo xxi, 98;
Erich Auerbach, Mimesis. La representacin de la realidad en la
literatura occidental, Mxico, fce, 950.
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Desde luego, se presenta casi de inmediato una manera ms
compleja de plantear esos conceptos, a partir de problemas
indirec-tos nuevamente determinadas por las circunstancias y los
horizontes histrico-culturales:
En primer trmino, habra que reflexionar mucho ms en torno al
horizonte doble (la referencialidad doble, sobre todo en cuanto al
horizonte del presente del historiador) como algo especficamente
histrico en el relato y, eso es importante, no slo en un relato
histrico, sino tambin en otros, y no slo en relacin con los
elementos narrativos de un relato.
En segundo lugar, hay una serie de conceptos y abstracciones que
estructuran un relato, como los principios dominantes, distintos
valores culturales, ticos, y morales, y objetivos que se pretenden
mostrar y lograr, entre muchos otros.
De extrema complejidad resultan, en tercer lugar, los factores
relevantes en el orden de la exposicin narrativa, en funcin del
conocimiento del lector; aqu intervienen la necesidad de las
explicaciones, el uso de determinadas estructuras lgicas (que
pueden ser o no causales), las maneras de argumentar, la seleccin
de materiales y del momento en qu se les incluye o se remite a
ellos, entre muchos otros.
Estos factores tambin deben tomarse en cuenta al abordar la
problemtica que resulta de la diferencia entre fuentes, autor(es),
narradores y personajes: al parecer, no se pueden mezclar los
m-
8 Permanentemente interfieren aqu diferencias como las que
establece E. M. Forster entre story y complot, o la distincin que
usa E. Lmmert (en un modelo narrativo distinto) entre los conceptos
de Stoff, histoire y story, as como las refe-rencias a un concepto
supuestamente de una categora ms general, el discurso. Cf. Eberhart
Lmmert, Bauformen des Erzhlens, Metzler, 993. En cuanto teora y
anlisis del discurso, vase Teun A. Van Dijk (coord.), El discurso
como estructura y proceso. Estudios sobre el discurso I, Barcelona,
Gedisa, 2000.
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bitos a que se refiere cada uno a menos que se trate de relatos
autobiogrficos, testimoniales, etc.; segn la disciplina, sin
em-bargo, pueden coincidir en algunas de las funciones. Elementos
como el monlogo interior, por ejemplo, no suelen aceptarse en la
historia, mientras que la subjetividad de los documentos y de las
voces en ellos contenida puede tener un lugar que se considera a
veces ms literario, a veces ms histrico (o incluso, en forma pura,
autosuficiente e independiente, en anexos o notas), y donde los
autores aprovechan la ambigedad de acuerdo con sus fines y con la
manera en que quieren presentar tales voces en relacin con el
enfoque de los actores y autores a que se refieren, sus acciones,
sus decisiones y los juicios que emiten.
La larga y compleja lista, ciertamente incompleta, y
asistemti-ca, de los aspectos a considerar muestra indirectamente
que no se integran ni en una tradicin disciplinaria concreta ni en
pocas o estilos (retricos o estticos), ni mucho menos en una visin
ni-camente estructuralista en funcin del orden interno de un
relato. Tampoco se sealan exclusivamente valores ni conjeturas
acerca de la relacin entre el presente y otros tiempos, ni ideas
acerca de una realidad pasada y comunicada, asignndole un
significado concreto. La amplitud requiere insisto enfoques que
permitan percibir las articulaciones y yuxtaposiciones de los
distintos mbitos problemticos de la narrativa. Una de las razones
por las cuales la narrativa cumple un papel tan importante en las
obras de historia se encuentra en uno de los elementos sin los
cuales no habra conciencia histrica: la tem-poralidad. Lo que
parece ser una obviedad, sin embargo, influye ms quizs que ningn
otro factor en el inters de la historia por comprender las
funciones de la narrativa. No es de extraar que, desde el punto de
vista de algunos estudios tericos recientes en
9 Vase parcialmente Jochen Vogt, Aspekte erzhlender Prosa. Eine
Einfhrung in Erzhltechnik und Romantheorie, Opladen, Westdeutscher
Verlag, (8 ed. revisada y corregida998); vase en especial pp. 97-8,
8 y ss.
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torno a la relacin entre narrativa e historia, parezca
predominar, entonces, un inters marcado por la estructura
temporal.0 Por una parte, este inters permite constituir y
relacionar hechos, aconte-cimientos y procesos, as como acciones de
personajes y grupos; adems, se extiende hacia la relacin entre la
trama, estructurada tambin en funcin del tiempo, y el narrador,
que, si bien se identifica frecuentemente como el propio
historiador o autor, no es un ente unvoco: la funcin de narrador la
pueden tomar, por ejemplo, fuentes citadas, otros autores a que se
remite el texto, citas y, en general, el aparato crtico. Por otra
parte, el conocimiento, mediante elementos que rebasan la simple
estructura narrativa, se construye evidentemente en el tiempo, y el
texto tiene que dar cuenta de ello. En conjunto, se trata ante todo
de una estructura formal con la funcin y la posibilidad de servir
de representacin del pasado con un claro significado para el
presente en que se escribe. Como estructura formal y, en cuanto a
la tradicin, con races claramente retricas (ya sea con elementos
provenientes de la retrica clsica y sus transformaciones desde
medievales hasta decimonnicas, ya sea con elementos de una retrica
propia de la historia como disciplina moderna), la narrativa es
indispensable para la representacin y los procesos de significacin
e interpretacin del pasado, sin que sea, de facto, una
representacin que formalmente equivalga a los suce-sos referidos,
sino a una lgica del conocimiento que se pretende constituir,
formalizar y trasmitir.
0 Vase Reinhart Koselleck, Futuro pasado: para una semntica de
los tiempos hist-ricos, Barcelona, Paids, 993; Jrn Rsen,
Zerbrechende Zeit. ber den Sinn der Geschichte, Colonia, 200, y
Ricur, Tiempo y narracin, op. cit., entre otros. Jrn Rsen estudia
los elementos pre-narrativos, en el sentido de las preguntas a las
que responde la narracin histrica; estas preguntas, a su vez,
forman parte de las huellas, restos, objetos materiales, etc. que
pueden observarse ya sea en una diferencia temporal, ya sea desde
el presente. Cf. Rsen, Historisches Erzhlen, en Zerbrechende
Zeit..., op. cit. Vase tambin Jrn Rsen, Estudios de metahistoria
(uam-Azcapotzalco, en preparacin).
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La narrativa literaria es distinta: si bien parte,
evidentemente, de experiencias individuales y colectivas, no aspira
a relatarlas tal cual es, ni a explicarlas, sino a establecer
realidades que a la vez retratan, contradicen y reelaboran esas
experiencias en funcin de su propia estructura narrativa.
En el caso de textos narrativos [de ficcin], las relaciones
internas del texto resultan de la tensin, es decir, del
desconocimiento del futuro que el lector empuja delante de s; pero
tambin hacia atrs, del hecho de que la solucin de la tensin, como
ya apunt Jean Paul, tiene que remitirse a las partes ya ledas del
texto. El lector se confronta prcticamente con la paradoja de que
ya sabe lo que todava no sabe. As, la narracin se desarrolla no slo
en el tiempo de sus acciones, sino que en tanto texto est
estructurada tambin mediante el tiempo, es decir, mediante la
diferencia entre ledo / no ledo.2
Me parece importante resaltar un segundo punto: la narrativa
literaria no parte, pues, de la nada, pero tampoco pretende
necesa-riamente presentar las experiencias en que se basa mediante
lo que hasta la fecha consideramos formalmente un relato realista.
Si bien en la narrativa literaria la mayor parte de los factores
mencio-nados para a propsito de las caractersticas ms
historiogrficas de la narrativa tambin son relevantes (aunque, como
muestra lo relacionado con estas experiencias y su significado para
el presente, se constituyen de manera y con un sentido
evidentemente distin-tos), resaltan por lo menos dos aspectos que
son fundamentales para la literatura: la esttica y los espacios
simblicos en trminos
2 Niklas Luhmann, Short cuts, Berln, Merve Verlag, 200, p. 5.3
Evidentemente, la esttica no es exclusiva de la narrativa
literaria; algunos elementos estticos, el lenguaje metafrico por
ejemplo, tambin se observan en textos de historia, incluso hasta el
presente. Pero, nuevamente, hay que considerar diferencias en el
uso y la intencin.
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autorreferenciales ms que referenciales. Quiero sealar que
pre-cisamente las diferencias, es decir la constitucin y
significacin del pasado para el presente en la narrativa histrica,
y la construccin esttica de los espacios simblicos en la narrativa
literaria en fun-cin de s misma parten de una serie de procesos
relacionados con la modernidad procesos que se discuten en los
mbitos tericos tanto constitutivos como interpretativos, como se
ver a lo largo del presente ensayo. Pese a todo lo anterior, no
parece haber confusin respecto a los mbitos disciplinarios mientras
se mantengan ciertas dife-rencias tambin disciplinarias, y mientras
haya puntos formales de comparacin. Hayden White, por ejemplo,
centra su estudio Metahistoria15 en textos del siglo xix cuyos
autores (historiadores y filsofos de la historia) parecen compartir
en la experiencia genera-lizadora del conocimiento ciertos
horizontes de la tradicin retrica con la literatura, lo cual
permite establecer nexos con algunas de las tipologas poticas y
estticas. Si bien, desde el punto de vista de un lector
especializado y con un horizonte de expectativa un-voca frente a un
texto de historia, el uso de los textos analizados por Hayden White
se diferenciaba claramente de las funciones literarias, no deja de
haber puntos de comparacin significativos (los tropos, por ejemplo)
que son ampliamente aprovechados por White. El problema para la
teora narratolgica surge cuando
Rsen coloca la diferencia principal entre narrativa histrica y
literaria en la esttica. Por otra parte, y a partir de una serie de
oposiciones conceptuales que provienen de un estudio de Wolfgang
Welsch, resume el problema de la siguiente manera: se tratara de
una crtica posmoderna al criterio histrico de sentido de la
racionalizacin, como un aumento de la competencia de poder de la
razn humana. Frente a eso se exigen potenciales alternativas de la
razn. Obviamente aclara Rsen esta crtica a la razn no es nueva,
sino que ha acompaado el proceso de racionalizacin de la modernidad
desde sus inicios. Eso no significa, sin embargo, que no haya que
valerse de ella de nuevo en el uso del paradigma, en funcin de la
autorreflexin del pensamiento histrico, Rsen, Zerbrechende Zeit,
op. cit., p. 72.5 Cf. Hayden White, Metahistoria. La imaginacin
histrica en la Europa del siglo xix, Mxico, fce, 992.
-
68 / Silvia Pappe
estas diferencias no estn en funcin de la narrativa propiamente
dicha, sino de las intenciones y expectativas de autores y lectores
respecto a los mundos referidos. Y estas intenciones y
expectativas, en tanto horizontes, me parecen en gran medida
determinadas por los procesos de modernizacin, transformacin y
especializacin disciplinarias, tanto en su constitucin y
reconstitucin como, a la vez, en su continua e inevitable
desestructuracin. Uno de los problemas que se tendr que tomar en
cuenta es hasta qu punto esas expectativas e intenciones actan
sobre las formas narrativas, de manera que stas muestran cada vez
ms elementos contradic-torios e incompatibles, lo cual pone en tela
de juicio los esfuerzos comparativos. Una mirada historiogrfica
crtica y autorreflexiva permite trazar, hasta cierto punto,
estrategias distintas para un estudio en torno a la narrativa.
Efectivamente, un enfoque diacrnico proyectara un primer plano con
notables diferencias entre las narrativas histrica y literaria
formadas a lo largo del tiempo, que han marcado los procesos de
diferenciacin entre las disciplinas. Sin embargo, no explicara los
orgenes de esas diferencias ni de las mismas disciplinas en sus
manifestaciones y funciones actuales. No es sino desde un enfoque
sincrnico y nuevamente auto-rreflexivo como esos procesos de
modernizacin y especializacin disciplinarias explicados por
separado y al interior de cada disciplina como parte de su historia
adquieren una perspectiva de otra ndole. En lugar de las
estructuras similares, predominan ahora las rupturas, los saltos y
las reacciones que no slo se deben a los procesos de transformacin
internos, sino tambin a provo-caciones, exigencias, crticas y
propuestas desde los desarrollos de otras disciplinas, y desde las
reflexiones tericas en torno a esos desarrollos. Se perfilan,
adems, las reacciones en el conjunto de las relaciones sociales y
culturales de carcter interdisciplinario. Esos procesos se ubican
en los horizontes que regulan, a partir de ciertas necesidades de
construccin, representacin y comu-nicacin, una serie de
posibilidades narrativas una y otra vez
-
Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
69
actualizadas. Relacionados con otro proceso, donde se observan
la diferenciacin y la especializacin disciplinarias, se presenta
poco a poco un territorio delimitado por lenguajes especializados,
en funcin de objetos de estudio donde los usos especficos de esos
lenguajes, en este caso de las narrativas (ahora en plural), forman
parte del propio objeto en cuestin de all su carcter
autorreflexivo. Si bien, a mi parecer, las narrativas son
abiertamente estructuradas y estructurantes, en pocos casos se
percibe una clara conciencia acerca de las posibles contradicciones
que esta situacin puede provocar. Los usos pragmticos de un
lenguaje profesional, en la propia disciplina, suelen producir una
conciencia sobre lo distinto que se percibe en el uso pragmtico de
otras disciplinas, uso que se descarta porque desde el propio punto
de vista resultan inadecuados. Produce, en otras palabras, una
cierta ceguera para las especificidades de las otras disciplinas
(se perciben, de manera abstracta, como lo que no nos pertenece, lo
que no es pertinen-te). Redescubrir no slo la otredad sino la
especificidad de varios mbitos resulta una tarea necesaria no desde
una u otra tradicin, sino desde la observacin reflexiva, terica y
multidisciplinaria. Cada tradicin disciplinaria permite una
transparencia un tanto artificial acerca del lugar particular donde
se colocan las rupturas y las contradicciones frente a otras; por
lo mismo, hace falta una reflexin terica a fondo donde se planteen
las opciones al alcance para evitar que comparaciones simplificadas
invadan las zonas de los lenguajes especializados y sus funciones
para el conocimiento reclamo expresado con frecuencia contra las
posiciones posmo-dernas, pero no analizado a fondo. Cabe mencionar
un tercer proceso que caracteriza la continua transformacin de las
disciplinas: su relacin con los elementos de otras disciplinas a
las que recurren, a lo largo del tiempo, para apoyarse en ellos. El
ajuste de estas relaciones con lo que se consi-deran disciplinas
auxiliares se relaciona en el horizonte moderno con la
cientifizacin de las disciplinas y, como ajuste, delimita los
factores que pueden poner en tela de juicio, cuando no en
peligro,
-
70 / Silvia Pappe
determinados paradigmas disciplinarios. Una de las disciplinas
que se transforman en este sentido es la historia; tal proceso
remite, en mayor o menor grado, a un nmero importante de
referencias a la teora y la crtica literarias, es decir a elementos
estticos que en determinados momentos se consideran poco
cientficos, aunque sin ellos la disciplina no se hubiera
constituido y reconstituido.
Narrativa - historia literatura
A continuacin quiero ampliar algunas de las reflexiones en torno
a las relaciones interdisciplinarias, con el fin de llevarlas hacia
los puntos de contradiccin potencialmente frtiles para la teora.
Tres tipos de enlace, me parece, cobran un mayor peso aqu: los
apoyos que las disciplinas se brindan unas a otras y el cambiante
valor que se les adjudica; los vnculos, a travs de las tradiciones
disciplinarias, con la modernidad y su efecto en la narrativa, y la
problemtica planteada respecto a la temporalidad que marca la
narrativa. Mi inters por la narrativa deriva, como ya mencion, de
los debates y las reflexiones vinculadas con las relaciones
interdisci-plinarias, principalmente entre literatura e historia,
que se han establecido en distintos momentos. Siguiendo diversos
estudios comparativos o realizados paralelamente, parece haber unas
cuan-tas diferencias entre narrativa histrica y narrativa literaria
que se mantienen a lo largo del tiempo y de los debates. Si hacemos
un balance de las relaciones entre historia y literatura, hay
abundantes intentos de un mutuo aprovechamiento de esas
diferencias. Ambas disciplinas remiten al supuesto pacto o acuerdo
que se establece entre el autor de la obra y el lector (se habla
esencialmente del lector ideal o de un lector imaginario) respecto
a la relacin entre el contenido de un relato, los mundos a los que
se refiere y su comunicacin. En otras palabras, relativo a las
formas sociales de constituir y transmitir conocimiento. Para la
literatura reviste esencial importancia la posibilidad de
establecer contextos histricos y entender los entornos de sus
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Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
71
objetos de estudio. Entre esos contextos tenemos evidentemente
la elaboracin de la propia historia literaria, los contextos del
autor tanto de su vida como de la elaboracin de la obra; una visin
histrica de las condiciones de produccin de la obra misma, lneas
temticas y datos e interpretaciones histricos acerca de los
momentos en que se inscribe la trama narrativa. La historia
interfiere asimismo en las lecturas y los horizontes de la reaccin
ante la obra: desde un enfoque poltico, social, cultural e
ideolgico, es decir una determinada conciencia y un conocimiento de
temas, circunstancias descritas y acciones representadas, adems de
todos los referentes que pueden remitir a una poca o cultura
especficas; en otras palabras, construye y apoya el conocimiento de
los distintos horizontes culturales que intervienen en toda obra
escrita y sus lecturas. As, no slo se estudia el propio texto
literario, al autor y su biografa, sino incluso lo que opinan,
piensan y dicen tanto personajes como narradores, para ampliar, en
un siguiente nivel, los horizontes de recepcin. En sentido inverso,
la narrativa literaria parece importante para la historia,
principalmente por una exigencia heredada por la tradicin retrica:
la elocuencia o arte de hablar y escribir bien con el fin de captar
el inters del lector. No slo se trata, pues, de una exigencia
esttica.
6 Aqu dejo fuera corrientes de la crtica y la teora literarias
que sostienen la inde-pendencia del texto literario de las
influencias externas, como el New Criticism u otras propuestas
similares, donde el apoyo histrico en funcin de la elaboracin de
contextos parece perderse. cabe mencionar que esos contextos de una
u otra forma siempre estn presentes, posiblemente de manera
inconsciente o acrtica, en forma de prejuicios, como expone
ampliamente Gadamer en Verdad y mtodo, Salamanca, Sgueme, 977 (vase
sobre todo el captulo 9, La historicidad de la comprensin como
principio hermenutico).7 Para conocer mayores detalles al respecto,
vase Jorge Ruedas de la Serna, Mara Luna Argudn y Leticia Algaba,
La tradicin retrica en la potica y en la historia, Mxico,
uam-Azcapotzalco / Conacyt, 200, en especial el ensayo de Luna
Argudn, La escritura de la historia y la tradicin retrica (83-885),
pp. 3-06.
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72 / Silvia Pappe
Aparte de las relaciones interdisciplinarias, evidentemente hay
un mbito fronterizo que contiene un creciente nmero de gneros que
podemos considerar hbridos disciplinarios: ciertos ensayos, relatos
autobiogrficos, testimonios, memorias, crnicas, reportajes y otros
gneros periodsticos por no mencionar lo ms obvio: la novela
histrica. Cualquiera de las relaciones mencionadas se manifiesta,
evidentemente, de manera diferenciada por las pocas, igual que los
distintos gneros histrico-literarios: no son atempo-rales,
puramente estructurales o abstractas. En los mbitos de la historia,
el inicio del debate actual sobre a la narratividad data, grosso
modo, del siglo xix, tal como se conoce tambin en la tradicin
literaria previa a los cambios de paradigma y las rupturas que
vinculamos con la modernidad literaria. A partir de esas rupturas
surge una conciencia renovada sobre los cuestio-namientos
lingsticos en torno a la arbitrariedad del lenguaje y los distintos
niveles de significacin, entre ellos los relacionados con la
esttica, que se hacen visibles de manera extraordinaria en los
experimentos de las vanguardias. Esas transformaciones en la
modernidad literaria se han visto como un problema que a fin de
cuentas corresponde al campo de la esttica, por lo que pareciera
slo lgico continuar pensando las dos disciplinas en funcin de su
parentesco decimonnico: su origen aparentemente comn (aun cuando
ninguno de los tipos narrativos son originales del xix). Lo
sugerente y atractivo que resultan algunos estudios comparativos
sobre la narrativa del siglo xix, como lo muestra el caso de Hayden
White (cuyo enfoque es en esencia estructuralista, como resalta el
propio autor en la introduccin), indirectamente permiti e incluso
provoc que las relaciones disciplinarias siguieran pensndose as,
pese a las historias disciplinarias y las transformaciones
ocurridas a lo largo del siglo xx. Algunas de las confusiones
resultantes se deben
8 La mayor parte de estas relaciones pueden entenderse como una
parte de las prcticas: segn los paradigmas que rigen las jerarquas
crticas y analticas disci-plinarias e interdisciplinarias, son ms o
menos relevantes en el conjunto de los mbitos tericos
correspondientes.
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Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
73
en lo fundamental a una serie de yuxtaposiciones en la recepcin
y resignificacin de las tradiciones disciplinarias.
Sin embargo, para un enfoque terico no resulta igual exami-nar
los relatos histricos y literarios en funcin de sus tradiciones
disciplinarias y orgenes estructuralmente similares, que
reflexionar en torno a las rupturas y transformaciones de cada una
y las posi-bilidades cada vez ms problemticas de comparar las
funciones y los alcances de los respectivos aspectos narrativos. La
discrepancia entre las dos formas de reflexin historiogrfica se
debe a que la primera parte de una visin estructural de la
narrativa, y diacrnica en cuanto a la presentacin de las
tradiciones disciplinarias, donde se consideran sobre todo ciertos
paralelismos del siglo xix que se extrapolan hasta el ltimo tercio
del siglo xx; en tanto que, la segunda se relaciona ms bien con las
maneras de conceptualizar las rupturas y transformaciones dismiles
de las dos disciplinas, y sus relaciones respectivas con distintas
manifestaciones de una idea de modernidad claramente diferenciada.
Esta segunda forma de reflexin es la que pretendo desarrollar en
seguida. Ello implica, como he mencionado antes, tener presente la
diferencia entre dos niveles de conocimiento: el que se estructura
a partir del estudio de las relaciones disciplinarias directas y el
que se centra en reflexiones tericas sobre esas relaciones. Busco,
as, un punto de vista que no se cie principalmente a las
estructuras narrativas que se comparten, es decir, que no las pone
simplemente en dos lneas paralelas que conllevan estructu-ras
estticas. Mi propuesta pretende ser ms compleja al incluir
9 El enfoque terico analtico de Hayden White, por ejemplo, se ha
malentendido como ejemplo de un relativismo afectado por la
posmodernidad; mltiples reacciones muestran la falta de costumbre y
el desconcierto ante reflexiones poco usuales en el mbito y la
tradicin de los estudios histricos. Por otra parte, la alusin a la
posmodernidad desde el punto de vista de un gran nmero de
histo-riadores no slo tradicionales sino tambin abiertos a nuevos
enfoques tericos, sin embargo, no es casual: desde la teora y la
reflexin, s se puede pensar, preci-samente, que los problemas
observados en las relaciones entre historia y literatura tienen que
ver con la modernidad y sus mltiples crisis y rupturas.
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74 / Silvia Pappe
la historizacin de las consideraciones tericas tanto
disciplinarias como interdisciplinarias. De este modo, la
problemtica sufre un giro radical: los parmetros pasan de formales
o estructurales, a ser esencialmente estructurantes para los
significados. De aqu surgen por lo pronto dos consecuencias: por
una parte, presenciamos cmo se hace visible un proceso de
particularizacin, fragmentacin y singularizacin de las
transformaciones disciplina-rias; en los espacios cognitivos
actuales, ese carcter fragmentario pareciera ciertamente atractivo
para un nmero importante de los estudios llamados posmodernos
dedicados a los mbitos culturales. Sin embargo, es ante todo la
teora la que encuentra aqu posibi-lidades de nuevos campos de
estudio, de problematizacin y de interpretacin. Por otra parte, se
agudiza la necesidad de repensar los supuestos en que se basaban
las formas de ver el desarrollo disci-plinario: el efecto de la
idea acerca de la existencia de procesos evo-lutivos en el
conocimiento y, en consecuencia, la de situaciones de atraso
respecto a esos procesos en condiciones distintas y la sucesiva
transferencia a la recepcin y sus propios procesos de valoracin. En
el fondo, aunque no siempre de manera explcita, permanece la idea
de una primaca, o por lo menos una posicin aventajada de Europa
frente al resto del mundo, que se planteaba (y se sigue planteando)
frecuentemente. Tambin esos procesos remiten de manera continua a
un horizonte que incluye sus propias contra-dicciones internas
acerca de cmo se han comprendido y se siguen comprendiendo las
disciplinas. Para la reflexin historiogrfica, eso implica indagar
ms a fondo en un pensamiento que diversifica los conceptos de
modernidad, pues les imprime un carcter mltiple, reflexivo y
autorreferencial entre muchos otros.0
Para volver a las relaciones interdisciplinarias y la idea
acerca del lugar que ocupan, para una disciplina, las llamadas
discipli-
20 Para mayores referencias sobre la modernidad reflexiva y
autorreferencial, vase Silvia Pappe (coord.), La modernidad en el
debate de la historiografa alemana, Mxico,
uam-Azcapotzalco/Conacyt, 200.
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Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
75
nas auxiliares, cabe mencionar que varios aspectos relativos a
la narrativa no pueden observarse solamente a partir de los apoyos
obtenidos es ms, en ciertos casos, stos ni siquiera son visibles.
Eso se debe esencialmente a que ni la historia ni la literatura
tienen fronteras claras, ya no se diga hacia el exterior, sino
hacia su propio interior; esa situacin parece an ms aguda cuando
salta a la vista una problemtica que deseo ampliar mediante el
concepto de mo-dernidad, sealando ante todo sus rupturas. Resultara
inapropiado intentar siquiera un resumen del amplio panorama que
cubren las dos disciplinas en relacin con la modernidad en tanto
principio dominante que influye sobre varios procesos internos que
persiguen entender el mundo y entender a cada uno como prctica y
como disciplina. Me parece importante, sin embargo, puntualizar
algo que se advierte desde la introduccin. En el caso de la
narrativa literaria, las rupturas de la modernidad no slo afectan
las formas narrativas desde los cuestionamientos sobre lenguaje,
formulados por disciplinas como la lingstica y la semitica, sino
que stas, junto con las diversas teoras literarias, se vern
transformadas en definitiva por autores como Musil, Joyce y Kafka,
entre muchos otros, en cuanto a una parte importante de la
literatura europea. No es ste el lugar para aventurar una
explicacin (ms all de las descripciones existentes) de las
interpretaciones y significaciones de las rupturas en la literatura
moderna; pero s cabe establecer la relacin (que no debe
considerarse causal) entre las visiones del mundo y las
transformaciones de las ciencias del lenguaje, aunque tambin de las
ciencias exactas, a partir de los inicios del siglo xx. La inclusin
de la relatividad y la incertidumbre como conceptos, la importancia
que adquiere la posicin del observador y su influencia en los
resultados de la investigacin en los mbitos de las ciencias exactas
(la fsica sobre todo), as como su reflexin en la filosofa, se
percibirn ms agudamente a partir de experiencias como la Gran
Guerra. Y no es sino entonces cuando se puede observar un cambio
trascendental en la literatura. El lenguaje se convierte de un
medio de expresin en su propio tema: el lenguaje y su
arbitrariedad, el
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76 / Silvia Pappe
sujeto como entidad que se comprende y se constituye a travs del
lenguaje, y los efectos de las dudas en la relacin entre sujeto,
lenguaje y mundo exterior empiezan a formar parte de las temticas
literarias. Conscientemente, algunos autores comienzan a ver uno de
los objetivos de la escritura literaria dentro de esta misma. Los
experimentos que eso produce provocan un tipo de literatura
mo-derna, vanguardista en ocasiones, que transforma por completo la
narrativa en tanto potencial y expresin de experiencia. En Musil,
por ejemplo, se observa la descomposicin del sujeto, en Joyce la
transformacin de la experiencia y la temporalidad, en Kafka la
mudanza de la percepcin de los mundos interiores y exteriores, por
mencionar apenas burdamente a tres de los representantes ms
relevantes. Lo que ms me interesa resaltar aqu son ciertos
paralelismos con un determinado concepto de la modernidad: la
experimentacin literaria de la modernidad y las vanguardias, que se
comprenden como continua transformacin y ruptura consigo mismas,
parecen referirse, en esos debates, ms que nada a su propia
constitucin. La narrativa literaria es cada vez ms
autorreferencial; de la misma manera y en un contexto discursivo
mucho ms amplio, el concepto de modernidad se carga cada vez ms de
un significado que implica una posicin autorreferencial: encierra
su propia crtica, examina sus propias condiciones. Uno de los
objetivos de la modernidad que surge, entre otros muchos, es el de
reflexionar en torno a s misma, a lo que provoca, a cmo facilita y
condiciona las formas de pensar, constituir y percibir el mundo.
Evidentemente, el proceso de modernizacin basado en una serie de
rupturas excede los mbitos creativo y disciplinario de la
literatura para tocar todas las disciplinas que se ocupan del
lenguaje o que reflexionan en torno a su uso, y rebasar la
experiencia euro-pea. Las disciplinas que participan en estos
debates o que convierten los problemas relacionados en su temtica
son, aparte de la propia lingstica y la literatura, la filosofa
(incluidas partes de las mate-mticas) y, pronto la semitica. Y es
en estas disciplinas donde se
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Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
77
suele relacionar la crtica del lenguaje con el inicio de la
modernidad del siglo xx; adems, sta formara parte de sus
condiciones a lo largo de las expresiones y representaciones
correspondientes. En tal sentido, la crtica de lenguaje, sobre todo
en sus inicios, siempre es tambin una crtica a los usos del
lenguaje, usos caracterizados y determinados por el poder (poltico,
cultural, social). En los casos de Mxico y, en general, de Amrica
latina, se re-quiere una revalorizacin de las rupturas
modernizadoras, visibles ante todo en las vanguardias; en la
literatura y las artes plsticas, no todo se reduce, como apunta una
parte importante de la crtica ms reciente acerca de sus usos y
funciones ideolgicas, a que los nuevos cnones estticos absorban de
manera domesticada algunas de sus propuestas. En la reflexin
terica, sin embargo, parece que esas rupturas no tienen ningn
efecto (all se asumen las tradiciones europeas, lo cual relega
tambin la creacin y la experimentacin a un segundo plano). Por su
parte, la transformacin de una disciplina como la his-toria se debe
en gran medida a un proceso modernizador distinto conocido como
profesionalizacin de la disciplina. En ciertos momentos de estos
largos procesos de profesionalizacin, las preocupaciones referencia
a un lenguaje alejado de la esttica (y la narrativa) literaria, as
como su capacidad de representar, explicar e interpretar,
transforman directa e indirectamente la disciplina. Sin embargo,
uno de los aspectos ms importantes lo constituye el hecho de que
los procesos de profesionalizacin y las preocupa-ciones que la
caracterizan no se dan por igual en la historia como prctica, que
en los mbitos que se desprenden de la filosofa de la historia para
encaminarse hacia la teora, la cual, a su vez, se frag-menta debido
a estudio unas veces ms interpretativos, otras ms reflexivos y en
ocasiones ms tericos cuyos niveles y objetivos de investigacin no
pocas veces se confunden entre s.
2 Vase Friedrich Jaeger y Jrn Rsen, Geschichte des Historismus:
eine Einfhrung, Munich, Verlag C. H. Beck, 992.
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78 / Silvia Pappe
Vistas de esta manera, las rupturas modernas en la narrativa
literaria son algo totalmente distinto de los procesos de
moder-nizacin y profesionalizacin de la historia; asimismo, son muy
diferentes tambin los efectos sobre la narrativa, como veremos ms
adelante. Pero tambin los apoyos (y su significado) que se prestan
las disciplinas cambian: para la literatura, los contextos
histricos adquieren un carcter ms objetivo con un fuerte peso de
verdad histrica; para la historia, la narrativa, como representacin
y a la vez interpretacin y explicacin, pierde terreno en la
conciencia sobre las prcticas de escritura de los historiadores,
pese a que la filosofa de la historia reconoce que desde la teora
literaria surgen impulsos renovados sobre los puntos de vista y el
lugar de los procesos de interpretacin y explicacin, entre muchos
otros. Para poder ver con mayor detenimiento las posibles
relaciones entre las distintas formas y manifestaciones que
llamamos moder-nas y los vnculos entre las dos disciplinas que nos
interesan en las constituciones y comprensiones mutuas, se hace
necesaria una breve referencia a otras mltiples crisis, rupturas y
transformaciones de las visiones del mundo y las formas de
explicarlo. stas empiezan a presentarse a finales del siglo xix y
principios del xx, y si bien se les suele relacionar en ciencias
sociales y humanas con las investiga-ciones de la lingstica y con
la esttica que declara nuevas posturas respecto a la autonoma del
arte, entre muchos otros aspectos que determinan a los experimentos
vanguardistas del arte, hay que considerar tambin los cambios
paradigmticos registrados en las ciencias, sobre todo la fsica: si
las rupturas ocurridas a principios del siglo xx parten de la teora
de la relatividad, el conocimiento cientfico y pronto tambin el
filosfico se vern afectados por con-ceptos como el principio de
indeterminacin y la teora cuntica, hasta culminar, por lo pronto,
con la teora del caos. Investigadores como Einstein, Schrdinger y
Heisenberg relativizan cada vez ms los modelos de la fsica clsica,
y con ello se transforman no slo las explicaciones sobre el
universo, sino tambin las visiones del mundo. Todo ello muestra un
conjunto de preocupaciones ante lo
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Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
79
que se percibe, antes que en la teora, en la experiencia
cotidiana como crisis, conflicto e incertidumbre. La teorizacin en
las ciencias exactas no mitiga la percepcin cotidiana de estas
preocupaciones, ni sus manifestaciones estticas; al contrario, se
hace palpable una creciente prdida de confianza en un conocimiento
cientfico tan especializado que la posibilidad de comprender
puntualmente sus propuestas sale del horizonte comn.
Narrativa - una hiptesis
Hay dos debates amplsimos que, sin pertenecer al mbito de una
disciplina en particular, se pueden extraer de lo anterior. Por una
parte, tenemos que ver cmo se piensa la relacin entre la
moder-nidad y sus grandes rupturas a principios del siglo, y las
transfor-maciones en la conceptualizacin del lenguaje y la
conciencia que sta crea en la esttica, adems de los cambios
producidos en las ciencias exactas y sus efectos en la filosofa y
la teora. Por otra parte, surge una lnea importante de
profesionalizacin y especializacin disciplinaria con una creciente
exigencia de cientificidad que mueve el lugar de algunas
disciplinas en el conjunto del conocimiento, entre ellas la
historia. Ambos debates afectan, de manera inde-pendiente, a las ms
diversas disciplinas y teoras, aunque es en conjunto al parecer,
como pueden influir ms determinadamente en los estudios
interdisciplinarios y la funcin que desempean en momentos y mbitos
que resultan dispares. Aqu quiero plantear una primera hiptesis que
resume hasta cierto punto el ncleo de este ensayo. En un primer
movimiento, el acercamiento de la historia a las ciencias (todava
no las ciencias modernas de la teora de la relatividad, sino la
clsica de las leyes claras al estilo de Newton) tiene que ver con
la necesidad de alejarse de la literatura narrativa moderna y
experimental que interioriza y manifiesta las crisis y las
rupturas. La separacin fundamental de la retrica clsica vigente
hasta finales del siglo xix lleva a la historia no a la
modernizacin de la narrativa, sino, al contrario,
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80 / Silvia Pappe
a un alejamiento determinante de las narrativa en su conjunto.
El acercamiento de la historia a la ciencia, orientado en parte a
sus mtodos, aunque ante todo a sus pretensiones de elaborar y
ofrecer un conocimiento preciso, objetivo y, en lo posible,
congruente con la realidad descrita, la ponen a distancia, por lo
pronto, de la esttica moderna y vanguardia. En el proceso de
modernizacin y profesionalizacin disciplina-ria, logra as ampliar
sus compromisos en funcin de esas rupturas, al buscar no slo un
carcter cientfico ms cercano a las ciencias exactas, sino tambin la
diversificacin de sus temticas (la historia social de principios
del siglo xx sera un buen ejemplo), aunque sin la necesidad y el
peligro que significara acercarse a la modernidad de la narrativa
literaria. En un segundo movimiento, y ante la relativizacin
incluso terica de las ciencias exactas, la historia termina por
replegarse nuevamente, alejndose esta vez de las ciencias de
vanguardia y sobre todo de los problemas que afectan, ms all de las
ciencias, tambin a la teora, la filosofa y, sobre todo, a la
certeza cognitiva en su conjunto. Para ello recurre, me parece, a
lo que ahora ya se puede ver bajo una luz nueva, y que al parecer
adquiri en su momento el valor de una tradicin propia: la narrativa
lo cual le permite hasta cierto punto ponerse a salvo otra vez.
Surge, as, un tipo de narrativa histrica que no slo se muestra
cautelosa, sino que se mantiene alejada de la modernidad tanto
literaria como cientfica, en un intento de cumplir los
requerimien-tos de la disciplina y de conjugar exigencias y crticas
realizadas en funcin de dos experiencias historiogrficas previas:
las de la narrativa decimonnica y las del positivismo. La
combinacin resulta de una pregunta importante que a la fecha ocupa
a quie-nes se inician en el estudio de la historia y que quiero
esbozar en el contexto hipottico del regreso de la prctica
narrativa a una idea de narrativa que, desde el punto de vista
actual, resulta muy tradicional; esta pregunta se discuti durante
mucho tiempo ante el horizonte de diversas maneras de construir y
comprender la teora
-
Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
81
de los estudios histricos, y gira en torno al alcance cientfico
(es decir, moderno en el sentido profesional) de las caractersticas
na-rrativas que constituyen no slo los discursos, sino
aparentemente el conocimiento histrico. Hacia finales del siglo xix
y a principios del xx, la nueva orientacin cientfica avalada ahora
por un proceso avanzado de profesionalizacin y academizacin, y
paradigmas como la objetividad, la imparcialidad, la verdad y las
leyes de la historia dominaban una buena parte de esos debates.
Finalmente, si bien en un sentido muy distinto, resultaban tambin
de las trans-formaciones que formaban parte de un impulso
modernizador (entendido aqu en tanto forma de experimentarse y
experimentar el mundo), que dejaba de lado las reglas de la
tradicin retrica en sus usos decimonnicos segn los cuales la
historia se consideraba parte de las letras. Al recuperar y
readaptar as la tradicin narrativa propia, los estudios histricos
se apegan sobre todo a la idea formal (y en este sentido reducida)
en cuanto a determinados requerimientos originalmente
pertenecientes al mbito de la retrica y, pese a la modernizacin
disciplinaria (la profesionalizacin), vigentes incluso hasta la
actualidad. Tambin debido a las correcciones provenientes del mbito
cientfico tradicional, sin embargo, pier-de de vista los elementos
de la retrica literaria del siglo xix con sus caractersticas
estticas particulares, elementos que s estaban presentes en las
grandes obras de la historia y la filosofa histrica decimonnicas,
como muestra la Metahistoria de Hayden White. Lo que permanece en
una especie de memoria discursiva es que esta tradicin narrativa se
acerca, formalmente, a la narrativa
22 En algunos casos, estos paradigmas dominan la reflexin hasta
los aos sesenta; cf. Carl G. Hempel, La explicacin cientfica.
Estudios sobre la filosofa de la ciencia, Barcelona, Paids, 988
(965).23 Verosimilitud, espacio y tiempo claramente identificados,
identidad de los per-sonajes, claridad sobre el lugar social del
historiador, identidad entre historiador y narrador (herencia de
los problemas causados por la exigencia de la objetividad del
investigador), mbitos referenciales o contextos provenientes de
conocimientos previos, desarrollo del relato y una clara divisin de
principio-medio-fin.
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82 / Silvia Pappe
tanto literaria como histrica en el momento de la constitucin
disciplinaria de la historia, debido a que se conservan elementos
pertenecientes al romanticismo y al realismo. Lo que habra que
considerar es que, ahora, los conceptos de romanticismo y realismo
se refieren, en el caso de la literatura, a determinadas pocas de
su historia, y sus caractersticas forman parte de un estilo
literario determinado, mientras que, en el de la historia, el
realismo ha adquirido la posicin de un principio dominante acerca
de cmo representar, mediante la forma narrativa, el pasado. As, la
pregunta central ha cambiado: ya no se trata de ver las
posibilidades y los alcances cientficos de la narrativa de que se
sirve la historia, ya que actualmente resulta mucho ms inquietante
saber de qu manera esta narrativa histrica, recuperada y adaptada a
las exigencias de una visin cientfica previa a las rupturas
mo-dernas del siglo xx, se enfrenta entonces no slo a los retos de
la modernidad, sino tambin a las preocupaciones, incertidumbres y
visiones del mundo de una sociedad que se ha transformado, y cuya
manera de experimentarse ya no es la misma. Los cambios radicales
de la relacin entre el arte y la idea de que representa algo (de
manera mimtica, realista) se discutiran largamente por lo menos
hasta los aos sesenta para derivar en posturas estticas, ideolgicas
y tericas, aunque tambin polticas y filosficas, que influiran en
los debates disciplinarios e interdisciplinarios hasta bien
entrados los cambios posmodernos. Pese a la gran cantidad de
controversias en otras disciplinas, pese a las percepciones y las
transformaciones en los discursos y las representaciones, la
narrativa histrica parece sostener hasta la fecha que sus estudios
dicen algo sobre la realidad del pasado en trminos de objetividad o
certeza disciplinaria, y verosimilitud. (Si, por otra parte, hay
reflexiones tericas que difie-ren de esta idea, no han tenido
prcticamente ninguna influencia en la prctica de los historiadores
al escribir.) Slo que la idea de realidad se funde con una
narrativa realista creada en un momento determinado, ante un
horizonte cultural histricamente particular que unas cuantas dcadas
ms adelante cambiara por completo.
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Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
83
En el plano terico se libran debates que transforman con una
creciente frecuencia los paradigmas de la historia. No obstante, la
narrativa sostiene formalmente una tradicin distinta; de all la
preocupacin de historiadores y tericos como Jrn Rsen en cuanto a
que no hay formas narrativas aplicables en la constitucin histrica
e historiogrfica de determinadas experiencias como, por ejemplo, el
holocausto: Las formas narrativas historiogrficas adecuadas no se
han encontrado an. El autor hace referencia a la narrativa
literaria moderna que, como muestra el ejemplo de Kafka, ha
encontrado expresiones estticas en sus formas paradigmticas del
siglo xx.
La problemtica es un objeto de estudio para la teora. Qu sucede
con un texto que narra experiencias humanas, que estudia los
significados y los procesos de significacin del pasado, respecto a
la relacin que mantiene con su objeto de estudio? Es decir, qu
ocurre en esa relacin entre los referentes (objeto de estudio) y la
forma narrativa de representarlo, de pensarlo, de comunicarlo? Cmo
pensamos actualmente la relacin entre la experiencia y las
posibilidades de su comunicacin? Es indispensable que mantenga-mos
su diferencia, deca Luhmann, pero no hay correspondencia alguna?
Hasta qu grado resulta engaoso si se presenta un tipo de narrativa
realista para comunicar un tipo de realidad que dej, hace tiempo,
de tener los mismos parmetros de realidad, de experiencia, que
pretende este realismo decimonnico?
La manera [afirma Rsen] de cmo se puede realizar este tipo de
una dialctica negativa de la significacin especfica de la narracin
histrica, es una pregunta abierta. Que se tiene que plantear
esta
2 Un ejemplo relevante lo constituyen los estudios realizados
por Paul Ricur: con un enfoque y una clara intencin
transdisciplinaria, Ricoeur parte del horizonte y la tradicin del
filsofo e ingresa continuamente en las tradiciones retrica, potica,
histrica y literaria, tanto en su estudio precursor La metfora viva
(Madrid, Trotta, 200), como en lo que para esta problemtica puede
ser considerada su obra principal, Tiempo y narrativa.25 Jrn Rsen,
Zerbrechende Zeit. ber den, op. cit., p. 0.
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84 / Silvia Pappe
pregunta cuando los procedimientos mentales y las prcticas
cultu-rales de la significacin histrica se tienen que realizar al
nivel de la experiencia histrica del siglo xx, es una consideracin
que resulta de la preexistencia de un pasado que nos dej en el
horror de un sin sentido traumtico desde antes de que hubiramos
podido iniciar los procedimientos y prcticas de nuestra relacin
interpretativa con este pasado, con el fin de otorgarle
sentido.26
Formulemos de nuevo la pregunta: cmo se enfrenta la narrati-va
histrica a las crisis de modernidad y algunas de las experiencias,
si los procedimientos y las prcticas culturales de la significacin
histrica no se dejan afectar por los efectos de esas crisis y
rupturas y no disponen de elementos y estructuras narrativas para
hacerlo? Se podra argumentar que un lenguaje cientfico precisamente
no debe dejar que las transformaciones socioculturales lo afecten,
pero se aceptar que s debe tener la capacidad de abarcar la
amplitud de su objeto de estudio. Debido a la estructura temporal
de toda narrativa, este aspecto se puede ver al interior de todo
relato; la historizacin (es decir, la generacin del significado del
pasado en funcin del presente) tendra que estar en su exterior para
recuperar los debates de la modernidad. Rsen plantea de la
siguiente manera la moderniza-cin del pensamiento histrico:
La narracin histrica se tiene que negar a s misma, se tiene que
superar en tanto narracin para poder convencer como significacin
histrica en el horizonte de la experiencia temporal moderna. Slo si
la representacin significativa, configurada mediante una narra-cin,
hace visible y reconocible la ausencia, la falta y la negacin de
sentido en funcin de las experiencias acumuladas del pasado, es
posible que la narracin histrica aun logre convencer. Una historia
que, en el medio de la experiencia histrica, presenta sin
ruptura
26 Idem..
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Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
85
alguna un sentido en la constitucin temporal del mundo humano y
de la identidad humana, de manera que la historia presentada tiene
una forma y un sentido cerrados, es una mentira.27
La estrategia reflexiva que se puede observar en la obra de Rsen
muestra una amplia discusin de funciones y posibilidades de la
narrativa y, en general, de la escritura de la historia, en tanto
formas tericamente estructurantes; investiga la narrativa en funcin
de la historiografa, sus alcances y lmites, as como las fronteras
discipli-narias que se vuelven ms borrosas en los debates cuya
prioridad es el lenguaje.
Narrativa - tradiciones recepcin
Hemos explorado tres mbitos distintos: las narraciones histricas
en su cercana con la literatura durante parte del siglo xix; la ms
o menos marcada diferenciacin de historia y literatura, al
acercarse la primera a las reglas clsicas de las ciencias y ciertos
requerimientos positivistas, y al transformarse la segunda a causa
de experimentos radicales durante los distintos momentos
vanguardistas, y, final-mente, una serie de cambios paradigmticos
de la ciencia (leyes de la relatividad; principio de
incertidumbre), todos ellos relacionados con distintos procesos
inscritos en los horizontes de la modernidad. Hasta qu grado los
cambios de paradigma y las rupturas en las ciencias naturales (en
especial la fsica), la literatura, la lingstica
27 Ibid., p. 00.28 En trabajos recientes, el autor reflexiona en
torno a las relaciones entre los es-tudios historiogrficos y la
narrativa, as como la pintura histrica y, en general, la
representacin plstica de la historia (incluidos monumentos, lugares
sagrados, etc.), adems de los relatos que se producen en el
psicoanlisis como posibilidad de procesar traumas (colectivos en el
caso de la historia) experimentados. La esttica desempea un papel
importante en esas reflexiones.29 Me parece importante recordar que
Thomas S. Kuhn, caracteriz las ciencias naturales como fenmeno
social.
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86 / Silvia Pappe
moderna la semitica, al igual que en las ms diversas teoras,
empe-zando por las que rigen los estudios literarios, han sido,
todos ellos, relevantes para la historia y la historiografa? Cmo
explicamos que esas rupturas, ligadas a la idea de modernidad,
influyen en las transformaciones de los estudios histricos, si en
la propia escritura de la historia hasta la fecha prevalece una
idea ms bien tradicional, conservadora de la narrativa, ligada
estrechamente, como yo creo, a una visin del mundo marcada por el
realismo que encubre la diferencia entre pasado y pasado narrado?0
Ciertamente, como lo demuestran las transformaciones en los mbitos
tericos y las reflexiones crticas de las ciencias, no por la
diferenciacin entre ficcin y no ficcin ni por un supuesto atraso de
la narrativa no europea frente a las narrativas europeas o
estadounidense, ni por un simple pragmatismo inherente al trabajo
realizado en el taller del historiador, independientemente de si se
piensa que la prctica escriturstica es una simple representacin del
pasado o si est ligada a los planteamientos de la propia
investigacin, donde el estudioso forma parte de su propio objeto de
anlisis y se observa e incluye en el proceso de la investigacin.
Esta divisin de los tres mbitos mencionados no basta para explicar
el alcance de esas preguntas; es indispensable distinguir las
continuas referencias a tradiciones, recepciones, circunstancias e
influencias indirectas, y sealar en lo posible sus yuxtaposiciones.
Antes, sin embargo, cabe volver sobre uno de los factores que me
parecen ms relevantes. Hemos visto que los procesos de modernizacin
y, de manera implcita, los momentos de ruptura caractersticos de
esos procesos no se presentan por igual en las dos disciplinas que
parecan tener tantas similitudes en trminos de la narrativa, en
especial durante el siglo xix; tampoco se manifiestan
30 Niklas Luhmann plantea lo significativo que resulta mantener
la distincin (en el sistema de la comunicacin, que es mucho ms
amplio) entre percepcin y comunicacin, aunque ambas sean resultado
de selecciones realizadas: a pesar y justamente porque la
comunicacin ofrece ricas posibilidades para una percepcin
correlativa (Short cuts, op. cit., p. 6).
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Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
87
del mismo modo en las tradiciones historiogrficas basadas en las
relaciones entre construccin disciplinaria, elaboraciones de
historias nacionales, procesos de profesionalizacin, desarrollo de
la academizacin, etctera, ni y esto es muy significativo en las
tradiciones nacionales que causan o sugieren distintas
periodiza-ciones y que por ende se ven sujetas a procesos de
influencias, de imitacin, de proteccin, poco, sobre las que se ha
reflexionados aunque se les haya observado en forma indirecta en la
prctica. As, las relaciones entre historia y literatura y el
supuesto de ciertas races comunes son insuficientes para estudiar
(ya no digamos explicar) de qu manera las transformaciones modernas
suelen influir en las formas respectivas de narrar. Ejemplo de lo
anterior son los estudios realizados en el marco de las tradiciones
especficas de Mxico, donde se destacan, en principio, una serie de
caractersticas, como una narrativa decimo-nnica donde las cercanas
disciplinarias entre historia y literatura se vinculan con el auge
de la novela histrica y, de manera muy sugerente, con la
importancia de la retrica y algunas reflexiones tempranas al
respecto. Sin embargo, la diferencia ms obvia se debe sobre todo a
que los mismos escritores escriben novela, historia, periodismo y
discursos polticos, entre otros gneros uti-lizando estrategias y
escogiendo pblicos distintos. Los estudios histricos se han
centrado ante todo en el anlisis precisamente de autores y obras,
no pocas veces dividiendo los textos de acuerdo
3 Cf. Leticia Algaba, La novela histrica mexicana ante la
crtica, en Literatura sin fronteras. Segundo Congreso Internacional
de Literatura, Mxico, uam, 999, pp. 5-2; de la misma autora, vase
el libro Las licencias del novelista y las mscaras del crtico,
Mxico, uam-Azcapotzalco, 997; de Jos Ortiz Monasterio, Historia y
ficcin, los dramas y novelas de Vicente Riva Palacio, Mxico, uia,
993; un estudio con una introduccin terica extensa presenta la
tesis de doctorado en letras de Margoth Carrillo, Vnculos
historia-ficcin. La novela histrica y la experiencia de Luis Britto
Garca en el contexto latinoamericano, Facultad de Filosofa y
Letras, Mxico, unam, 2003.32 Vase Mara Luna Argudn, La escritura de
la, op. cit., y Jorge Ruedas de la Serna (coord.), La misin del
escritor. Ensayos mexicanos del siglo xix, Mxico, unam, 996.
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88 / Silvia Pappe
con la disciplina a que correspondan (historia y literatura),
aunque pensando en un mismo contexto discursivo. Lo que para
cualquier lector mexicano resulta obvio adquiere un significado
especfico a la luz de otras tradiciones y de sus con-secuencias en
trminos de las yuxtaposiciones mencionadas. Como vimos, las
rupturas en la narrativa literaria que podemos relacionar con la
modernidad, y sobre todo las vanguardias, a mediano plazo tienen
pocas repercusiones en la literatura mexicana y ninguna en la
escritura de la historia (donde, al contrario, se observa un
prolongado predominio del positivismo). El historicismo, por su
parte, influir finalmente ms en la filosofa, como se seala a
continuacin, y (sorprendentemente) no en la teora de la histo-ria.
Si consideramos lo anterior, entonces obtenemos un primer panorama
particular e incluso inconfundible. En otras palabras, es necesario
ampliar las reflexiones hacia el terreno de la recepcin, para lo
cual quiero reconsiderar dos casos que, desde el punto de vista de
la tradicin disciplinaria de la historia en Mxico, me parecen
especialmente significativos. En primer lugar, por su larga
trayectoria e influencia en distin-tos momentos, se encuentra la
lnea alemana, con las siguientes caractersticas: una fuerte
tradicin narrativa en la historia y una serie de reflexiones
tericas tempranas al respecto (el ejemplo ms conocido por su lugar
excepcional es el de Gustav Droysen), adems de las correspondientes
discusiones recientes (anlisis, estudios y debates tericos) que
provienen de historiadores como Hayden White y, de manera mucho ms
reciente, Jrn Rsen (es decir, desde la propia tradicin terica
reflexiva alemana en el segundo caso, y desde fuera de ella en el
primero). Esa misma tradicin, en la literatura, produce novelas
histricas, si bien menos paradigmticas que las de un Walter Scott
en la tradicin escocesa, o de un Vctor Hugo con su manifiesto
romntico o un Alejandro Dumas, en la
33 Vase especialmente los captulos sobre Ranke, Burckhardt y
Marx, en White, Metahistoria, op. cit.
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Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
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francesa. Mucho ms relevantes para el contexto literario alemn
son las rupturas modernas y vanguardistas impuestas por autores
como Kafka y Musil, por slo mencionar a dos autores de lengua
alemana, aunque se encuentren al margen tanto poltico y cultural
como territorial de la tradicin historiogrfica nacionalista.
Regresando a la historiografa, en especial a la tradicin
his-toricista, se puede detectar una recepcin indirecta en el
espacio mexicano, mediada por la filosofa espaola. El exilio en
Mxico de varios filsofos hispanos que traducen al castellano las
obras de historiadores y pensadores alemanes influir
considerablemente en la manera de concebir la historia. Como
muestra el estudio de lvaro Matute, ese modo de ver la historia y
en especial las ideas terico-filosficas sobre la historia alejarn a
los estudiosos de la reflexin sobre la narrativa. Un efecto muy
distinto y, en comparacin con el producido en la narrativa, mucho
menor se observa en la tradicin angloameri-cana (que importa
diferenciar de la inglesa), fenmeno principal-mente debido a dos
circunstancias: por un lado, la narrativa literaria estadounidense
muestra una doble tradicin, religiosa-protestante y popular,
mientras que, por el otro, distintos historiadores de esa
3 El carcter paradigmtico rebasa la produccin de las novelas
histricas propia-mente dicha, tanto en lo que se refiere a las
tradiciones de las literaturas nacionales, como del gnero
discursivo. Produce, adems, un fuerte efecto en los debates
literarios tericos y crticos, y en las reflexiones tericas de ms de
un historiador preocupado por la problemtica de la escritura y la
representacin de los discursos histricos, aun cuando esa discusin
se desarroll en sentido contrario al del debate literario, ya que
opona el inters y la calidad de la escritura de la historia a la
calidad o al inters menor, por decirlo de alguna manera, de la
novela histrica, como muestran las afirmaciones de Ranke en este
sentido.35 Cf. lvaro Matute, Pensamiento historiogrfico mexicano
del siglo xx: la desinte-gracin del positivismo (1911-1935), Mxico,
iih-unam/fce, 999; del mismo autor, El historicismo en Mxico,
Mxico, Paideia/unam 2002. El trabajo de Matute muestra tambin
facetas del recibimiento que mereci la tradicin angloamericana en
Mxico, en especial de Hayden White.36 Cf. Daniel Bell, Zur Auflsung
der Widersprche von Modernitt und Mo-dernismus: Das Beispiel
Amerikas, en Heinrich Meier (ed.), Zur Diagnose der Moderne,
Munich, Piper, 990, pp. 0 y ss.
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90 / Silvia Pappe
nacionalidad tendrn gran aceptacin entre estudiosos mexicanos.
Tal hecho, sin embargo, puede verse ms bien como influencia de unos
individuos en otros o en grupos o generaciones parcializadas, sobre
todo a partir de temas comunes de los estudios histricos. Por otra
parte, llama la atencin que uno de los resultados del balance
ofrecido por Geoffrey Roberts es lo que considera un eclipse de la
narrativa histrica (o, mejor dicho, de la discusin terica en torno
a ella), derivado a su vez de la influencia y el recibi-miento en
Estados Unidos de un gran nmero de corrientes como la Escuela de
los Annales, la historia social, la Nueva Historia Social, diversas
tendencias neomarxistas y el New Historicism, enfoques que el autor
caracteriza como estructuralistas y no-narrativos. Esas corrientes
no slo se ponen de moda, sino que literalmente despla-zan el inters
por la narrativa. La amplia antologa que acompaa el estudio de
Roberts evidencia tambin hasta qu grado algunos de los autores que,
mediante discusiones tericas y filosficas, pre-tenden recuperar o
replantear la importancia de la narrativa frente a la influencia de
esas corrientes frecuentemente pierden de vista la tradicin que uno
supone propia de las prcticas historiogrficas correspondientes. An
ms relevante, sin embargo, es que la amplia acogida de la
historiografa angloamericana entre historiadores mexicanos muestra
ante todo la enorme cantidad de estudios enfocados a temas
mexicanos (los estudios revisionistas sobre la Revolucin mexicana;
la historia social y la historia obrera, entre otros),
37 Cf. Geoffrey Roberts, The History and Narrative Reader,
Londres, Routledge, 200.38 Cf. David LaFrance y Marco Antonio
Velzquez Albo, Siglo xx. La historiografa revisionista, parte II:
Las nuevas tendencias, 2 ed., Mxico, uam-Azcapotzalco, 999
(Cuadernos de posgrado). Algo similar sucede en la historia social
a partir de la tradicin de autores estadounidenses e ingleses
(entre los ms sobresalientes, quizs James Scott, Wallerstein o E.
P. Thompson) cuyo trabajo se enfoca a la historia obrera, a
movimientos sociales, rebeliones, etc., es decir temas cercanos al
de la Revolucin mexicana, o la historia marxista en la tradicin
inglesa (con el ejemplo ms conocido de Eric J. Hobsbawm).
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Perspectivas multidisciplinarias de la narrativa. Una hiptesis /
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independientemente de la tradicin filosfico-terica o incluso
historiogrfica a que se adscriban los autores. Como el nivel de
importancia depende esencialmente de la temtica, no hay de hecho
una recepcin de las discusiones tericas, ni en torno a la narrativa
ni en funcin de las corrientes contrarias. Dicho de otra manera: si
bien los factores ms tericos, como narrativa vinculada con el
proceso de la comprensin, accin humana, realismo histrico, giro
lingstico y estructuralismo, estn en el centro de las discusiones
ms representativas de la tradicin inglesa y angloamericana a partir
de los aos sesenta, es tambin muy evidente que esos debates se
desarrollan en el campo de la teora y la filosofa de la historia
que tiene poca relacin con las prcticas de los historiadores, pues
inclu-so en la propia comunidad de los de nacionalidad
estadounidense tienen influencia desigual, segn el estudio de
Roberts. Ms notable es que esos debates tampoco emprendan un
anlisis ms crtico de las tradiciones narrativas de la literatura,
como por ejemplo tipo de representacin realista que permite
criticar los excesos de la sociedad de Estados Unidos en trminos de
la moral y del capitalismo. Rupturas modernas no aparecen en
ninguna de las dos lneas culturales caracterizadas por Bell; ni la
comprensin protestante del mundo ni el xito de la vida capitalista
se dejan afectar por un modernismo cultural que pretende atacar la
vida pragmtica de fines del siglo xix y principios del xx en ese
pas (burguesa, antiintelectual y antirrevolucionaria, en palabras
de Bell). En ningn momento se pretende romper mediante
expe-rimentos aquel realismo que, como enfoque narrativo, permite
sealar el carcter deshumanizado de la sociedad. Los autores
inte-resados en experimentos literarios y rupturas estticas
modernistas (Henry James, Ezra Pound y T. S. Eliot, entre otros),
por su parte, se trasladan a Europa y participan en los movimientos
literarios locales de vanguardia. Las posibles influencias de sus
trabajos experimentales relacionados con la modernidad y las
rupturas narrativas, as como el inters que ellos revisten para los
debates tericos y la historiografa, no se manifiestan sino hasta el
regreso
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92 / Silvia Pappe
indirecto de esos autores a Estados Unidos a travs de los
tericos europeos en la segunda mitad del siglo xx. Al relacionar
las posibles influencias con los intereses propios, se advierte en
un primer momento que el peso de la recepcin re-cae en una
adaptacin pragmtica de distintos autores en funcin de los temas que
trabajan, independientemente de los debates tericos o de las
corrientes en pugna de uno y de otro lados. Eso, a su vez, permitir
establecer aparentes paralelismos en prcticas historiogrficas
alejadas entre s y cuyos ejes y reflexiones tericas no parecen
tener mucho en comn. As, el problema de la narra-tiva constituye
una problemtica menor para la investigacin, lo cual tendr
consecuencias sobre todo a partir de las traducciones al espaol de
obras como las de Arthur Danto y Hayden White, entre otros. Como
consecuencia, de ello, la tradicin angloamericana ofrece a los
historiadores mexicanos por un lado una salida del positivismo
distinta de un historicismo ms bien filosfico y, por otro, una
salida de una historiografa poltica cerrada, a partir de nuevas
visiones sobre temas conocidos. De eso resulta lo que se conoce
como la primera etapa revisionista. Ofrece, asimismo, elementos de
historia social que tambin se distinguen de la influencia de la
corriente alemana desde Max Weber. En todos esos ejemplos (ejemplos
paradigmticos para la historiografa mexicana?), a la narrativa, en
tanto problema para la teora y la investigacin, corresponde un
papel menor. En este ensayo he querido problematizar tres aspectos
de las observaciones y las experiencias narrativas, ms all de sus
lneas disciplinarias: las posibilidades y los alcances de la teora
narrato-lgica, el papel del realismo en la escritura de la historia
y el de la recepcin y sus nexos con la reflexin sobre la narrativa.
Para ello, he aprovechado un horizonte de modernidad mltiple,
considerando ante todo los momentos de ruptura y su carcter
autorreflexivo.