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425 Chapter 23 Vida y muerte en el puerto de Xcambó, Yucatán: datos arqueológicos, mortuorios y poblacionales Thelma Sierra Sosa, Andrea Cucina, T. Douglas Price, James Burton y Vera Tiesler Introducción Entre los años 1996 y 2000, se desarrolló un extenso proyecto de exploración y restauración arqueológica en el sitio de Xcambó, Yucatán (Sierra 1996, 1997, 1998, 1999a) (véase la Figura 23.1). Dicha investigación y los estudios que le sucedieron, albergan un amplio potencial de información sobre la costa norte de la Península Yucateca, gracias a su enfoque interdisciplinario y a la amplitud y buena preservación de los vestigios encontrados. Las indagaciones coinciden en que el sitio, aunque reducido en extensión, fungió como centro de producción de sal y puerto comercial, el cual se desarrolló durante un largo periodo adquiriendo gran importancia a nivel local, regional y suprarregional durante el Clásico (Jiménez 2002; Sierra 2004a, 2004b). En este capítulo deseamos dar a conocer información global, arqueológica y tafonómica sobre Xcambó y sus pobladores, mucha de la cual no ha sido publicada (véanse también las tesis y monografías de Ceballos 2003; Jiménez 2002; Medrano 2005; Méndez et al. 2009; Sierra 2004b; Wanner et al. 2006). Conjuntamente, los datos nos informan de las condiciones socioculturales y las redes comerciales mantenidas por el lugar a lo largo de su existencia. Esta información se complementa con aquella relacionada a sus residentes, pues con base en la interpretación de más de 600 entierros, reconstruimos el perfil poblacional y las condiciones de vida, salud y nutrición. De igual forma, reconstruimos las prácticas bioculturales y la procedencia geográfica de los habitantes, la cual ha sido investigada a partir de los valores de isótopos de estroncio en los primeros molares. De manera global, la evidencia traza el patrón de movilidad y las filiaciones culturales de aquellos que vivieron y murieron en Xcambó. Consideraciones generales sobre Xcambó Los objetivos académicos iniciales del Proyecto Xcambó correspondieron a la liberación de los edificios más importantes y a la investigación respecto al patrón de asentamiento, arquitectura y secuencia cronológica. En consecuencia a ellos, se realizaron trabajos de restauración de los edificios que constituyen la Plaza Central, así como de los que conforman la Plaza 2, amén de varias unidades residenciales que se encuentran asociadas y un camino blanco o sacbé. Asimismo, se efectuó el levantamiento topográfico y planimétrico de todo el lugar y un programa de excavación de pozos de prueba en todas las estructuras reconocibles en superficie. Como parte del estudio, también se llevó a cabo el levantamiento planimétrico de sitios aledaños como Xtampú, Misnay y Providencia, en donde se efectuaron varios pozos estratigráficos para definir su temporalidad. Los estudios cerámicos resultantes de los primeros análisis, arrojan un marco cronológico que va del periodo Preclásico Medio (ca. 800-300 a.C.) al Clásico Tardío (550-700 d.C.). El apogeo del sitio se dio durante el Clásico Temprano (250-550 d.C.) y el Clásico Tardío (550-700 d.C.), mientras que el abandono del mismo hacia el 700 d.C. Aunque en niveles superficiales se han encontrado materiales del Posclásico Tardío (1100-1543 d.C.), nos parece que sólo indican la eventual presencia de peregrinos depositando ofrendas (Ceballos 2003; Sierra 2004b), como ha sucedido en otros sitios ya abandonados. El análisis continuo y frecuente que se ha realizado hasta el momento, ha confirmado este marco cronológico y, aunque se han presentado pequeños ajustes a nivel de variedad y presencia, la tipología general se ha mantenido como fue originalmente propuesta (Ceballos 2003; Jiménez 2002; Sierra 2004b). La restauración de las estructuras de la Plaza Central, las que conforman la Plaza 2, las seis unidades residenciales y un sacbé, permitieron discernir el tipo de arquitectura local, además de los sistemas y secuencias de construcción, obteniéndose materiales cerámicos, líticos y óseos. Los vestigios muebles, generalmente fueron encontrados en contextos de ofrendas dentro de edificios asociados a entierros o como deshechos en el relleno constructivo; esto permitió, a través de un análisis, determinar las fechas de ocupación, la procedencia de los materiales y la función de las construcciones (Figura 23.2). También se llevaron a cabo estudios de patrón de asentamiento con base, tanto en los planos de Xcambó con sus sacbeob, como en los de las salinas del noroeste del sitio (Xtampú, Misnay y Providencia). Se logró definir así la jerarquía de Xcambó sobre todos ellos, de manera que deducimos que debió controlar un territorio relativamente extenso. Desde el punto de vista arquitectónico, nos encontramos con dos plazas importantes en este pequeño sitio. Alrededor de ellas se concentran numerosas unidades residenciales: la Plaza Central, conformada por diez edificios de carácter público y la Plaza 2, con tres de estos
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Sierra Sosa, Thelma, Andrea Cucina, T. Douglas Price, James H. Burton y Vera Tiesler (2014). Vida y muerte en el puerto de Xcambó, Yucatán: datos arqueológicos, mortuorios y poblacionales.

Apr 09, 2023

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Chapter 23

Vida y muerte en el puerto de Xcambó, Yucatán: datos arqueológicos, mortuorios y poblacionales

Thelma Sierra Sosa, Andrea Cucina, T. Douglas Price, James Burton y Vera Tiesler

Introducción

Entre los años 1996 y 2000, se desarrolló un extenso proyecto de exploración y restauración arqueológica en el sitio de Xcambó, Yucatán (Sierra 1996, 1997, 1998, 1999a) (véase la Figura 23.1). Dicha investigación y los estudios que le sucedieron, albergan un amplio potencial de información sobre la costa norte de la Península Yucateca, gracias a su enfoque interdisciplinario y a la amplitud y buena preservación de los vestigios encontrados. Las indagaciones coinciden en que el sitio, aunque reducido en extensión, fungió como centro de producción de sal y puerto comercial, el cual se desarrolló durante un largo periodo adquiriendo gran importancia a nivel local, regional y suprarregional durante el Clásico (Jiménez 2002; Sierra 2004a, 2004b).

En este capítulo deseamos dar a conocer información global, arqueológica y tafonómica sobre Xcambó y sus pobladores, mucha de la cual no ha sido publicada (véanse también las tesis y monografías de Ceballos 2003; Jiménez 2002; Medrano 2005; Méndez et al. 2009; Sierra 2004b; Wanner et al. 2006). Conjuntamente, los datos nos informan de las condiciones socioculturales y las redes comerciales mantenidas por el lugar a lo largo de su existencia. Esta información se complementa con aquella relacionada a sus residentes, pues con base en la interpretación de más de 600 entierros, reconstruimos el perfil poblacional y las condiciones de vida, salud y nutrición. De igual forma, reconstruimos las prácticas bioculturales y la procedencia geográfica de los habitantes, la cual ha sido investigada a partir de los valores de isótopos de estroncio en los primeros molares. De manera global, la evidencia traza el patrón de movilidad y las filiaciones culturales de aquellos que vivieron y murieron en Xcambó.

Consideraciones generales sobre Xcambó

Los objetivos académicos iniciales del Proyecto Xcambó correspondieron a la liberación de los edificios más importantes y a la investigación respecto al patrón de asentamiento, arquitectura y secuencia cronológica. En consecuencia a ellos, se realizaron trabajos de restauración de los edificios que constituyen la Plaza Central, así como de los que conforman la Plaza 2, amén de varias unidades residenciales que se encuentran asociadas y un camino blanco o sacbé. Asimismo, se efectuó el levantamiento topográfico y planimétrico de todo el lugar y un programa

de excavación de pozos de prueba en todas las estructuras reconocibles en superficie. Como parte del estudio, también se llevó a cabo el levantamiento planimétrico de sitios aledaños como Xtampú, Misnay y Providencia, en donde se efectuaron varios pozos estratigráficos para definir su temporalidad.

Los estudios cerámicos resultantes de los primeros análisis, arrojan un marco cronológico que va del periodo Preclásico Medio (ca. 800-300 a.C.) al Clásico Tardío (550-700 d.C.). El apogeo del sitio se dio durante el Clásico Temprano (250-550 d.C.) y el Clásico Tardío (550-700 d.C.), mientras que el abandono del mismo hacia el 700 d.C. Aunque en niveles superficiales se han encontrado materiales del Posclásico Tardío (1100-1543 d.C.), nos parece que sólo indican la eventual presencia de peregrinos depositando ofrendas (Ceballos 2003; Sierra 2004b), como ha sucedido en otros sitios ya abandonados. El análisis continuo y frecuente que se ha realizado hasta el momento, ha confirmado este marco cronológico y, aunque se han presentado pequeños ajustes a nivel de variedad y presencia, la tipología general se ha mantenido como fue originalmente propuesta (Ceballos 2003; Jiménez 2002; Sierra 2004b).

La restauración de las estructuras de la Plaza Central, las que conforman la Plaza 2, las seis unidades residenciales y un sacbé, permitieron discernir el tipo de arquitectura local, además de los sistemas y secuencias de construcción, obteniéndose materiales cerámicos, líticos y óseos. Los vestigios muebles, generalmente fueron encontrados en contextos de ofrendas dentro de edificios asociados a entierros o como deshechos en el relleno constructivo; esto permitió, a través de un análisis, determinar las fechas de ocupación, la procedencia de los materiales y la función de las construcciones (Figura 23.2). También se llevaron a cabo estudios de patrón de asentamiento con base, tanto en los planos de Xcambó con sus sacbeob, como en los de las salinas del noroeste del sitio (Xtampú, Misnay y Providencia). Se logró definir así la jerarquía de Xcambó sobre todos ellos, de manera que deducimos que debió controlar un territorio relativamente extenso.

Desde el punto de vista arquitectónico, nos encontramos con dos plazas importantes en este pequeño sitio. Alrededor de ellas se concentran numerosas unidades residenciales: la Plaza Central, conformada por diez edificios de carácter público y la Plaza 2, con tres de estos

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Figura 23.1: Mapa de la línea costera al norte de Xcambó y las salinas y la ciénaga que rodea el cimiento artificial del sitio.

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(Figura 23.3). Durante el Clásico Temprano, los edificios de la Plaza Central se levantaron en el estilo conocido como megalítico o izamaleño (Maldonado 1979; Millet y Burgos 2006; Quintal et al. 2004; Sierra 2004b), aludiendo al sitio que durante este periodo controló el noroeste de la península (ver también Covarrubias y Burgos, en este tomo para una descripción de sitios en esta zona). Estos edificios corresponden a basamentos piramidales con cuerpos escalonados en talud, molduras de delantal, esquinas redondeadas y remetidas, escaleras megalíticas, pequeñas escaleras no funcionales, acabados de estuco en capas gruesas y mascarones igualmente estucados (Figura 23.4). Para el Clásico Tardío no desaparece completamente el estilo izamaleño, sino que comienzan a edificarse estructuras con lajas irregulares colocadas horizontalmente y recubiertas de estuco. Este sistema constructivo es bastante común en sitios pequeños de la costa norte de Yucatán, tal como sucede en la mencionada Providencia y San Crisanto.

En lo que se refiere al proceso constructivo, durante el Clásico Temprano se levantó una primera base en forma de gran plataforma, sobre la cual se desplantó todo Xcambó. La identificación de estructuras para este periodo sólo se pudo conocer a partir de la excavación de pozos, por lo que hasta el momento no es posible conocer a detalle la organización espacial. No obstante, a nivel cerámico encontramos ocupación en todo el sitio, a pesar de que el asentamiento creció hacia el sector poniente donde la arquitectura en pie indica la concentración más intensa. El descubrimiento de varias decenas de depósitos artificiales, habla del manejo cuantioso de productos, los cuales parecen haber permanecido poco tiempo en el área para ser redistribuidos a otros lugares.

Figura 23.2: Mapa de Xcambó delineando estructuras, plazas y sacbeob.

Figura 23.3: Vista panorámica de la parte sur de la Plaza Central de Xcambó con el Templo de los

Mascarones (Estr. NE-23, en el centro) y el baño de vapor (Estr. NE-24, a la izquierda).

Figura 23.4: Mascarón de estuco modelado y pintado del Clásico Temprano de la Subestructura NE-23.

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Para el Clásico Tardío se manifiesta un aumento poblacional, proceso que se refleja tanto en la creciente densidad de plataformas como en la construcción de edificios fuera de la gran nivelación, incluyendo basamentos unidos unos con otros. Para estas fechas, los depósitos que anteriormente se hallaban en funcionamiento, se clausuraron y las plataformas que los contenían comenzaron a utilizarse con fines habitacionales. Sobre la mayor parte de las plataformas se elaboraron cimientos de piedra, los cuales sirvieron como desplante para habitaciones de material perecedero. Estas casas se distribuyeron formando patios, abiertos o cerrados, en los que probablemente sus residentes llevaban a cabo labores cotidianas. Al oriente del núcleo se desarrolló un grupo grande de plataformas domésticas con cuartos de mampostería, cuyos muros alcanzaron una altura de 180 cm; estos debieron haber sido habitaciones de gente de alto rango. Cabe agregar que, si bien se rescató una gran cantidad de restos malacológicos en forma de materia prima y en diversos estados de fabricación y desecho, hasta el momento no ha sido posible identificar talleres especializados en donde se desarrollara el proceso completo de fabricación de dichos artefactos. Estos requieren técnicamente una especialización, como lo evidencian los elementos ornamentales, aunque no descartamos la posibilidad de que cada familia, extensa o nuclear, pudiera haber confeccionado útiles y herramientas a nivel doméstico.

Trayectoria, papel social y enlaces comerciales

Xcambó guarda rasgos que caracterizan a un puerto comercial, tales como la amplia presencia de productos no locales y de prestigio (Sierra 1999b, 1999c, 2004b); dichos productos sobresalen en las ofrendas de los más de 600 entierros excavados del sustrato del lugar (Medrano 2005; Sierra 2001). En cuanto a la cerámica, se puede afirmar que procede de múltiples zonas del área maya y más allá como de Veracruz. De la misma manera, la existencia de facilidades para la producción de sal y actividades portuarias, brinda elementos para establecer que existía

una dinámica compleja en el manejo e intercambio de productos, tanto locales como de importación. Lo anterior nos lleva a plantear aspectos más específicos respecto a la dinámica productiva y comercial de Xcambó. Buscamos entender cómo este pequeño sitio, asentado sobre un petén a la orilla de la ciénaga y cercano al mar, pudo jugar un papel en el que se implicaran regiones tan lejanas como la costa del Golfo de México (Campeche, Tabasco y sur de Veracruz), el Petén guatemalteco-campechano y la región de Belice, así como la influencia que sin duda tuvo en su región inmediata (Jiménez 2002).

En conjunto, la información generada indica que durante el Preclásico, Xcambó parece haber sido todavía una aldea cerámicamente integrada al complejo del norte de Yucatán de su época. Los pobladores debieron ser una comunidad local dedicada a la pesca y a la recolección de sal. Esta situación cambió hacia mediados del siglo IV d.C., cuando apareció material cerámico altamente sofisticado que marginó a los materiales tempranos. Seguramente esto significó la llegada de gente del norte de Yucatán al lugar, portadores de materiales locales aunque de mayor sofisticación. Dicha situación pudo deberse a la ubicación estratégica del lugar y al hecho de contar con más de siete manantiales de agua potable a modo de recurso natural. Con una incipiente producción salina y acceso al mar, se llevaron a cabo las primeras obras para adaptar el terreno y se construyeron edificios con un estilo arquitectónico bien definido. Se crearon nuevas áreas para la explotación de sal y se intensificó el uso de las ya existentes. Seguramente esta intensificación sirvió de base para el desarrollo de intercambios con comunidades cada vez más alejadas, pues aprovecharon rutas comerciales, fluviales y terrestres, ya existentes. La dinámica de intercambio de la comunidad se manifiesta cerámicamente a través de materiales de las regiones de Quintana Roo, Belice y el Petén guatemalteco, a lo que hay que agregar piedra verde, basalto, obsidiana y materiales perecederos de los que no tenemos registro. Aunque en un principio pudiéramos considerar el establecimiento de Xcambó por razones económicas, no descartamos la posibilidad de que algún aspecto ideológico-religioso pudiera haber influido en la ubicación del lugar. La construcción de un edificio con mascarones, fue una característica común en diversas partes del área maya en esta época, teniendo como ejemplos los sitios de Acanceh (Quintal et al. 2004), Edzná (Benavides 1997), Izamal (Millet y Burgos 2006), Kohunlich (Franco et al. 1981) y Altun Ha (Pendergast 1981). Aunque hasta el momento no hemos podido diferenciar construcciones habitacionales que puedan sugerir una utilización por parte de grupos hegemónicos dominantes dentro del asentamiento, entre el 250 y el 550 d.C., Xcambó alcanzó gran importancia como puerto administrativo y comercial.

Hacia el 550 d.C. se presentaron cambios en el patrón de asentamiento, en la arquitectura y en las rutas comerciales utilizadas por los habitantes de Xcambó. Las edificaciones del periodo anterior fueron recubiertas por construcciones a base de lajas las cuales, como se dijo antes, estuvieron revestidas por una gruesa capa de estuco; los abundantes

Figura 23.5: Vista general del Pozo 8 de la Estr. NE-19 que muestra las dos fases de ocupación y un detalle

de contenedores circulares cubiertas en la fase tardía de ocupación.

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depósitos fueron tapados en ese momento (Figura 23.5). En el lado este del sitio se construyó un pequeño centro administrativo-religioso (Plaza 2), que sirvió como centro de una serie de grandes plataformas habitacionales. El hecho de haber cubierto los mascarones en el edificio NE-23, podría indicar un cambio en la ideología o en el programa iconográfico del sitio. A nivel comercial se integraron

nuevas rutas orientándose hacia la Costa del Golfo, a pesar de que las rutas del Clásico Temprano continuaron utilizándose. Esto refleja tanto el mantenimiento como el incremento del poder y por lo tanto la influencia del sitio en nuevas regiones; es posible que por esta razón aparecieran en Xcambó materiales cerámicos procedentes de lugares tan lejanos como el sur de Veracruz (figuras 23.6-23.7).

Figura 23.6: Distribución de la cerámica durante el Clásico Temprano (A.D. 250-550): complejo cerámico Xtampú (Ceballos 2003).

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Un aspecto interesante de los cambios que se dieron en este periodo, fue el abandono de los depósitos subterráneos que se utilizaron intensamente durante el Clásico Temprano, pues no parece lógico que se hayan sellado habiendo aumentado el intercambio (Figura 23.5). En este punto sugerimos la posible existencia de trojes colocados sobre pilotes en superficie. No obstante, esta posibilidad infraestructural constituye una alternativa para almacenar materiales que no puede probarse arqueológicamente. El análisis de este aspecto rebasa los objetivos del presente escrito, pero queda abierto para futuras investigaciones.1

Es probable que para esta fase de ocupación, la población haya alcanzado 1,800 habitantes, lo cual se refleja en la cantidad de entierros rescatados para este periodo. Aunque el espacio de Xcambó, en el que al parecer habitaron personas no productoras de alimentos, es relativamente pequeño, hay que recordar que los sitios prehispánicos tenían un área de control donde se obtenía el sustento alimenticio para sostener a quienes se dedicaban a actividades distintas a la producción básica. No descartamos la posibilidad de que parte de los mismos fueran parte del intercambio, sobre todo con sitios cercanos tierra adentro.

Además de manejar productos utilitarios como obsidiana, basalto, cacao, pieles, mantas, algodón y miel, entre otros,

1 Recordemos los trabajos de Puleston (1971) acerca de la posibilidad de que los chultunes hayan sido utilizados como depósitos, principalmente para semillas.

Figura 23.7: Distribución de la cerámica durante el Clásico Tardío: complejos cerámicos Grijalva, Canbalam, Cehpech y Tepeu I (Jiménez 2002).

Figura 23.8: Figurilla encontrada en Xcambó que por su posición orante se piensa que es proveniente del

sur de Veracruz.

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el comercio a larga distancia debió haber incluido objetos de lujo para ser utilizados por los grupos en el poder, tanto para vestimentas como para adornos personales. En este sentido Xcambó mantuvo una importante cantidad de materiales de este tipo, principalmente alfarería polícroma como vasijas y figurillas de terracota de la tradición del sur del Golfo de México; éstas, de acuerdo a algunos estudiosos con quienes coincidimos, eran transportadas no como bienes de mercadería, sino como íconos que pudieron representar al linaje de comerciantes (figuras 23.8-23.9).

En este sentido tenemos a la isla de Jaina, ubicada en la costa del actual estado de Campeche, donde cientos de figurillas fueron depositadas como ofrendas funerarias. Aparte de sus funciones residenciales y administrativas, Jaina se considera una necrópolis donde los mercaderes y sus familias eran inhumados (Agustín Peña, comunicación personal 2011). A lo anterior hay que añadir que aunque la ruta de circunnavegación rodeaba la península, las figurillas arriba descritas se encuentran distribuidas arqueológicamente hasta Xcambó, ausentándose completamente en el resto de la costa norte de Yucatán y costa oriental.

Uno de los aspectos más controvertidos desde que se inició el Proyecto Xcambó, es su carácter de “puerto.” En la literatura se ha utilizado el modelo de “puerto de intercambio” de Polanyi y sus colegas (1957), el cual – a partir de investigaciones en el viejo mundo – establece que existen lugares neutrales rodeados por entidades poderosas que pueden o no estar en conflicto. Según este esquema, el “puerto de intercambio” se convierte en un lugar en donde

Figura 23.9: Entierro 4 de la Estructura NE-21 en la Plaza Central, con dos figurillas asociadas.

las potencias pueden comerciar de manera pacífica. Es importante mencionar que el puerto mismo no manejaba productos, sino que servía como área neutral y punto de salida para los productos de las mencionadas potencias (Polanyi et al. 1957). Al contrastar dicho modelo con lo que conocemos de Xcambó, podemos decir que no se cumplen casi ninguna de las características del “puerto de intercambio.” En nuestro caso no tenemos datos que nos indiquen, para el Clásico Temprano o Tardío, la existencia de grandes entidades que rodearan a Xcambó y, menos aún, que estuvieran en conflicto. Además, tal parece que este sitio llevaba a cabo su actividad comercial de manera autónoma, pudiendo inclusive decidir qué materiales redistribuir y cuáles retener con fines ideológicos. Cabe preguntarse por lo tanto, cuál fue la naturaleza de los posibles contactos con Izamal durante el Clásico Temprano, pues el lugar presenta una clara afiliación arquitectónica con dicho centro. Esto podría significar un control sobre Xcambó, una relación pacífica de tipo comercial o la adaptación local de un estilo “de moda,” sin implicar un contacto directo con la urbe. Un argumento para estas interrogantes, pudiera ser el hecho de que no se han encontrado materiales cerámicos procedentes de Izamal en Xcambó. Esto nos lleva a inclinarnos por la última opción, pues un intercambio o contacto directo, de la naturaleza que fuere, debería haberse manifestado en ambos sitios.

Regresando a la presencia de alfarería foránea de alta calidad en Xcambó, existen al menos dos posibilidades. Por un lado, las rutas comerciales de larga distancia transitadas por comerciantes locales hasta su destino final, debieron haber supuesto un largo recorrido. Pensamos que esto ocurrió en el sur de Veracruz, en donde las travesías requerían de una infraestructura compleja, como contar con lugares de descanso, acuerdos para atravesar territorios y otras medidas para garantizar la seguridad y la realización de transportes. Recordemos que los testimonios de los primeros europeos que llegaron a Tenochtitlan, describen viajes hasta de un año, transitando desde el Altiplano Central hasta Tuxtepec en el actual estado de Oaxaca (Villegas 2010). Las fuentes aluden a este tipo de estructura de desplazamiento como el tiempo mínimo necesario para llevar a cabo la empresa exitosamente. No obstante, respecto al puerto de Xcambó, al que no consideramos un lugar dotado de una dinámica bélica, el trayecto de los comerciantes debió ser más fácil.

La segunda opción tiene que ver con el traslado de materiales a través de todas las rutas regionales cortas, de modo que la existencia de mercancía foránea en Xcambó (por ejemplo del Petén) no hubiera implicado el contacto directo de los lugareños con regiones lejanas. Lo mismo podemos decir de la ruta del Golfo en donde los grupos de comerciantes, conocidos en el Clásico Tardío como putunes o mayas chontales, llevaban a cabo el movimiento de los materiales. Esto se realizaba siempre cerca a la costa y muy probablemente deteniéndose en lugares específicos para llevar a cabo sus actividades; tal fue el caso de Jaina, Champotón, Laguna de Términos, Jonuta

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o Comalcalco. En este punto de la investigación, no podemos acertar una de las opciones arriba discutidas ya que nuestras indagaciones, al menos en el lado del Golfo, denotan la existencia de una tradición de navegantes que nos sugiere un incipiente monopolio en el transporte. Aun así, la presencia de figurillas asociadas a estos grupos en Xcambó, no nos permite descartar rutas independientes para la gente local (Figura 23.9). Retomaremos esta discusión más adelante, al hablar de las procedencias geográficas de los habitantes de Xcambó.

En resumen, los resultados arriba señalados manifiestan que en la costa noroeste de la península de Yucatán existió, entre los siglos IV y VII, un pequeño asentamiento que desde su origen aldeano en el Preclásico, aprovechó un reducido espacio con acceso al agua potable. Ahí se desarrolló la explotación de la sal, actividad que seguramente fortaleció su posición en la red social de la

región, tanto para con sus relaciones tierra adentro como para con aquellas hacia el mar. Esto lo convirtió en uno de los puertos comerciales más exitosos en el área maya de esos tiempos. El hallazgo de cuantiosos entierros, mismos que se excavaron sistemáticamente, ha constituido una inagotable fuente de información, pues nos ha permitido combinar datos arqueológicos convencionales con aquellos sobre la población lugareña, cuestiones que abarcaremos en los apartados siguientes.

Costumbres funerarias y patrón de enterramiento2

Durante los trabajos de excavación realizados en Xcambó se recuperaron más de 500 entierros, además de cráneos colocados como ofrendas y restos humanos aislados que aparecieron en los rellenos del sitio (Figura 23.10).3 De los contextos con restos humanos, sólo se consideraron para el presente estudio los restos primarios, pues fueron los que en su mayoría no sufrieron disturbios o manipulaciones posmortem como los otros; por ende son los más confiables.

La conservación de la muestra esquelética fue buena en general y hoy constituye una de las más amplias del área maya (Medrano 2005; Tiesler 2003). La muestra total del sitio consiste en 605 osamentas de las cuales 417 resultaron entierros manipulados por diversos factores, tales como la reutilización de los espacios por factores extrínsecos, así como tratamientos de orden extrafunerario; de ellos, 188 individuos resultaron ser entierros no perturbados. El 29.7% de los individuos (N=56) de la muestra, así contabilizada, resultaron ser individuos infantiles y el 70.2% adultos (N=132; también véase la Tabla 23.1). Para la discusión de los cánones funerarios locales y su distribución dentro de Xcambó, el sitio fue dividido en cuatro segmentos de acuerdo a sus características arquitectónicas: asentamiento central, ceremonial administrativo, periférico este y periférico oeste. La mayor parte de los entierros se concentró en el área central con 73.5% del total de individuos (N=414), seguido por el área periférica oeste con 13.7% de ellos (N=77 individuos), el área ceremonial administrativa con 10.7% (N=60) y la periférica este con 2.1% (N=12). Los individuos restantes no pudieron ubicarse claramente dentro de los sectores.

Preservación y diagénesis

En general, el porcentaje de conservación es homogéneo en ambos sexos e independiente del rango de edad. Por lo tanto, pensamos que fenómenos intrínsecos (esto es, la constitución morfológica ósea individual) como el sexo, influyeron, pero no de manera determinante en la

2 Sobre este tema nos basamos principalmente en la información proporcionada por Medrano (2005). 3 Los cráneos fueron depositados en los edificios centrales del sitio, evidenciando un tipo de ritual extra funerario. Este hecho ha sido frecuentemente interpretado como forma de sacrificio por decapitación (Welsh 1988), sin embargo después del análisis, no se demostró presencia de cortes o huellas de impacto que serían las marcas culturales que corroboran dicha posición, sino más bien pudieron haber sido utilizados como ofrenda o dedicación de edificios o para conmemorar algún suceso asociado a ritual de “comienzo” o “terminación” (Chase y Chase 2004; Lucero 2002; Pereira 1997).

Figura 23.10: Entierros in situ, Xcambó, Yucatán.

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conservación de las osamentas. Es más probable que el estado de conservación se haya debido a fenómenos extrínsecos.

En primer lugar tenemos el suelo, pues Xcambó presenta uno de tipo mineral (compuesto principalmente de arena, limo y arcilla), químicamente conformado de calcita y, en menor proporción, de aragonita, cuarzo y halatita (sal común). Estos compuestos provienen de una atmósfera salina dado que Xcambó se encuentra en la costa. Parece que el suelo alcalino ayudó a la conservación en el área. El análisis realizado en los huesos mostró una alta congestión de impurezas, es decir, parte del hueso fue sustituido por partículas del suelo, lo cual es resultado de un proceso de mineralización que permitió la conservación ósea de manera uniforme que se encuentra en el sitio (Canto 2003; Canto et al. 2004). En segundo lugar, las plantas provocaron remoción de huesos en los entierros del sitio y en muchos casos las raíces penetraron en ellos provocando fracturas; las extremidades fueron las más afectadas de todas las partes de los restos esqueléticos. Como tercer factor, la fauna es responsable de los cambios más obvios en los huesos, pues estos presentan fracturas y otras alteraciones, principalmente en las extremidades de los restos. Finalmente en cuarto lugar, el tiempo de enterramiento no mostró diferencias de conservación entre los periodos Clásico Temprano y

AGE d”(x) l(x) q(x) L(x) e(x) C(x) FB(x)0 37 100.00 0.107 0.947 25.85 0.037 0.0001 30 89.34 0.098 0.850 27.87 0.033 0.0002 13 80.58 0.046 0.787 29.85 0.030 0.0003 13 76.84 0.048 0.750 30.28 0.029 0.0004 11 73.12 0.044 0.715 30.79 0.028 0.0005 18 69.90 0.074 3.367 31.19 0.130 0.00010 17 64.76 0.077 3.114 28.46 0.120 0.00015 20 59.79 0.097 2.844 25.62 0.110 0.04120 15 53.96 0.082 2.588 23.12 0.100 0.11225 18 49.56 0.108 2.344 19.95 0.091 0.11230 24 44.20 0.158 2.035 17.07 0.079 0.09135 25 37.19 0.194 1.679 14.81 0.065 0.06340 21 29.96 0.203 1.346 12.79 0.052 0.02645 22 23.87 0.271 1.032 10.41 0.040 0.00550 22 17.41 0.365 0.712 8.35 0.028 0.00055 17 11.06 0.439 0.432 6.70 0.017 0.00060 10 6.20 0.500 0.233 5.00 0.009 0.00065 10 3.10 1.000 0.078 2.50 0.003 0.000TOTAL: 351

Tasa de nacimiento crudo = 0.0387 (r = 0.000)Tasa de mortalidad cruda = 0.0387 r = 0.000)Reproducción neta por mujer = 1.000 (hijas/mujer)Tamaño familiar promedio (solo descendencia) = 3.35Edad promedia de adultos vivos = 31.96Edad promedia de toda la población = 21.80

Tabla 23.1: Tabla de vida de la población de Xcambó durante el Clásico Tardío, asumiendo ningún crecimiento poblacional, con r = 0.000 (Tiesler et al. 2005).

Figura 23.11: Dibujo en planta y corte de entierro infantil en urna, Estructura NE-2, Xcambó, Yucatán.

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Clásico Tardío pero, al comparar los segmentos óseos, los del Clásico Temprano estuvieron ligeramente mejor preservados, quizá porque los del Clásico Tardío estuvieron más expuestos a la superficie.

Preparación y uso de mortajas

Respecto a las prácticas funerarias del cadáver antes de ser inhumado, se ha podido discernir que en Xcambó existía el uso de mortaja (envoltorios apretados o sostenes blandos), la aplicación de pigmento rojo y la introducción de cuerpos dentro de las urnas (Bolio 2009; Cervera et al. 2009; Medrano 2005). La valoración tafonómica confirma el uso local de mortaja en sólo seis individuos (todos de edad adulta), siendo tres de sexo masculino, dos de sexo femenino y uno de sexo no identificable. Yacían en posición dorsal extendida con los pies cruzados y fueron ubicados en el área central (Medrano 2005). Igualmente, se observaron los efectos de constricción en individuos depositados en posición sedente. Esto implica que cayeron por efecto de la gravedad (Duday 1997), debido al bulto mortuorio que lo protegía lo mantuvo en la posición con tierra. Hay que considerar el uso de mortaja con reserva, pues la mayoría de los entierros fueron depositados directamente dentro de la tierra, lo cual es considerado uno de los principales factores de constricción, sobre todo si se trató de un espacio reducido y angosto; éste actuó presionando la osamenta como si se tratara de una mortaja muy ajustada; aunque no ha sido muy documentado a nivel arqueológico, esto se ha referido en sitios como Calakmul (Carrasco 2004).

Urnas funerarias

En los territorios que comprenden el área maya y mesoamericana, las urnas sirvieron como vehículos para transportar el cuerpo y depositarlo donde debía reposar. Se introducía y se acomodaba al individuo en este recipiente, en posiciones que pueden describirse en todos los casos como sedentes. En Xcambó se identificaron seis de estos vehículos (todos ellos de infantes), localizados en el área ceremonial administrativa (Cervera et al. 2009; Medrano 2005) (Figura 23.11).

Aplicación de pigmento rojo

La aplicación del pigmento rojo fue una característica muy común en las costumbres funerarias mayas y ha sido considerada un marcador de status social (Ruz 1991). Los análisis de la muestra ósea de Xcambó revelaron que el pigmento rojo era hematita con un 11.1% de cinabrio (Medrano 2005). De acuerdo con los resultados, 78 individuos (13.8% del total) presentaron pigmento rojo, mismo que comenzó a utilizarse durante el Clásico Temprano en 14.2% de los casos. Esta costumbre continuó hasta el Clásico Tardío en 13.2% de las situaciones, lo que constata uniformidad en los dos periodos. Sin embargo, el uso de este pigmento predomina entre los adultos, principalmente de sexo femenino y se usó tanto en neonatos como en personas seniles de manera indiscriminada. Debemos agregar que la característica en cuestión estuvo presente en los entierros de los asentamientos periférico oeste, central y ceremonial. Los individuos con pigmento rojo pertenecían a entierros predominantemente de tipo primario (Bolio 2009). La sustancia identificada en prácticamente todos los casos fue la hematita, material que aparentemente sirvió a los xcamboenses como sustituto del preciado cinabrio, que tuvo que ser importado de las tierras altas y que encontró su uso primordial en la pigmentación de los difuntos jerarcas de los grandes centros mayas tierra dentro, tanto durante el Clásico Temprano como para el Clásico Tardío.

Número de individuos

Se excavaron 514 espacios de enterramiento en total, de los cuales 90% (N=482 individuos) fueron utilizados sólo por un personaje y 6% de los casos (N=32), por más de uno (entre dos y cuatro). Sobresale un caso de entierro múltiple simultáneo, pues dos personas (un adulto y un adolescente) fueron depositadas al mismo tiempo (Figura 23.12). El resto de los espacios múltiples se ocupaba de manera sucesiva, lo que implica que el lugar fue reabierto para introducir cadáveres continuamente, perturbando los restos previamente introducidos (Figura 23.10).

Entierros primarios

De acuerdo a su relación anatómica, los entierros pueden ser primarios (es decir, permanecieron en su espacio sepulcral original y por lo tanto están articulados; véase Duday 1997) o secundarios (denotando la recolocación

Figura 23.12: Dibujo en planta de un entierro doble simultáneo, Entierro 29, Estr. NE-2, Xcambó, Yucatán.

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previa de los restos ya esquelitizados a otro lugar destinado para fines funerarios). De los entierros primarios registrados, 36% (N=150) fueron infantiles y 64% (N=267) adultos; estas cifras son proporcionales al total de los individuos. La deposición primaria estaba generalizada tanto en hombres como en mujeres. Este tipo de entierro estuvo distribuido en el sitio de la siguiente manera: 15.3% (N=64) en el asentamiento periférico oeste, 1.4% (N=6) en el asentamiento periférico este, 72.4% (N=302) en el asentamiento central y 10.8% (N=45) en el asentamiento ceremonial administrativo.

Entierros secundarios

Los entierros secundarios son aquellos que no guardan relación anatómica alguna, debido a las conductas de remoción y reubicación (Duday 1997). Se registró un total de 127 contextos individuales de este tipo, de los cuales 36.2% (N=46) fueron infantiles y 63.8% (N=81) adultos. En cuanto al sexo, 64.4% (N=29) fueron masculinos y 35.6% (N=16) femeninos. Su presencia fue homogénea en todas las áreas del sitio, no obstante, debido a la excavación extensiva en zonas como el asentamiento central y el ceremonial administrativo, los entierros secundarios aparecen ahí de manera más numerosa.

En cuanto a los entierros múltiples secundarios, es probable que pudieran haberse tratado de depósitos sucesivos de osamentas reducidas o reubicadas. Esto parece ser el caso del basamento NE-34, donde se excavaron 32 individuos colocados en diferentes niveles; el estrato estaba integrado por las secciones de numerosos depósitos circulares que fueron remodelados en diferentes etapas del periodo Clásico Temprano. Estos se aprovecharon como vehículos funerarios, aunque varios debieron haber sido desmantelados para tal efecto.

Es interesante notar que en otros sitios mayas como Caracol, Belice, los entierros secundarios han sido interpretados como una expresión de funeral doble, donde los restos humanos eran tratados en dos episodios y el entierro final ocurría con frecuencia mucho tiempo después de la muerte del individuo (Chase y Chase 2004; Tiesler 2004). También hay que tomar en cuenta que podrían reflejar el escenario de marinos y comerciantes que morían y eran enterrados fuera del sitio y una vez concluido el proceso de esqueletización, eran regresados a su sitio de origen ya desarticulados (De la Garza 1997:25). De igual forma, debe notarse que no existen diferencias de ubicación entre los entierros primarios y secundarios, pero sí es notoria la diferencia en el número de entierros secundarios durante el Clásico Temprano y el Tardío, siendo más frecuentes en el último periodo. Es probable que ello se debiera al aumento poblacional y a la necesidad de crear nuevos espacios, provocando la remoción de los entierros.

Arquitectura funeraria

Aparte de los entierros sencillos con o sin protección, las únicas evidencias de arquitectura funeraria en el sitio de

Xcambó, de acuerdo a la categoría de Ruz (1991), fueron cistas y fosas. De las 26 cistas registradas, el 88.5% (N=26) contuvo entierros primarios y el 11% (N=3) secundarios. El 66.7% (N=12) correspondió a entierros masculinos y el 6% (N=6) a femeninos, concentrándose la mayor parte de las cistas en el asentamiento central en un 57.7% (N=15); un 30.8% (N=8) se ubicó en el asentamiento ceremonial administrativo; el 7.7% (N=2) en el periférico este y el 3.8% (N=1) en el oeste. Correspondientes al Clásico Temprano se excavaron ahí 8 cistas y, pertinentes del Clásico Tardío, 18 más. Las fosas – alrededor de 14 en total – contuvieron el 90% de los entierros primarios y los restantes fueron secundarios. Entre ellos se encontró un 80% de entierros masculinos y un 20% de femeninos. Es importante mencionar que no se excavaron fosas fechadas para el Clásico Temprano en ninguna parte del sitio.

Con lo arriba señalado, queda patente que el uso de cistas, fosas o cámaras, no fue muy difundido dentro del sitio de Xcambó en comparación con los pozos sencillos. Este aspecto sorprende, debido a la abundancia de ofrendas funerarias que el sitio contenía y ante la distribución de la arquitectura funeraria del Clásico en la península yucateca y en las tierras bajas centrales y altas (Ciudad 2003:93; Welsh 1988). Debido a su morfología, algunos materiales utilizados en los contenedores mortuorios xcamboenses, sólo sirvieron para delimitar el espacio a través de un alineamiento de piedras donde iba a reposar el cuerpo. Por esta razón, Houston y sus colegas (2003:124) clasifican este tipo de arquitectura dentro de los rangos de enterramiento más humildes en el sitio de Piedras Negras. En vez de preparar los fondos de los contenedores, en Xcambó se optó por depositarlos de manera directa, es decir, en un espacio rellenado; de este modo se registraron 488 individuos (88.7% del total evaluable) que fueron emplazados directamente en la tierra, algunos de ellos “protegidos,” al ser cubiertos con un plato o cajete (Ayala 2007).

Posición anatómica

Por último, pudo observarse la posición original del cuerpo en el 90.9% (N=379) de los individuos de entierros primarios. La posición que predominó fue la de decúbito dorsal extendida, en más de la mitad de los casos (N=207). Esta posición, empleada tanto en el Clásico Temprano (N=43) como en el Tardío (N=161), se siguió en infantes en un 35.6% (N=73) y en adultos en un 37.3%; el factor sexo se presentó igualmente de manera homogénea. Este modelo ha sido documentado por Welsh (1988) en sitios como Dzibilchaltún, Piedras Negras, Toniná, Baking Pot, Barton Ramie y Altun Ha.

Otras posiciones menos frecuentes, corresponden a la de decúbito lateral derecho flexionado (N=14), sedente (N=41), decúbito lateral izquierdo flexionado (N=10) y decúbito dorsal flexionado (N=103). La frecuencia de los entierros directos depositados en posición decúbito dorsal extendida, arroja discrepancias en comparación a otros sitios costeros del Clásico como El Cayo (Glassman

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1995) o Jaina (López y Serrano 1997:153), donde el enterramiento fue predominantemente flexionado. Las posiciones menos frecuentes corresponden al decúbito lateral derecho extendido y al decúbito lateral izquierdo extendido (N=4).

Es interesante notar que hay una ligera diferencia en la posición de las extremidades por temporalidad, pues para el Clásico Tardío disminuyen las extendidas y se incrementa la posición flexionada; el sexo no fue un factor determinante en la posición de las extremidades y la posición extendida fue utilizada en la misma medida entre individuos infantes y adultos.

Consideraciones generales

Después de reflexionar acerca de los datos obtenidos, podemos concluir que en Xcambó hay una relativa abundancia en los ajuares funerarios y que a la vez se expresa un patrón algo homogéneo, al no haber indicios de claras diferencias entre sectores sociales reflejados en los cuidados fúnebres. Cabe señalar que esta uniformidad a la hora de la muerte difiere notablemente de los sitios mayas coetáneos de mayor centralidad y tamaño (Dzibilchaltún, Altun Ha, Tikal y Uaxactún); estos presentan una importante jerarquización en la inversión de recursos humanos y materiales para los tratamientos póstumos del cuerpo y respecto a la ofrenda y la arquitectura funeraria, tal como demuestran los resultados de Ruz (1991) y Welsh (1988) en la región. Sus registros mortuorios evidencian, al igual que otros vestigios materiales, la presencia de un sector privilegiado y una cúpula social apartada del resto de la sociedad (Welsh 1988:17-18).

Este patrón ha sido documentado en el sitio de Tikal (Haviland 1997), donde el autor halló una tajante diferenciación en las prácticas mortuorias, no sólo entre el complejo funerario de distintos sectores sociales, sino también dentro de los mismos grupos de la antigua élite. Se ha propuesto que este tipo de variabilidad debería manifestarse en menor grado en sitios regionales cuya población no estaba jerarquizada. De hecho, Xcambó parece ajustarse a este último patrón, ya que si bien existen diferencias en cuanto a los tipos de tratamientos particulares del cadáver, estos no parecen responder a una condición de jerarquía social interior propiamente dicha, sino que expresan mayormente predilecciones familiares y consideraciones “egocéntricas,” tal como lo han demostrado los resultados estadísticos. Estos datos implican que el ritual mortuorio no expresó tanto los roles asignados exclusivamente por la sociedad (“sociocéntricos”), sino características de la “persona social” y el papel que desempeñaba frente a ella (Binford 1971). Por otro lado, los períodos de transición del sitio no se expresan en los tratamientos póstumos, debido a que mantiene una continuidad del Clásico Temprano al Clásico Tardío. El modelo existente en Xcambó no se asemeja, por tanto, a otros sitios mayas más céntricos durante el Clásico.

La población funeraria

La información general que en seguida se reseña, deriva principalmente de los reportes bioarqueológicos (reunidos en Tiesler 2003), complementados con los datos más específicos, comunicados en tesis, monografías, artículos y ponencias (Cucina 2011; Tiesler y Cucina 2010; Tiesler et al. 2002, 2005, 2010) y en tesis de licenciatura y maestría (Cetina 2003; Chi 2006; Corona 2005; Méndez et al. 2009; Perera 2009; Reyes 2007; Suzuki 2008; Wanner 2003).

Distribución de sexo y edad (demografía)

La muestra total de los estudios esqueléticos está compuesta de 538 osamentas adultas, adolescentes, infantiles y neonatales. Desglosada según la edad, la muestra evidencia 8 neonatos y 168 individuos infantiles. Unos 49 individuos tuvieron entre diez y veinte años, en tanto que 79 se ubicaron en la tercera o cuarta década de vida. Unos 111 fueron mayores a esta edad y 30 de ellos rebasaron los 60 años en la determinación cronológica.

Entre los adultos y subadultos a quienes se les podría determinar el sexo (N=310), 171 son probablemente masculinos, con un promedio de 37.3 años de edad. Hay 139 individuos de probable sexo femenino, que constituyen una minoría de la muestra (44.8 %) a la que se le podría determinar el sexo; estos presentaron un promedio de 41.6 años al fallecer, siendo ligeramente mayor al de los hombres. Desglosado cronológicamente, es interesante notar que la predominancia masculina fue más fuerte en la muestra del Clásico Temprano (60.9% de un total de 46 individuos masculinos). Para el Clásico Tardío sólo 53.8% de la muestra (N=221) fueron hombres, indicando una relación más equilibrada entre los sexos en esta última fase del asentamiento. Importa recalcar que, al considerar a los adultos a quienes se les podría determinar el sexo con huesos iliacos evaluables, desaparece la discrepancia porcentual entre los sexos (Tiesler et al. 2005), razón por la cual pensamos que la aparente predominancia masculina se debe a una cuestión metodológica.

La bio-complexión entre los esqueletos masculinos va de media (asténica) a muy robusta, en tanto que las mujeres tienden a una constitución física grácil. Es característica la elevada manifestación de marcas ocupacionales en la población masculina, a diferencia de la femenina, tales como la osificación de los ligamentos tendinosos en las áreas de inserción del calcáneo, olécrano y claviculares, así como la expresión de la fosa trocantérica y las facetas supernumerarias en tibia y fémur. Tanto mujeres como hombres presentan húmeros más robustos que otras poblaciones prehispánicas. En la población masculina de los lugareños se nota un decremento en robustez hacia el Clásico Tardío, cambio que puede interpretarse como un patrón de actividad reducido, tendencia que debe encontrar su razón de ser en el giro hacia actividades puramente administrativas en los años del auge económico de Xcambó (Wanner 2003; Wanner et al. 2006).

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Un 78.1% de las mujeres evaluables respecto a las “marcas de parto,” las presentaron en forma de surco pre-auricular y/o en el área atrás de la sínfisis púbica. Es interesante notar que hay una relación positiva entre la edad de las mujeres y las marcas “de parto,” ya que aquellas que no las presentan promedian 33.6 años de edad, en tanto de aquellas que las ostentan, marcan una edad promedio mayor a 47.2 años. Los hundimientos característicos comienzan a manifestarse en las pelvis femeninas a partir de la tercera década de vida, coincidiendo con la edad casadera y la del primer parto. Sólo en un caso se manifiesta en una mujer más joven, cuya edad se calculó entre los 15 y los 20 años (NE17/E.4).

En conjunto, los grupos de edad ofrecen una primera aproximación paleodemográfica (Tabla 23.1). El perfil general muestra una alta mortalidad infantil; el 11% de la población falleció antes de llegar al año de edad y la mortalidad proporcional continuó elevada en los siguientes dos años de vida. La condición indica un elevado nivel de estrés fisiológico, pese a la buena alimentación que prevalecía en Xcambó, situación que llegó a cobrar la vida de los grupos de edad más desprotegidos inmunológicamente (perinatales e infantes después de su destete; véase también Cetina 2003; Méndez et al. 2009; Reyes 2007; Suzuki 2008). La mortalidad general disminuyó hasta llegar a 10% entre los grupos de edad (de diez años c/u) mayores a los diez años. La distribución resultante, en la curva

hipotética de sobrevivientes por grupos de edad adulta, señala un perfil homogéneo después de la edad infantil que llega a edades mayores a los 50 años en una proporción importante, a diferencia de otras muestras mesoamericanas prehispánicas. Naturalmente, esta distribución no sólo expresa la esperanza de vida antigua, sino también una función directa del crecimiento poblacional, condición que sólo podemos abarcar hipotéticamente (véase también Tiesler et al. 2005).

En la comparación entre sexos, es interesante notar importantes diferencias en cuanto a los perfiles de mortalidad y sobrevivencia adulta (Tabla 23.1). En los grupos de edad menores a los treinta años, hay una mayor mortalidad femenina coincidente con el inicio de la edad reproductiva, lo que refleja las tendencias demográficas esperadas. En los grupos mayores se invierte la tendencia con una mayor sobrevivencia porcentual femenina hasta llegar a edades mayores a los 45 años. Esto implica una mayor población de mujeres de edades avanzadas, situación igualmente esperada según los cánones demográficos establecidos en la literatura. Naturalmente, no sabemos si esta dinámica paleodemográfica realmente refleja mortalidades diferenciales o es el producto de dinámicas particulares de inmigración o emigración de cada género.

Aunque la distribución general de las edades de la población funeraria de Xcambó manifieste una curva

Figura 23.13: Frecuencias de caries por sexo y periodo entre los adultos de Xcambó, Yucatán.

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demográfica factible, hay discrepancias importantes con las distribuciones por grupos de edad encontrados. En la población funeraria, los grupos de adultos maduros aparecen sobre representados, en tanto que el porcentaje de individuos entre 25 y 40 años aparece reducido, coincidente con las edades productiva y reproductivas. En conjunto, los resultados permiten reconstruir varios escenarios. En primer lugar, la muestra de Xcambó podría no ser representativa de la población viviente por motivos de su movilidad general (migración), aunque por las tendencias observadas no pensamos que ésta haya afectado distintivamente a sus habitantes. También habrá que evaluar esta posibilidad en términos del crecimiento o la disminución demográfica interna, sobre todo para la última fase de ocupación. Una posibilidad contraria se abre al tomar en cuenta el excelente estado de conservación de la presente muestra, la cual sugiere que al menos en un principio, las condiciones poblacionales parecen mejores a las de muchos otros sitios de la región y época.

Comentarios generales de condiciones de vida y salud

La salud y las condiciones de vida de una población son el producto de la compleja interacción entre el contexto socio-económico, la cultura, el medioambiente y los recursos disponibles. El sitio de Xcambó está ubicado en la franja costera del norte de Yucatán, en un medioambiente tropical húmedo rodeado por la ciénaga. El aprovechamiento de este tipo de ambiente llevó a una dependencia de los recursos naturales aunque, al mismo tiempo, debe haber representado un elemento de riesgo para la salud y las condiciones sanitarias de la población fácilmente expuesta a infecciones y enfermedades (Sattenspiel 2000). Éstas eran gripas, infecciones respiratorias y hasta parásitos intestinales transmitidos por alimentos contaminados y la potencial exposición a desechos orgánicos (Aguilar et al. 2008; Barrera y Guillén 2008; Moravec et al. 1997; Pulido-Flores y Monks 2005). Al mismo tiempo, el acceso fácil a los recursos marinos, las diferentes condiciones socioeconómicas y la economía de producción que se dio en el lugar entre el Clásico Temprano y Clásico Tardío, expusieron a los antiguos pobladores a un nivel diferente de condiciones patológicas relacionadas a la dieta y el acceso a los recursos.

Los resultados acerca de las condiciones de vida se complementan con aquellos obtenidos en el cálculo de la estatura máxima de la muestra adulta masculina y femenina; ésta es además, un indicador indirecto tanto de la filiación poblacional como de las condiciones de vida (Tiesler 2001). La estatura, determinada en los huesos largos según la correlación de Genovés (1967), corregida por la de Del Ángel y Cisneros (2004), promedió 162.5 cm entre los hombres (N=171) y 151.2 cm entre las mujeres (N=139). Las tallas masculinas son relativamente elevadas para la población maya, pero similares a las tendencias encontradas en otros sitios costeros con estaturas igualmente elevadas en comparación al resto de la población (Tiesler 2001).

Otros marcadores indirectos de las condiciones de vida son los padecimientos carenciales de infancia, como la hiperostosis porótica (o espongiohiperostosis) en el cráneo y el complejo osteomielítico/periostítico en los huesos largos. Esta última condición fue observable en menor o mayor grado en 72 individuos xcamboenses (24% N=229). En la población adulta, estas lesiones se limitan generalmente a las extremidades inferiores y en particular a las tibias, en cambio, en los subadultos e infantes, las secuelas cubren grandes partes de esqueleto, siendo más marcadas en los brazos.

Entre las alteraciones patológicas en el cráneo destaca la relativamente reducida manifestación de espongiohiperostosis (≥0.5; 22.45%; N=286) y de cribraorbitalia (≥0.5; 19.5%; N=185), cuya etiología se relaciona a deficiencias nutricionales y/o higiénicas. Aparentemente, éstas no impactaron en la población en el mismo grado que las crisis de desarrollo relacionadas a la hipoplasia del esmalte, hecho que se discutirá en el siguiente apartado. Cabe agregar que en 35 bóvedas (13.55%; N=260) se detectaron alteraciones en la superficie endocraneal, debidas a meningitis y/o hemorragias intracraneanas, mayormente en neonatos e individuos en la primera infancia.

A continuación nos centraremos en dos indicadores biológicos de salud y condiciones de vida, que permiten inferir continuidades o cambios en el estilo de vida de una población respecto a su acceso a los recursos. También permiten deducir en qué modalidad estos se hubieran podido diferenciar entre dos géneros: la hipoplasia del esmalte, que testimonia el nivel de impacto que el ambiente tuvo en los individuos durante sus primeros años de vida (Goodman et al. 1980) y las patologías orales, más específicamente, la caries dental que representa un indicador patológico vinculado a la dieta (Larsen et al. 1991; Lukacs 2008).

Hipoplasia del esmalte dental

La hipoplasia del esmalte expresa una deficiencia localizada en el grosor de la capa de esmalte dental, causada por la interrupción temporal y cronológicamente determinada en el proceso de formación del tejido de los dientes, como consecuencia de los efectos de eventos de estrés fisiológico durante la fase de la amilogénesis del esmalte (Goodman et al. 1980). Aparece macroscópicamente como una o más líneas o surcos horizontales correspondientes a la porción de esmalte. Estos surcos presentan reducido espesor con respecto al tejido circundante. En los casos más severos puede llevar a la exposición de la dentina subyacente; a cada surco del diente corresponde un evento estresógeno. Esta condición está asociada a un número variable de factores y posibles condiciones, entre las que resaltan las deficiencias nutricionales (Goodman y Rose 1991) y numerosos factores patológicos, infecciosos y metabólicos (Hillson 1996). Al estar asociada a un elevado número de factores muy heterogéneos entre sí, la hipoplasia del esmalte se considera un indicador sistémico no-específico

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de estrés. Debido a que el esmalte se forma durante los primeros años de vida del individuo, al no remodelarse a lo largo de la vida posterior, la evidencia hipoplásica permanece de manera indeleble como un registro de los eventos de estrés sufridos durante la infancia.

La hipoplasia del esmalte se registró en todos los dientes permanentes que pudieron ser analizados (se excluyeron los dientes rotos y aquellos con corona perdida por desgaste o caries), dando preferencia a los incisivos centrales superiores y a los caninos inferiores, que son los dientes más susceptibles a los acontecimientos estresógenos (Goodman y Armelagos 1988). Se contabilizaron en total 275 individuos, de los cuales 208 fueron adultos mayores de 20 años y 67 subadultos. El sexo, determinado en los adultos a partir de los rasgos dimórficos de la pelvis (Buikstra y Ubelaker 1994), resultó en 108 individuos

masculinos, 93 femeninos y 7 individuos no determinados (Méndez et al. 2009).

Los resultados indican que el nivel de defectos hipoplásicos es muy elevado en Xcambó, sin diferir entre los dos periodos de ocupación en el Clásico. Agrupados en una única muestra, existe un 99% de afectación (ej. por lo menos un defecto) entre los individuos masculinos, el 100% de los femeninos y el 100% de los subadultos. Los valores promedios calculados por tipo de diente (incisivo central superior y canino inferior) muestran diferencias significativas entre adultos y subadultos (Méndez et al. 2009), donde los segundos rebasan a los primeros. No se aprecia un patrón claro entre hombres y mujeres respecto a quiénes sufrieron más defectos en el canino inferior; las mujeres presentan en cambio, un valor promedio más alto en el incisivo central superior (Méndez et al. 2009).

Los valores de defectos hipoplásicos denotan un elevado nivel de estrés fisiológico durante el crecimiento, como consecuencia de un considerable impacto ambiental sobre todos los individuos en su fase de crecimiento. Sin embargo, todos estos individuos sobrevivieron a esta carga, pues el verdadero indicador de impacto ambiental está representado por el índice de mortalidad infantil que, como hemos visto, era muy alto. Aun así, e independientemente de las condiciones de vida y del nivel socioeconómico, todos los individuos estuvieron expuestos a una considerable presión. Es interesante notar cómo estas condiciones se manifestaron tanto en el Clásico Temprano como en el Clásico Tardío, tomando en consideración los cambios socioeconómicos entre los antiguos lugareños; esto denota que las mejoras no pudieron disminuir el estrés fisiológico al que la población local continuó expuesta en el Clásico Tardío.

Tener más defectos promedio parece ser un elemento vinculado con la expectativa de vida del individuo; un mayor número de defectos puede significar un ser fisiológicamente más débil, menos resistente y con una expectativa de vida menor (Duray 1996; Goodman y Armelagos 1988). Pese a esto, la diferencia significativa entre adultos y subadultos se debe principalmente, si no exclusivamente, al hecho de que los valores más altos de afectación por diente (de ocho defectos por arriba) se encuentran principalmente en los subadultos; en cambio, sólo algunos individuos adultos presentan un solo defecto o ninguno. Estos extremos determinan los valores de significancia entre los dos subgrupos, aunque no se aprecie una diferencia entre subadultos y adultos en algunos rangos (Cucina 2011). Esto último implica que los valores realmente discriminantes en el caso de la supervivencia o la mortalidad del individuo son únicamente los extremos. A pesar de superar la edad más crítica para la sobrevivencia infantil (0-5 años), el haber padecido un número intermedio de defectos (que aun así puede ser muy alto), no constituía un elemento clave para la sobrevivencia y las causas reales de mortalidad residían probablemente en otros factores distintos a la resistencia individual (Cucina 2011).

Figura 23.14: Cráneo con modificación tabular oblicua en su variante local, mimética, Entierro NE-

14/1, Xcambó, Yucatán (foto de S. Suzuki).

Figura 23.15: Cráneo con modificación tabular erecta con aplanamiento superior, Entierro NE-35/135,

Xcambó, Yucatán (foto de S. Suzuki).

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La caries dental

Otro indicador oral de salud que será tratado en el presente ensayo es la caries dental. Ésta es una enfermedad infecciosa provocada por bacterias comensales de la boca y está normalmente asociada a una dieta rica en carbohidratos que favorecen la actividad bacteriana (Hillson 1996; Larsen 1997; Lukacs 1989, 1992; Turner 1979). Pese a que los productos ácidos de desecho de las bacterias desmineralizan el diente provocando la caries y pese a que es obligatoria la presencia de dichos micro-organismos para que se desate la enfermedad, son numerosos los factores que influyen para que estas bacterias puedan dañar las piezas dentales. Larsen y sus colegas (1991) mencionan factores vinculados a la actividad cotidiana, los cuales exponen a las mujeres a un contacto más frecuente con los alimentos durante el día; esto pudo haber incrementado el riesgo de padecer caries. En cambio, el acceso a la comida que tenían los hombres durante la actividad laboral, se daba en horarios específicos y distanciados entre sí, lo que pudo haber reducido el riesgo de padecer dicha enfermedad. A esto, Lukacs (2008) añade factores fisiológicos y hormonales típicos de las mujeres (tales como los vinculados al ciclo mensual, al embarazo, parto y lactancia) que pudieron haber propiciado un entorno idóneo para la proliferación de las bacterias bucales.

En poblaciones pretéritas, la tasa de caries suele ser interpretada como un indicador directo del consumo de carbohidratos que, en el caso del área maya, corresponde al maíz. Paralelamente, una mayor incidencia de caries en mujeres se interpreta como una de las consecuencias del acceso diferencial a los recursos de mayor prestigio (como son las proteínas), que en este caso discrimina a favor de los masculinos. En otras palabras, la separación por género en las actividades y acceso a los recursos alimenticios tal vez relegaba a las mujeres a una dieta basada preponderantemente en el maíz.

En Xcambó, las caries fueron registradas en el total de los dientes permanentes de los individuos adultos disponibles, dividiendo la muestra por sexo y periodo cronológico (Figura 23.13). El cálculo de afectación por lesiones cariosas se realizó basándose en los dientes (método de cuenta por dientes) y no en los individuos (cuenta por individuo), debido a que la mayoría de los sujetos no presentaron la dentición completa; sus restos estaban muy fragmentados, por lo que era imposible inferir si los dientes faltantes se debían a cuestiones tafonómicas o a que hubiesen estados afectados por caries. Se contabilizaron en total 167 individuos adultos, de los cuales 81 fueron de sexo masculino, 83 femeninos y 3 no pudieron ser determinados. En lo que concierne al periodo cronológico, 23 individuos pertenecen al Clásico Temprano y 140 al Clásico Tardío (a cuatro no se les puso asignar periodo).

El análisis cronológico denota una marcada diferencia entre el Clásico Temprano y el Clásico Tardío (Cucina et al. 2011). En el primero, los individuos masculinos

presentan 7.4% de afectación en comparación al 21.2% de la mujeres. En cambio, para el Clásico Tardío estos valores se incrementan significativamente entre los hombres (14%, diferencia significativa con ji2=5.72, p=0.017) y entre las mujeres alcanzan un valor de 27.4% (diferencia al límite de la significatividad; ji2=3.157; p=0.076).

Aparentemente, las condiciones de salud empeoraron considerablemente del Clásico Temprano al Clásico Tardío en ambos sexos, debido a que tanto los hombres como las mujeres manifiestan un incremento aproximado de entre 6 y 7% de afectación cariosa. Durante el Clásico Temprano, el sitio era un centro de producción y administración de sal y la alimentación estaba constituida en gran parte por recursos marinos (cariostáticos). El cambio del estilo de vida en el Clásico Tardío, en el que la población local asumió un rol importante en la administración de la sal y alcanzó un nivel socioeconómico alto, implicó cambios que repercutieron en la salud oral de sus pobladores. En este caso, no cambiaron los recursos alimenticios; los recursos marinos continuaron siendo una de las principales fuentes de sustento de la población, como indican otros indicadores (Tiesler et al. 2002). Por tanto, el nivel más alto de caries no parece indicar, en el caso de Xcambó, una dependencia directa al maíz, sino que debe interpretarse como resultado de un estilo de vida más sedentario que expone también a los hombres (para entonces ya dedicados de igual forma a la administración de la sal) a un contacto más frecuente con la comida y bebida. Paralelamente, un mayor poder adquisitivo seguramente permitió acceder a un mayor consumo de alimentos prestigiados como la miel y el cacao (Cucina et al. 2011; Stuart 2006); éste último, endulzado con miel, constituye un alimento altamente cariogénico. Es importante observar que el aumento en lesiones cariosas ocurrió tanto en hombres como en mujeres, lo que implicaría que ambos sexos, y no sólo uno de ellos, pudieron aprovechar los beneficios derivados del nivel socioeconómico alcanzado.

Costumbres bioculturales

En este rubro se evaluó presencia, tipo y variante de la modificación cefálica artificial, así como la presencia de decoraciones dentales; estas prácticas fueron estudiadas empleando las taxonomías desarrolladas originalmente por José Imbelloni, Javier Romero y Arturo Romano (véanse Tiesler 1999, 2000). Nuestros resultados indican que 22.2% (55 individuos de los 248 evaluables para este rasgo) presentan su dentición modificada culturalmente (véase también Corona 2005). En la población adulta, de 143 dentaduras evaluables, se hallaron 54 denticiones culturalmente modificadas. Las decoraciones consistieron en limados de la dentición frontal en 37 casos e incrustaciones en 12 más. Las denticiones presentan una apariencia final en el patrón “C” (N=19), la cual es la más frecuente y se presenta en forma de aserrado, “Ik” (N=8), “B5” (N=2) y “A” (N=4), además de limados cuyo patrón no se pudo determinar (N=4) y patrones sencillos y compuestos de “E” (incrustación; N=12). La incrustación con piedras semipreciosas, que en el área maya prevalece

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en la población masculina del periodo Clásico, indica un estatus elevado (Tiesler 2000) y desaparece del registro a fines del Clásico. En el sitio de Xcambó se incrustaban ante todo piedras hechas de pirita y en 25% de los casos la perforación de la pieza dental fue combinada con el limado. En términos generales, la presencia y preferencias formales de las decoraciones en Xcambó, se aproximan a las modalidades generales presentadas en otras poblaciones mayas del Clásico.

La deformación cefálica, presente en aproximadamente 80% de los cráneos evaluables (N=371), se realizó mayormente en su modalidad tabular oblicua mimética (68.7% de los 163 casos con variante identificada). Es evidente una marcada preferencia por esta forma, principalmente en el Clásico Temprano, la cual se lograba con una combinación de tabletas cefálicas compresoras (Figura 23.14; Tiesler 2003; véase también Tiesler y Cucina 2010). Se presentan también otras variantes en menor grado como tabulares oblicuas y tabulares erectas. Entre estas últimas destacan los cráneos con aplanamientos superiores (o paralelepípedos) que en otros trabajos hemos relacionado con poblaciones mercantes costeras (Figura 23.15; García y Tiesler 2011; Tiesler et al. 2010). Al igual que en otras comunidades costeras del Clásico o de sitios conexos, sólo personas que vivieron durante el Clásico Tardío lucen este porte en Xcambó. La cabeza modelada de esta manera, se asemeja a las plásticas cefálicas con aplanamiento superior que desde tiempos anteriores se estilaban en las franjas costeras del sur de Veracruz y la zona ístmica del Río Grijalva. Llama la atención que la mitad de los individuos de Xcambó con cráneos así modificados, se determinaron como foráneos (nacidos y crecidos en lugares lejanos a Xcambó) a través de métodos isotópicos. Este resultado abre perspectivas interesantes al momento de interpretar el valor de las modificaciones cefálicas como emblemas visibles de etnicidad y origen geográfico, siendo éste el último punto a tratar en el capítulo.

Procedencia e intercambio

Con el fin de explorar sus posibles orígenes geográficos, estudiamos los valores isotópicos del estroncio dental en 133 individuos enterrados en el sitio de Xcambó. Nos interesaron en particular los isótopos 87Sr y 86Sr, los cuales ocurren en una proporción de aproximadamente 7 y 10%, respectivamente. De este modo, la proporción de 87Sr/86Sr marca un valor en la naturaleza que va de 0.703 a 0.750; aunque estos valores parecen bajos, las razones de 87Sr/86Sr pueden ser medidas con una precisión de hasta la sexta cifra decimal y han sido utilizados durante muchos años por geólogos para caracterizar la formación de rocas (Price et al. 2008). El valor de esta relación varía entre los diferentes tipos de roca.

El estroncio puede indicar el origen geográfico de un individuo porque que refleja las propiedades de las rocas donde pasó su primer año de vida, esto en el caso del primer molar permanente que se desarrolla en este tiempo y cuya constituyente de esmalte no es remodelado posteriormente. El estroncio entra al cuerpo humano a través de la cadena alimenticia, en nutrientes que pasan de la tierra por el suelo y el agua, hacia las plantas y animales; posteriormente sustituye al calcio en el mineral de la hidroxiapatita del tejido esquelético donde es almacenado. El esmalte dental, de manera específica, se desarrolla desde antes del nacimiento y durante la primera infancia. Una vez formado este tejido inerte, la proporción isotópica del estroncio no cambia durante la vida del individuo y por tanto ofrece una medida idónea para rastrear el lugar de su nacimiento. Siendo así, la aplicación de estos isótopos en una variedad de estudios arqueológicos han revelado aspectos significantes de patrones pretéritos de migración.

Métodos y marco de investigación

En cada muestra exportada (una vez obtenidos los permisos correspondientes del Consejo Nacional de

Figura 23.16: Representación gráfica de las proporciones isotópicas de estroncio 87Sr/86Sr en muestras analizadas de Xcambó, Yucatán. Las líneas horizontales separan los tres rangos mencionados en el texto.

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Arqueología del INAH) y entregada al laboratorio de la Universidad de Wisconsin, se desgastó la superficie de una de sus cúspides molares, empleando para ello un Dremel ‘Moto-tool,’ operado con bandas a fin de evitar la contaminación externa de las superficies. Seguidamente, seccionamos la cúspide desgastada con una navajilla de corte cruzado y removimos los restos de la dentina en caso de encontrarla. De no contar con cúspides conservadas y completas, desprendimos un pequeño fragmento de esmalte de la pared de la corona una vez concluido el procedimiento de abrasión superficial. Alternativamente, la perforamos para extraer cinco miligramos de polvo de esmalte para su análisis mediante espectrometría de masa por ionización termal (TIMS). Este procedimiento se llevó a cabo en el Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. Procedimos a realizar una lectura única a través de un instrumento con sectores magnéticos y equipado con recolectores múltiples de Faraday. El rango de precisión de los análisis de 87Sr/86Sr se ubica típicamente entre el 0.0006% y el 0.0009% del error estándar, basado en 100 ciclos dinámicos de colección de datos <±0.000006>. Nuestros análisis recientes del estándar de estroncio NIST 987 promedian 0.710260 ± 0.000010 (2s; N = 30). La relación de 87Sr/86Sr se corrige para su fraccionamiento de masa utilizando para ello una ley de fraccionamiento de masa exponencial. Todas las relaciones de 87Sr/86Sr del laboratorio UNC-CH se reportan en relación a un valor de 0.710250 para el estándar NIST 987 (ej., si las relaciones de 87Sr/86Sr, medidos para los valores estándar, promedian 0.710260, se sustrae un valor de 0.000010 de la relación obtenida en cada muestra). Los blancos totales en el análisis del estroncio se ubican usualmente debajo de 300 pg,, valor insignificante cuando se compara con las cantidades totales de estroncio contenidas en las muestras.

Resultados y comentarios

Ya que el estroncio local deriva predominantemente de la roca madre carbonatada, el rango local de Sr 87/86 debe aproximarse al del agua marina durante el Cenozoico Tardío (ej. variar entre 0.7089 y 0.7092) (Figura 23.16; Howarth y McArthur 1997). Hodell y sus colegas (2004), han medido numerosas muestras recogidas de los alrededores de Dzibilchaltún, Yucatán, cuyos resultados abarcan la roca (0.70905), el suelo (0.70912), las plantas (0.70895) y el agua (0.70847). Todos los valores, excepto el relativamente reducido valor del agua, se encuentran por encima del estimado para el agua marina. Nuestros valores, medidos en dos muestras de esmalte faunístico de Xcambó, ascienden a una proporción de 0.709003 y 0.709086, respectivamente. Estas cifras también se ubican dentro de los rangos arriba indicados, al igual que la mayoría de las muestras arqueológicas humanas. También otros sitios con un sustrato geológico similar, concretamente aquellos que se localizan a lo largo de la franja costera norte y noroeste de la península, podrían marcar proporciones de 87/86Sr análogas, aunque es más probable que aquellos individuos que indican un rango de

0.7089 a 0.7092, sean realmente oriundos de Xcambó y de sus alrededores inmediatos.

Nuestros resultados incluyeron un total de 113 individuos que identifican el rango local de Xcambó o aquel de la franja costera regional que lo rodea. Interesa saber que este rango identifica 78 de los 95 individuos para el Clásico Tardío en este estudio. Más homogéneos y por tanto locales, se manifiestan los valores extraídos de los 23 individuos del Clásico Temprano para este estudio que, con una sola excepción, expresan una procedencia local o costera cercana a Xcambó. Este resultado por sí solo es importante, ya que confirma el origen costero de los habitantes de Xcambó y su función como lugar de residencia permanente ya desde las primeras fases del Clásico. Este debe ser el patrón también de muchos otros asentamientos que franjeaban la línea costera, gente con una identidad costera propia que se contrapone a la idea que todavía perfila en la arqueología regional, que considera los sitios de la costa de ocupación fluctuante, ocupados por mano de obra del interior únicamente durante ciertas temporadas (Travis Stanton, comunicación personal 2012).

Esta excepción corresponde a una osamenta temprana cuya proporción de estroncio se ubica ligeramente por debajo del rango esperado para la población local de Xcambó, arriba delimitado. A igual que otros nueve individuos (del Clásico Tardío), esta persona cae en un rango de 0.7077 a 0.7089, el cual se identifica principalmente con la parte norte de Yucatán, concretamente entre la franja al sur del sitio y Chichen Itzá. Al mismo tiempo, los valores rebasan aquellas cifras esperadas para regiones más distantes como el sur de Yucatán y la Costa del Golfo al oeste. Por lo tanto, consideramos que los diez individuos podrían ser inmigrantes peninsulares de tierra adentro, procedentes de sitios cercanos o lejanos a Xcambó.

Ahora bien, los diez individuos restantes, todos pertenecientes al Clásico Tardío, muestran proporciones de estroncio que van de 0.7081 a 0.7086 (Figura 23.16). Este rango es significativamente menor que el local, por lo que es probable que estas personas hayan inmigrado a Xcambó desde lugares lejanos. Las cifras que exhiben hacen pensar que proceden de lugares en la costa del Golfo peninsular (Campeche o Quintana Roo) y la costa veracruzana (véase mapa peninsular, Figura 7). Por otra parte, podemos excluir un origen más al sur u oeste, donde los valores de estroncio son aún más reducidos (<0.7080).

Analizados en conjunto, los resultados isotópicos evidencian tendencias interesantes acerca de la procedencia de cada individuo y la distribución de sus lugares de enterramiento. Tal parece que los 113 lugareños y las diez personas oriundas del interior de la península fueron enterradas principalmente en el sector occidental y central del pequeño islote xcamboense, mientras que la población funeraria de procedencia lejana de Xcambó fue sepultada abundantemente en su centro cívico ceremonial. En cambio, no pudimos hallar diferencias entre los

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lugareños y foráneos en términos de la arquitectura funeraria, confeccionada para recibir sus restos mortales, o, de haberla, en términos de la abundancia y el tipo y procedencia de las ofrendas cerámicas que se colocaban junto a los difuntos.

Al comparar los portes cefálicos de los lugareños con las formas cefálicas de las personas de otros lugares, se perfilan diferencias importantes, ya que los lugareños lucían unos artificiales predominantemente miméticos y de grados uniformes. Contrariamente, los veinte individuos foráneos exhiben una mayor diversidad en técnicas modeladoras que en su mayoría resultaron en formas erectas, no oblicuas. Figura fuertemente la variante paralelepípedo (aplanamiento superior de la bóveda) que estuvo presente en tres de ocho cráneos que se pudieron evaluar en cuanto a su variante. En esta categoría, importa recalcar que las osamentas de origen foráneo también se distinguían por una mayor proporción de portadores de incrustaciones dentales al compararse con las predilecciones locales.

Por último, nos dimos a la tarea de contrastar los ajuares funerarios entre contextos funerarios de xcamboenses locales y xcamboenses no autóctonos, con la premisa de que a los mortales se les habrían dotado de objetos que pudieran señalar su etnicidad y lugar de procedencia. Los resultados indican tendencias que contradicen nuestra idea inicial. De los 133 individuos evaluados en esta categoría, la mitad (51.88%) contó con cerámica asociada. Aparentemente, cantidades análogas acompañaban los restos mortales, tanto de los difuntos del Clásico Temprano como de los del Clásico Tardío. Al comparar la calidad y cantidad de los ajuares de los lugareños con aquellos de los foráneos que se incorporaban a lo largo del Clásico Tardío, se observan leves diferencias, aunque no a favor de los últimos sino de los xcamboenses locales. Estos aparentemente recibían una mayor dote de objetos cerámicos y no cerámicos por persona. La cerámica funeraria proviene en ambos casos, de lugares cercanos y de otros más retirados, a menudo en un mismo contexto; de esta manera se expresa más el acceso a las rutas de comercio de larga distancia que solían nutrir la vida económica de Xcambó, que la procedencia real del difunto.

Conclusiones

Al reunir todos los datos y realizar las observaciones correspondientes a la procedencia, datos biográficos y ajuares funerarios de la estructura socioeconómica planteada, los resultados parecen subrayar lo afirmado en la primera parte de este ensayo: el lugar parece retratar una comunidad privilegiada y relativamente autónoma en sus decisiones de intercambio, cuyos residentes aparentan haber gozado un acceso relativamente uniforme y elevado a los bienes importados. La taza de individuos foráneos, regionales y lejanos, a la que seguramente se suman otros extranjeros cuyas proporciones de estroncio se asemejan a los rangos locales, muestra una elevada movilidad de la población durante el Clásico Tardío; ésta a través de una trayectoria más circunscrita al litoral norte de la península,

todavía durante el Clásico Temprano. Pensamos que durante los últimos dos siglos de ocupación, la comunidad recorría mayores distancias y migraba con más frecuencia. Según pensamos, los movimientos deben haberse realizado en varias direcciones, tanto a lo largo del litoral costero como entre tierra y costa.

En resumen, los estudios interdisciplinarios manifiestan que en la costa noroeste de la península de Yucatán existió, entre los siglos IV y VII, un pequeño asentamiento que desde su surgimiento aldeano durante el Preclásico, aprovechó un reducido espacio con acceso al agua potable; ahí desarrolló la explotación de la sal. Esta actividad seguramente fortaleció su posición en la red social de la región, tanto con tierra adentro como con el mar, para convertirse en uno de los puertos comerciales más exitosos en el área maya de esos tiempos. El hallazgo de más de 600 entierros excavados sistemáticamente, ha constituido una inagotable fuente de información al permitirnos combinar la información arqueológica convencional con datos relevantes respecto a la población lugareña.

Su tamaño no le impidió convivir autónomamente tanto con las comunidades del interior de la península como con la gente de la costa del Golfo. Aunque en primera instancia vemos que las condiciones ambientales fueron importantes para su éxito, no descartamos que este sitio haya llegado a albergar en cierto momento, alguna significación en el marco de la religión maya. Al respecto podríamos sugerir que se encuentra, al igual que la necrópolis de Jaina, hacia el poniente (entrada del sol al inframundo). Si bien el grupo de residentes de Xcambó fue relativamente pequeño, de alguna manera lograron insertarse en un sistema comercial que incluyó regiones tan alejadas como Belice y el Petén guatemalteco en el Clásico Temprano y, habiendo aumentado su influencia, añadió la costa del Golfo hasta el sur de Veracruz para el Clásico Tardío.

Planteado de esta manera, parece que Xcambó adoptó cierto estilo arquitectónico durante el Clásico Temprano, pero se mantuvo independiente de la gran metrópoli prototípica; recibió materiales de gran valor estético y simbólico como las figurillas del Golfo de México (“estilo Jaina”) y platos polícromos que además de su gran valor estético nos muestran aspectos iconográficos que permiten, aunque sea en una pequeña proporción, conocer algo de la vida de los habitantes del lugar.

A pocos años o décadas de 700 d.C., probablemente debido a un cambio en las rutas de comercio, el sitio dejó de funcionar y se encontraron materiales del Posclásico como ofrendas de peregrinaciones de gente que quizá conoció como mito los mejores tiempos de Xcambó. Nos atrevemos a decir que el fenómeno de este lugar es único en las tierras bajas mayas del norte y que aún quedan muchas incógnitas. La resolución de éstas requerirá continuar la intensa tarea de hurgar en los mecanismos operativos respecto a las causas económicas e ideológicas que dieron lugar al surgimiento del sitio, mismo que en maya significa “lugar de trueque.”

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Agradecimientos

Agradecemos la amable invitación del Dr. Travis Stanton, a invitarnos a colaborar en la nueva serie de obras sobre la arqueología de Yucatán y por sus atinados comentarios y sugerencias que decididamente enriquecieron nuestro trabajo. Asimismo, agradecemos al Dr. Christopher Götz, la Mtra. Socorro Jiménez, al Mtro. Agustín Peña y al Dr. Paul Fullager. Los estudios isotópicos fueron financiados por la National Science Foundation, EEUU.

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