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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PATAGONIA SAN JUAN BOSCO
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
DEPARTAMENTO DE HISTORIA
SEDE TRELEW
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MMMMMMMMEEEEEEEEDDDDDDDDIIIIIIIIEEEEEEEEVVVVVVVVAAAAAAAALLLLLLLL
Seleccin de DocumentosSeleccin de DocumentosSeleccin de
DocumentosSeleccin de Documentos (Primera Parte)
Seleccin y Recopilacin:
Prof. Vernica Pichian
Trelew- Chubut 2008
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Historia Medieval
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HHHHHHHHIIIIIIIISSSSSSSSTTTTTTTTOOOOOOOORRRRRRRRIIIIIIIIAAAAAAAA
MMMMMMMMEEEEEEEEDDDDDDDDIIIIIIIIEEEEEEEEVVVVVVVVAAAAAAAALLLLLLLL
AAAA
EQUIPO DE CATEDRA EQUIPO DE CATEDRA EQUIPO DE CATEDRA EQUIPO DE
CATEDRA
Profesor responsable: Mara Ins Muelas JTP: Susana Arcilla
Ayudante de primera: Vernica Pichian, Ayudante de primera
ad-honores: Carlos Monzn,
Ayudante Alumno: Axel Binder
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Seleccin de fuentes para el estudio de la sociedad medieval
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ndice.
1. Presentacin 7 2. Normas generales para el comentario de
textos de la Edad Media 8 3. Fuentes Documentales para el estudio
de la Historia Medieval ...15
Roma .. 15 Comentarios de la guerra de las Galias, Cayo Julio
Csar Edicto de Miln (313) Edicto de Tesalnica, 28 de febrero del
380 El cesaropapismo constantiniano Ley de hospitalidad de Arcadio
y Honorio (398) Condenacin de Prisciliano El ejrcito romano a fines
del siglo IV
Los germanos segn un historiador del siglo i a.c . 22 Reyes y
jefes Sus asambleas Sus conceptos sobre la guerra Costumbres de los
germanos en el siglo I Las cofradas de los germanos antes de las
invasiones Los brbaros como libertadores La corte de Atila (c.
450)
Los pueblos invasores de la primera oleada 26 Suevos, vndalos y
alanos sobre Espaa La ferocidad de los hunos
Cada del imperio Romano y la transformacin del contexto europeo
....27 El cruce del Rhin en el 406 Consideraciones de San Agustn
sobre el saqueo de Roma por Alarico (410) La batalla de los Campos
Catalnicos La opinin de Atalfo sobre Roma en el ao 414 Teodorico,
rey de los ostrogodos Retrato de Teodorico por Procopio Anglos,
jutos y sajones en Gran Bretaa Etelberto de Kent y la figura del
bretwalda, rey de reyes de los anglo-sajones Offa, rey de Mercia La
trasformacin del contexto europeo
Carlomagno y la restauracin del Imperio de Occidente 32 La
dinasta carolingia Retrato de Carlomagno Consagracin de Carlomagno
Creacin de escuelas y contenidos de la enseanza Tratado de Verdn
(843) Missi dominici Primer ejemplo conocido de juramento
vasalltico en la poca carolingia (757) La coronacin imperial de
Carlomagno en el 800 Las conquistas territoriales de Carlomagno
Explotacin de una villa carolingia
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Historia Medieval
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Los hombres libres en la Europa carolingia El cesaropapismo
carolingio
Segunda Invasin Brbaras . 45 Invasin de normandos. Invasin de
normandos xodo de los monjes de Noirmoutier. Ataques vikingos en
Francia (ao 857), segn los monjes de Noirmoutier El ataque a la
ciudad de Pars por los daneses
Feudalismo .... 48 El feudo segn las Partidas de Alfonso X el
Sabio Los tres rdenes de la sociedad feudal Carta de convocatoria
al servicio de armas Encomendacin con entrega del patrimonio (ao
920) Deberes vasallticos
Campesinado medieval, caractersticas, niveles de vida, status y
conflictos ... 50 Las obligaciones de los campesinos Penurias por
la uerra. Siglo XV La revuelta de los campesinos normandos citado
Luchas polticas y sociales en Pars en 1358 La Jacquerie (1358) La
revuelta de los trabajadores de 1381
Las cruzadas .. 57 La llamada a la Cruzada de Urbano II en
Clermont (1095) La conquista de Constantinopla por los cruzados
Clusulas de la paz entre Gnova y Egipto en 1290
Lazos parentales en la vida privada .... 59 El problema de los
matrimonios mixtos, entre colonos y esclavos, en la Francia
carolingia La familia como clula protectora en la sociedad franca
La familia y la mujer
Monarquas Feudales ... 60 Breve de proteccin del rey Guillermo
de Escocia: Homenaje de Arturo, duque de Bretaa, a Felipe Augusto
(julio de 1202): La Carta Magna (1215) Breve de proteccin del rey
Guillermo de Escocia Homenaje de Arturo, duque de Bretaa, a Felipe
Augusto (julio de 1202) Homenaje y fidelidad durante el reinado de
San Luis Vsperas sicilianas (1282)
Iglesia y vida cultural ... 63 Algunos cnones del Snodo de Pars
(614) La regla de San Benito En torno al problema de la primaca
pontificia Estatutos de la Orden del Cster (1134) Dictatus Papae
(1075) El Concordato de Worms (1122) Acaparamiento de beneficios
eclesisticos en la Castilla de siglo XIII
Herejas .. 68
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Seleccin de fuentes para el estudio de la sociedad medieval
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Descripcin de los Ctaros o Albigenses Mundo urbano y el comercio
... 69
La vida en la ciudad de Praga en el siglo X Derechos y deberes
de los roturadores La presura en Portugal La colonizacin alemana y
la fundacin de Lbeck (hacia el 1143) Artculos del Fuero de San
Sebastin referentes a las mercancas (hacia 1180) Privilegios de la
ciudad de Lbeck Nacimiento de los municipios en la Francia del
siglo XII Reglamento de los gremios de trabajo en Pars Descripcin
del comercio de la ciudad de Brujas
Espaa Cristiana .. 73 Ordoo IV ante Al-Hakam II Botn cataln tras
la ocupacin de Crdoba Sancho III de Navarra y el reparto de sus
dominios La coronacin de Alfonso VII como emperador Una partida de
ajedrez en la corte de Sevilla El tratado de Tudilln Toma de
Vitoria y Guipzcoa por el rey de Castilla, Alfonso VIII Descripcin
de Vasconia y de sus habitantes hecha por el peregrino francs
Aimery Picaud en el siglo XII Explotacin del peregrino en Santiago
de Compostela en el siglo XII La Orden de Santiago Carta-puebla de
Zarauz, dada por Fernando III de Castilla (28 de septiembre de
1237) Parias y monedas castellanas en el siglo XIII Privilegios de
los caballeros en la Castilla del siglo XIII Impuestos
extraordinarios de los judos de Aragn en 1281 Una ancdota en la
vida de Don Jaime I de Aragn Enfrentamiento entre la armada
castellana de Sancho IV y rabes africanos Sequa en Lorca en 1375
Juan I de Castilla reconoce a Clemente VII como legtimo Papa (1381)
Hambre y caresta en Castilla en 1345 Muerte de Alfonso XI de
Castilla a causa de la peste Tratado de paz entre Carlos II de
Navarra y Pedro I de Castilla con el fin de regular el paso de las
tropas por las ciudades con el fin de no causar disturbios Tregua
entre Castilla y la Hansa (1443) Carta Real Patente determinando el
lugar de la feria y mercado de la ciudad de Vitoria (1484) Campaas
italianas de Alfonso el magnnimo La farsa de vila (1465)
Obligaciones contradas por Abu Nasr Sacd (1455-1464) con Enrique IV
de Castilla Problemas para gobernar al comienzo del reinado de Abu
l-Hasan Al (1464-1482)
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Historia Medieval
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Problemas econmicos del rey de Granada Causas de la cada de
Granada segn los musulmanes Entrada de los Reyes Catlicos en
Granada (1492) Sobre la toma de Granada por los Reyes Catlicos
Despegue Cultural.. 94 Pedro Abelardo, Motivos del Sic et Non
Carta del papa Alejandro IV dando validez a los estudios realizados
en la Universidad de Salamanca (1255) La teora del conocimiento de
Santo Toms
Nuevos Valores: hacia la modernidad.. 95 El nominalismo de Occam
Marsilio de Padua y el concilio universal El decreto Frequens del
Concilio de Constanza (1417) Amonestaciones de Leonardo da Vinci al
duque de Miln El individualismo en la Italia del Quattrocento La
bsqueda de la verdadera ciencia segn Leonardo da Vinci
Pobreza y Enfermedad 99 Leprosos y judos asesinados 1328
Actitudes ante la peste negra.
La mujer y el matrimonio en la edad media .. 100 Solidaridad
ante un delito La familia ante el delito Mujer de la aristocracia
La mala mujer La mujer y el matrimonio Siglo XIV
Islam .. 102 Escenas de la corte de Cosroes I (531-579) El mundo
persa sassnida del s. III segn Firdusi
Ardachir asciende al trono Ardachir organiza la administracin de
su imperio
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Seleccin de fuentes para el estudio de la sociedad medieval
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Presentacin Aquellos que hablan de oscurantismo no han
comprendido nada. Esa es una idea falsa, legado del Siglo de las
Luces y de los romnticos. La era moderna naci en el medioevo. El
combate por la laicidad del siglo XIX contribuy a legitimar la idea
de que la Edad Media, profundamente religiosa, era oscurantista. La
verdad es que la Edad Media fue una poca de fe, apasionada por la
bsqueda de la razn. A ella le debemos el Estado, la nacin, la
ciudad, la universidad, los derechos del individuo, la emancipacin
de la mujer, la conciencia, la organizacin de la guerra, el molino,
la mquina, la brjula, la hora, el libro, el purgatorio, la
confesin, el tenedor, las sbanas y hasta la Revolucin Francesa
1
El siglo XV, fue la poca en la que diversos intelectuales
comenzaron a utilizar
diferentes trminos: media aetas, media tempora, media tespestas
para referirse a un periodo histrico que, un siglo despus, el
historiador Vasari denomin Edad Media. Desde entonces, el trmino,
estuvo asociada a un juicio de valor negativo, era un periodo
oscuro atrapado entre el pasado resplandeciente de la antigedad y
el futuro luminoso de los filsofos de la modernidad2. Sin embargo
la historia de la Edad Media ya no es lo que era.
En las primeras dcadas del siglo XX, algunos historiadores
realizaron innovadores planteos3 sobre este periodo histrico, hasta
ese momento, poco analizado. De todos modos es a partir de la ltima
parte del siglo pasado que, la historiografa medieval, ofrece una
variedad de problemticas que van desde el anlisis de las
instituciones hasta la forma en que se educaba a los jvenes. En
consecuencia la presente seleccin de fuentes pretende ser un
complemento al estudio de la sociedad medieval; imprescindible para
analizar y comprender a esos diez largos siglos como una poca de
bsqueda, de indagacin, logros, olvidos y redescrubrimientos. Los
documentos seleccionados pretenden dar una visin general del mundo
medieval, desde la crisis del Imperio Romano hasta los inicios de
la modernidad, en todas las dimensiones del saber histrico. Por
otro lado se incluyen criterios orientativos para analizar y
comentar documentos en el apartado Normas generales para el
comentario de textos de la Edad Media.
El corpus documental escogido est dividido en dos partes, la
primera incluye fuentes documentales escritas; mientras que la
segunda est dedicada a las fuentes iconogrficas y a las cuales se
anexan mapas histricos; con lo cual se pretende acercar a 1 Jacques
Le Goff. "Seguimos viviendo en la Edad Media",
www.lanacion.com.ar/746748
2 Se debe mencionar, la influencia del historiador Burckhardt en
la divisin y sentido de la Edad
Media como poca oscura. El historiador del arte y la civilizacin
plante la teora de la ruptura y aisl a la Edad media del cambio, la
innovacin; se transform en lo opuesto a lo moderno. En su libro La
cultura del Renacimiento en Italia (1860) realiza un anlisis y
exaltacin de la Italia del renacimiento como el comienzo de la
civilizacin plena y entera. 3 Me refiero a los trabajos realizados
por Marc Bloch y Lucien Febvre en Annales dhistoire
conomique et sociale desde 1929.
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Historia Medieval
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individuos y momentos histricos precisos. En sntesis se busca
recrear situaciones, dibujar rostros, escuchar palabras tal como
fueron pronunciadas por los protagonistas u observadores de los
acontecimientos para configurar, as l panorama en que se expresa la
el occidente medieval; la concepcin del mundo, producto de
herencias, creencias, temores conscientes o inconscientes.
Normas generales para el comentario de textos de la Edad Media
En la bsqueda de explicaciones sobre cmo vivan hombres y mujeres de
las distintas sociedades que existieron en diferentes lugares a
travs del tiempo; cmo era su vida cotidiana, qu pensaban, por qu
tomaban determinadas decisiones y no otras, qu cambios
experimentaron; en definitiva, todo lo que tenga que ver con la
organizacin de su vida en sociedad; el Historiador formula
preguntas a los testimonios que han quedado del pasado para obtener
de ellos la mayor cantidad de informacin. De este modo, los
objetos, los documentos oficiales, los libros, las fotografas, las
cartas privadas, los relatos se convierten en fuentes de informacin
cuando los historiadores los investigan.
Las fuentes histricas comprenden todos los documentos,
testimonios u objetos que nos trasmiten una informacin
significativa referente a los hechos que han tenido lugar,
especialmente en el pasado. Dentro de ellas, y considerando el
valor que tambin tienen las dems, las fuentes escritas son el apoyo
bsico para construir la Historia. El historiador trabaja las
fuentes histricas (las interroga y contrasta) para obtener de ellas
la mayor informacin posible; por ello debe atender a su variedad,
realizando una adecuada seleccin de las mismas. Las Fuentes
histricas pueden clasificarse en: primarias y secundarias (ver
grafico 1). Las fuentes primarias son las que se han elaborado
prcticamente al mismo tiempo que los acontecimientos que queremos
conocer. Llegan a nosotros sin ser transformadas por ninguna
persona; es decir, tal y como fueron hechas en su momento. Por su
parte las fuentes secundarias (denominadas, tambin,
historiogrficas) son las que se elaboran a partir de las Fuentes
primarias: libros, artculos, etc. Para la confeccin del
conocimiento histrico, las fuentes que utiliza el historiador deben
ser analizadas, valoradas e interpretadas, siguiendo una metodologa
coherente (ver grfico N 2); es aqu donde el historiador debe tener
en cuenta el momento histrico en que fueron elaboradas y las
circunstancias en que surge o se elaboran. En sntesis, debemos
recordar que las fuentes histricas se producen en condiciones
histricas concretas, y que su produccin se corresponde con el
inters de un actor o grupo especfico para conservar o modificar
esas condiciones. Sin embargo, para reconstruir un proceso
histrico, el simple testimonio de los protagonistas no resulta
suficiente, sino que debe ser analizado en el marco de sus
condiciones histricas.
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Seleccin de fuentes para el estudio de la sociedad medieval
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Grafico N 1:
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Historia Medieval
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Sin intenciones de dar frmulas definitivas para el comentario de
fuentes histricas detallamos a continuacin algunas normas a las que
se puede recurrir. Conviene aclarar, con respecto a esta gua
general de anlisis, lo siguiente: A) No debe entenderse que con
todos los documentos y en todas las clases deban seguirse los pasos
indicados, ya que en algunas oportunidades puede no resultar
operativo. B) Solo tiene el valor de un esquema ordenador del
trabajo y no de una ley inmutable C) Debe ser adaptado, corregido,
ampliado y reformulado de acuerdo con las necesidades de cada
situacin o con las posibilidades que ofrezca cada material a
analizar. El trabajo con fuentes, Por lo general, abarca las
siguientes fases de trabajo:
Anlisis de las caractersticas formales (autor, destinatario,
lugar, fecha). Anlisis del contenido (construccin, ideas
principales, conceptos).
Historiador/a Testimonios Orales
Testimonio visuales
Testimonios escritos
Testimonios arqueolgicos,
restos materiales y
artefactos
1. Elige el campo de investigacin
2. Delimita el tema
3. Formula Hiptesis
4. Procesa las fuentes en funcin de una teora y segn su
fiabilidad
5. Sita y ordena los hechos en el tiempo histrico.
6. Tiene en cuenta el punto de vista y los sentimientos e
imgenes de la
poca (empata)
7. Aplica y clasifica los hechos usando vocabulario conceptual
propio
8. Comunica los hechos en un marco explicativo: De Estructura,
de
Proceso y de Causalidad
Busca
comprender y
explicar el
pasado
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Seleccin de fuentes para el estudio de la sociedad medieval
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Anlisis profundo de contenido Reflexin sobre el documento
Insercin del documento en el contexto del tema en cuestin. A
continuacin explicaremos brevemente lo que tratamos de significar
en las distintas partes de esta gua: 1. Anlisis de las
caractersticas formales
1.1 Tipo de documento Lo primero que debemos hacer es aclarar la
tipologa del documento (ver cuadro N 1). Realizamos su
caracterizacin gentica en cuanto a documento pblico o privado,
lenguaje, etc., para dejar delimitada la expectativa que puede
crear esa fuente en particular. 1. 2 Ubicacin del documento Nos
referimos a su ubicacin en las coordenadas histricas de tiempo y
espacio, necesarias para que el documento adquiera sentido y
significacin.
a. Lugar: no siempre es imprescindible la identificacin precisa
de la localidad. En muchos casas, y depende del documento como del
tema que tratemos, solo basta conocer el pas o la regin. b. Fecha:
ocurre lo mismo que con lo indicado en el inciso anterior, pero
aplicado al tiempo. c. Autor/es: no siempre esta aclarado en el
documento, e incluso muchas veces no se puede determinar. EI nombre
del autor es importante cuando a travs de el podemos establecer
alguna pista sobre su ubicacin social, poltica, ideolgica, etc.
Esto se da sobre todo con aquellos personajes de notoria actuacin
pblica.
2. Anlisis del contenido Nos referimos aqu a la primera lectura
que debe hacerse de la fuente para ubicar una serie de elementos
que surgen claramente, a simple vista, que enmarcan su significado
y sirven de base de sustentacin para el paso posterior: el anlisis
profunda de contenido. Esta lectura permite recoger los elementos
ms significativos.
2.1. Destinatario: que puede o no estar manifiesto, y cuya gama
de posibilidades es sumamente amplia, No toda fuente tiene un
destinatario preciso, pero es importante tener una idea al
respecto. 2.2. Motivo de su redaccin: no siempre se determinan con
precisin y a primera vista los motivos que llevaron a la elaboracin
de ese material. Incluso muchas veces tuvieron un motivo totalmente
ingenuo o inocuo. No obstante, es importante establecer, si es que
el documento lo manifiesta con claridad, a qu se debi la redaccin
de esa fuente. Las amplias posibilidades tambin han sido incluidas
en el cuadro. 2.3. Intencionalidad manifiesta: No se trata en este
caso de desentraar, a travs de un anlisis profundo, las tendencias
del autor; sino simplemente su manifestacin exterior y clara. Es
importante conocerla ya que el carcter del documento y la cautela
con que se debe analizar tiene directa correlacin con este
aspecto.
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Historia Medieval
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2.4. Vocabulario utilizado: en este sentido nos interesa
especialmente solucionar los problemas lexicogrficos que pueden
afectar a la comprensin del texto. Estas dificultades pueden darse
ya sea por desconocimiento directo de una nomenclatura especifica,
o por la variabilidad de las acepciones segn el contexto en sentido
estricto -el del documento en que estn incluidas las palabras- y en
sentido amplio -la poca y la sociedad que las usa-. Por lo tanto,
deben aclararse los trminos desconocidos, los significados de
palabras usadas en forma diferente de la habitual entre nosotros,
las acepciones regionales, etc 2.5. Lugares o personas que nombra:
es valida para esto lo dicho en general en el inciso anterior.
Simplemente, se busca saber a quien o a que lugar hace alusin.
4. Anlisis profundo del contenido
Se trata de un estudio minucioso de los trminos ms importantes
recogidos en el documento. 4.1. Datos o informacin que provee: nos
referimos aqu centralmente a la informacin correspondiente al tema
que nos interesa (sociedad medieval). Esto es determinar y explicar
los elementos que llevan a la comprensin del tema en cuestin y no
solo a los datos de nombres, personajes, lugares o fechas. 4.2.
Fundamentacin de lo que dice: este tem no siempre es posible
encontrarlo expuesto explcitamente en los documentos. Es decir, se
debe sealar si el autor aporta elementos de prueba en apoyo de sus
afirmaciones. 4.3. Fuentes de informacin utilizadas: es poco comn
encontrarlas, excepto en trabajos de caractersticas particulares,
por ejemplo, fuentes historiogrficas. Esto resulta provechoso en
algunos casos porque permite apreciar el tipo de fuentes de
informacin y, por lo tanto, determinar el grado de veracidad,
inters, etc. 4.4. Actitud critica del autor: esta directamente
vinculado con lo anteriormente mencionado. Es el autor el narrador
ingenuo de situaciones que le dijeron y que no se tomo el trabajo
de comprobar? o la informacin esta rigurosamente basada en pruebas
fehacientes, observaciones directas?. Incluso puede estar
determinada por circunstancias histricas definidas como, as tambin
por conformaciones ideolgicas explicitas o no. 5. Reflexin sobre el
documento EI documento, mas all de su anlisis detallado, lleva a la
necesidad de pensarlo, de meditarlo, de reflexionarlo, a efectos de
darle la dimensin, la importancia, la categorizacin correspondiente
dentro del contexto que se estudia. Aqu se debe plantear los
porque: por qu el autor dir tal cosa? En que se basa para llegar a
tal conclusin? Etc. Esto es la intencionalidad, elementos, datos,
etc., no explcitos que se encuentran en el documento. Por otro lado
se debe mencionar los aportes a la comprensin del tema en cuestin;
es importante, como criterio cientfico, dejar establecido su valor
como fuente en cuanto a los aportes para la comprensin del tema. Es
decir, su valor como fuente histrica, con la aclaracin de que es
una visin parcializada de la realidad a analizar. 6. Insercin del
documento en el contexto del tema en cuestin En todo momento es
necesario recalcar que la fuente o el documento no estn separados
del tema que tratan, sino que su anlisis esta en intima relacin con
el mismo. Es por ello que
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Seleccin de fuentes para el estudio de la sociedad medieval
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consideramos de vital importancia tener presente las fuentes
cuando se tratan las diferentes temticas en las clases tericas; es
aqu donde se debe generar una interrelacin entre el documento y el
contexto del tema que se estudia. EI documento echara luz sobre el
tema que se estudia, as como el conocimiento general del tema
envolver al documento para darle una ubicacin y una delimitacin
correcta.
Normas generales para el comentario de fuentes iconogrficas de
la Edad Media
1.- Ubicacin en el tiempo: Se debe mencionar la poca en que se
produjo y si es posible de dnde proviene. Similar a lo expresado en
el anlisis de las fuentes escritas 2.- identificacin de la fuente
iconogrfica Se debe establecer el tipo de fuente grabado, pintura,
escultura, etc 3.- Descripcin de la imagen Para iniciar el anlisis
de la fuente iconogrfica se debe describir lo que se observa a
simple vista; para ello se puede considerar los siguientes tem:
a) personajes, b) grupos sociales y jerarqua c) vestimenta d)
actividades que realizan e) paisajes, espacio que representa, f)
objetos y elementos de la naturaleza, instrumentos, animales
etc.
4.- Intencionalidad de la imagen Como en el tem 5 del anlisis de
fuentes escritas las representaciones visuales requieren un anlisis
profundo para darle la dimensin, la categorizacin correspondiente
dentro del contexto de la sociedad medieval. Se sugieren los
siguientes aspectos a considerar: a) cmo impresiona la
representacin, es respetuosa, satrica, descriptiva de la realidad
histrica. b) cmo es la representacin cuidada o dispersa, segn
personajes u objetos a destacar. c) existen ausencias intencionales
de objetos, personajes, detalles del paisaje, etc. d) cmo es la
actitud de los representados, gestos elocuentes de significado 5.-
Conclusin Como en el anlisis de fuentes en este apartado se debe
mencionar los datos que nos muestra el documento en forma explcita
e implcita, y que aportan al tema
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Historia Medieval
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Cuadro N 1: Tipos de Fuentes escritas
Tipo de doc. Origen Informacin que provee
Motivo de su redaccin
A quien se dirige Tono y lenguaje Su valor como fuente
Leyes, Decretos, Ordenanzas, etc.
institucin o persona
Resoluciones a cumplir sobre un determinado aspecto o
problema
Resolver un problema, modificar una legislacin, crear una
institucin, etc.
Al conjunto de personas sobre las que esa autoridad tiene
jurisdiccin.
Discursivo, culto-profesional
Confiable en cuanto a lo que dice es lo que se resolvi
Contratos, Legados, Testamentos, etc.
Una o varias personas
Fundamentalmente sobre viene de carcter econmica
Establecer relaciones entre privados pero a la vez pblica
A los afectados por la relacin.
Discursivo, culto-profesional
Refiere a una porcin pequea de la realidad. Resulta difcil
generalizar a partir de ello.
Material Historiogrfico
Un autor con inters cientfico o seudocientfico.
Amplia, de calidad, cantidad y procedencia variada.
Dejar escrito ese conocimiento.
El pblico lector de la disciplina o a especialista
Discursivo, culto-tcnico
Sobre la poca que escribe y vive el autor
Cartas Una persona o en representacin de institucin,
organizacin, etc.
Informacin, opiniones sobre cualquier tema.
Comunicar, responder solicitar a otro.
A un destinatario o representante
Expresivo, culto, vulgar, profesional, tcnico, etc.
Variable
Discursos una persona proveen opinin o interpretaciones
- plantear soluciones - obtener respaldo o consenso - estimular
acciones convencer
a grupo de persona de extensin variable
tipo: apelativo nivel culto con recursos propios de la
oratoria
requiere un anlisis cuidadoso pues su valor es sumamente
dispar
Obras Literarias
Uno o varios autores
Puede ser muchas, pero tamizada por sentimientos , gustos
estticos, etc.
Transmitir sentimientos, concepciones, experiencias.
A un pblico general, aunque restringido a veces por el tipo de
obra.
Expresivo-literario Nivel variable
Requiere anlisis particular y detallado de la obra. Se debe
analizar lo que entrev, lo que marca el contexto, lo que representa
el autor, etc.
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Seleccin de fuentes para el estudio de la sociedad medieval
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Documentos para el estudio de la Historia MedievalDocumentos
para el estudio de la Historia MedievalDocumentos para el estudio
de la Historia MedievalDocumentos para el estudio de la Historia
Medieval
Comentarios de la guerra de las Galias
Mas ya que la ocasin se ha ofrecido, no ser fuera de propsito
describir las costumbres de la Galia y la Germania y la diferencia
que hay entre ambas naciones. En la Galia no slo estados, partidos
y distritos estn divididos en bandos, sino tambin cada familia. De
estos bandos son cabeza los que a juicio de los otros se reputan
por hombres de mayor autoridad, a cuyo arbitrio y prudencia se
confa la decisin de todos los negocios y deliberaciones. Lo que a
mi ver establecieron los antiguos con el fin de que a ningn plebeyo
faltase amparo contra los poderosos, pues quien es cabeza de
partido no permite que sus parciales sean oprimidos o calumniados,
y si as no lo hace, pierde todo el crdito entre los suyos. Esta
misma prctica se observaba en el gobierno de toda la Galia, cuyas
provincias estn todas divididas en dos facciones.
En toda la Galia dos son los estados de personas de que se hace
alguna cuenta y estimacin. Los plebeyos son mirados como esclavos,
que por s nada emprenden, ni son jams admitidos a concejo. Los ms,
vindose adeudados o apremiados del peso de los tributos o de la
tirana de los poderosos, se dedican al servicio de los nobles, que
con ellos ejercitan los mismos derechos que los seores con sus
esclavos. De los dos estados, uno es el de los druidas, el otro de
los caballeros. Aquellos atienden el culto divino, ofrecen los
sacrificios pblicos y privados, interpretan los misterios de la
religin. (). El respeto que le tienen es grande. Ellos son los que
sentencian casi todos los pleitos del comn y de los particulares;
si algn delito se comete, si sucede alguna muerte, si hay dimensin
sobre herencia o sobre linderos, ellos son los que deciden;
determinan los premios y los castigos; cualquier persona, ora sea
privada, ora pblica, que no se rinde a su sentencia, es
excomulgada, que para ellos es la pena ms grave. (). A todos los
druidas preside uno con autoridad suprema. Muerto ste, le sucede
quien a los dems se aventaja en prendas. En caso de haber muchos
iguales, se hace la eleccin por votos de los druidas, y ms de una
vez se disputan la primaca a mano armada.
El segundo estado es el de los caballeros. Todos stos salen a
campaa siempre que lo pide el caso u ocurre una guerra (y antes de
la venida del Csar ocurra todos los aos, ya fuese ofensiva, ya
defensiva), y cuanto uno es ms noble y rico, tanto mayor
acompaamiento lleva de dependientes y criados, lo cual tiene por
nico distintivo de su grandeza y poder.
ROMAROMAROMAROMA
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Historia Medieval
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No se dedican a la agricultura, y la mayor parte de su vianda se
reduce a leche, queso y carne. Ninguno tiene posesin ni heredad
fija, sino que los magistrados y personajes influyentes, cada un
ao, sealan a cada familia y parentela, que hacen un cuerpo, tantas
yugadas en tal trmino, segn les parece, y al ao siguiente los
obligan a mudarse a otro sitio. Para esto alegan muchas razones: no
sea que, encariados al territorio, dejen la milicia por la
labranza; que traten de ampliar sus linderos, y los ms poderosos
echen a los ms sacos de su pertenencia; que fabriquen casas
demasiado cmodas para repararse contra los fros y los calores; que
se introduzca el apego al dinero, seminario de rencillas y
discordias; en fin, para que la gente menuda est contenta con su
suerte, vindose igualada en bienes con la ms granada.
Cuando una nacin sale a la guerra, ya sea defensiva, ya
ofensiva, nombran un jefe con derecho de vida y muerte. En tiempo
de paz no hay magistrado sobre toda la nacin; slo en cada provincia
y partido los ms sobresalientes administran a los suyos justicia y
deciden los pleitos. Los robos hechos en territorio ajeno no se
tienen por reprensibles, antes los cohonestan con decir que sirven
para ejercicio de la juventud y destierro del ocio. Si es que
alguno de los principales se ofrece en el concejo a ser capitn,
convidando a los que quieran seguirlo, se alzan en pie los que
aprueban la empresa y la persona, y prometen acompaarlo, y el
pueblo los vitorea; los que no cumplen con lo prometido son mirados
como desertores y traidores, quedando para siempre desacreditados.
Nunca tiene por lcito violar a los forasteros; los que van a sus
tierras por cualquier motivo gozan de salvoconducto y son
respetados de todos: ni hay para ellos puerta cerrada ni mesa que
no sea franca.
Luego que los helvecios tuvieron por algunos indicios noticia de
la trama, obligaron a Orgetrix a que diese sus descargos,
aprisionado segn su estilo. Una vez condenado, sin remedio haba de
ser quemado vivo. Fijado el da de la citacin, Orgetrix compareci en
juicio, acompaado de toda su familia, que acudi de todas partes a
su llamamiento, en nmero de diez mil personas, juntamente con todos
sus dependientes y adeudados, que no eran pocos; por su intervencin
ataj el proceso. Mientras el pueblo, irritado de tal tropela,
trataba de mantener con las armas su derecho, y los magistrados
juntaban las milicias de las aldeas, vino a morir Orgetrix, no sin
sospecha, en opinin de los helvecios, de que se dio l a s mismo la
muerte.
Dumnrix era el tal, hombre por extremo osado, de gran squito
popular por su liberalidad, amigo de novedades, que de muchos aos
atrs tena en arriendo bien barato el portazgo y todas las dems
alcabalas de los eduos, porque haciendo l posturas, nadie se atreva
a pujarlas. Con semejantes arbitrios haba engrosado su hacienda y
amontonado grandes caudales para desahogo de sus profusiones:
sustentaba siempre a su sueldo a un gran cuerpo de caballera y
andaba acompaado de l; con sus larguezas dominaba no slo en su
patria, sino tambin en las naciones confinantes; que por asegurar
este predominio
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haba casado a su madre entre los bituriges, con un seor de la
primera nobleza y autoridad; su mujer era helvecia; una hermana
suya por parte de madre y varias parientas tenan maridos
extranjeros. () Aborreca igualmente a Csar y a los romanos, porque
con su venida le haban cercenado el poder, durante el imperio
romano no slo desconfiaba de llegar al trono, sino an de mantener
el squito adquirido.
Le respondi Ariovisto ser derecho de la guerra que los
vencedores diesen leyes a su arbitrio a los vencidos: tal era el
estilo del pueblo romano disponiendo de los vencidos no a arbitrio
y voluntad ajena, sino a la suya. Y pues que l no prescriba al
pueblo romano el modo de usar de su derecho, tampoco era razn que
viniese el pueblo romano a poner trabas al ejercicio del suyo. Los
eduos, por haberse aventurado a moverle guerra y dar batalla en que
quedaron vencidos se hicieron tributarios suyos. Que Csar le haca
grande agravio en pretender con su venida minorarle las rentas. l
no pensaba en restituir los rehenes a los eduos, bien que ni a stos
ni a sus aliados hara guerra injusta mientras estuviesen a lo
convenido y pagasen el tributo anual; donde no, de muy poco les
servira la hermandad del pueblo romano. Al reto de Csar de no
disimular las injurias a los eduos, dice que nadie ha medido
fuerzas con l que no quedase escarmentado; siempre que quiera, haga
la prueba, y ver cual es la bravura de los invencibles germanos,
diestrsimos en el manejo de las armas y que de catorce aos a esta
parte nunca se han guarecido bajo techado.
Teniendo Csar aquel invierno sus cuarteles en la Galia
Cisalpina, le venan repetidas noticias, y tambin Labieno le
aseguraba por cartas que todos los belgas (los cuales, segn
dijimos, hacen la tercera parte de la Galia) se conjuraban contra
el pueblo romano, dndose mutuos rehenes; que las causas de la
conjura eran stas: primera, el temor de que nuestro ejrcito,
sosegadas una vez las otras provincias, no revolviese contra ellos;
segunda, la instigacin de varios nacionales: unos, que si bien
estaban disgustados con tan larga detencin de los germanos en la
Galia, tampoco llevaban a bien que los romanos se acostumbrasen a
invernar y vivir en ella tan de asiento; otros, que por su natural
volubilidad y ligereza ansiaban por nuevo gobierno; como tambin
algunos que (siendo comn en la Galia apoderarse del mando los que
por ms poderosos y ricos pueden levantar sus tropas a sueldo),
sujetos a nuestro imperio, no podan tan fcilmente lograrlo.
Estando todos los nuestros ocupados en esto, he aqu que sale por
la otra parte de la ciudad su jefe supremo, Adiatunno, con
seiscientos de su devocin, a quienes llaman ellos soldurios. Su
profesin es participar de todos los bienes de aquellos a cuya
amistad se sacrifican mientras viven; y si les sucede alguna
desgracia, o han de padecer con ellos, o darse la muerte: ni jams
hubo entre los tales quien, muerto su dueo, quisiese
sobrevivirle.
Mientras iban as las cosas en esta parte de la isla, despacha
Casivelauno mensajeros a la provincia de Kent, situada, como se ha
dicho, sobre la costa del mar. En aquellas costas
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gobernaban cuatro rgulos, Cingetrix, Carvilio, Taximagulo y
Segovax, y les manda que con todas sus fuerzas juntas ataquen los
atrincheramientos navales. Venidos que fueron a los reales, los
nuestros, en una salida que hicieron matando a muchos de ellos, y
prendiendo, entre otros, al noble caudillo Lugotrix, se
restituyeron a las trincheras sin prdida alguna. Casivelauno,
desalentado con la nueva de esta batalla, por tantos daos
recibidos, por la desolacin de su reino y mayormente por la rebelin
de sus vasallos, valindose de la mediacin de Comio Atrebatense,
enva embajadores a Csar sobre la entrega. Csar, que estaba resuelto
a invernar en el continente por temor de los motines repentinos de
la Galia, quedndole ya poco tiempo del esto, y viendo que sin
sentir poda pasrsele an se, le manda dar rehenes, y seala el
tributo que anualmente deba la Bretaa pechar al pueblo romano.
que la Galia entendiese ser tanto el poder de Italia, que si
alguna prdida padeca en la guerra, no slo era capaz de resarcirla
presto, sino tambin de sobreponerse a ella. En efecto,
satisfaciendo Pompeyo a la peticin de Csar como celoso del bien
pblico y buen amigo, llenando su comisin prontamente de legados,
completas tres legiones y conducidas antes de acabarse el invierno,
doblado el nmero de las cohortes que perecieron con Titurio, no
menos por la presteza que por los refuerzos, hasta donde llegaban
los fondos de la disciplina y potencia del pueblo romano.
A esta razn, los trinobantes, nacin la ms poderosa de aquellos
pases, despachan embajadores a Csar prometiendo entregrsele y
prestar obediencia, y le suplican que ampare a Mandubracio contra
la tirana de Casivelauno, se lo enve y restablezca en el reino.
Csar les manda dar cuarenta rehenes y trigo para el ejrcito, y les
restituye a Mandubracio. Ellos obedecieron al instante, aprontando
los rehenes pedidos y el trigo.
Cayo Julio Csar.
Edicto de Miln (313) Por su parte Licinio, pocos das despus de
la batalla, tras hacerse cargo y repartir una parte de las tropas
de Maximino, llev su ejrcito a Bitinia y entr en Nicomedia. All dio
gracias a Dios con cuya ayuda haba logrado la victoria y el da 15
de junio del ao en que l y Constantino eran cnsules por tercera
vez, mand dar a conocer una carta dirigida al gobernador acerca del
restablecimiento de la Iglesia y cuyo texto es el siguiente:
Yo, Constantino Augusto, y yo tambin, Licinio Augusto, reunidos
felizmente en Miln para tratar de todos los problemas que afectan a
la seguridad y al bienestar pblico, hemos credo nuestro deber
tratar junto con los restantes asuntos que veamos merecan nuestra
primera atencin el respeto de la divinidad, a fin de conceder tanto
a los cristianos como a todos los dems, facultad de seguir
libremente la religin que cada cual quiera, de tal modo que toda
clase de divinidad que habite la morada celeste nos sea propicia a
nosotros y a todos los que estn bajo nuestra autoridad. As pues,
hemos tomado esta saludable y
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rectsima determinacin de que a nadie le sea negada la facultad
de seguir libremente la religin que ha escogido para su espritu,
sea la cristiana o cualquier otra que crea ms conveniente, a fin de
que la suprema divinidad, a cuya religin rendimos este libre
homenaje, nos preste su acostumbrado favor y benevolencia. Para lo
cual es conveniente que tu excelencia sepa que hemos decidido
anular completamente las disposiciones que te han sido enviadas
anteriormente respecto al nombre de los cristianos, ya que nos
parecan hostiles y poco propias de nuestra clemencia, y permitir de
ahora en adelante a todos los que quieran observar la religin
cristiana, hacerlo libremente sin que esto les suponga ninguna
clase de inquietud y molestia.
As pues, hemos credo nuestro deber dar a conocer claramente
estas decisiones a tu solicitud para que sepas que hemos otorgado a
los cristianos plena y libre facultad de practicar su religin. Y al
mismo tiempo que les hemos concedido esto, tu excelencia entender
que tambin a los otros ciudadanos les ha sido concedida la facultad
de observar libre y abiertamente la religin que hayan escogido como
es propio de la paz de nuestra poca. Nos ha impulsado a obrar as el
deseo de no aparecer como responsables de mermar en nada ninguna
clase de culto ni de religin. Y adems, por lo que se refiere a los
cristianos, hemos decidido que les sean devueltos los locales en
donde antes solan reunirse y acerca de lo cual te fueron
anteriormente enviadas instrucciones concretas, ya sean propiedad
de nuestro fisco o hayan sido comprados por particulares, y que los
cristianos no tengan que pagar por ello ningn dinero de ninguna
clase de indemnizacin. Los que hayan recibido estos locales como
donacin deben devolverlos tambin inmediatamente a los cristianos, y
si los que los han comprado o los recibieron como donacin reclaman
alguna indemnizacin de nuestra benevolencia, que se dirijan al
vicario para que en nombre de nuestra clemencia decida acerca de
ello. Todos estos locales deben ser entregados por intermedio tuyo
e inmediatamente sin ninguna clase de demora a la comunidad
cristiana. Y como consta que los cristianos posean no solamente los
locales donde se reunan habitualmente, sino tambin otros
pertenecientes a su comunidad, y no posesin de simples
particulares, ordenamos que como queda dicho arriba, sin ninguna
clase de equvoco ni de oposicin, les sean devueltos a su comunidad
y a sus iglesias, mantenindose vigente tambin para estos casos lo
expuesto ms arriba (...) De este modo, como ya hemos dicho antes,
el favor divino que en tantas y tan importantes ocasiones nos ha
estado presente, continuar a nuestro lado constantemente, para xito
de nuestras empresas y para prosperidad del bien pblico.
Y para que el contenido de nuestra generosa ley pueda llegar a
conocimiento de todos, convendr que t la promulgues y la expongas
por todas partes para que todos la conozcan y nadie pueda ignorar
las decisiones de nuestra benevolencia.
LACTANCIO, De mortibus persecutorum (c.318-321).
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Edicto de Tesalnica, 28 de febrero del 380
Todos nuestros pueblos (...) deben adherirse a la fe trasmitida
a los romanos por el apstol Pedro, la que profesan el pontfice
Dmaso y el obispo Pedro de Alejandra (...), o sea, reconocer, de
acuerdo con la enseanza apostlica y la doctrina evanglica, la
Divinidad una y la Santa Trinidad del Padre, el Hijo y el Espritu
Santo. nicamente los que observan esta ley tienen derecho al ttulo
de cristianos catlicos. En cuanto a los otros, estos insensatos
extravagantes, son herticos y fulminados por la infamia, sus
lugares de reunin no tienen derecho a llevar el nombre de iglesias,
sern sometidos a la venganza de Dios y despus a la nuestra
(...)
Cdigo Teodosiano, 16, I, 2. El cesaropapismo constantiniano
De qu modo intervino en los snodos de los obispos.
Y de un modo general se present como tal ante todos. Estando
sobre todo al cuidado de la iglesia de Dios al producirse en
distintas provincias disensiones entre s, l como el comn obispo de
todos, constituido por Dios, reuni los concilios de los ministros
de Dios. Y no consider indigno estar presente en ellos y sentarse
en medio de sus reuniones sino que participaba en sus problemas
preocupndose de todo lo que perteneciera a la paz de Dios. Es ms,
se sentaba en medio como uno de muchos haciendo apartar a sus
guardias y a su escolta y protegido slo por el temor de Dios y
rodeado por la benevolencia de sus amigos fieles. Por lo dems
estaba sobre todo de acuerdo con quienes vea que aceptaban las
opiniones ms justas y a quienes vea propensos a la paz y concordia
indicando claramente que se complaca en ellos. Pero, por el
contrario, estaba en contra de los obstinados y de los
rebeldes.
E. PAMPHILI, VIta Constantini, P. L., VIII.
Modificaciones introducidas por Constantino en la estrategia
defensiva del Imperio Constantino tom otra iniciativa que permiti a
los brbaros una penetracin fcil en las tierras sometidas a la
dominacin romana. El Imperio romano a todo lo largo de sus
fronteras, y gracias a la previsin de Diocleciano, est dividido en
ciudades, guarniciones y torres de defensa, lugares donde todo el
ejrcito se encuentra acuartelado. La penetracin era as difcil para
los brbaros, ya que por todas las partes les salan al encuentro un
ejrcito con potencia suficiente para rechazarlos. Constantino
elimin este sistema de seguridad apartando de las fronteras a la
mayor parte de los soldados, asentndolos en las ciudades que no
necesitaban proteccin. Priv as de ayuda a los que estaban
presionados por los brbaros e impuso a las tranquilas ciudades las
molestias que se derivan de la estancia de los soldados, por culpa
de lo cual la mayora han quedado desiertas. Dej que los soldados se
ablandasen entregados a espectculos y a una vida de placer y, por
decirlo
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llanamente, fue el mismo Constantino el que cre y distribuy la
semilla de la perdicin del Estado que dura hasta el da de hoy.
ZOSIMO, H.N., II, 34.
Ley de hospitalidad de Arcadio y Honorio (398)
Los emperadores Arcadio y Honorio, Augustos, a Hosio, magister
officiorum. Ordenamos que en cualquier ciudad en la que nos
encontremos o se encuentren aquellos que nos sirven, despus de
haber alejado toda injusticia tanto de parte de los repartidores
como de los huspedes, todo propietario posea plenamente en paz y
seguridad dos partes de su propia casa y la tercera sea adjudicada
a un husped, de manera tal que la casa sea dividida en tres partes.
Que el propietario tenga la posibilidad de elegir la primera; el
husped obtendr la segunda que l desee; la tercera deber quedar para
el propietario. Los obradores que estn a cargo de los mercaderes no
sufrirn la antedicha divisin; han de permanecer en paz y libertad,
protegidos contra toda injusticia de los huspedes y sern utilizados
en favor slo de sus propietarios e intendentes (...)
TH. MOMMSEN, Theodosiani Libri XVI..., L. VII, 8, 5, p. 328.
Condenacin de Prisciliano
Los captulos propuestos contra la hereja de Prisciliano (...)
contienen lo siguiente: Si alguno, adems de la Santa Trinidad,
introduce otros no s qu nombres de la Divinidad, diciendo que en la
misma divinidad hay la Trinidad de la Trinidad, como afirmaron los
gnsticos y Prisciliano, sea anatema. Si alguno no venera
verdaderamente la natividad de Cristo segn la carne, sino que finge
honrarla ayunando en aquel da y en domingo, porque no cree que
Cristo naci con verdadera naturaleza de hombre, como afirmaron
Cedn, Marcin, Maniqueo y Prisciliano, sea anatema. Si alguno dice
que las almas humanas pecaron primeramente en las moradas
celestiales, y que por eso fueron arrojadas a la tierra en cuerpos
humanos, como afirm Prisciliano, sea anatema. Si alguno cree que el
diablo ha hecho en el mundo algunas criaturas y que l de propia
autoridad produce los truenos, relmpagos, tempestades y sequas,
como afirm Prisciliano, sea anatema. Si alguno cree que los doce
signos siderales, que suelen ser observados por los astrnomos, estn
dispuestos por cada uno de los miembros del alma o del cuerpo, y
que se les aplican los nombres de los Patriarcas, como lo afirm
Prisciliano, sea anatema. Si algn clrigo o monje tiene en su compaa
algunas otras mujeres como adoptivas, que no sean la madre,
hermana, o ta, u otras unidas a l con parentesco prximo y convive
con ellas, como ense la secta de Prisciliano, sea anatema. Si
alguno condena los matrimonios humanos, y aborrece la procreacin de
los que van a nacer, como afirmaron Maniqueo y Prisciliano, sea
anatema.
Disposiciones acordadas en el Concilio I de Braga
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El ejrcito romano a fines del siglo IV
Conviene ahora que hablemos de las armas ofensivas y defensivas
del soldado, ya que en esto hemos perdido del todo las antiguas
costumbres; y a pesar del ejemplo de la caballera goda, alana y
huna, tan adecuadamente protegida con armas defensivas, que debera
habernos hecho comprender su utilidad, consta que en cambio dejamos
a nuestra infantera descubierta. Desde la fundacin de Roma hasta
los tiempos del divino Graciano, la infantera siempre haba estado
defendida con la coraza y el yelmo (cataphracteis et galeis); pero
cuando la negligencia y la pereza hicieron menos frecuentes los
ejercicios, estas armas, que nuestros soldados no llevaban ms que
raras veces, les parecieron muy pesadas. Pidieron, pues, al
emperador, primero, ser descargados de la coraza y, luego, de los
yelmos. Habindose as expuesto contra los godos, con el pecho y la
cabeza descubiertos, fueron a menudo destruidos por la multitud de
sus arqueros; sin embargo, ni despus de tanta calamidad que alcanz
hasta la ruina de tantas ciudades, ninguno de nuestros generales
tuvo el cuidado de devolver a la infantera las corazas o los
yelmos. Y as acontece que, al exponerse el soldado en la batalla a
las heridas, piense ms en la fuga que en el combate. Y qu otra cosa
puede hacer un arquero a pie, sin yelmo y sin coraza, que no puede
sostener al mismo tiempo un escudo con un arco? Pero parece que la
coraza y aun el yelmo son pesados para el infante que no los usa
sino rara vez; en cambio, el uso cotidiano de estos los hace
livianos, aunque hubiesen parecido pesados al principio. Pero
aquellos que no pueden soportar el peso de las antiguas armas,
deben ser obligados a recibir, en sus cuerpos desguarnecidos, las
heridas y tambin la muerte, o, lo que es ms grave y vergonzoso, a
ser hechos prisioneros o traicionar la repblica con su fuga. As,
evitando el esfuerzo del ejercicio, se hacen degollar
vergonzosamente como rebaos. Por qu los antiguos llamaban muro
(murus) a la infantera, sino porque las legiones armadas, adems de
la lanza y el escudo, tambin refulgan con las corazas y los
yelmos?
Vegetius, Las Instituciones Militares dedicadas al Emperador
Valentiniano II (375-392)
Reyes y jefes
Los reyes son elegidos por su nobleza, los jefes por su coraje.
Pero el poder de los reyes no es ilimitado ni arbitrario, y los
jefes [se imponen] mas por el ejemplo que por la autoridad; si
toman una decisi6n, si atraen las miradas, si combaten delante de
todos, se imponen por la admiraci6n. Adems, nadie tiene derecho a
matar, apresar ni golpear, excepto los sacerdotes, [y] no para
castigar ni por orden de un jefe, sino como si la orden proviniese
del dios a quien ellos creen presente junto a los
combatientes.[...]
Sus asambleas Los jefes resuelven los asuntos menores; para los
mayores [se consulta] a todos pero, de modo que estos [asuntos] que
debe decidir el pueblo sean examinados a fondo par los jefes []
Cuando la multitud lo ha decidido, se renen armados, Los sacerdotes
ordenan
Los germanos segn un historiador delsiglo i a.cLos germanos segn
un historiador delsiglo i a.cLos germanos segn un historiador
delsiglo i a.cLos germanos segn un historiador delsiglo i a.c
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[guardar] silencio, ellos tienen en este caso, el derecho de
castigar. Despus, el rey o el jefe, cada uno segn su edad, segn su
nobleza, segn la gloria de sus campanas, segn su elocuencia, se
hace escuchar, mas par el ascendiente de la persuasi6n que par su
potestad de mando. Si su discurso ha desagradado, lo rechazan con
su gritero; si ha gustado, agitan las armas: el asentimiento mas
honroso es la alabanza con las armas.
Sus conceptos sobre la guerra Cuando estn en batalla, es
vergonzoso para el jefe ser vencido en coraje, y es vergonzoso para
la clientela no igualar el coraje del jefe. Pero, es sobre todo
deshonroso para toda la vida, e infamante, sobrevivir en un combate
donde su jefe ha muerto; defenderlo, salvarlo, atribuir a su gloria
las hazaas propias, es lo esencial de su juramenta. Los jefes
combaten por la victoria, los compaeros por el jefe. Si la ciudad
donde nacieron esta sumida en una larga paz y ociosidad, la mayor
parte de los jvenes nobles se dirigen a otro lugar, a pueblos que
mantienen algunas guerras. Porque esta nacin detesta la calma y se
hacen mas fcilmente famosos en el peligro, y no pueden sustentar
esa gran clientela sino por media de la violencia.
Costumbres de los germanos en el siglo I Mientras los germanos
no hacen la guerra, cazan un poco y sobre todo viven en la
ociosidad dedicados al sueo y a la comida. Los ms fuertes y
belicosos no hacen nada; delegan los trabajos domsticos y el
cuidado de los penates y del agro a las mujeres, los ancianos y los
ms dbiles de la familia, languidecen en el ocio; admirable
contradiccin de la naturaleza, que hace que los mismos hombres
hasta tal punto amen la inercia y aborrezcan la quietud. Es
costumbre que espontnea e individualmente las tribus ofrezcan a sus
jefes ganado y cereales, lo cual, recibido por stos como un
homenaje, tambin satisface sus necesidades. Pero ante todo les
halagan los presentes que les son enviados de pueblos vecinos, no
slo por particulares, sino tambin oficialmente, tales como caballos
escogidos, ricas armas, faleras y collares (...) Los pueblos
germanos no habitan en ciudades, es bien sabido, incluso no toleran
que las casas sean contiguas. Se establecen en lugares aislados y
apartados, en relacin con una fuente, un campo o un prado, segn les
plazca. Las aldeas no estn construidas como nosotros acostumbramos,
con edificios contiguos y unidos unos a otros; cada uno tiene un
espacio vaco que rodea su casa, sea como defensa contra los
peligros de incendio, sea por ignorancia en el arte de la
construccin. En realidad, no emplean ni piedras ni tejas, se sirven
nicamente de madera sin pulimentar, independientemente de su forma
o belleza. No obstante embadurnan los lugares ms destacables con
una tierra tan pura y brillante, que imita la pintura y los dibujos
de colores. Tambin acostumbran a excavar subterrneos que cubren con
mucho estircol y que sirven de refugio durante el invierno y de
depsito para los cereales, puesto que estos lugares los preservan
de los rigores del fro. Y de este modo, si el enemigo aparece, slo
saquea lo que est al descubierto, las cosas ocultas y enterradas o
bien las ignoran o bien por ello mismo les escapan, puesto que
habra que buscarlas. Para todos el vestido es un sayo sujeto por un
broche o, a falta de ste, por una espina; sin otro abrigo
permanecen das enteros junto al fuego del hogar. Los ms ricos se
distinguen por su vestidura no holgada, como la de los srmatas y
los partos, sino ajustada
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marcando los miembros. Tambin visten pieles de fieras,
descuidadamente los ms prximos a las orillas, con ms esmero los del
interior, para quienes las relaciones comerciales no pueden dar
otro atavo. Eligen determinadas fieras y adornan con manchas las
pieles arrancadas (...) y el vestido de las mujeres no difiere del
de los hombres, excepto en que las mujeres se cubren ms
frecuentemente con tejidos de lino adornados con prpura y en que la
parte superior del vestido no se prolonga formando las mangas;
llevan desnudos los brazos y los antebrazos, incluso la parte alta
del pecho aparece descubierta.
Las cofradas de los germanos antes de las invasiones (...)
Eligen algunas veces por prncipes algunos de la juventud, ya sea
por su insigne nobleza, o por los grandes servicios y merecimientos
de sus padres; y stos se juntan con los ms robustos, y que por su
valor se han hecho conocer y estimar; y ninguno de ellos se
avergenza de ser camarada de los tales y de que se los vea entre
ellos; antes hay en la compaa sus grados los cuales son
discernidos, por parecer y juicio del que siguen. Los compaeros del
prncipe procuran por todas las vas alcanzar el primer lugar cerca
de l; y los prncipes ponen todo su cuidado en tener muchos y muy
valientes compaeros; el andar siempre rodeados de una cuadrilla de
mozos escogidos es su mayor dignidad y son sus fuerzas; que en la
paz les sirve de honra y en la guerra de ayuda y defensa. Y el
aventajarse a los dems en nmero y valor de los compaeros, no
solamente les da nombre y gloria con su gente, sino tambin con las
ciudades comarcanas; porque stas procuran su amistad con embajadas,
y los hombres con dones; y muchas veces basta la fama para acabar
las guerras, sin que sea necesario llegar a ellas. De manera que el
prncipe pelea por la victoria y los compaeros por el prncipe.
Cuando su ciudad est largo tiempo en paz y ociosidad, muchos de los
mancebos nobles de ella se van a otras naciones donde saben que hay
guerra, porque esta gente aborrece el reposo, y en las ocasiones de
mayor peligro se hacen ms fcilmente hombres esclarecidos. Y los
prncipes no pueden sustentar aqul acompaamiento grande que traen
sino con la fuerza y con la guerra: porque de la liberalidad de su
prncipe sacan ellos, el uno un buen caballo, y el otro una framea
victoriosa y teida en la sangre enemiga. Y la comida y banquetes
grandes, aunque mal ordenados, que les hacen cada da, les sirven
para sueldo. Y esta liberalidad no tienen de qu hacerla sino con
guerra y robos. Es fuerza ser enemigo de los enemigos del padre o
pariente, y amigo de sus amigos.
P.CORNELIO TCITO, De las costumbres, sitio y pueblos de la
Germania
Los brbaros como libertadores Van a buscar sin duda entre los
Brbaros la humanidad de los Romanos porque no pueden soportar ms
entre romanos una inhumanidad propia de Brbaros. Son diferentes de
los pueblos en los que se refugian. No tienen ni sus costumbres, ni
su lengua ni, si se me permite decirlo, el ftido olor de los
cuerpos y vestiduras brbaros. Prefieren sin embargo plegarse a esta
diversidad de costumbres antes que sufrir injusticia y crueldades
entre los romanos. Emigran, pues hacia los Godos o hacia los
Bagaudas, o hacia los otros Brbaros, que dominan por todas partes,
y nunca se arrepienten de este exilio. Porque prefieren vivir
libres bajo apariencia de esclavitud, mejor que ser esclavos bajo
una aspecto de libertad.
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Solo hay un deseo comn entre los romanos: no verse nunca
obligados a volver bajo la ley romana; solo hay una exclamacin comn
a toda la muchedumbre romana: continuar viviendo con los
brbaros.
SALVIANO, De Gubernatione Dei, IV y V, M. G. H., A. A. I La
corte de Atila (c. 450) Cuando volvimos a nuestra tienda, el padre
de Orestes vino con una invitacin de Atila para nosotros dos, a un
banquete a las tres en punto. Cuando lleg la hora, fuimos al
palacio, junto con la embajada de los romanos occidentales, y nos
paramos en el umbral del saln, en presencia de Atila. Los
escanciadores nos dieron una copa, de acuerdo con la costumbre
nacional, que debamos libar antes de sentarnos. Habiendo probado la
copa, procedimos a tomar nuestros asientos; todas las sillas
estaban alineadas a lo largo de las paredes del saln en ambos
lados. Atila se sentaba en el medio, sobre un silln; un segundo
silln estaba ubicado detrs de l, y desde l, unos pasos llevaban a
su cama, la cual estaba cubierta con sbanas de lino y cobertores
bordados como adorno, tal como griegos y romanos suelen decorar los
lechos de las novias. Los lugares a la derecha de Atila eran
primeros en honor, los de la izquierda, donde nosotros nos
sentbamos, eran solo segundos. Berijo, un noble entre los escitas,
se sentaba a nuestro lado, pero estaba antes que nosotros. Onegesio
se sent en una silla a la derecha del divn de Atila, y al otro
lado, frente a Onegesio, en la silla se sentaron dos de los hijos
de Atila; su hijo mayor se sentaba en su divn, no cerca de l, pero
en el rincn final, con sus ojos fijos en el suelo, en tmido respeto
hacia su padre. Cuando todos estuvieron acomodados, un copero vino
y dio a Atila una copa de madera con vino. l la tom, y salud a los
primeros en precedencia quienes, honrados por el saludo, se pararon
y no se sentaran hasta que el rey, habiendo probado o escurrido el
vino, devolviera la copa al sirviente. Entonces todos los invitados
honraron a Atila en la misma forma, saludndolo, y probando sus
copas; pero l no se par. Cada uno de nosotros tena un copero
especial, que vendra para presentar el vino cuando el copero de
Atila se hubiera retirado. Cuando el segundo en precedencia y
aqullos junto a l haban sido honrados de la misma manera, Atila
brind con nosotros del mismo modo, de acuerdo al orden de los
asientos. Cuando esta ceremonia termin, los escanciadores se
retiraron, y se ubicaron mesas, lo suficientemente largas para tres
o cuatro comensales, o quizs ms, junto a la mesa de Atila, para que
cada uno pudiera sacar la comida en los platos, sin pararse de su
asiento. El sirviente de Atila primero entr con un plato lleno de
carne, y detrs de l venan otros sirvientes con pan y viandas, las
cuales pusieron sobre las mesas. Una comida lujosa, servida en
vajilla de plata, haba sido preparada para nosotros y para los
invitados brbaros, pero Atila no comi otra cosa que carne en un
plato de madera. En todo lo dems, tambin, se mostr moderado; su
copa era de madera, mientras que a los invitados les haban sido
dadas copas de oro y plata. Su vestido tambin era bastante simple,
mostrando slo estar limpio. La espada que llevaba a su lado, los
cordones de sus zapatos escitas, la brida de su caballo, no estaban
adornados, como los de los otros escitas, con oro o gemas o
cualquier cosa onerosa. Cuando las viandas del primer plato haban
sido consumidas, todos nos pusimos de pie, y no volvimos a nuestros
asientos hasta que cada uno, en el orden antes observado, bebi a la
salud de Atila en la copa de vino presentada a l. Entonces nos
sentamos, y un segundo plato fue puesto en cada mesa con
comestibles de otro tipo. Despus de este plato, la misma ceremonia
fue observada como despus de la primera. Al
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caer la tarde, se encendieron antorchas, y dos brbaros
dirigindose a Atila, cantaron canciones que ellos haban compuesto,
celebrando sus victorias y hazaas de valor en la guerra. Y de los
invitados, mientras miraban a los cantantes, algunos disfrutaban de
los versos, otros, acordndose de las guerras, se excitaron en sus
espritus, mientras que aun otros, cuyos cuerpos eran dbiles por la
edad y sus almas compelidas al descanso, derramaban lgrimas. Tras
las canciones, un escita, cuya mente estaba trastornada, apareci, y
pronunciando palabras extranjeras y sin sentido, oblig a todos a
rerse. Despus de l, Zerkon, el enano morisco, entr. l haba sido
enviado por Atila como un regalo a Ezio, y Edecon lo haba
persuadido de volver a Atila a recuperar a su esposa, a quien haba
dejado atrs en Escitia; la dama era una escita a quien l haba
obtenido en matrimonio a travs de la influencia de su patrn, Bleda.
No tuvo xito en recuperarla, pues Atila estaba enojado con l por
haber vuelto. En ocasin del banquete l hizo su aparicin, y arroj a
todos, excepto a Atila, en una risa insaciable, por su apariencia,
su vestido, su voz, y sus palabras, que eran una confusa mezcla de
latn, huno y gtico. Atila, en todo caso, permaneci inmvil y con
inalterado semblante; no por palabra, no por acto, dej escapar nada
parecido a una sonrisa de felicidad, excepto cuando entr Ernas, su
hijo menor, a quien tir de la mejilla, y observ con una tranquila
mirada de satisfaccin. Me sorprendi que atendiera tanto a este hijo
e ignorara a sus otros nios, pero un brbaro sentado junto a m y que
saba latn, pidindome que no revelara lo que deca, me dio a entender
que los profetas haban advertido a Atila que su raza caera, pero
que sera restaurada por este nio. Cuando la noche haba avanzado,
nos retiramos del banquete, sin desear quedarnos ms en las
celebraciones.
Priscos, Fragm. 8
Suevos, vndalos y alanos sobre Espaa Los barbaros que haban
penetrado en las Espaas, las devastan en lucha sangrienta. La peste
hace por su parte no menos rpidos estragos. Desparramndose furiosos
los barbaros por las Espaas y encruelecindose al igual al azote de
la peste, el tirnico exactor roba y el soldado saquea las riquezas
y los mantenimientos guardados en las ciudades; reina un hambre tan
espantosa, que obligado por ella, el gnero humano devora carne
humana [...]. Las fieras, aficionadas a los cadveres de los muertos
por la espada, por el hambre y por la peste, destrozan hasta a los
hombres mas fuertes, y cebndose en sus miembros, se encarnizan
peste y las fieras, cmplanse las predicciones que hizo el Seor por
boca de sus profetas. Asoladas las provincias de Espaa por el
referido recrudecimiento de las plagas, los barbaros, resueltos por
la misericordia del Seor a hacer la paz, se reparten por la suerte
las regiones de las provincias para establecerse en ellas: los
vndalos y los suevos ocupan la Galicia, situada en la extremidad
occidental del mar ocano; los alanos, la Lusitania, los vndalos,
llamados silingos, a Btica. Los espaoles que sobrevivieron a las
plagas en las ciudades y castillos, se someten al dominio de los
barbaros que se enseoreaban de las provincias.
Los pueblos invasores de la primera oleadaLos pueblos invasores
de la primera oleadaLos pueblos invasores de la primera oleadaLos
pueblos invasores de la primera oleada
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Idacio, Cronicn. 395-470 La ferocidad de los hunos [Los hunos]
son de corta estatura, cabeza grande, imberbes, de aspecto feral
que mas parecen animales bpedos que seres humanos; no cuecen los
alimentos, limitndose a calentar la carne colocndola sobre los
lomos de los caballos. Recorren montes y bosques, acostumbrndose
desde la ms tierna edad a sufrir la intemperie, el hambre y la sed;
no penetran bajo techado, a no ser que se vean obligados por la ms
urgente necesidad, y, una vez dentro, no se encuentran jams seguros
A caballo da y noche, el huno trafica, come y bebe. Montados a
caballo celebran tambin sus asambleas; peligrosos como
combatientes, tienen una movilidad que contrasta con la lentitud y
rigidez de las legiones romanas, Sus evoluciones son ligeras y
repentinas, Obligados a dispersarse, se rehacen instantneamente, y
sus galopadas en desorden siembran la carnicera por doquier, Es tal
su rapidez, que saltan el foso y saquean el campo enemigo antes de
haber sido advertidos [] Siempre errantes, sin hogar, sin ley, sin
costumbres fijas, parecen fugitivos; su nico domicilio son los
carros, donde trasportan a sus mujeres e hijos.
Marcelino AMIANO. Historiador romano que vivi entre los aos 330
y 400.
El cruce del Rhin en el 406 El pequeo nmero de los que
sobrevivimos fue gracias no a nuestros mritos, sino a la
misericordia del Seor. Pueblos innumerables y feroces han ocupado
el conjunto de las Galias. Todo el pas que se extiende entre los
Alpes y los Pirineos, el que limita con el Ocano y el Rhin, ha sido
devastado por quados, vndalos, srmatas, alanos, gpidos, hrulos,
sajones, burgundios, alamanos y -terrible desgracia- los panonios
se han convertido en enemigos, pues Assur ha llegado con ellos
[Salmo, 82,9]. Maguncia, en otro tiempo ilustre, ha sido tomada y
saqueada. En su iglesia, millares de hombres han sido masacrados.
Worms ha sido reducida despus de un largo asedio. Las prepotentes
urbes de Reims, Amiens, Arras, Tournai, Spira y Strasburgo han sido
trasladadas a Germania. Las provincias de Aquitania,
Novempopulania, Lugdunense y Narbonense, salvo un pequeo nmero de
ciudad, han sido completamente saqueadas. Las ciudades han quedado
despobladas por la espada y el hambre. No puedo recordar sin
lgrimas a Tolosa, cuya ruina solo ha sido impedida por el mrito de
su santo obispo Exuperio. Hispania misma, tiembla recordando la
irrupcin de los cimbrios (...)
SAN JERNIMO, Carta a Geruchia.
Consideraciones de San Agustn sobre el saqueo de Roma por
Alarico (410) De esta manera [refugindose en las iglesias de Roma]
salvaron sus vidas muchos de los que ahora infaman y murmuran de
los tiempos cristianos, culpando a Cristo de los trabajos y
penalidades que Roma sufri y no atribuyen a este gran Dios el
enorme beneficio de haber visto sus vidas a salvo por el respeto
que infunde su santo nombre. Por el contrario cada cual hace
depender este feliz suceso de la influencia del hado, cuando, si lo
reflexionasen, deberan atribuir las molestias y penalidades que
sufrieron por la mano vengadora de sus enemigos a los arcanos y
sabias disposiciones de la providencia divina,
Cada del imperio Romano y la transformacin del conCada del
imperio Romano y la transformacin del conCada del imperio Romano y
la transformacin del conCada del imperio Romano y la transformacin
del conttttexto europeo exto europeo exto europeo exto europeo
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que acostumbra a corregir y aniquilar con los funestos efectos
que presagia una guerra cruel, los vicios y las costumbres
corruptas de los hombres (...) Deberan tambin los vanos
impugnadores atribuir a los tiempos en que floreca el dogma
catlico, la gracia de haberles hecho merced de sus vidas los
brbaros, en contra de los que es usual en las guerras, sin ms
respeto que por iniciar su sumisin y reverencia a Jesucristo,
otorgndoles este favor en todos los lugares, y particularmente si
se refugiaban en los templos.
SAN AGUSTN, De civitate Dei, Libri XXII, p. 14-15, Pars,
1613.
La batalla de los Campos Catalnicos De la parte romana,
Teodorico y sus visigodos ocupan el ala derecha; Aecio y los
romanos, el ala izquierda. Haban colocado en el centro a Sangbano,
rey de los alanos (...) En cuanto al ejrcito de los hunos, fue
alineado en batalla en orden contrario al de los romanos: Atila se
coloc en el centro con los ms valientes entre los suyos (...) Los
pueblos numerosos, las naciones que haban sometido a su dominacin,
formaban sus alas. Entre ellos se haca notar el ejrcito de los
ostrogodos, mandados por Valamiro, Teodomiro y Videmiro, tres
hermanos que sobrepasaban en nobleza al propio rey, a las rdenes
del cual marchaban entonces, porque pertenecan a la ilustre y
poderosa raza de los malos. Tambin se vea all, a la cabeza de una
tropa numerosa de gpidos, a Ardarico, su rey, tan valiente y tan
famoso, cuya grande fidelidad lo haca admitir por Atila a sus
consejos (...) La muchedumbre de los otros reyes y los jefes de las
diversas naciones, parecidos a satlites, espiaban los menores
movimientos de Atila, y en cuanto l les haca un signo con la
mirada, cada uno, en silencio, con temor y temblando, vena a
colocarse delante de l, o bien ejecutaba las rdenes que de l haba
recibido. Sin embargo, el rey de todos los reyes, Atila, velaba
sobre todos y por todos.
JORNANDES, Histoire des Goths, p. 267-268, La opinin de Atalfo
sobre Roma en el ao 414 Atalfo era un gran hombre, por su valor,
poder e inteligencia. Su deseo ms ardiente, deca a sus familiares y
prximos, haba sido borrar el nombre de Roma, hacer de todo el
territorio romano un imperio godo, de la Romania una Gothia,
convertirse en Csar Augusto. Pero, como saba por experiencia, los
godos no obedecan leyes, como consecuencia de su barbarie sin
freno; y no se poda prescindir de las leyes, sin las cuales un
Estado no puede existir. As, al menos, haba escogido hacerse famoso
restaurando en su integridad y extendiendo el nombre romano gracias
a la fuerza gtica, pasar a los ojos de la posteridad como
restaurador de Roma, ya que no haba podido destruirla. Por eso se
abstena de la guerra y aspiraba a la paz.
OROSIO, Historiae, VII, 43, 5-7, p. 458.
Teodorico, rey de los ostrogodos Teodorico, varn belicossimo y
animoso, era hijo natural de Valamir, llamado rey de los godos. Su
madre, goda, llamada Ereriliva, era catlica y en el bautismo recibi
el nombre de Eusebia. Preclaro y de buena voluntad para con todos,
rein treinta y tres aos y asegur la felicidad de Italia treinta aos
y la paz para sus sucesores. Nada hizo de malo. As gobern
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aunados dos pueblos, el de los romanos y el de los godos. Aunque
perteneca a la secta arriana, nada intent contra la religin
catlica. Ofreci juegos en el circo y en el anfiteatro, lo que fue
llamado por los romanos un Trajano o un Valentiniano, en cuya poca
se inspir. Y los godos lo estimaron como su mejor rey por el Edicto
en que estableci el derecho. Prescribi a los romanos que el
servicio militar fuese como bajo los emperadores. Fue prdigo en
ddivas y distribucin de vveres y an cuando encontr el erario pblico
exhausto, lo restableci y lo hizo opulento con su labor. Aun cuando
era iletrado, demostr tanta agudeza, que algunos de sus dichos son
an hoy sentencia para el vulgo; por eso no nos avergenza recordar
algunas de ellas. Dijo: El que tiene oro y demonio no lo puede
esconder. Tambin: El romano miserable imita al godo y el godo til
imita al romano (...) Era tambin amigo de las construcciones y un
restaurador de ciudades. Restaur el acueducto de Ravena, obra del
emperador Trajano, y despus de mucho tiempo hizo correr agua;
edific el palacio hasta terminarlo, pero no lo dedic y acab el
prtico alrededor del palacio. Adems hizo las termas y el palacio de
Verona y agreg una galera desde la puerta hasta el palacio;
reedific el acueducto que por mucho tiempo haba estado destruido e
hizo circular el agua, circund la ciudad con otros muros nuevos.
Tambin en Ticino hizo un palacio, las termas, el anfiteatro y
amurall la ciudad. Pero tambin benefici a otras ciudades. Tanto
agrad a los pueblos vecinos, que se ofrecieron a pactar con l en la
esperanza de tenerlo por rey. Tambin llegaban hasta l comerciantes
desde diversas provincias, pues haba tanto orden que, si alguno
quera enviar a su dominio oro y plata, poda considerarse tan seguro
como si estuviera dentro de los muros de la ciudad. Y as fue en
toda Italia, que no dot de puertas a ciudad alguna, ni las cerr
donde las haba (...)
Anonymus Valesianus, Retrato de Teodorico por Procopio Es
necesario reconocer que gobern a sus sbditos con todas las virtudes
de un gran emperador. Mantuvo la justicia y estableci buenas leyes.
Defendi su pas de la invasin de sus vecinos y dio a todos prueba de
una prudencia y de un valor extraordinarios. No cometi ninguna
injusticia contra sus sbditos, ni permiti que se cometieran, salvo
que permiti que los godos se repartieran las tierras que, en
tiempos, Odoacro haba distribuido entre los suyos. En fin, aunque
Teodorico no tuvo ms que el ttulo de rey, no dej de alcanzar la
gloria de los ms ilustres emperadores que hayan jams ocupado el
trono de los Csares. Fue igualmente querido por godos e italianos,
lo cual no sucede habitualmente entre los hombres, que no estn
acostumbrados a aprobar en el gobierno del Estado aquello que no
est de acuerdo con sus intereses, y que condenan todo lo que les es
contrario. Despus de haber gobernado durante treinta y siete aos y
de haberse presentado como temible para sus enemigos, muri de esta
manera (...)
PROCOPIO DE CESAREA (500-565), Histoire de la guerre contre les
goths
Anglos, jutos y sajones en Gran Bretaa En el ao de la Encarnacin
del Seor de 449, habiendo obtenido Marciano la realeza, junto con
Valentiniano, como cuadragsimo sexto sucesor de Augusto, la posey
siete aos. En esta poca, el pueblo de los Anglos o de los Sajones
fue invitado por el mencionado rey
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[Vortigern] y se traslad a Bretaa con tres barcos largos, y
recibi residencia en la parte oriental de la isla, bajo las rdenes
del mismo rey, para defenderla como si de su patria se tratara,
aunque en realidad para conquistarla. As, despus de entablar lucha
contra los enemigos que venan del Norte, trabaron batalla y los
sajones se alzaron con la victoria. Lo que, una vez anunciado en su
lugar de origen, as como la fertilidad de la isla y la cobarda de
los bretones, pronto enviaron los sajones una flota ms nutrida con
gente armada de refuerzo que, junto a los precedentes, formaron un
ejrcito invencible. Los que llegaron recibieron asiento entre los
bretones, por concesin de estos, con la condicin de que lucharan
contra sus adversarios, por la salvacin y paz de la tierra, y que
les daran el estipendio debido por sus servicios. Haban venido
gentes de los tres pueblos ms valerosos de Germania, esto es, los
Sajones, los Anglos y los Jutos. De origen juto son los Cantuari y
los Victuari, o sea, el pueblo que posee la isla de Wight y el
pueblo llamado hasta hoy juto en la provincia de los sajones
occidentales [Wessex]. De los sajones, es decir, de la regin que se
llama hoy pas de los viejos sajones [Holstein], vinieron los
sajones orientales, meridionales y orientales [Essex, Sussex,
Wessex]. De los anglos, es decir, del pas que se denomina Angeln
[en el Este de Schleswig], y que desde entonces hasta hoy ha
permanecido desierto, salieron los anglos orientales [East Anglia]
y anglos mediterrneos [South Anglia y Uppland], Mercia y toda la
descendencia de los northumbrios, es decir, los que habitan el
norte del ro Humber, y todos los otros pueblos ingleses.
BEDA EL VENERABLE, Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum
Etelberto de Kent y la figura del bretwalda, rey de reyes de los
anglo-sajones En el ao 616 de la Encarnacin del Seor, que es el
vigsimo primero desde que fue enviado Agustn con sus compaeros a
predicar al pueblo de los anglos, Etelberto, rey de Kent, despus de
gobernar gloriossimamente su reino temporal por espacio de
cincuenta y seis aos, alcanz el gozo eterno del reino celeste. Este
rey fue el tercero de los reyes del pueblo anglo que gobern unidas
las provincias de dicho pueblo situadas al sur del ro Humber y las
contiguas al mismo ro por la parte del Norte, pero fue el primero
de todos ellos en ascender al reino de los cielos. El primer rey
que imper [sobre los restantes reinos anglosajones] fue Aelle, rey
de los Sajones meridionales [Sussex], el segundo fue Celin, rey de
los Sajones Occidentales [Wessex] (...); el tercero, como dije, fue
Etelberto, rey de los Kentienos (...) Y este rey, entre otras cosas
buenas que proporcionaba a su gente con su buen gobierno, promulg
con el consejo de los sabios, una legislacin judicial, basada en el
Derecho Romano. Estas leyes se conservan todava en la lengua de los
anglos y son observadas por ellos: en las mismas dispuso, en primer
trmino, de qu modo deba enmendar [el dao causado] quien se
apoderase mediante robo de algn bien de la Iglesia o del obispo o
de los restantes rdenes eclesisticos, estableciendo su salvaguarda
sobre aquellos de quienes haba recibido la fe. Era, dicho Etelberto
hijo de Irminric, cuyo padre fue Octa, cuyo padre fue Erico,
conocido por Oisco, de quien los reyes de Kent suelen ser llamados
Oiscingas. Cuyo padre fue Hengist, quien junto con su hijo Oisco,
invitado por Vurtigerno, fue el primero que lleg a Gran Bretaa,
segn ya hemos referido anteriormente.
BEDA EL VENERABLE, Historia ecclesiastica gentis Anglorum, Ed.
J. E. King, Londres, 1962, lib. II, cap. V, pp. 224-226.
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Offa, rey de Mercia Y este mismo ao (757) Offa puso en fuga a
Beornred y le sucedi en el reino, y lo rigi durante treinta y nueve
aos, y su hijo Ecgfrith rein ciento cuarenta y un das. Este Offa
era hijo de Thingfrith (...) En la poca de dicho rey Offa hubo un
abad de Medeshamstede llamado Beonna. Y este Beonna, obtenido el
consentimiento de los monjes de su monasterio, entreg al ealdorman
Cutberto diez fincas en Swineshead con pastos y praderas y con
todas sus pertenencias, con la condicin de que el antedicho
Cutberto diera al abad cincuenta libras por dicha entrega y le
proporcionara de comer un da al ao o le diera, a cambio, treinta
chelines en moneda; y con la condicin, adems, de que la tierra
entregada debera volver al monasterio a la muerte del obtentor.
(...) Ecgfrith fue consagrado rey [en el 785]. En este ao [787-789]
el rey Beorhtric tom por esposa a Eadburh, hija de Offa. Y en sus
das llegaron por primera vez tres naves: y entonces el guarda de la
costa o gerefa cabalg hacia donde estaban [anclados] e intent
obligar a los recin llegados a ir al mayor real, pero l no saba
quines eran estos, y ellos le dieron muerte. Estas fueron las
primeras naves de los daneses que llegaron a Inglaterra. ALFREDO EL
GRANDE, Crnica Anglosajona, aos 757-796. M. Riu y otros, Textos
comentados de poca
medieval (siglos V al XII), Barcelona, 1975, pp. 118-119.
La trasformacin del contexto europeo
Si todo el Ocano se hubiera desbordado sobre los campos de la
Galia, no hubieran causado sus aguas tanta ruina
Annimo
Los brbaros llevan todo a sangre y fuego; la peste, por su
parte, no hizo menos destrozos. A las rapias cometidas por los
brbaros y a los estragos de la peste, hubo que aadir las tirnicas
exacciones de los agentes del fisco, que justamente con la
insaciable sed de botn de la soldadesca desenfrenada, dejaron
exhaustos a los pueblos. El hambre lleg a tal extremo que se vio a
los hombres alimentarse con carne humana, sirviendo a las mismas
madres de alimento el cuerpo de sus hijos muertos y preparados por
ellas. Las fieras, acostumbradas a cebarse en los cadveres,
hacinados por el hambre, la guerra y las enfermedades, que hacan
estragos aun en los hombres ms vigorosos, iban acabando lentamente
con el gnero humano. As, estas cuatro plagas, la guerra, el hambre,
las fieras y la peste desatadas por doquier, vinieron a cumplir las
predicciones de los profetas del Seor.
Hidacio, 470
Dese en un principio borrar el nombre romano y crear un imperio
que llevara el nombre de los godos. La Romania se convertira en
Gotia, y Atalfo sera su emperador. Pero una larga experiencia le
hizo ver que los godos, por su barbarie desenfrenada, eran
incapaces de someterse a las leyes. Como sin leyes no hay estado
que merezca tal nombre, prefiri emplearse en restaurar en su
integridad y en realzar el nombre de Roma con la fuerza de los
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godos. As podra pasar a la posteridad como el restaurador del
Imperio romano al que no haba podido suplantar.
Orosio
El mundo romano se hunde y, no obstante, nuestra altiva cabeza
no cede Cul crees que puede ser el estado del espritu de los
corintios, de los atenienses, de los lacedemonios, de los arcadios
y de toda Grecia, a quienes manden los brbaros?
San Jernimo, 396
Quieres saber, romano, por qu tu gloria llena el mundo y lo
sujeta a tus mandatos? Porque Dios quiso primero unir a todos los
pueblos discordes y someterlos a un nico imperio para que la
religin de Cristo encontrase luego en paz y unidos en espritu comn
a los corazones de los hombres. Pues solo la concordia conoce a
Dios. Por todas las tierras de Oriente a Occidente. Dios hizo que
todos los hombres se sometieran a las mismas leyes y que todos, del
Rin al Nilo, se hicieran romanos. Vivimos en una patria y un hogar
comn. Esto se ha logrado merced a tantos y tan grandes triunfos del
Imperio romano. El mundo unido y en paz, gracias a Roma, est
preparado oh Cristo! para recibirte.
Prudencio
La dinasta carolingia "Burchardo, obispo de Wurzburgo, y el
sacerdote Fulrad, capelln, fueron enviados a Roma, cerca del papa
Zacaras, para hablar al soberano pontfice del problema que se
planteaba por el hecho de que los reyes de Francia, en esta poca,
apenas tenan nada ms que ,el nombre de reyes, pero no posean
ninguna autoridad real. El papa nombrado hizo saber a los enviados
que vala ms llamar rey a aquel en cuyas manos resida la realidad
del poder y, en virtud de su autoridad, decidi que Pipino fuera
establecido como rey."
(Anales reales, ao 749) Retrato de Carlomagno Llevaba la ropa
nacional de los francos: sobre el cuerpo una camisa y un calzn en
tela de lino; encima una tnica bordada de seda y un pantaln corto;
unas bandas estrechas rodeaban sus pies y piernas; un chaleco de
piel de nutria o de rata protega en invierno su pecho y sus
espaldas; se envolva en una capa azul y llevaba siempre un cinturn
del que colgaba una espada de la que el tahal y la empuadura eran
de oro o plata. A veces cea una espada ornada de pedrera, pero
solamente en los das de grandes fiestas o para la recepcin de
embajadores extranjeros. () Era de espaldas anchas y robustas, de
talla elevada, aunque no en demasa, porque meda siete pies de alto.
Su cabeza era redonda, sus ojos grandes y vivos, su nariz algo ms
grande que lo corriente; tena hermosos cabellos blancos y una
fisonoma agradable y alegre. Tambin daba exteriormente una vigorosa
impresin de autoridad y dignidad, ya estuviese
Carlomagno y la restauracin del Imperio de OccidenteCarlomagno y
la restauracin del Imperio de OccidenteCarlomagno y la restauracin
del Imperio de OccidenteCarlomagno y la restauracin del Imperio de
Occidente
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sentado o de pie. Tena el paso firme y la actitud viril. Su voz
era clara aunque no tena toda la amplitud de su fsico. Se entregaba
asiduamente a la equitacin y a la caza. Era un gusto hereditario,
porque quiz no haya un pueblo en el mundo que pueda igualar en esos
deportes de los francos.
Eginardo. Vida de Carlomagno. Consagracin de Carlomagno "Ahora
bien, como el, muy santo da de Navidad haba entrado en la baslica
de San Pedro Apstol para la celebracin de la misa solemne, mientras
estaba delante del altar con la cabeza inclinada., en oracin, e1
papa Len 111 coloc la corona sobre su cabeza; entonces todo el
pueblo romano lo aclam: A Carlos Augusto, coronado por Dios, grande
y pacfico emperador de los romanos, vida y victoria!. Terminadas
esas alabanzas, fue adorado por el papa a la manera de los prncipes
antiguos, y, abandonando e1 ttulo de patricio, fue llamado,
emperador y Augusto."
(Anales reales, ao 801) Creacin de escuelas y contenidos de la
enseanza [] Que se rena no slo a los nios pobres sino tambin a los
bien nacidos. Que haya tambin escuelas para la educacin de los
nios. Que en todos los obispados y monasterios se enseen los
salmos, las notas, el canto, el clculo, la gramtica, y que haya
libros cuidadosamente corregidos, pues a menudo los hombres que
quieren rezar a Dios lo hacen mal porque tienen en sus manos libros
incorrecto. No permitis que stos perjudiquen a vuestros hijos que
los leen o copian. Si es necesario verificar el Evangelio, el
salterio y el misal, que los hagan hombres capaces que se apliquen
cuidadosamente a ello.
23 de marzo 789. Admonitio generalis, 72, M.G. H. Leges, II,
Capi. I, 60.
Tratado de Verdn (843) Llegado Carlos, los hermanos se reunieron
en Verdn. All fue hecho el reparto: Luis recibi todo el territorio
ms all del Rhin, las ciudades de Spira, Worms, Maguncia y sus
pagos. Lotario, el territorio que se encuentra entre el Rhin y el
Escalda, hasta el mar, y del otro lado, por el Cambrsis, el
Hainaut, los pases de Lomme y de Mziers y los condados vecinos al
Mosa hasta la confluencia del Saona y el Rdano, y el curso del
Rdano hasta el mar, con los condados contiguos [] El resto hasta
Espaa lo recibi Carlos.
Anales de Saint Bertin, aos 842-843 Missi dominici
En el texto que transcribimos a continuacin se especifican las
funciones que correspondan a los missi dominici. Esta circular fue
dirigida, a comienzos del siglo IX, a uno de los condes cuya
circunscripcin se disponan a visitar.
"Os enviamos esta carta para ordenaros, en nombre del emperador,
y rogaros encarecidamente par nuestra parte, que os esforzeis en
cumplir con todas las obligaciones que os conciernen, tanto en lo
que respecta al culto de Dios como al servicio de nuestro seor y a
la salvacin y cuidado del pueblo cristiano. Ya que nuestro seor nos
ha encomendado, lo mismo que a todos los de- mas missi, presentarle
a mediados de abril un informe exacto sobre la forma en que se han
cumplido en su reino las ordenes que estos ltimos aos hizo
transmitir por sus missi, pues esta deseoso de recompensar
dignamente a
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Historia Medieval
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los que se han ceido a ellas y reprender con dureza, como lo
merecen, a los que no lo han hecho as... Os instamos a repasar
vuestras capitulares, a recordar las instrucciones verbales que os
hicieron saber y a desplegar, para aplicarlas, tal celo que podis
ser recompensados por ella, tanto por Dios como por vuestro seor el
gran emperador.
Os encareceremos, pues, ante todo y os