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ibr dentro de un contexto general. Ningún vehículo mejor para ello que el estudio de su abundante epistolario a su prometida, y de lo diarios y las obras escritos por Kafka durante ese periodo. En este sentido, el principal' colaborador en la investigación de Canettí e el propio Kafka. El en ayo de Canetti (primera ventaja) no tiene, como tantos otros, la simple preten i6n de alimentar la glosa literaria. Su inten i6n es -y esto lo ha observado bien J millo Pacheco-, a través del conoci- miento de un ser individual, avanzar en el en imi nto de no otros mismos. Por eso n h y poder. Canetti ha descrito cómo td no otros nos encontramo complica- d n una afano a persecución del poder: Iíti o, e on6mi o, social, pero que, en últ¡ ln 1 ocia, a mu ho más allá del (ni quo i bi o e nutre de él-, para p re r inc1u en nivel inso pechados: I rrust d. I mor. tr ra d I P der I humillación, ni lleva par ja d la inseguridad d peod o i. . inter ante r cordar d rib K tl<a u ¡tuación en una de m ran p' in de su diario de 1910, d et le er rel i n n elice. í mi m m "al hombre bre I I:IS on us cuatro n qu . ad m, ntrech an y se nI un lo tro". in eguri- u K manifie ta en e la lineas, I por tr p rte 1 en ación de una de un u en ia de poder; un hombre dr un hombre incapaz de encau- u pr pia vid in fu la balsa sobre la tiene lo traiciona. anetti de- cómo. sin embargo, todas las ten- de Kafl<a e dirigen hacia ese pun- t. a teme al poder y por lo tanto lo de pre ia; bu a la inseguridad para nutrirse en ella como una forma de substituir al poder. eli e Bauer, durante su primer encuen- tro. aparece ante Kaf1<a como una persona Un de poder de voluntad y de decisión, al grado de aceptar la invitación a un viaje que {ka le propone realizar el siguiente año. En ella Kaika percibe a un ser del cual puede depender. Pero si Kafka busca ustraerse al poder, Felice que configura parte de éste, representa simultáneamente un peso deseable pero imposible, insoporta- ble. Para esquivarla Kafka se humillará ante ella hasta el punto en que su poder no tenga ningún efecto sobre él. Canetti de- muestra lo anterior citando párrafos enteros de las cartas de Kafka en la que se describe 3
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rrust mor. - f002.backblazeb2.com · eli e Bauer, durante su primer encuen tro. aparece ante Kaf1

Sep 01, 2019

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dentro de un contexto general. Ningúnvehículo mejor para ello que el estudio desu abundante epistolario a su prometida, yde lo diarios y las obras escritos por Kafkadurante ese periodo. En este sentido, elprincipal' colaborador en la investigación deCanettí e el propio Kafka.

El en ayo de Canetti (primera ventaja)no tiene, como tantos otros, la simplepreten i6n de alimentar la glosa literaria. Suinten i6n es -y esto lo ha observado bienJ millo Pacheco-, a través del conoci­miento de un ser individual, avanzar en ele n imi nto de no otros mismos. Por eson h y poder. Canetti ha descrito cómo

t d no otros nos encontramo complica-d n una afano a persecución del poder:

Iíti o, e on6mi o, social, pero que, enúlt¡ ln 1 ocia, a mu ho más allá del(ni quo i bi o e nutre de él-, parap re r inc1u en nivel inso pechados:

I rrust d. I mor.tr ra d I P der I humillación,

n i lleva par ja d la inseguridadd peod o i. . inter ante r cordard rib K tl<a u ¡tuación en una de

m ran p' in de su diario de 1910,d e t le er rel i n n elice.

í mi m m "al hombrebre I I:IS on us cuatro

n qu . ad m, ntrech an y sen I un lo tro". in eguri-u K manifie ta en e la lineas,

I por tr p rte 1 en ación de unade un u en ia de poder; un hombred r un hombre incapaz de encau-

u pr pia vid in fu la balsa sobre latiene lo traiciona. anetti de­

cómo. sin embargo, todas las ten­de Kafl<a e dirigen hacia ese pun­

t . a teme al poder y por lo tanto lode pre ia; bu a la inseguridad para nutrirseen ella como una forma de substituir alpoder.

eli e Bauer, durante su primer encuen­tro. aparece ante Kaf1<a como una personaU n de poder de voluntad y de decisión,al grado de aceptar la invitación a un viajeque {ka le propone realizar el siguienteaño. En ella Kaika percibe a un ser delcual puede depender. Pero si Kafka buscaustraerse al poder, Felice que configura

parte de éste, representa simultáneamenteun peso deseable pero imposible, insoporta­ble. Para esquivarla Kafka se humillará anteella hasta el punto en que su poder notenga ningún efecto sobre él. Canetti de­muestra lo anterior citando párrafos enterosde las cartas de Kafka en la que se describe

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Centenario de Efrén Rebolledo

Saga de Sigrida la Blonda:el papel de la convención

lleno de defectos y debilidades. Se queja desu condición física, de su precaria salud, delaS incesantes dudas que lo obstaculizanpara realizar incluso las cosas más sencillas.Felice, sin embargo, lo ha aceptado y sos­tiene con él una relación que llega hasta elcompromiso matrimonial. Entonces la situa­ción se toma en un peligro para Kafka,Felice amenaza el único espacio en que sesiente seguro: la literatura; y busca desespe­radamente liberarse de esa responsabilidad.Si ya Kafka- observaba que su relación conFelice -puramente epistolar- le impedíaocuparse en escribir su· obra, se percatabade lo difícil que resultaría mantener unarelación aún más profunda e íntima, con lapresencia constante de Felice, y de lo queeso significaría para su vida, sostenida en lacreación literaria. Kafka no descansa hasta

- no verse liberado del compromiso, y si esasituación lo hace sufrir terriblemente, tam­bién le brinda fuerza para continuar adelante, es decir, para continuar escribiendo.Sobre este punto, Canetti hace una de lasrevelaciones más importantes del libro: "Eldesenlace de todo el asunto, la ruptura delcompromiso, era lo que él había deseado,por lo que esta solución debió de significarpara él un gran alivio. Pero lo que leofendió, lo que le avergonzó hondamente,fl!e' el carácter público del procedimiento.La vergüenza que le produjo tal humilla­ción, cuyo peso sólo cabría medirlo con suorgullo, se mantuvo acumulada en él, diolugar a El proceso y desembocó sin mermaen el último capítulo. Kafka se deja condu­cir casi en silencio hacia la ejecución, casi sinresistencia." (pag. 124.) En efecto, duranteel proceso que dio lugar a la ruptura delcompromiso, Kafka se mantiene en silencio,sin oponer resistencia, pese a los insultos deFelice. No obstante, Kafka buscó sin lugar adudas este desenlace que, en el fondo, ledaba nuevos medios para fortalecerse: "Lafuerza que con anterioridad buscaba a tra­vés de Felice, se la infunde ahora el golpedel "Tribunal".

Sustraerse, al poder, ese ente abstracto ygeneralizado que lo oprimía, mediante lahumillación, da nuevas fuerzas a Kafka, y,sobre todo, le confiere ante sus propiosojos, dignidad. En su Diario, Kafka copiaun fragmerito de una carta enviada a Feliceel primero de octubre de 1918 -que Canet­ti no cita en su texto, pero que para elcaso nos sirve perfectamente, pues reseñavarias de las ideas que utiliza Canetti parala construcción de su investigación- quepermitirá al lector tener una cercana idea

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Libros

de cuál es el punto que se esfuerza enesclarecer Canetti: "Cuando me examino amí mismo para saber cuál es mi objetivofmal, resulta que, en realidad, no me es­fuerzo por ser una buena persona y darsatisfacción a un tribunal supremo, sino,muy al contrario, trato de tener una visiónpanorámica de toda la comunidad humanay animal, de descubrir sus preferencias fun­damentales, sus deseos, sus ideas morales,de reducirlos a preceptos simples y deevolucionar en su dirección lo antes posi­ble, para complacer por entero a todos ypara hacerlo de tal modo (he aquí la

Pocos movImIentos tan conscientementecosmopolitas como el simbolismo (y demásismos), dice Arthur Symons. Quizá, diceOctavio Paz, no hubo otro movimiento tanurgido de no serlo y cantar su propianecesidad de morir. Necesidad, reiteradahasta el agotamiento, originada en la sensa­ción de vivir los últimos destellos de ladecadencia que, de diferente manera encada uno, atacó a todos los artistas quevivieron entre 1850 y 1920 que, bajo losmás etéreos y diversos epítetos (spleen,angst, noia) alude a un estado paradójica­mente móvil: decadencia.

Este modo de la cultura, la vanguardia,oculta la existencia de un tiempo inafecta­ble que no es sino la conciencia de unahistoricidad agotacla; es también el orgullode un cosmopolitismo que se confiesa co­mo la asumpción de un violento y organiza­do desarraigo civil. Ya Baudelaire habíadefinido la modernidad como "el talentopara arrancar a la moda lo poético dentrode los histórico, de extraer lo eterno de lotransitorio": la modernidad es, en oposi­ción a la transitoriedad de la moda -y suvano juego de dominar al tiempo- la subli­mación de -un humanismo siempre fugitivoy, por tanto, siempre ausente. Pero esecosmopolitismo tiende al convencionalismocomo la vanguardia tiende a la convención,ambas formas del amaestramiento socio-culotural. Lo moderno -"modo de hoy"-, loopuesto a lo novedoso, no tarda en adquirir

incoherencia) que, sin perder el amor gene­ral, acabe por ser el único pecador que noserá quemado, a quien se le permita desa­rrollar abiertamente, ante los ojos de todos,las ignominias que lleva dentro. En resu·men, no me importa más que el tribunalhumano, y a ese pretendo engañarlo, aun·que sin engañarlo todo."

Rafael Vargas

• Canetti, Elías, El otro proceso de Kafka.Barcelona, F.spaña. Muchnik Editores, 1976 (206pp.)

el valor de uso propio de la mercancía:moda no puede dejar de llamar a modo.palabra con la que comparte raíz y fatali­dad. Virtud fundamental del proceso litera­rio: cercanía de la muerte. conciencia deldeterioro que lleva a la metamorfosis: acuseel tiempo y sus obligadas mutuaciones encuanto que tiempo en crisis, desgarrado.

Para sufrir este proceso hubo (hay) dife­rentes talentos apreciables por diferentesvirtudes. El hispanoamericano y su habili·dad para derivar lo modernista en modaofrece singulares atracciones, nunca tanprolijas, eso sí, como las europeas: aquellasregiones confeccionadas de árboles retorci­dos yaguas metálicas. llenos de "la graciade las cosas desvanecidas" de Mallarmé; laspraderas huysmanianas "revestidas de coldcream"; los cisnes de cuello retorcido deVerlaine, los invernaderos de las grutas deMaeterlinck y los lagos espejeados de saucesde Mendés no tardaron en convertirse, a unnivel puramente contenidista, en puntos dereferencia de todo escritor vanguardista has­ta crear un código semántico sobre el quese erguía el lenguaje fmisecular: los noventay cinco cisnes de Yeats, el violín de Ver·laine, la flauta de Mallarmé, las campanasde Stevens y hasta el salterio de LópezVelarde; las sinfonías en gris, rosa o azulque lentamente agotaron el gouffre de lasinestesia y, por supuesto, el recurso alhelenismo que (Louys, Moréas) no tardó ensaturar a las letras de ninfas, lotófagos o