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Universidad Autónoma de Querétaro Facultad de Filosofía Licenciatura en Filosofía Alumno: José Miguel Ángeles de León Docente: Dr. José Salvador Arellano Rodríguez Materia: Ética Fecha: 16 de junio de 2014. Sobre la contingencia de la metafísica. La hermenéutica analógica de Mauricio Beuchot como puente entre la metafísica y la ética, ante las contingencias de Richard Rorty. 0.Introducción. Richard Rorty, en Contingencia, ironía y solidaridad, nos propone un modelo utópico que él denomina la utopía de los ironistas liberales; una culminación postmetafísica en la que el ser humano aspirará, a partir de las contingencias del lenguaje, del yo y de una comunidad liberal, a ironizar la verdad. Al parecer de Rorty, la gran dicotomía de nuestro mundo es la irreconciliación entre el léxico privado --aquél que construye las creencias y esperanzas a partir del yo-- con el léxico público --aquél que nos exige la rendición de cuentas con los demás--. Según el estadounidense, ambos lenguajes intentan encontrar la verdad, que como ya hemos dicho, a su parecer, es una cuestión metafísica: el lenguaje privado intenta encontrar respuestas en lo más profundo del yo; el segundo cree que la verdad está afuera y que es necesario descubrirla 1 . Rorty considera que es imposible conciliar ambas posturas, porque una limita a la otra: los lenguajes públicos desprecian, e incluso persiguen, a los lenguajes privados porque actúan de forma distinta a lo que los lenguajes públicos establecen; por otra parte, los lenguajes 1 Richard Rorty. Contingencia, ironía y solidaridad. Madrird: Paidós, 1994, p. 17.
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Rorty y los equivocismos

Feb 17, 2023

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David Miralles
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Page 1: Rorty y los equivocismos

Universidad Autónoma de Querétaro

Facultad de Filosofía

Licenciatura en Filosofía

Alumno: José Miguel Ángeles de LeónDocente: Dr. José Salvador Arellano RodríguezMateria: ÉticaFecha: 16 de junio de 2014.

Sobre la contingencia de la metafísica.La hermenéutica analógica de Mauricio Beuchot como puenteentre la metafísica y la ética, ante las contingencias de

Richard Rorty.

0.Introducción.

Richard Rorty, en Contingencia, ironía y solidaridad, nos propone un modeloutópico que él denomina la utopía de los ironistas liberales; una culminaciónpostmetafísica en la que el ser humano aspirará, a partir de lascontingencias del lenguaje, del yo y de una comunidad liberal, a ironizar la verdad.Al parecer de Rorty, la gran dicotomía de nuestro mundo es lairreconciliación entre el léxico privado --aquél que construye las creencias yesperanzas a partir del yo-- con el léxico público --aquél que nos exige la rendición decuentas con los demás--. Según el estadounidense, ambos lenguajesintentan encontrar la verdad, que como ya hemos dicho, a suparecer, es una cuestión metafísica: el lenguaje privado intentaencontrar respuestas en lo más profundo del yo; el segundo cree que laverdad está afuera y que es necesario descubrirla1. Rorty consideraque es imposible conciliar ambas posturas, porque una limita a laotra: los lenguajes públicos desprecian, e incluso persiguen, alos lenguajes privados porque actúan de forma distinta a lo quelos lenguajes públicos establecen; por otra parte, los lenguajes1 Richard Rorty. Contingencia, ironía y solidaridad. Madrird: Paidós, 1994, p. 17.

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privados son escépticos sobre su responsabilidad con los demás yterminan ensimismándose en la asocialidad, que inevitablemente,deriva en crueldad2. Rorty sostiene que son lícitos los fines deambos lenguajes, sin embargo, con base en el giro historicista,concluye que el error del lenguaje privado está en creer en laexistencia de yo; el error del lenguaje público está en buscar launiformidad de la verdad3. Para Rorty, la solución a tal dicotomíaes renunciar a la búsqueda del sentido, a partir de aceptar lacontingencia de los propios deseos, del lenguaje, del yo y de laaspiración a una sociedad liberal4. Lo que propone Rorty es adoptarel modelo de ironista liberal, que siguiendo la definición de liberal deJudith Shklar, es aquél que se indigna ante la injusticia, peroque ironiza sus creencias y deseos --las vuelve contingentes-- y se muevepor un mero impulso historicista, nominalista y antimetafísico,cuya responsabilidad con los demás se reduce a ser solidario con losque sufren. Al parecer de Rorty, en la ironía liberal, al aceptar lascontingencias, se rebasa la verdad, y esta se sustituye por lalibertad5. El sentido de la realidad no se busca, por lo tanto, nose encuentra; el sentido se construye a partir de la imaginacióndel hombre.

Mauricio Beuchot en su Tratado de Hermenéutica Analógica y en Perfilesesenciales de la hermenéutica, nos muestra los riesgos de caer en losequivocismos6, que son aquellos modelos que pugnan porparticularismos y contigentismos –nuevos nominalismos-- en los queno cabe ninguna antropología, mucho menos, alguna metafísica, puesdesechan todo universal. En tales modelos, según Beuchot, sólo seacepta la lingüisticidad de la realidad, es decir, el girolingüístico de la filosofía y todo lo relativo a la persona: suspuntos de vista, sus enfoques, sus circunstancias7. Beuchot ve a la2 Ibíd. p. 16.3 Ibíd. pp. 16-174 Ibíd. pp. 17-19.5 Richard Rorty, o.c,, p. 18 6 Al renunciar a la verdad, Rorty sería un equivocista. Dice Beuchot sobreRorty: “Richard Rorty habló de pasar de la epistemología a la hermenéutica, aunque más bienha pasado a la pragmática, y a un pragmatismo demasiado fuerte. De la filosofía analítica pasó alneopragmatismo que se preocupa más de los problemas prácticos que de los problemas teóricosque han mostrado conducir a callejones sin salida, y que tal vez, no tienen solución, como losproblemas epistemológicos y metafísicos de la verdad, la objetividad, el realismo, etc. […] Lo queimporta es el triunfo de una sociedad liberal y abierta, aunque tengamos que hacerla sinmetafísica, ni epistemología”. Mauricio Beuchot. Perfiles esenciales de la hermenéutica.México: UNAM-FCE, 2008, pp. 108-109.7 Mauricio Beuchot, o.c, pp. 120-121.

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metafísica como algo inherente al hombre, pues es a partir de ellaque cada individuo cimienta los fundamentos de su existencia,empero, acepta que la metafísica sin esencia (es decir, aquellametafísica sólo se encuentra fuera del mundo de la vida) conduceal quietismo, cuyo riesgo es que el hombre se quede en lo másprofundo de su ser y omita su papel como miembro de la sociedad8.El hombre sin metafísica, al no fundamentar de forma alguna suexistencia, y al ser él la medida de su existencia, está condenadoal nihilismo, pues para él, todo está permitido9. Para conciliar lametafísica con la ética --lo privado con lo público--, Beuchot propone suhermenéutica analógica, que intenta, a partir de la interpretacióndel hombre y sus circunstancias, la creación de una antropologíaque permita conocerlo y así, posteriormente, normarconvenientemente su conducta10. La analogía --lo que concilia al lenguajepúblico, con el lenguaje privado-- media proporcionalmente a partir de lafrónesis, que aplicada a la ética, es la virtud de tener mesuraentre nuestros deseos y aquello que nos demanda la sociedad11.Beuchot concluye que el juicio de la hermenéutica analógica sehace ético cuando se da pie a cualificar de bueno o malomoralmente; una vez realizada tal interpretación, la hermenéuticapermite posibilitar el paso de lo meramente valorativo, al juiciopráctico moral12.

La tesis que defenderemos argüe que la postura implícita de fondoen Contigencia, ironía y solidaridad es la condenación de los defensores delos universales --los metafísicos-- a los que Rorty, en el prefacio –unacita de Milan Kundera-- relaciona con los agélastes, que son, segúnRabelais, aquellos que no ríen y que son enemigos del proyectoeuropeo postilustrado, mejor conocido como Modernidad. También sedefenderá, casi a modo de apologética, la necesidad de lametafísica ante la ética. Los proyectos éticos postmetafísicos sehan estancado en la crítica de lo que, generalmente ---incluso deforma peyorativa--, denominan moralidad. Una verdadera ética precisaríaser propositiva, no una mera crítica deconstruccionista sustentada enjuicios antimetafísicos, que parten de juicios nominales. En 1 –Eldesencanto del ideal moderno en Richard Rorty— se mostrará cómo esque todas las contingencias expuestas en Contingencia, ironía ysolidaridad, derivan –implícitamente— en un ataque a todo pensamiento8 Ibíd. pp. 134-135.9 Ibíd. pp. 131-132.10 Ibíd. p. 122.11 Ibíd. pp. 122-123.12 Ibíd. pp. 120-124 y 126-138.

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sustentado en un universal trascendente, ya sea una nociónteológica o epistemológica, producto de su desencanto al idealmoderno. Además se evidenciará cómo es que un modelo tanrelativista y ecléctico, inevitablemente, termina en el nihilismo.En 2 –La solidaridad, el modelo ético de la utopía ironistaliberal--, se expondrá la propuesta ética de Richard Rorty apartir de las contingencias y de la necesidad de no caer en lacrueldad. En 3 – Reinventar la metafísica, a partir de lahermenéutica analógica, para una nueva ética contra el desencanto,según Mauricio Beuchot-- se abordará la propuesta del Dominico,que intenta en la llamada posmodernidad –era del desencanto y delrechazo a lo común--, a partir del replanteo de la metafísica, unaética propositiva basada en una antropología humana que navegaentre el univocismo y el equivocismo. En 4 –Ética privada y éticapública— a modo de conclusión, el autor dará explícitamente supostura y mostrarán las problemáticas surgidas del texto.

0.El desencanto del ideal moderno en RichardRorty.

A manera prefacio, en Contingencia, ironía y solidaridad, Rorty utiliza unfragmento del Arte de la Novela, de Milan Kundera, que versa sobre elideal moderno –que identifica con la culminación de la Europaliberal posrevolucionaria--, dice el autor de La Insoportable Levedaddel Ser13:

Kundera (1986) “Los agelastos, el no pensamiento de las ideas preconcebidas, el kitsch, son el enemigo tricéfalodel arte nacido como eco de la risa de Dios y que supo crear ese fascinante espacio imaginario en el que nadie es poseedor de la verdad y cada cual tiene derecho a sercomprendido. Este espacio imaginario nació con la Europamoderna, es la imagen de Europa, sueño muchas veces traicionado pero, aun así, lo suficientemente fuerte como para unirnos todos en la fraternidad que sobrepasa con mucho nuestro pequeño continente. Pero sabemos que

13 Debido a que el prefacio, en su versión española, de Contingencia, ironía y solidaridad es una traducción directa del texto citado por Rorty –versión inglesa--, me tomé la licencia de citar tal fragmento en la obra completade Milan Kundera, traducida del original francés al español por Fernando de Valenzuela y María Victoria Villaverde. Cfr. Kundera M. (1986) El arte de la novela. Barcelona: Tusquets.

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el mundo en el cual el individuo es respetado (el mundo imaginario de la novela, y el real de Europa) es frágil y perecedero. […] Porque si la cultura europea me parecehoy amenazada, si está amenazada tanto desde el exteriorcomo desde el interior en lo que tiene de más precioso, su respeto por el individuo, respeto por su pensamiento original y por su derecho a una vida inviolable, me parece entonces que esta esencia preciosa del espíritu europeo está depositada como en un cofre de plata en la historia de la novela, en la sabiduría de la novela. –Hasta aquí la cita de Rorty, en su texto, continúa Kundera—Es esta sabiduría a la que, en este discurso de agradecimiento, quería rendir homenaje. Pero ya es hora de concluir. Me había olvidado de que Dios ríe cuando meve pensar”14. (p. 194)

Evidentemente, Rorty es un nostálgico del ideal de la Modernidad –aquella utopía postmetafísica, nominalista, revolucionaria,emancipadora, unívoca, antropocéntrica y racional, que invadió almundo después de la Ilustración— ideal que en el siglo XX, fracasórotundamente. El estadounidense, al igual que Rabelais y Kundera,admite que Dios se rio de él cada vez que Él lo vio pensar; tanta razón, tantaliberación, tanto pragmatismo y tanta antimetafísica –que Rortyresume con el giro historicista— fueron innecesarios para que el hombre,siempre necio y prisionero, adoptara la idea de abandonar lo que está másallá del tiempo y del azar15.

Rorty, un desencantado de la verdad, terminó aceptando lo que losidealistas e irracionalistas del XIX habían postulado: se debeabandonar la búsqueda de la verdad, se debe privilegiar lacreación del mundo a partir de la tragedia; pasar de la ciencia a lapoesía, de la razón a la imaginación, de la verdad a la libertad.14 Sobre la risa de Dios, en El arte de la novela, dice Kundera: “¿Qué es la novela? Hay un admirable proverbio judío que dice: “El hombre piensa, Dios ríe”. Inspirándome en esta sentencia, me gusta imaginar que François Rabelais oyó un día la risa de Dios y que así fue como nació la primera novela europea. Me complace pensar que el arte de la novela ha llegado al mundo como eco de la risa de Dios. ¿Por qué ríe Dios al observar al hombre que piensa? Porque el hombre piensa y la verdad se le escapa. Porque cuanto más piensan los hombres, más lejano está el pensamiento de uno del pensamiento de otros. Y, finalmente, porque el hombre nunca es lo que cree ser.” Pp. 186-18715 Recordemos que Rorty viene de la tradición analítica estadounidense comenzada por Rudolf Carnap, posteriormente pasó al pragmatismo.

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Empero, Rorty no pudo huir de su ideal revolucionario, ni de suesteticismo y adoptó, incluso con interpretaciones vagas, lo quese pudiese ajustar –a veces con calzador—a sus convicciones. Acepta elsapere aude kantiano y la crítica a los que creen en algo más alládel tiempo y del azar, pero desprecia su empresa por la razónpura; ya que Kant creía que la verdad precisa ser descubiertamediante la ciencia, producto de su crítica. Rorty tambiéndesprecia la divinización del yo kantiano efecto de creer que laconsciencia interior es lo más valioso del hombre. Así mismo,Rorty acepta la contingencia del lenguaje de Nietzsche, su críticaa la metafísica platonicojudeocristiana, y sobre todo, su alabanzaal ideal del filósofopoeta, sin embargo, le reprocha su rechazo alaltruismo. Lo mismo sucede con Hegel, de quien acepta el girohistoricista, pero de quien desprecia el Espíritu, porque tambiénintenta encontrar la verdad.

Se puede resumir que Rorty –religiosa y epistemológicamente— es unpositivista lógico pragmático, por su negación de la metafísica yde la empresa --en términos lingüísticos-- por la verdad, así comopor su radical particularismo y su aceptación del girolingüístico; ética y antropológicamente es ilustrado, por suindignación ante el sufrimiento ajeno y por ver al hombre comocentro y artífice de la historia; políticamente es hegeliano, porsu marcado historicismo; y estéticamente es nietzscheano, puesacepta la noción de que la creación debe sustituir a la razón y deque el poeta debe sustituir al político y al ministro religioso.Si tomamos la misma perspectiva desde la vía negativa: Rorty no esun neopositivista lógico porque no escribe en términos lógicoformales y acepta, con su noción de ironía, el relativismo16; no esilustrado porque desprecia al realismo científico; no es hegelianoporque al abandonar el ideal de verdad, desprecia la dialéctica17

--al menos en su interpretación clásica18--- y por lo tanto alEspíritu; no es nietzscheano porque censura la apatía social de

16 Esa es una de las críticas de Putnam al pensamiento de Rorty. 17 Empero, Rorty tiene su propia interpretación sobre la dialéctica, dice: (Sobre Hegel) “En esta perspectiva (filósofos más interesados en disolver problemas filosóficos que en resolverlos), reemplazar la demostración por la dialéctica como método de la filosofía o desembarazarse de la teoría de la verdad como correspondencia, no constituye un descubrimiento acerca de la naturaleza de una entidad preexistente llamada “filosofía” o “verdad”. Es un cambio en la forma de hablar, y con ello, un cambio de lo que queremos hacer y de lo que pensamos que somos”. Cfr. Richard Rorty, o.c, p. 40. 18 Verdad o mentira como producto de una síntesis a partir de la oposiciónde una tesis y una antítesis.

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este. Sin embargo, todos los pensadores recuperados por Rorty,quizás exceptuando algunas nociones ilustradas y hegelianas,tienen algo en común: el desprecio al ideal metafísico-teológicojudeocristianoplatónico; en pocas palabras, --visto desde la vía negativa— loúnico que tajantemente no es Rorty, es teísta; desde la víapositiva, seguidor, en cuanto a su antimetafísica, de aquellos alos que Paul Ricoeur llamó los maestros de la sospecha –Nietzsche, Marx yFreud-. La dicotomía de Richard Rorty --entre léxico público y léxicoprivado-- es producto de su propio eclecticismo, ocasionado por suquerella en contra de los trascedentes, es por ello que no puederenunciar a su ideal pragmático, por tal razón postula lascontingencias: la contingencia del lenguaje es en contra de los ilustradosy de los hegelianos, que aún creen que la verdad se descubre; lacontingencia del yo es en contra del pragmatismo utilitarista y de losnietzscheanos que asumen que fin del hombre es la realizaciónparticular de cada uno; y la contingencia de una comunidad liberal es encontra del racionalismo ilustrado, que pugna por un mundo sintrascendentes. Sobre la conciliación de los lenguajes de los historicistas –términoque bien podría ser un eufemismo de antimetafísicos, o simplemente, ateos--, ydeclarando --implícitamente-- su eclecticismo y –explícitamente la intención desu texto--, dice en la introducción:

Rorty (1991) Este libro intenta hacer justicia a ambos grupos de autores historicistas. Propugno que no intentemos elegir entre ellos, sino, más bien darles la misma importancia y utilizarlos para diferentes propósitos. Autores como Kierkegaard19, Nietzsche, Baudelaire, Proust, Heidegger y Nabokov son valiosos como ejemplares, como ilustraciones, de cómo puede ser la perfección privada: una vida autónoma, que se crea a sí misma. Autores como Marx, Mill, Dewey, Habermas y Rawls son conciudadanos más que ejemplares. […] Sólo consideramos opuestas a ambas especies de autores si

19 No entiendo la razón por la cual Rorty incluye a Kierkegaard en tal lista; el danés es el único metafísico que es referenciado –positivamente-- en todo el texto. Quizás Rorty omita que Kierkegaard terminó adoptando un fideísmo místico metaesclesíastico, una especie de cristianismo individualista y evangélico y se quede con las críticas que hace al pathos cristiano. Cfr. Kierkegaard Soren (1988). Mi punto de vista. Trad. José Miguel Velloso. Buenos Aires: Aguilar.

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pensamos que una perspectiva filosófica más amplia podría permitirnos reunir en una única concepción la creación de sí mismo y la justicia, la perfección privada y la solidaridad humana. (p. 16)

Como ya dijimos, Rorty intenta conciliar las posturas que élconsidera que coinciden con su propio pensamiento: ¿podríamosimaginar a Kierkegaard en un régimen marxista o a un poeta en unasociedad que adopte los modelos económico-políticos de Mill?,¿cómo conciliar al comunismo con el utilitarismo? De nuevo nosencontramos con las interpretaciones parciales y convenencieras,guiños de ojo ante tomar una postura sólida. Rorty intenta salirpor la tangente declarando que tales conciliaciones en teoría sonimposibles, pero que mediante la creación de sí mismos, puedellegar a ser posible en la práctica20.

1.La contingencia del lenguaje.

La primera contingencia que presenta Richard Rorty es la dellenguaje, primordial para los fines del estadounidense porque esla forma para superar la mayor de las dicotomías: la que es entreel lenguaje público y el lenguaje privado. Al ser, según Rorty, laverdad algo que se construye en vez de algo que se haya21, lahumanidad está obligada a renunciar, de una vez por todas, aencontrarla, y por lo tanto, también está obligad a construirla apartir de un nuevo lenguaje: el lenguaje de la creación. Alparecer de Rorty, como ya mencionamos en la introducción, el errorde los que hablan el lenguaje público –Kant y Hegel, por ejemplo—es que creen que la verdad es algo que está afuera y que necesitaser descubierta, que es algo inherente a nuestro mundo. Para Kanty Hegel –y en general para los ilustrados e idealistas-- el héroees el científico natural, que es aquel que a partir deobservaciones y mediciones empíricas, netamente racionales, delmundo fenoménico cree encontrar la descripción exacta de cómo esel mundo en sí mismo. Según Rorty, la causa del error de losidealistas --buscar la verdad en el mundo fenoménico-- fue que“confundieron la idea de que nada tiene una naturaleza así con la idea de que el espacioy el tiempo son irreales, que los seres humanos causas la existencia del mundo espacio-

20 Richard Rorty, o.c, p.1621 Richard Rorty, o.c.,p. 23.

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temporal”22. Por ello, siguiendo a Rorty, es imprescindible distinguir“entre la afirmación del mundo de que el mundo está ahí afuera y la afirmación de que laverdad está ahí afuera”23; decir que el mundo está afuera, creación nohumana, significa afirmar que la mayor cantidad de cosasexistentes en nuestro tiempo y espacio son producto de los efectosde causas ajenas a la misma humanidad, es decir, según lo queRorty entiende por metafísica, decir que el mundo está afuera esser metafísico porque se asume que la realidad es una consecuenciade una causa inherente a una especie de naturaleza metahumana y eldescubrimiento de aquella realidad, el conocimiento de las causasde los efectos existentes en nuestro tiempo y espacio, sería eldescubrimiento de la verdad trascendente, y al ser causas de larealidad, necesariamente no contingentes.

Desde el punto de vista de Rorty, la verdad no puede estar ahíafuera –en el mundo fenoménico—porque ella no puede existirindependientemente de la mente humana y de nuestro lenguaje. Laidea de verdad es una construcción netamente humana, a partir dellenguaje, y por lo tanto, si no existieran los humanos, ni sulenguaje, tampoco habría espacio ni tiempo, y por ello, tampocomundo fenoménico: el mundo fenoménico es una construcción humana apartir del lenguaje. Al ser el mundo fenoménico una creaciónhumana a partir del lenguaje, y al no existir una verdad que debaser descubierta, pues toda verdad es una construcción lingüística,según Rorty, sólo es posible hacer descripciones del mundo desdeel sujeto, por lo que lo único que existen son descripciones delmundo verdaderas o falsas. El error de los metafísicos, según estatesis, es que trivialmente le dan lenguaje a aquello que no habla,a aquello que no es humano, y que a partir de ese supuestolenguaje no construido por la humanidad, sostienen sus creencias.Obviamente, al parecer de Rorty, aquella supuesta verdad delenguaje no humano, que rige nuestro mundo, está relacionada conun Dios porque está más allá, según los metafísicos, de todaintervención humana, y por ello, él mismo –nuestro mundo— desde lametafísica es inevitable ver al mundo como un proyecto de él, enel que la verdad –incluso la científica naturalista—se impondrásobre el resto de las interpretaciones. Dios, según esta tesis,también es producto del lenguaje, por lo tanto, una creaciónhumana, y como creación humana a través del lenguaje, igualmentecontingente.

22 Ibíd. p. 2523 Ídem. p.25

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Rorty aclara que “la moraleja de la contingencia del lenguaje no es que se debansustituir los criterios objetivos de él por criterios subjetivos, es decir, no se debe colocar lavoluntad o el sentimiento en lugar de la razón, sino más bien que las nociones de criterioy de elección dejen de tener sentido cuando se trata del cambio de un juego de lenguaje aotro”24,25. Los juegos de lenguaje en Rorty son la adaptación máspertinente para alejar a los criterios metafísicos de loscriterios de los ironistas liberales. Tales juegos de lenguaje, aligual que la realidad, son producto de que el lenguaje es algohecho, no algo hallado; por lo que la imaginación –la capacidadcreadora—es superior a la razón para admitir que la verdad seconstruye, no se encuentra26. La desdivinazición del mundo esproducto de aceptar que todo lenguaje es creado, por lo tanto, quetodo lenguaje es humano y que toda realidad se reduce a él.

1.1 La contingencia del yo.

Finalizando el capítulo sobre “La contingencia del lenguaje”, diceRorty:

(Rorty 1991) En el capítulo siguiente sostendré que Freud, Nietzsche y Bloom hacen con nuestra consciencia lo que Wittgenstein y Davidson hacen con nuestro lenguaje, esto es, mostrar su pura contingencia. (p.42)

Citando un poema de Larkin que versa sobre el temor a laextinción, Rorty llega a sostener que el mayor miedo humano queexiste es el miedo a la inexistencia, a la muerte, a la nada. Alparecer de Rorty, tal miedo es producto de que en la nadaperderíamos nuestra diferencia del resto de entes existentes, si24 Richard Rorty, o.c p. 26. 25 Nos resulta extraño, e incluso fuera de contexto, el hablar decriterios objetivos del lenguaje y de razón cuando Rorty ha vueltocontingente todo parámetro que dé cuenta de aquello: ¿qué entiende Rortypor “razón” y qué por “objetividad en el lenguaje”? Desgraciadamente,este texto no aclara tales categorías, cuestión que nos resultaría vital,porque así aclararía un parámetro del lenguaje que necesariamente nopodría ser contingente. Sospechamos que debido a su formación en lafilosofía analítica, Rorty acepta la validez de una proposición a partirde un juicio lógico formal objetivo en el que no se da pie a ambigüedadeslingüísticas, ni proposicionales. Por tanto, sospechamos, que para Rorty,“razón” es sinónimo de “pragmático”. 26 Ídem. p. 26.

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nada existe, si todo ha muerto, si sólo hay nada, entonces, nadaes, y por ello: no hay yo, el yo ha muerto27.

El yo, al igual que todo lo humano, también es una construcción apartir del lenguaje. El yo como tal no existe, ningún yo esoriginal: todos los yoes son la repetición de la creación de losdemás, el único yo original es el del poeta vigoroso, quien segúnNietzsche, es el verdadero hacedor, el héroe de la humanidad, elúnico que a pesar de su muerte, no desaparece. El no-poeta seempeña en buscar lo posible o lo importante, y para él, la únicatarea reservada para la humanidad es el conocimiento de laverdad28. Al conocer la verdad, el no-poeta, ya no encuentra nadaque hacer, y por tanto, tampoco puede tener alguna pérdida, porquetal verdad es imperecedera. El poeta no está interesado en labúsqueda de la verdad, sino que la construye a partir demetáforas: el yo, al igual que la verdad, tampoco se descubre,sino que se construye. Según la interpretación de Rorty, fracasarcomo humano, para Nietzsche, es “aceptar la descripción que otro ha hecho de símismo, ejecutar un programa previamente preparado, escribir, en el mejor de los casos,elegantes variaciones de poemas ya escritos”29, es decir, el fracaso del humanoes no ser poeta: no construirse a sí mismo, adoptar un “yo” que nole pertenece y no aceptar las contingencias.

Sigmund Freud, según Rorty, es importante para la contingencia delyo porque “nos ayuda aceptar, y a ejecutar la noción nietzscheana y bloomniana de loque constituye un ser humano plenamente desarrollado”30. Es con Freud, alparecer de Rorty, donde comienza a desdivinizarse el yo. Paracomprender tal desdivinización, según Rorty, es necesario ver alyo en el trasfondo kantiano, trasfondo en el que el yo se vuelvedivino a partir de la consciencia, producto de buscar una rectitudmoral dentro de nosotros mismos: según Kant, nuestro verdadero yoes nuestra rectitud moral interna, yo que es una especie de Diosen nosotros. Recordemos que para Freud, el humano es un ente quenavega entre su consciencia –adquirida a partir de sus padres y delo establecido, en categorías de Rorty, por el lenguaje público(superyó) y su deseo (ello) –construido a partir de los bajosinstintos, de lo más profundo del individuo, lo más privado de sulenguaje privado--. Según Rorty, la tradición filosóficaplatónico-kantiana ha asumido que la racionalidad moral consiste27 Ibíd. p. 46.28 Ibíd. pp. 46-47.29 Richard Rorty, o.c, pp. 47-48.30 Ibíd. p. 51.

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en actuar bajo principios generales –en el caso de Kant, es elImperativo categórico--- con Freud eso termina, porque además deque él no propone un modo de actuar, asume que los humanos siemprese encontrarán enfermos sin importar si viven bajo principiosgenerales (superyós) o si lo hacen bajo principios nominales(ello)31. Es imposible huir de la dicotomía entre el ello y elsuperyó: la psicología moral de Freud no define ninguna metasocial, sino al contrario, propone una contingencia ante talesfines. Según la interpretación de Rorty, la psicología moral deFreud encuentra su punto neurálgico en la deliberación –laconsciencia” al decidir—de nuestra propia moral individual, que esuna lucha entre el ello y el superyó32.

A diferencia de la filosofía griega y del cristianismo, en lainterpretación de Rorty, la psicología moral de Freud es unasuperación del cálculo prudencial33 –aquél modo de actuar sustentado, siseguimos a Aristóteles, en encontrar las virtud mediante labúsqueda de los términos medios-- que es lo que impera en las dosfilosofías que ya hemos mencionado y que llega hasta Kant, que lareinventa con la formulación de su Imperativo categórico. Lapsicología moral de Freud suprime la distinción entre culpa moraly la inconveniencia práctica, pues asume que el humano actúa endos planos: el consciente y el inconsciente; el primero, racional;el segundo, irracional a partir de la voluntad y de la carne. Esasí como el yo se vuelve contingente, el yo es efímero y esproducto de una construcción hecha a partir de la eterna dicotomíaentre el lenguaje público –el superyó-- y el lenguaje privado –elello--.

Freud no intenta reunir lo público con lo privado, considera queaquello es algo imposible para el humano, pues está inmerso en unasociedad enferma, en la que nadie es quien es, donde todos vivimosreprimidos, presas de la eterna lucha entre lo mandado y lodeseado; ese pathos inevitable, de alguna forma, condiciona elactuar de los humanos, es por ello que, según Rorty, el humanoprecisa ser poeta y construirse a cada instante, solamente asípodrá huir de la inevitable tentación de crear trascendentes quesirvan de consuelo ante la nada, a la no existencia de medidasantropológicas y ante la imposibilidad humana de conciliar lo

31 Ibíd. p. 53.32 Ídem. p. 53.33 Ibíd. p. 55

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mandado con lo deseado34. De nuevo, la contingencia de Rortytermina en una contingencia metafísica, en una contingencia detrascendentes; en este caso, la de la consciencia que diviniza alyo –el sujeto que habita entre lo ordenado y lo deseado--. Sinyoes, sin modelos de hombre, la humanidad está obligada aconstruirse, ironizando su condición –según Freud, patológica-- así misma. No es que desaparezca el individuo, sino que desapareceel yo como universal, pugnando por un yo construido a partir delindividuo, es decir, un yo nominal.

1.2 La contingencia de una comunidad liberal.

Rorty comienza este capítulo aclarando las conclusiones yetiquetas que, sintomáticamente, derivan de las dos contingenciasprevias:

(Rorty 1991) Cualquiera que diga, como yo le he hecho enel primer capítulo, que la verdad no está “ahí afuera”, puede caer bajo la sospecha de relativismo y de irracionalismo. Cualquiera que proyecte dudas sobre la distinción entre la moralidad y la prudencia, como yo lohe hecho en el capítulo segundo, puede caer bajo la sospecha de inmoralidad. Para apartar tales sospechas debo argumentar que la distinción entre absolutismo y relativismo, y entre moralidad y conveniencia, son herramientas obsoletas y difíciles de manejar, residuos de un léxico que deberíamos intentar sustituir. (p. 63)

Sin embargo, Rorty no intenta defenderse de tal etiqueta, sino quecree que tales etiquetas son producto de un lenguaje filosóficoobsoleto que precisa ser rebasado por la construcción de un nuevoléxico. Evidentemente, no le interesa contra argumentar taldisputa y comienza a plantear la tercera contingencia: lacontingencia de una comunidad liberal.

La contingencia de una comunidad liberal intenta “defender que lasinstituciones y la cultura de una sociedad liberal estarían mejorservidas por un léxico de la reflexión moral y política queevitase las distinciones --que Rorty ya ha enumerado (racionalidad34 Richard Rorty, o.c, pp. 55-56.

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y e irracionalidad, objetivismo y relativismo; moralidad einmoralidad)--, que por un léxico que las conservase.35” Elproblema que ve Rorty en la actual comunidad liberal es que estáconstruida a partir de un léxico filosófico obsoleto, producto delas categorías del racionalismo ilustrado. La democraciacontemporánea, y sus instituciones, están cimentadas en tal léxicoy tal léxico le ha impedido una renovación, pues la idea de“fundamentos filosóficos” –los sustentos de la democracia— tambiénson parte de aquél lenguaje obsoleto que no acepta lascontingencias. Al parecer del estadounidense, se debe reinventarla comunidad liberal de una forma no racionalista y sinuniversales, a partir de aceptar la contingencia del lenguaje y ladel yo36. Se debe abandonar la búsqueda de fundamentos: losfundamentos de una nueva comunidad liberal deben ser construidos apartir de una cultura absolutamente ilustrada y secular en la queya no haya espacio alguno para la divinidad, ya sea a partir de unmundo divinizado o de un yo divinizado. Al parecer de Rorty, ental comunidad, sustentada en la nominalidad, resultaría unarcaísmo hablar de relativismos, de racionalismos o de valoresmorales objetivos37. Dice Rorty:

(Rorty 1991) “Si admitimos la oposición entre razón ypasión, o entre razón y voluntad, nosotros, losliberales, estaremos incurriendo en una petición deprincipio”. (p. 66)

Por ello, el liberal rortyano precisa estar más allá de talesoposiciones, pues él ha superado tales dicotomías a partir deaceptar la contingencia de lenguaje y la del yo; la tensión entrerazón y pasión es efecto del yo, un yo divinizado por lenguajepúblico –el lenguaje imperante—que debe elegir entre una --larazón-- o la otra --la pasión--, aunque según su propia“naturaleza” –como mostró Freud—está impedido de realizar talelección, pues el yo está inmerso en una dicotomía irresolubleentre lo deseado y lo moralmente correcto. El ironista liberal, por suvirtud poética, crea metáforas que transforman la realidad ya creaday la reconstruyen con un nuevo lenguaje que es aceptado comocontingente: “el progreso es cuestión de uso de nuevas palabras, y así mismo, deargumentar a partir de premisas formuladas con viejas palabras, caemos en cuenta de

35 Ibíd. p. 64.36 Ibíd. p. 6337 Richard Rorty, o.c, p.64.

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que el léxico crítico que gira en torno de nociones como “racional”, “criterios”,“argumento”, “fundamento” y “absoluto” no es apto para describir la relación entre loviejo y lo nuevo38”. Es por ello que, en un liberalismo ironista, lacultura necesita ser poetizada, en lugar de ser racionalizada comosucedió, y sigue sucediendo, en el racionalismo postilustrado. Elpoeta vigoroso propuesto por Bloom a partir del filosofopoeta deNietzsche, necesariamente, debe ser el héroe cultural de estasociedad, pues sólo él construye aquello que los metafísicosdescubren, edificios que son derribados a partir de lascontingencias39. Al poeta vigoroso no le atemorizan las dicotomías,pues a partir de su consciencia historicista, y de su aceptaciónde las contingencias, se da cuenta que lo existente será lo que élconstruya; la filosofía del poeta vigoroso es una filosofía cimentadacon un léxico propio, completamente depurada de residuos de unlenguaje construido por poetas de otros tiempos, lenguajes que hanperdido su vigencia40.

Resume Rorty:

(Rorty 1991) Los ciudadanos de mi utopía liberal serían personas que perciban la contingencia de su deliberaciónmoral, y, por tanto, de su consciencia, y por tanto, de su comunidad. Serían ironistas liberales: personas que satisfagan al criterio de civilización señalado por Schumpter, personas que combinen el compromiso con una compresión de la contingencia de su propio compromiso (p. 80)

Tal contingencia con el propio compromiso es consecuencia de lafalta de posturas y de la ironía que se debe tomar ante el mundo;en un mundo más allá de todo sistema moral y metafísico, se asumeque todo compromiso con la verdad, con el yo, e incluso con lacomunidad, es consecuencia de nuestra inevitable tentacióncultural de imponer nuestras creencias como modelos de control,omitiendo las creencias de aquél que nos sea distinto. De nuevo,la contingencia que presenta Rorty termina en la no necesidad deun trascendente suprahistórico, en este caso: la comunidad,entendida como el conjunto en el que convergen y chocan todo tipode creencias, intereses y lenguajes. De nuevo, una comunidad38 Ibíd. p. 6839 Ibíd. p. 72.40 Ibíd. p. 74.

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contingente e irónica es la propuesta de Rorty, una comunidad queno busque su sentido político, ético o económico, sino que loconstruya. Una sociedad que esté más allá de nuestro ciclohistórico, donde se rebase toda religión o filosofía que sigaintentando recuperar un lenguaje trascendente en el que el yo seael punto de partida.

Rorty concluye este capítulo haciendo una comparativa entre lapropuesta éticopolítica de Michel Foucault --a quien considera unironista que no está dispuesto a ser liberal—y la de JügenHabermas – a quien considera un liberal que no puede serironista-. La discrepancia de Rorty con Foucault es que el francésintenta hacer un nuevo “nosotros”, por ello, no puede ser liberal;sigue pensando que para que el humano sea libre, debe existir unaconvulsión de golpe, una revolución emancipadora, Rorty, al denominarseliberal, ya se asume libre41. La discrepancia de Rorty con Habermases que Habermas sigue aceptado trascendentes, por ejemplo, la ideade una razón comunicativa, un modelo democrático que categóricamente,como Kant, intenta fundar nuevas instituciones a través de unacomunicación libre de dominación42. Habermas no puede ser ironista porquesigue considerando que el yo es capaz de aspirar a algo más alláde su propia contingencia.

2.La solidaridad, el modelo ético de la utopía ironista-liberal.

Contingencia, ironía y solidaridad finaliza, a modo de conclusión, con uncapítulo intitulado con el último sustantivo del título del libro–la solidaridad--. Al parecer de Rorty, el concepto tradicionalfilosófico de solidaridad humana consiste en decir que hay dentro decada uno de nosotros algo –nuestra humanidad esencial—que resuenaante la presencia de eso mismo en otros seres humanos43.Evidentemente, para Rorty, su concepto de solidaridad no tiene quever con la existencia de alguna esencia, ni siquiera la de un yo,la de un fundamento o la de un sentimiento de pertenencia haciaalguna comunidad, que como ya vimos, todo aquello soncontingencias. Al no existir una humanidad, pues la humanidad esentendida como una comunidad, tampoco es posible la inhumanidad,41 Richard Rorty, o.c, p. 83.42 Ibíd. p. 85.43 Ibíd. p.207.

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que es la característica opuesta a la solidaridad entendida comoaquella empatía por similitud de esencias: el inhumano, segúnRorty, es aquél que no tiene la esencia que hace posible lahumanidad. Después de explicar lo que no es su concepto desolidaridad, Rorty nos dice el objetivo de su libro:

Rorty (1991) –el objetivo de este libro es-- hacer ver que debemos intentar no aspirar a algo que se encuentre más allá de la historia y de las instituciones. La premisa fundamental de este libro es la de que una convicción puede continuar regulando las acciones y seguir siendo considerada como algo por lo cual vale la pena morir, aun entre personas que saben muy bien que loque ha provocado tal convicción no es nada más profundo que las contingentes circunstancias históricas” (p. 208).

La solidaridad de Rorty no basta con afirmar una obligación moralque el individuo tiene con la sociedad, sino que intentajustificar, a diferencia de los defensores de la amoralidad, comoNietzsche, que defendieron que la solidaridad es algo imposible einnecesario. Recordemos que el ironista liberal es liberal porquese indigna de la crueldad, para Rorty, el camino de lasolidaridad, recuperando una noción de Wilfrid Sellars44, es ver alprójimo como uno de nosotros, no en su sentido esencialista, sino ensu sentido ironista liberal, que consiste en vernos comunes en cuanto aque nuestras diferencias son producto de las contingencias que elhumano ha construido para hacer distinciones. Según Rorty, elprimer paso, es pasar del ellos al nosotros, a su parecer, tanto elcristianismo como el universalismo filosófico, intentan el mismofin, sin embargo, lo sustentan a partir de contingencias: elcristianismo a partir de una esencia común en todos los hombres –el alma—y el universalismo filosófico, en Kant por ejemplo, apartir de la razón45. El cristiano es solidario porque existe unprójimo que es nuestro común porque también es hijo de Dios; elkantiano lo es porque los humanos compartimos la racionalidad, parael cristiano lo preocupante es aquél que no acepte la mismafiliación al Padre; para el kantiano es que no actúe mediante larazón.

44 Richard Rorty, o.c, p. 20945 Ibíd. p. 209.

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Para el liberal no hay mayor temor que ser cruel, y todos losdesarrollos de lenguaje moral, de algún modo, han sido liberalesporque todos evitan ser cruel; lo que no han tomado en cuenta es lacontingencia histórica, por lo que un lenguaje moral sólo es útilen el ambiente en el que fue creado. Según Rorty, el gran problemade nuestro lenguaje moral y político es que sigue, aunque cada vezmenos, hablando un lenguaje teológico-filosófico –metafísico—y seha limitado la solidaridad humana a ser un simple discurso retórico46.Al parecer de Rorty, existe un progreso moral histórico, ennuestro tiempo, que se orienta hacia una mayor solidaridad humana,humana porque se desprende de trascendentes, que evidentemente noson humanos. Cada vez parece ser más común, según este punto devista, la pluralidad y el respeto de tradiciones, creenciasreligiosas, raza, costumbres, etcétera que sean diferentes a lasnuestras; sin embargo, a pesar de tales diferencias, losintelectuales liberales de nuestro tiempo, siguen indignándose encuanto al dolor y a la humillación del prójimo, indignaciónreflejada, sobre todo, en novelas o en informes etnográficos, másque en tratados filosóficos o religiosos47.

Siguiendo la interpretación R orty, Kant orientó su filosofíamoral no a partir de la solidaridad a partir del dolor y delremordimiento por la crueldad en cuanto a hechos empíricos,concretos e históricos, sino por la racionalidad humana y lasobligaciones que ella conlleva: el humano precisa ser solidario –ser moral—por obligación adquirida por ser racional, no por laidentificación de misma condición con el otro. Lo mismo sucederíaen el cristianismo, según Rorty, su solidaridad es una obligaciónmoral dictada en una ley. Ambas filosofías morales siempre hablanen lenguaje colectivo, y todos aquellos que no acepten suspreceptos --los que hablan un lenguaje privado—automáticamente,para los hablantes del lenguaje colectivo, son inmorales: el todosqueremos se opone al yo quiero. La solidaridad surge cuando nuestroyo quiero reza por el yo quiero de los marginados, a quienes vemos comoellos y no como nosotros: ser un ironista liberal solidario esadvertir nuestras similitudes con ellos, no por preceptosreligiosos o filosóficos, sino simplemente, porque percibimos sudolor y nos indignamos ante la crueldad. Esa solidaridadsuprametafìsica y suprareligiosa es real, según Rorty, porque elnosotros está dentro de un sentido histórico concreto y específico:nosotros los liberales del siglo tal, nosotros, los herederos de las contingencias,46 Ibíd. p. 210.47 Ídem. p. 210.

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todo estará al servicio del nosotros, sin trascendentes,simplemente por ser parte de una unidad que acepta lascontingencias y se indigna ante el sufrimiento que ya no es delotro, sino de “nosotros mismos”48. Identificar a la humanidad comotal, siguiendo a Rorty, se debe sustituir la pregunta: ¿Crees ydeseas aquello en lo que creemos y deseamos? –Lo que hapreguntado, históricamente, la tradición metafísica del lenguajepúblico—por ¿Estás sufriendo?, porque el sufrimiento es nuestroúnico léxico común, tanto en lo público, como en lo privado.Aceptarnos como seres que sufren, automáticamente, nos convierteen comunes: una vez que aceptemos las contingencias, ironicemosnuestras propias creencias sobre la realidad y nos indignemos antela crueldad y seamos solidarios con el sufrimiento que ya no esajeno, sino nuestro, se vivirá en la utopía de los liberales, queno es, según Rorty, la utopía de los ellos, sino de los nosotros, lossolidarios49.

3.Reinventar la metafísica, a partir de lahermenéutica analógíca, para una nueva éticacontra el desencanto, según Mauricio Beuchot.

Mauricio Beuchot, a diferencia de Rorty, nos dice que lametafísica es imprescindible para formar una ética. La ética deRorty, a diferencia de la Beuchot, no es una ética de contenidos,sino una ética de preceptos. Empero, ambos tienen en común nofijar, a modo de instrucción, sus ideales morales, sinosimplemente, hablar de lo que para ellos es verosímil. Rorty seconsidera fuera de la dicotomía hermenéutica de Beuchot –univocismo y equivocismo--- porque Rorty niega rotundamente serrelativista e irracionalista, para él, tal distinción es productode un lenguaje obsoleto que resulta inútil en nuestra realidadhistórica debido a que ya nos son contingentes los modelosmetafísicos y el sentido de “yo” y de comunidad hechos a partir deellos. En las categorías de Beuchot, obviamente, Rorty esequivocista porque crea contingencias y rechaza, rotundamente,alguna medida. Beuchot, al igual que Rorty, también rechaza laverdad unívoca, y por ello, Beuchot, aunque inicialmente no lohizo con intenciones éticas, sino netamente interpretativas,propuso la hermenéutica analógica.

48 Richard Rorty, o.c, p. 215. 49 Ibíd. p. 217.

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La analogía, en Beuchot, proviene de una noción cuyo fin originalfue ético: la frónesis aristotélica. Lo análogo, según Beuchot, eslo preponderantemente diverso, que respeta y hasta privilegia lasdiferencias; pero que evita la pura diferencia50. La propuesta deética analógica de Beuchot parte de que todos los principioséticos formales –por ejemplo: la ética kantiana y los sistemasjurídicos positivos—están postulados en lenguaje unívoco, y al serimperativos, quien debe obedecerlo, encuentra lasinterpretaciones más variadas para justificar la ejecución o lainviabilidad de estos. Sin embargo, tampoco es válido, desde unavisión analógica de la ética, una visión sin principios, nireglas, ni medidas. Posiciones en las que sólo existen laspercepciones, los puntos de vista, los deseos del sujeto y lascircunstancias históricas, sociales, de conducta, etc.51 Lapropuesta de Rorty, evidentemente, está en el segundo tipo deéticas, pues huye de todo tipo de principio, que son lasprincipales contingencias. Para Rorty, evidentemente, el lenguajede Beuchot es un lenguaje obsoleto, pues el mexicano no acepta lascontingencias, sino todo lo contrario, intenta conciliar aquellasdicotomías que Rorty considera imposibles de reconciliar mediantela analogía. La contingencia del lenguaje, producto laimposibilidad de conciliar el lenguaje público con el lenguajeprivado, considera que ambos son extremos univocistas yequivocistas, por lo que es preciso que a partir de una virtudética –un principio, la frónesis (el justo medio) —se limiten y seamplíen los horizontes del hombre.

Mauricio Beuchot es un defensor del deber ser, que es el paso de lanaturaleza al valor, Beuchot se defiende de los defensores de lafalacia naturalista argumentando que en toda interpretación descriptivahay juicios valorativos52, es decir, en el lenguaje que tantodesprecia Rorty, sí hay juicios de verosimilitud, si bien, noverdades absolutas, sí medidas que se asemejan, o al menos hacenmás compatible nuestra interpretación con la verdad. El dominico,por ello, considera indispensable que para se haga ética esnecesario el planteamiento de una metafísica53, mediada mediante lahermenéutica. Al parecer del dominico, el resultado de conciliar50 Mauricio Beuchot, o.c, p. 5551 Ibíd. pp.120-121. 52 Mauricio Beuchot, o.c, p. 121.53 Mauricio Beuchot nos advierte en Ética, p. 157. Nos advierte que para él, metafísica y ontología equivale a lo mismo; no hay distinción.

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la metafísica con la ética, a partir de la hermenéutica, es laconstrucción de una antropología filosófica; la creación demediaciones entre el interés público y el interés privado: loimportante para Beuchot, éticamente, es conocer al hombre y asíproponer lo que sea más conveniente para él, tanto como individuoy como ente social54. La ética de Beuchot es una ética decontenidos, para él, el riesgo de la ética sin preceptos, es quetodo sistema moral dependería de los caprichos e intereses delindividuo, cuya condición sin medida, impediría el conocimientodel hombre. Evidentemente, para Rorty, es imposible unconocimiento del hombre porque el hombre es una contingencia y suconocimiento debe ser rebasado, pues el hombre no se crea, sino quese construye; el riesgo que Beuchot ve en tal postura es que seintenta reducir todo a una contingencia absoluta, queinevitablemente termina en un nihilismo; por más que Rorty hablede una solidaridad netamente humana. No conocer al hombre, no suconocimiento en sí, sino el conocimiento de su pathos, de su eros,de sus creencias, de sus verosimilitudes, es un nihilismo, porque:¿qué puede conocerse más allá de nosotros mismos? Negar nuestroautoconocimiento, sintomáticamente, es abandonar y evadir todofenómeno humano, utilizando a la contingencia a modo de un nuevoescepticismo sobre nuestra propia naturaleza55. Para conocernos,Beuchot propone una ética de virtudes, que nace de la aplicación de laanalogía –el uso de la frónesis (la prudencia) —que es lo queprepara el modelo ético.

Debido a que Mauricio Beuchot vive inmerso en la llamadaposmodernidad, debe defender aquello que para él resultaimprescindible: la metafísica. La metafísica, al igual que laestética y la ética, también precisa un margen interpretativo, ypor ello, también navega entre el univocismo y el equivocismo; loprimero se puede relacionar con la actitud de algunas religionescon el dogma –por ejemplo, la ortodoxia cristiana que sólo aceptauna postura, por ejemplo, ante la naturaleza de Jesús—y lasegunda, con las posiciones antimetafísicas que por no serempírica y estar sustentada a partir de la creencia, nieganrotundamente algo como tal. Irónicamente, aquellos que mantienenuna postura equívoca ante la metafísica, en algunas cosas, son los54 Ídem. p. 123. 55 Evidentemente para Rorty no existe tal naturaleza, sin embargo, algo sedebe predicar sobre el hombre. El yo no puede ser contingente, porque de sus interpretaciones depende su realidad. Asumir al hombre como “ironistaliberal solidario” es ya hablar un lenguaje público.

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más unívocos ante el conocimiento, por ejemplo: el positivismocientífico o el materialismo marxista; tal crítica, incluso lahace Rorty. Para Beuchot, la llamada era posmetafísica es laconsecuencia del desencanto de los liberales ante el fracaso delos primeros intentos de desacreditarla: el fundamentalismo, elracionalismo ilustrado, el materialismo hegeliano, el marxismohistórico, y sobre todo –su culmen--, el positivismo. Una vezdesencantados de la verdad científica, empírica y cuantificable,una vez que fracasó el ideal de Modernidad, el ideal de sociedadsecular, nominalista, racional y científica, optó por todo locontario: una sociedad relativista, en la que todo parte desubjetividades, de post, trans de y todo tipo de prefijos que intentanllevar más allá, transformarla, deconstruirla, volver contingentes todascategorías ya existentes, al menos en su enunciación; en lapropuesta de Rorty ese es el papel del filósofopoeta, quien recueralos conceptos y los transforma a un nuevo lenguaje. Por ejemplo,Rorty se defiende del relativismo argumentando que hablar de elloresulta inútil, pues en su utopía liberal, el concepto de relativismoes parte de un lenguaje filosófico obsoleto que no admite supropia contingencia. Tal actitud contingente ante lostrascendentes --aquello que es motivo de pugna por carecer deevidencia empírica -- inevitablemente, deriva en un nihilismo,pues no hay nada más que contingencia: pues todo --debido a lacontingencia de todo lenguaje, del yo, de los fundamentos, de lasociedad--- se vuelve, automáticamente contingente. Todainterpretación se vuelve relativa por falta de medidas –deanalogías--, e incluso aquello, esto ya es contingente. Al parecerde Beuchot, todas la posturas interpretativas que implican lacomprensión de nuestra existencia, en cuanto su relación con eltiempo y el espacio, terminan en relativismos, historicismos,particularismos y contigentismos –nuevos nominalismos-- cuyoobjetivo es, simple y sencillamente, la justificación de nuestrosdeseos, creencias y carencias a través del escepticismo radical,que aniquila toda convicción y cuya consecuencia más severa es elnihilismo; Gianni Vattimo llama a aquello la vocación nihilista56. Diceel dominico: “La ciencia y la técnica nos han quitado el sentido del ser, nos handeprimido. Y se quiere salvar de la depresión mediante la fiesta incesante”57, porquesintomáticamente al desencanto, los modelos éticos posmodernospugnan por una evasión total ante las responsabilidades que elmetafísico adquiere ante la verdad, ante el mundo, ante losideales. La fiesta incesante es la exaltación del deseo propio, que56 Mauricio Beuchot, o.c, p. 132. 57 Ibíd. p. 135.

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aunque Rorty también evita porque continge al yo y le otorga alhumano la responsabilidad de crear y reinventar al mundo, terminainevitablemente en la dominación del transformador sobre lostransformados, haciendo necesario la aparición de otro filósofopoetaque cambie las concepciones anteriores.

Mauricio Beuchot nos invita a reinventar nuestra posición ante lametafísica, a no ver en ella algo distante, inefable, inútil,ajeno; sino, más bien, como verla como algo íntimo, algocompletamente nuestro, como una consciencia que va evolucionandoen nosotros mientras más experiencia adquirimos58. Interpretar --hacer hermenéutica-- es lo que nos permite escuchar aquella vozque nos da verosimilitudes, certezas, intuiciones, creencias yposteriormente dictarnos una postura moral ante los fenómenos.Como ya vimos, las virtudes –entendidas como los fundamentos detodo actuar (metafísicas)-- son lo que nos salva del nihilismo,pues su contingencia sería imposibilitar cualquier intento debondad, justicia, amistad, etc., pues desde la óptica antimetafísica,todo aquello que es metafísico –por estar sujeto a lainterpretación, a partir del lenguaje-- es crear trascendentesque se vuelven verdad dentro de un lenguaje público y esto desdeuna postura liberal, siguiendo a Rorty, termina en crueldad. Almediar, mediante la hermenéutica analógica, la metafísica con elactuar ético, nos es demandado aplicarla a un fin concreto, estoes: a tomar una postura interpretativa ante el mundo. Lametafísica, mediada por la hermenéutica, adquiere un fin prácticoy fundamenta al individuo a partir de sus virtudes; siendo lafrónesis, la que delimita y expande el actuar del hombre en elmundo. Es a partir de las metafísicas del hombre que se construye suedificio ético, que son los principios y fundamentos de todo actuar. Laantropología filosófica propuesta por Beuchot sería la reguladorade tales metafísicas, pues haría un estudio del hombre entendido comoaquél que tiene un sistema de creencias que es interpretado y,posteriormente, aplicado en su praxis cotidiana. Si el hombretraiciona sus ideales y actúa en contra de ellos, entonces secondicionaría a una naturaleza conductual humana, el ello ante elsuperyó, de nuevo aparece. Para una ética, parece inevitableacatar al superyó, pues es, de algún modo, lo que nos permite lamoderación ante nuestros propios deseos, que debemos seleccionar através de la analogía resultante de la contemplación de nuestrosideales metafísicos: bondad, verdad, justicia, razón, etc. y del casoconcreto en el que debemos decidir. La metafísica hermenéutica no58 Ídem. p. 132.

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intenta justificar el comportamiento del hombre, sino entenderlocomo ser finito, imperfecto y falible que intenta, con sus propiasinterpretaciones, sobrevivir ante un fenómeno que llamamosrealidad en el que toda condición tiene múltiplesinterpretaciones, donde todo depende de la postura de cada quién,pero que sin embargo, precisa una medida59. Beuchot nos dice que noes una causa perdida buscar el bien; siempre y cuando acatemos quejamás alcanzaremos el bien en sí, sino sólo las verosimilitudes apartir de nuestras propias verdades, que en nuestro sistema decreencias, tienen validez –nuestro lenguaje privado--,sin embargo,al ser animales sociales, nos encontramos obligados a convivir conel lenguaje público de los demás y ahí es donde es aplicablenuestro edificio ético, donde nuestros criterios nos indicaran,aceptando nuestra condición de intérpretes falibles, lo quedentro de nuestras interpretaciones es correcto y lo que no loes60.

El mismo Beuchot admite que su sistema tiende más a laequivocidad61, porque es el sujeto quien hace la interpretaciónanalógica, empero, no desprecia la existencia de alguna verdadmanifiesta, si bien, no absoluta, de una verosimilitud que embonecon nuestros sistemas interpretativos y valorativos.

4. Ética privada y ética pública (conclusión).

Richard Rorty, al volver contingente la metafísica –entendiendometafísica como cualquier modelo presentado como verdadero,construido a partir del lenguaje, que es producto de laimaginación humana—niega toda posibilidad de una ética pública,pues admite que todo dependerá de las circunstancias históricas –en cuanto a su condición social, ideológica, religiosa, etc., delhombre y tales circunstancias han forzado el actuar conductual delos sujetos partícipes en el fenómeno moral. Sin embargo, al negaral yo, también se niega la imposibilidad de una persona que sereinvente a sí misma, que encuentre sus propios principios, quetenga una ética privada. Para Rorty, lo ético consiste en sersolidarios con los demás, que al igual que nosotros, tambiénsufren al encontrarse en un mundo cruel y siniestro en donde la

59 Mauricio Beuchot, o.c. pp. 54-58.60 Ibíd. pp. 122-123.61 Ibíd. p. 181.

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injusticia es lo imperante. Me parece que Rorty ha sido muyingenuo al considerar al hombre como algo “domesticable” a partirde su propio deseo, como dice la máxima de Hobbes: Homo homini lupus.

Como nos mostró Beuchot, renunciar a la metafísica y aceptar todacontingencia, inevitablemente, nos conducirá al sin-sentido, y porlo tanto, al nihilismo. El hombre que se desconoce y que no tienemedida alguna, inevitablemente, sin quererlo, se volverá máscruel, pues siempre intentará excusar su comportamiento mediantesus interpretaciones de correcto/incorrecto, nociones intenta Rortysuperar mediante la ironía y a partir de la imposibilidad de unaverdad. Nos parece que la ironía es una forma sencilla dedesprenderse de la responsabilidad que tiene el hombre, tantoconsigo mismo, como con el prójimo, y de sentirse libre en cuanto aque no tiene ningún objetivo a priori que cumplir, no teniendo en suexistencia fin alguno62. El ironista liberal --que por definiciónrortyana-- se indigna ante la crueldad, olvidará su papel ante lainjusticia al descubrir que él no es responsable del dolor ajeno,que el otro, que también debería ser solidario, no lo esdesinteresadamente, ni por compasión, sino lo es por consuelo, porconsuelo ante su propia contingencia y ante su propiaimposibilidad de reducir el propio dolor, producto de lasconstantes incertidumbres que nos despierta existir. Por ello, elcamino del ironista liberal ante la crueldad, una vez que se desencante,será la omisión; conservará una pose de indignación, incluso seráactivo y combativo en cuanto a lo que se considere injusto, perojamás lo hará desinteresadamente –sólo las acciones por untrascendente pueden ser desinteresadas, porque ellas mismas, en símismas, son inalcanzables--, lo hará por un interés que le servirápara algún fin propio; para el ironista liberal, el otro es elmedio, no el fin. El objetivo de la solidaridad del ironista liberal esmitigar su propio sufrimiento, del que él no es responsable, asícomo tampoco lo es del de los demás. También consideramos queabandonar la búsqueda de la verdad, incluso de lo verosímil, ysustituirla por metáforas, es un grave error; pues omitimos todaposibilidad de conocer y nos limitamos a la creación de larealidad a partir de nuestra imaginación, que es un reflejo denuestros deseos. Por ello, la tesis de Rorty se encuentra fuera denuestra realidad, ¿en qué clase de realidad metalingüística ypostmetafísica el hombre podrá renunciar a sus propios deseos sinpretender cambiar su interpretación del mundo, que es que el mundo62 Obviamente para Rorty, tales categorías son producto de un lenguaje obsoleto y contingente que merece ser superado.

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es algo que se debe transformar? Ironizar ya es, en sí, un culto anuestros deseos. Desde nuestro punto de vista, Rorty cayó, sinquererlo, en su propia objeción, porque su modelo contingente críaa un hombre que se construye, y se reinventa, a sí mismo, de unanada aparente, que son sus propios deseos: es un edificio sincimientos que intenta justificar, de cualquier forma, lainexistencia de ellos. El modelo de Rorty también es metafísicoporque deifica la imaginación humana y su creación --que larelaciona con la libertad--, que es aquella facultad nos permiteun posicionamiento ante lo fenoménico.

Aun desapareciendo al yo --volviéndolo contingente y aceptando lastesis freudianas—Rorty se ve obligado a remitir a la metafísica,pues de algún modo debe justificar la desdivinación del yo, que es unaconstrucción del lenguaje. El poeta es un compilador de lenguajeajenos que crea su propio lenguaje a partir de nocionesadquiridas, nadie es yo, todo es producto de un todos y por ende lautopía de Rorty es la del nosotros y no la del ellos: ¿qué es lo queocasiona que sintamos ciertas afinidades por posturas ajenas si noes por nuestra personalidad que nos dicta, de acuerdo a nuestrosinevitables trascendentes metafísicos, lo que es compatible con nuestrosdeseos? Consideramos que aquello está más allá de la dicotomíaentre el ello y superyó. Incluso, podría estar más allá del tiempoy del azar y ser un atributo inalcanzable para nuestrascategorías. Si todo lo que somos es una construcción a partirlenguajes que hemos adoptado por circunstancias históricas, ¿porqué nos siguen siendo vigentes pensamientos metafísicos,supersticiosos y obsoletos, cuando en nuestro tiempo, el sigloXXI, ya hemos visto casi todo? ¿Es por nuestra imposibilidad críticaante una verdad inmanente y fenoménica que se descubre –idea queRorty ataca durante toda su obra—o porque, simplemente, existe unprogreso intelectual, superior y más útil que al que sólo losliberales pueden acceder, mediante la aceptación de lascontingencias del lenguaje, del yo, de la comunidad, pero sobretodo, de los trascendentes? De nuevo, sucede lo que siempreparece inevitable: todo lenguaje privado que sale del individuohacia los otros deriva, consecuentemente, en un lenguaje públicoque precisará ser acatado para mantener un status quo. Rorty esperala aparición de un poeta que se reinvente a sí mismo y que, unavez que la propuesta anterior sea obsoleta, reinvente la sociedady así consecutivamente, no entiendo por qué aquello puede serprogresivo.

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Cuando Rorty plantea la contingencia de la comunidad liberal,defiende que se debe superar el lenguaje de las comunidades --ellenguaje público-- que está cimentado en nociones que se presentancomo universales: fundamentos, razones, viabilidades,posibilidades, etc. Todo eso debe ser superado, se debe superar lafilosofía, se debe superar al lenguaje y todo fundamento queintente delimitar al deseo, a la imaginación y a la creaciónhumana. Un nuevo lenguaje en el que toda pregunta por untrascendente resulte obsoleta y fuera de lugar por ser contingentee inútil para describir la realidad construida a partir denominales y deseos personales. La solución de todo dilema éticoproducto de tales contingencias, para Rorty, se reduce,simplemente, a ser solidarios con el prójimo, cuyo mecanismo yahemos criticado.

Elegimos a Mauricio Beuchot como oposición a la propuesta de Rortyporque él presenta, de forma clara, una crítica a las filosofíasdel desencanto y nos invita a reinventar –casi en sentidorortyano--- nuestra la realidad, que Beuchot relaciona con lanaturaleza, que es la de ser hermeneutas, es decir, de intérpretesque construyen y descubren al mundo a partir de juiciosvalorativos. Beuchot nos presenta los vicios de los nominalismosradicales, que esconden en sus tesis, irresponsabilidadesexistenciales, despreocupaciones ante el mundo: un verdaderonihilismo. La solución de Beuchot está en reinventar lametafísica, en olvidar el culto al deseo propio y al progresotecnológico y sustituirlo por aquella naturaleza que nos es comúna todos y que nos dicta lo que, a partir de nuestrasinterpretaciones analógicas, nos resulta correcto o incorrecto;porque, de no existir una medida --no precisamente una medidametafísica, puede ser incluso la ley del hombre, o el mismolenguaje-- ¿cuál sería el sentido de nuestro mundo? o mínimo, ¿quéle daría sentido?, y peor aún, ¿carecería de completo sentidonuestra existencia? La propuesta de Rorty nos lleva a un serhumano que no aspira a nada más que a una supuesta libertad --libertad creativa, resulta claro-- fundada en la supuestaequivocidad de la realidad, que no se debe buscar, sino que se debeconstruir a partir de nuestro propia imaginación. Empero, ¿cómodeconstruir a la humanidad, fundada en antropologías colectivas, apartir de aceptar la contingencia como medio para suprimir todo modeloimpuesto, sin crear una nuevo, limitando al hombre a ser unagente, supuestamente activo, que se limita ironizar lo quepercibe como realidad a través de su existencia? Para no caer en una

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atemporalidad inactiva, Rorty recurre al historicismo, sinembargo: ¿cómo reconciliar la necesidad histórica --claramentepública-- con la necesidad del individuo --que además de privada,evidentemente, es atemporal?---

Por ello nosotros hacemos la siguiente propuesta ética. Siqueremos ser analógicos, precisamos discernir ---sinaspavientos--- entre nuestros deseos y nuestras obligaciones;entre nuestras convicciones y nuestras responsabilidades; y, amanera kantiana, determinar, haciendo un juicio crítico, lo quepara nosotros sea más importante: nuestro bien propio o el biencolectivo, que de algún modo también nos incluye; ver al otro comofin o verlo como medio. Me parece que toda ética precisa serimperativa, pues por su naturaleza reguladora, no podría ser de otraforma, porque si recurrimos a su sentido etimológico tanto ethóscomo éthos, ---ya sean entendidos como costumbre y como carácter—remiten a juicios prácticos. El mors-moris latino remite a lo mismoy por ello, nosotros no hacemos distinción alguna entre ética ymoral. Una no es la crítica de la otra, eso no puede ser, porqueno se puede determinar algo que no sea juzgado a partir de unaacción concreta, con conocimiento pleno y libre de ella. Por talrazón, sólo uno mismo y un Dios puede generar un juicio ético.Nosotros sólo estamos capacitados a juzgarnos a nosotros mismosporque presuponemos la existencia de alguno que nos permite eldiscernimiento, sea ya nuestra razón, nuestra libertad, nuestrointelecto, etc.— También en caso de ser teísta, Dios podríajuzgarnos, pues Él sería nuestro punto para el actuar y conocer.

El desencanto posmoderno nos ha llevado a contradicciones en lasque la cuestión ética es una mera posa intelectual: uno secompromete por una causa no por convicción, sino por los posiblesbeneficios que se nos puedan brindar. Por ello, nos hemos atrevidoa distinguir entre ética privada y ética pública –también puedeser utilizada la palabra moral--. La primera tiene que ver connuestras convicciones, con nuestros parámetros, con nuestrasmedidas, con nuestras creencias, con nuestros deseos y connuestra propia forma de interpretar al mundo. En tal categoría noimporta que tan racional sea, ni que tal válido sea: todosnuestros actos públicos serán medidos por ello, y nuestras culpas,por lo tanto, también verán su posible superación y remordimientoen tal distinción ética. En esta ética, todo es válido, pues al noser práctica y sólo existir en nuestros pensamientos, no puedeafectar a terceros. Esta ética es equívoca.

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Por otra parte, está la ética pública, que es la que es ética quenos ha sido impuesta por terceros, donde se delimitan los cánonesde comportamiento que nos garantizan, de algún modo, unarecompensa a costa de nuestros deseos y convicciones. Ella ha sidoestablecida sin nuestro consentimiento y precisamos conocerla parapoder juzgarla, pues todos los comportamientos son regidos porella y no precisamente responde a un código jurídico, porquetambién en ella están incluidas las leyes de la física natural, elcomportamiento de los fenómenos, las entidades lógicas ymatemáticas que actúan acorde a una verdad manifiesta. Esta éticaes unívoca y actuar en cuanto a ella, en algunos casos, nosresulta conveniente y en otros no. Ni la primera, ni la segundason éticas válidas: la primera porque nos impide reconocer que nosomos entes ensimismados y que nuestra vida depende de lainteracción con los otros; la segunda porque nos prohíbe todacrítica del mundo y nos obliga a vivir por lo que ya estádeterminado. La tercera vía es la vía de la frónesis –del términomedio—donde mediante la templanza moderamos nuestros deseos ydiscernimos aquello que consideramos conveniente; en la que lajusticia nos dicta, analógicamente, lo que corresponde a cadacaso; en el que la fortaleza nos impulsa a no caer ni en la trampadel “deseo propio”, ni en la esclavitud de sólo aceptar lodictado.

Realmente, consideramos, que todo esto queda de sobra si ennuestros actos no se ven reflejadas nuestras convicciones, que alfin y al cabo, son lo que somos: el árbol se conoce por susfrutos. Precisamos coherencia, en medida de lo posible, entrenuestros ideales y nuestros actos. Es parte de nuestra condiciónerrar, aceptar nuestra responsabilidad ante los demás --aceptarnosimperfectos y admitir que los demás se encuentran en la mismacondición imperfecta-- automáticamente, nos invita al perdón, ysolamente así, a la aceptación de la diferencia y a lo que creoque es la meta de todo sistema ético: la respetuosa convivenciaentre seres humanos. No seamos ambiciosos en estas labores,pretender cambiar al mundo resulta más egoísta que cambiarse a símismo; deberíamos comenzar por omitir nuestros comentarios sobreel comportamiento de los demás y suspender todo juicio sobre talesasuntos; no dar imposiciones de nuestros puntos de vistadisfrazadas de consejos, necesitamos dejar a cada loco con sutema; a que cada quién viva acorde con lo que le parezca y leplazca. Empero, uno mismo debe vivir en coherencia con sus

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principios, defenderlos y no permitir que un tercero lostransgreda –evidentemente, sin revancha-- porque eso es lo que nosforma, porque ese es nuestro verdadero carácter. Aceptar laresponsabilidad de nuestras convicciones, fundamentar nuestrasacciones en ello, es lo más valioso, porque realmente, lo únicoque depende de nosotros son nuestros pensamientos, nuestros actosy lo que decimos. Que el cristiano sea verdaderamente cristiano ysiga a Cristo hasta sus últimas consecuencias, que el marxista seaverdaderamente solidario y no caiga en las contradicciones delcapitalismo, que el demócrata lo sea, siempre y cuando cumpla consus cometidos. Todos ellos tienen el derecho de creer y de hacerlo que quieran, siempre y cuando no transgredan el mismo derechoque tienen los terceros y que siempre vean al prójimo como fin yjamás como medio. Por ello, resulta injusto generalizar: porque uncristiano torció su ley, no significa que todos sean iguales; lomismo pasa en los otros dos casos, insisto: errar en cuanto anuestras convicciones es parte de nuestra condición humana,condición que es necesario admitir si queremos mínimasposibilidades de convivencia respetuosa.

5. Bibliografía

Beuchot, Mauricio. Perfiles esenciales de la hermenéutica (2008).México: FCE-UNAM.

Kundera, Milan (1986) El arte de la novela. Trad. Fernando deValenzuela y María Victoria Villaverde. Barcelona: Tusquets.

Rorty, Richard (1991). Contingencia, ironía y solidaridad. Madrid:Paidós.