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Maqueta: RAG
O Concha Roldn, 1997O ErlicionesAkal'S A, l9s7
Los Berrocales del JarlmaApdo. 400 'Torrejn de Ardoz
Tels. (91) 656 56 I I - 656 (rl s7Fax: (91) 656 19 li
Madrrd - EsPaaISBN:84-460-0610-3
Depsrro legal: M. 10 8l9'1997ImPreso en Grefol S A
Mstoles (Madrid)
CONCHA ROLDAN
ENTRECASANDRA Y CLIOUna historia de la filosofa
de la historiaPrlogo de
Javier Muguerza
Reservados todos los dercchos De acuerdo a lo dispuesto en
elart.270'delCdigoPenal,podrnsercastigadosconpenas. rnuttu y
privacin de libertad quienes reproduzcan
o plagtcn'
en todo o en parte, una obra literaria' artstica o cientfica
fada
en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorlzaclon'
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-
A todos los Ulisesque sucumbieron ante
el canto de las sirenas.
PRLOGO
La filosofa de la historia ha contribuido, con ms frecuencia de
latolerable, a poner en un brete las buenas relaciones entre la
historia yla filosofa. Ya en su originaria denominacin de
-
de obras como Ideas para unct historict universal en clcue
cost'nopr.tlitcty otros escritos de fiLosofa de la historia, de
Kant, o la publicacin detrabajos colno (R.G. Collingwood: el canto
de cisne de la filosofa de lahistoria>, aparecido no ha mucho en
la revista Isegora y que sc incluyeaqu como apndice, sin olvidar
las consideraciones relativas a la filo-sofa de la historia
esparcidas en otros textos suyos, como su.ncuf-sin en la llamada
lterstor, of philosophl' desde una perspectiva femi-nista recogida
bajo el ttulo de , aparecido en el volumen colectivo El individuo t
lcthistoria (Paids, Barcelona, I 995).
En cuanto al libro que presentamos, se nos ofrece en l una
concl-sa, pero sumamente inteligente, panormica de las lneas
maestras dela evolucin de la filosofa de la historia, desde sus
primeros balbuceosen la filosofa antigua y medieval a su etapa
auroral con Vico, Voltairey Herder, a la que seguira su
consolidacin a manos de Kant y Hegcl,su nada ms que relativo
eclipse con Comte y Marx y su replantea-miento a travs del proyecto
de una enDilthey o Ia harto singular de Weber (uno clelos captulos,
digmoslo entre parntesis, ms brillantes de todo clconjunto), para
desembocar, finalmente, en la problemtica situacioltcontempornea de
nuestra disciplina, acuciada por desafos tales comolos planteados
por la polmica entre las concepciones explicativa ycomprensiva del
mtodo histrico, la tentacin de sucumbir al deter-ninismo causal y
hasta al dogma de la inevitabilidad histrica, lacomplejidad de las
elaciones entre 1a historia y ias ciencias sociales oel auge
recobrado por la narratividad como sustancia de la primerafrente a
la hegemona de su enfoque estructural y sistmico predoml-nante
durante dcadas. No me es posible entrar aqu en detalles sobrela
pertinencia de las conclusiones filosficas que Concha Roldn ex-trae
de aquella evolucin y de esta problemtica situacin, peo, cotl1obotn
de mltestra, citar las extradas de la importancia que atribuyeal
papel de la narracitt. Desde la reivindicacin diltheyana de la
cen-tralidad paradigmtica de la autobiografa al hincapi
contempornecren el carcter narrativo de toda construccin de
identidades, las colec-tivas no menos que las individuaies, se ha
sugerido en ms de una oca-sin que la filosofa de la historia
debiera ser consiclerada (ms quecomo una alternativa a la teora de
la historia, y no digarnos a la histo-ria misma) como una variedad
de la filosofa de la accin o, rnejoran, de la praxis, pues 1o suyo
no es nl esa suerte de prol'eca al revsen clue consiste 1a
omniabarcadora captacin del sentido de la historrapasada ni mucho
menos la confusin entrc la preciiccin cientf ica v iaautentica
p|ofece quc subyace a trnlcs visiones tcleolgicas. .uln(-l(.'no
escatolgicas, de la histoia l'ulura, sino sencillamente el
aadido.en el que insiste nuestra autora, de una conciencia moral a
la inforrna-cin procedente de la historia como cie ncia.
La filosolla de la historia no prctender-a. as. disoutar a la
hi-storiuIrrs lavoles tjc ciro ni cnruiar l cisandra en sus,lones
prol(itos. sirrrr6
tan slo rccordarnos que los sujetos, sea por activa o por
pasiva, de lahistoria son o debicran ser rambin tenids por sujetoi
mrales.'Kant,como es bien sabido, respondi a la pregunia n,imo es
posible unahistoria a priori?>> dicindose a s miimol , esto
es, cuando .se convierte en ,rujeto agente o protagoniitade tales
acontecimientos, que es asimism Ia lptica qir" n6*i.o,adoptamos
cuando,
-
oComt el arte de profetiiar el pasado, se ha de-finido la
flosofa de la historia. En realidad,cuando meditanos sobre el
pasado, para enterar-nos de lo que llevaba dentro, es ficil que
encon-tremos en l un cmuLo de esperanyts
-no logra-das, pero trunpoco falldas-, !u'L futuro, en
suma,objeto legtinro de profeca> (Juan de Mairena).
-
INTRODUCCION
ENTRE CASANDRA Y CLO
Como no hace mucho afirmara Flix Duque, >-. Tampoco sta lo
es. Los autores y problernastratados no son fruto del azar, sino
que responden a una clara inten-cin, la de mostrar en qu puede
consistir la filosofa de la historiahoy, a travs de una historia en
la que se ponen de manifiesto los ex-cesos cometidos por esta
disciplina, excesos que la llevaron a gran-jearse el rechazo que
sufre en la actualidad.
En realidad, a lo que hemos asistido es a la proscripcin de
todafilosofa de la historia que no se conforme con ser rel'lexin
filosficasobre la historia, sino que quiera ser ms: la historia
misma elevada auna potencia superior y vuelta filosfica, empeada en
reducir loscontenidos empricos a la categora de verdades
necesarias. Este afnomnicomprensivo es algo que apareca claro en la
dcnominadafiloso-fa especulativa de lct historia, con su pretensin
de explicar el con-junto de la historia mostrando 1a pauta de los
acontecimientos pasados(sentido) y proyectndola de forma proftica
sobre el futuro; pero sinduda pervivi mrtigado enlafilosofa crtica
de la ltstoria, que en al-guna de sus manifestaciones se resiste a
abandonar el horizonte nor-mativo de 1a reflexin histrica-'.
' F DUQUE, Los destittos de la tradicin. FikrsctJa de la
l.storia lc lu.liloso.la. Anthro-pos, Barcelona, 1989, p. ll. En
contra de lo que hace el autor, Ine permito escribir con nt-nscula
ambas disciplinas, histona y filosofa, para subrayar la pluralrdad
de perspectivas aque ambas estn sujetas.
-' Entiendo por frlosoJa cspeculutit'u tle la ltistorio aquella
quc pretendc explicar el sen-tido de la historia cn su conjunto, a
Io largo de un proceso tenrporal lineal que se inicia bus-cando
pautas y leyes en el pasado y se proyecta hacia el futuro con afn
apodctico de prcdi.-cin. ya sea apoyndose en conceptos nctafsicos.
cientficos o sociolgicos. Filosolu crticade lu lti.storia es la
denominacin que reservo para aquellos autores que dcdicarr sus
cslirerzosal estudio crtico de los problemas, desde el ms general
que sc refiere a la posibilidad de co-nocinicnto de la historia.
hasta los rns particulares que sur,qen cn ll prrictica concretr de
lahisloria. En la introduccin al captulo 5 explico esta distincin
con nrs detalle. as conlo losnotivos de haber optado por este par
de denorrinaciones en lugar dc las propuestas por Dan-
II
-
Lo que presento en estas pginas quiere Ser una
reconstruccinhistric dei trilo filosfico de la razn
-de forma continua a travsde sus hitos ms representativos- y su
ruptura contempornea- Por lotanto, me pennito hablar de filosofa de
la historia desde mi modestiade
-
de la historia, entendida como transmisin objetiva de hechos y
cono-cimientos. En su afn por explicar el conjunto ha perdido de
vista losaspectos singulares e individuales de la disciplina que
comenz siendosu materia de estudio. La filosofa de la historia, que
se enseaba enlas universidades alemanas
-como disciplina independiente- desde
la poca de Herder hasta la muerte de Hegel, estaba concebida
comomateria de especulacin metafsica, de ah que sea conocida entre
no-sotros como .
No se hicieron esperar las reacciones a los excesos
racionalistas deHegel. La realidad emprica deba ser recuperada y la
filosofa espe-culativa de la historia criticada y repudiada, junto
a toda la metafsica.Haba que abandonar las hiptesis de
interpretacin histrica fruto deuna imaginacin febril, para dar
pasos hacia una concepcin cientficade la historia. Pero as surga la
dependencia gnoseolgica de la nuevafilosofa de la historia
-que no quera recibir esta denominacin-;la metodologa y las
leyes de explicacin de la evolucin eran tantoms importantes que la
materia de unos acontecimientos histricosque, por lo dems, quedaban
polarizados como materia de estudio ha-cia la problemtica social;
la evolucin histrica era la evolucin delas sociedades, como
anunciaba la ley comtiana de los tres estadios;los problemas que
deba resolver la filosofa de la historia eran los ge-nerados por
contradicciones socio-econmicas, como propugnabaMarx. La
preocupacin por hacer cientfica a una sociologa incipien-te aproxim
la filosofa de la historia a la metodologa de las
cienciasnaturales, haciendo caer a los defensores de la filosofa
social en elespejismo de que poda predecirse el futuro
-bien por las leyes de ladialctica, bien de la evolucin-, y as
anunciaron la llegada de unestadio positivo y de una sociedad sin
clases, momentos ambos de libe-racin y emancipacin de una humanidad
que Comte lleg a deificar.
La predictibilidad de la historia y la determinacin de ios
aconte-cimientos que llevaba implcita hicieron que se replantearan
las pre-misas de la historia como saber cientfico. Unos continuaban
afirman-do que si se trataba de una ciencia deba ser bajo el modelo
de lasciencias naturales, mientras otros propugnaban Ia separacin
entre lametodologa de las ciencias naturales y de las ciencias del
espritu,como fue el empeo de Dilthey. La polmica se ha prolongado
hastanuestros das bajo el signo del debate acerca de la explicacin
y com-prensin histrica, tras la propuesta de Hempel de un modelo de
leyde cobertura nomolgico-deductivo, y la consiguiente crtica de
vonWright. Predictibilidad, determinismo causal e inevitabilidad
histricahan sido los caballos de batalla de una filosofa de la
historia que con-tinuaba teniendo como objeto fundamental la
sociologa o, en un sen-tido rns lato, las ciencias sociales. Una
filosofa de la historia que sepresentaba como crtica no slo por
adoptar esta actitud frente a losplanteamientos anteriores, sino
tambin por centrar su fat'ea ms en e]anlisis de problernas
-fundamentalmente de si-qno epistemolgico-_que en Ia bsqueda de
un sentido a Ia historia o en el denodado intcn-to de predecir el
futuro.
t4
Este es, en resumen, el panorama de la filosofa de la historia
quepresento. Pero acaso significa mi planteamiento que la filosofa
de lahistoria es algo que slo pertenece al pasado? Podemos seguir
ha-blando de filosofa de la historia? Si es as, en qu sentido?
Desde mi punto de vista';'todava podemos hablar de filosofa de
lahistoria, y me da la razn el hecho de que en los ltimos aos est
re-tomndose el inters por una disciplina que pareca abandonarse a
sudisolucin. Este resurgir se debe, sin duda, a las taxativas
afirmacio-nes que lanzaron hace poco ms de un lustro Vattimo y
Fukuyama.aceca del fin de Ia historia, una prediccin de clara
raigambre hege-liana a pesar de sus pretensiones posmodernas.
Ciertamente, ha acaba-do
-o se debate exnime- la concepcin de una historia entendidacomo
un proceso nico, evolutivo, coherente hacia una meta, pero nola
reflexin sobre la historia que, ms bien al contrario, como
diceManuel Cruz,
-
futuro sin dejarse arrastrar por el huracn del mal llarnado
progresohacia su autodestruccin? El filsofo de la historia ya no
puede dedi-carse a realizar terrorficas o esperanzadoras
predicciones de futuro,pero tampoco debe renunciar a realizar
valoraciones estimativas acer-ca del mismo.; no puede anunciar lo
que ser, pero s proponer cmodebiera ser o, en todo caso, cnto no
debiera ser jants.
,.,
Por esto mismo, la filosofa de la historia que defiendo tambin
esuna apuesta por la historia de la filosofa, por la conservacin
denuestra tradicin filosfica, de esa herencia ilustrada que nos
deja in-satisfechos. Esto es, en la medida en que los problemas que
nuestrosantecesores planteaban sigan teniendo sentido para
nosotros, porqueaunque las respuestas sean contingentes, hay
preguntas que siguen te-niendo vigencia. Por consiguiente, no
porque la historia sea maestrade vida, como deca Cicern, o estemos
alentados por la creencia deBrunschvicg en que si los hombres
conocen la historia, sta no se re-petir, sino porque la historia
nos ayuda a conocer el presente y aconstruir el futuro; un presente
que, con palabras de Manuel Cruz, y un futuro que r, en Discur.rrss
ittterruntpido.r (trad. de J. Aguirre), Taurus.Madrid, 1973, p.
183).
'"Terrorficas o esperanzadoras, nuestras expeclativas no
constituyen predicciones.pero envuelven estintaciones
-esto es, valoraciones ms que conocimientos- del futuro"(cfr.
Javier MucuEnz, Descle la perplejidad, F.C.E., Madrid, 1990, p.
489)." Cfr. M. Cnuz,
"El presente respira por la historia". introduccin a su Fitso.lu
dt luhi.storiu, Paids, Balcelona. 1991, pp. ll-45."'
.Pero en nuestros das, y por nrs que en buena parte continuentos
viviendo de los hc-gelianos restos del ltinlo gran sistema de la
historia de la filosof, los tielnpos cietllrctcno parecen estar
pcl'a sistemas>, J. MuCunzn. op. cit., p 109.
16
racin y potencia filosfica muri con ellos. Podemos cuestionarnos
sila area fundamental del filsofo hoy es volver sobre los anlisis
delpasado. Pero, acaso podemos prescindir de las reflexiones ya
realiza-das por los maestros del pensamiento? Es lcito entrar con
un marti-llo en el museo de los grandes sistemas reflexivos y
demoler por com-pleto esa
-
A Victoria Garrido y Pedro Pastur gracias por su amistosa
pacien-cia con mis cuitas informticas, por encima del tiempo y del
espacio.
Tampoco quiero dejar de mencionar a mis amigos, filsofos y
nofilsofos, que discutieron conmigo estos ternas y estuvieron a mi
ladoen esos momentos que hace falta mucha filosofa para encarar la
his-toria: K. H. Alexander, Joseph Brchen, Gerhard Biller, Durro
Bobillo,Andrea Bohrmann, Sonia Carboncini, Julin Carvajal,
Silvia-ElenaDelmonte, Ulrike Diederichs, Ingrid Dietsch, Carmen
Esteban, AnkeFinster, Wolfgang Graf, Christiane Heitmeyer, Martin
Heitmeyer, Ima-nol Irizar, Herma Kliege, Anne Le Naour, Matti
Lukkarila, ManuelLuna, Inge Luz, Ralf Mller, Javier Rodrguez de
Fonseca, Ina Saame,Elena Salaverra, Max Stern, Jess Torres, Eskarne
Zubero y otros queya han sido mencionados y ellos saben quines son.
Rosa Garca Mon-tealegre, Carlos Gmez Muoz, AnaLozano, Fernando de
Madariagay Nuria Roca, no dejaron, adems, de acompaarme en mis
trancesoposicionales.
Por ltimo, no quiero dejar en el olvido a todos aqullos que
tu-vieron que sufrir mis ausencias, algo que conllevan los perodos
decreatividad, muchas veces en momentos difciles y dolorosos:
LoreaAramayo, Natividad Areces, Elena Rodrguez Gonzleu Yolanda
Ro-drguez Gonzlez, y Manuel Rodrguez Aramayo y Manuel RodrguezSan
Jos
-que ya no estn para remediarlo-. Alejandro Abad, Ale-jandro
Abad Roldn, Yolanda Moya, Teresa Roldn Gonzlez, ClaraRoldn Panadero
y Alfonso Roldn Panadero, tuvieron que padeceradems mis altibajos
de humor, por ser los ms cercanos.
A Alfonso Roldn Gonzlez y Concepcin Panadero, gracias porsu
comprensin y apoyo incondicional, siempre.
Y a Branko Kurtanjek, por ser mi Lebensgefcihrte en este
ltimolustro, no slo en lo bueno.
Last but not least, mi agradecimiento a Jos Carlos Bermejo porsu
gestin editorial y sus comentarios de especialista en la
materia.
vale' Madrid, 15 de noviembre cle 1995
CAPITULO PRIMERO
LA PREHISTORIADE LA FILOSOT'N NE LA HISTORIA
Existe una gran diversidad de opiniones por lo que respecta a
lavaloracin del saber histrico en las filosofas antigua y medieval.
Almenos, en los orgenes del pensamiento occidental, no
descubrimosun maridaje posible entre historia y filosofa que nos
peffnita hablarcon propi"a " la existencia primigenia de una
filosofa de la histo-ria; ms bien al contrario, se trata de dos
perspectivas que corren pa-ralelas sin encontrarse, una ocupndose
de lo mudable y transitorio,otra de lo inmutable e inteligible. El
filsofo no poda ocuparse qua fi-lsofo del conocimiento histrico,
pues se trataba de un saber inferiorbasado en la percepcin y, si
Se,me apura, ni siquiera poda alcanzatrango de conocimiento ese
saber; la historia era para los primeros histo-riadores griegos
narracin de hechos, historia rerum Sestarun':, otorgan-do la mxima
preeminencia a los testigos presenciales de los mismos;pero de la
influencia filosfica de su entorno recogieron una notableiapacidad
de reflexin, lo que les pemiti alejarse paulatinamente delai
narraciones mticas en pro de anlisis razonados de las causas'ste es
el motivo de que puedan descubrirse algunas ideas precursorasde la
filosofa de la historia en sus planteamientos.
Con todo, el verdadero surgimiento de una concepcin filosficade
la historia tiene lugar en el mundo judeo-cristiano, que,
partiendode la idea de creacin, comienza a interesarse por buscar
un sentido ala historia
-aqu la introduccin del desarrollo lineal del tiempo his-
trico ser fundamental-; sin embargo, la preocupacin primordialde
toda la produccin literaria desde las narraciones de los profetas
b-blicos hasta las exposiciones de Joaqun de Fiore, pasando por las
re-levantes aportaciones de San Agustn, es una preocupacin
religiosa;la historia es, en la concepcin judeo-cristiana, la
historia de la salva-cin, gesta Dei; por eso no podemos hablar
tampoco con propiedad defilosoia de la historia, sino ms bien de
teologa de la historia' aun-que defendamos que eSa conciencia
fundamental
-como bsqueda de
sentido o de forma de desarrollo de la historia- nace ms
-Eenuina-
lnente del pensamiento judeo-cristiano que del greco-romano.
18 t9
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lil
ll
t:
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ililijli
tl
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No obstante, la filosofa occidental es, en ltimo trmino, fruto
delencuentro entre las teoras griegas antiguas y la reflexin
religiosacristiana, y esto es algo que tambin atae a la gnesis de
la filosofade la historia como disciplina independiente. De ah que
tengamos quecomenzar por hacer referencia a las posibles
aportaciones para la filo-sofa de la historia por parte del
pensamiento antiguo y medieval.
1. El NACTMTENTo DE LAEN EL MUNDO GRIEGO:
HISToRrocnnpnLn pnrvncR ogr- pRESENTE
El comienzo de una nocin de historia se nos hace palpable en
losdos pueblos de ms antigua tradicin escrita: egipcios y
babilonios,convirtindose 1a >
-reducida en estos primeros mo-mentos a la confeccin de Anales
enumerativos y Crnicas, as comode listas de reyes y de dinastas- en
un primer paso para el cultivocientfico de la Historia,
cristalizando lentamente en la creacin de al-gunos poemas picos
(como el de Gilgams), para terminar dando lu-gar a una poesa
sobriamente histrica (por ej. el relato de las aventu-ras de Sinuh
en Egipto, o las epopeyas de Sargn y Arnurabi deBabilonia). La
contribucin hebrea aade a las listas de reyes de Jude Israel y a
las crnicas ms detalladas descripciones biogrficas
-taly como muestra el Antiguo Testamento-, pero slo son dignos
deconservarse los nombres y hechos de algunos hombres en cuanto
soninstrumentos de la divinidad. Los relatos picos de egipcios y
babilo-nios se confundan con la leyenda, las narraciones y novelas
histricasjudaicas aparecen al servicio de un principio: slo el
Reino de Dirstiene historia digna de ser contada'.
Pero la disciplina histrica de la que es heredera nuestra
culturaoccidental hay que buscarla en la Grecia clsica, bajo la
infiuencia delpensamiento jnico y de la mano de una nueva forma de
reflexionaracerca de la naturaleza, donde o . Pero ya en el
pensamiento griego prefilosfico yprecientfico.puede rastrearse el
origen etimolgico de algunas de es-iu, ronnotaciones de la nueva
historia . Lled' analiza enel lenguaje
-
directa, la observacin y la experiencia constituyen sin duda la
basede la incipiente metodologa historiogrfica, Las preferencias en
la an-tigua Grecia y luego en Roma por la proximidad temporal del
objetode investigacin8 eran fruto de la seguridad que brindaba a
los histo-riadores el escribir historia cercana a lo contemporneoe;
segn Mo-migliano, esta preferencia por lo contemporneo no resulta
de una in-capacidad para analizar fuentes antiguas, sino que
responde a unintento consciente de optar por el testimonio directo
que concede lavista, como nico modo de alcanzar la fiabilidad y
credibilidad; de ahque los investigadores con pretensin de
historiadores slo se ocupen
-para decirlo con palabras de Hegel- de la historia inmediata,
de-jando a los arquelogos, filsofos y gramticos el estudio del
pasa-do'0. Pero ser este >t'lo que impida precisamen-te a los
historiadores antiguos justificar paso a paso su
experiencia,explicar de forma adecuada las cau*sas que dieron
origen a los hechos,trascender el presente para mejor comprenderlo.
Es en este sentido enel que Collingwood critic a los historiadores
griegos denominndolosr't, al considerar que su mtodo les impeda ir
ms alldel alcance de la memoria individual, ya que la nica fuente
que po-dan examinar crticamente era el testigo de vista con que
pudieranconversar caa a cara.
As pues,'el surgimiento de la investigacin histrica
propiamentedicha consistir en la interdependencia entre el
planteamiento previode los problemas que se quieren solucionar y
los hechos histricos,aunque la investigacin misma dependa en ltima
instancia del desa-rrollo histrico de los acontecimientos, pues,
volviendo a nuestroejemplo, si Ayax e Idomeneo no hubieran estado
presenciando una ca-rrera de carros en los juegos funerarios
celebrados en honor de Patro-clo, no podran haberse planteado la
cuestin de qu auriga avanzabaa Ia cabeza, ni habran precisado de
Agamenn como testigo. No po-
' "Herdoto escribi sobre las guerras mdicas, un acontecirniento
de la generacin pre-
cedente; Tucdides escribi la historia de la guerra contempornea
del Peloponeso; Jenofontese centr en la hegernona espartana y
tebana de ia que haba sido testi-qo...>, cfr. A. Moru-GLIANo, In
historiograJa griega, Crtica, Barcelona, 1984, p. 47.
' En este sentido ha afirmado recientemente J. C. BEnuEJo, en su
Entra ltistoria t.t'ilos',-la, Akal, Madrid, 1994, p. 186: "La
Historiografa griega entrara dentro del gnero que hovllamaramos
Historia Contempornea, puesto que los principales historiadores, o
bien soncontemporneos de los acontecimientos que describen, como
Herdoto, Tucdides. Polibio oFlavio Josefo. o bien recurren a los
hechos del pasado para buscar lo que Michel Foucaultllamara la
"genealoga del tiempo presente").
'o Cfr. MourclrANo, op. cit., p. l0l." Me apropio aqu de la
expresin empleada por J. Loze.No, op. cit., pp. 2-5-28. .Pense-
mos -dice-, por ejemplo en Tcito. Reserva el trmino Hi.rfrtrioe
a los informes .sobrc lapoca que l observ personalrnente, mientras
que a sus obras sobre el perodo antelior las
intitul Antnles,, (p. 28).':
"Puede decirse que en la antigua Grecia no hubo Historiadores en
el mislro sentidoque hubo artistas y filsofos: no haba personas que
dedicaran sus vidas al estudio de la his-toria; el historiador slo
era el autobigrafo de su
_seneracin, y la autobiografa no es unaprofesin", R. G.
Cou-tNcwooD, Itleu le la lti.Etnria (trad. de E. O'Golnran y J.
I{crnndezCampos), F.C.E., Mxico, 1946, p. 35.
a.)
demos hablar de historia o de filosofa como experiencia de
hechos enllru"o, sin un punto de partida previo, como muy bien
expresa Ag-ies Helter: '5. Esta actitud crtica har que se ini-cie
en Grecia una tradicin histrica que se oponga a los mitos y
quecifre sus expectativas en la eliminacin de los mismos. Hecateo
com-pone > desde los tiempos primitivos hasta el presente deiu
poa, como afmazn para una historiografa cientfica a la
cualpropbrcionan su material Ia pica y las listas histricas; en
ellas asig-na i cada generacin una duracin media de cuarenta aos,
elaboran-do con est criterio el rbol genealgico de los Herclidas y
el de supropio linaje; asimismo dedic parte de su obra a la
descripcin de laii"tiu y de ios pueblos conocidos que la poblaban,
basndose para elloen gran parte en sus viajes'u. Con esto se inicia
tambin la tradicindetiistoiiador como viajero, que tiene que
desplazarse al lugar de loshechos para poder transmitir lo que ha
presenciado. El tiempo y el es-pacio cmienzan a concebirse con ello
como algo cronometrable yabarcable, frente a los relatos mticos que
referan historias acaecidasen el ms all habitado por los dioses y
los hroes, y que se perdanen la noche de los tiempos. La historia
habr de ser desde Hecateoalgo fundamentalmente humano, aunque en
las n-arraciones de estosp.i-.ror historiadores continen mezclndose
de forma inevitable as-pectos mticos, como algo inherente a su
cultura.
Como continuador de Hecateo se nos presenta Herdoto de
Halicar-naso (484 -426 a. C.) al iniciar el proemio de su Hstoria
de la siguientemanera: nsta es la exposicin del resultado de las
investigaciones deHerdoto de Halicarnaso para evitar que, con el
tiempo, los hechos ht'-
', A. HrLLEn, Teora cle la hi.rtoria, Fontamara, Barcelona, 1985
(2.'ed.), trad. de J. Ho-norato. p. l3l.
" Cfr. ibirt., P. 130.', HECRTEO O Mllro, Fragnrenfa
l-tistoricorum Sraecorum, c. y T. Mller,
332,p.25, cirado por F. CHrute'r, El nacintiettlo de La
historirL (trad- de C. Surezed.SigloXXI,
l9t8,p.8l.Cfr.H.ScsNeloEx,ot.cit.,p.4l,y J.Lozno, rtp.cit-.
'n Cfr. H. ScHrloeR, oP. cit., P.42.
r I frrqB acel ar).
L)
-
manos queden en el olvido y que las notables y singulares
empresasrealizadas, respectivamente, por griegos y brbaros
-y, en especial, elmotivo de su mutuo enfrentamiento- queden sin
realce>>'t.Se suele hacer referencia a Herdoto como primer
historiador del
mundo occidental'8 por ser la suya la primera obra extensa en
prosagriega
-jnica- que se ha conservado. Antes de 1, o contempornea-mente,
escribieron pequeos tratados monogrficos de corta extensinfilsofos
como Herclito y Demcrito, loggrafos o como Cadmo de Mileto,
Acusilao de Argos e incluso su precur-sor Hecateo de Mileto, o el
mdico Hipcrates; se trata de los primerosejemplos del gnero
filosfico o cientfico, escritos a partir clel s. vra. c., constando
de un proemio y una pequea narracin, pero conti-nuando, en cierto
modo, el contenido y el estilo de las pequeas com-posiciones de la
lrica. Con la Historia de Herdoto nos encontramosccn una obra en
prosa que compite con la gran epopeya, con Homero.En este sentido,
nos transmite
-igual que Homero en su Ilada con laguerra de Troya- que su
intencin al narrar las Guerras Mdicas esevitar que las grandes
acciones queden privadas de gloria, tanto las delos griegos como
las de los brbaros; pero va a contar aderns las causaspor las que
guerrearon, y aqu se marca la distancia con las explicacio-nes
mticas de la epopeya homrica. Como pormenorizar ms adelan-te,
Herdoto abandona la historia mtica para pasar a la contempor-nea;
los dioses ya no estn presentes en su Historia, al menos en
formapersonal y directa, sino que los acontecimientos humanos
adquieren supleno protagonismo; adems, ser l mismo quien se haga
responsablede su propia investigacin, basada en la observacin de
los hechos oen la comprobacin de los testimonios e interpretaciones
de otros, paradar una visin general, no unilateral, de los sucesos
narrados,e.
En el racionalismo naciente de Herdoto hay todava muchas
su-pervivencias de la tradicin mtica, pero el hecho de que
yuxtapongalos temas frecuentes en los poetas lricos, la metafsica
que ha presicii-do el nacimiento de la tragedia, las enseanzas de
los loggrafos y losviajeros, y las preocupaciones del nuevo espritu
crtico, resulta extre-madamente valioso y doblemente revelador. Por
una parte, permitecaptar las estructuras dominantes del pensamiento
tradicional y en-contrar en forma ms depurada la visin del mundo
que subyace, porejemplo, a las obras de Pndaro o Esquilo. Por otra
parte, hace posibieuna mejor comprensin de la ambigedad del
pensamiento clsicogriego en su origen, impregnado an del espritu
mitolgico y, sin em-bargo, abierto ya ala crtica racionalto.
'' HrRooro, Hi.rroria. Proernio (trad. de C. Schrader), Gredos,
lr4adrid, 1917. p. E1 . C.Surez Bacelar, traductor del libro de F.
Chtelet, El tncintientr de la hi.trriu. prefiere traciu-cil el
libro de la obra de Herdoro por Indagacin; cfr. Si_slo XXI, r978.
p.
-59 y ss.'' Al menos as fue considerado por CrcenN. Cfr. De
legibu;i. l, I, 5.'' Sobre los datos rnanejados en este prrafo,
cfr. la introduccin de F. R. Ann.roos a la
Hi.sttriu de Hrnooro, Cre dos, Madrid. 1977 . pp. 7 -9.ro Cfr.
al respecto F. Csrlr. op. cit., p.65.
1/1LA
,-
Desde un punto de vista etimolgico, es tambin en Herdoto don-de
encontramos por primefavez el sustantivo , no slo en elnroemio
antes citado, sino tambin en otros lugares de su obra2'. Elientido
de este trmino es el de o y vie-ne a resumir el doble empeo del
autor, a modo de incipiente metodo-loga histrica, esto es, la
pretensin de salvar la memoria del pasadou l buscar las razones y
causas que expliquen determinados aconteci-mientos. En este punto
se aparta Herdoto de Hecateo, pues ya noslo cifra su tarea en
narrar con exactitud lo acaecido, sino que porende quiere evitar
los de los loggrafos, entre los que sita aHecateozz, para presentar
en lugar de ellos , .
Herdoto quiere ser , hombre de ciencia riguroso, ypara ello
intensifica la actitud crtica de Hecateo. Quiere presentar
laverdad, los hechos positivos, de ah que no describa el pasado
remoto,sino el ms prximo a l; no escribe la historia primitiva,
sino las lu-chas de los helenos con los brbaros desde la poca de
los lidios hastael 479 a. C.,la historia de los setenta aos
anteriores a su nacimiento23.La razn es que de estos tiempos ms
cercanos pueden darse relatosms seguros, pues cabe interrogar a
testigos presenciales e investigaren su lugar los monumentos en los
que el pasado contina viviendo.La documentacin escrita constituye
la parte menor de las fuentes conque trabaja Herdoto, refirindose
con mayor frecuencia a las cosasque ha visto en sus viajestt o que
escuch de personas annimast5,constituyendo su principal tarea la
exclusin
-con un criterio propio
de persona ilustrada- de todo aquello que debe considerarse
increblepara la sana razn de un hombre de su tiempo26; de ah que,
mientrastiene certeza de Su percepcin directa, requiera confirmacin
y con-traste de lo que otros le han contado2T.
'' La crtica al mtodo empleado por Herdoto en sus
investigacio-nes comenz con su discpulo y competidor Tucdides de
Atenas(aprox. 464-404 a. C.), quien, escptico, desconfi
sistemticamentede los testigos directos, pues (presentan versiones
que varan segn su
'' II,99 y II, 118, pp. 385 y 404, respectivamente, de la edicin
de Gredos que manejo.Cfr. E. Lreo, op. cit., p. 97.
" Cfr. Henooto, Histora, II, 143, p. 436.!' Cfr. H. ScntEtoen,
op. cit., pp.42-43.".,Yo lo he visto personalmente y, desde luego,
excede toda ponderacin". II, 148,
p.441." .Que as sucedi lo escuch de labios de los sacerdotes de
Hefesto en Menfis". II, 2,
p. 280.,o
.Sin embargo, ciertos griegos, entre otras muchas tonteras,
llegan a decir que Psam-tico mand cortar la lengua a unas mujeres y
dispuso que los nios crecieran con ellas en esascondiciones,,,
ibitl. Una actitud misgina popular se reflejaba en ste y otros
ejernplos.
" ,.En fin, eso es lo que me dijeron sobre la crianza de esos
nios; pero tambin obtuveorras informaciones en Menfis...; y me
dirig asirnismo a Tebas y Helipohs para recabar no-ticias de los
mislnos tenas, con el deseo de comprobar si coincidan con lo que me
haban dr-cho en Menfls, pues los sacerdotes de Helipolis tienen
fama de ser los egipcios ms versa-cios en relatos dei pasado",
II,3, pp.280-281. Sobre las fuentes orales de Herdoto. cfr.
J.LozNo. op. cit., pp. 19-21.
25
-
simpata respecto de unos y otros, y segn su memoriarr,t. sta era
asus ojos, probablemente, la razn de que la historia se
confundiesemuy a menudo con la erudicin superficial, de ah que
evite la palabra, QUe tiene, para 1, un eco de las fabulaciones ms
o menosreales de Herdototn. La primera fuente de credibilidad que
admitirTucdides ser su propia experiencia visual, despus, una
crtica loms cuidadosa y completa posible de sus informaciones, sin
fiarsenunca >, acusando tcitamente a Herdoto al afirmar que el
resultado alque llegar por su mtodo histrico ser >3o.
Irnica-mente, la obra de Herdoto no slo fue muy popular desde el
momen-to mismo de su publicacin, sino que su lectura aparece
testimoniadapor numerosas citas en la poca romana, y ha continuado
siendo elhistoriador griego ms conocido hasta nuestros das.
sin duda, la innovacin de Tucdides reside en su mayor
aproxi-macin a los testimonios escritos, lo .Sin embargo, no puede
ser considerado por ello como un mero memo-rialista; no son slo los
grandes hechos los que le interesan, ni su cu-riosidad es la de un
poeta o un viajero, sino que su documentacin vaa referirse a los
hechos considerados:,Su Historia es menos un relatoque tiende a
hacer imperecederos los acontecimientos pasados queuna demostracin
destinada a deducir las leyes generales de una evo-lucin histrica..
como dice chtelet, 3'. De esta manera, su pretensin de que sea una
ad-quisicin para siempre se refiere tambin a que sea susceptible de
ins-truir a las generaciones futuras, de prevenir los errores y
servir degua a los polticos. Con el carcter dramtico de su relato
de la gue-rrat? se deja traslucir la esencia misma de la violencia
colectiva, y,aunque no tenga intencin de ello, el historiador se
muestra moralista,o, al menos, pensador que busca las constantes y
descubre las estruc-turas profundas del acto histrico humano, del
drama individual o co-lectivo.
']6 Tucolos, Historia tle la guerra del PeLopotteso,I.22.3.
Existe traduccin casrellana.Hernando, Madrid, 1973.
' Cfr. E. Llro, ot. cit., p.98.'o Cfr. I.22.4." F. CurelEr, op.
cit., p. 126." ,,Nunca haban sido toradas y dejadas sin habitantes
rantas ciudades, unas por los br-
baros. otras por los mismos,griegos luchando unos con otros (hay
algunas incluso que al sertomadas canbiaron de habitantes), ni haba
habido tantos destierros y nrucrtcs. unas er 1..guerra y las otras
por las luchas civiles>. I.23. Cfr. F. CuATELET, op. cit., p.
12l.
26
.-. Desde este momento se capta mejor la diferencia que separa a
He-rdoto de Tucdides. Para el primero, la historia en el sentido de
histo-ria rerum gestarum todava est separada de su significacin
filosfi-ca',ltay que hacer un gran esfuerzo para encontrar en la
lectura de loshechos el hilo de una concepcin general del devenir
histrico; aun-que algunas veces el acontecimiento est sometido a la
crtica, la ra-cionalizacin del dato apenas est esbozada. Por el
contrario, en Tuc-dides encontramos conceptos clave que permiten
comprender todaaccin humana; no se trata de una filosofa la
historia o me-nos an de una moral la historia, sino ms bien deuna
historia rerum gestarum original, que es inmediatamente
historiafilosficar3.. Aunque sea consciente de que las pasiones y
las luchasimperialistas preponderan en la historia, Tucdides tiene
un ideal delhombre tal como debera ser (honorable, fiel, noble,
piadoso, razona-ble, previsor, comedido, reflexivo y valiente);
querra verle obrar porprincipios y con reflexin, justamente y en
beneficio de la comunidad;pero slo excepcionalmente existen hombres
as. Contemporneo deProtgoras y Eurpides, aprendi de ambos a
caracterizar al individuoy a conocer sus pasiones. Por todo esto,
resulta demasiado simplista laasimilacin que hace Hegel de Herdoto,
Tucdides , incluyndolos a todos en el mismo saco de sura.
Quiero poner punto final a este recorrido por los orgenes de
lahistoriografa con una breve referencia a Jenofonte de Atenas (ca.
430-353), quien representa a mi juicio un hito importante en el
desplaza-miento que va a experimentarse en los comienzos mismos del
pensa-miento occidental desde la historia hacia la filosofa.
Jenofonte con-tinu con sus Helenica la obra de Tucdices en vida de
ste, pero surepresentatividad en la historia de la historiografa
queda reducida a laconfeccin de pequeas memorias como la conocida
Anabaslsrt. Dis-cpulo de Scrates
-quien le salv la vida en la batalla de Delio-,ha pasado a la
posteridad por la importancia de las lucubraciones filo-sficas que
aparecen en las obras dedicadas a su maestro, como lasMemorabilia o
la Apologa de Scrates, donde nos presenta a un pa-dre de la
filosofa mucho menos atractivo e idealizado que el que nostransmite
Platn, en el que predomina el sentido comn y la referenciaconstante
a las cosas cotidianas.'En cualquier caso, y sin quererlo,
Je-nofonte inici la tradicin de una historia de la filosofa hecha
por hts-
" Cfr. ibid., p. 136! Segn G. W. HEcel , Leccione. .sobre Ia
J'itosoJ'a de la historia tutiversttl. Revista cieOccidente.
Madrid, 1974, p. 153. estos historiadores .vivieron en el espritu
dc los aconteci-mientos por ellos descritos; pertenecieron a dicho
espritu. Trasladaron al terreno de Ia repre-sentacin espiritual lo
sucedido, los hechos, los acontecimientos y estados que haban
tenidrrante los ojos".
tt Ttulo puesto por Arriano, respondiendo a su sentido
etimolgico de "expedrcin.,
pues Jenofonte narra cnio condujo en persona a los dlez rnil
griegos -que haban luchrclomercenarian.lente al lado de Ciro frente
a Artajerjes en la batalla de Cunaxa- en stl rc-tirada.
durante un ecorrido de unos cuatro lnil kilrnetos.
27
-
toriaclores-filsofos3u, ur precedente de gran importancia, pero
a todasluces insuficiente para construir un puente entre historia y
filosofa,que en el mundo griego se presentan divorciadas.
2. IpEns pRECURSoRAS DE LA FILosoFA DE LA HISToRIAEN EL
pENSAMIENTo cRECo-RoMANot Ln pllosopRCOMO SUPERACIN DE LA
HISTORIA
En los primeros captulos de La Decadenca de Occidente analiza-ba
Spengler la actitud de los griegos ante la Historia, parecindole
in-discutible que esta cultura careci de un sentido histrico. A
esta pos-tura se opuso apasionadamente Schwartz3T, sosteniendo que
la tesis deque el hombre antiguo careca de un rgano de percepcin
del pasadoera una afirmacin infundada. Ciertamente, la postura de
Spengler erademasiado radical y, llevada hasta sus ltimas
consecuencias, negabacualquier valor a la historrografa griega y,
por extensin, a la romana'Sin embargo, el error de Schwartz fue
cifrar el griego en la percepcin del presente y del pasado
inmediato, olvidn-osJ de que para hablar con propiedad de una nocin
de temporalidadhay que incluir el futuro, como un proyecto que
incluye el procesocreador continuado del hombre. Desde este punto
de vista, resulta ob-vio que la cultura griega, inmersa en una ley
de inexorable fatalidadque rega sus vidas, adoleca de una falta de
sentido para el transcursotmporal. En este contexto es en el que
afirma Lwith que para lospensadores griegos, interesados
primordialmente en el logos del cos-
^os, rrunafIosofa de la historia habra sido una contradiccin en
los
trminos>"; en la cuenta del historiador helnico no entraba lo
venide-ro, y el filsofo griego, a Su vez, se atena a lo no
cambiante. La opi-nin de Collingwood coincide en este punto con la
de Lwith, al sea-lar, aunque reconozca altos mritos a los
historiadores griegos (v.g., elque tuvieran clara conciencia, tanto
de que la historia es o puede seruna ciencia, como de que se
refiere a los actos humanos), que el pensa-miento helnico se basa
en una metafsica rigurosamente antihistrica3e.
* Cfr. H. ScHruelon. op. cit., p. 60.
-
En mi opinin, hay un hecho clave que nos impide hablar con
pro-piedad de una filosofa de la historia en el pensamiento griego,
y es lamafginacin a que se ve sometido el saber histrico,
incapacitado paraentrar en los verdaderos campos del conocimiento
inteligible. Es cier-to que en algunos autores
-como veamos en el apartado anterior-
aparecen destellos que pueden interpretarse como un cierto
sentidohistrico, pero tambin es obvio que en ninguno de ellos
existe volun-tad de reflexionar sobre el devenir histrico para
buscar un sentido ala forma en que se desarrolla la historia, ni
tampoco intentan referirsea unas coordenadas universales que
enmarquen este desarrollo. Para lamente griega,la historia es
fragmento, y el tiempo una mera funcindel acontecimiento relatado,
ms un tiempo lgico que cronolgico;en este sentido, me parece muy
acertada la afirmacin de Meyersonsobre Herdoto, y que yo hara
extensiva al pensamiento griego en ge-neral, por lo que a la
concepcin del tiempo y de la historia se refiere:>05 .
Sin embargo, aunque la cultura griega carezca de una
concienciahistrica profunda que exprese la propia concepcin del
mundo, pode-rnos encontrar de forma rudimentaria en las expresiones
de su histo-riografa y filosofa nacientes algunas ideas precursoras
de teoras queposteriormente aparecern en el marco de una filosofa
de la historia.
Limitmonos a enumerar algunas de estas intuiciones
fundamenta-les: /) Explicacin del origen del universo y del hombre
por teogonasy cosmogonas filosficas (de Hesodo a Herclito); 2)
Indagacionessobre el estado primitivo del hombre y los comienzos
del desarrollocultural, plasmadas en la creencia en un estado
primitivo paradisaco
-una edad de Oro donde imperaban lapaz y la justicia- que
habra
ido degenerndose por el desgaste de la cultura a lo largo de
sucesivasedades
-plata, bronce, hierro-, con lo que descubrimos que la exal-
tacin de un estado primitivo feliz va aparejado con la limitacin
delvalor de la cultura tcnica (Herdoto, Ovidio, Demcrito,
Protgoras,Platn, Sneca); en la escuela epicreaou hubo, sin embargo,
juiciosmenos favorables sobre la bondad de este estado primitivo,
lo queMondolfo interpreta en el lugar arriba mencionado como una
aproxi-macin a la teora clel progreso; -l) Explicaciones acerca de
las leyesque rigen la sucesin cclica de las formas de gobierno,
como si losEstados disfrutaran de una especie de vida orgnica,
consistellte ennacer, crecer, florecer y morir (destaca
Polibio)tt.
En la primera parte de este captulo hacamos un pequeo
recorri-
.5 I. MyeRSoN. .Le temps, la lnmoire, I'Histoire", en Jountul de
P.rrclrrtltt,e,ie ttot'tttttlet patholosiqre, Paris. 1956. n." 3,
p. 339.
'o Cfr., por ejemplo, Lucncto, De rerunt tntur(t, Y 907 ss..'
SobrJ estos puntos es interesante consultar J. TsySSE^*, Histr,ria
Lle lu.l'ilLtstt./ le l,t
historia, trad. de F. Korell, Espasa Calpe Argentina, Buenos
Aires, 1954, pp. l-5-21'
30
do por los orgenes de la historio grafa, observando un paulatino
des-olaiamiento hacia quehaceres filosficos en los primeros
historiadoreseriegos. Ahora vamos a analizar someramente la opinin
que tenanlgunot de los primeros filsofos, para desentraar si acaso
nos en-contramos con una incipiente filosofa de la historia, o, al
menos, conuna filosofa de la historia en germen, como fruto de ese
temprano es-coramiento de la historia hacia la filosofa.
No puede decirse que en estos primeros momentos asistamos a
unenfrentamiento entre historiadores y filsofos, como el que habr
dedarse en el siglo XIX y que provocar comentarios como el de
J.Burckhardt
-quien profesa de historiador y quiere evitar, sobre todo,
hacer una filosofa de la historia-
-
poca en que la historia se mova con extraordinaria rapidez, y en
unpas donde los terremotos y la erosin mudabanla faz de la tierra
conuna violencia difcil de experimentar en otra parte. Vean la
naturalezacomo un espectculo de cambios incesantes, y a la vida
humana comoalgo que cambiaba con ms violencia que cualquier otra
cosa>>tn.
Los historiadores de gestas blicas han descubierto que ser
huma-no es ser temporal y que la temporalidad no es slo fuente de
grande-za y hechos hericos, sino tambin origen de desgracias. Pero
frente asu postura de avestruz que les hace encerrarse en un retiro
a compren-der lo que ha sucedido y hacer de historiadores, opondr
Platn unaracionalizacin que conduzca a la accin; como filsofo se
aparta deldevenir, siguiendo un camino intelectual que le permita
escapar de losensible en aras de un objeto de conocimiento
inmutable; como polti-co construye una ciudad ideal; como
historiador se complace en evo-car
-contrariamente a Herdoto y Tucdides- leyendas y mitos des-
tinados solamente a ilustrar una demostracin abstracta5o.En esto
consiste la tendencia anti-histrica de la filosofa. Puesto
que el objeto que el historiador considera es el propio devenir
-in-cluso los hechos del pasado son actos que pertenecen a un
mundo
cambiante-, Do pueden constituir el conocimiento propiamente
dicho(epistme), sino slo un semi-conocimiento emprico, fruto de la
opi-ni6n (dxa,), esto es, un saber inmediato, sin fundamento de
razn eincapaz de demostrarse, vlido nicamente para el momento de
supropia duracin y no en todas partes y para siempre. En la
posicinextrema de los eleticos, la historia tena que ser imposible.
Para Pla-tn y Aristteles haba en el conocimiento histrico algo de
real, encuanto perceptible, pero como conocimiento altamente
ininteligible,algo que no poda ser objeto de ciencia. Para ambos,
puede ser conve-niente recordar la historia de los acontecimientos,
en cuanto sirve depronstico en los procesos rtmicos a que se ve
sometida la vida hu-mana, pero, valiosas y todo las enseanzas de la
historia, su valor estlimitado por la ininteligibilidad de su
contenido, condenado a ser unmero agregado de percepciones.
Esta es larazn, tal y como nos transmite Lled5', de que el
trmi-no > aparezca casi desterrado en los escritos de Platn y
conun contenido muy limitado en los de Aristteles. En Platn lo
encon-tramos en el Cratilo (437 b), donde se da a esta palabra una
curiosaetimologa, y en otro pasaje, poco interesante, del Fedro
(244 c)', porltimo, en el Fedn (96 a), aparece en un sentido muy
preciso: comoun estadio primitivo de lo que despus va a ser
filosofa:
-
F"'',f{:.?fi
la dominacin del mundo por parte de Roma56, la Fortuna haba
guia-do todos los asuntos del mundo y la area que se arrogaba como
histo-riador consista no tanto en narrar hechos inconexos como en
indagarcrticamente cundo y cmo se originaron los sucesos y cmo se
diri-gi a su fin57.,
Polibio caracterizaba el tipo de historia que l haca como
prag-mtica, entendiendo por ello el estudio no de leyendas o
genealogas,sino de hechos descritos detalladamente y explicados
causalmente enfuncin de las intenciones y decisiones de los
agentes; de aqu que losacontecimientos no puedan exponerse de modo
meramente inconexo.sino que se presentan condicionados lgicamente
unos por otros, inte-rrelacionando adems lo que sucede en todas las
partes del mundo ha-bitado. En su explicacin histrica distinguir
Polibio la causa, el ini-cio y el pretexto de los
acontecimientos:
-
3. Los pRIMERoS pAsos DE LA FILosoFiA DE LA HISToRIAEN EL MUNDO
JUDEOCRISTIANO
En opinin de Dilthey, el nacimiento de una conciencia
histric"verdadera slo puede ser fruto del cristianismo, al
colisionar un granpasado histrico y una gran actualidad histrica,
operndose unatransformacin en la manera de concebir los hechos
histricos por elfundamento religioso que los anima, y haciendo que
surja la plenaconciencia de una evolucin histrica de la vida entera
del alma: rut. Ahora bien, aunque estas caractersticas se
en-cuentren a ia base de la futura filosofa de la historia, me
niego a ad-mitir que en el pensamiento hebreo se pueda descubrir
una filosofade la historia como tal, trmino que prodigan
abusivamente autorescomo Schneider. Una cosa es que algunos
elementos de la concepcinbblica juda posibiliten la aparicin de una
filosofa de la historia, yotra muy distinta que hablemos de
filosofa hebrea de la historia.Tampoco en el pueblo de Israel exite
una voluntad de bsqueda desentido a la forma de desarrollo
histrico; y, si aparece entre los pro-fetas una concepcin temporal
del futuro, es en detrimento de la valo-racin del pasado, que es
conternplado en los libros del Pentateuco ala manera de narracin
pica de las vicisitudes de un pueblo que bus-ca en el mundo una
tierra prometida.
Con todo, la verdadera influencia para el pensamiento medieval,
y
'' Cfr. Dan. 2.36-45." Cfr. l. GARCA VENruRIr,tr, Fiktsolu de Lu
Hstorin. Gredos, Madid, 1972, p..15."' Cfr. K. LrvtrH, o7r, cit.,
p. 182." [:.rr rcrlidrd, Schlegel rfrrrrtr que
"los h:stordores son profetrs del revis-. Clr. J O-rtcA y
GASsET. El tenta tle ttuesrro ientto. Obras Completas, Alianza.
Madrid, 1983. p. 153.
'" Sobre cstos cuatro caracteres, cfr. J. THvsseN, op. cit.,
o.29.
31
-
para la ulterior filosofa de la historia, provendr de la
confluencia dejudasmo y cristianismo; la era del Antiguo y Nuevo
Testamento se el,-frentan como Promesa y Cumplimiento, aunque sigue
hacindose hinca-pi en una continuidad lineal en la historia de la
salvacin, encaminadaa la segunda venida de Cristo, que los primeros
cristianos considera-ban inmediataut. Tomando como apogeo el
advenimiento del Mesas,el cristianismo valora la historia pasada
como algo precedente que hasido superado, y sabe que el momento de
la redencin inicia una his-toria de renovacin espiritual que
permitir la salvacin de los justosal final de los tiempos, con lo
que la esperanza pierde cualquier posi-ble matiz terrenal y la
historia se bifurca en dos aspectos: el profano,que carece de
inters
-es, en este sentido,
-
trabajo que marca el comienzo de nuestra disciplina", y aigunos
con,sideran la exposicin agustiniana de La ciudad de Dios como (el
pri-mer gran ejemplo de una genuina filosofa de la historia>78.
No faltan,sin embargo, detractores; as, Croce no hace sino restar
irnportancia alprotagonismo de San Agustn en el campo de la
interpretacin histl-ca, diluyendo su aportacin entre el conjunto de
las escasas contribu-ciones medievales a la historiografa7e
igualmente, Collingwood nohace sino nombrar de pasada a San
Agustn
-de la mano de San Je-rnimo y San Ambrosio, mientras Eusebio de
Cesarea sale mucho me-jor parado- en el marco de las escasas pginas
dedicadas a la histo-riografa cristiana y medieval8o; con todo,
Troeltsch es quien le niegams explcitamente el carcter de filsofo
de la historia
-lo mismoque a Eusebio o San Jernimo-por no ser ms que un
compilador yactuar dogmticamente, 8'.
Es cierto que en la obra mencionada de San Agustn puede
ras-trearse un intento por buscar un sentido a la historia,
tomndola comoobjeto de reflexin y sistematizando las
argumentaciones. Pero habraque plantearse si solamente por eso nos
encontramos ante una filoso-fa de la historia. Esta es una cuestin
que ha preocupado a autorescomo Gilson, quien afirma que una
respuesta afirmativa o negativa acsta pregunta significa ya una
cierta nocin de la filosofatr. Es incon-testable que en San Agustn
aparece un saber cristiano acerca de lahistoria, pero lo que no est
tan claro es si su exposicin histrica essusceptible de una
interpretacin de conjunto prescindiendo de las lu-ces de la
revelacin, esto es, una interpretacin puramente racional.La
respuesta no se deja esperar: su explicacin de la historia
universales esencialmente religiosa, en el sentido de que deriva su
Iuz de Ia clcla revelacin, por lo que podernos al'irmar que se
trata ms bien cjcvn^ teologa de la historia que de lo que hoy da
denominamos filoso-fatr. En mi opinin, pues, aunque no me parece
errnea la denomina-cin de ), me parecc mucho msacertado que nos
dirijamos a la obra de San Agustn hablando de *teo,loga de la
historia>, para no inducir a confusin, lo que no significlclue
no sea consciente de que en la poca agustiniana filosol'a y
teolo-
" Cfr. al respecro J. G,qnci. VrNrunrxt, ap. cit., p.62." Cfr.
J. M.nlr, Filo.soJa de la historitt, trad, de J. Garca Venturini y
E. K. Kraemcr.
Troquel. Buenos Aires, 1960, p. 17." Cfr. B Cpoce, feoriu e
Storiu dclla.Storogruf
-
original, De civitate Dei con.tra paganos. Agustn quera defendel
alcristianismo del cargo de ser culpable de la decadencia del
Imperioromano y del saqueo de Roma por Alarico, o, como ha
expresado Phi-lipe Aries, ".
La compresin agustiniana de la historia se apoya en dos
presu-puestos fundamentales: l) el mundo es obra de Dios Creador y
2) eIacontecer mundano est regido por la providencia divina, que
planil'i-ca, conduce y gobierna el devenir de la humanidad,
planificando a suvez el tiempo
-lugar de la historia-, pero dejando un lugar a la lr-bertad del
hombre y descartando la necesidad del destinofiEl pensa-miento
agustiniano organiza, as, la historia a modo de dramat'
dondeacontece la perdicin y la salvacin del hombre; el principio y
el finde la representacin es Dios, todo procede de El y camina
hacia El; yste es el esquema del exitus-reditus que perdurar a lo
largo del me-dievo. El drama se desarrolla en tres actos; el hombre
cado (Adn), elhombre redimido (en Cristo) y el hombre glorificado
(en Dios); tiem-po del pecado, tiempo de la gracia y tiempo del
gozo eterno; el plandel Creador fue entorpecido en un principio por
la negligencia delhombre, pero su sabia providencia supo aprovechar
las malas volunta-des para el triunfo del bien, de forma que toda
la humanidad puedaparticipar de su plan trazado; el gnero humano
forma parte de unaunidad total al compartir los eventos
fundamentales que constituyen lahistoria: el acto creador, el acto
de la cada y el acto de la redencin;en ese marco global, todos los
hombres son partcipes de la mismasuerte y destino.
La representacin concreta del drama discurre entre dos
posibili-dades antagnicas: la ciudad de Dios (civitas Dei) y la
ciudad terrena(civitas diaboli)nl. La historia humana es la
narracin de la lucha entrcambas, verdadera dialctica que mueve el
proceso histrico. La ciudaclterrestre es de Satn y se inici en la
historia con Can, mientras quela ciudad de Dios est representada
desde el comienzo por Abel, esdecir, por aqul que fund una sociedad
en la tierra, mientras su her-mano se converta en el eterno
peregrino''; y a partir de este origen, lahistoria de los dos
pueblos a que cada uno dio origen se confunde conla historia
universal. precisamente no porque haya una sociedad uni-
'3 Ph. ARIES, Le ternp.r d l'H.torie, Ed. du Rocher, Monaco.
1954, p. 99. Sobr e sttpunto, cfr tambin K. Lwtru. op. cir., p. 167
ss.; J. THyssEN, up. t'it., pp.2-5-26: y I-. Dt'JovNE, 0p. cit.,
p.209.
" Sobre esta metfora y algunas de las expresiones siguientes,
cfr. Gt'ttz--Hen.rs. o7r.cit., p.9 y ss. En este mismo sentido
escriba, refirindose a la historia bblica. Reinhold Nl-suHn, Fl
antl Histor,,,, Cf. Scribne and Sons, New York, 1956, p.27: ul-a
Historia es con-cebida significativamente corno un drartn y no como
una pauta de relaciones necesarias dc-terminables
cientficamente".
')r' Cfr. De civ. Dei,XXl, l. Cfr. tambin bd.,XV11.20,2."' Cfr.
De civ. Dei, XY. 1,2.
nn
versal nica, sino porque ambas son universales en el sentido de
quetodo hombre, sea quien sea, es necesariamente ciudadano de una o
dcoffa, ya predestinado a reinar eternamente con Cristo (si ama a
Dios),ya predestinado a sufrir con los demonios un suplicio eterno
(si noma a Dios)nr; aquellos que no aman a Dios son los que aman
exclusi-vamente el mundo, los paganos, y en este sentido puede
Agustn afir-mar que son dos amores los que dan lugar a dos
ciudadeser, Se tratapues de dos .ciudades> simblicas, cuya
naturaleza est definida poria de aquellos que las aman, y pueden, a
su vez, recibir dos nombresms simblicos todava: Jerusalem (visin de
paz) y Babilonia (Babel,confusin)eo; el enfrentamiento se prolongar
hasta el fin de los tiem-Dos, cuando ser el triunfo definitivo de
Jerusalem. El combate entreia ciudad eterna y la ciudad terrestre
es en definitiva la lucha entre elespritu y la carne, entre el bien
y el mal, que coexisten conflictiva-mente hasta el fin de los
tiempos.
En ia interpretacin agustiniana de las dos ciudades
descubrimosuna clara influencia del platonismo, recibida con toda
seguridad a tra-vs de los pensadores neoplatnicos que San Agustn
conoca. ParaPlatn haba un contraste radical entre el orden perfecto
de lo eterno yel orden de lo cambiante, de lo que cae bajo la
experiencia sensibledel hombre; entre las Ideas que son la
verdadera realidad y el mundode lo sensible que es su reflejo
debilitado. En La ciudad de Dios apa-rece, junto a esta idea una
nueva, del contraste rotundo entre una rea-lidad perfecta y otra
que es, no slo inferior a ella, sino que tambinle es hostil. La
conviccin que se le planteaba a Platn en el planometafsico, se
proyecta tambin para San Agustn en el mbito din-mico del desarrollo
de la historia, alavez terrena y celestial. De estemodo, lo que en
Platn slo haba sido una especie de contraste entreuna apariencia
cambiante y una realidad esttica, inmvil, se convier-te en San
Agustn en un combate generador del movimiento de la his-toriaes.
San Agustn presenta dos comunidades histricas que transcu-rren a
travs del tiempo, pero cuya finalidad ltima es transcenderlo,de
forma que la historia desemboca en la metahistoria o, mejor, en
Iatranshistoria, el tiempo en la eternidad. Con palabras de
Gmez-He-rase6, el tiempo y la historia discurren a dos niveles:
humano y divino,intrahistrico y metahistrico. Hay un tiempo de la
naturaleza y untiempo de la gracia; un tiempo del pecado y un
tiempo de la reden-cin. Ahora bien, el primero - --el que se
desarrolla en el mundo hu-mano- no es para San Agustn propiamente
historia, mientras que slo es el sesundo: la historia es la
historia de la salvacin. La verdade-
'" Cfr. D cv'. Dei, XY, I, I."' Cfr. De cit'. Dei,XIY, l, y XIY
28."' Cfr. Dc civ Di, XV[,4; XVIII, ]; y XIX, 9. Sobe simbologa de
las dos ciudades, cfr
E. GiLsoN, op. cit., pp.5l-52." Cfr. E. Horrv.nn, "Platonism in
Agustine's Philosophy of History", en Philosoplrt'
and Historv. Essats prestntatl to Entst Cossirer- R. Klibansky y
H. J. Paton (eds.), ClarendonPress, Oxford. 1936, pp. 173-190.
* Cf. J. C. Gnrz-Henas, op. cir., pp. l0- ll.
-
llilrI
i
I
ra historia sigue un curso homogneo que responde al plan
salvficode Dios. lrazado por su providencia.
Sin embargo, aunque tenga sus miras puestas en la eternidad,
tam-bin se interes San Agustn por el problema de la periodizacin de
lahistoria, eso s dividiendo las diferentes etapas de forma
simblica ycon clara influencia teolgica. As, pensaba que, en nmero
igual alde los das de la creacin y en analoga con ellos, existen
seis , a los que seguir el tiempo del sbado, eterno, despus del
Juj-cio final, cstos siglos representan ai mismo tiempo las seis
edades dcla humanidad; y el sexto siglo, del que no cabe predecir
la duracin,estar regido por ei Imperio romano a partir de
Jesucristo, que habrde ser el ltimo segn la profeca de Daniele?.
Los puntos de vista teo-lgico y simblico se anteponen a una forma
objetiva de contcmplarla marcha de la historia profana. La lucha
entre la ciudad de Dios y laciudad terrena es desde un principio un
hecho incontestable, de formaque Ia historia entre el comienzo y el
fin de esa contienda apareccslo como un intermedio, como un
interludio fugaz. No slo se csta-blece el sentido de la historia
terrenal, sino que sta queda descartadatambin como Iugar de grandes
realizaciones futuras, ya que se en-cuentra en su ltima fase. La
historia humana no puede contener nin-gn movimiento creador, al
margen del plan trazado por la providen-cia divina.
-.Segn todos estos supuestos, la perspectiva desde la que
Aguslnde Hipona interpreta la historia es la de la razn creyente.
El sentidcrprofundo del acontecer slo es perceptible desde la
revelacin divinry desde la fe de quien la acepta. La filosofa cede
su sitio a la teolo-ga. El quehacer c'lel historiador se identifica
con la labor religiosa dclcreyente, esto es, organizar los
materiales dispersos de la revelacinjudeocristiana,
sistematizndolos, otorgndoles un sentido en la totali-dad de la
historia.,La teologa est preparada para comenzar su larg--andadura
por la Edad Media, transmitiendo una escasa sensibilidaclpara la
historicidad y relegando a un segundo plano la reflexin sobrcel
acontecer humano. No obstante, estamos ya en presencia dc
unaprimera e irnportante interpretacin de la historia, aunque su
intencinpor sacar a la luz el verdadero contenido de ia historia
temporal, encontraste con la supratemporal, coloque al acontecer
humano en un lugar secundario. Tal y como afirma Gmez--Heras, .}as
bascs de un-.interpretacin del tiempo estaban ya echadas y en
espera de que la se-cularizacin efectuada por e1 pensamiento de la
Edad Moderna las to-mara como pauta para construir la filosofa de
la historia>".
Sin embargo, pasarn an muchos siglos hasta quc el sabcr
historico abandone la tutela de 1a teologa y pucda cotnettzar a
hablarsc tlcuna filosofa de la historia. Hasta ese momento la
intcrpletacion egus-
" Para infornracin ms dctallda sobrc 1a periodizacin29; y l-.
Du"rovNE, op. ct., p. 210 y ss.
'* J. G. Gorrrz-HERAs. o/r. clt., p. 1i.
44
niana ser custodiada por fieles pensadores medievales, quienes
ape-nas harn innovaciones conceptuales y seguirn insistiendo en
inter-oretaciones simblicas y apocalpticas. Sern figuras relevantes
enLste perodo Paulo Orosio (Historiae adversum paganos), Otto
vonFreising (Chronica sive Historia de duabus civitcttibus), Joaqun
deFiore (Evangelium sancti spiritus, el
-
l,l
virtualidad proftica de la historia. En este punto, quisiera
subrayar laimportancia de la obra de Joaqun de lriore, conocida
bajo la denomi-nacin de
"cl Evangelio Eterno", la cual se corresponde con el tercergran
perodo de la humanidad (tras el del Padre o Antiguo Testamen-to, y
el del Hijo, ya entonces prximo a su fin) caracterizado pol
unalibertad espiritual absoluta y un comunismo monstico
-sin jerar-quas, lo que le granje las iras eclesisticas'm. Esto
es, en el mism
-
algunos elementos que puede-n cosiderarse -como
muy bien ha sc-a'ado Bury- antecedentes de 1a idea de progreso
desarrollada a par-tir de la pca ilustrada y tan importante para la
constitucin de la fi-losfa de la historia; tres puntos de su
concepcin histrica fueronfavorables al advenimiento de la idea de
progreso: 1) el rechazo de lateora de la ciegeneracin humana, 2) la
afirmacin de que el tiernp.nuevo es, en las ciencias y en las
artes, -superior al de la antigedadclsica, y 3) la concepcin de una
historia universal ,.comn a todoslos nueblos de la tierra"rnt'
^gn los albores de la modernidad presenciamos un claro
menospre-cio del saber histrico en favor del desarrollo de las
ciencias exactas,asDecto del clue Descartes es un claro exponente.
El conjunto de laobra cartesiana conduce a un escepticisrno
histrico que sirvi de basea una nueva escuela historigrfica, cuyo
principal postulado consistaen no admitir ninguna fuente documental
sin antes someterla a un pro-ceso crtico, con io que la memoria
histrica baconiana y las autorida-des tradicionales cleban adems
verificarse empleando testimonios nodocumentales. La tarea histrica
as concebida .odava descansaba entextos escritos, pero los
historiadores estaban aprendiendo a manejarsus fuentes con un
espritu profundamente crtico. Con este mismo es-oritu escribi
spinoza su Tratado teolgico-poltico, que le vali suinmerecida fam
de ateo, convirtindose en el paladn de Ia nuevaexsesis bblica,
aunque sus intereses no se dirigan tanto a investigarla v"eracidad
histrica de los relatos bblicos como a mostrar las rela-ciones
entre filosofa y teologa'
Seguramente fue 1a filosofa de Leibniz, como aflrma Flint,
'* Cf. F. MelNeCrE, El ltistorcisnto t, su gnesi.r, trad. de J.
Mingarro y T. Muoz lvf oli-na, F.C.E., 1g43, pp. 34-35. A
conrinuacin de esto aade: .El problema de la unidad y
mul,tipii.i,iad que la iiiuacin religiosa y la de las ciencias
nillurales er su tietnpo le plante rt-'"1nl, ,..iUiO as una solucin
metafsica, que no fue slo rletafsica. sino que, un cla.
laconfirmara tambin la experiencia hisrrica directa"'
48
hecho o singulares'05, cuyo conocimiento necesita tambin de la
me-moria y no slo de la razn como Ia filosofat6. Su inters por la
crtl-ca histrica no se revela nicamente en su tarea como
historiador
-re-cordemos que en Hannover dedic parte de sus esfuerzos a
escribiruna historia de la familia Braunschweig-, sino que aplic
tambinsus mtodos de investigacin al estudio de la historia de la
filosofa; yaunque no escribiera ninguna historia de la filosofa, su
misma obratestimonia los conocimientos que tena de filosofa antigua
y medie-val, y es a l a quien debemos la idea de la filososfa como
una tradi-cin histrica continuada'07, donde los avances obedecen no
tanto a iaDostulacin de ideas nuevas y revolucionarias, sitlo a la
conservaciny desarrollo de lo que l denomin perennis philosophia,
es decir, elconjunto de verdades permanentes e inmutables que
siempre han sidoconocidas, con lo que pretenda contrarrestar el
extremado afn de ori-ginalidad que propugnaba Descartes r08.
'rCiertamente, Leibniz no lleg a elaborar una filosofa de la
his-toria, aunque s ha ejercido sobre esta disciplina una
influencia consi-derable al poner, por ejemplo, en relacin los
estudios filolgicos conlos histricoslB. Pero, sin duda, su mayor
aportacin se encuentra ensu concepcin filosfica misma, donde
aparecen insinuadas algunasideas que desde mediados del siglo xvtll
fueron desarrolladas por losprimeros filsofos de la historia; no ha
de extraarnos cncontrar estainfluencia en Herder y Kant, e incluso
en Hegel y Marx, aunque enmuchos aspectos no sean conscientes.de
ella, o incluso se hubieran es-candalizado de ser sus
continuadores. Me estoy refiriendo en concretoa sus principios
metafsicos de continuidad, perfeccin y annona uni-versalrr0, cuyo
entramado proporciona, como veremos, un antecedentea 1a versin
laica y racional de la providencia que se da en Kant y He-gel, en
forma de o de
- la razn>>, respectivamente; elementos que caracterizaran
a la l'ilosoll aespeculativa e la historia, junto con su peculiar
idea de progreso ha-ci lo mejor"'. En contra de la opinin de Flint
mencionada' lne pafe-ce de la uyo. relevancia mostrr qu
-
cuando un pueblo se halla progresando, cada paso que da causa
unaaceleracin en el ritmo del progreso, anticipando adems en la
evolu-cin intelectual la famosa ley de los tres estadios de
Comte"j.
Aden"rs, hay dos puntos en las concepciones ilustradas que van
ajugar tambin un papel importante en el desarrollo de la filosofa
de lahistoria: su lucha contra el argumento de autoridad y los
prejuicios, ysu valoracin incluso exacerbada de \a razn. Arnbos
elementos sonreievantcs para la crtica histrica, de la que P. Bayle
represent tam-bin un claro antecedente, al presentar a la historia
en su Dictionairehistorique et critique como el nico juez capaz de
sancionar la legiti-midad de cualquier argumcntacin, que debe
someterse al refrendo delexamen histrico en lugar de parapetarse
tras los prejuicios revestidosde autoridad. Por otro lado, 1a razn
ilustrada anticipaba los derroterospor los que iba a adentrarse la
filosofa especulativa de la historia: laexposicin de la
racionalidad subyacente en todos los hechos y aspec-tos de la
experiencia humana.
A continuacin rcsaltar las aportaciones de Voltaire, como
crea-dor del trmino , de Vico, coto instauradorde esta disciplina,
aunque no fucra objeto de reconocimiento entre suscontemporneos, y
de Herder, como primera aportacin clara a la ma-teria en el mundo
alemn, que habra de influir tanto en el desarrolloespeculativo que
cuhnina en el idealismo objetivo de Hegel, como cnel movimiento
romntico. Tanto Vico como Herder son dos figuraspioneras en la
filosofa de la historia, y me parece acertado que L Ber-lin resalte
su papel en su libro Vico and Hercler, aunque habra que te-ner
cuidado con el tratamiento superficial
-e incluso ingenuo- queparece dar en algunos puntos a estas
figuras seeras de la Ilustl'acin.queriendo ignorar que en ellos
aparecen en germen tarnbin muchosde los problemas de la ocara
oculta de la llustracin>.
Como se observar, ni aqu ni en sucesivos apartados
respetosiempre una exposicin cronolgica. Explico a Voltaire antes
que aVico por su relevancia para el establecimiento del concepto de
la dis-ciplina quc nos ocupa. Incluyo a Vico por la anticipacin de
ideas qucsupone en su poca, aunque pudiera parecer anacrnica esta
inclusin,teniendo en cuenta que su influencia real se realizar casi
doscientosaos despus. Por ltimo, me refiero a Herder antes que a
Kant por-que, a pesar de ser aqul discpulo de ste, le precede en su
prcocupa-cin
-o, al menos, en su exposicin escrita- por la temtica
relativa
a la filosofa de la historia. De todas formas, quiero volver a
subrayarque me parece arbitraria cualquier periodizacin que se
establczca enla presentacin dc cualquier historia de la filcso1a,
pues el desarrclllodcl pensamiento no puede encorsetarse en
compxrtimcntos estancr)s.Las divisiones que se realicen slo pueden
tener un sentido rnetodol-gico, y as es colno hay que entcnder las
que yo realizo a lo lalgo dcl
rLr Cfi'. .l respecto.li 03 7ras.rrr.
52
libro, aunque a veces pueda parecer que me expreso demasiado
dog-mticamente al respecto.
1. VorrnrRE. El oRlcEN DE LA EXPRESIN
Es generalmente admitido que el trmino fue acuado en el siglo
xvIII por Voltaire, aunque ms bien pal'ece quelos verdaderos
creadores de la expresin fueron los editorcs ginebri-nos de su
Essai sur les Moeurs et I'Esprit des Nations (1769)"", loshermanos
Cramer, quienes denominaron a la obra de Voltaire en suprlogo "',
inspirndose para elloen el Discurso preliminar que Voltaire aada en
su edicin y que ha-ba sido publicado anteriormente bajo un
seudnimo' con el ttuloPhilosophie de l'Histoire"t. Sea como sea,
puede considerarse estaobra de Voltaire como la prirnera filosofa
de la historia
-al menos ensuelo francs-, frente a la concepcin presentada por
Bossuet pocosaos antes en su Dlscotrs sur l'Histoire Universelle
(1681)' conside-rada como el ltimo bastin de la teologa de la
historia segn el pa-trn agustinianoiln.
En la secularizacin presente en la obra de Voltaire' y que va
aconvertirse en uno de los signos de la Ilustracin, bien pudo jugar
unpapel relevante el fainoso terremoto de Lisboa de 1755; no cn
vano al-gunos autores han sabido ver en el evento el fin del , pues
con sus grietas se agudizaba tambin la
-
esto es, la conviccin de que la atencin debe centrarse en la
histoliaprofana, para considerar al hombre y sus creaciones (leyes,
usos ycosturnbres) como los verdaderos sujetos de la historia y no
a la pro-videncia divina. Sin errbargo, aunque puede descubrirse en
la confec-cin del EnsaT,o el inters voltairiano por concebir la
historia de ma-nera crtica o cientfica, como un tipo de pensar
histrico en el que clhistoriador se ocupara de la historia, en
lugar de limitar.-se a repetir los relatos encontrados en libros
antiguos, no puede clecrr-se que nos encontremos ante una filosofa
de la historia en sentido es-tricto
-como la que nos proporcionarn ms tarde Herder, Kant,
Fichte, Schlegel o Hegel-, sino ms bien ante una historia
universaldesarrollada con inters filosfico, con independencia del
argumentoreligioso de autoridad, y crticamente.'>Voltaire,
incisivo polemista, confeccion la primera versin de su
Ensayo como reaccin al Discurso de Bossuet, el gran
monumentohistrico de la poca, con la pretensin de no limitar su
historia almundo mediterrneo
-como haca Bossuet- ni aceptar la providen-
cia como causa primera de todas las cosas. Con sagaz iron
disfrazade homenaje su intencin crtica al retomar el hilo de la
historia don
-
tos, sino las verdades tiles que se desprenden de ellos; obtener
unconcepto general de los pueblos que han habitado y devastado la
tie-rra, conocer el espritu, la moral y las costumbres de las
principalcsnaciones; todo ello apoyado por los hechos que, sin
remedio, habaque conocer'16. Pero su espritu asistemtico hace que
su actitud derespeto a los hechos no siempre se traduzca en una
exposicin lo sufi-cientemente metdica y fidedigna.
Esta visin del pasado como carga que lastra los avances dci
es-fuerzo histrico, en vez de como edad de oro utpica, junto con la
admi-racin que le producan los descubrimientos matemticos y
cientficosdel medio siglo anterior, es lo que permite a algunos
autores hablar deuna cierta teora del progreso en la concepcin
histrica de Voltaire,que no ser desarrollada sino por Turgot y
Condorcet. Voltaie recela-ba dernasiado de las ilusiones optimistas
para hacer de Ia perlectibili-dad del honlble una e5pcranra sin
leservas, apartndose con su scnli-do comn de cualquier especulacin
utpica sobre el futuro; adems,su esquema de los cuatro grandes
siglos, como momentos estelarcs dela humanidad, se opone a una
teora progresiva; sin embargo, este ie-nmeno ha sido interpretado
por Paul Hazard como confianza en unproceso subterrneo que emerge
en momentos estelares: 'tt. En estesentido, podemos afirmar que la
idea de progreso est presente en lde manera moderada, apoyada en la
misma idea de razn universal,que es parte del homble, y que, como
dice en su Ensal'o
-
I-as ideas que Vico expone en su Ciencia nueva son, sin duda,
re-volucionarias para su tiempo, pero su mrito no fue reconocido
sinocuando, dos generaciones despus (Herder), el pensamiento
alemnalcanz una situacin semejante a aqulla de donde haba partido
elitaliano;lpero este hecho no hizo sino ejemplificar la propia
doctrinade Vico, segn la cual las ideas no se propagan por difusin,
sino porel descubrimiento independiente que cada nacin hace de
aquello quenecesita en cada etapa de su propio desarrollo., En este
sentido, escribeBerlin: r33. Michelet hace hincapi en queVico es el
fundador solitario
-ante la indiferencia de sus coetneos-de la filosofa de la
historia, aunque staaparezca sin su influencia enel pensamiento
alemn y arraigue fuertemente en 1.
Sobre ios elementos que pudieron influir en el rechazo de la
obrade Vico por sus coetneos, probablemente se centraran todos en
su ta-lante en alguna medida t35.
Pero no vamos a discutir ahora en qu perodo de la historia de
lafilosofa encuadramos a Vico, sobre todo porque, como ya he
dichoanteriormente, toda periodizacin encierra algo de arbitrario y
ni luhistoria humana, ni la historia del pensamiento se dejan
encorsetarconforme a patrones preconcebidos. Consideremos, eso s,
las influen-cias que pudo recibir de la cultura filosfica y
cientfica de su tiempo,as como sus posibles reacciones, en cuanto
que sean iluminadoras desu aportacin a la nueva concepcin de la
historia. Desde este purrtode vista, son reseables, por una parte,
su emulacin de los mtodosde experimentacin de Galileo y Bacon
-sobre todo del inductivismode este ltimo-, y, por otra parte,
su radical postura anticartesiana.''La tarea que Vico pretende
llevar a cabo consiste en la elaboracin
de un esquema que le permita explicar el mundo histrico con la
mis-ma precisin que el mecanicismo moderno explicaba el mundo de
lanaturaleza. Para ello sigue de cerca el mtodo baconiano, en
cuyoconcepto de experimentacin no aparece una mera observacin
pasivade la naturaleza, sino ms bien la pretensin de que el
investigador la(provoque> para hacerla decir aquello que desea
saber, actitud inves-tigadora que requiere una tcnica adecuada, que
Bacon expresaba ensu mtodo inductivo,.Esta postura de Bacon
implicaba una supedita-cin del conocimiento a la accin, de la
ciencia a ia tcnica, y Vico vaa aplicarla a su interpretacin
histrica, realizando con ello una crticaepisternolgica del
cartesianismor3u. Vico asume el planteamiento em-pirista de que lo
que mejor conocemos cs aquello que nosotros mis-mos hacemos,
elaborando sobre l un principio lgico-gnoseolgicobsico que apiicar
a su nueva ciencia histrica: verum et factlLm con'vertunturt3l,
esto es, que la condicin para que se pueda conocer algcrcon
verdad
-o sea, entender y no solamente percibir- consiste en
que el sujeto que conoce haya fabricado aqueilo que conoce.
ParaVico, >; veruntes una verdad a priori, y se obtiene, por
ejemplo, razonando matem't-ticamente, donde cada paso es
rigurosamente demostrado; as, un co-nocimiento a priori puede
extenderse slo a lo que el conocedor misr
"t Cf. J. F'nnerEn Mol'. CLLatro visiones de Ia hi,rtoria
universal, en Obrus sL('clus.Revista de Occidente, Madrid, 1967,
vol. I, p. 335.
''n Sobre el anti-catesianismo de Vico cf. R.G. CoLr.lcwooo, op.
cit., p.70 y ss. B.CRocE ha insistido tambin en el aspecto
gnoseolgico de la obra de Vico, subrayando sttpostura
anti-cartesiana; cfr LaJtlosofia di G. Vico, Laterza, Bari, 1953.
p. 19. C. FLREZ l\'ll-GUEL presenta de fora sugerente la postura
epistemolgica de Vico. tanto en las influenciasrecibidas de la
metodologa cientfica, como en su postura de oposicin a I)escartes;
cfr Gt-nesis tle la raz.n hi.trica, Univ. de Salamanca, 1983, pp.
ll-12.
"' Vrco haba desarrollado ya el principio del verum-Jaclum en su
D antiqussimu Itolo-nnt strpietttitr er lngtLae Imne (1710),
aplicandolo a la poesa ceadora (cfr ed. Sansonr.Firenze, 1971,
parte I, cap. l).
-
mo ha creado; esto es verdad del conocimiento matemtico porque
loshombres mistnos han hecho las rnatemticas, y lo es de todo
aquclloque los hombres han forjado: casas, pueblos, ciudades,
cuadros, essul-turas, artes y ciencias, lenguajes y literaturas, en
deflnitiva, la historia;ahora bien, los hombrcs no pueden crear el
mundo fsico, de ah queno tengan de l una forma de verlttl'I, sino
de certL1x, es decir, no tie-nen de los procesos naturales una
scienza (platnica) sino una cos-cienza'18.
En opinin de Vico, Ios filsofos modernos (como Descartes) sehan
ocupado en la investigacin de aquello que los hombres mismosno han
hecho, resultndoles por ello ms difcil de conocer, y se hanolvidado
de aqueilo que les es ms prximo y que ellos mismos hanhecho, como
es la historia, que puede ser definida como el conjuntode las
acciones humanas cuyo protagonista es el hombre; de aqu queVico
considere el proceso histrico como un proceso por el cual losseres
humanos construyen sistemas de lenguajes, costumbres,
leyes,gobiernos, etc..., es decir, piensa Ia historia como gnesis y
desarrollode las sociedades humanas y sus instituciones. De esta
manera, funda-menta la subjetividad humana, que se basa en el
derecho natural, ycon el derecho natural de las gentes fundamenta
la , dando entidad objetiva a los pueblos; como muybien ha sealado
Flrez Miguel, la historia en el sentido cientfico deltrmino no ser
para Vico la historia de los individuos, sino la historiade las
nacionesr3e.-
,Hasta ahora hemos analizado dos elementos que nos
permitenconsiderar la obra de Vico corrlo expresin de una
primigenia filosofade la historia, esto es, la elaboracin de un
mtodo cientfico y la fun-damentacin de la subjctividad humana, pero
podemos aadir un ter-cer elemento: su peculiar concepcin del
progreso. Al respecto. pro-pone la idea de los corsl inductivamente
reversibles, ya que la apela-cin ai ricorso es un artificio para no
afirmar a priori la imposibilidadde una involucin del gnero humano
como la que se haba apreciadoen el medievo; el curso de las
naciones est formado por su nacimien-to, progresos, estancamientos,
decadencias y finales, curso que coinci-de de forma inmanente con
la ordenacin de la providencia; los rlcor-sj son el resurgimiento
de las naciones que vuelven a adoptar formassociales antiguas, pero
esto no es una decadencia ni un retorno a lomismo, sino un
desarrollo a un nivel superior quc pasa por Ios tres es-tadios que
le marca la provrdencia divina, la cual, aprovechndose delegosmo de
los hombres, consigue conservar el gnero humano. Aspues, la
historia no se desarrolla cclicamente, sino que la acumula-cin de
saber la convierte en una forma espiral; la historia jams serepite,
sino que el
-
su trabajo: tener Llna idea desorbitada acerca de la
rnagnificencia de laantigedad, la vanagloria nacional, la
vanagloria de los sabios, la fala-cia de las fuenl.es, o el
prejuicio de suponer que los antiguos estabanmejor informados que
nosotros acerca de los tiempos que lcs estabanlns cercanos, con
estas consideraciones, est fomentand,r'.Sin embargo, no elabor
nunca un sistema armnico y cornpleto:por naturaleza, se senta
inclinado a confiar lns en la intuicin quc cuel pensamiento
abstracto e intelecto discursivo, de ah que la pasinbrillara muchas
veces ms que 1a especulacin en sus sugercntes es-critos. La falta
de rigor en sus razonamientos ser uno de los puntosfuertes en la
crtica kantiana. Otros, como Goethe,,.
-arnigct suyo y
'" R. C. CoLLrNcwooD, 02. t'it., p.77.'" Cfr. E. C,csslnn,
ElprobLenadlconocinleilto, F.C.E.. 194E. vol. IV, p. J66.'* Gottle
descubri con entuslasrro que Herder abra ante l una nuela fornrr
tle pcnsa
rniento y sentimiento histncos; en este tono escribe a Herdcr en
1775: .l-{c conscguro tuslibros v los he ledo con verdadero
deleite. Slo Dios sabe el nundo de sentinicntos (luc cn
62
compaero de viajes desde Ia juventud-, subrayan que, al abordar
laobra de Herder, debemos fijarnos ms en lo que aspir a reaiizar
cor.l.rcrhistoriador que en lo que realmente realiz, esto es, ms en
sus suge-rentes postuiados que en las contradicciones o
incongrucncias quepuedan aparecer en el desarrollo de los lnismos.
Las aportaciones a [afilosofa de la historia pueden rastrearse en
muchas de sus obras, pcroentre ellas hay que destacar dos:. Auch
eine Philosophie der Geschich-fe. Zur Bildung der Ilenschheit
(1774)t'3 e ldeen 7ur Philosophie derGeschichte der Menschheit
(1184-1791, publicada en cuatro partes)'r.* Podemos afinnar que ese
descubrimiento de Herder, que le llev a
transformar el mundo de la historia, consisti en afirmar que el
hom-bre no es slo un ser que obra, sino tambin que piensa y siente,
deah que la interpretacin histrica no deba polarizarse hacia la
sumade esos actos sino ms bien hacia la gnesis dinmica de esa
indivi-dualidad que los generq los hechos slo cuentan para Herder
comomanifestacin de lo humano que tras ellos se esconde. Si el
filsofohistoriador se fija slo en los acontecimientos externos, se
condena a1o fragmentario, mientras que buscando el alma de los
mismos podrdar una explicacin de la racionalidad subyacente del
todo. Ser estaoposicin a una forma pragmtica de hacer historia
-lo que habasido divisa de la ilustracin francesa-, as como la
importancia con-cedida al yo-razn y al yo-pasin, uno de los
elementos que convier-tan a Herder en precursor querido de
movimientos romnticos e idea-listas; y su apuesta universalizadora
en el conocirniento histrico leconvierte tambin en el primer eslabn
de la filosofa especulativa dela historia. Su propuesta se cifra en
una manera subjetiva de vivir lahistoria. esto es. en una
conciliacin de la meta universaiizadora his-trica con la
potenciacin del individuo; como Fausto trata dc hacerde s el
universo, de sentir y vivir en su propio yo cuanto ha sido
adju-dicado a toda la humanidad't7.
Desde su primer escrito aparece el concepto de como la idea
fundamental paa la explicacin histrica,
ellos se abre. Un rnontn de bareduras lleno de vida. Gracias,
muchas gracras!... Por eso, loque habla a mls sentirnientos en todo
tu modo de ser no son precisamente las cscaras o cn-volturas por
entre las que salen arastrndose lus c.stores o tus arlequines, sino
el hernrano,el holnbre, el dios, el gusano y el bufn, siempre
enterarnente iguales a s mismos. Tu mane-ra de bare, no para cribar
el oro que haya entre las balreduras, sino pua transformar
palin-gensicamente el rnontn de basura en una planta viva, hace que
yo me sienta postlado de rGdillas en lo profundo de mi corazn,,
cfr. Der junge Goetfu, ed. de M. Morris, Leipzig, l9 I 1 .vol. V,
p.30.
L'5 Esta obra se halla incluida (bajo el ttulo Otra liloso.fa de
La hi.soru para ht edrtttt-cin de lu hwnanidadl en la seleccin
hecha por Pedro Rlars para 1a editorial Alfaguarl(Madrid, 1982)
'* De la que con(amos con esta traduccin castellana: J. G.
HeRDER, Ictea.s paro urn.filo.ro-ln dt la historia tle la humotdad,
tad. de R. Rovira Arrrengol, Losada. Buenos Aires, 1959.r" En este
sentido son reseables en la formacin de Herde lanto Ia influencia
de] neo-platonisrno
-recibida fundamentalmente a travs de Leibniz y Shaftesbury-.
como el estrc-cho contacto r)rantenido con el pietismo de Hamann.
N4einecke resalta asimismo lr influencrde la ilustracin francesa y
de la oba de Shakcspeare en la formacin de la concicncia htstorica
de Llerder; cfr. F. MrtxEcrE, op. cit., pp. 308-313.
6-1
-
concepto en el que descubrimos una vertiente lnmanente y una
tras-cendente. La primera se apoya en el moderno concepto de
naturalezay en una especic de evolucin vegetativa, conduciendo a
una especiede progreso cn el que ningn eslabn de la cadena es
concebible sin elotro, pero ninguno existe tampoco en funcin del
otro solamente. Lasegunda, relnite a un plan de desarrollo divino,
del que no somos lamayor parte de las veces capaces de descubrir la
intencionalidad, peroque seguro la posee y es el resultado de la
providencia del creador. Laprovidencia, no obstanle. se muestra
siempre por cauces naturales:Dios obra a travs de la naturaleza,
por lo que no puede hablarse deuna intervencin sobrenatural de Dios
en la historia.
En efecto, una de las peculiaridades de su concepcin filosfica
dela historia, en la que la evolucin mencionada desempea un papel
es-telar, se cifra en el concepto de naturaleza que coloca a la
base. Her-de ve la vida humana como estrechamente relacionada con
su esce-nario en el mundo natural. En su opinin, si hemos de
comprender lahistoria humana, tenemos que conocer primero el lugar
del hombre enel cosmos y tomar muy en serio el asuntora8. En su
anlisis, el univer-so cuenta con una regin especialmente
favorecida, el sistema solar,dentro del cual, a su vez, se
encuentra un planeta con condiciones es-peciales para que se
desarrolle la vida, la Tierra; entre las formas devida, la vegetal
es la ms primitiva, la vida animal es una especializa-cin ulterior
de la vida vegetal, siendo la vida humana una especiali-zaci1n
ulterior de la animal. Se trata de una concepcin teleolgica dcla
naturaleza, en 1a que cada etapa de la evolucin se presenta comouna
especie de preparacin para la siguiente; ninguna etapa es un ftnen
s misma, pero con el hombre llega el proceso a su
culminacin''n.porque el hombre s es un fin en s mismo, cuya vida
racional y moraljustiiica su propia existencia, de ah que aparezca
colno un eslabnentrc el mundo natural y el espiritual. Tanto en la
presentacin cleluniverso como compueslo afmnico de macrocosmos y
microcoslnos.como en la organizacin jerrquica de los seres
-a cuya base se en-
contrara el principio de continuidad-, e incluso en la distincin
clelos dos mundos de que participa el hombre, podemos descubrir
unaclara influencia leibniziafl?"0, y, por elio mismo, algunos
elcmentosque terminarn dando su futo en Ia teora de la evolucin de
las espe-cies. Precisarnente esta estructura que acabo de presentar
constituye clarmazn cle su obra ldeas para una filosofa de Ia
historia de la hu-manidad. El prirner libro comienza con una
disquisicin sobre el ca-
'* En la importancia del concepto de naturaleza en Ia expllcacin
histrica de Hcrdercoinciclen muchos autores. Cfr., por ejemplo, E.
Cassnep, ap. cit..pp.210-211; R. G CoLLrNCwooD, ap. cit.,pp.9+-95;
y W H. WALscH, op. cit.,pp.158-l-59.
"' .Se puede considerar al gnero hulnano como la gran
conflueucia de fuerzas orgnr-cas inferiores que deban germinar en l
para Ia formacin de la humanidad". J G HnltIdcas part uno Jilo.rofa
tle la histora tle ltt htntanitlatl, trad. de R. Rovira Arlncnsoi.
Losa-dr. Buenos Aires. 1959. p. l.lo.
'5'' J. THYS.sEN sostiene que se podra llegar a la tesis de que
en Hedc estrlllos erl pre-sencia cle 1a filosofa de la historia
propia de la metafsica de Leibniz; cfr. or' clt., p 80.
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rcter fsico de la tierra y sus reiaciones con otros planetas. En
el se-gundo pasa a estudiar la vida vegetal y animal (incluyendo al
horn-bre), su evolucin y organizacin jerrquica, corlo
anuncibamoshace un momentor5r. En el tercero y cuarto compara la
estructura delos dems seres orgnicos con el hombre, para terminar
analizando lascaractersticas esenciales de la especie humana'52,
entre las que resaltala capacidad para caminar en posicin
verticalrsr, a diferencia de losdems animales; a es