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REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN EN PORTUGAL NAHUEL MORENO Escrito: 1975
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Revolución y Contrarrevolución en Portugal. Parte 1

Oct 02, 2015

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Andre AD

Primera, de dos partes del análisis de Nahuel Moreno acerca de la revolución y la contrarrevolución en Portugal.
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  • REVOLUCIN Y CONTRARREVOLUCIN EN

    PORTUGAL

    NAHUEL MORENO

    Escrito: 1975

  • REVOLUCIN Y CONTRARREVOLUCIN EN PORTUGAL

    Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI) 2

    Contedo

    I.- LA REVOLUCIN PORTUGUESA Y LA RUSA 6

    1. Una comparacin feliz 6

    2. Un olvido peligroso: la pequea burguesa y sus partidos 7

    3. Las Etapas de las revoluciones rusa y portuguesa 9

    4. La revolucin portuguesa y la espaola de los aos 30 10

    II.- UNA REVOLUCIN COLONIAL QUE SE TRANSFORMA EN REVOLUCIN SOCIALISTA METROPOLITANA 12

    1. Los pronsticos de la III Internacional 12

    2. Un imperio capitalista en decadencia 13

    3. La revolucin colonial conmueve al imperio 14

    4. La crisis en el ejrcito: MFA y putsch 15

    5. Un putsch que se transforma en una revolucin obrera 16

    III. LAS MASAS DERROTAN A LA CONTRARREVOLUCIN SPNOLISTA 19

    1.- El gobierno de unidad nacional 19

    2.- Crisis del gobierno Spnola: el MFA coparticipa del poder y se impone la Asamblea Constituyente 20

    3. Las masas liquidan al gobierno de Spnola 21

    4.- El gobierno MFA-PC-PS frena a las masas 22

    5. Comienza un nuevo ascenso del movimiento obrero y de masas 23

    6. La contrarrevolucin spinolista 24

    IV EL PUTSCH DEL 11 DE MARZO ABRE UNA ETAPA REVOLUCIONARIA 26

    1.- Cuatro nuevos hechos decisivos 26

    2. El Programa de Transicin define esta situacin 27

    3. Una situacin revolucionaria 28

    4. El rol orgnicamente contrarrevolucionario del MFA-PC-PS cierra toda posibilidad de que Portugal sea China o Cuba 30

  • NAHUEL MORENO

    Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI) 3

    V. EL GOBIERNO DEL MFA 32

    1. Bonapartismo clsico: una definicin poco feliz 32

    2. Ms confusiones: bonapartismo sui generis? 33

    VI. UN GOBIERNO KERENSKISTA CLSICO 38

    1. Los distintos tipos de gobiernos imperialistas 38

    2. Democracia burguesa y fascismo 39

    3. El bonapartismo imperialista 39

    4. El kerenskismo 40

    5. Kerenskismo y bonapartismo 42

    6. Gobierno de izquierda, de colaboracin de clases, de frente popular o kerenskista son lo mismo 43

    7. Un gobierno kerenskista clsico 44

    VII. EL MOVIMIENTO DE LAS FUERZAS ARMADAS 47

    1. Kerenskismo institucionalizado 47

    2. Carcter poltico y de clase 48

    3. Dos interpretaciones peligrosas sobre el MFA y la crisis de las fuerzas armadas 50

    VIII. LAS CRISIS DEL RGIMEN Y EL PROYECTO BONAPARTISTA DEL MFA 54

    1. Un rgimen en crisis permanente 54

    2. Spnola versus el bloque MFA-PC-PS 55

    3.- El ascenso revolucionario vuelca al MPA a una poltica e ideologa contrarrevolucionarias 57

    4. El MFA-PC: nuevo frente contrarrevolucionario provocado por el ascenso 59

    5. El Partido Comunista: agente del Kremlin y el MFA 61

    6. El Partido Socialista y su alianza con el PPD y Costa Gomes 63

    IX. EL MFA-PC CONTRAATACA AL MOVIMIENTO DE MASAS Y A LA REVOLUCIN COLONIAL 65

    1. Las debilidades del ascenso revolucionario facilitan las maniobras contrarrevolucionarias del MFA 65

    2. El ataque al movimiento obrero y a los grmenes del poder dual. La batalla de la produccin 66

  • REVOLUCIN Y CONTRARREVOLUCIN EN PORTUGAL

    Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI) 4

    3. El ataque a las conquistas democrticas 69

    X. POR UNA POLTICA LENINISTA-TROTSKISTA CONSECUENTE 71

    1. El reformismo del PS y la demagogia de las asambleas populares no deben ocultarnos que el MFA-PC es el principal enemigo 71

    2. Ni programa mnimo democrtico, ni programa mximo de poder y democracia obrera exclusivamente. Por un programa de transicin para que tomen el poder las comisiones obreras y los comits de soldados. 73

    3. Los ejemplos de Espaa y Francia 76

    4. Por un programa de transicin que lleve a la revolucin de las comisiones obreras y los comits de soldados contra el gobierno del MFA-PC-PS 79

    5. No al frente nico con el PC y los otros partidos reformistas! S al trabajo en la Intersindical y fundamentalmente en los Comits de Obreros y Soldados! 83

    6. El acuerdo con el Partido Socialista para defender las libertades democrticas 86

    7. Slo el trotskismo es y puede ser la vanguardia revolucionaria 88

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    REVOLUCIN Y CONTRARREVOLUCIN EN PORTUGAL

    Todo el movimiento de izquierda coincide en que Portugal es, hoy en da, uno de los principales focos revolucionarios del mundo y, sin lugar a dudas, el eje de la revolucin europea. Para muchos de nosotros es, sin vuelta de hoja, el punto ms lgido de la lucha de clases a escala internacional.

    Este primer acuerdo sobre la importancia actual de la revolucin portuguesa deja de ser tal ni bien comenzamos a considerar los problemas que nos plantea. Es una revolucin obrera, o popular-democrtica? Qu es el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA)? Qu carcter tiene su gobierno? Es indito o ya conocido por el marxismo? Qu hacer frente al pacto que el MFA ha obligado a firmar a los partidos obreros mayoritarios, el Socialista y el Comunista, por el que stos le reconocen el derecho a gobernar el pas por varios aos? Permitimos que la ya elegida Asamblea Constituyente vea as recortadas sus atribuciones soberanas? Defendemos la legalidad de los grupos maostas proscriptos por el gobierno? Aceptamos que el diario Repblica -empresa privada pero, al mismo tiempo, rgano oficioso del Partido Socialista- deje de editarse como tal por una maniobra conjunta del PC y el MFA -o un sector de l? Cmo nos definimos frente a la lucha entre el PS y el PC? Y en Angola, la principal ex colonia portuguesa, qu hacemos con las tropas all estacionadas Deben quedarse para intervenir en la guerra civil que se ha desatado entre los tres frentes de liberacin? O deben retirarse y dejar que el FLNA -ligado al Zaire- pueda derrotar al MPLA -oportunista, ligado al PC y dispuesto a pactar con el gobierno y el imperialismo portugueses-? Diversas las respuestas que han tenido stas y otras preguntas de tanta o menor importancia.

    El movimiento trotskista mundial no es una excepcin. Dentro de sus filas se viene discutiendo extensamente y dando diferentes respuestas a estos interrogantes. Los artculos que publicamos en este nmero de Revista de Amrica (de Gus Horowitz, Livio Maitan, Ernest Mandel, Andrs Romero y Fernando Sousa), as como el editorial de Rouge acerca del diario Repblica, son aportes a esta polmica, viva pero responsable, que solamente los trotskistas son capaces de desa-rrollar desde el enfoque de los principios del marxismo revolucionarlo. No concordamos con ellos en su totalidad; por eso hemos credo conveniente escribir este extenso artculo, que no consideramos que constituye una respuesta definitiva, sino un aporte ms a la polmica. La distancia, la falta de una documentacin exhaustiva, hacen que estemos ms abiertos que nunca a modificar nuestros puntos de vista si otros hechos u otras interpretaciones se muestran ms acertadas.

    Finalmente, una ltima aclaracin. Este artculo fue escrito para el nmero de Revista de Amrica que tena que entrar en prensa el 23 de junio pasado. Por esa razn, no he polemizado con el interesante artculo de Mandel, que no haba ledo. La demora en la impresin del trabajo, nos permiti efectuar correcciones de forma y algunas de fondo, que no alteraron, sin embargo, la lnea general del mismo.

    Nahuel Moreno Buenos Aires, 10 de julio de 1975

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    I.- LA REVOLUCIN PORTUGUESA Y LA RUSA

    1. Una comparacin feliz

    Mientras los lgicos modernos dedican parrafadas a explicar la funcin de la analoga o comparacin, Bacon, varios siglos atrs, se limit a decir sencillamente: las cosas nuevas en s mismas sern comprendidas por analoga con las viejas. Los revolucionarios, entre otros mtodos, seguimos el consejo del viejo filsofo. Es as como The Militant, decano de los peridicos trotskistas, el 14 de junio de 1974, en un editorial que marca poca, poco despus del putsch que derrib a Caetano, sealaba que el proceso portugus presenta un paralelo con la revolucin rusa. Otro tanto nos dice Gus Horowitz en el artculo que publicamos en este nmero de Revista de Amrica.

    Segn el editorial citado, son cinco las similitudes ms importantes. La primera consiste en que en Rusia hubo un similar levantamiento de masas, cuya primera consecuencia fue la cada del odiado rgimen zarista y un intent por parte de la burguesa de dar una alternativa al rgimen para mantener el capitalismo.

    La segunda, es que hubo una similar traicin a las masas por parte del partido mayoritario del movimiento obrero, los mencheviques, quienes apoyaron la alternativa burguesa al zarismo. Ellos, al igual que los stalinistas portugueses de hoy da, entraron como ministros al gobierno de coalicin nacional y, con el pretexto de que haba que consolidar la presente etapa democrtica de la revolucin, decan a los obreros que postergaran sus demandas.

    La tercera similitud radica en la urgente necesidad para las magas de terminar con la guerra, imperialista en Rusia, colonial en Portugal.

    La cuarta, en el sentimiento en favor de la unidad y el gobierno obrero, contra los ministros burgueses y el gobierno de coalicin.

    La quinta, por ltimo, es la tendencia de los obreros rusos... a organizar amplios consejos (la palabra rusa es soviets) puesto que, ya los obreros portugueses han dado algunos pasos en esa direccin.

    Creemos un acierto la comparacin de The Militant-Horowitz, aunque con dos limitaciones: no profundizan las similitudes, ni sealan las diferencias.

    En primer lugar, concordamos en que ambas revoluciones son producto de un levantamiento de masas y que en ambos casos la burguesa intent un cambio de rgimen para mantener el capitalismo. Pero lo sorprendente -permtasenos esta nota de humor- sera lo contrario: que hubiera una revolucin que no fuera producto de un levantamiento de masas y donde la burguesa no intentara conservar el poder a travs de un cambio de rgimen. Estas son caractersticas comu-nes a cualquier proceso revolucionario. Pero The Militant no seala las importantes diferencias entre el levantamiento de masas portugus y el ruso. El motor de la revolucin rusa de febrero de 1917 fue el movimiento obrero y su centro geogrfico las ciudades, de donde irradi hacia la periferia. Fue, por su dinmica de clase, una revolucin obrera que entreg el poder a la burguesa. La portuguesa, en cambio, fue consecuencia directa de la revolucin colonial, pequeo burguesa y perifrica, que repercuti en los centros y las masas urbanas metropolitanas e inmediatamente se transform en obrera.

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    A la segunda analoga -la comparacin entre la traicin de los mencheviques rusos y la de los partidos obreros mayoritarios portugueses- no hay nada que objetar. Salvo un detalle cuyas consecuencias veremos ms adelante: los redactores de The Militant no nombran ni incluyen en su analoga al otro partido de masas de la revolucin rusa: los socialistas revolucionarios.

    La tercera similitud es un acierto en toda la lnea. La necesidad de terminar con la guerra fue de suma urgencia para las masas, tanto en Rusia embarcada en su guerra nter imperialista, como en Portugal comprometido en su guerra colonial. Le faltara agregar a The Militant que la consecuencia de ambas guerras fue una, aguda crisis de ambos ejrcitos, de los soportes ltimos del estado burgus-, crisis que fue producto de sucesivas derrotas. Y, adems, le falt decir que no es lo mismo ser derrotado por otro ejrcito imperialista que por diez aos de guerra colonial revolucionaria.

    Sobre la cuarta comparacin, relativa a los sentimientos de los obreros rusos y portugueses a favor de la unidad de clase y contra el gobierno de coalicin, slo queremos agregar que dichos sentimientos tienen en Portugal, en un sentido ms facilidades y en otro menos que en Rusia para expresarse. Ms, porque en Portugal los partidos Socialista y Comunista, al igual que el MFA, son relativamente improvisados y no largamente estructurados e insertados en la conciencia de los obreros y las masas, como lo fueron los mencheviques y los social-revolucionarios rusos, partidos construidos durante dcadas de actuacin poltica. Menos, porque los obreros portugueses no tienen ante s un partido revolucionario de larga data y reconocido como el Partido Bolchevique, que fortalezca y organice esos sentimientos.

    Finalmente, la quinta analoga sobre los soviets ha estado lejos de cumplirse. Si bien es verdad que The Militant la plantea corno necesidad y subraya que slo se han dado algunos pasos en esta direccin, desgraciadamente no se han visto confirmadas las esperanzas de todos nosotros. En lugar de soviets se desarrollaron otros mtodos y formas ms embrionarias y espontneas de poder obrero y del movimiento de masas; las ocupaciones y las comisiones obreras, de inquilinos y soldados, o sea, comits de fbricas y de otros lugares, pero no soviets. Estos ltimos agrupan a todos los obreros y explotados de una zona, vienen a ser coordinadoras de todas las masas explotadas, que practican la democracia directa. Los comits reflejan solamente a los obreros de una fbrica, los inquilinos de un edificio o los soldados de un regimiento, no a todos juntos. Las razones de esto son el sabotaje de los partidos Comunista y Socialista, as como la falta de experiencia del movimiento obrero. Pero entre los soviets rusos y las comisiones portuguesas hay otra diferencia: los soviets se dieron, desde el principio, centralizados en una organizacin nacional reconocida por todos. En cambio, las comisiones u ocupaciones portuguesas no estn centralizadas ni organizadas a nivel nacional, se han ido formando de manera espontnea, anrquica y atomizada, aunque aparentemente mucho ms generalizadas de lo que se cree.

    A todas estas similitudes cabe agregar, por lo menos, una ms: tanto Rusia como Portugal eran, en sus respectivos momentos, los eslabones ms dbiles y atrasados de la cadena imperialista mundial, aunque el carcter del atraso portugus sea diferente al ruso.

    2. Un olvido peligroso: la pequea burguesa y sus partidos

    Como ya anticiparnos, existe un olvido e inexactitud que quizs no sea casual: en el editorial a que nos venimos refiriendo no se menciona al Partido Socialista Revolucionario, conocido tambin en la historia de la revolucin rusa como Social-Revolucionario o eserista. Sin

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    embargo, no es exacto que el partido mayoritario dentro de la clase obrera, y el nico que practic la colaboracin de clases, haya sido el menchevique. El Social-Revolucionario fue el gran partido de masas que colabor con los gobiernos burgueses y de cuyas filas surgi Kerensky, nexo entre la burguesa y las organizaciones de masas. Era un partido tpico de toda revolucin: reflejaba a las masas en general y a la pequea burguesa en particular (incluyendo los sectores obreros ms, atrasados, que venan del campo y conservaban la mentalidad rural). Fue la expresin de las grandes masas puestas en movimiento por la revolucin, acaudilladas por la moderna clase media, sectores intelectuales y profesionales, tecncratas y burcratas de todo tipo, etctera, los cuales son la herramienta poltica ms til para la burguesa imperialista cuando se ve amenazada por una crisis revolucionaria.

    El otro partido pequeo burgus, aunque representaba a la clase obrera, era el menchevique, el nico que cita The Militant. Por su ideologa, programa y direccin era ste un partido pequeo burgus, aunque lo siguiesen obreros. Reflejaba en el seno de la clase obrera la presin de la clase media y el pequeo aburguesamiento de algunos sectores del proletariado. En relacin a Portugal, The Militant compara al menchevismo slo con el stalinismo y se olvida de los socialistas.

    Mucho ms que estos olvidos nos preocupa la posible razn de ellos. Aparentemente, para nuestros autores, pareciera que en Portugal slo existen dos clases: la burguesa y el proletariado, ya que jams nombran a la pequea burguesa como protagnica del proceso revolucionario o contrarrevolucionario. Y, en consecuencia, ven solamente organizaciones polticas de dos nicas categoras: las de la burguesa imperialista portuguesa y las reformistas que representan al movimiento obrero. Pero esto no es as: el proletariado industrial slo constituye aproximadamente un tercio de la poblacin econmicamente activa. Existe una amplia capa pequeo burguesa, tanto urbana como campesina, frente a la cual el proletariado, aun si sumamos el industrial y agrcola, es minoritario. La pequea burguesa, como clase y corno representacin poltica del proletariado a travs de los partidos reformistas (de ideologa y direccin pequeo burguesa), cumple un papel doblemente decisivo en la revolucin; no podemos, entonces, ignorarla. Una cosa es sealar correctamente que en sta, como en todas las revoluciones, existen slo dos salidas y dos tipos de gobierno: capitalista u obrero. Otra cosa muy distinta -y errnea- es tomar en cuenta solamente a estas dos clases al analizar la revolucin y desconocer as la existencia y el papel fundamental de la pequea burguesa y sus organizaciones polticas.

    Tanto Trotsky como Lenin han insistido repetidamente en este problema. Lenin deca: Es sumamente caracterstico y significativo que, tanto los socialistas revolucionarios como los mencheviques, sin negar esto en principio, y conociendo muy bien el carcter capitalista de la Rusia actual [de 19171 no se atrevan a mirar cuerdamente la verdad cara a cara. Temen reco-nocer la verdad de que todo pas capitalista, Rusia inclusive, se divide bsicamente en tres fuerzas fundamentales y principales: la burguesa, la pequea burguesa y el proletariado. De la primera y la tercera todos hablan, todos las reconocen. A la segunda - que constituye precisamente mayora por su nmero! - no la quieren valorar sensatamente ni desde el punto de vista econmico, ni poltico, ni militar. (Obras Completas, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1957, Tomo XXV, pg. 193)

    Y, remarcando el papel de la pequea burguesa, sealaba: El hecho de que nuestra revolucin haya gastado en vano seis meses de vacilaciones respecto a la organizacin del poder, es indiscutible, y est determinado por la poltica vacilante de los socialistas revolucionarios y de los mencheviques. Pero, a su vez, la poltica de estos partidos se ha determinado, en ltima

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    instancia, por la posicin de clase de la pequea burguesa, por su inestabilidad econmica en la lucha entre capital y trabajo. (Op. cit., Tomo XXV, pg. 857)

    Trotsky, en repetidas oportunidades, dijo lo mismo: Para poder dar una respuesta a la pregunta de cmo la revolucin de los obreros y campesinos cedi el poder a la burguesa, hay que empalmar a la cadena poltica un eslabn intermedio: los demcratas y socialistas pequeo burgueses del tipo de Sujanov, los periodistas y polticos de la nueva clase media que ensearon a las masas que la burguesa era el enemigo, pero que lo que ms teman era libertar a las masas de la frula de ese enemigo. La contradiccin entre el carcter de la revolucin y el del poder que surgi de ella se explica por las peculiaridades contradictorias del nuevo sector pequeo burgus, situado entre las masas revolucionarias y la burguesa capitalista. (Len Trotsky, Historia de la Revolucin Rusa, Galerna, Buenos Aires, 1972, Tomo 1, pg. 205)

    En cada curva del camino histrico, ante cada crisis social, debemos examinar una y otra vez la cuestin de las relaciones mutuas entre las tres clases de la sociedad moderna: la gran burguesa, dirigida por el capital financiero; la pequea burguesa, que oscila entre ambos campos fundamentales; y, finalmente, el proletariado .- (Len Trotsky: La lucha contra el fas-cismo en Alemania, Ed. Pluma, Buenos Aires, 1973, Tomo I, pg. 18)

    3. Las Etapas de las revoluciones rusa y portuguesa

    Al no ceirse estrictamente a las advertencias de Lenin y Trotsky con respecto a la pequea burguesa (o democracia pequeo burguesa, como tambin la llamaban) The Militant y Horowitz se atan las manos para profundizar aun ms la comparacin entre ambas revoluciones y explotar hasta el fin su acierto, renunciando a buscar las similitudes entre las, etapas de las dos revoluciones y la ubicacin en ellas de la democracia pequeo burguesa.

    Para no dar ms que un ejemplo, sealemos que el editorial de The Militant no prev la lucha, sorda primero y abierta despus, entre Spnola, representante de la gran burguesa, por un lado, y por el otro, la democracia pequeo burguesa: el MFA y sus aliados del PC y el PS. Y Horowitz, ya ante el hecho consumado de esta lucha, no puede darnos ninguna definicin ni comparacin de ella que se apoye en un anlisis d clase. Horowitz, un ao despus de iniciada la revolucin portuguesa, renuncia a precisar sus etapas y personajes, limitndose a una descripcin de los acontecimientos.

    Para nosotros, hasta el ltimo golpe de Spnola, ese paralelo con la revolucin rusa se acenta. Este golpe refleja la contrarrevolucin burguesa korniloviana derrotada por la movilizacin del conjunto del movimiento de masas, incluida la democracia pequeo burguesa portuguesa. Nos parece que Spnola ha combinado, en una sola personalidad, la del prncipe Lvov (titular del primer gobierno provisional en la revolucin rusa, abocado a la consolidacin de un gobierno de unidad nacional con marcados, rasgos bonapartistas) y la de Kornilov (encargado de liquidar el gobierno kerenskista para instaurar el bonapartismo contrarrevolucionario). Y esto no es una casualidad ya que Lvov simbolizaba la contrarrevolucin feudal y Kornilov, la burguesa. Spnola refleja una sola contrarrevolucin: la burguesa, ya que en Portugal no hay otra. As, derrotada la primera posibilidad, Spnola se lanz a la segunda, en la conspiracin y el abortado putsch del 11 de marzo. La revolucin portuguesa ya ha derribado a su prncipe Lvov -Spnola en el gobierno- y ha tenido sus jornadas de septiembre, aplastando a su Kornilov -el Spnola del putsch del 11 de marzo-. La nica diferencia fundamental est en que los obreros rusos, tras las

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    jornadas de septiembre, tuvieron un partido bolchevique para conducirlos decididamente a la toma del poder; en cambio, los obreros portugueses no lo tienen. Pero, justamente a partir de la jornada de septiembre, el papel de los bolcheviques fue absolutamente determinante en el proceso ulterior de la revolucin rusa. Su ausencia en Portugal transforma, a partir de aqu, toda nueva analoga- en una comparacin vaca y, por lo tanto, intil.

    Supongamos que no concordamos con esa comparacin entre las relaciones y las etapas de la gran burguesa, la pequea burguesa y el proletariado en Rusia y Portugal. Si as fuera, se impondra con toda claridad sealar el carcter y las diferencias que tienen en este aspecto ambas revoluciones.

    4. La revolucin portuguesa y la espaola de los aos 30

    As como nos ha parecido fructfero comparar la revolucin portuguesa, hasta el 11 de marzo de 19745, con la rusa, creemos que para entender la nueva etapa es til su comparacin con la revolucin espaola de los aos 30, aunque tambin debamos marcar algunas diferencias importantes.

    Tal cual previ Trotsky en su momento, la revolucin espaola fue muy lenta en relacin a la rusa. La actual revolucin portuguesa, en cambio, recorri en un ao lo que a la espaola le llev cerca de seis. Esto ocurri porque tanto la rusa como la portuguesa tuvieron en comn la crisis del ejrcito desde los primeros momentos de la revolucin, fenmeno que no se dio en la espaola. Y a este factor se sum, en Portugal, la falta de organizaciones reformistas fuertemente enraizadas en el movimiento obrero y de masas.

    Como ya hemos dicho, para nosotros, antes de cumplirse un ao de revolucin, se dio en Portugal el clsico golpe korniloviano o franquista: tal es el significado en el calendario portugus de los dos golpes fracasados de Spnola. En sus consecuencias, vuelven a asemejarse las revoluciones rusa y portuguesa: el golpe contrarrevolucionario fracasa y, al hacerlo, acelera la crisis del ejrcito. En Espaa, en cambio, el triunfo de los primeros das sobre el golpe no se consolid como consecuencia de la traicin del gobierno y de las direcciones obreras. As, la reaccin no se desorganiz e inici la guerra civil. Esta dividi al pas en dos campos: en uno dominaba el ejrcito burgus, ahora fascista; en el otro, en el campo de la Repblica, desaparecieron en un primer momento la polica y el ejrcito para ser reemplazados por las milicias obreras y antifascistas. De esa manera, el poder dual logr en Espaa un grado de desarrollo (con la desaparicin del ejrcito y el dominio de las milicias, con la expropiacin de la mayor parte de las industrias por el movimiento obrero, principalmente en Catalua, y la toma de tierras por los campesinos, solamente en Aragn) al que no se aproxima Portugal. Pero esta diferencia se ve compensada por la brutal crisis del ejrcito portugus, que no puede apoyarse -como s lo hizo Franco con los famosos moros- en las tropas coloniales, y ve nacer en su seno importantes brotes de doble poder, fenmeno que no se dio en el ejrcito espaol, el cual no sufri crisis internas ni fue carcomido por grmenes de poder dual. Un segundo factor derivado de ste, que tambin compensa esta diferencia en el desarrollo del poder dual en Portugal y Espaa de los 30 es que, en el primero, la derrota del golpe de Spnola aleja, por un tiempo ms, o menos largo, la posibilidad de un nuevo golpe reaccionario.

    Pero, pese a todas estas diferencias, las dos revoluciones se parecen en algunos aspectos fundamentales. El primero de ellos es que, tras el golpe contrarrevolucionario, cuando las

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    condiciones objetivas ponen el poder al alcance del proletariado, ste carece de un fuerte partido bolchevique. El segundo aspecto es que s en Espaa, despus del golpe franquista, el principal factor contrarrevolucionario fue el stalinismo en maridaje poltico con una sombra de la burguesa y los restos de los oficiales del ejrcito y la polica que quedaron en el campo republicano, similar papel cumple el stalinismo portugus desde el golpe del 11 de marzo, servilmente ligado a esa sombra de burguesa que es Costa Gomes y a la oficialidad izquierdista portuguesa que constituye el MFA.

    Estas dos semejanzas anticipan una tercera, que puede ser trgica para el proletariado portugus. As como hubo un mayo cataln (1937), en que el stalinismo y el gobierno republicano hicieron su propia guerra civil contra el movimiento obrero de aquella provincia espaola para imponer un gobierno bonapartista, el mayor peligro para los trabajadores portugueses es, en forma inmediata, un similar papel del stalinismo y el MFA portugueses.

    Nada demuestra mejor la utilidad de estas analogas y de la discusin terica para precisar las etapas, que la aparente o real discrepancia con Horowitz sobre el carcter del putsch de Spnola. Pareciera que, para Horowitz, ste no significar la derrota del Kornilov o el Pinochet portugus por un buen tiempo, y que, por lo tanto, seguiramos en una etapa donde el peligro inmediato para las masas es Spnola o Pinochet, es decir, la contrarrevolucin burguesa. Es as como dice, refirindose a la poltica del PC portugus: Cmo recuerda a Chile! Y la leccin de Chile indica el peligro que existe en Portugal (Gus Horowitz, Portugal un ao despus del golpe, ver este nmero de Revista de Amrica). Nosotros, en cambio, diramos: Cmo recuerda a Espaa, despus que se derrot a Franco en las zonas industriales! Cmo se parecera a Chile, si en Chile las masas hubieran derrotado a Pinochet! Y las lecciones de lo que ocurri en la Espaa republicana, con los gobiernos contrarrevolucionarios de Largo Caballero y Negrn-Stalin, indican el peligro que existe en Portugal con la contrarrevolucin del MFA-PC-PS, especialmente de los dos primeros.

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    II.- UNA REVOLUCIN COLONIAL QUE SE TRANSFORMA EN REVOLUCIN SOCIALISTA METROPOLITANA

    1. Los pronsticos de la III Internacional

    La Revolucin portuguesa se aproxima a los vaticinios de Lenin y Trotsky, quienes anticiparon, en la primera postguerra, que los movimientos coloniales de los viejos imperios -Inglaterra, Francia- seran parte de un movimiento revolucionario nico a escala de todo el imperio, en el que la revolucin obrera metropolitana sera la, vanguardia de las revoluciones coloniales pequeo burguesas y burguesas.

    Durante casi sesenta aos, ninguna de estas previsiones se cumpli. El fracaso de la revolucin obrera en Europa, tras la Primera Guerra Mundial, por la traicin de las direcciones socialdemcratas, frustr esa combinacin de los movimientos agrarios y nacionalistas pequeo burgueses o burgueses con la revolucin obrera metropolitana. El carcter martimo, no territorial, de estos imperios coloniales los ayud a capear el temporal.

    Ms tarde, la traicin stalinista de la segunda postguerra permiti a los viejos imperialismos realizar con xito la maniobra neocolonial. Las colonias conquistaron la independencia poltica, pero para incorporarse al mundo de los pases atrasados, econmicamente dominados bajo formas semicoloniales o dependientes por los mismos viejos imperialismos en sociedad con el imperialismo yanqui, Este proceso no se combin con la revolucin obrera en las metrpolis. Cuando estallaron las guerras de liberacin, democrticas o agrarias (China, Indochina, Corea, Argelia, Cuba), fue nuevamente el stalinismo quien actu en todos los frentes para impedirlo: Ni la de Vietnam, ni la de Argelia, las dos revoluciones coloniales ms heroicas de esta postguerra dentro de los vicios imperios, tuvieron un apoyo incondicional y revolucionario del stalinismo y el movimiento obrero francs que ste diriga. El hecho deque la revolucin colonial y el movimiento obrero del pas imperialista no lograran ligarse en un proceso nico, en un todo orgnico, al tiempo que provocaba guerras interminables, espantosamente crueles y sangrientas en las colonias, permita la supervivencia -aunque debilitada- de la estructura capitalista e imperialista en las metrpolis.

    Por razones que hacen slo indirectamente al stalinismo, y directamente al retraso del movimiento obrero japons y norteamericano, las revoluciones y guerras semicoloniales en China, Corea, Indochina y Cuba, tampoco se ligaron a aquellos. El fascismo impidi que el movimiento obrero japons colaborara y se uniera con los trabajadores chinos que se le oponan en la dcada del 30 y principios del 40. Ni el dbil movimiento contra la agresin yanqui a Cuba ni el gran movimiento contra la guerra de Vietnam fueron acaudillados por el movimiento obrero. Mucho menos por un movimiento obrero que avanzara hacia la revolucin socialista.

    Esta ligazn que falt entre las revoluciones democrtico-burguesas y la revolucin obrera dentro de los imperios se dio, sin embargo, dentro de las fronteras de algunos pases coloniales y semicoloniales. Las guerras campesinas democrticas o antiimperialistas china, coreana, vietnamita, yugoslava y cubana se transformaron, por la lgica objetiva de esas luchas, en revo-luciones obreras deformadas. Se corroboraba as la teora de la revolucin permanente sobre la combinacin de ambas revoluciones.

    Esta largamente frustrada combinacin revolucionaria entre los movimientos colonial y obrero

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    metropolitano, se producir, finalmente, con la revolucin portuguesa.

    2. Un imperio capitalista en decadencia

    Los idelogos del MFA, seguidos consciente o inconscientemente por muchos sectores de izquierda, hacen esfuerzos para tratar de igualar al Portugal liberado del fascismo con los pases coloniales y semicoloniales, para encubrir as su carcter imperialista. Es el famoso tercermundismo de los capitanes. Para que esta peligrosa y falsa teora haya podido hacer pie tiene que asentarse en un hecho cierto: el evidente atraso de Portugal.

    Todo intento de comparar a Portugal con los pases coloniales debe comenzar con este problema de fondo: el carcter de su atraso. Se debe a que lleg demasiado tarde al desarrollo capitalista, como los pases coloniales o, por el contrario, a que lleg demasiado pronto? Este ltimo es el caso de Portugal, que fue el primer pas capitalista moderno que logr formar un imperio comercial, mucho antes que Inglaterra. As, gracias a ello, pudo conseguir colonias que ha seguido explotando hasta la fecha. Se parece a Inglaterra, con la diferencia de que la decadencia de sta comenz hace dcadas y no siglos. En los diferentes orgenes del atraso radica el distinto carcter de Portugal y de los pases del tercer mundo. Aqul es un imperialismo senil, el ms senil de todos porque fue el primero; en cambio, los pases coloniales y semicoloniales no han alcanzado a desarrollarse en plenitud como pases capitalistas, por haber llegado demasiado tarde. Si ni siquiera han podido obtener su plena independencia econmico-poltica, mucho menos habran de lograr transformarse en potencias imperialistas capaces de explotar a otros pases.

    Portugal se diferencia del imperio ruso en el mismo hecho. Este ltimo lleg tarde al desarrollo capitalista. De ah que fuera una semicolonia en relacin a los imperios europeos (el capitalismo extranjero dominaba su economa.), aunque al mismo tiempo fuese imperialista en relacin a las nacionalidades de su territorio.

    Portugal nunca lleg a ser una semicolonia de otros imperios ms poderosos, pese a su extremada debilidad: por el contrario, hasta los aos 60, el rgimen de Salazar haba logrado un alto grado de autarqua.

    Es un hecho histrico que, durante siglos, Portugal fue una submetrpoli comercial, y posteriormente industrial y financiera, del imperialismo ingls. Pero la crisis del 29 permiti a la burguesa portuguesa independizarse relativamente de su carcter submetropolitano y la Segunda Guerra Mundial la independiz totalmente.

    Mientras la crisis y la guerra heran de muerte a su socio ingls, la burguesa imperialista portuguesa utilizaba esa situacin para fortificarse dentro de su imperio. La ayudaran dos hechos: primero, el no haber intervenido en la guerra mundial y no tener, por consiguiente, que pagar la reconstruccin del pas; segundo, el que sus colonias ms importantes estuvieran en el centro y el sur de frica, la zona menos castigada por la guerra y por los movimientos de liberacin nacional (zona muy distinta, por ejemplo, al extremo oriente, que haba sufrido la invasin japonesa y visto el triunfo de la gran revolucin china).

    Esto permiti a Salazar mantener en pie un imperio autrquico, relativamente cerrado a las inversiones de otros imperialismos, sin elementos submetropolitanos (explotar en sociedad con imperialismos ms fuertes), ni mucho menos semicoloniales. Tambin, gracias a ello, la dictadura pudo sostenerse en el poder durante casi medio siglo.

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    Pero las condiciones favorables que haban permitido, pese a su atraso, mantener la independencia o autarqua, fueron quedando atrs a medida que se desarrollaba el boom econmico imperialista de postguerra. La burguesa portuguesa, por s sola, no poda desarrollar las nuevas ramas de produccin caractersticas de la actual economa capitalista: automotriz, petroqumica, electrnica, bienes durables de todo tipo, etctera. Para desarrollar esas ramas necesitaba imperiosamente entrar en sociedad con los monopolios yanquis o europeos. La guerra colonial agreg un factor suplementario de dependencia con relacin a las grandes potencias imperialistas: la provisin de armas sofisticadas para enfrentar a los guerrilleros, que su atraso le impeda producir. Es as como, desde 1.960, comenzaron a entrar capitales yanquis y europeos al imperio. Si entre 1943 y 1960 solamente ingresaron 2 millones de contos, en slo 6 aos, entre 1961-67, entraron 20 millones, es decir, diez veces ms, y esta tendencia continuara.

    A regaadientes, el gobierno de Salazar-Caetano fue permitiendo esta penetracin, pero sin permitir que fuera predominante. El socio principal sigui siendo la burguesa portuguesa. Si no llega a interponerse la revolucin obrera, la tendencia del Portugal imperialista no deja lugar a dudas: su atraso lo condenar a transformarse en submetrpoli, es decir, socio menor de otros imperios ms poderosos en la explotacin de la clase obrera y de las colonias; y, a muy lejano plazo, no estara descartado que perdiera totalmente su influencia en sus colonias y se transformara directamente en una semicolonia. Portugal, para mantener su actual independencia del capital extranjero, slo tiene una alternativa: el socialismo, que le hara superar su atraso sin caer bajo el dominio de los grandes monopolios internacionales. Esta transicin de un imperialismo relativamente independiente y dominante en su esfera de influencia, a dependiente o submetropolitano, como socio menor de otros imperialismos, caracteriza la actual dinmica de la economa burguesa portuguesa. Es una transicin inevitable que provoca fuertes contra-dicciones dentro de la burguesa y pequea burguesa portuguesa, como ya veremos.

    3. La revolucin colonial conmueve al imperio

    Si el rgimen de Salazar logr mantener intacto y, en un sentido, fortalecer su imperio durante medio siglo, la guerra colonial conmovi, por fin, su rgimen.

    Ya en 1962, un conocido periodista de la izquierda inglesa, al describir el inicio de la revolucin colonial en Angola, escriba estas palabras, realmente premonitorias (para el caso de que ella se extendiera, como sucedi, a las restantes colonias portuguesas):

    En febrero de 1961 comenz en Angola la guerra de liberacin, que en estos momentos parece poder alcanzar las dimensiones de la guerra de Argelia, convertirse en el comienzo de la revolucin del frica Central y del sur y sacudir de tal modo los cimientos del colonialismo portugus que Salazar resulte herido de muerte y se transforme de este modo radicalmente la situacin en la pennsula ibrica. (Peter Freyer y Patricia McGowa1n Pinheiro; El Portugal de Salazar, Ruedo Ibrico, Pars, 1962, pg. 139). Efectivamente, la guerra llevar al marasmo la economa del imperialismo portugus, que se vera obligado a mantener un ejrcito de 150.000 hombres y gastar casi la mitad del presupuesto en ella. El viejo imperio no pudo sostener esa situacin (ni tampoco, como se demostrara ms tarde, realizar con xito la maniobra neocolonial).

    El famoso libro de Spnola Portugal y el futuro no fue solamente el ms importante best seller de los ltimos aos del Portugal fascista. Detrs de l se escondan intereses no precisamente

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    literarios. Su publicacin indicaba que el alto mando del ejrcito portugus se haba dividido, siguiendo las lneas en que lo haba hecho la oligarqua portuguesa, como consecuencia del impacto de la guerra colonial, que ya llevaba ms de diez aos. El sector ms reaccionario opinaba que haba que continuar la guerra hasta el triunfo; el de Spnola-Costa Gomes que haba que terminar con ella, negociando con las colonias una salida que las constituyera en estados asociados a la metrpoli, algo parecido a la actual situacin de las colonias inglesas. Tanto unos como otros se oponan a la autodeterminacin de las colonias, pero en tanto que los primeros: queran conservarlas como tales, el sector de Spnola aspiraba a mantener el imperio bajo una forma neocolonial. A ese objetivo sumaba otro, de primera importancia: democratizar al pas para permitir su integracin al Mercado Comn Europeo y asociarse con ste en la explotacin de las colonias y de la clase obrera portuguesa.

    Este primer plan del sector oligrquico representado, por Spnola-Costa Gomes era parecido en lo poltico al que la gran burguesa espaola est desarrollando en la actualidad: aplicar una fuerte presin para que el propio gobierno fascista se modernice, es decir, cambiar algo para que todo siga igual. De all que se limitaron a tratar de convencer -sin xito- al gobierno de la conveniencia de liberalizar el juego poltico y de iniciar negociaciones para terminar con la guerra. La resistencia de Caetano estaba respaldada por los sectores burgueses que seguan apostando a la autarqua imperialista. Pero la revolucin colonial, al tiempo que aceleraba la crisis poltica de la oligarqua portuguesa debilitando a su sector ms cavernario, comenz a filtrarse, al agudizar la crisis econmica y social, en las propias filas de la oficialidad del ejrcito imperial.

    4. La crisis en el ejrcito: MFA y putsch

    Si la guerra colonial provoca una profunda divisin dentro de la oligarqua portuguesa, una crisis mucho ms profunda comenz a manifestarse en las fuerzas armadas del imperio. Estas deban realizar terribles esfuerzos para mantener la guerra en las colonias. Los jvenes sufran cuatro aos de conscripcin. Muchos estudiantes eran enganchados como oficiales. Todos, oficiales, suboficiales y tropa, pasaban largos aos fuera del pas, en una guerra que les era ajena, plagada de decepciones y derrotas. En estas condiciones, la divisin del alto mando facilit el comienzo de organizacin de un grupo de capitanes y oficiales de baja graduacin estacionados en cuarteles prximos a Lisboa.

    Como sucede tantas veces en la historia, todo comenz por una razn mezquina, balad s se quiere. Los capitanes de carrera queran mejores condiciones que las que tenan los enganchados. Efectuaron una presentacin a la superioridad y siguieron presionando para ver satisfechos sus pedidos. Pero, a poco de organizarse, llegaron a la conclusin de que el gran problema no eran los capitanes enganchados, sus camaradas de armas e infortunios, sino la guerra colonial y el gobierno fascista, y se volcaron a la lucha. Haba que terminar con la guerra y el gobierno fascista.

    La participacin de los capitanes transform el plan de recambio de un sector de la oligarqua y de Spnola en un putsch militar. La resistencia de Caetano a aceptar los consejos de Spnola lo haba colocado en una situacin sin salida ni perspectivas. El descontento y malestar de la clase media, reflejados en la protesta y organizacin de los capitanes, lo sac de esta incertidumbre. Spnola crey que poda usar a estos ltimos en la mecnica del golpe, para luego despedirlos, agradecindoles los servicios prestados y obligndolos a volver a la frrea disciplina de los

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    cuarteles. El programa del Movimiento de las Fuerzas Armadas -como finalmente se denomin la organizacin de los capitanes de carrera a que nos referimos-, ambiguo, sin ninguna claridad, se prestaba a que fueran as utilizad dos. Por otra parte, el MFA tambin quera servir al representante de la gran burguesa y asegurar la disciplina. El terror al movimiento de masas y a la indisciplina una a Spnola con los capitanes descontentos. Todo estaba preparado para que fuera un putsch sin intervencin popular y obrera. Pero las cosas sucedieron de otro modo.

    5. Un putsch que se transforma en una revolucin obrera

    Desde pocos aos despus que el fascismo subi al poder en Italia, se inici una polmica entre el stalinismo y el trotskismo sobre el carcter social de la revolucin antifascista, El stalinismo aprovech los triunfos de la contrarrevolucin fascista para trasladar a los pases europeos su nefasta teora de las etapas revolucionarias de los pases atrasados. Segn los stalinistas se trata, al igual que en stos, de una larga etapa de revolucin democrtica acaudillada por la burguesa liberal. De esta teora sobre el futuro de la revolucin europea sac su poltica de frentes populares o democrticos con la burguesa liberal para desarrollar hasta el fin la revolucin democrtica antifascista.

    El trotskismo sostena que slo una clase, la obrera, con sus mtodos de movilizacin, poda derrotar al fascismo, imponer las ms irrestrictas libertades democrticas y hacer progresar a los pases hacia el socialismo. Las libertades democrticas que se conquistaran iban a ser subproductos de la lucha revolucionaria de la clase obrera; no una etapa histrica, sino una maniobra de la burguesa para calmar a la clase obrera con concesiones y evitar as que hiciera la revolucin socialista. Por otra parte, para que haya una etapa democrtico-burguesa, es necesario que exista una burguesa o pequea burguesa capaces de acaudillar a las masas en un proceso revolucionario hasta sus ltimas consecuencias. Pero, desde mediados del siglo pasado, no existe esa burguesa progresista, dado que lo que ms teme es la movilizacin de la clase obrera, ya que el proletariado es su ms importante enemigo histrico, mucho ms que el imperialismo, las potencias capitalistas rivales y los restos feudales. A estos sectores la une su condicin de capitalistas o explotadores; de la clase obrera la separa tajantemente el hecho de ser su explo-tadora directa. Si todo esto es verdad para los pases atrasados, lo es mucho ms para los adelantados, donde la burguesa ni por un minuto puede dejar de ser doblemente contrarrevolucionaria, ya que, adems de explotar a sus obreros, explota a sus colonias. Portugal ha sido una nueva prueba histrica de la validez de ambas teoras y polticas. Veamos.

    (...) a pesar de que las radios controladas por el Ejrcito llamaban a que la poblacin se mantuviera en calma y en sus casas, decenas de miles de civiles inundaron las calles, acompaaban a los tanques, ofrecan claveles rojos y fraternizaban con los soldados, al mismo tiempo que masiva y alegremente se lanzaban al ms radical desmantelamiento del odiado aparato represivo fascistizante.

    (...) El desmoronamiento del aparato represivo de la dictadura abri sbitamente la posibilidad de una inmensa movilizacin obrera y popular. El mismo da 25 y los subsiguientes, las calles eran recorridas incesantemente por manifestaciones espontneas de miles de personas gritando, contra el fascismo y la PIDE, por el fin de la guerra, por la fraternizacin con los militares, etctera. Un smbolo elocuente de esto tal vez sea lo ocurrido en numerosos liceos, donde los jvenes secundarios inmediatamente pasaron a descubrir, perseguir y detener a los antes temidos informadores (bufos) de la PIDE, y a la Legin Portuguesa. El saneamiento de los

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    elementos reaccionarios se extendi como un reguero de plvora por todo el pas.

    Lo presencia activa de las masas y particularmente de la clase trabajadora fue claramente visible en las manifestaciones del 1 de Mayo, durante las cuales 500.000 personas salieron a las calles solamente en Lisboa, y en la oleada de huelgas y movilizaciones que la siguieron para imponer las ms diversas reivindicaciones democrticas y econmicas. De esta manera se conquist un margen de libertades muy grande y se provoc un cambio sustancial en la relacin de fuerzas entre las clases.

    As resumi Aldo Romero, en el Nro. 1 de Revista de Amrica, las consecuencias del putsch militar en lneas generales, todo el periodismo produjo versiones similares.

    Las fechas son a veces, por un extrao azar, simblicas. La semana revolucionaria abierta el 25 de abril, da del putsch, culmin el Primero de Mayo, da obrero internacional por antonomasia, con una manifestacin de 500.000 personas en Lisboa. Ella indic claramente, tanto en su composicin social como por las consignas que se corearon, la presencia de una revolucin obrera que haba comenzado a llevar a cabo un programa democrtico, o bien algunas de sus tareas fundamentales.

    Muchas de las consignas eran esencialmente antifascistas y democrticas, tal el caso de Muerte al fascismo, Muerte a los PIDES, Saneamiento. Algunas de ellas, de apoyo a la burguesa -Viva Spnola- o a la pequea burguesa -Viva el MFA-, denotaban el atraso del movimiento obrero portugus tras 50 aos de ostracismo poltico. Llama la atencin la falta de consignas anticolonialistas, (con la excepcin de la un tanto ambigua de Fin de la guerra) en una revolu-cin que como se demostrara ms adelante- era, consciente o inconscientemente, profunda y objetivamente anticolonialista. Probablemente, los vivas a Spnola reflejaban en forma harto confusa dicho carcter, puesto que aqul, tras la publicacin de su libro, pasaba por ser el abanderado del fin de la guerra por todos los medios.

    Pero junto a estas consignas se coreaban otras, tales como Salario mnimo a 6.000 contos y Cunhal al gobierno, que ya demostraban, en cuanto a reivindicaciones especficas, la primaca absoluta de la clase obrera en el movimiento. No se escucharon en l demandas que correspondieran a intereses especficos de otras clases ni sectores. Finalmente, reafirmando los mtodos obreros revolucionarios, esta gran manifestacin fue precedida y sucedida por infinidad de huelgas, el mtodo de lucha obrero por excelencia. Y la liquidacin del aparato fascista comenz a llevarse a cabo directamente, asaltando y deteniendo a sus personeros, sin escuchar las recomendaciones de los militares.

    Tomadas en su conjunto, las consignas demuestran la combinacin de circunstancias que provoc el comienzo de la gran revolucin obrera antifascista. Los vivas a Spnola y al MFA fueron el reconocimiento del movimiento de masas a los putschistas burgueses y pequeo burgueses que haban abierto las compuertas, as como los mueras al fascismo indicaban claramente el objetivo inmediatamente democrtico de la revolucin obrera que haba comenzado y que se concretaba tanto en el mtodo de las manifestaciones y las huelgas como en las consignas de salario mnimo y Cunhal al gobierno. Pero tambin expresaban un hecho indiscutible: era el pueblo en su conjunto, desde la clase media hasta el proletariado, quien se aprestaba cambiar al rgimen fascista. Visto desde este ngulo, se trataba de un gran movimiento popular, pero un movimiento popular que tena como su soporte ms vigoroso y dinmico a la clase obrera. Era, en sntesis,

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    una revolucin obrera que se combinaba con todos los sectores explotados, principalmente la clase media urbana, y comenzaba a exigir el cumplimiento hasta el fin de las tareas democrticas, al tiempo que se propona desde el comienzo tareas y mtodos de lucha propios del proletariado.

    Pocos meses despus, esas mismas masas trabajadoras saldran, solas, a las calles para gritar Muera Spnola, demostrando una vez ms la dinmica obrera, socialista, de la revolucin. Dinmica que los propios explotadores y sus sirvientes de la clase media, como el MFA, el PC y el PS, se veran obligados a reconocer al recurrir a la gran estafa de autodenominarse socialistas y disfrazar sus proyectos burgueses tras la mentira de que lo que est recorriendo Portugal es ya la marcha hacia el socialismo.

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    III. LAS MASAS DERROTAN A LA CONTRARREVOLUCIN SPNOLISTA

    1.- El gobierno de unidad nacional

    El putsch militar elev al poder al primer gobierno revolucionario, el del general Spnola. Este intent lograr un gobierno de unidad nacional, donde cupieran desde la gran burguesa hasta los partidos obreros reformistas. Y todos los sectores estuvieron de acuerdo en darle plenos poderes al general del monculo: el MFA, recin formado, y salido a la luz pblica, no se atrevi a postularse para, el gobierno; por su parte, los partidos obreros tradicionales jugaron todas sus cartas a un rgimen de unidad nacional. As, Spnola se convirti en la figura dominante en el gobierno, se rode de ministros amigos y entreg -como quien tira un hueso a un perro- algunas carteras al MFA, al PS y al PC. Palma Carlos, incondicional suyo, fue nombrado primer ministro.

    El que el MFA comenzara a consolidarse como una organizacin poltica de la baja oficialidad reflejaba, a su manera, la crisis revolucionaria en las filas del ejrcito. Es totalmente anormal que una organizacin pblica de oficiales jvenes codirija un ejrcito burgus, ya que la esencia de ste es la ms absoluta disciplina jerrquica y el acatamiento a los altos mandos. Si Spnola tuvo que aceptar esta anormalidad e incorporarla al gobierno, ello se debi a que as se lo impona el ascenso del movimiento de masas. Por otra parte, pensaba que de esta manera podra canalizar la rebelda de la oficialidad joven y los suboficiales hacia los cauces normales de la ms estricta disciplina castrense, imprescindible para sostener al gobierno al que los haba integrado. Pero el MFA -y esto debemos tenerlo bien presente- no era lo mismo que la alta oficialidad. Y se resista a disolverse en el acatamiento disciplinado a sta. Reflejaba as en el ejrcito a la moderna clase media, cuyas expectativas no eran idnticas a las de Spnola y la oligarqua portuguesa.

    La participacin del Partido Comunista en el gobierno era un fenmeno nuevo en la poltica europea de los ltimos veinticinco aos, desde la ltima postguerra. Si exceptuamos a Chile, tambin lo era en el mundo occidental. La formacin de este gobierno frentepopulista, de colaboracin de clases, es un reconocimiento, por parte del imperialismo y la burguesa portuguesa, de que se las tiene que ver con una revolucin obrera en curso. Precisamente por eso, se vieron obligados, aunque a regaadientes, a aceptar los solcitos arrumacos colaboracionistas de los partidos Socialista y Comunista.

    El PC respondi desde el gobierno a las expectativas de sus flamantes aliados burgueses e imperialistas. Lo hizo reemplazando la exigencia de 6.000 escudos de salario mnimo por la de slo 3.500 y comenz a condenar a determinadas luchas obreras por irresponsables o promovidas por el fascismo como ocurri, por ejemplo con la huelga nacional de los trabajadores de correos en junio del 74. (Aldo Romero, Portugal, reconstruccin o revolucin?, Revista de Amrica, No 1)

    Pese a esta poltica, y a la igualmente traidora del Partido Socialista --insistimos con la del primero porque tiene mucha mayor influencia sobre los activistas sindicales y no porque este ltimo haya sido menos colaboracionista--, el movimiento obrero sigui adelante. Comenz a superar la atomizacin de los sindicatos por oficio, heredada del fascismo --y de la vieja tradicin anarcosindicalista-- y se lanz a organizar comisiones obreras en las grandes fbricas (el stalinismo alent el desarrollo de los sindicatos por industria y, al mismo tiempo, lo utiliz para crear una organizacin centralizada de sindicatos de industria, la Intersindical, a la que impuso

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    una direccin designada a dedo por l mismo). Contra las recomendaciones del stalinismo, los trabajadores continuaron haciendo huelgas salvajes, aunque de carcter aislado, enmarcadas en el ligero reflujo del conjunto del movimiento obrero, provocado por los llamados a la pasividad de los partidos reformistas.

    2.- Crisis del gobierno Spnola: el MFA coparticipa del poder y se impone la Asamblea Constituyente

    Pese a la buena voluntad de los partidos obreros reformistas, el gobierno de Spnola vivi de crisis en crisis, hasta que el movimiento de masas lo ech. Las leyes de la lucha de clases siempre son ms poderosas que los proyectos reformistas. La gran burguesa, dividida al final del gobierno de Caetano alrededor de la conveniencia o no de terminar con la guerra colonial y democratizar al rgimen fascista, volvi a unirse, despus del 25 de abril de 1974, detrs de Spnola. Para frenar al movimiento obrero y de masas utiliz, con bastante xito, a los representantes pequeo-burgueses de la clase obrera (los partidos reformistas) y de la moderna clase media dentro del Ejrcito (el MFA). Pero precisamente el xito obtenido, es decir, el freno puesto al movimiento obrero, con su consiguiente debilitamiento, iba haciendo innecesaria para la burguesa a la democracia pequeo burguesa. Y es as corno intent, a travs de Spnola, no slo dar marcha atrs a la revolucin obrera en curso, sino tambin a las conquistas democrticas ya logradas o que se estaban planteando.

    Este proyecto, de triunfar, habra significado la transformacin del gobierno en bonapartista, puesto que no se puede aplastar definitivamente al movimiento obrero y a sus conquistas democrticas desde, un gobierno de frente popular, ni puede sobrevivir un gobierno de frente popular cuando el movimiento obrero ha sido derrotado. No es casual, por lo tanto, que parte importante del esfuerzo burgus por hacer retroceder a la revolucin haya sido acompaado, por un lado, de una fuerte campaa anticomunista y, por el otro, de recios choques con el MFA. La burguesa, por lo tanto, despus de haberla utilizado para frenar al movimiento obrero y de masas, entraba en conflicto con la democracia pequeo burguesa, la cual quera colaborar con el gobierno de Spnola pero dentro de un rgimen democrtico-burgus de respeto a los partidos obreros y al MFA.

    Esta disputa entre los dos sectores del gobierno se concret alrededor de la cuestin de si deba llamarse a elecciones presidenciales o de Constituyente. Spnola y la gran burguesa sostenan la necesidad de un gobierno fuerte, autoritario, y consideraban, por lo tanto, imperativo y urgente imponer un rgimen bonapartista por medio de una eleccin presidencial que, de hecho, no sera otra cosa que la plebiscitacin de Spnola. Pensaban as terminar de frenar y, si era necesario, aplastar al movimiento obrero, al tiempo que se desembarazaban de los capitanes del MFA y de los partidos obreros, muy especialmente del PC, molesto agente de Mosc, en un gobierno que pretenda seguir en la NATO y el Pacto Ibrico, e ingresar al Mercado Comn Europeo. La democracia pequeo burguesa se opona a este proyecto y abogaba, en aquel entonces en forma unida, por la Asamblea Constituyente.

    El otro motivo de disputa era la cuestin colonial. U revolucin en el frica portuguesa se vea grandemente favorecida por el proceso abierto en la metrpoli, Los soldados negros del ejrcito portugus comenzaban a desertar y los soldados, suboficiales y oficiales blancos empezaban a exigir la vuelta al hogar. Al mismo tiempo, segn relata un soldado trotskista portugus entrevistado por Gerry Foley (Revista de Amrica, N 4), en el perodo que sucedi al 25 de

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    abril de 1974, cuando prosegua la lucha contra los spinolistas, quienes se oponan a la descolonizacin y buscaban una solucin neocolonialista, hubo algunas luchas ante los envos masivos de tropas a Angola. Algunos grupos de soldados inclusive se negaron a ir. Frente a esta situacin, la gran burguesa y su representante, Spnola, aspiraban a negociar el fin de la guerra desde una posicin de fuerza, para imponer a las colonias su transformacin en provincias o estados asociados al imperio. La democracia pequeo burguesa, por su parte, quera negociar la independencia con los movimientos de liberacin nacional; una independencia condicionada y favorable al imperio, pero independencia al fin.

    En julio de 1974, esta crisis se hizo pblica cuando Palma Carlos declar que para impedir la anarqua haba que llamar a elecciones presidenciales y no a las de Constituyente. Aunque el movimiento obrero haba sido desmovilizado, la combinacin del ascenso de la revolucin colonial, la crisis del ejrcito y la desesperacin de la democracia pequeo-burguesa obligaron a Spinola a desprenderse de su primer ministro y nombrar en su reemplazo a Vasco Goncalves. De esta manera aceptaba la plena participacin del MFA en el gobierno. Triunf as la poltica de la democracia pequeo burguesa: se llamara a elecciones constituyentes y se negociara la independencia de las colonias. Fue una derrota parcial de la contrarrevolucin burguesa spinolista que, en corto tiempo, entre agosto y septiembre, se manifestar en el reconocimiento de la independencia de Guinea-Bissau y Mozambique.

    3. Las masas liquidan al gobierno de Spnola

    Pero, luego del traspi, Spnola prepar el contraataque, ayudado indirectamente por el congelamiento de las luchas obreras y populares que haban provocado el MFA y los partidos reformistas. De acuerdo con stos, comenz por atacar la libertad de prensa prohibiendo un diario maosta. Sigui adelante promulgando una ley contra el derecho de huelga y organizando una nueva regin militar en Lisboa, el COPCON (Comando Operacional del Continente), con el claro, objetivo contrarrevolucionario de intervenir directamente en apoyo de las autoridades y a sus rdenes, para mantener y restablecer el orden Inmediatamente, el COPCON entr en accin para reprimir huelgas y manifestaciones de pequeos grupos de izquierda. (Gus Horowitz, Op. cit.)

    Como seala Romero en el artculo de Revista de Amrica No 1 ya citado, se produjeron entonces medidas represivas y antiobreras de los sectores ms reaccionarios: violenta represin de una manifestacin de apoyo al MPLA con el saldo de un muerto y varios heridos de bala, prohibicin de manifestaciones obreras, intervencin militar contra la huelga de los trabajadores de transportes Areos Portugueses (..). Nuevamente la gran burguesa y Spnola comenzaban a sentirse fuertes, hasta el grado de pronunciarse pblicamente contra la independencia de Angola y de chocar a la vista de todos con el MFA y Vasco Gonalves. La tensin fue creciendo, mientras que desde la presidencia y otros sectores del gobierno comenzaron a lanzarse claros alegatos anticomunistas y antiobreros. El 10 de septiembre, Spnola en persona hizo una convocatoria para que se movilizara una supuesta mayora silenciosa para poner fin a la anarqua, y el 28 del mismo mes se mont una provocacin que deba servir de cobertura o pretexto para dar un autogolpe que posibilitara la declaracin del Estado de Sitio, y la asuncin de plenos poderes por Spnola.

    El golpe contrarrevolucionario en ciernes oblig al Partido Comunista, el ms amenazado, a salir a defenderse a la desesperada, llamando a las masas a combatir. Estas respondieron con una

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    audacia y decisin que aplast el primer intento contrarrevolucionario de la burguesa portuguesa (que, dicho sea al pasar, cerraba en los hechos la polmica sociolgica acerca de si esa burguesa era reaccionaria o albergaba en su seno sectores progresistas. Segn relata Romero en Intercontinental Press (citado por Horowitz en el artculo que aqu publicamos), los obreros actuaron adelantndose al MFA e independientemente de ste y el gobierno provisional y prestaron mayor atencin a las instrucciones del PC y la Intersindical que a as de los milita-res. En buen romance, pese a que el MFA tambin estaba amenazado por el golpe, su actuacin fue lamentable. La movilizacin obrera y popular fren as el golpe contrarrevolucionario y salv y elev al poder a la democracia pequeo burguesa, principalmente al MFA, que se haba esforzado durante meses por desmantelar esa misma movilizacin.

    4.- El gobierno MFA-PC-PS frena a las masas

    El gran triunfo del movimiento obrero y de masas --y del propio PC, que intervino de lleno en la movilizacin contra Spnola-- oblig a la gran burguesa a cambiar de poltica y de gobierno. El general duro, a la antigua, que quera imponer en todo el pas la disciplina de los cuarteles, fue reemplazado por su amigo civilizado, que acostumbra a conversar, no a mandar: el general Costa Gomes. La burguesa se haba convencido de que, por el momento, no poda regimentar y derrotar al movimiento obrero y de masas. Por eso busc entre sus servidores a un gran negociador capaz de utilizar, a la democracia pequeo-burguesa para desacelerarlo, frenarlo y, por ltimo, derrotarlo.

    La nueva poltica burguesa abandon momentneamente toda veleidad bonapartista y se orient hacia las formas parlamentarias de dominio: acept la Asamblea Constituyente.

    El plan burgus tena a su disposicin tres herramientas de primer orden, todas ellas pequeo burguesas. El MFA se encargara de apaciguar a los soldados, suboficiales y oficiales radicalizados, para volver a disciplinar a las fuerzas armadas. El Partido Comunista, dispuesto como de costumbre a colaborar con el gobierno burgus de turno, se ocupara de evitar las movilizaciones y de controlar a la organizacin sindical. El Partido Socialista, que segn todos los informes ganara cualquier eleccin, garantizara la inocuidad de la Asamblea Constituyente y de toda otra variante electoral y parlamentaria que pudiese presentarse.

    Bajo el nuevo gobierno, la lucha de clases repetir, pero en un plano ms elevado, la misma secuencia que bajo Spnola. Primero, la poltica colaboracionista de las direcciones provocar un ligero repliegue del movimiento obrero. Luego, ste volver a levantarse en una impetuosa movilizacin.

    El MFA en el gobierno llam, por boca de Vasco Gonalves a los domingos de trabajo, y comenz a insistir en que la gran batalla, era, por la produccin. Dicha batalla se mostr parte de un plan econmico de emergencia proclamado el 21 de febrero pasado, cuya esencia era total y absolutamente capitalista: tratar de salvar la economa burguesa a costa de mayor explotacin de los trabajadores. Asegurado el apoyo de los partidos obreros a este plan, el MFA fue ms all y trat de conciliar polticamente con la gran burguesa y sus representantes. Comenz una campaa cuidadosa a favor de Spnola, liberndolo de responsabilidad en el anterior intento de golpe, por haber sido involucrado en l con engaos. No public las investigaciones sobre los responsables de la intentona. No adopt medidas contra la oligarqua comprometida en ella. Dej prcticamente sin purgar al ejrcito de los oficiales reaccionarios. Y, como muestra de afecto a

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    los amigos de la oligarqua de allende las fronteras, en febrero la guardia fiscal portuguesa devolvi un militante de izquierda espaol a la polica poltica franquista.

    Mientras tanto, la situacin econmica empeoraba a pasos agigantados. La desocupacin castigaba ya a ms de 200.000 personas, cifra que supera el 7% de la poblacin trabajadora. Los capitales comenzaban a fugar hacia el exterior. Algunas empresas eran abandonadas por sus dueos. El imperialismo empez a bloquear econmicamente a la revolucin.

    5. Comienza un nuevo ascenso del movimiento obrero y de masas

    A fines del ao pasado y comienzos del presente, el movimiento obrero y de masas empez a enfrentar estas calamidades. La cada de Spnola -dice Romero en el artculo citado de Revista de Amrica N 1- fue seguida por un relativo impasse de las luchas obreras, pero desde comienzos de 1975 la resistencia popular se ha intensificado de una manera espectacular (..) y sigue: otro terreno de lucha ha sido naturalmente el mejoramiento de las condiciones, de vida, particular mente a nivel fabril. En ese sentido las reivindicaciones han sido innumerables (ritmos de trabajo, condiciones de seguridad e higiene, equipos, comedores, etc.). Las exigencias ms extendidas son, en este momento, la estabilidad en el trabajo y aumentos salriales. La revolucin daba sus primeros pasos en el campo: los trabajadores agrcolas y campesinos pobres empezaban a organizarse y combatir la desocupacin. Las movilizaciones no limitaron sus objetivos a la estabilidad y aumentos salriales; stos las llevaron a otras consignas ms generales y revolucionarias: innumerables asambleas obreras de fbricas en lucha han votado mociones a favor de la nacionalizacin de empresas que amenazan con despidos, o, ms en general, de los monopolios.

    Paralelamente, junto a las huelgas, se generalizaban otros mtodos de lucha. La primera ocupacin de importancia fue resaltada as por Le Monde Diploma tique (junio de 1975): El 7 de febrero fue una fecha significativa: ese da, siete mil trabajadores de las comisiones obreras de Lisnave, por primera vez en la historia de Portugal, pusieron en tela de juicio la propiedad de los medios de produccin -sin aventurarse todava sobre el terreno de la autogestin-. El mtodo de la ocupacin se extender, a partir de all, no slo a los establecimientos sino tambin a las casas de fascistas y burgueses o simplemente desocupadas.

    Surgirn tambin intentos de controlar la produccin. En algunas empresas se impide el ingreso de los patrones.

    Al mismo tiempo, la organizacin del movimiento obrero se masificaba y adquira un carcter cada vez ms directo. El ascenso revolucionario combinaba la organizacin de sindicatos por oficio heredada del fascismo con el surgimiento de sindicatos por industria, con la central que intenta agruparlos -la Intersindical- y con los comits de base por fbricas (las comisiones obreras), barrios y de todo otro orden. El salto espectacular que sacude a la vida social y poltica portuguesa desde la cada de Caetano provoca as la existencia simultnea de: las organizaciones gremiales por oficio, tpicas de los comienzos del movimiento sindical; los sindicatos por industria y su central, propios de la poca capitalista; y los comits de base, caractersticos de este perodo de decadencia capitalista y transicin al socialismo. El surgimiento de los sindicatos industriales y los comits de base -terreno este ltimo en que la clase obrera lleva la delantera a los otros sectores (inquilinos, soldados, etc.), puesto que despus del 11 de marzo se constituyeron en la mayora de las fbricas importantes- apunta a la liquidacin de los sindicatos

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    por oficio. Las dos formas de organizacin (sindicatos por industria y comits de base) coinciden en la necesidad de una organizacin industrial nica en todos los niveles -fbrica, gremio, pas- pero, al mismo tiempo, son profundamente diferentes. La primera, institucionalizada desde hace ms de medio siglo por el capitalismo, s presta mucho ms a la burocratizacin que los comits, ntimamente ligados a las bases, que las reflejan mejor que los sindicatos y que slo nacen en perodos de intensa movilizacin obrera como el que atraviesa Portugal. Esta diferencia se evidenci en el hecho de que, con pocos das de diferencia, se produjeran dos manifestaciones: una de ellas, el 14 de enero, convocada por la Intersindical y dirigida por el PC, para exigir su reconocimiento oficial, agrup entre 100.000 y 200.000 personas; la otra, de gran combatividad, convocada el 7 de febrero por las comisiones interempresas y dirigida por la ultra izquierda maosta, se concentr frente al Ministerio de Trabajo para protestar contra los despidos, las maniobras patronales y la presencia de la NATO en Portugal. Seis das despus de la primera, el 20 de enero, el gobierno promulg una ley por la que favoreca a la central nica y transformaba de hecho a la Intersindical en su ncleo inicial. La Intersindical es una gran conquista del movi-miento obrero, pero distorsionada por el stalinismo, que la burocratiz desde el comienzo y digit a su direccin para ponerla al servicio del gobierno burgus. De cualquier manera, el proceso de luchas no poda dejar de reflejarse en la bsqueda de direcciones combativas y clasistas. Recientemente -nos comenta Romero en Revista de Amrica No l- las listas sindicales impulsadas por el PCP sufrieron derrotas espectaculares en Correos, y en el Sindicato Bancario de Porto.

    El ejrcito, por su parte, no qued inmune al ascenso del movimiento de masas, El triunfo llev al MFA a impulsar discusiones de adoctrinamiento en los cuarteles. Pero stas no rebasaban los lmites de la disciplina. En la entrevista ya citada de Gerry Foley se relata cmo un soldado fue sancionado porque se atrevi. a hacer, en el curso de una de esas charlas, una pregunta envenenada al comandante. As y todo, significaron un progreso importante, porque introdujeron la discusin poltica en loa cuarteles.

    Todo comenz a cambiar desde enero de este ao. Un clima deliberativo se extiende por la base, y junto con el rechazo a las arbitrariedades disciplinarias, las reivindicaciones colectivas y protestas no son extraas. Sealemos tambin hechos como el ocurrido recientemente [el 8 de febrero] cuando fuerzas del COPCON -Comando de Operaciones del Continente- fueron desplazadas para contener una manifestacin obrera no autorizada: enfrentados a los manifestantes los soldados dieron media vuelta apuntando sus armas en otra direccin, y levantando los puos gritaron Marineros y Soldados/tambin son explotados. (Romero, Revista de Amrica N l.)

    6. La contrarrevolucin spinolista

    El ascenso generalizado de los trabajadores y el pueblo provoc una nueva divisin en la burguesa portuguesa. Un sector minoritario, representado por Costa Gomes, sigui jugando sus cartas a la Asamblea Constituyente, a la traicin de los partidos Socialista y Comunista, y a la utilizacin del MFA. En resumen, al frente popular. La mayor parte, desesperada, perdi la paciencia y se lanz tras Spnola a preparar el golpe de estado, en un renovado intento bonapartista.

    El hecho de que el terror de la burguesa se reflejara tambin dentro de la oficialidad del ejrcito ayudaba al nuevo plan golpista. El New York Times comentaba, por esa poca, que aqulla se

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    inclinaba hacia la derecha. Un hecho sintomtico le dara la razn: las elecciones a los Consejos de Armas, convocadas por el MFA, fueron ganadas por los oficiales ms reaccionarios, enemigos jurados del propio MFA. Este se mostr incapaz de desconocer sus resultados, pese a que lo perjudicaban y a que constituan parte de la preparacin del proyectado golpe.

    El MFA comenz a dudar sobre la mejor manera de frenar y derrotar a la revolucin. Se le abran dos opciones: por un lado, la que tenda -con la Constituyente- a un rgimen parlamentario; por el otro, la perspectiva de un rgimen directamente dictatorial, bonapartista. La urgencia en superar la crisis de su rgimen lo inclinaba a tratar de suprimir sus contradicciones por la va del bonapartismo.

    La crisis general y las profundas diferencias en el seno del MFA, debidas al ascenso, se expresaron tambin en la lucha entre los partidos Comunista y Socialista. Lucha sta que se fue agudizando hasta tal grado que llegaron a programarse para el 30 de diciembre dos manifestaciones opuestas que estuvieron a punto de enfrentarse. Las razones de esta disputa radican en que, si bien ninguno de los dos partidos defiende los intereses de la clase obrera (y en esto son iguales), ambos tienen intereses especficos distintos.

    El curso a la derecha de la oficialidad, la derrota electoral del MFA dentro del ejrcito y su consiguiente impasse, la pugna entre los dos grandes partidos obreros, las dudas sobre el llamado a la Asamblea Constituyente, todos estos elementos hicieron creer al ala ultra reaccionaria y desesperada de la gran burguesa y de la oficialidad que haba llegado el momento de la revancha. Acaudillada por Spnola se lanz, por fin, al golpe contrarrevolucionario. Su ecuacin era casi completa, pero le faltaba una incgnita, la reaccin de la clase obrera, del movimiento de masas y de los soldados. Esta fue terrorfica, los obreros y soldados se lanzaron a ocupar fbricas y cuarteles. El fracaso del putsch fue estrepitoso, lo que llev a la prensa imperialista a afirmar que posiblemente haba sido una provocacin. No fue as, tena un gran apoyo en la oficialidad y haba sido cuidadosamente preparado. Lo que conspir contra su xito fue la rapidez de la respuesta popular y su mayor combatividad, en relacin al anterior putsch de Spnola. Si la Intersindical y las manifestaciones y barricadas caracterizaron la respuesta al primer putsch, los comits de obreros y soldados, con sus ocupaciones, caracterizaron la respuesta al segundo intento spinolista.

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    IV EL PUTSCH DEL 11 DE MARZO ABRE UNA ETAPA REVOLUCIONARIA

    1.- Cuatro nuevos hechos decisivos

    La derrota de Spnola por el movimiento de masas produjo una serie de nuevos hechos que, combinados entre s, inauguraron una nueva etapa de la revolucin portuguesa. Cuatro de esos hechos son los ms decisivos:

    Primero: la burguesa se esfuma poltica y fsicamente corno clase. La fuga de Spnola no ha sido un hecho intrascendente, sino de enorme importancia sintomtica y poltica. Junto con l se han fugado de Portugal miles y miles de burgueses, aterrorizados por la fuerza del movimiento de masas. Algunas de las ms grandes familias oligrquicas y toda la banca fueron expropiadas. Grandes burgueses, como los Champalimaud, fueron encarcelados. Ha sido un golpe muy duro para la burguesa contrarrevolucionaria, del que le va a costar trabajo y tiempo recuperarse. Fsica y polticamente se ha esfumado por un tiempo de la escena econmica y poltica. S1o ha quedado su sombra.

    Segundo: la crisis econmica y social, ya muy aguda, se agrava hasta lmites insoportables. La burguesa, al irse, ha abandonado muchas empresas. Cuando ha podido, ha retirado sus fondos; si no, ha dejado de invertir. La desocupacin, que ya era grave -cerca del 7%-, ha trepado al 8% y sigue subiendo, afectando ya a 800.000 personas. La produccin viene decayendo. A esto se suma el que comienzan a regresar a Portugal los colonos de las ex-posesiones africanas, agravando la desocupacin y reforzando a los sectores contrarrevolucionarios. Ante esta situacin, el turismo ha decado y la crisis de la balanza de pagos se viene profundizando. La situacin se ha agravado ms aun porque las grandes potencias imperialistas no invierten un solo dlar en Portugal.

    Tercero: se generalizan las ocupaciones de fbricas, establecimientos y casas y comienzan las de tierras; se desarrollan las comisiones obreras y de inquilinos y se esbozan algunas de campesinos. Todos los comentaristas han relatado cmo, despus del putsch de Spnola, fueron ocupados los bancos. Romero, en sus diferentes artculos publicados hasta el No 4 de Revista de Amrica, seala incidentalmente las ocupaciones de empresas y las comisiones obreras, pero no les da ninguna importancia sintomtica. Horowitz, en su nica mencin al respecto en el artculo reproducido en esta edicin, dice al pasar que las ocupaciones de fbricas y oficinas; tambin se extendieron. Livio Maitan, por su parte, tambin da escasa importancia a la cuestin, aunque algo (muy poco) dice: La amplitud y dinamismo de la movilizacin de los ltimos meses, la multiplicacin de huelgas y ocupaciones de fbrica y la extensin de organismos democrticos revolucionarios surgidos de la base y con manifestaciones polticas (...) del 7 de febrero (...) por las Comisiones Obreras. (L. Maitan, El papel del MFA de Portugal, en este nmero de Revista de Amrica. Adems de esto, el autor seala que la manifestacin estuvo dirigida por los maostas. Gerry Foley, por su parte, expresa que: los comits de fbricas no existen an en todo el pas, pero cumplen funciones importantes en las grandes empresas (...) El Comit Obrero, elegido en asamblea de toda la fbrica, representa mejor a la fuerza laboral que los sindicatos fragmentarios. Es tambin, mucho ms democrtico. Ms adelante nos relata cmo, en Oporto, en la noche del 11 de marzo, estos comits organizaron piquetes de vigilancia. Estos comits y piquetes de la fbrica citada siguieron funcionando para echar a los derechistas de la administracin y el taller. (Gerry Foley, Portugal ante las elecciones, Revista de Amrica No 3) Combate Socialista en uno de sus nmeros, sin darle ninguna importancia, nos informa de la

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    profunda tendencia a la centralizacin de esas comisiones obreras, cuando consigna que existe una comisin coordinadora de las comisiones de CUF (el ms importante grupo monoplico de Portugal). Y confirma a Livio Maitan en relacin a la manifestacin del 7 de febrero (a la que caracteriza como un ejemplo de combatividad), convocada. por una comisin interempresas. Finalmente, exagere o no el lcido comentarista de Le Monde Diplomatique (junio 1975), est cerca de la verdad cuando afirma que Las ocupaciones de fbricas, predios, palacios e inmuebles ---estos ltimos rpidamente transformados en clnicas populares, en centros de socorros mutuos, casas cuna, en lugares de recreacin o de descanso o en sedes de organizaciones populares- han tomado por sorpresa a los partidos de la coalicin [ ... ] sin embargo, el PCP y la Intersindical estaban perdiendo velocidad, mientras que las organiza-ciones y los comits de base consolidaban su contrapoder.

    Cuarto: la crisis en el ejrcito adquiere una nueva magnitud, con la fuga de los oficiales reaccionarios, la extensin de los comits, y las asambleas de soldados y suboficiales, que comienzan a cuestionar a la jerarqua militar. De todos los nuevos hechos, el ms importante es el que comienza a darse en las fuerzas armadas, as descrito a Gerry Folley por un soldado: Despus del 11 de marzo los soldados realizaron una asamblea general. Echaron no slo al comandante y segundo jefe, sino tambin a todos los oficiales spinolistas hasta el grado de sargento. Tambin echaron a un cabo primero, aunque era primo del general. Galvo de Melo. Los camaradas comprendieron la necesidad de seguir adelante y tomar el cuartel. La asamblea general resolvi crear varios comits. (..) Con la purga -dice ms adelante- fue quebrada la jerarqua militar, ya que los jefes expulsados fueron reemplazados por oficiales subalternos. En Coimbra, las bases haban echado a dos oficiales asignados al cuartel por el Conselho da Revoluo. En el mismo artculo de Gerry Folley (Revista de Amrica, No 4) el soldado seala que en la Marina, donde la conciencia poltica de la base es ms elevada, existe un comit de marineros que discute las rdenes emanadas de los oficiales, pudiendo aceptaras o rechazarlas. Y Romero (Revista de Amrica No 4) lo confirma: El 1o de Mayo, algunos centenares de marineros de todas las graduaciones participaron en la manifestacin, en acuerdo con lo resuelto en Asambleas generales de sus bases y algunos navos -posteriormente, una orden superior ratific la decisin tomada democrticamente-. Todos estos hechos indican la dinmica que ha tomado la situacin dentro de las fuerzas armadas burguesas, Pero son slo su comienzo; an no se han generalizado ni llegado al punto cualitativo en que el ejrcito comienza el trnsito hacia su desmoronamiento total y definitivo: el nombramiento de los oficiales por los soldados mediante la promocin de los suboficiales. Junto con este proceso de base, la derrota del putsch dio al timorato MFA nimos suficientes como para anular las elecciones a los Consejos de Armas que, como ya hemos visto, le haban sido desfavorables.

    2. El Programa de Transicin define esta situacin

    Tanto en relacin a las ocupaciones como a las comisiones de fbrica y establecimientos, el Programa de Transicin es categrico:

    Las huelgas con ocupacin de fbricas, una de las ms recientes manifestaciones de esta iniciativa, rebasan los lmites del rgimen capitalista normal. Independientemente de las reivindicaciones de los huelguistas, la ocupacin temporaria de las empresas asesta un golpe al dolo de la propiedad capitalista. Toda huelga de ocupacin plantea prcticamente el problema de saber quin es el dueo de la fbrica: el capitalista o los obreros. Si la ocupacin promueve esta cuestin episdicamente, el comit de fbrica da a la misma una expresin organizativa (...)

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    A partir del momento de la aparicin del comit de fbrica, se establece de hecho una dualidad de poder. Por su esencia, ella tiene algo de transitorio porque encierra en s misma dos regmenes inconciliables: el rgimen capitalista y el rgimen proletario. La principal importancia de los Comits de Fbrica consiste precisamente en abrir un perodo prerrevolucionario, ya que no directamente revolucionario, entre el rgimen burgus y el rgimen proletario. (Trotsky, Programa de Transicin, Pluma, Buenos Aires, 1973, pg. 15, subrayado de Trotsky).

    Como ya vimos, en Portugal no slo tenemos ocupaciones y comisiones obreras por doquier, sino algo mucho ms importante: la crisis de las fuerzas armados y los grmenes de poder dual en su propio seno.

    3. Una situacin revolucionaria

    Para algunos marxistas, la situacin portuguesa evoluciona o madura hacia una situacin prerrevolucionaria. Creemos que esta definicin es errnea. Hasta el 11 de marzo, hubo una situacin prerrevolucionaria y, desde esa fecha, ha comenzado a madurar una situacin revolucionaria, si es que no estamos ya plenamente en ella. Optarnos por la definicin de Trotsky, los comits de fbrica son un sntoma de que, como mnimo, se ha abierto un perodo prerrevolucionario, ya que no directamente revolucionario. Nosotros creemos que, si a las ocupaciones y comisiones agregamos la crisis en el ejrcito, con sus comits y asambleas de soldados y sus purgas de oficiales reaccionarios, estamos ya en una situacin directamente revolucionaria. Y con ms razn aun, si tenemos en cuenta la situacin de la burguesa y de la economa portuguesas. Refirindose a sucesos de mucha menor magnitud en el seno del ejrcito francs en 1936, Trotsky les asignaba una importancia muy grande: La lucha de los soldados contra el rabiot (prolongacin del servicio militar) significaba la norma de accin directa de las masas ms peligrosa contra el poder burgus. (Len Trotsky, Adnde va Francia? , Ed. Pluma, Buenos Aires, 1974, pg. 151.) Ahora bien, Trotsky consideraba a la accin directa de las masas causa de la situacin revolucionara: Las masas obreras crean ahora una situacin revolucionaria con ayuda de la accin directa. (Op. cit., pg. 147.). Con mayor razn, entonces, la forma ms peligrosa de esa accin.

    A nuestra definicin se le pueden sealar dos carencias: la inexistencia de soviets y del partido revolucionario con influencia de masas.

    Creemos que la primera objecin da un carcter absoluto a la importancia de los soviets. Hay compaeros que hasta opinan que, si no existen, no hay poder dual ni situacin revolucionaria. Concordamos con que en Portugal no hay ms que mezquinos brotes soviticos, ya lo hemos dicho; pero, hay un poder dual concretado en las ocupaciones y las comisiones obreras. Este poder dual es molecular, espontneo en gran medida, pero existe y se da en forma generalizada en todos los rincones del pas. Es un poder dual ms atrasado que los soviets, pero poder dual al fin. Lo mismo podemos decir de la situacin de las fuerzas armadas: no se organizaron soviets, pero el proceso es de desarrollo de un vigoroso poder dual, que est en sus primeros atisbos, pero que es suficiente para conmover la estructura del pilar fundamental del rgimen capitalista.

    La segunda objecin, referente a la no existencia del partido revolucionario, puede basarse muy bien en la definicin de Trotsky, algunas veces repetida, sobre las cuatro condiciones bsicas para el triunfo revolucionario: desconcierto y divisin en la clase dominante, vuelco a salidas

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    revolucionarias de la clase media, disposicin revolucionaria de la clase obrera, existencia de un fuerte partido marxista revolucionario que se plantee la toma del poder. Las tres primeras condiciones estn ntidamente dadas en Portugal; pero la ltima, el partido revolucionario fuerte, no lo est.

    Para el anlisis clsico trotskista, la ausencia del factor subjetivo, el partido, en el marco de las otras tres condiciones, caracterizaba las situaciones prerrevolucionarias. Desde un punto de vista formal, la situacin portuguesa entrara, pues, dentro de esta categora. Esto es lo que probablemente hayan tomado en cuenta quienes definen la situacin portuguesa como madurando a prerrevolucionaria.

    Ahora bien, si razonamos as, seran situaciones prerrevolucionarias, con - diferencias slo de intensidad, cuantitativas, tanto la boliviana del 52 (cuando se haba derrumbado el aparato del estado burgus, el ejrcito haba sido derrotado por la clase obrera y slo existan las milicias armadas obreras y campesinas), la espaola durante la guerra civil, o la china al final de Chiang Kai-shek, por un lado, como, por otro lado, situaciones tales como la Argentina despus del cordobazo o la francesa antes del 36, en las que no se dieron ni el armamento del proletariado, ni el surgimiento de organismos de poder dual, ni la destruccin o crisis del ejrcito burgus. Es evidente, sin embargo, que entre las tres primeras y las dos ltimas se dan