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REVISTA.CRIMINOLOGIA.CHILE.2

Jun 07, 2015

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Revista editada por la Unidad de Investigación Criminológica, UNICRIM.Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios N°2. GENDARMERIA CHILE
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Las opiniones planteadas en los artículos son responsabilidad de sus autoresy no necesariamente coinciden con la política institucional.

Se autoriza a citar sus contenidos con la condición de que se mencione la fuente.

Diseño y diagramación: versión/producciones gráficasteléfono (2) 2698489 / e-mail: [email protected]

Impresión: Salesianos S.A.

Edición de 2.000 ejemplares.

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La Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios es una publicación de Gendarmería de Chile que tiene por propósito la difusión e intercambio de aportes al desarrollo del conocimiento conceptual y práctico en torno a la criminología, el penitenciarismo y otras disciplinas afines.

Su publicación se realiza semestralmente, en mayo y noviembre de cada año, y se distribuye en forma gratuita a funcionarios de Gendarmería de Chile, autoridades de los poderes del Estado y del sector público, instituciones académicas, colegios profesionales e instituciones criminológicas y penitenciarias chilenas y extranjeras.

Personas o instituciones que deseen recibir la Revista pueden solicitarla ofreciendo inter-cambio mediante el envío de otras publicaciones o colaboraciones.

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(para envío de artículos, ejemplares de intercambioo correspondencia en general)

Rosas 1274Santiago - Chile

Se aceptan artículos inéditos de autores chilenos o extranjeros, escritos en castellano, con una extensión no superior a las 25 páginas tamaño carta a espacio simple. En la estructura del texto deberá distinguirse claramente: título, nombre del autor o autores (opcionalmente se puede incluir profesión, cargo y lugar de trabajo), un resumen de hasta 120 palabras que contenga las ideas principales, contenido propiamente tal con sus partes adecuadamente subtituladas, y referencias bibliográficas u otras notas en pie de página.

Cada artículo se puede enviar por correo postal o entregar personalmente, requiriéndose tres ejemplares impresos y un diskette con su archivo en un procesador de textos de uso corriente. No se reciben trabajos por correo electrónico.

Junto a esto se requiere además una carta del o los autores que exprese sus intenciones de que el artículo sea publicado en la Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios y además afirmando el carácter inédito de éste. Para tomar contacto durante el proceso, en la carta se deberá anotar una dirección electrónica o teléfono.

El cierre de la recepción se efectúa el 15 de abril para la edición de mayo, y el 15 de septiembre para el número de noviembre, en ambos casos a las 12:00 horas. Si las fechas mencionadas coinciden con feriados, se trasladan al siguiente día hábil.

El consejo editorial evalúa la calidad de cada trabajo y decide su publicación sobre la base de criterios temáticos, de relevancia y de rigurosidad. Si la cantidad de artículos que cumplen tales criterios supera la extensión máxima de la Revista, el consejo seleccionará los mejores.

Terminada esta etapa, se notifica a cada autor la resolución. Para el caso de los artículos no seleccionados, se garantiza que el documento no será utilizado con fines distintos a los que motivaron su participación, dando además la posibilidad de que los autores retiren el material entregado.

Bases de Publicación

Oficinas

Teatinos 683 oficina 302Santiago - Chile

Fonofax: (56-2) 685 12 96Casilla electrónica: [email protected]

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Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios Número 2 Mayo 2001

ISSN 0717 - 5744

Director Nacional y Representante Legal Hugo Espinoza Grimalt

Director de la Revista Santiago Rebolledo Pizarro

Coordinador Fernando Pérez de Arce Ossandón

Consejo Editorial Hugo Espinoza Grimalt Santiago Rebolledo Pizarro Patricia Arias Barriga Pedro Castillo Cubillos Gaspar Marín Bustamante Raúl Saldivia Garcés

Ministerio de Justicia

Gendarmería de ChileUNICRIM

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Índice

Los movimientos victimológicos y su influenciaen las reformas legales chilenas.Carmen Antony 9

La estructura argumentativa de un tipo particularde discurso jurídico. El caso de cuatro demandasde reivindicación territorial mapuche (IX Región - Chile)y sus implicancias identitarias.Carlos Del Valle 25

Características que diferencian a mujeres recluidaspor tráfico de estupefacientes del resto de la poblaciónpenitenciaria femenina.Claudia Gibbs 41

Relación madre-hijo:situación de las mujeres encarceladas.Claudia Gallegos - Decio Mettifogo 65

Programa Laboral Colina I: una evaluación del trabajopenitenciario desde la perspectiva de sus beneficiarios.Andrea Cerda - Talia Leibovitz 101

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Revista de Estudios Criminológicos y PenitenciariosN° 2 - Mayo 2001 - Santiago de Chile

9 - 24

1 Cfr. Mendelsohn, Benjamín. “La Victimología y las tendencias de la sociedad contemporánea”. Revista Ilanud, San José de Costa Rica, 1981.

UN POCO DE HISTORIA DE LA VICTIMOLOGÍA

El renacimiento de la víctima, como figura protagonista codo a codo con el delincuente, se sitúa en la segunda mitad del siglo XX, es decir esta nueva disciplina o ciencia recién sobrepasa el medio siglo de existencia. Estudios importantes sobre el criminal y su víctima empiezan a dar a luz, aun cuando uno de sus representantes propiciaba que la Victimología debía estudiar toda clase de víctimas1.

En esta etapa de la Victimología la atención recae en las víctimas del delito, en la relación entre delincuente y víctima y en las diferentes situaciones en que la participación –a veces no tan inocente de la víctima en el suceso criminal– podía ayudar en la anulación del com-

Los movimientos victimológicos y su influencia en las reformas legales chilenas

Carmen Antony

ResumenLa preocupación por las víctimas del delito aparece con fuerza en la segunda mitad del siglo XX, incorporándose a ella consideraciones sobre su situación y relaciones con el sistema penal y sus operadores, perspectiva que permitió dar cuenta de los efectos de la victimización secundaria. Ello vino a ser fortalecido por el surgimiento de diversos movimientos sociales y nuevas tendencias en el campo de la criminología. De esta forma, las legislaciones fueron incorporando normas destinadas a otorgar un lugar a la víctima en el proceso penal, reconociéndoles derechos y estableciendo mecanismos de protección a fin de evitar los efectos de la victimización secundaria. En Chile, la reciente reforma al Proceso Penal introduce normas concretas destinadas a la protección de las víctimas, el respeto a sus derechos y su dignidad, reconociéndole la calidad de interviniente en dicho proceso independientemente de que tenga o no la calidad de querellante en el mismo.

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portamiento del autor. Este estudio de la víctima aparece influenciado notablemente por el pensamiento positivista en el sentido de que determinadas características antropológicas, psicológicas o biológicas pudieran predisponer a una persona a convertirse en víctima, concluyendo entonces que el delito estaría también determinado por ella, naciendo así el principio de corresponsabilidad2.

En una segunda etapa se privilegian las reuniones y simposios regionales e internacionales y la creación de institutos y sociedades nacionales de Victimología, los que a partir de 1973 se reúnen periódicamente3. En todos ellos se destaca el reconocimiento y apoyo a las inves-tigaciones sobre el tema, los que se referían a estudios sobre las víctimas, sus tipologías, la relación existente entre víctimas y victimarios y se esbozaban algunas ideas sobre prevención, tratamiento y resarcimiento de las víctimas. También surge la preocupación por parte de las Naciones Unidas a través de sus Congresos de Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente que se ocupan de este tema y dan una serie de recomendaciones y declaraciones, amén de generar algunos Tratados Internacionales sobre el particular.

Especial auge cobran las encuestas victimológicas en los países centrales que contribuyen notablemente al conocimiento de la víctima. Estas encuestas, sumadas al interés de los investigadores sobre esta nueva disciplina, abren nuevas perspectivas hacia áreas no con-sideradas por la Criminología y particularmente sobre su relación con los operadores del sistema penal.

Estas encuestas revelaron además las consecuencias de la victimización secundaria que agravaba aún mas la situación de las víctimas.

En efecto, no hay duda sobre los efectos perversos que el proceso penal produce en las víctimas. Desde el momento en que se inicia el procedimiento, sea por denuncia o querella, las víctimas no reciben información sobre sus casos, como tampoco protección y ayuda por parte de la policía; durante el proceso sufren los efectos de un escaso contacto con el sistema, no tienen privacidad durante los interrogatorios, no se perciben escuchadas, les embargan sentimientos de haber sido vejadas e ignoradas, y por sobre todo acusan la convicción de no haber recibido justicia, lo que significa que sus problemas no han sido resueltos.

Lo expuesto es recogido en la Declaración sobre las Víctimas de Delitos y del Abuso de Poder que emanó de los debates del Séptimo Congreso de Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, aprobada por resolución n° 40/34 de la Asamblea General, constituyendo el documento más importante para los Gobiernos sobre el particular. Esta Declaración recoge los principios fundamentales recomendando medidas en el ámbito internacional y regional para mejorar el acceso a la justicia, a obtener un trato justo, al resarcimiento y/o indemnización y la asistencia social a las víctimas de delitos.

2 Bustos, Juan y Larrauri, Elena. “Victimología, presente y futuro”. Ediciones PPU, Barcelona, 1991. 3 Ocho Symposia Internacionales, la World Society of Criminology y los Institutos Nacionales e Internacionales

dan cuenta de ello.

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La Declaración en referencia recoge el concepto de víctima de delitos y víctima por abuso de poder, enfatizando los conceptos de dignidad y respeto de las víctimas. Plantea el derecho a la información, a la asistencia apropiada, a una mayor intervención en el proceso, eliminando las molestias causadas por la victimización secundaria, garantizando su seguridad. Para estos efectos recomienda a los Estados miembros de Naciones Unidas revisar periódicamente la legislación y prácticas vigentes, en orden a reducir la victimización y mejorar la ayuda a las víctimas que la necesiten.

Otro documento, esta vez de carácter regional, lo constituye el Convenio Europeo sobre la Indemnización a las Víctimas de Delitos Violentos, de 1983, que da recomendaciones tendientes a mejorar el trato que reciben las víctimas.

MOVIMIENTOS SOCIALES QUE INFLUYEN SOBRE LA VICTIMOLOGÍAY AMPLÍAN SU CAMPO DE ATENCIÓN

En este orden de ideas cábenos mencionar diversas corrientes y movimientos sociales que han influido en el renacimiento de la víctima. La corriente criminológica de los abolicionistas, las diversas posturas feministas, los grupos étnicos y ecologistas, los movimientos de los grupos de liberación y el gran auge del desarrollo de la doctrina de los Derechos Humanos, poseen todos ellos una plataforma común: dirigir la atención hacia las víctimas y procurar que éstas tengan justicia y puedan satisfacer sus expectativas.

No olvidemos que los derechos de las víctimas forman parte de los Derechos Humanos llamados de segunda generación, que son los que demandan un quehacer por parte del Estado. Sin duda esta concepción es también determinante en la llamada nueva ola de la Victimología influenciada por innumerables movimientos.

Estas influencias se iban a plasmar posteriormente en las reformas procesales y penales, primero en los países del centro y posteriormente en nuestro continente.

En este orden de ideas los partidarios e impulsores del minimalismo y de los movimientos criminológicos de los Derechos Humanos buscaban asimismo detener la inflación penal, planteando diversas medidas como la despenalización y la diversificación.

Este Derecho Penal deseado menos injusto, discriminador y clasista que el actual, debiera conducir necesariamente a una justicia más igualitaria y al servicio de todas las víctimas de la comunidad.

Por otra parte, la diversificación planteada por los abolicionistas propiciaba la suspensión o la interrupción del proceso penal entregando el conflicto a las partes para que lo solucionaran, mediante la ayuda de un tercero o de organizaciones comunitarias4.

4 Cristie, Nils. “Los conflictos como referencia de los delitos y las víctimas”. Editorial Ad-Hoc, Buenos Aires, 1992; y Hulsman, Louk y Bernat de Celis, J. “Sistema Penal y Seguridad Ciudadana: hacia una alternativa”. Editorial Ariel Derecho, Barcelona, 1984.

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Las diversas corrientes feministas a su vez denunciaban el alto número de víctimas mujeres, que están mayormente expuestas a situaciones de violencia, tanto en el ámbito público como en el privado. Sus acciones convergieron en lograr solucionar los problemas de las mujeres víctimas del maltrato familiar, de la violación y otros abusos deshonestos, del comercio sexual forzado y de tantos otros actos ilícitos respecto de los cuales opera fuertemente la victimización secundaria contra ellas, dándoles impunidad a sus victimarios. De esta manera, sostienen, se impide el acceso a la justicia, dejándolas en la más total indefensión5. Fruto de estos esfuerzos es la creación de los Centros de Atención a las víctimas de estos delitos.

Coincidiendo con estos planteamientos, los llamados victimólogos radicales denuncian que el olvido de la víctima no era casual sino que se debía fundamentalmente:

a. al funcionamiento del sistema penal, el cual tiene otros objetivos además de, o en vez de, proteger a la víctima,

b. a la actitud selectiva del sistema penal también operante respecto a la protección de la víctima,

c. a que la protección de la víctima requiere de una intervención estatal porque el delincuente no está en posición de resarcir y devolver a la víctima a su situación originaria, y

d. a las contradicciones de esta ideología que afirma que las penas más severas redundan a favor de una mayor protección de las víctimas, al sostener que la culpa es de la víctima porque ésta no protegió debidamente sus intereses y que la protección de la víctima sólo es posible a expensas del delincuente.

Por influencia de estas corrientes del pensamiento se han ido paulatinamente incorpo-rando acciones y logros importantes para las víctimas, logrando aceptación en el ámbito latinoamericano.

Además de los Centros de Atención y Asistencia a las víctimas de delitos, se crean fondos de reparación estatales o privados6, se incorporan mecanismos no adversariales de resolución de conflictos7, se logra la creación de organismos policiales especializados8 y se obtienen

5 Antony, Carmen. “Criminología, Victimología y Movimiento Feminista”. En Criminología del Siglo XXI. Rubinzal-Culzoni Editores. Coordinador Carlos Alberto Elbert. Buenos Aires, 1999.

6 Estos centros existen hace ya algún tiempo en México, Brasil, Argentina, Colombia y Perú, habiéndose expandido por todo el continente latinoamericano. En nuestro país existen las Unidades de Atención a las Víctimas de delitos violentos en algunas municipalidades como La Pintana, El Bosque y Cerro Navia.

7 México ha sido pionero al fundar un fideicomiso que creó un fondo de asistencia a las víctimas del delito que carecieran de recursos para subvenir sus necesidades inmediatas. En Chile podemos mencionar algunos fondos destinados a la reparación de las familiares de las víctimas del régimen militar.

8 Carabineros de Chile ha implementado algunos departamentos a este respecto (48° Comisaria de Asuntos de Familia, que atiende delitos sexuales, aborto, pornografía, violencia intrafamiliar y prostitución juvenil). También existe la Dirección de Protección Policial con idénticos fines. Podemos mencionar al Centro de Asistencia a las Víctimas de Agresiones Sexuales que dirige la Policía de Investigaciones de Chile.

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reformas legales dirigidas a evitar la victimización secundaria, a aumentar la participación de la víctima en el proceso, con miras a evitar la desconfianza tradicional en el sistema.

LAS REFORMAS LEGALES QUE MIRAN A LA PROTECCIÓNDE LAS VÍCTIMAS Y A UN MEJOR ACCESO A LA JUSTICIA

La discusión emergente en el seno de los especialistas de la justicia penal, se centra en for-talecer la posición de la víctima en el Derecho Penal y en el Procesal Penal. Este raciocinio se materializa en dos vías:

a. enfatizando la presencia de la víctima en el proceso penal, y

b. reforzando los mecanismos de protección y ayuda con el objeto de evitar la victimización secundaria.

Desde mediados del siglo XX se inician los intentos reformistas en materia procesal pe-nal. Se buscaba recepcionar el Derecho Procesal Penal europeo continental, que recogíainnovadoras reformas del procedimiento como la instrucción preparatoria o preliminar, el procedimiento intermedio y el debate oral y público.

América Latina no permanece indiferente a estos vientos reformadores. El regreso a la vida cultural democrática, más tolerante y plural ideológica y políticamente, impulsó la modificación de los vetustos Códigos Procesales Penales, reformas apoyadas también por la ayuda internacional9.

Las reformas procesales penales en América Latina se inician en la década del 80, trasfor-mando lentamente las estructuras judiciales, privilegiando el juicio público desarrollado oralmente en una audiencia continua10.

Chile da inicio a la reforma procesal penal incorporando un sistema novedoso en el cual se introducen un conjunto de garantías básicas hasta hoy ignoradas en nuestro proceso penal. Para ello constituye un juicio oral y público, como derecho básico del acusado, incorpora jueces profesionales, que no han tenido participación en la etapa anterior al proceso, estableciendo el Ministerio Público que es el organismo encargado de la investigación y la presentación de pruebas.

Las reformas explicitan un conjunto de derechos del imputado que se compaginan con los tratados internacionales suscritos por Chile, otorgando al ofendido una mayor participación al consagrar ciertos derechos por el solo hecho de ser víctima.

9 Cfr. “Las reformas procesales en América Latina”. Maier J., Ambos Kai y Woischnik, compiladores. Editorial Ad Hoc, Buenos Aires, 2000.

10 Sobre el particular, véase el Código Procesal Modelo para Iberoamérica, los Códigos Procesales Penales de Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Argentina, Venezuela, Paraguay, Bolivia, y ahora Chile. Ob. cit.

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Las actuales reformas legales se compadecen con los principios constitucionales, entre los cuales figura como deber fundamental del Estado dar protección a la población y a la familia (artículo 1).

El principio de igualdad ante la ley que consagra el artículo 19 n° 2, así como el principio de la igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos del ciudadano concede a las víctimas el derecho a la defensa jurídica, y le otorga los medios adecuados al asesoramiento y defensa jurídica a quienes no pueden procurárselos por sí mismos. Igualmente se asegura el respeto y protección a la vida pública y privada, todo lo cual lleva a afirmar que se están consagrando los derechos fundamentales de la víctima y abriendo la puerta para las reformas legales correspondientes.

Nuestro país no está ausente de los vientos renovadores de un nuevo Derecho y una moderna justicia, que se están reflejando tanto en la creación de instituciones de ayuda y protección de las víctimas, como en las múltiples reformas legales.

El énfasis de las nuevas políticas criminales se centra en la prevención más que en la represión, buscando una justicia efectiva que propicie la pacificación del conflicto entre las partes. Ofrece en consecuencia una respuesta más acorde a las necesidades de atención, protección, asistencia y sobre todo seguridad para las víctimas.

Hoy en día hay un reconocimiento de los “derechos y garantías” de las víctimas que trasci-ende la mera pretensión resarcitoria, privilegiando la situación de ellas dentro del proceso, sin descuidar otras instancias de victimización, como el paso por la policía11.

Pero veamos las últimas reformas legales que introducen los modernos principios victimológi-cos que desarrollan lo establecido por la Constitución y por los Tratados Internacionales suscritos por Chile.

1. Ley n° 19.617 del 12 de julio de 1999, que modifica el Código Penal,el de Procedimiento Penal y otros cuerpos legales en materiasrelacionadas al delito de violación

En un orden cronológico debemos mencionar la ley n° 19.617, conocida comúnmente por la ley sobre reforma de los delitos sexuales.

La ley que modifica el Código Penal y el Código de Procedimiento Penal, fue enviada por el Poder Ejecutivo al Congreso para su discusión12, y define el concepto de víctima reflejando un cambio fundamental en la Política Criminal del Gobierno.

En efecto, existían investigaciones que avalaban la urgencia en la reforma, y que revelaban un alto índice de abusos sexuales en particular dirigidos contra mujeres y menores de edad,

11 Rivera Llano, Abelardo. “La Victimología, ¿un problema criminológico?”. Editorial Jurídica Radar, Bogotá, 1997. 12 Boletín 1048-07.

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especificando las causas por las cuales no existían denuncias por esta clase de actos ilícitos. Estos trabajos demostraban que los ataques se producían frecuentemente en el seno del hogar, que existían parentescos y lazos afectivos entre víctimas y victimarios, que el miedo, el temor y la vergüenza impedían estas denuncias, y las que existían habían sido marcadas por procesos de desconfianzas, estigmatizaciones y prejuicios, dejando la sensación de no haber tenido un acceso adecuado a la justicia ya que sus autores quedaban impunes.

Destaca el mensaje la proporción de hechos no denunciados aunque relativamente incierta por desconocerse su cifra. Este guarismo se calculaba a ese entonces entre el 75% y el 90%, especialmente respecto de menores, sobre los cuales existe un cálculo de mas de 20.000 episodios de violencia al año.

Con estas consideraciones y la discusión de ambas cámaras del Parlamento, se dictó la ley en referencia que acoge principios victimológicos a nuestro parecer muy significativos en el sentido de dar no sólo una mayor participación a la víctima, sino a la consolidación de medidas que buscan palear la victimización secundaria propia de esta clase de delitos.

La ley considera como sujeto activo o pasivo del delito de violación tanto al hombre como la mujer, sustituyendo la palabra mujer por persona.

Se reforma el Código de Procedimiento Penal al incorporar medidas de privacidad de las víctimas como el secreto del sumario, lo que evidentemente les concede mayor seguridad para denunciar estos delitos. Se amplía la posibilidad de denunciar la comisión de estos delitos a aquellas personas que con motivo de su labor profesional hayan tomado conocimiento del hecho punible.

Se acogen otros mecanismos técnicos para determinar la existencia del delito y la compro-bación de identidad del responsable (pruebas del ADN). Igualmente se reconocen la validez de los exámenes biológicos, psicológicos o huellas presentadas por la víctima de agresión sexual remitidas por cualquier establecimiento de salud y no sólo por el Instituto Médico Legal.

En cuanto al ejercicio de la acción penal, la ley dispone que si la víctima estuviera incapacitada para formular la denuncia, ésta puede ser efectuada ante cualquier persona que tome conocimiento del hecho, en razón de la actividad que desempeñe, autorizando al Ministerio Público para proceder de oficio, con lo cual se favorecen las denuncias.

En lo que se refiere al vínculo matrimonial o de convivencia, se recoge la figura de la vio-lación marital, haya o no vínculo legal, aunque con limitaciones. Igualmente se puede aplicar indeterminadamente a relaciones heterosexuales como de convivencia homosexual13.

En cuanto a las medidas de protección a la víctima o a su familia, la ley obliga al Juez de la causa a aplicarlas de oficio o a petición de parte, en cualquier estado del proceso. Estas medidas de protección son las siguientes:

13 Cfr. Rodríguez Collao, Luis, “Los delitos sexuales”. Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2000.

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a. sujeción del inculpado a la vigilancia de una persona o institución determinadas,

b. prohibición de visitas al domicilio, lugar de trabajo o establecimiento educacional del ofendido,

c. prohibición de aproximarse al ofendido o su familia, y en su caso, a abandonar el hogar que compartía con la víctima.

2. Ley n° 19.640 del 15 de octubre de 1999, que establece la Ley Orgánica Constitucional del Ministerio Público

En el Mensaje del Poder Ejecutivo14 se habla de promover y resguardar los derechos de la víctima durante el curso del procedimiento penal.

Esta ley que marca el inicio de la reforma procesal penal, está imbuida de los vientos renovadores de la Victimología, los que reconoce expresamente, innovando nuestro vetusto procedimiento penal.

Veamos cuáles son los principios victimológicos introducidos por este cuerpo legal.

En lo que se refiere a las funciones y principios que deben orientar su actuación, le cor-responde al Ministerio Público no sólo ejercer la acción pública, sino además adoptar las medidas necesarias para proteger a las víctimas y los testigos15.

Así, el Fiscal Nacional podrá disponer que los fiscales regionales asuman la obligación de proteger a las víctimas y testigos en relación con hechos delictivos que los hicieren necesarios por su gravedad o por la complejidad de su investigación16. Naturalmente que esta obligación le corresponde por jerarquía directamente.

El Ministerio Público deberá adoptar las medidas administrativas tendientes a asegurar el adecuado acceso a los fiscales por parte de cualquier interesado, con pleno respeto de sus derechos y dignidad personal17.

Deberá proteger a las víctimas y testigos de la publicidad y divulgación de los actos relativos a la investigación18.

Impone a los fiscales regionales la obligación de conocer y resolver los reclamos que contra los fiscales adjuntos interpongan los interesados19.

14 Boletín 2152-07. 15 Artículo 1 de la ley. 16 Artículo 18. 17 Artículo 8, inciso tercero. 18 Artículo 8, inciso quinto. 19 Artículo 34.

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La ley crea una División de Atención a las Víctimas y Testigos con dependencia del Ministerio Público. Este organismo tiene como objeto elaborar políticas y programas y ejecutar acciones destinadas a procurar una debida atención a las víctimas y testigos de delitos durante todo el proceso penal20. En este orden de ideas, la ley crea asimismo una Unidad de Atención a las Víctimas y Testigos cuyo objeto es cumplir con las tareas que, a este respecto, le encomiende el Ministerio Público y la ley procesal penal y debe funcionar en cada Fiscalía Regional.

3. Ley n° 19.678 del 5 de mayo de 2000, que modificó el Código Orgánico de Tribunales

Fundamentalmente esta reforma busca la adecuación de las normas orgánicas con la reforma procesal penal. Así al crear los juzgados de garantía y orales, les impone las obligaciones de atención, orientación e información de las víctimas. Para estos efectos se crea una unidad administrativa en cada uno de estos juzgados, destinada no sólo a atender, orientar e informar a los intervinientes en el proceso, sino que establece como deber del Estado el soportar los gastos de la víctima que gozare del privilegio de pobreza21.

4. Ley n° 19.696 del 12 de octubre de 2000, que establece el CódigoProcesal Penal

La llamada “gran reforma penal”, vertida fundamentalmente en esta ley y que desarrolla aún más los conceptos victimológicos, entra en vigencia dentro de diferentes plazos para las distintas regiones del país22.

Uno de los principios sobre los cuales se estructura el nuevo modelo, es el expreso recono-cimiento de la víctima, al darle una participación activa en el proceso.

Sin perjuicio que introduce un conjunto de derechos básicos del imputado, los que con-forman lo que conocemos como debido proceso y cuya finalidad es evitar la violación de las garantías básicas, su ideología refleja además una nueva Política Criminal tendiente a morigerar los sufrimientos de las víctimas impidiendo de alguna manera la victimización secundaria, proporcionando las herramientas para una mejor atención, preocupación y seguridad a las víctimas de los hechos delictivos.

La norma rectora de este cuerpo de leyes la constituye el artículo 1 que establece laobligación del Ministerio Público de velar por la protección de la víctima en todas las etapas del procedimiento penal, como también la obligación del juez de garantizar sus derechos obligando a la policía y demás organismos auxiliares a otorgarles un trato acorde a su

20 Artículo 20. 21 Artículo 25 ley n° 19.678. 22 Véase el artículo 484 de la ley.

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condición de víctimas, procurando facilitar al máximo su participación en los trámites en que debiera intervenir.

Para una mejor comprensión de sus disposiciones las analizaremos de la manera siguiente:

4.1. Concepto de víctima

Para los efectos de este Código se considera víctima al directamente ofendido por el delito. En los delitos cuya consecuencia fuere la muerte del ofendido y en los casos en que éste no pudiere ejercer los derechos que en el Código se le otorgan, se considerará víctima:

a. al cónyuge y a los hijos,

b. a los ascendientes,

c. al conviviente,

d. a los hermanos, y

e. al adoptado o adoptante.

Para los efectos de su intervención en el procedimiento, la enumeración precedente constituye un orden de prelación, de manera que la intervención de una o más personas pertenecientes a una categoría excluye a las comprendidas en las categorías siguientes23.

4.2. Calidad de interviniente

Para todos los efectos regulados en el nuevo cuerpo de leyes procesales, la ley confiere la calidad de interviniente a las víctimas y querellantes, desde que realizaran cualquier actuación procesal o desde el momento en que la ley les permitiere ejercer facultades determinadas.

Esta disposición permite la intervención de la víctima independientemente o no que sea querellante en el proceso, innovando de esta manera las antiguas normas procesales. Esta calidad de interviniente concede a la víctima los siguientes derechos.

Derechos de la víctima:

a. Se le otorga el carácter de sujeto procesal aún cuando no intervenga como querel-lante.

b. La víctima puede denunciar la comisión de un hecho que reviste caracteres de delito ante la Policía, cualquier tribunal con competencia en lo criminal o directamente en la Fiscalía de su localidad.

c. El Ministerio Público no podrá investigar determinados delitos ni ejercer la acción penal pública sin que la víctima haga denuncia ante la policía, los Tribunales o en la Fiscalía de su localidad, respecto a los siguientes delitos: violación, estupro, abusos sexuales,

23 Artículo 108.

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lesiones menos graves o leves, amenazas, violación de domicilio, violación del secreto profesional, delitos previstos en la ley 19.039, comunicación fraudulenta de secretos de la fábrica donde el imputado hubiera estado empleado24.

d. Se le faculta para solicitar medidas de protección ante futuros y eventuales atentados.

e. Se le faculta a recurrir contra el sobreseimiento definitivo o la sentencia absolutoria.

f. Si es afectado civilmente tiene derecho a solicitar que el fiscal deduzca su demanda cuando no tiene abogado patrocinante.

g. Derecho a participar en la audiencia intermedia por la posibilidad de conciliación antes del término del juicio.

h. Derecho a deducir acusación o adherirse a ella y a deducir demanda civil.

i. Derecho a participar en la audiencia oral junto al Fiscal, imputado y defensor.

j. Derecho a expresar su voluntad cuando el Fiscal decide iniciar o abandonar la perse-cución de los delitos menores siempre y cuando éstos no parezcan susceptibles de una investigación exitosa y no esté comprometido el interés público.

k. La víctima, su representante legal o su heredero testamentario, tiene derecho a presentar querella en el proceso penal, patrocinada por abogado ante el juzgado de garantía. En caso de no contar con medios suficientes, el Ministerio Público deberá informarle sobre las instituciones que prestan asistencia jurídica gratuita.

l. La víctima tiene derecho a ser oída, previa solicitud, por el fiscal antes que éste pida o se resuelva la suspensión del procedimiento o su terminación anticipada.

m. Puede solicitar al Ministerio Público la reapertura del procedimiento y la realización de diligencias de investigación en los casos archivados provisionalmente por no aparecer antecedentes que permitan desarrollar actividades conducentes al esclarecimiento de los hechos.

n. Tiene derecho a ser oída por el Tribunal antes que éste se pronuncie acerca del sobre-seimiento temporal o definitivo o cualquier otra resolución que pusiere término a la causa.

o. A solicitar al juez de garantía que revoque la suspensión condicional del procedimiento cuando el imputado incumpliere, sin justificación, grave o reiteradamente las condiciones impuestas o fuere objeto de una nueva formalización de la investigación por hechos distintos25.

24 Artículo 54. 25 Véase artículo 109, letras a, b, c, d, e y f.

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Medidas de protección y reserva de identidad:

a. Reserva en la identidad de la víctima en lo que se refiere a terceros ajenos al proceso, a menos que ella consienta expresamente a su divulgación26.

b. El Juez está obligado a decretar esta reserva que se mantiene incluso una vez que la causa esté afinada.

c. El Juez debe tomar todas aquellas medidas que sean necesarias para garantizar esta reserva y asegurar que todas las actuaciones del proceso en que debe comparecer la víctima se lleven a cabo en forma privada.

d. Se suprime el careo entre inculpado y procesado y víctimas a menos que ella consienta expresamente a ello, debiendo entonces emplearse el procedimiento de testigo ausente. Ésta es una de las disposiciones más importantes destinadas a evitar futuros trastornos o sufrimientos morales de la víctima.

e. El juez de instrucción debe proteger igualmente a víctima e imputado.

f. Carabineros de Chile y la Policía de Investigaciones de Chile tienen prohibición de informar a los medios de comunicación social acerca de la identidad de la víctima.

Derecho a un trato digno:

El derecho a ser tratado con pleno respeto de su dignidad personal, se establece de la siguiente manera:

a. Carabineros de Chile y la Policía de Investigaciones tienen la obligación de otorgarle un trato acorde con su condición de víctima27.

b. Es deber del Ministerio Público evitar o disminuir al mínimo cualquier perturbación que hubiere de soportar con ocasión de los trámites en que debiere intervenir28.

c. Igualmente debe el Ministerio Público adoptar los resguardos necesarios para no ocasionar menoscabo a la dignidad de la víctima y garantizarle su seguridad e integridad psíquica y física en los careos que se llevaren a cabo con testigos e imputados. Para el caso de los delitos de violación, estupro, abusos sexuales, favorecimiento de la prostitución de menores, trata de personas e incesto, sólo procederá el careo si la víctima da su conformidad.

d. La víctima debe expresar su consentimiento para efectuarle los exámenes corporales. De negarse, el Fiscal debe conseguir la autorización del juez de garantía, autoridad que

26 Artículo 182. 27 Artículo 6. 28 Artículo 78.

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ordenará la diligencia siempre que no fuere de temer menoscabo para la salud o dignidad de la víctima29.

e. En el caso de reconocimiento e identificación de un difunto o autopsia, debe entregarse el cadáver a los parientes del difunto o quienes tengan título suficiente30.

f. Antes de efectuar la exhumación del cadáver, el Fiscal debe citar al cónyuge o parientes más cercanos del difunto.

Derecho a la información:

El Fiscal tiene la obligación de informar a la víctima acerca del curso y resultado del procedi-miento, de sus derechos y de las actividades que debiere realizar para ejercerlos. Si ésta no pudiera ejercer los derechos o hubiere fallecido, se informará de estos resultados al cónyuge de la víctima, o a sus hijos o personas cercanas.

El Ministerio Público a través de sus Fiscalías tiene la obligación de informar a la víctima sobre su eventual derecho a indemnización y la forma de impetrarlo.

Derecho a recibir asistencia:

Tanto Carabineros de Chile como la Policía de Investigaciones tienen la obligación de prestar auxilio a la víctima sin necesidad de recibir previamente instrucciones particulares de los Fiscales, y el Ministerio Público tiene el deber de facilitar la información de la víctima en el procedimiento.

Derecho a la reparación:

La Ley establece el derecho a la reparación del daño que se expresa:

a. En el derecho a ejercer contra el imputado las acciones tendientes a perseguirlas responsabilidades civiles provenientes del hecho punible, o ante el tribunal civil correspondiente.

b. A demandar civilmente el pago de alimentos y prestaciones médicas al imputado en los delitos de lesiones y homicidio.

c. La víctima de violación, estupro o abuso sexual tiene el derecho de demandar civilmente alimentos al imputado.

d. Puede solicitar por escrito al juez de garantía que decrete respecto del imputado medidas precautorias que aseguren el resultado de la demanda civil.

e. Si el procedimiento se terminare o suspendiere, sin decisión acerca de la acción civil que correspondiera y se hubiera deducido oportunamente, la prescripción continuará

29 Artículo 97. 30 Artículo 201.

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interrumpida siempre que la víctima presentara su demanda ante el tribunal civil correspondiente dentro del plazo de 60 días.

f. La víctima dueña de cosas hurtadas, robadas o estafadas tiene derecho a solicitar que se le devuelvan en cualquier estado del procedimiento, previa acreditación por cualquier medio de su dominio y determinación del valor de ellas31.

4.3. Suspensión condicional del procedimiento y acuerdos reparatorios

Sin perjuicio de la intervención de la víctima a lo largo del proceso, en orden a serorientada, escuchada, protegida y demás derechos que la reforma le confiere y que hemos sintetizado, vale detenerse en estas dos instituciones que representan una novedad en nuestro procedimiento, y que buscan la pacificación del conflicto, sin olvidar el resarcimiento de la víctima.

La crisis del sistema penal actual ha provocado, entre otros efectos perversos, una sobrecarga en los tribunales, provocando demoras insoportables en la tramitación de los juicios.

En este sentido, la ley contempla normas destinadas a palear estos efectos negativos en la tramitación de las causas. La reforma que incorpora las salidas alternativas al procedimiento va a posibilitar que los juicios puedan terminar anticipadamente. Consideramos esto como un primer paso hacia una reforma global del derecho penal, la que debe incluir necesariamente la despenalización de algunas conductas y la incorporación más masiva de los mecanismos alternativos de resolución de conflictos, únicas salidas que pueden constreñir la violencia excesiva que genera el sistema vigente.

Estas salidas alternativas podrán solicitarse en la audiencia intermedia o dentro de los diez días siguientes a la resolución que declare cerrada la investigación, y son:

Suspensión condicional del procedimiento:

De acuerdo al artículo 237, el fiscal puede decretar la suspensión condicional del procedi-miento, con acuerdo del imputado, siempre y cuando se trate de delitos cuya pena sea inferior a tres años. También se requiere que el inculpado no haya sido condenado anteriormente por crimen o simple delito. Si existe querellante, éste debe ser oído.

Durante el período de suspensión, el juez de garantía puede obligar al imputado a pagar una determinada suma a título de indemnización de perjuicios a favor de la víctima, o garantizar su pago. En caso de incumplimiento de las condiciones impuestas, el juez puede, a petición del fiscal o de la víctima, revocar la suspensión condicional del procedimiento.

31 Artículos 59, 61, 157, 68, 189.

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Acuerdos reparatorios:

Mención aparte merece la incorporación de los llamados acuerdos reparatorios con el imputado32.

Estos acuerdos proceden en los delitos de lesiones menos graves, culposos o que afecten bienes jurídicos disponibles de carácter patrimonial y requieren aprobación en audiencia por el Juez de garantía. Los acuerdos pueden convenirse después de la formalización de la investigación y en la audiencia de preparación al juicio oral. Una vez aprobados, el juez de garantía dictará sobreseimiento definitivo en la causa, sin perjuicio del derecho de la víctima para exigir el cumplimiento de ellos ante el Tribunal civil competente.

Conciliación:

Recoge el nuevo Código de Procedimiento Penal como novedad, la institución de la conci-liación sobre la responsabilidad civil. En efecto, en el artículo 273 se dispone la obligación del juez de garantía de llamar al querellante e inculpado a conciliación sobre las acciones civiles que hubiere interpuesto el querellante y proponerles las bases para el posible arreglo. La conciliación debe llevarse a cabo dentro de la audiencia de preparación al juicio oral, y si no se produce arreglo entre las partes el juez debe resolver sobre las medidas cautelares reales que la víctima hubiere formulado al deducir la demanda civil.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Debemos congratularnos con esta gran reforma, pues busca mejorar la condición de la víctima dándole un protagonismo antes negado. Sin embargo nos asaltan algunas dudas respecto al papel de la Defensa Pública. Si bien se promulgó recientemente la Ley Nº 19.718 que la crea, a nuestro juicio falta el debido equilibrio que debe existir entre ambas instituciones. En efecto, el Defensor Público es la garantía que las personas tienen en un Estado de Derecho respecto a la posibilidad de igualdad ante la ley en el proceso penal, lo que va en concordancia con lo dispuesto en el articulo 19 n° 3 de la Constitución Política que consagra este principio.

Ciertamente que el pensamiento victimológico no debe conformarse con la sola reforma de la normativa procesal. Sin negar la indudable importancia de esta reforma, que incorpora y desarrolla la normativa constitucional y los Tratados internacionales, el hecho es que aún queda mucho camino por recorrer. La búsqueda de otras formas de pacificación que eviten los conocidos efectos negativos de la sanción penal, la ampliación de la asistencia social a las víctimas, la creación de Fondos de Reparación, la multiplicación de Centros de Asistencia de Víctimas y de Casas de Acogida para las mujeres y menores maltratados, son algunas de las acciones aún pendientes.

32 Artículos 241 y 242.

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De igual manera deben promoverse las encuestas periódicas de victimización en orden a detectar no sólo la incidencia de los delitos en la vida ciudadana, sino las expectativas de la víctima en orden a solucionar sus conflictos, con o sin intervención del sistema penal. Más de una sorpresa pudiera encontrarse en tal sentido.

Privilegiar la participación activa de la víctima en la solución de los conflictos por las vías alternativas pudiera mejorar el concepto de justicia, en orden tanto al mejor acceso a ella, como a satisfacer los intereses de las personas afectadas. Sólo de esta manera podremos acceder a una efectiva paz social por más utópica que nos parezca, pero sin duda mucho más cercana que con el antiguo sistema procesal penal.

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Revista de Estudios Criminológicos y PenitenciariosN° 2 - Mayo 2001 - Santiago de Chile

25 - 40

La estructura argumentativa de un tipoparticular de discurso jurídico.

El caso de cuatro demandas de reivindicación1 territorialmapuche (IX Región - Chile) y sus implicancias identitarias

Mag. Carlos Del Valle RojasDirector de la Carrera de Periodismo, Universidad de La Frontera

ResumenEste trabajo corresponde al resultado del proyecto de investigación (Nº IN-18/00), financiado por la Dirección de Investigación y Desarrollo de la Universidad de La Frontera (Temuco-Chile). El propósito es describir cómo se construyen los hechos históricos, jurídicos y judiciales presentes en las demandas judiciales de reivindicación territorial mapuche. Lo anterior permite conocer la visión particular y las representaciones sociales que los mapuches han construido sobre ellos mismos, su proceso y su interacción con el Estado de Chile y con los tribunales de justicia. En este sentido existe la convicción en que la forma de presentar los hechos en las demandas constituyen un antecedente importante para comprender la relación Estado - Sistema Judicial - Pueblo Mapuche, en Chile.

ANTECEDENTES

El conflicto entre las familias pehuenches y la Empresa Nacional de Electricidad S. A. (ENDESA) por la construcción de la central hidroeléctrica Ralco en el alto Bío-Bío y las tomas –o reivindicaciones de tierras, según los mapuches– en las zonas de Traiguén, Gal-varino, Lumaco y Purén, tienen un elemento común: son conflictos que se enmarcan en la tenencia de tierras. La posesión de ese espacio que para los mapuches es identidad, cultura,

1 Se entenderá por Reivindicación la exigencia que los mapuche hacen de aquello que consideran que un momento histórico fue suyo y que se les arrebató. En este caso particular se refiere al espacio territorial, pero incluye otros aspectos. También resulta importante comprender el concepto de Demanda, que se refiere a las exigencias de aquello que los mapuche consideran como deuda que el “escenario desventajoso” en que se han encontrado les ha impedido obtener.

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vida y cosmovisión, y que para los propietarios legales es fuente de recursos económicos, instrumento de comercialización y, en cualquier caso, algo también sentido como propio.

Estos conflictos, más allá de las dificultades culturales, los problemas económicos y los ánimos políticos que connotan, se sitúan –se deciden, definen o legitiman– de una u otra forma en ese espacio que llamamos lo legal. Y lo legal se plantea decididamente como un elemento de resolución de los conflictos territoriales, que significaron la elaboración de la ley indigena, y que han sido resueltos históricamente a través de las leyes de indios o leyes de propiedades australes.

Actualmente el territorio mapuche se ubica desde el río Bío-Bío hasta el golfo del Reloncaví. Según el Censo de 1992, en Chile 998.985 personas, de una población de 13.348.401, son indígenas. De éstas, 928.660 son mapuches, 48.487 aymaras y 21.848 pascuences. Respecto de la actual distribución de la población mapuche, 409.079 se concentran en la Región Metropolitana, 143.769 entre las regiones VIII, IX y X. Y en el caso de la Novena Región, representan el 18 por ciento de sus habitantes, situándose preferentemente en las comunas de Galvarino y Puerto Saavedra (2 de las 10 comunas más pobres del país).

Las Leyes de Constitución de la Propiedad Austral hicieron perder vigencia a los títulos de comisario (10 de junio de 1823), títulos que el Estado chileno entregó a los indígenashuilliches, principalmente en la actual provincia de Osorno. Por su parte, los títulos de Merced fueron títulos comunitarios extendidos a favor de los denominados primeros radicados, es decir, indígenas que reclamaron determinadas porciones de terreno en el período posterior a la ocupación militar de la araucanía y hasta las primeras dos décadas de este siglo. Entre las leyes dictadas para dividir los títulos comunitarios y transformarlos en propiedades individuales, están: Ley Nº 169 de 1927, Ley Nº 4.802 de 1930, Decreto Supremo Nº 4.111 de 1931, Ley Nº 14.511 de 1961, y Ley Nº 17.729 de 1972 y sus modifi-caciones. A éstas hay que agregar la Ley Nº 19.253 de 1953, la Ley Nº 17.729 de 1972, Decreto Ley Nº 2.568 y 2.750 de 1979, Decreto Ley Nº 2.695 de 1979, Decreto LeyNº 3.516 de 1980, Ley Orgánica del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y Código Civil.

Cabe precisar que el Código Civil chileno, que en general rige la propiedad raíz, tiene como principios fundamentales la autonomía de la voluntad y libre circulación (comercialización) de los bienes.

Notemos no sólo la presencia de los discursos jurídicos para controlar la tenencia de las tierras, sino también la fuerza con la cual estos discursos forman parte de nuestro espacio de relaciones. La legislación y la aplicación de los instrumentos legales resulta ser un elemento crucial. Se trata de leyes de Estado –o desde el Estado, si se prefiere–, que buscan organizar, equilibrar (con mayor o menor “justicia”) la convivencia entre mapuches y no mapuches, quienes deben compartir la tierra y someterse al espacio actualmente existente de lo legal. Y no resulta novedoso que en la actualidad el tema se debata entre la ley indígena y la apelación a la legislación (o parte de ella) que protege la propiedad privada. En este espacio de lo legal, entonces, se pone en evidencia histórica la dicotomía que

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sustancia la tierra en medio de dos cosmovisiones diferentes. Una de ellas se impondrá a la otra, porque este espacio de lo legal será controlado por una de las cosmovisiones; en este caso, la que sustenta el poder a través del Estado: la que crea las condiciones de lo legal.

MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL

El discurso jurídico

Michel Foucault (1995) propone que las prácticas judiciales son empleadas por las socie-dades para definir tipos de subjetividad, formas de saber y relaciones entre el hombre y la verdad.

Para el autor, las prácticas judiciales son la “manera” en que, entre los hombres, se arbitran los daños y las responsabilidades. Entenderemos por ello, “el modo en que, en la historia de Occidente, se concibió y definió la manera en que podían ser juzgados los hombres en función de los errores que habían cometido, la manera en que se impone a determinados individuos la separación de algunas de sus acciones y el castigo de otras” (1995:17).

Así, surgen dos prácticas tendientes a reconstruir los hechos: (a) indagación, que se encuentra inserta dentro de la práctica judicial y política y que se utilizó como una forma de investigación en la Edad Media para llegar al culpable; y (b) el examen, que dio origen a otras disciplinas como la sociología, psicología, psicopatología, criminología y el psicoanálisis.

Evolución de la práctica judicial

En la antigua Atenas, según Foucault, existieron tres formas de “producir verdad”: a través (a) de la elaboración de formas racionales de la prueba y la demostración, (b) del arte de persuadir y (c) del conocimiento por testimonio, recuerdos e indagación.

El Derecho Germánico, por su parte, considera que para la existencia de una acción penal “se necesitan dos individuos, nunca tres” (Foucault, 1995:66).

En este sentido, surge la noción de víctima-victimario. “La lucha entre los contendientes se transforma en una guerra particular y el procedimiento penal pasa a ser una ritualización de esta lucha” (1995:66).

El derecho, se transforma así, en una forma reglamentada de hacer la guerra.

Para Foucault, también existe la posibilidad de llegar a un acuerdo o transacción a través de esta serie de venganzas rituales recíprocas, es decir, la posibilidad de concretar un pacto en el cual se rescate el derecho a tener paz (1995:67).

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Este procedimiento está gobernado por la lucha (la guerra o lo bélico) y por la transacción (la paz).

Para el autor, la ley no es una pacificación, sino que detrás de la ley, la guerra continúa, ya que es la que constituye el motor de las instituciones y del orden.

En cuanto a la paz, ésta es una forma solapada de seguir la guerra. En otras palabras, “detrás de la paz, se debe saber redescubrir la guerra; la guerra es la clave misma de la paz” (Foucault, 1992:59).

El sujeto del discurso

Por otro lado, el sujeto que habla en este discurso no puede tener una posición neutral. El que habla, cuenta la historia, llama a la memoria, se inserta dentro de la lucha general y persigue una victoria particular.

El sujeto que reivindica el discurso del derecho está marcado por una relación del derecho con la propiedad “de conquista, de victoria, de naturaleza. Puede tratarse de los derechos de su familia o de su raza...” (Foucault, 1992:61).

Así, “la verdad es, en suma, una verdad que sólo puede desplegarse a partir de la posición de lucha o de la victoria que se quiere obtener, de algún modo en el límite de la misma supervivencia del sujeto que habla” (1992:61).

En resumen, el discurso establece un vínculo importante entre las relaciones de fuerza y las relaciones de verdad.

Una aproximación al discurso jurídico mapuche

En este estudio analizo los actuales textos jurídico-judiciales utilizados por los mapuche para reivindicar sus tierras, particularmente los textos del abogado mapuche José Lincoqueo. Se intentará explicar cómo las actuales demandas legales de reivindicación territorial mapuche reconstruyen cierto escenario histórico, jurídico y judicial-pragmático, para seguir desde allí el camino de la legitimación de una nación.

Es así como el espacio de lo legal se transforma en un elemento decisivo para reivindicar la tenencia de las tierras al sur del Bio-Bio.

Uno de los elementos claves será la utilización de los parlamentos, especialmente el de Ne-grete (marzo, 3, 4 y 5 de 1803), para restituir la legitimidad del pueblo mapuche como Nación Autónoma, donde los parlamentos constituyen un texto histórico, jurídico y judicial.

La construcción de los hechos

Para Jonathan Potter (1998), el lenguaje, o más ampliamente, el discurso, no es un reflejo de la realidad.

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Consigna, entonces, que “las descripciones y los relatos construyen el mundo o, por lo menos, versiones del mundo” (1998:130). Esto, porque las descripciones son prácticas humanas, con lo que pueden variar tanto como personas existen.

Sin embargo, Potter va más allá de la categoría “mundo”, pues no sólo es el mundo el que se construye. Siguiendo la misma línea, los “hechos” que constituyen este mundo no están allí antes que las personas, sino que las personas construyen los hechos al hablar de ellos.

Y la atención se centrará en el discurso, pues es a través de éste que se lleva a cabo la construcción de hechos y es parte de las prácticas sociales. En este caso, el discurso jurídico mapuche.

El proceso de construcción de los hechos

Potter divide en dos grupos los procesos de construcción de hechos a partir de los recursos que se emplean para elaborar la factualidad:

a. recursos centrados en la identidad del hablante, y

b. recursos orientados a destacar la independencia entre hablante y descripción (1998:147-148).

Recursos centrados en la identidad del hablante

Estos se refieren a la manera en que se puede desarrollar la identidad de los agentes que producen descripciones para elaborar su credibilidad.

– Conveniencia e interés:

Quien hace la descripción tiene algo que ganar o que perder. Es decir, que para socavar una descripción, se pueden imputar conveniencias o intereses personales hacia quien la realiza.

Sin embargo, nos centramos en la forma en que se elabora la descripción para evitar su socavación o para anular imputaciones de conveniencia. En otras palabras, lo que interesa a esta investigación es la emisión de la descripción.

– Acreditación de categorías:

Ciertas categorías de personas, en determinados contextos, se tratan como expertos. Esto permite pasar por alto la necesidad de preguntar cómo una persona sabe algo, pues la pertenencia a una categoría es suficiente para explicar y justificar el conocimiento específico.

– Posicionamiento, neutralidad y alineamiento:

El que describe un hecho, lo hace como propio o se distancia de él.

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Recursos orientados a destacar la independencia entre hablante y descripción

Son procedimientos que apartan la atención de la naturaleza o identidad del productor (de la descripción). Esta cualidad se denomina “exterioridad”, ya que se desvía la atención de los intereses del productor y de su responsabilidad por la descripción.

– Discurso empirista (1998:195):

La descripción posee un conjunto coherente y distintivo de características retóricas y lingüísticas. Éstas se agrupan en dos temas generales: impersonalidad gramatical y primacía de los datos.

– Consenso y corroboración (1998:204):

Una manera de transformar una descripción en un hecho consiste en obtener la sanción de testigos fiables. Así, el consenso en los informes proporciona una corroboración de la factualidad de una versión.

– Detalle y narración (1998:208):

Consiste en narrar los pormenores de una cosa a un suceso, derivados del examen cuidadoso de una escena y que tienen características que pueden parecer difíciles de inventar a causa de su especificidad. Con esto se muestra que quien describe tiene capacidad de observación y que estuvo presente.

La orientación de las descripciones hacia la acción

Los principales procedimientos que Potter (1998) plantea para que una descripción realice una acción son:a. Categorización y manipulación ontológica.b. Extremismo y minimización.c. Normalización y anormalización.

– Categorización y manipulación ontológica (1998:226):

El contenido específico de algo se constituye mediante la categorización. Es decir, que para describir y al mismo tiempo hacer algo, las personas utilizan categorías.

Por otro lado, la manipulación ontológica se refiere a que cualquier descripción elegirá dar importancia a unos fenómenos determinados e ignorará otros potencialmente relevantes (1998:234).

– Maximización (extremismo) y minimización (1998:238):

Cuando alguien intente justificar, desacreditar o contradecir alguna conclusión, se suele recurrir a la formulación de casos extremos, es decir, utiliza los extremos de las dimensiones descriptivas pertinentes.

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Estas descripciones son útiles para apoyar la causa de que algo “malo” es “realmente malo” o que algo “bueno” es “realmente bueno”.

– Normalización y anormalización (1998:246):

Los relatos de individuos y grupos procuran presentar sus propias acciones y las de otros como normales y naturales, o como injustificadas, sospechosas o problemáticas en algún sentido.

En el sentido de la descripción, lo normal es indicativo, es decir, no basta con describir una acción que es considerada anormal o extraña, sino que, al contrario, esta anormalidad se debe construir durante el discurso.

Sobre el marco conceptual

Está constituido por las representaciones expresadas, en forma oral, por los actores mapuches.

Concepto Definición

Identidad reivindicativa mapuche En este caso, corresponde a la configuración de las exigencias que los mapuches hacen respecto de aquello que consideran que en un momento histórico determinado fue de ellos (particularmente el territorio como espacio identitario). Por otro lado, las demandas configuran aquello que los mapuches consideran que el “escenario desventajoso” en que se encuentran les ha impedido obtener.

Discurso jurídico* Entendido como un conjunto textual unitario, está constituido por las particularidades estructurales, pro-ductivas, de circulación y consumo que caracterizan el espacio de lo que llamamos teóricamente “lo jurídico”; es decir, aquello configurado en base a cierta teoría del derecho y que invoca ciertas leyes para su legitimación. En este sentido, se distingue “lo jurídico”, que acabamos de describir, de “lo judicial”, aquél producto jurídico que circula efectivamente en el sistema (tribunales).

Discurso de líderes y dirigentes mapuches*

* Tanto el discurso jurídico como el discurso oral de los líderes y dirigentes mapuches, pueden ser conside-rados –en determinadas circunstancias de circulación y consumo– como tipos de discurso público. No obstante, parece claro establecer que operan restricciones en la estructura, producción, circulación y consumo de estos discursos. Pensemos en los espacios privativos en que habitualmente circulan las demandas, o la individualidad de las representaciones de líderes y dirigentes.

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ESTRATEGIA METODOLÓGICA

Para determinar las particularidades de la estructura argumentativa del discurso jurídico mapuche, los elementos del marco teórico (el discurso jurídico, las formas jurídicas de Michel Foucault y la construcción de los hechos de Jonathan Potter), se transforman en categorías de análisis a aplicar sobre cada una de las demandas de reivindicación territorial del abogado José Lincoqueo.

Criterios de análisis

Los criterios de análisis de esta investigación los entrega Jonathan Potter (1998), quien se centra especialmente en los procedimientos empleados para elaborar descripciones factuales, ocupando tres conceptos de la etnometodología.

Los tres procedimientos para elaborar descripciones factuales son:

– Indicación:

Su idea fundamental es que el significado de una palabra o expresión depende del contexto en que se usa, es decir, lo que da sentido a una expresión es la combinación de palabras y el contexto (65-66).

En consecuencia, “la compresión del lenguaje no es el producto de unas representa-ciones semánticas compartidas (...) sino que es la consecuencia de compartir unos procedimientos para generar significados dentro de contextos” (66).

– Reflexividad:

Bajo esta noción se señala que las descripciones no son sólo acerca de algo, sino que también hacen algo, es decir, no se limitan a representar alguna faceta del mundo, sino que también intervienen en ese mundo de alguna manera práctica (69).

– Método documental de interpretación:

Se refiere a que cuando las personas comprenden sucesos y acciones, lo hacen en función de expectativas, modelos e ideas previas. Pero estas expectativas, a su vez, son modificadas por la comprensión que se obtiene. El círculo se explica porque una expresión determinada se ve como evidencia de una pauta subyacente y, al mismo tiempo, el hecho de que la expresión forme parte de esta pauta subyacente se emplea para comprenderla (72).

Corpus

El corpus de esta investigación lo componen cuatro demandas de reivindicación territorial mapuche presentadas en los tribunales de justicia de distintas ciudades de Chile (Santiago, Pitrufquén y Temuco), en el período 1998-2000, por el abogado indígena José Lincoqueo Huenumán y que abarcan una amplia gama de instituciones y personas públicas y privadas.

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Criterios de inclusión / exclusión

Los criterios para determinar las demandas que integrarán el corpus son los siguientes:

a. Ser de reivindicación territorial mapuche.

b. Estar patrocinadas por un abogado mapuche.

c. Ser representativas de comunidades indígenas.

d. Que estén dirigidas en contra de un amplio espectro de instituciones tanto públicas como privadas.

Por lo tanto, las demandas que se enmarcan dentro de estos parámetros son las siguien-tes:

– Demanda 1:

Demanda de reivindicación y querella civil contra el Estado de Chile y la empresa Forestal Mininco S. A., presentada por el demandante Daniel Llanquileo Llanquileo, representando a la Comunidad Rucañanco y patrocinada por el abogado José Lincoqueo.

– Demanda 2:

Querella posesoria de restitución y/o restablecimiento con indemnización de perjuicios, en contra del Servicio de Vivienda y Urbanización, IX Región de la Araucanía, de la I. Municipalidad de Temuco, del Obispado de Temuco, de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI), y en contra de los particulares René Fourcade Magolke, Fernando Montesinos, Juan Díaz y Benjamín Jorquera Zapata; presentada por Eusebio Caniuqueo Huentenao, en representación de la Comunidad Juan Currín, iniciada el 13 de marzo del 2000 en la Corte de Apelaciones de Temuco, y patrocinada por el abogado José Lincoqueo.

– Demanda 3:

Querella criminal por usurpación masiva de tierras indígenas, falsificación de instrumentos públicos, celebración de contratos simulados para encubrir usurpaciones y otros, en contra de la Sociedad Forestal Millalemu S. A. y de todos los que resultaren coautores, cómplices o encubridores de los hechos; presentada el 12 de mayo del 2000 en el Juzgado de Letras de Pitrufquén por el abogado José Lincoqueo Huenumán, en representación de la Comunidad Indígena Trapehue-Luciano Manque, y que él mismo patrocina.

– Demanda 4:

Demanda de reivindicación y otros derechos, en contra del Estado de Chile, del Poder Legislativo, del Poder Judicial, de la empresa Forestal Minico S. A. y en contra de los particulares Juan Agustín y Aída Figueroa Yávar, presentada en la Corte de Apelaciones de Santiago el 22 de enero de 1999, por el abogado José Lincoqueo Huenumán en

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representación de la Comunidad Ñirripil, ex Temulemu, y que él mismo patrocina. Esta demanda fue ampliada el 18 de junio de 1999 en el Vigésimo Noveno Juzgado Civil de Santiago, agregándose a los demandados, la I. Corte de Apelaciones de Temuco y la Intendencia de la IX Región.

RESULTADOS

Demanda 1 2 3 4

Categoría y subcategorías

1. Hechos Históricos· Antecedentes 1 8 3 5

· Dialéctica y conflictualidad 8 14 5 9

2. Hechos Jurídicos· Poder y legitimación 10 14 11 34

· Simulación de paz 2 4 3 5

· Idioma jurídico 6 7 8 18

3. Hechos Pragmáticos· Tipos de demanda 13 16 13 17

4. Construcción de Hechos- Identidad del hablante

· Posicionamiento, conveniencia e interés 12 54 16 43

· Acreditación de categorías 19 50 30 92

- Independencia hablante/descripción

· Discurso empirista 9 1 5 8

· Consenso y corroboración 12 12 10 16

· Detalle y narración 1 3 0 2

5. Descripción hacia la Acción· Categorización y manipulación ontológica 3 0 3 3

· Maximización y minimización 9 4 10 12

· Normalización y anormalización 15 10 10 18

ANÁLISIS

Descripción

Con fines descriptivos, y a partir de los resultados expuestos, podemos señalar que:

a. En la categoría hechos históricos se revela una relación conflictual entre el Estado de Chile y el pueblo Mapuche. Las demandas puntualizan que entre España y Arauco existía

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una relación horizontal (como lo expresa el parlamento de Negrete, de los días 3, 4 y 5 de marzo de 1803), por lo cual la intervención del Estado de Chile en los territorios mapuches constituye una guerra no declarada y, por lo tanto, ilegítima y atentatoria contra las leyes internacionales de defensa de los derechos humanos.

b. En la categoría hechos jurídicos destaca la legitimación del discurso a través de los parlamentos y leyes internacionales invocadas.

c. En la categoría hechos pragmático-judiciales, se explica la simulación permanente de la guerra, pues la paz sólo sería alcanzada –según las demandas– a través de la devolución total de las tierras y la indemnización histórica a los mapuches. Esto supone costos millonarísimos que el Estado de Chile no podría asumir.

d. En la categoría construcción de hechos, la subcategoría acreditación de categorías tiene alta presencia, particularmente en lo referido a la descalificación de los tribunales al sur del río Bío-Bío. También destaca la subcategoría consenso y corroboración, pues en las diferentes demandas se mencionan testigos o testimonios que la legitiman.

e. En la categoría construcción de hechos y acción, es muy frecuente la subcategoría normalización y anormalización, pues en las demandas se legitima la “toma de tierras” como actos en “legítima defensa”.

Análisis interpretativo

Con los resultados anteriores, podemos intentar configurar la identidad reivindicativa ma-puche, una suerte de perfil reivindicativo en el contexto de conceptos y prácticas cotidianas como la justicia, el sistema judicial y la reforma procesal en Chile.

Se revela una relación conflictual entre el Estado de Chile y el Pueblo Mapuche. Las demandas pun-tualizan que entre España y Arauco existía una relación horizontal (como lo expresa el parlamento de Negrete, por lo cual la intervención del estado de Chile en los territorios mapuches constituye una guerra no declarada y, por lo tanto, ilegítima y atentatoria contra las leyes internacionales de defensa de los derechos humanos.

Reconstrucción de una relación bélica, a partir de la historia, como parte de la identidad de relación con el otro.

Encontramos una legitimación del discurso a través de los parlamentos y leyes internacionales invocadas.

Legitimación de la identidad reivindicativa, a partir del discurso legal.

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Encontramos que se representa una simulación permanente de la guerra, pues la paz sólo sería al-canzada –según las demandas– a través de la devolución total de las tierras y la indemnización histórica a los mapuches. Esto supone costos millonarísimos que el Estado de Chile no podría asumir.

Utopización de la identidad reivindicativa.

Hay una descalificación de los tribunales al sur del río Bío-Bío.

Descalificación jurídica de la actuación del otro.

En las demandas se legitima la “toma de tierras” como actos en “legítima defensa”.

Legitimación jurídica de las acciones reivindicativas.

CONSIDERACIONES FINALES

En el contexto de la construcción de la identidad reivindicativa, resulta importante advertir, en el ámbito del discurso jurídico, cómo se reconstruye una relación bélica, a partir de la reconstrucción de la historia. Esta identidad también se relaciona con elementos supra nacionales, pues se invoca en la construcción discursiva los parlamentos históricos y las leyes internacionales. Asimismo, la búsqueda de indemnizaciones, propia del discurso jurídico, es parte de esta identidad reivindicativa. Y si bien se apela al sistema judicial chileno, en lo jurídico se restringe la actuación de los instrumentos judiciales del Estado (se margina los tribunales al sur del Bío-Bío). Por su parte, el uso de este discurso jurídico supone la incorporación de un nuevo lenguaje, en el cual las acciones extra-judiciales como la “toma de tierras” adquieren una nueva configuración: son “actos en legítima defensa”, donde la relación es recíproca. Quienes efectúan las “tomas de tierras”, en lo sucesivo dirán que son “actos en legítima defensa”.

Todo lo anterior permite sintetizar la identidad reivindicativa mapuche de la siguiente forma:

Cuando las reivindicaciones son incorporadas por los mapuches al marco jurídico se esta-blece un rol activo en relación al Estado chileno, donde (a) se reconstruye la relación bélica, (b) se invocan elementos supra nacionales, (c) se restringe la actuación de los instrumentos judiciales del estado; y (d) se incorpora un nuevo lenguaje al contexto jurídico, y desde éste a las prácticas cotidianas.

Será un desafío descubrir la manera de avanzar en la relación Pueblo Mapuche - Estado de Chile, a partir de estos antecedentes.

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BIBLIOGRAFÍA

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ANEXOS

1. Extracto de dos de las demandas (presentadas en el Vigésimo Noveno Juzgado Civil de Santiago)

22 de enero de 1999

Materia : Demanda de Reivindicación y otros derechosDemandante : José Lincoqueo Huenumán, Rut 3.996.174-1Demandado : Estado de Chile, Forestal Mininco S. A. y otrosRol 221

“...interpongo demanda de reivindicación de los predios que más adelante se señala, y querella civil por daños cuantiosísimos y otros derechos en juicio ordinario, en contra del estado de Chile, sus tres poderes, el Ejecutivo, representado por su Excelencia el Presidente de la República don Eduardo Frei Ruiz-Tagle, ingeniero...; el poder Legislativo, en la persona de su presidente don Gutemberg Martínez Ocamica, abogado; el senado, en la persona de su Presidente don Andrés Zaldívar Larraín, abogado... y el Poder Judicial en la persona de su Presidente don Roberto Dávila Budge, abogado... en contra de los particulares don Juan Agustín y doña Aída Figueroa Yavar... en contra de la empresa particular Forestal Mininco S. A....” (foja 01).

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“Por tanto, de acuerdo con las disposiciones invocadas y sin perjuicio de las disposiciones invocadas, parlamento de negrete, o Tratado Internacional celebrado entre españa y Arauco que establece o reconoce una vez más la soberanía de las comunidades al sur del río Bío-Bío, Y PONE TÉRMINO AL DERECHO DE CONQUISTA Y EN PERFECTA ARMONÍA CON LAS NORMAS DEL ART. 36 N° 2 de la Constitución Política del año 1833, art. 640 del C. Civil, QUE TAMBIÉN PONEN TÉRMINO A ESE DERECHO DE CONQUISTA O LO REGLAMENTAN DE UN MODO FÉRREO, art. 606 de C. Civil, sobre ocupación, como medio para adquirir el derecho de dominio, que IMPOSIBILITA A LOS QUERELLADOS A TENER DOMINIO O TENENCIA SOBRE LOS FUNDOS SANTA ROSA DE COLPI Y NANCAHUE, CHORRILLOS Y LOS OTROS INDIVIDUALIZADOS EN EL EXORDIO, POR INFRINGIR DISPOSICIONES DE TODAS LAS CONSTITUCIONES DEL ESTADO DE CHILE Y DEL DERECHO INTERNACIONAL” (foja 17).

18 de junio de 1999

Materia : Demanda y querella civil por indemnización de perjuiciosDemandante : Comunidad Rucañanco, Rut 8.090.012-0Demandado : Estado de y otraRol 221 - 99

* La demanda fue notificada por los demandados y luego modificada y ampliada por la parte querellante.

“Interpongo demanda de indemnización de perjuicios y querella civil, en juicio sumario, en contra del estado de Chile, representado por el Consejo de Defensa del Estado, en la persona de su titular, abogada doña Clara Szczaranski... y también en contra de la Forestal Minico S. A....” (foja 01).

“... y en definitiva condenarlos a las siguientes prestaciones:

a) Declarar que el primer Juan Ignacio Llanquileo, fue secuestrado y luego reducido a la esclavitud incorporándose al Ejército de Chile en la forma descrita en el exordio.

b) Que la autoría de ese hecho es de responsabilidad directa del estado de Chile, porque el secuestro fue realizado por una de las ramas de sus Fuerzas Armadas.

c) Que como consecuencia de los hechos señalados, fueron usurpados los predios La Posada y Puente Alegre en el verano de 1879, y que esa calidad se mantiene hasta el día de hoy y que usufructa de esos predios la empresa particular denominada Forestal Mininco S. A. en forma exclusiva y excluyente.” (foja 11).

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2. Algunas leyes invocadas

1823:“Parlamento con los araucanos. Se autoriza al Ejecutivo para celebrarlo.

1ª Autorízase al Gobierno para la celebración de un parlamento general con los araucanos.

2ª Apruébase el presupuesto de los veinte mil pesos pedidos por el Ejecutivo para la celebración del parlamento i redención de las familias que existan prisioneras entre los indios, incluyendo en aquellos la cantidad con que concurriere el Gobierno de Buenos Aires según la invitación hecha”.

Santiago 2 de julio de 1852:“Arauco. Se crea la provincia de este nombre

Art. 1°: Establécese una nueva provincia con el nombre de Provincia de Arauco, que com-prenderá en su demarcación los territorios indígenas situados al sur del río Bío-Bío i al norte de la provincia de valdivia...”

Parlamento de Negrete. 3, 4 y 5 de marzo de 1803.

“Parlamento General, celebrado en el campo de negrete con los Indios de Chile en los días 3, 4 y 4 de marzo de 1803, presidido por el señor don Pedro Quijada, Brigadier de los Reales Ejércitos y Comandante del batallón de Infantería de esa frontera, a nombre del Exmo. Señor Gobernador y Capitán general del reino de Chile”.

“para celebrar el parlamento General con los cuatro Butalmapus que comprende la tierra desde el río Bío Bío al sur, hasta los países más meridionales del continente, y desde el mar a la cordillera... y afirmar todos los artículos que hacen la felicidad recíproca de ambas naciones...”.

“Artículos publicados en el parlamento general de los Indios de Chile congregados en el campo de negrete en los días tres, cuatro y cinco de marzo de mil ochocientos tres.

2ª. Que habiendo tratado en el Parlamento de Lonquilmo sobre los medios de entablar las ferias que proporcionasen la venta de los efectos que sacasen de comercio los cuatro Butal-mapus, y que no tuvo efecto por el perjuicio y demoras que acaso les resultaba por esperar a los tiempos y períodos que expresaba aquella determinación, se trató de nuevo el mismo caso dirigido a su bien únicamente en el último Parlamento de negrete estableciéndose a un libre comercio que podrían hacer los naturales en todas las plazas, villas y ciudades del Reino transitando libremente por todos nuestros caminos y tierras, con las especies que conduzcan, y del mismo modo los españoles por las suyas, franqueándose los caminos recíprocamente libres y con la más escrupulosa seguridad cuya resolución quedó afirmada, y en consecuencia se hizo presente a S. M. Para su soberana aprobación...”.

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DISCURSOJURÍDICO

Hechos Históricos Hechos Jurídicos Hechos Pragmáticos

– Antecedentes– Dialéctica y conflictualidad

– Poder y legitimación legal– Simulación de paz– Idioma jurídico

– Tipos de demanda

CONSTRUCCIÓN DE HECHOSElaboración de la factualidad

Indentidad del hablante Independencia hablante/descripción

– Posicionamiento, conveniencia e interés

– Acreditación de categorías

– Discurso empirista– Consenso y corroboración– Detalle y narración

Descripción hacia la acción

– Categorización y manipulación ontológica– Maximización y minimización– Normalización y anormalización

3. Esquema de análisis utilizado

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Revista de Estudios Criminológicos y PenitenciariosN° 2 - Mayo 2001 - Santiago de Chile

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INTRODUCCIÓN

Relacionada con la problemática del incremento de consumo de estupefacientes en Chile, el porcentaje de mujeres que ingresan a recintos penitenciarios por tráfico de drogas se acrecienta año a año, superando en proporción al resto de la población penitenciaria femenina (62% de la población recluida en 1997). Por otra parte, presenta características psicosociales diferentes respecto al resto de la población femenina recluida (Gibbs, C., “Características psicosociales asociadas a tráfico y consumo de estupefacientes en mujeres recluidas”), razón que justifica la necesidad de investigarlo a fin de apoyar proyectos de intervención que abarquen esta temática para una adecuada reinserción social al término de su condena.

Características que diferenciana mujeres recluidas por tráfico

de estupefacientes del resto de la población penitenciaria femenina

Claudia Carolina Gibbs AliagaLicenciada en Sociología, Universidad de Chile

Postítulo en Terapia de Sistemas Familiares

ResumenEl estudio que se presenta a continuación tiene como propósito conocer las características que diferencian a las mujeres que trafican de las que cometen delitos comunes. Para ello, se realiza una investigación cuyo diseño es cualitativo comparativo con carácter descriptivo, basado en entrevistas en profundidad compuestas por grupos objetivos y contrastantes1.

Se concluye que las expectativas de las recluidas por tráfico de estupefacientes jefas de hogar, que cometían delito para proveer el hogar, y no consumían drogas, se encuentran más vinculadas, que las demás recluidas, al entorno del sistema social legitimado.

1 Grupo con el que será comparado el grupo objetivo.

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La presente investigación tiene como finalidad distinguir las diferencias del discurso asociadas al delito tráfico de estupefacientes. Para llevar a cabo tal fin, se requiere confeccionar una pauta cuyo contenido está compuesto de indicadores cualitativos que informen acerca de la configuración mental que opera en el sistema de conciencia del grupo objetivo, y que lo diferencian del resto de la población2.

La relevancia práctica de este estudio es apoyar a proyectos de inserción social, y supone la necesidad de vincularse al grupo objetivo operando con un mismo discurso, con el propósito de que la comunicación sea posible y dé lugar al cambio.

Se debe mencionar que en el grupo de recluidas por tráfico de estupefacientes se observaron dos subgrupos cuyos discursos discrepan entre sí. Por ende, a continuación se realiza el análisis con este grupo segmentado del siguiente modo:

– Mujeres que trafican para proveer su núcleo familiar.

– Mujeres que trafican para mantener el consumo de estupefacientes.

Por otra parte, en el grupo de recluidas por delitos comunes, todas las entrevistadas se en-contraban encarceladas por robo con intimidación y todas habían consumido estupefacientes de manera constante, por tanto, este grupo quedó denominado del siguiente modo:

– Mujeres recluidas por robo con intimidación.

La presentación de resultados se encuentra ordenada de acuerdo a los ejes centrales del discurso de cada grupo. Primero se presenta el análisis de los ejes discursivos de cada uno, y posteriormente la comparación entre grupos centrando el análisis en aquellos aspectos diferenciadores.

MARCO TEÓRICO

A fin de confirmar que la población femenina recluida por tráfico de estupefacientes mani-fiesta características que la diferencian de las demás recluidas, a continuación se presentan algunos resultados demostrativos de un estudio cuantitativo realizado a esta población. Posteriormente, a modo de síntesis, se expresa la justificación del uso de la teoría de sistemas sociales como aplicación en metodología de investigación.

1. Estudio “Características psicosociales asociadas a consumo y tráfico de estupefacientes en mujeres recluidas”

Las mujeres recluidas por tráfico de estupefacientes presentan características diferentes respecto del resto de la población recluida femenina. El estudio mencionado, realizado en

2 La teoría de sistemas cibernéticos, particularmente la teoría desarrollada por Niklas Luhmann, plantea que el sistema de conciencia (sistema psíquico) se relaciona con el sistema de comunicación (sistema social),

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el primer semestre del año 2000, proporciona los siguientes antecedentes respecto a los delitos más recurrentes:

a. Se vislumbra que el delito robo con intimidación se encuentra más asociado a conseguir drogas para consumir y el delito tráfico de estupefacientes a conseguir dinero para proveer el hogar.

– Un 75% de recluidas por robo con intimidación cometen el delito para consumir drogas, mientras que sólo un 18% de las recluidas por tráfico lo hacía por este motivo.

– Un 83% de recluidas por tráfico cometen delito para proveer su hogar, mientras que sólo un 25% de recluidas por robo lo hace con tal objetivo.

b. Al comparar las características sociodemográficas según tipo de delito, las diferencias se producen en el tramo etáreo. Un porcentaje muy bajo de recluidas por robo con intimidación sobrepasan los 31 años (23%), mientras que el mayor porcentaje de las recluidas por tráfico tienen 32 o más años (78%).

c. En proporción, las mujeres recluidas por robo tienen menos hijos que las recluidas por tráfico: un 60% de las primeras uno a dos hijos, y sólo un 27% de las segundas presenta dicha cantidad.

d. Las mujeres recluidas por tráfico mantienen dinero por todo el mes, mientras que las recluidas por robo manifiestan que les duraba un rato.

– A un 83% de recluidas por tráfico les dura el dinero todo el mes, mientras que sólo un 27% de las recluidas por robo lo lograba.

– Sólo a un 15% de recluidas por tráfico les dura por un rato o el día, mientras que 70% de las recluidas por robo manifiesta este comportamiento.

e. Una proporción relevante de las mujeres recluidas por tráfico nunca ha consumido drogas, mientras que una proporción importante de las por robo consumía todos los días. Esta discrepancia se acrecienta al comparar a la población según el motivo por el cual cometió el delito (para proveer el hogar o para mantener el consumo de estupefacientes).

– Un 63% de recluidas por tráfico nunca ha consumido drogas, y un 13% de las por robo presenta este comportamiento.

– Un 50% de recluidas por robo consumía todos los días, y un 20% de las por tráfico lo hacía.

por medio del sentido, por tanto, se utiliza este concepto para enmarcar las observaciones a realizar por el investigador. La manera que opera el sentido vinculando sistema psíquico y social se encuentra explicada en el libro de Niklas Luhmann “Teoría de sistemas sociales”.

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f. En relación a las mujeres recluidas por robo, es mayor la proporción de recluidas por tráfico que debe sustentar económicamente su hogar. No obstante, estas discrepancias se incrementan significativamente al segmentar a la población según motivo de delito.

– Un 73% de mujeres recluidas por tráfico debía sustentar económicamente su hogar, y un 43% de las por robo lo hacía.

– Un 86% de las recluidas que cometen delito para proveer su hogar debían sustentar económicamente su hogar, mientras que sólo un 29% de las que lo cometen para mantener el consumo debían hacerlo.

g. En comparación a las recluidas por tráfico, es significativamente mayor el porcentaje de recluidas por robo a las que sus padres u otros no familiares directos sustentan económicamente a sus hijos. Estas diferencias se acrecientan al segmentar la población según motivo de delito.

– A un 43% de mujeres recluidas por robo sus padres u otros no familiares directos sostenían económicamente a sus hijos, y un 15% de las por tráfico presentaba este comportamiento.

– A un 57% de las recluidas que cometen delito para mantener el consumo de drogas sus padres u otros no familiares directos sostenían a sus hijos, mientras que sólo un 5% de las que cometían delito para proveer su hogar delegaban esta responsabilidad.

Los resultados de la investigación manifiestan diferencias significativas en el comportamiento, actitud y expectativas entre las recluidas por tráfico de estupefacientes y las por robo con intimidación. No obstante, es importante distinguir que las mayores discrepancias se pro-ducen al segmentar la población según el motivo que las llevó a cometer el delito, y en este sentido, delinquir para mantener el consumo de estupefacientes es una variable que incide significativamente sobre las demás.

2. Teoría de sistemas sociales

La necesidad de investigar previamente a tratamientos de rehabilitación, surge de la vi-sualización del problema a partir de los supuestos de la teoría de sistemas cibernéticos. Bajo este contexto, se postula que los cambios en los sujetos pertenecientes al grupo objetivo tendrán lugar sólo si el modelo de intervención contiene la posibilidad de contradecir de manera lógica la configuración de límites que da sentido a su actitud ante el delito.

“Sólo tomados en conjunto los conceptos de sentido, de sistema/entorno y de auto-rreferencia, aclaran el campo de aplicación de la metodología especial del comprender.” (Luhmann, N. 1991, p. 93). Para la teoría luhmanniana la noción de sentido es central en la comprensión de la configuración de sistemas y la relación entre ellos. Cuando los sistemas realizan operaciones de diferenciación con respecto a su entorno, establecen límites de sentido configurándose ellos mismos y su forma de realizar la autopoiésis. Estos límites de sentido a su vez los utilizan para relacionarse con otros sistemas; de esta manera sistema

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psíquico (conciencia) y sistema social (comunicación) se relacionan, siendo cada uno el entorno del otro.

El cambio se posibilita inyectando una contradicción al sentido internalizado. A continuación se explica cómo se producen los procesos de cambio en la dimensión del sentido:

2.1. El sentido opera a partir de tres dimensiones

La primera forma de descomposición de la dimensión del sentido es a través de las dimen-siones objetiva, temporal y social. Éstas actúan en forma interdependiente, reespecificando con cada una de sus diferencias dimensionales la autorreferencialidad del sentido. “El mundo objetivo obliga a pensar al tiempo asimétricamente, y éste obliga a pensar asimétricamente, como gradiente de complejidad, a la relación entre mundo externo y mundo interno. Sólo de esta manera se puede extraer del mundo complejidad estructurada plena de sentido, en la que las operaciones de los sistemas de sentido pueden encontrar su lugar” (Luhmann, N. 1991, p. 95).

a. Dimensión objetiva:

Son todos los objetos que poseen una “intención plena de sentido en los sistemas psíquicos o temas de comunicación plena de sentido en los sistemas sociales. Los objetos y temas pueden ser personas o grupos de personas” (Luhmann, N. 1991, p. 95).

Debido a que la teoría de sistemas es una teoría cuyo principal propósito de análisis es la diferencia entre sistema y entorno, fija el sentido del objeto a través de las dobles descripciones que se perfilan hacia adentro y hacia afuera (horizonte interno correspon-diente hacia el horizonte externo)3. Se va configurando el sentido dando posibilidad a traspasar los límites, ya que la dimensión objetiva es una dimensión universal, que opera oponiéndose al sentido opuesto; esto posibilita la reaccesibilidad de este último si las operaciones de enlace logran negar el sentido adquirido, posibilitando el acceso al sentido opuesto.

b. Dimensión del tiempo:

Es la diferencia entre antes y después, experimentable directamente en todos los acon-tecimientos y que se refiere a horizontes especiales, es decir, que se prolongan hacia el pasado y hacia el futuro.

c. Dimensión social:

Concierne la concepción moralística del mundo, señala las formas en que las personas son dignas de estima o desestima, condicionando limitaciones previsibles recípro-camente a alter y a ego. Con lo cual, implica aquello que es idéntico tanto para alter

3 Este aspecto será relevante para captar la dimensión objetiva del sentido en la fase aplicación metodológica, a través de la relación entre horizonte interno y externo.

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como para ego, configurando la experiencia del mundo y fijación de sentido bajo esta suposición.

De esta manera, los procesos de diferenciación de cada una de las dimensiones específicas, reespecifican dimensionalmente la autorreferencialidad del sentido. Estas autorreferencias se producen y articulan dentro de cada dimensión específica sin que sus horizontes intervengan entre sí. Los demás modos de descomposición de la dimensión del sentido tienen que ver con la recombinación de las mismas.

2.2. El cambio de la dirección del sentido se posibilita por mediode una contradicción

De acuerdo a la teoría de sistemas autorreferenciales, la contradicción es la que posibilita el cambio cuando la información, utilizando la lógica, se opone al sentido que el sistema niega4, y esto acontece sólo cuando se logra la comunicación entre sistemas5.

La comunicación entre dos o más sistemas psíquicos se logra por medio de la síntesis de tres selecciones distintas que se procesan autorreferencialmente: la selección de la información, la selección de la expresión de ésta y la comprensión o incomprensión selectiva de esta expresión y su información. Para que la comprensión de la información sea internalizada por los sistemas psíquicos, posibilitando la apertura al cambio, es necesario que logre operar selectivamente lo comunicado en el sistema social, esto es, que sea capaz de seleccionar distinguiendo y diferenciando los límites comunicados.

El cambio es posibilitado inyectando la contradicción al sentido opuesto de la dimensión objetiva. Debido a que la dimensión objetiva opera oponiéndose al sentido opuesto, posibilita la reaccesibilidad de este último si las operaciones de enlace logran negar el sentido ad-quirido, posibilitando el acceso al sentido opuesto. De esta manera, “...la dimensión objetiva posibilita operaciones de enlace que tienen que decidir si permanecen en lo mismo o pasan a algo distinto. (...) se trata siempre y necesariamente de dos horizontes que intervienen en la constitución objetiva del sentido; que para fijar el sentido del objeto, serían necesarias las dobles descripciones que se perfilan hacia afuera y hacia adentro, por eso debemos reiterar que el objeto primero de la teoría de sistemas no es un objeto, sino la diferencia entre sistema y entorno6 (Luhmann, N. 1991, p. 95).

Cuando un proyecto de tratamiento y rehabilitación no contempla esta premisa y se define con patrones propios de comunicación, sin distinguir los límites que configura el grupo objetivo como sistema social, la posibilidad de su eficacia respecto al cambio es baja, la

4 La contradicción es una contraafirmación que es contradecida, con lo cual, la oposición pasa a ser una contradicción, sólo si al sentido rechazado se le agrega la comunicación inconciliable con él.

5 Ver Teoría de las Contradicciones, en Luhmann, “Teoría de los sistemas sociales”. 6 Se debe recordar que el entorno del sistema psíquico es el sistema social y que en el entorno de este último

se encuentran los sistemas psíquicos y otros sistemas sociales, tanto los que están relacionados con él como del que forma parte.

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comunicación no resultaría por la autorreferencialidad de los sistemas, ya que operacionalizan la información en forma cerrada y no logran internalizarla.

Por tanto, suponiendo que sistemas psíquicos y sociales son autorreferentes, y que el cambio es posible por medio de la contradicción del sentido negado, es de vital importancia realizar intervenciones sobre el grupo objetivo empleando su propio discurso, esto es, que el habla en los proyectos de tratamiento y rehabilitación contenga los mismos límites de sentido por medio del cual operacionaliza el grupo objetivo para comunicarse como sistema, ya que sólo de esta manera se posibilitaría la reflexión y el cambio.

MARCO METODOLÓGICO

1. Muestra

El grupo objetivo se encuentra compuesto por dos subgrupos excluyentes, mujeres encar-celadas por tráfico de drogas y mujeres recluidas por delitos comunes, que son vislumbrados como pertenecientes a entornos posibles de diferenciar, con lo cual no corresponde emplear discursos análogos en la elaboración de proyectos de intervención y evaluación.

De acuerdo a los resultados del piloto, es necesario aplicar las entrevistas en dos fases a las mujeres recluidas por tráfico de estupefacientes. Por tanto, en la primera fase de entrevistas se realizan 18 entrevistas distribuidas entre los distintos segmentos, y en la segunda fase se entrevista por segunda vez a tres reclusas.

La selección de las cuotas a entrevistar se realizó en función del problema a investigar y el nivel de diferenciación del segmento. De esta manera se privilegia a las recluidas por tráfico de estupefacientes, ya que este segmento presenta dos grupos discrepantes: mujeres que trafican para proveer su hogar y mujeres que trafican para mantener el consumo de estupefacientes.

De esta manera, se aplica un total de 23 entrevistas en profundidad, distribuidas del siguiente modo:

a. Primera fase:

Mujeres Pertenecientes al Grupo Objetivo y al Grupo Contrastante

b. Segunda fase:

Se aplica una segunda entrevista a tres mujeres recluidas por tráfico de estupefacientes.

RecluidasTráfico de estupefacientes 10Robo con intimidación 8Total 18

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2. Recolección de datos

Para la recolección de datos primarios, se realizan entrevistas en profundidad en base a pautas dirigidas a cada segmento, las cuales fueron modificadas de acuerdo al diálogo producido en el contexto de entrevista.

La entrevista se realiza confirmando el discurso del entrevistado, y con el objetivo de que el modo de interacción en la entrevista provea un contexto cerca de lo que es una conversación habitual, el entrevistador tiene libertad de utilizar su habla proponiendo o contestando; de esta manera disminuye el error que provoca el contexto de la entrevista. Esto bajo el supuesto que se habla lo que es posible hablar.

3. Análisis de las entrevistas

Análisis textual y del discurso que reconstruya el sentido.

ANÁLISIS DE ENTREVISTAS

Se postula que los cambios en los sujetos pertenecientes al grupo objetivo tendrán lugar sólo si el modelo de intervención contiene la posibilidad de contradecir de manera lógica la configuración de límites que da sentido a su actitud ante el delito. Por tanto, en función de este supuesto se realiza el análisis de las entrevistas buscando los ejes discursivos y sus elementos asociados que permitan dilucidar los principales límites que están posibilitando los delitos de tráfico de estupefacientes y robo con intimidación.

El discurso puede contener uno o más ejes principales. El (los) eje (s) discursivo (s) es (son) el (los) elemento (s) en torno al cual (les) se dirigen los elementos que van configurando el sentido del discurso. A continuación, en torno a los ejes discursivos y sus elementos asociados, se realiza el análisis de cada grupo para posteriormente compararlos.

1. Determinación de ejes discursivos intra grupos

1.1. Mujeres que trafican para proveer su hogar

El eje discursivo se encuentra principalmente asociado a la función de satisfacer expectativas a su núcleo familiar, especialmente sus hijos. Las expectativas que poseen son altas en relación a los otros grupos en estudio; éstas sobrepasan a las de su estrato socioeconómico7, lo que implica que los estudios, responsabilidad hacia los hijos, consumo de bienes materiales y ahorro son los elementos asociados a las altas expectativas futuras.

7 De acuerdo a la teoría del aprendizaje, los estratos socioeconómicos bajos se conforman a lo que acceden, se encuentran desesperanzados respecto a la idea de obtener más (teoría de la desesperanza aprendida). En este sentido las mujeres recluidas por tráfico rompen con dicha pauta de interacción.

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Mayormente, por su condición social, estas expectativas no pueden ser satisfechas por la vía lícita, y el tráfico pasa a ser el medio que permite satisfacerlas.

Al satisfacer sus expectativas por medio del tráfico de estupefacientes, logran traspasar, a pesar que lo saben, la vinculación legitimada socialmente del tráfico con los efectos negativos que ejerce sobre terceros. Las expectativas del núcleo familiar forman parte principal de su entorno, y la existencia en el discurso legítimo de terceros perjudicados por el tráfico se difumina como posibilidad. De esta manera, se atenúa la sanción a vender drogas.

No consumen droga de manera problemática, tienen una fuerte vinculación negativa hacia las drogas, principalmente la pasta base.

A continuación se presenta un cuadro resumen de principales ejes discursivos y sus elementos asociados diferenciándolos según sean legítimos o ilegítimos8. Posteriormente, con el objetivo de fundamentar el cuadro, a modo de ejemplo se exponen algunos fragmentos de discursos representativos de los elementos asociados.

Mujeres que Trafican para Proveer el Hogar

Eje Discursivo Elementos Asociados Legítimos Elementos Asociados Ilegítimos

– Satisfacción de expectativas de sunúcleo familiar.

– Necesidades insatisfechas por la vía legítima.

– La percepción de expectativas de terceros no asociados a núcleo familiar conocida, y obviada.

– Tráfico como medio de trabajo.

a. Familia:

Perciben responsabilidad de satisfacer las expectativas y funcionamiento de los miembros de su núcleo familiar. Éstos forman parte de los elementos que configuran la estructura de su sistema psicológico, y por ende de su entorno familiar.

8 Legitimidad corresponde a compartido socialmente, que no es sancionado y tiene un apoyo legal.

– Responsabil idad hacia núcleo familiar/hijos.

– Prima la percepción de expectativas de núcleo, principalmente de hijos.

– Negación de consumo de estupefa-cientes, o consumo de estupefacientes moderado, nunca frente a hijos.

– Intensa negación de consumo de estupefacientes en hijos.

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Como contrapartida, el entorno del sistema familiar le demanda el cumplimiento de tales expectativas. Bajo este contexto se encuentra posibilitada la satisfacción de ex-pectativas tales como tener casa propia, comprar ropa cara, ingreso de hijos a estudios superiores.

Bajo este modo de interacción con su núcleo familiar persiste una alta valoración hacia satisfacer necesidades de hijos u otros miembros. Las necesidades incluyen el supuesto de consumo suntuario, por tanto, sus expectativas futuras se circunscriben en este marco.

Este grupo comparte el entorno del sistema de consumo legitimado socialmente, no obstante, los medios para conseguirlo son sancionados (tráfico de estupefacientes).

b. Trabajo:

En su entorno social el trabajo ilegítimo (trafico de drogas) es el que satisface sus ex-pectativas, se desvincula de la comunicación legítima, al disipar la posibilidad de hacer daño a terceros.

Internalización de deberes a cumplir asociada a la autopercepción de ser necesaria para los miembros de la familia.

Este cumplimiento de deberes se encuentra asociado a la satisfacción de expectativas de los otros de su núcleo familiar.

Percepción de deberes a cumplir para con su familia, la cual es valorada como positiva y define el marco histórico (dimensión temporal) a seguir.

Gloria: “(antes de traficar) trabajaba en las tardes (...) porque tenía que ver a los chiquillos”.

Aurora: “... porque uno es el cerebro de la casa, es uno la cabeza, uno tiene que ver que no le falte a uno y que no le falte a otro”.

Gloria: “(antes de traficar) Tenía que ver a los chiquillos, el almuerzo, todo, trabajaba en las tardes”.

Ser el cerebro de la casa es hacerse cargo de los hijos y/o familiares que lo necesitan. La preocupación de que funcione el hogar es la expectativa que forma parte del espacio temporal que determina la configuración histórica de su vida, y es la valorada como positiva.

c. Consumo de drogas:

Poseen un alto nivel de conocimiento acerca de las diferentes drogas y de los efectos de éstas.

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Tienen un fuerte rechazo al consumo de drogas de sus familiares, por sobre todo hijos, y miedo a que lo hagan, a tal punto que si sospechan reaccionan con mucha angustia o agresividad.

Gloria: “...de repente me ponía pesada, andaba como vigilándolos, les trajinaba los cajones, (...), andaba buscando en los bolsillos, andaba oliendo las cosas y todos. Una vez yo, mi mamá tiene una parcela, una casita quinta, mi hermano estaba que-mando pasto en la casa del lado, (...) y yo sentí el olor a pasto, pero yo deducí que era marihuana, y le golpié el dormitorio a mi hijo, estaba soltero y no me abrieron y de una patada les abrí y les saqué las chapas y entré a furia, y ellos con cara de, mamá tranquilízate mira si no, salimos al patio, mi hermano estaba quemando el pasto, pero yo me pasé y me dio un susto, pánico”.

d. Tráfico:

La justificación del traficar o vender drogas se encuentra asociada a la necesidad de mantener a la familia y satisfacer sus necesidades (principalmente hijas, que muchas veces contienen altas expectativas para el estrato socioeconómico, estudios superiores y universitarios, otras, compra de ropa y artefactos electrónicos) y ganar más dinero que en trabajos accesibles. La ventaja es que esto significa que pueden ganar la suficiente plata para comprarse lo que necesitan, y les queda tiempo para cuidar a los hijos durante el día, considerándose dueñas de casa además de trabajadoras.

La satisfacción de necesidades de consumo insatisfechas (estas necesidades incluyen consumo suntuario). Por tanto el ahorro y la inversión (vivienda para traficantes de más alto rango y educación para todas) son expectativas relacionadas.

Isabel: “Tenía pa lo que yo quería, para darme gustos así de yo no tener que coci-nar, no hacer nada (...)...para lo que yo quería darle a mi hija. (...) ya estoy choreá de trabajar y ganar tan poco, yo sabe quiero mi casa, porque quiero que mis hijas crezcan en su casa”.

“Tenía como un año, lo cual junté para comprarme una casa, me compré de todo”.

Gloria: “Me metí en el tema del tráfico para poder salir adelante porque no podía. (...)... no me di cuenta total me iban a pagar $10.000 cada vez que yo fuera (...) que me venían de perilla...”

“(antes de trabajar en el tráfico)...hacía un sueldo (...) que no es para tener a 3 hijos estudiando (2° - 4° Medio, y Universidad: Ingeniería Comercial)”.

Guadalupe: “La gente lo hace por necesidad (...) se trabaja por necesidad, si no hay trabajo afuera (...) a veces trabajaba una sola persona, y si la persona no da abasto para tanta gente que vive en la casa”.

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Bernarda: “....bueno por la necesidá, por darles a mis hijas lo que yo nunca tuve. (...) para mis hijas, para mi mami. (...)...cuando yo entré a vender, lo único que pensaba era bueno, quiero comprarle esto a mi hija, y me decía mi hija: mami quiero esto, y yo iba y se lo compraba”.

“(Otra actividad que tenía)... dueña de casa no má po”.

El acceso al tráfico se comienza a configurar una vez que la información internalizada de rechazo al mismo como medio de trabajo se contradice con la satisfacción de expectativas insatisfechas. Es la única vía visualizada que permite acceder a satisfacer las necesidades. Esto es consolidado cuando la expectativa se convierte en acción, es entonces cuando el tráfico se consolida como identidad positiva.

Bernarda: “No, bueno yo antes que vendiera, decía pucha decía, yo cómo pueden vender eso si, pero ya después, cuando yo entré a vender, lo único que pensaba era bueno, quiero comprarle esto a mi hija, y me decía mi hija: mami quiero esto y yo iba y se lo compraba”.

1.2. Mujeres que trafican para mantener el consumo

Viven en función de satisfacer expectativas en el presente y para sí mismas (eje discur-sivo), muy baja o ninguna vinculación con expectativas futuras, por tanto, los estudios, la responsabilidad hacia los hijos y el ahorro no son elementos que se vinculen.

El consumo diario y constante, el tener dinero fácil y rápido por medio del tráfico o robo, el gastar ahora sin pensar en mañana son los elementos vinculados al eje discursivo.

A continuación se presenta un cuadro resumen de los principales ejes discursivos y sus elementos asociados, diferenciándolos según sean legítimos o ilegítimos. Posteriormente, con el objetivo de fundamentar el cuadro, a modo de ejemplo se exponen algunos fragmentos de discursos representativos de los elementos asociados (ver cuadro al frente).

a. Familia:

Perciben que pueden cuidar a los hijos y consumir drogas, o no perciben que descuidan a los hijos consumiendo drogas.

Aurora: “...seguí fumando, igual mis hijos me decían, mamá pucha cuándo vai a dejar de fumar eso, entonces yo fumaba delante de ellos...”

La responsabilidad de proveer a hijos se relaciona con otro.

Magaly: “(refiriéndose al tiempo que consumía) menos mal, gracias a Dios que mis hijos nunca estuvieron conmigo cuando estuve metida en eso”.

“(refiriéndose a hablar con los hijos acerca de la droga) No, no mucho porque, pa ser bien las cosas, era bien poco que yo los veía, era más el fin de semana cuando tenía que llevales las verduras”.

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María: “...pa mi hija sí porque yo a mi hija nunca la dejé de lao, nunca me des-preocupé de ella, nunca vendí nada de la casa tampoco (...) y cuando mi hija yo la iba a ver, me preocupaba estando volaa como esté, yo me preocupaba de darle comida, de tenerla limpiecita, de tenerle su papa, too y de ahí yo la dejaba con mi mamá y salía un rato”.

“(refiriéndose a su pareja)... porque él trabajaba para puro tomar (...) no de repente no teníamos ni para comer, él se daba la gran vida, pero yo era la que pasaba hambre (...) (cuando nació su hija)...empecé a tener ambiente con mis amigas (...) empezamos a volarlos (...) yo me refugiaba en eso cuando él me pegaba a mí, después como no tenía plata, de alguna manera yo vendía cosas para poder tener para comer y para el vicio, pero más siempre me preocupé de mi hija, de que ella tuviera todo lo que necesitaba”.

Aurora: “(antes de probar droga)...trabajaba, separada, vivía con una pareja, y no estaba yo con mis hijos, mis hijos vivían con la abuelita, pero igual yo los ayudaba...”

b. Tráfico y consumo:

Antes de traficar se consume, la necesidad y el entorno del consumo posibilitan la entrada a vender drogas.

Mujeres que Trafican para Mantener el Consumo

Eje Discursivo Elementos Asociados Legítimos Elementos Asociados Ilegítimos

– Satisfacción actual de expectativas a sí mismo.

– Baja tolerancia a la frustración asociada a necesidad de vivir el ahora (presente).

– Vinculación negativa frente a estudios.

– Responsabilidad de hijos a terceros.– Consumo problemático como modo

de vida.– Tráfico como medio de vida.– No percibe o no toma en cuenta las

expectativas de hijos.– Necesidad de conseguir dinero

rápido y fácil.– Compra destinada a artículos que

proporcionan gratificación actual: alcohol, droga y ropa.

– Vivencia en función del aquí/ahora. No percibe o no toma en cuenta lo que ocurrirá mañana.

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Magaly: “...yo de repente veía a las demás que contaban los montones de billetes, monedas y todo eso, me decía pucha ¿por qué yo no puedo vender?, y justo llega esa amiga...”

Aurora: “(por el consumo de pasta, al consumir toda la semana)...ninguno de los dos quería trabajar, empezamos a vender las cosas y ahí quedamos sin nada (...) yo me puse a trabajar en, porque yo dije yo no puedo estar sin, sin tener plata, me puse a trabajar donde una señora que vendía drogas. Entonces yo estaba feliz ahí, yo tenía comida, tenía techo, tenía todo...(...). Me retiré a otra casa (...) también la señora vendía. (...) Y le pasaban para que consumiera. Me pasaban para que consumiera. Porque sabían que a mí me gustaba eso”.

María: “... de repente uno es consumidora, y de repente te pillan así, y no entiende, no entienden, los que te agarran a ti no entienden que uno es consumidora, es más consumo y la venta es para poder tener nuevamente para comprar” (no sanciona la venta de papelinas, la justifica, se identifica, no hay percepción del daño a un tercero).

“...y mis amigas pucha empezaron mira aquí tenemos algo pa que los volemos, tomemos copete, compremos algo pa que tomemos po, y así po, y después yo tenía platita y le decía ya anda a comprarme y el último salí conociendo a la persona que vendía, personas que también consumían vendían, entonces así uno empieza, empieza a consumir y después empieza a conocer cómo se puede vender eh, a veces yo podía tener dos papelillos, me fumaba uno y el otro lo vendía...”

1.3. Mujeres recluidas por robo con intimidación

Debido a que este segmento poblacional formaba parte del grupo control y no objetivo, no es posible generalizar a su universo las características encontradas en el estudio, sobre todo aquellas que demuestran que son una población que vive en función de satisfacer expectativas en el presente. Primeramente es necesario investigar si existen mujeres recluidas por robo con intimidación y que cometan delito para proveer su hogar.

El perfil de estas consumidoras es que poseen vivencias principales de gozo en el presente, baja proyección futura respecto a metas a conseguir, baja tolerancia a la frustración, ho-gares cuyos referentes no poseen límites claros o son muy rígidos o difusos, y no perciben responsabilidad directa por hijos, delegando éstas a terceros.

Las entrevistadas coinciden en su totalidad con las mujeres que trafican para consumir en que viven en función de satisfacer expectativas para sí mismas en el presente. Por tanto, los elementos que se vinculan son los mismos, con la diferencia que éstas presentan un discurso elaborado respecto al robo como forma de trabajo, y esto se vincula a resentimiento hacia otras clases sociales que justifica el uso de la violencia.

A continuación se presenta un cuadro resumen de los principales ejes discursivos y sus elementos asociados diferenciándolos según sean legítimos o ilegítimos. Posteriormente, con

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el objetivo de fundamentar el cuadro, a modo de ejemplo se exponen algunos fragmentos de discursos representativos de los elementos asociados.

a. Familia:

Límites familiares muy rígidos o difusos. Tal vez hay límites poco claros o contra-dictorios.

Jessica M: “Mi mamá era estricta, hacía que nos acostáramos temprano. (...) (re-firiéndose a la razón de que la internaran)...ya nos estábamos portando muy mal, yo hacía la cimarra, (...) entonces mi papá trabajaba, y no tenía quién nos cuidara. (...) Después me echaron de la escuela, después no me recibían en ningún colegio. (...) Después me puse a trabajar cuidando una guagüita, después me retiré de ese trabajo, (...) después conocí amigos y me metí en la droga”.

Jessica C: “Me fui de la casa, porque como que me querían oprimir demasiado (...) como que no dejaban ser...(...) Si mi mamá siempre fue así, (...) los padres cometen errores... (...)...me pegaba po, pero entonces con pegarme ¿qué sacaba?, yo le decía pégueme, pégueme, estoy cultiva. No estaba ni ahí si yo, en ves de llorar, yo me reía, en verdad. (...) con los golpes ella me hizo daño, porque más asustada me puse. (...)...si mi mamá me hubiera dado libertad a lo mejor yo no hubiera hecho eso (lo dice porque en la calle ella conoció otro mundo, el mundo de los choros respecto a los giles, y su mamá era gil)”.

Mujeres Recluidas por Robo con Intimidación

Eje Discursivo Elementos Asociados Legítimos Elementos Asociados Ilegítimos

– Satisfacción actual de expectativas a sí mismo.

– Rabia generalizada a estratos socio-económicos superiores (percepción de posición social desfavorable).

– Asociación mismos elementos de mujeres que trafican para mantener el vicio.

– El robo es un modo de trabajo para conseguir dinero rápido y fácil.

– El robo como trabajo proporciona experiencias emocionantes.

– Percepción de estratos socioeco-nómicos superiores como otro generalizado.

– Robo a estratos superiores como modo de trabajo.

– Uso de violencia a personas de estratos superiores, cuando se trabaja robando.

– El ladrón un choro por robarle a “los que tienen”.

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“En las noches yo me arrancaba, me tiraba del 2° piso para abajo, me arrancaba para ir a consumir drogas. (...)...ya después dejé de vivir con ella y de repente me quedaba con ella, porque me decía Jessica hasta cuándo, más de 3 meses que no te veímos, yo pensé que te había pasado algo.”

Con hijos de los cuales no perciben responsabilidad directa, ésta la delegan a terceros.

Jessica C: “Mi mamá crió a mi hijo mayor”.

“(refiriéndose al nacimiento de su segunda hija)...ahí vivía con mis suegros, (...) y todo es fácil. Ahí me tranquilicé. (...)...le ayudaba a mi suegra...”

“(después viviendo con su mamá) Iba dejarle la comida preparada a mi hijo, mi papá y mi hermano mientras que mi mamá llegaba, y me fui a San Bernardo, y como que me pegué, a lo mejor sería que no estaba con mi hija (la fue a buscar su suegro), porque donde yo andaba con ella yo andaba tranquila”.

Carolina: “(refiriéndose a su hija cuando se separó) Sí, me fui con ella, después la mamá de él me la quitó porque yo me metí a la droga”.

“Sí, si pasaa too el día tomando, todos los días, todos los días. (refiriéndose a su hija) Se la dejé a mi mamá, se la dejé a ella. (...)... es que yo ya no quería naa con nadie po, ni con mi hija na, llegué a pensar que no la quería a mi hija y así que me fui”.

b. Trabajo:

El robo es una forma reconocida de trabajo, una manera de ganarse la plata. Esto posibilita el iniciarse en el robo como lícito culturalmente.

Jessica M: “...la primera vez que salí a robar, salí sola, vi a una chiquilla que tenía las manos llenas de anillos y me llamó la atención, y yo quería tener todos los anillos, y yo llegué y se los quité pero sin arma blanca, sin corta pluma, sin nada, y ella me los entregó, entonces ahí me quedó eso en la cabeza después (...) me compré lo que yo quería, gané mi plata”.

¿Esa primera vez te dio como nervio? “No. (...) No lo pensé, nada. (...) De repente me dio el golpe, y lo hice...”

Jessica C: “...llevo 8 años aquí robo con intimidación solamente”.

“(refiriéndose a sus inicios en el robo) era como que yo quería descubrir otro mundo, o sea hubiera vivido el mundo (...) ahora lo veo así, con mi vida descubrí otro mundo. Donde mi mamá no me daba libertad, o sea hubiera vivido el mundo de ella, el mundo de los giles”.

El robo como forma de ganar plata (trabajo) se realiza a ciertos tipos de personas, nunca a su gente (gente de población).

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Jessica M: “Nunca en la población (...), nunca haciéndole daño a la gente que no tiene, sino a la gente que tenía. (...) Utilizaba corta pluma. (...) La gente que tuviera, yo veía que tuviera sus manos con anillos, con oro, con aros, así que, lo que se viera que tenía, que se veía de presencia que tenía, que tiene plata”.

“(recordando cuando robaba)...en realidad no lo pasé tan mal, y le hice daño a gente, le quité a gente que tenía, que tenía y de buena situación, yo nunca le hice daño a gente que no tuviera”.

Jessica C: “Odiaba, odiaba a la gente bacana, esa que tienen sus cosas, no sé, no sé me molestaban. Que son así cómo le dijera, que desprecian a la gente que es más pobre que ellas. Eso es lo que me da rabia de la sociedad”.

“Cuando eran mujeres me gustaba intimidarlas, de repente lloran y dicen, no, no haguí nada por favor. Así me gustaba que se humillaran. (...) Eso es como una humillación pa la otra persona. Y eso me gustaba”.

El trabajo se encuentra asociado a formas de poder ejerciendo violencia sobre otros. Esto puede estar asociado a un discurso interno que justifique rabia hacia otros. Esta relación trabajo-violencia a otro hace feliz, además que es percibido como un trabajo con emoción. Esto se encuentra directamente vinculado con hacerle daño a la gente que “tiene”.

Jessica M: “...me sentía feliz, me creía yo, yo andaba con una corta pluma y nadie podía decirme nada, alguien me decía algo y yo le pegaba. (...) Le pegué hartas veces. Cualquiera alguien me miraba feo, yo le pegaba”.

Jessica C: “Es rico, llama la atención. (...) me gustaba robarle a la sociedad. Sí, si me encantaba hacerle daño a los demás. (...) Si a mí no me interesa la sociedad”.

“(cuando impiden que le roben)...uno ya no aguanta más, uno tiene que puro abrirle y pegarle (...) un puntazo así, o de repente uno en la parte de los glúteos, cuando se sientan igual se acuerdan...”

“Como un hobby (...) era algo entretenido, porque yo salía todos los días (...) entonces para mí era un hobby, hacer todos los días lo mismo, rico, me gustaba correr, cuando me perseguían los pacos. Los ratis, saltar panderetas, las vallas, porque nosotros así hablamos entre nosotros, saltando vallas. (...) Rico, porque uno le quita las cosas y tiene que correr, correr, correr, no más, y es emocional correr”.

El trabajo robando es algo bien visto como modo de vida, es posible vincularlo a actuar bien cuando se quiere dejar una droga que es vicio, como la pasta, para encaminarse a la buena vida, a una vida con orientación, trabajo, amigos y pareja.

Jessica M: “(cuenta el consejo de una amiga que quería sacarla de la pasta base) me decía, amiga no, no quiero que fumí pasta, me decía, estai fea flaca (...) empecemos a salir a robar, nos compramos ropa, yo te voy a meter en la onda de la marihuana,

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no te vengan ganas de fumar pasta, ya le dije, yo quiero cambiar y todo, y me fui a vivir a la casa de ella. (...) Otra vida con ella, pololié, salíamos a robar con los pololos, comprábamos ropa, nos vestíamos iguales, andábamos con plata, y todos hablaban de nosotros cuestiones que, que éramos terrible de ladronas, y puras, pa ellos es como la población, que todo lo encuentran bacán o bien, cuando nos empezamos a meter, ella me enseñó después, ya es de monto cuando se meten a las casas a robar, cuando se roban todo de las casas”.

“(refiriéndose al momento en que el pololo quería sacarla del vicio y encaminarla por la buena vida)...él me quería sacarme a mí del vicio, me ayudaba, él me decía que no quería que yo fumara pasta, él quería que tiráramos pa arriba, que él salía a robar y que él me ayudaba a mí en todo (...) que él quería que robáramos”.

El robo como manera de ganarse la vida es bien mirado por el entorno, lo que repercute en la visión de sí misma.

Jessica M: “(se repite de anterior)... y todos hablaban de nosotros cuestiones que, que éramos terrible de ladronas, y puras, pa ellos es como la población, que todo lo encuentran bacán o bien. (...) ya es de monto cuando se meten a las casas a robar...”

“(refiriéndose a sí misma respecto al robo)... yo me creía viva, (...) yo con todas las que nos juntábamos a robar creíamos que éramos las mejores que todos, que los que trabajaban, que las cabras que trabajaban o estudiaban”.

Jessica C: “Yo soy la única delincuente (...) y yo me reconozco”.

¿Y no te molesta esa palabra? “No, no. (...) delinquir, meterme en la droga, me gustaba la bohemia”.

“(refiriéndose a lo que pensaba acerca del trabajo legítimo) No me interesaba nada (...) era así como humillar a la sociedad”.

“Más que nada robar es como un trabajo. Es como un arte”.

“(refiriéndose a la vida de su madre) hubiera vivido el mundo de ella, el mundo de los giles como nosotros decimos. Porque supuestamente el ladrón es o el choro, cree que son más vivos que las demás personas que trabajan. Dicen que los giles tienen que trabajar un mes para ganarse un sueldo de $150.000, y el ladrón en un día se hace $300.000”.

Carolina: “(refiriéndose a que los otros de la población no le hicieron nada, a pesar de que ella pasaba en la calle)... porque yo vivía con cabros que son choros mejor dicho, como se usa la palabra, son choros, son movíos, entonces no te pueden pasar a llevar alguien que tú viviste, eso”.

Con el robo como trabajo se satisface la expectativa de tener ahora en el presente. Al parecer poseen una imperiosa necesidad de tener ropa, plata, copete, drogas para

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disfrutar el presente. No se habla de guardar el dinero para obtener cosas a mediano y largo plazo.

Jessica M: “(hablando de la primera vez que robó)... gané mi plata, a pesar que mi papá me compraba todo lo que quería, pero como mi papá trabajaba me los compraba a quincena, ...”

“...salíamos a robar con los pololos, comprábamos ropa, andábamos con plata”.

“Íbamos a fiestas, se nos iba la plata en todo, (...) de repente nos duraba la plata hasta el otro día y no salíamos a robar... (...) gastaba, gastaba, le regalaba plata a cabras que estaban en la pasta, que andaban así tiradas en la calle”.

Jessica C: “Es rico, llama la atención. O sea uno tiene que vivir el momento, pa decir eso es rico o no. Me gustaba robarle a la sociedad, hacerle daño a los demás” (denota una vinculación del disfrute con hacerle daño a la sociedad a los otros distintos a ellos)”.

Carolina: “(cuando asaltó a un taxista) Andaa volaa ese día también, super drogá y curá y trasnochá, entonces lo asalté en la mañana con otro niño”.

“O me iba pa onde mi hermana (...) le robaba cassette, le robaba ropa y la vendía. Aonde todas mis hermanas iba a robarle. (...) a mi familia yo sé que le robaba pero no ian hacerme nada”.

2. Comparación de ejes discursivos entre grupos

El análisis se realiza seleccionando el o los principales ejes discursivos y sus elementos asociados. La selección del eje discursivo se establece en función del problema a investigar, y se clasifican los elementos asociados al mismo en legítimos e ilegítimos, distinguiendo según pertenezcan a la legitimidad social o no.

Se encamina el análisis hacia los elementos ilegítimos asociados al eje discursivo, ya que por medio de éstos es posible acceder a la información desvinculada a la legitimidad social.

Por otra parte, la información se interviene de manera relacional, ya sea en entornos fami-liares y/o comunitarios. Todo discurso forma parte del entorno del sistema social, lo que se habla corresponde a una pauta de interacción del entorno ya sea familiar y/o comunitario en el que vive el sujeto. Cuando el objetivo es el cambio, es necesario intervenir las pautas de interacción del sujeto y su entorno, inyectando la información que contradice el sentido negado.

Las mujeres que trafican para proveer su hogar son las que manejan más información asociada a elementos legítimos. En torno al eje discursivo, satisfacción de expectativas de su núcleo familiar, se debe inyectar información que niegue el soslayar a terceros en función de satisfacer las de su núcleo familiar y por sobre todo la de sus hijos. En torno al

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eje discursivo necesidades insatisfechas por la vía legítima, se debe inyectar información que niegue el tráfico como medio de trabajo; para esto es necesario establecer otras vías de trabajo que permitan satisfacer las expectativas insatisfechas, ya que dichas expecta-tivas corresponden a la legitimidad y su entorno social no proporciona los medios para conseguirlo. En este caso produce una carencia de la estructura material de su estrato social, lo que implica una contradicción entre la legitimidad social respecto a niveles de consumo, y los elementos materiales que lo permitan. Es un problema a nivel de estructura material relativa al estrato social que posibilita la desvinculación del entorno social con las expectativas legítimas.

Las mujeres que trafican para mantener el consumo y las mujeres recluidas por robo con intimidación, comparten el eje discursivo satisfacción actual de expectativas propias, todos los elementos ilegítimos se relacionan al cumplimiento de expectativas ahora relativas al placer y no se encuentra ningún elemento legítimo. Es posible que este eje discursivo se encuentre relacionado con pautas de interacción donde la internalización del otro es baja, por tanto las pautas legitimadas socialmente no se han internalizado. Es interesante poder vislumbrar bajo qué entorno familiar y/o comunitario se posibilitan las pautas de inter-acción donde no hay cabida para lo legítimo. Qué sistema no proporciona los recursos para ello, qué familia, qué contexto, qué comunidad, qué posibilidades en las mismas, donde el consumo problemático tanto de drogas y alcohol, la desprotección hacia los hijos, la carencia de expectativas futuras en torno a metas a seguir, el robo con intimidación y el tráfico tienen cabida como posibilidad. Si el primer entorno social (la familia) no proporciona los límites que permiten vincularse a la legitimidad, ¿qué funcionamiento familiar primero y luego comunitario proporciona este modo de interacción donde el futuro se encuentra ausente?

Es importante destacar que se observa que para este grupo de mujeres las expectativas del otro se encuentran lejanas, el proteger a los hijos como necesidad no se encuentra posibilitado, lo cual puede estar relacionado al estar posibilitada la primacía de satisfacer el sí mismo, disminuyendo las posibilidades de vislumbrar las expectativas del otro.

Las mujeres recluidas por robo con intimidación presentan un eje discursivo propio donde el robo es posibilitado por la identificación de desprecio del otro generalizado.

En resumen, las mujeres recluidas que trafican para proveer su hogar presentan más vincu-lación con la legitimidad social que las otras recluidas, y su desvinculación proviene más de la contradicción entre las expectativas legítimas y la estructura material para llevarlas a cabo, que da posibilidad a la asociación del tráfico como medio para satisfacer las expectativas internalizadas de la legitimidad social. En este sentido, son mujeres que se encuentran so-cializadas en la legitimidad, y a diferencia de las otras entrevistadas, el futuro está presente como posibilidad.

3. Ejes discursivos a intervenirComo se planteó previamente, el sentido de los ejes discursivos se configura de tres dimen-siones interrelacionadas: Objetiva, Social y Temporal. Se abre la posibilidad al cambio al

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inyectar información que niegue lo negado en la dimensión objetiva, y esta nueva información confluye en las otras dimensiones.

La doble descripción de la dimensión objetiva contiene la objetivación de la negación de cada uno. Negar esta negación posibilita el cambio en la información identificada y por tanto la relación del sujeto con su entorno.

El siguiente cuadro de muestra las dimensiones del sentido y la doble descripción de los ejes discursivos seleccionados.

EjesDiscursivos

Dimensión Objetiva:Doble descripción del discurso

Dimensión Social:Concepción moralística

Dimensión Temporal:Lo que se actualiza como posibilidad

Identificación Negación

Mujeres que trafican para proveer el hogar

Mujeres que trafican para mantener el consumo

Mujeres recluidas por robo con intimidación

Satisfacción de expectativas de su núcleo familiar.

Necesidades insatisfechas por la vía legitima.

Satisfacción actual de expectativas propias relativas al placer.

Satisfacción actual de expectativas propias relativas al placer.

Rabia generalizada a estratos socioeconómicos superiores (percepción de posición social desfavorable).

Yo soy responsable del funcionamiento de mi núcleo familiar e hijos.

Mi núcleo familiar y mis hijos necesitan acceder a bienes y educación superior.

Yo ahora necesito satisfacer mis propios deseos relativos al placer.

Yo ahora necesito satisfacer mis propios deseos relativos al placer.

Existen personas que se encuentran en una buena posición socioeconómica y desprecian a los que se encuentran en mala posición socioeconómica. Pertenezco al grupo de personas que son despreciadas por ellos (otro generalizado que equivale a sociedad).

Otro es responsable del funcionamiento de mi núcleo familiar e hijos.

Mi núcleo familiar y mis hijos no necesitan acceder a bienes y educación superior.

Yo puedo esperar para satisfacer mis propios deseos relativos al placer.

Yo puedo esperar para satisfacer mis propios deseos relativos al placer.

Me encuentro en una buena posición socioeconómica. Nadie me desprecia.

La madre debe velar por sus hijos.

Los bienes materiales, como casa, artículos electrónicos, ropa de marca, etc., y la educación superior son necesarios.

Son malos los que gozan de buena posición socioeconómica.

Mis hijos me necesitan.

Es posible acceder a bienes y educación.

Satisfacción de mis deseos ahora (predominio principio del placer).

Satisfacción de mis deseos ahora (predominio del principio del placer).

Me desprecian grupos que se encuentran en una buena posición socioeconómica (otro generalizado que equivale a sociedad).Yo puedo quitar lo que tienen y violentarlos (predominio del principio de venganza hacia otro generalizado).

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Es importante señalar que la información es inyectada a través de los modos de inter-acción, los que contienen los límites de sentido que definen el modo de la relación. Por tanto, la intervención se realiza sobre el grupo objetivo y los sujetos con quienes interactuar, pertenezcan o no a su sistema social.

A continuación se señalan las negaciones asociadas a los ejes discursivos seleccionados, a las que, a fin de posibilitar el cambio de la identificación del sentido en dirección a la legitimidad, se les debe inyectar la información que las niegue.

– Grupo: Mujeres que trafican para proveer su hogar.– Información a negar: No existen vías legítimas que permitan satisfacer las expectativas

de mi núcleo familiar.

– Grupo: Mujeres que trafican para consumir y mujeres que roban para consumir.

– Información a negar: No puedo esperar para satisfacer mis propios deseos relativos al placer.

Observación: Cabe la posibilidad de que a la satisfacción actual de expectativas propias relativas al placer, se le deba inyectar información que identifique elementos relativos a la satisfacción del otro, por ser uno la contrapartida del otro.

– Grupo: Mujeres que roban para consumir.– Información a negar: No me encuentro en una buena posición socioeconómica, otro

generalizado (pueden ser personas o sociedad) me desprecia.

CONCLUSIÓN

Cada subgrupo entrega información acerca de su entorno, el cual configura su sistema. Las diferencias confirman que el entorno social en que cada uno se encuentra inmerso proporciona elementos que son sancionados en el entorno social legítimo. La cárcel es el organismo encargado de ejecutar la sanción en éste, no obstante, al sancionar la acción del sujeto, sin intervenir en el modo de comunicación (interrelación) que de la acción emana, no provee al entorno del sujeto sancionado los elementos que posibiliten la vinculación de los modos de interacción desvinculados. La intervención eficiente es aquella capaz de producir cambios en los modos de interacción desvinculados.

Bajo este contexto, cobra relevancia la investigación de los entornos de las mujeres recluidas, ya que ellos proporcionan los elementos que dilucidan los modos de interacción que se encuentran desvinculados de la legitimidad.

Los entornos de las mujeres que cometen delito para mantener el consumo, quienes ma-yoritariamente están recluidas por robo con intimidación, se encuentran desvinculados de la legitimidad social tanto en el medio como en el fin para satisfacer sus expectativas, siendo el robo con intimidación uno de los medios para lograr el fin de satisfacer las necesidades

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presentes relativas al placer. Éste dice relación con haber emergido en un entorno prima-rio donde no se encuentra posibilitado internalizar los elementos sociales legítimos y sus respectivas sanciones, dando lugar a elementos que constituyen sentidos divergentes o con diferentes direcciones, donde la relación posibilitada acontece en la incomunicación con el sistema legitimado socialmente. Es parte de un estudio más profundo el resolver esta disyun-tiva y conocer el entorno en el que se produce este sistema social, a fin de proporcionar los elementos claves que produzcan inyección capaz de negar la información donde el futuro está ausente, y de esta manera hacerlo parte del horizonte de posibilidades que conforman las expectativas actualizadas al relacionarse en el presente.

Las expectativas de las mujeres que cometen delito para proveer su hogar (mayoritariamente recluidas por tráfico), se asemejan a las de las anteriores en que cometen delito como medio para satisfacer sus necesidades. Y se diferencian principalmente en los siguientes aspectos:

– Los entornos de las mujeres que cometen delito para proveer su hogar se encuentran más vinculados a la legitimidad social que las que lo cometen para mantener el consumo. Las necesidades de corresponder las expectativas de su núcleo familiar son identificadas en la legitimidad social (no son sancionadas). Por ende, manifiestan mayores posibilidades de responder positivamente a programas de inserción social.

– Debido a que estas expectativas tienen relación con la satisfacción de necesidades de otros (núcleo familiar), su reclusión deja vulnerable socialmente al grupo dependiente, en este caso a hijos menores. Mientras que las expectativas de las recluidas que cometen delito para consumir estupefacientes se asocian a la satisfacción de necesidades propias, y su reclusión en su mayoría no afecta la satisfacción de necesidades básicas de otros.

Este último grupo cobra relevancia al dar cuenta de la existencia de entornos a los cuales el sistema social legitimado proporciona bajas posibilidades para acceder a los medios lícitos en la consecución de un fin elemental y reconocido por éste. El eje discursivo que contiene el horizonte de posibilidades de las mujeres recluidas por tráfico se encuentra delimitado por satisfacer las expectativas de sustentar y apoyar a su núcleo familiar. En este sentido, suscribe un propósito que es prioritario y fundamental para el funcionamiento del sistema social legitimado, los padres son los encargados y responsables de sustentar, contener y apoyar a sus hijos. No obstante, al ser mujeres de estratos bajos que en su mayoría asumen el sustento económico y emocional de sus hijos, se sitúan en una condición de vulnerabilidad social, ya que el entorno en el cual viven no facilita posibilidades legítimas para efectuarlo a cabalidad, el acceso a trabajo es poco remunerado y para realizarlo deben dejar solos a sus hijos, pues no tienen acceso a contratar alguien que los cuide. Aquí el tráfico y microtráfico cumplen una doble función de dar adecuado sustento económico a su núcleo y posibilitar el no dejar solos a hijos. Esta doble función posibilita al entorno de estas mujeres el acceso a la información que logra negar la sanción legitimada.

Este caso es un ejemplo en el cual se posibilita un desacoplamiento estructural con el sistema social legitimado cuando éste sanciona a un grupo que pretende satisfacer necesidades lícitas

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posibilitando pocos medios permitidos para lograrlo. Esto da cuenta de una problemática social a resolver, en la cual además de revisar las sanciones, se debe realizar una intervención que produzca cambios en los modos de interacción desvinculados, factibilizando medios lícitos para que este grupo pueda satisfacer sus necesidades.

La población penitenciaria femenina que comete delito para proveer su hogar, en su mayoría se encuentra recluida por tráfico de estupefacientes, y forma parte de la mayor proporción de la población recluida: un 62% en 1997, representando la moda, situación que indica un cambio en el perfil de los delitos cometidos en los últimos años, con un significativo aumento del tráfico como causa de detención. Si no se restringe esta situación, es posible proyectar que en los próximos años un número significativo de niños serán impactados gravemente por la situación de la madre, quedando desprotegidos y en riesgo social.

De este modo, es posible vislumbrar la relación que existe entre la población femenina de estratos bajos que cumple el rol de proveer su hogar, y el hecho que los centros peniten-ciarios femeninos en Chile, en gran proporción, albergan a mujeres que se encuentran en la misma condición y que en la consecución de un fin legítimo tienen acceso a un medio ilícito para satisfacerlo. Es relevante que las políticas de intervención se dirijan a este grupo como sistema comunitario y social, a fin de prevenir que se acreciente su reclusión y evitar que repercuta sobre menores que quedan vulnerables socialmente.

REFERENCIAS

Gibbs, Claudia: “Características Psicosociales Asociadas a Tráfico y Consumo de Estupefacientes en Mujeres Recluidas”. Santiago de Chile, 2000.

Luhmann, Niklas: “Sistemas Sociales. Lineamientos para una Teoría General.” Ed. Alianza, México, 1991.

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Revista de Estudios Criminológicos y PenitenciariosN° 2 - Mayo 2001 - Santiago de Chile

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Decio MettifogoDepartamento de Psicología,Facultad de Ciencias Sociales,

Universidad de Chile

Relación madre-hijo:situación de las mujeres encarceladas

Claudia GallegosDepartamento de Psicología,Facultad de Ciencias Sociales,

Universidad de Chile

ResumenEl objetivo de la investigación sobre la cual se basa el presente artículo, fue describir lascaracterísticas de la relación madre-hijo cuando las mujeres están encarceladas y sus hijos están en una institución que permite las visitas a la cárcel, desde el discurso de la madre, el habla de los niños/as y la observación del contexto.

INTRODUCCIÓN

El tema de la relación madre-hijo en el caso en que la madre se encuentra encarcelada ha sido escasamente tratado; existen pocas investigaciones en el tema, el desarrollo de la criminología de la mujer y su contexto social y penal es débil, y existe un casi nulo desarrollo teórico de los efectos que tiene la reclusión en la familia.

En Chile pasan por el proceso de encarcelación, aproximadamente 200.000 chilenos al año y detrás de cada preso existe una serie de sistemas de pertenencia que son afectados por la privación de libertad de uno de sus miembros. Específicamente, la familia del recluso debe realizar una serie de acomodaciones en su dinámica relacional, más aún si se considera que la delincuencia se propicia generalmente dentro de condiciones sociales propias de la marginación.

Quienes son más afectados son los hijos de los detenidos, especialmente cuando es la madre quien es encarcelada, considerando el marco tradicional de roles en que se constituye la familia chilena. Sin embargo, escasamente se ha reconocido que este grupo de niños está en una situación especial y que a menudo tienen múltiples dificultades y obstáculos; muchas veces se pasan por alto, se desconocen o no se comprenden los derechos de estos niños.

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Lo anterior toma mayor relevancia al considerar que el círculo de la delincuencia se cierra cuando los hijos de padres encarcelados quedan expuestos a situaciones de riesgo psicosocial. Comúnmente son dejados al cuidado de terceros o derivados a instituciones, lo que supone la separación familiar, profundizando la desvinculación afectiva, debilitando la función familiar de soporte y de mediación en el logro de un mayor bienestar y mejor calidad de vida.

Por otra parte, se observa un crecimiento de la delincuencia femenina, con una importante participación de la mujer en el tráfico de drogas. Complementariamente a lo anterior, el 90% de las reclusas son madres, y la mayoría de sus hijos se encuentran en edad escolar.

Indudablemente, estos niños hijos de internas son un sector de la infancia en vulnerabilidad psicosocial importante, existiendo desatención a la aplicación de la Convención de los Derechos del Niño en un grupo de nuestra sociedad.

La legislación actual dispone que las madres recluidas pueden mantener a su lado a aquellos hijos menores de 30 meses (2 años y medio). Para tal efecto, Gendarmería de Chile tiene un programa de sala cuna en las instalaciones de los centros penitenciarios femeninos, en donde los niños permanecen junto a sus madres hasta esa edad.

El Servicio Nacional de Menores (SENAME) no contempla ningún programa especial para el cuidado de los hijos de reclusos o reclusas mayores de 2 años y medio, sin embargo, desde 1991 existe en Santiago una institución de iniciativa eclesiástica preocupada por la protección de los hijos de personas en conflicto con la justicia. Esta Casa de Acogida, perteneciente a una institución privada de derecho público llamada Paternitas, es la única en Chile y Sudamérica que tiene exclusividad para estos sujetos de atención. Aparte de satisfacer las necesidades básicas de los menores, la Casa de Acogida procura mantener el vínculo del niño con su progenitor, llevándolo a visitar a sus padres regularmente, acción que otras instituciones pertenecientes al SENAME no están posibilitadas de realizar. Actualmente esta Casa de Acogida tiene un total de 43 niños, entre 1 y 12 años.

A pesar de ser una situación muy específica dentro de nuestra sociedad, plantea una serie de preguntas que dilucidar respecto a las políticas de protección al menor, así como de rehabilitación de las internas, presentando un gran desafío a las ciencias sociales.

Para indagar exploratoriamente en este tema, la presente investigación se ha centrado en observar la percepción tanto de los niños como de las madres en cuanto al vínculo afectivo madre-hijo y cómo éste se ha visto afectado en la situación de reclusión de la madre y la institucionalización del menor. Para lograrlo, se realizó entrevistas en profundidad a las progenitoras y a los niños en relación con el vínculo afectivo1.

1 Tomando en cuenta el objetivo del presente estudio, se ha considerado relevante abarcar los siguientes ámbitos temáticos: Una perspectiva de género. La reclusión intramuros y sus efectos psicológicos. La delincuencia femenina. Características de la delincuencia femenina en Chile. Madres recluidas. Roles parentales y socialización. Hijos de padres recluidos. Vínculo afectivo. Características de la edad escolar. Efectos y características de la institucionalización.

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ANTECEDENTES TEÓRICOS

Formación y desarrollo

Para el desarrollo sano de toda persona, resulta necesario el establecimiento de vínculos estables con los progenitores o quienes los sustituyan. El tipo de vínculo que un niño/a establezca con sus progenitores, especialmente con la madre, es fundamental en la es-tructuración de su personalidad e incide directamente en el tipo de vínculo que el niño/a conforme en su relación con el mundo. Al separar a un niño/a de su familia, éste pierde el más importante referente de identidad y pertenencia, provocando un intenso sentimiento de inseguridad de sí mismo y en su relación con el entorno. Tal situación constituye una necesidad afectiva primaria e imprescindible para desarrollar seguridad y confianza (Bowlby, 1986).

La importancia de una vinculación segura, con afecto y aceptación incondicional del niño, se evidencia en estudios realizados con convictos violentos, donde se han descubierto patrones en experiencias de la niñez, experiencias de pobreza, abuso físico y sexual, negligencia emocional y física, rechazo hasta el extremo del abandono por uno o ambos padres, lo que evita una apropiada vinculación (Miller, citado en Ayré, 1996).

La separación es una parte fundamental en el desarrollo individual, fenómeno muy cercano a la naturaleza de todos los procesos vividos. “Hay dependencia, afectuosidad y separa-ción, y alrededor de esta secuencia la personalidad es construida en la interrelación, para una identidad establecida” (Clément, citado en Ayré, 1996). Con la separación, el niño abandona la simbiosidad con la madre y progresa a la individualidad y autonomía. Esto es la culminación de un proceso que es posible lograrlo únicamente después que el niño ha internalizado la imagen parental. Si la separación ocurre abruptamente, antes que el proceso de internalización esté completo, el resultado es que el niño no puede anclar su posición en la configuración familiar, o edificar su propia existencia. La interrupción de la individualización y la ruptura del vínculo puede conducir a una separación ansiosa con sentimientos de abandono y desestimación, fantasías en las cuales los padres son idealizados o endemoniados.

“Si el niño no es ayudado a diferenciar la separación emocional de la separación física, la ausencia de los padres puede transformar el vínculo padre-hijo en una obligación psicológica; particularmente porque un padre ausente a menudo toma más espacio en la vida del niño que el padre que está cerca” (Bouregba, citado en Ayré, 1996). Una separación con estas características, inevitablemente perjudica para siempre la autoestima del individuo. La futura socialización está comprometida.

Los sentimientos de abandono a menudo conducen a un patrón regresivo de conducta, caracterizado por miedo, enfado y agresión. Los niños propenden a sobrerreaccionar cuando están frustrados y transforman la figura de autoridad en una figura persecutoria que tiene que ser destruida o evitada. La afectuosidad queda atravesada por los sentimientos de pérdida y conducta en consecuencia; si alguien intenta acercarse con afecto es desacred-

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itado y visto como irrisorio o como una amenaza, o desarrollan una conducta adherente y pegajosa, pero superficial ante cualquier extraño. Los niños que se sienten abandonados se perciben como seres indignos de ser amados, como niños malos y más aún, se sienten culpables de esto.

Según Bowlby, el vínculo del niño con su madre, las vicisitudes de este vínculo y las conse-cuencias de su ruptura son aspectos que rigen la vida, las relaciones afectivas, las conductas y las motivaciones de cada individuo, sin importar su procedencia, desde su nacimiento hasta su muerte. Por lo tanto, una satisfactoria relación madre-hijo cuando niño, es ‘esencial’ para la salud mental cuando adulto (Bowlby, 1951). El vínculo con la madre es el lazo afectivo más duradero y resistente que se tiende a establecer, y la ayuda de la madre es frecuentemente más incondicional que otros tipos de relaciones.

Existen pruebas abundantes de que casi todos los niños habitualmente prefieren a una persona, por lo general su figura materna, a la cual acudir cuando están afligidos pero que, en su ausencia, se las arreglarán con alguna otra persona, preferentemente alguien a quien conocen bien. En estas ocasiones, en su mayor parte, los chicos muestran una clara jerarquía de preferencias de modo tal que en una situación extrema y sin nadie más disponible, incluso pueden acercarse a un desconocido amable. Así, aunque la conducta de apego puede ser manifestada en diferentes circunstancias con una diversidad de individuos, un apego duradero o un vínculo de apego está limitado a unos pocos. En el caso de que un niño no mostrara una clara discriminación de este tipo, es probable que estuviera seriamente perturbado (Bowlby, 1989).

Consecuencias psicológicas en los hijos de detenidos

El encarcelamiento del padre o ambos a menudo lleva a aflicción, estigma y trauma psicológico, especialmente durante los años cruciales formativos del niño.

La situación de encarcelamiento de uno o ambos padres tiene efectos muy diversos en el desarrollo de los niños, cada uno tiene una historia única que dimensiona la ausencia de los padres desde una óptica particular. La ruptura del vínculo a raíz de la reclusión de uno o ambos padres, por motivos que resultan ajenos al niño o niña, agrega ansiedad a la se-paración, sentimientos de abandono o rechazo, fantasías en las que se exalten las cualidades o defectos de los padres, en especial cuando el niño o la niña desconocen los motivos de la separación y el encarcelamiento. La forma en la que los niños elaboran este acontecimiento tan adverso depende de una multiplicidad de factores, entre los cuales el acceso a la verdad es trascendente. Existe marcada tendencia a ocultar total o parcialmente la verdad a los niños, aduciendo razones vinculadas con su propio bienestar.

En este contexto, los niños construyen explicaciones que sitúan gran parte de la respon-sabilidad en ellos mismos, desarrollando un autoconcepto deteriorado y una carga angustiosa por la incertidumbre respecto de la situación de sus padres. Es así como los niños se sienten responsables de la ausencia de los padres. Cuando se les explica el verdadero motivo y los

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niños entienden que ellos no son culpables, comienza un proceso de restauración y confir-mación de sus recursos personales, que en forma natural facilita un encuadre más saludable de la relación establecida con los padres ausentes. El enfrentamiento de los verdaderos motivos de la ausencia de los padres es así un evento que ayuda a la reparación del vínculo con los padres, que en función de la edad del niño puede seguir fortaleciéndose a través de contactos permanentes y estables.

Resulta difícil generalizar las consecuencias de la reclusión de alguno de los padres en el desarrollo del niño, ya que éstas dependen de la edad del niño, de la naturaleza del delito, de las dinámicas familiares, de la estabilidad del subsistema parental, del contexto en el que se encuentren insertos. Estos factores se entrelazan diferenciadamente en relación al tipo de percepción que elabore el niño a partir de la separación de sus padres: si es percibida o no como abandono. En el primer período de encarcelamiento de los padres, los niños realmente se exponen a la deprivación psicológica y física, con pérdida de afectos y ternura. Pero si se les explican los motivos de esta ausencia y se favorece el reconocimiento de la vigencia de los afectos, los niños y los padres irán aceptando en forma gradual la relación en otra forma. Los niños y niñas comienzan a desarrollar capacidades que los ayudarán a ser más autónomos, y los padres dispondrán de mejores oportunidades de reinserción familiar y social en el proceso de transformación del sufrimiento inicial.

El encarcelamiento de uno o ambos padres de un niño o joven, puede precipitar un trauma, complicar la inclusión social, agrandar las dificultades financieras, además de percibir que se ha sido abandonado o rechazado, particularmente cuando los familiares o cuidadores ocultan la verdad acerca de dónde están los padres.

El desconocimiento de la razón por la que están detenidos sus padres, puede tener efectos negativos en el desarrollo de los niños, puede causar sentimientos de culpa y fracaso. Los niños tienen derecho a saber dónde están sus padres. El conocimiento de dónde están es el primer paso para los niños en el proceso de pérdida de uno de sus padres y las situaciones que a menudo le siguen” (Blanco, citado en Ayré, 1996). Las palabras deben ser com-prensibles para ellos, estando relacionadas con la emoción y las situaciones. De este modo los niños pueden comenzar a comprender que lo que sus padres hicieron fue una mala conducta o un mal proceder, de lo cual ellos están fuera. Ellos no están abandonados, los padres fueron obligados a dejarlos. Si no se responde a las preguntas acerca de la ausencia del padre preso el tema se transforma en un tabú, no permitiendo entender ni aceptar la situación (Ayré, 1996).

Los niños menores, en especial los niños entre 3 y 5 años cuyos padres están recluidos, están propensos a desarrollar una autoimagen negativa y de marginación social por la identificación natural que tienen con sus padres.

Para los niños es importante tener la oportunidad de desmitificar el ambiente carcelario en el que están sus padres, para así romper cualquier estereotipo del padre en la cárcel; a veces los niños se imaginan que van a ver a sus padres vestidos de uniformes rayados, con una cadena y una bola de acero en los pies (Ayré, 1996).

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A los niños se les miente frecuentemente en lo concerniente a las circunstancias de la ausencia de sus padres, aunque ellos hayan sido testigos del arresto. Esto es particularmente cierto cuando son enviados a custodia o cuando es ordenada una corta sentencia de reclusión. A los niños se les dice que sus padres están de viaje, en negocios, o en el hospital, lo que aumenta la ansiedad sobre la salud de sus padres. Las familias creen que ellos al hacerlo están protegiendo a los niños. “Pero los jarros pequeños tienen asas grandes”, como Shakespeare escribió en Richard III, y un niño a menudo siente que ha sido traicionado, herido y se enoja cuando se entera de la verdad.

Los niños menores cuyos padres cumplen condenas en las cárceles tienen una imagen paterna y/o materna que puede ser percibida como amenazante y conflictiva. Desde el pensamiento infantil, son niños que se sienten abandonados por sus padres en una situ-ación precaria tanto emocional como social. En este contexto, fácilmente niños de estratos socioeconómicos deprivados pueden desarrollar conductas de alta agresividad social y/o delictuales.

Niños en edad escolar

En la etapa escolar del ciclo de vida los niños requieren de padres que los acepten, sentir seguridad, atención, confianza y apoyo. Los niños de 6 a 8 años tienen una opinión bien formada sobre el encarcelamiento de su padre, ya que generalmente adquieren el sentido de la moralidad a esa edad. A menudo los niños rechazan el lazo de sus verdaderos padres para proteger la imagen que se hicieron sobre el ideal de un padre y madre (Ayré, 1996).

A los 5 años aproximadamente los niños tienden a inventarse una familia basada en lo que extrañan en su verdadera familia hasta el grado de odiar a sus verdaderos padres (Bouregba, citada en Ayré, 1996).

El abandono de la motivación o necesidad social de ser aprobado y estimado en el marco de la sociedad normativa mayoritaria, es un proceso que comienza en los ladrones a los 6 años cuando el niño empieza a incurrir en conductas proscritas por la sociedad normativa, con fines de supervivencia. La incursión paulatina en la contracultura le conforman un control social alternativo contracultural, que le permitirá sentir emociones agradables y satisfactorias frente al reforzamiento contracultural y emociones desagradables si fuere reforzado por la cultura normativa (Cooper, 1996).

Desarrollo moral

Algunos autores, entre ellos Eynseck y Sutherland, destacan la importancia de pertenecer a un ambiente criminógeno, y señalan que quien delinque aprende, o ve favorecida, la posibilidad de realizar una conducta transgresora, si a su alrededor hay un exceso de definiciones favorables a la violación de la ley respecto de las definiciones desfavorables a dicha violación. Esta idea también la reafirma Montero (1979) señalando que las tensiones familiares es uno de los factores que inciden en la génesis de la conducta desviada; situa-

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ciones como el abandono de los hijos, divorcios, embarazo precoz, a los que se les puede agregar consumo de drogas, violencia intrafamiliar, antecedentes delictuales, uno o más miembros encarcelados, por ser importantes episodios que implican una familiarización con modelos desviados y que por ende pudiesen conducir al sujeto hacia la desviación, al ser comportamientos que están introyectados como patrones conductuales practicables (citado en Harcha, 1998).

Algunas de las variables de la relación padre-hijo que influyen en el desarrollo moral, según lo recopilaron Eisenberg y Flotts (1994) son: relación afectiva entre padres e hijos; control parental; ejemplo o “modeling” parental; relación entre estadios de razonamiento moral de padres e hijos; oportunidades ofrecidas por los padres de toma de perspectiva o roll taking; consideración de temas morales dentro de la interacción familiar; asignación de responsabilidades al niño.

Niños institucionalizados

Se han realizado numerosos estudios que han indagado sobre los efectos que tiene la in-ternación sobre el desarrollo infantil. Gran parte de ellos coincide en señalar que entre las consecuencias que tiene la situación de internación para los menores, figuran trastornos de la personalidad, del desarrollo y de aprendizaje, como también dificultades de socialización. Bajo esta perspectiva es que, independiente de la calidad de atención que ofrezcan las in-stituciones cerradas, los costos en el desarrollo emocional y social del menor muchas veces no compensan los beneficios que pueda brindar.

Estudios realizados últimamente, respecto a los efectos de la internación sobre la autoestima de los menores, concluyen que los niños/as y jóvenes internos en los Centros de Protección Simple presentan niveles de autoestima aún más bajos que los encontrados para la misma población de estrato socioeconómico bajo, situación que se expresaría en baja tolerancia a la frustración, falta de motivación y rebeldía.

Se señala que en los menores internos se observan fuertes sentimientos de marginalidad e impotencia, dependencia e inferioridad, bajo nivel de aspiraciones, dificultad para proyec-tarse a futuro, resignación y gran impulsividad (Cortés, 1987). Las relaciones afectivas que estos menores establecen, presentan las siguientes características: desconfianza, indiferencia afectiva, labilidad emocional, dificultad para la expresión emocional. El menor en situación irregular se caracteriza por tener sentimientos de conformismo y resignación, y se encuentra desesperanzado. De este modo, sienten que no pueden controlar su medio y que, hagan lo que hagan, continuarán en la misma situación. Esto conlleva a que sólo estén preocupados del aquí y el ahora, no reflexionando sobre su propia identidad ni sobre su vinculación con el pasado, careciendo de un proyecto para el futuro (Selligman, 1974).

El aspecto central que caracteriza la vida al interior de las instituciones totales es la ruptura de las barreras que comúnmente separan las distintas esferas donde se realiza nuestra interacción social. El individuo en sus rutinas diarias no traspasa los límites de la institución,

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permaneciendo siempre inmerso en el mismo contexto y bajo la misma autoridad. Aquí la compañía de los otros internos es constante, compartiendo todos una visión de sí mismo condicionada por el marco institucional. El sujeto no regula ni ordena su comportamiento de acuerdo a roles diversos, realiza actividades que son comunes, todas ellas comprendidas como parte de un único rol, limitado e invariable. Los quehaceres están rigurosamente im-puestos desde arriba por un sistema de reglas formales explícitas, controladas por un grupo de funcionarios. La rutina al interior del establecimiento implicaría tanto ocio o ligeramente más que en la vida ‘normal’, pero tiende a ser negativo en sus consecuencias, porque las opciones ante él aparecen ya dadas y restringidas.

La institucionalización prolongada y desde corta edad implica un tipo de socialización diferente. El individuo puede adquirir una autopercepción de carenciado, abandonado, no querido, rechazado. La percepción del otro genérico puede aparecer como fuente de sufrimiento. También manifiestan rebeldía contra su familia de origen, contra todo el mundo, no aceptando el destino. El sentimiento de abandono provoca el rechazo contra esas personas que deberían amar, y esto podría originar sentimientos de culpa y conductas confusas con respecto a la institución. De esta forma experimenta un conflicto por no poder amar a quienes lo abandonaron y tampoco a quien lo protege, más aún cuando este último es un ser indiferenciado, que sólo es posible querer cuando se personifica en determinado individuo.

Al ingresar al interior del sistema se sufre una pérdida importante de su entorno habitual, su apariencia, su familia, su ambiente, su grupo, sus objetos personales, lo cual guarda relación con el proceso formativo de la autoimagen y se va imponiendo otra identidad que debe ser adquirida. Los menores generalmente dan cuenta de alguna razón que permite aceptar la idea de su internación, intentando así mantener una buena imagen de su familia ante los extraños.

La cárcel. Evolución y modalidades

El espacio carcelario se constituye desde el siglo XVII como el principal engranaje de la ‘política del Gran Encierro’ que desde entonces rige en la cultura occidental. Conjuntamente con la escuela, la fábrica y los hospitales, las prisiones fueron tejiendo el proyecto de cons-trucción de la subjetividad de la sociedad moderna (Makowsky, 1998). La prisión ha resistido el paso del tiempo y ha logrado mantenerse en pie aún cuando sus funciones ideológica y económica han demostraron reiteradas veces su fracaso (Makowsky, 1998).

Muchos autores coinciden en que existe una aplicación selectiva de las penas privativas de libertad, ya que éstas se aplican principalmente a los sectores marginados económica y socialmente. La cárcel se puede asociar a una institución que castiga la marginalidad, viéndose retroalimentada con las condiciones a las que se ven enfrentados los sujetos en extrema pobreza que no pueden satisfacer las necesidades básicas de alimentación, vivienda, vestuario, salud, educación y ocupación, por falta de recursos económicos. Cuando una de estas necesidades no se satisface, el grupo familiar se ve afectado en su organización, ya que

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las situaciones económicas críticas llevan a los miembros de la familia a buscar ganancias en el mercado informal y frecuentemente alguno de sus miembros incurre en actividades delictivas. Muchas familias se ven obligadas a incorporar a sus niños al campo laboral, quienes suelen abandonar sus estudios e involucrarse en actividades riesgosas en busca de formas alternativas para adquirir el sustento. Ante estas condiciones económicas, tienden a incrementarse los fenómenos de delincuencia, prostitución y otras formas de conducta desviada (respecto de las normas sociales) orientadas a la sobrevivencia.

En Chile, los establecimientos penitenciarios que albergan a mujeres son de dos tipos:

– Centros Penitenciarios Femeninos (CPF), destinados exclusivamente a población femenina, en calidades penales de detenidas, procesadas y condenadas.

– Secciones Femeninas, destinadas a población penal femenina en las calidades penales de detenidas, procesadas y condenadas. Son parte o se encuentran al interior de algunos Centros de Detención Preventiva (CDP) y Centros de Cumplimiento Penitenciario (CCP).

Se estima que de la población total femenina privada de libertad en establecimientos penitenciarios, la proporción de internas según calidad penal es de 2:1 entre procesadas y condenadas. A diferencia de lo observado en parte de la población masculina, para las mujeres recluidas no existen establecimientos exclusivos según calidad penal, que permitan una segregación efectiva evitando el “contagio criminógeno” y faciliten la aplicación de intervenciones según las necesidades específicas de cada población.

MUJER, DELINCUENCIA Y ENCARCELAMIENTO

Evolución

La tasa de criminalidad femenina en Chile ha manifestado un notable incremento desde el siglo pasado, cuando en nuestro país no alcanzaba el 3% en relación con la población masculina, y en 1995 se registró un 7,7%, aumento que se produjo en razón de los delitos relacionados con la droga. El estudio realizado por el Ministerio de Justicia, el Servicio Nacional de la Mujer y Gendarmería de Chile, logró describir un perfil psicosocial de la población penitenciaria femenina nacional, la que se caracterizaría porque han sido criadas en núcleos familiares consanguíneos con hipótesis de conflicto, alta tasa de internación, antecedentes de violencia intrafamiliar y una proporción pequeña, pero no despreciable, de casos con posibles modelos parentales con antecedentes de conflicto con el sistema penal. Es una población con bajo nivel de escolaridad asociado, entre otras variables, al embarazo adolescente. En general el perfil se asemeja notablemente a la población femenina de estrato bajo o popular del país (Ministerio de Justicia - SERNAM - UNICRIM, 1997).

Dentro de la población femenina existen más criminales primarios que entre los hombres. La reincidencia alcanza el 58% en los delitos contra la propiedad (Cooper, 1996). En el estudio antes referido (Ministerio de Justicia - SERNAM - UNICRIM), se obtuvo que un tercio

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de la muestra total declaró ser reincidente, concentrándose las más altas frecuencias en los delitos contra la propiedad (54,2%).

De este modo, desde la década de los setenta, la delincuencia femenina ha sufrido notables cambios cualitativos, pasando de delitos más tradicionales (robos, hurtos) a delitos con mayor violencia involucrada y a delitos relacionados con el porte y tráfico de drogas.

Respecto del narcotráfico es necesario indicar que el tráfico de drogas es una actividad que permite desempeñar los roles asignados culturalmente de ser madre, esposa y dueña de casa. Por otra parte, la alta rentabilidad del tráfico de drogas versus la baja rentabilidad del trabajo femenino aparece como otro factor decisivo en el ingreso al tráfico de estupefacientes, apareciendo como una actividad que le reporta ingresos imposibles de conseguir por otras vías, sean trabajos formales o informales.

Esto último se acrecienta en la población de escasos recursos, donde las mujeres pueden aspirar a remuneraciones menores y más dificultades para trabajar. Además, el tráfico no le demanda a la mujer un desplazamiento fuera de su vivienda o de su territorio inmediato, permitiéndole atender las labores domésticas y cuidado de los hijos. La mujer traficante orienta sus ganancias económicas principalmente a satisfacer las necesidades de alimentación de su familia, y el tráfico de drogas se presenta como una actividad ilícita que permite superar con creces las necesidades de una familia. Otra motivación para ingresar a esta actividad sería la percepción de su entorno de pobreza y de su incapacidad de lograr una movilidad social vía consumo de bienes (Ossa y otros, 1996).

El narcotráfico se vale de los espacios culturales asignados a la mujer, de rutinas, espe-cialmente las vinculadas a los roles de madre y dueña de casa para operar en la distribución minorista de la droga. De allí que los factores que favorecerían la incorporación de la mujer a ciertos niveles de la red de narcotráfico, principalmente a nivel minorista, provengan de la compatibilidad entre el proyecto socialmente asignado a la mujer en nuestra sociedad (ser madre y dueña de casa) y la participación en el tráfico de estupefacientes (Ossa y otros, 1996).

Diversos especialistas han propuesto que la escasa participación de la mujer en el delito constituye una de las evidencias más palpables de que los mecanismos de control informal resultan ser mucho más severos y efectivos con la mujer (Mujeres, derecho penal y crimi-nología. Siglo XXI, Madrid, 1994. Citado en Azaola, 1998). Según el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (1984), en las últimas décadas muchos países plantean cambios en los tipos y dimensiones de la criminalidad femenina, lo cual estaría interrelacio-nado con la igualdad de oportunidades y participación de la mujer en los distintos ámbitos de la vida en sociedad.

Recién en la última década la mujer comienza a incorporarse lenta y paulatinamente a la delincuencia moderna en forma autónoma, debido a los procesos de incremento del modernismo psico-social y a los cambios relativos a los roles de dependencia económica del varón (Cooper, 1996).

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Muchos autores han sostenido que la mujer llega a formar parte de la delincuencia más por factores afectivos y emocionales que por factores exclusivamente de tipo económico, mientras que en el varón se manifestaría el hecho contrario. Para la mujer, en una medida mucho más importante que para el hombre, un factor decisivo a la hora de dedicarse a la comisión de actividades delictivas, lo constituye la influencia familiar (Monahan, 1957, citado en Clemente, 1987).

La mujer interna en prisión sufre, durante el tiempo de internamiento, una pérdida de la imagen de sí misma lo que comparativamente es mayor que en el caso del hombre (Clemer, citado en Clemente, 1987).

En conclusión, tanto factores psicológicos como sociológicos, explican en conjunto las diferencias cuantitativas y cualitativas en ambos tipos de delincuencia (masculina y femenina).

Teorías de la delincuencia femenina

La delincuencia femenina ha sido vista con cierta ceguera por parte de los criminólogos. Los diversos enfoques tienden a restar importancia a la mujer como autora de delitos, distin-guiéndose dos argumentos: el escaso número de mujeres que delinquen y la estereotipación de los delitos femeninos que la circunscriben al ámbito de los “delitos de Género”. Se puede decir que para la criminología la condición de la mujer criminalizada ha quedado subsumida en la delincuencia masculina (Ministerio de Justicia - SERNAM - UNICRIM, 1997).

Los estudios realizados en torno a la delincuencia han sido predominantemente desde una perspectiva criminológica, buscando la etiología de la delincuencia, en especial la masculina, teniendo escaso trato la delincuencia femenina y las particularidades que pueda presentar.

Respecto a la criminalidad femenina siguen ocupando un lugar privilegiado los referentes biologistas o psicologistas. La mayoría de los trabajos que abordan el fenómeno de la criminalidad femenina parten de concepciones para las que el rol tradicional de la mujer no constituye un problema a analizar, por lo que no asumen una postura crítica frente a él ni se encuentran en condiciones de emprender desde allí un análisis de género (Azaola, 1998).

Del Olmo 1997 (en Lazcano, 1998) señala tres teorías de la criminalidad femenina:

– El primer grupo de teorías se enmarca en la ‘criminología tradicional’ o ‘criminología positivista’, la cual considera que la criminalidad es el resultado de características individuales de naturaleza fisiológica o psicológica, basadas en supuestos implícitos o explícitos sobre la naturaleza inherente de la mujer, la cual es universal y por lo tanto sin ningún contenido sociohistórico. La conducta de la mujer se define sexualmente, ya que ésta sólo cuenta en la esfera sexual. Es su condición de mujer la que la lleva a la criminalidad.

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– En el contexto de los movimientos de liberación femenina, la participación de la mujer en la criminalidad “se debe a un cambio subjetivo que ha sufrido la mujer a raíz del movimiento de Liberación Femenina, el cual se manifiesta en que algunas han aban-donado su pasividad para volverse más despiertas y agresivas y por lo tanto, asumir una conducta que se parece cada vez más a la del hombre” (Adler, 1975 en del Olmo, 1997). Las niñas y las mujeres están más dispuestas a desafiar las restricciones y roles sociales tradicionales, lo cual las somete a una serie de presiones que incrementan su criminalidad; por otra parte, a medida que la mujer ingresa en ocupaciones anteriormente masculinas, se expone a oportunidades que antes sólo se le presentaban al hombre (Tesis de la Oportunidad). Simon (1975) indica que el movimiento de liberación femenina ha tenido un impacto en el tratamiento hacia la mujer de parte del sistema penal, que se ha ido convirtiendo cada vez más en un tratamiento igualitario, y probablemente más severo en relación con el hombre criminal.

– Desde el punto de vista de las teorías feministas (perspectiva de género) las investigadoras cuestionan la investigación según se ha definido por la teoría tradicional masculina. Este cuestionamiento surge al constatar que lo que cuenta como conocimiento debe estar basado en la experiencia masculina en que se ha apoyado el conocimiento. De lo que se trata es, entonces, de un cambio en la investigación sobre las mujeres a la investigación para las mujeres. La mujer deja de convertirse en objeto de conocimiento para convertirse en sujeto de conocimiento (Howe, 1990 en Del Olmo, 1997).

Mujer y cárcel

En general, las instalaciones de los recintos penitenciarios femeninos son más precarias que las de los varones, por disponerse de menos recursos y por el gran aumento que han tenido en el último tiempo. El diseño arquitectónico de las prisiones, la distribución de los espacios, así como las normas, los reglamentos, los discursos y los manuales que explican su funcionamiento, no toman en cuenta las características específicas del ser mujer (Azaola, 1998).

A las mujeres dentro de la prisión se les otorgan trabajos bajo el supuesto de continuidad del rol genérico, los que les brindan muy pocas oportunidades de elevar y superar su condición. No se toma en cuenta que de ellas depende, en la mayoría de los casos el sustento de los hijos (Azaola, 1998). Las mujeres presas muy pocas veces hacen uso de la fuerza, se fugan, se amotinan o representan un riesgo para la seguridad de los establecimientos penitenciarios.

En concordancia con las características de la población femenina, muchas veces las demandas de las mujeres detenidas no son vistas como prioritarias y tienden a postergarse de manera indefinida (Azaola, 1998).

Al aplicárseles las mismas prohibiciones y sanciones, en cuanto a la ejecución condicional de la pena o excarcelación, se deja de lado el hecho de que la privación de libertad de éstas provoca, en general, la desintegración familiar debido al rol central que en nuestras sociedades

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se ha asignado a las mujeres como cohesionadoras de la familia. Es distinto considerar sólo el sexo como una variable de segregación, ignorando “que los sexos tienen género y, por lo tanto, roles, valoraciones y espacios de poder desiguales, que las políticas penitenciarias afectarán de manera distinta” (Ministerio de Justicia - SERNAM - UNICRIM, 1997).

Más aún, el mismo sistema penitenciario refuerza la construcción de género y, por con-siguiente, mantiene las diferencias sociales que resultan en desventajas para las mujeres. Las mujeres pasarían a ser sujetos ausentes dentro de la institución, ya que el sistema penitenciario, como otros, se rige fundamentalmente por un modelo “masculino” en el que la norma se dicta y se desprende a partir de las necesidades de los hombres (Azaola, 1998).

Es así como el actual modelo de socialización que la prisión puntualmente contribuye a reproducir, brinda las menores oportunidades y los menores recursos para hacerse cargo de los hijos y para la movilidad social. Como lo indica Azaola: “No podrá mejorar la situación de la mujer dentro de la prisión mientras no mejore afuera. La solución al problema carcelario se encuentra en la sociedad: la prisión no hace sino reproducir, amplificar, concentrar en un pequeño espacio sus contradicciones más profundas. El confinamiento de estas mujeres viene a ser un proceso de marginación secundaria que se deriva de un proceso de marginación primaria. Ciertamente los sectores marginales, empobrecidos, son los más susceptibles a ingresar a los circuitos de la justicia y son los que aparecen sobrerepresentados en las estadísticas de la población confinada. Lo que conduce a estas poblaciones al proceso de marginación secundaria (el confinamiento), es haber vivido en un contexto de marginación primaria. Por desgracia, para la mayoría de las mujeres internas salir de la experiencia de marginación secundaria implica volver a la marginación primaria” (Azaola, 1998).

Autores como Facio y Zaffaroni coinciden en señalar que la visión estereotipada de mujer y hombre; y la invisibilidad de las mujeres, son factores que han impedido que exista un trato justo para la mujer criminalizada (citado en Azaola, 1998).

Tal como ya se indicó, la legislación actual dispone que las madres recluidas pueden mantener a su lado a aquellos hijos menores de 30 meses (2 años y medio). Para tal efecto Gendarmería de Chile tiene un programa de sala cuna en las instalaciones de los centros penitenciarios femeninos, en donde los niños permanecen junto a sus madres hasta dicha edad.

Sin embargo, como anteriormente se ha mencionado, no se contemplan programas de intervención específicos para los hijos en edad escolar, considerando que este grupo tiene necesidades también específicas y cuenta con recursos a su favor en el enfrentamiento de la alteración de la tutela, que por cierto es temporal en la mayoría de los casos.

Por otra parte, es importante señalar que el grupo de edad que tiene mayor representación es aquel en edad escolar, etapa de desarrollo donde comienzan a gestarse las conductas antisociales, conductas que tienen relación con la percepción que se tenga del vínculo afectivo que se mantiene con la madre. Además es una etapa de desarrollo donde la concepción de moralidad, de los valores y normas sociales es crítica para su asimilación.

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Basándose en un total de 230 casos, el estudio realizado por el Ministerio de Justicia, SERNAM y UNICRIM (de Gendarmería de Chile) en 1997, se les consultó a las mujeres recluidas que declararon tener hijos dependientes de ellas al ser detenidas: ¿quién cuida de sus hijos durante su reclusión? Se obtuvo que en el mayor porcentaje, el 40% de los casos, es la abuela materna quien cuida de los niños; en segundo lugar (21,7% de los casos) está el padre al cuidado de los niños; en un 20,9% de los casos son los tíos maternos o paternos quienes cuidan de los niños; la abuela paterna cuida a los niños en el 13% de los casos; en el 10% de los casos son los hermanos mayores de los niños quienes cuidan de éstos; 4,8% de los casos son otros familiares quienes cuidan de los niños; en el 7,4% es una institución la encargada del cuidado de los niños; el mismo porcentaje corresponde a los casos en que es una amiga o comadre quien cuida a los niños; en un 3,9% de los casos es la misma reclusa quien cuida a sus hijos y otras personas no señaladas anteriormente en un 2,6% de los casos.

La situación en que es una institución la que tiene a cargo el cuidado de los hijos de las reclusas, se entiende que es uno de los últimos recursos que agota la madre para dejar a sus hijos, por lo tanto se puede suponer que los pequeños internos en una fundación encargada del cuidado de hijos de padres recluidos, tienen un grado importante de desintegración familiar que no les permite estar al cuidado de otros familiares que aseguren su desarrollo y seguridad en forma integral (Ministerio de Justicia - SERNAM - UNICRIM, 1997).

Efectos psicológicos del encarcelamiento

Desvinculación familiar

La reclusión de un sujeto provoca que la relación de éste con su familia se vea afectada por problemas de incomunicación, al interrumpirse las relaciones cotidianas. No pueden verse, ni comer juntos, ni dormir, ni tocarse, sólo pueden establecer comunicaciones regla-mentarias: las visitas. Es decir que la prisión elimina lo primario, lo afectivo, la intimidad de las relaciones entre el preso y sus familiares. Y los lleva a mantener una comunicación alterada por los horarios rígidos de las visitas, en los espacios determinados para ello o en dependencias que no aseguran la intimidad en las relaciones, sino que son relaciones vigiladas por funcionarios. La vinculación con la familia está muy condicionada por la situación de la misma antes del ingreso (relaciones interpersonales, problemas económicos o laborales, etc.) y por las relaciones mantenidas durante el tiempo de estancia (apoyo económico, afectivo, etc.). Las visitas son en sí mismas un espacio que sólo permite una relación utilitaria, ya que son para darse recados, dinero, alimentos o relacionarse sexualmente. Son espacios donde el tiempo de espera es mayor que el de comunicación, un tiempo que urge ocupar en car-rera contra su inminente agotamiento. La reacción habitual de la familia no es reflexionar sobre la experiencia de la prisión cuando el preso sale, sino que tratan de ocultar, negar o evitar asimilar la experiencia. Esta tendencia familiar es mayor en los hogares de los presos hombres, sobre todo en los padres; las mujeres tienen más capacidad de comunicación y son más flexibles.

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Repercusiones a nivel familiar

Las repercusiones del encarcelamiento de un miembro del hogar para el resto de los com-ponentes son muy diferentes de una familia a otra, pero en un intento de sistematización Clemente clasifica las repercusiones de la siguiente forma:

– Repercusiones irreparables: hundimiento y destrucción de la familia (abandono o cesión de los hijos); disolución temporal o definitiva de la familia; ruptura de relaciones del preso con toda la familia; ruptura de relaciones con algún componente del hogar (padre, hermanos, cónyuge...); problemas síquicos graves en la madre y problemas graves de salud en otros miembros del hogar.

– Repercusiones muy graves: deterioro de la relación familiar (tensión, riñas, mal ambi-ente, conflicto permanente) y efectos derivados del agravamiento del problema de la drogodependencia.

– Repercusiones graves: rechazo social por parte de la familia (parientes) y rechazo social por el entorno; deterioro de la imagen social (vecindario, conocidos, vergüenza...) y antecedentes penales; problemas económicos (gastos añadidos).

– Repercusiones negativas coyunturales: desequilibrios en la familia (preocupación, nervi-osismo, trauma, depresiones, impotencia, frustración, sufrimiento, rabia, intranquilidad, incertidumbre, desamparo, ausencia de apoyo, soledad).

– Repercusiones positivas: en la extrema pobreza la cárcel puede ser un medio de satisfacción de necesidades básicas previamente insatisfechas en el medio familiar o puede ser una instancia de verdadero disciplinamiento y rehabilitación del preso, lo que posibilitaría una mejor adaptación al medio familiar y social. Este tipo de repercusión es escasamente observada por los autores en referencia.

Según el autor la estancia en prisión también pudiera no tener repercusiones negativas en la familia, lo que es muy difícil ya que habrían de concurrir factores favorables muy concretos como: escaso tiempo de estancia en prisión y necesidad de alejamiento temporal del núcleo familiar.

Por otra parte, el mismo Clemente con otros investigadores distinguieron la variable de grado de penetración de la prisión en la familia, entendiéndola como “la influencia de la reincidencia en el entorno familiar”, que comprendería el tiempo total en prisión, el número de ingresos y la evolución del tiempo de estancia. Según esto, el grado de penetración de la prisión en la familia fue tipologizado en seis categorías, a las que le correspondería también una categoría de desequilibrio asociada al número de ingresos y tiempo de los ingresos:

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Números de Ingresos. Tiempode Permanencia y Repercusiones

Tipo de Penetraciónde la Prisiónen la Familia

Tipo de Desequi-librios Provocados

en la Familia

Un ingreso en prisión y menos de seis meses de estancia total. Repercusiones negativas coyunturales.

Un ingreso en prisión entre seis meses y dos años de estancia total. Repercusiones negativas coyunturales.

Un ingreso en prisión y más de dos años presos. Repercusiones graves, muy graves o irreparables.

Más de un ingreso y menos de seis meses en prisión con dos años en total de permanencia. Repercusiones negativas coyunturales.

Inclusión en la vida social del preso y su fa-milia. Más de un ingreso en prisión y entre seis meses y dos años de estancia Repercusiones graves, muy graves o irreparables.

Adaptación mayor a la vida en prisión que a la vida en libertad. Más de un ingreso en prisión y más de dos años de estancia. Repercusiones graves, muy graves o irreparables.

PENETRACIÓNMÍNIMA

PENETRACIÓNDE RIESGO

PENETRACIÓNDE IMPACTO

PENETRACIÓN SOSTENIDA

PENETRACIÓN CRONIFICADORA

PREDOMINIODE LA PRISIÓN

DESEQUILIBRIOSCOYUNTURALES

DESEQUILIBRIOS PROLONGADOS

DESESTRUCTURA-CIÓN DE IMPACTO

DESESQUILIBRIOS CRONIFICADOS

DESESTRUCTURA-CIÓN RÁPIDA

DESESTRUCTURA-CIÓN PROGRESIVA

En conclusión, siguiendo a Miguel Clemente Díaz: “La reclusión penitenciaria sería una forma de mantener y reproducir las condiciones de vida personales, delictivas y familiares en los sujetos encarcelados, ya que la estancia en prisión ocasiona una serie de procesos de desestructuración y distorsión en la comunicación y en la vida familiar, las que conllevan a consecuencias desocializadoras para el preso y perjudiciales para su familia. Estos efectos de la pena de prisión en la vida del preso se proyectan más allá del recinto carcelario, contribuyendo a incrementar y agravar su desarraigo social y la desvinculación familiar, ocasionando trastornos importantes a largo plazo en el resto de los componentes del hogar, y funcionando como matriz reproductora de las condiciones sociales de marginación, así como produciendo nuevas circunstancias que alimentan las posibilidades de reingreso y garantizan la autorreproducción del sistema carcelario” (Clemente, 1987).

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Ser madre estando en prisión

Las mujeres de nuestro país son proporcionalmente más pobres que los hombres, al cumplir muchas el rol de jefas de hogar, haciéndose cargo de los niños y al tener acceso más restringido a empleos o teniendo salarios más bajos. El rol adscrito a la mujer como madre se hace difícil de cumplir en forma integral, bajo las condiciones de pobreza y muchas recurren a la delincuencia como medio para obtener dinero y satisfacer las necesidades básicas de los hijos.

Las mujeres en nuestra sociedad ocupan un rol organizador dentro de la familia, en especial en los sectores populares urbanos. Por lo tanto, la unión del núcleo familiar se ve debilitada en forma importante cuando la mujer es encarcelada.

La maternidad tiene un papel central en la definición de las mujeres, es así como la sus-pensión de la custodia y tutelaje, o por el contrario, el hecho de que hasta en la cárcel deba cuidar de sus hijos, la seguirá en su rol social y en su autopercepción. La vivencia como madre ocupa un lugar importante en la vida de las mujeres reclusas, pues para ellas los hijos son una de las principales preocupaciones (Ministerio de Justicia - SERNAM - UNICRIM, 1997).

Se expone a una doble victimización a la mujer encarcelada: por una parte, el estar encerrada y, por otra, el sufrir como madres la victimización secundaria de sus familias y ver que sus hijos también sufren. Existen pruebas clínicas de que el sentimiento de una madre por su bebé y la conducta mostrada hacia él están profundamente influidos por sus anteriores experiencias personales, sobre todo aquellas que tuvo y puede estar teniendo aún con sus propios padres (Bowlby, 1989).

Las madres encarceladas en general sienten que son ‘malas madres’, ya que creen haber abandonado a sus hijos, sintiendo que su ausencia dañará en forma irreversible su desarrollo. Cuando la mujer y/o madre entra en prisión, casi siempre la unidad familiar se desmorona, culpabilizándose de ello y recibiendo todas las consecuencias dentro de la cárcel con la impotencia que ello implica. Esto conlleva una mayor dependencia afectiva y soledad de la mujer presa ya que recibe, en comparación con el hombre, muchas menos visitas y comunicaciones de sus familiares.

A los ojos de la sociedad, ser una madre en prisión es sinónimo de ser una mala madre. “Yo he abandonado a mi niño”, dicen muchas madres encarceladas, temiendo haber ob-staculizado el desarrollo de sus hijos. Paradójicamente, esta ansiedad puede conducir a una restauración de identidad y autoestima en ciertos casos.

La hostilidad en la prisionización de los padres, particularmente en las madres, es a menudo proyectada sobre la visión que se tiene del mundo, cuando el autoreproche se convierte también en algo demasiado doloroso de digerir. Como resultado, los intentos para influir en el interno son a menudo rechazados, aunque esto igual está dirigido a salvar la interacción padre-hijo. Finalmente, la agresión es dirigida al niño, la silenciosa contemplación conmueve

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el miedo a la recriminación y la pérdida de estima a sus sentimientos como madre, ya que sus hijos son testigos de sus deficiencias.

Muchas madres tienen miedo de decir a sus hijos acerca de su encarcelación y prefieren mentir. La madre evita ver a otros y ser vista: cualquiera en contacto con la realidad es un riesgo que puede poner sal en la herida. Ella vive en un estado de negación que limita las interacciones, a veces al punto de romper el vínculo con sus hijos.

El castigo a la madre es siempre el castigo a los hijos, porque la relación madre e hijo es social y culturalmente un binomio, cuyos límites internos son difusos. Si el hijo permanece con la madre en la cárcel, se encuentra preso como ella, y si no, entonces vive la pérdida de la madre en la vida diaria. Para las mujeres que tienen a sus hijos en la cárcel, más allá de que el hecho pueda ser gratificante y enriquecedor afectiva y vitalmente para algunas, significa que el rol reproductor y el maternal las sigue en la cárcel. Para algunas la mater-nidad en reclusión agrava el castigo, sufren por ellas y sus hijos, algunas se desquitan con ellos. Otras en cambio se sienten bien de tener con ellas a alguien suyo y bueno (Lagarde, 1990, citado en Lazcano).

En Francia se ha observado que más de la mitad de las madres encarceladas sufren de depresiones. La tasa de suicidios e intentos de suicidio aumentó notablemente desde 1991, los que se caracterizan por ocurrir dentro de los primeros 6 meses, y el 20% dentro de los primeros 15 días. Se ha observado, además, que las depresiones y los suicidios se originan por una ansiedad a causa del niño, pero al reforzar el lazo padre-hijo, el padre recobra esperanzas, junto con un propósito y una razón para vivir (Ayré, 1996).

ASPECTOS METODOLÓGICOS

Metodología de la investigación

Se utilizó una metodología de trabajo de tipo cualitativa, ya que el interés principal está centrado en describir un fenómeno y no en su medición. Se considera importante rescatar las percepciones de los actores sociales involucrados e indagar en sus propias explicaciones acerca de sus conductas mentales y físicas en sus vidas cotidianas, desde una perspectiva interaccionista.

Entendiendo, como Taylor y Bogdan (1992), la investigación cualitativa se refiere en un sentido amplio a la investigación que produce datos descriptivos. Es decir, que alude a las propias palabras de las personas, habladas o escritas, como también a la conducta observada.

Como un modo de encarar el mundo empírico, la investigación cualitativa conlleva la rea-lización de un proceso inductivo. Esto es, el investigador desarrolla conceptos, intelecciones y comprensiones partiendo de los datos obtenidos. Por esta razón un diseño de investigación cualitativa debe ser flexible y comenzar con interrogantes vagamente formuladas.

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La manera como el investigador recoge los datos tiene que ver con su visión del escenario y de las personas: encontramos una perspectiva holística, en que las personas y escenarios no son reducidos a variables, sino que se consideran como un todo.

Por otra parte, en la investigación cualitativa, el investigador es sensible a los efectos que puede causar sobre las personas que son objetos de estudio. De esta manera se interactúa con los informantes de un modo natural y no intrusivo. Si bien es cierto no es posible elimi-nar la influencia en las personas estudiadas, se intenta controlar y reducir al mínimo dicha influencia; además, se trata de entender esta realidad al momento de realizar la interpretación de los datos (Taylor y Bogdan, 1992).

Un aspecto que se configura como esencial en este tipo de investigación dice relación con el esfuerzo de comprender a las personas dentro del marco de referencia de ellas mismas. Aquí, es de especial importancia que el investigador cualitativo se centre en “apartar” sus propias creencias, perspectivas y predisposiciones, considerando que nada debe darse por sobreentendido. Para el investigador, lo principal no es la búsqueda de “la verdad”, sino que una comprensión detallada de las perspectivas de otras personas. La investigación cualitativa se refiere en un sentido amplio a la investigación que produce datos descriptivos, es decir, que alude a las propias palabras de las personas, habladas o escritas, como también a la conducta observada.

Metodológicamente se trató de un estudio exploratorio, no experimental, transversaldescriptivo, ocupando técnicas cualitativas de investigación (se utilizó la díada como unidad de muestras y se triángulo la información con distinta metodología de recolección de datos).

Al revisar el discurso de las mujeres, se debe tener en cuenta el contexto general de su situación: mujeres provenientes de realidades marginales que están recluidas. La cárcel por sí misma afecta el autoconcepto del individuo, más aún en la mujer, dada la mayor cantidad de roles que deja de cumplir al estar presa (madre, esposa, dueña de casa, etc.). Dentro de este contexto, a continuación se revisan las referencias que realizan las entrevistadas a su autopercepción como madres.

La investigación fue realizada teniendo como universo el total de las reclusas del Centro de Orientación Femenino de Santiago que tuvieran hijos en edad escolar internados en la Casa de Acogida Santa Rosa de la Esperanza, que hubieran sido detenidas por delitos contra la propiedad y/o delitos por drogas.

La unidad de observación fue definida como las díadas constituidas por madre e hijo, en donde la madre está recluida por los delitos anteriormente especificados y que tienen hijos en edad escolar institucionalizados en una Casa de Acogida.

La muestra seleccionada quedó constituida por 6 mujeres y 6 niños, correspondientes a madre e hijo y se conformó de la siguiente manera:

– Una díada formada por la madre condenada por tráfico y su hija de 4 años y medio.

– Dos díadas en que la madre está condenada por tráfico y su hija tiene 5 años.

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– Una díada en que la madre está condenada por delito contra la propiedad y su hijo de 5 años.

– Una díada en que la madre está condenada por robo y su hijo de 7 años.

– Una díada en que la madre está condenada por robo y su hija de 9 años.

La muestra cumplió con un conjunto de requisitos, siendo su carácter intencional. Se consideraron las siguientes variables estructurales en el proceso de este estudio:

– Tiempo de permanencia de la madre estando en prisión (mínimo tres meses).

– Mantención periódica de las visitas de los hijos (mínimo una vez al mes).

– Etapa del proceso judicial (condenada y rematada por al menos una causa).

– Tipo de delito cometido (delitos contra la propiedad e infracciones a la Ley 19.366, específicamente tráfico de estupefacientes). Se consideró el tipo de delito como una variable estructural de la muestra (descartándose los delitos contra las personas, contra el orden de la familia y la moralidad pública y los delitos contra la seguridad del Estado y la Constitución), y se agrupó a los delitos contra la propiedad y los de tráfico de estupefacientes (infracciones a la Ley 19.366) por tratarse de delitos que le permiten a la mujer obtener dinero ilegalmente sin que se considere como contra la familia y la moralidad pública, los que están atravesados por variables que no se podrían tomar en este estudio2.

– Hijos en edad escolar.

– Hijos institucionalizados en un Hogar de Protección.

– Nivel socioeconómico familiar bajo y medio-bajo.

OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN

Objetivo general

El objetivo de este estudio es explorar las percepciones de mujeres encarceladas respecto a la relación con sus hijos en el contexto del encarcelamiento, siendo madres de hijos en

2 Estudios señalan que los delitos contra la propiedad y los relacionados con el porte y el tráfico de drogas, tienen distinto perfil en el tipo de personas que lo comete en cuanto a variables sociodemográficas, espe-cialización, identidad, motivaciones, etc. Sin embargo, por ser éste un estudio de casos, se consideró en la muestra madres recluidas por uno y otro delito, dejando abierta la oportunidad para analizar las semejanzas y diferencias respecto su percepción de la relación de madre-hijo. Por otra parte, cabe señalar que las investigaciones en delincuencia femenina en nuestro país, señalan que los delitos contra la propiedad y contra el orden y la seguridad pública, están muy asociados dentro de la carrera delictiva de las mujeres (Harcha y col., 1998). Un factor importantísimo que diferencia ambos delitos es que si bien uno de los motivos por los que se realizan es para sortear problemas económicos, en los delitos por droga aparece el consumo personal como motivación para involucrarse en estos delitos.

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edad escolar que están en una casa de acogida, y conocer las percepciones de los hijos de madres recluidas respecto a la encarcelación de su madre.

Objetivos específicos

a. Explorar si existen cambios en el vínculo filial atribuibles a la encarcelación de la madre.

b. Describir las acomodaciones en el cuidado de los hijos que han realizado las familias cuando la progenitora es encarcelada.

c. Describir el tipo de explicaciones dadas a los niños frente a la encarcelación de la madre.

d. Conocer la percepción que tienen los niños en edad escolar respecto de la cárcel.

e. Conocer las condiciones que subyacen a la institucionalización de los hijos de las madres encarceladas.

f. Explorar las percepciones, tanto del niño como de la madre, respecto el rol de la institución protectora.

g. Describir la percepción que tienen los hijos en edad escolar de las visitas realizadas a la cárcel.

La pretensión final de la investigación es describir el fenómeno en estudio para poste-riormente dilucidar posibles lineamientos de intervención respecto a la protección de los menores, la prevención de la delincuencia en sujetos con modelos parentales antisociales y la rehabilitación de los progenitores a través del fortalecimiento del vínculo filial.

RESULTADOS

Características de las madres encarceladas

En primera instancia, se puede concluir que las características psicosociales de las mu-jeres entrevistadas corresponden en gran parte al perfil de la población penal femenina: provienen de familias de escasos recursos, tienen baja escolaridad, inestabilidad laboral, dinámicas familiares conflictivas, modelos delictivos, inestabilidad conyugal. Además todas son reincidentes y están condenadas.

Las entrevistadas tienen historias de maltrato y/o violencia conyugal en su familia de origen, modelos de delincuencia en su entorno familiar o en su grupo de pares.

El rol maternal ha sido ejercido en un contexto de inestabilidad (vivienda, pareja, socio-económico, familiar, relaciones interpersonales).

Las condiciones del encarcelamiento para estas madres son indistintas: todas tienen acceso a trabajo, todas son condenadas y rematadas (tienen su situación clara), todas reciben visitas a sus hijos en un horario especial.

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Las mujeres recluidas tienen historias de relación conflictiva con su propia madre, lo que influiría en su propia forma de ejercer el rol, ya que no han asimilado las experiencias vividas en su infancia y les costaría visualizar la forma de satisfacer las necesidades de sus hijos. La madre de las entrevistadas se presenta como un personaje escasamente incondicional, sino más bien reprochador y culpabilizador, pero tremendamente importante para ellas. El internar a los niños es un elemento de disputa entre la entrevistada y su madre. Uno de los beneficios del Hogar es que las madres conservan la tuición de los hijos y, además, protege a los niños de riesgos que las madres conocen por su propia experiencia: violaciones, maltrato, negligencia, hambre, etc.

Características de la relación

Evolución

En relación al discurso3 de las mujeres encarceladas respecto de sí mismas como madres y en la relación con los hijos internados en el hogar4, éste se diferencia según el momento al que se refieren; se realiza una distinción narrativa entre tres momentos: antes de la reclusión, la percepción actual de su ejercicio como madre y la proyección que hacen respecto del futuro ejercicio del rol como madres. Esta distinción se puede asociar con el constante monitoreo que realizan las madres sobre su acción como tal y sobre su motivación, evaluación que muchas veces redirecciona sus acciones según las motivaciones que vayan surgiendo. Como señala Pardo, esto entrega un testimonio del sentido que ella –como madre– le otorga a los resultados de sus acciones y sobre los fundamentos que encuentra para interpretarlas.

Las madres tienden a autocriticarse por su cumplimiento del rol materno antes de la re-clusión. Es frecuente que mencionen que eran despreocupadas de los aspectos afectivos en la relación con sus hijos, lo que asocian al haber estado involucradas en el mundo ‘de la calle’, señalando que el ritmo de vida que llevaban les habría hecho perder oportunidades para enfocarse a satisfacer las necesidades afectivas de sus hijos. Las madres enfatizan el hecho que anteriormente ellas se ocupaban de satisfacer las necesidades materiales de los niños pero no se daban cuenta, o no se daban el tiempo, para el contacto afectivo y cercano con sus hijos.

Antes de la reclusión, la resolución de problemas como limpieza, alimentación y cuidado de los niños ocupan la mayor parte del tiempo y de los esfuerzos diarios, sin dejar espacio

3 “Al disponer a un actor a reflexionar intro-retrospectivamente sobre sí mismo, éste se ve obligado a ordenar dicha reflexión a la manera de una serie ordenada, lógica y causalmente, según lo que él mismo puede comprender y quiere ofrecer sobre dichos acontecimientos, sin que por ello pueda disimular intencionalmente los aspectos más verídicos y profundos de su conducta, difícilmente asequibles a su consciencia” (Giddens, A. “La constitución de la sociedad. Bases para la teoría de la estructuración”, 1995, citado en Pardo, M., 1997).

4 Estas percepciones fueron recogidas durante las entrevistas en profundidad y se realiza una triangulación con la observación no participante durante las visitas de los niños a las madres.

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a intereses que desvíen la atención de los urgentes requerimientos familiares. La situación de extrema carencia determina el norte de los esfuerzos, los que se focalizan en la satisfac-ción de las necesidades más elementales, pues la perentoriedad las ubica como la primera prioridad familiar. Así, el foco de preocupación cambia desde el cumplimiento de necesi-dades materiales a necesidades de orden más afectivo. Esto se podría ver facilitado por la satisfacción actual de las necesidades básicas, tanto para la madre como para sus hijos, ya que están abastecidas por las instituciones que los albergan.

Al respecto, se deben tener en cuenta dos aspectos: las mujeres entrevistadas han vivido la mayor parte de su vida en un contexto de pobreza, lo que facilitaría el que su propio rol parental lo enfocaran a la satisfacción de las necesidades más inmediatas. Además, se debe tener en cuenta el contexto de deprivación afectiva en el que las mujeres detenidas se en-cuentran: sin conocidos, sin intimidad, en condiciones de exigencia emocional y conductual, etc., lo que podría facilitar el énfasis en la significación afectiva de los hijos como sujetos de afecto. Ellas podrían estar canalizando en sus hijos las propias necesidades afectivas.

El habla de las mujeres entrevistadas deja entrever una distinción narrativa entre el antes y el ahora respecto de su rol como madre, lo que podría hacer pensar en un cambio. Se refieren a una diferencia entre las motivaciones para la acción que tenían antes y las motivaciones que tienen actualmente, y a partir de esta distinción señalan un cambio en su conducta, en su actuar, en su hacer como madres. Reportan que el énfasis puesto en los diferentes aspectos de la crianza han cambiado para ellas.

Uno de los cambios se produce respecto al énfasis puesto en las necesidades y afectos de los hijos, percibiendo a los niños como sujetos que necesitan de cariño5. En este sentido, es importante el que las entrevistadas se refieren a un ‘darse cuenta’6, a una significación de sus hijos, actualmente lo que motivaría el actuar materno es la expresión de afecto. Este proceso de ‘darse cuenta’ puede ser asociado a dos eventos psicológicos: la vivencia de la reclusión y la evaluación del anterior ejercicio del rol de madre. La evaluación y el ‘darse cuenta’ requiere de detenerse y de ponderar lo importante para uno, lo que motiva.

Se puede caer en la tentación de creer que este cambio en las motivaciones conduce a un cambio de actitud, lo que no necesariamente es así, pues según lo observado se pre-sentan inconsistencias entre el discurso ‘de cambio’ positivo y la conducta. Nos referimos a conductas que tienden a distanciarse de los hijos más allá de lo impuesto. Por ejemplo, privilegiar otras actividades en vez de recibir a sus hijos todas las semanas, concebir que el dinero es un obstáculo para que los hijos las visiten todas las semanas, o preferir estar con otras personas durante las visitas.

5 “He cambiado como madre en el sentido de que les doy mucho más amor a mis hijos...” 6 Incluye toda la actividad mental que abarca más allá de lo que transcurre en el presente: todo el explicar,

imaginar, adivinar, pensar, planificar, recordar el pasado, anticipar el futuro etc. (Stevens, John: ‘El Darse Cuenta’, 1999).

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A pesar de lo anterior, no se debe desconocer que las circunstancias de encarcelamiento posibilitan una situación diferente en la forma como se posicionan estas mujeres en la relación con sus hijos, es decir, se posibilita la evaluación del rol como madre y para algunas se evalúa incluso la percepción que se tiene de los propios hijos.

En resumen, el tipo de relación madre-hijo ha cambiado a partir del encarcelamiento; el cambio de contexto y la exclusividad en el contacto facilitarían el cambio de disposición a la relación con los hijos: antes más inestables (autocríticas), actualmente mejor dispuestas (contacto con propias necesidades afectivas, reflexión, revisión de la historia vital).

Relación actual y perspectivas

El cambio de énfasis en la relación madre-hijo, desde la percepción de la madre, algunas lo plantean como algo que ‘tenía’ que suceder, cambio que se percibe como positivo, el que se posibilitó a partir del encarcelamiento. Entonces, a la estadía en prisión se le atribuye (pese a todos los sufrimientos que implica), un efecto positivo en la propia vida, incluso el encarcelamiento es visto como una ‘oportunidad’ por las mujeres entrevistadas, ya que permite la reflexión de aspectos antes no analizados. La presencia de este contenido en el discurso de las mujeres entrevistadas puede interpretarse como una estrategia de compen-sación, la que según Gissi (1992), se observa cuando se reemplaza la realidad frustrante mediante un refugio en el misticismo, y así aceptar mejor la situación adversa, en este caso el encarcelamiento. Al darle un sentido a la vivencia actual se facilita su aceptación, lo que redundaría en una mejor adaptación a su realidad actual.

A futuro esta relación se encuentra idealizada aunque con temores. El proyectarse a fu-turo como madres, ocupa un espacio importante a la hora de pensar en la obtención de libertad, a lo cual se anticipan con esperanzas, a sabiendas que su situación económica, laboral y familiar no va a ser distinta, sino que muchas veces peor a lo que era antes de la reclusión. La relación con sus hijos les plantea desafíos, ya que la libertad significa posibles recriminaciones por parte de los niños y enfrentar verdades que arriesgan su autoconcepto. Además, significa que pueden vivir cotidianamente con sus hijos y deben satisfacer sus necesidades materiales y afectivas, así como disciplinarlos, es decir que deben concretizar las reflexiones que han realizado respecto a su rol como madres. Por otra parte, la libertad implica dar una respuesta a los hijos sobre su padre, relación que generalmente ha sido compleja o no está resuelta.

Para ellas es importante contar con el apoyo de algún familiar, contar con trabajo o con capacitación para trabajar y contar con un lugar de residencia para cuando se salga en libertad. Algunas de las mujeres entrevistadas tienen más factores a su favor que otras; por ejemplo, las que tienen trabajo dentro del recinto penitenciario cuentan con una libreta para la vivienda, ya que se les obliga a ahorrar7.

7 Como una de las entrevistadas dice: “no podemos tener más de 3 UF en el bolsillo”.

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Dentro de las percepciones que manifiestan estas mujeres cuando se les plantea pensar en la libertad, en relación con sus hijos destacan los siguientes aspectos:

– La libertad significa que se puede volver a vivir con los hijos.

Una de las consecuencias evidentes del encarcelamiento de la madre es que deja de interactuar cotidianamente con sus hijos, y entonces, la libertad posibilitaría un reacercamiento físico a ellos. El volver a vivir con ellos significa que se debe sacar a los niños del lugar donde actualmente están, hecho que define distintas situaciones para cada una de las mujeres entrevistadas y sus hijos, según el cuidador con quien están los niños. En el caso de los niños que están en el hogar, la institución nunca pone en duda que son las madres quienes tienen la tuición total de los niños, lo que otorga una mayor tranquilidad a la madre. Los niños permanecen en el hogar hasta que los padres están en condiciones de darles una situación económica y de vivienda mínimamente estable, además de encontrarles matrícula en un colegio cercano a su nuevo domicilio. Muy diferente es el caso de los niños que son cuidados por otras instancias, como abuelas u otros familiares, ya que comúnmente dejan de ver a sus hijos, porque los cuidadores no los llevan a visitarlas o porque la relación se hace más fuerte con los cuidadores que con ellas mismas. Es decir, la percepción que las mujeres tienen de volver a vivir con sus hijos puede ser más o menos incierta, puede significar para ellas más o menos inseguridad, según si el cuidador asegura las visitas y refuerza la relación entre ella y sus hijos.

– Volver a vivir con los hijos significa que hay que satisfacer las necesidades básicas de ellos.

Uno de los principales problemas a enfrentar es cómo satisfacer las necesidades básicas de los hijos al momento de la libertad. Plantean el trabajo como el camino para enfrentar este desafío. Si bien esto es una preocupación constante desde antes de la reclusión, lo diferente es cómo se enfrenta ahora la forma de satisfacer las nece-sidades básicas, ya que se pretende alcanzar los recursos a través del trabajo. También cambia el contexto en el que se va a tener que conseguir trabajo, reconociendo las entrevistadas que sus antecedentes penales las perjudican a la hora de postular a un trabajo. En este punto nuevamente se observan diferencias entre la situación que cada mujer enfrenta, según las redes de apoyo con las que cuenta.

– El volver a vivir con los hijos podría significar tener que enfrentar recriminaciones por parte de ellos.

La anticipación a la libertad es atravesada por un cierto temor a enfrentar recrimi-naciones de los hijos hacia ellas. Estas madres tienen presente que ellos han sufrido consecuencias a propósito de su reclusión (afectivas, económicas, de protección y seguridad) y la libertad se ve como un momento en el que se deben asumir estas vivencias en todos sus aspectos como el haberlos dejado solos y el haber distorsionado información.

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No siempre se les ha dicho a los niños la verdad de la situación, y por ello la libertad también significa un tiempo en el que se deben asumir ciertas verdades que se les ocultaron a los hijos, ya que se cree que los niños lo pueden averiguar y reaccionar reprochándolas.

Por otra parte, el volver a vivir con los hijos significa que hay que controlar la conducta de ellos, lo que se anticipa como algo difícil.

También se debe considerar que los estudios señalan una baja constante del auto-concepto en las mujeres delincuentes, que se perciben a sí mismas como portadoras de pocas habilidades en el manejo del mundo. Esta baja autoimagen está ligada a sentimientos de angustia, la que a su vez es una derivación de la frustración de la propia seguridad (frecuente en las historias de vida de estas mujeres). En este contexto de angustia y baja autoestima en una sociedad que exige el cumplimiento de determinados roles, es fácil que surja la culpa con relación al cumplimiento del rol materno.

– Volver a vivir con los hijos plantea el reflexionar sobre la constitución de la familia nuclear, donde se encuentran dos temas principales: la formación de pareja con el padre de los hijos y la reunión de todos los hijos (entre hermanos).

La proyección respecto de la vida en familia no contempla una clara determinación del vivir o no en pareja, ni tampoco se destaca el rol de padre de sus parejas. En general se percibe muy poco apoyo de ellos o incluso una influencia negativa para ellas y sus hijos (en cuanto a conductas inconsistentes o conductas antisociales). Las decisiones con respecto a sus planes de pareja y el lugar que ellas le darán a los hombres para ejercer su rol de padres es un tema confuso, ambiguo, un tema no resuelto, tal vez postergado para cuando se obtenga la libertad.

Sin embargo, las madres son constantemente exigidas por sus hijos en el sentido de pronunciarse sobre la relación con los padres, ya que ellos constantemente les hacen ver su deseo de vivir todos juntos, les preguntan por sus padres y siempre los tienen presentes. Frente a esto las madres prefieren sostener una actitud negativa ante la posibilidad de constituir pareja con el padre. Esta posición a veces se vuelve ambigua, permitiendo que los hijos imaginen a la familia junta en el futuro.

Percepción y sentimientos de las madres asociados a la relación madre-hijo

– Significaciones del tener hijos.

Este primer eje describe las significaciones explícitas que las mujeres manifiestan con relación a sus hijos. Con ello nos aproximaremos a la percepción que tienen respecto a la interacción afectiva con sus hijos.

Los hijos representan una motivación para enfrentar la situación que se vive, y los sentimientos que por ellos tienen las ayuda a ganar fuerzas frente a los momentos

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más desesperantes. El encarcelamiento reporta diferentes ‘sufrimientos psicológicos’ y estas madres manifiestan que sus hijos son un recurso psicológico para enfrentarlos. El tener un sentido que motive seguir no es trivial, menos aún en el contexto de una situación estresante como el encarcelamiento. La cárcel como sistema total impone una serie de normas que conducen a la ‘desintegración del yo’, es decir, a mermar la identidad del sujeto, y en general, la reclusión intramuros aumenta la tendencia a sentimientos depresivos.

El tener hijos ayuda a sobreponerse, da sentido a la propia existencia. Además es visto como un rol que les es exclusivo; nadie más lo puede cumplir por ellas, lo que eleva la importancia de la propia vida. Cuando se asume el ser madre esto pasa a formar parte de la identidad de la mujer; entonces estas mujeres tendrían un recurso a su favor para enfrentar los rigores del encarcelamiento, ya que se les está permitido ser madres dentro de la cárcel, lo que en cierta forma representa contar con ‘una ventana al mundo’8.

El deseo que los hijos tengan una vida distinta y mejor a la que ellas han tenido es una motivación común en las madres pobres. En general, este deseo se constituye de la oposición de circunstancias indeseables que han tenido lugar en la propia vida.

El cumplir con este deseo requiere indispensablemente no repetir la pauta que guió su propia formación, y más aún requiere dar un giro sobre ella. Sin embargo, “el proyecto que la madre ha levantado para sus hijos se encuentra bastante lejos de ser implementado, en la medida en que éstos no reciben ninguno de los insumos específicamente pensados para su logro”9.

El deseo de que sus hijos tengan una vida distinta y mejor a la propia, no tiene sus-tento alguno en la realidad, ya que en la situación que ellas se encuentran los hijos han quedado desprotegidos frente a riesgos impensables.

Cuando los hijos no están visibles y/o se ha perdido contacto con ellos, la emoción más destacada es la desesperación. En las dos mujeres que presentan esta situación hay una fuerte carga afectiva, y las emociones angustiantes están a flor de piel. La presencia del hijo ‘perdido’ pasa a ser como una obligación psicológica, ya que la preocupación ocupa el campo cognitivo en todo momento, incluso cuando están con los otros hijos, lo que impide concentrarse en otras tareas.

– Percepciones sobre el comportamiento de los hijos.

Las entrevistadas perciben que sus hijos reaccionan con tristeza y rabia ante su de-tención10. Algunas madres describen que en un principio sus hijos las desconocían,

8 Extraído del programa El Mirador. 9 Pardo, 1997, p.29. 10 Todos los niños dejaron de ver a la madre por un tiempo, cuando fueron detenidas.

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tenían un comportamiento lejano hacia ellas, actuaban con desconfianza y otras veces actuaban con mucho apego, es decir que su reacción era ambigua. En general las primeras visitas son más difíciles, ya que el niño se muestra asustadizo, la madre tiende a interpretar su actitud como un rechazo, como si los niños desconocieran a sus madres, como que han perdido la confianza en el contacto.

A partir de esto algunas madres ponen en duda si sus hijos las quieren, otras intentan empatizar con sus hijos, tratan de ponerse en su lugar y entender su reacción.

Se observó que existe una diferencia en la percepción que tienen las madres respecto al comportamiento de los hijos más pequeños y de los hijos mayores, ya que a los niños más pequeños se les atribuye un cierto desentendimiento de la situación, lo que a la madre le otorgaría tranquilidad puesto que ‘no se dan cuenta’.

– Consideraciones que se tienen a la hora de manejar la información sobre su reclusión.

Las madres constantemente despliegan mecanismos para argumentar la falta de claridad en la entrega de información a los hijos, diciendo que son muy chicos, que no entienden, que aunque ellas no les expliquen ellos ya saben, que es esperado que ellos no se enteren, etc. De hecho, cuando los niños mayores manejan más información de la que ellas desearían, ven que sus hijos sufren más. En este intento por ocultar una realidad difícil de aceptar para ellas, para su familia y para la so-ciedad en general, estos mismos actores las apoyan en la distorsión de información a los niños. La madre auspicia el ocultar la información dado que ella siente miedo a la recriminación de sus hijos. Por esto, muchas tienen miedo de decir a sus hijos acerca de su encarcelación, prefieren mentir, y la vergüenza mantiene el silencio y las mentiras. Uno de los temas más difíciles de enfrentar para ellas es comunicar el plazo de la condena.

Frente a esto se observa que a los niños los deja en una situación de creciente ansiedad y autoculpabilización, ya que ellos le dan contenidos afectivos a los vacíos que las madres dejan, lo que muchas veces va en contra de la propia relación. Algunos niños creen que la madre voluntariamente está en la cárcel y que por lo tanto ellos fueron dejados en el hogar por una decisión de ella. Se puede anticipar que la ansiedad, los sentimientos de abandono y rechazo, así como la evidencia que se le han ocultado y distorsionado contenidos tan importantes, lleva a que el niño sienta que ha sido traicionado cuando se entera de la verdad, lo que puede conducir a que ellos no distingan entre su propia responsabilidad y la de los padres, incluso puede ser una fuente de trastorno cognitivo. Esto puede provocar efectos psicológicos graves en los niños, como sentimientos de culpa, fracaso, desconfianza en otras personas, inhibición de la curiosidad, desconfianza en las propias sensaciones y una tendencia a considerar todo irreal.

Para los niños es importante tener la oportunidad de desmitificar el ambiente carce-lario en el que están sus padres, para así romper cualquier estereotipo del padre en

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la cárcel y bajar su ansiedad. De hecho el conocimiento de dónde están sus padres aporta a que los niños comprendan lo que los padres hicieron, que ellos no han sido abandonados y que sus padres fueron obligados a dejarlos.

El enfrentamiento de los verdaderos motivos de la ausencia de los padres, ayuda a la reparación del vínculo con ellos, el que puede seguir fortaleciéndose a través de contactos permanentes y estables, como se pudo observar en los niños que man-tenían las visitas con sus madres. Si se les explican los motivos de esta ausencia y se favorece el reconocimiento de la vigencia de los afectos, los niños y los padres irán aceptando en forma gradual la relación. El enfrentar los verdaderos motivos facilita en los niños un encuadre más saludable de la relación y los padres dispondrán de mejores oportunidades de reinserción familiar y social.

Mantención de la relación madre-hijo

La mantención o no mantención de la relación madre-hijo está condicionada por distintas variables, entre las que se observó: lejano lugar de residencia del cuidador, escasez de recursos económicos para realizar las visitas, relación conflictiva entre la reclusa y el cuidador del niño, oposición por parte del cuidador a que el niño visite a su madre en la cárcel y descono-cimiento del paradero del hijo. Cuando confluyen una o más de estas variables, las madres deciden (muchas veces a su pesar) internar a sus hijos en un hogar con las características de Paternitas, con lo cual aseguran la mantención de las visitas de sus hijos y el que ellas no perderán la tuición sobre ellos. Además de ser un lugar que les reporta tranquilidad ya que aparte de satisfacer las necesidades básicas procura la atención médica, escolar y valórica de los niños, siendo un contexto más favorable que las condiciones en las que estaban y que muchas veces los dejaban en evidente riesgo. De hecho, las familias que deciden internar a los niños, experimentan repercusiones graves en su estructura y dinámica a partir de la reclusión de la entrevistada, aunque no se debe desconocer que incluso antes de la reclu-sión de la encarcelada eran familias inestables, con dinámicas conflictivas y sumidas en las limitaciones que impone la pobreza.

El internar a los hijos en Paternitas tiene un valor agregado: facilita el reestablecimiento del vínculo madre e hijo a través de las visitas, lo cual aporta tanto a la madre como al hijo. En ambos se percibiría una disposición diferente, las madres aceptarían mejor su encarcelamiento adaptándose más al sistema intramuros y los hijos reestablecerían el contacto afectivo con sus madres, vínculo fundamental en el desarrollo psicológico. La frecuencia de las visitas depende de la voluntad y disponibilidad de los cuidadores, lo cual se ve afectado por el nivel de confianza de la mujer con el cuidador, y en general ellas no les exigen sino que toman una actitud sumisa. Además, la frecuencia de las visitas depende de la propia disposición de las madres, optando algunas por una menor frecuencia para cumplir con las obligaciones laborales, otras por considerar que es indispensable tener dinero para recibir a sus hijos.

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En otro sentido, existe una escasa presencia de un marco de disciplina, de apoyo escolar y de resguardo de la seguridad (acciones preventivas), aunque se mantiene el cuidado por el orden y la higiene. La madre pobre, en general, presta mucha atención al disciplinamiento de los hijos e intenta generar en ellos maneras de actuar que les sirvan para desenvolverse exitosamente. El comportamiento correcto es fomentado insistentemente en casi todas las acciones que los niños realizan. No obstante, las mujeres entrevistadas se refieren autocríticamente a su gestión como establecedora de límites en la disciplina de los hijos.

Durante las visitas que los hijos realizaban a sus madres, se observó que las entrevistadas contemplaban las conductas de sus hijos dejándoles hacer, a pesar de que algunas veces los niños corrían riesgo físico o peleaban entre ellos. En general, no eran las madres quienes detenían estas acciones, sino alguien externo como gendarmes o la asistente social del Hogar. De hecho éste es el punto de mayor conflicto que tiene el hogar de protección con las madres.

Para estas madres el disciplinamiento de los niños se torna de difícil manejo, lo que se relaciona con la inseguridad manifiesta en la relación con ellos, tal vez por los sentimientos de culpa por haberlos dejado y con la percepción de haber cometido un error. Entonces se abstienen de poner normas o decir que no, por temor a que el niño se distancie de ellas.

La relación madre-hijo se hace pública, hay muchas personas mirando cómo ella se com-porta con su hijo (gendarmes, asistente social, otras visitas, otros voluntarios, otros presos, etc.), lo que es muy distinto a estar en la intimidad del hogar y disponer del espacio que se ocupa, de las palabras que se utilizan.

No se observa, ni se menciona como preocupación, la intención de acercarse, conocer, garantizar o vigilar las obligaciones escolares de los niños, a pesar de que este tema ha sido descrito como una de las principales preocupaciones de las madres pobres, ya que la edu-cación se asocia con el éxito futuro y con la movilidad social. Tal vez esto se puede asociar a que las madres entrevistadas han perdido la cotidianeidad, la continuidad y porque a todos los obstáculos asociados a la lejanía se suma su imposibilidad de ayudar a sus pequeños, ya que muchas han tenido menos estudios que sus hijos.

Para la madre pobre casi todo lo que rodea a sus hijos puede convertirse en fuente de daño, por lo que se regula constantemente la conducta de los niños para evitar que sufran cualquier perjuicio. Sin embargo, respecto a este punto las entrevistadas no manifiestan una coherencia entre el discurso y su actitud. Para ellas, al igual que el resto de las madres, la seguridad de los niños es una preocupación constante, más aún porque ellas están en una situación en la que no les queda más que confiar en que sus hijos están bien.

No obstante, no se controla tan fuertemente conductas que para los niños pueden ser riesgosas: peleas, agresividad, conductas de riesgo físico, etc. Además autorizan situaciones en las que se podría pensar que los niños corren riesgos en su seguridad: salir con personas desconocidas (madrinas o padrinos), con parientes lejanos (tías, tíos), parientes cercanos (padres, padrastros) sin tener información detallada o testigo ocular de estas salidas, incluso

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muchos de los parientes a quienes la madre autoriza para sacar a los niños del Hogar tienen antecedentes de conducta antisocial. En estos casos el Hogar en que están los niños regula esta situación, a veces oponiéndose a la opinión de la madre.

Los niños

Percepción del encarcelamiento de sus madres

Dentro de los elementos del recinto que más llama la atención de los niños, está la presencia de armas y de personas con uniforme. A los gendarmes se les confunde con los carabineros y muchos los asocian con personas malas que echan a las madres a las cárceles; otros niños en cambio saben las funciones de los gendarmes y los llaman por su nombre, lo asocian con algo positivo, protectores de las madres y de los niños.

Todos los niños mencionan lo poco acogedor que es el edificio carcelario para ellos, el que incluso a veces puede llegar a ser disuasivo o atemorizante. Los niños manifiestan que no les agrada el aspecto físico del lugar donde están sus madres, les desagradan los colores y la falta de juegos, y las partes que más les gustan son las áreas verdes.

Todos los niños manifiestan el deseo de que la madre no esté recluida y demandan su pre-sencia. Todos los niños asocian su estadía en el hogar con la reclusión de la madre, es decir que todos saben –excepto una de las niñas– que su madre está imposibilitada para estar con ellos y que están tristes por esto. El saber este dato no es trivial, ya que les da la posibilidad a los niños de mantener la esperanza en la libertad de la madre y que esto significará que la madre volverá a estar con ellos. Los niños le agregan a la libertad el significado de volver a vivir todos juntos, papá, mamá y los otros seres queridos.

Los menores generalmente dan cuenta de alguna razón que permite aceptar la idea de su internación. Cuando se les pregunta a los niños ¿qué hacen las madres dentro de la cárcel?, ellos mencionan que las madres trabajan y estudian.

Todos señalaron que les gusta mucho ir a la cárcel. Siempre está asociado su disfrute con el hecho de ver a la madre y por supuesto que no dejaron de mencionar lo bien que lo pasan jugando.

Información

Se observó que se tiende a ocultar o distorsionar los distintos aspectos de la situación tanto por parte de la madre encarcelada, como por los familiares y otros agentes involucrados.

A la hora de decir dónde están, algunas madres, o las personas que rodean a los niños, ocultan o distorsionan el nombre, función y características de la cárcel. Cuando se debe responder preguntas a los niños el tema se maneja ambigua e indirectamente. A las madres no les es indiferente, es más, muestran vergüenza frente a que los niños digan abiertamente a cualquier persona dónde están –la cárcel–, por qué están –cometieron un delito– y cuánto tiempo estarán –condena.

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Las madres dan un doble mensaje a los niños: les dicen que están en la cárcel pero transmiten que desean que los hijos no lo sepan, no lo reconozcan y no lo comenten. Es más, se puede observar un cierto alivio frente al hecho de que los hijos digan que su madre está en un hospital en vez de una cárcel, a pesar que ellas digan que han hablado abiertamente con los niños.

Otro ámbito en el cual se distorsiona la información es respecto de las funciones del lugar donde están las madres. En general las madres dan a entender a los hijos que el lugar donde están tiene una función semejante a los hospitales, a los centros educacionales y al hogar donde ellos están.

Por esto no es de extrañar que los niños de la muestra tiendan a comparar el vivir en la cárcel con el vivir en el hogar, asociando que ambos lugares tienen elementos en común. Cuando se les pregunta qué es la cárcel ellos dicen “es como un hogar, que es más grande que éste”. Este tipo de explicaciones podrían confundir a los niños respecto a la función social que cumplen las instituciones.

Informar el tiempo que las madres deben permanecer en la cárcel es un dato de suma sensibilidad para estas mujeres. En general prefieren ocultarlo, tienden a dar a entender de forma ambigua a sus hijos la cantidad de tiempo que deben estar ahí, la que es justamente la demanda más frecuente que realizan los niños a las madres; ellos quieren saben cuánto tiempo le queda a la madre por estar en la cárcel.

Las madres no responden directamente las inquietudes de los niños: al hablar del tema le en-tregan mensajes doble vinculantes, en la medida que les ocultan información o derechamente la distorsionan. Mientras tanto el lenguaje no verbal y todas las evidencias le indican al niño que las respuestas de la madre dejan vacíos, o no son coherentes con la realidad.

Por otra parte, esta distorsión de la información tiene incidencia en el tipo de interpretación que hacen los niños de la conducta de la madre. En la medida que los niños captan un doble estándar entre el discurso de la madre y su conducta se les produce una disonancia afectiva.

Las madres ocultan información para evitarles dolor a sus hijos. Sin embargo, no decir a un niño las cosas como son, significa que se debe esconder muchos elementos a nivel verbal y no se puede sostener una posición que sea coherente a todo nivel, incluso no verbal.

Las madres creen que al ocultar información están protegiendo a los niños, sin embargo este manejo de información a menudo lleva a que el niño sienta que ha sido traicionado cuando se entera de la verdad. Además, a partir de su pensamiento mágico y concreto, puede conducir a que ellos no distingan entre su propia responsabilidad y la de los padres.

Como señala Alice Miller, la inteligencia de las interacciones humanas está desde el momento de nacer, por lo que los niños perciben la incongruencia, el vacío. Estos espacios los niños los llenan con su pensamiento característicamente mágico y egocéntrico.

Algunos de los niños entrevistados creen que si se portan bien entonces la madre saldrá más pronto; otros mencionan que ellos serán quienes cuiden y saquen a las madres de la

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cárcel, ya que dicen que cuando grandes serán abogado y doctora (una niña que piensa que su madre está en un hospital).

Por su parte, los niños muestran una fuerte lealtad para con sus madres, no ponen en duda lo que ellas les dicen y aceptan sus explicaciones a pesar de que la realidad les muestra algo totalmente diferente. Esto es esperable en los niños, quienes en su mayoría son indulgentes con los padres y prefieren verlos con buenos ojos, pasando por alto muchas ‘deficiencias’, ya que para ellos lo más importante es el ser amado y protegido.

Madre e hijo harían una selección de la información que más acomoda y posibilita la estabi-lidad de la relación. Se seleccionaría sólo lo que se quiere ver y lo que la madre quiere que el niño vea, como si el niño naturalmente ajustara su conducta de acuerdo a la conducta de los padres, ya que hay cosas que ve pero no comenta. A veces se llega al límite de contrastar la realidad que los niños perciben con lo que los adultos les dicen que tienen que percibir, distorsionándose la percepción de los niños para acomodar la realidad que las madres o los adultos cuidadores están dispuestos a aceptar. Con la distorsión u ocultamiento de la información, se facilitaría la anticipación ansiosa en los niños, e incluso puede ser, como lo señala Bowlby, una fuente de trastorno cognitivo.

Las formas aquí vistas de distorsión o exclusión de la información pueden resultar adaptativas mientras se mantienen las circunstancias que la generaron, pero pueden dar origen a la inadaptación o a la patología cuando durante la adolescencia y la vida adulta la situación cambia y la exclusión persiste con los mismos manejos de la información (Bowlby, 1990).

Por parte de los niños se observó que ellos muchas veces avalan el hecho que sus madres prefieren no hablar de ciertos temas, y algunos incluso manejan más información de la que las madres creen. Algunos ingresaban a escondidas a la oficina del Hogar, donde encontraban las fichas de las madres y buscaban el motivo por el que ellas estaban presas.

Los niños hijos de madres recluidas que permanecen en una casa de acogida tienen conductas propias del perfil de niños institucionalizados: reacciones emocionales intensas y fluctuantes, conducta apática frente a los extraños o intenso aferramiento a cualquier persona que les de un poco de atención, constante esfuerzo para distinguirse de los otros niños.

Algunos elementos a destacar

La adaptación al medio carcelario es mejor en la medida que los hijos son visibles y que se soslaya la inseguridad en la posición como madres.

No se vislumbraron diferencias significativas en la relación madre-hijo entre mujeres detenidas por tráfico y mujeres detenidas por robo, exceptuando cuando las primeras consumían droga.

Se puede hipotetizar una diferencia entre madres que mantienen contacto con los hijos y las madres que no tienen contacto con los hijos, en cuanto a la adaptación al medio carcelario.

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PROYECCIONES

Existe un contexto fructífero para las proyecciones de esta investigación dado el interés mostrado por los asuntos de la familia en el marco de la reforma judicial, la crecientepreocupación por la prevención de la delincuencia, por la comprensión de que es necesaria una intervención psicosocial a largo plazo para esto, la preocupación del SENAME de refor-mular su quehacer desde el marco de la resiliencia y favoreciendo la desinstitucionalización, que pasa por mantener el contacto con los padres, la creciente consciencia social de la necesaria aplicación de los derechos del niño, la preocupación de distintas instancias por humanizar las situaciones en las cárceles y la integración cada vez mayor de la perspectiva de género en las políticas públicas.

Resultaría de interés ampliar las investigaciones a otras áreas como el caso de los varones, los hijos que permanecen en otras instituciones, la diferencia entre población penal con y sin hijos, los hijos que quedan al cuidado de otros agentes.

El trabajo realizado permite aportar insumos para hacer sugerencias concretas a la reuti-lización y rediseño del espacio penitenciario en pro de la rehabilitación: talleres, capacitación, sistema de visitas en los centros penitenciarios, así como algunos aspectos que facilitarían la interacción madre-hijo (espacio, objetos de transición, cartas, etc.).

En términos de la intervención se han identificado como elementos fundamentales el “reconocer la verdad de los motivos, del lugar y de los plazos, reconocer la propia historia vital”. Asimismo, da algunas pistas que se pueden seguir desarrollando en el reconocimiento de una perspectiva de género que desagregue las necesidades de hombres y mujeres en el sistema penitenciario así como estrategias para facilitar las visitas de los niños a las cárceles.

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Revista de Estudios Criminológicos y PenitenciariosN° 2 - Mayo 2001 - Santiago de Chile

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ResumenEl siguiente artículo presenta las líneas generales de una evaluación cuantitativa y cualitativa hecha al Programa Laboral del Centro de Cumplimiento Penitenciario de Colina I, evaluación basada en los propios usuarios del programa, es decir, en los internos trabajadores, específicamente en empresas privadas que conforman el sector laboral de este recinto penitenciario. Las dimensiones establecidas para abordar el programa y la incidencia que tienen la participación en él en los distintos actores fueron tres: una dimensión referida a la estructuración y funcionamiento del establecimiento penal, otra que alude a los aspectos sociales de los internos y por último una dimensión referida a aspectos personales de ellos.

Programa Laboral Colina I: una evaluacióndel trabajo penitenciario desde la perspectiva

de sus beneficiarios

Andrea Cerda PereiraLicenciada en Sociología,

Pontificia Universidad Católica de Chile

Talia Leibovitz LibedinskyLicenciada en Sociología,

Pontificia Universidad Católica de Chile

PRESENTACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN

El sistema carcelario que tiene a su cargo a la población penal, ha incorporado en su agenda programas donde cobran gran relevancia temas como la rehabilitación y la reinserción. Por medio de ello se intenta buscar mecanismos que eviten la reincidencia de individuo que delinque, así también como forma de disminuir el costo que implica para el estado y la sociedad el aumento de personas en recintos carcelarios.

Ante el cambio que estamos viviendo en la orientación de los tratamientos carcelarios, el Programa Laboral del Centro de Cumplimiento Penitenciario (CCP) de Colina I, se presenta como una forma de “modernización” de las modalidades punitivas, intentando utilizar al trabajo como mecanismo de resocialización del individuo que ha delinquido.

* Este estudio se llevó a cabo durante el primer semestre del año 2000 y se enmarca dentro del taller de titulación en políticas públicas de la carrera de sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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Esto se constituye como una experiencia relativamente nueva en nuestro país, que co-mienza a hacerse partícipe de la tendencia humanista que pretende abordar el tema de la delincuencia, incorporando en sus bases los problemas de diferencias de oportunidades que aquejan al grueso de la población penal, como lo es su escasa participación en el trabajo formal, enmendando por medio de actividades productivas y experiencia laboral real este diferencial. Se intenta así, mediante el programa, minimizar las diferencias en términos de capital humano disponible, necesario para la incorporación en el mercado laboral, y lograr una efectiva reinserción social una vez llegado el término de la condena.

El siguiente estudio responde, entonces, a la necesidad de evaluar el programa implementado por Gendarmería de Chile en el Sector Laboral del CCP de Colina I, desde la óptica de los reos participantes, para conocer desde la población penal destinataria la asimilación de los objetivos planteados por el programa. Se pretende recolectar información no disponible hasta hoy acerca de los internos en una unidad penal en la cual se trabaja como en el medio libre, lo cual se traduce en una manera de aproximarnos a una nueva forma de abordar la penalidad actualmente en nuestro país.

Realizar una evaluación incluyendo para ello a los internos, sus percepciones y atribucio-nes de significado al programa del que son parte, puede constituirse en un aporte para el mejoramiento de esta iniciativa novedosa y particular, haciendo posible una generalización de esta experiencia en otras unidades penales de manera optimizada.

Así, nuestro objetivo fue realizar una evaluación de este programa, a través de la exploración de la percepción de los reos sobre la principal actividad allí realizada: el trabajo. Para ello, la indagación se centró en los mismos, a fin de conocer sus propias apreciaciones acerca del programa, las percepciones de sus oportunidades futuras, y la incidencia de la participación en el programa en sus autoimágenes y en la relación social con los otros.

El estudio tuvo un carácter evaluativo-descriptivo y las metodologías desarrolladas estuvieron en razón de una combinación entre lo cuantitativo y lo cualitativo, en donde se comple-mentaron ambas técnicas de investigación. Con respecto a los métodos cualitativos se aplicaron dos grupos focales como primera aproximación a los significados atribuidos por los internos al programa del que son parte. Se entrevistó además a un informante clave, el Alcaide, que ofreció el punto de vista de Gendarmería en relación con el programa. Por otro lado, referente a las técnicas de investigación de carácter cuantitativo se elaboró una encuesta, que fue aplicada a una porción de la población de internos que trabajan en las seis empresas privadas que existen dentro del Área Laboral, fracción que representa el 73,95% del total de trabajadores que se desempeñan en dichas empresas.

ANTECEDENTES DEL PROGRAMA

El programa del Sector Laboral del CCP de Colina I nace de una reestructuración hecha en este establecimiento penal a fines de 1995, y consiste básicamente en la implementación al interior del recinto de condiciones laborales similares a las existentes en el medio libre,

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mediante la introducción de diversas empresas privadas y fiscales que desarrollan actividades productivas en el sector formal de la economía, con mano de obra compuesta por los internos del lugar. Esto les brinda capacitación, lo cual les proporciona una formación que aporta herramientas para una futura reinserción en la sociedad. Es así como el programa se introduce dentro de las líneas definidas por el Ministerio de Justicia con respecto a la capacitación y el trabajo en el Reglamento de Establecimientos Penitenciarios.

Los talleres productivos desarrollan una actividad permanente y estable, cuyos niveles de producción garanticen el pago del salario mínimo a sus trabajadores. Se distinguen tres tipos de talleres al interior del recinto: privados, fiscales y talleres pertenecientes al Patronato Nacional de Reos. Asimismo, se pueden identificar cuatro tipos de internos trabajadores: dependientes de empresarios privados, dependientes del Centro de Educación y Trabajo de Colina (trabajando en talleres productivos fiscales), trabajadores en período de capacitación y finalmente aquellos que cumplen funciones de mantención y aseo con expectativas de trabajo.

Las líneas generales en las que se enmarca este programa actualmente comienzan formal-mente en marzo de 1998, quedando a cargo del programa, en términos de fiscalización de las actividades desarrolladas tanto gendarmes como profesionales, entre ellos, Asistente Social, Terapeuta Ocupacional y un Psicólogo, que conforman la unidad técnica a cargo del sector. Todos los procesos contractuales se hacen directamente entre empresarios y trabajadores, aumentando con ello la independencia de estos últimos. Junto con esto, se insertan condiciones laborales que cumplen con los requerimientos de la ley del trabajo, incluyendo contratos, goce de sueldos, vacaciones, seguro de salud, etc.

Por otro lado, Gendarmería implementó la modalidad de la cuenta de ahorro en la que a los internos del programa se les deposita un porcentaje del sueldo mensual, que será en-tregado una vez llegado el término de la condena, con el fin de proporcionarles un soporte económico a su salida. Así la pertenencia a este programa se torna como un beneficio para ellos, con miras a una reinserción laboral futura.

En la selección de los internos que postulan al Sector Laboral se intenta escoger personas que cuenten con potencialidades personales básicas que les permitan asimilar conocimientos para posteriormente ponerlos en práctica. También se busca elegir a aquellos que sean primerizos en condena, bajo el supuesto de que tienen un menor grado de contaminación con el ambiente delictual. Se busca, asimismo, priorizar en la selección a quienes estén a dos años del cumplimiento de tiempo mínimo de condena (tiempo necesario a cumplir para poder postular a algún beneficio de salida anticipada), para que su estancia en este sector no se prolongue un periodo mayor a este tiempo, por lo que se pretende que la participación en este programa se enmarque en la culminación del proceso de cumplimiento carcelario. Esto último responde a la necesidad de que exista una fluctuación en los puestos de trabajo que entregue posibilidades a un mayor número de personas de acceder al Programa Laboral que se rige por la demanda de las empresas por fuerza de trabajo. Por todo lo anterior, se entiende que la participación en este programa es un privilegio.

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El programa busca contribuir a la seguridad de la unidad penal, manteniendo parte de su población ocupada y debidamente segregada; mejorar la calidad de vida de los internos trabajadores del sector; reforzar y contribuir a la internalización tanto de hábitos sociales como laborales; entregar herramientas que permitan a los internos plantearse un cambio en su proyecto vital; brindar la posibilidad de apresto laboral en un oficio (a través de la experiencia) con proyección en el medio libre; ofrecer la posibilidad de un trabajo productivo remunerado similar al que se presenta en el exterior; favorecer por medio de una remu-neración que los internos sean autosuficientes y recuperen su rol de proveedor en la dinámica familiar; posibilitar un aumento en la autoestima de los internos en base a la realización de una actividad socialmente valorada; entregar a los reclusos instancias de recreación y esparcimiento; y facilitar el cumplimiento del programa de nivelación de educación básica llevado a cabo por el Patronato Nacional de Reos.

Todo lo anterior apunta finalmente a dos cosas: mantener al individuo dentro de un ambiente de socialización en la actividad productiva y entregar las herramientas que faciliten la futura reinserción en la sociedad.

MARCO CONCEPTUAL

En grandes rasgos, el control de la delincuencia se puede resumir en dos ejes principales:

Aquel que la aborda desde los métodos de prevención, donde tomando en cuenta factores socioeconómicos y culturales que influyen en el cometido de actos delictuales, se intenta, desde esta perspectiva, intervenir antes de perpetrado un delito.

Aquel que se preocupa de la rehabilitación de quienes ya han participado de actos de-lictuales, donde la preocupación recae principalmente en mecanismos de reinserción social de los individuos que fueron transgresores, que cumplen condena y que dado un periodo determinado, saldrán nuevamente en libertad.

En esta última perspectiva es donde el Programa Laboral de Colina I se apoya para trazar sus actividades, cobrando gran importancia la labor que realiza Gendarmería y los funcionarios profesionales a cargo del Área Laboral.

El programa, de este modo, más que plantearse como castigo disuasivo, se plantea como tratamiento, lo que implica llevar a la práctica en el recinto carcelario la idea de reha-bilitación, abordándola desde el planteamiento consensuado entre los autores revisados que abordan la problemática como un “proceso reeducativo al que son sometidos los reclusos con miras a su posterior reinserción en la sociedad” (Fuentealba, 1997).

Considerar la rehabilitación a partir de lo anterior, implica para su práctica dos grandes líneas de acción: Educación y Trabajo. Mediante ellas, se plantea entregar una serie de habilidades y especialmente valores a los reos, que correspondan a los valores de la sociedad convencional, con lo cual, la adopción de estas “ideas comunes” reforzarán su tendencia a

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satisfacer las metas sociales que se presentan en la vida cotidiana, una vez fuera del esta-blecimiento penal, mediante medios lícitos. “Es en este sentido que la rehabilitación ha sido enfocada como la aculturación de valores tendientes a la resocialización o reeducación del preso” (Sebastián, 1997).

Sin embargo, el proceso de rehabilitación que se logra teóricamente mediante la reso-cialización, no es tan fácil en la práctica, encontrándose con una serie de barreras que lo dificultan. Estos impedimentos se asocian principalmente con elementos que truncan estos objetivos y que se encuentran presentes tanto al interior del establecimiento penal mientras el reo cumple condena, como en el exterior, una vez que sale en libertad.

En primer lugar, abordar el tema de la rehabilitación con los mismos internos se hace suma-mente difícil, porque al crear programas que aborden la rehabilitación e intenten llevarla a cabo, se topan con particularidades contraculturales generalizadas en la población penal. “La subcultura de la cárcel se va desarrollando precisamente en forma antagónica a la cultura del medio libre” (Bórquez y Kantor, 1997). Esto lleva a que la motivación a participar en programas o “cursos” sea impulsada principalmente por los beneficios intracarcelarios que se pueden obtener una vez demostrada y certificada una buena conducta durante el cumplimiento de la condena. El control y aislamiento de tal motivo resulta complejo y de difícil manejo, puesto que está inserto en la lógica de supervivencia al interior del establecimiento penal, donde la primera prioridad para el interno es siempre la de conseguir su libertad.

En segundo lugar, otro de los factores que inciden en la concreción de la rehabilitación, y que van más allá de los alcances que un programa carcelario pueda tener, se refiere a las condiciones con que se enfrentan los internos una vez fuera del establecimiento penal, donde son múltiples los obstáculos a sortear para conseguir la reinserción. Tal dificultad se ve intensificada por la falta de oportunidades para personas con antecedentes penales y por la situación socioeconómica que los internos tienen una vez fuera, que es por lo general precaria, lo cual se torna en un factor de riesgo para la reincidencia delictual. “Es imprescindible tener en cuenta que el grueso de la población penal en nuestro país proviene de estratos socioeconómicos bajos, más conocidos como el hampa, con lo que a la hora de diseñar políticas de prevención y reinserción tienen que ser a partir de un profundo conocimiento de la problemática de la extrema pobreza y de su cultura existente en nuestro país” (Cooper, 1994). Es por ello pertinente contrastar la percepción de las oportunidades futuras con los mismos internos que participan de un programa de estas características.

Otro factor que incide en la reinserción social de los individuos que han cumplido condena dice relación con el estigma social que impone el hecho de haber estado en prisión y que plantea una relación especifica y distinta con el resto de la sociedad, afectando directamente al individuo en su comportamiento.

El estigma, según Goffman (1963), hace referencia a un atributo que desacredita, mediante diferentes categorías que clasifican a un individuo, a partir de lo que el medio social establece

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como normal y anormal. De este modo, el “estigma de ex-presidiario” inserta dentro de lo segundo a estas personas que poseen una característica cargada de negatividad.

El trabajo, de este modo, introduce valores socialmente aceptados y considerados normales por el medio libre, lo que vendría, teóricamente, a neutralizar aquellas características nega-tivas. Ante ello se hace necesario indagar en la potencialidad del trabajo, entendido como portador de una función primordial, en tanto aporta características que merman el impacto del estigma social fijado por haber estado en prisión.

Dado que el estigma tiene profundas incidencias en las identidades personales, modelando también el comportamiento, resulta trascendente para nuestra evaluación, considerando que “el problema –del estigma– surge donde existe una expectativa difundida de quienes pertenecen a una categoría dada deben, no sólo apoyar una norma particular sino también llevarla a cabo” (Goffman, 1963), por lo cual un debilitamiento en dicha expec-tativa es necesario y vital al momento de la reinserción, ya que significa un alejamiento de las prácticas delictuales y de las posibilidades de reincidencia. La disminución de lo que el estigma potencia, está relacionada con la particularidad del estigma en transformarse en guía del comportamiento del estigmatizado, que modela los patrones de conducta negativos que debe seguir.

Rehabilitación, trabajo y sociedad

La desigualdad social se vincula directamente con la delincuencia, en tanto las inequidades de la sociedad, entre las que se encuentra la desigualdad en el acceso al mercado laboral, dejan un espacio a la frustración y, por lo tanto, a la formación de una contracultura que busca una alternativa para el logro de estas metas individuales. “Pertenecer al estrato más bajo de la sociedad no sólo implica la exposición a problemas de sobrevivencia, sino también a una deprivación cultural-educacional, a una marginación social, y en las áreas urbanas a una marginación ecológica en las poblaciones periféricas del gran Santiago. Esta situación potencia estadísticamente la probabilidad de delinquir en delitos comunes” (Cooper, 1994).

El tipo de delincuencia al que nos enfrentamos en el CCP Colina I es lo que se ha denominado como “delincuencia urbana”, que se conforma principalmente por individuos que provienen de estratos socioeconómicos bajos y que viven en sectores definidos como socialmente vulnerables. La delincuencia urbana está además asociada a delitos contra la propiedad, siendo este tipo de ilícitos los más habituales.

La teoría de Merton sobre el tipo de delincuencia urbana, vincula la actividad delictual con la intención de alcanzar la meta del éxito económico. La aproximación de dicha teoría a la realidad en nuestro país se relaciona, según Doris Cooper (1994), más con el logro económico que permita la subsistencia que con la aspiración a un éxito económico como tal. Esta autora, a través de estudios empíricos, ha comprobado que la delincuencia urbana masculina está asociada al estrato bajo de la población que tiene escasa participación en

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el mercado laboral, mayoritariamente con acceso a trabajos en la economía informal, precarios, esporádicos y de bajas remuneraciones, por lo que las prácticas delictivas están estrechamente vinculadas a la subsistencia.

Para una efectiva participación en el mercado laboral es necesaria una igualación en elacceso a oportunidades en donde se incluyan, inicialmente, una capacitación productiva que signifique un soporte dirigido al desarrollo de experiencias y hábitos que permitan ejecutar una actividad laboral en una empresa productiva. Esta consideración es el eje conductor por el cual está trazado el programa, sin embargo, no se sabe cuál es la predisposición de los beneficiarios ante dicha capacitación, con miras a la obtención del logro del objetivo final –la reinserción social–, quedando en la incertidumbre si los esfuerzos desplegados apuntan al logro de tal objetivo.

Según el modelo general de tratamiento penitenciario diseñado por el Ministerio de Justicia, el trabajo es considerado como un medio básico de readaptación y resocialización, así como la actividad esencial para el proceso de rehabilitación. La actividad laboral desarrollada en la cárcel es definida como una forma de aportar capital humano, contribución personal e intransferible que se les da a los reos y se establece en un factor productivo necesario para competir en el mercado laboral, disminuyendo –no eliminando– las diferencias sociales. De este modo se integra, además, una posibilidad nueva a escoger una vez libres, introducción de una alternativa que conlleva también un aumento en los costos y riesgos que implican la actividad delictual: “se estima que la labor con mayor resultado rehabilitador es la del trabajo [...] en términos económicos, el trabajo otorga al recluso capital humano, aumentando su costo alternativo de cometer delitos, lo que debe constituirse en un factor decisivo para la disminución de la reincidencia” (Fuentealba, 1997).

Parece necesario establecer programas de rehabilitación que incluyan al trabajo como factor operativo, porque el interno, mientras está recluido, incorpora experiencias antagónicas a las del medio libre, que guardan relación con las desarrolladas por la llamada contracultura de la cárcel, que hacen que el preso aprenda nuevos y más hábitos delictuales, antisociales y negativos, los que una vez libre generan desequilibrios conductuales. Es entonces significativo, en tanto este tipo de programas “se espera que contribuya a minimizar el efecto cárcel, conocido como la influencia negativa que se ejerce sobre una persona que ingresa a un recinto penal, debido al contacto experimentado con los delincuentes más peligrosos y experimentados que se encuentran en dicho recinto” (Bórquez y Kantor, 1997). Se puede, así, aportar no sólo aspectos aprendidos negativos durante el encarcelamiento, sino también aspectos positivos, en torno a la familiarización con la actividad laboral normativa.

Si bien Gendarmería le atribuye al trabajo principalmente una función reinsertadora, esto no se muestra necesariamente como relación causal, ya que “la relación entre actividad laboral de reos y su reinserción conlleva una serie de factores complementarios de carácter socioeconómico y cultural que no se deben desconocer” (Pérez de Arce, 2000). Sin em-bargo, en tanto factor involucrado, es preciso conocer de qué manera el trabajo está siendo incorporado por los internos que participan de un programa laboral de rehabilitación.

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RESULTADOS

El Programa Laboral se realiza en un contexto particular, que condiciona en gran medida su funcionamiento. La característica más importante (y obvia) es que funciona en un medio donde los individuos están privados de libertad, por lo que su lógica de operación es ya especial. Este funcionamiento, además, tiene estrecha relación con los fines que se quieren conseguir, donde, más allá de fines productivos, se pueden vislumbrar fines de acción rel-acionados con la rehabilitación. Aunque abordar el tema de la rehabilitación se hace difícil porque es un entramado de elementos muy complejo, sí se puede decir que de cierta manera el programa, por lo menos, intenta introducir esta posibilidad. Se puede afirmar que su funcionamiento está determinado por la consecución de un fin último, la rehabilitación, el cual funciona a partir de una lógica de operación basada en la producción.

La mano de obra que compone el programa es una mano de obra que está en cautiverio, lo cual la hace tener características distintas a las de un obrero libre. “Personas procesadas por delito, no tienen la misma cultura que un trabajador hecho y derecho en la calle. Son mentes difíciles, somos conflictivos, somos poco amigos de acatar órdenes de levantar a las siete de la mañana y vámonos al encierro a tal hora”, afirmaba un interno en uno de los grupos focales. El hecho de que los talleres productivos funcionen en un recinto penal tiene también repercusiones en el tema de la seguridad, que debe ser mantenida constantemente, y que de cierta manera repercute en la normalidad laboral que se intente lograr.

En base a la información obtenida en este estudio, podemos afirmar que el programa introduce cambios en la vida cotidiana de los internos que participan en él, innovaciones que se encuentran presentes principalmente en tres áreas o dimensiones.

El primer cambio identificado dice relación con el nuevo contexto en que viven los internos, puesto que al ser parte del programa entran en un área del establecimiento penal que tiene características de funcionamiento y de estructuración distintas en tanto se circunscriben a la actividad laboral. Tal actividad se constituye en la pauta de organización del día a día, donde las actividades cotidianas dependen de nuevas normas que disponen la distribución espacio-temporal.

La segunda novedad identificada que introduce el programa, está vinculada con el individuo en tanto ser social, que vive en contacto y mantiene relaciones con otros. La experiencia inmediata del interno cambia con su incorporación en la actividad laboral, como así tam-bién varía su vínculo social con otros puesto que comienza a introducir esta novedad en la comunicación e interacción.

Finalmente, la tercera línea donde se pudo entrever una incidencia del programa, fue en la individualidad del interno, que al someterse a este régimen dialoga con una nueva forma de vivir al interior de la unidad penal. Se introducen, de este modo, elementos que inciden en las expectativas a futuro, pudiendo así también variar la autodefinición que hacen de sí mismos en términos de oficio y actividad.

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1. Estructura y funcionamiento del Área Laboral

1.1. Selección

La selección de los internos que participan del Área Laboral, si bien responde a ciertos requisitos previos, no se realiza estrictamente, ya que nos encontramos con una población de características heterogéneas, lo cual puede significar un mal uso de energías orientadas hacia la rehabilitación ya que no se apuntan los esfuerzos siempre en una misma dirección, debiendo redoblar el número de labores para lograr buenos resultados al tener que considerar con especial cuidado las características de manera individualizada.

Por antecedentes recogidos en el establecimiento penal, se señala que la población objetivo definida formalmente en los lineamientos del programa, se orienta preferentemente a los reos primerizos en condena. Sin embargo, los datos recogidos apuntan en dirección contraria, pues muestran que sólo 39,4% de la población está compuesta por primerizos y el 60,6% restante es reincidente. Al respecto, la experiencia de Gendarmería en el tema, expresada por el Alcaide del establecimiento penal, considera que la población objetivo era en un comienzo aquellos individuos con más altas condenas. A pesar de reconocer un cambio de dirección en la población objetivo a la que se quiere tratar, existen razones por las que el personal a cargo considera importante incluir en el programa a personas de altas condenas.

En este sentido, el Alcaide afirma: “el que está más pronto a su salida es el que está menos adaptado al sistema, el reo que viene recién llegando. [...] En cambio para los que están condenados a 15, 20, 30 años, se mete en la mente que tiene que estar acá 30 años y ¿qué hace? Se adapta al sistema y se somete y trata de esos 30 años pasarlos trabajando todos los días y olvidarse de la cárcel”.

El hecho que los internos sean primerizos no quiere decir que cumplan con los requerimientos necesarios para formar parte de la población seleccionada. Esto, porque el CCP Colina es una cárcel que está hecha para cumplir altas condenas (como mínimo tres años y un día), y para delincuentes con alto compromiso delictual. De esto se infiere que si un primerizo, a pesar de tener como atenuante esta condición, ha llegado a cumplir su pena en Colina, es porque ha cometido un delito de cierta gravedad por lo que tiene que cumplir una pena de considerable extensión.

Si la finalidad del programa es entregarle al individuo el tratamiento necesario para que pueda reinsertarse favorablemente en la sociedad, entonces, la población prioritaria para un tratamiento de rehabilitación serían los primerizos con bajas condenas, por ser los más próximos a enfrentarse con el medio libre.

Es en este punto donde aparece una grave incongruencia al encontrar dentro del sector gran cantidad de población reincidente. El programa incorpora fines productivos y por lo tanto económicos, y una lógica de mercado que influye en la población reclutada, lo cual repercute a su vez en la finalidad pretendida. Esto incide en que se privilegie la incorporación de personal que cumpla con ciertos requisitos previos (como cualificación específica) y

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que, por lo tanto, pueden cumplir de mejor manera las exigencias del trabajo, por sobre internos que cumplen los requisitos definidos en los lineamientos del programa, como el ser primerizos en condena o estar a dos años del término de ésta.

Además de una población objetivo, los lineamientos del programa definen canales regulares de ingreso, si bien se establece que por la posible falta de mano de obra, o por necesidades específicas que eventualmente no pudieran ser satisfechas por los individuos que cumplieran con los requisitos necesarios para entrar, estos canales serán transgredidos, así como los requisitos de entrada. De todos modos, los requisitos descritos al principio deberían ser cumplidos en una gran proporción.

Sin bien se ha visto que el criterio de antecedentes penales no ha sido cumplido a cabali-dad, cabría investigar si el modo de ingreso de los internos al programa está cumpliendo lo estipulado. Se establece como modo de ingreso una postulación, ya sea mediante la participación en un curso de capacitación, del cual surge posteriormente la posibilidad de acceder al sector, o bien, mediante postulación con el personal técnico a cargo. Luego de esto vendría una evaluación por este mismo personal, y si se considera que el reo tiene condiciones adecuadas para ser parte del programa –y hay vacantes– podría pasar a formar parte de él. Dado lo anterior, se indagó en el modo de ingreso al programa.

El análisis de las respuestas obtenidas muestra que el 63,4% entró al programa postulando, es decir, siguiendo los canales regulares de ingreso, ya sea mediante la postulación a un curso o mediante el departamento técnico del establecimiento penal. Por otro lado, una no despreciable proporción dice haber sido llamada a formar parte del programa.

Es ahí donde se podría pensar que la proporción que afirma haber sido llamada al pro-grama tiene algún tipo de cualificación especial. Lamentablemente no se dispone de la información acerca de la cualificación de los individuos que componen el sector, por lo que no fue posible contrastar este hecho. Para obtener una noción de esto, se podría tomar como indicador de cualificación la experiencia anterior como trabajador dependiente, si se piensa que una persona con cualificación específica necesariamente debe tener experiencia en esta modalidad de trabajo.

Si bien estamos conscientes de que esto no necesariamente es así, o por el contrario, el que se haya tenido trabajo dependiente con anterioridad no significa una mayor cualificación, ya que sabemos que la mayoría de los internos provienen de ambientes más bien marginales en los que el tipo de trabajo predominante es de poca cualificación, sí se puede confiar en la generalización y contrastar la anterior situación. Un resultado en el que la mayoría de la población que dijo haber sido llamada y a su vez tuviera un alto porcentaje de experiencia laboral anterior, explicaría de cierta manera nuestra tesis de que la población que ha sido llamada a formar parte del sector, tiene un grado mayor de cualificación y que, por lo tanto, respondería a exigencias específicas de las fabricas que allí funcionan. Sin embargo, los resultados nos muestran que sólo 38,5% de los internos que fueron llamados al programa habían tenido experiencia de trabajo anterior, con lo que no se confirma lo que se creía en principio.

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1.2. Capacitación

La capacitación es uno de los cambios más significativos que ha implementado el Sector Laboral, y ha sido el de mayor impacto en la vida de los participantes. La capacitación le entrega a los internos, en primer lugar, conocimientos necesarios para desempeñar con éxito un oficio determinado. En segundo lugar, se podría decir que la capacitación es el punto de partida para una reeducación de los internos dentro de una nueva lógica en la cual se inserta el proceso de rehabilitación perseguido por el programa.

La capacitación es quizás el aspecto más valorado del programa por parte de los internos. “Aprendí aquí, entonces yo no puedo decir que todo es negativo. Entonces sería entero injusto”, afirma un participante en los grupos focales. En las respuestas a la pregunta acerca del aspecto más valorado por ellos, mostraron una apreciable inclinación a valorar más la capacitación entregada en el programa, como una manera de visualización de las herramientas que podrían serles útiles a futuro.

Los resultados muestran que 75% de los encuestados aprecia en mayor medida la capaci-tación adquirida, mientras que 25% dice apreciar más el sueldo recibido. Cabe destacar que los resultados obtenidos en esta pregunta llaman bastante la atención, porque reflejan una intencionalidad no manifiesta de superación, más allá de la satisfacción inmediata que podría aportar un sueldo. Se pensaba que el tener un sueldo con el cual aportar a las familias y conseguir una relativa independencia económica para solventar sus necesidades básicas, haría que éstos valoraran más el tema monetario, sin embargo no fue así. Para los internos el sentir que han aprendido algo les da una gran satisfacción. Sienten de alguna manera que se les abre una posibilidad de superación y cambio de vida una vez terminada su condena, tal como lo expresa un interno: “Yo creía que sabía, pero no sabía. Obviamente yo he aprendido y lo que he aprendido aquí lo voy a ejercer afuera. Ya no voy a tener que buscar otras artimañas”.

Al consultar la opinión acerca de la posibilidad de incorporar actividades adicionales refe-ridas a capacitación, los internos mostraron una predisposición favorable, lo que muestra la inclinación positiva que existe al respecto, y explica también la alta valoración dada a la capacitación por sobre el sueldo. Ésta es vista por ellos como una manera de cambiar su vida.

Sin embargo, la adhesión a cursos de capacitación también tiene otra explicación. Ésta dice relación con la posibilidad que los reclusos tienen de postular a un beneficio de salida an-ticipada de la cárcel, la cual puede ser total, como libertad condicional, o parcial, como salida dominical o diaria. Entre las exigencias para acceder a ella, primero está el cumplimiento de un tiempo mínimo de la condena. El segundo requisito exigido es tener buena conducta, donde la participación en cursos de capacitación y perfeccionamiento denota una actitud cooperativa con el sistema, lo que eventualmente conllevaría cumplir con parte de las exi-gencias para la obtención del beneficio. Si bien se puede decir que los internos valoran la capacitación por las posibilidades de reinserción que les abre, esto está siempre por detrás del deseo de salir en libertad, por lo que harán lo que sea necesario para obtenerla.

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Por otro lado, vale la pena mencionar que en la actualidad el sistema de capacitación formulado en un principio ha sufrido ciertos cambios, ya que los internos que ingresan ya no pasan por esta capacitación formal. Al ingresar al programa ellos cumplen un tiempo de trabajo para la misma institución, realizando labores de aseo y mantenimiento. Una vez que son asignados a un taller específico, deben aprender en la práctica el oficio, lo que se denomina como el período de apresto laboral, y en el que están a prueba con un sueldo de 3 UF mensuales (durante tres meses), pudiéndose dar casos en que el interno ingrese al taller sin conocer nada acerca de la especialidad a realizar. Esto ultimo ha generado cierta disconformidad, ya que los internos sienten que no reciben capacitación alguna por parte de la institución, sino que son ellos los que tienen que aprender por su cuenta. Por lo tanto, recalcan que la capacitación ha sido “adquirida” dependiendo únicamente de su esfuerzo personal y no de una enseñanza sistemática entregada por el establecimiento.

Para tener una magnitud de la valoración que los internos le dan a esta instancia, se pidió que calificaran con notas entre 1 y 7 la capacitación adquirida durante su permanencia en el sector. El promedio de las calificaciones es de 6,08, lo cual es evaluado como bueno y nos muestra la valoración alcanzada.

Aunque ésta es bien evaluada, se identifican ciertos aspectos negativos asociados y que dicen relación con los beneficios. Si bien la capacitación ha dado bastante buen resultado, en el sentido que los internos sí sienten haber aprendido un oficio (o varios), generando gran satisfacción entre ellos, la mayor especialización alcanzada incorpora un valor agregado a la mano de obra que aquí se desempeña, por lo que se podría dar una disminución en las posibles opciones a beneficios de salidas (este tema será desarrollado más ampliamente en el punto 1.4).

1.3. Condiciones laborales

Este ámbito es quizás el que ha mostrado ser el más particular del programa. Si bien se trata de un programa laboral, en el que las labores productivas en cierta medida funcionan con normalidad, las condiciones particulares en las cuales se desenvuelve han ido definiendo su funcionamiento. El programa busca emular, en lo posible, las condiciones de trabajo que cualquier individuo enfrentaría en el medio libre, a fin de entregar herramientas que permitan a los internos plantearse un cambio en su proyecto vital una vez cumplida su condena. Es así que se ha planteado la necesidad de implementar las condiciones laborales que vayan de acuerdo con esta finalidad, introduciendo los aspectos reglamentados por la ley correspondiente. Estas condiciones definen derechos y deberes tanto de empleados como empleadores, excluyéndose únicamente el derecho de sindicalización, por razones bastante comprensibles. Es por esto que se ha considerado necesario indagar en las percepciones de los internos involucrados acerca del funcionamiento de este aspecto, que cobra gran importancia a la hora de evaluar el desempeño del programa en su totalidad.

En general, las percepciones muestran que los reclusos están bastante satisfechos con los aspectos reglamentados por la ley laboral, tales como contrato, sueldo, descuentos, jornada laboral y equipamiento. Del total de encuestados, el 35,2% manifiesta estar muy

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de acuerdo con que el empresario del taller en el cual desempeña sus funciones responde con las leyes laborales; 45,1% dice estar de acuerdo con la afirmación y sólo 18,3% dice estar en desacuerdo. Esto nos muestra que en general los internos sienten que se cumple lo relativo a la ley laboral.

Contrato:

Los internos trabajadores son incorporados a sus respectivos talleres mediante un contrato que estipula formalmente los derechos y deberes a cumplir por los involucrados. Para firmarlo, el interno debe haber permanecido en la empresa por lo menos tres meses antes (tiempo de apresto laboral) en el que está en periodo de capacitación y por lo tanto, a prueba.

El hecho que el programa contemple la firma de un contrato le da un marco de legali-dad y regularización al sistema de trabajo del establecimiento penal. Sin embrago, las calificaciones otorgadas por los internos (de 1 a 7) no muestran una percepción tan favorable, alcanzando en promedio una nota de 5,37, calificada como regular. Si bien los internos aprecian la existencia de un contrato legal, dicen que no necesariamente significa que las condiciones en general se cumplan.

Sueldo:

Entre las innovaciones más importantes encontramos el pago regular de un sueldo mensual, que asciende a $90.500, estipulado por ley como el sueldo mínimo según una canasta de bienes. La existencia de una fuente de ingreso segura introduce grandes cambios en la vida de los internos. Ésta posibilita la ayuda económica a las familias, pudiendo así reforzar el vínculo familiar de proveedor del hogar. Por otro lado, posibilita la independencia económica con respecto a las familias en lo referente a las necesidades básicas que tiene cada interno. “Por primera vez en una unidad penal hay un sistema laboral real con un sueldo más o menos viable para mantener a la familia”, sostiene un interno. Es así que contar con un sueldo contribuye también de cierta manera a reforzar una autoestima deteriorada por el hecho de haber caído en prisión.

Al hablar del sueldo se tienen que identificar dos aspectos importantes: monto recibido y puntualidad del pago, todo esto desde las perspectivas de los internos.

La calificación que recibió el monto del sueldo es la más baja de las obtenidas: 5,31, clasificado como regular. Al ser consultados los entrevistados acerca del funcionamiento del sistema de pagos, se encontraron dos opiniones principales. La primera aludía al ajuste de ellos a una regulación del salario mínimo que se aplica a la población trabajadora en general, aspecto valorado en tanto su condición de trabajadores tiene la especificidad de la privación de libertad. La segunda opinión, más crítica y menos frecuente, señala un sueldo insuficiente, aludiendo a la explotación ya que la exigencia de cumplimiento laboral es bastante estricta, por lo que argumentan que deberían recibir el mismo monto que un obrero que desempeña similar función en el mundo libre.

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Con respecto a la puntualidad en el pago, se preguntó a los internos sobre la frecuencia con que se les entregaba el dinero a tiempo. Los resultados muestran que 84% de la población afirma que el pago de sueldos se efectúa con puntualidad. Por su parte, 14,1% dice que sólo algunas veces, y finalmente 1,4% (un caso) sostiene que nunca se le paga a tiempo. Estos resultados nos muestran una alto grado de consenso de las percepciones sobre la puntualidad en el pago de la remuneración.

Descuentos:

Otra de las características específicas que ha implementado el programa, y que llaman la atención, es el pago de imposiciones a los internos que participan en labores productivas de empresas privadas. Es así que a ellos se les descuenta del sueldo bruto que reciben, un porcentaje destinado al servicio de salud (FONASA), y un monto para el sistema de administración previsional (AFP - INP). Además de los descuentos anteriores, Gendar-mería estableció la modalidad de la cuenta de ahorro, abriéndoles una libreta en la que mensualmente es depositado 15% del sueldo a fin de que el interno tenga un soporte económico a su salida del establecimiento.

Al respecto, los internos manifestaron no contar con la información suficiente acerca del destino de dichos descuentos, encontrándose muy insatisfechos con esta situación. “No se proporciona la información que corresponde en cuanto a qué se hace con los descuentos”, afirma un entrevistado.

Las apreciaciones acerca de los descuentos se pueden dividir en dos, según de qué tipo se trate. Por una parte, las que tienen que ver con previsión y salud –que son extensivos a todo tipo de trabajador– y por otra, la relacionada con la cuenta de ahorro –particularidad de la modalidad laboral implementada al interior del establecimiento penal–.

Con respecto a la afiliación a AFP, se preguntó a los internos en la encuesta si estaban informados de la existencia de esta afiliación y si conocían específicamente cuál. Los resultados muestran que 81,7% dice tener conocimiento acerca de su afiliación a alguna AFP. El resto, 18,3%, dijo no tener conocimiento alguno acerca de este aspecto.

En relación con la cuenta de ahorro, en especial respecto a los montos acumulados, en las entrevistas grupales se percibió un escaso conocimiento de las cantidades. Además se manifestó no poder contar con el dinero acumulado en caso de querer ocuparlo. Al preguntar en la encuesta acerca de la frecuencia con que eran informados de la evolución de sus ahorros, 53,5% dijo ser siempre informado, 8,5% dijo algunas veces y 36,6% manifestó nunca haber sido informado del monto acumulado. Sin embargo, varios de los que manifestaron no tener conocimiento alguno acerca de su cuenta dijeron no haberse interesado nunca en esto, estableciendo que si alguien tiene interés en saber, tiene todo el derecho de pedir la información a los contadores encargados.

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Jornada laboral:

La jornada laboral reglamentada por la ley del trabajo establece un cumplimiento de cuarenta horas de trabajo semanales, las cuales se distribuyen en ocho horas laborales en días hábiles. Ésta también es la cantidad de horas que deben cumplir los internos participantes del programa. Se establece de esta manera una jornada laboral para cada uno de ellos, introduciendo una diferencia en el momento de desencierro que afecta el tiempo libre disponible.

Por información obtenida en los grupos focales, los internos expresaron tener poca clar-idad acerca de la jornada laboral. Manifestaron la presencia de casos de cumplimiento de horas extra de trabajo sin ninguna gratificación adicional, como lo refleja la siguiente cita: “No respetan los derechos humanos de uno, a veces tenemos que seguir trabajando, seis, siete, ocho, nueve”.

Hubo bastante consenso en los grupos focales sobre este tema, por lo que se quiso constatar en la encuesta cuán frecuentes eran estas situaciones. Los resultados muestran que el 76% de la población dijo nunca haber trabajado horas extra sin remuneración, 19,7% respondió que algunas veces y 4,2% dijo que esto sucedía siempre. Llama la atención el gran número de internos que sostuvo que esta situación se daba poco, con lo que se aprecia una considerable diferencia entre las opiniones negativas al respecto encontradas en los grupos focales y las opiniones vertidas en la encuesta.

Por otro lado, la calificación obtenida por la jornada laboral (de 1 a 7) fue de 6,33 en promedio, la más alta obtenida por algún aspecto relacionado con las condiciones laborales y que nos da luces de una alta satisfacción al respecto.

En relación a los horarios de libre desplazamiento por el establecimiento penal, la situación del sector laboral es distinta. El horario de trabajo es similar al que se vive en el medio libre, es decir, jornadas de aproximadamente ocho horas, con una hora de almuerzo. Dado esto, la hora de encierro en las celdas se alarga, prolongándose así el tiempo en que los internos pasan fuera de ellas. Esto contribuye a que tengan una mayor sensación de libertad. “Aquí tiene más libertad, por el horario de trabajo, que sale a las siete, tenemos hasta las ocho y media de la noche, en el patio, libre. Ellos a las cinco ya están todos encerrados”, decía un interno en uno de los grupos focales realizados. Luego de cumplir la jornada laboral, los reclusos disponen de aproximadamente tres horas para descansar o realizar algún tipo de actividad como estudiar para completar su educación. “Los internos salen a las siete y lo lógico es que después hagan actividades extra-programáticas, culturales, educativas, porque esa gente ¿qué hace?, y resulta que acá la población a las cinco ya están encerrados, entonces allí hay un contraste”, afirma el Alcaide en relación a las diferencias que hay entre los dos sectores.

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Equipamiento:

Las empresas que cumplan sus funciones dentro de la unidad penal deben contar con un equipamiento acorde con el rubro en el que trabajan, además de disponer de elementos de seguridad para el trabajo. En un primer acercamiento al tema, en uno de los grupos focales, los internos manifestaron no contar con los elementos de seguridad mínimos necesarios para un buen desempeño laboral; asimismo, se decía que el estado de las máquinas mostraba un deterioro considerable, lo que influía en la eficiencia y seguridad personal. “No ha comprado –el empresario– nunca un guante, overol, una mascarilla, los extinguidores no existen, curiosamente aparecen todas las cosas de seguridad cuando vienen visitas, acá la cosa es bajar el costo al máximo”, afirma un interno. Por esto, se quiso contrastar esta percepción, pidiendo a los encuestados que calificaran con una nota de 1 a 7 el equipamiento que disponen. El promedio obtenido asciende a 5,76, calificado como regular. Asimismo, 64,8% de los encuestados dijo que su empresa siempre contaba con elementos de seguridad, y 36,6% dijo que esto nunca pasaba. El sentimiento de falta de implementación de seguridad en los equipos de trabajo es algo que no hay que despreciar, ya que este aspecto influye en la percepción sobre las condiciones laborales en general.

Sin embargo, no hay que dejar de mencionar que mientras la encuesta era aplicada, los internos se encontraban trabajando, por lo que ésta fue hecha en el mismo lugar donde cumplen las labores. Al observar el recinto, cabe destacar que en algunos talleres sí se veía a los internos trabajar con mascarillas, guantes u orejeras para el ruido. Además se constató la presencia de extinguidores, elemento de vital importancia en la prevención de accidentes.

1.4. Beneficios

Éste es quizás el aspecto más conflictivo de todo el programa, en el cual las impresiones de los internos sirvieron para develar gran número de situaciones que no estaban contempladas como conflictivas. Precisamente el punto quedó de manifiesto en los grupos focales, siendo el tópico que ha generado mayor disconformidad y frustración entre los internos.

La legislación indica que el recluso, una vez condenado a una pena carcelaria, tiene derecho a postular a un beneficio de salida anticipada, ya sea total, como libertad condicional o, parcial, como salida dominical o diaria. Para poder postular a este tipo de beneficios, se estipula previamente un tiempo mínimo a cumplir. En delitos comunes el tiempo mínimo es la mitad de la condena, mientras que para delitos calificados se exige dos tercios de ella. Sin embargo, haber cumplido el tiempo mínimo no indica que necesariamente tenga que ser otorgado el beneficio.

Además de cumplir con un tiempo mínimo de condena, el requisito de conducta es de suma importancia, pues se considera un indicador de que el beneficio de salida es bien merecido. Es por esto que es muy frecuente la participación de los reos en las actividades impartidas en el establecimiento penal, motivados por “hacer conducta”, como lo llaman los reclusos.

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Participar en el programa les da posibilidades de agilizar la obtención del ansiado beneficio, porque es un indicador de disposición y conducta. La posibilidad del beneficio, entonces, actúa como un fuerte incentivo en la vida de los internos.

En principio, se pensaba que el orden lógico era el ingreso al programa a dos años del tiempo mínimo, luego de estos dos años de trabajo y adecuado desempeño –así como buena conducta– vendría la postulación al beneficio, el cual los reos suponen (pacto implícito) debería ser concedido. Con esto se recompensaría la buena conducta y comenzaría la parte más importante del proceso de reinserción, en la cual el interno pone en práctica lo aprendido dentro del establecimiento penal. Del mismo modo, se podría dar paso a una rotación de internos trabajadores, con lo cual abriría la posibilidad a otros reclusos de formar parte del sector.

La práctica ha mostrado no ser así. Los internos manifiestan que la cantidad de beneficios que se les entregan es considerablemente menor que en otros lados. Si bien dicen tener una conducta intachable y cumplir a cabalidad las exigencias laborales, el derecho al beneficio, señalan, es restringido, con lo que se sienten frustrados y engañados. “No hace mucho tiempo atrás, en el patio daban 20 salidas, aquí le dan cinco. En el patio daban diez salidas, aquí daban una. O sea era todo lo contrario. Era éste el sector laboral, pero dan más salidas allá. Y uno qué le va a hacer. También deberían dar más oportunidades, más salidas o algún tipo de beneficios. Prácticamente, nosotros estamos aquí hasta que cumplamos la condena”, manifestaba un interno entrevistado, al cual se sumaron varias opiniones similares. La percepción de retención entre los internos se podría decir que es generalizada.

Es así que, cuando se les preguntó si pensaban que pertenecer al sector contribuía a la obtención de beneficios, 78,6% dijo que no era así, mientras que el 21,4% dijo sentir que el programa sí contribuía a su obtención.

Asimismo los internos, en jerga carcelaria, dijeron que por la escasez de beneficios, la mayoría se iba “cumplido”, lo que significa que se cumple la totalidad de la pena en prisión. Un total de 78,9% dijo estar de acuerdo con la afirmación “de acá uno se va cumplido”, afirmación rescatada de opiniones vertidas en los grupos focales; 12,7% dijo estar en desacuerdo y 2,8% estaba muy en desacuerdo con la afirmación, lo cual refuerza lo ya señalado.

La escasez de beneficios de salida muestra una de las grandes falencias del programa. Si bien no se disponen de los datos acerca de los beneficios entregados en los últimos años en el establecimiento penal, su autoridad máxima reconoce que es uno de los problemas complejos con los que han tenido que lidiar. Al referirse al tema, el Alcaide dice que “el tema de los beneficios, lamentablemente no está bien estructurado”, reconociendo importantes fallas en el sistema. En la misma dirección, los internos al ser preguntada su opinión en relación con la facilidad de opción al beneficio en el sector, la gran mayoría dijo estar en desacuerdo (80,3%) con esta afirmación.

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En opinión de los internos, estas fallas se producen por intervención de agentes externos –em-presas privadas– en este proceso: “Si usted toma en cuenta que llega el empresario. Se especializa y le trabaja dos años, cierto, le falta a él dos años para cumplir su pena, y si le dan la salida a él va a tener que contratar a otra persona, va a tener que enseñarle a otra persona. Entonces lo que quiere el empresario es no perder plata, que no se le escape el que ya sabe, porque trabaja con él, que no se le escape tan fácilmente.Ellos también interfieren dentro de este núcleo y es que no, no le pueden dar la salida porque es un buen maestro. Entonces ahí empieza a confabular una situación que no es sana para uno”.

Si bien se aprecia en la Tabla 1 que los internos tienen bastante claras las razones por lo que esto se produce, se puede ver que la percepción de que los empresarios interfieren por conveniencia en el proceso de beneficios es bastante generalizada1.

1 Los casos incluidos en esta tabla sólo muestran las opiniones de aquellos que manifestaron estar en desacuerdo con la existencia de una mayor facilidad en el otorgamiento de beneficios en el sector.

TABLA 1Razones atribuidas por los internos a la restricción de beneficios

Frecuencia PorcentajePor la publicidad de la TV 13 23,6Por experiencia personal 4 7,3Por mala administración del sistema 12 21,8Por acción de los empresarios 21 38,2No sabe o no responde 3 5,5Porque acá somos útiles 1 1,8Total 54 98,2Perdidos del sistema 1 1,8Total 55 100,0

Entre la opiniones más generalizadas, encontramos la que fundamenta la escasez de be-neficios en la publicidad de los medios de comunicación masiva (23,6%). Esto dice relación con que el publicitar constantemente el aumento de la delincuencia genera una opinión pública contraria al otorgamiento de beneficios. El estado, así como Gendarmería, tiene que responder a la petición de la ciudadanía de reforzar el trato dado a los delincuentes, por lo que los beneficios se restringen. Los internos manifiestan que al ocurrir en el exterior casos que remecen la opinión pública, el sistema se endurece considerablemente, teniendo que sufrir ellos las consecuencias.

El tema de la mala administración del sistema fue también mencionado por los entrevistados (21,8%).

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Sin duda lo que más llama la atención es la apreciación de que las restricciones de salida se deben a injerencias de tipo empresarial. Los internos sienten que al ser capacitados y responder en forma positiva y eficiente al trabajo, les son denegadas las posibilidades de libertad. Al serles útiles a los empresarios, por el hecho de haber sido capacitados, éstos se niegan a dejarlos ir, ya que la mano de obra sufre una constante rotación e implica una importante pérdida de recursos.

El que se diga que la acción empresarial interfiere en el otorgamiento de beneficios muestra otra gran incongruencia en el diseño del programa, que ya había sido identificada anteri-ormente. Se podría decir entonces, que en ciertos aspectos prevalece una lógica de mercado por sobre la intención rehabilitadora.

Este hecho particular tiene estrecha relación con la población seleccionada al programa. Al evitar que se produzca la rotación de mano de obra, se privilegiaría de cierta manera el ingreso de internos que tengan que cumplir largas penas, ya que para ellos el beneficio está más lejano. Dado esto, el cumplimiento de los objetivos delineados en un principio no se estaría llevando a cabo, generándose de este modo ciertas ineficiencias. En opinión extraída de los grupos focales, “El sistema debería haber ido rotando. Me quedan tres meses acá. Yo pienso que debería rotar. Yo debería haberme ido qué tiempo para que otra persona tenga mi lugar”.

1.5. Visitas

Parte de los derechos de los internos en una institución penal se relacionan con el régimen de visitas. Por lo general, en el CCP Colina I los reclusos pueden recibir a familiares o amigos una vez por semana, aunque para quienes pertenecen al Sector Laboral se añade la posibilidad de tener visitas conyugales (parejas). El sistema de visitas en una cárcel es una instancia de gran complejidad y tiene que ser muy regulada para poder mantener la seguridad. Por parte de los internos, las visitas se transforman en lo más importante, en un día de fiesta, donde tienen la posibilidad de interactuar de alguna manera con el mundo exterior que dejaron al ingresar al establecimiento penal. Se ve así que los vínculos con las familias tienen gran importancia.

El funcionamiento de las visitas fue un tema tocado en ambos grupos focales. Al preguntar si el sistema era el mismo en todos lados, los internos manifestaron que las visitas sí habían experimentado un cambio: “Sí. Nosotros tenemos visitas los días domingo. Y ellos tienen el día sábado. Es diferente la visita allá sí. Allá es un poco más reprimidos, más paquea-dos... los niños no pueden andar en el patio como lo hacen acá. Hay cosas buenas, hay libertades”. Un mejor sistema de visitas influye en la percepción que tienen los internos sobre su calidad de vida, expresada por ejemplo en una sensación de más libertad tanto para ellos como para sus visitantes: “Lo único que tiene aquí, es que es más cómodo para visitas, para salir a caminar. Ahí al lado usted no puede caminar en el pasillo, porque el paco lo va a ver caminando y le va a preguntar qué quiere aquí”.

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Los resultados muestran un alto consenso con el hecho de sentir menor restricción en el sistema de visitas que en otros lados: 80,3% dijo estar de acuerdo. Por otro lado, el 17% manifestó no estar de acuerdo con esto (8,5% dijo estar en desacuerdo y el 8,5% restante manifestó estar muy en desacuerdo con esta afirmación). Este porcentaje que revela no estar de acuerdo con que las visitas son menos reprimidas no implica que afirma lo contrario, sino simplemente afirma que el sistema de visitas es similar al vivido en otros sectores del complejo penal. “No hay diferencia. Lo único es que nosotros trabajamos en una empresa y ellos lo hacen particularmente, artesanalmente”, afirma un reo con la opinión anterior. Si bien no se puede afirmar que hay cambios en el sistema de visitas, un interno (1,4% del total) dijo haber querido entrar al programa por las visitas.

El hecho de tener este nuevo régimen de visitas trae consigo implicancias de otra índole. Acceder a la visita conyugal implica tener un grado de cercanía mayor con la pareja, donde la privacidad es de suma importancia. Si bien el hecho de estar en un recinto penal coarta este aspecto, según palabras del director del establecimiento, esto ha llevado a que los mismos internos impongan una organización muy particular, creando un sistema de turnos para acceder a la habitación con la pareja. De este modo se podría inferir que el nuevo régimen de visitas implantado en el área ha reforzado de cierta manera los vínculos de solidaridad existentes entre los internos que comparten una misma situación.

Sin embargo, no hay que confundirse. El que los internos hayan manifestado que el sistema de visitas es menos reprimido que en otros sectores no quiere decir que éste sea bueno. A pesar de que se recogieron impresiones que afirmaban que las visitas eran mejores que en otros lados, también se mencionó el trato vejatorio que ellas sufrían al intentar ingresar al establecimiento penal los días correspondientes. Sin embargo, esto responde a políticas de seguridad implementadas por Gendarmería que se podría decir que se repiten en casi todos las instituciones penales del país.

1.6. Calidad de vida

Los internos que forman parte del Sector Laboral fueron debidamente trasladados y se-gregados en función de su nueva condición de trabajadores. Además de necesitar nuevas condiciones que los ayuden a cumplir de mejor forma su labor, esto se hizo también como una manera de evitar el contacto y la contaminación delictual con otros internos que no realizaban actividades laborales. En principio los reos trabajadores eran continuamente hostilizados, sobre todo por contar éstos con dinero en efectivo. La segregación implicó una separación total del resto de la población, para lo cual fueron habilitadas dos torres de dormitorios (de un total de seis), exclusivamente para trabajadores. Éstas y otras medidas han contribuido a dar una mejor calidad de vida a los internos, aspecto ampliamente valorado por ellos. Mayor tranquilidad en el ambiente, mejores condiciones habitacionales, posibilidades de dar un uso productivo al tiempo, mayor libertad de movimiento y menos horas de encierro, así como la posibilidad de disponer de dinero y, por lo tanto, entregar ayuda económica a las

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familias y adquirir una mayor independencia, son elementos que contribuyen a formar la percepción por parte de los internos de tener una mejor calidad de vida.

En los grupos focales realizados, los internos manifestaron sentir que en el sector la calidad de vida es mejor que en otros lados. Uno de ellos afirmaba: “Mejora el 100%. Hay más libertad. Hay mejores condiciones de vida. Mejores condiciones para compartir uno con la familia” los días de visita, lo que lleva a pensar que en el sector laboral se dan condi-ciones de vida considerablemente mejores que en otros sectores e instituciones penales. “Por primera vez el interno tiene un estilo, no voy a decirle terno y corbata, pero bien aseado, con un sistema de vida interior adentro del penal que da gusto compartir con la familia”.

Es por esto que en la encuesta realizada a los internos se les pidió que evaluaran la calidad de vida del sector con notas desde 1 a 7. El promedio que alcanzó esta pregunta es de 5,89, que ha sido calificado como regular.

La tranquilidad es una de las principales ventajas del sector que señalan tanto los internos como los funcionarios. El trabajo pautea la vida que allí transcurre, minimizándose poten-ciales revueltas, peleas y desórdenes tan comunes en de poblaciones penales ociosas y descontentas. “Hay 300 internos que no molestan en todo el día” señala el Alcaide de la unidad. Más del 95% de la población dijo estar de acuerdo con esta afirmación (46,5% muy de acuerdo, 49,3% de acuerdo y 2,8% en desacuerdo). La tranquilidad vivida en este sector es tomada como un indicador de buena calidad de vida.

En la apreciación de la calidad de vida se verificaron diferencias entre primerizos yreincidentes, pues la mayor valoración en el Sector Laboral estaba dada por estos últimos. Consideramos que son ellos quienes comparan la experiencia de este sector con otros por los que anteriormente han pasado parte de sus días, apreciando en su gran mayoría que la calidad de vida al interior es buena. Los primerizos que están en el sector también con-sideran en un alto porcentaje buena la calidad de vida, aunque en una proporción menor. No obstante, tanto unos como otros afirman que este sector es bueno, encontrándose que hay una sensación de descontento en muy pequeña escala entre quienes participan del programa.

Otro aspecto relevante, que tiene que ver con la calidad de vida percibida por los internos, dice relación con aquellos que están cumpliendo condenas largas y que forman parte de este sector. En palabras de los mismos internos, esta área es buena para aquellos que “hacen años”, es decir, para los que deben permanecer en prisión por mucho tiempo. Esto responde a que el recluso que tiene largas condenas debe asegurarse de mantener buenas condiciones de vida, ya que estará en el sector por largo tiempo. El 53,5% dijo estar de acuerdo con esto y 42,3% dijo estar muy de acuerdo, lo cual nos muestra un alto consenso en el hecho de que si este sector es bueno para los internos que tienen que cumplir largas condenas es porque acá se puede lograr una mejor calidad de vida.

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2. Dimensión social

2.1. Relaciones con los otros reos

El programa, al posibilitar la actividad laboral, redefine las actividades que los internos realizan durante su estadía en el establecimiento penal, introduciendo así una nueva variable en las relaciones que ellos mantienen con su entorno social inmediato. Esto se refleja principal-mente en la interacción en que se desarrolla una comunicación basada en la experiencia compartida.

El ambiente que se vive al interior del sector es reconocido por todos como más tranquilo. En una entrevista grupal un interno señaló que esta área “es una de las canas –cárceles– donde he podido dormir tranquilo sin el temor de que el compañero de al lado va a acuchillarle”. Los internos señalan que este sector es mucho más sereno que cualquier otro recinto penal, ya que la mayoría de ellos han estado anteriormente detenidos en otra unidad, por lo cual pueden realizar comparaciones.

El ambiente laboral es un espacio que minimiza las rencillas en tanto que el interno está ocupado durante todo el día con sus quehaceres laborales. En cada taller se vive un entorno de trabajo donde los intercambios comunicativos se refieren principalmente al trabajo realizado, lo cual es visible sobre todo en los talleres donde la producción está divida en etapas y el producto final lo realizan entre todos. Se pudo constatar lo anterior a partir de las entrevistas grupales y durante el recorrido realizado por los talleres al momento de aplicar la encuesta, donde se recogió información en torno a este tema de un modo más etnográfico, al surgir conversaciones con algunos internos –y a veces pequeños grupos– que iban más allá de la estructura planteada en la encuesta.

Un aspecto a destacar en este sentido, y que ofrece una explicación a la sensación de tranquilidad que se vive en el sector, es el predominio temático en las conversaciones que dicen tener entre ellos, que se refieren principalmente al trabajo, a lo aprendido o a los logros del día. Las relaciones giran en torno a la experiencia inmediata, por lo que estar ocupados contribuye a configurar una experiencia a compartir con aquellos que viven la misma situación.

El asunto del predominio temático en torno a la actividad laboral, surgió en la conversación y dialogo entablado con ellos, donde los internos repararon en el asunto, pues descubrieron que no tenían conciencia de la centralidad que había cobrado la actividad laboral. Si bien concordaban, no habían plasmado el tema, ni hecho explícita esta percepción con sus pares. Uno de ellos comentó: “Aquí se conversa de trabajo, de lo que aprendió, de lo que aprendió el otro, entonces... ya no se conversa de que está buena la cuestión de asaltar a Prosegur o qué sé yo”. Otro interno expresa: “es cierto eso, no me había dado cuenta...”

Tal protagonismo que cobra el trabajo en sus conversaciones indica una disminución de la socialización negativa donde se aprenden aspectos propios de la contracultura delictual, al interrumpir en cierta medida tal socialización, reemplazar los usuales temas delictuales por tópicos laborales, y bajar la tensión experimentada en una unidad penal.

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En la encuesta, este aspecto arrojó un gran porcentaje de individuos que estaban de acu-erdo (o muy de acuerdo) en que el tema más común y frecuente entre ellos decía relación con sus quehaceres laborales. Es, entonces, el programa con sus condiciones diarias de vida, el que involucra al interno en un operar al cual ellos no estaban acostumbrados o familiarizados –la vida laboral–, lo cual podría entenderse como un indicador positivo ante una posible rehabilitación del reo que experimenta un cambio en sus relaciones diarias, una transformación donde el trabajo es la variable que estructura y coordina los tiempos al interior del establecimiento penal.

En términos culturales, según los internos trabajadores, los reos que no trabajan perciben a los que participan de esta área como personas “giles” por el hecho de trabajar, corroborán-dose así que el delincuente desmedra a quienes participan de actividades laborales, pues se someten voluntariamente a la explotación de “los que tienen”.

Los internos asumen esta estigmatización que les hace, esta vez, el ámbito delictual, y se incorporan en un programa de rehabilitación pues argumentan frente a cualquier censura que les haga el medio delictual, que esta decisión de rehabilitarse es tomada sólo a conciencia y no se revela –salvo excepciones– entre sus pares.

2.2. Relaciones Familiares

La relación que un reo mantiene con su familia es de vital importancia, pues es un vínculo emocional que se recrea en los días de visita y que importa desde el medio libre la afectividad familiar de la cual son privados al estar en prisión. Una de las razones indicadas por los internos para participar en programas con las características de éste, dice relación con estar impulsados por motivos familiares. Dentro de ello se incluye, principalmente, el hacer sentir mejor a sus familias, puesto que viven también por lo general la condena de tener a un familiar en prisión.

Por lo anterior, la familia cumple un rol muy especial en el proceso de rehabilitación, ya que es ella la que en el futuro será la red social relevante y más inmediata donde el ex-reo deberá reinsertarse e integrarse socialmente. El Alcaide comentó en la entrevista que “obviamente todos los pasos que tú das como institución por rehabilitar, van a depender mucho de la familia que hay afuera. No sacamos nada con incluir un reo cuando la familia no vive ese mismo proceso”, lo cual es ciertamente fundamental a incorporar en el programa.

La actividad laboral en el establecimiento posibilita la obtención de un ingreso mensual, que en caso de ser destinado a las familias, implica un vínculo que recrea al reo en un rol activo de aporte a la familia, lo cual conlleva, por un lado, a establecer un vínculo monetario, y por otro, a la percepción del recluso de un mayor aprecio por parte de las familias por el hecho de trabajar y ser productivos, elemento que de cierta manera articula su acción.

El vínculo monetario que establece el reo y su familia no se realiza sólo bajo una lógica mercantil, como sucede usualmente en las interacciones de dinero. Detrás de ello hay más que un traspaso material, ya que el vínculo monetario es también de carácter afectivo y

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traspasa emociones intangibles, suscitando con ello participación de las familias –o per-sonas cercanas al interno que permanecen en libertad– que va más allá del intercambio material.

El vínculo monetario se configura como un mecanismo potencial que se puede actualizar a través de su orientación funcional hacia el proceso de rehabilitación en virtud de su doble distinción: afectiva y material. La inclusión de las familias por medio de la vía monetaria cobra así relevancia para el proceso de rehabilitación, puesto que el interno involucra a su familia a través del aporte a la subsistencia, la satisfacción de necesidades básicas, como también a la realización de gastos suntuarios. Los internos logran mantener con ello roles de padres, esposos, compañeros e hijos que se hacen presentes a través de ayuda o de regalos para sus seres queridos.

Un indicador positivo y no reforzado lo suficiente en el Programa Laboral es que es aquella área del establecimiento penal donde más visitas concurren los días establecidos, en proporción a la cantidad de reos que allí están recluidos y en comparación con los otros sectores (no laborales) de Colina I y Colina II, donde la cantidad de visitas es menor2. Teniendo como supuesto que la visita es siempre un apoyo e incentivo emocional para el reo y su estado de motivación, el aumento de visitas contribuye al proceso que viven los internos del programa. Esta situación, eventualmente, se da porque el valor agregado del programa reside tanto en el sueldo como en el trabajo y capacitación, dada la doble connotación que la actividad conlleva, reflejada tanto en el vínculo monetario recreado por el sueldo obtenido, así como en la valoración dada por la familia a la intención manifiesta de progreso y desarrollo individual mostrada por los internos participantes del sector, por el simple hecho de trabajar.

El interés monetario involucrado, que fomenta las visitas en este sector, hace participar tam-bién a estas últimas del proceso que está viviendo el reo, ya que la visita conoce de manera cercana donde el individuo se desenvuelve diariamente, y así como los temas de los internos con sus pares son en gran parte de trabajo, ellos también mencionan que a la visita también se la incluye con relatos de la actividad realizada y los aprendizajes obtenidos. Incluso si la mención de la actividad laboral es sólo mediante la entrega de dinero conseguido producto del trabajo, la actividad laboral está presente y es de todos modos relevante.

Por otro lado, se constató que la gran mayoría de los internos sí incluyen a la familia en este proceso, puesto que se comprobó en la encuesta que un 81,7% de los internos destinan su sueldo a la familia o entregan parte de él a algún pariente. Solamente un 18,3% declaró destinar la totalidad del dinero recibido para los gastos al interior del establecimiento pe-nal, que comprenden los costos relacionados con la compra de alimentos, útiles de aseo, cigarrillos y mate, entre otros.

2 Dato extraído de la entrevista con el Alcaide de la unidad.

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Un interno durante la encuesta señaló: “¿sabe de qué me ha servido estar aquí? Pude juntar platita y comprarles a mis hijos un Nintendo para una Navidad. Yo nunca había podido hacer algo así, nunca había podido darles nada para una Navidad y mis hijos me dijeron que me había pasado, que era lo mejor”, lo cual indica de cierta manera lo anteriormente descrito.

En la encuesta se le preguntó a los internos si creían ser más apreciados por sus familias por el hecho de estar trabajando. La mayoría adscribió a esta opción. Sin embargo, los que respondieron negativamente, lo hacían básicamente debido a dos razones. Una, porque consideraban que contaban con el aprecio familiar estuvieran o no trabajando; y dos, porque no tenían ningún vínculo familiar, enmarcándose en esta situación no más allá de cinco casos.

El Alcaide indicó que “uno de los principales problemas fue cómo poder convencer a esta gente que trabajando podían ayudar a sus familias. Ahora, de esta población penal no hay una base de datos completa como para haber buscado a personas que tuvieran familia, tuvieran hijos, que necesitaran la plata. No una persona que no tiene ninguna motivación por trabajar”.

Los internos relataron que durante un tiempo los del Área Laboral tuvieron más visitas (un día adicional) que el otro sector del establecimiento penal. Si bien las decisiones en torno a este tema involucran prioritariamente tópicos relevantes a las medidas de seguridad, no es un tema que escape a los lineamientos del programa, ya que la visita podría ser utilizada como mecanismo de participación de la familia del reo en sus actividades productivas, para que realce el interés dentro de la red social relevante –y posible nicho de acogida– del reo, que llegará algún día a la calle.

No necesariamente se necesita de una mayor frecuencia de días u horas de visitas para una mayor participación familiar en el proceso de rehabilitación, ya que lo anterior también se puede obtener a través de la realización de actividades adicionales orientadas a que la visita conozca los logros obtenidos por su familiar interno acreditada por la institución o el em-presario –y no sólo en el interno– puesto que la instancia de socialización familiar presenta las características sociales especificas suficientes para reforzar este proceso.

2.3. Relaciones con los funcionarios

En cuanto a las relaciones que los internos mantienen con los funcionarios de Gendarmería, y a partir de la afirmación de un reo en un grupo focal que señaló: “este sistema tiene hartas cuestiones buenas. Usted puede hablar con un funcionario, lo cual hace 20 años atrás usted no podía, eso también hay que valorizarlo, ellos ponen de su parte”, se consideró pertinente indagar en este aspecto dado que llevó a debate a los demás inte-grantes. Muchas veces el conversar con un funcionario es calificado de “sapear”, es decir, una actitud delatora donde se le entrega al funcionario información que podría perjudicar a otro(s) interno(s).

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El tema de la relación entre internos y funcionarios de Gendarmería resultó, entonces, ser un factor importante en dos aspectos principales. Primero, en la percepción que los internos tienen del programa, ya que son los funcionarios la cara inmediata con que ellos asocian cualquier política que los afecte. Y en segundo lugar, se entrevió la importancia de que al posibilitarse una mejor relación, se disminuye la tensión característica de la dinámica de interacción de estos dos grupos antagónicos, dando un ambiente de tranquilidad y estabilidad en el recinto penal, lo cual evitaría eventuales motines y levantamientos motivados por una tensa relación.

El que los internos ya no consideren tan contrario a su ley conversar con funcionarios, demuestra que las buenas relaciones con éstos son de gran ayuda, convirtiendo al gendarme en potencial agente positivo de aporte a la rehabilitación. Ellos dicen que “aunque delin-cuentes, no hay que olvidar que también somos personas”, reivindicando su capacidad básica humana de comunicación con otros como así también su capacidad de mantener buenas relaciones con quienes los rodean, ya que además ello contribuye a su propiobienestar. Si bien los funcionarios son frecuentemente percibidos como “los del otro bando”, el que en este sector los internos aprecien la superación de tal aspecto implica una mejora que trae aparejada ventajas que se asocian íntimamente con un aporte a la vida social de los internos.

2.4. Relaciones con los supervisores de los talleres

La relación surgida entre internos y supervisores o empresarios es de vital importancia, en tanto posibilita al interior del recinto penal la relación empleado-empleador, familiarizando a esta población que carece en su mayoría de experiencia laboral anterior. Es este aspecto el que incorpora en la dinámica diaria un aprendizaje en torno a las actividades normativas que prevalecen en el exterior.

Los reos intentan percibir en un otro la presencia de distinciones en el trato, para lo cual observan y analizan si existe en la relación una posible discriminación por su condición de presidiarios. Los internos realizan estas indagaciones también con los supervisores y tien-den frecuentemente a generalizar el trato de quienes “no son como ellos”, generalización habitualmente asociada al trato social o la forma en que son percibidos afuera. En lo que a relaciones con otros se refiere, el vínculo establecido con el personal a cargo de los talleres se modela como muy importante en el proceso de rehabilitación.

En la entrevista grupal hubo una tendencia a criticar a los jefes de los distintos talleres por el trato, donde consideraban que se anteponía siempre su condición de preso ante la de trabajador. Un reo nos señaló que el empresario había contratado para trabajar con ellos a “un excelente técnico, pero el trato con las personas... es clasista, una persona que no sabe apreciar lo que uno da”.

En las encuestas se intentó contrastar esta información que trasmitía descontento por parte de los internos, sin embargo, se encontró con trabajadores por lo general contentos en sus empresas, pues la calificación que ellos asignaban a sus respectivos jefes era bastante

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buena, por lo que tal información de malestar no se confirmó en los datos obtenidos. Por otro lado, verificamos un general aprecio a las empresas de las cuales forman parte, donde muchas veces y en distintas empresas indicaron “ésta es una de las mejores”3.

Las características de la población que sirve de mano de obra aquí, tiene rasgos diferentes a la ofrecida en el medio libre. “Son muy especiales, son como guaguas, son todos egocéntricos, pero ya me he acostumbrado a tratar con ellos”, señaló un jefe a cargo de un taller durante el recorrido realizado durante las encuestas. Tal como nos señalaba este supervisor, son personas especiales que requieren de un trato también especial, lo cual significa que los supervisores deben tener en cuenta que las personas que tendrán a cargo no están acostumbradas a trabajar para un empleador.

Por lo tanto, además de capacitar en un oficio, trabajar con los internos trae aparejada otra labor, que se refiere a la inculcación de valores referidos al trabajo y de una disciplina laboral, a la cual no se habían sometido con anterioridad. Uno de los internos señaló con mucha precisión que la dificultad residía en que “somos personas distintas, procesadas por delito, que no tienen la misma cultura que un trabajador hecho y derecho en la calle”.

Un tema que surgió como demanda de los internos en las entrevistas grupales fue un mayor incentivo emocional, donde solicitaban específicamente que su trabajo fuera más reconocido. Sin embargo, constatamos que en algunos talleres existen mecanismos mediante los cuales se resalta, por ejemplo, “al mejor empleado”. Se considera, sin embargo, que éste es un punto de apoyo y de refuerzo al proceso de rehabilitación que los compromete y los hace sentirse socialmente valorados como buenos maestros, gracias al realce de los logros obtenidos durante el tiempo que han sido parte del Área Laboral.

3. Dimensión personal

El Programa Laboral de Colina I se aplica a un conjunto de individuos que, en tanto seres humanos, tienen diferencias que los hace a cada uno particulares y únicos. Se indagó así, en el impacto personal del programa en los internos participantes, para conocer y categorizar el comportamiento de este grupo en torno a temas donde la especificidad del individuo es la que proporciona la estructura básica que moldea la experiencia y el estar en el mundo.

3.1. Motivación a entrar

Los individuos privados de libertad tienen como primera prioridad revertir esta situación, “ver nuevamente la calle”, y va a ser indiscutiblemente su norte de acción. Es por ello que

3 Posible limitación: Dado que las encuestas se realizaron al interior de los talleres, durante horario de trabajo, cabe la posibilidad de que la información obtenida corresponda a respuestas estratégicas que no los vincule con una mala evaluación que posteriormente pueda afectarlos. Sin embargo, se especificó inicialmente a los encuestados el carácter anónimo de la información recogida, con el fin de controlar dicha situación.

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cualquier programa que se implemente en un recinto penal debe hacerse cargo de esta realidad.

Toda actividad que se realiza en una unidad es vista por los reos como la posibilidad de incluir en sus hojas de vida o fichas aspectos positivos que en alguna oportunidad puedan contribuir a la obtención del beneficio de salida. Un programa carcelario no puede intentar ignorar esta realidad ya que la conducta anterior responde a una manera de actuar que los reos tienen incorporada a su lógica de vida, lógica de supervivencia al interior de una cárcel que difícilmente puede ser superada por un programa de rehabilitación.

Se ha entendido por algunos autores que la incapacidad de los programas implementados en los recintos penales reside en no manejar y aislar este lait motiv. Se postula aquí que no es aquella la razón o motivo de malogro, ya que para la obtención de resultados en un programa se deberá potenciar las ventajas que los beneficiarios encuentran en la partici-pación, para así mermar el efecto de la motivación por la libertad e incluir motivaciones paralelas. Pero no se debe intentar nunca neutralizarlo del todo, puesto que los individuos diariamente se enfrentan a esta condicionante que rige sus vidas, lo que hace imposible superar este obstáculo. Es una limitación que enfrentará todo programa al interior de un establecimiento penal, donde la especificidad propia del recinto es que los individuos viven privados de libertad.

El Alcaide señaló en la entrevista: “Si Uds. se dan cuenta, la mayoría de los internos trabajan por su libertad, ellos no trabajan porque quieren aprender un nuevo oficio o porque quieren apoyar a sus familias, sino porque quieren la libertad”. Los internos que participaron de las entrevistas grupales concordaron, en cada una de ellas, que la motivación primera fue la libertad, ya que esperaban ser recompensados por el esfuerzo desplegado: “Todos piensan que este sector laboral es como la oportunidad de ellos, la oportunidad de poder llegar acá, trabajar, de hacer su buena conducta, tiempo limitado, recibir beneficios, entonces todos quieren llegar a este lugar”, donde el fundamento de la buena conducta reside en lograr buenos antecedentes que sirvan de ayuda para obtener beneficios de salida.

Si bien la motivación por lograr la libertad es prioritaria, hay que convivir con ella y no entenderla como motivo de fracaso del programa. La rehabilitación de un individuo se realiza en libertad, por lo que los esfuerzos deben enfocarse a cimentar sobre bases firmes el proceso de rehabilitación que ayudará al individuo a reinsertarse en la sociedad. ¿Cuáles eran las otras motivaciones que los individuos tuvieron para ingresar al sector?, fue lo que se pudo conocer a través de la encuesta de manera generalizada (ver Tabla 2).

Aunque algunos de ellos revelaron haber estado motivados por “hacer conducta” y lograr así la libertad, en esta instancia de recolección de información fueron sólo cinco casos los que manifestaron esa inclinación, lo que equivale a un 7%. Las motivaciones reveladas por los internos de forma individual se diversificaron notablemente, haciendo mención de motivaciones paralelas surgidas ante una serie de aspectos positivos y valorados como ventajas propias del área.

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Las categorías de respuesta de las motivaciones se ciñen todas, a excepción de la respuesta “nada”, a aspectos del programa que los internos perciben como ventajosos y positivos. Es en estas motivaciones donde reside la potencialidad del programa. La familia resulta nuevamente esencial ya que, como se señaló en la dimensión social, acompaña muchas veces al interno en su proceso. El aporte monetario que realiza el interno a sus familiares del medio libre los involucra en la actividad laboral, ya que es de allí donde se obtiene el dinero, generándose un vínculo donde se entrecruzan relaciones afectivas y monetarias a lo largo del desarrollo comunicativo que se mantiene con la visita externa, viviendo una experiencia en común donde las individualidades comparten.

Frente a la posibilidad de contratar a un reo con experiencia y que cumpla con las condi-ciones de mano de obra demandada, se debe entrever que éste tiene una menor motivación por aprender para lo cual se debe verificar la presencia de otras motivaciones, como por ejemplo, que tenga familia o visita regular, u otra motivación.

La motivación por entrar al Área Laboral es esencial, dado que todo interés por actuar se conjuga con una decisión a actuar. La decisión, en este caso, involucra dentro de las probabilidades de selección el cambio o la rehabilitación. El individuo se enfrenta en aquel momento a la decisión de “chantarse” (dejar de delinquir) o continuar delinquiendo en el futuro. Incorporar, entonces, en el programa personas sin motivación alguna, disminuye notablemente las probabilidades de rehabilitación de un reo ya que éste no lidia con tal decisión y selección alguna vez motivada.

3.2. Expectativas

Los internos, al conversar con ellos, dicen valorar de gran manera la posibilidad que entrega el programa de ocupar el tiempo libre, haciendo una lógica relación entre ocio y estanca-

TABLA 2Motivaciones de los internos para entrar al programa

Frecuencia PorcentajeAportar a la familia 24 33,8Aprender un oficio 14 19,7Ocupar el tiempo libre 6 8,5Ganar dinero 8 11,3Cambiar de ambiente 3 4,2Hacer conducta 5 7,0Nada 1 1,4Trabajar 6 8,5Rehabilitarme 3 4,2Por la visita 1 1,4Total 71 100,0

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miento, así como entre actividad y futuro: “Pasamos el tiempo en que no hacíamos nada. Puras cosas malas. Aquí hay proyecciones a futuro. Cuando uno está sin hacer nada, achacado, uno queda demacrado así”. Esto nos da luces acerca de la situación que viven los internos que no son parte de este tipo de programas, en el que el excesivo tiempo libre del que disponen conlleva un gran desgaste emocional.

Como se señaló anteriormente, una de las principales motivaciones de los individuos es su libertad. La motivación está enraizada en una expectativa que, aunque incierta, es considerada en un comienzo altamente probable dado que cumplen con los requisitos de conducta, educación y trabajo. Esta expectativa se ha visto frustrada en el sector, generándose un malestar general dentro de la población de reos trabajadores de empresas privadas que señalan estar atrapados en un sistema que se asemeja a un círculo cerrado donde ellos son los garantes de la continuidad productiva. La producción no debe cesar, pero si se van se corre el riesgo de derrochar la inversión realizada, y además se tendrá que capacitar a otro interno para que ocupe su lugar. Es así como explican principalmente que los beneficios otorgados a esta población sean reducidos, comparados a los entregados en otras unidades, pese a que ellos están en un programa de rehabilitación y supuestamente más preparados para enfrentar el medio libre.

Tal situación intrínseca al operar del Área Laboral se suscita en la convergencia de fines productivos –de maximización de beneficios al mínimo costo posible– con los objetivos pro-gramáticos –la rehabilitación–. Sin embargo, dada la alta frustración, es un punto necesario de explicitar y replantear a los participantes para que expectativas no cumplidas conduzcan a materializaciones del descontento y posibles perturbaciones del orden.

Las expectativas por trabajar en el medio libre y las percepciones de los internos en torno al trabajo dependiente, son dos apreciaciones que presentan diferentes matices. Trabajar como empleados una vez que salgan del recinto penal es considerado poco probable, ya que sienten el peso del estigma de los antecedentes delictuales, con lo cual las posibilidades de empleo en el medio libre se reducen. Revelan sentir un rechazo social muy fuerte, que minimiza las oportunidades y las posibilidades de rehabilitación, haciendo del delinquir la única posibilidad de conseguir dinero: “Ha salido gente de aquí pero han reincidido, no puede trabajar en nada con los antecedentes penales”. Una persona que ha delinquido queda marcada y estigmatizada, lo cual acarrea una actualización del comportamiento po-tencialmente esperado de un ex-convicto –volver a delinquir–, actualización que es realizada indeliberadamente por la sociedad que rechaza y niega oportunidades para una efectiva reinserción. Lo anterior suscita percepciones en los internos tales como: “La gente no confía y nunca va a confiar en una persona que haya estado detenida, sea lo que sea que ha pasado por el problema, el hecho de que haya salido de la cárcel, siempre va a ser mirado”.

No obstante lo anterior, los internos dicen creer que el programa les abre oportunidades, permitiendo que algunos puedan trabajar con el empresario –que participa del programa– afuera, aunque sea en casos excepcionales. Declaran, por ello, que uno de los cambios

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prioritarios que requiere el programa es la necesidad de introducir una fórmula en que éste pueda prolongarse hacia afuera, a través de un apoyo económico o trabajo en el exterior. La necesidad de un trabajo en el exterior responde a superar el obstáculo del estigma, mediante la oportunidad de demostrar desempeño laboral y capacidad para desenvolverse en el medio libre, el cual se podría ofrecer por un tiempo limitado en que el reo reúna referencias laborales que avalen en cierta medida su proceso de rehabilitación, ya no en la cárcel sino en el exterior.

Otra de las razones por las cuales señalan que el programa les abre oportunidades es porque la mayoría aprende un oficio que les permite, si así lo deciden, ocuparse laboralmente de manera individual. Tal como señaló un interno, “Los que aprendimos a hacer algo y ya, cortan a cambiar su vida, sale de aquí y se dedica a trabajar por sí sólo”. Sin embargo, las dificultades económicas a las que se enfrentan, si es que su decisión es trabajar de manera independiente, es una nueva barrera que deben sortear por mantener vigente tal decisión por la reinserción. Es por ello que la opción de apoyo económico fue tan altamente considerada en la encuesta como demanda prioritaria de introducción al programa, ya que llevar a cabo por sí solos el proceso en el medio libre los coge desvalidos y discerniendo nuevamente entre dos opciones: delinquir y conseguir los recursos necesarios o rehabilitarse. Ante situaciones de precariedad, el costo de oportunidad en que enfrentan ambas posibilidades es continuo y, como toda decisión, intrínsecamente riesgosa.

Otras prioridades o expectativas de introducción de novedades al programa surgieron como propuestas de los reos durante las entrevistas grupales, donde se les solicitó que suminis-traran ideas que solucionaran los problemas que ellos mismos percibían que existían en el programa. Entre tales mociones se seleccionó cuatro de ellas que posteriormente fueron contrastadas en la encuesta, solicitando establecer un orden de prioridades que manifestara una gradación en importancia de las diferentes soluciones ofrecidas (ver Gráfico 1). De este modo, se obtuvo que el ofrecimiento de apoyo económico o de trabajo en el exterior era lo principal. Nadie consideró importante la entrega de mayor instrucción a los reos trabajadores con relación a la legislación laboral. Pese a ello, algunos sí prefirieron la opción de mayor fiscalización, al manifestar como prioritaria la necesidad de una visita regular de la Inspección del Trabajo. La segunda mayoría fue alcanzada por aquella propuesta donde demandaban un mayor reconocimiento emocional, es decir que su trabajo y desempeño fuera resaltado y congratulado con mayor frecuencia, para así reforzar la autoestima, aspecto altamente valorado y que se detalla en el ítem siguiente.

3.3. Autoestima y autodefinición

Poder desarrollar una actividad productiva y minimizar el tiempo de ocio son factores que inciden en la generación de un sentimiento de gratificación que el interno manifestó experimentar gracias al trabajo, casi en un 100%. Este factor positivo está incorporado por prácticamente la totalidad de la población, demostrando que los internos, además de apreciar el trabajo por las ventajas que tiene la remuneración, lo valoran por ser un elemento que los estimula y les aporta en términos de autoestima.

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Una de las razones de este elevado porcentaje en que los internos señalaron estar de acuerdo (y/o muy de acuerdo) con esta afirmación está en directa relación con la capaci-dad de valerse por sí solos, evitándoles a sus familias la carga económica de mantención del interno mientras cumple condena. Además de tener la pena de estar encerrados, el castigo de estos hombres conlleva otros efectos colaterales, como lo es el impedimento de contribuir económicamente –imposibilidad que el programa supera– y la carestía que detona la necesidad de subsidio y asistencia por parte de una familia que se ve compelida a entregar recursos al recluido. Sienten que al caer presos, pasan de una situación de dar a otra en que le quitan a los suyos, haciendo todavía más difícil soportar las condenas, al reforzarse el sentimiento de culpabilidad (culpa no relacionada necesariamente con el delito cometido, sino con ser agentes de la situación en la que han caído). Es por ello que trabajar aumenta la autoestima del interno, ya que se siente útil al abrirse una nueva oportunidad de participar en la satisfacción de necesidades, de aportar a sus familias. A esto se suma la satisfacción reflejada en el fortalecimiento de la autoestima generada por la ejecución de un trabajo productivo.

Con relación a la autodefinición presente en los discursos de los internos participantes del programa y de empresas privadas, se entrevió una dualidad de significantes implícitos en la definición que realizan de ellos mismos, donde se conjugan frecuentemente palabras antagónicas tales como “buenos y malos”.

Reconocen generalmente ser delincuentes y ladrones, y cuando lo manifiestan no se intimidan al reconocerlo, puesto que realizan una justificación de lo considerado socialmente malo. La justificación reside en el problema social cuyo fundamento es la diferencia entre ricos y pobres y la mala distribución de la riqueza.

GRÁFICO 1Cambios a introducir en el Programa Laboral, demandados por los internos

Reconocimiento (14,1 %)

Fiscalización (8,5 %)

No responde(1,4 %)

Apoyo en el exterior (76,0 %)

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En las entrevistas grupales los internos transmitieron la definición que hacen de ellos mismos, donde se autocalificaban como “personas buenas”. “No son malos por ser delincuentes”, señalaron en varias ocasiones, resaltando la exclusión y diferenciación que ambas definiciones tienen respecto de la otra, es decir, una cosa no quiere decir la otra: “Señorita yo no soy malo. ¿Ud. cree que soy malo?, noooo, si soy un delincuente común y corriente no má”.

Ellos justifican el robar, lo que permite la no-inclusión de lo malo en lo que hacen (robar). En términos generales, es considerado un oficio, y cuando presenta las características generales de un ladrón profesional, tal título exige entonces cumplir ciertas normas básicas, como robarle a quien tiene más que uno.

Pese a reconocer su calidad de delincuentes, el programa introduce una nueva categoría en sus autodefiniciones al incorporar ahora la cualificación que han recibido al interior del Área Laboral. Se suma, entonces, en sus discursos y a la anterior definición de “delincuentes” la de “buenos maestros”, en virtud de que han aprendido uno o más oficios al interior del sector. Es de esta manera en que el programa se configura en un agente importante en tanto los individuos se definen ya no sólo como marginales sino también como trabajadores, introduciendo un vuelco en este sentido.

Al definirse se aprecia también una autodeterminación en la que se caracterizan, indicando como elementos constitutivos del significado, la condición de capacitación y preparación en que se encuentran. Se abre así la posibilidad de conformar la posible mano de obra oferente en un futuro próximo, indicador de que el evento de la rehabilitación está latente.

4. Grado de satisfacción

Se elaboró un índice que midiera el grado de satisfacción con las nuevas condiciones que el programa incorpora. Para ello se agrupó las variables que resultaron de aquellas pre-guntas realizadas en la encuesta que tuvieran relación con el horario, la jornada laboral, el sueldo, el equipamiento, la empresa y en general las nuevas condiciones de organización espacio-temporal que introduce la actividad laboral en esta población penal.

El índice de satisfacción, además, comprendió algunas preguntas que tuvieran relación con la percepción acerca las posibilidades de mayores oportunidades. De este modo se incluyeron todos aquellos ítems por los cuales los individuos pudiesen estar satisfechos o insatisfechos y que resultan de las características especificas del sector (ver Tabla 3).

Desagregadamente, hubo preguntas con distinto grado de satisfacción. Éstas, al ser reunidas, nos señalan que la suma de las partes gozan en conjunto de un alto nivel de satisfacción con el programa y las condiciones que éste implica, dado que un 82,5% de los respondientes se ubican en la categoría de satisfechos. Por otro lado, cabe destacar que no se aprecia ni un caso en que el interno manifestara bajo nivel de satisfacción con el programa. La gradación intermedia tampoco representa un porcentaje significativo comparativamente, alcanzando 17,5%.

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El índice de satisfacción se intentó correlacionar con variables identificadas en una pre-via caracterización poblacional (como edad, estado civil, número de hijos, antecedentesdelictuales y experiencia laboral previa), para constatar las diferencias que pudiesen existir en la gradación de satisfacción alcanzada por los distintos individuos. Sin embargo, el manejo estadístico de los datos no arrojó ninguna correlación significativa entre las variables mencionadas y el índice de satisfacción. Éstas se distribuían indistintamente al interior de las variables, por lo que no se puede atribuir a ninguna característica específica un determinado grado de satisfacción.

De este modo se puede concluir que el programa tiene satisfecho a un gran porcentaje de los individuos que participan de empresas privadas, resaltándose las cualidades nuevas que éste ofrece y que gozan de un aprecio generalizado entre esta población penal.

CONCLUSIONES GENERALES

El programa fue, en términos generales, evaluado de manera positiva por los internos participantes del Área Laboral, ya que los factores nuevos introducidos en esta área que rigen sus vidas –por la incorporación de condiciones laborales– mostraron un alto grado de satisfacción general, alcanzando sobre un 80% de internos satisfechos. De este modo, el programa cobra gran importancia, en virtud de que refuerza distintos aspectos que ayudan a revertir el proceso de prisionización del reo. Lo anterior se vio reflejado, en particular, en las percepciones acerca de la calidad de vida, aspectos relacionados con la vida social y personal.

El programa potencia con su operar un cambio en la dinámica social de los reclusos. Ante lo anterior, se puede afirmar que el programa contribuye a minimizar el efecto cárcel, conocido como la influencia nociva producto de una socialización negativa al interior de las cárceles donde se transmiten valores, normas y pautas de comportamiento propias del mundo delictual.

La actividad laboral desempeñada redefine la lógica relacional con su entorno social inme-diato –los otros reclusos del sector–, reflejado principalmente en dos aspectos. El primero tiene que ver con un cambio en los tópicos centrales abordados en la interacción comu-

TABLA 3Índice de satisfacción

Frecuencia PorcentajeMedianamente satisfechos 10 14,1Satisfechos 47 66,2Total 57 80,3Perdidos del sistema 14 19,7Total 71 100,0

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nicativa, el cual alude principalmente a temas relacionados con el quehacer laboral. Así, disminuyen la frecuencia con que se tocan temas que usualmente potencian el comporta-miento delictual. El segundo dice relación con la percepción por parte de ellos de una mayor tranquilidad y baja de conflictos que se produce en el ambiente social del área. A esto se asocia, además, la percepción acerca de una mejora en las relaciones con los funcionarios de Gendarmería en el sector, particularidad que es apreciada al tener frecuentemente estos grupos una connotación de carácter antagónico.

En relación con el ámbito familiar, el programa refuerza de manera importante los vínculos, que se constituyen en el soporte emocional y afectivo del reo por ser ésta la red primaria del individuo. Esto ocurre principalmente de dos maneras. Por un lado, los internos perciben que reciben un mayor aprecio de sus familias por el hecho de estar realizando una actividad productiva. Por otro, el salario recibido mensualmente sirve para potenciar un vínculo familiar apoyado en el traspaso de dinero. Se refuerza de este modo las relaciones del interno y la autoestima de éste por mantener vigente un rol activo de aporte a la economía familiar. Así también, la autoestima del interno se ve reforzada en esta dirección por la independencia económica de la familia que el recluso obtiene al tener la posibilidad de satisfacer por sus propios medios sus necesidades más inmediatas.

La motivación prioritaria para ingresar al área se dibuja en relación con la búsqueda de la libertad, la cual es una motivación intrínseca y propia de una cárcel donde los participantes del programa se definen en virtud de su condición de hombres privados de ella. Sin embargo, las ventajas del sector se revelaron como motivaciones secundarias bastante significativas, dentro de las que se destaca la motivación por constituirse en un aporte a las familias. Esto refuerza el argumento anterior e indica la importancia de potenciar estas segundas motivaciones y no así intentar superar la motivación primera e intrínseca relacionada con la libertad.

Así como la autoestima se ve fortalecida por la participación en el programa, la autodefin-ición de ellos como personas introduce nuevos elementos. Ya no sólo se definen como delincuentes –lo cual no es un atributo negativo entre ellos– sino que, por el hecho de realizar una actividad laboral, se perciben ahora también como trabajadores y “buenos maestros”. Es allí donde reside la principal fortaleza del programa, puesto que posibilita un cambio de sentido en la manera que se autoperciben, introduciendo una connotación positiva en su propia definición.

Si bien lo anterior remite a un horizonte temporal inmediato, determinado por el tiempo de reclusión, se hace referencia también a un horizonte futuro, desarrollando un conjunto de expectativas. Éstas se relacionan con la percepción de las posibles oportunidades futuras de reintegrarse a la sociedad, fundadas en lo realizado durante el período de presidio. El hecho de adquirir un oficio, abre una serie de posibilidades anteriormente cerradas, tomando en cuenta que más del 60% de la muestra no había tenido experiencia laboral previa.

Es así que se percibe una expectativa en torno al trabajo en el medio libre, aunque pesa sobre ésta la estigmatización que caracteriza a todo individuo con antecedentes penales.

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Observan que este estigma es lo que coarta sus eventuales posibilidades de rehabilitación ya que, si bien tienen las herramientas necesarias, pronostican una falta de oportunidades para reinsertarse laboral y socialmente a futuro. El trabajo que se realiza al interior del recinto penal, de este modo, se constituye en un valor agregado que aporta elementos para neutralizar el estigma que pesa sobre el ex-presidiario, favoreciendo su rehabilitación.

Otro ámbito abordado en la presente evaluación dice relación con la percepción de los internos acerca de las nuevas condiciones y especificidades propias del sector. Al respecto se tocaron temas como horarios, uso del tiempo, visitas y capacitación. En general, todos estos aspectos fueron bastante bien evaluados por los participantes, resaltándose la impor-tancia percibida en el mejoramiento de estos aspectos. Entre éstos, lo más destacable fue lo concerniente a la capacitación, la cual fue altamente valorada, incluso por sobre el sueldo. De esta manera, se pudo apreciar que el salario, en tanto gratificación material e inmediata y en relación a la capacitación –que perdura en el tiempo– fue valorado en menor medida (sin restarle por ello importancia a la incidencia del sueldo en la vida del trabajador).

Aquellos aspectos que aluden a la percepción respecto al funcionamiento del sector, giran en torno a tópicos tales como la calidad de vida, condiciones laborales, sistema de selección y permanencia y otorgamiento de beneficios.

La calidad de vida, según percepciones de los internos, ha sufrido ciertos cambios favorables tendientes a mejorar este aspecto considerablemente.

Del mismo modo, lo más novedoso del programa, la introducción de condiciones laborales similares a las que prevalecen para un obrero en el medio libre, fueron evaluadas positi-vamente por la población penal encuestada. Temas como sueldo, contrato, descuentos, jornada laboral y equipamiento, fueron tocados uno por uno, resultando ser muy apreciados por los trabajadores al ser las condiciones reglamentadas por ley, vigentes para todo tipo de obrero, apreciando tal regulación. No se percibieron anormalidades importantes en el desarrollo de éstas.

Sin embargo, las contradicciones más importantes que fue posible descubrir en el funciona-miento del programa, dicen relación con una paradoja que se suscita a nivel de objetivos, donde se mezclan y superponen, por un lado, la orientación a maximizar fines productivos y la orientación de rehabilitación, por otro.

Por esta contradicción se integra a personas de mayores condenas que se ajustan mejor a los fines productivos del empresario que incorpora en sus actividades a reos que permane-cerán más tiempo en el sector, reduciendo el costo de inversión inicial en la capacitación del interno. Aunque no se tienen los datos sobre el número de casos que se ajustan a reos con condenas altas dentro del sector, la dirección del establecimiento penal revela la existencia de un alto porcentaje de internos de estas características participando en el programa.

Tal contradicción entorpece el proceso de selección donde, en primera instancia, se estima conveniente privilegiar a los primerizos o aquel que esté cercano a los dos años del tiempo mínimo (tiempo de condena cumplida en donde se pude postular a beneficios de salidas),

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pues éste es el que está más próximo a abandonar el recinto penal. Esto conlleva a generar ineficiencias en el sistema de otorgamiento de beneficios de salida anticipada, a los cuales pueden postular los internos, independientemente del sector al que pertenezcan.

De este modo, el principal factor de insatisfacción se constituye a partir de la percepción de una obtención reducida de beneficios de salida en términos comparativos con los obtenidos en otros sectores que componen esta unidad y otras unidades penales del país, no reparando en el pacto implícito en el cual se establece que aquellos que cumplan con los prerrequisitos de buena conducta, educación y trabajo –que se cumplen durante la permanencia en el programa– tendrán prioridad en la obtención de salidas al medio libre.

RECOMENDACIONES

– Los reos suponen que con el cumplimiento de los prerrequisitos de buena conducta, educación y trabajo, favorecerían la obtención de beneficios de salidas para así no tener que cumplir la pena completa al interior del establecimiento penal. De este modo, se debe explicitar a los reos las condiciones en el sector, donde los internos que ingresan deben permanecer por un tiempo determinado que justifique la inversión del empresario en su capacitación. Así no se generarían expectativas frustradas y se neutraliza la gen-eración de insatisfacción que posteriormente pudiera conducir a potenciales desordenes generados por un descontento generalizado.

– Una posible solución a la demanda empresarial por una mayor permanencia, está en el traspaso del costo de capacitación incurrido hacia otro agente distinto del empresario, para que éste no tenga que lamentar la pérdida de la inversión en capacitación del reo una vez que salga en libertad.

– Otra posible solución a la contradicción generada por la transposición de los fines pro-ductivos y programáticos de rehabilitación sería incluir en el programa prioritariamente a reincidentes, o aquellos con mayores condenas, ya que son los más rentables –desde el punto de vista productivo– (se excluye a internos con cadena perpetua de la población objetivo sólo si la legislación efectivamente no les otorgará beneficios de salidas, ya que si tienen posibilidades de salir al medio libre, no hay una razón objetiva por la cual excluirlos del programa). Se recomienda entonces clarificar el procedimiento de selección y definir la población objetivo a la cual esta enfocado el programa.

– Se sugiere además mantener como criterio prioritario de selección la motivación a entrar al programa por sobre el ingreso por la demanda por mano de obra. Sin motivación alguna por participar se minimizan las posibilidades de que suceda la rehabilitación puesto que la motivación a actuar conlleva una futura decisión dentro de donde se debe optar entre cambio y continuidad.

– Sin lugar a dudas, y dada la notabilidad cobrada –ante la amplia contribución monetaria y el elevado número de visitas que presenta este sector– por las familias en el proceso de rehabilitación, se deben idear mecanismos donde se implique a la familia en el transcurso

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del cumplimiento de la condena para así sustentar los esfuerzos desplegados por todos los involucrados en el programa laboral. Dado lo anterior, la presencia de lazos familiares o afectivos con personas del medio libre debe considerarse como criterio importante para el ingreso y así apostar a mejores resultados a futuro.

– La rehabilitación no pasa sólo por la reeducación para su concreción, sino que tam-bién por incorporar en las políticas a realizar, un mantenimiento de lo logrado en la resocialización del individuo.

– El tema específico de la rehabilitación, postulamos, debe ser tratado de una manera continua durante un determinado período, dándole apoyo al interno antes y después de su salida al medio libre. Como se ha sabido, el problema delictual tiene una continuidad en el tiempo, donde no son escasos los casos de reincidencia, lo que implica que la rehabilitación no concluye una vez que el interno ha terminado con buena conducta su periodo de condena, sino que es justamente ahí cuando comienza este proceso, haciendo necesario buscar una instancia de continuidad del programa en el exterior, donde se brinde apoyo al interno para su reinserción. Se recomienda por ello generar una red de apoyo económico o de trabajo una vez que el interno salga en libertad.

– Dada la alta valoración que los reos le asignan a la capacitación, ésta se debiera reforzar a través de actividades anexas.

– Al incorporar personas del medio libre a trabajar al interior del penal, como lo son los supervisores de los talleres, sería significativo incorporar una asistencia técnica a los supervisores, que se enfrentan a trabajadores con las características de éstos.

– Dadas las ventajas que presenta el programa, se recomienda potenciarlo a nivel nacional y replicar la implementación de actividades laborales en otros recintos penales.

REFERENCIAS

Cooper Doris (1994): Delincuencia común en Chile. LOM Ediciones, Santiago.

Fundación Paz Ciudadana (marzo de 1997): Visión de los nuevos profesionales: Ensayos sobre delincuencia (recopilación). Editorial Universitaria, Santiago:

– Bórquez, P. y Kantor, C.: Modernización para la humanización del sistema carcelario chileno.

– Fuentealba, J.: El sistema de reinserción social en Chile.– Sebastián, C.: Factores involucrados en la rehabilitación de reos.

Goffman E. (1963): Estigma: La identidad deteriorada. Amorrortu Editores, Buenos Aires.

Pérez de Arce, F. (marzo de 2000): Aproximación cualitativa a los centros de educación y trabajo semi abiertos de Gendarmería de Chile. Cuaderno UNICRIM N°1, segunda serie, Santiago.