Página Nº1 ÁFRICA, UN CONTINENTE PARA AMAR, ORAR Y AYUDAR EDICIÓN N°4 - MARZO 2014 Edición N 4 – Marzo 2014 Han pasado ya casi 2 años luego de haber pasado alrededor de dos semanas en esas tierras rojizas participando del Proyecto “Tiempo de Gracia en África” y, como dicen los voluntarios que han viajado, en la lejanía es cuando más se extrañan las risas, cantos y juegos de esos niños de piel oscura que parecieran transmitir un hálito de esperanza con sus miradas, haciendo de ese hogar algo así como un oasis, en medio de un “desierto” de necesidad… Una de las primeras reflexiones que tuve al pasar sólo un par de horas en el hogar de Mosocho, Kenia, fue cómo – lamentablemente – el lugar donde nacemos incide demasiado en nuestro futuro. No sé si alguien se lo ha preguntado, pero yo alguna vez sí: ¿Por qué nací en Chile, y en La Araucanía, la región más pobre y menos competitiva del país? Siempre miré de una forma un poco peyorativa a nuestro país y a nuestra región, sobre todo comparándola con otras realidades mundiales. Sin embargo, creo que fue necesario alejarme un poco y privarme por unos días de “algunos lujos”, para lograr hacerme un verdadero panorama de la realidad del mundo; este mundo que nosotros mismos hemos construido. Un caso práctico: En esa corta estadía por África aprecié aspectos tan simples como el agua. Al fin comprendí porqué algunos le agregan el “apellido” de vital. No fue si no hasta pasados algunos días, que entendí el porqué los niños corrían con tanta alegría cargando unos grandes tambores para ponerlos en las esquinas de las canaletas cuando llovía de forma copiosa. Si bien, para nosotros, la lluvia era molesta porque entorpecía las actividades diarias y además ayudaba a multiplicar el barro; para ellos, era literalmente: una bendición. Si vemos que algo tan elemental y mínimo como el agua escasea en esas latitudes, logro entender un poco las carencias que se observan. Y como si no fuera suficiente, existe un clima político interno bastante propenso a generar guerras civiles. ¿Resultado? Obviamente, muerte de inocentes que dejan tras sí a muchos niños indefensos que frente a esta realidad ya no tendrían ninguna opción. Estos niños, estos hermosos “watotos” fueron el motor de nuestro viaje. Para muchos, ellos son huérfanos, pero para nosotros, son por sobre todo, hijos de Dios. Fue emocionante comprender en medio de ese clima tropical, con una cultura diferente, con un idioma diferente, y con tantas carencias, que Dios si está presente, pero sólo estaba esperando hacer tangible su amor a través de alguien dispuesto a estar ahí, en el lugar y en el instante adecuado. EDITORIAL LEE LAS EDITORIALES EN http://www.misionafrica.org/web/category/editorial/ POR: ALEXIS CANIULEO, VOLUNTARIO.
This document is posted to help you gain knowledge. Please leave a comment to let me know what you think about it! Share it to your friends and learn new things together.
Transcript
Página Nº1
ÁFRICA, UN CONTINENTE PARA AMAR, ORAR Y AYUDAR EDICIÓN N°4 - MARZO 2014
Edición N 4 – Marzo 2014
Han pasado ya casi 2 años luego de haber pasado alrededor
de dos semanas en esas tierras rojizas participando del
Proyecto “Tiempo de Gracia en África” y, como dicen los
voluntarios que han viajado, en la lejanía es cuando más se
extrañan las risas, cantos y juegos de esos niños de piel oscura
que parecieran transmitir un hálito de esperanza con sus
miradas, haciendo de ese hogar algo así como un oasis, en
medio de un “desierto” de necesidad…
Una de las primeras reflexiones que tuve al pasar sólo un par
de horas en el hogar de Mosocho, Kenia, fue cómo –
lamentablemente – el lugar donde nacemos incide demasiado
en nuestro futuro. No sé si alguien se lo ha preguntado, pero
yo alguna vez sí: ¿Por qué nací en Chile, y en La Araucanía, la
región más pobre y menos competitiva del país? Siempre miré
de una forma un poco peyorativa a nuestro país y a nuestra
región, sobre todo comparándola con otras realidades
mundiales.
Sin embargo, creo que fue necesario alejarme un poco y
privarme por unos días de “algunos lujos”, para lograr
hacerme un verdadero panorama de la realidad del mundo;
este mundo que nosotros mismos hemos construido.
Un caso práctico: En esa corta estadía por África aprecié
aspectos tan simples como el agua. Al fin comprendí porqué
algunos le agregan el “apellido” de vital.
No fue si no hasta pasados algunos días, que entendí el
porqué los niños corrían con tanta alegría cargando unos
grandes tambores para ponerlos en las esquinas de las
canaletas cuando llovía de forma copiosa. Si bien, para
nosotros, la lluvia era molesta porque entorpecía las
actividades diarias y además ayudaba a multiplicar el barro;
para ellos, era literalmente: una bendición.
Si vemos que algo tan elemental y mínimo como el agua
escasea en esas latitudes, logro entender un poco las carencias
que se observan. Y como si no fuera suficiente, existe un clima
político interno bastante propenso a generar guerras civiles.
¿Resultado? Obviamente, muerte de inocentes que dejan tras sí
a muchos niños indefensos que frente a esta realidad ya no
tendrían ninguna opción.
Estos niños, estos hermosos “watotos” fueron el motor de nuestro
viaje. Para muchos, ellos son huérfanos, pero para nosotros, son
por sobre todo, hijos de Dios. Fue emocionante comprender en
medio de ese clima tropical, con una cultura diferente, con un
idioma diferente, y con tantas carencias, que Dios si está
presente, pero sólo estaba esperando hacer tangible su
amor a través de alguien dispuesto a estar ahí, en el lugar y