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Revista Kcreatinn Creacin y ms
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K c r e a t i n n Creacin y ms
Ao VIII, Vol. 2, N 13 | Cajamarca, I semestre de 2014
Colaboraciones: [email protected]
_____________________________________________ Miraba las
palabras y estas no bailaban ni se emborronaban. Las ratas no
tienen lgrimas. Seco y fro era el mundo, y bellas las palabras.
Palabras de partida y adis, de adis y hasta la vista, del pequeo y
del Grande. Plegu de nuevo aquel pasaje, y me lo com. Sam Savage;
Firmin
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PRESENTACIN Las consecuencias del infierno, de Jack Farfn Cedrn.
CAJAMARCA, SEMINARIO caf cultural, 19/06/2014
Fernando del Val, escritor y periodista espaol refiere a mi
infolio como un libro muy profundo, lleno de contraluces y
contenidos materiales, expresivos y formales () un texto en verso
seguido () del cual le resta imposible citar un verso () porque el
ro te lleva () a pesar de ser duro () he pensado que es tu mejor
libro.
Ya en mi primer atado lrico, que data de hace nueve aos,
Pasajero irreal, mi talante expresivo se encauzaba hacia una
katharsis que lejos de propender a destruir mi hgado con ciertas
situaciones en la sociedad que no toleraba (hipocresa, asesinato,
traicin, mentira, antropofagia, demencia gratuita), sino ms bien a
ensalmarlo, si se quiere, hasta esas cumbres desesperadas que en la
cima del dolor (individual, colectivo, ntimo) se alzaban como
premio a ese charco desgraciado de barro lquido a que se
resume el hombre cuando a solas reflexiona, lejos de sus
semejantes, en un exilio premeditado, jams gratuito, para encender
las charcas donde se ahogan las penalidades del mundo.
La asidua tarea de volcar versculos largos obedeca ms a un darse
holgura en la pgina en blanco. Seguir con la plena libertad del
instinto de conservacin verbal hasta el expreso y aterrador eureka
expresivo que me diera campo justo para dar en el clavo, y en el
calvo del que slo observa y rebuzna.
Lo mo estaba en dar todo el espritu en esa bsqueda inexplicable
del horror mundanal que por fin encontr enemigo en este su
literario, infernal atacante.
Las consecuencias del infierno, un libro duro, acre, que golpea,
que mella con yunque mordaz el filo burln y desgraciado de los
seres banales, sosos, cargados de una materialidad que encuentra
solaz en esas pantallitas electrnicas de variopinta forma, modelo y
tamao,
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para estar junto a sus seres queridos, pero con un ojo pelado a
lo que acontece, a aos luz de distancia. Rebusca una vida que ms,
ya no le pertenece.
Aqul ser desgraciado que Dios redujo a plido designio. Aqul que
en una guerra fratricida de medios chicha y bombardeos violentos
por todos los canalculos sintticos y pticos, desayuna sangre,
almuerza caos, y cena horror. Un ser donde se concentran a dosis
capaces de matar a un caballo, la amargura, el egosmo, el
asesinato, el canibalismo; y a la, vez la ternura, que, llegando a
casa, enciende la cola y abre las fauces para ser devorada por el
miedo que consume la furia ciega royendo un lecho dentado.
Pleno de iniquidades, el hombre se ajusta a lo que el edificio
del trabajo o el encierro de la inactividad le prodiga desde sus
cinco prstinos dedos materialistas, en un amague que lo eleva, lo
desciende, lo retuerce a su antojo, como a la ms estrujada
piltrafa.
Ese maligno por el que todos nosotros regimos nuestros actos; y
que un Domingo cualquiera apaciguamos entre velas y sermones del
cura de la ciudad, que jams nos dir lo que ya sabemos, nos calmar.
Esa conciencia premeditada que en la hora de los sueos
desgraciados, sabemos que existe para esperar que apriete el
gatillo. Una bala podrida,
lesiva; que te corroe las entraas, que te desbanda hacia avernos
sin cauda donde la esfera de mierda es volcada cada maana sobre la
taza, del desayuno, del wter?
Ser en ruinas, despojado de su nombre, de sus llaves y sus
zapatos. Aprieta los pasos, se apura, incendiando las calles
verticales de cemento, donde vive y no conoce, donde tiene un calor
infernal mientras conserva la marca de su traje nuevo y su corbata
de seda. Para qu; an no lo sabe. Sucede que no tiene tiempo para
cuestiones metafsicas; esos sus ros interiores, que no lo arrastran
a nada, a no ser la discusin con la esposa, la madre del Cordero,
la extraa que se agacha y mira de soslayo, teniendo cuidado de la
bestia impredecible.
Eres t, es el horror, es el vertiginoso avance, la acumulacin
monstruosa de la data que cada vez te hace un ser despreciable,
capaz de leer a titular seguido, slo titulares de accidentes,
violaciones, peculado, castracin de los valores, y la excrementicia
sonata para meterte miedo, cholo; mientras los trinos salvajes
mueven tu cuerpo pesado esta noche de insomnio. Vidrios o silbidos
o ladridos imaginarios destazando al espantapjaros para volarlo por
los aires, descabezado.
Eres hijo de tu cuervo, eres cuervo de tu hijo. Ambos, padre e
hijo, se clavan los dientes, pero no se
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ven los mutuos errores que los desbarrancarn, como es justeza
que ambos son espejo desde que nacieron. Atrs en el espacio del
tiempo, en el tiempo del espacio, donde el abuelo desdentado sonre
por las visiones aterradoras; pero al fin, vitales, que tuvo, aun
antes de volcarlo a esta comarca de desencuentros.
Hemos cado en la ruina sin saberlo. Somos la retrica pesada,
aburrida, que nos mueve a lo polticamente correcto. Pero al salir
de la oficina, queremos devorarnos, queremos tragar esa expresin
anudada que tenamos reservada para el jefe al que hubisemos pateado
antes de estallarnos la tapa de los sesos en una vertiginosa cada
por los aires desde el ltimo piso del edificio en ruinas, humeante
por las demoliciones de la cuadra, y las bombas metafsicas y
lacrimgenas, las balas dentadas, los perdigones letales horadndote
la carne que no sientes.
Moler/demoler. Que destruyan la ciudad a pedazos, a jirones de
tnicas ocres de desfasados curacas conduciendo la yunta de la
muerte en fase Repeat Eye Movement. Un antro automtico que te pica
la cabeza toc toc toc. Desiste. Ests vivo para siempre y uno
quisiera salir corriendo hasta caer exhausto por el recorrido que
enfrenta el trfico; perros rastreros, salvajes y rabiosos; gente
que te grita
por las puras huevas, y hasta te arroja meados en la cara; te
insulta y te atropella. Cadas inesperadas para que te levantes con
las rodillas, la frente y la cara ensangrentada, llamando a los
canes salvajes y las fieras de la noche, por aquel instinto
sangriento que se huele a la distancia. Saltas algunos autos, a
zancadas veloces; determinas que todos podemos algo, que todos
deberamos arrancar desde lo ms hondo de los cojones alguna fuerza
remanente, esa que usas para reventar con cualquier transente, o tu
misma madre; para tragarte pistas completas a una velocidad
demencial, que a la llegada hacia la meta, te observa, te sonre y
te abraza: ser el ngel negro de la muerte, que te recoge, sonriente
Hasta la eternidad!
El director
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LAS CONSECUENCIAS DE JACK FARFN Y LOS INFIERNOS DE SU POESA
Doan Ortiz Zamora
En la migratoria secuencia de los signos, encontramos rastros
primigenios de la poesa fecundada por una serie de constantes
atnitas e innegables; que permanecen como entes privilegiados de un
Olimpo creado y destinado por seres que raptan en la vertiginosa y
profunda vehemencia de la trascendencia. Estoy seguro de que el
hombre y la poesa fueron creados juntos y se retroalimentan entre
s. El homo sapiens cultiv la esttica y hered la musicalidad del
Neanderthal, que luego fusion con la naturaleza, la premura del
tiempo, y el incansable ruido de la realidad, para originar una
vertiente llena de algoritmos de extraa fragancia que se apoderan
de slo algunos hombres nufragos, natos de un desconocido brote
estructural vinculado con la sublime y abominable eternidad.
En la literatura peruana encontramos una poesa selecta de gran
elite, con representantes que desafiaron la gravedad, como es el
caso de Csar Vallejo, Martn Adn, Emilio Adolfo Wetsphalen,
Francisco
Bendez, Enrique Verstegui, Jorge Eduardo Eielson, Blanca Varela,
Csar Calvo, Julio Garrido Malaver, Washington Delgado, Luis
Hernndez, Javier Heraud, Carlos Oquendo de Amat, Jos Watanabe,
Antonio Cisneros, Csar Moro, etctera. Estos seres de naturaleza
ambrosiana han dejado un legado de importantsimo valor, creando un
estilo y una estirpe distinguida dentro de la aguda crtica
occidental.
En los ltimos veinte aos, la poesa peruana se ha perfilado con
mucha consecuencia en la lnea abstracta, originando un estilo
underground de varias especies, con infinidad de ritmos y melodas
anacrnicas, dando forma a versos con un esplendor nico de frescura
metafsica.
En el ao dos mil cinco, el poeta Jack Farfn Cedrn, nos da a
conocer su primer libro: Pasajero irreal; dicho poemario dio origen
a la profanacin de sepulcros urbanos y deidades abstractas, que
juntamente con un universo de vrtices invisibles congregan el
primer hecho, en lo que vendra ser en el futuro, un estilo
independiente, con influencias surrealistas como la de Csar Moro,
Andr Breton, Javier Sologuren y Jorge Eduardo Eielson; a lo que ya
nos tiene acostumbrados en la actualidad el poeta.
Esta noche tengo el placer abismal de presentar Las
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consecuencias del infierno, del escritor Jack Farfn Cedrn.
El libro inicia con los siguientes versos: No somos series,
nmeros, abominables repeticiones espantosas rebotando en las
paredes de aterciopelados salones. Existe una negacin
predominantemente vertiginosa hacia elementos matemticos,
causantes, por su misma naturaleza, de una infinita propagacin de
caracteres. El autor, en estas primeras lneas define al ser humano
como una no repeticin de caractersticas aritmticas, sino tambin
hace referencia a una antropfaga costumbre filosfica del hombre por
volver a sus recuerdos; envolviendo al lector a lanzarse en la
aventura de diseccionar todas las muestras desconocidas y ocultas,
que el autor ha decidido encapsular con diversos elementos
literarios en los subsiguientes versos de su libro Las
consecuencias del infierno. Se encuentra plagado de recintos de
ascendencia a la perfeccin, demostrando que el autor ha cultivado a
travs de los aos una sintona dialctica de absoluto equilibrio,
creando magnificas metforas en cada una de las contraposiciones que
l exhibe entre la realidad, como subyugante primordial de su poesa.
En la misma pgina, donde encontramos los versos anteriores, brotan
las siguientes lneas: Aprtate. No existes porque
yo lo digo, no existes porque no me ves y punto. / Abomino de
los rezos, de las moscas de saln, de los pavos reales. / Abomino de
mi existencia, y de la singular forma de expresarse que tienen los
devotos de una inconciencia voluntaria, el sinsentido.
En estos versos deduzco que el autor llega a ser un invisible
individuo sumergido en la atmsfera de interrogantes y constantes
del yo consciente; asumiendo al fin literario la categora de
enfrentarse a la existencia y arrebatar su estructura sea como
sustento indefinible del tiempo. Tambin encuentro una sublime forma
de enfrentar a los ritos religiosos, usando la congruencia del no
existencialismo, ya practicado por Rimbaud y Verlaine, donde Farfn,
con un zigzagueante estilo, opta por condensar estos elementos y
convertirlos en una contundente hondura primordial de la
inmortalidad.
La existencia se convierte en un factor de primordiales
artefactos en la poesa de Jack Farfn; las ms audaces escaramuzas
entre l y el existencialismo, juegan una metdica secuencia de
naufragios incesantes anclados en islas desiertas llenas de seres
sorprendidos por un indefinible y modesto aroma de constancia y
libertad en el verso. No es comn que un escritor use la retrica,
como una herramienta proporcionada de la esttica; y que se
desenvuelva con
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mucha osada en cada una de las lneas de los versos. En Las
consecuencias del infierno, analizo criterios de profundidad
filosfica, muy bien conjeturados con un desarrollo del tema de
alturado nivel en su estructura.
En la pgina nmero nueve del libro, nos encontramos con un
compendio de prrafos escritos en prosa, titulados Poesa; y como
atributo furtivo de los gustos del autor por la msica, ha sido
dedicado al gran compositor argentino Gustavo Cerati. Las primeras
lneas rezan de la siguiente manera: Planear el vuelo de la hoja,
seguirla con los ojos por el aire transparente, que todava no
nombra lo que toca; recurrir al destino cado o cayendo de la hoja,
grvida, gravedad de lo existente; su destino de seguida, de signada
por la mirada que la acciona, que la mueve y que la sigue cual un
viento envilecido. En estos versos encontramos una estrecha
musicalidad entre s, proclamando escenarios meldicos con agregados
semnticos, ofreciendo diversas descripciones atnitas sobre el
destino, sobre el movimiento de la naturaleza, y el enlace enftico
origina la msica como la causante de dar vida a los seres en la
Poesa. Luego encontramos los siguientes versos: Y el pensamiento
nace en una palabra callada, en su imagen, la escena imperecedera
de lo redentor, de lo
establecido, no por leyes, sino por sorpresas, magnticas
nombrndolo todo, designndolo como al transcurso, como al vuelo
dechado de la hoja, por silencios designando lo propuesto, por una
irracionalidad mgica, ptica pregunta enarbolando su mgica
sorpresiva, su Poesa siendo imagen, esencia de la cosa que es,
vuelo de la hoja, dechada imagen de la paleta creativa, momento
perdurando en su memoria sagrada, su inocencia transparente, su
Poesa.
El autor sigue, de una manera tangencial, emanando elementos
musicales, involucrndolos con vehculos de gran profundidad como son
el silencio, la magia, la esencia, la transparencia; logrando
comunicar una impermeabilidad consecutiva con el juego de stos
trminos y la adherencia de gran valor con la fuerza que tiene la
palabra en todos los estados del yo consciente, ya mencionados
anteriormente. Puedo precisar que este poema titulado Poesa, es una
gran muestra de trabajo de alfarero, ya que todas sus partes unidas
funcionan como un sistema musical de grandes esquemas poticos.
Queda totalmente sustentado y comprobado, que en este libro
existe sinfona, ya que el autor ha sometido a prueba la capacidad
literal de las contraposiciones y de las metforas, creando versos
autnticos,
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mantenindose la identidad del autor en libros anteriores a este
trabajo.
En la pgina nmero ochenta encontramos el poema que lleva por
nombre En el instante escindiendo la lnea que se pierde, donde
inicia de esta forma: El instante precedente al parto/ es ya un
xtasis, / la culminacin del alumbramiento/ es un orgasmo, / todo
acto violento implica el regusto sadomasoquista de la bestia y la
vctima/ al mismo tiempo que la risa eclosiona una creatura de
oscuro y fro ritual que se existe;. El autor admite una veneracin
ante las formas erticas que precede el alumbramiento, al igual que
percibe al orgasmo no slo como una expulsin genital propiamente
dicha, sino que hace una contraposicin sobre la dicha de existir;
luego, Jack Farfn traza una lnea transversal en sus versos y
proclama, mediante acciones violentas, el asentamiento de dos
tcnicas conocidas en Europa, como son el Eros y el Racer;
contraposiciones que acuden a jugar con los antnimos, y explotan el
ingenio sobre cualquier tema de erotismo que pueda exponer el
autor. El Marqus de Sade, inventor de estas tcnicas libres y de
complicacin intelectual, pero gustosas en la literatura, al igual
que nuestro autor, elev al erotismo en todas sus formas, volcando
un nuevo universo de signos que no slo se comunicaban con la
sensualidad y pasin, sino con el raciocinio y con la
vehemencia.
Jack Farfn Cedrn es un conocedor de la buena Poesa, en los
momentos que hemos compartido, hemos volcado todo nuestro
conocimiento, y es ah donde percibo que la influencia de grandes
escritores, han servido como pilares fundamentales en su Poesa,
pues Jack es un autor muy creativo e ingenioso que ha sabido
enlazar y luego ha creado mundos diversos para sus diferentes
Libros. En el poema Al injusto paso del ser incalculable (Pgina
90), en los versos siguientes: Que puedo hacer ya. Confusin entre
las hojas de hierba. Hervor Pasado, de hace unos instantes, ruina
de pnico encuentro con el cuerpo prohibido. Al igual que el autor
de Hojas de hierba, el gran poeta estadounidense Walt Whitman, Jack
recoge la frase incalculable y le da forma en los anteriores
versos, modelando un escenario de acciones de alto calibre y
mencionando de forma tangencial, pero fundamental, al erotismo;
creando en el lector una adiccin a decodificar todas las muestras
posibles que existen en sus poemas. Se ha originado un ente de
retroalimentacin con el lector, llegando a niveles de comunicacin
insospechados.
Las consecuencias del infierno ha adquirido una nomenclatura
cclica y de materia volcnica, fiel a su
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naturaleza que la compone, ya que condensa ciertos hemisferios
de sensibilidad asombrosa, que hace comenzar a perdurar en la
trascendencia.
Dejemos que el infierno y sus consecuencias, traigan consigo a
todas las creencias y ritos a que nos adhiere; inventemos con sus
cielos adversos y diafragmas oscuros, el real sentir del infierno,
propagado por todas las alteraciones y xtasis a que slo nos puede
llevar la literatura.
Hermann Hesse El juego de los abalorios
Jack Farfn Cedrn
________________________________ Hermann Hesse. El juego de los
abalorios. Traduccin del alemn por Mariano S. Luque, reproducida
por autorizacin de Aguilar Ediciones S.A. Alianza Editorial, 2007.
590 pgs.
________________________________
Hermann Karl Hesse (Alemania, 1877Suiza, 1962), novelista y
ensayista, que tambin arriesg un pequeo tomo de versos
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que un conocido librero le edit en 1898: Canciones romnticas. El
aprendiz de librero, quien publicara en 1922, Demian1, entre varios
empleos, lleg a librero asistente, granjendose un sueldo
significativo, que le permitira dedicarse a escribir, prescindiendo
de la manutencin progenitora.
En sus inicios, el joven Hermann ley a los romnticos alemanes.
Clemens Brentano, Joseph von Eichendorff, Novalis, quienes ocuparon
sus obsesiones biblifilas. Su oficio lrico no cejara entusiasmo,
cuando al ao prximo de aparecido su primer legajo de entusiastas
poemas, publica en 1899, Una hora despus de la medianoche. Pero
este oficio seguramente no dudara en desalentar sus primeros logros
literarios, que obviamente se empolvaron en los anaqueles de su
tambin editor Eugen Diederichs, quien a pesar de ello, acusaba
talento nato en el entonces muchacho cuyo mundo tena una marcada
influencia del pietismo suabo; tanto que su obra de inicios fue
saludada por Rainer Mara Rilke, lo que lo consagrara desde entonces
como un renombrado entre los escritores de la poca.
Sus lecturas ocupaban universos paralelos al tormento como
1 En su primera edicin, Hermann Hesse utiliz el seudnimo de Emil
Sinclair, nombre del narrador y protagonista de la historia, pero
Hesse revel luego ser el autor.
http://es.wikipedia.org/wiki/Demian
transcurso de las obras geniales legadas a la humanidad, por
grandes maestros: Schiller, Goethe, o Lessing, los mismos que
influyeron su obra. Se empap tambin de literatura teolgica, aparte
de toda la saga de la mitologa griega. Hasta que en 1896, una
revista vienesa publica un poema suyo, Madonna.
No es sino hasta 1931 en que da comenz al proyecto de su ltima
gran obra, titulada El juego de los abalorios, publicada en Suiza
en 1943, de la que doce aos antes public un relato en progreso, El
Viaje a Oriente (1932), misterioso alegato del viaje interior que
el ser emprende a travs de una ficticia Hermandad, en la precisin
del Uno, como ente equilibrado al flujo sensorial de las
corrientes, de camino hacia la perfeccin espiritual, recorrido asaz
permanente a lo largo de toda su obra.
Hesse estara en desacuerdo con la Segunda Guerra Mundial, con la
evolucin alemana, reseando as, en diarios y revistas, su defensa
hacia los judos, asunto que en 1930 originara que ningn peridico
alemn se arriesgue a publicar artculos suyos. Como refugio ante
estos altercados polticos, cruciales para la historia destructiva
de la humanidad, no le restaba sino embarcarse en su gran y ltima
empresa editorial, El juego de los abalorios. En adelante,
posteriores
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textos de mediano o pequeo aliento, diezmarn las huestes de su
creatividad, muriendo en 1962, en Montagnola, de una hemorragia
cerebral acaecida durante el sueo.
Ya casi haba terminado la odisea de vivir de lo que escriba,
para el maduro alemn, mentor del muchacho Siddartha. El oficio de
registrador bibliogrfico le dio el talante de quien se asla frente
a un oleaje sin tino, deslucido por la simbologa que los colores
deparan en la gua onrica del curso rectilneo del hombre, mientras
el panal mundano acaece, el sentido real de una obra en la que
igual se elucubran afonas de lo que ms tarde acercar ser la obra
total, delineada ya en smbolos que el transcurso de lo escrito
delimita, hacia la real apariencia que la memoria padece.
El refugio pueril de una institucin para nios lo acoge en
Basilea. Episodios, en fin, borrascosos para su salud mental, lo
llevaran, a los 14 aos, a amainar en un evento depresivo, que a
posteriori le insina la simbologa de aguas depresivas, que a lo
largo de su obra llegaran a feliz suceso, tras la muerte de sus
paradigmas, que a travs de la muerte daban pie imperecedero a la
iluminacin del ser sublimado; ello lo evidenciaba en una carta
suicida, de su puo y letra, fechada en Marzo de 1892; significando
este lance siniestro, acaso una mano afable que le hara:
partir como el sol en el ocaso. Hasta que en Mayo, detenta un
primer intento por la autoeliminacin; por lo que sus familiares se
ven obligados a ingresarlo al manicomio Stetten im Remstal,
situacin que ms tarde le conmina a analizarse con I. B. Lang,
discpulo de Carl Gustav Jung2, quien lo introdujo al mundo de los
smbolos, latente en l desde sus aos pueriles. Hacia la edad madura,
el escritor alemn, hara contrapunto amical con el psiclogo de El
secreto de la flor de oro,3 en el libro de cartas El crculo
hermtico4, con el que un apasionado Miguel Serrano, un joven
escritor desconocido, venido del ltimo rincn del mundo5 traba
amistad con Herman Hesse, llegando incluso ste, a publicar una
carta suya en el principal diario de suiza, a la muerte del
psiclogo, C. G. Jung.
Rayano en un compendio totalizador, El juego de los abalorios
consciente en su concepcin, acaso un Aleph en cuyos
subterfugios
2 Carl Gustav Jung. (26 de julio de 1875, Kesswil,
cantn de Turgovia, Suiza - 6 de junio de 1961, Ksnacht, cantn de
Zrich, id.).) fue un mdico psiquiatra, psiclogo y ensayista suizo,
figura clave en la etapa inicial del psicoanlisis; posteriormente,
fundador de la escuela de psicologa analtica, tambin llamada
psicologa de los complejos y psicologa profunda.
http://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Gustav_Jung 3 Carl G. Jung. 4
Miguel Serrano. EL crculo hermtico: Herman
Hesse. C. G. Jung - Cartas originales de dos amistades.
Argentina, 2007.
5http://books.google.es/books?id=w0SogOeH2ZIC&lpg=PP1&dq=El%20circulo%20hermetico&hl=es&pg=PA4#v=onepage&q&f=true
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caleidoscpicos, convergen, tanto mundos abismados, como la
civilizacin completa o la degradacin de los valores y las cosas en
estado de latencia gravitante. El juego de los abalorios es en s
esencia propia, fanal humanstico y milenario que trata de
encapsular los ideales de conocimiento y perfeccin espiritual que
Hesse delimit durante toda su obra anterior a sta; y que, en parte,
signific el mayor reconocimiento que escritor alguno pueda recibir,
el Premio Nobel de Literatura, en 1946.
Amo de un discurrir subconsciente, a travs de la muerte fsica de
sus personajes, Hermann Hesse afronta los prolegmenos de un gran
viaje subjetivo a que el hombre se ve encaminado, como por ahogo, a
travs de las profundidades del flujo sensorial, por las que los ros
interiores alejan al ser desprendido en decurso astral, abandonando
el mundo terreno.
Tramada a lo largo de una Orden, ideal del rescate del
conocimiento humano, la mtica Castalia, El juego de los abalorios,
concepta un paradigma humano capaz de sobreponerse a todas las
adversidades que obstaculicen la perfeccin en la obra de un artista
puro, que lejos de diezmar su carcter, se sirve justamente de esta
serie de obstculos para tejer una obra descomunal, a travs de un
desarrollo sistematizado, por parte
del protagonista, Jos Knecht, de las facultades mentales y
estticas convergentes en un supuesto baco intelectual, donde msica
y numerologa emparentan, a gradaciones ensimismadas, el ideal del
conocimiento absoluto, el ludens, materia y juego, pasando por
diferentes logias y estados de autodisciplina, hasta encaminarse en
la verdadera saga que la esttica y el rtmico anclar de la Obra
absoluta significan.
Emparentada con una abstraccin ficticia, voltil, que sus
concepciones acerca de la naturaleza instintiva, humana y a la vez
el propio juego de la creacin literaria, El juego de los abalorios
sustenta a grado ldico, la amenaza avasallante del gran magma de
los conocimientos, que, bajo la concepcin de lo ilimitado que el
arte traduce, jams empieza, jams termina; un proceso desmintiendo
toda aproximacin que exhorta al suicidio de la pgina en blanco;
pero a la vez esa matambre srpica, bifronte, arraiga nuevas formas,
ahonda en los recovecos que imperceptibles variaciones detentan en
la escritura comprometida con la belleza en s, lejos de varia
concepcin ajena a la torta literaria. Una panormica entre el nexo
esttico y a la vez un compromiso intelectual de su poca, que el
autor de El lobo estepario (1927) vive,
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disconforme a las nivelaciones culturales que la siguiente
generacin deba necesitar de esta ltima, ya situada en el ocaso que
leg a la humanidad. Mundo girante, pleno del perfeccionismo
matemtico que el arte ms completo, la msica, puede crear a travs de
una conexin con las matemticas, cobrando as vigencia prxima a la
sntesis enciclopdica de Borges, como a la calidad ensaystica de un
esgrimidor minimalista del conocimiento absoluto, que a travs del
modelado de sus personajes-ideal, del hombre absoluto, da pautas
preconizadoras, a precisin ritmada, con que avanza la belleza, que
todo autor debiera buscar, aun circunscripto en asperezas que la
masa y los deslices anmicos como contrapunto de alguna historia
arbitraria pueda sortear, hasta dar cauce en un desenlace optimista
de la obra subvertida al proceso, total, no sin un descuido que la
moralina debiera experimentar en los escritores de flujo narrativo
ms que de enseanzas, que el objeto de la escritura, a manera de
universo milenario pueda crear, auscultando la visibilidad csmica
que el elemento creado en s, supuso siempre, a lo largo de toda la
faena que el arte por el arte pueda significar, motivo de esa
bsqueda por ahogo a que siempre lo llevaron sus trgicos finales,
empapando a sus hroes
protagonistas, de eventos cuasi suicidas, que partieron de una
acumulacin de conocimientos hinduistas y simbolgicos, tambin
presentes en sus ensayos, as como en el imborrable recuerdo del
suicida adolescente que maculara su postrer proceso creativo,
inundado de tropiezos psicolgicos, que al final terminaran con el
prolfico escritor, a los 85 aos, con ese discurrir hemorrgico en
que el ro cerebral detiene, de cara al desarrollo iluminado de la
perfeccin vista como el fluir de elementos gravitantes en el curso
csmico y universal de la totalidad de eras proscritas al
hombre.
Tras la publicacin de El juego de los abalorios, su creatividad
se vera desgastada, produciendo en adelante relatos y una miscelnea
de escritos, poemas, correspondencia y relatos, ya no ubicua en una
obra tan vasta como la antes citada.
Hacia el ao 2400, la civilizacin posterior al siglo XX, y tras
numerosas guerras y cruentos episodios que diezmaron milenios de
cultura y civilizacin, se crea una orden, en la mtica Castalia, una
supuesta cofrada acadmica que trataba de rescatar la cultura y los
valores como un elemento aislado de la historia, cuyo advenimiento
del Tercer Reino en el espritu evolucionado del hombre, confluye en
la unificacin de todas las eras
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milenarias del hombre, y en la que el trasvase de la religin
llevara a organizar sus conocimientos en torno a un juego de tintes
musicales y matemticos, el juego de abalorios, base y giro del
contexto narratolgico que nos ocupa.
Un ensayo introductorio en el que se describe la era
folletinesca, hacia 1900, como culpable de todos los desafueros que
terminaron con la cultura y los valores, evidencia una realidad
aparentemente equiparable con la actual guerra de publicaciones que
inundan de manera irresponsable los anaqueles de la frivolidad y el
consumismo. La poca folletinesca, que consista en la desmesurada
produccin de los ms disparatados ensayos, digamos sobre la vida
artstica o de la nobleza de aquella poca, o peor an, hechos banales
o superficiales, traducen una era decadente e industrial en la que
primaba la produccin de una gran cantidad, a escala industrial, de
material folletinesco, el cual era devorado, a manera de comidilla
subrepticia, demandada casi al tiempo de girar en las rotativas de
imprenta. Una produccin de libelos de manera irresponsable, sobre
los ms dismiles, trillados y disparatados temas que la ociosa
creatividad friccionaba a lo largo de los reinos onanistas de una
escritura basada en estmulo fetichista ms que en disciplinada faena
esttica. Entre los hallazgos de una
poca de esplendor, pasada y desfasada a la vez, por la cantidad
de escritos propalados en nombre de una supuesta premura por saldar
cuentas con la civilizacin que ya aplastaba otra cultura venidera,
se encontraron algunos otros, en el anticuario de legados
milenarios, entre los que destaca este cacareado tesoro
musical.
El hallazgo de los once manuscritos de Juan Sebastin Bach entre
los bienes que haban sido propiedad de su hijo Friedemann.6
El segundo bastin de
resistencia contra la degeneracin fue la Liga de los Peregrinos
de Oriente. S. Bach. Silbermann7 construy un piano tan idntico a
los que el gran maestro dedicaba sus iluminaciones musicales In
albis. Institucin mentora de la perfeccin de la ciencia
musicolgica, sera la Universidad Musical de Colonia, cuyo alarife y
mentor se alzaba en el insigne maestro Bastian Perrot de Calw,
terico y regente del arte de la msica.
Lodovicus Crudelis, quien tradujo al griego y snscrito todos
los
6 Hermann Hesse. El juego de los abalorios.
Traduccin del alemn por Mariano S. Luque, reproducida por
autorizacin de Aguilar Ediciones S.A. Alianza Editorial, 2007. 590
pgs. pp. 28. 7 Famoso constructor de pianos de la Corona de Prusia,
contemporneo de Johann Sebastin Bach. (N. del T.) pp. 29.
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textos que conocemos de los antiguos egipcios, por espacio de
tres aos; o el cuasi milagroso Chattus Calvensis II, a quien le
tard legajar, en IV infolios, la obra La pronunciacin del latn en
las universidades del sur de Italia, hacia fines del S. XII. Es as
que el transcurso evolutivo signaba ser arte y conocimiento,
tendientes a converger en la flor de la totalidad juego de los
abalorios que sera justamente un sistema iluminista basado en la
msica de las esferas celestes, pero transcripta a escalas de
pentagrama e iconografa en la que sera vago aventurar un sistema
lexicogrfico sustentado en el azar de las ciencias matemticas,
combinatoria de un azaroso supuesto en que maniqueos discpulos (en
un principio), a lo largo de una especie de estilo impo, acogido
por sus condiscpulos de la Eschholz, quienes estudiaban,
ensimismados en aquel santuario acadmico, donde, entre otras
mltiples disciplinas, los instruidos secuaces apuntalaban regias
costumbres de un experimentado y llegado a buen puerto, Magister
Ludi, los mismos que deban llegar al auspicioso nivel de fraguador
de todos los ritmos, centro de centros, un juego, especie de baco
iluminista apostillando el inusual y delimitado ritmario, que
otrora la armona pitagrica dispona en fraseos que un arte potica de
la msica contena, alternando a lo largo
de notas musicales, encauzadas a lo largo del espejo mental en
que se traduce la perfeccin matemtica suscripta a cada radio
planetario que cerca o ms aproximados, ocupan los astros en la
cercana dual de los dioscuros mortales, de ms perfectos registros
musicales que mente alguna haya legado, por obra y gracia
filosfica, perdurando ms de mil aos, y por la que, a travs de
fatigadas reencarnaciones y cambios de carcter a travs de dismiles
pruebas en las escalas del conocimiento, se llegaba a tal grado,
ludens, amo de todos los juegos, convergidos en un solo Gran Juego
milenario.
Pero no es sino hasta la obra citada, en que la voz de Hesse
adquiere hlito universal en las letras germanas. Ya en 1927 haba
expuesto en El lobo estepario el recato interior que un espritu
semi-erudito confluye en su filtro fantasma, ser atormentado en el
que converge, mgicamente un aterrador espectculo existencial a que
su protagonista, Harry, se ve acentuando ms su espectro de
autoexiliado, de radical y testarudo ermitao de la sabidura, que
pas y asimil el comportamiento instintivo a que la perifrica de
extramuros de la droga, el alcohol y el sexo, pasando por
escisiones que el espritu y el cuerpo delimitan, filtrara a una
eventual dualidad que el disconforme humano
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
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avizora tras un comportamiento que nicamente el ser totalmente
dedicado a la esencia artstica trata de abolir, concentrndose
nicamente en la perfeccin que ello representa.
Consecuentemente, y obedeciendo a lo implantado por determinado
sistema, si Jos Knecht discurriera su espordico espectro por este
mundo igualmente fantasma, se lo tomara por un idiota lcido ms que
por un purista razonable. Peor aun, llagado por las crticas de
auspiciosas cofradas artstico-acadmicas, asistiramos al
desmoronamiento redentor del nico Magister del juego interior que
redima a los hombres. Es dramtico, pero en un mundo banalizado, es
posible que suceda no slo esto. Si vilmente crucificaron al
redentor de almas, ms dando paso a la animalizacin que al objetivo
redimido, qu podremos esperar de la lucidez artstica propalada en
pro de una cultura refinada, de la perfeccin musical en este sacro
caso, a miles de caballos, de trombas de fuerza igualmente,
insensatamente regulando una mquina humana a la que todos, menos
uno, echan arena en lugar de gasolina para su real o distendida
funcin en detrimento del promedio antropoide mundano, ignorante en
pleno juicio de los sentidos que jams desarroll, porque las
limitaciones fueron la gua de orden que los adultos imponan.
El grado de magister musicae recae en un ducho especialista que
forja de a pocos, ensayando el soplido incipiente, instrumental,
pero que igualmente extiende territorios futuros hasta llegar a la
perfeccin musical que la prctica representa. A travs de
artificiosas rutas que le depara el destino acadmico, Jos Knecht
representa aquel defectuoso proceso que la irrealidad sustentada
como acto artstico significa en un proceso humano, que lejos de
significar evolucin nos abisma entre chatarras informticas y
procesos mentales que se guardan compulsivamente en anticuarios
donde la informacin descansa el sueo de los olvidados.
La memoria, hasta este punto crucial y cclico representa en el
actual dechado humano, una invencin que el presente tctil cubre de
bienestar innato al consumismo y a los placeres tursticos de la
mente ocupada en comunicarse, ms que en depurar los signos
gestuales que alegan el precioso ritual que el instinto representa
en los todava androides que ya han dado paso a la rplica biogentica
del superhombre, y que no descansar hasta dar con ese espcimen que
la productividad y la perfeccin inspida requiere: un laboratorio
con miras a perpetuarse a punta de insomnio en serie, sin tregua ni
aceitado de la mquina; para que todo ajuste en ese altercado,
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o mquina inventada que ser el mundo futuro, cuando todo lo
burdo, lo instintivo y lo sensible, no sean ms que conmociones
inscriptas en fractales matemticos o cajas que leern, no a mucho
trecho de esta actualidad, la mente que una pantalla de conmutador
imprimir en extraas grafas, parecidas a las manchas que evidencian
verdaderas obras de arte del desquicio, de la replicacin biogentica
por modificacin nuclear con micro procesos in vitro. El hombre habr
muerto de sensaciones entonces. Y se dar, irremediablemente, paso a
la mquina perfecta, en todas las estaciones y reinos del mundo
subceleste.
Un juego medieval, si se quiere, una broma macabra que ningn
vikingo asalariado de este reino vertiginoso con la cornamenta bien
puesta y ebria soportara durante el llano en pesadillas a que se
vera sometido su cerebro, si de representar la prdida moral del
mundo se trata.
Pero el aprendiz es paciente. A medida que sus pasos avanzan por
los cendales del conocimiento, mezclado a la precisin lgico-formal
que este juego de abalorios significa, ms se centra en, digamos, un
mtodo, una sistematizacin que va anotando sigilosamente aplicado en
el memorial distendido de lo que el proceso mental pueda acumular
dentro de los lmites maestros del
proceso en s, ms que en la culminacin del producto artstico
seriado, tangible, si se quiere darle lado al megalmano fetiche del
hroe refinado en cuestin que cizalla lo perfectible, acaso
alcanzable si el talante poderoso gana terreno en la mentalizacin
de todos los actos.
A medida que aprende, Jos Knecht es paciente, ausculta no slo la
abstraccin a que se ve limitada muchas veces la disciplina en
cualquier arte, formateado a la lgica formal y tambin al modelo del
mtodo cientfico con que la ciencia ha llevado a buen puerto a todos
sus estados de gracia, a sus tormentos, encapsulados en una sola
cota espiritual, el blando estigma que es cdice, menos ruina
numerolgica detentada a un infinito de variaciones que no dan pie a
puerto cristalizado, encumbrados hasta entonces a la magnanimidad
que el arte exento de errores representa; a que se resume el gran
cometido del hombre, que si bien no confabula coincidir con el
proyecto que el Creador tiene para los seres, al menos se aboca al
bienestar espiritual que la simpleza a lo puro, a lo esencial, a lo
potico, nos remiten, rodeando todos nuestros actos y penurias al
centro de los centros, ese Nirvana y auto-encuentro que todo
prototipo racional e incipiente busca desde su primer berrido,
materia y drama de toda la existencia subsiguiente, que
equivale
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al instante dichoso que toda cuestin representa, musicalizado en
el ritmo csmico de la msica perfecta, esencia o signo humanos
alrededor del cual giran todos los actos imperecederos.
Msica de las esferas celestes Segn Pitgoras, los radios de las
esferas giratorias, sobre las cuales se mueven circularmente los
astros en su giro en torno a la Tierra, estn relacionados entre s,
tal como lo estn las cuerdas de un instrumento musical. As, las
distancias entre los cuerpos celestes deben corresponder a las
longitudes de las cuerdas que dan las diferentes notas al sonar. Al
suponer que todo el espacio est lleno de aire, la consecuencia
directa de todo ello es que, al desplazarse por ese espacio, los
astros producen diversas notas musicales que dan lugar as, a la
llamada msica de las esferas celestes, sonidos procedentes del
espacio que los pitagricos creen que se pueden escuchar en las
noches muy serenas8.
El sabio griego Pitgoras pensaba que la msica era el espejo o
plido reflejo de una meloda perfecta oculta para los mortales, crea
que detrs de la apariencia del mundo, exista una perfeccin
matemtica, descubriendo una relacin entre las escalas musicales y
las matemticas, pensaba que esta se manifestaba tambin entre los
planetas,
8 Artculo cientfico publicado para Astrociencia.com, por Juan
Miguel, 3 de abril de 2012.
http://www.astroyciencia.com/2012/04/03/la-musica-de-las-esferas-celestes/
que los antiguos crean se desplazaban en esferas celestes.
l seal la existencia de una msica de las esferas, que los
planetas emitan de acuerdo a la esfera que ocupaban en el cielo.
Las esferas cercanas daban tonos graves, mientras que las alejadas
ofrecan tonos agudos. El sonido resultante era el de una hermosa
armona. La idea pitagrica sobre la msica de las esferas persistira
por ms de mil aos, hasta la edad media y principios del
renacimiento.
El astrnomo Johannes Kepler9, descubridor de las leyes que
gobiernan el movimiento de los astros en el universo, postul en su
obra Harmonices Mundi, (La armona de los mundos) que un astro emite
un sonido que es ms agudo si su movimiento es ms rpido y a la
inversa. l escribi La Tierra canta Mi, Fa, Mi: Puede deducirse de
estas slabas que en nuestro hogar podemos esperar miseria y hambre
(fa-mine). Tan convencido estaba de la existencia de esta msica
universal, que afirmo: El movimiento celeste no es otra cosa que
una continua cancin para varias voces, para ser percibida por el
intelecto, no por el odo; una msica que, a travs de sus
discordantes tensiones, a travs de sus sncopas y cadencias,
progresa hacia cierta prediseada cadencia para seis
9 Johannes Kepler (Weil der Stadt, Alemania, 27 de diciembre de
1571 - Ratisbona, Alemania, 15 de noviembre de 1630), figura clave
en la revolucin cientfica, astrnomo y matemtico alemn;
fundamentalmente conocido por sus leyes sobre el movimiento de los
planetas en su rbita alrededor del Sol. Fue colaborador de Tycho
Brahe, a quien sustituy como matemtico imperial de Rodolfo II. En
1935 la UAI decidi en su honor llamarle Kepler a un astroblema
lunar.
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voces, y mientras tanto deja sus marcas en el inmensurable flujo
del tiempo.10
Al respecto, queremos dar cuenta de un precioso hallazgo, una
pieza potica inspirada en dicha msica que el interior humano
sincroniza con esos vagos instrumentos giratorios que habitan las
constelaciones como bsqueda interior que durante toda su obra
dirigida para adolescentes, segn la crtica, que ya nada poda hacer
ante ese gran tema de Hermann Hesse: el alma inquieta al acecho de
s misma (...) espritus rebeldes, sedientos de libertad, en bsqueda
de la felicidad, sea lo que sta sea. Y si hay una misin en los
libros de Hesse, es sa: intentar describir el camino11 que emite LA
MSICA DE LAS ESFERAS CELESTES A un libro o decir con letras,
aquello de una cierta teora sobre planetas y estrellas que producen
sonidos segn sus distancias. Msica de las esferas celestes,
deca.
10 FRACTAL: La msica del cosmos. Andrs Eloy Martnez Rojas, para
El Universal. Jueves 15 de mayo de 2008
http://www.eluniversal.com.mx/articulos/47050.html 11 Hermann
Hesse, Un lobo estepario, por Hernn D. Caro | Para LA NACION. Lunes
20 de agosto de 2012.
http://www.lanacion.com.ar/1500732-hermann-hesse-un-lobo-estepario
La experiencia sobre tu corazn y el mo me dice que mientras ms
remoto est un cuerpo del otro, ms grave y notorio es el sonido.
Contrariamente, dos cuerpos cuya distancia es tan nimia, (como un
cabello en el universo) emiten un sonido agudo, casi casi tan
imperceptible, que parece que esa distancia entre dichos cuerpos
casi casi fuera nada, hacindolos parecer un solo ente. Con una
msica de esferas celestes, escribiremos la Teora de la eternidad:
Recorrer el universo, danzando sin parar a travs del tiempo. Porque
a partir de ahora, cuando hable de futuro, sabr tu corazn que digo
para siempre12.
Como primera faceta, llegar al I Jing, orculo manejado con
tallitos de milenrama, que el ya experimentado Jos Knecht, de 34
aos, entre traslcidos y dorados destellos que despedan las carpas
en el lago oscurecido, aminoraba la aproximacin del Libro de las
metamorfosis, transmisora, a travs del rtmico origen, de una
especie de Filosofa Iluminista, cuya tonalidad Tsing-Chang y
Tsing-Tse, cantada, a manera de gradaciones diablicas por los
aedas, quienes las pregonaban entonces, a guisa de enemigas
celestiales; por antonomasia,
12 Poema alojado en el blog: Lejos de todas partes.
http://lejosdetodaspartes.blogspot.com/2010/03/la-musica-de-las-esferas-celestes.html
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herederos de la msica de la perdicin, fuertemente asignada a la
cada estrepitosa de los muros de castillos de los reyes,
sangrientos, y una tempestuosa que la maldicin regia desata, como
tab que sus majestades del Gran Castillo Real subsuman tras prpura
indumentaria. Cabe citar unos pasajes, ante la inminencia de que
transcribiran, a la vez que tenebrosas, miasmas, del libro
Primavera y Otoo, de Lue Bu We:
El nacimiento de la msica se remonta muy atrs en el tiempo.
Tiene ella origen en la medida y arraiga en el gran Uno. El gran
Uno procrea los dos polos; los dos polos engendran la fuerza de la
oscuridad y de la luz.13
Cuando el mundo queda en paz, cuando todas las cosas estn en
calma, cuando todas siguen en sus mudanzas a las que les son
superiores, la msica cobra integridad. Cuando los deseos y las
pasiones no andan por falsas vas, la msica se hace perfecta. La
msica perfecta tiene su causa. Proviene del equilibrio. El
equilibrio emana de lo justo, lo justo procede del sentido del
universo. Por eso, slo se puede hablar de msica con un hombre que
ha llegado a conocer el sentido del universo14.
Habra que dejarse llevar por
las nubes blancas, no resistirse a ese rayo, ora azul, ora
rosceo, nimbando la ventana.
13 Op. cit., p. 31. 14 Op. cit., p. 32.
El grueso de lectores que abarrotaban la vivienda de Hesse con
el letrero de Nada de visitas tras la recepcin del Premio Nobel de
Literatura en 1946, lo remarcaban como el hurao que pese a esa
esteparia actitud, poda, en efecto, halar fuerzas para responder
las cartas y atender a lo menos unos ochenta admiradores por da, y
de intentar darles algo de lo que ellos suponan que l haba
encontrado15.
Desde 1973 iba cobrando fama en las obras de Hesse, lo que
preceda al ver del mismo autor, un acucioso estudio del I Ching, ms
que los Upanishad y los Vedanta, libros que tambin son capaces de
transformar un destino. El fin de los mundos terrenos trocando la
cada subrepticia del cuerpo dando fulgurada parte al espejo de
agua, en que el joven Siddartha o el persistente Jos Knecht hunden
solaz precipicio para sus espectros redivivos, inmortales.
El paso a la inmortalidad a travs de la muerte fsica del hombre
es un tema cuya simbologa de aguas corrientes ocup grueso matricial
en la obra del autor alemn, y en gran parte, en sus obsesiones que
convergan en el dolor como forma redentora del juicio esttico que
como proceso se traza en su odisea de bsqueda interior que fragua
en el
15 Op. cit., Hernn D. Caro.
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
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ser una purificacin, erigido desde las mismas ruinas de lo
padecido.
El paso a otra y calmada vida, y a travs de escalas o
contingencias, al gran llamado iluminista que a la vera del camino,
a todo hombre se le aproxima, esa luz del precipicio surcando las
profundidades irreversibles del ser elevado. Marcado tema, quiz,
por ese recuerdo inescrutable y trgico que el suicidio signific en
Hermann Hesse, a luz al rojo vivo, estigma indeleble de que todo
arte perdura, aun a suerte de las vicisitudes mundanas, materia y
discordia de la obra encaminada en el va crucis de su proceso, ms
que de su perpetuada cada terrena.
Joseph Conrad El corazn de las tinieblas Jack Farfn Cedrn
_________________________________________ Joseph Conrad. El corazn
de las tinieblas. Traduccin Emilio Olcina Aya. Editorial Oveja
Negra, 1984. Bogot-Colombia. 76 pgs.
_________________________________________
Amos de la terrible extensin
salvaje que prepara la tierra, los hombres durante sus cruzadas
a lo inhspito del viaje oscuro, lesivo en cuanto las aguas amainan
en lo acometido, surten, a lo lejos, los
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
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dominios infrahumanos de lo demencial, de lo macabro.
Me parece como si estuviera tratando de contaros un sueo,
llevando a cabo un intento intil, porque la narracin de un sueo no
puede comunicar la sensacin del sueo, esa mezcla de absurdo,
sorpresa y azoramiento en un temblor de forcejeante rebelin, esa
impresin de haber sido capturado por lo increble que es la esencia
misma de los sueos16
El corazn de las tinieblas (1902) traza el parangn literario con
esas obras maestras del horror, de lo dantesco en contrapunto con
el riesgo que no lleva al extremo del tnel, sino que lo contina, en
cclico y pertinaz (por lo inabordable) sustentado por miasmas, la
bitcora que Marlow, un capitn de nave perdida en la arboleda del
miedo, aventurado a vida salvaje, a lo prurito, Congo arriba.
La propia realidad para uno mismo, no para los dems que ningn
hombre podr jams conocer. Los dems slo pueden ver la mera
apariencia y nunca pueden asegurar qu significa realmente.17
Riesgoso cmo su doble, Kurtz,
aquel capitn que bajo el nombre de Konrad Korzeniowski, en El
sueo del
16 Joseph Conrad. El corazn de las tinieblas.
Traduccin Emilio Olcina Aya. Editorial Oveja Negra, 1984.
Bogot-Colombia. 76 pgs., p. 26. 17 Joseph Conrad, Op. Cit., p.
28.
celta18, un treintaero capitn en retiro de la armada britnica,
polaco, recin nacionalizado ingls, y contratado para realizar
trabajos para la Sociedad Annima Belga para el Comercio con el Alto
Congo, pone en evidencia para el nacionalista irlands, condenado a
la horca por su opcin sexual, Roger Casement, un innegable
optimismo e ideales progresistas en que luego enloquecera alejado
de la civilizacin, sucumbiendo al salvajismo por acumular marfil,
ese mtico tirano de las aguas, que es encontrado, rodeado de
cabezas empaladas, en un moribundo frenes frentico que propalaba
Horror Horror! a raudales. El tirano de voz pastosa entra a las
aguas del reflujo, flua a canto de seres informes, que lo narran
todo con una presuncin monstruosa, en movimientos espectrales que
luego cobran vida, por un mentor que es doble, narrador bifronte de
atrocidades de las que lo impvido se concientiza, refluyendo hasta
soplar ocaso, alguna impredecible aurora de las obras maestras
manando siempre, independientemente del tratamiento que le sea
atribuido, ni ms que una criptozoologa nicamente balada a voces de
ultratumba; fragores, de entre conmociones lunares que las selvas
encantadas a plena deidad temporal, inmutan al paso del tiempo,
18 Mario Vargas Llosa. El sueo del celta.
Alfaguara. Lima, 454 pgs.
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el polvo de los muertos, el Apocalipsis permanente, riesgoso, en
la penumbra de fros visionarios.
Le vi extender su corta pata en un gesto que abarc el bosque, la
ensenada, el fango, el ro; pareca lanzar, con un molinete
deshonroso, ante el rostro de la tierra iluminada por el sol, una
llamada traidora a la muerte en acecho, al mal oculto, desde las
profundas tinieblas de su corazn. Aquello fue tan espeluznante que
salt sobre mis pies y mir hacia atrs, hacia la linde del bosque,
como si esperara una respuesta de una u otra especie a esa negra
exhibicin de confianza. Ya conocis las impresiones insensatas que
tengo a veces. La alta quietud se confrontaba con aquellas dos
figuras, con su paciencia siniestra, esperando la consuncin de una
invasin fantstica.19
Y es que la obra, adaptada en
otro siglo y otro continente, mereci en el genio de Francis Ford
Coppola, al rodar el film inspirado en la guerra del Vietnam, pero
que eligi como mapa y transcurso de aquellas matanzas, al relato
largo o novela corta en mencin, la misma que para Roger Casement,
cuyo encuentro con el escritor en 1903, y tras trece aos de
misivas, cuando ya Conrad haba merecido la fama de reputado
escritor, lo felicit por su novela congolesa, El corazn de las
tinieblas, que acababa de leer y que se lo dijo le haba removido
las entraas porque era la ms extraordinaria
19 Joseph Conrad, Op. Cit., p. 32.
descripcin de los horrores que se vivan en el Congo. Conrad lo
ataj con las manos.
Usted debi figurar como coautor de ese libro, Casement afirm,
palmendolo en los hombros. Nunca lo hubiera escrito sin su ayuda.
Usted me quit las legaas de los ojos. Sobre el frica, sobre el
Estado Independiente del Congo. Y sobre la fiera humana.20
El verdadero pnico masificado
advirtiendo, ya un ciclo, un temporal, a tenor de un cicln y
ajuste de cuentas con la civilizacin y sus delimitaciones, a lo
ardido de los reinos ms inclementes que los altos del reflujo moral
abisman hasta grados enternecedores del infierno mostrando sus
fauces en la aparente calma de los rostros ahogados.
La luna haba derramado sobre todas las cosas una delgada capa de
plata: sobre la densa hierba, sobre el fango, sobre la muralla de
vegetacin afelpada ms alta que los muros de un templo, sobre el
gran ro, que poda ver a travs de un hueco oscuro, centelleando
mientras discurra, ancho, sin un murmullo.21
Joseph Conrad (Berdyczw, entonces Polonia, actual Ucrania, 3 de
diciembre de 1857 Bishopsbourne,
20 Mario Vargas Llosa. El sueo del celta.
Alfaguara. Lima, 454 pgs., p. 74. 21 Joseph Conrad. Op. Cit., p.
25.
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
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Inglaterra, 3 de agosto de 1924)22 ha sabido descifrar al flujo
de las mareas silenciosas, el infierno que traduce msica, las notas
conscientes que durante los estados ms hipnticos de velada
pesadumbre, aforan hasta desembocaduras cargantes no conexas con el
cuerpo helado, no conteniendo valor, enorme valenta humana sometida
a padecimientos voluntarios.
Haba momentos en que a uno le volva el pasado, como ocurre a
veces cuando no se tiene un solo momento que dedicar a uno mismo;
pero volva bajo la forma de un sueo inquieto y ruidoso recordado
con asombro entre las abrumadoras realidades de aquel extrao mundo
de plantas, y agua, y silencio. Y esa quietud de vida no se pareca
en absoluto a la paz. Era la quietud de una fuerza implacable que
meditaba una intencin inescrutable. Aquello le miraba a uno con un
aire vengativo.23
Era flojo que veamos cmo ese
discurrir de estados en rtmico avance, no conoce queja, sino ms
bien salmodias dolorosas, no reajustadas, reconciliadas, s;
adscritas a lo tunante, en torno; recovecos en los cuales,
inabordables, asoman apenas, pesquisas de la conmocin soportada,
amarga, acorde con el aplauso que el ro congols trasunta en extensa
veladura. Y, cual sino reconociera el hombre sus tintineos
montaraces, apenas digeribles hasta la
22 http://es.wikipedia.org/wiki/Joseph_Conrad 23 Joseph Conrad,
Op. Cit., p. 33.
gnesis de lo cuadrumano, dira, en voz colectiva, esa precipitada
dicha que toda masa en constante braceo prescribe como suya:
Hubiramos podido imaginarnos como los primeros hombres tomando
posesin de una herencia maldita que deba ser dominada a costa de
una profunda angustia y de un trabajo desmesurado. Pero
repentinamente, mientras nos batamos en un recodo del ro, en lugar
de la breve visin de muros de juncos, de puntiagudos techos de
hierba, haba una explosin de aullidos, un remolino de miembros
negros, una multitud de manos dando palmadas, de pies que
pataleaban, de cuerpos que se balanceaban, de ojos que rodaban,
bajo la colgadura de un follaje pesado en inmvil.24
Dante reserv la msica para el Paraso; y lo pictrico, de tersura
agraz por lo escultrica, para esos momentos incesantes, que el
inframundo traduce. Infierno y Purgatorio equivaldra a todo el
relato congols que a latidos golpetea una selva de entraas
mordazmente vrgenes del fuego hambriento, salvaje, resonando lo
transcurrido. Pero la msica, el rtmico espasmo tamboril de un milln
de manos y ojos como lucirnagas viscosas ahogndose en la corriente,
deslindan, en paralelo, el cenculo azabache de la animalidad, del
canibalismo que no
24 Joseph Conrad. Op. Cit., pp. 34-35.
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salva movimientos ante lo inmutable que el cuerpo reposa.
No podamos entender porque estbamos demasiado lejos y no podamos
recordar, porque viajbamos en la noche de los primeros tiempos, de
aquellos tiempos que se han ido dejando apenas un signo y ningn
recuerdo.25
Conrad pone a prueba la
msica interior, dotada por una energa primigenia de los tambores
africanos que subvierten la agresividad, que la transculturan hasta
el grado atronador del ingls mortalmente colonialista, que, tachado
por una civilizacin descreda de lo instintivo, de lo salvaje,
aterriza en el vrtigo lunar acaecido paisaje inspido del Congo,
rugiendo cabezas empaladas hasta la locura que rodeaba la cabaa del
fantasma que a lo largo del viaje adquiere en la novela grados de
mito, de para-hroe que no caza oportunidad alguna de redencin
fanal, y ms bien s de re-ciclo, de fuga constante por los feudos
espeluznantes de la infinita calamidad, del hasto redundante.
Y, fuera, la silenciosa extensin salvaje que rodeaba aquella
mancha desbrozada sobre la tierra me chocaba como algo grande e
invencible, como el mal o la verdad, que estuviera esperando
pacientemente la extincin de aquella invasin fantstica.26
25 Joseph Conrad, Ibid., p. 35. 26 Joseph Conrad, Op. cit., p .
22.
Fantasmas onricos revelan, a
contrapunto, el paralelo que la ficcin ofrece, hasta la misma
extremauncin deplorable en sus inicios; y, acometidos por las
ruinas vestales de una pared y follaje, ecos africanos, el talante
que no le exige, que no le descorre nada al reflujo enrojecido de
la carne impvida, dechado antiguo, de terco oficio, inderrocable,
trasluce el modo en que el cirujano se vuelca sobre el cuerpo,
hurga en la herida, con delicadeza pero con decisin.27
La tierra era espectral. Estamos acostumbrados a contemplar la
forma encadenada de un monstruo sometido, pero all all poda
contemplarse una cosa monstruosa y libre. Era espectral, y los
hombres eran no, no eran inhumanos. Bueno sabis? Aquello era lo
peor de todo: aquella sospecha de que no eran inhumanos. Le llegaba
a uno lentamente. Aullaban y brincaban, y se retorcan, y ponan
caras horribles; pero lo que a uno le estremeca era precisamente el
pensamiento de su humanidad como la propia el pensamiento de
nuestro propio parentesco con aquel rugido apasionado.28
Avasallantes son los estados
caticos en que se centra la historia, Congo arriba, el ro
espasmdico
27 Rafael Argullol: La voz de la oscuridad. Sbado 12 de octubre
de 2002. Diario El Pas de Espaa:
http://elpais.com/diario/2002/10/12/cultura/1034373611_850215.html
28 Joseph Conrad, Op. Cit., p. 35.
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
26
confluyendo hasta estados amorales, amniticos; naturaleza que el
hombre llama sucedneos bodegones anmicos del buen comportamiento,
en paralelo, tam-tams que lo arden, lo avientan al sucesivo galope
de caballos en cruzada por das inmundos, hasta el transcurso
bifurcado, concntrico, de lo que podra llamar sino al infierno
ntimo, lleno de podredumbre y hedor, lleno de instinto asfixiante y
catico, del ser humano29, el fragor ms inescrutable en la noche de
los tiempos ardiendo en un precipicio infernal, a la vez
reconocible, vivificante por la voz personal que traduce lo
virulento, purificador de la gran metfora del mundo, del ser que lo
contiene, en accesos catrticos que los dominios gritados calman,
claman.
La cosa estaba en que era una criatura llena de talento, y que,
entre todos sus talentos, el que sobresala por encima de todos, el
que comportaba una sensacin de presencia real, era su capacidad de
hablar, sus palabras el don de la expresin, asombroso, iluminante,
el don ms sublime y el ms despreciable, corriente latente de la luz
o torrente engaoso procedente del corazn de unas tinieblas
impenetrables.30
Marlow llega a la costa
africana para encaminarse luego a la Estacin Central y, por fin,
a la Estacin Interior como si estuviera
29 Rafael Argullol, Op. cit. 30 Joseph Conrad, Op. cit., p.
46.
renovando el viaje de Dante. Pero sin la compaa de Virgilio.31
Durante ese infierno interior acaso Kurtz gritara, desde la voz
irrefrenable, crptica, que encarna el fantasma mefistoflico,
angelical voz de las aguas, el agente de la compaa colonial belga
desaparecido; acecha, atraccin incesante, hacia Marlow, la voz
tenebrosa que su propia conciencia arrecia durante el transcurrir
del relato: acecha el centro mismo de la conciencia32, desde el
orto de las tinieblas, la plana mansedumbre, lineal, el espectro de
Kurtz, atiborra la propia conciencia de la oscuridad refrendada por
lo probo que el santuario nocturno ausculta durante la fijacin de
las almas empticas traduciendo cada cual su fantasma estentreo, de
inmundo crimen colonizador.
Al otro lado de la cerca, el bosque se ergua espectralmente a la
luz de la luna, y, a travs del indistinto barullo, a travs de los
desmayados ruidos de aquel patio lamentable, el silencio del pas
volva a lo hondo del corazn con su misterio, su grandeza, con la
grandiosa realidad de su vida oculta. 33
Ninguna pesquisa moral pide
el relator a los lectores, sumergidos en el decurso de la
infamia que no espejea sino los instintos interiores que cada
fantasma habita en
31 Rafael Algullol, Op. cit. 32 Rafael Algullol, Op. cit. 33
Joseph Conrad, Op. cit., p. 25.
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
27
nosotros, la sbana llena de histrica, fantasmal agona; la voz de
Kurtz, afincada bajo ninguna conmocin, acaso advertida por lo
silente agundose en msicas reptadas por conmocin, por espasmdico y
cicatero ritmo permitiendo el claustro honorfico de todos los
horrores presenciados hasta las fronteras de masas que asuman a la
deidad de espectros, el suceso de sus propias cuitas ocultas,
marcadas por el paso de la bestia, a travs de un frentico hasta
espasmdico acaecer, presencia oculta, a ratos la voz del mismo
Kurtz atenazando dudas; Marlow siendo su propia voz, sugiere el
espanto irreal de lo que ya no da signos de hlito, entre las aguas
balando una cuesta impenetrable por selvas conscientes de la huida
que no cabe en orden animal, ni fuego razonado alguno:
Fijaos en que no trato de disculpar, ni siquiera de explicar;
estoy tratando de explicarme, a m mismo por por el seor Kurtz por
la sombra del seor Kurtz. Aquel espectro iniciado que proceda de
detrs de Ninguna Parte me honr con su asombrosa confianza antes de
desvanecerse por completo. Y eso se deba a que poda hablar ingls
conmigo. El Kurtz original haba recibido parte de su educacin en
Inglaterra, y tal como tena la amabilidad de decir l mismo sus
simpatas estaban bien puestas.34
34 Joseph Conrad, Op. cit., p. 48.
Tal los hroes depositados al margen de la lnea, de los
acantilados, de los charcos y alcantarillas de una ciudad
desesperada por el vrtigo del desacato, Kurtz, la sombra viga,
desesperanzada, llovida en un corazn ya sin color, emboque de aguas
errantes preludiando a ratos, luces ignominiosas prestas a encender
la devastacin de un ptrido rbol, anegan de luz verdosa, la
fluorescencia nocturna de blanca tiniebla, que bien pudo haber
acaecido ante los ojos pasmosos rodeados de la odisea de Patricio
Lumumba35, aquel anticolonialista que ya no habita las aguas, sino
por el color a conciencia que representa el paso de la infamia que
no dura un tiempo contable, y ms bien s uno perennizado en el hasto
que la moral y la memoria de fijacin colectiva representa en los
paradigmas, verdaderos antihroes, manan su radical presencia, lejos
de un mundo habitado, un paisaje ajeno o la calle lunar que lejos
de ensombrecer los recuerdos, los inmortaliza hasta la tumba a
llaga viva de los das salados que no llueven para cicatrizar
heridas, tanto como para encenderlas, lejos ya
35 Patrice mery Lumumba (2 de julio de 1925 - 17 de enero de
1961) fue un lder anticolonialista y nacionalista congols, el
primero en ocupar el cargo de Primer Ministro de la Repblica
Democrtica del Congo entre junio y septiembre de 1960, tras la
independencia de este Estado de la tutela belga. Nombrado hroe
nacional en 1966. http://es.wikipedia.org/wiki/Patrice_Lumumba
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
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de los instintos o transmigraciones que ellos representan,
avivados por postema supurante de una enfermedad mundanal desoyendo
el silente ruido de ciudades dormidas; as, su aparicin, su nima
coloca el preciso dato que hace historia, el segundo que puede
tardar aos en el confinado a fusilamiento, la voltil lgrima echada
a la suerte, en tanto que el tiempo dura o relativiza cada
partcula, cada tomo, as una forma de engranaje, dando concesin
virtual a pnica memoria del horror que todo lo deconstruye, a
insigne imagen de lo persuadido, no por un acaecer real, tanto como
por esa realidad apenas delineada por verdad irreprimible que el
confluir sucesivo, muy dentro, lucha sus designios internos y
cruciales, para que el espritu salga ileso, pagando por
podredumbre, su cuerpo deleznable, en una tierra pulverizando todo
lo animado, aparente.
Kurtz, el misterioso habitante del corazn de la tiniebla, es el
depositario de un horror sin lmites, pero no por su sarcasmo, o por
su despotismo, o por su angustia sino, precisamente, porque ha
quedado al margen de aquella espera desconcertada del hombre. De ah
su poder absoluto y su abismo definitivo.36
36 Tiniebla blanca, Rafael Argullol, 7 Jul. 2002, diario El Pas
de Espaa:
http://elpais.com/diario/2002/07/07/catalunya/1026004045_850215.html
Desde los tiempos de Herclito, las aguas columbrantes se han
renovado para los autores de novelas cuyo eje temtico, cuyo ro los
atrapa a lo largo de toda la obra. El amor en los tiempos del
clera, de Gabriel Garca Mrquez; El ro, del poeta peruano Javier
Heraud, acribillado a lo largo de ese mefistoflico cauce, Madre de
Dios, entre pjaros y rboles. Ros metafsicos para desesperados. En
el Sena, corre inmutable mrmol viviente, tanto para Lord Jim
(1900), como para el lagarto danzante hasta El Fin, de Jim Morrison
destazando a la res aterida, babeante; as como para un Apollinaire;
o el ro Putumayo, testigo de crueldades deshumanizadas por la
fiebre del caucho.
Advertimos no slo la imagen mtica que su metfora personifica
como fraguador de universos atascados por el mundo en constante
reflujo vadeado por las orillas que prosiguen el curso, de mnimas
aguas que para el planeta representan (0,01%). Pero el instinto
atiende a la llamada fragorosa, a su corriente colectiva
dinamizando el flujo inconsciente, el continuar sin pausa de un
cerebro rebullente de historias que lee el adversario vigilante,
historias que contina con fecha postergada en receso, un adormecido
y pasmoso habitante interiorizado acudido a la posta narrativa, con
la
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
29
llamarada enarbolada, mortal, a encender los llanos imprevistos
de lo vvido, de lo real aguardando ese transcurso ciego por el
cual, abismados, propendemos a una continuidad inusual dada por
aquel empequeecido rondar que el espritu bullente dictamina, para
que la pera de lo magno, sucednea, mesa los cabellos alborotados,
aquella selva oscilante, tal o cual, enferma o enervante, dicha o
constituida por designacin o suposicin, se quede confluida al hilo
presencial que es la msica del caminante elevando salmos de agua,
con unas gotas purificadoras instndolo a la liturgia paralela en un
Jordn inmaculado al primer bautista alimentado de miel y
langostas.
El opus magnus de las historias de agua dulce. El corazn de las
tinieblas, de Joseph Conrad: el viaje de un tal Marlow remontando
el ro Congo tras los pasos de un tal Kurtz, un comerciante de
marfil cuyos mtodos se han salido de cauce. (...) un caudaloso gran
ro, que uno poda ver en el mapa, como una inmensa serpiente
enroscada con la cabeza en el mar, el cuerpo ondulante a lo largo
de una amplia regin y la cola perdida en las profundidades de su
territorio. Su mapa, expuesto en el escaparate de una tienda, me
fascinaba como una serpiente hubiera podido fascinar a un pjaro,
cuenta Marlow, desde un barco amarrado en pleno Tmesis, en las
pginas del comienzo. Remontar aquel ro era como volver a los
inicios de la creacin cuando la vegetacin estall sobre la faz de la
tierra,
y los rboles se convirtieron en reyes (...) Y nosotros nos
arrastrbamos hacia Kurtz. Y as, arrastrndose hacia Kurtz, Marlow
remonta una corriente fantasmal, inhumana, y llega al sitio donde
late el corazn de la tiniebla: el flujo brbaro, envenenado de
Occidente, que ha reptado hasta all por las aguas de, precisamente,
el ro. El ro.37
Harto ms terrible que el infierno
de Dante es El corazn de las tinieblas el ro de frica que
remonta el capitn Marlow, entre orillas de ruinas y de selvas y que
bien puede ser una proyeccin del abominable Kurtz, que es la
meta.38
LITERATURA CITADA Libros impresos: 1.- Joseph Conrad. El corazn
de las tinieblas. Traduccin Emilio Olcina Aya. Editorial Oveja
Negra, 1984. Bogot-Colombia. 76 pgs. 2.-Mario Vargas Llosa. El sueo
del celta. Alfaguara. Lima, 454 pgs 3.- Jorge Luis Borges. Obras
Completas, t. IV. Emec Editores. Argentina. 3 Ed. 2010. 668 pgs.
Pginas Web: 4.- Rafael Argullol: La voz de la oscuridad. Sbado 12
de octubre de 2002. Diario El Pas de Espaa:
http://elpais.com/diario/2002/10/12/cultura/1034373611_850215.html
37 La llamada del agua, reportaje de Leila Guerrero, para el
Diario El Pas de Espaa, Sbado, 2 de enero de 2010.
http://elpais.com/diario/2010/01/02/babelia/1262394735_850215.html
38 Jorge Luis Borges. Obras Completas, t. IV.
Emec Editores. Argentina. 3 Ed. 2010. 668 pgs. p. 588. (cursivas
mas).
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
30
5.- http://es.wikipedia.org/wiki/Patrice_Lumumba 6.- Tiniebla
blanca, Rafael Argullol, 7 Jul. 2002, diario El Pas de Espaa:
http://elpais.com/diario/2002/07/07/catalunya/1026004045_850215.html
7.- La llamada del agua, reportaje de Leila Guerrero, para el
Diario El Pas de Espaa, Sbado, 2 de enero de 2010.
http://elpais.com/diario/2010/01/02/babelia/1262394735_850215.html
EL REGRESO A GALILEA DE PREZ ALENCART
Harold Alvarado Tenorio
Una editorial madrilea y otra
salmantina han publicado esta primavera el ltimo libro de versos
de Alfredo Prez Alencart: Regreso a Galilea, siete poemas del
peruano en traducciones al rabe, hebreo, ingls e italiano,
ilustrados con preciosas vietas de Miguel Elas. El volumen fue
presentado en Meghar, una pequea aldea al norte de Galilea,
habitada por drusos, musulmanes y cristianos, vecina a los Altos
del Goln y el lago de Tiberades, donde hace tres lustros se renen
anualmente variados grupos de poetas rabes y judos demostrando que
la convivencia en la diversidad, de lenguas e ideologas, es posible
incluso en Israel. En esta ocasin tambin participaron bardos de
Noruega, Italia, Suiza, China,
Albania, Eslovenia y Jordania. Regreso a Galilea tiene doble
significado. Es un manojo que permite gustar la polisemia que
ofrecen las traducciones simultneas de un poema, brindando
intuiciones que el texto original en espaol parece retener, al
tanto que enriquece su elucidacin, en este caso, las invocaciones
que el poeta, creyente y peruano, hace de sus ansias de
confraternidad entre los seres que habitaran las regiones donde El
Galileo predic. I saw things that are unseen
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and clothed myself in righteousness, loving in flesh and spirit,
as signs of what took place in me. And rather than repeating words
I sanded them smooth, like a humble carpenter in his workshop.
[Stuart Park] Fratello, sia tu dove sia, apri i pugni
e che non tornino armi nelle tue mani, che la lotta non insista
nell' avvicinare distanze, che soltanto le parole si alzino e
convincano che convincano le tue parole, non i colpi n gli ordigni,
e che in te si ingigantisca la benevolenza. [Stefania di Leo]
Quizs mejor que en otras de las publicaciones de Alencart, en
Regreso a Galilea se constata la
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
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calidad de su escritura y la constancia de su mensaje cristiano.
Las traducciones refrendan la diversidad y tesitura de su lengua
espaola, al tanto que los cdigos que formula, -- la pobreza de
bienes entre la holgura del buen vivir nos hace dignos de la vida;
Eva replica el mundo para perpetuar la salvacin del cuerpo por la
vida eterna,-- confirman su indeclinable militancia y conviccin
religiosa. Hechos que sealan cmo nada es ajeno al poema, siempre y
cuando, su sintaxis y prosodias alcancen cimas y simas de
estremecimiento.
Galilea, situada al norte de Israel, entre el Mediterrneo, el
mar de Galilea y el Valle de Jezreel es una regin de colinas, con
un ro de numerosos afluentes y arroyos, frtiles llanuras y ridas
montaas, donde, segn la tradicin, en Tabor, ocurri la metamorfosis
de Jess, cuando en presencia de Pedro, Juan y Jacobo, habl con
Moiss y Elas. All, al pasar por la orilla del lago, mientras los
pescadores estaban arreglando las redes, los llam, y ellos lo
dejaron todo y le siguieron. Los apstoles eran oriundos de Galilea,
los evangelios mencionan algo ms de cuatro centenares de lugares de
esa regin donde ejercieron su magisterio. Volver a Galilea quiere
decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Sin miedo,
no temis,
dijo esta pascua de resurreccin Jorge Mario Bergoglio.
Una relectura del signo de Galilea, que como coincidencia
aparece en Resistencia, el poema de Alencart. El hecho de que los
siete textos no slo estn impresos en espaol e italiano, sino en
rabe y hebreo, agregando a ello sus simbolismos, indica que el
peruano militante busca tambin la paz para una regin de sufrimiento
como la Palestina histrica, humillada y despojada por el imperio de
la codicia y la execracin. He aqu la metfora profunda de este
valioso librito de versos que desde el cntico religioso agita las
campanas de la paz entre los pueblos hermanos de Israel y
Palestina, con una Jerusaln para la concordia del hombre en la
tierra. Resistir al dolor, resistir al mal, eso grita el poeta. Da
tras da te persiguen los feroces con sus gritos y condenaciones. No
toleran el perfil invicto
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
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de tus bolsillos vacos, el temple de tu mucha exigencia y el no
mentir jams. Estn perdidos en su mal gobierno, ansiosos por usar
sus hachas! Hoy mismo tu voz tuerce sus hablas que no tocan verdad.
La tuya es la historia de los que resisten.
EL LIBRO DESAPARECER?
Cesar Vigo Arribasplata
El Libro desaparecer, ser expulsado de la materialidad, pues no
fue hecho de la corteza del rbol de la vida del cual se le prohibi
comer a Adn para evitar la competitividad divina.
El uso del libro, como soporte de la escritura desaparecer como
desaparecieron las tablas de piedra en las que escribi Dios en el
monte del Sina, o el uso de los papiros que acompa por milenios a
las dinastas egipcias y al imperio romano, as tambin desapareci el
uso del pergamino.
El concepto del Libro, tal como lo concebimos desaparecer ms
temprano que tarde; me refiero a ese artilugio mstico, hecho de la
corteza de los rboles, de materia vegetal, que da base a los folios
delgados, apilados delicadamente, y que conforman los quaterniones
(cuadernos).
El libro, tan verstil, delicado y permisible a todas aquellas
manos deseosas de abrirlo y posar la mirada en sus ms ntimos
secretos, desaparecer. Ese artilugio revolucionario que acompa al
hombre por siglos, con sus cientos de
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
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miles de letras yuxtapuestas, paralelas, barrocas;
desaparecer.
Ese milln de libros con los cuales Borges fue premiado al
hacerse cargo de la Biblioteca Nacional de Argentina, o la La
Biblioteca de Babel, en la cual se imagin recorrindolos, no tendrn
ya similitud con la realidad futura. Aquellos libros con forro de
cuero para gustos carnvoros, no sern ms.
Esos libros que se convierten en fetiches de un lector, se
extinguirn ineluctablemente, y, quedarn como meras piezas de
museos, decorando la sala de algn magnate o desquiciado.
Las imprentas cesarn, sus sonidos de vorgine dejarn de
funcionar. El papel ya no ser el soporte de la escritura. Los
libros de literatura pornogrfica que posean los adolescentes en
secretos libidos debajo de sus camas, no sern tachados ms de
nefandos, sino expuestos como Huacos Moches por nuestros
herederos.
Y sin embargo, la escritura no desaparecer, sino con la extincin
del hombre. La escritura permanecer anhelante para ser plasmada
donde se aore, sugestiva en un poemario virtual libidinoso, sacro
en un Blog religioso libertario.
El libro, ceder su trono a los soportes pticos y electrnicos.
Pero la escritura no desaparecer, sino con la corta existencia de
la raza humana.
Si bien los libros ya no sern concebidos como los concebimos,
sern remplazados como e-book o libro electrnico, los cuales
contienen ya cientos, sino millones de libros virtuales.
Slo aquellos lectores ortodoxos y sentimentales que conocimos al
libro corpreo en la complicidad de sentirnos omniscientes,
lloraremos con nostalgia sus formas, sus olores, su textura. EFIGIE
ROSADA, apareciste junto a m. vido cuerpo tierno me acaricias; aun
huelo tu tierna piel de centuria marchitada. Te he tomado en brazos
como reverencia. Abandonas ese lecho dolorida. Forjo tu imagen
sacra inamovible en mi ser. Has anhelado seguir dndome pan mientras
cesa tu corazn. Aun huelo tu maternal piel.
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
35
UNA DENSA LNEA DE EXPLORACIN SOBRE
VALLEJO
Doan Ortiz Zamora
Vallejo condensa una serie de factores intactos y aun no
profanados en la actualidad. Hablar de Vallejo hoy, congrega a
rendir culto a uno de los ms celebres poetas que existi en el
mundo. En determinadas etapas de la obra de Vallejo, se aprecia el
hombre comprometido; en primera instancia, con su origen y familia;
luego, la preocupacin del yo existencial; y posteriormente, llega a
crear en tercera persona la constante inquietud sobre la humanidad.
En diferentes procesos encontramos la tendencia de ya no pertenecer
a un pas, sino al mundo; difcil suceso que cada artista debera
cumplir, y nuestro querido Csar Abraham Vallejo Mendoza lo ha
logrado, a medida que sus versos siguen el sendero de la
universalidad y eternidad (dignos elementos de su naturaleza).
Csar Vallejo en su obra identifica el individuo y sujeto como
esencia de un nmade invisible, volviendo al primer momento en que
estuvo, pero en un lugar diferente. Extrae una secuencia perfecta
de
sucesos, ligados premonitoriamente de abismos y volcanes
arcaicos, teniendo en cuenta que cada verso es anterior y la vez
posterior al otro. Vallejo ha demostrado ser un poeta de acto y no
un poeta en potencia, sumergiendo al lector, no a un discurso
poetolgico o interpretativo, sino instrumental, definiendo su
diversidad potica con condiciones de produccin polismica.
Atribuyendo su lnea potica a compases armnicos de extraa fragancia,
balancendose en una comunicacin objetiva, debido a su propia
singularidad. Vallejo exige una profundidad abismal para el
entendimiento de su tcnica y pensamiento. Se debaten finos roces
lingsticos que desintegran el verso y prosa tradicional. El
arquetipo logocntrico y la emotividad opaca de Vallejo, llega a
remplazar siglos de incertidumbre potica y enlaces de diferente
dimensin. Los heraldos negros genera una revolucin potica,
moldeando signos, como la energa y la condensacin de la invencin
potica; desarrollando la eliminacin de toda palabra de existencia
accesoria, con el nacimiento de la expresin pura, encontrada en los
verbos y en los sustantivos. En relacin a los mitos correlativos de
la palabra exacta, Vallejo pregona una economa de la palabra,
logrando una morfosintaxis penetrante. La inmensa infinidad de la
lengua natural, no
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
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extrae precisiones efmeras; al contrario, sustituye cdigos de
solidez inventiva, con la finalidad de prolongar una ligera
perfeccin emergida por la causa total de los efectos de sus textos
literarios.
Vallejo delimita sus fronteras con furtivas expresiones
coherentes y llenas de riesgos al inequvoco, revelando propiedades
desconocidas del absoluto imposible e inexpresable. En Europa, Csar
Vallejo desarrolla el trabajo periodstico, logrando aportar un
material de considerable importancia para la crnica, an no
explorada de manera compleja por sus crticos. Los textos narrativos
del autor de Fabla salvaje, argumentan una densa lnea de
exploracin, donde la etapa evolutiva marca un rigor de estricta
veneracin en su prosa. El inicio de la narrativa vallejiana
experimenta esencialmente rastros de literatura oculta que han sido
encontrados, gracias a una intensa bsqueda artstica. En Tungsteno y
en el famoso Paco Yunque, encontramos una preocupacin directamente
vinculada a los aos que Vallejo dedic al estudio del marxismo en
Europa y la escritura de estos dos textos roza muy de cerca el
tiempo en que escribi sus reportajes dedicados a la Unin Sovitica:
Rusia
en 1931 y Rusia ante el II Plan Quinquenal. Queda as reflejada
la ruta de un cambio de motivaciones que tuvo resultados muy
concretos en la literatura de Vallejo. En sus escritos
periodsticos, los argumentos paralelos trascienden frenticamente,
como en Autopsia del surrealismo, que resulta un texto muy
iluminador, y coincide, adems, con la postura asumida por los
literatos latinoamericanos de la poca. Moderando el concepto de las
maravillas surrealistas, de modo que el cuestionamiento sobre la
ideologa, emplea una funcin de modelo cultural dominante,
detallando un aspecto resaltante en las crnicas de Vallejo. En
conjunto, la narrativa vallejiana puede tener menor valor que su
poesa, y esto es algo que puede decirse sin exagerar con la
subjetividad; sin embargo, las tensiones que existen en su prosa
arrojan muchos signos sobre la intelectualidad y espiritualidad del
autor. Csar Vallejo no slo forma parte de la poesa, o la poesa form
parte de l; tambin dej un legado de indudable exquisitez en su
narrativa, logrando ser un escritor explorador de la tan
inexplorable jungla literaria.
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
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ARQUITRAVE, UNA REVISTA DE POESA
QUE RESISTE LA INCURIA DEL TIEMPO
Harold Alvarado Tenorio
Arquitrave, revista de poesa
llega a su quincuagsima quinta edicin. Arquitrave se publica
cada tres meses y difunde la poesa de todos los tiempos, en
especial, la que se escribe en nuestra lengua. Hemos realizado,
entre otros varios, homenajes a poetas como el habanero Gastn
Baquero, el sevillano Luis Cernuda, el perseguido poltico del
castrismo Ral Rivero, el alejandrino Konstantinos Kavafis, el
sanonofreo Giovanni Quessep, el chino Bai Juyi,
los alemanes Ingeborg Bachmann o Hans Magnus Enzensberger, el
indio Mudnakudu Chinnaswamy, el madrileo Luis Antonio de Villena,
la uruguaya Cristina Peri Rossi, el palestino Madmud Darwish, el
brasileo Affonso Romano de Sant`Anna, la australiana Margie Cronin,
el griego Atanasio Niarjos, la sueca Karin Boye o los colombianos
Cobo Borda, Mara Mercedes Carranza, Elkin Restrepo, Eduardo
Escobar, Amilcar Osorio o Jorge Zalamea Borda. En este nmero
celebramos la poesa de la norteamericana Rita Dove, ganadora del
Premio Pulitzer, el espaol Leopoldo Mara Panero, la croata Sonja
Majojlovic o el colombiano Jhon Better.
De la manera ms cordial estoy invitando a vosotros, a
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
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suscribirse por un ao a la revista de poesa Arquitrave, que
hacemos hace ms de una dcada en Colombia y llega ya a su nmero
cincuenta y cinco. Son cuatro nmeros anuales, cada uno de cien
pginas con fotos interiores y tapas a color, con buena poesa,
variada, antigua y nueva. La cosa es as: se puede, en Colombia,
hacer un giro por cien mil pesos a mi nombre [Harold Alvarado
Tenorio, cdula 6185342] o desde el exterior, a travs de empresas de
remesas, cuyos costos son competitivos. En Colombia valen cien mil
pesos los cuatro nmeros, incluido el correo; y en el exterior,
dependiendo, del pas entre cincuenta y sesenta dlares americanos.
La revista impresa se publica en trescientos ejemplares y la
hacemos artesanalmente. Para cualquier pregunta escribir
[email protected]. La revista puede verse en
www.arquitrave.com
ESPAA Y UNAMUNO EN CIORAN39
Adriana Corts Koloffon
No Agudo, ex editor de la
revista Vogue me encarg una entrevista con l y me dio su
direccin en rue de l'Odeon. Aqu la entrevista que hice yo en francs
y tambin la traduccin del francs es ma. Algunas preguntas aportadas
en espaol por Vernica Flores Aguilar. Tambin ella me tom la
fotografa. Slo dejo en la entrevista la voz de Cioran y suprimo las
preguntas:
SIN PROFESIN, he tenido
mucho tiempo para leer. Unamuno y Espaa eran mis pasiones; cada
quien tiene sus locuras y sus sueos: el mo era viajar a Espaa, pas
que recorr con poco dinero y en bicicleta. Amaba de Espaa su
sensibilidad, el espritu de su gente, distinto al del resto de los
europeos: el francs no se interesa por los otros. Pars es una
ciudad
39 NOTICIA HEMEROGRFICA. La entrevista se public por primera vez
en la revista Macrpolis,
en agosto de 1993. Aunque la autora hizo la entrevista en
francs, Vernica Flores Aguilar aport dos preguntas que se las
comunic en espaol, para que la autora las tradujese al francs. La
traduccin del francs de la presente entrevista, es ntegramente de
Adriana Corts Koloffon.
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Revista Kcreatinn Creacin y ms
39
esencialmente no espaola. Espaa es, sin duda, mi primer
universo; ahora se ha civilizado, ha cambiado mucho desde que viaj
all por primera vez. Qu escritores espaoles han influido ms en mi
pensamiento? Unamuno. A Cervantes lo conozco poco, quiz por ser
demasiado clebre.
Una vez alguien me pregunt por qu escriba y le respond que lo
haca con la idea de suicidarme. Ahora he dejado de escribir; no
tengo ningn proyecto, as que puedo leer lo que se me antoje, por
ejemplo un estudio en cuatro volmenes sobre Pascal y su siglo, y
muchas biografas.
En realidad no soy muy sociable; sin profesin, no es fcil serlo.
Desde que dej mi pas, hace 54 aos, he llevado una vida un tanto
aislada. Prefiero permanecer al margen de la sociedad. Tena pocos
amigos, me volv un aptrida -quera serlo- y me qued en Pars: una
ciudad triste. Cambi de lengua: hice bien y mal. Creo que es
necesario renunciar a la lengua materna. Logr ser un hombre sin
profesin y no es fcil vivir sin rumbo. D