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Revista Española de Estudios Agrosociales y Pesqueros

número monográfico 221, 1/2009“Políticas de gestión de crisis y riesgos agrarios”

Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marinogobierno de España, 210 p.

En esta sección se reseñan libros, pero hay dos razones para hacer el ejer-cicio con una revista especializada: la primera es por el contenido de los ar-tículos porque sin duda, constituyen un buen referente de lo que en la materia hacen allende el Atlántico y de lo que tenemos pendiente hacer para enfrentar la crisis alimentaria y medio ambiental; la segunda es invitar a los interesados a consultar esta publicación trimestral en la biblioteca “Jesús Sotelo Inclán”,1 donde encontrarán la colección desde el 2000 a la fecha. Considerando la pro-fundidad del análisis y la rigurosa postu-ra académica de sus colaboradores, con seguridad podrán apreciar y rescatar

1 Ubicada en Madero 20, tercer piso, Centro Histórico, Delegación Cuauhtémoc, C.P. 06060, México, DF., Conmutadores: 1500 3300 y 1500 3900, ext. 4113, [email protected].

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elementos valiosos en el contexto de la formulación de políticas públicas para el sector agrario.

El conjunto de trabajos que presenta este número en particular vinculados con la temática “Políticas de gestión de crisis y riesgos agrarios”, están emplazados por el hecho de que la globalización de los mercados y la creciente liberalización del comercio de productos agropecuarios, han expuesto a la agricultura europea a los efectos de nuevos escenarios, repercutiendo en las rentas y en la viabilidad de las explotaciones, sin perder vigencia los tradicionales riesgos climáticos o las fluctuaciones de precios en el mercado.

Los artículos responden a dos objetivos básicos: profundizar en el análisis de cómo están perjudicando las crisis a la agricultura de la Unión Europea (UE) y dar cuenta del estado del arte sobre las políticas comunitarias de gestión de crisis y riesgos, así como revisar las políticas nacionales de los estados miembros.

Una de sus principales aportaciones es la distinción entre riesgos y crisis, lo cual no es sencillo porque hay riesgos inherentes a la actividad agraria que pueden ser internalizados por los productores y, por tanto, susceptibles de in-corporarlos en sus estrategias de acción; hay otros que pueden escapar a su ca-pacidad de respuesta, aunque la primera conclusión es que los cambios globales difuminan las fronteras entre ambos, dificultando su identificación e impidiendo la formulación de políticas específicas más eficaces y pertinentes.

A partir de los objetivos y de estas consideraciones, los artículos conforman tres bloques. El primero analiza los riesgos de mercado y los climáticos inci-diendo en sus efectos; en el segundo se reflexiona sobre las políticas de apoyo a la agricultura, en particular, las que se orientan a la gestión de riesgos y, el tercer bloque está integrado por tres ensayos que hacen inventario de las polí-ticas de gestión de riesgos en los países comunitarios, un estudio concreto de cómo enfrentar riesgos de epizootias en los Países Bajos, así como un análisis de las políticas para la gestión de riesgos en España.

De los artículos respecto a los riesgos de mercado y riesgos climáticos, el de Stephan von Cramon-Taubadel analiza las causas que explican la creciente vola-tilidad de los mercados de las principales materias primas de la UE y demuestra cómo al incrementarse la demanda se genera mayor volatilidad de los mercados, cuando los stocks son reducidos; recomienda prudencia antes de aplicar nuevas

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políticas para estabilizar precios porque las perturbaciones de las bolsas y mer-cados internacionales poco tienen que ver con los mercados de materias pri-mas o prácticas de especulación conocidas.

El trabajo de Ana Iglesias y Felipe Medina presenta tres perspectivas: la pri-mera es un recuento del estado en materia de los efectos que el cambio climático puede tener sobre la agricultura; luego analiza el papel que puede desempeñar el sector en la lucha contra el cambio climático mediante medidas de mitigación o adaptación para reducir los efectos sobre la producción y, en la última parte, repasan las orientaciones de las políticas desde ese doble enfoque de mitigar y adaptar, el cual ya está plasmado en las directrices políticas europeas.

En los ensayos que dan cuenta del marco general para el análisis de las polí-ticas, se propone una visión global de la gestión de riesgos, Jesús Antón parte de la necesidad de integrar todas las políticas de apoyo a la agricultura y de su resultante, evaluar la inestabilidad de las rentas agrarias como una premisa fundamental; luego insiste en la importancia de fundamentar las políticas de gestión de riesgos sobre sus dos objetivos básicos: suplir las fallas del mercado y asegurar un reparto equitativo de la riqueza.

Carlo Cafiero, en coincidencia con Antón, expone un marco de análisis teóri-co para formular políticas de gestión de riesgos. La expectativa de que los merca-dos financieros pueden asumir muchos de los riesgos que afectan a la agricultura está condicionada por el acceso a un bien público de extremada importancia para el desarrollo de instrumentos privados: la información. Si bien la compilación y difusión de bases de datos relevantes para la creación de contratos, activos y servicios ofertados por el sector privado, es un bien de naturaleza pública y los gobiernos tendrían la responsabilidad de proporcionarlo.

En cuanto a las políticas de gestión de riesgos en la UE y en España, los artículos abor-dan aspectos específicos como el de Miranda P. M. Meuwissen, et al., donde dan cuen-ta de las vacunaciones protectoras como estrategia sanitaria para enfrentar epizootias, subrayan dos elementos poco considerados en la literatura: el primero es que existen notables efectos redistributivos al aplicar tales medidas y que, ante cualquier brote de enfermedades contagiosas, hay también un impacto considerable en la cadena de valor que se debe estimar; el segundo es el papel complementario que los seguros pueden desempeñar cubriendo los costes derivados del cierre de granjas afectadas.

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El texto de María Bielza, et al., ofrece el panorama general de las políticas nacionales de gestión de riesgos de los países de la UE en el que destaca la gran diversidad de enfoques y orientaciones políticas que emplazan a los estados miembros, aunque sus agriculturas no difieran en sus condiciones de clima y estructura productiva. Las estrategias frente a riesgos y crisis son de carác-ter ex ante, como los seguros agrarios subvencionados o medidas ex post, cuando ha ocurrido alguna crisis. También critican el papel desigual del seguro agrario y el de las administraciones públicas para el financiamiento, gestión y provisión de servicios de aseguramiento agrario.

Por otra parte, donde el seguro agrario no tiene apoyo público se incrementan exponencialmente los costos y pagos ad hoc ante crisis y catástrofes.

Por último, en el ensayo de Alberto Garrido e Isabel Bardají se revisa el caso particular de España y sus políticas de gestión de riesgos, aportando una revisión de tipo histórico respecto del seguro agrario. Cabe señalar que después de dos dé-cadas, el sistema español de seguros agrarios se ha consolidado de manera que ya no requiere aportes financieros extraordinarios fuera del propio sistema, de igual modo se han incorporado nuevas modalidades de protección así como nuevos pro-ductos, entre los que se incluyen los seguros ganaderos que ya representan más de la mitad del capital asegurado. La resultante es que los pagos ad hoc, por catástrofes se han mantenido muy reducidos debido a que el Estado no ofrece compensaciones ni da ayudas a damnificados por riesgos que son asegurables.

En términos generales se puede afirmar que desde 2005, año en que la UE se planteó la necesidad de articular una política europea de gestión de crisis y riesgos, se han producido aumentos en la volatilidad de los mercados, pero también se ha avanzado en el análisis de las crisis y riesgos, aunque cada Esta-do miembro ha mantenido sus propias políticas con un panorama diverso de orientaciones y enfoques. La gran coincidencia en todos los estudios es que la preocupación inmediata para los productores agrícolas son los riesgos de merca-do y los del clima y, para los ganaderos, los riesgos de contagio por epizootias.

Se tiene identificado que el mayor reto, por las dificultades para afrontarlo de manera eficaz y consistente, es el que plantea la volatilidad de los precios y las crisis de los mercados. En este derrotero los seguros para garantizar precios mínimos están, por el momento, descartados y el empleo de mercados a plazo

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y contratos con derivados, está limitado porque el número de contratos global-mente disponibles es muy reducido, así mismo, por las recientes turbulencias en los mercados que son causadas por estrategias de especulación desconocidas.

Hace falta mucha innovación en todos estos temas y considerar, en particu-lar, que si se elimina una parte del riesgo, la oferta puede aumentar provocan-do presiones a la baja en los precios y, por tanto, mayor riesgo de crisis; en este sentido el instrumento más adecuado sería el que protegiera contra las crisis más graves y no el que reduce pasajeramente la volatilidad de un mercado.

DGEP/Marco Antonio Pérez Martín del Campo