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Rev. Chit. Neuropsiquiat. (1983} 21: 177188
PSIQUIATRIA Y PSICOLOGIA
La Psicopatologia como ciencia basica de la psiquiatria * **
PSYCHOPATHOLOGY AS A BASIC SCIENCE OF PSYCHIATRY
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Wolfgang Blankenburg*** During the last decade, psychopathology
has been questioned as much from anti-
psychiatry as from the behaviorist sciences and from objective
psychiatry. One could speak of a ''crisis of the paradigm : But it
is precisely the capacity of a science to fall into crisis and then
overcome it what gives proof of its vitality and creativity.
What is the object of psychopathology? For the medical model its
object is the abnormal psychic manifestations. But how can
a manifestation be legitimately considered pathological? The
classic psychopathology slowly forgot the meditation on its
foundations, and pro-
gressively found shelter in a "practical" and pre-scientific
judgment. This explains the rise of the behaviorist model,
according to which the object of psychopathology would not be the
"illness" but the "devious behavior': The behaiiorist model rv:es
all psychic life at the level of product, without tracing the "how"
and the "where from" of this "pro-duction" of conducts.
Consequently, in rigor, the devious behaviors could not be
"treat-ed", but only "modified''.
The interactional paradigm defines as the object of
psychopathology the perturbations of communication; in other words,
what happens "between" the subjects or between the subject and
society. But this paradigm disregards substancial differences such
as the ones to be found between "secondary" perturbations of
communication {due to a cerebra/-organic injury, for example) and
"primary" ones. such as is the case with child's autism, besides
the existence of important and frequent pathological conditions, as
the cyclo-thymias, in which it would be improper to speak of a
communicative perturbation.
The author begins from the hypothesis that the object of
psychopathology is not the "devious behavior" but the multiplicity
of impairments that can experience the "ability to behave''. The
problem that interests psychopathology is, then, if someone can or
cannot behaveadequatelyorinadequately, from which it's understood
that the inability to behave in a devious way is just as
pathological as the ability to behave only in a devious way. Here
we touch the subject of pathological normality or "normopathy :
To the impairments of the "ability to behave" should be added
those that relate to experience, that is, those that relate to the
"ability to experience''. When we lay the stress on the "ability"
or capacity, we are touching the problem of liberty. Already Henry
Ey ( 19 70) had postulated the creation of a "pathology of
liberty''. The problem of liberty is "ineludible" in psychiatry, as
asserted Heidegger already in 1954, even though instead of using
the word "liberty", he spoke of "existence", but meaning the same.
In the daily practise of psychiatry, we find ourselves/aced with
the problem of liberty, when it comes to each appraisal of forensic
medicine, to each forced internment; be/ ore each patient, also, we
make, besides the syndromic or etiological diagnosis, a diagnosis
about the degree of liberty in the "ability to behave" and in the
"ability to experience:
From all the preceding it can be inferred that while the special
psychopathology shall continue, in a traditional way, to elaborate
the foundations for psychiatric symptoma-tology, syndromatology and
nosology, the general psychopathology shall dedicats itself to the
study not only of the modificability of the different psychic
functions (as per-ceiving, thinking, feeling, etc.) but also of the
possible impairments of the degrees of liberty in the handling of
those functions and, in general, in the relation of the subject
with the world, with his own body and with himself.
*Version ampliada de una conferencia leida en el cur so de las
XX.XVI Jornadas Anuales de la Sociedad Chilena de Neurologia,
Psiquiatria y Neurocirugia. Die. 1982.
**Texto traducidodelaleman p9r el Dr. Otto Don Zegers.
***Profesor Titular de Psiquiatria de la Universidad de Marburg,
Alemania Federal
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As como la patologa genera] y la especial constituyen el
fundamento de las disciplinas som-ticas de la medicina, la
psicopatologa general y la especial son los pilares de la
psiquiatra. Este con-cepto, que fuera considerado obvio desde la
tras-cendental obra de K. Jaspers (1913), ha sido cuestionado
repetidas veces en la ltima dcada. La psicopatologa ha cado en una
crisis de sus fundamentos. De ello se han ocupado, entre otros,
Janzarik (1976), Glatzel (1975, 1981), V. Zerssen (1976), V. Baeyer
(1977), Blankenburg (1978, Coulter (1973), Dieckhofer (1976),
Kendall (1975), Heirnann (1976), Keupp (1977) y Schmmelpenning
(1977). El valor de la psicopato-loga fue puesto en duda desde dos
lados:
lo Tanto la antipsiquiatra como las teoras conductuales, desde
perspectivas muy diferentes, han cuestionado el modelo de
enfermedad emplea-do hasta aqu por la psiquiatra, postulando su
reemplazo por el modelo de la "conducta desvia-da", y
20 Por una psiquiatra objetivante, que si bien tiene su origen
en la psicopatologa clsica, termi-na por reducirla a una mera
sintomatologa.
Sin embargo, pareciera como si en los ltimos aos la
psicopatologa estuviera recibiendo nuevos impulsos y logrando, as,
salir fortalecida de esta crisis. Baste recordar la obra de Glatzel
(1977, 1978, 1981), los Simposios organizados por Jan-zarik (1980,
1982), as como una serie de revis-tas que han transformado a la
psicopatologa en su tema central. Tambin ha renacido el inters por
la "Psicopatologa de la vida cotidiana", que fundara Freud en
1901(Boesch,1976).
Este nuevo mpetu o ''renacimiento", se trans-formara en mera
apariencia, si la psicopatologa no fuera capaz de incorporar y
hacer fecundas esas experiencias que lograron remecer sus
fundamen-tos mismos. Este ensayo est orientado justamente hacia esa
meta, aunque limitndome en lo esencial a la pregunta: cul es el
objeto de la psicopato-loga?
Cuando en una ciencia particular se plantea la pregunta por su
objeto, o ms precisamente por su objetividad, se habla desde T.S.
Kuhn (1976, 1977) de una "crisis del paradigma". El concepto de
''paradigma" es ms superficial y menos preciso que el ms antiguo de
"proyecto trascendental", atnbuible a Kant (1780). M. Masterman
(1974) pudo demostrar que el concepto de paradigma es empleado por
Kuhn en 21 acepciones diferentes. Y no obstante l ha seducido por
su operacionalidad y plasticidad. En escritos posteriores, Kuhn ha
pre-
J'/olfgang Blankenburg
ferido emplear el concepto de "matriz disciplina-ria" (comparar
con Diemer, 1977).
Mientras antes se tenda a dejar a la filosofa las cuestiones
relativas a la esencia del objeto (de una ciencia), en las ltimas
dcadas se ha hecho ms y ms patente que tales cuestiones son
inmanentes a las ciencias particulares y constituyen quizs lo ms
propio de ellas. Cada ciencia se mueve en dos planos: el plano de
las constataciones de hechos y el plano de las determinaciones
categoriales. Estas lthnas no son objeto o tema inmediato de una
ciencia particular, pero s adquieren relevancia en los perodos de
crisis. Pero es justamente la capa-cidad de una ciencia para caer
en crisis lo que ates-tigua su vitalidad y creatividad, e incluso,
su cer-cana con respecto a la realidad; pero de una rea-lidad no
entendida como un mundo abierto desde siempre y categorialmente
preestructurado por medio de expectativas y conceptos, sino ms bien
como aquello que nos hace frente en su multifor-midad siempre
sorprendente.
Cul es el objeto de la psicopatologa? En el pasado esta pregunta
careca de sentido porque el nombre mismo lo deca en forma
suficientemente clara: la enfermedad" que se manifiesta
psquica-mente o, con otras palabras, las perturbaciones psquicas de
carcter morboso. Pero con qu derecho hablamos de "enfermedad"
frente a deter-minadas modificaciones en el vivenciar y
compor-tarse de un ser humano? La psicopatologa clsica est referida
a sndromes, en los cuales un poder-vivenciar y -comportarse se
muestran como mani-fiestamente anormales an para un tipo de
expe-riencia pre-cientfica. Estos cuadros de estado, que aparecen
como claramente patolgicos para cual-quier lego, son seguidos
retro- y prospectivamente. Retrospectivamente se les sigue hasta
esos esta-dios iniciales, inaparentes para el no-experto, con el
objeto de precisar diagnstico y pronstico. Prospectivamente, se
aslan formas evolutivas que luego se transforman en unidades
nosolgicas y que permiten plantearse el problema de su
etiopa-togenia. Ahora bien, el que se trate realmente de
perturbaciones patolgicas, vale decir de enferme-dades, depende slo
de un juicio precientifico, de algo as como un "conocimiento
prctico" (Ken-nerschaft ). En principio, el psicopatlogo no se
en-cuentra en mejores condiciones que el lego para di-ferenciar
sano de enfermo, normal de anormal. En cuanto psiquiatra
experimentado posee s co-nocimientos ms sutiles que el lego
sobre:
1 o los prdromos o estadios iniciales de la en-fermedad, que le
permiten reconocer por medio de sntomas casi inaparentes, el que se
est configu-
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LA PSICOPATOLOGIA COMO CIENCIA BASICA DE LA PSIQUIA TRIA 179
rando una modificacin, cuya forma madura se im-pondr de
inmediato al lego como "patolgica", 20 sobre las fonnas de
evolucin, 30 sobre las condicio nes patognicas y 40 las
posibilidades de actuar so-bre tales modificaciones. Para ser
"experto" sobre los ltimos puntos necesita el mdico ser al mismo
tiempo psiquiatra y psicoterapeuta. Pero en este contexto nos
interesa slo la retirada hacia un estilo de juicio precientfico,
calladamente presu-puesto y que no por eso deja de chocar por su
falta de fundamento cientfico y la ausencia de una clarificacin
suficiente de las bases de esa ca-pacidad enjuiciadora.
Ahora bien, este ''modelo mdico" aplicado irreflexivamente desde
el siglo pasado a todas aque-llas modificaciones de lo psquico, que
aparecen como "enfermas" no slo ante el experto sino tambin ante el
lego, ha querido ser desplazado desde hace 15 aos por la tesis: el
objeto de la psi-copatologa no es la "enfermedad" sino la
"con-ducta desviada" (Scheff, 1966; Szasz, 1969; Keupp, 1975, entre
otros). Pero as como para la psicopatologia clsica el "modelo mdico
de enfermedad" se haba transformado en un presu-puesto sobre el
cual ya no se reflexionaba, con este nuevo paradigma ocurri algo
semejante: so-bre la base de una deterrnin.da ideologa naci un
dogma igualmente poco elaborado y que ha de-terminado no slo un
lenguaje sino tambin un estilo de rlacin con el paciente. La
"conducta" se transform en una palabra clave, que debera actuar
como agente desmitologizador y librarnos as del "mito de la
enfermedad" en la psicopato-loga. Y en este punto coincidieron
representantes de direcciones tan diferentes como los
antipsiquia-tras, los socilogos y los terapeutas de la
conducta.
La idea de tomar como punto de partida la "conducta" es -debemos
reconocerlo- fascinante. Sus ventajas pueden seducir fcilmente, por
cuanto promete:
lo limitacin a lo observable y registrable, 20 comparabilidad y
luego conmensurabilidad a
travs de la proyeccin de todo suceso sobre un plano nico, y
30 mirar lo que nos hace frente como algo mo-dificable y en
ltimo trmino manipulable, bajo determinadas condiciones.
Pero, en cambio, las desventajas y los peligros de tal teora y,
en particular su inadecuacin (con respecto al objeto), tienden a
ser ocultados; y stos son:
lo Lo que se puede observar y registrar bien no es siempre lo ms
esencial.
20 El crear una comparabilidad y conmensura-bilidad a travs de
la proyeccin sobre un slo pla-
no categorial borra las diferencias propias de la es-pecificidad
de lo que nos hace frente (los objetos de nuestro quehacer). Cuando
se habla de "con-ducta" o "comportamiento" se olvida que el idio ma
alemn habla de "comportar-se". El cmo ex-presan otros idiomas esta
reflexividad sera materia de una investigacin aparte. Pero de
seguro que no se trata aqu de una mera curiosidad lingstica, sino
de la expresin del hecho que todo lo que se realiza en estado de
vigilia, toda conducta cons-ciente es un "poner-se-en-relacin-con"
Kierke-gaard ha elaborado este fenmeno con especial insistencia. W.
James descubri para el mundo anglo-americano cmo en el trato del
hombre con algo, ste no slo se comporta en relacin a la cosa sino
tambin a s mismo. Esto fue redescu-bierto por H. Mead y
ejemplificado en la distin cin que hace el idioma ingls entre "1" y
"me". Esta reflexividad basada en la escisin del sujeto es
completamente ignorada por el behaviourismo y, por lo tanto, por la
psicopatologa derivada de l. Lo que en ltimo trmino est en juego
aqu es la eliminacin del sujeto.
30 Con ello se relaciona el hecho de que la teo-ra conductista
ftja toda vida psquica en el nivel de producto (como out-put de un
black box). Pero no se pregunta ni por el "de dnde" ni por el
"'cmon de esta "produccin" de conductas. El punto de partida
conductual precisa la experiencia psicopatolgica, pero aJ mismo
tiempo la nivela, quitndole su profundidad. El determina un
proce-dimiento exclusivamente analtico-condicional, que no puede
sino permanecer fijado a las ciencias naturales, aun all donde se
trata de fenmenos psicosociales y personales. Anlisis condicional
sig nifica investigacin de lo heternomo. Los aspec-tos relativos a
una posible autonoma del objeto no pueden ser considerados por
razones metodol gicas. El objeto aparece en primera lnea como
condicionado y si no como ''manipalatwn", s de todos modos como
"manipulandum". La deterrni nacin ms importante del objeto es su
posible "manejabilidad". En el marco de esta concepcin resulta,
entonces, perfectamente consecuente el que se hable de conducta
"desviada" y no de "en-ferma". En 1924 G. Ricker postulaba una
"pa-tologa como ciencia natural pura" sin concepto de enfermedad.
Del mismo modo observamos hoy cmo la farmacologa se desarrolla en
direccin a una teora de la modificabilidad de las substancias que
participan en los procesos orgnicos, sin nece-sidad de un concepto
de terapia (Blankenburg, 1982); en la misma direccin vemos caminar
a las ciencias de la conducta. Si emplearnos las palabras en forma
estricta, tenemos que la "con-
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ducta" no puede ser tratada sino slo modificada de acuerdo a
metas preftjadas.
Ahora bien, cuando nos preguntamos cul con-ducta hemos de
designar como "desviada", alcan-za el concepto de norma un peso
injustificado (Se trata aqu de una norma referida a lo social, sea
que se la defma como norma-promedio, norma-ideal, norma-real o de
cualquier otra manera). Y esto ocurre paradojalmente justo all,
donde se pretende ir en contra de todo pensar normado, ms an de
desconocer cualquier forma de obe-diencia a normas. Esto nos
II1Uestra una vez ms cmo las ptotestas dependen de aquello en
con-tra de lo cual se protesta, a pesar de que los pro-testantes
mismos no lo quieran reconocer.
De lo dicho debemos retener lo siguiente: all donde las
delimitaciones normativas se refieren a la uconducta" como producto
terminado y no como un poder-producir diferentes modos de
comporta-miento, estamos abandonando el terreno de la perspectiva
mdica, y con ello tambin el de la psicopatologa, para caer en un
relativismo sin fronteras, cargado de cuestiones sociolgicas. Tam
bin corremos el peligro de limitar la hbertad de nuestros pacientes
al pretender saber lo que es ajustado a norma y lo que no es, o de
empujarlos hacia un terreno de difusin de las metas, donde se
pierde toda orientacin mdica segura. Lo dia-lctico en este proceso
consiste en que la preten-dida emancipacin lograda al eliminar el
modelo de enfermedad conduce a una casi total despro teccin de la
libertad del paciente.
La tesis que se deriva de lo anterior es la si guiente: el
objeto de la psicopatologa no es la "conducta desviada" sino la
multiplicidad de me-noscabos que puede experimentar el
poder-com-portar-se. Pero no se trata aqu de una mera suti leza,
sino de algo de hecho muy diferente. El po-der-comportar-se no
significa una preferencia por tal o cual comportamiento ajustado a
norma, sino ms bien el margen de la libertad o los grados de
hbertad necesarios para poder comportarse de esta o de otra manera.
Como el "poder-comportar-se" condiciona cualquier forma de
comportamiento o conducta, no se le puede subordinar al concepto de
"conducta". Puesto que no se trata de si alguien se comporta o no
ajustado a norma, sino de los grados de hbertad necesarios para
poder-producir una conducta estructurada de cualquier manera. El
problema psicopatolgico no radica en si al-guien se comporta en
forma inadecuada o desvia-da; esta es ms bien la cuestin que
preocupa a la sociologa o a una psiquiatra dirigida por el Es-tado
como instrumento de "nivelacin" o de qui tar su peligrosidad a los
disidentes. El problema
Wolfgang Blankenburg
que interesa a la psicopatologa es si alguien puede o no
comportarse adecuada o inadecuadamente. Lo que importa es el poder
o no-poder. Un no-po-der-comportarse-en-forma-desviada es tan
pato-lgico como un no-poder-sino-comportarse-en-forma-desviada.
Esto implica que las personalidades anormales, por ms alejadas
de la norma que se presenten, no podrn ser tema de la psicopatologa
mientras esa desviacin de la norma no exprese una limitacin de los
grados de hbertad en el poder-vivenciar o -comportarse.
Cuando K. Schneider limita el concepto de ''psicopata" a
aquellas personalidades anormales (vistas estadsticamente), que
sufren con su anor-malidad o hacen sufrir a la sociedad, est -sin
quererlo- entregando la valoracin del hallazgo psicopatolgico, ya
sea al sentir del propio pacien-te o al buen criterio de la
sociedad respectiva, y con ello a la sociologa. El trasfondo de
esta pos-tura est condicionado por su agnosticismo respec-to a la
posibilidad de determinar el grado de inca-pacidad (de no-poder)
y/o de prdida de la liber-tad del hombre al margen de las
ordenaciones nosolgicas. Pero con este agnosticismo la psicopa
tologa se est desprendiendo de la plataforma misma sobre la cual se
apoya. Esta es la tesis fun-damental en la que se basar todo lo que
desarro-llaremos a continuacin.
Cuando decimos que el no-poder-comportarse-en-forma-desviada es
tan patolgico como el no-poder-sino-comportarse-en-forma-desviada,
esta mos tocando el problema de una posible "normo-pata (Wulff,
1972). No es casual el que esta cuestin haya adquirido ms y ms
importancia en los ltimos aos. El llamar la atencin sobre lo
pa-tolgico y lo patgeno implcito en un no-poder-desviarse,' vale
decir ese conformismo que no se ha elegido libremente, sino en el
cual se ha quedado preso sin quererlo, representa uno de los ms
gran-des progresos anotados por la psicopatologa. No hay duda que
todava es difcil en este campo el substituir afmnaciones y
suposiciones tericas por constataciones empricas confiables. Los
hallazgos ms convincentes han sido logrados a travs del anlisis de
las personalidades predepresivas: "Normalidad patolgica"
(Tellenbach, 1976), "hipemomia" (Kiaus, 1977). Desde una
pers-pectiva completamente diferente pudo V. Zer-ssen (1979)
comprobar estas concepciones. Otra forma de "pseudonormalidad" es
discutida en la actualidad en el marco de la Medicina Psicosomti
ca: las personalidades de los enfermos psicosom-ticos, y a
diferencia de las de los neurticos, esta ran caracterizadas por la
"alexitirnia" (ms exac-
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LA PSICOPATOLOGIA COMO CIENCIA BASICA DE LA PSIQUIA TRIA 181
tamente .. timoalexia .. ). la que no slo consiste en una
incapacidad verbal, sino tambin en una falta de reflexibidad en lo
que respecta a los sentimien-tos y a la interioridad en general;
esta incapacidad caracteriza hasta cierto punto la nonnalidad del
hombre corriente. La discusin sobre este asunto no ha concluido
todava y los hallazgos obtenidos requieren de una mayor precisin.
Mucho de ello se encuentra an en etapa de forrnat:in de hipte-sis y
de especulacin. Diversas formas de "norma-lidad patolgica" deben
ser mejor delimitadas de lo que han sido hasta ahora. Pero de todos
modos se abre aqu un campo de nuevas preguntas y pers-pectivas.
En lo que respecta al problema de la nonna po-demos decir lo
siguiente: a diferencia de la sociolo-ga, en la psicopatologa
importan las normas re-lativas al poder-comportar-se y no al
comporta-miento como tal. Ahora bien, "norma" significa en cada
caso algo diferente. En un caso un ms o menos de poder (o
capacidad), en el otro un ser as o de otra manera. Hay que
distinguir entonces entre una norma vertical (que mide
cuantitativa-mente la capacidad iuncional) y una nonnal hori-zontal
(que delimita cualitativamente). Esto no de-bera enturbiar, empero,
la visin de lo distinto (aliter) propio del enfermo psquico. La no
dife-renciacin de estos dos conceptos de norma ha conducido a una
importante confusin conceptual, apreciable en particular en la
evaluacin de hallaz-gos de la psiquiatra trancultural. Muy en
general se puede decir lo siguiente: las normas que se refie-ren al
poder-comportar-se son mucho menos de-pendientes de factores
sociales y culturales que aquellas normas que rigen el
comportamiento fc-tico en una situacin determinada. En este
contex-to no podemos profundizar en la compleja proble-mtica de los
conceptos .. norma" y "nonnalidad", aun cuando estn ntimamente
ligados a la pregun-ta por el objeto de la psicopatologia.
De todo lo anterior se desprende que el com-portamiento o
conducta no constituye objeto algu-no de la psicopatologia. A travs
del comporta-miento el psicopatlogo habr de hacerse una idea sobre
el subyacente "poder-comportar-se" y sus limitaciones. No debemos
negar, sin embargo, que en la prctica clnica se inducen en fonna
directa desde el comportamiento detenninadasdeficiencias en el
"poder-comportar-se". Estas inducciones silen-ciosas no son en
general conscientes para aquel que las hace. La apariencia engaa y
el comportamiento pareciera ser tomado como la nica medida. Esta
ilusin deriva del hecho que tales conclusiones fun-dadas en una
larga experiencia psiquitrica no son
sometidas a reflexin. Casi siempre acertamos con ellas, pero los
errores son altamente posibles.
Pero no slo existen los errores involuntarios; tambin los
voluntarios son posibles. No es dificil simular un sndrome
psicopatolgico. Se dice que durante la guerra de Algeria haba
expertos fran-ceses que instruan en este sentido a los que se
rehusaban a la guerra. Adems, un mismo compor-tamiento puede
significar cosas diferentes: frente a un adolescente que se
comporta en forma inade-cuada, no es fcil decidir si este "sntoma"
corres-ponde a una hebefrenia incipiente, a una drogadic-cin, a una
crisis neurtica del desarrollo, a un acto de puesta a prueba su
naciente independencia o a una reaccin frente a circunstancias
determi-nadas, incluso banales. No puede decidirse tan f-cilmente
sobre las medidas a tomar, si teraputicas, sociales, pedaggicas, o
quizs ninguna. Glatzel (1977), entre otros, postula que lo decisivo
es el contexto situativo o social. Pero esto es vlido slo en la
medida que extraemos conclusiones desde l sobre la respectiva
estructura motivacional o con-dicional del comportamiento, vale
decir, sobre posibles limitaciones en el grado de libertad del
poder-aprehender, -vivenciar y-comportarse.
Aun cuando en la prctica diaria estamos acos-tumbrados a inferir
fenmenos psicopatolgicos desde la observacin de determinadas
conductas aberrantes -hbito que se ve fortalecido por el he-cho que
en muchos casos estas conclusiones se han demostrado como
correctas- no debemos olvidar que se trata de deducciones "'en
corto circuito", no ms confiables que las que pueda hacer un fsi-co
sobre la dinmica subyacente a partir del regis-tro de determinados
movimientos. Es cierto que l lo puede hacer con cierta probabilidad
de xito, pero recordemos que hasta la aceleracin de la ca-da libre
podra ser imitada con ayuda de algunos trucos.
De lo anterior se puede concluir lo siguiente: el objeto de la
psicopatologa no es captable suficien-temente por la va
descriptiva; para su aprehensin es necesaria tambin la perspectiva
dinmica. reco-nociendo que una descripcin correcta representa la
primera condicin del trabajo psicopatolgico. Esta controversia
tiene importancia prctica en lo que se refiere a la cuestin de si
las neurosis han de definirse descriptiva (=sintomatolgica) o
psicodi-nmicamente.
Significa esto que el objeto de la psicopatolo-gia est siempre
abierto de alguna manera? Si igua-lamos "experiencia" con registro
de datos empri-cos desde una posicin distante, la pregunta debe-ra
ser respondida afmnatiVamente. Si concebimos, en cambio, el
concepto de experiencia en psicopa-
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tologa de manera ms amplia, a saber, incluyendo el trato con el
paciente -no slo Ja .. experiencia de" sino tambin la "experiencia
con (l)"-, en-tonces podremos decir que, ms all de las conduc-tas
registrables, estamos haciendo la experiencia del
"poder-comportar-se" (o no-poder) de un ser humano.
Esto dirige Ja atencin -a travs de reflexionar sobre la relacin
preobjetiva con lo que nos hace frente- hacia otra determinacin del
objeto de nuestra especialidad, en cierto modo rival de la
anterior, cual es la perturbacin de la comunica-cin. Este paradigma
que fue introducido por Sullivan (1954) en la psiquiatra
norteamerica-na, ha marcado esencialmente la moderna inves-tigacin
sobre familia, as como la totalidad de la psiquiatra social y en
los ltimos aos ha encon-trado resonancia en la psiquiatra alemana,
vincu-lada de por si a tradiciones ms antiguas (Glat-zel 1977,
1978, 1981 ). A travs de una reflexin consciente sobre la relacin
mdico-paciente y lue-go sobre todo el contexto situativo, dentro
del cual el paciente se encuentra, se elev a la catego-ra de
"Psicopatologa interaccional''. A ella le co-rresponde un papel
decisivo en el camino hacia una psicopatologa dinmica.
Pero sera exagerado el querer atribuir todo hecho
pllicopatolgico a una perturbacin comu-nicativa, tendencia que
tambin se percibe insinua-da en la obra de D. WYSS (1976). Casi no
existe un hecho psicopatolgico que en algn momento no conduzca a
una perturbacin comunicativa. Empero, es muy diferente si la
perturbacin de la comunicacin es slo secundaria (como en el caso de
una lesin orgnico-cerebral) o si constituye el ncleo mismo de la
enfermedad, como ocurre en el autismo infantil -Eggers ha llegado a
hablar de "Enfermedades de la comunicacin" (1982)-en la
esquizofrenia y en muchas neurosis. En el caso de las enfermedades
ciclotmicas no podra hablarse, en cambio, de perturbacin de la
comunicacin, a no ser que se considere como tal esa conocida
ten-dencia de los predepresivos a establecer vnculos
simbiticos.
Es necesaria una segunda restriccin. "Perturba-ciones de la
comunicacin" circunscribe slo el campo, dentro del cual habra que
precisar ms exactamente el objeto de la psiquiatra y de la
psl-copatologa. Orientada hacia la esquizofrenia y las neurosis,
esta determinacin del objeto de la psico-patologia deja abierta la
pregunta sobre cules fa-llas de la comunicacin han de ser vistas
como fe-nmenos psicopatolgicos y cules no. Porque no toda
perturbacin comunicativa en el trato inter-personal puede
interpretarse como hecho psicopa-
J'/olfgang Blankenburg
tolgico o como elemento "patgeno". Tanto la .. perturbacin
comunicativa" como la udesviacin conductual" tienen en comn un
concepto dema-siado amplio del "objeto de la psicopatologia''. Esto
tendra su justificacin, sin embargo, si en lu-gar de abrir las
compuertas a la especulacin sin limites, se aprovechara la
oportunidad para delimi-tar en nueva forma este objeto concebido
tan am-pliamente. Y aqu reside el elemento promisorio de este nuevo
paradigma.
La psicopatologia interaccional es uno de los desarrollos
modernos ms importantes de nuestra especialidad. Ella nos transmite
a veces la impre-sin de encontrarnos ante el comienzo de una nueva
poca. No se trata slo de extenderse ms all del individuo a las
parejas, los grupos, las aso-ciaciones y las estructuras sociales
de distinto or-den. Lo ms importante es que el objeto de la
psi-copatologa no es visto como algo ligado a una substancia
determinada sino a lo que ocurre en el "entre" (Marcel, 1978;
Kimura, 1981). La psi-copatologia parece transformarse aqu en una
patologa social. Pero con qu derecho y -sobre todo~ con qu mtodos
podremos constatar cien-tficamente si una estructura social es
"patgena" o an "patolgica"? Igual que en lo relativo a la
investigacin del rol patgeno de estructuras de mundo y de
personalidad aparentemente "norma-les" (ver ms arriba) es urgente
en este campo llevar a cabo una clarificacin conceptual. Es
nece-sario separar cuidadosamente las hiptesis fasci-nantes de los
hallazgos seguros.
El partir desde el "poder-comportar-se" corres-ponde mejor al
objeto de la psicopatologia que si se toma como punto de partida el
comportamien-to como tal. Sin embargo, tampoco esta perspec-tiva es
completa, desde el momento que el viven-ciar queda en un segundo
plano. Por vivenciar en-tendemos la totalidad de las llamadas
funciones "intrapsquicas'\ como querer, sentir, experimen-tar,
percibir, imaginar, pensar, reflexionar, etc. En la actualidad
existe la tendencia a subordinar todas estas funciones al
comportamiento, o sea, a ver en ellas slo formas de conducta menos
ob-servables (cuando no proyectadas). Es cierto que todo vivenciar
es transmitido a travs de una con-ducta, como la conducta
expresiva, el lenguaje y las acciones. Pero esto no priva al
vivenciar de su independencia. La subordinacin global del
viven-ciar al comportarse no se justifica en absoluto y conlleva el
aplanamiento y acortamiento de la ex-periencia psicopatolgica
(Blankenburg 1975). A pesar de los problemas metodolgicos que ello
im-plica, es necesario que sigamos considerando al vivenciar como
un proceso aparte~ aunque comple-
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LA PSICOPATOLOGIA COMO CIENCIA BASICA DE LA PSIQUIA TRIA 183
mentario del comportarse (Scharfetter, 1976). Y aqu vale lo
mismo que con respecto al com-
portamiento: en cuanto psicopatlogos hemos de habrnoslas no slo
con un vivenciar "desviado", sino con menoscabos del
poder-vivenciar. Al mdi-co le interesan los menoscabos y no las
desviacio-nes. Las peculiaridades del vivenciar no son pato-lgicas
en cuanto tales, por ms infrecuentes que sean. El momento de lo
ptico es decisivo (ver Blankenburg, 1981) y ste no puede ser
inter-pretado ni desde lo somtico ni desde lo psicoso-cial
exclusivamente. Ya en la determinacin del objeto de nuestra ciencia
y no recin frente a la pregunta por la ideologa, es que habremos de
reemplazar la alternativa "mito de la enfermedad" (Szasz) o "mito
social" (Schmmelpenning) por una perspectiva libre de
prejuicios.
Los hallazgos del examen psicopatolgico estn constituidos,
entonces, por menoscabos del "po-der-vivenciar" y del
"poder-comportar-se". Al poner el acento en el "poder" (o
capacidad) esta-mos realizando en ambos casos la misma opera-cin
lgica: un retornar hacia la condicin de posi-bilidad del
comportamiento y vivenciar humanos en general. Esta particular
referencia se refleja subjetivamente (dentro del campo vivencia!)
como el "estar" o "hallar-se" (Blankenburg. 198 l b ). Un buen
ejemplo de que es el poder-vivenciar y -comportarse lo que se
refleja como "hallar-se" (estar, sentirse) a nivel vivencial es el
sentimiento de "bienestar" y sus perturbaciones. Lo notable en el
"hallarse" (estar o sentirse) y que le otorga un lugar especial
dentro del marco de las vivencias, es ms que su carcter de cercana
en relacin al cuer-po, el hecho que contiene una 1nedida
internaliza-da individua1, con respecto a la cual se mide todo
'"poder-vivenciar y --co1nportarse ... Como en el res-to de la
medicina, tambin en la psicopatologa se encuentran el examen
objetivo y el hallarse subje-tivo en una relacin de reciprocidad
fundamental. Esta relacin puede ser tambin del tipo vicariante (ver
Blankenburg. 1965). La complejidad de esta red de nexos entre
comportarse, vivenciar y hallarse (o sentirse) ha llevado a v.
Baeyer (1977) a hablar de la "VBE-Einheit'" (Unidad CVH. Desde esta
compleja estructura habra que re-pensar las relaciones entre
psicopatologa y somatologa en aras a lograr una pato!ogia general
que abarque tanto las funciones y los actos psquicos r.:01110 los
corporales.
Como se seal al comienzo, nosotros distingui-mos entre una
psicopatologa genera1 y una espe-cial o clnica. La ltima nos
entrega las bases para la sintomatologa y sindromatologa clnicas as
como para la nosologa. mientras la psicopatologa
general parte de los posibles daos y /o limitaciones de la vida
psquica sana. Lo decisivo para ella es el anlisis de las
posibilidades de menoscabar los gra-dos de libertad en el
poder-vivenciar y -comportar-se. Habr que dejar abierta la cuestin
de si tales menoscabos se perfilan de preferencia en el viven-ciar
subjetivo o en aquello que los otros perciben en el trato con el
sujeto afectado. La mejor manera de coger esta escala de
posibilidades de dao o me-noscabo seria por medio de una "patologa
de la libertad", metdicamente elaborada, tal como lo exigiera el
maestro de la psiquiatra francesa Henry Ey (1970, 1975, 1977). Un
primer desa-rrollo de tal "patologa de la libertad" lo hemos
presentado recientemente en Bonn en el marco de un Symposium
germano-francs (Blankenburg, 1982).
Con razn se habla de una ''patologa" y no de una "psicopatologa"
de la libertad. Porque, aun cuando los grados de libertad del
poder-vivenciar y -comportarse'" slo pueden manifestarse en el
mbito de lo psquico y de lo social, los presupues-tos para la
existencia de una libertad relativa habr c1ue buscarlos en lo
somtico. Por eso no resulta en absoluto absurdo cuando Huseman
(1956) habla de "fisiologa de la libertad", la que naturahnente, en
el campo de la neurofJ.Siologa y neuroqunica. representa slo una
tarea a futuro. La condicin previa para tal ciencia sera el
desarrollo de una cierta sensibilidad ms all de los procesos
condi-cionantes, una sensibilidad que abarque hasta los procesos
descondicionantes. Constelaciones poco condicionantes habrn de
estar caracterizadas por la existencia de procesos antagnicos que
se man-tienen en un cierto equilibrio y/o que se anulan entre
ellos.
Pero en el campo de la neuroqumica y de la neurofisiologa nos
encontramos a este respecto en paales; por ello hablaremos en lo
que sigue slo de "psicopatologa de la libertad".
La falta de una tal psicopatologa la percibirnos casi
dolorosamente cuando somos preguntados por un tribunal acerca del
discernimiento, la capacidad de culpa o de trabajo de un sujeto
sometido a peri-taje; pero, ms allde esto, nosotros pensamos que se
trata aqu de una problemtica fundamental y -en general no
expresada- de toda prctica psi-quitrica. La psiquiatra forense
elude estas cues-tiones fundamentales escudndose en maniobras como
decir. tal pregunta ha sido planteada en for-ma inadecuada o tal
pregunta excede los 1 mites de la psicopatologa. Esto ltimo es, en
rigor, cierto, si se piensa en el estado actual de nuestra ciencia,
pero ello no invalida en absoluto la legitimidad de la pregunta
como tal, sino slo el nivel de desarro-
-
184
llo y la auto-comprensin de la psicopatologa. Por cuanto lo
preguntado pertenece a aquellos funda-mentos que slo pueden ser
des-cubiertos en el te-rreno pre-cientfico (y pre-reflexivo), para
luego transfonnarse en objeto de una reflexin cien-tfica.
En la prctica cotidiana de la psiquiatra no po demos escapar a
la pregunta por la libertad. Quie-rmoslo o no estamos tornando
decisiones en cada momento que implican, con respecto a cada
pa-ciente en particular, una respuesta a aquellas pre-guntas, aun
cuando no hayan sido formuladas ex-plcitamente. El problema empieza
ya cuando se plantea la internacin forzada de un paciente. Es
demasiado estrecho el espacio que media entre la peligrosidad del
paciente (para s mismo y para los dems) junto a la tarea curativa y
preventiva del mdico, por un lado y el "atropello a la libertad"
individual por el otro. Varios grupos de investiga-dores (Bergmann
1979, Fengler y Fengler, 1980) han demostrado por medio de la
etnometodologa y del "Frarne-analysis", que tales decisiones
depen-den prioritariamente de circunstancias externas y no de la
posicin ntima del experto en cuestin.
Pero no slo en lo que respecta a la internacin forzada es que
nos vemos confrontados en la prc-tica diaria con la cuestin de los
grados de libertad en el poder-vivenciar y poder-comportarse de un
paciente. Tambin en la manera como tratarnos al enfermo estarnos
respondiendo ya a la pregunta por su grado de libertad y
responsabilidad, aun cuando nadie, ni nosotros mismos, hayamos
plan-teado explcitamente la pregunta. Y cuando habla-mos de trato
no nos estarnos refiriendo slo a las decisiones que tomamos con
respecto a l o a lo que le decimos, sino tambin a la comunicacin
no-verbal: expresin, mirada, tipo de gestos, tono al hablar, etc.
En el trato diario con el enfermo men-tal o el impedido
establecemos junto al diagnstico nosolgico otra especie de
"diagnstico" que se re-fiere al poder-vivenciar y -comportarse y/o
al tipo y cuanta de sus limitaciones. Pero, en general, so-mos
apenas conscientes de este segundo diagnsti-co, que surge de la
rutina y l~ intuicin que acom-paan los hbitos de la prctica
psiquitrica. Antes de poner a prueba este diagnstico intuitivo en
cada caso particular, deberamos estudiar mejor el proceso mismo de
este .. diagnosticar" y tomarlo como una realidad que est
determinando en buena medida lo que sucede con el paciente.
Po-dramos emplear para ello la perspectiva etnome-todolgica y
proceder con la mayor neutralidad posible. No se trata de suponerle
de partida a tales decisiones ( .. prcticas") una arbitrariedad
subjeti-va digna de sancin, como tampoco se trata de exi-
J11olfgang Blankenburg
gir una orientacin exclusiva hacia y desde el ob-jeto (en este
caso el paciente). Habr que suponer ms bien la existencia de tres
elementos: una esti-macin subjetiva (por parte del mdico), normas
sociales que rigen el espacio intersubjetivo y -qui-zs lo menos
explcito- una cierta objetividad (o fidelidad a lo que se muestra).
Debera tambin ponderarse el peso relativo de cada uno de los tres
ingredientes, segn cada caso en particular. Una tal revisin
encontrar grandes impedimentos, en-tre otras razor1es, porque el
tercer componente de esta relacin (lo objetivo, lo que realmente
tiene el paciente) es del todo desconocido para el sujeto a
explorar. Ahora bien, no se trata de que una falta de fundamento
racional para las decisiones subje-tivas o la existencia de hbitos
sancionables desde el punto de vista social, excluyan la
posibilidad de una relacin precisa con el objeto, un ser
verdade-ramente motivado slo por lo que est all delante. Muchas de
las decisiones intuitivas corresponden a la realidad del objeto,
aun cuando no podamos to-dava hacerlas transparentes por medio de
los m-todos disponibles. Pero ello no nos exime de la
res-ponsabilidad de trabajar en la bsqueda de mto dos adecuados,
pues no se trata en ningn caso de entregarle la palabra slo al
intuicionismo. Habre-mos de desarrollar mtodos que sean capaces de
fundamentar aquello que hasta ahora era objeto slo de la intuicin y
la rutina. Los errores ( diag-nsticos) en este campo han sido mucho
menos discutidos que los ocurridos en el campo nosolgi-co, y esto
por la sencilla razn que no se podan probar. Esto ha daado el
prestigio de la psiquia tra entre los pacientes y sus familiares,
pero tam-bin ha comprometido -pienso- la adecuada rea lizacin de su
tarea.
No podemos evitar considerar los menoscabos en la libertad del
poder-vivenciar y -comportarse como un tema central de la
psiquiatra. En 1954 escribi Heidegger que el "ser-ah" (en el
sen-tido de existencia) seria lo ineludible" de la psi-quiatra.
"Ser-ah" (da-sein) es uno de los concep-tos ms complejos de la
filosofa de Heidegger. No entraremos en la discusin de esa
complejidad. aunque s mencionaremos que habra argumentos en contra
de tal conceptualizacin. Pero despus de todo lo expuesto con
anterioridad nos parece legtimo substituir el concepto de
existencia (scr-ah) por el de libertad. Con otras palabras: se
trata de ver lo "'ineludible" para la psiquiatra en la per-cepcin
de los menoscabos de la libertad en el .. poder~vivenciar" y ..
poder~comportarse". Ms all de las dos significaciones que Heidegger
asocia con su concepto de "lo ineludible" cabra asociar con esta
palabra una diversidad Significativa an
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LA PSICOPA TOLOGIA COMO C/ENl1A BAS/CA DE /.A PS/QUIA TRIA
185
mucho mayor, si es que se incorpora tambin la prctica
psiquitrica, como lo den1uestra el esque-ma siguiente:
LIBERTAD = LO IN-ELUDIBLE DE LA PSl-QUIATRIA
= AQUELLO, A LO CUAL TODA PSICOPATOLOGIA PERMANE-CE REFERIDA
= AQUELLO, DESDE Y HACIA LO CUAL SE ORIENTA TODA TERAPEUTICA
PSIQUIATRIC A AQUELLO DE LO QUE NO PO-DEMOS ESCAPAR
= AQUELLO QUE NO SE DEJA ABAR(' AR SUFICIENTEMENTE
= AQUELLO QUE NO SE DEJA OBJETIVAR SATISFACTORIA-MENTE
= AQUELLO QUE NO SE DEJA MANIPULAR TAN FACILMEN-TE
El hecho que en otros idiomas esta casi dispara-tada diversidad
de significados no pueda ser expre-sada con una sola palabra, no
agrega nada a la cosa. Lo importante es poner en evidencia la
compleja y lo contradictoria que es la relacin de nosotros,
psiquiatras, con el tema de la libertad. Es una te-mtica que
tratamos por todos los medios de elu-dir o bagatelizar, sin
lograrlo. No estarnos madu-ros para abordarla desde el punto de
vista metodo-
lo~co y tampoco la podemos eliminar, si no que-remos con ello
sacrificar una parte esencial de nuestro quehacer psiquitrico,
degradando nuestra condicin a la de meros "modificadoresn del
viven-ciar y del comportamiento, sea por medio de la
psicofarmacologa o de las tcnicas psico- o so-ciolgicas.
De todo lo anterior se desprende una especie de ordenacin de las
tareas que corresponden a la psi-copatologia general y a la
psicopatologa especial. Mientras esta ltinta debe continuar
intentando al modo tradicional la elaboracin de los fundamen-tos
para la sintomatologa, sindromatologa y nosologa psiquitricas, la
primera tendra por tarea el estudio no slo de la modificabilidad
pa-tolgica de las distintas funciones psquicas, como percibir,
pensar, sentir, el comportamiento del ni-mo y de los impulsos,
etc., sino tambin los posi-bles menoscabos de los grados de
libertad en el manejo de tales funciones y, en general, en la
rela-
cin del sujeto con el mundo, con su propio cuer-po y consigo
misn10.
La pregunta por la funcin fundamentadora de la psicopatologa con
respecto a la psiquiatra, nos ha llevado casi imperceptiblemente
hacia el terreno de los supuestos bsicos de la psicopatologia
mis-ma. Lo peculiar en todo ello es que esta problem-tica de corte
tan teortico ha terminado remitin-donos a la praxis psiquitrica
cotidiana. Su aparen-te mediatez -a travs de lo terico- nos conduce
a la inmediatez de la relacin con el paciente. Esto parece
paradoja!. Ahora bien, la paradoja consiste en que aqu lo terico se
presenta como lo ms prximo a lo prctico y como aquello que slo se
deja comprender desde la praxis (ver Sonne-mann. 1959). Esta
paradoja da lugar a una nue-va pregunta basica. "Es propiamente
terico el ocuparse de los fundamentos teorticos de una ciencia"? En
la medida que estos fundamentos son buscados en la experiencia
pre-objetiva y en las proximidades del serafectado anterior a
cualquier predicado (pre-predicativo). es que tal ocupacin con los
fundamentos tericos exige un compromi so con la prctica cotidiana,
vale decir justamente con aquel campo del cual la formacin de
hipte-sis, de reglas, se aleja. Teora puede significar enton-ces
cosas tan diferentes como la mayor distancia y mediatez, por un
lado y la reflexin sobre un pla-no de la mxima inmediatez, por el
otro.
Esto nos lleva a pensar sobre lo que significa propiamente
"teora". Teora significa por una parte meta-ciencia, vale decir que
no se ocupa en form::i inmediata con los objetos de una ciencia
sino con los posibles caminos de acceso a ellos, con otras
palabras, ciencia significa aqu metodologi'a. K. Jaspers construy
su Psicopatologia General sobre el cimiento de la reflexin
metodolgica. Esta ha continuado siendo hasta el da de hoy la lnea
direci:riz de la psicopatologia (P. Mars-chais 1984; Glatzel 1978,
1981; Lantari-Laura 1981 ). Pero estos intentos dan la impresin de
tener que contentarse necesariamente con una relacin con la prctica
en extremo mediatiza da. Y eso es porque se quedan a mitad de
camino. La reflexin metodolgica nos muestra una gran diversidad de
principios categoriales con sus co-rrespondientes "objetividades" o
paradigmas. Los proyectos subyacentes se relativizan unos a otros.
Lo que habra que hacer es "poner entre parnte-sis" (einklammem) -en
el sentido fenomenolgico del trmino- tanto las concepciones como
sus m-todos y las correspondientes "objetividades".
"Poner entre parntesis'.' no implica dudar de la relativa
justificacin o utilidad del proyecto res-pectivo, sino slo liberar
al objeto de su pretendi-
-
186
da "objetividad" condicionada por el mtodo. Tambin permite un
acceso ms directo hacia el objeto y comprende la empiria cientfica
como una accin que "se le hace" al objeto y por la cual se es
responsable frente a l. El hacer consciente esta "accin" posibilita
el intento simultneo de liberar al objeto de esto que "se le ha
hecho", con lo cual es posible conservar al objeto en su forma
original.
La pregunta '"cun terica es la ocupacin con los fundamentos
teorticos de nuestra cien-cia, la psicopatologa?" habra que
responder-la como sigue: la ocupacin teortica con los presupuestos
de nuestra ciencia, si es suficien-temente seria, nos lleva a algo
que es lo contra-rio de la abstraccin: a la mayor apertura para
aquello que percibimos en el trato cotidiano con los enfermos
mentales y los impedidos. La me-diatez de la reflexin metodolgica
se vuelca en la inmediatez de la confrontacin con el paciente y lo
que le pasa. La pregunta por el objeto de la psi-copatologa ha
desviado la atencin hacia la rela-cin pre-Objetiva con el objeto
(lo que tenemos de-lante, lo que nos hace frente). Pero es justo
aqu donde radica la funcin esclarecedora de funda-mentos que la
psicopatologa ha de asumir para toda la psiquiatra.
RESUMEN
Durante la ltima dcada la psicopatologa ha sido cuestionada
tanto desde la antipsiquiatra como desde las ciencias de la
conducta y la psi-quiatra objetivante. Se podra hablar de una
"crisis del paradigma". Pero es justamente la capa-cidad de una
ciencia para caer en crisis y luego su-perarla lo que atestigua su
vitalidad y creatividad.
Cul es el objeto de la psicopatologa? Para el modelo mdico su
objeto lo constituyen
las manifestaciones psquicas anormales. Pero qu hace que una
manifestacin pueda ser considerada legtimamente como patolgica? La
psicopatologa clsica fue olvidando poco a poco la reflexin sobre
sus fundamentos y refugindose ms y ms en un juicio "prctico" y
precientfico. Esto expli-cara el auge experimentado por el modelo
con-ductual, segn el cual el objeto de la psicopatolo-ga no sera la
"enfennedad" sino la "conducta desviada". Pero el modelo conductual
fija toda vida psquica en el nivel de producto, sin pregun-tarse ni
por el ''cmo" ni por el "de dnde" de esta "produccin" de conductas.
En consecuencia, las conductas desviadas no podran, en rigor, ser
&(tratadas", sino slo modificadas".
U!o/fgang Blankenburg
El paradigma interacciona/ pone como objeto de la psicopatologa
las perturbaciones de la comu-nicacin, vale decir, lo que ocurre ..
entre" los su jetos o entre el sujeto y la sociedad. Pero este
para-digma pasa por encima de diferencias substancia-les, como las
que existen entre perturbaciones de la comunicacin .. secundarias"
(a una lesin org-nico-cerebral, por ej.) y .. primarias", como es
el caso del autismo infantil, amn de la existencia de condiciones
patolgicas importantes y frecuentes, como las ciclotimias, en las
cuales no cabra hablar de una perturbacin comunicativa.
El autor parte de la hiptesis que el objeto de la psicopatologa
no es la "conducta desviada", sino la multiplicidad de menoscabos
que puede experi-mentar el "poder-comportar-se". El problema que
interesa a la psicopatologa, es, entonces, si alguien puede o no
comportarse adecuada o inadecuada-mente; de lo que se desprende que
el no-poder comportar-se-en-forma-desviada es tan patolgico como el
no-poder-sino-comportarse-en-fonna-des-viada. Aqu se toca el
problema de la normalidad patolgica o .. normopata".
A los menoscabos del "poder-comportarse" ha-bra que agregar los
de la esfera del vivenciar, mejor dicho del .. poder-vivenciar". Al
poner el acento sobre el "poder" o capacidad, estamos to-cando el
problema de la libertad. Ya Henry Ey (1970) haba postulado la
creacin de una "pato-loga de la libertad". El problema de la
libertad es lo "ineludible" de la psiquiatra, como afirma
Hei-degger ya en 1954, aun cuando en el lugar de "li-bertad"
empleara el vocablo uexistencia", pero aludiendo a lo mismo. En la
prctica cotidiana de la psiquiatra nos encontramos con el problema
de la libertad frente a cada peritaje forense, frente a cada
internacin forzada, pero tambin frente a ca-da enfermo estamos
haciendo, junto al diagnstico sindromtico o etiolgico, un
diagnstico sobre el grado de libertad en el poder-comportar-se y en
el poder-vivenciar.
De todo lo anterior se desprende que mientras la psicopatologa
especial deber continuar, almo do tradicional, elaborando los
fundamentos para la sintomatologa, sindromatologa y nosologa psi
quitricas, la psicopatologa general habr de abo-carse al estudio no
slo de la modificabilidad de las distintas funciones psquicas, como
percibir, pen-sar, sentir, etc., sino tambin de los posibles
me-noscabos de los grados de libertad en el manejo de tales
funciones, y en general, en la relacin del su jeto con el mundo,
con su propio cuerpo y consi-go mismo.
-
LA PSICOPATOLOGIA COMO CIENCIA BASICA DE LA PSIQUIA TRIA 187
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