Resumen Directrices de Inversión - "la Caixa"...sigue abriendo la brecha entre Asia y el resto. Los países más abiertos al comercio internacional y ligados a la producción de materias
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Las previsiones de crecimiento para 2018 siguen revisándose al alza de manera generalizada, tanto para los países desarrollados como para los emergentes.
El motor de la aceleración del crecimiento sigue siendo la inversión empresarial, especialmente en los países desarrollados, que tiene efectos positivos muy marcados en todo el sector industrial.
La reforma fiscal en EE.UU. añade combustible al proceso. En un ciclo de crecimiento de la capacidad de producción empresarial, es muy posible que parte del ahorro fiscal se dedique a incrementar la inversión, tanto de manera directa como a través de adquisiciones entre empresas.
Los indicadores adelantados de pedidos e inventarios apuntan a una intensificación de la tendencia.
Las sorpresas positivas pueden man- tenerse durante los próximos meses, y los períodos en los que los datos sorprenden en la misma dirección con frecuencia son duraderos.
Las mayores revisiones al alza se siguen produciendo en los países desarrollados y, dentro de los países emergentes, en los más ligados a las materias primas y con un mayor peso industrial.
El crecimiento del G20 se ha revisado al alza en dos décimas en los últimos tres meses, del 3 % al 3,2 %.
La eurozona aporta casi la mitad de la revisión, ocho centésimas, y EE.UU. otras siete, entre los países emergentes destacan la mejora en Turquía, Corea, Argentina y Rusia, mientras que India e Indonesia son dos excepciones con revisiones a la baja.
Los riesgos siguen siendo políticos, y no económicos.
Los riesgos siguen siendo políticos, y no económicos, y no por nuestras tribulaciones domésticas, que por mucho que nos afecten anímicamente como ciudadanos tendrán un impacto marginal en el ciclo global.
Hay otros frentes abiertos que, si evolucionan mal, podrían quebrar la confianza de los inversores.
Las negociaciones, en fase preliminar, entre EE.UU., México y Canadá para modificar su acuerdo de comercio, la política doméstica de EE.UU. y, más cerca de casa, las elecciones en Italia que se celebrarán en los primeros meses del 2018 son acontecimientos relevantes, pero sin duda el impacto de la normalización de la política monetaria en unos mercados, los de los bonos libres de riesgo, que aún no la han descontado, es el factor que debemos vigilar con más atención en los próximos meses.
En los países emergentes se sigue abriendo la brecha entre Asia y el resto.
Los países más abiertos al comercio internacional y ligados a la producción de materias primas o de manufacturas son los grandes beneficiados del momento cíclico, mientras que los que son más dependientes de su demanda doméstica presentan un panorama más variado.
Destaca la muy buena evolución del área de Europa emergente, con crecimientos esperados superiores al 4 % en la mayor parte de los casos, y que además muestran un sa- neamiento de sus principales desequilibrios.
Los riesgos en la zona son políticos, y especialmente en el caso de Polonia y Hungría, con una deriva autoritaria
que ha abierto una seria confrontación con la Unión Europea.
En Latinoamérica prosigue la acele- ración del crecimiento, aunque el proceso electoral en Brasil y la negociación del tratado de libre comercio en México son fuentes de incertidumbre elevada.
Asia presenta un panorama mixto. Por un lado, China ha sorprendido en positivo, pero las medidas políticas para reducir el crecimiento están haciendo mella, especialmente en el sector inmobiliario, y la desaceleración dirigida y buscada por el gobierno siempre corre el riesgo de ser superior a lo deseable.
El resto de los países asiáticos son perdedores relativos en el alza de las materias primas, aunque para los países como Corea o Taiwán con un
sector industrial exportador muy ligado al ciclo de inversión empresarial esa desventaja se ve más que compensada por el momento cíclico.
Crecimiento anual de las ventas de vehículos, media anual
¿Por qué siguen siendo tan bajos los tipos de interés de largo plazo?
Uno de los fenómenos más difíciles de explicar es la falta de reacción de los tipos de largo plazo al escenario de crecimiento vigoroso que estamos viviendo, pero la observación de la historia nos muestra que la inercia en los mercados de tipos para ajustarse a las condiciones cíclicas es lo normal.
La teoría económica, y la lógica, nos dicen que los tipos de interés, que son el coste y la remuneración del endeudamiento, no deben desviarse mucho del crecimiento económico.
Si son muy inferiores, suponen un incentivo para endeudarse, lo que producirá un crecimiento mayor, y viceversa.
Si el impacto en el crecimiento es por precios o por actividad es, a estos efectos, irrelevante.
Si intentamos ajustar la tendencia en los tipos de interés, y especialmente los giros en esa tendencia, a la evolución del crecimiento nominal observamos un decalaje considerable. El máximo en los tipos de interés se produjo en septiembre de 1981, por encima del 15 %, mientras que el máximo en el crecimiento nominal se había producido en el primer trimestre de 1979. Si utilizamos el crecimiento tendencial en cuatro años vemos que los puntos de inflexión entre crecimiento de la actividad y los tipos de interés se producen con algo más de dos años de retraso. La explicación de ese comportamiento tan inercial de los tipos de interés respecto a los fundamentales económicos está en la naturaleza de los inversores en bonos. Una parte importante son inversores obligados, insensibles por lo tanto al precio. Un ejemplo claro son los gestores de las reservas de divisa de los bancos centrales. Si China, por
ejemplo, acumula dólares, el destino de ese dinero es el mercado de bonos en dólares, bien porque los adquiera directamente el Banco Central de China o bien porque los adquieran las entidades en las que China deposita sus reservas. Si el número de agentes en un mercado que toman decisiones sin tener en consideración el precio es elevado, es normal que el ajuste de los precios se produzca de forma muy lenta, pero se produce, lo que supone que la presión al alza en los tipos se mantendrá, probablemente sin movimientos muy bruscos, durante muchos trimestres.
Fuente: Bloomberg y elaboración propia
Los bonos se ajustan muy lentamente a la tendencia económica
En dos décadas la inversión en bolsa ha generado un 7 % anual gracias a los beneficios.
Cinco puntos de los siete vienen del crecimiento de los beneficios, y dos de la parte que se reparte anualmente en forma de dividendos.
Un dato sorprendente si miramos a los últimos 20 años es la buena rentabilidad que ha tenido la inversión bursátil, sin que eso signifique que se han encarecido las acciones.
El dato no es, posiblemente, el que pensaríamos espontáneamente teniendo en cuenta, por un lado, que hemos vivido dos de las peores crisis bursátiles de la historia y, por otro, que continuamente leemos en la prensa especializada referencias a la inflación de los precios de los activos bursátiles.
La constatación del dato es útil para recordar dos lecciones muy impo- tantes: la importancia de un horizonte adecuado para evaluar la inversión, que hace que el impacto de las dos crisis bursátiles quede eliminado, y que la valoración de los distintos mercados tiene hoy uno de los mo- mentos de máxima dispersión.
Buscando valoraciones relativas atractivas y siendo disciplinados en los procesos de inversión, sin dejarnos llevar ni por el espejismo de las empresas y mercados “que siempre suben” ni por las emociones que nos hacen asumir, o huir, del riesgo en los momentos de pánico y euforia, es muy probable que las dos próximas décadas sean igual de rentables que las dos últimas.