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129 Representaciones del cuerpo: de la belleza a la violencia corporal en los medios Johandry A. Hernández y José Enrique Finol Universidad del Zulia [email protected] [email protected] Resumen El objetivo de esta investigación es analizar la representación del cuerpo en el discurso informativo de sucesos de Mi Diario, periódico sensa- cionalista del estado Zulia, Venezuela. Luego se establecerá una comparación con la representación del cuerpo en los mitos de belleza mediáticos estudiados por Finol (1999). Teóricamente, el trabajo se sustenta en los aportes de Bau- drillard (1991), Finol (1999a, 1999b, 2004), Imbert (2003, 2004), González (1999), entre otros. Se estudia un corpus de un mes tipo del periódico a par- tir de la perspectiva de la Semiótica del Cuerpo de Finol y Finol (2008): el cuerpo-objeto y el cuerpo-lenguaje. Se concluye que: 1. En el discurso de su- cesos el cuerpo se convierte en objeto de fascinación y en excusa de consumo mediático. 2. El discurso mediático del cuerpo, desde las dimensiones belleza/ violencia, adquiere características similares y se convierte en el elemento cen- tral de narratividad de la industria del entretenimiento actual, que trivializa la información. 3. “Belleza” y “mutilación” ya no son dos campos de percepción distintos, el uno y el otro crean fascinación y espectáculo, por lo que se reivin- dica el tratamiento del cuerpo como mercancía. 4. Frente al concepto de “tec- nología de la belleza” de Finol (2004) surge otro contrapuesto: “tecnología de la violencia”. Ambos tienen un mismo fin, emplean los mismos recursos y le otorgan al cuerpo una misma significación mediática. Palabras clave: Semiótica del cuerpo, espectáculo, belleza, violencia.
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Representaciones del cuerpo: de la belleza a la violencia corporal en los medios

Jan 24, 2023

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Representaciones del cuerpo: de la belleza a la violencia corporal en los medios

Johandry A. Hernández y José Enrique FinolUniversidad del Zulia [email protected] [email protected]

Resumen

El objetivo de esta investigación es analizar la representación del cuerpo en el discurso informativo de sucesos de Mi Diario, periódico sensa-cionalista del estado Zulia, Venezuela. Luego se establecerá una comparación con la representación del cuerpo en los mitos de belleza mediáticos estudiados por Finol (1999). Teóricamente, el trabajo se sustenta en los aportes de Bau-drillard (1991), Finol (1999a, 1999b, 2004), Imbert (2003, 2004), González (1999), entre otros. Se estudia un corpus de un mes tipo del periódico a par-tir de la perspectiva de la Semiótica del Cuerpo de Finol y Finol (2008): el cuerpo-objeto y el cuerpo-lenguaje. Se concluye que: 1. En el discurso de su-cesos el cuerpo se convierte en objeto de fascinación y en excusa de consumo mediático. 2. El discurso mediático del cuerpo, desde las dimensiones belleza/violencia, adquiere características similares y se convierte en el elemento cen-tral de narratividad de la industria del entretenimiento actual, que trivializa la información. 3. “Belleza” y “mutilación” ya no son dos campos de percepción distintos, el uno y el otro crean fascinación y espectáculo, por lo que se reivin-dica el tratamiento del cuerpo como mercancía. 4. Frente al concepto de “tec-nología de la belleza” de Finol (2004) surge otro contrapuesto: “tecnología de la violencia”. Ambos tienen un mismo fi n, emplean los mismos recursos y le otorgan al cuerpo una misma signifi cación mediática.

Palabras clave: Semiótica del cuerpo, espectáculo, belleza, violencia.

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Representations of the body:from beauty to body violence in the media

Abstract

The goal of this investigation is to analyze the representation of the body in the informative discourse within the accidents and crime section of Mi Diario, a sensationalist newspaper published in the State of Zulia, Vene-zuela. This research will also help to establish a comparison of the represen-tation of the body in the mediatic myths of beauty studied by Finol (1999). Theoretically, this study is substantiated by the contributions of Baudrillard (1991), Finol (1999a, 1999b, 2004), Imbert (2003, 2004), González (1999), among others. The investigation studies a corpus of a regular month of the journal’s publications from the perspective of Semiotics of the Body, by Finol and Finol (2008): The body-object and the body-language, which deals with the body as a semiotic object. The conclusions are that: 1) In the discourse of the accidents and crime section the body becomes the object of fascination and consumption. 2) The media discourse of the body from the dimensions of beauty/violence acquires similar characteristics and becomes the central ele-ment of the narrative of the current entertainment industry, which trivializes information. 3) “Beauty” and “mutilation” are no longer two distinct fi elds of perception, both create fascination and spectacle. Because of this, the use of the body as merchandise is vindicated. 4) In the presence of Finol’s (2004) concept of “technology of beauty” a counterpart emerges: “technology of vio-lence”. Both have the same end and, though in appearance they are different, they use the same resources and give the body the same medial signifi cance.

Keywords: Semiotic of the body, spectacle, beauty, violence.

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A fuerza de transparencia de su ser genético, biológico y cibernético, el cuerpo llega a volverse alérgico a su sombra.

Todo el espectro de la alteridad negada resucita como proceso autodestructor. Eso también es la transparencia del mal.

Jean Baudrillard

Introducción

El cuerpo, según sugirió Nietzsche, debe convertirse en criterio para toda moral y para toda realidad. Hoy más que nunca se asiste a un periodo particular de la cultura visual en el que el cuerpo se [re] funda como una ins-titución social, como hilo conductor del pensamiento humano, como signo en sí y como escenario de una multiplicidad de otros signos.

La mayor parte de la producción discursiva actual de los medios y sus plataformas masivas de mensajes sustentan sus intenciones de comunicación, precisamente, en el cuerpo. En un intento por aclarar esta premisa de Nietzs-che, Navarro (2002) explica que tomar el cuerpo como hilo conductor del pensar implica que se tome la palabra para articular un discurso mudo que, sin embargo, se hace visible a través de sus representaciones. Se deduce entonces que el discurso confeccionado a partir de la corporeidad se convierte en el nudo de toda tarea interpretativa de la sociedad actual.

Tradicionalmente, su representación en los medios masivos de co-municación ha sido analizada desde la perspectiva de lo que Rincón (2002) cataloga como Filosofía Light, la actitud New Age y la política reality. Sin embargo, pocos estudios se han concentrado en la representación del cuerpo en el discurso mediático sobre la violencia y la muerte presente en las noti-cias de sucesos, en las que el cuerpo -generalmente en forma de cadáver- se consstituye como elemento central de este tipo de discurso informativo.

En los formatos mediáticos mencionados, por ejemplo, el cuerpo se convierte en mercancía de explotación de la belleza física como construcción simbólica de la realidad, tal como lo ha constatado Finol (1999). No obstante, ¿qué pasa con su estado contrapuesto en los medios de comunicación social cuando, contrario a lo “bello”, aparece el cuerpo mutilado en un discurso que se hace visible a partir de lo sórdido?

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El objetivo de esta investigación es analizar la representación social del cuerpo en las noticias de sucesos del periódico Mi Diario1, elegido para esta investigación por el uso extenso de fotografías de cuerpos sin vida y por su enorme presencia en la región zuliana (ver nota 3). Esta tarea permitirá, a su vez, establecer una comparación entre la representación del cuerpo en los concursos de belleza televisivos -estudios hechos por Finol (1999a, 1999b, 2004)2- y su discurso alterno en las noticias de sucesos, en las que ya no se explota la belleza sino una aparente miseria del cuerpo, entendida como su reducción a lo meramente desagradable-fi siológico3.

El cuerpo en el discurso de los sucesos

A diferencia de otras fuentes, las noticias de sucesos están exentas de la rigurosidad en la investigación periodística, porque en sí misma se ha rutinizado. Rey (2007) explica que el crimen en los medios se cuenta, no se descifra. La situación exacerbada de violencia real -exteriorizada en las cifras de delitos en Venezuela4- impide que un periodista o un editor dediquen sus esfuerzos en la investigación profunda y pormenorizada sobre casos específi -cos, salvo acontecimientos especiales. La heroicidad anónima y fugaz de un cadáver se inicia y culmina el mismo día de edición.

1 Mi Diario es un tabloide de corte sensacionalista, especializado en la reseña de noticias de sucesos. Circula en el estado Zulia, Venezuela, desde el 15 de enero de 2007. Es una empresa fi lial del poderoso consorcio mediático Panorama, uno de los medios de comu-nicación más infl uyentes de Venezuela. Su éxito editorial lo ha convertido en el segundo periódico más leído en este estado y su audiencia está principalmente concentrada en los jóvenes entre 17 y 35 años. Para más detalles, revísese el trabajo de Hernández (2010).

2 A fi n de facilitar la comprensión del análisis propuesto, los trabajos de Finol aquí mencio-nados pueden ser consultados por el lector, además de las respectivas referencias biblio-gráfi cas, en www.joseenriquefi nol.com.

3 Vistas las restricciones espaciales del presente trabajo, nos hemos limitado aquí a la com-paración entre belleza y violencia pero sin duda otras comparaciones son posibles y algu-nas de ellas se han desarrollado en otros trabajos, particularmente en Hernández (2010), donde se han analizado las relaciones entre violencia, muerte y pornografía. Es posible también analizar las relaciones entre estas últimas isotopías y las del humor negro y de lo grotesco.

4 Al respecto, el informe 2008 sobre inseguridad y violencia en Venezuela y las cifras del Cuerpo de Investigaciones Científi cas Penales y Criminalísticas (CICPC) en las que se reporta que sólo en ese año en el país se reportaron 14 mil homicidios. Para 2009, según el Laboratorio de Ciencias Sociales (Lacso) hubo más de 16 mil asesinatos en Venezuela, un promedio de casi 44 muertos diarios.

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Los cuerpos de la crónica roja exteriorizan toda una iconografía de visibilidad de la muerte, construidas en varias perspectivas. No se trata so-lamente del cadáver exhibido, sino, como apunta López (2005), también del desdoblamiento del cuerpo. Hay un afán por la demostración de la nitidez de la imagen en su mejor encuadre, pero al margen de cualquier principio cos-mético. Se trata de mostrar la crudeza: escamaciones, granos, barba, raíces de pelo, suturas grasientas, pieles secas, ásperas o sebosas, orejas partidas, ma-nos retorcidas, ojos mojados, mutilaciones, exhibición de gorduras… Existe la intención de representar a la víctima de la violencia en su expresión más desinhibida para inscribir en ese discurso las miserias de su propio cuerpo, de su propia realidad. Se evidencia, como diría Onfray, “la dermatología como mediación metafísica” (2000: 105).

Si se toma en cuenta que las representaciones sociales son sistemas de conceptualización que se apoyan en la acción simbólica para elaborar un pensamiento propio sobre un tema, entonces se evidencia que el cuerpo -como elemento central de las noticias de sucesos- se convierte en un relato dentro de un discurso global de la violencia, que adquiere las características de la lúdica industria del entretenimiento mass mediático.

Cuerpo, muerte y espectáculo

En la dicotomía violencia real/violencia representada, se sospecha que el cuerpo se propone como raíz de la inteligibilidad y la signifi cación, como principio de valoración de una realidad que azota a la ciudadanía, como “espejos donde el hombre ha de mirarse jugando el infi nito juego de las for-mas” (Navarro, 2002: 9).

La violencia representada en el cuerpo tiene una justifi cación en la lógica mediática actual, pues, tal como explica Merleau-Ponty, los sujetos son reinstaurados como seres temporales y espacia les y se ubica a la corporeidad como centro del funcionamiento cognitivo del hombre: “La postura corpo-ral nos da nociones globales sobre las relaciones entre el cuerpo y las cosas. Nuestros cuerpos son la forma visible de nuestras intenciones” (1964: 5).

En la sociedad espectacularizada, el cuerpo se [de] forma para la implementación de nuevas prácticas rituales mediatizadas, ya no las que se refi eren sólo a la belleza, sino también a las de la muerte y su “fealdad”. Du-vignaud (1987: 151) resalta las posturas en que aparecen los cuerpos para constatar la reducción de la víctima no sólo al signo, sino a la horrible metáfo-

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ra visual. Lipovetsky (2002, 2008) asegura que la industria cultural mediática ha fomentado una ética alegre y consumista.

“La noticia ya no era sufi ciente, tenía que ser más entretenida, más excitante, con más suspenso” (Gabler, 2000: 82). Es así como la violencia se instituye como una entidad susceptible de convertirse en espectáculo. Se sabe que uno de los elementos presentes en el espectáculo es, sin duda, el cuerpo. “La artillería visual se alimenta principalmente de los cuerpos, de los cuer-pos degenerados” (González, 1999: 80). Finol (2004) expone que lo visual se convierte en un sí-mismo y no más en un medio, un signifi cado mutado en signifi cante de nuevos signifi cados.

Si lo “bello” se ha instaurado como elemento central en la historia de los medios de comunicación, lo violento adquiere el mismo estatuto de signifi -cación, sobre todo cuando la reiteración provoca hipnosis y acostumbramiento.

El estatuto central de este tipo de organización social es la garantía de la alteración a partir de la imagen y el espectáculo se muestra a la vez como la sociedad misma, como una parte de ella y como instrumento de unifi cación. “El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes” (Debord, 1967: 3). Rincón (2004) defi ne espectáculo como una práctica de entretenimiento que se establece en una relación de contemplación a distancia, en presente, para seducir siguiendo una dramaturgia reconocida.

La muerte y la violencia pueden convertirse en entretenimiento por-que el espectáculo, expone Debord (1967), como la sociedad moderna, está a la vez unido y dividido y edifi ca su unidad sobre el desgarramiento. “La magia del ver, la coincidencia de imagen, visión y presencialidad pone en movimien-to mecanismos de simbolización, una tupida red de hábitos mentales y resi-duos culturales profundos que no pueden dejar de interferir en la signifi cación de todo fenómeno” (Martín-Barbero, 2002: 102). La muerte, como espacio espectacular de los medios, exterioriza entonces al cuerpo como símbolo de representación visual en la actualidad.

Fundamentos metodológicos

Para el estudio de la representación del cuerpo en el discurso sobre la violencia en la prensa -específi camente en el periódico objeto de estudio- se seleccionó un corpus de un mes tipo, a partir de un muestreo aleatorio he-cho entre enero de 2008 y diciembre de 2009. Se recurre a la Semiótica del Cuerpo propuesta por Finol y Finol (2008) para el análisis específi co de las

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fotografías que acompañan las noticias de sucesos. El trabajo se desarrolla desde dos perspectivas propuestas por los autores: el cuerpo-lenguaje y el cuerpo-objeto. La primera se refi ere al abordaje del cuerpo como un lenguaje en sí mismo, como un signifi cante competente para entrar en un proceso de comunicación. “Actúa como un proceso de connotación pura: como cuerpo y al mismo tiempo como objeto que es capaz de fundar tiempo y espacio” (Finol y Finol, 2008: 385). La segunda perspectiva, se refi ere al estudio de las formas de los discursos del cuerpo-objeto, sus maneras de representarlo y describirlo, los escenarios donde sus textos se emiten y reciben, los actores, códigos y coordenadas que lo delimitan y particularizan.

Estas dos dimensiones se abordan desde un doble enfoque semiótico-metodológico: en primer lugar y desde un enfoque peirceano, se evalúan los signos icónicos que sirven para representar o describir al cuerpo como objeto semiótico: “El objeto del signo que en vez de pertenecer a lo real verídico, depende de la naturaleza del signo, que no puede más que aproximarse a lo real” (Merrell, 1998: 230). En segundo lugar y desde un enfoque greimasia-no, se hace una lectura uniforme del discurso de la corporeidad a través de conjuntos paradigmáticos de fotografías de la muestra gracias a las isotopías. Éstas son defi nidas por Greimas como la “iteratividad -a lo largo de una cadena sintagmática- de clasemas que aseguran al discurso-enunciando su ho-mogeneidad” (Greimas y Courtés, 1979:230). Giroud y Panier, por su parte, establecen que las isotopías garantizan la homogeneidad de un mensaje o de un discurso. “El examen del componente descriptivo permite analizar como un enlace de conjuntos fi gurativos establecen la persistencia de unos mismos rasgos, y pueden repetirse a lo largo del discurso, producen varias isotopías que dan coherencia a las fi guras presentes en el texto” (1982: 8).

El cuerpo-objeto y el cuerpo-lenguaje en las noticias de sucesos5

En la evaluación morfológica del periódico, se pudo comprobar5 que en los elementos de valoración para las noticias empleadas hay un predominio

5 En una investigación previa, Hernández (2010) demostró que Mi Diario es el segundo periódico más leído del estado Zulia, la región económica más impor-tante de Venezuela. El contenido que se privilegia es el de sucesos, por encima de las otras secciones como deportes, sexo y farándula. Estos resultados constatan las claves de organización del contenido del periódico para acentuar los aspectos esenciales de apreciación de la realidad: es trascendente posicionar la violencia y

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absoluto de la fotografía como anclaje de diseño para atraer la atención del lector y para darle una connotación de impacto a los contenidos: 100% de las noticias en Mi Diario están acompañadas por amplias y coloridas fotografías. La imagen fotográfi ca representa el principal apoyo discursivo en la cons-trucción de la representación de la violencia, a partir de la imagen icónica. La evaluación del corpus permitió constatar, a su vez, que el cuerpo aparece en 100% de las fotografías en las noticias de sucesos de este periódico.

Imagen 1. Exhibición del cuerpo en las noticias de sucesos de Mi Diario (primera página, 21 de enero de 2009).

la muerte como temática de interés para los ciudadanos. La representación de la violencia y la muerte en Mi Diario se inscribe, según se demostró en la investi-gación, en un régimen de visibilidad: se trata de proyectar los sucesos como pro-puesta mediática de la realidad. Una de las estrategias del periódico busca apoyar el mensaje lingüístico con el mensaje visual: las amplias fotografías proporcionan información adicional que complementa la representación discursiva global sobre la violencia y muerte.

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El apoyo de la fotografía, en un despliegue casi total de la página, ofrece información adicional: dramatiza el hecho. En la imagen 1, se muestra un cadáver ensangrentado, en medio de un basurero y semidesnudo. En este caso, la muerte se representa a través del cuerpo como espacio de miseria social y vital.

En Mi Diario, la diagramación privilegia el contenido en foto-grafías a total color, que ocupan páginas completas, tal como se muestra en el ejemplo anterior. Las fotografías ofrecen detalles, que muestran un interés por profundizar en las particularidades de la violencia como rasgos vitales de la representación.

Desde el punto de vista del diseño, estos elementos paratextuales y resaltadores de información se emplean para que la muerte en Mi Diario se convierta en instrumento destinado a provocar un impacto visual.

El lector tiene así patrones de referencia visual que le posibilitan la distinción de diversos planos de lectura. El periódico emplea las estrategias de posicionamiento fotográfi co para darle uniformidad al proceso de signi-fi cación. Esto hace que en esta mezcla armónica de elementos visuales, el contenido de sucesos se destaque por encima de otras secciones del mismo periódico y allí se detecta el propósito comunicativo más importante de Mi Diario: establecer el discurso de la violencia y la muerte como un código de identifi cación social y, en ese sentido, se esfuerza en un equilibrio en la armo-nía visual de su contenido, en el que el cuerpo es el objeto semiótico central de representación de la violencia social.

Isotopías del detalle fotográfi co: desenfreno del “ver”

La reseña de detalles, en apariencia innecesarios o privados, se con-vierte en una acción comunicacional de promoción del espectáculo del cuer-po. La muestra de las particularidades que giran alrededor de la muerte invo-lucra un espacio de referentes de signifi cación que fascinan y atraen. Se trata de un mecanismo de proyección discursiva en la promoción de un espacio fantástico sobre la muerte en el imaginario colectivo.

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Imagen 2. La sobreexplotación de la imagen (página 3, 18 de noviembre de 2009).

En este ejemplo se produce una sobreexplotación en la representa-ción del cuerpo: una fotografía (derecha) muestra las vísceras del cadáver y se apoya en una leyenda fotográfi ca que enfatiza lo que Imbert (2003: 113) denota como destape de la muerte: “Los intestinos de la víctima quedaron fuera”. La otra fotografía (izquierda) refuerza un discurso de lo microscópico, de fascinación ante lo repulsivo, pero que se convierte en tentación del ver. La leyenda dice textualmente: “Antonio tenía detrás tremenda tronera6. La bala le salió por el ojo derecho”.

Esta visión de fragmentación de la muerte en el cuerpo acentúa una percepción morbosa, propia de los periódicos sensacionalistas, sólo que en este caso los límites de la representación, detallada y a color, de modo que

6 Tronera es un término del registro oral que signifi ca hueco grande en el lenguaje coloquial zuliano.

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el lector pueda casi palparla visualmente, desbordan toda racionalidad y toda axiología.

La repetición de este tipo de imágenes, que forma una isotopía del detalle fotográfi co, fomenta en el lector una intromisión en el espacio privado del sujeto mediante una doble estrategia discursiva: la organización del men-saje visual hecho por el periódico y la promoción de una representación visual que provoque una adulteración del morbo del lector. “Detiene la mirada, la palariza y de alguna manera la aparta de la realidad, del contexto, del referente social” (Imbert, 2003: 114).

Hay, pues, un campo de visibilidad saturado por la fuerza de un dis-curso visual microscópico para convertir al cuerpo y su muerte trágica en ob-jeto de encantamiento mediático y en hilo interpretativo de la violencia real.

La hipervisibilidad y la mutilación

El cuerpo cobra diferentes signifi caciones angulares, según las pers-pectivas o los segmentos que se muestran: el cuerpo, y más específi camente, la explotación del cuerpo, es el primer indicio que se identifi ca para comprender y re [conocer] la maleabilidad de este periódico: la crudeza de las fotografías.

Finol explica que la hipervisibilidad remite a la noción de exceso de lo visible, una sobreabundancia de la imagen, de su redundancia y sobrees-timulación perceptiva cuantitativa y cualitativa. “Tiene que ver, en lo funda-mental, con la transgresión de los límites físicos y fi siológicos de lo visible y de su perceptibilidad” (2005: 147).

La hipervisibilidad es una extensión, exacerbación y degradación de la categoría de lo informativo, se trivializa, todo es digno de atención. El cuer-po se muestra para provocar una solicitación de la mirada y establece una relación sensible con el medio (que pasa por el imaginario social). Se apoya en una instancia mediadora que orienta la mirada del espectador hacia lo invi-sible, lo irrepresentable.

“La hipervisibilidad procede mediante una hipertrofi a representativa. La representación ha entrado en crisis al haber perdido lo único que podía sustentarla: la credibilidad de las instituciones a las que concedió el derecho a la información (Imbert, 2003: 84).

La isotopía de la hipervisibilidad se convierte en Mi Diario en técnica de demostración: los detalles de la violencia abarcan, tal como se observa en la siguiente imagen, la deliberación de la muerte a través del cuerpo: se sobre-saltan las heridas, la posición del cadáver, la sangre que discurre.

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Imagen 3. La hipervisibilización del cuerpo (primera página del 22 de enero de 2009).

Se exterioriza toda una iconografía de visibilidad con la intención de representar la víctima de la violencia, en su expresión más desinhibida, para inscribir en esa fotografía las miserias de la violencia.

El cuerpo tiene una alta carga valorativa porque en él todo se mar-ca. Habla su propio lenguaje, sus alteraciones y transformaciones, el tránsito recurrente a través de las formas. Sobre el cuerpo se graban síntomas, alte-raciones de la superfi cie plácida y grata que remiten a las profundidades del adentro, a la intimidad del otro.

La representación mediatizada de la muerte en las fotografías produce lo que Imbert (2004) cataloga como la fi gura de la inminencia, recurso que se usa recurrentemente en este medio y descansa en el poder ver (imaginario del ver), que es el ver propiamente dicho, y se trata, según el autor, de la escenifi -cación de lo prohibido, soportada en la delimitación de campo de visibilidad saturado por la fuerza del mensaje literal y el morbo que despierta la contem-plación del sujeto a través de la iconografía fotográfi ca.

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La abyección del cuerpo

Otro de los aspectos observados en el uso del cuerpo como entidad central del contenido informativo de violencia fue la presencia de la isotopía de la abyección como técnica de soporte del espectáculo y del goce.

En la primera página de Mi Diario, se puede mostrar fácilmente a un cadáver mutilado y sus vísceras. Esta representación sirve de instancia de grandeza de lo amoral. Se coincide con Kristeva (2004) cuando al hablar de abyección establece unos patrones de identifi cación: lo que perturba un siste-ma, una realidad, un orden, que no respeta límites, lugares, reglas.

La abyección mediática se puede defi nir como el envilecimiento del cuerpo para su transfi guración de lo vil en lo mágico, de lo repugnante en lo admirable: la contemplación de la muerte como show. Sobre la abyección, Kristeva (2004: 11) ofrece más características para su comprensión:

El traidor, el mentiroso, el criminal con conciencia limpia, el violador desvergonzado, el asesino que pretende salvar… Todo crimen, porque señala la fragilidad de la ley, es abyecto, pero el crimen premeditado, la muerte solapada lo son aún más porque aumenta la exhibición de la fragilidad de la ley. La abyección es inmoral, tenebrosa, amiga de los rodeos, turbia: un terror que disimula, un odio que sonríe, una pasión por un cuerpo cuando lo comercia en vez de abrazarlo, un deudor que estafa… (Kristeva, 2004: 11).

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Imagen 4. La abyección del cuerpo (página 2, 6 de enero de 2009).

Se deduce entonces que el discurso mediático abyecto, confeccionado a partir de la corporeidad, se instituye como el nudo de toda tarea interpretativa de la realidad y sus representaciones sobre violencia y muerte en la sociedad.

Mi Diario celebra la vista del cuerpo exánime, de un cuerpo dócil que no puede resistir más, un cuerpo yaciente, fétido en su propia desgracia: “El impacto visual de nuestra propia desesperanza nos pone cara a cara con las peores fantasías de nuestro miedo” (Duvignaud (1987: 151).

Así, se produce la abyección como técnica de soporte del espectá-culo y el goce. Por ejemplo, la leyenda fotográfi ca de la imagen 4 dice: “La masa encefálica quedó esparcida alrededor de la víctima. Había una concha de bala”. El envilecimiento y la humillación mediática del cuerpo sirve de enlace para la transfi guración de lo vil en lo mágico, de lo repugnante en lo admi-rable: la contemplación de la muerte como show y se promueve la alteración como símbolo social de un prestigio asignado a la muerte violenta de manera proporcional a la intensidad del sufrimiento vivido.

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La representación del cuerpo como eje central de las noticias de su-cesos procede mediante un destape, como la ruptura de una prohibición que pesa sobre la escena de la muerte, generalmente entendida como tabú y remite como estructura voyerista a través de otro objeto mediador simbólico.

La pornografía del horror

En Mi Diario, se visualiza el “mal” para volverlo aceptable (mediante la representación), consumible (como bien cultural) y con vistas a expulsarlo (se despoja de carga simbólica) y evacuarlo como objeto de mala conciencia. Se adopta la defi nición del mal desde la óptica de Baudrillard (1991), quien lo defi ne como una aberración de las fuerzas destructivas del sistema social, aberración de las pulsiones inconscientes, como una aberración del arte.

Si se adopta la defi nición de Ziomek (1990) sobre pornografía, ha de decirse, además, que es una manifestación erótica grosera y vulgar del arte de las grandes pasiones. Se pone de relieve el efecto de excitación provoca-do en los receptores por escritos impresos como el caso de Mi Diario. Esta excitación, agrega Ziomek, se sirve de medios de expresión característicos de un arte dado, pero no tiene valores artísticos. Esta hipervisibilización del mal, como estado ulterior de la violencia y la muerte, perturba totalmente la relación entre sujeto y objeto. La recurrencia del mal es omnipresente y lo en-vuelve en una pornografía del horror: un espectáculo literalmente insoportable pero soportado por el sujeto, una saturación del régimen de representación.

En el análisis del periódico se observa que hay una práctica porno-gráfi ca que altera los signos para provocar lo que Baudrillard cataloga como una “potencialización fantástica donde se interpreta la propia pérdida” (1991: 3). Así, pues, la pornografía del horror puede conceptualizarse como la excita-ción de la muerte en la [des] clasifi cación del valor-signo que el cuerpo-objeto tiene en la cultura, y el resultado es la antirrepresentación para volcar lo sórdi-do como primer elemento de las pulsiones secretas más primitivas y vulgares de lo humano y como catalizador de un proceso de naturalización del goce por el mal, por la violencia, por la muerte. No hay lugar para la simbolización.

De la belleza a la violencia corporal

En este punto de la discusión se retoman los trabajos de Finol (1999a, 1999b, 2004) sobre el discurso de la belleza, estudiado a partir de los concur-

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sos internacionales de misses, para establecer las similitudes o diferencias con el discurso del cuerpo en las noticias sobre violencia.

El autor explica que el cuerpo como “producto semiótico” en los con-cursos de belleza se transforma en espectáculo ritual convertido en un verda-dero negocio internacional. En sus trabajos ha descrito cómo la industria de la belleza promueve los imaginarios sociales para constituir el modelo del cuer-po globalizado, un modelo que se expresa, antes que nada, a nivel del cuerpo físico, y luego a nivel de un cuerpo hecho público.

Se trata, entonces, de una experiencia física convertida, también, en representación social. Se proyecta un cuerpo mesurable, cuantifi cable, y es por esto que los organizadores y los promotores hacen énfasis sobre el peso, la talla, las diversas medidas, la edad (Finol, 2004). El proceso mediático quiere que la imagen física del cuerpo femenino se transforme en símbolo capaz de representar la mujer bella contemporánea y luego en mercancía capaz, a su vez, de promover un modelo de belleza.

Este autor refi ere que se trata de un cuerpo “abierto, público, desbor-dado, fragmentado, y, por lo tanto, inexpresivo que le disputa cada vez más al vestido la primacía, por saber interpretar la sumisión con mayor dramatismo” (2004: 9).

En un trabajo anterior, Finol dice que el tema de la belleza permea toda la estructura de la cultura planetaria contemporánea, en particular gracias a su apropiación sistemática por parte de los medios de difusión masiva, “en-cargados de re-fabricar el mito, transformarlo y adaptarlo a las necesidades, reales o creadas, de la sociedad” (Finol, 1999: 102).

En cierto modo, tanto el ritual del concurso de belleza como el del discurso de sucesos tienen la misma estructura: desfi les-pose ante las cámaras y ante el público para la exhibición. Tales “encuadres” de hipervisibilidad co-rresponden a lo que Greimas y Courtés, siguiendo a Propp, denominan prue-bas califi cantes destinadas a la adquisición de competencia (saber-hacer y/o poder-hacer) (Greimas y Courtés 1979:304).

Finol (2004) ha explicado que la belleza se la fabrica para medirla, para exhibirla, para hacerla objeto de la mirada del jurado, del espectador y del telespectador, gracias, en este último caso, a la mirada vicaria de la cáma-ra. Este mismo fenómeno, tal como se ha constatado en este trabajo, ocurre con los cuerpos de la crónica roja. No son cuerpos objeto de deseo, sino de contemplación.

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Son esos valores semióticos, valores de signifi cación, los que subya-cen en la estructura de base que genera el sentido del proceso ritual que se ha descrito, y es gracias a ese proceso de generación que tales valores se disemi-nan a lo largo de la sintaxis del ritual, sintaxis confi gurada no sólo como mero orden cronológico, sino también como secuencia, en el sentido que ésta tiene en la teoría semiótica, es decir como determinaciones mutuas, como compo-nentes de un proceso en el que cada uno se defi ne en relación con los otros.

Se puede afi rmar entonces que el cuerpo de la industria de la belleza y el cuerpo del discurso de sucesos adquieren rasgos semejantes: se funda-mentan en una concepción social y cultural que lo percibe como objeto para ser mostrado, exhibido, visto, comercializado y convertido en espectáculo. Ambos operan en las misma semiosfera (Lotman, 1996). En ese sentido, a pesar de que el cuerpo de la belleza y el cuerpo de la violencia se representan mediáticamente como discursos disímiles, detrás cohabitan las mismas estra-tegias ideológicas de uso social: el discurso mediático hoy establece, a partir del cuerpo, un fetichismo de la representación social para construir los mis-mos elementos de signifi cación y que consuman una erosión axiológica del cuerpo como entidad de manifestación. El cuerpo, al perder su justo sentido histórico, cultural y social, se disgrega para convertirse simplemente en objeto de fascinación y en excusa de consumación de una trivialidad mediática que sólo puede ser secundada por una alteridad para, desde la corporeidad, justifi -car una cultura de la polémica7.

Ambos estudios permiten mostrar, entonces, los rasgos del discurso de la belleza y de la violencia en los medios a partir del cuerpo:

7 Tannen explica que la cultura de la polémica es aquello que “nos insta a enfrentarnos al mundo en un marco mental adverso, porque hemos sido corroídos a fuerza de vivir en una atmósfera de tensión constante” (1998: 15). Para consecución de una meta en la cultura de la polémica, lo mejor es desplegar una enconada actitud de oposición frente a todo y frente a todos. Tannen (1999) agrega que en lugar de comprender al otro, se le elimina.

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La corporeidad en la industria del entretenimiento mediático

Categoría Discurso de la belleza Discurso de la violencia

ObjetivoExpresa al cuerpo pri-mero a nivel físico y luego a nivel de un cuer-po hecho público

Hipervisbilidad del cuerpo para re-presentar la violencia en la esfera pública

Intención de co-municación

Justifi cación del espec-táculo: se proyecta un cuerpo mesurable, cuan-tifi cable y se hace énfa-sis en el peso, la talla, las diversas medidas, la edad.

Justifi cación del espectáculo: el cuerpo justifi ca el goce a partir de su explotación y abyección en la representación de la violencia, que por reiteración crea fascinación. Se hace énfasis en heridas, sangre, vís-ceras

Representación mediática

Se trata de un cuerpo desbordado, fragmenta-do, que muestra la su-misión con dramatismo.

El cuerpo también es desbordado, fragmentado y muestra la sumisión con dramatismo. Esto desemboca en una pornografía del terror y en una escenifi cación de lo prohibido como colmo de la antirrepresenta-ción

Valores Tecnología de la belleza Tecnología de la violencia

Cuadro 1. Comparación entre los cuerpos de la belleza y violencia.

En el cuadro anterior se verifi ca que el discurso mediático del cuerpo desde estas dos dimensiones belleza/violencia adquiere características simila-res y se convierten en el elemento central de narratividad de la industria del entretenimiento. Si en el caso del cuerpo en el discurso de la belleza funda lo que Finol y Finol han denominado como tecnología de la belleza, es decir, toda una “serie de conocimientos, métodos, instrumentos y habilidades de trabajo destinados a construir el cuerpo de una mujer o de un hombre según un modo específi co de ser bella o bello, y que tiene que ver con ese modelo transnacional de la belleza que gigantescas corporaciones mundiales han im-

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puesto en el mundo” (2008: 391); en el caso del discurso del cuerpo desde la muerte funda un fenómeno contrapuesto que denominaremos tecnología de la violencia: todo un dispositivo mediático dirigido a convertir el cuerpo en instancia de mutilación y como eje central de un discurso que subvalora las categorías informativas de la noticia de sucesos, y desborda todo tratamiento ético del dolor para también construir el cuerpo como espectáculo y entidad risible de reconocimiento de la miseria social. La tecnología de la violencia disipa el miedo como categoría social y transforma lo sórdido en fascinación.

Conclusiones

Manero revela que las formas singulares del cuerpo victimizado remi-ten a su apreciación como signo y como símbolo: como signo de un lenguaje macabro y horroroso, como símbolo social de un prestigio asignado de mane-ra proporcional a la intensidad del sufrimiento vivido. “El cuerpo supliciado, el cuerpo del terror que habita en las pesadillas propias de cada sociedad” (Manero, 2008: 57).

La hipervisibilidad del cuerpo en el discurso de la violencia en la prensa crea un espectáculo de la muerte, similar a una ordalía cotidiana que provoca, por saturación visual, una invisibilización de la violencia como he-cho real y sensible. Se sugiere en este estudio que las estrategias comunica-tivas empleadas contribuyen a alimentar el imaginario de la violencia: crean fascinación al convertir el cuerpo-objeto y el cuerpo-lenguaje en centro del discurso informativo desimbolizado.

La espectacularización de la realidad, enfocada en el cuerpo, tiene un alto componente dramático. Se trata de una estructura simbólica que adultera la noción de normalidad para reacomodarla como desorden organizador de la cultura. A través del discurso de la violencia, el cuerpo se convierte en objeto de fascinación y como hilo conductor de una cotidianidad. Su aceptación se deriva de la legitimación del espectáculo mismo. Al anular el miedo, se crea una relación ambivalente: el ver excesivo crea acercamiento, lo fagocita, lo edulcora en una nueva forma representada que al fi nal creará una anulación del sentido sobre el valor del cuerpo como entidad cultural.

Desde Mi Diario emerge un imaginario de muerte que cultiva el des-orden como alternativa de un [re] ajuste desnormalizado de lo social; la pro-puesta de que en el mal se encontrarán las respuestas a la incertidumbre actual. En esta lógica mediática, el cuerpo es, como raíz de lo impuro, el desmorona-miento de la diferencia, la amenaza al orden simbólico y a todo orden, porque,

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en último término, al cuerpo que se le ve vestido con varios ropajes de ideas, sombríos o multicolores, en la destrucción de sí, en la corrupción de su carne, es el signo de la ausencia de signifi cado (Navarro, 2002).

El desafío actual es que el cuerpo abyecto se instaura, a través de estas prácticas mediáticas, como impacto visual de nuestra propia desesperanza. La construcción del cuerpo-objeto hecho para ser visto ha sido extendida a todos los dominios de lo fabricado, tal como ocurre con el cuerpo en el discurso mediático de la belleza. De esta forma, el cuerpo es meramente utilitario y ha sido transformado en “objetos para mirar” y percibidos como objeto visual que garantiza un lógica mediática espectacular.

Se trata de un mecanismo de la ingeniería semiótica, la cual trata de dar un suplemento de signifi cación, más allá de la simple función. Pero este primer subterfugio, creado para atraer la mirada a lo que no sería de otra for-ma sino un simple objeto utilitario, se acompaña de otro mecanismo, ya que la imagen “natural” del objeto producido se convierte, a su vez, en una nueva imagen mediática. Esta suerte de “meta-imagen” del cuerpo-objeto hace en-trar al objeto utilitario en el dominio del imaginario colectivo y de las repre-sentaciones sociales. Todos los sentidos humanos contribuyen a la formación de esas representaciones sociales y dejan claro que la vista es un sentido pre-ponderante en la producción de los nuevos imaginarios sociales y culturales sobre el cuerpo.

La comparación entre las tecnologías de la belleza y de la violencia se resuelve en la condición de espectacularidad que los medios construyen, semióticamente, para ambas. Y, como dice Debord, el espectáculo no es sólo una cuestión de visibilidad sino también una visión del mundo. Por lo tanto, el espectáculo de la belleza como el de la violencia presenta al espectador una visión ideológica del mundo, una visión en la cual el cuerpo-objeto se convier-te en mercancía, en otra forma de ganancia económica.

Se evidencia, entonces, que “belleza” y “mutilación” ya no son dos campos de percepción distintos, el uno y el otro crean fascinación y espectá-culo. Este estudio ha intentado demostrar que se reivindica el tratamiento de mercancía del cuerpo como entidad de reconocimiento social. La tecnología de la belleza y la tecnología de la violencia tienen, entonces, un mismo fi n, que aunque en apariencia son contrapuestos, emplean los mismos recursos y le otorgan al cuerpo una misma signifi cación mediática.

Hay un desbordamiento, por igual, del concepto de belleza y de violencia corporal: se les ha disminuido de su carácter estético para con-

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vertirlos en objeto de contemplación. Y ante la carencia de lo real, crea la suya propia y la convierte en espectáculo. Se trata de transfi gurar el cuerpo para convertirlo en entidad central de una narrativa para contar la sociedad del entretenimiento y sus particulares rituales mediáticos.

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