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Hartog REG(MENES DE HISTORICIDAD Presentismo y experiencias del tiempo lA: ..... e UNIVERS1DAD IBEROAMERICANA aUDAD DE MDK:o OapAKrAMBNTO Da HISTORIA
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REG(MENES DE HISTORICIDAD Presentismo yexperiencias del tiempo

Jan 17, 2023

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Page 1: REG(MENES DE HISTORICIDAD Presentismo yexperiencias del tiempo

Fran~ois Hartog

REG(MENES DE HISTORICIDADPresentismo yexperiencias del tiempo

lA: .....eUNIVERS1DAD

IBEROAMERICANAaUDAD DE MDK:o

OapAKrAMBNTO Da HISTORIA

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Título originalRtgim~s d'historicité. Présentism~ ~t expéri~nc~s du teÉditions du Seuil. Paris. 2003 mpsISBN 2-02-059328-9

UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

BIBUOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

Hartog. Francois

Regímenes de historicidad: presenrismo y experienciasdel tiempo

l. Historiografla. 2. Historia - Filosoña.3. TIempo - Historia. Lt.

D 13 H3718.2007

Dis~ño de la portada: Ana Elena Pérez y Miguel Gar~Traducción: Norma Durán y Pablo AvilésRevisión técnica: Alfonso Mendiola

la. edición en español. 2007

D.R @ Universidad Iberoamericana. A.c.Prol. Paseo de la Reforma 880Col. Lomas de Santa Fe01219 México. [email protected]

Imprao y hecho en MéxicoPrinNllanJ mtUIe in MexieD

TocIo-loI derechos raervados. Ea1apubllcad6A 110 puede-UP'::::Di en mdo Di en parte. ni registrada en, o tidapo:;:.......aecupend6n de información. en ~ ~ o.. mednko.~co. eIec:u6 :.....C*IqaIcr oao,l1n el pennl80 ~

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ORDENES DEL TIEMPO, REGfMENES DE HISTORICIDAD

Nadie duda de que existe un orden del tiempo o. mejor dicho. órdenes quehan variado de acuerdo con los lugares y los tiempos. En todo caso. se trata de6rdenes tan imperiosos que nos sometemos a ellos sin siquiera darnos cuenta:sin querer, e incluso no queriéndolo. sin saberlo o a sabiendas, de tan obviosque resultan; órdenes contra los que choca quien intenta contradecirlos. Enefecto. las relaciones que una sociedad mantiene con el tiempo parecen estarpoco sujetas a discusión y resultar apenas negociables. En la palabra ordencaben de inmediato la sucesión yel mandato: los tiempos. en plural. quiereno no quieren; los tiempos hacm labor de venganza también, restablecen un or­den que se ha perturbado, hacen labor de justicia. Asimismo. decir orden deltiempo arroja de entrada nuevas luces sobre una expresión que puede parecerenigmática en un principio: regímenes de historicidad.

En los albores del siglo v antes de nuesrra era, el filósofo griego Anaxi­mandro recurría ya a la primera expresión, precisamente para indicar que "lascosas que son se hacen mutuamente justicia y reparan sus injusticias según elorden del tiempo".1 Para Herodoto, la historia. en el fondo, era el intervalo-medido en generaciones- que transcurría entre una injusticia y su ven­ganza o su reparación. Al indagar de alguna manera en torno a los plazos de lavenganza divina. el historiador es entonces aquel que. gracias a su saber. puedeatar y hacer ver los dos cabos de la cadena. Tal es. enefeetó. el significado dela historia del rey Creso, quien al pasar de la dicha al infortunio. paga con

1 Anaximandro. Fragmmt, B. 1: "Aquello de donde procede la generación para las cosasque son es también aquello hacia lo que retornan, como efecto de la destrucción según lanecesidad; pues se hacen justicia mutuamente y reparan sus injusticias según el orden deltiempo (kal4:l toN chronou laXin)". Véase L~J p"Jocrat;qu~J. editado por Jean-Paul Demom.Biblio.heque de la Pléiade. París. Gallim..d, 1988, p. 39.

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FRAH~OISHART()(j

cuatro generaciones de retraso la culpa de su antepasado Gi~es.2.Em.p~ro, no

habremos de explorar aquí la pista de los nexos entre hlstona y Justicia.E! ordm d~! ti~mpo remite además a L 'ordr~ du discours (E! ordm tÚ!

discurso) de Michel Foucault, breve texto programático del cual deriva sulección inaugural para el Co!lig~ tÚ Franc~ en 1971 y que podemos leer comouna invitación a reRexionar, a proseguir el trabajo en otras partes, de otrasmaneras, con otras pregunras:3 hacer, en el caso del tiempo, lo que Foucaultinició en el caso del discurso, ver en ello al menos una fuente de inspiración.El ortÚn tÚ! ti~mpo, finalmente, es también el título del libro fundamentalque el historiador Krzyszstof Pomian dedicó al tiempo: una historia del"tiempo mismo", puntualizaba el autor, "abordada desde una perspectivaenciclopédica", o bien una historia "filosófica" del tiempo.'

En la actualidad, el tiempo se ha convertido en tema central de di­versas preocupaciones. Así lo demuestran los libros, los números especialesde revistas, los coloquios que han surgido por doquier. La literatura analizaasimismo el asunto, a su manera. ¡"Crisis del tiempo", han diagnosticadode inmediato los sabelotodo del pensamiento! Por supuesto, ¿y luego? En elmejor de los casos, la etiqueta significa: "¡Cuidado! Aquí hay un problema".~

, C..herine Darbo-Peschanski, Ú Jiscrllll'1 tI# putierJin. EsstU sur I'mt¡uiu hboJoúmM,París, Seuil, 1987, pp. 72-4. Acerca de c.ao, véaae Fran~is Hanog, "Myth inro Logos: meCase ofCroesus', From Mylh 10 Reason, Stuáin in lb. DnJ</opmml o/Gr..1r 1houghl, <d. R.Buxron, Oxford, Oxford Universiry Prcss, 1999, pp. 185-95.

, Michel Foucault, L 'ord... du discoun, París, Gallimard, 1971. [El ordm tÚI Jistum>,Barcelona, Tusquers, 1987).

4 Krzysztof Pomian, L 'ord... du "mps, París, Gallimard, 1984. p. xii. [El ordm tÚI timJpo.Madrid. Jucar. 1989). Vbse también. del mismo autor, -La crise de I'avenir", Le DIINu. 7,1980. pp. 5-17. publicado de nuevo en Sur /'histoi.... París, Gallimard. 1999, pp. 233-62.

5 Recientemente se han desarrollado múltiples reHexiones, efectuadas a partir de dlvenuáreas disciplinarias pero siempre marcadas por el afán de obtener un alcance más genenl.Véanse por ejemplo Roger Sue. umps ~l orrJ" social, París, PUF, 1994; Norben Elias, DuT.mps, Ir. al francl!s por M. Hulin, Par!s, Fayard, 1996: [Sob....1ti.mpo, México, PCB, 2004],las reHexiones de Paul Virilio, a lo largo de varios libros en los últimos quince afias; HorstGÜnmer. ú umps tÚ l'histo;..., Ir. al francl!s por O. Mannoni. París, Éditions de la M'H, 1995;Jean Chesneaux. Hab;ur " umps, Pass', prlsmt, jütur: "'Iuis" d'un di4/ol"' pouib", Parla.Bayard.1996; Jean Leduc, ús historims " "umps. París, Seuil, 1999; Zaki Laídi, ú ut= ti..prlsml, Par!•• Fiammarion, 2000; Jean-Nool Jeanneney, L 'HislOi... va-t-./kplus viu!VarúuioNsur Ult Wl'tigr, Parls, Gallimard. 200 1; Lothar Baler, Pas "umps. Trrlitl sur l'acc'lbruiolt. tr. alfrancél por M. H. Daart YPo Krauu. Aries. Acres Sud. 2002; Étienne Klein. en Ln tMtiifUIM a...-, Parla. Flammaríon. 2003. tras haber mostrado que seguimos hablando del tiempo"pnctleamente de la mloma manera que antes de Galileo", y tras haber demostrodo que •Iüic:a moclema y el tiempo adn íntimamente ligados. conclu)'" con un acento mú ep1c:Ww,invitando allcctor ". fianc del favor del momento. del IWros".

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RE6IMf.NESOEHISTORICIDAD

La obra de Paul Ricreur. iniciada con Temps et récit (Tiempo y narración.1983) y concluida con La mémoire, J'histoire, l'o"bli (La memoria, la historia.el olvido. 2000). puede resulcar útil para enmarcar el periodo en cuestión. yaque nos muestra a un filósofo que siempre buscó ser contemporáne~ de suscontemporáneos. llevado en un principio a meditar acerca de las aporlas de laexperiencia. y después preocupado por "una política. de la justa memori~". Ri­creur ha señalado cómo, a! establecer un contacto directo entre la experienCiatempota! y la operación natrativa. Temps et récit dejaba de lado la memoria.El autor intentó colmat esa laguna. precisamente. con su segundo libro. enel que exploraba "los niveles intermedios" entre tiempo y narración.6 Pasó asíde la cuestión de la vetdad de la historia a la de la fidelidad de la memoria.sin renunciar a ninguna de las dos.

Poco tiempo antes, Michel de Ceneau apuntaba ya en una sola frase. dichacomo al pasar. que "sin duda la objetivación del pasado, desde hace tres siglos,había convertido al tiempo en lo impensado de una disciplina que no dejabade utilizarlo como un instrumento taxonómico".7 Ese señalamiento constituíauna invitación a reflexionar; estas páginas constituyen un intento por respon­der a ese llamado, paniendo de una interrogación acerca de nuestro presente.

LAs BRECHAS

El curso de la historia reciente. marcado de manera simultánea por la caídade! Muro de Berlín en 1989, por e! desvanecimiento de la idea comunistabasada en el porvenir de la Revolución y por e! ascenso de múltiples funda­mentalismos, ha trastocado. pertutbado de manera brutal y duradera nuestrarelación con e! tiempo.8 Aquí y allá, e! orden de! tiempo se ha puesto entela de juicio. En su calidad de mezclas de arcaísmo y de modernidad, losfenómenos fundarnentalistas resultan de manera parcia! de una crisis delporvenir, mientras que las tradiciones hacia las cuales vuelven la mirada enun afán por responder a las desdichas del presente -a falta de esbozar una

6 Paul Rlcoeur, La mlmol...: l'hImJI.... l"uhlJ. Parla. Seull. 2000, p. 1. [La _orill, 14hisroria, elolvitJo. Buenos Aires. I'CJ!, 2004). V~ lambil!n. del mismo autor. "M~moirc:approchcs historiennes, approche philosophique". Le D/bat. 122.2002. pp. 42-4.

7 Michd de Certeau, Hlstoi... rt psychltnlt/ysr en.... sdenrr et firtlon, París. Gallimatd.1987. p. 89 [Hlstorill, psicoltmi/isls en.... denda, firddn. nueva <d.• revisada y aumentada.Máicom Via-Depanamemo de HistoriallTESO. 20031. y véase Jean Lcduc. Ln hlstwinss rt14...• op. rlt.

• V60nac KrzysztofPomian, "La erile de ('avenir". ano cit.• pp. 233-62, Y Man:eI Gauchet.úttlñtt«"lIiu"".... elú-mhne. Par/s. Gallimatd. 2002. pp. 345-59.

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FRAN~OIS HARTOCi

perspectiva a futuro- son ampliamente «inventadas". 9 En tales condiciones.¿cómo arricular pasado. presente y futuro? La historia, escribía Franc;:ois Furet

en 1995. se ha vuelco a convertir en

ese túnel en d que el hombre se imerna a obscuras, sin saber a dónde lo conducirán

sus acciones. sin ccrrcz.as sobre su destino. desposeído de la ilusoria seguridad de una

ciencia de lo que hace. Privado de Dios. d individuo democrático ve temblar en este fin

de siglo las bases de la divinidad historia: angustia que deberá conjurar. A esa amenaza

de la incenidumbre se añade, a su entender, el escándalo de un porvenir cerrado. 10

Sin embargo. en el caso del mundo europeo ya se habían abicno,desde mucho tiempo antes. hondas fallas: algunas en la era inmediatamenteposeerior a la Primera Guerra Mundial, y otras más después de 1945, aunquede manera diferenee. Paul Valéry fue buen sismógrafo de las primeras: porejemplo, cuando en 1919 evocaba "al Hamlec europeo", mirando "sobreuna inmensa terraza de Elsinore" "millones de espectros, "cavilando sobreel fastidio de volver a comenzar el pasado, sobre la locura de querer innovarsiempre. Se tambaJea entre los dos abismos". O bien, de manera aun másprecisa, cuando definía, en una conferencia dictada en 1933, la experienciade ruptura de la continuidad, que confiere a todos y cada uno de los hombresla sensación de pertenecer "a dos eras": "Por un lado -proseguía el autor-,un pasado que no se ha abolido ni olvidado, pero un pasado del que nopodemos extraer prácticamente nada que nos oriente en el presente y nosbrinde la oporcunidad de imaginar el futuro. Por el otro, un porvenir sin lamenor figura".ll Así, un tiempo des~rientado, situado entre dos abismos oentre dos "as, del que el aueor de Regareis sur le monde actuel (Miradas sobre elmundo actual) había vivido la experiencia, sobre la cual no cesaba de volver.También Franz Rosenzweig, Walcer Benjamin y Gershom Sholem podríandar tesrimonio de una experiencia análoga, quienes, en la Alemania de losaños veinte, buscan una nueva visión de la historia, repudian la continuidadyel progreso a favor de las continuidades y de las rupeuras. 12

9 En el sentido en que se le da al término en l1u Inllmtion of1radition, editado por E.Hobsbawm y T. Ranger, Cambridge, Cambridge University Press, 1983.

10 Fran~ois Furet, Le pasJI d'une i/lulion. EIJai Jur i'idü communúte au xX si;ck, París.

Laff~~t. Calmann-Uvy: 1995: p. ~~8. [El pasado de una ilusión, Madrid, fCE. 1995].PauJ VaJby. Essau quas, po/'t'queJ, CEuvreJ 1, Bibliotheque de la Pléiade, París. GaUi­

mard. 1~57,.p, 993 (carta que primero apareció en inglés en 1919) y p. 1063 (conferenciaen. la universIdad de los AnaJes. 1935). En 1932 retomaba. en una conferencia que dio con elmls~o enfoque, su diagn~stico de 1?~9 ~obre el desarrollo del Hamlet europeo.

1993, :.tihaneMoses, L~ngt! tk J'hulO,rr. ROJmzUJt!ig, Bmjamin. Schokm, París. Bdfond.

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REG[MENESDEHISTORIClDAD

En Le monded'hier (El mundo de ayer), autobiografía redactada antes desu suicidio en 1942, Stef.,n Zweig deseaba también dar fe de aquellas rupturas:"( ... ]entre nuestro hoy, nuestrO ayer y nuestro antier, todos los puentes estánror05".13 No obstante, en 1946, en un edicorial cuyo título resulra elocuente_l'Face au vene" (Cara aL viento)-, Lucien Febvre invitaba a los lectoresde la revista Annales a "hacer historia", a sabiendas de que se estaba. a parrirde enconces, en un mundo "en condiciones de inestabilidad definitiva"; unmundo lleno de ruinas, pero en el que había "mucho más que las ruinas, y.más grave aún, una prodigiosa aceleración de la velocidad que hace chocarlos condnenres, abolir los océanos. suprimir los desiertos. poner en contactobrusco a los grupos humanos cargados de electricidades contrarias", Lo ur­gente. pues de otra manera no se comprenderá nada el mundo mundializadode mañana, ya de hoy. era mirar, no hacia atrás. esto es. lo que acababa de su­ceder, sino hacia delante, o mejor dicho, por adelante. "Terminado el mundode ayer. Todo desaparecido. Si tenemos un oportunidad de sacar algo de él-nosotros franceses- es comptendiendo, más tápido y mejor que los otros,esta vetdad evidente. Soltemos las ruinas. Al agua, yo se lo digo, nademos atierra firme". Explicar "el mundo al mundo", responder a las preguntas que sele plantean al hombre de hoy, ésa es la tarea del historiador que hace frente alviento, No se trata de hacer tabla rasa del pasado, sino de "comprender bienen qué difiere el presente", 14 En qué consiste ser pasado. Contenido, tono.ritmo, la totalidad de las páginas de este manifiesto sugiere al lectot que eltiempo urge y que el presente manda. 15

Desde los años 1950, Hannah Arendt demosttó set una observadoraperspicaz de las roturas del tiempo, pOt más que ese aspecto de su trabajono haya llamado mucho la atención en aquel entonces. "Nuestro legado nova antecedido por ningún testamento", había escrito el poeta René Charen Feuillets d'Hypnos, antología poética publicada en 1946. Mediante eseaforismo, d autor intentaba dar cuenta de la extraña experiencia de la Re­sistencia. la captaba como un tiempo intermedio. un entre-dos. durante elcual un "tesoro" se había descubierto y sostenido en mano un breve instante,pero un tesoro que nadie sabía nombrar ni transmitir. Según el vocabulariode Acendr, el reSOro en cuesti6n consistía en la capacidad para instaurar "un

J) V¿ase Stef;¡n Zweig, ú monm ¿'hi,r. Souwnirs ¿'un Europlm u al fi d SN.¿melL, París, Bdfond, 1993, p. 9. .' ran s por .

, ¡.& Lucíen "ebvre, 'Tace au Vento Manifene des Annales Nouvdles", en Combats r~~~~~r', Polf(S, ArmanJ Colin, 1992, p. 35, fCombntn por la historia, Barcdona. k7~,

'Ib,d, pp. 3~. 40 Y 41

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FRAN~OtsHARTOG

mundo común" .16 En el momento mismo de la Liberación de Europa, losresistentes no pudieron redactar un "restamenco" en el que h~brían consig~ado

las maneras de preservar e incluso, en la medida de lo posible, de ampltar elespacio público que habían empezado a crear y en el que "la libertad podíaaparecer". Ahora bien, desde el punco de vista del tiempo, el testamento, enla medida en que indica al heredero lo que habrá de ser legitimamente suyo,"asigna un pasado al porvenir".I?

Al recurrir a la fórmula de Char como frase inicial de Betlmen PaJI andFuture (título más preciso que su traducción francesa La crise de la culture),Arendt introducía el concepro de "brecha (gap) entre el pasado y el futuro",en [Orno al cual se organizaba el libro, caracterizándolo como un "cxtrañointerregno en el tiempo histórico, en el que se cobra conciencia de un intervaloen el tiempo que está totalmente determinado por cosas quc ya no cxisteny por cosas que [Odavía no existen".18 El tiempo histórico parecía entonceshaberse detenido. Por otra parte. su estudio pionero en torno a Los orígenestÚl totalitarismo había llevado a la autora a la conclusión de que "la estructuraíntima de la cultura occidental. incluidas sus creencias. se había desplomadosobre nuestras cabezas". en especial el concepto moderno de historia, basadoen la noción de proceso. 19 Una vez más. estamos ante una experiencia detiempo desorientado.

En 1968 recorrió al mundo occidental yoccidentalizado un espasmoque, entre otras cosas, traducía un cuestionamiento dd progreso capitalista;dicho de otra manera, puso en duda el tiempo mismo como progreso, comovector en si de un progreso a punto de trastocar el presente. Para delimitarese momento, las palabras de filia o de brecha llegan de la pluma de los ob­servadores, aun si a ellos no les es extraño señalar que son omnipresenres lasimágenes romadas a las gloriosas revoluciones del pasado.20 Los jóvenes rebeldesde entonces, nacidos en su mayoría después de 1940. podían -al menos enFrancia- tomar como referencia tanto las altas figuras de la Resistencia comolas ensenanzas del Pequeño libro rojo del presidente Mao y las lecciones de loscomunistas vietnamiras. que habían derrocado a la antigua potencia colonial

16 Rene!: Char, Feuillets d'HypnoJ, 62, CEuv"J comp/;w, París. GaJlimard, 1983 (Biblio­rheque de la Pléiadc), p. 190. Estas notas, escritas entre 1943 y 1944, fueron dedicadas aAJben Camus.

17 Véase Étienne Tassin, Le trisar perdu, Hannah A"ntil n1lulJigmce tÚ l'action poütiqw,París, Payar y Rivages. 1999. p. 32.

::V~ Hannah Arendt, lA crisetÚJa CUilU", París. Gallimard. 1972, pp. 13 Y 14.¡biJ., p. 19.

20 Véase: H~nnah Arendr~ Us origines tiu lolalilansme, París, Gallimard, 2002 (Quano),p. 867. {Los ongmes tÚl lOlalzlarmno, Madrid, Alianza, 2006].

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REGIMENESDE HISTORtCIOAD

en Dien Bien Phu y que pronto habrían de vencer a Norreamérica. En su másreciente novela, Olivier Rolin pone en boca de su narrador las siguientes pala­bras, dirigidas a su joven inrer/oculOra: "De allí [los años 1940-1945), de esedesastre enorme. vienes tú, mujercita: sin haber participado en él. Tu generaciónnació de un acontecimiento que no conoció".21 Por un momento, la crisis delos años setenta (principalmente petrolera) pareció consolidar semejante per­cepción. ¡AJgunos llegaron a jactarse del "crecimiento cero"! Acababan apenasde terminar los treinta años florecientes de la posguerra, conocidos en Franciacomo los TT~nu GlorÜus~s. años de reconstrucción, de veloz modernización,de carrera en pos del progreso enue el Este y el Oeste, con la Guerra Fría y laaparición de la disuasión nuclear como telón de fondo.

Muy pronto, el tema de los "retornos a" (que terminó conviniéndoseen una fórmula de prh-a-pmray de prit-a-v~ndT~,es decir. en una modalidadpredigerida de pensamiento y en un argumento de venta prefabricado) alcanzóun brillante éxito. Después de la subversión de los retornos a Freud o a Marx,vinieron los retornos a Kant o a Dios, seguidos por otrOS retornos de un día,que se marchitaban en el momento mismo de su proclamación. Mientrastanto, empero, los avances (tecnológicos) seguían su carrera desenfrenada.Asimismo, la sociedad de consumo aún se extendía, al igual que la categoríadel presente, que constituJa el blanco privilegiado de esa sociedad y que repre­sentaba de cierra manera su razón social. Aparecieron también entre el públicoen general los inicios de la revolución introducida por las computadoras, queponderaba los méritos de la sociedad de la información¡ hicieron asimismo suaparición los programas de las biotecnologías. No tardaría en llegar el tiempode la globalizaci6n, más impedoso que cualquier otro: es decir, el tiempo dela World Economy, que predica siempre una movilidad creciente y que recurrecada vez más al tiempo rtal; pero también, de manera simúltanea. el tiempodel World H.rirag•• objeto de numerosas reglamentaciones de la UNESCO.entre ellas la Convención de 1972 "en atas de la protección del patrimoniomundial, cultural y natutal".

De hecho, los años oebenta estuvieron sumergidos pOt la oleada de lamemoria y de su alur <go, más visible y tangible, el patrimonio: patrimonioque.es preciso proteger, catalogar, valorar, pero también volver a pensar. Seengleron monumentos conmnnorativos. se renovaron y multiplicaron losmuseos grandes y pequeños. Todo un público no especializado, que dabamuestras de inten~s o curiosidad hacia la genealogía. empezó a visitar los ar­chivos. Creció el apego por la memoria de los lugares. y un historiador. PierreNora. propuso, en 1984, la noción de "lugar de memoria". Eje organizador

21 Olivle'r Rolin. 7igrr- tÚ papin. París, Seuil. 2002. p. 36.

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FRAH(OISHART06

de la vasta empresa ediwrial de los Lieux de mémoire, e~a noción resultabaen un principio de un diagnóstico del presente de Francia.

Al mismo tiempo, se estrenó Shoah (1985) de Claude Lanzmann,una película de extraordinaria intensidad en torno al testimonio y a los so­breseimientOs (en francés, los lIon-lieux, l.teralmente los "no-lugares") de lamemoria. En efecto, al exponer a la mirada del espectador a esos hombres"que entran en su ser de testigo",22la película buscaba abolir la dis[ancia entrepasado y presente, es decir, hacer surgir el pasado del presente. Ya en 1982 elhistoriador estadounidense YosefYerushalmi había publicado Zakhor, libroque se hizo famoso con gran rapidez en América y Europa. De esa maneraquedaba abierto el debate en torno a historia y memoria. "¿Por qué -sepregunta Yerushalmi-, siendo que el judaísmo a lo largo de todas las edadessiempre ha estado intensamente impregnado por el sentido de la historia,la historiografía ocupó una función ancilar entre los judíos, en el mejor delos casos, y la mayor parte de las veces no desempenó función alguna? Enlas pruebas a las que se sometieron los judíos, la memoria del pasado fuesiempre esencial, pero ¿por qué los historiadores nunca fueron sus primerosdepositarios?"23

Aquí o allá, antes o después, la marejada alcanzó casi todas las orillasdel mundo -quizá, incluso, todos los medios-: la vieja Europa, para cm...pezar, pero también y de maneta muy amplia Estados Unidos; América delSur después de las dictadutas; la Rusia de la Glasnost y los antiguos países delEste; África del Sur al término del aparthád; un poco menos el resro de África,al igual que Asia y el Medio Oriente (con la notable excepción de la sociedadisraelí). El fenómeno evolucionó de maneras diversas, en función de contextosdiferentes, y alcanzó su punto culminante a mediados de los años noventa.Empew, no cabe duda de que los crímenes del siglo xx, con sus asesinatosmasivos y su monstruosa industria de la muerte, fueron las tempestadesque dieron origen a esas oleadas de la memoria que alcanzaron y afectaronde manera profunda a nuestras sociedades contemporáneas. Otras olas más"recientes", por ejemplo la de las memorias comunistas, seguirán avanzandopor largo tiempo tOdavía, a pasos diferentes y con ritmos desiguales.24

22 Michel Oeguy. Au mj~t d~ 5hoah. Ü film ck Cla.ud~ lAf1zmtl1l11, París. Belin, 1990, p. 40.23 Véase Vosef Hayim Yersushalmi, Zokbor. Histoir~ juive el mbnoire juive. er. al francés

por E. Vigne. París. La. Découverre. 1984. p. 12. (Zojor. La historiajudlay la. memoriajuála,Barcelona, Amhropos. 2002). Sylvie Anne Goldberg, Ln CkPSJ'd". Essai sur la. pluralitl tkstempI dAns k judalsme. París. Albin Michel, 2000, pp. 52-55.

24 Véase Charles S. Maier. "Mémoire chaude, mémoire froide. Mémoire du faseisme,mémoire du communisme", Le Dlbat, 122. 2002. pp. 109-117; véase también Anne-MarieLosoncsz.y. "Le paerimoine de l'oubli. Le pare-muste des statues de Budapese". Elhn%gie

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REGIMENESOEHISTORIClOAO

En todo caso, "memoria" se ha convenido en el vocablo de mayoralcance, en una categoría metahistórica e incluso teológica por momentos.Se ha querido hacer memoria a panir de c~a.Jquier cosa y. e~ el due~o queopone memoria e historia, se ha otorgado rapldamente ventap a I.a pr:m~ra.

que se apoya en ese personaje hoy por hoy central en nuestro.espaclO publIco:el restigo.25 Se han planteado interrogantes en torno al olVido; se ha hechovaler y se ha invocado el "deber de memoria"; y también. en ocasiones se hanempezado a esrigmarizar los abusos de la memoria o del patrimonio.

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DEL PACIFICO ABERlIN

Mi trabajo no me ha conducido a estudiar de manera directa tajes aconte­cimientos de masa. Dado que no soy hiscoriador de lo contemporáneo nianalista de la actualidad. mi investigación me ha llevado a explorar sendasdistintas. Tampoco he abordado en forma directa la teoría de la historia aun­que, siempre que puedo. intento reflexionar en torno a la historia mienrrasme dedico a ella. No se trata entonces de proponer ni después ni mejor quelos orros una explicación general o más generaJ de los fenómenos históricoscontemporáneos. Mi enfoque es diferente, distinco mi propósitO. Capto esosfenómenos de manera tangencial. interrogándome acerca de las temporal ida­des que los estructuran o los organizan. ¿Qué orden del tiempo los sustenta?¿De qué orden son portadores, de qué orden son sin comas? ¿De qué "crisis"del tiempo son indicios?

Para responder a esas preguntas, es preciso hallar puntos de entradaadecuados. Hiscoriador de la historia, entendido como una forma de historiaintelectual, he terminado poco a poco haciendo mías las palabras de Michelde Certeau. El tiempo se ha convertido a tal grado en el pan cotidiano delhistoriador que terminó por ser naturalizado o instrumentalizado. Perma-

franraist, 3, 1999, pp. 445-451, cuya autora presenta ese museo al aire libre, un tanto aisladoy aún sin termioar del todo, que reúne las estatuas de la era comunista. Conservar para hacerolvidar.

25 Renaud Dulong, Ú t;moin oculairt.l..nconáiriom Jodaks tÚ' IÍJtr~tarion pn'1Onn~Ik, París,~ole des Hautes trudes en Sciences Sociales, 1998; Annette Wieviorka, L m áu timo;'" París,Plo~61998; FranIYois Hartog. "le témoio et I'historieo", CradhilJa, 27. 2000, pp. 1-14.

. Kerwin L. K1ein, "On the Emergence ofMemory in Hisrorical Discourse", &/Jrrrnf­tllf,om, 69, 2000, pp. 127-50, YPolitiqutIdt I'oubli, Lr gmI'Y IJUmain, 18, 1988. Acerca delhistoriador que "perturba" y a la vez salva la memoria, véanse Pierre Laborie, l..n Franrais tk¡annü¡ tT'oubln, París. Desdée de Brouwer, 2001, pp. 53~71, Y Régine Robin La mlmo;rt¡aturü, París, Stock, 2003. '

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FRAH~OISHAIIT06

nece como lo impensado, no por rrararse de algo impensable, sino porqueno es pensado o simplemente porque nadie piensa en. él. En mi calidad dehistoriador que se empeña en permanecer atento a su (lempo, he observado,al igual que muchos orros, el veloz ascenso de la caregoría del presente. queha llevado a imponer la evidencia de un presente omnipresente.

27Eso es lo

que yo llamo aquí "presentísmo".¿Es posible delimirar más cabalmente ese fenómeno y ponderar su

alcance? ¿Qué significado debemos arribuirle? Por ejemplo. en el marco de lahistoria profesional francesa, la aparición de una historia que, a partir de losaños ochenta, se autorreivindicaba como una "Historia del tiempo presente",siguió el mismo movimiento. Según René Rémond. uno de sus defensoresmás asiduos, "la historia del tiempo presente es una buena medicina contrala racionalización a posteriori, contra las ilusiones ópricas que pueden generarla disrancia y el alejamiento".28 Anee las múlriples periciones en aras de unahistoria contemporánea o muy contemporánea, se ha solicitado e incluso enocasiones se ha exigido a la profesión aporrar respuestas. Si bien está presenteen frenres disrineos. dicha hisroria ha ocupado la primera plana de la acrualidadjudicial duranee los juicios por crímenes canera la humanidad. cuya principalcaracrerísrica es arender la remporalidad inédira de lo imprescriptible.29

Para llevar adelanre mi indagación, la noción de "régimen de hiIIod-

27 Fran~ois Hartog, "Temps et histoirc. Comment ~crirc I'histoire de Francc?", Annaks,1.1995. pp. 1223·1227; Zak..i LaIdi describe un "presente autárquico" en Le sacredu prisent... ,op. cit., pp. 102·129; a partir de su doble experiencia como medievalista y observador delmovimiento z.apatista, Jér6me Baschet habla de un "presente perpetuo" en "L'histoire face auprésent perpétud. Qudques remarques sur la eclation passé/futue", en F. Hartog y J. Revel(dirs.), Les UJagts politiques du passl, París, Éditions de I'.teole des Hautes Étudcs en SciencesSociales, 2001, pp. 55-74; Marc Augé insiste en el presente perpetuo de "nuestro mundoviolento, a cuyos escombros ya no les alcanza el tiempo para convenirse en ruinas", le contra­pone un tiempo de las ruinas, una especie de "tiempo puro, que no se puede fechar, ausentede nuestro mundo de imágenes, de simulacros, de reconstituciones", Mare Augé, L~ temps ~n

rumes, París, Galilée, 2003, p. 10.El sentido que le atribuyo aquí al prcscntismo cs más amplio que el sentido casi técnico que

le confería George W. Stocking en su ensayo "On the Limits of'Presentism' and 'Historicism'in the Historiography ofthe Behavioral Sciences", publicado de nuevo en Ract, CuúureanJEvo/ul;on. Essays in Ihe HiJlory ofAmbropoÚ1gy, Chicago. Universicy of Chicago Press. 1982,p~. 2· 12. El enfoque presemista es aquel que contempla el pasado con el presente a la vista,mlemraa; que el enfoque historicista destaca el pasado por sí mismo.

21 Rcné ~mond, IX"" /'hislo;" du tonps ptiunt. En hommage aFranfOu Bidaril:Jll. París.CNRS. 1993, p. 33: véase también Henry Rousso, "Pour une histoire du temps préscnt". ÚJ

¡"'''';: tÚt paui. Entrellen .~ Phílípp~ ~~ril, París. Tatud. 200 1, pp. 50.84.Véase, entre las reflalones más reCientes, Olivier Dumoulin. ú rok sodIJ tÚ ¡'histllrim.

o. '" ch.",! AU P"<D'". Parl,. Albin Michel. 2003. pp. 11-61.

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REGfMENES DE HI5TORKIDAD

ciclad" me parece una herramienta operatoria. La sugerí por vez primera en1983, para dar cuenta de un aspecto -el más interesante, en mi opinión- delas propuestas del anrropólogo estadounidense Marshall Sahl¡ns. aunque. enaquel entonces nadie le prestó demasiada arenc16n a esa propuesta, mcluldoyo mismo.30 ¡Iba a ser preciso esperar otrOS ciempos! En efecto. tomandocomo punto de panida las reflexiones de Claude Lévi-Srrauss acerca de lassociedades "frías" y las sociedades "calientes", Sahlins buscaba definir la formade hisroria propia de las islas del Pacífico. Podría decirse que dejé de ladola expresión, sin elaborarla más, hasra que volví a encontrarme con ella, yano entre los salvajes y en el pasado, sino aquí y en el presente; para ser másexaccos. se impuso casi por sí sola después de 1989 como una de las manerasdisponibles para abordar una coyuntura en la que la cuestión del tiempo sehabía convertido en un reto mayúsculo, en un problema y. a veces, en una

obsesión.Mientras tanto, había tenido oportunidad de familiarizarme con las

categorías metahistóricas de la "experiencia" y de la "espera", según la elabo­ración propuesta por el historiador alemán Reinharr Koselleck. con miras aconstruir una semántica de los tiempos históricos. Al someter a examen lasexperiencias temporales de la histOria, ese autOr buscaba en efecto definirde qué manera se habían puesto en relación las dimensiones temporaJes delpasado y del futuro en cada presente.31 Precisamente allí resultaba interesantellevar a cabo una exploración, tomar en cuenta las tensiones existentes enrrecampo de experiencia y horizonte de espera, y prestar atención a los modosde articulación entre presente, pasado y futuro. La noción de régimen dehistoricidad podía así beneficiarse por el establecimiento de un diálogo (asífuera teniéndome a mí por intermediario) entre Sahlins y Koselleck, es decir,entre la antropología y la historia.

Un coloquio. organizado por el helenista Marce! Détienne. de hondavocación compararista, me dio la oportunidad de retomar la noción y detrabajarla en colaboración con un antropólogo. Gérard Lenclud. Contribuía­mos. así, a. nuestra manera, a proseguir, desplazábamos un poco el diálogo--dIscontinuo pero también recurrente; desfalleciente en ocasiones peronun:=a.abandonado- entre antropología e historia. que Claude Lévi-Strausshabla onaugurado en 1949. "Régimen de historicidad", según lo escribimos

)O Véatt Fr:myois Hanog, "Marshall Sahlins ee I'anchropologie de I'hisroirc" Anna/rsEse, 6, J 983. pp. J 256-1263. • ,

,JI Vé~e Reinh?H Koselleck. L~ FutuT passt. er. al francés por J. Hoock y M. C. Hoock.[lam, ~ltJons de J ~co.le des Hautes Érudes en Sciences Sociales. 1990. pp. 307-29. IFuru­ropasado, Barcelona, Paldós. 19931.

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FAAH(OISHARTOG

entonces. podia entenderse de dos maneras. De acuerdo con una acepciónlimitada: ¿cómo trata una sociedad a su pasado?, ¿cómo se refiere a él? Segúnuna acepción más amplia: "régimen de historicidad" habría de servir paradesignar la modalidad de conciencia de sí misma P?r parte ~e .una comu01­dad humana.3Z ¿De qué manera -retomo los términOS de LévI~StraUSs,quevolveré a citar más adelante- "reacciona" una comunidad ante un "gradode historicidad" idéntico para todas las sociedades? De manera específica. lanoción debía proveer un instrumento útil para comparar tipos de historiadiferentes. pero también -e incluso antes que nada, düía yo ahora- paraponer en evidencia diversos modos de relacionarse con el tiempo: formasde la experiencia del <iempo, aquí y allá, hoy y ayer. Desde la ópriea de lafilosofía, la historicidad -cuya trayectoria ha esrablecido Paul Ricceur desdeHegel hasta Heidegger- apunta hacia "la condición de ser histórico";33 otambién «el hombre presente en sí mismo en tanto que historia",34 nosOtros,por nuestra parte, nos interesábamos primero en la diversidad de los regímenesde historicidad.

La noción me acompañó durante una estancia en el Wiss~mchaftskolkg

de Berlín, en 1994. Las huellas del muro no habían desaparecido lodavía; enel centro de la ciudad se veían obras por doquier. ya empezadas o apcaaICPproyecto; seguía vigente la polémica en (orno a la ~nincncia de reconstruir elcastillo real; y las grandes fachadas en ruinas de los edificios del Esle, horadadaspor la metralla, tornaban visible un tiempo que había transcurrido allí de otramanera. Obviamente, sería falso afirmar que el tiempo se había detenido.Con sus grandes espacios vacíos, sus terrenos baldíos y sus "sombras", Berlínme daba la impresión de ser una ciudad para historiadores. donde más queen ningún otro lado podía aflorar lo impensado del tiempo (no solamente elolvido, lo rechazado, lo denegado).

En el cranscurso de los años noventa, más que ninguna otra ciudad deEuropa y quizá del mundo entero. Berlín puso a la obra a miles de personas,desde el trabajador inmigrado de los terraplenes hasta los grandes arquitectosinternacionales. Jauja de los urbanistas y de los periodistas, la ciudad se con-

J2 Publicado en los documemos previos al coloquio. el tato fue retomado en A. Duroy N. DodiUe (recops.), L '¿Ial des fina m sciences sociales. Inscitut Fran~s de Bucarest, París.L'Harmatt~. 1993. p. 29; Yvéase también la presentación del dossier por Muce! Détienne.Compa"r I'meomparable. París, Seuil. 2000. pp. 61-80. (Comparar /o incomparable. AkgalOm ft,r:r tÚ u~ e,eneUz hlJldriea eompa~ .• Barcelona. Península, 2001 J.

Paul Riccrur, La mimo,". le hlSlo,"...• op. cil., p. 480-98, Y "Mémoire: approcheshiSloriennes, approche...... op. ál.• pp. 60-1.

." Jean-fran~oisLyotard, "Les Indiens ne cueillent pas de Aeucs", Annain. 20. 1965. p. 65(articulo sobre Elpmsamunlo salvaje, de Claude Uvi-Strauss, [México. FCE. 19971).

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REGrMENESDE HISTDRIODAO

virtió en un punto de paso obligado e incluso en un sitio a la moda, en un"buen tema". en un laborarorio, en un lugar de "reAexión". Suscitó incontablescomentarios y múltiples controversias; dio pie a la producción de cantidadesmasivas de imágenes. discursos y textos y. probablemente. también de algunosgrandes Iibros.3 '> Tampoco debemos olvidar los sufrimientos y las desilusionesacarreados por semejantes crasrornos, porque allí más que en ninguna ouaparte el tiempo era un problema, visible. tangible. insoslayable. ¿Qué vínculosmantener con el pasado -los pasados, por supuesco-, pero también, degran intensidad, con el futuro? Sin omitir el presente o. de manera inversa,viendo tan sólo el presente: ¿cómo habitarlo, en el sentido literal de la palabra?¿Qué destruir, qué conservar, qué reconstruir, qué construir; y cómo? He allíotras tantas decisiones y acciones que involucran una relación explíCita conel tiempo. ¿Quién. a este punro, revienta los ojos que empleamos para noverlo?

En ambos lados del muro, que había de convertirse poco a poco en unmuro de tiempo. se había empezado por borrar el pasado. Declarar -comolo hizo Hans Scharoun- que no se puede querer al mismo tiempo construiruna sociedad nueva y reconstruir los edificios antiguos, podía, de hecho,aplicarse a ambos lados.36 Scharoun, arquitecto famoso. había presidido lacomisión de urbanismo y de arquitectura juSto después de la guerra. y unade sus construcciones principales es el auditorio de la Ph¡lharmonie. Ciudademblemática, lugar de memoria para una Europa atrapada en su conjuntopor el dilema entre amnesia y deber de memoria, ésa es Berlín en los linde­ros del siglo xxi. AJIí, ante los ojos del paseante-historiador. aún se exhibenfragmenros, huellas, marcas de órdenes del tiempo diferentes. como quienhabla de órdenes arquitectónicos distintos.

De esa manera, formada en las orillas de las islas del océano Pacífico, lanoción terminó por abordar en Berlín, en el mismísimo corazón de la historiaeuropea moderna. Allí fue donde, una vez reelaborada. cobró, al fin. formapara mI. Con el título Ord" du temps 1 (Orden d.¡ ti.mpo 1). empezamospor viajar de 1.. isl.. Fidji a Esqueria. o del Pacífico estudiado por Sahlins

, 3~ Por.ejemplo. GünrtT Grus. ¡¡'uu~histo;~,u. al francés por C. PorceU y B. l..ortholary,P.:ms, Seull, 1997: eres Nooteboom. L,jourdn morts, rr. al frands, Aries, Actes Snd, 2001;en .o~ro esril~. Emmanutl Terray, Ombrn bn1inoisn. VoyJlgt' dJtns un, "14M AJ1nn4gM. París,tdlt.~~ns Od,le Jacob, 1996; Régine Robin. Bnün ~h"ntinr.París. 5rock. 2001.

Vé:mse ~ti~nne Fran¡¡:ois, "Rc:construction allemande", Jacques Le Goff (dir.), Patri­moin~'1 p"Jfiom 'tÚII/ita;m, París, Fayard, 1998, p. 313 ---C'n lo que a la cita de Scharoun sert6ere--. y Cabi Dolff-Bonekamper. "Les monuments de l'histoire contemporaine aBcrlin:ruprures, contradictions et cicatrices", en Régis Debray (dir.), LÍlbus mo"ummllll, Pads,Farard. 1999. pp. 363-370.

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FRAN~OIS HARTO(¡

al mar de las travesías de Ulises, el héroe homérico .. ,Fue un doble ejerciciode "mirada distante" y un primer ensayo de la noClon. Antes de una largatravesía para llegar casi a las posrrimcrías del siglo XVIII e,~r?peo, efectuarnosuna corta escala, intirulada "Ulysse n'a pas lu Augustin (Ulises no leyó aSan Agustín"), que nos permitió dedicarle un espacio a la experiencia cris.tianadel tiempo, a un orden cristiano del tiempo y, es probable que, a un régimen

cristiano de historicidad.Más adelante, para ese momento tan intenso de crisis del tiempo en

Europa, antes y después de la Revolución francesa, tuvimos como guía.aCha«aubriand. Él nos condujo del Amiguo al Nuevo Mundo. de Franelaa América y de regreso. Viajero infatigable, "nadador que se halló en elconAuente de dos ríos" --como él mismo habría de escribirlo al final desus M~moriaJ d~ u/eratumba-, Chateaubriand aparece arrapado entre dosórdenes del tiempo y puesto a elegir entre dos regímenes de historicidad: elantiguo y el nuevo, el régimen moderno. En efecto, su escritura nunca dejóde partir de ese cambio de régimen ni de volver una y otra vez a esa brechadel tiempo. abierra pOt 1789.

Con Ordre du umps 2 (Orden del riempo 2), explotamos. en segundoJugar, nuestra era contemporánea, directamente esta vez, a panir de las dospalabras claves que son la memoria y el patrimonio. Requeridos sin cesar,comentados de maneta abundante y declinados de múltiples maneras, esosvocablos no se desplegaron por sí mismos, sino que se emplearon sólo comoindicios, como síntomas también de nuestra relación con el tiempo -ma­neras diversas de traducir, refractar, seguir, contrariar el orden del tiempo-:como testimonios de las incertidumbres o de una "crisis" del orden presentedel tiempo. Una interrogante nos acompañó a lo largo de la travesía: ¿acasoestá en vías de formularse un nuevo régimen de historicidad, centrado en elpresente?37

HISTORIAS UNIVERSALES

En el transcurso de la historia nunca han faltado las grandes "cronosofías", esasmezclas de profecías y petiodizaciones, y más tatde los discursos acerca de lahistoria un~versal,--desde Bossuet hasta Marx, pasando por Voltaire, Hegely Comte. Sin olVIdar a Spenglet o Toynbee-.38 Movidas por interrogantes

'7 V~anscJ a partir de un cuenionamicnto filosófico, las reAexiones paralelas de BeruandBin~hc. "~pra I',histoirc, I'év~nemc:nt", Aaw/s Marx, 32. 2002. pp. 139.155.

Pomlan. LomTr du I~mps. op. cit., pp. 101-163. Y Karl Lowith. HiskJirr d JIl1aJ. LIs

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RIGIMOlESDt:HISTORIOOAO

en romo al porvenir, tales construcciones, por diferentes que hayan sidolos posmiados en que se apoyaban (e in~epe,n~ientemen.[e de que a final decuentas hayan privilegiado una perspecnva clCllca o una Imeal), han buscadode manera fundamental aprehender las relaciones entre el pasado y el fururo;descubrirlas, fijarlas: dominarlas, para comprender y prever. A la entrada deesta larga galería, en ruinas desde mucho tiempo atrás, podríamos empezarpor detenernos un momento ante la estatua que se le apareció en sueños aNabucodonosor, el rey de Babilonia.

Era una eSCama inmensa, según lo indica la descripción. "La cabeza deesta escama era de oro finísimo; el pecho. empero. y los brazos, de piara; masel vientre y los muslos. de cobre: y de hierro, las piernas; y la una parte de lospies era de hierro y la orra de barro». Y he aquí que una piedra caída de quiénsabe dónde pulveriza la estatua de pies a cabeza. Llevado a la presencia delrey. el profeta Daniel. único capaz de interpretar el sueno. empieza declaran­do: "hay un Dios en el cielo que revela los misterios. y .Éste te ha mostrado,ioh rey Nabucodonosor!. las cosas que sucederán en los últimos tiempos".A cada metal y a cada parte del cuerpo. explica el profeta. corresponde unamonarquía: la primera monarquía será seguida por una segunda. luego poruna tercera y una cuarta, antes del advenimiento. para terminar. del quincoreino. el reino de Dios, que subsistirá eternamente.3? Tal es el sentido de lavisión.

Fechado en el año 164-163 antes de nuestra era. el libro de Danielconsidera los reinos babilonio. medo. persa y macedonio. con Alejandro ysus sucesores. Los autores del libro combinan de manera única un esquemametálico con el de la sucesión de los imperios. presente entre los historiadoresgriegos desde tiempos de Herodoto. Sin embargo. convierten esa mezcla enalgo distinto por completo. al inscribirla en una perspectiva apocalíptica.4o"¿ás tarde. la identificación de las monarquías cambió. los medos desapare­cieron y los romanos clausuraron la serie durante mucho tiempo. pero nopor ello se afectó el valor profético del esquema general.

P"s.uppos/~thlo/Qxi'fUN J~ lA philosoph;~ tk l'histoi". te. al francés por J. F. Kervégan en 1953.

~;::;'h~;~~i:.a~~~~~~¿:;:::~;;'i.ndoy salvacidn. LosP"SUPUNtos uoldgicos tÚ lAfilosofta

]9 ?an.ieJ. 2. 28-4S:.Us citas en francés ueilizae:b.s pord aueor provienen de la edición dela 8Ib:totluqu~ d~ la PI~I~d~ dc Gallimard. publiC3da bajo la dirccci6n de t:.douard Dhorme.

~~~:sJe;9~:~n.o~~r~~;~ncndc la Bih!ia catdlica guadalupana. en su edici6n conmemoraeiva.

<to Arnaldo Momigliano. "Daniel ce la ehéorie grccquc de la succession des e . ..

~;"~~~~~t'hisIOi"dujuda¡sme, te. al francés por P. Faruzi, Nlmes, btitions d:ir~(:

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FRA~OISHARTOG

Otra es[[uC[ura de gran alcance fue la de las edades del mundo. Enel siglo v de nuestra era. San Aguscín retomó e ¡Iuserá de manera duraderael modelo de las siete edades del mundo, que todavía servía de armazón alDiscours sur /1Jistoir~ "niv~ruU~ (Discurso sobre la historia univ~rsa!)de Bossueta finales del siglo XVlI. 41 Adán inauguraba la primera de ell~, mientras ,quetocaba a Jesús abrir la penúltima. La sexta edad correspondla al sexto dla, yera rambién la edad de la vejez, que debía de durar hasta el fin del mundo.

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o obstante. ese "tiempo intermedio" era a la vez senectud y renovación. enespera del tabbath del séptimo día, que habría de aporrar el reposo eterno en

la visión de Dios.A partir de ambas [[amas -la de las edades y la de la sucesión de los

imperios, a la que habría de añadirse más rarde el concepto de la transferencia(rramÚltio) del imperio--. que durante largo tiempo estuvieron presentes yresultaron eficientes en la historia occidental. se organizó una división inau­gurada por el humanismo, que repartió el tiempo entre ciempos antiguos,Edad Media (Media Aetas) y tiempos modernos. Más adelante, la aperturadel futuro y del progreso se disoció de manera paulatina y siempre en mayorgrado de la esperanza del final, debido a la temporalización del ideal de laperfección43 Se pasó entonces de la perfección a la perfectibilidad y al pro­greso, hasta el punto de despreciar, en nombre del futuro. tanto el puado yasuperado como el presente. que no era sino la víspera de un mañana mejor,cuando no "radiante", por lo que podía e incluso debía sacrificarse.

El evolucionismo del siglo XIX naturalizó el ciempo. mientras que elpasado del hombre se ptolongaba cada vez más. Los 6 000 años del Génesisya no eran para entonces sino un cuentO para niños. Se manejaron así nuevosoperadores. tales como los avances de la Razón, las fases de la evolución ola sucesión de los modos de producción. con todo el arsenal de la filosofíade la historia. Fue ranlbién la Edad de Oro de las grandes filosofías de lahistoria. seguidas en los años veinte por las diversas meditaciones acerca dela decadencia y la muerte de las civilizaciones. entre ellas D~r Untergang dnAbendlandes (La decadencia del Occidente) de Spengler, pero también la deValéry, anteriormente mencionado. que había "perdido toda esperanza" enla historia y hacía conSC3r el caráccer mortal de las civilizaciones.44 El tiempo

41 Jacques Bénignc Bossuct, DiscouQ sur l'hisloin ulliv~ruJk, París, Garnicr-Flammarion.1966, p. 142.

42 San AguSlín, CiuJAJtkDios, Madrid, SAe. 2001. 22, 3D, 5; Augwtc Luncau,L'histtIbrdu S:;UI chn ks Pe~s tk /'¡;glis~, París, Bcauchesnc, 1964, pp. 285-33J .

.. Ko..lleck. újU""¡uusI••p. cit.• pp. 315-320, ptincipalmente.

de la P~;i~~~~~:9~anis sur k ",.ruk acMI. CEuvres!l, Pasís, Gallimard. 1960, (Bibliocba¡ue

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R[GIMENfSOEHISTORIOOAO

de la historia universal avasaJladora y optimista parecía haber tocado a su fin.La entropía ganaba y acabaría por imponerse.

Por aquellos mismos años. la hisroria -al menos la historia que teníapor ambición convenirse en una ciencia social- inició con seriedad la bús­queda de otras rcmporalidades. más profundas. más.l~ntas,más, efectiv.as. ~nsu afín por definir ciclos, y atenta a las fases y a las CriSIS, se romo una hlstona

de los precios.45 Ése fue el primer programa de una historia económica y socialformulado en Francia, en corno a los primeros números de Annales. Despuésde la Segunda Guerra Mundial destacan eres rasgos relativos al tiempo. Cadavez más, la arqueología y la antropología física desplazan y hacen retrocederen el tiempo la aparición de los primeros homínidos. La cuenta se lleva ahoraen millones de alÍ.os. En suma, la "revolución neolítica" ocurrió apenas ayer;¿la revolución industrial?, ¡ni se diga! Entre los historiadores, Fernand Braudelpropone a todos los que practican las ciencias sociaJes que trabajen tomando encuenta la duración dcllargo plazo, e invita a asumir "la pluralidad del tiemposocial";46 Por su parte, la historia -atenta a las estructuras, preocupada porlos niveles y los registros, cada uno de los cuales tiene sus temporalidadespropias- se muestra como "dialéctica de la duración". Ya no hay un tiempoúnico, y si bien el tiempo es actor, se trata de un actor multiforme, proteico,y también anónimo, de ser cierto que el largo plazo es esa "enorme superficiede agua casi estancada" que, irresistiblemente. "arrastra todo con ella".

Por fin, el tercer y último rasgo, que es además el más importante enel marco de nuestra discusión, consisce en el reconocimiento de la diversidadde las culturas. Rllce et histoire (Raza (historia) de Claude Lévi-Strauss, escritoa solicitud de la UNESCO y publicado en 1952, es el texto de referencia en eseámbito.47 En esas páginas, el autor empieza por criticar el "falso evolucionis­010", denunciado como una actitud del viajero occidental que cree "volver aencontrar", digamos, la Edad de Piedra entre los indígenas de Australia o dePapúa. Más adelante. pone plenamente en perspectiva la idea de progreso. Lasformas de civilización que uno tenía tendencia a imaginar como "escalonadasen el tiempo" deben más bien verse como "desplegadas en el espacio". Porende, el progreso de la humanidad no remite

4" Emen L3brousse. Esquisu du mOUllnrlfflt dnprixa án TnInIUS NI Franu au XVIII' ¡;}ckParís. Dalloz. 1933. •

pp. ;:~~;;;~d Braudd, "Histoir~ce scicncc:s socialcs.La longu~durtc-, Annaln ESe. 4, 1958,

. 4~ Claude Uvi·Strauss. Rau u hútoi". UNF.5CO. 1952 (La Question raci:al~ dcvant lasc.l~nce moderne). retOmado en AntIJrop%gi~¡tructuraú 11. París. Plon, 1973. pp. 3n-431.[Anl'P'Op%gla NrruCtuTa/2. México. Siglo XXI, 2001J.

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FRAH~OIS HAATOG

a un personaje que sube una escalera, y que añade con cada u.no de sus movi~ie:ntosun nucvo peldaño a todos los quc ha conquistado ya; más bien recuerda al Juga~orcuya suene está repanida entre varios dados [... ] s610 de: Ve'/.en cuando es acumulatl~ala historia, es decir, las cuentas se suman para formar una combinación favorable:.

A esta primera re!ativización de principio es preciso aña~ir una ~ás,que se vincula con la posición misma del observador. Para expltcarlo .~eJor,Lévi-Strauss recurre enconces a los rudimencos de la teoría de la relatividad.A fin de mostrar que la dimensión y la velocidad de desplazamiento de loscuerpos no SOIl va..lores absoiucos sino funciones de la posición del observador,sc recuerda que, para un viajero sentado junto a la ventanilla de un tren, lavelocidad y la longirud de los otros trenes varían según se desplacen en igualsencido o en sentido opuesto. Pues bien, todo miembro de una cultura es tanestrechamentc solidario de ella como aquel viajero ideal lo es de su tren.-49

Como último argumento, que parecería estar en contradicción conel anterior, el autor indica que no hay sociedad acumulativa "en sí y porsí": una cultura aislada no podría ser acumulativa. En efecto, sociedadesque "combinan voluntaria o involuntariamente sus juegos respectivos", hanalcanzado las formas de historia más acumulalivas. De ahí la tesis final dellibro, según la cual lo más importante es la separación diftrtncúú entre lasculturas. En clla, y no en "la lista de sus invenciones particulares", reside su"verdadera contribución" cultural a una historia milenaria.50 Por ende, ahoraque hemos ingresado a la era de la civilización mundial, la diversidad deberíapreservarse. con tal de entenderla no tanto como contenido sino como forma:lo que cuenta ante todo es <lel hecho" mismo de la diversidad, y no tanto"el contenido hist6rico que cada época le dio".51 Por medio de sus diversasconvenciones y reglamentaciones, la UNESCO parece haber escuchado esemensaje, al menos en parte, puesto que en la actualidad está en proceso deelaboración una convención internacional relativa a la diversidad cultural.Tales son los principales puntOs de un texto reconocido en su momento como"el más reciente de los grandes discursos acerca de la historia universal".52

Sin embargo, en 1989 precisamente. dicho género recobró de prontoun amplio público con "¿El fin de la Historia'" de Francis Fukuyama, comosi se tratara de una nueva pero también postrera Aoración. Presentada c:n un

.. Ibid., pp. 393-394." Ibid., p. 397.lO Ibid., p. 417.SI Ibid., p. 421.52 Pomian, L'ordredu tm,ps, op. cit., p. 151.

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RrGrMENESOEHISTORIClOAO

principio en un artículo que le dio la vuelta al mundo. la tesis de Fukuyama,reromada más tarde en forma de libro. buscaba sugerir que la democracialiberal podría en realidad consti[Uir "la forma final de todo gobierno humano"y representar por lo tanro, en ese sentido. "el fin de la Historia". La apariciónde fuerzas democráticas en partes del mundo en las que no se esperaba supresencia, la inestabilidad de las formas autoritarias de gobierno y la ausenciaroral de alternativas teóricas coherentes con la democracia liberal nos obligana replantear la antigua pregunta: ¿existe acaso, desde un punto de vista muchomás 'cosmopolítico' del que era posible en tiempos de Kant, una historiauniversal del hombre?53 Según Fukuyama. la respuesta es afirmativa; empero,añade en seguida, es una historia terminada.54

REGIMENES DE HISTDRICIDAD

¿Qué sitio debemos otorgar a la noción de régimen de historicidad en estagalería de grandes referencias que hemos recorrido a roda prisa? Sus pretensio­nes son infinitamente más modestas, y su alcance, si es que lo tiene, es muchomás limitado. Vista como una simple herramienta, no pretende expresar lahisroria del mundo pasado y mucho menos por venir. No es una cronosofíani un discurso de la hisroria, por lo que tampoco sirve para denunciar odeplorar el ciempo presente; en el mejor de los casos, intenta arrojar sobre élnuevas luces. El hisroriador ha aprendido a no reivindicar un punto de vistadesde lo alro. desde el cual podría dominarlo todo. Pero ello no implica de

51 Francis Fukuyama, La fin d~ I'Histoir~ f't Ü d~rni~r Homm~, París, Flammarion. 1992.pp. 11 Y96 [El jill df' la /Jistoria y f'lúltimo /Jombr~. México. Planeta. 1992]; y Jacques De­rrida. Sp~crm d~ Marx. París. Galilée. 1993 [&p~Ctrof d~ Marx, Madrid. Trona. 1995], es.principalmente. una extensa crítica a la tesis de Fukuyam:J.

54 ¡Tampoco Robert Bonnaud -quien por cierto no esperó hasta 1989 para cr~r o volvera creer en una historia universal- piensa que ha rerminado! Sin embargo. al verse beneficia·das por las interrogantes actuales acerca del tiempo. sus investigaciones han merecido mayorarención. En efecto. habiendo explorado desde su juventud los mecanismos temporales. buscadetectar lo que ~llIama los "hitos históricos mundiales". documenta cienos sincronismos (porejemplo. el año 221 antes de nuenra era. que influyó tanto en el mundo mediterráneo comoen el mundo chino). Publicó en 1989 L~ Jyft;m~ d~ l'huloi". París. Fayard. y desde entoncesha afinado y precisado sus análisis. convencido de que la historia no p:tdece "un exceso defechas. sino la ausencia de una cronología razonada". Véase Roben Bonnaud. 70urnann ~t

plriodf'f. París, tdirions Kirn~, 2000, p. 13. Sus invesrigaciones deberían permitir esbozar seriesde "curvas planetarias" y reivindican un alcance predictivo. Véanse, por último. las reflexionesde Jean Baechler. quien propone un esbozo de una hinoria universal en Esquisu d'u,,~ /Jistoi"unit~rulk. París. Fayard, 2002.

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fRAH(OISHARTOG

ninguna manera que deba esconder la cabeza como avestruz, ni que ~enga

que confinarse en los archivos o cenirse de manera estricta ~ s~ peno~o.Tampoco busca reactivar una hiscoria movida por un dempo unJco~ regidoen exdusiva por el staccato del aconrecimienco o, al revés, por la len[ltud dellargo o el muy largo plazo. No se reata de prescindir de tO~Os los re~ursos

de inteligibilidad que apona el reconocimientO de la pluralidad del [lemposocial; de codos esos tiempos superpuesros, imbricados, desfasados, cadauno con su propio rirmo, que Fernand Braudel, seguido de muchos autOresmás, puso con pasión al descubierto. Tiempos que han enriquecido de modoconsiderable el cuesrionario de las ciencias sociales, que 10 han afinado, y lohan hecho más complejo.

Formulada a parrir de lo conremporáneo, la hipótesis del régimen dehisroricidad debería permidr desplegar un cuestionamienco "hiscoriadoc" encorno a nueStras relaciones con el tiempo. Historiador en el sentido de queopera en varios tiempos e instaura un vaivén eocee el presente y el pasado o,mejor dicho, los pasados, en ocasiones muy distantes, tanto temporal comoespacialmente. Ese movimiento consdcuye su única especificidad. Si partimosde diversas experiencias del tiempo, el régimen de historicidad intenta brindaruna herramienta heurística, que conceibuya a aprehender mejor no el tiempo,ni todos los tiempos ni el todo del tiempo sino, principalmente, momentos decrisis del tiempo, aquí y allá, jusco cuando las articulaciones entre el pasado,el presente y el futuro dejan de parecer obvias. ¿Acaso no es eso, antes quenada. una "crisis" del tiempo? Busca también una manera de proporcionarnuevas luces, casi desde dentro, en torno a las interrogantes de hoy acerca deltiempo. marcado por el carácter equívoco de las categorías: ¿estamos ante unpasado olvidado o más bien ante un pasado recordado en demasía? ¿ante unfuturo que prácticamente ha desaparecido en el horizonte o ante un porvenirmás bien amenazador?, ¿ante un presente que se consume en forma ininte­rrumpida en la inmediatez o ante un presente casi estático e interminable, poi:

no decir eterno? Asimismo. permitiría entender mejor los múltiples debatesabiertos por doquier en torno a la memoria y la historia. a la memoria conarla historia, al "nunca bastante" o al "ya demasiado" patrimonio.

Operante en ese espacio de interrogación que ha concribuido a pc~r. la no~ión cobraría valor por y para esos movimientos de ida y vuelta.bien es Cierto que cada ser tiene una experiencia del tiempo, desde sin~.se trata aquí de tomarla en cuenta en su integridad. yendo de lovlvld~ a lo más elaborado. de lo más intimo a lo más compartido. de loorgánico a lo más abstracto.55 Nuestra atención, insisto, está enfocada

ss Acerca de la noción de experiencia. véase Rcinhart Kosdleck, L 'exphiena M

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REGfMENES DE HISlORtClDAD

todo y sobre codo hacia las categorías que organizan esas experiencias y quepermiten expresarlas; de manera más exacta at¡n, hacia las formas o los modosde articulación del pasado, el presente y el futuro como categorías o formasuniversales.56 ¿De qué manera, variable en función de los lugares, los tiem­pos y las sociedades, se ponen a funcionar dichas categorías, que son a la vezcategorías de pensamienco y de acción? ¿De qué manera logran hacer posibley perceptible el despliegue de un orden del tiempo? ¿De qué presente, conmiras a qué pasado y a qué futuro, se trata aquí o allá, ayer y hoy? El análisisestá enfocado a un más acá de la historia (como género o como disciplina),:llIn cuando roda historia, sea cual fuere, a final de cuentas, su modo de ex­presión, presupone, remite a, traduce, traiciona, magnifica o contradice, unao varias experiencias del tiempo. El régimen de historicidad pone a nuestroalcance una de las condiciones de posibilidad de la producción de hiscorias:según las relaciones respectivas del presente, del pasado y del futuro, ciertostipos de historia son factibles y OtrOS no.

El tiempo histórico, si adoptamos aquí la opinión de Reinhart Koselleck,lo produce la distancia que se crea entre el campo de la experiencia, por unaparte, y el horizonte de espera, por la otra: el tiempo histórico se engendrapor la tensión entre ambos.57 El régimen de historicidad se propone arrojarnuevas luces sobre esa tensión, y estas páginas trabajan en torno a esa distancia;mejor dicho, en torno a los tipos de distancia y a los modos de tensión. SegúnKoseIleck, la estructura temporal de los tiempos modernos, marcada tanto

tr. al francés por A. Escudier, París, Hautes ttudes Ga.llimard, Le Seuil, 1997, pp. 201·204,principalmente.

56 En "Le langage et I'expüience humaine", tmile Benvenisre proponía una distinciónentre el "tiempo lingüístico" y e! "tiempo cr6nico": e! primero es "e! tiempo de la lengua",medi:J.nte la cual "se manifiesta la experiencia humana del tiempo", mientras que el segundoes "el fundamento de la vida de las sociedades". Prob¡;m~Jdu ¡ancagt'. P:J.rís, Gallim:J.rd, 1966(Diogcne). pp. 3·13. El régimen de historicidad formarí:J. parte de ambos. Cabe t:J.mbiénremitir aquí :J.las observ:J.ciones de Norbert Elias acerca de las nociones de puado. presentey futuro: MLos conceptos de pmado, de p"rmu y de futuro expresan la relación que se esta­blece entre una serie de cambios y la experiencia que de ellos vive una persona o un grupo.Un inst:J.nte determinado dentro de un flujo continuo sólo cobra e! aspecto de un presenteen relación con un ser hum:J.no que lo vive. mientras que arras inst:J.mes cobran e! aspecto.de un pasado o de un futuro. En su calidad de simbolizaciones de periodos vividos, estas[fes expresiones no s610 representan una sucesión, como el año o el binomio 'causa.efeclO·.sino también la presencia simultánea de esas tres dimensiones del tiempo en la experienciahumana. Podríamos decir que pasado. pnunu y fuwro constiruyen. aun cU:J.ndo se trata detres palabras disrimas, un solo y único concepto". Véase Norbert Bias. Du Tnnps, op. ril.,p. 86; vid. ¡lIfta, cap. 2, pp. 82-83.

57 V¿:J.Se Koselleck, üfimlr pflir¿, op. cit., p. 314.

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FRAN(OISHAIlIOCi

.- a por la asi mctríapor b apcrrurJ del futuro corno por el progreso, ..~e caractcnl- historia ucdcentre la experiencia y la espera; desde final.c4 d~l siglo xVII~::;~~ilibrio si:m >reconocerse esquem:hicamelHc como la hlstona d~ ~n ~e cs~ manera, la /ór.creciente entre 3'T'Ibos, C0l110 efecto de la acderacl6 . " dl11ula "mienlf.lS m:í.s escasa es la experiencia, m'lyor se torna la e~pera po ríaresumir esa evoluci6n. En 1975, Koselleck aún se interr gaba en tor~"Io a loque podría conslituir un "fin" O una salida de 10.5 tiempo~ m~der~~.s. :al vezpodda expresarse mediante una fórmula ~arcc,cla a .Ia Slgu,lcn.te:, 51~"Ilentrasmayor es la experiencia, m:í.s prudente y abierta se taina la espera.

N"IOra bien, ¿acaso no se ha impuesto desde aquel ent~nces una confi­guración bastante difereme? Una onfiguraci6n que se.car~ctcnz..1.,al ~ontrano.por la máxima distancia entre el campo de la experiencia y el hon~ontc deespera, discancia que linda la ruptura. De modo que el engendramiento deltiempo hist rico pareciera su~pcndido. De allí, quizá, la expcriencia con·temporánea de un presente perpetuo. huidizo y casi inmóvil, que intcnta apesar de rodo producir por sí mismo su propio liempo hist6rico. Todo sucedecomo si ya no hubiera más que presente. una especie de vasta extensión deagua agitada por un incesante chapoteo. ¿ abe entonces hablar de "fin" Ode"saJida" de los tiempos modernos, es decir, de esta estructura temporal pani­cular o del régimen moderno de historici(bd? Todavía es pronto para saberlo.Podemos hablar de crisis, por supuesto. Este momento y esta experienciacontemporánea del tiempo constituyen lo que yo designo con el nombre de"presentismo".

Estas páginas no son discurso accrc..'l de la historia universal, ni histo­ria del tiempo. ni siquiera un tratado en relaci6n con la noci6n de régimende historicidad, sino que giran en torno a ciertos momentos de historia ya cierras vocablos del momento; eligen unos cuantOs personajes famosos; yleen o releen varios textoSj interrogan desde el punto de visea de las formasde la experiencia del tiempo que los constituyen o los habitan, incluso sinque ellos lo sepan, en ocasiones. La indagación no busca censar todos 101regímenes de historicidad que han estado vigentes en el transcurso de la larphistoria de las sociedades humanas. La reAexión pone sin cesar a distancia lamisma coyuntura presente que le da origen, remonta muy lejos en el tiempo.en u~ cs.fueno por retornar más cabalmente al ahora, pero sin ceder nuncaa la IlUSión de una perspectiva dominante. Una vez más, por convicc:i6llin[c~cctu=1 y por gustoye.rsonal, he optado por "el movimiento que~las lineas. ; he dado priOridad a los limites y a los umbrales. a los momen"de InAeJuón o de vuelco. a las discordancias.

"lb"'., pp. 326-327.

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REGIMENES DE HISTORICIDAD

Ésa era ya la dinámica que organizaba mi libro Le m~roj,. d'Hérodou(El "p<jo d. Haodoro). Ubicado en la linde de la Historia oeelde",al, ¿de quélado del umbral se hallaba colocado Herodoto? ¿Más acá o más allá? ¿Aún ~oo ya historiador? ¿Padre de la historia o mentiroso? Lo mismo ~e s:lcedl~,en el espacio más restringido y también más resrrictivo de la hlstoflografl3francesa, duranre mi encuencro con Fuste! de Coulanges. A su lado, atraveséese espacio a todo lo largo de un siglo. Nacido en 1830 y muerto en el año enque se celebraba el centenario de la Revolución francesa, Fuste! de Coulangesfue sin lugar a dudas historiador, casi en exceso, pero no por ello dejó desituarse en falso respecto a la historia como ciencia. a pesar de haber sido unode sus más austeros promotores; al igual que respecto a una nueva Sorbonaque, sin embargo, creó para él la primera cátedra de historia medieval. Esasituación incómoda, que duró más allá de su muerte, fue la que me permitióconstituir el caso Fustel. Por su parte, e! Ulises de Mimoire d'Ulysse (MemoriatÚ Ulises) -libro de interrogantes en torno a la frontera cultural en el mundoantigu~resulta para mí emblemático de esta perspectiva. En su calidad deviajero inaugural y hombre~frontera. Ulises es alguien que no deja de trazarfronteras ni de atravesarlas. con el riesgo de perderse. Al igual que la cohortede sus sucesores, viajeros a títulos diversos en e! espacio de la cultura griega,esboza los comornos de una identidad griega. Con ellos se construyeron, en e!espacio y la larga duración de una cultura, aquellos itinerarios griegos, atentosa los momentos de crisis en que las percepciones se confunden, cambian derumbo, se reformulan.

Hoy en día. en el caso de los regímenes de historicidad, el objeto esdistinto, la coyuntura también, Se trata de un nuevo itinerario, esta vez entreexperiencias de! tiempo e historias. que se desarrolla en un momento de crisisdel tiempo. Aunque la perspectiva se ha ampliado y el presente está presentede modo más directo, la manera de ver y de hacer. la manera de avanzarpermanece: se ha convertido para mí en la manera de trabajar.

Agra~ezco a Jean~Pierre Vernant. quien me alentó a escribir este libro y fuesu pnmer lector. Gracias a Maurice Olender. que me propuso hacerlo. así~omo a Gérard Lenclud, Erie Michaud, Jacques Revel y Miehel Werner. Porultimo. gracias a los participantes de mi seminario que han sopo r d"regímenes", • r a o estos

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CApíTULO 4

MEMORIA, HISTORIA, PRESENTE

"Francia debe recomponer sus anales para ponerlos de acuerdo con el progresode la inreligencia". La fórmula está. una vez más. tomada de Chateaubriand:la proponía en el prefacio de sus Estudios históricos mencionados en el capítuloprecedente. Él se mostraba como un historiador superado por la historia:"Escribía la historia antigua. y la historia moderna llamaba a mi puerta". J

¡De nuevo la historia, de prisa como el correo, iba más rápido que él! Seríanecesario -señalará en sus Mnnorias- poder "hacer historia a bordo de uncarruaje". En Alemania, Lorenz von Stein, teórico de la historia. señalabade la misma forma en 1843: "Es como si a la hisroriografía se le dificultaraseguir la historia".2 Por supuesto, al afirmar esto, Chateaubriand seguíasiendo amo, pues hacía de su propio anacronismo el móvil y el motor de suescritura. En cuanto a la recomposición de los anales según el progreso dela inteligencia, es decir, plenamente sincronizados con el régimen modernode historicidad. esta tarea no era finalmenre para él. En efecto. era la jovengeneración de historiadores liberales. comenzando por Augustin Thierry. laque debía encargarse de ello.

De hecho. la historia nacional se conveniría durante mucho tiempo enel gran tema de los hisroriadores franceses y el lema de Chateaubriand podríafigurar en el epígrafe de numerosas obras. o cuando menos de las más audacesa todo lo largo de los siglos XIX y xx. seguramenre hasta Lavisse. incluso hascala empresa misma de Lo! lugar" d. memoria de Pierre Nora. Claro está. noes que la situación fuera la misma. pero tanco para Chateaubriand en 1830

I VUl sup.... cap. 3. p. 105.. ¡ Lorenz von Stein. apwJReinhan KoseUeck, ú¡ÜlUrpassl. Par/s.1ld. del'll<oIed<:shau...eludes en sciences sociales. 1990, p. 180.

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flWl(OISHAJlT06

. .. de la década de 1980, se traraba de partir de UII~mo p~ Nora al miel: el rescote y tOmar nota. Para reconstruir -sobredJagnósnco llevado hase P . d regunearse, de antemano loun nu~o plan.o':: decía Cha[:aub:~a~s~~:r~~ra: ¿se puede todavía cscrd.uque qUiere decir reco,ropanee en ;13una historia de FrancIa, cómo Ypor qué. . (1984 1993) fi al

El momentO de Los lugares de memona - n mente Unolugar alrededor de 1989: concebido e iniciado anteS, el p~oyecto ~ 6naIi­zado después. Si lo pensamos entonces. en Francia. en el ~1~entcnallO deJaRevolución, repitiendo por anticipado algunas guerras ~l1lOsas en tu quecada uno debía hacer su parte, la caída del ~uro de Berhn, en la que nadiesoñaba, coOló a codo mundo desprevenido. Pero e~ta empresa acompa66la ola memorialista que después de la mitad de los anos setenta se exteDdi6por Francia. La registró como un sismógrafo, la reflejó como un espejo,.,

reRexionó sobre ella.Entre los múltiples indicadores posibles de ese movimiento ele la...

moria, bastará mencionar la película de Mareel Ophuls Dolory tri""""'"que debió esperar hasta 1971 para ser difundida, seguida de La Frrmt:M.Ví'ck¡¡ J940-J944, de Roben Paxton, minuciosa acusación contra d ...men de Pétain, apatecida en 1972. Pero también. en otro tenor. El adWiIJtÚ orgullo, en 1975, de Pierre-Jakez Hélias. Esas "memotias de un~del pals bigudl", nacido en 1914. recrean una civilización popular bEl libro alcanzó rápidamente el millón de ejemplares. Shoah. laClaude Lanzmann, en 1985; en 1987, LOJ aUJinoJ tk lA mnnoTÍll, ckVidal-Naquet. desmontando y denunciando el negacionismo; d 'El Jíndrome tÚ Vicry (J944-198.. .) de Henry Rousso. Al empinvestigación sobre Vichy, Rousso habla descubierto que aya no erade la medicina forense, sino más bien de la medicina a secas, •psicoanalista". Y tantas más, hasta el último Iibto de Paul Rico=ur,en 2000, para el milenio, La mnnoria, lA historúl, el olvido. En UD

tangible, son más visibles. al ser también testimonio de ello: laactiva o museificación de los eennos históricos urbanos, la mullos ecomuseos o museos de sociedad. y la ascensión del Fa

J Pie= Nora (dir.). Les Lin<x tÚ minwi,., Uf, Les FwuIa, l. PariI,11-32.

• J789. lA commImtJ"'lÜm (vol. eolectivo, Parls, Ga1limard, 1999)apareados en ú DiINu JOb.. el bicentenario de la Revolución en-BimJtnI4i,. de '" Jl/wlulÜm ftrz"fllíse. Ptrttü¡ues soci4Ies ¿'_&litio.... 2000.

l V'ut ¡,,¡;., pp. 179-181.

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REGIM(IUS Of: HtSlORKIDAD

P.er~ ~e Chateaubri~nd a ~ierre Nora, para regresar a nuestro punto departida lI~lc,~al, sorpfend~,1.l1medI3r:unenre I~ diferencia en la relación con elriel11po. El I~llevo pla~~ • Invoca,do por los avances" de la inteligencia cier­r3mcnre ,remite a ~I.na VISlon del tiempo como perfeccionamienco y progreso:el de la lIbertad hlp de las costumbres descubierta en América, el que hacíadel E1JSfl)'O histórico revisado un testigo de eSta marcha. Pero sabía tambiénque la manera de trabajar de los historiadores liberales que tomaban al nuevomundo como llna "escab rectificada para medir al viejo mundo". estaba en lasanrípodas de su vocación de escribano. cuya escritura no es más que listadosincesantes de lIllO a orro.6 En el momento de emprender lo que despuésse convertiría en Los lugnus d~ m~morin, Nora no solamente no invocabaningún ciempo progresista. sino que no salía del círculo del presente. Por dconuario, señalaba, "la desaparición rápida de nuestra memoria nacional mepareció que exigía un inventario de los lugares en los que selectivamente seencarnó".7 Un inventario previo a una muerte anunciada.

Fernand Braudel todavía tuvo la audacia de lanzarse a una larga Historiade la Francia solitaria. al estilo de Michelet. pero al partir mucho más tardeque él (Michele, le consagró cuaren,a años), no pudo explorar has,a el finalesa Jd~ntidlld d~ Francia en la que se reúnen singularidad y permanencia.8

De ninguna manera se trara de la memoria, sino de una historia sustraída delo más profundo de la larga duración. esta llenorme superficie de agua casiestancada" que insensible pero irresistiblemente "arrastra todo con dla".9 Si setrata de una empresa colectiva excepcionalmente larga. Los fllga"s ek mnnoriano han tenido ram poco un artífice que a lo largo de sus intervenciones volu­men tras volumen, haya dado su "interpretación". casi en el sentido musicalde la expresión, de la historia de Francia: su pequeña serenata.

Así como ya lo había anunciado, la cuestión que nos sirve de hiloconduccor es la del orden del ciempo, del cual dan ,estimonio Los lugam.comprendidos antes que nada como proyecto intelectual. Al poner en primerlugar a la memoria, ien qué aniculación del pasado, del presence y del futurose encuentran? Pues es evidente que comienzan por no reconducir el régimenmoderno de hiscoricidad. Más allá de ellos mismos y de su paso. Los luga"snos servirán ,ambién de proyeccor para aclarar las temporalidades movilizadaspor el género de la historia nacional en el curso de su historia. Pero antes.

6 Vid JUpra. pp. 118-119.1 /.n U,UX dr mimo;", 111, op. cit.• p. 1.a Ft"rnand Braudel, L'/den/;/i de la Franu, Parrs, Arrhaud-Flammarion. 1986.3 vol•• [LA

,dtn,idJuI dr Francia, 3 {l•• Barcelona, Gedisa. 19931., Ibldrm, r. 11I, p. 431. Vid. Slip"". p. 35.

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FRAN~OIS HARTO(;

tomemoS de nuevo alguna distancia y practiquemos otra modalidad de laobservación a distancia.

LAS CRISIS DEL REGIMEN MODERNO

'No podría incluirse, tan solo como hipótesis, al régimen moderno de bino­~icidad entre esas dos fechas simbólicas que son 178? y 1989? ¿Será necesariollegar a pregonar que manifiestan su enrrada y su salida de la escena de la granhistoria? ¿O que por lo menos marcan dos paus~, dos fallas en el orden ddtiempo?lO Desde ese puntO de vista, el 11 de septiembre de 200 1 ~o .aportaráun cuestionamiento fuerte a dicho esquema, a menos que la administraciónestadounidense haya decidido colocarlo como punto cero de la historia mun.dial: un nuevo presente, un único presente, el de la guerra contra el terrorismo.En todo caso, el 11 de septiembre llevó al límite la lógica del acontecimiemocontemporáneo que, al dejarse ver en su propia constitución, se historiza enseguida y es ya, en sí mismo, su propia conmemoración: bajo la mirada delas cámaras. tl En ese sentido, es absolucamente presenrista.

Entre los actores mismos y entre aquellos que casi inmediatamentehan imentado dar cuenta de ello, la Revolución francesa pudo ser descifradanotablememe como un conflicto entre dos regímenes de historicidad. Seimerpeló al pasado, se invocó ampliamente a Roma y a Plutarco, todo paraproclamar a codo lo aleo que no existía modelo y que no era necesario imirarnada. La trayectoria del mismo Napoleón puede aclararse bajo esta misma luz.Llevado por el nuevo orden del tiempo, siempre quiso adelantarse a sí mismo-"iba tan rápido que apenas tenía tiempo de respirar por donde pasaba·,hacía ONU Chateaubriand- y quedó, no obstante, fascinado por los hiroesde Plutarco hasta entrar de espaldas en su fumro, como lo señalaba Valúy,haciéndose pasar por un seudoheredcro de un linaje. J2 Él también tejió sudestino de héroe finalmente trágico entre dos regímenes de historicidad.

10 Entre muchos otros posibles. citemos a un historiador, observador comprometido casu siglo, Eric Hobsbawm: "Very few people would dcny mar ao epoch in world historyeadedwith [he callapse of rhe Soviet bloc and (he Sovict Un ion, whatcvc:r we read in me eveaa:af'1989·91. A pagC' in history has beco turncd" (En History. Londres. Abacus Book. 199& po311 (Sob" id. historia. Barcelona, Crítica, 2002)).

11 Carol Gluck. "11 sc:prembre. Cucrre el rélévision au 21~ sicdc",AnnAlnHSS.l,2OC&pp. 135,-162. Carol Gluck propone una historia-testimonio de la "guerra conuad tt:m1ilfJ*.~onduc~da por Estados Unidos a través de una "etnografía" de los medios. Atc:otoalacdllklII1stamanea de la guerra, no se detiene en la auroconmemoración ¡nmediau coDlliDIIiWMacontecimiento.

.. 12 Plutarco, Vit'J pnra//;/t'J, pról. de Fran~ois Hanog, París. Gallimard. 2002. pp.....Enlrar de espaldas en su fUluro", la fórmula es de Valéry.

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RKIMDUS O( HISTOIIODAD

Las características del r~gimen moderno. tal como se destacan en losanálisis ya clásicos de Koselleck. son, ya lo hemos visto. el paso del pluralalemán di~ G~schichun al singular di~ G~schichu: la Historia. "Más allá de lashistorias está la Historia", la Historia en sí, que, según la fórmula de Droysen,debe convenirse en "conocimiento de sí misma" ,13 Sobre todo, es conocidadesde entonces como proceso, con la idea de que los acontecimientos notienen lugar solamente ro el tiempo. sino a travts de él: el tiempo se convieneen actor. si no es que en "el actor". Las lecciones de la historia son sustituidasahora por la exigencia de la previsión, puesto que el pasado no ilumina más elfuturo, El historiador ya no elabora el ejemplo, sino que está en busca de loúnico. En la historia magistra, el ejemplo relacionaba el pasado con el futuroa través de la figura del modelo por imitar. Detrás de mí, el hombre ilustreestaba delante de mí o frente a mí.

Con el régimen moderno, el ejemplo. como tal. desaparece para dejarlugar a lo que no se repite. El pasado es, por principio. lo que regresa a lomismo, por posición, ya superado. Más adelante. un día. cuando se presentenlas condiciones. los historiadores podrán establecer una ley, como ha sucedidoen las ciencias de la naturaleza. O. para retomar una formulación propia de lahistoria-ciencia de finales del siglo XIX. el día glorioso de la síntesis acabará pornacer, pero al esperar, la historia debe. como un anesano necesitado.limitarsca lo ordinario e ingrato del análisis. Es muy pronto. En todo caso. el porvenir.es decir, el punto de vista del porvenir. ordena: "La historia se convirtió enlo esencial en una conminación que dirige el Futuro a lo Contemporáneo".

El requerimiento. agregaría yo todavía, para completar la fórmula(omada de Julien Gracq, se ex,endió cambién hacia el pasado y se impusoa los his<oriadores que a lo largo del siglo XD< organizaron y concibieron sudisciplina como la ciencia del pasado. Ese fururo que ilumina la historia pa­sada, ese punto de vista y ese ,,/os que le dan semido, tomó con los hábitos dela ciencia, cada vez más, el rosero de la Nación, del Pueblo, de la República,de la Sociedad o del Proletariado. Si existe todavía una lección de la historia,viene del futuro, y ya no del pasado. Está en un futuro que llegará cual rup­tura con el pasado, al menos como difereme de él; mienaas que la historiamagisrra se basaba en la idea de que el finuro, si no repetía exactamente elpasado, al menos no lo excedía jamás, puesto que se movía dentto del mismocírculo (aun cuando Chateaubriand hubiera arriesgado mucho la imagen delos círculos concéntricos). con la misma Providencia o las mismas leyes y. enlodos los casos, con hombres dotados de la misma naturaleza humana.

13 Koscllcck. L~ futur pass/, op. dt., p. 43.

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FRAH(OISHAIITOG

'Por ué esta hipótesis dedos rompimientos: 1789 y 1989? Ciertamen_te no ~ra ~o uea' la reAexión y alejarse repitiendo el final de ~odo y~ lahistor~ en a~icular, aJ no tener ya desde encol1ces la demo.cracla otro rival.sino al ~ont~ario, para estimular. lanzar de nuevo esta cuestión, .desterrandola evidencia del presente. También, el leer Los lugares de memort~ desde unaperspectiva amplia o de una historia de larga duracIón de las relaC1on~ con eltiempo. conduce a cuestionarlos como una manera de traba!a~a partlC de enerompimiento (que no se reduce al9 de novie,;,bre de. 1989 umcamente. fechade la caída del Muro), aunque también podna trabaJarse buscando propo_una aproximación y una historia. Dichos rompimientos. lIamémoslos indwobrechas en el tiempo, retomando el diagnóstico dado por Hannah Arendt,son esos intervalos enteramente determinados por cosas que ya no son y porcosas que todavía no son. 14 Brechas, pues existe un tiempo de pausa.. y porello el tiempo parece desorientado. Chateaubriand, recordemos. conclulaqMemorias bajo la comprobación de dos imposibilidades entre las cuales le

encontraba colocado el mundo de 1840: la imposibilidad del pasado, la 1m­posibilidad del futuro. 15 Volveremos sobre ello en el momento de concluir.

Tal hipótesis no implica de ninguna manera que el régimen modcraono haya conocido cuestionamientos antes de 1989, que no hayahabidoOlllllcrisis del orden del tiempo. Muy por el contrario. Comenzamos por ahí.la introducción. 16 Un régimen de historicidad, además, nunca ha sido II1II

entidad metafísica, descendida del cielo y de alcance universal. No esmú_la expresión de un orden dominante del tiempo; tejido a partir de difaeaIitregímenes de temporalidad, es, para terminar, una manera de traducir.,ordenar las experiencias del tiempo -maneras de articular el pasado. el py el futuro- y de darles sentido. Es necesario que, para la apreheasi6expresión de estas experiencias, la descripción fenomenológicalos tres tiempos siga siendo siempre el punto de referencia esencial. eregímenes podrán contarse? Lo ignoro. El ejemplo del régimen he.rok:Gnesio muestra, al menos, que tenemos un invenrario abierto y que DO

encerrados en la sola autocontemplación de la historia europea. O~l momento mismo de ser instaurado, aunque cierramente jamú to~nstaurado (salvo en el mejor de los mundos), un régimen deInstala lentamente y dura mucho tiempo.

:: Hannah ~d., ÚI CriN tÚ '" nJtu.... ParI5, Gallimatd, 1972, po 19PI' Chateaubnand, Mlmo;m J'Ou""·1iJmb., 44. 5, Parl. GaIlinwd.l~., 1951, '.11. p. 922. '

VI.l "'p.... pp. 21-27.

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Tal ha sido el caso del gran modelo de la historin mngistrn antigua (de!que no hatá falta por lo demás exagerar e! carácter uniforme o que comprenderodo).'? Fue retomado por la Iglesia y por los clérigos medievales cuandoasumieron la tarea de escribir la historia. Más profundamente, el régimencristiano pudo combinarse con e! de la historia magistrn. en la medida enque e! uno y el otro miraban hacia el pasado. hacia un ya. incluso si el ya delos Antiguos no era de ninguna manera el de los cristianos (actuando sobree! horizonte de un todavía no). No quiere decir que este antiguo régimen dehistoricidad no haya conocido muchos cuestionamienros durante su largahistoria. Por ejemplo. en Francia. durante la segunda mitad del siglo XVI.

Entre muchos indicadores posibles. podríamos recordar la publicación en1580 de los Emayos de Montaigne. en los que se ve el exemplum antiguo des­estabilizado en un mundo en perpetuo movimiento. Se destruye mientras seconvierte en "singularidad". 18 Decidido a ser un nuevo Plutarco, Montaigneescribe /inalmente los Emayos. "Es a mí a quien describo·, lanza la advertenciaa! lector. De! mismo modo. un siglo más tarde. e! estallido de la Querellaentre los Antiguos y los Modernos (1687) marcó un momento decisivo dela crisis de! tiempo. Si. como lo demuestra Perrault. los Modernos superana los Antiguos. si ha habido progreso y perfeccionamiento en casi todos loscampos. es necesario que el tiempo no actúe todavía sobre un futuro del quevendrá la luz. La perfección casi puede alcanzarse en el siglo de Luis XIV."En efecto. ¿cómo autorizarse a pensar más allá del soberano absoluto?

En /in. no se puede pasar de un régimen a otro sin periodos de conlliero.Se producen interferencias. frecuentemente trágicas. La Revolución fue unode esos momentos. Colocado entre Volney y Tocqueville. Chateaubriand nosguió; él. que no cesó de observar y de convertirse en comentarista de esosriempos intermedios y de sí mismo. atrapado y constituido por esos intervalos.Con este mismo enfoque incluso aumenta la inteligibilidad del destino deNapoleón.

3?~~.Sobre la longevidad de la his_a ""'gis""" ,,;J. Kooelleck. lAft"'. pIIUJ, "p. riL. pp.

:: Hanog, pro!. en Plu<arco, 11"""""wúIJ/es, Dp. rit.• pp. 26-27•. Franl'>is Hanog. "Ou paraIIete lla comparailon" en~ a-"~ ..

~_osreunid", por P. Pa~. &lnfimstkSt. BnrrtnuItk eo-¡..... 1998, pp. 162­~ ntYilmaz,lAQunrlktlnM""'-s. T""ps,_""""",....ItI~.

n "" Modn-rm. Tesis BHISS. 2002 (por apasecer. GaIIinwd,~

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fRAN(OISHAATOG

LA ASCENSiÓN DEL PRESENTlSMD

. . .. c' esentismo. Si en un principio 6aeFmaJmc:nre el siglo xx umO rucuflsmo y pe . fumás fucurisra que presenrisr3, terminó siendo más presentlsra que turiItLFuturisr3, lo fue con pasión, a ciegas, hasta lo peor, (od~s l~ saben dadeentonces. El futurismo debe entenderse aquí como la dominación del PUIUDde ViS[3 del fucuro. Tal es el senrido imperativo del orden del tiempo: 1111orden que no cesa de acelerar o de presentars~~omo tal. La. historia se haenconces en nombre del porvenir, y debe escribirse de la misma manera..movimiento (ucurista impulsó esta postura hasta el extremo. A semcjllq'adel Manifi"to tÚI partido comunista. el Manifi"to jüturista. dado a co_par Marinetti en 1909. desea ser un acto resonante de ruptura en rdad6acon el antiguo orden. Debe liberarse a Italia de "su gangrena de profcao&wl,arqueólogos, cicerones y anticuarios". al declarar que "el esplendor cleIlIUIIJ­do se ha enriquecido por una nueva belleza: la belleza de la velocidad-, JIsintomático que sea en el lugar mismo donde Europa forjó su nociÓll«patrimonio. donde surgió una impugnación radica1.2o "Con más bcIle)aque la victoria de Samotracia". un automóvil "rugiente" es su expresi6nviva. "Nos encontramos sobre el último promontorio de los siglos·,Marineni. "¿qué caso tiene mirar hacia atrás [... ]?" Un año m~~Manifiesto tÚ ws pinto"" jüturistas es todavía más radical: "¡CamaradaaJdeclaramos que el progreso triunfante de las ciencias produjo camb_profundos en la humanidad que un abismo se ha abierto entre 101esclavos del pasado y nosotros, libres y cierros de la radiantedel porvenir [... ] Pero Italia renace, y a su Risorgimento político hacerenacimiento intelectual".21 Las vanguardias artísticas se lanzaronimpulso a la búsqueda de esta radiante magnificencia.

Pero el Manifiestojüturista muestra también cómo puede pasamerurismo al ptesentismo. o cómo el futurismo es (ya) también un pCuando Marinerti proclama: "El TIempo y el Espacio murieron aya:.ya en el Absoluto, pues ya hemos creado la eterna velocidad omnlel presenre se encuentra "futurizado". o ya no hay más que preoen..a la velocidad. el presente se transforma en eternidad y Marinetd,de su automóvil de carreras. se ve como un sustituto de Dios.

Si la catástrofe de la Primera Guerra Mundial, las crisis qron, y después la de la Segunda Guerra Mundial esuemhicieron retroceder al futurismo, era necesario que :oda una

zo ¡rtJ. infirt. pp. 193-202.

21 Giovanni Usra.ú~. ParIs. TerraU. 2oo\, pp. 29, 30 Y38.

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RE<;[MEHESDlHISTORlODAD

_retomados a menudo como eslogan- se reunieran finalmente para reactivarlos himnos al progreso y no solamente mantener en operación el régimenmoderno de historicidad, sino para hacerlo el único horizonte temporal.Aun cuando el fururismo. habiendo perdido su lirismo. debiera adaptarse ala amenaza nuclear y esmerarse en responderla. En Europa fueron esgrimidoslos imperativos de la reconstrucción y de la modernización. acompañadosde la planificación. mientras que a nivel mundial se imponían las exigenciasde la competencia económica. con la Guerra Fría como telón de fondo yla carrera armamentista cada vez más rápida. Tuvimos así. entre otros. "elradiante porvenir" socialista. el "milagto" alemán. o los "treinta gloriosos"franceses (llamados así a partir del libro de Jean Fourastié).22 Poco a poco. sinembargo. el porvenir empezó a ceder terreno al presente. que tomaría cadavez más su lugar. hasta poco después parecer ocuparlo todo por completo.Daba inicio así un tiempo en el que prevalecería el punto de vista del presente:justamente el del presentismo.

Ese presente, aparentemente tan seguro de sí mismo y dominante. conroda, no apareció en un día (durante el último tercio del siglo xx), y tampocoes una novedad radical. En cierto sentido. [Oda grupo. toda sociedad. ayercomo hoy. no cuenta más que con su presente. Después pueden venir diversasestrategias que conduzcan a valorarlo o, por el contrario. a menospreciarlo.en proporciones variables y siempre cambiantes. según las circunstancias. Sepodría eliminar o. por el contrario. apresurarse a salir más rápido. Pra~s~ns.

hacía notar el lingüista Émile Benveniste. significa etimológicamente "lo queestá frente a mí". por tanto "inminente. urgente". "sin demora". según elstnrido de la preposición latina pra~.23 El presente es lo inminente: el cuerpodel corredor inclinado hacia delante en el momento de arrancar.

Según la costumbre de los sabios. las filosofías antiguas. el epicureísmo yel estoicismo habían producido una teoría del presente en virtud de la cual nohay más que el presente sobre el que yo puedo tener influencia. "Persuádete",escribía Horacio. "que cada nuevo día que inicia será para ti el último. Porlo tamo, es con gratitud que debes recibir cada hora inesperada".24 Y MarcoAurelio: "Si separas de ti mismo. es decir de tu pensamiento [... ) todo lo que

22 }tan Fourastié. ús 30 Glori~usnou la RIvolution inllisibk rk 1946.. J975. París, Flyud.1979. ~í St: tnCutntra una doble constatación: la dd progreso. pero sobre rodo la de que en~~UttsIVO ftrminÓ.

lJ (mil, Il<nveniste, Problbnn '" /inguistit/w gmm.k. Pat/s. Gallimanl, 1966. P. \35.Pro:./nnas tk IingüÍJriC4 gennal. Máico. siglo XXI, 1979].I .Ho",cio, Épi,m (Eplst.""). J, 4, 13. [Epút."",,¡f,,,, pHtiCtt, Madrid. Cotuejo den~nflgaci6n Citntífica, 2002J.

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FRAN~OIS HARTOG

d I en el fururo te atormenta. todohas hecho o dicho en el pas.a~o. (~ o o qu~ ti mismo] el futuro yel pasa­lo que escapa a tu libre arbItrio, SI separas.d: uc vives. es decir. solamentedo. si te concentras en vivir solam~nte la VI t~ ueda hasta tu muerte conel presente. podrás pasar todo el tiempo que q .caJma. benevolencia. serenidad".25 Es incluso en ese presentlsmo en el quese inspira Goethe cuando. en el deslumbrami,ento. de ~u reel1cuent~o co.nHelena. hace decir a Fausto: "El espíritu 110 mICa 111 haCia adelante ni hac.aaatrás S610 el presente es nuestra felicidad".26

. Pero, con las religiones reveladas, el presen.te ~ncon.tró al mis~o mo-.vimiento devaluado (nada de lo que pueda vel1lr tiene ImportanCia real),extendido (en cierto sentido no existe más que el presente) y valorado comopresente mesiánico. en espera del escIJaton: en cualquier ~omento el Mesíaspuede venir. Rosenzweig distingue así "el hoy que no es mas que una pasarelahacia mañana". del "Otro hoy que es un trampolín a la eternidad".27 Para loscristianos. si nadie sabe. excepto el Padre. cuándo vendrá la hora final, es se­guro, en roda caso. que el tiempo abierro para el paso de Crisco es el presentey que la historia. hasta su Regreso. fue, es y será la de la Salvación. De ahí esta

apóstrofe de Pascal. que vuelve a las fuentes del Evangelio para recordar ladimensión escatológica del presente: "El presente no es nunca nuestro fin: elpasado y el presente son nuestros medios; sólo el porvenir es nuestro fin. Pordlono vivimos jamás. sino que esperamos vivir. yal prepararnos para ser siempredichosos, es inevitable que no lo seamos jamás"28 Aquí están las dos grandesformas históricas del presentismo: la religiosa y la de los filósofos antiguos, conpasajes de la una a la otra. como en Montaigne e incluso en Pascal.

Claramente inspiradas en las corrientes vitalistas, algunas expresionamodernas de presentismo inducen a despreciar el pasado. El presente le

yergue contra el pasado en nombre de la vida y del arte. Por lo que se reIieJea las vanguardias artísticas entre 1905 y 1925, Eric Michaud hizo nowelJugar dado al presente en los mismos tÍtulos de sus manifiestos, yo diría..reivindicaciones presentistas. Aliado del fututismo presentista de MariDad,evocado hace un instante, pueden nombrarse el "simultaneísmo", el"p~

2' Marco Aurdio. Pmsüs (Pmsam;mlos), 12. 3. 3·4. [Pmsamientos; '4rt41, ..........Madrid, Tecnos, 2004J.

26 Goethe, &,ond Fausr, v. 983 t. Vid. Pierre Hadot... 'Le préscnt seu! est nQUela valeur de l'instant présem cha Gocthe et dans la philosophic antiquc·, .1986, p. 71.

• ' 27, Franz Rosen,zweig, carta dd 5 de febrero de 1917. apuJ Stéphane Mola.1'hlSlo'r~, Rounzl«lg. Bmjamin, Schokm. París, ~. du Seuil, 1992, p. 89. [.ShlSlo;,uz. Rosenzweig, Benjamin. Schokm. Madrid. Cátedra, 1997].

P.ueal, Pens¿es. 172 (Brunschvicg).

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ItKlMlMUDlHlSTOllKJ04D

c.ismus". el ,"nu~.i~~o» ~de nJln, "ahoran en griego), el "PRESenrismus". el"'insrantanelsmo .- .La IIterarura no se quedaría atrás, primero porque romaparee en varios de estos manifiestos. Basta con pensar en el lugar ocupadopor Apollinaire. También podría remontarse un poco más allá. pensar enel papel de inspiración desempeñado por las Com;d~racion~s intnnp~stivas

(1874) de Nietzsche. El inmoralista (1902). de Gide, sería un buen ejemplo.El héroe, Michel, descubre en efecto, tras haber estado a pUntO de morir, quesus estudios de erudición han perdido en lo sucesivo su atractivo: "Descubríque algo había para mí, si no suprimido. al menos cambiado el gustOj era elsenrimienro del presente",30 Algo parecido se encuentra en H~dda Gablerdelbsen. o incluso, en la década de los años veinte. en las reflexiones ya evocadasde Paul Valéry sobre o, más bien, contra la historia.3I

De manera que, si quisiera responder y escapar al "fracaso de la historia"(hecho patente con la guerra de 1914). la historia profesional debió habercomenzado entonces por demostrar que el pasado no era sinónimo de muertey que el pasado no quería asfixiat la vida. Fracasó en proponer un modo derelación entre el pasado y el presente. tal como pasó cuando el pasado preten­diera aleccionar al presente y fuera atacado por ello de inanidad de principio.Y..ro, aun cuando el antiguo modelo de la historia magistra hubiera dejadode ser funcional durante más de un largo siglo. La insistencia de los primerosAllntlles de Matc Bloch y Lucien Febvre sobre la preocupación indispensabledel presente adquiría entonces sentido en relación con ese contexto intelec­tual. 32 Un poco más tarde pondrían el trabajo del historiadot bajo el signode un doble movimiento: del pasado hacia el presente y del ptesente hacia elpasado. Ahí reside la justificación de la historia. pero también de ahí surgensus recursos heurísticos.

Publicada en 1938, La náuua. de Sartre. puede igualmente presentarsecomo un fragmento presentista. Roquentin. el narrador. escribe un libro de

29 Éric Michaud. "Le p~nt des avant-gardcs·, en HistDirr~ l'tm: 11M tIisd~ ... SIl

frontiim. París, Fernand Hazan, 2005.30 André Gide, L'!mmoraliste. París. Mercurc de France. 1961, p. 60. [El in11llJ1lÚist4.

M.ddd, Cóted.., 1998J.. 31 En muchas ocasiones. Luden Febvrc responde a Valéry. abandonándolo a la historia

Sin vida y reprochándole ignorar la historia viva (1941): vúl ComlNlts ptnu /'hinoirr. París.A,m:~ Colin. 1992, pp. 24, 102 Y 423.do<u Aux I"".u,,", Amra/n á'hisfq¡,. ianramit¡w d s«iItk. l. 1929. "Mienau que a ....

m"'tos d.I pasado los historiado... les aplian sus buenos mftodos ..............,..,.,...~ vez más un mayor número de personas consagra su actividad, no sin pui6n en oc:uiofteIIh ~tudio d. las soci.dad.. y de las economías contemporáneas: dos dases de tnbAJado....

ec os para comprenderse y que normalmente se codean sin conooene·.

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b· fía del marqués de Rollebon {quieohistoria. Trabaja. en efecto. en una lograPero un día, en un instante, se •se parece medianamente a Talleyrand~. uso como una evidencia tan"':'L1­vuelve imposible continuar. pues se le 1mp ; ~que jamás había existido más que "el presente, nada mas que el presenre­El presente era "lo que existe. y rodo lo que. no ~s[aba pres~n.{e ?O c:xistfL.El pasado no existÍa. De ninguna manera. NI en as cosas. ni slqwera en mlpensamienro". Conclusión: "El marqués ~e Rolkbon acab~ba de ~o~irPOI.'segunda ocasión". Él era "mi soci?: él,ren:,a ,~ecesl~ad..de mi Par:' CXlSWy~tenía necesidad de él para no senClf mI ser. Yo eXisto. De la mIsma lI1aIleIáen que "las cosas son por completo lo que parecen" y que U,dnrds de cl1aa.no hay nada". el pasado no es nada.33

Sin embargo, el futuro, más exactamente el punto de vista del~rampoco. También en 1945. de nuevo Sarrre. en el editorial del primcrnw­de Les Temps modernes insisría y señalaba: "Nosotros escribimos paranconremporáneos, no queremos mirar nuestro mundo con ojos futuros.sería el medio más seguro de matarlo, sino con ojos realistas. con nverdaderos ojos morrales. No anhelamos ganar el juicio y no tenemos múhacer una rehabilitación póstuma: es aquí mismo y con nuestraviva que los juicios se ganan o se pierden".34 El existencialismovc lasólo en el compromiso sin reserva con la acción. "Militante",autor de lAs palabras. "quise salvarme por las obras" .35 A la revoladelante, le corresponde "el papel que desempeñó antaño la vidaeUa "salva a los que la hacen", señalaba Malraux.36 El cxistencialismopresentismo.

Si la crítica del progreso no implica una promoción aupresente, sí deja duda sobre el carácter forzosamente positivo de.lahacia el porvenir. El rOpOJ en verdad no era nuevo, pero puedesu reactivación y su desplazamiento a mediados de los años •Claude Lévi-Strauss, en sus inmediatamente famosos Tristescontexto de la descolonización proponía una versión renovada cidvaje. iLa noche en las selvas del Nuevo Mundo de Chateaubtan lejana! Su defensa apasionada de Rousseau y su critica de la

" J....-Paul Sartre, LA NallSÑ. París, Ga11imard, 1938, pp. 124-135Buenoa Aires, Louda, 2006J.

54J....-Paul Sartre, presenración de la rmnaús Tnys len Ln M,". París, Gallimard, 1964: "Sinceramente no pmcadotiempo".

»¡bitlnn. p. 210•

.. Apud Arcndt, LA Cr/suk.....p. tiL. p. 17.

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RE(iIMENESOEH1STOAlCIDAO

estrecha del progreso en las sociedades modernas se consumaba, en cualquiercaso, con una meditación sobre ese mundo que "comenzó sin el hombre y seconsumará sin él, puesto que no ha hecho jamás otra cosa que precipitar unamateria poderosamente organizada hacia una inercia siempre más grande yque algún día será definitiva". También la antropología debería finalmenteescribirse "en tropología, nombre de una ciencia dedicada a estudiar en susmanifestaciones más elevadas este proceso de desintegración".37 Con estaperspectiva de enfriamiento final de las sociedades cálidas, se está, es verdad,en el punto más alejado: algo así como el punw de vista de las esferas.

En un momento de intensa crisis del tiempo, cuando se derrumbabael antiguo orden del dempo y el nuevo buscaba todavía darse, Chateaubrianclhabía hecho brevemente el intento de la utopía salvaje: un fuera del tiempo.En los años cincuenta, Lévi-Strauss, ya lo vimos, es orillado a cuestionar elrégimen moderno fundado sobre la evidencia del orden del progreso. Lahistoria, señalaba, no es más que de vez en cuando acumulativa y, además,no aprendemos como acumulativo más que lo que es análogo a lo que pasaentre nOSOrros. Las formaciones sociales y la historia universal todavía esperanasu Einstein.38 En los años sesenta, el salvaje se puso de moda. Se adoptaronroda suerte de usos salvajes del "pensamiento salvaje", se conectó con "elpensamiento mítico", se comparó al salvaje con el civilizado o ante el Estado,pero también hubo retornos o fugas entre los salvajes.39 Antes los "retornos"al país.

El eslogan "olvidar el futuro" es probablemente la contribución delos Sixties* a un extremo encierro en el presente. Las utopías revoluciona~

rias, progresistas y futuristas, ¡oh, cuánto!. en sus principios. pero tambiénpreteristas y retrospectivas (las barricadas revolucionarias y la Resistencia).debían operar desde ese momento bajo un horizonte que no superaba ennada el simple círculo del presenre: "Bajo el concreto, la playa" o "¡Todo deinmediatO!" proclamaban los muros de París, en mayo de 1968, Antes deque se escribiera sobre ellos "No future") es decir, más presente revoluciona­rio. Llegaron, por supuesto, los años setenta, las desilusiones o el fin de unailusión, el derrumbe de la idea revolucionaria, la crisis económica de 1974,el inexorable ascenso del desempleo en masa. el fin del Estado benefactor

:: C1.audc Lévi-Srrauss, Trisus Tropiques. París. Plon, 1955. p. 374.lO l-\d. '"P'", pp. 36 Y 48-49.

les Plcrre Clastres, úz Sociltl contTr I~tat. París. Éd. de Minuit. 1974 [LA IOdnltuJ contra'y, 'ada, Caracas, Momeávila, 1981 J. Jacques Uzot, Le Cerrk>influx. Fa;,u,áils >in lru/lms"~7"'i París, Éd. du Seuil, 1976. [El cfrru'" deJú'K'" Caracas, Monteávil.. 1992),

n mglés en d original. N. del 1":

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FAAH~OlS HAflTOG

.. sobre la idea de que el mañana seráconsuujdo en torno a la solJdafld:d YmenoS desesperadas o cínicas de quemejor que hoy. ~ las respu~t~i:::~les en e! presente y sólo en él. No mútodos, en cuaJqUler caso, so. de e icureísmo o de estoicismo, niaJlá. Pero no se trataba ya precisamente P

de un presente mesiá~ic~. ., de! horizonte por un presente cada ve'ZmMEn esta progresiva IOvaSlOn 1 a e! im uJsor fue asumido

inRado, hipertrofiado, es muy claro que e p ~ P . porla súbita extensión y las exjgcncias cada vez mas grand~s de una SOCiedad deconsumo, en la que las innovaciones tecnológicas y la busqueda de beneficioscada vez más verciginosos vuelven obsoletoS a los hombr~~ y a las cosas cadavez con mayor rapidez. Productividad, flexibilidad y movlhdad Se convienea.en las paJabras claves de los nuevoS empresarios.

40Si el tiempo desde hace,.

mucho es una mercancía, el consumo actual valora lo efímero. Los mediosde comunicación, cuyo extraordinario desarroUo acompañó ese movimientoque es verdaderamente su razón de ser, proceden igual. En la carrera cadavez más acelerada a lo directo, producen, consumen y reciclan siemprecada vez más rápido más palabras e imágenes, y comprimen el tiempo: cual-­quier tema, cosa de un minuto y medio por treinta años de historia.4. BI.turismo es también un poderoso instrumento presentista: el mundo enteroal alcance de la mano, en un abrir y cerrar de ojos y a todo color.

Ese riempo coincide rambién con el del desempleo en masa al queenrraron entonces las sociedades europeas. Para el desempleado, un tiempodía a día, sin proyectos posibles, es un riempo sin futuro. Para esos "bombeasin porvenir", como los nombraba Pierre Bourdieu, "el tiempo puaía ....quilarse", pues "el rrabajo asalariado es el soporte, si no es que el princ:iJ*Pode la mayor parte de los intereses. de las expectativas, de las exigencias,esperanzas y de las inversiones en el presente, así como en el porvenirel pasado involucrado".42 El desempleo contribuye gravosamente a UD

miento en el presente y a un presentismo, esta vez, pesado y desesEl fururismo se hundió en el horizonte y el presentismo lo

El presente se convirtió en el horizonte. Sin futuro y sin pasado, el

.. Luc Bolranski y ro"" ChiapeUo. ú Nouwl Espritáu <ttpilll/isme. Pufo,[Eln_ npiri.. "'1 c4pitalism., Madrid, AkaI, 2002].

41 Sylviane Agacinski, ú P"""" '" ""'p'. París. &l. du Seuil, 2000, pp. 142 Pierre Bourdieu, Mláituions IJ4S<'Úimnes. París, &l. du Seuil, 1997,P.

f'4St4W_, Barcelona, Anagrama, 1999].•, ü el análisis que ofrece Guy Debord del "tiempo esp

seudocld.co <onsumible", se indica además que, en el tiempo~al presenre". (ú S«iN tÚ< 1f'«t4rk, París, BuchetlChasrel, 1967, P. 1nP«tJ<tJo, Valencia, Pre-renos. 2002].

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RlGlMlNESo(KlSTOIKIDAO

mO genera diariamente el pasado y el futuro de quienes. día tras día. tienennecesidades y valoran lo inmediato. De esta actitud no han faltado indicios.Así, la muerte ha sido cada vez más elusiva. El pocta T. S. Elioe au~stiguaba

ya eSte expansionismo del presente: "En nuestra época, hacía notar [... ] ini­ció su existencia un nuevo género de provincianismo. que merca quizás unnueVO nombre. Es un provincianismo no del espacio, sino del tiempo; paraquienes [... ] el mundo es propiedad sólo de los vivos. en el que los muertosno tienen lugar".'~4 Los muertos ya no tienen su lugar. o mejor dicho, notienen lugar alguno. Como historiador. Philippe Aries supo llamar nuestraatención sobre ese mismo fenómeno: "Todo sucede en la aldea como si nadiemuriera".45 La negación a envejecer (según el modelo, que durante muchotiempo hizo escuela, del jOgg't'r* californiano) sería ouo indicio de ello. queacompaña la valoración creciente de la juventud como tal. en las sociedadesoccidentales que empiezan a envejecer. O incluso. más recientemente. todaslas técnicas de supresión del tiempo. gracias al desarrollo de las "carreteras dela información" y la promoción universal del tiempo llamado "real". Todospodrían fácilmente completar el catálogo de los comportamientos diarios.que muestran una obsesión por el tiempo: dominarlo siempre más y mejor. o.aun más. suprimirlo. Hasta la guerra en tiempo real. ¡No se entiende ademásque una persona que se respete se debe a no tener ni t'l tiempo ni un momen­w!46 Y un profesionista con exceso de trabajo es una persona con un déficitcrónico de tiempo.47 Estas conductas uaducen una experiencia largamentecompartida del presente. son uno de sus componentes. que trazan así unode los regímenes de temporalidad del presente.

LAS FALlAS DEL PRESENlf

La economía mediática del presente no cesa de producir y de consumiracontecimientos. habiendo la televisión sucedido a la radio. Pero con unaparticularidad: el presente, en el momento mismo de crearse, desea mirarsecomo ya histórico. como ya pasado. De alguna manera se vuelve sob.., sí

"T. S. EHal. On PO"ryand P..... Londres. 1957. p. 69. [Sobo.poniA,po<rm. o.n:.tona.Icaria, 1992] .

., Phil;pp" Ari'., L'H.mm,,/rlNlnt Út man, Parls. M. du Seuil. 1977. p. 554. [El bombo.tlnu/am~. Madrid, Tauros. 1999] .

.. En inglés en el original. N. del T.46 Helga Nowotny. ú Tnnpl aIDi. Gmht' d SI1"WI1InltÍlln Jim snuiMnlI""""" a:. deS.

80llack y A. Masdet. París, &l. de la Maison des sciences de I'homme. 1992.47 Bourdieu, MIJitations p¿m"limnn. op. dt.. p. 268.

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_ pua an par ... m e '" hará bre: el cu.wdo .....WDCIIIr mo qu era prev<c el p...do. ha",,,,, puadoanra «ir Iubu cdid mo prncntC'. pero esta muada o la su,..6 el pracolC' E.u. u:nc:kncu, a ¡"."amblitr el futuro en futuro antel'l«lIcpr huta'" c:ana'un l. el JO de malo de 1994 1""per~viJcaban aJ que tocbvla cra d prcSlJeOle MlUcrrand. ¡Va OtrOSDO otraI COItWnbrcs! Eu. en umcntc un año ames del fin csrabfU mmdalO. TocJo d ,uego con IStiO en hacerlo hablar como si fuaarrW wd< como I ya '" hubiera ,do e incluso (¿por qué Iimirancl)atuvlCn mucno y enterrado. Y.l que se Je pidió que mencionara ¡elque habla cJcgado! P.ara estar seguro de ser el primero en dar la6naJmentc no hay nada mejor que anunciar como sucedido lono ha lcmdo lugar. E.s una respuesta mediatizada y mediática a lagun.. provouuva hecha por Kan" •¿Cómo es p<»ible laRcspucna: porque quien hace las predicciones realiza y O

loa sucesos que anunció por addanlado".48 Sin duda se traQ

mcdutica a pnori, pero también se conoce una formapo~ba,o el nombre: d. efecto d. anuncio. De hecho. toda la Pterrand. ciad. la viJira inaugural al Panteón huta la doblede loo /UnaaIa, pasando por el asunto Bowquer, emavocid tiempo. Que haya intenrado escapar O serví"" de ellaliJado pan CIOA. Todavla 1Ievada por d futurWno. alal poda. la '"'Iuiadacui de inmediato tcCDconuó laola.J*rimonIo. y la obIipdoaa lOClaIa cid praentiamo.

iméuicamen... nuaao pn:sente está mú que UIIiaIlt• no a que de predicdona. Se rodeó de c:xpertDI, •puar. SoIJdrado. d hisroriador le ha <DCOntrlldo. en má.lII1IIonada como apmo de la memoria y prao en d eúl:uIq&....-.- crer6 encotUIU en loo lOadcoo su ""-de ~ en d poncnir, liD movene cIcJ

bar.....~"-a aanoporadalCia., deade. impacepdblemen.... convadrle la

-oaa_múwde. Lo que

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RfGIMENESOfHISTGaKlOAtl

de lo que vacará. Lo que, por ramo, ya VOtó. La duración no es reintroducidamás que por los sesgos de la serie que permite trazar una curva de sondeos,pero es ya asunto de Jos comentaristas: los expertos. Por tamo, los sondeo.50se equivocan. se ha constatado, iY el futuro se escapa! Ahí, de nllevo, quisieraestarse en una forma de historia a priori. 0, lo que viene a ser lo mismo, negarel tiempo. De ahí tl contrario el éxito, a mediados de los ochenta, de la fórmulami({errandiana: "¡Dar tiempo al tiempo!" Buscaba, él también, la identidad deFrancia juntO al tiempo largo, como si alcanzada por un cáncer debiera vivirsobre rodo en el día a día: en el presente de la enfermedad. Pero en secreto.

A mediados de los años setenta aparece Otra debilidad en este presente.Comienza a mOStrarse preocupado por la conservación (de monumentos, deobjetos, de formas de: vida, de paisajes, de especies animales) y ansioso pordefender el medio ambiente. Vivir en el país y la ecología, temas únicamenreimpugnatarios, se convirtieron en temas movilizadores e incitadores. Imper­ceptiblemenre, conservación y rehabilitación sustituirían, en política urbana,al simple imperativo de la modernización, de la que hasta enronces la brillantey brutal evidencia no había sido cuestionada. Como si se quisiera preservar,de hecho reconstituir un pasado ya desaparecido o a puma de perderse parasiempre.50 Ya inquieto, el presente se descubre igualmente en busca de raícesy de idenridad, preocupado por la memoria y las genealogías.

JuntO al regreso al país, se desarrolla la visita frecuente a los Archivos deun público nuevo al que había que acoger. Los Consejos Generales ayudarona los Archivos Departamentales a hacer frente a ello, a la vez que se dotabaa un gran número de ciudades medianas de servicios de archivos, pues enadelante más de la mitad de los lectores serán genealogistas comunes. Eneperiodo corresponde también a la producción de infinidad de archivos. Sucantidad se multiplicó por cinco desde 1945. y si hubiera que extenderlos.se desplegarían en más de 3000 lcilómerros lineales.51 Acompañando a esemovimiento. la ley de 1979 sobre archivos (primera desde la Revolución) losdefinió de manera muy amplia: "Los archivos son el conjunto de documentos,cualesquiera que sean su fecha. su forma y su soporte material, producidoso recibidos por toda persona física o moral. y por todo servicio,u organ,is~o

público o privado en el ejercicio de sus actividades", Todo esta en el limite

~ ~:~ it~~;~·~~~~~II~drinck, "Us archives". en Fr. Bédarida (dir.), L'His':i" n /,Mitin- d'hiJlorim m Fmnc,. 1945.1995. París. &l. de la Maison des sciences de I homme.

1995. pp. 89-110: Hartog. "Archives. La.loi.la m~moi~.l'hist~ire~t~;~~=;pp. 45-48. Para una presentación del conJuRlo del apechenre. ,,;J. PDuclert, /..rs ArchilJN. Parls. La Découvene. 2001.

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FRAH(OISHAIlTOG

archivable, y los archivos" onstilllyen la memoria de la nación y una parteesencial de su pauimonio hisrórico". Las palabras claves están ahí: memoria.patrimonio, hiscoria, nación. Seftalan que verdaderamel1l~se ha entrado ealos años-patrimonio. V, en éscos, los archivos ci~n~mente ue~en su lu~.Siaembargo, los archiv61ogos habCoÍn tenido el sentimientO, JllC:~lanam~meJ\IId.ficado, de haber sido los cncargado~ dc dar cuenta de esros anos, ffilentrulolmuseos y las biblimec.'1s er;ll1 más taquilleros, junto con los poderes púbUCClI.lo que constiwyc: uno de los componcmc.:s de la cri~is de los archivos.

Proclamados memoria, hisCOl'ia, pauimonio de la naci6n,los archi:vOlhan sido, inevitablemcme, .uc:HlzaJos por el presente. He ahí el ouo compo­neme,lo más visible y lo más dispumdo de la crisis: las demoras para consulta(demasiado largas) y las derogaciones (dem:lsiado rcstrictivas).52 Comoailacuesri6n de los :lrchivos se resumiera sólo en los archivos contemporáncoa(los de los colaboracionistas y, poco después, lo~ de la guerra de Argelia). Seordenaron informes, se prometió una nueva Icy, que a fin de cuentas no havisto la luz, hubo moviliz.aciones para una "ciudad de los Archivos", impoliblede hacer realidad por ahora, pero se tuvO derecho a dos circulares del PrimerMinistro. La dcl3 de octubre de 1997 (a unos cuantos días del inicio ddjuidoPapon y poco después de la declaraci6n de arrepentimiento de la Iglesia deFrancia), que Aexibiliz.a las reglas de consulta de los documentos rdativol alperiodo 1940-1945. Recordando que: "Es un deber de la República perpctUIrla memoria de 105 acontecimientos que se desarrollaron en nuestro paiscnue1940 y 1945", inviraba a ir más lejos en materia de derogaciones, sin unirle-.la personalidad O a la motivaci6n de las personas que solicilan una deropd6D­Traducía, en suma, el deber de la memoria para la administración. La~del 5 de mayo de 1999. anunciaba: "Preocupado por la transparencia, YP'"respeto hacia las víctimas y sus familias. el gobierno ha decidido facilitarinvestigaciones hist6ricas sobre la manifestaci6n organizada por el PLN elde octubre de 1961".

, .~a~rice Papon, quien :lcababa de perder el juicio por difamaci6ahabla IniCiado (como amiguo prefecto de la policía de París) en coJean-Luc Einaudi sobre el asunto de las víctimas de la manifcsraci6n.una VC2. más el vínculo con la actualidad. Considerado en toda su del caso Papon es, además, un ejemplo esclarecedor de esos cambios de

H La non~.1. de referencia es la comunicación inmediata de 101 documcD.....dcc.rc1t' <k aplicación de la Iq de 1979 fijaron demoras para cienos ardliYoI:: 30(para 01 documcnlOI, que contengan información que pudiera comprometer lao IOtC~ .... 1.1 xgundad dd E.swlo o la defensa nacional). En 1995 d~propuso ~UCIr esta demora a 25 y 50 años.

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REGIMENESO(HISTOllKJDAO

en relación con el tiempo. No fue sino hasta 1998 que el amiguo secrerariogeneral de la prefe,crura de la Gironda fue condenado. en Burdeos. por sucomplicidad en cnmenes en comra de la humanidad, es decir. cincuenta ycincO años después de .Ios acr~s i~3criminarorios y como resultado de un juicioque duró novenra y. ClnC~ dlas. Anres que él, en J 994. se tuvo el caso dePaul Touvier, e! antiguo Jefe de la milicia de Lyon. En principio indultadoen 1972 por el presidente Pompidou, quien deseó "correr el velo" sobre esetiempo en el que los franceses "no se amaron", veintidós años más tarde fuecondenado por crímenes en contra de la humanidad. Sin embargo. se trarabadd mismo Touvier. Pero el tiempo funcionó al revés. Muy lejos de habertraído e! olvido, reavivó la memoria, reconstruyó e impuso el recuerdo. Conla temporalidad hasta entonces inédita creada por los crímenes en contra de lahum:lnidad. el tiempo no "transcurre": el criminal permanece comemporáneoa su crimen.54

El urbanismo parisino ofrece Otro registro, tan visible que deslumbra. endonde comprender los efectos del orden del tiempo o de su cuesrionamien­ro. Acordémonos por unos momentos de esas dramaturgias principescas Oesos ballelS urbano-políticos. Con un primer tiempo. todavía situado bajoel signo de! fururismo simultáneamente. y en fase con el régimen modernode hiswricidad. En él se encuentra primero Georges Pompidou. el moder­nizador. en el papel del presidente que quería "adaptar París al automóvil".acelerar su desarrollo. aunque también devolverle su lustre internacional. aldorar a la capiral con un gran museo de: arte contemporáneo. Extendiéndosedurante veinre años, el acondicionamiento del barrio de Les Halles ofrece unaclara demostración de estas transformaciones. En 1959. el gobierno decidetransferir los pabellones de Les Halles a Rungis. Durance los siguientes diezaños, la prefectura de París promovió proyectos arquitectónicos en los queAorecen las torres: "torres, torres y más torres". 55 Modernismo y rentabilidadparecen ser las únicas palabras rectoras.

53 Nadie podia entonces saber que seria liberado de la prisión de la Santé por razonesmédicas en septiembre de 2002. Pero la emoci6n provocada por su liberación -acepradaúnicamente por la aplicación de una nueva disposición de la ley- muesrr2 cl:;¡'r2menre que hasusu muerte permanecerá como contemporáneo de su crimen. Pero nosotros también.

H Vid. infm, pp. 233.234. Henty Rousso, La Hantise du paJsl, mmtim IIWC Phi/lpp'Prtir, París. Textuel, 1998, pp. 12-47.

HAndré Fermigier. La Batai/ü d, Pans: d,s Halks aÚ1 Pymmid,. Chroni'lu,s d'urbllnism"Paris, Gallimard, 1991, p. 54. La serie de crónicas rea.liudas por Fermigier en el NouwlObuTIIlltmr, después en Le Monde, permite seguir el fracaso de Les Halles y el surgimienro

progresivo del tema del panimonio.

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fAAIl(OISHARIOG

A p ar de IJ.~ protestas. h.lbicnJo pasa.do m.l)'o <.le 1968, en 1971L:.p.lbcl1ones de Bah.ud son finalmcllr destruidos: no solame.~te desmoDta­dos r desplazados. sino perrec(ament~demolidos. Perma~.ecloemonca UIl

11lIC¡':O, durante un tiempo famoso. el hueco. de~!> HaHc!> .' que no terJllin6de llenarse sino lusta 1980, no sin ames dIversas penpeclas, en 1~ que elentonces akaldc de P.ui!>. Jacques Chirac, pudo mo,!,trar su estatura COIDO

urbanista. Sr.i fuera de duda que .1lgullos cuanws :11105 después Les Hallahabrtl sido salvado como "patrimonio" excepcion.lI del siglo XIX. Esta da­nucción scil.ab incluso la inversión de la coyulHura: el momento en que elrégimen moderno (y modcrni7..ador) pierde su evidencia. Puesto que. pocodespués. la estación de Orsay, prometida también .1 la destrucción es. porel contrario, preservada, y Michel Cuy, secretario de b:rado de Cultura delnuevo pre~ideO{e, Valéry Giscard d'E,staing, comienza. a llamar la atenci6a.sobre el patrimonio conremporaneo: el de los siglos XIX y xx.

En cuanro al museo, nombr.ldo finalmente Centre Ceorges Pompidou,es interesante recordar que en principio debía ser un museo "expcrimenw­¿En qué sentido? "Un museo -se preci~aba-cuyo objetivo no sea el de coa­servar obras de arte, sino el de permitir la libre expresión en todos losaspeaosde \,) creación comemporánea".56 El edificio de vidrio. con sus espacios poli­valentes y sus estructuras móviles, debía unir una arquitectura funcionalisrayrigurosa con lo llidico y lo eHmero. Debía exponer más el arte contemporáneoque el arte moderno, y aun más, mostrar el arte al momento mismo de estar

siendo realizado. El pliego de condiciones asociaba así al futurismo (inheJCD­te a lOdo proyecro museístico) con un fuerte componente de prcscntilmo.Quería ponerse en el musco el presenre del arte y dar a conocer la crcad6Dcontemporánea en el momenro de estar siendo realizada, rechazando de pIaDola museificación. Sin embargo, en el curso de los reacondicionamicntoSy.las renovaciones, la parte de lo experimental se ha visto reducida y la pIdltconservadora le ha arrebatado espacio al laboratorio. El espacio devuelto"musco aumentó, mientras que el destinado a la creación disminuyó.S? Comosi el presente, p3sando de una postura presemisra lúdica y narcisista a OUImucho menos segura, reconociera que duda de sí mismo.

Pero le correspondió a Fran~ois Minerrand poner en escena el uiwúototal del museo y del patrimonio, cuando inaugura, a finales de 1993. el GruLouvre:, con su pirámide de vidrio -los piramidiones y chorros de agua-, queaporta un toque de arquitectura posmoderna. a través de: la cual se puede'"

)6lbld~m, p. 149.

.. ~~ Vid. el t:xp., ·LUIOpic Bc;\ubourg dix alu apres", Esprll, 123. 1987.~I...c Ccntre Pompldou. une UlOplC épui~c", L~ Dtbdl. 98, 1998. p. 102.

14.

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ccnder a contemplar ¡cuarenta siglos de historia! El Gran LOtlvre, que perdiósu última (unción regalism con la partida del Ministerio de Finanzas, rerminóde rransformarse en un inmenso espacio museístico: el museo más grande (lospríncipes no se conformarían con menos) y el primer lugar del parrimoniouniversal de Francia (con la cámara en e! sótano de su galería de ventas).

Así, este presente, que aparentemente reina por completo, "dilatado",suficiente, evidente, se revela inquieto. Quisiera ser en sí mismo su propiopunto de vista sobre sí mismo y descubre la imposibilidad de mantenerse ahí:incluso en la rransparencia del gran escenario de Beaubourg. Allímire de laruprur.l, se revela incapaz de colmar la distancia que él mismo no ha cesadode cruzar entre el campo de la experiencia y e! horizonte de la expectativa.Encerrado en su burbuja, e! presente descubre que el suelo se esconde bajosus pies. ¡Magritre hubiera podido pintarlo! Tres palabras claves resumierony fijaron estos deslizamientos del terreno: mnnoria, aunque se trata de hechode una memoria voluntaria, provocada (la de la historia oral), reconstruida(por tanto de b historia. para poder contarse fU histOria); patrimonio: 1980fue decretado e! año de! Patrimonio -el éxito de la palabra y del tema (ladefensa, la valoración, la promoción del patrimonio) va a la par de una crisisde la noción misma de "patrimonio nacional"; conmnnoración: de una con­memoración a Otra podría ser el título de una crónica de los últimos veinteaños. Cada uno de estoS términos apunta hacia los Otros dos, lo que constituyecomo el hogar: la identidad. 58

Las grandes conmemoraciones han definido un nuevo calendario de la vidapública, al imponerle sus ritmos y sus plazos. Esta última se pliega y se sirvede ellos, intentando conciliar memoria, pedagogía y mensajes políticos deldía. Ll visita de Fran~ois Mitterrand al Panteón, el 10 de mayo de 1981,recién electo, fue concebida en esta perspectiva. Se daba en efecto la vista deun descenso inaugural al país de los muertos ilustres de la República. con larosa en la mano (Michelet al escribir su historia tenía un ramo de oro), a find~ revivir esos lugares abandonados, para ser revestido ahí al inscribirse enun linaje y reanudar un tiempo inaugurado por la Revolución. Este acon­[~dmienro simbólico implicaba además una dimensión fururista y otra yapatrimonial: la puesta en escena las reunía. Después de lo cual comenzabanlasdificulracles.

En los siguientes años, a estas conmemoraciones vieron sucedersemás conmemoraciones, a un ritmo cada vez más acelerado. Pero todos esosajustes franceses en torno a la memoria se operaban al mismo tiempo que

~ Vid. mfiu. pp. 180-181.

"7

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FRAH(OISHARTOG

st: avanz.aba a la mayor conmt:moración anunci~da: la .de la RevolucióD~"incitaba a poner en el orden del día y en cueStlO~amlen[oel hecho~de conmemorar, esta "actividad extraña, que oscIla entrt: la presenaa y laausencía".S9 Lo que nos valió, entre otras polémicas, uno de los CapetOSIlli­lenarios en 1987. finalmente cenificado con una misa solemne. en Presenc::il.del Presidente de la República: ¡siempre el tiempo largo de Francia! A ateprimer fuego artificial conmemorativo sucedería in.mediatamente la d&p.de los cincuentenarios de la Segunda Guerra Mundial.

Lejos de ser un fenómeno únicamente francés, tfas los años ochenta,la conmemoración Aoreció un poco por todos lados. Así, Alemania la prac­ticó con igual ardor, e incluso mayor, por el hecho de la demagogia existenteentonces entre las dos Alemanias. En 1983 fue el quinto centenario delnacimiento de Lutero ahí; en 1985. el setecientos cincuenta aniversario dela fundación de Berlín; en 1991, el traslado de las cenizas de Federico U aPotsdam; por último, en 1993, la inauguración de la "Nueva Guardia" (Nr.~che) en Berlín, deseada por el cancillet Helmut Kohl como memorialcentral de la República Federal de Alemania. A lo que se puede aftadir, ea­los mismos años. la publicación, por grandes editores, de muchas historiade Alemania. y después, un poco más tarde, el comienzo de la obra~de memoria alemanes. GO

MEMORIA EHISTORIA

En 1974 aparecen los tres volúmenes de Hacer la historia, dirigidosJacques Le Goff y Pierre Nora, que intentaban "ilustrar y promovernuevo tipo de historia". que respondiera a "la provocación" de ouas .humanas, en panicular la etnología.61 De la historia de las mentaliantropología histórica, era el momento de una conciencia y de unaa, una distancia entre nosotros y nosotros mismos, pero alejada tantotiempo como en el espacio. La memoria no se contaba todavía entre elde nuevos ob~eto~ o nuev~s enfoques, y tampoco el patrimonio. Deaunque los hlstonadores siempre han tenido relación con la memoria.

: M~na Ozouf. en J789. La Commhnorlll'on. op. cit.• p. 322.

commé~::~r~:n::anljOis."Narion rc:trouvéc:. Nation a conlrt(OfM,.. L'Allcm

E . O· Le C!lbat. 78. 1994. pp. 62-70; E. Ftao9Jis y H. Schulzc (din.)nn~uungr_ ru. MURlc~, Beck. 2001-2002. I

)ac<¡11Jucs Lc:G.offy Plc:rre Nora (dirs.). Fai"tklñulOi". Paris Gal.UmanL 197"-IX YXl. naur 14 hUlDruI. Barcelona Laia. 1979]. •

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REGIMEHUOfHISTOllKlDAD

siempre han desconfiado de ella. Ya Tucídides la rechazaba por no fiable: ellaolvida, deforma, y es mala para resistir al placer de dar placer al que escucha.Debe llevar la mirada, evidencia de la aUEOpsia, aJ oído. La hismria, comobúsqueda de la verdad, tenía ese precio.62 Gran admiradora de Tuddides, lahisroria·ciencia del siglo XIX comenzó por establecer un corte neEO entre elpasado y el presente. Lo que siempre hizo de Michelet un transgresor, a élque atravesó y volvió a atravesar tantas veces el río de los muertos. La hismriadebía comenzar ahí donde la memoria se detenía: en los archivos escriEOs.

Cuatro años más tarde. La nu~vn historia, diccionario codirigido porJacques Le Golf, Roger Chartier y Jacques Revel.le hace un lugar a la memo­ria con la eorrada "Memoria colectiva". Forjada por Maurice Halbwachs, lanoción es retomada y defendida por Pierre Nora, pero a condición de que loshiswriadores sepan cómo servirse de ella. Las rupturas modernas condujerona lIna multiplicación de las memorias colectivas. de manera que la historiase escribe desde emonces bajo su presión: la historia científica misma, vedicrar sus intereses y sus curiosidades por ellas. De ahí la propuesta de Norade "hacer desempeñar a la memoria colecüva. y en relación con la historiacontemporánea, el papel que desempeñó para la historia moderna la histo­ria llamada de las mentalidades". De aquí deriva un primer esbozo de losfururos Lugnrn d~memoria: partir de los lugares topográficos, monumentales.simbólicos. funcionales, donde una sociedad consigna voluntariamente susrecuerdos y hacer la historia de estos memoriales. El objetivo está claro: "Elanálisis de las memorias colectivas puede y debe convertirse en la punta delanza de una historia que se desea comemporánea".63

Duranre más de veinte años, desde los años veinte hasta su muerte en1945 en el campo de Buchenwald. Maurice Halbwachs se dedicó en efectoadesarrollar una sociología de la memoria colectiva. Se reencontraba. en estabúsqueda conrinua. algo después de la guerra de 1914. Hoy. su obra mismase ha convenido en un verdadero lugar de memoria. de los estudios sobre lamemoria. Durante mucho tiempo poco frecuentada. ha sido cada vez másrevisirada, cicada y finalmente reeditada. De maneta que su obra proporcio.na al mismo tiempo una herramienta para trabajar sobre el tema de la me-­moria y un indicio de la presente coyuntura. Al proponerse abrir el campode la memoria al sociólogo. Halbwachs pensaba a la vez con Berpon y enContra de él. Con él. porque hacía suyos los análisis de la duración; en con~,porque prerendía poner por delante la dimensión social (y primero familiar)

62Tucídid~,I. 20-21. ~6} Nora, ~Mémoire coll«eivc", en J. Le Golf. R. Ow'rier y J. RewI (dla.), LA 1

Hmo,.,-r, París. Ren. )978. pp. 400-401. (ú 1IfWN histfn'úI. Sil.. EcL ~jcro. 986).

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fRANWI~HARTOG

de la memoria: sus "marcos sodales". De a~í concluyó que "el pensamientosoci~ es esencialmente una memoria", consumida por "recu~rdos:olectivO$'".Pero de esos recuerdos no subsisten más que "I~,s61 u: la SOCiedad al trabajarso~re sus marc~.s actual:s, puede reconstrUIr. El acento estaba puesto

nítidamente en actuales.Con La memoria colectiva, libro que dejó inconcluso, Halbwachs trazó

una clara línea divisoria entre la historia y la memoria, en beneficio de unaaproximación por la memoria, q"ue despidió cortésmente al historiador, re-­enviándolo a sus archivos y a su exterioridad" La historia es una, aun cuandohaya tantas memorias colectivas como grupos, de los que cada uno tiene supropia duración.65 Bajo el efecto de una vida social cada vez más acelerada.hay por tanto cada vez más memorias colectivas. Se reencontraba, también enHalbwachs, la comprobación de la aceleración. La memoria colectiva despuéses "una corriente de pensamiento continuo" (retiene del pasado más que deaquello que todavía está vivo), mientras que el historiador "puede realizar suobra sólo a condición de colocarse deliberadamente fuera del tiempo vividopor los grupos que asistieron a los acontecimientos, que tuvieron contactomás O menos directo y que pueden recordarlos".66 La historia, que "extraelos cambios de la duración", forja "una duración arrificial que no tiene nadade realidad para ninguno de los grupos de los que se tomaron prestados losacontecimientos".67 El ave de la historia no podrá por tanto emprender suvuelo sino hasta que la noche haya caído por completo, cuando d presenteesté. bien muerto. En 1867, un informe sobre los estudios hist6ricos enFrancia se concluyó con estas fuertes constataciones: "La historia no nacepara una época más que cuando ella ha muerto por completo. El campo dela hisroria es por tanto el pasado. El presente corresponde a la política, yelporvenir pertenece a Oios".G8 El autor,). lhiénot. se presentaba al ministrodestinatario del informe como un "escribano forense exacto".

Pero, desde el instante en que no nos reconocemos en este retrato delhistoriador que será profesionalmente excluido del campo de la memoria. le

introduce la marcada oposición entre historia y memoria. La memoria CO"'

Gol Maurice Halbwachs. ús Cadm sodaux tÚ la mtmoi" (1925), París, A1bin Mlchd, 19M.p. 296; Marie-Claire Lavabre, "Maurice Halbwachs el la sodologie de la mémobe-. RidIIIIi~~:~~t"· 128, 1998, pp. 47·56. {Los marcor sodaln dt" la mt"moria, Barcelona. Anttuoppl.

65 Halbwachs. La Mtmoiu colkclivt". edid6n crítica de Gérard Namer, Pares. Albia

199~ jbi~:~. ~~I ;;.moria cokcrilJtl, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 2004].

67 IbitÚm. p. 166

&8 J. "Ibiénol. RApporl Jur ler ttUlÚr hirtoriqut"s. París, lmprimerie impériale. 1868,

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REGIMtNlSOENISTORKlOAO

lecti\'a puede también formar pane del "territorio" del historiador o, rod:lvÍ3mejor, convenirse en el instrumemo de la ascensi6n aJ poder de la hisroriacontemporánea. Ahora bien, Nora siempre rechazó el postulado de un cone(artificial o ilusorio) emre el pasado y el presente. Por el contrario, a diferenciade los aurores del informe al ministro, vuelve a "el historiador del presente"para que haga "surgir conscie~tememeel pasado en el presente (en lugar deinconscienrememe hacer sur~lr el presente en el pasado)". Sobre el tiempo,adelll:is, la reAexión que urdiÓ a propósito del acontecimiento, sugiere unarelación entre el nuevo estatuto dado al acontecimiento en lIna sociedad deconsumo y lIlla forma de aprehender el tiempo: "¿Podría ser que el trato alque sometamos el acomecimiento sea una manera (... ] de reducir el tiem­po mismo a un objeto de consumo y de conferirle los mismos afecros?"6?Se indicaría ahí, a modo de sugerencia, Otro componente del presentismo.Tomado en el tiempo del consumismo, el tiempo mismo se convierte en unobjeto de consumo.

El modo de ser del pasado es el de su surgimiento en el presente, perobajo el control del historiador. Tal es el postulado de Los lugar~s dr m~moria,

curo primer volumen apareció en 1984, El largo texto de inicio, titulado"Entre memoria e historia", vale como manifiesro y exposición de la proble·mática de conjunro.70 De entrada, lo imponante es el ~ntr~ colocarse mfr~

historia y memoria, no oponerlas, ni mm poco confundirlas, sino servirse deuna y de otra. Recurrir a la memoria para renovar y ensanchar el campo dela historia contemporánea (hacer, en realidad, a la memoria colectiva desem·peñar el papel que para la hisroria moderna desempeñ6 la historia llamadade las mentalidades). De ello resulta la apertura de un nuevo campo: el deuna historia de la memoria. Por Otro lado, una hisroria, entrada en su edadcrítica, preocupada por volver sobre sus pasos y su tradkión, .se torna capazde identificar los cambios que han intervenido entre memoria e historia,en panicular en el marco de esas "histOrias-memorias" que, de Froissan aSeignobos, pasando por Michdet y Lavisse, constituyeron la larga tradiciónde las historias nacionales.

Todo ese primer texto de Nora esd colocado bajad signo de la acelera·ción, "Aceleración de la historia", diagnosricaba de eorrada. La expresión tiene,ella misma, una historia, al menos a partir del libro de Daniel Halévy, Ensayo$obr~ la (lulllrtlción & la historia, publicado en 1948, hasta el de Jean-Nod)eanneney, en 2001, ¿ Y0 más rápido la hiJfon'a?71 Pero y<l Chateaubriand hacía

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fWH;OISHAflT06

de esta experiencia de la aceleración la scña_1 ~rrecusable. de I~ ruina d~~~orden del tiempo. y Musil. al igual. acuno la expresión, aceleraaoRlSlDOHalévy iniciaba su ensayo citando a Michelet. y I~ detema s~breel futuro deHiroshima. "Uno de los hechos más graves, haCIa nota~ Mlchelet. y de 101menos destacados. es que el ritmo del tiempo ha cambiado por comp1eco.Redobló el paso de manera extraña. Dos revoluciones (territorial. industrial)en el espacio de una simple vida del hombre". Más aún. este cambio de ritmoconstituye el orden moderno del tiempo.72 Por otra parte. el reconocerlo DO

implica tomar al pie de la letra todas las declaraciones del mundo modcmo

sobre la aceleración. 73

Para Nora, el efecto de la aceleración no es solamente el de una "mul·tiplicación" de las memorias colectivas, y por tantO "imposiblesde~.como lo era todavía para Halbwachs. sino el de una "ruptura" con el pasado.La ruptura con el campo de la experiencia. La globalización. la democratiza..ción. la masificación. la mediatización, ocasionan el fin de lo que Nora llama"las sociedades-memorias" y. para terminar, la desaparición de la memoria.Tanto así que "00 se habla tanto de memoria porque ya no hay". o inclu.so,es justamente porque ya no hay "más centros de memoria" sino "lugares" quese encuentran investidos del sentimiento residual de la continuidad.

¿Estaremos en plena paradoja? ¿Será por tanto más invocada la Il1O'

maria puesto que está en vías de desaparecer? Basta ponernos de acuenIosobre lo que entendemos por esta palabra: la memoria de hoy -dest:ae:at.Nora- no es ya la de ayer, aquella que regía las sociedades-memorias. Bajoel mismo vocablo. las formas y las prácticas difieren enormemente. Por UD

lado. estaba la memoria de tipo antiguo. por decirlo de alguna manen. -.pasado". reconduciendo "eternamente la herencia". y por otro. "la nuc:sua­que ha sido comprendida en la historia y ha sido transfotmada por ella. Sia.duda esta sociedad-memoria desaparecida estaba un poco simplificada 9mitificada, pero antes que nada, para el análisis del hoy. lo que importa.valor comrastaotc.

. "N~es[fa" memoria ya no es aquella, la que desde entonces noa ....que hlstotla. huella y clasificación". Preocupada por hacer memoria de mcIDt

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RfGIMOIUDl:HIS10RlOOAD

es apasion3damenre archivísrica. COntribuye a esta historiz.ación cotidianadel presente ya mencionada. Totalmente psicologiuda, la memoria se haconvenido en un asunto privado, ocasionando una nueva economía de "laidenridad del yo". "Soy yo [en adelante] quien debe recordarme y soy )'0

quien me recuerdo". Así. "ser judío, es recordarse de serlo. pefO eSte recuerdoirrecusable una Ye1. .inrerioril.ado te coloca cada vez más cerca de fij:ulo porcompleto. ¿MemOria de=: qué? Allímire, memoria de la memoria", Por últi.mo, esta memoria opera en el fondo de una relación con el pasado en dondees vencida por la discontinuidad. El pasado no está ya "al mismo nivel",También, somos llevados "de tina historia que se buscaba en el continuo deuna memoria, a una memoria que se proyecta en la discontinuidad de unahistoria". Tal como se define hoy en día, la memoria "ya no es la necesidadde retener del pasado para preparar el porvenir que se desea; es ella lo queda al presente el presente en sí mismo".7<\ La memoria es un insrrumemoprc.sentista.

Un cambio así del régimen de la memoria no puede más que repercu­tir sobre lo que ha representado desde hace mucho tiempo "nuestro mediode memoria" por excelencia, es decir, la histOria nacional. ¿Cómo escribirlaahora? (Cómo considerar la serie de estas "histOrias-memorias" hasta la deLavisse, que ha sido elaborada "al cruce de la histOria crítica y de la memoriarepublicana"? Es aquí en donde la historiografía emra en juego. Lor /ugam nose hacen posibles más que a panir de este doble reconocimiento: el cambiodel régimen de memoria y la entrada de la historia en su edad historiográfica.Faltaba reunir ambos fenómenos: el lugar de memoria realizó el vínculo.

"El 14 de julio de 1790 -escribía Lavisse- a la unidad monárquicasucedió la unidad nacional, que se reveló indestructible", De aquí la idemih­cadón de la Revolución con la Nación, de la Nación con la República, y de laRepública con "un régimen que pue:de creerse dehnitivo". Tal era la o~raciónhistOriográfica de Lavisse, Para el resto, los veintisiete volúmenes eran unamera narración continua, desglosada en episodios cronológicos sin sorpresasy sin inventiva, con indicación de las fuentes. Dos momentos fuenes sobre·salían del conjunto: el inicio, con el Cuadro de la g~ognzfia tÚ Francia. debidoa Vidal de la Blache, y el Luis XlV. redactado por el director del proyecto enpersona. Este último destacaba todavía esta singularidad concerniente a lahistoria de Francia: la Revolución la había conado de su pasado, reconstituiréste era por tamo "asunto de erudición". de historia. y no de me~oria. Loque legitimaba a la historia en su papel de institutriz nacional: la pmar ~rgfl

patriam (para retomar la divisa de los Monummta G"",ania~) presuponía

74 Nora, 'POllf une his{oire au second desri". Lr D/bat. 122.2002. p, 27.

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FltAN~OlS HAllIOG

el conocimiento de la patria, que no podía adqu~rirs~más que a rravés de lahistoria. La función o, más bien, la misión del hlsronad~~ era c~ara. .

Sin duda alguna, Lavisse ocupó un lugar. ~n el mnerano de PI~reNora.75 Pero aún hay más. Su Historia desempeno el pa~~1 de labo~tono.La R~pt;blica de Los lugaus salió primero de una lectura crmca de LavlSSC, UD

Lavisse visto desde bascidores. desde donde se muestra la fabricación de unabisloria nacional, al mismo tiempo que se le desarma como m~morja repu­blicana. para hacer. precisameme. el primer ensayo de la noción de lugar dememoria. Para comprender lo que sucedía. en 1980, eorre memoria e historiay las posruras de esta nueva demanda de memoria, Nora comenz.ó por trans­portarse a un siglo antes, cuando, con Lavisse. no era más que una cuestiónde historia. El año 1980 venía a mirar el año 1880. y 1880. reflejando esamirada. reenviaba la inteligibilidad sobre 1980. La aproximación de ambosmomemos era en sí misma luminosa: hacía comprender que la "historia­de Lavisse era, en su principio, de la memoria (republicana) promovida a ladignidad de historia.

Para Hegar a una primera definición de "lugar". como lo que es a la vezmaterial, funcional, simbólico (objeto reflejado. donde el pasado se encumuarcwmado en el presente), casi bastaría partir de la evidencia de los "Iugaracomuncs" de la República (los Tres Colures. el 14 de julio, el Pantcón...).mostrarla y cuestionarla. Ahora bien, hoy en día el vínculo con esos lugaressimbólicos se ha vuelto muy tenue: son -escribía Nora- como "esas conchassobre la orilla cuando el mar de la memoria viva se retira". Están ahí. pelO

la simple relación activa que puede mantenerse con ellas es la que proponeDLos lugar~s. una relación de segundo grado, hecha de la reactivación de locual ellas han sido la historia. Este primer volumen desembocaba en unaRepública que se dejaba ver como si fuera ella misma ya su propio lugar dememoria. Había en este primer volumen un poco de la "mortaja púrpura eadonde duermen los dioses muertos".76 Los siguientes dos volúmenes retolDlDb. noción para proponer una concepción más abundante y más dinámicaque permita dirigirse siempre más adelante hacia es[a historia simbólica.ode\egundo grado, de iJ. que Nora se:: convirrió en prac[icante y abogado."

1~ Nor..l. ,MEroUI Lavi~s~: son rol~ d:ms 1:1. (ormation du S~ntim~nl nlllional-, ".

~~~~~:;~. ,uho'~puembrede 1962, retomado en Nou., Lt'1 L,t'1a tÚ mimoi". l • .. di.

,. 1'59 1ronl Rc"n.l.n. l'r,rrr sur 1'Ac:ropok, ~n CE",'rrs comp/llt's. Pub, Calm¿nn-l.Iv)r. 1

·"r.. , ·"our une hUlOir~,••M. lIn. ¡;Í1 •• p. JO.

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R(liIMOmDf.IlISl0RJOOAO

Más :tllá de ese diagnóstico sobre la memoria de hoy, la expresión mismalugar d~ m~moria reenvía hacia las arres de la memoria, que conducen ellasmismas hasta el arre oratorio de la Amigüedad.78 Su definición canónica fuedada por Cicerón: el lugar (/00") es el emplazamiento -las habitaciones de unacasa, por ejemplo, o las columnas- donde el orador, preparando su discurso,es invitado a ordenar imágm~sde cosas que desea retener. Se le recomiendaparticularmente elegir imágenes vivas (imagin~s agmus). En este sentido, Loslugarrs d~ mrmoria han puesto en marcha una concepción retórica del lugar yde la memoria. Si e1lugnr del orador es siempre un artefacto, el lugar, segúnNora, jamás está simplemente dado: está construido e igualmente debe serreconstruido sin cesar. Al hisroriador de los lugares de memoria le correspondepor canto encontrar los lugares activos, Jos imagin~s agenus de Cicerón, pero,a la inversa del orador, que elegía los lugares para memorizar su discurso, elhistoriador parte de los lugares para reencontrar los "discursos" de los quehan sido los soportes. Lo que hace el lugar d~ memoria es, por último, unaencrucijada donde se cruzan diferentes caminos de memoria. De manera quesólo están todavía vivos (agmus) los lugares retomados, revisieados, remode­lados. rearreglados. Abandonado, un Jugar de memoria ya no es más que,a lo mejor, el recuerdo de un lugar: como los galos y los francos, después de1914.

Exploración continuada de lo nacional al prisma de la memoria, Los /ugam LÚ

memoria hicieron evidente una periodización de los "impulsos memoriales",con algunos periodos fuertes: 1830 (resumido en la obra de Guizot), 1880(cuando se fijan los rituales de la República y su historia), 1980 (el punto departida y la razón de ser de la búsqueda de Los /ugam). Todavía falta uno,capital según yo: 1914 (se trata, otra vez, de un número redondo). Permaneciómenos visible (incluso en la investigación de Nora), en la misma medida enque no se tradujo en la organización de instituciones centrales de historiao en la producción de grandes historias nacionales, retomadas con nuevafacilidad o renovadas, pero más bien para impugnación de la historia o6cial,una valoración ya de la memoria m contra de la historia y, según algunos, labúsqueda de otra historia, es decir, primero de otras temporalidades históricasque lleven a nuevas periodizadones. El trabajo de Halbwachs sobre la memoriase incorporaba a este momento de crisis del orden del tiempo, acompañadopor cuestionamientos del régimen moderno de historicidad.

71 Frances Y:¡t6, L'Arr tÚ lA mimDi". n. de O. Arasse, París. GaIlimard. 1975. {El.,..la mtmoriQ. Madrid. Siruda. 20051.

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FWI(OlSH,uTOG

De esra crisis del tiempo, el proyecto mismo de En busca tk/linn,.~dido era, ya, un signo de múltiples resonancias. ~ ob~~ es, para terminar, atelibro por venir, que debcría dietar el ~ie~po mismo, la forma d~1 Ti~PO·Jdespués de que, en la biblioteca del pnnclpc de Guermantcs, la eVldenCla de laidca del Tiempo finalmente se impuso al narrador. Ya se encuentra en ella unaforma de lugar de memoria. ¿No habla Proust de "lugar lejano", y de "Iupractual" y, de uno a otro, la sensación misma de otro tiempo, mienuas operala resurrección de la memoria, que es irrupción del pasado en el prcsaue?Así, MOle. de Saint·Loup aparece ante la mirada del narrador como un tipode lugar de memoria: "¿No era ella -se pregunra- como son en los bosqualas estrellas de las encrucijadas en donde vienen a converger los caminoa:venidos, también para nuestra vida, desde los puntos más diferentes?" Puavenían a desembocar en ella, "los dos grandes costados", en donde él.babú.reaJizado "tamos paseos y sueños".79 A partir de ello el libro puede coDduirsobre esta presencia física, [QtaJmeme vertical, del tiempo. "El hombre, altener la longitud no de su cuerpo sino de sus años", se ve encaeamado~recuerda- sobre los zancos vivos del tiempo, que pueden ser "quizá más a1IOIque los campanarios", como el duque de Guermantes, vacilante sobre_piernas. "En el Tiempo" son por tamo las últimas palabras de la Bú.squ«/IJ.

Proust se dirigía hacia Bergson)' sus análisis de la duración.so Debafaincorporarse también a Charles Péguy, adversario proclamado y feroz de lahistoria, taJ como la encarnaban y promovían los maestros de la Sorbonae.Lavisse, Langlois y Scignobos. En contra de la historia, Péguy se vale raucI­tamente de la memoria. En comra del sacrosanto método histórico ellgi6.Hugo y a M.ichelet. En C/io, opone la historia "esencia.lmente 10ngitudiD,al­a la memOria "esenciaJmeme vertical". La historia "pasa de largo" -dic:ct-ies decir, "a un lado". Mientras que "la memoria consiste, al estar dc.nao cIIlacontecimiento, antes que nada en no salir, permanece~ en él, yentarlo desde adentro" .81 Péguy evidentemente no dejaba de soñar con elCp

79 Maree:! rro~st, Lt Ttmps rtlroUIJI, en A 14 ~clJtrcht du Itmps pndu Pads~~IO:li.bl. de la Plélade, 1954, t. lJI, p. 1029. [En busca dtltitmpoptrdid4, Madrid.

80 Henri Bcrgson, EsUli sur /ts do"nlts ImmIdUlU'S dt la ~onsdnru (1888), Parú. ....en par~'cul~ e:! cap. 2, que analiza la idea de duraci6n. 0y<:nte en Jos cutsO$ de Bcrpoa.

:~:76as~ ..;:::ii~~I~~:j;I~~" en el cenno de su reRexi6n. De PTiy. 8apoD

:1 Charles Pl!guy, Cúo..D,afogut tÚ l1)istoi~tt dt l'Jml"pai"tnru, en (Euvm ni ,.

m.1 arb, Galllmard, eol. Blbl. de la Pléiadc, 1992. pp. 1176-1178 El manwcrlt:fuc

;1;:r;~2I,2p~.\~\~'I ~~an~oi5 Bl!darida, ~Hisloire et mémoire chn. Péguy".

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RrGIM[NUOtlltsTONClOAO

Dreyfus: "Yo hablaba, yo pronunciaba, yo enunciaba, yo transmitía el hechocierro del Caso Dreyfus, el Caso Dreyfus real, en el que no habíamos cesadode vernos inmersos, nosotros. los de esta generación.82 En resumen, parareromar su vocabulario, la historia es "inscripción", mientras que la memoriaes "rememor:lción". Estamos en plena impugnación del régimen modernode historicidad.

De hecho, puesto que Bergson se ocupa únicamente de la duraciónindividual, Péguy se arriesga del lado del "tiempo del mundo":

Mire en su memoria y así, en elta, en la memoria de su pueblo (... ) Se verá llevado a

preguntarse si no existen rambién duradotl~Jdelos pueblos y una dUT'llá6ndel mundo,

pues le parecerá evidente que la vida, que el acontecimiento de los pueblos yel aconte­

cimiento del mundo no Huye, no se desperdicia, no se descomprime constantemente

con la misma vc:locidad, según el mismo rilmo, en el mismo movimienlO (... ] ¿No es

evidente que el acontecimiento no es un punto homogéneo, que quizá sea orgánico,

que tiene a lo que en acústica llamamos nodos y aminodos, vados y pausas, un rilmo,

quiú una regulaci6n, tensiones y pausas, periodos Yépocas, ejes de vibraci6n, puntos

de sublevaci6n, puntOS de crisis, desapacibilidades dignas de compasi6n y, de pronlO,

puntos de suspensi6n.8)

En resumen, un orden del tiempo o encadenamientos de ondas temporales,donde pueden identificarse, como en corre, regímenes de historicidad.

En el mismo sentido, poco después Walter Benjamin hiz.o de la reme­moración (Eing~dmkm) uno de los conceptos centrales de su reflexión, en sustesis Sobr~ ~l conceplo d~ hisloria. 84 Contra el "historicismo", ideología queencarna, según él, el fracaso de la historia y de la cultura histórica modernas.en comra de su tiempo "homogéneo y vacío", trabajó hasta su suicidio enla fromera española, en 1940, en construir un nuevo concepto de historia.para el que recurrió a la vez al marxismo y al mesianismo judío. Al forjar lanoción "tiempo del hoy" (J~tztuit). propuso definir el tiempo histórico comolo que no nace propiamente hasta que se opera "una conjunción fulgurante

82 Péguy, A nos 4mis, J nOJ abonniJ, en (EUvrN m pros~ ('()",p/}tn, 11. París, Gallimard. col.Bibl. de la Pléiade, 1988, p. 1309.

~ ~~~~nC~:c~::7~:t"u:~~~~; :~.~n) ~~~~o lugar. Michad Lowy, W.hrr Bntj4",;,.:

~:::;~t~e~::~~d~t'p:~,b~~J~~~:~~e~~C?~,::;:;~~u::'2:~gunre, Bc:njamin e[ Péguy", en H. Wismann (dir.), W B-j.m,,. n Pllnt, Parú, I!d. du Cnf.1986, pp. 133-145.

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FRAH~OIS HARTO(;

entre el pasado y el presente y ambos forman una conslel.a~ión",85 En p~rude Hannah Arendt, él sabía que "la ruptura de la tradiCión y la pérdida deau(Oridad sobrevenida durante su época eran irreparables, y concluía que lehacía falta descubrir un nuevo modo de relación c,?n el pasado", consistenteen "instalarse por fragmentos en el presente" ~ ~~ sumergirse e~ las pro~didades del pasado como el buscador de perlas. La rememoración es acava.no es un surgimiento involuntario del pasado en el presente; al enfocar UD

momento del pasado, tiende a transformarlo. Hombre de la brecha dd tiempo,del presente seguramente, pero en ningún caso del presentismo, su aunz noha dejado de expandirse, precisamente, después de que el régimen modernode historicidad se ha enconrrado cuestionado. No hace para nada dd pasadouna tabula rasa, sino que formula un pensamiento de la revolución.

A estas discusiones e interrogantes, ¿cómo han respondido entonceslos historiadores profesionales? No lo han hecho, o no directamente, Ya en~

fermo, Lavisse debía imperiosamente terminar su Historia con la Hutona tÚ

la Francia contemporánea. Publicado en 1922, el último volumen, consagradoa la guerra de 1914, se cierra con una "Conclusión general" editada por elmismo Lavisse. Si bien reconoce que "el presente es muy sombrío", se dedicaa encontrar razones para una "confianza en el porvenir": una unidad nacional"indestructible", un gobierno "que pueda creerse definitivo", Y. sobre todo,"tras el estancamiento febril", el progreso retomará sus derechos, "las naciolKlse pondrán de nuevo en camino para una nueva etapa. Tenemos d derechode esperar y de creer que a la vanguardia estará Francia".87 ¡Esperemos!

La verdadera respuesta, aunque indirecta, fue la de los historiadoraque, desviándose de lo nacional, tomaron en cuenta lo económico y lo social,con sus temporalidades regidas por otros ritmos y no la sola sucesión linealde aCOntecimientos políticos. Aspirando a reunir esta ciencia social, de laque los durkheimianos, en particular Fran~ois Simiand. se hicieron a.am.promotores e impasibles guardianes, la historia ambicionaba contribuir, enclcampo que le pertenecía, a la producción del saber de la sociedad sobre ellamism~. Esre despl~zamiento de la Nación hacia la Sociedad se acompañó delIna diferente relacIón con el tiempo: "Con el advenimiento de la sociedad enlugar y en el lugar de la Nación, la legitimación del pasado, por lo tanto deJa

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R((¡IM(NlSllf:HISlOlllClDAD

histOria, cedió el ~aso a.lalegitimación del futuro".88 Seguramente, incluso,ClIan?o. el porvenir hubiera estado ya activo con anterioridad. puestO que eraesrc ultimo el que aclaraba el pasado. Porque b transformación de la miradase había operado desde el instante en el que la Revolución se había conver­{ido en este puntO de vista desde el que se ordenó (Oda la historia pasada deFrancia. Recordemos ya al Volney de las Ruinar.

Futuro ya advenido, y no por venir, estaríamos ahora tentados a ob.jemr, salvo que el siglo XIX no ha dejado de correr hacia el fin verdadero dela Revolución, oscibndo emre el temor de una revolución confiscada yelde ulla revolución inacabada. AJ menos, hasta la consolidación de b TerceraRepública. En seguida, el relevo fue tomado por la cuestión, siempre reacti­vada, sobre lo que es la República. De manera más específica, los fundadoresde los Anna/~I han predicado las idas y venidas entre el presente y el pasado.Aproximar a los estudiosos de lo contemporáneo y a los profesionales delpasado, es verdad, pero sin olvidar que "la incomprensión del presente nacefiualmente de la ignorancia del pasado. Aunque quizá no sea menos vanoextenuarse en comprender el pasado, cuando no se sabe nada del presente".89~(3 era una forma de volver a colocar al historiador en el centro de los debatesiIHe1ectllales y en el juego social.

HISTORIAS NACIONALES

A {oda lo largo de un siglo, que fue tan claramente el de las nacionalidades,la his(Qria nacional y la escritura, en nombre del futuro, tuvieron de hechouna vinculación parcial. En el caso de Francia. se trataba de un futuro yaadvenido. pero malogrado. difuminado o perdido. en todo caso inacabado.Ya habia pasado J789, pero sus promesas están todavía por venir. Se estátodavía entre el ya y el todavía no.

Partamos de b generación liberal de 1820: la que enarbola la banderade la reforma histórica, valiéndose justamente de la Nación. Con esos jóvenesse inicia un periodo activo, inventivo. también ingenuo. aunque intelectual­mente innovador, que es también la primera reivindicación y expresión dela. historia-ciencia, ya no arte. La Nación es a la vez para ellos una evidencia,

~ ~ora. Ln Lim..'l: d~ mlmoirr. /. op. CIt.. p. XXIII.

8'l Mate Bloch. Apolog;~pDur lñu",," DU M/N" áñis",ri_. Pads. Armand Colin. 1993. p.9S.IApología d~ la hútDria. D~I DfiClo tk hútDrUuior. México. IICE. 2001}. Sobre la importanciadtl ju9;O pasado/presente. Olivier Dumoulin. MIt" Bl«h. Pads. Presses de Sdenc:es Po.2000. pp. 264-276.

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fAAM{OISHUTOCi

un arma política, un esquema cognosciüvo y ~n programa histórico. Una~idencia. pues es el sentido mismo de la revolución que, e~ lugar y endi?del rey-así como se decía, en cuya per~ona "la, nación ,r~idJaporcomp~;¡instaló la nación, precisamente como receptaculo rnJSUCO de la soberanIa: •De ahí los problemas (de larga duración) de la repr~sentación, que derivan deesta brutal sustitución de un absoluto por otro. ¿Como comprender y servidea este absoluto? ¿cómo encarnarlo? A lo largo del siglo. los historiadoratuvieron que intentar comprender este instante fu~dacional, para inscribir­lo y darle sentido en la larga duración de la histOria de Francia; río arriba,aunque también río abajo. De ahí surgió, en rcalidad. el concepto modcmode historia y se definió la tarea (e incluso la misión) del historiador. De ahí.además. Franlj:ois Furer, haciéndose lector de los historiadores del siglo XIX.volvió a partir para "pensar" la Revolución francesa. 91

La nación es un arma. En contra de la carta de 1814 y su reiteración deuna historia de Francia, central, si no es que exclusivamemc monárquica, en.de capital importancia mostrar que "la masa encera de la nación" era agentede la historia y que, en particuJar, la larga marcha del tercer estado habú.debulado en el siglo XlI. En la obra era un hecho orra continuidad histórica.de alguna manera más pesada y, sobre todo. más rica de porvenir que lalOlasucesión dinástica. Para Augustin lllicrry, 1789 vino a esclarecer "las mo­luciones medievales". y 1830 está en vías de ofrecer al observador este pw1IDde vista "extremo", desde el que creía tener bajo los ojos"eI fin providencill.del trabajo de los siglos transcurridos a partir del siglo xu".92 Julio de 1830pone pumo final a julio de 1789. Tal es el sentido de la inteligibilidad: vacW.presente. que ayer era todavía un fumco. hasta un pasado muy lejano, y 1830vale prácticamente como fin de la historia. En este punto preciso, prosm-apolítico (la monarquía constitucional) y vanguardia metodológica pucdca.reencontrarse y caminar de la mano en lo sucesivo.

Para escribir esta nueva historia, la de los ciudadanos. de le:. .....del pueblo en una palabra. que está "todavía enterrada en d poM ..cr~~icas" de la época. hace falta. de hecho. ponerse a leer losonglllales y. muy rápido, se necesitará acudir a los archivos. Eltransforma en historiador. Si reencuentra. aunque con otras

285~ Mared Gallehcl, Ln Li~ux tÚ m¿moi" 11, La N.tiltn. l. Pare.. GaUimud.

91 han~ois FlIrcr, P~nur la RIvolurion frim(illS~, París. Gallimard. 1978&vo::t'UJn/mn«l4,. Barcelona, Petrd, 19801.

(.by. 1~~:1.17v~:c~75ComUihllriom tur lñuUli" tÚ Frtlrra, en CE.wm

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REGIMENfSDE N1STOIK10AD

antigua erud.ición ~e los bollandistas y de los benedictinos de San Mauro,medita rall1~lén Thlérr.r,' ';;alter SC~(( y e~ histórico romano (es todo el debateen rorno al color local). A continuación puede sonreírse ante la candidezdel historiador que pensaba poder articular tan simplemente lo político y locientÍfico, viéndolos caminar jumas. Falta que la cuestión nacional dé el ím­petu a esre movimiento que después de 1830 institucionalizó la monarquía dejulio, antes de top:use con el estupor de 1848. Por tamo, la hisroria no habíaconcluido, tampoco estaba en vías de terminarse. ¿Cómo escribirlo entonces'la Revolución no había concluido y el pUnto de vista se había enredado?

Micheler parte, también él, de "el fulgor de julio" de 1830, que, alrayar la noche, es este instante de gracia, de inteligibilidad total, donde comoen una visión mística la historia se revela por completo, se condensa y romasenrido.94 La ruprura de 1789 puede a la vez ser plenamente reconocida eintegrada, de manera que podría ser renovada como "el hilo de la tradición".Varias consecuencias importantes se derivan de este reencuentro con la nacióncomo "alma" y como "persona". En primer lugar, una transformación delpliego de condiciones del historiador: le vuelve a caer la responsabilidad deponer al día en lo sucesivo lo que no esraba inmediatamente visible, menoslos secretos de los grandes, más bien los murmullos de los anónimos e inclusolos silencios de la hisroria. Pero, para descubrirlos y penetrar en ellos, ya nopodrá contentarse solamence con sacudir el polvo de las crónicas, deberá "su­mergirse" con resolución en los depósitos de archivos. En el poderoso lenguajede Michelet, el historiador, agrimensor de las galerías de archivos y visitadorde los muertos, deberá de hecho saber escuchar "los murmullos de tantasalmas asfixiadas": todos esos muertos ante cl:lya consideración el presente hacontraído una deuda. Estas elegías fúnebres, que provienen (también) de laepistemología, rechazan el corte entre el pasado y el presente. instaurador dela historia moderna. Gran lector de Virgilio. el jefe de la sección histórica delos Archivos Nacionales es también un vaus, pero esta postura y este registroSon su manera de reAexionar teóricamente sobre la his[Qria.

A continuación, la Nación como persona está viva: ya está a la vez ahíyen perpetuo cambio, es fracasos y promesas. pasado y porvenir. pero sobretodo, en un lenguaje reromado de Vico. es constante "trabajo de sí para sí".Tampoco hay nada "fatal" en su historia: ni el "suelo" ni la "raza", ni ningúnOtro determinismo. Es libertad: historia abierta. En contra de las historias.

93 Carine Fluckiger, ~Le Moyen Áge domestiqué. Les historiens narrativisres el la couleur

loca~~~~~~:~;~~~~i~'d~9t~~i'S~~~;:~~~~voix de I'his[oire", CommNniCtlU'ons. 43, 1986, pp.55-69

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FRAH~OIS HARTOG

ya sea "demasiado poco materialistas", ya s:a "demasi~,doP?CO esp~rituales~,Michelet pregona una hiswria atenta a los embroll~~ (de instancias, ~ 111­

veles o de f.,cwrcs).95 Esta visión y este uso de la naclon como un organISmocomplejo tuvieron innegables capacidades heurísticas. puesto que son unainvitación permanente a rewmar. llevar más lejos. afin~, en una palabra,complicar el análisis: hacer de Francia un cuadro experimental y un Pl'()o.blema. Eso es justamente lo que intcntará Fernand Braudd en La idmtitJaJcú Francia, al invocar a (y al mismo tiempo distanciarse de) Michclct, peroya estamos un largo siglo después y tres guerras más lejos: "Amo a Franciacon la misma pasión, exigente y complicada. que Jules Michelet (... ] Peroesta pasión casi no intervendrá en las páginas de esta obra. La mamenddesmeradamente aparte".96

Previamente, antes y después de 1870. tuvO lugar la empresa de Fustdde Coulanges, quien no logró desarrollarla por completo.9? Las mañanas dejulio ya están lejos y las promesas de 1789 aún más lejanas; la historia no sedetuvo: a 1830 sucedió 1848, a la República el golpe de Estado yellmpcrio,"alltoritario" al inicio, "liberal" al terminar. Sedan y la Comuna pronto estánahí. La cuestión dc la Revolución acompañó a Fuste! a lo largo de su vidacientífica. Fuste! despliega al respecto una doble estrategia de reducción. En dcurso de la historia, tanto en la Antigüedad como en los Tiempos Modernos.no cesaron las revoluciones, pero las revoluciones no son lo que hoy en díase cree: de hecho, la parte de lo invisible la lleva a lo visible y en el momentoen el que una revolución "estalla", en realidad ya terminó, El tiempo delacontecimiento casi no cuenta.

La ciudad antigua (publicada en 1864) era ya una historia de las insd..mciones políticas, pero de las an[iguas, es decir, el estudio de las rcvolucioDCIsucesivas que condujeron hasta la formación de la ciudad. Por tantO, paracomprender la ciudad, debe partirse del examen de los orígenes, de donderesulta que las primeras instituciones humanas tuvieron. de hecho, un funda-­mento religioso: la primi[iva creencia según la cual la muerte no era d 6Dderodo estaba en la raíz del primer vínculo social (e! culto a los muertOS suponela famil.ia. mien~ras que la tumba del ancesno representa la primera formade

;er~:~~;:~.pflvada).El adversario era todavía Rousseau y el arti6.aaIiaDO

197:~ ~~~~, ~j~~~~:~, "Préface de I'Hisloirc de Francc", ~n CEulImeomp/bn. Paris,~

~ Braudd, L'ld~ntltl d~... , op. cit., l. 1, p. 9.

~ujl, ~~~rll~g, L~ 1fT S¡¡c1~ n I'HiJto;r~. L~ (as FUJtel tk Cou¿'ng's, nueva cd..

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IIlG[MfN(SD(HISTOIIIClDAD

.Tres ~onsecuencias se .deriv~n de este postulado: la necesidad para elhisronador de exte~der~us I~vesugacionesa un vasto espacio del tiempo".puesro q~e .no .hay hlstor~a mas que en la larga duración. A continuación. e!objero"pnvlleglado del hls~oriad.or. que es a lo que Fuste! llama "las institu­ciones (tomado en ~I sentl,?O etimológico de todo lo que instituye la vida ensociedad): su for:;'3clón es lenta. gradual. regular", y se necesita mucho paraque p~:edan ser el fruto d~ un accidente fortuito o de un brusco golpe defuena . Por ello nunca son la obra de la volumad de un hombre. la volumadmisma de rodo un pueblo no basta para crearlas" y la violencia no comribu emás que "un poco" en su fundación. 98 Los hombres. para terminar, hac;npoco s.u propia hisroria. ~ta Historia d~ las institucion~s políticas d~ la AntiguafrancUl (que nunca termma y a la que renuncia) debería haber sido algo asícomo Lo id~ntidad d~ Francia de Fusre!. Esta larga duración fustdiana. en(érmino de instituciones, como proceso de institucionalización. ¿no se abriócamino hasta Braudel? Ciertamente con importantes desplazamiemos. yaque el hiswriador desde entonces se sumergió en Otras profundidades. "Lahisroria de larga duración -escribe Braudd- es así un tipo de referencia enrelación con la cual roda destino no se juzga, sino que se sitúa y explica [... ]Dar cuerpo a la historia es tomar una medida inhabitual de Francia. Accedera lo que puede ser su identidad [... ) ¿No limita (no digo suprime) a la vez laliberrad y la responsabilidad de los hombres?"99

Como ya lo había señalado Philippe Aries, la aproximación de Fuste!.por último, hace relucir las diferencias de las épocas y se dedica a darles scn­üdo. mostrando las coherencias de conjunto. de las cuales las institucionesson la resultante y la expresión. Diferencias "radicales" entre los pueblosamiguos y las sociedades modernas. diferencias entre la antigua Francia y laFrancia moderna. Aunque Fuste! no está dcllado del régimen modcrno dehistoricidad y de su fmurismo. todo su trabajo parte de la constataci6n deque el antiguo régimen de la historia magistra ya no es sostenible: las épocasdifieren. Yse aboca precisamente a reencontrar las lógicas respectivas que lassostienen. Existe la discontinuidad en la historia. pero no son los accidentesde la superficie los que constituyen las verdaderas señales. Si el pasado yano aclara el porvenir. Fuste! se resine sin embargo a la idea de escribir unahiStoria de Francia en la que el futuro esclarezca plenament~ el ~asado. EnCuanto al presente proclama -después de J870- que el historiador. parahacer verdaderame~(e trabajo de historiador. debe comenzar por "olvidarlo".

'8 Fustd de Coulanges. "lnrfoducci6n", en HiJtoi"JninJtiN4tiompolltit/"It1MI""tinr",

F,a'';;'B~:~,¡~'er~7/:::lt~~:~:.~: ~~.2;it.• t. 11, p. 431.

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FRAN~OIS HAlITO'

Cuando publica en 1875 el primer volum~n de, sus lnstitucion~s ~o~ntt::'no asigna otra finalidad explícita a su tr~ba!o mas que la de contrlbwr Üprogreso de la ciencia histórica y al conoclmle.nto de I,a natural~ hlllJlaDi'.El único avance reivindicado es el de los estudios. Esta él, también, colocadoenm~ dos imposibilidades: mn[Q la del p~ad~ com~ la de,l porvenir.

Ningún clarín patriótico suena y mngun repl~ue.funebre se eleva: nose trata en principio más que de ciencia y de conOCimiento. Estamos muylejos de lo que sostendrá, un poco más adelante, Maurice Barres. Pero hayuna desviación, incluso en relación con Gabriel Monod. En 1876. un afiodespués, Manad presenta de hecho el primer número de la &vista históricJI:no es evidentemente una cuestión de historia nacional en cuanto tal. sino quees una colección que intenta "contribuir al avance de los estudios históricos­al adoptar un "punto de vista estrictamente científico". Se trata de análisis yno de síntesis. La síntesis, como ya se ha mencionado. está por venir: seriaapresurada. Ello no impide que el his[Q(iador tenga claramente un papel ¡o..

cia!, como diríamos hoy en día, y una responsabilidad. Le corresponde sudponrifice (aquel que precisamente tiende puentes) entre el pasado de Franciay su preselHe: su tarea es la de comprender y de explicar el "vínculo lógicoque reúne a todos los periodos del desarrollo" del país: de ayer hasta hoy. Delo que resulta que la historia tiene una "importancia nacional" para restituira! país "'a unidad y la fuerza moral que nc.~cesita".looLa distancia se mide enrelación con el retrato (proclamado) fuste1iano: otro es el lugar dd historiador,así como otra cosa lo que se entiende por "avance" de los estudios históriCOl.Se reencuentra todavía algo del programa de Thierry (menos conquistador oingenuo), pero sobre todo la divisa de los Monum~nta alemanes. quevinc:ulaerudición y amor por la Patria (sanctus amorpatria~dat animum). no puedeser ignorada, incluso cuando se intente diferenciarse de ellos. Fl histo~de Mono.d es republicano: se esfuerza por no abandonar ni el pasado, ....futuro, 111 el presente, ni abandonarse a alguna de las tres categorías.I . Cuando, algunos años más tarde, llega Ernesto Lavisse, d~

e egldo por Nora, .estamos entre dos guerras: la que se perdió y la que......falta pre~arar. Luclen Febvre evocará con ironía su negativa de "la~los venCIdos de 1870", "sus prudencias vacilantes" y su "gusto caai adp~r la hlst~na ~iplomática".101 Ciertamente, tras la instalación de la""bilo, la hIStOria de Francia ha llegado a ser la de "la nación collSlllllllllla'1889 r<emplazó a 1830 como pUnto de vista desde donde condesplegarla y mOStrarla. Para retomar una última vez la gran escansión

:~ ~.;;¡:rid ~O;td, :Edilorial", en R~vue hiJtorique, 1, 1876.e vre. r ogo, en Combars pou,-l'Iu'slo¡,-t', op. cit., prol., p. v.

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REGIMENESDlHISTORKIOAD

ydel todavía no, el Jft (panado por la Revolución) yel todavía no (la instau­I<lci6n definitiva de la República) se reúnen y consuman en 1889. Aunquefalre mucho por hacer. se ha salido de los problemas de la espera. La historianacional, por canto, no puede más que triunfar, ella rambién, y Lavisse. que seha conv~rrid~ ~n su heraldo, .lIega a ser (junto con los LAvisu) su epónimo.

S, pollClca y pedagóglcamenre la síntesis lavissiana desempeñó unpapel importante. intelectualmente es pobre. Este triunfo es tambi~n uncanCO del cisne. Una vez encarnada la nación, resraba "ponerla en fichas". 102

En el fondo, faltaba acabar de levanrar la frontera hisrórica que dividía elpasado de Francia (antes y después de la Revolución) para hacer servir todosu pasado en defensa de la frontera, geográfica en ese momento, esperandopoder rechazarla (más allá de la línea azul de los Vosgos). He ahí el progra­ma, casi ya en forma de orden de movilización. Cuando la guerra estalla, loshisroriadores más jóvenes fueron efectivamente movilizados y la mayoría delresco se consideraron como "movilizados en los servicios de la retaguardia",según la expresión de Charles Petit-Dutaillis.

En seguida, en el corte despu~s de 1914, se produjo una fractura enel orden del tiempo: una brecha. Tras los excesos sangrientos de las nacionesen guerra, los años veinte se tradujeron, desde el punto de vista de la his·roria, ya sea en una retirada de lo nacional en dirección de lo social. ya seaen una exageración de lo nacional, que son dos estrategias profundamentedirereores para volver a vincular el pasado y el futuro. "Desesperando de lahistoria", que no ha sabido prever nada, acusa Paul Valéry, nuestro testigo yacirado, denuncia entonces este producto peligroso que vuelve a "las nacionesamargas, soberbias, insoportables y vanas" .103 Como si justamente no fueraotra hisroria más que la historia nacional y la historia historizante. prontoridiculizada por Lucien Febvre.

Pero cuando. en 1919, Febvre asume la cátedra de la Universidad deEsrrasburgo, comienza por plantear en su lección inaugural que OCia historiaque sirve" es "una historia sierva. Profesores de la Universidad francesa deEsrrasburgo, ya no somos los misioneros descalzos de un Evangelio naci~

nal"'.104 Es rambién este rechazo el que finalmente le permite responderafirmarivamenre a su pregunta inicial y central: (Tengo derecho·. c:s decir,tengo todavía el derecho de hacer la historia en "el mundo en ruinas ?Es 6.

102 Ln Li~ux d~ mimoi" 11. op. cit.• l. p. 327. alllmud. col. 8IbI ...p . 10J P.aul V:lJ~ry. &gl1rdJ $U' k nw1UÚ IIt'tWL en a.,M'l't. Paró. Gl¡..d,. 1960. <. 11. pp. 921 Y935. ,...... do

11M F~bvre, "L'hiscoire dans Ic mondc en ruines-oRww_~"""""1920,p.4.

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FRAII(OISH~RTOG

este rechazo, lo que vuelve legítimo retomar la pro:csión y "r~novar el hilo"y, sobre lOdo, es él quien abre el espacio para trabajar y cues.tJonar para unahislOria.ciencia, en busca de otros ritmos, de otras profundidades, de °UOlobjetos: de otras temporalidades. En él se alojará unos ~ua~tos mOl ,mátarde (después de 1929) el programa de los Anales tÚ ~lStOrla ec~n6':'lCa1soda/o Esta contracción de lo nacional, o incluso su eC,"pse, no Slgnl~cabasu olvido o un abandono definitivo, y se sabe que, mas tarde, los mlllDOlBloch y Febvre concibieron proyectos de Historia de Francia que no llegaron

a cristalizar. I05

Por el contrario, Jacques Bainville, también marcado por la guerra de1914 e inquielO por sus secuelas, se repliega sobre lo nacional. A diferenciade la historia universitaria, su Historia de Francia, aparecida en 1924. fue ungran éxito de librería. Fundada sobre la idea simple, expresada en su prefaáo,de que "los hombres de antaño se parecían a los de nuestros días y de que MIl

acciones tenían motivos parecidos a los nuestros", es de entrada una tentativade reactivación del modelo de la historia magistra. La repetición y la analogíaconstituyen, como es justo, el dinamismo explicativo. "Morimos-señalabaen 1916 en su Diari(r, por la ignorancia y la incomprensión de nuesaopasado, por el necio prejuicio democrático tras el cual el tiempo marcha-.Por tantO, existen lecciones de la historia que deben ser aún más "la memoriadel hombre de Estado". Se trata, en suma, de conjurar el porvenir al que xreme. ocpulsando al tiempo fuera de la hisroria. En contra dd necio prejuiciodemocrárico, la Historia de Bainville debe demostrar la falsedad dd n!gimeamoderno de historicidad: no, el tiempo no "marcha".

Gran lecror y admirador de Ba.inville en su juventud. Philippe Aria,cuyo trabajo sobre la muerte ya nos ha servido de indicador. no se voIYi6,.tras I~ "brecha" de la Segunda Guerra Mundial, a la que llamaba -los~rramlentos de 1940", hacia la hisroria nacional. Por el contrario. se mantuYDcuidadosamente a un lado. Comienza con una Historia tÚ Lu~franceJm y de sus acritruks ante lA vida despu;s del sigfq XVIII (1948). caItafama con E~ ho,,!bre ame la muerte (1977) Ytermina, dirigiendo con~una gran HmoTladela vidaprivada (1985). Todaviaen 1958. Georga.Dalaf;y Roben Manclrou publican, no una historia de Francia sino unaH~de la civilización francesa, en la que el prólogo termina ~n esta frase:

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RtGIMlNlSOlNISlOllOOJ,O

bre~e lib~o habrá cu~pli~osu pape.1 (.. -.1 si permite a los lecrores comprendermejor, fipd?s por d,,~z,~glos de hlstona, los rasgos originales de la Francia:J.crual, esta persona. O sea, una doble evocación, en forma de alusiónpero tan discrem que es casi para hapPYf~: para Michelet (por la "persona"):para Marc Bloch (por los Caract~s originaks tÚ 14 historia ruralfranusa).

Duranre más de medio siglo, lo nacional no fue ya el motor de la búsqueda: nila escala correcta ni la profundidad adecuada. Tampoco la escala cronológicasensata. Había causado demasiados daños y sw capacidades cognoscitivasparecían agoradas. Fueron, por el contrario, mO[ivo de formas renovadasde hisroria-ciencia, que tuvieron por horizonte el materialismo histórico, elcuantitativo, e! serial y como instrumento las fichas mecanizadas, ya despuésde la computadora. Ahora bien, se volvió claro, alrededor de 1980, queesws modelos científicos, naturalmente grandes consumidores de futuroy sólidamente arados al concepto de progreso (tamo de la sociedad comode la ciencia), lograron rendimiemos decrecientes, incluso poniéndose agirar sin sentido. Se inició entonces un tiempo de detención. momemo dedescanso en el que la mirada hacia atrás se volvió legítima: para abarcar elcamino recorrido, para tratar de comprender en dónde se estaba hoy en díay por qué. Pasar de lo prospectivo a lo retrospectivo era una forma de tomardistancia: los individuos se preocuparon por las genealogías y las empresaspor sus archivos (con su treta, la cultura empresarial). El régimen modernode historicidad perdía su evidencia.

Al igual que las demás disciplinas, la historia no escapó a este movi­miemo, que no es más que un demento de la coyuntura de conjunto esbozadaen nuestras primeras páginas, pero no fue de ninguna manera la iniciadora.La reinrroducción de! historiador en la historia. practicada y proclamada porFebvre, pregonada por Marrou y Aron en contra de la historia positivista.había sin embargo preparado el terreno: el historiador parecía dispuesto.según la fórmula de Péguy, a entrar de nuevo "en el rango histórico": "Ellos(los historiadores] no desean que se haga la historia de los historiadores.Desean más bien terminar la indefinición del detalle histórico. Pero ellosno quieren emrar en la línea de cuenta en esta indefinición del detalle his·tórico. No quieren estar en el rango histórico. Es como si los ml!dicos no

106 G«lrges Duby y RotK-n Mandrou. Histt);" de '" "lI'iJiMtitI,,~.París, ArmandColi.": 1958 (Historia tÚ '" dvilir.MiD"jivNn4. Méx:ico.I'a. 1981)~~en~~=PUllClpa e~ la Historia d~ FmnriJI. publicada por Hacbettc. ccnuada poli460:firma el primer volumen, ú Mqym Att' tÚ Hl4pn ÚlfWltI jNmM ,r.ÑC. 987·1 •

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fRANtOtsHARTOG

quisieran enfermarse y morir".IO? Lo que termina con la extraterritorialidad

o el dc~l:r::·tan[as las condiciones que favorecían la apertura de un espacio

para lIna historia de la historia, de lo que. N~ra supo hacer: como hemosvisto. uno de los plintos de partida de la refle~16n q~e.co,~duJo a Lo~ /ugarnd~ m~moria. Esta postura re(Jc,,-iva, historiográfica. ni slqul(~ra se ha Visto rei­vindicada por un solo tipo de historia. como tampoco, evidentemente. por lasola historia. lOS ¿A qué busc."1 responder sino. en parte. a ~ta coyuntura nueva,marcada por la puesta en cuestionamiento de l.a temporalidad. hasta entoncesparadigmática del régimen modern~ de historicidad?~ luz proyectada desdeel futuro disminuye. la imprevisibilidad del porvel11r aumenta. d presentese vuelve la categoría preponderante. mientras que el pasado reciente -aquddel que nos sorprendemos que "no pase" o del que nos inquietamos de que"pase"- exige incesante y compulsivamente ser visitado y revisitado. Con laconsecuencia de que la historia ha cesado por completo de poderse escribirdesde el pumo de vista del futuro (o desus diversas hip6stasis) o en su nombre:la historia contemporánea primero. pero cada vez más no solamente ella.

Ahora bien. fue necesario esperar precisamente hasta estos mismos añosochenta para presenciar un retorno a lo nacional (no sólo en Franela) ya sureinversión (intelectual, política). en particular, con la publicación de todauna sarta de historias nacionales. ¿No hay ahí una paradoja en esta coinci~

dencia entre un momento presentista y la producción de historlas nacionales?Mientras que el siglo XIX unió tan fuertememe Nación y Progreso, ¿cómo seexplica que se vuelva sobre la Nación cuando el Progreso se encuentra tan

mal? ¿Qué queda de la Naci6n? Una Naci6n, ya no prospectiva, sino rem.pectiva y nostálgica. refugio, en suma, pero ¿también una forma de historiaque quisiera poder mirar nuevamente de f"eojo aliado de la historia nuzgimri!Seguro. de vez en cuando. O bien. ¿será ésta una forma de tomar en cuentala ascensión memorial. proponiendo una respuesta. más o menos explicitao volumarista, a la pregunta acerca de la identidad? Pero los hisroriadores.¿podrán volver a ser de nuevo los instituidores de la Nación (a la Laviae)o de.~na nueva República (a la Claude Nicolet), incluso por medio de latelevlsl6n? ¿O no deberían ser más que memorialistas. mejor informadOlquelos demás, pero entre los demás?

107 P~guy, L'Argnll suiu, ~n CEUIJrt's en prou comp¡;t~s, /11, op. cit" p. 883; HenJi.......

~:;::,.~ie,~:,l~~~;I,q~~.;~4~~i;~~ire~ un~ l!(hiqu~ d~ I'hinorien". RrwutÚ~"

Dé~:v;;t:~IfI~;5~oss~, L'Empire du Jt11S. L'humllnúlltlon tks selmas hll",.i/IA ,.. La

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REGIM(N(SI)(HISTORIClO,I,D

A Fernan? Braude.I, en sus últimos años, cuando, divina sorpresa,acababa de publicar la pnmera parte de su ldmtid"d d~ Francia, le fue so­licitado encargarse de este magisterio entre hismria y memoria. Aunque suFrancia evidentemente no sea considerada ya como una persona, sino que estáconstruida como un objeto histórico. No está en busca de ninguna esencia ala que deba encontrar en el pasado o deba realizarse en el futuro, porque laidmtidad esd, precisamente, en la larga duración: no está más que ahí o queallá. "Son las mareas, los Aujos profundos del pasado de Francia lo que trato dedetectar y de seguir para juzgar de la forma en la cual se arrojan en el tiempopresente, como los ríos en el mar" .109 Así, al término del recorrido del Braudelhistoriador, el que parecía el más rebelde de los análisis, que había propuestocon brillalHez y éxiro desde 1949, eSta historia de poco alcance, superficial,en una palabra la historia nacional, resultaba justificable, también ella, en lalarga duración, a condición de darle, en resumen, su rostro más expresivo y elmás verdadero. Aunque el libro no aparece hasta 1986, la primera intuiciónse remontó a la experiencia del prisionero de guerra de 1940:

NosO[ros. los vencidos. en el omino injusto de una C2utividad 3biert:l. de golpe. tr2­

mos b Francia perdida, como el polvo que el vil=nto arr2nc:l. a un mont6n de arena.

La verdadera Francia, la Francia en reserva, la Francia profunda quedaba detrás de

nosO[ros. sobrevivía. sobrevivió l ... ] Después de esu tpoca y:a lejana. no he dejado de

pensar en una Francia en profundidad. como oculta en si misma, que fluye .según las

pendienres propias de su hisroria. condenada a continuarse cueste lo que cueste. De

esta fascinaci6n n3ció el tirulo ambiguo al que. poco :1. poco. me he h:l.bifU3do. lIO

Historia de un vencido, en suma, para el que fueron necesarios un poco másde cuarenta años a fin de poder volverle a conferir lo nacional.

En cuanto a La historia d~ Francia, dirigida por André Burguierey Jacques Revel, sustituyó deliberadamente "al clásico relato de la nación,desde sus orígenes hasta nuestros días", "un recorrido temático y lógico".No se trató para nada de "narrar" a Francia una vez más. sino de rompercon el relato convenido. preguntándose sobre ella a partir del presente. entodo momento, "para intentar reencontrar, en sus génesis y en sus cambios.los caracteres originales del conjunto nacional".111 Lejos de ser teleológico.

l09 Braudcl. L'Jdcntirld~..., op. cit.. [. l. p. 16.

::: ~~~:~;~:~.I:~ André Burguiere y Jacques ~c1 (dirs.), HI/IO;" tÚ /4 mn«,.Paris.&1. du &uil. 1989. pp. 18 Y 19. los "aracte~orlginaJcs" son evidentemente una dISCreta

3lusión a Matc Bloch.

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fRAN~OISHARtOG

rcrroacrivamenre teleológico, su recorrido es reg.resivo. Ahí, tambit!n, elpreseme provee el punto de partida, el punto de vista y el punto de llegada

para cuestionar lo nacional. . ."En forma más generaJ, la aproximación hlstoflográfi~,por su marcada

preocupación por circunscribir los. presupuestos. por cuestlo~arsc:sobre laherramienras y las categorías mOVIlizadas, aporta una con~nbuclón a estenuevo tratamiento de lo nacionaJ. 112 Los lugares de memo~'a cx.plotaron almáximo esta perspectiva, ya hemos insistido .en ello, ~3.5ta IOclul~ a lo Iarpde su publicación la historiografía de su propio recofndo. conduclend~a UD

ensanchamiemo de la noción de lugar. Con esos modos de aprehensión delo nacional como problema se rompe, en todo caso, con todas las historiat­memorias nacionales escritas desde el puntO de vista del porvenir. En laantÍpodas de la historia metódica (de la que no se habla jamás, pero en laquesiempre se piensa), el presente se convirtió -explícitamente- en la categoríadominance (¿y suficiente?).

CONMEMORAR

En respuesta a la ola de la memoria. presemando su amplitud y su fuerza.reconociendo como Tucídides desde el primer día la importancia de la guerraque comenzaba en Grecia. Los lugares de memoria convirtieron las interrogan­tes, de las que en principio era ponadora, en modo de cuestionamiento allmanera en que habían sido escritas las principales Historias de Francia. Cómo.en cienos momentos claves, el pasado (¿cuál pasado y qué del pasado?) hab6Lsido retomado en el presente. para hacerlo un pasado significativo. Sin j'-'perder de vista que, tras haber seguido estos pasos y estas tomas sucesivaspasado en el presente, que organizó toda una retórica, el objetivo declaramente fijado desde el principio, era el de volver hacia el hoy, .así por esa larga desviación. para tratar de comprenderlo mejor ycomprender mejor. Se va mejor del presente al presente, para cuestiomomento presente.

Salido del asombro ante el suceso contemporáneo ddconmemorativo, Nora podía aCtualizar, al término de su recorrido. lodenominó "la inversión de la dinámica de la conmemoración", No dejconn~emor~r, a nombre de la trilogía Memoria. Identidad, Pauimonlo.también ahl, el sentido de la palabra se modificó. A semejanza de la

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e igual que el patrimonio, cuyos recorridos seguiremos en el próximo capítulo.¿La conmemoración? Es en primer lugar religiosa. "Haced esto en memoriamía": en el momento mismo en que la Cena tuvo lugar. ofreciéndose de golpepara conmemorar. incluye la ausencia. es decir, también la presencia invisiblede aquel a quien desde entonces nunca se cesará de recordar y de imitar.Los rituales monárquicos invocan otra lógica, que quiere poner acento en lacontinuidad: "El rey ha muerto, viva el rey". La Revolución y la Repúblicarestablecen la conmemoración que. por transferencia de sacralidad. se vuelvenacional, republicana y laica.

Se tiene ahota "el 14 de julio". en donde 1880. 1789 Y 1790 se co­rresponden y se excluyen mutuamente. l13 Péguy supo decirlo. de manerasorprendente, en Clio: "La toma de la Bastilla. se constituyó propiamente enuna fiesta, se constituyó la primera celebración, la primera conmemoracióny por así decirlo el primer aniversario de la toma de la Bastilla [... ) No es lafiesta de la Federación la que constituyó la primera conmemoración, el primeraniversario de la toma de la Bastilla. Es la toma de la Bastilla la que constituyóla primera fiesta de la Federación. una Federación al pie de la letra" .114 Hoyen día, ese rasgo se ha convertido en regla: todo acontecimiento incluye suaucoconmemoración. Fue verdad para mayo de 1968. Lo es en extremo parael 11 de septiembre de 2001, con todas las cámaras filmando el segundo aviónque viene a estrellarse en la segunda torre del World Trade Center.

Pero el rasgo de la conmemoración contemporánea. valorado porNora. es su carácter "patrimonial": es explotada o "desnacionalizada", inclusocuando sea utilizada para hacerse reconocer por el Estado, cuyos servicios,además. no han logrado hacer frente al patrimonio invasor. liS Con mayorprecisión todavía -diagnosticaba Nora-, es la misma nación la quex mudaen patrimonio: "Como si Francia dejara de ser una historia que nos dividepara convertirse en una cultura que nos reúne".1I6 Faltaría saber qui~n esese nos que lo decide. ¿cómo y en torno a qu~? En este movimiento queconduce de lo político a lo cultural. Nora identificaba. en todo caso. laemergencia de un "nacional sin nacionalismo". La Francia del fin del siglo xx,cenaba en vías de convenirse en una Ku/rur Nation, lo mismo que Alemania,que durante mucho tiempo había recurrido a este medio en respuesta a laausencia de unidad política, y a partir de ello se reencuentta como naci6n,

III Christian AmaJvi. "Le l-HuiJIcr-, Ln Una tk ",;"u,i". /, tlp. rit., pp. 42)..4,34.

::: ~:::~M~~~I Dr::~~.d~Ú/~~~:~·il~~~~iO~~. k patrim(J¡nt, Parls, ~. Menp,1992, pp. 115·150. Vid. ¡".fra. cap. 5.

11' LnL¡nlXd~mhntl¡".IIl.(Jp. cil., J.p. 29.

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FltAH~OISHART()(i

uizá "a re añadiemes", pero de hecho, sin pod~r ahorrarse la c~ti6nde~ naciona1~Se tendría ahí como la tr~~a para un Intcresantc cambio delidohistórico, con el fondo de la integraclon e~ropea.

Para permanecer en Francia se habna en todo caso pasado,m: una_moria (republicana) transmutada en historia, con la ~erccra ~publicaybljOel magisterio de Lavisse, a una historia o, como se ~lce de m~ buen grado.a un pasado, que hoy se vivirá, será leído y reap~oplado selcc[lv~en~ porunos y orros, con10 memoria (en ,el. nuevo ~en[Jd~), a veces baJO el~del "deber de memoria".117 Los ultlmos vemte anos, por tanto, marcaánel paso de la "nación histórica" a la "nación memorial". Al igual que ea laBúsqueda de Proust, los Lugares se termina en el ~ibro por venir, que será la"verdadera" Historia de Francia, iY ellos son este libro que acabamos de leer!Tal como puede escribirse, no tanto para poner nuestros anales "de acuadocon el progreso de la inteligencia" como para escudriñar una crisis del tiempocomprendida a través de lo "nacional", al [Ornar nota y poner nuestros anaIade acuerdo con una crisis del progreso.

EL MOMENTO OE LOS "LUGARES DE MEMORIA"

Si los Lugares nos sirvieron de entrada en los dcbates entre historia y me­moria, así como de proyector para esclarecer las relaciones entre la hisradí.nacional y el régimen moderno de historicidad, también son reveladora..Slpertenecen, por supuesto, al momento en que se utilizan paraco~la manera misma en la que procedieron nos enseña algo más sobre: nuaDIIpresente. La permanente preocupación historiográfica ya señalada queatraviesa, es un testimonio en segundo grado de esta tendenda dd pa historizarse a sí mismo.

A semejanza de la unidad nacional creada por la Revolución, qLavisse debía ser definitiva e indestructible, su Historia se ofrcclahistoria definitiva de la Nación consumada, dirigida al presente y aluna especie de adquisición para siempre. Se trataba, desde luego, decionar más a la República. pero ya nada de lo fundamental deberlaEs todavía esto en lo que quería poder creer en 1921 cuando,taba la conclusión de su Historia. llevada hasta 1919. Los mismosm~moria quieren ser una historia del presente, en el presente, inhecho de que el presente "ha llegado a ser la categoría de nuestrade nosotros mismos".

117 Ernrnanucl Kaltan, Pmser le tÚtIO;r tÚ mimo;". Parfa. PUF. 2002.

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J!EGIMOUSDf:Ht5lOllKIDAD

Si existe un momento de Los lugnr~s, Los lugarn son (ambi~n pormnto los lugares de este momento, o los IlIgares para este momento. Historiade Francia para el hoy. Los luga"s proponen también (de forma totalmenteconsciente) una historia de nuestro presente. De lo que resulta que el historia­dor no pueda ya ser ese barquero entre el pasado y el porvenir, pontífice a laMonod o profeta a la Michelet. que en el pasado leía el porvenir ya advenidoo para hacerlo venir y proclamarlo. Puede menos mantenerse. a la Fustel,en el "olvido" del presente o más bien en su negación. Barquero, lo es. perosolamente en el interior del círculo del presente, "entre la pregunta ciega yla respuesta esclarecedora. entre la presión pública y la paciencia solitariadel b.borarorio. entre lo que siente y lo que sabe" .118 Modesto, quizá. ~roconvertido, por fin, en historiador del presente. de pleno derecho y en plenoejercicio. En cuamo a la historia. ya sea la del presente o la de Otros periodos,le corresponde asumirla como historia ro a presente.

Pero el presente contemporáneo y el presentismo que lo acompaña serevelaron difícilmente defendibles. De manera que la demanda de memoriapuede interpretarse como una expresión de esta crisis de nuestra relacióncon el tiempo, así como una forma de buscar responderla. Aunque se en­rienda que la memoria que se reclama y proclama es menos transmisión quereconstrucción de un pasado ignorado, olvidado. falsificado a veces, al quela memoria debería permitir ser 1't!apropiado en la transparencia. Ahora bien.la epistemología desplegada en Los /uga1't!s establece todo a la vez. inclusoreivindica la centralidad del presente (que está en el punto de partida y en elde lIeg3da), y el contorno en donde se cree que se esfuma. ¿De qu~ forma?Realizando justamente el paso del pasado en el presente, con su recuperaciónselectiva. que caracteriza al funcionamiento de la memoria, con el punto deparrida de su operación historiográfica: convertir la memoria. menos comocontenido que como forma, en modo de cuestionamiento histórico y deescritura de la historia.

Cuando el historiador clásico comenzaba por establecer la separaciónneta entre ambos. La historia no debería ser más que la ciencia del pasado,ciencia pura; y el historiador, una mirada que descifra sus documentos en elsilencio de los Archivos. Al revés, la lógica de Los /ugam conduce a concebiral mismo historiador, en el ejercicio mismo de su profesión, como un lugar dememoria. Se encuentra una vez más a la figura inspiradora de Mi~el~1r:;rotambién a Nora, como el que concibe y edita los Ensayos tk ~hulOrw.. Asemejanza de Chateaubriancl, visitador incesante de lugares de memona de

118 L~s Limxd~ mimo;~, I/l.op. dI., 1.11? Pierre Nora, &JniJd'ig().hisloj~, París, Gallimard. 1987.

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FRAN~OISHARIOG

él mismo y para él mismo, el historiador llega a s~r. tambié~ él, un "Iuprdememoria".120 De esta posición y de esta percepción se denva el ~dar....historiador que invita al historiador a ha~crsc •. en segundo grado. hIStoriadorde sí mismo. Pero sólo existen grandes 11Istonadores. .

Sínroma. Los Lugnr(!s Jo son también en cste senndo de que el lugar dememoria estuVO en boga: pasó muy rápido en el uso y en 105 hechos. si BOa

que mmbién en la ley. ¡Clasificación a título de lugar de memoria dcl1JUllk..hall de L'Ofympia o del café Le Fouquet's! El Lugar ha llegado e~ auxilio delmonumcntO histórico. desbordado y sobrepasado. El Lugar podla, al pa.reca,proporcionarlc la categoría de un uso más fácil y rápido. que los legisladorade la Tercera República cvidememcnte no habían podido ni querido COA­cebir. 121 Pero. dc golpe, el Lugar se vio aJcanzado por el fenómeno históricDque había conducido a su elaboración y sobre el cual pretendía proyeaar,de vuelta, la inteligibilidad. El instrumento cognoscitivo, que debía setYirpara circunscribir y comprender mejor la conmemoración invasora. ¡podfaconvertirse él mismo en un c1cmclHo dc más del dispositivo llamado al auxi­lio del Patrimonio y dc la conmemoración. y agregarse así a la panoplia delpresentismo! Prueba manifiesta de que el diagnóstico de Nora estaba en lojusro, pero amenaza también de ver a la empresa devuelta a la sola acrualidady consumida por el fenómeno mismo que ella había ayudado a describir,.comprender.

Síntoma de hoy. Los lugares lo son todavía en la concepción de la me­moria que se encuentra en la obra. Supongamos por un instante una búsquedaasí, conducida a mediados de los años sesema, el inconscicntc (cllapsua, elfallo de memoria. la amnesia. el desplazamiemo. la negación...) probablc:mcaledesempeñó ahí con fuerL.1. un papel imponame. La mcmoria dc ÚJI ....

es una memoria sin inconscieme, salvo metafórico. no por principio, J'CP.'de hecho: he hablado de la concepción retórica del lugar. El investigadM.apse enfoca en apanar lo impensado del Lugar, sino más bien cn recoJ1.lliqJfraquello que lo ha vuelto pensable. De ahí. quil.á, una cicrta dificultad..objetar los "no lugares", o los "malos" lugares dc la historia o de lanacional.

y llegó 1989, que simbolizó al 9 de noviembre con la caJelacWde Berlín, y el fin de la ideología que se había concebido como elavam.ado de la modernidad. Para nada fin dc la historia. incluso en el

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REGIMENlSDlHIST~ClOAD

en que lo entendía Francis Fukuyama. pero seguramente pausa en el ordendel tiempo (en Europa. en primer lugar. y después gradualmeme en una granparre del mundo). Después de 1989 puede comprenderse mejor que se bus­can nuevas relaciones con el tiempo, al igual que hacía dos siglos. cuando sedesmoronaban el amiguo orden del tiempo y el régimen de hisroricidad quele estaba vinculado. El fu{Uro está siempre ahí. también y quizá. estaríamosrentados a decirlo. más imprevisible que nunca.

En cuamo al pasado, el fin de la tiranía del porvenir tuvo también comoconsecuencia devolverlo a su opacidad, de hacer. igualmeme. un pasado parauna parre imprevisible. No se trataba solameme de la contingencia, tal comoRaymond Aran la hizo valer en su crítica de la causalidad según Simiand. 122

Este pasado por reabrir, que no era ni linea! ni unívoco. era un pasado al quese reconocería como un campo en el que se enrrecruzaban pasados que habíansido. durante un tiempo. futuros posibles: algunos habían comenzado a ser.otros habían pasado sin ser. Los historiadores. los filósofos. entre ellos PaulRico:ur, lo señaJaron: con mucha razón. 123 Indiscutiblemente. al mostrarcómo cienos tItgar~s llegaron a cristalizar, han sido remodelados, "anamorfo­seados", olvidados, Los tugar~s d~ m~morjt1 establecieron un inventario críticode la historia-memoria de Francia. Atemos a toda la economía del pasado enel presente. indicaron también un modo de circulación posible entre pasado ypresente, deliberadamente. repitámoslo una vez más. a partir del presente.

El año 1989 también llevó o trajo consigo al primer plano a la nación:la nación ha causado estragos o. al menos, problemas. Lo que tampoco habíasido previsto. incluso por aquellos que en Europa occidemaJ se habían re­conciliado, en los años precedentes, con lo nacional. En la Alemania todavíano reunificada, que se definía de buen grado como un Estado "posnacional".los años ochenta vieron, como ha sido recordado. la publicación de muchasHisrorias de Alemania, a la vez que se multiplicaban los coloquios sobr~ laidentidad alemana y las conmemoraciones, además de que se habían conven­cido -de ambos lados del Muro- del carácter duradero de la división en dosEstados. En Francia, Los tugares terminaron a la vez por reconocer la prcs~ncia

de lo nacional y su profunda transformación. Ya no era la nación mesiánica,

,m ~ymond Aron. Inrroduction a '" phiwsophi~ IÚ ''hU..toirr. En4is ntr In Ii,!,im ~/(Jb¡«ti/),,¡hi!lon"qu~.nueva ed .• P:uís. Gallimard. 1986, p. 2n: Entmdcmosporconh~la posibilidad de concebir el acontecimiento a la vez de la imposibilidad de dedUCir elacoOlecimienlo del conjunto de la situación anterior. [/"tnNJU«itJ".14~IÚ14Jnst;tnV..Emayossobu ws límimde la objniviáaá. Buenos Aires. Siglo XXI. 19831. lo

l!) Paul RiCttur, Tnnpsd Rlólll/. París. teJ. du Seuil. 1985. p. 313; Bemard Lcpctil. ~présem de l'hisroire", en Lrs Formn de J~u. U",4fIItIY himJirr 1tIáII/I. Paria. AlbmMichel, 1995. pp. 295.298.

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FRAH~OIS HARTOG

sino una nación-patrimonio, o incluso I,a nació~ como cuJr~racom~ortadora de un nacional sin nacionalJsmo, VIVO pero pa~lficad~, en ....

~rancia a la que le faltaba cultivar su memoria como s~ ~uJtlva su Ja.rdúa: cauna jubilación anticipada de la historia. Es esta ,ffiucaclon la que Los """'­se dedicaron a mostrar, modelándola Y formulandola. El momento de ¡""

lugares era ése.¿Ha quedado éste también ase~urado? Este volc~ar de un modelo.de

nación a otro, 'es así de c1aco e irreversible? Lo que sucedió en toda unaregi6ade Europa des~ués de 1989, aunque también e~ el Occid~nce. conduce."menos a dejar abierta la cuestión. 124 ¿Cómo se VIO Alemama desde entonc:acomo nación, con una Alemania del Esce de nuevo reconstruida? Y Europa.'qué puede ser, cuando se dirige hacia el muy cercano ensanchamiento de~004 como un pesado navío cada vez menos maniobrable? ¿Se dirige haciauna Europa-patrimonio, cimentada en un inventario de lo que paccce ser? U..Europa, más presenrista que fucurista, pero en donde el "progreso" contiD6asin embargo ocupando un lugar central. 12S

¿Cómo "Hacer Europa", al menos su historia, para recamar d tkuIode la colección nacida en 1989 por iniciativa de cinco editores, de lenguay nacionalidades diferemes y dirigida por Jacques Le Goff?l26 ProyectO YO­

luntarista, seguramente, incluso teleológico, dicen cambién algunos. queJereprochan reiterar para la historia de Europa lo que se produjo en el ..XIX para las historias nacionales. 12? Le Goff habla del "título activo· de lacolección: hacer la historia es también una forma de hacer la historia. iSláesto, por ello, una simple reactivación del régimen moderno de historicicLMLcon un futuro que llega de nuevo a esclarecer el pasado? No, cviden~no es ése el punco de vista del director, para quien "el día de hoy vieDc4tayer y mañana surge del pasado". Y para precisar: "un pasado que no~

IH V.d. D.miel Fabce (dic.), L'l:.urop~ mm cultures ~t rutt'ons Parfs &J. de la~~;~: de I'homme, 1996, que explora, en Europa. los tres t~rm~nos: ~~nio, •

::~ Sobre la relación entre el. patrimonio y el presente, viá. ¡"fra, cap. 5. pp. 222-:$c Imol ~e Beck en MUnlch, BolSil Blac~1I en Oxford, Critica en BarccIoaa.

en, Roma y Boln, Le $cuil en París. Los libros se publican simultáneamente en ..pal~~~~¡a de hoy, han aparecido diecinueve títulos.J'h .. ~n lorno a esla cuestión. el debale que se sigue en la revista Vi,."u..de ~;~::::':::;~~~,lIi;~ ~~9¿93, pp. 106-1OS; jcan-Picrrc Rioux, -Pour

trinc:elle'del'Eu~pc",'53,'1997"P~~·I~~~;~~~~~a;:~~~~;~..:~to. . un coloqUIO que, segUn 101 mismOl tér' de .

pnnclplos de precaución ciendfic.a que deben env::;Sal vol:~:'':.:.~200L

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REGliIlEMUOlHISTOItICIOAO

paralizar al presente, sino ayudarlo a ser difereme en la fidelidad. y nuevoen el progreso" .128 Son por tanto igualmente rechazados el fururismo delrégimen moderno y el pasatismo del antiguo régimen de historicidad, a finde preservar la posibilidad de un presenre, a la vez diferente. nuevo y fiel. ¡LeGolf no es L'lVisse! Pero, como para Manad. conviene en articular, en tornoal objem de historia europea (y ya no nacional) el pasado, el presente y elfuturo. Pafa una historia así, la aproximación a tr::J.vés de la larga duración seofrece como la más esclarecedora. YeI autor de La civilización d~1 occid~nu

111,dievnl. quien defendió la idea de una larga Edad Media. se extiende desdeel siglo 111 de nuestra era hasta las revoluciones industriales modernas. y ahíse siente bien: Europa viene de lejos. Si existe una jd~nritÚldeuro~a.está ahíy es ahí donde se tiene la mayor oportunidad de comprenderla.

En cuantO a la naci6n, a la que se sin.'la a veces a la zaga, en un pasadomítico o lejano, a veces a la vanguardia o, a la vez, a la zaga y a la vanguardia,de nuevO se muere en su nombre o bajo su protecci6n. 129 Los nacionalismosétnicos han matado mucho y salvajemente. En forma e intensidad variables,estas vueltas o estas aspiraciones, más o menos exacerbadas, hacia lo nacional.pueden reincorporarse. en parte, en una crisis del tiempo. Ni se les reduceni se les absorbe, sino que son un componente, una expresi6n, una formatambién de responder a ellas, que había ya, por desgracia, dado sus pruebas.Pero la 1?Spu~stll aparece aún más desfasada en cuanto que el régimen modernode hiswricidad, con su bandera futurisra o nacional·fururista, ha perdido engran medida su evidencia y su fuerza de arrastre.

12' U Goff, "Prólogo". Esta página ha sido reproducida ~n todOl 101 voIdmenes de la

col«ci6n (Faiu á~ l'hiJtoi"). . . tridt DrtA(Jll'129 Vid. las estimulantes reflexionesdcl espec:¡ahn:aencl mcdinoP.a J.=:-2002

o[Na/10m. 71u Mrdi~"al Origins o/Eu,."". Prinecton. Princaon Unlvcnlry

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